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descarbonización
Solo el hidrógeno producido a través de las energías renovables puede realmente contribuir
a acelerar la transición energética, allí donde la electrificación no es posible. Por eso Enel,
como Renewables Super Major, está invirtiendo en proyectos de hidrógeno verde en varios
países.
La electrificación está desempeñando un papel cada vez más importante como parte de la
estrategia para luchar contra el cambio climático y limitar el calentamiento global. Pero
¿qué hacer cuando los procesos industriales requieren otras formas de energía?
El hidrógeno verde es un gran aliado para descarbonizar ciertos sectores como, por
ejemplo, la industria química, o algunos sectores industriales que consumen más
electricidad (como el acero y el cemento), la aviación y el transporte marítimo.
No tendría mucho sentido promover el uso del hidrógeno en sectores, como por ejemplo el
uso residencial, que pueden llegar a ser neutros en carbono a costes inferiores a través de la
electrificación.
Se tendrían que evaluar con atención y evitar soluciones como la de distribuir a las
viviendas el hidrógeno mezclado con metano para la calefacción, tanto porque plantean
problemas técnicos y de seguridad, como porque no favorecen el recorrido virtuoso de la
eficiencia energética, sino que inducen al efecto opuesto, es decir, a prolongar la
dependencia del gas metano por mucho más tiempo.
Por tanto, es sumamente importante, con vistas a la transición, que las instituciones, las
organizaciones supranacionales, como la Unión Europea o los gobiernos nacionales,
adopten políticas para enseñar a los consumidores y usuarios las diferencias entre los
varios tipos de hidrógeno, para así empujarlos a utilizar el hidrógeno verde, y poner en
marcha en los diferentes países la producción local de hidrógeno de fuentes renovables y
asegurar las cadenas de suministro, reduciendo así la dependencia de los países de la
importación de combustibles fósiles.