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TEORIA UNO

EL ANÁLISIS PSICOSOCIAL EN LA
ARQUITECTURA
EL ANÁLISIS PSICOSOCIAL EN LA ARQUITECTURA1
Esta exposición tiene como fin resaltar la importancia del análisis psicosocial en la arquitectura.
Se destaca el análisis psicosocial debido a que, de acuerdo a los elementos de los cuales se parta, hay
diferentes formas de entender el quehacer arquitectónico. El bioclimatismo, por ejemplo, impone una
forma de razonar la arquitectura; el sistema constructivo obliga a otro tipo de conclusiones o la
geometría, o los estilos, pero no es sobre estos campos sobre los que se desea razonar, es sobre lo
psicosocial.
Cuando se aborda el problema psicosocial como un elemento a considerar en la composición
arquitectónica parece obvio de qué se está hablando y prácticamente hay un acuerdo general sobre la
importancia del tema, aun cuando en realidad no es fácil encontrar respuesta a la pregunta de:
¿Cómo incorpora lo psicosocial en el proyecto?
A primera vista el problema se resuelve hablando con el habitante, pero ¿qué es lo que se necesita saber
de él?
Su edad, sexo, ingreso, estado civil, ¿son suficientes estos datos para proyectar un espacio?
¿Qué importancia tiene los rasgos de personalidad o la
condición de clase de una persona?
Desde una perspectiva humana, la importancia de estos
planteamientos es innegable, pero hay que hacer notar que el
análisis psicosocial es una actividad distinta a la arquitectura y
que los resultados de este tipo de análisis no son trabajo
arquitectónico. Eso se hace evidente cuando, después de realizar
una amplia investigación demográfica o económica, o
psicológica el arquitecto decide guardar todos los datos y toma
la hoja en blanco para iniciar su trabajo. Posiblemente es por
esta circunstancia que muchos arquitectos juzgan inútil desarrollar toda una investigación y consideran
suficiente dejarse guiar por su humanismo logrando éxito, pero sin dejar establecida la técnica social con
la que trabajaron.
El problema entonces sigue vigente. ¿Cómo hacer una investigación que dé indicaciones claras sobre el
contenido social que deben tener los espacios arquitectónicos?
Para explicar esta postura conviene reflexionar sobre el hombre y el espacio, sobre las condiciones que
requiere tener un sitio para que pueda ser habitado, sobre su habitabilidad.
Al pensar en la relación hombre - espacio se dará cuenta que no puede concebirse al ser humano sin
ubicarlo en un lugar, lo cual no significa que este "hallarse" corresponda a un simple "estar".
El hallarse en un lugar no tiene el mismo sentido que acomodar los zapatos debajo de la cama, el ser
humano no es un objeto inerte, es un ser vivo y creativo, de manera que el ocupar un sitio no sólo significa
que el hombre este ahí, también plantea su proyección como individuo y como ente social.
A partir de esta concepción el espacio se presenta como la condición existencial básica del hombre, es
ineludible hallar un lugar para desarrollar las actividades con las cuales satisfacer las necesidades y
expresarse como persona.
Heidegger en su ensayo, plantea que comúnmente se cree que se construyen los edificios son la parte
principal y primera de la habitación y señala el error de esta concepción ya que el principio se encuentra
en el hombre que necesita habitar y por eso se construye el edificio.
Las necesidades son exigencias que requieren ser satisfechas para que el individuo pueda desarrollar sus
actividades y potencialidades; éstas son un impulso que genera actividad. Actividad que por condición
existencial debe ser realizada en un espacio. Espacio que de inicio representa un espacio natural pero que
en la medida en que se desarrolla una actividad intencional, empiezan a formar parte del espacio
arquitectónico.
Al hecho de "ocupar" el espacio, de encontrar el lugar en donde residir, se le denomina habitar, de
manera que el hombre sólo se realiza como tal habitando el espacio, no puede ser de otra manera.
Habitar significa, desde esta perspectiva, encontrar el lugar para solucionar las necesidades. Imagine

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Jaime Fernando Cruz Bermúdez – Documento WEB
cualquiera: estudio, convivencia, intimidad, amor; inmediatamente surge dentro de la mente una imagen,
una persona, un objeto, una situación, la cual estará irremediablemente ligada a un lugar.
El arquitecto parte comúnmente de una demanda, es decir, de la manifestación abierta de una necesidad.
Pero es aquí en donde empieza el problema de la lógica arquitectónica. El arquitecto únicamente parte de
la demanda del espacio, no conoce cuál es el contenido que requiere tener el espacio, y ante esta situación
se deja guiar por estereotipos por "intuiciones" que substituyen los sentimientos de los propios habitantes
y desvían el contenido de los espacios hacia aquello que creen más conveniente. Da por supuesto que
conoce cuál es el espacio que requiere. Se hace lo que se cree, aunque no se tenga ningún fundamento.
Para evitar esta desviación del contenido del trabajo arquitectónico y que los espacios proyecten la
solución a las necesidades de los individuos y de la sociedad, se plantea la exigencia de conocer cuál es el
contenido que el propio habitante da a los espacios. Es decir, se plantea la necesidad de realizar una
investigación, previa al proyecto, acerca de ¿cómo son las necesidades de los habitantes? ¿Cómo realizan
las actividades con las que solucionan dichas necesidades? ¿Cómo son los espacios que usan? Es decir, se
requiere una valoración psicosocial de la habitabilidad. Tarea que el Arquitecto José Villagrán llamó
Propedéutica Arquitectónica.
Al realizar dicha propedéutica, aun cuando se está en la búsqueda del contenido del espacio, en ningún
momento se espera que el resultado del trabajo sea un trazo, ni siquiera se intenta plantear el problema
de composición, lo que se sugiere es un método en el que el arquitecto haga suya la vivencia del espacio
del habitante y elabore un adecuado programa arquitectónico, el cual, como lo señaló el Maestro
Villagrán debe contener el conjunto de exigencias y requisitos de la construcción.
Para generar en el arquitecto la vivencia que del espacio tienen
los habitantes debe tenerse en cuenta que este hecho no es
mecánico, no es el simple fenómeno biofísico de estímulo
respuesta, ni es factible hallar modelos que expliquen
universalmente las reacciones del hombre ante el espacio. A
pesar de que es posible identificar ciertas constantes en cuanto
a la capacidad auditiva, visual o táctil e incluso pueden hallarse
constantes en cuanto al tipo de necesidades que motivan la
actividad de individuos y sociedad, a pesar de todo ello el ser
humano es un ser cambiante. Este hecho es lo que permite la
diversidad cultural y plantea el derecho a la identidad.
Así entonces cada circunstancia le exigirá al arquitecto
entender las formas de habitar el espacio observando que el
propio arquitecto no es ajeno a su condición psicosocial,
también él modifica lo que ve a partir de sus propias
motivaciones, sus propias necesidades. Sin embargo, en la
medida en que a través de la propedéutica indicada identifique
los rasgos de la cultura, de la sociedad, de la personalidad de
los que demandan el espacio, contará con el apoyo de estos
datos para fundamentar sus decisiones, no será simplemente guiado por la casualidad el que logre una
obra exitosa; aun cuando cabría apuntar que, aun cuando no se cuente con la formación explícita para
captar la cultura del medio, habrá quienes por su sensibilidad lo logran.
La propuesta de análisis psicosocial que aquí se presenta, consiste en que el arquitecto geste en sí mismo
la vivencia del usuario y formule un programa que indique el contenido que los espacios requieren tener
de acuerdo a la vivencia espacial del propio habitante, el trabajo del arquitecto será traducir estas
vivencias en formas que tengan un contenido útil, firme, didáctico, estética y simbólico.
Así entonces el arquitecto, ya desde la elaboración del mismo programa, pone a trabajar su imaginación,
realiza una prefiguración de lo el espacio contendrá. Concibe una película de cómo podrá ser el edificio y
de lo que habrá de suceder en él, restringiéndose a las características de los personajes, los habitantes.
En este trabajo de prefiguración, a partir de la perspectiva psicosocial que se plantea, el espacio
arquitectónico estará compuesto no sólo por el volumen, por el continente de las actividades, también por
los objetos, los colores, los muebles, los interiores de ese espacio.
Esta preocupación por los interiores no es un problema de decoración, es el problema de proveer a los
individuos del espacio que requieren para satisfacer sus necesidades. Necesidades que no sólo son de
carácter biológico o primario. El hombre es un ser complejo que requiere de la autorrealización, de la
identidad, de su proyección y estas situaciones no son consideradas, se trata al hombre como a un objeto
que mide 70 cm., al sentarse o 1.80 al estar de pie, sin considerar sus necesidades existenciales.
El problema es que el arquitecto tome en cuenta las diferentes condiciones en que se encuentra un
individuo, identifique necesidades de los habitantes de un espacio y la manera que tienen para resolverlas.
Así entonces las formas que proponga y construya serán espacios que fomenten y fortalezcan la manera
de vivir del hombre.
El plantear el respeto por la forma de vida de las personas no significa que se fomente una sociedad rígida
ni estática, no se busca continuar con las casas de piso de tierra y defecación al aire libre, sino entender
¿cómo son? y a partir de estos datos proyectar.
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Comúnmente dentro del campo profesional se insiste en la importancia de ser innovador y habría que
señalar que el innovador es aquel que, entiende las metas de una sociedad y encuentra nuevas maneras de
llegar a ellas, ¡Ese es el reto!
En este caso la meta es crear espacios que fomenten la solución de las necesidades integrales del hombre
y, a pesar de las distintas limitaciones económicas y políticas, esto dependerá de la manera de entender
cómo es el hombre, cómo realiza las actividades, con qué satisface sus necesidades, cómo se relaciona con
el espacio.
En este trabajo de prefiguración se inicia la composición y, a través del análisis y la síntesis, se realizan
mentalmente diferentes pruebas en las que se contrasta la imagen que se gesta contra las diferentes
condicionantes que tiene problema espacial por resolver, hasta encontrar el mejor contenido de la forma.
Después se construye el espacio y se cierra el ciclo en el momento en que se verifica la propuesta
compositiva con la experiencia del habitante.
Durante este ciclo el trabajo psicosocial interviene sólo en dos momentos específicos. En primer lugar, en
el momento de gestación del programa durante la fase propedéutica, pero posteriormente, en la tarea
compositiva misma se deja de lado toda investigación y se aborda el problema espacial con otras lógicas,
la de la geometría, la de los materiales, la de los costos, la de las técnicas y no es sino hasta el momento en
que el habitante ocupa el espacio en que nuevamente tiene injerencia en el análisis el trabajo psicosocial.
En esta segunda participación, que los norteamericanos llaman Evaluación Post Ocupacional, se analizan
nuevamente las necesidades y se observa si los espacios realmente las satisfacen, desarrollando así dos
fases de conocimiento. En un primer momento el arquitecto desarrolla una hipótesis con un conocimiento
(a priori) y, al valorar el trabajo final, hay un conocimiento (a posteriori) que podrá revitalizar el ciclo
arquitectónico si el arquitecto es capaz de tomar conciencia de los beneficios que esto le puede ofrecer.
Habrá que señalar que las necesidades son complejas no se solucionan en su totalidad simplemente con
una "buena construcción", requiere de elementos expresivos que van más allá de la técnica y los mínimos
de bienestar, los cuales se hallan sólo en el contexto psicosocial en que se dan, el problema es poder
observarlos.
Esa es la situación que enfrenta el alumno cuando, después de realizar una visita de campo se le pregunta
sobre los rasgos arquitectónicos de la población que se visitó y contesta que ¡No vio nada! Para él el lugar
es como un espacio vacío. Está tan acostumbrado a sus esquemas, a los espacios estandarizados que sólo
imagina un lugar de reunión si éste se encuentra en una sala, pero si la gente se sienta a la sombra de un
árbol o en un pórtico no tiene significado.
El problema será entonces capacitarlos para ver la relación entre necesidades y espacios más allá de una
"tipología arquitectónica".
Es fundamental que la arquitectura vuelva a sus orígenes, la satisfacción del hombre, sólo produciendo
esquemas operativos que convenzan a la sociedad de la validez y utilidad de la profesión se podrá
recobrar la identidad de la arquitectura, de lo contrario la posibilidad de producir bienestar, de generar
un sentimiento de satisfacción, seguirá siendo un campo exclusivo para privilegiados que tienen a la
belleza como indicador de prestigio y poder.

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