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Elementos para una epistemología de Elementos para una epistemología de lo adolescente adolescente

Introducción:

Sobre etimologías y semánticas:

Epistemología, es una palabra que proviene del griego: episteme,

"conocimiento", y logos, "teoría", es una rama de la filosofía cuyo objeto de estudio es

el conocimiento científico. Trataremos de abordar, en este capitulo, elementos que dan

fundamento al conocimiento forjado por el psicoanálisis acerca de lo adolescente.

El vocablo adolescencia, proviene del Latín, y es el participio presente del verbo

adulescens, o sea “adolescere”. Cuyo significado es, “crecer”1. En cambio Adolecer (sin

la s), significa padecer, sufrir, está asociado al dolor y la enfermedad, no al crecimiento

ni a la salud. Entonces, adolescencia no reduciéndonos al sentido “sufrir”, sino, que

vamos a priorizar el “crecer”. Lo que ocurre, es que todo crecimiento implica, en cierto

modo, que no se crece sin dolor debido a las renuncias y pérdidas que están implicadas.

Entonces, adolescencia, crecer y salud, ¿Cómo es crecer en la salud?, y también

nos preguntamos: ¿Se puede crecer en la patología? ¿Como es el proceso adolescente

saludable y ¿Cómo es el patológico?

Es que, en el predominio del adolecer (sin s), pensamos en un sujeto que está

padeciendo, que se halla sin poder movilizar sus recursos para salir del sufrimiento que

lo aqueja. En el adolescer-crecer, en cambio, estamos pensando en un sujeto que posee

iniciativas y atraviesa experiencias activamente. En este sentido, al referimos a lo

adolescente como proceso saludable pensaremos al “ser en interacción dinámica tanto

con su interior y como con el medio externo”2

.Una de las cuestiones que se nos plantea es que el crecimiento, conlleva el logro

de cierta autonomía, involucra particularmente el trabajo psíquico referido al

desasimiento de los padres. Desprendimiento que S. Freud (1911) califica como una de

las tareas más dolorosas del ser humano. Lo plantea, incluso, como tarea del hijo ese

desasimiento. Ese renunciar y soltarse de la relación de dependencia que, así, lo

posiciona, con relación a su familia, como niño dependiente del adulto. Postula,

radicalmente, que es la independencia originariamente de la figura materna y


posteriormente del conjunto de los padres, la que lleva implicada una verdadera

reestructuración psíquica. O sea, que cuando pensamos en lo adolescente, pensamos en

un proceso de transición en marcha hacia una reestructuración, una transformación

psíquica, aunque no conclusiva de la subjetividad. Empuja ésta transición, una profunda

reformulación intrapsiquica ligada al arribo de la libido genital, su incidencia, es una

conmoción en la dinámica interna, intrapsiquica, somato-psíquicos, y asimismo con el

medio externo, en el campo de lo intersubjetivo, en tanto se erotiza genitalmente lo

vincular.

Simultáneamente a los estudios freudianos, el estudio sobre lo adolescente fue

estudiado por un psicólogo llamado Stanley Hall, hacia finales del siglo pasado. Quién

habiendo recibido la impronta de Ch. Darwin (“Padre del Evolucionismo”), describió y

estudió la adolescencia en Estados Unidos, postulo así que la misma se generaba junto a

la pubertad, sin diferenciar el proceso somato-puberal del proceso adolescente en su

conjunto. Desde esta perspectiva biopsiquica, planteó que la adolescencia ya estaba

inscripta en el programa genético.

Pocos años después, otros estudios se preguntaron si la adolescencia es

universal, así surge desde la antropología una investigadora, Margaret Mead, que

durante varios años observó e investigó a la adolescencia en la isla de Samoa, reveló

que aquello descrito en Estados Unidos, no existía en la isla. Sus observaciones y

conclusiones barren con la hipótesis de S. Hall como fenómeno universal inscripto en la genética
humana.

1 Las derivaciones y deslizamientos etimológicos se pueden seguir mas detalladamente en el trabajo de

Cordova N. “La primavera del significante” . “Entre niños adolescentes y funciones parentales.

Psicoanálisis e interdisciplinar”. Ed. Entreideas, Bs As. 2010.

2 Para esta concepción del sujeto saludable seguiremos el trabajo: “Salud y transicionalidad, dos

categorías winnicotianas”. Duek D. 2008

Es decir, comprobó el importante valor del influjo cultural. En

algunas sociedades podrían tener lugar determinados comportamientos psicológicos,

que, desde la antropología y sociología se puede atribuir a la diversidad socio-cultural.


Los enfoques evolucionista, psicoanalítico y sociocultural abren la polémica e intentan

definir un proceso de difícil de aprehensión…

II- Definiciones, conceptualización, elementos epistemológicos:

Para nosotros lo adolescente: es un proceso subjetivo que ocurre en el tiempo y

en el espacio, por el cual el sujeto es capaz de vivenciar experiencias que desordenan

su subjetividad:

1º- Experiencias en relación a la transformación del cuerpo.

2º- Experiencias que resignifican la historia, la temporalidad presente y futura.

3º- Experiencias conmocionantes con relación a la vivencia de muerte.

4ª- Experiencias psíquicas reestructuradoras concernientes al campo vincular.

Las experiencias en relación a las transformaciones del cuerpo: Es el cuerpo que

se transforma, en la dimensión biológica, es innegable que lo puberal-adolescente,

implica grandes transformaciones biológicas. Tal transformación del cuerpo abarca,

asimismo, la dimensión que llamamos erógena, es un cuerpo erogenizado, el cuerpo

pulsional. Un cuerpo, que ya no se corresponde en continuidad con la biología sino que

es el cuerpo del amor y del odio, de las pasiones, del erotismo y las pulsiones. En la

base de la totalidad de este proceso de transformaciones esta la impronta de la

genitalización de la sexualidad, proceso inaugural, específico, de lo puberaladolescente.

Estas transformaciones del cuerpo, que desordenan el status quo del yo, abarcan

entonces a) lo biológico en si mismo; b) el cuerpo en tanto erógeno, y por último c) lo

representacional, o sea, cómo el sujeto representa su propio cuerpo, su “imagen

corporal” junto a la valoración de la misma. Entonces, el cuerpo como este conjunto

tridimensional que va a posibilitarle al sujeto a partir de esta base, no olvidemos que el

yo es ante todo, “yo-cuerpo”ii S. Freud (1923), reconocer o no su mismidad (eso es,

como potencialidad), es decir, que es el sujeto para sí mismo.

Nos introducimos, así, en la temática del si-mismo que se refiere a la identidad,

ese “quien soy” que se puede lograr en la adolescencia, en tanto hay un sujeto que

experimenta vivencias en el vector del yo-cuerpo. Esta mismidad, insistimos, esta

asentada en la experiencia del yo con su propio cuerpo y conmovida por sus


transformaciones. Entonces, la identidad como logro a partir de la interacción del yo

con las experiencias del cuerpo genitalizado, identidad entramada a la sexualidad, al

cuerpo erógeno-afectivo y que nos posibilitara pensar el “si mismo” a partir de su

sexuación. ¡Cuanto ocupa al adolescente que desea, quien es, quien será!

La siguiente serie de experiencias subjetivas propias del proceso adolescente, las

precisamos con relación a la historia y su temporalidad: El adolescente se pregunta

quién era y quién es ahora, de dónde proviene, a dónde va. Ésta idea de historizarse nos

llega desde el psicoanálisis a partir de S. Freud y de la mano de una formidable

psicoanalista, Piera Aulagnier y también recientemente en nuestro país con Janine

Puget, quien trabaja el concepto de historización complejizándolo desde la perspectiva

de la vincularidad.

Vamos a ir desplegando con P. Aulagnier, que es “Construir-se un pasado” y

veremos que este proceso de historización en la adolescencia, se va construyendo no

solo respecto de su “auto-historización” sino también en el encuentro con el otro.

Planteamos “historizar” dado que esperamos, en la salud, que el adolescente se apropie

de su propia historia, a diferencia del niño, quien entrega tal actividad a los designios de

los adultos. Pensamos que es imposible deslindar la “auto-historización” de la

dimensión de relaciones y vínculos (4º serie de experiencias) y de las importantes

transformaciones que el proceso puberal-adolescente abre respecto del campo de lo

intersubjetivo.

Con respecto a los procesos ligados a su temporalidad, queremos señalar que nos

referimos al pasado tanto como al devenir presente y al futuro, adónde anhela llegar,

cómo desea realizarse. El proceso puberal-adolescente da lugar, en tanto apertura

saludable, a un proceso elaborativo del pasado (aún a su pasado remoto,

intergeneracional), “temporalización” que ancla productivamente en el presente y se

puede proyectar hacia el futuro, a sus proyectos futuros.

En la 3º serie de experiencias, hallamos las vivencias del adolescente con

relación a la muerte: Una pionera del psicoanálisis en la Argentina, Arminda Aberasturi,

con influencia de la Escuela Inglesa de Psicoanálisis, planteaba que en el proceso


adolescente, la labor fundamental es elaborar los duelos: especialmente el trabajo del

duelo por el cuerpo infantil, perdido de la infancia. También, postulaba que el

adolescente debe atravesar y aceptar la renuncia de la seguridad de la familia en su

niñez, esto es un proceso en relación a la pérdida y es, en cierto modo, una renuncia

equivalente a la muerte de lo infantil en su conjunto. Muerte del niño y de sus cenizas

nace lo puberal-adolescente. La fantasía y el temor a la muerte, tan notable en la clínica,

toma en esta labor un autentico fundamento. Sin embargo, el púber-adolescente ya no

sólo posee la capacidad mental para fantasear con la muerte, el púber-adolescente tiene

a partir de su desarrollo fuerza para matar realmente.

D. Winnicott, planteo que hay un cambio en la adolescencia que consiste en el

pasaje de la fantasía de muerte a la fantasía de asesinato. El adolescente tiene impulsos

destructivos descargados en el mundo real, ahora rivaliza intensamente con los pares,

pero, también y primordialmente rivaliza con el padre, madre, hermanos. En la

adolescencia, el fenómeno de la experiencia de muerte, también puede estar al borde de

la actuación. Esto se debe a que el lugar del juego y la imaginación queda fuertemente

desplazado a la acción, la dramatización y la actuación. La acción es un lenguaje, un

código y un modo de vivir, se vuelca vorazmente a las experiencias “ensayo-error”. A la

necesidad de vivenciar se le adiciona el impulso a probar su nuevo cuerpo, sus límites,

su nueva psique. Es que el mundo de las sensaciones, de dolor y de placer, de amor y de

odio que se poseían hasta ese momento, ha cambiado, hay en marcha una reformulación

psíquica profunda y estructural. Ahora, esta envuelto en un desorden, sin conocer su

destino final.

Notemos que este recorrido nos va llevando a pensar a la adolescencia no

simplemente como una etapa de la vida, un período que se define cronológicamente a

partir de sus limites, o sea, “antes” está la niñez, y posteriormente la adultez, sino, que

lo estamos definiendo a partir de su centro, de su núcleo, lo específico de la experiencia

adolescente, lo adolescente. Esto, sin embargo, no quiere decir que no sea un período de

transicióniii...D. Winnicott, menciona que la adolescencia es una etapa de transición de

la niñez a la adultez. Pero, esta forma de pensar de Winnicott la idea de transición, no


es lo que llamamos simplemente como una etapa de cambio, este autor tiene una

consideración y una conceptualización muy diferente de lo que es la transición y la

transicionalidad. Podríamos afirmar (parafraseando a Winnicott3) que lo adolescente no

es ni infantil ni adulto, aunque paradojalmente, contiene ambos, tampoco pasado ni

presente, aunque los abarca, proyectándose hacia el futuro. Sabemos que toda

transición, es una etapa potencial de mutación, metamorfosis que Françoise Dolto4

compara con la que sucede con las langostas y los caracoles, estos se esconden, porque

en esa etapa de formación (…del caparazón), es un momento de mayor fragilidad, algo

semejante ocurre con el sujeto, así considerada como etapa de gran fragilidad.

III- Otros aportes del Psicoanálisis:

Nos hemos referido al modelo epistemológico del evolucionismo, que trabajado

comparativamente con el psicoanálisis, se ha podido seguir en el capitulo del Prof.

Grassi en esta misma esta ficha.

Vamos a profundizar en el modelo epistemológico de la teoría psicoanalítica,

fundado por Freud, a partir del cual vamos a sustentarnos y apuntalar nuestras ideas.

Como es sabido S. Freud era un estudioso de las ciencias del siglo pasado y del

comienzo del 1900 en adelante, que cuestionó y reformuló muy precozmente esa

predeterminación de las ciencias biológicas propias del evolucionismo. Hizo un

interesante desarrollo al construir la hipótesis de la causación de ciertos trastornos de las

funciones fisiológicas que no estarían necesariamente determinados por la biología.

Estos estudios son muy iniciales en la teoría psicoanalítica y abordaban a partir de su

clínica: la histeria, la neurastenia, la neurosis actual y la neurosis de angustia. Entonces,

descubrió que había funciones fisiológicas perturbadas en las cuales no había ningún

tipo de causación física al respecto sino que hay múltiples redes asociativas de

causaciones sintomáticas. Freud nos reveló tempranamente esta alquimia humana,

complejidad que investigó, apartándose así del modelo científico de su época, para

mostrar esas peculiares relaciones entre lo físico y lo psicológico, fundamento del

psicoanálisis…

Entonces, con Freud, junto a Winnicott y Piera Aulagnier, entre otros, una idea
nuclear con la cual vamos a trabajar a partir del modelo psicoanalítico, es la de

integración psicosomática, no solo desde lo patológico, sino fundamentalmente desde el

punto de vista de la salud. Tanto Freud como Winnicott trabajaron y definieron su

concepción de “salud”. Winnicott conceptualizo que un paso fundamental para el logro

de la misma es la integración psico-somática y también la integración del individuo al

medio ambiente y a lo cultural en general. Pensar en esta articulación, subjetividad y

cultura, implica lo adolescente como “construcción cultural”.


3.- Para D. Winnicott: el objeto transicional no es ni interno ni externo…( Realidad y juego)

4.- F. Dolto en la “Causa de los Adolescentes” se refiere a la “Inopia” la debilidad del adolescente. “Los

bogavantes y langostas que pierden su caparazón y se ocultan hasta reemplazarla, si mientras tanto

reciben golpes, quedan heridos para siempre. Su caparazón recubrirá sus heridas pero no las borrará”.

Notemos, en este sentido, la importancia de la impronta social, y como resaltan

los vínculos con nuevos grupos de pares, la formación de bandas, las tribus urbanas,

nuevos espacios, mas allá de lo familiar, en los cuales la subjetividad adolescente

explora la realización de sus propios deseos afectivos (amigos, pareja), sexuales,

laborales y vocacionales. Lo adolescente procura la proyección de sus objetivos

compartiendo con nuevos grupos de pertenencia y de referencia. Tales interacciones

sellan lo adolescente y le imprimen el tatuaje epocal (4° serie de experiencias al que se

hizo referencia en el punto II).

Otro concepto de gran importancia para estudiar diferencialmente lo

adolescente, es el concepto de pulsión genital (nos referiremos a ello con mayor

detenimiento más adelante) y más recientemente el concepto de vincularidad. Estos

aportes previos y actuales del psicoanálisis, cuestionan el modelo del sujeto cerrado, no

podemos pensar desde la psicología en un sujeto aislado. El ser humano debe su

condición específicamente humana a su indefensión originaria que lo torna dependiente

del otro e inserto en la vincularidad6. La vida pulsional y la dimensión vincular se

hallan entramados desde el origen sin discernirse, apuntalándose indisolublemente…

Ya en la teoría psicoanalítica creada por Freud nos serviremos de dos aportes

epistemológicos fundamentales para el abordaje de lo adolescente: el 1º concepto es el


de Series complementariasiv. Laplanche y Pontalis (1971), en su “Diccionario” mencionan que est

e “término es utilizado por él para explicar la etiología de las neurosis

y superar la alternativa que obligaría a elegir entre factores endógenos o exógenos, estos

factores son complementarios”v, un factor es más débil si el otro es más fuerte y

viceversa.

Las series freudianas son dos, complementarias, e intentan dar cuenta de la

constitución psíquica. En la primera hallamos el vivenciar sexual prehistórico, que se

refiere a las vivencias y fantasías comunes a toda la especie: Las fantasías de seducción,

de retorno al vientre materno, la fantasía de castración, el temor a la castración y

también la fantasía de la escena originaria, o sea, cómo nos hicieron nuestros padres. Se

complementa con el vivenciar del niño, sintetizando: Vivenciar sexual prehistórico más

el vivenciar infantil, forman la 1º serie complementaria.

Es decir, que si cada sujeto tiene vivencias comunes a la especie, van a existir

luego experiencias vividas en la infancia que van a interactuar, a complementar y

seguramente a suplementar lo anterior. De este proceso resultara cierta predisposición

a la fijación libidinal. Tal fijación se refiere a los momentos en que el sujeto se detiene,

en que se estanca en el desarrollo psicosexual, y sabemos que esta tendencia a la

fijación libidinal suele crearse por exceso o por carencia de interacción apropiada.

Esta predisposición a la fijación libidinal, va a formar junto a las vivencias

accidentales traumáticas, una 2º serie complementaria. Lo que traemos desde el origen

queda, así, interpelado por las vivencias infantiles y por las vivencias accidentales

traumáticas, que pueden potenciar o modificar aquello que traemos. Es por esto que no

pensamos simplemente (ni Freud lo pensó), en un determinismo originario. Sino en un

continente psíquico ampliado hacia lo inconsciente y hacia lo vincular.

5.- Los “Habitus” ( D. O. Mendive, 2010) son un interesante ensayo sobre tal integración y que aborda las tribus urbanas
contemporáneas como marca indeleble de la cultura enraizada en el psiquismo.

6.- El concepto de vincularidad es estudiado por Berenstein I, 2002. En Actualizaciones en psicoanálisis

vincular (APdeBA). Cáp. Teoría Vincular y Psicoanálisis.

El psicoanálisis freudiano consideró al psiquismo abierto, en tanto la realidad y las vivencias


intersubjetivas alteran el registro psíquico inscrito previamente. Es por ello que el

método psicoanalítico considera el vínculo paciente-analista (intersubjetividad) y la

instalación de la enfermedad (en tanto transferencia) en el tratamiento como motor del

potencial cambio psíquico hacia la salud.

Al considerar la 2º serie complementaria, sabemos que temporalmente puede

ocurrir en el período de la adolescencia, dado que lo puberal y adolescente, es un

vivenciar traumático, en tanto empuje pulsional, que va a trastornar tanto las relaciones

de acople entre el cuerpo y la psique, como la dinámica intrapsíquicas que existía

previamente. Cuando hablamos de empuje pulsional, pensamos en la “genitalización”

de la sexualidad como experiencia inherente al proceso puberal adolescente. Esto quiere

decir, que habrá cierta alteración vital fuertemente influenciada por las experiencias

sexuales. Como notamos en este modelo, la causa y el efecto desaparecieron, porque

quedan relativizados en la dinámica de las series complementarias.

El psicoanálisis cuestiona la idea de la linealidad causa-efecto y temporalidad

lineal, la idea de que algo está en su origen predeterminando y que se va a desarrollar

necesariamente de un modo. En enlace con tales ideas otro aporte: la noción de

“resignificación VI”, también llamado por Freud “apré coup” VI. El padre del

psicoanálisis pensaba, que el psiquismo se va formando por estratificaciones sucesivas.

Diferentes modos en que se va formando el psiquismo, diversidad de huellas psíquicas,

que no son solamente las huellas de las palabras, sino múltiples registros perceptivos

que se inscriben en el psiquismo. Experiencias que se van dividiendo en el psiquismo y

van formando estratificaciones sucesivas. Ésta estratificación sucesiva, como dice

Freud, de tiempo en tiempo, se van retranscribiendo, se van traduciendo, hay una

traducción de las inscripciones, según lo que se va viviendo en cada etapa de la vida

vi. Este apré coup, noción temprana, que se tradujo al español como

“resignificación”, porque se trata de retranscripciones psíquicas que ocurren de tiempo

en tiempo. Plantea que en determinados procesos hay experiencias que se van a

resignificar, es decir, por ejemplo en el proceso puberal adolescente se van a resignificar

experiencias que ya acontecidas en el pasado, por ejemplo en la infancia y así, darles un


carácter que no tenían previamente. Es decir, se está formando psiquismo y no solo a

partir del origen, sino también a partir del a posteriori. Algo se puede volver

traumático, no en le momento que ocurrió, sino después…por la significación a

posteriori, por la capacidad del psiquismo de realizar esta traducción significante.

El trauma no queda registrado psíquicamente como un acontecimiento

significante que ocurrió anteriormente, sino que aquella experiencia queda redefinida a

partir de la resignificación, del aposteriori, que se hace con las huellas que quedaron del

psiquismo. Es por esto que en la adolescencia se producen nuevos registros psíquicos.

En el caso de Freud la clínica le mostraba recuerdos de histéricas vivenciando un abuso

sexual y él se preguntaba ¿tantas fueron abusadas, es así? Ahí hizo un salto teórico, o

sea, considero que no se trataba de un acontecimiento vivido de hecho, sino que fue un

acontecimiento vivenciado subjetivamente por el sujeto. Lo psíquico como realidad

subjetiva, no realidad material.

Cada vez, que algo se hace traumático, algo como el abuso sexual fantaseado, el

sujeto se defiende y ¿cómo se defiende? Reprimiendo. Olvidando y también, entre otras

formas, se defiende anestesiando una parte del cuerpo, eso es la clínica de la represión

en la teoría psicoanalítica., la teoría de la represión psíquica implica una articulación

psicofísica.

El método psicoterapéutico del psicoanálisis permitió revelar un lugar

fundamental a la historización como motor de curación, y también, a la historización

como función psíquica productora de identidad ¿Cómo crea el sujeto su propia historia,

y, cómo se hace constructor, a partir de allí, de un proyecto futuro?; ¿Cómo forja un

proyecto identificatorio, un proyecto de ser y de identidad? O sea, pensar en la

historización del adolescente, implica pensar al sujeto como creador de su propia

historia, por que en la niñez aún le dejamos a mamá, papa y sustitutos la memoria, sería

un memorizar con tutoría, una biografía de co-autoría. El sujeto saludable en el proceso

puberal-adolescente, se hace su propio autor, si bien integra es su propio constructor,

no delega en los adultos, quien es él mismo…

Aceptar este trabajo de elaboración entre lo que se suponía que era el sujeto y lo
que ahora siente que es, sostener esta autoorganización, ésta “miss en scène” de la

memoria propia del sujeto, es un trabajo fundamental del adolescente. No solo consiste

en la diferencia de lo que era y lo que es, también, ese trabajo de poner en historia y

poner en memoria, le dará sustento a lo que tiene en común ese niño y con ese

adolescente. O sea, que hay un continuum que tiene que ver con ese recorrido del

presente al pasado, que define la mismidad del sujeto, si mismo como culminación de un

proceso saludable de crecimiento. Se hace ineludible, referirnos a lo adolescente como

un proceso que da lugar al si mismo, y paradójicamente, también, a la diferenciación,

dado que es un momento de separación, un momento de re-nacimiento, una posibilidad

de re-orientación de la vida.

Pensar en lo que implica todo este procesamiento y en lo facilitado o en lo

obstaculizado que puede estar desde el punto de vista del contexto social, vamos a ver

que hay sociedades que facilitan este pasaje. Ustedes saben que en las sociedades

primitivas el momento de la adolescencia, es un momento de ritos iniciáticos, lapso

donde el sujeto se hacía guerrero, el sujeto deja al niño y se integra al mundo adulto.

Pasa de lo familiar a lo social y eso estaba bien delineado, marcado con un rito de

iniciación. En las sociedades occidentales actuales esto se ha perdido, no existen esos

ritos de iniciación, como en las sociedades primitivas. La antropología, la historia y la

sociología profundizan tales investigaciones y nos aportan enfoques enriquecedores.

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