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“LA ESENCIA DEL SHABÁT”

Este artìculo toca un tema bien significativo y lleno de simbolismo en el judaísmo, el shabát.

      Lo escribimos para posible guía espiritual y mental para aquellos que deseen reflexionar y
mejorar la comprensión en profundidad y la celebración de este pacto que Elohím ha hecho con el
Pueblo Judío por sangre y por fe.

         En el álefbet, pictóricamente la letra záin, (z) representa lo


espiritual y la lucha por alcanzar ese plano del Universo.

          También, según el Majarál de Praga, el siete


pictóricamente representa las siete direcciones posibles (norte,
sur, este y oeste, arriba y abajo) más una, que es nuestro ser en
el medio. Este, nuestro ser, está sujeto a deseos, luchas, sueños,
valores, ambiciones, peligros, ataques. El punto séptimo, nuestro
ser, es el centro de todas estas fuerzas que nos atacan,
engatusan o atraen. El resultado de cómo manejamos estas
fuerzas centrífugas y centrípetas es el resultado de nuestra vida,
representada por el número siete, que semeja a una daga, y por
eso representa la lucha que es nuestra vida.

Pero en el caso del shabát, Elohím nos ofreció ese pacto por muchos motivos y para enseñarnos
más de una cosa. En ellas, es que el shabát debería ser el centro de huracán, donde todo está en
calma. El huracán es los restantes seis días de la semana, que la pasamos luchando y tratando de
llegar donde queremos llegar, para refugiarnos en el centro de la tormenta, en el único día que
Elohím “bendijo y santificó.”

                  LA GEOMETRÍA DEL SHABÁT

 A propósito de este significado, es muy interesante entender que un círculo está hecho de la
circunferencia, del radio, que es la línea recta entre el centro mismo del círculo y cualquier punto
de la circunferencia. Pero lo verdaderamente revelador es que el radio multiplicado por seis nos
da el perímetro de la circunferencia. Es decir, tenemos en forma geométrica un diseño de la
semana: la circunferencia es los seis días de la semana y el punto del medio es el shabát. La
distancia entre éste y los días de la semana, es seis veces mayor. Si pensamos en términos de una
espiral que va a ascendiendo dentro de un embudo, hacia arriba, tenemos la figura geométrica
perfecta para representar los sucesivos grupos de seis días de la semana que forman un año, que
van subiendo. Los shabatót representan la línea recta en el medio del embudo, que va desde un
extremo al otro de sus aberturas. Cada shabát no es igual que el anterior, si es que tratamos de
cumplirlos. Cada shabát es más alto que el anterior. Cada shabát representa un propósito a
cumplir en la semana que lleva a ese shabát. Lenta pero seguramente, debemos pedir en oración
que cada semana se cumpla nuestro tajlít/propósito para esa semana, que culmina, como una
fiesta de fuegos artificiales, en el shabát.

El shabát y los días de la semana viven en una tensión entre el “hacer” y el “ser.” Nuestro yo carnal
desea “hacer” para “tener”. Nuestro yo con Yeshúah ha Mashíaj dentro nuestro debería anhelar
“ser,” dejando primero de lado el “tener” y luego el “hacer” para dedicarse al “llegar a ser” como
meta de nuestra corta vida.

El shabát le pertenece a Elohím y debemos devolvérselo, para que El nos diga qué hacer en cada
shabat. Los mesiánicos, que tenemos el Rúaj ha Kódesh y a Yeshúah ha Mashíaj no debemos
pararnos (en ambos sentidos del verbo) en oraciones colectivas, que son excelentes cuando no
hay otra cosa, sino ir más adelante, y preguntar cada shabát cuál es el tajlít/propósito de ese
shabát para Elohím para cada uno de nosotros y tratar de lograrlo. Si no lo hacemos, tenemos el
próximo shabát disponible para hacer un esfuerzo y alcanzarlo. Elohím no premia los resultados
sino el esfuerzo, dice el Pirkéi Avót/Dichos de los Patriarcas. Pues bien, esforcémonos en subir
cada shabát un peldaño en la escalera de Yaakóv a los Cielos/le Shamáim.

                        LIBERTAD PARA SERVIRLE

 Esta progresión se ve también en las fiestas anuales. Pésaj celebra la libertad del cuerpo de la
esclavitud de Mitzráim/Egipto. De allí, continuamos hasta Shavuót, con la entrega de la Toráh en el
Sinái, que nos liberta la mente para servirle. La venida de Yeshúah nos libertó el espíritu para
seguir a Hashem con Yeshúah dentro nuestro por medio del Rúaj. LIBERTAD PARA SERVIRLE. Este
es el patrón de las festividades, desde Pesaj, pasando por Shavuót, y terminando en Sukót. En
Pésaj nos libertamos el cuerpo, todos los años un poco más; en shavuót nos da Elohím libertad de
la mente a través de la comprensión y la obediencia a la Toráh; en Ióm Teruáh1 celebramos la
venida próxima de Mashíaj, que nos dio ya hace dos mil años la libertad del espíritu también en
Pésaj, para que le sirvamos a Hashem con todo nuestro ser Tridimensional. Así, la progresión en
espiral ascendiente tiene varios ciclos consecutivos: el de los seis días seguido del shabát, y el de
las fiestas anuales. También están los ciclos de sueño, trabajo; noche y día; días de pureza y de
impureza, etc. Cada uno de ellos tiene un significado espiritual, que es el que importa, como
veremos.

Así como la relación Pésaj-Sukót es el vehiculo para lograr LIBERTAD PARA SERVIRLE, (lo cual es
una libertad para ser esclavo de Elohím, paradójicamente), así la relación seis dias de la semana—
shabát cumple el mismo fin: lograr libertad para ser esclavo una vez por semana.

El shabát es un día para buscar la Unidad con Hashem a través de Yeshúah. Esta unidad comienza,
como dice Yeshaiáhu/”Is.” 38:13 con hacer Su voluntad y no la nuestra. El shabát no nos
pertenece; es como los diezmos. Así como el tocar los diezmos trae maldición, así trae falta de
crecimiento espiritual el pensar que somos dueños del shabát. Debemos entregar cada shabát a
Elohím y pedirle que disponga de él como El desee.

Cuando entendamos la naturaleza cíclica del Universo, podemos comenzar a entender mejor el
shabát. Así como Elohím purificó el mundo lleno de pecado de los días de Nóaj a través de una
gigantesca míkvéh/baño ritual, conocido como “diluvio/mabúl”, asi cada shabát es una míkveh
para todo Su pueblo, que se purifica de la contaminación del mundo, estando en Su presencia, o
tratando de estarlo.

Es por eso que es fundamental entender que lo esencial es buscar la Unidad con Elohím, que es la
esencia del shabát, y no el ritual costumbrista, que sólo es apariencia que tapa la esencia. Si el rito
es todo lo que logramos, sólo hemos “penetrado” no más allá de la ropa, sin ver lo que hay en el
interior. Los ritos deberían sólo ser el envase para lograr la Unidad, no el propósito final del
shabát. Nuestro rúaj/espíritu debería tratar de penetrar hasta la esencia misma de cada aspecto
del shabát, y no conformarnos con las vestiduras heredadas por treinta y tres siglos. Las vestiduras
son excelentes—si podemos ver más allá de ellas. Si sólo las usamos para pasar las horas del
shabát, estamos caminando por la superficie helada del río, en vez de sumergirnos en las aguas
purificadores de éste.

Las leyes de Nidáh/impureza por menstruación de la mujer judía, son jukím, como señalamos la
parsha pasada que también tienen una enseñanza para la comprensión del shabat y su ciclo. Dice
en la Toráh que una mujer es tumáh/impura por siete días si ha tenido un varón, y no debe tener
relaciones con su esposo; o por diez días si ha tenido una niña. Después de la míkvéh/baño ritual y
de los días correspondientes de nidáh/impureza, la mujer judía vuelve a su estado
de taharáh/pureza. ¿Qué significado espiritual podemos aprender de esto? De nuevo, Elohím nos
está hablando de ciclos, como los del shabát y los de las festividades.

El nacimiento es la señal milagrosa/ót más grande que una mujer judía puede hacer en su vida: dar
a luz a un ser humano. Este es un “subir” espiritual, que es seguido de un “bajar” espiritual, que es
cubierto por los jukím de Nidáh/impureza. Con el shabát sucede lo mismo: El shabát es el día más
puro de la semana; es un ascenso en los días laborables. Pero seguido a un día tahór/puro, le sigue
la impureza mayor, que es el domingo. Este ha sido precisamente el día elegido por la iglesia
mitraísta para festejar el nacimiento del “dios” sol, Mihr/Mitra, justamente en el momento más
impuro de la semana. De allí la importancia de que el pueblo cristiano se despierte a la verdad
espiritual de estos dos días, uno kadósh/santo y el otro totalmente impuro/tamèh, que
necesariamente le sigue a lo kadósh, como los días de Nidáh le siguen al nacimiento de un bebé.
Los días al nacer una niña son diez  porque la òt/señal milagrosa de tener una niña que a su vez
darà a luz a màs seres humanos, es correspondientemente mayor, ya que la ót/señal milagrosa es
mayor.

Asi como el Bèit ha Míkdásh/Templo de Irushaláim era el LUGAR mas santo/kadósh en el espacio,
asì el shabàt es el TIEMPO más kadòsh de la semana, mientras que el Iòm ha Kipurím es el día
más kadósh del año.

El NO hacer tareas seculares en shabát nos crea espacios de tiempo vacíos para llenarnos con la
voluntad de Elohim para nosotros en ESTE shabát, para MÌ.

El érev shabát/viernes a la noche tiene también una connotaciòn de muerte física, ya que el
shabát representa nuestra vida futura en el Olàm ha Báh/Mundo Venidero, que es precedido por
la muerte.

Por ùltimo, el Gran Shabát será la Era Mesiànica que ya está a las puertas (mucho más pròximo
que lo que todos se imaginan), donde viviremos y algunos reinaremos por Mil Años, aquellos que
“hemos sido reinados” aquì, es decir, los que hemos hecho la Voluntad de Elohìm. ¡Preparèmonos
para el érev shabàt y para el Gran Shabát!

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