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El campo de duraznos

¿Alguna vez has escuchado de la enfermedad Hanahaki? Bueno es una rara


enfermedad donde vomitas y toses flores debido a el exceso de emociones o a un
amor no correspondido. Sin embargo no es tan cierto ¿Porque te lo digo? bueno es
hora de presentarme, mi nombre es Rachel y esta es mi historia

Todo comenzó en 2017, era un adolecente sonriente que acudía a 5to grado en
primaria, donde la emoción abordaba pues no tenía responsabilidades más allá que
en mi escuela y algún quehacer en mi cuarto. Sabía que mamá estaba embarazada
así que evitaba darle algún problema tal como siempre lo hacía desde que tenía 6
años, si, era una chica responsable que se sentía grande y podría cuidar de su
familia como toda una buena hija. Sin embargo ese febrero 6 fue demasiado
importante para mi, pues me levantaron de madrugada, mi hermanita venia en
camino, por lo que corrimos al hospital ya que la fuente se habia reventado.

Esperé casi 18 horas junto a papá en la sala de espera, simplemente esperaba con
calma, moviendo mis botas negras junto a mis pies en el asiento alto, hasta que por
fin mi madre salió de parto, había tenido una nena hermosa que estaba sana, y en
ese momento… En ese momento mis náuseas comenzaron y corrí hasta el baño,
vomitando lo que yo creía que era el almuerzo, pero vi mi sorpresa al notar el baño
lleno de flores . pensé en mi cabeza mientras limpiaba un poco mi mano, había
rastros de sangre en ella, sin embargo, cuando mi padre entró todo cambió, el
vómito se veía normal, así que simplemente me ayudó a levantarme y me fui a casa,
pensando en ese extraño momento…

Había cumplido 13 años ya cuando aquella pequeña niña llamada Melanie llego a
mi vida y fue lo mas horrible que yo creia que podia pasar. Al inicio era lindo, podia
cargarla, cuidarla a veces, pero ahora era como una pulga pegada a mi, y eso solo
hacia que me molestara causando un caos en casa, tanto que las peleas con mis
padres se hacían más constantes y mi hermana era muy irritante, realmente no
podía vivir en esa casa, era horrible y estaba cansado. Ellos no lo entendían, tenía
que lidiar con aquella horrible enfermedad que tanto dolor y desespero me causaba,
prefería estar recostada, prefería estar encerrada a convivir con ellos, pues solo
incrementar mis vómitos.

Asistir a secundaria era mi único lugar seguro, tenía amigos que me entendían y
aunque no vomitaban como yo ellos procuraban estar para mi, ademas, en mi
escuela no sentia esas nauseas, no sentía las ganas de expulsar aquellas flores que
a veces se hacen nudo en mi garganta cuando trataba de hablar con el pequeño ser
o con mis padres.

Sin embargo nada era color de rosas, los amigos se fueron, mi hermanita solo
estaba encima de mí y yo sentía cada vez que estaba más lejana a mis padres y
sabía porque: El amor no correspondido era de ellos, ellos me detestaban ahora que
solo estaba mi hermana y yo era una más en casa, un mueble reemplazado por un
pequeño muñeco

Cuando cumpli los 14 años quise escapar por completo, tome aquella medicina que
un curandero me había dado para aquellos vómitos de flores y tome más de la
cuenta, llevándome de viaje a las nubes, donde comienza este relato

Llegué a aquel lugar con mis ojos asombrados, pude ver algunos rostros familiares
por las fotos familiares, y un señor alto y con larga barba me recibió, saludándome
con una gran sonrisa mientras que yo caminaba a su lado, escuchándolo de forma
atenta. -Bienvenida preciosa, te presento el Reino de Campi Di Pesche, un lugar de
paz, libre de problemas como en la tierra, no tareas, no hermanas y no padres
hirientes ¿No crees que es maravilloso? - Me explicaba el grande señor con una
sonrisa, empezando a guiarme hasta una cabaña, donde ya se encontraban dos
chicos de mi edad, una dulce niña con el cabello ondulado, carismática y alegre y
enseguida estaba un chico, alguien algo tímido pero parecía que leía un libro antes
de percatarse que estaba ahí, saludando de forma amable.
-Necesito que la ayuden a instalarse y le den un pequeño tour, es una chica que
viene de visita-.
El gran hombre sonrió y se retiró, dejándome con los chicos quienes no tardaron en
presentarse. -Soy Michelle, es un gusto- Primero habló la linda chica, dando una
pequeña reverencia que regrese, después el chico hablo
-Soy Mathew, es un verdadero placer- Imitó el chico las acciones y respondí de la
misma manera. ¿Quién lo diría? Después de un par de horas paseando ya había
empezado a charlar con ellos, parecía ser que antes de venir ellos también tenían la
misma enfermedad, me sentía comprendida y de calidad.

-¿Cómo llegaste aquí?- Pregunto Mathew mientras los tres nos sentamos en un
puente de madera sobre un río para charlar con calma - Tome un poco de
medicamento para el vómito, ¿Y ustedes?- Conteste con una sonrisa mientras que
Michelle acomodaba sus cabellos - Salte un poco alto y cai aqui, supongo que fue
suerte- Hablo contenta y ambos miramos a Mathew que acomodaba su camisa de
cuello alto -Me columpie y al cerrar mis ojos estaba en la entrada- Hablo un poco
bajo y ambas asentimos, empezando a charlar de cosas nuevas, algunos llantos
salieron, pero al final regresamos entre risas a casa.

-¿Les parece mañana ir a comer?- Mathew habló sonriente mientras despeinaba su


cabello, a lo que yo negué levemente -No traje dinero- argumente con algo de
vergüenza y entre junto a ellos a la cabaña, mirando a estos reir -¿Dinero? Aquí no
usamos dinero, la comida es gratis, es infinita- Hablo Michelle antes de sonreír
sintiendo mis mejillas rojas por no haber sabido, sin embargo parecía curioso pero
fascinante, supongo que aquí no asaltaban ni mucho menos.

Y así pasaron los días, alrededor de una semana con ellos, a veces escuchaba a mi
madre hablando o mi padre cantar, inclusive a mi hermana contándome algo de su
preescolar, pero parecía estar en mi cabeza, pues nadie escuchaba nada. Sin
embargo eso me hizo empezar a echarlos de menos, el vómito empezaba de nuevo
y sollozaba bajo durante las noches; Asi segui hasta que Michelle me escucho,
sentándose a mi lado para poder hablar - No es nada… es solo que extraño a mis
padres- Murmuró sonriente mientras limpiaba mis lágrimas -¿Porque no vuelves?
puedes hablar con el anciano- Michelle trato de consolarme, sin embargo negué
levemente - Ellos no me quieren… desde que llegó mi hermana solo son regaños,
responsabilidades, hacen cosas con ella que nunca hicieron conmigo… sé que ellos
estarán bien- Susurre sollozante mientras Michelle me acercaba y me abrazaba,
dejando que llorara, tosiendo aquellas flores hasta que cesaron, limpiando mis ojos
lagrimosos e hinchados mientras me separaba, sonriendo. -Y me siento estresada,
estos medicamentos nunca me ayudaron, nunca pude dejar de vomitar y ellos no lo
entienden, ellos dejaron de amarme… por eso tengo esto- Michelle se quedó en
silencio un momento… parecía pensativa hasta que habló - Chel… ¿y has hablado
con ellos? estoy segura que ellos no saben esto- Hablo la chica mientras que yo
negaba un poco, suspirando - Ellos no lo van a entender, creerán que es una
rabieta-. -¿Cómo lo sabes?, intentalo… veras que van a entender- Me alentó y yo
negué nuevamente, soltando por completo el abrazo. -No quiero hablar más…
Prefiero ir a dormir- Hable más cortante y me acomode en mi cama, cubriéndome
hasta la cabeza. -Veras… veras que pronto vuelves Chel, verás que ellos van a
entender, si yo tuviera la oportunidad volvería con mis padres- Susurro antes de irse
a recostar, finalizando aquella conversación que había sacado lágrimas de ambas,
aunque yo no había logrado percatarse de ello hasta abrazarme a mi misma,
notando mi hombro húmedo.

Así pasaron otras tres semanas donde me sentía cada vez peor, no encajaba mas,
estaba más en la cabaña y siempre tenía esas odiosas náuseas, era horrible,
empezaba extrañar la comida de mi madre, los pequeños juegos con mi hermana y
cantar con mi padre hasta la madrugada los fines de semana, era lindo aqui, pero
no me sentía en mi hogar y poco a poco el lugar se fue enfriando, lo que era de mil
colores se volvía gris, se volvía aburrido y mi llanto era cada vez menos, mis
emociones estaban quedando vacías, como si se fueran junto a las flores que
llenaban la habitacion, mientras ambos chicos me invitaban a hablar con el anciano,
pero yo me negaba ¿Para que? ¿Para volver a estar sola?. Sin embargo aquí
tampoco estaba bien, solo quería desaparecer
Un día el anciano llegó a casa, lucía calmado y quito las flores de mi cama para
sentarse a mi lado, sonriendo un poco -Que lindo lugar, pero que frío ¿Verdad?-
Hablo tranquilo mientras me enderezaba a mirarlo con la ceja alzada -¿Usted
también quiere enviarme de nuevo a mi casa?- Pregunte molesta mientras fruncia el
ceño, mas él no se inmuto - A veces es necesario creer que perdemos las cosas,
para saber cuanto valen, y creo que tu y tu familia han aprendido la lección- El
anciano habló y yo le mire confundida, negando un poco antes de que agitara su
bastón sobre un bulto de hojas, mostrandome mi casa y a mis padres, todo estaba
en silencio mientras mamá acariciaba mi foto, sollozando -Mi niña… ¿Hice algo
malo? vuelve por favor, prometo ser buena mamá- susurro mientras abrazaba mi
foto, limpiando las lágrimas cuando mi hermana entraba - ¡Mamá!- Grité aquella
visión, extendiendo mi mano mientras el anciano me detenía con su bastón. -No
puede oírte, ni verte- Explico bajo mientras seguíamos hablando- ¿Cuando vuelve
mi hermana? La extraño…- Hablo la pequeña Melanie, mientras que yo empezaba a
sollozar, extendiendo mi mano solo un poco, mirando la visión irse junto con las
hojas cuando el aire sopló las hojas, dejando que mis lágrimas empezaran a rodar
por mis mejillas. -Quiero volver… Quiero decirles que los amo, que me disculpen-
Murmure suave mientras mis amigos entraban, acercándose para abrazarlo
mientras el anciano se levantaba. -Entonces duerme esta noche, mañana vas a
volver. Pero te tengo la condición de que no vuelvas a venir, a menos que sea tu
momento ¿Entendido?- Michelle sonrió mientras que yo asentía a las palabras y
casi de inmediato la conciencia se fue de mi, sintiendo como empezaba a caer de
nuevo a la tierra, donde antes de estamparme contra el suelo me levantaba
exaltada, mirando alrededor dónde estaba mi madre, llorando mientras tomaba mi
mano.

Mire alrededor de mí, no era mi casa ¿Estaba en un hospital? ¿Por qué mamá se
fue? fueron preguntas que empezaron a salir en mi mente mientras mi vista se
aclaraba, mirando al doctor entrar y revisar mis signos, haciendo preguntas que yo
contestaba a pesar que me sentía desorientada -¿Qué ocurrió?- Pregunté mientras
me enderezaba, sintiendo mi garganta arder y mirando mi mano conectada a un
suero, mirando a todas partes sorprendida, al igual que los mayores que no sabían
qué decir hasta que el doctor habló -llegaste hace un mes aquí debido a una
sobredosis que tuviste, tomaste el frasco de antidepresivos y caíste en estado de
coma- Habló el médico mientras que yo abría mis ojos de par en par - El bote?
s-solo recuerdo tomar unas cuantas…- murmure desconcertada antes de tocar mi
garganta, quejandome un poco mientras mi madre me ayudaba recostarme -Tu
hermanita te fue a despertar y no pudo, cuando fui estabas inconsciente y vi tu
frasco vacio- Mi madre murmuró con tristeza mientras sus ojos se volvían brillantes
por las lágrimas - Mi amor… mami lamenta todo, lamentamos no estar para ti,
lamentamos tener que acabar aquí- Sentí que tomaba mi mano y mis ojos se
volvían borrosos, empezando a correr pequeñas lágrimas mientras me aferraba a
ella -Lo siento mama, te amo con todo mi corazón- Al fin pude decir aquellas
palabras, mirando que esta se separaba mientras papá entraba a la sala, corriendo
a abrazarme con fuerza, empezando a sollozar mientras se disculpaba -No lo hagas
de nuevo amor… habla conmigo o con mamá pero no te vuelvas a ir- Y como si
fuera un interruptor mis lágrimas siguieron saliendo, sintiendo unas pequeñas
manos colarse en el abrazo, riendo levemente antes de cargar a mi pequeña
hermana, dejando un besito en su mejilla.

Dure un par de dias en observacion y recuperacion, tenia que volver a activar mi


cuerpo y aunque no fue tan facil, hoy me siento nuevamente bien, las flores dejaron
de salir y ahora las cultivó junto a mi hermana en un pequeño campo de duraznos.

Mientras esto pasa ahora curso los 16, mi rutina cambió, todo tiene sus
consecuencias y estoy de nuevo en el medico, me despido de mi familia con una
sonrisa antes de cerrar mis ojos con tranquilidad, siendo recibida en aquel lindo
Reino de las nubes, donde me esperan todos, solo que ahora es más cálido, esta
vez no volveré a casa, esta vez les cuidaré desde acá, pues mi hermana empezó a
vomitar flores, espero que mis cartas logren sacarla y quiten aquel nudo dentro de
ella. En fin, mi nombre era Rachel y esta fue mi historia contra la depresión. Buenas
noches

EL FIN

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