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La Cenicienta
Iniciamos este recorrido por las versiones originales de cuentos infantiles, con uno
de los grandes clásicos: la historia de la Cenicienta, aquella dócil jovencita
maltratada por su madrastra y hermanastras, que, de ser tratada como sirvienta,
pasa a ser la preferida del príncipe. Pero el origen de La Cenicienta, una de las
obras maestras de los hermanos Grimm, parece narrar parajes muy distintos a los
de la popular película de Disney. En una de las versiones más antiguas de las que
se tiene referencia, una Cenicienta con más malicia logró asesinar a su
primera madrastra, porque quería que su padre se casara con el ama de
llaves.
2. La Bella Durmiente
Al parecer la relación entre ambas nunca fue buena, y la niña creció siendo
víctima de maltratos y humillaciones de su madrastra, sin que existiese para ella el
tan ansiado final feliz. Ahora, en relación al cuento, la versión original de los
hermanos Grimm añade un episodio que en la película de Disney no
encontramos. En ella, la reina malvada es descubierta en su intento de asesinato
a la princesa. Entonces es sometida a un terrible castigo: bailar sobre unos
zapatos de hierro rojo hasta la muerte.
4. La sirenita
Y si bien hay algunas historias repletas de semejanzas, también hay versiones
originales de cuentos infantiles que resultan radicalmente distintos y bastante más
crueles. Uno de ellos es el de la verdadera historia de La Sirenita. En el cuento
original de Hans Christian Andersen, una joven sirena se enamora de un
humano, y recurre a una terrible bruja para lograr tener piernas y
conquistarlo. La bruja cumplió con darle piernas, pero a cambio la castigó de tres
formas: en primer lugar, luego de transformarse en humana, jamás podría volver al
mar.
5. La Caperucita Roja
Y cerramos este recorrido por las mejores versiones originales de cuentos
infantiles, con la verdadera historia de La Caperucita Roja, un cuento que fue
intervenido y versionado tanto por Charles Perrault como por los hermanos
Grimm. El principio del cuento que conocemos, es similar. Una niña es
encomendada por su madre para llevar pan y leche a su abuela, que vive
alejada en medio de un peligroso bosque. La pequeña sale con un canasto
repleto de alimentos y su caperuza roja cubriéndole el cuerpo. Al llegar con su
abuela, nota un extraño tono de voz. La anciana le agradece la comida y le invita a
acompañar el pan con la carne que tiene guardada en la cocina. La niña come con
gusto.
Como te habrás dado cuenta, esos románticos y sutiles cuentos de hadas, parece
que no lo fueron tanto en sus inicios. Historias tenebrosas, retorcidas y
aterradoras se esconden en las versiones iniciales de los cuentos con los
que se ha alimentado la ilusión de generaciones de niños. Y tu, ¿Conoces
alguna historia que, en principio, no tuviera un final feliz? ¡Te animamos a
contárnosla! Y si quieres recuperar un poco de la ilusión de las historias infantiles,
no te pierdas esta selección de las más lindas frases de princesas.
Había una vez un carpintero llamado Maestro Cereza, era el artesano más
anciano de la región y sus arrugadas manos eran capaces de hacer auténticas
obras de arte con la madera. Pese a su avanzada edad, todos los días el
Maestro Cereza subía a lo alto del monte a talar la madera que necesitaba para
hacer sus trabajos.
El maestro carpintero pensó que estaba soñando, se restregó los ojos y agarró
su punzón favorito. Muy despacio, colocó la punta sobre la madera y apretó un
poquito…
El barrio donde ambos vivían era el lugar donde trabajaban y habitaban todos
los artesanos de la madera. Allí había carpinteros, ebanistas, zapateros…
Geppetto hacía zapatos y marionetas y esa mañana había acudido al Maestro
Cereza para contarle un nuevo proyecto que tenía en mente:
¡Quería hacer una marioneta! Pero no una cualquiera, su títere sería el más
grande de la ciudad, casi del tamaño de un niño de verdad.
– Voy a tallarte muy despacio, no vas a notar más que unas cosquillas.
Acababa de hacer la nariz cuando una fría mano de madera le quitó las gafas. Sin
ellas, Geppetto no veía nada y tan solo podía escuchar las risas que salían de la
marioneta.
Geppetto, con lágrimas en los ojos, exclamó:
Estuvo trabajando toda la noche sin moverse del sitio y, al día siguiente, había
una marioneta del tamaño de un niño sentada en la mesa de trabajo.
Geppeto trató de cogerle, pero Pinocho corrió más rápido que él y, aunque el
pobre zapatero no paraba de gritar «¡Detente! ¡No corras!», la gente se reía de
la escena y nadie le ayudaba.
– ¡Te voy a tirar de las orejas!- dijo el soldado-. ¿Has robado a este anciano?
Pinocho, muy asustado, no hablaba, solo miraba con esos enormes ojos a su
fatigado padre. Geppetto, igual de asustado que Pinocho, pidió disculpas al
soldado, le dijo que era solo un juego y que no volvería a pasar. Así que el
soldado, dejó irse a Geppetto y a Pinocho, no sin antes tener que escuchar una
buena reprimenda.
– ¡Me portaré bien, te ayudaré en el taller, iré al colegio y seré el que mejores
notas saque!- exclamó feliz.
– ¡Lo vendí!