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Oc:l,ille

fllhe1nbe

CRÍTICA DE LA RAZÓN NEGRA

Prólogo d e Verónica Gago y Juan Obarrio

T reducción de Enrique Schmukler

~-~ 4D
li!iilJ;l•I
ANTERI OR

..
Mlinmbo, Achille ÍNDICE
C rllteo de lo razón negro / Achi lle Mbembe . - 1 o ed. - Ciudad
Autónomo de Buenos Aires: Futuro Anterior Ediciones, 2016.
788 p .; 20 x 14 cm.
T,aducción de: Enrique Schmuk ler.
ISBN 978-987-459 05 -4- l Pró logo. fa: liuris: Achille Mbembe 9
1. Ensayo Filosófico. l. Schmukler, Enrique, trad. 11.Titulo .
CDD 190 Introduc ción . El devenir-negro del mundo 25

l. El sujeto de raza 39
2. Un yacimiento de fantasías 83
3. Diferen cia y autodeterminación 137
4. El pequci'to secre to 173
5. Réquiem para el esclavo 21 J
6. Clínica del sujeto 239

Epílogo. No hay más que un mundo 279

Traducción: Enrique Schmukler


Diseño de cubierto: Pio Cárcavo
Diogromoción de interiore s: Ignac io Gago

Título original e n francés :


Critique de /o ro ision négre, Achi lle Mbemb e
© Éditions Lo Découvert e, París 20 13, 75013 Poris
(e) 20 16, Futuro Anter ior/ NEO Ediciones
ti:) Del prólogo: Verónica Gago y Juan Oborrio

Cet ouvroge o bénéficié du soutien des Progrommes d'oide a lo


rub/icotion de l'lnstitut fron~ais.
F•;to obr o cuento con el apoyo de los Programa s de ayudas o lo
publicación del ln stitu t fronc;ois.

Conlocto: futuroonterio rediciones@gmoil.com


Guodo hecho el depós ito que morco lo ley 11 .723
Cr itica dü la r.-11611
negra

A esta historia colonial que llega hasta el presente, dentro de la cual


l'I su¡cto colon izado tenía prohibido « el uso púb lico de la razón »
(h>Uc:ault), vien e a responder el desafío de esta crítica de la razón ne-
gra, como un gesto y un habla em ancip adores, en la tradición política
de la autono mía y la autod ete rmin ación .
Ex libris: con este vo lumen el lector tiene cnb·e manos un texto ParaSara/,, Léa y Aniel,
con todas las propiedades del lengua je poéti co y el pensamiento crí- y tambiénpara Jolyony Jean t
tico de Achille Mbembc; un ejemplo de esos libros qu e, al decir de
Caetano Veloso, « pue den lanzar mundos dentro del mundo » .

Veróni ca Gago y Juan O barri o

20

,.
No nos desharemos tan fácilmente de estas cabe-
zas de hombres, de estas cosechas de orejas, de
estas casas quemadas , de estas invasiones godas,
de esta sangre que humea , de estas ciudades que
se evaporan al fiJo de la espada.

Aimé Cesairc, Discursosoúre el colonialismo

..
INTRODUCCIÓN
EL DEVENIR-NEGRO DEL MUNDO

1 h 11\llllo:. escr ibir este libro como si fuera un río con múlt iples afluentes,
., 1111t• tmlo ,1hora que la historia y las cosas avanzan hacia nosotros, y que
1'111np,, dejó de ser el centro de gravedad del mundo. ' De hecho, éste es
r l .,rnntec imiento o, cuanto menos, la experie ncia fundamental de nucs-
l1 ,.1 l'.·1llll.,l. En cuanto a sus implicaciones y consecuencias, apenas están

, , 1111c111 •.1ndo a evaluarse. Pero indepe ndientemente de que nos produz -

1 .1 .,lcgría, asombro o preocupación, es inobjetab lc que este « Jcsclasa -

11111. •nlo » de Europa abre nuevas posibilidades para el pensamiento crí-


1ln1,.1unqu c supone también enfrentarse a nuevos pe ligros . .Examinar
,,lgllnas de estas prob lemáticas es el clcsaffo del presente ensayo.
Para comprender la dimensión de estos pe ligros y de estas posib i-
lid.,des no hace falta recordar que, histórica.mente, e l pen sam iento cu -
wpeo ha sido proclive a en tender la iden tidad menos en té rminos de
pertenencia mutua a un mismo mundo - co-pe rtcnencia - que como
1111arelación entre elementos idénticos. La identidad surgiJ·ía así en el

ser y se manifestaría ante todo en su propio ser o en su prop io espejo.2


Sí es fundamental, en cambio, comprender que a raíz de esta lógica au-
Loficcional, autocootemplativa o de clausura, el negro y la raza ha n s ido
contin uamente reduc idos a un mismo significado en el imaginario de

1. C hakr aba r ty, D., A I margen de E11ropr1. ¿Estamosanfc elJirwl rielpmlommo cultural
rnropco?, Tusqucts Editores, Harcelon.11 2008; Coma.ro tí,J. y Co maroff, J. L., T~or(a
desdeelsur: O cómo los¡,aísesce11tralc s evol11cio11
a11lwci111\frirn1 Siglo XXI EJito rt:!s, Bue-
nos Aires, 20 13, véase en parlicu lar la introducción¡ Appadurai, A., Tl,ePtiturcus Cul-
ruml Facr.Essayson thc GlobalConditio11, Verso, Lond res, 2013¡ y Chen, K.-H., A<u1as
Mcthod. Toward Dci111peri11l1zatio11, Duke Univcrsity Pre s~, Du rham, 201 O; y Mignolo,
W. D., 'JheDarkerSide of l'\-'e slem Modcrnity. Glob11I Future.s,De.:oloniulOptio11 s, Duke
University Prcss, Durham , 2011.
2. Sobre la compleji dad y las tension es inhe rentes a c~Lcgesto, ver Aravomud,in, S.,
E11/ightc11111enlOrie11/11/i.<m. tl,e /{iscof tlu: N,,vcl, Unive rsity of Chicag1,t>,-~~,,
lfo11isiti11g
Ch icago, 2012.

25

..
1
e, ÍI ka Je IJ r.11.611IIC~ r. , 1n11 oducci ,in

la, sociedades europeas . 1 Apelativos elementales, pesados, molestos lh 1 11111de rníz biológ ica, los mundos eur oamericanos h an hecho del
y desequilibrados, símb olos de intensidad despiadada y de repulsión, ,1,r111y de la raza Jos vertien tes de una misma figura: la locu ra cod ifica-
0

,1parecen paralelamente en el saber y en el discurso moderno sob re « el d ti C :.1tcgorfaoriginaria, material y fantas mática a la vez, la raza fue, a lo
hombre » y, en consec uencia, sobre «e l humanismo » y « la hLtma- l,11>\''di.'los siglos, el origen de varias catástrofes, la causa de devastacio -
niclaJ .,>- . Desde el comienzo del siglo XV I 11, el negro y la raza cons- m: l'~ll1uicasinsólitas, así como de incontables críme nes y masacres.7
tit uyeron junto s el. subsuelo - inconfesab le y :i menudo negado - o
el comple jo nud e.ir a p.irtir del cual se desplegó el proyecto moderno
\lt•, tigiooso ensamblaje
de conocimie nto y de gob ierno: ' Represe ntan dos figuras gemel.as del
delirio que produj o la modernidad ( véanse capítu Jos l y 2). •¡•.,,~ momentos marcan la biografía de este vert iginoso ensambla je. El
¿A qu é obedece este delir io y cuáles son sus man.ifcstaciones más I '' lllll ' l'O e1, el despojo llevado a cabo durante la trata atlántica entre
elementa les? En primer lugar, a que el negro es aqué l - o inc lusive 1.,~ ,lglos XV y XLX,cuando hombre s y mujere s originarios de África
a(¡uello- que se ve cuand o no se ve nada, cuando no se comprende 111111 t1Jnsformados en hombre s-objetos, hombre s-mercancías y hom -
nada y, sobre todo, cuando no se busca comprender nada. Donde- \11, ·s monedas de cambi o.8 Pris ioneros en el calabozo de las aparien-
quiera que esté, el n egro libera dinámicas pas iona les y provo ca una ' 1.1,1 ,\ p:irtir de ese instante pas:in a pert enece r a otros. Víctimas de un
exubera ncia irracio nal que desafía constantemente Ji siste ma mism o 11,110hostil, pierd en su nombre y su lengua; continúan siendo sujetos
de la razón. En segun do lugar, a qu e nadi e - ni quie nes lo i11ventaron, ,11I 1vos, pese a que su vida y su trabajo pertene cen a aquellos con quie-
9
ni qui enes fueron bautizad os con ese nombr e- Jese:iría ser un negro 111•, está n condena dos a vivir sin poder ent ablar relaciones h umanas .
o se r tratado como tal. Por lo demás, como seiiabba Gilles Dcle u·;,,e, 1 1~cgun<lo momento corresponde al nacim.iento de la escritura y co-
«!-.iempre hay un negro, un judi o, un chin o, un gran mongol , un ario en 111 11•ma hacia lin:1lesdel siglo XVIII cuando, a través de sus propias hue -
el de lirio», puesto que aque llo qu e excita al delirio, ,mtre ot ras cosas, ll.1•11 los negros, esto s seres -cooptados-por-otros, comie nzan a art icular
son las razas. 5 Al redu cir el cuerpo y el ser vivo a una cuestión de apa- 1111lenguaje propio y son capaces de reivindi carse como suje tos plenos

riencia, <le piel y de color, aJoto rgar a la piel y :1]color el estalus de una 111 el mundo vivicnte. 10 Ma rcado po r innumerab les revueltas de escla-

.l Vé.111se Bern ier, F., ,<No uvcllc d ivis1on d e la tcr rc, pa r dlffére nt es cspcces o u raccs 1, Jl.li,,v-Fcldon , M ., Isaac, B. y Z 1cglcr,J., Tire Origi11soJ
Racrs111
in tireWcs(,Ca mbr idge
J'homme~ qu i l'h ab itent » , jo uma l dc.sS~avans,24 de abr il de 168•~, p:ígs. 113- 141; l 111lwrsity l'rcss , Cambri dge, 2009 .
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Ufe
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de locos.Te.1:to 1975-1995, Editoria J Prc-Tex- y, so bre Lodo, E.rncst , J., Lil,cml.io11/-Jistariograp/1y.Afric,w J\nrcrican Wrrlas w,d liit
t.,s, V,tlc11,:1,1,1995. C'/1,1//c11.~c of J-/istory, 1794-186 1, Univcrsity of North Carolina Prcss, Cha pel I lill,

26 27
Crí 11~a de la ra7.Ónncgr.1 lmrodu cLión

vos y la independencia de Hailí en 1804, los com bat es por la aboli.ción l1plk ,11i,l' por sí mismo» en una se rie infinit a de deudas estructural-
J e la !.rata, las descolonizacione s africanas y las luchas por los derechos !Hf'itl, hnposib les de solventar. 14
civiles en Estados Unidos, este período se comp leta co n el desman te- \ ., no existen los trabajadores co mo tales: tan sólo hay nómadas
lamiento del apartheid durante los años finales Jel siglo XX. El tercer h•l 11.1h.1¡0.Si antes el drama del sujeto era ser explotado por el capital,
mom e nto, a comienzos del siglo XXI, es el de la expa nsión planeta.ria ,il11·11 11.,tragedia de las multitud es es no poder se r explotadas en abso-
de los me rcados, la privatización del mundo bajo la ég ida del neoli - 1111, 1 \u fatalidad es la poste rgación en una « hum anidad sup er flua»

beralismo y la imbricación creciente entre la eco nomía financiera, el 11111 .,d,1,11abandono y totalmente prescindible para el funcionamiento
co mplejo militar postimpcrial y las tecnologías electró nica s y digitales. Id , 11pit,1l. Una forma inéd ita de vida psíquica emerge adosada a la
El neo liberali smo debe comprenders e como una fase de la histo - tm 1nnn,1artificial y digital y a modelos cogn itivos proven iente s de las
ria de la humanid ad dominada por las industrias del silicio y las tecno - u,•111o c:1cncias y de la neuroeconomía. Como los au toma tismos psí qui -
logías digita les; es, además, la era durante fa cu,11e l corto plazo está a ' " " )' tecnológico~ forman las dos caras de una misma moneda, se ins-
punto d e ser tran sformado en un.1fuerza pro<:. rc,lliva de la forma-dine - 111 11l.1licción de un sujeto humano nu evo, « empr esar io de sí mismo»,
ro. Ocurre qu e, después de alcanzar su punlo de fuga máximo, el capi- pl.\,¡Jicoy obligado a reco nfigura rse p er manentemente en función de
tal puso en mar cha un movimiento de escalada. Así, el neoliberalismo lp,, i1t'tefoctosque ofrece l::iép oca. 1'
desca nsa en la visión de que « todo s los eventos >'lod::islas situaciones Este hombre nuevo , sujeto del mercado y de la deuda, se asume
de l mundo de la vida [pued en] estar dotados Je un valor en el mer - 1 nmo un puro producto del azar natural. Esta suer te de « fomrn abs-

cado» .11Este p eríodo i;e caracleri za también por la proJucción de la 11,H:l.t ya preparada » , como dice H egel, capaz de arrop arse con todos
indiferen cia, la codificació n ilimitada de la vida social en norma s, en lm c:o nlcniJo s, es típica de la civilización de la imagen y de los nuevos
categor ías y cifras, así co mo por d iversas operac iones de abstracción vinrnlos que ésta pr om ueve entre los hechos y las ficciones. 16 An imal a
que pretend en raciona lizar el mundo en base a lógicas empresa riales. i! lin J e cuentas, el sujeto no tendría nin guna esencia prop ia a la que pro -
El capital, fundam enta lmen te financiero, habit ado por un doble funes - k ger o salvaguardar . No habría, a priori, nin gú n limite para la modifi-
to, se percibe co mo iJjmitad o en sus fu1es y en sus rne<lios.11 Ya no dicta , .,ción de su est ru ctur a biológica o genética. 17 Se distingue del sujeto
únicamente su propio régim en tempora l. HabienJo adoptado como trágico y aliena do de la primer::i industrialización en varios aspec tos.
propia « la fabricación de todas las relaciones Je fili,1eión» , busca mul- En p rim er lugar, se trata de un indi viduo prisionero de su deseo. Para
gozar, depende casi por com pleto de su capac idad de reconstruir pú-
2004 y Hall , S. G., A Fnitl,ful Accow1t of thc Racc. l\fric1111
l\mcnc,m Jlisfori.a/ Wnt - hUcamc nte su vida intim a y ofrecerla en un mercado como merca ncía
i11
g 111 Ni11elm1th-Cc11turyAm~rirn, University of North Larol ina Prcss, C hapel Hill,
20 09 . So bre las Antilla~ en particular, véase C ham o1~cau, P. y Confiant, R., Lctfre, 14. Jl,íd.,pág. 183 y pág. 17 0.
mJol~s, fracées m1ti/laises et co11/111e11tnlcs,
1635 - 1975, l lal ier, París , 199 1. Para e l resto , 15. Véase Gor i, R. et del Volgo, M.·J., fa·i/é..< La médcci11c el la psy chiatr/e m,
Jr /'i11li111e.
ver S.E.K. Mqha y i, A/J/lr//11 1Jes1
z wc. ll1st.irirn( aud B111gmpl11ral Wrifin¡;s,JY02-J944, ~(r11icedll 11011vd ,mfre écmro111u¡11e, Dcnoc l, Par ís, 20 08.
WiL~University Prcss,Johann csb urgo , 2009 y Ricard, A., Nwssm1,c du ro111m11!fi ·lcni11: 16. En la m ism a línea, vé~se M rrsci, F., L'Onfre rilg11ril Berli11, Édition~ Allia, Par ís,
Félix Cour/1emro( 1900-1968), Pré~cncc africaine, París, 1987. 20 13.
11. Vogl,J., Le Spcctre d11rnp1tal,Diaphan es, Parl~, 20 1.3, p:I~. 152. 17. Véase Dar <lot, r., y Lava!, Ch., La /l11eva
mzón del 111u11do.
Ensayosobrela socie1/r1d
12. Véase Hibou, FI..La f!11r caucrntisatio11du 111omlc ,i /'i'rc11fa/i/Junlc,La Dé couvc rte, 11co/iben1/
, Gedisa, Barcelona, 20 13. Véase también Gor i, R., « Les dispositifs de réi
l\1ri~,2 01 2. fica tion de l'humain (cntreticn avcc Ph.ilippc Schepe ns) » , Sc111c11
. l {evuc de sémlo 1/11
1J , Véase Vogl, J.,vp. Cit., pág. 166 y ss. guist'iq,rndes k.l"fes el disco,ws,n" 30 , 2011, págs. 5 7-70 .
28 29

..
ln1niJ ucció11
Crh iut d~ l.1 r:tzón rll'g l a

111tt•tc,11nb1able.Sujeto neuroeconómico ab sorbido por la dobl e preo - !,ti,,wst rncturas, las explos io n es y los her idos vien en aco111p:u1adosd e
1 llfMt.16 11exclusiva Je su animalidad - la reproducción biológica de ,.111Hwilización total a través de imág enes. 1~Estas última s so n ahora
111
,u v1Ja y de su cose idad - el goce de los bien es de este mundo - , t•\1 lt dl• los dispos itivos de un a violenc ia que se pretende pura.
l'Sll' /ru111/
,rc-cos11,hombre-máquina y lwrnbre-Jlujobus ca prin cipalmen - l '.1ptura, de pr eda ción, extracció n y guerra s asimétricas trae n apa -
te regular su co nducta en función d e las norm as del mercado, sin vaci- ,, 1,,,l.11.
11narebalca nización d el mundo y la int ensi ficació n de prácticas
1.l,siqui era en auto -inst rurnen ta lizarsc e instrument ali7.,ara sus se me - 1, 11111 1licació n - de lo qu e se desprende una com plicidad iné di ta en-
j.rnlcs para optimiza r sus cuotas de goce. Co nd enad o al aprend izaje ',, lo ~i:on6m ico y lo bio lógico - . Co ncretam ente, es ta co mpli cidad se
de por vida, a la flexibüidad , al reino d el co rlo plaz.o, d e be ab razar su 1, 11l11n' en la m ilitar ización de fronte ras, la parcelación y segme ntaci ó n

co ndici ó n d e sujet o so luble y ree mplazabl e para respond er al ultimá- ,.k ll•nito rios y la creac ió n, den tro d e Estados ex istentes, de espac ios
tu m qu e se le da a cada mom ent o: tra nsformarse en otro . lit,1~ 11 menos aut ónomos, a veces despojados d e cua lqu ier forma de
Más aún: e l neoLJberalismo representa la época durante la cual el ,_,h1•1,mía nacional. Esto s espacios operan bajo la ley info rmal de un a
pitali smo y el an imismo - qu e durante mu cho tiempo , y no sin di-
<.:a 1n1iltil ud de autoridades frag men tadas}' de poderes armados privados;
ficu ltad, se m antuvi eron di stante s uno del otr o- tie nd en finalment e "l1 ,1jn la tutela human itar ia, razonable o no, de e ntidad es in tern acio-
a fusionar se . Las imágen es se han transformado en un factor de acele - 11-1 l1.'so simp lemen te de ejé rcitos extra njeros. 20 Por lo demás, la zo n.i-
ración de energía s pu lsiona les porqu e el c iclo de l ca pital fluye a través lt1·,1~1ón va gener alm ente acompañada por un a red tra nsnaciona l de
de ellas. De la unión potenc ial del cap itali smo co n el animismo sur - ll prl'si6n, la d iv isió n ideo lóg ica de las poblaciones, la contratación
gen algunas cons ec uencia s qu e so n detenninan tes pa ra nu estra futura ,1,, merce nari os p ara luchar con tra las guerrillas locales, la forma ció n de
comprensión de la raza y del racismo. En.primer luga r, los riesgos sis- l tHnandos de caza » , as í co m o por el recurso sistemát ico a enca.rccla-
2
térnico s a lo s cua les sólo los escl.wos negros fueron exp uestos durant e 111 icnlos m as ivos, torturas y ejec ucion es extrajud iciales. ¡ Gracias a las
el pr imer capita lismo const ituy en d e ahora en adela nte, si no la norma,
l'I , W,inse los lr.ibajos de Gra ham, S., Citics UmlcrSicgc. TI,e New Militwy Ur/1(1111.1111,
uanto menos el dest ino que amenaza a tod as las hum an id ades sub al-
<.:
Vnso, Londre s, 20 1O; Grcgory, D., « From a vicw to a kili. Dronc~ and late modern
terna s. En segu nJo lugar, esta universalización tend encia! de la condi - 11'.lr •, Tl1c,11J\C11U11 rc Y ~ocie/y, vol. 28, n" 7 -8, 201 .1, págs . 188-215 ; Al1dcrson 1 B.,
ción neg ra es simu ltánea a la apar ición de prácticas imp er iales inédita s, (l.,n ng thc future cnc m y. US cou nt er ins urgc n.:y doctr ine and tite prc-insurgcnt » ,
que adoptan elemento s lant o d e las lóg icas esclav ist as de c.iptura y de lheo,y, C11lt11 rc é, · Suciety, vol. 28 , nº 7, 20 11, págs. 216 -240 ¡ y Eyal Wc iw1an, l lollow
/.,1111/ /smel'.1Arcl1i/cc/11rcrif 0L CIIJJ<1lio11,Ver.;o, Londres, 2011. (Nota del ed itor: existe
depredació n, co m o de las lóg icas co loni ales d e o cupa ció n y de ext rac- h ,tllucc ió n pardal al español de c.sta obra en Wci'.llnan, E., /1 trnvés de fos muros: éÓmc>
Lión, e inclusive lógicas <le guerra s civ iles y de razias de ép ocas ante - , 11·11·rcitoismc/(lC upmpiú de la tcorl ,i críticaJ>Osmodcrnny rcitwc11tó la gucrr,1 11rba11a,
rior es.18 Las guerras d e ocupac ión y las gue rras con trainsurrec ciona Jes t rr,11.1N.1turac , Madr id, 2012).
).O. füJ iou , A., « La Crece, les nouvc lles pr atiques lmpéria lcs et la ré-invcntion de
.1spiran no só lo a aco rral ar y liquida r al enemigo, sino tarn bién a imp le-
l., polilique,,, L1g11es,octubre d e 20 12, p:ígs. 39-+ 7. Vea.~cigualme nt e M.bcmbc, A.,
mentar un a fragmentación del tiemp o y un a atom ización del espa cio. Nccropo litics » , Pub/ir Culture,vol. 15, nº J, 2003¡ I<Jcin, N., La cultura del shock. El
t ' orno una part e del trab ajo rnns iste en tran sfo rma r lo real en ficción 1111gc tld c11¡1ital1.mw del dm 1strc1 Paidós, Barcelo na , 2007; Ophi r, A., Givoni , M., Ha
y la ficció n en reali d ad, la moviliza ción militar aérea, la d es truc ción de n,1li, S. (dir. ), Tl,c Po11 •e1
· of /11c/11 1\ 11alomya{ fsraelí R11/ei11/he Occr.rpi
s i11cE:.:c/11sio11. ctl
Pale1t1111a11 Tcrri/,,ricl, Zonc Books, Nueva York, 2009; y Wci·,.man , E.,op.cit.
1K. Vc,1scYl•rgcs, F., L'Flvmnzeprédat~w: e~que 1101s1 cnscig nc l'e.<clcwagc
sur nolr ~ 2 1. Ucko, D. 11., Tlie Ncw Co1mtc•ri11s11rge11 tl,c US MilitaryJ11r
cy frr1. Tra11sfar111i11g Mocl
/,•111111,
Alltln Michc l, Parí s, 20 1 1. m, Wars, Cco rgclo w n Univcrs.ity Prcss, Washington D. C. , 2009 ; Scaltill, J.,B/11,k

31
30

..
C1íric.1d.cb rozón nc~r.t 1nrroducci.'.m

pt,klicas e.lezonificació n, un « imp erialismo de In dcso rg~ulizació n» ,ili ;\it¡t.t, de u 11,1sim ple proviJ\cia J el mundo sup ond rán la extinción del
1:,hrn .•1 desastres y mu ltip lica en buena parte del mundo las condicio- ir.111i1', o, l ' ll la medida en qu e la humanidad se ha transfor mado en
nes de excepción, mienh·as se alim e nta de la anarquía. Wr'-'l1111wblc,¿hnbd. que esperar que el racismo se reconfigure en los
A fuerz a d e contratos de reconstru cción , y co n el pret exto de H1lf 11iti1 lu...mismos de un nuevo lenguaje cambiante, mol ecular y fmg-
mm batir In inseg uridad y el desorden, firmas extranjeras, grandes po - 1Hrnll11lo sobre « la especie» ? Por supuesto, al formu lar la pregunta en
tencias y clases dominante s autóctonas se apoderan de las r iquezas y lt r•It,·1n1inos1 no se puede ignorar que el negro y la raza nunca consti-
de los rec ursos naturales de los países somclidos. Tra nsferencias masi- 111 p11il11 nndonc s fijas (véase capítu lo 1) . Al con trari o, siempr e han for-
vas de fortunas hacia intereses prlvad os, desposcs ión de una parte ere- mHl.-1p,11tc de un encadenamiento de cosas en sí mismas inacabadas .
dente de las riquezas que las luchas pasadas habían arran cado al cap ital, ¡ l,·111.1 s, ~u -;ignificación fundamental siemp re fue existencial. Durante
p:igo indefinido de bloqu es de deuda: la vio lencia del cap ital go lpea , ,,,,, 1111twmpo , el sustanti vo negro fue el co ndu ctor de una ext:raordi na-
mclusive a Europa, donde ha aparec ido últimamente una nueva clase 1,.11·11i•1-gi., que unas veces vehiculizó bajos instinto s y pote ncias caó ticas,
de hombres y muj eres estru cturalmen te cndeuJados .2 i ,, ,11,,1~consti tuy ó el signo lumi noso de la po sibilidad de redención del
Difere n te - pero aún más repre sentativa Je la fusión potenci:il n11111dn y de la vida en un periodo de trans figuración ( véanse capítu los
entr e el capitali smo y el animi smo- es la pos ib ilidad de q ue los seres y 'i). Porque, además de designar una reaJidad he teróclita, múltiple y
humanos sean transformados en cosas animadas, en dato s digita les y 11·'►~mcnl,1da - hecha de fragmentos de fragmentos nuevos cada vez- ,
códigos. Por primera vez en la histor ia de la human idad, la palabra ne- , 111• , ustan tivo marcó una serie de experiencias histór icas desgarra do-
gro no rem ite solame nte a la condi ció n qu e se les impuso a las pcrso - ' ,~,l., realidad de un a vida vacía y la pesadilla, para millones de personas
n..1sde orige n africano du rante el primer cap italism o - depredaciones 1t1,1p, ,das en las redes de la domin ación de raza, de ver fun cionar sus
d e di stinta índo le, desposesió n de todo pod er de autodete rmin ació n y, , m•rpo s y su pensamiento desde fuera; de hab er sido transformadas en
so bre todo, de l futur o y del tiempo, esas dos mat rices de lo posibl e- . 1·, pecta<loras de algo que era y no era su p ropia existenc ia.2.
1

Es esta nueva caracte rísti ca fung ible, esta so lubilid ad, su institu cion a- F.sto no es todo. Producto de una maquin aria socia l y técn ica indi -
lización como nueva nor ma de existe ncia y su propagación al resto de l ',ottab le del cap italismo, de su emergencia y de su expans ión planeta -
plane ta, lo qu e llamamos e/ devenir-negro del m1111do. ,,.,, el negro fue invent 1do para significar exclusión , emb rute cimien to
y de gradació n, inclusive para signific ar un límite co njurad o y aborre-
1 ido al mism o tie mp o. Desprec iado y profund amente de shonro so 1
El futuro de la raza
l'll el contex to d e la modernidad fue el único ser human o cuya carne

Si el negro y la raza fuero n dos figuras cent rales-aunq ue negadas - dd fue transform ada en cosa y su espír itu, la cripta vivient e de l cap ital,
discurso e uroam ericano , ¡el desclasamiento de Europa y su relegación t•n mercancía. Aun así - y ésta es su dualidad manifi est a- , a través
Je un giro espectac ular log ró transformarse en símbolo de un deseo
w,,ter. Tite Rise nf thc lt/or/d'.rMosl Powe1f11
/ Mcrccw,ry Army, Nntion Boo k, N uevn consc ien te de vida, en una. fuerza que bro ta, flotant e y plástica, com-
YMk, 2007; Nagl, J.A., l,c11m111g to Eut Soup 1t1i//1n K11ife.
Cow1len11sur
gc11
cy Lcs.-01s1
{1\1111M,1/ayo mu/ Vict,wm, Chicago Univcrsity Press, Chicago, 2009; Ch n111 ¡1you, G., prome tida plename nt e con el acto de la creación y capaz de vivir en
l/1i'111wdu dnmc, La Fabr ique, París, 2013. varios tiempos y varias historias simultán eament e. Su pod er de fasci-
1J., 1..tnnrato, M., La fáúrica de/ lwmbre c11 de11dado,Amorro rtu E.dilores, Madrid,
W l~I. 1..,.An1.icu , D.,/:/ yn-pic/, Bibliotec~ Nueva, Madr id, 20 1O,p.ig. 3 1.
32 3:1
Critirn de b ru6n IH:¡; 1,1 l11umlucrnm

11auón, incluso de alucinac ión, no ha hecho má s que aumentar espec- ( \ m tocio, algo subsistió del encarn izamiento co lonial por dividir,
l,Ku l,mncnte. I!n el negro algunos no dudan en reconocer « el limo de 1'1.1,1lil,U, jerarquizar y diferenciar: cor te s, incluso lesiones. Peor: se
l,1licrr.1» 1 esa vena vital a través de la cual el sueño de una humanid ad i,111111, una falla que aún perdura. ¿Es verdad que hoy en día se pueden
reconc iliada con la naturaleza - e inclusive con Ja tota lidad de lo exis- 1111111l'ner vínculos con el negro distintos de aque llos que relacio naban
tente - hallaría nuevamente rostro, voz y movimiento_ z., ,1.11110 con su sirviente? ¿No insiste el negro en verse únicamente en y
El crepúscu lo europeo se anu ncia a pesar de qu e el mundo eu- ,, lnll'és ele1,,diferencia? ¿No est.i acaso co nvenc ido de estar habitad o
roamericano no consigu ió saber aún lo que quería saber - o lo que ¡t,1, 111\dob le, por una entidad extranjera que le impid e acceder aJ co-
quería hacer - de l negro. Actualmente, en muchos países, causa estra- 11nu111ientode si mismo? ¿No vive su mundo como una pérdida y una
gos un « racismo sin razas » .~' Para practic.,r mejor la discriminación , ·,d s16n? ¿Acaso no siguen vivos sus sueños de retorno a un a ident idaJ
y volve rla al mismo tiempo conceptualmen te impensab le, se moviliza , 011s1go-mismo declinada de la esencialidad pura y, en consecuenc ia,
«la cultura » y « la religión » en lugar de « la biología » . A la vez que se dt lo disímil? ¿A partir de qué momento el proyecto de insurrección
pretende que el universalismo republicano es indiferente a la idea de ,.,d,cal y de autonomía en nombre de la diferenc ia se vuelve simple
raza, se encie rra a los no -blancos en sus supue stos orígenes, mientras hwcrsíón mimética de aquello que demandó tanto tiempo cub rir de
se multiplican categorías efectivamente raciaJizadas que, en su mayo - imprecaciones?
ría, alimentan co tidi anamente la islamofobia. Claro que, mientras Eu- Éstas son cier tam ente algunas de las preguntas planteadas en el
ropa se extravía victima de la confusión que significa no saber Jónde presente trabajo. Aunque no se lratc de una historia de las ideas ni de
está situada c11y en relación al mundo, ¿quién sería capaz de negar hoy 1111ejercicio de socio logía histó rica, este libr o se sirve de la historia para

en día qu e por fin ha llegado el momento de comenzar de cero, asen - proponer un estilo de reAexión ciitica sobre el mundo actual. Al pri -
tarse y fundar algo absolutamente nuevo? Para log rarlo ¿scn1 necesario vilegiar una suerte de reminiscencia mitad solar y mitad lunar, mitad
olvidar al negro? ¿O habrá de conservarse su potenc ia-de- lo-falso, el J,uma y mitad nocturna, tiene en mente responder a una sola pregun-
carácter lumino so, fluido y cristalino de ese extraño sujeto resbaladizo, l.1: ¿cómo pensar la diferencia y la vida, lo semeja nt e y lo diferente, lo
serial y plástico, constan temente disimulado, pero afianzado a ambos excedente y lo c11 -con-11í11?
La experienc ia negra, que co n tanta eficacia
lados del espejo, a lo lru:go Je una fronter.1 que no cesa Je recorrer a representa en la conciencia co ntemporánea el rol de un limite difuso,
paso firme? Si en medio de esta tormenta el negro llegara a sobrev ivir Je una suert e Je espejo móvil, resume perfectamente bien esta pre -
a aqué llos que lo inventa.ron, ¿cuáles serían los riesgos implícitos en gunta. Aun así habría qae preguntarse po r qué razón ese espejo móvil
este dc1.•cnir-w:gro-del-1111111do? Y si, gracias a uno de esos giros inaud i- no termina nunca de volverse sobr e sí mismo. ¿Qué es aque llo que le
tos que só lo la historia puede explicar, toda la humanidad suba lterna impide reflcj;ir otra cosa gue no sea él mismo? ¿Qµé es lo que explica
se volviera efectivamente negr,1, ¿qué ocurriría con la promesa de .li- este relanzamiento infinito de esc isiones una más es tér-ilque ot ra?
bertad e igualdad universal de la que el sustantivo negro fue emblema
durante toda la época moderna?, (véase capitulo 6). J ohann esbu rgo, 2 de agosto de 2013

24. Véas~ en p;1rlicu lar la poc~ía de J\inié Césa ire. Sobre la lcmfüca del lim o, Véase
l :Jis ~.11111 É. y Chamoisca u, P., L'mtraitaúk Bc1111té
r/11111011(/c.Gala, 1clc, París, 2008.
Vi . F.1~s m, É., Démocratic préccrirt',Ln Découvcrtc, l'ads, 20 12¡ )' Fassin, É. (dir.), L.:s
i\/11111•,// deIn sodété_{¡-m1~ai
e~J.'r,111/irr,-,. sc, L,1Dccouvcrt c, París, 20 1O.

3'1 .15
;l' 1, 111s.1yofoc escr ito durnnte mi larga estancia en el VVitwatersrand
llllill' for Social and Economic Rcsearch (W ISER) en
1111 l:tUniversidad
lo W1lwatcrsrand (Joh,innesburgo, Sudáfr ica). Forma parte de un ci-
.k, dl· reflexión iniciado con De la postcolollie(2000), que conti nu ó
h1,g,1rnn Sor/ir de la grande 11uit(2010) y que concluirá con b invest i-
}I·"11111sobre el afropolitis mo que estoy realizando en estos momentos.
Durante este ciclo, nos esforz.aremos por vivir en varios mundo s
1111mmo tiempo, meno~ como un gesto gratuito de d esdob lam ien to
1pn rnmo una ida y vuelta capaz de autorizar, a partir de África, la arti-
11il,1Liónde 1111 prnsmniento de la cirwlació11y la travesía. Para llevarlo a
1hn,ha sido casi inútil prete nd er« prov in cial izar » la~trad icio nes Jcl
pl ns.unicnto europeo. Por lo demás, ést.1s no nos resullan en absolulo
utran jera s. En cambio, cuando se trata de dec ir el mu nd o en l:tlengua
dl· todos, nos damos cuenta de que en el seno de estas tr:i.diciones exis-
kn relacio nes de fuerza. Por ello, una parte de este trabajo ha consisti-
, lo en insisli.r sobre e~las fri ccio nes internas y en hace r un llamamiento
il d e~ccntramiento, no para profundizar en la.separación entre África
y rl mundo, sino para permitir que emerj:1.11 1 con relativa claridad, las

nuevas exigencias de una po sible universalidad .


Durante toda mi esta.día en el W ISElt, he rec ibido el apoyo de mis
colegas Dcborah Pose l, Sarah Nuttall, John Hyslop , Ashlec Neeser,
P,1mila Gupta y, recientemente, de Cathy Burns y Keith Brcckenrid-
ge. Las páginas que siguen le d eben muchí si mo a la am istad de DaviJ
'fhco Go ld eberg, Arju n Appadurai, Ackba r Abbas, Fran~oise Verg es,
Pasca l Blanchard, Laurcnt Dubo is, Éric Fas~in, lan 13aucom, Srinivas
Aravam udan, Charlie Piot, Jean-P icrre Chrétien. Paul Gilroy, Jcan
Co m aroft~Jo hn Comaroff y Ca ro! Bre ckc nr i<lge (a q uien tanto ech.,
mos de m en os); fueron inmensas fuenlcs de inspiración. Agradcnll
igualmente a mis co legas Kelly G illespie,Ju lia Hornbcrge1¡ Lcigh Ann
37

l
C.-í,ica de la r:1,ú11negra

N.1idoo y Zen Ma rie, del J ohan nesbur g Works hop in Thco ry J nd Cri
lk ism ÚWTC) d e la Uni vers idad de Wi tw atcrsrand. 1
M i ed itor Fra111;:ois Geze y su equip o (Pasca le litis y 11ioma s D el EL SUJETO D E RAZA
tombe en pa rticula.r) fueron , como de cost um bre, un sost én sin fisurai;.
Agra dezco a las revis tas Le Débat, Polítíquc ,ifik ainc, Cahier d 'étu-
tlcs afric:aines, Rcscarc/1 in Africa11Literatures, Aji"ic11/1ur e y Le M o11d1'
!i , 1•-l>•1n.1sque sigue n se trat ará , pu es, so bre b razón negra. Co n
diplo111atiq11e q ue tuvi eron a bien ace pt ar los textos exp lorator ios qu e
li' 11111110,1rnbiguo y po lém ico lo qu e se pr e tend e es designar va-
sirviero n de base a este ensayo.
1111-,111mesal mism o tie mp o: diversas figuras del saber¡ un m odel o
Por mot ivos qu e no vie ne al caso me ncionar aquí, este libro est6
( 11.11t 11\n y de dep redació n ; un paradigm a de depe nd encia y las
dedic ad o a Sarah, Léa y a Anie l. Tambi én a j olyon y a j ean.
,11,díll11l.1dt•s para supera rla¡ y fina lm ent e un compl ejo psico-oníri co.
1~.1,1,. pt'nc de gran jau la, qu e en realidad es un a co mpl eja red de des-
l¡)I ,11111h •nlos, de ince rtidumbr es y d e equív ocos, tiene a la raza com o
1i1i.1tú11 .
1k l.1 rna o de l racismo só lo se p uede hab.lar a través de un len-
/ 111¡,
• f,1t.1lmentc imperfec to, gr is, inadec uado . Basta con dec ir, po r el
p11111wnto, que se trata de un.a form a de represen tac ión pr imari a. Y q ue
11i~nor .1r la distinc ión entre e l fuera y el dentro , entre el envoltor io y su
remite ant e todo a los simul ac ros de la sup erficie. Llevad a
, ,11111·11ido,
, 111profun do, se transform a enseg uida en un comp lejo perverso ge -
11,·1,1Jor de miedos y torm e ntos, de conflictos en el pensami ento y de
111rmcs, pero, so br e to do, de un a infinid ad de sufrimi ent os y caláslro-
Íc, Fn su dime nsió n fantasmagórica , la raza es un a figur a de la neuros is
11,l>u:.1,obses iva y, en ocas iones , histérica. Por lo d em ás, es eso lo que se
g.11 ant iz.1 a través de l odio, la m an ipulación del pavo r y la prác tica del
.dt 1uicid io. Es dec ir, es lo que se logra al con stitu ir aJ otro no en scr11e-
J,111k -,1-sí-111
is111
01sin o en un ob jeto am enazador de l que mejor pro te-
gerse, des hacerse o al qu e simpl emen te habría que destru ir para asegu -
1.1rsu do min ación to tal.1 Sin emb argo, como precisaba Frant z Fanon ,
l,1raza es tamb ién el nombr e qu e hay qu e daJ·le al amargo resentim ien-
to, al deseo irreprim ible de venganza e, inclu sive, a la rabia de qu ienes,
víctima s Je] so m etimi ent o, con mu cha frec uencia se ven o bligado s a

l. BalJ win, J.,Noúody K1unvs My Name, First Vintagc Lnte rn ationa l, N u eva York,
1993 [ 196 1j. [TraJ . esp.: Nadie snbe111i110111
/Jrc, Ed itorial Lum eo, Barcelona, l 970J .
38
J9

..
Críti«1d,· l., m·d,n ncwa El s1.1¡c·10
.le rm:i

sufrir numero\a1- injurias, toJa suerte ele violaciones y humill ac iones, 1th1 11 1 u1lc y capr icho so. Por lo demás, no ha ce tanto tiempo el orden
1

1
así como innumerab.les heridas, En eSte libro se indag:irá la naluraleza Id 1111111tk1estaba aún fundado a partir de un dualismo inaugural que
de ese resentimiento. Al mismo ti~mpo, se pondrá el acento en aque llo ¡u_1llii.:,1baparcialmente en el viejo müo de la sup erioridad racial.'
que cons titu ye la raza, en su protundidad J un mismo Liempo real y i 'il ~11,tv1da nece sidad de mitos destinados a instaurar su potencia, el
ficticia¡ en las relaciones en que se expresa Y en cómo actúa a través lt,·mi.ll 110 occidental se consideraba el centro del globo, el país natal
0

Jel gesto que consiste - como ocu r rió hislóric:.imente co n la gente de l111 l.,1,11ón1 de la vida universal y de la verdad de la humanidad . <,Barrio
orige n africano - en disolver la per-;ona humam en la cosa, el objeto 1 1 lvtli·iado del mundo ·», Occ idente había inventado un « derecho
111ft

o la mercancía.' lo 1 ,·nks » , <lcl mismo moJo que llegó a constit uir una sociedad civil
1

l,j II llÍl.11\CS en tendida como un espacio público Je reciprocidad jurídi -


ll t t )¡ u dente por sí sólo vino a promover una idea del ser humano po-
1.1. Fabulación y clausura deJ espíritu dt11 de derechos civiles y po líticos capa'l de desarro llar su!>poderes
I'•1v 1Jos y públicos como persona, como ciud adano perteneciente aJ
Ador tar el conceplo de raza así descrito podría causar sorprei.a. A de -
f• 111 •rn humano y, como tal, compro metido con todo lo humano pro -
c ir ve rdad, la raza no existe como acontecimi e nto natural, físico, .m-
1•1.11nentc dicho. Por sí mismo, codificó una gama de hábitos aceptados
tropológico o genético. 1 Sin embargo, tampoco se trata únicamente
¡1111 diferentes pueblos que co mpr endían rituales diplomáticos, leyes
de una ficción útil, un.i con st ru cción fantasmálica o una proyección 1,·w1crraJ <lcrechos de conqu ista, moral pública y bue n as costu mbr es,
ideológica cuya función c.-.1.i Je desviar la atención de conflic to s co nsi- ~\Í rnmo técnicas de co mercio, de religión y de gobierno.
derados más verdaJeros - la lucha de clases o la lucha entre los sexos, El resto - figura paradigmática Je lo disímil, de la difer encia y del
por ejemplo - . En muchos c.isos, es una ligur:1autónoma de lo real p11dcrpuro de lo negativo- constituía la manifestación por excele n cia
ª
cuya fuerza y densidad obedecen su carácter extremadamente móvil, dt•1., exis tencia objetual. África, en gene ral, y el negro, en particu lar, se
2. fl.inon, í'., Pt1111 , irc..., v/'· 11/., pág. 159· lTr.,d. esp.: l'1C'Ill<'gm, mcisrnr,is /1/m,rns,
11,
¡in:l-entaba n corno símbol os cabales de esta vida vegetal y restringida.
Ak.,I, {\,[.1drid,2009 J;véase l,11nbiénWright, R., Nutii•r So 11,l larpc r & Lfrothcr~, Nuc- l'igura paradigmát ica de todn figura y, en consecuencia, e.-.enciaJmente
v,1York, l ')•10. ['11,1d . c~p.: / /1¡,1mrtit•,>; V.·ydilo en'" mv 11t111111: d,h mwd,1.,11(ror1111cnrn- lnligurable, el negro era el ejemp lo perfecto de este .-.cr-o lro, extrema -
1111.~, C"li.ulo de J l'd<"'-'', B,1rcd,,1,,l, 1987 ]- J.111 1ente trabaj ado por el vacío y cuyo negativo había logrado final-
.t Millc,,_1.( ·• W11vo/ n,•«t/1M, rd1tmlC,1pitali,111 a11dt/11·llug"la" Slti,,r 1irnlr:,1730-
/8.W, Un1v.,1~ 1tyo f\.\'¡~~011 " n Prc,s,Mad,~011, 1996. mente penetrar en todos los ámbitos de 1,, existencia - la muerte del
•l. l<.1rcn E. Fil-Id~y Jl,1rh.1n1 J. J•1cld, 1mip'.rncnuna dbt111dú11 útil en tre « r:iza ,, (In día, la destrucc ión y el peligro; la innombrab le noche del mundo - .~
idea ~cgún l.1 cu.ti l,t 11.1tur,1h.-1- 1 pmcfu~ir'.· 1 human,d.ulcs Jistin 1.1s, rccunoc,bles ,1
p;irtir de r~sgos inhl'll'11tc~) 1k cur.tclcmt ,c;is cspcdric. is q ue estab lcccrí.111~u~ difc- 'i. A éste respecto, véa,e Nott,J. C., Typesof Mrmkiml,Trubucr & Co, Londres, 1854;
rcnci.1~y 1.isorg.11111,m ,111sobre una c.,c.ila_de dcsi~uald.icl), « r:icismo » (el cunjunto l,1mhié111 los tres voh'11nencs de Rrycc, J.,1/,c J\mcrica11Cor111111mw~al tl1, Macrnilla.n,
de pr;\.:ticas socia.k~,¡uridK,1S1 ¡,,,1/l!c,is.: lllSlllucion aics, entre ob·a,, fundadds en el Nueva York, 1888; clél mismo aulor, v~ase asimismo '//ie Rdalio11sof 1/,eAd1111nccd rmcl
rcch.110de la prc~uncií•n de ,~u,ild,id entre pcrson ,t, htmi.rnas) y lo c¡uc di.is llnm.in tl,e R11ck111<1rd
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liO 41

,.
Critica de l,1ra1.ón nq;ra l·.I ,uícm de ran

Con respecto a tales figuras, Hegel afirmaba que eran estatuas sin len- t11l11
i1,11l'I\ los LJUe esta relación imaginaria y la economía ficcional que
gu,1je ni consciencia de sí; ent idades humanas incapaces de desemba- 1ll'lll' :.i: revelaron de la manera más bruta l, distintiva y manifiesta
ra, .arse definit ivamente de la figura arúmaJ a la que estab,m unidos. En •¡¡hit, 1:s Justamente en ese signo que se denomina el negro y, por
d fondo, en ellos era a lgo natural dar cobijo a Jo que ya estaba muerto . uli(h11,1,l'n ese aparente fuera-de- lugar que se llama África cuya ca-
.Esas tiguras constituían la rnarca de lo s «p ueblos aislados y r,111u1hl i~,1principal es no ser ni sustantivo común ni, mucho menos,
no -soc iable s que, en su odio, se combaten a muerte >>, se descuartizan tt1,1l11 1 prorio, sino la marca de una ausencia de obra.
y se destruyen como los animales - una suerte de humanidad de vida r, l it•rto que no todos los negros son africanos ni todos los afri-
titubeante y LJue,al confundir devenir-humano y devenir-animal, ter- J\1111\1J11 negros. De todos modos, no tiene la menor importan cia de
mina ella misma teniendo una consciencia <<desprovista de universa - h\111(, , 1111n. Co nsider ados como objetos de discurso y de conocimien-
lidad »-. 7 Otros, más caritativos, admitían que ta les entidades no es- 11,,,\l,il,1 y el negro, desde los comienzos de la Eda d Moderna, logra -
taban totalmente desprov istas de humanidad. En estado de sueiio, esta 1111 1. l,11mlir en una crisis aguda tanto a la teoría del nombre como al
humanidad aún no se había aventurado en lo que Paul V.1.léryllam,1ba ,,1,1111,
1 y a la función del signo y de la representación. Por olra parte,
« la distancia sin retorno » y, por ello, aún era posible « elevarla » . Una 1· 1 ,.111,1mcnle eso mismo ocurrió también con la relaciones entre el se r

carga se mejante no confería en abso luto el derecho de abusar de su l 1 ,1p,1nencia, la verdad y lo falso, la razón y la sinrazón , e inclusive
inferioridad. Al contrario, estaban obUgados a ayudarla y protegerla. 8 011l.1,elación en tre el lenguaje y la vida . .En efecto, cada vez que se
Esto es lo que hizo ele la empresa colonial una obrn fundamentalmente li,11l',1t,1Jode negros y Je África, la razón, arruinada y vacía, se volvió
«ci vilizadora» y « humanitar ia» cuya violencia, que era su co rolario, r,1,.Jinpre 1,obre sí misma y, muy a menudo, terminó hundiéndose en un
naturalmente no podía se r otra cosa más que vio lencfa moral.~ 1!ti¡•,1110apa rentemente inaccesible dond e el lenguaje había sido fulmi-
En la manera de pensar, clas ificar e imag inar mundos lejanos, tan - 11.ollle incluso las palabras carecían de memoria . Con sus funciones
lo el discurso europeo erudito como el popular apelaron a proceso s de l ,.'i,1~.1sdesactivadas, el lenguaje se transformó en una máquina fabu-
fabulación. AJpresentar como reales, cie rtos y cxaclos he chos a menu- 111~., 1..uyafuerza procede a la vez de su vulgaridad, de un formidab le
do inventados, el discurso europeo esquivó « la cosa» que prete ndía pulla Je violación y de su proliferación indefinida. Aún hoy, cuando
co mp render y mantuvo con ésta un vínculo fundamentalmente imag i- 1,1 l 1,1l,1de África y del negro, la palabra no siempre representa a la cosa;
nario, aJ tiempo que pretendía desarro llar conoc imientos de!,tinado s a lo wrdaJero y los falso se vue lven inextricab les entre sí y la sig1úfica-
dar cuenta de ella de forma objetiva. Las cualidade1, principa les de esta ' ion del signo no siempre se adecua a la cosa significada. El signo no
relac ión están lejos de dilucidarse comple tamente, pero son suficiente- ,,1l.1111entereemp laza a la cosa: a menudo, la pa labra o la imagen tienen
mente conocidos en la ac tu alidad los procesos por los cuales el trabajo p11rn que decir con respecto al mundo objetivo. El mnndo de las pala-
de fabulación y sus efec tos de vio lencia pudieron tomar forma. De he- h, .1-:y de los signos se ha autonomizado a tal extremo que no só lo se
cho, hay mu y poco que agregar a este respecto . Pero si hay un objeto y l1,1nsform6 en una panta lla que registra plenamente al sujeto, su vida y
l.,~ cond iciones de su producción, sino tamb ién en una fuerza propia
de /'esprit,Aub icr, Par ís, 199 I, págs. 456-463. [Trad .
7. l ll·gcl, G. W F., P/1cf110111éllulogie
1•\p.: fr110111cuolt,gíariele..<
pírilu, Pre-textos, Mad rid, 2009].
Clpaz Je liberarse de cualqu ier anclaje en la realidad. Q!.ie esto sea así
11.1 ,iru11-;sc,P.,Négrc,Négricr,TraiteelesN~gres,op. cit., pág. 68. debe atribuirse en gran medida a la ley de la raza.
,¡ H11,wn , Ch. L., 1',Iornl Cupita/. Fo11 11d11tionso.fBritis/1Aúolitic>11is111, Univc rsi1)' of Sería erróneo suponer que se ha d ejado defi nitivamente atr:ís ese
N111'ihL1rnlina Pres~, C hape l Mili, 2006. régimen cuyas escenas originarias fueron el comercio negrero, la co-
42 43

..
Crú ka de la ra,611 l\cg,a
El ,11jo:ro
de ,..,,.~
lon,,1 de plantación o simp lemente la colonia Je exti.1cción. En estas
ill',n 11~•nda,la presencia. africana se incrementó . Mile s de escla-
p1l,1sbautism,1lcs de nuestra modernidad, por primer a vez en la histo-
1kij1•111h,1rcabanaño tras ai'to en Port ugal :i tal p un to que su afluen -
rin de la humanidad, el principio de raza y el sujeto del mismo nomb re
l,•J11•~l.1bdí·,,ó los equi librios demográficos de alg unas ciudades ibé-
fueron obligados a trabajar bajo el signo del capital. Y es esto, prec i-
lí,u P, el caso de Lisboa, Sevi lla y Cád iz a com ienzos del siglo XV I,
samente, lo que d istingue a la tra.ta de negros y a sus instituciones de
1 l,1~1111 c ,.,si el 10% de la pob lación estaba compuesta por afric:inos.
otro1sformas autódonas de servidumbre. 111En efecto, entre los siglos
1,\ 111 ,1y,lría se les asignaba labore s agríco las y domésticas. 11 En cu,1I-
\IV y XIX, el horizonte espacia l de Eu ropa se amp lió cons iderablemen-
te. Poco a poco, el At lántico comenzó a Lransformarse en el epicentro
Jllhl•• .1~t\ al iniciarse la conquista de t ierr as en América, tanto los
de un.1 nueva concate nación de mundos, el lugar del que emerge una
1i ,til,,, 1ws co mo los esclavos africanos formaban parte de las Lripula -
l1,1i1,dl· marinos , tic los puestos come rcia le~, de las plantaciones, así
nueva co nsciencia planetaria. Este aconte cimie nto es una continua-
11
111111 d1• los centros urbanos de l imper io. • Part iciparon, también , de
ció n Je las anteriores tentativas de expansión europeas haci:i la,; islas
Ca narias, 1\tladcira, Azores y las islas de Cabo Verde; expansió n c¡ue se !,loII ntes campañas m ilitares (P uerto Rico, Cuba, Florida) y fueron
p,1111,en 1519, de los regimientos de Hernán Cortés que arremetie-
traduce en el comienzo de una economía de plantnciones yue utilizan
esclavos africanos . 11 l'\1111 nntra México. 15
l)c sp ués de l 942, y a lravés del comercio tr iangu lar, el At lánti-
La transformació n Je España y Port ugal, que pasaron de co lonias
,, 11• transformó en un verdadero ensamblaje que reu nía África, !:is
perifé ric;:1~del mu~do árabe a ser el motor de b expa nsión europea
hacia el otro lado del At lántico, coincide con la aflue ncia de africanos \1111'rical>, el Ca ribe y Emopa en tomo a una economía intrincada.
a la penín sula ibéri ca. Estos últimos participaron en la reconst rucció n
\l•~nrdón de reg iones otrora relativamente autónomas, pero también
<.Jelos pr inc ipado s ib érico s tras finalizar la Pe~te Negra (Black Death) V,,1.1formación océano -continenta l, este conjunto mu lti-hernisférico
, l C11w irtió en el motor de tran sformaciones sin paralelo en la histo-
y la Gran Hambruna del s iglo XIV. La m :iyoría eran esclavos, pe ro no
11,1 dd mundo. Las personas de or igen afr icano eran el núcleo de est a
todos. Entre ellos habfa también hombres libres. Lo cierto es que has-
11lll' V,1 dinám ica de incesantes idas y venidas cnlre una orilla y otra del
ta ese momento el aprovisionamiento de esclavos en la Peníns ula se
efectuaba a través de ruta s transaharianas co ntroladas por los moros. 111ísmoocéano, de los puertos negreros de África occiden tal y centra l a
Sin embargo, se produjo un vuelco en el aiio 1440 aproxim ada m en- l11s de Amér ica y Europa. Esta estr uctura de circu lación se apoyaba en
1111,1economía que en sí misma exigía cap itales co losa les. lnclu!a igual -
te, cuando los ibéricos se lanzaron al contacto con Africa occidenta l
y central vía océano Atlántico. Los pr imeros negros víct imas de raz ias l l 1-c,n~e,a,J., « Black Africans in Porlugnl dun ng Clcynacrls's Visit, l.',B - 15.38», en
l]Ue fueron objeto de ve nt as públicas llegaron a Portugal en 1444. La 1.,11'1c,T. y Lowc, K. (dir.). Hfuck Ajnc ,ms in Rcnaiss,rnc.·Eumpe,Cambridge Univer-
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Pe.irson Prcnlicc H,111


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,ans in carly Spanish Amcrica», Tlit·Amcrkas, vol. 57, nº 2, octllbrc <le2000, p.\g. 177
/¡.,j
4'i

..
Crírica Je J., r:o,.ó
n ncg,-.,
LI , u jeto cfr rar.a
me n te la tra nsfere ncia de me tales y o tros pro duc tos agríco las y man u
facturados, el desarro llo de cont ratos de seg uro, de la co ntabilid ad \' , ff,11111n.ic1o
nalizac ión de la condic ió n negra es, ento n ces, un
tlc la intlu str ia financiera, y la diseminac ión de expe riencias y práct 1c,1
~
111rmn
umslilutivo de la mo dern idad, mie ntras que el océano Al-
l!i ll •ti• .,11 lugar de incubación. Esta co nd ición abarca en sí misma
cultura les hasta ese mome nto descon oc idas. Se instaura así un pr occs11
~h:111i111 de situaciones muy conl rap uei.tas q ue van del esclavo
inédito de criol lización que se trad ujo en un intenso tráfico de religio
ncs, lengu as, tecnologías y culturas. La conscienc ia negra en la éporn
!ttI n,t.1 objeto de una venta, al ei.clavo por p ena, el esclavo de
1hAt1!lrn11.1 ( domés tico de po r vida), el esclavo ma ncebo, el esclavo
del pr imer cap italismo eme rgió, en parte, a raíz de esta din ámica Ul'
t1d,1t.irit11 el esclavo mnnum is, o inclusive e l liberto o e l nacido
mov imien to y circulélció n. Es el prod ucto de una trad ición de viajei. )'
Lwn. 11.nlrc1776 y 1825, Europa pierde la mayor parte de sus co-
de desp lazamientos q ue se apoya en una lógica de ues nacio nalizaci6n
1111:i ~,1111crica n,1sa raíz de una serie d e revo luciones, de movim ien-
de la imaginación . De hech o, este proceso de desnacio nalización de la
,1,)1ndcpendcncia y de reb eliones . L os a frola tin os habían jugado
imaginació n se pro longará hasta me diados de l silgo X.\ y acompañará
1,1; i t,I ,•mincnte en la consti t uc ión de los im pe rios iberoh ispán icos.
.1 l,1mayoría de los grandes movim iento.~ negros Je ema ncipación. u,
,l l1lil111 servido no só lo de mano de obra i.ervil, sin o tambié n como
En tre 1630 y 1780, la can tidad de africanos que desembarca en
11i¡,,il.111lcs( crrn11ne11), exploradores, ofici,1les, colo n os, propie tarios
las posesiones atíánt icas de Gr,1n Bre taña supera co n creces la de euro-
17
1li1 1111 · ne~ raíces y, en algunos casos, como hombres lib res y propie-
peos . El fina l del :.iglo XVIII const ituyó, de1,de este p un to de vista, el
11111111, Je C!>c lavos . 111Des pu és de la disolució n de los imperios y los
gra n mome nto negro del Imper io br itán ico. No se trata simp leme nte 1t,1,,,11t.1mientos antic olon ialcs durante to do el siglo XIX, adop tad n
de cargueros hu manos q ue, part iendo de depósitos y p uertos de esda- 1li\·1·r~t1sro les, ya sea como soldados o enca bezando mov imie nt os
vos de Áfr ica del Oeste y de la Bahía de Biafra, deposita n hombres en p,,litico\. Por lo demás, las relacione:. entre colon ias y me trópolis
Ja maica y en Esta dos Unidos. Junt o con el m acabro com erc io de escla- , 1111hiana pa rtir Je! derrumbe de las estructuras imperiale s del
vos, cuyo objetivo es ob tener ganan cias, existen tamb ién movimientos 11u111Jo at lánt ico y de l surgim iento de los Estados-n ación . Una cla-
de africanos libres, nuevos co lonos que, siendo bluckpoor de Inglaterra ,lc blancos c rio llos asien ta y co nsol ida su influenc ia. w Las viejas
o refugiados de la gue rr a de indepe ndenc ia en Estados Unidos , par ten , 11,•stionessobre la hete roge neidad, la difere n cia y la libertad log ran
Je Nueva Escoc ia, de Virgin ia o de Caro lina pa ra ins talarse en nu evas 1111nuevo impu lso, mientras lai. nuevas élites se valen de la ideo logía
co lonias afo canas como Sierra Leon a. 18
dl'I mcstiza¡e para nega r y desca lificar la cuest ión racial. La con tr ibu-
< 1ón de los a froa mer icanos y de los esclavos negros al J esarro llo his-
16. V6~e el cstuJi o de Stcphcns, M. A., fih1tk Hmpirc. 7hr M,rsrnli11 e Global lmagi
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46
47

..
Crí, icn de la r,17Ó11
ncgr:1
J:I'"fCll> de.-r .r,a

LMico Je América del Sur está, si no borrada, al menos ~everamcnk


11 ht idos Unidos, los primeros esclavos negros habían desem -
ocultnda. 21
1,,_1,,1 11 1619. En la víspera de la revolución contra los ingleses,
Crucial, desde este punto de vist.11 es el caso de Haití, cuya de 1, lfll .,111 li1ab:111má s de 500.000 negros en las colonias rebelde:,. En
c.:laración de independencia sobreviene en 18041 sólo casi veinte ru'ios ,1 Jp111,c1111J damcnte 5.000 se alistaron en el bando patriota como
después de la de Estados Unidos. El caso <leHaití marca u11punto de hl11d11, ,111n cu,rndo la mayoría ni siquiera gozaba del cstalus de ciu-
inílexión fundamental en la historia moderna de la emruicipació n hu- ·I 1tl;1111"1'.H,t la mayor parte Je ellos, la lu cha contra la dominación
m,rna . En efecto, a lo largo del siglo XVlll, es decir, durante el Siglo de 111 lí ,\;11 ,1 y l.1lucha contra el sistema esclavista iban de la mano. A1.i,
la1.Luces, la colonia de Santo Domingo era el ejemplo clásico de la 1• l''n, dL·desertar Je las plantaciones de Georgia y Ca rolina del Sur,
plantocracia; un orden soc ial, político y económico jerárquico cuya , 1111.1decena de miles l>C unió a las tropal> inglesas. Otros, en cam-
cabeza estaba conformada por una cantidad re lativamente reducida j¡¡,,111111.1do1. en los panl ,mos y en las selvas optaron por luchar por su
de grupos de blancos que rivalizaban entre sí. En el medio se halla- I'' ,,¡11.1liberación. Al término J e la guerra, alrededor de l4.000 negros¡
ba un grupo de hombres libres, tanto de color como mestizos. Aba- i\l .1111m de los cuales eran ya probablemente libres, fueron evacuados
jo, había una amp lia mayoría de esclavos, la mitad nacida en África.u ,li '-,.,v,innah, Charlcston y Nueva York y transportados a Florid:1, Nue -
Contrariamente a otros movimientos de independencia) la revoluc ión . 1 1 ,rnci,t, Jamaica y, más tarde, a África.2' La revolución anticolonial
hait iana fue el result.1do de una ins urrección de esclavos q ue dio lugar, 11111, ,1 los ingle ses babia dado como resultado una paradoja; a saber:
en 1805, a una de las const ituciones más radicales de l Nuevo Mundo . ¡,111 un l.1do, en la expansión de las esferas de libertad para los blancos,
Esta constitución prohíbe 101.tí tulos nobilia rios, instaura la libertad de I''rn, por olro lado, en una consolidación sin preceden les del sistema
culto y se opone a los conceptos de propiedad y de esclavitud, algo , ,d.iv isla. En gran medida, los plantadores del sur habían comprado
que la Revolución americana no se había animado a hacer. La nueva ,11llberlad mediante el trabajo de los esclavos. Gracias J esta mano de
Const itución de Haití no abolí,1 so lamente la esclavitud. Autorizaba 11111,1 servi l, Estados Unidos instauró la economía de división de clases
igualmente la confiscación de tierras pertenecientes a colonos france - rl\ el seno de la pobl,1ción blanca - división que llevó a luchas de po-
ses, decapitando <le paso lo esencial de la clase Jominanle; abolía la dn de consecue ncia s incalculables - .2'
d istinc ión entre nac imientos legítimos e ilegítimos y llevaba basta sus A lo largo del período atlántico brevemente descrito m ás arriba,
últimas consecuencias las ideas, en aquel entonces revolucionarias , de t•,t,1 pequeña provincia del planeta denominada Europa se ubica pro-
igualdad racia l y libertad universal. 21 gresiva mente en un,1 posición de liderazgo co n respecto al resto del
mundo. Paralelamente, en particular durante el siglo XV II I, se instalan
21. 13ut lcr, K., 1:reerlams G111w,frcedt1m Wrm. Aji-o-13mzilia11s in Post-Abolitio11Sao
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48 49

~
( :, itic., de b 1.1zi1n
11cgr,
El su jcw de r.11.a

íos Jiscursos de verdad sobre la naturaleza, la especificidad y las for


v.11
i1l•1I111 ,do en base a los prejuicios más in genuos y sensualistas, al
mas Je lo viviente, las cua lidad es, rasgos y características de los seres 1111,i¡1111¡1 1c algunas formas de vida extremadamente complejas se ven
humanos, incluso de poblaciones enteras gue se especifican en ténnj- Ji: l,111tl ,1s ,1 la pura simplicidad de los epítetos .i9 Éste puede denomi-
nos de especies, géneros o razas y que :.e cla~ifican verticaJmente. 26 lltl! .,1,. ,.¡ momento gregar io del pensamiento occ idental, durante el cual
Paradójicnmente, es también la época durante la cua l los pueb los 1íli'f 'nl es represcntaJo como el prototipo <le una figura prehumana
y fas cultura s comienzan a ser considerados como individuaJidades ce- hJt,lfi,11 . de liberar se de su animalidad, de autoproducirse y de suble-
rradas sobre sí mismas. Cada comunidad - inclusive cada pueblo- ,¡¡I,1 .1 l,1,,!tura de su propio dios. Encerrado en sus sensaciones, tiene
est:í consolidada como un cuerpo colectivo ún ico. La co muni dad 110 l11irnll,1dcs para romper las cadenas de la necesidad biológica, razón
estaría dotada únicamente de un a pote ncia propia, sino que co nstitui - ¡i,11 · l,1nial casi no logra darse un a forma verdadera.me nt e humana ni
da también la unidad de base de una historia movida por fuerzas que 1 í11dd,1rsu propio mundo. Es en este punto donde el negro se aleja de
aparecen específicamente par:i destruir a ot ras fuerzas, en una lucha l., 11t11malidad<le la es pecie. Por otra parte, durante el momento gre -
a muerte cuyo resu ltado final no puede ser otro que la libertad o la (:111,1dd pens ;tmiento occ identa l, y grac ias a la puJsión imperialis ta,
csclavitud.27 Por lo tanto, la ampliación de l horizonte espacia l europeo •I ,t\ lo de comprender y de ap rehender se despega progresivamcn -
va de la mano de una división y un estred1amienlo de su imaginación : · 1lt w,1lquier esfuerzo por conocer aquello de lo que se habla. La
cultural e histórica e inclusive, en ciertos casos, de una relativa claustJra "' 1111t'II la /1istoriade Hegel representa el punto culminante de este
Je] pensamiento. En efecto, una vez que los géneros, l.1sespec ies y las ¡111iodo. Durante muchos siglos, el concepto de raza - que sabemos
razas son identificadas y clasiricaJas, el pensamiento se limit a a seña lar 1¡1h -, l' ll origen, proviene de la esfera animal - servirá ante todo para
las diferencias qt1cbs d istinguen. Esta relativaclausura del pensamien - 111111ilwar las humanidades no europeas.'º Lo que se llama. entonces el
to no significa en absoluto la cxLinci.ón de la cur iosidad en sí misma. . ,·~t.1tlo Je raza» correspondería a un estado de degradación y a .una
Pero desde la Edad Media hasta el Siglo de las Luces, la curios idad, ,1,fi.•cu ón de naturaleza on toló gica. La noción de ra1,apermite que la~
cons id erada como facultad del pensamiento y sensibilidad cultural, h11manidade~no europeas se representen a través de la impronta de un
es inseparable de un formidable tr:ibajo de fabulación que, cuando se ,f 1 rnlerior. Serían el reflejo empobrecido del hombre ideal del cual

refiere en particular a los mundos -otros, borra las fronteras entre lo 1·st.1rían separadas por una distancia temporal insalvable, por una di-

creíble y lo increíbJc, entre lo maravil loso y lo factual. lll ltn .•n cia casi infranqueab le. Referi rse a ellas se ría ante todo su brayar
La primera gran dasiftcación de razas emprendida por Buffon tie- 1111o1 ,wsencia - la ausenc ia de lo-mismo - o, mejor dicho, sería poner
ne lugar en un dima donde el lenguaje ~obre los mundos-otros está ,,¡ .,cento en una presencia segunda: la Je los monstruos y los fósiles. Si
cl lc: ,,il,escribe Foucau lt, es « el que permite subsistir las semejanzas a
26. Véase lo que afüma sobre este tl'ma Poucault, M., Les Mots el les Clivscs.Une ar- 11,1v és de todas las desviaciones recorridas por la naturaleza » , si el fósil
r/,h,/ogJcrlessrimccs h1111111ines,
Gallimard, París , 1966 (en parti cular el capitulo 5),
funciona en primer lugar como <<una forma lejana y aproximativa de
[lbd. esp.: Lt1sprilalm1sy las cosas:wia cm¡ueología de las ciencias1111111111111s,
Siglo XX1,
M.1drid, 1997].
J'J. Hulfon, G.-L., « Varictcs dans lbpccc humaine » , en Histoirc 1111/urdle, gcim'r.1/c
1.7.Vogclin, É., Ra,e et Éta t, Vrin, Parb, 2007 , pág. 265.
,·/ ¡1t1r
l1rn/1i:rc, d" Cabi11cl,/11lfoy, vol. ] 1 lmprim cric roya lc, Parí~,
,wcc /11descrip/J()/1
28. Sin embargo, esta clausura del espíritu no imp ide el desarrollo de un espíritu de la
1 11/,págs. 371 530.
rn1fosid,1d1 véase Daston, L. y Park, K., Wonrl~rsmu / //,e Ordcrof Nalurc, 1150- 1750, 1(1 Schelling, T'.W., /11/
rod11dion/¡ /11p/11/vso¡1!11c
de la 111yt/1nlog
1c, Aubier, Pnrfs, 1945,
/ onc Books, Nueva York,200 L
p.\¡.:. 109.
'iO
51
( rírka d.: la r,17.cin negra
El s11jemde r,u:,

1dentid.1J» , el monstruo, por el contrario, indica ant e todo y « como lnn, l,t desconfianza, las intriga s, rivalidades y recelos¡ el juego mo
l'n una caricatura, la génesis de las diferencias » .J' Sobre el gran tablero nliw de favores, las tácticas ambivalentes h echas de comp licidades,
de 1.1s especies, de los géneros, de las razas y de las clases, el negro, en su 111,•glo s Je toda índole, conductas de difer enc iación cnncteriza das
01,cur·i<ladmagnífica, rep resenta la síntes is de estas dos figuras. Sin em- f'lll la revcrsibilidaJ de ro les. Es también el hecho de que el law soc ial
bargo, el negro no cxü,te en sí mismo. Esta prod ucido constantemente. li explotació n no está dado de una vez y para siemp re. Al contrario,
l' roducir al negro es prod ucir un lazo socia l de sumisió n y un cuerpode 1, rncstionado todo el tiempo y debe ser produc ido y reproducido sin
cxtracciót t, es decir, un cuerpo completame nt e exp uesto a la voluntad 11•~ara través de una violen cia de tipo molecular qu e sutura y satura la
Je un amo que se empeña en obtener de él la máxima rentabilidad. 11•lación servil.
Objeto s umiso y maleable a voluntad, el negro es tambié n el nombre De tanto en l,1nto1 la plantación estalla en levantamientos, insu-
de una injuria, el símbo lo del hombre que lucha contra el azote y el 1nicciones y complots servile s. Institución paranoica, vive cons tan -
sufrim iento en un campo de batalla qu e opone a grupos y a fracciones trmcnle bajo el régim en del miedo. En varios aspectos, posee todas
segmentadas social y racia lmente. En partic ular, ese es el caso enlama- Liscaracteríst icas de un campo, de un parque y J e un a socie dad para -
yor parte de las plantocracias insulares del Caribe. Estas plantocraci:is militar. Por más que el serior esclavista multiplique coerc iones, cree
const ituyen uni versos segme ntarios donde la ley de la raza descansa l,1denns de depcndenci,1 en tre él y sus esclavos, alterne teno r y everge-
tnnto en la confro ntació n ent re plantadores blancos y esclavos negro s, 1isrno, su existencia está permanentemente habitada por el espectro de
como en la opos ición entre los negros y los <<libres de color » - muy 1, exterm inación. El esclavo negro, en cambio, es por un lado aquél que
a menudo mulalo s liberados - , algun os de los cuales son propieta rios ,e enc uen tra constan temente en el umbral de la revuelta, tentado de
de esclavos. rcsponJer al llamado lancinante de la libertad o de la vengan•¿a¡ pero
El negro de la pl,111taciónc1,por lo demá s una figura mú ltiple. Es ca- por otro lado es también aqué l que, en un gesto mayúscu lo de envileci-
zador Je esclavos evadidos y fugitivo s, verd ugo y ayudante de verdugo, miento y de abdi c.ición radica l del sujeto, busca proteger su vida deján -
esclavo de talento, guía, Joméstico, cocinero, liberado q ue permanece dose uLilizar por el proyecto de avasallam iento de sí y de otros esclavos.
sumiso , conc ubino, trabajador campe sino afeclado al cor te J e caña, Por lo demás, entr e 1620 y l640, en particu lar en Estados Unidos,
responsnble de fabrica, ope rario de máquin as, acompañante de su amo , las formas de servidumbre permanecen relativamente imp recisas. El
ocasiona l guerrero. Estos ro les están lejos de ser estables. En func ió n trabajo lib re coex iste con el trabajo forzado - que es una forma de
de las circun sta ncias, un rol puede « darse la vuelta » y transfo rm arse csclavismo no Jefinitivo de duración determinada - y la esclavitud
en su opuesto. La víctima de hoy puede, mañ ana, transfo rm arse en ver- - hereditar ia o no - . Existen profundas divisione s de clase en el seno
J ugo al serv icio de su amo. No es infrecuent e que el liberado de ayer, del colo nato. Ellas oponen lambi én el colona to a la masa de esclavos
hoy se convierta en propietario y cazador de esclavos. Por o tra parte , el LJUe,por cierto, constituyen una clase muJtirracial. Esta bifurcación se
negro de la plantación es aqué l que está socia lizado en el od io hacia los produce entre 1630 y 1680. De esta época data verdade rament e el na-
otros y sobre todo hacia otros negro s. Lo que caracteriza, sin embargo, cimiento de l,1sociedad de p lan tació n. El principio de serv idumbre de
J la plant ación no so n so lamente l.1s forma s segme ntarias de la sumi-
por vida de la gente de orige n africano estigmatizada por su color se
transforma progresivamente en b regla. Los african os y su descenden -
l 1. Jlouc.wlt, M., tes M,,ts et lesClioscs,op. c,t., pdg. J70, fTrad . csp: Las J'alalm1.1y las cia se transforman en esclavos de por vida. Así, se afirman clararnenlc
cfrlas c1c11c
r''·'"-'· 111111ill"</t1eología s, Siglo XXI, Madrid, J 997].
i,u 1111111111111
las distinc iones en tre sirv ientes blancos y esclavos negros. La pl,11 ,1.1
'i2 5_;

~
C,irkJ tJ..,t, •M(Ín nc¡:1;1
El ,11 jcw de-r.izn

l 1ón ,e transforma grad ualm ente en una institu ción económica, d isci- 11l•rono tod o s los ne gros son esclavos, ind epen diente m ente <le
plan.iria y pe nal. En co nsecue ncia, los negros y sus descendientes p uc- 1111w.in del Cari be o de Estad os Unidos. Espec ialment e en Estados
d<•nJe ahora en adelante ser co mprad os por sie mpre y para siempre. 1 r1111h,1 la racializació n de la se rvidumbr e había empuj ado a los blan -
A lo largo del s iglo XV IJ, un inm enso trabajo leg islativo viene a se- 11•, y, sobre todo, a los « blancos pobres» prestatario s de cu alqui er
11.uel destino d e los negros. La fabrica ción de sujetos de raza en el l1p,1 11l•Lrabajo- a dislin g llirse lo más pos ible d e los africanos redll -
con tin ente americano co mi enza a t ravés de su destitución cívica y, 1,l,1~,,l estalus d e esclavos. Los hombre s libr es exper im entab an el
en co ns ecuen cia, excluy éndo los de los privilegios y d erec hos gara nti - 1, 11mrde que los muro s q ue los sepa raban de los esclavo5 no fu eran
zados .1otros habitantes d e l,1s co lo nias. Por co nsig uient e, dejan d e ser 1, ,11lil icnteme nte herm ét icos . Sin emb argo, tard e o lempran o todo el
co nsiderados hombr es como lodos. Y co m o un a extensión de la escla-
1,, llll\lerio tlebió en frentar se .1la experiencia de co nvivir con hombre s
viLud de por vida, esta situación se transmite a sus hijos y a los desce n -
ltl11csde co lor, algunos Je los cua.les fueron propietarios de tierra s y de
di ent es d e éstos. Esta primera fase se completa co n un largo proceso de
11 0 lnvos, e incl usive J e trabajador es forzados blancos. Así, una pobla-
const ru cción de la in capa cidad jurídica. La pérdida del derecho d e ape-
1c'111libre de co lor fue incre m e ntándo se gradualmente como resu ltad o
lación en tribunales hac e del negro una no -p er sona de sde un punto de
1, l,1s olas de liberación allí donde éstas eran posibles, de las union es
vista juríJic o. A este d ispo sitivo jurídi co se aJ'iad e llna serie de có c.Ji
gos
1111xL1:;entr e esclavas n egras y blan cos libr es o entr e muj eres blancas
de esclavitud qu e son , en sí mismos, a veces, el resul tado de levant a-
l1hn•s)'negros.E n el Car ibe en particula1; el fenómeno de blancos con
mi entos d e esclavos. Aproximadamente en el aiio 1720, un a vez co m-
, , lltLubi nas negr as se co nvirtió en algo relativamente fomi liar. Pese a
pleta da esta codificación, se puede afirmar qu e la cstruct11ra negra del
q11~· ofic ialme n te 1:.,seg regac ión rac ial fuer a pdctica comú n, el liberti -
mundo, que existía ya en las Indias occ idental es, aparece oÍtcialmente
11,,Jl' inte rrac ial y el co n cub i nato co n mujer es de colo r, libr es o serv iles,
en Es tado s Unidos junt o co n la pl,1nta ción , qu e es su corsé.
1,1 ,,lgo frec ue nte entre las élites blan cas_!!
En cuanto aJ negro, d e ahora en adelante no es otra cosa que un
bien mu eble, al meno s desde un punto de vista estrictament e lega l.
Des d e J670, se plant ea ba la cuestión d e saber có mo poner a trabajar a 1.2. Recal ibración
una gran cantidad d e m ano de obra en a.ras de un a producción destina -
da al comercio d e larga dista ncia. La inven ció n de l negro co nstituy e la Ck rlo es que el siglo XXI no es el sig lo XIX, ese p eríodo en donde, en
respuesta a esta pre gu nta . E l negro es, en efecto, la rueda de en grana j e vnt ud del auge co lon ial e n Áfri ca, se as iste a un a biol og izac ión d ecisi-
que, al p ermitir crear por medio de la plantación un a d e las formas m:is v,1di.'la raza e n Occidente. El sig lo XIX es Lambién la épo ca durante la
eficaces de acumulac ió n de riquezas en aque lla época, ace lera la inte- ~ l1,1I, a travé s del p ensa m iento evolucionista <larwiniano y po stdarwi -
gració n del capitalismo mercanti l, del maquinismo y del co ntrol de l 11ian o, se expa nden en m uchos país es est rateg ias eugen ésic as y se ge-
trabajo subord inado. La plantac ión repr ese nta en esa época una inn o-
\l. Sobre los dilemas que resultan tic este car,ic tcr mixto, lea~e c;arrnway,D., Tire U-
vación de envergadura , y no simp lemente d esde el punto de vista d e la
lwr/111~Colmry.CrccJ!iur/11111
in tfie EarlyFrcnc/1C,iríl•ben,i, Duke Un ivcrsily Press, Dur -
pr ivación d e la lib ertad , d el co ntro l d e la movilid ad de la m ano d e !iJrn, 2005 (en parti cular los capítu los 4 y 5). Para el caso de Es tado s Un idos, véase
obra y d e la ap licación ilimitada de la vio lenc ia. La invenc ión del negro 11,·rlin, l., Slarrcs Wil/1011/Maslers. T/1e fr ee N~gro in llie Antebd/1m1S0111/i, 111e New
Jhre ig ualm ente el camino a umov ac ione ~ cru ciales en la ac livitlad del Pre\,, Nueva York, 2007 ( 1974·¡, págs. 13-24; y Cossé l.lell, C., Rwo/11tio11, Ronrnn-
wrd t/.ie Ajro-Creolt-Protcst Tradlti,m i11Lo11isi
/111,111, ,111a,17 18- 1868, Loui siann Slnlc
lr,ms p or tc, d e la producc ión, d e la comercia lizació n y d e los seg uros.
l lniw rsit·y Prcss, Batan Rouge, 1997.
54
55

f'
Cricie.1di.'la ra71>1111c~r,1
El ,ujc 1o ,le 1~11,1
11c1 l.1obsesión por la degeneración y el suicidio.
1111;1 11 No obstante, a
fHlt\'" ,,Jrn:,1110,amarillo asiático - .3" La misma sinta xi:..racial se en-
C11",1 dl!I proceso de mundialización y de los efectos conlradictorios
11l'1il1·n e n los disc ursos so br e las tecnologías re produ ctivas en forma
lflll' l'Sle ha provocado en todas partes, la lógica de la raza vuelve a
1 ,.•h•n:ión de embrion es, inclu so en los len guajes qu e ata,icn a la
i1rumpir en la consciencia contemporánea.'' En casi todas partes del
1•111il1l,1dón de la vida en gener,11.lll
111tmdoha tomaJo un nncvo impulso la fabricación de sujetos de ra-
l kurre lo mismo co n las diversas formas de manipulación de la
1.1.'' J\Jprejuicio del color - que es una her encia de la trata de escla-
1,L,y rnn la hibrida c ión de elem entos orgánicos, animales y ar hfi -
vos y se tradujo en institucion es de seg regación co mo ocurrió durante
1 j~ltis, De hecho, nada impiJ e que, en un futuro más o menos lcj:1-
l,1..,« leyes Jim Crow>, en Estados Unidos y en el caso del régimen del
11 ,, l,1•,técnicas genéticas :,ean ul ilizadas para geslion ar las cua lidad es
,r¡1e1rtheid en Sudáfrica- al racii.mo antisemita y al modelo colo nial
1 11l11,,ulrnales y separar las raz:is conside radas «i nde sea bles» a través
de bestialización de grupo s considerados inferiores, se añaden ahora
!. l,1selecc ión de em brion es trisonómicos o de embrione s nacidos
nuevas invar iantes del racismo . .Éstas i.e caracteri zan por la mutación
Id hriomorfis m o - hibri dación con elementos animales - o d e la
de las estructuras del odio y la recompo /,ición de las figuras del ene-
dl,mgizaci6n» - hibrida ción con elem entos artificiales-. No se
m igo lntimo. ·1nDespués de un brev e interludio, el final del siglo XX Y
(hW~,,rl.1 tampo co llegar a un punt o en el qu e d rol de la medicina deje
e l comie nzo del nuevo sig lo coinciden en el retorno del abo rd:ije bio -
dr• wr ~olamen tc retrotraer :i un estado de no rmatividad un organismo
lóg ico pa ra llevar a cabo distinciones entr e grupos humano s. 17 Lejos
¡(,,,11u ido por la enfermedad, y en el que l,1 acción médi ca consista , en
de seflalar el final del racismo, el pensamiento genómico reve la una
· 1111bio , en remoJclar la vida en sí mism a en función de determinis-
nu eva manifestación de la lógica de raza .1HSea para la exploración de
1111,s raciales y co nform e a un pro ceso J e ingeniería mol ecu lar. Raza y
rníz genómica de enform ed.ides en ciertos grupos O para trazar raíces 1,11i,n11.1 en consecuenc ia, no tienen úni came nte un pasado en común.
1
u oríge nes geográficos de individuo s, e l recur so a la genética tiende
11111b1én compa rt en un futuro en el que la posibilid ad de transform,1r
a coníirmar las tipolo gías raciales del siglo X IX - blanco c:iucásico ,
111viviente y crear especies mutant es n o parece e/,tar reservado única-
J t lllack, E., hí1r Ag,1111s(
0 a 11,¡ l\mcrrcas Cm ¡,aig11to Cm1/c II Mos-
ll1c~Vi:ak.H1tgcnic,; 1m·nlc .1)universo de la ficción.
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11" \, 2006, ¡úp. t99-21'\.
56 ",7
C:ritica Jt IJ r:1aln 11q.;r:1
El sujcw de r:w1
hlc tl•lón de fondo al igual que los inm ensos progresos en tecnologl.1
1 hl .1 l 1, 1ón Je Jr.spositivos globa les de contrn l de indi vid uos y el
híología y genética:" Así, se instaura una nueva econo mía polftic.1 ¡f.,
,Ir,¡,11111111lode un cuerpo bio lógico que no sólo es mú ltipl e, sino
In víviente in-igada por los flujos internaciona les del saber, y que tic111,
IJI(,, 11,ovd.
1,.mnocomponen tes privilegiados las células, los tejidos y los 6rga1l(1\
i!n 1 ,1,1~ma, la protección no conc ierne únicamente a la ley. Por
1
l,into como las patologías, las terapia s y la propiedad intelectual. 42 J,,.1
qlf,1111, · tamb ién se ha tra nsform ado en una cuest ión biopo lítica.
la misma manera, fa reactivación de la lógica de raza trae apa rejada un.,
llt1tiV IIS d isposi tivos de segur idad no solamente vu elven a tener en
potenc iación de la ideo logía de la segurid ad, la instau ración de mec:.1
•¡• ;¡¡, 1 lu11cntos de regímenes anter iores - regím enes disciplinari os
nrsmos orienta dos a calcular y minimi zar riesgos y a hacer de b prot,u
ción Inmoneda de cambio de la ciudadanía. 11.111,¡ dd csclavismo, eleme ntos de g uerras co lonial es de co nqui sta
111wlón, técnicas jurídi co- legales de excepc ión - que se ponen
En particular, ése es el caso en materia de gestión de flujos y dl'
,,1111 lnn,1micnto, nanocel ularme nte, junto con tácticas propias de
movilidad, en un cont exto donde, se cree, la amenaza terrorista a be
1'.111 ¡.\t' nÓmica y ele la « guerra co ntra el terror » . Apelan 1 también,
dcce cada vez más a individuos reagrup ados en células y a redes distrí
IN 111,.is dabot~tdas durante las guerras cont rain surr eccion ales de la
buidas en la superficie del planeta . En es tas cond iciones, la « santuar i-
¡tni',I ile la descolonización, de las « guerras sucias» del conflicto Es-
zac ión » del territorio se convie rte en una co ndi ción estru ctural de la
llJ • 11-~h.• Argelia, Vietnam, África aust ral, Birmania, N icaragua- y
!iegurida d poblacional. Para ser efec tiva, esta s:rntu arizació n requ iere 1h1 \l'l 'ricncias de instit ucion a lización de dictaduras depredadoras
de cad a perso na que se quede en casa; o, de todos aqu ellos que viven y 11111 lodo Jel mundo, bajo el impulso o la complicida d de agentes de
se mueve n en un len it or io nacional determinado que sean capaces de ilil;11111.1ción al servicio de potencias occide ntales.
comprobar su idcntid¡¡d a todo momento; también, que se pueda acu- Por otra parte , la potenciación del Estado sec urit ario en las co ndi -
mu lar un saber tan exl1austivo como sea posib le sobre cada individuo¡ i111u •s actua les trae aparejada una remod elación tecnológ ica del mun -
y que el co ntr ol de los movimientos de los exti·anjeros se efectúe tanto ,1.. )' una exacerbac ión de los modos de asignación racial..¡.¡Fren te a la
en las fronteras corno a distanc ia, y prefe rentemente en SL1s países de 11.111 \ formación en to<lo el mundo de la economía de la violen cia, los
origen.H El gran movimiento de digitalización llevado a cabo en casi ,, ¡.¡/menes democráticos liberales se co nsideran a part ir de ahora en
todas partes del mundo obe dece en parte a esta mjsma lóg ica. Porque ,,,,1,1dode gue rra casi pennanente co ntra ene migos nuevos, huidizos,
la idea es qu e cualqui er sec urizacjó n ópt ima req uiere necesariame n- rnc\viles y reticu lares. El le,1tro de esta nue va forma de guerra - que
1·x1gc una co ncepció n de la « defensa total » y una elevación de los
011Racwl Ncolibem/ism, Wilcy-
4 1. Go ldberg, V. 'I'., T11ellir~at of R,1a.Rcjlecti,111s
llla,:kwcll, Londres, 2008¡ Gilroy, P., Agm11st Race, Harva rcl Univcrsity Press, C un - 111nbralesde toleran cia a favor de la excepción y la derogació n- es al
bri<lgc, Mass., 2004.
mismo tiempo extern a e intern a. Su conducta exige que se establezcan
•12. A propós ito <leesto s debate s, véanse M'Ch.1rck, A., "/he //11111w1 Ge11om c Dii,ersity dispositivos panópti cos rigurosos y un co ntr ol crecien te de personas
/lrojct'I. A11lilli11ogra¡,/1y Practicc, CJm bridge Univcrsity Prc~s, Cambridge,
o/Sc ic11t!fic
Je ser posible a distancia - a part ir de las hue llas qu e va n dejando
2005; RcJ 1don,J. 1 l<<1ce e m the Age oJ G,·110111ic.<,
to tire Fh1isli.ldc11t1tyc111dCovcrna11c
J>r111cclon Un1vcrsity Pres.~,Princeto n, 2005; Franklin, S., Embodwd Progre.( .<
. A C11lt11
- tras de sí.•1>El paradigma clásico de co mba te - que op one dos entid a-
r,d 1hco1111t ofJ\ssistc,I Crmrc!'litm, Roullcúgc, Lo nd re,, 1997.
•I l , Sob re estasmutaciones, véase Vukov,T. y She ller, M., « 13ordcrwork: , urvcillant 4,1, Cr utchcr , M. y Zook, M., « l'lnccmn rks anJ waterlines. Rac-ializcJ cyberscapc~ in
,1sscmbl.1gcs,virtu,d fences, and tactical countcr -mcdia » , Sow¡/ Scmic,tics, vol. 23, 11° po~t-Katrina Goog lc earth » , Ccofonm11 vol. 40, 11°4 1 2009, pág~. 523-534.
! , 20 U , ¡xlgs. 225-24 1.
•IS. L.lnse Am oo rc, L., <<Uiome tric border,. Go vern ing mob ilitics in the war o n tv
rrnr,, , Pol,tical Ccogm¡,lry,nº 25, 2006 , págs. 336-35 l ¡ y '1-
-larris, Ch., «' !he Om fli h·
58
'59

1
C d11c.1de la r:wi 11ncgr., El ,u ¡crn lle r,1,.1

des en un campo de batalla bien de Lirnitado, con un riesgo de muerl(· 1 U~tl d11 ,tlurnu lació n pr imiti va, sino que, para hacerlo, hizo un uso
rcdproco - es sustituido por Lmalógica vertical que opo ne a dos pro 1Ji11t.111h: d1:los subsidio s raciales.
t,1goni~Las:una víctima y un Jepr edador : 1t• El depre dador dispone di.' 1'11,:sil' rn ntcxto , e l ciudadano es redefin ido como sujeto y como
un dominio casi exclusivo de los espacios aéreos de los que se sirve 1H•li1.i.ufo de l,1vigilanc ia. Ésta se ejerce de manera privil egiada a tra-
para determinar, a su antojo, la elecc ión de objetivos, lugar, tiempo y :. 11\1l.1l 1,lllscri pción en h uellas digitales de caracterí st icas bio lóg icas,
naturaleza Je los ataques. 17 El carácter cada vez más vertical de la guc il•' I ic,, y comportame ntal es. En este nuevo régimen tecnotró nico
rra y la utiliza c ión crecient e de máquinas sin pilolo hace que ma tar al ,1t111;1, , 11.,1do por la m iniaturización, la desm aterinJizació n y la fluidez
e nem igo se asemeje más y más a un videojuego - co n sus co nsecuc n- 11 1, ,11 ltn111i strac.:ión de la violencia estata l, las huellas - digitales, del
Le~dos is de sadismo, espectác ulo y divers ión- .~KMás aún: la conduc - lit•, .11 l,1 retina, de la voz, incluso de la form a de la cara - permiten
ta J e esta-. nueva s formas de guerra a distancia rcq niere una analogía 1,1,_,111 y .1rchivar la unicidad de los individuos . La s partes identi6cati-
sin precedentes entre las csferru. civil, poli cial y militar, por un lado, y v ,h•l rnerpo hu mano se conviert en en la piedra angular de siste mas
las esferas de la información, por otro. 1111.lllnsJe identificación, vigilancia y rcpres ión. 49 Ahora bien, si el Es-
En un mom ento dado, las esferas Je la información se reconfigu - t 11 111Sl'CLJritar io con cibe la identidad y el movim iento de ind ividuos
ra11.Las estr uctura s de la informac ión dejan de se r únicamente si 111ples 111d11iJossus ciud:id anos - como íuente de peligros y riesgos , la
apa ratos de Estado. De ahora en adelante, todo pasa a se r cu estión de ••d11 ' 1,1lizaciónen el uso de datos biométricos co mo fuente de identifi-
cadenas cuya única exterioridad es formal; cadena s que, para funcionar ' .11 iún y de automatiza ción del reco nocimi en to facial tiende aún más

adecuadamente, deben movili:Gar un conj unt o de potencias privadas y 1 l.1 i:onstitució n de una nueva especie de población predispuesta al

pro lon garse en grandes en tidades co men.:iales qu e se vue lven necesa- ,il1,l.1miento y al enc ie rro.su Es por eso que, en el co ntexto de la ola anti-
rias para la vigila ncia de masas. A la vez, su objetivo pasa a ~er el mundo 1111~r.lloria en Europa, categorías pobl aciona les ent eras son indexadas
coti diano, el mundo de la vida , el de las rebcion es 1 el de la com unica- 11,11,1luego ser somet idas a diversas for mas de asigna ción racial. Éstas
ción - en particu lar, por medio de las tecnologías electrón icas- y el h.lll'll de l ,nigrante legal o ilegal la figura de una categoría esencial de
de IJs transacciones. Es cierto que la concatenación ent re dispositivo:, J e l. 1 diícre ncia,51 que puede ser percibida como cultural o religiosa, inclu-
mercado y disposit ivos de Estado no es total. Sin embargo, en las con- m lingü ística. Y al inscribirse supuestamente en el cue rp o mismo del
dicio nes con temporáneas, üe ne por efecto facilitar la transforma ción ,u jcto rnigrante, tambi én se hace visible en el plano somát ico, fisonó -
del estado Liberal en una potencia d..:guerm,en un mom en to en el que 1nico e inclusive genét ico.-z
- y esto es patente hoy en día- e l capi tal no sólo jamás ab.111don6
l'l C cyh.rn, A., <•Tec hn ologic et sécurilé: une gouvcrnancc libér,ue dan s un conlcxtc
d1mt cyc. S.ilcllitc imagHy , • b:1tll csp.1cc awarcnc,~" anJ lhc slru ct ur es of lhc imper ial d'im:crlitudcs » , Cultul'es & Co1ylits, n" 64, invie rn o de 2006.
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of A11t/1ropology,
vol. 34,
411.So brl' las co nsec uen cias de este trauaio de l.i muerte en tér mi11os de su bict iv,1ción lllOS, p:ig~. 363 -38' 1.
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ry dro nc op crator~», Socir,/ !:ic111i1Jl1t:
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W 1 1,p,-\gs. 196 -224. e'·· Sotiety, vol. 13, nº ;o,2007, p:lg,. 79- 102.

(,O 61
C:rftit.t Je la rJZ<)nn,·gl':I El ,uj t:tn de m,.,

l'or lu dcm:is 1 la guerra y la raza resurgen transformadas en pro blc \, HI•mstantivo «negro »
111,1,, l'lltr.,lcs del orden internacional. Sucede exactamente lo mismo
w11 l., torlura y los fenómenos de encarce lamiento masivos. La difo i 'i!, ,t.1, condic iones, el sustant ivo « negro », que es el punto de ancla -
n•nd.1 entre la guerra y la paz no so lamente tiende a difuminarse: l,1 ! · h l'\lc libro, es menos polémico de lo que parece. Al resucitar este
guerra se transforma en «un gigantesco proceso de trabajo » y d or den i. 11111110que pertenece a la era del primer capita lismo, lo que se preten -
mdilar liende a imponer su modelo al « orden púb lico del estado Je t, 1111 e,; :,olamente cues tionar la ficción de unidad que lleva implícito.
p.11.
>>." Si ciertas ciudadelas se derrumba n 1 otros muros 1 en cambio 1 , ., 1· 11 su tiempo James Baldwin había sugerido que el negro no estab.1
1
4
se fortincan. :1 Al igua l que en el pasado 1 el mundo contemporá neo l.,dn i.:omo un.i categoría a priori. A pesar de ciertos víncu los ancestra -
permanece modelado y condicionado profundamente por esa forma h'":, l·.isi no había testimonios de una unidad automática entre el negro
ancestral de vida cu ltual, jurídica y po lítica que so n la clausu ra, la mu d F.1,t,1dos Unidos, el de l Caribe y el de África. Por ejemplo, la presen -
ralla, el muro, el campo, el círculo y, a fin de cuentas, la frontera.~ ; Lo!- ' l,1de los negros del Caribe en Estados Unidos databa, por lo menos,
procedim ientos de diferenciación, de clasilicación y de jerarq uizació n ,1,1siglo XVII. En aquella época, los esclavos provenie ntes de 13arbados
con propósitos de exclusió n, de expulsión, inclus ive de cr radicació n 1 1r¡ire,cntaban una porción importante de la población de Virgin ia. En
se reactivan en todas par tes de l mu ndo. Así, se dejan oír nuevas vo- ,machos sentidos, Caroli na del Sur fuc 1 hasta comienzos del siglo XVIII,
ces que proclaman que el Ulliversal humano ya no existe mis, o que l.1subcolo nia de Barbados. La cantidad de negros llegados del Caribe
éste se limita a lo que es común no ya a Lodos, sino a algunos hom - 1 redó sen siblemente al concluir la guerra civil estadounidense. Entre
bres solamente. Otros, en cambio, hacen valer la necesidad indjviduaJ 1 HSO y 1900 se pasó de 4.067 a 20.236 individuos. La mayoría de los

de santuari:i:ar su propia ley y su propio lugar de reside ncia o vivienda t l'Clénllegados eran artesanos, docentes, predicadores, inclusive juris-

consagra ndo sus prop ios orígenes y su propia memoria a lo divino. As í, 1,ts y médicos.'" La contribuc ión de los afrocaribe r'ios al internaciona -
se pone n a resguardo de cualquier tipo de interrogac ión de nat uraleza lismo negro y al auge del radicalismo en Estados Unidos y en África fue
histórica, a la vez que se establecen <le manera definitiva en un cam- rn nsiderable. Por otra parte, en los conflictos de diferente índole que
po completamente teo lógico. Al igua l que el com ienzo de l siglo XIX, ,11.:ompañaron este proceso se reve ló, en muchos casos, la distancia
7
el inicio de l siglo XX I constituye desde este punto de vista una gran que separaba a los negro s de América de los de las islas.~
mome n to de división, de diferenciación universal y de búsqueda de la África, los negros de América y los de las islas del Caribe deb ieron
identidad p ura. .1prcnder a expe rimentar esa distancia, en primer lugar, bajo la forma
de un difcrendo. ' 8 La mayoría de los pensadores negros de la épo-

56. Reíd, l., T/,e Negro l111mign111C. 11,s Buckgrotmd,Cl111raclc rislics ami Social Ad¡ust-
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Alor11uo11en Vcrdú11 , T usqu ets, Barcelona, 1997; y Sol,rcel dolor:seguido de /.,u m,ivili- 58. Véanse Baltlwin,J., Nobody..., op. cit., p~g~.13-S5, [Trad. esp.: Nadie sabe1111110,u -
w rnin tul,tly Fuegoy /\,fovi111ic11/0 1 Tu~quct~, 13a.rce lona, 1996]. brc, Editorml Lumen, B,1rcclona, 1970 J; también Appiah, K. /\., Ju My Futl,cr's[Jo11
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Zonc Books, Nueva York, 20 1O. se. Aji·irn 111 tl,e Pltifosc,¡,/1yof Culture, Oxtord Un1vcrsity Prcss, Ox:ford, 1992 . Véase
',<,. íl.1libar, É., loe. ni.; y Rahola, F., « La formc-camp. Pour une géné,1logicdes l.ieux 1gualm entc lo q ue sc11ala Fanon en .Pcmt110111.'•••, o¡,. cit. (Trad. esp.: Piel11cgr<1
1 1111
fsa1rns
1k lr.rnslt el d'i ttlcrncmcnl du pré~cnl ,, , C11/t11re, C:,.,C<mjlits, n" 68, invierno de 200 7. bla11ws,Akal, M.1drid,2009 j.

62 63
Criti[a d~ l.i r~tASnncgr.1 El s11¡c1<1
de r.1za

l,1 r·civind icaban ta nto su africanida d como su amer ica nidad. Muy llil11. ltl 1n•s Je color de Arnérica y África» , Alexand e r C rum me l
pm:os cr.tn aqu éllos q ue buscaban separa rse.~9 Al mism o tie mp o qu l' 11!hu, dl•:.Jc el co mienzo, el pri nc ipio de un a co munid ad de pa ren-
consli tuyen una minor ía no de seada en sus p aíses de nac imient o, loi. 111f 111 tl' Afrka y todos sus « hijos» qu e viven en « paíse!, lejanos» .

negros de Estados Unidos pertenece n a un « no so tros» ame rica no, 1111111 cll esta relac ión de parent esco y filiac ión, lo!>conm ina a hacer
a una subcu ltura fun dam ent alme nte am er icana y /11mpe11 - at lántica a ikt i,11• dt·rcc hos co m o herederos. Par a C r um mel, e:,te de rec ho de he-
1.1vez. Fsto expli ca el m oti vo de la « doh le co nscienc ia » que, en au JI•Lt,1I,· origen ances tral, no co nb·ad ice e n abso luto el deseo de pe r-
torcs como Ra lp h Ellison, puede llegar al extremo de l.a negat iva a re ,,,.11, i,11ll·pleno derecho al «pa ís de nacim iento » ; Esta<lo:, Un id os .
conocer la más m ínima filiación afr icana.60 Trazos de un a realidad qu e , , 1ml11,u el parent esco co n África y cont ribuir a su regenerac ión es
se h.1 vuelto irreconoci ble - un a cesura, snspe nsioncs 1 la d isco nt inui - 1111,,_1 ,1dt• am or y de respeto a si mismos. fa, dice C rummt'I, desha-
dad- , aq uellos negros qu e entraban en co nt acto con Áfr ica o que di - 11 ~¡• ,1,· l,1mor taja. qu e los negros han de bido vest ir desde las pro fun-

recta m ent e dec id fon irse a vivir allí, jamás podía n evitar el desa rraigo, j¡d.11 1, \ de esa tum ba q ue fue la esclavitud . Así, el Áfr ica de Crumm el
asa ltad os al mismo tiemp o tanto po r la extra ñeza co mo por su ca rác ter ¡tr.11111,1dos rasgos d istintivos: por un lado1 es el miemb ro am pu tado
vo r:1.2.M En los hec hos, el e ncuent ro co n los negros de Áfr ic.i com tituí a 1,, l.111wderniJ .iJ¡ p ostrada en la iJ olatrí a y las tini eblas, vive en la es-
siempre un e ncue ntro con un of ro-ajc 110.6l ( " 1.1 dl' l.i Revelación. Por otro lado, África es e l país de las riquezas

Así, más all:í de la d ispe rsión, un a larg.t trad ició n de co- ident ifi- 111lur,1les insonda bles. Sus rec ursos natur ales so n co losólles. Es po r ello
cac ió n y de p reocupnci61 1 1m tf ua caracte rizó las relacio nes de los ne- q111 ·, .11tiempo que se per fila un a <<búsq ueda de sus tesoros», sus hijos
1
gros entre sí. •l En su « Ca r ta ~obre las rebcioncs y los de beres de los 1,¡.uws no pue den autoexcl uirse d e la m esa de repa rto. Áfric a sald rá de
l 1 1 .ivcrn.1y aflora rá a la luz del mund o a tr avés del come rcio y la evan-
59. Delany, M. R. y Campbdl , R., SLard1jor11Pla.:e.lllackSe 1mm /1s111
m,d A.frica, 1860, :-td11,1eión.Su salud vend rá del exterio r a par tir de su transfo rm ac ión
Un ivcrsi ty of Michig:111
Prcss, A nn Arbm; 1969.
1·11un Estado cr istiano."'
60. C11lahan, J. (dir.), 'f/,c Collc,lcd fa,tJy, t![ R,1/p/1 J;/fi.<011 1 R.tndom I lo11 s<',Nuev a
York, 2001; C ,11.ih,l n,J. y Murr.iy,A. (dir.), "fraJ,ng T111c/1,cs.?/1eSc/cctcdLdlcrs ci(/folph A part ir de esta preocu pación recíproca, en tre el negro de Estados
/ / /,,1,11rmrl;\/l,crt Murr.,y,l he 1\fo dcrn Libr.1ry, Nucvn York, 20 00; y Plliso n, R., Hi1111- t Jmdos, el del Car ibe y el de África, no sólo se esta bleció un Ji:il ogo re-
111r i1111isiblc,pour qui rha11tes -tu?, Gr.i,se t, París, l 969.
dproco co n un otro-ajeno.Lo que tambi én se er igió fue, en muc hos ca-
61. Cnincs, K. K., Bla.:k E.,7,alrialt'; ,11 1d /he C/11,l Rig/,/s Er,1. AJn c,111,\11u:rm111 s 111
~0,1 un d iálogo con otrosconroy o, es dec ir, con una hum anidad castra-
(, /11111«,Un i,·cr sily of Nort h C.1rnlrna Pr<.'s~,Chapel l lill, 20 06¡ :-un d iata, l., Brothcrs
,mol'-lr, 111gc1;<. Bl,1ckZ1011, Hia.-kSlai1r1J;19l 4-J 9·/0, Du kc U nivc r~ity Pres, , Durham, d,11con un a vida a la qu e hay qu e liberar a toda cos ta y qu e ne.:esit a se r
2003. De aparición más recien te, véase Condé, M., La Vic sm,~Jards,JC Latl't•s, París, LUrada. En este enc uen tro, Áfr ica cumpl e el papel de fuerza plástica,
20 I '\; y H.u tm,111 1 S., l.ost"h11
w IIfof/10.A Joum cy Alo11g tlic tlt /,111/
ic S l,wc /{0 11/c, Farr:ir,
litr aus ,ltld Gi ro ux, N ueva Yo rk, 2008.
casi poét ico- míti ca, que remi te consta ntem ente a un «an tes del tiem -
62 . Wnght , R., Hlt1d:Pu1o1r1:J\ Record o( Rracli1JJ1 of P.1tlios, l-larpc r, N ul'.va
, i11u L1111d
po >' de la sumi sió n; un a fuerza qu e, se espera, per m itirá t rans form ar
Y,irk, 195·~; W,1fkcr, M. y Wr iglll , R., D<i c1111mic Ge11ius, WJrncr, Nu eva York. 19RS, y asimil ar el pasa.do, cur ar las he ridas más terr ibles, reparar pér did as,
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cri11
, C harles Sc n bncr, NuevJ Yo rk, 1862, en par ticu lnr lo~capllul ,.,,
11rn lfoa m,r/ N11tir111 111 tl,c E"rly Black All,mtic, Ox ford Uni ver~it y Prcss, Ox fo rd,
2y7.
64 65
Crh i,a de l.1 r.1wn 11
egr.1
l·I , uj eio ele r:im

lClllslruir una historia nueva a partir de acontecimientos antiguo11 t,


,!llf lic.1h,111 evo lucionado má!:ique los indígenas de África. 6 ~ Estos
'-l'gún lasp.tlabras de Nietzsche refii-iénd ose a otro tema , «reco nsli1111r
l11H1 , , 111 lambio, han conservado una fuerza primaria. Combinada
.1p,,rtir de sus propios fondos las formas destrozadas » .<,.,
In ,¡111 ° In~ negros de América aportarían tras siglos de acostum -
Pero esta co nstcl.1ción estar,í constantemente trabajada en fil,
, h, uvi li1.ación, esa fuerza sería cnpaz e.lereanimar la vir ilidad
grana por otra, co nstituid a por las fuerzas qu e vaticinan que el neg111 '···
f ¡ , 1, 1 lll'Ara en gencral.°9
pmás encontrará paz, reposo, ni libertad en América. Y que, parn lllll'
' p11111crn vista, la razón negrn consiste enlences en una suma
linalmentc apa rezca su gen io propio, deberá ern igrar. 66 En esta con:;lt·
"n, dl· cnuncindos y discursos, saberes, comentarios y tonterías
!ación, la relación entr e lib ertad y territorio es in disociable. De nad.,
,, , ,,h,cltl es « la cosa » o la <<gente de origen africano » , así como
sirve crea r in!:ititucione s propias e n un contexto de segregac ión agrav,1
1111 qu e, se diría, constit uye su nombre y su verdad - sus atributos
•1111
cfa,sumar expertos y ganar en respetabilidad, si el derecho de ci udad,t
l! ,hd,1dcs, su Jestino y sus significnc ion es corno segme nt o empírico
nía, frágil y revocable, es puesto constantemente en tela de juicio. Adt·
kl ,111111do
- . Compuesta por múltip les eslratos, esta razón data por
más, hace falta una nación propia, un Estado propio al que defender.~
1111111m>s de la Antigüedad. Sus rafees griegas, árabes o eg ipcias, inclu-
Este pensamie nto del éxodo se consolida específicamente en tn·
11~1. , l11n
.1s, fuero n ya el objeto de varios estudios .?º Desde sus oríge-
1877 y 1900 y se expresa bajo la forma de tres proyectos distintos. HI
til.'1/1l,1 r.1zón negra cons iste en un a aclividad primar ia de fabulación .
primero es un proyecto de co loniza ción que po-,ee una dimensión ra
11 lr ,1l.1,en lo esenc inl, de aislar rasgos reales o comprobados,
de tejer
cista en la medidn en que, dirigido mayoritnriamentc por la America n
,1s y constitu ir im ágcne!:i.Sin embargo, la Edad Moderna consti-
h1,1t111
Co lonizat ion Socicty, tiene como objetivo primordial lib erar a Estados
!11}'' un momento decisivo de su formación: por un lado, gracias n los
Unidos de su población negra deportándola a África. El seg und o pro-
Lit<,
11 , J e viajeros, exploradores, soldados y nventurcros, mercaderes,
yecto consiste en una emigrac ión libr e, acelera da, es ciert o, por el au-
•,Hmcro s y co lono s; y por otro Indo, gracins a Inconstilución de una
1111
mento de la violencia y del terrorismo racial p::uticularmente en cJsur.
, lt·ncia colonial » cuyo último avatnr es el « africanismo » . Socieda-
El tercero se desarrolla en el contexto del expansionismo americano
1li,;l 1cnLílicas,exposicione s universale1,,muscos, colcctns de mnate11rs de
entr e los nños 1850 y 1900. Henry Blanton Parks, por ejem plo, estima
11te primit ivo >>, fonnnn una gam a de inte rm ediarios e instituciones
que los negros de América y los africanos forman dos razas distintas
qm, por aquel ento nces, participan en la conso lid ación de esta razón y
y que, debido .11con tacto prolongado con la civi liznción, los negros
..,, \U transformnción en sentido común o en Jwbitus.

65. Niet1.sd1c, F.,C:011sidt!mti


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hl.,Jt'lli~. 1~52. 1¡11il Stmlw11,Présence africainc, Parb, 1972; Diop, Ch. /\., Nal11 !11Smigre.<d c11//1m :s,
Préscncc afr icaine, París, 1954, [Trad. esp.: Nucioues negm, y rn/111m,Bcllaterra, Bar-
67. Sl1brcl,1complc jid,1d de estos desafíos, léase Lcvine, R. S., Mar/111Dduny, Fr~dc-
ss, <md1/icPolitics<((Rcprese11/,ll1vc
r1<kI >1111glt1 ldrnt,ty, Urnversity of Nortlt L,tm lin~ , clona, 2.012] y A11tél'ioritédes ci11i/1sati1msnegrl'S.Mytlrc01111éri1 J lúslori..¡u
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,¡11.:110ir~,Préscnce africaine, Parb , 197 3.
(,(,
67

~
F.Isu1c1
o de r:r:t~
( rítirn Je la r;17ú11nq;ra

l 111v,1 co nstituye un juiciv de ide11tidad,este texto segundo es, por


L.1razón negra no es únicam.ente un sistema de relatos y dis1.111
,rnl1,11w,una dec/aracióude identidad. A través de él, el neg ro dice
i.os rnn pretensión erudita. Es también el reservorio que otorga ¡u,11
,l 1111
, 11\l)que es aquél sobre quien no se tiene poder Je inllu cnc ia¡
lic.1ción a la aritmética de la dominación de raza. La preocupaci6 t1ti
l ,¡11cno se encuentra allí donde se di.::e que está, y mu cho menos
verdad no le es ajena, por cierto. Sin embargo, su func ión principa l ,
h li111d c se lo busca¡ aquél que, por el co ntrario, se encuenlra allí
co<lificar las cond iciones en las que aparece y se manifiesta un sujeh• 1
Je raza al que se denominara negro o, mas tarde y bajo condiciom "' h 110 se piensa que está. '·
L~l.l ~cgunJa escritura presenta una cierta ca ntidad ele rasgos dis -
coloniales, el indígena: ¿quién es?, ¿cómo lo reconocemos?, ¿qué 111
,¡lh•,1s que es n ecesar io recapitular, aunque só lo sea brevemente. En
J1fcrencia de nosotros?, ¿puede transformarse en nuestro semejanti- ,
luga r, es
11111<1 un.1 esc ritura qu e se esfuerza en fundar un arch ivo. La
¿có mo gobernarlo y para qué?'' .Eneste contexto, la razóri negra des ,~
111,1,l.1~
1ón de un archivo es necesaria para poder rest ituir lo s negros
na un conjunto de discursos y de prácticas. Designa, en suma, el trab.1
, 11 111
\toria. Pero es una tarea singularmente complicada. En efecto,
jo cotidiano que consistió en inventar, contar y hacer cin:ular fórmu l.,~,
, 11!.1 lo qu e lo s negros han vivido como h istor ia no ha dejado huella s
tex tos y rituales para lograr el adven imiento Je ! negro como sujeto dt
,, , , s,1ria111.ente;y, por otra parte, cuando las hubo, no todas se pud ie-
raza y exterioridad salvaje; trabajo cotidiano cuyo ñn era hacer <le! lll'
11111 l 1mscrvar. Por consiguiente, },1pregunta que surge es : ¿cómo, ante
gro un sujeto suscep tible de descalificación moral y de instrumenta li
1,, ,111sc ncia de marcas, de fuentes hi storiográ ficas, escribir la historia?
zac ión práctica. Es posible denominar este prime r texto la co11scie11c11 1
1\ ~11nple vista, entonce s, la hist or ia de los negros puede construirse
occidental del negro. Al buscar una respuesta para la pregu nt a ¿quién
1'11
11i:,1111ent
e a partir de fragmentos movi lizados para dar cuenta de una
es?, Occidente se esfuerza en nombrar una rea lidad que le es exterior y
,1pcriencia fragmentaria en sí misma: la de un pueblo impreciso, in -
,1 la que pretende situar en relación a un yo consiJerado como el centro
111rrsoen la lucha por dcí111irscno ya corno un conjunto het erogéneo,
de toda significación. Así, a parlir de esta posición, todo lo que no es
-fon como una comunidad cuyas man chas de sangre se ven por toda la
idéntico a sí es anormal.
Hl contrapunto ele e1.te primer texlo - a decir verdad, una cons- ,upcrfic ie de l,1modern iJacl.
Esta esc ritura vuelca todos sus esfuenos en proJucir el advc1ü-
telación que no termina de modifi carse con el paso del tiempo y que,
siempre, adopta formas mi'.1ltiples, co ntradictor ias y divergentes - es
micnto de una comunidad que d eb e forjarse a partir de restos dispersos f
l'll todas parte s del mundo. En el hemisferio occidental, la realidad es
un seg undo texto que se pretende a la vez gesto d e autodeterminació n,
modalidad de presenc ia de sí, mirada interior y utopía crít ica. Este se -
gundo texto es una respuesta a otra categoría de interrogaciones for-
mu ladas en primera persona del sing u lar: ¿quién soy yo?, ¿soy, e n rea li-
, ,il Il'ritrng in Nrnctc,•11//1
11111,
Ccnl.ury Ameriar, Un ivc r~ity ofNord1 Ca rolin.1Pres,, Chapd
2009. Del l,1do afric.ino , ver por ejemp lo l) iop , Ch. A., N, ifi,m s 11/:gft'
,,¡,. .it., lTr.1d.esp.: Nnci,n1c, negrasy wlt 11ra, T:\ellatNra, Barcelo na, 2lH2j .
>rl rnlturc ,
'
1

dad, aquél que dicen que soy?, ¿es verdad que yo no soy otra cosa más 73. Lock,· , A., «1he Neg ro Spiritu als,, , en Tire Ncw Negro, Athencum, Nueva York,
1968; Dubois, V\I. E. H., T/wSouls of 13/ackFolk, Ubrary 111AnwriL,I, Nueva York , 1990
qu e e:,o - es decir, mi aparecer,lo que se dice y se ve ele mí - ?, ¿cuál
[ 1903 ]; Floyd Jr., ~- A., 'J/1r Po1o1 cr of Hl,1ckMusk, O~ford Un ivcrsil}' Press, Nueva
ei. mi verdadero estado civil e histórico? .'¿ Si la consciencia oc ci<lenta l York, 1990; Gilroy, I'., T11cBl,1ck/\flc111fr i:. Modcnufy ,md D011bkCo,1scio11 s11c.1
s, llar -
vard Univcr sily Press , C:unbri,\gc, Mass., 1992, (Trad. esp.: Atlánfico negro. Nlodcr-
7 1. llar ing Cromcr, E. ,,'Ihc Covcrnmcnl of subjec l racc~ » • ./:.:dí11 /1urgl1Revic1v,enero 11id11d y douk co11ric11ria , Ak,11, Ma JriJ , 201,q y Dark,,r t}um Bl11c , H arvard Un ivcrsity
de I'.)()~,p5gs. 1-2 7; y lvlodcrn Egypt,vo l. l y 2, Macmillan, Nueva York, 1908. Pres,, Camb ridge , Mass., 201 O.Véase igualmente Andcrs on, P. A., Music mrd Mn 11 t1ry
"'2 . A propós ito <lel.b divcr s.ts formu laciones de estas cucs lion es en l.1h1s101iogralh
1111í11rl.-, u Rc11ni,s1lllff Tliougl1t,L)ukc Univcr~ily Prcss, Durhnrn, 2001
1, véase I b ll, S. G., ¡:,, itl({,,1Am1u11to.flite Racc. Afrirn11t\111cnrn11
.11'1,1,111w1 k,111, I li.-tori-
69
(,~
rcnde la .-az6nncgrn
C 111 [I suj~ro de ran

l,1dt• un grupo compuesto por esclavos y hombres libres de color q11t· l"l''C en primera perso na y en modo autoposesivo, su autor es un
l'll l,1mayoría de los casos, viven en las zonas grises de una ciudadanl,1
1jt~i11 ¡.:olpeaJo por la constatación de haberse vue llo extran jero para
nominal, en medio de un Estado que, a la vez que celebra la libert,1d y ,1ü' ,110; un sujeto que busca, no obst:inte, asumir la responsabilidad
la democracia , no deja de ser esclavi~ta en sus principio s. Durante (l!llf• 1·l 1111111Jo
77
dfo<lose as¡ mismo su propia razón de ser. Su horizon-
periodo, la escritura de la historia tiene t111adimensión performaliv:i r_f. ~ xpcctat ivas es la participación caba l en la historia empírica de
rnya estructura es, en mu chos sentidos, de carácter teológico. El ob1c· J 1il11•1 l,\d -u na libertad ind ivisib le en el seno de una « humanidad
livo es, en efecto, escribir una historia que reabra, para los descendicn , 1111!1,11" - .7 8 Ésa es, pues, la otra vertiente de la razón negra;aqué-
tes de esclavos, la posibilidad de volver a ser agentes de la historia. ' l!, d111ldela escritura busca conjurar el demonio del primer texto, así
En la pro longación de la emancipación y de l:i reconstrucción, escrihi , 111111l,1estructura de sumisió n que éste lleva implí citai aquélla donde
la historia se conc ibe, más que nun ca, como un acto de imaginació11 111,. ~• 1 ,tura misma brega por evocar, salvar, activar y reactualizar la ex-
moral. El gesto histó rico por excelencia co nsiste, de ahora en adela nte, pr1rrnlia origin aria - la tradición- y cnconlrar la verdad de sí ya no
en producir el paso del estatus de esclavo al de un ciudadano como lo\ 1111 .·111des(, sino a partir de su propio suelo.
o/ros. La co1111midad nricva, la de los homb res libres, se entiende a pa1 Jlxislcn profundos desajustes temporales, pero también innega-
tir de ahora como aquella formada por sujetos que se vinculan a partir 1,l,_•1~,ilidaridades enh·e este segun do texto y el primer texto al que
de una misma fe, un:i idea de l trabajo y de la respetab ilidad, del debe r ¡•1,li•nde refutar. En cualquier caso, _el segundo texto lleva de un lado
moral, de b so lidaridad y de la obligac ión. 7 ~ Sin embargo, esta identi- , ,,trn las huellas, la~ mar cas, el incesante zumb ido, inclusive el man-
dad mor.u debe adoptar su forma bajo condicio nes de segregació n, de hl,1i11sensible y la miop ía del primero, incluso allí donde se da b más
violencia extrema y de terror rac:ial.7~ ll.1~1,11\le reivindicación de ruptur a. Este texto se Uama la con$cíencicr
La declaración de identidad característica de esta seg und a escritu- 111wr1cid 11cgro y tiene caracterís ticas prop ias. Texto literario, biogri -
ra procede, empero, de un a profunda ambigüedad. En efecto, aunq ue 1111i,histórico y político, es el prod ucto de un internacionalismo po li-
.,l,11,i.•q Nace en las gran<les metrópolis de Estados Unidos y el Caribe,
74. Véanse, desde este punto de vista, Walker, D., David Hli1/kcrsAppc,1~i11Fm,rArtid~.(¡
Togt'llterwitlia Pre11111blc 1 to tireColvurc./Cit1u11sl!ftl,c World,but IIIParllculdl;ami \fcry li· Europa y, con e l tiem po, de Áfr ica. Es en esta vasta red mundial
Expri•s,ly to 11,nsc of tl,c UnitctlStalrs of l\mcnc,11s. c., Boston, 1830; Pen11111gton, J.W., l1111<lc circulan ideas y se constit uye, como tal, un imaginario negro
A Te.vtHc,n/.: oftl,c Ongi11aud 1-listoiyeh. &c. of LhcColorcdPcoplc,L. Skinn cr, H.1rtíord, 1111,demo. 80 Los creadore s de este imaginario son, la mayoría de las
1841; Lcw is, R. B., Liglrt/111(/ 11·11/h.
Collcctcd_{,-
0111 c1111/Mod.:m rfü.
tire Bil,/.:dlu!,\11cic11/
lory uf tire Coforedand tirel11JinnRace,fm111 tl,e C1w1t1011 of tire Worldlo tl,c J>resen/,s. c., ' Lrnon, F., Pcn11,wirc..., op. cit., p.\g.250, f Trad. esp.: Piel 11cgra, mris1"1m1(l1/111
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cCm1tl1e11/icitJ
1 Présen-
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76 . Cier tos aspectos de l!Stcterror constituy en d objeto de ~.nálisis detallados en Du- /11111/. J,,tern,1tio11al1rn1,
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'11<.tl, Mad rid, 20 14 ].
70 71
Critic...1ti,• la raz,.,11nr¡:1.1
1·1,ujcro de 1~1w

l'\'t"Cs, gente en movimiento que va consta ntem ente de un co ntinentt•


11,ml.ll' « el hombre>> en su relación con el anim.tl, pero que remite,
J otro. Implicados a veces en la vida cultural y política american;i yeu
rnthll·n, ,\ la relación entr e la razón y el instinto. La ex.presión « razó n
ropea, partic ip;in activ;imente en la mundialización intelectual de stl
b1,l inJica el conj unt o de dcliberacione1. que conc iernen a la dis-
l1cmpoY
111, entre el impu lso del animal y la ratio del hombre. Precisarnente,
1.:11'111
Este texto es también el fruto de una larga histor ia de r;idica lidad 11wgw es el testimon io vivo de la imposibilidad misma de tal distin-
engendrada por las luchas abol icionistas y la resistencia al capita lis- i,' 111 . Y esto porque, si se da por cierto lo que señala cierta trad ición de
rno.~i En parliculatj a lo largo del siglo XIX, esta resistencia es impulsa 1, 11ll'l,1físicaoccidental, o el negro es un « hombre » que no es verda-
da mayormente por el anarqu ismo interna c ional, principal veh ículo de ;h 1,1111entc 11110para nosotros,o directamente no es uno como 11o sotros.
oposic ión al cap italismo, la esclavitud y al imperialismo. Pero también 1 il<•1.1r, qu e si el hombre se opone a la an imaliJad, ese no sería el caso
es encabezada por numerosas corrientes humanitari.1s y filantrópicas '111tll'gro, que mantendría d entro de sí, en un estado de c iert a ambi -
cuyas luchas, recuerda Pau l Gilroy, establecen las Fundamen tos de una t',1wd. 1d, la pos ibilidad animal. Cuerpo extranjero en nu estro mundo ,
genea logía allernaLiva de derechos hum anos. El cont enido de este se- ¡ l I h,1bita<lo, como debajo de un p liegue, por el an imal. En conse-
gundo texto ap,1rcce marc,1<.loprincipa lmenle por el esfuerzo de los ' m ncia, debati r sobre la razón 11cgrasupone retomar el con junt o de
pueblos so meti dos a la coloni zación y .1 la segregación por deshacerse dt~putas que remiten a las reg las de de finición del negro; debatir sobre
de las jera rquía s raciales. En este contexto, su i11tclligc11lsia desarrolla 11jucllo por lo que se reconoce al negro, sobre aquello por lo que se lle-
formac iones de conciencia colecliva que abrazan la ep iste mología ►\•' ,, identificar al espíritu animal que lo posee y sobre las co ndiciones
Je la lu cha de razas prop iamente dicha, al mismo tiempo que com- , 11 l,ts cuales la ratio puede penclrar y gobernar esta a11imal itas.
baten las dimensiones ontológicas qu e result.in de la fabric.ición de En segund o lugar, la expresión <<razón negra » remite a l,1s tec-
sujetos de razaY
1wlogías - leyes, reglamentos, rituales - que se desplieg.in y a los
L1 n oc ión de razón negr,1 remite en consecuencia .1 estas diferen- d1\positivos qu e se instalan co n el objetivo de some ter la anima lidad
tes vertientes de una misma trama, <le una m isma constelación. Más .,1dlcu lo. El cálcu lo tiene como ambición última inscrib ir el an ima l
aún : se refiere a un litigio, a un difercndo. Porque históricamente exis- l ll el círc ulo de la extracción. Ahora bien, esta tentativa de inscripción
te, sin dud as, un diferendo negro indisoc iable de la problemática de la ,., fundamentalme nte paradój ica. Por un lado, ex.ige q ue su precio sea
modernidad. Hay .1lgoconst ant emente puesto en cuestión e n el sustan - .:,1lculado con facilidad - facticidad - , aun cuando esa inscripc ión ca -
tivo negro, que tiene qu e ver, en primer lugar, con lo que se ha dado rece casi de precio pues está vaciada de todo valor. Ese vacío de valor
es, aparentemente, un a ause ncia de valor en sí mismo o, inclusive, la
8 1. Wai;c, por ejemplo, Sd11varz, 11.,West Jmlimr /11/Jlcc/11,1/s111Bri liri11 Manchcster
Univcrsily Press, Manch~ter , 2003 .
1
presenc ia de un valor que se conjuga siemp re en potencial. Por otro
112.Linch;iugh, P. y Rcdikker, M., 71,eMt111yIJuulcd fly,lra: ~11ilor.<,
Slcwcs, Co 111111n- 1.tdo, un a operación de ese tipo revela la dificultad que supone medi r
.~,1111/
11cr l lrstory uf the RwoluLio11aryAtl,mtic;,Heacon Prcss, Boston, 200 1.
t/1e /-fuldc11 lo i.ncalcul.abl e. Esa dificultad procede, en parte, del hecho de que aque-
1 lh1d.esp.: /,11/,idrn de la rc~·ol11ci611: esclcwosy campcsiiws c11/11!u,torw ocu/-
111t1ri11cms,
llo que debe ser ca.lculado forma parte de las cosas ontológicas que el
/11 del Aflá11/1cv
, C ritica, Jhr cclo n.1, 2005 J; Mckay, C., Rwr¡u, 1farpcr~, Nucv,1 York,
1929 ¡ Kl'llcy, R. D.G., Frc~diJ111 Drcmrrs.7/rr Blcrckl{ac/irn/l111a Rea..:on Prc~s,
gi11alio11,
pens am ien to en sí mi smo no puede pensar, aun cuando haga todo lo
NucvJ York,2003. pos ibl e por qu erer pensarlas, aunque só lo sea en el vacío. Por último,
ll.t Rolnn,orr, C. J.,Blad. Mt1r.Yisn1.TireM11k111g u_ftire Hlack Rru/irnl 'fr111/ilio11,Uni- d tém1ino « razón negra » remit e a lo ~1ue,por principio, no exige ren
\·,·rhily oí North C.1rolinn Pre~s,Chapel I lill, 2000.
dir cuent a alguna, puesto que, aJ estar « fuera de cálc ulo » , al no ser
72
73

f'
( , í1k ,1de la r;17ón n<.-gra
F.I s11jc10 t.lt-r:l'la

,uscep lible de ser contab ilizado, es partíc ipe de una a ntieconomt., :,1 p11l~ion:1l.Para que pueda ope rar como afecto , pul sión y spew-
Además, 1.irazón negra no tiene nece sidad de ju st ifica ció n, puesto 411,
· 11H
1l;11,1i.1debe hacerse im:igen, forma, superfici e, figura y, fundamen -
no funda abso lutament e nada. Y tampoco hay n eces idad alguna ele d,11 1il111
r 11lL
•, estruct ura imaginatia. Y es precisamente entend ida como es-
cue nta de ella, pue sto qu e, en rigor a la verdad, no se funda por d .. imagina ria
11111111,1 co mo escapa a las !-imitaciones de lo concr eto, de
rccho, y cua lquier cálcu lo propiamente dic ho jamás puede gara nli z.11, ~1hle,inclusive de lo finito, aJ mismo Liempo q ue participa de y se
j , ,·11
\.'Onsegu ridad , su precio o valor exactos.
' Sla inmediatamente e11lo sensib le. Su fuerza provi ene de la ca-
H 111tfÍl
¡ ,1 ,d.,d de funcionar como punta l desesp erado de la estru ct ura de un
1.4. Apariencias, verdad y simu lacros d1·sl,11lccido. Esto se logra gracias a su capac idad de romper y de pro-
111, u, sin inlerrupciones, objetos eM]Uizofrénicos, y grac ias a su poder
Entonces, y para referirnos a efü con propie dad, ¿qué qui ere dedr l,1 ¡ •11:.1 poblar y repoblar el mundo co n sust ituto s y seres a desig nar.
palabra « raza» ? Por lo pronto, no basta co n decir de la raza que ca Por olra p,trte, lo propio de la raza o del racismo es que .siempre
rece de esencia, ni que es ap enas el efecto, el perfil o el reco rte móvil ''"'' 1l,1 o enge ndr a un doble, un sustitut o, un equ ivalente, una máscara,

de un perpetuo proceso de poder, o de incesantes transacciones q~tl' 1111 simulacro. Convoc a.a la vis ta de todos un rostro hum ano au ténti co.
modifican, desplazan y hacen deslizar su co ntenid o; tampoco es sur. 1 1trabajo del racismo consiste en relegar ese rostro al trasfondo o en
ciente con afirm,t r que, co mo no tien e profundidad, puesto que carece 11•1 ubrirlo co n un velo. En lugar de esa cara, se hace ascender desde las

de interio r, la raza co nsiste simplemente en las práct icas exte riores que 11111fu ndidades de la imaginac ión un fantasma de cara, un simula cro
1 ,fl-rostro, inclusive una silueta, para q ue oc upen el lugar de un cuerp o
la constituyen como taJ.8- Del mism o modo, tampoco basta con afir-
mar que se trata de un complejo de micro-determ inaciones , un efecto y 1111rost ro de hombre. El racismo co nsiste, en co nsec uencia y a nte
internali'lado de la mir ,1da del otro y una manir cstación Je creenc ias 111do,en sustituir po r otra realidadaque llo qu e es otra cosa. Poder de
y <leseos tan insatisfe chos co mo inco 1úcsables.85 Por una pa rte, raza y desviación de Jo real y fijador de afectos, el rac ismo es también una
racismo forman parte de procesos fundame ntales del inconsciente . forma de desorden psíquico a raíz de la cual el mat erial reprimido as-
En ei.to, se relacionan con las dificultad es del deseo humano: apeti tos, ' rende brutalmente a la superfic ie. Para el racista, ve r a un n egro es
afectos, pasiones y temore s. Simbolizan, ante todo, el rec ucrJo de un 110 ver qu e él no está ahí, que no existe y que no es más que el punto

deseo or iginai·io fallido o inclu sive un traum atismo cuyas causas no de fijación patológ ico de un a ausencia de relación. La raza, entonces ,
Lienen tJue ver, por lo común , con la o las víctim as de l racismo. Por otra hay que wnsiderar la a la ve1. co mo un má s acá y más allá del se r. Es una
parle, la raza no depende únicamente de un efecto óp tico ni se ab re operac ión imaginari a, el punt o de encuentro co n la parte de sombra y
paso solam ente a través de un lllllnd o de sensac iones. Es un modo de las region es oscura s del inconsci ente.
asentar y de afirmar el pod er y, sobre todo, una real idad especula r y una Resaltar qu e la raza es un lugar de realidad y de verdad - la ver-
efod de las aparienc ias- no supone olvidar qu e es, tambi én, un lugar
IM. Véase lo que aíirmaba con respecto al Estado Poucault, M., l.a Nms.(m1ct• r/e la de desgarrami ento , efervescencia y efus ió n. La verdad del ind ividuo
/1111p11/iti,¡m·. s ,m Collc'ged~ Frauce,197H-l 979, Gallimard, París, 2 004, pág. 79.
C:011r
¡·1r,1d. esp.: Nacimicntu de /,., hiopolític,i, Curso cu el Collilgc de Frrmcc (1978- 1979),
a qui en se le asigna un a raza se halla simult áneame nte en otraparte y
n 'I·,, llucnos Aires, 2007]. c11las apariencias qu e le so n asignadas. Esa verdad se ubica d etrás de
11~. P.111on,E, Pemt no,re..., op. cif, [Trad . esp.: Piel rregra,máscaras /,la11ca
s, 1\kal, Ma- las apai·iencias, por debajo de lo q ue se per cibe. Pero está constitu i-
1laid, 2009 ).
da también por el acto mismo de asignac ión - por medio del cual se
74 7'>

f'

l
El ,u jeto Je rn.1.a
Crí, ica Je l.1r.rlón ncrira

,,Id ele Ll11 cue rpo, una voz, una cara, un nombre, si no perdidos
producen e instilucionalizan ciertas formas de infra -vida, se justifü:1111
' 1111llOS violados y manci llados, pero que es necesar io salvar y
1,,mJiferencia y el abandono, se ultraja, vela u oculta la parte huma1111
tt
dd otro 1 y se vuelven aceptab les cier tas formas de reclusión, indusiv1 ,1,1111.11,\ cualq uier precio.ª
ciertas formas de dar muerte - . Refiriéndose al racismo en partic ubr y '_ 1,pnl',llos negros confrontados a la realidad de la esclavitud , esta
a su inscripción en los mecanismos estatales y de poder ¿acaso no seña 11hd.11 •s l'l1 primer lugar de tipo gene,llógico. En el Nuevo Mu11do,el
!:iba Michel Foucault que casi no había funcionamiento moderno cll.1 1 '"" 111·w·o esta jur ídicame nte privado de todo parentesco. Es, por
Estado que «no pase en cierto momento, en cierto limite y bajo ciert.11, 11 1111 •1110, un «s in-pa rientes ». La con dición de «s in-parientes »

con<li.ciones por el racismo»? La raza, el racismo, precisaba, «so n l,1 1,,1, , ,111•
ss) es imp uesta por la ley y por la fuerza. Por otra parte, esta
condición qne hace aceptable dar muerte en una soc iedad de norma , 1i'111
dd orde n del parentesco legal es una condición heredada. Na-
ÜzaciÓn>>.Y concluye : «E n la med ida en que el Estado funciona en In 1iHl!•1110 y descendenc ia no dan derecho a n inguna relación de perte-
modalidad del biopoder, su función mortífera sólo pu ede ser aseguro HIW i., \llCial en sí misma.~•iEn tales co ndiciones, la invocación de la
d., por el racismo».~r. ,1111•1 csfuet~LOpor const itui r una comunidad racial ap unta n princi -
El que está asignado a una raza no es pasivo. Prisionero en un;i 1,1111•nlc a cons truir un Iazo y a hacer surgir un lugar donde mantenerse
silueta, está, sin em bargo, separado de su e~encia. Según Fanon, una de 1, ¡•11· l'll respuesta a una larga histor ia de subyugación y de fractura
las razones de la desdicha de su existencia fue habitar esta sepa ració n 1,111¡11,lltica. En la obra de Aim é Césa ire o de los poetas de b negr itud,
como si fuera su verdadero ser, fue odiar ac¡uél que era y pretender ser p,r ••JL•rnplo, l::texaltación de la «raza negra >> constituye un inmenso
agué] gu e no era. La crítica de la raza es, desde este punto de vista, 11,1111yafunció n es salvar de la decadenc i;1abso luta lo que había sido
más que una me ra crítica de la separació n . .En lo que concie rne a la 0
"1111ll'naJo a la insign ificancia." Este grito - conjura, anunc io y protes -
rsccm1 racial, se trata de un espaci o de est igmatización sistemát ico. El lJ l'Xpresa la volunt ad de esclavos y colon i1,ados de sahr de la resigna-
llamamiento a la nna o, más aún, la invocación de la raza, e n particular i11111de un irse; de aotoproducirse como com unidad libre y soberana,
en el oprimido, ~on en cambio e l emblemJ_ de un deseo esencialmente 111rkriblemente a través del trabajo y de sus propia s obras¡ o, inclusive,
oscuro, tenebroso y paradójico: el deseo de comunidad. 87 Deseo oscu- 1 ¡•1l' Sa la volu ntad J e conside rarse a sí mismos como su propio origen,
ro, tenebroso y paradójico, puesto que se trata de un desdoblamien- 91
.,11¡1wpia certeza y su propio destino en el mundo.
to habitado por la melan co lía y el duelo y por la nostalgia de un ello
arcaico afectado para siempre por la desaparición. Este deseo es a la 11!l .~.isc, en este sentido, e.rncst, J., op.cil. ( en parLicL1
lar del capitulo l al 4).
,,¡ I'~ c, lo lo que cx_p Lci a bien Douglass, P., My Bn11dagc ,wd My Frée<lomin A11tobio -
vez inquietud y angustia - ligadas a la posibilidad de extinción - , as/ ~1,1¡1/11t'S,Library of Amc rica, Nueva York, 1994 J lSSS], p:ig. 1•~9.Lé.-i_nsc igua lmen -
como proyec to. Más aún: es también el lenguaje de un lamento y de
un duelo rebe lde que se rebela frente a su propio nombre. Se artic ula
en torno a - y se crea al otro extremo de - un recuerdo espantoso; el
lt S¡1lllers,H. J., ,<Mama's Baby, Papa's Maybc, An American Gram1rn1r130<1k
Hl,1á , W!iite,w1d i,i Color: &says on /\t11.l
1 'lm..1go
'riw11J,,tcmfurc ,111d
1
» en
Cu1ttm• Uni vcrslly ol'
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77
76

..
Cri 1ica J e la razón nc¡;rn 1:1~ujcw Je r:rta

Se puede decir, entonces, qu e la invocació n de la raza nace de un 11 , 1 misma - y no so lam ente por el he cho de la extraordinaria h o-
sentimi ento de pérdida; de la idea segú n la cual la com unidad ha sido 1,,1y,1·ncida d genética de los seres h LUnanos-. Cont inúa produciendo
objeto de esc isión y est á amenazada por la posibilidad de extermina !,•1tu~ de muti lación porque en el origen es y se rá siempre esoen cuyo
ció n¡ y que es necesario cues te lo qu e cueste refun dar en ella una líneo 1111111h re se llevan a cabo cesuras en el se no de la soc iedad, se estab lecen
d e continuidad rnás allá del tiempo, el espacio y la dislocación. n Des de J.11 Iones gue rreras y se regula las relaciones co loniale s¡ eso en cuyo
este punto d e vista, el llamamiento a la raza - que es diferente a J,1 fl• •lll hrc .se reparte y encierra gente cuya vida y presencia son co nsid e-
asignación rac ial- es un a manera d e ha cer reviv ir el cuerpo inmo lado, .11l,I\ co mo sínt omas de un a co ndi ción limit e y cu ya pertenencia es
sep ultado y priv ado de lazos ele sang re y d e suelo, de instituc ion es, ri- 111 •,aionada porqne forman parte, en las clasifica c iones en vigor, del
tos y símbolos que ha áa n de él, precisament e, un cuerpo vivo. Dur:intc :. l'de nlc. Desde e l pun to de vista de su instrumenta lidad, la raza es,
el siglo XJX y hasta el comienzo del siglo x.xen particular, ése es el sen• 111nn c es1 aq uell o que hace posible a la vez dar nombre al excedente
tido que adopta el llamamiento a la raza en el disc úrso neg ro. A veces , ,ill·cta rlo al derroche y al gasto sin rese rvas. La raza autor iza a situ ,u·
es te llamamiento equivale a la bú squeda de una pur eza or iginari a o a , JI d se no de categoría s abstractas a quienes se pretende est igma tizar,
un de seo de sep aración absoluta - es, por ejemp lo, el caso de M,\rcus ol1· r moralmente y, eventua lm ente, encerrar o expulsar. Es el
~1.'.,tlifica
Garvey - , a vece s co rrespond e a la vo lun tad de escapar al princ ipio 1111
:dio por el cu al se los cosifica y, sobre la base d e esa cos ificación,
d e imnolación y de sacrificio . .En otros casos, e l llamami ento de la raza ,r los so mete decidie nd o su destino sin tener que dar la má s mín im a
co nst ituye la resp uesta a un deseo de prote cción frente a la amenaza np licac ión por ello. Es posib le, por Jo tanto , co mp arar al trabajo <le l.a
de desaparición -e l instinto de sobreviv encia y ele pr ese rvación - . '"'ª co n una copa sac rihcial: una suerte de acto por el cual no hay 9ue
Se trata, entonces, Je imaginar y propi ciar otro lugar donde poder ais- 111~1ificarse.Esa dir ecci ón que queda sin efecto, co m o letra muerta,
larse para estar protegido. Estar prot egido requiere w1aredistribución justame nt e lo que, en la modernidad, rige el principio de b raza,
I' .~
de lo sensib le y de Jos afec tos, de la percepción y de la pa lab ra. No l1Jnsform and o1 en co nsecuencia, a aquéllos que so n sus blanco s de
obstant e y cua lqu iera qu e sea el caso, b comun ida d racial es una co- ,nira e n figuras acabadas de la exter ioridad radical.
m unidad fundada sobr e el recuerdo de una p érdida - la comunidad
de « sin pariente s» - . fu un a «co munidad de la pérdida » - tal como
a.firm ajea n -Lu c Nancy refiriéndose a la comun idad en general - , en el 1.5. La lógica del cercado
se ntido de qu e es indi soc iable de la muert e, puesto qu e es justam ente
a través de la muerl e co mo la co munidad se revela. 9 ' 1listó ricam ente, la raza siempre ba sido una forma más o menos codi -
Fina lme nt e, la raza es un a de las mat erias pr ima s con las que se fa- licaJa de divi s.ión y de orga nización de multip licidades, d e su fijación y
brica la diferencia y el e~:ce dc11te dislrib ució n a lo largo de un a jerarquía, y de su repartición en espac ios
1 es de c ir, un a suerte de vida que puede

ser despilfarrada y consumida sin rese r vas. No importa qu e no exista más o meno s estancos: la lógiw del cercado. Eso era lo que ocurría bajo
los regíme nes de segregac ión. En la era de la seg uridad, no importa t1ue
92. Est.1 tcm:itica recorr e gran p,u·tc de los mayore s textos del siglo XIX.Véase en par- esta lógica se decline voluntariamente bajo el signo de « la religión » o
Uual.ir Blyden, E. W., Christuwity, l.1/un1rwd th c Negro fü~ct',Bl,,i::kC lassic Prcss, Bal-
t1111nre, 1994 [ 1888 J.
de «la cultura » . La raza es lo que permite ident ificar y definir grupos
,J.-L., Lt, Commw1t111
9.}. N.1111:y_ té clci
sa:r1.P1 , 19~6. p:íg. 39,
Ü, C bristian Oourgo is, P,1.rís pob laci.onale s en la med ida en qu e éstos se rían, en sí núsmos, portado -
rJ.., w1111midad lll OJJCrm,t e, Libros A.rcc - LOM, Sa.nti,1go,20 00 ]. res de riesgo s difere nciales y más o m eno s aleatorios.
78 79
El sujcLn Je ra1.~
C:rfl-ic,iJe la rnón nq;m
111'!\1111herentea nuestra co nd ición >>; los hombres, añadfa, <<odian ,
En este contexto, los procesos de rac ializac ión tienen el p rop6sl111 111•1lll'll'l, en la medida en que son ellos mismos odiosos>>yi Es fulso
de iJentificar estos grupos poblac.iona les y de fijar, con la mayo r prc1, p m H t¡ll C la lógica racista no es más que un síntoma de la depreda-
1
-;ión posible 1 los límites dentro de los cuales pu eden circular . T ieM 11, y,11d1·dase o que la luc ha de clases es la última pa labra de la «c ues-
a su vez, el objetivo de determ inar, lo más exactamente posib le, 111 ilt'111 » . Es cierto qu e ra·Lay racismo está vinculados a antago ni s-
-,11r1.1l
emplazamientos que pueden ocupar estas pob laciones. En definitiv, 1 11111'llll ' 1les cansan sobre la estrnctura económica de las sociedades.
apuntan a garantizar la seguridad genera l. Se trata de das i.ficar a estu~ 111,•111h .1rgo, no es cierto que la transformación de es ta est ru ct ura
grupos pob lacionalcs e identificad.os al mismo tiempo como « espc , q,li1t11 e de forma ineluc table la desaparición de l racismo. Durante
cies», como «ser ies» y como «cas os >>en el seno de un cálcu lo g\! 1 111p,,rte de la hi sto ria moderna, ra•¿ay clase han mantenido re lacio-
ncra l sobre el riesgo 1 el azar y las probab ilidades. El objet ivo es po do1
"' de ¡;o-constituc ión. En est oJ el sistema de p lantación y la colon ia
prevenir los peligros inherentes a su circulación y, si fuera posib le, nou
iiu wn fabricas por cxcele nci,1de la raza y del racismo. En pa rticula r el
tralizarlos por anticipado, con frecueucia mediante la inmovilizació n,
l,\,111co pobre » accedía al sen timi ento de ser h u mano ali menta n do y
la encarcelación o la deportación. La raza, dei,de es ta perspectiva, fun -
1 1111 ,vnndo las diferencia s que lo separaban del neg ro. El sujeto racista
ciona como un disposit ivo de segui-idad fundado sobre la base de 11.1
, 'HI propia human idad no en aque llo que lo un e a los otro s, sino en lo
que se podría denominar el principio de arraigo biológico por medill
t¡lll' lo dist ingue . La lógica de raza en el mu ndo moderno atraviesa las
Je la especie. Es,, a la vez, ideo logía y tec nología de gob ierno.
;t n1duras y los movimiento s sociales y económicos y se metamorfo -
Ése era el caso en los regímenes <le plantación, en la época de l
apartheidy en la colonia. En los b·es casos, la raza te n.ía el ro l de as igna r 1,1,1 -.in cesa r.
En cuanto que esclavo, el negro rep resenta por consiguie nte una
a los seres vivos caracteres que permitieran d istribuirlos en tal o tal
,h- l.,s Ílguras pe rtu rbadoras de nu estra modern itlad, de la cua l consti-
casil la del tablero de las espec ies humanas. Pero par ticipaba tambié n
1ll}'L', por cierto, su parte Je sombra, de miste rio y de escánda lo. Per-
de una bi:occono m ía. La raza ve1úa a reconc iliar masas, dascs y pob la-
wn.1huma.na cuyo nombre es deshonrado, el pode r de descend encia y
ciones, es decir, las tres herencias de la historia n atura l, de la bio logía y
,k generación perturbado, el ro stro desfigu rado y el trabajo expoliado,
de la eco nom ía po lítica. E l trabajo y la producc ión de riquezas eran in -
c·l esclavo da cuenta de una humanidad mut ilada, profu nd amente mar -
se parables de los prob lemas específicos de la v ida y de la pobl:i.ción , de
1,,Ja a fuego por la alienación. Pero a raíz de la condena a la cu al está
la regu lac ión de movimientos y de desp laza m ientos , en defin iti va,
uricntacla su existe ncia, )' en razón de la pos ib ilidad de levant amie nto
<le.los procesos de circulación y cap tura. Y los proce sos de circu lación
y captura co nstit uía n una d ime nsión centra l. Además, eran tecno log ías r,,dical Je la cual es portador y qu e n unca es completa.mente aniq u ila-
de seguri dad y meca n ismos de inscripció n de la gen te en sistemas jur í- da por lo di spos itivos de serv idumb re, representa tam bién una suerte
dico- lega les difere n ciados. de « limo J e la tierra>>, allí donde co nO.uyen una m ulti p licid ad de se-
Por lo demás, el rac ismo y la fobia a los ot ros son fenómenos lar- inimu ndos prod ucidos por la doble violenc ia de la raza y de l capital.
garnen te compar tidos. La lóg ica racista supone un fuerte grado de 1'.stiércolcs de la l,jstoria y sujetos rnás allá d e la sum isió n, el mund o
bnjeza y de estupidez. Co m o ind icaba Georges Bataille, imp lica igu al- Jel que los esclavos han sido auto res reíleja, a decir verdad, esa osc u ra
mente una forma de cob ard ía: la del homb re que « da a cierto signo
9-1. [3ataillc, G., (Euvres comp lete~. Xll , Articlcs 2. l 950 -196 1, G:ulima.rd, París ,
exterior un va lor q ue no tiene otro se n tido qu e sus temo res, su m ala
1988, pág. 98.
~·on scie ncia y la neces idad de cargar a otros, en el od io, co n un pes o de
81
80
< rí11.-,1de l:r1\1zú11•ll'gra

rnnlradicción. AJ operar desde el fondo de las calas, fueron los prl111c1


ros fogoneros de nuestra modernjdad. Y si hay algo que, de un extm1111 2
,1 otro, obsesiona a la modernidad es, ciertamente, la posibilidad ,Ir
UN YAClMl.ENTO DE FANTASÍAS
c.~c acontecimiento singular llam,1tfo «la revuelta de esclavos>,, 1p1\'
m.1rcarfa no solamente la liberación de éstos, sino también una r.1,h
cal refundación, si no del sistema mismo de la propiedad y el trah,1¡11,
f¡11.,, y negro » , una relación de enge ndramiento mutuo une ,1
,1Imenos de los mecanismos de redist ribución y, en consecuencia, di'
los fundamentos de la reproduc c ión de la vida nüsma. d11 1111<:iones. Hab lar de una es evocar a la otra; una le otorga a la
i, 1l,1d11~u valor sagrado . Ya se ha dicho aquí: no tocios los africanos
1lo· 111 t1\. '>inem bargo, si África posee un cuerpo, si Afiica es un cuer-

1111,.//t11 quien se lo da, sin importar el lugar del mundo donde se


11• ,1t1l ' , ei. el negro. Y si negro es un apodo, si el oegrn es aquello,lo

11111lm•n ,1 causa J e África. Ambos, el elloy el aqtiello,remiten a la di-

! ~'.!h f.t m,is pura y más radica l: a la ley de la separación. Uno y otro se
11írl1111dcn y uno carga sobre el otro todo su peso pegajoso, un peso que
, ., 1,, ve'l, sombra y materia. Ambos son el resultado de w1 largo proce-
,(1lit\lúrico de fabr icación de sujetos de raza. El objetivo de este capítu -
lo, , 11brayarese proceso. Poner en evidencia el modo en que África y
l'Í 111•~ro han terminado por volverse el signo de una alteridad imposible
ti, ,1'imilar, la efracci6n misma del sent ido, una alegre histeria.

l, 1. Una humanidad en suspenso

<¿ué se ent iende por «neg ro »? Oc origen ibérico, por lo general se


,11lm1tet1ue este término hace su aparición, en textos escr itos en lengua
f,,rncesa, justo a co mienzo s del siglo XVI. Así y todo, no es sino en el
\lglo XVIII - es decir, en el cenit de la trata de esclavos - cuando pasa
., ser una palabra de uso corriente.' En el plano epistemo lógico, « ne-
f.\ro>>no designa a simple vista una realidad significante, sino un yac i-
miento o, mejor dicho, una ganga comp uesta de tonlerías y de fantasías

de l'onet~1mc
l. c.;odcfroy,F., Diclio11nr11rc el de 1011s
lt111g11e.frim~11isc ses clu1/ectcsdu IXc
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edición de
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82
83

..
C:1iti¡a ,k l.11;u.(m n<.:gr:i
U11y:icimi,·nw de font:1>1
,1,

urdid,1s por Occidente y olras partes del mundo; tonterías y fant:isi¡1 lf 1 11 y.1 función ha sido, desde entonces, sustituir el ser, la vida,
nm las que fue revestida la gente de or igen africano much o tiemp11 ,h11 ¡,, ) t•I lenguaje del negro. En el origen tan sólo revest imi ento
,lnle\ de que cayera en las redes d el c:ipitali smo emergente de los sigl11· 1lw ; 1111\ el paso del tiempo ese envoltorio se estralificó, se trans-
xvy XVI. Ser humano vivaz y de formas bizarras, rostizado por la radi,1 ,ro·,l' ll 1111., membrana y terminó por convertirse en una cáscaracal-
CHÍn del fuego celeste, el n egro es duerio de una excesiv:i pet ulant 1.1, ¡,/ 11n,1segunda ontología - y en un chancro - una herida viva
tomado en adopción por el imperio de la alegría, pero abandonad,, !f lllll ', <lcvora y destruye a aquél o a aquélla que la debe sopor-
por la inteligenci:i, es, an te todo, un cuerpo gigantesco y fant,ístico: 1111 1k esta herida y de l,1scondiciones necesarias para su curación
miembro, órga nos , un color, un olor, pie l y carne, una suma inaudita d1· 1111 ,1 Frant z Fa non en Pie/negra, 11uísetir<1s
blancas.James Baldwin,
2
.scnsnciones. Si además el negro es movimiento, éste no pu ede ser lll,l', 1 - 11 ¡,.irl e, compara cst.:i herida con un veneno del que considera
que un movimiento de contracción en un mismo Jugar, reptación y es ·, 111 10 pregu nt arse por los efectos que proJuce tanto en la persona
pasmo (Hegel, La mzó11c11la historia): « el temblor del p,1jaro, el ruidp 11 , : 111 l,1bric:t y destila, como en la persona a quien se le administra
1
de las pezuñas de la be8tia. Y si también es fuerza, 110 pod rá tratam· ,1·,1, 111,\li.ca mente.
más que de fuerza bruta del cuerpo, excesiva, convuls iva, espasmódicn A par! ir del siglo XI x, esta cáscara y este chancro adoptan una
y refractaria al espír itu; onda, rnbia y nerviosidad aJ mismo tiempo, i !rnd :i casi au tónoma, .il funcionar indist intamente como un mo -
cuya caracte rística particular es susc itar asco, miedo y pavor » . i1 1•11 um,,mental, un dob le o, de manera más siniestra aún, como una
Así oc urr e en aquella escena del negro y del niñito blanco que deq. , ll ú hlt - lo que queda del cuerpo después de ser descuartizado o va-
cribe Fanon:
wln . Entonces, desde un punto de vista estrictamente histórico,
L, p.11,üwa « negro » remite en primer lugar a una fantasmagoría. El
El negro es una bestia, el negro es malo, el negro licnc malas intcn
111kréspor estudiar es t:i fantasmagoría reside no solamente en lo que
ciones, el negro es feo; mira, un negro, hace fria, el negro tiembl,t, el
~•.t ,1 Ji ce a propósito de aquéllos que la fabricaron, sino también so -
negro tiembla pmqu c hal.c frío, el niño Licmbla porqu e tiene miedo
h1l' la prohlemátic:i, cier tamente antigua , del estatus de las apariencias
del n egro, el negro t iembla de frio, c.~e frío que os retuerce los huesos,
\' dl'I comercio que las aparienc1.1s entablan con la realidad; la rcalid:id
el guapo ni1io tiembla porque cree que el negro tiembla de rJbi.i, el
niñito blanco se arroja a los bra7os de Sll madre, « mam(\, el negro me
,k•l,u: ap:iriencias y las apari encias de la realidad: la simbología de los
va a come r» .' l o lores. El proceso de transformación de b gente de or igen africano en
negr os», es dec ir, en cuerpos de extracción y en sujetos de raz:i, obe-
A través de un proceso Je di sem inación y, sobre todo, de inculcación dece, en mucho~ sentidos, a una triple lógica de osificación, envcne -
que ha sido ob jeto de numerosos est udio s, esta enor me ga nga de ton- 11,1m ie11lo y calcificación. El negro 110sólo es el prototipo de l sujeto

tería~, mentiras y fantasías se transformó e n una suerle de envo ltorio l' nvcncnado y carbonizado. El negro es aquél cuya vid a está hecha de
restos calcinados.
2. Véanse las ob~crvaciones de Pliniu el Vic¡o, l listvirc 1111r11rdle,
vol. 6-2, Les Bt•lll.!s También el sustantivo « negro >> es el nombre que se le da al pro-
Ldlrcs, l\1rí~, 1980. [Trad. 1.!Sp.:Pliniu d Viejo, J-JistorinN11t11r,d.
Libros 1/l-\l/, Grc-
dM , M,tdri.J , J998]; AI-Ma.s' Udi, Les Prmriesdin·,vol. 1, lmprimcric i,npfrial e, París,
ducto del proceso por el cua l (,\ gente de origen afr icano es transfor -
t k<•l. mada en 111i11em/ viviente para extraer metal. Ésa es su doble dimen-
t F.uwn , F., Pcu 11oire... 1 op. cit., p,íg. 156. [Trad. esp.: J>,d11,
:_11m.
111,iscams
l,l,mcas, ,ión metamórfica y económica. Si, duran te la esclavit ud , 1\fr ica es el
Ak.il, r.1adrid, 2009 ].
lug.u privilegiado pa ra la exl r:icción de ese minera~ la plantac ión en
84 115
lln y.1dm ic n1.o ,le lam~,ia,
Crírk .1 de b raz6n nep.1.i
H'~•• 1vo1IO tic mister ios y reino por excelencia de la catarsis
l'I Nuevo Mundo es, en cambio, el lugar ideal para su fundición, ,1 ',r►i• ,-, 1di),!;i0<;0.
5 De las máscaras africanas, Picasso opinaba
mismo modo que Europa es el lugar por exce lenc ia para su convcr·,,11,,
11 , ~,l,jt:tos que los hombres habían creado con un propósito
lidudaria: 1 Este paso del ho,11bre -mincral al liombrc-melal y Jel Ir,,,., ¡ 11:
'irku, par., que sirvieran de int ermed iario entre ellos y l,1s
/,r.:metal al ho111brc-n1011cdaes una dimensión estructuran te del p 11111,
;-f111 .!N, desconocidas y hostiles que los rodeaban, buscando
Gtpitalismo . .En primer lugar, la ext racción es sin ónimo del des11n.i1v,
h)• 11,•,p,rnlo dándo le color y forma». En este comer cio entr e
n de la separa ció n que sufren seres humanos singulares respecto Jl· 1 11
jW• t.1111 IC,\UO y el univer so de las fo1·mas inmat eriales se baila,
orígenes y de sus lugares de nacimiento. En segundo lugar, es ab l.t, 1111
iJ ti \1·11l1do de la pintura. « No es un proceso estético; es una
o extirpación, operac iones necesarias para que el pren sado -s in ,·I
1I~,11.\~taljlle se interpone entre el universo hostil y no sot ros,
cua l no se puede llevar a cabo la extracción- pueda produc irse f111
ni.,111:1,1 de com prender el poder imponiendo una fuerza tanto a
eficacia. Al hac er pasar al esclavo a h·avés del laminador, al prensa , 1,
,1 ,, 11•1rnrescomo a nue sl ros deseos » , concluye."
con el objetivo de ext raer de él el máximo beneficio posible, no só lo ~
1 ,, 11nmodo m{tsdecisivo aú n, el interé s creciente por las cu lturas
convie rte en objeto a un ser human o. No sólo se m.irca con una hUL•II.,
exóticas durante la primera mitad del siglo X.XLie ne lugar
,n,11111.ulas
inde leb le. Lo c1uese produce es, sobre todo, el negro. Es dec ir, y en 111
que co ncierne estrictamente a la prob lemát ica abordada en este libr-11
,il, n111
cxlo marcado por el materialismo en po lítica y ciencia, y por
1, ,, 111v1smo en filosofía. F.s también una época de mjedos >'ansicda -
se produce el sujeto de raza o, inclusive, la figura misma de aq11ello 911
11~l il,\l\os en parte por las guerras y, sobre todo, por la realidad de
puede ser mantenido a una cierta distancia Je sí y de lo que es posib lt
deshacerse en cuanto deja de ser útil. ,1111111e de Dios, anunciada mucho antes por figuras como Nietische
uk. HI arte africano - y en cierta medid a también el jazz- apa-
1 , unio la via astral de un pos ible retorno a los orígenes, gracias al

2.2. Asignación, interiori zación y giro 1111 111,drlan desper tase potenc ias adormecidas, reinve ntar se mitos y
jlllr.,k,, desvia rse y minar se la tradición y, iinaln1ente, concretar la in-
RccupcraJo por los movimientos europeos de vanguardia y por lo
• 1,11111del tiempo . En el fondo, la figura de África, entendida como
poetas Je origen africano, a com ienzos del siglo XX el término « ne
• ,1·rvorio de misterios, repre senta el discurso occidental del deseo de
gro» opera un giro radical. Muchos factores contribuyen a ese cam
1111.1fiesta alegre y salvaje, sin obstáculos ni culpa; la búsqueda de un
bio. En el umbral de l siglo, la crisis de consciencia en la que se abisma
11,1l1smo sin consciencia del mal - deseo que alormenta a la Europa
Occidente tiene como co ntr apartida un a rccvaluación de IJ con tribu-
ción africana en la histor ia de la humanidad. Si, impul sada por mili- ,1,,po~guerra - .
La reeva luación de la contribución de Africa al proyecto de una
tares aven lure ros, la propaganda co lonial insiste en su pu estas prácti -
l1111nanidadnueva tiene lugar en un contexto de renovación de la crí-
cas ca níbale s y en los od ios ancestrales q ue habr ían hecho enfrentar
t l l:l e:.tética y de la política a.nticolonial. En parLicular, esta critica es
co nstantemente a los indígenas entre sí, es en cambio en el discurso
l11ndamental dentro del movim iento surrea lista y entre los defensores
eslético - cspecíncamente en el de la v.inguardia - Jonde se crista-
lila, a partir de los a11os 1920, la referencia a África como tier ra de la , Véase, Hardy, G., l)Arl ni:gre.Lar/ aniniiste,le; Noirs d'Ajriq11e
1
, Lnurcns l'ar(s, 1927.
<i. Rubin, VV.,Le Primi/.ivimreda11s/'art du XX~sii:dc.Les artislc.1 111otle111
c..<
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Flainmarion, Parb, 1992.
87
86
Un yadmknw de f.inla, ías
C 1fi k:1 <i l' 1:ir 1,611negra
r¡¡;l(t ir. 1 . A diferencia de nosotros, e\ salvaje viviría en un uni-
del ¡,rnnitivismo. A partir de los años l920, André Breton decln1111¡1 1
\, , 1111d,,1nón propia, Lmpermcab le a la experi encia e in capaz de
el surrealismo es solidario con los « pueblos de co lor» y que ex,,,1¡ 1 11
h111\1:, lmmas de pensamiento civilizadas. La raza blan.:a sería
.1Ílnidades entre el llamado pensam iento prim itivo y el pensa1ni1·1\l1 1.111 voluntad y capacidad de co nstrui r un a vida h istórica . La
surrea lista. Ambos, afirma , buscan sup rimir b hegemonía Je lo \'(1111 1
,h• 1111 tendría ni vida, ni voluntad , ni ene rgía prop ias. Consu-
cien te.~ En efecto, se trata de remontar las fuentes perdidas de lo:,, h t, 11oi .,n11~uos odio1,,rac iales e indeterminables luchas intestinas,
y de escapar de una historia que anuncia b decaden cia y la muc1tt· 111 11ii1,, 'lnhic sí misma sin obtener respuestas. En consecuencia , no
tiempo que transporta promesas de eternidad . .El « modelo negrn mC
• qm• una masa inerte a la espera de ser modelada por las m,\-
desde esta perspec tiva , abre el camino a un a nu eva suer te de escr ilu1., 12
Se trala de red escubr ir el carácte r salvaje de la leng ua y de rcsuc il.it l,1 superio r.
1111., 1a 'Ll
l)i~ , 1slír un incon sden te racial de la pollt ica negra en el mundo
palabra, en la creencia de que só lo gracias a la plasticidad Je] idiom,t
, habría que buscarlo en este falso saber y en esta p1i-
,1ln11¡111r,\neo
puede obtene r b ple nitud del lenguaje.~
de los pueblos y de las ernnciones her ed ada s del siglo
1lll\1,111\1<.:ologi:l
Las relaciones ent re los surrea listas y los militantes libertar ios~
111es posible hallar un África postrada en una infancia del mundo
trotskistas después <le la Segun da Guerra Mundial les p ermiten e,,
l.1,¡1wel resto de los puebl os de la tierra habría -;alido mucho tiem -
tablar yfa cu los con mi litantes antico lo1üalistas.H1 Esta crít ica eslétit, 1,
·, l)cl mismo modo, también allíes donde es posible encontrar
1111,
cruce ent re anarq uism o y vanguardismo, no está exenta de amb igüi:
,¡11·\\W , figura natn ral y p rehistóric a aquejada por una suerte de
dad. Por un lado , es amp liamenle tributaria de considerac iones, mnv
.1111,1 de la comciencia. , incapa·L.de distinguir la historia del misterio

~
en boga en aque llos años, sobre <<el alma africana » y la supuesta ese n
,1, In ,naravilloso, y cuya vida se agota y se co nsume en la indiferen-
.:ia del <<hombre negro» . Estas const rucciones especula tivas so n lw-
rencia directa de la et nologL:i 0C1.: identa l y <lefilosofías de la historh, ,u iÍln de h gran no ch e de lo in nombrado.
l'm ot ro lado, esta criti ca estelica del colonialismo no rompió
qu e dominaron la seg unda mitad dd siglo XIX. A su vez, descansa n en
1 1 todo con el mito de \a existencia de « pueblos superiores >>y, en
la idea según la cual existirían dos tipos de soc iedades humanas: !ns so
,11,wcuencia, con la amenaza o la obsesión por la degeneración y la
cicdades primit ivas regidas por la « me ntali dad salvaje » y las socie da
des civilizadas gobernadas por la razón y dotad a~, entre otros, del po 1•11
!.1b1lida<l de regen eració n. Tampoco tomó distanci a suficien te con
Jer qu e les confiere la escri tura. La llamada mental idad salvaje no seda , npeL Lo a la idea según la cual la « sangre negra » representaría el rol
apta para los procesos racion.iles de argumentació n. No sería lógica, I'' hu.,pal en el Jespertar de la imaginación y de l genio artístico. En
1
11111chos sent idos, la temática del agotamiento de las civilincione s 0
/9/ 3- I Y52, GallimMJ, Parí~, t973 l 1952], pág. 237. [Trad.
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, /11
·zApallir1airc, Ccmlmrs el Tz,m1, No1111el /cs l1,litio11sAjnc,1irrcs,D,.tbr, 198 1. 111m/11/ic/,u/ pm11ilil'II,Editori,tl Leviatán, Bucn{)S /\ir~~,19S7}¡ )' l)\11 1~ pr11111l il•c, PUi,
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1920. y ¡ü ¡:. 1l 46. íTrad. esp.: El /,ominey Irisdc.<1gm~ li/mle; raci11l
es: e11sa
yo sobrr lt1.J~ig1ml-
10. V.:.1~c Reynaud -PJJigol, C., Parcourspo/it1q11 es des .rnnú1/is le.11 / 919-1969, (NRS i/1ul,fo/(JS mzns l11u11mw.
1, Edi cione s C;1mz.0 1 Valencia, 2013}.
Ed 1llo 11~1 J>,1rls, 1995.
89
!!8
Crí 1ic:1Jé la r:i,ón rn:gra
Un y;1c irnic11111
de la111,1.,ia,

incluso, de la oposición enlre e l vigor de los sa lvajes y la sangre agot, 1 l ti!l,1111.1 rnn el que la gente de orige n africa n o se anunc ia al mundo
da de los civ ilizados, a.traviesa las co ncepciones del arte e ntr e 1890 y
1 ~, 1111,ma,se m uest ra ante el mu ndo y se afirma ella misma co mo
1945. Las cualidades nativas se inscribirían en la sangre de cada raza. A
waci.1s a su potenc ia y a su gen io propios. Este gran momento
1111i1,I,,,
l.1raza negra le co rrespondería el instinto, las pu lsíones irracionales, l,1
,11,1tp.111nónen la vida un iversa l -« gran mediodía », dirá Césai rc -
sensua lidad pr im aria. Una potencia universa l de imagi nació n se decll
v, 11, ,1simp le vista, el triple aspecto de una an un ciació n, una trans-
nada del <<princip io melá ni co >>.Eso exp licaría porqué, en la sa ng1·e J1•
liJ\ltt.1111í11y un,1 denu n cia. «Yo no bu sco má s: enconlré >>, proclamará
101. negros, se esconde el manantial del q ue brotaro n todas las art es. 1·
1 ;,11~1110 Césa irc¡ « mi revuelta , mi nombr e» ; « yo h ombre, nada más
Gobineau estima que en la raza negra reside una profus ión Je fuego!.,
I"' l,0111bre![ ... ] Quiero el único, el puro te soro, aquél que hace ge-
<-,de llamas, de chi.\pas, de ent usiasmo, Je irreflex ión». Como si fucr,1
lU11\1d,1dde los otros». '~
un reflejo de la se nsualidad, la imag in.1ción y « todas las apetencias po i
la materia » vuelven al negro apto para «1-oportar las impr esiones qw:
producen las artes a un grado de intensidad comp letamente descono ,1 El negro de blanco y el blanco de negro
ciclo para las otras famili<1shumanas » . 1·1
La críti ca estét ica ru1ticolonial, vanguardista y anarq uista retomn i ·¡;111t1 Fanon tiene razón al suger ir que el negro es una figura o, indu -
una gran parte de estos mitos y estereotipos co lon iales y se esfuerza en ivr11111 <,objeto » inventado por el b lanco y « fijado » como tal a través
darles la vuclta. No cuestiona la existencia del ca n íba l ni de un mundo 11mirada, sus gestos, sus actit ud es; una figura urdida por
il111, el blanco
negro fundamenta lm ente irracional y salvaje. Por el co n tra rio, busca ·1 11,11t,r de « mi l detalles, .mécJotas, relatos » .' ~Habría que agregar a su
abrazar lodos los síntoma~ de la Jegeneración - en realidad, gotas de ·u. l¡ue el blanco es, en más de un sentido, una fantasía de la imagina-
fuego - con la idea de qu e precisamente all í res ide la potencia ardien - º 1(111europea que Occidente se impu so natu ralizar y universalizar. De
te de l negro, su fur ioso amor por lasformas, los ritmos y los colo res.'~ ln•lho, a propós ito de estas dos figuras 1 e l m ismo Fanon de cía que el
Un movimiento sim ilar se observa en un buen número de poetas 111
•~ ,o no exis te, al meno s no más que el blanco . En la experiencia , no
de la negritud. Para éstos, el sustantivo « negro » ya no remite a la ex- 1·xi~te n ingún ser humano propiamente dicho cuyo color de piel sea
perie ncia de un vacío que es necesario llenar. En la creac ió n imaginaria l,l,1nco strictosensu - al menos en el sentido en que se hace referencia
de los poeta s negros, ese s ustant ivo se ha transformado en un <<arm a .ti LOlor b lan co del pape l, de la tiza, de la mortaja o de la cal- . No
milagrosa». Los poetas buscan hacer Je él una potenc i.a act iva por me - ,,11'tante , si a fin de cuenta s estas dos catego rías no remi ten más que
dio de la cual los negros podrán aparecerse a sí mismos, con sus par- ,1 un v.icío, ¿de dónde ento n ces ese vacío - y, por ende, la fantasía del
Licularidades, y así pene trar en las fuentes más profundas d e la vida y blanco - ex.trae su fuerza?
la liber tad. Sus tant ivo transformado en co n cepto, el "negro" pasa ,1se r En las co lonias de pob lamiento, como por ejemplo Estados Uni -
U. 1/Jfd., págs. 472-473. dos, el "blanco" es una categoría racia l pac ientemente constru ida en el
1·l. lbíd.,p,lgs. ,~73-474.
1e,. Ccs air e, A., ,< Les arn1t.:~mira culcuses,,, en Ocm,res Co111¡1
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110irc 111
1hrnrns
blu11cas, Akal, M.idrid, 2009 ].
90
91

..
C'ri1ic
a dl' 1,, razón nc¡~ra Un y.1t i1uic1110 <lefonrasí:"

punt o de encue ntro entr e el derecho y los regí m enes ex t·orsivor, ,1, th•,11,1·g11r.1rlas patru llas. Se prohíbe a los neg ros portar armas. Al
l.1fuer za de trabajo . A modo de ejempl o, en 1607, cerca Je medio l;1glu 11,lr,1rlo, .1~.1daeuropeo ema ncip ado se le suministra un mosquetón.
después de la formac ión de la colonia de Virginia, las distinc iones 1·11 ! :111 l111 st•cuencia, tres det e rminante s históricos explican esa fuerza
trc africano); y europ eos, sumid os en las m ismas y bruta les condi cio n,. n ,l,'11:mt,1sía del blanco - y en la que mu chos, en un comienzo,
Je explotació n, co ntinúan siendo relativamen te fluidas. Cons ider ,,d\•' •1\ 1.., exp licació n es la qu e se ha venido dando hasla aquí: lejos
,<prescindibles» en la metrópo lis, en la colo nia los europeos forni.111 t~ I 1'\ l'Ont,rnea , est a cred ulidad fue cultivada, alimentada, rep rodu ci-
una mano de obra cautiva, temp ora l y exp lotab le cuyo estatw; es si1111 ) ¡l1.1•m11uJa por un co njunto de dispositivos te ológi cos, cultura les,
l.u al de los africa no s con quiene1,, por otra pa rte, co mpart en prác lil .,~ 1í11 ( 11 1,; c~onó1111cos e institu cional es. Durante siglos, la historia y
de socia bilidad: alcohol, sexo, mat1imonio. Es cierto: en el momen to d,, 1~111 l.1~rílic.1 Je la raza diero n cue nt a de la evo luc ión y de las con -
su emanc ipaci ón, algun os afr icanos tienen derec ho a una parcela y, par iti;111 •i ,1s de esos d ispos itivos. Por cierto , en muchas regiones del
tiendo de esa bal>e,reclaman derechos, incluido el de posesión de esd,1 0111id11st• llevó a cabo un inm enso trab ajo para hace r d e est a cree n-
vos. En la d écada de 1660, esta comunidad suba lterna mtis alláde la rrrz,, ' 1111dogma , un /,abitrtS. De hecho, fue lo qu e suce<lió en Estados
es responsa ble de una ser ie Je rebeliones: la rebe lión de los siervos l'll 1 1111h1,, en ot ros pa íses esclavistas, en la mayor pa rte de colonias de
1

166 1, la rebelión de Bacon en J 676 y los motines del tabJco en 1682. 1 ,t,l 11111 ento y, recientemente, en Sud áfrica, do nd e la semiotizac ión
En rc1>p uesta a las repet idas arnennas insurr eccio nal es cond ut:1 lt1l., ~t•gregación racial invo lucra al m ismo tiemp o la fe, la doct rina y
das por clases suba lternas unid as más allá de la raza, en 1685 la Roy,1I 1d1 ll'lho. Cua lquier transgresión de alguna de estas tres supon e cas-
African Co rnpan y es objeto d e una reorganización. Gracias a los apro ti, .n ,, v.irio<;e inclusive la mu erte.
vision amientos de esclavos africanos, el grueso de la fuerza de trabajn A menudo también la función de estos di spos itivos Íue transfonnar
en la colonia se comp one a partir de ahora de esclavos, de modo que, 1.1,1t' cncia en senti do comú n y, más aún, en deseo y fuscina ción. Por-
durante los último s aii.os del siglo XVII, la figura del esclavo se racial iza ijl•" 1111cn tras la creen cia no se conv iert e en deseo y fascinación - espa n-
cada vez más. A partir de 1709, b composic ión de la fuerza de trabajo í,1 p,11.1 unos y divid endo para otros - es incapaz de operar co mo una
da un vuelco . La cantidad de africanos que so n esclavos de por vid..i I''111•1 ida autó nom a e intem,-uizada. Desde este pun to de vista, la fantasía
supera co n creces el núm ero de mano de obra explotable de ori gen .!,1lil.mco actúa como una co nstelació n de objetos de deseo y mar cas
europeo obligada a realizar trabajos forzados temporales - y que se I'' thltras de privilegio . .Estos objetos y marcas involu cran tant o al cuerpo
benefici:m, al final de su cautiv erio, con b liberac ión - .
, 1111w .1 la imagen, el lenguaje y la riqu eza. Por otra parte, se sabe que
Este pro ceso v.-iacomp,uiado de una enorme .ictividad reglame n- , 1111 lquier fantasía anhela siempre instituir se en lo real bajo la moda lidad
taria c uyo objetivo es el estab lecimi ento de di stin ciones netas entre d,· 1111,1verdad social efect iva. La fanta sía del blanco p ud o conseg uirlo
mano de obra exp lotabl e y esclavos africa no s po r un lad o, y man o de 1111rt¡ue se conv irtió i11Jin e en la mar ca de un modo occidental de pre-
ob ra exp lotabl e de origen euro p eo por otro. A partir <le J 66 1, el sis- ,, 1u:ia en el mundo; e n el índi ce de cierta figura de la brutalidad y de la
Lema de penas imp one un a lóg ica explícitamente racia l. /\ la mano de , 1ucldad; de una forma singu lar de depredac ión y e.leuna capacidad sin
obra exp lota ble de origen e uropeo qu e se une .1los afr ica nos para pasar tw1,1Ipara el so metimi ent o y la exp lota ció n de pu eblos extranj eros.
a l,l cland estinidad se le pro longa el período de cau tiverio. Las relacio - Esta potencia se manife stó de difer ent es maneras según las épocas
ne¡, sexuales interrac iales so n desterradas. La movi li.dad de los esclavos y los con textos : genocid ios y extermin aciones er\ el Nuevo Mundo y
!>C redu ce drásti camente, mientras los « blancos pob res » son encarga-
1' 11 Austra lia, trat a de esclavos en el triángulo at lánt ico, conq uistas co-

92
93
U11y:1c 1r11icnw de lam :1sias
e rf1ll",1 de 111razón negra
,1 1 n 1mmer lugar, sirvió para designar, no a perso nas humana s como
lon1.1lesen África, Asia y Sudamérica, apartheid en Sudáfrica ... En v1hl 1
, l,h doruis,sino, a lo sumo, a una humanidad aparte,de un genero
todas partes supuso, además, desposesiones, depredac iones, exprop1.,
, ,, 11h11¡personas que por su apar iencia física, sus usos y costu .mbre s y
cione s, pillajes en nombre del capital y del ben efic io y, como trh,t,•
111.11wr .1d~ esta r en el mundo par ecían dar cuenta de la diferenciaen su
coro lario, la interna lización vernácula de la alienación. Esta vio le1111,1
• r1/n t,1rnh1 más brutal - somática, afectiva, estética e imag inar ia- .
estruct ural , su man era de contrib uir a una redistribución profund.1
l"' lllls a quienes 1.lamamo s « los negros >>, se no s aparecen Íllmedia -
menle inequitativa de los recursos de 1avida y de los privilegios de 1,,
;.:1nl l' como personas que, precisamente por su diferencia óntica,
ciudadanía a escala global, confie re a la funtasía del blanco una parte d,·
¡Hi!!H" 11tanhasta la Gtricatu ra el principio de exterioridad- por opos i-
su aplomo. A ella habría c¡ue añadir las proe:tas técnicas y cientf6 c,1',
1M1 il principio de inclusión - . En consecuenc ia, no s habria resu ltado
las creaciones del esp íi-it1.1
1 las formas de organización - relativamehL,· 111, 11lm,1ginar que fueran como nosotros, que fueran de los nues tros.
di1>ciplinadas en aparienc ia- de la vida política; tambi én, cuando 1'111 · ' ¡w.1,11nente porque no eran ni como nosotros ni de los nu estros , el
necesario, la crueldad sin límit es y, tal como sugirió alguna vez Ait1l!' 1111u vinculo que pod ía unirno s a ellos era - vaya paradoja - el vínculo
Césa ire, la propensión al asesinato si11razón. ,, ,•¡•un1ci6n. J\l co nst ituir un mw1do cJpa.rtc,la part.eaparte,no podían
En la obra de Fanon, el término <<negro >>remite menos a un m«.· ,11wrtirse en sujetos pleno s de nuestra vida en co mwudad. Ma.rgina-
cani sm o de au tod esigna ción que de asignación. Declara Fanon: \•'111,separac ión , apartamie nto, es así como el negro vino a significar,
, 111l,1!mente y más allá de cualquier discurso , el orden de segregación.
No .soy negro, asi como t::unpoco soy un negro . Negro no es ni mi ap<•
1listóricamente, aquéllos que habían sido bautizados con el apo -
llido ni mi nombre, mucho menos mi esenc ia o mi identidad. Soy un,1
, 111de <<negro » - y en consecuencia, habían sid o mar ginados o se-
persona humana y con eso ba~ta. El ot ro puede discutirme esa cualidad, 1

pero nunca conseguirá quitármela onto lógicame ntc. Y esto no cambíll


l''" .,dos - termi naron por acepta r vivir con él. De modo qu e el mote
por el hecho de que sea esclavo, colon izado, objeto de disc riminac ionos
p.1~ú ., ser de uso corrie nt e. Sjn embargo, ¿eso alcanza pa ra considerar -
'" 111~~ gen uino? En un gesto consciente J e inversión, a veces poético,
o de cualquier forma de vejacionc.-¡,privaciones o humillaciones a cau
s:i del color de piel. Sigo 1,ien<lo una persona humana innata más allá de ., Vl'\.C S c:irnava lesco, otros aceparon portar ese patroním ico deshon-

las violentas tentativas por hacerme creer que no lo SO)'· Este e:~ceden tt· 111\ (), símbo lo de abyección, pa ra hacer de él u n emb lema de be lleza y

no cli111i11aule
escapa <1cualqu ier tipo de captura o fijación dcnlro de un ,h l,rgu llo¡ para conv ert irlo en la insignia de un desafío radical, de un
estatus soc ial y jurí dico determinados. Y ni siqu iera la muer te puede ll,1111 .ido a la revue lta, la deserción y la insurrección . Como catego ría
interr umpido, así como tampoco puede n borra rlo ningún sustantivo , (11 , lórica, el negro no existe entonces fuera de esos tres momentos c¡ue
medid., :idminislrativa, ley, asignación, doctr in,1 o dogma . «Negro» 111111l.1asignación, la recuperac ión e interiori,-,ación y el giro e inversión
es, entonces, un apodo, la túnica con que otro me ha arropado )' bajo csle último, por otra parte, C$ el momento que inaugura la recupera -
la cual ha preten .dido ence rrarme p:1ra siempre. Pero en tre el apo do, , 1ún ple na y sin co ncesion es del esta tu s de humanidad qu e había sido
lo q ue se prete nd e que ese apod o diga y la pe rso na hum ana ob ligada
~11primido por el hi erro y el látigo- .
a portarlo ex.iste una suerte de distancia que subsistirá siempre. Es esa Por otra parte, el negro ha sido siempr e el nombre por excelencia
distanci.a la que el sujet o debe cultivar e, incluso, radicalizar. , lc l esdavo - el f,,orn/Jrc-meta/, el hombre-mercancía, el /,ombre-mo11 e-
d11 - . El co mplejo esclavista atlán tico, en el corazón del cual se halla
De hecho, el sustant ivo «negro» ha cumplid o tres funciones esenc iales
l!I sistema de plantación de las islas de l Car ib e, de Brasil o de Estados
durante b modernidad: funcion es de asignación, de interio rización y de
9'i
')4

..
Cririul de In r::wlnncg,~t U n y:idm ícnto de fo111¡1,ia,1

Unidos, fue un eslabón manifiesto en la constitución del capitalismo 1\11 lium,mil.laLlno es o bjet o de una abdicación radica l del sujeto.
moderno. Este comp lejo atlántico no produjo ni el mismo tipo d,• .fo,_111 1
mdusive cuando son jurídicunerrte definidos como bienes
l>tH.:iedades, ni los mismos tip os de esclavos que el comp lejo isláuu t ,!,.,,1,,s esclavos siguen siendo -s iempre, y pese a las práct icas de
rn -transahariano o el qu e une /\frica con el mundo del océano Índ il11 :l,L1rl,envilecimiento y deshumanización - seres humanos. Con-
Sí bay algo que distingue a los regímenes esclavistas transatlánticos ,h· 11'·11, .it,111do mundos en virtud del trabajo al serv icio de un amo . A
las formas autóctonas de esclavismo en las socie dade s africanas p 1c i~• , 1lrl gesto y la p:ilabra, tejen relaciones y un un iverso de sign ifica-
coloniales es, sin lugar a dudas, que estas últimas jamás pudieron e11 11(11 1¡ rnvcntan lenguas , relig iones, danzas y ritualesi crean una <<C0-
Lraer de sus prisioneros una plusvalía comparable a l:i que se obt uv11 11i11h l,1d ., . '" Su destituc ión y la abyección de la que son víctimas no
en el Nuevo Mundo. De modo que el esclavo de origen africano e n l'I h,11111,111 por completo su capac idad de simboli zación . En virtud de su
Nuevo Mundo representa una figura relativamente singular del negt-c1 1
1,1:,111,1 ,·xislencia, la co111wlidad de esclavosno termina de desgarrar el
cuya parlicularidad fue Jade ser uno de los engranajes esen ciales de un 1, .1, hipocresía y menüra con el cua l están revestidas las sociedades
proceso de acumula ción a escala mundial. 1. l.w1~lat..Por otra parte, los esclavos son capaces de rebelarse. Lle-

A través del triple mecanismo de captura, vaciado y objet ivación , ,i,111,,1Laso, pueden inclu sive d isponer de su propia vida a través de l
el esclavo está atado de manera forzada a un dispositivo que le impi de 11h hlll\ : al despojar a su amo de lo que éste cons idera un bien prop io,
1
hacer libremente de su vida - y a partir de su vida- una verd::tder.i ,11rniguendefacto abolir el vínculo de ser vidumbr e.
obra; es decir, algo que se basta a sí mismo y que está dotado de una '1'1t11adosa la.fuerza en un mundo aparte, pero con sus cualidade s de
consistencia propia. De hecho, todo lo que el esclavo produce le es qui I" ,~,m.1shumanas intac tas y conservadas más allá de l:i opresión, aq ué-
tado - productos del trabajo, progenitura, obras del espírit u-. No e:, 1111, que habían sido baut izados con el nombre « negro» produjeron a lo
co nsiderado el autor de nada que le pertenezca exclusivam ent e. Los es- l,11¡\11 Je la histor ia pensamientos y lengu as propias . Inventaron también
clavos son, a la vez y según las circunstancias, mercancías y objetos de 11~ 1)mpias literaturas, músicas, formas de celebrar los a1 ltos divinos¡
lujo o de utilidaJ que se compran y que pueden se r revendidos a otros. 1,1mm obl igados a fumlar sus propias institu ciones: escuelas, pcriódi-
Al mismo tiempo, son persona s humJnas dotadas del don de la pala- ' 1s, organ.ii,aciones políticas¡ una esfera pública que no se redujera a la
bra, capaces de crear y manipu lar berra.mientas. A menudo privados de ,·~li•1.:1 pública o ficial. E n gran medida, el térm ino « negro» indica este
cualqui er relación de parentesco, también son despojados de cualquier •~I,1Jo de m inorización y <leenclaustraci6n : una suert e de oasis en un
herencia y del goce de los productos gne resultan de su trabajo. Pero 1,mtcxto de opresión racial y, en ocasiones, de deshumanización objetiva.
si su humanidad plena es negaJa por aquéllos a qui enes les pertenece,
por aquéllos que ex traen de ella t rabajo no remunerado, esa h.umani-
Jad, al menos en el aspecto puramente onto lógico, nunca puede ser J..4.Paradojas del nombre
bon-ada del todo. Porq ue es, por fuerza , una hu111 a11idaden s11spe11s0,
inmcrs,1 en una lucha sin cuartel por salir de la fijación y la repetición, I.J Lérmino « África » renüt e generalmente a un hecho físico y geográ-
y deseosa de volve r a enb·or en un mo vimiento de creación autónoma . li~o: a un continente. A su vez, este hec ho geogrMico ind ica un e1,tado
Lo propio de esta humanidad suspend ida, condenada :i recons- 18. J\ propósito de las contradicc iones de este p roceso y del rol d e bs mujere s, léase
tituirse sin cesar, es q ue anuncia un deseo radi cal, insum erg ible e in- 1l,wis, A. Y., «R d lcclions on thc Bbck \.Voman's Role in thc Commun.ity ofSlaves,,,
minente de libertad o de venganza . Esto oc urr e, en particu lar, cuan- ,•11Jamcs, J. (J ir.), 'Jl,r AJJgela Y.Davis Renda, Bhickwcll, Oxfor d, 1996 , p,\gs.111- 128.

96 97
l n y:id micmo ,Ir l:.11
\l Jsia,
(,, i1k;o cJcla r:1l6n n.:gn,
·1,1~1,11lu poLlemos hablar de una manera lejana y anecdólica,
de cosas, un conjunto de atributos, propiedades e, incluso, 111 1;1 1Ii'i1,•11111,pMéntcsis gris o una cavidad invisible donde \as cosas
dición racial. De inmediato, se adhieren a estas referencias \111,t h111, ,h .,h:ancc; donde todo es vacío, des ierto y animal, virgen y
de im.ígenes, palabras, enunciados, estigmas que supuestamc 11ti1¡I, 1111 .,n1.,.;ijo de cosas agrupadas e n un desorden so rprend ent e.'''
trean ese estado inicial físico, geográfico y climático de cosas. '1'.1111\1 1l¡•,Hti1
viv\cnle de la desem ejanza, el término <<África» remite en
se unen los supuestos atributos de las poblacionc1, que lo hahtt.111 ,í,!1111.1,\ un mundo aparte, a aquello de \o que casi no somos res-
nivel de pobre za, de expoliac ión y, en particular, su relación uu 1•~ 1111,y ,·on lo que mucho s de nuestro s contemporáneos tienen di-
forma de vida cuya dura ción nun ca es cer tera, puesto que siem ¡•n 1~(l•·11tLlcnlificarse. Mundo abrumado por la hosti lidad, la violencia
inminentes la superstición, la muerte y la abyección. En consecL1t'11di
h:\.1>t.1uón,África constit uiría el simulacro de una fuerz.a oscura y
« África » es la palabra con la que particularmente la Edad Mo ,lntt 11,·t·1raJa en un tiempo, J e alguna ma nera, preéti co e inclu sive
pretende designar Jos cosas. Primero , cierta figura litigiosa de lo hl
r,,lo,u,.' " Airica constituye aquello con \o cual resu lta difíci l expe-
mano encerrada en la pr ecarie dad absoluta y en el vacío del Sl"I. 11
11111 ,,hniJad. Porqu e, para nosotro s, la vida de allá nunca es sim-
segundo luga1; des igna la cuestión general del carácter inextricab k 111
,1w11ll'un., vida. Se nos aparece cada ve1.como la vida de otro, como
lo humano, del anima l y de la natural eza; de la muerte y de la vida, d1·1
,Ll.1,lv L)lragente en algún otro lugar, lejos de nue1,tra casa, en otra
presencia de una en la otra, de la muerte que vive eo la vida y que llll)I
h', ~\ no poder compartir, ni ellos ni nosotros, un mundo común, la
ga a esta úllima la rigidez de u11cad,\ver - la repetic ión de la muer ti· 1•1
·
1ltlii,, ,1fri¡;ana Je n uestTo mund o apenas puede ser wia políl.icade lo
la vida a tr.ivés Je un dob le juego Je desdoblamiento y repetición, dtl
'" 1,11111 •. Por el contrario, sólo podría ser una política de la diferencia:
cual Africa sería tanto la máscara como el hueco solar - .
1ll ., del buen samaritano que se alimenta del sentimiento de culpa,
, ., ,11
Además, en l,1 conc iencia moderna «Afr ica» es el nombre ~1111'
se le otorga generalmente a las sociedades consiJeraJas impotenll.',,
,hI • ~\•t1limiento o de la piedad,
pero nunca de la justicia y de la respon-
h1l1d,\d. Por más que se le dé vuelt:-1sal asunto, casi no hay, entre ellos
es decir, a las sociedades incapa ces de producir lo universa l o de d.11
111füitros, similitud en humanidad. El la:w qu e nos une no el>vincu lo
cuenta de él. Por un lado , estas sociedades se reconocen por la m.i.m·
ra en que so n gobernadas. En efecto, son regidns por bufones de al111 :1111,·seres seme jantes. No compartimos un mundo común.
l lasta aquí los hecho s. Pero ¿qué sería de África sin sus fetiches
vuelo: personas adornadas con fetiches y pluni.,s de pájaros, vestitk1~
~•1111~tcrios? A simp le vista slmbolos de la petrifica ción, de la erosión
co mo monjes con capucha, que beben los mejores vinos en vasijas J~·
di' \,1fosilización, representan la puerta de entrada a la « tierra de los
oro y llcg.m incluso al extremo de prostituirse un viernes sa nto. Gene
Jo s a la sombra, de las uravanas de esclavos, de los festines ca-
,11~1,r..i
rnlmente S<' trata de potentado~ cuya cabeza Je hombre adoptó hace:
tiempo una cxistem:ia animal ,wtónoma; portadores de naJa que no 111\i.,les, de los cráneos vacíos, de todas aqucllas cosas que son com idas,
1111roklas, pe rdidas ».1 1A través Je ellos, mito y realidad, por prim era
sean cad,iverc1, de enemig os reales e im.1.ginarios, a quienes dan muerte
sin pesta1iear con tal de no .1bandonarlos allí, a merced de los cuervos.
1 1. ll,,usscl, R., No1111cfüs
J111pn
·ss10n,di\f,·iq11,
:1 í'auv crl, rarl s, 1963.
Por otro l,,do, se trata c-;encialmcntc de soc iedade s superst iciosas. El 1ll. 1kgcl lo rcsuml!mejor que na<lic en La Rctist111 s l'Histo1rc, l:h ch ettc , P.1ris,
,lil11
1012. (Tr ad. esp.: l11trorl11,:c,
óng~11en1Iy cspcw1l II l,1s « Leccio11c Jilos4frt,fo111
s solirc 111
mundo de las soc iedades impotentes está 1,ometido a - y arruinado
1
por - la guerra tribal, la deuda, la brujería y la pestilencia. Es el rever- /1111un,1 1ivcrs,1I», A\i::,Jl'/.aEdilorial, Madri,I,101, ).
111
'I \.c1ris, M., 1,'Afnc¡uc}i111lci P.uis, 1990, p.íg.225 . (Trn<l. esp. : El Á.fri,<1
t11c Ga lli1rn1r<l,
so negativo de nue stro mundo porque, en lo esen cial1 es el símbo lo 1

j,111
faw1,1I,PnH .cxtos, Valencia, 20071.
del gesto torpe, de l,1corrupció n del tiempo y de su desajuste. De una
')')
')8

~
Crírie;1dé b r"zó 11nct:rJ
Un )~Kim icnro de f':1111:1sías,
0
w dan la impresión de coinciuir. Una vez traspa sada esta in!, ,111\jl
bl e frontera, el su eño de un afu era liberador y catá rti co st• 1111 ,111el se r y la apar iencia, tambi én es verdad que, en la
1 ti , 111z

posible. La esc ritura tambi én. Bajo el poder de !\frica, es posihl1·11 , ll11
l1tl.11Id( ver el rostro que ocu lla la máscara - esa minú scula
mente ca mbi ar de id entidad, romp er la barrera d e la alt eridad sm t, , 1,, 111,
\o;cara termina siempre auto- d enun ciándose en cuanto
1 Pue s hi en: en el drama d e la existe n cia con temp o ránea,
sen t'in1ie nto de deterioro, el anhelo del suic idio y la angust ia de.'
J.111rn1 ,11ot

te. Pero un viaje de ese tipo sólo tiene senti do en la m edida en <¡11, h,l, i\frka>~ cump le prec is amente la función de una más cara.
final del cami no, se alcanza la montaña de los signos . Y ésta no s~•¡,,,, 1 •flll'~c.-
co nvoca su nombre , cad a cu erpo singular es reves tid o
alcanzar más que por medio de la danza y el tran ce, con músicali d,. ; m,ltii 11m•1\te de una multitud de telas opacas. De hech o, está en la
ración de fondo, en medio de gritos, gestos y movimientos - In v11. . ,,,t"11"del nom b re, que invita siempre a realizar una operació n
aliento; una nueva idea del homb re- . E11co nt rarAf rica es expe n11w !l•il i, hin l1rigina l y de ocu l ta mi ent o que co mpro me te la posib ili-
tar un a p é rdida id en titaria que, aJ m ismo tiempo, autori za a ser po 111•
1,l1 11••11111del lengmj e. Y má s grave aú n: ¿Áfr .iGl no es ac aso la tumba
por África. Es som eterse a la vio lenc ia del fetiche que nos posee y VI\I, 11,,Ir l.1imagen, un enorme sarcófago en el que la luz es inca paz de
a través de es ta pérdida y por intermedio del fetich e, un goce no si111[,, 11'11":11} uym, mie mbr os no son aptos para el J csplazamie nt o?
1..
Jiza ble. Só lo con esta con di ción es posib le declara ,; co m o lvliche) Ld, 1 í •,l1mcnsión po lém ica del término proviene de que ese nombre es,
frente a las puertas de Go ndar en A bisinia : «,Soy un hom bre. Existo te 1 una forma vacía que escapa, sr-r
1d_11111•11l,llmen ictose11su,al criter io
Porque, a fin de cuent as, el fetich e habr ía revelado su ve rdad era nal w .1 1,,\,•ni.u.lero y de lo falso. Verdad ero, dice Gil les Deleuze, «s ignifica
leza: el devenir-forma d e la fuer za y el deve nk-fuerza de la forma. En 1,, ,1 designación está efectivamente cum pliJ a por d estado de co-
111,1111
medida en que, por prin cipi o, esta metamorfosis de Informa en fuen,, ,, l I l◄,1lso significa q ue la des ignac ión no se cump le, sea por un de -
de la füerza en forma es inaca bad a e inacabab le, tod a relación co n Áfrrt·.1 '" dl' 1.1~
imág enes seleccionadas, sea por la im pos ibilid ad rad ical de
será, también por principio, agoníst ica : LU1a me zcla de d eseo, decepció11 , , •tlm ir una imagen a1>ociablecon las pa lab ras » .2.'C u.md o se tra ta del
y, eventualmente, de arrepen tim iento. A menos que, como sugie re Le, 1111i11L1 <,Á fric a»,
se parte de la ext raord inari a dificultad para proc.lucir
ris, se lleg ue .1 comprender que la existencia arcaica no se encue ntrn t'll 111,t1t1Mgenverdadera asociable a un a palabra qu e, por su p,u-te,también
un afi.1cra , a la dista ncia, sin o en el sí mismo. Y qu e se co mpr enda q ue, w rdad era . Porq ue, en real idad, no importa el sujeto que habla o se
en eJ fonJo, el olro no es más que un nosotros mi sm os . . Cuando la cuestión es África, importa poco la corres pond enc ia
, 11ll'S,1
E n cuant o a la dimensión pol ém i ca d el tér111ino, proviene pre 11111~ las palabra s, las imágenes y la cosa. Y tampoco es nece sario que el
cisam cnt e Je la cx traria pote ncia que con lleva el nombre « África », 11111i1brcse co rre spo nd a con algo o qu e la cosa responda a un nombre. A
1;imbié n, de la tenibl c ambig üedad qu e, co mo un.i máscara, escon de il1•dr ver dad, la cosa puede, en cualq uier momento, pe rd er su n ombre
esa palabr.1. Se sabe qu e un a de las funciones de la más cara es esc on - )' vi no mbre su cosa sin qu e esto i111plique consecuenc ia alguna para el
der una ca r., doblánd o f.i - el poder de l doble en la inter.c,ección entr e rnu11ciado m ismo : para lo que es dicho y para lo que es produ cid o, para
el se r y la apar iencia -. La otra función es permitirl e, a aquél que está ,1l¡uél que lo dice y lo produce. Aquí só lu cuen la el pod er de lo falso.
en ma scarado, ver a los otros sin ser visto; ver el mu ndo como si fuera El nombre « JV°rica » remite en tonces no só lo a aqu ello q ue su-
un a som bra e.~condida de baj o de la s uperfici e ele las cosas . Pero si en pues tamente no se co rre:;ponde con nada, sin o tambi én a u.na. suer te

22 . Leirís, ,vf.,Mtn>mde líVnr¡11t"


1 C:illimarJ, col. « Quarto » , Parí~, 1996, p ág. 2.10. n. Dc lcuzc, G., Lo.~ic1uc du mis , .tvlinuit, París, 1969 1 p.lg.23. [Tr,1d. esp.: f,ógico del
imtido, P::tídós, Barcelona, 2005 j.
1ºº 101
CrítiC-jd,· l., r:nón 11t ¡;r;1 Un ptimi cnio J e l:una sia~

de .1rbitrariedad primo rdial; la arbitrariedad que supone des ign,l\ h m ,iN tll.1,.'
111 1 Lrnposible posibiliJad también a raiz de la paradoja
que no se corresponderían con nada concreto salvo el prejuicio th,\11 11\.d ,1 1kleu ze- que constituye por un lado, « la más alta potencia
gurnJ en su infinüa regresió n. En efecto, al pronunciar l¡i palabra .. Ai!I 1lt11~;u.1¡c, , )', por otro, « la mayor impotencia de aquél que habla » ,
ca» , generalmente se da por sentado un.1.abdicación natura l de l.111) 111! l11qmtcncia para decir el sentido de lo que digo » , « para decir a la
ponsabil idad. Por pr.incip io, lo que se descarta es el concepto de c11r11 ~IKP y SLt scnfülo » ?' Porque como afirma Foucault, << el lenguaje
2
Además, se presupone que el 11011 -sens ya está comprendido allí, ~•111 ,1 • 1, 1hl.1.1partir Je una carenci,1 que le es esencial » . " Ahora bien, si
palabra misma. Dicho de otra manera: decir « África » consiste siem p,, h• ,1l•~l·1va con detenimiento, el término « África » presenta igua les
en constniir figuras y leyendas - cualesquiera sean - en un vacío. B.,, lt .1\ t, ,b lrcJs que las que tanto Dcleuze como Foucau lt creen descu -
ta con elegir palabras o im ágenes casi semejantes, añaJides imág,,111 ,¡j, 1 11 d lenguaje: una distanc ia esencial o1 par,1 utilizar un,1 vez más
y palabra similares pero tomadas en sentidos diferentes, para term 111.11 f',1l.1lir.ts de Foucau lt, « un hueco solar >>que ciega pero que, en la
descubriendo siempre el mismo cuento del que, además, ya se conod1111 1
1 l1d,1en que constituye a la vez su propio espejo, conserva siempre
todas las variantes pos ibles. De hecho, eslo úlLimo es lo que convicr lt• ,li 11'VL' rso nocturno que la mirada sólo puede penetrar después de
a África en un conjunto proliferante por excelencia, una polenc ia tan to 11i111h.,~ Jilt cultadcs. De hecho} contra ese reverso terminan tropczan -
má1, devoradora cuanto l1uc no secreta casi nunca su propio onirism11, 1111l., , palabras e incluso la vida misma. Panon, por cier to, ya lo había
pero liende casi siempre a remitirse al sueflo Je otro. Porque aquí 1·1 111¡,r cndido muy bien antes, al con siderar que, en un contexto co -
nombre puede convertin,e en objeto de un nuevo nomb re que clesign,1 li ,11i.tl cualq uier interrogación sobre sus condicione s de producción
1
algo totalmente diferenle del objclo primero. Entonces, se puede afü lohl.1 nacer de una criti ca del lenguaje. 2' Pue~ bien: esta crítica de la
m.ir que África es elsí111bolo de lo q11eestátrmtafuera de la 11ic/11
comomü1 1 id,1l' ll cuanto critica del lengu:ije es, preci samente, la tarea a la que

allá de la vida. Es lo que se ofrece para la repetición y la reducción - l.1 ''' " 11wit,1el término « África ».
muerte reiterada en la vida y la vida que habita la máscara de la muerl1:1
en las fronter,1s de esa imposible posibilidad que es el lenguaje - .
lmposiblc posibilidad por dos razones. En primer lugar porque, ,f.. El colossosdel mundo
como seíiala Poucault, el lenguaje - y, mutatis mutandis, I:, vida mis
ll111 .1ntc este proce so} el negro cumple función de testigo. Inclus ive,
m.1. se d.1 ,1 lcer <,como un sol » . En efoclo, el lenguaje no constituye
1111~ e la~veces de colossos del mundo: de doble del mundo, de su som-
sol.1mcnle el lug.1.rde las formas. Es el sistema mismo de la vida. Teó -
111,1 íría. Tal como explicaJean -Pierre Vernant, en la Grecia antigua el
ricamenlc, le ofrece cos;1s ,t l.1mir.1.da.Pero lo h.1ce con una visibilidad
11°1mino cvlosso~ designa en primer lugar una efigie de dimensiones gi-
tan brilla ni e que encubre lo que el lenguaje tiene para decir y lo que
}\•111lescas. Sin embargo, se trala de una efigie que se ent ierra en una
la vida tiene para moslra1. El lenguaje « separa con una delgada cap,1
111mb a vacía al lado de los objetos pertenecientes al muerto. En la
de noche l.1.1paricni.i.1y la verdad, la má scara y el rostro » . Y continúa
Foucault: « El sol dd lenguaje se soterra en el secreto, pero en el cora - 1 1. Fou caull, M., Ray111011d
Rousscl, Gallimard, París, 1963, págs. 205-206. lTrad. c~p.:
zón de esa noche en que i,e manlicne llega a ser maravil losamente fe- U11v Rousscl, Siglo XXI, Buenos Aires , 1976 ].
11w111i
cundo, hace surgir por encima des( mismo, a la luz de l jardín de fiesla, h. lkleu'l .C, G., op.cit.,png.41.
,, ,. Foucault, M., op. cit., pág. 208.
máquinas y cadáveres aul<>m,1tas 1 intenciones inaudita1>y cuidadosas 17. Véase el prim..:r capítulo de Fanon, F., P~uu 11oin
· ... , op. cit. [Trad. esp.: P,d 11eg111
1

imitaciones » . En ese tiempo, la vida adopla la forma de un « inminen - 111,í,.-,iras


hlcmrns,Aka l. Madrid, 2009].
102 103

..
( :,frica de:la r:111>11
nc!!r:i Un v.1cim1cnwde fam;i~Í.L~

nod1t' ctc1n.11 el colossosaparece como sust ituto del cadáver am,·1111 111~11.,il~11n,1sde las realidades más inmunJas de estos tiempos, el
Ou1pa el lugar del difunto . No tiene por objeto, dice Vernan t « rq111 'llfl,11,,d,·/11/111111a11idad,
el testigo vivo - el más inquietante sin c.lu-
dut i1 los rasgos del difunto, dar b ilusión de su apariencia física. N11 tk . l., violencia Jel mundo actual y la iniquidad que es su causa
l.1imagen del muerto lo que encarna y fija en la piedra; es su vidJ l'II . rl iltlj• ,tl .1quélla que le plantea, al pensamiento de l mundo y al deve-
más allá, esa vida que se opone a la de los vivos como el mundo d1•1 11l,111111110,las exige ncias sin dudal> más urgentes y radicales, comen -
noche al mundo de la luz. El colossosno es una imagen¡ es un "dohlt ul , p,11l.1 responsabilidad y la justicia. La palabra « África » ocupa
como el mismo muerto es un doble de l vivo >~.1 ~ h,1 111k una negación fundamenta l de estos <los último s términos.
El negro funciona como colossosde este mundo en la misma Jfü••h 1 11 d fonJo, esta negación es el resultado del trabajo de la raza. Es

da en que este mismo mundo podría ser asimilado a una inmensa lu111 1H., 11 11111 elela idea mismJ de lo común, inclusive de la idea misma de
ba vacía o a una cnverna. En esa inmensa tumba vacía, decir « negw ti.\ 111m111iJ,1d humana. Además, contradice la idea de una misma huma -
equiva ldría a evoLJr todos los cadáveres ausentes para los cuales 1•~., 1!tl,id,de una semejanza y de una proximidad humana esencia l. Desde
palab ra funcionaría como ~ustih1to. En cuanto que colossosdel mundo, !lh i~,11 tH) só lo el África geográfico y humano es objeto de esa nega-
1

el negro es ese fuego que ilumina y muestra tal como son realmenfl' ¡f,11 /\ decir verdad, exi~tc también actualmente un proceso de « afri-
l.1s cosas de la caverna o, inclu sive, la tumba vacfa que es el mumhi 1111,dón >>en otras partes del mundo. Por esta razón, hay algo en el
Es el polo sombrío del mundo, como el I lac.les de Homero: el re11111 1·,11,Jtrc,~África» que juzga al mundo y llama a la reparación, a la rcsti -
de la1-cosa1-perecederas donde b vida humana se caracteriz,1 por ~11 , .. 11111y ,1 la justici,l. Esta presencia espectral del nombre en el mundo

fugacidad y su extraordin,1ria fragilidaJ. El término « negro » es un,, 1111 l'"l•de comprenderse más que en el contexto de una cririca Je la raza.
sue rte de 1111Ic111t1:un signo dest inado a recordar la manera en que , t•11
la políti ca de esle mundo, 1::imuerte y la vit!a han llegado a ser definido~
Lanestrechamente un.1 en rebción con l,1otra, que se ha v1.1ellocasi im e,. Partición del mundo
posible delimitar claramente la fronter::i que separa el orden de la vid., ,,¡110 la madre de la ley, en un pasado no muy lejano, la raza. era al me -
del orden de la mue,·te . En el hori1.onte filosófico de nuestro tiempo, el 111I',l,1lengua privilegiada de la guerra soc ial. Er.1 la unidad de medida
término <<África » significaría lisa y llanamente esta manera Je deno d,· 1,, diferencia y de la intimidad, el criterio que determinaba la lucha
minar la cueslión política de la disecación del vivo; un modo de inle p111 l.1vida, el principio de eliminación, segreg ación o pur ificación de
rrogar políticamente la dureza, la segued,ld y la rugosidad de la vida o, l., soócJad . La « modernidad » es en realidad el otro nombre de l pro·
inclusive, !.is formas visibles, aungue opacas y ciegas, que la muerte ha 1•1•do euro peo de expa nsión ilimitada que se instaura durante los últ i-
terminado por adoptar en el comercio contemporáneo entre los vivos. mns aúos de l siglo XVII l. Una de las cues tion es polít icas más importan-
Detrás de la palabra lo que ella dice y lo que ella esconde; lo 11•\ del final del siglo XVIII y del comienzo del siglo XIX es la expansión
que ella no s::ibe decir o dice sin poder susc itar la escuchn- se er ige, ti~·los imperios col0t1iales europeos. E l siglo XJX es el siglo del triunfo
entonces, cierta figura de este mundo, de su cuerpo y de su espfritu. dd imperialismo. Es la época durante la cual, grac ias aJdesarrollo de la
1,·rnica, las conquis tas militar es, el comerc io y la propagación de la fe
2H.V..:rn.tnl.J./>.,« Fi~uration Je l'invi~ibl c et catcgonc psyd1ologique du Joublc: le
ku lm~11s.,, en 0 2uvrc~: Rcligions, lbtionahté.s, Politiquc, Scuil, Parí~, 2007, p,\g. 534. n istiana, Europa logra ejercer una autoridad singularmente despótic a
1·1,.,d. t,p.: Mito y pms,m1i,·11/o cu /11Grecia A11/ig1w1 AJ·id, Barcelona , J 973J. s~1brelos otros pueblos del mundo - el tipo de poder qu e se ejerce
IOi 105
t ·rilic,1 de l.1 r;i,,:\11nq;1.1 Un v:,c11nir n1,>de C11
,1;1'Í.I~

.1de [;is propias fronteras y sobre gen te con las cua les se '-' 11(
m,\s a 11 111 '· I'·" l lr tic ese momento,
se admite como cierto que la transcrip-
tener nad.1 en común-. 11 ,,11111bwh'.gica de la raza proviene, esenc ialmente, del siglo XIX.
Esta prob lemát ica de la raza y de la ausencia de comumd.,d 11 1l.1l1.1nscripción socio-biológica de la raza es un acontecimiento
destino esluvo en el ce ntro del p ensa mi ento político em opeo du1,111l
i 11,1i,,IH' ocurre lo mismo con el discurso multi secll la r de la lucha
medio siglo, hasta 1780 aproximadamente. Y marca profuncJ,1111,·11
, · ill•l que se sabe, por otra parte, que precede históricamente
1,11.1 al
te la reflexión de pensadores tales como Bentham, Burke, Kanl, 1tf ur II dl' la lucha de clases. En efecto, después de la trata de esda-
derol o Condorcet. El liberalismo europeo se forja en paralelo co11.il 1l I nloni,1'1ismose asiste a un desp lazamiento y a una con fluencia
auge imperia l. Durante esta expansión, el pensamiento politico lihn,I 11,ll' tlos discursos:
111HI el discurso de la raza en el sentido biológico
europeo se confronta a cuestiones tales como el universalismo, lo\ 111 ,Idti 1,nrrH.l incluso si este sentido biológico está lejo s de ser esta-
rcchos de la persona, la libertad de intercambio, la relación entre 1111 y d discurso so bre la raza como metáfora de una co nc epc ión
dios y fines, la comunidad nacional y la capacidad poütica, l.a.jusl111,1 4; •,1nL•ral sobre la antigua cuestión de la divi sió n y la opresión, de la
1
internacional; inclusive l,1naturaleza de las re laciones de E ur opa 11111 1.11,nti.1y de la fragilidad de lo político, del vínculo sie mpre fr.lgil y,
los mundos extrae uro peos: la relación entre un gobierno c.lespót", ¡,,1111h.ugo,inseparable entre lo político y la vida, entre lo político
fronteras afüera y un gobierno representativo y responsable dentro dd , l ¡mdcr <le matar, entre el poder y las mil manera de matar o dejar
territorio del país.
hrv)vivir.
En muchos aspectos, y aunque no se quiera adm itir, el mund11 ",q.\ún Hannah Arcndt, con motivo de la «d isputa por África >>se
actual sigue sienJo un « mundo de razas». En más de un sentido, 1•1
111
t t', por prim er a vc:z.en la Edad Moderna, a la raza co mo principio
significante racial es aún el lenguaje ineludible, aunque a veces negJd,,,
_I,1 , m·rpo polftico -s ustituto de la nación - y a la burocracia como
del relato de sí y del mundo, de la relación con el otro, con la memo n .,
! ,, nll a de Jominación. Aun cuando fueron concebidos y se desarro-
y el poder. La crít ica de la modernidad permanecerá incondusa mil."11
l1111111independ ientemente, en África es donde el racismo y la buro-
tras no se comprenda que el advenimiento de la modernidad coincidr 29
11111,1 se revelan por primera vez estrechamente ligados entre sí. De
co n la apa rición del principio de raza y su lenta transformación en Llll,1
11•víncu lo cercano resultan potencialidades inéditas para la acumu-
matriz privi legiada Je las técnicas de dominación, tanto ayer como
11111111del poder de dcsposes ión; para producir y adm inistrar residuos
hoy. Para su reproducción, este principio depende de un conjunto dt·
!111111,1110:,.Sin embargo, la combinación entre la raza y la burocracia
práctica~ cuyo obje tiv o inmediato y directo es el cuerpo del otro, )'
11,,¡ilil:aigualmente una desmultiplicación de las potencialidades de
cuyo campo de aplicación es la vida en su genera lidad. En un comienzo
J1·~lrucción, masacre y administración que sirve, como en Sudáfrica y
prosaicas, diversas y más o menos sistemá ticas, con el paso del tiempo
111 l'I sudoeste africano, para fundar comunidades políticas gobernadas
esas prácticas se erigen en costumb res y toman cuerpo en inst itucio
pm el principio de la raza. La raza, dice Arendt, «fue \a explicación
nes, leyes y técnicas c uyas hue llas pueden rastrearse históricamente y
c uyos efectos pueden describirse. Por otra parte, por principio de razn il1 urgencia para seres humanos a los que ningún hombre europeo o
e\ necesario ente nd er tambié n un a forma espectra l de división y de 1111ilizadopodía comprender y cuya humanidad tanto asustaba y hu-
diferenciación hum ana suscept ible de ser movilizada para es ligmati- 1•1 Vé.,~c. en pJrlicular, el segundo c,1pítulo de Arenclt, 1-1.,Les Originesd11totalita -
nr, excluir y seg regar¡ prácticas con las que se busca aisl ar, elimi nar, ,1,ml'.Tumo 2, füy,,rd, Paris, 1982. [Tr.id. esp.: Los orlgwe.<del lotrrl 1lrms1110,Taurub,
indusive destruir físicamente a un grupo hum ano. ~t.11lrid, 199R].

106 l 07

..
( 1í11c.1d<"fa r,win 119:1"
Un yac:imicnm d e f.1111:t~fo~
mi/l,1ba a los emigrantes gue ya no se preoc upaban por pertc nn ,.,
ln m1s1r1aespecie humana » . {o 11t.i,.L,1segunda es la deportación, en condiciones inhumanas ,
IH,11,,~·ntos de varios millo nes de negros hacia el N uevo Mundo,
Con motivo de la colonización, grupos que no reivrndic an lo-. 1111 - ~

11: Hll ~,~Lema eco nóm ico basado en el esclavismo contribuid de


mo s odgenes, una misma lengua ni, mucho menos, l,1 m isma reli~l,11
cll·dsiv:i a 1.1acumu lación primitiva de capital -a parlir de ese
.. ;---;
~011obligados a conv ivir en el seno de entidades territoriales Íc.">rJ,ltl,1
1,11-11111tr.:insnacional- y a la formac ión de diásporas negras . La ter -
rnn el hierro de fas cont ¡uistas. En sentido estricto, estas ent idade~ 1
taban lejos de constituir c ue1110s políticos, al menos en un comic11111. !! 1,,cn 11<.¡uista
, la anexión y la ocupación de inmensas tierras de
El vínculo entre los grupos que fas habitan encuentra su justificnl1t111 1,"I'·' l1,1~l.1 ese momento desconocidas, junto con la sumis ión de sus
directa en la violencia de la guerra y de la sumis ión . Y se man tiene a 1,.,
i1h1111\',a la ley del extranjero, precisamente allí donJe antes éstos
vés de mouo~ de ejercicio del pode r, un.1 de cuyas funcione s es fabri1,11
w,1tr1t1Jban a si mi!>ll10Ssegún moda lid:ides muy Jiversa1:..La cuar-
literalmente raz:is, clasificarlas y estab lecer jernrquías neccsJ.rias en t,, *"' ljUe ver con la fom1ac ión de Estados rac istas y con lógicas de
,111111 Ionización » Je colo nos, como los afrikancrsen Sudáfrica.
dl,1s. De hec ho, un:i de las tare.is de l Est:ido es :isegurar l;i integrid,hJ
1 ,,1.1bruL,11expansión fuera de Europa se conocerá bajo el nombre
y la pure za de cae.launa de ellas1 es dec ir: mantenerlas a todas en lllll'I
relacit'>nde perma nente host ilidad. , oloni,.ación» o « imperiafümo ». Dado qu e es un,1 de las ma -
'lt'I .11 ,1 lrJ.vés de las cua les se manifiesta la pretens ión curope.1 por el
La tem;itica de las razas en lucha biológ ica por la viua, la cuestít\11
ln¡111111 l> universal, la colonización es un,1 form:i de poder conslituyen-
de la diferen ciac ión de las especies y Je la selección de los más ful·t
11 1 1vmc ulo que establece con el sucio, con las poblaciones y con el
tes, encuentra su aplicación más radica lizada en Sudáfrica duran te 1111
1111flm10vincula, de manera inédi ta en la h isto ria de la humanidad, las
l.1rguísimo p eríodo que va deJsiglo XVIII aJ siglo XX,)' cuyo pun to cul
1,l'I• .,, de la raza, de la burocracia y del negocio (co111111ercirw1). Bajo
min:inte es el apartheid. Con él, el Estado transforma la raza de ma nern
¡¡Í,.,den colon ial, la raza opera como principio del cuerpo político. La
cxplícitJ. De ahorn cn adelante, pJsa a ser la palanca principa l Je un.,
tiit,1pcnnile clasificar a los seres humano s en categorías di st intas do -
lucha socia l generaliz.1da, destinada a recorrer el conjunto del cuerpo
1.,cl,1~ su pue sta ment e de características físic:is y mental.es propias . La
socia l y a sostener constantemente cierta relació n con el derecho y l,1
11111ou·.1cia emerge como un dispositivo de dominación, mientr:is que
ley. Sin embargo, para comprender corr ectamente las paradoj:i s J e k1
l I n·d que lig:i la muerte con el negocio oper;1 como mab ·iz esenc ial del
que, en 1948, se rá el apartheid, es importante remontarse hasta la g1
p11d,·r. A pa rtir de ese momento , la fuerza hace la ley y la ley tiene por
g,111tesca toma de tierras y a la divis ión del planet:i durante el período
, 1111tcni do la fuer.la en sí misma.
que se extie nde Je ] siglo xv al siglo XlX. En gran med ida, Ja conscienc ia
Durante el mismo período, las potencias europea1. no so lamen-
histórica y espacial que se tie ne del planeta hoy en Jia se origin a co n la
11·w entregan a una feroz compete n cia fuera de Europ.1. Tamb ién, se
!>cricde aco ntecimientos que, in iciados en el siglo XV, desembocan, en
1111b arca n en un comp lejo proceso de secular izac ión de lo politico. Al
el siglo XIX, en la div isión yel reparto de todo el planeta.
l1t1aldel siglo XVI, este proceso desemboca en el final de la guerra civil
Por otro lado, estos eventos son consecuencia de una form idable
1·11trc p,trtidrn, religio sos en Francia y el nacimiento de un Estado so
migración de pueb los que, du r.1nte ese periodo, adopta cuat ro formas .
lll·rano jurí di camente consciente de su so beranía . Con todo, dos f.11.:
La primera es la exterminación de pueblos enteros, en especia l en las
lmes atemperan l:i co mpetencia intracuropea y la rivalidad que (1st.\
IO //11,/,, p.ig. 1 11. 1•11gcndra . Por una pa rte, las « naciones cristianas de Europa>• -.e d1•
ltnen como «c readoras y portado ras de un orden válido pa ra tml.1 1.,
108
109
C1'ÍLic 1 ck l., r:1w11 neg ra
Un y;1dm 1~nro de font a5Ías

1icrr.1 ,•.
11
i\l conf undir <<Civ
ilización » con Europa, esas nacionc11 ,. ill !,,,.1liforcncias flsicas y está convenc ida de que los puebloi. no cu-
tfo persuadidas de que el continente europeo es el centro de la l11·11 1m11• supieron dar por sí mism os co n una e..i:presión adecuada
, ¡.1111,\s

Aléna.~, Jerusalén y Roma so n parte de sus lejanos ancestros. El isl.11;, 1,:,Í.i f,11(111
humana :12 Es esta corriente de pensamiento la que alimenta
es su v-iejo enem igo . Y sólo mucho tiempo después, co n la emergt'n, 1, ! hilYtt ll'llguaje de la conqui sta y ele la dominación d e raza . Ta l como
de Estados Unidos, la pretensión europea de ser el ce ntro del 11111111!11 w 1rd,1Arendt, este p ensami ento no eje rció el monopolio de la vi.da
se debilita. ,,llíh:,, las naci o nes europea s. Con toda probabilidad, «e l pensa -
l' l1

Por otra parte, aunque particularmente a partir del siglo XV II I ti 111 ••11términos de raza hubiera desaparecid o a su deb ido tiempo,
~11111

tentan un crecie nte interés por los pueblos extranjeros, la mayorf.1 d, 1,i n in olras op iniones irr esponsabl es de l siglo XlX si la « disputa por
1111

l.1spotencias europea s se adhieren progrcsiv-amente al pensamiento,., l!i I y la nueva era del imperi,\lism o n o hubiera expu esto a la huma -
1 13
ci::d. Éste se presen ta, desde el siglo X IX, como constitutivo del espfril 11 1il,11ll,L(.idcnt al a nueva s y más horrible s experienc ias» .

del mundo occidental y de su se nsibilidad . Tal como ha demostra d11 l'nd,\s estas corri ente s d e pen samie nt o ti enen la convicción d e
Arendt , la política de las razas de ac1uella época abraza al menos tn·, 1il1 111,\sallá de la clau sura europea reina el estado d e la nalural eza

objetivos. En primer lugar, busca, co mo en A lema nia, unir al pueblo en el qu e no se respetan ni la (e ni la ley- . La paz, la am is·
1111l•slado

en contra de cualquier tipo de dominación extra njera, de spertando l'I) 1.11.!


y ll,s lratados qu e cod ifican las relac iones intraeurop eas se refieren

él la consciencia de un origen com ún. De ahí la eme rgenci a de nano 11 ,l.1111en


1·e a Europa y a los .Estados cristianos . Así, cada pot encia pue -
nalismos qu e otorgan una import ancia capital a los lazos de sangro, ,1 ,1,~¡11 oceder a reali zar conquist as legítimas en regiones lejana s, inclu -
los vínc ul.os fam iliares, a la unidad tribal y al culto de los orígene s si11 1 l••• n costa de sus veci no s y rivales. Se admite , pues, que el orde n del
mezclas, co n la convicc ión de que cada raza es un a totalidad distinta y \llhln está delimitado p or esferas que separan el interior del exter ior.
,11
acaba da. Las leyes de los pu eblo s son entonces co nce bida s como equ1 1 , 1:~l'era inter ior se rige por el derecho y la justic ia, condici ones que
valentes a las leye s de b. vida animal. Esta po lítica de las razas opera 11.,y l Jll C Lrazar,limit ar y cultivar n o so lamente para la vida en soc iedad,
también como un instrumento de división interna. Desde este punto ,hu> l,1mbién para la vida int ernacional. E.saUí, se cree, dond e fueron.
de vista, es un arma para la guerr a civil inclu so ante s de transformarse h·•1,1rrollada s las id eas de propiedad, de red ist ribu ción del trabajo y de
en un arma para las guerras nacionales . ,l,·1t>cho de gentes. Pue allí también donde se edificaron ciudades, .im ·
Sin embargo, existe una tercera corrie nte de pensamiento rac ial y 1'1·nos, el come rcio y, en suma, una civilizació n human a. Pero existe
es aq uella cuya traducción más notable se enrnentra en Sudáfr ica. Es 1.1111bién una zona libre, una zona de no -derecho, sin ley, que se puede
una co rriente de pensam iento qu e sitúa en el centro la idea de un su per - ~.,quca r y extorsiona r co n toda tranquilidad de co nci encia. En ella, el
hombre dotado de derechos excepcional es, de un genio sup erior y de t1,1bajo de pirata s, filibusteros, bu caneros, aventureros, c1iminales y
una misión un ive rsa l - la de gobe rnar el mundo - . Se lcvmlta contra lt,~b laya de « elementos marginados de cua lquier sociedad sana ynor -
""' puede tener v ía libr e en la medida que lo justifican dos princi •
111,11
el concep to de unidad de la especie hum ana y de iguald ad de todo s los
hombr es - igualdad que se basa en una descendencia comú n- . lnsis - pms: el de libr e comercio y el de la libertad para difund ir el Evangelio .

:11. ~d,m itt, C., Le Nomos tic /(1ferre d1111sle droit de gens d11Jus Publicum curopacum , t1,. J\rcndt, 1-l., op. cit., pág. 99 .
l'lJI, PJrís , 200 I, pág. 88. [Trnd. esp.: El 1101,w s de la licrm rn el dw-cchode grntcs dd 1\. /1,irl.,pág. 117 .
• Ju~ puli)i.:u1ncuropacu m», Slruharl & Cin, Hucnosf\ ires, 2003 J. 14. 11,rd.
, pág. 110.
IJ 1
110
Un y;icímienro de fan,así:1,<
Crír ica de la rnón ncr,r:-1

h~lllll . " Y agrega: «E l cerco protector , la valla formada por seres


Hsl,1 zona libre se encuentra desprov ista de fronteras como tal1!11N1
l1\li11 .111us,el cerco de hombre s es una forma primit iva de la conviven-
llene ni barreras ni santuar ios que se pu edan, a priori, violar. 1

A la line a que separa Europa y este <<Otro-mundo » se la recl111P•, .!~ i'II t•I culto y ck la conv ivencia jurí dica y política » . ~ Y esto es así

sob re todo porgue allí es donde finaliza la limit ación de la gue rr., ,\I ¡, 11 d11~razones: en prim er lugar, porque no hay nada que sea común
1 ,dos to~ hom bres e n general, porque lo común sólo se comparte
oLro lado de linea, dice Car! Schmitt, comienza una zona donde, .t11l1
In fuJta de cu.1lguier límite jurídico impuesto para la guerra, sólo C\11·111, i111, hombres dotados de razón; en segundo lug::ir,porque la guerra

el <lNccho del más fuerte. En origen y tratándose del otro-mundo, l ,ul, 111,1•1H•de ser abo lida, sino, apenas, limitad a. De hecho, la guerra per-
vez que Europa evoca el principio de <<libertad », se refiere ante l odo 111,11wnle es el prob lema central de todo orden jurídi co. Una manera de

a eso: a la ausencia de derecho, de estado civil organizado y, en c011-.r 1111111 ,11"b guerra es mediante la edificación de ciudadela s fortificadas,

cuencia, al uso libr e y sin escrúpulos de la fuerza. Se parte del sigui(•11h' lt1,1 1'l'1H.:iandoy clasificando a quienes est~\n protegidos de ntro de sus
supu esto: ya se trate de indígenas o de otros rivales, el otro-m und l,, 1,1111 ,,llas y quienes no tienen derecho a estarlo y qu e, en co nsec uencia,
el lugar donde no existe má~ principio de conducta que el derecho d,,j 1.1111¡1llCO pueden gozar de l.\ protección de bs armas ni de l derecho .
más fuerte. En otras palabras, todo lo que suce de má s all:í de la mur,111.1 También surge la problemática de la posesión y oc upació n de tic-
europea se situa directamente « fuera de los criterios juddicos, mm ., 11,1\. Aquí, el probl ema radica en sabe r si el otro, el indígena, es un ser
les y po líticos reconocido s 111á s acá de la linea». De existir derecho ) lt11m,moigu::ila los poseedores de tierras o si, por el contrario, p uede
jrn,ticia en el otro -mundo, no puede tratar se más que de l derecho <<(JIH M desprov isto de todos sus derec h os. Para ello, desde un comienzo
llevaran y transmitieran a aque llas tierras los conq uistadores europcm, ., h,1ce notar que los salvajes ado ran í.do]o s y que sus dioses no son
sea ,l lrcwés de su misión crist iana, sea mediante la ap licación de un11 vndaderos dioses. Tamb ién, que practican sacrificios hum anos, el c::i-
juri sdicción y adm inistraci.ón ordenadas en el sentid o europeo».' 5 11lbalismoy ob ·as categor ías de crímenes inhumano s q ue un verdadero
En consecuencia, el otro-mundo es el más allá de la línea, la frc,11 lwmbre no come tería jamás¡ crímenes que , inclus ive, están proscritos
tera en recreación constante. Es un espacio libre de luc has sin freno ,~, jllll' la naturalez a misma. Así, el salvaje es aqué l que está en contra al

abierto a la libr e competencia y a la explotación igualmente libre, don 1111smotiempo de la humanidad y de la naturaleza: en consec uencia,
de los hombre s son lib res de enfrentarse entre sí como bestias salvíl l'S un ext ran jero de la condición human a desde una dobl e perspectiva.
jes. 1(, Ese otro-mundo es una zona en la cual la gue rra solam ente puedl• En este sentido, el ob·o-mundo equ ivale a una zona exter ior a la hum a-
juzgarse jurícüc.1 y moralmente a trnvés de sus resu ltados efect ivos. No 11id,1dy al espacio donde se ejercen los derechos de los hombres. Es un
se trata so lamente de una frontera . También es una valla. «E n el prin espacio en el que el derecho de los hombres sólo estar ía en condicio-
cipio - explica Sch mitt - está la valla. De modo profundo y deter nes de ejerce rse co mo supremacía de los h ombres sobre aquéllos qu e
minnntc, la valla, el cercado, la frontera, ent retejen e1mundo fo rmad o no lo son en abso luto. Y esto porque , de existir un homb r e en estas
por los hombre s. Es el cercado el que crea el lugar sagrado, separá n- regiones, sería un hombre ese ncialmente inhumano .
dolo de lo corrie nte, some tiénd o.lo a una ley propi::i, en tregán dolo n Para justifi car su subor din ación, se alega que es un esclavo por na-
tura leza y, por lo mism o, un enemigo. La idea que prevalece en aquella
,.s. Sd1mitt, C.,<> p. cil ., págs. 94 -95.
.16. Véase U11itil'lw11 y Bél1fo,of/¡ en Hobbcs, T., CEuvrcs, vo l. 6 y vol. 9, Vrin , Par fs.
f l'r,1d. c~p.: Lcvi11ttfn1 <>fo m11f·c1·ir1Jor111a
y poderde w111rl'p1íhli ca edcsi,isf1ct1y civil, l'CB, n. Schmllt, C., op.cit. , pág. 78 .
Mt\,ico, 1980 y Bclianot h, Tccnos, Madrid, 2013 ]. ,8. Jf1f,/., págs.7~-79.
lU
112
Cci1ic~ de· la r:116nocgc1
Un y.1d111it'n1,, J., l:111r
;1~ias

(•poca et- que la guerra conrr,1 los no-cristia nos no es del mismo 111,I,
f't! ,·¡, 1l,1 forma, la diferenc iación entr e e l suelo de Europa y el
que la guerra en tre cristi anos. De ahí que existan marcadas úl~li11,h
d,111111,1 1 es la consec uencia lógica de la distin ció n entre gent e
nes entre diferentes tipos de enemigos y diferentes tipos de );llll'll,I\
1jlll,Jy 11,1
lv,1¡cs. Ha sta el siglo XIX, inclusiv e durante la oc upac ión
su vez, éstas remiten ,1 otras distinciones entre los hmnano s, sus d1i,1
HJ,1)1 , 1•,udo colonial no se identiíicaba con el ter rit orio europ eo
rc ncias y sus estatuto¡._ No todo s los hombr es tienen los mismm .J
l !Jh1d, , ornpante . Por el con trario, la co lon ia lograba dist inguirse
1

rec ho s. En realidad, para los c ivilizados existe un dere cho de dt1111


i11,u
,1 los no -civilizados, de co nqui star y esclav izar a los bárbaros f)OI 11.l
11pi•, 11• l'stc últim o, ya sea colonia de p lantació n, de ext racc ión o
¡111l•l.11111L'nlo. Oc hecho, ha sta el final J els iglo xr.xno se esbozan las
inferioridad moral intrín seca; de anexar sus tierras, J e ocupa rl,ts )' ~u
,¡¡,q ,111l'nl,1livasde integrar territorios co lonial es e n los sistem as de
me terlas. Este derec ho originar io de intervención participa del , h11rn
1111111111 y de aJm inist ración de los Estados coloniza dores.
derecho » , qu e se aplica tanto en las g uerras d e exterminación cu111 11
e n las gue rras de esclav ismo . Del « bu en derecho » de g uerra n,tlv ,-1
« buen derec h o » de propiedad. ill 11.,cional- colonialismo
El Estado que efectúa la loma de una tierra puede lrat,1r el sucio ro l11 ,11i1q1w w convier ta en habit11s 1 la lóg ica de las razas debe ajustarse a la

nial to mado , en lo que se refiere a la prop iedad privada, el c/0111i11111111, 1 di:I benclicio, a la política de la fuerza y al instinto de corrupción ;

como suelo \in clueiio, al igu,1]qu e seg ún el derec ho Je gentes, es llc11.1 1,, 111 .1la defin ició n exacta Je la prá ctica coloni al. Desde esta pers-
sin du e,io en cu.1nto al i111pcri11m. Puede elim inar los derechos dl• l1n lk' l lv,11 d ejemp lo de rrancia mue stra el peso de la raza en la formació n
indíg en.1s so bre el suelo y Jeclararse propi etario exclus ivo de todo el 1lr1l.1, onscicncia imp er ial y el inmenso trabajo que fue necesario de s-
suelo; pueJ c también ,1.sumir los der echos de los jefes nativos yseg1111
l'h),.11p,1raque el signili cante racial - inseparab le de cualqu ier sistema
ostent fodo los indife rent em ente de si ello representa un a sucesión k
111it ,ni.1l penetrara en las fibras fláccidas de la cultur a francesa.
gal auté nti ca o no; pu ede crea:rpropiedad e~tatal privad a y co mbin,111.,
Nun ca está de más ins ist ir en la comp lejid ad y he teroge n eidad
con un cierto reco no c imient o de lo~ derechos de exp lo tación de lrn,
n,ltivos¡ pu ede intro d ucir la propieda d fidu ciaria púb lic a del fataJu
,¡,, l., t:xper iencia co lonial. De una época a olra y Je un país a otro1
tambié n, pu ede mantener vigen tes los derechos Je explot ación de loN
1 l,t!od,fcrc ncias han sido notables. Por lo demás, el significan te racial
oalivos y cubrirlo s co n una especie de dominiim , e111i 11e11s.Toda~c~L.1, •111~11Luyó siempre un a estruct ura primordi al e inclu so constilutiva de
pos ibilidades distintas se han co nvert ido en realidad en la pdc tic.1d1· 11J111•lln que se co nve rtiría en el proyecto impe rial. Si existe una subje ti-
la toma de la tierra colon ial durante los siglos XIX y XX. 1'1 1,1.,d <le las relac iones colonia les, sin lugar a dudas la raza es su matri z
l111hólicatanto como su esce na originaria. Por ejemplo, en el caso de
En este caso, ento nces, el de rec ho es una manera de fundar jurídica l 1,111ti
1
a, la concie ncia imp er ial fue el resul tado de una singular inver -
menl e cierta iJea de la humanid ad en tanto esta última e stá divididn ,11111politica y psíquica en dond e la raza fue, al mi smo tiempo , moned a
entr e una raza de co nqui stadore s y un a de escla vos . Única mente la .f1·l,1mbio y valor de uso. Hacia fina les de 1870, Frnn cia se propone
r.11.a <le los co nquis tad ores pu ede legítimamente atribuir se la cualidad .l1•l1bcradamente convertir el cuerpo políti co de la nación en un a es-
human a. La cua lidad de se r human o no es algo t¡ue sea dado a todos 1111cturapolíti ca imp erial. Este pro ceso reviste un a dob le dim ens ión.
dcsdc u11co mienzo . Y aun si fuera ese el caso, no abo liría las diferen- l'or un lado, se trata de asimi lar las co lo nia.'>a los i:uerpos milita res,
W 11,id., p,ig. 199. 1•,,s,rndo a considera r a loi. pueb los co nq uistados a la vez corno «s u-
Jdos » y, event ualm ente, corno ,<herm anos». Por otro lado, se Lrata
114
1 I '>

,.
Un }"t~imicnw d~ fanru.,ía,
Crf1ic.1tic 1:tr.r1.ó1, ncgr.i

l',1i11li1,•s Je negoc ios, hombre s de la Iglesia, period istas y soldados;


de estab lecer progresivamente un con junto d e dispositivos gr.i~·111
a los cuaJes el francés ordinario es empu jado, a veces sin que se d,1
!!•, 11111unlonebuloso de organizaciones, a:;,ociac iones y comités que,
cuenta, a constitu irse en sujeto racista en cuanto a su miraJa, ges to,, ¡ ,1v.\mlose en una red de d iarios, periódicos y boletines de sup u es-
comportamientos y dis cursos. Este proc eso se extiende en un tiem 1111 , ,,nn~da<les cienlÍficas, pretenden otorgarle una voz política y cul-
rela tivamente prolongado. En particu lar, se ba sa en una psico-ant 111 cnl e fuerte y exp.resi,•a a la idea co lonial Y La gran nervadura
1, 1 1lt11

pología cuya función es la clasific ació n racial de l género humano. fü,CI 1, ,·, l l' prnyccto impe rial es la diferencia racia l, que se corpo riza en
clasificación se apoya en las teorías de la desigualdad e ntr e las raza~ y, 1H rnnj unto de Jisciplinai. ta les como la etno logía, la geog rafía o la
en menor medida, en la validación de prácticas eugenísticas . A s1.1 W'I, , ,1 ,1ok1gJa. Asu vez, la temática Je la diferencia racial es objeto de una
halla su punto de efervescencia, por un lado, en las formas qu e adop l,111 ¡, ,1li1.ación en el se no <le la cu ltur a de ma sas a través del es tabl eci-
,1111
las guerras de conquista y las brut alidad~s co loniales; por otro lacio, l'IJ 11h111nde institucion es tale:, co mo mu seos y zoo lógicos humanos, la
particular en lo s años 1930, en el an ti semitismo.' 10 En el cambio al siglo 1'11l,h'-1dad, la literatur a, las artes, la conformación d e archivo s, la propa -
XIX, la forma c ión de la co nsciencia racista, la habituación :1l racismo , ·" l1'1nde re btos fantásti cos difundidos por la prensa popular -c omo
es una de las piedras angulares del proceso de socia lización ciudadana . 1111<..,, so del Joumal lllustré, de L'Illustrafion1 del Tour du Monde y de
Al fun cionar co mo una so br ecompensaci ón frente al sentimiento dt l111 ~uplcm ento s ilustrados del Petit Jou.maly del Pelit Parisien- y la
humil lació n nac iona l provocado por la derrota ante Prusia en 1870, es 111·v,,
111i
1.ación de exposicio nes internnciona.l cs.
uno de los motiv os o, inclu sive, una de lasesencias del orgullo nacionn l Ge neraciones ele franceses fueron exp ue sto s a esta pedagogía
y de la cu ltur a patr ió tica. Co n ocido bajo el término de <<edu cación co 11•h,1bituació n al rac ismo que, en lo esencial , de scansa en el princi -
lonial de los franceses», es ta empresa presenta a la colonización comn pl11de una rela ción de no reciprocidad con los negros. Y esta relación
un c.m, ino de paso hacia una nueva edad de la virilidad. 41 En lo qne a 111>redproca se ju stifica p or la diferencia de calidad entre las razas. En
dla respecta, la co lon ia es el Jugar de exa ltación de la potencia don de urn~ecue ncia , la temát ica d e la diferencia cualitativa en tr e las razas es
se rcv igo riza la energía na cional . Esta empresa ex igió esfuerzos co losa- 11m·parable de la vie ja temática de la sa ngre que, se sabe, hab ía sido
les de p arte d el Estado y d e los m edi os empr esa riales. También, tenlo 1111
h1.ada co n anter iorid ad para ase ntar los privileg ios de .la nobleza.
co mo obj~tivo cultivar y J lscminar los reflejo s y el elhos rac ialista, na - Ahora se emp lea una ve1. más , pero para el proye cto co lonial. Ex iste
cionalista y mi litari sta qu e era n sus elem ento s const itutivos. l,1¡;onvicción de que la civilización del mai'lana se creará co n sangr e
Ya a p.,rtlr d e 1892 se esboza un vasto moviJniento que se podría ltl.1nca. Por ello, todos los pueb los q ue acep ten el cruce de razas habrán
llamar d nacionnl -co loni.,lismo. El movimiento naciona l-coloni.alista 1h: c,1er en la abye cción . La salvación reside en la sepa ración abso lu -
fiancés reún e al co njunto de familias política de entonces: desde los 1.1de las razas . La s mulLitud es negra s y amari llas so n pro líficas¡ una
republi cano s del cenlro a los radicale s, pasando por los l1oulangistas, 111 que estorba y qu e es necesario deport ar o cuyo s macho s, en
,111.1da
los monárqLLicos y los progr es istas. C uent a en SLJ seno co n abogados,
11IUmainstan cia - tal co mo algunos lo harán notar más adel ant e- ,
,rn.Véans~ lo~ trnb.1ju~de Ri:ynaud -Paligot, C., Ln Rép11/1/iquc , pnrm11g111c
mc111lc r11ci1.1I l.',. Léase Andrcw , Ch . M. y Ka nya-For stncr, A. S., « Ihc French colo ,ü;1l party: it~
el idfo logie rép11/1/icuinc ( 1860-1930), l'tl l', París, 2006; y Raccs, mcismc et 1111tim
ds111e
_.1111pos irnl )ormral, vol. 14, n~ 1, L97 1,
itio11,:üm s ancl inJlucnc c, .ll>SS- 1914 » , J-Jis!11r
dam le.<amrées I 9JO, l'lll ', Parí~, 2007 .
p,t¡;~.99- 128; Girard et, R., L'[J¿c.:o/o111,1 /c en Frm1Cf.Je J 87 .1 a 1962 , La Tab le R.ondl!1
41. Sirkus,J., Sexi11g tlrt· l'1tiu 11 sw li11ilyami Moralityi1tFm11ce, J 870- 1920, Cornell
. M<1
Un iversity Press , lthac::i, N.Y., 2006. P.,ri,, 1972.
117
116
Crí1ic1 ,k l.1 r.1Z<\11
nq: r:1
U11y.,cin,icnio de r~
..l ~SÍ, l \
11
dchi:n ser este rilizados: Del mismo modo, se sueña co n el día fututo
, nl.1res son ed ucados para converti rse en ciu dadanos-so ldados . Pe-
l'n c¡uc se pueda fubricar vida y o bten er lo que se haya decidido obk
1.1ciudadana y pedagogía colonial se despliegan en u11cont exto
!L!~\111,1
ncr entre una gama de seres vivos a elección. El proy ecto co lonia l ,1·
dt' 111s1s de la mas culin idad y de aparent e desarme moral. En efecto,
.ilimenta así de una fom,a iné di ta de raciologfa , una de cuyas pied r,11-
"¡,,11lír de la Jécada de 1880, todo s los alumnos esco lares de aprox:i-
o de b alteración de las reglas de la vida y, a fin cl1·
Jngulares es el sue .r'i.
111,1cl,11ncnte diez años debían estudiar la obra co lonia l de sus respec-
cu entas, la posibilid.,d de un a raza ele gigantes.
(i\ 'm p.iíses en manual es de historia (Augé y Petit en 1890; Caze!>en
El tema Je lc1diferencia de calidad entre las razas es antiguo. ""' P.l ¡:111'1¡Au lard y Debidour en 1900; Ca lvet en 1903; Rogie y Despique s
r.isita y atraviesa la cult ura durante el último cua rto del siglo XIX. Co 11 ,,,, 1905; Delagra ve en 1909; Lavisse):'~ A este esquema pres c1iptivo
todo, en los año s 1930 se tr.1nsfonnó en algo banal hasta el punto d1• d1•n·gular ida<les hay que añadir l,t literatura ju venil (la obra de Juli o
pasar a formar parte del sentido común:" Alimenta desde en ton ces los V1,ne, los per iódi cos ilustrados com o Le Pctif Franrais Ill11slré, Le Pclit
miedos a propós ito de la despob lación, la inmigración ( «e l trasplantt- l•n1/1cr,Le Sui11 de la Je1111csse
l-Nico/as, Le Jo1m1<1/ L'A/licwccFmnraise
1
racial>>)e, inclusive, las fantasías referentes a la posibilidad de un im .~lréc y así suces ivam ente).
Jl/11
perialismo asiál ico:u, Son múltiples los ca.mi.nos por los que han ido bn todas estas ob ras, el africa no se presenta no solamente como un
avanzando tanto la idea colo nial como el ethos raci sta, que es su corol.i- ,11110, 1,ino también como un niño idio ta¡ la pr esa de un puñado de re -
rio. Uno de esos camino s es el pod e r escolar. Por ejemplo, Pierre Nora ft'L1tos de poca mont.1, potentados crueles y descarnados. Esta idiotez
siti'.1ael Petil La11is
se entre ML'i « lug,1n.•sfranceses de la memoria >~,de 1'\ l.1consec uencia Je un vicio congénito de la raza negra. La colon iza-
la misma manera que Le Tour de f.'m11ce par deux e1~fé111ts
( 1997) ele « G. 1 ión e:. una manera de asistencia, de educac ión y de trat amie nto moral

Bruno» (se ud ó nimo de Augustine Fouillée) y de En buscadel tiempo d~ esta id iote:z.. Es también Lm antídoto frent e al esp íritu de cruelda d
perdido ele Marccl Proust. En particu lar en el Petit Lm 1issc, el disc urso y frente al funcionamiento anárquico de las « tribu s indígenas >>. Des-
republicano aparece empapado de valores naciona listas y militari stas .47 de esta perspectiva , la co lonización es una vir tud de la civilización,
De hed10 1 el siste ma educat ivo y el sistema militar mantienen comu ni- puesto qu e consti tuiría la regla gen eral para el tratami ento de la idiotez
cac ión desde mucho tiempo antes de la adopción de las leyes Ferry de de bs razas que tienen predisposició n a la degeneración. Eso mismo
188 1-1882, que estab lecen la esco laridad ob ligato ria. Así , los alumno s L'S lo que, en el ario 1925, hac e afirmar a Léo n Blum: « Admitimos el
de recho e, inclu sive, el debe r de las razas superiores de atraer a aqu é-
..¡'· R1chet, Ch., La Si l.:.tio11hw11awc,Felix 1\lc J n, París, l 9 19.
lh s qu e no han alcanzado el mismo grado de cultura y de invitarles a
44. Quinla n, S., « Col.onial bodi es, hygicnc :in<labolit ionisl po litics in cight ccn th-ccu-
l11ry Francc», J /,s/,i1J• WorkshopJoumal, n° 42, 1996, págs. 106-125. experimentar los progre sos obte nido s grac ias al esfuerzo de la cienc ia
<IS.~c hn cidcr, W. S., Q!1,,/ity anc/ 0}11111
1
/ily. 17,c Q}1cs/for Bíolog,rnl Rcgc11cmlio11 ;,, y la industria» .➔'1 Los coloni zadores ya no son amos cru ele!>y ávidos,
T11c11lictl1-Crnt111 :v Fm11cc,C.1n1bridgc University Prcss, C.11nbridge,200 1.
~inu guías y protectores. Las tropas france sas son h eroicas e intrép idas.
, J.,Lu Doc/rin c des mees et /11.<rlectio11de l'i1111111grali11r1
~6. Pl11yl'l:tr en Frn11ce, Pierre
llo,suct, J>,ms, 1930; Dumont, A., /) épo¡mlalio11et r:i1,i/is11/i(lt1 . Élud,• dt'mographir¡uc, Liberan a los e.sclavo s de los co llares que apri sionan sus cuellos y ele
Lc.r,,~nicr et Babc, Par is, .1890: l ,croy-Bcaulicu, P., /,a Qpesfio11 de /u ¡10¡111/nt1011
, Pélix
Alean, Par ís, 19 13. 18. VéJse d'.i\111\cid,
t-Topor, 11. O., ,, L'h isto irc de li\friquc occide nt alc cnscignée .m~
•17. Provenche r, D. M. )' Eildc rts, L. L., « 1hc na.tion acco rding Le, Lavis~c: tea ching cnfant ~ de FrJn cc» , en Co qucry -Vidrovit ch, C. (dir.), l.í\f,-it¡11 e occide11/,¡/~ 1111
te111p
.,
111.1~n ilinity and m.ilc citizen, hip in 1hircl Republ1c f.ran ce » , Frcnch Cultural Stu - dt:~ Fnm(ais. Colo11i~11/c11rs et colonis.!s, I 860 -1960 , La IJécouvertc , col. « 1'cxtc~.~
dil.'~,vol. 18, 11" 1, 200 7, págs. J J-57. l'appui » , París, 1992, págs. 49-56.
•19. Declaración en la C.ímarn <leDiputado s del 9 de ju lio de 1925.
118
119

,.
Cri1k,1de h r.1,J,11 llC~l':1
Un yat i111
itn1n de lancasías

l,1,rncrdas que ligan sus piernas. Estas pobres personas q ue acaban dt· 1111111Jo y de la historia que hace de esta última una luchan muerte pm
M~rliberadas están tan Jelices que hacen cabriolas - lo que prueba, sm l 11.·x1stencia. Tal como señalan nu merosos escr itos publicados por en-
lug,1r a dudas, que Prancia es buena y generosa con los pueblos que t-ll.1 ,l\ isla, más o menos conocidos durante los años 1920, esa época está
misma somete - . Así lo afirmab.1 Jeanjau res en 1884: « Les pode mo~ llravesada por un pesimismo racial radica l, en el seno de una cu ltura
dec ir a esos pueb los sin engariarlo., que [ .. . ) allí don Je Franc ia se cst .1 ,,li•,l'sion:ida por la idea de degene ración que es e.lreverso del darwi -
blec ió, se la ama; que allí donde Francia só lo estuvo Je paso, se la ech,1 1tl',mo social ." Por cierlo, estas iJcas también son discubdas y comba-
de menos¡ que dondequiera que su luz resplandezca, es beneficiosa; 11d,1s. Pero son muchos quienes creen firmemente que esta lucha por la
que allí donde no bril la, ha dejado tras de sí un largo y suave crcpúsc u v1d.1opone a grupos humanos, pueblos o razas portadores de caracte·
lo al que se quedan prendadas las miradas)' los corazones » .>tt 1l,tkas supuestamente estables y dotadas de un patrimonio biológico
A simple vista, las razones esgrimidas para just ificar el colo nialis- propio que es impor tante defender, proteger y preservar intacto. Esta
mo eran de tipo económ ico, político, militar, ideo lógico o huma nitario: 1 rcenci;i no habita solamente en ind ividu os privados. Es una dimen-
conquist.ir nuevas tie rras par,1 instala r en ellas el excedente de nues tra •,1óncard inal de fa política colonia l de los Estados europeos y de lama-
población; encontra r nuevos destinos para los productos de nuestras 111 .:ra en que conciben el Jerecho de guerra contra pueb los y entidades
mbricas y de nuestras mi nas; obtener m,ltcrias pr imas para nuestras in - polilicas no-europeas.
du!itrias; plantar la bandera de la « civi lización » entre las razas in forio- Tal como explica por al¡uellos ,i1ios Paul Lcroy -13eaulieu, el orllen
res y salvajes y así perforar las tinieblas que las envuelven; asegurar, par:i rnlonial c1>una manera de ratificar las relaciones de fuerza n.1cidas de
nuestra domi nación, la paz, la segu ridad, la riq ueza para tantos infelices i:-sla lucha. La co lon izació n, afirma, « es la fuerza expansiva Je un pue-
guc nunca anlcs conocieron estas ven tajas¡ estab lece r en suelos aún in- hlo, es su potenc ia de reproducción, su d ilatación)' su multiplicación a
fieles una pob lación laboriosa, mora l y crislia.na, propagando el Evan- lr.ivés de los espac ioSj es la sumisión de l universo o de una vasta parte
gelio entre los pagano:,; o destruir, a través del comercio) el aislamiento de él a su lengua, sus costumbres, sus ideas y sus lcye, » .q El orden
engendrado por el paganismo. Pero tod as estos argumentos mov ilizan colonial descansa en la idea según la cua l la human idad se Jividc en
simuJLúneamente el significante rac ial. A decir verdad , éste n unca fue especies y subespecie s que se pueden difere nciar, .\eparar y clasificar
considerado como un factor subsidiario. En la argumentación colonia l, jerá rquicamente. Tanto desde el punto de vista Je la ley como en tér -
l,1rata aparece sie mp re a la vez como una m,1tri z mater ia l, una institu- minos de disipac ión espac ial, estas espec ies y subespecies deben ser
ción :,imbólica y un compo nen te psíquico de la polít ica y de la co n- mantenidas a distancia una !>de olrai.. También es explíc ito en este sen -
cienc ia impe rial. En la defens a y en la ilust ración de la colo ni zación, tido el Précisde législulion et d'éco110111ie co/011ialesde Alexandre Mé-
ninguna justificación escapa a p riori al disc urso genera l sob re lo g ue se 1ignhac (pub licado en 1912 y reed itado en 1925). Co lon izar, se Ice en
designa por ese entonces como las cualidctdesde la raza. sus pág inas, « es relacionarse con pabcs nuevos p.1ra beneficia rse de
Esto es así porque, sobre todo a finales de l siglo XIX y a com ienzos los recursos de cualquier tipo que tenga ese p,1ís [ ... ]. La co lon ización
de l siglo XX) e n Occ iden le prevalece un siste m a de interpre tac ión de l 5 1. \'éa~c, por ejemp lo, Fournicr -Fabrc , É., Le Cho, s11pré e tJu J., 111.1
111 /éc des 1-a.r<,
G. Flickl'r,París, 192 1; o., indusivl!, Murct, M ., Le Crépusculc des 1111tiom, J>,1yo i,,
t, l'm
<.o. (. <H!/r l'CI/Cl/1 deJea,, Jaures,M11ítre
de Conférc!lrces
de la Facultéticsletlresde 'fo11
/o11sc,
192.S.
lnllcll>de la Alian1.1F1~ncc~;1,asol..iac1ón n.ic1onJJ para l.1propogac1ón de la lengua 52. Leroy-Bcaulicu, P., De /,1cn1"11i.sa
l11mdiez. le.<p,•11
pfc5111orlcmcs,
Gu dlau111111
1 l',1d~.
f,.,n" •~.ien l.1~colonia~ y en el extranjero, lmprimcr ic Pczous, Alhi, 1884, p~g.9. 1874, págs. 605-606.
120 11 1

..
C:r/tic,1,le:IJ r:vón nq;r:1
Un y.1li111i~1no
d., l~m.,sin,
l'~entonces un cstJblecimiento fundado en un país nuevo por llll,11,4 1
rrnnó micos y come rci.iles a través de los cu:iles e l esclavo es
rnn una civi lización de avanzada, para realizar [ ... J el objct1v11,,,,
1\1111
51
,1t:,1bamosde seiialar » . De ahí que decir que el Estado co lonml 111"
h1,id11y existe como tal.
L 1one por c~lat ización de lo biológico no parece ser una exager.1L1u11
1 1, h•11totr.ib,1jo se remonta, por lo meno s, a la tr:ita de esclavos.
t l,.~111
1 l'S durante el siglo X\/11.1, es decir en pleno Siglo de las Luce1.,
,111k•111l 1.1l,tat lántica alcaní'.a su punto cuLninante . El desarrollo de
2.8. Frivolidad y exotismo
\ t• ll•tl~ relativas a las rel,tcion cs entre los 1-ujetos y la au tori dad
1111l11x,1raun cua nd o Franc i:i está profundamente involucrad c1 en
En muchos a;.;pccto-;,la lógica francesa de asignación raciJl se c.u.11 triangu lar » , es decir, en la producción del cscbv ismo y la
ii 1 11111111,1
lcriza por tres rasgos distintivos. El primero, y sin duda el rnsgo p1111 .f' 1,l11111hrc dd otro lado del mar. En particular, Rousseau y Voltairc
cipal, es el rechazo a wr - y por tanto, la pr:íctica de la ocu ltadéu1 1· 111 u11m1°11 lilosófica menlc el carácter vil del come rcio de esclavos, pero
la denegación ¡ el segu nd o es la práctica de la denigración y del 1111 '111w 111 ignorar el tní11co ento nces en curso, así como las mecanismos

vestimicnto, y el tercero la friv()lidad y el exot ismo. En efecto, exJ~I,· .ilch11ue lo hacían posib le. De ese modo, inauguran u11.1tradición
en Francia una larga tradición de ~uprcsión, de confinamiento lk· l,1 ¡11,·1111,ht.mle, se co nvertirá en una de las característicos centra les de la
violencia de ra1.ani lugar de Jo que no merece ser mostr.1do, sabido 11 1111•11 ll' IKi.i imperia l - hacer de la esclavilud una metáfora de la condi-
expuesto a los ojos de los demás. fata tradkil'>n de la disimu lación d, 1,111111.'1 hombrc en la socied:id europea moderna - . Este gesto de me-
l.1denegación y del camuílaje, cuy.i reactualización es posible cons1 t,1 1,111111'1,tlión de acontecimientos tdg icos referentes a los salvajes - en
taren las cond iciones conlemporfoeas, se remonta precisamente a lo,1, rl 111,11 nue:.tra responsabilidad esl;\ implicada - es también un gesto
siglos XVI yxv11. Emerge en un contexto de fundación, en un momcnl11 h ignorancia y de indiferencia. Esta dialéclica de la distancia y de la
en que Francia ~e apresta .1codifica r los vínculos con sus esclavos.
111dlll'n•nciadominará el pensamiento l'rancés del Siglo del.is Luces.~'
En efecto, en 1570se promulg.i un edicto que limit a no solame11 l·.I~egundo rasgo distintivo de la lógica frnnccsa di.!asignac ión ra-
le la entr-ad;i de negros en el territorio metropolit;ino, sin o también
1•sla práctica de la denigración,
1111 de la desfiguración y del travei;ti-
la exhib ición o el carg:imento de esclavos negros en los puertos dt')
11111011lo. En el caso que interesa aquí, la asignación Jel esclavo negro al
país. ' ' A través de este gesto inaugura l, Francia marca su voluntad dL·
, .1111po de lo irrepresentable y de aque llo con lo c¡11cr10 se quiere saber
no querer saber nada con las víctima., de su lógica de r:iz..1- lógica de J,1
11ud,1 1 no es el equivalente a una proh ibición p ura y simple de la ligura-
cua l el esclavo negro representa, en aque l ento nces, el testigo caba l-.
1 11,11 o de la puesta en escena del negro. Al co ntrario, desJe su1.orígenes,
Que el esc lavo sea objeto de t.11prohibición se explica por el he cho
l.1k1gic.1francesa opera siempre por anexión de « el ot ro» racial y su
de que en el esclavo negro no hay estrict.1mcnte nnda para ver, sino,
d,•nrgración en la tripl e red del exotismo, la frivolidad y la diversión. Así,
m;ís bien, un a « nada de ser». Sin embargo, :il excluir Jcl campo de
p,ira que el negro pueda ser visto, an les debe ser d isfrazado con 1.ivesti-
lo representable todo aq uello q ue h:iría visib le ,l la figura c.Jclesclavo
111mta,el color o la decoración. Hasta hace no mucho tiempo, e n l:i pin -
lll'gro, se pretende indudablemente .1rrojar un velo sobre los meca-
ll11,1o en el teatro por ejemp lo, !.iemp rc era necesario arropa rlo co n un
,h·lrg1slolw11vi deco11,mu,•
'i, Ml:1ig11h ac, A., Préc,.1 w/0111,1 /cs,~,rey, PJds, 1912, p,ig.205. lr,1je orienta l, turbantes, plumajes, bombachas bufonescas o diminutos
<;,f, W,,~l' PcaboJy, S. y Stov,111, ·i: (Jir.), 'J/11· Color,i/ tib crty. l ftstonc.1uf lfott· 111frw 1
,I', ''f'·ni .
~,;.Miller, Ch. L., /he J-'ro
:11d1Atla11licfrim1gl,·. Litcmt11r~,.milCulture oj 1/,eS/111
,r /hule ,
l lukc llnivcr~ily Prcss, D11rliain, 20011.
122
12.3
Un ya-;i111kn10 de fan,asfos
( :1í, k :t de l:i r.t1<Ínnc~rn
(¡1 h lv\1lidad y el libertinaj e en Fran cia. Las tr es instancia s privilc -
h~bito s verdcs.s" Paradóji ca ment e, para que em ergiera en el ord(•11,Ir 1 1,, ,k l!hla :irticulación son la literatura , lo.pintura y la danza. Una
visibl e, su figura no debía por nada del mundo evocar la vio lend11 l111 ~, ~e trata d e un a tradición antigua. Es posibleJ po r ejemp lo, que
111,1
dad ora que, habiéndolo d es tituido previamente de su humanid.ul I'" 11,,H'S de l mal baudelerianas remitan dir ec tam e nt e a la figura de la
y :.im ple, lo reconstit uía pre cisament e e n cuanto que « neg ro » .
t., qm•,se sab e, habita de un extremo a otro la obra del poeta. Ya sea
No es ninguna novedad que, en detrimento d e todos los d,·111
•,1 l., africana - a quien conoce en la Isla Bourbon en
111r,,1, 1841- o
n egros, se prefiera siempre a l.is negrita:. de te:t ele éb ano o a l 111, fil
1:.11t111' 1)u vnl -
na cid a en Haití y de qui en Baudelaire fue an1ante du -
ños negros y a lo s jóvenes y morenos pajes qu e actúan como aco1111
,1\l• w 111t
e años - , la evocación de \as « belleza s negras >> va siemp re
fülntes Je las Jamas qui ene s, por su parte, lo s trat an co mo periqu11,,
l 1 111.1110
de su eshelta vo luptuo sidad, sus senos desnudos, su trasero
perritos faldero s o galgos de compañía. Tampoco debe extrañar lllll' ·.,
En la
,1 l mturas d e te rciopelo , con o sin las bombachas de satí n.(<{)
prefiera a los negros bromistas , d esp reoc upado s y bu enos ba.ilaiin1·•1,"
.1del po eta,
11l11 la negra constit uye una de las fuent es más fernndas de
a lo s buenos negros y a sus b ue no s amos; a los negros liberados, pn
,, ,, 1ón ar tísti.:a. fligt1ra central del exotismo francé s, no carece, sin
ag radecido s y fie les, cuyo ro l ei, resaltar la magnanimidad del blan1"
· ,1\tMgo, de ,m1bival enci a. Por un lado, la n egra evoca el sentido del
Este lwbitus se fue sedimentando progresivamente. Y, des de el s1¡t,I,
111111tlo físico, el ritmo y los co lor es. Por otro lado , las « belleza s ne-
XIX, son estos negros los que so n toler ados en la corte, en los sa lo 111
"
,1,,., serían mujeres indolente s, disponibles y sumisas. Como ejem-
en la pintura, en el teatro. Co m o afirma Sylvie Chalaye, « aleg ran 1,
¡,111 ~vivos del triunfo de la lubri cidad, d esa tan las pul siones fantasm:iti-
asambleas mundanas , aport:rn un Lc)l¡ue de exot is mo y de co lor ,1 1,,
,,., .Id macho fran cés . De pronto¡ éste se im agina como un explorad or
fiestas galantes, tal como mue :.tran los pintores de la época: Hoga1 lli,
1,1.mrnen los confines de la civilización . Al d esc ubrir a los salvajes, se
Rayno.lds, \Vatt eau, Lanc re t, Pater, f-ragonard, Carmontelle». 5~ Jl11
,111.•11.
la con ellos haciendo el amor co n una o varia s de sus mujeres en
g ran m edida¡ el racis mo a la francesa fue, enton ces, de buen grado, t111
1111¡iaisaje J e barcos en rada, en un paraíso tropical d e palmeras espe-
racismo d esp reoc upad o, lib e rtin o y frívolo.'~ Históricamente, h;i es t11
do profundament e vincu lado a una s oc ieda d en sí inisma de spr eoc u, 1'mtc s y de aromas ;1 flor es de las islas .
En Cbateaub riand, hay escenas colorid as simi lares qu e son inte -
pada, inclu so desvergonzada, qu e jam ás quiso abrir los ojo s al <~honi
11111npidaspor el amor de los leones. A sus anchas bajo los banan eros,
ble es tiércol que se esco nd e bajo los dorado s y la púrpura » .' 'J
, m1pi pas Uen:1s de incien so, leche de coco bajo la s arcadas qu e forman
Es imp ortante d eten erse un in stant e en la figura de la n egra , ciado
1,1'higuer as y bosques de clavero s y de caobas, yo desearía, di ce uno de
q ue esta última cumple un a fun ción clave en la ar ticulac ió n del racis
•,11shéroes, <<devorar las h ojas de tu cam a, pue s Lu lech o es divino como
1

56. Véase Schncebauc r, U., Le Pcrs,m11,1 ge de /'esclove dam /,r littéra/11r c fr ,mcoplw111
, l'I nido d e las golond rin as africanas, ese nido que se sirve en la m esa
m11/a 11poraitt s rle Mw-yseC1111d
e ii tm1•a., lrois cr111n-c é, M,.,lii Bi11d1incel Ai111éCé.<i1i1
e, de nu estro s reyes y que se compon e, junto con lo s restos de las flores, de
m emo ria de maestría de ri losofia, U111vcrs1daJde Vicn,1, 2009.
los ,uomas más preciosos ».~' En su Reina 11egra,Apo \lin aire recurr e a
57. Vé,,~c Arch cr-Stra w, P., Ncgniplu!w: J\1,,w1 -Garde I'ans 11url13lack Culture í 11 llw
1920,, Th:uncs & Hud so n, Nu eva York, 2000 . bs misma fibra poético -exó tica, a la vez que conj uga beDeza, desnude z
'i8 l:\rooks, C. E ., « Artists· Dcpic lion oí Scnegalésc Sign:mis: Insights Co nccrning y sensualidad. En efecto, su negra se carac teriza por sus diente s blan cos ,
l•rcnch Racist and Sex:isl Attitud cs in the Ninctccn 1·h-Ccnl11ry» , )mm ,al of lhe Siviss
S11rfrty 1fAfria111St11di cs, vol. 18, n" l , 197':), pñgs. 75-89. 60. l\fau rou arcl, E.J.-J., Les l:k1111tés qoire.<d~ Baudcl<1irr, K..1
rthala, Parí~,200 5.
~9. Ch.d.1yc, S., D 11 Noir 1111ncgrc. J,",mag~ du Noir 1111r./uf;l/n- ( 1550 -J'}(,0), L"J-lannal • e, 1. J e Ch ;ltcau brian d, r.-R., L,·s N11td1,z , E<litions G. China rd, pñgs. 398 -399 .
, l'.1rís1 1998.
11111
125
124

..
Crír,ca de la r.17ó1111egrJ
Un Y3l imknm ,I,· fon 1~~(.o,

,u nH:lcna osc ura, su cue rpo azul y sus seno5 e rectos. Por lo dcrn,\..,•ulJ
1:;,1· 1 . En :,u Cart.a ~ol1rcArgelia ( 1837), 'f'ocqueville pone el acento
lé lebres la haitia11a Je Matisse { 1943) y sus susurros de enC,IJ< ', •,f01
1 1111t nte en esta política Je la ignorancia. Sugiere que, en el contcx -
oritas deA11111,
bolo <lela luz del deseo y de la sensual idad feliz; Las se11
h l., p11lítica imperia l -q ue es el otro nombre con el que se conoce a
( 1907) , la Mujer des11uclu( 19 10) y la Mujer al borde d,:/ mar (Hr11,l,1,1
1
1 ,.,1,111.1de la guerra -, esta volunta d de ignorancia de scansa sob re el
1909) de Picasso y su gu iño a la fantasía de un a sexualidad fcnw,1111 ,
,!J1o1p10según el cual «e n un campo de batalla la victo ria es [ ... ] pa_ra
negra devoradora¡ también, La mujer sentada de Braque ( 19 1t).
111I• flil'rle y no para el que sabe má~». 63 Q!.1eno se sepa prácticamente
Sin duda, en el imaginario exót ico de Fra ncia, el person.1¡1•,1,
11'·1 y que no exista siquiera la preocupación de .iprendcr, se explica por
Joséphine Baker es el que cim ient a, en la cultura popular, esta fm111,
, 111v1rción de qu e, en la relación con l.os africanos, fa fuerza siempre
de racismo dese nvuelt o, despreocupado y libe rtino. El siguie nt e n·l.1!11
1,,q11• 11~ar á tanto la ause ncia de verdad como el vacío jurí dico.
- el relato qu e hace n los miembros de la troupe de tealro de Bak1•111
nur.1nte mu cho tiempo, en el imaginario occidenta l, Áfr ica formó
dos escenas, durante un cns.1yo en París en los a,i os 1920- rcM11111
¡ • 11 dr las tierras desconocidas . Sin em bargo, eso no impedía que fi.
bien esta modalidad de racismo: <<No co mpr end íamos su lengu,1, 11, .,
1 ,ufm, natura listas, geógrafos, misioneros, e::.critores o cua lq uier otra
pretc ndi amos unir el hilo de las escenas, pero era n toda::. nuestr ,h 11•1
p, , ~1111,11 ::.e pronunc iaran sobre uno u o tro aspecto de su geog rafía
turas las que de$filaban de lante de nuestra imaginació n desbor<lan f,
, ll tt lusive, sob re la vida, hábito s y costumbres de sus ha bitante s. A
nove la1,ele aventuras, cromos o enormes barcos que engu llían rac1rn11
!'~1,11 del flujo de infonnacion es y de la ca ntidad de estud ios cientí-
de negros cargados con deos fardos, una sire na en un puerto desco1111
cido lleno de bolsas y Je ho mbre s de co lor, de hisl orias de misioncrrn
1/,,,, &,pon ibles hoy en db , no es pos ible a.firmar que esta voluntad
1, 1g11oranciahaya despa recido del todo. Mucho menos seguro es que
)' de viajeros, Stanley, los herma nos 'íl1araud 1 Batouala, danzas sng,.1
1 11n exista la disposi ción sec ular a pron un ciarse sobre lo que no se
das, .Sud .ín, sem.idesn udeces ilustradas con la fars,1Je un sombrero d,·
1'1t·nad a o se sabe muy po co. '{a en su t iempo, Jean-Baptiste L1bat
copa, paisajes J e plant,1ciones 1 toda la rnclancolí.1 <le las canciones clt
1t:•,11mfa de manera lapidaria la idea de que , cu ando se trata de África ,
nod ri;,as crio llas, toda el alma negra con sus convulsiones anima k•s,
sui, dicha., infantiles, 1.itristeza de un pasado de se rvidumbr e, veiamm l:1 w rcb d casi no impor ta. En 1728 procl,unaba: « Yo vi África, pe ro
todo eso al esc uchar a esa cantan te co n la voz de un bosque virgen ».1' ¡,1111,1s puse un pie en ella».r,.iPrecisament e, a partir de l siglo XVI 11,flo-
11·1 l'll en flrancia y en una gra n parte de Euro pa relatos de todo tipo que

.cp.irecen en encicloped ias, est udi os de geografía , tratado s de histor ia


2.9. Autoignorancia 11,Hura l, d e m ora l o de esté tica; en novelas, obras de teatro, inclllsive en
lihros d e poesía. África es el objeto de la mayoría de estas leyendas, fon-
L1 otra clave de bóveda de la conc ienci.1del imperio fue siempr e la for- 1,1',iaset nogr áficas y, a veces, relatos de viajes. En efecto, a partir de la
mid able voluntad de ignoranc ia qu e, un a y otra vez, pretende hacerse 11.1laat lántic a, el continent e se convirtió en un in.1gotable yacimiento
pasar por conoc imiento . .fata ignorancia es de un a especie pnrticular
una ignorancia desenvuelta y frívola, qu e desmantela por anticipado n.t 1\ propósi to de los primeros tiempos ele la prc~cncia francesa en África, véase d e
cu,1lquier posibilidad de interacción y de vínc ulo qu e no sea el basado en '111,·qucvillc, A., Ot la co/011,e1!11,t /génr, Compk< c, Brusela!>, 1988, p:ig. 38. [Tmd.
,·,p.: Escritos sobre la cscl,witu cl y el colon i.1li,11101 G.PC, J\faJrid, 2009 ].

c//e Rdntw11Lil' lí\fri<¡1r1 oair/r ,11,1/c,vol. 1, G. Cav.ilic r, Parb,


1,,1.l ..1bat, j. -1\., N111111
(11 Rose, P., j 1Jst'¡,
/1111 , ,¡ Aim, Fayard, PJd~, 1982 . [1h 1J. esp.:
c lfokc,: U11c .l\méri .:,1i11
t llaki:ry fü liempo, Tu ,qucts, flan .:clon.,, l 991
)t1. , lt!u¡,utm:Jus,·¡1/ii11 J. 172$, cita do e n Cu nan , A., « lm ag incr IAfri,1uc au s1cclc des Lumie rcs -.., Cro mohs,
11" 1o,1005.
126
117

,.
Un p c.:imiu110 Je t.u1G1>i,1,
C, 11lrn de 1,, r,1d111negra
es lo que Víctor Hugo explica en términos .talicos du-
l 'M" 1111~1110
de fantasías; la materia de un gigan tesco trabajo e.le imaginació11 q111
,h11111h.inqucte de conmemoración de la abolición de b trata de
nunca se insistirá lo suficiente en ello - continún dando forn,.1 ,•11
el presente a nucstrns representaciones de los africanos, de su vid.,, •11 11\\1\l'.il'II 1879:
trabajo y su lenguaje. \111,dd,1nle <le vosotro~, está ese bloque lle :irena y ceniza, esa m,1sa
Tal como se acaba de sena lar, este fulso saber es en primer 111~
,11 l1H•1tc y pa~iva que desde hace seis mil años obst:iculi1.a la marcha uni·
desconocimiento y fabulación. Claro que aquí la fálmla sirve llllh ""r~.11 , ese monst ruo~o C,m, que frena a Sem en virtud de !.U cnor·
mente para excluir mejor y para encerrarse mejor en sí mismo. S,· h1 1111d ,1d, Afric,1. ¡Q\1é tierra esta Áfric..1!Asia Liene su historia, América
bula sólo para disimular mejor esa suerte de soberano desprecio q111 11cne su historia, Austr:i lia misma tien e su historia, que se remon ta
., ~11 comicm.o en la memori:1 humnna. A.frica no tiene histori,1. Unn
siempre )' sin excepciones, viene acompa íiado de una reivindii.:,1u1111
hpccie <leleyenda vasta y oscura la envuelve. Rom,1la too.:óparasupr i·
seg ún la cua l el otro es nuestro «amigo » , independ,cntementc d1· •,I
m1rl:1y cu,m do creyó haberse librado de ella, arrojó sobre esa tierra in·
esa «amistad » es real o imaginar.ia, recíproca o no. Constante 111r11
mensa y muerta uno de esos epíte tos que n o tienen traducción: Ajnc,1
de la violencia de raza convoca un rostro q111·,
te, esla variante francesa
¡1ortc11to,aes 1mh y es menos que un prodig io, es lo que el-absoluto en
en cuanto su rge bajo la mirada, debe de inmediato volverse invisilil,
,u horror. África es, en efecto, el resplandor tropical. Y ver África pare·
Se trata inv.u-iablemente de convocar una voz que, una vez que se v111·I
..,e que equiv:1le a ser cega do: un exceso tic sol es un cxcc~o de noche.º ;
ve audible, debe ser inmediatamente Jistorsiona<la o reducida a sill'll
cio. Por lo demás, es una voi. a la cual 1,e le debe impedir expresa rse l' I•
\ · \.1111.;1 este imperativo:
primera persona del singular. De este modo, e l objeto imaginario qu,·
irrumpe en la vida psíquica de Occidente en los albores d e l.i trata dr África impone a1mtiVNS0 la supresión del movimiento y de la circu-
negros tiene dos car,1s que :,e su pe rp onen entre sí, como una máscnr,1 lación de manera tal que impide la viJa universal; por lo tan to, tam-
y su doble en un trágico juego Je espejos. poco la marcha hum.111apuede acostumbrarse mucho Liempo m5~
En primer lu gar, existe una cara diurna que es un lugar gcogrMic11 a una quinta parle de l globo paralizad., L...] Volver manejable para
l,1civili'l.ación ., la vieja África, ése es el desafío. Europ..1lo resolverá.
y un,l región del munJo de la que no se sabe casi nada, pero que se des
Vamos, pueb lo:;, aprópicn~c de esta Lierra. Tómenla. ¿De quién? ¡De
cribe con cierta autoridad: la au lorid.1d de la ficción. Hsta descripción
n,,die! Tomen esta tie1Ta de Dios. Dios les d., la tierra a los hombres.
oi;ctla const,mtcmenlc entre dos polos. Así, África es ;ilgunas veces un,1
Dios le regala África a Europa. ¡Tómenla! [ ... 7 lnvie rt:in sus energíns
Ucrra cxtr,rna, maravillosa y cegadora, y otra veces una zona tór rid a e
en Afric.1y, al mismo tiempo, resue lvan sus problemas sociales. Cam-
inhnbit.ih lc A vece/,, ap,ll·ece como una región afligi d a por una irrcme
bien a sus proletario,; por propietarios [ ... 1,V.irnos, construyan ruta~,
di,tblc c1>t1:rilid.1J, y ntrai, 1..:omouna región bendecida por una fecun- hagan puertos, levanten ciudad es, agranden, cul tive n, mulliphqucn, y
didad cspont.inc.i. lvluy a menudo es también el nombre de otra cos a que sobre esta tierra, cada ve¿ más d espejada <le sacerdotes y de prín-
rnrnp lct.1mcnlc distinta, ,1lgo co losa l e impenetrable cuya enorm id ad cipe s, el espíritu divino se afirme por la p az, y el espíntu hum,111t)por
se conf undc con Lod.1-.bs figuras Je lo monstrnoso y Je la licencia ..1b-
la libertad.ó(o
sol ut a - liccnd:t a wccs poética, a veces c:imava lcsca y con demasia-
da frecuencia dnica y tenebrosa; una mezcla horrible de Íelichismo y o:',.1lugo, V., « Discolll'S sur l'Afriquo.:»,1\clt!S et l'aroles,tomo 4, L:1ffont, ú•I. « lk,u ·
can ibali smo - . Ahor,1 bien: sea cua l sea la belleza o la foa ld aJ de su ,111111s
» 1 l'arls., p:\g. 1OIO.
ros tro, el destino e.l
e Áfric.i siem pr e es el Je ser posefda. 66. /1,írl.
12.')
128

..
Crit ica dl' l.1ra,.6n ncgr,1
Un y.1o.:imi<·t110
de f.111,:1,ía
,

En aquelb época, no importaba que el conoc imient o que 11,· 111 111, )' hueso, sea como un hombre simpl eme nt e « natural» (así lo
Víl'ra del continente est uviera lleno de lagunas, ni que se basarn 11111 1llll', por ejempl o, Frarn¡:ois Le VaiJlant en 1790).
c.:,1menteen rumores, en creenc ias erróneas e inverificables. O qu,· ,, l•I 11oc,1blo « hombre negro» ( « ho111n 1e rwir» ) es también el nom -
tuviera plagado de fantasías y sup osiciones que, tal vez, funcio 1h1'1.11 111 , ¡ttl' ,e le otorga al polígamo cuyo temperamento y cuya mise1ia
como metonimia de carenc iai, moral es de la época o Je( mecanrn111, , ¡•1,:d1~poncn al vicio, la indo lencia, la lujuria y IJ mentira. Muchos
por el cua l l,1Europa de entonces pretendía tranqu ilizarse a sí m,~11,,1 1\11, dc..,pués,al referirse a la sexua lidad <le el.ta especie de hombre, el
- para compensar su propio sent imi en to de insuficiencia - . Cn111,, . 1 tlur Mii.:hel Co urn ot dirá de él mismo que es poseedor de una « es-
dcstaG1 Jon.1th;in Sw i ft en 011Poefry ( 1733), sobre el mapa Je Áfru .,, ¡111tl.1· « Cuando lla espada del negro (11oi r)] pasa a tu mujer por su
prestigiosos geógrafos nunca dejaron de Henar « cada laguna con dll111 1,111, c•l1,t s iente algo» que es del ord en de la « rcvclación ,, .,,v Pero una
jos s;:ilvajes » . Y <<sobre las colinas inh ab itad as >>, no dudaron en po1w1 J',td,1,1sí deja tras de sí un ab ismo. Y en ese ab ismo, precis;iba Cour -
« un elefante a fuIta de un albergue » .~7 11111 tu adornito est.í perdido » .70 Y compara cI pene <lel negro con
Luego está la cara nocturna.'' 8 En origen, el vocab lo «homb re m L,l'·il1nera y el árbo l del pan que no Aaquearían ,mte un imp erio . Las
gro >>( « l'ho111111e
noir ,>) sirve, principalmente, para desc ribir e im,1g1 11111Jl 'tl'S de ese hombr e, por lo genera l numerosas, son esclavas de las
nar la Jiforencia africana. No imp orta que el « negro ~, ( « ni:gre» ) dc l:,111.1slúbricas y de lol. placeres sensuales, como lo señala, ya en J 686,

signe al esd.wo mientras que e l « negro» ( « noir» ) J esigne al .1fríca111, 1'ilt'1rt Dappcr. 71 A esta hipersexualidaJ hay que añadir la ido latrí a, en

que no ha su frido :1l'.1nla esclavit ud. Parlicul.1rme11te desde la época il, 1.,1m•did.1 e n que, a d ec ir verd.1d, pr imiti vism o y paganismo van de la
l.1trata de esclavos, es un presunto vacío de humanidad lo que carac.t1• 111um A fin de cuent as, la diferencia de l « hombre negro » ( « l'homme

riza esta diferencia. En este se nt ido, el color es apenas el signo n 11,11 1>• ) ~e reconoce distinlivamente por su membrana negra, su cabe -

terior de una indignidad fundamental, de un envilecimiento primen, llé1.1l.111uda,su olor y sus facultades intel ectuales hmitad::is.
Durante los siglos XVIII y XIX, el epíteto o atributo « negro » ( <<noir •) En el dispositivo lexica l del siglo XIX, « negro » es una pieza clave
remite a este vacío inaugural. En ese entonces, el término « hom br,·
,1,l.,t.1xonomía de l., i,egregación que domina el discurso de la diversi -
.1,td human;i. Este término sirve para designar a « ese hombre » frente
c noir» ) es el nombre que se le otorga a una especil'
negro ,, ( «lio 111111
,11l ual Europa no termina de int errog,use a si misma. ¿Es otro hombre?
de hombre que, aunq ue homb re, apenas merece ser Llamado así. Est.,
, lt~ un otro distinto del hombre? ¿Es un ejemp lar de lo mismo o bien
especie Je hombre - el hombre que no se sabe si es vcrdaderamenh'
, ·\ 1111otro diferente Je lo mismo? De modo que se1ialar de alguien que es
hombre - es descrito, sea como « la más atroz cri.1tura Je la raza hu
1111 « hombre negro » equiva le a decir que es un se r predeterm inado
mana», sea como una masa sombría y una materia indiferenciada lil·
liinlógica, int elect ual y culturalmente por su irredu ct ible diferencia.
67. Vé.1,c Willi,1111, Sw,j/1 vol. 2, Oxford Un ,vcrsil}
1 11. (dir.) 1 'J/11· Pow i.5 oj fo11utl11m l'nlenecería a una especie distinta. Y, como espec ie distinta, debería
l' l'l!ss, Oxford, 1958 , págs. 645-646 . ,1•r descrito y catalogado . Por Ja misma razón, debería ser ob jeto de
últ N. del 1:: A lo l,1rgo de l,1 presente obra , Ach illc Mbcmbc h.icc uso de do , 1111.1 clasificación m ora l también diferente. En el disc urso proto-racis -
lcrm111os de l fr,mcés , Noir y 11cgn·, cuyo, m,1liccs y c.~pccrlkidaclcs ex pli ca ., co n
f111u.1oün. Pa1\1f,t Lilitar ,u comprcnMÓn, hc111os op l.ulo por mantener ,1quí, entre
1.1europeo del que se trala aquí , decir « hombre negro » ei,, ento nces,
p,,rc n tcsi,, e l 1·,fr111111
0 o rig in.11. pero dic ha distinción no puede ~er recogi d a, si u
c•n1h,1rgo,en lcng11.1c,p.11101.i,donde .unl>as voces qucdadn ¡¡or tanto o:11globadas t,•> C"urnol, M .. Mtrrl11w¡u~,Gallimar d , París, 1949, p,\g. 13.
,·nl,1, 001 ,, negro,,. n. 11
,M.
71 n. ,ppcr , O., ncsffiplio11dr l'/\fri,711c
, W. W.ic sbcrgc, Am,tcnfam, 1686 , p,lg. 5.
uo n,

f'
Un pd niicnoo de 1.,ma, fas
Crí1ica el<'la r:vÍ>n ncg1~1
ilin 111 1.1 ele autores co mo J ea n-Bap lisle D u Tertre y Jcan -Bapliste
~V<Kar las dispariJa.des de la espec ie hum ana y remitir al est.1111
h111,,, Hit. luso, de trabajos como los del ab ad Raynal (Historia de las
hombre inferio r al cual se ha cons ignado al n eg ro; es remiti1·~1·.1 ti
l,11l/,1s, 1770)i Loui s-Sébast ien M erc ier (E / a fi o 2440 , 1771 ) o el
período de la hjsto ria durant e el cual todo s los africanos tien e,..1 1111
p11 ·•1lc Co ndor cet (Re)1exionessobreel esclavismo de negros,1781),
tat us potenc ial de mercancía o, como se decía en aquel entonn ··,. 111
,11l,l1t o francés com ienza a estar al tant o de l caractcr crue l e inhu -
pieza de India.n
,1,.1d1· l,1lrat·a Je negros. Sin emb argo, la mayor parte de estos b·abajos
a favor de una ap licación sabia de las po líticas co loniales
1111111,HI

2.10. De los límites de la amistad 1, l 1


,\digo Negro in sti tuid o por Luis XIV en 1685, au n si alguno s
'1111dr11 \a caus a de la igua ld ad de razas. En aq uella epoca, la idea d o -
Existe otro aspecto del vocab ulario de aq uella época: aqu él que h ,1111, 111 e~ que, a ca usa de su inferio ri dad, lo s negros so n aptos para l.a
,11111:
de la. amistad hacia los afr icanos. Tambié n en este c.1so ex iste una vuj, l.1v1t11Jy que só lo podrá n alcanzar la felicidad esta n do al ser vici o de
tradic ión francesa no d esprov ista de ambigüedad.7 1 Ésta tiene por ol 1h 11 l11wnamo. En mu chos aspectos, la acc ió n de la Sociedad de.Amigos
to poner un límite a la hos tilid ad racia l característica de la con ciend.1 ,· 1Íll111,Negros se inscribe en esta polít ica de la bom\ ad.
clavista y d e Inconc iencia imp er ial. Es una trad ición que tie ne do s t.n1,1 l'sl.l política d e la bondad marca igualm ent e la ficción y la novd is-
Por una cara¡ esta a.mistad se mueve prin cipalment e por una lóg ic,, d1 lh .1 dl' la época. Por ejemplo , se la puede en co ntrar en el libro d e Aphra
univers:d ización en la cual intervenía n directamente cuestio n es de él 11,1 n <)rov11oko, tradu cido al francés en 1745. Es te libr o le abre el cami n o
y d e d erec ho y, si no de igualdad a secas, al menos de eq uidad y de jm 1111 .1corriente negrófila de la litera tur a francesa que se manifie sta a tTa-
1·icia. Esta amis tad no provenia d e ningún vinculo de parentesco}f:11111 1•" de las c1br:1sde Jean-Franc;oisSaint-Lambert (Z ii11éo1 1769),Joscp h
liaridad o proximidad con los negros. Se quería una amistad de citn ,, 1 .1v,11l e il y a po! 11 Je Blancs, 1789) y Germa in e de
éc ( Le Negre c:o111111
apóstrofe : cita del esclavo d e quien la soc ieda d fran ces a no qu ería salm ,l ll'l (Mina, 1795 ) . A :,u vez, la ob ra de Olympe de Go uges, L'Escfo -
nada y ap óstrofe, protesta, que adoptaba en consecue n cia una dimvu ,, 1gl'cli:
s Noirs e~ represen tad a en la Comcdic -Frani;aise en l 789. Sin
sión política. Así, se presentaba como un a políti ca diferente a la po lífa ,1 , 111b.irgo, esta simp atia decre ce ostensib lemente como co nsec uen cia de
1

de host ilid ad y de p esim ismo racial. Esta otra política exigía por tarse ~k l.1ll1"t11Tccc ió n de esclavo s en Santo Dom ing o )' las m asacres de co lo -
una man era ju sta hac ia los negros, en el reconocimiento d e que e.'<- istf¡1 1111 , en G u.:i.d.,lupe, en la década d e 1790. Estos acontec imi entos logran
ent re ellos y no sotros cierta mutu alidad - la o bligació n de respo nJc•1 1lll'nciar a un buen núm ero de abo licionistas durante las décadas pos -
por ello s- . En el fundamento de es ta amistad h abitaba la idea de qul', li·1íorcs, en par ti..:u lar bajo el rég im en de Napoleón, cuya p o lítica era
después de todo, la di ferencia entre ellos y no sotros no era irred uctible. profundame n te n egrófoba .7'1 No es ha sta la t.lécada de L820 que se ve
Por la otra cara, esta amistad era fundamen talm ent e una am istad. 1111renacer de las co ni entc s de sim patía h acia los negro s con Prosper
J e compas ió n, empatía y s impatía¡ teni endo en cuen ta los sufrimi en• Mérimée (Vivn.'i L829) , C\ai re Duras (Limite..~,1823) , Geo rge Sand
tos de los qu e fue ron ví.ctima s los n egros. A partir de l siglo XVIII y baj o (/11,/iana, 1832) y Alphonse de Lama.rtine (Lv11verture1 1850). Alguna s
v.lfiante s d e esta suert e d e am istad, en sí misrna basada en la po lítica d e
72 . Vc!,1se Engerm,10 1 S., Dreschcr, .S.y Paquettc, R. (dir.), S(m,cry, Oxfor d Univc(Sil)'
l'r,•~~. Ox f0rd, 200 1, pág. l 84 . 7,1,Hcnol, Y., L11Ht' 110/ulion Jr,rnrai,~et /,1jiJIdes co/0111
e,, 1789 - 1794, La Découvcr t<',
7 1. Véa~e el cstu<lio de Dor igny, M. )' Ga inot, H., Lu Suóélt' rfrs i\111is des Noirs ( 1788
a/'/usto1,.cde l'abl)/itiu,rd~ li:sclt111ag.-,
/ 791)). Cm1/r1h11t.ioJ1 UNhSCO, l'arís, l lJ9l!. P,,ns, 2004 .
D3
U2
Un y.,Limicmu de fon,~ías
( 1ítici de l:or,11
.ón nq:ra
de
111~111.1 su inteli gencia, establecen entre ellos y las ot ras especies de
la bondad, no se oponían en lo fundamental al prejuicio de inlu , 1t"11I, l111111hre:,
Jilcrencias prodigiosas. Lo que demuestra que esta diferen -
vincul.i<lo a los negros. Suscribían la idea de que el «ho mb 1·c 11,w 1.1 no obedece al dima es que los negros y las n cgr,1s transportada:.
vivía en una condición miserab le y só rdida y que existían disp,111d,1,l1 h,11,., k)~ países más frío~ producen en ellos siem pre anima les de su
físicas, anatómicas y mentales entre europeos y africanos. Co n 111.!11 , 1111\mJ c:.pedc, ya que los mulatos no son nüs que un a ra7.,.1
lcnguara·L
timaban que, pese a ese estalus de inferiorid ad, los africanos ,•~1,,I, ,,u.,.11.1cede un negro y una blanca, o de un blan co y una negra. ""
dotado~ con la palabra. A1,í1 mercdan la com pasión qu e se te~l¡;,1
otorgado a los demás seres humano s. Su inferioridad no les conÍ1·11 li , l lugo, por su parte, ~ólo jura por un detal le « que no es m.ís que
los eu ropeo s el derecho de abusar de sus debilidade s. AJcontrm in, 1, ,h 1.,llc,pero que es inmenso: [ ... ) d blanco hiw del negro un h o m-
imponía el deber de salvarles y elevarles a su misma altura . 1 . } Curopa har.í de Áírica un mundo » .~7 Es este mismo detalle
Así, durante el período de fa Lrata de esclavos, la mayorí., 11.-i, p11· en 1855, reclamaba Jules Fe rry en su defensa de un., política
1
« Amigos de los Negros» estab.m persuad ido s de que los afrit.1111 que diera fe de \os derecho-" del hombr e - doctrinas que, des -
l,1111,11
e ran inferiores a ellos. Sin embargo, no estimaban qu e, a raíz d1•," hi 1;11ti,1KCS,\os gobierno s sucesivos de Francia se han impu esto apli-
pretendida infer ioridad, debieran ser reducidos a la esclavitud. 1 1 ,1, ¡Hay que hablar más fuerte y más daro1 » , exclam.iba Fe 1T)'· Y
atribuían al « homb re negro » un rol alegórico en el seno de una h1,;'1i b.1: « Es necesario decir abiertan,entc
n ,,•¡1,,1 que bs razas sup eriores
1
ria largamente especulativa de la humanidad . A sus ojos, el negro e, ,1,·1 1
11•
. 1w11 un derecho frenle a \.as razas inferiores ( ... ]. [La tkcla ració n
símbo lo vivo J e una hum anidad ant igua, feliz y simple. F.n el perfod11 1, \i,,derechos Lle!hombr e) no fue escrita por los negros del África
coloni.111 este tíhilo le correspondía al « paisano africano», protot1pu , 11.1torial
» . « Repito que, para \;is razas sup eriores , existe un derecho
de la humanidad-niño y de la vida simple, dichosa y sin artific ios. h, 1,11t·~lo que, para ellas exisle un deber. El deber de civilizar a l,1sra1-as
1
su nobleza salvaje, la humanidad -nii'lo, revestida por la noche de la 11111
h1krior es~,?'
cencia de los tiempos _primeros, viviría en armonía con la naturale;,,1) Este dogma de la <,misión civili1.adora» obstaCLlliz.ala may0r par-
co n los espírit us, algunos de los cuales pueblan la selva mientras olrm h' ~k l.,s tentativas tle so\idari<.bd con lo1>negros, inclu sive durante las
cantan en las fuentes. Los « Amigos de los Negros » podían recusar l., l11\has ,ultico loniaks. Porque el anticolonialismo francés jamás consti-
institución del esdavismo y condenar sus co ns ecue ncias. Frente a l.1 tuyó un único bloqu e."'1 Por un lado, incluía a aquéllos que querían un
crueldad y la codic ia de los colon os esclavistas, Voltaire, por ejemplo, 11nperio colo nial aunque fundado en el humanismo y la eficacia. Por
sabe dar mu estra~ de univ ersa lismo y piedad. Pero, a la vez que den un 11lro lado, comprendía a aquello!> otrOl, que rechazaban reconoce r e\
cia el sistema inicuo del esdavis mo, conti núa i_nscribi endo su di,.,curso ilcrec ho de l·;rancta a impon er su voluntad a los pueblos extra njeros,
bajo el paradigma de la condescendencia. .ninquc fuera en nombr e de la civilización . Por ejemplo , entre la déca-
Así, en su Ensayo sobre las costrm,brcsy el espíritu de las 11aciones
( 1769), está en con di cio nes de afirmar: 7t-. Volt~irc, o:.uvrc~ completes, vol. 11, G~rnicr Frcrc,, París, \ 878, pág. 6.
77. 1lug.o,V., " Obcours sur l"Afriq11c», loe. cit.
71\.Manccrnn. G., (cd.), l /!85: lc1tnunuml coloni11Ide 111Répuuliquc,Pari~, La Décou
Sus ojos redondos, su nariz pasmada, sus labios siemp re grue sos, su!.
orejas figuradas de varias maneras, l.i lana de su cabeza, la dimensió n verle, 2006, p/igs. 60 -6 1.
79. Brunsch,vig, 1-1 ., Mytla·s et rénlítisde 1'ím¡iJriíllíS11ll" s, 187 l 191,J,
I _fe'a11~m
co/0111,1
1\rmand Colhn, l',1ri~, 1960, págs. 1.7'\- 184 ; 1\gcron, Ch. -R., L'l1111icolu11111/1~1111·
d i
..,~ Snbr~ c~tc tcm.,, ver Wheclcr, R., T/1cComplc.,·ionl~ · Race, Univcrsity of Pcnn~yl-
v.rni.,Pre~~,1'il,1dclfo, 2000, p.ig.256. F1w1cede 187 l ,i 19Jtl , t>LII,París , l 97J.
135
U4

..
<.',í1ic.1d .. 1., r,11ú11nq: r:o

d., de IH90 y d com;en,o del ,;gJo ><,JeonJau,é,acepe, ,.¡ rn,,


dt• mi,.,icín civilizadora que él mismo define en términos d,· 11,I,
riaclo. Su punto de vista cambi.i hacia el ario 190$, en el 111111111•,,1. 3
que Gustavc Rou,tnet, del,'/ l11111a11ité,s..icn .1 h1luz 101, e.sd nd 1/, 1, l>JJiERENCIA Y AUTODETERMINA C IÓN
Congo.••Antes Je su co nve rnión a/ nacio»a/Lsmo, Cho,/c, /',-.,,.
hlica en sus Cahirrs de la Qui11 z ai!1cinfc>nnes so bre l.1.scond111111,
, ;.¡, en los do, Congo,." En ello, h,,ce un /1,mado a la ,e fon" ,. ¡ H,111de litera tura, filosol"ia,artes o políti ca, Lres aco nl ecimicn-
no a/ abandono de 1.imisión civi/i-zadora . Con lodo, es posihl1· ,.,, do el Ji!>curso negro: b csclavituJ , 1..1coloni"l-
lt 111,l11111111.1 ación y el
trar un,1 crítica s in concesionei; del colonia lismo en d soc inl11,I.,1 11,,.,.¡! ,os tres com;tit uyen esa especie de pri sión en b que todav ía
Louis, as/ como eni,·c lo, ana,qu;stas."Pau/Loui,, en p,würn/.,.,, 111 l1•h,1tc ese discurso . Cie rto tipo J e pensan11ento se esfor:.,,óen
, ;,1.,,, al colon;,,¡;, mo como la m,u,;fo,,tación o,·gfo;.,, del e<>pi1., /1 11f ,l eslm, aco ntecimi ento ,.,s1gnificaciones canónicas, tres J e las
en J, e.·a de la exten,;ón del maqu;n;, mo, de la ,u;n,, de /,1 ¡,,-,,,. 111,•1cccn ser evocadas aquí. En primer lug,1r,como se ha suge-
industria y del crecimiento del ejército del prol etar iado. La crf1h , 111, 11 lui; c.1píLulos anteriorc~, la de la scpart1cicír1 ¡,ara cm,sigo. Est,1
tkolon;,I pa.te de una posk;ón que p,;vHeg;, a la da.seobcc,, m M.11tún habría ac.irre,1do una pér,lida de familiaridad p,ira con sigo
Htudón cuyo Íln o, l., un;fi,ac;ón de 1., hum,m;d,J fotu,·a- . s,,1/t íi111 ., Lal punto que el sujeto, convcrlido en extranjero de si mismo,
,>delan te en noml,,e d,• la capaddaJ del colon;,,¡;,mopa,·aun;vu,i;,/¡ 1 l.1 sido relegado a una idcnticlaJ alienada y casi sin vida. En lugar
,,a,· los con/Hcto, de d,,se. Se JespHeg, en una época du,,in,e l,, or,I
,¡w11mcnlar con stantem enlc el ser-anle-si-mismo (ot ra forma de
fo,lucha, ob,e,,,s comien,a n a impone,'"" ,e/,it;v, Hmhadón d, 1, ,111l11•,1r la tradición)¡ el negro se habría conslituido en una alteridad
fonn,s de sol,.·eoxplotac;ó., en los paisc, del cap;tal;,n,o ceutr.,/ A,1
l.1ru.11el ~¡ no .se reco nocería más. Así, só lo presenciaría el espec-
·'l'"CCeu na cl,,se as,,la,;,J, m,ls o meno., ;ntegmdaen lo, cfreu;,o<d, 1
1d11 de la C'scisión y del Je smcmbr;imi ento. La .segunda significa-
,>cumu/,ic;ón "'ªº'" 'ª· PMaque este fr,igi/ equH;b,;ose pueda ,u,,n
1\lll es hi dcst/propiació11.lEste proceso remitiría, por un lado, a pro
tenec, los método, más b,·uta/e, de sobcccxplot,,c;,snse ,/e.sloc,1/1, ..,,
en la, <olon;.,,_Y p, r., paliad as e,;,;_,de acumu/adón, el capitaly.1u,, li, 1., lr ,1vc~del voca blu dl' Jl1<-'n,K d.:s.1rr:1igo, IJ n il1c.1 lr.111~úfo
iim ll <lo.: n,1e~ 1.iquo.:
pu ede pasar por alto los subi;idios raci,1/cs. 1111, onu~ptu:1Jizó este prolcso de « s,1liJ.1dcsí » . Véan,c p.1rtkul.1rmcntc Cés,1irc,
, /11,11 111r., wr le-,·o/11111uli<m c1 Jlréscm:c Afrk ainc, Pari~, 1955. [Trnd. c~p.: n, srnrso
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lclhe'l<, -l 0J.·11,, U(, oj ¡,-,,,,
/,""'·'•u.,lms, <y o f W"'°"'"' P,ess, M ad1,o o, -' l'sto se aplic.1p,1rticularmcnt c J los tnib,1jo~ anglófonos <lecco,wmia politic;, mar-
1\l.1, lo~ cuales se apo yan en tesis nat 1onalist,1s )' d...fa dcpcmlcnc uc
1,1.A titulo cjcrn-
M;11,d, l' n
l.hil•1,
(H".1 11n,11,
Cha
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137

..
Cri 1ic 1ele la l. l'tÓll nc:grn l)if erend, l y .,uwd e1cnnin,tción

ccdimienlos de tipo jurídico-económico que :i.carrearon exp rt1pi11 _{1 il , l l11garpr ivilegiado de verificación tanto de lo político, como
y desposcsión material; y por otro lado, da cuenta de unn c~p1•,-111 ,l,u y <lela utilidad de las cosas en genera l. El auge del lib eralismo
cia singular de sujeción caracter izada por l,1 falsificación de sí p111 i, 11 il11drina económica y arte especifico de gob ierno tiene lugar en
otros, así como por el es t:i.do de exterioridad exb·emo y por el 1:1111 1111 ~ln de l come rcio de esclavos en el momento en que, inmer -
brecimiento onto lógico en el que desembocarfa. 1 Estos dos gl'slw. l 11 o 1111.1 competenc ia agresiva, los Estados eu ropeos se dedican a
expropiación material y el empobrecimiento onto lógico) co nsti l1111 f,t• k1ll ílr su potencia mientras consideran al resto del mundo como
los elementos singu lares de la expe riencia negra, así como el d1.1111, t(m y área económ ica propia.
consecuente que constü ufría su cora lario. Por último, la tercera ,l¡:111 H11gestación desde la segunda mitad del siglo XV, en particu lar la.
licación es el etwilecinlie11to:la condición serv il no sólo habría hun,lltl , ,,(.1dón y más tarde la coloni a, constituyen desde este punto de vis-
aJ sujeto negro en la humillación, la bajez:i. y el sufrim ient o sin lln11t,· 1't1Wanajes ese nciales de un nuevo tipo de cálcu lo y de con!-cien cia
También, y fundamentalmente, aquello que el sujeto negro hab1•i,t ·,11 ¡ 1111,,t,wi~. Este nuevo tipo de cálculo piensa la mercancía como la for-
frido es una experiencia de mue r te civil caracter izada por la neg:it.11111 11 ,,lcmental de la riqueza. En estas cond iciones , el m odo cap italista

de la dig11idad, la dispersión y el tormento del exi lio.~ 1,, ¡iwJu cción se presenta como una inmensa acumulación de mer -
E n estos tres casos, 1.os acontecimientos fundacionales que sc rt.111 ~111l.,~. Las mercancías sólo tienen valor en la medida en que contri -

la esclav itud, la co lon izac ión y el apartheid,funcionan supuestanw 111 l,11)·•·11a b formación de riquezas. Además, se usan o se intercamb ian
como centrn unificador del deseo del negro de saberse-a-s í-mismo l.-1 h1:.,k esta perspectiva_ Para la razón mercantilista, el esclavo n egro es
momento de la soberanía) y de sostene rse-por -si-m ismo en el mu1Hl11 1:1v1•·1. un objeto, un cuerpo y una mercancía. Y, como cuerpo-objeto
(el movimienlo de autonomía). 111.1hJ cto -cuerpo, tiene una forma. Tamb ién es una sustanc ia potencial.
1 ,l,1sustancia, que le otorga su valor, proviene de su ene rgí a psíquica.
,, t 1,1t;i de la sustancia-trabajo. El neg ro esi en este sentido, una mate-
3.1. Liberalismo y pesimismo racial 11.1 l'ncrgética. Ésa es la primera puerta a través de la cua l ingresa en el
, ,,o i.:c so de intercambio.
Es cierto que, desde un punto de vista histórico, la emergencia de J.1, famb ién existe una segunda puerta a la que tiene acceso a par-
instituciones de la plantación y la co lonia coLncicle con la larga époc:.1
lh de su estatus de objeto de uso que puede ser vend ido, comprado
durante fa cua l se esboza)' se afirma, finalmente, una nueva razón gu
y utilizado . El plantador que com pra un esclavo negro no lo compra
bernarnental en Occidente. Se trata de la razón mercanti l, que concib(• 111p:ira destruirlo ni para matarlo, sino para utili za do; para producir
el mercado como el mecanismo por excelenc ia de intercambios, así > ,wmentar su propia fuer za. No todos los esclavos n egros tienen el

l Sobre la fulsifrcnción y la ncccsiJad de « restablecer la verdad histór ica,, , ver, poi


111lsmoprecio. La variabilidad de precios dice algo so br e la sup uesta
ejemplo, los trabajos de lo, histol"iadores 11 acional.istas: IU-Zcrbo,J. , Hisloirede l'Afr, , 111idad formal de cada uno de e\Jos. Sin embargo, el mínim o uso de l
'f"e Noirc d'liirr ti demni11,Hatier, París, I 972. [Trad . esp.: Historia ,le/ ,-~frienN~gro, rs davo disminuye esta presunta calidad forma l. Y un a vez sometido a
~omos l y ll, Alianza Editorial, Madrid, I 979]; Anta Diop, Ch.,Ant.'rio rité des ci1,llisn-
lious n~grcs,Presence afr icain c, París, 1967_
l.1usura, consumido o agotado po r su prop ietar io, el objeto vuelve a la
·l. Sobre la prob lemática de l csclavismo en a1anto que « muerte social», ver PaH.er- naturaleza, estático y, en adelante, inutili zab le. En el sistem a m ercanti-
son, O., Slr111ery m,ri Soánl Dent/1.A Compnm ti11 ~ Study, 1-larvard Univcrsity Press, ltst.1,el negro es, en co nsecuencia , este cuerpo -objeto y esta mercancia
< '¡1111briJge,
M.1.$s.,1982.
que pasa d.e una forma a la otra y, una vez alcanzada la fase terminal,
1.38 139
Crirka de la r:11611 nc-gra Dircrend :i y ;ll([Odetcrmln,1ció 11

l,1 del agotamiento, es el obje to de una desvalo rizació n univer~.d , ,11.llleriza al lib eralismo y a la democ racia libera l descansa en el
muerte del esclav o seí'iala el t·in al del objeto y la consec uen tt.>:.idlil, •1t•,, lguroso de la liberta d, de la segur idad y de la protección co ntra
del estatus de mercancía . lfl1111lprcsenciad e la amenaza, del riesgo y d el peligro. Este peligro
Por otra parte, la razón mercantilista pien sa d mund o co n,,. 1111 1: li resultar de un mal reajuste e n la mecá ni ca de inte reses de los
merca do sin límites, un espac io de libre competencia y de libre cfrrltl, ,i: ,·1•11, s co mponentes de la comu nidad po lítica. Pero también puede
c ión. La idea del mundo co mo superficie recorr ida por relaciont.•s, ,¡ t .,1,11Sl' de peligros de origen exterior . En ambo s caso s, « el liberalismo
merc iales que atraviesan las front eras de los Estados y amenaza ll ¡;11;, ¡ ,lli. lp,1de un mecanismo en el que tendr á qu e arbib·ar a cada instan -
vo lver obso leta su sobera n ía es, en mu cho s aspectos, conte mpo1,l111· l l., libertad y la segm idad de los individu os alre dedo r de la noción de
del nacimien to deJ derecho internacional, del derecho civil y del ck11 1 h11,1w
-." El esclavo negro representa es te peligro.
cho cosmopolita cuya intención es garan tizar la « paz nniversal ,, 1 ,.1 L,1animac ión permanente, la reactualización y la puesta en circu-
conce pción moderna de la democra cia - así como el propio Iiber,il11 1« 1ún del tópico del peligro y de la amenaza - y, en consec uenc ia, la
1110- es entonces inseparable del proyecto de expans ión co merchd ,1 l1111ulación de una cultura del mied o - son pa1te elelos motores del
esca la planetaria del cuall a p lan tación y la colonia representan cadt.•11.1° 11\1,·ralismo . Y si esta estimula.ció n de la 0,1ltura del m iedo es h condi-
noda les. Ahora bi e11:se sa be que tanto la plantació n co mo la cok1111,, ,,-,n,el « co rrelativo psicológ ico y cultural interno del liberalis m o» /
son originalmente dü,positivos rac iales en un dlc ul o general cuyo pi , 11lonces el esclavo negro es históri came nt e su conduct o. Desde sus
lar es la relación de int ercambio que se ,tpoya en la propiedad y el b~nr ,11 lgl·nes, el pe ligro racial co nstituy ó un o de los pilares de esta cult ura
flcio. Ex iste, pues, tanto en el lib era lismo como en el racismo, una part, il1·I n1iedo int r ínseca a la democ rac ia lib eral. Co m o recuerda F-oucault ,
que remi te al naturalismo.
l.1lOnsec uenc ia de este temor ha sido siempr e la formidable propa ga-
En su estud io sobre El nacimicnto ele /,1 uiopolílica,FoucauJt rl' ' IIHl de los procesos de cont rol, de coacción y de coe rción que, lejos de
salta qu e, en un comienzo, el libera lism o « implica en su ese ncia un,1 0· 1 ,1berrac iones 1 cons tituy en co ntr apar tid as de las liber tades. La raza.,
relación de producción/ destrucción [con] la idea de libe rt aJ». 5 Pero y t·n particu lar la existencia del esclavo negro, ju gó un rol motor en la
olv ida prec isar que, históricamente, el esclavismo de negros representa hmn,,ción histórica de estas últimas contrapartida s.
el p un to culminante de esta dcstrncción de b libertad. Para Foucault, El pro bl ema qu e planteaba el régimen de la plant ac ión y, má s
<<es preciso por un lado produc ir la lib e rtad, pero ese mismo gesto l,,rJe, d régimen colo nia l era¡ en efec to, el de la raza com o prin cipio
imp lica qu e, por olro, se estab lezcan lim itacio nes, co ntrol es, coe1•• de ejercicio del poder, regla de sociab ihJad y me canismo de adi estra -
ci.ones, obligaciones apoya das en ame nazas, etcé te ra» .1' Ésta es, pa.rn miento de con du ctas co n vista s al aumento de la rentabilidad eco nó-
él, la parado ja del üb eralismo . La producción de la libert ad tiene en 11\lca . Las ideas mod ern as de liber tad , igualdad , incluso de democracia
consecue ncia un cos to cuyo pri ncip io de cálculo es, agrega Fo ucault, Mm, lksJe esta per spectiva., histó ricam ente in separabl es de la realidad
la segu ridad y la protección. En otras palabras, la econ omía de l poder de la esclavitud . Es en el Ca rib e, y de fom1.amás prec isa en esa pequ eí'ia
S. hrncault, M. « Lci;-on du 24 janvicr 1979» , en L,1Naiss,mt cde la /1ii1pol . Cow-s
ilit¡11c 1sl,1llamada Barb ad os, dond e esta realidad ad quirió forma por prim era
111, Coll~g~de F1mm·, 1978- 1979, Gallimard /Se uil, P,1rís, 20 04, pág. 65 . [Trad. esp.: ve·¿ antes de disemin a rse por la colonia s inglesas de América d el Norte
- 1.ccri ón del 2~-de ene ro de 1979 » en Nacimir11 /o de fa IIÍo¡,,1/ffirn. so en d Co/li:ge
C11r
, Fondo de CnJtt 1r.i Económica, Buenos Aires, 2007].
,lt•l 'l'lmc,, J 978-J<>79 7. /1,í,I., pág. 67.
(1 (f¡(,/,
H. IL•lrl., pág. 68.
t/rO llÍ I
C:ríti~l de la ld/ÓII n c-gr ,1
D,lcrcnd., }' (llll t) t ictc, 111inac i11n
donde 1.iJominación racia l sobrev iviría a casi todos los graneles al 1ii1
tccimicntos históricos: a la revolución en el siglo XVIII, a la guerra l 1,·II 1 l11 ·1d.1d;por otro lado, existen « razas desafo rtun adas » , los negros y
y ,1 la reconstrucción en el siglo XIX, e, inclu so, a las grandes luchas pe:,¡ 111d1os.Estas tres formac iones raciales n o pertenecen a la misma fa.
los derechos civi les de un siglo má~ tarde. La revolución gue se llev11 ,1 No sólo se distinguen unos de otros: todo o casi todo las separa
,,,11!1

c..1bo en nombre de la libertad yde la igualdad se ad.iptó muy bien .i 1, l.1educac ión, la ley, los orígenes, su apariencia exterior - y, desde su
pr.\ctica de la esclavitud y de la segregación racial. 1 •1111tn
de vista, la barrera que los divide es casi infranqueable. Lo que
Con todo, estos dos flagelos e1,t.1nen el centro Je los de bat es ,,, 1, 1me es su potencial enemistad porque e l blanco es a « los hombres
brc la independencia. Lo~ ingleses seducen a los esclavos con la p111 1, otra, rnas lo que el hombre mismo a los animales», en la medida
mi.:sa Je b liberación. Pretenden enrol.i.rlos en su se rvicio, en con 11.1 , 11 que « los hace serv ir para su uso, y cuando no puede doblegarlos,
de la !'evolución. A decir verdad, el espectro úe una insurrección g1· ) ,. de struye » .'' En este proceso de destrucció n , los negros fueron su-
ner,1lizad.1 Je esclavos - viejo temor del sistem,1 am cric;ino desd1 11tos privilegiados: la opresión les quitó « casi todos los privilegios de
sus inicios - tiene peso en la guerra de Independencia. De hecho l'II 1.,1111111:inidad
».
1
medio de fas hosti lidac.les, decenai. de miles de esclavos proclaman \li Aiiadc Tocquevi llc:
liberación. Por ejemplo, hay huidas de envergadu ra en Virginia. Ex!st,·
una distanci,t entre la manera en que los negros conciben su libcr,1 El negro de Estados Unido<;perdió inclusive hasta el recuerdo de ~u
ción (como algo que es neces,1rio conquistar) y la idea que se hacen dt· país; ya no comprende más la lengua que hablaban sus padr es; ha ab-
jurado de su religión y se olvidó hasl,1 de su:. costumbres; pese a no
ella los revolucionarios (como algo que se les debe conferir grad u.11
pcrtene..:er más a África, no adquirió, :.in embargo, ningún derecho
mente). Al finalizar el conflicto, el sistema esclavista no se desmantela
sobre los bienes Je Europ,1; se detuvo entre amb;:issociedades, abdado
Evidentemente, la Declaración de la lndcpenJencia y la Comtitudó 11
rnlrc dos pueblos¡ vendido por 11110 y repudiado por el otro, no h.1116
representan dos textos Je liberación, sa.lvo en lo que concie rne a la raz,,
en el mundo otro hogar más que el Je su amo, que le orrec~ un:i ima-
y la esclavitud. En el momento en que se .sale de un,1 tiranía se co nso fi
gen incomplcl.,1de l,1patria.1"
d,t otra. La idea de igua ldad formal entre ciudadanos bl.tncos emerge,
en cambio, después de la revolución . Es la consecuencia Je un e1.fi1erzo 1'11'l'ocquevi lle, el esclavo negro presenta todos los rasgos Je envile -
consciente de creación de una distancia social entre los blancos por un 1 ,miento y de abyección. Suscita aversión , repulsión y asco. Bestia de
lado y los escl.lvos africanos y los indios por otro, cuya c.lesposesión ~,1naJo, es el símbolo de la humanidad castrada y atrofiada de la que
se justifica en la pereza y la lujuria. Aunque más tarde, a lo largo de
una
1•111,111:1 exhalac ión envenenada, algo parecido a un horror const i-
l,1guerra civil, haya una re lativ;1 igualdad en la sangre derramada por
tutivo. Conocer a un esclavo es tener la exper iencin de un vacío ta.n es -
bl.1ncos y negros, la abo lición de la esclavitud no supo ndrá ningún tipo
j1l'ctacu lar como trágico. Aquello que lo caracteriza es la imposibilidad
de compensac ió n para los antiguos esclavos.
dt• encontrar un camino que no lo devuelva constantemente al punto de
En es te sentido es int eresa nte el capítu lo que, en su retrato de la
p,11tidaque constit u ye la servidumbre . Lo que caracteriza al esclavo es
democracia americana, Alcxis de Tocq uev ille dedica al « estado actual
1•1gusto po r la sumis ión. « Admiro a sus tiranos más de lo que los od ia,
y .il futuro probable de las tres razas que 11abitan el territor io de los
ht,1dos Unidos » . Por un lado, se trata de la raza de hombres « por 11 di: 'fo-:qucville, A., l>c In tlémocmli r c11A111ériq11c,
tomo l, l' lammarion, París, 1981,
l'Xcl'lencia » , los blancos, primeros en ilumin ación, en potencia y en p,1¡:.1127. [Tra<l.esp.: La demomrci,1t' lt 1\111.:nrn,Abl, Madrid , 2007].
JO./1//1/.
142
IH

..
C:ií1ic.• c.l~ l.i m,.<'nncg.1J
y ,u i t0d<' l<' l llli11
1)ilcrc11ci.1 .ic1,,11
y Jescubre su dicha y su org ullo en la imitación servil de aquéllos ,¡11,
11 1 11le , afirma, « a este hombre que nació en la bajeza, a este ext ranjero
lo opr imen » . Propiedad de ot ro, es inúlil para s í mism o. Al no Jh,p,
.¡th· l.l se rvidumbre inlrodujo entre nosotros, .1pen as le concedemos
ne , de la propiedad de s u persona, « no le ha s ido at ri bu ido el co nl111/
1 i.1~gos gen era.les de
i1.1 la humanidad. Su rostro nos parece repugna n-
de .su propio destino; el w;o d el pen sam iento mi smo le parece un d1,11
1,·1su intel igenc ia nos pare ce limi tada, sw, gusl.os son bajos: poco falta
1111
·1til d e la Providencia y goza plácidamente de todos los privi lc~111
12 p,11.1que lo to me mos por un ser a med io ca min o entre e l animo ! y el
d..:su prop ia bajeza » . Este goce de los privilegios de su bajeza es 1111,1
» . 1~
l111111bre
Jbpos ición casi inn ,lta. AJmismo tiempo, se tr.1t.1de un esclavo que 1111
En la democracia lib eral, la igualJaJ formal ruede ir a la par <lel
ludi a contra .su amo. No arriesga nada, siq uiera su propia vida. No lu
1•n•juicio natural que lleva al opresor a d espreciar, mucho tiempo d es-
cha pora sal isface r sus neces idades an im ales y, mu chí simo m eno s, p,11
.,
f'Ul'SJe su lib eració n, a aquél que ho siJo alguna vez su esclavo . A decir
expresar sobera nía alguna. Prefiere la se rviclun1br e y retrocede C<llh
l'l'tdad, sin la des tru cción del p reju.icio, la igualdad no puede ser más
lantemente ante la po sibilid nd de morü· . « La se rvid um bre lo emh111
que imag in;iria. Porque por más que la ley haga de é l un igual, el neg ro
lecc » y « la lib ertad lo hac e perccer >>.11 En camb io, el amo vive con d
j,,m.ís será un semeja nt e. Así, in siste Tocqucv ille, un es pacio « infron -
mi edo co nsta nt e de la amenaza. El terrort 1ue lo roJe n es lo posibilid,1d
quc,1ble» separ a al negro de América Je] europeo. Esa Ji ferenc ia es
de ser nscs inado por su esclavo, es decir, un a figur,1 de ho mbr e que l~I
mi smo no cons idera d el todo humana . 11unulable,se fu11d;u11e nl a en la naturaleza misma y el prejuicio que
l.1rodea es in<le!>tructiblc. Es la raz.ón por la cual las relacione.s ent re
Que no exista negro que haya llegado libr ement e a las cos tas Jt•I
,1mba~ razas no pueden más que oscilar entre el envilecim iento de los
Nuevo J\ilundo; ése es, pr ecisame nt e, en la visión d e Tocquevillc, uno
•gro s o su esclavización por los blancos , por un lado, y el riesgo d e
11L
de los dilemas sin so lución Je la dcmocrocia americana. Para él, no
ex iste so lución al problema d e las relac iones en tr e raza y democ raci,1
b de strucció n de los bbncns en manos de los negros, por el otro . Es
aun cuando el acontecimiento primi ge nio de la raza comti tu ye um1 imposible dejar .1trás ese an tago ni smo.
de los peligros fuluros de la democracia: « E l más temible de to d os lo¡; La segu nd a forma Jel miedo que exper im ent a el amo blanco es
males que amen azo el futuro de los Esta d os Unido s nace d e la pr ese n wnfundirse con la raza env ilecida y, Je ese modo, term inar p.-irecién-
cia de negros en su s uelo » .¡,¡ Y añade: « Usted pu ed e vo lver al negro dose a .su ant iguo esclavo. En consecuencia, es imporlante mantener
libr e, pero jamás podrá hace r que frente al e urop eo deje de estar en l,1 11na distancia pruden te y al..:jarse todo lo posible del esclavo. De hecho,
posic ió n de un extranj ero » . 1·' En o tras palabras, la lib ernción de escla- de esta precauc ión surge la ideología de la separación. El negro puede
vos no borra las man chas de ig n o mini a por las cu ales es tán afectados a haber obt enid o la libertad forma l « pero n o pu ede compartir ni los de -
causa de su raza - ig nominia qu e ha ce que n egr o rime necesn riamen - rechos, ni los p laceres, ni los traba jos, ni los do lo res, ni siqui era lo tum -
te ~un se rvidumbr e- . «El rec ue rdo dd esclavo des h onra la raza y la ba de aquél co n respec to ol cual ha siJ o d eclara d o un igual; no puede
1
r.i141 perpelúa el recuer do d el esdav o » , destaca To cqu ev ille. Por otra co inc idir con él en ningún lugar: ni en la vida, ni l!n la mu crt e » . 17 Y
Tocquevi lle pr ec isa también: « No se le cierran las puertas del Ciclo;
1 1. //ifr/.,pág. 428.
12. /l,i.! . sin emb argo , la desigualdad .1penas d is minuy e a las puer ta s del otro
1t ll,ftl. mu n do. C uando el negro no cs t.í más, se arro jan sus hu esos a lo lejo s,
11. /1,fd., p,\g. 454.
I '> lldtl ., p,íg.·IS3. 16. lhid ., pág. 455.
17. fbfcl.p,íg.457.
141i
145

,.
Crh lca de L1r:i,c\n nc¡.;r,1 l)if¡-rcnrni y :im11dcccrmi11~c1ón

de modo que la Jilercncia de co ndi cion es vuelve a aparecer 1111l,¡~I 12 :Un hombre como los demás?
w Jnl e la igualdad de la muerte » .rn En definiliva, el prejuicio r.11 :UI
. p,irccc crecer de manera proporcional a los negros que dejan d1·Jtil l 11tlt•mpo s Je Tocq ueville, los lérmi.nos J e la cueslión eslab;in daros.
esclavos: la desigualdad se agrava en las costumbres a medid.t qtr 1:i ¡11q~untaera : ¿los negros pueden autogobc rnarse? La duda con res-
desap arece de las leyes>, . 19 Por olra parle, la abo lición del princip11•,1, lH'~l11.\ csla apt itud remilia ,1ot ra, m:ís fundamental, que se irn,crib e a
.\Crvidumbre no significa necesariamente la liberación de los escl.w,,,, ~ u Y1''/ en b manera en que, en el seno de esta misma eco nom1,1de la
la igu,1ldad en la división de bienes. 1vluypor el con trario, la aboli, 11111 h1·11d.1d, los tiempos modernos h,1bí.111 resucito el problema - com-
del principio de servidumbre no contribuye m,ís que a hacer dt• 111 1•l1111 de la a lLeridad en genera l y del estatus del sigilo1ifriw110en el
esclavos « desdich ,tdos restos »w destin.idos a la destrucción. ••í111 , le cst,l economía de la alteridad en particular. Par,1 comprender
Tocquevillc estima que la problemática de los víncu los en tre,.,, ., 111n l,1simp licaciones po líticas de C!>tosdebates, quizás sea necesario
y Jemocr.ici.1 puede saltla rse únicamente de dos maneras: «E s lll ' 11· , 1i"11nl,1rque, a pesar de la revolución románt ica, una lr,1dición bien es-
sario que los negros y lo~ bl.incos se confundan totalmente o se s1•p,1 1l,ll•dda de la metafísica occide nL;-il define ;-ilhum ano por b posesión
1
ren»! Pero descarta definitivamente la primera soludón: «N o L11•11 1, l., lengu.1 y la razó n. En efecto, no hay humanidad sin lenguaje . La
que la raz;-iblanca y b raza negra logren vivir en pie Je igualda d ,1•.I .., ·un en pnrticular confiere al ser humano una identidad gené rica, de
1
como así»/ porqu e una « disputa» de este tipo, según él, sólo pm•1h· , .,•nua universal, de la que surge un co njunto de derecho s y de valo res.
llegar a término bajo un régimen despótico. En democraci,1, la libcr l,1d J .., r,11.ónune a todos los seres humanos y es idéntica en cada uno de
de los blan cos no puede ser viable más qu e de la mano de la scgfl llos. No só lo la libertad y la auton omía pro ceden de1 ejercicio de esta
gación de los negros y J e un aisbmicnto de los blancos en cornpa ni.1 f.t(ullaJ, también la cnpac idad de co ndu cir la vida individual de acue r-
de sus se mejantes. Por consig uien te, ¡,i la democracia es esencia lmcu d,i l..'onp rinc ipios mornle s y a una idea del bien. Siend o así las tosas ,
k incapaz de resolver l,i cuestión racial, el inlerrogantc pasa por salwr ¡•111 aque l entonces la cuestión era saber si los negros eran seres hu -
cómo Amé rica puede deshacerse Je los negros. Pnra evitar la lucha d~· 1111111os como todos los demás. ¿Es posible e nco ntrar tambié n en ellos,
ra~as, los negros deben desaparecer del Nuevo Mundo y vo lver ;i s11 ,,h mpre, IJ.m isma humanidad disimulada bajo designaciones y figuras
lug;-ir,allí de donde vin ieron originalmente. De esa manera, el Nu evo ,likre ntes? ¿Es posible distinguir en su cuerpo, en su lengua je, en su
Mundo se libraría de la esclav itud sin « nnda que teme r de los negros 11,1h.1joy en su vida el producto de un a actividad hum ana, la manifes -
1
librcs>,.~ C ualqui er otra opc ión no puede lleva r m:ís que a la « ruin¡¡ 1.1.:iónde una subje tividad, es decir, la presencia de una consciencia
de una raza o de la otra >>.i.,
l'omo la de todo s los demás - presencia qu e ;-iutorizaría a cons id erar-
los .1 cada uno de ellos, individualmente, un alter ego-?
Estas preg unta s dieron luga r a tre s tipos de respu estas con im -
18. 1/iid. plicacio nes polít icas relativamente d iferentes . La primera respuesta
19. /{¡í,I., p,íg.,, :'i8
rnnsis lía en ub icar la experiencia hum ana del negro en el contex to de
lO. 1/lfd.,p:íg.467
7.1. 1/,(d.,p,ig.472. l,1diferenc ia fundam ent al. La humanidad de l negro no tenía historia
n 11,r.1. prop ia. Esta humanidad sin histor ia no conocía ni el trabajo, ni la pro -
i \ 1/111/,
pág.477. hibición , ni mucho menos la ley. Al no hab erse lib era do de l todo de la
J , 11,r,1.
necesidad anim al, dar o recib ir la muert e n o significaba violenci a algu
1'16 147

..
Criric:1ti,· la r.11
,1,n ncgr.1
1Me n:nci.l y JUl<>l
lt rcrmin:\Lii'111

11,1;1 los ojos del negro . Un an ima l sie mpre podía comer a otro. El s1g11,, Un desplazamiento significativo t iene lugar durante el abolicio -
len ía en consecue ncia algo de d istinto, de singular, incluso ch·
,,j,·1rn110 ru~mo y hacia el final de la trata. Desde luego, la tesis del negro como
indeleble que lo separaba de todos los demás sig nos h 11111:1nos. N.:nl,1 lmmbre aparte » pers islc . Sin embargo, un ligero deslinmrento se
mejor para pro lx11·esta especificidad que el cuerpo, sus formas y M1' ¡i1ud11cedentro de la vieja eco no mía de b diferencia que hace emerger
2
colores. ' Este último no albergaba ning un a consciencia y tarnporn 1I wgundo tipo de respuesta. La tesis de la 110 -similitud no fue repudia-
presentaba ninguno de los rasgos propios de la razón y de la belleza. H11 1_!.1, pero ya no se fundamenta únicamente en el vacío del signo como
consecuenc ia, no era posib le otorga rle el sentido de un cuerpo elecarnr 1.il.En ade lante , se trata Je completar el signo con un contenido. Si el
y h ueso semejan te al del resto, pueslo que perlencda al orden de la m,1 ill' g n> es un ser aparte quiere decir que posee cosas propias, costum -
tcria extend ida y de los obje tos consagrados aJpeligro y a la destrucci611 hn•s que no se tra ta ni de abolir, ni de destruir, sino de enmendar. Se
Esta ce ntralidad del cuerpo y, sobre todo, de !.u color en el cálculo de 1,, 11.11,1 así de inscr ibir fo difcrenci,1 en un orden inst ituciona l distinto y
sumisión, exp lica la importancia lJUe te ndrán, a lo largo de l siglo x rx, ,lt· obligar a este orden distinto a operar en un marco rundamental -
las teoríai. de IJ regenerac ión psíquica, moral y política de los negro.~. Jlll'nlc desigua litario y jerarquizado . El sujeto de este orden es el indí -
Estos últimos habían dei.arro llado concepciones de la soc iedad, dd f,l na ( el 1111li0) y 1.imodalidad <le gobierno lJUe favorece es la admi -
11
mundo y del b ien que en nada daban cuenta d el poder de invención y 111 ~lr.1Lión indirecta - forma de dominación poco onerosa y que, en
de la urúve rsa.lidad propia a l.i razón. Ni sus represe ntac iones, su vid,11 l'\pecia l en la coloniai. br ilánicas, permite dirigir a los ind ígenas de una
su trabajo, 1,11 lengua je, ni sus actos (la m uerte inclu ida) obedecían ,1 111 ,1ner..1regular, co n pocos so ldados, pero sirv iéndose de sus pasiones
algun,1 norma o ley cuyo sent ido y vJJidcz poc.lfan conce bir y justi-6c:i1 y rnslumbres para hacerlos confrontar unos con o lros - .27 En con-
gracias a su propia auto ridad. En virtud de esta radica l diferenc ia o, \l·~·ul!ncia, la diferenda se relativiza, aunque continúa presente para
incl usive, en virtud de este ser-aparte,se just ifica su exclus ión de hecho 111,tilicar tanto el derecho a dirig ir como la relación de desigualdad.
y de derecho de la esfera de IJ ciudada nía hu mana plena: los negros no Considerada natural, esta desigualdad sigue siendo justificada por la
tenían nada con que contribu ir al trabajo del espíritu y al proyecto dl' dd~rcncia.~' Tiempo después, el Estado colonial uti lizará esa misma
lo uni versal.21' ui,tumbre, es decir, el principio de la diferencia y de la desigualdad,
, 011 fines scg regacio nislas . Se producidn ento n ces formas de saber
25. Sobre la ccnlrJ lid,1d dd rnc rpo en ni.rnto que unid.id ideal Jcl ~ujcto, lugar dl.
1•,p edficas (la ciencia co lonial) con el obje tivo de liocumentar la di-
rcconoc 1mic11tn dc su uni d ad , de su idcnfüfad y Je ~u vcrd.id, ver GJ limbcrti, U., l.r1
n,,i,1111(du corps,Grassct/Mo llat, París/Rurdcos, 1998. Ji•rencia, eliminar ~u pluralidad y ambivalencia y así fijarla dentro de
:!6. Sobre cstc p unlo y lo que anteced e, véanse entre otros Pluchon, I'., Ncgrc,(el /11!/,, 1111 LJnon. La.paradoja de este proceso de abstracción y de reificación
1111 .\l 1/Tr<iJdc. L.1· :s, Tallandicr, P.1rls, 19~4; Montcsqu icu,
ruó,n ,c au si~clcdes L11111ii:n 1•, tJUC, por un lado, presenta las apariencias del reconocimiento; por
D,· l'c.,1mr des /,,,.1,tomo 1, Garn icr/ Jllar111n.1rion, Parb, 1979. [Trad. esp.: Del cspln/11
tÍt' los leyes. AliJc11,
.a Editoria l, M.itlr id, 2012]; Voll,1ire, « Es~.iis sur les mc.curs el l'es- r . Mete.dí, T. R,, ldcafogirs of ti,~R11J,CJm bridgc Uni\'er~ily Pres~. Cambridge,
1m1 ele~ na tio ns e l sur les princip.mx folt~ de l'histo irc dcp uis Chnrlcm.igne jusqu '.\ f l)</) .
»,
l.ou 1s X1!I en CEuvrc.~ complete,, 101110 16, lm pr imcr ic de la Soc iété littéro irc el 1.XL.1lormc1insiit ucion;1l más acJb ,1da de esta eco nomía de la ;iltcrióa d es el régimen
typogr.iph ique, Par ís, 171!-l- J789 1TrJd. esp.: Ens11yu ,obre /115cu,t11111brc,
y el ~píri/11 ,lc·I ap,1rlht'11len el cu.il l.1s jcr;1rqui.1s son de orden biológirn. Su vertie nte menor ero
1h·l11sn11dn11c,,Librería H,1chct1c, Buenos Aires, 1959 I; K.rnl, E., Ob.<rn,11/1011< sur fr l.1111dir~cl rulr . Véanse Mair, L. P., N11twcP()/i, ,es i11Afi'ic11, Routlcdge ami Kegnn P,rul,
·"'1r/1mmt d11lfra11d d11S11 bl,mc, Vrin, París, 1988 [Trad. esp. : Obscrr,acioncs acerca dd IAmdrcs, 1936; Lugard , F. D., TI,,. D11.-1/ 111 lkitish 'fr o¡•irnl Ajrirn, W fil.,,
lvlí111d,1tc
r/~lo bdilly de fo sublime, AJiJ nza Editori.r.l, MJ.drid, 2008 l.
"'11t,1111mto
~wood & Sons, Lond res, 1980.
148 14')
Crí11.-., <lel.1 r.11ónll<'W" Difcl(·nc1.1)' .1uw<l~1<·t111
in.1uón

l'I olro, co nstitu ye en sí mismo un juicio de m ora lid ad, puesto que, en , 111nesque ellas engendran . En Jo esencidl, esta crít ica acepta las catego -
ultim,1 instancia, b cost umb re no se singulariza más que para seña far ' 1.1sde base de las que se sir ve el d iscurso occide nt al para dar cuenta de
ml'jor hasta qué punto el mundo del indígena, en su natura lidad, no l.1 l11sloria un iversa l. Una de ellas es la noción de « civilización » 29 que
LOincide e n nada con el nuestro¡ en pocas palabras, no formn parte do
,llltllriza la di st inción ent re lo humano y aq uello qu e no lo es en abso lu-
nues tro 111u11d o y no pod rá, po r lo tanto, servir de base pa.ra la expe-
ln u toJav ía no lo es del lodo, pe ro que pu ed e serlo med iante un adies-
riencia ele una ci ucfaJanía co mún.
l1,1miento adecuado.'º Así, se cree que los tr es vectores d e este adiestra -
Un tercer tipo de resp uesta tien e que ver con la denominada po lí-
so n la conversión al cristian ismo, la introducc ión a la economía
1111cnto
tica de asim ilac ión . Por prin cipio, la idea de la asim ilació n desca nsa en
dt•merca do a través Jcl trabajo y la adopc ión de formas racionales e ilu-
l.1 posibilidad de una experienc ia del mundo que sería com ún a todos
1nmad.1sde gobierno. H Entre los p1imeros pensa dores afr icanos moder -
los seres hum,111oso, mejor dicho, en la experie ncia de una hum anida d
ttos, la liberación de la serv idumbr e equiva le ante todo a la adqu isición
un iversa l basada en la similitud esencia l entre los seres humanos. Sin
emba rgo, ni este mundo común a todos los 1,eres human os, ni es ta si-
ilt•l poder formal de decidi r por sí de manera autónoma . Conti nuando
mil itud serían dados en seg uida al indí ge n a. Esle último tendría L¡ue l.1stendencias del momento, los nac ionalistas africanos de la posguerra
ser convert ido a ellos . .Esta educac ión se ría la cond ición pa r,1 que sea ¡¡•mpbza n el co ncepto Je «civ ilización » por el de « progreso >>. Pero
percib ido y reconocido co mo un semeja nte y para que su hum,1nidad lo hacen para adaptarse mejor a las teleología ~ de la época. n La posi -
deje de se r infig urable e inasib le. En es tas cond iciones, d a.si111ilado es litlidad de una mod ern id ad alternativa no es t5 excluida a p rio ri. De ahí
un indi v idu o comp leto y no un sujeto de la cos tumbre. P uede detentar l.,.1-.pcreza de los debates sobre el «~oc ialismo africano» por eje mplo.
derechos y goz ar de el101,no en virtud de su perte nencia a w1 conjunto l.., prob lemática de la conquis ta del poder domina el pensamie nto y la
é tico, sin o a raíz de ~u estatus de sujeto autónomo, capaz de pensar por pr.ktica de los nacionalismos anticolonia les. En particular, ése es el caso
sí mi smo y de ejercer esa fac ult ad propi ament e hum ana gue es la ra- de la mayoría de las situacione s de luch a arma da. En consecuencia , do s
zón. Da testimonio así de la po sib ilidad de que el negro pud iera lleg,1r 1,ttegorías cen trales serán movilizadas en la just iíicación del derecho a
a se r, bajo ciertas condic iones, si no un igual o un semejante, al me - l.1so beranía y .i la autodeterminac ión, así como en la lucha por acceder
nos un alter ego nuestro. Tamb ién sería la prueba e.le que la Jiforen cia .11poder. Por un lado, la figma del negro co mo <<voluntad su friente»
puede ser abolida, borrada o reabsorbida. Así, la esencia de la polít ica y \ujcto victim ario y lesionado; y por otro, la recuperación y el red cs-
de as imila ció n serí a quitarle sustancia a la diferencia, al menos en lo pliegue, a través de 101> prop ios negros, de la te m:iLic a de la diferencia
q ue respecta a una categorÍJ de indí genas cooptados en el espacio de la lUltural que, como se acaba de 1,eñalar aquí, ocupaba ya el centro de las
mo d ernidad. En la medida en qu e son «co nvertidos » y « cul tivados » , Lcorías col onial es de la infe rioridad y la de ~igualdad.
se vuelven aptos para la ci ud adanía y el goce de los derec hos cívicos .
s oJlVcslA.fricw, Nntw
29. Véanse lo~ tex tos reunidos en Wilson, H . S. (dir.), Origi11
1111/,sm,1\lfacm ill.rn-St M,1r1:in's Pn,ss , Lond rc~, 1969.
3.3. Lo universal y lo particular \O. Vé,1sc, por eje mpl o, de Cundorcct, N. « RéAcx.ions sur l'esclav,ige des nc grc, •·
l 1778 J, en OJ 11vres, tomo 7, fir m m-Di do t, l' arb, 1847 - J849, pág. 79 .
Al dar cuenta de la c uestió n del autogobierne hacia el final de la trat a \ l. Vé.1~cHlydcn, E. W., op. cit.; y, Jcl mi smo autor, Lil1cria'sOjfm 11 g, N ueva Yo, k,
11{62,
.1thíntica y ta mbi én en e l cur so de las luch as por la desco lon izac ión, la
l2. Véase, a titul o de ejemp lo, los tex to~ reun idos por de flrag.mc;:a,A. y Wallo:r~t.'1111 1
crítica negra se hace he redera de estas tres resp uestas y de las cont radi c- (<lir.), '//ie ,Vrk ,111Lil1cmLio11Rmde,-, vol. 3 , Zcd Prcss, Londr es, 1982.
150 15 1

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Crí1k:1de l.1r:11,í11
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Esta manera de autodelinir.-;e se apoya en una lectura del mu111 _h
que más tarde se amplificará con las corr ient es ideológicas q ue ,1¡,¡_, nn y el sujeto rac ial. En gran m edida, leen en primer lugar al sujeto
Jan tanto al progresismo y al radicalismo como al naciona lismn , 1 11 1¡111111110a través de l prisma de su raza. La raza mi sma es conceb ida
la esencia de l parad igma de la victimizació n se halla una conce p n1111 1111111111con junto de propiedades psicológicas visib les y de caracte-

de la hi1itoria ent endida como serie Je fatalidades. Así, la histori ,1 e• 11mrales d isce rnibl es. Son estas prop iedades y estos caracteres l.os
111 ~11puestamente distinguen unas razas de otras.' ' L.1s propi edades
taría gobern,1da esenci, 1Jmc11te por fuerzas que se nos escapan st•g1111
un ciclo linea l desprov isto de accidentes, siempre igual, cspasmó dtrn, 111, olrigic,1sy los caractere .~ moral es pe rmiten, por su parte, clasificar
, l.1 1,11.asJcntro de una jerarquía cuyos efectos de violenc ia so n tanto
que .-;erepite un número inJinito de veces de acuerdo co n la tr.tma ,Id
co mplot. él comp lot es el que urde un enemigo externo más o mt.•11111 1111111JL'Os como cullura les." 1Tal como se ha señalado en estas págin as,
oculto y que se apoya constanteme nte en comp licidades íntimas. A l'~,I 1111rreque, en lo esencial, la clasificación e.n vigor a lo largo del siglo
lectura conspirativa de la historia se la prc1>e11ta como discurso radl1 ,il SI lxcluyc a los negros de l círc ulo Je la humanidad o, en todo caso,
de la emanci pación y la autonomía, como fundame nto de una pres unt., L· •~•gna un estatus de inferi o rid ad en la graduación de las razas. Esta
política de la afncan idad. Pero detrás de la neurosis de la victi mizació n ,1,11cgació n de hum anidad - o este est:itu s de inferiorid,1d - obJiga
se esconde, en realidad, un pensa mieot o negativo)' circ ular gue p,ll,J .,1.11,curso negro ,1 irn,cribirse, desde s us comienzos, en la tautología
funcionar necesita de las su persticiones . Debe crear sus propias fab1t h 1.. nosot ros también so mo s se res humanos» 1' o, también, del « no-
las que, de inmediato, pasan por reales. Debe fabricar máscaras que st· ,1,lms tenemos un pasa d o glorioso que da fe de esta humanidad »:' 6
conservan model án do l:is en función de las épocas. Es lo que ocunl' 1, lambién la razón po r la cu, 1]el discurso sobre la identidad negra se
con aquella pa reja <-¡ueforman el verdugo (el enemigo) y su víct imil , lllUentra desde un comienzo atrapado en meJjo de una tens ión de
l t que aún no puede liberarse del todo: ¿el negro participa de la iden-
( inocente). El enemigo - o el verdugo - encarna la maldad ,1bsolu
11
1td:id humana gené rica?, ¿o debería, en nombre de la diferenc ia y Je
l,1. La víctima, cargada de virt ud, sería incapaz de ejerce r l.1viole nci,1,
el terror o de co rromperse. En este universo cerrado donde « ha cer l,1 l,t 1,ingularidad, insistir en la posib ilidad de diversas liguras cultur ales
historia» se resume en dejar ;¡f desc ubierto a los e nemigos y en intcn dl·un.1m ism a humaniJ.1d - liguras culturales cuya vocación no es la de
tar an iquilarlo s, cualquier disen,\o es interpretado como un a situación h,tslarse a si m ismas y cuyo deslino final es universal - ?18
extrema. Del sujeto negro no queda má s que la lucha viole nt a por la
\ \. \lé;isc Ka nt, !"(., 1l 11//1ropology /rom a PmgrnalicPvi11! 4 Vi""• Southcm lllinois
conq uista de l poder - y, en prim.er lugar, del poder de derramar la san- 1'1css, Chicago, 1978. [TrJ,I. c,p.: /\HlrClpo/ogforn .mr/11/1)pri1g111,1tiw, \Jia11'/.aEdito-
gre- . El negro, sujeto castrado e instrumento pasivo del goce del otro, 11.d, ,\ifadri<l, 2004).
só lo se enc uentra a sí m ismo en el acto a través del cua l le arranca al 1·1. En esta l111 ca, véa.~e c;uiral, P. y Tcmimc, .É.(dir.), L'ldre,le raerda11,la pc11Sée ¡,oli-
/1,¡rll'jmnrai,cco11tcmp,m1 i11c, l~ditiom du CI>.RS, Pari~. l \/77.
colono el poder de de rramar sangre para ejercerlo él mismo. La histo- t', \'éa~l' la 11nporLJnci.1 de c~L.1tcm,llil:;1en Fanon, F., Pcm,1101rc ..., op.ril.¡ en Cé,.iirr ,
ria, a fin de cuen tas, pa rticiparía de una gran economía de la brujería. A , D1sco11r, sur Ir co/o11i ,ilirn1c,op. iit.¡ y, en ~cncral, en la poesía de Léopo ld ~éda r
Ya 1ie ha seiiala<lo c¡ue o tro rasgo mayor del discurso neg ro con- s,,nghor .
siste en recuperar para sí, intemalizar y desp legar en benefic io pr op io 16. Duho is, W. F,, ll, "/lic World ami A{nrn. J\11lm¡1111J• 111/Cl//reparl wlirc/1Ajrrr,1/rm
11/crycd 111wvrld lllstClry, lnt crnation,t l l'ub lishcrs, Nucv,1York, 1\/4 6.
l.1ideo logía de la diferencia cultur al. Esta se apoy.1 en tres mul etas: la .17. A este rcspl'clo véanse l,1súltimas p,\gin,1sde F.111011, F., Pmu 110,re•..1 op. uf.
r,11,a,1.1 geografía y la Lradición . De h echo, la mayoría de las teorías po - ,!l. Tt'sis de Scngho r, L. S., « Ne~riludc: Al lum ,111ism o fthc Twcnticth Ce nlu ry , rn
lll 1t,1s del siglo XLXestab lecen un a relación est rec ha entre el sujeto hu - Wolliam,, I'. y Chri~man, L. (dtr.), Colmmi/Discrmrs~,md Posfcolnnial 1/imry. 1\ Rcudt•r,
1--lJrvc~tcr \-Vlwalshc:il: Nuev.1 York, 1994, p:ig~.27 -35.
152
15 S

"
Críl ica de la razón 11
<·¡.:r:1 ci:l y ,1u1odc1~rmi 11,11
1)ifiere11 :1i'>n

En este sent ido, In reafirmación de una identidad humana negn ,irmp re a la par de la re ivindi cació n del caráct er especi fico de su raza,
da por el otro participa del dis curso de refutac ión y de rehnbilitación. 1,t1s tradiciones, sus cosl um bres y su hi storia. El leng uaje se despliega

Pero si el discu rso de rehabilitac ión pretende confirmar la co-pcrt.e,w1• ,1lo largo de este Límite, del cua.l prov iene n todas las representacio nes
cía del negro a la humanidad en ge nera l, no deja de acepta r en cam dl' lo « negro » . Se rebe la no co ntra la pertene ncia del negro a una raza
bio - sa lvo ext raord inar ias exce pci o nes - la ficción de un sujeto dt• dislinta, sino co nlra el prejuicio de inferior idad que se vincula a dicha
raza o de la rnza en ge11cral.w De hec ho, se abraza a esta ficción. Y esl<l 1-.1za. La duda no es con respecto a la especificidad de la denomin ada
es cier to tanto para la ne gr itud como para las diversas variantes dd rn ltura africana¡ lo qu e se p rocl ama es la relatividad de la1,cultu ras en
panafricanis m o. En efecto, en estas proposiciones - po rtadoras de u11 ~cnera l. En es tas cond icion es, el « trabaj o por lo un iversa l» consiste
imaginario cultura l y poUtico - es la raza la que permite fundar efecr 1•n enr iquecer la raf io occidental co n el apo rte de los «v alor es de la ci-
tivamente no só lo la diferencia en términos gene rales, sino también 111 vilizació n » ne gros, del « genio part icular » de la raza negra del qu e la
idea misma de nación y de comunida d porque son los determ in anteil emoc ión » sería la piedra an gu lar. Esto es lo qu e Seng hor denomin a
raciales los que tiene n el deber de funcionar como base mora l de la el encuen tro cnlre el dar y el rec ibir », uno de cuyos result ados d ebe-
so lidaridad poütica . La raza sirve de prueba - o, a veces, lle justific:i- da ser el m est izaje ele cult uras : 1u
ció n- de la existencia de la nación . Es al mismo tiempo e l suje to mo En este con texto de cree n cias comunes se des arr ollarán los d is-
ral y el hecho inmanente de la consc iencia . En gran parte de l discurst1 rnrsos sob re la d iferenci a cultural. A parti r del siglo XIX, los partida-
negro, las premisas fundamentales de la antropología del siglo XIX - a rios de la diferencia neg ra y de la idea de una autoctonía africana se
saber: el prejuicio evo lucio nis ta y la creenc ia en la idea de pro greso - l' SÍOrzará11por en cont rar un a denom inació n gene ral y un lugar en el
permanecen inta ctas : racia lización de la nación y nacional izac ión de la rna l anclar su prosa. Ese lugar geog ráfico será el África trop ical, lí-
razn van de b mano. nea de ficción dond e las haya. El propósito será abo lir esa anatomía
De hec ho, por el ag ujero de la raza desaparece la tensión latente fontasmáti ca invent ada por los e urop eos y de la cua l Hegel y ot ros se
t]Ue hn marcJdo con1;tantemente la reflexión sobre la identidad negr:i hiciero n eco. 11 Se volverán .1 pega r, cueste lo que cueste, los miembros
en general. Est.1tensión opone, por un lado , una iniciativa univer sa- separados. Se reco nstitui rá e l cuerpo disgregado en el cen it del imagi -
42
nario de la raza y,s i fuera n ecesar io, en las hu ellas radiantes de l m ito.
lizank que brega por la co-pcrtc11t!11cic1 a la condición human a y, por
T:imbié n, se intentará enco ntrar esta africanida d en un con tex to de
otro, otra inki,1tiva, particularista, guc insiste en la diferencia y la
rasgos culturale s especí ficos suminist rados por la investigación et-
dcscmcja111a. Esta última pone el acen to no en la originalidad co mo
11ol6gica. Por último , la hi stor iog rafía naciona lista sal drá a bu sca r en
tal, sino en el principio de repetición (la costumbre) y en los va lores
aut ócto nos. En la historia Jel pensamiento negro de los últimos do s lll. !)cngho r. L. S., Liberté 1: ,uigritudet'I/111111c1111.<11
1!', Seui l, P.tris, J964 ; tamb icn, Li/Jer-
siglos¡ la raza ha sid o el punto J e recond liació n de estos do s objet i- 1<'111:11égnt11de ersd, Scuil, París, 1977 .
et civili.-ation de /'11111
11
vos políti co-cu ltura les. La defensa de la humanidad del ne gro va casi ,¡ 1. Hegel, C. W. r., IAt Rniso11d1111s!'flistoirc, 0¡1.cll . [Trad. esp.: ,<intrndu cción a la
historia de In filosofía » , Lecciones sobre /1istoria de la Jilasojía[, Fondo de C u ltur a Eco ·
39. Véase, en esta misma p erspcc ti,r,11 Jn crl licn que hace Kwílme An t·hony Appiah de 11ó mica, México D. F., 1995 ]. · ·
los textos de AJexander Crummcl y Willía111E. lt Duhoi~en My Fatlicr's Housc.J\jríc,¡ 12. l, n lo qL 1C respe cta al mun d o rrnncopa rl.rn te, véanse e n p.1rt icular los tr abajos de
111tire Plri/c, , Met hu e11, Londres 1 1992 (c.1pitulos l. >'2.). Véase tam bié n
sophy ,~{Cult11rn l. h.:ikh Anta Diop ¡ e n lo q ue respec ta al mund o ang loparlante, véase las tl?!;isso bre
su «Racis m and Mornl Pollution » , Plrilosopltíca/Fvmm, vo l. 18, nº 2.-3 , 1986 - 1987 , l.1 ,_;i(rocc nlricid ad » de Molcfi Asantc, 1Vi'Ofe 11tri c1ty 1 Africa Wor ld Pres,, Trcn l llll¡
págs . 185 -202. NJ, 1988.

l 'i4 l '55
Lmí.-.1de l., r,wj11 negra l)if i:rc11ci:1 ) :iu1odc1cr111111Jc1ún

lm imp er ios africanos d e antaño, inclusiv e en el Egipto faraó nico, l., 1q11í(autóclo nos), pu es to yue vien en d e otra par te (settlcrs). De ahí b
11
reserva faltante. Exarninindola bien, esla iniciativ a - retomaJa po 1 1111¡,o s ibiliclad de co n ceb ir, po r ejemplo, la existe ncia d e afri canos de
la, co rri e ntes id eo lógicas q ue reivinJican el progre~ismo y el radie., ,11 if{cncu ro peo.

lismo co ns ist e en primer lugar en es tablece r un a casi equi vaJend,1 Ahora bien: co mo co nsecuencia dir ecta d e la trata de esclavos,
ent re raza y geog raf ía. En seg undo lugar, co nsiste en hacer surgir l,1 11•i,ulL,1q u e los negros sí hab itan países lejanos. ¿Cómo dar cuenta de
id entidad cu ltural d e la re lac ió n en tre am bo s té rminos , convirtiend1, , 11 111scripc ión en una nación definida raci:ilmcnte cuando la geog rafía
a la geografía en e l lu gar electivo en el qu e las ins tilu cio ne s y el podl'1 h,1esc ind id o su lugar d e na cimi en to del lugar d onde viven y tra ba-
d e la raza de ben tomar cu erpo .+1 En efecto, el panafricanismo define al ¡,111 ~ P.1ra culti var su africa nid ad, simpleme nte se les propondrá que

nativ o y al ciudadan o ide ntific ánd o los co n el negro. El negr o se tram r- ,q~rese n a África . Puesto qu e el espacio geográfico african o es el hogar
forma en ciudadano porque es un ser hum ano d otado, como todos lo, 11.11 uraJ de los negros, aquéllos a qui e nes el esclavismo alejó del seno
demás, de razón. Y a ello se ag regan su co lor y el privil eg io d es u cará, .ildca no vivirían así en con dició n de exilio. 1·' En gra n medida, el ho-
ter autóctono. En es tas cond iciones , al confundirse autenticiJ,1d raci,11 tlw nt e d e un even tual reto rno (el back lo Ajrica 1uo11e mc11t)atraviesa
, 1mov imi euto panafricanis ta. Fundamentalmente, el pan afr icanismo
y territorial, África se transforma en el país de los negros. De buen. is
,1· desarro llad. en el in ter ior de un pa radig m a racis ta cuyo mome nto
a primeras, todo aquell o que no es negro deja de ser pro pio del lugar
dl' gloria es el siglo XIX europeo . 1' ' Disc urso de la inversión, extr ae sus
y, en conse c uen cia, n o pu ede reivi ndi carse como africano. Cu erpo es-
, .,tcgorías fundamentales de los m ito~ a los cuales preten de oponerse
pacial, cuerpo racial y cue rp o cívico forman uno só lo. El pri mero dn
y cuyas dicotomías a lin de cuen tas reprodL1cirá: diferencia racial en -
cuen ta de un cadcter autóctono común, en virtud del cua l todos lo\
l1c negro y blanco , co nfro nt ac ión cu ltur.tl entre civ ilizad os y salvajes,
nac idos en esa tierra, o quienes co mp arten el mismo co lor y los mi s
oposición rcligio~a ent re crist ianos y paganos, la co nvi cción de que la
mos ances tr os, serian he rm anos y h ermanas. Así, el referente racial se
1,11..1 funJa la nación y viceversa. Así, se inscribirá en L1nagenea logía
halla en el origen del parentesco cív ico. En la determinación de ttuién 111ldectual basada en la le rrilorializació n d e la identida d por un lado
es negro y qui én no lo es, la imaginación identitaria no tendría casi y en la raci.ilización de la geografía por otro. rn
milo de una ciudad
v.1lor sin la co n cien cia racial. En adcl.m te, el negro sl'd menos alg uien ( polis) racial lograría hacer o lvidar que en el o rigen de cualquier exi lio
qu e es partí cipe de la co nd ic ión hum ana a seca~ qu e aquél que, nacido ,e h alla la rapaci dad de l capita li~mo y lambién un crime n famili ar: el
en Á frica, vive en África y es de ra'la negra. La ide:i de una africani - rr,llricidi o. 17
d ad que no ~ca negra es simpl eme nt e del orden de lo inconcebible.
En e~ta lóg ica d e asignación de identidades, los no -neg ros no son de
1~- l'lcbl' n « regresar a l.t tie r ra de [s us) padr es[ ...] y cs lar en pJ7 » ( « rctum to 1hc
4 .t Wasc, entre o lrus, lo, trah.1jo, Ll<!Obc 11g,i, r., LAfnq1w cl,ms l'A11t11¡11ité . Pgyplt' l.111dof[ thc irJ falhc rs and be .tt p c,1cc » ), sintcli, .a íllydcn en U1ríslir111ity , l~lm11mul
pl111mo11i q11c - A.frr,111
c noire, Pré,c ncc afr icamc, Pari~, 11}73. 11,~ NegroJlu,c, up. cit., pág . 124 ).
•I l. P,1r,1J6j1canwntc, e ~ posi l>lc li.1l1,1r,•I mismo im pul so y el m i~mo deseo de fusión 16 . Áfr ica consi d erada w m o mitología racial se halla l,111to e n los tr.1bajos de Will i,11n
dl• l,t r.1z.1 y l,1 gc og rafi.1 en lo, c~c.rilo, 1-.1c1~tas de lu s colonos bl,111cos d e Sudáfri- i:.. 11. Duho is co m o e n los de C hcikh Anta Diop o, inclu~ivc, en los Je Wole Soyink a.
, .1. P.1r.1m,i~ de talles, ve r Coct7cc,J. M., W/mr l\'nt111g.011 thc C11/t11r c of Lrllcrs i11 De es te último, ver Myllr, U/cr ,1/ure ,uu/ tl,c A.frican World, Cambridge Un ivcr;1ty
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d1•11ll1•1!vcr. ( 17 ~0-18.30),Un in :rsity o (Wi scons m Prc)>S,Madison, 1988.

1 'i(, 157
Crit ica dt In ra,ón ncgm L>ikrcnua }' ,1utu<lc1~rmin.1ciú11

~.4. Tradición, memoria y creación 1111111ia Je! recuerdo que empuje al sujeto a acept.u- vivir cotid ianamcn
1, tllll «c osas repugnantes », a « apegarse a lo que es oscuro y triste » ,
Como se ve, detrás de ciert a relórica de la diferencia cultural se ll1 ,11,,dn aque llo que con du lca a la degeneración. Un apego así - conli-
va a cabo un trabajo político de selecc ión. Éste se produce dentro d,· 1111,1 Cru mme l- devela un ape tito de muerte. A esta m emori a qt1e se
u11.1memoria presumiblemente organ izada alrededor del doble de~l·11 ,1,~pliega bajo la for ma de ese irreprimible apet ito de muerte opone
de soberanía y autonomía. Paradójicame nt e, este trabajo no ha hed111 1111, tipos Je capaciJades y de prácticas: l,1esperanza y la imaginación.
más que reforzar en los negros el resentimiento y la neurosis de la Vh r',umme l inlr oJuce una distinción entre la memor ia de la e~clavituJ y
timización. ¿Cómo recuperar, partiendo de cero, la interrogació u ,i , 111,unamiento permanente .i un pasa do de desdicha y degradación. El
propósito de la diferencia negra comprendida ahora no como gesto d, ¡t,1Ml de la serviJumbre a la libertaJ no exige solamcn lc un sut il trata -
resentim iento y de nostalgia, sino como gesto de autodeterminació n· 11111.'nto de la memoria. Requiere, además, una rcfundación de las dis-
¿Puede llt>varsea cabo esla interrogación sin una crítica de la memo, H• ¡1¡1 s1cio nes y de los gustos. La reconstrucción de sí al final de la esclavi-
y de la tradición, es decir, sin un esfuerzo consciente destinado a d111 1,,d implica en consec uencia un enorme trabajo del yo qt1e co nsiste en
cernir aque llo que, en la diferencia, ofrece posibil idades creadoras v lovcnlar una nueva interior idad.~''
recread oras? fobien Eboussi Boulaga propone releer la diferencia a la vez como
Esta es la pregunta que form ula Nex Crummd en 1885. La pfan 111cmoriavigilante, modelo de identificación crítica y modelo utópi -
11
tea en los térmi nos de un a posible polít ica del futuro, de l « tiempo pn, 1 n,'· L.1diferencia negra no con stit uye en sí misma n.i un ge~to de ino -

venir >>(iht' time lo comc):•nEl tiempo en d que Cnrmme l piensa es un., ü'1lLia, ni un gcslo de a11todetennin.1eión . En cuanto que memoria, se
categoría política y a la vez existencia l. Según él, d punlo Je partid., 11,1la Je una difor enc ia gue ha sido vencida y humillada . En el fondo,
de un pensamiento del « tiempo que se avecina » es el reconocimie11 ,·s una tliferencia que posee elementos que han sido ya objeto Je una
to de la siguienle evidencia: no se pu ede vivir en el pasado. El pasacll, fll ' I dida irreparable. Estos elemen tos jamás podrán ser rccobraJos . Por

puede funcionar como motivo de inspiración. Del p.isado se pueJt• lo l,mto, no pueden ser más que objclo de evocación. Esta función de
aprender, pero lo~ conceplos morales del deber y de la responsabili t'\'l>Cación podría considerarse una función liberadora -a condición
dad o, inclusive, de l.1obligación, provi enen d irectamente del enten dí ,k que no se extravíe, bajo ningún punto de vista, ni en la nostalgia ni
miento gue se pued.~ tener de l fuluro. El Liempo del futuro es el de l.i l'n la mclancoHa - . En Loda diferencia existen aspectos internos que
esperanza. El presente es el liem_po del deber. Cr umm cl les reproc h,1 l,1 exponen a ser violaLla o que, retomando los término s Je Eboussi

a los negros que tengan en demasía como mode lo de co nJucta a lo:; lloulaga, - reclaman el atentado - .\ 1 Hay maneras de apelar a la dife-
« hijos de Israel>>. « Mucho tiempo después de su éxodo y de liberar ll'IKia que se p.uecen al consenlimienlo y a la esclavitud. Del mismo
1110Jo,sólo hay alienac ión allí donde, además de la coacción, se sucurn -
se de la servi dumbr e, mucho tiempo después de la derrota del faraón,
se viero n ob ligados a ap unt ar su mirada hacia la Tierra prometida y
hc,1 la sedui:ció n. Ciertas formas de la diferenci.:i so n portadores de sus
propios gérmenes de muerte, de Sl l finitud. En consec uencia, existe un
.1i.;pirara la libertad. Nunca dejaron de tener los ojos vueltos hacia el
pasado, hacia Egipto » , aJirma. Y califica Je « mórbid,1 » cualqui er eco- 1•1.ll11d.,p.ig~.14- 36.
~O. L,, que sigue se tnsp ira ab unJ.rn tc menl(• t•n las rclfoxioncs de Pabien Ehoussi llnu
•111.Crumnw l, A., A.frica mu/ A111criw.AJdr~s.1e.s1111d
Discour-scJ, Ncgrn Un i\lcr~itic~ l.1g,1sobre la « tr.i.Jició n » . Véase 1,oCri;,•du A111n/t1,v¡,.ut., p.ígs. 152- 17 l..
l
l'1t•,~, Nucv.1 York, 1969 1891 ] . pá~. 14. 'I I r!,íd.,p,ig. 152.

15~ 159

..
O íl l!1cnci. 1 y jutodt1 cr111inad{in
Críoic:t de la r. 11ú11 nq;1\1

tiaradigma negativo de b diferenc ia en la med ida en que esta últim,1 ,btrucción de las Ji fercncias y el sueño de imposición de una lengua
•1brc la pue rta a las fuerzas de la deshuma.nización. Y no hay, a prio ri,
11111capara todos están condenados al fracaso. La un idad no es más que
1
'1inguna razón para atarse a ella ciegame nte . ·1otro nomb re con que se conoce a la mu ltip licidad. La diferencia po-
4
Por o tra pa rt e, a l ocu par se de la « tradición », Ebouss i Boulagn ll1va no pue de ser más que una diferencia viviente e interp retan te.'
'iuhraya que l,l función de vigilancia es aquella que permite impedir l,1 1 ,t., fundamentalmente orientada hacia el (uluro.
•·epetic ión . « La memoria vig ilante sirve para liberarse de la repet ición Q1eda aún por deconstruir la trad ición en sí misma. Con fre-
ele la alienación de la esclavitud y de la colon izac ión», es decir, p:1.1 ,1 lll' l1cia, ésta funciona como con trapunto del discurso de la diferencia,

liberarse de « la domesticación del hombre , su reducción a la co ndi put:slo que revela su carácter de invención. Desde este punto de vista,
C:ió11de objeto.,.,, del despojo de su mundo <<hasta que renieg ue de ~I Alrica como tal - y, habría que agregar, el negro - no existe más que
ln ismo o se destru ya a sí mi1>mo1 extranjero de su tierra, de -.u lengua, 1 pMtir del texto que la const ru ye en cuanto que ficción de l otro. '' A

cle su cuerpo , alguien que está de sob ra en la exi-.tenci;i humana y en l,l , ontinuación, a este texto se le otorga una potencia estruclurante a tal
l-iistoria».\ 2 Otras moda lidades de la diferencia se traducen y;1sea e n p11ntoque el yo, que pretende habl,u con una voz autént icamente pro-
l'echazo, ya sea en fctichización de todo lo que es extranjero, inclusi ¡11,\1siempre corre el riesgo de expresarse a través Je un d iscurso pre -

''e, en ciertos casos, en la traducc ión de cua lqui er novedad a ténni no 11 l.1bricado que escond e el suyo, lo censura o lo ob liga a la imitación. En
i\ntiguos - lo que permite negarla o neutrali zar la- . Otras instanc ia, 11tr,1s palabras: Áfric<lsó lo existe a partir de una biblioteca colo nial que
1 \l' inmiscuye e insinúa en todas partes, inclusive en el propio discurso
1cga livas de la diferenc ia se refieren a la deserción de la responsabi li
dad, a la culpabi lizac ió n de todo s menos de sí mismo, a la imputac ió n que pre lende refuta rla a tal punto que, en mater ia de iden tidad y de tra-
l1 ermanenle de la servidumbre inicial a la acción ex.elusiva de l'uerza-. dición es Jifícil por no dec ir impos ible - distinguir el origina l de la
~)(ternas y a la descarga de sus propios poderes. Pese ,1 ello , Ebo ussi no \ opia, e i11clusive el original de l simulacro. Siendo así, no se ría factible
t·ccusJ la Ji ferencia l'n sí misma. Para él, el reconocim iento de la ex is problematizar la identiJat.l negra como identidad en devenir. De sde
lencia J e lo que no es el sí, o que no se reduce al sí, v,, necesar iamentt• l'Sla perspectiva, el mundo en sí ya no const ituye una arnen.rza. Por el
6
ele la mano del gesto J e separació n de lo~ otros y de la idcntiÍl caci6 n ele rnnlrario , apa rece como una vasta red de alin idades.' No existe una
'ií. Existe un momento de autonomía con respecto a los otros seres hu- identidad negra a la manera en que existen los Libros revelados. Hay
•11anos que no es, en princip io, un momento negativo. A causa de las una ident idad en devenir que se alimenta de las diferencias étnicas,
Vicisitud es de la hbl oria, un momento con esas caraclcrist icas , si se gcogr.Hicas y lingüís ticas entre los negros y de tradic iones he.redadas
Vive plenamente, hace posible que el negro se redescubra como fuen - dd enc uentro con el todo-mumlo.
te autónom., de creació n, que se acredite como human o, que le ve:i
1-cnlido y fundamento a lo que es y a lo que hace.~' Por otra parte, la q_ //,íd., pág. 1$8.
t udimbe , V. Y., T11cfo vmtia11 of Ajrm,, Lndian;1Uniw rsity Prcss, Hloominglon,
~, . 1V
diferencia positiva es diferencia que se abre al futuro. No remite a una 1988; y Tl,r Jde<1 of Afr'ica,India na Univcrsity Prci.s, Bloommgton, 1994.
,\pologé tica, sino al reconocimiento de lo que cada un o, como huma - ,c,. App iJh, K. A., 1n My g -11/irr'sHouse,op., ol. , p~g. 284 y ss. En un trabajo pos terior,
110, hace en la obra de co nsti tu ción del mundo. En cualquier caso, la /\ppi.1h d..:nuncia l,1estr eche ·, de mir.is Je las posicmncs nac.:iunalistas, subray:1 l,1pti·
~,hilid.td Je un do ble carácter ancestra l y reivindi ca un cosmopo litismo liberal. Lt!,1sc
~ i. /f,/il., pág. l S3. /\p piah , K. A., « Cos mo politan Patriots » , Cl'ilrLal J11,¡111r
y1 vol. 23, nº 3, 1997, p.\g~.
.~ \ //,ir/., pá)-:.1'i6. 617 639.
16 1
160

...
Crír iG1d.: la r:1,.é111
nc¡;r.1 ncia y auwdet e, min.u.;ión
Diícr Cc

3.5. La circafación de los mundos fl•do, sólo hay impi edad afuera de este dominio conslit uido por la
,1muni<lad de los creyentes, sus ciuda des, caravanas, come rciant es
De hecho, en las prácticas culturales históricas, la diferencia se cons 11 v ll'trados . Todo aq uello que se enc uentra má s allá de los lím ites del
tuye a parür de un triple proceso de entrelazamiento, movi Udad y l 11 111t111do de la Revelación ( el dar c,/-islnm o imp erio de l islam) puede ser
cu lación. En este sentido, a moJo de ejemp lo paradigmático, aparcu·11 111,¡ctode ra1..iasy, eventualm ente, ser reducido a la esclav itud . En se n-
dos discipünas: el islam y el cr istiani smo . Al ser uno de los aspcct11 111l0est ricto, !.is nuevas tierras que es necesario abrir para que ingrese
más ant iguos <lelas identidad es negr~, al menos en algunas reglonl'·· ,·1islam constil uyen el dar al-liaru,el país de la guerra. En su pcnetra-
del cont inente, el islam es muy anterior a la trata atlántica y al períod1, t 1611 en África, esta aspiración belicosa - así como el apetito de lujos
colon ial propiamente dicho. Está constituido por diferentes tra<lki11 )' la brutali<lad que co nstituyen su coro lario - no impide que el islam
ncs que se organizan en cofradías. En ellas, la1.élites religios.1s re intc, t ' presente ante sus conversos como una propuesta de vida ética con
pretan el Corá n, lo enseñan e intenlan traducir sus protocolos en UII 111d.1s las de la ley.
orden jurídico imponib le tanto a 101.creye nte¡, como a los no-creyl'll La segu nda disc iplina es el c1istia nismo. En sus orígenes, la rcla-
tes. Desde este punto de vi1.ta, el isl.un funciona como un disposilivt1 L 1ón judeo-cristiana con África estaba dominada por la temática de las

forma l de gob ierno, como un a fabrica Je sujetos y co mo una figura dt· tt11ieblas¡ esa tragedia primordial que co nsiste en recubrir lo verdade -
b soberanía. ni ron superstic ion es de cualquier tipo. En el rei.lto judea -crist iano,

Sin embargo y pese a su diversidad, algo conec ta a eslas diferenh•~ AInca const ituye la m et:ífo ra por excelencia de la caída. Habitada por
tradiciones entre sí: el privilegio que otorgan a la fe en la determin,1 h¡;uras humanas encadenadas a la noche de sombras, viviría apartada
dónde las relaciones entre la identidad, la política y la historia. En mu 1ll• Dios. Esa sería, por o tra parte, b. esencia del paganismo: disfraz por
chas ,1spectos, la autoridad que estas tradiciones poseen es sed uctor:t y ludas partes, ausencia de discernimiento y extravío, rechazo a mirar
segura de sí misma. Las maneras de gobe rn ar, las formas de cree r y ch· ,•11dirección a la luz, en definitiva: corrupció n del ser. Sin embargo, a
llevar adelante el comercio están vinculadas entre sí según un princip111 L,relación belicosa característica del islam, el judeo-cristianismo opo -
de ,asos rnmunicanlcs. En África, si algo separa el islam de las otras re lll ' otra figura de la violencia: la de la misericordia y de la piedad. En
ligioncs, es sin duda la manera en que el acto de piedad tiene eco en d . lccto, el proyecto es quitar las cadenas, es decir, sepa rar lo que atañe
imp o nerse, la fe isl;imica no se priva ni del uso de l,1
,lcto gucrre.ro. P,11-.1 ,11mundo de las aparienc ias y <1 l régimen de lo falso de lo que es del
fuern ni de cierta estética de la vio lencia. Lis necesidades de probid,1tl n1dcn de lo verdadero. Porque las apariencias simulan una pr ese ncia. Y
y de salvación lcgitim.rn l,1sdenominadas guerras santas y las conver "' esta prese ncia la que se neces ita despertar (teo logía de los « jalones
sioncs feroces . Allí donde l.t conversión forzada logra prev,1lccer sob,~· ,k• espera » ).
la adhesión libre, un.1 relación ,11110 esclavo co mienza a sup erpone rse Por ello, en lugar de una vida puramente objetual - puesto que
a la relación creyente -infiel. 1°,tá desprovisla de contenido mora ] y estético algu no - , en vez d e un
Así como las leyes religiosa..,dclinen las moda lidades de pertene n mundo estático e inmutable lleno de má sca ras y fetiches , de una mol
cia y de exclusión , la observancia de los preceptos religiosos - có mn t1tud de objetos profanos y de un m ate rial humano en bruto , el crisli,,
vivir moraL11entc ante los ojos de Dios - co nstituye la co ndi ción para 111smopropone a los indí genas una man era de iniciació n a la perlCjl
ser adm itido en un a nación imaginaria cuyas fronteras ps íqui cas y l 1ón Je lo verda d ero, un proy ecto de liberac ión y de cura¡ en sín lc, is: l.,

simb ólicas se extiend en a lo lejos: la comunid ad de los creyentes . En promesa de un a vida nueva. AJ hacerlo, no deroga pura y simpl c11ll'11k
162 !6j

,.
Cri1ic;1de l., razón nt·gr., l1ili:rc11
c 1a y nu1,,,k1.:r111inaciú11

d mundo de la aJegoria. Establece un nuevo víncu lo entre este (1h11111 ,Jl11mdusivc en su etapa termü1al. Al igua l guc el islam y el crislianis
y d mundo del acontecimiento. El acontec imi ento es la promesa ,11 1,,.,, 1.1colonización es un proyecto de universalización. Su finalidad
una elección de salvación. La salvac ión supone un con junto de Hk, 111 hcribir a los colon izados en el espacio de la modernidad. Pero su
que, en virtud de su carácter hechicero, podrían se r calificadas cu 1111 , su brutalidad a menudo impertine nt e y su mal,1 fo hacen de
1il)t,lri<l,1d
mágico -poé ticas. Es el caso de la resurrección de los muertos, M1t·11, :fl., 1111ejemplo perfecto de anti libera lismo.
sublime que dom ina e.l deseo de un tiempo abso luto¡ esa exte11Mt1111 La íormac ión de identidades africanas contemporáneas no sue-
infinita constituida por el tiempo y el espacio de la inmortalidad 11 k lkv.-irsc a cabo de acuerdo con un pasado vivido como una suer te
precio qu e hay que pagar para acceder a esta promesa reside en el nh,111 ,, li.,da de una vez y para siemp re. Por el contrario, las identidades se
dono de un a existencia disip.iJa a cambio de la redención. La conv1·1 1 o man a menudo a partir de la capacid,\d de poner el pasado entre

sió n a la verdad revelada supone, a su ve1., un verdadero trabajo so l,1,· ¡,11vntesis - co nd ición de apertura del presente y de la vida en cur-
• Esto es, por lo demás, lo qu e <leja conclu ir una lectura histórica
sí, el borrado de cualquier id ent idad distinta y separadn, la abolic ión ti,, 111

la diferencia y la adhesión a una humanidad que en adelante se vo lw1.1 il1 l.11> reaprop iac ion es locales de las tres disciplinas an tes evocadas.
univen,aJ. ,\ ,1,,11proyecto islimico los africanos con traponen una respuesta que
1

El mismo proyecto de universalización se halla también en la colo ,,,,dría ca lificarse de asimilación creativa, En el seno de estas cu lturas
nización. l~sta se presenta, al menos en el plano retó rico, como hijo d1· Cl1r,1cterizadas por su oralidad, se relativiza la hegemonía del Li bro.
las Luces y, en este se nlid o, argumenta su poder en la ra:z.ónuniver11:il U nucleo doctrina l se reinterpr eta de manera taJ que se mantenga
La razón universal supone la existencia de un suj eto homónimo CU)' •• ,inpliamente abierta la respuesta a la pregunta so bre aquel lo que, de
universalidad esta encarnada por su humanidad. El rcconocimie 111 11 1110Joexclusivo, constituye a una socieda d o a un gobierno islámico.
de csla común humanidad permi te co nsiderar a cada individuo con 111 1k esta apertura - que es, al mismo tiempo, un rechazo a clausurar
una persona jurídica en la sociedad civil. Por lo demás, sólo se p uc,h· , 11.1k¡uier diálogo - emergen práctica5 popu lares d e observancia de
hablar de sujeto univers,1I si se admite una concepc ión del derecho l'll l.t le que otorgan gran importancia a las artes de la cura y la adivina-
la cual todas las personas son idénticas y revisten valor en sí misnw,. 11011 o, inclusive, a la interpretación de los sue1íos; es decir, al recurso

La discip lina co lonia l fom1aliza - y ju stifica a través de la razón - dos dl los mistici smos y de lo5 numerosos yacimientos órficos de las tra-
mecanismos de orga nización Je la sociedad y de lo político: el Esta do diciones loca les.
)' el mercado. El Estado aparece en principio bajo su forma prim1t1 El A.frica musulmana produce su1. letrados y sus reformadores .
va, la de una «co mandancia » , antes de transformarse en un <lispos1 l ..1 mayor part e son, al mismo tiempo, guerreros. Ot ros so n grandes
Livo civilizatorio de costumbres y hábit os. En su versión prim itiva, el ucgocia.ntes involucrados en int erca mbios a larga distancia. Escribas,
mercado se inscribe, por su parte, en e l imaginario autóctono bajo s ll 1·1uJitos, legistas y exégetas del Corán, incluso simp les esclavos y vales,
,1specto más abyecto: el tráfico de seres humano s. Só lo progre sivamen , onstr uyen la ciudad terrestre y reinterprelan los relatos heredados del
le, al inlensificarse el apetit o J e la mercancía, se transformará en un n Profeta co n los ojos fijos en las mercancías y, en algt1nos casos, sensi-
vasta maqu in aria productora de deseos. Inm ediatamente después Je hles a la llamada del lujo. Atentos a los detalles de lugar y situa ción,
co ncluida la Segunda G uerra Mundial, la discip lina colonia l permitirá uno s y otros reescriben el islam y la identidad africana a menudo J e
lllle los colonizados en lrevean otros tres tipos de bienes: la ciud adanía, manera inesperada, en un come rcio auda z con el mundo. De este pro
l.1nación y la soc iedad civil. Sin embargo, se les prohibirá el acceso a 1:cso eme rgen m uchas var iedades de l islam y la plu ralidad de cult uras

164 16'i

..
Crh ic.1 Je l,1raz{,n nc~101 Dircrc11
cla }' .1urodc1crn11n:1ci ó n

polf ticas de lo religioso. En la esencia de algunas de estas tradiciones, vincula constantemente al migrante con su lugar de origen. Algo d el
el Estado, por ejemplo, no es más que una de las posib les variantes ,fr r1rdcn de la imagen lo ata y lo atrae. Por su parte, la idenlidad surge en
las formas de organización soc ial. Apenas resume, por sí solo, el ima l.1interfaz que pone en contacto este ritual del arraigo y ese ritmo de.1
ginario de la comunidad. En otras tradicione s, es la propia autorid,td .dejamiento; este paso cons tant e de lo espa cial a lo temporal y de lo
políLica la que está some tida a suspicacias. ¿No se co rre el riesgo de qu ... m1,1g inario a lo órfico.
corrompa lo religioso? De ahí, po r ejemplo, que numero sos letrados El segundo factor tiene que ver co n una práctica de la frontera
defiendan la tesis Je! « retiro >>. En otras partes, la forma islámica c.k lllle destaca en tr e las identidades itinerantes,en tre las identidad es en
o rganiza ción de la ciudad no J1;!SG111 sa en los estatulos heredados, sino circulación. Históricamente, en África el arraigo al territorio y al suelo
en la sumisión espiritual al jequ e - en el caso de los sufís- . Incluso lue enteramente conceptual. En ciertos casos , las entidad es políticas
más allá, la adhesión vo luntaria a la cofradía prevalece sobre el servicio \'.,Liban delimitada s no por fronteras en el sentiJo clásico del térmi -
militar religioso. no, sino por una imbricación de espacio s mú ltip les constantemente
En todo s los cru;os, la pluralidad de respuestas doctrinales se pom· hechos, deshec hos y vueltos a hacer por las guerras, las conq uistas, lo
de manifiesto tant o desde el punto de visa teológ ico como desde el movilidad de bienes y d e personas. Co mplejí simas escalas de medida
punto de vista de las prácticas populares de la fe. Las lres catego rías permitían establecer cor responde ncias productiva s entre personas y
del juicio racional (a saber: lo nece sario, lo impo sible y lo contingen lOSas de manera tal que, como en el caso de la trata de esclavos, unas
te) suavizan con siderab lement e el dogma de lo divino absoluto. [.inal rodían ser conver tida s en o tras. Se podría afirmar que, al operar por
mente, una pedagogía basada en la memorización da origen a una cul olas, destinos provisiona les y esc ision es, la territ oria lidad pr ecolo nial
tura religiosa y profana donde no es necesar io dominar totalm ent e l,t cr.i una territorialidad itinerante. Y ésa era también una de las mod alida -
lengua árabe, y donde los signos esotéricos tienen igual o mayor peso des de cons titución de las identidad es.
que las realidades objetivas. De todos los cruces entre África y las re En otros casos, el dom ino de los espac ios descansaba en el control
ligiones monoteí stas, el isl:im es al que mejor le cuaJra la metáfora d<' ~obre los hom bres. Y en otros, inclu sive, se basaba en las localidades y,
las « nupcias entre el árbo l y el lenguaje » evocada por Walter Benja .1 veces, en una combinaci ón de ambos. Entre distintas entidades po-

min. Las ramas y la copa declinan con altura. Los ramajes no oc ultan liticas podían des plegarse vastas extens ion es, verdaderas zonas grises
ni su inclinación ni su inacces ibilidad. El follaje se eriza y tiembla bajo -.obre las cuales no había ni co ntrol directo, ni dom inación exclusiva,
las caricias de una corriente de aire o, a veces, co rcovea. Entr etanto, el 111 tutela cercana. A veces, las dinámicas espaciales, que tendían a ha-

tronco, siempre, se sostiene sobre sus raíces. ,.;cr J e la frontera un verdadero límite físico y soc ial, iban de la mano
Mucho s factores exp lican esta labilidad. El primero se refiere a dL•I principio de la dispersión y d e la desterr itorializa ción de las de -
la capacidad de extensión y de disper sión espac ial y, en consecuen pendenci as. En efecto, extranjeros, esclavos y sujetos podían depender
cía, de negoc iación de las distancia s. Así, en África o ccidental, varios de varias sobera nías al mismo tiempo. La m isma mu ltiplicidad de de-
cam ino s unen los mundos arábigo -bereberes con los mundos ne pendenc ias y de jurisd iccion es resp ondía a una pluralidad de forma s
gro -africano s. Las cofrad ías está n dispersa s alrededor de po los geo de territoria lidad. El resu ltado directo de esto era una extraordinar ia
gráficos a partir de los cuales se d isem inan. De ahí el carácter orga super posición de derecho s y una imb ricación de lazos socia les que no
nizaJo de las migracion es y de los inter cambios co merc iales de larga remitían individualmente ni al parent esco, ni a la religión, ni a la cas
disl.tncm. Pero sea cual sea el dis tanciam iento, una estr echa relación t.1. Estos de rechos y estos lazos se comb inaban con figuras de lo locnl,
1(16 1(,7

...
( rí1ka de la r,l/Íl n ,wgr.1 li,l~rc11d:1 y auwdc1c n11in:Kió n

pero tr.,scendiéndo las a l mismo tiempo . Diversos centros de pod1:r 1,11-.ictcr extranjero del islam de m anera compl.e ja. Su idenlidnd reli
pod!Jn tener peso en un mismo lugar que, a su vez, pod ía depender d1 ~msa se cons truye juntando palabras que sign.ifican cosa!, difcrcntc 1,
otro lugar adyace n te, lejano o directam ente imaginario. l'll diversos lenguajes y orde nánd o los en torn o a un s ignificado cenlr,1I

Ya fuera de un Esta do o de otro tipo, la frontera no tenb m ás M'll que, por cons iguiente, funciona a la vez como imagen y espejismo, pa-
liJo que !::is relac iones que ella misma manten ía con las otras form.1~ 1,\bol.1y alegoría . De buena s a primeras, y en la med id a en q ue logra
de Jiferencia y de d iscriminación soc ial, ju risdicciona l y cu ltura l. E11 lL•¡erenlre la esc ril1Jr,t y el lenguaj e víncu los onomatopéy icos, el islam
la práctica, és tas constitu ían las forma s de con tncto y de mezcla en u11 l •>11stitu yc el archivo m,1s pe rfec to de la se m ejanza en la historia elela
e!>pacio dado. En co n sec ue ncia, se trataba m en os de fronteras en 1ol lorm,to.:ión de identida des en Áftica.
sen tido legal de la palabra que de confines de países y de espac ios im Sin duda, comparándolo con l,1extensa historia del islam en el
hricados, tomados en su co njunto. Estas fronteras podían agra ndar ~l rnntinc nt e, el proceso de ósmosis en tr e el cr istiani smo y las formas
a través de co nqui stas o por medio de adq uis iciones. Muy a 111enud11 1
, 1111bóli
cas autóc tonas sigu e siendo re ciente. No son mcno1, co mpl eja1,
se carac terizaban po r su carácter exten sivo e ina ca bado. De modo qui' l.,srespuestas africanas al proyecto universa.li sta judeo-crist iano. Co n -
es verosím il pen sar que, en el pasado, los procesos de formac ió n ide n 111111.1doradel discurso nativi!>ta, la teo logía cristiana de África cr ista li-
titaría hu biera n estado gobernados po r la misma lógica que impera 1.ódesde sus orígenes en la:, nocio nes de pé rdida, escisión y an ula ción
ba en la in~titución de la fron tera, o inclusive en las luch,1s soc ia.le\ dl•!J iden tid ad que resu ltar ían del encue nt ro entre e l dogma cr istiano
la lógica. de rede s imbricadas una s con otra s seg6n el principio de l.1 y los universos autóctono s de 1,ignificaciones Y La hist or ia y la anlro-
m ez cla. Las instituciones eni:arga da s d e negociar la fronter.i so n 1,1' ¡,ología rec ientes revelan 1,in embargo que la práctica de los ac tores fue
mismas que 1.-i s encargadas de las identidades, de regular el co m e r ,.llmplct;1mentc di st in ta. Lejos de ser d movimiento abolicionista en sí
cio de caravanas , de cimentar las alianzas vertica les y late rales y, a ve 1111smotan temido por los teó logos de la inculturación, el cr ist ia nismo,
ces, de conducir la guerra . Adenüs, en la mayoría de los ca.sos, gue rr ;\, •,111se r d espojado lle su concepto, será e nt end ido a la in versa, descom -
movilidad y comercio están 1..ombinados ; en particular, all í donde l., puesto y tambi én reve1,tido de máscaras y del co njunto an ce:-;trnl d e ob-
guerra y el comercio van a la pa 1 de la propagación del islnm. No exi~ wtos dispares. A los negro s se les aparecerá co mo un inmenso c:impo
te comercio alg un o sin la capacidad de crear ,tlianzas tra.nsversa les, dl' signos q ue, un a vez d escifrados , abrirán el cam in o a una multitu d d e
de ex tender e inve st ir puntos nodal es en u n espacio e n movim iento pr.lcticas alejadas de la ortodoxia .~sLos africanos se sirven de él como
const ante. La gue rra es, siempre, una guer ra de movimientos. En eStt' ~¡ se trat, 1ra ele un espejo en el cual vieran re flejados su soc ieda d y su
contexto, la verdadera identidad no es ne cesariamente la que se fij;i histor ia.
;¡ un luga r determinado. AJ co ntrario, es la qu e permite negociar l.1 Es as í, m ayormente, cómo se enti end e la aparente faci lid ad con
trave sía de espac ios que es tán también e n movimiento, pue sto q ul· l,1 cL1alel cr istia ni sm o pud o ser domesticado y Lradu cido a los sisle-
posee n una geometría variabl e. 111a s locales d e inteligibilidad. Po r o tr a parte, se o íre ce ant e los africa -
Por último aparece el geni o mim é tico. Me no s por su exactit ud nos co mo alegoría y, al mism o t iem po, como estética. De hec ho, por
c.rílica, la historia cultu ral de l islam en África está comp leta m en te
\"'. llimwcnyi -Kwcshi, O., /)isco11
rs tl1~0/og11¡11c
11
égro-1ifr · tlc5 fo,1d~-
iw111./>ro/Jle1111
111,1rcada por un e:xtraord i11ario poder de im itación )' por un don sin
111rnb,Préscn cc Africaine , París, 1981.
1gu.,I p,1ra producir pare cidos a partir d e d iferen tes signos y lengua jei.. \8. Comaroff ,J. y Comaroff,J. , Of Rcvd111io11
ami Rcvolutio11.Vol11mc2, C hi cJgo U 111

N umero sas trad icio n es islámicas afr icanas resuelven el problema del \1·1si
1yPres~,Chicago, 1990.
168 169

,.
Dif<-n.:nciay allll>dc1cr111in:1
ciú11
C, írica de la r.wi n negr;,

el que, llevado al extremo, produce sihiaciones de


ll • gen io herético
esta razón el cr istianismo será objeto de un inmenso lrabajo sobrl" l.1
e- 1l',1ordinaria inestc1biliJad, volati lidad e incertidumbre. Si, co mo
formas y los lenguaje s. Uno de esos lengua jes es el del espíritu y •,11
, 1icnde a creer, África fue falsificada en el con lacto con el exterio r,
1uerza absoluta; la puerta de entrada a la utopía }' al espectáculo 1¡111
11orno dar cuenta de la folsificaci6n J la cual, en su esfuerzo por ingerir
autoriza un J esdoblamienlo constante del tiempo y una capta,11111
mvcrsa del mundo y de las cosas. Por último, no se debe subest in1111
d mundo, los negro s, por su parte, hiln sometido al mundo?
su poder de encantamiento. Como el colonialismo, el cristianismo,.,,
recib ido como si fuera un tipo de magia: una combinación de terr('I 1
Je seducción tradu cida perfectamente en las categorías de salvac11111
y redención. Desde este punto de vista, el deseo de soberanía, qul' ,.,.
sintetiza en la idea de la resurrección de los muerlos, es crucial e11J.,
recepción del cristianismo entre los negros. El poder de esta met,\h1
ra reside en su profundidad trágico-poética, en su violencia oníricn >
en su capacidad de simbolización. Por un lado, es la manifestación, l'll
todo su esplendor }' miseria, de los límite s del principio divino en ~,
mismo: la historia de un Dios cuya existencia termina en una cruz. P111
otro lado, en este sueño reside un poder de encantamiento de la vid.1
humana en sus aspectos más inasib les: el triunfo de un hombre revcs l 1
do con lodos los atributos de la soberanía divina y cuya omnipotenc1,1
estalla en la noche de la muerte, al salir del se pulcro.
En la mayor parte de los movim ientos pentecostales de Áfric,1,
este poder de encantam iento y de simbolizac ión se utiliza como un re
curso. Éste hace posible que el creyente piense su existencia no en té1
minos puramente pol! tico-instrumentales, sino ese ncialmente comn
L111gesto artíst ico y un proyecto estético abierto tanto a la acción sobrl'

sí mismo y sobre el mundo, como a la mediac ión y a la contemplación,


En consecuenc ia, no podría existir discurso alguno sobre las formas
contemporáneas de la identidad africana sin tener en cuenta el gen il>
herético que sirve de fundamento para el encuentro de África con el
mundo. De este genio herético prov iene la capacidad Je los africa nos
para habitar var ios mundos al rnismo tiempo y para situarse simu ltá-
nc.1mcnte a ambos lados de la imagen. Este mismo genio opera por
envolvimiento del Slljeto en el acontecimiento, a través de la escisió n
de las cosas, de su desdoblamiento y de l aumento de teatra lidad q ue
,1rnmpai1a, una y otra vez, a cualquier man ifestación vital. Es tambié n
17 1
170

.,.
r.
4
EL PEQUE ÑO SECRETO

l!n muchos aspectos, este capíLuJo toma distancia de las preocupacio-


•s que
11~ gcnernJmenle dominan los debates sob re la memoria, la histo -
1i.1y el olvido. La preocupación aqu í no es intent ar precisar el estat us
,k la memoria en las ope raciones histor iográficas ni en los procesos de
1 unoc imiento en genera l. Mucho menos, discernir las relaciones entre

memoria colect iva y memoria indi vidual, entre memoria viva y memo -
11,1mucrta . Jndud ableme nte, resultan com plejas las difer encias - pero
1.1mbién los pa rentescos - ent re la memori a en te ndida como fenóme-
1\ll socioc ultural y la historia en cuanto qu e epistemo logía . Ad em:ís, las
1nlc1ferencia s que existen entr e el discurso histó rico y el discurso de la
memoria son evidentes. Por ello, de lo que se trata aquí es de decir algo
sobre la manera en que sería pos ible pensar los modos J e inscripción
de la co lonia en el texto negro.
Esta manera de definir el st1jeto presenta dificultades evidentes.
Las forma s negras de movilización de la memoria en la colonia varían
~·n función d e las épocas, los desafío s y las situ aciones. En cuan to a
los modos de rep rese ntación de la expe riencia co lonial propiamente
dicha, van desJe la conme morac ión activa al o lvido , pasando por la
nostalgia, la .ficción, la represión, la amnes ia y la reaprop iación, incluso
por diversas formas de instrum entali:,,ación del pasado en las luchas
soc iales en curso. Co ntra cstai, lecturas instrumentali stas del pasaJo,
se subrayar á aquí que la memoria, tanto como el recuerdo, la nost algia
o el olvido, está con stituida ante todo por un entramado de imáge nes
psíquicas . Efectivame nte, bajo esa forma surge la memona en el campo
simbóli co, polít ico e, inclusive, e n el J e l,1represenlación. Su conten ido
est,i formado por imágenes de experiencias primern s y originarias qu e
tuvieron lugar en el pasado y de las cuales no existen necesar iament e
testigos . Tanto en la memoria, en el recuerdo o en el olvido, lo imp or-
t,rnte es menos la verdad qu e el juego de símbo los y su circu lac ión;
17:l

..
l'.1pcquc nn ,ccr<:tn
C rí1k.1 J, la '"'e',"neg ra

l,1sd1stanLias1 l.1smentiras, las dificult ades de circulac ión, los míni1111, ~1,,.-ntc, « répl ica qu e se lom a por el cuerpo mismo, que tiene su apa-
,H..los fallidos y los lapsus; en deíiniLiva, la resislencia a la confos11111
1.1 exacta, su atuendo, sus ge1.>los
11•11( y su voz>>,y que parti cipa.de una
En u1anto que potentes comp lejos de rep resentaci ó n, la memori,1, d ,111hra cuya esencia es evanescente - lo que no hace más que fomcn-
1
recuerdo y el olvido so n, estrictamen te hahlanJo, actos sintomálir ,, 1,, w poJer morfógc no- .
falos actos no tienen sentido más que en relación con un secreto q11i' A través de sus literaturas, músicas, religiones y artefactos cul-
no es ta l, pero cuya confes ión, ele todos modo s, se niega. Por ello rc1111 1111,,lcs, los negros desanollaron entonces un a fenomeno logía de la
,110111.1. En muchos aspectos, ésta rem ite a aque llo qu e en psicoam1-
Lena un a operac ión psíquica y a un,1 crítica del tiempo.
Particularmente, el interés recae aquí sobre esto s aspectos de l., h,1~se denomina « experiencia del espejo» . En esta escena se juega la
memo ria negra colonial que hacen de esta última, por un lacio, el lug,1t , 111'1'rontacióndel colonizado con su reflejo especular y la relación de
de la pérdida y, por otro, el lugar de constituc ión de una de uda. Q11 l· .iplura que acerca su descendencia a la imagen terrorífica y al demo -
en los textos canón icos negros la co lon ia aparezca ante todo co mo d 1110del otro en el espe jo: su tótem. De forma más radical , en los textos

lugar de una pérdida y que, a sn vez, ésta haga posible el reclamo de u,i.i , .,n6nicos negros, la colonia aparece siempr e como la escena en la que
deuda ent re el excolonizado y el excoloniza dor , se vincula co n la nal11 rl yo ha sido privado Je su tenor y reemp l,,zado po r una voz cuyo sen-
raleza misma del potentado co lonial y con la manera en que éste sat.1 1,do es tomar cue rp o en un signo que desvía, revoca, inhi be, suspende

provecho de esos dos genda rmes que fuero n, por u11,1parte, la funció11 v frena cualquier voluntad de auten ticidad. Por esla razón, en estos tex-
del terro r -s u parte maldita - y, por otra parte, la función fantasm~ lns, hace r memoria de la coloni a sup one casi siempre acordarse de un
tic,1-su pegueño sec reto - . Dicho esto, es cie rto que co nstruir un.1 descentramiento pr imordial ent re el yo y el sujeto .
memor ia J e la co lonia no significa so lamente comprometerse en un Deesta difracción original es posible deduci r generalmente que el
trabajo psíquico. Es tam bién llevar a cabo una crítica del tiempo y dl' yu auténti co se habría co1111ertidoen otro. Un yo extra njero -a lienado-
los a1tefactos q ue tienen la pretensión de convertin,e en los sustitut o.~ k1br!a usurpado el lugar del prop io yo, hacien do del negro el por ta-
últimos de la susta ncia misma del tiempo (estat uas, t1pi<las, mon u dor, ,l su pes;ir, de significaciones secretas, osc uras intenciones, de algo
mentos, e figies). del o rden de lo ominoso que dirige su existenci;i sin que lo sepa y que
wníie re, a ciertos aspectos de su vida psíqu ica y polit ica, un carácte r
nocturno, inclusive demoníaco. Se alega que Occidente habría sido el
4 . l. Histor ia del potentado
único culpable de esta fractura inte rn a. El proceso de cura apuntaría a
En las prop ias escrituras negras, la colonia surge como una esce na ori- poner té rmi no a esta lisura ps íquica. Escapar a e/lo - la colonia como
ginal qu e no só lo com pleta el esp acio del recuerdo como si se tratara figura de la intru sión y de la discordancia - exigiría la resta uració n en
de un espejo . Tamb ién aparece repr ese ntada como una de las matri ces el sujeto de una matr iz simbólica original - la tradición - capaz de
s1gnifican les del lengua je del pasad o y del presente, la id entidad y la imped ir la fragmentac ión del Luerpo negro. En consecuen cia, el ex-
muerte. Al mism o tiempo, la coloni;i es el cuerpo que le da robustez 1.:olonizado pod ría en adelante nacer en sí y en un mundo que sería
y peso a la subjetividad, conv irtiéndo la en algo que no só lo se recu er- plenamente suyo. Al mismo tiemp o, l;i locura a la cual lo cond ujo el
d,11 ~ino que se experiment a visceraJment e mu cho tiempo después de espejo podría ser definit ivamente conj urada . Así las cosas, no ucbcrí,,
su dcs.1p,ll"
ición formal. Al hacerlo, los negros le otorgan los atribu tos
l. Vcrnanl,J. ·P., Figures, ,tioles,111a.11¡
1us, Ju lliard , París, 1\/90, p;ig. 29.
dt• un;i potencia in,wg ural, dota da de una psycl,e, ese doble del cuerpo
175
174

...
Cri 11cn Je• l., ra✓ón nq;m El pcqu~oio sccrcr,,

sorp render que le fuera acordado a la co lonia un lugar tan ce ntral en d ~uslancia » , y violen cia e injuria con respecto al futuro, <<puesto que el
discurso sobre la estructuración del « yo» negro. Tampoco debe rfa ll.1 ,~·gimcn colomal presume Je ser eterno».~ Pero la violencia co lonial es
ma r l.1atenc ión que la colon ia fuera co ns iderada un a exper iencia c1•11 L'll realidad un a red: el « punto Je enc uent ro d e vio lenc ias múltiples,

d.11en el adven imi ento Je e~e sujeto. Por un lado, esto se vincula co n l,1 d iversas, reiteradas, acumulativas » , vividas tanto en el plano espiritual
natura leza misma del poten Lado co lon ial y, por el otro, co n la manern 1 omo en el de < <los músc ulos, de la sangre » .~ Según Fanon, la dimen -
en que éste produjo sus sujetos y co n cómo estos sujetos acogieron 1·1 i;ión m uscular de la viole ncia co lonial es tal que inclusive los sueños del
poder que presidió s u llegada al mundo. rndígena se ven profundamente afectados por ella. La tensión musc u-
. Fanon, q u e lo experimentó en carne propia, hizo notar en Sll
r-:ranl'7 1.ude l co lonizado se lib e ra peri ód icamente, ya a través de explosione¡,
momento q ue la colo nia es el resu ltado de una <<congu i<;tamilit ar co n ,.inguinar ias (en especial las lucha s tribales), ya a través de la dama
Linuada y reforzada por una administración civil y policial » .2 En otras y la posesión. A decir ve rd.1d1 prácticas como la danza y la pose s ión
palabras: o rigina lmente fue la guerra la mat riz principal de cs la técnl constituyen, a los ojos d e Fanon, modo s d e relajación del colonizado
ca de la dom inación 11:unada co lonización; forma máxima de la luchaLf que t iende n a adoptar la forma de una « orgía muscular en el curso de
muerte. Parafraseando a Ivlichel Foucau lt, se podría añad ir que en la co la cual la agresividad rná!>aguda, la viole n cia más inm ediata, so n cana -
lonia esta lucha a muerte fue un a ¡,ri.1errade razas.J Es esta relación o rigi l1z,1das,tran::;fonnadas, e~camote ada s».-
naria de fuc1~tas,esa primera relación de enfrenta m iento, lo que la adm1 Asim ismo, Fa non mo stró que la co lo nia deb ia ser co nsiderada
nistración civil y la policía se esfuerza n por trarn,fonn ar en una rel,tción como una formación d e poder Jetada de una vida se nso rial relativa -
1.ocial permanenLe y¡en definitiva, imborrable de todas las instituciones mente prop ia." Para fu ncionar, esta formación Je poder debía ado sarse
co loniales de poder. Es la razón por la cual Fano n alirma que la vio lencia .1 un dispositivo fantas mát ico en el cual cua lqui er repre:,cnta ción d el
no sólo es wns ust an cial a la opres ión. La duración en el tiempo de un gesto co lonial íunJaJor habrí a estado co ndenado al fracaso. Antes q ue
sistema así, él m ismo instaurado a p,1rlir de la violenc ia, es - concluye Fano n, Aimé Césai re h abía subrayado que, en or igen, la co lonia era
Fano n- <<una función del mantenim iento de la violenci a>>.4 sus tentada por dos so mb ras ma léficas. Por un lado, lo que Césaire lla-
Esta última Liene tres dimen siones. Es « violencia en el compo r- maba los apetitos o las codicias. Por otro lado, la fuerza: especialmente
tamienlo co tidiano » del colonizador frente al colon izado, « viole ncia el asesinato, el pillaj e y el embrntecimiento . Y añadía « las vo luptuo -
co n respecto al pasado » del co lon izaJo « el cual es vaciado d e toda ~idade s sád icas, l.os innombrable s goces que estremecen la carcasa de
Loti al captar del otro lado d e su catalejo de ofic ial una reg ia ma sacr e
2. F,inon, F., Puur la ré11ol11r1ori cifricai11r. /~mis riolitir¡11l's, en U: uvrc~, op. cit., pág. 760. de anam itas». Césa ire y Fano n exp licaban que este gesto arcaico (ase -
[Trad. esp.: Por /11revolución efrirn11 a, Fondo de Cultura Económi ca, México D. F., sinar, pillar y embrutecer) cons tituía la pnr tc maldita de la colonia y
1965).
1. Fouc:rnlt, M., « 11faut déícndrc la S<'ciéto:...~, º/'· ni., pág. 5 1. l lay que ente nder
tenía su o rigen en b r azón sacr ificial -e sa que, obstin.\ndose en « ver
,Juc, en Inobra de Foucault, el térmmo « rn·,~-i»no posee un senti do biológico cst.iblc. en el otro a la b estia, se en trena para tratarla como tal » y, por último ,
1\ vece~ designa divis1one~ históm:o -polílica~, otras veces difcrenci.1s de origen, de
nguJ, de religión y,sobre Lodo, un Lipo de vínculo que sólo se estab lece a través d e la
IL• 5. IIJfd.,pág. 4 l 4.
vi,,lcn,ia de la gt1en-a ( p,ig. 67). fTrad . esp.: / lay que defender la :.ocicdad.Curso e,, el 6. Jhíd.
C11llt'g~ d.-Fr,mc,• /9 7S-/97ó, Akal, MnclriJ, 2003]. 7. Fanon, E, Les Da11111és d.:la terrc,cn <Euvrcs, n¡,. c,t., p.íg. ,167. ['lr .1cl.e,p.: Los con·
1 F.111,,n ., .._r ourqu oi nous employons la violcncc, Anncxc de 1.i\n V de la révolu-
, J-l de11 ,ulos de la licrm, r:ondo de Cullura Eco n6m 1c.1,México D. F., 1983 ].
ti11n .il¡¡é, 1cnnc» , en CEuvrcs, op. cit., pág. 414. 8. f/Jid.. pág. 53 y SS.
176 177

..
Crír ica d. b ra11ín negra El 1xquc110,euc to

tcl'mina transformando al mismo colono «en bestia »-.'' En otras 111dad»,un lugar donde, paradójicamente,la div isión y la separación
p,1Jabras, las raíces profundas de la co lonia habría que bu:.carlas en la (c,o que Fanon denomina « el principio de exclusión recíproca >>1:)
experiencia sin reservas de la muerte o, inclusive, en la experiencia de l rnnstit uían las formas mismas del estar-con y don d e l:i.forma principal
gasto Je l.1vida - gasto que , es sabido, constituyó uno de los mnyores ras- de comunicación entre los sujetos coloniales y sus amos (.1 saber: la
gos de la historia de Europa¡ de sus operaciones socinles de producción vio lenc ia y las prebendas) recor daba constantemente la relación sac ri-
y de acumulación, de su forma estatal, de sus guerras, inclusive de sus licial y rJtificaba el inter cambio activo de la muerte brevemente evoca-
producciones religiosas y artísticas- y cuyo punto de inrnndesce nda do en estas mismas página!>." Según Fanon, en la relación entre me -
es la raza, puesto que en ella se manifiesta el de,eo de sacrificio. Hl dicina (curar) y coloniali1>mo (herir) es donde todas eslas paradojas
Fanon resaltaba también que la vida en la co lonia no estaba hecha ~e perciben mejor. 1·1 El cuerpo que a veces es encc1i-ado « desnudado,
só lo de pulsiones y tensiones, de trastornos psicosomálicos y mentale!> enca denado, obligado a las labores, golpeado, deportado, muerto » es
- una vida nerviosa por estar alerta constanle111ente - . También sos el mismo que, en otro lugar, es « curado, educado, vestido, aliment:i.do,
tenía que el potentado colonial se basaba en dos lógi cas contr:i.dicto- remunerado » ." En la colonia, el sujeto en cargado de los cuid.1dos es
ria:,. Ambas tenían por efecto anular lisa y llanamente cu:i.lquicr posibi - d nusmo que, en otrn parte, e1.objeto de la desfiguración. 16 Durante
lidad de emergenci:i. de un sujeto autónomo en condiciones coloniales. l.1insta ncia de la cura, aparece como desperdic io huma no, desecho y
Pese a las apariencias, la primera de esas lógicas cons istía en no :i.ceptar residuo en la medid:i. en que, sujeto disminuido y expuesto sin cesar
,l las herid,1s, fue d es honrado previa mente como lo fue el esclavo en
la diferencia. La segunda, en rechazar las simi litude s. En esto, el po
tiempos del régimen de la plantación.'; Figura Je la indign idad y de
tentado colonial se revelaba como un potentado narcisista. 11 Al desear
l.1vulnerabilidad, mo ldeado ac¡uí y allá por trozos de una humanidad
que el co loniz:i.do se le parezca - pero proh ibiéndolo al mismo tiem-
po , el potentado hace de 1:i.colonia la figura misma de la «ant ico mu - 12. Fano111 F., / .e_,()w1111és de/,., /erre, op. cit., p.ig.454. [Trad . esp.: Los comlma d os de la
t1crm1 Fondo de Cult ur.1Económ ica, Méx:ico D. F., 1983].
9. l:n este scn tiJo, F:mon se refiere a «es ta Europa que no deja d e hablar d el hom br<, 1.1.Esl.1,mposibilidJd de la « comuni,lad », Fanon la cxprc:,a de l.1siguiente manera:
al mismo tie mpo que lo asesina por dondcquicr.1 que lo enn rent r,1,en toda., l.1sesc1u1 , rl col,miali~mo no es una máquina de pem,1r1 no es un cuerpo do t,1do d e rJzón. fa la
n.1sde su~ prop i.1scal les , en Lodos los rinco ni:, del mundo » . O mdusivc ,1 ,,es a far violencia en estado de naturaleza y no pncdc inclin,1rse sino ante una violencia m.1yor» .
r,1pa lJIIC nunca ha dejado de hablar del hombr e, t¡uc nunca ha dejado de prc>clamar O inclusive: «P,u.i el coloni,.ado, la v,da no puede ~urgir sino del cadáver en desco mpo -
que sólo le prcocup.1ha el hombre, ahor,1sahemos con qué sufr imien tos ha pagado l.t ,ición del colono ». (Fanon, r:.,Les D1111111ó ..•1 op.cit., pág. 470 y p.íg. tf95). [Trad. esp.:
lrnmanid:1d cada un,1de b s vinorias de su espínlu » . (1/,fd.,pag.674). / ,J.,,·011dc111u/os
eleIn fierro, Fondo de Cultur,1 Económíca, Mcxico D. P., 1983].
JO.Bataillc, c.;.,/.a Par/ 11umd1te prén!th'e1/cL11Notw11de déprnse, Minu it, París, 1967; 14. Jbfd., pág. 240. Léase igualmente el capítulo 5 de Los comlc11udosde /11tierra, así
An-n,lt, H., /.es Orig111es ..., op. c,t. (en p,rrticular d capitu lo sobre « raza y burocracia, .•) como el capitu lo 4 en LJ\11V de /,1n!110/11tio11 algér;c1111e.
f Tr.1d.esp.: Los orfgL·11escid totolirnrisnro, Taurus, Madr id, J97,1]; Jüngcr , E., L'f:lut IS. Bayart,J.-F., Le Go1111cr11er 11ml du 111011cle. Une critic¡11c polit,quc Je la globC1/isat10111
1
1111/1ersc/suivi de Ln Mo/,,i/isaliontotafo, op. cit. 1Trad. esp.: L,, paz: scg"ido de El 11ucfo Fayard, P.1rís,2005, pág. 208¡ Verge:., F.,AL,olirl'cscl,wage:11111;utopre colu11iale. Les a111-
,~o,d,11110 , Ji/.:stado1111md111/ y Alurn.:,011 m Verd1í11 , Tusquc ts, B.1rcc lona 1 1997; y Sol,,,. l1ig11i"lés,f1111e
µr,/i/11¡11c/w 111 11ni/111re, AJbin Michcl, París, 200 1.
d dolor: scg11iclv de /,a mtJl'iliz,i ció11lo/11/y Fuegoy Mo11/111ic11to, Tusquets, lfarcclon,11 16. Fanon, F., Pc,1111101rc ..., o¡,. cit. [Trad. c~p.:Piel 11c s b/a,IC(IS, Akal, Ma •
g m, t11<ísce1ra
199(\]; Le,•in,151 1:..,Q11dr¡uesr,if/exw11ssur l,1philosophi,•de /'/1irlcns11 1e, Payol & Riva drid, 2009 j.
go:,l'.1rís, 1997. [Trad. esp.: Alg1111as n:flexiu11es,ol,re la fi losofí11del /ritlcrisnw; El mi¡/ 17. l lartman, S. V., Sce11esof S11/ljcctio11.Terror, Slavery, ~111</Se!f-Making in Ni11e tc-
rl!'ll1e11/a/, Fondo de Cu llurn Económica, Buenos Aire~, 2002 ]. n1t/1-Cc11lwy Amaica, Ox.lord University Prc.ss, Oxford, 1997; Savitt, T. L., Medic1111 '
11. Rn~nl.110,G., Le Sacrzjice.Repcrespsyrl1arw~vti,111es, l'UI', Parú., 1987, pág. 30. [Trad. mu/ Slm•ery.Tl,r /)i.<cus e, nll(/ f-Jca/1/1Care ,,j B/11.-ks i11A11tehellimr\lirgi,rin,U111vcr\il y
\'~Jl-' /o:/rnm/iciu. Est11dio psíw,11,n/(f,co, Nt,eva Visión, Buenos Aires, 2004 ]. oí llli11oisPres~, Urbana , 2002.
178 179

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Cl'í1ic.1(l., l,1 ra1.<Ín11cl'r:1 CI pc<.p1cño ,~uc 10

disp,1ratacla e irrisoria, en adelante no responde más que a la abyeccm11 lt• tomar forma en el núcleo mismo d e prácticas q ue, llevadas a cabo
y .1las misma s fom1as de miseria a las cua les había sido rcbajado. 18 ., LO!usión
1•1 entre el cuerpo médico , el cue1-popolicial y el cuerpo mili
De buenas a primeras, en lugar de inspirar empatía, su sufr imicnl11 1
l.11,·' apu ntan .1 la salud del hombre y tienen como objet ivo vendar las
y sus gritos suscitan mayor asco. En consecuencia, en esta relación tp11· ll.1g.1sy hacer acallar el dolor. Pero también la tortura tiene por efecto
se entabla entre curar y herir aparece, con toc.1asu violencia, la parado¡.1 11t •rvertir a aquéllos que la instrwnentan. En particu lar, ése es el caso
del « mandato » , potencia grotesca y brutal que, en su origen, rci.'1111 d~• t:ierto s policí as torturador es que estuvieron al borde de la locura,
los a tributos de la lógica (la raz ón), de la fantasía (lo arbitmrio) y d1 obsesionados con sus víctimas durant e la guerra de Argelia: « Golpean
19
la crue ldad. La vida pulsionaJ del « mandato » es inseparab le de l.1 nin dureza a sus propio s hijos pue s creen estar aú n frente a los argeli-

manera en que la autoridad colonial es percibida como un potcntad~1 ll() S. Amenazan a sus propias muj eres pue sto qu e ·•yo amenazo y eje-

racial, es dec ir, como una guer ra contra las « razas inferiore s» .20 Es lti l lltO todo el <lía".No duermen, porque al cerrar los ojos escuchan lo s
25
es así independientemente de si se trata de actividades de destrucción ~rilas y los lamentos de sus víc timas » .
(como por ejemp lo las guerras, la tortura, las masacres o inclus .ive los El potentado colonial se reproduc e entonces de muchas maneras
geno c idios), del furor dirigido contra eJ indíg e na, de manifestacioncN diíerentes. En primer lugar, inventando la figura del coloniza.do.u • A
de poder en contra de este i'iltimo en cuanto que obje to o de activi ,o ntinuación, aplastando esta invención de no -ese ncialidad, haciendo
dades puramente sexua les e inclusive sádicas. Refiriéndose al caso Je ella una cosa, una bestia o una persona humana en perpetua trans -
particular de la tortura, Fanon afirma que « no es un accidente o un formación . Y, fin.-ilmentc, hiriendo continuamente la humanidad del
error, o una falta. El colonia lismo no puede enten derse sin la posibili sometido, multipli cando las herid as en su cuerpo y arremetiendo con-
lr :l su cerebro con el objetivo de dej ar en él secuel as: « Porque es una
<lad de torturar, de vio lar o de masa crar. La tortura es una modalidad
negación sistemáti ca del otro, una decisión fanática de rechazar en el
de la relación ocupante -ocupado » .21Comienza a partir de una escena
otro cualquier atributo de humanidad; e l colon ialismo empuja al pue -
pública: el padre que es ~<desvalijado en la calle en compai'tía de sus
blo dominado a formularse continuamente la preg unta : "¿Qµién soy
hijos, desn udado al mismo tiempo que ello!>,y torturado a la vista de
1 yo e n realidad? ".»P Fanon dice que ba!>ta con « estudiar , apreciar el
ellos» . i Prosigue con « los electrodos en las partes genita1es » 2 ' antes
número y la profundidad de las h er idas infligida s a un colonizado du-
18. Vaughan, M ., C11ri11 g Thcir 11/ s. C.1/n11i 11/Pmwr rr,u/Africa11///11c$.<,Pulity Prcss, rante uoa única jornada pasada en el seno de l régimen colonial » , para
L.1mbriJgc , 1990; Hun t, N. R., A Coloniíll L,·.i:icon of /Jirt/1Ritual, Mcdrndrz t1/io11, a111/ co mprender el alcance de las patologías mentales producidas por la
Mol1ililyin //re Congo, Dukc Unjvcrsity Pre.~,,Du rham , 1999.
IQ. Mbcrnbc, A., De la pos/folome.c5sai <rt r l'imag11wtio11 dans l'i\f,·fr¡ue co11-
politi1¡11c
opres ión. 2~ Por otra parte, « mandar » exige, sobre todas las cosas, po -
tm1JJomine,Kar ú1ala, París, 2000 ( véase capitulo 4 ). der imponer el silencio al indígena . En muchos aspectos, la colonia es
20. Arcndt, 11.,Les Origines..., op. cit. [Trnd. esp.: Los odgcrres riellal1Jlitarismo , Tuur us,
M.,clríd, 1974). Véase también Lccour Grandmn i~on, O., Colomscr.E:,;trrmi11cr.,'rnr lt, 24. Ver l'dnon, F., / /\11V..., oµ. cit. (en particular el capítulo « Mcdc cinc el co lnni,, li~-
•~11crt'<' et l'Ét,1/ colo11ia/,flaynrd, París, 2005. 11H.
' ») ,
2 1. l-.\1\011,E, l'mtr /,1r.' vo/11tio11a_{¡-;camc, op. di., pág. 747. 1Trad. esp.: Poda r,' vol11 c1611 2S. luid., p:ig. 748.
11/rnwr,,, Fondo de Cultura Económica, México D. P., J965 J. ..., op. cit., pág. +S2. [Trad. esp.: Los condenadoscfr /11tierra,
26. fonon, ·i:., Lc.s /) 1111111és
22. F.111011, P., Li fo V de la ré110 /11tio11algb-ic11 11e, op. cit., pág. 334. Fc,ndo Lk Cultur ,1 Económ ica, México D. Ji., 1983 ].
n. P.111011,P., Les Dam11é s de /,1 lcrrc, ºfl· cit., p,lg. 468. [Trad. esp.: Lo.<co11r/mados tic la 27. lbirl.,pág. 62.S.
/lr, 1,1, Pondo de Cultura Económ1c.1, México D. P., 1983]. 28. lliíd., pág. 626.

180 181

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FI pequeño sc-crc10
Crí1.ica de la r:t1.ónnegra
,:111t-11
do nues tro propio méto d o. Además, a las que dejamos sub sistir
un lugar donde no se le permite al co .lonizado h ab lar por sí 111is11111
y 111 11
¡_,. n•h,,utizamos con nombr es franceses » .El potentado qu.iere aco -
para sí mism o. Es ta negación de la pa labra tiene relación co n el rn11l1 el m undo que en cuentra de acuerdo co n una lógica qu e le sea
1n<11l.1r
na miento del colonizado a la. esfera de la aparición desnuda: sea nu,¡¡ , 111vcnicnte . Para llevar ade lante esa operación , compro mete una gran
desecho o residuo, se a como ser vac iado de todo ten or, es aquél rnv 111tid ad de afectos y de encrgia. Ya se trate de modi6.car los sistema s
vida, desprovista de toda significación qu e no sea aqu ella qu e l.eot111
r,,1 111t1n1 las, de tratar co n el dinero y el valor, de tran sfo rm ar los modalida-
el amo, sól.o tiene valor, est ri ctam ente hab lando , por su apt itutl I'•"11 1,mbabitacionalcs, de vestir a1co lonizado o de curar al indí gena, es de-
gener ar beneficio. El cu er p o del co lon izado debe transfo rmarse c11·,,¡ . 11, de tra nsformarlo en un nu evo « sujeto moral » , el potentado no 12 se
propia tumba . El « mandato » no sólo prete nd e causar perjuicio c11"1 11v1• 1p,üema de sus fan tasías. Por el contrar io, apenas las disimula. - Por
nombre de la « civ ilizac ión'>>
. Mandar debe ir de la 1nano de la vo lu11 ~.1 r,11.ón,el acto de co lonizar tiene algo d e d ionisia co, a.l go del orden

tad de hurnill ar al indígena, de injuriarlo, d e hace rlo sufr ir. Al mi :,11111 ,11• una gran efusió n narcisista . La me·ida de voluptuosidad, frenesí y
tiempo, ese sufrim.ien to debe producir ciert a sa tisfa cción y, eventu .11 , 111eldad,de ebr iedad y ensuef10, es una de las dimensiones estr uctura -
mente, producir piedad o asco. A fin de cuent as, si es necesario prlv,11 11·~de la em pr esa colon.ial. Sólo puede en ten derse a partir de esta forma
al indígena de su propia vida, en lo posib le esa mu er te debería llc~,11 11lcnc ;mta.miento que es1 al mismo tiempo, agitación y tumulto. ¿O
lo más ce rca posible del fango .i9 Convert ido en sombra erran te, dcb, ,,raso el mundo colonial no posee la mayoría d e las carac ter ística s qu e
franqu ear su mu erte sin cruza rla. Nict1.sch e le atribuye a la tr age dia griega?: « Aquel fenómeno de
Por otr a parte, e l potentado co lo nial se esfuerza por crea r llll ,¡ue los dolores susciten placer, de que la alegría arranq ue al p echo so-
mundo pr op io a part ir de los restos de mund o que ha encon trado en d 1\ldosato rm enta dos», mientras guc « en la alegría mas alta resuenan el
luga r: « Para ha cer desaparecer mejor los vestigios ele la dominaci611 grilo de espa.nto o el l::tmento nostálgi co por una pérd ida insustituible » .n

ene miga, previamente hablam os tenido la preca u ción de lacerar o de


qu emar todos los documentos escritos, registro s administrativos, pie
,1.2. El espejo enigmático
1,as au ténti cas u otras , que habrían podi d o perpetuar las huellas dl·
aqu ello que se había hecho antes de nosotros » , cuenta Alex is de Toc - La raza está en la esenc ia. misma d e esta traged ia. En gran m edida , la
queville a propósito de la ocupación francesa de Argelja ,1° Y co ntin úa: r,iza es un a moneda icó nica : apa rece en m ed io d el come rcio de las mi -
« La conq uista co nstituyó una nueva era. Por tem or a. mezclar de unn radas. Es un.a. moneda que tiene la fun ción de convertir aqo e llo qu e
manera irracional el pasado con el presente, destruimos inclusive se ve o aqu ello qu e se elige no ver en un a espec ie o símbolo dentro d e
una gran ca ntidad d e calles d e Arge l co n el objetivo de reco nstmirl as una eco nomí a general de lo s signo s y de las im ágenes que se int ercam-
b ian , circulan, se les atribuy en o no valo r, y q ue aotoriz an u na se rie
29. Véase, por ejemp lo, el relato de l asesinato y po.~tcr ior profan ación del cadáver
dd líd er naciona lista camt.!run és Rub en Um Nyobc en Mbcmbc, A., La N(lissw1t"cdu
111mrw, de la mison c11<"<
,l,ms le St1d-Camerow1 ( 1920- 1960). Histoi.-ce/e, 11sngc.1 >lonie, Jl.l . /bid.
'.\ Sobre b. coloni1.:ici6n co mo c:cpericncia de sub¡etivación, ver Bayart,J.-F., Le Gi•ll·
Kart hafa, Parí~, 1986 , pág. 13- 17. Tamb ién J e Witte, L., Lit<sassi 1111t
rle L11m11111ln1
, 1•cnic111c nl d!l mcmde,op. cif., págs. L97-250. Véasetambién Comaroff,J.L. y ComJmtT,J,,
l(.,r th ala, París, 2000 , págs. 223-278. [Trad. esp.: El asesina/o rle L1mum1l1a1 Criti ca, OJ Rcvd,1/io11a11dRc1,0l111iou, oµ. cit. (en par ticula r d el capí tulo 3 al 8) .
lh1·.:clona, 2002] . :~ de l,1t,-agé1lie, Gallim ard, París, l9 77 , pág. 3'1.{'l'r.11
33. Nietzsche, F., La N(l1.ssa1·1< 1,
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ci111ic
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182

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' (·cn·111
lh• juicios y actitudes prácticas. Es posible afirmar que la raza t'"• ,l l,1
í11 l' ll el ompo del r.1cismo se efoctúa en primer lugar bajo la forma
vez, im.igcn, cuerpo y espejo enigmático en el contexto de una cn 11111
1,·11ncuerpo. Alrededor de ese cuerpo « reina una atmósfcr,1 de in-
mí:t de sombrns c.:uyacaracterística p.1rticular e1,hacer Je la viJ..11•11~¡
1·1l 1dumbrc >>.1~Rápidamente, el cuerpo se transforma en peso, en el
misma una re.ilidad espectral. Fanon ya lo había comprendido cu,111
ihn de una « maldición » que hace de ese mismo cuerpo el simulacro
1•1
do mostró cómo, junto a .las es tru cturas de coerción gue presiJl•n ,•I
,1,,l.1 nada y de la precariedad. Antes incluso de hacer su aparición,
funcion;uniento del mundo colonial, lo gue constiluyc a In rnza e:;, 1·n
,:~e rncrpo ya ha sido ju¿gado: « Creía tener que constru irm e un yo » ,
primer lugar, cicrt.1 potencia de la mirada acompa,iada por una fo, 111¡)
pem « el blancll l ...] me habla tejido con mil detalles, anécdotas, re-
de voz y, cvcnlua lm ente, de tacto. Si 1amirada del colono me "(uJ
l.1los . w Luego, el cuerpo es una forma aparentemente informe que
mina » y me « inmoviliza » , si su vo¿ me « petrifica», es porqul' 11,'(
prnvoca sorpr es.1, pánico y temor: « "¡Mira, 1111 11egro!"'[ ... 1"Mamá,
viJa no posee el mismo peso que la suya, sostiem •. 14 Al contar aqtwll11
1111r.1c.H' negro, tengo miedo!" -.>
. El negro no existe sino a través de su
tJue él denominaba « la experiencia vívida del negro >>, Fanon anóll11,1
11•u,ncKimiento y su asignación en un laberinto e.lesign ificacio11cs que
los modos en gue una manera específica de distribución de la mir.u l.1
lo ~uperan: •~Yo era a la vez responsab le de mi cuerpo, responsable de
termina por cre,1r su objeto mismo, por fijado y destruirlo o, inclusiv1·,
1111raz,1, Je mis ancesb·os » . Para que el negro sea visto e identificado
por restituirlo al mundo, pero bajo el signo de la dei,figuración o, .il
( omo tal, un velo debe coloc.1rse sobre su rostro y hacer de él un rostro
menos, de un « otro yo » , un yo -objL·to o inclusive un ser esc indido ,
cid cual « toda hum:rnidad se ha fugadn » : 10 Sin ese velo, no hay negro.
En efocto, cierta forma Jet la mirad.:i posee e l poder de bloquc.1r fa ap,1 F.Inegro es una sombra en el seno de un comerc io ele miradas. Ese co -
rición del tercero y de impeJir su inclusión en la esfera de lo hu mano
111 crcio tiene una dimensión tenebrosa, casi funeraria, porque, para su
«Yo ~ólo quería ser un hombre entre otros hombres» ." «Y resull.1 funcionam iento, exige elisió n y ceguera.
que1 me descubrí siendo un objeto en medio de otros objetos >,, escri Ver no es lo mismo que mirar. Se puede mirar sin ver. Y nll es segu -
be. " ¿Cómo c1,que, partiendo Jd deseo Je ser una persona human,1 ro que aque llo que se ve sea efectivamente lo que cs. Mirar y ver tienen
como las demás, se llega .1 tom.1r comcicnci,1 de (¡uc no se es más qth.' t'll común que ambos convocan al juicio y que aprisionan lo que se ve
lo que el otro h,1 hecho de uno, ei, decir, un obje to? « Y también no.\ o a aqué l que no se ve en inextricables reJcs de sentido. Es decir, son
fue dado el a(rontar fa mirada bl.inca. Una pesadez Jesacostumbradn l11shaces de luz de una historia. En la distribución LOlonial de la mirada
nos oprime. Et verdadero mundo nos disputaba nuestra parte » , con ,iempre existe, o bjen un deseo de objetivación o anulación, o bien un
tinua Fanon. r
deseo incestuoso, 11o un deseo de posesión e, inclusive, de violación.
Fina lmente, el litigio con respecto a la parte de humanidad del Pero la mirada colon ial tiene t.unbién por función ser el velo mismo
« tercero » es la materia misma Jd racismo co lonial. El primer objeto que esconde esa verdad. El poder en la colonia cons iste entonces, fun-
que fija esta di1,puta es eJ cue rp o. En Fanon, la aparición del « terce JamcntaJmcntc, en poder ver o en poder no ver, en ser indiferente 1 en
volver invis ible aquello que no se tiene que ver. Y si es verdad que « el
...1 op. cit., p.ig. 459. [Trad. esp.: Los cu11,lc11a
] ,f. F.umn, 1·., Les Du11111l1 ,"1sd,· lt1tierra,
l1nndo de Cultur,1 Ecl,n(\111kn,M,.;x1coD. F., 1983_).
V\ . Fa11on,
d11d ..., pág. 49. ITrad. esp.: P,d 11cgm,11ulscnr,1~
, 2009 ].F.,l 'e11111wirc 1,/,mms, 1\Jcal, Ma 38. lf1íd.
\<J.luíd.,p,lg. t 55. La~dl as ~1gu11:nlcsprovienen de la 111is111J p,lgl111.
1(1. 1/,F,/.,p.lg. 1SJ.
..., op.di. , p,ig.457.
10. Ein,111, F., /,es 01111111C:;
~ l. 1/,r,J.,
p.lg. JS,1 11. Fanon, 11.,Pca111wir<!. .., ,ip.e1/. (v~ansi: en particular lo, capít ulos!<obrc la scxu.1li
d,1d111lcrra.:1,1I). [Trad. esp. : Pid 11c¡:n1 1 111,í,wms
/1/wm1.1,A.leal,Madrid, 2009) .
184
lll'i

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e rí, IC~ Je l., r:mín llt"gr., El p c(]IICIIO \C~rcco

mundo es e!-o que vemos »,4L entonces se puede decir que, en l,1111 Por último, el racismo colonial encuentra sus orígenes en aquello
lonia, el soberano es aqué l que decide quién es visible y quién <ldw q11cFa.non denomina « inquietud sexua l» o « envidia sexual » . Si se
permanecer invisible . pn•lende comprender psicoanalítii::amente la situación racial vivida por
Así pues, la raza no existe sino a través de « eso que no vemos l.,~consc iencias individuJle s, es necesario, afirma, « dar gran impor-
Más allá de «es o que no vemos » no existe raza algw,a. El poder 1,1 1,mcia a los fenómenos sexuales » .*' En concreto, el origen arcaico del
ci.11- el poder -ver -racial - se c.xpresa en primer lugar en que aqud , ,1c1:.,moy la negrofobia (su objeto vacilante) es el miedo a la supuesta y
al que se decide no ver o escuchat; jamás podría existir o hablar pt11 i1l11cina nte potencia sexual del negro. Para la mayoría de los blancos, el
sí mismo. En última instancia, hay c¡uc hacerlo ca llar. Sea como st•,1, 111.!gro representa el instinlo sexual no educado. « El blanco qu e detesla
~u palabra es indescifrable o, por lo menos, inarticulada. Es necm,,1 .,1negro, se pregunta Fanon, ¿no obedece a un ~entimiento de impo-
río que olro hable en su nombre y que Lome su lugar para que aqu1· ll'IKia o de inferioridad sexual? Siendo el ideal la virilidad absoluta, ¿no
llo c¡ue él pretende decir tenga sentido p leno en la lengua. Tal com11 h,,bría un fenómeno de disminución en relación al negro, este último
habfa mostrado muy bien foanon y, antes que él, W. E. B. Duboís, p-.:rc ibido como un símb olo del pene? El linchamiento del neg ro ¿no
aqué l que es desposeído de la facultad de hablar por si mismo esl.\ ~él'Ía una venganza sexual? » .4' Claro que este fenómeno no es exclusi-

obligado a pensarse constantemente, si no como un « intruso » , ,11 v.un ent e colo nial. En parl e también el linchami enlo de hombres negros
menos como alguien con<lenado a aparecer en el campo socia l como l'll el sur de Estados Unidos, durant e la esclavitud y despué s de la pro -
un « problema ». l l,1mac ión de la e man cipación ( 1862- L863 ), tiene su origen en el deseo
La raza es también la expres ión de un deseo de simplicidad y de castrarlo s. Angustiado por su propio potenciaJ sexual, el blanco po-
tmnsparc nciJ - el deseo de un mundo sin sorpresas, sin co lgadurns, bre racista y el plantador están aterrorizados por la idea de la <~espada
¡,in formas co.mpl ejas - . Es la exp resión de la resistencia a la multipli negra » de la qu e temen no sólo su su puesto volumen, sino tambi én su
cidad. Es, finalmente, un acto de imaginación al mismo tiempo qul· l'scncia penetrante y agresiva. Por lo tanto, lo tJ UC se pretende a través
un acto de desconocimiento. Todo esto junto es lo qu e se desp liega ., del gesto obsceno del linchamiento es mantener la :.,upuesta pureza de
Lravés de cálculos de potencia y de dominación en la medida en qu~• l.1mujer blanca relegando al negro al estado de su propia muerte. Se de-
b raza no excita sólo la pasión; también calienta la sangre y conduce a ,ca que éste contemple el oscurecimiento y la extinción de aquello que)
gestos monstruosos. Pero considerar a la raza una mera « apariencia> .• en la fantasmagoría racista, se considera su « sol subüme >,, su phal/11s.
no es sLJficiente.No es sólo una ficción regu ladora o un conjunlo más FIJesgar ramient o Je su masculinidad deb e pasar por la transformación
o menos coherente de falsificaciones o de no -verdade s. La fuerza de ltt en ruinas ele sus riquezas viriles - es decir , la separación del negro de
ra1.aderiva precisamente de que, en la consc iencia racista, la apariencia sus potencias vitales - . Como afirma Fanon, esto es así porque , en el
es la verdadera realidad de las cosas. En otras palabras: aquí la aparien - contexto Je esta configuración, el negro por sí mismo no existe. El ne-
cia no es lo contrar io de la « realidad » sino que, como diría Nielzschc, gro es ante lodo su miembro sexual.
« la aparienc ia es la realidad »: 1.1 Para fo non, dotar al negro de un a potencia sexual de la que carece
forma parte de una lógica dob le: la lógica de la neurosis y la lógica de
•12 .t\h:rlea u-Ponty, M., Le Visi/1/,: et /'lnv1siblc1GallimarJ, París, p.lg. 17. [Trad. c~p.: Lo
1fo/,lt·y lo 11a11$r/1/c, Nue~·.1Vrs1ú11,Buenos Aires, 20 IU]. M. F.111 ..., op. ol., p.íg. 193. [TraJ . esp.: Pre/ negra, máscam~ blm1'M,
0 11, I•., Pe,111110,rc
•I l. N11?tzschc
, F., La Volouté de pwssmic c, Tomo 11, Gall i.m.1rJ, co l. « Tcl » , París,
Aka l, Madri d, 2009J.
de poder, Bibliotcc,1 faü1: Madrid , 2009 J.
p,11( 2 19. (Tra d. esp.: La l'Olu11/ad
-IS.ll•ítl., pág. 192.
186 187
( ,ri, IGI ,le:L, ruón negra l! I p Cl]U<'llO SCl'fCIO

la perversión. Ambas fUJ1cionan a la manera de un acto sadomasoq uis ses no tenían conocim iento de todo esto y,;i dec ir verdad, ni siquiera lci.
ta, La aJucinación espec ular en cuyo cenlro se halla el phi¡/11,1s ncgm 111lercsaba aprender».' 1~ La idea era qu e la colonia era en primer lugar
pondría de manifiesto, en realidad, el trastorno incestuoso que anid.1 un c.11npode bJtalla. Y, sobre un campo de batalla, la victor ia siempre
en toda consciencia racista . Además, sería la manifestación de una no~ l'S para el más fuerte y no para el más erudito .

talgia; la de «épocas extraordinarias de licencia sexua l, de escenas l11' Segunda característica: la colonizac ión es u 11<1prodigiosa máqui-
giásticas, de violaciones no castigadas, de incestos no reprimidos ">> .'' 11Jpro<luctora de deseos y de fantasías. Pone en circulac ión un con-
Al proyectar sus fantasías sexuales en el negro, el racista se comporl,1 ¡unto de bienes materiales y <lerccuri,os simbó licos tan codiciados por
como !>iel negro, cuyo imago él mismo construye, exist iera realmenl'1•. ltis colonizados como diíiciles de conseg uir; son causa de env idias y
En realidad, la alie nación comienza justo cuando el negro, por su parll', ,lclúan como operadores de diferenciación (de prestigio, de estatus,
reprod uce fielmente este imago como si fuera no só lo verdadera, sino de 1er;irquía, inclusive de clase). Corrupc ión , terror, encantam iento y
también como si él mismo fuera el ;iutor. Sin lugar a dudas, el racismo rstupefacción constit uyen los recur~os que el potentado administ ra y or-
apun ta, de modo simb ó lico, a la castra ción o, inclusive, a la an iquiln ¡.iJnizJ. La adm inistración de l terror y la gestión de la corrupción pasan
ción del pene, que es el símbolo de la virilidad. « Al negro se le ntaca en por cierta modulación de lo verdadero y de lo falso, por cierto raciona-
su corporeidad » , precisa Fanon . Paradójicamente, con ese geslo « ya m1cnlo de las prebendas y gratificacio nes, por la producción de cosas a
veces emot ivas, a veces caulivanles, siempre espectacubres , que el co-
no se percibe al negro, sino a un miembro: el negro se lrn eclipsado . S~
lonrudo, estupefacto, difícilmente olvida .50 Desde es te pu nto de vista,
ha hecho miembro. Es un pcne » .'17
lJ dominación colonia l requiere una enorme invers ión en lo&afectos,
necesita de ceremon ias y de todo un gasto emocional al que el análisis
4.3. Erótica de la mercancía h,1 prestado, hasta el momen to, poca atención.
Esta econom(a emocional c.lebeinvolucrar todo ::1quclloque lleva
Paralelamente J esta parte maldita cuyo origen se halla en el terror, la co l.\ mMca de la vida y de la muerte, de la abundancia y de la plenitud,
Ionización prescntJ otra i, do s características a la!>cu.tles fonon lei, prest., 1•s decir, de la riqueza. El deseo Je riqueza debe abrirse cami no en el
atención. Ln primera es /a 11iole11ci,i de la ig11ora11crn- esta « ignorancl.1 l uerpo entero del coloni z.aJo y vivir hasla en el más mínimo recoveco
profunda » de la (¡ue h.\bi:i d,1do cuenta en 1837 Alexis de Tocquev illc de su psiquis . « El país de los cabilios nos es vedado, pero el alma de
en su CartasourcArgdw . Este último mencion,1 naturalmente la igno- lo,; cabilios se nos abre y no se nos hace imposible penetrar en ella >>,
rancia de las lenguas, de lai, « Jiferentes razas » que viven en la colonia, observaba a este respecto el mismo 'lbcquev ille. La razón, sugería él,
de la división <le <<tribus » , de las ~O!-lumbrcs1 « del país en sí mismo, sui¡ 1• ~ que « la gran pasión d e los habitantes de Cabilia es el amor por los

recu rsos, sus ríos, ciudades y dim .1!.».' 1A Los france~es, seiiala, « ignora ~occs mate riales¡ es por ahí por donde podemos y debemos apoderár -
ban lo que era la aristocnicia militare.le losspal,isy,en cuanto a los mora no sla» . ~1 Con respecto a los árabes, afirmaba que la amb ición persona l
bites, tanfaron mucho tiempo en saber si cuando se hablaba ele eUos se y la cod icia poscbn una m;iyor potencia en sus cornzoncs. A sus ojos,
hacía referencia a una tumb a o a un hombre » . Y concluye: « Los france
19. IMtl., pág. 40.
. /bid., pág. 196.
-1-6 ',ll. Oyono, F., U11cVicde boy,Julliard1 P.iris, 1960; Bcti, M., />erpélucd l'loal11tude
du
47. 11,id.,p.lg. 200. 111<1//1rur, 13uchct/Chastc l, Par!~, 1':174.
48. Je Tocqucvillc, A., De la culonicen ,\/gém, op. ,,t., pág. )8 . ,; 1. <leTocqul!villc, A., or••c,I., ¡üg. 46.

188 189

..
Crfr ic~ de b r;r16n nq;r ~ l·.Ipe<¡ucno ,cerero

exisll,rn dos medios de domefrnrlos: o bien se ha lagaba su ambición, s1· deseo prevalecía amp liam ente -al menos entre los africanos- sobre
saL.iba provecho de su pas ión para hacerlos enfren tar unos con otro~ l,t idea de gan,mcia en sí misma. El misterio que por lo general rodea al
)', a la vez, se los mantenía en relación de dependencia con el pod~·, v,1lorde los objetos se manifestaba en consecuenc ia en la manera en
colonial por medio de la distribución de d inero y comodidades; o bien que los africanos intercambiaban, a cambio de oro y marfil, produclos
w los despreciaba y se los abatía por medio de la guerra.'~ El po tcntaJn .1parentemcnte fútiles y sin valor económico real. Pero, una vez que
busca entonce s empuja r al indígena no a renunciar a las cosas y loi. fueron integrados en las redes locales de sign ificación, en las cuales
deseos a los cuales está atado, sino <1comp letarlo s con nuevos fdolos, sus portadores los investían de amplios pode res, estos objetos de pa-
con la ley de nuevas mercancías, con el precio de nuevos valores, con cotilla apa rentemente sin valor económico adqui rían de pronto un
un nuevo orden de verdad. valor social, simbólico - incluso estético - corn,iderable. Es sab ido,
En consecuencia, el dispositivo fanta smático del potentado des l,unbién, la admiración guc provocaron, entre los africanos, las armas
cansa en dos pivotes. El primero es la regulación de las necesidades. PI europeas; o la fascinación que la tecnología occidental ejerció sobre
segundo, la de los flujos de deseo. Entre ambos se halla la mercancl. 1, sus espíritus (comenzando por las embarcaciones, mastiles y velas, los
en particular las (ormas de mercancía que el colo nizado admira y dl• ojos de buqdcl casco, el compás y los mapas), o incluso el terror que
las cuales querría gozar. En los dos casos, la mercancía está sumida ,1 provocaron los instrumentos de vi,gilanc ia. El mundo material y el de
un triple uso simbó lico, psíqu ico e instrumental. Pero, sobre todo en los obje to s con los cuales entraron en contacto fueron considerados
el contexto colon ial, tiene las características Je un lugar imaginario, 1.omo vehículos de causalidad, a la manera Je los fetiches antiguos.
fü un nudo absolu lam ente esencial de cualquier operación colonial, Qµc los objetos de imporlación tuvieran tal efecto en el imaginario
un espejo resplandeciente en cuya superficie confluyen y se rcl1ejan l.1 ,u1Lóctono se explica, en parte, por el hecho de que el culto de los « fe-
vida, el trabajo y el lenguaje. Segú n los contextos, goza de fu11cionés tiches» era, en sent ido estricto, un culto materialista. Y sean objetos
ya sea ,edativas, ya sea epilépticas. Así, el potentado hace brillar en el religiosos o sagrados, objetos eróticos o estéticos, objclos de valor
coloni'lado laposibilidad de un,1ahundan cia sin límites de objetos y de comerc ial, objetos técnicos o con función de talismán, lodo era sus-
bienes. La piedra angular del dispositivo fa.ntasmático del potentado cept ible <le encontrar un lugar en la economía del encantamiento y
es la idea de que no !,ay ni11gú11 para la riqueza y la pro17iednd)~
lí111ite Je la fascinación. La existencia de un culto a los fetiches de esencia
en consecue11cia, para el deseo. Esta idea de un imaginariosin losi111l1ólico propiamente materialista y ceremonial (amu letos, colla rc!>,pendien·
constit uye el «peq ueño secreto» de la colo nia y exp lica, además, la les, adornos de diamantes, ornamenlos y o lras figuras) constit uía el
potencia inmalerial del potentado colonial. Por oln pa1te, no hay que sustr:ito cult ural a partir del cual la ideología mercanti l se desarrolló
de~cartar que el éxito de este «imagina rio sin lo simbóli co» se expli ,1 J.1vez como poder sob re .la vid.1 (necromancia, invocación de espí-
LJUepor los profundos ecos y puntos de anclaje en la hist oria y en las ritus , brujería) y figura de la abundancia. Por otra parte, numerosos
calegorfas simb ólicas autóctonas. viJjeros de la época no dudaban en afirmar que la religión del fetiche
Por ejemp lo, ,;e sabe que durante los primeros contactos entre }' el orden social africanos descansaban enteramente en el principio
los mercaderes europeos)' las sociedades at lánticas, el poder que te del interés. 5 '
ní.,n los bienes de origen europ eo para fijar y estructurar el flujo del
'i.\. Pictz, VI/., f.e I'-étic/rc.C,éuénlogic,l'rr11¡,roble111~,
Kargo & L'Écl.,t, Parí~. 20ll\
(,l , 1/,f,/,,p.iis . 74-75. p,ig. 105.

190 191
Criiic.i Je la r,w\ 11 lll'¡_;rJ FJpc<¡uci,osccrcco

Es lo que ocurre con las categorías del exceso y el desdob lami1•11t,\ 1, 11111ettey la gcnitalidad . En muchos aspectos, la econo mia política
O con la existencia de figuras monstruosas y de criaturas ambivak•n f,· 1, l,1lrata de esclavos fue una economía esenc ia lmente libidinal. Su
que, habiendo asimilado a l fotiche, se transforman en amos temibft.,, ,ti ,11;1derparticular era que su centro de gravedad, inclu sive su motor
las fuerzai- de la noche y de bs sombras capaces, por ende, de co nqlli\l ,11 ,,, 1111:ipalera, por un lado, el deseo de co nsum o y, por otro, el deseo
d mundo. También es lo que ocurre con los jefes que un día beben 11·1 li g,1sto absoluto e incondicional. Este deseo mantenía por su parte
veza en la cavidad craneana de uno de sus predecesores o enemigos, y .,i 1111,1relación estrecha con los procedimientos de la reproducción se-
día siguie nte caen muertos simbólicamente por medio de una víc1111,.1 11.11.T:staba revestida desde muy temprano con los aspectos de una
humana sustitutiva. Son los mismos que, liberados de cualqui er atad111.1 , ,111 upción que ni siquiera la perspectiva aulodestructiva ( la venta de

ciánica, afirman su potencia viril teniendo relaciones sexuales con 1111,, ¡,.mentes próximos y la disolución del law social) conseguía restr ingir.
herm,ma, tomando por esposa a una sobrina nieta de su propio gru¡u, \ decir verdad, se puede decir que esta economía hizo de la autod es-
familiar matrilineal o se transforman simp lemente en leopardos. Qw 11ucción y del derroche los indicadores últimos de la productividad.
no baya casi límite para el deseo se explica igualmente por la distnh11 1>urante la trata de esclavos, el consumo de mercancías europeas a
cit'in de diversas categorías de esp íritus que responden, cada una, ,\ l11 ,·,,mbio del conswno ele la gente de la propia raza por los me rcaderes
lógica de la yuxtaposición, ele la permutación y de la multiplicidad. h ,,1,,canos de esclavos, se convirtió en el medio por el cual estos últimos
necesario, seña la Luc de Heusch, «reunir en la misma estr uctura sit11 ,11hl11nabanel deseo de muerte intrínseco a cualquier poder. En efecto,
bólica el conjunto de estas características más o menos Jesarro llad11, 1•11 ese entonces el poder tenia una relación con la mercancía que no

1'1 ,1 sólo objetual, sino también erótica. En este contex to, el goce era el
\egün ciida caso en particular: el incesto real, la antropofagia, la asim1
!ación del rey con un brujo, las prohibiciones gue rodean a su person,1 ,•quivalente de h licencia absoluta. Se cons ideraba poder a todo aque -
y, por último, el regicidio». Todos estos elementos «definen una fo1 llo que suponía una práctica de la transgresión -pero una práctica
r.nidable potencia m,\gica guc abo le la frontera entre la cultura - cuyo que se pretendía, al mismo tiempo, esté tica-.
En cuanto a la dominación, consistía menos en explotar el traba-
jefe se separa en el momento de la sacrnlización - y la naturaleza que {·1
JOde aquéllos a quienes se h,1bfa sometido, que en transformarlos en
inviste soberannrnente».~· 1 A1.íocurre con los objetos encantados a los
objetos como tantos otros en el contexto de una econom ía general del
cuales se confiere una potencia peligrosa y gue funcionan, al hacerlo, en
g::istoy las sensaciones cuya mercancía era la mediación . De buenas
el mismo registro que la parle maldita de la realeza en ~í misma, puesto
.1 primeras, consumi r era la marca de un poder que no cejaba en sus
que su secreto es el de participar de la resurrección de las cosas.
deseos aun cuando éstos lo arrastraran a un a colisión con el amo ab-
Por otr::i parte, existe una parte maldita gue es const ituti va de l,1
~oluto: 1:1mu erte. Los seres humanos, sujeto s del potentado o prisio-
historia de las relaciones entre África y la mercancía. Esta hi~toria ad
neros de guerra, podían ser co nvertidos en objetos/ mercancías que se
LlUicreforma durante la época de la trata ,1tlántica. Gracias a la trata
vendían a los negrero s. Su valor se medía de acuerdo co n el valor de
de esclavos, la relación de los africanos con la mercancía se estru cturn
las mercancías que el potentado adquiría a camb io de la venta de seres
r.\p1damente alrededor de l tríptico formado por el deseo Je cons umo,
humano s. La co nversión de los se res humano s en mer cancías podí a in
<,,¡ Je l ll•u~ch, L., Le S11cryired1111 s b rd1girms,yi·ia1111es,Calli111,1n
.l, París, 1986 (en volucrar inclu so a los miembros de una Familia cercana o lejana del po
p.11·11tul,1rel (J¡>ítulo dedicado al « el re)' en 1.,escena ~acnfidal>, ). Vt'asc, d el mismo tentado. Los objet os recibidos a cambio eran rápidamente inveslido:;
,lutnr, / r Jfo1el,·Ko11g11.:t les monstress11crés
, Galfimar<l, París, 2000. Je un doble cálculo: el cálculo de la dominación -e n la meJidn ~•n
192 19.1

f'
Lrícicu d~ I¡, rnón 11c¡;rn 1::1pequeño sccrcw

que el comercio de esclavos servia para sentar las bases del poder pnll , 1•stros. En consecuenc ia., se establecía la supremacía del poder de lü
lico- )' el cálcLJ o de los goces (fumar tabaco, complacerse, beber n>n 11111erte sobre el de la vida . Por su parte, esta última estaba fundada en
y otros alcoholes, comer, vestirse, copular , acumu lar mujeres, niñ()•;)' 1111postulado fosional que involucraba tanto a la relación con las cosas

dependie ntes ... ). De modo que hay en la historia africana una .6gu.rJdr 11itl10 con la familia. Todo esto explica, más de lo que se ha creído,

la mercancía que tiene como significante principal el « pariente vcmli l.t (orma que adoptaron las tiranías africanas de la época o, inclusive,
do o Uberado a la muerte » a cambio de la mercancía. Este agujero e111 ., Lt~ formas de expresión de la vio lencia socia l: tangibi lidad, tactilidad
estructura del sujeto es lo que se ent iende por el término deseo. v p,llpabilidad. Por otra parte, la relación con los bienes de consumo y
El inst into de goce al cua l estaban sometidas las élites africanas dr 11in los bienes de servicio (mujeres, hijos, aliados incluidos) era una

la época se adosaba, por i'.tltirno,a un conjunto de repertorios simból, ,ll-clinación del modelo de la penetra ción de la mercancía en el alma
cos fuertemente anclados en las .1nanerasde pensar, de actuar y de vivu ,lt·I sujeto. Como en el sistema de los «a ncestTos», la relación con la
de las sociedades que estas mismas élites dominaban - una metafí¡,1 gL·ntese reducía a un bloque de deudas . Inclusive la violencia social se
ca de la vida- . Uno de los pilares de esta metafísica de la vida ero l'I ,•rigía a parlir de la relación acreedo r-deudor.
est::ido de comunión entre el ser humano, por un lado, y los obje tN,, 111 En gran medida, la colonizac ión no hizo más que reforzar estos
naturaleza y las fuef'l.as invisibles, por el otro. El otro pilar era Increeu ,1,spositivos. Una gran part e del avasallamiento de los africanos duran -
cia en una división del mundo que separaba lo visible de lo oculto. Est., lt ' la colonización tiene lugar gracias a la mediación de los bienes. La
división concedía la supremacía al universo invisible, origen secreto ¡ft uwersión libidina l en biene s y objetos es tan intensa como infrecuen -
toda soberanía, y hacía de la persona humana el juguete de realida~h,,, les ~on esos mismos objetos y bienes. Corno ocurría durante la época
que la superaban. Esta ausencia de autonomía individual hallaba t'\ de la trata, el deseo de bienes es conducido si no por la muerte, al me-
presión en una economía de la subordinación cuyas formas v-:uiab.111 nos por alguna de las fig1.1rasdel servilismo. En consecuencia, al igual
sin cesar. Pero la subordj11ación funcionaba igualment e a la manera d1· ~1uela trata atlántica, la colonizac ión marca b entrada de los africanos
una deuda de protección. Por olra parte, en el momento de la tr.1t,1 en una nueva ern caracterizada por la carrera desenfr enad a por el deseo
5
atlántica, se trataba en pr imer lugar de un sometim iento en el presenlr )' el goce - deseo sin responsabilidad y goce como mentalidad - .'
En la mayoría de los casos, tiempo y valor se concebían como con tenl Aquí, la mater ia primera del goce es el placer del sentido. La trata de
dos instantáneos que se agotaban, también, en el instante. Como n:id,, esclavos en particu lar cons tituye un mom ento de extrema exuberancia
era seguro y como, al mismo tiempo, todo era posib le1 se tomaban 111\ durante el cual la eq uivalencia entre los objetos y los seres humanos es
mismos riesgos con las mercancías que los que se corrí:m con el cuc, casi tota l. Unos y otros son reducidos al estado de signos. La relación
po, el poder y la vida. El tiempo en sí mismo y la muerte se reducían., rnn los objetos es de consu mo inmed iato, de placer en estado brut o. El
un inmenso juego de azar. colonizado, como previamente el comerc iante de esclavos, se ve fasci-
Por un lado, se impu so entonces una consciencia aguda de la v11 nado y es capturado por el ídolo detrás del espejo, por el carácter visi-
latílidad y la frivolidad de la riqueza. Por otro, ganó primacía una COII• ble de la imagen especu lar que constituyen los tejido s y las taparrabos,
cepción instant aneista del tiempo y el valor. Aparecían luego, com11 d ron, los fusiles y las herramientas , las rut as, los monumentos, las vías
se ha seiialado más arriba, el sometimiento de personas por meclm del tren, los puentes y los hospitales.
de los fetiches¡ el de las mujeres por los hombres , el de los niños p111
los padres y, fundamentalmente, el sometim iento de todos por los an S:,. f'vfillcr,J.C., op. cit.
¡9,¡ 195

..
Critk.1 dt· la , ..,ón 11egr.1 [ I p1:<111
c1ius.ccrcro

Sin embargo, pJra poder adquj r ir estos bienes desconocidos Jl'111 l .,i primera cons iste en inscribir la colo nia en una mitología del endcu
ubicarse en una posición de plena servidumbre en relació n con el pol,•11 ,l.nniento que hace hincapié en las pérd idas que África habría sufrido
lado. Debe inscr ibirse en una relación de deuda: la dcuJa de depcndl'II ,k•spués de este encuen tro provocado. Esta deuda tendría una dimen
cia tJUe mantiene con su amo. AJ mismo tiempo, está obligado a son1!' ,ion doble. Por un lado, sería una deuda de procreac ión y, por otro, se-
Len,ea una supuesta pedagogía cuyo objetivo es inculcarle las pasio1w, d,\ una deuda de hospitalidad. En ambos casos, el discurso de la pérdi -
de la venalidad, de la vanidad y de la codicia; pulsiones innat as al misnm tl,1y de la deuda tiene como objetivo produc ir efectos de culpabilidad.
tiempo que cultivadas deliberadamente. Vanidad, venalidad y coJil 111 l'.I mundo africano nacido de la colonia seria u n mund o de la pérdida
constituyen las tres man ifestac iones privilegiadas de esta posición tl1 }'esa pérdida habrí.a sido ocasionada por un crim en. El responsable de
servid umbr e frente al amo y al cu lto del potentado. En consecuenl-ia, l'S C crimen no sólo estaría en siluación Je culpab ilidaJ, sino en deuda

un pro longado rodeo se vuelve necesario para gozar J e estos bienes 1111 h.icia aquellos cuyos derechos naturales habría violado.
vedosos o de la promesa de ciudadanía. La posibi lid ad de l,l satisfacdó11 Por olra parte, la memoria de la colonia adopta el aspecto de un
efectiva de deseos desconocidos es conti nuam en te aplazada. Éste es d lr:ib,ljOpsk1uico cuyo fin último es la cura. Se parte del principio de que,
motivo por el cual la co lonia esconde const antem en te una dimensi611 l' ll general, la cura consiste en remontar al nivel de la co nsciencia dos

neurótica y una dimensión lúdica de caracte ríslicas azarosas; una rad1c.1l 11posde sec retos que Frcud evoca en su Lo 0111inoso: los secretos que
ambiva lencia que la crítica reciente no ha cesado de seña lar. ¿Acaso l.1 ~·1sujeto conoce pero se esíucr, .a por ocultar y aquellos que no conoce
colonia no aviva en el coloni zado un mundo de sueños que, muy pronlu, porque no se presentan diJectamente en la consciencia. En realidad , en
puede transformarse en pesadi lla? Esta dialéctica del sueño que, en tod11 ,•1 (con)texto negro, estos dos tipo s de secretos constituyen uno solo.
momento, pueJe virar en pesad illa es una de las fuerzas motrices dd l,.1confesión que el texto negro se niega a hacer es que el enigma de
potentado, pero también su talón de Aquiles. En muchos aspectos, lm ausencia en vacío » del deseo es la razón principal de la pérdida del
nacionalismos africanos c;onel producto del conílicto entre esos sue1io11 nomb re propio. Es este enigma el que l'xplica la « abertura del vacío »
y la frustración nacida de la imposibilidad de satisfucerlos rea lmente. (L.tcan) Jcl que tratan l,1s escrituras .'.\fricanasde sí. Es ella la que noti -
Si existe un pequeño secreto de la colonia, es sin lugar a duda•; fiLJ }' ratifica la pérdida. En esas condiciones, una práctica auténlica de
el someti111i cnlo del indígenapor su deseo.Al fin y al cabo, en la esccn, , la cura consistiría en liberarse de ese pequeño secreto a través de l reco-
colon ial este sometimie nto por el deseo conduce al co lonizado « fue ra nocimiento una vez por todas del « otro en si» , asumiendo este « rodeo
de sí», engaña do por la vana quimera de la imagen y el sortilegio. De por la alteridad » como fundamento de un nuevo saber sobre sí - un
jándose arrastrar, e l co lonizado penetra en otro ser y comienza a vivir saber necesa1iamente dividido, un saber de la separación y su repre -
su trabajo, su lengu aje y su vida como un proceso de brujería y travesl1 \cntación - . Que, en los procesos de constituc ión de l sujeto, un peso
miento. Es a causa de esta exper iencia de brujería y de « extraú am icn psíquico tan giganlesco continúe siendo atribuid o a la colonia es, ha-
lo » (cstrm1gcmet1l) que la exper iencia colonial fue, en un comienzo, un bl,llldo cstriclamente, una consecuencia de la resistencia a la confesión:
,Kopio de fantasías e róticas. Puso en marcha deseos que los colonos y d sometimiento Je los negros al deseo¡ el hecho de que se hayan dejado
los colo nizados se vieron a men udo ob ligados a ocultarse ante sí mis - lomar por tontos, que hayan sido seducidos y engaüados por esla <<bur -
mos¡ deseos que, por esa misma razón, fueron repr imidos y alojados d.l tram pa d e la maquinac ión imag ina.ria »·' 6 que fue la mercancía .
en el inconsciente. Por eso, teniendo en cuenta toda esta siluación, l,l
~6. I .., expresión e~ dl' Guillcrault, G. , Le /Vl1
roir l'I la Psyc/1<',G,11lim~r<l,París, 2003,
memoria colonial en el texto negro adopta necesariamente dos formas.
p,i!t· 142.
1% 1')7

,.
C:rítirn de l:1 r,u.ó II ncgrn hl pcq11
cño secreto

4.4. El tiempo negro •;implemente bajo la forma de una «s uces ión de ahoras>>. En otras pn•
l,1bras: no existe el tiempo en sí. El tiempo nace de la relación contin-
Tal como se acaba de señalar, los negros recuerdan al potentado colon111I ¡1,l'nte,ambigua y contradictoria que el sujeto mantiene con las cosas,
como si fuera una angustia original. Al mismo tiempo, se niegan a conJc· l on d mundo , inclusive con el cue rpo y sus dobles. Como indica por
sar que lleva.ron a cabo una iJwersión inconsciente en la colonia en ctt,111 l,tra parte Merleau-Ponty, el tiempo - pero se puede dec ir lo mismo
to que máquina de producción de deseo. Sin duda, todo eso se expfa,t ,1 del recuerdo - nace de cierta mirada que yo poso sobre mi, sobre el
través de la manera en que los negro s operan sobre la crítica del ticm¡m 1,1ro, sobre el mundo y so br e lo invis ible. Surge de cierta presencia
AJ1ora bien, ¿qué es eJ tiempo y qué se debe entender por esta catego 1i., · r'n todas estas rea lidades en con junto. Y sí hay otra cosa que .la nove -
Merleau-Ponty habla de ella como de lo que se encuentra, inevitablv l., negra muestra perfectamente, es que el t iempo siempre mant iene
mente, en el camino que conduce a la subjetividad. ~7 Además, afirnrn una relación con sus dobl es. Ser partícipe del tiempo, supone siempre,
que el tiempo es «e l carácter más general de los hechos psíquicos ». Hn ,1ungue sea pa rcialmente, dejar de saber a qué atenerse en cuanto al
esta afirmación hay gue comprender dos cosas. Por un lado, que entr~ d yo prop io. Es experimentar la <<dup licación, división, permutación de l
tiempo y la subjetividad existe una relación íntima, hecha de tma ser 1t· yo >>.~sTanto en Amos Tutuola, Sony Labou Tansi, Dambudw Mare -
de eventos psíquicos. Por otro lado, que el tiempo y el sujeto se co11111 rhcra, Yvonne Vera o, inclu so, en Yambo O uologuem, la experiencia
nican desde adenb·o y que, en consecuencia, analizar el tiempo supone del tiempo se hace a travé s de la escucha de sensac ione s ( ver, escuchar,
tener acceso a la esb:uctur~1 concreta e íntima de la subjetividad. Lo qui·
loca r, sentir, clegust.ir).
Merleau-Ponty afirma sobre el tiempo podda extenderse a la memo r1.1 En efecto, la memoria y el re cuerdo ponen en juego toda una es-
y al recuerdo hasta tal punto que memoria y recuerdo cons tituyen doh 1ructura de órganos, todo un sistema nervioso, una economía de las
de las maneras fundamentales que adopta la presencia del pasado (sus emoc iones en el ce ntro de las cuales se hallan necesariamente el cuer -
huellas , sus restos y fragmentos) en la consciencia, independientemenlc 110 y todo lo que lo excede. La novela muestra también cómo el recuerdo
de si esta última es consciencia racional o conciencia onírica, imagma puede efectuarse a través de la danza y la música, o incluso a través del
ría. Así, por un lado, hs observaciones que siguen apuntan a mostr:11 juego de máscaras, el tranc e y la posesión. ~9 En consecuencia, en un
cómo, parti .endo del archivo Jiterario, se pueden explicar las razones cid mome nto dado toda merno1·ia encuentra su expresión en el universo
rechazo de la confesión evocada antes. Por otro lado, tienen por objetivo ~cnsible, en el un iverso de la imaginación y de la mult iplicidad. Así, en
indica r los parámetros cognitivos y expresivos a partir de Loscuales se varios países africanos confrontados al drama de la guerra, el recuerdo
efectúa la crítica 11.egradel tiempo y se elabora, de manera genera l, lo de la muerte se escribe directamente en el cuerpo her ido o muti lado
memoria colonia l y, por lo tanto, la de l potentado. del sob reviviente. A partir de ese c uerpo y de sus dolencias, se recons -
Qµe, entre los negros, los lenguajes de l recuerdo dependen en
gran medida de la critica que se hace de l tiempo, es una evidencia que /e Étrangcté, l'UF, París, 2009 [ 19 19), pág. 9 1. [Trad. esp.: /..o
~!l. Frcud, S., /,1 frt1¡11ic!la11
0111in oso, O/11·/'IS
Completa.,, vol. >..'Vil, Amorro rtu, Buen os Aircs/M.addd, 1979).
el lexto literario se empci1a en demostrar. En la nove la negra, todo
<;l), Entre los otros vectores de la memoria, Cather ine Coqucry-Vidrovitch incluye
p<1rccc indicar que e l tiempo no es un proceso que podría grabarse lüs bosques sagrad os, las tumbas de los santos musu lmanes, las mezquitas , incluso
,1.lgunas má scaras y danzas . Véase Coque ry-Vidrovit c h, C., «L ieux de mémo ire et ot ·
~7. Medc.111-Ponly, M ., P/1énomélwlogic de la ¡1erceptio11,Gall i111.irJ,Parb, 1945, pág. <idt,n talisat io n » , e n Histoire.d'Afrir¡11e. Les enjeux de 111éttwi~,Kartha.la, Pa.ris, 1999,
•169. [Tmd. csr.: Fc11oinc1wlogfade la Pcrcqmón, Editoria l Peninsub, Barcelona, 2000.J. p,lgs.378-379.
198 199

,..
Crítk:1<Ir L, r.1rún negra H pcll ucno scacrn

lruye la memoria del acontecim1enlo. En consecuencia, al acopl.11IJ l,1lid.1JcsocuJtas » , toda suerte de potencialidades a la vez creativas y
imaginación y la memoria se enriquece precis.1111entenuestro n>11111, dl'~tructivas¡ un mundo invisible y oculto que const ituy e la verdadera
miento, tanto su semántica como su pragmática. 1 ;11·,1 de lo real y sin el cual no puede existir redención con respecto a
1·w mismo real.'' 1 A lo largo de esta superticie se produce el paso de lo
Así, la crítica del tiempo tal como se desarrolla en la ficción 1w~.•J

contemporá nea nos ense11a también que el tiempo siempre es alt•,,t. tl ·,11 a lo fantasmático, de l reverso al derecho, la tran sformación de un o

río y provisorio. Cunbia indefiniJamentc y sus formas siempre son 111 r11otro.º' En estas condiciones, recorJar es ante todo redistribuir la
ciertas. En consecuencia, representa una región heterogénea, irregul.u .l1Íl·renc ia y producir el desdobla.miento precisamente porque sicm -
y fragmentaJa Je la experiencia hum ana. De ese modo, la relacibn ild l'rl' existe un desfasetemporalesencia l en lrc las d iferentes unidades de l
sujeto con el tiempo es una relación que apunta siempre , si no a esq111 lll'll1POy el acontecimiento.;, ;,
var el pasado y el íuturo, al menos a redimi rlos y subsumirlos .~º ht., Como contrapartida , el acontecimiento no sobreviene así como
no signí lica, sin emba rgo, que la distancia en tre el antes y el Jesp111I· . Todavía
11s1 es necesario pode r descifrarlo y expresarlo - de ahí la
el pasado y el futuro, no exista en absoluto. El presente, en cuanto q11, Importancia Je los procedim ientos adivinatorios - .6 ~ Sin embargo,
presen te, remile al pasado y al futuro al mismo tiempo. De forma 11111 ¿d imo expresar un <<acontecimiento » si no es, de manera gene ral, a
radicaJ, se podría afirmar que pretende abolirlos. De ahí el predomi1111,, 11,wésde una asociación de palabras e imágenes en la que unas pala -
en la escritura de novelas, de un tiempo que podría llamar se part1d11 hr,1s func ionan como formas vacías que se llenan con imágenes, y otras
jico, puesto que no es plenamente un tiempo presente, pero lampo, 11 ~<'>lodeben su existencia a su condic ión de vehículos ele signos que, sin
está totalmente esci ndid o Je! pasauo y del futuro.º 1 Es un tiempo t1111 l'111b.1rgo 110 se agotan en esas palabras? En consecuencia , el recuerdo
1
un.1 duración diferencial, regido por dos leyes: el desfase tempor.i l v no existe más que en el punto donde se encuentran un aconlecim icn•
la simultaneidad (coexiste ncia Je acontecimientos). Es por eso qul" rl lu, palabras, signos e imágenes . Este punto Je encue ntro puede luego
negro siempre habl.i en plural del tiempo o de los flujos temporales. 1 ,1 desembocar en una serie de ritu ales. Este carác ter cuasi indisociable
escritura novelesca se preocupa por describir los procesos de transm11
Je las palabras, de los signos y de las imágenes, no sólo permite cxpre·
t.1eión del tiempo, inclusive del apilamiento del tiempo. tol
\JI' el acontecimiento, sino, Je forma más radical, manifestarlo como si
Por otra parte, memoria y recuerdo no tienen se ntid o más ,¡111·
fuera una epifa ní a."NEn los procedimientos del recuerdo en cu.1.nto que
con relación a la idea según la cual el tiempo es, en rc.11idad, una suc ,
práct ica de la cura, las imágenes pueden variar, ser sustituida s unas por
te Je antecámara de lo realy Je la 1111ucrfe.1-1En esta antecámara yact•11
otras. En este proceso, se establece un vínculo sumam ente complejo
cosas inéditas, inesperadas o, de forma más radical inclusiv e, « pl)~i
entre el sentido/signilicación y la designación o, in cluso, lo que acabo
60 . f'chak, ~-, Pl,,cc dcsfi!lcs,Scuil, J'Jrís, 200 1.
6 1. Kourouma , A., E11,1ttrnda11//~ 1•11/rde.s l1t'lcss,1111,ílge.s, !)cuil, París, 1998. f1r;nl 64. Co ul'o, M., Lrs Balcine,;de Qws.sfro,Albin Michcl, Paris, 1996.
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1
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rl\, 199$. 1.tts siete soletladcsJ1·Loma Lópa, El Alcph Editores, Barcelona, 1989].

201
200

..
Cr1tir.r de la r,wín negra El r, x1ul'iin ,ccrcto

de denominar la manifestación. E n cuanto al sujeto que recuer d.11 , En este se ntido, se puede tomar co mo ejemplo el pr im er capí tul o
por princip io un suje to puesto en tela de juicio . Esta constataciú11 11 ,h· / a Po/ka Je Kossi Efoui. 73 La novela com ienza con el relato del na
sulta de un acontecimiento inaugur al, la pérdida aparente del 110111111(, , , ,,dor sen tado, co n la vista puesta en una calle inm óvil. Inclu so antes
propio. Esta pérdida se vuelv e más traumática cuando va acompni1,,d 111•1.onoccr el nombre del sujeto de la narr ació n sus sentidos son co n-

de una prnfunda inestabi lidad del saber, de una destrucc ión de l .m1!1 vnr.1Jos, la vista en este caso. Pero la visln dt: qué si no de un montón
do común, de una incertidumbre radical con resp ec to ;i) yo, al 1:ic111¡, ~1, il1•escom bros, de <<trozos de pareJ caídos con puertas y ventanas y sus
4
al mundo, al lenguaje . Este estado de incertid umbr e radica l const 1l11r, .11 mazoncs derruidos por el fuego ».' Con esos objetos, se pretende
la estructura objetiva del acontecimiento en sí mismo, pero tamllll·u ,l,tr cuenta de la ru ina: del tiempo de la ruina y la destrucción. En co n -
de la narración, del relato que se hace de e!Ja. Posibilita cualqu ier l''" ,,., uencia, el tiempo se revela aquí en primer lugar por su capac idad de
presa de asignació n e.leidentid ades fijas. Esto es en parte lo que cxplh ilcpr las huellas de un acontec imiento primordial - un acontecimien -
el víncu lo estrec ho que l,1 nove la negra es tabl ece ent re la pérdidn drl to destrnctor del cual uno de los sig nifi cante s principales es el fuego - .
nombre propio (la des tru cción de la medida) y el d evenir -loco, es dr li.l tiempo se vive, se ve y se lee en el paisaje. Antes que el reL-uerdo, está
ci 1; la apertura <le una vida co nvul siva 1 inclusive e l suicidio.~'1 l,1vi~ta. Recordar es, litera lm ente, ver la hu ella qu e dejaron físicamente
En este contexto, recorda r cons iste cada vez en su pcrar los Jí1111 lm acontecimientos del pas.1do en el cue rpo de un lugar. Con todo, no
tes Je aque llo que se puede expresar en el seno de un lengua je ?' J)1 n:isle cuerpo de un lugar que no esté, de alguna manera, en conexión
ah í que se recurra sim ultán eamen te a vario:. lenguajes d el tiempo 1· LOll el cue rpo human o. La vida m isma debe « tomar cuerpo » para se r

del cuerpo, en la medida en que, como por ejemplo ocun-e en el caso il1· n' conoci da como real. Del cuerpo humano 1 el novelista presta espe-
Amos Tutuo la1 cada cuerpo penetra siempre en otro y coexiste con d l ,.il atenc ión al rostro y a sus rasgos. Sost iene qu e fueron rcdib ujado s
7
en todas sus partes o, por lo menos, en MIS partes e1>en ciales: 1 En co 11 po r algo brutalmente inmerso en la mirada » . ~ Y, con mucho cuida-
sec uencia, se es tá frente a una manera del recue rdo que se despliega l'n do, menciona en un mismo movimiento c uerp os y rostros d e muje-
forma de tartamudeo cuando se trata de dec ir quién se es o qué pa.só. res, h0mbres y an imal es inmovilizados idénticamente a través de eso
El mismo tip o de procedi mi ento está a la orden del día cua nd o se trat,1 luya irrupc ión en la vida se efectúa bajo la forma de la brutalidad. En
de evocar al potentado postcolon.iaJ; esa esp léndid.1 manifestac ión dt ton secuenc ia., se atenúa la distinción ent re las espec ies y los géneros.
un tiempo sin pasado ni futuro o, incluso, de un pasado ven ido a me En ad elant e, una comunidad de ;iparienc ias, un a se meja nza un e a unos
nos que nw,ca se ha dejado de querer resucitar, pero cuyo sentido só lo LOll olro s. lnclu so e l rostro mismo mantiene una relació n estr echa co n

aparece bajo b forma de la fisura y la disipac ión. 7l la máscara: « Hombres y animales com part en la misma cara, la mi sma
76
máscara de cstupefa cción » .
69. Hamidou Kane, Ch., Li\ 1'cJ1/urcWJ1 oµ. cit. [Trad. c.~p.:La avmt11m mn/Jigw,,
/Jig11if,
Elipsis Editores, Barcelona, 2007].
Sue le decirse que la vista viene antes que el nombr e, pe ro en los
70. Vc,i,,c,a lítu.lo dí.'cjrmplo, Vrra,Y, PafJillorilm1lc,L~ayarcl, Paris, 2002. [Trad.c.~p.: Mar, , hechos la vista y el nombr e se respond en en eco. El nombre reaviva la
/'º-'''rn llll11111s,
Editorial13.S.A.,Barcelona, 2000 ]. O también Sony Labou T.'\nsi, / ,e Co111 -
,,,~111.:111rn/ elesdmtlc11rs,
op.cil.¡y Ü \11/rc Monde. Éml s i11édils, Rcvue Noirc, Paris, J 997. 7 1. Efoui, K., l../1JJnllw,Scuil, París, 1998. [Trad. esp.: Lo Polkt1,El Cobre Editorial,
7 J. M bí.'mbc, A., « Politiqucs de la vie et \'iolencc spéculairc dan~ la ficlion d'Amos Barcelona, 2004 ].
d'étudesaf,·1,:aino!S,
l'irlu<1l.1,,, C11/ricrs n° J 72, 2003. 74. {/,ítl.,pá¡;. 9.
72. MJha111.kou,A., Verrecll sst!, Scuil, Parb, 2005. ('lhd. esp.: Vasoroto, Alpha D~- 75. 11,íd.
L,IY,11,m ;clona, 2007] . 76. Jufd.

202 203
Crf11,:J de l.1 r,wi 11llt'¡-\1 1 El p~qucíio secr~rn

mir.1J,1y viceversa. Uno no puede existi r sin la otra y am bos remi1111 En La Po/ka, el cuerpo está destinado al disfraz y al adorno . Estos
l.1VOL., al gesto y, finalmente, a la vida misma. Súb itam ente, el tiemp,1111 1dflmos son los que le oto rgan el brillo: coronas de flores, som breros
l.ts ruinas es, según el novelista, el momento en el yue <<los gestos vit,1ll m;,rntes con moños, decoraciones de todo tipo, collares de pe rlas alre-
dejan de ser seg uidos por la mirad a» ..,.,En ese momento, los cuerpo·.,, d,•dor Je los cue llo s des nud os ele las chi cas, campani llas doradas
ant ¡ui losan y la voz, su limbre y su ritmo pasan por toJos los estado,. ,, dn·ded or de los tobillos de músicos danzantes. Con todo, este cere-
veces tiemb la, otras veces se hace rocosa. Y en otros instantes tamli 1r11 111nnia .l nunca deja e.leevocar a la muerte. So bre el carro fúne bre ador-
se vuelve ,<asmática ». Entonces, es pos ible ad ivinar «a l cabo dv 1111 11,11locon nervad uras de palmera s entretej idas, se ubica « inmóvil, un
tiempo que cada palabra [emit ida por la voz] es una falsa $aliJa » put•~I•• tllllcrto vivo todo vestido de blanco >>. Es la mascota de un carnaval.M
que, en adelan te, l.i voz es «arc hivaJa >>y cort ada al medio. 7" En la nw, 11 "1111embargo, un riesgo pesa siempre sobre el cuerpo Lle la multi tud: e l
da en que la palabra ibmora «cómo atrapar o asir el tiempo prese nt e ,1 1.J ,k i.er reducido a cuerpos « Jes caxnados, trasta billant es, a los cuales
tie mp o deja de estar bajo con b·ol y se escapa a través del « movimicnf,, 81
y.1 no conviene ningún otro ropaje». Y más grave aú n es el riesgo de
de b.íscula entre e l antes, el después y el retorno »¡ se sitúa así « fuer., d1 l'sl,tr co ndenado a salir del tiempo y de si mismo:
las pa labras de la vid a».- 9 Y se podría agregar qu e tal puesta del tiemp,,
fuera de las palabra s de la vida const ituye el acontec imi enlo. Hemos pasado la noche luchando contra los órganos en desba nda -
A fin de cuentas, se puede decir que La Polka es una nov ela qu.- da de nu est ros cuerpos. El es tómago reventado que deja un vado alli
donde antes tuvimos hambre y sed , la lengua se vuelve hasta la gloLis,
hace del cuerpo el lugar de memoria por excele ncia. A veces, el cuc 1p11
lo:. brazos colgantes }' los hombros que c:1en literalmente y los ojos
parece no pertenecer a nadi e en particular, sino a lo que se podría lll-
en la espa lda. La boca se abre con bru squ eda d, se mantie ne abierta,
nominar la ca11i idcul.Así, en el bar, en horas nocturnas, cuando se llcg,1 sin grito s pero a la c~pera de un eruc to, de un súb ito ascenso de las
para corro mp erse en el ,rnonima to del alcoho l y de las chicas de co m vbceras o de una sa lida bru tal, hueso tras hueso, a lo largo de todo el
p,1ñía: ,~Las chicas van y vienen y Jan vue ltas entre amigo y amigo, ,.1 esquel eto. Hueso tra!, hueso: los largos, los cort os, los planos, los que
quién el lumo, a lllánto el tra:;ero? ».~11En el calor de los cuerpos y el aia· se adivinan falsament e redondc,1dos y .-ugmo!>,una retahíln d e vérte-
.isfo.i,mte ~ C!>tánlo~ que tant ea n [ ... ], los que pdlizcnn [ ... ] los man bras que se prccipitnn po r c:-.taboca abierta ha!,ta que l:.i.piel fhiccida se
110\ q ue d,111 una bofetada y también los que se conte ntan con mirar». ) hund a, se dé vuelta y se distienda. Un cuerpo en !,Uspenso, en in:.tan-
cst.í, sob re todo, el ..:u erpo de la mujer: «E llas saben dosificar la energía cia de ca lda, en alerta de cpi lepsia .~·1
de sus cuerpos. L.1sonris.1 primero, luego el acomo damiento del bu:;
to [ ... ]. Luego Locll) vue lve ~,come nzar por la sonri sa, una mirada s~• Fn La Polkn, este gigantesco te mb lor del cuerpo se vin cula con la

enc iend e -¿ .1cu,lnto el lr.1sero? Apena:. ence ndid a, la mirada ba¡.1 muerte y la desa pari ción , es decir, co n la cuestió n del septJ cro . Para
hacia las caderas. La mujer apaga su sonris a y hace jugar las piernas ». Kossi Efou i, el problema es que la muerte no es necesariamente pro -
Y, como si todo se juga ra allí, se produce la cop ulació n gene ralizada.NI ductora de rec uerdo!,. Y, por ot ra parte, « estos sem bl an tes d e muer -
tos que tenemos ¿cómo podrían -,ervir para fabricar el rec uer do ? Ante
77. /úí,I., p,ig. 1o.
da desapa rició n se encoje la memoria de los nombres, como si todas
<.:,t
78. Júfri., pág. 1 l.
79. 1/rí,/., pág. 12.
112.lbírl., pág. 58
80. Fl1íd.,pág. 31:1.L.1s c1ta.sque ~igucn pr<wicncn de c~1.1m1s111a
p.igin,1.
81. 1/,i,I.,¡,.ig. 54 y p.íg. 1J 1.
1n.11,íd.
IH. 11,id.,
p~g.59.
204 205

,.
U pequcuo , cerero
1de J;, raz,',n ncgr.t
<....ríiic.
r'poca durant e la cual, más allá de sus apari encias sec ulares, la mis1611
t'sas vidas foera11c;u,os cerrado s» .~5 Po r cons iguiente, « la máscm 11 d1
dt•Iarte continú a co ncibiéndo se bajo un a modalidad pararreli giosa. Se
estupefacción se produce cuando todo se retrac ta y no queda más lJI!' Lt·ce que el arte deb e curar a Occi dent e de su memoria desgraciad a y
el rumia r de una última imagen qu e busca su lugar entr e el antes y d de -;us miedos de última hora.R7 Al hacer esto, el arte pasa a formar par-
después » .'''' También puede ocurrir que el tiemp o se rebele, que se 1111 1

le Lleun relato hero ico y, por ello, debe convocar las pot encias dormi -
gu~ a ago tarse y, en camb io, se d isponga a tend erle trampa s a la gcn11·
,
1!,,s refor mu\ando, a su m.anera, un tip o de fiesta y de espectáclllo. En
t•I (on texto colonial , esta fiesta .1dopta un giro salvaje. Las construccio -
tH.!S y otra s infraestructuras (p;ilacios, mu seosi pu entes, monum ento s
4.5. Cuerp os, estatuas, efigies
y otros) no sólo for man parte de los nuevos fetiches. Para su creación ,
Precisamente, esta func ión de trampa es la que cumplen las esta lu ,1\ 1 ., menudo se deben profanar sep ultur as. Deben expo n erse los crán eos
efigies y monum entos co lonia les. Mtis alli de sus variedades, tod,,, de reyes mu ertos a la vista de todo el mundo. Lo mismo oc urr e co n sus
e llas remiten a tres nombres. En prim er lugar)' hab lando con propt, · ,1taúdes, qu e debe n ser desmontados. Es necesario apoderarse de to-
dad, se trata de objetos hechos de todo tipo de maleriales: márm1,l, dos los objetos que aco 1npañan a los cuerpos (bisutería, piastras, cade-
gran ito, bronce, acero y así suces ivamen te. En cuant o que objeto•,, 11asy así suc esiva.mente) antes de que los museos esté n en cond iciones
cons titu yen bloques inertes instalados allí y ;:iparentemente mudo\ de recibir finalmente los objetos fun era rios arra ncado s a las sepu ltu -
Además, la mayoría de estos objetos presentan la for ma de un cuer ¡,n 1-.1s.~~El desen terr amient o de Losmu er tos tiene por función inducir el
humano o de una bestia (por ejemp lo, el caba llo qu e monta un co 11 trance en Los colon izados, ob ligados como están, de ahora en adelante,
quistador). Rep rese ntan muertos. En ellos, La mu ert e se co nvierte l'II ,1 celebrar un « sac rificio sin dioses ni ancestros » . En este co ntexto, la
una cosa trabajada. Por último, estos mu ertos han sido, e n un momen economía simbólica de la co lonia se co nvierte en una gran eco nomía
to dado de sus vidas, sujetos. Las es tat uas buscan preservar esta cu,1 Lid don sin espe rar nada a cam bio. Alrededor de estas obras e infra es-
lidad de sujetos. No hay estat ua sin esta fusión entre la objetoa lidad 1 Lructuras tiene lugar una suerte Je inlercamb io que remite a la pé rdida
la sub jetiv idad y la mortalidad. Po r otra parte, no hay estatua coloniol , un tuar i.a. Objetos considerados como no -int erca mbiables ( puentes,
que no remita a cierto modo de recuperación del tiempo . Cas i sin ex museos, palacios, infr aest ru cturas) son cedido s a los indíg enas por una
cepc ión, las estat uas y efigies colonia les dan cue nt a de es ta gene alogí,1 .lUtoridad brutal d urante fiestas salvajes en que se en tr elazan el cuerpo
muda en donde el sujeto se ade lan ta a la muerte y ésta, a su vez., se
ade lanta al objeto mi smo que, supu estamente, ocupa el lugar de sujeto y la mate ria.
Se t rata de las múltiple s significacio nes de las estatuas y los mo -
y de muerto al mismo tiempo . numentos coloniales qu e ocupa b .m el primer plano de las plazas pú-
Junt o a las estat uas propiamente dichas existen otro s objetos, mo -
nume ntos e infraestructuras: las estacion es de tren es, los palacio s ele :17. BcrtranJ Dorlbc, L., /,,'Orrlre srwvage. Viole11cc,
dépe11 ré dan.,/'art des an•
se et sc.1c
gob ierno co lon ial es, los puentes, los campos militares y for talezas . .En écs 1950-1960, Gallirnard , P,u·is,200 <1.
11
88. N;i.tivcl, O., y Ra iso n-Jou rdc , E, « Rapl des mo rt~ et cxhib itfo n mon arc hique .
d imper io colonial francés, la mayoría de estas cons tru ccio nes data n Les cont r,1d1ction s de la Rép ubliquc colo nisat rice a M adagasca r» , en Chréti en, J.-P.
de lo:. siglos X IX y XX. En el plano puramente estét ico, se trata de u n;i y Tria ud, J.-L. (dir.), 1-lisloirc tl'Ají-1r¡11e.Lt-.1enjm x du mémoirc, Ka rtha la1 P,tris, l 999,
págs. l 7?,-195. En la misrna obra, ver igualme nt e Goe rg, O., « L e sitc du Palais du
N.'i.ll1itl.,pág. 64. go uvcrncur i, Co nakry . Po uvo irs, sy mbo lcs d mut at ion s de se ns>>(págs . 389-404 ) .
116, 1/11,/, p:1g. 65.
207
206

,.
El pcqucflo ~c,:rcco
C:dtic:a,le l.1ratón 11cg~1
de no ser nada sin su amo, de deberle todo a él y de adoptarlo, llcg.1do
bl1t:JS .ifricanas, aún mucho tiempo después de la prodamaci6n dt l.1
l'i caso, como un pariente mis) debía tener la capacidad de gobernar
independenc ias. Por ello, es importante vincularlas con los mod011d~1
lodos los momentos de su vida y de vaciarla de tod a man ifestación
poder y la dominación. Estos restosdel potentado son los signu~ d
la lucha física y simbólica que esta forma de poder fue obligado ., flr de libre voluntaJ .'1' En tal contexto , es comprensible que las estatuas
var ade lante en contra del colon izado. Se sabe que, para que du 1·t· rn )' los monumentos colo niales no fueran artefactos destinados al em -
el tiempo, toda dominación debe inscribir se no sólo en el cuerpo d, hdleci rniento Je las ciudades o del hábitat en genera l. Se trataba, por
los sujetos, sino también dejar marcas en el espacio que habitan, .,,,¡ completo, de manifestaciones de lo abso lutamente arbitr ario, cnyas
como huellas inde lebles en su imaginar io. Debe envolver aJ escluv1•}' premisas se enc uent ran ya en las maneras en que se llevaban adelan-
mantenerlo en un estado más o menos permanente de trance, de i11 te las guerras <le conqu ista, las guerras de « pacificación» o, inclusive ,
92
toxicación y de convu lsión - incapaz de reflexjonar por sí mismo u111 é ll la manera de contrarrestar los levantamientos armado s. Potencias

toda claridad-. So lamente así la dominación puede hacer que el lh <letravestimiento, constituían la extensión escultmal de una forma de
dividuo sometido piense, actúe y se conduzca como si estuviera pn.•s11 terror ra.cial. Al mismo tiempo, eran la expresión espectacular del po-
irrevocab lemente en las redes de un insondable sortileg io. La sujeci<'1¡1 der de destrucción y de escamoteo que respaldó, de comienzo a fin, al
también debe inscribirse en una rutina de la vida cotidiana, así comu proyecto colon ial.'
11

en las estructuras de l inéonsciente. El potentado debe habitar en el 1111 Pero, sobre todo, no existe dominación sin un culto de los cspíi·i-
jeto de manera tal que este último no pueda eje rcer en ade lante "º tus, en este caso, el espíritu -perro, el espíritu -cerdo, el espíri tu-canalla,
facllltad de ver, de escuchar, de sentir, de locar, de moverse, de habJ.,,, t,rn carac terístico s de cualquier imperialismo) tanto en el pasado como
de desplazarse, de imaginar¡ que inclusiv e no pueda siquiera soñar si en el presente. A su vez, el culto de los espí ritus depende enteramente
no es en referencia al significante -amo que, de ahora en adelante, In de formas de evocación de los muerto~. En este sent ido, se sirve de la
sobrevuela y lo obliga a tartamudear y a titubear. 89 necroma ncia y de la geomancia. Por lo demás, las estatuas y los mo -
El potentado colonial no transgrede esta regla. En todas las etap,1~ numentos colonia les pertenecen fundamentalmente a este dob le uni-
de su vida de lodos los días, el colonizado fue obligado a cu mplir L1n:\ \'erso. En sentid o estr icto, conslituyen énfasis caricaturales de aquel
serie de ritua les de sumis ión a cada cual más prosaico que el otro. Por esp lritu -peno , ele aque l espíritu-cerdo, de aquel espíritu-canal la que
ejemplo, era posible que se le exigiera estremecerse, gritar, temblar; avivaron tanto el racismo colon ial como el poder que llevaba su m ismo
que fuera ob ligado a prosternarse temblando en el po lvo y a ir de lu- nombre)' tod o aque llo qu e vino después y que se conoce con el nom -
gar en lugar, cantando, danzando y vitoreando su propia dominación
bre de postcolonia. Constit uyen la sombra o la rep resentación gráfica
como si se trata ra de una necesidad providencial. Ése era el caso de
1.1inauguración de distintos monumentos, del develamiento de placas <Jl. Mbcmbc , A., La Nui~w1cc .lu 1•W<)t1is dm1.sIr S11d
-Ct1mcm1.1n,
op. rir.
conmemorativas en caso de cumpleaiios y otras fiestas comun es a co- 92. Pélissic r, R.., Le, Gucrrcsgrises. Résist1111cc
el ré110/t.cs m Angola, l 845-J94J, Édi-
tions Pélissicc, Mon tamct~, 1978¡ 1.-ti Colo11icd11Jvli11otm1rc.Naliorwlismcs d révoltes Cll
lonizadores y colonizados .~º La co ncien cia negativa (esta concien cia
A 11gol111926-196 1, Éditions Péliss icr, Montamcts, l 979; J. cs Ca111p,1 g11e.scol,mia/c~ d11
1
l'urlug11l, 1844-1941, Pygmali(m, Paris, 200..\-; Anderson, D., Historiesof t/ie Htmgcd.
fllJ.. Mbcmb~, A., «La "chose" et ses doub les dans la ca ricah Jre cameroun aise», Ca-
'1/ie D11·tyWar in Kwyil ,111drlicfa,d of tl,c E111p
ir,·1 No rton, Nucv.1York, 2005.
1,i,.,-.,
d'étuclcsafricaincs,vo l. 36, n° 14 1- J42 1 J996.
93. Para una t~orización de este terror, véase de Tocq ucvi lle, A., De la colonie ~ti Al•·
90. Cocrg, O., (dir.), Friesr11"bai11~s c11Afriq11c.Espaces, id,~1tif'ésd ¡.im111oirs,
Kart hala,
11,nis, 1999, 1x\g.2 01 -207. .~fríe,op.di .
209
208
Crít ic:1 <le b ,~11.,
\11 11<
:gr:i

que reco rta su perfil en un espacio (el espacio africano) del que no se
priva jamás de violar y despreciar . 5
Al ver estas caras de «la muerte sin resurrección » , no es difful R.ÉQUJEM PARA EL ESCLAVO
enlender lo que significó el pot entado colon ial: un pod er típicarncnlt·
funerario en vir tud de su tendencia a cosificar la mu erte de los colo n,
zado s y a denegarles a sus vidas cua lqui er tipo de valor.9'' En efecto, l,1 1:,n los capítulos ant eriores se ha hecho hincapié en cómo, a lo largo de
mayoría de estas estatuas representan a antiguos muertos de gucrn,~ 10Jo el período moderno , fue posible moviliz ar las nocione s de <<Áfri-
de conquista, de ocupac ión y de « pacificación » - muertos funcstQs, l,\~~ y de « negro » en fun ció n de los proceso s de fabricación de su-

elevados al rango de divinid ades tutelare s por vanas cree ncias pag;1 ¡ctos de raz.1-s ujetos en l1uiencs la degrad ación constituye la mayor
nas- . La prese ncia de estos muertos funestos en el espacio pú.blii:n seña de identidod y cuya carac terística particular es pertene cer a una
tiene por objet ivo hacer creer que el principio de asesinalo y crue l- hum,111idadaparte y de shonrada¡ la de los des echo s del hombre - . Sin
Jad que ellos personificaron cont inú a habitando en la memoria de los embargo, en cua nto que recursos míticos 1 África y el negro no sólo son
excolonizados¡ gue a ún satura su imaginario y sus espacios de vida, \os pechosos de alimentar un limite insostenib le, sino también la frac -
provocando en ellos un exlraño ecüpse en la concienc ia que les impe • tura del sentido y una alegre histeria.
<liría, ipsofacto, pens ar con toda clar idad. En consec uencia, el ro l Jt· Porque en el fondo, siempre, incluso en e1 cenit de la lógica de
las estatuas y los mon umentos colonia les es hncer surg ir en la esce n,1 raza, estas dos catego da s estuvi eron marcad as por s u ambiva lencia: la
pre sente muertos qu e, en vida, atormentaron, a menudo a través dl' ,11nbivalenciade la repuls ión, del encanto atroz y del goce perverso. En
la espada, la existencia de los negros. Estas estatuas funcionan co mo Afi:ica y en las cosas negras, mu cho s han visto dos fuerzas deslumbran -
ritos de evoc ación de los difuntos para quienes la humanida d negra nb tes - unas veces una arci lla openas tocada por el escultor, otra veces un
valía nada , razón por la cual no tenían n ingún empac ho en derramar su an imal fantást ico- , pero siempre una figura hierática, metamórfica,
sangre gratu itam ente. heterog énea y ame n.azan te capaz de explotar en cascadas. Este orden
en ebull ición mitad so lar y mitad lunar, en el que e l esclavo ocupa w,
lugar fundamental, se intentará evocar a lo largo de este cap ítulo qu e
co nstituye, por otro lado, el subsuelo de todo el libro: su nivel cero.
Ahora bien: para comprender corre ctamente el estatus del esclavo ne-
gro en la época de l prim er capita lismo es important e vo lver a la figura
del apare c ido. Sujeto plástico víctima de un proceso de transformación
por destrucc ión, el negr o es, en efecto , el apa recido de la modernidad .
Despre ndi éndose de la forma -esclavo, em barcándos e en nuevas inver -
siones y asumiéndose en la co ndi ción de espec tro qu e vue lve a la vida,
el negro fue capaz de otorgarle una significación futura a esa transfor -
Y,t. 1lu.~~ain, N., ll, e /urisprudt1n cc of EnH:1-géncy. sm mu/ tlie Rule of Lm,1 lJnj -
Colot1hl/1 mación po r de:;trucción.
1
V\'r~ll) ' of Micbigan Prc~s, Ann Arbor, 2003; Barb t, S. M., Le Co,-p.,1/'~ .\·ceµtiot1. Les La trata de negros debe se r anaüz ada en el p lano fenomen;:iJ como
111t(fill'S ,/11 co/011in/et fo ilcsrmctivt1 de la vie, Amsterdam, 2005.
¡,10t111oir una manifestac ión e mbl emática de la faz nocturn a del cap itali smo Y
2 10 21 1
Crí1k: 1ele b r;i'l<'Íl'I11c¡-:m
Rét¡uicrn p~.rad cs<.1:tvo

de l trabajo negativo de destrucción sin el cual no puede hab er nombt, nt.l hay realidad - ni, por ende , vida - que no sea al mismo tiempo
propio. Dar cuenta de esta faz y del estat us del apa rec ido en el Sl'nl 1 espectáculo, teatro y dramat urgia. El acontecimiento por excelencia es
Je esta eco nomía nocturna, exige recurrir ,1 una escritum de la jig1m1 ~icmpre flotante. La ima gen - o aú n la sombra - no es una ilusión,
- que es, en rea lidad, un a densa red de rizos ent relazados que oscil,111 sino un hecho. Su conteni do siempre excede su forma. Existe un régi-
men de intercambio entre lo imaginario y lo real1 si es que la distinción
sin cesar entre lo vertigi .noso, la disolución y la diseminación y cuy,1·-
entre m10 y otro tiene algú n sentido. Porque en el fondo uno Funciona
aristas y líneas se juntan en el punto de fuga-. Este esti lo escrit ur.11,
para producir al otro 1 uno se articula con el otro, un o puede convertirse
la realidad que evoca y las categorías y conceptos neces;irios para 1,11
elucidación, fue necesario buscarlos en tres obras de ficción: La vida 1' en el otro y viceversa.
El núcleo verdadero de lo real es una suerte de reserva, de exce-
media de Sony Labou Tansi, El bebedorde vino de palma y Mi vida e11l,1
dente situado en un afuera, en un devenir. Siempre hay una sobrecarga,
nwleza de losfanla.smas de Amos Tutuo la.
po1,ibilidades de elipsis y de cor tes. Son esos factores los que posibili -
l,rn los estados ó rficos, independientemente de si ésto s se alcan zan por

5.1. Multiplicidad y excedente mellio Je la danza, la música, la posesión o el éxtasis. La verdad se halla
en esta reserva y en este excedente; en e~ta sobresaturac ión y en esta
Una dimensión central de esta economía nocturna tiene que ver con dip sis. A éstos sólo se accede desplegando una función de videncia
los fenómenos de la multiplicidad y del excedente. De hec ho, en el se no que no es lo mismo que la función visual propiamente dicha .
de esta economía, aquello que se denomina lo real es por definición La videncia con si1>teen descifrar los resplandores de lo real e Íli ·
disperso y elípt ico, fugaz y movedizo: esencialmente amb iguo. Lo real terpretarlo s en función de si éstos se llevan a cabo en la superfic ie de
se compone de muchas capas, de varias napas y envo ltorios. Sólo se lo las cosas o en el subsuelo; si remiten a las cantidades o las cua lidades
puede captar provisoriamente - algo que por lo demás no es fáci.1- ,1 de lo real. Esto n.o se explica bino en relac ión con el misterio funda-
lravés de pequeños trozos, a partir de una multiplicidad de planos. Si mental que es la vida. Porque a fin de cuentas la vida es un misterio
se lo llega.w a captar íntegramente, jamás podrá ser reproducido o re en la med ida en que está hecha a base de nudos. Es el resultado de un
presen tado ni comp lclarnente, ni fielmente. Porque en el fondo existe montaje de cos as secretas y manifiestas; de un conjunto de accidentes
siempre un exceden le de lo real al que sólo pu eden acceder aq uéllos y que solamente la muerte seña la y clausura en un gesto que se asemeja,
aq uélla s t1ue están JotaJos de capacidades extras. ,1 la vez, a la recapit ulación, la aparición o, aún, a la emergenc ia. De ahí

Además, lo real no se presta sino muy de vez en cuando a la me - que posea un estatuto fundacional. En cuanto que operac ión de recap i-
dida precisa y al cálcu lo exaclo. Por principio, el cálc ulo es un juego de lulación, la muerte no se sitúa sola.mente en el final de la vida. Porque,
probabilidades, porque de lo que se trata en gran parte es de ca lcular en el fondo, el misterio de la vida es « la muerte en la vida» y «la vida
el azar. Se suma, se resta, se mulliplica, se divide pero, sobre todo, se en la muerte » : ese ent relazamiento que es el nombre del poder, el sa-
evoca, se convoca, se mantiene unido el conju nt o a través de una línea ber y la potencia. Las do s instancias (la fuerza de vida y la potencia que
fugitiva y elíptica, en zigzags, interpretante, a veces curva, otras veces procura el saber de la muerte) no están separa das. Una trabaja la otra, una
es trabajada por la otra. La función de videncia consiste en volver esle
puntiaguda: la adivinación. Así, el enc uentro con lo real jamás puede
ser otra cosa que fragmentario, entrecortado, efímero, hecho de discor- trabajo recíproco a la luz del día y ,l la luz del espír itu, cond ición esenci(ll
dancia s; siempre provisorio y debe reanudarse cada vez. Por otra part e, para evitar la amenaza de disipación de la vida y de disecación dt•I
2.13
2 12
Crí1ic3 de l.1r.1·,ón nc¡.:'3
Réquiem parad esclavo

, iviente. La vida nace entonces de la escisión, del desdoblamil· 111,J )· y un cuerpo-decorado. Reliqui,1s, colores, preparados y otros ~<medi
de la disyunción. Tamb ién lo hace la muerte, en su inevitabl e cland,111 , ,unen tos » le otorgan su fuerza germinat iva (fragmentos de piel, un
que se asemeja igualmente a un com ienzo del mundo: eman,11h'•1i, ¡11•dal0de cráneo o de antebrazo, u11as y mecho nes de cabello, pre-
emerge ncia y aparición .
' H)SOS fragmentos de cadáveres de a ntiguo s soberanos o de enemigos
frente a lo real, que se ca racte riza por su multipli cidad y su p11tl,·1 ,1lvajes). El poder también es farmacia, en virtud de su capaci dad de
polimórfico , cambiante y casi ilimitado ¿en qué cons iste la poten, 1., l 1.rnsfonnar los recursos de la muerte en fuerza germinativa - la trans-
¿Cómo se obtiene y de qué manera se conserva? ¿Qué vínculos 111.111 formació n y conversión de los recursos de la muerte en capacidad de
tiene co n la fuerza y la ast ucia? La potencia se obtiene y se const·1y 1 , 11r.1- . De hecho, es en función de este doble titulo de fuerza vital y
1
gracias a la capacidad de anudar relaciones cambiantes con el ento 111 ü cll'principio de muerte por lo cua l es reverenciado y temido al mismo
mundano de siluetas o, incluso, con el mundo de los dobles. Es pokut 1ll' mpo . Pero la re lación ent re el principio vital y el de la muerte es fun-
l o aqué lla que sabe bailar con las sombras y tejer relaciont'l. 1·,
.l<.Jué d,11nentalmente inestable.
trechas entre su propia füerza visual y otras cadenas de fuerza s ien, 111, Di-;pensa dor Je fertilidad y de abundancia, el poder tiene que es-
situadas en otra parte, en un afuera 111:ís allá de la su perficie e.lelo vi~1 t.1ren plena posesión de su potenc ia viril. Ésa es una de las razones por
ble. No eb posible encerrar el poder dentro de los límites de una for111.1 l.,s males se encuentra en el centro de una vasta red de intercambio
úni ca y estab le, puesto que participar de lo excedente forma partl' ti, ele mujeres y clientes. Sin embargo y por enc ima de todo, debe tener
su misma naturaleza. Por principio, todo poder lo es por su capaci d,1d l.1capacidad de matar. En definitiva, se le reconoce tan to por su poder
de metamorfosis. Hoy león, mañana búfa lo o facóqucro y dos días dt-~ de engendrar como por otra, equiva len te, de transgresión - ya sea por
pués elefante, pantera, leopardo o tortuga. Los verdaderos du eños ,h•l medio de la práctica simbólica o real del incesto o de la violación, de la
poder y los detentadores de la verdad son aquéllos que sabe n remon 1n1 ingcsta ritua l de la carn e hum ana o Je la c.1pacidad para gastar sin lüni -
este curso de sombras que llama y que es necesario abrazar y atraw 1.cs - . En ciertos casos, malar con sus propi,1s manos a una víctima hu-
sar con el fin, justamente, de co nver tirse en otro; de multiplicarse y di' mana es la condición primordia l de cualquier ritu al de regeneración.
mantenerse en un movimiento constante. Tener el poder es, en con l'or otra parte, para mantenerse, el poder debe ser capaz de infringir la
sec uenc ia, saber dar y recibir formas. Pero es también saber despre n ley fundarnent.tl: ya sea la ley fam iliar o la que rige todo aq uello relati-
Jerse de formas dadas, cambiar toJo manteniéndose iguales, abraza, vo al asesinato y a la pro fonación. Dicho de otro modo: el poder debe
formas de vida inéditas y entrar una y otra vez en nuevos vínculos con ~er capaz de d ispo ner de vidas huma.na s, incluidas la1,vidas de los pro -
la destrucción, la pérdida y la muerte.
pios fam iliares. Porqu e no existe poder sin una parte maldita, sin un a
El poder es también cuerpo y sustancia. A simp le vista, es un parte ca nalla, puerca, que la dup l.icació n hace posible y qu e se paga al
cuerpo -fetic he y, por esa misma razón, un cuerpo-medicina. Como cuer- precio de una vida humana: la de un enem igo o, si fuera necesario - y
po-fetiche, exige ser venerado y alimentado. Pero el cuerpo del poder
a menudo lo es- la de un hermano o un pariente.
\6Jo es fetiche en la med ida en que participa de l cue rp o de algún otro, En estas cond iciones, la acción eficaz cons iste en operar montajes
preferiblemente u11muerto que estuvo dotado en otro tiempo de po- y co mbin aciones, en avanzar enmasca rado, siempre listo para volver
ll'ncia, y de l cua l desea encarnar el doble. Desde este punto de vista, el J empezar, para imp rov isar, para instala rse en lo prov isorio antes de
l ut•rpo del poder es, al menos en su vertiente noct urna , un cuerpo-ca-
buscar rranquear los límites; para hacer lo que no se d ice y decir lo que
d.\vcr. Del mismo modo, es un cuerpo-adorno, un cue rp o-o rnamento no se hace; p,1ra decir mu chas cos as a la vez, un ir los op uestos y, so hr c
2 14
.ll 'i
C .ntlC.I ele:la m1,)11 ,u:gr.r Rct1uic rn p.1ra d .-.,d,1vo

tnJo, ope rar metamorfosis. La metamorfosis es posib le sólo porqu, lo humano. Debe ser un objeto petrificado en la muerte , pero c.uyal ,I
siempre la persona humana remite a sí misma a través del vinculo e<lll 1aclcristica propia incluya a los órganos aún movedizos de la vid,, . El

alguna otra fuerza, con un otro si mismo - es su capacidad de sa lid,1 rostro de la mác;cara redobla el rostro de carne y se transforma en un;\
Je sí, de duplicación y de extrañeza, extrañe1.a con respecto al sí en pri superticie viva y figuraliva. En definitiva, ésa es la definición última de
mer lugar - . El poder consiste en estar presente en diferentes mund1v; un cuerpo: una red de imágenes y de reílejos heterogéneos, una densi

y bajo diferentes modalidades simulláneamente. Es, en este sentido, dad compacta y líq uid a, huesuda y sombría, una forma conc reta de la
igual q ue la vida. Es potencia lo que ha podido escaparse de la ,nu en~· desproporción y de la dis locación siempre .1punto de desbordar lo real.
y ha regresado de entre los muertos. Porque sólo escapando de l,1
muerte y volviendo de entre los muertos se adquieren las cnpac idadl•~ 5.2. La lógica humana
necesa rias para in$tituirse en la otra faz de lo absoluto. Así pues, en d
Por otra parle, cuerpo, piel y carne forman un Lodo indisociab le. El
poder como en la vida existe una parte que es del orden de la apari
cuerpo no es Lal sino en In medida en que es potencialmente una mate-
ci6n; una par te fantasmal.
ri-1apt,1 como alimento, que se come: « El soldado se inmovilizó como
La rigura humana es por definición plástica. El sujeto humano poi 2
un poste de carne caqui » , narra Sony L1bou Tans.i. Y describe de la
exce lencia es aquél capaz de devenir otro, que puede transfonnarse en :;iguicnte manera la escena Jurante la cual comida y sacrificio son una
alguien más que él mismo, es decir, es aqué l que puede conver tinR' misma cosa: « E l Guia Providencia l reliro el cuc hill o [de la garganta
en una persona nueva. Y es también aquél que, forzado a la pérdida, l.i del padre-dcspojosJ y se volv ió en dirección a la carne [ ... ]que cortó y
destrucción e incluso 1.1aniquilación, hace surgir de ese mismo aconlc comió con e l mismo cuchillo en:,angrentado » antes de ponerse en pie
cimiento una identidad nueva. Lo que le otorga su estructura simb ólica y eructar ruidosamente. ' Este paso con!.tante entre el cuerpo del supli-
es la figura animal que constit uye, en muchos sentidos, su vaga silueta. ciado , su carne, su sangre y la carne de la comida, se distan .cía conside -
La figura humana no só lo lleva consigo la estructura del animal , sino r,1blementc de una simple fiesta. De lo que se trata aquí es de derramar
también su espíritu. 1 F.I poder nocturno es aqué l q u e sabe adopta r, la sangre, de abrir e infligir heridas.' 1 A Jecir verdad, para tranquilidad
cuando le resu lta necesario, un,\ existencia animal¡ que sabe dar cabida del poder, ¿« matar de vez en cuando » ' n o remite a la mera necesidad?
.1un ani mal, preferiblemente carnívoro. La forma o la figura eleg ida es, En ese caso, el enemigo es conducido desnudo ante el Guía Providen-
siemp re, el emb lema de una paradoja. Suce de lo mismo con el cuerpú 1 cia l: « Lo dirás tú o te comeré crudo » .~ Comer crudo requiere de una
esa ins tan cia privilegiada de la aberración . No hay cuerpo que no es té Jcs tru cc ión sistemática del cuerpo:
fundamenta lmen te consagrado al desorden y a la disco rdia. En sJ, el
Se puso a cortar con golpes ciegos la parte superior del cuerpo del
cuerpo e¡, también una potencia a la que se reviste voluntariamente con
padre-Jespojos. De~mantdó c.l tór.,x, luego los hombr o~, el cuello, 1,,
una máscara.Porque, para ser domesticado, el rostro de la potencia no c-
1urna debe i.er previamente recubierto, inclu so desfigurado, reslitu ido a 2. LJbou r.rnsi, S., La Vi~ d dmrrr, r>
J.I cit., pág. 1 1. [Trad. c~p.: L11 v,du y 111o·dr,1,
su eslntus de terror. No se deb e poder re co nocer en él nada del ord en de Cyan , MadriJ, 20 13 }.
, . Il,rd., p5g. 12.
, G., Fmncis Bt1L011 , logit¡11etic fo sc11SL1fi
1. Pdt•u ·1c, o11, Seuil, 11Jrb,2002 l 198 I J.véase ·l. /l,íd.,pc1gs.12- 13.
l,1¡1hulo •l. [Trad. ~sp.: Frnnris Baco11,fágic,rrl.:la Jcnsacián, Arena Libros, M:1Jrid, 'i . /{,{el.
, pág. 283.
>1102 . 6. //,íd.,pág. \ 7.

2 16 2 17
Réc¡uic111parn el ,:,;clavo
Crfl iu1 de la 1-.i,..ónncr,ra
1,t .\pari encia hum a na, es eso que está tan de sfigurado que se hall a, a
cabeza¡ mfautos despu és, no quedaba de é.lmás que una loca rn,11., ,1,
h1vc1., en y por d ebajo de lo hum ano . Es lo infrahumano . .El desp ojo
cabellos Hotando en el ama rgo vacío. Las partes cortadas fo1111.tl,,rn
hum ano se reco noc e por lo que queda de sus órganos - la garg:-.nta,
en el sucio una especie de nido de term.itas, el Guía Providen l"l.tl IJ
l,1s:ingre , b respiración, el vientre del plexo a la ingl e, las tripas, los
dispersó co n íucrl~ patadas desordcna<las <1nlcsde arrn.ncar l., 11u1
las pupilas - . Así y tod o, no ca rece de voluntad. En él no quedan
11¡0-;,
de cabellos de su invisible susp ensión; tiró con todas sus fucri,1~,¡,li
\lnic:amente órganos, sino también la palabra, último aliento de una
mero con una mano, luego co n las dos, el mechón cedió y, llevad, 1¡,1,,
su propio impul so, el G uí:i Providencial se cayó de espaldas, se p1:i111 h11manidad saqueada pero que 1 inclusive a las pu ertas de la muerte, se
nuca contra l;1sb;1ldos:.is... ~ tl·~istc a ser reducida a un amasijo de carne. Se !1'iega a morir de una
10
mu erte que no desea: « Yo no quiero morir esta muerte » .
.El cuerpo recibe una nu eva forma pero a tr avés de la destrucción di' \II Después d e que el despojo hum a.no h aya procedido a la retención
formas precedentes: de la pa labra , es el turno de la disección: « El despojo-padr e fue rá -
pid amente cortado por la mitad a la altura del ombligo » . Tras hab er
Mud10 s de los dedos de sus pies habían quedado en la habitación il, , iJo sec cionado, el cuerpo abre sus misterios cavernosos . Hacen su
11
Lo rturasJ Lenfogirones a~1claces en lugar de labios y,en lugar de la~u,, ,1parición las tripa s . También es Uteralm ent e «sa queado » el órgano
jas, dos vastos paréntes is de sangre muerta¡ los ojos habían dcsnp,, lle la palabra: la boca. Ya no existe cuerpo en sí mi smo o como unidad
reciclo en la excesiva hincha zó 11 de la cara, dejando dos rayos el~•111 , intrínseca. En adelante, só lo h ay una « parte baja del cuerp o» y una
negra en dos gra ndes agujero s de sombra . Nos pregunt.íbamos 1.óm11
, par t e alta del cuerpo >>. Aun así, co rt ado por la mitad, el supliciado
una vida podía emp ecinarse en manten erse en el fondo de url:l, r11i11,1
~ontinúa profiriendo su rec hazo y no para de rep etir la misma frase:
de dond e incluso toda forma humana había huido. Pero la vida de lo,
otros es dura. La v ida de los otros e~ terca.~ « No quiero morir esta muert e» .
La transformación del cuerpo en ca rn e exige W1 fu erte gasto de
El G ufa co me ca rne jugosa a la cual, precavidamente, se le ha añadi<lo ene rgía. El autócrata debe enjugar d sudor y descansar. Dar muerte es
aceite, vinagre y tres dosis de un alcoho l lo cal. Sus preguntas son fo, un acto que fati ga aun cttando esté int erca lado de placeres: fumar un
cigarr illo, por ejemp lo. Lo que pone rabioso al asesino es la obstina ·
muladas bajo lJ forma de un rugido. Los instrumentos privil egiado~
dón de la víctima en « no aceptar la mu erte» qu e se le da y a desear
so n cubiertos: «E l tened o r había to cado el hu eso , el doctor sintió d
cua lquie r pre cio otra muerte, la que él mismo pretende darse por su
,1
dolor encenderse y lueg o apagar se, lu ego encende rse y luego apaganw .
mano. De esta man era, el suplic iado le niega al poder el poder de darle
El ten edor se hundió t!n b s costilla s, inscribiendo la mi sma onda <ll•
dolor ».9 b muerte que al poder le apetece:
Pero ¿qué es un despojo s ino aque llo qL1ealguna vez ha s id o peto Se 1nor<lia Í ... 1el labio inferior, una rabia violenta le hinchaba el pe-
que, en adeb.nte, no es sino L111afigurn d egradada, est rope ada 1 irre • cho, ba cien<lo arremo linar en desord en, por toda la cara, sus ojitos
conocible y deteriorada? ¿Qpé o lra cosa es sino un a entidad que ha fruncido s. Un instant e después parecía más calmado . Giró largam ent e
perdido su autenticidad¡ su int egridad? AJmismo tiempo que presen · alrededor de la parte alta de1cuerpo suspendido en el vacío, con sideró

7. I/Jíd.,p,lg. 16.
1O. llJfd., pág. l 3.
8. 1/Jíd., p;\gs.36-37.
9, Ibfr/., p;\g. :37. pág. 14.
1 1. /11/c/.,
2 l9
218
Rl-c¡uicm p e1r.tel ~~d,wo
Cririca de la r:11.ón nq:r;1
, 111enemigo y vencerás a tu hermano, pariente y rival despert.111 dn
.,~11
co n un principio de compasión ese barro de sang re neg ra <]\ll' ,1
bala base. 12 ,,, su contra terribl es fuerzas maléficas » , ta l es su divisa.. Para hacer
l11,d poder no cturno deb e alimen tar const ant eme nte a lo s espírilu<,
El poder puede ciar la muerte a cond ición de que el sup licindn ,¡¡;t¡, d, los muerto s, verdaderos perros errant es que no se cont entan con
te recibirla. Porqu e, para morir verdaderamente no sólo es ne,, ...0,11 , 11,1lquier pequeña porción de comida . Exigen verdaderas raciones de
aceptar el don de la muerte, sino también la forma de mori1•. 11, 11i, , .H'ncy hueso. En este senti<lo, el poder noct urno es una fuerza habi-
lanto y al revés que el responsable de decidir la muerte, el que L'J1·r11i 1.1d,1por d espiritn de la muerte que, al mismo ti.empo, se esfuerza en
la muert e se confronta a los límites de l.i voluntad. Debe cxperiH11n 1 11,111síormarse en el amo del espí ritu del difunto que lo pos ee y con el
tar con varias herramientas mortuorias: armas de fuego, sable!-.,11, , 11,1!h,1 cerrado un pacto.
Esta cnestión del pacto con los mu er tos, de la apropiación de un
neno (un a muerte al champán); debe poner en un plano de igu.1hl,1,I
111ue rto o, inclu so, del esp írilu del más allá constituye, en una muy am-
la muerte y el placer, pasar de l universo de la carn e al de los licores L,
muert e en cuanto que instancia de ebriedad - .
pl1.1medida, la cuestión centra l de la histo ria del esclavismo, de la raza
y del capitalism o. El mundo de la trata de negros es igual al mundo de
El mundo nocturno está dominado por fuerzas antagonis ~ns 1111
l,1caza, de .la captura, de la cosec ha, de la compra y de la venta . Es el
plicadas en un conllicto total. A cada una de esas fuerzas se op11111
mundo de la extracción en bruto. E l capita lismo racial es el equivalen-
otra capaz de deshace r lo que la primera anud ó. El poder se reconrn,
ll' de una vasta necrópolis que descansa en el trálico de muerto s y de
por su capacidad de introducirse en los sujetos, « montarlos», tonw
11s,1me ntas hum anas. Evocar y convo car a la mu ert e exige saber dispo -
poses ió n de ellos, de sus cuerpos inclusive y, sobre todo, de sus <~dn
11l'r de los re!.tos o de las reliqu ias corp orales de aq uéllos a qui enes se
bles». Esta toma de posesión hace del poder una fuerza. Forma píl1 I,·
ha asesinado cap turand o sus espí ritus. A decir verdad, este pr oceso de
Jcl princip io de la fuerza desa lojar el yo de quien es some tid o por t•ll.11
c:iptura y de sumi sión de lo s espír itus y de las sombra s de aquéllos a
ocupar su lugar y act uar como si esa li.aerta fuera su amo, e! de su CllL' I
qu ienes se ha asesinado const ituy e el trabajo del poder nocturno. Por -
po y el <lesu dob le. Desde este punto de vista¡ la fuerza es un a somb r,I
que só lo hay poder noc turn o allí donde el objeto y el espíritu del mL1er-
y, sobre todo, la som bra de un muerto al que se ha domesti cado y so lo dentro de ese objeto han sido el blanco de una apropiación llevada a
metiJo. Así, el poderes espíritu y so mbra de un muerto. Como espíril11 cabo en tiempo y forma. Este objeto puede trat ar$e de peq ueño s frag-
del muerto, busc,1 robar la cabe'la de los sujetos) preferiblemente tk mentos de su cráneo, la falange de su dedo meñique o cualquier otro
manera tal que éstos ignoren lo que les sucede, así como lo que ve,,, hueso de su esque leto. Sin em bargo) en general, las osamentas de los
escuchan ¡ dicen y hacen. muertos deben esta r amalgamadas con por cion es de madera, corte·tas
.A priori, no existe ninguna diferencia entre la voluntad del po • de árboles, planta s, p iedras o restos anima les. El espírit u del muerto
der noctw:no y la volunt ad de los muertos. E1poder nocturno J ebe su debe investir a estos objeto s amalgamados, es dec ir, debe vivir en estos
existenc ia y su continuid ad a una ser ie de tran sacciones con los muer - objetos para que el pacto pueda ser cons umado y para qu e las poten -
tos para l.os cual.es se convie rte en un rec ipiente . _Encontrapart id,11 los cias invisibles pueda n ser accionadas.
muertos se tran sfor man a su vez 1:11 recipientes de su vo luntad . Esa vo-
luntad consiste ante todo en saber qu ién es el enemigo. « Conocerás

l 2. lbfd., p~gs. 14- lS.


22 1
220

,.
Réq11i
em pata elc~cl,,vo
Crí11c.1de la r.,zón negra

y esta dualidad entre el reflectante y lo reflejado , se encuentrnn t!n l'I


5.3. Del esclavo y del aparecido
\)rigen del poder autónomo del reflejo, esa ent idad intangible pero vi-
Es e l turno ahora de ocuparse de Amos Tutuola. El bebedorde vi1111 il, ,ible1 ese negativo que es el vacío ent re el yo y su sombra. Qued:i el
palma y Mi vida en la maleza de losfanlusmas 1' son dos lextos primnt respland or. En efecto, no existe reflejo sin una cierta manera de hacer
diales gue hacen referencia a la figura del aparecido y a la temátic,1 1k jugar la luz contra la sombra y viceversa . Sin este ju ego, no puede exis-
las sombras, de lo real y del sujeto. El unir el sujeto o la persona huJll,1 tir ni emergencia ni aparición. En gran med ida, es el resp land or el que
na a su propia ima gen y a su doble se halla en la naturale:ta de la somhr,1 permite abrir el rectángulo de la vida. Y una vez abier to, la per so na
)' del reflejo. La persona que se identifica con su sombra y ha a:.'l.lmid11 miciada puede finalmente ver, pero como al revés, la parte trasera del
su rel1ejo se transforma constantemente, pro>7ectándose a lo largo d~ mundo, la otra cara de la vida. A fin de cuentas, puede ir al encuentro
una línea fugitiva irreductible. El yo se une a su imagen como a Ull,1 de la faz solar de la sombra, esa potencia real y definitiva.
silueta en una relación puramente ambigua entre el sujeto y el mundo La otra propiedad de la sombra es su poder terrorífico.Este poder
de los reflejos. Situada en la penumbra de la eficac ia simbólica, 111 11,1ccde la inqui etante realidad que cons tituy e esta entidad que p,uece
parte de sombra constituye aquella área que se encuentra en el umb1 ,,1 110 hacer p ie en ningún suelo inmediato . Porque ¿qué sue lo o qué geo-
del mundo visible. Entre las diversas propiedades que forman lo qm· l~rafía la sos tienen? Sabine Melchjor -Bonnet responde a la pregunta
se ha dado en llamar la parte de sombra, dos en pari-icuJar merecen seJ ocupándose del espejo en la tradkión occ identa l: « .El sujeto está a la
mencionada s aquí. La primera es el poder (del qL1edisponen aguelloll vez a lli y en otra parte, percib ido en un a ubicuidad y en una profun-
que -ven-en -la-noche) de convocar, de retrotraerse al pasado, de hacc1 didad perturbadora s, a una distancia inciert a: vemos en un espejo o,
aparecer al espíritu del muerlo o, incluso, a su sombra . La seg unJa es el más bien, la imagen parece surgü- deb·ás de la pantalla material de tal
pod er, del que dispone el sujeto iniciado,de salir de sí y de convert irst! moJo que aquél que se mira puede preguntarse si ve la superficie en sí
en espe ctador de sí mii,moy de la prueba que es su vida, incluyendo los m isma o a traves de ella » . Y añade: «mreflejo hnce surgir más allá del
acontecimientos que constituyen su deceso y su funeral. El sL1j eto inl espejo la sensación de un trasmundo inmater ial e invita a la mirada a
ciaJo asiste al espectáculo de su propio desdoblamiento, adquiriendo, una travesía Je apar ienc ias». 1' 1 Sin em bar go, y hablando estrictamente,
Je pat-o, In capad dad de separar se de sí y de objetivarse subj etivándosc atravesar las apariencias no es só lo superar la esc isión entre el ojo y el
a la ve:t. Tien e un:i consciencia aguda del hecho de que aq uél a quien tacto . Es al mismo tiempo correr el riesgo de un a autonomí a de la psi-
ve del otro lado de la mal eria y del telón diurno es efectivame nte su que co n respecto a la corporeidad . Porque la exprop iación del cuerpo
propio sí, pero un si dupli cado por su reflejo. va de la mano de la inquiet ante posibilidad de emancipación de l do -
El poder autónomo del reflejo depende de dos cosas. En primer ble ficticio que adquiere, al hacerlo, un a vida propia, una vida librad a
lugar, de la posibilidad (-1ueposee el reflejo de escapar a las obligado , al osc uro trabajo de la sombra - la magia, el sueño, la adivinación, el
nes que esLTucLuran la re:1lidad sensib le. Al se r un doble fugaz y nunca
deseo, la envidia y el riesgo de locura propios de cualquier relación de
inmóvil, el reflejo no se puetle tocar: sólo ¡,e vuelve posible tocarse.Este
si a sí- . Finalmente, está el poder de fantasía y de imaginación . Todo
divorcio entre el ver y el tncar, este ílirteo entre el tacto y lo intocable
juego de so mbra s descansa - como se acaba de indicar - en la cons-
13. Tutuol.l, A., ·111c/Jaf11J
-Winc Dri11k11rd anJ My Lifc i11i/1cBus/1of Glwsts, Crovc
I4. l\,ickhi<1r-13onnet, S., 1listoircclumirair, !ma go, París, 1994 , p.\gs. 113- 114. [ Tr,1d.
Prcss, Nueva York, 1994. [Tr:id. esp.: JJ vc/,cdnr de 11i 11" de palllla, .Edicio nes Júca.r,
esp .: J-listoria,le/ e.<pe¡o,Editoria l l lcnk r, J33rcelona, 1996] .
G ijón, J97-~; M1uidu rn /r.1111nle
z ,1d,· lo.sj,111t,1,m
11
;1 Sirucia, Madrid, 2008 ] .
223
222

,.
R.équi.:m [':tr:1 d esda vo
Crí1Íl~l J e b ra-1.611
negra

1,ilizada. Tutuola penetra en los dominios fantasmales, es de cir, en un


Lilución Je un vacío entre el sujeto y su re pr esentac ión; es paci o d,
mundo al limit e de la vida, como por el borde. Los dominio s fantasm., -
efracción y de disonancia en tr e el sujeto y su d ob le ficticio reflej,hlh
lcs constituyen un a esce na dond e se lleva n a cabo permanentemente
por la so mb ra. El sujeto y su reflejo pueden superponerse. Aun ns(, 1.,
,lcont ccimiento s que n o p arecen coag ular jamás en el pu nt o en que
dup l.icac ión ja mas puede ser lisa y1 e n co nsec uencia, la desemejan 'l,I )'
li.1een historia. En ello s, la vida se d esarro lla com o un espectác ul o en
la duplicidad son parte int egran te de las cuali dad es esenc iales del pv
el que el pasado se encue ntra en el futuro y éste en un presente ind e-
der nocturno y de la manera en que se vincula con la vida y lo vivienk
finido. Só lo existe la vida resqueb rajada y mutilada. Es el reino de las
Ahora bien, ¿qué se ve cua ndo se rompe el espe jo sobre la escril u
\·,,bezas sin cuerpo, de los cuerpos sin cab e-ia, d e los soldado s mu ert os
ra de Tutuo la? El esp ectácu lo d e un mundo en m ov imiento y que H'
.1 los qu e se de spierta y cuyas cabezas, que habían sido cortadas por
nace const an te mente. El es pectácu lo de un mund o h echo de pliegu1.:s
11Lros,so n reem plazad as. Esta vas ta operación d e sus titu ción tiene sus
y repliegues, d e paisnjes, figuras, hist o rias, colores, d e un a abundan lt·
desgas, sobre todo cuand o, co m o consecue ncia de un er ror, la cab eza
visualida d, de so nid os y ruid os . Un mund o marginal, se diría. Pero, so
de un fan tasma es ubicada en lugar de la cabeza de otra persona:
bre todo 1 un mundo habitado por seres y cosa s qu e pasan por lo q1tl·
no son y qu e, a veces, so n tomada s por lo que pretenden ser cuando no [Así, yo me en co ntr aba con J esta cabe:ta que no so lamente desp rend ia
lo son en abso lut o. Más qu e a un esp acio geográfico, el área frrntasm.,l tl11 olor pestilcncial sino que también emi tía, día y noch e, todo tipo de
perte n ece simult áne am en te al campo órfico y al ca mpo visual, al cain ruido s. Aunc¡ueyo cst uvier:i h ablando o no, esta c:ibeza profería pala -
po de las visiones y al de las imágenes, al de extrañas cri at ura s, funtas bras qu e no eran las mías. Dcvcla b,1todos nu est ros sec relos, ya fueran
mas de lirantes, másc aras so rpr end entes - un comercio p ennan cnl c mis planes de evasión hacia ot ra ciL1dad o mi deseo de enco ntrar el
1
co n signos que se en.lrec ru'l.an, se contrad icen, se anulan¡ se react.ivar, 1 camin o hacia mi ciudad natal''. b
.se exlravian en su propio mov imiento . .Es ésa la razón por la cual esc;ip.-1
a Ja :;ínt csis y ,1 la geo metría . Escribe Amo s Tu tuo la: Al tro nco del cu erp o, que sigue siendo el mism o de siemp re, se añade
un ó rgano de algún otro cuerpo: una prót esis que habla pero de un a
l l,tl,ía v.1ri.1sirn.ígcncs, 1.inuestra incluid a; todas se ubicaban en el rnancrn qu e hace girar al cuerpo en espiral, en el vad o, crea ndo así el
cc n ln> J el hall. Nu cslras propias imáge n es, qu e no s fue dado verlas en deso rd en y abol iendo toda n oció n de sec reto y d e intimid ad . La co n -
.1quell o~ lug:1rc¡.1 cstJhan más qu e lielmcntc hcch:i s a nu estra scmejan- junción de un cnerpo pr op io y de una cabeza ajen a hace d el suj eto el
n y pr esl!nlab an un co lor bl.mco. Nos t·omó por so rpresa hallar nues cn unciado r de un a palabra de sco ntro lada.
tras imagenes en esc>slugares ... [ ... ] Le pregu nta mos a Mad re-Fiel Al ingre sar por el bo rd e, el mundo de Tutuola se proyecta en u11
qu e es lo que had a con touas ,tquellas imágenes. Nos respo ndió que horiwnte en mov imiento, en medio de una realid ad cuyo centro esta
es taba11he chas para el reuwruo, para co nocer a todos aqu éllo s a q uie-
en toda s part es y en n ingun a. En esa realidad, cada acontecimiento en -
nes había ayudado a t?scapar J e sus d ificultades y torme ntos .11
gcn_dra ob·os y ninguno de ello s posee necesar iam en te orígenes claro s.
El de Tutuola es igu almente un mundo qne se expe rim enta y se crea /\Jgunos son pu ros recuerd os enc ubridor es y otros surgen de mane -
en lo in es table, en la evane sce nc ia, en lo exce dente : Llll esp esor des- ra imprev ista, sin ca usa aparent e. Otros tienen un co mi enzo, pero no
necesariam ente un fin y otros, incluso , so n interrumpido s, apla1.ados ,
bordante. Es un estado d e alerta pcrmanente 1 la teatraliz ació n gene -

15. Tuluoia, A., 0¡1. cil., págs. 248-249. 1( >. lhfr/., págs. 108 - l09.
225
224
Réquiem p:irJ el cM..lavn
Cri1i«1 Je l., 1~MÓ1111t-¡:r.1

noso que yo mismo era incapaz. tle tocarlo. Como yo prcícria l,1lu'l
para reaparecer mucho tiempo después en otros lugares y bajo 011.1 1,
cobri•¿a a la luz dorada y como yo avanzaba.al encuentro de esta últl
circunstanc ias y modalidades: no necesariamente según las mb111.1
ma, una luz plateada, que de manera inesperada se puso a inunda r 1111
sec uencias ni con los mismos actores, pero en un a declinación indd,
cuerp o, me lo impidió. Esta lu1. platead.i era tan blanca como la nieve y
nida de perfiles y figuras inasibles, y en medio de agenciamientos t.111 1rasp.1s0mi cuerpo de lado a lado. Ese día supe la c.rntitfad de huesos
complicados como susceptibles de ser revisados. que tiene mi cuerpo . Pero tan pronto como me pu~c a contar los, lo~
El poder nocturno acorrala a su víctima por todas partes. L,, l11 tres la ntasmas apuntaron sobre mi l,,s tres luces al mismo liemptl de
viste y la enc ierra hasta el extremo de la fisura y la asfixia. En pri111n moJo tal que caMno podía ir ni parn a.delante ni p,1raatnh. Come ncé
lugar, su violencia es de tipo físico-a natómico: semjcucrpos corla d1,·, a g,irnrcomo si fuera una rueda, al tiempo que experimentaba toda!.
en todos los sent ido s posibles, incompletos por la mutilación y la .,11 est,1~luce!-como una sola}' mbma luz. "
1

sent:ia de sime tría que resulta de d io; cuerpos estropeados, pe<.l.iw•;


perdidos, fragmentos c.lesperdjgados, pliegues y heridas; la abolicil•ll La luz refleja su lnminosidad y su omnipotencia sobre el cuerpo que,
<le la totalidad, es decir: el desmembramiento generalizado. Existe 1111 en estas circunstancias, se ha transformado en un flujo lumino so
segundo tipo <le violencia fantasmal que proviene de su carácter l111 y en una materia porosa y tram, lú cida . Esta fluid ificac ión del cue r-
rripihntc. En efecto, en el cuerpo del poder fantasmal pulula una n111I po tiene como consecuenc in la suspe n sión de sus funciones prensiles
tiplici<lad de especies vivientes: abejas, mosquitos, serpientes, cicm )' motrices y una legihilidnd más pronunciada de su estructu ra ósea.
piés, escorpiones, moscas. Oc ellas emana un hedor pes ti lcn cial que i:1· Del mismo modo, la luz h ace emerger de las sombra form as nuevas.
alimenta sin cesar de cxcremento1., orina, sangre, en definitiva: de ltl\ Al combinar de manera inesperada colores y esp lendor, ins tituye una
desechos d e las víctimas que e l poder fantasmal no termina nunca dl' realidad de otro orden. Co lores y esp lendor no solnmente transfiguran
tritur,1r.P Ese poder fanta1.mal opera igualmente a través de la captur, 1 .1Isujeto. También lo hund en en un torbellino casi inferna l. El sujeto
La forma más ordinaria es la captura física, que consiste sirnplcmcnlr se transforma en un torniquete: el juguete Je ~otcncias antago nistas
en al.ir y amorJa1.ar al sujeto h,1sta reducirlo a l.i inmovilidad, como si que lo dividen al punto de arrancarle gritos de horror. Otras formas de
íuer ,1 un condenado. A p:u·tir de ese momento, el sujeto queda panli captura remiten al hipnoti smo y al embrujo, como en el caso del canto
zaJo como un espectador de su propia impotencia . Otras fonnas dt .u:ompañado de tambores. Existen tambores que resuenan como si se
c,1pLu1-.1 1ienen que ver con la proyección de una luz cuya desnudez )' batieran varios al mismo tiempo. Lo mismo ocurre con cier ta s voces y
crudeza invisten, horran y reinventan a l01,objetos. AJ mismo tiempo, ciertas danza s. Algunos bailarin es son capaces de arrastrar co n ellos a
esa luz sumerge al sujeto en un estado cuas i aluc inatorio: todos .,quéllos que son te1>tigos de sus proezas, los espfritus de los
muer tos incluido s. Más aún : el tambor, el canto y la danza const itu yen
Al orientar d flujo de lm tkirada sob re mi cuerpo, y como yo me esta verdade ras entid ades vivientes. Poseen un poder persuasivo, incluso
ba mirando, pensé que era yo mh-1110quien se habí:i transformado en
irresistible. Est:1s tres entidades juntas producen una co nca tenació n Je
oro, tanta era la lu1 que chisporrokaba sobre mi cuerpo. Entonces, n
so nid os, de ritmos y de gestos. Crea n un sem imundo de espect ros y
causa de esta luz dorada , decidí Jirigirme hacia donde estaba él. Pero
precipita n, al pasar, el regreso de los muertos . Sonjdos, ritmo s y gestos
mientras ,1vanzaba,el fantasma Je cob re encendió su luz cobriza y la
apun tó, a su vez, sobre mi cuerpo [ ... ] Mi cuerpo se volvió tan lumi- so n multiplicables al infinito, según el princip io de la di seminación

17. 1/,íc/.
, p:íg. 29. t 8. luíd.,p6gs. 25-26.
227
226

~
Critirn de b 1:1,ón nc¡.;r:1 lléquie m p:11<1d .:,~bvo

Los sonidos, aJ desenrollarse }' enro llar se uno s so bre ob·os, u1w, ,.,¡ t.unbor y el ritual de la resurrección se disuelven en una amb iva lcnua
los otros, tienen una capacidad de vuelo que los un e a la materia .,l,111.! y en un a dispers ión genera l de todas las cosas imaginab les; como si de
Pero t ienen también el poder de susc itar¡ induso de resucitar y tlt• I", pronto hubieran sido so ltadas a su arb itri o. En efecto , se trata de un a
ner las cosas y los sujetos de pie. La puesta en pie es luego relevad., p,ir ~ccuencia telúrica por la cual se arranca del s ueño aquello qu e se habia
el ritmo al cua l se asocia el gesto. También los ritmos y los gesto¡; ~nil ,•n terrado.
Está también el ruido. La vio len cia fantasma l cons iste igualm ent e
abundantes. En cues tió n de segundo s, vida s repen tin ame nt e arra ni'.,
en el arte de hacer ruid o. Cas i siempre, este últ im o remite a operacio-
das del calabozo de la muerte}' de la tumba reciben la cura a travé¡¡ 1hl
t\CS especific as de control y vigilancia. Ad emás, a menudo w1 ruido lla-
sonido, el ritmo y la danza. En el acto de bailar, pierden proviso11,,
ma a otro que, a su vez, desata , por lo general, una avalanc ha de ruidos.
mente el recuerdo de sus cadenas. Abandonan los ge:,;tos habitua lcs 1 o
Ahora bien, que haya d emasiado ruido también puede producir sor -
1iberan, por así decirlo, de sus cuerpos para borrar mejor figuras apcn,,
dera. La violencia fantasmal es de natura leza capric hosa . El capric h o,
esbozadas, prolongando de ese modo, a través de un a plura]jdad ~I,
aquí, no co nsiste en el ejercicio de lo arbitrario, sino que remite a dos
lmeas ent remezcladas, la creación del mundo:
posibi lidades diferentes. La primera co nsiste en reírse del infortunio
Cuando « Tambor » comenzó a batir:.c, todos aquéllos que cstnh,111 del sujeto. La seg und a, en darle la vue lta a todo, en asociar una cosa
muertos desde hace centena res de años se pusieron en pie y se p11 i:on o tra que no se le parec e necesariame nte. En consecuenc ia, de lo
sentaron como testigos de «Ta mbor » batiéndos e a sí mismo; y cum, que se trata es de disolver la identidad de cada cosa en el seno de una
do «Ca nto » se puso a cantar, todos los animales domésticos de c~t.1 in(midad de identidades sin relación directa con el original. Desde este
ciudad nueva, los anima.lessalvajes y las serpi entes fueron a verlo cu pun to d e vista, la vio lencia fantasmal descansa sob re la negación de
persuna; y cuando «Da nza» se puso a bailar, todas las criaturas dl' 1,, i:ualquier singu lari dad esencial. Eso es lo que ocmre cuando, en pre-
sabana, los espíritus, las criaturas de la monta fia y de los ríos 1leg;1ron,, sencia de sus :mfürioncs, el amo se propone tra nsformar a su cautivo
la ciudad p.ira ver quien estalxi bailando. Cuando estos tres comcnz,1 ~n criatu ras de diversos tipos. E n primer lugar, lo transforma en un
ron a hacerlo al mismo tiempo, toda la gente del lugar, todos aquél1(!1. mono y el ca utiv o, entonces, se pone a trepar a los árbo les fru t al es y a
que se habían levantado de su sepu ltura, los animales, las serp icnll!s, an-,:mcar frutas para ellos. Poco tiempo después lo transforma en león,
los espíritus y otras criaturas sin nombre bailaron juntos, con cstm lue go en caba llo, came llo, vaca y, por último, en un cebú coronado con20
t.res,y fue ese día cuando me Ji cuenta de que las serpient es bailab,111 cue rnos en la cabeza. Al final d e todo, lo devuelve a su forma primera.
mejor que los humanos y que las otras criaturas. 'Y

La totalidad d e la energía apr isio nad a en el cuerpo, bajo tierra, en los 5.4. De la vida y del trnbajo
ríos, sob re las montaüas, en el mundo animal y vege tal se libera di.'
pronto. A partir de ese momento, ninguna de esta s entidades poseen, En un universo así, el esclavo aparece n o como una entidad h ec ha un a
un equivalente ni un referente ide ntifi cable. Ya no so n más referente~ vez y para siempre, sino co mo un sujeto trabaja.rulo. En sí mismo, el
de nada, apenas su propia tota lidad originaria en una escena dondi;, trabajo es un a actividad permanente. La v ida mi sma se desarrolfa a la
el ceremon ial de los muert os, el es tímul o de la dan za, el latigazo de l manera de un flujo. E l sujeto de la vida es un sujeto trabajanJo. En

19. f/,fc/., pt\g~. 26:l-264. 20. luid.,p.ígs.36.

228 229

,.
Crl1ka dt· 1~1
rn1.c1n
11
egm Réq 11k m para el esclavo

estefra/.,ajv p 1mi la Pidase movil izan var ios registros de acción. Un11d 1n,\scara de un toro, sec u estrar virge nes . En elec to, agné l qu e en un nm
ellos consiste en hacer caer en la trampa a quien lleva peligro o a t11111·1, mento dado se disoc ia de algu nas partes de su cuerpo es capaz, en oln)
es portador de la mu erte. El traba jo para la vida cons iste entoni.;(;'!,1·0 111omentoy una vez finalizado e l ac to de int erca mbi o, d e recuperarla s.
capl urar la muerte e intercambiarla po r otra cosa. La captura l'Xr¡lc P.slo no qt1iere de cir que haya pa rtes del cuerpo que sea n algo así como
recurrir a diversos subterfogios. El actor eficaz es aqué l que, al v,•,-;¡ l'Xceden tes y que, en consecuencia, se puedan dil ap ida r. Esto signific;:i
incapaz de matar de e11trada, se reve la como el más astuto . Desp uéN, I, •ampleme nte qu e no hay nec esidad de tener co nsigo, al mismo tiem -
pr epa rar la trampa, trata de at raer al otro h aciend o uso de Ja in tcllgt·h po, todas las partes del propio cuerp o. Por eso, la virtud principal del
cia y de diversas art im añas. Una y otra vez, el ob jetivo es inmoviliz.11l,, nu:rpo no reside en la proyección simbó lica de laq ue el cuerpo mismo
embro. llando su cuerpo en una red. Sin lugar a duJas, en el cen trQ d,i nmsti tuiría el hogar . No reside en su constit ució n co m o zona privil e-
trabajo para fa vida se halla el cuerpo, esa mate ria de evide n cia a la ( tt.,I ~i.ida de expres ió n del sen tid o. Reside en las potencialidades de sus
se vinc ula11 luego numerosas propiedades, un número, un<1cifra. órganos en conj m1to o por separa do, en la reve rs1bilid ad de sus frag-
Sin embargo, el cuerpo en sí no está dotado de ningún se ntid ~-.,
q111' mentos, en la locación y la resti tu ción que se realiza a través de un pre -
le sea intrín seco . Hablando con propiedad, el cuerpo, en el drama d, do. Más que la amb ivalencia simbólica, lo que hay que tener en cuenta
la vida, no significa nada en sí mismo. Es un entr elazamiento o, ind11 t.:S la part e de instr um en ta.lidad. El cue rp o está vivo en la med ida en
so, un haz de procesos que en sí no tienen ningún sentido inman eulr que sus órganos se exp resa n y funcio nan. Este desp liegue de órganos
La visión , la motriddad, la sexualidad, el tacto, carece n de cualqufr1 - su ma leabi lidad y su potencia má s o menos autónoma - h ace gue el
sig nifi cación primordial. Por esa razón, existe claramente una partt 1k rnerpo no sea s.ino fanta smát ico. Su se ntido está est rechame nte ligado
cose idad en toda corporeidad. E l trabajo para la vid a consiste prUl 1 ., esas funciones en el mundo y a ese p od er d e fantasma.
sam entc en evita r en el cuerpo la deca den cia d e la coseidad abso l11t,1, Pero un cuerpo debe poder moverse. Un cuerp o está h echo prin -
que el cuerpo sea ti1ücam ent e, de lado a lado, un simple objeto. Só lo 1m Lipalm ente para mover se, para caminar. Es por esa razón que sólo exis -
único modo de existencia p ermite logra rlo: el modo de ex istencia t'lll l te el sujeto itinerante, qu e va de un lado para el ob·o . El via je en sí mis -
biguo, q ue es una manera de jugar a tantear sobre el dor so elelas cos.,~ mo puede no tener un de stino prec iso -e l sujeto puede ent rar o salir
y de fingir ant e sí mismo y ante l.os otros. El cuerpo es aquí una rea l.idild su antoj o- o puede ten er etapas prog ramadas previamente, aunque
,l
ana tómica, un ensa mbl aje de órganos que tienen, cada uno de ello11, d camino no siempre lleve al lugar desea d o. Lo que imp o rt a n o es el
funciones especí ficas. En es te sentido, no es el lugar de ninguna sin destino final, sino la travesía qoe se produce a lo largo del recorrido: la
g ula,idad a tal punt o que se podría declarar de una vez 1 para sicmp1,· serie de exper ienc ias d e las cuales el suje to es tant o actor como testigo.
y abso lut amen te: <<lvli cue rpo 1 yo lo poseo » . C iertamente, aunq ue nw Importa la part e inesperada, eso que ocurre cuando no se esp era en ab-
pertenezca, se trata de un a pertenencia que no es ab so luta : yo pu edn, ~olu to. De ahí q ue se trate siemp re d e pr estar más atenció n al cam m o
si quiero, alquilar partes de mi cue 1-po .1 lo!>demás . en sí mismo y a lo s itin erar ios qu e a1dest ino final. De ahí la imp ortan -
Lo capacidad ele d isociarse del propio cuerp o es entonces la co n ºª de la ruta.
d ició n previa de cualqui er trabaj o para la vida. G racias a esta oper,1 La otra capa cidad necesar ia para el trab ajo para la v id a es la m eta-
ción , e l sujeto puede, si lo necesita, engalanar su vida l.:On un brilh1 morfos is. El sujeto puede metamorfosearse ba jo cualqui er cixcun st;:in
t:1lso. Pued e falsificar su ex istencia, deshacerse de las marcas de la se 1 da. Par ticularment e, eso es lo que ocune ante situaciones de conflic to
v1dumbre, se r partícipe de la mascara da de los d ioses o, inclu so, bajo la y adversidad . El acto de metamo rfos is por excele n cia consis te en sJ lh·
230 231
CriLirn de l., r.win nq:ra R~qu1c111p.11J d e:,.;lavn

wnstanlcmente de sí, en ir delante de sí y en ubicarse delante del oln1 Elpadre murió en tonc es sin dejar, a p rio ri, ni nguna réplica exacta de si
en un mov imiento agon izante, ce ntrípeto y tan terrorí_ñco gue jarn,\•. mis mo. Este va cío, creado por la au senc ia J e esta huella esenc ia l que
cst:I asegurada la posibilidad de retorno a sí. En este contexto, en ,•1 son los resto,; del difunt o, es vivido co m o un inmenso agu jer o en lo
cual la existencia se apega a pocas cosas, la identidad só lo puede eiqx- real. En efecto, la huell a, q ue son Los restos del muerto, es ese ncial par,t
riment.use de una manera fugaz: no ir de lante Llesí mi smo supondr10, la co mpo sición del signiGcantc que const ituy e su deceso . Sin esta tr,t-
literalm ente , correr el riesgo de mo1ir asesinado. Así, la estancir1.en un 'l.a, la mu ert e y el deceso se inscr ibirían en una estructura de ficción.
ser parlicular no puede ser sino provi sor ia. Es necesa rio saber deserl.u Son los restos los que confieren a lo real de la muerte su osc ur a autori-
de él a tiempo, sabe r disimularlo, repetirlo, ftsura rlo, recobrarlo en l'I da<l. Para el suje to viviente, la ausencia de esta huella abre la posibi-
lid,1d J e ser testigo d e su p ropio entierro. Para alcanzar este estado,
corazó n de una existencia donde el torbellino disputa su luga r co n el v~1
debe haber sido arrancado a su propia escansión y haber sido captura -
1igo y la c ircularidad . A l mismo tiempo, hay circu nstan cias de la viJ.1
do en el ima g inari o de algún otro. Por m ás que pro teste, ya no hay nada
en las que, pese a su insac iab le avidez por existir, el viviC'nte esL\
que pueda hacer. Ha si<lo tom;ido por otro de quien debe ve!>tir,a su
co nd enando a ponerse 110 su figura individual y singu lar, sino la idc11
pesar, la histor ia y, en particular, su de se nlace¡ por más que él mismo
tidad de un muerto:
no deje nunca de clamar por su singu larid ad . El proceso, inexorab le,
Era feliz sin luga r a duda s: pensaba que .1caba de descubri1; en m i prr prosigue h::ist a su co nclu sión en la sep ultura. El sujeto está cabal m ente
sona , lm restos <lesu padre mu er to. lk..:id ió enlo nccs cargarm e sobn· allí po r su cuenta. No es perc ibid o en ubi cu idad alg un a. La muerte
su cabez:i [ ... ] C uando h170 su ap,1rición en la ciuda d , todos los fan .1parece en una suer le de pantalla materia l que .,bolc la propia identi -
tasm,1s d e lJ ciudad quisieron ~aber qu é cl:ise Je fardo cargaba como tfad de la víctima guc está .t punto de ser enterrada y la funde en una
para h.1cerlo sudar Lanto [ ... ] Respondió que se tralaba dd cuerpo identidad qu e no es la suya propia . Por la gracia de un genio perverso,
de su padre mu erto [ ... ] a lo cual los fantasma~ respondieron con un l,1 mu erte es objetivada a lr avés de la superficie d e un sujeto viv ient e,
coro de dich a, sigui éndo lo h.1st:isu hoga r l ...J Llegamos a su cas,1 y bajo una forma en absoluto espectral, sino palpa bl e aunqu e opaca; to-
toda su r,,milia r...
J pensó que yl) era efect ivam e nte el cuerp o d e SIi t,1lm ente material.
p:idre muerto. La familia se so metió a un,1 ceremo nia adecu,1<l,1( ... ] La muerte accede al estat us de signo por m ediac ión del cue rp o
Después de lo rnal se le pidi ó a un fant.1sma, carpint ero de su estado, de olro en una escena teatralmente trágica que hac e zowbrar a cada
qu e fabricara u n rob usto féretro. Lo entregó al cabo de una hora. Al es uno de los protagonistas en la irrealidad de una apar iencia relanzada
cuchar habl,1r de un ataúd c,,í en la cuen ta, en c~c instante, de que me sin cesa r y en un dest ello embl emát ico de identidades. En adelante, el
querían enterra r vivo. Me esforcé en decirle~ e ntonce s que no era p,1r,1 obje to (el cadáver) y su reflejo (el suje to viviente) se superponen. Por
nada el padre muerto, p ero fui incapaz de hablar [ ... ].fa así co mo ITil' m,'Ísque el sujeto viv ient e se niegue a esta r m uerto, ya no pertenece má s
ubi c.1ron dentr o del íérc lro des pués de que el ca rpint e ro, al finaliz;u
as( mi smo . A pa r tir d e ese instante, su firma es /mcC'I'las vecesde. En
~u trabajo, lo entregase. Añ,1diero n algunos cscorpione ~ y lo ce rraro n
efecto, en su prisa vertiginosa y en su poder d e abstracción, el demonio
r...] Se suponía que debía alimentarm e con Cloco r pioncs en mi c::im1
impa sible de l mu er to se h a aprop iado de él. Hab lando estrictamente,
no haci.1 el otro m undo. 1\ con tinua ción, cavaron un a lumbJ det ní~ d e
el cuerpo del dif unto no es el mismo del que se bace pasar por el muer-
la c,,baña y me scpultaro n.21
to. El d esapar ec ido se hal la en J o¡, lugares al m ismo tiempo pero, a l,1
J 1. ll1itl.,p:\¡;~.9 í -92. vez, no es el mismo sujeto en cada uno de esos luga res. Por ~u pa1le,

232 2..33
C rl1ic,1d,• J;, r:wín rtl'gr.1
Rc~11iernparJ el ..:.
,d ,wo
,j,
d sujeto v iviente y asignado a la sep ultura se trans for ma sin 1.lt·j.11
111t1crto au n cuando el asesino no sea él. El sur co de la muerte y de l.1
seg uir siend o eJ mi smo. No es que se J1aya divido. No es que cu , lf\W
w~ponsabilidad es trazado por la ca rga, cuyo portador está obligado
a la verdad aquél que está obligado a imitar pos ea algún atrlbutu dt. fil
,1 .1doptar la forma, pero n o la mat eria de l asesino. Todo esto se dcsa -
persona. lodo se juega, en efecto, en la somnole n c ia d e las aparil•11,i,¡
1,olla en el interior de un campo de con trastes do nd e las diferentes
En gra n m edid a, el muert o y el vivo han perdido toda propicd.1d J•,H
con s u muerte y con su vida. be ahora en ade k111 te está n unido s, .1 AII 1,cperiencias de vida aparecen unidas no ya bajo la forma del caos, sino
pesar, a entidades corporales qu e hacen de cada un o de ellos un fi111,I¡, .le la duración. Cada exper iencia de vida cons iste en primer lugar en
primitivo e indi fere nciado. Por una extra iia designación, se de stru yu ti 111i.1 co nglom erac ión de elementos heterogé neos a los cuales sólo la
significante, triturado y consnn.1¡do por d significado y viceversa. Y,1 fil lorma temporal, en sí misma fragmentar ia, les da co her encia. Por con-
pueden excluirse recíproc;ime,ue. 1,1guientc , la vida no es sino una suces ión de instant es y periodos casi
Por últim o, ap a rece la carg a qu e hay que llevar a cuest as, a M I p, p.iralelos. Ausencia de unid ad genéiica¡ en tod o caso, sa ltos continuos
sar, tambié n en este caso: de una experiencia vivida a la otra, de un hori zonte al otro. La estru c•
tura de la existencia en su total idad es de tal fom1a que, pa ra vivir, se
Nos suplicab a que le ayu d .\scmos a llevar su carg .1 [ ... J No sabl,11111 " vuelve n ecesa rio escapar constante ment e de la permanencia. Porque
qu é hab ía e n la bolsa que, por otrn parte, es tab a lle na. N os hizo t·1 111 l.1permanencia es portadora de pre car ieda d y está exp uesta a la vu l-
1
pr end t>rq ue 110 podríamos descargarla antes de lleg.ir a la ciu dad \, nerab ilidad. En cambio, la inestab ilidad, la interrup ción y la movilidad
negó a que verilic;ír.1mos su peso, lo cua l nos hubiera permiJiJo :,,ti,,., ofrecen posibilidades de fuga y de escapatoria .
~i la carga es tab a más al!.i de n.ucstras fuerzas. r...]
Cun.ndo, tinalnll')l Pe ro la fuga y la escapatoria son también portadoras de peligro:
te, co n l,1ayuda de m i mu;cr, Ja ubiq ué sobre m i cabez a, tu ve el Sl'1111
mi enfo Je ten er que lidia.r con el cue rp o mu c ,·to de un hombr e. l. l 1 Estaba:, p un to de atrapa rme y su mano fro tab., mi cabeza . Fue ento n-
muy pes,1do. Así y todo, Puue cargarlo 1,in problemas [ ... J. Aun asl 11 ces cuando me apropié de l yuyu (e l fetic he) que se había acost umbra -
jos estáb am os de saber qt1é es fo que cargábamos. En efecto, se lrat nli,1 do a o cult ar, pero en el cual yo babi a reparado an tes de dejar la casa.
de los re~tos mortales d el p rín( ipc de la ciud ad qu r estábamos pcn1· Lo usé )', de buenns a primeras, fui transformado en un a vaca, co n
trando. El príncipe en cuestión hab ía sid o ases in ad o, p or crrot ; en u11.1 cuern os en la cabeza, en lugar de u n caba llo. Desafortuna d am ent e, an -
gra nja, por nu es tro circuns l ancial compa 1iero. Y es te último andabn <'11 tes de utili1,arlo1 olvidé que no est1 ria en condicionei. de recuperar mi
busca de alguie n qu e pudiera sustituirl o co mo cu lpabl e. /_... l Aqudl. , form,1 primera de perso na humana [ ... J.Habiéndome tramfom1 ado
mariana bie n tcrn prnn o, el rey ordenó qu e no s vistiéramos con los m.l, en vaca, m e volví m ás poderoso y me pu ~e a co rr er más rápido que
be llos atavíos y qu e m ont ára mos a nu es tros ca ballo s y que nos pa se,\ él. Pero no me so ltó y me p ersiguió ferozmente hasta cansa rse. Ju sto
ramos por la ciud ad sie te días seg uid os para que pudi éra mos goza r di· en el momento en el que iba a deja rme po r fin so lo, me h n.llé enfre nte
nue stra última vida en es te mundo. AJ términ o de los siete dias, el l'l'Y de un león hambrie nto que cazaba en un rincón, a In.espera de un a
nos ases inaría en retr ibu ción por la muerte d e su hij o. 22
víct imJ . El leó n comenzó J persegu inn e. Cor rí una distancia de apro
ximadamen te d os millas y fui a d ar a las mano s de uno s pasto res qu e
fa el mi smo víncu lo de entrelazamiento e ntre el mu e rto y el vivo,
se adueñaron ele mí, y que pensaron, a l verme , qu e habían en con trad o
con la simple excepc ión de t]llQ aq uí el vivo debe car ga r los restos Jl•I
a un a de las vacas pe rdidas sig los antes. Atemorizado po r los ru idos J~•
.22.. f/,fd., págs.272. los pastores, el león volvió so bre sus pasos. Fue en to nces cun.ndn lu~
pastores me ub ica ron jun to a las dem ás vacas que est ab an pasta nd P
2J4
1.3)
Réquiem parad c,clavo
( ti1h..1 c.k h, r;11.ú11 11l1~r.-1
v.,ri,rndo la exp licación de un día para ot ro, no invocando la misma ge
la hierba. Pensaron q ue yo er,1u11.1de sus vacas perdidas. Y yo, y11,•fA ne,1logía, no registrando de la mis ma manera el mismo aco ntcdmi en·
incapai. de Lra nsíormar mc y volver .1 enco nt rar mi forma humJn,1 tn, incluso aceptando, cua nd o se le impon e y no está irr itado, el có digo
h.1nal edípic o, co n el riesgo <le at iborr:1rlo co n todas las disyunc iones
Conclusión . .En primer luga1¡ dentro del paradigma fantasmal, no h,1\' que es te cód igo estaba destinado a exduir »-2-' En esas co ndi cio nes, y
ni reversibilidad ni irreversibilidad del tiempo. Sólo menta el enrOli\ i según una expresión niettschea na, « todo se di vi.de pero por sí mismo,
mien to de la cxpcrien<:ia. Las cosas y lo s acontecimientos se enro s1:1111 y en donde el mismo ser está en todas partes, de todos los lados, en
unos a otros . Aunque las historias y los acontecimientos Lienen un l 11
todos los niveles, co n la sola excepción de la diferencia de intensidad»,
nüenzo , no poseen un final propiamente dicho. Es verdad que puedr11
y b úni ca man era de man.tenerse vivo es viviendo en zigzag.
ser in terrump ido s, pero también pueden pro longarse en otra hislol'i.11· En tercer lugar y en cuanto que suje to fantasma l, el esclavo no
en otro acontecimiento, sin que haya ncl'.es.uiamente una filiación l'II° ,1dopta una forma única ni posee un co ntenido mode lado d e una vez
tre ambos. Los confl ictos y las luchas pueden recomenzar en el mi~11111 y para siemp re. La forma y el conte nido cambian co nstant em ent e en
punlu donJc íucron interrumpidos. Es posible retomarlos más ccn,t función de lo s aco nt ecimientos de la vida. Pero el dcspUegue de la
del or igen o asistir a nuevos comienzos sin que sea necesario expe11
existenc ia só lo pt1c.dc tener lugar si el sujet o se apoya en un rcservorio
men tar la nece siJn d de una contin uidad, aunque la som bra de histori11►, lle rec uerdos y de imágenes que pa rece n haber sido fijados de una vez
y aco nteci mientos an tiguo s planee todavía sobre el pre sente. Por ot,,1
y p,1ra siempre. El sujeto se apoya en ellos al mi smo tiempo que Los
part e, el mismo acontecimiento pue<le tener dos comienzos dislinto~ tra nsgre d e, los olvid a y los ubica en una relación Je dcpendenci,1 con
l)uranle es te proceso, se pasa constantemente de foses de pérd ida ,1
respecto a otras cosas, no cons igo mismas . E,n consecuencia, el trabajo
fase, de enriqu ecimiento de la vida y del sujeto. Todo funciona segú n
p,1ra la vid,1cons iste en distanciari.c del recuerdo en el mi smo momen -
el principio de l in,1cabamiento . El vínculo ent re el presen te, el pasado to en que el sujeto fantasmal se apoya en él para negociar lo s virajes de
} el futuro ya no es más ni del orden ele J,1con tinui d.1d ni del orden de l,1 vida. Una vez esbozados lo\. bocetos de la vida, tiene que escaparse
la genealogía, sino del orden del enroscamien to Je series tcmporab
de sí mi smo, dejá n dose llevar por el flujo del tiempo y de los acciden -
prác.:t1camcnteseparada s, unidas una a la otra por un a multiplicidad ck tes. Así, el sujeto fantasmal se produce en el riesgo de lo imprevisi bl e
delgndo\ hilos. po r meJio de una ca<lena <le efectos a veces calculados, pero que no se
Ensegundo lugar, .tcluar como un sujeto en un co ntexto marcado materializan jamás en los términos exacto~ previstos J e antemano. Es
por la violencia de tipo fonl,tsm,11,es ser c,1p.1z,en todas las ci rcun sta n en este carácter inesperado y en esta abso luta ines tab ilidad Jonde se
cías posibles, de « introducir los fr,1gmenlos en fragmentaciones sie m·
pre nuevas» .1• De ahf qu e, en el campo fantasmal ., só lo pueda hab er crea y se inventa.
Qyizás, ésa es la razón por l., cual, en medio de la no ch e, el su·
sujetos esquizofrén icos. El csqui70frén ico, afirman Gilles De leuze y
jeto pue de dejarse llevar por el canto del rec uerdo, aq uél que, muy a
Félix Guattar i, pasa de un lado a otro, mezcla to<los los códigos, «e n un
men ud o, es enterrado bajo los esco mbro s d e la d esd icha¡ quizás, po r
dcsliz:.imien to rápido, si~ruiendo las preg un tas qu e le son planteadas, esa razón, el sujeto fantasmal se ve imposibi litado para ar rojar sob re
23. 11
,fd., págs.-12. l.1existen cia un carác ter d e ebr iedad y de eternidad. Sin embargo, una
24. Delw1.c,G. y Cuuttari, r., Cupitalismc C'Isc/1iw¡,lrrér1ic. Volunrcn 1: Li'\111i
-Wd1¡1e,
Minu1t 1 Paris, 1972, pág. 13. [ Jbd. esp.: J.ilA11/i L:tliro.C,1¡11talismo
y cI1¡11izi(/m
1i,l, 2.S.lbíd.,pág,.2 1-22.
!',,idós,ll.1rcclona,198:!].
2.-17
2:\(1

~
Ctf , lc:1<le l:i ruón 11cgra

vez liber.1do por el Lab,1co, sup rim e, d e pronto, Lodo aquello que ponf,1
lím,tci; ,l su horizonte, proyectándolo, en consec u enc ia, en el inÍlnih1 6
m,1r de lu'I.que hace po:.ibte d olvido di.: la infeli cidad: CLÍNICA DEL SUJETO

lntrodujo en mi bL1c;1una pipa humeante ele apruximadamenle seis


pies de ].irgo. La pipa podía contener , e.leun., sola vez, media cuba d1•
Todo co mien·1.acon un aclo de identificación: <<Soy un negro » . El .1dt1
tabaco. Luego, designó a un fantasma cuya función ern la de rccargarl.1
pipa cuand o fuer.1neccs.1rio.En el momento en que ence ndió la pip,11 de identifi cació n cons tituy e la respue s ta a una pregunta qu e nos bacc
todos ]01, lanlasmas se pusieron a bail.tr alrededor de mí en pequt· mos: « ¿Q ui é n soy yo, ento n ces?». O co n una pregunta que nos es
tíos grupos. Ca ntaban, ,1pl,mdían, hacían n.•sonar las campaniJla~. PI lormu bda: « ¿Qµién es usted? » . En este seg undo caso, se trata de la res
batir de tamborc~ de uno de los tamb orile ro~ [ ... ] era tal que todo el puesla a una co nmina ción. A través de esas preg tmt as, se LTatade devc
mun do saltaba de felicidad [ ... j todos estallaban en un inmenso réll lar la propia identidad y de ha ce rla pública. Pero develar la identidad es
- un reír lan estride nte que cualquiera podfa escucha rlo claramcnt<.',1 tam bi én reconocer (es un aut o-reco no cimiento); es saber quién se es y
<losmillas a la redonda - . Y cad.1vez que el tabaco estaba., punto Jl· dec ido o, mejor dicho, proclamarlo o incluso dedrselo a sí mi.smo. El
agotarse, el fantasma asignado para la tarea ele rcll.enarla pipa se apn· acto de identifica ción es tamb ién un a afirmación existencia l. « Soy» sig·
suraba en .1Uborr<1rla de tabaco fre:.co [ ... ].Al cabo ele algunas hor~ts
nifica, por co nsigu iente, « existo » .
<le fumar cst.1 pipa, me intoxigué bajo el efecto del humo de tabaco,
como si acabara de com umir un licor fllcrtc 1... J.Fue entonces cuan-
do, olvidando todas mis dcsdich,1s, m e puse a c,1ntar los canto s de mi
6.1. E l amo y su negro
país. Desde que había hecho mi ingreso al mundo de los fontasmas, l.1
desdicha mc había impedido entona d os. Por eso, no bien e.\ cucharon Pero e nt on ces ¿qu é es un n egro?, - ese c11tc del que se dice que yo soy
esos cantos, los fanl.tsmas se pusieron a bailar también l ...J.l•
de la esp ecie - . En primer lug ar, « negro » es una palabra. Una palabra
remite siemp re a algo. Pero la palabra tiene t;11nbién un esp eso r pro -
pio, un a densidad propia. Una palabra está hecha p.ua evoc ar a lgo en la
(.Onciencia tle aquél a quien va dirigida o d e aquél que la oye. A mayor
densidad y espeso r, mayor es la sen sac ió n, el se ntimi ento, inclu sive el
rese ntimi ento 1 qu e la palabr a provoca en aqu él a quien hace ref eren -
cia. Ha y pabbr as que hi eren. La ca pa cidad d e la s palabras para h erir
forma parle J e su peso específico. ~<Negro » se pr et en J e también, y
so br e todo, un nombr e. Aparentemente, cada n o mb re es portador de
un destino, de una con dición más o menos genérica. « Negro » , enl o n
ces , es el nombre que m e fue dado por olro. No fui yo qu ien lo eligió
en un principio. Heredé ese no mbr e por la posición que ocupo en d
es pacio del mund o. Qµien ha sid o apodado co n el n ombr e <<ne~ro " l'S
1
(1. Tutuol.i, /\.., vp.cit., p,lgs. 7,1 7 5. consc iente de esta proc eden cia externa.
238 239
Clini<:a <.l
e\ sujeto
Crf 1ka de la rnón negra

que no exis te, volverá a caer tarde o temprano para atrás, sobri: l.1
Por consiguiente, tampoco ignora que de lo que se b·ata es dt'
acera .1 Película de ser sin espesor, no ve nada tampoco. Por otra p.irt1:1
experimentar su poder de falsificación . Desde este punto de vista, ("
frente a su colo r, su mirada no puede ser sino amn iótica y mucosa. b: ,1
« negro » aquél que no puede mirar al otro directamente a los ojos. « Nt
es la func ión talism:í.nic::iJel color - aquélla que, surgiendo al exlrcmu
gro » es aquél que, acom1lado a los pies de un muro sin puerta, picns,1
que todo termi nará no obs tan te por abr irse. E ntonces go lpea, supl ic1ty de la mirada, se impone finalmente como síntoma y destino, o incluso
vuelve a golpear aón con más fuerza con la esperanza de que se le ahr.1 como nudo en la trama del poder - . El color negro tiene, en este sen
una puerta qu e no existe . .Muchos han fin alizado po r sentirse cómo tido, propiedades atmosfé ricas. La primera se manifiesta bajo la forma
dos así, reco nociéndose en el destil10 con que el nombre los ridiculii,\ de un recuerdo arcaico , la referenc ia a una herencia genealógica que
Y como un nombre está hecho para ser llevado, mu chos terminaron nad ie pueJe modificar verdaderamente porque el negro no puede mo -
aprop iándose de algo que, originalmente, no fue cre:ido por ellos. Al dificar su color. La segunda es un afuera en el cual el negro se enc ierra
igual que la palab ra, el nombre existe sólo si es compi-endido y asu ml y se transforma en aque l otro para siempr e incognoscib le. O, de existir
do po r aqué l que lo lleva. Más aún: sólo hay nombre cuanJo aquél qlll· alguna revelación del negro , ésta sólo se prod u cirá a costa de un nu evo
lo lleva siente los efectos de su peso en su conciencia. Hay nombre~ ocu ltamiento. En consecuencia, el color negro carece de sentido. Sólo
que se cargan como un insulto permanente y otros que se llevan por existe con respecto a un poder que lo inventa, a una infraestructura que
costu mbr e. El nomb re « negro » remite a ambos tipos . Finalmen te, y lo sostiene y lo contrasta con otros colores. Sólo existe con respecto a
pese a que algunos nombres puedan h;ilaga1¡en un conúcnzo el nom un mundo que lo nombra y lo axiom atiza .
bre « negro » fue una manera de cosificación y de degradación. Oble Por ot.ra parte, el nombre « negro » hace referencia también a un
nía su potencia de su capacidad Je ahoga r y estrangu lar, de amp utar y vínculo, a una relación de sujeción. En el fondo, sólo hay~<negro » con
emascu lar. Ese nombre tenía el 1nismo valor que la m uerte. De hel.'.ho, relación a un « amo». El « amo>> posee a su « negro » y el « negro »
un víncu lo (ntimo ha unido siempre el nombre <<negro .,.>con la mu er• pertenece a su « amo » . Todo negro recibe su forma de su am.o: el amo
te, el a1.esinato y la sepu ltura. Y, por supuesto, con el silenc io al cual le da forma a su negro y este último adopta esta forma por m edio de
deb ía ser reducida, necesariamente, la cosa¡ es decir: co n h orden de la destrucción y la explosión de su forma anterior . Por fuera de esta
guardar silencio y no ser visto. dialéct ica de la posesión, de la perlenencia y de la exp losión, no existe
« Negro» - no hay que olvidarlo- se refiere tambi én a un co lor. « negro » en si mismo. Toda sujeción acabada impli ca constante mente
El color de la oscuridad. Desde este punt o de vista, el « negro » es lo este vínculo de propiedad, de apro piación y de pertenencia a un olro
que vive la noche, en la no che, aquél cuya vida está hecha n oche. La distinto de si mismo. En la tlialéctica del negro y su amo, las cadena s
noche, ése es su envoltori o pr imero, el tejido en el cual se forma su y la correa son dos figuras cons um adas de la sujec ión. La correa es esa
carne. fü, st1 blasón y su vestim enta. Esta residencia en la noche y esta especie de cuerd a que se ata al cue llo de aq uél que no es libre. El que
vida en cuant o qu e noche so n las que lo vuelven invisible. El o tro no no es libre es igual a aquel otro a quien no se le p uede dar la mano y
lo ve porque, en definitiva, no hay nada para ver. A lo sumo, si llegara a que, po r tal razón, es necesario arrastrar del cuello. La correa es el signi
verlo, sólo vería sombra y tinieblas, es decir: apro xim:idarne nte nada. ficante por excelen cia de la identidad servil, de la cond ición serv il, Je!
Envuel to en su noche prenatal, el negro mismo no se ve. No ve que de
c,;c modo, golpeando con todo su cuerpo un muro si_npu erta, sac u- rsiru s porl~, J,,:s Solitaires/11
l. V~,1seLazare, Au picd rlrl 1111, tcmpcstif.,,13csa1w
,on , 201 \ ,
di~ndose con todas sus fuerzas para exigir que se le abra una pu erta p:igs.11 - 12.
2/41
240
C líni c:i dd ~ujcm
Cri Iica de l.1 r:il.Ón nqp~t

cs1,,Jo Je se rvidum bre. Expe rim ent:ir la servi dumb re es se r ubicado cual era po sible autoproclu cirse como sujeto libre, responsab le Jl' :.1
ro r b fucrla en la zona de indifer enciac ión ent re el hombre y el a111 y res po nsable ante el mundo.
Para Marcus Ga.rvey d efinirse por la ausenc ia ya no era su ficiente.
mal, en esos lllgares dond e la vida humana se mira a partir de 1npostw.1
Lo mismo ocurría con las formas de identificación secun dari a o derí
del animal - 1.a vida hum ana que adopta la figura de Lavida anima l ,¡
vada (es decir, la iJ entificación a través del amo). Inmed iatame nte des
lal punto que ya no se pu ede distinguir una de o tra, a tal punto que y;1
pué s del trabajo negativo de la destrucción, el 11egrodebía convertir se
no es posible sa ber si el animal es más humano que el hombre o si l'I
en algu ien diferente, hacer se empresario de sí mismo y tran sfo rm ar
hombre es más animal que el animal-.
se en un sujeto capaz de proyecta rse en el futuro e impli carse a fondo
Pues bien : este n omb re denigrado será recuperado entr e olros
en un deseo. Para parir un a nueva persona hwnan a y confe rirle un a
por Marcus Garvey y Aimé Césaire para hacerlo obje to de una convcr•
co nsistenc ia cualqui era as~• existencia, tenía el deber de auto-produ-
sación por defin ición infinit a.
cirse no como rep et ición , sino como iHsoluble difere11c ia y singlllaridad
al-isoluta. De la pérdida y de la destrucción debía su rgir una po te ncia de
6.2. Lucha de razas y autodeterminación formació n, susta ncia viva creadora de un a forma nu eva en el mundo.
Aunqu e sensibl e a la idea de nec esidad, Garvey se abstiene de redu cir
Bajo la esclav itud, la plant1c ión const itu ía b rueJa de engra naje el deseo a ésta. Por el contra rio, se propuso llevar a cabo una rede fini-
csenc:ial de un orden sa lvaje en el cual la violenc ia raciaJ cumplí a h·es ción del ob jet o mismo del des eo negro, el deseo de goberna rse por sí
funciones. Por un lado, estaba orientada a debilitar las cap acidades mismo . A este deseo, que era al mismo tiempo un proyecto) le otorga
de los esclavos para aseg urar su reproducción socia l en la medida en un no mbre : el proyecto africano de « redenció n» .2
qu e no estaban jamás en cond iciones de reunir lo~ med ios indispen - La puesta en prácti ca de ese proyecto exigía una lectura atenta
sable~ para una vida digna de ese nombre. Esla brutali<lad tenia) por Jel tiempo del mundo. Para Garvey, el .mund o estaba habitado por la
otra parte, una dim ensió n somática . Apun taba a inm ov ilizar los cuer - espe cie hu ma na. P,sta, a su vez, estaba comp uesta por muchas razas
pos y, d e ser necesa rio, a destrozarlos tamb ién. Po r últim o, atac aba de~tinadas, cada un a de ellas, a mant enerse puras. Cada raza co ntrol a-
e] sistema n erv ioso y t endía a d esecar Las capacidades de sus víct i- ba sn Llestin o en el marco de un territorio en el cual estaba dest inada
mas para crear su prop io mundo d e símbo los. Como la ma yor parte a ejercer plen os derec hos de sobe ranía. Europa pertenecía a los blan -
de ] tiempo sus energ ías se desviaban hacia tarea s d e su pervivencia, cos, Asia a los amari llos y África a los africanos. Aunque dist intas) caJa
es taban ob ligado s por siempre a vivir su vida bajo la moda lidad ele raza estab a dotada de las mismas capacidades y po sibilidad es. Por na-
la repetic ió n. Pero lo qu e carac te1-izaba fund ame nt alment e los vín - tu raleza, ningu na estab a autori zada a ejercer su pr edominio sobre las
culos ent re el amo y sus esclavos era el monopolio clcJfuturn qu e el otras. Y como la histori a del mundo era cíclica, toda domi~a ción era
;uno pretendía ostentar. Ser neg ro y, e n consecuencia, esclavo, era provisor ia. A pi:incipios de los aii.os 1920, Garvey estaba p ersuadid o
no tener un futur o propio) para sí. El futu ro de l negro era siempr e J e que se había puesto en marcha un reajust e político del mundo. Este
un futuro delegad o que este últim o recib ía de su amo co mo un don: reajuste se alimentaba de la sublevación de los pu eblos oprimido s y d\:
l,t liberac ión . Es p or ello qu e siempre, en el corazó n de las luchas de las razas dom inadas que luchaban por el recon ocimiento y el respeto
l'sdavos, se plan teaba la rn est ión del porvenir en cuanto qu e hor i-
)'l) r1lc ele futuro qu e era nec esari o abrir se por si mismo y grac ias al 2. Vé,1sc G,1rvey, /vi., PJ1i/o.mp
liy ami O¡m11
a11s,op.cit.
243
24 2
Crí 1ic" de la r:,zó11nC'J:tr:1 ClínicJ del ''*"º
nm lra las potencias p lanetarias. Se había abierto una carrera para l.1 y por derecho a cada hombr e digno de ese nombre. Ruina y dc sas ln •,
vida. En este proceso brutal e impiadoso, no había casi lugar para lm, ése era, en consecuencia, el futuro de cua lqu ier negro fuera d e Áfrk.1.~
¡mcblos no organizados, poco ambicio sos e incapaces de proteger y En muchos aspectos, el África de Garvey sigue siendo una enl1
defender sus propios intereses. Sin organización, esos pueblos esla dad mítica y abstracta, un significado pleno y un significante aparen ·
ban senc illamente amenazados con la exterminación. E] proyecto cf~, tcmen tc transparente -y es eso lo que, paradójicamente, le otorga su
redención exigía igualmente una teoría del acontecimiento. Para G,1r potencia - . En los textos de Garvey, decir África ern embarcarse tra s
vey, e l acontecimiento por excelencia estaba desti n ado esencialmente los pasos de una huella, en busca de la sustanc ia dd signo - sustancia
,l tener lugar en un futuro del cua l nadie conocía la hora precis a, peni que precedía al signo mismo y a la forma en la cual estaba de st inado a
cuya proximidad era evidente . En el caso de los negros, el objeto de manifestarse - . La histo ria de la humanidad era una historia de lucha s
la espera era el adven imiento de un « imperio africano», sin el cual In en tre razas . La raza humana estaba co mpu esta por una ra;,.,ade amos y
raza negra no podría gozar de una existencia políti ca y económica en ~I una raza de escbvos. La raza ele los amos era aqué lla capaz de hacer su
mundo. El acontecimiento estaba en el espíritu de la época, en el aire. propia ley y de imponer su ley a los otros. A los ojos de Garvey, África
La política ele centinela consistía en acompañar, incluso en pr eci pitar era el nombre de una promesa - la promesa de vuelco de la hi storia - .
ese advenimiento, preparándose para ello. 1 La raza de esclavos podia, un día cualquiera, volver se una raza de amos
.:i co ndi ció n Je procurarse sus propios instr umentos de potencia. Para
Si no un vasto movimiento de deserción, Garvey preconi1.aba al
menos un a retirada organizada. Estaba convencido de que Occiden - que esta posibiJidad distinta se lleva ra a cabo, el negro de las Amér icas
te estaba condenado a la decadenci a. Paradójicamente, el desarro llo y las Indias occidentales debía desertar de los lugares inhospitalalios a
tecnológico había abierto e l camino para una civilización que se obsti - los que había sido relegado y ocupar de nuevo su hábitat natural. A llá,
naba en destruirse a s í misma. AJ no de~cans:ir en ninguna b:ise espiri - lejos de aquél los que en otro tiempo lo habían sornetido, podría final-
tual, no podía durar indefinidamente. En las condic iones de la época , mente recobr:1r su propia fuerza y da.r rienda suelta a s u genio. Desa-
rrollando una nac ionalidad neg ra africana, haría la eco nomla del odio
par:i Garvey el n egro era un sujeto amp liamente de stcr ritori:1lizado .
a los ob·os y de la.venganza, en lugar de con sumir se a sí mismo.
« Tratándose del negro - alu-rna- yo no recono zco ninguna fronte -
ra nacional. En tanto África no sea Lbre, el mundo en su conjunto es
1
mi provincia>>.' Frente a una geopolítica de l mundo profundamente 6.3. Un crecimiento en humanidad
marcada por la carrera de las razas por la vida, este sujeto desterrito -
rializado no podía apenas asegurar su propia protecc ión, ni siquiera Durante toda su vicia, Aimé Césaire luchó con fuerza y contundencia,
su supervivencia corno ra'.'taindependiente, mientras careciera de una co n energía y lucide z, con una mezcla de claridad y oscuridad , con las
patria. No podía convertirse en un h ombre auté nti co, es decir , en un mnas m ilagrosas de la poesía y las no menos honorables de la po llli-
hornbre como el resto, capaz de disponer de aque llo que cada hombre ca . .Lo hizo con los ojos fijos ya en lo imp erecedero, ya e 11lo efímero,
Lié n e derecho a disponer¡ capaz de ejercer sobre sí, sobre los oh·os y so - lo que pasa y vue lve al polvo. Buscó obstinadamente acond icionar un
bre la natura leza el tipo de autoridad que 1.
e corresponde naturalmente lugar de permanencia a partir del cual la mentira de l nombre pudicr;1
ser desenmascarada, b . verdad pud iera resucitar y lo indestructiblt•
t 1/1(,/,1 p,\gs. 10- J4 .
•I 1Md., p.\gs.37. S. Jbíd.,págs. 53 .
244 24'i
( , ític., de J;, nm',n n,'gra Cli n j e;¡ Jc l , u jcro

pudiera manifostarse . .Ésa es Ja razón por la cual su pensamjento, vo l ¿Cómo es posible tom.ir en ser io esta preocupac1on dcclar.1d,1
dnico, fue a la vez un pensamiento de la interrupción, de la subk, para con quien él mismo denomina el « hombre negro »? En prinw1
vación y de la esperanza. El zóca lo de este pensamiento de [;i luch., lugar, evitando neut ralizar, mediante la aceptación del dcsconci ~rto
y de la sublevación fue, por nn lado, la afirmación de una irreduct 1 que pudiera llegar a producir, la carga de polémica que con lleva csn
ble plura lidad del mundo o, como a él le gustaba llam arlo, « de civ; preocupac ión, así como lo desconocido a lo que hace referencia . Es
lizaciones >>;y, por otro lado, b convicción de que « el hombre, esté necesario abrazar est;i preocupación no para encerrar a Césafre en una
donde esté, tiene sus derechos en cuanto que hombre >>,v Este pensa concepción carcelaria de la idenlidad. Mucho menos para relegar sn
miento era el testimonio de la esperanza en un vínculo humano con pensamien to a una forma de tribalismo racial. Es necesario abrazar esa
la diferencia - vínculo incondicionaJ de humanidad que se vuelve preocupaóón precisamente para que nadie pueda ocu ltarse frente a
particularmente imperntivo ante la evidencia del rosh·o sin nombre las difíciles preguntas que él hito propias , que no dejó de plantearle
que se tiene en frente, y ante la evidencia del inexorable momento de a todo el mundo, y que aún hoy siguen, esencia lmente, sin respuestas.
violencia que empuja a desnudar ese rostro, a vio.lar ese nombre y a Por ejemplo y en primer lugar, la cuestión del colonialismo, la raza y
borr ar su sonoridad - . Lo que ese pensamiento puso en cuestión es el racismo. Acaso no decía Césaire , tamb ién, no hace mucho tiempo,
el racismo y el colonia lismo , dos formas modernas de esa vio lación y que « lo que hoy en día es importante es la cuestión del racismo, es el
de ese acto de anulación¡ dos figuras de la animalidad en el hombr e recrudecimiento del racismo en el mundo entero¡ son los focos de ra-
y de la unjón de lo humano co n la bestia de las que nuestro mundo cismo que aquí y aUá se avivan. [ ... ]. Es eso lo que debe preocuparnos.
aún está lejos de haberse liberado comp letamente. Por último, el te - Enton ces, ¿nos ha llegado el momento de bajar la guardia y desarmar -
rror que lo hab itaba era el de un sueí'lo sin despertar, de un sueño sin nos » ?7¡Q.té quiere decir Césai.re cuando proclama s1.1preocupación
nuevo día, sin sol ni mañana. respe cto a la suerte reservada para el « h ombre negro >>?¿Porgué no
La obsesión de Césaire no frieron solamente las Antillas, ese país decir el « human o » , a secas?
que él se había acost umbr ado a lfamar menos <<francés» que «c aribe- En primer lugar, es nece sario subrayar que, al hacer de la raza el
ii.o» . No fue sólo Francia, de cuya Revolución decía que se había sal- punto de partida de su crítica de lo político, de la modernidad y de la
tado - acontec imiento comp leta.mente inaugura l en su espíritu - el iJ.ea misma de lo uruversal, Césaire se inscribe directamente en una
« problema colonia l» , es decir, .la posibilidad de una sociedad sin razas. tradición crítica intelectual negra presente tanto en los afroamericanos
Fue también Haití - UJlatierra que, decía, «s upuestamente había con- como en Ltna gran cantidad de o tros pensadores caribe 11os anglopar -
quistado su libertad », pero era más miserable que una colonia- . Fue el lantes, incluso africanos. En Césaire, no obstante, la preocupación por
Congo de Lum umba y, a través de él, África - en donde la i11dependen- « el hombre negro » no desemboca en la secesióndel mund o, sino en b
cia había desembocado en rn1 «c onflicto entre nosotros mismos »- . afirmació n de su pl.uralidad y en la necesidad de su declo sión. Afinnar
Fue la América negra - ante la cual nunca dejó de record(tr y de procla- que el mundo es plural, militar a favor de su declosión, significa qul'
mar la <<deuda de reconocimiento »- . Pue, tal como no dejaba de re-
7. Césairc, A., <<Discorns sur la nég rit udc », 26 de febrero de 1987; Univc1·siJ.1d In
petir él mismo, el « destino del hombre negro en el mundo moderno». tcrnacíonal de rloridn, disponib le en www.blo¡;.crdp -vcrsailles.fr. Las dos citus s,
guicntcs provienen de cs lc mismo discurso. [Trad. esp.: « DisC\ll'SO sob re la ncgr 1lt111.
(1,( :é~.,irc,A., y Vcrges, F.,Ni-grcje suis,11egn:je restcmi.E,,t,·etiens, Albín 1'vlichcl,París, Ncgritud, ctnicidad )' cu ltur as afroamcricaua .s » en Disrnrsoso/,rc el coln11ia
/1.1mtl,Al,,d,
}()05, pág. 69.
Madrid, 2006].
241l 247
Crí, i.:., dt la " ,.,,-,,-, negra
Clink ..1 del ,u¡cto

J:.urop,1 no es todo el mundo, sino apenas un:i parte de él. ~'):111f


u
¡noJ uda. ¿Qué es , en principio, la colon ización?, se pregunta en su
entonces, co ntrap esar lo que Césa ire denomina el <,reducc 1m1i•1111
europeo » : /)iscursosobre el co/011ialismo( 1955). No es « evangelización, ni cm
pr<.'SJ (ilantrópica , ni volun ta d de hace r retroceder
las frontera~ de 1.i
Ese si~tem,1 de pens,1miento, o m.b bien b tendencia in sli11t11 •,1,¡, ,~noranc ia, de la enfermedad, de la tiranía; ni expansión de Dios, ni
un a civiliz:.ición em inente y prcstigiosJ a abusar de su prop io pn 1, l'Xlcnsión del Derecho».' Ecuación desho nesta , es hij a del apetito, de
gio p.1r.1hacer el ,-acío a su alrededor, rcconduciC'llllo ahusivaml•1111• l., divers:is cod icias y de la fuerza: las mentiras, los tratados violados, las
noci6n Je uni vcr.sal f ...J a sus propia1, d imen~ionc.,; o, dicho dl• 111111 .:xpediciones punitiva s, el veneno ino cula d o en las venas de Europa,
modo, a pensar lo univcr,al a par tir de sus úmcos postulados y .:i lni\· el salvajismo; todo eso por lo cua l el co loniz ,1dor se vue lve incivil,
de sus propias categorías.
se hunde en el embrutecimie nto, aprende a despertar en él inst intos
Significa, también, sei'ialar las co n~ecu cnc ias que eso implica: «Sq,., , oc ultos, la codici a, la viole ncia, el odio racial y el relat iv.ismo moral. De
rar al ho mbr e de lo humano , y aislarlo, en definiUva, en un orgu llo "'" ,1hí que « nadie co loniz:i inocenteme nte, nad ie colon iza impunemen -
cida cua nd o n o en una for ma racional y cie ntífica de barbarie ». te; que una n:ición que coloniza, que una civilización que justifica la
Afirma;· gue el mundo no :.e reduce a E uropa es rehabilit;u · la l'lín co lonización y, por lo tant o, la f ucrza, ya es una civilización enferma ,
gularidad y la diferenc ia. En e1>0,y sin imp ortar lo qu e se h,1ya didw moralmente herida , qne irres istibl eme nt e, de consecuencia en conse-
1
Césaire está cerca del pensamiento de Sengho r. Ambos rehúsan l.i•, cue ncia, de negación en negaóón, llama a su Hit le r>>YY Césaire añade
perspec ti va11abstractas de lo w1iversal. Subray an que lo un iversa l st· que «e l co lonizador, .1l habituar:.e a ver en el otro a In bestia,al ejerc i-
d eclina s iemp re en el registro de b sing u laridad. A su mod o de V<.'l, tarse en tratarlo como bestia, para calm.ir su con cien cia, tie nd e objeti -
lo un iversa l es precisamente el lugar de un.1 multiplicidad Je singu , vamente a tran sfo rmar !>eél mismo en bestia». tll Apropiarse seriamente
laridJJ es c.1Ja una de las cuales no es más que lo que es, es dec ir, lu de Césairc es con tinua r rastre:indo en la vida <le hoy las huella s que
que fas une y las separ,t de otras singular idades . Ni para uno ni p.u.1 mdi can este retorno del colonialismo o su reproducc ión y repeti ción
el Olro existe lo un iversa l abso lut o. Só lo hay univers al en cuanto que en las práct icas contemporánea:-. - ya se trate de práct icas Je guen.,,
com unid ad Je singu laridades y de dilere ncias, co 111unid,1dqu e es, al de forma s de min ori zació n y de estigmatizac ión de las dife renc ias o,
mi smo tiempo, puci.t.i en comun y sep.:irnción. Aquí, la p reoc up ación más directamente, ele formas de revisionismo que, apoyándose en el
del <,hombre negro » no tiene se ntid o sino porque abre la vía a otra fracaso Je los regímenes postcoloniales, prete nden justificar ex post lo
im agina ció n de 1.:icom unid ad uni versal, En esta edad de la guerra .sin que fue , an te toJo, como sugería Tocqueville, un gobierno grosero, ve-
fin y d e los múltiples retorn os del co lonialismo , una crític a de este tipo nal y arbitra rio - .
está lejos d e hab er to cado a su fin; tod avía es indispensab le en las co n-
di ciones co nt emporán e,1S, ya sea e n lo que atañe a las cuest iones de S. JL,it/.
, Disnmrss11rle colo11ia 1,,, op. ni .. p.íg.8. lTrad. esp.: D1~cur.w,obre d cv/011m
lis11
ci udad anía, de la presencia d e extra njeros y de las minorías, a las figu- /,~1110, Aknl, Madr id, 2006].
9. lhíd., págs. 1S-16. Lo llU C Occide nte no le perdllna a Hitler, afi.rma, « no es el , 11mm
ras no europ eas de l d evenfr hum ano, al co nflicto de los monoteísmos e11si, el cr1111c11contra el lwml1rc,no es /11li11111ill11c i611cid /10111hrc
en sí, sino el c nlll l'll
o, incluso, a la globa lización.
conl r,1el hombre blanco , es 1.ihumill ,1ción del homb re blanco, y haber aplic,lll1,1•11
E n o tro aspe cto, la críLica d e la raza en Césa ire ha sido siempre Europa p1·oced im ien tc,s colon iali~tas que basta .1hor a sólo ..:onccrn ian ,1 lo~ ár.1bc, d,
inseparab le d e la crít ica del co loni.tlismo y del pensamie nto qu e Jo Argelia, a los cool,cs d~ la Ind ia y a lo~ negros de África » .
10. /[,íd., pág. 18.
248
2.4<)
Ufni c;i del , 11jcto
Crí1ic:, de la r;izón negr,1
j:unás-y porque constituye la metáfora por excelencia de aquello que
Fina lme nt e es importante segu ir interrogándose por el "'111 idr
está « al margen » , ese nombre es el que mejor expresa -a contrario
de] término « negro » que Seng hor y Césaire rehab ilitaron d111,1111
sensu- la búsqueda de eso que él denomina una « más amp üa frater
el período más álgido del racismo imperial. Por otra parte, es ~IJ\11t
niJad » o inclu so un <<humanismo a la medida del mundo » .'\
ficativo que en el crepúsculo de su vida Césai re se haya sentido 11l 1l1
Dicho esto, sólo sería po sible hablar de este humanismo a la mc -
gado a recordarle a Fran<;:oiseVerges: « negro SOVi negro qucdol! ,1
1.litla del mundo a través del lenguaje de lo porv enir, de lo que siempre
La toma de concie nc ia de su ser negro data de comienzos de los .11\1.,1
?--esituará por delante de no!>otros y que, como tal, esta rá siempre pri -
1930 cu:rndo, en París, conoció a Léopold Seng hor y a los cscd 11111 ·
vado de nombre y de me moria, pero no de razón - y que, en cuanto
afro:Hnericanos Langston Hughes, Claude McKay, Cou nt ec Cu lh 11,
que tal, escapará siempre de la repetición, puesto que será siempr e
Sle rling Brown y, más tarde, a Richard Wright y muchos otros 111 .1•
Esta toma de conciencia es provocada por la interrogación ap reml,\1111 radicalmente diferente - . Asi, la uni versalidad de l nombre « negro »
y angustian te que se p.lanteó, en el. período de ent reguerras, toda u11., es nece sario buscarla no del lado de la repetición, sino de la diferencia
generación de pensadores negros. Por un lado, esta pregunta se rcfi1t 1 radical sin la cual la declosión del mundo es imposible. En nombre de
.1 la condición negra. Por otro lad o, a las posibilidades del tiempo. Ct·
esta diferencia racial es nece sario volver a imagi.nar al « negro » como
sa ire la resume de la siguiente manera: <<¿Qiiénes somos en este mun la figura de aquél que está en camino, que está listo para ponerse en
do blanco? ¿Qµé nos está permitido esperar y qué debemos hacer?,, . 1i camino, que pa sa por la experiencia del desgarramiento y de la extra-
A la pregunta «¿ quiénes somos en este mundo blanco?», ofrece um1 üe:z.a.Pero para que esta ex.pe1·iencia del recorrido y del éxodo tenga
re~puesta desprovistade ambigüedad: « Negrossomos » . Al afirmar dl' se1ilido es ne cesa rio que le otorgue un lugar esencia l a África. Es ne-
manera tan perentoria su « negrilud », señala una diferencia que nad,1 ces ario que esa expe riencia desemboque en África o, al menos ., que de
lu de simp lificar, que no hay que pretender velar y de l.a cua l no hny un rodeo por África; ese dobl e del mundo cuyo tiempo, es sab id o, un
que desviarse declarándola ind ec ible. dí.a llegará.
Pero ¿qué ent iende Césaire por <<negro>,, ese reflujo o, incluso, Césaire sabía que el tiempo de África vendrí a, que era necesario
ese nombre del cual Fanon, en Piel negra, máscarasbfa11cas , afirma que anticiparlo y estar listo. Se trataba de una reins cripción de África a la
no se trata sino eleuna ficción? ¿Y qué es necesario entender por esa vez en el registro de la cercanía y de la extremo. lejanía ; de la presencia
palabra hoy en día? Para él, ese nombre remite no a una rea liJad bioló - otra, de lo que prohíb e cua lqui er mo rada permanent e y toda posibi-
gica o a un color de pi el, sino a « una de las furmas histó ricas de la con- lidad de residencia que no sea onír ica - fue esta man e ra de habitar
<lición impuesta al hombre » . Pero esa palabra es igualmente sinónimo África la que le hizo posible resistir a las sirenas de la insu laridad -. A
de w1a « lucha obst inada por la libertad y de indomable esperanza». fin de cuentas, qu izás fue África quien, al permiti rle comprender que
En Césa ire, el término <<negro » sign.ifica entonces algo esenc ial que existen fuerzas profundas en elhombr e que sob repasan la proh ibición,
no tiene que ver en absoluto con la idolatría de raza. Porgue está carga- otorgó a su pensamiento su carácter volcánico.
do de tantas pruebas - que Césaire insiste en no olvid ar en abso luto Pero ¿cómo releer Césaire sin Fanon? La violenc ia coloni al elela
qu e este último fue testigo en Arg elia particularm ente - y Je cuyas
1 1. Césa íre, A. y Vci:gés.F., op. cíl.
12. !'oda~ I~• citas qu~ sigui::11fueron extraídas del « lJíscours ,ur la négri tud e» , loe. l)p.cil., pág. 54. (Trad. esp.: Diswrsv ~olm· d
rs sur k cvló11itilismc,
13. Césa ire, A., Di~co11
ni. 1Tr,,d. esp.: <, Discurso sob re la ncgrilud. N~gritud , ctn.icítfad y cultura.~afroame-
en [)i,mrso .(0/>1"1'el colo,1i,1/is1rw, A.ka!, M.,drid, 20061,
111..u11~.~» wlo 11ialisn10,Akal, r,AaJriJ, 2006].
251
250
ca ,¡.. la ra,ún •K·gm
( .1"Íll
Cl, nica dd ,11icco

,:onsccuencias traumáticas se ocupó médicamente - se manifcst. tl,.,


samie nto que marcaro n el últim o cuarlo del siglo XX. En parlicul .1r, l'Sl',
bajo la rorma del racismo cotidiano y, sobre todo, de la tortura que l.1.u
íue el caso de l pensam iento postcolon ial y de la crít ica de la raza. 11 Fn
mad.1 francesa prac ticaba en co ntra Je los resistentes argelinos.•~ El p.11 ·, cambio , en e l resto de l mundo, mu chos movimientos qu e luchab.111por
por el cual casi habfa dejado la vida dur an te la Segunda Gue r ra Mun
la emancipación Je los pueblos contin uaron invoca nd o aq uel nombre
dial, reproducía los métodos nazis en una guerra salvaje y sin parangú11 he rético. Para mu cha s organizac iones que lucha ban por la causa de los
contra otro pueb lo al cual le denegaba el derecho de autodcterml n,1 pueb los humill aJo s, que co mbatían por la justic ia racial o por nuevas
ción. De esta gue r-ra, E1non dccla a menudo que había adoptado , d pdcticas psiqui átricas, J ecir Fanon era apela r a una suerte de « exceso
aspecto de un auténtico genoc idio » 1·' o, incluso, Je una « empresa
1
ur perenne » , de « supl emen to » o, inclus ive, « J e rei.to inembar gable •>
cxtermin ación » . <'>Esa guerra, 1.i « m.is espantosa » 17 y « más alucinan (!' qu e, sin embargo, les perm itía decir, a propósito de l mundo, « algo te
que un pueblo haya librad o para destruir la op res ión co lonia l» , IH fue d rriblemente act ual» .H
principio de la instauración, en Argeli.1, de una <<atm ósfera s::mgrien l.1 En un mundo dividido jer árqui cam ente, las diferentes formas
19 1
impiadosa »•. Extendió a gran esc.11.i « la gen eralización de prácticas in de apartheid, de seg regaciones, de dest ituciones estruct urales habían
20
huma nas >} como consecucncic1 de lo cu.11mu chos de los co lonizados reemplazado a las antiguas d ivisiones típ icame nte coloniale s. En ese
tuvieron la imp resión de « asistir a un verdade ro apocalips is» .! 1 A lo mundo, y a pesar de se r el objeto de declaraci ones piadosas, la idea de
largo de esta lucha a muer te, Panon habl.i tom,1do p.11tido por d pueblu una condició n hum ana co mún estaba lejos de ser adm itida en la pr ác-
arge lino. Fran cia, por consigui ent e, dejó de tratarlo como a uno de los tica. En la mayoría de los casos, co mo consecuenc ia de diferentes pro -
suyoi.. Había « traicion ado » a la nación, era un « e nem igo » y segu irfa cesos plan etarios de acumulaci ón por exprop iación, se habían genera-
tratándo lo como tal mucho tiempo desp ués de su muerte. lizado nuevas formas de violencia y de de sigualdad, engendr adas por
Despué~ de la derrota en Argel ia y b pérdida de su imper io co lo un sistema eco nómi co mundial cada vez más brutal. En co ni.ccuen cia,
ni.ti, Francia ~e rep legó sobre sí. Afectada de afasia, se sumergió en una se había lib e rado el cami no a 11uevasy div ersas figuras inéditas de pre -
suerte de invierno po stimp eriafl 2 y, con su pasado imper ial repr imid o, cariedad qu e cuestionaban nuevame n te la capacidad de muchos para
se insta ló en la « buena conciencia » . Se olvidó de Fanon, deja ndo es- co ntinu ar sien do los amo s de sus propias vidas. Sin em bargo y en pri-
capar, en lo esenc ial, algunos de los nuevos viajes mundiales del pen- mer lugar, vo lver a leer a Fanon hoy es tomar conciencia de la m edi da
exacta de su proyecto para con tinu arlo mej or. Porque si su pensami en-
,:s..., º1'·Lil., C,lpitulo S. rTr.1J. esp.: Los cu11dri1iuln.,
14. Véase r:anon, F., Les /)1111111 de 1" to sue na como el ánge lus, si su pensami en to llena su época con un a
tit 1·rn, Fondo de C11ltur.i Económ ica, México D. F., 1983 J.
15. /1,fd.,pág. 627 . vibración implaca b le, es porque es un.1 respu est a evidente y se opone
16. Ihfd., pág. 493 . co n una imp lacabi lidad simi lar y co n una misma poten cia de perfora -
17. lbíd.
ción a la ley impla cable del colo nialismo. El suyo fue, en lo ese ncial,
1X.F,inon, F., LJ\n V..., op. ut., ¡xig. 26 l.
un pensa111i e11io c11 si/1wci611nacido de una expe rie ncia vivida, en cur~o,
1s tic la licrrn,
...1 op. ot., pág. 62 7. [T rad. c~p.: !.os co11clrnmli
19. F.111011, r:., /.es / )1111111é.(
flonJo <le Cultura Económica, México D. F., J983 ). inestab le, cambiante. Una expe rienc ia-Límit e, arriesgada, en la qu e, e n
20. //1ii/.
21. /11(r/, 23. Mbcmbc, A., « Pmvin d alizlng Francc?», P11bli c Cult11rc, vol. 23, nº l , 20 1O.
l.2 . .Siúlcr, A., « Co lon ial aph ,1si,1: ra.:c and disableJ hisloncs in Fr.tncc», l'11blteC11/
- 24 . Mcll ino, M., « Frant·,. Panon, un dass iquc pour le p résc nt», Jl M1111ij~,to, l') ,h-
/ 111,•1 vol. 23, 11"1,20 1O. mJyo de 20 1 1 (dispon ible en francé~ en http: / / 1,rww.mundia lis,1lio11. c,l/fr,1nl1 l.1
11011 un -class iq u~-pour -le-pr-sent/2492 0 ).
2"i2
253
<.:ritic.11..lcl,1 nu.ün ncgr.1
C líuk; r cid ,ujew

d nombre de un pueblo futuro y en vías de nacer, el sujeto refkx11,1.


impert inentes, dio lugar a malentendidos. Por lo tanto, no es inútil vol
con la conciencia abierta , ponia en juego su propia historia, su pn,1,1
ver a hablar brevemente sob re les co ndi ciones históricas que consl t
c•xistenci;i y su propio nombre. En la lógica Je Fanon, pensar s1g11il,
luyeron el trasfond o sobre el cua l Fanon desarrolló su concepción <fo
c.1ba encaminarse junto co n otros hacia un mundo que se crea b.1n,
la vio lencia . A este respecto, quizás sea necesario recordar dos cos.,s.
lectivamente Je manera irrevers ible, sin cesar, en y por la Jucha. 1·' l'.11:\
En primer lugar, que la violencia en Fanon es un concepto tanto po
que este mundo común surgiera, la crítica debí.1 desplegarse como 1111,
metralla de obús destinada a vencer, atravesar y J.lterar la pared mi1wl'.il lítico como clínico. Es, también, tanto l.l manifestación clínica de un,,
y rocosa y Ja estructura interósea deJ co lonfalisrno. Esta energía es 111 « enfermedad » de naturaleza política, como una práctica de re-sim
que hizo del pensamiento de Panon un pensa111ic11to 111cta111ó,jico. bolización en la cnal se juega la pos ibilidad de la reciprocidad y, en
consecuencia, de una relativa igualdad frente al árbitro supremo que ei.
la muerte . Así, a través de la violencia - vio lencia menos sufrida que
6.4. El gran estruendo
eleg ida- el co lo nizado opera una vuelta sobre sí. Descubre que « su
vida, su .respiración, los latidos de su corazón son los mismos que los
Releer :i Fanon hoy es asumir como propias y en condiciones que no~
del co lono » o, incluso, que <-< Una piel de colono no vale más que una
so n propias algunas de las cues tiones que él mismo nunca dejó de plan
pie l de indígena » .27 Al hacerlo, se recompone, se recal ifica y aprende
tcar en su tiempo. Estas cuestiones se referían .1 la posibilidad, para cad,1
nuevamente a medir en su justo valor el peso de su vida y las formas
sujeto human o y para cada pueb lo, de ponerse de pie, de c.1min.:u·co 11
de su presencia en su cuerpo, en su palabra, e n el o tro y en el mundo.
sus propios pies, de escrib ir con su trabajo, MIS manos, su rostro y s11
cuerpo, la parle de la historia de este mundo que todos tienen en co En el p lano conceptual, el discurso fano niano sobre la violencia
mün y e.lel,1cual poseen derechos y son hcreJeros_ !n .Sialgo h.1yen P.1 en genera l y la del colonizado en particu lar se despliega en la intersec -
non que no envejeced jamás, es este proyecto de crecimiento colectivo ción entre la clínica del sujeto y la política del paciente . En efecto, en su
en hurn,111iJad.A MI moc.lode ver, esta búsqueda irreprimib le e imp l,1 pensamiento la política y la clínica tienen en comú n que son, ambos,
cable de libcrt,1d ncccsitab.1 de IJ movilización de todas las reservas de lugares psíquicos por excelencia. 2K En estos lugares - a priori vacíos-
vi<la.Comprometí., .11.\ujcto humano y a cada pueb lo con un formida - CJllC fa palabra anima, se juega el vinculo con el cuerpo y el leng uaje.

ble trabajo sobre sí mbmo, y con una lucha a muerte, sin reservas, que Tanto en uno como en otro ~e vuelven visibles, indistintamente, dos
debían asumir como una tarea propia, que no podía delegarse a ot ros. aconteci mientos decisivos para el suje to. Por un lado, la alteración ra-
En esta vertiente c:isi sac rificial de su pensamiento, el deber de dical y ca~i irreversib le de la relación a sí y al otro engendrnda por la si-
sub levación o, incluso, de insurrl'!cción, const ituía una conminación. tuac ión colonia l.2? Po r e l otro, la extr aordinaria vu lnerabilidad de la
Iba a la par del deber de violencia, un término est ratégico de l léxico
27. Dor.1y, B., « De notrc histo,re, de notrc temp~: il pmpo s de Franlz Fanon, por -
fanoniano que, como consec uencia de lecturas apresuradas y a veces
lr.1it di\licc Chcrki ,,, S111
//Nonl, n' 1-~,págs. 145 -166 td1sponiblc en franc és en www.
fra11r1,-fa110n.com).
2.S. « Nos hcmo~ ¡n,esto de pie y ahora .iva11~arno~ . ¿Quién p11l.'dc reinstalarnos C'l1 l.1
servidumbr e? » , F,tnon , P., fj\11 V..., 11¡,.
cit., p.lg. 269. 28. Postd, J. y R.11 ,an.1¡au, C., <<LJ vil' et l'o::uvre psychiatrique de 1-'ranl'l. Fnno 11 • ,
L'f ,\/Ím11atro11 ¡,sycluatriqlll, vol.51 1 11° 1O,diciembre de l 975.
26. « Yo soy un l1ombrc y puedo recuperar todo el pasado dd mundo », Fnnon, F.,
29. Sobre l,1s parndojas y las posibilidade s de una polítacJ del amor en Fanon , \IN
Peuu noire..., op. et/., p:ig. 56. [Trad . esp.: Piel negra, nulmmrs /1/a11ms,
Akal, Madrid,
Ren.111 lt, M., « "Cor p~ :t corps". Frantz F.111 on's ero tic~of n,1Lionalliberat1011» , J'nu,
2009). 1111/
offr.:11c/1,,11,dh-c111rnp/1011,:Pliilust1phy, vol. 19, nº 1,201 l.
2'itl
255
Clinka tld ,u¡cw
Cd1 ica Jt h r:uú11nq;r.1
h111on desarrolló .sus reflexiones a partir de tres formas de violcm1,1:
ps1qu..:cuanJo 1,cconfronla a los traumatismos de lo rea l. Pero la n·
l,1violencia colonia l - cuyo momento de incandescencia es la gucn,l
IJción entre estos Jos universos está lejos de ser estable. Sio embargo,
de Argelia - , la violencia emancipadora de l coloni'lado - cuya el,1p,t
l •,trlún muy rar.i vez confw1de la políLica de la clínica con la clínica dl·
últim a es la guerra de liberación nacional - y la vio lencia en las rela
lo político. Oscila constantemente de un polo al otro. Unas veces con
dones internacionales. A su modo de ver, la violencia co lonial tcnl.1
~idera lo políLico como una forma de la clínica y la clfnica como un.1
una triple dimensión. Era una violencia instauradoraen la mediJa en
í,mna de la política; otras veces subraya el carácter inexorable tanto
que regía la instauración de un modo de somet imiento cuyos orígenes
como el fracaso de la clínica o su1,déficits, sobre todo allí donde el t.rau
se situaban en la fuerza , c uyo fun cionamiento descansaba en la fuer¿a
ma elela guerra, la destrucción genera lizada, el Jolor y el sufrim iento
y cuya duración en el tiempo era proporcional a la fuerza. La origina -
producidos en general por la ley animal del colonialismo, fragilizan l,is
lidad de la colonización, desde este p unto de vista, era la Je revestir
c,1pacid..1desdel sujeto o del pacient e par.1 volver a entr..1r al mundo
con las ap.irien cias de un estado civi l aquello que, originalmente y en
de la palabra humana :'º La violencia revolucionaria es la sacudida que
hace explotar esta ambivalencia. Pero Panon muestra que, a pesar <Je su func ionamiento cotidiano, remitía al estado de naturalc'la .
La violencia colonia l era también una violencia en1pírica.Aprisio -
ser una fase clave del paso hacia el cstatu:, de sujeto político, en el vivo
momento de su surg i1nicnto produce, a su vez, heridas psíqui cas consi- naba, de un modo reticular y mo lecular .1 la vez, la vida de todos los
derables. Si la vio lencia c.:onvenicntemcntc subjctivad..1durante la.gue- días del pueblo coloni zado. Hecha Je líneas y nudo s, esta división era
rra de liberaci ón puede entonces hacerse pal..1bra,es igu,1lmcnte capn ciertamente física - las alambra das Je púas Jcl largo período de cen-
de o bturar el lenguaje y de producir, para aquéllos que sobreviven a esa tros de internamiento y de campos de reagrupa.miento durante la con -
guerra, muti smo, obses iones alucinatorias y traumas. tra-insurrección - . Pero act uaba. también de a.cuerdo co n un sistema
Se ha dicho: Francia se había adentrado, en Argelia, en <<lma gue - <lealambre s cruzados a lo largo de un eje de mira espacia l y topológi co
rra total » que suscitó, de parte de la resbtencia argelina, una respuesta que incluía no solamente las supe rficies (ho 1izont aliJaJ) 1 sino tam-
igualme nte tntal. Frente a la experie ncia de esa guerra y del racismo que bién las alturas (vertica lidad ) ." Por otra parte, los rastrillaje s, los asesi-
íue uno de sus motores principales, Fanon se convenció de que el colo- natos extrnlegalcs, las exp ulsione~ y las mutilaciones tenían por blanco
nialismo era un,1 fuerza fundamentalmente ne cro- política , animada en de mira al individuo, del cual era necesario capta r las pulsaciones )'
su origen por una pulsión genocida. 11 Y como toda situación co lon ial controlar las condiciones de rcspira ción :1·1 La violen cia colonia l aplas -
era, en primer lugar, una 1,ituación de violencia potencialmente exter- taba coo su propio peso todas la1-escenas de la vida, incluida la de la
minadora que, para reproducirse y perpetuar se, debia poder conver tirse palabra misma. Se manifestaba sobre todo en los comportamientos co-
en una ontología y en una genética, só lo se podía asegurar la destruc-
ción Je ésta a través de una « praxis absolu la>>.12 Dada esa situa ció n, 33. Jbírl., pág. 494.
34. ,<No e~ d sucio lo que está ocupado [ ... ) El co lonialismo [ ... ] se inst.116 on t•I
centro mismo del individuo [ ... ] y co menzó allí un trnb.1jo constante de raslr1ll.1jl.',
10. 1)t111vill<.), psy.-l11e1/n
O. , ,, Y a+il um· actu~litf! dinique Je Fílno n ?» , 1 "t.110/11tw11 - d e expu lsión de sí mismo, de mut,IJci ó n continu.1 d u racionalmente [ ... ]. Es d p.11~
'l'"',v,,I.7 J, n'' 4, 2006, p,1g.709. global, su hb tor ia, su pulsación co11di:ma los que son puestos en te la tic ¡11ic10 [ J
, l. l'J11 0 11, E, L~\n V..., p,ig. 2<í<í.VéJ~c también « l'ou,-..¡uC'linou~ cmp loyons la vio len-
En estas comlicioncs, l.1resp iración del individ uo está bnjo ob~cr vac-ión, oc11p,1da.h
n· . /11 . ni., p,ig. 413 }'ss. una rcspira,ión de comb ate », Fanon, F., ,<Les fcmmcs dans la révo lulion ,, , JOCKI! ,11•
12. 11.urnn,E, Les /),um1és..., op. cit., pág. 489. [Tr::id. esp.: Los cou,ic11ad11s de la fierra,
h iml,1 ,k Cultur,1 Económi ca, México D. F.. J 9831. L'A11V..., op.cil. , p,íg.30 0.

rn, 257
~

Cl/nic:1Jd suj eto


( :rític~ ,k l., mzón 11rg 1~1
10
su vida una apariencia de « muert e inco mp leta» : Pero, sobre todo,
Li<lianosdel colonizador p ara con el colonizad o: agresividad, rncisn111,
desataba en él una cólera interi or, la del « hombr e acorra lado » , ob li-
dl!sprecio, int erminables rituales de humillaci ón1 co ndu ctas homic td,,••
gado a cont em plar con sus propio s ojos la realidad de una « existencia
- todo aquello que Fanon denominaba « la políti ca del odio »-. '~
11
Por último, la vio lencia colonia l era una violencia Jeno111e111il prop iamente animal » .'
Toda la obra de Fanon es un alegato en defensa de esta existencia
Co mo tal, involucraba tanto los órdenes del sent ido co mo los pslq11l
ultrajada y maltratada. Es una búsqueda obstinada de los imlicios de
cos y afectivos. Era provee dora de con füctos mentale s difíciles de o~is
vida qu e persisten en este gran esb·uend o que es un est ado inaudito
tir y de curar. Excluía toda dialéctica del reco no cimiento y era indlfr
como pocos. En este cuerpo a cuerp o con la mu e1te, su obra no hace
rente a cualqui er argumento moral. Arreme tiendo co ntra el t iempo , 12
sino anun ciar el parto de nu evas formas de vida : Con él, la crítica,
uno de los marcos mentales privil egiado s de cualqui er s ubjetivid.1d,
actor y testigo ocular de los acontecimientos que narra, forma parte
hacía correr a los colonizados el riesgo de p erder el uso de toda traz.1
d.e y presta atenció n al mundo que brota de las entrañas de la lucha.
mnémica1 aquéllas que, precisamente, permitían « hacer de la pérdidn
Su palabra, parecida a un filamento incandescente, es al mismo tiemp o
algo dist into de rn1 colap so hem orrágico» .16 Una lle sus funcion es 1w
testimonio y declar ación ante la justicia. Por lo demá s, test imon iar en
só lo era vaciar el p asado del co lonizado de cualquier sustancia, siiw
situación colonial es, ant e todo, dar cuenta de vidas sumergidas en. una
también privarlo de futuro. Atacnba además al cuerpo del co loniza interminable agonía . Es «e ncaminars e paso a paso a lo largo de la gran
do contractur:indo sus 111Íl scu los y provocando rigideces y do lores. 1
herida infligida al pueblo y al suelo argclino s» .· ' Era necesario, afir-
Tampoco su psique estab a a sa lvo, puesto que la violenci;:i apu ntab n m;iba1 « metro a metro, interrogar la tierra argelina» , <<med ir la frag-
ni más ni menos que a su descercbra.c: ión. Son est:is llag:,s, estas heri- ment ación» y el «es tado de dispers ión » resu ltant e de la ocupación
dns y estos cor tes qu e rayan el cuerpo y l;,iconciencia del co lonizado colonial.'14 Había que escuchar a los hu érfanos « qu e deambul an des-
los qu e Fanon, en la práctica, int entó pensar y vendnr. 17 Según Fanon, pavoridos y hambri entos >>, al « marido llevado por el enemigo y que
esta triple violenc ia (llamémosla soberana) - hecha, en realidad, de regresa con el cuerpo cubierto de contusion es, la vida vacilante y el
« vio lencias múltiple s, diversas, reiteradas, acumulativa s» ' 8-, eri, espíritu inerte»: '' Una actitud de ese t ipo ob ligaba a prestar atención
vivida por el colonizado musculam1cnte y en la sangre. No sólo ob li a las escenas de duelo, a los lugares de la pérdida y el desgarramien -
gaba aJ coloni zado a percibir su vida como una « lucha perm anente to dond e las lamenta cion es de otro tiempo fueron reemp lazadas por
con tra tma muerte atmo sférica». 1~ De hecho, otorgaba al con junto de nuevas conductas. Frente a la experienci a de la lucha - constata Fa-
non - no se llora más, no se grita más, ni se actúa más como ante s. Bn
35. Tl,íJ., pág. <fl 4. A veces, Fa11onse refiere también al <<círculo del odio » , en Lll.S
Damné.,..., pág. '-l-92. [Trad. esp.: Los condcn,ulo., de la fiara, Fündo de Cu.ltum Econó -
m ica, México D. E, 1983 }. 40. Fanon, F., Lí\11V..., up. d i., pág. 361.
4 1. Ibírl.,pág. 4 14. Véase tambié n « Pnurqu oi nous cmp loyons la violcncc», loe. fil .,
36. Douvi.Ll c, O., loe.cit.
37. ,<Tendremos que vendar toda,,ía durante mucho~ .11 "los las heridas múltiples y a pa¡;s.4 13-4 18.
s pr11!//1
,12. l~n~ ult, M., «Yic et mort dans la pcnscc de Frant, . Fanon » , Ca/iiers Se11 ,
vece,. inde leb le,. infligidas a nuc!i-U-Os pueblos por In ruptura co n el colonialismo»,
en Fanon, F., Les Dmnnés ..., op. czl., pág. 62S. [Trad. esp.: Los condcnm/vs de la tierra, nº JO,2009 (clisponiblc en www.sens-public.or g).
Fondo de Cullurn Econóini cn, México D. E, I983 ]. 43 . Fanon , F., / ,')\11V..., op. (il., pág.3S J.
\8. Fanon, E, LÍ\.11 V..., op. cit., p:ig. 4J 4. 44 . Ibhl.
\9. f-:mon, r., Les Da11i11J.c. 1 llp. <"11
.1 r ;ig. 42.~- 45 . ll,íd.
2'i9
2'í 8
( :línica dd ,uj ~to
C:r11iL.1de la ru ,'in nq .;m
nia lista »- .' º Est.1violencia es producida como si foera una ene rgía en
.1Jd anlc 1 « apretamos los diente~ y rogamos en silencio. U n pa so 1rnb 1·
circulación a través de la cua l « ca da un o se hace eslabón violento de
son los grito !>de júbil o los que aclaman la muerte de un ,11uyn /1it lft11..11
una gran caden a, [de un] gran organismo v iol ent o>~,e n « es te mort ero
Jo en el campo del honor » .~~De es ta transfig urac ión del sufrimi cnlll v
traba jado por la sa ngre y la có lera >>.\l Rechazo v iolento a una violencia
de la mu erte sur gió un a nueva « comunidad es pirilual »: ' 2
impuesta, co nsti t uye un momento mayor de re-sim boli zación. ~ El ob -
jet ivo de este traba jo es producir vida. Pero ~5la no puede «s ur gir del
5
6.S. La violencia emancipadora del colonjzado cad áver en desco mp os ición d el co lo no >>. ' En co nsec uenc ia, se trata
realmente de d11rla 11111 crtc a aqu él que h abí a adoptado el hábi to d e
En foanon, una difere ncia de esta lus separa la vio lencia co lonial dt• l., no recibirla jamás y, en camb io, se había acosLumbraJo a so meter a los
del co lo nizado. En un principio, la violenc ia del co loniza do no es idc11 ot ros a ella, sin reservas ni contrapa rtid as.
lóg ica. Es el opuesto exacto de la vio lencia co lonial. A ntes de vo lve,w F:.mon es consc ient e de que, al optar por la « co ntra -vio lenc ia» ,
co nsc ientem ent e contra el aplasta mi ento co loni al durante la guen,1 el colonizado abre la pu ert a a la posibilidad de una muy funes ta reci -
de liberación nacional, se m ani fiec;ta bajo la forma de una pura des procidad: « el ida y vue lta del terror >>."·' Sin em bargo, esti ma que, en
carga - viol encia ad J,oc, de car:.kte r reptil y epi léptica, gesto asesi no un con texto extremo don d e toda distinción entre poder civil y pod er
y e!>tad o afectivo primario que lleva a cabo el « hombre acorr alado , , militar ha sido abolida - en donde l.1ley de repartición de arm as en
« es pald a contra la pared » , « cuch illa en la garganla o, para se r m ;\s pre In soc ieda d colon ial se ha visto m odificada profundamente -, la úni -
cisos, el electro do en las partes geni tales>>1~ y que b usca co nfus ame nlt' ca m.anera para el colonizaJo de volver a la vida es imponiendo, por
« signiftc.1r que está preparado para defen de r su vida » .49 ¿Có mo trans la v iolencia, una redefinición de las modalidades de distribución de la
forma r esta agilación e nergé tica y este banal instinto de conservac ión muerte. No obsta nte, el nu evo inl crcamb io qu e re:,ulta sigue siend o
en un a lengua políti ca plena e ínt eg ra? ¿Có mo transformarlos en un., desig u al. « Los ametral lamie nt os desde los aviones o los caño nazos J e
contra -voz afir mat iva frente a la lógica de mu ert e de la potencia ocu la flo ta » ¿no sobr epasan « en horror y en importancia las respues tas
pante? ¿Có mo ha cer d e todo esto un geslo ema ncipador d ota do de los de los co lo nizados » ?' ; Por otra parte, apel ar a la vio lencia no permit e
at ributo s de l valor, la razó n y la verdad? Ése es el punto de partida ele au tom áticamente el restablecimiento de un a relati va eq uivale nci a en-
las reflexio nes d e Fanon sobr e la violen cia del colon izado , la violencia tre la vida de un colon o y la d e un co lonizado. « Siete franceses asesi •
que el co lonizado ya no sufr e más, qu e ya no le es impuesta y de la nados o heridos en el paso de Sakamody » ¿no leva ntan más la « indi g
cual n o es más la víctima relativament e resig nada. Por el contrario, se na ción de las co ncienc ias civilizada5 » qu e « el saqu eo de los p ueb los
Ira.ta, efectivamen te, de una vio len cia que el co lonizado e lige donar al
co lo no. Esta dona ció n, Fan on la descr ibe a través del lengu aje del « tra - SO. F,mon, F., L.:, /),1m11és ..., o¡,. uf. , p.i~.-195. [Trad. c~p.:L,•.<w 11dc11c11/os
d~ la Ucrm,
FonJo de Cull ur,1 faonómic,t , M<!xí
co D. F., 1983].
bajo» -« prax is violen La», <<reacc ión a la violen cia primera del co lo-
S 1. lbl,l.
51. Doray , n., Lt1Drgnlte: festld,0111.sele/'1110
¡,ic, La D,~pute, París, 2006.
·16.Jl,id., p,\gs. 349-350. 53. F,inon, R, ü ·, /),mmés..., op. C1I.,pág. 495. (Trad. esp.: Los comk11oclo s ,k l,1 tlni,1 ,
17. /1,í,J.,p.1g.35 l.
Fond o de C ultu r., F.i:onómic:,1, México D. F., J ')83 ].
48. F~non , F., Les /),rmnó ..., OJ!. d i., p:ig. 468 . íTrad. esp.: Los cmulcnmlvs de /11lirrrt11
l·on J o de Cultu ra Eco nómica, México D. F., 1983 J. S·l. Ibid.,pág. •192.
I'). 1',11mn, F., « Pourc¡uoi nou~ cmployon, la violcn~c,, , //le.,·1/., páp..41S. 55. J/}1(/
.
26 1
2.60
t 'ritica de b r,u,Ón llt'gr.1
C línic., dd \ujcru
Guergour, del pueblo Djerah, 1o] la masacre de pob laóones l] ll l' 1,.,
rampa y se izan la a.ltur:1de sí y de los otros homb res - de ser necesario
bbn motivado precisamente la emboscada»?"'
por la violencia, eso que Fanon de no minaba la « praxis absol u ta»-.',¡
Sea como fuere, lo que otorga a la vio lencia del co lonizado su di
Al hacerlo reabre, para sí mismo y para la humanidad entera, comen -
mensión ética es su vínculo estrecho con la temáLica de los cui<l1Jn.1.1
zando por sus verdugos, la posibiUdad de un diálogo nuevo y Lbre en-
la curación -c uidaJos daJos a los heridos en los hospitales mi li1u1d
tre dos sujetos humanos igua les. Lo bace allí donde, prev iamente, el
del mo nte; a los prisioneros a los cu<tlesa dilcrencia de las lropas u, 111
vínculo opo nía princ ipalmente a un hombre (el colono) con S Ll obje -
niales, el colon izado se niega a dejar morir en sus camas; a las víctin, 1
lo (el colonizado). De buenas a primeras no hay más neg ro ni blanco,
de la tortura cuya personal idad en adelante está dislocada; a las a 1gi·
sino un mundo finalmente libe rado del pe so de la raza. Un mundo del
linas que han perdido el juicio después de 1.is violac iones; incl usp .,
cual cada uno se convierte en heredero.
los torturadores hab itados por el doble alucinado de sus víctimas -
Si Fanon prop uso un sabe r, se trató sin lugar a dudas de un sa-
Además de vendar las atrocidades colon iale.-.,la violencia del co lo111
ber en siluación - el saber d e experienc ias de racia lización y de de-
zaJo remilc a tres cosas. En primer luga,~ a una conminac ión dirigid,,
pendencia¡ el saber de situaciones colonia les de des humanización o
a un pueblo atenazado po r la historia y ubicado en una posición 111
el saber de los medios para ponerles un lérmino a esas situaciones - .
sostenible. El pueb lo en cuestión es de alguna m:.mera conm inadu ,1
Ya fuera « tocar la miseria del negro » frent e a la estructura racista de l
ejercer su liberlad, a hacen,e cargo de sí mismo, a nombrarse, a hau-,
orden soc ial, ya Fuera dar cuen ta de las transformaciones ind ucidas por
brotar la vida o, por el co ntrario, a asumir su ma la fe. .Está conminat /u
la guerra tic liberación en Argelia, este saber era d e un extremo a otro
a realizar una elecc ión, a poner en riesgo su existencia, a exponerse, ,1
.1biertamentc parlisano. No apuntaba ni a la objetividad ni a la neutra -
« invertir en bloque sus defensas y recursos más ocul tos »~ttcomo con
lidad. « No quise se r objetivo. Por otra parte, esto es falso: no me fue
dición necesaria par;i advenir a la libertad. Esta loma de riesgos ci,tñ
posible ser objetivo», declarab;.1_<,o Se tra taba, primero, de acompañar
completamente sostenida por unJ fe inquebrantab le en las potencias
en la lucha a todos aqué llos que el colo nialismo había her ido, descere -
Je las mJsas y por una filosofía de la voluntad: la de convertirse en un
hombre entre los hombres. brado y lr,msformado en locos - se trataba, allí donde fuera posib le
aún, de cuidar y curar-.
Pero l,1 leo, ía fanonian.1 de la violencia sólo tiene sentido en d
ma rco de una teoría m.ís geuera11 la de un crccimie11toen humanidad. Al mismo tiempo, era un sabe r que vinc ulaba indi soc iablemen te
En el contexto colonial que es la escena originaria del pensamiento de la crít ica de la vida con la po lítica de la lucha y del trabajo req uer ido
Fano n, el crecimiento en hum.1nidad consiste, para el colonizado, en para escapar de la muerte. Desde su punto de vista, la lucha tiene por
transportarse, a través de su propi.1 fuerza, hac ia un lugar más alto q ue objeto producir vida. A este respecto, <<la violencia absolu ta» tiene
aquél al cual ha sido consignado por culpa de la raza o como conse- una función de desintoxicación e inst ituyente. En efecto, es a través
cuenc ia de la sujec ión. El hombre Jmordazado, puesto de rodi llas y de la violencia co mo <<la "cosa" colonizada se conv ier te en h ombre »
conde nado a los alaridos de do lor se recupera por su cuenta, trepa la y como se crean homb res nuevos, <<Un nuevo lenguaje, un a nueva

56. /[¡fr/. 59. P.111on,F., Les DamnJs..., op. cit., p;\g.489. íTrad. <'Sp.: Los condenadosde /11l1c/·1tJ,
57. /bid., c,1pit11lo 5. fon do de Cultura Ernn óm ica, México D. F., 1983 ).
58. Fanon , F., Lí111V..., <>p.cit.,p,íg. 261. 60. Fa.non, F., Peau 110irc..., ap. cit., pág. 1J 1. [Trad. esp.: Pie/negra, 111if ,1<
sc,1r11s L1/ti11, ,
Ab l,Mad rid, 2009] .
262
263
CIínic:11.tcl ~11jr10
( :rickn d.::1:,, a,{,n nrgr.,
mu erte y la materia de la nec es idad, con!.tituye, en sentido e~tricto, d
humanidad». 6 1 Como co ntrap ar tida, la vida se asemeja a un a lucho 111
tiemp o de « antes Je la vida » ; la « gran noche » de la cua l es nccesar ill
tcrmin,1b lc.1' 2 H;iblando estrictamente) la vida es el producto de la lud1 ,1
sa lir. 6 ' El tiem p o Je antes de la vida se reconoce por el hecho de que,
llUC, en 1,{ misma) posee tres dimensiones. En primer lugar, apunta u
bajo su imperio, no se trata, para el colonizado ) de d arle un sentido a
destruir todo lo que tiene por función destruir, amputar, desmembl'i\ 11
su vida, sino, más bien, de « darle sentido a su muerte ». '>/,A esta « sa-
cegar y provocar miedo y cólera. En segundo lugar, apun ta a as istir y, lida de la gran noche », Fanon la denominaba de d istinta s maneras: la
eventua l mente, a curar a aquéllos y aq uéllas a lluien es el poder birio, « liberación », el « renacimiento » , la « res tit uci ó n » , la « sus t itu ción » ,
vio ló, hizo prisioneros o, simpl emente, volvió locos. En consecuenc1,1 1 el «.smgim ient o » , la <-<
emergencia » , el <<desorden absoluto » oJ in clu -
su función participa de l proceso general de la cura. En tercer y último so, <<marchar todos los c.üas, de noche y de <lía» , ,<poner en pie a un
lugar, tien e rnmo objet ivo dar sep ull ura a los caídos, « abatidos por l,1 homb re nuevo » , « em:ontrar algo dife rente » ¡ un su jeto nuevo surgido
espalda >>.~' Desde esta perspectiva, cumple un ro l de enterramiento. enteramente del « mortero Je la sangre y d e la có lera » : un sujeto casi
A través de estas tres fun cion es surge claram ente el vín cu lo entre el indefinib le, siempre a la zaga, como un desvío que se resiste a la ley, a
pode r y la vida. El poder, así, no es poder, sino en cuanto es ejercido
la división y a la her ida .
sobre la vid a en el punto en que se separan la salud, la enfermedad y l,t De pronto, en Fanon, la crítica J e la vida se confunde con la crí -
muerte ( la sep ultura) . tica de l sufr imiento, del miedo y de l:i necesidad, del t rabajo y de la
La lucha de la que se ocupa Fanon se desarrolla en un contexto ley - particubnnenle, la ley de la raza, la que transforma en esclavo,
donde el poder - en e1,te caso, el poJer colonial - tiene.Jea red ucir a la aplasta el pensamiento y agota tanlo al cue rp o como al sistcm,, ner ·
miseria ex trem a del cuerpo y de la ncce~idad a todo nque llo que cum - vioso - . Del m ismo modo, se co nfun de tambi én con la crítica de la
ple una func ión de vida. A estn miseria ext rem a Je! cuerpo y de fa nece - medida y Lle!valor condi ción previa para una po lítica de la igualdad
s idad, Fan on la desc ribía en los sig uien tes términos: « Los vínculos de l y de la universalidad - . Pero esta poHtica de la igua ld ad y de la univ e r
hombre con la materia, el mundo, la historia, son, en período colon ial, saliJa d - otro nombre para referirse a la verdad y a la razón - no es
relaciones con el alimento » .¡.¡Para un colonizado, afirmaba, « vivi r no posib le sino a condición de querer y proclamar al « hombre que está
es enca rnar valores, inserta rse en el desarrollo co her ente y fecundo de en frente » - a cond ició n de que este h ombre « sea más q ue un cuer
un mu nd o » . Vivir es, ~implemente , <<no morir » . Existir « es mante- po »- .t•~De modo que volver a leer a Fanon hoy en día es, por un lado,
ne rse co n v ida » . Y aña de: « Es que la única per1,pectiva es este es tó ma- aprender a restituir su vid a, su trabajo y su lenguaje en la historia que
go cada ve1. m ás en cog id o, cierta mei1tc cacfa vez menos exigente, pero él m ismo vio na cer y, a través de la lucha y d e la crítica, se esforzó en
al cu.11es necesa rio co nt entar de todos modos » . A los ojos J e Panon, transformar. Por otro lado, es Lraduc.:iren la len gua de nuestra época
esta anex ió n del h om bre por la fuerza de la materia , la ma teria de la las gra n des p reg un tas que lo ob ligaro n a ponerse de pie, a despegarsl.'
de sus or ígenes y,junt o con otros compañeros en una ruta iné d ita qm'
61. F,mon, F.,/.,~.,DamJ1é:< ..., op. cit. , p.ig.•152. j fr:id. esp.: f.o., rmulc11,rtlosde la tierra, los colo ni1.ados estaban obligados a trazar con su propia fuerza, a h.t.Cl'I
¡;ondu de Cu ltu ra Eco nóm ica, Mfa ico n. F., 1983].
ú 2. lúíd., pág. 495 .
, Pourquoí nous cmp loyons la violcncc » , lor. ,;1/., p.íg..4 17.
61-. F.lnlln, 1--. 65. tbfcl., p,\g. 6T>,.
66. l· .10 011, r:.,« l'ourquoi nous cmployo ns l,1violcm :c», loe. .:il, pág. 415.
M. P,rnon, P., Les J) ,111111é.<...1 op.di ., pág. 67 1. Las cilns subs,~uicnl.:s provienen de In 67 . l;ano n, \l., P,111,· /11révolutúm nJric,1inc1o¡,. di. , pág. 703. ITrad. esp.: Pvr 111 i,111
r(1111l10
m 1,mJ p,igin.1 de la vcr~ión francc.~.1.[Trad. c~p.: LM cu11dw,1tlos de la tierra, Fondo de
11Ji·mm,1,
Fondo , le Cu ltur.1 Económic:,1, M.:xico D. F., 1965 }.
( '1111111
,1Fwnómic.1, Mé.xic n D. Ji., 19831-
26'i
2(,4
C:rft k:i de· 1,1 ,,11,in n~¡;r.1
t "linic.1 dd su¡etn
avanzar su inventiva y su irreductible volun tad. Si, en las 1:011d1,:Jo1
co ntemporáneas, es necesario reactualizar estas bodas entn ..• l,1 11111
1 6.6. La nube de gloria
la crítica, ento11ces se vueJve un deber inevitable pensar con y •:u,1
Fanon a la Ye'l. Y esto porque, a diferencia de nosotros, p,11-., /7,~illfl l'n Nelson M::mdcla, esta arma de sílex adopta un a forma singuiarmen -
pensar es fundamentalmente un salir.se de sí; es poner su pro¡11,;,,;¡,¡
, ll' figur,1I. Al no ser una forma ordinaria de dominación colonial y de
en/:¡ balanza.
opresión racial, el apartheid suscitó, como contrapartida , la aparición
El mundo actual no es exact,1mc11tcel suyo. Pero, a Ul'rn , ,•¡ de una clase de hombre s y de mujeres igualmente poco comunes, sin
dad, tampoco es muy diferente. Después de todo, fr,s guerrJ,\ 1111 _1 miedo y <1ue,al precio de sacri/icios inauditos, prec ipitaron su aboli-
para-coloniales vuelven a llorecer. Las formas de ocupación ~1 qir ció n. Si Man<lela se tran sfo rm ó en el nombr e de todos ellos, es porque ,
tamorfosean con sus torturas, sus deltt1cmnps,sus prisiones Sl'11 !'I en cada encrucijada de su vida, supo toma r, a veces bajo la presió n de
su mezcla de militarismo, contrainsurrecc ión y pi llaje de recur ,,11~ l,1scircunstancias, pero con frecuencia volun tariamente, caminos in-
distonda. La cuestión de la 'IUtodetenninaóón de lo, pueblos 'I"", csper~dos. Su vida podría resum irse en apenas unas pocas palabras:
ha c,,mbiado de escena, peo-oconth,Oa fonnulándose en tfrminn, /,,u un hombre constantemente al acecho, centine la a punto de marcharse,
Ji.1ndilmentaics como en la época de Fanon. El gran llamado de F,1111111 y cuyos retornos, igualmente tan inesperados como milagrosos, sólo
a una declosión dcJ mundo no puedc sino encontra r ecos impo,1 ,111 con tribuyeron aún más a convertirlo en un mi to. En los fundamentos
les en un mundo que se <e-balean/,;, afredcdo, de ce,·cado,, mu,n, r de l mito no só lo se encuentra n el deseo de lo sagrado y l.1sed del se-
frontccascadavez mó, mil;t,,•;z.,Jas;donJesiguc ,iendo vchcmcn¡,,1,, .:reto. El mito florece en prime r lugar en las cercan ías de la mue rte, esa
rabia por quitarles el velo a las mujere s y donde el derecho a la mm,
forma primera de la partida y del desp rendimiento.
lid,1d es restringido cada vez mjs por numerosas categorías tipific,1d,1~ Mandcla experimentará el desprcnJimien lo muy pronto , cuan-
radalrnente. Además, actualmente se hace visible en la organización di'
do se convierta al nacionalismo como otros se convierten a una reli -
nueva~ formas de luchn que se llevan J cabo en lo!>cuatro extremos dd
gión, y la ciudad <le las minas de oro, Johann esburgo, se transforme
planeta: form,1s de lucha en c~lul:ts, l10rizontales, laterales; todas e/la\
propfas de la cr,1 digital. en el teatro principal Je su cita con el destino. Comienza entonces
un muy largo y doloroso vía crucis hecho de pr ivaciones, repetidos
Por lo demás, se le debe., P.1non sobre todo la idea de que en tod.1
:u-restos, aco sos intempestivos, múltiples comparecencias ante los
persona hum ana existe alg,, ,indomable, fundame ntalmen te indomes -
lribuna les, estancias regulares e n las prisione s con su rosario de tor -
ticable, que la dom inación - sin 1rnporta.r /a forma que adopte - no
turas y sus rituales de humillación, momentos más o menos pro lon-
puede elimin ar, ni co ntener, ni reprimir comp leta men te. Fa non se es-
gaJos de vida clandestina, de inversión de los mundos diurno s y no c-
forzó en comprender las modalidade s de emanación de ese a(~o en un
turnos, de ocultamientos má!>o menos exitosos, de una vida familiar
contex to co lonia / que, a decir verdad, ya no es exactam ente el actua l,
dislocada, de residencias ocupadas y luego desertada s - el hombre
aun c uan do su doble, el racismo institucional, sigue siendo la Bestia.
en la lucha, perseg uido, el fugitivo que siempre está a punto de partir ,
Ésaes la cazónpo,· I, cual su obca,fue, poc,,todn, lo,, op,imido.s, "'"
suerte de lign ito febri l, un arma de :.ílcx. a quien en ade lante sólo guía la convicción de un dia cercano¡ el del
regrcso - .68

68. Mandcla , N., Co111 tim1s Wit/1 My.</ef, Macmill~n, Londres, 2010. [Tratf. c,p.:
•tTs11
26(, Co1111er.
~au oncs co11111igo
m1snw, Plnnl'l,1, ílarcclona, 20 12].

267
( .ru ic1 Jt• l., r.w\n nq~r.r
Clink u dd s11jr10
Su propiJ vid,1corrió riesgos enormes, esa vida que Mandela \ iviiÍ
mtcns.ir11cnte, como~¡ tod o .se reanudara cada ve7 y como si .\icmp,,! los muros del cual ya no se oyen más los murmull os; el c1bii.1110 Lf,,
fuera la última vez. Pero también puso en rie!>gola vida de muchfsl11111 Ro(Jbe11 Isla111.i
y las hu ellas de la penitenciaría e n su rost ro, escu lpido,
otros. Evitó por poco la pena CJpital. Corría 1964.Junto con los Ofl'll- de ;1hora en adclanlc, por el d olor, en esos ojos mar chi tados po r la.lü'I
acusados, estaba listo para ser condenado: « Habíamos considerJd11 del sol que se refleja sobre el cuarw, en esas lágrimas q ue no lo strn
es.1 event ualidad. Si debfamo1. desaparecer, más valía hacerlo en u11,1 en absoluto, el polvo del sudario sobre ese rost ro transformado en es
pectro fantasmal y en esos pu lm ones, pero, sobre toda s las cosas , cs.t
nube de gloria. Nos gw,tó saber que 11uestra ejec ución repr esent,1'1.1
sonr isa resplan dec iente y dicho sa, esa pos ició n a ltiva, recta, de p il.',
nuestra última ofre nd a a nue stro pueblo y a nuestra organización», N11
el puño ce rrado, listo para abraza r nu eva me nt e al mundo y desatar la
obstante, esta visión eucarística estaba exenta de cualqui er descQ dt·
Lormcnta.
mart irio. Y, contrar iamente a todos los demás, de R11ben Um Nyobi',
Despoja do de casi todo , luchará codo a co do para no cede r d
p.1sando por Patr ice Lumumba, Am ilcar Cabra !, Martín LuLher King)
resto de humanidad que sus carceleros c¡uicren arrancarle a cualquier
tantos otro s, Mande la logrará esca p.lr a la hoz. Es en el presid io do n
prec io para bland ido co mo un trofe o definitivo. Ob ligado a tener qu e
de verdaderamente exper im entará ese deseo de vida, a caballo ent r~•
viv ir casi sin nada, privado de c.1siLodo, aprende a ahorrarlo todo, pero
el trabajo forzado y el desti e rro. La prisión se convertini en el Inga,
tamb ién a cultivar un profundo desprendimiento co n respecto a lasco-
de una prueba extrema, la del confinamient o y el retorno del hombrl'
~as de la vida profana. A tal punto que, pri sionero de hecho, co nfinado
.1 su expresió n más sim ple. En ese lugar de máxima miseria, Ma nd eb
ent re do s muros y medio, no se vuelve, sin embargo, esclavo de nadie .
aprendcr,í a habitar la celda como si fuera un ser vivo forndo a adap-
tarse a u11ataúd."' 1 Negro de ca rn e y hueso, Mandela vivió entonces en las prox imi dadc~
del desastr e. Penetró en la no ch e de la vida, muy cerca de las tinie -
A lo largo de largas y atroces horas de so ledad , emp ujado al límite blas, en bu sca de una respuesta a una pregunta al fin y al cabo simp le:
de la locura, re<lesc ubr·irá Jo esenc ial, eso que !1abita en el silencio y en ¿cómo vivi r libre de la raza y de la domina ción qu e con lleva ese mismo
el detalle . Todo volved a hab larle nuevament e : la hormiga que co rre nombre ? Sus eleccio nes lo con duj eron hasta el borde del precipicio.
h;icia no se sabe dónde¡ la semi lla ent errada que mucre y después se Y ter mi nó por fascinar al mu ndo precisamente porque volv ió vivo del
levanta creando la ilusión de un jardín en medio de l cem ento; el gr is pa ís de la oscu ridad como una fuerza que brota en el anochecer de u n
de las torres de observación y de las pesadas puertas metálicas que se siglo que envejece y que ya no sabe so ñar.
cierran es truendo sam ente; un peda zo de cualquier cosa; el silencio de De l mismo modo que los movimiento s ob reros del siglo XIX o
l,1sjornadas monótonas que se pa r ecen un as a otras y llue da n la im - las luchas de las muj eres, la modernidad está hab itad a por el deseode
presión de no transcur rir; el tiempo que se alarga interm inableme nt e; abolició11que e n otro tiempo llevaron ade lant e los esclavos. Ese 1111 s
la lentitud de los días, el frío de las noches de invierno y el viento que mo sueño es el que retomaron, a prin cipios del siglo XX, las grande~
ulula de desesperación como búho s atormentados por vaya a saber lucha s po r la desco lonizació n. Desde sus orígenes, éstas tuvieron una
qu é; el hab la que se vuelve tan esporádi ca; el mundo al otro lado de dimensión plan eta.ria. Su signifi cación nun ca fue úni camen te loL,11.
Sie mpr e fue unive rsal. lnc lusive cuand o movilizaban actor es loca les en
<,'JV,\,~l' Nutta /1,S. y Mlicmbe, A., « Man J cla'.~Mort..tlity», en 13,1rn
,1rJ, R. (dir.),
1/1,·l'111n
lmclgc Co111pa,H, 1 CamhnJge Uni\•crsity Pn:ss, Cambrid¡;,• (Je
.•11lo M1111dc/11
un país o en un territorio nacion al bien circu nscrito, estaban sicrnpn•
1 p11hlk.icr611
p11• ~1111, ).
a punto de iniciar solidaridade s forja das a esca la planetar ia y tran s11,1
cio nal. Una y otra vez, estas luchas perm itieron la extens ión o, in~luso,
268
26')
C1in1c1Je\ ,u j~w
C I Ít ita Je la r.11011ncgr.1
nes negras, no había obra de arte sino allí donde, habiendo tenido Ju-
l,1universalización de derechos que, hasta ese momento, habían rnl11 go<ese traba¡o de conjuración, 1, [unción óptica, la función táctH y el
propiedad exclusiva de una so la raza. 111undode las sern,aciones se enconLraba n en un misn10 movimiento
orien tado a revelar el doble de l mundo. Así, en el tiempo de una obra,
es la vida cotidiana la que se pone en escena, pero liberada de IJs regl:is
6.7. Democracia y poética de la raza
admitidas, sin trabas ni culpabilidad.
En co nsec uencia, si existe un rasgo carai.:terístico de b "rca(.1Ón
Así pues, se está lejos de vivir en una era postracial donde b.s cucs
artística, es que en el origen Jc l acto de creación se baila siempre un,1
liones Je memoria, justicia y reconciliación carecerían de sentido. ¿Es
violencia representada y un sacri legio y una transgresión mim,,Ja. Lo
posible, sin embargo, hablar de una era post -Césa ire? Sí, pero a con
que ,e espe<a de ellos es que hag,n ,,fü ,1 individuo y , ,u conmnidad
dición de que, en un abrazo Int imo, se adopte el significante « negro »
Je\ mundo tal como ha sido y tal como es. Esta espera!1'ia de libera
no con el objetivo de comp lacerse con él, sino con el ele alejarse mejo,
ci6n de las energías ocu ltas u olvidada!-, esta esperanza de una eventual
de él p;ua conjurarlo mejor y para reafirmar mejor la dignidad innata di.?
inversió n Je potencias visib les e invisibles, este sueño oculto de rcsu
cada ser humano¡ la idea misma de una comunidad humana, de una
rrección Je\ ser y de las cosas, es precisamente el fundamento antro -
misma hum anidad, de una semejanza y de una proximidad humann
po lógico y político del arte negro clásico. En su núcleo se cncuenlra
esencial. Las fuente s p rofundas ele este trabajo de ascesis se enc uen-
el cuerpo, apuesta esencial del movimiento de poderes, lugar privile -
tran en lo mejor de las tradiciones políticas, religiosa-. y cu ltur ales
giado de develamiento de esos poderes y simbolo por excelenciade 1,
afroame ricanas y sudafr icanas . Es el caso, por ejemplo, de la religión
deuda co nstitutiva de Loda comunidad humana, ésa que se her eda sin
profética de los descendientes de esclavos o, incluso, de la función utó -
quererlo y que nunca se puede cancelar totalmente.
pica tan característica del trabajo de creación artística. Porque para las La cuestión de la <leuda es el otro nombre de la v ida. Y es así po r-
comun idades cuya historia ha esta do dominada durante largo tiempo
que el objeto centra l de la creación artística o, incluso, el espíritu de su
por la degradación y por la humillación, la creación religiosa y artística mat eria, siempre ha sido 1acrítica de la vida y la med itació n sobre las
representó a menudo la última defensa contra las fuer1.,as de la deshu - condiciones que hacen de la lucha por estar vivo, por seguir con vida,
manizaci .ón y de la muerte. Esta doble creac ión marcó profundamente por ,ob«vi,ir, cu definitiva, por U,v,, una vida hum,na, Is cuestión
la praxis polític1. En el fondo, fue siempre su envo ltorio metafísico y estética - y, por lo tanto, politica - por excelencia. Es por eso que, se,,
estético. Una de las funcione s del arle y de lo religioso es garantizar escul tur a., música, danza, literatura oral o culto a la Jivinidad, siempre
la esperanza de una salida del mundo tal como se ha sido y se es¡ la se trató de un despertar de fuerzas dormidas, Je una reconducción Lle
esperanza de un renacer a la vida y de una reconducción de la fiesta. la ftesta, ese canal pr ivikgiado de la amb ivalencia, ese teatro provisorio
La obra de arte jam~s ha ten ido por función primera la de repre - del luj o, del azar, del gasto, de la actividad sexual; esa metáfora de lln,1
senta r, ilustrar o narrar la realidad úni camente . En su nat u raleza sie m- historia por venir. En consecue ncia, jamás hubo nada tradicional en
pre ha estado el me1-clar y el mim ar las formas y las apa rienc ias origi- este arte, aunqu e sólo fuera en su función de manifestar la extrno 1cl1
na les. Por cierto, en cuanto que forma figurativa, man tenía vínculos de naria fragilidad del orden social. Es un arte que jamás dejó de re11,wn
i,crnejanza con el original. Sin embargo, al mismo tiempo redob laba tar \os mitos, de desviar la tradición y de minarla a través Jel mh11w
umstantemente ese mismo or igina l, lo deformaba, se alejaba de él y, acto co n que ling!a instituirl a y ratificada. Así, siemp re fue un.,,ll' lh•I
sobre todo, lo conj urab a. De hecho, en la mayor parte de las tradicio -
271
170
( rírici Je l:r ma\n nc~r.,
Clin 1Gt Jcl ,u¡~to
s.icrilcg io, del sacri ficio y del gasto por exce lencia, que multipli ca los
nuevos fetiches en aras de una deconstrucción general izada de la exili tar sobre la histo ria de Felipe y el eunuco en 1882 1 EJwa rd W. Bly<len
tencia - precisamente a través deJ juego, el tiempo libre, el espectácu ve en el sufrimiento del Hijo del Hombre, una antic ipación ele las prue
bas a las cuales se someted posteriormente la raza negra. El D ios de la
lo y el principio de la metamorfosis - . A la vez utópico, metafísico y
salvación hace una apuesta ;il encarnarse en el cuerpo negro sometido
estético, este suplemento es lo que un.1 crítica radica l de la raza podrí,1
aportarle a la democracia. a la bru talidad, a la desposesión y la violencia. La apues ta es la de un
se ntid o aún por llegar, abierto. Desde su pun to de vista, el evento de la
Por otra parte, la lucha en cuanto que praxis de /i/.Jcmriónenco nt ró
Cruz revela una concepción de Dios y de su relación con la humanidad
siempre en el cr istianismo una parte de sus recursos imaginarios. El
cristfanismo del que se trata aquí no es la Iglesia únicamente - la que sufriente - una relación de justicia, de gratuidad y de reconocimiento
incondicio nal - . En esos dos momentos que son la muerle violenta
se instituye en primer lugar como una instancia de control dogmático,
Je C rist o y su resurrección, se revela la absoluta singu laridad de un a
en e l lugar exacto donde se abre el vacío - . No se trata tampoco de
transrormación de la cond ición humana -transformación a la cual la
cierto discurso sobre Dios cuya función ba sido a menudo la de tradu -
raza negra fue invitada- . Pero para ser digna de la ~alvación, la raza
cir <<la impotenci,1 cada vez mayor dd hombre para alcanzar su propio
70
negra debe converti rse en una com uni dad de fe, de convicción y de
Jeseo». Lo1, esclavos y sus descendientes conciben el cristianismo
reciprocidad. n
corno un aco nt ecimiento de verdad en medio de esa suerte de extra 1'ia
Para Martín Luther King, por ejemp lo, Dios adquiere a través de
escisión en el campo mismo de una verdad que está siempre abi-iéndo-
1 es decir, gue es una futuridad. Aceptan b declaración
la crucifixión su verdad de hombre que afronta su desgarramiento ab -
se, ad-1,i11icndo
so lulo.?1A c;imbio de ello, el hombre y Dios pueden en adelante nom -
de principio segün la cual « algo pasó; un acontecimiento se prod ujo;
brarse uno en y para el otro. AJconvert ir el negativo en se r, lo que Cris-
1.ilengua ~e desaló; en adelante se puede ver con los propios ojos, es-
to derrota es la muerte misma. La pregunta que taladra aJ cristianismo
cuchar con las propios oídos y testimoniar en su propia lenguJ y para
afroamericano es saber si verdaderamente Cristo muere en lugar del
todas las naciones ~>.AJ mismo tiempo, este acontecim iento es adveni-
negro. ¿Lo übera verdaderamente de su muerte ev itándo le comparecer
miento. Es un « aquí», un « allá » , un « ahora» que se riala a la vez un
ante ella? ¿O .le oto rga a su óbito un a signií-icación profunda que corta
instante, un presente, pero, sobre todo, IJ posibilidad de un Jubileo, esa
radica lm ente con el carácte r prosaico de una vida sin nombre llevada
~uerte de plenitud del tiempo en que todos los pueb los de la tierra se
bajo la cruz del racismo? En Cristo, ¿la muerte deja Je ser algo radical-
reunirán finalmente alrededor de algo infinito y que, por eso 111isrno,
n,1da podrá limit,u·. mente insustituib le? Ése es efectivamente el sentido último de la prue-
ba de la Cruz, la « locu ra» y el « escándalo» de los que habla, una vez
De l cr istian ismo, lo que más le llama la atenci ón a la crítica de ori-
más, Pablo . La proclamación de Cr isto cabe en estas pocas palabras:
gen africano es princ ipa lmente el triple molivo de la encarnación, de la
« De ahora en ade lante puedo ser arrancado de la experiencia co n creta
crucifixión y de la resurrección; de l sacrificio y la salvación. 71 AJ medi -
J.e mi muerte. Morir para el otro (don total) ya no es algo de l orden
70. L.11.:.
111,J.1 «La p~ychan aJysc cst-cllc const ,t uantc pour une éth iq 11c qui scr.iit ccllc de lo imposible . Ya no existe el cará.ct"er irr emp lazable de la muerle.
11ue notrc rempsncccssítc? » , l'syc/10,malyse,n" 4, J986. fTrad. esp.: « ¿El p~icoaná lhi ~
,., cuns 1itutivo de una ética a la medida de nuestro tiempo? » en L.1e,111,J., E/ lri1111.fo
de 72. 13lyden, E. W., o¡,. cit.,págs. 174 - 197.
/,, rd,.~1Cí11
1 Paidós, Buenos Aire.~,2005].
73. King, M. I .., Ll'Lfrc,h-/11,;cvl,·de Blrmi11g/1m11, Bayard, MontroU!I,\.',
o.:njcfai, w, re11c,
7 1 W.tsc 13aluwin,J., T11eCrossoj Uedc111¡1tio11,
Pantheon, Nueva York, 20 1O. 2008. rTrad. esp.: ,, Carta dc$de la drccl de Binningham » Cll U115111'fiO dr 1g1111/,lml,
Lo~ libro~ de la cat~rala, Madrid, 2013].
272
273
( :rid ca J~ la r.1d,n ncgr.1 C:link;i <id ,u¡cto

Só lo exisle el deven ir infinito de la vida, la reconcil iación absoluta de bargo, deberá conducirse no con el objetivo de separarse de los Jcm.h
J.1salv.ición y de lo trágico, la reciprocidad absol u ta y la apoteosis Je l seres hurn.rnos, sino con el fin de logra r solidar idad con la humanid.1d
espíritu ~>. Desde esta perspectiva, la verdad final de l morir se halla en misma - esa humanidad cuyos rostros múltiples se busca reconcili.,r
l,1resurrección, es decir, en la posib.ilidad infinita de la vida. La cues- por medio elela lucha - .
tión de la resurrección de los muertos, del retorno o de la restitució n Es universal el proyecto de un mundo común fundado en el prin
Je los muertos a la vida, del hec ho de hacer q ue la vidc1bro te allí donde cip io Je la « igualdad de partes » y en el de l.1unitlaJ fundamenta l del
había sido suprimida, todo eso constituye J.i fuerza del cristianismo género humano. De este mundo-por-llegar ya se pueden leer en el
más all.í.de la institución eclesiástica propiamente dic ha. Es una de las presente, si se desea, seña les frágiles - pero se11ales ,11fin-. Sin em
razones por las cuales la ligura de Cristo, en su proyecto de don total bargo, la exclusión, la discriminación y la selección en nombre de la
para el otro, oc upa un lugar tan cen lraJ en l,1 teología política negra. raza siguen siendo facto res estructurantes - aunque a menudo nega-
Esta presencia para el otro y ante el otro, en testimonio del otro, ¿qué dos - tic la desigualdad, de la ausencia de derechos y de 1a domina -
cosa es sino otro nombre para una política del don, de la ob lación )' la ción contcmpor,1nea 1 inclu~ive en las democracias actuales. Además,
graluid.1d?.
no se puede hacer como ~i la esclavitud y la colonización nunca hu -
D icho esto, ¿cuá les son los de rechos por los cuales los negros de- bieran exist ido, o como si las herencias de esta Lriste época hubieran
ben cont inuar luchando? Todo depende del lugar donde se encuen - sido liquidada~ completamente. A título de ejemplo, la transformación
tren, del contexto histórico en el que vivan, así como de las condicio - de Europa en « rortaleza » y las legislaciones antiextranjeros con las
nes objetivas que les son impuestas. Igualmente, LoJo depende de la cuales se ha equipado e l Viejo Continente en este comienzo de siglo,
nat uraleza de las formaciones raciales en el seno de las cuales est,tn hunden sus raíces en una ideología de la selección entre Jas diferentes
dest inados c1existir, ya sea como minorías históricas, cuya presencia especies humanas LJue,mal que bien, se intenta enmascarar .
est ,í amp liamente reconocida, pero cuya pertenencia tota l a la nación Mientras no se elimine el r;:icismo de la vida y de la imaginación
sigue siendo ambigua - es el caso de Estados Unidos - ; ya sea como de nue">traépoca, habd que continuar la lucha por el adven imiento de
minorías que se elige no ver, ni reconocer, ni escuchar como tales - es un mundo -más -all:t-de-las -razas. Pero para accede r a ese mundo a cuy.1
el caso de Francia - ¡ o incluso como mayoría demográfica que ejerce mesa todos estan1n invitados a sentarse, hab rá que comprometerse con
el poder polílico, pero relativamente desprovista de poder económico una rigurosa crític,l política y ética del racismo y de las ideologías Je la
- es e.l caso de Sudáfrica - . Sin embargo, sean cuáles se,111 los lugares, diferencia. La celebración de la alteridad sólo tiene sentido si da lugar
bs épocas y los conlextos, el horizonle de estas luchas sigue siendo el a la cuestión capital de nuestro tiempo: la de la distribución, la de lo en
mismo: ¿cómo perte necer de pleno derec ho a ese mun do q ue nos re- común y la de la apertura a lo ancho. El peso de la historia estad allL
sulta común? ¿Cómo pasar del eslalus de <<sin parle » al de <<poseedor Habrá que aprender a soportarlo mejor y a distribuir mejor las cargas.
de derechos » ? ¿Cómo part icipar de la constit ución de ese mundo y de El hombre está condenado a vivir no sólo co n .1quello q ue él mismo
su di~trib uc ión? Mientras no se haya terminado co n la idea fu nesta ha producido, sino también con todo aqueUo que ha heredado, pues
dl• la desig ualdad de las r.w.asy de la selecció n enb·e diferentes especies aún no se ha salido completamente de un espíritu del tiempo dom11u
humanas, la lu..:ha <le las personas de or igen africano por eso gue se do por la idea Je selección entre diferentes tipos hum anos. Habd ljlll'
pndrf.1 llam.ir la « igualdad de pa rtes » - y, por lo tanto, de derec h os trabajar con y contra el pasaJo de tal manera que éste se abra hac1.11111
}' r<:spnn,;abilidades - continuará siendo una lucha legítima. Sin em - futuro que se pueda compartir con igual dignidad . Ése es el camino . l.1
274 275
( .linica dd ,u j•·IC>
J ,lí' L1r~ubn negrJ
Críric..

variante liipostas iada de l deseo de bs personas <le 01igcn africano de


l.UCstiónde la producción, a partir <lela crítica de l pasado, de un futuro
tener qu e rendir cuentas ante ellos mismos únicamente. Es cierto que
indisociable de cierta idea de jus ticia, de dignidad y de lo c11común.
el mundo es primeramente una manera de relación con uno mismo.
En ese camino, los nuevos « condenados de la tierra» son aquéllos
Pero casi no hay relación con uno mismo que no pase por la relación
,l quienes se les ha ncg.ido el derecho a tener derechos; son aquéllos que,
con el otro. El otro es 1J la vez 1la diferencia y la semeja nza reunidas. Es
se estima, no deben moverse de su lugar y están condenados a vivir en
necesario imagin,\r una política de lo humano que sea, fundamenta l-
encierros de todo Lipo - los campamentos, los centros de tránsito, los
mentc1 un,1 política de la semejanza, pero en un contexto donde lo que
mil lugares de detención que siembran los espacios jurídicos y judi -
se comparte sean principa lmente las diferencias. Son estas difcrenci,1s
ciales - . Son los reprim idos, Jos deportados, los expu lsados, los clan-
las que, paradójicamente, hay que poner en común. Esto depende de
destinos y otros « sin p.tpc les.,,,: esos intrusos y esos restos de nuestra
la reparación, es Jecir Je una amp liación de nuestra conce pción de la
humanidad de los que estamos ans iosos por deshaccrnos 1 puesto que
justicia y de la responsabilidad.
cslimamos que entre ellos y nosotros no existe nada que valga la pena
ser salvado, ya que perjudican fundamenta lme nte nuestra vida, nues-
tra salud y nuestro bienestar. Los nuevos « condenados de la tierra »
son el resu ltado de un brntal trabajo de contro l y de selección cuyos
fundamentos raciales son muy conocidos.
Mientras persista la idea de que sólo existe un deber de justic ia
para con los seme jantes 1mie ntras subsista la idea de que existen razas y
pueb los des iguales; mientras se siga haciendo creer que el esclav ismo
y el co lonialismo fueron grandes hechos de « civili1.ación » 1 ento nces
la temática de la reparación continuar .i siendo mov ilizada por las victi -
mas históricas de la expan sión y de la bruta lidad europea en el mu ndo.
En esle contexto, se vue lve necesaria una dob le gestión. Por un lado 1
salir de cualquier tipo de estatus victimario. Por otro lado, romper con
la « buena conc iencia » y la denegación de la responsabilidad. Sólo
bajo estas dos cond iciones se podrá articu lar una política y una ética
nuevas fundadas en la exigencia de just icia. D icho esto, ser africano es
primeramente ser un hombre libre o, como nunca deja de proclamar
Frantz Fano n, « un hombre ent re otros homb res » .74 Un hombr e libre
de todo y, en consecuenc ia, capaz Je aulo inven tarse. La verdadera
po lítica de la iden tidad cons iste en alim enta r, actualiza r y react ualizar
sin cesar estas capacidades de au loinvenc ión. El .1frocentrismo es una

..., º/'· ni., pág. 155. [Tr,1d.c~p.: Pirl 11cgrt1,


7•1 F.111011, E, l'f,11111oire bhmms,
111císmras
Ak il, M.1dnd, 2009].
277
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Epílogo
No HAY MÁS QUE UN MUNDO

El nacimiento del sujeto de raza -y, en co n secuencia, el nacimienlo


del negro - eslá vin cu lado .1 la historia del capi ta lisnw.
El resorte primitivo del capit alismo es la doble puls ión de viola
ción de cua lquier tipo d e prohibición, por una pa rt e, y de abolición
de todo tipo <le distinción entre los medios y los tines, po r otr:i. En
su oscuro esplend or, el esclavo negro - el primero de los sujetos de
raza- es el producto de estas dos pu lsion es, la figura manifiesta de esta
posibi lidad de una violenc ia sin rese rva y d e un a preca .riedad sin red.
Potenc ia de captura, de influencia y de polarización, el capitalis-
mo tuvo siempre la n eces idad de !>ubsidios rac iales para explotar los
recursos planetarios. Ocurr ió en el pasaJo, y ocurre aú n hoy cuando,
pr ecisa m ente , el capi tali smo se d ispo ne a reco lo nizar su propio centro
y las perspectivas de un devenir-negro del mundo nunca han sido m .\s
ev ident es.
Las lógicas de la distribución de b violencia a escala planetaria no
escapa n a ningun a región del mund o, corno tampoco la vasta operación
de depreciación de fuerzas productivas que se ha p uesto en marcha.
Mientras haya seces ión de la humanidad, no será posib le llevar
a cabo la econo mía de la restit ución, ni de la reparación n i de la ju:;
ticia. Restitución, reparac ió n y justicia so n las cond icio nes del ere
cimiento co lectivo en hum anidad. Necesa riame nte , el pensamiento
de lo qu e está por llega r habr á de ser un pe nsam iento de la vida, de
la reserva de vida, d e lo que d ebe escapar del sacr ificio. Será igual
mente u11pe11 sa111i e11
lo en circulación,w1pensamiento de la travesía, 1111
perisa111ie11lo-mu11do.
La cuestión de l mundo - lo que el mundo es, las relaciones c11tn•
sus di ferent es part es, cómo hab itarlo , qué lo moviliza o lo amen.u. , ,
adón de va, su s front eras y lími tes, su fin posible- ha estado pr t•st•n11·
desde el mom en to mismo en qu e el ser hum ano d e hue sos, l",ll'IH' }
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( 1 r,it:t t.lcl.1f:lliÍII nq ;ra
1 prlo~n

espíritu hizo su aparición bajo el signo Jel negro, es decir, ba10 el signo
un medioambiente frágil y hostil - que de todos modos debía prole
ucl hombre -mercancía y del hombre-moneda de c.1rnbio. En el fondo,
ger - en el seno del cual la humanid ad debía enco ntrar trabajo y repo
hJ ~ido nuestm (.Ueslión. Y seguir,í siéndolo al menos mientras decir
so. Este medioambiente necesit:ibaser reparado una y otra vez. Lama -
mundo sea lo mismo que decir humanidad y viceversa.
yoría de los saberes vernácu los sólo tenían utilidad co n respeclo a esta
Porque, cfeclivamente, no hay má-, que un mundo. El mundo es
labor infinita de la.rep,1ración. Se daba por supuesto que la natur:ileza
un todo comp uesto por mil partes . Por todo el mundo. Por todos los
mundos. era una fuerza en sí mi.sma. Sólo era posible trabajarla, transformarla y
contro larla poniéndose de acuerdo con ella. En definitiva, esta doble
A esta entidad viviente y de múltiples facetas, ÉdouarJ Glissant le
tarea de transformación y regenerac ión formaba parte de un ensam-
dio un nombre, el todo-mrmdo, como para subrayar la dimensión, a la
blaje cosmo lógico cuya función era consolidar una y otra vez el campo
veL epiíánica y ecum énica, del concepto mismo de humanidad - con -
de relaciones entre los humanos y los otrllS vivientes con los cua les
cepto sin el cual el mundo en sí, en MI coseidaJ, no significa nada - .
compartían el mundo.
Enlonces, la humanidad entera es la que le co níiere al mundo su
Compartir el mundo con otros vivienlcs era la deuda por excelen-
nombre. AJ conferirle su nombre al mundo, se co nfía a él y recibe de
cia. Era, sobre todo, la clave para la dur,tbilidad tanto de los humanos
él la confirmación de su propia posición, singular, pero frágil, vulne-
como de los no -humanoi,. En este sistema de inter cambio, de recipro-
rable y parcial; al menos con respecto a las otras fuerzas del universo:
cidad y de mulualidad, hum anos y no-humanos eran el limo de unos
los anima les y vegetales, los objetos, las moléculas, las divinidades, las
y ele otros.
técnic::is, los materiales, la tierra que Licmbla, los volcanes que se en -
ÉJouard Glissant no se reforía al limo tan sólo como a deshechos
cienden, los vi.entos y las tormentas, las aguas que crecen, cJ sol que
Je la materia, como a una sustanc ia o a elementos aparentemenle
b1illa y quema y así su1:esivarnente. En con secuenci,1 só lo hay mundo
1 muerlos¡ una parte supue stamente perdida, restos arrancados de la na-
por nominación, delegación, mutualidad y recipro cidad.
ciente de los ríos y arraslrados por las aguas . Lo consideraba también
Pero si la humanidad entera se co nfía al mundo y recibe de este
w1 residuo depositado sobre las orillas de los rios, en medio de los ar-
último la confirmac ión de su propio ser tanto co rno la de su fragili-
chipiélagos, en el fondo de los océanos, a lo largo de los valles o a los
Jad, quiere decir que la diferencia entre el mundo de los humanos y el
pies de los acan tilado s - en todos lados y, sobre todo, en esos lugares
111w1dode los no-hum ano.<.no es mái; una diferencia de orden exte rn o.
áridos y Jesérticos Jonde, a raíz de un giro inespe rado , emergen del
Al oponerse aJ mundo de los no-humanos, la humaniJad se opone a sí
estiércol formas inéditas de vida, de trabajo y Je lenguaje - .
misma. A fin de cuentas, es en la relación que el hombre m,lflticnc con
Glissant sub rayab a que la durabilidad del mundo debía ser p ensa-
el conjunto de lo viviente como se manifiesta, en última instancia, la
verdad de lo que ei;. da a partir del reverso de la hisloria., a partir de l esclavo y de la estruc -
tura caníbal <lenuestra modernidad, esa que se inaugur a con la trata de
En el Africa antigua, el signo manifiesto Je esa ep ifanía que es la
negros y de la cua l ha venido alimentándose durante siglos. El mun-
humanidad era la .<.ern illa que se entierra, muere , luego renace y produ -
do que eme rge de esta estructura caníbal está hecho de innombrabl es
ce el árbol, el fruto y la vida. Fue en gran parte para celebrar las bodas
osa mentas humana s sepultadas bajo el océano y que, poco a poco, se
entr e la semilla y la vida que los africanos inventaron palabr.i y len-
hacen esque leto y se dotan de carne. Está hecho de toneladas de restos
g11,1je1objelos y técnicas, ceremonias y rituales, obr,1s <learte, incluso
y Je muiloncs, de pedazos de palabra dispersos pero luego reunidos y
111slilucionessocia les y políticas. La semi lla debía producir la vida en
a partir de los cua les, como por milagro, se reco nst ituye la leng ua en
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!'.pílo¡!.O
Cri 1k:1 de l., ru<'>nllél,\f:I
tamientos entre pueblos y nacione!>. Se trata simpl emente de recorth ll'
el punto de encu ent ro entre el ~cr humano y el anim al. La durabilidad
un dato inmediato, inexorab le, cuyo origen se sitúa sin duda en los co -
del mundo depende de nuestra capacidad de reanimación de se res y de
mienzos de los Liempos modernos, a saber: el irreversibl e proceso de
cosas aparen temente :.in vida - el hombre mucrlo, pulveri zado por l.i
enmarañamiento y de entrelazam ien to de cultura s, pueblos y nacio nes.
seca economía, aqu élla qu e, pobre en mundo, lrafica con los cuerpo s
No hay, en tonces, más que un único mund o, al menos hasta el día
de la vida - .
de hoy. Y ese mundo e!>todo lo qu e es. En consec uencia, lo qu e nos es
En cons ecuencia, el mundo no va a perdurar a menos que la hu-
común es el !>entim icnto o, incluso, el deseo de ser, cada uno en sí mis-
manidad se aboq ue al Lrabajo Je const itu ción Je eso que habría que
mo, seres hum ano s plenos. Este deseo de plenitud en hum anidad es
llama r las reservasde la vicia.Si la negac ión a perece r hace de los hom -
algo que todos com partimo s. Por otra parte, es lambién la proximid ad
bres seres hislór icos y aut or iza a que e l mund o sea mund o, entonce s
de lo lejano lo que nos result a en .,delan te cada vez mis frecuente. Es el
nuestra vocación d e durar só lo puede ser realizada si el deseo de vida
hecho de compar tir, lo queramos o no, ese mundo qne es todo lo que
se co nvier te en la piedra angular de un nuevo pe nsami ento de la polí-
tica y de la cultura. es y todo lo que tenemos .
Para co nstrnir ese mundo en comú n, habn\ que rest ituir, a aq uéllos
Entr e los dogo nes antiguos, esta labor infinita de reparación te-
y aquéllas qu e han su frido un p roceso de abstracción y de cos ificació n
nia un nombre: la dialéctica de la carn e y la sem illa. El trabajo de las
en la historia, la parte de hum anid ad que les fuera rohada. Desde esta
instituciones soc iales era la de luch.ir con tra la muerte de l se r humano
perspec tiva, el co n cepto de reparación, adem ás de ser una categoda
y de poner un diqu e a la co rrup ción, es decir, a su deca den cia en la
económica, remite ;.1lproceso de re-ensamblaj e de las partes qu e han.
podred umbr e. La m áscara era e l símbo lo por exce lencia de esta deter -
sido ampu tadas, la repa ración de v ínculo s que han sido destrozados,
minación de lo:. vivos de defenderse con tra la muerte. Simula cro del
el relanzam icnto del juego de reciprocidad sin el cual no sería posible
cadáver y sw,litut o de l cuerpo perecedero, su fun ción no so lame nt e
era la de conmemo rar a los difunt os. Tam hién pasaba por testimoniar tener una crecim ient o en humanidad.
Restitución y reparación están, enton ces, en el centro de la posibi -
la transfiguración del cuerpo ( e nvoltorio pe recedero) y la apoteosis <lel
lidad misma de la co nst ru cción de una conci enc ia comú n del mundo,
mundo y de su carácter impu trescib le. De modo que el trab,,; o de repa-
es decir, de la realizació n de un a justicia universal. Los dos co ncepto s,
ración nos invita a volver a la idea de la vida como forma imp erecedera
el de restitución y el de reparac ión, descansa n en la idea de qu e existe
e imputr escible.
un a parte J e huma nidad intrínseca de la cu,1I, cada persona humana ,
No hay más que un mundo del cual so mo s todo s poseedores de
es depositar ia. Esta part e irred uctible nos perlencce a cada un o de no
derec ho s, por mucho qu e se erijan fronteras, se co nstruy an muros y
sotros. Y hace que seamos, objetivamente, a la vez distinto s y semc
cercos; por m.ís qu e se div ida, clasifique, jerarquice o se pretenda su-
jantes ent re si. La ética de la rest ituci ó n y de la repa ració n implica, en
primir de la hum anidad a aq uéllos y aqu éllas que se ha rebajado, des-
co nsecuencia, el rcconocimienlo de lo qu e se podría llamar la par le
preciado o, inclu so, a quienes no se nos parecen o con los cua les pen-
del otro - esa parte que no es mía, pero de la cua.l, sin embar go, soy el
samos que no nos e ntend eremo s jamás. Este mund o nos pertene ce a
garan te, lo quiera o no- . Esta parte de l otro, no se pu ede acapara r sin
todos, en igual medida, y todo s so mos sus coh erede ros, aun cuando las
co nsec uencias para b idea de sí, de just icia, de derec ho, de hum,1111dad
maneras de habitar lo no sean las mismas - por eso la real plura lidad
a secas¡ incluso para el proyec to de lo univ ersal, suponi end o que ést·
de cu ltu ras y de man eras de vivir- . Decir esto no significa para nada
ocu ll.11'la brut c11.idad y el cinismo qu e caracterizan todavía los enfren - fuera efect ivamente su dest ino final.
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l·pílol\''
( '.rí1ic1 JL' l.1 ra7lin nq,r.1
la crít ica negra moderna, la proclamación de la diferencia no es sino un
Reparación, por otra parte, porque la historia ha <lejado lesiones, momento Je un proyecto más amp lio - el proyecto de un mundo que
herida~. El proceso histórico ha sido, pa ra una amp lia parle de nuestra viene, de un mundo de lante de nosotros, cuyo destino es universal: un
humanidad, un proceso de habituación a la muerte del otro - muer- mundo liberado del peso <lela raza, y del resentimiento y del Jesco de
te lenta, muerte por asfixia, muerte súbita, muerte delegada - . Esta venganza que toda situación de raci~mo reclama - .
habitu.:ición a la muerte del otro, de aquél o aquélla con quien cree-
mos no tener nada en común, estas formas múltiple~ de desecación
de las fuentes vivas de la vido en nombre de la raza o J e la diferen cia,
todo eso ha dejado huellas muy profundas, a la vez en el imaginario,
en la cultura y en las relaciones sociales y económicas. Estas lesiones
y heridas impiden hacer com unidad. La reinvención de esta última es
inseparab le de la construcción de lo común.
Por definición, la cuestión de la comunid.1c.l univers;u se plant ea
en los términos de una habita ción de lo abierto, de un cuidado pues -
to en lo abierto - lo que es completamente diferente de una gestión
orientada a cen ;ar, a quedarse encerrado en lo que, por así decirlo, re-
sulta familiar - . Esta forma <ledcsemparc11tan1ie1tloes todo lo contrario
de la diferencia. En la mayoría de los casos, la diferencia es el resul-
tado de la construcción de un deseo. Al mismo tiempo, es el resultado
de un trabajo de abstracció n, cbsificación, división y exclusión - un
trabajo de poder que luego es interna]jzado y reproduciJo en los ges-
tos de la vida de todos los días, inclusive por los excluidos mismos - .
A menudo, el deseo <le diferencia emerge precisamente allí donde se
vive con mayor intensidad una experiencia de exclusión. En estas con-
diciones, la proclamación de la diferencia es el lenguaje invertido del
deseo de reconocimiento y de inclusión.
Pero si, de hecho, la diferencia se constituye en el deseo (incl uso
las ganas), este deseo no es necesariamente deseo de potencia. Puede
ser también el de¡;eo de ser protegido, de ser resguardado, de se r pre -
servado del pe ligro. Por ot ra parle, el deseo de diferencia tampoco es
necesariamente lo opuesto al proyecto de lo en co111rí11. De hecho, para
aqué llos qu e han sufrido la dominación colonial o para aquéllos cuya
parte de humanidad ha ~ido robada en ,1Jgúnmomento de la historia,
la recupera ción de esta parte de humanidad pasa con frecuencia por la
prt)clamación de la diferencia . Pero, como demuest ra un n parte de
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