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Profesorado de Educación Superior en Ciencias de la Educación

Unidad Curricular: Sujeto de la Educación Nivel Secundario.


4° Año 1° Div.
Docente: Prof. Susana Zerdá de Estigarribia 4° 1°
Residente: Maimó Milton Maximiliano
Fecha: 31/05/22
-Ciclo 202-

Presentación de la clase
En esta Clase, nos centraremos en el Eje 2 de nuestro programa de contenidos: La
adolescencia desde el contexto teórico, profundizando en la visión psicoanalítica.
Específicamente, tomaremos el tema “Pensamiento Adolescente”, como parte de caracterizar
al sujeto adolescente. Para ello, revisaremos un listado general que permitan caracterizar, una
forma de pensar subjetiva típica del adolescente, según podrán verlo en detalle en la
bibliografía obligatoria (Aberastury, 2004).
Si bien esta autora responde a la perspectiva psicoanalítica, la caracterización que realiza, no
se restringe a procesos psicodinámicos o inconscientes, sino que es muy descriptiva de un
conjunto de aspectos de la personalidad del adolescente, muy útil y –como ya lo notarán- muy
accesible a ser observado en la experiencia concreta del comportamiento típico adolescente.
Recordemos que, comprender la subjetividad adolescente es necesario y fundamental para la
convivencia escolar entre docentes y estudiantes, como también para el vínculo pedagógico
entre ellos. Por lo tanto, la identificación y comprensión de las distintas características que
estos autores nos brindan respecto de la adolescencia, les permitirá tener una comprensión
fundamental y a la vez panorámica de esta etapa del desarrollo.
.

Objetivos de aprendizaje
a) Apropiación activa de recursos teóricos que permitan caracterizar los rasgos generales
del pensamiento adolescente y, consecuentemente, del sujeto adolescente.
b) Reconocer el alcance de dicha caracterización para comprender distintas expresiones
del desarrollo integral en la adolescencia.

Contenidos
El marco teórico que trabajaremos en esta clase pertenece al libro “La adolescencia Normal”
de Arminda Aberastury y Mauricio knobel. Es un libro de 1970, de enfoque psicoanalítico,
que sus explicaciones teóricas sin embargo siguen teniendo vigencia en los estudios actuales
sobre el sujeto adolescente. En este libro se desarrolla la famosa hipótesis del “Síndrome
normal de la adolescencia”, fundamentando que muchas características de lo que podríamos
llamar –genéricamente- la personalidad adolescente, son “normales” en esa etapa del
desarrollo, es decir son típicas y necesarias para la constitución subjetiva en dicha etapa. Por
lo tanto, cobra fuerza la idea de que no se debe “psicopatologizar” al sujeto. En este sentido,
Anna Freud dice que es muy difícil definir el límite ente lo normal y lo patológico en la
adolescencia, y considera que, en realidad, toda la conmoción de este período de la vida
debe ser estimada como normal, señalando además que sería anormal la presencia de un
equilibrio estable durante el proceso adolescente.
En tal sentido, Aberasturi plantea: “…deliberadamente acepto la contradicción que significa
el asociar síndrome, que implica entidad clínica, con normalidad, que significaría estar fuera
de la patología. Sin embargo, el convivir social y nuestras estructuras institucionales, nos
hacen ver que las normas de conducta están establecidas, manejadas y regidas por los
individuos adultos de la sociedad” (Aberasturi, 2004:16). Algo similar a lo que se plantea,
salvando las distancias, con la colonización adulto céntrica de la infancia.
En consonancia con lo anterior, debemos tener en cuenta que, al aproximarnos a la
adolescencia en nuestro medio y con la objetividad necesaria implica, por supuesto,
considerar la situación actual del propio investigador (docente) y del objeto investigado
(adolescente), como un presente actual, reconociendo que tenemos un preconcepto que define
nuestro marco referencial teórico (forma de ver/interpretar al adolescente en este caso). Esto,
contribuirá a la correcta identificación, selección, diseño y aplicación de estrategias
pedagógico-didácticas que contribuyan de manera eficiente y eficaz al buen desarrollo del
adolescente.

Sintetizando, las siguientes características de la adolescencia, se consideran normales:

1) búsqueda de sí mismo y de la identidad;


2) tendencia grupal;
3) necesidad de intelectualizar y fantasear;
4) crisis religiosas que pueden ir desde el ateísmo más intransigente hasta el misticismo más
fervoroso;
5) desubicación temporal, en donde el pensamiento adquiere las características del
pensamiento primario;
6) evolución sexual manifiesta que va desde el autoerotismo hasta la heterosexualidad genital
adulta;
7) actitud social reivindicadora con tendencias anti o asociales de diversa intensidad;
8) contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta, dominada por la
acción, que constituye la forma de expresión conceptual más típica de este período de la vida;
9) una separación progresiva de los padres, y
10) constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo.
De este listado, podrán leer a continuación una resumida relación de cómo se concatenan
entre sí estas características.
La identidad, no es la misma a lo
largo de la vida (ni siquiera es
única en cada etapa del desarrollo,
sino múltiple). No obstante, uno de
los principales trabajos psíquicos
de la adolescencia es la
reconstrucción de la identidad, ya
que se vive una perdida muy
potente, la perdida de la identidad
(y del cuerpo) infantil, por eso por
ejemplo se da otra de las
características, la tendencia
grupal, dado que el perder
consistencia contenedora o
identificatoria el yo individual el sujeto se apoya, se refugia, se apuntala, en un yo grupal (esta
autora le llama “sobreidentificación masiva” que da seguridad en la uniformidad del grupo).
En este sentido también se incluyen los cambios de la maduración biológica de los cambios
corporales (y consecuentemente el trabajo de cambio del esquema corporal) hacia la madurez
sexual, es decir, hacia la heterosexualidad genital adulta, lo cual implica hacer entrar los
impulsos sexuales en el andamiaje e la cultura y en los esquemas de autorreconocimiento de
sí mismo (como del otro). Notarán la conexión lógica (y las explícitas referencias de
Aberasturi) entre este planteo y la etapa que estudiamos con la teoría de Erikson. Reparen en
que, al estar en plena “re-constitución” la identidad del sujeto, es dable que se den durante
esos años una evidente multiplicidad –tanto sucesiva como simultánea entre identidades
transitorias, ocasionales y circunstanciales.
La necesidad de intelectualizar y fantasear son recursos defensivos del pensamiento, es
decir, nos refugiamos en las fantasías cuando es muy difícil enfrentarse a los cambios de la
realidad, nos refugiamos en racionalizaciones e
intelectualizaciones (es decir en explicaciones coherentes para
uno mismo) cuando se nos hace muy difícil explicar lo que
sucede en la realidad. ¿A quién no le pasa esto, aunque ya no
sea un adolescente? Nos armamos “contenidos ideativos”, es
decir ideas y explicaciones sobre las cosas, que a cada uno “le
cierran mejor” aunque esto implique un pensar más cercano a
la fantasía que la objetividad de la realidad, sobre todo cuando
esta realidad es muy frustrante o angustiante, en una “huida al
mundo interior”.
En consonancia con éste punto referido en el párrafo anterior,
es que se dan adhesiones a sistemas ideológicos, políticos,
filosóficos, religiosos. En tal sentido se da, por ejemplo, la
crisis de las creencias religiosas (en la sociedad de hoy en
día ya han aparecido otras crisis, como ser la crisis de la familia por ejemplo o de la escuela,
de las que el adolescente puede recurrir para su pensamiento crítico y a la vez
intelectualizador y absolutista.
La adhesión fervorosa a sistemas de pensamiento (creencias o ideologías de cualquier tipo
ejemplo: veganismo, esoterismo, clubs de fans músicos u otros influencers) responden a la
necesidad de acompañar la constitución de la identidad, al decir de Aberasturi de hacer
“identificaciones proyectivas”, es decir de proyectarse a sí mismo en algo externo (una
ideología, un símbolo, una corriente artística, intelectual, religiosa o lo que fuera) y decir “yo
soy eso”, es decir, identificarse. En esta línea, se va dando el trabajo psíquico de constituir
referencias ideológicas, morales y éticas (lo bueno y lo malo), estéticas (lo bello y lo feo),
axiológicas o de escala de valores (lo aceptable y lo condenable), etc.

En estos casos, como nexo significativo, se ajustan los contenidos, estrategias y


actividades que brinden información fehaciente y evidencia concreta que contribuya al
reconocimiento de las pautas de adaptación al medio, y que no significa sometimiento al
mismo, sino más bien la capacidad de utilizar los dispositivos existentes para el logro de
las satisfacciones básicas del individuo.

Respecto de la desubicación temporal, encontrarán que la autora dice “El adolescente


parecería vivir en proceso primario con respecto a lo temporal” (Op.cit, p.29), esto significa
–a groso modo- que viven como si el tiempo cronológico no existiera, como si el tiempo
objetivo de la realidad social no fuera tal, como si el tiempo fuera radicalmente subjetivo,
según la vivencia de cada uno, dice la autora “Las urgencias son enormes y a veces las
postergaciones son aparentemente irracionales”. Esto responde a etapas más primitivas de la
constitución de la personalidad (que esta refiere con el término “psicóticas”), donde
“primitivo” quiere decir que no está regido por las leyes de la racionalidad intersubjetiva sino
de una pura, excesiva y radical subjetividad, por decirlo así. Esta característica de la
dimensión temporal expresa la ambigüedad –y dificultad- del adolescente para discriminar el
pasado, presente y futuro.
El conocimiento de sí mismo (recuerden que se está reconfigurando su identidad) requiere
incluir un conocimiento de lo temporal, que ordene el antes, el ahora y el después en un ciclo
vital, en un proyecto e historia de vida, en la cual incluirse y reconocerse a sí mismo como
sujeto. No es fácil, ni es de un día para el otro. En este punto es oportuno incluir el duelo por
la infancia, por el cuerpo infantil, por la identidad infantil: ¿Esa identidad infantil es del
antes o del ahora?, es común encontrar ambigüedades en el comportamiento adolescente, en
este sentido, una mezcla de actitudes de lo “infantojuvenil” mezclado, o conflictivamente
articulado. El cuerpo infantil es del antes, pero en el ahora todavía la nueva identidad está
configurándose.
El pasaje del autoerotismo hasta la heterosexualidad genital adulta. La adolescencia está
marcada por una “metamorfosis corporal” con grandes efectos psíquicos.
Al ir aceptando paulatinamente su genitalidad, la evolución sexual obviamente incluye la
maduración genital y los cambios biológicos de la pubertad, con la elección de parejas
sexuales que no necesariamente se incluyen en un proyecto vital mayor de lazo amoroso o de
pareja estable de mayor intimidad o vínculo afectivo duradero. Incluso, puede haber
curiosidades u ocasionales experiencias sexuales homosexuales (Aberastury, 2004:38).
También se observa el enamoramiento, fenómeno emocional que puede cobrar particular
intensidad, dado el descubrimiento de la vida amorosa de pareja y sexual acompañado de un
proceso todavía en curso de reconstrucción de la identidad, del yo, del sí mismo,
condimentado por otros rasgos típicos del adolescente que se depositan y aparecen
fuertemente en la vida amorosa, como ser la idealización (por ejemplo de una pareja), la
ideación o refugio en la fantasía (por ejemplo las fantasías de encontrar la media naranja
propia del enamoramiento), etc.
Cuando el texto habla de “fantasías edípicas” refiere, por decirlo resumidamente, que en la
elección de pareja amorosa hay una fuerte vinculación (por semejanza, por diferenciación,
etc.) con las figuras parentales.
Por ello, cobra suma importancia la figura del adulto, las figuras parentales reales y también
la de otros adultos relevantes en los vínculos cotidianos del adolescente, como ser los
docentes de la escuela.
En tal sentido, pueden haber identificaciones e idealizaciones, pero también rivalidades e
incluso formas de agresividad o de “actitudes combativas y reivindicatorias”, las cuales –si
no transgreden las normas sociales o de convivencia, lo que el texto refiere con la referencia
al “super-yo”) deben ser atendidas, contenidas, comprendidas por parte de los adultos, ya sean
padres o docentes. Por ejemplo, se sobrevalorarán aspectos positivos o se "sobre criticarán"
aspectos negativos que el joven pueda ver en los adultos, siendo todo esto normal o esperable
y necesario, ya que los adultos del medio social del joven le proveen “nuevas posibilidades de
identificación” (op.cit, p.41).
Esto también despierta por parte de los adultos angustias, temores y ansiedades frente al
crecimiento adolescente, incluso rivalidades y celos en respuesta a las provocaciones o
actitudes reivindicativas de los jóvenes (op.cit, p.41) ya que “la adolescencia es recibida *por
los adultos+ predominantemente en forma hostil” (op.cit. p.42), o incluso “cruel”.
Para el joven, esto se enmarca en el
duelo por la pérdida de los padres de
la infancia (op. cit, p.72) es decir que se
“va abandonando paulatina y
dificultosamente” la relación infantil de
dependencia para con los padres.
Noten que lo antedicho forma parte muy
fuertemente de una separación
progresiva de los padres. El
adolescente no podrá conformar una
identidad si no se “separa”, es decir si
no encuentra nuevas figuras sociales en el mundo adulto de donde obtener referencias de
nuevos roles para identificarse y construir su identidad. Dice la autora (2004:47) “es así como
aparecen relaciones fantaseadas con maestros, héroes reales e imaginarios, compañeros
mayores, que adquieren características parentales”
Volviendo al tema de la “metamorfosis corporal” dada por la irrupción de la sexualidad
genital, debemos señalar que el ejercicio de la sexualidad (ya sea masturbatoria, fantaseada,
curiosidad sexual o de manera genital parcial o total con una pareja) supone e implica
fuertemente el duelo por el cuerpo infantil (op.cit. p.70) en el marco del proceso de
construcción de una nueva identidad. El duelo del cuerpo infantil, dado por la maduración
sexual, conlleva una necesidad de modificación del esquema corporal, es decir la imagen con
la cual uno se ve a sí mismo, como percibe su propio cuerpo (como se imaginarán, puede
haber distorsiones fuertes del esquema corporal).
Abandonar el cuerpo infantil y los padres
de la infancia va de la mano con el duelo
por la identidad y el rol infantil, (op. cit.
p.71), vale la cita “en la adolescencia hay
una confusión de roles, ya que al no poder
mantener la dependencia infantil y al no
poder asumir la independencia adulta, el
sujeto sufre un fracaso de
personificación”. Allí donde el niño acepta
su dependencia y heteronomía, el
adolescente se embarca en un proyecto
vital de reconfiguración de la identidad.
La sexualidad irrumpe sobre el individuo y “el cuerpo es algo externo y ajeno a sí mismo”
(Aberastury, 2004:37). Es importante la aceptación de los adultos tanto de los cambios
corporales como de la búsqueda de identidad que hace el adolescente.
Frente al mundo adulto, frente a las restricciones que la sociedad le impone a la vida
adolescente, se da un fenómeno de subcultura adolescente que se caracteriza por una actitud
social reivindicatoria, la cual está conectada con otra de las características ya referidas: la
tendencia grupal.
Esto retoma lo que más arriba hablábamos sobre la relación del adolescente con los adultos.
En su proceso de reconfiguración de la identidad, el adolescente toma de los adultos, y de la
sociedad en general, ideales que persigue, pero a la vez y con la misma fuerza toma aspectos
que cuestiona de manera desafiante, en una tensión entre reproducción y modificación de
pautas sociales y de roles y figuras de los adultos. El joven es cuestionador, pero a la vez
carga una “lógica reivindicacionista” que la sociedad necesita para un futuro mejor. Noten
que también señala la autora (p.44) que una aventura también puede ser “patológicamente
reivindicatoria”, es decir, no siempre es bueno.
Como podrán notar, esta actitud reivindicatoria (de cuestionamiento y cambio, el sentimiento
místico o mesiánico de cambio social, de modificación de estructuras) propia del adolescente,
Aberastury la refiere frente a un mundo adulto que ya no es “que antes era una lo adultez
serena… y que hoy no puede ser más que una inestabilidad” (op.cit. p.44). Si esto lo decía
esta autora al inicio de los años ´70, hoy en día el mundo adulto lo sigue siendo, y más.
Noten que, en el marco de un proceso de reconfiguración de la identidad, “el adolescente no
puede mantener una línea de conducta rígida, permanente y absoluta” y por eso se dan
contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta.
En la adolescencia el pensamiento va completamente de la mano de la acción, por eso las
fluctuaciones o ambigüedades o cambios en el pensar o sentir lábil (cambiante, de la mano de
constantes fluctuaciones del humor) se expresan en paralelo con los cambios de conducta, por
eso no nos deben sorprender esos cambios abruptos o incluso contradictorios, ya que serían
parte de la “normal anormalidad” de la adolescencia. Estos cambios son propios de la etapa,
y destaca la autora que somos los adultos quienes tenemos dificultades para tolerar las
fluctuaciones adolescentes, sus identidades ocasionales, transitorias, circunstanciales. No
debemos pedirles o exigirles la estabilidad o coherencia de identidad que sería propia de la
etapa adulta, ya que todavía están en proceso de reconstruirla.

Actividades de aprendizaje
Realizar una lectura comprensiva de la bibliografía obligatoria de la autora Aberasturi,
orientada a poder responder la siguiente tarea:
a. Identificar y describir características del pensamiento adolescente planteado por
Aberasturi y Knobel.
b. Teniendo en cuenta las diez características del pensamiento adolescente y los tres
duelos del adolescente que plantea Aberasturi Y Knobel: ¿Cuáles de las características
del adolescente usted considera que tienen especial relación entre sí?, ¿Por qué?
Tengan en cuenta que les será de ayuda realizar estas actividades de aprendizaje en proceso,
ya que son conducentes y forman parte de la elaboración de el Trabajo Práctico N°2.

Criterios de Evaluación
 Capacidad de síntesis.
 Pertinencia de las respuestas al marco teórico y a lo solicitado en la consigna.
 Capacidad de relación conceptual y reflexiva.
 Manejo del vocabulario técnico.
 Responsabilidad en el desarrollo de las actividades.

Bibliografía:
 Aberastury, A; Knobel, M. La adolescencia normal: un enfoque psicoanalítico.
México: Paidós Educador. Cap. 2, pp. 16-50
Complementaria:
 Aberastury,Arminda y Knobel,M. “La adolescencia normal. Un enfoque
psicoanalítico”. México, Paidós Educador, 2004, Cap. 2, pp. 33-50

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