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2009
Diseño y maquetación :
José Manuel Vaquero Juárez
I.S.B.N. : 84-89702-12-8
Impreso por :
A.G.H • Aldea del Fresno, 16, bajo A • 28045 MADRID
INDICE
1.1 INTRODUCCION 1
1.2 CARACTERISTICAS DE LOS PAVIMENTOS INDUSTRIALES DE
HORMIGON 1
1.3 TIPOS DE PAVIMENTOS INDUSTRIALES DE HORMIGON 3
1.3.1 Pavimentos de hormigón en masa con juntas
1.3.2 Pavimentos de hormigón armado con juntas
1.3.3 Pavimentos de hormigón armado continuo
1.3.4 Pavimentos de hormigón pretensado
1.3.5 Pavimentos de hormigón armado con fibras
2.1 INTRODUCCION 9
I
3 EXPLANADAS Y CAPAS DE BASE
3.1 INTRODUCCION 27
3.2 EXPLANADAS 27
3.2.1 Tipos de suelos
3.2.2 Características de los suelos
3.2.3 Tipos de explanada
3.3 CAPAS DE BASE 38
3.3.1 Capa de nivelación de arena
3.3.2 Lámina de plástico
4.1 INTRODUCCION 43
5 DISEÑO DE JUNTAS
II
5.3.1 Juntas de aislamiento
5.3.2 Juntas de construcción
5.3.3 Juntas de contracción
5.3.4 Juntas de dilatación
6.1 INTRODUCCION 83
7 HORMIGONES
III
7.3.5 Fibras
7.3.6 Otros componentes
7.4 FABRICACION DEL HORMIGON 128
8 OTROS MATERIALES
9 CONSTRUCCIÓ N
IV
9.8 CURADO 159
9.8.1 Introducción
9.8.2 Métodos de curado
9.8.3 Elección de un método de curado
9.8.4 Tiempo de curado
12 REGULARIDAD SUPERFICIAL
12.1 INTRODUCCION 193
12.2 METODOS PARA EVALUAR LA REGULARIDAD SUPERFICIAL 194
12.2.1 Sistemas de números F
12.2.2 El sistema de la Concrete Society para áreas de tráfico definido
12.2.3 Sistemas de medida con regla
12.3 INSTRUMENTOS DE MEDIDA DE LA REGULARIDAD SUPERFICIAL 201
V
12.4 FACTORES QUE AFECTAN A LA REGULARIDAD SUPERFICIAL 204
12.5 PAVIMENTOS SUPERPLANOS 204
13 CONSERVACION Y REPARACION
13.1 INTRODUCCIÓN 207
13.2 TIPOLOGIA DE DETERIOROS
13.2.1 Deterioros superficiales
13.2.2 Deterioros en juntas
13.2.3 Deterioros estructurales
13.2.4 Otros tipos de deterioros
13.3 TECNICAS DE REPARACION 222
13.3.1 Reparaciones superficiales
13.3.2 Reparaciones estructurales
13.3.3 Sellado de juntas y grietas
13.4 REFUERZOS 233
13.4.1 Dimensionamiento del refuerzo
13.4.2 Refuerzos adheridos
13.4.3 Refuerzos no adheridos
VI
COMITE TECNICO
2.1
2
2009
1.1 INTRODUCCION
1
entre los pavimentos para usos industriales, los destinados a labores de
almacenamiento o los que se dedican a otro tipo de actividad, pudiéndose
distinguir subgrupos con necesidades muy diferentes dentro de cada uno
de ellos.
Como consecuencia de lo anterior el tipo de cargas que se puede presen-
tar es muy variado, desde pavimentos que únicamente tienen que resis-
tir un tráfico peatonal hasta otros que tienen que soportar grandes
esfuerzos producidos por vehículos especiales. De la misma forma pue-
den tratarse de cargas uniformemente distribuidas, como las que se pro-
ducen con mercancías apiladas directamente sobre la solera o, por el con-
trario, de cargas puntuales, como las que trasmiten las ruedas de un
vehículo.
En los pavimentos industriales pueden existir elementos que rompen la
continuidad de la superficie, tales como tuberías, pilares, registros o
cimentaciones de máquinas, que no son frecuentes en otro tipo de cons-
trucciones.
Por otro lado, los pavimentos industriales pueden verse sometidos a soli-
citaciones y circunstancias que en otros pavimentos son excepcionales,
tales como ataques de agentes químicos, características especiales de
resistencia al desgaste, no producción de chispas y polvo, etc., mientras
que otras circunstancias que podrían considerarse normales, como son
las derivadas de los efectos de los agentes atmosféricos (gradientes tér-
micos, gradientes de humedad, heladas, etc.) tienen, en general, escasa
relevancia, por encontrarse normalmente a cubierto.
Las velocidades a las que circulan los vehículos en las instalaciones
industriales no son elevadas. Por ello, a diferencia de lo que ocurre en las
carreteras o aeropuertos en los que el firme tiene que estar dotado de un
coeficiente de rozamiento elevado, en las soleras pueden emplearse pavi-
mentos menos rugosos o incluso, en algunas ocasiones, muy lisos como
sucede, por ejemplo, en las naves de montaje de motores, donde es nece-
sario reducir al mínimo la producción de polvo por abrasión del pavi-
mento.
Otras características diferenciadoras de este tipo de pavimentos son el
volumen de obra y el ritmo de ejecución de las mismas, que en muchas
ocasiones son poco importantes en comparación con los de carreteras o
aeropuertos, por lo que en su construcción es habitual la utilización de
métodos semimanuales o de rendimiento poco elevado. Generalmente el
hormigón no se fabrica in situ, optándose por la utilización de hormigón
preparado procedente de plantas cercanas.
2
Por último, las características de las soleras, como las de cualquier pavi-
mento de hormigón, dan lugar a una serie de problemas diferentes a los
de otros elementos construidos con dicho material, como son por ejemplo
los requisitos de regularidad superficial, o bien los derivados de su geo-
metría prácticamente bidimensional –al ser el espesor muy pequeño en
comparación con la superficie–, tales como fenómenos de combado de las
losas o mayores riesgos de desecación y fisuración.
3
La separación entre juntas está relacionada con el espesor de la losa. En
la práctica dicha distancia no debe ser superior a 25 o, como máximo, 30
veces el espesor de la losa, en aquellos casos en que no existan gradien-
tes importantes de temperatura, como ocurre normalmente en el inte-
rior de naves industriales. En caso contrario, por ejemplo en zonas
externas, dicha separación deberá reducirse y quedar comprendida
entre 15 y 20 veces el espesor de la losa.
No se recomienda disponer las juntas a distancias superiores a los 6 m,
siendo aconsejables distancias no superiores a 4 m, con las que se obtie-
nen excelentes resultados.
Como regla general, debe procurarse que las losas formadas sean sensi-
blemente cuadradas, procurando que la relación entre los lados de la
misma no sea superior a 1,5.
Cuando las cargas que han de soportar este tipo de pavimentos son muy
importantes, se disponen pasadores en las juntas para aumentar la efi-
cacia de la transmisión de cargas entre las losas. En caso contrario, este
tipo de dispositivos no son necesarios, bastando el efecto conseguido por
un machihembrado, en el caso de las juntas de construcción, y por el
encaje entre los áridos en el caso de las juntas de contracción.
(1)
Designación normalizada, según UNE 36.092, de una malla electrosoldada con una separación de 15 cm entre
alambres longitudinales y transversales sin barras de ahorro, con alambres corrugados B 500 T de 6 mm de diá-
metro tanto en los longitudinales como en los transversales
4
tancia no superior a 7,5 metros. Una regla práctica de tipo empírico que
suele utilizarse es limitar la superficie de las losas formadas a valores
comprendidos entre 25 y 35 metros cuadrados.
En el segundo caso, la armadura no se dispone de manera continua sino
que queda interrumpida en la zona de las juntas, donde se disponen
siempre pasadores para mejorar las condiciones de transferencia de car-
gas, dada la gran longitud de las losas resultantes. Este sistema, sin
embargo, es poco recomendable ya que se aumentan las dificultades de
puesta en obra, se incrementan los costes y no se obtienen mejoras apre-
ciables frente a los pavimentos de hormigón en masa, siendo preferible
utilizar el sobrecoste mencionado en mejorar el espesor y/o la calidad del
hormigón utilizado.
5
En cuanto a la cuantía geométrica de la armadura longitudinal, de
acuerdo con la experiencia acumulada, se sabe que en la construcción de
carreteras y aeropuertos ésta debe estar comprendida entre el 0,6 y 0,7%
del área de la sección transversal. Puesto que las oscilaciones térmicas
que se van a producir en un pavimento industrial serán inferiores que en
el caso de las carreteras, esta cuantía puede reducirse a valores del
orden de 0,5 - 0,6 %.
Con el fin de que la armadura efectúe un cosido eficaz de las fisuras es
recomendable que se sitúe a unos 50 mm de la superficie. En algunos
casos la armadura debe situarse más profundamente para evitar inter-
ferencias con guías o carriles para vehículos u otros elementos, pero
nunca debe quedar por debajo del plano medio de la sección.
Las principales ventajas que presenta esta técnica son las derivadas de
que el pavimento pueda colocarse con muy pocas juntas, disminuyendo
por tanto el efecto provocado por el aumento de las tensiones originadas
por cargas de borde y de esquina, lo que simplifica el diseño estructural
y permite la disminución del espesor de la losa. El mantenimiento a
largo plazo es generalmente menos costoso que el de un pavimento con
juntas.
En cuanto a los inconvenientes, cabe citar que la construcción es más
complicada que en el caso de un pavimento sin armar, y también más
cara, y que la existencia de fisuras puede incrementar los riesgos de que
se produzcan problemas derivados de un ataque químico, al tiempo que
puede suponer una componente antiestética.
6
gradientes térmicos y las cargas del tráfico, evitando así la aparición de
grietas y fisuras.
El procedimiento consiste en pretensar el pavimento mediante el poste-
sado de unas armaduras activas dispuestas en vainas preparadas al
efecto, alcanzándose en las mismas tensiones del orden de 1 N /mm2
(10 kp /cm2). Puede realizarse en una o dos direcciones, según la anchura
de hormigonado, y suele permitir la reducción del espesor necesario con
otras soluciones.
El postesado comienza a ser económicamente rentable para soleras de
más de 100 m de largo, o que tengan que disponerse sobre suelos de
características mediocres. Con este método es posible colocar pavimen-
tos de 10.000 m2 sin necesidad de juntas.
Para evitar la aparición de fisuras antes de la aplicación de la fuerza del
pretensado, se puede realizar el postesado en dos etapas; la primera
cuando el hormigón haya alcanzado una resistencia a compresión del
orden de 10 N /mm2, tensionando parcialmente los tendones. En la
segunda etapa se aplica el resto de la compresión cuando el hormigón
haya adquirido la resistencia especificada en proyecto. No obstante, si
se produjese la aparición de alguna fisura, ésta deberá taparse provi-
sionalmente con cinta aislante para evitar la entrada de suciedad, lo
que permitirá que se cierre cuando posteriormente se efectúe el preten-
sado.
El postesado requiere una especial atención en los siguientes aspectos:
1. El pavimento debe estar aislado de todos los elementos fijos de la
construcción. Esta práctica, que es recomendable para todos los pavi-
mentos, es absolutamente esencial con el postesado.
2. La base debe ser cuidadosamente preparada para minimizar el roza-
miento con la capa de apoyo de la solera.
7
3. El hormigón debe estar bien compactado alrededor de los anclajes. Si
éstos no están bien embebidos en el hormigón o éste no es de buena
calidad, se pueden producir roturas alrededor de los mismos como
consecuencia de las elevadas tensiones.
8
2
APLICACIONES DE LOS
PAVIMENTOS INDUSTRIALES
DE HORMIGON
2.1 INTRODUCCION
Dos de las características funcionales más relevantes en muchos pavi-
mentos industriales de hormigón son la regularidad superficial y la
resistencia al desgaste, cuyos valores vendrán fijados en función del uso
previsto del pavimento.
La regularidad superficial del pavimento se define a través de dos pará-
metros: la planeidad y la nivelación, que pueden establecerse en base a
diferentes sistemas de medida basados en la regla de 3 m o en los "núme-
ros F". Estos sistemas, así como los valores más usuales para los distin-
tos tipos de pavimentos, se describen detalladamente en el Capítulo 12.
La resistencia al desgaste es el otro parámetro básico en la durabilidad
y funcionalidad del pavimento, sobre todo cuando éste está sometido a la
acción del tráfico. Existen dos vías alternativas para clasificar la resis-
tencia al desgaste de un pavimento. La primera de ellas se basa en la
realización de ensayos de comportamiento o de prestaciones, de manera
que el desgaste producido después de la realización de un ensayo nor-
malizado sirve para clasificar el pavimento (procedimiento adoptado en
el borrador de la futura norma europea de pavimentos industriales). La
segunda vía consiste en clasificar la resistencia al desgaste del pavi-
mento en función de la composición del hormigón, basándose en la expe-
riencia acumulada a lo largo de los años (método seguido por la norma
BS 8204). La equivalencia existente entre ambas vías, fruto de la obser-
vación y de las experiencias llevadas a cabo en algunos países, se recoge
en la Tabla 11.2.
9
Con el fin de entender los valores de referencia que se utilizan en los
siguientes apartados –definidos con mayor detalle en capítulos posterio-
res–, es necesario indicar que:
– el sistema de números F da una pareja de valores, FF y FL que defi-
nen planeidad y nivelación (ver 12.2.1);
– el rango habitual de valores para los números F está comprendido
entre 10 y 100, siendo mejores cuanto más altos son;
– la resistencia al desgaste se ha clasificado de acuerdo con los niveles
descritos en la norma BS 8204 (ver 11.1.4): especial, AR1, AR2, AR3
y normal.
2.2.1.1 Cargas
Aunque los pavimentos de los edificios residenciales soportan una gran
variedad de cargas, se trata de solicitaciones mucho más ligeras que las
que se producen en construcciones industriales. Por ello, cuando el
terreno presenta unas características aceptables, es suficiente con dis-
poner un espesor mínimo de losa y no atender a las cargas actuantes. En
10
condiciones normales un espesor de 10 cm garantizará un buen compor-
tamiento ante las cargas habituales.
De acuerdo con la Norma Básica de Acciones en la Edificación NBE-AE-
88, los valores de las sobrecargas a considerar son las siguientes:
– habitaciones de viviendas 2 kN/m2 (200 kg/m2 )
– pasillos y accesos públicos 3 kN/m2 (300 kg/m2 )
11
son muy importantes. En cuanto a la regularidad superficial, los requi-
sitos de la misma se especifican en el Capítulo 12.
12
Si el pavimento va recubierto, las condiciones de acabado exigibles son
las mismas que las indicadas para oficinas y viviendas. Si se utilizan
acabados de hormigón visto hay que cuidar la fisuración por razones
estéticas.
En algunos edificios públicos, tales como estaciones de ferrocarril o ter-
minales de aeropuertos, pueden buscarse, además de la resistencia
estructural y la resistencia al desgaste, una componente estética. Exis-
ten diversos procedimientos para conseguir esta combinación de efectos,
y su elección queda reservada al proyectista.
13
2.3.1.2 Estanterías
En este caso las mercancías se disponen sobre estanterías de estructura
metálica, bien sobre palés o bien directamente, como es el caso habitual
de los almacenes de paquetería ("picking").
En el primer caso la configuración usual de estas estructuras consiste en
unas vigas de apoyo horizontales, soportadas por unos entramados com-
puestos por bastidores verticales, generalmente formados por angulares
de acero, rigidizados por unas diagonales entre cada dos consecutivos. Es
frecuente que la distancia entre bastidores verticales se elija de manera
que entre ellos puedan almacenarse dos palés. En este caso, cada uno de
los bastidores transmite al pavimento, además del peso propio, una
carga igual al peso de un palé por cada nivel (excepto los bastidores
extremos que soportarán la mitad). Esto conduce a valores de carga por
apoyo comprendidos entre 20 y 80 kN (2 y 8 toneladas), si bien en algu-
nos casos se puede llegar a los 250 kN (25 toneladas).
Entre los bastidores y el pavimento se colocan unas placas de base, con
el objeto de producir un efecto de distribución de carga y minimizar el
riesgo de que se produzca un punzonamiento del pavimento de hor-
migón por los angulares metálicos. Sin embargo, se debe ser conserva-
dor en el cálculo al estimar el efecto de distribución que proporcionan
estos apoyos.
14
Estas estructuras se colocan, normalmente, por parejas, adosadas una
contra la otra, de modo que manteniendo la ventaja de poder acceder
individualmente a cada una de las mercancías, se consiga un aprove-
chamiento máximo del espacio. Esta disposición hace que los apoyos se
coloquen muy juntos (dos a dos separados aproximadamente unos
30 cm), dando lugar a dos enfoques distintos del problema de la concen-
tración de cargas:
1. Tratar esta doble carga como una única carga concentrada. Para
poder hacer esta consideración la junta de construcción debe encon-
trarse lejos de los apoyos, normalmente debajo de alguna de las
estanterías.
2. Situar una junta entre los apoyos de ambas estanterías, sin tener
en cuenta en el cálculo la posible transmisión de carga en la misma.
Con este planteamiento se tiene una carga de menor cuantía, pero
de borde.
15
cipal ventaja de este sistema es que permite un mejor aprovechamiento
del espacio al poder disponerse todas las estructuras juntas, con la posi-
bilidad de acceder a cualquier carga abriendo un espacio suficiente entre
dos de ellas. El aprovechamiento del espacio útil se estima en un 90%,
frente al 45% que proporciona el sistema convencional de estanterías.
En este caso, las cargas trasmitidas al pavimento son de tipo lineal, que
en proyecto pueden estimarse en 23 kN/m (2,3 t /m).
Los pavimentos con estanterías de gran altura no tienen exigencias
especiales en relación a la disposición de juntas, a la resistencia al des-
gaste o a la planeidad, debiéndose considerar únicamente la nivelación
como parámetro determinante, para el que suele exigirse, como mínimo,
un valor igual a FL20.
16
transpaletas, carretillas elevadoras, carretillas retráctiles, o sistemas
para pasillos muy estrechos.
2.3.2.1 Transpaletas
Son vehículos controlados, y en ocasiones empujados, por un operario a
pie. Las cargas que transporta son ligeras, usualmente inferiores a 6 kN
(600 kg) por rueda. Sin embargo, debido a las pequeñas dimensiones de
las ruedas las tensiones que originan pueden ser altas. En el caso más
frecuente de que sean de poliuretano se producen presiones de contacto
de hasta 9 MPa ( 90 kp /cm2 ).
Las transpaletas manuales requieren un cierto grado de regularidad
superficial, puesto que si existen desniveles acusados puede ser pro-
blemático empujarlas en las rampas y
controlarlas en las pendientes. Por
ello es frecuente exigir un valor de pla-
neidad FF igual como mínimo a 15, y
otro de nivelación FL no inferior a 13
(ver Tabla 12.1).
En cuanto a la resistencia superficial,
ésta debe ser al menos de categoría
AR2 (ver Tabla 11.2) debido a la
dureza de las ruedas (además de
poliuretano, se emplea acero, nylon y
goma dura).
17
trasero, ya que el primero de ellos transmite los 2/3 de la carga total de
la carretilla.
Su utilización está muy extendida, empleándose para todo tipo de trans-
porte, manipulación, y almacenaje de mercancías en almacenes y fábri-
cas.
La capacidad de carga oscila considerablemente de unos modelos a otros,
pudiendo ir desde 10 a 70 kN (1 a 7 t) para las carretillas eléctricas (con
cargas por rueda inferiores a 20 kN (2 t)), hasta 500 kN (50 t) para algu-
nas carretillas diesel, si bien éstas únicamente pueden operar en zonas
abiertas debido a los humos que generan.
Generalmente estos vehículos utilizan neumáticos, que afectan al pavi-
mento mucho menos que las ruedas macizas de goma rígida o plástico.
La regularidad superficial exigida para el tráfico de estos vehículos es
FF15/FL13, y una resistencia al desgaste de categoría AR2 para áreas de
tráfico normales, y categoría AR1 para áreas de tráfico de carretillas de
gran capacidad de carga.
18
2.3.2.4 Sistemas de manipulación de cargas para pasillos muy estrechos
Con objeto de incrementar la productividad y la eficacia, se observa una
tendencia a aumentar la densidad de almacenamiento mediante siste-
mas de manipulación de cargas para pasillos muy estrechos, como las
carretillas trilaterales o los recogepedidos.
Las carretillas o torres trilaterales son vehículos en los que las horqui-
llas tienen la posibilidad de extenderse y replegarse horizontalmente,
estando situadas perpendicularmente al avance del vehículo, con lo que
pueden actuar en pasillos algo más anchos que el propio vehículo. Su
capacidad de carga es limitada, no superando normalmente 10 ó 20 kN
(1 ó 2 t).
Los recogepedidos constan de una cabina con capacidad de elevación que
permite al operario la colocación
manual de las mercancías. Con ellos no
se pretende elevar grandes cargas sino
conseguir alturas importantes de más
de 8 metros.
Frecuentemente, este tipo de vehículos
se desplazan mediante un sistema de
guiado mecánico o de inducción. El sis-
tema mecánico, a través de raíles, per-
mite trabajar con un espacio mínimo de
100 mm entre la parte más ancha de la
carretilla cargada y las cargas que se
hayan en la estantería. El guiado por
inducción, o filoguía, está sometido a
una mayor amplitud en los movimien-
tos, por lo que este espacio debe aumen-
tarse hasta 150 milímetros.
Con este sistema de guiado por inducción el pavimento debe ser muy
resistente al desgaste (categoría AR1 o superior), debido a que el paso de
las cargas se produce sobre una superficie muy reducida, donde se con-
centran los esfuerzos producidos por las aceleraciones, frenadas y colo-
cación de las cargas.
La estrechez de los pasillos, la altura de elevación, la inexistencia de
dispositivos de amortiguación en los vehículos que reduzcan su balan-
ceo, y la dureza de sus neumáticos hacen que las condiciones de regula-
ridad superficial sean muy exigentes, tal y como puede apreciarse en la
Tabla 2.1.
19
Tabla 2.1
Regularidad superficial
20
Otros aspectos a tener en cuenta en el proyecto de soleras para pasillos
estrechos son los siguientes:
– Debe evitarse, en la medida de lo posible, la existencia de juntas de
construcción (ver Capítulo 5) en los pasillos por donde deban circu-
lar las carretillas. Si esto no fuera posible, la calidad del tratamiento
de las mismas debe ser la necesaria para soportar sin deteriorarse el
paso frecuente de las ruedas de las carretillas.
– Las tuberías, desagües e instalaciones similares que vayan por
debajo del pavimento se deben disponer fuera de las zonas en que
operan las carretillas y alejadas de la base de los puntales de las
estanterías. La distancia mínima entre los puntales de las estan-
terías y las vías de circulación, así como de cualquier instalación sub-
terránea debe ser superior a 200 mm.
2.4.1 Cargas
Los equipos instalados en las fábricas pueden ser muy pesados y dar
lugar a importantes cargas concentradas. Cuando sea posible prever su
emplazamiento, o su posición sea fija, la solución más económica es
cimentarlos sobre zapatas independientes. En otros casos, cuando las
cargas no sean tan elevadas, o la posición de los equipos pueda variar,
será más recomendable proyectar el pavimento para resistir las cargas
directamente.
21
rodado, para evitar el deterioro de los bordes de las juntas, o cuando la
naturaleza de la actividad realizada así lo exija: por ejemplo razones
sanitarias, como es el caso de las plantas de procesamiento de alimentos
o las instalaciones farmacéuticas, o bien cuando sea necesario eliminar
la posibilidad de acumulación de polvo y suciedad, como ocurre en insta-
laciones en las que se manejen componentes electrónicos.
22
naria de limpieza autopropulsada puede resultar mucho más económico
que la renovación del pavimento.
23
dicionantes indicados en el caso de los almacenes, más algunos otros de
origen térmico:
1. El pavimento experimentará una contracción mayor al ser las
variaciones térmicas más acusadas.
2. El pavimento de una cámara frigorífica será difícilmente reparable
una vez que esté en uso, con la dificultad añadida de que muchos de
los productos de reparación no pueden utilizarse a bajas tempera-
turas. Por lo tanto, el pavimento debe estar adecuadamente dimen-
sionado y construido desde el principio.
3. Debe haber un buen aislamiento entre el pavimento de una cámara
frigorífica y el terreno, para evitar que este último se hiele y se pro-
duzcan expansiones no deseadas ni previstas. Además, debe
tenerse en cuenta que con el transcurso del tiempo la profundidad
del suelo afectada por las bajas temperaturas va aumentando y,
consecuentemente, el hinchamiento, lo que puede llegar a causar la
ruina de la solera.
Por esta razón, será necesaria la disposición de una capa de aisla-
miento (generalmente corcho, poliuretano o poliestireno expandido)
por debajo de la capa base. Como protección adicional suele colo-
carse bajo la misma una capa de estanquidad (generalmente una
lámina bituminosa) que impide la penetración de la humedad.
En el caso de utilizarse capas granulares deben incrementarse sus
espesores y preverse un adecuado drenaje de las mismas. En oca-
siones estas capas granulares pueden sustituirse por capas estabi-
lizadas con cemento (grava-cemento, hormigón magro), provistas
incluso de elementos calefactores. Finalmente, el hormigón de la
solera debe tener un contenido de aire ocluido comprendido entre el
4 y el 6% en volumen, para resistir los efectos de las heladas en su
estructura interna.
24
de nivelación. No existe un consenso en cuanto a las tolerancias a esta-
blecer en la superficie de estudios de televisión, por lo que a falta de
requisitos o criterios específicos se considera razonable una tolerancia de
1,6 mm medida con regla de 3 m.
El aislamiento acústico a conseguir depende de cómo esté situado el
estudio. Si se encuentra junto a otros estudios, conseguir un alto nivel de
insonorización puede ser importante. El modo usual para lograrlo suele
ser la colocación de una capa de material aislante bajo el hormigón.
25
BIBLIOGRAFIA
[1] ACI; ACI 302.1R-96: "Guide for concrete floors and slab construction"; ACI
Manual of Concrete Practice, Farmington Hills, 1998.
[2] BSI; BS 8204 - Part 2 - 1987: "In-situ floorings. Part 2: Code of practice for
concrete wearing surfaces"; Londres 1987.
[3] Ministerio de Fomento; "Norma NBE-AE 88. Acciones en la edificación";
Madrid 1989.
[4] The Concrete Society; "Technical Report 34: Concrete industrial ground
floors"; Slough 1994.
26
Anejo
Fotográfico
I
2
2009
1
2
Estanterías Estanterías
3
Estanterías
Pavimento revestido en áreas comerciales
4
Pavimento resistente a ataques químicos
5
Pavimentos aeroportuarios
6
Pavimentos de alta resistencia al desgaste
7
8
Pavimento industrial con distinto tipo de acabado para distinguir áreas de tráfico y de producción
3
EXPLANADAS Y CAPAS
DE BASE
3.1 INTRODUCCION
El comportamiento de un pavimento de hormigón depende en gran
medida de las características del soporte sobre el que se asienta. En este
capítulo se van a describir las características más importantes de los
suelos que pueden constituir la explanada de asiento de las soleras
industriales, así como las de los materiales que suelen emplearse como
capas de base.
3.2 EXPLANADAS
Un pavimento industrial no debe nunca ejecutarse de forma directa
sobre el terreno natural, sin que sobre el mismo se hayan realizado una
serie de acciones previas.
En primer lugar debe eliminarse del terreno la capa de tierra vegetal,
haciendo desaparecer así elementos perjudiciales tales como hierbas,
raíces y materia orgánica. A continuación, la explanada resultante debe
compactarse correctamente hasta que constituya una superficie homogé-
nea y regular, dotándola de un adecuado drenaje para garantizar el
mantenimiento de sus características a largo plazo. En el caso de que el
terreno existente no presente unas características adecuadas, puede
optarse por mejorar éstas mediante una estabilización, o bien sustituirlo
en la profundidad necesaria por un suelo de características adecuadas.
27
3.2.1 Tipos de suelos
Es importante llevar a cabo una clasificación del suelo sobre el que se va
a disponer el pavimento, con el fin de identificar la existencia de posibles
problemas que puedan surgir en el futuro (terrenos expansivos), o para
conocer cuáles son los procedimientos más adecuados para mejorar sus
características (suelos limosos, arenosos, cohesivos, etc.).
Para ello, puede seguirse la clasificación de la norma ASTM D 2487
–conocida también como clasificación de Casagrande–, en la que los sue-
los se identifican por la forma y naturaleza de las partículas que lo cons-
tituyen. Los criterios utilizados para realizar esta clasificación son la
granulometría del suelo, los límites de Atterberg (plasticidad) y el con-
tenido de materia orgánica (ver Tabla 3.1). Otra posible clasificación de
los suelos que puede utilizarse es la de la norma AASHTO M 145, reco-
gida en la Tabla 3.2.
28
Tabla 3.1 Sistema de clasificación ASTM para suelos
Capacidad
portante Módulo de
Clasificación Designación Descripción previsible reacción, k
(MPa) (kPa/mm)
2,00 mm 50 máx – – – – – – – – – –
0,425 mm 30 máx 50 máx 51 mín – – – – – – – –
0,075 mm 15 máx 25 máx 10 máx 35 máx 35 máx 35 máx 35 máx 36 mín 36 mín 36 mín 36 mín
Características de la fracción que pasa por el
tamiz 0,425 mm:
Límite líquido – – 40 máx 41 mín 40 máx 41 mín 40 máx 41 mín 40 máx 41 mín
Índice de plasticidad 6 máx NP 10 máx 10 máx 11 mín 11 mín 10 máx 10 máx 11 mín 11 mín*
Fragmentos de
Arenas Gravas y arenas limosas o
Tipo de material constituyente rocas, gravas y Suelos limosos Suelos arcillosos
finas arcillosas
arenas
* El índice de plasticidad del subgrupo A-7-5 es menor o igual al LL menos 30. El índice de plasticidad del subgrupo A-7-6 es mayor que LL menos 30.
Tabla 3.3 Relaciones aproximadas entre la expansión
y la plasticidad de un suelo [5]
31
En la capacidad de soporte del suelo no sólo influye la naturaleza
del mismo, sino también su densidad y humedad. Por esta razón, es
importante que el suelo de la explanada esté adecuadamente com-
pactado, puesto que cuanto mayor sea su densidad mayor será su
capacidad de soporte, y adecuadamente drenado para evitar los
aportes de agua por ascensión capilar, por filtraciones laterales o
por una capa freática muy elevada, que reducirán considerable-
mente la característica mencionada capacidad de soporte.
c) Compresibilidad: es otra de las características importantes de los
suelos cohesivos, representando los asentamientos y deformaciones
a largo plazo que puede experimentar el terreno bajo la acción de
las cargas.
Los asientos a largo plazo (deformación plástica) no son fáciles de
predecir, a pesar de contar con resultados de ensayos de consolida-
ción, pudiendo llegar a ser del orden de 20 a 40 veces mayores que
los asientos elásticos instantáneos.
Los asientos uniformes no son especialmente peligrosos, de modo
que asientos de más de 40 mm pueden no causar ningún daño. Sin
embargo, en el caso de asientos diferenciales se puede llegar a pro-
ducir la rotura del pavimento.
Para evitar o reducir los efectos de los asientos deben, siempre que
sea posible, elegirse emplazamientos sobre terrenos estables donde
sean de esperar asentamientos pequeños; en caso contrario puede
excavarse el terreno y sustituirlo por un material de mejor calidad,
o bien someter al terreno a una precarga durante unos meses antes
de la construcción.
d) Módulo de reacción: también conocido como módulo de balasto o
módulo de Winkler, es un parámetro fundamental para el dimen-
sionamiento de pavimentos de hormigón.
El interés de conocer el módulo de reacción radica en que muchos
métodos de proyecto se basan en la aplicación del modelo de Wes-
tergaad, según el cual el pavimento se asimila a una placa delgada
apoyada sobre un conjunto de muelles en los que se verifica que en
cada punto la tensión transmitida es proporcional a la deformación
vertical, σ = k·y. El factor de proporcionalidad es el módulo de
balasto k.
El valor del módulo de balasto puede obtenerse bien a través de
ensayos de carga con placa, o bien mediante su correlación con otras
características del terreno como el índice CBR (ver Figura 3.1), o
32
Figura 3.1 Correlación entre el índice CBR y el módulo de reacción [10]
33
Figura 3.2 Capacidades de soporte de distintos tipos de suelo [13]
34
Tabla 3.4 Capacidad portante de diferentes tipos de suelos [14]
Capacidad Módulo de
CBR reacción k
Tipo de suelo de
soporte (%) (kPa/mm)
Limos y arcillas de elevada compresibilidad Baja ≤2 15
(LL ≥ 50) a densidad natural
Limos y arcillas de elevada compresibilidad
(LL ≥ 50)
Limos y arcillas de baja compresibilidad Media 3 30
(LL < 50)
Limos y arcillas arenosas y/o con gravas
Arenas mal graduadas
Suelos con gravas, arenas bien graduadas,
mezclas de arena y grava bastante limpias Alta 10 55
con ausencia de finos plásticos
35
– Suelos estabilizados in situ con cal o con cemento, de acuerdo con
los Artículos 510 y 511, respectivamente, del PG3/75. Dentro de
estos suelos estabilizados se contemplan tres categorías diferentes,
en función de la capacidad de soporte o de la resistencia alcanzada:
S-EST 1 CBR de la mezcla (con un contenido de cal o cemento
igual o superior al 2%) a los 7 días mayor o igual a 5.
S-EST 2 CBR de la mezcla (con un contenido de cal o cemento
igual o superior al 3%) a los 7 días mayor o igual a 10.
S-EST 3 Resistencia a compresión de la mezcla a los 7 días
mayor o igual a 1,5 MPa. En este caso la estabilización
sólo puede realizarse con cemento.
36
Espesores mínimos en cm
0 Suelo tolerable
1 Suelo adecuado T Material de la zona de transición en pedraplenes
2 Suelo seleccionado S-EST Suelo estabilizado in situ con cemento o con cal
3 Suelo seleccionado (CBR > 20)
37
3.3 CAPAS DE BASE
No todos los pavimentos precisan disponer una o varias capas entre ellos
y la explanada. El empleo de capas de base es muy eficaz cuando no se
puede lograr la uniformidad superficial deseada mediante las operacio-
nes de nivelación y compactación, proporcionando una plataforma esta-
ble para el tráfico de la maquinaria durante la construcción.
38
Tabla 3.6 Módulo de reacción de la capa de apoyo del pavimento en
función del espesor de la capa granular dispuesta directa-
mentemente sobre la explanada [13]
39
Para evitar que la capa de nivelación de arena pueda absorber agua
durante la colocación del hormigón, puede colocarse un lámina de plás-
tico sobre la misma, o bien humedecerla inmediatamente antes de efec-
tuar el vertido.
Las capas nivelación de arena suelen tener un espesor comprendido
entre 20 y 40 mm, en función de la magnitud de las irregularidades de
la capa granular.
40
BIBLIOGRAFIA
41
[18] AENOR; UNE 103.500:1994: "Geotécnia. Ensayo de compactación. Proctor
Normal"; Madrid, 1994.
[19] AENOR; UNE 103.204:1993: "Determinación del contenido de materia
orgánica oxidable de un suelo por el método del permanganato potásico";
Madrid, 1993.
42
4
DIMENSIONAMIENTO DEL
PAVIMENTO DE HORMIGON
4.1 INTRODUCCION
Este capítulo está dedicado al dimensionamiento de pavimentos de hor-
migón –fundamentalmente la determinación de su espesor– apoyados
sobre el terreno (bien directamente sobre la explanada o por intermedio
de capas de base y/o subbase), y sometidos a la acción de las cargas que
usualmente suelen presentarse en naves industriales y de almacena-
miento, producidas por:
– Ruedas de vehículos industriales (carretillas, transpaletas, etc.).
– Cargas estáticas concentradas (pilares de estanterías).
– Cargas distribuidas originadas por materiales directamente alma-
cenados sobre el pavimento.
Los procedimientos que se describen son de aplicación a pavimentos de
hormigón en masa, y pavimentos armados (no se consideran losas con
armadura estructural ni forjados), debiéndose utilizar otros procedi-
mientos para el dimensionamiento de pavimentos con fibras de acero.
En el caso de que el pavimento deba disponerse sobre suelos que requie-
ran adoptar soluciones especiales –suelos con una capacidad de soporte
muy baja, con elevada compresibilidad, o bien suelos expansivos–, como
por ejemplo losas de cimentación o pavimentos no apoyados sobre el
terreno, se recomienda que se pida el asesoramiento de especialistas en
la materia antes de abordar el dimensionamiento de la solera.
43
Los procedimientos que se describen a continuación se basan fundamen-
talmente en los métodos utilizados en el dimensionamiento de firmes de
carreteras y aeropuertos, aplicaciones sobre las que existe una amplia
experiencia y numerosos resultados prácticos y experimentales. Es por
esta razón por la que los principales elementos para abordar el dimen-
sionamiento de un pavimento son los que se detallan a continuación, y
que serán descritos más adelante:
– Capacidad de soporte del apoyo de las losas.
– Características mecánicas del hormigón (resistencia a flexotracción
y módulo de elasticidad).
– Naturaleza y frecuencia de las cargas actuantes.
44
Figura 4.1 Parámetros críticos de dimensionamiento para
diferentes tipos de cargas y áreas de contacto [1]
45
4.2.3 Características del hormigón
Las cargas producidas sobre un pavimento de hormigón producen flexio-
nes en las losas en que éste se divide, originando tensiones de compre-
sión y flexión en el hormigón. Estas últimas producen tensiones de
tracción en las fibras extremas, dando lugar a la situación más desfa-
vorable para el hormigón.
Es por esta razón por la que se utiliza la resistencia a flexotracción del
hormigón como parámetro fundamental para caracterizar a este mate-
rial, si bien en ocasiones es necesario conocer también su módulo de elas-
ticidad y su comportamiento ante cargas cíclicas (fatiga).
46
anchura de los pasillos existentes entre zonas de almace-
namiento o apilamiento;
47
4.3.2 Estimación del tráfico
No solamente debe conocerse la magnitud de las cargas que van a actuar
sobre el pavimento, sino también el número de veces que lo van a hacer,
debido a que el fallo no se producirá por una sola carga, sino por un fenó-
meno de fatiga provocado por la acumulación de cargas a lo largo de la
vida de servicio.
Para realizar esta estimación habrá que recurrir a aforos de tráfico en
zonas similares, y habrá que tener en cuenta si éste puede circular libre-
mente –y por lo tanto se distribuye a lo largo de una superficie–, o si por
el contrario se canaliza por unos determinados pasillos estrechos.
Además, si se espera que el tráfico pueda aumentar con el paso del
tiempo habrá que realizar una estimación de este crecimiento, para lo
cual puede ser interesante consultar la referencia bibliográfica [1].
En la Tabla 4.1 se proporcionan los valores de vehículos acumulados para
periodos de proyecto de 20 a 50 años, en función del tráfico diario, supo-
niendo que se circula durante 5 días a la semana, 52 semanas al año.
48
la propia forma de este tipo de leyes de fatiga, cuando las tensiones indu-
cidas por una determinada carga no superan el 50% de la resistencia a
flexotracción del hormigón el pavimento puede resistir, en teoría, un
número infinito de aplicaciones de dicha carga.
En la Tabla 4.2 se representan los números de repeticiones de carga que
puede admitir un pavimento hasta fatiga, en función de la relación exis-
tente entre la tensión σ, provocada por una determinada carga, y la
resistencia a flexotracción del hormigón a 28 ó 90 días fct,fl. Como puede
observarse, si el tráfico previsto no es muy elevado podrán admitirse
niveles de tensión mayores (en definitiva pavimentos de menor resisten-
cia o espesor) que las admisibles en condiciones de tráfico más intenso.
Tabla 4.2
49
posible ni operativo el desarrollar ábacos de dimensionamiento para
cada uno de ellos. Por ello, se han desarrollado los ábacos de las Figuras
4.2 y 4.3, que pueden utilizarse para distintas cargas por eje y distribu-
ciones de ruedas, cubriendo los casos más habituales para este tipo de
pavimentos.
El campo de validez de estos ábacos corresponde al caso de pavimentos en
los que existe una adecuada transferencia de cargas a través de las juntas,
bien por la utilización de pasadores, bien por la existencia de juntas
machihembrados o bien, simplemente, por la acción de encaje de los áridos.
En el caso de juntas en las que el nivel de transferencia de cargas sea
deficiente o no exista, los bordes de las losas que formen dicha junta
deben tener un sobreespesor del 25% (que debe alcanzarse con una pen-
diente 1:10) con el fin de prevenir el incremento de tensiones que se pro-
ducirá en dicha zona.
El ábaco de la Figura 4.2 se utiliza en el dimensionamiento de pavimen-
tos sometidos a la acción de vehículos dotados de ejes simples con ruedas
sencillas. En él se entra con la tensión admisible de trabajo, en kPa por
kN de carga del eje. Esta tensión admisible se obtiene multiplicando la
resistencia a flexotracción del hormigón por la relación σ /fct,fl de la Tabla
4.2, en función del número de aplicaciones de carga previstas, y divi-
diendo el valor resultante por la carga, en kN, del eje del vehículo.
Para vehículos con ejes simples y ruedas gemelas se utilizan los ábacos
de las Figuras 4.2 y 4.3. Con el ábaco de la Figura 4.3 se transforma el
eje simple de ruedas gemelas en un eje simple equivalente de ruedas
sencillas, a través del coeficiente F, que depende del espesor del pavi-
mento, debiendo por tanto proceder por tanteos para calcular el mismo.
Dado que las tensiones generadas por cargas aplicadas sobre pequeñas
áreas son sobrevaloradas al aplicar el modelo teórico en el que se basan
los ábacos anteriores, es necesario realizar una corrección para evitar
sobredimensionar, en estos casos, el espesor del pavimento. Para ello se
utiliza el ábaco de la Figura 4.4, considerándose necesaria la corrección
para áreas de contacto inferiores a 60·103 mm2 (lo que en el caso de una
huella circular corresponde a un radio del orden de 140 mm).
Para poder utilizar este ábaco es necesario conocer el área de contacto de
la carga, para lo cual puede acudirse a los datos suministrados por los
fabricantes de los vehículos, o bien estimarse de forma aproximada divi-
diendo, en el caso de neumáticos, la carga correspondiente a cada rueda
por su presión de inflado, o bien multiplicando la anchura en milímetros
de la rueda por 75 ó 100, para el caso de ruedas rígidas.
50
Figura 4.2 Abaco de dimensionamiento para ejes con ruedas sencillas
51
Figura 4.3 Abaco de dimensionamiento para ejes con ruedas gemelas
52
Figura 4.4 Area efectiva de contacto de la carga para diferentes
espesores de losa [1]
53
4.3.4.1 Ejemplo de dimensionamiento
Ejemplo 1
a) Datos del vehículo tipo: carretilla elevadora dotada de ejes simples
con ruedas sencillas. La carga por eje es de 118 kN. Las ruedas son
neumáticos con una presión de inflado de 700 kPa, separadas entre
sí una distancia de 1.000 mm.
b) Características de los materiales: el módulo de reacción del apoyo
del pavimento es de 30 MPa/m, y la resistencia a flexotracción del
hormigón que se tiene previsto utilizar es de 4 N/mm2.
c) Características del tráfico: los aforos realizados en instalaciones de
características similares y las previsiones de crecimiento futuro
durante el periodo de proyecto (30 años), arrojan un total de
780.000 ejes.
d) Cálculo: de acuerdo con la Tabla 4.2 el pavimento podrá soportar un
número infinito de aplicaciones de carga (780.000) siempre que las
tensiones originadas por éstas no rebasen el 50% de la resistencia
a flexotracción del hormigón; en nuestro caso 2 N/mm2. Para entrar
en el gráfico de la Figura 4.2, es necesario calcular la tensión admi-
sible por kN de carga transmitida por el eje, expresada en kPa /kN.
Este valor será igual a 2.000 kPa / 118 kN = 16,95.
Otro dato necesario es la superficie de aplicación de la carga. Como
primera aproximación ésta puede calcularse como el cociente entre
la carga transmitida por cada rueda y su presión de contacto:
54
Ejemplo 2
a) Datos del vehículo tipo: en esta ocasión se trata de una carretilla
sobre neumáticos, dotada de ejes simples con ruedas gemelas. El eje
transmite una carga de 235 kN, la presión de inflado de los neumá-
ticos es de 700 kPa. La separación entre pares de ruedas gemelas
es de 1.500 mm, mientras que la separación entre las ruedas es de
400 mm.
b) Características de los materiales: como en el ejemplo anterior el
módulo de reacción del apoyo del pavimento es de 30 MPa /m, y la
resistencia a flexotracción del hormigón que se tiene previsto utili-
zar es de 4 N/mm2.
c) Características del tráfico: el periodo de proyecto es de 20 años, y se
estima que por la sección tipo se produzcan 20 repeticiones de carga
diarias.
d) Cálculo: en primer lugar se debe calcular el número total de repeti-
ciones de carga previstas. Para ello, puede estimarse que las circu-
laciones se producirán 5 días a la semana, 52 semanas al año, lo
que arroja un total de 104.000 ejes. Para soportar esta solicitación
las tensiones admisibles no deben rebasar, de acuerdo con la Tabla
4.2, el 56% de la resistencia a flexotracción del hormigón, es decir
2,24 N/mm2 .
Al tratarse de un eje simple con ruedas gemelas, debe procederse a
su transformación en un eje simple de ruedas sencillas. Los datos
necesarios son los siguientes:
– Separación entre ruedas gemelas: 400 mm.
– Area de contacto:
55
Para entrar en la Figura 4.2 sólo es necesario calcular el valor de la ten-
sión admisible, que será igual a 2.240 /189,2 = 11,8 kPa /kN, lo que pro-
porciona un espesor de losa de 245 mm. No es necesario realizar otra ite-
ración al ser este espesor muy próximo al utilizado para calcular el coe-
ficiente de equivalencia.
56
– La fluencia del hormigón tiende a reducir el valor de las tensiones
producidas por cargas estáticas de larga duración.
– Las cargas puntuales en la proximidad de juntas sin dispositivos de
transmisión de cargas (por ejemplo pasadores), producen tensiones
superiores a las localizadas en el interior de las losas.
Como regla general, cuando las consecuencias del fallo de la solera no
son muy importantes las tensiones de tracción admisibles suelen limi-
tarse a la mitad de la resistencia a flexotracción del hormigón (1/2 fct,fl),
reduciéndose este valor hasta un quinto de la resistencia a flexotracción
del hormigón (1/5 fct,fl) cuando las consecuencias del fallo son muy impor-
tantes.
En el caso de que las cargas a trasmitir fueran muy importantes, el espe-
sor necesario del pavimento sería demasiado grande, por lo que debería
recurrirse a soluciones alternativas tales como:
– disponer zapatas independientes bajo cada soporte o fila de sopor-
tes;
– dimensionar una losa armada;
– disponer una capa de base tratada con cemento (por ejemplo un hor-
migón magro).
Las Figuras 4.5 a 4.7 contienen ábacos de dimensionamiento basados en
la teoría de Westergaard, para el caso de cargas interiores, y para unas
determinadas distancias entre patas de estanterías y un determinado
valor del módulo de reacción del soporte. En el caso de que las cargas se
produzcan cerca de bordes libres o en las proximidades de juntas que no
tengan una adecuada transferencia de cargas, deberá tenerse en cuenta
que las tensiones aumentarán y que, por lo tanto, habrá que aumentar
el espesor del pavimento.
La Figura 4.8 representa la configuración de apoyos que adopta el
método que se expone en este apartado, para estanterías y pasillos de
dimensiones uniformes. La distancia X e Y entre soportes se refieren,
respectivamente, a las direcciones transversal y longitudinal.
La Figura 4.9 contiene un ejemplo de utilización de éstos gráficos. En
primer lugar debe elegirse el ábaco correspondiente al valor del módulo
de reacción del soporte del pavimento. A continuación se entra con la
carga transmitida por cada pata en kN, obteniéndose la superficie de
apoyo necesaria para no rebasar las tracciones admisibles que se hayan
considerado para el hormigón. Esta superficie, junto con la disposición
57
de los apoyos (distancias X e Y) determinan el espesor necesario del pavi-
mento de hormigón. Los ábacos corresponden a valores de k de 15, 30 y
55 kPa/mm, por lo que para casos intermedios pueden adoptarse espeso-
res conservadores o bien más ajustados mediante interpolaciones. En
ningún caso deben realizarse extrapolaciones.
En el caso de superficies de apoyo pequeñas, se pueden producir, al igual
que se comentaba en 4.3, sobredimensionamientos, por lo que es reco-
mendable calcular el área de contacto efectiva a través del gráfico de la
Figura 4.4.
4.4.1 Ejemplo
Se considera el dimensionamiento de un almacén de paquetería con las
siguientes características:
a) Estantería: la estantería va a transmitir una carga de 60 kN por
apoyo. Estos están dispuestos a una distancia de 2.500 mm en sen-
tido longitudinal (Y) y 1.500 mm en sentido transversal (X). Las car-
gas se van a transmitir a través de placas de acero de 200 x 200 mm.
b) Soporte: el pavimento se va a situar sobre un terreno con un CBR
igual a 4.
c) Hormigón: se va a utilizar un hormigón HP-45 (4,5 MPa de resis-
tencia a flexotracción a 28 días de edad).
En primer lugar hay que proceder a realizar una serie de cálculos
previos:
1. Tracciones admisibles
Suponemos que el fallo de la solera no va a ser muy importante,
por lo que las tracciones que se produzcan no deben rebasar la
mitad de la resistencia a flexotracción, es decir 4,5 /2 = 2,25 MPa.
2. Area de contacto: 200 x 200 = 40·103 mm2
Una vez realizados éstos se toma el ábaco correspondiente a un módulo
de reacción de 30 kPa/mm (ver Figura 3.2) –equivalente a un CBR de 4–,
y se entra con un valor de carga por soporte de 60 kN, una tensión admi-
sible del hormigón de 2,25 MPa, un área de contacto de 40·103 mm2, y
unos valores de Y = 2.500 y X = 1.500, resultando un espesor del pavi-
mento de 195 mm.
58
Comprobamos, entrando en la Figura 4.4, el área efectiva de contacto,
que resulta ser 42·103 mm2, muy próxima a la real, por lo que no sería
preciso corrección alguna.
Por último, queda realizar la comprobación de que no se rebasan las
limitaciones de tensiones de compresión y cortante:
1. Tensiones de compresión
2. Cortante
Tensión admisible: 0,27 x 4,5 = 1,215 MPa
Carga interior:
Carga de borde:
Carga de esquina:
59
Figura 4.5 Abaco de dimensionamiento para soportes de estanterías:
k = 15 kPa/mm [1]
60
Figura 4.6 Abaco de dimensionamiento para soportes de estanterías:
k = 30 kPa/mm [1]
61
Figura 4.7 Abaco de dimensionamiento para soportes de estanterías:
k = 55 kPa/mm [1]
62
63
Figura 4.8 Disposición de soportes y cargas en los
que se basan los ábacos de las figuras 4.5,
4.6 y 4.7
siendo:
W = carga admisible, en kPa
s = tensión máxima de flexión en el hormigón, en MPa (N/mm2)
h = espesor de la losa, en mm
k = módulo de reacción, en kPa /mm
64
Para el caso de cargas permanentes deben utilizarse las Tablas 4.4 a 4.7,
correspondientes a valores de módulo de reacción del soporte de 20, 40 y
60 kPa /mm. En dichas Tablas se consideran tres niveles admisibles de
tensión en el hormigón: 1,5; 2 y 2,5 N/mm2, habiéndose considerado que la
anchura de la zona cargada a ambos lados de los pasillos es de 7,6 m. Para
otros anchos de carga se producirán ligeras variaciones sobre el valor
máximo de la carga admisible que, en general, son de escasa importancia.
65
Tabla 4.3 Cargas distribuidas (uniformes y variables) admisibles (kPa) [1]
66
Tabla 4.4 Cargas distribuidas (permanentes) admisibles (kPa);
k = 20 kPa/mm [1]
Tensión admisible Anchura de los pasillos (m)
Espesor del
en el hormigón
pavimento (mm) (MPa) 2,0 2,5 3,0 3,5 4,0 4,5
1,5 26,0 30,5 38,5 47,0 50,5 51,5
120 2,0 35,0 40,5 51,0 63,0 67,5 68,5
2,5 43,5 51,0 64,0 78,5 84,5 86,0
1,5 27,0 30,0 35,5 44,0 51,5 55,0
140 2,0 36,0 40,0 47,0 59,0 69,0 73,0
2,5 45,5 50,0 59,0 73,5 86,0 91,5
1,5 28,5 30,5 34,0 40,5 50,0 56,0
160 2,0 38,0 40,5 45,5 54,0 67,0 74,5
2,5 47,5 50,5 50,5 67,5 83,5 93,0
1,5 30,0 31,0 34,0 38,5 46,0 55,5
180 2,0 40,0 41,5 45,0 51,5 61,0 74,0
2,5 50,5 52,0 56,5 64,5 76,5 92,5
1,5 32,0 32,0 34,0 38,0 43,5 51,5
200 2,0 42,5 43,0 45,5 50,5 58,0 68,5
2,5 53,0 53,5 57,0 63,0 72,5 85,5
1,5 33,5 33,5 34,5 37,5 42,0 48,5
220 2,0 45,0 44,5 46,0 50,0 56,0 64,5
2,5 56,0 55,5 57,5 62,5 70,0 80,5
1,5 35,5 34,5 35,5 37,5 41,0 46,5
240 2,0 47,0 46,0 47,0 50,0 55,0 61,5
2,5 59,0 57,5 59,0 62,5 68,5 77,0
1,5 37,0 36,0 36,0 38,0 40,5 45,0
260 2,0 49,5 47,5 48,0 50,5 54,5 60,0
2,5 62,0 59,5 60,0 63,0 68,0 75,0
1,5 39,0 37,0 37,0 38,0 40,5 44,0
280 2,0 52,0 49,5 49,5 51,0 54,0 59,0
2,5 65,0 62,0 61,5 63,5 67,5 73,5
1,5 41,0 38,5 38,0 39,0 40,5 43,5
300 2,0 54,5 51,5 50,5 51,5 54,0 58,0
2,5 68,0 64,0 63,5 64,5 67,5 72,5
1,5 42,5 40,0 39,0 39,5 41,0 43,5
320 2,0 57,0 53,0 52,0 52,5 54,5 58,0
2,5 71,0 66,5 65,0 65,5 68,0 72,5
1,5 44,5 41,5 40,0 40,0 41,5 43,5
340 2,0 59,5 55,0 53,5 53,5 55,0 58,0
2,5 74,5 69,0 67,0 67,0 69,0 72,5
1,5 46,5 43,0 41,5 41,0 42,0 43,5
360 2,0 62,5 57,5 55,0 55,0 56,0 58,0
2,5 78,0 71,5 69,0 68,5 69,5 72,5
67
Tabla 4.5 Cargas distribuidas (permanentes) admisibles (kPa);
k = 40 kPa/mm [1]
Tensión admisible Anchura de los pasillos (m)
Espesor del
en el hormigón
pavimento (mm) (MPa) 2,0 2,5 3,0 3,5 4,0 4,5
68
Tabla 4.6 Cargas distribuidas (permanentes) admisibles (kPa);
k = 60 kPa/mm [1]
Tensión admisible Anchura de los pasillos (m)
Espesor del
en el hormigón
pavimento (mm) (MPa) 2,0 2,5 3,0 3,5 4,0 4,5
1,5 55,5 77,5 87,5 89,0 87,5 86,0
120 2,0 74,5 103,5 116,5 118,5 117,0 115,0
2,5 93,0 129,5 145,5 148,5 146,0 143,5
1,5 54,0 69,0 88,5 95,5 96,0 94,5
140 2,0 72,0 92,0 118,0 127,0 128,0 126,0
2,5 90,0 115,0 147,5 159,0 160,0 157,5
1,5 54,0 65,0 84,5 98,0 102,5 102,5
160 2,0 72,0 86,5 113,0 130,5 136,5 136,5
2,5 89,5 108,0 141,0 163,5 171,0 171,0
1,5 55,0 63,0 77,5 98,0 106,5 109,0
180 2,0 73,0 84,0 103,5 130,5 141,5 145,5
2,5 91,5 105,0 129,5 163,0 177,0 182,0
1,5 56,5 62,5 74,0 92,5 107,5 113,5
200 2,0 75,0 83,0 98,5 123,5 143,5 151,5
2,5 94,0 104,0 123,0 154,0 179,0 189,5
1,5 58,5 62,5 71,5 86,5 106,5 116,0
220 2,0 77,5 83,5 95,5 115,5 142,5 154,5
2,5 97,0 104,5 119,5 144,0 178,0 193,0
1,5 60,5 63,5 71,0 82,5 101,0 116,5
240 2,0 80,5 84,5 94,5 110,5 134,5 155,0
2,5 101,0 106,0 118,0 138,0 168,0 194,0
1,5 63,0 64,5 70,5 80,5 95,5 115,5
260 2,0 84,0 86,5 94,0 107,0 127,0 153,5
2,5 104,5 108,0 117,5 134,0 159,0 192,0
1,5 65,5 66,0 71,0 79,0 91,5 109,5
280 2,0 87,0 88,0 94,5 105,5 122,0 146,0
2,5 109,0 110,5 118,0 131,5 152,5 182,5
1,5 68,0 68,0 71,5 78,5 89,0 104,0
300 2,0 90,5 90,5 95,0 104,5 118,5 138,5
2,5 113,0 113,0 119,0 130,5 148,0 173,5
1,5 70,5 69,5 72,0 78,0 87,0 100,0
320 2,0 94,0 92,5 96,0 104,0 116,0 133,5
2,5 117,5 116,0 120,5 130,0 145,0 166,5
1,5 73,0 71,0 73,0 78,0 86,0 97,0
340 2,0 97,0 95,0 97,5 104,0 114,5 129,5
2,5 121,5 118,5 122,0 130,0 143,0 161,5
1,5 75,5 73,0 74,0 78,5 85,0 95,0
360 2,0 100,5 97,5 99,0 104,5 113,5 126,5
2,5 126,0 122,0 123,5 130,5 141,5 158,0
69
BIBLIOGRAFIA
70
5
DISEÑO DE JUNTAS
5.1.1 Retraccion
El hormigon de un pavimento tiende a retraer por una serie de factores
tales como la desecacion, variaciones de temperatura de la masa del hor-
migon a lo largo de su proceso de fraguado, y descensos de la tempera-
tura ambiente, sobre todo durante la primera noche después del exten-
dido.
Esta tendencia a retraer es impedida por el rozamiento existente entre
el pavimento y la capa sobre la que se asienta, lo que genera tracciones
en el hormigon, tanto mayores cuanto mayor es la distancia entre los
bordes de la losa hormigonada.
En el caso de hormigonado de soleras por calles estrechas en las que no
se hayan dispuesto juntas, las fisuras que aparecen son transversales
71
con una separacion comprendida entre 5 y 15 m en funcion de las condi-
ciones de rozamiento con el soporte.
5.1.2 Alabeo
Los movimientos de alabeo se producen como consecuencia del gradiente
de temperaturas existente entre la superficie y el fondo de la losa de hor-
migon, que produce alargamientos diferentes en ambas, lo que provoca
un combado de los bordes y, por consiguiente, la aparicion de tensiones.
En el caso de pavimentos en naves industriales en los que se utilicen
hormigones con una excesiva relacion agua/cemento, se produce un com-
bado de las losas con un efecto de subida de los bordes, que en este caso
no esta provocado por el efecto del soleamiento, sino por un efecto de gra-
diente de humedad (mayor en la mitad inferior de la losa que en la
superficie). El fenomeno se explica por el hecho de que la losa solo puede
desecarse superficialmente, zona donde aparece una mayor retraccion
capaz de provocar el efecto de alabeo mencionado.
El alabeo alcanza su maximo valor con losas de longitud comprendida
entre 50 y 60 veces su espesor (es decir, de 10 a 15 metros).
5.1.3 Expansion
Los pavimentos de hormigon también experimentan fenomenos de
expansion, provocados por el aumento de la temperatura o del contenido
de humedad. El valor de esta expansion depende de las caracteristicas
del hormigon, y sobre todo de la naturaleza del arido utilizado. Sin
embargo, este fenomeno no suele dar lugar a problemas, dado que los
movimientos que se producen suelen quedar acomodados, tanto por las
propias juntas de alabeo como por la existencia de juntas de aislamiento
en los encuentros del pavimento con elementos anclados al terreno (pila-
res, muros, etc.). El único efecto perjudicial que puede producirse, si las
juntas no estan adecuadamente selladas, es que se produzca la entrada
de algún elemento duro que pueda provocar el astillado de los labios de
las mismas.
72
Este se fisurara en aquellos puntos donde se rebasen sus tensiones
admisibles de traccion, lo cual se produciria de una forma totalmente
aleatoria si no se dispusiera un sistema ordenado de juntas.
La fisuracion aleatoria de un pavimento no es admisible por diversos
condicionantes entre los que pueden citarse los siguientes: las juntas for-
madas tienen una direccion variable y tortuosa que producira, como pri-
mer efecto, un deterioro importante de sus bordes; la distancia y aber-
tura de las fisuras va variando a lo largo del tiempo; la transferencia de
cargas a través de las fisuras formadas no esta garantizada, disminu-
yendo la capacidad portante real del pavimento; las actuaciones de con-
servacion, sellado y reparacion de estas fisuras son dificiles y costosas; y,
por último, tienen un negativo efecto estético.
El método mas sencillo para evitar estos problemas es disponer juntas
en el pavimento, pudiéndose acudir también al empleo de armadura de
control de la fisuracion, al empleo de hormigones con fibras o, en casos
especiales, al postensado del pavimento.
Debe hacerse notar que la disposicion de juntas en el pavimento permite
controlar un tipo de fisuracion determinado: el que se produciria de
manera espontanea para dividir el pavimento en losas independientes,
pero no otros tipos de fisuracion (retraccion plastica, condiciones de curado,
fatiga, etc.) que deberan controlarse en las distintas fases de proyecto
(Capitulo 4), diseño del hormigon (Capitulo 7) y ejecucion (Capitulo 9).
73
5.3.1 Juntas de aislamiento
Estas juntas separan la solera de elementos fijos de la edificacion como
muros, pilares, pozos de registro, cimentaciones de maquinas, etc.,
siendo su mision principal evitar las tensiones que se inducirian como
consecuencia de la restriccion al movimiento.
Las juntas de aislamiento de la solera con los cerramientos suelen tener
un espesor comprendido entre 10 y 20 mm. En general estan formadas
por un material compresible como, por ejemplo, el poliestireno expan-
dido.
Cuando este tipo de juntas
va a estar bajo la accion del
trafico, el espesor de las losas
10 a 20 mm
74
suele darse con una pendiente 1:10, a partir de una distancia minima de
1,5 m del borde.
En el caso de pilares el método mas sencillo y barato de ejecutar una
junta de aislamiento es envolver la base del pilar con un material com-
presible de, al menos, 25 mm de espesor. Sin embargo, es mas efectiva la
junta en la que se deja sin hormigonar un rombo, cuadrado o circulo alre-
75
Las juntas de construccion dividen el pavimento en losas ejecutadas en
momentos diferentes. Son necesarias al final de la jornada de trabajo y
en los casos en que no se realice un hormigonado continuo sino un hor-
migonado por tramos, como suele ser lo normal.
Las juntas de construccion pueden funcionar como juntas de contraccion
o dilatacion. Asimismo, pueden presentar caras planas o bien algún tipo
de machihembrado (ranura y lengüeta, por ejemplo) para mejorar las
condiciones de transferencia de cargas.
Entre las medidas que pueden adoptarse para mejorar la calidad y el
funcionamiento de este tipo de juntas, cabe citar las siguientes:
– Usar encofrados con angulos a escuadra.
– Compactar adecuadamente el hormigon junto a los encofrados.
– Realizar con cuidado los trabajos de acabado en las zonas perime-
trales de la losa.
– En el hormigonado de losas adyacentes enrasar cuidadosamente
para evitar la existencia de escalonamientos.
Cuando el hormigonado quede interrumpido y sea necesario llevar a
cabo una junta de construccion no prevista, se puede adoptar una de las
siguientes soluciones:
– Eliminar el hormigon extendido hasta la junta de contraccion mas
proxima, y ejecutar la junta de construccion.
– Ejecutar una junta de construccion dejando dispuestas barras de
atado para que ambos bordes sean solidarios. La junta debe quedar
76
dentro del tercio central de la distancia existente entre juntas de
contraccion.
77
expansion de la misma como consecuencia de una elevacion térmica es
dificil que se supere su longitud inicial.
La ejecucion de una junta de dilatacion es similar a la de una junta de
construccion con la única diferencia de que la distancia entre los bor-
des de la misma es superior, del orden de 20 mm. Este espacio se
rellena con un material elastico similar al utilizado en juntas de aisla-
miento.
Debe evitarse la disposicion de juntas de dilatacion en zonas bajo la
accion de trafico pesado. En el caso en que esto no sea posible, debe tra-
tarse de disminuir las tensiones de borde mediante la disposicion de
pasadores, o bien mediante el acartelamiento de la losa en las inmedia-
ciones de la junta, compensando con el aumento de espesor el incremento
de tensiones producido por la falta de transferencia de cargas entre
losas.
78
entonces mediante la siguiente expresion:
79
Los pasadores se colocan sobre cunas metalicas apoyadas en la base, en
la mitad del espesor de la losa, con una separacion entre ellos de 30 cm.
En el caso de juntas de construccion, los encofrados suelen presentar
unos orificios, coincidentes con la posicion de los pasadores, para permi-
tir la insercion de éstos en el hormigon fresco. También pueden practi-
carse taladros en el hormigon endurecido, donde se introducen los pasa-
dores. En este caso, suele adherirse el pasador mediante resina epoxi,
aplicandose un tratamiento antiadherente a la mitad saliente.
Como ya se ha mencionado, para que no se coarte el libre movimiento
horizontal de las losas, los pasadores deben ser rectos, estar alineados
(paralelos entre si y a la superficie, y perpendiculares a la junta) y no
estar adheridos en toda su longitud al hormigon. Para conseguir esto
último, se recubren, al menos en una mitad, con algún producto ade-
cuado (grasa, pintura antiadherente, etc.) o bien con una funda de plas-
tico.
En el caso de que se dispongan pasadores en juntas de dilatacion, éstos
deben ir provistos en uno de sus extremos de una caperuza rellena de
material compresible, para permitir el funcionamiento de la junta.
80
5.4.3 Armaduras pasantes
Cuando la armadura de refuerzo pasa a través de las juntas o de las fisu-
ras, como es el caso de los pavimentos armados continuos, se logra una
excelente transmision de cargas. Si se trata tan solo de un mallazo para
controlar la fisuracion, dicha transmision de carga es menos eficaz.
Un inconveniente de la armadura pasante en las juntas de construccion
es que dificulta las tareas de
encofrado.
81
5.4.5 Engranaje de aridos
La transferencia de carga por engranaje entre los aridos tiene lugar
cuando la abertura de la junta es lo bastante pequeña como para que
exista contacto entre los aridos del hormigon de ambas caras. En gene-
ral, puede decirse que dicha transmision es eficaz para aberturas infe-
riores a 0,5 mm, desapareciendo para valores superiores a 1 mm.
Para mantener las juntas suficientemente cerradas puede recurrirse a la
disposicion de barras de atado, sistema frecuentemente empleado en
juntas de construccion, tanto longitudinales como transversales, o bien
disponer juntas a distancias no superiores a 30 veces el espesor de la losa
o 4,5 m.
82
6
ARMADO DE LOS
PAVIMENTOS DE HORMIGON
6.1 INTRODUCCION
La disposición de armaduras en pavimentos de hormigón con juntas a
4 - 5 m, dimensionados a través de la teoría de Westergaard tiene una
escasa o nula contribución estructural. Su utilización sólo se justifica
cuando es necesario disponer las juntas a distancias mayores, o cuando
se quiere reducir al mínimo el número de éstas para obtener lo que deno-
minaríamos "un pavimento sin juntas".
En este capítulo se recogen una serie de recomendaciones para la
correcta disposición de la armadura en el caso más usual de pavimentos
de hormigón en masa con juntas (ver 1.3.1), así como algunos criterios
sencillos para el caso de pavimentos de hormigón armado con fibras de
acero (ver 1.3.5).
83
impide la entrada de elementos duros que terminarían por dañar los bor-
des de estas grietas o fisuras.
Ahora bien, debe tenerse en cuenta que este tipo de armado no puede
–ni está pensado para ello– incrementar la capacidad de soporte del
pavimento.
84
6.2.2 Cuantía de armado
El cálculo de la cuantía geométrica de armado consiste simplemente de
igualar las fuerzas que se producen en la losa, admitiéndose que las fisu-
ras se forman y que la armadura dispuesta es la que se opone a que éstas
se abran (en definitiva impiden que la losa se acorte), resultando así la
siguiente expresión:
siendo
p cuantía de armado, en tanto por ciento;
W la densidad del hormigón, en kN/m3 (normalmente se adopta un
valor de 23 kN/m3 para el hormigón en masa);
µ coeficiente de rozamiento con el soporte (generalmente se adopta
un valor de 1,5);
L longitud de la losa (distancia entre bordes libres), en m;
fyd resistencia de cálculo del acero, en N/mm2.
La cuantía resultante es la necesaria en la dirección considerada por lo
que, de ser preciso, debe repetirse el cálculo en sentido transversal.
El valor del coeficiente de rozamiento depende de las características del
contacto con el soporte, fundamentalmente de la rugosidad existente. De
esta forma, el valor del coeficiente de rozamiento puede variar desde
valores superiores a 2, como es el caso de soportes muy rugosos, hasta
valores comprendidos entre 0,4 - 0,5 correspondientes al caso de utili-
zarse bases de hormigón magro vibrado con interposición de láminas de
plástico en el contacto base/pavimento. En la Figura 6.1 se representa el
valor del coeficiente de rozamiento para distintos tipos de materiales uti-
lizados en la capa de base.
Para que la armadura distribuida sea realmente efectiva, no deben dis-
ponerse cuantías inferiores al 0,1%.
6.2.3 Colocación
La armadura distribuida suele, generalmente, disponerse 50 mm por
debajo de la superficie del pavimento. En la zona de juntas de contrac-
85
Figura 6.1 Coeficiente de rozamiento con distintos materiales [1]
86
6.3 PAVIMENTOS DE HORMIGON ARMADO CON FIBRAS DE
ACERO
Como ya se indicaba en 1.3.5, la incorporación de fibras al hormigón
mejora sustancialmente alguna de sus características, tanto en estado
fresco como endurecido.
De entre las posibles fibras que pudieran utilizarse, las fibras de acero
son las que mejoran de manera más notable las características mecáni-
cas del hormigón, en especial en los aspectos relativos a resistencia a fle-
xión y fatiga, lo que se traduce en una menor fisuración de los pavimen-
tos y en una reducción de los espesores necesarios. Téngase en cuenta
que en la masa de este tipo de hormigones se reparte un gran número de
fibras de acero, con un módulo de elasticidad diez veces superior al del
hormigón, lo que permite una redistribución de las cargas en todo el
espesor. Ello a su vez se traduce en un menor nivel de tensión para una
misma carga, permitiendo por tanto soportar cargas mayores o utilizar
espesores más reducidos.
En el dimensionamiento de este tipo de pavimentos deben considerarse
aspectos tales como la resistencia a flexión equivalente del hormigón
con fibras(1) y su deflexión elástica, las características del soporte, y el
combado de losas. El espesor resultante del pavimento debe ser, como ya
se indicó en el capítulo 3, el suficiente para reducir a valores admisibles
las tensiones producidas por las cargas actuantes sobre el pavimento.
Si se les compara con los pavimentos de hormigón en masa con juntas,
los pavimentos de hormigón armado con fibras son más flexibles, debido
a su menor espesor. Por esta razón debe realizarse una cuidadosa eva-
luación de la magnitud de las deflexiones elásticas que pudieran produ-
cirse bajo la acción de las cargas, ya que al ser mayores aumentarán el
efecto de erosión sobre la capa de apoyo, aumentando el riesgo de que se
produzcan fenómenos de escalonamiento en juntas.
Otra consecuencia derivada del menor espesor de estos pavimentos es el
aumento de las tensiones transmitidas al apoyo de la losa, aspecto a
tener en cuenta para evitar que puedan producirse deformaciones per-
manentes en el mismo.
(1) La resistencia a flexión equivalente del hormigòn con fibras es un indicador de la capacidad de
éstas para mantener cosidas las fisuras una vez que se producen. Su valor varía en función del tipo
y cantidad de fibra utilizada y de la resistencia mecánica del hormigón. Esta resistencia se carac-
teriza mediante el denominado índice de tenacidad, el cual representa el valor promedio de la curva
de carga en la zona post fisura. Su determinación se realiza a través de los métodos de ensayo
descritos en UNE 83.509 y UNE 83.510.
87
Las juntas en este tipo de pavimentos pueden disponerse a distancias
mayores, del orden de unos 8 m [2]. Normalmente no suele aumentarse
esta separación por condicionantes tales como la distancia entre pilares,
o el riesgo de que pudieran producirse deterioros en las juntas como
consecuencia de las mayores aberturas que se produce en las mismas,
efecto que puede disminuirse con la disposición de pasadores. Ahora
bien, con un adecuado dimensionamiento pueden construirse pavimen-
tos de 50 x 50 m sin juntas [3].
Para el dimensionamiento de este tipo de pavimentos existen procedi-
mientos específicos desarrollados por los fabricantes de fibras [2], [3] y
[4] basados en investigaciones y ensayos efectuados con sus productos.
88
BIBLIOGRAFIA
89
2
2009
7.1.1 Trabajabilidad
Se puede definir como la facilidad con la que el hormigón puede ser
transportado, colocado y compactado, especialmente si su puesta en obra
se realiza por métodos manuales.
La trabajabilidad de un hormigón depende de su composición: forma,
granulometría y tamaño máximo del árido, dosificación de cemento, can-
tidad de agua de amasado y, en su caso, el tipo y cantidad de aditivo uti-
lizado.
A igualdad de todos los demás factores, la trabajabilidad aumenta
cuando:
– se utilizan áridos rodados,
– con el contenido de arena,
– con el incremento de cemento,
– con el empleo de cenizas volantes,
– con el uso de aditivos plastificantes e incluso aireantes, y
– con el contenido de agua.
Este último factor es el que más influencia tiene, siendo además el más
barato. Pero sin embargo es también el más peligroso, ya que introduce
91
variaciones en la relación agua/cemento pudiendo conducir a fuertes
bajadas de las resistencias mecánicas y de la durabilidad del hormigón.
Por lo tanto, y para limitar el riesgo mencionado, es mucho más reco-
mendable la utilización de aditivos (ver 7.3.4) que el aumento indiscri-
minado de agua en la masa del hormigón.
La trabajabilidad puede medirse a través de ensayos normalizados,
pudiéndose citar entre los más conocidos los siguientes:
– Cono de Abrams (norma UNE 83.313).
– Consistómetro Vebe (norma UNE 83.314).
– Ensayo de penetración con bola (norma ASTM C 360).
– Mesa de sacudidas (norma DIN 1048).
92
Tabla 7.1
0-2 Seca
3-5 Plástica
6-9 Blanda
10 - 15 Fluida
93
superficie inferior del disco se cubre completamente con pasta de
cemento es el índice utilizado para definir la consistencia del hormigón,
según se indica en la Tabla 7.2.
Tabla 7.2
30 - 18 Extremadamente seca
18 - 10 Muy seca
10 - 5 Seca
94
3. Se deposita cuidadosamente la bola
sobre la superficie del hormigón y se la
suelta lentamente asegurándose de
que no se producen sacudidas.
4. Cuando la bola ha dejado de descender
se mide la profundidad de penetración
en el brazo graduado de la misma,
redondeando a los 5 mm más próximos
(la referencia es la parte superior del
armazón del equipo).
5. Se deben realizar al menos tres medi-
das, separadas entre sí una distancia
superior a 150 mm. Si los resultados obtenidos no se encuentran den-
tro de un intervalo de 25 mm, deben repetirse las tres lecturas hasta
alcanzar dicho intervalo. No es necesario efectuar ningún tipo de
corrección si se produce una pequeña penetración de las patas del
armazón en el hormigón fresco.
6. El resultado final es la media de las tres medidas realizadas redon
deada a los 5 mm más próximos.
Este procedimiento de ensayo puede utilizarse para controlar la consis-
tencia del hormigón, siempre que se haya establecido una correlación
con los resultados obtenidos con el método del cono de Abrams, pudién-
dose obtener relaciones lineales como la que se muestra en la Figura 7.1
siempre que se hayan realizado un número suficiente de ensayos. Como
norma general el asiento en cono de Abrams suele ser del orden de 1,10
a 2 veces la penetración de la Bola Kelly.
Figura 7.1
Relación existente entre los
resultados del ensayo de cono
de Abrams y de Bola Kelly
95
7.1.1.4 El ensayo con mesa de sacudidas
El ensayo por medio de la mesa de sacudidas se fundamenta en medir el
desparramado o aumento de diámetro que experimenta la base inferior
de un tronco de cono de hormigón moldeado en un molde de 20 cm de
altura, 13 cm de diámetro superior y 20 cm de diámetro inferior, situado
sobre una chapa metálica cuadrada de 70 x 70 cm al someterlo a 15 sacu-
didas durante, aproximadamente, 15 segundos. La chapa metálica está
unida a una base inferior mediante bisagras y separada de ésta
mediante cuatro apoyos. Por medio de un asa la chapa superior puede
levantarse hasta alcanzar el tope de la altura de caída: 40 mm.
96
repite esta operación 15 veces con una velocidad de aproximadamente
un golpe por segundo.
7. Se mide el diámetro del escurrimiento producido según dos ejes per-
pendiculares entre sí y se calcula la media redondeando el resultado a
los 5 mm más próximos.
8. Por último, se refleja cualquier anomalía observada (separación de
finos y agua, existencia de segregación de áridos, etc.).
El ensayo es muy utilizado en el caso de emplearse hormigones super-
fluidificados. Es posible establecer una correlación con los resultados
obtenidos con el cono de Abrams, tal y como se muestra en la Figura 7.2.
7.1.2 Acababilidad
Es una característica específica de los pavimentos de hormigón, que se
puede definir como la facilidad que presenta el hormigón fresco para ser
fratasado o pulido. A pesar de su importancia no ha sido muy estudiada,
debido a que tan sólo presenta interés en el campo de los pavimentos
industriales de hormigón, razón por la que tampoco existe un método de
ensayo con el que poder especificar el nivel exigible a esta propiedad.
97
La acababilidad depende, en buena medida, de las características de la
capa de mortero que se forma en la superficie del hormigón. Por lo tanto
los parámetros que más pueden influir en la misma son el agua, el
cemento y los finos.
El agua ejerce una labor de lubricante que dota al hormigón de unas
mejores condiciones para el acabado. Cuando la superficie del hormigón
está demasiado seca para realizar el acabado la única solución para evi-
tar una superficie porosa y permeable es, en muchos casos, añadir una
pequeña cantidad de agua pulverizada sin que se formen charcos en
superficie. Siempre que se pueda debe evitarse que esta situación ocu-
rra, corrigiendo los problemas que la producen, como por ejemplo, una
errónea dosificación, un exceso de evaporación o una consistencia del
hormigón demasiado seca.
Si se mantiene la relación agua/cemento, un incremento de la cantidad
de cemento mejora la acababilidad del hormigón. En el caso de pavi-
mentos vistos son recomendables contenidos de cemento de 300 a
330 kg/m3. Esta especificación puede indicarse en el proyecto de forma
directa, o bien de manera indirecta a través de una resistencia mínima
del hormigón que garantice los contenidos de cemento indicados.
Para evitar problemas en el acabado, el hormigón debe contener una
cantidad de finos suficiente. La forma de éstos es también una carac-
terística importante que raramente se considera en el proyecto. Como
regla general, las partículas redondeadas son mejores a este respecto
que las angulosas, si bien pueden producir hormigones de menor resis-
tencia.
98
que conlleva el uso de una baja relación agua/cemento pueden ser supe-
rados mediante el empleo de plastificantes o superplastificantes, si bien
no hay que olvidar que aunque se consiguen mezclas trabajables se nece-
sita también una cantidad suficiente de agua libre para obtener un buen
acabado.
7.1.4 Exudación
Mientras el hormigón se encuentra en estado fresco las partículas sóli-
das tienden a descender provocando la migración del agua hacia la
superficie. La magnitud de este fenómeno, conocido como exudación,
depende fundamentalmente del contenido inicial de agua, de las densi-
dades de las partículas, de la proporción de finos en la mezcla y de la
duración de la vibración. El grado en que se manifiesta puede oscilar
desde unos pequeños charcos aislados hasta láminas de agua de gran
extensión y varios milímetros de espesor.
Una exudación excesiva tiene varios inconvenientes:
1. La migración del agua desde el interior va creando una serie de con-
ductos capilares que aumentan la permeabilidad del hormigón.
2. El agua atrapada bajo las partículas de mayor tamaño crea zonas
de humedad en el hormigón endurecido, que acaban transformán-
dose en huecos, mientras que la que queda atrapada bajo las arma-
duras reduce la adherencia entre el hormigón y el acero.
3. Los trabajos de acabado no pueden realizarse hasta que desapa-
rezca el agua de la superficie, pues en caso contrario esta última
sería muy poco resistente debido a la alta relación agua/cemento.
Para evitar que se produzca una exudación excesiva debe actuarse sobre
la dosificación del hormigón. Para ello pueden adoptarse algunas de las
siguientes medidas: utilizar cementos con adición de cenizas volantes,
aumentar el contenido de cemento, aumentar el contenido de finos, redu-
cir el contenido de agua, utilizar aditivos inclusores de aire o reductores
de agua.
Cuando la exudación se ha producido debe eliminarse el exceso de agua
en la superficie, para lo cual podrán emplearse medios mecánicos, como
la aspiración o el barrido, o bien medios físicos como la evaporación. En
este último caso, puede acelerarse el proceso mediante la utilización de
ventiladores, e incluso de aire caliente cuando se esté próximo a la satu-
ración de vapor de agua.
99
7.1.5 Tiempo de fraguado
El tiempo durante el cual se desarrolla el fraguado tiene gran importan-
cia puesto que determina el plazo disponible para realizar los trabajos de
acabado. Si el hormigón fragua demasiado deprisa no habrá tiempo para
realizar un buen acabado y si lo hace de forma demasiado lenta se ele-
varán los costes de ejecución.
El tiempo de fraguado de los cementos se determina mediante el ensayo
contenido en la Norma UNE-EN 196-3.
El tiempo de fraguado depende de muchos factores entre los que desta-
can la temperatura, el empleo de adiciones activas y el uso de algunos
aditivos como, por ejemplo, los aceleradores o retardadores de fraguado.
Como ocurre con otras muchas reacciones químicas, la hidratación del
cemento se produce más rápidamente a altas temperaturas, pudiendo
llegar a inhibirse a bajas temperaturas. Esto crea problemas tanto en
épocas de mucho calor como de mucho frío.
Para disminuir los tiempos de fraguado en periodos fríos se puede pro-
ceder al calentamiento del hormigón una vez puesto en obra, o bien
aumentar la temperatura de la mezcla mediante la utilización de agua o
áridos previamente calentados. Este segundo procedimiento presenta el
inconveniente de tener una eficacia corta debido al pequeño espesor de
la solera, que retendrá el calor durante poco tiempo.
Con temperaturas altas es difícil evitar un fraguado demasiado rápido.
Proteger la superficie de la acción directa del sol o añadir hielo a la mez-
cla pueden proporcionar algún tiempo adicional. Cuando se añade hielo
es importante controlar la cantidad de agua líquida aportada a la mez-
cla con el fin de mantener la relación agua/cemento deseada.
Un recurso muy utilizado consiste en aprovechar las horas del día en que
las temperaturas están comprendidas dentro del rango adecuado para
que se produzca el fraguado; es decir, a mediodía en invierno y a primera
hora de la mañana o por la noche en verano.
Los aceleradores y retardadores se emplean con el objetivo de incremen-
tar o acortar el tiempo de inicio del fraguado. Otros aditivos pueden tam-
bién tener incidencia en el tiempo de fraguado aunque se utilicen con
otros fines; es el caso, por ejemplo, de los plastificantes que también tie-
nen un efecto retardador.
Es importante que los aditivos aceleradores o retardadores del fraguado
se añadan en la proporción adecuada y cuidar que no se produzcan
incompatibilidades con otros tipos de aditivos que se hayan podido utili-
100
zar en la misma mezcla, pues de no ser así, se podrían producir efectos
no deseados, como por ejemplo un excesivo retraso en el fraguado e
incluso la inhibición total del mismo.
101
de que estos ensayos se realicen a 90 días de edad. Este sería el caso de
pavimentos de hormigón en masa en los que se hubiesen utilizado
cementos para usos especiales CEM VI-1 ó CEM VI-2 (recogidos en la
norma UNE 80.307), en los que el desarrollo de resistencias es más lento
debido a su elevado contenido de adiciones activas.
No deben utilizarse hormigones para pavimentos con resistencias infe-
riores a 20 N/mm2, salvo que se disponga una capa de rodadura resis-
tente al desgaste. Los valores usuales están comprendidos entre 20 y
40 N/mm2 (200 - 400 kp/cm2 ).
Los hormigones de resistencia superior a 40 N/mm2 suelen utilizarse en
la capa superior de pavimentos ejecutados en dos capas, con el fin de
alcanzar una gran resistencia al desgaste. Salvo en casos especiales, este
tipo de hormigones no suele emplearse en todo el espesor del pavimento,
a causa de su mayor coste y del aumento de la retracción de secado que
obliga a extremar las precauciones en el curado para evitar la aparición
de fisuras.
102
Los hormigones normalmente utilizados en pavimentos tienen una resis-
tencia característica a flexotracción de 3,5 - 4,5 N/mm2. Sin embargo, en
muchos casos ésta no se especifica directamente, debiendo obtenerse a
partir de la resistencia a compresión. Una correlación frecuentemente
utilizada en estos casos es la siguiente:
siendo:
ff: resistencia a flexotracción en N/mm2;
fc: resistencia a compresión en N/mm2 (determinada sobre probeta
cilíndrica).
103
Por ello, es frecuente tratar de estimar la resistencia a flexotracción a
través de otros ensayos menos complicados. Este es el caso del ensayo a
tracción indirecta (Norma UNE 83.306), también conocido como ensayo
brasileño, con el que se obtienen correlaciones más precisas que las obte-
nidas con el ensayo a compresión.
El ensayo brasileño consiste en someter una probeta cilíndrica a una
compresión diametral, a través de dos generatrices opuestas. En el plano
vertical formado por ambas generatrices se generan unas tracciones que
provocan la rotura de la probeta. La resistencia se expresa de la
siguiente manera:
siendo:
fti = resistencia a tracción directa, en N/mm2;
P= carga aplicada, en N;
l= longitud de la probeta, en mm;
d= diámetro de la probeta, en mm.
La resistencia a tracción indirecta es, aproximadamente, del orden de un
60% de la resistencia a flexotracción, con lo cual la relación existente
entre ambas será la siguiente:
104
– Que los áridos sean duros, con textura superficial rugosa, elevada
proporción de fracciones gruesas y que posean una buena granulo-
metría.
– Que se duplique la duración del curado en relación a la indicada para
hormigones convencionales, o bien que se emplee un producto filmó-
geno de curado eficaz.
– Que, en caso de condiciones particularmente severas de abrasión, se
utilicen terminaciones superficiales con la adición de corindón u
otros productos (ver Capítulo 11).
105
caso de que hormigones de resistencia elevada no presenten una buena
resistencia al impacto lo que obliga, como ya se ha comentado en el capí-
tulo anterior, a la realización de ensayos de caracterización del material.
siendo:
E0j: módulo de deformación inicial del hormigón a la edad de j días
(pendiente de la tangente en el origen a la curva σ−ε), válido
para cargas instantáneas o rápidamente variables;
Ej: el módulo instantáneo de deformación longitudinal secante;
fcm,j: la resistencia media a compresión del hormigón a j días de edad,
en N/mm2.
El valor así obtenido del módulo de elasticidad puede corregirse multi-
plicándolo por unos coeficientes α y β que tienen en cuenta aspectos tales
como la naturaleza del árido (Tabla 7.3), o la edad del hormigón (Tabla
7.4) puesto que el crecimiento del módulo de elasticidad con el tiempo no
es igual al que experimenta la resistencia a compresión.
106
Tabla 7.3 Coeficiente de corrección α del módulo de deformación en
función de la naturaleza del árido [1]
Arido Valor de α
Cuarcita 1
Arenisca 0,7
Normal 0,9
Caliza
Densa 1,2
Ofita, basalto y otras Porosa 0,9
rocas volcánicas (1) Normal 1,2
Granito y otras rocas plutónicas (2)
1,1
Diabasa 1,3
(1)
En este grupo se incluyen rocas como la riolita, dacita, andesita y ofita. Las rocas
pertenecientes a este grupo (ofita, basalto y otras rocas volcánicas) presentan
normalmente una baja porosidad y elevada densidad, pero pueden presentarse
casos con porosidades relativamente altas, reflejadas por ejemplo en coeficientes
de absorción del 3,5% o superiores. Por ello, la tabla indica, además del valor 1,2
para el caso normal, el valor 0,9 para el caso de porosidad elevada.
(2)
En este grupo se incluyen rocas como la sienita y la diorita.
Valor de β
107
7.2.5 Retracción de secado
La cantidad de agua empleada en la hidratación del cemento es bastante
inferior a la precisa para obtener un amasado y una trabajabilidad ade-
cuados.
Cuando el hormigón ha fraguado y se encuentra en un ambiente no satu-
rado comienza a perder agua, produciéndose una retracción de carácter
irreversible conocida como retracción de secado. A diferencia de la
retracción plástica que tenía lugar en el hormigón fresco y se producía
fundamentalmente en dirección vertical, ésta se produce en el hormigón
endurecido y en todas direcciones.
El cambio de volumen experimentado por el hormigón, motivado por esta
desecación, es inferior a la pérdida del volumen de agua evaporada. Al
iniciarse el fenómeno tiene lugar una pérdida del agua libre que apenas
causa retracción. Si la evaporación continúa, se inicia una pérdida del
agua adsorbida por los geles del cemento en su proceso de hidratación y
el cambio de volumen será igual a la suma del volumen de la película de
agua que recubre todas y cada una de las partículas del mencionado gel,
lo que conduce a valores de la retracción de 4 x 10–3 m/m.
Este cambio volumétrico es capaz de crear tensiones importantes en pie-
zas cuya deformación esté impedida, haciendo que si estas tensiones son
superiores a la resistencia a tracción del hormigón se produzca su
rotura. Por ello, en el caso de los pavimentos si no se disponen juntas de
contracción con la distancia adecuada la retracción de secado producirá
fisuras en los mismos, ya que el rozamiento con la capa subyacente se
opone a su libre deformación, provocando tracciones que superan la
resistencia del hormigón en ese momento. La probabilidad de que se pro-
duzca una fisuración incontrolada del pavimento, a pesar de disponer
juntas de contracción en el mismo, puede disminuirse considerable-
mente mediante la incorporación de fibras (ver 7.3.5), algunas de las
cuales –como las metálicas– permiten aumentar considerablemente la
distancia entre juntas.
La retracción de secado no puede ser eliminada, pero puede ser minimi-
zada actuando sobre los parámetros que más influyen en la misma, como
son el tamaño máximo del árido, el contenido de agua y el contenido de
cemento. Para reducir la retracción de secado es preferible utilizar ári-
dos con un tamaño máximo superior, menores contenidos de cemento,
cementos de categoría resistente inferior o cementos con adiciones, y
menores contenidos de agua de amasado, compensando la pérdida de
trabajabilidad mediante la incorporación de aditivos plastificantes.
108
7.3 COMPONENTES DEL HORMIGON
7.3.1 Cemento
Las características y propiedades que deben reunir los cementos se reco-
gen en la serie de normas UNE 80.300, y en la Instrucción para la Recep-
ción de Cementos RC-97, esta última de obligado cumplimiento.
Además, la Instrucción de Hormigón Estructural EHE incluye un anejo
de recomendaciones para la utilización de los cementos en función de su
aplicación (hormigón en masa, armado, pretensado, etc.), condiciones de
utilización (tiempo frío, caluroso, etc.) y tipo de ambiente de exposición
(corrosión por carbonatación, cloruros, heladas, ataque químico, etc.).
Dado lo extenso del tema, en lo que sigue se va a presentar un resumen
de los aspectos más importantes o básicos.
109
Cada uno de estos cementos se divide a su vez en diferentes subtipos en
función de los productos que los componen: clinker, adiciones y compo-
nentes minoritarios. Para no ser exhaustivos vamos a centrarnos sobre
el caso de los cementos comunes. Como puede observarse en la Tabla 7.5
estos cementos se dividen en cinco subtipos:
– cementos Portland (CEM I),
– cementos Portland con adiciones (CEM II),
– cementos de horno alto (CEM III),
– cementos puzolánicos (CEM IV),
– cementos compuestos (CEM V).
Las adiciones que pueden contener estos cementos son escorias de horno
alto (S), humo de sílice (D), puzolanas naturales (P), cenizas volantes (V)
y caliza (L). Con el fin de acotar mejor la composición de los diferentes
tipos de cemento, la norma UNE 80.301 fija dos niveles posibles de adi-
ción: uno bajo indicado por la letra A (Alto contenido de clínker), y otro
alto indicado por la letra B (Bajo contenido de clínker). En el caso de los
cementos del tipo CEM II el nivel bajo de adición llega hasta el 20%,
mientras que el nivel alto alcanza hasta el 35%. Para los cementos
CEM III y CEM IV la separación entre ambos niveles se encuentra en el
65% y en el 35% respectivamente.
Al observar la Tabla 7.5 puede pensarse que según la misma un
cemento del tipo, por ejemplo, CEM II/A-V puede tener un contenido de
adición variable entre el 6 y el 20%, con lo que se producirán continuas
variaciones en sus propiedades y características. Este hecho no es así.
Cualquier cemento legalmente comercializado en España, y así lo
recoge la Instrucción RC-97, debe cumplir una serie de requisitos míni-
mos que garanticen su calidad y uniformidad para que se les pueda dar
un Certificado de Conformidad con Requisitos Reglamentarios, otor-
gado por el Ministerio de Industria y Energía, o bien la marca de cali-
dad AENOR, sin los cuales no pueden venderse ni ser recepcionados en
ninguna obra, planta de hormigón preparado, o instalación industrial
que fabrique productos en cuya composición se incluya el cemento.
Tanto el mencionado Certificado, como la marca de calidad, se conce-
den para una composición de cemento dada, no admitiéndose desvia-
ciones a la misma superiores al ± 5%.
110
Tabla 7.5 Tipo y composición de los cementos comunes (UNE 80.301). Prporción en masa.
(1)
Los valores del cuadro se refieren al núcleo de cemento con exclusión del sulfato de calcio y de cualquier aditivo.
(2)
Los componentes miniritarios adicionales no pueden ser fíller, o uno o más de los componentes principales, a menos que estén incluidos ya como tales
en el cemento.
(3)
La proporción de humo de sílice se limita al 10 %.
(4)
Cuando algún cemento Portland mixto, en razón de su composición, se pueda incluir en alguino de los tipos II anteriores, deberá llevar la denominación
y designación correspondiente a dicho tipo.
(5)
La proporción de fíller se limita a 5 %.
(6)
La proporción de caliza se limita a 20 %.
7.3.1.2 Resistencias mecánicas
Los cementos se clasifican, además, por su resistencia mecánica a com-
presión, en N/mm2, determinada con arreglo a la norma UNE-EN 196-1
a los 28 días de edad. Se distinguen así cuatro posibles clases resisten-
tes: 22,5; 32,5; 42,5 y 52,5. En el caso de los cementos comunes única-
mente se contemplan las tres últimas clases resistentes, como puede
observarse en la Tabla 7.6.
En la misma tabla puede observarse que existen unas clases resistentes
a las que se les añade la letra R. Esto significa que desarrollan resisten-
cias más elevadas a edades tempranas (2 días).
Tabla 7.6 Exigencias mecánicas para los cementos comunes (UNE 80.301)
112
cementos incorporan en su designación las letras MR cuando son resistentes
al agua de mar, y SR cuando son resistentes a los sulfatos y al agua de mar.
Los cementos con bajo calor de hidratación (BC), se regulan a su vez por
la norma UNE 80.306. Se caracterizan por desarrollar un calor de hidra-
tación igual o inferior a 65 cal/g a la edad de 5 días, lo que les hace espe-
cialmente indicados en el hormigonado de grandes macizos para reducir
los problemas de fisuración.
7.3.2 Aridos
Los áridos constituyen el esqueleto mineral del hormigón, y son respon-
sables de buena parte de sus características al tratarse de un compo-
nente mayoritario que representa un 80 a 90% de su peso total.
Los áridos deben estar constituidos por partículas duras, de formas ade-
cuadas, es decir, sin lajas ni agujas, resistentes a la acción de los ciclos
de hielo-deshielo y no reactivas con los álcalis del cemento. Además, no
deben contener arcillas, limos ni materia orgánica.
En la Tabla 7.7 se recogen las condiciones mínimas que deben cumplir
los áridos para su empleo en hormigones, según establece la Instrucción
EHE en su artículo 28º.
113
Tabla 7.7
Arido Arido
Característica fino grueso
DUREZA:
Partículas blandas (UNE 7134) – < 5%
Friabilidad de la arena (1) (UNE-EN 1097-1) ≤ 40 –
Dureza del árido (2) (UNE-EN 1097-2) – ≤ 40
LIMPIEZA:
Terrones de arcilla (UNE 7133) < 1% < 0,25%
Equivalente de arena (UNE 83.131) > 75 (3) –
Partículas ligeras (4) (UNE 7244) < 0,5% < 1%
RESISTENCIA AL HIELO:
Absorción de agua (UNE 83.133 y 83.134) 5% –
Ciclos con sulfato magnésico (5) (UNE-EN 1367-2) < 15% < 18%
SUSTANCIAS PERJUDICIALES:
Compuestos totales de azufre (6) (UNE-EN 1744-1) < 1% < 1%
Sulfatos solubles en ácido (UNE-EN 1744-1)
(6)
< 0,8% < 0,8%
Cloruros para hormigón armado (UNE-EN 1744-1)
(7)
< 0,05% < 0,05%
Cloruros para hormigón pretensado (7) (UNE-EN 1744-1) < 0,03% < 0,03%
Reactividad con los álcalis (UNE 146.507) No No
(1) Ensayo micro-Deval.
(2) Ensayo de Los Angeles.
(3) Este valor se adoptará en el caso de obras sometidas a clase general de exposición
I, IIa ó IIb y que no estén sometidas a ninguna clase específica de exposición. En
caso contrario, el límite indicado debe elevarse hasta 80.
(4) Material retenido por el tamiz 0,063 mm y que flota en un líquido de peso especí-
fico 2.
(5) Cinco ciclos. =
(6) Expresados en SO–3 y referidos al árido seco.
(7) Expresados en Cl y referidos al árido seco.
114
De acuerdo con la Instrucción EHE (artículo 28.3.3), la curva granu-
lométrica del árido fino debe estar comprendida dentro del huso definido
en la Tabla 7.8. Las arenas que no cumplan con las limitaciones esta-
blecidas pueden utilizarse siempre que se demuestre, a través de los
correspondientes ensayos, que las propiedades más relevantes del hor-
migón no se ven significativamente afectadas, con relación a las que se
hubiesen obtenido de utilizar una arena que cumpliese el huso indicado.
El contenido de finos (partículas de tamaño inferior a 0,063 mm debe
limitarse, pues obliga a aumentar la cantidad de agua necesaria para
alcanzar una docilidad dada del hormigón, disminuyendo, en consecuen-
cia, las resistencias finales de éste. La Instrucción EHE establece, en su
artículo 28.3.3, los límites recogidos en la Tabla 7.9.
(1) Este valor será el que corresponda a los siguientes tipos de árido:
115
Tabla 7.9 Contenido máximo de finos en el árido [1]
116
Para evaluar la forma del árido se define el llamado "coeficiente de
forma" (UNE 7238), obtenido a partir de un conjunto de partículas,
según la relación existente entre la suma de los volúmenes de éstas y la
suma de los volúmenes de las esferas circunscritas a cada una de ellas.
La Instrucción EHE prescribe para este valor un mínimo de 0,20.
7.3.2.2 Textura
La textura superficial de los áridos influye en la trabajabilidad o docili-
dad de los hormigones, y en la resistencia del hormigón. Los áridos con
textura muy rugosa (áridos de machaqueo), necesitan una elevada pro-
porción de finos para mejorar su docilidad y, por tanto, una mayor can-
tidad de agua de amasado. Por contra, los áridos rodados permiten obte-
ner con mayor facilidad hormigones más dóciles. En lo que respecta a la
resistencia, la unión entre la pasta del cemento y los áridos es tanto
menor cuanto más lisa sea la superficie de los áridos, siendo conveniente
utilizar áridos de superficie rugosa cuando quieran alcanzarse elevadas
resistencias.
117
embargo un importante papel en el control de la retracción del hormigón,
como ya se ha comentado anteriormente.
La mayoría de los pavimentos industriales se construyen con áridos de
tamaño no superior a 20 mm. No obstante, el empleo de áridos de mayor
tamaño reduce los valores de la retracción plástica y de secado, al mismo
tiempo que permite reducir el contenido de cemento al disminuir el volu-
men de pasta necesario para envolver adecuadamente los áridos.
El tamaño máximo del árido debe elegirse teniendo en cuenta algunos
condicionantes como por ejemplo el sistema de puesta en obra (los hor-
migones bombeados requieren tamaños máximos reducidos), la existen-
cia de armaduras (el tamaño máximo no debe exceder de la mitad de la
distancia entre barras), o el espesor de la losa o capa que vaya a exten-
derse (no se debe rebasar de 1/4 a 1/3 del espesor).
Cuando sea necesario limitar el peso del pavimento, por ejemplo en
algún forjado, se puede recurrir a la utilización de áridos ligeros para
reducir la densidad del hormigón a valores del orden de 1.700 kg/m3, o
incluso inferiores. Estos áridos tienen una densidad inferior a 880 kg/m3,
y pueden ser naturales, como los procedentes de rocas volcánicas, o arti-
ficiales.
7.3.3 Agua
Como regla general se puede decir que son aptas para el amasado y
curado del hormigón la mayor parte de las aguas potables, existiendo,
igualmente, aguas insalubres válidas para este fin.
Ahora bien, siempre que no exista experiencia sobre el empleo de un
agua determinada es necesario proceder a identificar la idoneidad de la
misma, bien a través de la confección de probetas para comprobar si se
producen bajadas de resistencia superiores al 10%, o bien a través del
análisis químico de su composición. En este último caso, deben recha-
zarse todas las aguas que no cumplan alguna de las condiciones recogi-
das en la Tabla 7.10 (artículo 27 º de la Instrucción EHE), a menos que
se justifique suficientemente que las propiedades del hormigón no se ven
alteradas de forma perjudicial.
Entre las sustancias orgánicas solubles en éter quedan incluidas no sólo
los aceites y las grasas de cualquier origen, sino también otras sustan-
cias que puedan afectar desfavorablemente al fraguado y/o al endureci-
miento del hormigón. En cuanto a la limitación al contenido de ion clo-
ruro, ésta tiene un carácter preventivo, pues trata de evitar que puedan
118
Tabla 7.10
Propiedad Limitación
pH (UNE 7234) ≥5
Sustancias disueltas (UNE 7130) ≤ 15 g/ l
Sulfatos, expresados en SO4= (UNE 7131) ≤ 1 g/ l
Sulfatos, expresados en SO4= (UNE 7131) con cementos SR ≤ 5 g/ l
Ion cloruro (UNE 7178) para hormigón pretensado ≤ 1 g/ l
Ion cloruro (UNE 7178) para hormigón armado ≤ 6 g/ l
Hidratos de carbono (UNE 7132) 0
Sustancias orgánicas solubles en éter (UNE 7235) ≤ 15 g/ l
7.3.4 Aditivos
Los aditivos son productos incorporados al hormigón durante su ama-
sado, en una proporción no superior al 5% del peso del cemento, con
objeto de modificar las propiedades de la mezcla en estado fresco y/o
endurecido.
119
Hoy en día, la incorporación de aditivos al hormigón es prácticamente
imprescindible si se quieren hormigones para pavimentos resistentes y
durables, especialmente en lo que al control de la relación agua/cemento
se refiere.
Existen una cantidad notable de aditivos en el mercado que, utilizados de
forma adecuada, pueden solucionar la mayoría de los problemas que
habitualmente se plantean a la hora de ejecutar un pavimento de hor-
migón.
Según el efecto que producen en el hormigón (función principal) existen
diferentes tipos de aditivos; los que modifican la reología, los tiempos de
fraguado, el contenido de aire, o aquellos que mejoran determinadas pro-
piedades como la durabilidad o la facilidad de puesta en obra (bombeo,
proyección, etc.), aspectos que se utilizan a la hora de realizar la clasifi-
cación de los mismos (ver UNE-EN 934-2).
Pero los aditivos no sólo presentan una función principal, sino que tam-
bién efectos colaterales que pueden producir cambios en otras propieda-
des del hormigón. Por ello, es importante conocer los efectos de un adi-
tivo con anterioridad a su utilización, en hormigones y morteros,
mediante ensayos previos.
La manera de emplear correctamente los aditivos consiste en dosificar-
los de acuerdo con las recomendaciones facilitadas por el fabricante que,
a tal fín, suele indicar una gama de dosificaciones para diferentes cir-
cunstancias. En cualquier caso, hay que tener siempre en cuenta la
naturaleza y tipo de cemento, los áridos, las condiciones ambientales, así
como la concentración en la que el aditivo se presenta comercialmente,
teniendo en cuenta la cantidad de agua que aporta al hormigón cuando
ésta sea significativa
Los tipos de aditivo más frecuentemente utilizados en pavimentos de
hormigón son los siguientes: inclusores de aire, aceleradores y retarda-
dores de fraguado, reductores de agua de actividad normal (plastifican-
tes) o alta (superplastificantes), y pigmentos.
120
mismo tiempo mejora la tixotropía de la mezcla, impidiendo o disminu-
yendo la caída de los bordes cuando se utilizan extendedoras de encofra-
dos deslizantes.
Otro importante efecto de los aireantes es la interrupción de las redes
capilares, haciendo que el hormigón sea más impermeable y más resis-
tente a las heladas. Esta resistencia se ve también incrementada por el
hecho de que las burbujas forman una cámara de expansión, que permite
el aumento de volumen de agua al helarse sin que se fisure el hormigón.
Para obtener los efectos mencionados, el contenido de aire ocluido en el
hormigón debe ser del orden del 4%, no debiendo superarse valores del
6% para que no se produzca una sensible bajada de las resistencias
mecánicas. Con proporciones inferiores esta bajada de la resistencia se
ve compensada por el incremento de la misma producido al poder utili-
zarse relaciones agua/cemento más bajas para un mismo grado de tra-
bajabilidad del hormigón.
El porcentaje de aire ocluido en la mezcla no se ve alterado por los pro-
cesos normales de consolidación del hormigón, en los que únicamente se
eliminan las burbujas grandes de aire atrapadas durante la puesta en
obra. En el caso de que se produjese una sobrevibración la reducción del
contenido de aire ocluido podría ser del orden del 10 al 30 %.
121
7.3.4.3 Aceleradores de endurecimiento
Aumentan la velocidad de desarrollo de las resistencias iniciales del hor-
migón, con o sin la modificación del tiempo de fraguado. Normalmente
se exige que la ganancia de resistencia a compresión, con relación a la de
un hormigón convencional, sea de al menos un 20% a las 24 horas, a una
temperatura de 20 º C.
122
El principal objetivo buscado al utilizar superplastificantes en pavi-
mentos es alcanzar una consistencia muy fluida con una relación
agua/cemento normal, obteniéndose incrementos iniciales de asiento del
cono de Abrams de 8 a 20 cm sin necesidad de aumentar la cantidad de
agua, con la consiguiente pérdida de resistencia y de durabilidad del
hormigón. No obstante, su efecto disminuye con el tiempo en una pro-
porción que depende del tipo de superplastificante utilizado.
La utilización de los superplastificantes es esencial cuando se quieran
conseguir hormigones de resistencias muy elevadas a corta edad –por
ejemplo en reparaciones que precisen una apertura rápida al tráfico–,
puesto que permiten la utilización de relaciones agua/cemento muy
bajas con una trabajabilidad aceptable.
7.3.4.7 Colorantes
Son productos que añadidos a la masa de hormigón en el momento de la
mezcla dan a ésta una coloración distinta a la que normalmente pre-
senta.
Conseguir hormigones coloreados no está exento de dificultades y debe
realizarse por empresas especializadas, ya que los resultados que se
obtengan pueden no ser totalmente satisfactorios. Debe tenerse en
cuenta también que el pigmento afecta sólo a la pasta de cemento
dejando a los áridos con su color natural, razón por la cual el color no es
nunca intenso. En función de los colores que se elijan las posibles eflo-
rescencias que pueden aparecer en el pavimento pueden ser más nota-
bles y visibles. Por último, es difícil obtener siempre la misma coloración
en las diferentes mezclas, por lo que pueden presentarse contrastes de
tonalidad en la superficie del hormigón. Una medida sencilla y eficaz
para evitar posibles problemas es la realización de pruebas previas sobre
pequeñas zonas del pavimento para poder juzgar los resultados.
Para pavimentos de hormigón existen otros métodos más eficaces para
la obtención de superficies coloreadas. Por ejemplo, el espolvoreado de la
superficie del hormigón fresco mediante algún producto específico para
este fin, seguido de un fratasado, o el pintado de la superficie.
123
Estos productos no contienen agentes expansivos, sino compuestos que
actúan sobre el mecanismo primario que produce la retracción: la ten-
sión superficial del agua, reduciendo por tanto las tensiones originadas
en las paredes de los poros que constituyen la red capilar de la masa del
hormigón fresco.
El efecto de estos aditivos es tal, que los valores usuales de retracción
pueden reducirse a la mitad.
7.3.5 Fibras
Las fibras se incorporan en la masa del hormigón para mejorar su com-
portamiento. Con su empleo se obtiene un material más homogéneo, con
una resistencia a tracción más elevada, retracción más controlada,
rotura más tenaz, con mayor resistencia a fatiga e impacto, etc.
El hormigón con fibras se caracteriza por presentar una matriz que
mantiene la unión entre los distintos componentes, proporcionando
resistencia a compresión y rigidez, distribuyendo los esfuerzos y pro-
tegiendo las fibras. Por su parte las fibras soportan los esfuerzos de
tracción, que resisten por adherencia a la matriz, controlan la fisura-
ción y reducen la intensidad de la misma, a la vez que mejoran la tena-
cidad.
La efectividad de la acción reforzante y la eficacia de la transmisión de
tensiones depende de muchos factores, pero especialmente de la natura-
leza y del tipo de fibras empleado.
124
Para facilitar su incorporación al hormigón, las fibras metálicas se sumi-
nistran en forma de pequeños peines, encolados con una cola especial
que se disuelve con el agua de amasado.
Para comparar unas fibras con otras se emplea el concepto de esbeltez,
definido como la relación entre la longitud y el diámetro equivalente
(diámetro del círculo cuya sección es equivalente al área de la fibra),
cuyos valores oscilan entre 45 y 100.
La incorporación de fibras de acero al hormigón produce un aumento de
la resistencia a flexotracción, a tracción, a fatiga y al impacto, y un ligero
incremento de la resistencia a compresión. Por otro lado, se produce un
control de la fisuración y disminuyen las deformaciones bajo carga man-
tenida.
Para que la fibra sea efectiva es preciso que esté embebida dentro de la
mezcla, y que el hormigón tenga una buena calidad. Para dosificaciones
de fibras superiores a 35 kg/m3 es necesario aumentar la proporción de
finos con relación a un hormigón convencional.
Asimismo, su longitud debe ser aproximádamente 2,5 veces el diámetro
equivalente del tamaño máximo del árido, con el fin de que pueda ejer-
cer una acción de “puente” entre ellos, toda vez que la fisura se produce
en la matriz.
La consistencia del hormigón aumenta al aumentar la esbeltez de la
fibra y al aumentar su contenido en la mezcla. Estos aumentos pueden
dar lugar a la formación de bolas de fibras o "erizos". Igualmente, la con-
sistencia disminuye cuando aumenta el tamaño máximo del árido y su
porcentaje en la mezcla, poniendo también en peligro la dispersión de las
fibras, por la tendencia a la formación de bolas, o haciendo ineficaz el
efecto de refuerzo cuando el tamaño máximo del árido se aproxima a la
longitud de aquellas.
Para limitar estos efectos es aconsejable no emplear áridos de tamaño
máximo superior a 32 mm, no utilizar fibras con esbelteces superiores a
100, ni contenidos de fibra superiores al 2% en volumen del hormigón.
Es aconsejable que, siempre que se pueda, se especifique una resistencia
equivalente a flexión del hormigón con fibras mejor que en contenido de
éstas en la masa del hormigón, en kg/m3. De esta forma, el fabricante de
fibras podrá precisar el tipo de fibra y su dosis necesaria para alcanzar
la resistencia especificada.
A modo de ejemplo, y para comprender mejor lo que se acaba de indicar
una fibra trefilada, con esbeltez 80 (60 mm de longitud por 0,75 mm de
125
diámetro) tiene 4.600 fibras por kilogramo. Si se dosifican 30 kg/m3 al
hormigón, el número total de fibras por metro cúbico de hormigón será
de 138.000, con una longitud equivalente de 8.280 m. Si la esbeltez
pasara a ser de 48 (50 mm de longitud por 1,05 mm de diámetro), el
numero de fibras por kilogramo desciende hasta 2.800, por lo que el
número de fibras por metro cúbico de hormigón se reduce a 84.000, con
una longitud equivalente a 4.200 m –un 50% menos que en el caso ante-
rior– lo cual afectará directamente a la resistencia mecánica del hor-
migón.
126
y su aceptable módulo de elasticidad. Frente a estas ventajas presenta
el inconveniente de ser atacada por los álcalis del cemento Portland, por
lo que es preciso utilizar formulaciones especiales (vidrios en cuya com-
posición se incluye el óxido de circonio) o protecciones adecuadas de las
fibras (normalmente resinas epoxi).
Su empleo en hormigones no es muy adecuado debido a que durante su
amasado, y dada su fragilidad, los golpes que reciben de los áridos las
parten haciendo que disminuya su esbeltez y, por consiguiente, su
capacidad reforzante.
En el caso de los pavimentos de hormigón han aparecido en el mercado
en los últimos años fibras de vidrio con un tratamiento antialcalino,
especialmente diseñadas para ser incorporadas al hormigón con el fin
de controlar la fisuración a edades tempranas. Se trata de fibras de
12 mm de longitud y 14 micras de diámetro suministradas en forma
de haces de fibras, que se dispersan al entrar en contacto con el agua.
Se dosifican, normalmente, en una proporción de 0,6 kg/m3. Con pro-
porciones mayores, del orden de 5 a 10 kg/m3 se pueden emplear tam-
bién para aumentar la resistencia al impacto y a la abrasión del hor-
migón.
127
7.3.6 Otros componentes
Casi todos los hormigones empleados en la construcción de pavimentos
están fabricados con conglomerantes hidráulicos. Sin embargo, en algu-
nos casos se puede recurrir a otros tipos de conglomerantes, sobre todo
en los hormigones empleados para recubrimientos cuando se busca una
mayor resistencia frente a ataques químicos. En estos casos los conglo-
merantes más empleados son las resinas poliméricas.
Las resinas poliméricas se pueden mezclar con áridos para hacer hormi-
gones más resistentes que los hormigones de cemento Portland, tanto a
las acciones químicas como a las acciones mecánicas, lo cual los hace
muy apropiados para recubrimientos superficiales y reparaciones.
128
Tabla 7.11 Comprobación de la homogeneidad del hormigón [1]
129
BIBLIOGRAFIA
130
[18] AENOR; UNE 80.301:1996: "Cementos. Cementos comunes. Composición,
especificaciones y criterios de conformidad"; Madrid 1996.
[19] AENOR; UNE 80.303:1996: "Cementos resistentes a los sulfatos y/o agua
de mar"; Madrid 1996.
[20] AENOR; UNE 80.305:1996: "Cementos blancos"; Madrid 1996.
[21] AENOR; UNE 80.306:1996: "Cementos de bajo calor de hidratación";
Madrid 1996.
[22] AENOR; UNE 80.307:1996: "Cementos para usos especiales"; Madrid 1996.
[23] AENOR; UNE 80.310:1996: "Cementos de aluminato de calcio"; Madrid
1996.
[24] AENOR; UNE 83.304:1984: "Ensayos de hormigón. Rotura a compresión";
Madrid 1984.
[25] AENOR; UNE 83.115:1989: "Aridos para hormigones. Medida del coefi-
ciente de friabilidad de las arenas"; Madrid 1989.
[26] AENOR; UNE 83.116:1990: "Aridos para hormigones. Determinación del
coeficiente Los Angeles"; Madrid 1990.
[27] AENOR; UNE 83.131:1990: "Aridos para hormigones. Determinación del
equivalente de arena"; Madrid 1990.
[28] AENOR; UNE 83.133:1990: "Aridos para hormigones. Determinación de
las densidades. Coeficiente de absorción y contenido de agua en el árido
fino"; Madrid 1990.
[29] AENOR; UNE 83.134:1990: "Aridos para hormigones. Determinación de
las densidades, porosidad, coeficiente de absorción y contenido de agua en
el árido grueso"; Madrid 1990.
[30] AENOR; UNE 83.301:1991: "Ensayos de hormigón. Fabricación y conser-
vación de probetas"; Madrid 1991.
[31] AENOR; UNE 83.305:1986: "Ensayos de hormigón. Rotura por flexotrac-
ción"; Madrid 1986.
[32] AENOR; UNE 83.306:1985: "Ensayos de hormigón. Rotura por tracción
indirecta (ensayo brasileño)"; Madrid 1985.
[33] AENOR; UNE 83.313:1990: "Ensayos de hormigón. Medida de la consis-
tencia del hormigón fresco. Método del cono de Abrams"; Madrid 1990.
[34] AENOR; UNE 83.314:1990: "Ensayos de hormigón. Determinación de la
consistencia del hormigón fresco. Método Vebe"; Madrid 1990.
[35] AENOR; UNE 83.315:1996: "Ensayos de hormigón. Determinación del con-
tenido de aire del hormigón fresco. Métodos de presión"; Madrid 1996.
[36] AENOR; UNE 83.317:1991: "Ensayos de hormigón. Hormigón fresco. Deter-
minación de la densidad"; Madrid 1991.
131
[37] AENOR; UNE 83.503:1988: "Hormigones con fibras de acero y/o polipropi-
leno. Medida de la docilidad por medio del cono invertido"; Madrid 1988.
[38] AENOR; UNE 83.514:1992: "Hormigones con fibras de acero y/o polipropi-
leno. Determinación de la resistencia al impacto"; Madrid 1992.
[39] AENOR; UNE 146.507-1:1999 EX: "Ensayos de áridos. Determinación de
la reactividad potencial de los áridos. Método químico. Parte 1: Determina-
ción de la reactividad álcali-sílice y álcali-silicato"; Madrid 1999.
[40] AENOR; UNE 146.507-2:1999 EX: "Ensayos de áridos. Determinación de
la reactividad potencial de los áridos. Método químico. Parte 2: Determina-
ción de la reactividad álcali-carbonato"; Madrid 1999.
[41] AENOR; UNE-EN 196-3:1996: "Métodos de ensayo de cementos. Parte 3:
Determinación del tiempo de fraguado y de la estabilidad de volumen";
Madrid 1996.
[42] AENOR; UNE-EN 196-1:1996: "Métodos de ensayo de cementos. Parte 1:
Determinación de resistencias mecánicas"; Madrid 1996.
[43] AENOR; UNE-EN 933-2:1996: "Ensayo para determinar las propiedades
geométricas de los áridos. Parte 2: determinación de la granulometría de
las partículas. Tamices de ensayo, tamaño nominal de las aberturas";
Madrid 1996.
[44] AENOR; UNE-EN 934-2:1998: "Aditivos para hormigones morteros y pas-
tas. Parte 2: Aditivos para hormigones. Definiciones y requisitos"; Madrid
1998.
[45] AENOR; UNE-EN 1367-2:1999: "Ensayos para determinar las propiedades
térmicas y de resistencia a la intemperie de los áridos. Parte 2: ensayo de
sulfato magnésico"; Madrid 1999.
[46] AENOR; UNE-EN 1744-1: 1999: "Ensayos para determinar las propieda-
des químicas de los áridos. Parte 1: análisis químico"; Madrid 1999.
[47] RAMAKRISHNAN, V. "Performance characteristics of 3M polyolefin fiber
reinforced concrete". Report submitted to the 3M Company, St. Paul, MN.
1993.
[48] RAMAKRISHNAN, V. "Evaluation of non-metallic fiber reinforced concrete
in PCC pavements and structures". Report nº SD94-04-I, South Dakota
Department of Transportation, Pierre, SD, 1995.
132
8
OTROS MATERIALES
133
acción de los rayos solares, así como la magnitud de las variaciones
de temperatura en la masa del mismo.
134
El inconveniente de estos productos es su elevado precio en compa-
ración con los compuestos pertenecientes a los dos grupos descritos
anteriormente. Sin embargo, en circunstancias exigentes, por ejem-
plo pavimentos al aire libre construidos en épocas de mucho calor,
las ventajas que se derivan de su empleo compensan ampliamente
el sobrecoste introducido.
La elección de estos productos dependerá de las condiciones de la obra.
En naves a cubierto puede ser suficiente con emulsiones acuosas, mien-
tras que en el exterior habrá que utilizar un producto mejor.
(*)
En el momento de la redacción de este Manual, se estaba elaborando un borrador del futuro artí-
culo 285 "Productos filmógenos de curado" del Pliego de Prescripciones Técnicas Generales para
Obras de Carreteras y Puentes (PG-3) de la Dirección General de Carreteras del Ministerio de
Fomento.
135
fabricación de tres parejas de probetas de mortero. En cada pareja, una
de las probetas se sella con el compuesto de curado, mientras que la otra
se deja al descubierto. Se introducen las probetas en una cámara de
curado con control de temperatura (38º C ± 1º C) y humedad (35% ± 5%),
equipada con un sistema que permita que el aire circule con una veloci-
dad de 3 m/s. Después de 72 horas se pesan las probetas para determinar
qué porcentaje de agua conservan. El índice de eficacia es el valor medio
de las tres determinaciones realizadas sobre las tres parejas de probetas.
En la realización del ensayo es importante seguir todas y cada una de las
indicaciones recogidas por la norma, ya que en caso contrario se ha com-
probado que se producen dispersiones apreciables en los resultados.
Un índice de eficacia normal suele estar comprendido entre el 75 y el
80%, alcanzándose valores del 90% con los compuestos más eficaces.
Una consideración importante a realizar es que estos ensayos miden úni-
camente la efectividad potencial de curado de estos productos, por lo que
la efectividad real sobre el pavimento puede ser diferente.
8.2.1 Generalidades
Los productos de sellado de juntas mejoran la funcionalidad y durabili-
dad de los pavimentos. Su utilización permite mantener las juntas libres
de suciedad evitando la entrada de partículas incompresibles que pue-
dan deteriorar los bordes de las mismas. Al mismo tiempo protegen a las
capas inferiores del efecto que ocasionaría la entrada de agua (erosión,
pérdida de capacidad portante, etc.) y/o de agentes agresivos. Por último,
facilitan las tareas de limpieza y dan un mejor aspecto al pavimento.
Generalmente los productos de sellado se aplican en forma líquida, bien
por vertido (productos con consistencia líquida) o bien por inyección (pro-
ductos con consistencia pastosa), aunque también se utilizan perfiles
preformados que se insertan por presión en el interior de las juntas.
La efectividad de los productos líquidos depende de su adherencia a los
bordes de la junta, mientras que en los preformados depende de la pre-
sión lateral ejercida por el perfil.
Todas las juntas necesitan ser selladas. Ahora bien, si el pavimento va a
ir recubierto y las juntas no van a soportar el paso directo del tráfico
sobre las mismas no será necesario su sellado a menos que presenten
una anchura superior a 6 mm. Asimismo, aunque las juntas estén
136
expuestas puede que no necesiten ser selladas si son muy finas (3 mm)
y están fuera de las trayectorias del tráfico.
El sellado de las juntas es especialmente importante en algunos tipos de
pavimentos, estando justificada su aplicación por causas muy diversas.
Así por ejemplo, en una planta de procesamiento de alimentos será nece-
sario el sellado por consideraciones sanitarias, mientras que en un
almacén o fábrica donde circulen vehículos pesados, la razón principal
será evitar que se produzcan daños en los bordes de las mismas.
Las propiedades a exigir a un producto de sellado dependerán de las con-
diciones de la obra. Entre otras pueden citarse las siguientes:
– Durabilidad prolongada.
– Elasticidad para acomodar el movimiento de la junta .
– Resistencia frente a las cargas.
– Resistencia frente a los ataques químicos.
– Adhesividad inicial y a largo plazo al hormigón.
– Cohesión o resistencia al alargamiento.
– Resistencia al envejecimiento.
– Resistencia a los derrames de aceites y carburantes.
– Módulo de deformación bajo, en particular para climas fríos, para
que las tensiones internas sean mínimas.
– Que permita ser pintado.
Ningún material posee todas estas propiedades, por lo que en cada caso
se deberá decidir qué propiedades son más importantes para cada tipo
de pavimento.
Existe una amplia gama de productos de sellado, muchos de los cuales
no están todavía cubiertos por la normativa española. Por ello, los pro-
yectistas frecuentemente especifican estos productos por el nombre
comercial o del fabricante al ser más simple que especificarlos por sus
características o su comportamiento.
137
– Productos elastoméricos.
– Resinas epoxi semirrígidas.
– Perfiles preformados.
138
– Algunos de ellos son muy duraderos con una vida de servicio de más
de 20 años.
– Algunos de ellos son altamente resistentes al ataque químico.
– Algunos de ellos pueden ser pintados.
139
reducción drástica de su vida útil. El movimiento que permiten es apro-
ximadamente el 40% del ancho de la junta.
Los perfiles preformados garantizan una excelente durabilidad (hasta
25 años o más) siempre que se cumplan las especificaciones estableci-
das para ellos –por ejemplo, empleando en su fabricación un neopreno
sin un contenido excesivo de cargas–, y que su instalación sea correcta.
Su utilización es habitual en pavimentos de autopistas y aeropuertos.
140
peratura demasiado elevada puede provocar una retracción térmica
indeseable del material endurecido. Por debajo de los 8 º C la reacción de
las mezclas es tan lenta que se presentan pérdidas en las condiciones
mecánico-químicas finales, máxime si se tiene en cuenta que la trabaja-
bilidad de muchos sistemas por debajo de esa temperatura es también
reducida.
Entre las aplicaciones de los compuestos de resinas en el campo de los
pavimentos de hormigón pueden mencionarse las siguientes:
– Adhesivo del hormigón fresco al endurecido, así como en la unión de
elementos estructurales.
– Instalación a posteriori de pasadores y/o barras de unión una vez
endurecido el hormigón, en taladros practicados al efecto.
– Anclajes para fijación y relleno.
– Inyección de fisuras.
– Preparación de pavimentos antideslizantes, resistentes al desgaste y
a los agentes agresivos (ver capítulo 11).
– Morteros para reparaciones y bacheos (ver capítulo 13).
Al trabajar con resinas epoxi es necesario tener en cuenta que debe evi-
tarse el contacto directo con los endurecedores, las resinas y las mezclas,
por lo que es necesario la utilización de gafas, guantes y ropa de protec-
ción adecuada. Por otra parte, los gases desprendidos por las resinas
líquidas y los endurecedores a base de aminas son perjudiciales para la
salud, debiéndose adoptar las precauciones necesarias para evitar su
acumulación.
141
BIBLIOGRAFIA
142
9
CONSTRUCCION
143
la obra, salvo en aquellas en las que se instale una central de hormigo-
nado, que permitirá la utilización de otros medios de transporte.
9.1.4 Bombas
Se trata de un sistema de transporte continuo del hormigón desde el
lugar de descarga de la hormigonera o del camión hormigonera hasta el
de puesta en obra. La distancia a la que se puede bombear en horizontal
es de, aproximadamente, 100 m, pudiéndose incrementar hasta los
300 m, o incluso valores superiores, mediante el empleo de aditivos espe-
ciales. Existen tres procedimientos para bombear el hormigón:
– Mediante una bomba que impulsa el hormigón a través de una
tubería apoyada en el suelo. Esta tubería está formada por tubos
144
metálicos ensamblados. Se comienza el hormigonado por el punto
más alejado con toda la tubería extendida, y según avanza el hormi-
gonado se van desmontando los tubos.
– Mediante una autobomba dotada de un brazo articulado sobre el que
va dispuesta la conducción. Es probablemente el sistema más utili-
zado, pero en algunos casos puede tener problemas de acceso por
falta de espacio.
– Mediante la combinación de los dos sistemas anteriores.
Para que el bombeo resulte económico debe ir asociado a un equipo bien
coordinado de camiones hormigonera, a fin de que no falte la alimenta-
ción de hormigón. Además se debe utilizar durante un período de tiempo
prolongado, puesto que tanto antes de usarlo (hay que lubricarlo por
medio de una lechada o mortero de cemento) como al finalizar el empleo
del equipo (hay que someterlo a una limpieza) se produce una pérdida de
tiempo que, caso de ser reiterada, disminuye notablemente el rendi-
miento del mismo.
El hormigón empleado para el bombeo debe tener ciertas características:
– Relación árido/cemento no mayor que siete.
– Tamaño máximo del árido no superior a un tercio del diámetro
interno de la canalización.
– Aridos de granulometría continua.
– Contenido mínimo de cemento, o material cementicio, de 300 kg /m3.
– Asiento del cono de Abrams comprendido, generalmente, entre 8 y
15 cm.
Alguna de las limitaciones anteriores puede soslayarse mediante el uso
de aditivos coadyuvantes de bombeo.
145
Una vez realizado el plan de trabajo se pasa a la construcción propiamente
dicha del pavimento. En caso de utilizarse encofrados, hay que proceder,
en primer lugar, al replanteo de los mismos, para lo cual pueden tomarse
como referencia las bases de los pilares, con cotas ya conocidas. La alinea-
ción de los encofrados se puede obtener, entre otras formas, mediante una
cuerda que se fija a dos estaquillas situadas en los extremos de la línea de
encofrados a replantear. Junto a la cuerda se sitúan elementos fijos de
referencia, con una separación de 1,5 m, a la cota deseada, comprobando
la misma mediante un nivel. Entonces se colocan los encofrados, proce-
diéndose a corregir los defectos de nivelación que se hayan podido produ-
cir durante esta operación, y se dispone, en su caso, la lámina de separa-
ción. Cuando no se recurra a esta última es conveniente –para evitar que
se produzcan desecaciones– humedecer la explanada o la capa de base
sobre la que se vaya a verter el hormigón, sin que se formen charcos.
El hormigón se puede verter, como ya se ha mencionado, directamente
desde el camión hormigonera o bien a través de otros elementos inter-
medios de transporte tales como bombas o dumpers.
146
hormigón todavía de baja resisten-
cia, lo normal es construir las ban-
das de forma alterna, de manera
que el desfase entre la primera y
la última de ellas sea el necesario
para que el hormigón haya alcan-
zado la resistencia suficiente para
permitir el paso de la maquinaria
de hormigonado sin deteriorarse.
Este plazo suele ser, en general,
superior a 4 días. Transcurrido
este tiempo se hacen retroceder las máquinas para hormigonar las ban-
das intermedias sirviendo las ya construidas como encofrados y como
apoyo para los carriles o las orugas sobre los que se desplaza la maqui-
naria. Para simplificar al máximo las operaciones de cambio de banda no
es conveniente construir un gran número de bandas alternas de forma
consecutiva, sobre todo si se utilizan equipos de encofrados fijos que no
pueden rodar sobre la base. De lo contrario, las grúas tienen que des-
plazar las máquinas durante un largo recorrido, con lo que aumenta el
riesgo de que se produzcan choques con los pilares. Para permitir las
maniobras de los camiones hormigonera y de las grúas para el cambio de
la maquinaria de una banda a otra es conveniente disponer bandas en
sentido transversal, generalmente adosadas a las fachadas.
En superficies menores es más frecuente el empleo de encofrados fijos y
reglas vibrantes. En este caso, se puede proceder al hormigonado
mediante calles alternas o mediante calles consecutivas, dependiendo
del caso particular.
El comportamiento de este procedimiento de hormigonado frente a la
posible aparición de grietas longitudinales es muy satisfactorio, debido a
que la distancia entre juntas longitudinales es pequeña. En general este
sistema de construcción da lugar a una regularidad superficial correcta,
convirtiéndose en el método empleado cuando se busca una alta calidad
superficial.
147
len ser inferiores a 15 m debido a las limitaciones que imponen las dis-
tancias entre pilares.
Con este sistema de ejecución hay que prever la creación de juntas lon-
gitudinales de contracción intermedias para evitar problemas de fisura-
ción, debido al considerable aumento de la distancia entre juntas de
construcción.
148
– Nivelación continua por puntos sobre el hormigón fresco ("Floating
strike-off").
– Maestras auxiliares ("Screed rails").
– Extendedoras guiadas por láser ("Laser screeding").
149
yando sobre unas guías colocadas sobre la base con la altura necesaria.
El hormigón se vierte a ambos lados de las guías.
Muchas de estas guías son provisionales. Están hechas de tablones de
madera, tubos de acero o perfiles en T que se mantienen introducidos en
el hormigón hasta que éste ha sido vertido en su totalidad. Después se
retiran rellenando su huella con hormigón fresco.
Existen también guías perdidas que se dejan embutidas en la losa, fabri-
cadas con acero u hormigón. Dentro de estas últimas, algunos tipos
están provistos de perforaciones para permitir la inserción de pasadores
o barras de unión. Si se colocan y nivelan cuidadosamente, las guías per-
didas permiten obtener una correcta regularidad superficial.
9.4 CONSOLIDACION
Cuando el hormigón es vertido contiene grandes cantidades de aire atra-
pado. La consolidación del hormigón tiene por objeto eliminar la mayor
cantidad posible de dicho aire con el fin de evitar sus efectos perjudicia-
les: bajadas de resistencias mecánicas, aumento de la porosidad y, por
tanto, pérdida de durabilidad, reducción de la adherencia con las arma-
duras, problemas de regularidad superficial, presencia de asientos, grie-
tas, etc.
150
La consolidación se efectúa casi
siempre por vibración, empleando
reglas vibrantes, vibradores de
aguja o ambos.
El aire atrapado no debe confun-
dirse con el aire ocluido mediante
aireantes. Como ya se indicó en
7.3.4.1 la principal diferencia
entre el aire ocluido y el atrapado,
es que el primero está constituido
por millones de burbujas microscó-
picas con un tamaño comprendido entre 10 micras y 1 mm, mientras que
el aire atrapado presenta burbujas de tamaño superior a 1 mm.
151
9.4.2 Reglas vibrantes
Se trata de un procedimiento utilizado para
la consolidación y nivelación de pavimentos
de hormigón. La vibración se ejecuta desde
la superficie y se transmite de arriba a
abajo, siendo capaces de compactar el hor-
migón a una considerable profundidad. Pre-
senta el inconveniente de que no se conoce
cuando se ha efectuado la compactación de
todo el espesor de la losa, pues la superficie
muestra desde el comienzo el aspecto de
estar bien compactada.
Cuando se utiliza una regla vibrante se debe controlar que se mantiene
un volumen adecuado de hormigón en la parte delantera de la viga para
que el nivel que se alcance sea el fijado por los encofrados. Una cantidad
insuficiente de hormigón puede provocar variaciones de nivel inacepta-
bles en el pavimento.
Es recomendable efectuar al menos dos pasadas. En la primera se
debería mantener delante de la regla un frente de hormigón de una
altura de unos 50 mm. En la segunda pasada, la regla debería arrastrar
sólo una pequeña cantidad de hormigón. Llevar a cabo un gran número
de pasadas no sólo no produce un incremento sustancial en la densidad
del hormigón, sino que además puede provocar una película demasiado
gruesa de mortero en la superficie e incluso segregaciones. En cualquier
caso una sobrevibración, mientras no sea excesiva, no debe ser un tema
de preocupación, especialmente si la granulometría de la mezcla es ade-
cuada, puesto que los peligros a que puede dar lugar son pequeños com-
parados con los que produce una vibración escasa.
En el caso de construcción en grandes paneles no se pueden utilizar
reglas vibrantes. Se recurre normalmente a hormigones de gran traba-
jabilidad, mediante el uso de superplastificantes, con los que se alcanza
un buen nivel de autocompactación, si bien pueden también emplearse
celosías vibrantes con la luz adecuada.
Los principales tipos de reglas vibrantes son:
a) Regla simple: tiene un longitud reducida para limitar su deforma-
ción por flexión, razón por la cual se suele utilizar para trabajos
pequeños. Suele estar equipada con un motor de explosión en el
centro, lo que motiva que la compactación sea mayor en esta zona.
Su mantenimiento es sencillo.
152
b) Regla doble: está constituido por dos reglas simples colocadas en
paralelo. Su mayor campo de aplicación está en la construcción
mediante calles estrechas (inferiores a 6 m).
c) Celosía vibrante: se trata de una viga en celosía metálica de sección
triangular provista de vibradores externos. Permite anchos de
trabajo mucho mayores que los sistemas anteriores. Suelen estar
constituidas por tramos que pueden atornillarse unos a otros
hasta alcanzar la longitud de celosía deseada. En algunos equipos
de este tipo se pueden llegar a salvar luces superiores a 25 m. La
vibración se aplica en varios puntos a lo largo de la longitud de la
celosía. Aunque algunas veces se utilizan para el hor- migonado
de calles estrechas, su principal campo de aplicación está en la
construcción de calles de hormigonado anchas.
9.5 NIVELACION
Como ya se ha mencionado, las reglas vibrantes ejercen un doble
efecto de consolidación y de enrasado del hormigón. Existen también
otros dispositivos concebidos exclusivamente para nivelar la superfi-
153
cie del hormigón, y que son complementarios de la consolidación del
mismo que debe realizarse independientemente. Entre ellos pue-
den citarse las reglas para maestrear transversales y longitudinales,
los dispositivos de nivelación mediante rodillo y las terminadoras
("finishers").
154
9.5.3 Nivelación con rodillo
Otra forma de nivelación (pero no de consolidación) es la que se realiza
con un cilindro de acero que gira a alta velocidad y que es desplazado por
los operarios a lo largo de los encofrados sobre los que se apoya. Se fabri-
can en longitudes de hasta 9 m, lo que hace apropiada su utilización en
la construcción de calles de hormigonado estrechas y de algunas anchas.
Un inconveniente es que su longitud se encuentra fijada. A causa de esto
todas las calles tienen que ser de un ancho similar a menos que se dis-
ponga de más de un rodillo.
155
de forma similar a la de los tubos flotantes utilizados en la cons-
trucción de carreteras y aeropuertos.
La versatilidad de estos equipos puede aumentarse complementándo-
los con otros accesorios como baterías de vibradores para aumentar el
poder de compactación, sistemas para conferir al pavimento texturas
especiales, etc.
El ancho de trabajo de las terminadoras es muy variable, desde 3 m
hasta 42 m, pues admiten la posibilidad de conectar al bastidor básico
diferentes módulos de ampliación.
Aunque normalmente estos equipos trabajan entre encofrados fijos, des-
plazándose por medio de boogies sobre raíles tubulares incorporados a
los encofrados, algunos fabricantes ofrecen también versiones con enco-
frados deslizantes.
156
b) En el caso de que haya un número n de capas de armadura, la colo-
cación del hormigón se realiza en n+1 fases. El caso más habitual
es aquél en el que la armadura se encuentra a mitad de espesor de
la losa, lo que implicará la realización de dos fases en la puesta en
obra. En este caso se coloca una primera capa de hormigón hasta la
mitad del espesor de la losa con un acabado uniforme. El hormigón
debe extenderse en una longitud y ancho tal que permita la insta-
lación de todo el tramo de mallazo. Una vez colocado éste se ter-
mina el hormigonado de la losa hasta alcanzar el espesor total. En
época calurosa o con viento hay que extremar las precauciones en
la ejecución para evitar que la primera capa de hormigón quede
expuesta a la desecación.
c) Una vez extendido el hormigón, se sitúan sobre él las armaduras,
mallas o parrillas de armado, procediéndose a su introducción
mediante vibración, apisonado u otro método, hasta su posición
adecuada. La inserción por vibración puede emplearse también en
la colocación de pasadores y barras de atado. Aunque en estos últi-
mos los resultados suelen ser correctos, en el caso de las armaduras
se trata de un método poco recomendable por cuanto es difícil ase-
gurar la posición correcta de las mismas dentro del hormigón.
9.7 JUNTAS
Las juntas de contracción pueden inducirse en los pavimentos de hor-
migón en fresco o por serrado del material endurecido.
Cada método puede presentar distintas variantes, así como varias ven-
tajas e inconvenientes frente al otro. Así, las juntas en fresco son más
económicas y menos críticas en cuanto a su ejecución que las juntas
serradas, en las que hay que entrar a cortar en un intervalo dado, ni
antes ni después. Por contra, estas últimas, correctamente ejecutadas,
dan lugar a unos bordes más duraderos.
En todos los casos se trata de crear una sección debilitada en el pavi-
mento por la cual rompa éste, como consecuencia de sus cargas y los efec-
tos térmicos y de retracción, en lugar de hacerlo de forma incontrolada.
157
a) Ranurador manual: se trata de un método tradicional, por el cual
se hace una acanaladura en el hormigón fresco mediante una llana
provista de una cuchilla perpendicular a su plano. Las uniones
entre la llana y la cuchilla deben tener un radio no superior a 3 mm.
Da lugar a juntas de buen aspecto pero solamente se puede utilizar
para losas delgadas, de espesor no superior a 100 mm, para poder
dar un corte con una profundidad de al menos 1/4 del espesor de la
losa, y en las que no se realice ningún tipo de acabado superficial.
No es, por tanto, un sistema adecuado para áreas de tráfico pesado,
puesto que al hecho de ser aplicable únicamente a soleras delgadas
se une la circunstancia de presentar bordes redondeados poco aptos
para el sellado de las juntas.
b) Bandas de madera: su sección habitual es de 40 x 100 mm; se
sitúan en los bordes, a modo de encofrados perdidos, vertiéndose el
hormigón a su alrededor. Algunas veces se utilizan buscando un
efecto decorativo. Son adecuadas únicamente para tráfico ligero.
c) Piezas insertadas: se trata de bandas estrechas de material flexible
(tiras de polietileno, por ejemplo) o rígido (perfiles de plástico,
madera, etc.) que se introducen en el hormigón
fresco y se dejan embutidos en el mismo. Algu-
nos perfiles incluyen una parte superior que se
puede retirar más tarde, dejando así creada la
caja para su sellado.
Se trata de un procedimiento válido para reci-
bir el tráfico pesado, aunque siempre son pre-
feribles para este fin las juntas serradas. Por
otra parte, la regularidad superficial suele
verse perjudicada.
9.7.2 Serrado
Aunque es un procedimiento más caro presenta algunas ventajas impor-
tantes. Además de dar lugar a juntas con mayor durabilidad, es el
método indicado para pavimentos en los que se quiera conseguir una
buena regularidad, por no afectar a la misma durante su ejecución.
La profundidad de corte usual está comprendida entre 1/3 y 1/4 del espe-
sor de la losa, con una anchura de 3 a 6 milímetros. Puesto que el coste
de la ejecución es proporcional a la profundidad del corte, algunos cons-
158
tructores sitúan sobre el soporte del
pavimento perfiles triangulares de
madera o plástico, a modo de inductores
de juntas, realizando posteriormente
sobre ellos un corte superficial. La
teoría dice que la junta funcionará bien
si la profundidad del corte más la altura
del listón es igual o superior a 1/4 del
espesor de la losa. Ahora bien, esta
solución es un tanto delicada, puesto
que si el listón no está exactamente debajo del corte se puede producir
una doble grieta o, incluso, ésta puede formarse antes de proceder al
serrado.
Para ser efectivo, el corte debe hacerse en el momento adecuado. Si se
realiza demasiado pronto el hormigón no tendrá la resistencia suficiente,
produciéndose arranque de áridos y desportillamientos que darán lugar
a una junta mal acabada. Por el contrario, si se realiza demasiado tarde
la losa ya habrá comenzado a fisurarse. La decisión de cuando ha de rea-
lizarse el serrado debe basarse en las condiciones climáticas, así como en
las características del hormigón.
Como una alternativa al serrado tradicional se viene aplicando desde
hace algunos años un método en el que se entra a cortar con unas sierras
especiales en cuanto el hormigón puede aguantar el peso del equipo. Es
a estas edades muy tempranas (2-3 horas) cuando el material está sopor-
tando las mayores tensiones, por lo que, según los técnicos que han desa-
rrollado este sistema, basta un corte de muy poca profundidad (del orden
de la mitad del necesario con una sierra normal) para inducir la junta.
Los discos son, por tanto, de menor diámetro. Si se emplea este método
se recomienda que el tamaño máximo de árido no supere los 25 mm.
9.8 CURADO
9.8.1 Introducción
El curado es el proceso utilizado para mantener en el hormigón un con-
tenido satisfactorio de humedad y una temperatura favorable de forma
que se garantice la hidratación del cemento.
El hormigón fresco tiene sus poros llenos de agua. Durante el fraguado
y endurecimiento el agua va formando el gel de cemento al hidratarse
éste. Si se produce una rápida desecación del hormigón sus poros no lle-
159
gan a colmatarse, por hidratación incompleta del cemento, dando lugar
a un hormigón muy poroso y de baja resistencia. Aunque en la realidad
no es necesaria toda el agua de amasado para conseguir un grado de
hidratación suficiente (para ello bastaría en teoría una relación a/c del
orden de 0,25), para conseguir que la velocidad de hidratación sea alta el
hormigón debe estar saturado o con una presión de vapor en sus capila-
res próxima a la de saturación. Por debajo del 80% de esta última, es
decir, cuando el hormigón pierde humedad, la hidratación transcurre
muy lentamente.
Con los procedimientos de curado se trata de mantener el hormigón en
este estado de saturación, al menos durante las primeras edades. Para
ello se trata de sustituir el agua perdida por evaporación, o bien se trata
de impedir que esta evaporación se produzca.
El curado es un procedimiento simple pero de gran importancia en los
pavimentos, debido a que hay una gran superficie expuesta a la deseca-
ción. Un pavimento de hormigón insuficientemente curado crea una super-
ficie débil que puede experimentar alguno de los siguientes problemas:
– baja resistencia al desgaste, a las heladas y al ataque químico;
– desconchados en juntas;
– fisuración generalizada;
– levantamiento de polvo;
– decoloraciones superficiales por migración de cal libre, en el caso de
pavimentos pigmentados.
160
problemas de orden práctico, pues tan sólo es aplicable a zonas de
escasa o nula pendiente y de poca extensión. La formación de bal-
sas tiene la ventaja de que puede evitar problemas de fisuración en
el hormigón al disminuir las oscilaciones térmicas a que se encuen-
tra sometido.
b) Regado con agua: exige una aplicación continua sobre toda la super-
ficie para obtener buenos resultados.
c) Otros procedimientos: consistentes en cubrir la superficie con mate-
riales húmedos tales como serrín, arena o paja. Exigen un regado
frecuente con agua.
En la práctica los métodos de curado húmedo son frecuentemente menos
efectivos que otros procedimientos, debido a que el éxito de los resulta-
dos depende en gran medida del cuidado que se tenga en mantener
húmeda la superficie del hormigón, por ello el curado húmedo sólo es
aconsejable en aquellos trabajos en los que existe un seguimiento y con-
trol estrecho.
161
La industria química ofrece una amplia variedad de productos de
curado, como ya se ha indicado en 8.1.
Aunque los productos de curado son frecuentemente una buena elección,
existen algunas situaciones en las cuales no se deberían aplicar, como
por ejemplo en pavimentos que vayan a ser pintados o revestidos, a
menos que se compruebe que no se va a producir ningún problema de
adherencia.
En el caso de pavimentos que vayan a ser pulimentados con máquina
pulidora se debe tener la precaución de aplicar un segundo tratamiento
de curado después del pulido para reponer la membrana y garantizar la
continuación del curado.
162
Una cuestión fundamental, excepto para los productos de curado, es el
tiempo durante el cual debe prolongarse el curado. Algunas recomenda-
ciones establecen un período mínimo de una semana. Es evidente que un
período prolongado puede ser beneficioso, de modo que si se aumenta el
mismo de 1 a 2 ó 3 semanas el incremento de resistencias puede ser con-
siderable. Los curados prolongados están especialmente indicados para
hormigones que ganan resistencia lentamente, o que han sido fabricados
con cementos con un contenido de adiciones superior al 20%.
Algunas obras están programadas de tal forma que el pavimento debe
abrirse al tráfico en unos pocos días; esto ocurre frecuentemente en tra-
bajos de reparación. En estos casos conviene utilizar un cemento de
endurecimiento rápido o un acelerador que compense, en parte, el corto
periodo de curado.
163
Como regla general se fija una resistencia mínima a compresión que
debe haber alcanzado el hormigón antes que se produzca la helada, y que
varía, según los autores consultados, entre 5 y 14 N/mm2.
164
Estas superficies y armaduras deben calentarse previamente elimi-
nando todo resto de nieve o hielo, para lo cual puede ser suficiente la
aplicación de vapor o aire caliente mediante cañones calefactores.
En el momento de la puesta en obra del hormigón la temperatura de éste
no debe ser inferior a 5º C, por lo que deberá salir de la amasadora con una
temperatura de al menos 10º C. Tampoco es bueno que el hormigón
alcance temperaturas excesivas en la puesta en obra (por encima de los
22 ºC ), pues pueden ser muy importantes los efectos de la retracción tér-
mica.
Si se calientan los componentes del hormigón debe evitarse calentar el
agua por encima de los 60 - 70 º C puesto que se correría el riesgo de pro-
ducir un fraguado relámpago del cemento (lo normal es calentar el agua
a una temperatura de unos 40 º C). Los áridos no deben calentarse por
encima de los 50 º C, debiéndose evitar el empleo de fuego, puesto que
puede producir sobrecalentamientos locales que pueden llegar a dañar al
árido. Asimismo debe evitarse el empleo de cañones que quemen petró-
leo, por crear en la superficie de los áridos una película grasienta que les
resta adherencia.
El amasado debe prolongarse durante más tiempo que el habitual para
evitar la tendencia a formar grumos. Asimismo, es conveniente mezclar
primero el agua con los áridos para, posteriormente, añadir el cemento.
Debe tenerse en cuenta también la pérdida de temperatura que se va a
producir durante el transporte del hormigón, que será tanto mayor
cuanto mayor sea el tiempo de transporte y, en particular, si se utilizan
camiones hormigoneras por la agitación que realizan.
Para estimar la pérdida de temperatura que puede producirse en el
transporte puede utilizarse la siguiente fórmula:
siendo:
T la caída de temperatura esperada durante el transporte, en º C.
tr la temperatura requerida en obra para el hormigón, en º C.
ta la temperatura ambiente, en º C.
Ψ coeficiente que depende del tipo de camión. Toma el valor de 0,25
para camión hormigonera, 0,20 para camión de caja abierta sin
cubrición, y 0,10 para camión de caja abierta con cubrición.
165
9.9.1.3 Precauciones a adoptar con el hormigón puesto en obra
En los casos en que, por absoluta necesidad, se hormigone en tiempo de
heladas se deben adoptar las medidas necesarias para garantizar que no
se produzcan deterioros locales, ni mermas apreciables de las carac-
terísticas resistentes del material.
Cualquiera de las medidas que se adopte tiene que ir encaminada a evi-
tar que el hormigón pierda temperatura. Existen multitud de métodos
con mayor o menor sofisticación (desde cobertores de lana de vidrio hasta
sistemas de calefacción), cuya descripción no se va a abordar en este
manual.
166
determinante en algunos casos, tanto por la diferencia en el valor del
coeficiente de dilatación térmica, como en su capacidad de retención de
agua.
167
BIBLIOGRAFIA
168
Anejo
Fotográfico
II
2
2009
1
Colocación de lámina de reparación y disposición de la armadura en caso de que esta sea
necesaria
2
Colocación de lámina de poliestireno expandido en perímetro de pilares
3
Suministro de hormigón
4
Incorporación , en su caso, de fibras metálicas
Vertido del hormigón, bien directamente desde camión hormigonera, o bien a través de
otros elementos intermedios de transporte tales como bombas o dumpers
5
Construcción por calles estrechas
6
Construcción por paneles de gran tamaño. Método de nivcelación continua por puntos
sobre el hormigón fresco
7
Construcción por paneles de gran tamaño. Extendedora guiada por laser
8
Consolidación y nivelación del hormigón mediante regla vibrante manual
9
nivelación con regla de maestrear longitudinal (“Straight adge”)
10
Curado del hormigón
11
Sellado de juntas
12
10
ACABADOS EN LOS
PAVIMENTOS DE HORMIGON
10.1 GENERALIDADES
Una de las mayores diferencias existentes entre los pavimentos y otros
elementos estructurales de hormigón es que éstos deben ser acabados.
Los muros, vigas y pilares presentan superficies vistas que han sido mol-
deadas gracias a la existencia de encofrados. Los pavimentos disponen
también de encofrados pero no en la zona más importante de los mismos:
su superficie. El acabado puede pues entenderse como el proceso a través
del cual la superficie de un pavimento de hormigón adquiere alguna de
sus características funcionales más importantes: regularidad, resisten-
cia al desgaste y resistencia al deslizamiento.
169
b) Tratamientos sobre hormigón endurecido:
– tratamiento por vacío,
– chorro de granalla,
– chorro de arena,
– fresado.
La finalidad de estos acabados es muy diferente. Algunos se utilizan
para conseguir una superficie lisa mientras que otros buscan aumentar
su rugosidad. Unos son acabados definitivos, mientras que otros se uti-
lizan como preparaciones de la superficie para otros tratamientos poste-
riores.
10.2.1 Fratasado
El fratasado es un tratamiento superficial que compacta y alisa la super-
ficie del hormigón mediante la acción mecánica de unas paletas metáli-
cas que pueden tomar distintos grados de inclinación con respecto a la
superficie del pavimento. Esta operación produce un triple efecto:
– hunde los áridos gruesos dejando una superficie constituida por un
mortero de cemento, frecuentemente recubierta por una fina película
de agua;
– alisa la superficie eliminando pequeños agujeros, depresiones e irre-
gularidades; y
– realiza una compactación del mortero superficial.
El nivel de acabado que puede obtenerse es muy variable dependiendo
del número de pasadas y de los ángulos de ataque de las paletas, con los
que se modifica la presión ejercida sobre la superficie. Así, se puede ir
desde una superficie rugosa, especialmente adaptada para recibir un
revestimiento posterior, hasta una superficie mucho más fina, con una
elevada resistencia al desgaste y al deslizamiento, fácil de limpiar, y con
un nivel de terminación apto para quedar visto sin recibir tratamiento
posterior alguno.
170
a) Llana: Se trata de un utensilio que consta de una superficie plana
unida a un mango con el cual se arrastra por el pavimento. Los bor-
des son redondeados para evitar que se introduzcan en el hormigón
fresco.
Dependiendo del momento en que se utilicen, las llanas se divide en
dos grupos: skip float y darbies, usados justo después del extendido
y compactado, y antes de que el agua aparezca en la superficie, y
llanas de mano y aplanadoras mecánicas, que son utilizadas des-
pués de que haya tenido lugar la exudación.
– Un skip float (o bull float) es una llana con un mango muy largo.
Las medidas son muy variadas pero están en torno a los 20 cm de
ancho por 1 a 1,5 m de largo. Pueden estar hechos de aluminio para
aligerar su peso pero los más tradicionales y extendidos son los de
madera. El tamaño del mango puede variar, pero no suele ser supe-
rior a 6 m ya que esto dificultaría notablemente su manejo. Un
mango largo permite efectuar los trabajos de alisado sin necesidad
de pisar el hormigón.
Un darby es una llana más ancha que un skip float con un mango
corto. Sus dimensiones están comprendidas entre los 50 y 100 cm
de ancho y 1 a 1,5 m de largo. Se utilizan para realizar el trabajo
cerca de los bordes o en losas estrechas.
– Las llanas de mano son pequeñas: en torno a los 9 cm de ancho por
30-60 cm de largo. Se utilizan para pequeños trabajos y en los bor-
des, así como en zonas congestionadas donde no se puede acceder
con otro tipo de utensilio.
– En cuanto a las aplanadoras mecánicas, éstas pueden ser máqui-
nas diseñadas específicamente para este fin, o bien fratasadoras
modificadas.
Las primeras utilizan un disco de 460 mm de diámetro movido por
un motor de combustión. Son pesadas y no pueden ser utilizadas
hasta que el hormigón ha adquirido una resistencia suficiente-
mente.
Las segundas son fratasadoras mecánicas en las que se han susti-
tuido las hélices por unas paletas o llanas. Es el tipo más utilizado
en la actualidad.
b) Fratás manual: consta de una delgada lámina de metal, casi siem-
pre rectangular, con un pequeño mango. Sus dimensiones son de 75
a 125 mm de ancho por 250 a 500 mm de largo. Generalmente se
171
emplean tan solo para los bordes y zonas congestionadas donde no
pueden acceder los equipos mecánicos.
c) Fratasadoras mecánicas: también conocidas como helicópteros, son
máquinas de rotación. El modelo más común está formado por una
única cabeza de rotación con cuatro paletas. Existen modelos con
dos o tres cabezas de rotación con los que es posible conseguir ele-
vados rendimientos. Estas máquinas deben estar dotadas de meca-
nismos que permitan modificar la inclinación de las paletas y la
velocidad de rotación.
Las fratasadoras se diferencian de las aplanadoras en que sus pale-
tas tienen bordes afilados en lugar de redondeados, y en que dichas
paletas actúan sobre la superficie del pavimento con una cierta
inclinación en lugar de hacerlo de forma paralela a la misma.
10.2.1.2 Procedimiento
Generalmente los pasos que se siguen desde que el hormigón ha sido ver-
tido son los siguientes:
1. Extendido y compactado del hormigón.
2. Alisado de la superficie con un skip float o, aún mejor, con una regla
de extendido de 3 m (straight edge).
3. Cuando el hormigón ha alcanzado la resistencia necesaria como
para que al pisar no se produzca una huella de una profundidad
superior a 5 mm, y el agua superficial procedente de la exudación
se haya evaporado o eliminado, se realiza un alisado mecánico de la
172
superficie utilizando una llana de
mano en los bordes y alrededor de
los obstáculos.
4. Una vez que el hormigón ha adqui-
rido una resistencia suficiente para
su fratasado, se comienza esta ope-
ración con las paletas casi paralelas
a la superficie del pavimento.
5. Finalizada la operación con el equipo
mecánico se procede a rematar los
bordes y obstáculos a los que no haya
podido acercarse la máquina con el
fratás manual.
6. Se repiten las operaciones anterio-
res tantas veces como sea necesario,
aumentando en cada una de ellas la
inclinación de las paletas hasta conseguir el nivel de acabado pre-
visto.
7. Finalizada esta operación se procede al curado del hormigón.
173
superficiales. En caso contrario deben reali-
zarse nuevas pruebas a intervalos de unas
doce horas.
La herramienta utilizada habitualmente para
este tipo de procedimiento es una pulimenta-
dora equipada con dos discos, cada uno de los
cuales lleva tres bloques abrasivos, normal-
mente de arenisca con un tamaño de grano de
1,7 mm. Utilizando piedras de arenisca más
finas, se logran superficies más pulidas.
10.2.3 Cepillado
Tiene por objeto obtener una textura estriada poco acentuada, lo que se
consigue arrastrando un cepillo a lo largo de la superficie del hormigón.
Generalmente se realiza después de las operaciones de fratasado.
El cepillo típicamente utilizado para este fin tiene una anchura com-
prendida entre los 60 y los 120 cm. Las características de las cerdas se
seleccionan en función de las características del estriado que se quiera
conseguir. El cepillo debe tener un mango largo de modo que se pueda
arrastrar sobre la superficie sin necesidad de caminar sobre el hormigón.
Este acabado se utiliza normalmente en pavimentos exteriores más que
en soleras de interior, siendo muy adecuado para aquellos casos en que
deba conseguirse una buena resistencia al deslizamiento.
10.2.4 Estriado
El estriado es una operación cuya única finalidad es la preparación del
pavimento para recibir un recubrimiento. Consiste básicamente en la rea-
lización de estrías –de profundidad y distancia variables– sobre el hor-
migón fresco con la ayuda de un cepillo metálico o de cerdas plásticas.
174
En esencia el procedimiento se basa en aplicar sobre la superficie de hor-
migón una cubierta de plástico u otro material impermeable, dejando
una cámara de aire entre ella y una capa filtro que permite el paso del
agua pero no de las partículas de mortero. Dicha cubierta se conecta a
una bomba de vacío la cual succiona el agua del pavimento.
La principal ventaja de este sistema es evitar los trabajos fuera de los
horarios normales en tiempo frío, al conseguir reducir el intervalo entre
las labores de compactación y acabado. Permite además utilizar hormi-
gones con una relación agua/cemento elevada, y por tanto fáciles de colo-
car, en los que se mejora su calidad mediante la succión del agua
sobrante.
10.2.8 Escarificado
Consiste en el fresado mecánico del soporte mediante máquina fresadora
equipada con un tambor de cuchillas de carburo de tungsteno, que pene-
tran en el hormigón a la profundidad deseada (generalmente 4 - 5 mm) y
se utiliza, igual que en los tratamientos anteriores, en la preparación de
la superficie existente para recibir un recubrimiento. Los rendimientos
alcanzables son de 10 a 15 m2/h.
175
10.3 CAPAS SUPLEMENTARIAS
La consecución de un pavimento de alta calidad puede llevarse a cabo
mediante la utilización de hormigones de buena calidad y procedimien-
tos de acabado adecuados, o bien mediante la utilización de capas suple-
mentarias que permitan alcanzar los requisitos especificados a la super-
ficie del pavimento (resistencia al desgaste, al impacto, etc.).
Se trata de capas de mortero u hormigón que se colocan sobre la solera
o sobre el forjado con alguno de los siguientes propósitos:
– Proporcionar alta resistencia al desgaste.
– Reducir los costes de los materiales usando hormigones más resis-
tentes y caros en la superficie, y hormigones más débiles y baratos
en la losa base.
– Proporcionar una base de hormigón para realizar otros trabajos de
construcción, ejecutándose las capas complementarias una vez que
dichos trabajos se han realizado.
– Reparar defectos superficiales.
Para alcanzar alguno de estos objetivos puede procederse al espolvo-
reado de un material adecuado, o bien a la extensión de una capa, que
puede ser monolítica, adherida o despegada.
176
10.3.1 Espolvoreado
Consiste en la aplicación de materiales finos sobre la superficie del hor-
migón con el objeto de incrementar su resistencia al desgaste, su resis-
tencia al deslizamiento, o simplemente para darle un determinado color.
La aplicación del espolvoreado puede ser manual o bien mediante una
extendedora mecánica.
Para el espolvoreado se utilizan ári-
dos naturales seleccionados, áridos
sintéticos y productos metálicos, con
los que se obtienen distintos resulta-
dos. Estos materiales suelen venir ya
preparados de fábrica para su uso, o
bien se preparan en obra mezclándo-
los con cemento en una proporción
2:1. Los productos metálicos se utili-
zan, por ejemplo, cuando se necesita en el pavimento una considerable
resistencia al impacto.
Para obtener los mejores resultados el espolvoreado debe efectuarse de
la siguiente forma:
1. Una vez realizado el acabado correspondiente al alisado o primer
fratasado (ver 10.2.1) se aplican dos terceras partes (2/3) de la can-
tidad especificada del material de espolvoreado.
2. Se introduce el material espolvoreado en el hormigón mediante un
segundo fratasado manual o mecánico.
3. Se aplica el resto del material de espolvoreado y se vuelve a intro-
ducir mediante un nuevo fratasado de la superficie, continuando
éste hasta alcanzar la textura superficial deseada.
Cuando vaya a realizarse un espolvoreado debe tenerse en cuenta que
éste se aplica en seco produciendo una absorción del agua superficial del
hormigón, por lo que éste debe tener un cierto grado de humedad.
La dificultad de esta técnica aumenta proporcionalmente a la cantidad
de material que se añade, produciéndose problemas cuando se incorpo-
ran más de 5 kg/m2 de áridos naturales y sintéticos, o más de 8 kg/m2 con
partículas metálicas. Además, el material aportado interfiere en el aca-
bado de los fratasados, por lo que resulta muy complicado alcanzar sue-
los superplanos.
177
10.3.2 Capas monolíticas
Se trata de una técnica de hormigonado de las soleras en dos capas. Nor-
malmente la capa inferior se ejecuta con un hormigón convencional,
mientras que la capa superior se realiza con un mortero u hormigón de
mejor calidad, con una elevada resistencia al desgaste, a los impactos y/o
al ataque químico.
Con el fin de obtener una unión monolítica los morteros u hormigones se
extienden con el menor desfase posible, procurando siempre que el hor-
migón primeramente extendido se encuentre en estado plástico, sin
haberse iniciado el fraguado del conglomerante.
El espesor de la capa superior depende de los objetivos buscados,
pudiendo tenerse en cuenta en el cálculo estructural del pavimento al
tratarse de una capa perfectamente adherida a la subyacente.
Como se ha mencionado, la principal aplicación de este tipo de capas es
la obtención de superficies más resistentes y con mayor durabilidad. Se
trata generalmente de morteros u hormigones de alta resistencia que
contienen áridos especiales. También pueden colocarse con objeto de
crear un pavimento coloreado sin necesidad de añadir colorantes a toda
la masa de hormigón de la losa.
Su principal inconveniente es de tipo económico, existiendo también un
cierto riesgo de despegue si el hormigón endurece antes de aplicar la
capa suplementaria.
(*) prEN 13813 "Screed material and floor screeds- Properties and requirements of screed materials". Norma Euro-
pea en elaboración por el Comité Técnico CEN/TC 303 "Floor screeds and in-situ floorings in buildings".
178
mento, el cual consiste básicamente en marcar una zona de ensayo, nor-
malmente un cuadrado de 5 x 5 cm, que se corta en una profundidad
igual al espesor de la capa adherida más 10 mm. Sobre esta zona se pega
una chapa de aluminio a la que se atornilla el dispositivo de ensayo, el
cual va tirando de la chapa hasta que la arranca. La fuerza necesaria
para arrancar la chapa, en Newton, dividida por el área de la zona de
ensayo, en cm2, proporciona la tensión de adherencia.
La citada Norma Europea distingue cinco niveles para la tensión de
adherencia: B0,2; B0,5; B1,0; B1,5 y B2,0, donde B corresponde a la pala-
bra "Bond" (adherencia), y la cifra que la acompaña a la tensión de adhe-
rencia en N/mm2.
Estos niveles dependen del tipo de material utilizado y del uso que
vaya a recibir el pavimento. Como regla general, se consideran que ten-
siones de adherencia por encima de 1 N/mm2 son buenas, mientras que
valores inferiores a 0,5 N/mm2 pueden ser insuficientes. Como referen-
cia, el hormigón suele presentar tensiones de adherencia del orden de
2 a 3 N/mm2.
Para conseguir una buena unión deben cuidarse los siguientes aspectos:
A) Preparación de la base para garantizar una buena adherencia con la
capa suplementaria:
1. Aumento de la rugosidad del soporte mediante escarificación, cho-
rro de granalla o chorro de arena, dejando al descubierto los áridos
gruesos del hormigón.
2. Limpieza de la superficie eliminando el polvo, la suciedad y todos
los restos que se hayan podido producir en los trabajos del punto
anterior. Esta operación debe realizarse poco antes de la colocación
de la capa adherida para prevenir la acumulación de suciedad.
B) Tratamiento de adherencia:
3. El día anterior a la extensión de la capa debe comprobarse la capa-
cidad de absorción de agua del hormigón. Para ello, basta con ver-
ter una pequeña cantidad de agua sobre la superficie; si en los
minutos siguientes el agua es absorbida la superficie deberá hume-
decerse, eliminando cualquier exceso de agua, de manera que se
obtenga una superficie seca saturada.
4. Inmediatamente antes de la extensión de la capa debe aplicarse
una lechada de cemento (con una relación agua/cemento de aproxi-
madamente 0,5) sobre toda la superficie. Para ello, pueden utili-
179
zarse cepillos de cerdas flexibles, de 60 a 100 mm de longitud, pro-
curando que penetre en todas las irregularidades de la superficie.
Estas operaciones sólo son necesarias cuando se utilicen lechadas de
cemento o morteros poliméricos (a base de cemento Portland y una
resina sintética en dispersión), no debiéndose realizar cuando se uti-
lizan resinas epoxi y sintéticas, para las cuales el soporte debe estar
seco.
C) Colocación y acabado
5. Tras la aplicación de la lechada de cemento, o bien en el plazo fijado
por el fabricante de las resinas, en el caso de utilizarse éstas, debe
procederse a la extensión de la capa suplementaria.
Con el fin de evitar el riesgo de que se produzca una reflexión incontro-
lada de las juntas del pavimento en la superficie es importante reprodu-
cir en la capa suplementaria aquéllas que puedan experimentar movi-
mientos ( juntas de contracción, dilatación y aislamiento), lo cual depen-
derá de las características del material utilizado.
180
o la necesidad de disponer rampas en zonas de transición; o bien, como
ocurre en los forjados, aumentar considerablemente el peso propio de
la estructura.
181
2
2009
183
b) Puesta en obra: para alcanzar una buena resistencia al desgaste es
muy importante haber realizado un adecuado curado del hormigón,
para evitar una desecación excesiva de la superficie que dé lugar a
un mortero superficial de escasa calidad. Un curado insuficiente
puede tener un efecto tan negativo sobre la resistencia a la abrasión
como lo tiene sobre la resistencia a compresión del hormigón.
c) Acabado: los métodos de acabado tienen gran importancia en la
resistencia a la abrasión. El fratasado densifica la zona superior de
la losa aumentando su dureza. El efecto conseguido es mayor
cuando se emplean dispositivos mecánicos, y cuanto más elevado es
el número de pasadas realizadas.
Como regla general los acabados que conducen a superficies rugo-
sas proporcionan menor resistencia al desgaste que los que produ-
cen superficies lisas.
184
al soporte será suficiente con un cepillado mecánico, debiéndose recurrir
a la eliminación de la lechada superficial mediante un tratamiento
mecánico cuando haya viejas pinturas o materias extrañas adheridas.
Los tratamientos superficiales son generalmente eficaces y evitan que se
produzca un desgaste excesivo. Sin embargo, presentan el inconvenien-
tes de que en ocasiones fallan por pérdida de adherencia con el soporte,
dando lugar a unas superficies de muy mala calidad y regularidad.
1
prEN 13813 "Screed material and floor screeds- Properties and requirements of screed materials".
Norma Europea en elaboración por el Comité Técnico CEN/TC 303 "Floor screeds and in-situ
floorings in buildings".
2
prEN (13892-3) "Methods of test for screed materials -Part 3: Determination of wear resistance
Böhme”. En elaboración por CENITC 303.
3 prEN (13892-5) "Methods of test for screed materials - Part 5: Determination of resistance to rolling
wheel - Methods for screed material for wearing layer". En elaboración por CENITC 303.
185
huellas marcadas y la pérdida de material que se ha producido en
volumen.
La resistencia al desgaste según el ensayo de rueda rodante distin-
gue las siguientes clases: RWA300, RWA100, RWA20 y RWA 1,
siendo RWA las iniciales de "Rolling Wheel Abrasion" y la cifra que
la acompaña la pérdida en volumen experimentada a los 28 días de
edad, expresada en cm3.
4
prEN (13892-4) "Methods of test for floor screed - Part 4: Determination of wear resistance-BCA”. En elabora-
ción por CEN/TC 303.
186
AR2; AR1; AR0,5, siendo AR las iniciales de "Abrasion Resistance"
y la cifra que la acompaña la profundidad máxima de la huella pro-
ducida a los 28 días de edad, en décimas de milímetro.
Como limitación de este ensayo cabe mencionar el hecho de que en
pavimentos muy duros no produce un desgaste apreciable, lo que
requeriría modificar las condiciones de ensayo, bien aumentando la
duración del ensayo a 30 minutos, o bien utilizando ruedas más
abrasivas, circunstancia que no ha sido por el momento contem-
plada en el proyecto de norma europea mencionado.
5
prEN 13813 "Screed material and floor screeds- Properties and requirements of screed materials". Norma Euro-
pea en elaboración por el Comité Técnico CEN/TC 303.
187
Tabla 11.1 Clasificación del proyecto de norma prEN 13813 sobre
pavimentos industriales resistentes al desgaste
188
Tabla 11.2 Valores del ensayo de Chaplin obtenidos para distintas
clases de pavimentos resistentes al desgaste según la
norma BS 8204
Profundidad en el
Tipo de pavimento Grado de resistencia
ensayo de Chaplin (mm)
Especial Extremadamente alta < 0,05
AR1 Muy alta < 0,10
AR2 Alta < 0,20
AR3 Buena < 0,40
Normal Normal < 0,80
Profundidad en el
Clase Uso
ensayo de Chaplin (mm)
1 Residencial < 0,80
2 Oficinas, iglesias, escuelas, hospitales < 0,80
3 Garajes < 0,40
4 Industria ligera y comercios < 0,20
5 Industria normal < 0,10
6 Industria pesada < 0,05
189
La naturaleza de los agentes que pueden atacar al hormigón es variada.
Por lo general éste tiene buena resistencia frente a los álcalis y los acei-
tes minerales. Por el contrario, se muestra vulnerable al ataque de áci-
dos inorgánicos (nítrico, sulfúrico, clorhídrico, etc.), ácidos orgánicos con-
centrados (presentes en vinagres, grasas animales, aceites vegetales oxi-
dados, leche fermentada, yogur, zumo de frutas, etc.), sales (sales
amoniacales en solución, salmuera con cloruro cálcico, etc.) y aceites de
uso doméstico.
En industrias alimentarias es frecuente encontrar algunos de los agen-
tes arriba citados. Incluso en almacenes u otro tipo de industrias que no
están sometidos a tratamiento de productos químicos, farmacéuticos o
alimentarios, se puede detectar la presencia de agentes agresivos pro-
cedentes de líquidos de baterías o aceites de vehículos.
Para evitar el deterioro de la solera producido por el ataque de estos pro-
ductos puede optarse por aumentar la resistencia al ataque químico del
hormigón, o bien protegerlo mediante la disposición de un tratamiento
superficial específico.
El primer caso puede ser suficiente en situaciones de agresión que no
sean muy importantes, ya que la capacidad del hormigón para resistir el
ataque químico es limitada. Para ello, basta con conseguir que el hor-
migón sea menos poroso, a fin de evitar la penetración de los agentes
agresivos. Esto se consigue aumentando el contenido de cemento, redu-
ciendo la relación agua/cemento, y compactando y curando adecuada-
mente el hormigón.
Este tipo de medidas son muy comunes cuando la agresión procede del
terreno, a través de agentes disueltos en el agua (fundamentalmente sul-
fatos). En estos casos es recomendable la utilización de cementos con un
alto contenido de adiciones, del tipo CEM III, CEM IV o CEM V, cuando
la agresividad sea media o baja, o bien la utilización de cementos resis-
tentes a sulfatos (SR) cuando la agresividad sea alta.
La protección del hormigón contra el ataque químico mediante la apli-
cación de un tratamiento superficial es, sin duda, un mecanismo muy efi-
caz. Existe una amplísima gama de productos (sellados a base de poliu-
retanos o resinas, capas suplementarias, etc.) adaptados a las diferentes
necesidades y usos. Sin embargo, por el momento no existe ninguna nor-
mativa que pueda aplicarse en este campo, pudiendo utilizarse como
orientación las recomendaciones contenidas en la Norma Tecnológica
NTE-RSC "Revestimientos de suelos y escaleras" [4].
190
Otro punto a tener en cuenta es la protección de juntas y fisuras por las
que puede progresar el ataque al hormigón. Estas deben sellarse con un
material adecuado, que sea resistente a los agentes agresivos y que
tenga la elasticidad necesaria para mantener la estanquidad.
En casos extremos, o de agresiones químicas severas, puede recurrirse a
la solución de una solera de hormigón recubierta por un pavimento de
baldosas, en el que las juntas hayan sido rellenadas mediante una
lechada a base de resinas epoxi.
191
BIBLIOGRAFIA
[1] Chaplin, R.G.; "The influence of cement replacement materials, fine aggre-
gates and curing on the abrasion resistance of concrete floor slabs". Cement
and Concrete Association. Wexham Springs, 1986.
[2] BSI; BS 8204 - Part 2 - 1987: "In-situ floorings. Part 2: Code of practice for
concrete wearing surfaces"; London 1987.
[3] ACI; ACI 302.1R-96: "Guide for concrete floors and slab construction"; ACI
Manual of Concrete Practice, Farmington Hills, 1998.
[4] MOPTMA: NTE-RSC "Revestimientos de suelos y escaleras". Madrid, 1986.
192
12
REGULARIDAD SUPERFICIAL
12.1 INTRODUCCION
La regularidad superficial es un tema que ha cobrado gran importancia
en los últimos años a raíz tanto del desarrollo de nuevos sistemas de
almacenaje como de la aparición de maquinaria y vehículos de gran
altura que requieren unas condiciones superficiales muy exigentes por
razones de estabilidad. En estos casos, los métodos tradicionales, basa-
dos en la medida de los desniveles del pavimento con regla de 3 metros,
van siendo sustituidos por otros que describen y definen la regularidad
superficial en base a dos parámetros: planeidad y nivelación.
La planeidad establece el grado de acercamiento de un pavimento a una
superficie plana. Un suelo plano es aquel que se encuentra libre de bul-
tos, ondulaciones, socavones, irregularidades, etc. Por su lado, la nivela-
ción establece el grado de horizontalidad de la superficie del pavimento.
Un pavimento nivelado es un pavimento horizontal mientras que un
pavimento desnivelado es un pavimento con pendientes y rampas. Algu-
nos pavimentos se diseñan expresamente fuera de nivel con objeto, por
ejemplo, de conseguir un buen drenaje o para facilitar el arranque de los
vehículos, como en el caso de parques de bomberos.
Ambas propiedades son independientes, de modo que planeidad no
implica nivelación ni, recíprocamente, nivelación implica planeidad.
Por otro lado, a la hora de definir o especificar la regularidad superficial
de un pavimento es necesario tener en cuenta si éste va a estar sometido
a un tráfico de trayectoria conocida o desconocida.
193
En el primer caso, será posible obtener perfiles detallados de la superfi-
cie sobre la que vayan a circular los vehículos, alcanzándose un conoci-
miento de la regularidad superficial al poderse obtener datos precisos a
lo largo de direcciones conocidas.
En el segundo caso, no es posible conocer cuáles serán los movimientos
de los vehículos, por lo que habrá que trabajar con parámetros estadísti-
cos, extrapolando los resultados obtenidos en puntos o líneas de la super-
ficie a todo el pavimento, siendo necesario, además, establecer unas tole-
rancias distintas a las del caso anterior.
194
2. Marcar líneas rectas en las secciones rectangulares del pavimento,
dando el mismo peso a las direcciones transversal y longitudinal,
por ejemplo formando 45º con el lado mayor de las losas (ver Figura
12.3).
3. A lo largo de estas rectas se miden las cotas de puntos distanciados
entre sí 300 mm. El número de medidas debe ser tal que haya al
menos una por cada tres metros cuadrados de pavimento.
4. Se calcula el desnivel existente entre puntos adyacentes, obtenién-
dose así una representación de la pendiente en tramos de 300 mm.
5. Se calcula la diferencia entre cada pareja de pendientes consecuti-
vas obteniéndose una representación de la curvatura existente en
tramos de 600 mm, q600.
Figura 12.1
Número FF de planeidad
Figura 12.2
Número FL de nivelación
Figura 12.3
Posible forma de evalua-
ción de los números F
195
6. Se calcula el número FF mediante la siguiente ecuación (unidades
de q 600 y S q en mm):
196
Otra de las ventajas de este procedimiento radica en la posibilidad de
poder ir obteniendo resultados parciales a medida que se construye el
pavimento, permitiendo en caso necesario ajustar los procedimientos de
construcción y acabado para aproximarse lo más posible a las especifica-
ciones establecidas.
En el caso de juntas de construcción no se puede aplicar el sistema de
números F, al tratarse de zonas singulares del pavimento. De hecho, la
norma ASTM E 1155 establece que no deben realizarse medidas a una
distancia inferior a 600 mm de las mismas. Los proyectistas que traba-
jan con el sistema de números F tratan de localizar las juntas en aque-
llas zonas donde la regularidad superficial no supone ningún problema,
o bien establecen unas especificaciones particulares para las mismas.
Como ya se ha mencionado, el sistema de números F está específica-
mente recomendado para pavimentos sometidos a tráficos de trayectoria
indeterminada. Para el caso de pavimentos bajo tráfico de trayectoria
definida existen otros procedimientos específicos, como el que se describe
a continuación, desarrollado por la Concrete Society, si bien podría tam-
bién utilizarse una variante al sistema de cálculo de los números F, a
través del número Fmin.
Valor mínimo de F
Clase de
Aplicación Valor total Valor parcial
pavimento
Planeidad Nivelación Planeidad Nivelacion
197
12.2.2 El sistema de la Concrete Society para áreas de tráfico
definido
La Concrete Society, del Reino Unido, recomienda en su Informe Técnico
TR34 [3] una serie de especificaciones para definir la regularidad super-
ficial en pavimentos sometidos a tráficos de trayectorias determinadas,
clasificando éstos en tres categorías:
– Pavimentos superplanos: especialmente indicados para pasillos
muy estrechos en almacenes con separaciones mínimas entre
carretillas y estanterías.
– Pavimentos de categoría 1: para pasillos estrechos de almacenes
con una altura de almacenamiento de 8 a 13 metros.
– Pavimentos de categoría 2: para pasillos estrechos de almacenes
con una altura de almacenamiento inferior a 8 metros, y vehículos
guiados de baja capacidad de elevación.
La regularidad superficial se define a través de tres parámetros:
1. Nivelación longitudinal: se define como la diferencia de altura exis-
tente entre dos puntos situados a una distancia de 300 mm en la
dirección del tráfico.
2. Planeidad: es la diferencia de las pendientes definidas por tres
puntos consecutivos en la dirección del tráfico. Coincide con el con-
cepto de curvatura existente en tramos de 600 mm, q600, definido
para los números F.
3. Nivelación transversal: es la diferencia de altura existente entre las
rodadas externas de los vehículos, medida en sentido transversal a
la dirección del tráfico. Su valor depende de la separación entre rue-
das. Las especificaciones distinguen entre separaciones inferiores o
superiores a 1,5 metros.
198
En la Tabla 12.2 se recogen los valores límites establecidos para cada
categoría de pavimento. Como puede observase existen dos limitaciones,
Tolerancias (mm)
Nivelación transversal
Tipo de Nivelación
Planeidad Separación entre ruedas
pavimento longitudinal
≤ 1,5 m > 1,5 m
95% 100% 95% 100% 95% 100% 95% 100%
Superplano 0,8 1,0 1,0 1,5 1,5 2,5 2,0 3,0
Categoría 1 1,5 2,5 2,5 3,5 2,5 3,5 3,0 4,5
Categoría 2 2,5 4,0 3,2 5,0 3,5 5,0 4,0 6,0
199
Las especificaciones españolas utilizan el criterio del sistema de la regla,
tanto en pavimentos de carreteras como en solados, tal y como se indica
a continuación:
a) El Pliego de Prescripciones Técnicas para Pavimentos de Hormigón
Vibrado de la Dirección General de Carreteras [4], establece que las
irregularidades del pavimento, medidas con una regla rodante de
longitud mínima de 3 metros y de acuerdo con la norma NLT-
334 /87 [ 5], no serán superiores a 3 mm, para velocidades de pro-
yecto superiores a 100 km /h, ni a 4 mm para velocidades de pro-
yecto inferiores a 100 km /h.
b) Por su lado, la norma NTE-RSC [6], establece que las tolerancias
de planeidad del pavimento, medida en todas direcciones con una
regla de 2 metros apoyada sobre el pavimento, no será superior a
4 mm.
La utilización de las medidas con regla tiene dos inconvenientes: por un
lado este sistema mide únicamente la amplitud de la irregularidad pero
no su longitud de onda, que tiene una importante incidencia en la circu-
lación a velocidades elevadas; por otro, la medida con regla no está
sujeta a un ensayo normalizado en el que se establezcan con qué tipo de
regla deben hacerse las medidas (fijas o rodantes), dónde deben efec-
tuarse las medidas, cuántas medidas se deben hacer o cuántos errores se
Figura 12.4
200
permiten. En la Figura 12.4 se recogen diferentes casos en los que a
igualdad de medida con regla fija de 3 m se obtienen valores del número
FF muy diferentes.
Como información, en la tbla 12.3 se indican a continuación algunas
equivalencias aproximadas entre irregularidades medidas con regla de 3
metros y el sistema de números F.
201
tick) van equipados con un pequeño ordenador con capacidad suficiente
para almacenar las medidas realizadas y efectuar los cálculos necesarios
para determinar los números F.
Las reglas son uno de los equipos cuyo uso está más extendido. Pero a
pesar de ello, no existen normas que especifiquen las condiciones exigi-
bles a las mismas para medir la regularidad superficial. Las reglas deben
tener un canto suficiente (> 150 mm) para evitar que se produzca una fle-
cha excesiva (superior al 10% de la tolerancia mínima exigida a la super-
ficie sobre la que se vayan a efectuar las medidas). Asimismo, debe cui-
darse que no existan deformaciones o pérdidas de alineación producidas
durante su fabricación o durante su permanencia en obra. Ya se ha men-
cionado las imprecisiones que tienen las mediciones realizadas con regla
por lo que no va a insistirse en ello.
Otra forma de medir la regularidad
del pavimento es a través de niveles
ópticos o niveles láser, con los que pue-
den calcularse los diferentes números
F, aunque en ocasiones es posible que
no tengan la suficiente precisión.
Por último, los perfilógrafos son equi-
pos de medida rodantes capaces de
registrar, de forma continua, el des-
nivel entre sus ruedas. Están equipados generalmente con cuatro ruedas
sensoras, cuya separación puede ajustarse de manera que representen la
distancia entre ruedas de cualquier vehículo industrial, y que permiten
obtener tanto las diferencias de nivel transversal como longitudinal de
la zona sobre la que circulan. Estos equipos están especialmente indica-
dos para pasillos con tráficos definidos cuando se conocen las carretillas
que circularán por ellos, pues permiten obtener a priori los movimientos
de cabeceo y balanceo que experimentarán los vehículos.
La precisión de este equipo depende de la distancia entre ruedas senso-
ras. Para separaciones del orden de 2 metros la precisión que puede
alcanzarse es de ± 0,1 mm.
202
bado de las losas, la anchura de hormigonado, la colocación de los enco-
frados y los métodos de acabado.
El combado de las losas, por elevación de sus bordes, es un fenómeno pro-
ducido por la desecación diferencial que se produce a lo largo del espesor
de la misma, dando lugar a una mayor retracción en la zona superficial
que en la inferior. Este fenómeno se refleja al cabo de algunos meses, por
lo que escapa de los controles de regularidad superficial que se realizan
a los pocos días de la construcción del pavimento.
No obstante, existen medidas preventivas para evitar o, al menos, limi-
tar este efecto como la utilización de áridos de tamaño máximo superior,
áridos con menor absorción, menores contenidos de cemento y menores
relaciones agua/cemento, así como realizar un curado adecuado del hor-
migón, o disponer juntas a distancias cortas.
Cuando se produce un apreciable combado de las losas que afecta a la
regularidad superficial del pavimento, se suele corregir mediante el fre-
sado de la superficie. Cuando la deformación es muy grande, se puede
producir además una pérdida de capacidad de transferencia de cargas
entre losas, e incluso una pérdida de contacto con la capa inferior. En
estos casos, las actuaciones son más complicadas y pueden consistir en
la inserción de pasadores en las juntas o bien en la inyección de un mor-
tero bajo las losas para evitar el descalce de las mismas.
En cuanto a los aspectos de ejecución, las losas más estrechas son más
fáciles de nivelar y terminar, por lo que cuando sea preciso obtener
superficies con un elevado nivel de exigencia, debe recurrirse al método
de construcción por calles estrechas, de anchos inferiores a 6 m.
Asimismo, debe cuidarse el estado, la colocación y la nivelación de los
encofrados puesto que su efecto es muy acusado sobre todo en la nivela-
ción.
Con los equipos de nivelación normales es difícil conseguir colocar los
encofrados con errores menores de ± 3 mm, por lo que si son necesarias
tolerancias más reducidas habrá que utilizar algún sistema especial,
como los encofrados equipados con un borde superior regulable en
altura.
Además no es suficiente con colocar los encofrados a la altura y nivel
correctos, sino que tienen que permanecer así hasta que termine la
puesta en obra, teniendo en cuenta el efecto que producirán los equipos
de puesta en obra que se utilicen.
203
Los métodos de acabado de la superficie tienen un gran efecto sobre la
planeidad y mucho más reducido sobre la nivelación.
La operación de acabado que más influye sobre la regularidad superficial
es el fratasado. En superficies con pocas exigencias de regularidad
superficial (FF 15/FL 10) suele ser suficiente con una operación de frata-
sado con skip float. En el momento en que se exija un valor medio, del
orden de FF 30/FL 20, será necesario fratasar dos veces en direcciones
perpendiculares; o bien, en el caso de que se quiera obtener una superfi-
cie superplana, seguir las indicaciones del apartado 12.5.
El fratasado es un método eficaz, pero existen medidas más sencillas
para mejorar la regularidad superficial, como por ejemplo sustituir el
skip float por una regla de alisado de carreteras (straightedge) de 3 m,
pudiéndose obtener mejoras del orden de un 15%.
Por último, el sistema de espolvoreado no permite obtener superficies
con una gran regularidad superficial, puesto que afecta de manera sus-
tancial a la planeidad. Como regla general, no debe emplearse esta téc-
nica si quieren obtenerse pavimentos con un grado de planeidad superior
al FF 45, por lo que deberá realizarse una capa suplementaria de mayor
espesor.
204
3. El hormigón debe tener una consistencia fluida, con un asiento en
cono de Abrams comprendido entre 10 y 13 cm, procurando que
exista la menor variación posible entre las distintas amasadas, y
que no se produzca exudación.
4. La nivelación del hormigón puede realizarse con una regla manual,
efectuando la compactación con vibradores de aguja, o bien con
regla vibrante. Finalizada esta primera nivelación debe realizarse
una segunda con regla manual.
5. Completada la nivelación longitudinal debe realizarse una nivela-
ción transversal con la ayuda de una regla de nivelación de 3 m, de
las utilizadas en la construcción de firmes de carreteras, con un
solape entre pasadas de, al menos, 1,5 m.
6. Una vez nivelada la superficie transversalmente, debe volver a
pasarse la regla manual longitudinalmente.
7. La superficie se alisa con una aplanadora mecánica, realizando,
inmediatamente después, una nueva pasada con la regla manual, y
una tercera nivelación transversal con la regla de 3 m.
8. Posteriormente, se fratasa con "helicóptero" la superficie, pasando
inmediatamente después la regla de 3 m.
9. Se continua fratasando hasta conseguir la textura superficial de-
seada.
10. Por último, se inspecciona el pavimento con el fin de detectar zonas
fuera de tolerancia, y proceder a su corrección mediante fresado.
205
BIBLIOGRAFIA
[1] ASTM; ASTM E 1155; "Standard test method for determining floor flatness
and levelness using the F-number system". Philadelphia 1987.
[2] ACI; ACI 117: "Commentary on standard specifications for tolerances for
concrete construction and materials". ACI Materials Journal. November-
December 1987.
[3] The Concrete Society; "Technical Report 34: Concrete industrial ground flo-
ors"; Slough 1994.
[4] MOPU; "Pliego de prescripciones técnicas y pavimentos de hormigón
vibrado"; Orden Circular nº 311/90 C y E. 1990.
[5] CEDEX; NLT-334/87: "Medida de la regularidad superficial de un firme
mediante la regla rodante de tres metros"; Madrid, 1987.
[6] MOPTMA: NTE-RSC "Revestimientos de suelos y escaleras". Madrid, 1986.
206
Anejo
Fotográfico
III
2
2009
Espolvoreado mecánico
1
Fratasado mecánico con equipos simples
2
Acabado normal con llana de acero
Proceso de granallado
3
Tratamiento superficial con resina
4
13
CONSERVACION Y
REPARACION
13.1 INTRODUCCION
La conservación de un pavimento se basa fundamentalmente en una
evaluación y seguimiento periódico del mismo, con el fin de detectar
posibles anomalías en su funcionamiento para corregirlas antes de que
evolucionen y lleguen a dejar el pavimento fuera de servicio. Una
pequeña actuación en el momento preciso será mucho más sencilla y
mucho menos costosa que una gran reparación realizada al cabo de
años, como consecuencia de la progresiva evolución de los deterioros. Así
por ejemplo, la reposición del producto de sellado en las juntas de un
pavimento de hormigón evita que puedan penetrar partículas, agua o
elementos agresivos a través de las mismas que, con el paso del tiempo,
podrían dar lugar a deterioros más importantes (astillado de juntas,
escalonamiento entre losas, roturas de esquina, etc.) que podrían reque-
rir la reconstrucción a espesor parcial o completo de las losas afectadas.
207
mas; o, por el contrario, pueden llegar a requerir actuaciones de rehabi-
litación más importantes.
Los deterioros de los pavimentos de hormigón pueden clasificarse, en
principio, en cuatro clases:
– deterioros superficiales,
– deterioros en juntas,
– deterioros estructurales,
– otro tipo de deterioros.
208
tencia de superficies deslizantes puede corregirse mediante dos vías
alternativas:
– actuando sobre la superficie pulimentada mediante medios mecá-
nicos (ranurado, fresado, abujardado, chorro de arena, chorro de
granalla, etc.);
– o bien mediante la aplicación de tratamientos superficiales anti-
deslizantes.
La pérdida de una textura lisa bajo la acción abrasiva del tráfico, dando
lugar a otra textura áspera difícil de limpiar y a la producción de polvo,
se corrige mediante la aplicación de tratamientos superficiales adecua-
dos que restablezcan las condiciones iniciales.
209
en general con diámetros comprendidos entre 25 y 100 mm y profundi-
dades entre 15 y 50 mm. Normalmente son debidos al empleo de áridos
de poca durabilidad, expansivos, o contaminados con terrones de arcilla
o materiales de baja densidad (madera, raíces, etc.), los cuales flotan
hasta la superficie durante la vibración del hormigón, desapareciendo
luego con facilidad y dejando un hueco.
Los arrancamientos suelen evaluarse mediante su número por unidad de
superficie, debiéndose proceder a una actuación de conservación en
aquellas zonas del pavimento en que su densidad sea superior a 1 arran-
camiento por m2.
210
13.2.1.6 Levantamiento de polvo
La existencia de un hormigón débil en superficie es la causa del des-
prendimiento de polvo en condiciones de uso normal del pavimento. Este
fenómeno puede deberse a diversas causas:
– mezclas con un exceso de agua;
– presencia de arcilla, suciedad y materia orgánica en los áridos;
– aplicación de agua a la superficie durante las labores de acabado;
– un curado insuficiente, especialmente en tiempo caluroso; o
– la utilización de un hormigón de baja resistencia.
Cuando la calidad del hormigón es la adecuada, la actuación más conve-
niente puede ser un fresado de la superficie. Una vez realizado éste, se
puede incrementar la resistencia al desgaste mediante la aplicación de
algún tipo de producto (ver Capítulo 10).
211
El método más sencillo para eliminar las decoloraciones es aplicar un
tratamiento superficial que puede consistir simplemente en pintar la
superficie.
212
pactación, averías producidas
durante la retirada de los enco-
frados, o la colocación defec-
tuosa del inductor de junta, en
caso de realizarse ésta en
fresco. También puede origi-
narse con posterioridad, por
golpes o, más frecuentemente,
por la entrada de elementos
duros en la junta. En este
último caso, el desportillado se
produce habitualmente de re-
pente y tiene forma de cuña.
Dentro de los desportillados
superficiales se suelen incluir
también las grietas en forma
de media luna sin pérdida de
material, que comienzan y ter-
minan en un borde o junta sin
separarse más de 0,5 a 0,6 m
de la misma.
La identificación correcta de
este desperfecto es muy impor-
tante, ya que se puede confun-
dir con las primeras fases de
un desportillado profundo, y las causas y soluciones son muy diferentes
para cada tipo de deterioro.
Si el defecto es más grave y alcanza más allá de los bordes de la junta,
la causa puede ser un retraso en el corte de la junta o bien el acodala-
miento de pasadores provocado por estar éstos doblados o mal alineados,
por presentar rebabas en sus extremos, o bien por carecer de inhibidor
de adherencia al hormigón.
Estos desperfectos deben repararse con cierta urgencia, antes de que el
astillado progrese más allá de 20 mm de profundidad. El método de repa-
ración es similar al empleado para las descarnaduras (ver 13.2.1.3), si
bien no conviene aserrar el perímetro a fin de mejorar la adherencia con
la zona no dañada.
Si el astillado es profundo y afecta a más de la mitad del espesor de la
losa, la reparación debe realizarse en todo el espesor de la misma.
213
Deberá abarcar toda la zona deteriorada, ampliándola si es preciso a la
vista de lo que se encuentre al demoler; de lo contrario, las zonas conti-
guas no rehabilitadas y que tuvieran defectos no detectados se conver-
tirán en los primeros fallos del firme rehabilitado.
Tabla 13.1
214
13.2.3.1 Fisuración de las losas
Las grietas de origen estructural se clasifican de acuerdo con su aber-
tura. Se consideran grietas finas las que tienen un ancho menor o igual
a 0,5 mm, en las que se supone que se mantiene el encaje entre los ári-
dos –y por tanto la transmisión de cargas–, y que no se produce la
entrada de agua, u otros agentes. Se definen como grietas medianas
aquéllas que tienen un ancho comprendido entre 0,5 mm y 1,5 mm, asu-
miéndose que mantienen sólo parcialmente la transmisión de cargas
debido a un reducido número de contactos entre los áridos, y que permi-
ten la entrada del agua a través de las mismas. Finalmente, las grietas
anchas son aquéllas cuya abertura es superior a 1,5 mm, lo que supone
una pérdida casi absoluta de transferencia de carga a través de ellas,
permitiendo la entrada de agua y de residuos finos.
En los pavimentos de hormigón en masa correctamente proyectados y
construidos, normalmente no deberían existir grietas de ningún tipo
entre las juntas. En caso de producirse, las grietas transversales estre-
chas no suelen requerir inicialmente ningún tratamiento, pero es fre-
cuente que se ensanchen en un tiempo relativamente corto, por lo que
deben ser vigiladas asiduamente. Por el contrario, en las grietas trans-
versales de anchura media será necesario llevar a cabo alguna acción
para evitar la entrada de agua u otros agentes, que pueden conducir a
un deterioro de las capas inferiores y a la aparición de desportillados.
Las grietas anchas se comportan como juntas sin pasadores o sin barras
de unión, y por lo tanto requerirán la reparación en todo el espesor, o
incluso la reconstrucción de la losa.
La tipología de las fisuraciones de las losas es muy variada, con grie-
tas longitudinales, transversales, oblicuas, de esquina, etc., cuyas cau-
sas no siempre son fáciles de determinar. En muchos casos se deben a
circunstancias difíciles de constatar a posteriori, tales como condicio-
nes ambientales desfavorables durante el hormigonado, un curado
defectuoso o inexistente, o un serrado tardío de las juntas. En otras
ocasiones sí es posible indicar la causa probable por existir circunstan-
cias aparentes: longitud excesiva de las losas, espesor insuficiente de
las mismas, mala calidad de los áridos, falta de capacidad de soporte
del apoyo de las losas, excesiva adherencia a la capa de base, bloqueo
de juntas contiguas por mala colocación de pasadores, corrosión de
pasadores, movimientos del cimiento, discontinuidades ( por ejemplo
arquetas) no bien resueltas, ángulos agudos en las esquinas de las
losas, falta de correspondencia entre juntas transversales de bandas
adyacentes, etc.
215
13.2.3.2 Fisuración transversal
La existencia de grietas transversales se debe normalmente a:
– distancia excesiva entre juntas transversales, cuando la grieta se
localiza en el tercio central entre dos consecutivas;
– serrado tardío de las juntas transversales, cuando están cerca de
ellas;
– mala colocación de los pasadores, que impiden el libre movimiento
de las juntas;
– excesivo rozamiento con la capa subyacente por su gran irregulari-
dad o por existir adherencia con la misma;
– falta de apoyo por asiento del cimiento.
Para clasificar este tipo de grietas por sus niveles de gravedad, además
de su anchura debe considerarse también la presencia de desportillados
y/o de escalonamientos. Los valores límites en cada caso dependerán del
uso y tipo del pavimento. En el caso de pavimentos de hormigón para
carreteras los valores utilizados son los que se indican en la Tabla 13.2,
siendo suficiente que se rebase uno cualquiera de ellos para que una
grieta quede encuadrada en el nivel superior. Hay que mencionar, no
obstante, que su aplicación a pavimentos industriales tiene un carácter
meramente indicativo. Los valores finales que se adopten en cada caso
dependerán del tipo de uso al que vaya destinado el pavimento (super-
plano, pasillos estrechos, zona general de almacenaje, etc.).
Parámetro
Ancho máximo de
Nivel de gravedad Escalonamiento
Ancho (mm) desportillados
(mm) (mm)
216
13.2.3.3 Fisuración longitudinal
Las causas más frecuentes de la fisuración longitudinal son:
– separación excesiva entre juntas longitudinales;
– falta de inductores de grietas en juntas moldeadas en fresco;
– serrado tardío o insuficiente profundidad en juntas serradas;
– asientos, especialmente sobre rellenos junto a muros;
– variaciones de humedad del terreno, sobre todo si está constituido
por materiales expansivos.
La aparición de grietas longitudinales no es admisible en ningún tipo de
pavimento, tanto en masa como armado, y su presencia es siempre indi-
cativa de algún fallo.
Con gran frecuencia, cuando se produce una grieta longitudinal en una
zona del pavimento, ésta se ensancha y extiende a lo largo del mismo
deteriorándose muy rápidamente a menos que se lleve a cabo alguna
actuación. Debe tratar de evitarse que las grietas longitudinales se cru-
cen con las transversales porque se puede producir desportillados en los
puntos de intersección, sobre todo si se cruzan oblicuamente.
Si hay barras de unión, y la grieta longitudinal se sitúa sobre el tercio
central de las mismas, según su espesor, no suele ser necesaria ninguna
intervención o se requerirá sólo su sellado, previa preparación de la
grieta. En el caso de que las grietas sean medianas puede ser suficiente
proceder a un cosido con grapas ( Ver Figura 13.1), mientras que si son
anchas puede ser precisa la reconstrucción en espesor completo.
Para clasificar este tipo de grietas por sus niveles de gravedad se mane-
jan unos criterios similares a los empleados con las transversales.
217
Figura 13.1 Grapado de grieta longitudinal
218
– Nivel medio: desportillados de bajo nivel de gravedad que no afec-
tan a más del 10% de la longitud de la grieta; el esca-
lonamiento es inferior a 5 mm; y la parte de losa de
esquina no está rota en dos o más trozos.
– Nivel alto: cuando la grieta presenta desportillados de nivel
medio o alto en más del 10 % de su longitud; el esca-
lonamiento es igual o superior a 5 mm; o la parte de
losa de esquina está rota en dos o más trozos.
219
una junta adicional de alabeo, desde el centro del hueco hasta la junta
longitudinal más próxima y/o el borde de la losa.
En los muelles de descarga para camiones es habitual que se produzcan
fisuras que progresan desde las esquinas interiores de los mismos, fenó-
meno que puede resolverse con una adecuada disposición de juntas.
220
En el caso de que el tráfico circule con una cierta velocidad, los finos
arrastrados pueden irse acumulando bajo el borde de las losas adyacen-
tes formado un cordón de material que termina por levantarlas,
momento en que comienza a apreciarse la existencia de un escalona-
miento y en el que el riesgo de que se fisure el pavimento es mayor por
las cavidades formadas bajo el mismo.
Entre las medidas que pueden llevarse a cabo para corregir este defecto
pueden citarse las siguientes:
– reposición del sellado y restitución de las condiciones de drena-
je bajo las losas;
– inyección de mortero bajo las losas para reponer el apoyo al colma-
tar los huecos y/o levantarlas;
– fresado de los escalones;
– mejora de la transferencia de cargas.
221
13.3 TECNICAS DE REPARACION
222
extendiéndose entre 5 y 10 cm a ambos lados del corte, y que como
mínimo llemínimo llegue hasta el fondo de la caja.
g) La zona cajeada debe prepararse para el relleno con el material de
reparación. Si éste es un hormigón o mortero de cemento, bastará
con inundar la caja durante algunas horas previamente a la repa-
ración, retirando el agua inmediatamente antes de proceder a la
extensión de la lechada adherente. Por el contrario, si se utilizan
resinas epoxi, el área de reparación debe mantenerse absoluta-
mente seca.
h) Para garantizar una adecuada adherencia entre el material de repa-
ración y la superficie que va a entrar en contacto con él debe apli-
carse un producto que mejora la misma. Se puede utilizar una
resina epoxi o una lechada de cemento compuesta por una parte de
cemento, una parte de arena fina y el agua necesaria para darle
una consistencia cremosa, a la que puede añadirse una resina sinté-
tica para mejorar sus condiciones de adherencia. En el primer caso
la aplicación debe realizarse de acuerdo con las instrucciones del
fabricante. En el segundo caso la lechada debe aplicarse con un
cepillo de cerdas flexibles.
223
i) Rellenar con el material de reparación inmediatamente después de
haber aplicado la lechada de cemento o, en el caso de la resina, den-
tro del período establecido por el fabricante de la misma. El hor-
migón o mortero de reparación debe compactarse adecuadamente
mediante vibradores de cabeza pequeña (25 mm), o reglas vibran-
tes en el caso de grandes superficies, prestando una especial aten-
ción en bordes y esquinas.
No debe olvidarse el relleno de las prolongaciones de los cortes en
las esquinas.
Si se utilizan herramientas manuales (fratases), se debe trabajar
desde el centro hacia los bordes de la reparación, lo cual ayudará a
pegar el material de reparación contra las caras verticales de los
cortes. En caso de hacerse al revés, puede existir un cierto despegue
en los bordes.
j) La superficie debe alisarse y fratasarse, y sobre la misma deberán
realizarse las operaciones necesarias hasta alcanzar una textura y
características similares a las del resto del pavimento.
k) El curado de este tipo de reparaciones ha de ser cuidadoso, debiendo
utilizarse buenos productos, puesto que la gran relación existente
entre superficie y volumen de material puede producir una elevada
pérdida de humedad.
El empleo de morteros u hormigones dependerá del espesor de la repa-
ración: morteros para espesores reducidos, no superiores a 3 cm, y hor-
migones con un tamaño máximo del árido de 10 mm para espesores
superiores.
Un aspecto fundamental a tener en cuenta en la selección del material
de reparación es que el producto de su módulo de elasticidad por su coe-
ficiente de dilatación térmica debe asemejarse lo más posible al del hor-
migón existente.
Cuando se utilizan productos a base de cemento Portland los contenidos
de éste son elevados (comprendidos entre 350 y 450 kg/m3 ), las relacio-
nes arena/cemento superiores a 3 y las relaciones agua/cemento inferio-
res a 0,45. Esto hace imprescindible la utilización de aditivos plastifi-
cantes y aireantes para facilitar la colocación del mortero u hormigón,
cuya consistencia debe ser plástica, es decir, entre 2 y 6 cm de asiento en
el cono de Abrams.
Cuando el conglomerante es una resina sintética deben seguirse estric-
tamente las instrucciones del fabricante para su preparación y coloca-
224
ción, con especial atención a las temperaturas recomendadas para su
aplicación, aspecto básico para su correcto endurecimiento ( para el caso
de utilización de resinas epoxi es recomendable consultar el informe
UNE 83.701 [ 1]).
Algunas consideraciones que pueden realizarse sobre los morteros de
resina sintética son las siguientes:
– Su utilización es muy apropiada cuando se requieren altas resis-
tencias y/o la apertura al tráfico en pocas horas.
– El coeficiente de dilatación térmica de muchas resinas es varias
veces superior al del hormigón, por lo que debe utilizarse una gran
cantidad de cargas (flexibilizadores) –del orden de diez partes de
cargas por una de resina– con el fin de reducir las diferencias con
las propiedades térmicas del hormigón existente.
– Debe tenerse presente que el endurecimiento y curado de muchos
materiales con resina implica una reacción exotérmica, con la con-
siguiente retracción del material cuando se enfría.
– Debe cuidarse que la zona de la reparación esté preparada de
acuerdo con la ficha técnica (instrucciones del fabricante) del pro-
ducto a utilizar.
225
Estas reparaciones deben tener unas dimensiones mínimas de 2 m para
poder trabajar en las mismas, y deben situarse a una distancia superior
a 2 m de otras juntas o grietas del pavimento, lo que en ocasiones
supondrá la sustitución completa de la losa.
226
si es necesario llevar a cabo alguna reparación de la misma. Asimismo,
debe comprobarse si el drenaje es adecuado o si debe mejorarse, ya que
éste es el mejor momento para hacerlo.
227
Figura 13.2
car un disco de plástico o nylon que impida la pérdida de resina por los
bordes del taladro. Estos discos, de 50 a 60 mm de diámetro, tienen un
taladro central del mismo diámetro del pasador y su espesor es, aproxi-
madamente, de 1,5 a 2 mm. (Figura 13.3).
No se debe olvidar la aplicación de un producto antiadherente a la parte
del pasador que no se ha fijado al hormigón, con el fin de que funcione
como tal permitiendo el mo-
vimiento de la junta.
En el caso de que uno de los
lados de la reparación sea
una junta con pasadores, se
debe comprobar el estado de
los mismos y su alineación,
sustituyendo los que se en-
cuentren en mal estado, y
reponiendo el tratamiento
antiadherente en los casos
que sea necesario. Si existe
una mala alineación de los
Figura 13.3
228
pasadores es recomendable desplazar la junta unos 30 cm, rehaciéndola
y colocando de nuevo todos ellos.
13.3.2.1.3 Hormigonado
Previamente al hormigonado es preciso comprobar la perfecta limpieza
de la zona y colocar una producto antiadherente sobre la base, que nor-
malmente será una lámina de polietileno.
En el caso de que la zona a reparar incluya juntas transversales con
pasadores, se prepararán unos soportes con los mismos, a los que pre-
viamente se habrá aplicado el producto antiadherente seleccionado. Pos-
teriormente se ejecutará la junta por serrado del hormigón endurecido.
Si la junta es machihembrada, se dispondrá un encofrado con la forma
adecuada, realizando el hormigonado de la zona a reparar en dos días
diferentes.
Si uno de los bordes es una junta que deba quedar sellada, puede evi-
tarse la operación de cajeado mediante la colocación de un berenjeno de
las dimensiones adecuadas, que se pegará al hormigón y se eliminará
posteriormente con ayuda de una sierra de disco.
229
Una vez finalizadas estas operaciones previas se procede al hormigonado
de la reparación, poniendo especial cuidado en la consolidación del
mismo, especialmente en bordes y esquinas, así como en las proximida-
des de pasadores y barras de atado. Los bordes deben redondearse con
llana curva. Posteriormente se procede al alisado, fratasado y curado de
la superficie.
Figura 13.4
230
El procedimiento consiste básicamente en insertar pasadores en la junta
mediante la realización de unas entallas en la losa. El comportamiento
de este tipo de reparación es muy bueno, con un porcentaje de fallos muy
bajo; sin embargo es una operación muy laborioso que requiere un con-
trol cuidadoso de los sistemas de colocación y acabado, no debiéndose
utilizar en losas de menos de 15 cm de espesor.
Los pasadores deben disponerse perpendicularmente a la junta a
mitad de espesor de la losa, y distanciados entre sí unos 30 cm. Para
su instalación es necesario practicar unas ranuras en el pavimento de
60 mm de anchura por 900 mm de longitud, para poder colocar en su
interior un pasador de 25 mm de diámetro y 500 mm de longitud.
Para ello se utiliza un equipo de serrado y un pequeño martillo per-
cutor.
En el proceso de retirada del hormigón hay que procurar no dañar el hor-
migón circundante. Posteriormente debe limpiarse adecuadamente la
ranura mediante chorro de arena y aire a presión.
Antes de colocar los pasadores se impriman las paredes y el fondo de la
ranura con una resina sintética. Se sella también la parte inferior de la
junta para evitar que se introduzca por ella el material de relleno.
El pasador debe estar preparado para evitar su adherencia con el hor-
migón. Si se prevé que se van a producir dilataciones debe ir, además,
provisto de una caperuza de expansión que permita su libre movimiento.
En los pasadores suelen disponerse unos soportes para facilitar su colo-
cación correcta, aunque en ocasiones suele ser suficiente con extender
previamente una ligera capa del mortero de reparación en el fondo de la
ranura, depositando sobre ella directamente el pasador.
Para mantener la continuidad de la junta o fisura es necesario colocar
una tira de poliestireno, o de cualquier otro material para juntas, antes
de proceder al relleno de la ranura, aunque en ocasiones los pasadores
ya vienen preparados al efecto.
El mortero de reparación debe compactarse adecuadamente, para lo cual
suelen emplearse pequeños vibradores, pudiéndose abrir al tráfico tan
pronto como haya endurecido el producto.
231
mento, oquedades en la capa de apoyo por fenómenos de bombeo, o bien
si existe un fenómeno de combado de las losas, con lo que se restablece
el apoyo y la capacidad de soporte. Posteriormente, una vez que la
lechada ha endurecido, los posibles desniveles que hayan quedado en la
superficie puede ser eliminados con ayuda de una fresadora.
La inyección bajo las losas es una operación delicada que debe llevarse a
cabo por empresas especializadas, sobre todo cuando una de las finali-
dades de la inyección es levantar las losas hasta su posición original. En
estos casos, la inyección no se realiza por gravedad sino bajo presión, con
valores comprendidos entre 1 y 2 kg/cm2.
La apertura al tráfico se realiza normalmente a las 48 horas, si bien este
plazo puede reducirse a 12 horas mediante la utilización de un aditivo
acelerador de fraguado.
232
para evitar que el producto de sellado se pierda por la junta o fisura. Este
obturador está constituido, normalmente, por un material compresible
que debe quedar introducido en el fondo de la caja de sellado.
Para garantizar una adecuada adherencia entre el producto de sellado y el
hormigón éste debe estar limpio y seco. Con dicho objeto, deberán elimi-
narse totalmente los finos procedentes del cajeado de la grieta, utilizando
para ello un chorro de agua a presión, procediendo posteriormente a su
secado mediante chorro de aire caliente, cuidando de no dañar al hormigón.
En pavimentos industriales suelen utilizarse productos de sellado apli-
cados en frío de uno o dos componentes.
13.4 REFUERZOS
La solución de refuerzo se adopta cuando es necesario incrementar la
capacidad estructural del pavimento, o bien cuando se precisa rehabilitar
un pavimento con deterioros generalizados. En cualquier caso, antes de
proceder al refuerzo del pavimento, se deberán corregir todos aquellos
fallos estructurales que presente, para evitar que vuelvan a reproducirse.
Los refuerzos pueden clasificarse en función de su espesor en gruesos y
delgados, y en función de su adherencia con el pavimento existente en
adheridos y no adheridos.
Los refuerzos adheridos son aquellos en que se procura realizar una
unión lo más perfecta posible entre el refuerzo y el pavimento existente,
de manera que actúen monolíticamente. Este tipo de refuerzos pueden
emplearse únicamente si el pavimento existente se encuentra en buen
estado y lo que se persigue es aumentar su capacidad estructural o mejo-
rar sus características superficiales.
Los refuerzos no adheridos, por el contrario, tratan de evitar cualquier
tipo de unión entre ambas capas, utilizándose fundamentalmente en el
refuerzo de pavimentos con un nivel de deterioro muy elevado. Para
impedir la adherencia suele utilizarse una capa de separación que
impide, al mismo tiempo, que se produzca una propagación de las grie-
tas del pavimento existente al refuerzo.
233
donde:
hR es el espesor del refuerzo, en centímetros;
h es el espesor del pavimento que se necesitaría para soportar el
tráfico de proyecto del refuerzo, en centímetros;
h0 es el espesor del pavimento existente, en centímetros;
c es un coeficiente indicador del estado estructural (no de degrada-
ción superficial) del pavimento existente, que debe determinarse
mediante una inspección visual y para el que se recomiendan los
siguientes valores:
1 en pavimentos en buen estado,
0,75 en pavimentos en estado medio, con algunas roturas inicia-
les que luego no hayan progresado,
0,35 en pavimentos en malas condiciones, fuertemente fisurados.
n es un exponente que varía con el grado de adherencia entre el
refuerzo y el pavimento existente, y que vale:
2 en refuerzos no adheridos,
1 en refuerzos adheridos.
Los espesores mínimos a disponer en este tipo de refuerzos son 150 mm
para refuerzos no adheridos y 25 mm para los adheridos, aunque en
estos últimos el espesor mínimo suele aumentarse hasta 50 mm por
razones constructivas.
234
– escalonamientos en juntas (su corrección se realiza mediante fre-
sado);
– movimiento en juntas (puede optarse por la inyección bajo las losas
o por el restablecimiento de la transferencia de cargas);
– grietas con desconchados o movimientos;
– desperfectos en juntas.
El espesor final dependerá de las necesidades de refuerzo, del estado
del pavimento existente, de limitaciones de altura y de las posibilida-
des constructivas. En la mayoría de los casos son suficientes espesores
de 8 a 10 cm.
La adherencia es un aspecto relevante en este tipo de refuerzos. Para
obtenerla es preciso limpiar adecuadamente la superficie del pavi-
mento eliminando, mediante fresado, chorro de arena o de granalla,
posibles partes desprendidas o debilitadas hasta dejar al descubierto
el hormigón sano. Posteriormente debe aplicarse una lechada de
cemento o una resina sintética para mejorar la adherencia del hor-
migón fresco.
En el caso de utilizar una lechada de cemento, ésta deberá estar cons-
tituida por dos partes de cemento y una de agua, debiéndose extender
el refuerzo antes de transcurridos 90 minutos de su aplicación. Para
mejorar sus prestaciones es habitual incorporar una resina acrílica a
la lechada, en cuyo caso debe tenerse en cuenta el agua aportada para
mantener la relación cemento/agua anteriormente mencionada.
El curado adquiere una importancia notable en este tipo de refuerzos
debido a su escaso espesor y su gran superficie, que propicia la evapora-
ción. Por otro lado, la retracción por secado acentúa el combado de las
losas formadas que puede producir fisuras, por lo que el curado debe
comenzar tan pronto como hayan finalizado las operaciones de acabado
superficial.
Por último, las juntas del refuerzo adherido deben reflejar fielmente la
disposición de las existentes en el pavimento primitivo, con una toleran-
cia de ± 2 cm. Dichas juntas deben ejecutarse por serrado tan pronto
como sea posible, a fin de evitar la aparición de fisuras prematuras por
reflexión. La profundidad de serrado deberá ser igual a 1/3 del espesor
nominal de refuerzo.
En el caso de juntas de dilatación se debe operar en dos etapas. En la
primera se forma la junta de dilatación en el refuerzo mientras el hor-
migón se encuentra en estado plástico, utilizando un útil de corte e
235
introduciendo un material de reserva. Con ello se permiten los movi-
mientos de la junta hasta que el hormigón alcanza la resistencia sufi-
ciente. Tan pronto como sea posible se procede a la adecuada formación
de las caras de la junta de dilatación mediante serrado. Tras eliminar
el material de reserva y limpiar adecuadamente las caras de la junta
se introduce un material de relleno que cumpla con las especificaciones
establecidas.
236
refuerzo (las tensiones de combado se ven incrementadas por la rigidez
del soporte). En cuanto a la colocación o no de pasadores en las juntas,
se deben seguir los mismos criterios indicados para los pavimentos de
nueva construcción.
237
BIBLIOGRAFIA
238
INDICE TEMATICO
T.1
Chorro de granalla, 175 de acero, 8, 23, 87
Darby, 171 de poliolefina, 127
Decoloraciones, 212 de polipropileno, 8, 126
Defectos de regularidad superficial, 208 de vidrio, 126
Descarnaduras superficiales, 209 metálicas, 124
Desportillados superficiales, 212 Filoguía, 19
Desprendimiento de polvo, 211 Fisuración
Deterioros de las losas, 215
en juntas, 212 en mapa, 209
en los bordes, 212 longitudinal, 217
en los productos de sellado, 212 transversal, 216
estructurales, 214 Fratás manual, 171
otros, 221 Fratasado, 170, 204
superficiales, 208 Fratasadoras mecánicas, 172
Dimensionamiento, 43, 47, 56, 64 Grietas
ábacos de dimensionamiento, 50 de esquina, 217
para ejes con ruedas gemelas, 52 de retracción plástica, 210
para ejes con ruedas sencillas, 51 diagonales, 219
para soportes de estanterías, 60, en juntas, 214
61, 62 en puntos singulares, 219
del espesor de refuerzo, 233 por simpatía, 221
ejemplo, 54, 58 Hormigones
Drenaje, 38 celulares 221
Eliminación de agua por vacío, 174 coloreados, 211
Endurecedores superficiales, 184 con fibras, 73, 124
Engranaje de áridos, 81 de acero, 105
Ensayos de polipropileno, 105
BCA, 186 superfluidificados, 97
Böhme, 185 Hormigonado en tiempo caluroso, 166
CBR, 31 Hormigonado en tiempo frío, 163
de carga con placa, 31 Inclinómetros, 201
de penetración con bola (Bola Kelly), Indice CBR, 32, 35
94 Inductores de juntas, 159
de rueda rodante, 185 Inyección bajo las losas, 231
mesa de sacudidas, 96 Juntas, 3, 4, 11, 180
Encofrados, 146 de aislamiento, 74
Escarificado, 175 de construcción, 15, 21, 75
Espolvoreado, 177, 204 de contracción, 77, 157
Estabilización, 27 de dilatación, 77
Estanterías, 14 diseño, 71
Estanterías móviles, 15 en fresco, 157
Estimación del tráfico, 48 entre apoyos, 15
Estriado 174 tipos, 73
Estudios de televisión, 24 Láminas
Expansión, 72 de plástico (o polietileno), 40, 161, 173,
Expansividad, 28 180
Explanadas, 27 impermeables, 161
tipos, 35 Lechada de cemento, 179
Extendedoras guiadas por láser ("Laser Limitación de tensiones, 48
screeding"), 150 Llanas de mano, 171
Exudación, 99 Materiales
Fibras, 124, 210 de relleno, 38
T.2
granulares, 38 para usos no industriales, 10
tratados con cemento, 38 superplanos, 198, 204
Mecanismo de fallo, 44 Pérdida de textura, 208
Machihembrado, 81 Perfilógrafos, 202
Maestra de hormigón fresco ("Wet scree- Piezas insertadas, 158
ding"), 149 Plan de trabajo, 146
Maestras auxiliares ("Screed rails"), 149 Planeidad, 193
Máquina fresadora, 175 Plataformas elevadas o entreplantas, 16
Máquinas granalladoras, 175 Productos de curado, 8.1, 9.14
Métodos características y especificaciones, 135
de acabado, 204 índice de eficacia, 136
de construcción, 146 poder de retención de la humedad, 135
de curado, 160 tipos, 134
Modelo de Westergaad, 32, 49 Producto de sellado, 136, 212, 232
Módulo elastómeros, 138
de balasto o de Winkler, 32, 38 vertidos en caliente, 138
de elasticidad, 106 perfiles preformados, 139
de reacción, 32, 38 resinas epóxi semirrígidas, 139
Morteros poliméricos, 180 Productos metálicos, 177
Movimientos verticales, 220 Pulimentado, 173
Nivelación, 153, 193 Pulimentadora, 174
con regla de maestrear longitudinal Regularidad superficial, 9, 24, 193
("straight edge"), 154 Ranurador manual, 158
con regla de maestrear transversal, Refuerzos, 233
154 adheridos, 234
con rodillo, 155 dimensionamiento, 233
con terminadora ("finisher"), 155 no adheridos, 236
continua por puntos sobre el hormigón Regla
fresco ("Floating strike-off"), 149 de nivelación, 202
Niveles doble, 153
láser, 202 simple, 152
ópticos, 202 vibrante, 152
Partículas metálicas, 177 vibrante montada en celosía, 147
Pasadores, 79, 157, 227 Relación agua/cemento, 98
Pasillos muy estrechos, 19 Reparaciones
Pavimentadoras de encofrados deslizan- a espesor completo, 225
tes, 146 de esquina, 230
Pavimentos estructurales, 225
antiestáticos, 25 superficiales, 222
de baldosas 191 Reposición de servicios, 221
de hormigón armado con fibras, 8, 87 Resistencia
de hormigón armado con juntas, 4 a compresión, 101
de hormigón armado continuo, 5 a flexotracción, 102
de hormigón en masa con juntas, 3, 83 a la abrasión, 104, 183
de hormigón pretensado, 6 a los ataques químicos, 23, 189
especiales, 23 a tracción indirecta (ensayo brasileño),
industriales, 21 103
para almacenes, 13 al desgaste, 9, 22, 117, 184
para construcciones residenciales, 10 al deslizamiento, 22
para edificios institucionales, 12 al impacto, 23, 105
para locales comerciales, 12 al pulimento, 208
para oficinas, 11 Resinas
T.3
poliméricas, 128)
epoxi, 140
epoxi semirrígidas, 139
selladoras, 184
Restablecimiento de la trasferencia de car-
gas, 230
Retracción, 71, 84
de secado, 108
plástica, 101
Sellado de juntas, 21, 232
Separadores, 156
Serrado, 158
Serrado tardío, 215
Sistema de guiado mecánico o de induc-
ción, 19
Sistemas de almacenamiento, 13
Sistemas de medida con regla, 199
Skip float, 171
Suelos
clasificación
AASHTO, 30
ASTM, 29
de Casagrande, 28
cohesivos, 32
estabilizados, 36
expansivo, 28
tipos, 28
tolerables, 35
Sumideros, 219
Superficies deslizantes, 209
Técnicas de reparación, 222
Temperatura del hormigón, 165, 167
Tensión de adherencia, 179
Textura superficial, 22
Tiempo de fraguado, 100
Tiempo caluroso, 166
Tiempo de curado, 162
Tiempo frío, 163
Trabajabilidad, 91
Tráfico, 48
Tráficos de trayectorias determinadas, 198
Transferencia de cargas, 50, 57, 78
Transpaletas, 17
Transporte del hormigón, 143
Tratamientos superficiales, 169
Vehículos y maquinaria de almacenes, 16
Vertido del hormigón, 145
Vibradores de aguja, 151
T.4
2
2009