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El joven que
tocaba el piano 
(y descuartizó a su novia)
POR ALEJANDRO SÁNCHEZ GONZÁLEZ

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EL JOVEN QUE TOCABA EL PIANO

Cuando Javier Méndez


Méndez subió al podio para recibir
su medalla de bronce en la Olimpiada InternacionalE M

de Física 󰀲󰀰󰀱󰀲 se abría un episodio luminoso QE U
que no tardaría demasiado en cerrarse. Acabaría |   I  S  2 

poco más de un año después en un pequeño D 


departamento del viejo edificio Juárez de Tlatelolco. E 


I  

De cómo un joven de 󰀱󰀹 años, deportista, amable, M


educado, talentoso, se transformó en alguien que E 


no era él y terminó por encajar un cuchillo en un 2 

1  

cuerpo sin vida, de eso trata esta historia.43
 

E
–¿Qué pasa con el muchacho? –preguntó, con temor,
don Samuel, dueño de la farmacia contigua a la cafetería.
Carlos había entrado en la farmacia sin darse cuenta
de que otros cinco hombres se habían colocado en las
inmediaciones, con pistola en mano. Obedecía la indi-
cación del gerente José Bocanegra y se disponía a guar-
dar la moto repartidora.
Pasaban escasamente las 󰀱󰀱 de la noche del lunes 󰀲󰀸
de producía
se julio de 󰀲󰀰󰀱󰀴 y en el número
un pequeño caos. 󰀱󰀰 de la avenida Juárez
–¡Camina! –le ordenó a Carlos uno de los hombres
que lo levantó de un tirón con la mano metida en el cin-
turón.
Lo subieron entonces a un auto blanco y se marcharon
casi instantáneamente, dejando un rechinido de llantas
como su huella en una de las principales calles del cen-
tro de San Juan del Río, en Querétaro.
A don Samuel, ya muy alarmado, pues temía que al
muchacho lo hubiesen secuestrado, se acercó entonces
una mujer de jeans. Se había levantado de una de las
mesas de la cafetería en la que durante horas mordis-
queó y jugueteó con un pastel de chocolate.
Algo le dijo y le mostró unas imágenes que llevaba en
El viejo elevador se detiene en el piso número 󰀱󰀰 del un folder. Don Samuel quedó paralizado.
edificio Juárez, en Tlatelolco, y ambos jóvenes ingresan En esos momentos, como si un escalofrío invadiera
con prisa al departamento. Apenas hace unas horas de todo su cuerpo, la cajera de la cafetería Finca Santa
este 󰀲󰀸 de junio de 󰀲󰀰󰀱󰀳 se han conocido personalmen- Veracruz,
Ver acruz, una joven de piel blanca y cabello lacio, tomó
te, pero el deseo los ha sometido ya. Empiezan a besar- el teléfono y a trompicones marcó los números para
se y a acariciarse. Javier toma a Sandra de la mano y la comunicarse con Emilio Gonzaga, otro mesero del
conduce delicadamente a su habitación. Las ropas que- turno de la mañana, que había recomendado a su ami-
dan esparcidas en el piso y se sumen en la intimidad sin go, el mismo que ahora estaba siendo llevado quién
mayor preámbulo. sabe dónde.
Ella lo abraza con la determinación de quien se suje- –¡Emilio, cuéntame todo lo que
qu e sabes de Carlos! –pre-
ta a un salvavidas en el mar. Él, de 󰀱󰀹 años, piensa que guntó, alterada.
ese es un momento romántico y lindo. Se siente ilusio- Emilio se disponía a meterse a la cama para desper-
nado y a gusto. Qué importa que apenas la haya cono- tarse antes de las 󰀶 de la mañana y prepararse para lle-
cido unas dos semanas
s emanas antes en las redes sociales. gar al primer turno de la cafetería.
Media hora después de que se desnudaron, el tono –¿Por qué? –respondió con el mismo tono con que le
rojizo de la tarde empieza a anunciarse. Se visten y pa- había hablado su compañera.
san al sillón de la sala, donde siguen platicando. –¡Se lo llevaron!
Ni cómo podrían saber que la vida de ambos se retor- –¿Quién?
cerá por completo en algunos minutos. –¡Hombres, unos hombres! ¡Cuéntame todo lo que
sabes!

***
arlos Medina Martínez, un joven aflautado, de
–¿Qué te digo?
–¿Quién es Carlos?
Emilio Gonzaga enmudeció.

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unos 󰀵󰀸 kilos de peso, cayó al piso como un
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tronco cercenado en el momento en que dos
hombres corpulentos le cayeron encima. Tenía el pan-
talón negro levantado hasta las pantorrillas cuando
***
i Javier ni Sandra fuman regularmente, así que

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    I uno de ellos metió la rodilla entre sus piernas y el mu- ambos se saltan el epílogo que se acostumbra
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chacho apenas pudo girar el cuello para no tragar el entre algunas parejas después de hacer el
    S polvo ni la hojarasca. amor. En cambio, como corresponde a quienes esca-
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Inmovilizado en el suelo, le doblaron los antebrazos samente saben mucho uno del otro, comienzan a pla-
    2
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   I
    | sobre
en las la espalda Carlos
muñecas. y le colocaron con urgencia
era, entonces, el máslas esposas
indefenso ticar
que sesobre lo muy
antoja que hacen
amplioyysus
porplanes para un futuro
de󰁦inirse.
   U
   Q sobre la tierra. Ni siquiera pudo pedir auxilio a sus com- Javier Méndez Ovalle tiene una idea un poco más
   E
   E pañeros de la cafetería, apenas a unos cuantos pasos, clara sobre lo que desea hacer en los próximos años.
   M
   E en la que
qu e trabajaba como mesero. Ya ha sido un excelente deportista, un quarterback 
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EL JOVEN QUE TOCABA EL PIANO

nato de las Águilas Blancas y los Búhos


del Instituto
Instit uto Politécnico
Politécnico Nacional,
Nacional, un ágil
nadador, un buen pianista. Por si fuera
poco, ha demostrado un desempeño aca-
démico superior.
El siguiente paso de este joven, hijo de
una familia que lo ha educado en el deber
y en el esfuerzo, egresado de una vocacio-
nal politécnica,
fuera de México.es estudiar una licenciatura
Sandra Camacho, en contraste, no atina
a definir qué hacer. Ha buscado ingresar a
la Universidad Autónoma Metropolitana,
pero no pasó el examen de admisión. De
origen humilde, su familia no puede cos-
tear el lujo de una universidad privada, así
que debe intentarlo de nuevo. Mientras
tendrá que hacer algo. Y ella fantasea con
la idea de trabajar de edecán.
–Me quiero ir al extranjero a estudiar –le MEDALLISTA
con󰁦ía Javier a Sandra, una jovencita de 󰀱󰀷 años delga- –¡Cállate! Javier recibe
dita, de hombros finos y cabello negro y largo. –¿Tú? ¿Te vas a ir? ¡Ja, ja, ja! –continúa y da un paso uno de los
varios premios
–¿Cómo crees? –contesta y empieza a reír. más. Se acerca hacia Javier.
Javier. Lo reta. obtenidos en
Se burla abiertamente de él. –Aléjate –le pide Javier.
Javier.
el extranjero.
–En serio, en tres meses me voy –insiste Javier, serio y
con un dejo de desesperación.
Sandra lo percibe y sigue provocándolo:
–¿Tú quién eres para algo así?
***
ocos días después de llegar a San Juan del Río, el
Javier enumera entonces algunos de sus logros acadé-
micos: le cuenta que ha ganado las olimpiadas de quími-
ca, 󰁦ísica y matemáticas en México y otros torneos en
P dinero que llevaba Carlos empezó a escasear y
el hambre apareció de tanto en tanto. Una de
esas mañanas se sentó en unas jardineras del centro
universidades. para protegerse del sol debajo de un conjunto de árboles
Javier se mete apresuradamente al cuarto y descuelga
descu elga de buen follaje. Su mirada detectó entonces un pequeño
pequ eño
de la pared una medalla de oro de la 󰀲󰀲 Olimpiada Na- anuncio en las vidrieras del restaurante chino Wing
cional de Física, saca algunos trofeos. Si tuviera a la mano Wah: “Se solicita mesero”.
la Gaceta del IPN  del
 del 󰀳󰀱 de enero de 󰀲󰀰󰀱󰀲,
󰀲󰀰 󰀱󰀲, en la que apa- –Vengo por lo del anuncio– dijo.
rece en primera plana a la hora de subir al podio a recibir Pero no había nadie que hablara español. Estaba
el reconocimiento, también se la mostraría para que no una mujer asiática que sólo arrugó la nariz y le mostró
le quepa duda. la carta como para que él pusiera el dedo sobre algu-
Le dice que meses más tarde, en septiembre de ese na de las sugerencias del menú.
mismo año, viajó a Estonia y que ganó la medalla de bron- Se dirigió entonces hacía el anuncio y lo señaló.
ce para México en la Olimpiada Internacional de Física. –¡Oh! ¡Tlabajo, tlabajo! – sonrió la mujer.
Sandra sigue burlándose. Javier
Javier,, su joven amante, al –¡Trabajo, sí!
que ha conocido apenas, sufre notoriamente. La encargada le enseñó un billete de 󰀱󰀰󰀰 pesos y
–Ya me aceptaron en la Jacobs Universiti en Bremen, como pudo darse a entender, le ofreció comida
c omida y agua

Alemania. Ahí voy a estudiar la licenciatura en Física en al día. Así empezó
empez ó a trabajar de mesero. M

septiembre –agrega Javier y eleva el tono de voz. No duró mucho. Los chinos eran racistas y le daban E 
 Q
Sandra no tiene idea de que qu e la Jacobs es una univer- un maltrato, así que buscó y encontró acomodo de U
I  

sidad privada altamente selectiva que ofrece becas a los inmediato en El Tapatío, un restaurante de antojitos  |   
mejores estudiantes del mundo, ni tampoco que Javier mexicanos, cuyo dueño, Roberto Buendía,
Buendí a, lo aceptó 2 

habla alemán ni que a los 󰀱󰀲 años viajó a ese país con de buena gana. D 

un tío que lo llevó al Mundial de Futbol 󰀲󰀰󰀰󰀶 y que des- No ganaba mucho. Apenas 󰀸󰀰󰀰 pesos a la semana S 

de entonces quedó maravillado y deseó fervientemen- con todo y propinas. Pero recibió algo que no se com- P 

I  
te ir allá. pra: buenas maneras. Buendía lo empezó a tratar como E 
M


se La jovenSigue,
detiene. nacidasegún
en Ixtapaluca,
lo percibeEstado de México,
él, en plan no
mala onda, adurante
un sobrino.
mes yEso le consta
medio trabajóaallí
Emilio
antesGonzaga,
de pasarsequien
a la E 

de plano ojete. cafetería Finca Santa Veracruz. E 

–¡Ja, ja, ja, ja! –las risas forzadas taladran de nuevo la Gonzaga, casi de 󰀱󰀮󰀷󰀵 metros, delgado y más o me- 0 
1  

cabeza de Javier.
Javier. nos de su misma edad, había tenido que
qu e dejar la carre-
45
 

ra de sicología por problemas económicos. Aunque al A Eric, colega de Jonathan, tampoco le


l e pasaron des-
principio Carlos era muy reservado, poco a poco fue apercibidos los inusuales conciertos. También habla
mostrándole confianza. Le contó que no tenía herma- en presente. “Ese compa sí sabe hacerlo bien. Soy fa-
nos y que un disgusto fuerte con sus padres lo llevó a nático del rock y además toca Guns and Roses y Pink
tomar su propio camino. Floyd, sólo por decir algunas bandas”, cuenta Eric,
–Mi padre se dedica a abrir establecimientos comer- delgadito, con un fino vello en donde iría el bigote.
ciales, principalmente franquicias de diversos giros –le
– le “Pero ahorita no ha venido”, agrega el empleado.
dijo Carlos–, pero ya es hora de valerme por mí mismo.
Y si para eso había que atender mesas, adelante.
Carlos vivía en un cuarto alquilado cerca de El Ta-
patío. Al principio sus pertenencias eran mínimas: un
** *
escolocado, Javier siente cómo crece en su in-
colchón y cobijas. Después se hizo de la cama comple-
ta, de un radio y de un televisor. No alcanzaba para
más. Se acostumbraba a la austeridad.
D terior una molestia a medida que Sandra se
burla de sus pretensiones, lo hostiga y hace que
él, inexplicablemente, intente convencerla de que es
qu e

En su nueva faceta, la de mesero, extrañaba todo lo verdad lo que le dice.


que dejó atrás: casa, comodidades, sus padres, amigos, Es la primera vez que le ocurre algo así. Con ningu-
pero no pudo dejar una de sus más entrañables pasio- na de sus anteriores novias de colegio, como Noemí,
nes: la música. Lizzeth o Brenda, le había pasado esto. La ansiedad

Javier trata de defenderse como puede󰀮 Es lo único que quiere󰀮 No


le quiere pegar󰀬 sólo defenderse󰀬 pero la golpea en la cara󰀮 Ha sido
un accidente󰀮 Pero ella grita más y más fuerte󰀮 Javier le dice que se
calle󰀬 sus gritos son insoportables󰀮 Las uñas de Sandra rasgan
levemente la piel del joven󰀮 Que se calle󰀬 por favor󰀮 Que se calle󰀮

Casi sin pensarlo, halló la manera de revivirla. Cada crece. Le da coraje que una jovencita se burle de un
que tenía ratos libres, tomaba el micro y llegaba al cen- modo tan cruel de algo especial, de los años de traba-
tro comercial Galerías San Juan. Se dirigía al local nú-  jo, de estudio, de los viajes, de los sacrificios que Javier
Javier
Liverpool, y una vez ha hecho, de los desvelos, el poco descanso, de las
mero 󰀱󰀰󰀰󰀰, el correspondiente a Liverpool,
que ingresaba al departamento de música, localizaba privaciones.
“su” piano, un Yamaha de 󰀵󰀹 mil pesos, jalaba el ban- Sandra no para, sigue riendo, como una niña chiqui-
quito, echaba el pie derecho adelante y el izquierdo ta que no tuviera corazón; se burla y se le acerca.
ligeramente hacia atrás. Javier reacciona. Se aleja de ella, quiere acabar con
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Los encargados del departamento lo saludaban con eso, pero no sabe cómo. Sandra lo jode, se le acerca
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agrado: “Ya vienes a deleitarnos”. Una vez sentado otra vez, lo jode, lo molesta mucho. La desesperación
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frente al teclado, Carlos cerraba los ojos, apretaba la se apodera de Javier. Está tan cerca. La quiere alejar,
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boca y dejaba escapar el aire por la nariz para perder- la empuja, ella tropieza y cae.
    B se en el mundo envolvente de la música que interpre- Al levantarse Sandra tiene un chichón en la cabeza,
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    I taba. Javier lo nota y se asusta. Ella se da cuenta y comienza
comi enza
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La admiración de los vendedores no era gratuita. A a gritar desaforadamente; él ni siquiera es capaz de
    S diferencia de jovencitos y señores ya maduros, Carlos distinguir lo que ella, fuera de control, le reclama. San-
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tocaba en serio. Años y años de estudio hacían que sus dra se abalanza sobre él, lo golpea y lo araña en la cara.
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    | interpretaciones de Beethoven,
ran un deleite. “Hasta dos horas Mozart
se le y Vivaldi
l e puede fue-
ver así. El El El
mundo, sudefenderse
trata de pequeño mundo, se retuerce.
como puede. Es lo único que
   U
   Q tipo es un bárbaro”,
bárbaro”, dice Jonathan, un joven de 󰀲󰀳 años quiere. No le quiere pegar, sólo defenderse, pero la
   E
   E que cuando habla de Carlos lo hace en tiempo
tiemp o presen- golpea en la cara. Ha sido un accidente.
acc idente. Pero ella grita
   M
   E te como si lo estuviera viendo. más y más fuerte. Javier le dice que se calle, sus gritos
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EL JOVEN QUE TOCABA EL PIANO

TLATELOLCO
Sandra y Javier
son insoportables. Las uñas de Sandra rasgan levemen-
levemen- vistó, se quedó con una buena impresión y lo puso a
pasan una
te la piel del joven. Que se calle, por favor. Que se calle trabajar sin saber más de él. increíble tarde
ya. A medida que la relación de amistad entre ambos en el piso 10

Javier no resiste más. La toma del cuello y caen al piso. muchachos se a󰁦ianzaba, Emilio se sorprendía de la de este
inteligencia de su amigo. Las conversaciones alcan- edificio.

 ***
sa noche del 󰀲󰀸 de julio de 󰀲󰀰󰀱󰀴 la cajera le
zaron una profundidad que no es habitual entre jóve-
nes de esa edad.
Carlos, por ejemplo, hacía cuestionamientos muy

E insistió a Emilio.
–¡Dime quién es Carlos!
–¿Cómo quién es Carlos?
precisos sobre la carrera que había empezado a estu-
diar Emilio: sicología.
–¿Toda histeria es el resultado de una experiencia

M


 Q
–¡Sí! ¿Quién es? traumática? U
I  

–Es de Guanajuato. Se vino porque se enojó con sus –Es parte de la teoría de la personalidad, según  |   
padres. Es un chavo listo, culto y acaba de aprender Freud –respondió. 2 

a hacer trabajos de carpintería y ebanistería. –¿Cómo es que se expresan las emociones asocia- D 

Dos meses antes había abogado por él cuando se das al trauma? S 

enteró que El Tapatío estaba en quiebra. Emilio había –A veces el paciente puede llegar a comprender el P 

I  
dejado antes el trabajo en el restaurante por otras ra- origen de sus síntomas mediante la hipnosis, enton- E 
M


zones. Como la Finca
podía encontrarse SantaenVeracruz
de tanto está
tanto con muy Cuan-
Carlos. cerca, ces se liberan
drenar las emociones
una infección reprimidas. Es como
local –contestó. E 

do en la cafetería se abrió una vacante de mesero en Con el tiempo, Karla, la novia de Emilio, también E 

el turno vespertino, Emilio habló con su jefe para que se hizo amiga de Carlos. Salían a veces. Una de esas 0 
1  

Carlos la ocupara. El gerente José Bocanegra lo entre- ocasiones, Carlos les presentó a su novia Jezz. Venía
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de Guanajuato a pasar el 󰁦in de semana con él. Hubo hacerlo sin que lo vean. Piensa y piensa. Y se aferra
buena química, así que de ahí en adelante las dos pa- a la idea de sacarla a como dé lugar. Intenta cargarla
rejas convivieron en varias oportunidades. como a las novias cuando se casan, pero no puede
Carlos se integraba cada vez más a su vida en San levantarla ni del suelo.
Juan del Río. Con don Roberto Buendía, el dueño del A su cabeza llega, entonces, pura basura.
Tapatío,
Tapa tío, se creó una relación de afecto e incluso
inclus o éste
le empezó a enseñar los fundamentos de la carpinte-
ría y ebanistería.   ***
Digamos que la vida, apacible y con ciertas limita- unque casi no habla de sus pasadas relaciones

A
ciones económicas, corría bien para Carlos. afectivas, Carlos ha mostrado una faceta inusual
Había cumplido casi un año de haber llegado a San en un tipo tan reservado como él. “Conecta” fá-
fá-
Juan y por 󰁦in le quedaba tiempo para leer también. cilmente con jóvenes de su edad y aún mayores que él.
De hecho, en abril de 󰀲󰀰󰀱󰀴, había devorado Cien Años Se mensajea constantemente y en los textos emplea
de Soledad, más o menos en las mismas fechas en que frases con cierto tono empalagoso:
empalagoso: “mi princesa”,
princesa”, “mi
el autor Gabriel García Márquez había muerto. nena preciosa” o “bebé”.
“bebé”.
Eso es, hechos más, hechos menos, lo que Emilio Tiene poco tiempo en San Juan del Río, pero pron-
sabía de su amigo Carlos. Picado por la insistencia de to entabla una relación con una mujer 󰀱󰀰󰀱 󰀰 años mayor
la cajera de la cafetería, tomó el teléfono y llamó a su que él: Elvia, una muchacha de 󰀳󰀰 años que qu e conoció
cuñado, un policía judicial
jud icial de Querétaro, para que le cuando ella acudió a la cafetería Finca Santa Vera-
ayudara a investigar si lo habían secuestrado o por cruz.
qué se lo habían llevado.
ll evado. Se hacen entonces frecuentes los encuentros con ella,

LOS TRIUNFOS
Javier destacó
en las ciencias
duras. A la
derecha, como
parte del equipo
mexicano que
viajó a Estonia.

varios de los cuales 󰀨unos seis o siete󰀩 continúan en su


omo si no fueran
***
fu eran suyas, las manos de Javier se
habitación y terminan en la madrugada.
La relación no es tan duradera, pero eso no importa

C aferran al cuello de Sandra. Aprietan, más y


más. Javier no lo ve en ese instante, pero se
comporta como si otra persona tomara posesión de
tanto porque pronto conoce a una joven con la que le
agrada estar.
–Bebé, mañana que vengas márcame hasta que te
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él. Aprieta las manos. No afloja. Aprieta más tiempo. conteste. Estaré dormido, pero quiero verte, mi nena
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Pasan los segundos. Una eternidad contenida en una preciosa –le escribe Carlos en su celular.
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fracción de tiempo. Oprime el cuello hasta que per- –Ok –responde Nancy antes de que tengan su primer
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cibe que ella ya no hace fuerza. encuentro, luego del cual acuerdan en encontrarse al
    B Javier se asusta, se levanta y regresa a su cuarto. Está día siguiente.
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    I congelado. No sabe qué con ella. Piensa que quizá sólo –Te espero en la entrada de mi casa. Quiero pasarla
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se ha desmayado. Regresa a verla. La oscuridad se ha bien contigo como hoy. Estoy abierto
abier to a ver qué pasa con
    S apoderado del lugar y prende las luces. Se da cuenta de nosotros. El tiempo lo dirá todo. ¿Tú qué dices, bebé?
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que no se mueve. La intenta despertar, busca que vuelva –coquetea Carlos y trata de dejar abierta una puerta.
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   S
   I
    | en sí, peroestá
realidad: entonces
muerta.yaSenoapanica
hay manera de cabeza
más. Su que evada
giralay Pero con
tampoco ella con
ocurre tampoco
Fannyse
niproduce nada
con Sandra, serio,
quien como
también
   U
   Q gira, no sabe qué está haciendo ni qué está pensando. No acostumbra visitarlo en la cafetería y con quien disfru-
   E
   E sabe ni cómo. ta ir al cine.
   M
   E Lo invade la idea de que tiene que sacarla, pero cómo Nada. Intentos fallidos, pero ninguna se queja de él.
48
 

EL JOVEN QUE TOCABA EL PIANO

***
avier tiembla, su cuerpo se sacude. Se encuentra
No sabe qué ocurre. La fiscal Claudia Cañizo, una
mujer con 󰀱󰀵 años de trayectoria a cargo de la inves-
tigación, ha logrado que un juez le conceda una orden

J asustado por lo que ha pasado. La desesperación


lo inunda. No puede cargar el cuerpo sin vida de
Sandra. Ese estilizado cuerpo pesa como una losa. Así
de cateo para entrar al departamento después de que
la policía cibernética quebró
qu ebró la contraseña del Face-
book de Sandra y descubrió que su última conversación
conversación
que piensa y piensa qué hacer. fue con Javier.
Se dice a sí mismo que si no puede cargarla, debe se- –¿Qué está pasando? –pregunta doña Virginia.
pararla. Y se pregunta entonces dónde está su inteligen- La 󰁦iscal Cañizo responde la pregunta y le cuenta
cia, esa que lo hace sentir tan orgulloso. Corre a la co- por qué del allanamiento: la entera del homicidio y
cina, toma un cuchillo de unos 󰀲󰀰 centímetros, lo de lo que Javier hizo con el cuerpo de Sandra.
encaja hasta al fondo de la axila y empieza a cortar. Unas horas después suena el teléfono de la casa de
Eso se convierte en un sacrificio. Cercena luego una Tecámac.
pierna y después la otra. La sangre lo invade todo. El –¿Bueno? –contesta
– contesta Javier.
piso se llena de sangre. Se forma un charco enorme. Le Es su padre. No transmite el tono bonachón de
da asco y quiere vomitar.
vomitar. No sabe lo que está haciendo. siempre.
Pierde la proporción de las cosas. El cuerpo de Sandra –¿Qué hiciste que la policía tiene detenida a tu ma-
se ha quedado ya sin extremidades. Anda de nuevo a la dre y es por culpa
cul pa tuya?
cocina, toma unas bolsas negras de plástico para la ba- En realidad, la madre de Javier no está detenida.
sura, guarda un brazo en una, otra parte en otra… La 󰁦iscal Cañizo sólo
s ólo le está tomando su declaración.
Sale sigilosamente del departamento 󰀱󰀰 con una Javier balbucea, dice generalidades y acaba la lla-
de las bolsas. No hay gente en la calle. La madrugada mada. Toma de la mano a su hermanito Tadeo y sale
lo oculta. Va y deja una de las bolsas en un bote de a toda prisa hacia la casa de una vecina.

basura.
más Regresa
lejos, en losyalrededores
saca una bolsa
demás. La tira un de
una jardinera poco
la –¿Le puedo
vendrán encargar
mis padres por aélmi hermanito?
–pide Javier. Más tarde
unidad Tlatelolco. Completa la operación en lugares –Claro, mijo.
cercanos a su edi󰁦icio. No lo duda. Huye sin más.
La ropa se ha salpicado toda. Sus dos playeras, la  
de manga larga y la de manga corta, muestran las
salpicaduras color rojo oscuro. Él está todo sucio. La
de manga larga no tiene remedio y opta por echarla
***
andra Camacho vivía al fondo de un callejón
a la basura. Intenta lavar la otra.
Se siente sucio, mal. S empedrado y con baches, en una zona de ries-
go: en Ixtapaluca, Estado de México, territorio
en donde ocurre un sistemático homicidio de mujeres

***
a mañana del 󰀲󰀹 de junio, la pareja formada
desde cuando Enrique Peña Nieto ejercía el poder,
que en la actualidad crece con desenfreno. “Hay co-
sas graves que atender”, ha dicho el gobernador Eru-

L por Virgina Ovalle y Javier Méndez se levanta


temprano y decide viajar de Tecámac, estado
de México, al DF. Sirve que aprovecharán para almor-
alm or-
viel Ávila en referencia a las más de 󰀶󰀰󰀰 menores de
󰀲󰀰 años que han desaparecido en lo que va de su
mandato.
zar con su hijo Javier,
Javier, que se ha quedado
qu edado a dormir en Aunque es una amenaza cotidiana en el oriente del
el apartamento que la familia tiene en el edi󰁦icio Juá- Valle de México, las jovencitas salen todos los días.
rez de Tlatelolco. Sandra no era la excepción.
Al llegar, tocan el timbre, pero Javier les pide que lo –Sus padres eran estrictos con la niña. No la deja-
disculpen, pues está cansado y debe completar los trá- ban salir de 󰁦iesta –dice una vecina y asegura que su

mites pendientes para obtener la beca que le permitirá hija y la joven eran amigas. M

ir en unos meses a estudiar a Alemania. Les propone A espaldas de casa de Sandra, se encuentra la calle E 
 Q
que pasen a la mañana siguiente por él. Camino Real, la misma que dos veces al año es toma- U
I  

Así lo hacen. Javier gana unos días de calma. Los da por la mayordomía del pueblo para instalar duran-  |   
pasa en su casa en Tecámac. Nada altera en apariencia te sus 󰁦iestas patronales un improvisado y pequeño 2 

la rutina. El calendario se detiene cuando luego de hipódromo. D 

varios días su madre decide ir al departamento de Tla- La última vez que la vecina vio a Sandra fue preci- S 

telolco. samente la mañana del 󰀲󰀸 de junio de 󰀲󰀰󰀱󰀳. P 

I  
Virginia Ovalle desciende del elevador cuando se –La niña pasó por aquí enfrente. Caminaba apre- E 
M


topa
gunoscon
conuncubrebocas,
equipo de hombres con el
que ocupan batas blancas, al-
departamento. surada
“Adiós,con una
niña b olsa en
bolsa
Sandra. el hombro.
Dios “Adiós”, me
me la acompañe”, dijo.
le dije. E 

Van y vienen de un lado a otro. Toman fotos, enfocan Luego cruzó aquel lote baldío para irse a tomar el co- E 

los rincones, los muebles. Otros peritos esparcen pol- lectivo, pero ya no regresó viva –relata la señora y se 0 
1  

vos amarillos en la superficie. pone la mano en la boca
boc a antes de arrugar la frente.
49
 

Los restos de Sandra Camacho yacen en el panteón pertaba profunda admiración y sabía qu e el futuro le
municipal, donde,
dond e, ante la saturación de cadáveres, tuvo deparaba sólo cosas buenas.
que ser sepultada en posición transversal
transversal al resto de las La fiscal Claudia Cañizo mantuvo durante 󰀱󰀳 meses,
criptas, por donde transitan los deudos
deu dos para visitar a sus sin soltarlos un momento, los hilos de la investigación.
difuntos, entre el pie de una y la cabecera de otra. Hizo todo lo que debía hacer, lo que los años de expe-
“Sandra Camacho Aguilar 󰀱󰀹󰀹󰀶-󰀲󰀰󰀱󰀳. El que te riencia acumulada le han enseñado para resolver un
hayas ido no signi󰁦ica que nosotros te olvidemos por- caso que en la jerga policiaca es considerado de “alto
que parte de ti se queda con nosotros. Siempre te impacto” por lo inusual y el perfil de la víctima: una
recordaremos con el mismo amor. Recuerdo de tus niña de 󰀱󰀷 años cuyo cuerpo aparece descuartizado
padres, hermanos, familiares y amigos”
amigos”.. en botes de basura y jardineras.
Eso se lee en el retablo de su cruz blanca, debajo Prioritario sobre
s obre otros asuntos a su cargo, el de San-
de la cual han colocado un
u n arreglo floral, con giraso- dra debía ser resuelto obligadamente y no engrosar
les y globos plateados en forma de estrella. los expedientes sin culpables.
Un rehilete azul se mueve con el viento.
vi ento. Cuando Claudia Cañizo,
Cañiz o, una abogada egresada de
la Universidad del Valle de México, comenzó a
unir los fragmentos, algo la inquietó: el per󰁦il del

“Sandra Camacho Aguilar 󰀱󰀹󰀹󰀶󰀭󰀲󰀰󰀱󰀳󰀮 El


que te hayas ido no significa que nosotros
te
conolvidemos
nosotros󰀮porque
Siempreparte de ti se queda
te recordaremos con
el mismo amor󰀮 Recuerdo de tus padres󰀬
hermanos󰀬 familiares y amigos”󰀮

***
n año y un mes después del homicidio
homici dio de San-
autor del asesinato no correspondía al que cabía es-
perar de un feminicida.
Cañizo entrevistó a amigos del campeón de 󰁦ísica,
󰁦ísica , a

U dra, la 󰁦iscal Cañizo se levanta temprano y se


despide con prisa de su esposo, un reconoci-
do chef; sale corriendo porque la noche previa ha
sus compañeros de escuela, a miembros del equipo de
futbol americano. No encontró, para su sorpresa, los
rasgos propios de los criminales más crueles y sádicos.
recibido una llamada a su celular. Y, sin embargo, Javier
Javier sembró a su alrededor fragmen-
Apenas se aprecian los primeros rayos de sol cuan- tos del cuerpo de Sandra.
do cruza la puerta de su o󰁦icina en la 󰁦iscalía descon- Lo que ha escuchado de Javier es casi homogéneo:
centrada en la Delegación Cuauhtémoc
C uauhtémoc en DF. es un joven esforzado, estudioso, amable y educado,
Y hace lo de siempre: revisa que las veladoras que respetuoso, con una conducta individual que evita ex-
acompañan permanentemente un altarcito dedicado cesos de cualquier tipo. Ese es el Javier que los policías
poli cías
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    1
a la virgen de Guadalupe estén encendidas. que lo detuvieron encontraron. Ni un tuteo. Ninguna
    0
    2
Sobre su escritorio, a la mano, una Biblia entrea- mirada retadora, altanera, muchos menos insultos ni
    E
    D
bierta. Se acomoda el saco y se dirige al cuarto de desprecio a la autoridad como suele ocurrir con los
    E
    R
interrogatorios. asesinos.
    B Javier la espera sentado. Ahora usa el cabello más Yace ahora, sentado, temeroso. Parece un conde-
    M
    E
    I corto, pero eso es lo menos importante.
impor tante. En un año se nado a muerte. Y la 󰁦iscal, a sus 󰀳󰀸 años, experimen-
    T
    P
    E
desvaneció la pose de orgulloso campeón con meda- ta una extraña empatía hacia el joven que tiene en-
    S llas colgándole del pecho. frente. No es que dude de que haya acabado con
    E
    D
    2
Es otro. Es el mismo Javier, pero es otro. Tiene los Sandra, sólo que no entiende por qué y cómo un mu-
    2
   S
   I
    | muslos
Sus ojos,juntos e inserta
inflamados sus manos
y rojos, entre
reflejan las piernas.
los estragos de chacho
lo como él, con sus talentos y características, hizo
que hizo.
   U
   Q las últimas horas. Abatido, su mirada carece de brillo Cañizo se halla desconcertada. La vida del muchacho
   E
   E alguno. Las líneas de su rostro están descompuestas,
descompu estas, casi se jodió, sin duda. No hay manera alguna de que
   M
   E no guardan nada del rostro de aquel joven que des- evite una larga condena, de hasta 󰀶󰀰 años en prisión.
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EL JOVEN QUE TOCABA EL PIANO


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–¿Tu hermanito es tan inteligente como tú? –pre-


gunta y trata de crear un clima de confianza.
–¡No, espero que Tadeo no sea como yo! –respon-
de y se le escapan lágrimas. Su hermano, de siete
años, lo veía como un segundo padre.
Javier no ha negado en ningún momento los he-
chos, pero ha insistido en que no sabe qué le ocu-
rrió, por qué lo hizo. Ha llorado, ha pedido que le
crean, que no es una mala persona, que no entien-
de, que no tenía mala intención, que perdió el con-
trol.
–¿Sabes? A mí me gustaría tener un hijo como tú.
tú .
Un campeón como tú. Así de inteligente –dice Ca-
ñizo con un aire maternal y protector, a pesar de
que aún no ha experimentado la maternidad–. Tú
sabes lo que es el reclusorio. Ya no eres un niño,
Javier. Allí te encontrarás con gente de todo tipo,
pero hay muchas actividades que puedes hacer.
Estudia y enseña también. Comparte tus conoci-
mientos.
–¿De veras puedo hacerlo? –pregunta Javier con
actitud casi infantil.
–Por supuesto que puedes hacerlo.

gan–Voy a cumplir
en el conYo
reclusorio. todas
voy las reglas que
a cumplir, mevoy
ya no pon-a
dar problemas –dice y pasea su mirada sobre peri-
tos, sicólogos y agentes del ministerio.
Javier parece en este momento el joven más frá-
gil y solitario del mundo.
Claudia Cañizo y el agente que la acompaña se
ven a los ojos y voltean hacia el techo del cuarto de
interrogatorios para evitar que se les escapen algunas
lágrimas.

***
on las nueve de la noche del 󰀲󰀹 de julio de

S 󰀲󰀰󰀱󰀴 y el perito sicólogo se encuentra con


Javier en la Fiscalía. Una vez que ha firmado
el formato mediante el cual acepta que se le prac-
tique una evaluación de personalidad, el joven sor-
prende a su entrevistador.
–Estoy dispuesto a colaborar, a cooperar, tengo
incertidumbre de lo que viene en el futuro. Yo no sé
por qué hice eso, es que me desconozco en ese mo-
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    1
mento. Es como si no hubiera sido yo –dice un Javier
    0
    2
un poco desaliñado, vestido con la misma camiseta
    E
    D
guinda que usaba en la cafetería Finca Santa Vera-
    E
    R
cruz.
    B Parece tenso, pero no es así. Su cuerpo adquiere
    M
    E
    I una postura distinta porque un defecto congénito
    T
    P
    E
le impide escuchar en un oído y debe colocarse de
    S una manera particu-lar. De repente presenta cier-
    E
    D
    2
ta di󰁦icultad para hablar, pero es producto de lo
    2
   S
   I
    | mismo.
Está acostumbrado
acostumbrado desde pequeño a que qu e la gen-
   U
   Q te le note su defecto –cuando
– cuando era chico le realizaron
   E
   E tres operaciones, una de ellas para separar la oreja
   M
   E y otra para hacerle un injerto, pero después ya no
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EL JOVEN QUE TOCABA EL PIANO

¿QUÉ HACER
CON EL CUERPO?
Salió del departamento
con las bolsas que contenían
el cuerpo de Sandra. Las va
dejando en botes de basura
y en las jardineras.


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quiso, pues estaba harto de los hospitales y él se acep- Les proporciona detalles y, lacónicamente, dice:
tó como es y ya, “con mi orejita mocha”–, pero no pa- “Ahí es cuando comenzó el in󰁦ierno”.
rece afectarle particularmente ahora.
Antes sí ocurrió. A los ocho años padeció los peores
momentos de bullyng . Los niños a esa edad son crue-
les. Las burlas lo herían y lo dejaban lastimado. Por si
***
milio Gonzaga sigue trabajando en la cafetería
fuera poco, su profesora de tercer año de primaria
poco podía hacer para evitarlo. Aprendió a lidiar con E Finca Santa Veracruz. No pudo decir nada
cuando su cuñado le reveló que su amigo Car-
ello. los, al que se había encariñado en poco tiempo, en
Está cansado, pero dispuesto a seguir con el estudio, realidad se llamaba Javier Méndez Ovalle y era bus-
cosa que los peritos pre󰁦ieren hacer el día siguiente. cado por el asesinato y descuartizamiento de una
Y antes de que lo manden a dormir, Javier se dirige al  joven de 󰀱󰀷󰀱 󰀷 años.
añ os. Don José Bocanegra,
Bocanegra, el gerente del
sicólogo y le dice: lugar, se ha quedado afligido. Aún no lo puede creer.
–Yo quiero saber por qué lo hice. Los empleados de Liverpool se enteraron apenas
de la verdadera identidad del muchacho que hacía
Son las ocho de la mañana del día siguiente y Javier y más llevaderas las ventas de instrumentos musicales.
el sicólogo tienen por delante una larga jornada que Cuando lo supieron, se les descompuso el semblante.
incluirá la aplicación de nueve test de personalidad y Javier se encuentra en el Reclusorio Norte, en es-
una entrevista sicológica forense. pera de que el juez que lleva
l leva su proceso dicte senten-

Por qué tiene que escribirlo así de fuerte si yo ya dije lo qué pasó󰀮
Que lo pongan así me hace sentir que es algo cruel󰀬 esas palabras
que dejan ver que lo que hice fue algo malo󰀬 de una persona que
no soy yo󰀬 que me desconozco en lo que hice󰀮 No ponga así las
cosas󰀮

–¿Por qué estás aquí? –dispara, a quemarropa, el cia. Aunque uno nunca sabe, no hay manera de que
perito. este brillante joven conozca lo que Wystan Hugh Au-
–Estoy aquí por asesinar
asesinar a Sandra Camacho –res- den, el poeta británico, decía: “El asesinato es lo úni-
ponde, llana y directamente. En ese momento, se de- co que elimina a la persona que hiere, de modo que
tiene. Observa que el sicólogo escribe textualmente la sociedad debe ocupar el lugar de la víctima y exigir
su respuesta. en su nombre la expiración o conceder
con ceder el perdón”.
Ahora él pregunta: Javier no podrá ver a su hermano Tadeo en muchos
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    1
–Por qué tiene que escribirlo así de fuerte si yo ya años. Tampoco es que quiera que lo vea en prisión.
prisión .
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dije lo qué pasó. Que lo pongan así me hace sentir que Aunque quizá, como ya lo ha hecho en varias oca-
    E
    D
es algo cruel, esas palabras que dejan ver que lo que siones con otras personas, le gustaría que lo escucha-
    E
    R
hice fue algo malo, de una persona que no soy yo, que ra, le gustaría decirle al oído una de las frases de la
    B me desconozco en lo que hice. No ponga así las cosas. canción  Brain Damage
Damag e, de Pink Floyd:
    M
    E
    I –Si se ponen así es porque tú las mencionaste así y, “Hay alguien en mi cabeza, pero no n o soy yo”.
    T
    P
    E
además, se debe saber tu versión de los hechos –repli-
    S ca el sicólogo y Javier prosigue.
    E
    D
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Javier cuenta los detalles de cómo conoció
conoci ó a Sandra.
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   S
   I
    | De su cita
parque, deenloselbesos,
metro,dede
laslainsinuaciones,
ida al cine, deldepaseo por  Este
la forma reportaje
reportaj e eess un texto periodístic
periodí sticoo de no 󰁦icc
-odos los hechos descritos es tán basados en entr
󰁦icción.
ión. T-
entrevistas
evistas y
   U
   Q en que la sedujo,
s edujo, de la forma en qué se abrazaron, del relatos de los protagonistas, expedientes judiciales, la
   E
   E tiempo que estuvieron juntos y de cuando volvieron evaluación sicológica, correos c orreos electrón
electrónicos
icos y mensajes de
   M
   E vestidos a la sala de su departamento. Les cuenta más. celular.
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