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Sean: cuatro años de edad

-Por favol mamá- gritamos al mismo tiempo mi hermana y yo con tono de


súplica y ojitos tiernos-
-Ya es tarde mis amores, tienen que ir a dormir, ya se acabó la hora de
juegos- habla mamá dulcemente como siempre sin dejarse convencer-
-Pero, yo no tendo sueño- habló ahora mi hermana mientras se tallaba un ojo
y bostezaba-
Yo le sigo, y escucho la risa de nuestros padres para que nos elevaran del
suelo y nos llevaran a nuestro cuarto
-Deben descansar angelitos, mañana nos espera un largo viaje- era la suave
voz de mamá mientras nos dejaba un beso en la frente-
-Mamá- la llamo antes de que se valla- ¿puedo hacerte una pregunta?- ella
asiente con una sonrisa y se dirige de nuevo hacia mí-
-¿Si mi ángel?- vuelve a sentarse conmigo en la cama-
-¿Por qué yo no tengo mis alitas como tú?- sus alas eran de un blanco puro,
dignas de un verdadero ángel-
-Porque las tuyas son más especiales, al igual que las de tu hermana- me
explica y veo las de mi hermana, que ciertamente eran iguales-
-¿Y eso es bueno?- forma una sonrisa en rostro-
-Sí, lo es, pero es importante que siempre hagas lo que dicta bueno en tu
corazón- me dice posando su mano en la parte izquierda de mi pequeño
pecho- siempre brinda amor Sean, no te dejes llevar por la oscuridad, tu
hermana y tú son ángeles, verdaderos ángeles, ¿esta bien?- yo solo asiento y
ella vuelve a depositar otro cálido beso en mi frente para volver a arroparme-
-Nosotros siempre estaremos para protegerlos- y me quedo dormido
tranquilamente con una pequeña sonrisa en mi rostro y su dulce voz en mis
sueños-
A mitad de la noche la temperatura comenzó a bajar notablemente, hacía
tanto frío que me despertó, traté de cubrirme más con las sábanas pero no
sirvió de mucho. De pronto siento como alguien se acerca a mí y me destapo
rápidamente y antes de pegar un grito veo que es mi hermana quien se
acomoda ahora en mi cama y suspiro aliviado
-Sasa, tendo mucho frío- De muy pequeños mamá decía que mi hermana no
sabía pronunciar bien mi nombre y me llamaba de esa manera, por lo que se
quedó como un apodo cariñoso-
-Ven, yo tampoco puedo dormir- la abrazo y colocamos ahora ambas sabanas
para que así podamos protegernos más del frío-
Pero fue imposible seguía igual o peor de intenso. A los minutos sin poder
todavía dormirnos sentimos que del cuarto de nuestros padres se oían ruidos
raros, como de objetos siendo arrojados al suelo o golpes, miré a mi hermana
y estaba igual de asustada que yo, ella seguramente no deseaba saber que
eran aquellos ruidos, pero yo si lo quería
-Abby- me mira con sus ojos negros llenos de pánico- quédate aquí ¿sí?,
cierra la puerta con seguro por si acaso, yo voy a ver qué sucede-pero
aumenta el agarre impidiendo que me moviera-
-No Sasa, es peligroso, lo siento aquí- y señala el centro de su pecho con su
pequeña manita mirándome asustada-
-No te preocupes, seguro no es nada y aún no sabes cuáles son tus dones, tal
vez sea el frío- beso su frente y salgo de entre sus brazos para dirigirme a
abrir la puerta-
-Voy a tocarla cuatro veces antes de entrar ¿está bien?- vuelvo a hablar
girándome hacia ella y asiente, salgo y espero a escuchar cómo pone el
seguro para comenzar a caminar por el oscuro pasillo-
Los ruidos se van intensificando y el suelo esta helado bajo mis descalzos pies
pequeños, mis alitas me dolía moverlas, estaban entumidas del frío y mi nariz
seguramente también estaba roja junto a mis mejillas. Ya estaba llegando al
cuarto de mis padres cuando siento un terrible dolor de cabeza que me hace
caer al suelo
Sean corre…huyan….como te enseñé mi angel….ve con tu hermana a la
cabaña…
Era la voz de mi madre en mi cabeza, se estaba comunicando conmigo, era lo
que me había dicho y nunca habíamos probado, parecía adolorida, de pronto
quise ver que sucedía pero me dí cuenta que estábamos en peligro y había
dejado a mi hermana sola, seguramente eran esos espíritus malos que decía
siempre papá de los cuales debíamos tener cuidado porque siempre quieren
hacernos daño, que si no estaban en forma humana podían traspasar
paredes y....
-¡Sasa!- era la voz de mi hermana-
Me llené de pánico al escuchar su grito proveniente de nuestro cuarto,
empecé a correr como pude, el frío era mucho y ya dolían mis cortitas
piernas pero no importó, debía llevármela, aplicar lo único que habíamos
aprendido en este poco tiempo. Con mucho esfuerzo logro dejar mi cuerpo
humano y desmaterializarme, llevaba mucha energía hacerlo pero pude
lograrlo, logré traspasar la pared y había un demonio que trataba de
tranquilizar a mi hermana en su agarre, mientras ella se movía inquieta por
zafarse. Lo agarro desprevenido ya que estaba de espaldas a mí y con mi aun
débil poder trato de hacer lo que puedo y al parecer no era muy fuerte el
oscuro espíritu por lo que funciona, lanzo mi niebla negra para sepáralo de
Abby y choca contra el suelo, no fue suficientemente fuerte como para
matarlo, pero si para aturdirlo por un rato
-Abby, tenemos que huir- ella asiente rápidamente-
-A la cabaña, tienes que hacerlo tu Sasa, yo aún no se- tenía razón solo yo
aquel día logré hacer bien el entrenamiento, aunque luego casi me
desmayara, se necesita mucha energía que yo siendo tan pequeño aún no
bastaba para hacerlo y no terminar agotado-
Salimos de la cama y nos tomamos de las manos, comencé y la niebla negra y
blanca nos empezaba a cubrir, escuchaba ahora los gritos de nuestros
padres, eran de puro dolor, de pronto mi cabeza empezó a doler
nuevamente y sentía que me debilitaba más y más con el tiempo
Siempre estaremos con ustedes….siempre hagan….el bien….mis
ángeles….nosotros los amamos….nunca lo olviden….
Abrí mis ojos cuando el dolor terminó, ya nos cubría totalmente la niebla,
pero llegó terror a mí cuando no sentí la mano de mi hermana conmigo y
escuché sus gritos fuera, cuando ya no había tiempo de virar y terminé
teletrasportándome…sin ella…no sabía si había llegado bien, o si incluso
había llegado al destino correcto, solo sé que no pude pensar en nada más
cuando la completa oscuridad y el dolor dominaron en mi mente.
….
-Mi ángel- era su voz-
-¿Mamá?- trato de abrir mis ojos- no puedo verte, ¿Dónde estás?- solo veía
una luz cegadora delante de mí, nada más-
-En el cielo amor- ¿Qué? ¿Por qué?- recuerda que siempre estaremos con
ustedes-sentía a mis ojos cargarse de tristeza-
-Mamá yo quiero verte, ¿porque no puedo?- las frías lagrimas empezaron a
correr por mis mejillas-
-No mi vida, no llores- pero solo aumentaba, no podía creerlo, dolía mucho-lo
siento tanto, pero ya no podremos vernos, solo cuando me llames en tus
sueños- la luz se empezaba a apagar- se siempre muy feliz Sean, siempre
protege a tu hermana, y den amor, nunca cambien ¿me lo prometes?- su voz
ya era lejana-
-Si, te lo prometo- sollozaba viendo la luz desvanecerse delante de mi poco a
poco- No, mamá, no te vallas, no me dejes solo…. ¡por favor mama!- empecé
a correr, a correr a la nada-
-Nunca estarás solo mi ángel, recuerda siempre que te amamos- ya no se veía
la luz corría entre la oscuridad sin descanso, sin poder llegar a ella-
-¡No te vayas!... ¡No por favor! ¡No!.... yo te necesito…- me empezó a faltar el
aire y paré para caer de rodillas y dejar escapar más lágrimas-
Despierto de pronto agitado con mis mejillas mojadas, había sido un sueño,
ahora mis padres estaban en el cielo y ya no los vería más, no me abrazarían
ni sentiré los cálidos besos de mi madre ni me reiré con las cosquillas que me
hacía papá cuando jugábamos, ya no me enseñarían ellos a cómo controlar
mis alas, a descubrir mis dones o a entrenarlos como había prometido papá
que haríamos juntos, los dulces de mama los fines de semana o sus deliciosas
cenas, ya todo se queda en un simple y tortuoso recuerdo.
Sin poderlo evitar las lágrimas vuelven a empezar a salir de mis ojos, todo a
mí alrededor era casi tan oscuro como en el sueño, no había nadie, no sabía
dónde estaba y solo escuchaba de fondo un pitido que se repetía cada cierto
tiempo constantemente. Entre mi llanto siento que se abre la puerta de
pronto y ante el pánico trato de levantarme pero me da mucho más dolor y
termino tumbado de nuevo en la cama
-Shhh, cálmate pequeño, ya estás bien- era la voz de una mujer, me destapo
poco a poco y la veo-
Iba vestida de blanco y llevaba su cabello recogido, había prendido la luz de
la habitación y ahora reconocía que estaba en un hospital ¿Cómo había
llegado hasta aquí?
-¿Te sientes mejor? ¿Tienes hambre?- yo solo asiento mientras que seco mis
mejillas con el dorso de mi mano-
-Qué bueno porque te traje comida- busca una bandeja que reposaba en una
pequeña mesa a mi derecha y la pone encima de mí- Espero te guste- sonríe
amablemente y miro la comida-
Se veía muy bien por lo que lo devoro en segundos, aún era un poco torpe
comiendo pero estaba aprendiendo. Retira la bandeja una vez que termino y
vuelve a centrarse en mí
-Pequeño, allí fuera hay una persona que quieren hablar contigo, él te va a
ayudar, pero tienes que escucharlo atentamente ¿está bien?- vuelvo a
asentir ¿Quién podría estar interesado en ayudarme?-
Ella se va entonces para que a los pocos segundos entrara un hombre y se
sentara en una silla que había cerca de mi cama a mi izquierda
-Hola Sean ¿Cómo estás?- ¿Cómo sabía mi nombre? ¿A caso conocía a mi
familia?-
-¿Sabe dónde está mi hermana?- ella era mi mayor preocupación en estos
momentos, no quería pensar que también estuviera en el cielo ¿aunque
bueno los ángeles como nosotros a dónde iríamos?-
-Tranquilo, ella está siendo muy bien tratada por los doctores, va a estar
bien- suspiro aliviado de que estuviera conmigo- Sean, sé que va a ser difícil
para ti, pero debes saber que tus padres…- para unos segundos-
-Murieron- me mira sorprendido- ya lo sé- lagrimas volvían a salir, ¿demorará
mucho sanar ese dolor?-
-No tienen a más nadie que cuide de ustedes, por lo que deben ir a un
orfanato, allí los tratarán muy bien hasta que encuentren a una familia que
los quiera- asiento mirando hacia mis manos que descansaban en mi regazo,
pero sabía que no iba a considerar a nadie más como padres que no fueran
los míos verdaderos-
-Mañana irás y comenzarás a vivir allí, tu hermana necesitará más tiempo
para recuperarse- comienza a levantarse para irse cuando lo detengo-
-¿Puedo verla?- se gira y asiente con una amable sonrisa-
-Mañana antes de irte, podrás verla, ahora duerme- vuelve a girarse, apaga la
luz nuevamente de la habitación y yo sabía que me costaría volver a
dormirme, solo lloré y lloré más, la chica de blanco volvió a aparecer para
quedarse conmigo, comenzó a hacer caricias en mi pelo y solo así luego de
largas horas quedé dormido pensando en que mamá era quien las hacía para
mí.
….
Exactamente como dijo aquel hombre pude ver a mi hermana y la culpa
invadió mi alma, al ver que había recibido el peor castigo de todos, nunca
debí dejarla sola, si me hubiera quedado ahora seguramente no estuviera así,
no hubiera sufrido como seguramente sufrió, volví a llorar, más que ayer, no
entendía porque todo nos había sucedido a nosotros, si mis padres no hacían
daño, solo deseaban el bien, brindaban amor, se suponía que eso era bueno,
pero ¿Por qué se siente lo contrario? Como si ellos por hacer tales cosas
fueran culpables de algo. Tal vez con el tiempo entendería, ahora solo quería
proteger a mi Abby, no dejaría que nadie más la dañara. Y realicé una
promesa esa misma mañana, una que cumpliría toda mi vida.
….
Después de aquel día solo pasé de orfanato en orfanato, sin ser elegido por
nadie y era normal, ¿Quién elegiría a un chico como yo? Que apenas habla o
si te mira solo transmite tristeza u odio, era lo único que albergaba en mi
alma, vi que con el tiempo mis alas se tornaban más oscuras y se cían las
plumas blancas que tanto me recordaban a las de mi madre. Sabía por alguna
razón que me engañaban con mi hermana, ella calló en coma el mismo día
que me fui del hospital y así pasó cinco años, cuando despertó…solamente
no era la misma, solo recordaba aquellas escenas en su mente, aquellas
escenas que nunca ha querido contar a nadie, apenas habla conmigo, o si lo
hace solo menciona oscuridad y sufrimiento. Los estúpidos humanos dijeron
que necesitaba ayuda de un psiquiatra, por lo que se ha quedado allí,
internada recibiendo según ellos ‘’ayuda’’, cuando yo sabía que ya nada
podía ayudarla. Después de dos años vagando por orfanatos, llegue al último
donde estaría, una chica, no…un ángel me sacó de aquel orfanato, podía ver
sus blanquecinas alas y ella podía ver la oscuridad de las mías, así todo me
llevó con ella, me llevó a conocer a aquella niña de ojos color miel y cabellos
ondulados que brillaban con el sol y sonrisa pura, ya tendría seis años para
cuando la conocí, ella cuatro, mis alas eran casi pura oscuridad, pero solo
bastaron cinco meses para que casi fueran como antes, no sabía porque lo
hacía o como lo hacía, era una simple humana y parecía que tenía en ella el
poder se sanar, daba paz a mi alma, me hizo sentir, me hizo reír, me hizo
incluso querer, a mí, a un chico tan roto como yo… tan oscuro… Aun así me
duele, me duele no recordar el día que se marchó, no sé lo que sucedió
después de que me dijera que todo era seguro, que se iría al otro día, todo
vagaba oscuro en mi mente, y recuerdo un llanto, uno de dolor y tengo
miedo a recordar y ver que podría haber sido yo el que provocara que de sus
tan bellos ojos salieran tristes lágrimas, solo sé que no volví a verla y que
debía olvidarla, esos sentimientos se quedaron guardados en un pequeño
cajón porque si ella ya no estaba ¿de que valía usarlos? Por lo que sí, mi alma
volvió a pintarse se negro, y cuando ya había perdido la esperanza, me
adoptaron, aprendí a fingir, a mentir, quería salir de ese lugar, del lugar que
me recordaba a ella, y lo logré, me hice querer, para luego de varios meses,
quitar mi mascara de niño bueno y mostrar lo insoportable que podía llegar a
ser, ellos aguantaron, sí, sobre todo aquella mujer, podía ver que era un
ángel sin conciencia, sin embargo él, tampoco la tenía pero era un demonio,
por eso con los años varias cosas irían sucediendo. Descubrí mis dones con el
tiempo y aprendí a usarlos, entendí lo que era en realidad, al final el ángel
que me sacó de aquel orfanato, contó mi pasado y mis futuras desgracias,
resultó ser un punto clave para mí en este mundo, me hice fuerte, el más
fuerte de todos, al fin y al cabo era el único en mi especie, no pertenecía
completamente a ningún lugar, y eso… eso era lo mejor de todo.
Sean: Dieciséis años
Perdí mi virginidad a los catorce, y de la mejor forma, al estar tan apegado a
la oscuridad la lujuria nubla mi mente y me hago más fuerte por lo que gritan
de placer como perras en celo cuando me las follo. Claro que al principio no
fue así, no nací sabiéndolo hacer, pero la practica hace al maestro, y pues
aquí estoy, después de hacerlo por primera vez, fueron dos años juntándome
con pura gente de fiesta, alcohol y sexo desenfrenado, por lo que ofertas
nunca me faltaron. Podría pecar de muchas más cosas pero el placer sexual
es el mejor de todos definitivamente, sexo animal y salvaje, sin amor, ni
mierda de sentimientos de por medio.
La arrogancia vino sola y maldecir ya era como respirar, un hábito, golpear al
primer imbécil que tratara de enfrentarme hasta casi dejarlo en coma,
también se sumaban a mis pasiones diarias. Fueron muy buenos años, la
oscuridad siempre me recibió con los brazos abiertos, no me privó de nada,
todo lo contrario, siempre había algo que me incitaba a hacer lo incorrecto,
lo atrevido….lo prohibido, eso…romper las reglas, lo amaba. No entendía
porque todos me decían que prefiriera la luz, el cielo, si todos los placeres
están en el infierno. Aun así mis alas nunca fueron completamente negras,
siempre quedaban teñidas con algunas blancas, amaba la oscuridad, pero no
llegué a entregar mi alma a ella, yo era libre, no quería pertenecer a ningún
lugar y no me harían cambiar de opinión
Hoy simplemente no era la excepción de mi rutina, fiesta, alcohol, terminar
follando con más de una chica, y quedar sedado por la bebida hasta el otro
día, pero el problema emergió a la mañana de este
….
Despierto y apenas puedo moverme, tengo a una chica de cabellos oscuros a
mi izquierda y otra castaña a mi derecha, ambas sombre mí realmente
cómodas, como el cielo las había traído al mundo, desnudas y apetecibles.
Trato de levantarme sin que despertaran y lo logro, busco mi ropa por toda la
habitación lo cual me llevó un largo rato debido al desorden tan infernal que
había aquí, termino de vestirme para como siempre teletrasportarme a la
vieja cabaña, pero….no puede hacerlo. Lo intenté una y otra vez pero el
pánico me llenó cuando probé mis dones y tampoco estaban, me miré al
espejo y no vi mis alas, mis preciadas alas, las que tanto me gustaba admirar,
en segundos la ira me inundó y deseé conocer al culpable de esto, la razón
por la cual me había pasado esto a mí. Y como si lo hubiera invocado, siento
los escalofríos recorrer mi piel ante la llegada de un ángel a la habitación,
sabia que los cambios de temperaturas tan bruscos en una habitación eran la
llegada de algún ser, celestial o de las ocuridades, por suerte era temprano y
las chicas que yacían en la mugrosa cama seguían dormidas.
-¿Cómo te sientes?- me tomo por sorpresa que fuera ella quien me visitara
después de tanto tiempo-
-¿Tú hiciste esto?- me giro para quedar frente a frente, no veía sus alas, solo
la veía como un humano normal y corriente, ella tan relajada y yo solo tan
enojado-
-Mejor vallamos a otro lugar y hablamos con tranquilidad- me toma de la
mano pero la quito rápidamente-
-No voy contigo a ninguna parte- digo entre dientes- me traicionaste- su
expresión se endureció-
-¿Traición?…- abre sus ojos con sorpresa- ¿me vas a recriminar traición a mí?,
piensa en quien has traicionado primero dejándote llevar por la oscuridad-
aparto la vista sabiendo de quien me hablaba-
-No la metas en esto- vuelve a tomarme del brazo y en un abrir y cerrar de
ojos ya estamos en la vieja cabaña-
La cabaña que mis padres destinaron para nuestro lugar de encuentro, el
lugar de las practicas, la reuniones familiares, aquí sería todo nuestro refugio,
pero quedó en eso, en un ‘’sería’’.
-Sean- me llama, ahora su voz se escuchaba con más claridad-
-¿Por qué no tengo mis dones?- pregunto de mala gana-
-Primero tranquilízate- se sienta y me invita a hacerlo pero prefiero estar de
pie esperando una rápida explicación- te estaban tendiendo una trampa- la
miro incrédulo-
-Eso no responde mi pregunta- me importaba una mierda si me caían en
emboscada, soy lo suficientemente fuerte como para atacarlos a todos-
-Deja que te explique- no respondo, solo espero- estabas muy cerca de la
oscuridad, solo te faltaba decir una sola vez un simple ‘’sí’’ y ya tu alma
pertenecería a ellos-
-Eso no iba a suceder Mery- aclaro rápido y seguro-
-Lo sabemos, pero nos enteramos que iban a manipular tu mente, te iban a
citar como hacen siempre y te iban a hacer aceptar-resoplo ante la
explicación del estúpido plan-
-No los culpo, tanto ellos como ustedes quieren tener de vuestro lado al más
poderoso de todos los ángeles y demonios- ella asiente a medias, sabía que
era verdad-
-Por eso nosotros quitamos todos tus dones, siendo un simple mortal ya no
te querrían en el infierno y se olvidarán de ti por un tiempo, evitando que te
hagan daño- esto no podía estarme pasando, yo no podía ser un simple
mortal, un simple humano-
-¿Y ahora que voy a hacer siendo un aburrido humano? ¿No me podrían
avisar de la cita en el infiero y ya? Yo prometo no ir, no dejarme llevar, pero
por favor devuélvanmelos, sin ellos no soy nada- no me reconocía, estaba
rogando por mis dones, pero aun así se negó-
-Es cierto, podríamos solamente avisarte que no fueras, pero se les ocurriría
algo peor, y agradece que lo supimos a tiempo- dejo mis ojos en blanco-
sabes que ya lo han hecho- me recuerda haciéndome abrir un cajón pasado
en mi vida-
-Era un niño, era débil- podía oír su llanto, pero aún no sabía que lo había
causado, tenía que olvidar aquello, no servía de nada recordar-
-De todas formas, aprovecha esto para hacer una vida normal, estudia,
trabaja, siente, vive, has de todo, pero bueno Sean, como ella siempre quiso
para ti- estaba renuente, yo no puedo vivir sin mis dones, me siento vacío de
alma sin ellos-
-Ustedes lo que quieren es que no peque, que sea un ángel verdadero, pero
no lo soy, ni nunca lo seré- siento su mirada entristecerse hacia mí-
-Tú puedes ser un verdadero ángel si entregas tu alma al cielo, es cierto, pero
ya tu eres un ángel aquí- pone su mano en la parte izquierda de mi pecho y
mi mirada se suaviza con solo un simple recuerdo-
-¿Pueden aunque sea devolverme mis alas? No me gusta verme sin ellas- se
inclina para ver mi vacía espalda y sus labios se hacen una línea-
-Trataré de convencerlos- pasa su mano por mi mejilla suavemente, mi mira
con ternura- te estamos dando una nueva forma de ver la vida Sean, está
bien que no desees pertenecer a ningún lugar, pero entiende que queremos
que seas feliz, como ella quiso que fueras- tomo su muñeca y aparto su mano
con suavidad, seguía renuente a esta forma de vida-
-No puedo prometerte eso- baja su mirada-
-Al menos inténtalo ¿Sí? Cuídate Sean- en un abrir y cerrar de ojos
nuevamente, me encontraba en otro lugar, en mi habitación, en casa de mis
padres adoptivos-
Me dejo caer pesadamente sobre la cama y siento que mi pecho se oprime,
me cuesta respirar y mi garganta es un lío, ya había tenido esos síntomas
antes, sabía lo que venía después de eso, y no iba a ocurrir, esta forma de
vida no es para mí, estaba renuente a sentir, lo mejor que tenía antes era
eso, no había nada en mi alma, solo mis pecados y me sentía lleno con ellos,
ahora solo hay un inmenso vacío y un dolor insoportable
Al otro día mis alas no volvieron, por una parte me entristeció pero hubo una
mayor que se sintió mejor así, de todas formas no las usaba, solo las miraba
convertirse en negras cada vez más. Al fin me sentiría como Abby, al fin
lograría compartir aunque sea un mínimo de dolor con ella, como tanto
deseé, ahora no tenía alas, no tenía nada, solo una aburrida vida que ni si
quiera sabia si era capaz de vivirla.

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