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PSICOTERAPIA.

Características que debe tener un terapeuta.


 Un psicoterapeuta no juzga: Cuando un paciente se abre a ti para relatar sus
problemas no debemos juzgarlos, sino tratar de sumergirnos en su persona para
entenderlos desde su punto de vista, pero también desde el nuestro. Podemos tener
una opinión distinta de la suya en muchos aspectos, pero esto no quiere decir que
tengamos que imponerla
 Un psicoterapeuta es paciente: Los tiempos en una terapia psicológica son
importantes. Cuando hacemos la planificación de la intervención en terapia
marcamos unos objetivos a corto, medio y largo plazo en caso necesario.
 Un psicoterapeuta es accesible: El psicólogo debe ser una persona con la que
sentirse cómodo y a gusto. Esto ayuda a que el paciente pueda abrirse con mayor
tranquilidad al exponer sus problemas y preocupaciones.
 Un psicoterapeuta sabe escuchar y comunicar: Un cirujano se vale de sus
instrumentos para operar y el mecánico de sus herramientas. Los psicoterapeutas
nos valemos de la palabra, nuestro oído (oído terapéutico) y nuestros silencios para
comprender y ayudar al otro.
 Un psicoterapeuta es auténtico: La RAE define auténtico como “Consecuente
consigo mismo, que se muestra tal y como es”. Es importante que un psicólogo no
cambie su forma de ser ante un paciente.
 Un psicoterapeuta cultiva la autoconsciencia y se trabaja personalmente: En
nuestro trabajo es necesario conocerse bien; conocer nuestras fortalezas y
debilidades para saber potenciar nuestros recursos y saber manejar las flaquezas. En
esto en concreto, es recomendable no empezar una terapia psicológica si sientes que
tú no eres el profesional más adecuado para esa persona.
 Un psicoterapeuta es honesto y siempre prima la ética en su trabajo: El
psicólogo debe conocer y entender los principios éticos que rigen el ejercicio de su
profesión.
 Un psicoterapeuta está en constante formación: En la psicología clínica y
psicología sanitaria siempre aparecen nuevas técnicas y recursos, hay modelos que
no conoces en los que deseas profundizar… Lo que hace de esta profesión una
actividad en la que es necesario estar en constante actualización para poder ofrecer
los mejores servicios a tus pacientes.
Albert Ellis (1985, págs: 162-163):
 Interesado vitalmente por ayudar a los clientes y enérgicamente dispuesto a
trabajar para satisfacer dicho interés.
 Acepta incondicionalmente a sus clientes como personas, mientras se enfrenta e
intenta aliviar algunas ideas, sentimientos y comportamientos auto derrotistas de
los clientes.
 Confían en su propia habilidad terapéutica, y sin ser rígidos o grandilocuentes,
creen firmemente que sus técnicas principales van a funcionar.
 Poseen un amplio conocimiento sobre terapias y prácticas terapéuticas; son
flexibles, no dogmáticos y científicos y, consecuentemente, están abiertos a
adquirir nuevas competencias y a experimentar las mismas.
 Son eficaces en comunicar y enseñar a sus clientes nuevas formas de pensar,
expresar emociones y comportarse.
 Son pacientes, persistentes y trabajadores en su práctica terapéutica.
 Son éticos y responsables y utilizan la terapia cuasi-enteramente en beneficio del
cliente y no por indulgencia personal.
 No intentan ayudar a sus clientes a sentirse mejor y a vencer los síntomas
presentes, sino que también les ayudan a realizar un cambio actitudinal profundo
que les permita mantener sus logros, continuar mejorando y evitar futuros
trastornos.
 Poseen suficiente capacidad de observación, sensibilidad hacia los otros,
inteligencia práctica y juicio como para desanimar a sus clientes de tomar
decisiones absurdas y temerarias y de dañar seriamente a otros.
RESISTENCIAS QUE PUEDE TENER UN CONSULTANTE.
El paciente que acude a terapia con la esperanza de cambio, a la vez, se resiste a ello. Esto
es debido a la activación de una serie de mecanismos que le impide cambiar, son
resistencias que provienen de naturalezas distintas dependiendo de la estructura de
personalidad y de las defensas de cada persona. Las resistencias se presentan desde el inicio
de la terapia, antes, durante y al finalizar el tratamiento.

Por ejemplo:
 Resistencia a no querer cambiar: Por el miedo e incertidumbre que despiertan los
cambios. A veces, también es debido a no creer necesario el cambio, o a no sentirnos
seguros de qué nos encontraremos con el cambio, abandonando nuestra zona de confort.
 Resistencia a no querer afrontar algo: Se produce ante el dolor que genera la aceptación
del mismo hecho en sí, lo que lleva a la resistencia del mismo.
 Resistencia a perder el beneficio secundario: Cuando una situación lleva mucho tiempo
manteniéndose, generalmente la persona sea de forma consciente o no, obtiene un
beneficio secundario por la misma, lo que refuerza el mantenimiento de esta resistencia.
 Resistencia a auto descubrirse y no gustarse: Ante el posible miedo de lo que está por
salir de uno mismo de forma inconsciente se despiertan resistencias que dificultan los
progresos.
 Resistencia como miedo o rebelión ante la autoridad: Se despierta ante la figura del
terapeuta, el cual se interpreta como un intruso, y la forma de rebelarse es luchar por
seguir actuando como hasta ahora, dando lugar a la aparición de resistencias.
Algunas de las manifestaciones de las resistencias pueden ser:
 “Actuar como si…”: Hacer supuestos movimientos que no conducen a nada.
 Ir de terapeuta en terapeuta: No encontrar un terapeuta apropiado porque en realidad no
se quiere.
 Ir de taller de crecimiento personal en taller: Si no se integra lo aprendido, no sirve de
nada.
 Hablar y no actuar: hablar de hacer cambios, de ir a terapia, pero sin actuar.
Durante la terapia:
 Retar: poner a prueba de forma directa lo que el terapeuta dice.
 Desvalorizar: cuestionar la autoridad personal y los conocimientos del terapeuta.
 Hostilidad: expresar hostilidad de forma directa.
 Interrumpir: cortar con palabras de forma intencionada.
 Culpabilizar: Culpar a los demás de los propios problemas.
 Estar en desacuerdo: buscar un “pero” a las sugerencias del terapeuta.
 Excusar: Buscar excusas para justificar su conducta.
 Minimizar: Pensar que el terapeuta está exagerando los riesgos o peligros y que
realmente no está tan mal.
 No querer cambiar: expresar abiertamente el deseo de no querer cambiar.
 Falta de atención: No atender al terapeuta.
 Desviarse: cambiar la dirección de la conversación que el terapeuta busca.

El trabajo de las resistencias desde la psicoterapia psicodramática bipersonal. Silvia


Monzón Reviejo. Psicoterapia y Psicodrama. Vol.

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