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raymond de Saint-laurent

MÉTODO
PROGRESIVO Y COMPLETO

DE CULTURA
PSÍQUICA

EDITORIAL
EDOUARD
AUBANEl
Método progresivo y completo
de Cultura Psíquica
Nihíl obsiat :
M. Théron, c. d.

Imprimatur :
Nimes, 25 de marzo de 1942.
M. La.pla.nche, v. g.
RAYMOND DE SAI NT-LAURENT
Licenciado en Letras

MÉTODO
PROGRESIVO Y COMPLETO

DE CULTURA
PSÍQUICA

EDITORIAL AUBANEL
BUENOS AIRES
Derechos reservados en todos
los países.

Copyright by Edouard aübanel, 1948.


I

Aclaraciones preliminares

De unos años a esta parte, las obras de


psicología aplicada conocen una boga que no
cesa de ir en aumento. No hay nadie cpie no
haya leído algunas o que no haya oído hablar
de ellas. Hasta los ironistas que, fieles a su
humor zumbón, les Lanzan fáciles pullas, las
estudian por su cuenta y sacan provecho de
su estudio.
*
**
La Casa Aubanel Padre, atenta a las reaccio­
nes del público y cuidadosa del bien común,
ha concedido siempre no desmentido interés a
los trabajos de esta índole. Ella ha editado
nuestra colección de Cultura Psíquica, cuyos
volúmenes se han difundido y siguen difun­
diéndose por los países de lengua francesa.
Ese éxito, por magnífico que sea, no nos
satisface plenamente. La Colección lanzada gra­
cias a nuestros cuidados se dirige, en efecto,
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a lectores especializados, cuyo número es


forzosamente restringido. Ño es a millares, sino
a millones de personas a quienes quisiéramos
procurar el precioso beneficio de una forma­
ción mental indispensable para triunfar en la
vida.
Hemos decidido, pues, ofrecer al gran público
un Método progresivo y completo de CuliWra
Psíquica, que, siendo pccesible a todos, reúna
en un solo volumen las teorías y los ejercicios
necesarios.
Este nuevo libro formará la enciclopedia de
psicología aplicada más complete que haya apa­
recido nunca en Francia.
Al presentarla a nuestros compatriotas, tene­
mos la certidumbre y el orgullo de prestarles
un servicio. La Cultura Psíquica, necesaria para
toda persona que desee obtener el rendimiento
máximo de sus capacidades, adquiere, por obra
de nuestras desventuras, una importancia mayor
aún. Nuestra reconstrucción nacional exige que
se multipliquen entre nosotros los valores inte­
lectuales, morales y profesionales. Verdades ca­
pitales que invitamos a usted a profundizar.

tf*

Cuando observamos lo que en torno nuestro


ocurre, una comprobación se impone imperiosa­
mente a nuestro espíritu : pocas personas, sean
hombres o mujeres, logran, creáis una posición
brillante. Las estadísticas registran un impre­
sionante número de faltas de éxito totales o
DE CULTURA PSÍQUICA 9

relativas : un 95 0/0 vegeta en una lamentable


medianía.
Las dos terceras partes d¡e esas personas no
ocupan la posición superior que podrían aipbi-
cionar y conseguir. Normalmente, deberían subir
más alto en la escala social, llegar en su pro­
fesión a puestos más importantes, hacerse in­
dispensables en las empresas que las emplean,
aumentar sus ganancias pecuniarias, labrarse,
en definitiva, una vida más holgada y dichosa.
Otras personas, en fin, vienen a menos en
lugar de subir. El capital heredado de sus
padres se les derrite entre las manos, lenta­
mente pero de un modo seguro, como la nieve
de las montañas con el sol caliente de la
primavera.
¿ A qué causa atribuir tanto revés?
Escuche usted lo que en derredor suyo se dice.
Uno de sus conocidos logra salir del nivel
común. Inmediatamente, sus amigos exclaman
a coro y en tono de admiración, en el que
se trasluce un poquillo de envidia : « Tiene más
suerte que los ahorcados; ha nacido con buena
estrella. Todo le sale bien. »
Y cada cual añade con voz desencantada, c
por lo menos piensa para su fuero interno :
« En cambio, a mí me persigue la mala som­
bra; desde la cuna me acompaña una estrella
negra. Nada me sale bien. »
Ante casos particularmente brillantes, las fór­
mulas cambian y se visten de un esplendor inu­
sitado. Si se trata de Napoleón, que paseó sus
victoriosas águilas por toda Europa, o de Pas-
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teur, que descubrió la vacuna antirrábica, de


Edison, padre del fonógrafo y de la lámpara
de filamento incandescente, de Branly, a quien
debemos la T. S. H., la gente declara con sin­
cero entusiasmo : « i Esos no eran de la misma
pasta que nosotros! Tenían verdadero genio,
eran unos superhombres. »
Puro error todo ello.
No hay suerte, buena o mala, ni buena
ni mala, estrella que valgan. El éxito no viene
por una feliz casualidad; obedece a leyes inmu­
tables, y responde dócilmente a la llamada de
quienes se ajustan a esas leyes.
Aprenda usted, a conocei- las leyes del éxito;
sepa someterse a ellas, y verá cómo triunfa
necesariamente.
Al éxito se llega únicamente gracias al jui­
cioso empleo de las fuerzas mentales.
Los grandes genios con que la humanidad
se honra no constituyen excepción a esa regla :
han estado, desde luego, mejor dotados que
el común de los mortales; pero si han llegado
al vértice de su gloria, ha sido merced a la
explotación metódica de sus dones.
Sin eso, Napoleón, Pasteur, Edison, Branly, no
hubieran dejado tan atrás a sus contemporáneos
ni marcado tan vigorosamente su paso por la
historia del mundo.
*
**

También usted tiene una inteligencia, una


memoria, una imaginación, una voluntad; ha
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recibido sus aptitudes especiales y sus dotes


particulares; no'los deje sin cultivar.

Trabajad, trabajad, esforzaos;


lo que menos jaita es el fondo.

Aprenda a emplear juiciosamente los triunfos


que la Naturaleza le ha puesto en la mano, y
verá qué pronto acude a su lado la Suerte,
a todo vuelo.
Usted que me está leyendo, puede triunfar.
i Pues manos a la obra, sin perder un instante!
El desarrollo de sus fuerzas mentales no exi­
girá de usted ni esfuerzos heroicos ni una
disciplina asfixiante. Siga gozosamente nuestro
método, que le hará realizar cada día un nuevo
progreso sin la menor dificultad. No trate de
correr demasiado aprisa : en el camino del
éxito, vale más ir a pasos cortos y regulares
que proceder por brincos sucesivos seguidos
de largas inacciones.
*
**
Puesto que ya está usted decidido a ocuparse
de su cultura psíquica, empiece desde ahora
su enfrenamiento mental. Ponga en él el espí­
ritu deportivo que se detecta en vencer pro­
gresivamente las dificultades y siente una deli­
ciosa euforia en una actividad bien dirigida.

El primer ejercicio que te proponemos con­


sistirá en un examen de sus costumbres y de
sus disposiciones. Para dar cima con bien al
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importante trabajo que va a emprender usted,


conviene, en efecto, que se dé cuenta exacta :

— de lo que ha hecho hasta aquí ;


— de las transformaciones que desea aportar
a su existencia y a su misma personalidad;
— de sus actuales posibilidades de triunfo.
Su examen versará, pues, sobre tres puntos :

Primeramente. ¿ .4 qué altura se enawriira en


la actualidad ?
í Puede usted declararse lealmente satisfecho
de sí?
¿ Encuentra en sus estudios, en sus negocios,
en sus relaciones sociales, los éxitos que de­
biera obtener en ellos ?
Si tiene usted que deplorar reveses, ¿ a qué
causas han de atribuirse ? ¿ A imprecisión de
los objetivos que quiere alcanzar ? ¿ A falta de
energía, de constancia, de entusiasmo? ¿ A ex­
ceso de emotividad ? ¿ A impulsividad mal conte­
nida ? ¿ A irreflexión ? ¿ A falta de atención ?
¿ A una timidez exagerada ? ¿ A insuficiencia de
espíritu de observación y de iniciativa ? ¿A
deficiencia de la memoria ? ¿ A falta de flexibi­
lidad en sus relaciones con los demás ?
Busque, busque bien. Ahonde en sus recuer­
dos. Descienda a los detalles de los desaciertos
que más dolorosos le hayan sido. Descubrir
la causa de un mal es encontrar el medio
de curarlo.
DE CULTURA PSÍQUICA 13

En segundo lugar : i Cuáles sm sus ambi­


ciones ?
i Qué mejoras desea usted introducir en su
posición ?
¿ Qué cualidades desea adquirir o desarrollar?
¿ Qué personaje querría usted llegar a ser ?
Precise sus ambiciones. No deje nada por con­
cretar : un deseo inconsistente no conducirá
nunca a otra cosa que a una veleidad ineficaz, ni
dará a su voluntad esos impulsos de entusiasmo
victorioso, que son los únicos que engendran
el éxito.

En tercer lugar : i Cuáles son sus actúalos


posibilidades ?
Todo acierto exige un conjunto de cualida­
des que necesita usted poseer o adquirir. ¿ Tiene
usted esas cualidades esenciales ?
¿ Tiene usted ese optimismo robusto que cree
en su estrella y con el que nada pueden las
dificultades ? ¿ Oye usted en el fondo de su
conciencia esa gran voz misteriosa que, in­
cluso en los peores días, grita a los favorecidos
por la Suerte : « Puedes triunfar; sigue ade­
lante, que con toda seguridad será tuyo el
triunfo » ?
¿ Tiene usted un dominio de sí bastante grande
para señorear sus impresiones, ocultar sus emo­
ciones más violentas bajo una máscara im­
perturbable, para mantenerse sonriente a pesar
de las contrariedades ?
¿ Tiene usted el juicio práctico que encuentra
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instintivamente las soluciones felices de los


diferentes problemas de la vida ?
¿ Tiene ese poder de atención que permite
al hombre concentrarse en sus ocupaciones y
trabajar donde sea, sin dejarse distraer por los
ruidos circundantes ?
¿ Tiene usted una imaginación fecunda en la
que encuentre sin cesar, como en un arsenal
inagotable, nuevas combinaciones para rejuve­
necer sus actividades ?
¿ Tiene esa voluntad firme que se lanza re­
sueltamente a la persecución del fin, perseve­
ra en el esfuerzo, no se deja amilanar por las
dificultades, resiste a la captación del esfuerzo
y a las sugestiones de las influencias externas ?
¿ Tiene usted ese aplomo que no se deja¡
intimidar por nadie y que conserva la' misma
soltura ante los poderosos de este mundo que
en un círculo familiar ?
¿ Tiene usted una memoria, bastante fiel para
evitar los olvidos deplorables, sea en sus estu­
dios, en sus negocios, o en sus relaciones mun­
danas ?
t Tiene usted ese magnetismo personal que
inspira confianza, provoca a la simpatía, atrae
la amistad ?
¿ Tiene usted todas las cualidades que acabo
de enumerar? ¿ Las posee en grado suficiente ?
¿ Advierte algunas deficiencias serias ?
No se desanime. La Cultura Psíquica le per­
mitirá no sólo perfeccionarse, sino adquirir, ade­
más, lo que pudiera faltarle.
Resuma en unas pocas líneas, cortas y muy
precisas, el resultado de ese triple examen.
DE CULTURA PSÍQUICA 15

Consérvelo cuidadosamente para su gobierno,


en una carpeta en la que irá clasificando las
notas referentes a su cultura psí(juica. Es©
documento le ayudará a seguir la orientación
que ha escogido, y le permitirá comprobar bien
pronto los progresos que haya hecho.

No cabe duda que nuestros consejos la ayudarán


a usted poderosamente a triunfar en la vida;
para qué se convenza de ello, vamos a darle
el plan general de nuestro método. El éxito
no es un premio gordo que se gane en la
lotería de la casualidad, sino el coronamiento
lógico del trabajo inteligente y perseverante.
Esta obra le enseñará a usted el arte, dema­
siado ignorado, de sacar el rendimiento máximo
de sus facultades nativas; dicho en otras pala­
bras, aumentará en considerables proporciones
su potencia mental.
No ignora usted que el buen funcionamiento
de su espíritu depende en gran medida de su
buen estado de salud. El mejor matemático del
mundo no resolverá un problema medianamente
difícil si está abrumado de sueño, o si una
jaqueca atroz le atenaza el cerebro. Empeza­
remos, pues, por indicar a usted unos cuantos
principios elementales de higiene, necesarios a
todo el que quiera conservar una inteligencia
siempre lúcida y una voluntad firme en todo
momento. Mens sana in corpore sano.
Cuando haya encontrado usted el régimen
normal que convenga a su temperamento, le
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enseñaremos a evitar todo despilfarro, toda pér­


dida de sus fuerzas mentales. El aficionado a
La jardinería se sirve de una manga de riego
para regar sus macizos de flores y sus bancales
de hortalizas. Si el tubo se raja, el agua que se
va por todas partes se desperdicia, corre en
balde. Pues lo mismo le ocurrirá a usted con las
facultades de su alma. Pueden producirse en
ellas múltiples grietas, por las que se escapará
sin el menor provecho su potencia psíquica.
Esas grietas son : la emotividad, que quebranta
los resortes de la energía; la dispersión, que
hace imposible la concentración del pensa­
miento; la expansividad, que se entrega im­
prudentemente a la curiosidad ajena; el desor­
den material e intelectual, que complica el tra­
bajo ; la timidez, que paraliza al hombre en
sus relaciones exteriores; el escrúpulo, que en­
sombrece la existencia y pone obstáculos a
La acción.
Para combatir esos defectos, que son otros
tantos « handicaps » para el hombre en su
carrera en pos del éxito, le haremos adquirir
a usted el completo dominio de sí, un poder
de atención pasmoso, una flema imperturbable,
una' seguridad magnífica, una sonriente ampli­
tud de espíritu.
Pero, para volver a la comparación del hom­
bre que riega su huerto, no basta con tapar
Los agujeros de la manga; hay que hacer subir,
además, la presión del agua. El chorno irá
tanto más lejos cuanto más fuerte sea esa.
presión. Del mismo modo, no le basta a usted
con evitar el desperdicio de sus fuerzas men­
DE CULTURA PSÍQUICA 17

tales, sino que hay que aumentar la potencia


de las mismas. Desarrollaremos su juicio prác­
tico, su espíritu de observación, su imaginación.
Le haremos adquirir una memoria prodigiosa.
Fortaleceremos, sobre todo, su voluntad, que
podrá usted desde ahora, a su antojo, poner tensa
en actitud defensiva, o bien lanzarla con entu­
siasmo a la conquista del objetivo deseado.
No vivimos como Robinsón, en una isla de­
sierta, sin más compañía que la de un negro
y un loro. Las exigencias de 'la civilización
nos ponen en relación constante con otros hom­
bres; tenemos que evitar los choques, defender­
nos de las influencias maléficas, ganarnos sim­
patías. Consagramos toda una parte de nuestro
libro a enseñarle a usted el arte de ganar ami­
gos, de manejar el prójimo haciéndole adquirir
el sentido social y el sentido nacional, tan im­
portantes para nosotros en las actuales cir­
cunstancias; y como el país, para reponerse,
reclama minorías selectas, queremos hacer de
usted un hombre capaz de dirigir a los demás.
« Romperéis vuestro arco, decía el poeta
latino, si lo tenéis siempre tenso ». Hay que
saber agenciarse descansos verdaderamente re­
paradores, si quiere uno. hacer de su vida un
fuego que arda y que dure. Ahora bien, la
mayoría de los hombres no saben descansar;
con pretexto de buscar solaz, se entregan a
distracciones que aumentan su cansancio, o
que dispersan su atención o disminuyen su
energía. Vuelven al trabajo menos frescos y
dispuestos que antes. Nada tiene de extraño,
por ende, que la calidad de ese trabajo no pase
18 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

de mediana. Se vuelven de espaldas a la meta


de sus deseos; en vez de ir hacia el triunfo,
corren al desacierto. Nosotros le enseñaremos
a usted a descansar, para darle nuevas fuer­
zas que le permitan desarrollar una actividad
sostenida y fecunda.
Terminaremos nuestra obra con unos cuantos
consejos prácticos y sencillos que no hayan
encontrado lugar más lógico en los otros capí­
tulos del libro.
*

Aunque muy sucinto, espero que el presente


resumen le habrá demostrado el valor forma-
tivo de nuestro método.
¿ Cómo seguirlo para sacar el mejor pro­
vecho de él ?
— Con regularidad.
Consagre a su estudio media horita diaria.
Elija para ello un momento en que goce de
completa tranquilidad, con la certeza de que
no le molestará nadie. Los instantes que pre­
ceden al sueño parecen ser los más favorables
para ese trabajo; lis ideas en que haya pro­
fundizado usted mientras vela impregnarán su
subconsciente durante la noche y ejercerán, sin
que usted se percate de ello, una acción inne­
gable, incluso sobre algunos de sus reflejos.
Lea con mucha atención : ahonde en las ex­
plicaciones que le damos. Le aconsejamos viva­
mente que lea pluma en mano, y que al resumen
de nuestros diferentes capítulos añada sus re­
flexiones personales.
DE CULTURA PSÍQUICA 19

Haga fielmente, sin precipitación, les ejerci­


cios prescritos. Repítalos, si es menester, hasta
que los haya ejecutado como es debido.
Ha entrado usted por la senda del éxito; no
se detenga en el camino; ciada paso le acerca
al dichoso término a que aspira.

*
**

Esta lección preliminar acabará con un ejer­


cicio al que concedemos mucha importancia.
No ignora usted La fuerza de la idea; cuando
se ha insinuado en nosotros, excita nuestra
imaginación, inflama nuestra sensibilidad, in­
fluye en nuestra voluntad y la determina a
la acción. De la idea proceden nuestros actos,
buenos o malos; necesitamos, pues, vigilar in­
cesantemente nuestra atmósfera intelectual.
Podemos mantener en nosotros las ideas que
enderezan nuestra actividad hacia los fines que
nos proponemos. Emplearemos ampliamente el
procedimiento que los psicólogos llamian « auto­
sugestión ».
Empiece usted sin tardanza su primer ejer­
cicio de autosugestión.
Siéntese cómodamente en una buena silla o
en un sillón confortable. Recójase, aleje de su
espíritu los pensamientos extraños; concentre
su atención en las ideas que va a sugerirse
a sí mismo.
Repita como cosa de veinte veces, muy des­
pacio y a media voz :
« Estoy en el camino jdel éxito; transformo
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mi existencia; mejoro mi situación. Estoy se­


guro de triunfar. »
« Soy dueño de mí. No hay dificultad que
pueda conmigo. Mi constancia allana todos los
obstáculos. »
Estas fórmulas se las damos solamente a
título de ejemplo. Componga usted mismo fra­
ses cortas y positivas, que se ajusten a $u
caso. Insista en su seguridad del éxito, en las
cualidades que en sí quiere desarrollar.
Sus sugestiones adquirirán una eficácia tanto
mayor cuanto más impresionen su imaginación.
Esfuércese, pues, mientras repite sus fórmulas
por representarse a sí mismo, por verse en
la situación en que desearía encontrarse.
Voy a suponer que, por carecer de paciencia,
se irrita usted fácilmente. No se contente con
repetir : « Estoy tranquilo, las contradicciones
me dejan absolutamente frío. » Añada a esas
palabras una representación imaginativa; figú­
rese una escena que en otro tiempo le hubiera
hecho botar; véase tranquilo, sonriente, de buen
humor en medio de esas dificultades a que tanto
temía antaño.
Insista mucho en esos ejercicios de autosu­
gestión, incluso si, por no tener aún práctica
de ellos, düda todavía de su eficacia. Repítalos
frecuentemente. No tardará en sentir sus efectos
bienhechores.
DE CULTURA PSÍQUICA 21

II

Higiene física y fuerza mental

La naturaleza nos ha formado de suerte que


nuestro cuerpo y nuestra alma ejercen uno
sobre otra una acción recíproca. Los sufri­
mientos del espíritu repercuten en nuestra carne;
inquietudes, decepciones, penas, minan nuestras
fuerzas y pueden, en ciertos casos, llevamos a
la sepultura. Inversamente, un mal estado de
salud paraliza las facultades psíquicas. Tiene
usted que mantener su cuerpo en forma, por
consiguiente, para poseer La plenitud de sus
fuerzas mentales. De donde la necesidad de una
higiene racional, a la que se someterá usted
fielmente.
Los deportistas siguen un régimen minucioso,
so pena de perjudicar a su entrenamiento y
de marrar sus « performances ». También us­
ted debe adoptar un régimen conveniente, si
quiere dar cima al entrenamiento que ha em­
prendido y que le permitirá conseguir el ren­
dimiento máximo de sí.
22 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

¿ Cuál será ese régimen ? Evidentemente, eso


depende del temperamento de usted, de su edad,
de sus ocupaciones habituales, de sus antece­
dentes.
Como no estamos calificados para darle un
parecer autorizado sobre este extremo, le acon­
sejamos insistentemente que se haga reconocer
por un médico. Pídale que le señale sus puntos
débiles, que le indique las precauciones que
debe usted tomar, y que le prescriba el régi­
men adecuado a su caso.
En principio, desconfíe de los remedios Lan­
zados por una publicidad estruendosa. Si no
le perjudican, corren peligro de no producir
otro efecto que el de hacer que se gaste usted
el dinero en balde. Las panaceas no existen.
*

Dicho esto, hay principios de higiene elemen­


tales que todos deben conocer y seguir.
Existen varios elementos que son indispen­
sables para la conservación de la salud : si
Agua, el aire, la alimentación, el ejercicio físico,
el reposo.
Descuide uno de esos elementos, y le verá
desquitarse con una implacabilidad tanto mayor
cuanto más haya desestimado usted su nece­
sidad.
Tenga amor al agua. Sírvase abundan temen te
de ella para su aseo personal. Tome duchas,
« tubs » o baños a menudo. En llegando el
buen tiempo, entréguese al deporte de la na­
tación en piscina, en el río o en el mar.
DE CULTURA PSÍQUICA 23

Empiece el día por el aseo completo de su


persona, lavándose todo el cuerpo, de pies a
cabeza, sin olvidar la limpieza de los dientes
y de la boca. Debe usted enjabonarse minu­
ciosamente, haciendo seguir el enjobonamiento
de copiosas abluciones.
Acostúmbrese poco a poco al agua fría, que le
desperterá y le estimulará.
Lávese frecuentemente las manos en el curso
del día, sobre todo después de haber tenido
contactos sucios o dudosos. Láveselas, parti-
ticularmente, antes de las comidas.
Viva en un aire puro. Trabaje, düerma incluso,
con las ventanas abiertas, sin dejar de tomar,
por supuesto, las debidas precauciones.
Llénese los pulmones de aire. Respire hondo
y por la nariz.
Haga muchos ejercicios respiratorios ; pero
hágalos de manera inteligente y metódica.
La alimentación desempeña asimismo conside­
rable papel en la conservación de la salud. Que
su comida sea sana y suficientemente abun­
dante. El exceso de alimentos cárneos no deja
de presentar serios inconvenientes. Añada usted
a la carne lacticinios, legumbres frescas, frutas
crudas y bien maduras. Estas últimas le darán
la cantidad indispensable de vitaminas.
Desde que se han descubierto esas misterio­
sas vitaminas, innumerables experiencias han
demostrado su absoluta necesidad. Los picho­
nes sometidos a un régimen estrictamente des­
vitaminizado pierden fuerzas y se mueren a
La vuelta de dos semanas. Se ha comprobado
que los hombres del Extremo Oriente, que se
24 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

distinguen por su escasa estatura, crecen cuando,


después de dejar su país, reciben en el extran­
jera una alimentación más rica en vitaminas.
Tenga usted cuidado de no desvitaminizarse.
Coma despacio. Mastique concienzudamente
los alimentos, y líbrese muy mucho de absor­
ber demasiado líquido en las comidas. Los ali­
mentos engullidos en un abrir y cerrar de
ojos y regados excesivamente se digieren mal,
ya que pierden con ello gran parte de su valor
nutritivo.
Evite todo lo que intoxica : el alcohol y el
tabaco. No es que se los prohibamos; le acon­
sejamos, sencillamente, que use de ellos con
mucha moderación. Si por acaso va usted, de
una manera habitual, en el empleo de esos
dos excitantes, más allá de la medida compa­
tible con las reglas de la higiene, reaccione
metódicamente. Engañe con sucedáneos inofen­
sivos la necesidad que usted mismo se ha
creado. Sustituya la copita de licor por una
infusión de sabor fuerte, y el cigarrillo por unas
pastillas de menta o de regaliz.
Por lo que hace a los alimentos que dehe
proscribir de sus comidas y a los que debieran
figurar en ellas, siga las prescripciones de su
médico. Pídale que le señale el régimen más
conveniente.
Una máquina que no funciona nunca se oxida
y acaba por volverse inutilizable. Si no da
usted a su cuerpo el ejercicio físico que nece­
sita, se debilitará : la mala grasa lo invadirá,
se le atrofiarán los músculos, sus fuerzas se
DE CULTURA PSÍQUICA 25

desvanecerán gradualmente, y no será usted


capaz de hacer el trabajo necesario.
Nadie le pide que se convierta en un atleta,
ni que se apasione por los deportes. Es me­
nester, sin embargo, que reserve a ellos un
mínimo racional; es posible que ese mínimo
supere con mucho el tiempo que hasta aquí ve­
nía concediendo usted a su entrenamiento mus­
cular. ¿ Puedo preguntarle si no se ha descuidado
usted excesivamente en este punto ? Conozco
muchos intelectuales o burócratas que no hacen
ningún ejercicio físico. Mal cálculo : se pre­
paran una vejez prematura, entristecida por
precoces achaques.
Consagre usted mañana sus buenos diez mi­
nutos a hacer movimientos gimnásticos, que
ejecutará con la ventana abierta, sin más que
unas zapatillas en los pies.
Encontrará usted ejercicios gimnásticos sen­
cillos y eficaces en diferentes obras, por lo
demás muy difundidas. Le recomendamos par­
ticularmente el método Hébert, que se ha im­
puesto umversalmente en Francia por su valor.
Sea fiel a esa gimnasia matinal. Ejecute sus
ejercicios rápidamente, sin remolonear; hága­
los seguir de las copiosas abluciones que ya
le hemos recomendado.
De todos los ejercicios físicos, el más práctico
— después de esta gimnasia — es indiscuti­
blemente el andar a pie, que conviene "a todas
las edades, a todos los temperamentos, a todas
las condiciones. Dese todos los días un paseo
de una hora, o sea un recorrido de cuatro a
26 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

cinco kilómetros. Con ningún pretexto deje de


hacerlo.
No crea que pierde el tiempo recorriendo
calles o caminos. Los momentos consagrados
al mantenimiento de su salud no son nin­
gún despilfarro.
Por otra parte, nada le impide a usted em­
plear en ocupaciones útiles ese tiempo que
dedique a su paseo. ¿ Nlo va a ser usted capaz
de reflexionar mientras anda ? En lugar de ir
a la ventura, sin pensar en nada, piense en
el trabajo que le aguarda; vaya haciendo el
programa de sus actividades futuras; prepare
mentalmente la correspondencia que tiene que
redactar.
Aproveche sus correrías para aguzar su espí­
ritu de observación. Mire en torno suyo; apren­
da a distinguir en los objetos que le rodean
el detalle característico que les diferencia de
los demás de la misma especie.
Comprendido de esta mañero., su pasao diario,
lejos de perjudicar a su trabajo, le permitirá
llevarlo a cabo con mayores bríos.
Imposible mantenerse en forma sin tomarse
un descanso normal y regular. No hay hombre
que no necesite por lo míenos 7 horas de sueño;
a los temperamentos nerviosos les hacen falta
ocho. Es éste un mínimo que no es posible
reducir sin peligro. Pretender trabajar sin dor­
mir suficientemente es querer, como decimos
en Francia, hacer arder La candela por los dos
cabos; es arruinar deliberadamente la propia
salud, condenarse a perturbaciones cerebrales
o a transtornos nerviosos seguros.
DE CULTURA PSÍQUICA 27

Conviene tomar ciertas precauciones para ase­


gurarse noches verdaderamente reparadoras. No
se ponga usted a hacer un trabajo absórbante
inmediatamente después de las comidas. Detenga
sus trabajos intelectuales una hora, por lo me­
nos, antes de acostarse; consagrará ese tiempo a
ocupaciones calmantes : oiga, por ejemplo, buena
música con su aparato de radio. El estudiante
que se encarniza en la preparación de su exa­
men, el escritor en la fiebre de la composición,
corren peligro de no poder conciliar el sueño
si pasan sin transición de la mesa de trabajo
a la cama.
Si sufre usted de insomnios, no acuda a las
medicaciones violentas; sólo le procurarían un
sueño pesado, seguido de un despertar penoso,
y le estropearían el estómago. Emplee, si quiere,
los remedios inofensivos de nuestras abuelas,
el agua de azahar u otros cocimientos igual­
mente anodinos. Procure, sobre todo, no violar
las reglas de la higiene; insista más ,en los
ejercicios físicos, y cultive la hidroterapia.
En caso de insomnio rebelde, no vacile en
consultar al médico.
*

Vele cuidadosamente ñor el estado de sus in­


testinos. Los residuos de la alimentación deben
ser evacuados completamente, so pena de in­
toxicación.
Los jóvenes no se preocupan bastante die
esto. Sus funciones. no se cumplen regular-*
mente; a ellos les tras sin cuidado, porque
28 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

no sienten inmediatamente los dañinos efectos


del estreñimiento. Pero a medida que transcurre
el tiempo, van multiplicándose en el organismo
los venenos y se comprueban graves desór­
denes.
« La libertad más preciosa, se decía antaño,
es la 'del vientre. »
Si quiere usted evitarse serios malestares,
e incluso catástrofes, procure conservar esa li­
bertad. Pídale a su médico que le indique un
rég imen refrescante.
A muchas personas les va bien con tomar
tres o cuatro veces por semana una cucha-
radita de las de café de sulfato de sosa. No
me atrevo a aconsejar a usted que siga su
ejemplo ; pregunte a la Facultad qué piensa
de ello.

*
**

No insistiremos más sobre estas cuestionéis


de higiene. Debíamos llamarle a usted la aten­
ción acerca de ellas, puesto que su poder men­
tal depende, en parte al menos, de su salud
física. Si desarrollásemos más por extenso el
tema, nos saldríamos de nuestro terreno pura­
mente psicológico.
Si desea usted aclaraciones más amplias de
orden medicinal, diríjase a las competencias
oficialmente reconocidas.
Aténgase a las indicaciones que en esta lec­
ción le hemos dado. Pase sin tardar de la
teoría a la práctica.
DE CULTURA PSÍQUICA 29

*.4:

Primeramente. Examine su conduela, an el


plano médico.
¿ Qué cuidado tiene usted de su salud ? ¿ Ob­
serva habitualmente las leyes de la higiene ?
¿ Consagra todos los días suficiente tiempo
a su aseo completo ?
¿Airea bastante tiempo los locales en que
habita, en que trabaja, en que duerme ?
¿ Respira normalmente por la nariz ?
¿ Se alimenta de una manera racional ? ¿ Come
bastantes lacticinios, legumbres frescas, fruta
maduta ? ¿ No exagera usted el uso de la carne ?
¿ Toma sus comidas sin precipitación? ¿ Mas­
tica suficientemente ?
¿ Abusa del alcohol y del tabaco ?
¿ Hace a diario bastante ejercicio físico ?
¿ Duerme bastante ? ¿ Tiene un sueño tran­
quilo, aquietador, libre de pesadillas ?
Si advierte usted en su conducta faltas contra
las leyes de la higiene, ¿ a qué causas debe atri­
buirlas? ¿ Indolencia? ¿ Pereza? ¿ Glotonería?
Reflexione bien. Si quiere adquirir la fuerza
mental que le asegure el éxito, es absoluta­
mente necesario que se mantenga, usted en
forma. La salud le es indispensable. Si des­
cuida usted su cuerpo, ésfje no le prestará los
servicios que de él espera usted. Su cerebro
se negará a dar a su inteligencia poder de
atención, a su voluntad empuje y energía, viva­
cidad a bu imaginación, tenacidad a su memoria.
Repare usted sus errores; empiece desde aho­
ra por someterse a las leyes de la higiene.
30 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

En segrundo tugar. Tome, "la resobumón de


ir a ver a su médico. No diga : « Mañana
iré ». Vaya a verle én seguida.
Explicará al doctor el 'doble objeto de su
visita. Desea usted conocer sus puntos débiles,
y saber qué régimen ha de seguir.
De vuelta a casa, resuma en unos renglones
el resultado de la consulta. Clasifique ese resu­
men en su carpeta de « Cultura Psíquica »;
lo releerá de cuando en cuando para darse
cuenta de su fidelidad en seguir las prescrip­
ciones del doctor.

En tercer lugar. Señálese un programa de


entrenamiento. Ha comprendido usted la nece­
sidad de los ejercicios físicos para el mante-
simiento de su salud. ¿ Qué actividad dará a su
cuerpo? Trácese un plan detallado y realizable,
que seguirá exactamente.
Empiece por examinar el tiempo de que dis­
pone para su entrenamiento, con objeto die
utilizar de la mejor manera posible ese tiempo.
Vea lo que puede hacer entre semana, los días
de fiesta, durante sus vacaciones anuales.
Si tiene usted una profesión liberal, como
gozará de mayor libertad, no tendrá dificultad
alguna para establecer su horario. Si sigue cjir-
sos en el Liceo o en la Facultad, si está,
empleado en una oficina o despacho, o bien
en una empresa comercial o industrial, haga
a pie el trayecto que conduce al lugar de
su trabajo.
¿ Qué deporte puede practicar Usted los do­
mingos, según la estación? ¿Esquí? Patines?
DE CULTURA PSÍQUICA 31

¿ Remo ? ¿ Bicicleta ? ¿ Alpinismo ? ¿ Caza ?


Fútbol ? Elija usted, y afrételo en su programa.
No deje de señalar en su plan algunos ejer­
cicios de cultura física al despertar, y un paseo
todos los días.
Consagre los instantes de su caminata a la
reflexión : preparación mental de su trabajo,
repaso de sus asignaturas si es usted estu­
diante, ejecución de los ejercicios de autosu­
gestión que le indicamos en este método.
También puede usted, mientras se pasea, desa­
rrollar su espíritu de observación. Más tarde
■volveremos sobre este particular, en el que
nos proponemos insistir.
Reflexione usted tranquilamente. Trácese su
programa, póngalo por escrito y clasifique ese
nuevo documento en la carpeta de « Cultura
Psíquica ».

En auarto lugar. Un ejercicio de autosugestión,


para confirmarle a usted en su voluntad de
ajustarse a las leyes de la higiene.
Repita varias veces, despacito, a media voz,
concentrando atención en sus palabras, las
fórmulas siguientes u otras que usted mismo
componga :
« Sigo el régimen que me conviene. Me va
bien con él. Gracias a él estoy completamente
en forma. »
« Soy fiel a mi gimnasia matinal y a mi
paseo cotidiano. Encuentro placer en ellos.
Siento sus efectos felices. »
« Me entrego con brío al deporte que he
elegido. Aumento con él mis fuerzas, mi flexi­
32 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

bilidad. Adquiero en él un equilibrio físico


y moral cada vez más estable. »
Evoque con un esfuerzo de imaginación las
escenas a que alude. Trate de hacerlas tan
vivas que tenga casi la impresión de verlas
desarrollarse ante sus ojos. Imagínese siguiendo
en la mesa el régimen prescrito por el médico,
respirando a pleno pulmón, paseándose por los
jardines de su ciudad o por el campo, haciendo
deporte Viva ésas escenas con bastante in­
tensidad para sentir las impresiones de fuerza
y de descanso que le procura ese entrenamiento
físico.
Cuanto más « visualice » usted sus autosuges­
tiones, más influirán en su subconsciente.
DE CULTURA PSÍQUICA i33

III

El desperdicio de fuerzas mentales :


La Emotividad

Después de haber tratado la importante cues­


tión preliminar de la higiene, vamos a entrar
de lleno en el trabajo de su cultura psíquica.
Usted quiere acrecentar sus fuerzas menta­
les; empiece por conservar las que ya posee.
Evite las pérdidas inútiles. Para volver a nues­
tra comparación del capítulo primero, tape las
grietas que disminuyen la tensión de su po­
tencia.
Una de las principales fuentes de nuestros
desaciertos es, indiscutiblemente, la emotividad»
qiie sin duda le habrá jugado ya a usted más
de una mala pasada.
34 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Nuestra flaqueza humana no posee el privi­


legio de la inmutabilidad. Nuestra alma se
halla sucesivamente .agitada por Sentimientos
diversos y a veces contradictorios, provocados
por nuestras sucesivas emociones. Así alzan
las olas del mar los vientos diferentes.
Al choque de. los acontecimientos, el débil
pierde él dominio de sí mismp y se deja .sacu­
dir como los restos de un naufragio por la
violencia de sus reacciones instintivas. No .pro­
sigue con paso regular la marcha hacia el fin
que se ha señalado; de esa manera retrasa
su triunfo, cuando no corre al fracaso.
El hombre de valor, en cambio, se mantiene
dueño de sí en medio de los obstáculos que
le rodean; supera con la misma imperturbabi­
lidad las dificultades exteriores y los impulsos
brotados de su naturaleza profunda.
Pues ¿ cuáles son esas emociones que corren
peligro de hacerle perder su equilibrio interior?
Unos pocos ejemplos concretos se lo harán
comprender.

Una. contrariedad súbita le pone a usted brus­


camente de mal humor. Al pasar el plumero
por los muebles de su salón, la sirvienta ha
roto una chuchería de valor, a la que tenía
usted tanto cariño como a las mismas niñas
de sus ojos. Al barrer su despacho, el ayuda
de cámara ha cambiado de sitio unas car­
petas que usted había clasificado cuidadosa­
mente; imposible poner mano en ciertos docu­
mentos de que contaba usted servirse; cuanto
más se irrita usted buscándolos, menos los en­
DE CULTURA PSÍQUICA 35

cuentra. Es mediodía: a la mesa, le sirven


a usted un plato que aborrece; una vez, dé
tiempo en tiempo, puede pasar, i pero que le
presenten esa horrible bazofia precisamente el
día en que está usted pasando por una crisis
de pesimismo agudo! Ha dicho usted que no
estaba en casa para nadie, porque desea dis­
poner de varias horas de trabajo tranquilo,
y en esto, que hacen pasar a un visitante,
importuno, cuya conversación, falta de interés
le boba a usted un tiempo precioso. Con esas
contrariedades inesperadas ha recibido usted un
choque psicológico : la impaciencia se señorea
de su ánimo; sus buenas disposiciones se des­
vanecen; ya no se siente usted de humor para
seguir el programa que para su día se había
trazado. Ha perdido usted su equilibrio inte­
rior.

Una frase desagradable- le hace brincar. ¿ Era


maldad o torpeza ? Probablemente, falta de edu­
cación. Pero usted es quisquilloso en lo que
toca al punto de honra, no gasta bromas en
cuestiones de cortesía. La cólera zumba en
usted; se de sube la Sangre a la cara, y res­
ponde con dureza. Su emoción le impide llevar
adelante sus ocupaciones normales; ya no tiene
usted ni su presencia de ánimo, ni dominio
de sus nervios. Ha perdido usted su equi­
librio interior.

Malas noticias le llegan por correo. Su perió­


dico financiero le hace saber la baja de ciertos
valores que tiene usted en cartera. Su colono
36 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

le informa de que el granizo ha estropeado


sus viñas y destruido parte de su cosecha.
Una carta le anuncia la seria enfermedad de
una persona de su familia. Nuevo choque psi­
cológico. Primer movimiento de estupor; tras
de lo cual, su imaginación se pone en marcha
y le representa a usted terribles cuadros. Se
cree usted ya arruinado, reducido al hambre;
ve usted a su pariente tendido en su techo,
mortuorio, con dos cirios encendidos a la ca­
becera. Entregado por completo a su aturdi­
miento, se siente usted incapaz de hacer nada.
Pierde usted su equilibrio interior.

Un deseo poco razonable se insinúa en usted,


va creciendo poco a poco, toma visos de pasión.
Quiere usted comprarse un nuevo aparato de
radio, cambiar de auto, hacer importantes re­
paraciones en su casa. Adquisiciones dispen­
diosas, gastos considerables. Esas pesadas car­
gas que van más allá de sus recursos presientes
pudieran dejarse para más tarde, cuando su
situación pecuniaria sea más brillante. Pero
¿ qué importa el sentido común ? Su deseo
le domina a usted hasta tal punto, que para
realizarlo va tal vez a sucumbir a la tentación
de contraer una deuda en condiciones desas­
trosas. Pierde usted su equilibrio interior.

Un impulso de simpatía- le arrastra a usted


hacia tal o cual persona. Es un desconocido
al que encuentra por vez primera; su cara « le
cae en gracia », y de buenas a primeras le
trata usted como a un íntimo : un trato más
DE CULTURA PSÍQUICA 37

asiduo no tardará en enseñarle que no están


hechos ninguno de los dos para entenderse. Es
un amigo queridísimo al que usted, de pronto,
sin motivo valedero alguno, siente necesidad
de hacer un regalo espléndido, que pasa de los
límites de la generosidad bien organizada. Esa
necesidad se impone a su espíritu de una ma­
nera agobiadora. Que usted aceptase hacer
un sacrificio para ayudar a ese amigo en un
momento crítico, eso es virtud. Pero su amigo
de usted, por el momento, se encuentra en
una situación satisfactoria. Usted pierde su
equilibrio interior.
Estos ejemplos le han hecho comprender
lo que entendemos al hablar de esas emociones
cuyo choque perturba el funcionamiento normal
dé sus fuerzas mentales.
Busque con cuidado las diferentes emociones
que le han turbado en el pretérito y quie aun
ahora le perturban habitualmente. « Conócete
a ti mismo », repetía el filósofo antiguo. Cono­
cerse bien es el comienzo de la sabiduría.
*
**
¿ Qué procedimientos pone a disposición de
usted la Cultura'Psíquica para combatir su emo­
tividad ?
<— El silencio, la^utosugestión y la reflexión.
Tantas veces como una emoción Te “agite,
guarde usted silencio. No hable; no escriba;
no tome ninguna decisión; suspenda provisio­
nalmente los actos en que su emoción pudiera
influir.
38 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Aténgase a los ejemplos precedentes. Ha sen­


tido usted una viva contrariedad; no deje que
se le escape una sola.palabra de impaciencia.
Le han hablado groseramente; no responda.
Tropieza usted con dificultades; espere antes
de resolver nada. Ha recibido usted malas no­
ticias ; no se apresure a escribir a sus co­
rresponsales una carta aturdida. Siente usted
alzarse en sí un deseo vehemente cualquiera;
guárdese muy mucho de satisfacerlo en el im­
pulso del primer pronto. Observe un silencio
total de palabra y de acción mientras la emo­
ción le domine todavía.
Ya comprende usted la sensatez de esta regla
absoluta. Ese rato de silencio dará lugar a que
se restablezca en su ánimo la calma.
No es difícil, piensa usted, dejar para más
tarde una decisión, una carta de respuesta,
la realización de un deseo. Menos fácil es
contener un grito de impaciencia que, a juicio
suyo, le aliviaría y haría que cediese su irrita­
ción. Error. Al exteriorizar su cólera con dis­
cursos vehementes, corre usted peligro de man­
tenerla y llevarla al paroxismo, en lugar de
Aplacarla. Se expone usted cada vez más a
pronunciar palabras peligrosas, irreparables aca­
so, .que retrasarían su éxito y en ciertos casos
lo harían imposible.
Llegará usted casi sin ningún trabajo a guar­
dar silencio en medio de sus emociones más
violentas.
Cuentan de un sabio antiguo que siempre
tenía en la mano una cadenilla metálica de cien
eslabones. Era algo así como un rosario bas-
DE CULTURA. PSÍQUICA 39

(ante parecido ál de que se sirven los fieles.


El filósofo hacía resbalar de cuando en cuando
entre sus dedos la cadenilla, como esos collares
de ámbar cuyas cuentas pasan los musulmanes
repitiendo la fórmula : « No hay más Dios que
Alá, y Mahoma es su Profeta. » Pero ¿ 1a
qué venía ese extraño instrumento ? Nuestro
hombre se servía de él como de un freno
con .que dominar su lengua. Cuando había
sufrido alguna contrariedad y se sentía arre­
batado por un impulso violento, se forzaba a
contar mentalmente los cien eslabones de la
cadena antes de proferir una palabra. Concen­
traba su atención en ese cálculo, que llevaba
a cabo lentamente,- cuando lo había acabado,
había recobrado la calma. Entonces podía dis­
currir y actuar con perfecta serenidad.
Imite usted su ejemplo. Cuando le sacuda el
choque de una fuerte emoción, obligúese a con­
tar mentalmente de 1 a 100, e incluso de 1
a 1000, antes de abrir la boca. De esa manera
se evitará la torpeza^ y la vergüenza de perder
en público el dominio de sí. Con otro provecho
no menos estimable : que recobrará usted mu­
cho más fácilmente su equilibrio interior.
Inútil emplear para este ejercicio una cadenita
o un rosario, a menos que le gusten a usted
exageradamente las actitudes espectaculares.
Afortunadamente, no hay nada de eso. Sabemos
que es usted hombre dotado de sentido común
y de buen gusto; la prueba de ello la tene­
mos en su deseo de perfeccionarse por miedio
de la Cultura Psíquica.
40 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

*
**

Ha contado usted mentalmente de 1 a 100, y


más aún, si es necesario. Ese ejercicio le ha
obligado a guardar silencio, y si lo ha eje­
cutado usted concentrando la atención en su
cálculo, eso habrá desviado su pensamiento del
incidente enojoso, causa de su irritación. Su
emoción se calma poco a poco; vuelve usted
a encontrar gradualmente su serenidad. Ha lle­
gado el momento de recurrir a la autosugestión.
Repita varias veces, muy despacio, fórmulas
cortas, análogas a las que más abajo le indi­
camos. Usted se encargará de adaptarlas a su
caso.
« Esta contrariedad se reduele a poca cosa;
no es nada. Será ridículo tomar este asunto
por lo trágico. »
« Esta visita importuna me ha, hecho perder
unos cuantos minutos; recobraré en seguida
el tiempo perdido. Vuelvo, a ponerme al trabajo
tan tranquilamente como si nadie hubiese venido
a molestarme. Trabajo con una facilidad ma­
ravillosa; lo aprovecho para llegar más fácil­
mente al final de mi tarea. »
« Ese que me ha hablado groseramente es un
patán. Su grosería a nadie perjudica más que
a él; yo estoy por encima de sus injurias, que
no me alcanzan. Me río irónicamente de su
mala educación, cuyas consecuencias será él
sólo quien las toque. »
« Los enojosos acontecimientos cuya noticia
recibo pueden cambiar para mejorar. Observo
DE CULTURA PSÍQUICA 41

apaciblemente el curso de las cosas; me man­


tengo dispuesto a intervenir en el momento
oportuno para restablecer la situación.
« Este repentino deseo que se me pasa por
las mientes no tiene más importancia que una
mosca que zumba. No hago caso de esas fan­
tasías de mi imaginación. Sigo siendo dueño
de mis nervios, de mi sensibilidad, de mi vo­
luntad. »
« Sonrío y canto en medio de mis dificultades.
Estoy tranquilo; estoy cada vez más tranquilo;
estoy tranquilísimo. »

*
**

El silencio, la autosugestión, le han devuelto


a usted a su estado normal. Reflexione ahora
sobre lo que acaba de producirse.
Analice las causas de su emoción.
Lealmente dirigida, su indagación le mostrará
a su verdadera luz los incidentes que le habían
desconcertado y que su agitación deformaba.
Cuando el fantasma creado por su imaginación
se haya disipado, distinguirá usted la reali­
dad objetiva.. La mirará cara a cara, y deli­
berará sin precipitación sobre la conducta que
deba seguir.
Portarse de otra manera sería actuar como
un impulsivo y renunciar al señorío de sí mismo.
A menudo echará usted de ver que la difi­
cultad que era causa de su transorno, se re­
ducía a bien poca oosa.
Sonría entonces de su disparatado aturrulla-
42 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

miento, y empiece de nuevo su marcha con


paso firme.
Desgraciadamente, no todas las dificultades de
La vida son ilusorias. Tropezará usted con obs­
táculos serios. La reflexión le procurará los me­
dios de superar esos obstáculos o de rodear­
los, si es imposible pasar por encima de ellos.
Los ingenieros de trazan las líneas ferrovia­
rias encuentran a veces en su trayecto altas
montañas. No intentan la quimérica aventura
de hacer pasar un pesado convoy por cuestas
tan empinadas y largas. ¿Qué solución adoptan?
Abren un túnel o desvían su itinerario. En
este último caso, rodean el macizo montañoso
siguiendo el valle. El recorrido aumentará
algunos kilómetros, pero el viaje se llevará
a cabo con mayor facilidad y rapidez.
Haga usted lo que ellos. No se deje detener
por el obstáculo. No despilfarre su energía
en atacarlo de frente; tome un atajo que le
llevará al éxito sin agobios.
El que es dueño de sí en la calma y en
la reflexión, sale siempre del atolladero.
Entre los obstáculos que se alzan en su
camino, quizás encuentre usted la envidia. Ha­
blo de esa auténtica envidia que se manifiesta
en positivos actos de mala voluntad. No quiero
hacer ninguna alusión a esa supuesta envidia
de que se quejan los débiles en sus reveses, de
que sólo ellos tienen la culpa.
El caso de usted no es ilusorio, supongo.
Le denigran a usted; se interpretan aviesa­
mente sus mejores acciones; la gente cierra
deliberadamente los ojos ante los méritos de
DE CULTURA PSÍQUICA 43

usted, para no tener que reconocerlos; se in­


tenta de mil maneras, incluso con una dulzura
afectada, tenderle a usted tropiezos en su ca­
mino.
A usted eso le afecta y le pone triste.
Pues tómese el trabajo de reflexionar.
La reflexión le mostrará los medios de dar
al traste con las mañas de la envidia.
La reflexión le hará comprender una de las
más hondas verdades psicológicas : la envidia
es el testimonio más manifiesto que ’la medio­
cridad pueda rendir al valor. ¡ Y usted se deja
abatir por la envidia ! Por el contrario, con
el homenaje lleno de odio que le rinde, debe
excitar su valor y su orgullo.

*
**

No todas las emociones son deprimentes; las


hay exaltadoras. No se corre menos peligro en
ceder a 'éstas que a aquéllas. Desconfíe usted
del « arranque ».
La reflexión que le permite apreciar sana­
mente sus dificultades y le da medio de triun­
far de ellas, debe prestarle el mismo servicio
en sus momentos de entusiasmo.
Lo ve usted todo de color de rosa; por con­
siguiente, hermosea usted la realidad. Siempre
es peligroso salirse de lo real.

Sus negocios mejoran. De ello deduce usted


que sus ingresos van a engrosar rápidamente;
exagera la importancia de sus recursos peen-
44 DE CULTURA PSÍQUICA

niarios. Ya está usted dispuesto a gastar can­


tidades que aún. no posee.

Cuenta usted con ayudas que no pasan de


ser problemáticas. Construye usted sus planes
con absoluta tranquilidad, sobre cimientos nada
seguros.

. Se lanza usted a 'una empresa, que a primera


vista le parece de fácil ejecución y de un ren­
dimiento enorme.

¡ Cuidado con la ilusión ! Calcule sus proba-


bilidades^de acierto? pero no olvide tener en
cuenta los acontecimientos desfavorables que
siempre son .posibles.
Refirámonos a los ejemplos precedentes. ¿ Qué
va a ser de usted si sus ingresos aumentan
menos aprisa de lo que usted se figura, si las
ayudas con que cuenta se le niegan, si la
empresa planeada tropieza con graves obstá­
culos ?
Reflexione maduramente. No siegue su trigo
cuando aún no está crecido. Desconfíe del fra­
caso. Piense en el decaimiento moral en que
hunden los reveses a los que no poseen un per­
fecto dominio de sí mismos.

*
**

La reflexión que reduce a su justo valor


las contrariedades que pueda usted tener y
atempera sus entusiasmos intempestivos, debe
DE CULTURA PSÍQUICA 45

servir también para precaverle contra las emo­


ciones futuras.
Prevea de antemano las dificultades con que
probablemente tropezará en un próximo por­
venir. Prepare La táctica que habrá de emplear
para superarlas. « Hombre prevenido vale por
dos. »
No tema ponerse en lo peor de sus pre­
visiones; todo lo que puede ocurrirle con eso
es que esté mejor preparado para resistir los
choques que haya de sufrir. Si por casualidad'
los acontecimientos se produjesen de manera
menos penosa para usted, ¡ tanto mejor 1 Ten­
drá usted una agradable sorpresa.
*
**

Ponga en práctica desde hoy los consejos que


en esta lección le hemos dado.
Primer ejercicio. Si le ocurre alguna con­
trariedad en el curso de este día, no deje ir
en aumento su emoción. Póngase en seguida
a contar de 0 a 100, e incluso^ más, para
obligarse a guardar silencio. Concentre su aten­
ción en esa enumeración bastante aburrida, que,
sin embargo, procurara un precioso derivativo
a su cólera y a su abatimiento.
Añada a ello la autosugestión, repitiendo las
fórmulas al mismo tiempo que hace ejercicios
respiratorios.
Tome la costumbre de recurrir a estos pro­
cedimientos tan pronto como sienta vacilar su
equilibrio interior.
*
**
46 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Segundo ejercicio. Busque Las principales con­


trariedades que le desasosiegan más a menudo :
¿ Un trabajo que le desagrada ? ¿ Una persona
de Las que- le rodean y con cuyo carácter
choca ? ¿ L,a falta de inexactitud de sus corres­
ponsales ?...
Prevea Las dificultades que probablemente va
a encontrar hoy mismo. Piense en los medios
a que ha de recurrir para conservar su serenidad
cuando el choque se produzca.

£**

Tercer ejercicio. Si tiene usted un tempe­


ramento impresionable, pasa sin razón suficiente
de un extremo a otro, de un exceso de desa­
liento 'a un optimismo injustificado.
Haga la lista de los errores que le ha llevado
a cometer su impresionabilidad. Examine la
conducta que hubiera debido seguir y que, por
desgracia, no ha adoptado.
Estudie sus arrebatos actuales. Enfoque fría­
mente las cosas en su objetividad, para des­
pojarlas del ilusorio enardecimiento con que
erróneamente las adorna su imaginación.

*
**

Cuarto ejercicio. Multiplique Las autosuges­


tiones. Repita a menudo, en el curso de los días
y de la semanas que van a pasar, fórmulas del
tenor de Las siguientes :
DE CULTURA PSÍQUICA 47

« Siempre salgo del apuro, porque soy dueño


de mí en la calma y la reflexión. »
« Analizo mis quebraderos de cabeza y los
reduzco a sus verdaderas proporciones. Los
venzo fácilmente; los venceré con creciente fa­
cilidad, porqué cada día soy más dueño de mí. »
« Al hombre decidido, las contrariedades le
parecen cosa de poca monta; le gusta medirse
oon ellas y hace de esa brega un deporte en
el que triunfa gracias a su energía. Yo soy
enérgico y decidido; las dificultades estimulan
mi fuerza. »
Evalúe los progresos que nuestros consejos
le han permitido ya realizar. Sírvase de las
mejoras que compruebe para dar más vigor
aún a sus sugestiones.
Dígase y repítase frecuentemente : « Mi en­
trenamiento va aprisa ; saco de él un gran
provecho. Resisto vigorosamente a los choques
morales. Conservo a pesar de todo la sonrisa
y el buen humor. Soy dueño de mí y lo seré
cada vez más. »
48 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

IV

El desperdicio de fuerzas mentales :


La Expansividad

Los emotivos — ¿no lo son, más o menos,


la mayor parte de los hombres ? — ceden al
impulso que les lleva a hablar sin reservas.
Grave defecto que les anemiza la voluntad,
perjudica a veces la marcha de sus asuntos
y les retrasa en el camino del éxito.
Evite usted a toda costa las confidencias
inútiles; de esa manera realizará un conside­
rable progreso en el dominio de hí mismo.
Las teorías y los ejercicios que en este capí­
tulo le proponemos le ayudaran a contraer el
hábito de hablar con discreción.
*
**
El emotivo no sabe guardar para sí sus
impresiones, sus sentimientos, sus pensamien­
tos.
DE CULTURA PSÍQUICA 49

Tiene momentos de depresión y de pesi­


mismo. Le pasa .por las mientes una idea
negra; le roza una oontrarierdad leve; se le
presenta una dificultad más seria; un obstáculo
desusado se le atraviesa en el camino... Ya lo
tenemos desarmado. El 'Simple temor de una
posible pena, basta para abatirle. Inmediatamente
necesita auxilio; en seguida busca a quién con­
tar sus cuitas, y se fía del primero que se le pre­
senta.
Pero no sólo conoce días nefastos. Tiene
también períodos briosos y llenos de entusiasmo,
en que todo le sonríe. Entonces forja proyectos
maravillosos y tiene buena mano en sus nego­
cios; en una palabra, y por razones estimables,
da por descontado un triunfo próximo,. Alegría
delirante, de que habla, sin la menor descon­
fianza, al primero con quien tropieza.
Con una mentalidad así, el emotivo siente
habitualmente simpatías y antipatías tajantes.
Venial debilidad si supiera dominarse. Por des­
gracia, no conoce el arte de ocultar sus senti­
mientos, que muestra a cada paso y explica
cómplacidamente al primero con quien se da
de narices.
¿ No se ha reconocido usted en ciertos rasgos
de este cuadro voluntariamente acentuado ? ¿ No
le ocurre hacer a veces, e incluso a menudo,
confidencias inútiles ?
Reflexionemos juntos sobre su caso personal.
50 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

¿ Por qué esas confidencias ?


¿Por qué ha de contarle usted a nadie sus
quebraderos de cabeza ? ¿A qué. revelar sus
esperanzas ? ¿ Por qué manifestar sus simpa­
tías y sus antipatías ?
— Espero — dice usted — disminuir asi
el peso de mis penas y saborear mejor mis
alegrías.
—• Un punto de reflexión le hará comprender
hasta qué punto se engaña.
Breves o prolongadas, sus confidencias no
pueden cambiar en nada sus dificultades ob­
jetivas, o, por lo menos, aquéllas que no de­
penden de su voluntad.
Voy a suponer que se ha quemado usted
accidentalmente; los médicos le han cuidado
la quemadura. Usted sufre terriblemente, y du­
rante algún tiempo se encuentra paralizado en
su trabajo. Eso, evidentemente, es muy fasti­
dioso. Pero por más que cuente usted su des­
ventura a unos y a otros, por más que enumere
sus sufrimientos, será como si cantara un carro.
Ni sus historias ni sus lamentaciones han de
apresurar la cicatrización de su quemadura.
Otro ejemplo. Un incendio ha causado serios
estragos en su casa. Parte de su mobiliario,
su topa, su biblioteca, han quedado deshechas.
Los daños, afortunadamente, están cubiertos por
un seguro, lo que de todas maneras no impide
que usted se encuentre en una situación momen­
táneamente desagradable. Ya puede pasarse días
enteros contándole sus apuros a quien se le
antoje, que sus descripciones y sus gimoteos
DE CULTURA PSÍQUICA 51

no adelantarán ni un sólo minuto la construcción


de su casa.
Si sus confidencias no le quitan nada al ca­
rácter objetivo de sus 'dificultades, en cambio
aumentan considerablemente sus penas objeti­
vas. Al irle con el cuento de sus apuros a todo
el que se le presente, detiene usted más aún su
propia atención en esos apuros; al darles vueltas
y examinarlos por todas partes, saborea mejor
su .amargura. Además, con insistir en unos pen­
samientos desalentadores y en unos sentimientos
amargos, crea usted en su proprio ánimo, sin
darse cuenta de ello, una auto-sugestión de
pesimismo que disminuye su capacidad de re­
sistencia.
Por otra parte, ¿ a qué dejar ver sus espe­
ranzas y descubrir sus proyectos ?
Para que le salgan bien sus planes, todo lo
que exigen es ser madurados con prudencia
y seguidos con método. Que, si a mano viene,
consulte usted a especialistas de 'indiscutible
competencia, es la sensatez misma. Pero es
inútil que hable usted de sus asuntos al pri­
mero qúe se eche a la cara; esas confidencias
presentan, por otra parte, serios inconvenientes
qu'e más adelante le señalaremos.
¿ Por qué revelar a la ligera sus simpatías
y sus antipatías ?
Esos sentimientos que surgen de improviso
en el ánimo de usted, no durarán gran cosa;
probablemente desaparecerán con la misma ra­
pidez con que han nacido. Ocúltelos, pues, en
el fondo de su conciencia. Mostrándolos sin
razón corre usted peligro de adquirir una eno­
52 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

josa fama de versatilidad. Corre asimismo peli­


gro de crearse enemistades duraderas, si sus
interlocutores carecen de discreción y si los
que son objeto de sus antipatías incuban largo
tiempo su rencor.
*
**

Las confidencias inútiles no siempre provie­


nen de una impulsiva necesidad de « desa­
hogarse ». A veces proceden de una lealtad mal
entendida.
Ciertas personas extreman de tal modo la
franqueza, que no hay pregunta a que no res­
pondan,
« ...con la misma libertad
que el soldado que no sabe disimular la verdad.»

Si se les pregunta : « ¿ Qué tal está usted ?


¿ Cómo van sus asuntos? », contestan : « Mal ».
En rigor, esas personas padecen una indispo­
sición pasajera, sin la menor gravedad. Sus
negocios, por lo demás prósperos, no van ente­
ramente conforme a sus deseos.
Respuesta de un pesimismo exagerado, que
el interlocutor se apresura frecuentemente a ir
contando por todas partes. De esa manera se
propalan noticias falsas, perjudiciales para el
interés del que no ha sabido moderar sus expre­
siones.
Se dice también a esas mismas personas :
« i No le parece a usted que el Sr X y la
Sra Y son encantadores ? » Respuesta inme­
DE CULTURA PSÍQUICA 53

diata, aparentemente cruel, porque es de una


verdad indiscutible : « Lo que les encuentro es
que carecen absolutamente de valor. »
Los que responden así no siempre son malé­
volos; tienen, sencillamente, una franqueza de­
masiado brutal. La caterva de los mediocres,
qüe no les comprende, los juzga oon severidad.
¿ Nacen las confidencias inútiles que usted
hace de un exceso de rectitud ? ¿ Exagera us­
ted la franqueza hasta el punto de transformarla
en defecto ?
Corríjase de ese defecto sin perder nada,
empero, de su habitual respeto a la verdad.
El gran remedio está en convencerse de que
« Franqueza » no significa : « Decir ente­
ramente lo que uno piensa. » Franqueza sig­
nifica : « No decir nada contrario a nuestro pen­
samiento. »
Emplee usted, pues, fórmulas vagas o tri­
viales, que dejen a cubierto los derechos de
la verdad, al mismo tiempo que dejan a sus
palabras un tono de corrección impecable.
Refiérase a los ejemplos anteriormente cita­
dos. Hubiera usted debido responder : « No
tengo motivos para quejarme de mi salud. —
Mis asuntos marchan bastante, bien. — El Sr X
y la Sra Y tienen, desde luego, muchas cuali­
dades. »
Al hablar así no hubiera dicho usted nada
falso. No hay, en efecto, situación ta.n deses­
perada que no presente alguna posibilidad de
mejoría. No hay ser tan vulgar que no tenga
su lado bueno.
*
*♦
54 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Sigamos adelante oon nuestro estudio. ¿ A


quién se confía usted oon tanta facilidad ?
Sólo pueden presentarse tres casos : usted
se oonfía a indiferentes, a enemigas, o a ami­
gos.

Primera hipótesis : ¿ Qué interés van a to­


marse por sus confidencias unos indiferentes ?
Ninguno. Su cotorreo les parecerá fastidioso.
Ocultarán bajo una apariencia de cortesía su
verdadero pensamiento : «¿ Qué querrá que me
importe a mí todo eso ? »
Otra pregunta más seria, porque está pre­
ñada de consecuencias. « ¿Qué impresión les pro­
ducirán sus confidencias a unos indiferentes? »
No vacilo en responder : « Una impresión eno­
josa. »
Echarán de ver la falta de fuerza moral que
le hace a usted incapaz de ocultar sus senti­
mientos. Al verle descubrir sus propios secre­
tos, concluirán lógicamente que aun guardará
usted peor los secretos de los demás.
El relato de sus deoeptiones les hará sospe­
char en usted un carácter falto de temple,
condenado a la falta de éxito por "su misma
debilidad.
Con sus conversaciones inconsideradas habrá
matado la confianza que acaso hubieran depo­
sitado algún día en usted sus interlocutores.
Se queja usted de que no le estimen en lo
que vale, de que no se eche mano de sus
talentos, de que le den de lado. ¿ Por qué
ha inspirado usted a otras personas esa des­
DE CULTURA. PSÍQUICA 55

confianza, seguramente injusta ? Debería usted


medir mucho sus palabras, y presentarse en
su .aspecto más favorable, en su verdadero ser.

Segunda hipótesis : Se confía usted a per­


sonas que no Le conceden ninguna simpatía.
Loca imprudencia.
Esas personas no se pondrán tristes con .sus
penas; lo que harán, más bien, es alegrarse
de ellas.
Las dificultades con que tropieza usted pro­
vienen acaso de las aviesas maniobras de esas
gentes, ¡ y aun les deja usted ver que esas
maniobras les han salido bien ! Habría que
guardar en presencia suya tal serenidad, que
comprendieran su impotencia para hacer mella
alguna en la fuerza de usted. Tendría que .con­
vencerlas, con su calma sonriente, de que sus
tentativas para perjudicarle aumentan sus po­
sibilidades de triunfo. Acabarían por cansarse
de hacer el tonto.
Oculte usted sus proyectos a esa gente de
mala voluntad. Le pondría trabas, le mina­
rían a usted el terreno, se aprovecharían de
sus trabajos para recoger el fruto de éste en
lugar de usted.
En la guerra se fusila a los traidores que
informan a las tropas enemigas. Castigo terri­
ble, pero necesario. No traicione sus propios
intereses dando imprudentemente a sus adver­
sarios indicaciones preciosas de que se servirán
contra usted.
56 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Tercera hipótesis. Usted cuenta sus cuitas a


sus amigos.
¿ A qué contristarles revelándoles sus penas,
si no'tienen modo de remediarlas? ¿ Buscaría us­
ted su paz en detrimento de La de ellos ?
Si es razonable que les confíe usted sus
dificultades, espere a poder hacerlo sin que una
conversación de esa índole aumente sus propias
zozobras.
Recuerde, en efecto, lo que ya le hemos di­
cho. Las confidencias inútiles, en vez de apla­
car su pena, la azuzan; al provocar en usted
inconscientes sugestiones de pesimismo, crean
en su ánimo una mentalidad de débil y de
vencido.
*
**

¿ Cómo adquirir una sensata reserva en sus


palabras ?
El perfecto dominio de sí no se logra en
un sólo día ; supone los largos y pacientes
esfuerzos de un entrenamiento metódico.
Empiece usted por convencerse profundamente
de la absoluta necesidad de la discreción. Con este
fin profundice las teorías que acabamos de
exponerle. Compruebe lo justo de las mismas
por medio de ejemplos.
Observe lo que ocurre en torno suyo. Quizá
conozca usted ciertas personas que hacen con­
fidencias inútiles a tontas y a locas; trate de
descubrir el resultado de esas confidencia,sM
¿ Han aportado alguna mejora efectiva a la
penosa situación de quien las ha hecho ?
DE CULTURA PSÍQUICA 57

i Han encontrado éstos en ellas un apacigua­


miento íntimo? ¿No han exasperado sus sufri­
mientos, por el contrario, al contarlos ? ¿ Han
dado una elevada opinión de su valor, de su
energía, de su prudencia ?
Repase usted, sobre todo, su propia historia.
Haga un serio examen de conciencia. Si se
ha entregado alguna vez a confidencias, ¿ qué
fruto ha sacado de ello ? ¿ Han arreglado sus
asuntos ? ¿ Han dado nuevo temple a sus fuer­
zas ? ¿No han acentuado más bien su apla­
namiento ? Aproveche usted sus experiencias
desdichadas para no volver a incurrir en los
mismos errores.
Cuanda se sienta movido interiormiemte a hacer
confidencias inútiles, resista a ese impulso- por
todos los medios que estén a su mano. Im­
póngase un silencio (absoluto. Trate de distraerse,
para dar un derivativo a su imaginación y a
su sensibilidad.
Recurra al procedimiento que en el capítulo
precedente le hemos señalado. Cuente de 0 a
1.000. Más vale eso que no hablar sin ton
ni son.
Paséese. Dese una carrera a buen paso, en­
tregándose al mismo tiempo a una saludable
gimnasia respiratoria.
Dediqúese a alguna lectura absorbente. Noi es
el momento de tomar un libro serio; elija un
volumen de historia anecdótica -o- una novela
policíaca.
Cuanda el impulso haya cedido, vuelva usted
a entregarse tranquilamente a sus ocupaciones.
58 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

He aquí unos cuantos ejercicios a los que


concedemos grandísima importancia. Ponga us­
ted todo su cuidado en ellos.

Primor ejercicio. Apliqúese a retener en sus


conversaciones algún dicho que pueda pronun­
ciar sin inconveniente. Será, por ejemplo, una
noticia breve de que se haya enterado usted
antes que nadie, una ocurrencia ingeniosa que
quisiera escaparse de sus labios, una confi­
dencia por lo demás anodina.
Al principio, ese esfuerzo para callar lo que
deseaba decir le costará a usted trabajo; pero
cuando lo haya llevado a cabo experimentará
una sensación de fuerza. Saboreará una pro­
funda alegría al comprobar el . imperio de su
voluntad.
Repita frecuentemente este ejercicio, evitando,
sin embargo, parecer apagado o zonzo. Se puede
ser ingenioso y brillante sin cometer la menor
imprudencia. El summum del arte consiste en
encantar a los interlocutores sin comprometerse,
y en dejarles una impresión de amabilidad, de
inteligencia y energía.-
Aumente usted de un modo gradual todas las
dificultades que tenga que vencer. No deje de
reconocer cada uno de sus progresos; se ser­
virá de ellos para sugestionarse.
Los higienistas declaran que hay que levan­
tarse de la mesa conservando todavía algo de
ganas de comer. Debe usted terminar sus con­
versaciones con algo que hubiera podido decir.
DE CULTURA PSÍQUICA 59

pero que se ha reservado deliberadamente, para


afirmar a sus propios ojos su dominio de sí
mismo.
La experiencia le demostrará la gran eficacia
de esta joráctica. Contraiga el hábito de ella,
prosiga su entrenamiento hasta que la haya
arraigado vigorosamente en su ánimo.

Segundo ejercicio. Ingénieselas para hacerse


agradable a sus interlocutores, muéstreles in­
terés ; entre en sus preocupaciones y sentimien­
tos ; aborde exclusivamente los temas que les
toquen de cerca.
Este ejercicio producirá dos efectos excelentes.
En primer lugar, desviará su atención de su
pensamiento egoísta y le librará de confiden­
cias inútiles.
En segundo lugar, le ganará simpatías y
aumentará su « magnetismo personal », fórmula
de moda que designa ni más ni menos que el
arte de agradar.
La preocupación constante de mantener la
conversación en un terreno familiar a sus in­
terlocutores, de llevarles a hablar de sí mismos
y a mostrarse en su aspecto más favorable,
es el fundamento mismo de la civilización. El
salvaje se deja guiar por su instinto y por sus
impulsos; no piensa más que en sí ni habla
más que de sí; la verdadera cortesía supone
cierta dosis de abnegación y de altruismo.
Adquiera, por consiguiente, la costumbre de
conducirse en sus conversaciones como aca­
bamos de aconsejárselo.
No crea que sea fastidioso proceder así. Esta
60 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

manera de hablar con el prójimo le procurará


mil pequeñas alegrías delicadas : alegría de sen­
tirse simpático; alegría de difundir en torno
suyo optimismo y buen humor; alegría de
hacer, gracias a sus amables charlas, interesan­
tes observaciones psicológicas; alegría de ha­
berse mostrado bondadoso y de haber conser­
vado el dominio de sí mismo.

Tercer ejercicio. Prepárese desde ahora a las


visitas que tendrá usted que hacer o que re­
cibir en un porvenir muy próximo.
¿ A quién vera hoy, mañana, pasado ma­
ñana ?
¿ Qué sentimientos le inspiran sus eventua­
les visitantes ? ¿ Cómo les trata usted de or­
dinario ? ¿ Tendrá alguna dificultad particular
para no hacerles confidencias inútiles ?
¿ Cuáles son los gustos de esos futuros in­
terlocutores ? ¿ Qué clase de preguntas suelen
hacerle con mayor frecuencia ?
Examine atentamente estos distintos puntos,
y trácese su línea de conducta.
Fulano le interrogará a usted sobre su salud,
acerca de sus asuntos, de sus sentimientos.res­
pecto de sus amigos comunes. Sabe usted de
antemano en torno a qué girará su conver­
sación; combine, por tanto, sus respuestas, de
manera que no entregue sus secretos ni pro­
nuncie frases imprudentes. Busque modo de dar
a su reserva una nota de alegría ingeniosa
y de optimismo sonriente. En cuanto haya dado
a su interlocutor esas respuestas evasivas, no
le deje tiempo de continuar su interrogatorio :
DE CULTURA PSÍQUICA 61

toma usted la dirección de la charla, y lleve


al otro a hablar de sí mismo.
Pase revista a los visitantes probables que
haya de recibir. Manténgase dispuesto a todas
las eventualidades.

Cuarto ejercicio : Siga atentamente la marcha


de su entrenamiento; lleve una contabilidad
de él, por decirlo así.
Los ejercicios hasta aquí expuestos le darán
ocasión de numerosas victorias. Vaya anotán­
dolas cada día. Señale análogamente sus
derrotas, si es que tiene que deplorarlas.
Apunte periódicamente — cada semana o cada
mes — esos progresos y esos retrocesos,, en un
cuadro de conjunto. En él hará figurar sus in-
dicationes cotidianas, por medio de cifras o de
curvas.
Divida su cuadro en tantas columnas como
días tienen la semana o el mes. Marque en
cada columna el número de sus victorias y
el de sus derrotas, y sume unas y otras.
Si prefiere el sistema de las curvas, que
salta más a la vista, trace dos cuadros, el
uno para sus victorias, el otro para su derrotas.
Divida cada cuadro en treinta o treinta y una
columnas, una para cada día del mes. Esta­
blezca, en sentido vertical, una escala graduada
que vaya del 0 al 30, poniendo el cero en la
parte inferior de la hoja. En las columnas
de los días pondrá usted un punto a la altura
de la cifra que represente el número de sus
victorias. Reúna esos diferentes puntos por me­
dio de una raya, y obtendrá una curva con­
62 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

tinua cuya dirección le indicará a primera vista


la marcha más o menos rápida de sus pro­
gresos.

Quinto ejercicio. ¡ Autosugestión ! । Autosu­


gestión !
Repita despacito, de diez a veinte veces, las
siguientes fórmulas :
« Comprendo el peligro de las confidencias
inútiles; evito las palabras imprudentes; soy
dueño de mi lengua. »
« Respondo oon prudencia a las preguntas
indiscretas. No traiciono mis secretos. Me
guardo exclusivamente para mí mis preocupacio­
nes y cuidados. »
Represéntese mentalmente escenas de que sea
usted héroe. Mírese a si mismo, hablando con
sus interlocutores habituales. Se verá discu­
rriendo oon amable reserva, llevando a sus com­
pañeros a hablar de sí mismos e interrogán­
doles sobre los puntos que les interesen.
Aproveche los progresos realizados para « sal­
pimentar » sus sugestiones.
Dígase y repítase : « Soy cada vez más dueño
de mis palabras. »
« En mis conversaciones me olvido cada vez
más de mí mismo para interesarme en mayor
medida por mis interlocutores. »
« Encuentro un placer cada vez mayor en
hacer hablar de sí mismos a los otros. »
Adapte cuidadosamente a sus necesidades las
fórmulas de sugestión que emplee.
Persevere en estos ejercicios que le llevarán
al éxito.
DE CULTURA PSÍQUICA 63

El desperdicio de fuerzas mentales :


Necesidad de calma exterior

Consagremos unos minutos a examinar el


camino que ha recorrido usted ya.
Ha fijado usted en su memoria ciertos prin­
cipios generales de conducta. De seguro que ya
los conocía usted; el simple sentido común
bastaba para revelarle su existencia. Sin em­
bargo, no les había concedido hasta aqui una
atención bastante prolongada; sobre todo, no
se había obligado a ajustar a ellos su vida
cotidiana. De ahí han venido las más de sus
faltas de éxito, causa de sus contrariedades.
Ha empezado usted a contraer buenos há­
bitos, que una perseverancia siempre alerta for­
talecerá cada día más.
Cuando se siento usted sacudido por una
emoción violenta, se impone una pausa de
silencio. Gracias a esta práctica, guarda en sus
palabras una reserva más prudente. Mira cara a
64 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

cara las dificultades, para despojarlas del


aspecto ilusorio de que su imaginación trastor­
nada las revestía; de esa manera las ve en
su realidad objetiva, y sigue, para resolverlas,
los consejos de la fría razón, en lugar de
¡abandonarse al ciego impulso de sus nervios.
Ha obtenido usted esos resultados por su pun­
tualidad en ejecutar los ejercicios prescritos por
nuestro Método. Esa gimnasia moral le ha so­
metido a un entrenamiento progresivo, cuyos
benéficos efectos siente.
Al comprobar las transformaciones que en us­
ted se han operado, experimenta una satisfacción
legítima.
Se 'deja usted dominar con menos facilidad
por las impresiones que en otros tiempos le
llevaban a la deriva, según el capricho de los
acontecimientos. Ofrece usted mas resistencia
a las contrariedades, que ya no le abaten como
antes. Se encara con la vida, con una confianza
más optimista. Para resumirlo todo en pocas pa­
labras : en su espíritu se está desarrollando una
mentalidad de energía victoriosa.
No se detenga en tan buen camino. Es largo
el que todavía le queda por recorrer para llegar
a la plena posesión de sí mismo, que le hará
en amplia medida dueño de su destino.
Para conseguirlo no necesitará usted un tra­
bajo superior al que le han costado sus primeros
progresos. ¿ Es que éstos han exigido de usted
esfuerzos heroicos ? ¿ No los ha realizado como
quien juega ? Pues lo mismo le ocurrirá con
lo demás.
¡ Animo, pues, y adelante !
DE CULTURA PSÍQUICA 65

Trabaje ahora por conservar una calma


exterior imperturbable.
Esa calma impedirá que su energía se dis­
perse, se evapore en balde. Pondrá en su frente
una aureola de poderío, cuya misteriosa irra­
diación le dará considerable ascendiente sobre
el prójimo. Los que le traten se sentirán en
presencia de una Fuerza.
*
**

¿ En qué consiste esa calma imperturbable a


que debe usted tender ?
En no dejar que trasparezca al exterior nada
de las emociones que usted sienta.
Expliquémonos a nuestras anchas.
Ya puede usted vivir lo que viva, que nunca
llegará a hacerse enteramente impasible. Siem­
pre sufrirá, en mayor o menor medida, la in­
fluencia de los acontecimientos, y de manera
tan brutal, a veces, que el choque le dejará re­
movido. No trate de sustraerse a esa debilidad,
inherente a la naturaleza humana; con ello no
conseguirá usted más que perder tiempo y es­
fuerzos.
Siempre sentirá usted la agria mordedura de
las contrariedades y de las duras pruebas.
Las indelicadezas, las traiciones de la, amis­
tad, los lutos, le desgarrarán siempre el cora­
zón.
Los malos procederes, los insultos provocarán
siempre en usted movimientos de indignación
y de rebeldía.
3
66 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Las desilusiones, los disgustos, los reveses


le envolverán siempre el alma en una sombra
lúgubre.
Las pérdidas pecuniarias le sumirán siem­
pre en una ansiedad tanto mayor cnanto más
dolorosas sean sus consecuencias.
Los triunfos, la aprobación del público, la
notoriedad, la gloria le inducirán siempre a un
optimismo fácil de exagerar.
Siempre sentirá usted simpatías y antipatías
instintivas.
Nada puede hacerse contra ésto. Siempre tendrá
Usted nervios, una sensibilidad, una imaginación,
un corazón. No es usted un autómata, sino
un hombre.
Sería pura ilusión pretender llegar a no sen­
tir nada. Lo únipo que le pedimos es que no
traicione exteriormente sus emociones. No deje
ver nunca sus sentimientos sin el consentimiento
expreso de su voluntad.
Fíjese bien en estas palabras : Sin el con­
sentimiento expreso de su voluntad.
Si es preciso que encarcele a toda costa sus
emociones en su « yo » íntimo cotmo en una
cárcel con cerrojos y sm esperanzas de eva­
sión, se dan casos, a veces, por el contrario,
en que conviene que exteriorice sus sentimientos.
Acaba usted de sufrir una cruel pérdida de
familia que abre en su vida un vacío imposible
de llenar. Nadie comprendería que para ocultar
a los indiferentes su terrible dolor afectase
usted una apariencia indolente y jubilosa. Todos
le juzgarían con la severidad más extremada.
DE CULTURA PSÍQUICA 67

Una desgracia aflige a su mejor amigo. Debe


usted, indiscutiblemente, expresarle su simpa­
tía y dejar que hable su corazón.
Un camarada muy querido le ha prestado
espontáneamente un importante servicio que
usted no se hubiera atrevido a pedirle. La cor­
dialidad de su ademán le ha llegado a usted
al alma. ¿ No es justo que le manifieste su
profundo agradecimiento ?
En estas circunstancias y en otras semejantes,
no pierda nunca, sin embargo, el dominio de sí.
Impóngase, pues, la ley inmutable de no ma­
nifestar nada de sus sentimientos íntimos sin
una razón valedera y sin orden formal de su
voluntad.
Compóngase una máscara impasible, cuya im­
perturbabilidad suavice habitualmente una li­
gera sonrisa.
*

¿ Por qué le recomendamos esa calma exte­


rior con tanta insistencia ?
Porque es, a la vez, un signo y una fuente
de fuerza.
El débil traiciona todas sus impresiones.
Las traiciona con los movimientos de su fi­
sonomía. Se le ilumina o se le ensombrece la
cara, sus facciones se dilatan o 'se crispan,
su mirada brilla o se vela, acusando el rechazo
de sus alegrías o de sus penas.
Las delata con sus ademanes : movimientos
de impaciencia, respingos, aceleración o espa-
ciamiento de su paso, cuando anda.
68 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO'

Las delata con. sü aspecto general : trepidante


en sus impulsos de entusiasmo, vivoi y decidido
en los momentos de optimismo razonable, aba­
tido y lánguido en las horas de depresión.
Ahora bien, esos movimientos fisonómicos,
esos ademanes espontáneos, esas actitudes, son
otros tantos signos que traducen los sentimien­
tos, ni más ni menos que las palabras, y a
veces con más elocuencia que ellas. Equivalen,
por tanto, a confidencias inútiles.
Recuerde lo que a propósito de estas últimas
le hemos dicho.
Que las deje usted caer en oidos indiferentes,
antipáticos o amigos, sus confidencias hechas
a la ligera le acarrean mil perjuicios, cuya
importancia ha estimado usted hasta aquí por
debajo de lo debido. Además, esas confidencias
mantienen y refuerzan las emociones que de­
bería usted ahogar. Ejercen sobre usted, en
fin, sugestiones malsanas, que aumentan su
íntimo desconcierto.
Pues lo mismo ocurre con todos los signos
mudos que manifiestan al exterior lo que pasa
dentro de usted. Traicionan sus secretos, forti­
fican sus impresiones, le sugestionan de mala
manera.
El que es vigorosamente dueño de sí, vigila
las reacciones de su fisonomía, contiene sus
ademanes y gestos de impaciencia, imponía! a su
cara una máscara inmutable; en una palabra,
conserva una actitud siempre igual.
De esa manera se sustrae a los huroneos de
la curiosidad, desalienta con su ampióme los
solapados esfuerzos de la vigilancia, comprime
DE CULTURA PSÍQUICA 69

sus emociones debilitadoras. Con esa cuerda


táctica aumenta, en proporciones de conti­
nuo crecientes, el potencial de energía que
habrá de darle las fuerzas necesarias para ganar
la batalla del Exito.
Ahí tiene usted lo que debe hacer.
Ahí tiene lo que hará muy pronto.

*
**
¿ Cómo adquirir esa 'imperturbable calma, in­
dispensable para el triunfo?
— Con esfuerzos perseverantes.
¡ Esfuerzos ! ¡ Perseverancia ! Dos palabras
que acaso den en el espíritu de usted un son
lúgubré como el de una campana que, dobla
a muerto. No deje que su imaginación vuelva
tristes, sin razón, unas realidades que objetiva­
mente ,no presentan ningún carácter penoso.
A condición de que se adapte’ a las posibili­
dades del que ha de hacerlo, y, por lo tanto,
de graduarse progresivamente, el esfuerzo se­
guirá siendo siempre una de las principales cau­
sas de la alegría humana. Expulsar de una
vida el esfuerzo es condenar esa vida al tedio
irremediable, al asco, al desaliento, al pesimismo
destructor.
En cuanto a la idea de perseverancia, no en­
traña en modo alguno la de monotonía, de
fastidioso no salir del paso, sino todo lo con­
trario. El que persevera en el esfuerzo, avanza;
el que avanza ve abrirse nuevos horizontes.
La idea de perseverancia implica, por consi-
70 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

guíente, a pesar de los prejuicios demasiado


difundidos, la de variedad.
Láncese usted, pues, alegremente a Ja con­
quista de La imperturbabilidad.
Le señalaremos las etapas por que lia de
pasar, de manera que ninguna de ellas esté
por encima de sus fuerzas. Llegará usted a
la meta sin hacerse violencia : no se habrá
dado más trabajo que el de comprobar sus pro­
gresos sucesivos.
Empiece por querer adquirir la calma exterior.
—• Lo quiero, responde usted. El hecho de
estar estudiando ahora este capítulo de su Mé­
todo le prueba indiscutiblemente.
— Lo quiere usted, desde luego, pero ¿ con
qué voluntad ? ¿ Con una de esas voluntades
a medias, de esas veleidades que van a dar
en el fracaso, o con una voluntad firme y de­
cidida ?
La única voluntad que no sufre averías es
la que tiene todo el carburante que le hace
falta, si me es lícito ¡expresarme así. Ahora bien,
el carburante que mantiene la marcha del mo­
tor, el entusiasmo, el carácter pasional del
deseo.
Entusiásmese usted, pues, « embálese », apa­
siónese por la conquista de la imperturbabilidad.
Despierte en sí todos los sentimientos que pue­
dan provocar el deseo de esa imperturbabilidad
y llevarlo al punto de vehemencia más alto.
¿ A qué sentimientos apelará usted ? Eso de­
pende, evidentemente, de su carácter, de sus
tendencias dominantes, de su situación.
Vamos a suponer unos cuantos ejemplos.
DE CULTURA PSÍQUICA 71

Usted ambiciona la riqueza. No dudo que sea


con fines generosos. Le gustaría disponer de
sumas considerables para crear o sostener obras
sociales, para aliviar discretamente desventuras
que se ocultan, para dejar a sus hijos una
herencia más considerable.
Ese ansia de riqueza está arraigada en usted
y le domina. Explótela para entrenarse en la
conquista de la imperturbabilidad.
Va usted a ver cómo le ayuda en sus nego­
cios la calma exterior : gracias a ella aumen­
tará usted sus recursos, dilapidará menos fá­
cilmente sus ingresos, hará fructificar mejor su
capital.
Profundice estas ideas, manténgalas vivas en
su ánimo para que le inflamen de ardor en
sus esfuerzos por adquirir la calma exterior.

**
Otro ejemplo. — Su patriotismo le acucia
a que trabaje por la reconstitución de su país.
Sus condiciones de existencia, sus gustos, le
inclinan a ocuparse de los movimientos de ju­
ventud. En ellos podría desempeñar usted útil­
mente un papel de Jefe. Acaricia usted el pro­
yecto de consagrarse a la instrucción moral
de los jóvenes.
Aproveche la atracción que le lleva hacia
esa obra capital, para intensificar su deseo
de imperturbabilidad. Cuanto más domine sus
impresiones, mejor conservará una máscara im­
pasible, y mejor sabrá también afirmar su
autoridad de jefe. El entusiasmo que en usted
72 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

provoca la vocación de Jefe se comunicará a


su voluntad de conquistar el cabal señorío de sí.
A usted es a quien corresponde escoger entre
sus sentimientos habituales el que más im­
pulso haya de darle en la persecución de su
fin.
Ese es el primer paso que 'tiene que dar.
en el camino por el que se lanza.

*
Se someterá usted a un entrenamiento pro­
gresivo cuya marcha ascendente vamos a in­
dicarle. No escale demasiado aprisa sus pel­
daños. No pase a un ejercicio superior antes
de haber acertado en el precedente.

Primero. Ejerza una rigurosa vigilancia so­


bre sus ademanes y sus menores movimientos.
Contenga implacablemente todos los que pu­
dieran traicionar sus emociones, ya se trate
de cólera, de impaciencia, de placer o de sim­
patía.
Si se le escapa uno que no haya podido’
contener, recóbrese inmediatamente e impón­
gase la obligación de hacer un movimiento muy
tranquilo. Voy a suponer que, en un arrebato
de irritación, haya dado usted un puñetazo en
la mesa. Apenas hecho ese ademán, se da usted
cuenta de su falta de dominio de sí. Para re­
pararlo, haga un ademán cualquiera con una
suavidad tranquila. Por ejemplo, frótese las
manos oomio lo haría un hombre satisfecho, y
DE CULTURA PSÍQUICA 73

piense en su fuero interno que aún se descom­


pone usted por poca cosa.
No tome esta práctica por una especie de pe­
nitencia, que nada justificaría, sino como una
maniobra medicinal de indiscutible eficacia. Las
pausas que haga después de sus impaciencias
le recordarán la necesidad de la calma ; los
ademanes tranquilos que haga pensando iróni­
camente en las causas, tan fútiles, de sus irri­
taciones, le harán adquirir la costumbre de los
movimientos dulces y apacibles.

Servido. Vigile las expresiones de. su fiso­


nomía.
Cuando esté dominado por una emoción, mí­
rese al espejo. En él echará de ver la altera­
ción producida en los rasgos de su cara por
sus sentimientos íntimos. La tristeza empaña
el fulgor de su mirada y deprime la linea!
de su boca. La ironía ¡enciende ¡en sus ojos
una 'llama chispeante y pliega sus labios en
una sonrisa burlona. La cólera sonroja su cara.
Apliqúese a reducir sus facciones a su po­
sición normal. Lo conseguirá más fácilmente
si acompaña sus esfuerzos de algunas autosu­
gestiones. Podrá repetirse : « Mis ojos tienen su
mirada tranquila y bondadosa. Mis labios son­
ríen amablemente. Mis mejillas conservan su
color natural. »

Teraero. Impóngase una máscara siempre son­


riente, cualquiera que sea su estado de alma.
¿ Por qué esa perpetua sonrisa ?
•— Para celar a los indiscretos lo que está
74 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

pasando dentro de usted. Cuando quiere usted


gastar hasta la trama un traje que empieza
a estar viejo, se lo pone por casa; pero para
salir afuera se pone por encima de él un gabán
impecable, que abrocha completamente. Es lo
que llamamos un « tapamiserias ». La sonrisa
que le recomendamos le servirá de « tapami­
serias » moral : cubrirá con un velo impe­
netrable su zozobra íntima.
Le prestará, además, el precioso servicio de
restablecer la calma en su ánimo. Si nuestros
sentimientos influyen en nuestros gestos, nues­
tros gestos influyen en nuestros sentimientos.
Este fenómeno psicológico, harto conocido, se
observa corrientemente en los artistas de teatro.
Los grandes actores provocan en sí, con su
hábil mímica, los sentimientos de los personajes
cuyos papeles representan; eso es lo que hace
tan conmovedor su juego escénico y lo que
les vale las aclamaciones del público. Pues
otro tanto ha de hacer usted : la sonrisa que
a sí mismo se impone acabará por crear en
usted una atmósfera habitual de serenidad
alegre.
*
**

Le proponemos varios ejercicios que le ayu­


darán a practicar los consejos contenidos en
este capítulo.

Primer •ejercicio. Examínese muy de cerca.


¿ Pierde frecuentemente la calma exterior, y
en qué circunstancias ?
DE CULTURA PSÍQUICA 75

i Cómo suele manifestarse más a menudo su


turbación ? ¿ Ademanes desordenados ? ¿ Puñe­
tazos en La mesa ? ¿ Encogimiento’ de hombros ?
¿ Miradas furiosas ? ¿ Respiración entrecortada ?
Cuando haya reconocido con qué movimien­
tos, con qué expresiones de su fisonomía, con
qué actitudes delata habitualmente su emoción,
emprenda una lucha implacable contra ellos.

Secundo ejercicio. En su entrenamiento para


la adquisición de la imperturbabilidad, aténgase
exactamente a las etapas indicadas ien este
capítulo. No aborde una nueva antes de haber
recorrido enteramente la anterior.
No se olvide de volver a empezar cada vez
que se le escape un movimiento que delate
su emoción. Impóngase entonces la realiza­
ción de un gesto cualquiera, con lentitud y
tranquilidad, para recordar la necesidad de la
calma exterior.

Tercer ejercicio. Sírvase ampliamente de la


reflexión y de la autosugestión.
Penétrese bien de la importancia que tiene
la imperturbabilidad, y de la facilidad con que
puede usted adquirir la costumbre de ella.
Dejamos a su cuidado el combinar las fórmu­
las sugestivas que haya de emplear regtflarmente
cada día mientras no haya logrado definitiva­
mente su objetivo.
;76 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

VI

El desperdicio de fuerzas mentales :


La Dispersión

Algunas personas no consiguen los éxitos que


sus talentos y su cultura ¡es prometían. Sufren
las consecuencias de un achaque muy extendido
en nuestros días : la dispersión mental.
Los que de ella padecen sienten una gran
dificultad para fijar su espíritu en su ocupa­
ción habitual : en los casos más graves, no
lo consiguen. Mientras una idea principal se
encuentra en el campo de su conciencia psico­
lógica, dos o tres ideas secundarias gravitan
en torno de ella, dividiendo la atención y ami­
norándola.
A veces, la persona llama deliberamente a esas
ideas secundarias. Es un procedimiento deplo­
rable, al que debe renunciar en obsoluto todo
el que quiera dedicarse a un trabajo serio.
Otras veces, esas ideas secundarias no acu­
den exprofeso. Obsesionan al cerebro, se ins­
DE CULTURA PSÍQUICA 77

talan en él, se aferran a él y en él se man­


tienen en estado parasitario.
Dos fenómenos caracterizan, pues, la disper­
sión mental : debilidad de la atención, e ideas
obsesionantes.
*
**
Vamos a darle a usted unos cuantos ejem­
plos de dispersión mental, escogidos entre mi­
llares de casos análogos.

Primer ejemplo. Un estudiante se ha tra­


zado un plan de trabajo para, una larga velada
de invierno. Se propone leer varios capítulos
de un libro de critica literaria, lectura indis­
pensable para la preparación de sus exámenes.
Después redactará la disertación que debe en­
tregar al día siguiente a su profesor.
Ya le tenemos puesto al trabajo.
Se enfrasca en la lectura prevista. Sus manos
vuelven las páginas, sigue los renglones con
los ojos; pero el trabajo se hace maquinal­
mente. Nuestro estudiante lee sin acabar de
fijar plenamente su atención en lo que con la
mirada recorre.
Ahora se pone a redactar su disertación. Esa
redacción no debería tostarle ningún trabajo,
ya que la víspera ha trazado su plan detallado.
El estudiante escribe aprisa; pero hace muchas
tachaduras, porque se equivoca a cada paso.
Curiosos errores : emplea frecuentemente una
palabra en lugar de otra, de cuando en cuando
pierde el hilo de las ideas. Manifiestamente, no
concede a su trabajo la plenitud de su atención.
78 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Segundo ejemplo. Una muchacha está hacien­


do, a punto de aguja, un jersey o cualquier
otro vestido de invierno. Ese trabajo, que nada
tiene de absorbente, exige, sin embargo, un
mínimo de atención. Hay que contar los puntos
y las vueltas, pues, si no, el trabajo no repro­
ducirá el modelo elegido.
Ahora bien, en tanto la lana se desliza entre
sus dedos, la muchacha deja vagar sus pen­
samientos siguiendo el rumbo de su fantasía;
los cuadros más imprevistos se suceden en su
imaginación. Luego, brucamente restituida al
mundo real, se da cuenta, demasiado tarde, de
que ha ido más allá del número de vueltas que
hacían falta. No le queda más remedio que
deshacer los puntos que sobran : pérdida de
tiempo y despilfarro de esfuerzo.
Ahí tiene usted un caso característiooi de dis­
persión mental.

Tercer ejemplo. Una persona determinada se


hace notar entre sus relaciones sociales por sus
asombrosas distracciones. Sigue difícilmente las
conversaciones en que toma parte. Cuando le
hablan, está pensando en otra cosa. Según la
expresión corriente, está siempre « en las nu­
bes ».
Falta evidente de concentración.

Cuarto ejemplo. Ciertas personas ejecutan los


diversos actos de la vida corriente con un a
modo de automatismo. Siempre están tomando
una cosa por otra, una plegadera por unas
tijeras, un lápiz por un manojo de llaves. Nunca
DE CULTURA PSÍQUICA 79

ponen en su sitio les objetos de apaban ’de


servirse.
Tenemos aquí otra falta de atención.
Estos ejemplos le han demostrado a usted
los perjuicios que infiere la dispersión mental
a los que padecen de ella. Paraliza su actividad
cerebral y con ello reduce en proporciones más
o menos considerables sus probabilidades de
éxito.
*
**
Insistamos más en sus efectos nefastos.
La dispersión mental perjudica a la calidad
del trabajo.
No puede ser de otra manera. Hecho sin aten­
ción, el trabajo estará forzosamente lleno de
imperfecciones.
Si se trata de un trabajo intelectual, las ideas
no se encadenarán con arreglo a las leyes de
una lógica impecable, los razonamientos care­
cerán de profundidad, el estilo se adaptará
mal al asunto, y su confusión denunciará la
falta de precisión del pensamiento.
Si se trata de una obra manual, no poseerá
el primor en su remate que le hubiera dado todo
su valor : será un trabajo « saboteado ».

La dispersión mental cansa el Cerebro.


Recuérde lo que más arriba hemos dicho.
El que padece de este achaque sigue varias
ideas a la vez. En tomo a la idea principal,
que debiera ocupar exclusivamente la inteligen­
cia, se deslizan subrepticiamente ideas secun­
darias, que a menudo no guardan relación con
80 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

aquélla. La dispersión, mental impone al ce­


rebro, por tanto, un esfuerzo suplementario, que
no sólo es inútil sino perjudicial.
La inteligencia ¡no puede aplicarse más que
a un sólo objeto a la vez. Su cerebro seguirá
sin dificultad varias ideas sucesivas ; si usted
se las presenta simultáneamente, le exige un
trabajo anormal que lo agotará.
Célebres médicos han sostenido que la neu­
rastenia se halla caracterizada esencialmente por
la incapacidad de concentrar la atención. El
neurasténico, dicen, ha perdido el control de
su pensamiento; le obsesionan multitud de ideas
secundarias simultáneas que, más o menos cons­
cientes, le impiden seguir la idea principal:.
De dónde el relajamiento de la potencia mental,
el agotamiento de las fuerzas cerebrales y la
perturbación de la voluntad, que, falta de luces,
ya no sabe adúnde dirigirse.

La dispersión mental asquea- del trabajo.


Sólo se hace con gusto lo que se lleva a
cabo con relativa facilidad. Si un trabajo^ le
exige esfuerzos moderados, lo emprenderá usted
con alegría; incluso sentirá verdadero placer
en vencer las dificultades que ese trabajo pre­
sente. Pero si el trabajo requiere ún esfuerzo
extraordinario, huirá usted de él con horror,
y, si no le queda humanamente otro remedio,
lo hará tan aprisa como pueda, para verse
libre de él cuanto antes. Racionalmente, no
puede esperarse del término medio de los hom­
bres una entereza de ánimo heroica.
L,a dispersión mental disminuye hasta tal
DE CULTURA PSÍQUICA 81

punto la potencia cerebral de quien la padece,


que la menor ocupación seria es superior a
sus fuerzas. Retrocede ante el trabajo, y cae
en una ociosidad dolorosa que acaba de au­
mentar su desasosiego.

♦*♦
Si es necesario no desconocer los peligros de
la dispersión mental, no menos útil es conocer
las inmensas ventajas de la concentración.

La conoentmcián de la atención fadlihai el


trabajo.
Pongo por testigo de ello la experiencia per­
sonal de usted mismo. ¿ Se siente usted capaz
de sumar aprisa y sin equivocarse largas colum­
nas de cifras en la sala de un café, donde un
centenar de consumidores están fumando, ha­
blando en voz alta, jugando al billar, dando
voces para hacerse servir ?
No, ¿ verdad ? Se equivocaría usted a cada
paso, porque el ruido le distraería.
Cada distracción rebaja su tensión cerebral,
lo mismo que cada grieta de una caldera rebaja
la presión del vapor.
Si, por el contrario, se refugia usted en un
despacho silencioso, hará con facilidad las cuen­
tas más complicadas, porque nada apartará
su espíritu de sus cálculos.
La atención no es necesaria solamente para
el trabajo intelectual; las actividades manuales
la exigen también. ¿ Puede cepillar una tabla
82 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

el carpintero sin mirar por dónde pasa la


garlopa ? ¿ Puede romper guijarros el picape­
drero sin mirar a la piedra que hace saltar
en pedazos su maza de hierro ? Si uno y
otro están distraídos, hacen mal su trabajo :
el primero adelgazará demasiado su madera;
el segundo se machacará las piernas, con peli­
gro de herirse seriamente.
Si usted desea dar a su trabajo la máxima
perfección con el mínimo de tiempo y de es­
fuerzo, concentre en él la plenitud de su aten­
ción.

La. ccncentmción de la. atención perfecciona


la memoria..
Es posible que se queje usted de su memoria,
que guarda mal lo que usted le confía. Sin
embargo, usted conserva ciertos recuerdos de
la niñez, que se han grabado en su cerebro
con rasgos indelebiles. Han pasado los años,
usted está ahora en la edad madura, y esos
viejos recuerdos subsisten; intactos los guar­
dará usted hasta llegar ál límite de su ancia­
nidad.
¿Se ha preguntado nunca el por qué de
ese fenómeno tantas veces comprobado ?
Los hechos de que ha sido usted testigo en
su primera, juventud, las palabras que entonces
oyó, han impresionado vivamente su imagina­
ción, todavía nueva. Esos hechos y esas pala­
bras han cautivado con tal fuerza su atención,
que se le han incrustado en la memoria.
Pero usted ha avanzado en la vida. Lo que
en otro tiempo extrañaba a su inexperiencia,
DE CULTURA PSÍQUICA 83

sólo le hace ya ahora muy poca impresión.


Ni siquiera le concede atención, y por eso no
guarda su recuerdo.
¿ Quiere usted retener un hecho, una fecha,
un texto, una cifra ? Concentre su atención
en ese hecho, en esa fecha, en ese texto,;
cuanto más atentamente los haya considerado,
tanto más profundamente se grabarán en su
cerebro.

La concentración de la. atención hace adquirir


experiencia.
La mayoría de Los hombres carecen de espí­
ritu de observación. Dan un rápido vistazo
a lo que les rodea : ven y no miran. Recorren
en sus viajes países desconocidos : sólo re­
cuerdos imprecisos traen de ellos. Frecuentan
a sus semejantes : no reparan en los rasgos par­
ticulares de sus fisonomías; menos aún reparan
en sus caracteres, en sus reacciones, en su ma­
nera de conducirse.
La observación es, sin embargo, la principal
fuente de la experiencia.
Si usted supiera mirar a los hombres, agu­
zaría su sentido psicológico, llegaría a distin­
guir rápidamente sus temperamentos, sus gus­
tos, sus sentimientos. Aprendería el arte dje
manejarlos y conducirlos.

La. concentración de la atención sirve para


resolver las situaciones difíciles.
Mil obstáculos se alzan en nuestra ruta.
¿ Cuáles son ? Dificultades domésticas, contra­
riedades que coartan nuestra libertad de espíritu.
84 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

competidores desleales con cuyos manejos im­


porta dar al traste, enemigos que tratan de
hacemos daño, asuntos qne van mal y reclaman
un pronto restablecimiento si se quiere evitar
una catástrofe... La existencia cotidiana siem­
bra a nuestro paso centenares de espinas que
retrasan nuestra marcha.
Los temperamentos faltos de nervio se dejan
abatir por las dificultades imprevistas. Pierden
la cabeza, se aturrullan, no saben qué medidas
tomar, y malgastan el tiempo en una vana agi­
tación.
Cada caso difícil lleva aparejada su solución.
A usted le toca encontrar la del suyo; sólo
dará con ella gracias a la calma y a la reflexión.
El poder de atención le permitirá encararse
con su situación y enfocarla tal como ella
es a la luz fría de la razón, sin dejar que
su imaginación influya en su ánimo. Sólo en­
tonces podrá escoger usted los remedios eficaces.

Lai eoneentraeim de la atención preserva 'del


aburrimiento.
Muchos hay que, así que han cumplido con
su tarea cotidiana, ignoran el arte de distraerse
con gusto y provecho. No saben emplear de
una manera agradable el tiempo que les queda;
mariposean de una diversión a otra, sin detenerse
en ninguna, y caen en el mortal aburrimiento que
es el precio del no tener nada que hacer.
He aquí un ejemplo vivido. Conocemos afi­
cionados a la radio que se pasan el día delante
de su aparato receptor. Toman sucesivamente
los diferentes conciertos que emiten cada día
DE CULTURA PSÍQUICA 85

las estaciones radiofónicas europeas, pero cam­


bian de onda continuamente. En un cuarto
de hora han dado la vuelta al mundo. Cuando
termina la velada se van a descansar, hartos,
irritados, echando pestes de la radio, que no
les ha procurado ningún placer. Si hubieran
sabido escuchar atentamente un solo concierto,
habrían saboreado goces intelectuales y artís­
ticos frecuentemente exquisitos.
El hombre que sabe fijar .su atención no se
aburre nunca. Encuentra gusto en mirar Ib
que le rodea. Ya viaje en tren, ya se pasee
por los campos, ya charle con otras personas,
por todas partes halla materia 'de observa­
ción. La menor cosa le interesa : en un salón,
una chuchería cuyo estilo y elegancia examina;
unas flores rústicas cuya gracia admira; unos
animales, cuyas curiosas evoluciones sigue.
*
Se curará usted aprisa de la dispersión men­
tal de que acaso sufre, y de seguro que aumen­
tará su poder de atención, por medio de los
ejercicios siguientes.
Estos ejercicios han sido recomendados por
eminencias médicas. Hágalos usted exactamente,
sin cambiar nada de ellos. No los juzgue a
pricri : son fruto de larga experiencia y vhan
dado resultados maravillosos.

Primer ejercicio. Este ejercicio consiste sen­


cillamente en andar, fijando la atención en los
diferentes movimientos necesarios para la mar­
86 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

cha. Ha de tener usted conciencia de cada paso,


y comprobarlo pensando : « Ahora adelanto el
pie derecho; ahora adelanto el izquierdo... » Y
así sucesivamente, hasta el final del ejercicio.
Evidentemente, no irá usted muy aprisa; el
esfuerzo cerebral que ese caminar consciente
exige se lo impedirá, sobre todo al principio.
No sonría con escepticismo. Ilustres médicos
han llevado a cabo, gracias a este ejercicio,
curas maravillosas.
Los seres profundamente deprimidos que han
perdido casi por completo la capacidad de aten­
ción y no pueden librarse de las ideas obsesio­
nantes, harán cada día dos ejercicios de marcha
atenta, de diez minutos a un cuarto de hora
cada uno.
En cuanto a las personas que sólo sienten
una ligera dificultad para estabilizar su espí­
ritu, les bastará con un ejercicio cotidiano de
unos minutos. Lo ejecutarán dentro de la hora
inmediatamente anterior a su 'trabajo.

Segwido ejercicio. Siéntese cómodamente. Pón­


gase las manos en las rodillas, separando los
dedos, con el extremo del pulgar izquierdo to­
cando al extremo del pulgar derecho.
Mírese atentamente, por espacio de unos se­
gundos, las manos puestas así. Cierre luego
los ojos, y siga mentalmente el contorno de
sus dedos, ¡empezando por el meñique de la
mano izquierda para acabar por el de la de­
recha.
Haga este ejercicio tres o cuatro veces se­
guidas, lentamente, teniendo cuidadlo de alejar
DE CULTURA PSÍQUICA 87

toda idea extraña a lo que hace. Para que


el ejercicio salga bien, hay que ejecutarlo sin
ninguna distracción.

Tercer ejercicio. Póngase delante de una es­


tampa que represente una figura o un paisaje.
Observe sus líneas, las sombras, las luces, los
colores.
Cierre luego los ojos y siga mentalmente el
dibujo del cuadro. Reconstituya mentalmente
sus líneas, sus tintas, sus luces y sus sombras.
Hay que llegiaj a ejecutar este trabajo sin que
haya necesidad de abrir los ojos para volver
a mirar al modelo, y sin admitir un pensa­
miento extraño cualquiera. La experiencia le
demostrará que la cosa no es nada fácil.
Sírvase, para empezar, de un grabado su­
mamente sencillo : una cabeza, por ejemplo, re­
producida en unos cuantos trazos vigorosamente
marcados, como las que se encuentran a veces
en las caricaturas que traen los periódicos.
Cuando acierte fácilmente con un dibujo muy
sencillo, empiece con otro más complicado.
Esta pequeña gimnasia cerebral le ayudará
mucho a concentrar la atención.

Cuarto ejercicio. Tome un buen puñado de


arroz o de lentejas, y póngalo en un periódico
que habrá extendido encima de una mesa.
Cuente los granos de arroz o las lentejas, sir­
viéndose de un alfiler o de la punta de un
cuchillo. Marque el número de granos o de
lentejas que haya encontrado.
88 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Vuelva a ¡empezar luego la operación, hasta


que llegue siempre al mismo total.
Podrá usted variar y complicar gradualmente
este ejercicio, ya sea aumentando la masa de
los granos que haya de contar, ya entregán­
dose a ese cálculo después de comer, mientras
hablan en torno suyo. De esa manera aprenderá
a domar sus nervios y a abstraerse de los
ruidos exteriores.
Transformará sin trabajo este ejercicio en un
juego de sociedad. Cada uno de los jugadores
hace su cuenta en medio de las risas de los
presentes, que se esfuerzan por distraerle, y
anota en un papel el número de granos que ha
encontradlo. Después se comparan los resultados
obtenidos.

Quinto ejercicio. Lea una hoja de un volumen


que usted mismo elija. Cierre el libro y resuma
en unas cuantas palabras lo que ha leído. Hay
que notar las diferentes ideas expuestas por
el autor, sin omitir ninguna. Compare su re­
sumen con el original, para comprobar su exac­
titud.
Complique gradualmente este ejercicio leyendo
sucesivamente dos páginas, luego tres, luego
cuatro, y transcribiendo en seguida, de memoria
las ideas principales del autor, sin volver a
consultar su texto.
Aprovechamos este ejercicio para poner a
usted en guardia contra el peligro de las lec­
turas atropelladas, hechas, como suele decirse,
« en diagonal », o «saltardio ».
Hay personas que devoran novelas por curio­
DE CULTURA PSÍQUICA 89

sidad, sin leer arriba de cinc|o¡ .o seis líneas por


página; tienen prisa por yer en qué acaba
la aventura que les apasiona. Con pretexto1 de
ganar tiempo, estudiantes hay que recorren de
la misma manera obras serias cuyo conocimiento
les es necesario.
Nada más nefasto que esas lecturas atro­
pelladas. Imponen al cerebro una fatiga anormal,
y sólo dejan un provecho intelectual restringido.
Vale más leer poco, pero asimilándose la subs­
tancia de lo que se ha leído. Una lectura
atenta, con tal qué no se prolongue exagera­
damente, no agota las fuerzas cerebrales; por
el contrario, deja una impresión de bienestar.
Contraiga la costumbre de leer tomando no­
tas : unas cuantas palabras garrapateads con lá­
piz en una hoja de papel. Esta costumbre le
preservará de esas lecturas hechas sin atención,
y enriquecerá su cultura general.
90 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

VII

La Timidez

Para triunfar en la vida tiene uno que desa­


rrollar en máximo grado las fuerzas mentales
y emplearlas con entero conocimiento.
Hasta aquí ha estudiado usted los estados de
:almá que disminuyen la tensión de esas fuer-
fuerzas y provocan su disminución : la emoti­
vidad, la expansividad, la dispersión. Ha apren­
dido a conservar una calma imperturbable, a
evitar las confidencias inútiles, a concentrar
su atención.
No basta con eso. Hay que combatir, ade­
más, ciertos defectos que, si no se deshiciera
usted de ellos, le impedirían dar su pleno ren­
dimiento.
Entre esos defectos, señalaremos en primer
lugar la timidez.
El tímido no se atreve a nada.
Tendría que hacerse ver, y se esconde; de­
bería hablar, y se calla ; debería actuar, y
permanece inerte.
DE CULTURA PSÍQUICA 91

Es un. enfermo aquejado de parálisis psí­


quica.
La timidez paraliza a sus víctimas en todajs
sus actividades :
Io En su actividad psíquica. Las hace torpes
de modales, en su manera de moverse, forzadas
en su actitud, desmañadas de ademanes. Provoca
sonrojos, temblores, palpitaciones.
2° En su actividad intelectual. Les embarulla
las ideas y les hace incapaces de una conver­
sación seguida. De ahí los despropósitos y
equivocaciones que se les escapan a los tími­
dos; de ahí también, su mutismo.
3o En su actividad sentimental. Les impide
expresar lo que sienten, y les da apariencias
de insensibilidad. Se les cree faltos de corazón,
cuando les sobra; pero no se atreven a mostrar
los tesoros de su alma vibrante.
Mientras el tímido no esté curado de esta
enojosa parálisis, se arrastrará, como si llevara
grillos en los pies, por el camino del éxito.
Si padece usted de ese achaque — por lo
demás fácilmente curable —, deshágase de él
cuanto antes. Si no lo padece, trabaje por
desarrollar en sí el aplomo tranquilo que es
condición necesaria de todo triunfo. Por consi­
guiente, en cualquiera de ambas hipótesis, tiene
usted el máximo interés en seguir atentamente
esta lección.
*
**
92 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

¿ Cuáles son las causas de la timidez ?


¿ Procede ésta de una deficiencia intelectual ?
En otros términos : ¿ timidez es sinónimo de
tontería? De ninguna manera. El tímido raras
veces es un tonto, mientras que a cada paso vemos
cretinos indiscutibles que sostienen paparruchas
enormes con un aplomo imperturbable y con
la más serena satisfacción de sí mismos.
El tímido posee generalmente una inteligencia
superior a la mediana, pero tiene la nefasta
costumbre de replegarse demasiado' sobre sí.
Como tiene en mudho su reputación y como, por
otra parte, teme al ridículo, se deja paralizar
por temores imaginarios.
No es, pues, una criatura modesta, como a
veces se cree. El modesto conoce su propio
valer, pero no se engaña a cuenta de él, y
no se preocupa ni poco ni mucho de la opi­
nión pública. También el tímido conoce su
valer; pero, cociendo a los oscuros impulsos de
su vanidad fundamental, se forja terrores ima­
ginarios : tiene miedo de que le estimen en
menos de lo que vale. ¿ Qué digo ? Se figura
que se le tiene en menos de lo que es.
Mientras no haya reformado la idea falsa
que se ha incrustado en su cerebro, no se
verá libre de su achaque.
El tímido tendrá, pues, que examinarse mi­
nuciosamente, con objeto de descubrir los jui­
cios erróneos en que está la luiente de su mal.
Para ayudarle en este trabajo, vamlost a resumir
en unas cuantas líneas las principales ideas
falsas que son "las causas más habituales de
la timidez.
DE CULTURA PSÍQUICA 93

Primera, causa de la, timidez : injusta, deses­


tima de sí.
Temen algunos que se les juzgue inferiores
desde el punto de vista intelect'uál, y, por un
curioso fenómeno psicológico, llegan, aun re­
conociéndose inteligentes, a dudar ¡dolorosamente
de su valer. Lo que dicen, lo que escriben
les parece insubstancial. El terror a descubrir
su supuesta mediocridad y a provocar la ironía
con su estupidez imaginaria, les cierra la boca.
Vemos, por ejemplo, alumnos excelentes, pero
demasiado medrosos, que fracasan lamentable­
mente en los exámenes. Si se trata del ba­
chillerato, hacen buenos ejercicios de compo­
sición y quedan aprobados en el examen escrito;
en el oral se aturrullan, tartamudean, y acaban
por no decir ni pío. Y sin embargo, conocían a
fondo las cuestiones sobre las que les han interro­
gado ; la víspera, habían respondido satisfacto­
riamente a esas mismas preguntas cuando se
las habían hecho sus profesores. Ha bastado
que se encontrasen ante unos examinadores ex­
traños para que se azorasen y perdiesen la
cabeza.
Se ve a jovenes abogados llenos de talento
que pisan por primera vez los estrados. Han
preparado cuidadosamente sus alegatos; el éxito
parece aguardarles. Pero el auditorio les deja
helados; en cuanto ven todos aquellos ojos que
les miran con curiosidad,, se apodera de ellos
un miedo inmenso. ¿ Qué les va a ocurrir ?
¡ Qué osadía la suya 1 i Qué absurdo va a
parecerles su discurso a aquellas personas que
tienen delante! Entonces no se atreven a ha- -
94 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

blar con seguridad; tartajean como un niño


que recita una fábula mal aprendida. Se des­
conciertan, y de esa manera hacen fracasar el
discurso que les habría valido felicitaciones,
si lo hubieran dicho bien. El contacto con el
público les ha sido funesto, porque no se lian
estimado debidamente. Desdichados de éstos co­
nocemos que después de un primer fracaso
no se han atrevido ya a tomar la palabra delante
de un auditorio.

Segunda causa de la timidez : 'lina torpeza


imaginaria.
Ciertas personas se convencen de que su.
presencia carece de gracia, de que su actitud
parece desmañada, de que su entrada en un
salón provoca un movimiento de curiosidad bur­
lona. Ese pensamiento, que no está fundado
en ninguna base real, influye en su manera
de conducirse : no saben qué hacer ni dónde
meterse.
No hay que confundir, por otra parte, esta
injusta persuasión del tímido Con la ignorancia
real de los usos mundanos. Esos usos se apren­
den mediante la educación, la lectura, la obser­
vación, la frecuentación de la sociedad elegante.

Tercera’ musa de la timidez : miedo dispara­


tado al ridículo.
Es el que provoca habitualmente la timidez
sentimental. No se atreve uno a confesar la
simpatía que siente por tal o cual persona, por­
que teme no ser correspondido y verse recha-
rado con ironía.
DE CULTURA PSÍQUICA 95

Ciertos tímidos ni siquiera se atreven a mos­


trar su cariño a los miembros de su propia familia.
Las palabras de amistad, de agradecimiento, de
compasión que se imponen según las circuns­
tancias, a ellos se les atraviesan, en la garganta.
Se dejan paralizar por una especie de pudor
absurdo, y su frialdad aparente hace sufrir a
los demás como les hace sufrid a ellos mismos.

Cuarta causa de la timidez : desconfianza


consecutiva a un revés.
Tal o cual persona ha visto en peligro sus
negocios a consecuencia de una crisis económica
general; es víctima de las circunstancias, y no
de su propia imprudencia. Pero resulta que
cae en un estado de depresión; atribuye ^u
desgracia a su exclusiva culpa. Se juzga inca­
paz de restablecer su situación; se persuade
con tal fuerza de su insuficiencia, que no se
atreve a dar los pasos necesarios para reparar
la catástrofe.
Otra persona ha sufrido una pérdida de dinero
que le obliga a restringir su tren de vida.
Se imagina que el mundo entero conoce su
mala suerte y la cree arruinada. Pierde su
aplomo y su presencia de ánimo. Teme pre­
sentarse en público; ni siquiera se atreve ya
a hablar con su banquero, con su notario, con
sus apoderados, que le darían los consejos que
una necesidad urgente requiere.

Quinta causa de la timidez : un defecto cuya


importancia, se exagera.
A veces, por último, la timidez tiene por
96 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Causa un defecto real. Es una mujer que tiene


la cara desfigurada por cicatrices o por pecas;
es un hombre que cojea; es un niño ,al que
sus padres, por avaricia o por indiferencia,
visten de una manera grotesca.
Que en semejantes casos tenga uno concien­
cia de que hay en él algo anormal, nada más
justo. Pero a esa constatación de la verdad
se añade ,a menudo una idea falsa, que es
menester reformar. La mujer fea, el cojo, el
niño mal vestido, tienen, por otra parte, cualida­
des que deben conocer y que pueden atraerles
el respeto, la simpatía y el éxibo.
Los precedentes ejemplos le han hecho ver
a usted las perniciosas consecuencias de las
ideas falsas. Aténgase, pues, a 'lo real, qufe
es lo único que puede asegurarle el equilibrio
mental.
Fuera de la verdad, imposible adquirir el
dominio de sí mismo. Imposible, tampoco, lograr
obra de educación alguna; permítanos que in­
sistamos en este punto.
Los padres y los profesores pueden, con las
piejores intenciones del mundo, volver tímidos a
los niños confiados a sus cuidados, y compro­
meter así su porvenir.
Con pretexto de inspirarles la modestia, les
ocultan sus cualidades o les atribuyen falsamente
defectos que no existen. Obra malsana., Al pro­
ceder así privan a esas criaturas de confianza
y de bríos; atrofian los talentos que normal­
mente deberían asegurarles el éxito en la vida.
Que les enseñen más bien 'a reconocer sin
vanidad unos dones gratuitamente recibidos.
DE CULTURA PSÍQUICA 97

Deplorable costumbre, también, la de hostigar


a los niños lentos en el trabajo. Se les repite
malhumoradamente : « No comprendes nada;
no eres capaz de nada; nunca harás nada. »
Se olvida que una inteligencia rápida no siem­
pre es profunda, y se arraiga en esos tiernos
cerebros la injustificada convicción de su nu­
lidad, lo que quizá los paralice para el resto de
sus días.
En cuanto a sus incapacidades reales, hay que
andar con cuidado de no exagerarles su impor­
tancia, aplicándose, por el contrario, a ami­
norarlas a sus ojos. Conviene armarlos con
tanta más fuerza cuanto más vulnerables sean
en un punto dado. La buena táctica .consiste en
hacerles comprender que con sus demás cuali­
dades pueden compensar ampliamente sus de­
ficiencias.
%*&
Después de haber buscado las causas de la
timidez, conviene examinar sus consecuencias.
Ese estudio le será a usted útilísimo. Cuando
haya echado la cuenta délos diferentes perjuicios
que esa debilidad le ha acarreado, sentirá un
deseo más vivo de curarse. Seguirá el tra­
tamiento necesario con más perseverancia. Por
último, como comprenderá mejor el mecanismo
psicológico de la timidez, luchará contra ella
con más precisión y eficacia.

Consecuencias físicas de la timidez.


Sólo por vía de recordación he de volver aquí
sobre los fenómenos nerviosos más arriba cita-
4
98 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

dos : rubor, temblores, tartamudeo, que desen­


cadenan Las crisis de La timidez y desaparecen
con ellas.
En cierto grado de intensidad, la timidez pro­
voca una a modo de inhibición que paraliza los
músculos de manera más o menos pronunciada.
Hay pianistas que son verdaderos virtuosos,
dactilógrafos que escriben a máquina con ma­
ravillosa rapidez. Lejos de las miradas curiosas,
hacen correr sus dedos por el teclado con sor­
prendente "habilidad. Interpretan los unos las
obras gloriosas de los maestros con un arte
consumado; los otros copian o 'escriben al dic­
tado páginas y más páginas sin cometer ni ulna
falta, y con una velocidad acelerada. Si por des­
gracia se les acerca alguien para verlos tra­
bajar, se acabó I : pierden la soltura de
manos, se les endurecen los músculos, sus
dedos se crispan. El pianista ya no saca de
su instrumento más que acordes entrecortados,
el dactilógrafo se equivoca y deja el trabajo.
Conocemos aficionados que tocan el piano
de una manera deliciosa. Solicitados por el
cura de la parroquia para que tocasen el armo­
nio de la iglesia, nunca pudieron descifrar en
público el trozo de música más sencillo, ni
acompañar cánticos populares. Se les anquilosa-
saban los dedos y les impedían seguir el com­
pás.
Análogo fenómeno se observa en los tímidos
que han recibido una educación perfecta y co­
nocen los usos de la mejor sociedad. En presen­
cia de personas extrañas a su familia, comen
con una dificultad extraordinaria; manejan des­
DE CULTURA PSÍQUICA 99

mañadamente el cuchillo y el tenedor, echan


manchas en el mantel y cometen un sinfín de
torpezas. Su suplicio es tan grande, que para
sustraerse a él no vacilan en fingirse des­
ganados y privarse de alimento.
La timidez puede de otra manera, bastante
frecuente por desgracia, llegar a ser perjudicial
para la salud. Ciertas personas no se átreven
a revelar al médico sus trastornos por un senti­
miento de falso pudor. No es un escrúpulo
de conciencia lo que les detiene. Esas personas
no ignoran que la moral más severa permite
que nos dejemos reconocer por los médicos.;
saben que incluso es un deber bacterio, puesto
que no tenemos derecho a atentar a nuestra
salud. Un temor invencible las detiene, sin
embargo, y les impone silencio.

'■Conseco familiares de la timidez.


Ya hemos mencionado la frialdad externa que
impide toda expansión y afloja, como conse­
cuencia de ello, los lazos de la amistad. Te­
mible azote, ya que el mutuo afecto no sólo
constituye el encanto, sino también el fun­
damento de la sociedad doméstica. Hecho más
grave: el cabeza de familia que no domina
su timidez cumple mal su misión y traiciona
fácilmente sus deberes esenciales. No sabe man­
dar, reprender, dirigir con fuerza y dulzura;
en una palabra, carece de autoridad. Los niños,
cuya perspicacia raras veces falla, descubren
pronto ese punto flaco. Como consucuencia ló­
gica, no tienen para con el padre ni el respeto
que Le deben ni la confianza que necesitarían
100 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

ellos. Es una gran desgracia. El adolescente


necesita un guía que dirija su inexperiencia; si
no encuentra en el hogar los consejos útiles,
irá a buscarlos entre los extraños, y corre
peligro de tropezar con personas indiferentes
o interesadas.
Sin embargo, el cabeza de familia tímido
tiene conciencia de su defecto, que le hace!
sufrir; quisiera que sus hijos no tuviesen que
padecer de ese defecto. Se da cuenta de que los
suyos no se apoyan en él, como el orden natural
reclama. Entonces quiere reconquistar su me­
noscabado prestigio, y, como la mayoría de
los tímidos, reacciona, con una violencia que
va más allá del blanco y agrava el mal en
vez de curarlo. De esa reacción torpe y des­
mesurada proceden los reproches acerbos, las
palabras de cólera, los ademanes brutales.
Afortunadamente, no todos los tímidos así son
en su casa; entonces hacen respetar entre los
suyos su autoridad. Su familia, sin embargo,
sufre siempre de rechazo, más o menos, los
efectos de su achaque. Es un hecho que los
moralistas han señalado mil y mil veces : el
tímido que fuera de su casa ha sufrido alguna
afrenta por culpa de su debilidad, experimenta
la necesidad de hacer sentir pesadamente su
superioridad en el hogar doméstico. Mezquino
desquite, con el que trata de rehabilitarse a sus
propios ojos.

C msewencias de la timidez en el plano de


los negocios.
No hay obstáculo que más impida triunfar, so-
DE CULTURA PSÍQUICA 101

bre todo en. nuestra época, en que cada cual


tiene que defender sus intereses con feroz ener­
gía, en que sólo se consigue el éxito gracias
al dominio de sí y al esfuerzo.
El tímido es inepto para la multitud de ges­
tiones que las circunstancias requieren.
¿ Está al frente de una empresa industrial
y comercial ? No sabe imponer sus puntos de
vista y sus decisiones al personal; deja que
se discuta su autoridad. La disciplina indis­
pensable se relaja, lo que disminuye el ren­
dimiento de la casa.
¿ Está de empleado en un gran establecimiento,
es viajante de comercio ? No sabe presentarse,
darse a valer, inspirar confianza a su patrón,
ganarse la clientela y retenerla.
¿Es rentista y vive de su hacienda? No sabe
proteger su portamonedas contra los traficantes
poco escrupulosos. Está predestinado a pagar
caro lo que otros se procuran generalmente
con rebaja.
En una palabra, el tímido se convierte en presa
del primer intrigante que se presente, de un
imbécil cualquiera, inclusive, con tal que ese
imbécil tenga desparpajo y hable con aplomo.

Consecuencias de la timidez en la candencia:


El tímido sufre de su debilidad en su vida
personal más íntima. Las consecuencias de su
defecto repercuten en el fondo de su concien­
cia.
Se desestima y, sobre todo, se cree tenido
en poco. Este sentimiento le hiere en su or­
gullo y, por un efecto que parece paradójico
102 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

peno que no es menos real por eso, exacerba


su vanidad. Para consolar su amor propio las­
timado, descubre en sí cualidades que se exa­
gera a sí mismo. Se complace en la contem­
plación de sus dones, que tiene por excep­
cionales, y se irrita al ver que nadie hace caso
de ellos. Las más de las veces no se atreve
a decírselo a nadie, por miedo al ridiculo.
Hay horas, sin embargo, en que, bajo los efectos
de la excitación nerviosa, revela con vehemencia
sus pensamientos secretos; habla con una exa­
geración y una vanagloria estupefacientes. Pronto
se da cuenta del asombro que provoca, porque
los tímidos no carecen de lucidez; se ruboriza
de su explosión y se encierra en su mutismo.
La timidez lleva a veces a la envidia. Inca­
paz, por culpa de su defecto, de mostrar lo
que de bueno hay en él, el tímido da en una
melancolía envidiosa. Sentimiento vulgar, que
todo hombre de honor debe ahogar implacable­
mente.
*
**

De nada le serviría a usted conocer a fondo


las teorías déla cultura psíquica si no las pusiera
en práctica. Después de haber estudiado la parte
especulativa de esta lección, ejecute los ejer­
cicios con que termina.

Primer ejercicio-. Consagre un tiempo sufi­


ciente a examinarse en serio. Busque cuida­
dosamente las ideas falsas que provocan sus
crisis de timidez.
DE CULTURA PSÍQUICA 103

¿ Se tiene usted, sin fundamento, en menos


de lo que vale ? ¿ Cree que su valer real no
es reconocido ?
¿ Se deja paralizar por su disparatado miedo
al ridículo ? ¿ Teme parecer torpe, fuera de
su sitio ?
¿ Le han hecho perder la seguridad algunos
reveses cuya importancia abulta usted falsa­
mente ?
¿ Padece algún achaque físico que, si le es
penoso, no disminuye en náda, por lo demás,
su valor moral y social ?
No vacile en profundizar este examen, cuya
importancia comprende. Cuando haya dado con
las « ideas » que se hace, le será fácil descu­
brir su falsedad. Cuando esté bien convencido
de la inutilidad de esas locas imaginaciones,
su timidez desaparecerá como por encanto.

Segundo ejercicio. Busque los efectos de su


timidez.
¿ Está usted sujeto a los fenómenos nerviosos
que le hemos señalado : rubor, trembloreis, pal­
pitaciones, etc ?...
¿ Ha sentido esa parálisis que aqueja á mú­
sicos y mecanógrafos ?
¿ Carece de expansión o de autoridad en su
vida doméstica ?
¿ Ha comprobado en usted mismo esos esta­
llidos de violencia, resultado de una reacción
torpe contra la timidez ?
¿ Cuál ha sido la influencia de su defecto
en la dirección de sus negocios ? No tema entrar
104 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

en los detalles más minuciosos por lo que a


este punto se refiere.
¿ Ha hecho nacer en usted la timidez algunos
sentimientos de amor propio, de tristeza, de
envidia ?
Esfuércese por evaluar tan exactamente como
le sea posible los perjuicios que su debilidad
le ha ocasionado.
Anote por escrito los resultados de ese aná­
lisis íntimo.

Teraer ejercicio. Recurra a la autosugestión


para disponerse desde ahora a seguir bien el
tratamiento que le indicaremos en el capítulo
siguiente.
Emplee las fórmulas que a continuación le
damos, u otras análogas.
« La timidez se corrige fácilmente con un
poco de perseverancia y de método.
« Quiero firmemente corregirme de ella; es­
toy seguro de desembarazarme de ella por Com­
pleto. »
DE CULTURA PSÍQUICA 105

VIII

Cómo adquirir aplomo

La timidez se combate con. dos clases día


remedios, unos psíquicos, otros físicos, cuyo
empleo conjugado le dará a usted aplomo.
Carece usted de él porque se deja impresionar
por ideas falsas; rectifíquelas.
¿ Cómo asentarse en la verdad ?
— Mediante la reflexión y la autosugestión.
La reflexión le mostrará la inutilidad de sus
nefastas imaginaciones y le pondrá cara a cara
con La realidad.
La sugestión frecuentemente repetida hará pe­
netrar en usted la verdad, y con su misma
repetición, le impregnará de esa verdad hasta
el punto de actuar sobre su subconsciente. Poco
a poco desaparecerán los reflejos de la timi­
dez, y adquirirá usted gradualmente la segu­
ridad que caracteriza al hombre normal.
Reflexión y sugestión deben mantenerse cada
una en su sitio y dentro de su papel. Aquélla
106 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

precede y sostiene a ésta; la una hace surgir


la verdad que la otra explota.
Es indispensable, so pena de catástrofe, apo­
yar la sugestión en algo verdadero, sin salirse
de los límites de ese algo, pecando por carta
de más ni de menos. Con pretexto de curarse
de la timidez, no vaya usted a caer en el ex­
tremo opuesto, en la fanfarronería y la jac­
tancia.
Los ejercicios siguientes tienen una impor­
tancia extrema ; hágalos seriamente y a me­
nudo. Sólo a fuerza de perseverancia rectifi­
cará usted su mentalidad.

Primer ejercicio. Usted se tiene en poca es­


tima sin razón. Se deja imponer por personas
a las que cree gratuitamente superiores a us­
ted desde el punto de vista intelectual. Teme
usted los juicios del público ante el que tiene
que presentarse.
Razonemos un poco.
i Cuál es el valor real de esos personajes,
de su público ?
Representan el término medio. Son hombres
como usted, aparentemente de su mismo nivel,
porque también usted se encuentra en la me­
dianía. Si se encontrase por encima del tér­
mino medio, lejos de dudar de sí mismo evolu­
cionaría usted por entre las pifias con la sere­
nidad perfecta de un Monsieur Prudhomme.
Entonces ¿ por qué desconcertarse ?
Pero quizás haya entre esa gente alguna in­
teligencia notable. No la tema usted. La inteli­
gencia superior es indulgente : sabe que la
DE CULTURA. PSÍQUICA 107

razón, humana peca siempre de corta por algún


lado; conoce sus propias deficiencias y no se
muestra rigurosa con las ajenas.
En cuanto a los tontos, no tiene usted por
qué ocuparse de su opinión.
Sobre estos datos indiscutibles, construya us­
ted ejercicios de autosugestión, cuyos términos
variarán según sus necesidades personales. Vea
el sentido general que ha de imprimirles.
« Estoy intelectualmente dentro de una ho­
nesta medianía; me. hallo tan bien dotado como
la inmensa mayoría de mis semejantes. Nioi
tengo que temer a nadie; nadie me intimida. »

Segundo ejercicio-. Se acusa usted de falta de ele­


gancia, de desmaño en su manera de presentarse.
Llega a convencerse de que la gente le mira
con ironía. Ese pensamiento le hiela a da a
su actitud una torpeza cuya comprobación au­
menta su malestar.
Reflexione un momento.
¿ Es usted naturalmente corto, tosco, torpe ?
En modo alguno, puesto que se mueve sin la
menor molestia en su medio familiar. Por con­
siguiente, es su imaginación lo que le paraliza.
¿ Los extraños en cuya presencia se cortai
le examinan como adustos censores ? ¡ Ni mu­
cho menos ! Ninguna malevolencia especial sien­
ten con relación a usted. Por lo demás, no
le conceden La atención tensa que usted les
atribuye : otras muchas preocupaciones les ab­
sorben. Además, i si usted supiera qué pocos
de ellos están dotados de espíritu de observa­
ción ! La mayoría mira sin ver y no con­
108 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

serva el recuerdo de lo que ha entrevisto. Ten­


dría usted que presentar defectos excepcionales
para que reparasen en ellos.
Pero ,me dirá usted, puede escapárseme alguna
torpeza en presencia suya. Evidentemente, puede
usted dar un resbalón en el entarimado, tropezar
con su vecino, romper una copa. Esos accidentes,
que a todos ocurren, no tienen nada de alar­
mantes. Sepa usted sonreír de ellos, disculparse
cdn ingenio, como hace en su propia casa.
Las consideraciones precedentes le inspirarán
varias fórmulas sugestivas, que adaptará a su
caso. Aquí tiene unos cuantos modelos :
« Me encuentro a mis anchas con mis pa­
rientes y mis amigos. Me siento a mis anchas
también con los extraños; conservo la misma
seguridad en presencia de ellos. »
« Me miran conto a todo el mundo, sin male­
volencia. Soy, me presento, procedo, hablo como
todo el mundo. Mi actitud es enteramente nor­
mal. »
« Me encuentro tan bien en sociedad como en
mi propia casa : muestro tanta firmeza como
en casa. »
Mídase ahora con el obstáculo; vaya a vi­
sitar a alguna persona que le intimide. No
elija para empezar a aquélla cuya presencia
le paralice más : conviene graduar las dificul­
tades.
Prepárese a esa prueba, de la que saldrá
honrosamente.
Entrará usted con sencillez, mostrará la mis­
ma naturalidad que en su casa. Dirá sin afec­
tación Las cosas importantes o triviales que
DE CULTURA PSÍQUICA 109

tenga que decir. En el momento de retirarse,


se irá con la misma sencillez con que vino.
No hay nada menos complicado. Todo el
mundo procede así; usted es como todo el
mundo, y hace lo que todo el mundo. Métase bien
esto en la cabeza; repítaselo varias veces en
voz alta.
En el curso de esa visita, repítase varias
veces mentalmente : « Estoy muy bien ; me
siento completamente a mis anchas. Conservo
mi sangre fría. »
Al volver a su casa comprobará que todo
ha salido bien. Su próxima visita resultará mejor
aún.
Luego abordará usted a otras personas que le
intimiden más.

Tercer ejercicio. No se atreve usted a ex­


presar los sentimientos que el deber o las con­
veniencias le ordenan mostrar. Quisiera usted
decir las palabras de amistad, de afecto, de
agradecimiento que se imponen; una falsa, ver­
güenza absurda las detiene en sus labios.
Todo porque le tiene usted miedo al ridículo.
i Dónde se encuentra el ridículo? ¿ En la ama­
ble sencillez que deja ver su corazón, o en
el temor disparatado que lo oculta ?
Se calla usted para no parecer anormal : lo
que parece anormal es su mutismo, y en rea­
lidad lo es.
Los que no le conocen a usted se sienten
heridlos por su frialdad. Los demás no se dejan
engañar por su muestra de indiferencia; la
achacan a su defecto. Pero, precisamente por­
110 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

que le disculpan, reconocen que tiene usted


una deficiencia : la timidez.
Nada hay que objetar contra ese razonamiento.
Tiene usted que empaparse de él para crear
en su ánimo una convicción que reaccionará
sobre su conducta. Emplee con ese fin fór­
mulas sugestivas que usted mismo adaptará a
su medida. Vea el sentido de ellas :
« Nada más natural que expresar uno sus
sentimientos. Yo testimonio fácilmente mi apego
y mi gratitud. »
« Esperan de mí palabras de cordialidad; las
pronuncio con gozo y las escucho con gusto. »
Después de estas autosugestiones, pase a los
actos. Impóngase cada día cierto número de
palabras amables que habrá de decir a las per­
sonas que le intimidan.

Cuarto ejercicio. Ha tenido usted un revés


en unos negocios malos. Está usted desalen­
tado. Le parece que su mala suerte le ha mar­
cado en la frente con un signo visible. Se oculta
usted; ni siquiera se atreve ya a actuar para
atajar sus dificultades.
Ño se deje dominar por impresiones tan pue­
riles.
¿ Quién puede adivinar su desconcierto si us­
ted mismo no lo muestra? Afecte, pues, la segu­
ridad más imperturbable.
¿ Cree usted ser el único que padece a cuenta
de la crisis mundial que multiplica sus vícti­
mas ? Otros sufren de ella más que usted,
pero conservan el temple que les permite superar
los obstáculos.
DE CULTURA PSÍQUICA 111

¿ Es el momento de abandonar la lucha, cuando


la situación exige pasos y decisiones que a
nadie pueden extrañar ?
Utilice estas reflexiones como base de sus
ejercicios de autosugestión. Sírvase de Las fór­
mulas siguientes, que modificará de manera que
les imprima un sello personal :
« Mis dificultades son normalísimas : todos
nos encontramos en el mismo caso. Conservo
mi sangre fría y mis bríos. »

Quinto ejercicio. Usted sufre acaso de ún


achaque o de un defecto real. Que. lo reco­
nozca así, nada más justo. Que ello le pro­
duzca en público un sentimiento de cortedad, es
una flaqueza que hay que superar.
Examinemos su caso.
O su mal puede curarse, o no. En la primera
hipótesis, puesto que hay remedios, tómelos
usted. En la segunda, esfuércese por atenuar el
mal o disfrazarlo : luego reflexione.
¿ Qué achaque o invalidez son ésos, por los
que se 'aflige desaforadamente ? Nada que dis­
minuya el valor real de usted. ¿ No tiene cua­
lidades de espíritu y de corazón, virtudes, mé­
ritos que compensan con creces una ligera defi­
ciencia y cuya irradiación atrae a usted la
estima, el afecto, el respeto ? Entonces ¿ por qué
descorazonarse ?
Piense en lo que hay en usted de excelente;
déjelo ver sin petulancia ni falsa modestia.
A pesar de su defecto, el cielo le ha dotado
mejor que a otros, a los que usted envidia.
La exagerada gordura de Santo Tomás de
112 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Aquino, La cojera de Talleyrand, ¿ lian, impedido


a estos dos hombres, tan. diferentes, ocupar pues­
tos de primer orden ?
Manténgase en estos pensamientos conformes
a la verdad. En el conocimiento de su valer
encontrará la seguridad deseable. Unas fórmulas
de sugestión le ayudarán a mejor cobrar con­
ciencia de ello.
« La Naturaleza me ha dado cualidades y
talentos que me prometen la consideración y
el éxito .A mí es a quien corresponde culti­
varlos y perfeccionarlos. »

Sexio ejercicio. Su timidez le estorba a usted


para dirigir sus negocios. No se atreve a de­
fender sus intereses cuando trata con sus pro­
veedores, con sus colonos, con su banquero,
con los agentes que le proponen valores me­
dianos.
Ni siquiera se atreve a dar órdenes a sus
sirvientes en un tono de autoridad firme y
benévola. Les permite usted todo, hasta el día
en que reacciona en un acceso de malhumor,
de efecto deplorable.
¿ No encuentra insensata esa actitud ? Su de­
bilidad 'le convierte a usted en presa fácil.
Los que le explotan no le guardan ningún
agradecimiento por las ventajas que de usted
sacan; le toman por un ingenuo del que abu­
san sin escrúpulos. La sonrisa comercial con
que le reciben enmascara la desdeñosa ironía
que les inspira su timidez. Deje usted, por tanto,
ese papel de cándido.
En cuestión de negocios, todo hombre serio
DE CULTURA PSÍQUICA 113

discute y se defiende. No se deja influir por el


palabreo de los vendedores; no se aviene a
pagar por una cosa más de lo gue élla vale;
no le sonroja regatear, cuando le presentan
unos precios exagerados o cuando la impor­
tancia de su pedido justifica un descuento;.
Todo mercado, todo trato es un campo de ba­
talla en el que comerciantes y clientes luchan
por su portamonedas; dejarse derrotar sin resis­
tencia sería pura necedad.
Entrénese, por medio de la autosugestión, en
adquirir seguridad en los negocios. Aquí tiene
algunos ejemplos de fórmulas que podrá utilizar:
« Sé discutir y defender mis intereses. »
« Que los comerciantes busquen su beneficio;
yo busco mi ventaja. »
« Me vanaglorio de regatear y pedir los des­
cuentos razonables. Al hacerlo así, demuestro
que no me gusta nada el oficio de víctimia
tonta. »

Séptimo ejercicio. La autosugestión puede re­


ducir e incluso hacer desaparecer los reflejos
de la timidez.
En las fórmulas que emplee, no mencione
usted esos reflejos : su evocación basta a veces
para provocarlos. No diga, por consiguiente :
« No me pongo colorado, no tiemblo, no tar­
tamudeo. » Diga : « Me siento lleno de segu­
ridad : hablo fácilmente. »
Tan pronto como esos reflejos se desencade­
nen, repetirá usted mentalmente :
« Todo va bien. Estoy tranquilo. Mi perso­
nalidad vale tanto como otra cualquiera. »
114 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

*
**

Aún existen otros remedios de verdadera efi­


cacia contra la timidez : los remedios físicos,
que conviene no descuidar.
El tímido es un impresionable; por consi­
guiente, un nervioso. Cuanto fortalezca sus mús­
culos y tonifique su temperamento contribuirá
a calmar su sensibilidad y a estabilizar su
equilibrio.

Higiene y deportes. El tímido seguirá las


reglas de higiene que convienen a los nerviosos.
No nos corresponde a nosotros redactar aquí
recetas que son cosa de la medicina. Nos conten­
taremos con dar unos cuantos consejos de sen­
tido común.
Alimentación substanciosa, hidroterapia, sueño
suficiente : ésas son las condiciones necesarias
para el mantenimiento de la salud.
Evitar todo exceso : en el trabajo, en la
comida, en el velar.
Los deportes practicados regularmente y sin
exageración mantienen el cuerpo en forma. De­
sarrollan el espíritu de iniciativa y dan soltura
a los movimientos, así como aplomlo al porte.
No todo el mundo puede entregarse a ejer­
cicios violentos o peligrosos como el fútbol o
la aviación. Pero, ¿ quién, por ocupado que
esté, no puede dedicar algunos instantes a la
gimnasia sueca y a la marcha a pie? Las personas
consagradas a un trabajo sedentario encontra­
DE CULTURA PSÍQUICA 115

rán sin dificultad el medio de pasearse todos


líos días : que’ vayan a pie a su oficina, en
lugar de ir en metro, o en autobús o en tranvía.

La segwrwbad de la mirada. Ciertos autores


recomiendan a los tímidos que miren a sus in­
terlocutores entre ceja y ceja, en el arranque
de la nariz.
Fíjese usted bien en la dirección de esa mi­
rada. No se trata ni de zambullir, por así
decirlo, los ojos de uno en los del prójimo,
ni de mirar fijamente a éste con impertinencia.
Que su mirada se pose en el nacimiento de la
nariz sin afectación y sin aires provocadores,
mientras se dice usted mentalmente : « No telno
a nadie. Mi personalidad vale tanto como otra
cualquiera. »
Al proceder así, dará usted una impresión
de fuerza reservada y, sobre todo, se evitará
sufrir la fascinación, más o menos grande, de
una mirada ajena.
Así es como miran, ya sea por un movi­
miento espontáneo, los que tienen temperamento
de jefes; ya, por cálculo, los que quieren in­
fluenciar a otro.
Pero, repitámoslo de nuevo, no emplee usted
este procedimiento sino con discreción, para evi­
tar cuanto pudiese parecer arrogante o des­
cortés.
116 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

IX

Orden y Método

Para sacar de sus fuerzas mentales el ren­


dimiento máximo sin despilfarrarlas ni fatigarse
usted con exceso, evite el desorden. Sin método
no conseguirá usted el éxito, ni más ni menos
que un navio sin timón no llegará a puerto;
como él, se estrellará usted en los escollos.
Aprenda, pues, a poner orden en su vida.
El orden, dicen los filósofos, consiste en la
juiciosa disposición de las partes que forman
un todo : « Apta dispositio partmm. »
Unos cuantos ejemplos concretos aclararán
esta definición.
Tiene usted ocasión de echar un vistazo á
la biblioteca de un amigo, que se enorgullece
de poseer muchos volúmenes y de los mejores.
Por lo demás, razón tiene para estar orgulloso :
en sus estantes figuran las grandes obras maes­
tras de las literaturas griega, latina y francesa;
las principales obras históricas tienen su puesto
DE CULTURA PSÍQUICA 117

en sus plúteos; abundan en ellos las novelas


de Los mejores escritores; el teatro y la poesía
se encuentran asimismo representados. Usted
admira la riqueza de La colección. Pero echa
de ver con estupor que los volúmenes de Víctor
Hugo están diseminadas a diestro y siniestro;
unos se encuentran a par de las Eglogas de
Virgilio, otros se encuentran entre La Ilúuia y
Odisea; Los otros se esconden entre los Cuader­
nos de Péguy. No hay un solo autor cuyas obras
estén reunidas en el mismo sitio... ¡ Triste ejem­
plo de desorden !
Ha tomado usted a su servicio una criada
para todo. Ahora bien, va usted a la cocina
a buscar un sacacorchos; imposible encontrar
nada en el revoltijo inextricable que reina allí.
Platos, cacerolas, cucharas, tenedores, legumbres,
provisiones de todas clases, dispersas sin orden
ni concierto. No hay nada que tenga su sitio
determinado; todo se desparrama como Dios
quiere... ¡Terrible desorden!
Tiene usted un hijo o un sobrino, un mu cha­
cho te de doce años, dotado de una gran habi­
lidad manual, mañoso como él sólo. Fabrica
mil chucherías de una ingeniosidad encanta­
dora. Posee el instrumental que necesita: se­
rruchos, limas, martillos, tenazas, clavos, etc...
Colecciona los cartones viejos, ios pedazos de
madera, los trapos, de que se propone sacar
partido. Es lo que llama « su tesoro ». Pero
¿ en qué estado guarda ese tesoro ? En una enor­
me caja, reglas, unas pinzas, una garlopa, se
hunden entre centenares de clavos de todas
formas y dimensiones. Si quiere dos o tres
118 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

tachuelas, imposible dar con ellas a monos de


volcar ¡en una mesa el contenido de la caja.
I Cuántas veces le habrá dicho usted : « ¡ Pero
arregla un poco mejor tus cosas ! » Lo mejor
piara él sería clasificar metódicamente su ma­
terial. ¿ Por qué no pone en casilleros sepa­
rados los tornillos, las escarpias, las armellas,
Las limas, los trapos, los botones ? Este mu­
chacho tan mañoso no tiene el sentido del
orden.
El orden supone arreglo, clasificación.
Pero se pueden clasificar los mismos objetos
de varias maneras.
Tomemos como ejemplo una biblioteca. Puede
usted disponer en ella los volúmenes según
su formato, con arreglo al color de las en­
cuadernaciones, al tema de que cada libro trate.
En el primer caso, los libros más altos irán
seguidos de los más pequeños; en el segundo,
todos los que estén encuadernados en rojo se
encontrarán juntos. En el tercer caso reunirá
usted por separado las obras de literatura, de
historia, de filosofía, de poesía, etc.
A usted es a quien toca adoptar el orden
que corresponda a sus designios. Si una bi­
blioteca no es para usted más que un mueble
de adorno, ningún inconveniente hay en que
clasifique con arreglo a la belleza de su en­
cuadernación los libres de que no se servirá.
Si, por el contrario, es usted hombre de estudio,
que consagra lo más de su tiempo a la lec­
tura, disponga sus libros en un orden más
riguroso, para encontrar sin dificultad el libro
que necesite para su trabajo.
DE CULTURA PSÍQUICA 119

• *
**
Ponga usted orden en toda y en todas partes.
Pasemos revista a los diferentes sectores en
que ¡evoluciona su actividad cotidiana.

Orden en los objetos ele que se sirve : Su­


pongo que no se ocupa usted mismo del arre­
glo de su casa; dejaremos de lado, por consi­
guiente, lo que atañe a la cocina, a la des­
pensa, al comedor. Si alguna ama de casa
estudia este capítulo, aplicará sin trabajo a su
caso particular los principios generales que aquí
exponemos.
En su cuarto tiene usted alacenas y cajones
en que se amontona su material. ¿ Guarda us­
ted su ropa, blanca en cualquier sitio y de
cualquier manera? Que cada cosa tenga su sitio
y que no se mueya de él. Que sus camisas,
sus calzoncillos, sus camisetas, sus pañuelos,
sus corbatas, sus guantes, su calzado estén
ordenados como es debidío en un sitio que
usted conozca. Todo debe estar dispuesto tan
metódicamente que de noche, en plena oscu­
ridad, pueda encontrar usted sin la menor difi­
cultad la ropa que necesite.
Otro tanto hay que decir por lo que hace
a sus objetos de tocador. Cepillos, limas, jabón,
navaja, suavizador, polvos de talco, cremas di­
versas, no están destinados a que se les eche
a la buena de Dios en un rincón cualquiera
del lavabo. Si tiene usted muchos chirimbolos
que andan danzando en el cajón del tocador,
120 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

clasifíquelos en cajas diferentes ; los encon­


trará usted con más facilidad, y su cajón de­
jará de parecer una tienda de buhonero.
Con un poco de ingeniosidad pueden ordenarse
muchas cosas en un espacio reducido, y ha­
cerlo de manera práctica.
Un hombre, por eejmplo, dispone tan sólo
de un rincón obscuro de su cuarto para poner
en él un gran armario. ¿ Por qué no instalar en
ese rincón una bombilla eléctrica que se en­
cienda automáticamente al abrir la puerta ? ¿ Por
qué no organizar en ese armario un colgador,
suprimiendo parte de los estantes, quedando
destinados los otros a recibir la ropa blanca ?
¿ Por qué no tender en la parte interior de las
puertas unos cordones en los que se dispon­
drán las corbatas ? En una alacena dispuesta
en esta forma se encuentra todo al primer,
vistazo.

O^den en sus casas. Tiene usted documentos


que le importa conservar : el contrato de su
piso, el del agua, el de la electricidad, facturas
de sus proveedores que ha pagado, cuentas'
de su banco, títulos de propiedad, correspon­
dencia comercial, etc.
No sólo hay que conservar esos papeles, sino
encontrarlos en el momento oportuno. Por tanto,
es menester clasificarlos cuidadosamente. Pón­
galos en legajos o carpetas, con su número
correspondiente y con letreros que se vean bien.
¿ Quién de nosotros no ha visto a alguna
señora anciana guardar descuidadamente en las
gavetas de su cómoda las cartas y papeles
DE CULTURA PSÍQUICA 121

que iba recibiendo día tras día, y lamentarse


luego, cuando no conseguía dar, en aquel revol­
tijo, con un papel de extraordinaria importancia?

Orden en su trabajo. De cualquier índole que


sea sil trabajo, ya se trate de ocupaciones co­
merciales o de estudios especulativos, proceda
usted con método. Empiece por el principio,
y vaya progresivamente hasta el fin, sin sal­
tarse las etapas intermedias
Demos unos cuantos ejemplos. Un estudiante
tiene que componer su tesis doctoral. Que no
se lance presuroso sobre su pluma para em­
pezar la redacción, sin haber reunido antes
la documentación necesaria y haber trazado un
plan riguroso de la obra.
Un industrial, para extender el radio de sus
negocios, se pone a estudiar una lengua extran­
jera, el inglés o el portugués. Que tenga
paciencia y aprenda los rudimentos de esa len­
gua, antes de probar a hacer traducciones que
están por encima de su competencia actual.

Orden en sus notas. Los consejos siguientes


se dirigen a los intelectuales.
No hay oosa mejor que tomar notas. Las lec­
turas que no se hacen pluma en mano, sei
hacen con mucha menos atención y son menos
provechosas. ¡ Olvidamos tan fácilmente las
obras que no hemos hecho más que recorrer
con los ojos ! Hay que tomar notas, por tanto,
pero de manera que más tarde pueda uno uti­
lizarlas.
122 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Ahora bien, muchos hombres de estudio amon­


tonan considerable cantidad de esas notas, de que
¡apenas se sirven, porque no han encontrado
un sistema de clasificación práctico.
El mejor sistema — íbamos a decir que el
único — es el de las fichas dispuestas en
cajas por ¡orden alfabético.
Ese sistema se adapta a todos los casos.
Toma usted una nota breve : una referencia,
por ejemplo, o unas líneas de un autor que se
propone usted citar en un artículo o en un
discurso. Sírvase de una ficha o papeleta que
pasará a ocupar su sitio en su fichero.
Analiza usted un grueso volumen, capítulo
por capítulo. El análisis llevará aparejadas nu­
merosas páginas, que usted, naturalmente, no
puede hacer pasar a su fichero ¿ Qué va a
hacer usted? Reúna esas páginas prendiéndolas
con un alfiler : constituirán un documento al
que pondrá usted un número de orden. Lo
guardará en una carpeta, que numerará a su
vez. Luego anotará la referencia de ese do­
cumento en una papeleta, que pondrá en su
fichero.
Ejemplo : Ha sacado usted doce páginas del
libro del profesor Jean Lhermite : « Los meca­
nismos del aerébro ». Prende con un alfiler esas
doce páginas y las clasifica en la carpeta de
sus archivos que lleva el número 8. Ahora bien,
esa carpeta contiene ya 14 documentos. Eí
nuevo que introduce usted en ella recibirá,
por consiguiente, el n° 15. Carpeta 8, docu­
mento 15. Entonces toma usted dos fichas que
extenderá así :
DE CULTURA PSÍQUICA 123

Primera ficha : Cerebro (Mecanismo del ce­


rebro) por lean. Lhermite. Carpeta 8, docu­
mento 15.
Segunda ficha : Lhermite (Profesor Jean) :
Los mecanismos del cerebro. Carpeta 8, docu­
mento 15.
Cuando más tarde busque usted esas notas,
volverá a encontrarlas en menos de un minuto
compulsando su fichero, que le conservará fiel­
mente su referencia en las letras C y L.

Orden en su propia persona. Después de haber


enumerado las diferentes clases de orden a que
debe usted aplicarse, permítanos que le señale­
mos este último punto.
El hombre que quiere imponer su valor no
debe presentar ningún carácter de esnobismo
o de fatuidad; debe evitar igualmente todo
descuido en su pergeño.
Este orden que ha de observar en su
persona es diferente de la limpieza. Se pueden
llevar ropas inmaculadas y de corte elegante,
pero llevarlas mal; el gabán mal metido, los
pantalones que, se escurren porque están ma]
sujetos por el cinturón, el nudo de la corbata
mal hecho, el botón del cuello mal puesto.
Todas estas negligencias dan al pórte general
un aspecto poco .agradable.
Puede uno bañarse todas las mañanas, llevar
las manos cuidadas, pero no conceder bastante
atención a ciertos detalles : la raya del pelo
mal trazada, unos pelos rebeldes, la barba in­
124 MÉTODO PROGRESIVO T COMPLETO

suficientemente afeitada. Que nada desentone en


usted. El que aspira al éxito debe ser siempre
y en todas partes impecable.
*

Los hábitos de orden y de método compen­


sarán al ciento por uno los esfuerzos que para
adquirirlos haga usted.

*
**

El orden le ahorrará a usted tiempo y des­


cansará sus nervios. Suponga que un comer­
ciante le reclame por error el pago de una fac­
tura que usted ha pagado ya y que conserva
debidamente provista de la firma y el sello
que acreditan haber sido abonada. ¿ Qué ocu­
rrirá si no conserva usted metódicamente sus
papeles de negocios ? Revolverá todas sus ga­
vetas para dar con la maldita factura. Cuanto
más la busque, más parecerá escapar a sus
búsquedas. Poco a poco sentirá usted acabársele
La paciencia; la irritación se apoderará de us­
ted, cosa que no facilitará precisamente sus
gestiones. Y no será poca su suerte si, tras;
horas y horas de registrar por todas partes,
encuentra ese retazo de papel. Todo hubiera
sido más sencillo de haber clasificado usted la
factura en cuestión en una carpeta destinada
a recibir las notas de sus proveedores. No habría
perdido usted un minuto, y no se habría puesto
nervioso.
DE CULTURA PSÍQUICA 125

El orden creará en tomo a 'usted mito atmós­


fera apacible y sonriente: ¿ Cabe imaginar de­
corado menos agradable que aquel en que nada
está en su sitio, en que los muebles se apiñan,
los objetos se desperdigan al capricho de la
casualidad, en que se siente uno perdido en
un ambiente hostil, como en una selva virgen ?

El orden le ganará simpatías y confianza.


« Dime con quién andas, y te diré quién eres »,
proclama el refrán. Con no menos verdad po­
dría declararse : « Enséñeme el sitio en que
vive, y le diré quién es usted. »
Un asunto importante le obliga a visitar a
un señor al que no conoce. Le hacen pasar
a usted a una sala que ofrece a sus ojos un
extraño espectáculo. Las butacas están sem­
bradas por la habitación, cual si una pan­
dilla de muchachos traviesos se hubiera servido
de ellas como obstáculos en una carrera de
saltos. En las mesas y en los veladores, pipas
apagadas, cuya ceniza sé ha esparcido por el
suelo. En un rincón unas zapatillas extra­
viadas donde no deberían estar, sobre todo
a semejante hora.
¿ Qué ideas le sugeriría a usted un cuadro
así ? De seguro pensaría que el dueño de la
casa debe de ser un personaje bastante raro,
para que pueda avenirse con un medio por el
estilo. Se diría usted también que, puesto que
carece de orden en sus habitaciones, probable­
mente carece también de él en sus negocios
y en su vida intelectual.
126 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Ponga cuidado en que el orden más estricto


reine en torno suyo. Por el marco que usted
se dé le juzgarán.

El orden en el vestir es mo de los elementas


que preservan de la timidez. Se citan casos de
niños que se han vuelto- medrosos y huraños
porque, mal vestidos por poco cuidados sus
padres, sus compañeros se han burlado de
ellos. El fenómeno no le extrañará a usted ;
¿ no le hemos expuesto en el capítulo prece­
dente que la timidez provenía de una idea falsa
o de un defecto cuya importancia nos exagera­
mos ?
Si el desorden del vestir puede crear un
sentimiento de inferioridad, un atuendo correc­
tamente ordenado provocará sentimientos con­
trarios. Vele usted siempre por la corrección de
su traje, y más particularmente si canece usted
de aplomo. La simple comprobación de que se
presenta usted como todos, vestido con la misma
pulcritud que los demás, e incluso mejor aún
que el común de los mortales, aumentará nota­
blemente su aplomo.

*
**

« Orden em todo y en todas partes », hemos


dicho. Añadamos : « orden siempre ». ISo deje
usted nunca que se instale en tomo suyo el
menor desorden, ni aunque sea por un minuto.
Para ello hay que ejercer una vigilancia sin
desmayo.
DE CULTURA PSÍQUICA 127

Acaso ocurra que un día en que usted esté


abrumado de trabajo le traigan su ropa plan­
chada, al mismo tiempo que importantes cartas
de negocios. Ocupado como está usted, se sen­
tirá tentado dejar la ropa en rimero, encima
de una silla, y la correspondencia sembrada
de cualquier manera en su mesa. No ceda
usted a ie¡sa insinuación : ordénelo todo, y cuanto
antes, en sus armarios y en su clasificador.
No deje para mañana lo que puede hacer ahora
mismo. Un retraso originaría un desorden que
correría grave peligro de ir en aumento. Para
remediarlo necesitaría usted mucho más tiempo
y trabajo.

*
**

Practique desde ahora los consejos que le


hemos dado en este capítulo. No tarde en eje­
cutar los ejercicios siguientes :

Primer ejercicio. Inspeccione rigurosamente


su habitación, su despacho, los diferentes lo­
cales que ocupa. ¿ Reina en ellos el orden ?
Repase sus alacenas, el armario en que cuel­
ga su ropa, su lavabo. ¿ Están ordenados como
es debido sus trajes, su ropa blanca, su cal­
zado, sus objetos de tocador ? ¿ Encuentra usted
rápidamente lo qué busca ? Si tiene alguna
dificultad para dar con las cosas que necesita,
es que sus cosas no están ordenadas de manera
satisfactoria.
Combine nuevos arreglos más prácticos.
128 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Segundo ejercicio. Base revista, a su biblioteca,


a sus notas, a sus papeles de negocios. ¿ Están
clasificados metódicamente sus documentos y
sus libros ?
¿ No puede, mejorar usted sus procedimientos
de clasificación ?
Si encuentra usted papeles inútiles que no
tenga ningún interés en conservar, deshágase
inmediatamente de ellos.

Tercer ejercicio. Examínese en lo referente a


su trabajo. ¿ Pone usted en él el método de­
seable ? ¿ No lleva a ese trabajo la curiosidad
o la preocupación que le impulsan a descuidar
el comienzo de la obra para emprenderla pre­
maturamente por su coronación ?
¿ Trabaja usted con intermitencias, dejándose
llevar de sus caprichos, multiplicando unas ve­
ces sus esfuerzos y abandonándose otras a la
indolencia ?
Vea lo que tiente que hacer para ordenar su
actividad.

Cuarto ejercicio. Examínese en cuanto a su


vestir habitual.
¿Va usted puesto siempre « de veinticinco
alfileres » ? ¿ Siente, por el contrario, tendencia
a descuidarse en este punto, cuya importancia
no conviene rebajar ?
¿ Qué medidas tiene usted que tomar a este
respecto ?

Quinto ejercicio. Sírvase de la autosugestión


para ayudarse a contraer hábitos de orden.
DE CULTURA PSÍQUICA 129

Empiece por penetrarse de la necesidad del


orden. Repita a menudo :
« Para triunfar se necesitan orden y método. »
« Quiero triunfar; cada vez desarrollo más en
mí el espíritu de orden y de método. »
« Pongo orden en mis asuntos, en mi tra­
bajo, en mis notas, en mi vestir. »
Cuando esté usted bien empapado de la im­
portancia del orden, esfuércese por tomarle gusto.
Emplee fórmulas por el estilo de las siguien­
tes :
« Le saco gusto a esto de vivir en orden
y con método. »
« No me encuentro bien más que allí donde
reina el orden. »
« Tengo tal necesidad de orden y de método,
que no puedo pasarme sin ellos. »

5
130 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

El empleo del tiempo

Si le hace falta tener orden y método paral


llegar al triunfo, no le es menos necesario
hacer buen empleo de su tiempo.
El arte de emplear bien el tiempo es tan
poco conocido, que nos ha parecido cuerdo en­
señárselo en este método.
« El tiempo es oro », dice el saber popular.
No tira usted su portamonedas por la ventana.
No quema en su chimenea sus billetes « de
los grandes », que representan el valor de sus
cosechas, la renta de sus valores o el fruto
de su trabajo. Utiliza su dinero de la mejor
manera posible para sus intereses. Traza un
presupuesto que prevé los gastos a que tendrá
que proceder para vestirse, para alimentarse,
para su alojamiento, para sus diversiones ra­
zonables. Economiza usted sus recursos y se
esfuerza por hacer sus compras a precios ven­
tajosos.
DE CULTURA PSÍQUICA 131

Pues haga lo mismo en lo que al tiempo


se refiere. Es un capital del que la naturaleza
nos ha dotado parcamente : el día no tiene
más que veinticuatro horas, y nuestros días
están contados.
El arte de emplear bien el tiempo se resume
en tres principios que desarrollaremos sucesiva­
mente.
1° Utilice usted todos sus ‘instantes en la
persecución de su objetivo.
2» Defiéndase contra los enemigos de su
tiempo.
3» Haga un plan juicioso para el mejor em­
pleo de su tiempo.

♦*♦
Todos sus minutos deben servirle para acer­
carse a la meta que se propone alcanzar.
¡ Imposible 1 piensa usted. No consagro cada
día más que ocho horas a mi trabajo, DO' más
que la tercera parte de la jornada, e incluso
hay días — los domingos y las fiestas — que
no trabajo. Todo esto supone una serie cte
pausas, en las que no avanzo por el camino
del éxito.
Reflexione un momento y en seguida recono­
cerá su error.
Su tiempo se reparte entre el trabajo, las
comidas, los ejercicios físicos, las diversiones,
los deberes sociales indispensables, el sueño.
No dé por perdidos los momentos que no con­
sagre a su trabajo propiamente dicho.
132 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

¿ Se concede usted ocho horas de sueño ?


¿ Se figura que no le sirven de nada ? El des­
canso que toma usted le permite volver a po­
nerse al trabajo a la mañana siguiente con
renovado vigor. Si una indisposición le impide
dormir por la noche, ya echará usted de ver
las molestas consucuencias de su insomnio :
al día siguiente será usted incapáz de ningún
esfuerzo serio.
Con pretexto de terminar antes una tarea im­
portante, ciertas personas prolongan conside­
rablemente, a veces, sus veladas. Los resultados
no corresponden .a su esperanza : el trabajo
que se hace por la noche es, la mayoría de las
veces, de calidad manifiestamente inferior al
que se hace de día, cosa que se explica por
el cansancio del cerebro. Por otra parte, la falta
de sueño indispone y perjudica para la actividad
diurna. Los cálculos de esas personas salen,
pues, fallidos, ya que saldrán con una dismi­
nución de rendimiento.
Concluya usted de esto que el sueño, lejos
de alejarle de la prosecución de su fin, lo que
hace es acercarle a el.
Lo que del sueño decimos se aplica de la
misma manera a las comidas, a las diversiones,
a los ejercicios físicos.
Abrevie usted sus comidas para economizar
tiempo; engulla a toda prisa los platos que le
presenten; mastique apenas los alimentos para
darse más prisa; después de haber tomado
de un trago una taza de café caliente, vuélva­
se a su despacho. ¡ Bonito trabajo el que va
usted a hacer ! Se sentirá pesado por culpa
DE CULTURA PSÍQUICA 133

de una digestión laboriosa, padecerá dolores


de estómago, y la jaqueca le embarullará las
ideas. Si hubiera usted comido a sus anchas,
habría vuelto al trabajo fresco y dispuesto.
Prívese de toda distracción, deje todo ejercicio
físico, renuncie a todo paseo al aire libre, no
haga ningún movimiento, emparédese en « su
estufa », como Descartes, para encarnizarse
en su trabajo. ¿ Avanzará más aprisa en su
quehacer ? De seguro que no : no tardará us­
ted en caer en tal estado de debilidad, que él
médico le prohibirá por el momento toda acti­
vidad seria. Por haber querido ganar tiempo,
habrá usted perdido mucho, y habrá retrasado
en la misma medida la hora del triunfo.
Por otra parte, nada le impide utilizar fre­
cuentemente sus horas de descanso. ¿No puede
usted emplearlas en pensar en sus negocios
y en preparar mentalmente su trabajo ?
Cognacq, el fundador de los grandes alma­
cenes de « La Samaritaine » y creador de una
inmensa fortuna de que tan noble uso ha he­
cho, estaba oyendo una obra de teatro en com­
pañía del ilustre compositor Andró Messager.
Instalados en un palco, .ambos seguían la re­
presentación. En el primer entreacto, Cognacq,
inclinándose hacia su amigo, le dijo : « Le
advierto que dentro de dos días tendremos en
la « Samaritaine » agua de colonia notable'
a precios moderados. Aproveche usted esta oca­
sión excepcional. » Incluso en sus momentos
de descanso, aquel hombre que tuvo el genio
del Comercio no se olvidaba de su casa, objeto
de sus preocupaciones constantes.
134 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Un escritor está componiendo una novela, un


estudiante tiene que preparar una disertación;
un profesor de matemáticas combina problemas
para sus amigos. Dan un paseo cotidiano para
mantenerse en buena forma física. Durante la
hora que consagran a la caminata a pie, ¿ quién
impide al escritor imaginar un nuevo episodio,
al estudiante reflexionar sobre su disertación, al
profesor encontrar una presentación original de
sus problemas ?
*
**
Ni siquiera las gestiones que sus deberes
sociales Le imponen retrasarán a usted en la.
prosecución de su fin.
Tiene usted que hacer visitas. Pues sepa
aprovecharlas. Puequieren una caminata más o
menos larga. Emplee usted el tiempo de esa
caminata en ocuparse mentalmente de su tra­
bajo. Si la persona a quien visita tiene un gran
valor intelectual, lleve la conversación hacia,
los trabajos y recuerdos de esa persona, con
lo que saldrá usted ganando no poco. Si, por
el contrario, la persona a quien visita no pasa
de ser una medianía, obsérvela con mucha aten­
ción, sin dejar de escucharla amablemente. Es­
cuchando a los hombres es como afina uno
su sentido psicológico y adquiere experiencia.
Grabe en su memoria el primero de estos tres
principios, que resumen el arte de emplear bien
el tiempo : Utiliae todos sus instantes en la
prosecución de su fin. Y ajústese a este pre­
cepto.
DE CULTURA PSÍQUICA 135

♦*♦
En las salas de espera de las estaciones se,
ven enormes carteles en los que se destaca en
letras gordas la advertencia : « Cuidado con los
rateros. » Aviso tan importante, que se ha estima­
do oportuno hacerlo figurar en la lengua del país
y traducido a Idiversas lenguas extranjeras. Exis­
ten otros ladrones tan temibles como los que
roban el dinero : los que roban el tiempo a los
demás. Aprenda a conocerlos, y a defenderse de
ellos.
Trabaja usted con un brío más gozoso que de
costumbre, de tan dichosamente dispuesto como
se siente. Espera que, al cabo de una jomada
ocupadísima, habrá adelantado considerablemente
su tarea. Pero en esto hacen pasar a su despa­
cho a un visitante, luego,a otro, luego a un
tercero. ¿ Va usted a dejar que esos importunos
abusen de su tiempo ?
Sepa librarse de ellos sin faltar a las formas
de la cortesía más correcta.
De los visitantes que tienen algo serio que
decirle, nada tiene que temer. Cuando hayan
expuesto el fin de su gestión, se retirarán..
A usted es a quien corresponde no dejar que
la conversación se descarríe hacia temas inú­
tiles, y acompañar a la puerta a sus interlo­
cutores.
Más dificultades encontrará para deshacerse
de los ociosos, que engañan su vagancia yendo
a llamar a todas las puertas. Recíbalos con
una amabilidad fría. Háble’es dos o tres mi-
136 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

ñutos, y luego, con una. firmeza cortés, dígales


que siente mucho no poder consagrarles más
tiempo. Para dar mayor suavidad a su actitud,
invíteles a volver a una de las horas en que
esté usted más aliviado de trabajo, y entonces
podrá charlar con ellos más despacio. Si no
se dan por enterados ni tienen trazas de reti­
rarse, pretexte usted que ha de salir para
algo más importante; tome el sombrero y salga.
Esta pequeña estratagema no lesionará nada
a la verdad. ¿ No va usted a pasearse durante
cinco minutos, para librarse de un pelma que
le habría robado, si no, una hora ? Y ¿ puede
encontrarse falta de importancia una salida que
le hace ganar a usted cincuenta y cinco mi­
nutos ?
No todos los enemigos que la tienen tomada
con su tiempo vienen del exterior. Algunos se
ocultan en el fondo de su conciencia misma.
¡Qué de instantes preciosos nos hace perderla
curiosidad ! ¡ Por distraerse un instante, ha
empezado usted la lectura de una. novela, pro­
metiéndose, desde luego, no. hacer más que dar
un vistazo a las primeras páginas 1 «De aquí
a media horita, se decía usted, vuelvo a po­
nerme al trabajo. La novela acabaré de leerla
esta noche después de cenar. » No ha contado
usted con su curiosidad. Cuando llega el mo­
mento de reanudar sus ocupaciones serias, está
usted dominado' por el interés de la intriga,
y sigue -febrilmente la lectura para conocer
el desenlace. Pérdida de tiempo.
Otros ejemplos de la misma flaqueza. Des­
pués de cenar, sigue usted un .concierto de radio.
DE CULTURA PSÍQUICA 137

Cuando el reloj señala la hora del trabajo,


debería usted dar vuelta al botón de la radio.
Pero la orquesta está tocando una sinfonía que no
ha oído usted nunca; movido por la curiosidad,
sigue usted escuchando la música... Pérdida
de tiempo.
Por chismes sin ninguna garantía se entera
usted de que uno de sus conocidos, el Sr. X, acaba
de ser héroe de una aventura un tanto ridicula :
nada grave, una pequeña contrariedad, sencilla­
mente. Pero usted está que se muere de ganas
de tener informes más completos. Deja usted
su trabajo para ir a enterarse, en lugar de
dejar sus indagaciones para la hora de su ,paseo
habitual. Pérdida de tiempo.
A veces siente usted algo así como una la­
situd, medio física medio moral, que paraliza
su actividad.
¿ Qué hacer en ésos estados de desmadeja­
miento, bastante frecuentes en los nerviosos ?
Eso depende de las causas y de la gravedad
de ese estado.
Si su indisposición se debe manifiestamente
al insomnio o a un malestar puramente físico,
como la jaqueca o el catarro, váyase a des­
cansar. Según los casos, duerma una hora o dos,
tome una tableta de aspirina, fricciónese con
esencia de trementina. En cuanto se encuentre
aliviado volverá a tomarle gusto ad trabajo.
Si su indisposición parece más bien de origen
moral, luche contra ella ¡mediante la reflexión y la
autosugestión. Luego póngase decididamente ál
138 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

trabajo, como un buen nadador empieza su


baño dándose un chapuzón; lo más probable
es que ese acto de energía reanime sus bríos.

*
**

Todos los domingos, o las mañanas de cada


lunes, trácese usted un « empleo del tiempo »
para toda la semana.
Habrá de ser bastante detallado. Hará usted
figurar en él los diferentes trabajos u ocupacio­
nes a que se entregará durante ese período'.
Prevéalo todo, hasta sus ejercicios de entrena­
miento físico. Establezca el número de horas
y de minutos que ha de atribuir a esos diferentes
puntos.
Tenga cuidado de que ese plan no deje de
ser, sin embargo, bastante flexible. Que no:
tenga la rigidez de un horario de colegio. Que
unos niños pasen de la clase al patio de recreo,
y de este último a la sala de estudios al sonar
el tambor o la campana, nada más deseable.
Pero semejante rigor de exactitud resulta im­
practicable papa hombres que viven en el mundo.
Su plan comprenderá, pues, la serie de ocu­
paciones que deben retenerle a usted, y el
tiempo que a cada una de ellas haya de con­
sagrar. Lo seguirá usted tan exactamente como
sea posible, y si hay acontecimientos impre­
vistos que le obliguen a apartarse momentánea­
mente de él, volverá usted a ajustarse a sus
prescripciones cuanto antes. Si un día se ve
forzado a omitir alguno de sus artículos, salva­
DE CULTURA PSÍQUICA 139

guarde ante todo el tiempo consagrado a sus


ocupaciones más importantes.
Haga que su « empleo del tiempo » sea
bastante variado, para evitar el cansancio y el
hastío. Se descansa de un trabajo con otro de dife­
rente naturaleza. Es imprudente, por ejemplo,
continuar durante tres o cuatro horas seguidas
esfuerzos cerebrales intensos; interrumpa esas
horas demasiado largas con ejercicios físicos
u otras ocupaciones materiales.
Finalmente, cuide de que su « empleo del
tiempo » nunca deje de ser bastante humano.
No se imponga una carga que no pueda soportar
sin hacer esfuerzos heroicos; acabará usted por
dejarla caer. Lo mejor suele ser enemigo de
lo bueno.
*

Con arreglo a nuestra costumbre, terminaremos


este capítulo con unos ejercicios que le obligarán
a usted a practicar nuestros consejos. De nada
le servirá conocer la teoría si no ajusta,
a ella su conducta.

Primer ejercicio. Asegúrese unos momentos


de soledad y silencio; aleje de su espíritu)
toda distracción, y reflexione sobre el valor del
tiempo.
Con su imprudencia puede usted contraer una
enfermedad seria. Desventura penosa, pero repa­
rable : un tratamiento severo le restituirá la
salud. Puede usted quebrantar su fortuna por
culpa de operaciones financieras desacer­
140 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

tadas; una gestión más hábil restablecerá sus


asuntos. Pero k> que no habrá manera de que
nada lie devuelva, es el tiempo que ha despil­
farrado usted.
« El momento en que hablo está ya lejos
de mí », dice el poeta.
Cada segundo, cada minuto, cada hora que
transcurre van a perderse en el pasado de la
historia, y nunca más volverán.
Tiene usted contado el tiempo de su vida-
Tiene usted un número X de horas a su dis­
posición para llegar al fin que persigue. Si
pierde el tiempo durante un día, un mes, un año,
el número de horas que a su disposición quedan
no será más que X-24, X-720, X-8.640.
Cuentan que un célebre novelista, al sentirse
mal, consultó con su médico; éste no le ocultó
la gravedad de su estado.
— Necesito seis meses, dijo el escritor, seis meses
para dar la última mano a mi trabajo y aca­
bar la edición definitiva de mis obras.
— 1 Ay ! respondió el médico : no puedo
prometérselos a usted.
— Bueno, pues me contentaré con seis se­
manas ; esas seis semanas las necesito como
sea.
— Me temo que no las va a tener usted.
— Entonces, ¡ seis días, por lo menos ! gimió
el novelista.
Antes de final de esos seis días había muerto
sin poder realizar su sueño. Si hubiera sabido
utilizar todos los instantes de su larga existen­
cia, habría acabado de cancelar sus obras maes­
tras antes de su partida.
DE CULTURA PSÍQUICA 141

No se exponga usted a marrar su blanco por


un mal empleo del tiempo.

Segundo ejercicio. Estas consideraciones le


llevarán a 'usted lógicamente a hacer examen
de conciencia. ¿ Cómo se ha servido hasta aquí
de su tiempo ?
i Lo ha desperdiciado porque, como todavía
era usted joven, contaba con el porvenir ? Igno­
raba usted su duración y lo que le reservaba.
i Ha utilizado usted sus menores minutos,
como le hemos explicado en los párrafos ante­
riores ?
Si ha perdido usted ya muchas horas precio­
sas en el curso de su existencia, ¿ cuál ha sido
la causa de ello ?
¿ Sabe usted defenderse de los visitantes im­
portunos ? ¿ Dominar las diferentes pasiones que
coartan sus esfuerzos ? ¿ Mantenerse en el equi­
librio físico y mroal indispensable para el tra­
bajo fructífero ?
Piense en los medios que ha de adoptar para
evitar, desde ahora, todo despilfarro de tiempo.

Tercer ejercido. Sírvase de la autosugestión


para imprimir cada vez más en su espíritu la
noción del valor que posée el tiempo, y para
robustecer su decisión de utilizarlo de la mejor
manera posible.
« Él tiempo es la moneda con que compro
el éxito. Conozco su riqueza y la utilizo en
grado máximo. »
« Ale sirvo de todos mis instantes para correr
hácia ¡el fin que me he señalado. »
142 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Redacte usted mismo las fórmulas sugestivas


que mejor se adapten, a su caso.

Cuarto ejercicio. Trace usted desde hoy mismo


un « empleo del tiempo » para la semana
en curso, siguiendo los consejos que más arriba
le hemos dado.
Si el uso le revela modificaciones que debe
introducir en su plan, tome nota de ellas cui­
dadosamente y adáptelas al plan que trace para la
semana que viene.
Esfuércese por trabajar cada vez más aprisa,
peno sin que la rapidez perjudique a la calidad
del trabajo. Evite, sin embargo, aumentar su
rendimiento a costa de su salud, por pres­
cindir o hacer poco caso de los cuidados que
debe dar a su cuerpo.
DE CULTURA PSÍQUICA 143

XI

La Autosugestión

Vamos a cuentas. ¿ A qué altura se encuen­


tra usted en su entrenamiento psíquico ?
Ha combatido usted los defectos que estorban
el ejercicio de las fuerzas mentales. Ha luchado
usted contra la emotividad, la expansividad, la
dispersión, la falta de método, la tendencia que
nos lleva a malgastar el tiempo. Ha aprendido
a conservar una calma imperturbable, a con­
centrar su atención^ a poner orden en su vida,
a utilizar sus menores instantes.
Esos resultados, grandemente apreciables, no
deben bastarle. Ahora tiene usted que desarrollar
sus facultades, para aumentar el rendimiento
de las mismas. En las páginas siguientes le
enseñaremos a servirse más sensatamente de su
inteligencia, de su voluntad, de su memoria
y de su imaginación.
En el presente capítulo le enseñaremos a re­
girse a sí mismo por medio de las ideas. Es
144 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

lo que se llama la « autosugestión ». De todos


los procedimientos de perfección moral propues­
tos por los filósofos, no hay otro más eficaz
ni más sencillo.
Desde que viene usted siguiendo nuestro mé­
todo, ha recurrido frecuentemente a la autosu­
gestión. Para sacar todo el partido posible de
su práctica, es indispensable conocer bien su
mecanismo. Tiene usted, pues, interés en estudiar
seriamente este capítulo.

Comprenda el considerable poder de la auto­


sugestión.
Las ideas, como usted no ignora, son fuerzas
engendrado ras de acción.
« La idea dirige el mundo », se dice por
vi,a de axioma. La historia verifica lo justo de
ese proverbio. No tenemos más que citar un
ejemplo. La propaganda antirreligiosa y el sen­
timentalismo humanitario del siglo xvm han
contribuido en gran medida ,al estallido de la
Revolución francesa.
Ahora bien, mediante la autosugestión utili­
zamos las fuerzas que se encuentran en estado
latente en las ideas. Explotamos el valor motor
de las ideas. Captamos esas fuentes de energía
y las empleamos en conducirnos adonde se nos
antoje.
El hombre que pretende formarse a sí mismo
a pura fuerza de voluntad se asemeja al ba­
telero que avanza a fuerza de remos; el psi-
DE CULTURA PSÍQUICA 145

cólogio sensato que emplea los recursos de la


autosugestión se parece al marino que navega
con las velas desplegadas. Este va más aprisa
y más lejos que aquél.
*
**
Examinemos el trabajo misterioso y singu­
larmente activo que las ideas operan en noso­
tros.
Recibimos en nuestra inteligencia una idea
determinada. ¿ Qué efectos va a producir en
nosotros ?
Ejerce inmediatamente en nuestra voluntad
una atracción o una repulsión., según que se
le presente un objeto agradable o no. Cuanto
más se orna de colones seductores ese objeto,
más largamente fascina a la imaginación, más
exalta la sensibilidad, y con mayor violencia,
también, se lanza la voluntad hacia ese objeto.
Es éste un fenómeno que se realiza a diario.
1 Cuántas veces ha comprobado usted la in­
fluencia sugestiva que una publicidad bienhecha
ejerce sobre su ánimo ! ¿ Por qué, cuando tosía
usted, el último invierno, ha comprado pastillas
de tal marca, de preferencia a cualquier otro
producto similar ? ¿ Por qué, entre varios apa­
ratos de radio, ha elegido usted uno más bien
que otro? Los anuncios leídos en los periódicos
han pesado en su determinación por medio de
la Idea.
¡ Cuántas veces ha visto usted a un mu­
chacho trabajador y juicioso cuando estaba ro­
deado de los suyos, y que se echa a perder
146 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

lejos de la casa paterna ! Ha sufrido la nefasta


influencia de las malas compañías. Las teorías
de pereza y de placer expuestas por unos malos
compañeros le han hecho apartarse del buen
camino. También en este caso, sólo que en una
dirección mala, la idea ha llevado a la acción.
Pero aun hay más. La idea acogida en nuestra
inteligencia se mete tan adentro, a veces, que
reaocicma, sobre nuestro subconsciente. Entonces
modifica" nuestros reflejos.
No hay cosa más probada.
A consecuencia de una punja o de un fracaso,
una persona da en una crisis de pesimismo ;
se convence de que ya no puede acertar gn
nada; se considera inferior a todos; se crea
una mentalidad de débil y de vencida. Sufre
los deplorables efectos de la timidez : en pre­
sencia de extraños que le parecen superiores
a ella, se pone colorada, tiembla, tartamudea.
Si logra cambiar de atmósfera mental, si re­
cobra confianza en sí misma, esos penosos fe­
nómenos desaparecerán como por ensalmlo, y esa
persona hablará tranquilamente, sin que su frente
cambie de color.
La repercusión de la idea se deja sentir
incluso en nuestra salud.
La tristeza, en su paroxismo, puede provocar
enfermedades de consunción y llevarle a uno
a la tumba. En el orden contrario, el optimismo
de un enfermo favorece su curación. Estas ver­
dades son demasiado conocidas para que insis­
tamos más en ellas.
DE CULTURA PSÍQUICA 147

Actualmente ya conoce usted el poder de la


idea.
Ahora bien, la autosugestión consiste en esco­
ger cuidadosamente y mantener en su espíritu
Las ideas motrices que pondrán en movimiento
su voluntad, provocarán en usted los reflejos
convenientes, e influirán favorablemente en su
salud.
La autosugestión pone a disposición suya, por
tanto, una fuerza formidable y flexible, de la
que usted puede esperar mucho.

Si no quiere usted condenarse al fracaso, tiene


que ajustarse a las leyes de la autosugestión.
Entendemos por « leyes de la autosugestión »
las condiciones que esta última debe reunir
para dar la medida cabal de su eficacia.
Por no haberlas tenido en cuenta, hay muchos
que no obtienen del procedimiento sugestivo
les resultados que esperaban obtener. Entonces,
dudando del valor de ese procedimiento, lo aban­
donan; de esa manera descartan de su juego
el triunfo que debía darles, precisamente, la
seguridad de ganar la partida. Tenga usted cui­
dado de no caer en el mismo error.

Primera ley : La autosugestión debe basarse


en la- realidad.
Ciertos profesores de psicología aplicada se
dejan llevar a exageraciones perjudiciales para
sus discípulos. Parecen enseñar que la idea
148 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

produce directamente la acción. Según ellos,


bastaría con decirse : « No siento ningún do­
lor, me encuentro perfectamente a gusto », para
¿dejar de nosotros la sensación del dolor. Si esta
teoría fuese exacta, bastaría afirmar : « Hago
buenos negocios, se me llenan de dinero los
bolsillos », para enriquecerse sin el menor tra­
bajo.
Error es ése que debe usted evitar.
Nuestras ideas no crean lo que representan;
no hacen más que ayudarnos a realizar lo
que representan. Nos ayudan actuando sobre
nuestra voluntad, que ponen en movimiento.
Por consiguiente, no le pida a la auto­
sugestión otra cosa que fuerzas morales, con
las que multiplicará usted su poder de acción.
El procedimiento sugestivo no tiene nada que
ver con el dominio de la magia, sino con el
de la sana psicología.
Toda exageración en este orden de cosas le
llevaría a usted a la decepción y al desa­
liento.

Segunda ley : La, autosugestión debe excluir


teda, idea ajena-.
Regla de simple buen sentido. Usted se pro­
pone, por ejemplo, entrenarse en una actividad
intelectual mayor, porque se siente naturalmente
inclinado hacia ella. Para inspirarse el amor
al trabajo cerebral, se representa usted su faci­
lidad, sus ventajas, sus alegrías. No se le ocurre
mezclar con esas sugerencias ideas de carreras
al aire libre, de partidas de caza, de excursiones
en auto. Esas ideas seducirían su imaginación
DE CULTURA PSÍQUICA 149

y le desviarían del trabajo serio, al que, por


hipótesis, encuentra usted pocos encantos.
Ciertas tentaciones, dicen los moralistas, sólo
se combaten con la fuga. Huya usted, del mismo
modo, de las ideas que de cerca o de lejos
se oponen a las que actualmente está usted
empleando en su tratamiento sugestivo.
¿ Quiere usted vencer su timidez? Pues huya
de toda idea de desconfianza o de temor.
¿ Quiere usted mejorar su situación ? Huya de
toda idea de indolencia, de descanso exagerado,
de pasividad.
Si quiere ganarse simpatías, huya de toda
idea de misantropía, de envidia mezquina,
de rencor, de egoísmo.

Tercera ley : La. autosugestión debe ser posi­


tiva.
Evite las fórmulas negativas, porque evoca­
rían en usted la idea de los defectos de que
se propone corregirse.
No diga, por consiguiente : « Ya no pierdo
el tiempo. » « No dejo a mi imaginación di­
vagar en vez de aplicarse al trabajo reflexivo.
Ya no me desaniman las dificultades. »
Al emplear esas fórmulas, lo que haría usted
sería, contrariamente a su deseo, sugerirse ideas
de inercia, de distracción y de debilidad.
Dígase : « empleo bien mi tiempo. Domino
mi imaginación. Concentro mi atención en mi
trabajo. Supero los obstáculos como el que
juega. »
150 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Cwrta ley : La autosugestión debe ser afir­


mativa.
Evite las fórmulas imperativas, que corren
peligro de lastimar la voluntad. No diga, por
consiguiente : « Quiero practicar Id paciencia. »
Adopte de preferencia la siguiente fórmula :
« Me es fácil practicar la paciencia; estoy em­
pezando a practicarla; la practico cada vez
mejor. »
No ponga sus sugestiones en futuro. El em­
pleo del presente ofrece la ventaja de situarnos,
por decirlo así, en el mismo tajo, con las
manos en la masa.
Si usted desea, por ejemplo, prepararse desde
la víspera a una dura jomada de trabajo,
Dios le libre de decir : « Mañana trabajaré lo
mejor que pueda. » Más vale que proceda de
lá manera siguiente. Antes de entregarse al
sueño, repítase despacito varias veces : « Mis no­
ches me procuran siempre un descanso completo.
Todas las mañanas me despierto tan dispuesto,
que trabajo oon gusto. Me siento ya lleno de
bríos para mi tarea de mañana. »
Emplée fórmulas que tengan valor de imáge­
nes. Que sus ideas sugestivas se presenten en
forma de cuadros tan vivos como le sea posible.
Un lejemplo ilustrará esta regla. Se propone usted
curarse de una emotividad exagerada; se repite
usted a menudo : « Estoy tranquilo, estoy tran­
quilo. » La fórmula es buena, pero la mejorará
usted visualizándola!, para emplear un término
bárbaro pero expresivo. Dígase, por tanto :
« Sonrío ante las contrariedades. Salto alegre­
DE CULTURA PSÍQUICA 151

mente por encima de los obstáculos : es mi


deporte favorito. »
Quinta ley : La, autosugestión debe repetirse
a mentido.
Napoleón aseguraba que la repetición es la fi­
gura retórica más poderosa; es, indiscutiblemente,
condición esencial del éxito en el tratamiento
sugestivo. Gracias a la repetición, la idea se
implantará en usted hasta el punto de reac­
cionar habitualmente sobre su voluntad y modi­
ficar sus reflejos, inclusive.
T’ene usted que prever, por consiguiente, va­
rios ejercicios de autosugestión para cada día.
No vacile cyi organizarse sesiones supletorias,
si echa usted de ver la necesidad de ellas.
Ciertas horas se prestan mejor que otras al
tratamiento psíquico. La autosugestión penetra
más hondo en los momentos en que el cuerpo
se halla en un estado de afloiamiento y de re­
poso. Para entregarse a ella conviene buscar
el silencio, instalarse en una butaca conforta­
ble y dejar que se relajen los músculos.
Los instantes más favorables son los que
siguen al despertar y los que preceden inme­
diatamente al sueño. Mientras se va usted que­
dando dormido, murmure las fórmulas sugestivas
que ha elegido; en el curso de la noche lle­
varán a cabo un trabajo subconsciente, de inne­
gable eficacia.
Un tratamiento sugestivo requiere varias se­
manas, y a veces varios meses, para dar resul­
tados serios.
Es importante continuar hasta obtener plena
152 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

satisfacción. No debe considerarse logrado


el efecto hasta que se haya adquirido de­
finitivamente el hábito deseado. Empleemos
un ejemplo concreto. Usted quiere formarse para
la constancia en el trabajo. La sugestión le
ayudará muy pronto a trabajar con mayor regu­
laridad. Continúe, sin embargo, su trata­
miento hasta el punto en que, por haber pasado
a ser para usted el gusto del trabajo una se­
gunda naturaleza, no necesite ya medios artifi­
ciales para entrenarse.

*
**

Esperamos que la lectura de estas páginas


hiaya aumentado, su confianza en el método
sugestivo, que ciertos autores presentan al pú­
blico en forma exagerada y rayana en la char­
latanería. Al conocer mejor el mecanismo de la
autosugestión, ya no dudará usted de su eficacia
en lo sucesivo. Apresúrese, pues, a hacer men­
talmente los ejercicios siguientes.

Primer ejerdeio. Repita mentalmente, o in­


cluso a media voz, de diez a veinte veces se­
guidas :
« Puedo transformarme radical y fácilmente
por medio de la autosugestión. »
« Puedo corregirme de mis hábitos defectuosos
y aumentar mi rendimiento personal. »
« Puedo mejorar mi situación y salir airoso
de mis empresas. »
« Poseo el secreto del éxito. »
DE CULTURA PSÍQUICA 153

« Estoy en vías de triunfar, puesto que em­


pleo en provecho mío las fuerzas de la suges­
tión. »
« Avanzo cada vez más rápidamente; cada día
hago un nuevo progreso. »

Segundo ejercicio. Haga un examen de con­


ciencia. Busque cuál es el defecto de que debería
corregirse en primer lugar, qué buena .costum­
bre convenuria que contrajese.
i Propende usted a la inercia y a la pereza ?
i Carece de método en su trabajo, de regularidad
y de espíritu de continuidad en el cumpli­
miento de sus deberes ?
¿ Sufre usted de una depresión física y moral
que le sume en el pesimismo ? ¿ Se siente infe­
rior a sus tareas, tímido en sus relaciones,
desalentado por él temor a un fracaso que
le parece inminente ?
¿ Desea aumentar su capacidad de esfuerzo
cerebral, adquirir un poder de atención mayor,
aumentar el radio de su influencia personal ?
Determine con precisión el primer objetivo
que desea alcanzar, y apliqúese a ese trabajo
exclusivamente. « No hay que correr tras
dos liebres a la vez. » Cuando haya conse­
guido usted un primer objetivo, perseguirá otro.
Si sigue nuestros consejos, pronto echará de
ver en usted serias mejoras.

Toroer ejercicio. Ya se ha examinado ustod


y ha establecido el punto a que ha de aplicar
sus sesiones de autosugestión.
Ha decidido, por ejemplo, adquirir el espíritu
154 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

de perseverancia, que — vamos a suponerlo


por un instante — le falta a usted, como a
la. mayor parte de los emotivos. Emprende usted
un trabajo, se lanza a un negocio, en un mo­
mento de entusiasmo. Ese magnífico impulso
cede muy pronto, y usted' .abandona la empresa
sin haber recogido el fruto de sus primeros
esfuerzos. Se Ida cuenta de que con un
defecto así nunca conseguirá nada, desea corre­
girse de ello.
No tema la debilidad de su carácter. La auto­
sugestión servirá de sostén a su voluntad y le dará
al trabajo un atractivo constante a sus ojos.
Adquirirá usted perseverancia sin gasto de ener­
gía, sin grandes esfuerzos, solamente con la
seducción de la idea. Ya ve usted qué sua­
vidad y qué eficacia tiene el procedimiento
sugestivo.
Empiece desde hoy, a repetirse por la mañana,
al levantarse, por la noche antes de dormirse,
y varias veces en el curso del día :
« Me es fácil perseverar en la obra que he
emprendido. Nada más sencillo : me basta tra­
bajar de minuto en minuto sin pensar en el
porvenir. »
« Siento un gran placer en hacer este tra­
bajo que es ventajoso para mí. Mañana encon­
traré el mismo placer en él. Me siento igual­
mente dispuesto a entregarme a él, mañana
que hoy. »
« Mis primeros esfuerzos me comunicarán un
empuje que aumenta sin cesar. Mi trabajo,
muy llevadero hoy, lo sera aun más en lo
DE CULTURA PSÍQUICA 155

sucesivo. La costumbre, al fortalecerse, me hace


mi labor cada vez más fácil. »
Sólo a título de ejemplo le indicamos a usted
estas fórmulas. Modifíquelas a su gusto; las
más eficaces serán las que usted mismo com­
ponga.
Estos consejos para la perseverancia le servi­
rán, salvados todas las proporciones, para la
adquisición de cualesquiera otros hábitos. A
usted es a quien corresponde adaptarlos a su
caso.
Cuarto ejercicio. Sírvase de la autosugestión
para aumentar su rendimiento personal.
En nuestros días más que nunca le importa
desarrollar en grado máximo sus facultades y
sus dones naturales.
Le es indispensable para mejorar, e incluso
para conservar su posición. Se han ido para
siempre los tiempos remotos en que podía uno
pasarse La. vida en elegante haraganería. Las
condiciones de la existencia han cambiado de
tal modo, que ponerle mala cara al esfuerzo
equivale ahora a condenarse a un venir a menos
inevitable.
Además, cuanto mejor le salgan a usted las
cosas, más prestigio ejercerá, y, por consiguiente,
más bien hará en torno suyo. En nuestra época
de transtornos sociales, después del desastre de
nuestro país, necesitamos hombres leales y fuer­
tes que hagan de jefes de la Ciudad.
Para dar el máximo rendimiento, hacen falta
dos cosas : actividad y método.
156 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Método y actividad : escriba estas dios pala­


bras mágicas en. un papel, que pondrá encima
de su mesa, para tenerlas siempre a la vista-
Práctica sencillísima, de real efectividad suges­
tiva.
El hombre de valor, cuya actividad se despliega
metódicamente, se entrega por entero a su labor.
Platón recomendaba a sus discípulos que fue­
sen hacia la verdad con toda su alma; vaya
usted con toda la suya hacia el trabajo, que
no es la verdad en sí, pero constituye un verda­
dero deber para todos y cada uno de nosotros.
Trabajar con toda el alma es poner en la
ocupación actual a que uno se entrega toda
su atención, sus bríos, su corazón.
Reflexione mucho sobre los beneficios del
trabajo. Es éste una fuente de placer que mu­
chos desconocen. El placer no consiste en la inac­
ción; sólo se encuentra en una armoniosa acti­
vidad. ¿ No siente usted un bienestar general
después de un ejercicio moderado ? El ejercicio
cerebral le procurará asimismo satisfacciones
reales, más delicadas. '
Del trabajo recibimos todos los bienes : por
medio del trabajo cultiva el hombre su inteli­
gencia, adquiere fortuna, se granjea una posición
brillante y extiende su influencia social.
Aprenda, pues, a mirar al lado bueno de su
labor, esfuércese por tomarle gusto. Es cosa
que se consigue.
¿ Hay nada más aburrido que los « deberes »
sobre las declinaciones y las conjugaciones que
se dan a los estudiantes cuando aprenden los
rudimentos del latín ? Y sin embargo, mucha­
DE CULTURA PSÍQUICA 157

chos he conocido a quienes divertían esos ejer­


cicios. Escribían sus palabras en columnas tra­
zadas regularmente; trazaban cuadros sinóp­
ticos. Sus ejercicios presentaban buen aspecto..
Estaban tan orgullosos de lo que habían hecho
como Miguel Angjel y Rafael de sus obras maes­
tras.
Convierta usted su trabajo en un juego, en un
deporte. Casi iba a aconsejarle que lo hiciese
cantando. No siempre es posible cantar al entre­
garnos a nuestras actividades, sobre todo cuando
se trata de ocupaciones intelectuales. Siempre
es fácil interrumpirse de cuando en cuando
y lanzar, aunque sólo sea mentalmente, excla­
maciones jubilosas como : « i Cuánto me gusta
este trabajo ! i Qué agradable me resulta ! i Qué
fácil me es ! » Sonríase de este procedimiento,
encuéntrelo pueril, si quiere : no es menos
cierto que da resultado, incluso a las personas
mayores. No tiene usted más que probar.
Si se empeña usted en considerar su trabajo
con repulsión, desarrollará en su espíritu ideas
de pesimismo que cortarían su impulso y ami­
norarían sus capacidades.
Deduzca de las precedentes consideraciones
las fórmulas sugestivas que le hacen falta.

Quinto ejercicio. Ha leído usted en este capí­


tulo las leyes de la autosugestión. Familiarí­
cese con ellas. Para esto, léalas varias veces
en el curso de esta semana; léalas atentamente,
despacito, a media voz.
Concedemos gran importancia a este ejercicio
que, sin ser de absoluta necesidad, le ayudará
158 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

a usted a emplear con. más eficacia el procedi­


miento sugestivo.
Para revelarle más claramente el mecanismo
de la autosugestión, hemos vuelto deliberada­
mente a ocupamos de nociones que ya poseía
usted. La importancia del tema valía la pena
de ello. Eso es, cuando menos, lo que pen­
samos. Esperamos que no nos haya acusado
usted de « machaconería ». Ojalá pueda usted
haber aplicado a nuestras largas teorías la
misma apreciación que Laoordaire a propósito
de ciertas fórmulas venerables : « Releyéndolas
siempre, no se repite uno nunca. »
DE CULTURA PSÍQUICA 159

XII

El espíritu de observación

El espíritu de observación en necesario para


todo el que quiera descollar por encima del
nivel medio. Se le encuentra en la base de
todo éxito: en literatura, en las artes, en les
ciencias, en el comercio, en la industria, en la
marina, la guerra, las carreras coloniales, el
manejo de los hombres.
El pintor transpone la vida a sus cuadros
porque, después de haber observado los temas
que se propone llevar al lienzo, los reproduce
con exactitud.
La obra del novelista y del dramaturgo toma
su valor de la psicología que esa obra encie­
rra. Ahora bien, el conocimiento del corazón
humano supone una experiencia que sólo pro­
cura la observación.
Un hombre de negocios no triunfará en sus
empresas si no sabe cómo atraerse los concur­
sos y la clientela; un jefe no arrastrará en pos
de sí a sus hombres si ignora los sentimientos
160 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

que los estimulan. También en estos casos se


necesita la observación.
Un general tiene necesidad de vigías que
observen los movimientos del enemigo ; un
explorador emplea pioneros o avanzadillas que
señalen los menores rastros de hombres o de
animales.
Inútil multiplicar los ejemplos.
También usted, cualquiera que sea su pro­
fesión, triunfará en tanto mayor medida cuanto
más grande sea la perspicacia con que haya ob­
servado. El presente capítulo le enseñará ese
arte tan necesario.
*
**

Empecemos por unas cuantas definiciones.


i Qué es el espíritu, de. observación ?
La atención aplicada no sólo a las ocupa­
ciones profesionales, sino extendida a todas las
circunstancias de La vida.
Nuestro quehacer cotidiano no nos ocupa sino
una parte de nuestros días. El resto del tiempo
descansamos, andamos, leemos, nos codeamos
con nuestros semejantes. Ahora bien, el medio
en que evolucionamos es como una inmensa
biblioteca que contiene tesoros de experiencia;
es un teatro instructivo, en el que millares
de personajes nos enseñan, sin querer, las leyes
de la psicología. El espíritu de observación
no hace hojear los volúmenes de esa biblio­
teca y seguir con interés la representación die
los actores.
¿ Qué es observar ? Es pedir a cada uno de
DE CULTURA PSÍQUICA 161

nuestros sentidos que nos informe acerca de


lo que nos rodea.
Sus ojos le hacen distingluir a usted la forma
de los objetos, los ademanes de los seres ani­
mados.
Sus oídos oyen los mil ruidos de la natu­
raleza y de la industria.
Sus narices distinguen los perfumes más su­
tiles.
Sus manos y sus pies palpan el contorno
y la resistencia de las cosas.
Pero no basta con coleccionar las innúmeras
informaciones que los sentidos de usted reco­
gen ; es menester, además, reflexionar para ex­
traer de esas informaciones su significación
oculta.
La observación comprende, por consiguiente,
dos elementos : la percepción y la inducción.
Por desgracia, las nueve décimas partes de
los hombres no se dan cuenta de lo que ocurre
en torno a ellos : no miran, no escuchan, no
huelen, no palpan. Si por casualidad perciben
una sensación más fuerte que de costumbre,
o a la que no están acostumbrados, no tratan
de descubrir su causa; no saben deducir nada
de ella. Por eso viven en la tierra sin enterarse
de nada el contacto de las realidades circuns­
tantes.
La culpa de ello la tiene la primera edu­
cación, corrientemente descuidada al enseñar a
los niños el arte de observar y de razonar
sobre los hechos recogidos por vía sensorial.,
* 6
**
162 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

El genial fundador del Escutismo, lord Baden-


Powiell, ha reaccionado vigorosamente contra esa
-deficiencia. Quiere que sus muchachos in­
terpreten correctamente sus propias observa­
ciones. Con este fin les da en su célebre
obra « Exploradores » explicaciones numerosas
y precisas; les indica ejercicios y juegos cuya
eficacia ha demostrado la experiencia; les ha
trecho seguir rastros someramente indicados con
señales trazadas de antemano; les ha hecho
descubrir las huellas de hombres; o de animales.
Indudablemente, ya no está usted en la edad
de llevar el pantalón azul y la camisa kaki de los
exploradores ; no nos atrevemos, por consi­
guiente, a aconsejarle que lea el libro de Baden-
Powell. Sin embargo, sería provechosísimo
estudiar atentamente el capítulo IV del mismo
titulado : « El arte de seguir un rastro. »
Pero, por lo menos, vamos a contarle a usted
alguno de los procedimientos que se señalan
en esa notable obra.
El fundador del escutismo recomienda con
muchísima insistencia un juego al que ha dado
el nombre de « juego de Kim ». Kim es el
nombre que lleva en una novela de RudyardKi-
pling un muchacho al que preparan para ser
« detective ». Va usted a ver en qué consiste
el juego. Se ponen en una mesa veinte objetos
diferentes : dos o tres clases de botones, un
trapo, un lápiz, una estilográfica, una navaja,
una piedra; en una palabra, todo lo que uno
puede encontrar. Se extiende una tela por en­
cima. Luego, durante un minuto, reloj en mano,
se descubre la. mesa en presencia de varios
DE CULTURA PSÍQUICA 163

« scouts ; . Cada muchacho debe enumerar,


por escrito los objetos en que se ha fijado.
Otro juego, el Juego de los Escaparates, se
refiere al mismo fin que el que acabamos de
exponer. Se lleva a un grupo de Exploradores
a una calle y se les hace detenerse por espacio
de medio minuto delante de cinco o séis tiendas.
De vuelta al local de su tropa, tienen que indicar
por escrito lo que han visto en los escaparates
de esas tiendas.
El « Juego de los Perfumes » tiende a ejer­
citar el olfato. Se pone en bolsas diferentes ob­
jetos que exhalen un olor característico : cebollas
en uno, ajos en otro, violetas en un tercero;
en los demás, por último, una naranja, un
limón, vainilla, carburo de calcio. Cada mucha­
cho dispone de quince segundos para oler esas
bolsas sin abrirlas, y adivinar lo que contienen.
Estos juegos, que se repiten a menudo, cam­
biando los objetos que han de observarse y los
aromas que se han de distinguir, desarrollan en
gran medida el espíritu de observación.
A la costumbre de observar importa añadir
la de reflexionar. Hay detalles, en apariencia
insignificantes, que han hecho impresión a sus
sentidos y que pueden procurarle a usted, a
veces, indicaciones importantes.
La actitud de una persona, su peinado, su cal­
zado, sus manos, sus ademanes, las expresiones
de su fisonomía, le permitirán a usted conocer
su temperamento, su carácter, sus emociones, el
estado de sus negocios. Se encuentra usted,
por ejemplo, con un señor de edad que va Vestido
con ropa bien cortada, muy limpia, pero muy
1G4 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

usada; el cuello y los puños de su camisa;


astán traspillados. El aspecto de ese anciano,
en general, indica que no desconoce nada de
los mejores usos mundanos ¿ Qué deduce usted
de todo ello sino que, por haber sufrido reveses
de fortuna, ha tenido que limitar sus gastos
de vida ? Incluso puede usted añadir que no
le falta dignidad, ni cierta energía; de haber
tenido un carácter menos templado, habría dado
en el desaliento y hubiera dejado de cuidar
su atuendo personal.
El acento de un hombre, su manera de ha­
blar, le revelarán a usted su origen, su edu­
cación, sus preocupaciones. Así sabrá usted si
el transeúnte que en la calle le pregunta algo
en francés, es español, italiano, alemán, ruso o
inglés. Sabrá igualmente si tal o cual de sus
compatriotas ¡es del Norte o del Mediodía, del
Nivernés o del Franco-Condado, de Auvernia o
de Gascuña. En presencia de un charlatán que
por jactancia se atribuye origen parisién, des­
cubrirá u sted su trapacería no más que por
el acento.
El perfume adoptado por una mujer, los co­
loretes que emplea, las cremas de que se sirve,
delatan sus gustos, incluso — menos discretos —
ciertos defectillos físicos que enmascara o atenúa
por medio de los productos de tocador.
De sobra se le alcanza a usted el inte­
rés que tendría descubrir líos caracteres por
la observación de sus signos. Se defendería
más fácilmente contra los explotadores ; esco­
gería más juiciosamente sus colaboradores y
amigos; sabría manejar mejor a los hombres.
DE CULTURA PSÍQUICA 165

Sherlock Holmes, el prodigioso detective ima­


ginado por Cenan Doyle, llevaba al extremo el
arte de la inducción.
Se había encontrado con su hermano en el
Círculo, que frecuentaban ambos. Mientras mi­
raban por la ventana, vieron pasar por la calle
un hombre como de unos cuarenta años.
Andaba con paso marcial, meciéndose un poco;
la manga de su levita, muy limpia pero sin
ningún rebuscamiento, estaba ceñida de un
brazal de crespón negro; en sus manos se ad­
vertían tatuajes. El hombre, en fin, llevaba unos
juguetes.
— Es un marino, declaró Sherlock Holmes.
Acaba de perdier a 'su mujer, y se ha retirado
con la graduación de sargento. Tienen niños
pequeños todavía.
Baden-PO|Well ha referido en sus obras al­
gunos de los resultados que le ha dado la prác­
tica de la inducción.
Hablaba con un detective de un hombre con
quien acababa de charlar en la calle.
¿ Qué profesión podría ejercer el personaje
aquél ?
— En todo caso, dijo Baden-Powll, es un
pescador de caña.
No se equivocaba. Pero, ¿ cómo lo había
adivinado ? Reparando en un detalle insigni­
ficante, al que sin duda no hubiera concedido
usted importancia; el hombre tenía en la manga
izquierda de la chaqueta unos mechoncitos de
lana, por estar arañada la tela. Pequeño indicio,
pero que decía bastante. Ciertos pescadores,
en efecto, para hacer secar sus moscas artifi­
166 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

cíales, se las prenden en la manga izquierda;


cuando se las quitan de la bocamanga, suelen
arrancar algunos hilos del paño.
Haden-Powell indicaba a sus exploradores di­
vertidos ejercicios, para entrenarlos en la in­
ducción.
Les invitaba a no mirar, cuando viajasen en
tren, más que a los pies de sus compañeros de
vagón. Por el examen del calzado, únicamente,
hay que adivinar si la persona que lo lleva
es joven o vieja, rica o pobre, delgada o gruesa.
Terminado el examen, levanta uno la cabeza, para
ver si ha acertado o no.
Cuando los escutistas salen al campo, su
fundador desea que anoten las menores se­
ñales y que las interpreten. Es un pájaro que
alza el vuelo bruscamente, es una polvareda
que se levanta, es un murmullo que resuena.
¿ Qué significan esas cosas ? Ha pasado un;
hombre, espantando al pájaro, que ha alzado el
vuelo; un coche rueda por la carretera, levan­
tando polvo; un riachuelo corre por los pe-
drusoos cah-tando.
También usted tiene que entrenarse en la
observación y la inducción. Con este objeto
le prescribimos una serie de ejercicios, que le
instamos a ejecutar lo mejor que pueda. En
ellos encontrará tanto placer como provecho.

*
**

Primer ejercicio. Usted sale todos los días,


aunque no más sea para trasladarse a su lugar
DE CULTURA PSÍQUICA 167

de trabajo, y para volver de él. Quizá tenga


también la excelente costumbre de darse un
pábeo cotidiano. Aproveche esas salidas para ob­
servar algunas de las principales cosas que
encuentre en su camino.
En cuañto tenga un momento de libertad,
anote brevemente por escrito el resultado de
sus observaciones.
Aquí tiene algunos ejemplos. El inmueble
situado en la esquina die la calle tal tiene una
puerta cochera recién pintada de nuevo. El
electricista del bulevar cual ha expuesto en
su escaparate una lámpara de hierro forjado
de una forma nueva. Los castaños de tal plaza
están abriendo sus brotes.
Poco importa el estilo de su redacción; lo
único que cuenta es lo justo de su golpe de
vista. Por ‘consiguiente, la próxima vez que
salga usted tendrá que verificar la exactitud
de sus observaciones.
Empiece .por hacer cinco o seis observacio­
nes en cada paseo; de vuelta a casa, las con­
signará por escrito. Aumente gradualmente el
número de sus observaciones.
Este simple ejercicio, que sólo exige un poco
de buena voluntad, le hará contraer la costum­
bre de mirar atentamente y de grabar en su
memoria lo que haya visto.

Segundo ejercicio. Cuando entre en un apo­


sento que no conozca usted todavía (almacén,
despacho, salón, sala de espectáculos), examínelo
en sus detalles.
168 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

En su primer momento de ocio, escriba Una


descripción sucinta pero muy precisa del apo­
sento en cuestión.
Por ejemplo: el salón del Sr. X tiene apro­
ximadamente 6xó metros. Una sola puerta de
dos hojas frente a la ventana. Gran chimenea
de mármol vende. Mobiliario Luis XVI, de la
época : butacas y sillas forradas de tapicería
de punto menudo (ramilletes de flores con cintas,
sobre fondo crema). Consola de madera dorada,
que queda frente, a la chimenea. Unos diez cua­
dros : recuerdos de familia y paisajes.
No deje de verificar algo más tarde la exac­
titud de su descripción.
Tiene usted que adquirir no sólo la justeza,
sino, además, la rapidez del golpe de vista.
Con un poco de entrenamiento, debe llegar a
hacer en unos segundos, a lo sumo en dos o
tres minutos, el inventario somero de una sala
de dimensiones normales, y guardar un recuerdo
preciso de ella hasta la hora en que, de vuelta
a casa, anote su observación.

Tercer ejercicio. ¿ Ha observado usted los


rasgos de las personas con quienes vive ? Si se
lo preguntaran,^iquizá no supiera usted decir
de qué color son los ojos de su amigo más
íntimo. Desde hace mucho tiempo viene usted
encontrándose con él a diario; ha ido usted
al colegio con él; los azares de la vida no
le han alejado de él nunca. Y sin embargo,
jamás ha reparado usted en ese detalle.
DE CULTURA PSÍQUICA 169

Cuando Flaubert hacía la educación literaria


die Maupassant, le inducía a que observase. Tal
cochero de punto, le explicaba, tiene en la
cara un rasgo particular que le distingue de
todos los demás. Ese rasgo característico es
lo que hay que buscar : es lo que dará vida
a la descripción del escritor, al bosquejo del
dibujante.
Inspírese usted en ese consejo. Examine con
atención, pero sin impertinencia, la fisonomía
de las personas con quienes tropiece. Anote por
escrito los rasgos más característicos.
Examine de preferencia a personas que esté
usted seguro de volver a ver, para poder veri­
ficar lo justo de sus observaciones.

Cuarto ejercicio. El. mundo moral ofrece al


observador un interés más cautivador que el
mundo físico. -No mire usted, pues, solamente
a las cosas materiales y a la apariencia ex­
terna de los humanos. Examine, además, su ac­
titud en general, sus ademanes habituales, sus lo­
cuciones familiares, las manifestaciones espon­
táneas de sus sentimientos y de sus gustos;
en una palabra, cuanto delata su carácter.
No se trata de intentar sorprender sus se­
cretos indiscretamente; menos aún de ofrecerse
el despreciable placer de juzgarlos con malévola
temeridad por unos indicios insuficientes. Se
trata tan sólo de distinguir Lo que de su per­
sonalidad dejan traslucir.
Saint-Simón describe en sus Memorias con
agudos trazos, muy a lo vivo, las diversas
emociones que agitan a sus personajes. Una¡s
170 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

pocas palabras le bastan para anotar su es­


tado de alma con un realismo impresionante.
¿ Quién no recuerda su descripción de Versalles
en >el momento de la muerte del gran Delfín ?
Estupor de unos, alegría de otros, enmascarada
bajo las apariencias externas de una pena hi­
pócrita.
¿ Quién no recuerda también el movimiento
instintivo del avaro agonizante de que habla
Balzac ? Cuando el sacerdote que le administra
los últimos sacramentos le hace besar el cru­
cifijo, un Cristo de cobre, el moribundo, al
ver el metal brillante, tiene un último sobresalto
de vida; palpa el sagrado emblema para saber
si es de oro.
Ciertos ademanes bastan para revelar el fondo
de un carácter.
El hábito de observar esos ademanes afinará
su sentido psicológico y enriquecerá su expe­
riencia.
Dice usted que no tiene la ambición de es­
cribir novelas ni obras de teatro. No es ninguna
razón para que no desarrolle en usted el espí­
ritu de la observación. El conocimiento de los
hombres le servirá en la dirección de su vida
y le evitará más de un tropiezo.
DE CULTURA PSÍQUICA 171

XIII

El juicio

La. superioridad del hombre sobre los ani­


males viene de la inteligencia.
Se parece a ellos, por lo demás, en muchos
rasgos. Como ellos, posee sentidos : ve, oye,
huele, palpa, anda. Como ellos sufre del frío
y del calor, de la lluvia y de la humedad;
se complace en una temperatura clemente. Como
ellos tiene apetitos : come, bebe, y, duerme.
Pero de lo que percibe por medio d¡e los sen­
tidos no saca ninguna deducción el .animal.
No se eleva ni de lo material a lo espiritual,
ni de lo concreto a lo abstracto. Se deja con­
ducir por el instinto que le ha 'diado la natura­
leza.
El hombre, por el contrario, se dirige libre­
mente por la razón. De ahí su incomparable
grandeza.
172 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

« Dirigirse por la ríizón », grandiosa frase


que repite por rutina y con énfasis, sin excavar
profundamente su sentido.
Dirigirse por la razón supone tres operaciones
importantes :
— Estudiar objetivamente los diferentes pro­
blemas prácticos de la existencia.
— Formular sobre ellos un juicio basado en
la realidad y conforme a las leyes de la ló­
gica.
—■ Tomar una decisión conforme a ese juicio
sano.
Quien no actúa así desconoce su dignidad
humana y corre alegremente al encuentro de
incalculables dificultades, e incluso de graves
catástrofes.
El padre de una familia numerosa invierte
sus capitales en negocios más que dudosos;
entrega sus tierras a colonos faltos de todo;
escrúpulo; da a sus hijos preceptores sin di­
plomas, sin instrucción suficiente, sin autoridad.
Obra así a la ventura, sin saber por qué, movido
por un ciego impulso. ¿ En qué han de parar
esas insensatas maniobras ? La educación de sus
hijos será deplorable; además, ese hombre per­
derá su caudal. Y sin embargo, debe asegurar
su propia existencia y el porvenir de los suyos.
¿ No le parece a usted que, al carecer de juicio
hasta tal punto, ese padre decae de su dignidad
humana ?
Ya ve usted cuánto nos importa desarrollar
y equilibrar nuestro juicio.
*
DE CULTURA PSÍQUICA 173

¿ De dónde proceden los errores de juicio ?


¿ Qué causas hemos de atribuirles ?

Primera causa de error : la falta de obje­


tividad. En lugar de examinar fríamente las co­
sas y tratar de verlas tal como son, las miramos
a través de un prisma.
Al interceptar un rayo solar, el prisma lo des­
compone en rayos brillantes que tiñen los siete
colores del espectro. Espectáculo deslumbrador,
que encanta los ojos y cautiva su atención. Por
eso, a la vuelta del buen tiempo, nos gusta soñar
ante el luminoso juego de magia del arco iris.
Nuestra imaginación y nuestra sensibilidad
desempeñan respecto de nuestra inteligencia el
papel del prisma. Si no refrenamos su fanta­
sía y su capricho, esas dos facultades, defor­
mando las realidades objetivas, engalanan las
cosas con esplendores inexistentes y falsean así
nuestros juicios. Plantean a nuestro espíritu
un problema cuyos datos son inexactos o in­
completos : la solución no puede ser justa.
Los ejemplos de este género de error abundan.
Un importante jefe de empresas busca un
ingeniero para los negocios que dirige en las
colonias. Allí se ocupa de todo un poco. Des­
broza selvas, en que abundan los árboles de
esencia rara; contruye caminos de hierro; tiende
puentes sobre los ríos; construye casas; practica
puertos; explora las minas de carbón o db,
metales preciosos. Tiene explotaciones agrícolas,
talleres, astilleros. Necesita tener colaboradores
técnicos calificados. Ahora bien, le han indicado
174 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

a un joven recién salido de las escuelas espe­


ciales y con brillantes diplomas.
Se pone en relación con ese posible candi­
dato, cuyas cualidades aprecia pronto : traza
afable, arrestos, buen humor, salud aparente­
mente robusta, cultura intelectual superior. Es
la perla rara que se adquiere pagando por
ella lo que le pidan a uno.
Nuestro jefe de empresas conoce su oficio de
reclutador. Pinta al joven ingeniero la coloca­
ción que le ofrece, presentádosela en su aspecto
más seductor : ganancias pecuniarias cuantiosas,
trabajo interesante, distracciones como hechas
adrede para quien guste de las aventuras y
de las cacerías movidas. En rigor, la colocación
presenta positivas ventajas; pero, de todas ma­
neras, la medalla tiene un reverso del que no
se habla.
El joven tiene los años suficientes para haber
adquirido mucho saber, pero no los bastantes para
haber acumulado tesoros de experiencia. Si ha
cultivado su inteligencia, no ha desarrollado
suficientemente su juicio. Se deja entusiasmar
por unas perspectivas tan embriagadoras; su
imaginación se inflama. Se ve ya millonario
dentro de poco; sueña con panteras y leones
que tumban patas arriba los tiros de su cara­
bina; cree haber descubierto ya minas de oro
y de diamantes. Hasta tal punto, que, sin pen­
sarlo más, firma el contrato. Ya está com­
prometido por un plazo mínimo de tres años.
En llegando a las colonias, el ingeniero echa
de ver tardíamente que la colocación de marras,
con ser excelente en sí misma, nk> es ninguna
DE CULTURA PSÍQUICA 175

maravilla para él. Hubiera, debido informarse


del clima, que no le conviene en modo alguno.
Cuando haya terminado los tres años de su
contrato volverá a Francia, a buscar una colo­
cación que se avenga mejor con su salud.
En vez de juzgar guiándose por los sueños
de su acalorada imaginación, ¿ no le hubiera
valido más solicitar los consejos de la fríai
razón ?
Un antiguo camarada quiere fundar uno de
esos inmensos almacenes modernos en que se
encuentra de todo, desde la pacotilla de bazar
hasta los artículos de lujo. Según sus proyectos,
va a ser una casa de primer orden. Pero como
un establecimiento así necesita capitales consi­
derables que él no posee, montará el negocio
constituyendo una sociedad. Se lanza., por con-*
siguiente, a buscar accionistas que le presten
el dinero que necesita. Como es natural, viene
a llamar a la puerta de usted; ¿ cómo no había
de llevarle hacia usted la antigua amistad que
les une a los dos ?
Le presenta a usted sus planes, y acaha por
pedirle fondos. Usted le escucha con un interés
lleno de simpatía,, y como desde su niñez siente
por él un cariño profundo, no encuentra nada
que objetar a lo que le expone. Sin más tar­
danza, obedeciendo al impulso de su sensibilidad,
le promete su apoyo financiero.
Y,a ha sacado usted su talonario de cheques.
Pceflexione antes de firmar. Un negocio comer­
cial no es cosa que se trate guiándose por el
sentimiento : con el corazón no cambiará usted
nada del valor real del negocio. Que tenga
176 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

usted afecto a La persona que lo dirige, no im­


plica lógicamente que el asunto valga la pena.
Y, precisamente, el de su camarada no tiene
ningunas posibilidades de salir bien, por múl­
tiples razones que debieran saltarle a usted'
a La vista : centro demasiado poco importante
para un negocio de esa magnitud; numerosas ca­
sas competidoras; clientela que tiene dificulta­
des en lo que a su capacidad adquisitiva se re­
fiere; dificultades, por otra parte, de abasteci­
miento, etc...
Si firma usted el cheque que tiene ya en
la mano, nos veremos forzados a reconocer que
su juicio carece de objetividad.
Otro ejemplo de juicio falseado por el senti­
miento. Un amigo común trata de ponerle a
usted en relación con un personaje influyente
que desea conocerle. Usted se obstina en evitar
todo encuentro con este último, porque siente
hacia él una antipatía por lo demás injusti­
ficada.
Semejante conducta será funesta para usted.
No sólo el personaje en cuestión no le prestará
los servicios que necesitaba usted y que le
hubiera prestado con gusto, sino que, lastimado
en su amor propio por el descortés proceder
de usted, quizá le manifieste su rencor perju­
dicándole.

Segunda causa de error : falta de informa­


ción.
Imposible resolver un problema cuyos datos
se ignoran. Imposible asimismo juzgar sanamente
de una situación y tomar con respecto a ella
DE CULTURA PSÍQUICA 177

una decisión razonable si no sabe uno de qué


se trata.
Pretender juzgar y decidirse sin conocer la
cuestión, sería no menos ridículo que querer
calcular por la altura de los palos de un barco'
la edad del capitán que lo manda.
Y sin embargo, ¡ cuántas personas aprecian y
deciden sin tener los elementos de apreciación
necesarios ! No llegan hasta el extremo de echar
la cara o cruz la elección de la conducta que
hayan de seguir, pero no andan muy lejos
de ello. Se contentan con vagas aclaraciones;
no agotan, como lo exige la cordura, todas las
fuentes de información.
¿ Quiere pruebas de ello ? Muchos ingenuos
se han precipitado sobre los maravillosos valores
cuya firmeza proclamaba Madame Hanau. Mu­
chos señores toman,’ a su servicio domésticos sin
certificados, sin recomendaciones, sin referencias
serias; menos de una semana después, los des­
piden. ¿ Por qué no se habían documentado ?
Un detalle que vale la pena de notar : las
personas que juzgan y determinan con tanta
ligereza, es raro que teman proceder con im­
prudencia. Se vanaglorian con una inconsciencia
suprema de tener olfato y decisión. « Tengo
intuición, dicen; mi primer golpe de vista raras
veces me engaña. » ¡ Curiosa intuición que con­
duce a los traspiés más desagradables !
Líbrese usted muy mucho de emitir un juicio
sin haber estudiado plenamente (la cuestión^
Mientras no haya recogido los informes indispen­
sables, absténgase de juzgar.
178 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Tercera causa de error : Taita de lógica.


En sus conclusiones llega uno a resultados
que van más alia del alcance de las premisas.
Así se concluye de lo particular lo general,
sin cuidarse de las leyes fundamentales del;
pensamiento. Un modesto rentista que desea)
aumentar sus rentas, dirá : « Fulano y Men-.
gano han ganado considerables sumas jugando
a la .Bolsa. Jugaré también, y me haré rico. »
Sofisma peligroso. Si unos cuantos afortunados
se han enriquecido especulando, otros, en número
mucho mayor, han perdido hasta el último cén­
timo.
Con idéntico ilogismo se deduce de la posi­
bilidad la realidad. Un labrador harto de su
arado dirá : « El río vecino arrastra arenas1
de oro. ¿ No se han hecho ricos los aventureros
que exploraron los terrenos auríferos de Alaska
y del Africa austral ? Pues voy a buscar la¡s
arenas de oro del rio; con menos trabajo ga­
naré mas. » Nuestro cultivador puede, desde
luego, encontrar algunas pepitas de oro; pero
¿ encontrará muchas ? Más le vale atenerse cuer­
damente a sus viñas y a sus campos. Si lai
realización de una cosa prueba que esa cosa
era posible, su posibilidad, en cambio, no de­
muestra que haya de realizarse.
¿ Cómo es que en Francia, el país del claro
buen sentido, hay quienes se dejan extraviar
en la dirección de su vida por tan groseros
sofismas ? No carecen de inteligencia. Se dan
cuenta rápidamente de las equivocaciones de
sus vecinos; pero cuando se trata de sus pro­
DE CULTURA PSÍQUICA 179

píos asuntos, su interés o sus. pasiones les


hacen dar al olvido la lógica fundamental.
*
**
Para evitar las causas de error que acabamos
de señalarle, observe usted estrictamente las
siguientes reglas. Gracias a. ellas formulará jui­
cios exactos y adoptará, por consiguiente, deci­
siones acertadas.
En presencia de un problema ,que haya de
resolver, empiece por ponerse en un es -
tado de imparcialidad absoluta.
Frene rigurosamente su imaginación; ahogue
su sensibilidad; imponga silencio a los impe­
riosos clamores de sus pasiones y de su interés.
Sólo la verdad objetiva "tiene voz en el ca­
pítulo. No consulte usted más que con ella :
no escuche a nada ni a nadie más que a ella ;
no tenga en cuenta nada que no sea ella.
Lleve el escrúpulo de la objetividad hasta
verificar minuciosamente si su imparcialidad es
completa. Mientras sienta usted en sí la menor
prevención o el menor prejuicio, absténgase de
todo fallo.
Cuando su inteligencia, en equilibrio como
el fiel de una balanza, no se incline de un
lado ni del otro, emprenda usted la discflisión
del problema.
Considérelo en todos sus aspectos; diséquelo
en sus diferentes elementos; examínelo pieza
por pieza, sin descuidar ninguna.
Infórmese; acumule todas las referencias :
hay que tener una documentación completa..
180 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Cuando se trate de un asunto que pueda


tener consecuencias, anote usted en unq hoja
de papel, dividida en dos columnas, a un Lado
los argumentos que militen en pro de una
solución afirmativa, y al otro lado los que
militen en pro de una solución negativa. La
conclusión se deducirá ella sola.
Si no es cosa que le corra prisa, espere»
todavía un poco. Más tarde volverá usted sobre
su examen. Revisará de nuevo los elementos
del problema; verificará, una vez más, tanto
su propia imparcialidad como la lógica de sus
razonamientos.
Cuando haya comprobado que ha llevado co­
rrectamente el proceso en curso, podrá tomar su
decisión con la máxima seguridad.
*
**
Primer ejercido. Repase la historia de su
vida desde que llegó usted a edad de compor­
tarse como un hombre. Rusque a ver si en
el curso de esos años no ha cometido errores
de juicio.
¿ Cuáles han sido ? Esfuércese por recordar­
los. ¿ Han sido frecuentes, o raros ?
¿ Cuáles fueron sus causas ? ¿ Se ha dejado
usted influir por su imaginación, por su interés,
por sus pasiones ? ¿ Ha tomado decisiones pre­
cipitadas, sin una deliberación previa basada
en una documentación suficiente ? ¿ Ha apoyado
sus determinaciones en razonamientos viciados
de ilogismo ?
De estas diferentes ^aijsas de error, ¿ cuáles
DE CULTURA PSÍQUICA 181

descubre usted con mayor frecuencia en sus


juicios desacertados ?
¿-Cuáles han sido las consecuencias de sus
juicios insuficientemente motivados y de sus
decisiones demasiado apresuradas ? Calcule el
perjuicio que de esa manera se ha hecho a
sí mismo.
Tómese el tiempo que haga falta para hacer
ese examen, sobre el que volviera si es menes­
ter, para ahondarlo seriamente. Obtendrá un
doble fruto de ello. Ante todo, sus experiencias
pasadas le demostrarán, mejor aún que nuestras
teorías, la necesidad de desarrollar su juicio
práctico. Luego, conociéndose mejor, sabrá a
qué punto concreto deben aplicarse sus esfuer­
zos de mejoramiento.

Segundo ejercicio. Sirviéndose de los artículos


de revista, así como de los libros aparecidos
desde los dolorosos acontecimientos de 1940,
estudie los errores y las culpas que han aca­
rreado nuestra derrota. Remóntese a las causas
de la catástrofe.
Vea como la ambición, el amor al placer,
el egoísmo, las pasiones, han cegado a unos,
embriagado a otros, haciéndoles descuidar sus
deberes y traicionar los intereses de Francia.
Vea también con qué sofismas se ha enga­
ñado a las masas, y cómo, so color de mejorar
su suerte, se Las ha llevado a la ruina colec­
tiva.
Ese estudio enriquecerá su experiencia psi­
cológica, y Le dará, por añadidura, más ge­
nerosidad patriótica.
182 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Tercer ejercicio. Lea la historia de los hombres


célebres que ocupan un lugar preponderante
en la historia del muñidlo, o que se han seña­
lado por brillantes aciertos : grandes reyes, gran­
des ministros, grandes conquistadores, grandes
colonizadores, grandes jefes, grandes industria­
les, grandes comerciantes. Las vidas de un
Luis XIV, de un Richelieu, de un Colbert y, en
otro género, los ejemplos de un Cognacq-Jay,
le darán materia para altos estudios de un
elevado alcance práctico.
Esos personajes han tenido que tratar cues­
tiones difíciles. Admirará usted con qué ple­
nitud de buen sentido, con qué cuidado de obje­
tividad han examinado los datos de esos dife­
rentes problemas, y con qué arte los han re­
suelto. Sacará usted partido de su experien­
cia, y se formará en su escuela.
Hasta esos mismos hombres ilustres se han equi­
vocado a veces. Esos errores ligeros, que no em­
pañan su gloria, le instruirán a usted no menos
que sus éxitos. Descubrirá usted lo que ha
podido sorprender a su genio, y concluirá de
ahí que, poseyendo como poseemos dones
menos brillantes, serán pocas todas las pre­
cauciones que tomemos para salvaguardar la
rectitud de nuestro juicio práctico.

Cuarto ejercicio. Los estudios que acaba­


mos de aconsejarle le enseñarán el arte
de juzgar sanamente, indispensable para todo
el que quiera triunfar en la vida.
No va hsted a tropezarse con problemas de­
licados todos los días; no tiene graves deci-
DE CULTURA PSÍQUICA 183

sioines que tomar a cada paso. No por eso


hay que suspender el entrenamiento metódico de
su juicio; le es fácil continuarlo; no ya apo­
yándose en casos históricos, sino, por decirlo
así, en materia viva.
No niegue sus consejos a quien los solicite.
No se averi'ture si no es con prudencia. A
los que le pidan su parecer, respóndales que no
se considera usted infalible, pero que hará cuanto
esté en su mano para prestarles servicio. Tras
este preámbulo, escuchará atentamente la ex­
posición del caso, preguntará todos los informes
necesarios, que pondrá por escrito, y luego
pedirá que le dejen tiempo de reflexionar.
Cuando se haya formado una opinión seria­
mente motivada, comunicará su parecer al in­
teresado, con los razonamientos en que ese
parecer se apoye.
Esta práctica presenta varias ventajas. So
mostrará usted servicial aconsejando a los in­
decisos; pero si se hace usted útil a su pró­
jimo, su esfuerzo no será baldío para usted
mismo : habrá contribuido a afirmar su juicio.
Además, si la persona a quien ha hecho usted
así un favor obtiene realmente; un beneficio
de la consulta, alabará su perspicacia. Otros,
aparte de él, se dirigirán a usted, y su esfera
de influencia se ampliará, lo cual es una suerte
para quien desea poner su actividad al servicio
del renacer nacional.
184 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

XIV

El mecanismo psicológico
de la voluntad

El hombre de carácter es el que se señala un.


fin razonable y no cesa de perseguirlo hasta
que lo haya alcanzado. Nada le impide rea­
lizar lo que ha decidido.
Sabe querer lo que quiere; por eso sale airoso
de sus empresas.
El impresionable, el inconstante, el débil, ca­
recen de resolución y se dejan arrastrar como
despojos de un naufragio por el curso de los
acontecimientos. Si por casualidad se proponen
un fin concreto, no tardan en alejarse de él :
la menor dificultad les desalienta, y tornan
a caer en la inercia.
No saben querer las cosas; su falta de energía
les condena ál fracaso.
Aprender a querer es, pues, tomar el camino
triunfal del éxito.
Pero, ¿ qué es querer ?
DE CULTURA PSÍQUICA 185

Querer es no ceder desconsideradamente a la


primera impresión que experimentamos, al pri­
mer deseo que se alza en nosotros. El impul­
sivo puede dar un momento la impresión de
tener carácter, pero se traiciona pronto. Su
actividad decae rápidamente, porque descansa
en el fundamento inestable de la imaginación
y de los nervios. Si por una enojosa casualidad
esa actividad persiste, corre peligro de dar pé-
simos resultados, por no hallarse regulada por
la inteligencia.
Querer no es instalarse en las nubes, jara
trazar desde ellas planes tan seductores como
irrealizables. Tampoco es ilusionarse con ve­
leidades heroicas o encantadoras, que jamás se
traducirán en actos positivos.
Querer no es tampoco entercarse en una de­
cisión cuyo desacierto reconoce la inteligencia
y cuya rectificación se impone.
Querer es hacer acto de voluntad reflexiva.
Ahora bien, el acto de voluntad reflexiva
supone varios elementos : la deliberación, la,
determinación y la ejecución.
Antes de actuar, el hombre de carácter exa­
mina la situación. Considera los diferentes par­
tidos que puede abrazar; estudia su pro y
su contra; pesa los diferentes motivos que se
presentan a. su espíritu; elige los medios más
aptos pata conseguir el fin. Terminada su deli­
beración, se detiene en la decisión que su razón
le dicta.
Entonces pone mantos a La obra. Cuanto más
método, constancia y actividad aplique a ello,
más aprisa realizará su plan.
186 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Cuantas veces empieza usted y termina una


acción, bajo la influencia de la reflexión y no
por efecto de un impulso, lleva a cabo un acto
de voluntad.
Cada acto de voluntad reflexiva templa con
mayor fuerza su carácter y aumenta su ener­
gía.
*
**

Una comparación familiar le hará compren­


der más claramente el mecanismo psicológico
de la voluntad.
Para que una locomotora llegue a su estación
de destino, se necesita, en primer lugar, que
se la haga entrar en agujas por la vía conve­
niente. ¿ Qué más da que ruede a una velo­
cidad acelerada, si vuelve la espalda al fin
señalado ? Si no rueda en la dirección que se
quiere, cada giro de las ruedas la aleja rnás
de la meta.
Además, es preciso que el maquinista no d.eje
descender la presión del vapor, pues, si no,
la máquina perderá el resuello y acabará por
detenerse.
Lo mismo ocurre con la voluntad. Si desea
usted que le lleve al éxito, es menester que la
lance en la buena dirección y que la mantenga
a presión constantemente. Es lo que le vamos
a enseñar.
Si usted sigue nuestras instrucciones, pronto
comprobará su valor por los resultados obteni­
dos.
*
DE CULTURA PSÍQUICA 187

« La voluntad, dicen los filósofos, tiendo al


bien. » Se esfuerza por captar los objetos que
desea, ya porque esos objetos le parezcan útiles,
ya porque le parezcan agradables, o, en fin,
porque los crea honestos.
En cuanto un objeto ha provocado su apeten­
cia, se lanza hacia él con un brinco tanto más
vehemente cuanto más deseable le parece ese
objeto.
Incluso en los débiles, que sacuden traba­
josamente su apatía, un objeto puede excitar
un apetito violento. Su voluntad, hasta entonces
adormecida, se despierta en un brusco sobresalto
y trata, con apasionado brío, de realizar su
deseo. ¡ Cuántas tentativas desesperadas, cuán­
tas locuras inspiradas, por ejemplo, en un amor
disparatado 1
Pero la voluntad es ciega; no conoce por
sí misma el objeto que la atrae. Puede, por con­
siguiente, equivocarse, y de hecho se equivoca
y descarría a menudo. Entonces persigue lo
que, en vez de procurarle la felicidad esperada,
la defrauda. Muchos han malgastado su vida
porque han tomado el relumbrón por oro, la
sombra por realidad.
Puesto que la voluntad no ve por sí misma,
menester es que la inteligencia la alumbre y
dirija.
Orientar su voluntad en la dirección debida
es, pufes, la primera condición del éxito.
El piloto no abandona nunca su timón. Sin
embargo, para llegar al término de su viaje
no tiene necesidad de estar haciendo virar cons­
tantemente su navio; la,s más de las veces lo
188 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

que hace es navegar derechamente. Sin embargo,


sigue siempre en el timón, para que el barco no
se desvíe de su ruta.
Pues ése es el papel de la inteligencia. Vi­
gila la orientación de la voluntad; no tiene,
empero, que imprimirle frecuentes cambios de
dirección.
El que pretende utilizar su vida no se enve­
reda por un camino determinado sin antes haber
reflexionado maduramente. Una vez elegida la
ruta, las más de las acciones qw ha de llevar
a cabo se las imponen el deber o las circuns­
tancias; por consiguiente, no exigen nuevas
deliberaciones.
En la mayoría dejos casos, la inteligencia
velará tan sólo por que la voluntad no se des­
víe ni caiga en el automatismo que disminuye
la energía.
Ocasiones hay, sin embargo, que requieren
una deliberación más o menos seria. Antes de
tomar una decisión preñada de consecuencias,
el hombre sensato se recoge. En el capítulo
precedente hemos dado las reglas del bien juz­
gar.
Si no todos los días tiene usted graves de­
cisiones que tomar, todos los días tiene que
tender hacia la meta que se ha señalado a sí
mismo.
Tome, pues, la costumbre de pasar revista,
cada mañana, a las ocupaciones a que va a
tener que dedicarse en el curso de su jomada.
A tal hora irá a su despacho, donde se pondrá
a trabajar, entregándose a tal o a cual estudio.
Comerá en tal momento. Se concederá tanto
DE CULTURA PSÍQUICA 189

tiempo de recreo. Hará éste o aquel ejercicio


físico, dará tal paseo necesario para su salud.
Tendrá que escribir tal o cual carta... Regule su
tiempo; no deje nada al arbitrio de la casua­
lidad.
Esta previsión presenta la doble ventaja de
recordarle a usted su deber y de prepararle a
cumplirlo con gozoso brío.
En ese momento podrá hacer provechosamente
ejercicio de autosugestión. Se dirá usted, por
ejemplo : « Me siento dispuesto; el trabajo
me sonríe; voy a él con gusto. Sigo briosa­
mente el camino que míe he Señalado; ese ca­
mino me lleva al éxito. »
Si algún impedimento imprevisto interrumpe
momentáneamente la realización de su plan,
vuelva usted a ponerse al trabajo en cuanto
pueda. Un amigo ha venido a pedirle un in­
forme; usted le ha recibido cortesmente, como
es debido. No vaya a pensar después de su
marcha : « Sólo me quedan diez minutos hasta
el almuerzo; no vale la pena de que me vuelva
a poner al trabajo. » Mal razonamiento. Desde
luego que no podrá usted hacer gran cosa
en tan poco tiempo; pero renunciar a su plan,
aunque no sea más que por diez minutos, es
un retroceso de la voluntad, es un flaquear
de la energía. No olvide lo que antes hemos
dicho : todo acto de voluntad reflexiva templa
más su carácter. Todo retroceso debilita la vo­
luntad.
El piloto vela constantemente por que su
barco no se desvíe de su rumbo. Vele usted
190 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

por que su voluntad no se aparte del pro­


grama trazado.
Le aconsejamos que se detenga unos instantes
al comienzo de cada acción. Establezca el si­
lencio en usted; aleje die su espíritu toda preo­
cupación extraña. Lance un rápido vistazo al
plan de trabajo que se ha trazado usted mismo
por la mañana; ese plan está orientado hacia
la nueva acción que va usted a emprender.
Haga entonces un acto de voluntad 'firmísimo
diciendo : « Quiero hacer tal cosa, como lo
he dispuesto. »
Concedemos importancia, a esta práctica. Le
impedirá a usted caer en la falta de atención
y en él automatismo que disuelven el carácter
y cuentan entre las causas de la neurastenia.
Un médico suizo que se ha hecho célebre por
sus curas maravillosas, recomendaba, a los abú­
licos y a los deprimidos que hicieran ejercicios
de marcha voluntaria. Esos ejercicios consistían
en concentrar la atención en ios movimientos
de las piernas y en no ejecutar esos movi­
mientos sino bajo el imperio de la voluntad.
Curioso tratamiento, cuya eficacia ha demos­
trado la experiencia. Los enfermos andaban
como tortugas, diciéndose a cada paso : « Quiero
adelantar el pie derecho; quiero adelantar el
pie izquierdo. » Si no iban aprisa, su curación
avanzaba. Y ése era el punto capital.
*

No basta orientar la voluntad; además, hay


que darle impulso.
DE CULTURA PSÍQUICA ■ 191

La inteligencia ilumina la voluntad y le en­


seña el objetivo que ha de perseguir. Des­
graciadamente, los objetos más nobles dejan,
a la voluntad insensible, y no la determinan
a la acción.
Hace dos mil años, Ovidio confesaba su debi­
lidad en versos que se han hecho célebres :
Video mellara proboque
Deteriora sequor (1)

¿ No Corrobora su experiencia personal esta


confesión ? ¡ Cuántas veces faltamos al deber !
No es porque nos falten luces. Nuestra razón
nos muestra con evidencia lo que hay que ha­
cer; nuestra conciencia nos grita la obligación
de actuar. En el fondo de nosotros se entabla
una lucha : el deber manda, y nuestra pereza
retrocede ante el esfuerzo. A menudo son nues­
tras malas inclinaciones las que quedan victo­
riosas.
Nuestra voluntad sería una eterna vencida
si no poseyésemos ningún medio psicológico
de darle ánimos.
Al principio de este capítulo comparábamos
la voluntad a una locomotora. No basta hacer
entrar en agujas a ésta por el buen camino;
se necesita, además, ponerla a presión y man­
tener la presión del vapor.
El sentimiento es la fuerza que pone la vo­
luntad a presión.

(1) Veo y apruébelas cosas que son mejores : sigo las


peores.
192 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

La voluntad es una potencia afectiva; bajo


la influencia del entusiasmo, trabaja con pleno
rendimiento. Cuántos más deseos vehementes
excite usted en ella, más esfuerzos obtendrá.
La sensatez burguesa desestima a los tem­
peramentos ardientes, porque desentonan con su
vulgaridad. « Son arrebatados, apasionados »,
dice con desprecio. No comprende que la pasión
es una admirable fuente de energía. Evidente­
mente, hay que purificarla, ponerle diques, diri­
girla ; pero sin ella es imposible realizar gran­
des cosas.
— No es apasionado todo el que quiere serlo,
me objetará usted.
Usted puede llegíar a. serlo, en el buen sentido
de la palabra. Llegará a serlo gracias a la re­
flexión y a la autosugestión.
Trátese de meditación religiosa o de re­
flexión filosófica, los mundanos no sospechan
la importancia del elemento contemplativo. Se
burlan de los pensadores, que les parecen estar
soñando con la luna; los tratan de chalados.
Nada más contrario a la verdad. La idea des­
pierta el deseo, agudiza el sentimiento, provoca
la explosión de las pasiones, y con ello hace
tambalear ai mundo. Ciertas ideas contienen
en estado latente una fuerza más violenta que
toneladas y toneladas de dinamita.
En lugar de burlarse de los meditativos, más
valdría admirarlos e imitarlos.
Apliqúese a ahondar en las ideas capaces
de inspirarle sentimientos entusiastas. Sin eso,
nunca' llegará usted a templar su carácter.
DE CULTURA PSÍQUICA 193

Pueden ordenarse en tres clases los senti­


mientos que arrastran la voluntad a la acción :
El interés es un móvil de orden bastante
vulgar, pero de indiscutible potencia. ¿ No es él
lo que muevfei a 'la, mayoría de los hombres ?
Hay comerciantes que se imponen una vida
dura. Se levantan temprano, trabajan todo el
santo día, ocultan su irritación o su cansancio
bajo la máscara de la amabilidad, para atraer
mejor al cliente. Tras largas horas pasadas en su
tienda, emplean las veladas en llevar su con­
tabilidad, y se acuestan ,a menudo muy tarde.
¿ Soportarían ese género de existencia si sus
esfuerzos no les reportasen cada día unos cuan­
tos billetes de ciento o de md ? La esperanza
de la. ganancia les .alienta y sostiene. Si su
comercio no les produjera suficientemente, cerra­
rían la tienda.
Hay ingenieros, obreros, que eligen oficios
peligrosos y se entregan a, arriesgadas experien­
cias. i Lo hacen por amor a la aventura ? A
veces, puede que sí; por lo general, eligen
esa profesión por ser lucrativa. Cuando han
reunido el capital ambicionado, se retiran, y
se mantienen al abrigo del peligro.
¿ No es el interés lo que indispone entre si
a familias que antes estaban unidas ? ¿ No es
él lo que acerca, y asocia a hombres que se son
poco simpáticos unos a otros, pero que se jun­
tan para montar negocios fructíferos ?
La- fflcrW; o, para emplear términos que con­
vienen mejor a. la. mayoría de los casos, el
7
194 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

amor propio y la vanidad, son también resortes


sumamente poderosos.
Un general francés, célebre en tiempos, se
declaraba, sonriendo, dispuesto a saltar a ca­
ballo desde lo alto de las torres de Notre-
Dame, para atraer sobre sí la atención pú­
blica.
¿ Quién no sabe las asquerosas gestiones que
ciertas personas emprenden para conseguir una
condecoración, una distinción, una breve men­
ción en la gacetilla periodística de una reunión
mundana ?
Las obras sociales y aun religiosas recau­
dan ofrendas mucho más amplias cuando pu­
blican los nombres de los donantes.
Cuentan de un editor norteamericano que
vendía mal un libro de positivo valor. Un agente
de publicidad le aconsejó que anunciase que
el nombre de cada comprador sería impreso
en la encuadernación del volumen en carac­
teres dorados. La edición se agotó rápidamente;
la clientela se había dejado pescar con ese
grosero cebo. Sólo los seres superiores se man­
tienen insensibles .a la lisonja; son raros.
Estos ejemplos demuestran la influencia que
la vanidad tiene en la voluntad.

El amor, — entendemos por este término


todos los sentimientos afectuosos. Es el resorte
psicológico más generoso y potente. Inspira los
actos más descabellados, lo mismo que las ab­
negaciones más admirables. Cuando el hombre
dominado por el amor se ha despojado de todo
y no ha retrocedido ante ningún sacrificio para
DE CULTURA PSÍQUICA 195

agradar al objeto de su ternura, tiene todo


eso en nada y lamenta no poder hacer más.
Una madre, para asegurar la felicidad de su
hijo, un joven por hacerse digno de la que
ha distinguido, se imponen gozosamente penosos
sacrificios.
Explote usted esos sentimientos para entre­
narse con vistas al objetivo que se propone
conseguir. Escoja a aquellos que por expe­
riencia sabe que actúan más eficazmente sobre
usted. Cultívelos con cuidado ; tórnelos vibran­
tes. Cuanto más « caldee » usted su atmósfera
moral, major impulso adquirirá su voluntad.
Puede usted elevarse a un grado tal de entu­
siasmo, que no sienta ya el peso de su labor.
Nada más que dos ejemplos.
Un hombre que.se ha consagrado a los trabajos
de historia literaria, se propone publicar un vo­
lumen sobre los orígenes del romanticismo. Ha
reunido muchos documentos, pero trabaja flo­
jamente en la redacción de su obra, por
preferir el placer de la lectura, al esfuerzo de
la composición.
¿Por medio de qué sentimientos podrá dar
alientos a su voluntad ?
Podrá decirse : « Dada mi autoridad, mi libro
se venderá muy bien, con lo que amentaré
mis ingresos. » Argumento de interés.
Podrá decirse : « El éxito, que preveo grande,
acrecentará mi celebridad. Las principales re­
vistas asaltarán mi obra; la Academia me abrirá
acaso sus puertas. » Argumento de gloria.
Podrá decirse también : « Mis derechos de
196 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

autor me permitirán dotar más ricamente a mis


hijos y, hasta que les llegue la edad de casarse,
asegurarles en mi hogar una vida más confor­
table. » Argumento de .amor.
Para ayudarse a cumplir más celosamente
sus deberes de ama de casa, una madre de
familia expresará en su fuero interno los pen­
samientos siguientes : « Una buena administra­
ción doméstica es una fuente de economía y
de felicidad. Menos despilfarro ; por consi­
guiente, menos gastos. Más orden y cuidado au­
mentan al bienestar. Las pequeñas atenciones
delicadas dilatan los corazones; paz y alegría
en el hogar. »
A la reflexión añada usted la autosugestión,
que decuplicará su eficacia.
Construya fórmulas sugestivas sobre el tema
de sus reflexiones. Visualiae esas fórmulas para
aumentar su fuerza motriz.
Ejemplo. Usted se anima al trabajo con el
sentimiento del interés. lia calculado el au­
mento de ingresos que una actividad más in­
tensa le aportaría. Eso está bien. Pero mejor
haría usted en representarse con la imaginación
qué ventajas le procurará una actividad más sos­
tenida. Vea la cuenta corriente que tiene usted
en el banco, y los cheques que puede extender.
Vea los muebles elegantes con que adornará
su piso. Vea los viajes que podrá permitirse.
Vea con qué sonrisa hará frente a los ven­
cimientos, cuya sola idea le espanta a veces.
DE CULTURA PSÍQUICA 197

Primer ejercicio. Procúrese unos instantes de


tranquilidad para entregarse a la reflexión. Exa­
mínese seriamente; haga el balance de su situa­
ción moral.
¿ Cuál es la influencia de su voluntad en su
conducta ?
i Se deja usted guiar por la rutina, que ins­
tala el automatismo en lugar de la volición de­
liberada ? ¿ Resiste usted a sus impresiones,
a sus caprichos, a las solicitaciones exteriores ?
¿ Carece usted de constancia ? ¿ Cómo sigue
el plan de ocupaciones que se ha trazado a
sí mismo ? Después de un transtorno impre­
visto, ¿ vuelve usted a ponerse a 'trabajar con
brío ?
Probablemente comprobará usted que su vo­
luntad es deficiente en algún respecto. Para
remediarlo, siga los consejos que en este capí­
tulo le hemos dado.

Secundo ejercicio. Evalúe la transformación


que luna voluntad fortalecida operaría en sh vida.
Ya no sería usted juguete de la irreso­
lución, del capricho, do los nervios. No sufriría
ya la influencia de energías superiores a la
suya. Perseguiría con perseverancia la realiza­
ción de sus planes, y saldría triunfante en sus
empresas. Experimentaría ese sentimiento de
fuerza que es uno de los grandes factores mo­
rales de la victoria. Atraería usted a sí el éxito,
y con ello aseguraría su felicidad.
Esfuércese por representarse a sí mismo tal
como desearía ser. Véase dedicándose a sus ocu­
paciones ; no indeciso e indolente, sino tran­
198 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

quilo, determinado, perseverante, dueño de sí.


Ese ejercicio aumentará su deseo de templar
su carácter, y le alentará a proseguir con más
celo su entrenamiento psíquico.

Tercer ejercicio. Recurra a la autosugestión.


Repita frecuentemente, varias veces seguidas :
« Me es fácil adquirir energía. Fortalezco metó­
dicamente mi voluntad; ésta se vuelve tan firme
que no hay nada que la quebrante. Hago lo
que he resuelto hacer. »

Cuarto ejercicio. Insista en los actos de vo­


luntad indicados en este capítulo. No se con­
tente con hacerlos al principio de sus acciones;
renuévelos en cuanto compruebe que su im­
pulso flaquea. Sobre todo, sin van precedidos
de un momento de silencio interior, estimularán
su energía y reanimarán su vigor.
DE CULTURA PSÍQUICA 199

XV

El entrenamiento de la voluntad

Este capítulo le enseñará a entrenar su vo­


luntad por medio de la lucha y del esfuerzo.
Lucha fácil y divertida.
Esfuerzo progresivo y moderado.

*
**

El sentimiento es de naturaleza caprichosa.


Podemos provocarlo, mantenerlo, cultivarlo,
aumentarlo. Las más de las veces surge espon­
táneamente y trata de imponemos un dominio
tiránico.
Cuente, pues, con experimentar sentimientos
que pondrán trabas al impulso de su voluntad.
Esos sentimientos, a los que llamaremos diver­
gentes, porque nos desvían del objetivo seña­
lado, son tanto más temibles cuanto que encuen­
tran inteligencias secretas en lo más hond-oi
de nosotros. Hallan aliados naturales en
200 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

nuestras malas inclinaciones : el amor al placer,


la pereza, el horror a la norma y a, la dis­
ciplina. Doblegarse a sus exigencias, tanto más
rigurosas cuanto menos discutidas son, es abdi­
car de toda energía y renunciar a templar
nuestro carácter. Es menester, por consiguiente,
combatir.
No se asuste usted. L,a lucha contra las im­
presiones divergentes exige menos fuerza que agu­
deza; prefiere la lucha y la estratagema psi­
cológica ál asalto y al cuerpo a. cuerpo en
que una voluntad poco aguerrida se expone a la
derrota.
Aquí tiene usted cómo debe proceder.

1° Analice los sentimientos divergentes. Ejerza


una crítica severa respecto de ellos. Busque
de dónde vienen, a qué tienden, adonde le
llevarían si cediese usted a su tiranía.
Vienen de las fuentes menos nobles de su
alma, del fondo turbio que se esconde en nues­
tra naturaleza. Su origen debe bastar para po­
nerle .a usted en guardia; de aceptarlos, correría
peligro de rebajarse.
Tienden a una. satisfacción vulgar, que le
privaría a usted de las elevadas alegrías de la
actividad sana y del esfuerzo armonioso.
Le llevarían a la cobardía y a la pereza.
No es así como1 se forma uno la voluntad,
como utiliza su. vida, como se llega al éxito.
Sostenga contra ellos una campaña de deni­
gración sistemática. Hay que poner a'l descu­
bierto su carácter maléfico y comprender su
fealdad hasta el punto de sentir horror hacia
DE CULTURA PSÍQUICA 201

ellos. Que el simple pensamiento de escuchar


sus solicitaciones le cubra a ustied de ver­
güenza.
Algunos ejemplos confirmarán esta regla.
El año escolar toca a su fin. En su alcoba,
un estudiante prepara su examen, como lo re­
claman su deber y su interés. Pero los calores
le amodorran; nunca le han parecido tan áridas
las materias estudiadas. Como el trabajo' no
le hace mucha gracia, ganas le dan de tor­
cerle el gesto. ¿ Por qué no salir, tomar ei
aire, reunirse en el café con ciertos camaradas
matriculados en la Facultad más bien como
miembros honorarios que como miembros acti­
vos ?
Ahí está el sentimiento divergente ; trata de
apartar a nuestro estudiante de su resolución,
que era trabajar.
¿ Qué va a hacer el joven ?
Para resistir al impulso de la pereza, que
reflexione. Perder el tiempo en un momento
semejante, es una falta, una locura,, de la que
no tendrá por qué alabarse ni felicitarse. Sus
amigos, por poco buen sentido que tengan, le
censurarían por ello. Se expondría a fracasar
en su examen y a comprometer su porvenir,
i Qué humillación, si sufriese un fracaso debido
a una negligencia imperdonable 1
i Un poco de valor ! Comer y rascar, todo
es empezar, se dice ; pues, del mismo modo,
una vez hecho el ,primer esfuerzo, el que se
pone seriamente al trabajo encuentra facilidad
y gusto para él.
— Una muchacha se ha señalado un programa
202 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

para el día; tiene varias cartas que escribir,


ha de terminar un bordado, cumplir con de­
terminados deberes domésticos. Toda la ma­
ñana ha seguido su plan con exactitud ejem­
plar. ¡ Ay ! se produce una catástrofe: una
justificada observación de su madre ha tras­
tornado durante la comida a la impresionable
¡ovencita. Halhumor, irritación nerviosa; ¡ adiós
las buenas resoluciones ! El programa trazado
por la mañana va a reunirse en el cesto de
los papeles con el prospecto de las Píldoras
Pink y con los sobres viejos hechos pedazos...
« Iré a ver a mi amiga y le contaré mis
cuitas. »
Tenga esta joven la bondad de reflexionar
antes de salir a la calle batiendo las puertas.
Ceder a sus nervios no es indicio de un ca­
rácter encantador. Vale más no exhibirse en
un acceso de cólera. Una muchacha sensata
evita que la tengan por una furia; vela por
su reputación. Además, el trabajo abandonado
hoy se añadirá al de mañana para hacerlo
más pesado.
Un poco de calma. Vuelva usted a su pro­
grama, señorita; verá usted qué bien le va.

2° Beaceicne por autosugestión contra los.


sentimientos divergentes.
¿ Se ha percatado usted del daño que esos
sentimientos le harían si cediese a ellos? Le for­
zarían a cometer actos de cobardía; le harían
censurable o ridículo.
Represéntese usted la sorpresa y la ironía,
de sus amigos, si le viesen obedecer a sus
DE CULTURA PSÍQUICA 203

caprichos. Mire sus ojos que brillan de ma­


licia, sus labios reprimen con trabajo la me­
recida burla. Escuche las fórmulas atenuadas
que -emplearían para hacerle ver la inanidad
de su conducta. ¿ No se siente usted enrojecer
hasta la raíz del pelo ?
Juzgúese a sí mismo como le juzgarían ellos.
Repítase varias veces seguidas : « Sería ab­
surdo si me dejase arrastrar así; un hombre
sensato no procede de esa manera. Este mo­
mento de locura ha pasado; vuelvo a ser el
que era. »

3° Tr -'nsforme en provecho propio los sen­


timientos divergentes.
Un pintor griego había representado un ca­
ballo que se revolcaba patas arriba. Trabajo
excelente desde el punto de vista de la pintura,
pero cuya extraña inspiración desconcertaba a
los aficionados. El artista dejaba a estos últimos
hablar a su antojo y sonreía ante su asombro.
Luego, volviendo el cuadro boca abajo, les decía:
« Ahora, el caballo galopa. »
Ahí tiene usted una perfecta lección de psi­
cología. Nuestros sentimientos y nuestras pasio­
nes se parecen al sable del Sr. Prudhomme, que
servía para defender la Constitucción y, si se
terciaba, para combatirla. Son fuerzas que pue­
den emplearse para un doble fin; a nosotros
corresponde emplearlas juiciosamente.
El celebre P. Coton, confesor de Enrique IV,
era hombre, que no carecía de agudeza ni de
experiencia. Valiéndose de medios ingeniosos,
se esforzaba por corregir los defectos de su au­
204 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

gusto penitente. En sus excesos de mal humor,


solía ocurrirle al ray que se le escapasen pala­
bras que tenían un tufillo blasfemo.
— Señor, le aconsejaba el religioso : em­
plead mi nombre en lugar del Divino Nombro;
en vez de declarar que renegáis de Dios,
decid : « Reniego de Coton. »
El procedimiento divirtió al soberano, que
aceptó la fórmula propuesta; pero como la pro­
nunciaba mal, gritaba: « Jarnicotón » (1), ex­
presión que quedó mucho tiempo como popular.
En un sermón predicado en presencia de
Enrique IV, el mismo P. Coton demostró, un día
de Todos los Santos, cómo pueden dirigirse
hacia el bien las pasiones humanas y cómo
encuentran ¡en el cielo plena y santa satisfacción.
Pensamiento muy justo, en ;jue conviene se ins­
pire usted para la formación de su carácter.
En todos los sentimientos divergentes se en­
cuentra una fuerza que puede usted utilizar
cambiándola de dirección.
Siente usted la tentación de divertirse en
lugar de trabajar : sentimiento divergente que
tiende al placer. Es fácil para usted utilizar
el argumento « placer » para animarse al tra­
bajo. ¿ üna labor más intensa no le procurará
más recursos ? Con esos recursos se ofrecerá
usted unas vacaciones más agradables, un confort
más lujoso en su vida cotidiana. La pereza,
por consiguiente, disminuirá su placer en lugar
de aumentarlo.

(1) La expresión : « Je renie Coton », se convertía, gracias


al acento gascón de Enrique IV, en « Jarnicotón a.
DE CULTURA PSÍQUICA 205

Contrariamente al horario de su jornada., tiene


usted, deseos de visitar a un amigo, lo que le
ocasionaría a usted una pérdida de tiempo.
Sentimiento divergente, provocado por un afecto
cordial; sentimiento loable en sí. Sírvase: usted1
de su amistad mismo para renunciar a esa visita
inoportuna... Hoy no tendría más que unos
instantes para pasarlos con mi amigo; estaría
con prisa, intranquilo. El domingo que viene
le veré a mis anchas, charlaré largo rato con
él. Mi alegría será tanto mayor cuanto más
la haya esperado.
Inútil multiplicar los ejemplos. Usted mismo
aplicará sin trabajo esta regla general a sus
casos particulares.

4o Acentúe los sentimientos fawmbles. Cuan­


do, después de haber luchado contra las im­
presiones divergentes, les haya dominado,
haga unos cuantos ejercicios de autosugestión
para reforzar los sentimientos que desee man­
tener en usted.
Si procede así, las tentaciones inevitables,
lejos de apartarle del objetivo, le ayudarán
a ir hacia él con un impulso más rápido.
*
**
Volvamos a la comparación de la locomotora.
No basta 'lanzarla por el buen camino y caldearla
a la presión necesaria; hay que ponerla en
marcha.
Lo mismo ocurre con la voluntad. Señalie
usted a la suya un fin; comuníquele entu­
206 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

siasmo; luego pídale actos. Será usted un hom­


bre enérgico en la medida en que ejecute las
resoluciones tomadas previa reflexión. Les cos­
tará algún esfuerzo; pero sin esfuerzo no for­
jará nunca su carácter.
Al igual que la fuerza física, la fuerza mo­
ral se desarrolla con el ejercicio. Los atletas
crue sostienen a brazo tendido una pesa de cien
kilos, no realizan esa proeza de buenas a pri­
meras. Se someten a un entrenamiento metódico;
es decir, progresivo y regular. Consagran cada
día un tiempo determinado a ese trabajo. Em­
piezan por ejercitarse con pesas de veinte ki­
los; aumentan poco a poco la carga; por fin
llegan a levantar masas considerables.
Del mismo modo, usted desarrollará su vo­
luntad gracias a un entrenamiento metódico.
No se asuste. Llevará fácilmente a cabo los
esfuerzos necesarios, si los gradúa con pruden­
cia.
Inútil escalar una montaña abordándola por
sus peñascos escarpados, cuando en sus laderas
se desarrollan las revueltas de una carretera
en suave cuesta. Llegará usted con más faci­
lidad a la cumbre siguiendo la carretera.

Impóngase cada día un pequeño número de


actos voluntarios. Es necesraio que esos actos
requieran de usted un esfuerzo, sin lo cual no
servirían para templar su carácter. La cordura
exige, sin embargo, que la suma de esos es­
fuerzos cotidianos no rebase las posibilidades
actuales de usted. La planta tierna se inclina
DE CULTURA PSÍQUICA 207

bajo una presión que ya no la hará doblegarse


cuando se haya convertido en árbol.
Al comienzo de su entrenamiento, el atleta,
no la emprende con pesos demasiado pesados.
Yendo excesivamente aprisa al principio, lo que
conseguiría usted sería agotarse y perder áni­
mos.
¿ Desea desarrollar su energía en el trabajo ?
Trácese cada mañana un horario para todo el
día; cargúelo suficientemente, pero sin exa­
geración. Sígalo a toda costa; que nada le
desvíe de él, como no sea un caso de absoluta
imposibilidad. Esa fidelidad rigurosa a la eje­
cución de un pragrama relativamente leve, le
impondrá ligeros esfuerzos que no serán su­
periores a su actuales fuerzas morales.
¿ Desea usted dominar la inclinación que lleva
a nuestro mal natural a denigrar al prójimo ?
Obligúese a hablar bien, dos o tres veces al
día, de tal o cual persona que le sea antipática.
Ahí tiene otros esfuerzos ligeros que no lo im­
pondrán ninguna violencia exagerada.
Se preparará usted a esos esfuerzos sirvién­
dose de la autosugestión, cuyo manejo conoce
a fondo.

Aumente gradualmente el número y dificul­


tades de los actos voluntarios.
Los primeros actos voluntarios que se ha1
impuesto usted le han costado lo suyo. Ha
tenido que hacer acopio de fuerzas, como suele
decirse. Ahora que los ha repetido bastante a
menudo, esos mismos actos no le cuestan ya;
ha adquirido usted la costumbre de ellos.
208 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Ha llegado el instante de señalar un nuevo


progreso. Desde ahora, impóngase cada mañana
actos algo más difíciles que habrá de ejecutar
en el transcurso del día. Ese nuevo esfuerzo
no será más duro de llevar a cabo que el
precedente, aun cuando se aplique a cosas más
importante's. Sus ejercicios anteriores han desa­
rrollado, en efecto, su energía, débilmente aún,
pero de una manera real.
Su entrenamiento, compruébelo, va a las
mil maravillas.
Al cabo de varias semanas de sesiones dia­
rias, el atleta levanta cincuenta kilos como si
fuesen una paja. Buen resultado, que le alienta
a continuar sus ejercicios. Pero si se negase
a aumentar ese peso de cincuenta kilos, los
eiercicios siguientes no harían más que mantener
su fuerza muscular, pero ya no la desarrolla­
rían.
No seguirá usted desarrollando su voluntad
si no se impone .actos cada vez más arduos.
La señal que indicará a usted el momento
de pasar á otros ejercicios superiores, será la
facilidad con que ejecute sus ejercicios actuales.
Arrégleselas para tener siempre un esfuerzo
moderado que llevar a cabo. Su trabajo no
será nunca muy grande, si avanza usted pro­
gresivamente ; en cambio, el rendimiento de su
voluntad irá en aumento, mientras que la suma
de esfuerzos cotidianos seguirá siendo sensi­
blemente la misma.
DE CULTURA PSÍQUICA 209

Entregúese al entrenamiento de su. voluntad


como a un deporte.
El deporte es una palabra prestigiosa, que
entusiasmé a Ja juventud. ¡ Con qué entusiasmo
se entrega ésta a ella ! ¡ Qué ¡actividad, qué
esfuerzos musculares, qué cantidad de energías
gasta en su práctica I Se embriaga en el juego,
no retrocede ante ninguna privación ni ante nin­
gún peligro, con tal de ganar un record-
Record de duración en avión.
Record de velocidad en auto.
Record en el fútbol, en el tennis, ¡en la ca­
rrera a pie, en la natación.
Lejos de nosotros la idea de subestimar los
ejercicios físicos. Presentan numerosas ventajas,
muchas de las cuales rebasan el egoísmo indi­
vidual. Los ejercicios físicos conservan y au­
mentan el vigor de la raza.
Formulemos, sin embargo, el deseo de que
el desarrollo del cuerpo no haga olvidar el
del espíritu. Ojalá que la juventad actual cultive
su inteligencia y su carácter con ¡el mismo
ardor que sus músculos.
En cuanto a usted, ponga en el entrenamiento
de su voluntad una mentalidad deportiva. Apa­
siónese por ese ejercicio; supere cada día su
record de la víspera.

El entrenamiento de la. voluntad le dará la


alegría.
Ño vaya á creer que al trabajar para forjar
su carácter acomete usted una labor austera y
triste. Lejos de ello, se inclinará para beber
210 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

en ella, a tragantadas, en la fuente de los pla­


ceres más sólidos.
Los filósofos enseñan que el placer viene
de la actividad. Toda actividad, con tal que
no se salga de la medida, nos procurará una
impresión de bienestar. Sólo la exageración pro­
duce la fatiga, protesta de la naturaleza contra
el abuso.
La actividad corporal tiene su placer. Después
de una buena caminata por el campo, se encuen­
tra usted con que sus pulmones respiran más
hondo, su cerebro está más reposado, su humor
se torna más alegre; en una palabra, se siente
usted mejor.
La actividad intelectual tiene su placer. ¿ No
ha saboreado usted nunca la satisfacción de
leer un buen libro, de haber resuelto un pro­
blema, de haber traducido su pensamiento en
frases claras y armoniosas ? Recuerde los años
de su niñez: ¿no le ha ocurrido nunca sentir una
profunda alegría al contemplar sus trabajos de
la escuela, bien hechos, copiados pulcramente,
magníficamente logrados ?
La actividad de la voluntad tiene asi mismo
su placer. En cada acto de la voluntad reflexiva
experimentará usted un sentimiento de bienestar
moral, una impresión de fuerza, que los débiles
no conocen. Muchos neurasténicos se entume­
cen en una tristeza abrumadora; se curarían
de su melancolía si sacasen a su voluntad
de su dolorosa inercia y la determinasen a
la acción.
Otra fuente de satisfacción : el entrenamiento
de la voluntad nos hace progresivamente dueños
DE CULTURA PSÍQUICA 211

de nosotros mismos, y aumenta nuestra in­


fluencia sobre los que nos rodean. El hombre
enérgico posee un a modo de prestigio magné­
tico : atrae a sí a la multitud, la maneja a su
antojo, la ilumina y la dirige.

Existe un medio práctico de controlar y ac­


tivar su educación voluntaria.
Hemos aconsejado a usted que ponga en la
formación de su voluntad una mentalidad depor­
tiva. Los deportistas hacen registrar sus proe­
zas; este procedimiento asegura el rigor del
control y excita la emulación.
Usted controlará y activará la formación de
su voluntad mediante el examen de conciencia.
Esta práctica, ha sido preconizada por los
filósofos de la antigüedad, antes de que los
ascetas católicos le hayan impreso su carácter
católico y la hayan generalizado.
Ese examen contribuirá poderosamente al buen
éxito de su formación psíquica.
Cada noche puede usted dar un rápido vistazo
al día que acaba de transcurrir. Acuérdese de
las resoluciones que ha tomado por la mañana :
¿ cómo las ha cumplido ? ¿Qué tiene que re­
gistrar : derrotas o victorias ? Alégrese de las
ultimas y renueve su propósito de templar su
carácter como una hoja de acero.

Primer ejercicio. Busque cuáles son los sen­


timientos divergentes que con mayor frecuencia
se despiertan en usted.
¿ Es la repulsión ante el trabajo, el amor
al placer, una exagerada proclividad a las
212 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

conversaciones inútiles, una manía de prodi­


galidad que le hace derrochar su dinero, una
vanidad aguda que le desvía de las ocupa­
ciones menos brillantes pero más necesarias ?
Examínese usted seriamente. Descubra sus
puntos flacos; su táctica debe tender a fortale­
cerlos. Una voluntad perfecta supone el encade­
namiento de varias cualidades. Ahora bien, una
cadena no tiene mayor solidez que la de su
eslabón menos resistente. Un sólo punto flaco
disminuye, por consiguiente, la fuerza de su
carácter.
Haga la lista de los sentimientos divergentes
a que de costumbre sucumbe usted. Repase
en su memoria los perjuicios que ya le han
causado.

Segundo ejercicio. Encuentre los argumentos


y las fórmulas sugestivas que han de ayudarle
a combatir sus impresiones divergentes. Fórmese
un arsenal mantenido sin tregua por la refle­
xión, del que tomará usted, en el momento
oportuno, las armas necesarias.

Tercer ejercicio. Esfuércese, mediante la au­


tosugestión, por apasionarse por él deporte de
la voluntad.
Repítase varias veces las fórmulas siguientes
u otras análogas :
« Considero mi vida como una carrera hacia
el obstáculo; salvo éste con más facilidad cada
vez. »
« i Qué alegría, saltar por encima de los
DE CULTURA PSÍQUICA 213

obstáculos ! Los levanto cada vez más difíciles


en mi camino, y los venzo jugando. »
« Mi voluntad se afirma cada día más. ¡ Venga
a mí el éxito, puesto que es de los fuertes ! »
Prevea las contrariedades que le aguardan,
los esfuerzos que habrá de realizar. Repre­
séntese a sí mismo sonriendo en medio de
las dificultades, afrontándolas con intrépido jú­
bilo, venciéndolas como un deportista, en un
match sensacional.
Manténgase en una atmósfera de brío y de
triunfo.

Cutirlo ejercido. Registre cada noche los re­


sultados de su entrenamiento; apúntelos en una
hoja de papel, en la que haya señalado los
días de la semana y del mes.
Compare la semana presente a la precedente;
compare los meses entre sí.
Esa anotación cotidiana ofrece grandes ven­
tajas. Le recordará el deseo de forjar su ca­
rácter ; le hará ver sus progresos; le man­
tendrá en disposiciones favorables.
Entendido de esta manera, el examen cotidiano
es un factor de perseverancia y de éxito.
No se le ha escapado la importancia de este
capítulo y del precedente. Aunque fuese usted
el hombre más ricamente dotado que haya apa­
recido jamás en la tierra, si le faltara la ener­
gía malgastaría usted sus dones. Cultive, pues,
su voluntad; relea de cuando en cuando las
páginas que al desarrollo de esa facultad hemos
consagrado.
¡ Ojalá le ayuden estos dos capítulos a for­
214 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

jar su carácter ! Lo conseguirá usted a con­


dición de seguir exactamente nuestros consejos
y de hacer con la debida constancia los ejer­
cicios indicados.
Sus esfuerzos recibirán su recompensa. Verá
realizarse para usted, en la amplísima medida
de lo posible, el famoso axioma que se exagera
a veces : QUEREH ES PODED.
DE CULTURA PSÍQUICA 215

XVI

El desarrollo racional de la memoria

i Cuántos y cuántos no se quejan de La me­


moria que tienen ? Hay muchos que creen olvi­
dar casi todo; en realidad, no llegan a retener
nada.
No retienen ni aun los textos que quisieran
saber de memoria; y si por casualidad se les
ocurre citarlos, se quedan atascados a las pri­
meras frases.
No logran retener las fechas de la historia
universal que de todos son conocidas, ni las de
los sucesos contemporáneos que han trastornado
el mundo entero.
No se acuerdan del nombre o del apellido de
las personas con quienes tratan constantemente;
y se empeñan en llamar « Juan » a un sobrino
que se llama « Pedro ».
Olvidan por completo la fecha de un cum­
pleaños, los días en que se celebra una festi­
vidad o una ceremonia, y, más aún, hasta las
citas que acaban de dar.
216 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

¿Es que, por casualidad, no se halla usted


en el mismo caso ?
Si así es, no eche usted la culpa injusta­
mente a su memoria : ésta hace lo que puede,
pero usted no sabe utilizarla metódicamente
porque ignora las leyes que la rigen.
En este capítulo aprenderá usted, pues, el
arte de grabar en su cerebro lo que quiera re­
tener, de conservarlo y de recordarlo instantá­
neamente cuando sea necesario.
Las leyes que regulan la memoria se resumen
en cuatro artículos : observar, clasificar, asociar
y repetir.
*
**
Observe ustód lo que quiere dejar grabado en
su memoria. Mejor dicho, lefcnpiece usted por fijar
su atención en todo lo que desea retener.
Cuanto más fije usted la atención, tanto más
profundamente quedará impresionada su me­
moria. Es un fenómeno análogo ,al que se pro­
duce en una placa fotográfica. Una instantánea
sacada a la centésima de segundo, a la caída
de la tarde, sólo dará las siluetas de las figu­
ras; pero sacada al cuarto de begundo, repro­
ducirá todos los detalles.
¿ Por qué ha retenido usted con tanta precisión
ciertos acontecimientos de su infancia, mientras
que ha olvidado fácilmente muchas cosas que le
han ocurrido durante su adolescencia ? Porque,
en la aurora de la vida, su curiosidad insa­
ciable consideraba con una atención maravillada
los espectáculos que la costumbre ha hecho
luego triviales.
DE CULTURA PSÍQUICA 217

Observe usted, pues. La observación es la ley


fundamental de la memoria.
No olvide lo que le hemos dicho en el capí­
tulo relativo al espíritu de observación. Con­
centre toda su atención en lo que quiera rete­
ner : La de la inteligencia, la de la vista, la
del oído y la del tacto.
Algunos ejemplos :
Usted quiere aprender de memoria las famosas
décimas de La vida es sueño de Calderón de
la Barca. He aquí cómo habrá de proceder :
Lea los primeros versos :
Apurar, cielos, pretendo,
Ya que me tratáis así,
Qué delito cometí
Contra vosotros naciendo ?
Aunque si nací, ya entiendo
Qué delito he cometido :
Bastante causa ha tenido
Vuestra justicia y rigor,
Pues el delito mayor
Del hombre es haber nacido.

Lea usted cuidadosamente esta décima, y


piense en el cuadro que el autor nos presenta :
Segismundo, encadenado y vestido de pieles,
se pregunta para qué ha nacido. Cierre el libro
y trate de repetir la décima entera. Como es
natural, no acertará usted al primer intento,
pero es seguro que habrá retenido lo esencial.
Después de esta primera experiencia, vuelva
usted a Leer la décima, aguzando cada vez más
su atención. Repítala otra vez de memoria, y
es seguro que ya no cometerá tantos errores.
£18 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Continúe usted así hasta que las aprenda todas


sin titubear.
Lea siempre en voz alta, y examine al mismo
tiempo los detalles tipográficos del texto. Así
ejercitará usted a la vez la memoria auditiva,
la muscular*, la visual y la intelectual.
¿ Quiere usted retener la imagen de un objeto
o el aroma de una flor ?
Ponga sus cinco sentidos en la observación;
la fuerza de las sensaciones que experimente
grabará en su memoria un recuerdo perenne.

*♦*
Clasifique para retener. 0, dicho de otro modo,
ordene usted lógicamente las nociones que vaya
acumulando en el cerebro. Cuanto más estricto
sea este orden, tanto más tenaz será el recuerdo
y tanto más fácilmente acudirá a la memoria.
Si guarda usted en un cajón muchos objetos
heteróclitos, calcetines y clavos, libros y pape­
lotes, cuando más tarde, quiera buscar algo
es seguro que no lo hallará. Pues lo mismo
ocurre con las ideas que confía usted a su cere­
bro.
Un medio excelente de clasificar lo que usted
quiere aprender, consiste en establecer un cuadro
sinóptico de todo ello. Utilízase éste para retener
el contenido de un libro o el plan de un
discurso.
El cuadro sinóptico es una ayuda fiel, gracias
a su orden lógico que ilustra la inteligencia, y a
su disposición que impresiona la vista.
DE CULTURA PSÍQUICA 219

He aquí un ejemplo que entresacamos de una


obra de P. R. Germery acerca de la memoria.
Es un cuadro sinóptico del reinado de Juan II
de Francia, llamado el Bueno.
/. Carácter :
Pródigo, caballeresco.
Violento, arrebatado.
II. Lujo de la Corte :
Fiestas anuales.
Fundación de la orden de la Estrella.
Lujo de los vestidos.
III. Expedientes financieros :
Voto de las Cortes Generales.
Estratagemas monetarias.
Tributos impuestos a las ciudades.
Los soldados no reciben la paga.
Despojo de los enemigos.
IV. Guerras de Bretaña y de Escocia :
Combate de los Treinta.
Cautiverio de Carlos de Blois.
Eduardo III de Inglaterra en Escocia.
V. Carlos el Malo :
Reconocido como rey de Francia por
Eduardo III.
Cautiverio en el castillo de Gaillard.
El encadenamiento lógico no cesa de seguirse
paso a paso en este cuadro sinóptico. Las divi­
siones engendran las subdivisiones, que a su
vez dan la nota a las divisiones siguientes. El
220 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

carácter de Juan II era una mezcla de prodiga­


lidad y de violencia; es natural que su Corte
sobresalga p'or su lujo y sus fiestas : de ahí
la segunda división. Como quiera que las fies­
tas cuestan mucho, fácil es adivinar que Juan II
pondrá en juego su omnipotencia regia para re­
currir a todios los expedientes financiaros. Ahora
bien, para llegar a esos extremos, los medios
de que dispone son los de todos los déspotas :
convocación de las Cortes Generales —■ es decir,
la nobleza, el clero y el estado llano; empleo
de estratagemas monetarias; tributos y gabelas
de todo género; negativa al pago de las deudas
de guerra, y, en fin, pillajes desenfrenados.
Y como, además, es violento, no vacila en
declarar la guerra. T)e ahí el combate de los
Treinta, etc... (1).
*
**

Asocie las ideas : tercera ley de la memoria.


Incorpore usted las nociones que quiere retener
a otras que ya posea.
Esta ¡asociación llegará a formarse :
Io Por la lógica de las cosas. La idea de
comida, v. gr., lleva consigo, naturalmente, la
de pan, vino, carne, legumbres, verduras y,
en una palabra, cualquier alimento sólido o
liquido.
2° Por la analogía de los sonidos, una palabra
le hará recordar otra de análoga consonancia.

(1) Germery, La Mémoire. p. 118 y 119, Aubanel, Avignon.


DE CULTURA PSÍQUICA 221

Algunas explicaciones acerca de este princi­


pio :
Supongamos que usted estudia, un idioma
extranjero y que desea' conocerlo suficiente­
mente para leerlo de corrido y sin titubear.
Para ello tiene usted que enriquecer el voca­
bulario que ya posee. Utilice las analogías de
los sonidos para asociar al vocablo castellano
su traducción en el idiom|a que estudia.
En inglés, por ejemplo, lie quiere decir cor­
bata y se pronuncia tai. Es probable que usted
tiene alguna tía que le ha regalado una corbata,
y si no, supóngalo. Asocie, pues, las palabras :
tai, tia, corbata.
En francés, table quiere decir mesa. Un¡a
mesa está hecha de tablas; la asociación es
aquí mucho más fácil (esto sin entrar en ana­
logías etimológicas).
Es fácil retener una serie de palabras aso­
ciándolas a una fórmula compuesta con sus
iniciales o con las primeras sílabas.
Tomemos, v. gr., las iniciales de los siete
pecados capitales : pereza, ira, gula, avaricia,
lujuria, envidia y orgullo, y tendremos : pigafeo.
Del mismo modo se ha compuesto una especie
de logogrifio, que desde luego no tiene ningún
sentido, para recordar le serie de Concilios
Ecuménicos :
Ni— Co—Ef— Cal— Co—Co
Ni— C o—Le—Le—Le—Le
Li—Li—Vi—Con—Fio—Le
Tren— Val
222 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Lo que indica los Concilios siguientes : Nicea,


Constantinopla, Efe&o, Calcedonia, Constantino-
pla 2o, Constantinopla 3o, Nicea 2o, Constanti­
nopla 4°, Letrán, Letrán 2o, Letrán 3°, Letrán 4o,
Lión, Lión 2o, Viena, Constanza, Florencia, Le­
trán 5o, Trento y V,atic:lno.
Inútil repetir que lo que más le recomen­
damos es la asociación de ideas, que es más
natural y más lógica’.

*
Repita melódicamente y a menudo lo qua
'usted quiem retener. La repetición tiene aquí
una importancia capital; todos los psicólogos
están de acuerdo acerca de este punto.
Para que la repetición pueda dar el fruto
que de ella se espera, ido debe hacerse de
una manera automática. Es menester concen­
trar la atención en las fórmulas que se recitan.
Sólo en estas condiciones la repetición acrecen­
tará la duración, la intesidad, la rapidez del re­
cuerdo y la precisión die la memoria.

*
Y puesto que usted tiene interés en desarrollar
la memoria, acostúmbrela por medio de los
ejercicios siguientes :

Primer ejarcicio. Escoja usted algunos textos


de los mejores poetas y prosistas castellanos.
DE CULTURA PSÍQUICA 223

Dedique diariamente algunos minutos a apren­


dérselos de memoria.
Siga los consejos que le hemos dado antes.
Divida los textos en varios grupos de frases
o de estrofas, que estudiará usted separada­
mente. Empiece por leerlos en voz alta, poniendo
en ello el mayor cuidado; repita lo que haya
leído, y vea en el libro si ha cometido usted
algún error. Vuelva a repetir la lectura, seguida
de una recitación de memoria; y así sucesiva­
mente hasta que sepa de corrido el primer
grupo de frases o de estrofas. Proceda de este
modo hasta el final del trozo escogido.

Segundo ejercicio. Resuma en cuadros sinóp­


ticos un libro, o un capítulo por lo menos, de
una obra histórica, filosófica o científica.
Apréndase de memoria esos cuadros.

Tercer ejercicio. Haga una lista de las cosas


que usted quiere retener. En ella indicará tam­
bién los nombres o apellidos que usted olvida
fácilmente, las señas, los números de teléfono,
las fechas de cumpleaños, etc.
Lea usted esa lista cuatro veces a la se­
mana y en determinados días.

Cuarto ejercicio. Repita usted frecuentemente


lo que haya estudiado.
Recite los textos que haya aprendido, y esas
recitaciones resultarán mucho más agradables
si declama con arte los trozos de obras maestras
que haya usted grabado en su memoria.
224 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Si quiere acrecentar los tesoros de su me­


moria y si tiene usted talento, prodrá crearse
un repertorio riquísimo de trozos dramáticos
o humorísticos que constituirán un placer in­
menso para usted y un encanto para todos
los que le rodean.
DE CULTURA PSÍQUICA 225

XVII

La Mnemotecnia
procedimientos prácticos

La mnemotecnia puede definirse así : El arte


de retener valiéndose de medios artificiales.
Fácilmente graba usted en la memoria las
estrofas melodiosas de un poeta o las frases
rimbombantes de un orador. La cadencia de
los versos, la armonía de los jenodos y el
encadenamiento lógico de las ideas, facilitan la
impresión y la permanencia en el cerebro.
Más dificultad tendrá usted en recordar con
exactitud los números, sobre todo cuando se trata
de una larga serie de cifras. En efecto, por
su aridez, los números no impresionan fácilmente
la imaginación, y, por consiguiente, no provocan
una atención suficiente para que el recuerdo
se quede bien grabado.
Entre los múltiples procedimientos que no
8
226 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

siempre son. de fácil manejo* la mnemotecnia


nos brinda uno excelente para retener los núme-
1109, y tan práctico, que no titubeamos en reco­
mendarle su adopción.
He aquí, pues, en qué consiste :

1° Los números se reemplazan por ciertas


consonantes.

Los sonidos ce, ze, che = 0.


Los sonidos de, te = 1.
Los sonidos ne, ñe = 2.
El sonido me = 3.
Los sonidos re, rre = 4.
Los sonidos le, lie = 5.
Los sonidos ge, je — 6.
Los sonidos que, ca, ha = 7.
El sonido fe — 8.
Los sonidos &13, ve, pe — 9.

(No dando ningún valor a las demás conso­


nantes y considerando la ll y rr como una sola
cifra).

2o Entre las consonantes se intercalan vocales


con objeto de formar palabras, que se quedan
más fácilmente grabadas en la memoria.

Ejemplo. El número 156 se traduce con los


sonidos te-le-ge o de-le-je. Intercalando otras
vocales entre estas consonantes, se pueden ob­
tener palabras completas, v. gr., teología, atelaje.
i Cómo retener esta transcripción de cifras
DE CULTURA PSÍQUICA 227

con las consonantes? Pues, sencillamente, gra­


bándose bien en el cerebro una frase como
esta :
OI 2 3 A 56789
Cede, no muera la jaca febea.

He aquí otro medio para hallar fácilmente


el valor numérico de las consonantes.
La letra t se asemeja al número 1.
La n tiene 2 palos.
La m tiene 3 palos.
La r en letra, bastardilla se parece al 4.
La 1 tal como algunos la escriben hace pen­
sar en un 5.
La j en letra bastardilla se asemeja al 6.
La q se parece al 7.
La f en letra bastardilla representa casi un 8.
L¡a p es un 9 al revés.
Antes de pasar más adelante es menester que
usted se penetre perfectamente de la transcrip­
ción de las cifras en consonantes. En diez
minutos lo habrá conseguido; y para que Lt
huella sea más tenaz, repita Varias veces al
día la frase que le hemos dado.

*
**

He aquí algunas apliccaiones de este proce­


dimiento.
Es caSi seguro que ha presenciado usted el
hecho siguiente : un individuo agarra el teléfono
y sin consultar la guía compone de corrido el
número telefónico de un amigo para comunicar
228 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

con él; una vez acabada la conversación, vuelve


a repetir la misma operación con otro amigo,
y así sucesivamente varias veces. Usted como
otros muchos se quedan asombrados de ello.
Pues nada más fácil; al cabo de algunos mi­
nutos podrá usted hacer otro tanto.
Supongamos que tiene usted tres amigos, cu­
yos números telefónicos son :
9522 el del Sr. García.
84514 el del Sr. Pérez.
14175 el del Sr. Rodríguez,..
Empecemos por buscar las consonantes que
traducen los números; es decir :
9522 = be—le—ne—ne.
84514 = fe—re—le—te—re.
14175 = te—re—ne—que—le.
Con estas consonantes formemos palabras.
Procuremos luego buscar una analogía que nos
permita ligar estas palabras a los apellidos
en cuestión y a los números telefónicos. Re­
flexionemos para establecer una frase o una
fórmula apropiada a cada caso.
El Sr. García es un recién casado y su
esposa acaba de dar a luz un niño muy her­
moso. El número es 9522 — be—le—ne—ne.
He aquí una fórmula que viene de perillas :
9 5 2 2
García, tiene un bello nene
El Sr. Pérez es abogado, y a la vez un
erudito. ¿ No hay medio de sacar partido de
DE CULTURA PSÍQUICA 229

estos datos ? 84514 = fe—re—le—te—re. Aquí


tenemos una fórmula :
8 4 5 14
Pérez acumula foro y letras.
El Sr. Rodríguez es ya casi un anciano y
tiene un carácter muy apacible. Hay que apli­
carle el n° 14175 = te—re—ne—que—le. Con
poco esfuerzo encontraremos :
14 17 5
Rodríguez el tranquilo.

*
**

Los mnémotécnicos utilizan también este pro­


cedimiento de las consonantes-cifras para retener
el número r. (pi).
Todavía recuerda usted sin duda este famoso
número de cuando estudiaba la geometría en el
colegio. Indica, como ya se sabe, la relación de la
circunferencia con el diámetro, y en La práctica
se le da el valor de 3.1416. Pero estas cifras
no corresponden exactamente a la realidád. Los
matemáticos han prolongado los decimales hasta
la 127a cifra.
Para retener esta monstruosa lista de cifras,
basta con aprenderse de memoria los trece ren­
glones siguientes que numeramos de 1 á 23.
3 14 1 5 9 i 6 5
1. Mi tierra da alubias y no ajillos.
368 9 7 9 3 5 38
2. Mala fué vasca bimana a mi fe.
230 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

4 6 2 6 4 3 3 83 2
3. Roja Nájera, mi más famosa nao.
7 9 5 028 84 19
4. Que bella zona fué fiera diva.
71 69 3 88 3 75
5. Cada giba muy fofa me cala.
I 05 82 09 749
6. De zulla fina ceba cárabo.
44592 307 8 1
7. Rara la buena moza que fué tía.
64 46 28 62 08
8. Juray ceja, no fué Jano cefo.
99 86 2 80 3 48
9. Vivoy fijo, no fué Zama rifa.
2 534 21 1 706
10. No le mira nadie de concejo.
79 82 148 06 5
11. Cabo fino de rafia ceja luego.
5132 82 3 06 64
12. El demonio afina mi ceja jara.
7 09 38446
13. Que ¡ceba mi faro rojo.

No cabe duda de que es más fácil retener


estos once renglones que un número de 127
guarismos. No le aconsejamos, ni mucho menos,
que se los aprenda de memoria, p^bes- no cree­
mos que necesite usted algún día el número tí
con tantos decimales.
Si, no obstante, se atreve usted a ello, ponga
manos a la obra. Y cuando sepa bien esa
interminable serie de cifras, inscríbala en una
hoja de papel y entregúesela a su profesor de
DE CULTURA PSÍQUICA 2.31

matemáticas, diciéndole al mismo tiempo que


le va usted a recitar de memoria el número u
con 127 decimales. Su interlocutor se quedará
estupefacto, y el efecto será mayúsculo.
Los trece renglones que acabamos de citarle
no tienen ningún enlace entre sí; forman frases
más o menos extravagantes, y, por consiguiente,
se retienen más fácilmente que los números
que representan.

11'*
Usted mismo puede formarse una lista de
palabras que represente los números dle 1 á 100,
ó a 999, procurando que las unidades formen
una sílaba, las decenas dos, y las centenas
tres, respetando cierta lógica en la formación.
Por ejemplo :
De 1 a 9 : tu no me re la je ca te ba..
De 10 á 19 : tiza tute tuno timo tiro tila
tejo taco tufo tubo.
De 20 á 29 : nazi neto niño nimio noria
nilo naja ñoco nafa nabo, etc., etc.
Cada número puede traducirse con diversas
palabras, v. gr. : 46 con rojo, reja, rija; 74 ccn
cnino, <xma-, coro, cura; 132 con 'demonio, do­
minio, tomaina; y si a partir de las centenas
se tiene alguna dificultad, se emplean dos o
más palabras que formen frase, como ya hemos
visto.
*
**
232 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Puede serle muy útil el retener en. la me­


moria una fecha o un número que no ha te­
nido usted la posibilidad material de anotar
por escrito.
Por ejemplo, un amigo con quien se ha trope­
zado usted en la calle, le da una cita; al volver
a su casa presencia usted el atropello de un
transeúnte por un auto que ha huido luego.
¿ Cómo podrá usted retener la fecha y la hora
de la cita, y el número de matrícula del auto,
si no tiene usted la memoria de las cifras ?

Ejercicio primero. Traduzca cifras o consa­


nantes y forme palabra con esas cifras. Cuando
haya usted ejecutado estas operaciones sin lápiz
ni pluma, pase al ejercicio siguiente.

Ejercicio segundo. Tome usted cinco direccio­


nes telefónicas de otros tantos amigos o corres­
ponsales. Traduzca los números a palabras que
intercalará en fórmulas como ya se lo hemos
explicado. Trate de que el sentido de las fra­
ses convenga lo mejor posible a las personas
en cuestión.
Ponga manos a la obra; combine las frases
mientras fuma usted un pitillo si es usted fu­
mador. Es evidente que tropezará con dificulta­
des tan arduas como entretenidas; pero pronto
se acostumbrará usted a este juego tan distraído
oomo el de los crucigramas.
Cuando haya redactado las fórmulas, aprén­
daselas de memoria; anótelas con objeto de re­
pasarlas de vez en cuando.
DE CULTURA PSÍQUICA 233

Ejercicio tercero. Establezca una lista de los


cumpleaños y santos que deba usted felicitar;
traduzca las fechas en fórmulas al igual que
lo ha hecho con los números telefónicos.
Usted tiene, por ejemplo, una sobrina que se
llama María, y su cumpleaños cae el 22 de
octubre, es decir, el 22/10, lo que corresponde
a ne—ne—de—ce. Con estas consonantes puede
usted formar varias frases, entre otras ésta :
María es niña, dócil.

Cuarto ejercicio. Durante sus paseos, acostúm­


brese a reítener por el procedimiento mnemotéc-
nico, los números de algunos autos; elija con
preferencia aquellos cuyos dueños le son cono­
cidos, con objeto de poder comprobar la justeza
de sus recuerdos.
Y para terminar, diremos que la utilización
de los procedimientos mnemotécnicos es ili­
mitada.. Los principales hechos de la historia,
los descubrimientos de la ciencia, el peso espe­
cífico de los cuerpos sólidos, la constitución
atómica de los minerales, todas estas nociones
que al parecer son tan difíciles, se puede llegar
a retenerlas.
234 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

XVIII

La Imaginación

La imaginación es un arma de dos filos.


Entregada sin freno a su fantasía, deforma la
realidad objetiva de las cosas : unas veces abulta
desmesuradamente las dificultades que encon­
tramos en nuestro camino ; otras, hace surgir
ante nuestros ojos ilusiorias perspectivas de éxito.
Mantenida por la razón en perfecto equili­
brio ; espolea nuestra actividad y le abre hue­
vos campos de ejercicio.
Tiene un papel que desempeñar en la di­
rección de nuestra vida; todos necesitamos su
concurso.
No vaya usted a creer que sólo se Sirven de
ella los literatos y los artistas. A los sabios
amantes de la exactitud les inspira las hipótesis
ingeniosas que les conducen al descubimiento
de la verdad. Los comerciantes más positivos
recurren a ella para combinar la hábil publici­
dad, necesaria para la venta de su mercancía.
DE CULTURA PSÍQUICA 235

Hasta nuestra existencia cotidiana exige, para


salir de lo trivial, una vigorosa dosis de ima­
ginación. Si Sega a faltarle, no es usted' el
último en quejarse de ello.
Por espacio de ocho días consecutivos, su
cocinería le ha preparado los mismos platos :
una sopa demasiado clara, un guisado de vaca,
coles y uvas. A nsted no se le ocultan las difi­
cultades del abastecimiento; no se encuentra
en el mercado todo lo que uno ^quiere. Pero
si no es posible cambiar la elección de los
alimentos, sí cabe, por lo menos, cambiar su
aliño y su presentación. La cocinera que usted
tiene desconoce el precioso arte de coleccionar
las recetas y variar las comidas : carece de
imaginación.
Su amigo de usted elige siempre el mismo
color para sus trajes; lleva invariablemente una
corbata del mismo matiz. Nunca observa usted el
menor cambio en su indumento. Le gasta bromas
a este respecto : ¡ Pobre chico I ¡No tienes
imaginación !
Pero, ¿ y usted ? Quizá sea de los que sus­
piran con melancolía : « Yo no tengo los sesos
en continua evolución. ¡ Qué quiere usted ! ¡ No
soy un imaginativo ! »
¿ A qué calumniarse ? No carece usted de
imaginación. ¿ La prueba ? A veces, como .suele
decirse, se forja usted ideas. No recibe usted
carta, el día que la esperaba, de su madre,
de su mujer, de su hijo, que están pasando
sus vacaciones en la montaña. Retraso expli­
cable ; pero usted no escucha el lenguaje
aquietador de la razón. Su cerebro se desata :
236 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

se representa usted a los seres queridos au­


sentes como víctimas de algún accidente terri­
ble : caídos en un barranco, atropellados por un
auto, heridos en un choque de trenes. Se vuelve
usted loco, hasta el instante en que el cartero
le entrega al fin la misiva tan deseada. ¿Qué
es eso sino una mala jugada que su imagi­
nación le ha gastado ?
Tiene usted imaginación, por consiguiente,
pero no sabe emplearla de manera metódica para
un fin práctico.
Este capítulo le enseñará a sacar el mejor
partido de su imaginación para llegar al éxito.

*
**

Para servirse útilmente de una herramienta


cualquiera, hay que conocer las posibilidades
y el manejo de la misma. Usted se servirá ma­
lamente de su imaginación si ignora su natu­
raleza y su género de actividad.
El el lenguaje corriente se le endosa el epí­
teto, enteramente falso, de « creadora ». La
imaginación se contenta con combinar en un
orden nuevo elementos preexistentes, lo que yd
es magnífico.
Mire usted al niño que se distrae en levantar
pequeños edificios con los tarugos de un juego
de construcciones. Hace a su antojo torres, ca­
sas, estaciones, iglesias. ¿ Las crea ? En modo
alguno. No hace más que disponer con arreglo
a su fantasía los cubos, las columnas, las ar­
cadas, los travesanos de madera que se encuen­
DE CULTURA PSÍQUICA 237

tran en su caja. Varía sus modelos, pero las


piezas siguen siendo siempre las mismas.
Así, la imaginación trabaja sobre datos
preexistentes, que dispone a su guisa. Si hace
algo nuevo, no lo son los datos preexistentes;
sólo la disposición de los mismos lo es.
Pero, ¿ quién depara a la imaginación esos
datos que ha de combinar ella con más o menos
originalidad según la exuberancia de su fan­
tasía ?
— La memoria. La memoria, en La que es­
tán grabados los hechos, las nociones, las imá­
genes que una observación atenta le ha pre­
sentado.
Cuanto más numerosos sean los datos sobre
los que trabaja la imaginación, más se exten­
derá su capacidad para hacer obra fecunda.
Esos datos, por otra parte, formarán un ar­
senal más o menos rico según que el espíritu
de observación sea más o menos agudo, y más
o menos fiel la memoria.
Ya ve usted qué importante es, para todo
el que quiera triunfar, desarrollar hasta el má­
ximo su memoria y su espíritu de observación.
No hemos inventado para las necesidades de
nuestra causa esta teoría, que se basa en la
experiencia.
Pídale a un negro de Guinea que describa
un paisaje con nieve y estanques congelados.
No logrará imaginarse unos cuadros que sus
ojos no han contemplado nunca.
Tememos otro ejemplo de una obra de Vic-
238 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

tor Hugo. Hablando de la muerte de una joven,


escribe :
Et comme en s’envolant l’oiseau courbe la branche,
Son ame avait brisé son corps (1).

i Qué magnífico cuadro ! Dice usted : ¡ Qué


esplendor de imaginación !
Diga usted más bien : ¡ qué precisión de
trazo ! ¡ En qué tesoros de observación se apo­
yaba la imaginación activa del gran poeta !
*
**

Cuando apele usted a su imaginación, ya


se trate de trabajo artístico o de simple dis­
posición doméstica, no la deje vagar a la. ven­
tura. Impóngale un esfuerzo metódico : que
pase revista a. cuantos datos posee, para ver
el partido que de cada uno de ellos puede
sacar.
Un .abogado cambia de casa y se preocupa
de su nueva instalación. Tiene empeño, sobre
todo, en disponer agradablemente su gabinete
de consulta, en el que pasa largas horas y
recibe a sus clientes. Mientras combina sus
planes, su imaginación se agita : que la vigile
y la dirija. Que proceda con orden.
Que examine la nueva habitación que va a
servirle de despacho. Que reúna en ella, con
el pensamiento, todos los atractivos; que se
las ingenie para hacerla confortable y práctica.

(1) Y como al alzar el vuelo dobla el ave la rama, — su


alma había quebrado su cuerpo.
DE CULTURA PSÍQUICA 239

¿ Qué encontrará para encantar los sentidas ?


Los muebles halagarán la vista k*on su .belleza
intrínseca y su acertada disposición. La Rpi-
cería será clara, para que alegre con su .lu­
minosidad la austeridad del trabajo cotidiano.
Gruesas colgaduras penderán delante de las
puertas, para ahogar el ruido de las habitaciShés
vecinas, sobre todo la. de los niños. En el
buen tiempo, flores puestas en jarrones es­
parcirán un discreto perfume. Los sillones serán
muelles, acogedores.
Que no olvide nuestro abogado las comodida­
des indispensables para un despacho como el
suyo. A su imaginación corresponde combinar
el arreglo ideal de esas comodidades. En su
gabinete de trabajo ha de tener a mano sus
códigos, sus revistas jurídicas, sus legajos ; es
menester, asi mismo, que sus clientes se encuen­
tren a gusto. La biblioteca estará colocada de tal
lado; aquí los clasificadores; allá, un velador
con un cenicero : ¿ no hay litigantes que fuman ?
Otro ejemplo. Un destilador emprende una
campaña publicitaria para lanzar un nuevo licor.
Que no deje a su imaginación buscar a la, ven­
tura. argumentos para engolosinar a los com­
pradores. Para proceder con método, examinará
una por una las diferentes razones que punten
determinar a su compra.

‘Venta-jas del producto. Sabor delicioso; bebida


sumamente digestiva; graduación alcohó­
lica poco elevada, lo cual permite ge­
neralizar su uso.
240 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Fabricación : incomparable, hecha por una


firma afamada; en una región productora
de aguardientes.

■ Venta : en todas las buenas tiendas, a un


precio muy bajo para un producto de
calidad indiscutiblemente superior.

¥
**

En todos los tiempos, y más que nunca


en estos de restricciones consecutivas a
nuestra derrota, es necesaria la imaginación.
Debe aguzar usted el espíritu de listeza, que es
uno de los rasgos característicos de nuestro
temperamento nacional. Sin recurrir al sistema
de la recomendación, de triste memoria, por­
que con harta frecuencia carece de escrúpulos,
el francés es el hombre de las iniciativas felices;
se adapta a las condiciones menos favorables,
sale de los malos pasos y, gracias a su genio
inventivo, utiliza lo que los espíritus menos
flexibles tratan de desecho.
Examine usted los arduos problemas que nues­
tras desgracias nos obligan a resolver.
Hay que hacer durar los objetos de que dis­
ponemos para nuestro uso : vestidos, sombreros,
calzado, ropa blanca, etc...
Hay que reparar, para servirse todavía de ello,
lo que en días prósperos, hubiésemos tirado con
desprecio.
Hay que saber fabricar esas pequeñas chu­
cherías, tan cómodas, que ya no se encuentran
DE CULTURA PSÍQUICA 211

en el mercado, o cuyo precio actual rebasa


nuestros créditos.
Hay que aprovechar de la mejor manera po­
sible nuestros recursos alimenticios, y engañar
la monotonía de nuestras comidas variando la
presentación de los mismos artículos.
Para atajar estas dificultades, sométase usted
a las reglas siguientes :
No tire nada de lo que todavía pueda
servir para algo : cajas viejas, sombrereras, tro­
zos de bramante, retazos de tela, etc. Quizá
se dé usted por satisfecho algún día con te­
nerlos a mano; con un poco de imaginación
y de maña, le servirán para fabricar el objeto
que le faltaba.
Espigue las recetas que encontramos por to­
das partes : en los periódicos, en las revistas,
en las colecciones especiales. En la mayoría
de los casos, esas recetas no son prácticas ;
pero aunque no encontrara usted arriba de tres
excelentes por cada centenar de ellas, eso le
compensaría con creces de su trabajo.
Esfuércese por adquirir habilidad manual,
aprenda a servirse de sus dedos. Haga que per­
sonas competentes le enseñen las mañas, los
trucos que le permitan entretener o reparar
los objetos de su uso. Mire trabajar a los
obreros, a fin de poder imitarles en caso de
necesidad.
*

Primer ejercicio. Saque de sus gavetas todas


las cosas viejas que en ellas amontona, y vea
el medio de utilizarlas.
DE CULTURA PSÍQUICA 211

en el mercado, o cuyo precio actual rebasa


nuestros créditos.
Hay que aprovechar de la mejor manera po­
sible nuestros recursos alimenticios, y engañar
la monotonía de nuestras comidas variando la
presentación de los mismos artículos.
Para atajar estas dificultades, sométase usted
a las reglas siguientes :
No tire nada de lo que todavía pueda
servir para algo : cajas viejas, sombrereras, tro­
zos de bramante, retazos de tela, etc. Quizá
se dé usted por satisfecho algún día con te­
nerlos a mano; con un poco de imaginación
y de maña, le servirán para fabricar el objeto
que le faltaba.
Espigue las recetas que encontramos por to­
das partes : en los periódicos, en las revistas,
en las colecciones especiales. En la mayoría
de los casos, esas recetas no son prácticas ;
pero aunque no encontrara usted arriba de tres
excelentes por cada centenar de ellas, eso le
oompiensaría con creces de su trabajo.
Esfuércese por adquirir habilidad manual,
aprenda a servirse de sus dedos. Haga que per­
sonas competentes le enseñen las mañas, los
trucos que le permitan entretener o reparar
los objetos de su uso. Mire trabajar a los
obreros, a fin de poder imitarles en caso de
necesidad.
*
**
Primer ejercicio. Saque de sus gavetas todas
las cosas viejas que en ellas amontona, y vea
el medio de utilizarlas.
242 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Pase revista a los objetos o chirimbolos do


uso práctico o agradable que con todo eso po­
dría usted fabricar.
Si lleva usted adelante su rebusca de una
manera metódica, se quedará asombrado de todo
lo que le revelará.
Vea algunos ejemplos, a título documental.
Un hombre de estudios en quien las ocupaciones
intelectuales no ahogaban el gusto por los tra­
bajos manuales menudos, tenía unos grandes
registros encuadernados en cartón, cuyas hojas,
ennegrecidas de escrituras, había roto. Conservó
las encuadernaciones por lo que pudiera tronar.
Ahora bien, en un armario encontró unos retales
grandes, de cretona y de tela de Vichy, a cua-
dritos. En seguida imaginó la manera de utilizar
esos tesoros, que otros habrían despreciado. En
poco tiempo hizo con esos cartones y esas hojas
magníficas carpetas, con bolsas en el interior
y un coidoncillo para sujetar hojas de papel
secante.
Una dueña de su casa tiene retalillos de seda
diferentes, que proceden de butacas que ha hecho
forrar de nuevo. Las telas se conservan her­
mosas, a pesar de los agujeritos que presentan
en algunos sitios. Para utilizar esas sedas, nues­
tra industriosa ama de casa corta las telas en
trozos regulares, los junta formando una espacie
de mosaico tornasolado, para hacer con él un
pintoresco cubrecamas.

Segundo ejercicio. Pregunte a la persona que


le sirve qué es lo que se encuentra actualmente
DE CULTURA PSÍQUICA 243

en. la plaza. Echará usted de ver lo pobrp


que es el abastecimiento de que disponemos.
Con esos parcos recursos, combine menus tan
variados como quepa en la posible. Pase revista
a los diferentes platos que pueden prepararse
con unas vituallas que son siempre las mis­
mas. Si tiene usted algunas nociones culinarias,
trate de inventar nuevas recetas.
Este ejercicio hará trabajar su imaginación.
Le revelará las dificultades con que tropiezan
las desventuradas amas de casa; desde ese mo­
mento se mostrará usted más indulgente respecto
de ellas, y ya no se atreverá a manifestar su
malhumor cuando las comidas no sean de su
gusto.

Tercer ejercicio. Suponga que le encomiendan


por tres horas la custodia de varios niños, de
ocho a diez años. Se encuentran, hipotética­
mente, en una sala demasiado chica para que
puedan correr o esconderse; en la habitación
no hay ni libros ni juguetes, y los niños no
pueden salir afuera, porque está lloviendo.
Imagine usted los medios de distraerlos hasta
el punto de que pierdan la noción del tiempo.
¿Qué juegos variados combinará usted para
divertirlos ?
244 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

XIX

El arte de hacerse simpático

Un célebre escritor ha dicho : « Si no le


quieren a usted, es porque usted no quiere. »
A los que se quejan de no atraer las simpatías,
le responderemos : « Es que no dan ustedes
la suya. » El medio infalible para ganarse
los corazones se resume en una sola máxima :
salir de sí.
Ahogue sus preocupaciones egoístas para pen­
sar en el prójimo, y ejercerá sobre él esai
atracción misteriosa que ciertos autores moder­
nos llaman el magnetismo personal.

*
**

Examinemos las principales torpezas que re­


pelen con toda seguridad la simpatía. Para hacer
menos monótono este estudio, procederemos por
DE CULTURA PSÍQUICA 245

cuadros que nos representarían ejemplos vivi­


dos.
Un señor asiste a una reunión mundana bri­
llantísima, a le que tenía grandes deseos de
ser invitado. Muy orgulloso de aparecer en ella,
y proponiéndose mostrarse ventajosamente, se
hincha de importancia.
Su actitud delata la elevada estima en que
se tiene. Diversos signos reveladores indican
su fatuidad : abomba un tanto excesivamente
el pecho; sus ademanes carecen de gracia sen­
cilla; su manera de moverse tiene algo de acom­
pasado y solemne que evoca la imagen de un
pontífice que presenta una santa reliquia a la
veneración de los fieles.
Abre los ojos al suntuoso decorado de los
salones en que se apiña la más alta sociedad
de la urbe; pero, ¿ ve sus esplendores? Concede
demasiada atención a su propia excelencia para
que se interese por las personalidades de primer
plano que le rodean y ton las que tanto empeño
tenía en codearse; no repara en ellas, como no
sea para, fijarse en sus apellidos y hacerse
un timbre de gloria del hecho de haberse tro­
pezado con ellas.
Procura trabar conversación con los invitados
más destacados : pero apenas les habla de otra
cosa que de sí mismo.
Cuenta sus propias gracias : se muestra ina­
gotable en lo que toca a sus ocupaciones, a
sus talentos, a su valor; no cesa de alabarse,
de manera tanto más irritante cuanto que se
disfraza bajo una hipócrita modestia.. Ni la
menor alusión a los méritos de sus interlo-
246 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

cúteres, méritos que superan con mucho a los


suyos; ¿no habla con artistas y literatos cuyo
genio ha consagrado la celebridad, con oficiales
que durante la guerra han. salvado el honor
de la bandera, con mujeres de gran corazón
que ponen su fortuna y su tiempo al servicio
de obras patrióticas y sociales ?
Una perpetua sonrisa entreabre sus labios,
pero sin nada de cordial. En esa son­
risa se siente asomar sucesivamente una ridi­
cula admiración de sí mismo y una con­
descendencia un tanto desdeñosa.
¿ Se hará simpático ese señor? ¿ Qué torpezas
ha cometido ?
No ha pensado más que en darse a valer,
y no se ha interesado por los demás.
No ha hablado más que de sí; no ha sa­
bido ni hablar a los interlocutores de sí mis­
mos, ni hacerles hablar.
No ha tenido la cordialidad que hubiera de­
bido manifestar, según los casos, con franca
sencillez o con respeto más¡ o menos acentuado.
En total, tres torpezas, o digamos más bien,
tres faltas, que dimaman de una fuente co­
mún : el egoísmo.
— Descortesía, concluirá usted.
Nuestro juicio será más severo : falta de vir­
tud. Se necesita cierta dosis de renunciamiento
para hacerse simpático. Ahora bien, la virtud
se adquiere menos fácilmente que los usos
mundanos.
El director de una empresa muy importante
recibe a sus numerosos empleados en su des­
pacho. Se compone un semblante impasible,
DE CULTURA PSÍQUICA 247

de circunstancias. Ya dé una orden, dirija una


reprimenda o compruebe el acierto-de un trabajo,
su fisonomíiflligae siendo la misma. La sonrisa
no suaviza nunca la rigidez, de su cara, que
parejee tallada en piedra.
No se ocupa más que de su negocio; fuera
de éste y de sus 'intneses particulares, no haíy
nada que cuente. Considera a sus empleados
como las piezas de una inmensa máquina cuyos
mandos maneja él. Ni siquiera les concede los
cuidados que un mecánico no niega a sus apa­
ratos. ¿No engrasa el mecánico los rodajes ?
Nuestro director estima ese cuidado superfino.
Olvida que sus empleados son hombres como
él y que, puesto que colaboran en la misma
obra, tienen intereses comunes con él. Ignora
todo de esos hombres, porque nada desea saber
de ellos. No repara ni en su mal aspecto,
ni en su expresión gozosa, ni en sus preocupa­
ciones, cuando se acercan a él. Jamás ha
hecho alusión a lo que les atañe personalmente.
Añadamos que, como es hombre de una pro­
bidad escrupulosa, da a cada cual lo que se
le debe, pero nada más.
¿ ¡Quiere su personal a ese director ? Le
paga en la misma moneda : indiferencia total;
sin Rencor, porque deja a salvo la justicia;
sin simpatía, porque no sabe ganársela..
¿ Qué torpezas echa usted de ver en su con­
ducta ?
No se toma ningún interés por sus hombres,
que, por su parte, se desinteresan de él. Otro que
no sale de su cascarón de egoísmo.
Un propietario opulentísimo ha confiado sus
248 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

tierras a unos colonos, cuyos trabajos sigue


activamente. De la ciudad en que habita va a
visitar sus cultivos, y se pasa las temporadas
que hace bueno en su casa de campo. En el
pueblo todos le conocen, pero él no conoce
a nadie. Apenas dirige un leve saludo pro­
tector a aquellos con quienes tropieza. Jamás
hace una visita; nunca se ha detenido en el
umbral de una puerta, para charlar un mo­
mento ; nunca ha hablado a los campesinos
de sus cosechas, de sus trabajos, de su fa­
milia; nunca ha dado la mano a nadie.
¿ Cómo ha de hacerse simpático procediendo
así ?
Por abnegación patriótica, un hombre con­
sagra sus días de descanso a un grupo juvenil.
Se ocupa de adolescentes a los que entrena
en ejercicios deportivos. Les da una educa­
ción física excelente, pero le trae sin cuidado
todo lo demás. Lo que piensen esos muchachos, lo
que sientan, lo que se agita en su cerebro
y en su corazón, a él le deja frío. No Ve
de ellos más que sus músculos, su caja torácica,
su agilidad; no se preocupa del elemento mo­
ral.
Jamás entabla con ellos una conversación par­
ticular más íntima. Esos adolescentes entra­
rían, sin embargo, de buena gana en la vía
de las confidencias; tienen necesidad de con­
fiarse, de sentirse comprendidos y sostenidos;
le hablarían tanto más fácilmente cuanto que
admiran su valor deportivo. El, por su parte,
se zafa, se interesa por la gimnasia, no por
ei gimnasta.
DE CULTURA PSÍQUICA 249

Resultado : sus muchachos le tendrán por un


as, pero no le querrán como hubieran deseado
quererle y como él debiera ser querido.
Ninguno de los personajes que he citado a
usted como ejemplo se ha conciliado la sim­
patía de su prójimo, porque ninguno, olvidando
sus preocupaciones egoístas, ha concedido al
prójimo un interés cordial.

*
**

¿ Quiere usted ganar amigos ? Empiece por


interesarse sinceramente por los demás. Ese es
el principio fundamental, del que se deducen
lógicamente las reglas prácticas a que debé
ajustarse todo el que quiere concillarse la be­
nevolencia ajena.
/ Interesarse por los demás ! i Tiene usted
costumbre de ello ? Examínese sin complacencia
sobre este punto. Sin duda recordará que, salvo
tal o cual excepción, apenas piensa en esos
otros, en los demás. Y sin embargo, todo ser
humano, por modesto que sea, tiene en sí algo
que merece la atención de usted. El muchacho
que se entrega a juegos clamorosos y la niña
que se divierte con su muñeca formarán la
sociedad de mañana; de ellos dependen los
destinos de nuestro país. El viejo que ha vi­
vido mucho tiempo posee una experiencia pre­
ciosa. El paisano que se encorva sobre el te­
rruño, el obrero en su fábrica, el artesano en
su taller, nos deparan los medios de mantener
nuestra vida. ¿ Cómo no inclinarse con una
250 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

curiosidad cordial sobre lo que tan de cerca


le atañe a usted ?
Cuando usted se interese sinceramente por
los demás, el interés que les dedique se ma­
nifestará espontáneamente de la manera si­
guiente.

Primero. Ya no tratará usted a su prójimo


como algo desdeñable, sino que comprenderá
que también él tiene su importancia.
Ahora bien, esa importancia, él, por su parte,
la conoce sobradamente ; tan por entero está
convencido de ella, que lo que por encima
de todo desea es verla admitida y reconocida
por todos. Quizá sea ése el deseo más ardiente
que se esconde en el fondo del corazón humano.
Deje usted ver a alguien en qué poco le
tiene, y le herirá dolorosamente en lo más ín­
timo de su ser. Pasarán los días sin cicatrizar
la herida que le ha hecho usted en su dig­
nidad ; durante mucho tiempo le guardará
sentimientos de antipatía, de hostilidad inclusive.
Hágale sentir delicadamente, por el contrario,
que está usted persuadido de su importancia, e
inmediatamente se ganará su confianza afec­
tuosa.
Intente la experiencia con un niño. Abórdele
amablemente, prodigúele las caricias triviales que
se hacen a las criaturas; trátele con la con­
descendencia del hombre maduro para el chi­
quillo ; no se extrañará ni se enfadará por eso.
Se comerá los caramelos que usted le ofrezca,
pero le confundirá en el fondo de su corazón
DE CULTURA PSÍQUICA 251

con el común de las personas mayores cuya


gravedad le aburre.
Cambie usted de actitud; póngase, por decirlo
así, a su mismo nivel. Háblele de sus tra­
bajos de clase y de su recreos; mézclese a
sus juegos, divirtiéndose con ellos; condúzcase
con él como un camarada que comparte sus
preocupaciones y sus gustos. El efecto será
mágico : habrá conquistado usted la amistad del
chiquillo. •
Con hacer sentir a ese muchacho que con­
taba por mucho en el ánimo de usted, se ha
ganado sus simpatías. Proceda de la misma
manera con todo el mundo, y será querido uni­
versalmente.

Segundo. Cuando se interese usted sincera­


mente por los demás, se acercará a ellos con
una expresión afable. No los abordara con cara
fosca, por la sencillísima razón de que sen­
tirá un placer auténtico al encontrarse con
ellos.
¿ Cabe imaginar expresión más penosa para
un visitante que la de comprobar el fastidio
que su presencia produce ? ¿ No es un grave
insulto dejárselo ver ? En cambio, recibirle con
la sonrisa en los labios, manifestarle la alegría
encontrase cerca de él, es la más delicada
de las conductas. La más eficaz, también, por­
que se gana indefectiblemente los corazones.
Cuenta un psicólogo norteamericano que, por
no haber oído nunca ,t Maurice Chevalier en
el music-hall, no se explicaba su prodigiosa,
popularidad. El artista hizo una gira por los
252 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Estados-Unidos, y el psicólogo quiso verlo. Tan


pronto como salió a escena Maurice Chevalier,
el norteamericano descubrió la razón de sus
éxitos : la legendaria sonrisa del célebre cantante
conquistaba desde el primer momento a la sala
entera.

Tercero. Cuando se interese usted sincera­


mente por su prójimo, se le quedará grabado
cuánto a él se refiera.
Olvidamos pronto a las personas que nos
dejan indiferentes; conservamos un recuerdo fiel
de aquéllas por quienes sentimos amistad. Esa
fidelidad conmueve a los que son objeto de
ella, lo mismo que el olvido les ofende.
La condesa de X, cuyo recuerdo sigue .siendo
querido para cuantos la conocieron, llevaba uno
de los más brillantes nombres de la nobleza
francesa, un nombre histórico. Como era de­
masiado señora para envanecerse de ello, poseía
la noble sencillez que caracteriza a la auténtica
nobleza. Ahora bren, una personalidad a quien
sus funciones ponían en relación epistolar con
ella, se equivocaba siempre a cuenta de su
título; tan pronto la llamaba, en el encabe­
zamiento de sus cartas, baronesa de X como
marquesa de X. La condesa, demasiado inteli­
gente para tomarlo a mal, se contentaba con
sonreír, con un matiz de irritación a veces,
sin embargo. « ¡ Pues que mande sus cartas
a la señora de X 1 », decía.
Nada más irritante que ver que nuestros inter­
locutores ignoran nuestros apellidos y cualida­
des. La palabra del vocabulario que cada hom­
DE CULTURA PSÍQUICA 253

bre prefiere es, dice Dale Camegie, su nombre


propio. ,
Los antiguos habían observado este detalle
psicológico. Cuando los patricios de la .antigua
Roma recibían a la caterva de sus clientes,
se hacían asistir de un empleado que les apun­
taba .al oído el nombre de los visitantes. De
esa manera, evitaban olvidos y equivocaciones.
No vuelva usted a olvidar, pues, los apellidos
de aquellos cuya simpatía desee ganarse; re­
tenga incluso su nombre de pila, a ser posible,
y los cumpleaños y fechas que significan algo
para ellos; verá usted qué efecto más mara­
villoso consigue.

Cuarto. Cuando se interese sinceramente por


los demás, ya no se desmandará en sus charlas,
hablando exclusivamente de lo rque le toque
a usted de cerca. Por otra parte, no le costará
trabajo sostener la conversación; sus interlocu­
tores se encargarán de ello : se habla copio­
samente cuando uno habla de sí.
No se figure usted que esa conducta haya
de costarle sacrificios. En esas charlas en que
oirá a los otros hablar de sí mismos, encontrará
usted con qué satisfacer su curiosidad. Lo apro­
vechará para aumentar su experiencia psico­
lógica.
El arte de ganar los corazones se resume,
pues, en un principio fundamental, del que se
deducen cuatro reglas. Su importancia es tan
254 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

grande, que queremos ponérselas a usted a la


vista en forma de cuadro :
Principio fundamental': Interésese sincera­
mente por los demás.
7a Regla. : Reconozca y hágales sentir la
importancia que tienen.
5a Regla. : Abórdelos con expresión sonriente.
3a Regla. : Retenga sus nombres y apellidos.
4a Regla. : Hábleles de lo que les gusta y
hágales hablar de sí mismos.

*
**

Puesto que es tan sencillo y útilísimo con-


ciliarse la simpatía del prójimo, no tarde usted
en hacerlo. Para entrenarse en ello, practique
desde hoy los ejercicios siguientes.

Primer ejercido; que consistirá en un exa­


men de conciencia : Examínese en cuanto a sus
relaciones con el prójimo.
¿ Practica usted instintivamente las reglas que
en las precedentes páginas le hemos dado ?
¿ No le ocurre a menudo violarlas ?
¿ Qué errores comete usted más a menudo ?
¿ No se desinteresa demasiado de los demás ?
¿ Reconoce usted la importancia queBtienen
y les demuestra delicadamente que les estima?...
¿ Incluso cuando se trata de personas modestas,
de sus inferiores, de niños ?
¿ Los recibe usted con una sonrisa leve y
benévola, incluso cuando no se encuentra bien, o
DE CULTERA PSÍQUICA» 255

cuando graves preocupaciones tienden a con­


centrarle sobre sí mismo ?
¿ No olvida con demasiada frecuencia, el nom­
bre y el apellido de aquellos con quienes tiene
trato ?
¿ No tiene usted costumbre de acaparar la con­
versación y de hablar siempre de sí mismo en
ella ?
i Piensa usted en hablar a los demás de lo
que les interesa, en procurarles el placer de
hablar de sí mismos ?
Señale sus faltas más habituales y adopte
la resolución de evitarlas en lo Sucesivo.

Segundo ejercicio. Hoy y en los días siguien­


tes, se esforzará usted por no perder su son­
risa. En cuanto se acerque a alguien o lo reciba,
póngale buena cara. Que cuando se le aproxime
esa persona se le ilumine a usted la cara,
como si su encuentro fuese para usted una
fiesta. Esa bienvenida amistosa la colmará se­
guramente de gozo.
Que sienta bien la importancia que le concede
usted a ella y a su visita.
Si está usted cansado, preocupado, triste, es­
fuércese por no dejar ver nada de ello. Excite
en sí sentimientos de cordialidad sincera. Sus
esfuerzos recibirán una doble recompensa : le
harán simpático y le distraerán por un mo­
mento de sus cuitas.
Continúe este ejercicio hasta que haya acli­
matado en sus labios la sonrisa.
256 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Tercer ejercicio. Prepárese a hablar con. tales


o cuales personas a quienes haya de encontrar
probablemente un día de estos, o cuya visita
prevea para en breve.
¿Qué personas son ésas ? ¿ Cuáles son su
edad, su profesión, sus gustos, su situación
de familia ? Vea usted desde ahora lo que
podrá decirles, las noticias que les pregun­
tará, los temas sobre los que las llevará a
hablar.
Cuando hayan entablado la conversación a
que usted las haya inducido, escúchelas con
una ^atención sostenida. Que su actitud mani­
fieste el gusto que tiene usted en oirlas. No
hacer caso de un interlocutor, ¿ no es tanto como
tratarle, en un lenguaje mudo pero elocuente,
de inoportuno y de « pelma » ?
Escúche con la misma atención cordial a los
viejos que siempre están contando la misma
historia. Ya la conoce usted. ¿ Qué más da ?
¡ Les da usted tanta alegría con procurarles un
auditorio benévolo I
Sin duda conoce usted la historia de aquel
viejo general que no hacía más que evocar
delante de un joven sus recuerdos de la epopeya
imperial. A fuerza de haberlos oído, el joven se
los sabía de memoria; no, por eso manifestaba
impaciencia ni ironía al oirlos una vez más. El
general sedaba perfecta cuenta de que se repetía;
no podía menos de hacerlo, de tan cerca como
estaba de su corazón aquel glorioso pasado.
Al morir, dejó una importante cantidad a su
joven amigo. El testamento mencionaba que el
DE CULTURA PSÍQUICA 257

legado era una jjrueba de agradecimiento a una


atención respetuosamente tolerante.

Cuarto ejercicio. Mire si sabe el nombre y


el apellido de las personas con quienes se en­
cuentra en relación.
Si su memoria resulta 'demasiado infiel, haga
una lista de todo ello, a la que añadirá las
fechas de las fiestas y cumpleaños en que debe
felicitar a Las personas en cuestión.
Desde hoy se aplicará a demostrar a sus in­
terlocutores que no ignora usted esos detalles.
Si recibe a un padre o madre de familia,
pregúntele por sus hijos, designándolos por
su nombre de pila.
Conocimos un cardenal que falleció en edad
muy avanzada. Más que octogenario ya, in­
terrogaba amablemente a sus visitantes sobre
sus hijos, cuyos nombres conocía exactamente.
Sabía su edad, su carácter, su posición, ha­
blaba de ellos con tal precisión, que sus visi­
tantes se quedaban maravillados. Esta pasmosa
memoria, unida a tanta cordialidad, le había
granjeado una popularidad inmensa.

Quinto ejercicio. Observe lo que ocurre en


torno suyo. Observe cómo se conducen unos
hombres con otros. Anote silenciosamente sus
errores y su maña en sus relaciones con el
prójimo.
De esa manera tendrá a la vista ejemplos
vivos de lo que debe usted evitar y de lo
que debe hacer.
9
258 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Podrá variar este ejercicio leyendo la vida


de los hombres célebres, singularmente de los
que hayan ejercido considerable influencia sobre
sus contemporáneos. Estudie, por ejemplo la
psicología He Napoleón : ¿ de dónde venía su
prestigio ? ¿ Cómo se las arreglaba para im­
poner a sus veteranos un apego sin límites ?
Al terminar estas páginas, recomendamos a
usted vivamente la lectura de un volumen en el
que nos hemos inspirado al componer este capi­
tulo : Cómo hacerse amigos, de Dale Carnegie.
Este libro, cuya traducción francesa ha publicado
La casa Hachette, le interesará a usted, y no
dudamos que le prestará auténticos servicios.
DE CULTURA PSÍQUICA 259

Cómo manejar a los hombres

A menos de que seamos náufragos en una


isla desierta, como Robinsón, mantenemos re­
laciones necesarias con los hombres que nos
rodean. Necesitamos los servicios de unos ;
nuestro deber o nuestro interés nos ordenan
dirigir a otros. Tiene usted, por consiguiente,
que aprender a hacer plegarse al prójimo a
sus planes.
Su triunfo en la vida depende, en gran parte,
de los concursos que sepa usted obtener.
Este capítulo resume en cinco reglas sencillas
y prácticas el arte de influir sobre el prójimo.

***
Primera regla. Empiece por observar. Si no
conoce usted el terreno en que tiene que evo­
lucionar, maniobrará torpemente.
2G0 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Su primer cuidado consistirá, pues, en estudiar


atentamente a la persona en quien desea in­
fluir.
¿ Tiene un temperamento activo, o indolente,
vacilante, o resuelto, alegre, o triste ?
¿ Cuáles son sus cualidades ? ¿ Generosidad,
serviciabilidad, franqueza, energía, sensibilidad?
¿ Tiene algún interés que, en lo que le con­
cierne a usted, pueda impulsarla a proceder
de tal manera más bien que de tal otra?
¿ Qué costumbres tiene ? ¿ A qué horas re­
cibe de preferencia a sus visitantes ? ¿ En qué
momentos del día se corre peligro de moles­
tarla y, por consiguiente, de ponerla de mal
humor ?
El conocimiento de estas particularidades y
de otras análogas le permitirá abordar a su
interlocutor con el máximo de posibilidades. Irá
usted a encontrarle a la hora más conveniente
para él; se servirá de los argumentos más
adecuados para convencerle; hará vibrar sus
cuerdas más sensibles.
Voy a suponer que deseaba usted recomendar
un joven protegido suyo a ún gran industrial que
figura en el número de sus amigos. Ese im­
portante personaje no dispone de un segundo,
desde las ocho de la mañana hasta las seis de la
tarde. En su fábrica reparte el tiempo entre su
correo, las órdenes que tiene que dar y las
visitas de los clientes. No se concede arriba
de sesenta minutos para el almuerzo. En cam­
bio, una vez terminada la jomada, el hombre
descansa : el jefe atareado e imperioso vuelve
a ser él hombre 'de mundo abordable y son­
DE CULTURA PSÍQUICA 261

riente. No vaya usted a llamar a su puerta


mientras engulle precipitadamente el almuerzo;
le recibiría con cortés frialdad, y su demanda,
presentada en un mal momento, sería mal aco­
gida. Arrégleselas para encontrarlo por la tarde
en el café adonde va al salir de la oficina,,
o bien en su casa; le escuchará a usted con
la expresión más amable, e indudablemente se
mostrará encantado de darle gusto.

Segunda regla. Póngase en el lugar de su


interlocutor. Tiene usted que pedir un favor
a alguien, o algo que echarle en cara. ¿ Cómo
procederá usted ?
No se lance a ciegas, bajo los efectos de su
primera emoción. Póngase, por decirlo asi, en
el pellejo de aquél con quien va a hablar.
¿ Qué reacciones provocarán en él las pa­
labras de usted ? ¿ Qué sentimientos desperta­
rán ? Por poca psicología que usted tenga, le
es fácil preverlo. Reflexione, pues, antes de
intervenir; si lo hiciese fuera de sazón, con­
seguiría resultados desastrosos.
Querría usted_ tener el concurso financiero
de un gran capitalista, apegado a su dinero
hasta el punto de negarse el lujo usual en
las personas de su categoría. Póngase en su
lugar; esfuércese en pensar como él piensa.
No emplee con él argumentos de sensibilidad
o de vanagloria, que ningún efecto harían. Re­
présentele el valor excepcional de la operación
que usted le propone : rendimiento considerable
sin riesgo alguno : incomparable colocación de
capitales; ricas perspectivas para el porvenir.
262 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

< El alboroto de unos niños que juegan al


lado suyo le incomoda a usted. No se le ocurra
plantarles un discurso en tres puntos sobre la
formalidad. No le escucharían. Acuérdese de la
mentalidad que tenía usted a sus dños; los
niños necesitan bullir, correr, dar gritos. ¿ No
le parece más hábil decirles : i Qué mal estáis
en esta habitación para jugar a vuestras an­
chas! ¡ Ea, id a divertiros al jardín ! » ? Méz­
clese por un instante a sus juegos, y cuando
estén bien metidos en ellos, vuélvase usted a
sus apacibles ocupaciones. Habrá conseguido lo
que deseaba, ganándose al mismo tiempo hi
simpatía de los muchachos.

Tercera regla. — Disponga a sus inletioeu-


lores a la benevolencia.
Nada más fácil; basta con un discreto cum­
plido.
No le recomendamos que emplee la adulación,
procedimiento rastrero y de psicología vulgar.
Basada en la mentira, deshonra a quien hace
uso de ella, y no da resultado, por lo demás, a
no ser con dos mediocres. El hombre inteli­
gente, que conoce sus límites, no se deja cazar
por una grosera lisonja; se irrita ante ella,
por el contrario, como si recibiese un insulto.
Pero el cumplido discreto no equivale a una
lisonja, cuando es merecido y se presenta sin
afectación.
No hay nadie en quien no encuentre usted
algo que alabar sinceramente : su amabilidad,
sus encantos físicos, sus cualidades morales,
el valor real de sus trabajos, el agrado de
DE CULTURA PSÍQUICA 263

su casa, el gusto que preside el decorado de su


sala, la belleza de su mobiliario, etc.
Saque usted con tacto materia de alabanza
de lo que haya observado. Los resultados le
asombrarán.
Para hacerse servir más pronto de una em­
pleada de correos de traza poco acogedora, Dale
Carnegie le felicitó por tener él pelo abundante
y muy hermoso. Efecto inmediato : la em­
pleada respondió con una sonrisa radiante y
se apresuró a prestar todos los servicios de­
seados.
Un jefe de empresa que mantiene relaciones
comerciales en el mundo entero, dará, por ejem­
plo, sellos extranjeros a un cliente filatélico
del que desea obtener pedidos más numerosos.

Cuarta, regla. Absténgase de reproches vio­


lentos y de órdenes desmedidas.
Póngase en el lugar de su prójimo. ¿ Qué
haría usted si recibiese reprimendas ásperas
u órdenes dadas en tono duro ? Las primeras
lastimarían cruelmente su orgullo ; las segundas
herirían su amor a la independencia, & incluso
su sentido de la dignidad.
No trate a los demás como no le gustaría
que le tratasen a usted.
Hacemos aceptar sin trabajo los reproches
justificados, cuando los formulamos de manera
cordial y humana.
Empiece usted por un preámbulo afable, que
será como untar de aceite los rodajes. Comience
por destacar los méritos de su interlocutor,
por efímeros que le parezcan. Ese primer con­
264 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

tacto le dispondrá a escuchar lo que venga des­


pués. Añadirá usted que quisiera verle extender
sus méritos o tal o cual puesto en que su
actividad se manifiesta con menos acierto.
No vacile, por lo demás, para atenuar el
escozor de su amor propio herido, en reconocer
las deficiencias de usted mismo. De esa ma­
nera no habrá razón alguna para que le guardo
a usted rencor. Esa pequeña confesión dará
a su conversación un aire de franqueza y de
cordialidad del mejor efecto.
Haga notar indirectamente los errores y las
faltas que deba usted señalar. Con ello ate­
nuará lo duro del golpe que va a asestar.
Cuentan que un ingeniero norteamericano se
encontró en su fábrica, donde estaba prohibido
fumajr, a un hombre con un cigarrillo encendido
en la boca. Ese obrero, 'trabajador hábil, pasaba
por ser respondón. El ingeniero se libró bien
de hablarle alto; lo que hizo fué acercarse
al hombre sonriendo, y tenderle su pitillera :
« Venga usted conmigo ál patio, le dijo; fu­
maremos un pitillo mientras charlamos un mo­
mento. » El obrero estimó que tenia un buen
patrón, y desde ese momento evitó desobede­
cerle.
Cuanto más desagradable haya de ser para
su interlocutor la reprimenda, más ingeniosidad
empleará usted para hacérsela aceptar sin irri­
tación. Si él busca alguna disculpa para ex­
plicar su conducta, escúchele usted con indul­
gencia, sin dejar de sostener firmemente su
punto de vista. De esa manera le concedará
DE CULTURA PSÍQUICA 265

una mínima satisfacción de amor propio, que


le hará más aceptable su confusión.
Cuando sus reproches hayan ido seguidos de
enmienda, apresúrese usted a reconocerlo asi.
La justicia impone las. felicitaciones no menos
que las reprimendas; es una política excelente
alentar la buena voluntad.
Ordene usted en la menor medida posible;
sugiera, más bien. Deje gustosamente a sus
subordinados el mérito de las iniciativas que
les haya inspirado usted.

Quinta regla. ¡ Discusiones, nunca 1


Aunque tenga usted razón mil veces, evítelas a
toda costa. Ño conducen a nada : el que se
equivoca se aferra, en ellas, a su sentir con
mayor terquedad aún ; el que está en lo cierto
corre peligro de dejar de tener razón, al em­
plear en la discusión términos hirientes.
Deje hablar, pues, libremente a su interlo­
cutor. Cuando haya descargado su bilis, o juz­
gará más sensatamente las cosas, o no cam­
biará de punto de vista. En ambos casos, quien
saldrá ganando será usted : en el primer caso,
su adversario habrá pasado a ser de su opi­
nión; en el segundo, habrá evitado usted aca­
lorarse en balde.
*
**
Con ser útil para todos, el arte de manejar
a los hombres es particularmente necesario para
quienes poséen autoridad.
Ahora bien, cualquiera que sea nuestra situación,
casi todos tenemos una superioridad o ciertas
266 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

cualidades que nos imponen el deber de ejercer


una buena influecnia en torno nuestro. Un pa­
dre de familia tiene hijos que formar ; un
artesano tiene obreros a sus órdenes; un co­
legial cuyo ascendiente sufren sus camaradas
se convierte en el que los .arrastra a todos.
Un verdadero jefe no se contenta con hacerse
obedecer : debe hacerse querer.
Se hace obedecer por la fuerza tranquila de
su energía y por su dominio de sí. Se hace
querer por los procedimientos que hemos ex­
puesto en este capítulo y en el precedente'.
Que un jefe dé ordenes claras, precisas, ca­
tegóricas, es su papel. Hace falta, además, que
inspire a los que le rodean el amor al deber.
Tiene que ser un excitador de entusiasmo. La
labor llevada a cabo por la coacción nunca, ha
valido lo que la ejecutada por el impulso cordial.
Un verdadero jefe no se limita a mandar :
educa, en el sentido etimológico de la pala­
bra. Se inclina 'sobre los más débiles de sus
subordinados para mejorarlos y alzarlos a un
valor más grande. Quien no lo comprenda así, aún
no ha entrevisto el ideal magnífico' del jefe.

*
**

Primer ejercicio. Examínese sobre sus rela­


ciones con el prójimo. ¿ Sabe usted empujar
mañosamente a éste a entrar en sus planes ?
¿ Tiene la costumbre de ponerse en el lugar
de sus interlocutores cuando tiene algo que
pedirles o alguna reprimenda que infligirles ?
DE CULTURA PSÍQUICA 267

¿ Se le escapan palabras duras o violentas


cuando dirije usted reproches o da órdenes ?
¿ Sabe evitar cuerdamente las discusiones ?
Busque, entre las reglas arriba indicadas, las
que más necesidad tiene usted de observar.

Segundo ejercicio. Siga desde hoy los con­


sejos contenidos en este capítulo. Trate, em­
pleando nuestros procedimientos, de conseguir
algo de una persona de las que le rodean.
Pídale, por ejemplo, a su asistenta o mu­
chacha que limpie a fondo los cristales de su
biblioteca, trabajo que no se hace todos los
días.
Elija el mejor momento para, hablarla. No
vaya a molestarla cuando esté cuidado del
asado puesto al horno o con una tortilla, en
la sartén. Felicítela por la limpieza en que
tiene su piso; que este cumplido la anime a
pasar cuidadosamente el plumero a sus libros,
que a pesar de su vigilancia se cubren de polvo.
Si tiene usted alguna observación que hacer
a. alguno de su familia, no lo deje para mañana.
Hágalo sin tardanza, pero trácese de antemano
su línea de conducta, ajustándose a las reglas
que le hemos expuesto.

Tercer ejercicio. Ya se ha entrenado usted en


el espíritu de observación. Apliqúese a estudiar
a tal o cual persona a la que conozca bien.
Busque los argumentos que convendría emplear
con esas personas para lograr eventualmente su
concurso en este o en el otro asunto.
268 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

XXI

El Descanso

Todo trabajo debe ir intercalado de descansos,


y el trabajo intelectual más que otro alguno.
Nuestras fuerzas musculares, nerviosas, cere­
brales, tienen límites que no se rebasan im­
punemente.
Si todos reconocen la necesidad de un des­
canso que la naturaleza nos impone, muchos
no saben descansar por completo y de manera
verdaderamente reparadora.
Para mantenerse en forma, tiene usted que
concederse un sueño suficiente y procurarse
por el día momentos de recreo. Si no, arrui­
nará su salud, lo que le hará imposible el
trabajo serio.
♦**
En el capítulo en que tratamos de la dis­
persión mental le hemos prescrito a usted ejer­
DE CULTURA PSÍQUICA 269

cicios de concentración, destinados a aumentar


su poder de atención. Vamos a indicarle ahora
unos ejercicios de desconcentración, que le harán
más provechosos los descansos.
Para ser bien comprendido y correctamente
ejecutado luego, el primero de esos ejercicios
exige algunas explicaciones preliminares.
¿ Ha mirado usted nunca a un camino que se
extiende en línea recta hasta perderse d,e vista :
una vía férrea, por ejemplo, que en una lon­
gitud de varios kilómetros se dirige en línea
recta hacia el horizonte ? Habrá usted obser­
vado que las dos orillas de la carretera y los
dos rieles parecen acercarse cada, vez más, y
juntarse en lontananza. Por eso es por lo que
las reglas de la perspectiva exigen que las
líneas paralelas, en un dibujo, vayan a parar
al mismo punto, llamado « punto de escape ».
Dese cuenta de este principio de perspectiva
examinando su aplicación a un cuadro que
represente un paisaje.
Dicho esto, va usted a vec cómo ha de eje­
cutar este ejercicio de desconcentración.
Siéntese cómodamente en un butacón confor­
table, da manera que se encuentre usted bien a
gusto. Cierre los ojos y represéntese mental­
mente dos líneas paralelas que se junten en
un punto de escape tan lejano como sea posible.
Siga esas líneas hasta el lugar en que se unan.
Este ejercicio hay que llevarlo a cabo en el
espacio de seis a siete segundos.
Quizá le cueste algún trabajo representarse
esas dos líneas hasta su punto de encuentro.
Que esa ligera dificultad no le desanime; con
270 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

un poco de paciencia, acabará usted por lo­


grarlo.
Cuando haya adquirido usted la costumbre
de seguir esas dos líneas hasta su punto de
escape, añada a este ejercicio un nuevo elemento
que aumentará su valor. Expulse lentamente
el aliento sin dejar de seguir Jas dos líneas
imaginarias. Para, que esté ejecutado perfec­
tamente, el ejercicio debe durar el tiempo de
una expiración prolongada.
Repita este ejercicio cinco o seis veces se­
guidas, cuando deje usted el trabajo para tomarse
un poco de descanso.
Correctamente hecha, esta gimnasia mental
le procurará un alivio inmediato. Experimentará
usted una sensación de bienestar, como si le
hubieran dado masaje en la frente a la altura
de las sienes. Le parecerá que su fatiga cere­
bral ha salido de su cabeza y se ha ido allá
donde las dos líneas que la imaginación de
usted sigue se encuentran en el mismo punto
de escape.
Otro ejercicio, el de la relajación muscular,
da excelentes resultados.
Incluso cuando creemos estar inactivos, nues­
tros músculos se hallan en estado de snmicon-
centración. Esa semiconcentración provoca un
gasto de energía nerviosa. Además, como toda
concentración muscular, produce toxinas. Ahora
bien, la relajación muscular suprime el gasto
de energía y la producción de toxinas.
Verá usted cómo se practica este ejercicio.
Siéntese en una buena butaca ó, de preferen­
cia, tiéndase en un diván, con la cabeza un
DE CULTURA PSÍQUICA 271

poco alta. Afloje entonces todos sus músculos


de manera que 'se pongan como inertes y blan­
dos. Es menester que, si le agarran a usted
por el brazo, éste vuelva a caer como una, masa;
es preciso que, si levantasen en volandas su
cuerpo, los miembros se zarandeasen como los
de un cadáver.
Por regla general, este ejercicio no se logra
sin cierto entrenamiento. Le recomendamos a
usted que empiece por hacer experiencias par­
ciales; afloje primeramente el brazo derecho,
luego el izquierdo, después las piernas, después
el tronco, en seguida los músculos de la cara, y
de la boca.
Diez minutos de relajación muscular procuran
al cuerpo y al espíritu un descanso saludable.
*
**
El sueño es el gran descanso de que a dia­
rio tenemos necesidad. Duerma usted ocho ho­
ras cada noche, en una habitación bien venti­
lada, y de preferencia con la ventana entrea­
bierta.
Si sufre usted de insomnios, no acuda a
los remedios hipnóticos. Una higiene bien di­
rigida le asegurará un descanso apacible.
Haga ejercicio físico; tome por la noche una
comida más ligera; no prolongue sus trabajos
intelectuales hasta la hora de acostarse. No
se conceda la siesta piar la tarde, con el pre­
texto de que por la noche no ha dormido,.
En la cama, acuda a los ejercicios de descon­
centración y de relajación más arriba indicados.
272 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

Si no llega a verse libre de sus insomnios,


consulte con su médico.
*
**
Concédase algunos recreos en el curso del
día. No olvide usted que el recreo, para que
distienda el espíritu, ha de ser activo.
La actividad de que aquí hablamos no sig­
nifica esfuerzo, y menos aún esfuerzo penoso.
Se opone únicamente a la pasividad, que per­
judica al cerebro, porque engendra la dispersión
mental.
Con pretexto de descansar, ciertas personas
se dan a pensar en las Batuecas, dejándose
llevar de acá para allá, al antojo de su ima­
ginación. Un pensamiento llama al otro; y
acaba por encontrarse uno a cien leguas de su
punto de partida. Eso no deja de tener sus
peligros.
Las ideas son fuerzas poderosas, peligrosas a
veces; un hombre sensato no les abre la puerta si
no es mirando muy mucho Jorque hace. Además,
la mala costumbre de seguir sin resistencia el
curso del divagar debilita la potencia mental.
En la economía del ser humano, la inteligencia
desempeña el papel de jefe; no haga usted
de ella un despojo. No pierda nunca el control
de sus ideas.
Otras personas, para descansar, no hacen
nada, no piensan en nada. Cálculo absurdo.
« La naturaleza tiene horror al vacío », dicen
los filósofos; « la vida — añaden — está en
el movimiento ». La ociosidad total cansa más
DE CULTURA PSÍQUICA 273

que un trabajo moderado; le hace caer a uno


en un tedio incurable, destruye la energía inte­
lectual y mional, lleva a la pereza y a lai
abulia; en una palabra, atrofia las facultades
del alma.
Otras personas, en fin, toman su recreo en­
tregándose a algún juego o a algún trabajo
manual; pero lo hacen sin espíritu de conti­
nuidad. Cambian de juego a cada, instante;
no terminan ningún trabajo empezado. En un
capítulo precedente le citábamos a usted cier­
tos radioescuchas que se pasan el tiempo dán­
doles vueltas a los mandos de su apa -
rato, y nunca siguen un concierto. Los recreos
así entendidos, más aburren que divierten, can­
san más que reposan.
El mejor descanso se lo depararán a usted
los ejercicios físicos y las ocupaciones fáciles.
Le recomendamos muy en particular los pa­
seos, sobre todo por el campo. Andiar campo
a traviesa., por entre la maleza, a orillas del
mar, activa la respiración, da aire puro a los
pulmones, desentumece las articulaciones, hace
funcionar dos músculos.
Los hombres de estudio que han llegado a
la madurez deben preferir la marcha, a. pie a. los
deportes violentos, que gastan mucha fuerza
y por el exceso de cansancio contrarían el
trabajo intelectual.
Vea usted ahora, a título de indicación, al­
gunas ocupaciones fáciles que le procurarán
agradables recreos.
La música descansa, calma y eleva el alma.
10
274 MÉTODO PROGRESIVO Y COMPLETO

En su célebre obra Las fluientes, el P. Gratry


la recomienda como uno de los mejores pasa­
tiempos para, después de cenar. Pocos aficiona­
dos son capaces de descifrar las inmortales
obras maestras de Bach, Mozart, Beethoven. Los
progresos del gramófono y dé la radio permiten
escuchar la mejor música, ejecutada por artistas
célebres y por orquestas afamadas.
La fotografía, que exige bastante pocos gas­
tos si se atiene unió a los formatos reducidos,
fáciles de ampliar, le ocupará a usted sin can­
sarle, y perpétuará el recuerdo de sus viajes,
de los acontecimientos dichosos de su vida..
El dibujo y la pintura le permitirán realizar
trabajitos encantadores y embellecer su hogar.
Lo mismo decimos de las artes decorativas y
de la encuadernación. Se puede adquirir pronto
una habilidad real y, con un poco de gusto,
conseguir muy buenos resultados. Ciertas per­
sonas logran de esta manera, divirtiéndose, in­
gresos complementarios.
Estos trabajitos constituyen excelentes re­
creos. Aun así, conviene poner en ellos la aten­
ción suficiente.
No nos cansaremos de repetirlo : no hay
cosa que más perjudique a la salud intelectual
y moral que dejar a la imaginación que vaga­
bundee. Aceptar ese defecto es tanto como ab­
dicar de todo control cerebral.
El descanso que se toma fuera del suena
no consiste en dispensar la. atención, sino' en
aplicarla suavemente a ocupaciones prácticas.
*
**
DE CULTURA PSÍQUICA 275

Primer ejercicio. Empiece desde hoy a hacer


ejercicios de desconcentración. Cuando haya;
logrado usted ejecutarlos correctamente, apli­
qúese a la práctica de la relajación muscular.
Cuando estos ejercicios hayan acabado por
serle familiares, recurra frecuentemente a ellos.
Se los recomendamos especialmente después de
un trabajo cerebral prolongado.

Segundo ejercicio. Escoja una ocupación fácil


(arte de adorno, coleccionismo, trabajos menu­
dos) que le depare el recreo más adecuado a
sus gustos.
Llegamos aquí al final de nuestro trabajo; no
nos queda más que dar a usted un último
consejo.

Ha venido usted siguiéndonos capítulo tras


capítulo, estudiando nuestras teorías y sometién­
dose a los ejercicios que se le indicaban. No
relegue ahora nuestro Método al fondo de su
biblioteca; aún tiene usted necesidad de ser­
virse de él. Los primeros resultados que ha
obtenido necesitan ser mejorados. Siga usted,
púies ajustándose a nuestros consejos; sólo una
labor perseverante hará de usted el hombre que
ambiciona llegar a ser, y le asegurará los éxitos
debidos al mérito.
ÍNDICE

I. — Aclaraciones preliminares.................................. 7
11. — Higiene física fuerza mental........................ . 21
III. — El desperdicio de fuerzas mentales : la Emo­
tividad................. 33
IV. — El desperdicio de fuerzas mentales: la Expan-
sividad................................................ 48
V. — El desperdicio de fuerzas mentales : necesidad
de la calma exterior.................... 63
VI. — El desperdicio de fuerzas mentales : la Disper­
sión ................................................ 76
VII. — La timidez..................................................... 90
VIII. — Cómo adquirir aplomo..................................... 105
IX — Orden y método.............................................. 116
X. — El empleo del tiempo...................................... 130
XI. — La autosugestión.............................................. 143
XII. — El espíritu de observación.............................. 159
Xlll. — El juicio................................................. 171
XIV. — El mecanismo 'psicológico y la Voluntad . . 184
XV. — El entrenamiento de la Voluntad..................199
XVI. : — El desarrollo racional de la Memoria.... 215
XVII. — La Mnemotecnia : los procedimientos prácticos. 225
XVIII. — La Imaginación...............................................234
XIX. — El arte de hacerse simpático. < .......................... 244
XX. — Cómo manejar a los hombres . ......................... 259
XXL - El descanso................................................................ 268
SE TERMINÓ DE IMPRIMIR
EN AVIÑON (FRANCIA) EN
LOS TALLERES GRAFICOS
DE LA EDITORIAL AUBANEL
PÍRE EL DÍA 11 DE MAYO
DE 1948.

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