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LYNN HUNT

LA INVENCIÓN
DE LOS DERECHOS HUMANOS

Traducción de Jordi Beltrán Ferrer

EDITORES
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«Han dado un gran ejemplo»
Declarar derechos

DECLARACIÓN: Acción de manifestar, decir, exponer o anunciar


abierta, explícita o formalmente; manifestación o aseveración po-
sitiva; aseveración, anuncio o proclamación en términos enfáticos,
solemnes o jurídicos [...]. Proclamación o manifestación pública
tal como se expresa en un documento, instrumento o acto públi-
co. (Oxford English Dictionary, 2.* ed. de la versión electrónica.)*

¿Por qué deben los derechos exponerse en una declaración?


¿Por qué países y ciudadanos sienten la necesidad de semejan-
te manifestación formal? Las campañas a favor de la abolición
de la tortura y el castigo cruel apuntan a una respuesta: una ma-
nifestación pública y formal confirma los cambios que se han
producido en las actitudes subyacentes. Sin embargo, las decla-
raciones de derechos de 1776 y 1789 fueron aún más lejos. No
señalaron solamente transformaciones en las actitudes y expec-
tativas generales. Contribuyeron a efectuar un traspaso de so-
beranía: de Jorge 111 y el Parlamento británico a una república
nueva, en el caso norteamericano; y de una monarquía que afir-
maba tener la autoridad suprema a una nación y sus represen-
tantes, en el caso francés. Tanto en 1776 como en 1789, una de-

* DECLARATION, The action ofstating, telling, settingforth, orrannouncing openby,


explicitly orformarlly; positive statement or assertion; an assertion, announcement or
proclamation in emphatic, solemn, or legal terms. [...]. A proclamation or public state-
ment as embodied in a document, instrument, or public act. (N. del T.)

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claración abrió perspectivas políticas totalmente nuevas. A par- pendencia] con esta explicación acerca de la necesidad de pro-
tir de entonces, las campañas contra la tortura y el castigo cruel clamarla: «Cuando en el curso de los acontecimientos humanos
estarían fundidas con multitud de causas relacionadas con los se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos
derechos humanos y cuya relevancia sólo vio la luz después de que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra
hacerse la declaración. el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el
La historia de la palabra «declaración» da una primera indi- Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio
cación del desplazamiento de la soberanía, La palabra inglesa de- de la humanidad exige que declare [la cursiva es mía] las causas
claration procede de la francesa déclaration. En francés, la palabra que lo impulsan a la separación». Una expresión de «justo res-
significaba al principio un conjunto de tierras que se concedían peto» no podía ocultar lo principal: las colonias se estaban de-
a cambio de jurar pleito homenaje a un señor feudal. Durante el clarando estados separados e iguales y apoderándose de su pro-
siglo XVII comenzó a referirse cada vez más a las manifestaciones pia soberanía.*
públicas del rey. Dicho de otro modo, el acto de «declarar» esta- Por el contrario, en 1789 los diputados franceses aún no es-
ba vinculado a la soberanía. Paulatinamente, la autoridad pasó taban preparados para repudiar explícitamente la soberanía de
de los señores feudales al rey de Francia, y lo mismo ocurrió con su rey. Sin embargo, casi lo consiguieron omitiendo deliberada-
la facultad de hacer declaraciones. En Inglaterra también se daba mente en su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciu-
lo contrario: cuando los súbditos querían una reafirmación de sus dadano toda mención del rey: «Los representantes del pueblo
derechos por parte de sus reyes, redactaban sus propias decla- francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que
raciones. Así, la Great Charter [Carta Magna] de 1215 formalizó la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del
los derechos de los barones ingleses en relación conel rey de In- hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de
glaterra; la Petition of Rights [Petición de Derechos] de 1628 con- la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer, en una
firmó los «diversos derechos y libertades de los súbditos»; y la declaración [la cursiva es mía] solemne, los derechos naturales,
English Bill of Rights [Declaración de Derechos Inglesa] de 1689 inalienables y sagrados del hombre». La Asamblea no podíali-
validó «los verdaderos, antiguos e indiscutibles derechosy liber- mitarse a pronunciar discursos o redactar leyes sobre cuestiones
tades del pueblo de este reino».' específicas. Tuvo que poner por escrito para la posteridad que
En 1776 y 1789, las palabras charter, petition y bill parecían los derechos no procedían de un pacto entre gobernante y ciu-
poco apropiadas para la tarea de garantizar derechos (lo mismo dadanos, menos todavía de una petición dirigida al gobernante
ocurriría en 1948). Tanto petition como bill daban a entender una o una carta otorgada por él, sino de la naturaleza de los propios
«solicitud o apelación dirigida a un poder superior» (en sus orí- seres humanos.
genes, bill era una «petición hecha al soberano») y charter a me- Estos actos de declarar miraban a la vez hacia atrás y hacia
nudo significaba «documento o instrumento jurídico antiguo». delante. En cada caso, los declarantes reivindicaron que estaban
Declaration tenía un aire menos rancio y sumiso. Además, a dife- confirmando derechos ya existentes e indiscutibles. Pero al pro-
rencia de petition, bill o incluso charter, declaration podía significar ceder así llevaron a cabo una revolución en cuanto a la sobera-
la «intención de apoderarse de la soberanía». Por eso Jefferson
empezó la Declaration of Independence [Declaración de Inde- * Véase el texto completo en el Apéndice. (N. de la A.)

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nía y crearon una base enteramente nueva para el gobierno. La Durante la crisis de la Ley del Timbre de mediados de la déca-
Declaración de Independencia aseveraba queel rey Jorge TI ha- da de 1760, por ejemplo, los panfletistas norteamericanos hicie-
bía pisoteado los derechos preexistentes de los colonos, y que sus ron hincapié en sus derechos como colonos dentro del Imperio
acciones justificaban la instauración de un gobierno separado: británico, mientras que la Declaración de Independencia de 1776
«Cuandoquiera que una forma de gobierno se haga destructora invocó claramente los derechos universales de todos los hom- *
de estos principios [la consecución de derechos], el pueblo tiene bres. Los norteamericanos crearon luego su propia tradición par-
el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno». ticularista con la Constitución de 1787 y la Carta de Derechos
De modo parecido, los diputados franceses declararon que tales de 1791. En contraposición, los franceses abrazaron casi inme-
derechos habían sido simplemente pasados por alto, olvidados diatamente la versión universalista, en parte porque socavabalas
o desdeñados; no pretendieron haberlos inventado. «En lo suce- pretensiones particularistas e históricas de la monarquía. En los
sivo», sin embargo, la Declaración propuso que estos derechos debates sobre la Declaración francesa, el duque Mathieu de
constituían el fundamento del gobierno, aunque no lo hubiesen Montmorency exhortó a los demás diputados a «seguir el ejem-
sido en otros tiempos. A la vez que afirmaban que estos dere- plo de Estados Unidos: han dado un gran ejemplo en el nuevo
chos ya existían y que lo único que ellos hacían era defenderlos, hemisferio; demos nosotros uno al universo»?
los diputados crearon algo radicalmente nuevo: gobiernos justi- Antes de que los norteamericanos y los franceses declarasen
ficados por su garantía de los derechos universales. los derechos del hombre, los proponentes más destacados del
universalismo vivían al margen de las grandes potencias. Quizás
esa misma marginalidad permitió a un puñado de pensadores
holandeses, alemanes y suizos tomarla iniciativa y sostener que
Declarar derechos en América los derechos eran universales. En fecha tan temprana como 1625,
un jurista calvinista holandés, Hugo Grocio, propuso un con-
En un principio, los norteamericanos no disponían de un cepto de derechos aplicable a todo el género humano, no a un
plan claro para separarse de Gran Bretaña. Nadie imaginaba en único país o tradición jurídica. Definió los «derechos naturales»
la década de 1760 que los derechos les llevarían a semejante como algo existente de suyo y que podía ser concebido como
escenario. La reforma de la sensibilidad contribuyó a que el separado de la voluntad de Dios. También sugirió que las per-
concepto de los derechos se hiciese más tangible para las clases sonas podían utilizar sus derechos -sin la ayuda dela religión—
cultas, por ejemplo, en los debates sobre la tortura y el casti- para instaurar los fundamentos contractuales de la vida social.
go cruel, pero el concepto de los derechos también cambia- Su seguidor alemán, Samuel Pufendorf, el primer profesor de
ba como consecuencia de las circunstancias políticas. En el si- derecho natural en Heidelberg, concedió un lugar destacado a
glo xvihabía dos versiones del lenguaje de los derechos: una los logros de Grocio en su historia general de las enseñanzas del
versión particularista (los derechos específicos de un pueblo o derecho natural, publicada en 1678. Aunque Pufendorfcriticó a
una tradición nacional) y una versión universalista (los derechos Grocio en algunos aspectos, contribuyó a consolidar su reputa-
del hombre en general). Los norteamericanos usaron una u otra ción como fuente principal de la corriente universalista del pen-
versión, o una combinación de ambas, según las circunstancias. samiento relativo a los derechos.*

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a
Los teóricos suizos del derecho natural se basaron en estas a
al pensamiento político norteamericano, tal vez incluso más de
ideas a principios del siglo XVII. El más influyente, Jean-Jacques a lo que influyó en los puntos de vista ingleses. Hobbes tuvo me-
Burlamaqui, enseñó derecho en Ginebra. Sintetizó los diversos a nos influencia que Locke porque creía que los derechos natu-
escritos del siglo XVIL sobre derecho natural en Elementos del dere- rales debían supeditarse a una autoridad absoluta, con el fin de
cho natural (1747). Al igual que sus predecesores, Burlamaqui pro- evitar la «guerra de todos contra todos» que estallaría en caso
porcionó poco contenido jurídico o político específico al con- contrario. Mientras que Grocio había equiparado los derechos
cepto de derechos naturales universales; su propósito principal naturales con la vida, el cuerpo,la libertad y el honor(lista que,
era probar su existencia y su origen en la razón y la naturaleza porcierto, parecía poner en entredichola esclavitud), Locke de-
humana. Puso al día el concepto vinculándolo a lo que los filó- finió los derechosnaturales como «Vida, Libertad y Patrimonio».
sofos escoceses de la época llamaban un «sentido moral interno» Puesto que hizo hincapié en la propiedad —«Patrimonio»-, Locke
(una cuestión que hemos tratado en los primeros capítulos de no impugnóla esclavitud. La justificó en el caso de los cautivos
este libro). Traducida enseguida al inglés y al holandés, la obra apresados en una guerra justa. Y llegó a proponerel dictado de
de Burlamaqui fue profusamente utilizada como una especie de leyes que garantizaran que «todo hombre libre de Carolina ten-
libro de texto de derecho natural /natural law] y derechos natu- drá poder y autoridad absolutos sobre sus esclavos negros».
rales [natural rights] en la segunda mitad del siglo XVIII. Rousseau, Sin embargo, a pesar de la influencia de Hobbes y Locke,
entre otros, tomó a Burlamaqui como punto de partida.* en la primera mitad del siglo XVIII gran parte del debate inglés
La obra de Burlamaqui alimentó en toda la Europa occiden- (si no todo), y, por tanto, también norteamericano, sobre los de-
tal y las colonias de Norteamérica un renacimiento más general rechos naturales se ceñía a los derechos particulares con base his-
de las teorías sobre el derecho natural y los derechos naturales. tórica del inglés nacido libre, dejando en un segundo plano los
En 1746, Jean Barbeyrac, otro protestante ginebrino, publicó una derechos aplicables universalmente. A mediadosdel siglo XVII,
nueva traducción francesa de la obra clave de Grocio; anterior- William Blackstone explicó por qué razón sus compatriotas no
mente había publicado una traducción francesa de una de las se centraban en los derechos universales, sino en sus derechos
obras de Pufendorf sobre derecho natural. En 1752 apareció una particulares: «Estas [libertades naturales] eran antes, ya fuese por
biografía adulatoria de Grocio a cargo del francés Jean Léves- herencia o mediante compra, derechos de todo el género huma-
que de Burigny, que fue traducida al inglés en 1754. En este mis- no; pero, siendo ahora más o menos degradados y destruidos en
mo año, Thomas Rutherforth publicó las conferencias sobre la mayoría de los demás países del mundo, actualmente puede
Grocio y el derecho natural que impartió en la Universidad de decirse que todavía son, de una manera peculiar y enfática, los de-
Cambridge. Grocio, Pufendorf y Burlamaqui eran muy conoci- rechos del pueblo de Inglaterra». Aun cuando otrora los derechos
dos por revolucionarios norteamericanos tales como Jefferson y hubiesen sido universales, afirmó el prominente jurista, sólo los
Madison, versados en derecho.? ingleses, que eran superiores, habían logrado conservarlos.”
En el siglo xvi, los ingleses habían dado al mundo dos im- A partir de 1760, no obstante, la corriente universalista de
portantes pensadores universalistas: Thomas Hobbes y John los derechos empezó a entrelazarse con la particularista en las
Locke. Sus obras eran muy conocidas en las colonias británicas colonias británicas de Norteamérica. En Los derechos de las colo-
de Norteamérica, y Locke en particular contribuyó a dar forma nias británicas afirmados y probados (1764), por ejemplo, el abo-

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gado James Otis, de Boston, defendió tanto los derechos natu- de donde debemos deducir los principios de esta ciencia». Bur-
rales de los colonos («La naturaleza ha colocado a todos ellos en lamaqui habló únicamente de la naturaleza del hombre en ge-
un estado de igualdad y libertad perfecta») como sus derechos : neral, no de la condición de los colonos norteamericanos ni de
políticos y civiles como ciudadanos británicos: «Todo súbdito . la constitución de Gran Bretaña, sino de la constitución y la con-
británico nacido en el continente de América, o en cualquiera | dición del género humano universal. Semejante pensamiento uni-
de los otros dominios británicos, está, por la ley de Dios y de la | versalista permitió a los colonos imaginar una ruptura con la tra-
naturaleza, por el derecho consuetudinario, y porla ley del par- dición y la soberanía británicas.”
lamento [...], legitimado para disfrutar de todos los derechos na- Antes incluso de que el Congreso declarase la Independen-
turales, esenciales, inherentes e inseparables de nuestros consúb- cia, los colonos ya habían convocado convenciones estatales
ditos de Gran Bretaña». Sin embargo, hacía falta dar otro paso para reemplazar el dominio británico, enviado a sus delegados
gigantesco para pasar de los derechos «de nuestros consúbditos» con instrucciones para exigir la independencia y empezadoa re-
de Otis en 1764 a los «derechos inalienables» de «todos los hom- dactar constituciones estatales que a menudo incluían declara-
bres» de Jefferson en 1776.* ciones de derechos /bills ofrights]. La Declaración de Derechos
La corriente universalista de los derechos cobró fuerza en la de Virginia del 12 de junio de 1776 proclamaba que «todos los
década de 1760 y, especialmente, en la de 1770, cuando se en- hombres son por naturaleza igualmente libres e independien-
sanchó la brecha entre las colonias de Norteamérica y Gran Bre- tes, y tienen ciertos derechos inherentes», los cuales eran defi-
taña. Si los colonos querían instaurar un país nuevo y separa- nidos como «el gozo de la vida y la libertad, junto a los medios
do, difícilmente podían contar tan sólo con los derechos de los de adquirir y poseer propiedades, y la búsqueda y obtención de
ingleses nacidos libres. Por lo demás, su propósito era la refor- la felicidad y la seguridad». Más importante aún fue que la De-
ma, no la independencia. Los derechos universales proporcio- claración de Virginia ofrecía seguidamente una lista de derechos
naban un fundamento mejor, de ahí que los sermones electora- específicos, tales como la libertad de prensa y el libre ejercicio
les norteamericanos de las décadas de 1760 y 1770 empezasen religioso; esto contribuyó a fijar el modelo no sólo de la Decla-
a citar explícitamente a Burlamaqui en defensa de «los derechos ración de Independencia, sino también de la futura Carta de
del género humano». Grocio, Pufendorf y en especial Locke Derechos de la Constitución de Estados Unidos. En la prima-
aparecían entre los autores mencionados con más frecuencia en vera de 1776, el acto de declarar la independencia —así como la
los escritos políticos, y la obra de Burlamaqui podía hallarse de declarar derechos universales en lugar de derechos británi-
en un número cada vez mayor de bibliotecas privadas y pú- cos- ya había cobrado fuerza en los círculos políticos.'”
blicas. Cuando la autoridad británica comenzó a derrumbarse Los acontecimientos de 1774-1776, por tanto, fusionaron
en 1774, los colonos consideraron que se encontraban en una temporalmente en las colonias insurgentes los pensamientos
situación parecida al estado de naturaleza sobre el que habían particularista y universalista sobre los derechos. En respuesta a
leído. Burlamaqui había afirmado: «Las ideas de derecho y, to- Gran Bretaña, los colonos podían citar sus derechos ya existen-
davía más, de derecho natural están relacionadas de manera ma- tes como súbditos británicos y, al mismo tiempo, declarar el de-
nifiesta con la naturaleza del hombre. Es, por tanto, de esta na- recho universal a un gobierno que garantizara sus derechos ina-
tnraleza misma del hombre, de su constitución y de su condición lienables como hombres iguales. Sin embargo, como de hecho

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lo segundo abrogaba lo primero, a medida que los norteameri- bién empleaban el lenguaje de «los derechos del pueblo» para
canos avanzaron más decisivamente hacia la independencia sin- referirse a los derechos amparados por la tradición y la ley in-
tieron con más fuerza la necesidad de declarar sus derechos como glesas.”
parte de la transición desde un estado de la naturaleza hasta un La guerra entre los colonos y la Corona británica provocó
gobierno civil, o desde un estado de sometimiento a Jorge 1I que la corriente universalista también cobrara fuerza en la pro-
hasta un nuevo sistema de gobierno republicano. Los derechos pia Gran Bretaña. Un opúsculo de 1776 firmado por «M.D.»cita
universalistas nunca hubieran sido declarados en las colonias a Blackstone para afirmar que los colonos «únicamente son potr-
norteamericanas sin el momento revolucionario causado por la tadores de la parte de las leyes inglesas aplicable a su propia si-
resistencia a la autoridad británica. Aunque no todo el mundo tuación»; por tanto, si las «innovaciones» ministeriales violan
estaba de acuerdo sobre la importancia de declarar derechos o «sus derechos de nacimiento como hombres libres [ingleses]»,
sobre el contenido de los derechos que había que declarar, la in- «la cadena de gobierno se rompe», y cabe esperar que los colo-
dependencia abrió la puerta a la declaración de derechos." nos ejerzan sus «derechos naturales». Richard Price hizo explí-
Incluso en Gran Bretaña, un concepto más universalista de cita la apelación al universalismo en un panfleto de 1776 cuya
los derechos empezó a introducirse sigilosamente en el discurso influencia fue inmensa, Observaciones sobre la naturaleza de la liber-
en la década de 1760. Se hablaba menos de derechos desde la tad civil, los principios de gobierno, y dejusticiay política en la guerra
vuelta a la estabilidad tras la revolución de 1688, que había dado con América. Se hicieron no menos de quince ediciones en Lon-
como resultado la Declaración de Derechos inglesa. El número dres en 1776, y se reimprimió en el mismo año en Dublín, Edim-
de títulos de libros que incluían alguna mención a los «derechos» burgo, Charleston, Nueva York y Filadelfia. Price basó su apoyo
disminuyó ininterrumpidamente en Gran Bretaña durante la a los colonos en «los principios generales de la Libertad Civil»,
primera mitad del siglo XVIII. Luego, al intensificarse el debate es decir, «los que dan la razón y la equidad, y los derechos de la
internacional sobre el derecho natural y los derechos naturales, humanidad», no el estatuto o las cartas precedentes (la práctica
su número empezó a aumentar otra vez en la década de 1760 y de la libertad inglesa en el pasado). El panfleto de Price se tra-
continuó creciendo en lo sucesivo. En un largo panfleto de 1768 dujo al francés, al alemán y al holandés. Su traductor holandés,
que denunciaba el patronazgo aristocrático de los puestos cle- Joan Derk van der Capellen tot den Poll, escribió a Price en di-
ricales en la Iglesia de Escocia, se apelaba tanto a «los derechos ciembre de 1777 y explicó su propio apoyo a la causa norte-
naturales del género humano» como a «los derechos naturales americana, en un discurso que luego se imprimiría y alcanzaría
y civiles de los BRITÁNICOSLIBRES». De modoparecido,el pre- una gran difusión: «Considero que los norteamericanos son
dicador anglicano William Dodd sostuvo que el papismo era hombres valientes que defienden de forma moderada, piadosa,
«incompatible con los derechos naturales de los hombres en valerosa los derechos de que, siendo hombres, son dotados no
general y de los ingleses en particular». Con todo, el político por el poderlegislativo de Inglaterra, sino por Dios mismo».*
de la oposición John Wilkes siempre empleaba el lenguaje de El panfleto de Price encendió una polémica feroz en Gran
«vuestros derechos de nacimiento como ingleses» cuando defen- Bretaña. En respuesta aparecieron casi inmediatamente unos
día su causa en la década de 1760. Lascartas deJunios, cartas anó- treinta panfletos que acusaban a Price de falso patriota, faccio-
nimas publicadas contra el gobierno británico hacia 1770, tam- so, parricida, anarquista, sedicioso e incluso traidor. El panfle-

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to de Price puso «los derechos naturales del género humano», Más influyente a la larga fue el punto de vista de Jeremy
«los derechos de la naturaleza humana» y especialmente «los de- Bentham, quien sostenía que sólo importaba el derecho positi-
rechos inalienables de la naturaleza humana» a la orden del día vo (real en lugar de ideal o natural). En 1775, mucho antes de
en Europa. Tal como reconoció claramente un autor, la cuestión hacerse famoso como padre del utilitarismo, Bentham escribió
fundamental era si había «derechos inherentes a la naturaleza una crítica de Comentarios sobre las leyes de Inglaterra, de Blacksto-
humana, tan relacionados con la voluntad» que no pudiesen ser ne. En ella rechazaba el concepto de derecho natural: «Los “pre-
«alienados». No era más que sofistería, afirmó este detractor, sos- ceptos” no existen, no hay nada que “mande”al hombre a hacer
tener que «hay ciertos derechos de la naturaleza humana que son alguno de esos actos pretendidamente impuestos porla preten-
inalienables». Había que prescindir de ellos -uno tenía que «re- dida ley de la Naturaleza. Si algún hombre sabe de alguno, que
nunciar a que su propio yo fuera guiado por su propia volun- lo presente. Si pudieran presentarse, no necesitaríamosestar ca-
tad»- con el fin de entrar en el estado civil. Las polémicas de- vilando sobre la tarea de “descubrirlos”, como nuestro autor
muestran queel significado de los derechos naturales, la libertad (Blackstone) no tarda en decirnos que debemos hacer, median-
civil y la democracia era debatido por muchos de los políticos te la ayuda de la razón».
más brillantes de Gran Bretaña.** Bentham puso objeciones a la idea de que el derecho natu-
La distinción entre la libertad natural y la libertad civil que ral fuese innato en la persona y pudiese ser descubierto por me-
propusieron los detractores de Price sirve como recordatorio de dio de la razón. Por tanto, en esencia rechazaba toda la tradición
que la articulación de los derechos naturales engendró su pro- iusnaturalista y, con ella, los derechos naturales. Bentham pos-
pia contratradicción, que se prolonga hasta la actualidad. Al igual tularía más adelante que el principio de utilidad («la mayor fe-
que los derechos naturales, que crecieron en oposición a gobier- licidad para el mayor número», idea que tomó prestada de Bec-
nos que se percibían como despóticos, también la contratradic- carla) servía como la mejor medida del bien y el mal. Sólo los
ción era reactiva, y sostenía o bien que los derechos naturales cálculos basados en hechos, no los juicios basados en la razón,
eran una invención, o bien que nunca podían ser inalienables (y podían proporcionar el fundamento de la ley. Esta postura hace
que, por tanto, eran inoperantes). Hobbes ya había afirmado, que resulte menos sorprendente su posterior rechazo de la De-
a mediados del siglo xVIL, que se debía renunciar a los derechos claración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en Fran-
naturales (los cuales, por tanto, no eran inalienables) con el fin cia. En un panfleto en el que examinaba la Declaración france-
de instaurar una sociedad civil ordenada. Robert Filmer, el pro- sa artículo por artículo, negó categóricamente la existencia de
ponente inglés de la autoridad patriarcal, refutó explícitamente derechos naturales: «Los derechos naturales son sencillamente
a Grocio en 1679 y declaró que la doctrina de la «libertad na- una tontería: naturales e imprescriptibles, tonterías retóricas, ton-
tural» era «absurda». En Patriarca (1680), volvió a negar el con- terías con zancos».!*
cepto de la igualdad y la libertad naturales del género humano,y A pesar de sus críticos, el discurso sobre los derechos cobró
defendió que todas las personas nacen sometidas a sus padres; a fuerza a partir de 1760. Los «derechos naturales», complementa-
juicio de Filmer, el único derecho natural era inherente al poder dos ahora por los «derechos del género humano»,los «derechos
regio que deriva del modelo original de poder patriarcal y apare- de la humanidad» y los «derechos del hombre», eran ya de uso
ce confirmado en los Diez Mandamientos.'” corriente. Después de que su potencial político se viera aumen-

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tado enormemente por los conflictos que Norteamérica vivió en-
tre 1760 y 1780, el discurso sobre los derechos universales vol-
vió a cruzar el Atlántico y llegó a Gran Bretaña, la República
Holandesa y Francia. En 1768, por ejemplo, el economista fran- Declarar derechos en Francia
cés de perfil reformista Pierre-Samuel du Pont de Nemours rea-
lizó su propia definición de los «derechos de cada hombre». Su A pesar de que desde 1780 los norteamericanos se apartaron
lista incluía la libertad de escoger ocupación,el librecambio, la del universalismo, su ejemplo dio un gran impulso a los «dere-
educación pública y la tributación proporcional. En 1776, Du chos del hombre». Sin él, de hecho, tal vez los derechos huma-
Pont se ofreció voluntariamente a ir a las colonias de Norteamé:- nos se habrían marchitado. Tras despertar el interés general por
rica para informar de los acontecimientosal gobierno francés los «derechos del hombre» en la década de 1760, el propio Rous-
(ofrecimiento que quedó sobre la mesa). Du Pont se convirtió seau se desencantó. En una extensa carta que escribió en 1769
más tarde en amigo íntimo de Jefferson, y en 1789 fue elegido acerca de sus convicciones religiosas, Rousseau clamó contra el
diputado del Tercer Estado.” uso excesivo de «esta hermosa palabra, “humanidad”». Las per-
Si bien es posible que la Declaración de Independencia no sonas mundanas, «las menos humanas de todas», la invocaban
estuviese tan «prácticamente olvidada» como proclamó hace tan a menudo que «se estaba volviendo insípida, hasta ridicu-
poco Pauline Maier, el idioma universalista de los derechos no la». La humanidad tenía que estar grabada en los corazones,
volvió plenamente a Europa hasta después de 1776. Los nuevos afirmó Rousseau, no sólo impresa en las páginas de los libros.
gobiernos estatales de Estados Unidos empezaron a adoptar car- El creador de la expresión «derechos del hombre» no vivió lo
tas individuales de derechos ya en 1776, pero los artículos de la suficiente para ver todo el impacto que tuvo la Independencia
Confederación de 1777 no incluían ninguna, como tampoco norteamericana; murió en 1778, el año en que Francia se unió
la Constitucion aprobada en 1787. La Carta de Derechos de Es- al bando norteamericano contra Gran Bretaña. Si bien Rousseau
tados Unidos no vio la luz hasta la ratificación de las diez pri- sabía de Benjamin Franklin, que era una verdadera celebridad
meras enmiendas a la Constitución, en 1791, y se trataba de en Francia desde su llegada como embajador de los colonos su-
un documento profundamente particularista: protegía a los ciu- blevados en 1776, y en una ocasión defendió el derecho delos
dadanos norteamericanos de la intrusión de su gobierno fede- norteamericanos a proteger sus libertades aunque fueran «oscu-
ral. En comparación, tanto en la Declaración de Independencia ros o desconocidos», lo cierto es que manifestó escaso interés por
comoen la Declaración de Derechos de Virginia de 1776 se ha- los asuntos norteamericanos.?”
bían hecho afirmaciones mucho más universalistas. En la década Las repetidas alusiones a la humanidad y los derechos del
de 1780, los derechos en Norteamérica ya habían sido relegados hombre continuaron a pesar del desprecio de Rousseau, pero
en beneficio de las preocupaciones sobre la construcción de un quizá no hubiesen tenido ningún efecto si los acontecimien-
nuevo marco institucional para la nación. En consecuencia, la tos en Norteamérica no les hubieran dado un filo más cot-
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano fran- tante. Entre 1776 y 1783, nueve traducciones francesas dife-
cesa de 1789 precedió a la Carta de Derechos norteamericana, e rentes de la Declaración de Independencia y, por lo menos,
inmediatamente captó la atención internacional. '* cinco traducciones francesas de varias constituciones y cartas

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de derechosestatales ofrecieron aplicaciones específicas de las de las que también pedían una nueva constitución). La noble-
doctrinas sobre los derechos y contribuyeron a crear la impre- za de la región meridional de Béziers, por ejemplo, solicitaba que
sión de que también el gobierno francés podía establecerse so- «la Asamblea General tome como su verdadera tarea preliminar
bre fundamentos nuevos. Aunque algunos reformistas france- el examen, la redacción y la declaración de los derechos del hom-
ses estaban a favor de una monarquía constitucional como la bre y del ciudadano». La segunda sección de la lista de agravios
inglesa, y Condorcet, entre otros, expresó su desengaño ante confeccionada por el Tercer Estado de la región de las afueras
el «espíritu aristocrático» de la nueva Constitución estadouni- de París llevaba por título «Declaración de derechos» y ofrecía
dense, a muchos les entusiasmó la capacidad de los norteame- una relación de tales derechos. Prácticamente todas las listas pe-
ricanos de liberarse del peso del pasado e instaurar el autogo- dían una u otra forma de derechos especificos: libertad de pren-
bierno.” sa, libertad de culto en ciertos casos, igualdad de impuestos,
Los precedentes norteamericanos se volvieron aún más con- igualdad de trato ante la ley, protección ante las detenciones ar-
vincentes cuando los franceses entraron en una situación de bitrarias y otros porel estilo.”
emergencia constitucional. En 1788, ante una bancarrota cau- Los delegados asistieron con sus listas de agravios a la aper-
sada en gran medida por la participación francesa en la guerra tura oficial de los Estados Generales el 5 de mayo de 1789. Tras
de Independencia norteamericana, Luis XVI accedió a convo- varias semanas de debates fútiles sobre cuestiones de procedi-
car los Estados Generales, quese habían reunido por última vez miento, el 17 de junio los diputados delTercer Estado se de-
en 1614, Cuando comenzó la elección de los delegados, ya era clararon unilateralmente miembros de una Asamblea Nacional
patente el «fragor declaratorio». En enero de 1789, La Fayette, y afirmaron representar a toda la nación, no sólo a su «estado».
amigo de Jefferson, preparó el borrador de una declaración, y Pronto se unieron a ellos muchos diputadosclericales, y al cabo
en las semanas siguientes Condorcet formuló calladamente el de poco tiempo los nobles tuvieron que escoger entre retirarse
suyo propio. El rey había pedido al clero (el Primer Estado), los o hacer lo mismo. El 19 de junio, en medio de estos forcejeos,
nobles (el Segundo Estado) y la gente corriente (el Tercer Esta- un diputado solicitó que la nueva Asamblea se embarcara inme-
do) no sólo que eligieran delegados, sino también que redac- diatamente en la «gran tarea de una declaración de derechos»,
tasen listas de agravios. Varias de esas listas, confeccionadas en e insistió en que se trataba de un mandato de los electores; aun-
febrero, marzo y abril de 1789, hacían referencia a «los dere- que distaba de ser una exigencia universal, sin duda algunala
chos inalienables del hombre», «los derechos imprescriptibles idea se palpaba en el ambiente. El 6 de julio se creó un Comité
de los hombres libres», «los derechosy la dignidad del hombre preparatorio de la Constitución que el 9 del mismo mes anun-
y del ciudadano» o «los derechos de los hombres ilustrados y ció a la Asamblea Nacional que empezaría con una «declaración
libres»; en cualquier caso, predominaban «los derechos del hom- de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre», deno-
bre». En un clima de crisis creciente, el lenguaje de los derechos minada «declaración de los derechos del hombre» en el sumario
se difundía con rapidez.” de la sesión.%
Unas cuantas listas de agravios —las de los nobles más a me- ThomasJefferson, a la sazón en París, escribió el 11 de julio
nudo que las del clero o del Tercer Estado- exigían de manera a Thomas Paine, que se encontraba en Inglaterra, e hizo una cró-
explícita una declaración de derechos (generalmente se trataba nica entusiasta de los acontecimientos que se estaban desarro-

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llando. Paine era el autor de Elsentido común (1776), el panfleto El 4 de agosto, la Asamblea votó finalmente a favor de re-
más influyente del movimiento por la independencia norteame- dactar una declaración de derechos sin obligaciones. Ni enton-
ricana. Según Jefferson, los diputados de la Asamblea Nacional ces ni después, nadie ha explicado apropiadamente cómola opi-
«han postrado al viejo gobierno y ahora están empezando a cons- nión acabó por decantarse a favor de redactar tal declaración, en
truir otro desde los cimientos». Informó de que consideraba que gran parte porque los diputados estaban tan atareados resol-
la primerísima tarea era redactar «una declaración de los dere- viendo asuntos cotidianos que no se percataron de la impor-
chos naturales e imprescriptibles del hombre»: los mismos tér- tancia y alcance de cada una de sus decisiones. En consecuen-
minos que empleara el Comité preparatorio. Jefferson asesoró cia, sus cartas e incluso sus posteriores memorias resultaron
estrechamente a La Fayette, que aquel mismo día leyó ante la frustrantemente vagas en lo que se refería a los cambios en las
Asamblea su propio borrador de una propuesta de declaración. corrientes de opinión. Sí sabemos que la mayoría se conven-
Otros diputados prominentes se apresuraron a hacer imprimir ció de que eran necesarios fundamentostotalmente nuevos.
sus propuestas. La terminología variaba: «los derechos del hom- Los derechos del hombre proporcionaban los principios para
bre en la sociedad», «los derechos de un ciudadano francés» o otra forma de ver el gobierno. Como antes hicieran los norte-
simplemente «derechos», pero en los títulos predominaba «los americanos, los franceses confeccionaron la declaración de dere-
derechos del hombre».?* chos como parte de una ruptura cada vez mayor con la autoridad
El 14 de julio, tres días después de que Jefferson hubiese establecida. El diputado Rabaut Saint-Étienne comentó dicho
escrito a Paine, las multitudes de París se armaron y atacaron paralelismo el 18 de agosto: «Al igual que los norteamericanos,
la prisión de la Bastilla y otros símbolos de la autoridad real. queremos regenerarnos, así que la declaración de derechos es
El rey había ordenadoel traslado a París de miles de soldados, esencialmente necesaria».
por lo que muchos diputados temían un golpe contrarrevolu- El debate se intensificó a mediados de agosto, mientras al-
cionario. Finalmente el rey retiró sus soldados, pero el asun- gunos diputados se burlaban sin disimulo de la «discusión me-
to de la declaración quedó sin resolver. A finales de julio y tafísica». Encontrándose ante una serie desconcertante de opcio-
comienzos de agosto, los diputados seguían discutiendo la ne- nes, la Asamblea Nacional decidió tener en cuenta un documento
cesidad de una declaración, si ésta debía encabezar la consti- conciliatorio redactado por un subcomité en gran parte anóni-
tución y si tenía que ir acompañada de una declaración de las mo e integrado por cuarenta miembros. En medio de la incer-
obligaciones del ciudadano. La división acerca de la necesidad tidumbre y la ansiedad continuas sobre el futuro, los diputados
de una declaración reflejaba discrepancias fundamentales so- dedicaron seis días (20-24 y 26 de agosto) a un debate tumul-
bre la marcha de los acontecimientos. Si la autoridad monár- tuoso. Llegaron a un acuerdo sobre 17 artículos enmendados de
quica necesitaba tan sólo unas cuantas reparaciones, entonces los 24 propuestos (en Norteamérica los estados sólo ratificaron
una declaración de los «derechos del hombre» difícilmente po- 10 de las 12 primeras enmiendas propuestas para la Constitu-
día ser necesaria. Sin embargo, para los que estaban de acuer- ción). Agotados por los debates sobre artículos y enmiendas, el
do con el diagnóstico de Jefferson (el gobierno debía recons- 27 de agosto los miembros de la Asamblea votaron a favor de
truirse por completo), una declaración de derechos resultaba aplazarlos hasta después de que se redactara una nueva consti-
esencial. tución. La cuestión nunca se reanudaría. De esta manera un tan-

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to incierta adquirió su forma definitiva la Declaración de los De- dos los hombres eran «dotados por su Creador» de ciertos de-
rechos del Hombre y del Ciudadano.* rechos; los franceses dedujeron los derechos de las fuentes to-
Los diputados franceses declararon que todos los hombres, talmente seculares de la naturaleza, la razón y la sociedad. Du-
no sólo los franceses, «nacen y permanecen libres e iguales en rante los debates, Mathieu de Montmorency había afirmado que
derechos»(artículo 1). Entre los «derechos naturales, inalienables «los derechos del hombre en la sociedad son eternos» y que «no
y sagrados del hombre» estaban la «libertad, la propiedad,la se- se necesita ninguna sanción para reconocerlos». El desafío al vie-
guridad y la resistencia a la opresión» (artículo 2). Concretamen- jo orden europeo no hubiera podido ser más franco.
te, esto quería decir que cualquier límite al ejercicio de los de- Ningunodelos artículos de la Declaración especificaba los
rechos tenía que ser determinado por la ley (artículo 4). «Todos derechos de grupos particulares. «Los hombres», «el hombre»,
los ciudadanos» tenían derecho a tomar parte en la elaboración «cada hombre», «todos los ciudadanos», «todo ciudadano», «la
de la ley, que debía ser la misma para todos(artículo 6), y acep- sociedad», «toda sociedad» contrastaban con «nadie», «ningún in-
tar libremente la contribución pública (artículo 14), que debía dividuo», «ningún hombre». Era literalmente todo o nada. En la
repartirse equitativamente según la capacidad de pagar (artícu- declaración no aparecían clases, religiones ni sexos. Aunque la fal-
lo 13). Además, la declaración prohibía las «órdenesarbitrarias» ta de especificidad pronto crearía problemas,el carácter general
(artículo 7), los castigos innecesarios(artículo 8), toda presunción de las aserciones no debería extrañar a nadie. El Comité prepa-
legal de culpabilidad (artículo 9) o la expropiación innecesaria ratorio de la Constitución se había comprometido en un prin-
de propiedades por parte del gobierno (artículo 17). Empleando cipio a elaborar hasta cuatro declaraciones distintas sobre dere-
términos un tanto vagos, afirmaba que «nadie debe ser incomo- chos: 1.*? De los derechos del hombre, 2.* De los derechos de la
dado por sus opiniones, inclusive religiosas» (artículo 10), a la nación, 3.* De los derechos del rey y 4.* De los derechos de los
vez que, de un modo másvigoroso, afirmaba la libertad de pren- ciudadanos bajo el gobierno francés. En el documento que se
sa (artículo 11). adoptó se combinaban el primero, el segundo y el cuarto, pero
Así pues, en un solo documento, los diputadosfranceses in- sin definir los requisitos para la ciudadanía. Antes de pasar a lo
tentaron condensartanto medidas legáles para proteger los de- específico (los derechos del rey o los requisitos para la ciudada-
rechos individuales como un nuevo fundamento para la legiti- nía), los diputados se esforzaron primero en fijar principios ge-
midad gubernamental. La soberanía residía esencialmente en la nerales para todo gobierno. El artículo 2 constituye un claro ejem-
nación (artículo 3), y la «sociedad» tenía derecho a pedir cuentas plo: «La finalidad de toda asociación política es la conservación
de su gestión a todoagente público (artículo 15). No se hacía de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre». Los
ninguna menciónal rey, la tradición, la historia o las costumbres diputados querían exponer las bases de toda asociación políti-
francesas, y tampoco a la Iglesia católica. Los derechos se decla- ca: no las de la monarquía, tampoco las del gobierno francés,
raban «en presencia del Ser Supremo y bajo sus auspicios», pero, sino las de toda asociación política. Pronto tendrían que recurrir
por «sagrados» que fueran, no se atribuían a ese origen sobre- al gobierno francés.”
natural, Jefferson había sentido la necesidad de aseverar que to- El acto de declarar no resolvió todos los problemas. De he-
cho, hizo que algunas cuestiones pasaran a ser más urgentes —los
* Véase el texto completo en el Apéndice. (N. de la A.) derechos de quienes no tenían propiedades o de las minorías

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religiosas, por ejemplo- y planteó otras, relacionadas con grupos ca, y cómo suspiran porla libertad naciones que parecían haber
tales como los esclavos o las mujeres, que nunca habían teni- perdido el concepto de ella[...]. Después de participar de los be-
do categoría política alguna (como examinaremosen el siguien- neficios de una Revolución [1688], se me ha permitido seguir
te capítulo). Quizás aquellos que se oponían a una declaración viviendo para ser testigo de otras dos Revoluciones [la norte-
habían intuido que el acto mismo de declarar tendría un efec- americana y la francesa], ambas gloriosas».
to galvanizador. La declaración hizo algo más que clarificar ar- El panfleto que Edmund Burke escribió en 1790 contra Pri-
tículos de doctrina; al declarar, los diputados se apoderaron de ce, Reflexiones sobre la Revolución Francesa, desencadenó a su vez
la soberanía. Como consecuencia, el acto de declarar abrió in- un frenético debate en diversas lenguas sobre los derechos del
terrogantes hasta entonces inimaginables para el debate políti- hombre. Burke sostenía que el «recién conquistado imperio de la
co: si la nación era soberana, ¿cuál era el papel del rey y quién luz y de la razón» no podía proporcionar un fundamento ade-
representaba mejor a la nación? Si los derechos servían como cuado para el buen gobierno, que, por el contrario, debía estar
fundamento de la legitimidad, ¿qué justificaba sus limitaciones enraizado en las tradiciones antiguas de la nación. En su ataque
respecto a personas de ciertas edades, sexos, razas, religiones o a los nuevos principios franceses, Burke condenó con especial
riqueza? El lenguaje de los derechos humanos había germina- severidad la Declaración. Su lenguaje enfureció a Thomas Paine,
do durante algún tiempo en las nuevas prácticas culturales de la que sacó partido de este pasaje notorio en su respuesta de 1791,
autonomía individual y la integridad corporal, pero luego reven- Derechos del hombre: respuesta al ataque realizado por el Sr. Burke con-
tó en épocas de rebelión y revolución. ¿Quién debería, querría tra la Revolución Francesa, en la que escribió:
o podría controlar sus efectos?
La declaración de derechos también tuvo consecuencias fue- El señor Burke, con su habitual indignación, insulta a la Declara-
ra de Francia. La Declaración de los Derechos del Hombre y ción de los Derechos del Hombre [...]. La califica de “hojas despre-
del Ciudadano transformóel lenguaje de todos prácticamente de ciables y emborronadas sobre los derechos del hombre”. ¿Quiereel
la noche a la mañana. El cambio puede apreciarse de forma es- señor Burke negar que el hombre tenga derecho alguno? Si es así,
pecialmente clara en los escritos y discursos del británico Richard entonces debesignificar que no existen esos que se llaman derechos
Price, el predicador disidente que en 1776 había provocado la en parte alguna, y que él mismo no tiene ninguno; pues, ¿quién
polémica hablando de «los derechos de la humanidad» en apo- hay en el mundo que sea más que un hombre?
yo de los colonos norteamericanos. Su panfleto de 1784 Obser-
vaciones sobre la importancia de la revolución americana seguía la Aunque la respuesta de Mary Wollstonecraft, Vindicación de
misma tónica: comparó el movimiento independentista norte- los derechos del hombre, en una carta al justo y honorable Edmund
americano con la introducción del cristianismo y predijo que Burke; con ocasión de sus «Reflexiones sobre la Revoluciónfrancesa», ha-
«produciría una confusión general sobre los principios de la hu- bía aparecido antes, en 1790, Derechos del hombre de Paine causó
manidad»(a pesar de la esclavitud, la cual condenó rotundamen- una impresión todavía más grande e inmediata, en parte porque
te). En un sermón de noviembre de 1789, Price aprobó la nueva aprovechó la ocasión para discutir todas las formás de monarquía
terminología francesa: «He vivido lo suficiente para ver cómo hereditaria, incluida la inglesa. Al primer año de su publicación
los derechos de los hombres son comprendidos mejor que nun- ya habían aparecido varias ediciones inglesas de su obra.”

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Como consecuencia, el uso del lenguaje de los derechos cialmente a la Asamblea Nacional, en nombre de «la razón y la
aumentó espectacularmente a partir de 1789. La pruebade este humanidad», reformas inmediatas para «rescatar la inocencia»y
incremento se encuentra fácilmente en el número de títulos en «establecer mejor las pruebas de los delitos y hacer que las con-
inglés que incluían la palabra ríghts: en la última década del si- denas fueran más seguras». Los concejales formularon esa peti-
glo xvII (418) se multiplicó por cuatro como mínimo respecto ción a causa del gran número de personas que habían sido de-
a la de 1780 (95) o cualquier otra década anterior del siglo XVII. tenidas por la nueva Guardia Nacional, que en París estaba al
Algo parecido sucedió en el caso del holandés: Rechten van den mando de La Fayette, durante las semanas de desórdenes que
mensch apareció por primera vez en 1791 con la traducción de siguieron al 14 de julio. ¿Fomentaría el habitual secretismo del
Paine, y luego hubo muchos otros ejemplos en los últimos años procedimiento judicial la manipulación y las triquiñuelas por
del siglo xv1I1. La siguió poco después Rechten des Menschen en las parte de los enemigos de la Revolución? La Asamblea Nacional
tierras de habla alemana. De forma un tanto irónica, pues, la po- respondió nombrando un Comité de Siete encargado de las re-
lémica entre autores en lengua inglesa llevó los «derechos del formas más apremiantes, y no sólo para París, sino para toda la
hombre»franceses a un público internacional. El impacto fue nación. El 5 de octubre, presionado por una marcha multitu-
mayor que en 1776 porque los franceses tenían una monarquía dinaria a Versalles, Luis XVI dio finalmente su aprobación oficial
comola de la mayoría de las demás naciones europeas y, ade- a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
más, nunca abandonaron el lenguaje del universalismo. Los es- Los manifestantes obligaron al monarca y a su familia a abando-
critos inspirados por la Revolución francesa también avivaron el nar Versalles y trasladarse a París el 6 de octubre. En medio de
debate sobre los derechos en Norteamérica: los jeffersonianos esta agitación renovada, los días 8 y 9 de octubre la Asamblea
invocaban constantemente los «derechos del hombre», mientras aprobó el decreto propuesto por su comité. Al mismo tiempo,
que los federalistas rechazaban el lenguaje asociado al «exceso los diputados votaron para reunirse con el rey en París,”
democrático» o a las amenazas a la autoridad establecida. Estas La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciuda-
disputas contribuyeron a diseminar el lenguaje de los derechos dano había expuesto únicamente principios generales de justi-
humanos por todo el mundo occidental,*% cia: la ley debía ser la misma para todos, no debía permitir el
encarcelamiento arbitrario ni más penas que las «estricta y evi-
dentemente necesarias» y los acusados debían considerarse ino-
centes mientras no se probara su culpabilidad. El decreto del
Abolir la tortura y el castigo cruel 8-9 de octubre de 1789 se iniciaba con una invocación de la
Declaración: «La Asamblea Nacional, considerando que uno de
Seis semanas después de aprobar la Declaración de los De- los principales derechos del hombre, el cual ha reconocido,es
rechos del Hombre y del Ciudadano, y antes incluso de que se el de gozar, cuandose le acusa de un delito penal, de toda la am-
determinaran los requisitos para votar, los diputados franceses plitud de la libertad y la seguridad para la defensa que pueda
abolieron por completo la aplicación de la tortura judicial, como conciliarse con los intereses de la sociedad que“exige el castigo
parte de una reforma provisional del procedimiento penal. El de los delitos[...]». Seguidamente especificaba procedimientos,
10 de septiembre de 1789, el ayuntamiento de París solicitó ofi- la mayoría de ellos concebidos para garantizar la transparencia

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ante el público. En un paso dado por la desconfianza en la ju- ria de completar este gran acto de razón y justicia. Queda aún en
dicatura de turno, el decreto requería la elección en todos los nuestro código la tortura preliminar [...]. [Los más atroces refina-
distritos de comisarios especiales que ayudaran en todaslas cau- mientos de la crueldad] se usan todavía para obtener la revelación
sas penales, incluida la supervisión de las diligencias de pruebas de cómplices. Fijad vuestros ojos en esta reliquia de la barbarie,
y testimonios. Asimismo, garantizaba el acceso de la defensa a ¿no queréis, Señores, conseguir su proscripción de vuestros cora-
todala información recabada y la naturaleza pública de todos los zones? Eso sería un hermoso, un conmovedor espectáculo para el
procedimientos penales, por lo que ponía en práctica uno de universo: ver a un fey y a una nación, unidos por los lazos indi-
los principios más queridos de Beccaria. solubles de un amor recíproco, rivalizando en su celo por la per-
El más breve de los veintiocho artículos del decreto, el 24, fección de las leyes, y tratando de superar el uno a la otra en la
es el más interesante para nuestros propósitos. Abolió todas las erección de monumentos a la justicia, la libertad y la humanidad.
formas de tortura, así comola utilización de un banquillo bajo
y humillante (la sellette) para el interrogatorio final del acusado Tras declarar los derechos, la tortura era por fin abolida to-
ante los jueces. Luis XVI había suprimido anteriormente la «cues- talmente. La abolición de la tortura no formaba parte del or-
tión preparatoria», es decir, el recurso a la tortura para obtener den del día del gobierno municipal parisiense el 10 de septiem-
confesiones de culpabilidad, pero sólo había prohibido provi- bre, pero los diputados no pudieron resistirse a la oportunidad
sionalmente el empleo de la «cuestión preliminar», es decir, la que se les presentó de hacer de ella el coronamiento de su pri-
tortura para obtener nombres de cómplices. El gobierno del rey mera revisión del código penal.”
había eliminadola sellette en mayo de 1788, pero comoesta me- Cuando, más de dieciocho meses después, llegó el momen-
dida era tan reciente, los diputados sintieron la necesidad de to de terminar la revisión del código penal, el diputado encar-
dejar clara su propia postura. La sellette era un instrumento de hu- gado de presentar la reforma invocó todos los conceptos que se
millación que representabael tipo de atentado a la dignidad del habían vuelto familiares durante las campañas contra la tortu-
individuo que los diputados consideraban inadmisible. El dipu- ra y el castigo cruel. Louis-Michel Lepeletier de Saint-Fargeau,
tado que presentó el decreto en nombre del comité reservó para otrora juez del Parlamento de París, subió al estrado el 23 de
el final sus comentarios sobre estas medidas, con el objeto de mayo de 1791 para exponer las razones del Comité preparato-
subrayar su importancia simbólica. Al principio había adverti- rio del Código Penal (continuación del Comité de Siete nom-
do a sus colegas que «no podéis dejar en el Código actual man- brado en septiembre de 1789). Denunció las «atroces torturas
chas que repugnen a:la humanidad; deseáis que desaparezcan imaginadas en siglos bárbaros y, no obstante, conservadas en si-
inmediatamente». Luego casi se le pusieron los ojos llorosos glos de ilustración», la falta de proporción entre los delitos y los
cuando llegó al asunto de la tortura: castigos (una de las principales quejas de Beccaria) y la general-
mente «absurda ferocidad» de las leyes anteriores. «Los princi-
Creemos que nuestro deber para con la humanidad es ofreceros pios de la humanidad» darían ahora forma al código penal, que
una observación final, El rey ya ha[...] desterrado de Francia la en el futuro se basaría en la rehabilitación pormedio del tra-
práctica absurdamente cruel de arrancar del acusado, por medio bajo en lugar de en el castigo expiatorio por medio del dolor.*
de la tortura, la confesión de delitos [...], pero os ha dejado la glo- Tanto éxito habían tenido las campañas contra la tortura y

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el castigo cruel que, en el nuevo código penal, el comité ante- car a fuego; ¿cómo podría la sociedad protegerse de los delin-
puso la sección sobre castigos a la sección que definía los deli- cuentes declarados culpables si éstos no llevaban alguna señal
tos. Todas las sociedades sufren delitos, pero el castigo refleja la permanente de su condición? La conclusión a la quellegó fue
naturaleza misma de un sistema de gobierno. El comité pro- que, bajo el nuevo orden, sería imposible que los vagabundos
puso una revisión completa del sistema penal que incorporase o los delincuentes pasaran inadvertidos, ya que los municipios
los nuevos valores cívicos: en nombre de la igualdad, todo el llevarían registros exactos con los nombres de todos sus habi-
mundo sería juzgado en los mismostribunales y bajo la misma tantes. Marcar sus cuerpos para siempre les impediría reintegrar-
ley, y estaría expuesto a los mismos castigos. La privación de la se en la sociedad. En esto, como en la cuestión más general del
libertad sería el castigo ejemplar, lo cual significaba que la con- dolor, los diputados tuvieron que andar con pies de plomo;
dena a galeras y el destierro serían reemplazados por la cárcel el castigo debía tener efectos disuasorios y a la vez llevar a la
y los trabajos forzados. Los conciudadanos del delincuente no readaptación. El castigo no podía ser tan degradante como para
aprenderían nada sobre el significado del castigo si sencillamen- impedir que los condenados volviesen a formar parte de la so-
te se enviaba al delincuente a otra parte, fuera de la vista del pú- ciedad. En consecuencia, si bien el código penal establecía la
blico. El comité también abogó por eliminar la pena de muer- exposición pública de los condenados, a veces encadenados,
te, excepto en casos de rebelión contra el Estado, aunque sabía la limitaba cuidadosamente (tres días a lo sumo) según la gra-
que en este punto tendría que vencer grandes resistencias. Los vedad del delito.
diputados votaron porrestablecer la pena de muerte para unos Los diputados también quisieron borrar los matices reli-
cuantos delitos, si bien excluyeron todos los de índole religio- giosos del castigo. Así, eliminaron el acto formal de penitencia
sa, como la herejía, el sacrilegio o la práctica de la magia. (La (amende honorable), en el cual el condenado, vestido sólo con
sodomía, que antes se castigaba con la muerte, ya no figuraba una camisa, y con una cuerda alrededor del cuello y una an-
en la lista de delitos.) La pena de muerte sólo se ejecutaría me- torcha en la mano, iba hasta la puerta de una iglesia y suplica-
diante la decapitación, reservada antes para los nobles. La gui- ba el perdón de Dios, del rey y de la justicia. En su lugar, el
llotina, creada para hacer la decapitación tan indolora como comité propuso un castigo basado en los derechos, que deno-
fuese posible, empezó a ser aplicada en abril de 1792. El desco- minó «degradación cívica»; podía ser el único castigo o añadir-
yuntamiento en la rueda, la quema en la hoguera, «aquellas tor- se a una condena de cárcel. Lepeletier explicó detalladamente
turas que acompañaban a la pena de muerte», iban a desaparecer; cómose llevaría a cabo. El condenado sería conducido a un de-
«todos estos horrores legales son detestados por la humanidad terminado lugar público, donde el secretario del tribunal de lo
y la opinión pública», dijo Lepeletier. «Estos espectáculos crueles penal leería en voz alta las palabras siguientes: «Tu país te ha
degradan la moral pública y son indignos de un siglo humanita- declarado culpable de un acto deshonroso. La ley y el tribunal
rio e ilustrado.»** te despojan de tu condición de ciudadano francés». Ácto se-
Dado que la rehabilitación y la reinserción del delincuente guido, se colocaría al condenado en un collar de hierro, donde
en la sociedad eran los objetivos principales, la mutilación cor- permanecería expuesto al público durante dos horas. Su nom-
poral y la práctica de marcar a fuego pasaron a ser intolerables. bre, su delito y su sentencia se escribirían en un letrero situado
Lepeletier, no obstante, dedicó cierto tiempo al asunto de mar- bajo su cabeza. Sin embargo, las mujeres, los extranjeros y los

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reincidentes planteaban un problema: ¿cómo podían perderel tal, los diputados decidieron que los nuevos castigos deshonro-
derecho al voto o a desempeñar cargos públicos cuando no te- sos eran aplicables al delincuente, pero no a su familia. En los
nían tales derechos? El artículo 32 se ocupaba específicamente castigos deshonrosos tradicionales, los familiares de los conde-
de este asunto: en el caso de una sentencia de «degradación cí- nados sufrían las consecuencias directamente. Ninguno de ellos
vica» contra una mujer, un extranjero o un reincidente, se le podía comprar cargos u ocupar puestos públicos, en algunos ca-
condenaría al collar de hierro durante dos horas y llevaría un sos sus propiedades eran confiscadas y la comunidad los con-
letrero parecido al prescrito en los casos normales, pero el se- sideraba igualmente deshonrados. En 1784, el joven abogado
cretario no leería la frase relativa a la pérdida de la condición Pierre-Louis Lacretelle ganó el primer premio de la Academia
de ciudadano.** de Metz con un ensayo en el que sostenía que la vergúenza del
La expresión «degradación cívica» podía sonar formularia, castigo deshonroso no debía hacerse extensiva a los familiares.
pero señalaba la reorientación no sólo del código penal, sino El segundo premio fue para un joven abogado de la ciudad de
también del sistema político en general. El condenado era aho- Arras al que aguardaba un futuro notable, Maximilien Robes-
ra un ciudadano (las mujeres eran ciudadanas «pasivas») en lu- pierre, que adoptó la misma postura.
gar de un súbdito; por tanto, no se le podía obligar a soportar Esta atención a los castigos deshonrosos refleja un cambio
torturas, castigos innecesariamente crueles o penas excesivamen- sutil pero trascendental en el concepto del honor: con la as-
te deshonrosas. Cuando presentó la reforma del código penal, censión de la noción de derechos humanos, la interpretación
Lepeletier distinguió dos clases de castigo: los castigos corpo- tradicional del honor comenzó a ser atacada. Bajo la monar-
rales (cárcel, muerte) y los castigos deshonrosos. Aunque todo quía, el honor había sido la cualidad personal más importante;
castigo tenía una dimensión relacionada con la vergúenza o la de hecho, Montesquieu afirmó en su Delespíritu de las leyes (1748)
deshonra, como afirmó el propio Lepeletier, los diputados que- que el honorera «el resorte que movía a la monarquía» como
rían delimitar el uso de castigos deshonrosos. Conservaron la ex- forma de gobierno. Muchos consideraban que el honorera inhe-
posición pública y el collar de hierro, pero suprimieron el acto rente a la aristocracia. En su ensayo sobre los castigos deshon-
de penitencia, el uso del cepo y la picota, el arrastre del cadá- rosos, Robespierre señaló que el origen de la práctica de aver-
ver en un zarzo después de la ejecución, la reprimenda judicial gonzar a familias enteras había que buscarlo en los defectos de
y que la causa contra el acusado fuese declarada abierta indefi- la propia noción de honor:
nidamente (lo cual daba a entender que era culpable). «Propo-
nemos», dijo Lepeletier, «que adoptéis el principio [del castigo Si uno considera la naturaleza de este honor, fértil en caprichos,
deshonroso], pero multipliquéis menos las variaciones, las cua- siempre inclinado a una delicadeza excesiva, que a menudo apre-
les, al dividirlo, debilitan este pensamiento saludable y terrible: cia las cosas por su atractivo en lugar de por su valor intrínseco, y
la sociedad y las leyes pronuncian un anatema contra alguien a los hombres por sus accesorios, títulos que les son extraños, en
que se ha envilecido con el delito.» El acto de avergonzaral de- lugar de por sus cualidades personales, comprenderá fácilmente
lincuente podía llevarse a cabo en nombre de la sociedad y las cómo [el honor] podía someter al desprecio a cuañtostenían algo
leyes, pero no en nombre dela religión o del rey. que ver con un villano castigado por la sociedad.
En otro paso adelante que suponía un reajuste fundamen-

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Con todo, Robespierre también denunció que se reservara la sos de las palabras, ha determinado que el honor continúe sien-
decapitación (tenida por más honorable) a los nobles. ¿Quería do esencial a todo hombre que nunca haya sido un ex presidiario.
que todo el mundo fuese igualmente honorable, o bien era par- En otro tiempo esta palabra era causa de equívocos y polémicas;
tidario de renunciar al honor?” en la actualidad, nada podría ser más claro, ¿Un hombre ha sido
Sin embargo, el honor estaba experimentando cambios ya colocado en el collar de hierro o no? He aquíel estado de la cues-
antes de la década de 1780. «Honneur», según la edición de 1762 tión. Es una sencilla cuestión de hechos a la que se puede res-
del diccionario de la Académie Francaise, significa «virtud, pro- ponder fácilmente con los registros del secretario del tribunal. Un
bidad». «Cuando se habla de mujeres», no obstante, «honorsig- hombre que no ha sido colocado en el collar de hierro es un hom-
nifica castidad, recato.» De forma creciente en la segunda mitad bre de honor que puede reclamar cualquier cosa, plazas en el mi-
del siglo XVIII, las distinciones en el honor separaban a los hom- nisterio, etcétera. Tiene acceso a las corporaciones profesionales, a
bres de las mujeres más que a los aristócratas de los comunes. las academias, a los tribunales soberanos. Uno se da cuenta de en
Para los hombres, el honor se asociaba cada vez mása la virtud, qué medida la claridad y la precisión nos salvan de peleas y dis-
la cualidad que Montesquieu asociaba a las repúblicas; todos los cusiones, y de en qué medida el comercio de la vida se vuelve có-
ciudadanos eran honorables si eran virtuosos. En el nuevosis- modo y fácil.
tema, el honor tenía que ver con las acciones, no con la cuna.
La distinción entre los hombres y las mujeres trascendía los lí- Chamtfort tenía sus propias razones para tomarse el honor
mites del honor y alcanzaba la cuestión de la ciudadanía y las en serio. Hijo de padres desconocidos que le habían abandona-
formas de castigo. El honor(y la virtud) de las mujeres era pri- do, adquirió fama comoliterato y llegó a ser secretario personal
vado y doméstico; el de los hombres era público. Los hombres de la hermana de Luis XVI. Se mató en el apogeo del Terror,
y las mujeres por igual podían ser avergonzados comocastigo, no mucho tiempo después de haber escrito las palabras arriba
pero sólo los hombres tenían derechos políticos que perder. En citadas. Durante la Revolución, primero atacó a la prestigiosa
el castigo, como en los derechos, los aristócratas y los comunes Académie Francaise, que le había elegido en 1781, y luego se
eran ahora iguales; los hombres y las mujeres no lo eran.** arrepintió de sus acciones y la defendió. Ser elevado a la condi-
La disolución del honor no pasó inadvertida. En 1794, el es- ción de miembro de la Académie era el mayor honor que bajo
critor Sébastien-Roch Nicolas Chamfort, uno de los miembros la monarquía se podía conceder a un escritor. La Académie fue
de la selecta Académie Francaise, satirizó el cambio: abolida en 1793 y Napoleón la restauró. Chamfort captó no sólo
la magnitud del cambio en la noción del honor -la dificultad
Es una verdad reconocida que nuestro siglo ha puesto las palabras de mantener las distinciones sociales en un mundo impacien-
en su sitio; desterrando las sutilezas escolásticas, dialécticas y me- temente igualitario—, sino también la relación que esto guarda-
tafísicas, ha regresado a lo sencillo y verdadero en la física, la mo- ba con el nuevo código penal. El collar de hierro se había con-
ral y la política. Hablando sólo de moral, uno se da cuenta de en vertido en el común denominador más bajo de la pérdida del
qué medida esta palabra, honor, incorpora ideas complejas y me- honor.?* >
tafísicas. Nuestro siglo se percató de los inconvenientes de éstas El nuevo código penal fue sólo una de las numerosas con-
y, para que todo volviera a lo sencillo, para impedir todos los abu- secuencias que siguieron a la Declaración de los Derechos del

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Hombre y del Ciudadano. Los diputados habían respondido a 4
los apremios del duque de Montmorency a «dar un gran ejem- «No tendrá fin»
plo» redactando una declaración de derechos, y a las pocas se-
Las consecuencias de declatar
manas descubrieron lo impredecibles que podían resultar los
efectos de semejante acción ejemplarizante. «La acción de ma-
nifestar, decir, exponer o anunciar abierta, explícita o formal-
mente» que entrañaba el hecho de declarar tenía una lógica en-
teramente propia. Una vez anunciados de forma abierta, los
derechos planteaban nuevos interrogantes: interrogantes que an-
tes no se expresaban ni podían expresarse. La acción de decla-
rar fue apenas el primer paso de un proceso extremadamente Justo antes de la Navidad de 1789, los diputados de la Asam-
emocionante, un proceso que continúa en nuestros días. blea Nacional francesa se encontraron en medio de un debate
peculiar. Dio inicio cuando el 21 de diciembre un diputado plan-
teó la cuestión de los derechos de sufragio de los no católicos.
«Habéis declarado que todos los hombres nacen y permanecen
libres e iguales en derechos», recordó a los demás diputados.
«Habéis declarado que nadie puede ser incomodado por sus
opiniones religiosas.» Muchos protestantes se sentaban entre
ellos en calidad de diputados, señaló, y por eso la Asamblea de-
bía decretar inmediatamente que los no católicos tenían dere-
cho al voto, a desempeñar cargos y a aspirar a cualquier puesto
civil o militar, «igual que otros ciudadanos».
Los «no católicos» constituían una categoría extraña. Cuando
Pierre Brunet de Latuque la empleó en su propuesta de decre-
to, era claro que se refería a los protestantes. Pero ¿no incluyó
también a los judíos? En 1789, Francia acogía a unos cuarenta
mil judíos, además de entre cien mil o doscientos mil protestan-
tes (los católicos representaban el 99 por ciento de la población).
Dos días después de la primera intervención de Brunet de Latu-
que, el conde Staninslas de Clermont-Tonnerre decidió ir al gra-
no. «No hay término medio posible», recalcó. O se instauraba
una religión oficial del Estado, o se permitía el suffagio y el ac-
ceso a los cargos públicos a los miembros de cualquier religión.
Clermont-Tonnerre hizo hincapié en que las creencias religio-

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