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Antecedentes
A
l inicio del año 2003, la Secretaría de Desarrollo Social recibía los estu-
dios del “Barrio D.73 Emiliano Zapata Sur II” de Mérida (SEDESOL,
2003), que fundamentaban la entrada a la ciudad del programa fede-
ral Hábitat, diseñado para atender la marginación y la pobreza de importantes
zonas urbanas del país.[2] En la introducción de este documento se lee:
1 Ole Henrik Magga. Presidente del Foro Permanente sobre cuestiones Indígenas de las Naciones
Unidas, 2004.
2 “Para la atención de la pobreza en las ciudades, la SEDESOL impulsa el Programa Hábitat basado
en la combinación del mejoramiento de la infraestructura y equipamiento de las ciudades y de
sus barrios, con la entrega focalizada de servicios sociales en los ámbitos donde se concentra la
pobreza urbana; el programa prevé un fondo propio, que busca promover la inversión y el em-
pleo en las zonas urbanas y metropolitanas; apoyar su integración social, la equidad, la regene-
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5 Plan Pastoral Provincial 2004-2010. Instituto de los Hermanos Maristas, Estrategia 3.4.
6 La UMM ha dado su respaldo al funcionamiento del Grupo de Impulsión del Sur (GIS), de la
Fundación Plan Estratégico de Yucatán, A. C., a partir de las problemáticas detectadas en di-
chos foros.
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del siglo XX. La ocupación de estos espacios sin servicios urbanos de ningún
tipo, corresponde a la dinámica de expansión de la ciudad que en los últimos
veinte años del siglo pasado creció en casi diez mil hectáreas, para alojar a
miles de familias inmigrantes de comunidades mayas del interior de Yucatán
y de entidades vecinas del sureste que llegaron en busca de oportunidades
ante la crisis del monocultivo del henequén y, en general, de la producción
agropecuaria en la región (Caballero, 2001).[7] En efecto, en la década de
los ochenta, la mancha urbana de Mérida tenía una extensión de 8321 hec-
táreas; en 1990 de 13 522; y en 2000 de 18 284 (SEDESOL, 2003).
Para 2001, en el polígono donde inició sus trabajos la UMM había una
población de 3800 personas, alojadas en condiciones muy precarias en ma-
teria de vivienda y sin servicios urbanos. Estas condiciones se mantuvieron
hasta 2004. Este mismo año se inició un proceso acelerado de inmigración
gracias a las inversiones del programa Hábitat, duplicándose la población al
pasar de 4200 a 10 157 habitantes en sólo cinco años.
En 2001, la población que se asumía como maya representaba el 60% del
total. Para 2009, como resultado de la llegada de nuevos pobladores a la zona
y de la dinámica de exclusión que padecen personas de origen maya —lo
que llega a motivar el ocultamiento de la identidad (Caballero, 2001)—, el
porcentaje de mayas respecto al total de la población de ese año se redujo a
30%. Las personas que en 2009 se habían adscrito como mayas, llegaron a la
colonia EZS procedentes de diversos rumbos de Yucatán (93%), Campeche
(5%) y Quintana Roo (2%). Los de Yucatán vinieron de comunidades del
oriente (54%), del sur (23%), del norte (15%) y del poniente del estado (8%).
Las localidades de expulsión se pueden agrupar en tres rangos, de mayor
a menor según el número de emigrantes que salieron de ellas y se estable-
cieron en la colonia EZS. En el primer rango están Abalá y Kantunil; en el
segundo, Bokobá, Espita, Hunucmá, Kanasín, Motul y Sotuta; y en el tercero,
Baca, Cenotillo, Chapab, Chumayel, Hocabá, Huhí, Ixil, Izamal, Oxkutzcab,
7 La colonia Emiliano Zapata Sur II se divide en dos fracciones: la denominada como tal y la
ampliación Emiliano Zapata Sur II; ambas suman una superficie aproximada de 57 ha, que
aglutinan 600 viviendas y albergan a cerca de 3000 personas, con una densidad de 53 hab/ha
(SEDESOL 2003:6).
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10 Este fenómeno podría ser fundamental para comprender los procesos de etnogénesis en el con-
texto urbano, porque la construcción de los vínculos de parentesco y comunitarios en la urbe,
de haberlos, permitiría la reelaboración de la tradición en un contexto diferente y muchas veces
hostil (Bello, 2004: 56-57).
11 El IDH se mide a través de los avances en tres dimensiones básicas del desarrollo humano: vida
larga y saludable, conocimientos y nivel de vida digno (PNUD, 2009:225).
12 El índice de educación se basa en la tasa de alfabetización de adultos (porcentaje de personas
de 15 años o más que saben leer y escribir). Se considera alfabetizada una persona que puede
leer, escribir y comprender un texto breve y sencillo relacionado con su vida cotidiana. En este
índice también se considera la tasa bruta de matriculación combinada en enseñanza primaria,
secundaria y terciaria, sin importar la edad (PNUD, 2009:227).
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La marginación y pobreza en la
Emiliano Zapata Sur
Con los datos disponibles se puede afirmar que en la zona sur de Mérida,
las familias establecidas que se autoadscriben como mayas han compartido
desde el último tercio del siglo pasado las mismas condiciones de margina-
ción que padecen familias que no se reconocen a sí mismas como tales. Sin
embargo, se debe destacar que aun cuando esta situación afecta a todos los
habitantes de la zona, especialmente para los mayas no se han dado las con-
diciones básicas que les permitan un desempeño adecuado en la educación
formal: uno de los procesos en el que se desarrollan las fuerzas humanas
esenciales; lo que implica para este grupo una condición de exclusión per-
sistente que propicia un mayor grado de dificultad en su proceso de floreci-
miento humano.[13] Ante estos hechos, se hace necesario preguntarnos: ¿qué
se ha logrado con las políticas públicas de combate a la pobreza en la EZS?
13 Según Boltvinik (2007:55-56), las fuerzas esenciales humanas son en realidad “unidad dialéctica
de capacidades-necesidades humanas”. Para el caso del florecimiento humano (término cerca-
no al de desarrollo humano) plantea que se puede concebir como “la realización de la esencia
humana en la existencia individual concreta, la medida en la cual el individuo se despliega libre
y multilateralmente a través del desarrollo y ampliación de sus necesidades y capacidades, que
tienden, como su conciencia y su ser social, a la universalidad”.
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15 La UMM documentó este proceso e instrumentó acciones de apoyo a los jóvenes con talleres de
mejora del desempeño escolar y con talleres de reflexión sobre Desarrollo Humano para darle
sentido al estudio de este nivel educativo. Los resultados no fueron espectaculares pero se logró
que todos los alumnos que participaron en los talleres dialogaran sobre el sentido de terminar
este nivel educativo y prestaran su servicio social en el centro de cómputo del Centro Marista
para el Desarrollo, donde conocieron opciones para su desempeño laboral como técnicos en
computación.
16 Ver datos en http://enlace.sep.gob.mx/ba/
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los maristas a sus hijos para que lograran “educarse y hacer más que en la
escuela”; el 24% manifestó que los llevaba para que pudieran “disfrutar de
la convivencia y la socialización”; y un 7% afirmó que lo hacía por razones
religiosas.
Reconociendo que los maristas ofrecían educación informal o comple-
mentaria a la educación formal —que carecía de “educación en valores” y
“talleres de computación” a decir de los propios actores sociales—, propo-
nían que para mejorar esa oferta de educación informal se contara con un
espacio adecuado para la biblioteca y también una ludoteca, a fin de ampliar
las diversas actividades, como clases de computación, guitarra, actuación,
ayuda en tareas escolares, futbol, basquetbol y catecismo. A estas reflexiones
y propuestas de acción se dio respuesta con la construcción y puesta en ope-
ración del CEMADE en 2008.
En el Cuadro 1 se presentan las reflexiones recogidas en los diálogos
tanto de 2003 —a un año de iniciado el proceso de desarrollo comunitario
en la EZS— como de 2007 —a tres años de haber entrado en operación el
programa Hábitat y de iniciado el proceso de construcción del CEMADE.
En resumen, la mayor preocupación de la población en estos años se
centró en su vida comunitaria,[19] misma que advirtieron como complicada.
Para enfrentar sus retos se remitieron a mecanismos de reafirmación grupal,
como mantener la ayuda mutua, la reflexión comunitaria, la unidad entre las
familias, el papel de los padres en la orientación de los hijos, la religiosidad,
el respeto y apoyo a las personas de la tercera edad y la mejor comunicación
interpersonal. También refirieron la necesidad de apoyos psicológicos para
las familias y en las escuelas.
19 Villoro (2007:97) dice que “la comunidad no atañe simplemente al sentimiento de formar parte
de una sociedad, sino que es constitutiva de la identidad propia[...] La persona no puede ser
auténticamente ella misma más que en el seno de comunidades donde puede descubrir su bien
y los fines de su vida”.
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20 Boltvinik (2007:70-71) refiere que la pobreza económica puede ser: del estar, que implica no
tener suficientes recursos o condiciones adecuadas para la satisfacción de las necesidades, y la
aplicación de las capacidades efectivas. También la pobreza económica puede referirse al ser,
lo que implica no tener suficientes recursos o condiciones adecuadas para el desarrollo de las
necesidades y capacidades en profundidad y extensión.
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que había que entender para saber convocar a la gente. También advertían
una tendencia al asistencialismo y dependencia de agentes externos para
emprender acciones de bien común. En este recuento de carencias que con-
figuran la pobreza económica, ubicaron en el campo de la escolaridad al
menos dos problemas: a) la baja calidad expresada en la falta de dedicación
de algunos maestros que no se preocupan por el aprendizaje de sus alumnos;
y b) la falta de respeto entre los alumnos, como factor de inhibición del pro-
ceso de aprendizaje de muchos de ellos. Otro de los problemas percibidos
fue la búsqueda de actividades lucrativas, más que las de vocación que no se
encontraban al alcance de la mayoría de los estudiantes de la zona.
En el tema de la educación también se recalcaron otros problemas, como
el que afrontan los padres de familia como resultado de su ausencia del ho-
gar por razones de trabajo; el hecho de que la escuela no genera actividades
extraescolares; el no haber oportunidades de formarse para la vida; y el ries-
go que implican distractores peligrosos como las pandillas y la televisión que
muchas veces acaparan el uso del tiempo libre.
Por otra parte, las capacidades que han sido expresamente limitadas y
que llevan a la pobreza económica conciernen a las propias de la cultura
maya. Al respecto, se reflexionó con preocupación sobre la pérdida del uso
de la lengua maya que se observa, a la vez que muchos residentes mantienen
una permanente vinculación con sus comunidades mayas de origen. Uno de
los participantes comentó:
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21 Siguiendo de nueva cuenta a Boltvinik (2007:78), “ser humano es ser natural activo, social y
consciente. Sólo puede satisfacer sus necesidades a través de su actividad vital, el trabajo[...]
Puesto que sin el trabajo el ser humano no es tal, éste se transforma en necesidad central. El
ser humano necesita su propia actividad. El ser humano necesita también de otras personas que
le benefician... no puede ser hombre como tal más que en su relación con los demás y a conse-
cuencia de esa relación. Por último, el ser humano es también un ser consciente, lo que entre
otras cosas quiere decir que su propia vida le es objeto. Por tanto, necesita saber y entender, es
decir, necesita información, conocimientos, ideas, marcos conceptuales, teorías o explicacio-
nes” (cursivas en el texto original).
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Conclusiones
El objetivo de “empoderamiento” de las personas de la colonia Emiliano Za-
pata Sur se ha logrado parcialmente, si entendemos por poder la capacidad
de actuar para causar efectos que alteren la realidad. “Un hombre o una mu-
jer tienen poder si tienen la capacidad de satisfacer sus deseos y cumplir sus
fines, cualesquiera que estos sean. Deseo de vida y temor a la muerte es el
principio originario, el más simple, de todas las acciones humanas. De allí
el afán de poder, para asegurar la preservación de la vida, poder para pro-
tegernos de la muerte” (Villoro, 2007:17). Esto se pone de manifiesto en los
proyectos que las familias de esta zona han puesto en marcha, a pesar de la
persistencia de la marginación y la pobreza ante el poco impacto de las polí-
ticas públicas diseñadas para revertirlas.
Por otro lado, las familias, en especial las que se adscriben como mayas,
desde el año 2001 han disentido de quienes se empecinan en marginarlos,
organizándose en torno a proyectos, definidos por ellos, que expresan resis-
tencia a la exclusión.[28] Estos últimos nueve años (2001-2010) de vigencia
de políticas públicas de combate a la pobreza en la EZS, muestran que, a la
vez que persisten la pobreza y la exclusión, también se está gestando una “vía
negativa hacia la justicia”, la que se refleja en los hechos, proyectos y acciones
en los que participa una parte creciente de la población que ha dicho “no”
a situaciones en las que prevalecen la falta de respeto a la dignidad, la falta
de libertad o la desigualdad (Villoro, 2007:28).[29] Así, ante la exclusión del
28 Villoro (2003:23) indica que la experiencia de sufrir una exclusión puede vivirse en una acepta-
ción pasiva del rechazo sufrido o discrepar de él. “A la humillación del excluido puede suceder
entonces la apreciación del rechazado por sí mismo frente al otro que lo rechaza”.
29 En la vía negativa hacia la justicia se identifican tres pasos: 1) Se parte de la experiencia de la
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acceso a los bienes y servicios materiales mínimos para sobrevivir como se-
res humanos independientes, este disenso opera como fundamentación de
la necesidad de la vigencia de los derechos humanos, económicos, sociales,
culturales y políticos en la zona. La justicia social de la no exclusión se torna
urgente.
En los diálogos sostenidos con las familias durante estos años se han
puesto de manifiesto sus potencialidades, con el reconocimiento de la diver-
sidad cultural. Esas potencialidades se revelan en los datos de la muestra de
dialogantes sobre las perspectivas del Desarrollo Humano Integral, corres-
pondientes al primer semestre de 2010. Con un número importante de fa-
milias mayas, este grupo expresa un consenso acerca de las acciones a futuro
que se sustentan en sus fuerzas esenciales humanas. Sin embargo, advierte
que para desarrollarlas es preciso que el Estado, respondiendo a la acción
ciudadana, genere verdadero progreso social.[30]
Con las políticas públicas aplicadas hasta hoy lo anterior no ha sido po-
sible. Para que la vía negativa a la justicia, que se observa en su segundo
estadio, pueda arribar al tercero y opere una justicia de la no exclusión, es
necesario modificar radicalmente las políticas públicas, en especial para las
regiones que, como la EZS, albergan una diversidad cultural que entraña
vías distintas hacia el bien común.
Es necesario que por el ejercicio de ciudadanía el Estado atienda las reco-
mendaciones del PNUD (2004) que, partiendo de la fuerte interdependencia
exclusión como conciencia de un daño sufrido. El daño puede aceptarse pasivamente, pero
también puede rechazarse con fundamento en razones. Entonces da lugar a un disenso razo-
nado; 2) El disenso razonado puede llevar a la controversia, pero también a una resistencia; 3)
Pero la exclusión ofrece también una posibilidad que conduzca de nuevo al reconocimiento del
otro (Villoro, 2007:17).
30 Para el florecimiento humano (Desarrollo Humano Integral), Boltvinik (2007:57) afirma que
también se requiere que “a través del trabajo o del amor, o mejor de los dos, la persona realice
lo que potencialmente es como ser humano, como ser que comparte la esencia de la especie:
su potencial de universalidad, de libertad, de creatividad, de conciencia. Sin embargo, durante
el largo periodo de la alienación, de la prevalencia de la división social espontánea del trabajo,
pueden coexistir la creciente universalidad del ‘ser humano’, es decir la multilateralidad social,
con la creciente unilateralidad de los individuos. Por tanto resulta necesario realizar la evalua-
ción tanto a nivel societal como individual[...] llamando progreso social al primero y desarrollo
de las fuerzas esenciales humanas al segundo.
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