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Es de alguna manera complicado empezar a hablar de un tema así, la relación que se puede
incluir entre ellos me parece distante en relación a como se dan un fenómeno y el otro, por ahora
entiendo que la unión puede quedar circunscrita en la problemática del tratamiento en el análisis. A
continuación trataré de exponer algunos puntos en relación a cada apartado, tratando de exponer mi
postura en relación a ellos.
Psicosis.
La psicosis es para mí, algo interesante desde el punto de vista de los contenidos y las
explicaciones que puede dar la persona que sufre de psicosis, ya que habla de aquello que no se
puede decir de forma abierta o de una forma de explicación del mundo. Creo que como parte del
abordaje de la psicosis hay que diferenciar que este síndrome clínico esta caracterizado por cuatro
componentes principales desde la vista del psiquiatra, los delirios, las alucinaciones, la
desorganización en la conducta y el pensamiento y lo síntomas negativos. Es importante considero
que todo buen analista debiera poder identificar estos síntomas en sus primeras entrevistas y referir
de forma oportuna al paciente para un apoyo médico, pero fuera de eso, con nosotros, en lo analítico
existe como principal forma de presentación el delirio, este que también hay que evaluar que no se
acompañe de errores conductuales graves o sea irreductible, ya que eso obliga de buena forma a un
tratamiento muy diferente. Continuando con el delirio, queda algo que a mi me gusta denominar
“delirios del carácter” que son formaciones cognitivas que van a explicar un hecho con sustento en
las fantasías inconscientes de la persona o en la creencia de supuestos, que pueden o no ser
reducidos de forma más o menos sencilla con un ejercicio lógico de pensar, pero que
invariablemente se mantienen latentes en el interior de la psique de la persona. Estos delirios del
carácter tienen la facultad de que no afectan en gran medida la conducta, actúan como un idea
delirante persistente, incluso la persona que los porta pueden tenerlos al margen de su vida, pero en
cuánto se empieza a asociar con relación a ciertos y particulares hechos el delirio aparece florido y
difícilmente reducible, aquí es en donde queda la problemática de si pertenece a un terreno o a otro.
El delirio tiene algunas características que nos orientan a categorizarlo, poderlo diferenciar
de las preocupaciones, a tener en cuenta que algunas preocupaciones en los trastornos de ansiedad
tiene un formo paranoide no significa que sea un delirio, por lo tanto hay que identificar en el
delirio como primero que el discurso del mismo es de carácter narcisista, en donde la persona que lo
sufre es el centro de toda atención y acción descrita en el delirio, en segundo el delirio es una
La alucinación, es común verla en personas que tienen un Self poco estable o de poca
cohesión, que ante la angustia alucina, ya sea para colocar los objetos malos en el exterior
sacrificando el Self de paso o para colocar un deseo también, el de que uno es bueno siempre y todo
lo agresivo está afuera, aunque, por ahora considero que la alucinación fuera del campo analítico
tiene más que ver con un padecimiento psiquiátrico o neurológico que con una condición derivada
de lo inconsciente y su dinámica con el entorno.
El abordaje del delirio, nos remite siempre, aun y cuándo su contenido pudiera ser
triangular, a etapas del desarrollo primitivo de una persona, nos conduce a la presencia de un
predominio de las partes psicóticas de la personalidad y en consecuencia a eso, considero que el
manejo de la realidad bajo la premisa del proceso primario, el error conductual o en el juicio
derivado de esto, la presencia de la reversión, la tendencia al desconocimiento, el olvido de las
sesiones previas, el fenómeno de dar por hecho los actos, las conductas, el hechizo del “ya lo
sabía”, la rabia por incumplimiento del capricho, la frustración por la imposición de la verdad
como realidad interna o externa; estos fenómenos sustentan el delirio, incrementan el actuar de las
partes psicóticas de la personalidad y por lo tanto un desconocimiento, una negación mayor a la
realidad; la omnipotencia también como un fenómeno usual que se tuviera que atender. Considero
que estos hechos se deben colocar bajo el tratado del aparato para pensar pensamientos, se tienen
que ensoñar, hacer pensamientos, llegar al conocimiento; allí es donde se centra el tratamiento de
estas personas, colocando de a poco realidades que puedan ser toleradas para luego puedan ser
asimiladas, en un fenómeno que nos conduzca a una menor identificación proyectiva. La psicosis
siempre coloca al analista ante su propia psicosis, cada análisis de psicóticos es poner enfrente
nuestra propia psicosis, casi siempre no la vemos, por lo regresivo de su condición, incluso por
omnipotencia nuestra, que dicho sea de paso, nos expone. Considero que no todos estamos en
disposición de atender a estos pacientes, aquellos que pudiéramos decir a modo de juego “pura
sangre”, sin embargo, atendiendo lo descrito por Bion, existe un juego dinámico entre las partes
Psicosomática.
“inanalizables, incapaces de soñar” Así se les describe a menudo, personas que sufren en
mayor o menor medida de lo que todos podemos sufrir a lo largo de nuestra vida, la duda me queda
todavía para estudiar de nuevo a detalle algunos autores que entre tiempo, premura me dejan un
sabor de Leído a vuelo de pájaro cosa que me parece desafortunada, eso es para otro tema. Con el
psicosomático me quedo con unas cosas muy breves, pero que me parecen más bien condesadas,
espero poderlo exponer.
Recuerdo en este momento como en las primeras clases se nos mencionaba que el candidato
perfecto para un tratamiento analítico es un persona, joven, adinerada, sana y exitosa que deseaba
conocer algunos aspectos de su actuar, claro que eso nos llevaría a un tratamiento exitoso, pero la
duda se plantea desde que uno en sus primeras entrevistas le pregunta al paciente, si tiene alguna
dolencia física ocurre una complicada circunstancia, la existencia de un enemigo, cosa que puede
ser similar al delirio. Este enemigo físico, será ahora el causante de todo malestar, pero también será
motivo de anulación, tanto del paciente como del analista. Aquí es donde quiero centrar la parte más
importante del problema de los pacientes psicosomáticos, la presencia de una enfermedad médica,
sea esta funcional o estructural, se vuelve en muchos de los casos objeto de la descarga por parte del
binomio analítico.
Las preguntas son siempre las mismas ¿Es la enfermedad o no? ¿Es la enfermedad objeto
de descarga? ¿Es el paciente que esta terco en dejar todo en la enfermedad o es el analista? Y creo
que ninguna de estas preguntas se puede responder con un sí o un no, sino que van de la mano de un
contexto, en donde considero que la enfermedad médica, aunque redunde, es un sitio de descarga
que permite a la mente del paciente simbolizar cosas diversas de su existencia y que nosotros
podemos utilizar como un parámetro que nos diga que tanto se piensa en la lesión para no pensar en
lo que se siente, y que tanto se deja de pensar en la lesión para negar su existencia incluso. Aquí el
ejemplo que alguna vez mencionaba, de mi paciente, la Dra E. que tiene una enfermedad
autoinmune que ataca los ligamentos de su columna vertebral, esto le da dolor y limitación al
movimiento, especialmente en las articulaciones sacroileales, y aunque de pronto ha tenido periodos
de diarrea que se explican por la actividad autoinmune, dolor en la espalda que se explica por la