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La estética de 

Baumgarten…de Joan Figueroa


Publicado: 23 agosto, 2008 en Arte, Estética

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Aunque el estudio de la belleza y del arte se remonta a los griegos el origen o
nacimiento de la disciplina filosófica que se ocupa de la belleza como saber específico y
autónomo se debe a Alexander Gottlieb Baumgarten. Por tanto, antes de empezar un
tratado histórico del desarrollo de la estética resulta justo, aunque no trascendente,
hablar de la aportación del filósofo alemán.
 
Baumgarten es el primer filósofo que emplea el término como disciplina independiente
(Aesthetica de 1750). En este período y hasta Hegel la estética se concibe de manera
esencial como la conjunción entre la belleza y el arte. Después de Hegel se procederá a
separar el arte de la belleza. La estética que desarrolla Baumgarten nace de la reflexión
filosófica del arte y del descubrimiento de su vínculo con la belleza. Es preciso indicar
que aunque el filósofo alemán amplia y mejora el pensamiento de Christian Wolff su
pensamiento halla mayor parentesco con Leibniz, pues muy probablemente los pilares básicos
de su estética no hubieran sido posibles sin recurrir a factores propiamente leibnicianos. Estos elementos
básicos son: el descubrimiento de la facultad del objeto estético, la belleza como objeto del conocimiento
estético y la concepción de la verdad estética.    
 
A decir verdad Leibniz nunca desarrolló un pensamiento sobre el arte y la belleza, sin
embargo los antecedentes de la estética que funda Baumgarten se encuentran en
Leibniz. Sin ir más lejos, Baumgarten arranca su pensamiento estético a partir del
texto Meditationes de cognitione veritate et ideis  en el que Leibniz presenta la clasificación de
los tipos de conocimiento según la división: oscuro-claro, confuso-distinto, adecuado-
inadecuado y simbólico-intuitivo. Para Leibniz el conocimiento sensible es claro y
confuso ya que no alcanza a enumerar por separado los signos necesarios para distinguir
una cosa entre otras. Este no reconocimiento de los elementos particulares que entran en
un objeto sensible es debido a que nuestro conocimiento se constituye por un cúmulo de
percepciones insensibles. A diferencia del conocimiento filosófico-científico el
conocimiento sensible – que es donde se halla el goce estético – se presenta como algo
que no se resuelve bajo parámetros lógicos o conceptuales.
 
No obstante es Baumgarten quien resuelve la separación de la sensibilidad y el entendimiento como
fuentes distintas de conocimiento. Así, la estética será la ciencia del conocimiento sensible cuyo objeto es
la belleza: “el fin de la estética es la perfección del conocimiento sensible en cuanto tal, y esto es la
belleza” (Aesthetica). De este modo, la estética será el arte de pensar hermosamente, es decir, tratará de
indagar como usar con propiedad las facultades inferiores para conseguir la máxima perfección. La
mejora de Baumgarten respecto de Leibniz reside en mostrar que la intuición sensible tiene su propia
lógica y que no es en ningún caso una forma menos perfecta del pensamiento, sino un modo de
conocimiento en sí análogo a la razón y, por tanto, el conocimiento no claro no es un no-conocimiento,
sino un conocimiento de carácter no-lógico y de componente subjetiva. Baumgarten desarrolla pues una
teoría de la sensibilidad que fundamenta a la estética como filosofía independiente.  
 
La estética, cuyo objeto es lo bello, alcanza su cometido cuando el fenómeno – lo
aparecido sensiblemente – se presenta como perfecto y hermoso. Esto acontece cuando
hay un orden – canon – entre los elementos de lo que es presentado. Por tanto vemos
que la belleza del conocimiento sensible debe ser universal, es decir, requiere el,
consenso de los pensamientos, la perfección dentro de un orden y el acuerdo entre los
signos internos que expresan el objeto. En definitiva, un objeto es bello cuando presenta
universalidad, orden y acuerdo. El fin de la estética es lograr esta perfección (hermosa)
del conocimiento sensible, reflejar el orden perfecto que existe en el universo. La
perfección artística consiste en expresar este orden y la belleza es la representación de
un orden universal.
 
Si la belleza decimos que es la representación del orden universal y está vinculada a la perfección del
conocimiento, este reconocimiento del orden universal servirá a la perfección del propio sujeto que
expresa y conoce un objeto bello. Por tanto la contemplación es fruto de un acto del conocimiento que se
esfuerza con tenacidad por acceder allí donde el orden y la belleza se expresan en alto grado. Por tanto,
este esfuerzo ya no implica sólo un acto del entendimiento, sino que requiere forzosamente un impulso de
la voluntad y de la virtud. Por ello se comprende que nada sirve mejor a la felicidad que la iluminación
del entendimiento y el libre ejercicio de la voluntad para actuar siempre acorde al entendimiento, y que
dicha iluminación debe buscarse en el conocimiento de las cosas que conducen al entendimiento humano
a metas más altas y elevadas y a la perfección. La virtud se hace necesaria para reconocer la perfección de
un objeto bello y para expresar la conveniencia de los signos sensibles con lo representado en la mente
(Aesthetica). Para Baumgarten, la verdad estética va ligada totalmente a la verdad moral. Para
Baumgarten, la verdad estética necesita la adecuación de los elementos representativos y lo conocido
sensiblemente y el orden entre las cosas y sus representaciones.   
https://opusprima.wordpress.com/2008/08/23/la-estetica-de-baumgarten/

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