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APOSTOLIC FELLOWSHIP INERNATIONAL Lisboa, Portugal

18 y 19 de mayo 2022

Jorge Himitian

ES HORA DE REPENSAR LA IGLESIA


La necesidad de difundir en la presente y en las futuras generaciones
el misterio de Cristo y de su iglesia.

INTRODUCCIÓN
Desde los comienzos de AFI (año 2000), uno de los temas que más hemos tratado en
nuestras consultas ha sido la revelación del misterio de Cristo y de su cuerpo. Hemos
dedicado varios años a hablar sobre las tres características esenciales de la iglesia:
unidad, calidad y cantidad. Y en los años más recientes hemos hablado sobre la
responsabilidad de la iglesia en la transformación de las naciones.
Pero somos conscientes de que esta visión ha quedado más bien encerrada entre
nosotros. No hemos logrado desarrollar una estrategia eficaz de difusión que llegara a
todo el cuerpo de Cristo.
Mis colegas de AFI han entendido que para desarrollar estrategias de difusión
necesitamos reenfocarnos en el tema.Y desde esa inspiración buscar las estrategias
adecuadas.

I. EL NUEVO PARADIGMA A PARTIR DE LA REFORMA


La reforma religiosa del siglo XVI, sumada a la de los siglos anteriores, trajo mucho
bien a la iglesia y al mundo. Volver al fundamento, a la Palabra de Dios, siempre ha
corregido errores y ha producido avivamientos. Pero junto con todo lo bueno que
trajo la Reforma, lamentablemente, se instaló en el sector protestante un nuevo
paradigma*: LA DIVISIÓN DE LA IGLESIA.

*[Paradigma: Teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que
suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento (Diccionario de la
Real Academia Española].

Lutero creía en la unidad de la iglesia. Él quiso ser un reformador dentro de la iglesia


de Occidente. Pero no se le permitió. Fue excomulgado. Y esa excomunión generó una
división que Lutero nunca quiso. Luego, como todos lo sabemos, a lo largo de estos
cinco siglos la iglesia evangélica ha seguido dividiéndose en miles de denominaciones
hasta nuestros días.

No parecería que estas divisiones, que están en abierta contradicción con la palabra
de Dios, le importara o le molestara a la mayoría de las denominaciones. Sin
embargo, el pueblo evangélico sigue jactándose de que la Biblia es su única regla de fe
y de práctica.

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Como no existe ningún fundamento bíblico que justifique la división de la iglesia,
ante los hechos consumados se han ido desarrollando teorías basadas en argumentos
humanos para justificar lo injustificable. Se ha tratado de “domesticar” lo absurdo, lo
antinatural, a fin de convivir con ello.

Muchos cometen el error de confundir lo común con lo normal. Lo común es lo que


hace la mayoría. Lo normal es lo que está de acuerdo con las normas establecidas.
Por ejemplo, en la sociedad actual es común mentir o fornicar, pero no es lo normal.
Cada vez es más común el divorcio, pero no es lo normal. El que establece las normas
es Dios.

Aplicándolo a nuestro tema, es común que haya miles de denominaciones; pero eso
no es lo normal según la Biblia. No estamos hablando de lo ideal sino de lo normal.

En los últimos dos siglos hubo dos movimientos a nivel internacional procurando la
unidad de las iglesias: el Consejo Mundial de Iglesias (World Council of Churches) y
la Alianza Evangélica Mundial (World Evangelical Alliance).

Ambas organizaciones han desarrollado estructuras enormes, seguramente con


buenas y sanas intenciones. Pero en mi humilde opinión, se han dedicado a sumar
denominaciones e instituciones a sus respectivas organizaciones, sin producir ni la
espiritualidad ni la unidad del pueblo de Dios en las bases. Es decir, la unidad de los
hijos de Dios en cada barrio, localidad, ciudad y nación. Solo han logrado un vínculo
institucional y superficial a nivel de la cúpula eclesial.

El avivamiento pentecostal de comienzos del siglo XX redescubrió la experiencia


personal del bautismo del Espíritu Santo y de los dones carismáticos, pero heredó las
divisiones de los siglos anteriores. Y por no tener luz o revelación sobre la unidad de
la iglesia, sin proponérselo, multiplicó sus divisiones.

Muchos de nosotros, en diferentes lugares del mundo, hemos sido impactados y


bendecidos por un pionero de la unidad de la iglesia en el siglo XX. Me refiero al
hermano Watchamn Nee, de la China. Su libro más polémico, La Iglesia Normal,
comenzó a romper en muchos de nosotros el falso paradigma de la división de la
iglesia en tantas denominaciones. Cuando yo terminé de leer ese libro, en el año 1962
(aproximadamente), lo arrojé con cierto fastidio sobre mi escritorio diciendo: “muy
bíblico, pero impracticable”. El argumento central del libro era demostrar que en el
Nuevo Testamento en cada ciudad había una sola iglesia, pastoreada por un solo
presbiterio. Lo que presentaba era bíblicamente irrefutable.

Cuando el Señor, pocos años después, nos llenó con el Espíritu Santo, nació en
muchos de nosotros la convicción de que para Dios no hay nada imposible. Aunque
llevamos 500 años de divisiones, con miles de denominaciones, creemos que Dios es
poderoso para restaurar la unidad de su iglesia, respondiendo plenamente a la
oración de Jesús en Juan 17.

Una de las verdades restauradas en este movimiento fue la vigencia de los ministerios
apostólicos y proféticos. Los verdaderos apóstoles y profetas tienen revelación del
misterio de Cristo y de su iglesia.
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Al surgir “apóstoles” sin revelación sobre la unidad de la iglesia (si tal cosa pudiera
ser posible) construyeron sus propias redes de iglesias, dividiendo aún más en torno a
sus ministerios el cuerpo de Cristo. Los tales nunca entendieron el colegiado
apostólico, que es la condición necesaria para la unidad del cuerpo de Cristo.

II. LA RESPUESTA APOSTÓLICA ANTE LAS PRINCIPALES


AMENAZAS DE DIVISIÓN EN LA IGLESIA DEL PRIMER SIGLO

Ante la primera amenaza de división

El crecimiento de la iglesia entre los gentiles originó un conflicto bastante serio en la


naciente iglesia. Algunos de Judea les decían a los gentiles convertidos: “Si no os
circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos” (Hechos 15.1). Así que
esto no era un asunto menor. El tema se resolvió en ese primer Concilio de Jerusalén,
con los incuestionables testimonios de Pedro, de Bernabé y Pablo, y finalmente la
sabia palabra de Jacobo. El acuerdo fue registrado en un documento escrito en el que
se estableció que los gentiles no necesitaban circuncidarse para ser salvos.

Ante la segunda amenaza de división

La segunda amenaza de división que aparece en el Nuevo Testamente surgió en la


iglesia de la ciudad de Corito, Grecia. Pablo, con autoridad apostólica trató el
conflicto en varios capítulos de su primera epístola.

1 CORINTIOS 1.10 -13:

Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que


habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino
que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.
Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de
Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de
vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo.
¿ACASO ESTÁ DIVIDIDO CRISTO?…

Pablo nos sorprende con esta última frase. Para Pablo la identificación entre Cristo y
el cuerpo de Cristo es total. Por lo tanto, para él la división de la iglesia presupone la
división de Cristo; y esto es imposible. Como es imposible dividir a Cristo es
absolutamente inaceptable la división de la iglesia.

Lewis B. Smedes, en su libro “All Things Made New” (W.B.Erdmans Publishing Co.-
1970 y publicado en español como “Todas las Cosas Nuevas”, por Editorial La Aurora),
dice:
“Hay un solo Señor Jesucristo. ¿Tiene él un solo cuerpo para hacer su obra en
la tierra? ¿O realmente hemos creado muchos cuerpos de Jesucristo? Cuando
Pablo preguntaba horrorizado y sin poder creerlo, ¿está dividido Cristo?,
estaba reaccionando ante un hecho consumado. Por otra parte, esa era su

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manera de argumentar que, dada la identidad de la iglesia, su división era
impensable, contradictoria, inconcebible.”
“...Es imposible concebir un cuerpo dividido, es contradictorio, impensable. Y
sin embargo es real. Pablo no dice: esto no puede suceder aquí. Está diciendo:
esta horrible situación es antinatural.”
“...Si en una comunidad –en Corinto o en cualquier otra parte- hay varios
cuerpos, con varias mesas separadas o aún en conflicto unas con otras, hemos
alcanzado en nuestro pecado, la horrible imposibilidad: Cristo está dividido. Y
aquí es donde debe desarrollarse en oración el más urgente y difícil proceso de
curación.”
“...La situación actual del cuerpo de Cristo debe ser deplorada y declarada
intolerable”. (pp.212-214)

¿Cuándo recibió Pablo esta revelación de que Cristo y la iglesia son una misma cosa,
una realidad inseparable?
Yo creo que el primer rayito de luz sobre la identificación entre Cristo y la iglesia la
recibió el mismo día de su conversión. Vayamos al texto.

HECHOS 9.3-5:

Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco,


repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra,
oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo:
¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues;
Saulo nunca había perseguido a Jesús. Entonces ¿por qué Jesús le dice: “Saulo,
Saulo, por qué me persigues”? Y otra vez: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”.

Pienso que allí mismo Jesús sembró en Pablo la primera semilla de esta verdad:
perseguir a la iglesia es perseguir a Cristo, porque Jesús y la iglesia son una unidad
inseparable. Son las dos caras de una misma moneda.

Amar a la iglesia es amar a Cristo. Servir a la iglesia es servir a Cristo. Dividir la


iglesia es pretender dividir a Cristo.

1 CORINTIOS 3.1-6:

“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino
como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda;
porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois
carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no
sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente
soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?
¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis
creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó;
pero el crecimiento lo ha dado Dios”.

Según Pablo, la causa de las divisiones en Corinto era la carnalidad, la niñez espiritual.
Las evidencias de la carnalidad son los celos, las contiendas y las disensiones.

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1 CORINTIOS 12

En este importante capítulo Pablo habla de “diversidad de dones” (v.4), de


“diversidad de ministerios” (vv.4 y 28), de “diversidad de operaciones” (v.5). Pero
nunca habla de “diversidad de iglesias”.

Desde los versículos 12 al 27 se repite dieciocho veces la palabra “cuerpo” (siempre en


singular) refiriéndose a la iglesia.

Es muy revelador el versículo 12:

“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los
miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, ASÍ TAMBIÉN
CRISTO”.
Otra vez Pablo nos sorprende. Hubiéramos esperado que dijera: “… así también la
iglesia”. Pero, no. Él dice: “así también Cristo”. Decir que somos miembros del
cuerpo de Cristo es lo mismo que decir somos miembros de Cristo. Cristo y la iglesia
son inseparables. Por ejemplo: El que ataca a mi esposa, me ataca a mí. El que honra
a mi esposa me honra a mí. Del mismo modo, el que sirve a la iglesia sirve a Cristo, el
que honra a los hermanos honra a Cristo.

Pablo dice en Efesios 6.31-32: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá


a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto
respecto de Cristo y de la iglesia”. Es muy fuerte esta declaración.

Ante la tercera amenaza de división

Pablo estando en la cárcel de Roma se enteró de que en la iglesia de Éfeso había una
amenaza de división. Los judíos convertidos a Cristo se sentían hijos de Dios de
primera categoría frente a los gentiles. Además, les imponían ordenanzas y
mandamientos propios de la ley. Todo esto estaba produciendo una gran división en
la iglesia de la ciudad. Esa fue la circunstancia que llevó a Pablo escribir la Epístola a
los Efesios.

En vez de reprenderlos, Pablo juzgó que era mejor comunicarles, quizás una vez más,
y probablemente de un modo más amplio, la revelación del misterio de Cristo y de su
iglesia.

EFESIOS 3.3-6:

Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles;
si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue
dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio,
como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea
mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones
no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus
santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y
miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por
medio del evangelio.
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Con esta revelación del misterio de Cristo, quedó definitivamente desautorizada
cualquier división en la iglesia. Si algunos tuvieron la “infeliz” idea de crear en Éfeso
dos iglesias, la iglesia de los judíos y la iglesia de los gentiles, tal idea o posibilidad
quedó absolutamente descartada por la revelación del Espíritu que habían recibido
los apóstoles y profetas.

EFESIOS 2.14-16, y 19-22:

Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared
intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los
mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos
un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con
Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
La división ancestral entre judíos y gentiles quedó totalmente abolida en Cristo Jesús.
De ambos pueblos hizo uno.
Por eso les dice a los gentiles convertidos:

… Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los


santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de
los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo
mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un
templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente
edificados para morada de Dios en el Espíritu.

Según la palabra de Dios, la iglesia es un solo pueblo, un solo y nuevo hombre, un


solo cuerpo, una sola familia, una sola nación, un solo edificio bien coordinado que
crece para ser un solo templo, la morada de Dios. No hay en ella categorías ni
divisiones. Todo hijo de Dios, no importa de qué raza o nación provenga, pertenece a
la misma familia de Dios, es miembro del mismo cuerpo. Este es el fundamento
inmutable establecido por los apóstoles y profetas del primer siglo para la iglesia de
todos los siglos.

En la Biblia no existe ningún adjetivo que califique a la palabra iglesia. No existe la


“Iglesia A” ni la “Iglesia B” ni la “Iglesia C”. Si la iglesia es una, no necesita adjetivos
calificativos.

Las únicas expresiones válidas eran para distinguir a la iglesia de una determinada
localidad o ciudad. Por ejemplo:

Hechos 8.1: “… la iglesia que estaba en Jerusalén …”


Hechos 13.1: “… la iglesia que estaba en Antioquía…”
1 Corintios 1.1: “… la iglesia de Dios que está en Corinto …”
1 Tesalon. 1.1: “… a la iglesia de los tesalonicenses …”
Apocalipsis 2.1: “… la iglesia en Éfeso …”

Como lo expresa Watcham Nee: “La totalidad de los creyentes de una ciudad son la
única iglesia de esa localidad”.

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Fue tan claro y firme el fundamento establecido por los apóstoles sobre la unidad de
la iglesia que, a pesar de las luchas, herejías y las grandes dificultades que vinieron en
los siglos posteriores, la iglesia siempre luchó para mantener su unidad. En los
primeros siglos de nuestra era siempre se afirmó que la iglesia es UNA, SANTA,
UNIVERSAL Y APOSTÓLICA.

III. LAS DIVISIONES HISTÓRICAS

La primera división oficial de la iglesia ocurrió diez siglos después, en el año 1054. A
esta división los occidentales la llamaron “el cisma de Oriente”; y los orientales “el
sisma de occidente”. Pero esa división no afectó tanto al pueblo. Fue más bien una
división a nivel de la cúpula internacional. En cada ciudad y nación la iglesia siguió
manteniendo su unidad.

Las múltiples divisiones de la iglesia, como ya lo hemos visto, comenzaron a partir del
siglo XVI. Y el cuadro actual de miles de denominaciones en el mundo es algo aún
más reciente. Algunas divisiones sucedieron por divergencias doctrinales, otras por
causas menos nobles. Muchas veces la iglesia tradicional no supo ser permeable a los
cambios legítimos que traían los avivamientos.

La división de la iglesia de estos últimos siglos no tiene ningún fundamento bíblico ni


teológico. Solo podemos explicar históricamente cuándo y cómo ocurrieron, y
observar con dolor lo que nunca debería haber sucedido.

IV. SIGLO XX: PUNTO DE INFLEXIÓN

En nuestra generación se ha producido un importante punto de inflexión. Las


muchas divisiones que se originaron a partir de la Reforma, como líneas divergentes,
comenzaron prácticamente a quebrarse en el siglo XX, transformándose en líneas
convergentes.

SIGLO XX
SIGLO ??

SIGLO XVI

En geometría a ese quiebre se le llama punto de inflexión (tipping point). Somos una
generación bienaventurada. Hoy existe un acercamiento muy valioso entre los distintos
sectores de la iglesia. Las actitudes agresivas y belicosas del pasado están siendo superadas.
Hay diálogo, apertura, reflexión, comunión, cambios, reconciliaciones. “ES HORA DE
REPENSAR LA IGLESIA”. Especialmente su unidad.

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Recordemos algunas cosas importantes que sucedieron en el siglo XX.

- A principios del siglo XX ocurrió el gran avivamiento pentecostal.

- Hubo varios movimientos con el objetivo de recuperar la unidad de la iglesia. Entre ellos,
como ya mencioné, el Consejo Mundial de Iglesias y la Alianza Evangélica Mundial.

- En el año 1965, al final del Concilio Vaticano II, se levantaron las mutuas excomuniones
entra la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas.

- A partir de la década de los sesenta, el movimiento carismático que abarcó casi a todas las
denominaciones protestantes y católicas en todas las naciones del mundo.

- Es justo también mencionar la labor encomiable que ha hecho en pro de la unidad la


Asociación Billy Graham con el Movimiento Lausana. Esta organización sigue vigente.

- El surgimiento del movimiento apostólico y profético, por medio del que la iglesia está
recuperando la conciencia de su unidad y su misión integral en el mundo.

Damos gracias a Dios por todos los movimientos procurado en diferentes esferas la unidad de
los cristianos.

En el año 2000, bajo la soberana gracia de Dios, nació esta Comunión Apostólica
Internacional (AFI). Hace 22 años que de un modo ininterrumpido nos hemos reunido
anualmente bajo la excelente coordinación de nuestro amado hermano Giovanni Traettino.
Hemos sido muy enriquecidos por la gracia de cada uno; confirmados en la revelación del
misterio de Cristo y de su iglesia; hemos crecido en la fe, la visión y la amistad unos con otros.
Por todo ello, con mucha gratitud, le damos a Dios toda la gloria.

Pero creo que estamos frente a un nuevo momento en nuestra trayectoria.

Si creemos que esta visión y esta comunión son de Dios; y si queremos que esta visión llegue
a toda la iglesia de Cristo y a las futuras generaciones, necesitamos dar un paso más.

Esta maravillosa revelación sobre la unidad de la iglesia y su misión integral en la


transformación de las naciones ha quedado mayormente encerrada entre nosotros, y quizás,
en nuestras áreas cercanas de influencia.

NUESTRO GRAN DESAFÍO

Frente al paradigma de la división de la iglesia que se instaló entre los evangélicos a partir
de la Reforma, necesitamos desarrollar NUEVAS ESTRATEGIAS PARA DIFUNDIR EN LA
PRESENTE Y EN LAS FUTURAS GENERACIONES, tanto en el ámbito internacional como
interdenominacional LA REVELACIÓN DEL MISTERIO DE CRISTO Y DE SU IGLESIA.

(Sugiero que en los talleres trabajemos sobre esto)

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V. ¿CÓMO SEGUIR AVANZANDO HACIA LA UNIDAD DE LA IGLESIA?

1. Creamos y difundamos LA VERDAD, la palabra de Dios.


Especialmente la revelación que encontramos en Efesios capítulos 1, 2, 3 y 4.1-16, sobre la
unidad de la iglesia. Compartir la palabra, la visión que Dios nos ha dado.
Necesitamos hacer docencia, a todos los niveles y por todos los medios posibles.

2. Unámonos a LA ORACIÓN de Jesús en Juan 17.


Jesús nunca les pidió a sus discípulos que sean uno. Se lo pidió al Padre. El único que
puede producir el gran milagro de la unidad de todos los hijos de Dios en la tierra es Dios.
¿Podrá quedar esta oración de Jesús sin respuesta?

3. Tomemos el “camino aún más excelente” que es EL AMOR.


Este es el camino que Pablo señala al final del capítulo 12 de 1 Corintios, y desemboca en
el gran capítulo del amor en 1 Corintios 13.
¿Para qué sirve un camino? –Para llevarnos desde donde estamos a un destino.
En el caso de los Corintios, desde las divisiones a la unidad.
Lo mismo con nosotros hoy. Desde nuestras múltiples divisiones a la unidad total del
cuerpo de Cristo. Yo le llamo a este camino más excelente: LA AUTOPISTA para alcanzar
la unidad.

4. Procuremos LA COMUNIÓN con todos los que son de Cristo.


Tomar la iniciativa, procurar al hermano, participar de los Consejos de pastores en la
ciudad, de los encuentros a nivel nacional o continental.
Ser pacificadores. Buscar la reconciliación. Quitar las ofensas. Pedir perdón. Perdonar.
Participar en ámbitos de diálogo teológico. No temer hablar de nuestras diferencias
doctrinales, pero hacerlo respetuosamente. Exponer lo que creemos, sin imponer.

5. Desarrollemos proyectos y llevemos a cabo programas de MISIÓN UNIDA


con todo el cuerpo de Cristo.
Jesucristo nos encomendó predicar el evangelio a toda criatura, hacer discípulos a todas
las naciones, amar a nuestro prójimo, ayudar a los necesitados, ser la sal de la tierra y la
luz del mundo. Es muy grande la labor que nos toca. Si lo hacemos en unidad, el impacto
será mayor. La misión conjunta nos unirá de un modo práctico y real. En nuestra
experiencia en Buenos Aires, el período de mayor unidad y nivel de compromiso se dio
cuando realizamos programas de misión unida en la ciudad.

6. Seamos la generación que le CREE A DIOS.


En los días de Moisés, la generación que no creyó murió en el desierto, no entró a la tierra
prometida. En cambio, la nueva generación, junto con Josué y Caleb, creyó a Dios y
poseyó la tierra.

Dios le preguntó a Ezequiel: Hijo del hombre, ¿vivirán estos huesos?


- Señor Jehová, tú lo sabes.
- Pues, Ezequiel, tienes razón, yo lo sé. Por lo tanto, profetiza sobre estos huesos, y diles:
Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He
aquí yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis…
Profetizar es decir lo que nos Dios dice que digamos. Profeticé, pues, como me fue
mandado; y hubo ruido… y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso… (Ezequiel
37.1-10).

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Ante el cuadro actual de una iglesia dividida, con muchas manchas y arrugas, en muchos
casos con un liderazgo carnal y compitiendo por tener la iglesia más grande, mayor fama,
mayor poder; hoy el Señor nos pregunta:

“Hijo del hombre ¿Alcanzará la iglesia la unidad de la fe?


¿Volverá a ser un solo cuerpo en cada ciudad, en cada nación y en el mundo? ¿Llegará
a ser gloriosa y santa, sin mancha ni arruga?
¿Volverá a ser la sal de la tierra y la luz del mundo?
¿Será nuevamente el factor de transformación en medio de las naciones?”

“¿Crees en tu corazón que yo soy poderoso para hacer todo lo que he prometido?

Si lo crees, profetiza y proclama con tu boca lo que yo digo en mi Palabra, y lo que tu


declares, sucederá”.

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