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MADERO II
5Q2
ESTETICA
Aunque el estudio de la belleza y del arte se remonta a los griegos el origen o nacimiento de la
disciplina filosófica que se ocupa de la belleza como saber específico y autónomo se debe a
Alexander Gottlieb Baumgarten. Por tanto, antes de empezar un tratado histórico del desarrollo
de la estética resulta justo, aunque no trascendente, hablar de la aportación del filósofo alemán.
Baumgarten es el primer filósofo que emplea el término como disciplina independiente
(Aesthetica de 1750). En este período y hasta Hegel la estética se concibe de manera esencial
como la conjunción entre la belleza y el arte.
A decir verdad Leibniz nunca desarrolló un pensamiento sobre el arte y la belleza, sin embargo los
antecedentes de la estética que funda Baumgarten se encuentran en Leibniz. Sin ir más lejos,
Baumgarten arranca su pensamiento estético a partir del texto Meditationes de cognitione
veritate et ideis en el que Leibniz presenta la clasificación de los tipos de conocimiento según la
división: oscuroclaro, confusodistinto, adecuadoinadecuado y simbólicointuitivo. Para Leibniz el
conocimiento sensible es claro y confuso ya que no alcanza a enumerar por separado los signos
necesarios para distinguir una cosa entre otras.
Este no reconocimiento de los elementos particulares que entran en un objeto sensible es debido
a que nuestro conocimiento se constituye por un cúmulo de percepciones insensibles. A diferencia
del conocimiento filosóficocientífico el conocimiento sensible – que es donde se halla el goce
estético – se presenta como algo que no se resuelve bajo parámetros lógicos o conceptuales.
El fin de la estética es lograr esta perfección (hermosa) del conocimiento sensible, reflejar el orden
perfecto que existe en el universo. La perfección artística consiste en expresar este orden y la
belleza es la representación de un orden universal. Si la belleza decimos que es la representación
del orden universal y está vinculada a la perfección del conocimiento, este reconocimiento del
orden universal servirá a la perfección del propio sujeto que expresa y conoce un objeto bello. Por
tanto la contemplación es fruto de un acto del conocimiento que se esfuerza con tenacidad por
acceder allí donde el orden y la belleza se expresan en alto grado.
Por tanto, este esfuerzo ya no implica sólo un acto del entendimiento, sino que requiere
forzosamente un impulso de la voluntad y de la virtud. Por ello se comprende que nada sirve
mejor a la felicidad que la iluminación del entendimiento y el libre ejercicio de la voluntad para
actuar siempre acorde al entendimiento, y que dicha iluminación debe buscarse en el
conocimiento de las cosas que conducen al entendimiento humano a metas más altas y elevadas y
a la perfección. La virtud se hace necesaria para reconocer la perfección de un objeto bello y para
expresar la conveniencia de los signos sensibles con lo representado en la mente (Aesthetica).
Para Baumgarten, la verdad estética va ligada totalmente a la verdad moral. Para Baumgarten, la
verdad estética necesita la adecuación de los elementos representativos y lo conocido
sensiblemente y el orden entre las cosas y sus representaciones.