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El Trompo
El Trompo
El relato empieza mencionando al Cerro San Cristóbal, que domina la ciudad de Lima, y a la
Alameda de los Descalzos, donde vagabundeaban Chupitos y sus amigos pandilleros. Chupitos era
un zambito de 10 años, al que pusieron ese apodo pues una vez sus amigos le vieron comprando
en una farmacia y cuando le preguntaron si alguien estaba enfermo en su casa, respondió que
nadie, que era él al que le habían salido unos chupitos (granitos).
El autor hace una retrospección en el relato y cuenta la historia de Chupitos, que desde su
nacimiento fue marcado por la desdicha y el dolor. El día en que nació, un incendio se desató en el
callejón donde vivía, siendo rescatado del avance de las llamas. Su madre tenía fama de ser una
“volantusa” (aventurera) y cierta vez llegó a casa con el cabello revuelto y una oreja enrojecida. Su
esposo, Demetrio Velásquez, sospechó una traición y salió furioso a averiguar a la calle,
enterándose de la existencia de un amante y hasta de otro pretendiente, a quienes dio una
tremenda paliza, a consecuencia de lo cual estuvo en prisión quince días. La madre desapareció, y
una tía, la hermana de Demetrio, se encargó de cuidar a Chupitos.
Retomando el hilo del relato, el autor nos relata cómo Chupitos logra que su padre le de dinero
para comprarse otro trompo, con el que planea mantenerse en el juego para recuperar su anterior
juguete. Al igual que los gallos que su padre entrenaba para las peleas de coliseo, Chupitos acicala
su juguete hasta convertirlo en un arma formidable: le quita la perilla de su cabeza y le cambia su
punta roma por un clavo afilado.