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El Satyricón de Petronio

Resumen

El protagonista de la obra, Encolpio, hombre tremendamente pervertido, narra en primera persona las
aventuras vividas junto a Gitón, joven con el que mantiene relaciones homosexuales. Al comienzo
del libro Encolpio pronuncia un discurso en el que arremete contra la decadente elocuencia que se
enseña en las actuales escuelas de retórica. Agamenón, maestro de esta disciplina, expone a Encolpio
el ideal de una enseñanza eficaz y critica el sistema educativo vigente, por el que un niño es obligado
a ejercitarse en la elocuencia antes de practicar unas actividades previas, como la lectura. A
continuación, cita unos versos de Lucilio referentes a esta cuestión. Encolpio, durante los consejos
del maestro, advierte que su amigo Ascilto se ha escapado (cap. 6). Pide ayuda a una vieja que vende
verduras frescas y esta lo conduce a una casa de rameras. Allí, fuera de la casa, encuentra a Ascilto:
acababa de deshacerse de un viejo que se dirigía al citado burdel. Ambos ven a Gitón. Este descubre
a Encolpio que su amigo Ascilto había intentado asaltar su pudor. Después de una discusión entre
Encolpio y Ascilto, deciden emprender rumbos diferentes (cap. 10). Una vez que Encolpio se
encuentra en su cuchitril con su amigo Gitón, reaparece Ascilto, que aún no desea cortar las
relaciones. Acuden a la plaza, roban una capa de costoso tejido e intentan venderla a un alto precio,
cuando un campesino se acerca en actitud de comprador y los rateros observan que dicho campesino
lleva en sus manos una túnica harapienta que les pertenecía. Cuando llevan ya un rato discutiendo
con el supuesto comprador y su esposa, huyen con la túnica en mano (cap. 15). Vuelven a casa y aquí
se presenta una prostituta llamada Cuartila, que viene acompañada de su esclava Psique y de otra
joven. Cuartila los perdona por una acción digna de castigo: días atrás, mientras Cuartila ofrecía unos
sacrificios en honor de Príapo, dios del amor carnal y protector de las meretrices, los tres compañeros
observaban todo ocultamente y, por tanto, esta temía que desvelasen la verdad de tan vergonzosa
práctica. Cuartila no los reprende: los perdona. Enseguida la ramera ata a los tres hombres y les
proporciona un brebaje denominado Saturión, hasta que, con la ayuda de un varón invertido a su
servicio, los conduce hasta su burdel. Allí tiene lugar un banquete (cap. 21), después del cual, ya
borrachos, todos se ven inmersos en un profundo sueño. Entran unos rateros, pero son despedidos sin
mayor dificultad. Ya despiertos, se reanuda el banquete y la bebida y comienzan a sucederse los
actos más rastreros. A continuación, se inicia el episodio central de la obra (cap. 27): la cena de
Trimalción. A ella son invitados por Agamenón, el maestro de retórica a que antes se hacía
referencia. Trimalción es un personaje tremendamente opulento: su hacienda es inabarcable, sus
tierras ocupan superficies insospechadas y el número de sus esclavos se equipara a la población de
una ciudad considerable. Los protagonistas encuentran a Trimalción en la plaza, mientras este juega
en corro a la pelota con unos muchachos melenudos. Llegan más tarde a casa de Trimalción con todo
el cortejo que ha acompañado al ostentoso anfitrión en su desplazamiento desde la plaza. Al llegar a
la casa Encolpio se admira de las pinturas que ornamentan la entrada: pinturas de un mercado de
esclavos, de un perro feroz que atemoriza a cualquier visitante, episodios diversos de la vida de
Trimalción, etc. Antes de comenzar el banquete un esclavo solicita la intercesión de los invitados
para librarse de un castigo de su amo (cap. 30). Al sentarse en la mesa para tomar el aperitivo,
Trimalción aún no está presente. Los criados animan la velada con incesantes canturreos.
Seguidamente Trimalción entra al compás de una vivaz melodía, pero, una vez sentado a la mesa,
aprovecha para terminar su partida de terebinto. En ese momento se sirve una gallina de madera que

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esconde unos huevos de pavo. Entran dos etíopes melenudos portando unos odres y vierten el vino
en las manos de los invitados. Entre los distintos acontecimientos, presentan luego ante la mesa un
esqueleto de plata articulado, que da pie a una reflexión sobre la fragilidad del género humano. Se
llega al primer plato, que consiste en una gran fuente decorada con los doce signos del zodiaco y a
cada uno de ellos les corresponde un manjar representativo. Este primer plato, según la opinión de
Encolpio, asombra por su vulgaridad. Pero luego todos se sorprenden, pues cuando Trimalción
levanta el piso superior de la fuente, aparecen aves cebadas, tetinas de cerdo, un manjar muy
estimado en la época, y otros alimentos. Todo ello bien condimentado por la famosa salsa
denominada "garum". Durante este primer plato, Encolpio pregunta al comensal que tiene a su lado
sobre la mujer de Trimalción. Este le informa de Fortunata, que así se llama su esposa y, en su
opinión se trata de una mujer anteriormente esclava. Según este invitado, Fortunata es una mujer
deslenguada, de escasa confianza. Asimismo, enumera todas las propiedades de Trimalción, que son
innumerables. Además, todos los alimentos que consume los produce en su propia casa: cría ganado,
obtiene la miel, etc. Trimalción pasa a pronunciar una plática en tono erudito (cap.35): explica las
influencias de los distintos signos del zodiaco en las personas nacidas bajo cada signo. El, por
supuesto, ha nacido en la época del año más propicia. Concluida su alocución, se sirve el segundo
plato, consistente en un enorme jabalí del que parecen mamar unos lechoncitos. El jabalí va tocado
con un píleo, especie de gorro frigio que usaban los libertos. Dionisio, un criado de Trimalción,
interpreta unas canciones dionisíacas, haciendo honor a su nombre. Luego coloca el píleo del jabalí
en la cabeza de su amo. Trimalción sale hacia el retrete. Durante la ausencia del anfitrión tiene lugar
una conversación entre los distintos comensales, que opinan sobre diversos aspectos de la vida
social.
Regresa Trimalción (cap. 47). Su ordinariez se manifiesta en el permiso que concede a los
comensales para asistir al retrete cada vez que lo deseen. Asimismo, les autoriza cualquier tipo de
ventosidades que quieran expulsar durante el banquete. Es, en su opinión, cosa muy sana. Unos
criados le presentan tres cerdos de distinta edad. Trimalción elige el mayor y ordena que lo cocinen.
A continuación, el anfitrión inicia una nueva plática, en esta ocasión sobre temas mitológicos,
aunque siempre mete la pata. Sin más demora le traen el cerdo ya cocinado, pero Trimalción
enseguida advierte que no está vaciado y decide castigar al cocinero. Aplacada su ira por los
invitados, concede a este sirviente una nueva oportunidad para vaciar el cerdo. Lo hace con tal
maestría que luego es colmado de honores y coronado. Trimalción comienza a disertar sobre los
bronces de Corinto (cap. 50), muy apreciados. El posee gran abundancia de los mismos. También
aprovecha para enumerar todo el material de oro y plata que alberga en su casa. Un esclavo deja caer
un cáliz y se rompe, pero el hecho no tiene mayores consecuencias. Otro criado lee el acta de todo
cuanto ha sucedido en la vasta finca de Trimalción en ese día. Por la magnitud de su información,
esta se asemeja al "Diario de Roma". También da lectura a otras disposiciones legislativas y
judiciales. Seguidamente entran unos equilibristas realizando ejercicios de habilidad, con muy poca
gracia, hasta que uno se cae sobre Trimalción. El alboroto no tarda en formarse, pero tampoco se
hace tardar el perdón: si lo castiga, dirán que Trimalción no es indulgente con sus esclavos. Luego
mantienen una conversación poética y citan un texto de Cicerón. Pasan a discutir sobre los oficios
más difíciles después de las letras, que, a juicio de Trimalción, son los de médico y cambista (cap.
56). También se organiza una lotería para los invitados, en la que se incluyen juegos de palabras que
dejan entrever un sentido obsceno. Ascilto, el amigo de Encolpio, se ríe a grandes carcajadas de todo
lo que observa. Un conliberto de Trimalción lo recrimina por su actitud y promete no dejarlo sin

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venganza. Gitón tampoco puede contener la risa y debe aguantar otra reprimenda del histérico
conliberto, llamado Hermenote. Calmado Hermenote por el propio Trimalción, entran en la sala unos
actores de mimo que recitan versos griegos, sobre temas homéricos. Trimalción, que
simultáneamente lee las traducciones en latín, interpreta todos los episodios mitológicos referidos
por los versos, pero yerra por completo: confunde todos los personajes de la guerra de Troya. En ese
momento se descuelga por el artesonado del techo un disco del que penden coronas. Cuando vuelven
la mirada a la mesa, la encuentran rebosante de confituras. Encolpio y sus amigos roban algo de la
fuente en sus servilletas. Luego Trimalción se dirige a Nicerote, que cuenta una historia. Después de
la narración (cap. 62) y ante el pasmo de todos, Trimalción empieza a contar otra historia misteriosa.
Concluidas estas historias, Trimalción se dirige a su amigo Plocamo. Este había sido un gran
imitador. Ahora silva una canción horrenda. Luego Trimalción imita otros sonidos vergonzosamente
y al fijarse en la perrita de Creso, otro invitado, ordena que le traigan su enorme perro Escálax. Este
se pelea con la perrita y se arma un nuevo estropicio, pero a estos acontecimientos caprichosos
Trimalción no les concede más importancia. Manda traer más tapas: ahora sirven una gallina cebada
con huevos de oca. En esos instantes llega a casa Habinnas, otro servidor del emperador, como
Trimalción, acompañado de su esposa Escintila. Venían de un banquete de octavario por la muerte
de un esclavo. En primer lugar, se dedican a contar los platos servidos en el banquete. Habinnas
exige que se presente en la sala la esposa de Trimalción, Fortunata. Esta se reincorpora a la escena y
enseña un valioso brazalete, ocasión que aprovecha Trimalción para mostrar el suyo (cap.67).
A continuación, ordena que se sirvan los postres. Un esclavo de Habinnas declama un verso. Su amo
pronuncia un panegírico alabando las virtudes del esclavo. Sólo encuentra en él dos defectos: está
circuncidado, lo cual implica que es judío o prosélito, y ronca mientras duerme. El esclavo, por su
parte, comienza a imitar unas trompetas, de un modo tan ridículo como los anteriores.
Se sirven los postres: tordos, membrillos, una oca cebada con peces, etc. Durante el postre dos
esclavos se pelean llevando sendas ánforas (cap.70). No tiene mayor trascendencia.
Unos muchachos melenudos ungen con óleo perfumado los pies de los comensales, ante el asombro
de Encolpio, que lo refiere en su relato. Trimalción invita a la mesa a sus esclavos más próximos. En
medio de este ambiente ordena que le traigan su testamento y expone el proyecto que tiene para su
tumba, proyecto que debe ejecutar su colega Habinnas. Exige una infinidad de ornamentos, una
estatua grande de su figura, una perrita; un reloj para que la gente, al mirar la hora, se acuerde de él,
etc. También da a conocer el epitafio que desea. Pero este pensamiento de la muerte lo entristece y
profiere en un profundo llanto. Luego se olvida e invita a todos a los baños. Los tres protagonistas se
equivocan de puerta, hasta que consiguen llegar a la sala indicada. Allí deben aguantar la locuacidad
de Trimalción y sus horribles canturreos. Fortunata ya tiene preparado otro comedor. Aquí beben
vino para celebrar la primera barba de un esclavo, mientras el anfitrión aún no se ha agotado de la
intensa velada: "Prolonguemos la cena hasta el amanecer".
Enseguida canta un gallo y, creyendo que canta a deshora, lo interpretan como un mal presagio.
Puede tratarse de un incendio inminente o de la muerte de un vecino. Trimalción da órdenes de que
traigan el gallo y que lo cocinen.
Se relevan los esclavos (cap. 74). De pronto un joven siervo es besado por Trimalción, hecho que
enfada a su esposa Fortunata. Se provoca una pelea entre ambos. Trimalción reprende a su mujer y
cuenta el éxito de su vida: como compró unos barcos y se dedicó a transportar vino, hasta que
consiguió acumular toda su hacienda. También cuenta las previsiones de un astrólogo sobre su
futuro: aún le quedan treinta años, cuatro meses y dos días. Animado por la longitud de su vida, no

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siente temor porque le traigan su mortaja y así lo ordena. Luego unta a los invitados con un perfume
de nardo. También se interpreta una marcha fúnebre. Encolpio, Ascilto y Gitón ven el momento
oportuno para salir de la casa y así lo hacen.
Emprendido su regreso entre la oscuridad de la noche, llegan no sin dificultad a la posada. Allí
ambos homosexuales, Encolpio y Ascilto, después de escenas molestas con Gitón, terminan por
disputarse la posesión del mismo (cap. 80). La disputa parece llegar a las armas, hasta que Gitón
pronuncia su decisión de marcharse con Ascilto. Encolpio, desengañado y desecho por la decisión de
su joven efebo, se retira al mar y allí pasa tres días en medio de sus continuos lamentos.
Recapacitando sobre su actitud, opta por encontrar a toda costa a los dos amantes masculinos y dar a
Ascilto su merecido. Un soldado, cuando ya está en camino, lo descubre con un puñal y se lo
arrebata. Encolpio, perdido todo horizonte, visita una galería de arte y observa las célebres pinturas
que allí se exponen, con intento de sosegarse. Admira las obras de Zeuxis, Protógenes y Apeles,
hasta que se presenta en la sala un viejo canoso con aspecto desaliñado, con un inconfundible talante
de poeta. Este, después de comparar los intereses artísticos con los económicos, relata su historia de
relaciones homosexuales con el hijo del señor de la casa en la que se hospedaba en Pérgamo, cuando
prestaba su servicio militar.
Después de esta narración cada vez más obscena, Eumolpo, que así se llama el viejo poeta, sostiene
con Encolpio una conversación sobre arte, en la que explica la crisis del arte actual, anegado en la
miseria por el afán exclusivo de satisfacer los intereses económicos. Al contemplar un cuadro en el
que se representa la caída de Troya, Eumolpo declama unos versos que había compuesto sobre ese
mismo tema (cap. 89). A través del relato se observa cómo siempre que Eumolpo sus constantes
poemas, la gente que le rodea, indignada por su insistencia en intercalar trovas a cualquier hora,
comienza a tirarle piedras sin piedad. Esta vez sucede lo mismo. Encolpio y Eumolpo consiguen
escapar de la galería de arte y se dirigen al mar. Allí Encolpio invita a cenar al frustrado poeta, a
condición de que este se abstenga de manifestar la genialidad lírica que todos aborrecen.
Al llegar al alojamiento, Encolpio ve a Gitón (cap. 91) y da pie a que este se arrepienta de su
"deslealtad". Encolpio enjuga el llanto del joven.
Eumolpo se había quedado en los baños recitando unos poemas. Luego se introduce en la habitación
y descubre a Encolpio en la compañía del joven muchacho. El poeta relata su estancia en los baños y
se lleva a Gitón.
Desengañado Encolpio nuevamente por la presencia de un segundo rival, intenta ahorcarse (cap. 94).
Eumolpo y Gitón, que ya se habían marchado de la habitación, reaparecen en ella y Gitón consuela a
su trastornado amante para que desista del suicidio. El también había intentado desaparecer del
mundo en otras situaciones embarazosas. Gitón, sin embargo, aparenta suicidarse con la navaja de un
barbero, mercenario de Eumolpo, pero esta navaja no puede causar tales efectos. No obstante, se
organiza un notable alboroto ante la escena.
De todas partes de la fonda acuden huéspedes para contemplarla (cap. 95). Eumolpo se pelea con el
posadero y llegan a las manos, mientras Encolpio y Gitón observan todo por un agujero de la puerta.
Entretanto, un pregonero promete recompensar con mil sestercios a la persona que localice a Gitón y
dé noticias de su paradero. La búsqueda ha sido emprendida por Ascilto. Encolpio ordena a Gitón
que se esconda debajo de la cama de un modo ingenioso. No tarda en llegar Ascilto a la habitación.
Encolpio simula no haber visto al joven. El alguacil que acompaña al pregonero hace un minucioso
registro por la estancia. Llegan a la cama; el alguacil mete mil veces su bastón por el suelo, pero
Gitón aguanta estoicamente todos los golpes sin el más mínimo resello.

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Entra de nuevo Eumolpo, una vez que se han marchado sin éxito los investigadores, y descubre a
Gitón por un estornudo que este no ha podido aguantar. Allí discute con Encolpio. Al final deciden
acompañar a Eumolpo en un viaje marino que está a punto de emprender. Un marinero viene a
avisarles y preparan su equipaje (cap. 99).
Ya en el barco, Encolpio se consuela con diversos argumentos: si su huésped Eumolpo se ha
enamorado de Gitón no es cosa extraña, pues las cosas bellas son deseadas por todos. Estando en
estas reflexiones, oye, mientras finge dormir, una voz conocida. Se trata de Licas, el dueño del barco,
un antiguo amigo suyo, del que se había alejado tras un serio enfado. También oye a una mujer,
Trifena de nombre, una meretriz. Trifena comenta a Licas que desea encontrarse con Gitón. Este y
Encolpio se dirigen a Eumolpo y le exponen el lío en que se hallan inmersos por haber emprendido
este fatídico viaje. Los tres amigos buscan una solución, por dificultosa que resulte, que les permita
escapar cuanto antes de las garras de tales personajes indeseables. Se proponen varias soluciones:
bajar hasta el esquife por un cable y abandonarse a la Fortuna, o bien envolver a Encolpio y a Gitón
en dos pellejos y colocarlos entre el equipaje de Eumolpo, para que luego éste informe a Licas de la
huida de sus esclavos, que temían un castigo. No obstante, convienen en otra salida: afeitar la cabeza
y las cejas de Encolpio y el joven Gitón y marcarlos con unas señas semejantes a las que produce el
hierro al rojo vivo. En efecto, este tipo de castigo se imponía a los esclavos fugitivos.
Acuerdan llevar a cabo esta última alternativa, pero mientras se afeitan por la noche, son vistos por
un pasajero, el cual interpreta el hecho de afeitarse a deshora como presagio de un naufragio
inminente. Este pasajero acude más tarde a Licas y a Trifena y les advierten de la presencia de dos
tipos que se han afeitado de noche. Licas y Trifena, a quienes los dioses les habían revelado en
sueños que Encolpio y Gitón se encontraban en la nave, comienzan de inmediato la búsqueda de
ambos compañeros. Eumolpo, por su parte, intenta convencer al dueño de la nave de que el corte de
pelo se debía tan sólo a que lo tenían horriblemente largo y que no habían podido cortárselo en tierra.
Licas no admite tales justificaciones. Eumolpo aduce estas y otras razones para salvar el pellejo de
sus amigos. Cuando Licas encuentra a los rapados y toma cuerpo su cólera. Ahora se desvela el
motivo de la enemistad entre Encolpio y Licas: aquel había seducido a la esposa de éste, Hedile (cap.
106). Licas interpreta el hecho de su reencuentro como una oportunidad que le ofrecen los dioses
para descargar su venganza. Eumolpo intenta convencer al iracundo dueño de que el motivo de la
presencia de su adversario en el barco era reconciliarse con él tras el antiguo agravio. El castigo se
hace improrrogable. No obstante, Licas y Trifena se sorprenden de que a Encolpio no le importa su
suplicio sino el sufrimiento de su compañero Gitón. Finalmente tiene lugar un combate a dos bandos
en medio de la nave: de un lado, Trifena y un grupo de esclavos; de otro, los tres amigos y el criado
de Eumolpo. Después de esta diatriba, Eumolpo, parodiando las actas de cancillería, propone un
acuerdo que es aceptado: Trifena debía olvidarse de Gitón y Licas debería ahogar todo deseo de
venganza contra Encolpio. Se hace la calma en el barco y el tiempo se resuelve en una gran bonanza
(cap. 109). La nave avanza serena y los pasajeros pueden practicar la pesca o entretenerse en un
juego divertido.
Eumolpo recita unos poemas burlescos sobre las calvas de los dos protagonistas. Luego ameniza el
viaje con un cuento (cap. 111):
Una mujer extremadamente hermosa y honrada llora la muerte de su marido. En el momento del
entierro toma la decisión de morir de hambre y no apartarse jamás del mausoleo de su esposo. Nadie
consigue persuadirla de la inconveniencia de su propósito. Cuando lleva varios días junto al cadáver
de su marido, acompañada de su esclava, un soldado que vigilaba los cuerpos de unos crucificados

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antes de su sepultura, se dirige a la honesta mujer y le ofrece unos alimentos. Su esclava se rinde y
acepta la invitación, hasta que consigue convencer a su dueña de la necesidad de nutrirse. Esta
también se rinde. Más tarde hay unas escenas molestas del soldado con la viuda.
Los parientes de uno de los crucificados, viendo abandonada la vigilancia, desclavan el cadáver y le
dan sepultura. El soldado, temeroso del castigo, informa a la mujer del suceso. Esta decide clavar en
la cruz el cadáver de su difunto esposo para disimular el descuido de su amante, prefiriendo colgar al
muerto antes que al vivo. Ponen en práctica su resolución y causan gran sorpresa entre las gentes.
Después de la historia, Trifena comienza a acariciar al joven Gitón (cap. 113), mientras Encolpio
revienta interiormente por los celos. Entre tales carantoñas la nave empieza a sufrir los embates de
un terrible tifón. Las víctimas no se hacen esperar: Licas muere ahogado en los primeros zarandeos.
Trifena se establece en un bote con la ayuda de sus esclavos. Unos pescadores que acuden a
contemplar la catástrofe recogen a los tres compañeros v al criado de Eumolpo, aunque el viejo poeta
en medio de la tempestad se resiste a moverse porque le falta un solo verso para terminar el poema
que compone. Al final consiguen llegar a tierra y se refugian en la cabaña de un pescador. Desde la
playa se divisa un cuerpo muerto arrastrado por las olas. Cuando el cadáver se acerca a la orilla,
Encolpio lo identifica: es el cuerpo de Licas. Este hecho arranca del pecho de Encolpio un delicado
lamento, transido de dolor, al contemplar a un hombre pletórico de fuerza y de poder reducido a un
trozo de carne que las aguas arrastran con desprecio. Encolpio y sus compañeros preparan una pira
para el cadáver (cap. 115).
Los protagonistas siguen su camino hasta que divisan en la lejanía la ciudad de Crotona. Antes de
llegar, preguntan a un campesino sobre los habitantes de dicha localidad, así como acerca de la
actividad comercial allí desarrollada. Este les advierte que la ciudad se distingue por su desenfreno y
que en ella sólo triunfan los deshonestos: según sus palabras, "no hay más que cadáveres que son
devorados o cuervos que los devoran" (cap. 116).
Estos informes los llena de esperanza. Eumolpo expone una brillante idea: interpretar una farsa (cap.
117). Los otros aceptan llevarla a cabo. La farsa tiene a Eumolpo como protagonista, el cual acaba de
enterrar a su hijo, muy valioso por su talento y sus virtudes. Para que el contacto con sus clientes y
amigos, así como la tumba del difunto, no le recuerden al malogrado hijo, decide abandonar su
ciudad. Más tarde atraviesa por la fatalidad del naufragio, en el que pierde más de dos millones, pero
esto no le preocupa. El motivo de su desesperación reside en el hecho de encontrarse sin
servidumbre, lo cual impide que sea estimado como merece. En realidad, era un hombre con una
hacienda desmesurada: posesiones en África por valor de treinta millones, esclavos dispersos por
tierras de Numidia, etc. Eumolpo debe toser a menudo para fingir su dispepsia y debe rechazar
cualquier alimento que la gente le ofrezca. Debe hacer referencia de continuo a sus tierras y a su
dinero, así como modificar su testamento sucesivamente. A Encolpio, Gitón y Córace, el verdadero
criado del viejo poeta, se les asigna el papel de criados de Eumolpo.
Después de un fragmento que no se conserva aparece Eumolpo criticando la concepción poética que
impera en muchos ambientes jóvenes de Roma (cap. 118). Muchos piensan que la poesía consiste en
un mero ejercicio basado en unas técnicas. Eumolpo concibe el quehacer del poeta como una
inspiración de origen divino, que ha de manifestarse en un lenguaje lo más distante posible del que
emplea el vulgo. Asimismo, arremete contra los poetas que narran acontecimientos y sólo prestan
atención a los hechos, como si se tratara de historiadores. Para ilustrar la concepción poética que él
propone, recita a continuación un poema recién compuesto, que aún no ha sido limado en sus
detalles. Dicho poema (cap. 119) comienza con el reflejo de la corrupción reinante en la sociedad

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romana, en la que están de moda la opulencia, el derroche, la usura y el apetito de dinero. Estas
pinceladas que nos presentan la situación de Roma dan paso al recuerdo del triunvirato. Se describe
el reino infernal; interviene Plutón. Este pide a Fortuna, promotora de la historia, que ponga remedio
a la corrupción y trasmute la paz en guerra. Fortuna anuncia la guerra. Esta tiene lugar cuando César,
victorioso en su lucha contra los bárbaros, decide emprender una guerra contra Roma, recelosa de
sus triunfos en las Galias.
Se inicia la batalla y este episodio se describe de un modo propiamente poético. Los dioses del cielo
y del infierno se distribuyen entre los dos campos que constituyen el escenario de esta guerra civil.
La diosa de la Discordia expone su mandato, que en el poema aparece cumplido, aunque tal mandato
no es de carácter histórico, pues realmente no se cumple.
Con la declamación de estos versos de Eumolpo consiguen llegar a Crotona. Ya en la ciudad,
Encolpio y el viejo poeta se plantean la posibilidad del fracaso de esta farsa que habían decidido
interpretar. Es entonces cuando Encolpio se dirige a los dioses con unas palabras que manifiestan su
incertidumbre ante el futuro: "Dioses y diosas del cielo, ¡qué mal les va a los que viven fuera de la
ley! Siempre están esperando lo que han merecido" (cap. 125).
En Crotona conoce a una esclava llamada Críside, la cual pone a Encolpio en contacto con su ama
Circe (cap. 127). Esta desea mantener relaciones con el supuesto esclavo de la farsa. Encolpio debe
salir huyendo debido a su impotencia. La huida sorprende a Circe e intenta recuperar a su amante por
medio de una carta que le envía con su esclava. Encolpio decide solucionar sus problemas sexuales y
se somete a las curaciones de una vieja (cap. 131). Parece recuperarse de su impotencia y mantiene
nuevas relaciones con la misma mujer. Pero ella en esta nueva aventura lo despide ofendida y ordena
a sus esclavos que lo azoten —no se conoce el motivo de esta reacción por la interrupción del
fragmento conservado— (cap. 132). Encolpio, angustiado por la actitud de Circe, acude al templo de
Príapo, dios del amor carnal, y le invoca con una plegaria llena de lastimeras ansias. En el templo la
vieja que antes había intentado remediar su mal le presenta a Enotea, sacerdotisa de Príapo (cap.
134). Esta prepara los alimentos necesarios para la curación, pero un pequeño accidente —el
resquebrajamiento de la silla donde se subía la vieja sacerdotisa— le hace caer sobre el fuego y lo
apaga. La vieja corre hacia las casas vecinas en busca de nuevas brasas para el fuego. Entretanto, tres
gansos sagrados se presentan ante Encolpio y con sus gestos parecen atacarlo. Lleno de miedo mata
uno de ellos, mientras huyen los dos restantes (cap. 136). Al regresar la sacerdotisa se entera de lo
sucedido y se lamenta del horrible crimen, pero, compadecida de Encolpio, se dispone a curarlo y
hace del ganso muerto un nuevo ingrediente para sus guisos.
Filomena, una vieja mujer viuda, encomienda a su hijo y a su hija a la protección de Eumolpo, en
espera de la herencia que podía recibir a la muerte de éste, que en la farsa aparenta ser el hombre más
rico de Crotona (cap. 140). Por otra parte, Encolpio informa a este viejo amigo y poeta sobre el
restablecimiento de su salud sexual.
El relato conservado termina con el testamento de Eumolpo (cap. 141), quien en la farsa que
ingeniosamente interpretaba exigía a todos los beneficiarios de su herencia que, una vez muerto,
hicieran tajadas de su cuerpo y se las comieran.

La novela narra las andanzas de Encolpio, un estudiante, y de su pareja, un jovencito llamado Gitón,
también entendido en literatura, que, al iniciarse el relato conservado, están en una ciudad griega
seguramente una ciudad del sur de Italia; enseguida se dirigen a la cena de un tal Trimalción, un
típico nuevo rico de la época; Gitón abandona a Encolpio y luego vuelve a su lado, y ambos, juntos

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con un nuevo personaje, el viejo poeta Eumolpo, emprenden un viaje en barco; luego de la tormenta
y el consabido naufragio, llegan a una ciudad famosa, Crotona, en la que los tres compondrán una
farsa con el objeto de engañar a sus habitantes y pasar una vida sin estrecheces económicas.
El Satyricón nos permite conocer con claridad cómo era la vida cotidiana en el imperio romano,
sin las deformaciones habituales de los enfáticos y altisonantes autores clásicos. Y es que esta novela
nos acerca a la dimensión humana de nuestro pasado al describirnos sin tapujos cómo era la vida
entonces y cómo sentían los que la vivieron.
La obra nos describe el inicio de la decadencia moral y social de Roma, y toca temas tan cercanos
como la queja y la desconfianza continua hacia los poderes públicos, a los que acusa de corruptos y
de no preocuparse por el bien común. Hay personajes, como Trimalción, que parecen sacados de la
actualidad.
El banquete de Trimalción ocupa gran parte de la obra. Es un nuevo rico, un liberto que ha
surgido de la nada por medios poco limpios cuya fortuna le viene grande y hace de ella una
exhibición ridícula e infantil. Así, como tiene propiedades al sur de Italia, pretende comprar Sicilia
para que, al trasladarse a sus fincas africanas, no deba salir de casa y obliga a sus invitados a que
comprueben el peso de las joyas de su esposa, para que vean que son muy caras. Puesto que es rico,
se cree también culto y suelta una barbaridad tras otra, sin que nadie le corrija por miedo a perderse
el festín, pero, al mismo tiempo, Trimalción reconoce que sólo le agradan los espectáculos que le
distraen (la eterna excusa del que no quiere pensar). Incluso su actitud para con los esclavos resulta
extremadamente actual. Trimalción afirma que son hombres iguales a él, pero con menos suerte, lo
que no le impide maltratarlos ni tampoco le obliga a mejorar su situación.
Otro personaje paradigmático es el poeta Eumolpo. Tiene la característica habitual en todo el gremio
de autores: recitar sus versos a la primera oportunidad que se le presenta, incluso forzándola.
Eumolpo provoca indignación en cuanto abre la boca y sus representaciones teatrales concluyen
siempre en estrepitosos fracasos, por lo que busca ser un protegido de las clases altas, a las que
divierte y sirve.

Bibliografía

1) “El Satyricón como novela: la sátira menipea y los nuevos descubrimientos papiráceos” de
Marcos Carmignani

- Si bien es cierto que el Satyricón está influido decisivamente por la novela griega, tanto en su
carácter de parodia de la novela ideal como en su carácter de texto cercano a la ficción griega del
bajo mundo, no hay que olvidar que es precisamente la parodia de ‘todos los géneros literarios y de
los mitos culturales de su tiempo’ uno de los rasgos más sorprendentes de esta obra. No sólo se
parodia la épica o la novela griega, no sólo Homero y Virgilio y las novelas sentimentales: la
tragedia, la elegía de amor, la historiografía, la filosofía y la literatura de consumo, que además de
las novelas sentimentales abarcaba los cuentos, el mimo, la declamación, las historias fantásticas de
magia negra y de hombres-lobo.
- Si analizáramos todos los personajes del Satyricón, podríamos ver que todos ellos son
problemáticos, porque su lugar en el mundo y en la sociedad no está definido, es más, son marginales
y desclasados, sobre todo Encolpio. Todos sus personajes crean un problema al lector, ya que son de
tal ambigüedad que nunca se los puede definir con la certeza de un héroe épico.

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- La novela es un mundo sin dioses, excepto por la intervención de Príapo, que implica el problema
de la degradación de la religión.
- En definitiva, novela cómico-paródica escrita bajo la forma del prosimetrum (El rasgo formal más
llamativo del Satyricón es la combinación de prosa y verso, llamada prosimetrum) parece ser,
entonces, una buena definición, ya que el aspecto narrativo del Satyricón y la existencia de formas
narrativas griegas cómicas prosimétricas que no pertenecen a la tradición menipea sugieren una
afinidad con la novela. Esto no significa que no haya recibido la influencia de la fábula milesia, la
parodia de la épica, el drama y el mimo, dado que el genio de Petronio consistió en experimentar con
elementos diversos para crear a través de ellos y en una síntesis extraordinaria una novela
exquisitamente original.

2) “Petronio: Satyricón. Una introducción crítica” de Josefina Nagore

-Libertad de composición que no registra antecedentes en la literatura grecolatina.


- Algunos consideran que el Satyricón es una parodia de las novelas eróticas griegas, y que ha
suplantado a la pareja heterosexual casta y fiel propia de aquellas por una pareja de varones (los
protagonistas Encolpio y Gitón), entre los cuales aparece siempre otro varón o una mujer que intenta
separarlos. Otros consideran que la novela fue concebida como un viaje burlesco y que muestra
influencias de los relatos de viajes, y explican el uso novedoso de la narración en primera persona
como una herencia de aquellos.
- Petronio se apropió de elementos pertenecientes a diversos géneros literarios, los descontextualizó
–cuestionándolos- y los combinó mediante diversos procedimientos, parodiando a unos, imitando a
otros.
- Crítica a la sociedad de la época y a sus personajes más representativos. Los protagonistas de
ambos relatos están ahítos de literatura y viven “literalmente”. Encolpio el protagonista del
Satyricón, es un hombre de letras, y tiene una concepción libresca del mundo y de su persona;
reacciona ante las situaciones que le presenta la vida exclamando o pensando aquello que se le había
enseñado en la escuela. Encolpio es un anti-héroe, un pícaro.
- Está construido en gran parte a partir de otros textos, tanto anteriores como contemporáneos, de las
literaturas griega y latina: desfilan por sus páginas citas, alusiones, imitaciones, pastiches y parodias
de otros textos que establecen peculiares y problemáticas relaciones significativas entre el texto
narrativo, los intertextos subsumidos en él y los respectivos co-textos.
- El título significa “libro de sátiros, hombres lascivos, sátiras o libre de sátiras”.
- Uno de los ejes temáticos que cohesionan la obra es la composición entre ser y parecer, entre
ficción y realidad.
- El entrecruzamiento de textos y de lecturas da sentido al texto.
- La temática del laberinto atraviesa la obra entera. Los personajes pierden el camino y vuelven al
punto de partida, tanto en el plano especial como afectivo. En el ínterin, caen en diversas trampas, de
las que no pueden saltar sino por algún hecho azaroso. La similaridad de ambos relatos a) perder el
camino, b) falso guía, c) engaño, d) huida, no sólo replantea el tema de la divergencia entre
apariencia y realidad, sino que pone el acento en una característica habitual de los protagonistas del
Satyricón: vagar, huir sin rumbo fijo; se trata de personajes cuyo objetivo es salir de una situación de
peligro, pero, sin tener conciencia de ello, se dirigen, de manera inconsciente e invariable, hacia otro
riesgo. La reiteración de la imagen del laberinto en diversos episodios del Satyricón debe de

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estar relacionada con la imagen del mundo que estos personajes tienen. Como observa Fedeli
“…para el héroe de la novela antigua, el mundo hostil que debe afrontar, las mil pruebas que debe
superar antes de llegar a una solución feliz, no son otra cosa que la proyección del esquema del
laberinto…”.
- Se desarrollan las isotopías Encolpio/Eneas y Encolpio/Aquiles, que permiten la caracterización de
Encolpio como anti-héroe; con el mismo objetivo se presentan relaciones intertextuales con el Canto
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amor, que pasa, ya degradado y como cliché, a la novela griega. Encolpio de héroe en el barco pasa a
ser un anti-héroe porque su mentira es descubierta.
- Escena en que Encolpio quiere encontrar a Ascilto y Gitón porque éste último prefirió irse con
Ascilto. Esta escena lo configura como un anti-héroe. Descubierta la mentira de Encolpio al
soldado, éste depone las armas y vuelve a su posada. Encolpio vuelve a su realidad, no pelea por su
botín, dejando de lado el deseo de venganza; su actitud está en las antípodas de la de un héroe épico:
prefiere seguir viviendo, vencido –y ni siquiera por sus enemigos verdaderos-, a haberse enfrentado
con sus contrincantes: Encolpio mismo se excluye del mundo épico. Luego de construir
cuidadosamente un clima épico, Petronio precita a Encolpio de ese mundo y lo muestra como un
anti-héroe.
- Todas las secuencias narrativas vinculada o con la Odisea o con la Eneida muestran como los
valores propios del mundo heroico han sido sustituidos por sus opuestos: es la pulsión sexual y no
la ambición heroica o el afán de saber lo que mueve a los personajes petronianos; e inclusive la
intervención de los dioses y la autodeterminación del héroe han sido reemplazadas por el azar
como elemento motor de la acción. Petronio no sólo presenta la sustitución del código axiológico
de la épica, sino que también problematiza su forma de narrar, su sistema narrativo: construye un
mundo antiépico en el que todos sus componentes remiten a la épica y la desmienten.
- La ambigüedad progresiva del Satyricón surge de la yuxtaposición, fusión y superposición de
distintos discursos genéricos que Petronio pone en práctica, con lo cual invalida la separación
tradicional entre los géneros y los diversos estilos que les corresponden: su texto problematiza y
cuestiona cada uno de los códigos a los que pertenecen la mayoría de los intertextos empleados. Los
géneros literarios que han suscitado en esta obra la mayor actividad intertextual son la épica (versión
homérica y virgiliana), la elegía y la novela erótica griega, géneros extremadamente codificados. La
parodia de los intertextos épicos permite al autor transitar con rapidez de un clímax a un anti-clímax
y perfilar las características antiheroicas de los personajes mediante el desarrollo de una isotopía
metafórica. La parodia de la elegía latina, género nacido como contra-modelo cultural y sometido a
su vez en Satyricón a diferentes modificaciones que redundan en su inversión completa, permite al
autor establecer un paralelismo entre dos modalidades antitéticas de las relaciones entre los sexos:
una, correspondiente al pasado, basada en la idealización de la mujer y del sentimiento amoroso, y la
otra, presente, carente de idealización y de sentimiento. La parodia de la novela griega, monológica,
y surgida también de la idealización de la relación amorosa, le permite al autor incluir una serie de
acciones y personajes estereotipados de aquella, estableciendo las diferenciaciones pertinentes. El
procedimiento intertextual predilecto de Petronio es la parodia.
-El objetivo central del Satyricón es la invalidación del canon literario de su época, puesto que: A)
rechaza la teoría estética clásica, que se caracteriza por la separación de géneros y estilos, B) degrada
los géneros canonizados, en especial la épica y la tragedia, la epistolografía, el texto filosófico, la
sátira, la oratoria, la historiografía, D) incorpora a la literatura –narrativizándolos y sin

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cuestionamiento alguna- géneros considerados subliterarios como el mimo y la fábula Milesia, E)
degrada los modelos y los personajes literarios mediante el despojo de sus valencias tradicionales, G)
destaca, mediante la imitación y tergiversación de los clichés literarios vigentes, el agotamiento de
los géneros literarios y tematiza la crítica a la literatura contemporánea.
- Petronio como Trimalción hace uso discrecional y transgresor tanto de la lengua como de la
literatura/la mitología: ambos emplean tanto palabras como clichés de diversos géneros
literarios/relatos mitológicos con el objeto de ponerlos en evidencia y cuestionarlos.
- Rechazo de las formas literarias canonizadas, que evocan un mundo y una cosmovisión ya
inexistentes, como un alejamiento del sistema de valores de esa sociedad que había construido un
sistema jerarquizado de géneros literarios, cuya esencia se ha desnaturalizado. Y supone también la
propuesta de una estética, de una nueva forma de escritura. Mediante la ambigüedad, la
ambivalencia, la ironía, la actividad paródica, la yuxtaposición de estilos y géneros y la invalidación
del canon literario, el Satyricón representaría la desintegración caótica de una cultura y clausuraría
de este modo la literatura de la Antigüedad.

Apuntes de clases:
Petronio transforma lo anterior mezclando y creando algo no visto hasta el momento. Escrita en el
siglo I a.C. Parodia novela erótica, épica, tragedia. Parodia a los géneros contemporáneos y a la
sociedad del momento.
Los personajes del Satyricón son parecidos a los personajes de Luciano porque tienen conciencia
libresca. Ven y actúan como personajes.

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