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Introducción
AL SOCIÓLOGO FRANCÉS JEAN BAUDRILLARD (N. 1956) se le inscribe en la
línea de pensadores como Marshall McLuhan o Paul Virilio, analistas del fe-
nómeno de la información y de los mass media. No obstante, por la
radicalidad de sus planteamientos, la postura de Baudrillard se destaca en-
tre la de éstos. Su inclusión en un estudio como el presente obedece a la im-
portancia que reviste este pensador dentro del panorama de la sociología y
filosofía francesa, y a las dificultades que presenta en su trabajo, que se cons-
tituyen en un reto para el pensamiento contemporáneo, en tanto no se remi-
ten a un fenómeno particular, sino que pretenden abarcar la sociedad en su
totalidad como una sola estructura.
Entender la interpretación que Baudrillard plantea sobre la sociedad con-
temporánea o posindustrial como una sociedad hiperreal, es decir, más real que
lo real, permite entrar a estudiar la posición de este sociólogo frente a la polí-
tica o, como él la llama, transpolítica, para encontrar en ella dos cuestiones fun-
damentales. En primer lugar, el fin de la política, la explicación de este
acontecimiento, al igual que de sus fenómenos más representativos, como el te-
rrorismo, los mass media ocupando el campo de lo social -de lo público-, y los
conflictos por diferencias raciales, étnicas o culturales; en segundo lugar, un
cuestionamiento acerca de la posibilidad del disenso en estas condiciones, asun-
to que en un principio pareciera acercar al autor a un nihilismo radical, pero
que, tras observar las implicaciones de su crítica a lo real y la importancia que
en ella cobra el concepto de la ilusión, abre un camino de disenso, planteado
como el único posible. Los anteriores son los dos puntos fundamentales a los
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POLÍTICA FRANCESA CONTEMPORÁNEA
que aquí se hará referencia, considerando que son ellos los que darían luces
sobre el ejercicio de la política hoy, pues caracterizan, por un lado, a los ac-
tores y acontecimientos de ésta, y por otro, ofrecen una ubicación frente a
nuestra sociedad con la posibilidad de un análisis crítico, desde el cual re-
flexionar acerca de su utilidad y pertinencia para un estudio de lo político con
una perspectiva filosófica.
Lo anterior se enmarca en un intento de búsqueda de una interpretación
del sujeto en el mundo posmoderno, y concretamente del sujeto como agente
político, tema del que Baudrillard no se ocupa específicamente, pero acerca del
cual se pueden tener algunas luces, partiendo de su interpretación del mundo
contemporáneo. A continuación se pretende recoger, en primer lugar, las ideas
fundamentales de este pensador y, en segundo lugar, esbozar, a partir de ellas,
un breve análisis del modo en el que hoy se puede hablar de sujeto. Todo esto
con el fin de ofrecer una idea al lector de uno de los modos desde los que se puede
abordar el problema del sujeto político en el mundo posmoderno.
Se habla del mundo posmoderno porque evidentemente hay experien-
cias que muestran cambios esenciales en el modo de vivir en el mundo, como
la experiencia del tiempo, de las relaciones interpersonales y de la comunidad
política, entre otras. El mundo se percibe de otra manera, o mejor se está co-
menzando a percibir de otra manera, y aunque no pueden darse pautas de-
finitivas que permitan entender el mundo, sí es claro que se está presenciando
el nacimiento de un nuevo mundo enmarcado en el contexto de las nuevas
tecnologías, la ampliación de las técnicas de información, los desarrollos de
una economía capitalista globalizada, las investigaciones científicas y la im-
periosa preocupación por la seguridad como base de desarrollo de todo lo
anterior. Con lo antedicho se pretende aclarar que el uso del término
posmoderno para hablar de la sociedad contemporánea intenta poner de
manifiesto una conciencia de que nuestra época no es la modernidad del si-
glo pasado, y sin entrar a discutir si somos la plenitud de ella o su malforma-
ción, lo que se quiere es dejar abierta la posibilidad de entender nuestra época
bajo categorías propias que resulten esclarecedoras para los cambios que hoy
se observan y desconciertan.
El pensamiento de Baudrillard resulta atractivo precisamente porque en-
frenta a una interpretación tan sorprendente de nuestro mundo -debido a su
radicalidad-, que incita a repensar la definición de lo real y a reconsiderar nues-
tro mundo y su devenir. En consecuencia, se encuentra un análisis de la políti-
ca, la economía, la publicidad, el cuerpo y el sexo entre otros, que resultan
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i. La sociedad hiperreal
Las dos determinaciones de la sociedad hiperreal son la transparencia y la
simulación. A partir de ellas el autor teje una interpretación que abarca todas
las manifestaciones de nuestra cultura, siendo éstas la base de la lógica
hiperrealista: "disuasión de lo real mediante lo virtual" 1 . De acuerdo con lo an-
terior, el presente capítulo se divide en tres partes: la primera corresponde a la
noción de transparencia; la segunda, a la de simulacro, sin olvidar que sólo la
integración de ambas permite entender las sociedades posindustriales de Oc-
cidente como sociedades hiperreales, siendo precisamente esto lo que se preten-
de hacer ver en la última parte, que se ocupa de un caso concreto: la guerra del
Golfo Pérsico, asunto especialmente estudiado por Baudrillard.
1
Jean Baudrillard, La guerra del Golfo no ha tenido lugar, Barcelona:
Anagrama, 1991, p. 15.
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nos lo que creemos tal), los detalles del romance ilegítimo de uno de los hom-
bres más poderosos del mundo junto con un partido de fútbol, la descripción
del armamento utilizado en la guerra del Golfo junto con las fotos en movi-
miento de las mujeres "más bellas" del mundo.
Encontramos información que indica cómo preparar un buen café y tam-
bién datos útiles, si tenemos pensado suicidarnos; no existe nada prohibido, ni
la muerte, ni el sexo, ni el mal (por lo menos en este caso porque, como vere-
mos más adelante, el mal, como expresión de negatividad, es rechazado y ex-
pulsado del orden de nuestras sociedades), pues en la red encontramos subastas
de armas y pertenencias de asesinos en serie, por ejemplo, o puntos de encuen-
tro virtual de jóvenes nazis (después de haberse visto lo que se vio en el pasado
siglo). Hoy tenemos información sobre estos actos que repudiamos y nos cau-
san escozor, sobre lo bueno, lo malo, lo legítimo, lo ilegítimo (mercado de mu-
jeres y niños), sobre lo que queramos, la abundancia de la información, ¡las
maravillas del progreso!
Por un lado, entonces, la transparencia se observa en la posibilidad de te-
ner toda la información frente a nosotros, nada se nos escapa, ningún tema sin
ser tratado, todo está allí expuesto, corno anteriormente quedó dicho. Por otro
lado, la carencia de finalidad de los mass media deja ver su carácter de trans-
parencia, pues, aunque se elogie la producción infinita de información en nom-
bre del derecho universal a la libre expresión y en nombre de la búsqueda de
objetividad (para dejar atrás la posibilidad de juicios y decisiones arbitrarias),
es innegable que hoy es difícil encontrar la finalidad de este proceso de produc-
ción perpetua de información, ya que lo único que vemos es que "ni la masa tie-
ne opinión, ni la información la informa: una y otra siguen alimentándose
monstruosamente"2.
Para entender el modo en el que circula la información y la carencia de fi-
nalidad de esta actividad, como lo afirma Baudrillard, es preciso entrar a es-
tudiar el comportamiento de las masas, que acompañan este movimiento. Si
bien no se ahondará en el tema de las masas (pues ocupa un lugar especial en la
exposición de la transpolítica, en donde será tratado a fondo), se señalará que
la legitimidad que tienen los productores de información se encuentra en su
responsabilidad con las masas, responsabilidad que les impone como su obje-
tivo último informar a más gente (democratizar la información) y brindar
2
Jean Baudrillard, Las estrategias fatales, Barcelona: Anagrama, 1984,
p. 96.
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3
Estoy pensando en Marx, en la Escuela de Frankfurt y más
recientemente en el situacionismo francés que, a pesar de entender el ansia
de espectáculo como una exigencia de las masas (por lo menos así lo
manifiesta su más conocido exponente Guy Debord), aún, como una
muestra de esperanza de redención de las mismas, ve en el arte la
posibilidad de manifestar el sentimiento de realidad o de verdad. Toda esta
tradición conserva la noción de alienación para referirse a la relación de los
medios de comunicación con las masas, colocando de un lado a los
oprimidos y de otro a los opresores.
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4
Jean Baudrillard, La transparencia del mal, Barcelona: Anagrama,
1991, p. 46.
5
Tomemos como ejemplo los sucesos del 11 de septiembre en Estados
Unidos. Fue tan amplio el cubrimiento de los medios al acontecimiento
que, finalmente, la credibilidad estaba agotada, no se sabía quién estaba
especulando, y de hecho, los mismos medios reportaron este fenómeno
que deja ver que, aunque el mundo entero estuvo "pegado" al televisor el
día entero, había cierto escepticismo acerca de la información que se estaba
transmitiendo.
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6
Jean Baudrillard, Las estrategias fatales, op. cit., p. 70.
7
"El sistema ha realizado todo su potencial utópico y ha sustituido la
radicalidad de su operación por la radicalidad del pensamiento". Esta cita
aclara mucho acerca de las posibles críticas, pues no está diciendo que el
mundo es perfecto hoy, sino que, todo lo que podía ser ya lo es, y que son
los signos y no los hechos los que muestran este suceso.
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la historia), pues cuando ésta existe hay una finalidad que orienta la interpre-
tación de los sucesos que acontecen en el mundo, mientras que hoy, cuando pa-
rece haberse alcanzado el estado de abundancia, la democracia como
imperativo mundial y consensos mundiales acerca de lo que se podría llamar
"normas mínimas de convivencia", la finalidad parece ser sólo una: continuar
reproduciendo el sistema actual, mantener la utopía ya realizada.
Por supuesto, lo anterior es muy criticable. ¿Podríamos decir acaso que la
sociedad de la abundancia es un hecho cuando más de la mitad de la población
del mundo no tiene acceso a los beneficios a los que ello debería dar lugar? O,
¿podemos acaso decir que vivimos una democracia real a nivel mundial? Es
más, ¿acaso los derechos humanos y el DIH no son más que discursos que ocul-
tan un ejercicio de la violencia y de la esclavitud? Conocemos las respuestas a
las anteriores preguntas y sabemos que el mundo definitivamente no es la rea-
lización de la utopía. Entendamos, entonces, a continuación, el modo en el que
Baudrillard lo dice.
El planteamiento central de Baudrillard es que la cultura actual ejerce su
poder dentro de nuestras sociedades por medio de los signos. En todos los ám-
bitos de la actividad humana no hay más que signos - y esto ya anticipa algo de
la condición de simulación- siendo estos los que nos indican que la utopía está
en plena realización. "En el fondo el mensaje ya no existe, el médium se impo-
ne en su circulación pura", que si lo extendemos a la sociedad entera diría algo
como: "en el fondo ya no hay contenido, ya no hay fin, son los medios los que
cumplen con ese papel en su circulación", los medios asumen el carácter de fi-
nes. Al decir medios no nos referimos exclusivamente a medios de información,
sino a todo aquello que en principio fue planeado como un medio útil para de-
terminado fin y que hoy, en una cultura transparente y vacía, se impone como
fin. El capital es un ejemplo pertinente para ilustrar esto.
Como se dijo en un comienzo, la economía y los procesos de información
son los ejemplos más representativos de la transparencia de nuestra cultura,
por lo que se pretende ahora utilizar el primer caso para entender cómo las so-
ciedades posindustriales perpetúan su sostenimiento en el vacío al carecer de
una finalidad exterior a ellas y al asumir, en su lugar, lo que anteriormente fue-
ron los medios, asunto que conducirá a la condición de simulación, pues si bien
nos reproducimos en el vacío, no lo sentimos ni percibimos así.
Hoy ningún lugar en el globo terráqueo escapa a los movimientos de los
flujos económicos. El mundo entero en sus relaciones de intercambio econó-
mico está mediado por el valor de cambio, por el capital, y todo entra dentro
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EL SUJETO POLÍTICO POSMODERNO
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Sé que se dirá que hay campos libres de esta condición y serían
puntualmente los del ámbito privado. Sin embargo, y aunque en la
sociedad se vean signos de ello (por medio de películas, discursos,
televisión, publicidad etc.), es difícil excluir del mismo juego, relaciones
como la amistad, el amor, la paternidad, la solidaridad, pues es claro que
allí también hay una serie de signos que permiten la relación, signos que
son producidos por la lógica del capital.
9
Jean Baudrillard, La transparencia del mal, op. cit., pp. 32-43.
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Por último, el otro rasgo que hace de la economía una actividad transpa-
rente: su autodestrucción. La economía en su realización perfecta de libre mo-
vimiento de los flujos de capital, de intercambio libre sin restricción alguna, es
la causa de su propio fin, pues la economía se ha concebido históricamente
como la actividad del hombre encargada del intercambio con el fin de que una
sociedad o una comunidad se autoabastezca para suplir así sus necesidades y
deseos. Pero hoy la economía no realiza un intercambio real, en primer lugar,
y en segundo, no responde a las necesidades y deseos de la sociedad sino que los
crea a partir de las necesidades de la lógica de la producción10.
En otras palabras, a la par de necesidades como el vestido, la alimentación,
el techo, necesidades como la de diferenciarse están orientadas por la produc-
ción; por ejemplo, ya mi identificación, y por consiguiente mi diferenciación
frente a los otros, no va a depender de unos fines, principios o valores
transcendentales, sino de un producto que reemplaza aquello por sus signos.
Así, Benetton® ofrece ropa y accesorios en cuya publicidad se manifiesta el va-
lor de la diferencia, el respeto por el otro y la crítica a comportamientos opues-
tos a estos, por lo que en el momento en el que yo compro un jean allí, no es
simplemente la compra de una mercancía, sino que también estoy apoyando
y expresándome por medio de esos signos, pues no es lo mismo que yo salga con
un abrigo de pieles o con una chaqueta Benetton®, lo que estoy manifestando
en cada caso es una cosa distinta, no es simplemente un modo de suplir mi ne-
cesidad de vestido.
Acerca de la liquidación del intercambio real, y con ello del fin con el
principio básico de la economía, Baudrillard afirma que se da efectivamen-
te un intercambio de objetos cuando cada objeto tiene un valor irrempla-
zable, cuando tiene un valor en sí mismo, en otras palabras, cuando prima
su valor de uso. Si el intercambio hoy se basa en el valor de cambio, es éste lo
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En El Intercambio simbólico y la muerte, Baudrillard habla de tres
tipos de simulacros: el primero corresponde a la época del renacimiento de
Occidente: es la falsificación; el segundo momento es el de la etapa de
sociedad industrial: la producción; y por último, la etapa posindustrial de
Occidente: la simulación regida por el código. "El simulacro de primer
orden no suprime jamás la diferencia: supone la porfía siempre sensible
del simulacro y lo real (...). El simulacro de segundo orden simplifica el
problema por absorción de las apariencias, o por liquidación de lo real,
como se quiera" (p. 64). El de tercer orden, el propio de nuestra época, es
"una generación por el modelo" p. 70. Jean Baudrillard. El intercambio
simbólico y la muerte, Caracas: Monte Ávila Editores, 1992.
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2.1. El obeso
Esta figura es la metáfora de un cuerpo gordo, obeso, que ilustra la con-
dición de exceso de la política hoy. Baudrillard considera que hay un rom-
pimiento en la configuración política del m u n d o a partir de finales de la
década de los ochenta, a cuenta de un acontecimiento fundamental: el fin de
la Guerra Fría, o la caída de la "Cortina de Hierro", hecho que se revela al
mundo con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la potencia rusa.
Desde estos hechos, el mundo se concibe como uno solo, los derechos huma-
nos como los derechos naturales de todos los hombres de la tierra, la demo-
cracia como el mejor de los modos de ordenamiento político y el capitalismo
como el más efectivo de los modelos económicos para garantizar el bienes-
tar de los individuos. Los ideales de la Ilustración encuentran su realización
potencial, pues ya son los ideales de toda la humanidad, el mundo entero
marcha bajo esos principios.
De este modo, la posmodernidad es una nueva época que plantea un rom-
pimiento y en la que, por supuesto, la política se torna radicalmente distinta,
tanto, que Baudrillard no habla de política sino de transpolítica, intentando
decir con esta expresión que el ejercicio de la política está del otro lado de la po-
lítica, es decir, que la política se simula a sí misma, para ocultar que se encuen-
tra ausente.
El fin de la política tiene origen en su abundancia, situación representa-
da con la figura de la obesidad. La pérdida de la figura de un cuerpo que se en-
gorda, "como si el cuerpo ya no se opusiera a un mundo exterior, sino que
intentara digerir el espacio en su propia apariencia"14, es comparable a la situa-
ción de la política que hoy intenta cubrirlo todo, expandirse más allá de sus lí-
14
Jean Baudrillard, las estrategias fatales, op. cit., p. 27.
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mites, buscando abarcarlo todo para que fuera de ella no quede nada. La obe-
sidad de la política debe entenderse en el mismo sentido en el que Baudrillard
habla de la "obesidad característica de la modernidad operacional"15, es decir,
así como nuestra cultura tiene toda la información, lo acumula todo, lo conoce
todo, y sin embargo, esto no parece servir para el cumplimiento de los ideales
y finalidades propuestos, así mismo la política, su exceso -que es la abundan-
cia de mecanismos de participación política, la esperanza de que la diploma-
cia política logre solucionar los conflictos consiguiendo una reconciliación, la
confianza en la política para reordenar el mundo-, parece haber perdido su fin,
y así, haber perdido el sentido, pues no por el hecho de que abunden mecanis-
mos de participación ciudadana hay un mejor uso de estos que la haga más efec-
tiva; ni el hecho de que existan más organizaciones internacionales reguladoras
del orden mundial ha estimulado la construcción de una comunidad interna-
cional igualitaria, justa y con menos conflictos militares que en otros tiempos;
ni es cierto, tampoco, que las continuas cumbres diplomáticas de los dirigen-
tes más importantes del mundo redunden en el mejoramiento de las condicio-
nes de los habitantes del mundo o de la conservación de los recursos naturales
que garantizarían el mantenimiento del bienestar a las futuras generaciones.
La política abre sus alas para cubrir al mundo entero y solucionar los pro-
blemas de las relaciones sociales en el espacio público, pero no logra coger vuelo
y llegar a su destino, no logra consumar la finalidad que ya Aristóteles, en los
albores de Occidente, atribuía a la comunidad política: "el régimen mejor es esa
organización bajo la cual cualquier ciudadano puede prosperar y vivir feliz-
mente"16. Así lo prueban las consecuencias de la desigualdad en el mundo, tan
desesperanzadoras que difícilmente podríamos hablar del bienestar de la mi-
tad de la población (según estadísticas, las dos terceras partes del mundo no tie-
nen cubiertas las necesidades básicas) y mucho menos de felicidad o de
desarrollo integral de los individuos.
"Estamos en el éxtasis de la política y de la historia -perfectamente infor-
mados e impotentes, perfectamente solidarios y paralizados, perfectamente fi-
jados en la estereofonía mundial-, transpolitizados vivientes"17, siendo
15
Ibid., p. 28.
16
Aristóteles, La política. Libro VII, Madrid: Credos, 1988, pp. 1324
a 1325.
17
Jean Baudrillard, Las estrategias fatales, op. cit, p. 68.
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,
Ibid.,p.68.
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'Ibid.,p.l37.
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Aquí se presenta un problema. Baudrillard dice que a las masas "se les da
sentido, quieren espectáculo"20, y entonces parece incomprensible el afán de la
sociedad por simular una realidad, por ocultar que hay nada y simular senti-
do. No se ve entonces cuál sea la razón por la que la cultura contemporánea,
al reproducirse en el vacío, al carecer de sentido, simula tener esto último, si
total, a las masas no les importa tenerlo; se pueden pensar dos alternativas que
logran explicar el fenómeno anterior aparentemente contradictorio: o las ma-
sas sí buscan el sentido, la ilusión de una realidad como fundamento para sus
actividades cotidianas, o la simulación general de nuestras sociedades explica
su existencia por una razón distinta a la necesidad de las masas.
Si ambas cosas terminan siendo ciertas, y aunque no nos detengamos a
explicarlas, por el momento esto plantea un dilema del tipo del huevo y la ga-
llina, ¿qué es primero, las demandas de las masas o los intereses de los mass me-
dia7., y al cual no hay otra respuesta más que este no es un movimiento de causa
y efecto sino un movimiento circular, ambas se determinan, son parte del mis-
mo proceso, por lo que consideramos que no se podría decir de manera defi-
nitiva que las masas persiguen tan sólo el espectáculo, pues si bien es cierto
que los medios de comunicación sólo tienen como objetivo su reproducción,
su sostenimiento, por lo que el espectáculo por el espectáculo es su propio fin,
también es cierto que las masas encuentran en el espectáculo cotidiano de la
realidad signos de realidad que ellas buscan, como son los signos de poder,
de dolor, de solidaridad, de antagonismo, de felicidad, etcétera.
Con lo anterior esperamos haber evidenciando la importancia de las ma-
sas en la política, o mejor, en la transpolítica, pues ellas hacen posible la obesi-
dad de este sistema y su transparencia. El carácter indeterminado de las masas
es lo que le permite a Baudrillard hablar de ellas como de las mayorías silencio-
sas, pues ésta es su principal cualidad, su silencio. Sí, claro, siempre se ve a la
masa participando, opinando, exigiendo, reclamando, creando, etc., pero esto
es parte, es más, fundamento, del gran simulacro de las sociedades contempo-
ráneas posmodernas. El simulacro consiste en hacer ver algo que no hay, en
crear una ilusión que haga las veces de lo verdadero, papel que sin compara-
ción juegan las masas en el campo de lo político, pues siendo ellas lo social por
excelencia, el lugar donde tienen lugar las opiniones públicas, los encuentros,
la comunicación, el intercambio, todo aquello destinado al espacio público, lo-
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allí empezar a pensar en sus consecuencias para la humanidad. Así, los pro-
blemas de la desigualdad y de las injusticias sociales, que están directamente
relacionados con el de la servidumbre, son planteados en términos de servi-
dumbre voluntaria a partir de la noción de las masas, enfrentándonos al re-
chazo de la libertad, de la responsabilidad y de sentido en general que se hace
patente en el fenómeno de las masas, en tanto que son los sujetos sociales y
políticos por excelencia.
En cuanto a los conflictos por motivos raciales, religiosos o culturales, se
analiza la situación desde la necesidad que tiene el ser humano de lo Otro, de
la alteridad y de la relación de poder que en medio de este se teje, para estudiar
el modo en el que esta necesidad se libera en el orden cultural contemporáneo.
De este modo, y con estos escasos ejemplos, se deja ver la utilidad de los plan-
teamientos de Baudrillard, que en el caso concreto de su noción de obesidad
entendemos como el reconocimiento de que la política se presenta en exceso en
nuestro ordenamiento, de tal forma que ya ha dejado de serlo, del mismo modo
que la liberación sexual, es decir, el exceso de las relaciones sexuales no es sexo,
pues en este es inherente la seducción, elemento ausente en el "sexo en cadena"
de nuestra etapa liberada.
2.2. El rehén
Las masas representan por excelencia la figura del rehén con la que
Baudrillard subraya una característica de la política contemporánea: su con-
dición de chantaje. El chantaje es un término que define a la sociedad en gene-
ral, no solamente a la política, manifestándose en esta, particularmente, en la
dinámica de la tríada masa-mass medía-terrorismo. El chantaje o la disuasión
se opone a la prohibición, es una tecnología suave de la violencia que contrasta
con la fuerza destructiva de la violencia y que genera una condición peor en
nuestras sociedades, afirma Baudrillard, en tanto construye toda una esfera de
manipulación desde la cual se va a determinar nuestras vidas.
La manipulación es circular, es decir, no hay un verdugo y una víctima,
todos son lo uno y lo otro. En términos de Baudrillard, "todos somos rehenes,
todos somos terroristas" 22 , y es de este modo como se configura el nuevo espa-
cio político. Ser rehén es ser desterritorializado, es estar fuera de sí; y ser terro-
rista es generar terror por medio del chantaje. Las masas son lo uno y lo otro,
22
Ibid., p. 40.
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al igual que los mass media. Ambos son rehenes del sistema, y ambos son terro-
ristas en él:
(el terrorismo) es el rehén de los media, de la misma manera que ellos lo son
de él. No hayfinalpara este encadenamiento del chantaje; todo el mundo es el
rehén del otro, es elfindelfinde nuestra relación llamada "social". Existe, ade-
más, otro término detrás de eso, que es como la matriz de este chantaje circu-
lar: son las masas, sin las cuales no habría ni media ni terrorismo23.
(
7fód.,p.45.
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Ibid., p. 37.
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23
Ihtd., p. 36.
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no debo poner en riesgo la estabilidad del orden social, para cuya garantía es-
tán las figuras de las aseguradoras que todo lo cubren, y que, regulando y con-
trolando la libertad de los individuos, logran su único objetivo: la estabilidad
del orden actual de las cosas.
Lo anterior permite entender un poco más esta figura del rehén que tiene
como asiento el chantaje y que representa el hecho de que cada uno de noso-
tros es un rehén, pues permite ver la situación ambigua de cada individuo: por
un lado, éste se entiende como un sujeto racional, autónomo y libre, pero in-
mediatamente la sociedad comienza a controlarlo pues sólo de este modo ga-
rantiza su estabilidad. El sujeto es libre para participar, pero no participa; goza
del derecho a la vida, pero no vive, tiene derecho a una muerte digna, pero no
quiere morir; es rehén de una sociedad que no aniquila al individuo sino que
utiliza la disuasión en su lugar.
Esta condición de disuasión y chantaje no es de cada individuo, solamen-
te, sino del orden global en general, pues en éste todos son rehenes del sistema
mismo, en tanto todas las naciones del mundo conducen, a partir de mecanis-
mos de disuasión (como pueden serlo los embargos económicos - y en general
el intercambio económico-, o el control de la garantía del cumplimiento de los
derechos humanos, entre otros), las políticas estatales. Y es precisamente el he-
cho de la expansión y el cubrimiento global del efecto de la disuasión lo que ter-
mina generando y explicando un fenómeno que Baudrillard cataloga como
uno de los escenarios más representativos de la transpolítica: el terrorismo.
El terrorismo "se ha convertido en el comportamiento normal y genera-
lizado de todas las naciones y todos los grupos" 26 , es el la forma como se nego-
cia la política y economía mundial y apoya, paradójicamente y al contrario de
lo que pretende, el mantenimiento del orden, su estabilidad. Es el terror lo que
está en la base de cada negociación entre naciones, sociedades mantenidas a base
de terror, y en las que los rehenes son las masas, quienes a partir de la moda, la
publicidad, los discursos presidenciales y en general de todos los signos trans-
mitidos por los mass media, otorgan legitimidad, preferencia y necesidad al
modo en el que se hacen hoy por hoy las cosas, empezando por los campos de
la economía y la política, pasando por los espacios de las relaciones sexuales y
demás actividades reservadas al campo de lo privado.
La aparición del fenómeno del terrorismo como la manifestación de lo
político se debe "a una deficiencia y a un hundimiento de los códigos respecti-
26
Ibid., p. 43.
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27
Jean Baudrillard, La transparencia del mal, p. 43.
28
En Cultura y simulacro se plantea la idea de la coexistencia pacífica
como un mecanismo de control tan efectivo que no lo sentimos como tal;
al contrario, lo vivimos como la plenitud del ideal de libertad. Esto es
posible por la condición de simulación que configura la cultura
posmoderna, pues con las mismas herramientas que se instituye el
sistema de control, se simula la creación de un estado de libertad.
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29
Aclaro aquí que cuando digo que las sociedades posmodernas niegan
su lado oscuro, debe entenderse "negar" como el hecho de catalogar los
hechos de barbarie y sufrimiento como fenómenos aislados, marginales,
irracionales -y que por lo tanto están fuera del orden racional
construido-, y no como si se impidieran y no tuvieran lugar
acontecimientos "oscuros", queriendo decir con esto, y en general con "lado
oscuro" y "parte maldita", situaciones de desequilibrio y desestabilidad. A
continuación cito lo que, en una entrevista, define Baudrillard como el mal:
"And I do not understand evil as suffering, as pain. I define it, rather, as
negativity, as the diabolical nature of things when they are reversed into their
opposite, so that they never reach theirfinality,ñor even go beyond it and
thus become, at that specific time, monstrous. A good part of monstrosity,
in our banality, is just that: all phenomena become extreme. Because of the
media, our scientific means, our knowhow, progress all take an
uncontrollable, inhuman dimensión. Evil, for me is just that form".
Vivisecting the 90s: An Interview with Jean Baudrillard. Caroline Bayard
and Graham Knight. www.ctheory.net/text_file.asp?pick=66
12791
EL POSESTRUCTURALISMO EN LA FILOSOFÍA
POLÍTICA FRANCESA CONTEMPORÁNEA
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EL S U J E T O P O L Í T I C O POSMODERNO
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EL POSESTRUCTURALISMO EN LA FILOSOFÍA
POLÍTICA FRANCESA CONTEMPORÁNEA
2.3. Lo obsceno
"Más visible que lo visible, eso es lo obsceno"30. Lo obsceno hace referen-
cia al éxtasis, la exageración, la plenitud que se manifiesta en la cultura de las
sociedades posmodernas. Su obscenidad se muestra en el dominio absoluto de
lo real, es decir, la utopía de la conjunción real-racional se ha logrado, la rea-
lidad es racional, lo racional es real, y sobre ello se tiene el absoluto control. Lo
vemos todo, lo conocemos todo, estamos asegurados frente a todo, la realidad
la tenemos a nuestro alcance: la guerra de los Balcanes desde casa, el hambre
en África, el bienestar norteamericano, en fin, no me pierdo ningún detalle de
lo que acontece en el mundo, conozco la realidad del mundo en que vivo.
La obscenidad de la sociedad posmoderna está en los extremos que ha al-
canzado: ve más allá de lo visible, es más real que lo real, situación que la ha lle-
vado al vacío de su sentido, a su estado de transparencia. Baudrillard ilustra
la noción de obscenidad en analogía con la actividad sexual, en la que se reco-
noce abiertamente lo obsceno como la presencia de sexo sin velo, el sexo en su
desnudez total, la realidad del sexo desprovista de toda sutileza, la verdad del
sexo sin trucos. Esto mismo es la obscenidad de la cultura posmoderna, donde
la realidad es hiperreal, es decir, más real que lo real, su carácter de realidad lo
conocemos tanto que no da lugar a dudas, es una realidad bajo control. Es obs-
cena porque "es el colmo de la realidad", es demasiado real, tanto, que allí no
hay lugar para lo irreal, para la fantasía, para la ilusión; todo esto desaparece
en el momento en que se transforma en realidad.
La realidad del mundo de hoy en su conjunto es obscena porque ha des-
terrado a su antagonista, lo irreal o fantástico, y con ello, la posibilidad de duda
acerca de su carácter de realidad, viéndose así confirmado y asegurado que lo
que pensamos real es definitiva e inexorablemente real. Si en alguna época al-
gunos pensadores pudieron dudar de la condición de realidad de lo que ante
sus ojos se colocaba o de lo que sus sentidos percibían, hoy una duda semejan-
te es absurda, pues basta con que positiva u objetivamente podamos mostrar
la presencia de algo para que este algo sea real. La pregunta ¿qué es lo real? re-
cibe esta respuesta rápida y contundente, más allá de la cual toda duda acerca
de lo real es simplemente ineficaz, inútil. ¿Acaso puedo dudar de la realidad del
sexo virtual que tengo yo desde mi computador en la soledad absoluta? ¿Podría
decir acaso que la compañía que siento con mi "novio de la Internet" en
1
Jean Baudrillard, las estrategias fatales, op. cit., p. 57.
[282]
EL S U J E T O P O L Í T I C O POSMODERNO
Honolulú es menos real que la de mi amiga que ve a su novio todos los días?
¿Puede decirse que mi compromiso social con los desplazados en Afganistán
manifestado en mis cuotas consignadas a la Cruz Roja es menos fuerte que el de
la voluntaria que está allí viéndolos y atendiéndolos? Todo lo anterior demues-
tra que es real con tan sólo su presencia objetiva, no hay esencias ni apariencias,
no hay grados distintos de realidad, lo real es real si se muestra su presencia
objetiva. Los fantasmas existen desde que una imagen los registra, las cámaras
no mienten, presentan ante nuestros ojos la realidad en su desnudez absoluta,
pues allí no hay contexto que explique la situación, ésta habla por sí sola en la
contundencia de la imagen.
La cultura posmoderna es obscena porque está vacía de contenido -es
transparente-, estado al que llegó por su realización plena, por su abundan-
cia, por su éxtasis: el exceso de sexo ya no es sexo, la recuperación de lo artesanal
y folclórico es su desaparición en cuanto tal para pasar a ser mercancías en el
mercado, y así mismo ocurre con la política, ha dejado de serlo realmente, es
un ejercicio sin sentido, al tiempo que su importancia parece ser muy amplia.
La transpolítica adquiere importancia por su función y necesidad social. Pro-
blemas como la pobreza, la seguridad, la estabilidad económica, la conviven-
cia pacífica, la salud, la educación, en fin, todos los frentes de la problemática
social de nuestras sociedades son encarados por la política, su labor social es
enorme. Es este el bastión de apoyo del ejercicio político, es esto lo que lo legi-
tima, su fortaleza es su capacidad de garantizar bienestar social, y es precisa-
mente esto lo que lo hace obsceno, pues ya lo social no hace alusión al
entendimiento y las relaciones de los hombres dentro de la esfera pública, sino
que incluye más que eso, el cubrimiento de las necesidades básicas entra den-
tro de lo social, también la atención a minusválidos y personas menos favore-
cidas, siendo este, específicamente, el campo de lo social, el de la pobreza, la
miseria, la enfermedad y la deficiencia.
La obscenidad de lo social está en que ya no es el espacio de lo público
donde se encuentran los individuos, en tanto ciudadanos para deliberar so-
bre lo mejor para la sociedad en su conjunto, sino que es una categoría que
ha entrado en la lógica de la oferta y la demanda, en la que sus ocupaciones
se expanden y contraen dependiendo de esto último. Esto quiere decir que el
contenido de la política social asumida por los países del mundo es totalmente
vacío, sólo juega a ser un producto más en el marco del mercado mundial. La
preocupación social que fundamenta la política global y que legitima la exis-
tencia de organizaciones internacionales ocupadas de estas problemáticas
[283]
EL POSESTRUCTURALISMO EN LA FILOSOFÍA
POLÍTICA FRANCESA CONTEMPORÁNEA
propone la idea de progreso humano como el ideal que orienta todas sus ac-
ciones y decisiones. Sin embargo, observamos la transparencia de esta idea, que
es el desafío del orden mundial, en el modo en que los gobiernos actúan.
¿Podemos decir que el compromiso con la paz mundial, o con el mejora-
miento de las condiciones ambientales, o que el deber de ayudar a los países
pobres son realmente los ideales que orientan la política mundial? No, claro que
no, aunque todo el aparato de simulación parezca responder positivamente la
anterior pregunta, pues los "paquetes de ayuda" y las relaciones diplomáticas
cumplen con su función de presentar ante el mundo una política cuya ocupa-
ción es primordialmente social.
La obscenidad es la figura que define la cultura de las sociedades
posmodernas. En ella se integran las categorías de simulación, de transparen-
cia, la figura del obeso y la del rehén, constituyéndose así una sociedad vacía,
sin contenido, sin sentido, pero que a nuestros ojos se presenta como la racio-
nal, la que, logrando controlar los impulsos pasionales de los hombres y los
errores ideológicos de las sociedades, se plantea como una sociedad de indivi-
duos racionales y libres que logran constituir una comunidad bajo principios
racionales que le dan un sentido y un horizonte al devenir del mundo. La obs-
cenidad es este estado de transparencia no reconocido y la simulación de sen-
tido, una situación en la que somos y no somos, por paradójico que pueda
parecer, convergiendo todo esto en el dominio absoluto de lo real.
Después de lo anterior entendemos que lafigurade lo obsceno nos enfrenta
ante dos situaciones: primero, el vacío de contenido de la dinámica del mun-
do de los hombres hoy, y, segundo, el consecuente, aunque paradójico, domi-
nio absoluto de lo real. Lo primero ha sido explicado en la sección anterior. Lo
segundo, no quiere decir otra cosa que el acceso a los hechos desde todos los án-
gulos, el conocimiento de todos los acontecimientos, el acceso a lo verdadero;
merece decirse que esta situación es paradójica pues no parece lógico que exis-
ta un mundo vacío de su contenido y, al mismo tiempo, un mundo que parece
tenerlo absolutamente en tanto que accede a todo, a la verdad de esta forma.
El hecho de tener todos los conocimientos, todo el dominio de la natura-
leza por medio de la técnica y en general el poder de la verdad -si por ello en-
tendemos la posibilidad de entenderlo y explicarlo todo-, coloca a la
humanidad frente a una situación en la que la ilusión desaparece en cuanto
tal, la fantasía deja de serlo para convertirse en una nueva realidad, es decir,
Baudrillard no está diciendo que lo fantástico o irreal no están presentes en
nuestras vidas, de hecho plantea que el orden de simulación de nuestro mun-
[284]
EL S U J E T O P O L Í T I C O POSMODERNO
[285]
EL POSESTRUCTURALISMO EN LA FILOSOFÍA
POLÍTICA FRANCESA CONTEMPORÁNEA
tal, para lo que es útil la mirada a la cultura como uno de los bastiones de la
formación de valores y principios, esenciales a la concepción de la vida huma-
na, su sentido y desarrollo.
Para finalizar, entonces, sólo queremos señalar que la obscenidad es la fi-
gura en la que convergen las otras dos figuras con las que Baudrillard define par-
ticularmente, pero no exclusivamente, la política: la del rehén y la del obeso,
cuya composición conduce a pensar el problema de la existencia del hombre,
su directa relación con el problema de la realidad, y la importancia de esto en
la configuración de una sociedad y, particularmente, en la reflexión filosófica
de la política, pues supone un distanciamiento frente a nociones tan fuertemente
defendidas en el discurso corriente como son la libertad, la tolerancia a la di-
ferencia, lo racional, la verdad, abriendo de este modo, una perspectiva enri-
quecedora a la política desde la reflexión filosófica.
La transpolítica es, entonces, la simulación de la política, una política
transparente. Una política que tiene como frente el campo de lo social, en el
que se hace manifiesta su obscenidad, su obesidad y su condición de chanta-
je, y es lo social precisamente, porque esta esfera ocupa el lugar de la opinión
pública, del espacio público; bajo el anonimato de los individuos en ella, asu-
me la responsabilidad que cada uno de ellos tiene frente a su sociedad en tanto
ciudadano y se apodera, en la indiferencia que la caracteriza, del papel de los
sujetos libres, autónomos y racionales, todo esto, por supuesto, por medio
del empoderamiento por parte de las masas del campo de lo público. Esto nos
lleva a estudiar el fenómeno de las masas como aspecto fundamental de la po-
lítica hoy, partiendo de entenderlas como los sujetos políticos de la nueva
época que se está constituyendo, cuestionándonos acerca del papel de los in-
dividuos y de las comunidades en el espacio público. Es el interrogante por
quién es el actor político por excelencia en la transpolítica, y las consecuencias
que ello trae al orden del sistema en general, lo que da a lugar a las reflexio-
nes de la tercera y última sección del presente trabajo, centradas en el asun-
to del sujeto político y su lugar en la estructura cultural actual.
1286
EL SUJETO POLÍTICO POSMODERNO
[287)
EL POSESTRUCTURALISMO EN LA FILOSOFÍA
POLÍTICA FRANCESA CONTEMPORÁNEA
daño, miembro de una comunidad política, animal político, con lo cual se hace
énfasis en que el desarrollo y la determinación del individuo en tanto tal tiene
un fuerte tinte de responsabilidad social. De este modo, si bien es cierto que es
distinto hablar de un hombre bueno -virtuoso- y de un buen ciudadano, es cla-
ro que hay un camino de intersección muy corto entre ambos y que son, nece-
sariamente, interdependientes, a partir de lo cual se puede decir que lo público
y lo privado no son ámbitos opuestos en el ser humano, en el pensamiento an-
tiguo, sino ámbitos integrados con una finalidad común: la felicidad.
La modernidad desarrolla una radical distinción entre el ámbito públi-
co y el privado del ser humano. La secularización de la dirección y del ordena-
miento de las comunidades le otorga a lo público funciones distintas y ajenas
a la felicidad del individuo particular, papel que asume cada sujeto en su ám-
bito privado. Ya no hablamos de animales políticos que procuran una vida
buena, ni de criaturas de Dios que persiguen su salvación, sino de sujetos que
buscan la libertad, sujetos cuya determinación depende exclusivamente de
ellos y para los cuales lo público es el espacio necesario que garantiza la
sobrevivencia. La finalidad de cada ámbito es distinta, y aunque complemen-
tarios, son dos caminos separados, cada uno con sus funciones y campos deter-
minados. El criterio que pone la frontera entre los dos ámbitos es el radio de
influencia: si un acto afecta exclusivamente al individuo es entonces un acto de
carácter privado, si por el contrario afecta a las personas con las que convive
o, en general, interfiere a los demás en su capacidad de ejercer su vida plenamen-
te, estamos hablando de un acto de carácter público.
Pero como ya lo veía Stuart Mili en su escrito Sobre la libertad, donde se
encuentra el fundamento del concepto de libertad manejado en el mundo
moderno, juzgar el grado de influencia de los diversos actos de un individuo
en su sociedad es un ejercicio que trae problemas debido a su ambigüedad.
Así, es claro que el hecho de consumir drogas es un acto individual y que, en
principio, no afecta a nadie más que al consumidor, pero hoy entendemos
que es un problema de carácter público, y no precisamente por la posibilidad
de que un adicto a las drogas atente contra la integridad de otras personas,
sino porque a nivel macro las consecuencias del comercio de drogas y de su
consumo frecuente trae dificultades de orden público, económico y de orden
social y cultural. Como éste existen muchos otros ejemplos que muestran la
dificultad para decidir lo que le corresponde a cada ámbito, entre ellos, la
prostitución, el juego, la religión, sobre los cuales podría decirse, por un
lado, que entran dentro del dominio de lo privado, pero respecto a los cua-
EL S U J E T O P O L Í T I C O POSMODERNO
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EL POSESTRUCTURALISMO EN LA FILOSOFÍA
POLÍTICA FRANCESA CONTEMPORÁNEA
3.3 El disenso
Definitivamente las implicaciones de la interpretación de Baudrillard en
lo relativo al concepto de libertad resultan determinantes en varios campos, en-
tre ellos, el tema de la oposición. La oposición es posible solamente si existe el
otro, lo otro, es decir, si existe la diferencia, siendo precisamente esto lo que no
hay en las sociedades transparentes y simuladas de la posmodernidad. La simu-
lación de la diferencia que reemplaza su existencia real31 es la simulación de lo
otro que ya no existe, es la simulación de opuestos cuando no hay más que igua-
les, lo cual visto desde el punto de vista de la política significa ei fin de ia disi-
dencia. La crítica u oposición política no existe, reflejado en la carencia de
significado de la oposición izquierda-derecha.
Esta polaridad básica de la política es inexistente hoy por hoy, pues mien-
tras antes la derecha representaba los valores morales de la Ilustración y la iz-
31
Parece haber una contradicción en la postura de Baudrillard: si lo que
hay es la nada en lugar del ser y está criticando la defensa de lo real,
entonces, ¿cómo es posible que él distinga una simulación de una realidad,
como parece hacerlo en su planteamiento? Pues bien, la contradicción no
existe. Baudrillard no está proponiendo una sociedad cuyo fundamento
sea la aceptación de la nada en lugar de lo real, por lo que se le otorga el
título de nihilista, sino que plantea lo real como una ilusión, queriendo
reconocer con esto la necesidad de hablar de lo real y lo no real, pero no en
términos de verdad absoluta, sin entrar en el juego de creer que nuestra
creencia en lo real es una manifestación de lo verdadero, sino como una
ilusión, lo real y su contrario como una oposición real sólo en tanto que es
nuestra creencia básica. De este modo, le otorga a lo real, desde su modo de
verlo, su particularidad, comparándolo con nuestro modo de entenderlo,
con lo cual la contradicción desaparece, pues cuando se habla de lo real es
preciso tener en cuenta el modo en el que utiliza el término.
[298]
EL S U J E T O P O L Í T I C O POSMODERNO
32
Acerca de este tema ver el artículo El conjuro de los imbéciles, escrito en
1997, en el que habla de la izquierda en general, aterrizando su exposición
en el caso francés.
[2991
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33
Traducción propia del texto de Baudrillard Radical Thought, Paris:
Sens&Tonka eds, 1994.
34
ídem.
35
Coherente con esto es el modo en el que Baudrillard escribe. Sus textos
están llenos de ironías, su exposición es sugestiva, seductora, tentadora; en
lugar de argumentos estrictamente ordenados, encontramos una
escritura fascinante llena de imágenes y analogías representativas.
[302¡
EL S U J E T O P O L Í T I C O POSMODERNO
Í303]
EL POSESTRUCTURALISMO EN LA FILOSOFÍA
POLÍTICA FRANCESA CONTEMPORÁNEA
Conclusiones
Es el momento para emprender un recorrido por la problemática del su-
jeto desde la interpretación de Baudrillard, por lo que proponemos orientar
el siguiente análisis preguntándonos: i. ¿podemos hablar hoy de sujetos, en un
contexto como el que nos representa Baudrillard?, si la respuesta es positiva,
tenemos que preguntar si existe alguna diferencia entre éste y el ideal moder-
no; si la respuesta es negativa, entonces, ¿quiénes componen hoy nuestras so-
ciedades? Partiendo de lo anterior, 2. ¿qué implicaciones tiene ello en la
concepción de la política y en el estudio de ésta desde una perspectiva filosófi-
ca? De este modo se limita el campo de análisis, colocando como frontera la
idea de sujeto en el marco de lo político estrictamente.
Empecemos diciendo que todos los acontecimientos históricos junto con
los pensadores de la modernidad terminaron construyendo una idea del hom-
bre cuyo rasgo primario y fundamental es su capacidad de razonar, siendo co-
herente con ello pensarlo como un agente independiente, autónomo, libre. La
razón como característica primaria, además, permitía a la humanidad asumir
la posibilidad de la universalidad a nivel epistemológico y moral, pues si todos
los seres humanos estamos dotados igualmente de la razón, y si es por medio
de ella que interpretamos el mundo, entonces, todos podemos estar potencial-
mente de acuerdo frente a un juicio moral logrado a partir de un procedimien-
to racional. El hombre es entendido como un sujeto en tanto es racional, libre
y autónomo, como diría Kant, y esto marca un cambio en la ontologia, la epis-
temología y el campo de la moral.
El contexto en el que se desarrolla la noción de sujeto como centro del or-
den del mundo es el de un horizonte de posibilidades, un mundo que muestra
su inmenso potencial, sus millones de alternativas, un mundo por descubrir,
abierto, rico, infinito, múltiple, variado, con miles de interrogantes, interesan-
te y atractivo para un hombre que está despertando y empieza a reconocerse y
a reconocer su exterior como la gran incógnita. El mundo moderno es el mundo
de la esperanza, de los ideales, de las utopías, del progreso, en el que los hom-
bres dirigen su mirada al infinito llenos de confianza en la humanidad; un mun-
[304]
EL S U J E T O P O L Í T I C O P O S M O D E R N O
do que tras los adelantos en cuanto a maquinaria y tras los adelantos científi-
cos y tecnológicos coloca sus esperanzas en un mejoramiento de las condicio-
nes de vida, guiado por el establecimiento público; en el que se cree en la
posibilidad de una organización social justa y equitativa representada en el
ideal de la democracia, orden bajo el cual la ignorancia desaparecería mientras
la libertad afloraría y en el que, por fin, los hombres pudieran vivir del modo
más cercano a lo que podría llamarse felicidad. No hace falta ser muy astuto
para darse cuenta de que hay un cambio de época, que ya no podemos consi-
derar la nuestra como, simplemente, una prolongación de la modernidad, es
claro que un nuevo mundo está naciendo.
Aunque es muy distinto el contexto cultural de Colombia al del resto del
mundo, los cambios en éste son tan significativos que es imposible no reco-
nocerlos: no existe horizonte hacia el cual proyectarse con una mirada al in-
finito, no es posible la esperanza, la ilusión, la utopía, no hay infinitas
posibilidades: hay una realidad; no hay sueños, no hay retos ni metas, es el día
de hoy, no hay futuro -como bien lo decía Guy Hermet en una conferencia dic-
tada en la Universidad Nacional de Colombia-, el mundo es lo que es ahora y
en este preciso momento, el tiempo no existe, pues no hay pasado ni futuro, tan
sólo presente; esto hace radicalmente distinto el nuestro del mundo moderno,
definitivamente hay un cambio de época, hoy podemos hablar de lo
posmoderno, ¿podemos hablar ahora de sujetos?
¿En qué sentido podemos decir que hoy las sociedades las componen su-
jetos racionales y libres? Es esta la pregunta que podemos hacernos hoy, cuan-
do el contexto ya no es un momento de rompimiento que pregona una
liberación del hombre, sino que es un mundo en el que se asume que los hom-
bres son libres, autónomos, racionales. La pregunta es por el sentido que tiene
hoy referirnos a la idea de sujeto para definir o entender al hombre, no es por
la existencia efectiva de esas condiciones para los individuos, es decir, cabe pre-
guntarse aquí por el sentido que hoy tienen nociones como las de libertad, ra-
cionalidad, autonomía en el contexto de la definición del hombre a partir de
estos rasgos primordialmente. No es de interés aquí, si realmente los hombres
son libres y actúan racionalmente, que es, en parte, el problema de la alienación.
Baudrillard plantea una interpretación de las sociedades contemporá-
neas en la que, podríamos decir, la libertad, en tanto valor supremo, es la co-
bija que cubre el proceso global de simulación en el que nos desenvolvemos, lo
que quiere decir que en la simulación y en la trasparencia fundamental de nues-
tro mundo la idea de libertad juega un papel determinante, pues es la que ge-
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POLÍTICA FRANCESA CONTEMPORÁNEA
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36
La característica de pertenecerse a sí mismo se asume como el
dominio de sí mismo, es decir el control de su propia voluntad, de sus
íntimos deseos, por lo que el sujeto, a diferencia del objeto, sí se pertenece,
no está alienado, es su propio significado y no el de otro.
37
Jean Baudrillard, Las estrategias fatales, op. cit., p. 124.
3S
Ibid.,p. 122.
[307]
EL POSESTRUCTURALISMO EN LA FILOSOFÍA
POLÍTICA FRANCESA CONTEMPORÁNEA
jetos como singulares, es lo que se encuentra con los sentimientos íntimos del
sujeto y le representa el deseo. Aunque la producción de los objetos sea en se-
rie, el aura de singularidad, de particularidad, de diferencia, es lo que les da su
valor como mercancías, situación que corrobora el hecho del gran valor de las
prendas y accesorios artesanales que remiten a una identidad colectiva, a una
tradición, a un oficio particular, concreto y que, por lo tanto, le dan un senti-
do y un sentimiento particular al deseo de poseer ese objeto y no otro.
Un caso de reflexión que es muy importante en el conjunto del plantea-
miento de Baudrillard es la sexualidad, al que nos referimos a continuación.
Sin pretender entrar en polémica con el feminismo, es claro que la mujer como
objeto de deseo sigue manteniendo el poder en relación con el sujeto -el hom-
bre-; la mujer, en tanto objeto, representa más poder que la mujer en tanto su-
jeto. Podríamos entender este fenómeno desde la óptica de la seducción que
plantea Baudrillard, y sorprende encontrar afirmaciones que, por cierto, le han
costado serios encontrones con grupos feministas, y que dejan abierta la posi-
bilidad de la duda en nuestro pensamiento. Sintetizando, el hecho de que no
aumente el poder de la mujer cuando se asume a sí misma como sujeto reside
en que el poder no está en el sujeto sino en el objeto; además, en la medida en
que la mujer se entienda como sujeto e intente relacionarse con otro sujeto (el
hombre), el encuentro no tendrá lugar como un encuentro fascinante, seduc-
tor, absoluto (ya que si hay una fijación por un objeto particular la relación que
se establece con este es de necesidad y dicha absoluta, no relativa, pues es ese y
no otro el objeto de deseo; así se reconoce su particularidad, su diferencia, su
pureza, si se quiere), sino como un encuentro en el que los dos, observándose
como objetos deseados y sujetos de deseo, al mismo tiempo, continúan en el jue-
go del poder de poseer al otro eternamente, situación que resulta imposible
cuando hay un objeto y un sujeto distintos, y en cuya relación el sujeto cree ejer-
cer dominio sobre el otro, quien a su vez se encarga de derrumbar la sobera-
nía del otro y de mostrar el poder de su llamada servidumbre a partir de la
seducción y del poder que por medio de esta ejerce sobre el sujeto.
La crítica a la noción de sujeto moderna resulta reconociendo en el obje-
to características que, desde otra óptica -propiamente estética-, le conceden
importancia y reducen o hacen desaparecer la supremacía ontológica y
epistemológica que se le había otorgado al sujeto en la modernidad. La crítica
de Baudrillard a la noción de sujeto apunta al reconocimiento del objeto y su
relación de poder sobre el primero; y si bien podríamos encontrar elementos
positivos en esta percepción de la relación, es necesario entender de qué modo
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39
Jean Baudrillard, "Simulacra and Simulations" in: Mark Poster (ed.),
Selected Writings, London: Polity Press, 1988, p. 166. La traducción es mía.
[3io]
EL S U J E T O P O L Í T I C O POSMODERNO
intentan tener presente la memoria del pasado, luchando por demostrar algo
que poco o nada nos importa, y que no nos determina: que somos el pasado.
Ese mismo papel juegan los actos y lugares conmemorativos que pretenden no
dejar morir el pasado. Igualmente, las esperanzas de un mundo mejor, expre-
sadas en películas, en convenciones de organizaciones mundiales, en congresos
de los países más poderosos del globo, la ciencia, en fin, cumplen su función de
simular un futuro, un momento siguiente en la línea del progreso, mientras sólo
reproducen en el vacío el presente.
Es posible hablar de sujetos en nuestras sociedades en tanto hacen parte
del gran simulacro. Así como no es posible hablar de realidad o de verdad más
que en términos de ilusión, y podemos hablar de sujetos en el mundo contem-
poráneo como elementos de ilusión de éste. Reflexionar sobre la idea de sujeto
a partir de la libertad y de lo que la determina como identidad, a la luz del plan-
teamiento de Baudrillard, permite entender esta noción como una ilusión bá-
sica del mundo contemporáneo, fundamental para el simulacro de lo político,
pues sería imposible sostener la realidad de la política si no pudiera esgrimirse
como su principal función la promoción y garantía de las libertades individua-
les, siendo premisa de éstas la noción de sujeto moderno.
La idea de sujeto es tan fundamental para lo económico y para la cultura
contemporánea en general, como para lo político; le da legitimidad a la acti-
vidad económica y a las ideas sobre las cuales se monta el contexto cultural ac-
tual, es la base de ellas. De este modo, corresponde con la interpretación de
Baudrillard decir que el sujeto es hoy, más que nunca, una verdad, una verdad
en el inmenso simulacro. Bueno, y si finalmente verdad y simulacro coinciden,
y si la ilusión de la verdad es primordial en la vida del hombre, y si, particular-
mente, el mundo de hoy es una simulación producto de la realización y el for-
talecimiento del mundo moderno, ¿de qué modo esto enriquece la reflexión
desde la filosofía política?
Si partimos de que podemos ver en la filosofía política dos tendencias, se-
gún lo menciona John Rawls: una propiamente teórica, preocupada por los
principios y la fundamentación filosófica del ejercicio de la política, y una prác-
tica, es decir que tiene pretensiones de encontrar mecanismos políticos aplica-
bles a la compleja realidad de nuestros días, más que de justificar y legitimar.
Diríamos que el lugar de Baudrillard estaría en la primera tendencia, pues su
pretensión no parece ser presentar soluciones o mecanismos viables en la polí-
tica, sino más bien hacer un análisis de ésta. La pregunta por las propuestas de
Baudrillard o por la utilidad práctica de su planteamiento está en el lugar equi-
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