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18 y 19 de mayo 2022
Jorge Himitian
INTRODUCCIÓN
Desde los comienzos de AFI (año 2000), uno de los temas que más hemos tratado en
nuestras consultas ha sido la revelación del misterio de Cristo y de su cuerpo. Hemos
dedicado varios años a hablar sobre las tres características esenciales de la iglesia:
unidad, calidad y cantidad. Y en los años más recientes hemos hablado sobre la
responsabilidad de la iglesia en la transformación de las naciones.
Pero somos conscientes de que esta visión ha quedado más bien encerrada entre
nosotros. No hemos logrado desarrollar una estrategia eficaz de difusión que llegara a
todo el cuerpo de Cristo.
Mis colegas de AFI han entendido que para desarrollar estrategias de difusión
necesitamos reenfocarnos en el tema.Y desde esa inspiración buscar las estrategias
adecuadas.
*[Paradigma: Teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que
suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento (Diccionario de la
Real Academia Española].
No parecería que estas divisiones, que están en abierta contradicción con la palabra
de Dios, le importara o le molestara a la mayoría de las denominaciones. Sin
embargo, el pueblo evangélico sigue jactándose de que la Biblia es su única regla de fe
y de práctica.
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Como no existe ningún fundamento bíblico que justifique la división de la iglesia,
ante los hechos consumados se han ido desarrollando teorías basadas en argumentos
humanos para justificar lo injustificable. Se ha tratado de “domesticar” lo absurdo, lo
antinatural, a fin de convivir con ello.
Aplicándolo a nuestro tema, es común que haya miles de denominaciones; pero eso
no es lo normal según la Biblia. No estamos hablando de lo ideal sino de lo normal.
En los últimos dos siglos hubo dos movimientos a nivel internacional procurando la
unidad de las iglesias: el Consejo Mundial de Iglesias (World Council of Churches) y
la Alianza Evangélica Mundial (World Evangelical Alliance).
Cuando el Señor, pocos años después, nos llenó con el Espíritu Santo, nació en
muchos de nosotros la convicción de que para Dios no hay nada imposible. Aunque
llevamos 500 años de divisiones, con miles de denominaciones, creemos que Dios es
poderoso para restaurar la unidad de su iglesia, respondiendo plenamente a la
oración de Jesús en Juan 17.
Una de las verdades restauradas en este movimiento fue la vigencia de los ministerios
apostólicos y proféticos. Los verdaderos apóstoles y profetas tienen revelación del
misterio de Cristo y de su iglesia.
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Al surgir “apóstoles” sin revelación sobre la unidad de la iglesia (si tal cosa pudiera
ser posible) construyeron sus propias redes de iglesias, dividiendo aún más en torno a
sus ministerios el cuerpo de Cristo. Los tales nunca entendieron el colegiado
apostólico, que es la condición necesaria para la unidad del cuerpo de Cristo.
Pablo nos sorprende con esta última frase. Para Pablo la identificación entre Cristo y
el cuerpo de Cristo es total. Por lo tanto, para él la división de la iglesia presupone la
división de Cristo; y esto es imposible. Como es imposible dividir a Cristo es
absolutamente inaceptable la división de la iglesia.
Lewis B. Smedes, en su libro “All Things Made New” (W.B.Erdmans Publishing Co.-
1970 y publicado en español como “Todas las Cosas Nuevas”, por Editorial La Aurora),
dice:
“Hay un solo Señor Jesucristo. ¿Tiene él un solo cuerpo para hacer su obra en
la tierra? ¿O realmente hemos creado muchos cuerpos de Jesucristo? Cuando
Pablo preguntaba horrorizado y sin poder creerlo, ¿está dividido Cristo?,
estaba reaccionando ante un hecho consumado. Por otra parte, esa era su
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manera de argumentar que, dada la identidad de la iglesia, su división era
impensable, contradictoria, inconcebible.”
“...Es imposible concebir un cuerpo dividido, es contradictorio, impensable. Y
sin embargo es real. Pablo no dice: esto no puede suceder aquí. Está diciendo:
esta horrible situación es antinatural.”
“...Si en una comunidad –en Corinto o en cualquier otra parte- hay varios
cuerpos, con varias mesas separadas o aún en conflicto unas con otras, hemos
alcanzado en nuestro pecado, la horrible imposibilidad: Cristo está dividido. Y
aquí es donde debe desarrollarse en oración el más urgente y difícil proceso de
curación.”
“...La situación actual del cuerpo de Cristo debe ser deplorada y declarada
intolerable”. (pp.212-214)
¿Cuándo recibió Pablo esta revelación de que Cristo y la iglesia son una misma cosa,
una realidad inseparable?
Yo creo que el primer rayito de luz sobre la identificación entre Cristo y la iglesia la
recibió el mismo día de su conversión. Vayamos al texto.
HECHOS 9.3-5:
Pienso que allí mismo Jesús sembró en Pablo la primera semilla de esta verdad:
perseguir a la iglesia es perseguir a Cristo, porque Jesús y la iglesia son una unidad
inseparable. Son las dos caras de una misma moneda.
1 CORINTIOS 3.1-6:
“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino
como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda;
porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois
carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no
sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente
soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?
¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis
creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó;
pero el crecimiento lo ha dado Dios”.
Según Pablo, la causa de las divisiones en Corinto era la carnalidad, la niñez espiritual.
Las evidencias de la carnalidad son los celos, las contiendas y las disensiones.
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1 CORINTIOS 12
“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los
miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, ASÍ TAMBIÉN
CRISTO”.
Otra vez Pablo nos sorprende. Hubiéramos esperado que dijera: “… así también la
iglesia”. Pero, no. Él dice: “así también Cristo”. Decir que somos miembros del
cuerpo de Cristo es lo mismo que decir somos miembros de Cristo. Cristo y la iglesia
son inseparables. Por ejemplo: El que ataca a mi esposa, me ataca a mí. El que honra
a mi esposa me honra a mí. Del mismo modo, el que sirve a la iglesia sirve a Cristo, el
que honra a los hermanos honra a Cristo.
Pablo estando en la cárcel de Roma se enteró de que en la iglesia de Éfeso había una
amenaza de división. Los judíos convertidos a Cristo se sentían hijos de Dios de
primera categoría frente a los gentiles. Además, les imponían ordenanzas y
mandamientos propios de la ley. Todo esto estaba produciendo una gran división en
la iglesia de la ciudad. Esa fue la circunstancia que llevó a Pablo escribir la Epístola a
los Efesios.
En vez de reprenderlos, Pablo juzgó que era mejor comunicarles, quizás una vez más,
y probablemente de un modo más amplio, la revelación del misterio de Cristo y de su
iglesia.
EFESIOS 3.3-6:
Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles;
si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue
dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio,
como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea
mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones
no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus
santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y
miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por
medio del evangelio.
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Con esta revelación del misterio de Cristo, quedó definitivamente desautorizada
cualquier división en la iglesia. Si algunos tuvieron la “infeliz” idea de crear en Éfeso
dos iglesias, la iglesia de los judíos y la iglesia de los gentiles, tal idea o posibilidad
quedó absolutamente descartada por la revelación del Espíritu que habían recibido
los apóstoles y profetas.
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared
intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los
mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos
un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con
Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
La división ancestral entre judíos y gentiles quedó totalmente abolida en Cristo Jesús.
De ambos pueblos hizo uno.
Por eso les dice a los gentiles convertidos:
Las únicas expresiones válidas eran para distinguir a la iglesia de una determinada
localidad o ciudad. Por ejemplo:
Como lo expresa Watcham Nee: “La totalidad de los creyentes de una ciudad son la
única iglesia de esa localidad”.
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Fue tan claro y firme el fundamento establecido por los apóstoles sobre la unidad de
la iglesia que, a pesar de las luchas, herejías y las grandes dificultades que vinieron en
los siglos posteriores, la iglesia siempre luchó para mantener su unidad. En los
primeros siglos de nuestra era siempre se afirmó que la iglesia es UNA, SANTA,
UNIVERSAL Y APOSTÓLICA.
La primera división oficial de la iglesia ocurrió diez siglos después, en el año 1054. A
esta división los occidentales la llamaron “el cisma de Oriente”; y los orientales “el
sisma de occidente”. Pero esa división no afectó tanto al pueblo. Fue más bien una
división a nivel de la cúpula internacional. En cada ciudad y nación la iglesia siguió
manteniendo su unidad.
Las múltiples divisiones de la iglesia, como ya lo hemos visto, comenzaron a partir del
siglo XVI. Y el cuadro actual de miles de denominaciones en el mundo es algo aún
más reciente. Algunas divisiones sucedieron por divergencias doctrinales, otras por
causas menos nobles. Muchas veces la iglesia tradicional no supo ser permeable a los
cambios legítimos que traían los avivamientos.
SIGLO XX
SIGLO ??
SIGLO XVI
En geometría a ese quiebre se le llama punto de inflexión (tipping point). Somos una
generación bienaventurada. Hoy existe un acercamiento muy valioso entre los distintos
sectores de la iglesia. Las actitudes agresivas y belicosas del pasado están siendo superadas.
Hay diálogo, apertura, reflexión, comunión, cambios, reconciliaciones. “ES HORA DE
REPENSAR LA IGLESIA”. Especialmente su unidad.
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Recordemos algunas cosas importantes que sucedieron en el siglo XX.
- Hubo varios movimientos con el objetivo de recuperar la unidad de la iglesia. Entre ellos,
como ya mencioné, el Consejo Mundial de Iglesias y la Alianza Evangélica Mundial.
- En el año 1965, al final del Concilio Vaticano II, se levantaron las mutuas excomuniones
entra la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas.
- A partir de la década de los sesenta, el movimiento carismático que abarcó casi a todas las
denominaciones protestantes y católicas en todas las naciones del mundo.
- El surgimiento del movimiento apostólico y profético, por medio del que la iglesia está
recuperando la conciencia de su unidad y su misión integral en el mundo.
Damos gracias a Dios por todos los movimientos procurado en diferentes esferas la unidad de
los cristianos.
En el año 2000, bajo la soberana gracia de Dios, nació esta Comunión Apostólica
Internacional (AFI). Hace 22 años que de un modo ininterrumpido nos hemos reunido
anualmente bajo la excelente coordinación de nuestro amado hermano Giovanni Traettino.
Hemos sido muy enriquecidos por la gracia de cada uno; confirmados en la revelación del
misterio de Cristo y de su iglesia; hemos crecido en la fe, la visión y la amistad unos con otros.
Por todo ello, con mucha gratitud, le damos a Dios toda la gloria.
Si creemos que esta visión y esta comunión son de Dios; y si queremos que esta visión llegue
a toda la iglesia de Cristo y a las futuras generaciones, necesitamos dar un paso más.
Frente al paradigma de la división de la iglesia que se instaló entre los evangélicos a partir
de la Reforma, necesitamos desarrollar NUEVAS ESTRATEGIAS PARA DIFUNDIR EN LA
PRESENTE Y EN LAS FUTURAS GENERACIONES, tanto en el ámbito internacional como
interdenominacional LA REVELACIÓN DEL MISTERIO DE CRISTO Y DE SU IGLESIA.
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V. ¿CÓMO SEGUIR AVANZANDO HACIA LA UNIDAD DE LA IGLESIA?
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Ante el cuadro actual de una iglesia dividida, con muchas manchas y arrugas, en muchos
casos con un liderazgo carnal y compitiendo por tener la iglesia más grande, mayor fama,
mayor poder; hoy el Señor nos pregunta:
“¿Crees en tu corazón que yo soy poderoso para hacer todo lo que he prometido?
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