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La belleza en los ámbitos Estético y Teológico

Sara Elisa Londoño Montes

Sara Isabella Peña Salinas

Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Artes

Carrera de Artes Escénicas

Bogotá, Colombia

2021
La diversidad está presente tanto en cada individuo como en la sociedad a la que
pertenecen estos, por lo tanto sus distintas creencias, pensamientos y experiencias
son las que dan paso a que exista una subjetividad, desde la cual cada persona
puede abordar los conceptos de la belleza en relación a la Espiritualidad y el Arte.
Hemos visto la belleza como factor elemental en el arte aunque en la espiritualidad
la belleza también es un factor importante, no muy conocido sin embargo, por lo que
en este ensayo se expondrá la forma en la que la belleza hace parte de la teología,
y cómo es qué desde la visión estética se puede estudiar la percepción de la
belleza.

Al hablar de belleza estética se hace referencia a la belleza exterior, a lo que es


posible experimentar por medio del sentido visual, si hablamos de la belleza en
general se trata de una característica a la que se puede llegar a través del placer
visual, mientras que la estética es una rama de la filosofía que estudia la percepción
de la belleza, las experiencias que tiene cada persona con respecto a lo bello y lo
que distintos conjuntos de personas podrían considerar bello, sin importar el ámbito
del que se hable.

Existen tres elementos de la belleza categorial: integridad, proporción y claridad.


La integridad se refiere a algo que no tiene defectos, ni mutilaciones, pero en este
punto se tiene que cuestionar ¿qué es un defecto?, pues la definición de un defecto
es subjetivo a quien lo vea o lo experimente, asimismo cuando se habla de no
defectos su contraparte sería lo completo, es decir, una persona puede considerar
que algo “no completo” es bello cuando deja intuir algo a quien lo ve, mientras algo
completo le puede resultar repugnante; y todo lo contrario podría pasar al hablar de
un individuo diferente, incluso aunque estos fueran de la misma cultura. A esto es a
lo que se refiere como a la integridad como sujeto que tiene posibilidad de cambio
dependiendo de quien lo mire.

En cuanto a proporción no se hace referencia a dos partes que son iguales, sino
que estas solo tienen conveniencia pues si ambas partes fueran iguales se hablaría
de un modelo ideal, que cumpliría en un 100% con los estereotipos presentes en su
contexto, de espacio y tiempo. La proporción a su vez tiene tres elementos los
cuales son: simetría, armonía y ritmo; cuando se habla de simetría se dirige a la
medida exacta de los elementos presentados en una obra de arte por ejemplo, la
armonía se dirige a la diversidad dentro de un cuadri y se rige por cierta
universalidad presente en determinado contexto, por último en el ritmo, se toma en
cuenta la naturaleza que fluye en el cuadro.

La claridad hace referencia al placer visual generado por una obra, en la cual se
combinan tanto la luz como el color, y se refiere a la manera en que estos elementos
influyen en un individuo.

Con respecto a la belleza, se puede entender desde dos puntos clave: el ámbito
sensible y el ámbito intelectual. Por un lado, lo sensible va conectado a los sentidos
y lo que es posible percibir a través de ellos, y también a las experiencias
personales pasadas, las cuales forman a cada persona en quien es hoy en día; por
otro lado, la parte intelectual va más ligada a los tres elementos de la belleza
categorial, en donde son necesarios los elementos de medida y dimensión que nos
brindan las ciencias, tales como las matemáticas.
Por lo que se refiere a la belleza dependiente y la belleza libre, la belleza
dependiente dice depende de una función, lo que correspondía a un contexto o una
historia pues este arte de por sí carece de valor, la obra no está viva por lo que
necesita de la historia para agregarle algo de valor, este es un arte muerto, pero en
lo que respecta a la belleza libre, como oposición a la anterior no necesita de una
historia para transmitir algo, pongamos por caso El Guernica de Pablo Picasso,
todos los elementos usados por el artista causan algo a quien lo ve independiente
del contexto, y sin embargo el contexto profundiza el sentimiento primario que tiene
el espectador, si quitamos su historia, la obra no muere porque no está gestada solo
por su tiempo, sino que el mensaje que esta obra anuncia y denuncia permanece
hasta día de hoy, lo que es el arte espiritual.

En la belleza teológica se tienen en cuenta tres elementos: la integridad, la armonía


y la luz, tal como en la belleza estética sin embargo tiene una connotación distinta,
en este caso se refiere a que estos tres elementos son propios del hijo de Dios, Dios
siendo la belleza, pués Evdokimov dice: “el amor es principio de la belleza”, todas
sus creaciones son bellas y Jesús siendo la belleza de Dios (Hbr 1:3) “en el expreso
Dios lo que es en sí mismo”, por otro lado se habla del reino de Dios, sin embargo
debido a la variante pater se lee “venga tu espíritu” en vez de “venga tu reino” por lo
que el reino es el Espíritu Santo, pues si bien el reino es la belleza concretada y el
Espíritu Santo es el reino entonces se puede decir que el Espíritu Santo es el
Espíritu de la belleza.

Un ejemplo al hablar de belleza teológica puede ser la concepción evdokimiana, él


dijo: “Sí la verdad es siempre bella, la belleza no es siempre verdadera” [Evdokimov,
P. (1970). El arte del icono: Teología de la belleza], y expresó que la belleza es una
revelación de dios.

Así pues podemos hablar de la Kalokagathia que para Platón está relacionado con
lo bello y lo bueno, así Evdokimov dice: “lo verdadero (verum) y lo bueno (bonus)
marcan la perfección del ser y dan lugar a la belleza” en este caso la belleza viene
de la armonía del ser, que a su vez viene de la verdad y la bondad. Aunque cuando
hablamos de la belleza con respecto a lo verdadero, estos conceptos pueden no
coincidir pues, al hablar de belleza teológica puede ser la concepción evdokimiana,
en el libro “El arte del icono: Teología de la belleza” escrito por Paul Evdokimov, y
publicado en 1970; él dijo: “Sí la verdad es siempre bella, la belleza no es siempre
verdadera”, y expresó que la belleza es una revelación de Dios.

El arte puede ser una representación bella estéticamente hablando, pero la belleza
estética puede contrariar a la belleza teológica, pues hay ocasiones en los que el
arte no acerca a quienes lo ven hacia Dios, sino que losealeja de él.
Depende de la manera en la que dicho arte sea concebido: el arte aleja de DIos
cuando un autor no expresa, representa o enriquece al mundo que lo rodea, sino
que quiere crear algo totalmente nuevo, algo que sea su propia creación,
despreciando todas las creaciones bellas de Dios de las cuales pudo tomar
inspiración, y yéndose por otro camino, intentando ser Dios. Por otro lado, el arte
acerca hacia Dios cuando se generan una o más de cuatro experiencias:
● Inspiración: la cual genera entusiasmo en quien lo ve; además el artista toma
inspiración de una creación de Dios.
● Creación como acto: el artista no es creador sino que representa lo ya creado
por Dios.
● Creación como obra divina: el artista se conecta a su corazón y ve al mundo
desde ese lugar “Quien no mira con el corazón (...) es un ciego. El que no
escucha con el corazón es un sordo” [Hossein, R. (1961). Proyección:
Teología y mundo actual]
● Conjunto de lo esencial: el artista intenta expresar la realidad que lo rodea y
es consciente de la diferencia entre la realidad creada por dios y de lo que
este está traspasando a cierto ámbito del Arte.

Por lo tanto al hablar de belleza teológica no se le puede dar un significado sencillo


y simple; por ejemplo, como el que algunos creerían que es el simplemente hacer
una representación física en una pintura, en realidad, este se conoce como Arte
Sagrado, y tiene límites muy marcados, pues el intentar expresar a Dios se da de
manera cegada, ya que en realidad nadie lo conoce en el mundo, para tomar
inspiración de él y así, representarlo en forma de Arte.

Referencias
Texto bíblico. (Hbr 1:3)
Evdokimov, P. (1970). El arte del icono: Teología de la belleza
Hossein, R. (1961). Proyección: Teología y mundo actual

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