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Trabajo Práctico 1: "La Forma Exacta De Las Islas"

Nombre y apellido: Ignacio Domínguez


Materia: Lectura y Escritura Académica
Las Islas No Exploradas: Sobre La Película “La Forma Exacta De Las Islas”

A lo largo de estos últimos cuarenta años han sido producidos miles de textos, obras y
discursos sobre la controversial guerra de las Islas Malvinas. En todos estos figuran dudas
similares: ¿Fue correcta la decisión del entonces gobernador de facto argentino, Leopoldo
Fortunato Galtieri, de intentar recuperar por la fuerza estas islas tomadas por Inglaterra? ¿Son
las Malvinas argentinas? ¿Debe la Argentina guardarle rencor al pueblo inglés (o viceversa)?
A sorpresa de la mayoría, la película documental de Edgardo Dieleke, La Forma Exacta de
las Islas, no se detiene a argumentar sobre ninguna de estas abrumantes cuestiones políticas
sino que, junto a la narración y protagonismo de Julieta Vitullo durante su viaje a las islas,
pretende comprender las historias no escritas, a la vez que contemplar el estado del territorio
isleño décadas después. Estas intenciones se explican una vez que se analiza la trayectoria de
Dieleke, ya que él no se dedica exclusivamente al mundo del cine; por el contrario, se destaca
también como doctor en literatura americana y critico cultural. Debido a esto es claro que una
mirada diferente a este asunto era casi inevitable en él, siendo que estas dos vocaciones
requieren un fuerte análisis de sociedad y cultura.

Ocurre que en toda la película no se escuchará ni un solo disparo, ni un único grito de guerra,
ni un “¡Las Malvinas son Argentinas!” Dejando de lado estos típicos ruidos, lo que resta son
solo voces y viento, raramente interrumpidos por melodías electrónicas minimalistas y sutiles
que llegan a sentirse como una caricia de las ráfagas malvinenses. Este soundtrack original,
semejante en su sensación alienante y solitaria a los posteriores trabajos ambientales de la
artista estadounidense Grouper, no intenta ganar un primer plano. Por lo contrario, se limita a
re-enfatizar el enmarque estético al que apuntan los directores para estos paisajes; todo es
desierto, agridulce, frio, profundo, enorme. Aquí, la música y la imagen se vuelven un
matrimonio hecho en el cielo.

Valga no restar la importancia de la mano camarógrafa de Julieta Vitullo, porque es claro que
sabe enmarcar estos paisajes desolados de la isla. Eso se debe a que, como da a entender la
película, ella tiene una eterna curiosidad por sus habitantes, paisajes y fantasmas. Fantasmas
no solo de antepasados y soldados, pero también de acontecimientos que dejaron heridas que
no terminaron de cicatrizar.

Pero la participación de Vitullo no es solo pasiva; ella es, como dicho previamente, la
protagonista. Se verá su obsesión y estrecha relación con las Malvinas, su crecimiento como
persona entre y a través de cada visita, y su pasión por las ficciones literarias. Y es que las
ficciones son un tema predominante en el documental: Julieta habla de lo que es, y de lo que
pudo haber sido. Aunque esto empieza siendo sobre la guerra, todo direcciona a que, en el
fondo, es a su vez sobre su vida. “El hombre imagina muchas cosas, pero sobre todo islas” es
una de las citas más impactantes de su narración, y deja pensando a cualquier audiencia.

Sin embargo, Julieta y la isla no son los únicos acompañantes durante este viaje: los pocos
carismáticos ermitaños que la habitan sumados a dos ex-combatientes argentinos dan aún más
señales de humanidad a la obra. Es claro que este filme es en gran parte sobre personas, algo
no comúnmente visto en los planteamientos de las obras sobre las Islas Malvinas. Se puede
apreciar que se busca un sentimiento de empatía e intimidad en el espectador, y lo logra
perfectamente. Quienes aparecen a lo largo de esta historia se vuelven seres queribles y
cercanos; quien llegue hasta el final deseará tomar un café con ellos, preguntarles aún más
sobre su vida o incluso salir de fiesta con ellos, del mismo modo que como ocurre cerca del
desenlace.

Se ha dejado en claro que el documental se caracteriza por tener un bajo perfil político. Se
deja a un lado el nacionalismo, el odio y la guerra como concepto estricto, con el objeto de
mostrar un retrato de las islas más humano, artístico y con aires de filantropía. Edgardo ni
siquiera intenta ocultarlo, hasta los subtítulos de la película están simultáneamente en inglés
como español por defecto. Porque esto es una buena parte del mensaje: esta no es la historia
de naciones en guerra, esta es la historia de seres humanos. La película está dirigida a toda
persona inglesa, toda persona argentina, todo habitante de las Malvinas; en fin, la película no
tiene una “target audience” intencionalmente.

En el único momento que la política llega a asomarse es a la hora de entrevistar a los


“personajes”, quienes presentan posiciones que pueden llegar a ser inesperadas, pero
entendibles con los entonces más de veinte años de retrospectiva.

No obstante, dicha retrospectiva no se presenta solamente en forma de debates diplomáticos,


sino que se aprecia a un nivel individual. Cada persona que aparece en la película parece
poder mirar atrás y hablar sobre cómo su perspectiva de vida cambió de una manera u otra; y
esto es algo con lo que cualquier ser sensible puede identificarse.

Hay un sub-mensaje sobre el trauma, también. Aunque se habla del gran trauma nacido en
1982, se pretende darle importancia a tragedias como la pérdida de un bebé o la muerte de
una esposa. Hay algo bello en este dolor, hay un choque de empatía y angustia. Da la
sensación de que el autor está queriendo expresar que el duelo individual es tan importante
como el colectivo.

Aunque fue mencionada la palabra “intimidad” al momento de describir la experiencia, vale


la pena adherir que esta obra se diferencia a sus contemporáneas independientes en su afronte
a ese concepto. No hay un completo confort y escapismo. No hay consuelo. A hora de cerrar
la película, no aparecen los personajes principales riéndose para aliviar la tensión (que es un
cliché del que es responsable “Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdo”, obra
audiovisual de Gondry). Se indica subliminalmente que lo que es, es: las islas son bellísimas,
a pesar de todo pasado y defecto; Julieta no tuvo su “isla” deseada con todas sus fuerzas, su
vida soñada, y aun así pudo sobrevivir a ello; los soldados retirados siguieron adelante con su
vida, pero todavía sufren cuando recuerdan a sus compañeros. Con este afronte a la realidad,
se crea una confianza con la autenticidad del discurso que no es común y menos aún
cotidiano.

Si tuviese que dársele una crítica negativa a la producción, esa sería la estructura cronológica.
Julieta va nombrando fechas y fechas a lo largo de la película sin ningún orden exacto, al
punto al que se hace confuso si se está intentando seguir un patrón, si se está yendo atrás o
adelante en el tiempo, o si esto es simplemente una ensalada de descargas mentales. No hace
la película menos disfrutable, solo más difícil de entender.

En conclusión, La Forma Exacta de las Islas es una obra de arte con todas las letras.
Rompedora en su mensaje, hermosa en sus imágenes, sentimental en su contenido. Es
autoproclamado “documental”, pero nada tiene que ver con los fríos programas que se
transmiten a las 3 de la mañana en History Channel. Todo interesado por otro punto de vista
al que la Argentina tiene hace casi mitad de siglo será, sin lugar a dudas, deleitado y
recompensado.

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