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Tomo ii
Los gobernadores de la
Revolución mexicana, 1911-1968
Coordinador
Gilberto J. López Alanís
Preámbulo
5
del gobernador Francisco Cañedo en junio de 1909 dejó un interreg-
no que quiso cubrirse con la elección de Diego Redo de la Vega en
ese mismo año, para terminar el período en 1912; sin embargo, el es-
tallido revolucionario interrumpió aquella perspectiva neocañedis-
ta y en 1911 se convocó a nuevas elecciones, de las cuales emergió
como triunfador el viejo liberal José Rentería Félix. Aquí encontra-
mos una de las originalidades de la continuidad institucional en Si-
naloa: el caudillaje y dominio de los grupos armados en la geograf ía
de la entidad reclamaron para sí la conducción política en medio de
un poder Legislativo que permaneció incólume.
Por su parte, Juan M. Banderas se mantuvo fiel a su condición de
catalizador de la inconformidad de la población y se propuso convo-
car a elecciones desoyendo las indicaciones centralistas que preten-
dían dejar el poder en manos de un allegado a Manuel Bonilla, inte-
grante del gabinete del presidente Francisco I. Madero.
Las primeras elecciones de la Revolución mexicana en Sinaloa,
suficientemente documentadas en los archivos del Congreso del Es-
tado de Sinaloa, marcaron los comportamientos de los gobiernos
posteriores, con diferentes modalidades hasta sucumbir al centralis-
mo, pero con un alto índice de «libertad» regional.
Es pertinente advertir al lector que en su lectura encontrará que
la diversidad de los estilos de los autores que abordan este período es
un valor agregado en el presente tomo: en algunos casos los autores
son tan lejanos generacionalmente a los acontecimientos que tienen
que centrarse exclusivamente en lo documental, pero en otros —qui-
zá desde el general Gabriel Leyva Velázquez hasta Leopoldo Sánchez
Celis— su experiencia vital y su conciencia de la memoria colectiva
los acerca a la época o al personaje de manera casi natural, aunque
siempre es necesario el proceso de búsqueda de documentación que
certifique lo expresado.
Ya Hobsbawm (1995) nos advierte sobre la muerte de la memoria
histórica y de la importancia de los historiadores en su recuperación.
Quizá estamos construyendo un puente historiográfico hacia genera-
ciones alejadas de la lectura de libros en papel y más ligadas a las pro-
Preámbulo | 7
Celso Gaxiola Rojo
Gobernador interino en 1911
9
tesorero Amado A. Zazueta. Algún tiempo después el mazatleco
Teodoro Lemmen Meyer, ocupó también el cargo de secretario».
(Alarcón, 2013: 107)
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Bibliografía
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Oriundo de Tepuche, municipio de Culiacán, nació un 24 de ju-
nio de 18721 Juan Manuel Banderas Araiza, conocido como el Aga-
chado, esto por un defecto f ísico que lo obligaba a caminar encorva-
do, fue un hombre corpulento y fuerte que medía 1.90 m de altura.
Sus padres fueron Francisco Banderas Valenzuela y María Jesús Arai-
za Castañeda. (Alarcón, 2013: 39)
Su padre lo reconoció legalmente a la edad de 19 años, se le regis-
tró como Juan, pero Banderas se anexaba Manuel. Cabe mencionar
que recibió educación primaria.
Antes de abanderar la causa revolucionaria, Banderas laboró en
una empresa minera explotada por norteamericanos. Menciona el
historiador Antonio Nakayama que el valor personal, la reciedum-
bre de su carácter y el odio a la injusticia, hicieron que la juventud
del nacido en Tepuche fuera azarosa. Claro ejemplo de esto es cuan-
do en cierta ocasión miró a un minero (capataz) estadounidense que
golpeaba a un trabajador, intervino y a fuerza de puñetazos impidió
que continuara castigándolo. Incluso Juan Manuel ya tenía noticias
de que trataba a los trabajadores como a bestias y ya había asesina-
do a varios de ellos. Entonces el yanqui enfurecido sacó la pistola y
Banderas se vio obligado a desenfundar la suya y lo mató, motivo por
el cual fue perseguido por las autoridades hasta el estado de Duran-
go; por su valentía y capacidad no lo aprendieron, así llegó al mineral
llamado San Fernando, donde nuevamente escapó de sus persegui-
dores en forma peliculesca y sin apoyo alguno hizo frente a 25 rurales,
dándose a la fuga a punta de balas (Nakayama, 1977: 23). Era un hom-
bre arrojado que le hacía honores a los pantalones que traía puestos,
ahora sí que éste era un Juan sin miedo, tirando balas y a mano limpia
defendió al pueblo y sobre la marcha tuvo tintes políticos.
Para ubicarnos geográficamente es conveniente mencionar que el
mineral de San Fernando, enclavado en la sierra duranguense, en los
límites con Sinaloa y Chihuahua, se encontraba a 146 km de Culiacán
(Alarcón, op. cit.: 40). Posteriormente se escapa a la sierra de Badira-
1 Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa, Fondo del Registro Ci-
vil, Culiacán, 1891, Libro 76, Acta 75, Foja 208.
Diferencias político-ideológicas
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Bibliografía
«Conciudadanos:
»A todos nos consta que por Decreto No. 25, expedido por el Con-
greso, fui nombrado gobernador interino del estado de Sinaloa.
»No obstante de que dicho nombramiento mereció la apro-
bación tanto del Presidente de la República, señor De la Barra,
como del ministro de Gobernación, Sr. Lic. don Emilio Vázquez
Gómez [...] Posteriormente el nuevo ministro de Gobernación,
señor García Granados, engañado por los falsos informes que
respecto a la situación de Sinaloa ha estado recibiendo de la ca-
marilla científica que, huyendo del estado, ha ido a refugiarse a
la capital de la República, me ha pedido que renuncie a mi cargo
y se nombre gobernador por la Legislatura a un señor Maxemín.
»Este gobierno ha creído de su deber no acceder a los deseos
del señor ministro de Gobernación [...] porque según los artícu-
los 39 y 40 de la Constitución federal, la soberanía reside esencial
y y originalmente en el pueblo, y los estados de nuestra entidad
federativa son libres y soberanos en su régimen interior, de don-
de se deduce que el gobierno federal no puede legalmente inmis-
cuirse en los asuntos interiores del estado de Sinaloa, sólo en los
casos previstos por el mismo pacto federal.
»Admitir, pues, que el ministerio de Gobernación quite y
ponga gobernadores en el estado [...] Sería admitir la violación de
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los científicos. Redo ganó las elecciones pero el régimen porfirista en
Sinaloa se enfrentó a una derrota política; por eso, cuando Francisco
I. Madero se presentó en Sinaloa, al iniciar en 1910 la segunda fase de
su gira por el país, encontró signos de una violencia larvada y el ren-
cor político de las tendencias antirreeleccionistas, que se integraron
en clubes y desarrollaron una eficaz propaganda contra el régimen y
que encontraron en el estallido revolucionario su cauce y su represa.
Por diversas circunstancias, José Ferrel no quedó en el ánimo de
los grupos revolucionarios a la derrota del porfirismo en Sinaloa.
El campo político propiciado por los primeros acontecimientos fue
ocupado por los jefes de guerrillas que aparecieron en toda la geogra-
f ía sinaloense, que además representaban fielmente al sector mayori-
tario de la población y sus actividades productivas.
En Sinaloa, la guerrilla de la Revolución mexicana fue minero
gambusina, ranchero vaquera y campesina labradora; sin embargo, a
la hora de elegir un jefe político, se pronunciaron por Enrique More-
no Leyva, minimizando a Manuel Bonilla, el cual se integró al gabine-
te del presidente Madero como ministro de Comunicaciones. Bonilla
había sido electo presidente del Club Antirreeleccionista en Culia-
cán durante la visita de Madero en enero de 1910 y, antes, se había
destacado como hombre de las confianzas de Cañedo, por lo que los
grupos guerrilleros no le tenían estimación ni confianza. Después, la
reciedumbre y el valor de Juan M. Banderas lo hacen de facto el hom-
bre fuerte del estado y es en su interinato cuando se desarrollaron las
elecciones extraordinarias para completar el período que dejaron in-
concluso Francisco Cañedo y Diego Redo.
Banderas, en lugar de entregar el poder a otro destacado porfiris-
ta como le urgían desde la ciudad de México, impulsó a Celso Gaxiola
Rojo, gobernador interino designado por el Congreso del Estado el 3
de junio de 1911, a lanzar la convocatoria a elecciones extraordinarias,
desobedeciendo las indicaciones que a través de Manuel Bonilla le
hizo el ministro de Gobernación. Banderas se impuso y después de
lanzada la convocatoria se registraron dos candidatos: José Rentería
y José A. Meza.
Cuadro 1
Sinaloa: elecciones para gobernador en 1911
Distrito Rentería Meza Banderas Otros
Culiacán 2 060 1 433 - 1
Cosalá 1 977 254 - -
San Ignacio 1 533 90 1 1
Concordia 1 853 22 2 4
Rosario 3 359 - 140 1
Mazatlán 5 410 74 6 5
Mocorito 2 084 30 - 2
Sinaloa 2 601 144 - -
Badiraguato 677 432 1 2
El Fuerte 3 823 1 450 - -
TOTAL: 25 377 3 929 150 20
Fuente: Elecciones de gobernadores de Sinaloa, 1911, M.S., tres tomos, Congreso del
Estado de Sinaloa.
Conclusiones
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Bibliografía
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al régimen porfirista y compañero de lucha de Gabriel Leyva Solano;
el otro candidato fue el choicense Alejandro Ross Vega.
Felipe Riveros fue electo gobernador para el período que empezó
el 27 de septiembre de 1912 y concluiría en igual fecha en 1916. De-
signó como secretario general de Gobierno a Joaquín Noris y a José
G. Heredia como magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del
Estado.
Durante su gestión combatió la lucha zapatista y trató de apa-
gar los levantamientos por el asesinato del presidente Madero. Des-
aprovechó la oportunidad política de trascender tras el proditorio y
deleznable acto del general Victoriano Huerta, al ser invitado por su
paisano Rafael Buelna para desconocer al usurpador; incluso emitió
declaraciones de preservar la paz social, creyendo en la palabra del
golpista y manteniéndose en el poder de manera endeble ante la críti-
ca de grupos maderistas que se levantaron en armas en varios puntos
de la geograf ía sinaloense. A la postre fue traicionado por el mismo
Victoriano Huerta, que no creyó en la adhesión de Riveros y lo detu-
vo en la ciudad de México.
Durante su gobierno, Felipe Riveros careció de recursos econó-
micos suficientes para cubrir con regularidad los sueldos a los maes-
tros, a tal grado que se vio en la necesidad de presentar una iniciativa
al Congreso para cerrar temporalmente el Colegio Rosales, argumen-
tando que el deber primordial de su gobierno era atender la enseñan-
za primaria.
Con tal objeto se nombró una comisión para estudiar el proble-
ma, integrada en su gran mayoría por catedráticos de la citada insti-
tución, misma que presentó una solución que contempló descontar
un 5 % de sus sueldos a todos los funcionarios y empleados estatales,
con excepción de los que ganaran menos de 50 pesos mensuales.
La Cámara de Diputados aprobó el dictamen de la comisión y los
burócratas fueron sangrados en sus percepciones a partir del mes de
diciembre de 1912 hasta el 28 de febrero de 1913. Así es como Riveros
logró, en parte, resolver el problema de pago al magisterio sinaloense.
Saúl Armando Alarcón Amézquita (2011: 95) anota que en diciem-
bre de este mismo año, el grupo político de Riveros, a través del dipu-
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El 25 de mayo de 1915 entró en vigor la ley del 6 de enero de 1915
(de entrega de tierras a los pueblos, publicada en esa fecha), para lo
cual integró la comisión estatal correspondiente, proponiendo a la
homóloga nacional la organización de un «centro liberal nacional que
se encargara de unificar el criterio de la operación» en los estados.
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Bibliografía
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La derrota ferrelista, donde se sintió la intimidación, la coerción
a la clase trabajadora y el manejo de la milicia rural por parte del gru-
po redista, dejó sembrado de cuadros combativos el mapa político de
Sinaloa, así que cuando Diego Redo de la Vega asumió el poder, mu-
chos de ellos se apegaron a la propuesta maderista señalada en La su-
cesión presidencial de 1910, libro con el cual Francisco I. Madero se
presentó como candidato a la presidencia de la República.
La propuesta de estallar la revolución el 20 de noviembre de 1910
lanzada por Madero a través del Plan de San Luis, entusiasmó a un
grupo de luchadores sociales en el cual se encontraba Ramón F. Itur-
be y que al ser descubiertos se remontaron a la sierra de Sinaloa for-
mando guerrillas ligadas a los sectores productivos. Iturbe logró
consolidar su liderazgo y junto con otras facciones revolucionarias
participó en la toma de Culiacán en 1911.
Junto con Juan M. Banderas y otros revolucionarios trabajó
por la victoria electoral de 1911, donde salió electo el profesor José
Rentería, que hizo grandes esfuerzos para no ser arrollado por los
cuadros maderistas encabezados por Manuel Bonilla, hasta que,
obligado por Madero y depuesto por el Congreso estatal, dejó el
gobierno de Sinaloa.
La controvertida permanencia de Francisco I. Madero como pre-
sidente de la República desembocó en su asesinato en el año 1913, en
lo que conocemos como la Decena Trágica, provocando una defini-
ción norteña por el regreso a la legalidad, constituyéndose una opo-
sición constitucionalista encabezada por el gobernador de Coahuila,
Venustiano Carranza.
Iturbe se mantuvo fiel al maderismo y asumió su responsabilidad
constitucionalista con Venustiano Carranza; logró importantes vic-
torias militares entre Sonora y Sinaloa. Carranza reconoció el grado
de brigadier a Iturbe y lo ascendió a general de brigada el 28 de oc-
tubre de 1913. Bajo el mando del general Obregón atacó Mazatlán en
enero de 1914; colocado el puerto en estado de sitio, Obregón siguió
su tránsito hacia la ciudad de México para recibirla de manos del
Ejército Constitucionalista en agosto de 1914.
Fue más explícito al señalar que los enemigos del pueblo se en-
contraban en el mismo Congreso, y el encargado de encabezar tal
oposición fue el diputado por el 14° distrito electoral de El Fuerte,
Miguel L. Ceceña, quien argumentó que a Iturbe no le alcanzaba la
El gobierno de Iturbe
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Bibliografía
Ramón F. Iturbe
Nicolás Vidales Soto
95
fuerza para levantar la carabina, junto con muchos otros de la región
del viejo mineral.
Fue en el pueblo de Bamopa, municipio de Badiraguato, don-
de Eliseo vio la primera luz, el 24 de mayo de 1885; fue hijo de Pe-
dro Quintero y de doña Rafaela Quintero, quienes cuando el niño
cumplió dos años lo sacaron de este pueblo y lo entregaron a una tía
materna que no tuvo hijos pero que tenía mejor manera de vivir. La
nueva familia salió de aquellas escarpadas montañas a buscar me-
jor suerte y se trasladó a vivir a la cabecera municipal de Badiragua-
to, en donde inició la primaria a la edad de seis años. Era septiembre
de 1891. Posteriormente, buscando otros horizontes, se trasladaron a
Culiacán, gracias a lo cual Eliseo se inscribió en el Colegio Rosales,
quedando formalmente matriculado en octubre de 1900.
Pero la suerte cambió de rumbo. Su padre adoptivo fracasó en al-
gunos negocios y además enfermó. Eliseo tuvo que abandonar los es-
tudios y trabajar. Logró que lo contrataran en el comercio La Torre
de Babel. Muy pronto don Pedro, su padre biológico, enfermó grave-
mente en Bamopa, y casi al mismo tiempo falleció también su padre
adoptivo, por lo que juntó a las dos viudas y se replegó a Bamopa a
hacerse cargo del escaso capital que aún les quedaba allá.
Ya como residente en la sierra, y como ya había alcanzado un ni-
vel de estudios destacado para la época y su medio, le extendieron un
nombramiento de juez menor, colector de rentas del Estado y del
Municipio, en Santiago de los Caballeros. Pero esta actividad no le
redituaba para cubrir las exigencias económicas, por lo que en 1910
presentó su renuncia. Emprendió entonces la compra de ganado para
venderlo en las plazas de Culiacán. Pasarían dos meses cuando en
el Mineral de Santiago dieron muerte en un asalto a un empresario
minero, el estadounidense Alejandro K. Como el juzgado permane-
cía acéfalo, consideró su deber trasladarse a Santiago a integrar el
expediente, por considerar la trascendencia internacional del caso.
Como lo suponía, sucedió: las consecuencias no se hicieron esperar
y el caso provocó remolinos de presiones. Las autoridades superiores
le fincaron responsabilidades a quien sin recibir remuneración algu-
na había servido en la función pública,
3 Ídem.
4 Ídem.
5 Ídem.
6 Ídem..
r
Bibliografía
7 Ídem.
105
la tienda de raya, donde duró dos años, optando por regresar a su tie-
rra cuando finalizó 1912.
La posición de Miguel Ceceña, como hombre político emanado
del porfirismo pero abiertamente simpatizante de Madero, hizo que
él siguiera ocupando puestos en el gobierno; así transcurrieron esos
aciagos años en que el país se desangró.
Cuando entró el año de 1915, precisamente el día 1 de enero, Mi-
guel asumió el cargo de juez civil, puesto en el que duró cuatro me-
ses; después buscó un puesto político más importante, y entregó la
oficina a Anacleto Hernández; en noviembre de ese año tuvo lugar
la sangrienta batalla de El Fuerte entre carrancistas y villistas, con de-
sastrosa derrota para estos últimos; eran los estertores de la famosa
División del Norte, que en El Fuerte realizó su último intento por de-
rrotar al carrancismo.
Con los ánimos un poco más calmados, en 1916 se lanzó en busca
de una diputación local, cargo que consiguió e inmediatamente cam-
bió su residencia a Culiacán. Comenzó esta etapa política en 1917,
formando parte de la XXVII Legislatura con tan buena actuación
que fue reelecto para el siguiente período, que abarcó de 1918 a 1919,
años en que el país ardía políticamente; precisamente en el cuatrie-
nio 1917-1920 tienen lugar los siguientes sucesos: Carranza asumió
la presidencia de la República, se promulgó la nueva Constitución
federal, asesinaron a Emiliano Zapata, fusilaron a Felipe Ángeles, se
proclamó el Plan de Agua Prieta, asesinaron al presidente Carranza,
Villa se rindió al gobierno de Adolfo de la Huerta y Obregón protes-
tó como Presidente.
Cuando se pronunció el movimiento contra el presidente Carran-
za, en el llamado Plan de Agua Prieta, Sinaloa era gobernado por Ra-
món F. Iturbe que, fiel a Carranza, se dispuso a combatir a los obre-
gonistas, para lo cual se retiró de la gubernatura, que por ministerio
de ley asumió Miguel Ceceña el día 31 de diciembre de 1919 en el puer-
to de Mazatlán, donde en ese momento se encontraban los poderes
del estado, desplazados precisamente por los sonorenses, que al apo-
derarse de la capital en Culiacán eligieron su propio gobernador en
la persona de Alejandro Ross Vega, nombrado por Ángel Flores; este
Miguel L. Ceceña
Nicolás Vidales Soto
n. a. El autor agradece a Ernesto Gatica Moreno y Benito Guerra sus apor-
taciones para la realización del presente texto.
111
reportó 25 522 votos a favor de Ángel Flores contra 76 de Juan Ca-
rrasco. El 24 fue declarado Gobernador Constitucional de Sinaloa
por el Congreso del Estado y recibió el mando el día 27 por parte de
Enrique Pardo, presidente del Supremo Tribunal de Justicia, en au-
sencia de Alejandro Ross Vega.
Antecedentes
113
grumete, cargador de muelle o capataz de cuadrilla, se había forjado
como hombre de temple y conocedor de que el destino era capricho-
so y nada era gratis en esta vida. Sus biógrafos no se ponen de acuer-
do acerca de su instrucción, pues mientras unos aseguran que era un
hombre autodidacta y aficionado a la lectura, otros lo presentan con
escasa preparación, y con profundas limitaciones para enhebrar una
frase coherente.
Era, en todo caso, un hombre forjado en la universidad de la vida. Y
lo más importante, conocedor del mundo, pues como grumete realizó
innumerables viajes durante su juventud. Esta experiencia templó su
carácter. Vivió un tiempo en San Francisco, California, y durante su es-
tancia en esta ciudad adquirió más seguridad, convicción y firmeza en
sus decisiones. Estas cualidades resultarían de enorme valía en su des-
empeño como marino, donde las labores no eran nada fáciles y cuando
se decidió a tomar las armas lo hizo porque no hubo otra salida.
Ángel Flores, nos dice Jesús María Figueroa Díaz, era
Acciones de gobierno
las tareas públicas que promovió hablarían por él. Tales estuvieron
dirigidas, principalmente, a impedir el reparto agrario por lo que
obstaculizó sistemáticamente las labores de la CNA en la entidad.
También se preocupó por poner al día los esquemas de cacicaz-
gos locales a través del recurso administrativo de la redistritación
lo que permitió actualizar los perímetros de operación y capacidad
de maniobra de los mismos. También evitó, en alguna medida, que
algunos territorios fueran sujetos de reparto, al otorgarles cate-
goría urbana. (Ibíd.: 66-67)
7 APEC-FT, Fondo Álvaro Obregón. enero 16 de 1924, exp. 202, inv. 4737.
8 AHA-APS, noviembre 4 de 1925, exp. 8064, caja 522, ff. 636-646.
9 AHA-APS, junio 1o de 1927, exp. 8064, caja 522, ff. 231-232 y 262.
10 AHA-APS, abril de 1927, exp. 8064, caja 522, f. 235, en Paliza, Juan L.
(1928: 32-37). En AGN, Galería 3, Fondo Lázaro Cárdenas, septiembre 3 de
1937, exp. 151.3/846.
Un gobernador de claroscuros
11 AHA-APS, mayo 11 de 1933, exp. 8237, caja 557, ff. 10-11.
12 AGN, Galería 3, Fondo Obregón-Calles, diciembre 24 y 26 de 1920, exp.
816-R-16.
13 Ibíd., abril 2 de 1922, exp. 101-M-37, ff. 1-3.
Epílogo
r
Bibliografía
137
estado. Rigoberto fue un pediatra de fama mundial que llegó a la gu-
bernatura en sustitución del Lic. Enrique Pérez Arce; Saúl, abogado
de profesión, relevó por unos cuantos días al gobernador Pablo Ma-
cías Valenzuela, a raíz de que fue intervenido quirúrgicamente; tam-
bién fue magistrado y presidente del Supremo Tribunal de Justicia
del Estado.
José Aguilar Barraza se levantó en armas el 20 de marzo de 1913
en la región del río Elota, al frente de una guerrilla, desconociendo
al gobierno del usurpador Victoriano Huerta. Según la información
proporcionada por el profesor Reynaldo López Zamora, cronista ofi-
cioso de Elota, el tecuyense tuvo de compañero en esta aventura re-
volucionaria a su primo Óscar Aguilar —a quien Álvaro Obregón
mandaría fusilar en Monterrey años después—, Doroteo y Adolfo
Urrea, Martín Cepeda, Basilio Torres, Telésforo Aguilar, José Sara-
bia, Ángel Escalante, Refugio Macías, Agustín Millán, Simón Velar-
de y Juan Nassen. En el rancho Los Naranjos, próximo a La Cruz, se
le incorporaron el director político de Elota, Genaro M. Velázquez, y
los policías Emiliano Sáinz y Francisco Celis.
El bautizo de fuego para el grupo rebelde sobrevino al día siguien-
te en el pueblo de Elota, al sostener un combate con las fuerzas gu-
bernamentales. Ocho días después, Aguilar Barraza se incorporó con
su raquítica fuerza a una fracción del 2° Cuerpo Rural que comanda-
ba el mayor Claro C. Molina, en Cosalá, quien le otorgó el grado de
teniente. Con este revolucionario se mantuvo hasta el 15 de julio, y
luego ingresó al 2° Batallón Regular de Sinaloa; por sus méritos, se
convirtió en el jefe de dicho cuerpo, del que se separó cuando asumió
la comandancia militar en la plaza de Culiacán, en la que permaneció
hasta el 30 de septiembre.
Su hoja de servicios es extensa. Tuvo participación en batallas
tanto en Sinaloa como en Sonora, que le valieron merecidos ascen-
sos: el 8 de julio de 1913, el gobernador Felipe Riveros le otorgó el gra-
do de capitán 1° de las fuerzas constitucionalistas, reconocido por
Venustiano Carranza, el 20 de febrero de 1914 en Hermosillo; el 1 de
noviembre de ese año, el general Ramón F. Iturbe, jefe de la Brigada
de Sinaloa, lo ascendió a mayor de infantería y dos meses después a
Contando con el respaldo del general Ángel Flores, fue gobernador in-
terino del 9 de octubre de 1920 al 21 de marzo de 1923, o sea, casi todo
Numeralia
Talleres:
• Carpintería. Se repararon 47 mesabancos y elaboraron 45 cama-
rotes, puertas y ventanas para la escuela de Ixpalino y la recons-
trucción de la casa del vivero forestal.
• Talabartería. Funcionó regularmente, trabajándose además en
pequeñas obras ordenadas por este Ejecutivo.
• Sastrería. Trabajó todo el año elaborando ropa que usan los alum-
nos, que se repartió en el mes de mayo.
• Zapatería. El calzado elaborado resultó muy fuerte, aunque no
vistoso y a un costo aproximado de 40 pesos el par.
• Música. Se entregaron 20 tambores, 20 cornetas para la banda de
guerra y 6 instrumentos para la banda de música.
r
Bibliografía
ΕΕ Figueroa Díaz, José María (1986). Sinaloa, poder y ocaso de sus go-
bernadores: 1831-1986, diciembre. Culiacán: El Diario de Sinaloa.
ΕΕ ________ (1996). Los gobernadores de Sinaloa 1831-1996, 3ra. ed. Culia-
cán: Once Ríos Editores.
145
responsabilidad del Ejecutivo estatal Manuel Rivas Mejía hasta el día
31 de octubre del mismo año, sustituyéndolo Victoriano Díaz Angu-
lo, diputado por la región del Évora. En los siete meses de ejercicio
como gobernador interino impulsó algunas actividades que se rese-
ñan en el informe que leyó el 15 de septiembre a la Cámara de Dipu-
tados, texto del cual se han sintetizado las que más contribuyeron al
desarrollo de nuestra entidad.
José María Figueroa apunta que posteriormente a esta experien-
cia gubernamental, Rivas Mejía se ausentó de la política, reapare-
ciendo en el comité de campaña del candidato Enrique Pérez Arce
cuando empezó su gira de proselitismo por la gubernatura en 1950.
(Figueroa, 1989: 128-129)
Aguilar y López (2005, 165-169) refieren que en el mismo año, su
reaparición en la vida política regional lo condujo a la candidatura
—por el PRI— a la alcaldía de Culiacán y después del proceso elec-
toral se desempeñó en el cargo de presidente municipal durante el
trienio 1951-1953, impulsando la urbanización del primer cuadro de
la capital sinaloense a pesar de la oposición de algunas familias que
se ampararon por la decisión del munícipe.
Sin embargo, el principal campo de actividad de Manuel Rivas no
era la política, sino la economía. Sostienen los académicos universi-
tarios Aguilar Aguilar y López que
r
Bibliografía
149
del estado. Otras de sus ocupaciones habituales fueron la agricul-
tura y la avicultura. Murió en Guadalajara, Jalisco.
Sección Administrativa
Como asuntos importantes de los que conoció inmediatamente
esta sección, debo referirme a las elecciones de poderes federales
y locales, efectuadas el día 6 de julio del corriente año.
Deseando el Ejecutivo del estado que con la oportunidad de-
bida se hicieran los preparativos para estas elecciones, con fecha
6 de octubre del año próximo pasado expidió un decreto divi-
diendo el territorio de esta entidad en seis distritos electorales, de
conformidad con lo dispuesto por los artículos 1° y 14 de la Ley
Electoral, y tomando como base el censo de 1910.
[...]
Respecto de las elecciones locales informó que en su oportuni-
dad se giraron las instrucciones necesarias a los ayuntamientos. En
virtud de que la Ley Electoral del Estado contenía preceptos que
estaban en desacuerdo con la Constitución local, el Ejecutivo so-
Inspección escolar
Sintiéndose la necesidad de un cuerpo de maestros que llevara las
orientaciones técnico-administrativas a los distintos lugares don-
de existe un plantel educativo, el H. Congreso apoyó la iniciati-
va del Ejecutivo autorizando en el nuevo presupuesto de egresos
la planta de inspectores que dos años atrás había sido suprimida.
Funcionaron regularmente cuatro inspectores, habiéndose di-
vidido el estado en igual número de zonas: dos al norte y dos al sur.
Últimamente se nombró el quinto inspector que marca el pre-
supuesto de egresos vigente para Mazatlán y Culiacán, y sus servi-
cios se aprovecharon para visitar las escuelas de Ahome y Los Mo-
chis, con motivo de la celebración de los reconocimientos finales.
Sección de Fomento
Del informe particular de esta sección aparece que el servicio me-
teorológico establecido en esta capital ha funcionado normalmen-
te, rindiendo su informe telegráfico diario al Observatorio de Ta-
cubaya para la formación de la carta del tiempo de la República.
Por medio de esta sección, que tiene a su cargo inmediato el
cuidado de la salubridad pública en el estado, se combatió enérgi-
camente y con éxito la epidemia de viruela que empezó a desarro-
llarse en algunos municipios, principalmente en el de Mazatlán.
Como el desarrollo de esta epidemia hizo comprender al Eje-
cutivo la necesidad de que el estado contase con un médico es-
pecializado en estudios de salubridad, se aceptó la invitación que
el Departamento de Salubridad Pública de México nos hizo para
que enviásemos un médico a la Escuela de Salubridad establecida
en la capital de la República con el fin de formar expertos en esta
materia. Previa la autorización respectiva de esta H. Cámara de
Diputados, fue enviado a la capital para el objeto indicado el C.
Dr. Antonio Díaz Angulo.
Por ser los conflictos del trabajo materia correspondiente a
Fomento, se hace mención en este capítulo de la huelga iniciada
en los ingenios de Los Mochis y San Lorenzo el día 8 de marzo del
corriente año, y cuyo movimiento obrero revistió extraordinaria
gravedad. Algunos agitadores, con fines especulativos e inmora-
les, como llegó a comprobarse, provocaron este conflicto que es-
tuvo a punto de resolverse de manera sangrienta, a no ser por la
prudente intervención del gobierno, que envió como su represen-
Departamento de Hacienda
La tesorería ha dedicado especial empeño a la formación de la es-
tadística fiscal del estado, cuyas labores se iniciaron por acuerdo
del Ejecutivo tomando de los libros de las estaciones ferrocarri-
leras por conducto de comisiones especiales los datos relativos a
la exportación de productos agrícolas e industriales de Sinaloa,
contando en la actualidad con gran acopio de datos que en su ma-
yor parte han sido puestos en limpio y pasados a un libro especial
que al efecto se mandó imprimir.
Durante esta gestión la agricultura ha cobrado un auge ex-
traordinario y día a día crecen las extensiones de terreno sembra-
do de caña de azúcar, garbanzo, tomate y otras legumbres. El se-
ñor Gral. Obregón, en la zona del canal Rosales, experimentará
el cultivo de la piña y del plátano roatan. En Villa Unión se están
plantando viñedos de importancia, y en diversas municipalidades
se intensifican las siembras de algodón.
Numeralia
r
Bibliografía
Internet
ΕΕ biblio.juridicas.unam.mx/libros/3/1461/8.
163
Justicia
La Secretaría de Relaciones Exteriores acreditó en el estado re-
presentantes consulares de Japón, China, Bélgica y Países Bajos, a
quienes el Ejecutivo prestará la cooperación necesaria en el des-
empeño de sus funciones.
Por asuntos de carácter particular, el C. Alejandro R. Vega so-
licitó licencia de ésta H. Cámara para estar separado del ejercicio
del poder Ejecutivo, la cual le fue concedida y usó de ella del 18 al
23 de febrero último, siendo sustituido por el Dr. Benjamín Sal-
món, designado por la propia Cámara.
De conformidad con la facultad que le está conferida por la
Constitución del estado, el Ejecutivo expidió títulos de abogado
en favor de Teodoro Cruz, Juan C. Trucíos y Dagoberto Castillón,
quienes fueron aprobados en los correspondientes exámenes que
sustentaron en el Colegio Civil Rosales.
Por razones que se ignoran por el gobierno, los superiores de
la Iglesia católica suspendieron los actos en los templos a partir
de la fecha en que comenzó a regir el decreto, por lo que la Se-
cretaría de Gobernación giró instrucciones para que por conduc-
to de las presidencias municipales y con sujeción al artículo 130
constitucional, se recibieran los citados templos y se entregaran
a las juntas vecinales que en cada caso se nombrarán. Tales actos
se ejecutaron y de ellos se han rendido los informes respectivos.
Sección de Fomento
Se ha seguido la construcción del camino de Zacatecas-Bajada del
Río, que es la prolongación de camino Estación Dimas-Zacate-
cas, municipio de San Ignacio. Se ha hecho la planificación deta-
llada del primer cuadro de la cabecera municipal, que comprende
las calles de Libertad a la Madero-Pino Suárez, y las trasversales
entre la de 22 de Diciembre e Independencia.
Demograf ía
Según los registros correspondientes a agosto de 1925 se observó
el siguiente movimiento en la población del estado:
Nacimientos....................................7 806
Matrimonios....................................1 226
Defunciones....................................5 700
Reparación de líneas
Más que reparación puede decirse que fue reconstrucción la que
se hizo a la que une la municipalidad de Sinaloa con la de Gua-
save, de julio a octubre de 1925, siendo los puntos extremos de
dicha reconstrucción la ciudad de Sinaloa hasta Bacatuquira.
Fue reparada la línea entre El Fuerte-Choix, cuya extensión es
de 62 kilómetros 400 metros; igualmente las líneas de Estación
San Blas-Ocoroni-Estación Naranjo, Estación San Blas-El Fuerte,
Mochicahui-Los Mochis, de Culiacán-Oso, El Cuichi-El Carmen
y Villa Unión-Rosario.
Líneas construidas
Mocorito-Estación Guamúchil, Guasave-Burrioncito y al ingenio
del propio nombre, del Pueblo de Bamoa-Estación Verdura, La
Choyita-Estación Verdura, Estación Dimas- Coyotitán y San Ja-
vier-San Agustín-Guaracha, en la municipalidad de San Ignacio.
Departamento de Educación
Se reunió a los maestros para darles conferencias pedagógicas
con duración de una semana y se estableció una Academia en el lo-
cal de la Escuela Núm. 6, con el objeto de dar a los maestros rura-
les y a los de 1° y 2° años de las escuelas elementales, durante un
mes de período de vacaciones, la enseñanza teórica y práctica so-
bre metodología aplicada, desarrollándose en forma enteramen-
te accesible y haciendo uso de los más modernos métodos de en-
señanza los programas detallados que deben regir en el próximo
período de labores en todas las escuelas rurales del estado que
han obtenido.
Al mismo tiempo, el Colegio Civil Rosales inauguró unos cur-
sos de verano consagrados también al perfeccionamiento de los
maestros de todas categorías que laboran en nuestras escuelas y
169
asentaron sus firmas como testigos Diego Redo y Manuel Clouthier.
Otra tía de Juan de Dios Bátiz, Guadalupe, era esposa de Eriberto Za-
zueta, quien se desempeñó como secretario general de Gobierno con
Cañedo y hombre de confianza del general.
La tercera tía de Bátiz Paredes llevó por nombre Luz y fue esposa
del general Luis Torres, quien gobernó el estado de Sonora y firmó el
tratado de paz con el pueblo yaqui en 1897.
Por consiguiente, la primera dama del porfiriato sinaloense, ya
viuda del general Cañedo, vio transitar la vida revolucionaria de Juan
de Dios, su sobrino; discutió con él en 1920 por las afectaciones que
el Ayuntamiento de Culiacán provocó en sus propiedades para en-
tregarlas a la Universidad de Occidente —así se llamó el anterior Co-
legio Civil Rosales en ese tiempo—, hoy Universidad Autónoma de
Sinaloa, terrenos donde están la Preparatoria Central y el Estadio
Universitario; y, sobre todo, lo vio gobernar en los años 1926 y 1927.
Doña Francisca Bátiz y Bátiz falleció en 1929.
Por lo anterior, podemos apuntar que Juan de Dios Bátiz Pare-
des sintió la opulencia cruel y el esplendor opresivo del porfiriato,
así como el estallido violento de la Revolución, y participó de una
modernidad que supuso la instauración de una paz institucional que
conllevó profundos cambios sociales en México. Bátiz actuó de ma-
nera decisiva en el modelo educativo que la Revolución propuso al
país, al organizar junto con otros destacados mexicanos el Instituto
Politécnico Nacional.
Su formación rosalina
Esto era Sinaloa cuando Juan de Dios Bátiz se hizo cargo del ré-
gimen. Cruda la expresión de Olea y dif ícil la tarea para quien, el
15 de septiembre de 1926, por Decreto No.1 de la XXXII Legislatura
que representaba al H. Congreso del Estado, fue designado como Go-
bernador Constitucional interino del estado por licencia concedida a
José María Guerrero. El Decreto No. 2 de la misma Legislatura desig-
nó a Bátiz como Gobernador Constitucional interino en sustitución
de Alejandro Ross Vega.
Uno de los primeros problemas que Bátiz enfrentó fue la petición
de restitución de tierras que formularon los comuneros del pueblo de
Navito, que alegaban que les habían sido arrebatadas para levantar
la finca denominada Eldorado, propiedad de Redo y Cía. Se estable-
cieron los alegatos: Redo y Cía. declaró que poseía 3 282 hectáreas, la
viuda de Izábal 440 hectáreas, Crisanto Rojo 285 y Francisco Arre-
dondo 851. Los Redo cedieron 300 en un lugar llamado Canachi, su-
ministrando los enseres agrícolas; los de Navito no aceptaron y ahí
terminó el litigio.
Un pleito que sí ganó el gobierno fue el de la comunidad de El
Roble, de la directoría política de Villa Unión, en el que fue afectada
la negociación azucarera de los señores Haas, con 1 108 hectáreas para
277 jefes de familia por resolución presidencial, mandamiento que se
hizo público el 25 de septiembre de 1926, diez días después de que Bá-
tiz tomó posesión como gobernador. Los vecinos de Huites del nor-
te del estado también solicitaron restitución de tierras, pero ésta no
prosperó.
r
Bibliografía
Éstas eran algunas de las sentencias que Juan de Dios Bátiz repi-
tió a lo largo de 50 años en los cientos de encuentros que tuvo con es-
tudiantes de todas las ciudades y comunidades de Sinaloa y de otras
entidades del país.
En 1936, Juan de Dios Bátiz expresó: «Los alumnos son nuestro
punto de partida, y nuestro destino es poner ¡La técnica al servicio
de la Patria!», con esa frase, que grabó en el espíritu de los jóvenes de
todo el país, Bátiz incorporó a ésa y a las siguientes generaciones, a su
sueño visionario que pugnaba por hacer de México una potencia sus-
tentada en la capacidad técnica, primero de los estudiantes del Poli-
técnico y después en el ejercicio de los trabajadores.
Juan de Dios Bátiz Paredes es hoy en día el ícono más representa-
tivo de la historia de la educación técnica en México, tanto en el ám-
bito nacional como internacional.
En este 2015, año en que se publica este libro, existimos más de
2 millones 300 mil egresados de las instituciones de educación su-
perior técnica, consecuencia del desarrollo del Instituto Politécnico
Nacional, de los cuales 280 mil somos sinaloenses. Poco más de 150
ciudades mexicanas han puesto el nombre de Juan de Dios Bátiz a
alguna de sus calles o avenidas, y existen decenas de escuelas, aulas,
laboratorios, bibliotecas, auditorios, preseas, galardones y colegios y
asociaciones de profesionistas, que llevan su nombre.
187
de 1913. Se unió a Obregón, figurando como jefe del Primer Bata-
llón de la brigada del Ejército del Noroeste. Participó, siendo coro-
nel, en la toma de Culiacán por el Ejército Constitucionalista, tras
cuatro días de combate contra tropas federales el 14 de noviem-
bre de 1913.
Al instalar Carranza su gobierno en Veracruz prácticamente
se desencadenó la guerra civil. En Sinaloa los antihuertistas se di-
vidieron; él tomó partido por Villa, junto con Buelna y Riveros, y
por Carranza, Iturbe, Hay y Carrasco. Carranza desconoció a Fe-
lipe Riveros como gobernador de Sinaloa y en su lugar nombró a
Manuel Rodríguez Gutiérrez y se profundizó más el odio, lanzán-
dose de lleno contra Carranza. Fue derrotado por una columna
constitucionalista al mando de Marcelino Mascareño en las cer-
canías de Choix el 5 de junio de 1915, y el 20 del mismo mes y año
tomó junto con Riveros El Fuerte y más tarde la villa de Sinaloa.
Iturbe, con tropas constitucionalistas bajo el mando del mayor
Gregorio Cuevas, lo derrotó en Bacamari, y finalmente los restos
del villismo fueron aniquilados en Sinaloa.
Educación
caades
r
Bibliografía
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bernadores 1831-1986, 4ta. ed. Culiacán: Once Ríos Editores.
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limpio», en Presagio. Mocorito.
ΕΕ Gaxiola, Macario. Informe del gobernador constitucional del esta-
do de Sinaloa, comprendido del 16 de septiembre de 1929 al 15 de sep-
tiembre de 1930.
ΕΕ ______ Informe del gobernador constitucional del estado de Sinaloa,
comprendido del 16 de septiembre de 1931 al 15 de septiembre de 1932.
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tado de Sinaloa/CAADES.
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Mochis», en Presagio, 18 Encuentros con la Historia, Ahome, t. i.
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2da ed. Culiacán: difocur.
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1 Texto tomado del libro Sinaloa, poder y ocaso de sus gobernadores, 1831-
1986, de José María Figueroa Díaz, pp. 91-98. Culiacán: Edición de autor.
199
Hombre de gran estatura, robusto, de piel y pelo color blanco,
bien plantado —dice José María Figueroa que lo conoció en los años
cincuenta—, era amante de la bohemia y la baraja, aunque en el pó-
ker no le favorecía la suerte.
En su juventud hizo amistad con Álvaro Obregón y después con
Plutarco Elías Calles, quien lo impulsó a la política al designarlo can-
didato al gobierno de Sinaloa representando al Partido Nacional Re-
volucionario, de quien fue el primer candidato en estas tierras. Páez
había ocupado el gobierno de Sinaloa en cuatro ocasiones cubriendo
breves licencias durante el gobierno de Alejandro R. Vega.
Sin opositor al frente, triunfó con todo el apoyo y la fuerza políti-
ca del Jefe Máximo de la Revolución, confiando en su omnipotencia
y halagando a su amigo y protector; descuidó su alta investidura y se
convirtió en un asiduo a las jugadas de póker que se organizaban en
la casa de descanso que tenía el general Calles en El Tambor, donde
acudían Jorge Almada Salido, yerno del presidente sonorense; Abe-
lino Morales, el general Juan José Ríos, el general y licenciado Aarón
Sáenz, el diputado federal Carlos Careaga, Manuel Llantada —eter-
no compañero en las giras de Calles—, los hermanos Luis y Tomás
Benvenutti, técnicos del ingenio de Navolato; Carlos de Doig Alvear
y el ingeniero Francisco Buterfield, en cuya mesa se apostaban altas
cifras de dinero, tenidas de baraja donde el gobernador perdió gran
parte de su fortuna, así como recursos del erario estatal.
Durante su mandato se enchapopotaron, por primera vez, las ca-
lles del centro de Culiacán. Inició la construcción del centro escolar
que llevó el nombre del presidente Álvaro Obregón, se enfrentó a los
embates de la cristiada, prohibió los cultos y cerró los templos reli-
giosos, alimentando un problema social de grandes dimensiones. Sus
principales colaboradores fueron Roberto Avendaño en la Secretaría
de Gobierno y Cristóbal Bon Bustamante, quien cubrió la Tesorería
General del estado al final de su administración.
A nivel nacional, el presidente Lázaro Cárdenas puso en marcha su
plan sexenal de gobierno atendiendo las demandas del pueblo mexi-
cano, que se habían quedado rezagadas en los gobiernos anteriores,
sobre todo la entrega de las tierras a los campesinos, la creación de
Prolegómenos de un gobernante
203
de aquella entidad, el C. Coronel Gabriel Leyva Velázquez, en sus-
titución del C. Profesor Manuel Páez.1
Cuadro 1
Distribución de tierra agrícola en Sinaloa, 1936-1940.
riego temporal total promedio
55 032 119 454 174 486 43 621.50
Cuadro 2
Distribución de tierra agrícola en Sinaloa, 1915-1935.
riego temporal total promedio
8 325 49 465 57 790 2 889.50
Cuadro 4
Distribución del egreso público ejercido en el concepto
de educación en Sinaloa, 1936-1940.
1936 1937 1938 1939 1940
1 202 650 1 386 216 1 304 209 1 355 273 1 532 366
Fuente: Estadísticas históricas de finanzas públicas y producto estatal bruto.
r
Bibliografía
* Este ensayo se basó en los libros Loaiza y El Gitano; Sinaloa: poder y oca-
so de sus gobernadores de José María Figueroa Díaz así como en la novela
histórica Loaiza, ¿un crimen de Estado? De la autoría de Nicolás Vidales
Soto.
219
otro sanignacense que alcanzó el generalato y también habría de ser
electo gobernador del Estado Libre y Soberano de Sinaloa. Cuando
nació Rodolfo hacía diez años que habían matado a Heraclio Bernal,
pero su corrido y sus hazañas se cantaban y contaban con especial de-
leite entre la población. En este ambiente, su infancia y adolescencia
transcurrieron sin mayor dificultad. Aprendió a leer y escribir, hacer
cuentas entendiendo cómo funcionaba el mundo en que había nacido.
Ese mundo no lo inventó él, pero tendría que conocerlo, sin saber aún
que un día intentaría transformarlo.
En 1909, a los quince años, lo sorprendió la muerte del general
Francisco Cañedo y la consecuente campaña electoral que dividió al
pueblo sinaloense en dos grandes bandos: uno, el de los partidarios de
la renovación política, encabezados por José Ferrel, periodista de com-
bate, director de El Correo de la Tarde y decano de la prensa nacio-
nal; y otros que se atrincheraban con el joven Diego Redo de la Vega,
prominente miembro de la oligarquía regional, representante de la fa-
milia más poderosa en la tierra de los once ríos y apadrinado por Por-
firio Díaz y el afrancesado José Ives Limantour, ministro de Hacienda
y asesor del mismísimo Presidente de la República. Redo pertenecía
a los científicos, naciente grupo de políticos mexicanos preparados en
Francia, quienes, ante la chochez del dictador, se sentían los legítimos
herederos del poder nacional y empezaban a mostrar sus dotes y ha-
bilidades para administrar en su beneficio los dones que la naturaleza
había depositado en el famoso cuerno de la abundancia.
Rodolfo T. Loaiza nació del matrimonio formado por José María
Loaiza y Soledad Tostado; la costumbre observada en aquellos años
indicaba imponer el apellido de la madre abreviándolo después del
apelativo de la persona, dejando que el del padre luciera en toda su
extensión, pero en segundo lugar. La pareja procreó cuatro hijos: Ro-
dolfo, María, Alberto y Santiago, que cursaron la educación primaria
elemental en el pueblo que los vio nacer.
Rodolfo fue descrito por quienes le conocieron como un hombre
de buen carácter, sincero, franco y de una palabra, leal a toda prue-
ba, capaz de construir futuros, amigable, hábil para mantener rela-
ciones con las personas haciendo amistades para siempre; cantaba
El carnaval de 1944
Conclusiones
r
Bibliografía
235
militar Sanguinés, ordenándole de inmediato atacar a los orozquistas
que se dirigían al estratégico puerto de Guaymas con el objetivo de
tomarlo. No obstante que su fuerza de ataque era menor a la del ene-
migo, el éxito de Obregón fue tal que, al rendir su parte al jefe San-
guinés, también le entregó gran número de armas y pertrechos. (Cer-
vantes, 2012: 78-79)
Tras este triunfo, Álvaro Obregón recibió nuevas instrucciones y
marchó a Hermosillo, para luego llegar hasta Agua Prieta, donde lo-
gró detener una vez más a Orozco en sus pretensiones de apoderarse
de la frontera. En ese lugar conoció al profesor Plutarco Elías Calles,
con quien estuvo ligado para siempre en la guerra, en la política y en
la muerte.
Derrotado Pascual Orozco, Obregón decidió renunciar al man-
do de las tropas federales y regresó a su hacienda de Huatabampo en
septiembre de 1912.
En cuanto a Pablo Macías Valenzuela, es importante destacar
que al asumir Álvaro Obregón el mando del Cuerpo del Ejército del
Noroeste, el joven fuertense lo acompañó en los combates de Topo-
lobampo y la toma de Guadalajara, así como en las batallas de Cela-
ya, La Trinidad, León, Silao y Santa Ana del Conde, en el estado de
Guanajuato, entre otras, ganando la confianza del Manco de Celaya
por su lealtad y bravura.
Macías Valenzuela ascendió por méritos propios. Sus responsabi-
lidades castrenses fueron muchas y de suma importancia y entre ellas
destacaremos que se desempeñó como jefe de las operaciones mili-
tares en Nayarit, distrito norte de Baja California y el estado de Sina-
loa; jefe de las 4ª, 7ª, 9ª, 10ª y 24ª jefaturas de operaciones militares, jefe
de las 9ª y 17ª zonas militares y comandante de las 15ª y 29ª.
Una de sus más altas responsabilidades fue la de secretario de la
Defensa Nacional, en el período comprendido entre el 1 de diciembre
de 1940 y el 1 de septiembre de 1942, bajo la presidencia de Manuel
Ávila Camacho; también fue comandante en jefe de la Región Mili-
tar del Pacífico, comandante de la Primera Región Militar y director
de Pensiones Militares desde el 1 de diciembre de 1957 hasta los pri-
Pablo Macías gobernó Sinaloa contra todos los pronósticos del grupo
afín a Rodolfo Tostado Loaiza. Tanto en la primera como en la segun-
da ocasión en que aspiró a la gubernatura, aparentemente fue Cárde-
nas del Río quien trató de aplacarlo.3
Desde Sinaloa llegaron intrigas al centro del país en su contra,
sin embargo logró su deseo y finalmente entró al Palacio de Gobier-
no por la vieja puerta de gruesos barrotes, ubicado en Antonio Rosa-
les 265 poniente,4 iniciando en Sinaloa el período de seis años, igual
que Cárdenas del Río lo había hecho a nivel federal en 1934. (Macías,
1945)
Otros aspirantes quedaron en el camino, como el agricultor José
Mariano Romero, Jesús Celis Campos y José María Dávila, exsenador
de la República que se consideraba con méritos suficientes para rele-
var al gobernador Loaiza.
Campaña electoral
Obra de gobierno
El sembrador de escuelas
Muchas fueron las vicisitudes que tuvo que enfrentar Pablo Macías,
primero como aspirante al gobierno de Sinaloa, en más de una oca-
sión con la oposición del propio gobernador Rodolfo T. Loaiza y des-
pués con el proditorio asesinato de éste. Tanto el Correo de Occiden-
te de José C. Valadés, editado en el puerto, como El Regional, de Luis
G. Rico, en Culiacán, lo señalaron insistentemente como su autor in-
telectual, acusaciones que tuvieron eco en la capital del país. (Paliza,
1990: 203)
Para defenderse, fueron determinantes la sapiencia y la honesti-
dad de los jueces de Primera Instancia de los distritos judiciales de
Mazatlán y Concordia, Francisco Astorga Berumen y Alberto Sán-
chez González, quienes reclamaron la competencia del fuero común
ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, entablando una con-
troversia técnico-jurídica con el juez cuarto militar de la ciudad de
México, que terminó con el fallo del más alto tribunal del país to-
mado en pleno y por unanimidad de votos, reconociendo en primer
término la competencia reclamada por Alberto Sánchez González
(Lazcano, 1992), quien llegó a magistrado y magistrado presidente
del Supremo Tribunal del Justicia del Estado de Sinaloa.
En lo álgido de esta campaña, hizo espectacular arribo a Culiacán
el procurador general de justicia de la República, Francisco González
de la Vega, acompañado de personal de la Procuraduría y de numero-
sos agentes. Un hecho que quedó para la historia fue que Macías ni
fue a recibirlo al aeropuerto ni envió representantes, y cuando se le
informó que el procurador lo esperaba en el hotel El Mayo, donde se
hospedaba, contestó: «¡El gobernador de Sinaloa está en su despacho
de Palacio de Gobierno para atenderlo!» Y ahí acudió el procurador
Conclusiones
Numeralia
r
Bibliografía
Saúl Aguilar Pico, hijo del general José Aguilar Barraza y Natividad
Pico, nació circunstancialmente en Mazatlán en el año de 1907. Ter-
minó sus estudios de licenciado en Derecho en la Facultad de Dere-
cho en la Universidad Nacional Autónoma de México, presentando
su tesis de licenciatura con el tema «El certificado prenupcial» en
1933, y ese mismo año, ubicado en Sinaloa —específicamente en Co-
salá—, empezó su carrera en el poder judicial como juez de Primera
Instancia el 13 de diciembre a los 26 años de edad. Por diversas cir-
cunstancias emigró a La Paz, Baja California, para habilitarse como
representante social el 13 de julio de 1937.
Impartir justicia según los cánones de ética y de la enseñanza reci-
bida en las aulas universitarias definieron su formación como funcio-
nario del Poder Judicial: así protegió a campesinos de los abusos de los
grandes propietarios y de las irracionales conductas de funcionarios mu-
nicipales contra sus subalternos. Otros casos de pretendidos sobornos
y conductas inapropiadas de residentes extranjeros lo hicieron respon-
der con entereza y dignidad, según muestran las anécdotas documen-
tadas por Enrique Ruiz Alba en entrevistas del año de 1977.
En 1941, en compañía del general Francisco J. Mújica, gobernador
de Baja California, escuchó la declaratoria de guerra de México pro-
nunciada por el presidente de la República, Manuel Ávila Camacho,
249
contra los países que formaron el Eje Berlín-Roma-Tokio. Al término
de la alocución presidencial, el licenciado Aguilar Pico se levantó y
espontáneamente expresó:
«Como mexicano estoy a las órdenes de mi patria y le ofrezco mis
servicios desde este momento.»
Este suceso de espontaneidad patriótica fue resaltado por Mújica
ante la Secretaría de la Defensa Nacional, y a partir de ahí fue coman-
dante de la Primera Compañía de Conscriptos Voluntarios y asesor
jurídico de la autoridad militar de ese territorio.
Derivado también de aquella espontánea manifestación recibió
una presea y un diploma en 1942, en La Paz, B. C., firmado por el co-
mandante de la Tercera Zona Militar, general Francisco J. Mújica,
por ser el primer ciudadano en ofrecer sus servicios para combatir en
el frente de guerra y capacitarse para ello.
Permaneció en Baja California Sur hasta el 31 de diciembre de
1943, cuando fue llamado por Pablo Macías Valenzuela para encar-
garse de su campaña política y participar como candidato a diputado
local por Cosalá y Elota. Logrado el triunfo, Macías Valenzuela asu-
mió al poder el 15 de septiembre de 1944 y Saúl Aguilar Pico, como
presidente del Congreso, le tomó la protesta de ley.
En esta gestión propuso la instauración de la pena de muerte, de
lo cual se derivó una encendida discusión, y al pronunciarse el dic-
tamen de dicho proyecto el titular de la Comisión de Puntos Consti-
tucionales y Gobernación, Clemente Vizcarra Franco, sufrió una re-
pentina indisposición, por lo que a él, como vicepresidente, le tocó
darlo a conocer. Se anotaron para argumentar en contra de dicho
proyecto los diputados Francisco Rivera, Miguel Navarro Franco,
Adelaido Medina y Guillermo Ruiz Gómez. (Ruiz, 1977)
Los argumentos de los diputados se fueron sucediendo uno a uno
y fue Francisco Rivera el que se opuso con más denuedo, hasta que en
supuesta posición de vengar una violación en una de sus hijas, rindió
sus armas ante el argumento de que el Estado haría justicia en este
sentido. La iniciativa fue aprobada con los votos en contra de los di-
putados que se anotaron para objetarla.
253
las mentes más consistentes que dio El Rosario en beneficio de la cul-
tura de Sinaloa y de México. En plenitud de sus facultades, fue consi-
derado un verdadero intelectual por su vasta preparación; eso le valió
para encontrar un espacio en la historia de su pueblo.
Vivió muchos años en Guadalajara, tierra de su padre, donde es-
tudió la secundaria y la preparatoria; la carrera de licenciado en Dere-
cho la realizó en la Universidad Nacional Autónoma de México; en su
juventud se adhirió a la Revolución mexicana, después fue rector del
Colegio Civil Rosales y diputado local y en la tarea de impartición de
justicia fue magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de
Sinaloa y magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La inspiración de Pérez Arce como escritor hizo que su obra lle-
gara a los sentimientos de quienes lo leían, pues en sus escritos y poe-
mas dibujaba los grandes recuerdos del México de antaño, de sus pai-
sajes, de sus costumbres, de las historias de hombres y mujeres que
permitieron comprender a su tierra y adivinar su futuro.
Su obra poética quedó plasmada en su libro Colores de México,
editado en la ciudad de México en diciembre de 1945 y que recoge 30
poemas. En abril del 2008 se realizó la segunda edición, con un tiraje
de 750 ejemplares. En ese libro sobresale «La Tambora», considerado
patrimonio cultural de los sinaloenses. El propio Pérez Arce (2008:
11) escribió:
Primer desencanto
Numeralia
r
Bibliografía
Médico gobernador
267
público que lo llevó hacia la búsqueda del bienestar social y el forta-
lecimiento de los instrumentos para impartir justicia y vigilar el cui-
dado de los menores —sobre todo los que se encontraban en riesgo
social—, sin descuidar la educación y la salud, principalmente en ni-
ños, en total concordancia con su formación profesional de médico
pediatra, demostrado en los actos de gobierno que realizó durante su
mandato.
Sin embargo, consciente de la realidad sinaloense, puso énfasis en
el desarrollo agrícola del estado, pues sabía bien que la fortaleza eco-
nómica de la entidad radicaba en la tierra como medio de producción
y también en la gente que la trabajaba, como su capital, dándole se-
guimiento al proceso de reestructuración proveniente de la reforma
agraria, que habría de marcar el desarrollo del estado en materia eco-
nómica, política y social. (Ortega, 2005: 293)
El proceso transformador que vivía Sinaloa en el período de Agui-
lar Pico venía de la década de los cuarenta con un aire restaurador
por los principios modernizadores y de justicia social nacidos de la
Revolución mexicana. Las innovaciones realizadas afectaron directa-
mente al sector agrícola; en consecuencia, se iniciaron trascendentes
transformaciones como la llamada revolución verde que, como tal,
aumentó la productividad especialmente en el trigo. Otros cambios
positivos fueron el mejoramiento de las técnicas para el cultivo del
algodón, la introducción de nuevos cultivos como el sorgo, el cárta-
mo y el tomate de vara, y en otro sentido la construcción de la carre-
tera Guadalajara-Nogales, terminada en 1952, que permitió comuni-
caciones más rápidas hacia los Estados Unidos y el centro del país.
(Ibíd.: 297)
Esto puso al estado de Sinaloa en un contexto totalmente distinto
a los años anteriores, rompiendo las barreras y el encierro comercial
de sus agricultores, sin embargo este desarrollo no tuvo una repercu-
sión inmediata: no eran tiempos sencillos, e incluso la forma en la que
Aguilar Pico llegó al gobierno sinaloense es señal inequívoca de ello.
A la administración de Rigoberto Aguilar Pico se le puede con-
siderar un proceso que comenzó por la transformación de sí mismo,
pues el galeno nunca había ejercido el poder desde un puesto emi-
Orden y justicia
Invasiones de tierras
Hijo de agricultor, Rigoberto Aguilar Pico sabía del valor del buen
uso de la tierra para el estado. Una destacada labor había llevado a su
familia a ser una de las más importantes en esa materia. De este co-
nocimiento derivó la plena comprensión de la existencia de proble-
mas para un campo, pese a su riqueza, en ciernes.
El gobernador Aguilar reconoció la existencia de:
Una y otra vez las más diversas razones siguen justificando las accio-
nes de Aguilar Pico:
r
Bibliografía
Éstas, algunas de sus últimas palabras, hacen sin duda menos pe-
nosa su ausencia, pues dan una idea clara de la conciencia que él te-
nía de sí mismo, como espíritu satisfecho que, con toda razón, sin
jactancia de ninguna especie, concretaba en la idea precisa de haber
sido útil a sus semejantes. Ojalá y todos los médicos pudiéramos te-
ner estas convicciones antes de llegar al final de nuestras vidas.
293
Anastasia Velázquez, levantó una flamígera acusación que el general
Juan M. Banderas turnó al Congreso del Estado de Sinaloa, donde se
formó una comisión de jurado al respecto (López, 2010). Entre los acu-
sados figuraron Ignacio M. Gastélum, el capitán Antonio Barreda y el
gobernador Diego Redo de la Vega. La acusación se concretó en lo si-
guiente:
1. Que al señor Redo le hacía el cargo de que ella cree, que él fue el
que dio la orden de fusilar a su marido.
2. Al señor Barreda le hace el cargo de ser cómplice en el asesinato
de su esposo, por ser prefecto del distrito de Sinaloa.
3. Al señor Gastélum le hace el cargo de creerlo también cómplice
en el referido asesinato, puesto que era juez de Primera Instancia
de Sinaloa.
Este jefe tiene un criterio vasto para desarrollar con buen éxito
los asuntos que, dado su puesto, se le encomiendan; tiene deci-
dido interés en cumplir con sus obligaciones, haciendo que los
jefes, oficiales y tropa de la brigada estén a la altura de su de-
ber. Nunca manifiesta repugnancia para cumplir las órdenes su-
periores ni permite que sus inferiores lo hagan, no rehúye el ser-
vicio que implique aumento de fatigas, es un jefe que se ha hecho
acreedor al aprecio de sus superiores y nunca ha dado lugar a que
se le haga observación alguna. (hoja de servicios en la sedena)
Agricultura y ganadería
Pensiones
Archivos
Tesorería
Infraestructura hidráulica
Labor cultural
Último comentario
319
Sus primeros años los vivió en esa villa donde aprendió a leer y
escribir; después la familia se trasladó al puerto de Mazatlán, donde
culminó sus estudios elementales; siguiendo los impulsos de la vida,
posteriormente viajó a Culiacán para inscribirse en la escuela secun-
daria del Colegio Civil Rosales, donde aprendió a cultivar la amistad,
uno de los dones característicos de su personalidad.
Conoció la zozobra social causada por el movimiento de los re-
novadores, que por medio de las armas en 1929 se opusieron a la im-
posición callista en la persona de Emilio Portes Gil a la presidencia
de la República y entendió que sólo el respeto a la voluntad popular
expresada en las urnas electorales era el camino firme y seguro para
garantizar el desarrollo de la sociedad.
Las condiciones económicas le obligaron a abandonar los estu-
dios secundarios, pero entendió que los libros eran portadores de
importantes conocimientos; se convirtió así en un autodidacta ávido
de aprender, abrevando sobre todo en los temas de historia, materia
que concibió como «la gran maestra de la humanidad».
Vivió los momentos propios de la juventud culiacanense, partici-
pó en los festejos de una sociedad en formación y amplió su círculo
de amigos, oportunidad que nunca despreció. Su destacado lideraz-
go entre los miembros de su generación lo llevó a la ciudad de Méxi-
co, donde participó en la formación de la Confederación de Jóvenes
Mexicanos. Volvió a Sinaloa y a finales de los años treinta se identifi-
có plenamente con la política, ser y razón de su vida, encontrando en
el loaicismo los postulados del discurso cardenista que desde la pre-
sidencia de la República llamaba a reorganizar al país para cumplirle
a las masas campesinas su demanda de tierras, escuelas para la niñez,
sindicalización de los trabajadores y, desde luego, la recuperación de
los recursos naturales para beneficio de la nación. La expropiación
del petróleo en 1938 fue un acto inolvidable durante el resto de su
vida porque en ella reconoció la voluntad del presidente para defen-
der los recursos naturales e impulsar el desarrollo nacional.
En 1940 ingresó a la campaña del coronel Rodolfo T. Loaiza,
quien por segunda ocasión pretendía la gubernatura del estado. Su
responsabilidad fue la organización de los jóvenes campesinos, inte-
Obras públicas
Hemos realizado en construcción de carreteras una inversión que
no tiene precedentes de 175 millones; durante el sexenio, la Jun-
ta Local de Electrificación, el Gobierno del Estado y los pueblos
invirtieron 46 732 000 pesos en 800 kilómetros de líneas transmi-
Acción agraria
El viernes de cada semana, durante seis años, acompañado de los
funcionarios federales y estatales que manejan los programas de
los campesinos, en el local de la Liga de Comunidades Agrarias,
recibí en audiencia pública a comisiones de ejidatarios. Obtuvi-
mos magníficos resultados, muchos problemas se resolvieron de
inmediato y otros se tramitaron ágil y oportunamente.
Industrialización
En el mes de abril de 1967, celebramos el primer Congreso para
el Desarrollo Industrial de Sinaloa, cuya memoria concentra to-
Materia fiscal
La obra de seis años destaca el crecimiento de un pueblo en todos
los órdenes, en todos los niveles, y reafirma sus valores morales,
políticos y sociales. Sinaloa se ha transformado y seguirá trans-
formándose positivamente por la voluntad de su pueblo.
La responsabilidad del gobernante es cada día más compleja
y de mayor magnitud. Gobernar es luchar, trabajar sin límite de
tiempo, conocer hombres y problemas, estructuras y potencia-
les económicos; de la capacidad y de las decisiones de los grupos
sociales; ser su promotor y guía en su dinámica creadora; vigilar
y salvaguardar su patrimonio, su libertad, su dignidad y su vida.
Numeralia
r
Bibliografía
ΕΕ López Alanís, Gilberto (2000). Daba todo por sus amigos. (Testimo-
nio de Manuel Moreno Rivas sobre Leopoldo Sánchez Celis), Academia
Cultural Roberto Hernández Rodríguez, Archivo Histórico General del
Estado de Sinaloa, colección Nuestro Tiempo, núm. 1. Culiacán.
ΕΕ Sánchez Duarte, Leopoldo (2015). Inédito. Fotocopia.
345
al municipio de Sinaloa (Navidad, 2013: 126), pero luego se separó de
aquella municipalidad durante el gobierno del general Ángel Flores.
Este municipio, que al paso de los años se convertiría en el emporio
agrícola de México, dio la bienvenida a un joven de nombre Fortuna-
to Álvarez Gaxiola, quien llegó a ejercer la teneduría de libros y quien
más tarde se casaría con la maestra Ciria René Castro Soto, el 30 de
diciembre de 1928; de este matrimonio nacieron Graciela, Mario y
Fortunato.
Álvarez Gaxiola ingresó al círculo político de Guasave, donde fue
bien aceptado, y pronto fue electo presidente municipal (1945-1946),
dejando inconcluso el período para contender por una diputación al
Congreso del Estado; lo sustituyó Andrés F. Meyer, quien cubrió el año
de 1947 (Ídem). Debido a sus ocupaciones legislativas, fue necesario
que Álvarez Gaxiola se trasladara en 1947 a Culiacán con su familia,
donde Fortunato, de tan sólo 14 años, ingresó a la Universidad de Si-
naloa para concluir la secundaria que había iniciado en Magdalena,
Sonora (Noroeste, 2011); más tarde se tituló como licenciado en Dere-
cho por la Universidad Nacional Autónoma de México. Para entonces
Guasave había alcanzado el rango de ciudad, en agosto de 1954.2
La entrada a la política
Fortunato gobernador
La familia de Fortunato
r
Bibliografía
353
electoral donde la población eligiera al gobernador del estado,
evitando que los grupos derrotados recuperaran el poder.
3. La elección de José Rentería fue la demostración de la fuerza del
poder popular, ya que ganó abrumadoramente en la elección de
1911, conquistando al mismo tiempo la animadversión de los por-
firistas y la del mismo presidente Madero, que no tardó mucho
tiempo en solicitarle la renuncia. Esta transición se realizó con el
apoyo popular, pero fue rechazada por el gobierno federal hasta
lograr la aprehensión y renuncia de Rentería, ante la incapacidad
de las fuerzas locales para hacer respetar su decisión.
4. El aparato administrativo siguió operando con la misma estruc-
tura hasta que se erigieron los municipios, sin que se mostraran
grandes cambios y actitudes de mando en los personajes que asu-
mían el poder; un dato significativo es que la Cámara de Diputa-
dos continuó reeligiendo personajes ligados al cañedismo.
5. Esta etapa quedó marcada por la guerra: el Ejército federal, en-
viado por Madero y después por Carranza, salió a combatir a los
orozquistas, zapatistas y villistas, y una vez que la División del Nor-
te derrotó a la maquinaria militar en Zacatecas, se sucedieron los
enfrentamientos entre los caudillos de la Revolución —Villa con-
tra Carranza— hasta combatir la imposición de la candidatura
del general Álvaro Obregón en 1927. La guerra fue el común de-
nominador en este tiempo y con ella se enseñorearon la incer-
tidumbre, la anarquía, el desorden económico y la inestabilidad
política y social.
6. En Sinaloa, los caudillos —Flores e Iturbe— principalmente lle-
garon al gobierno del estado más por la fuerza de las armas y el
apoyo de los hombres fuertes del país que por la decisión de los
ciudadanos. La incertidumbre de su permanencia les impidió la
realización de un plan rector de gobierno, ya que la máxima ur-
gencia era atender las necesidades del Ejército, casi siempre al
mando del gobernador.
7. La improvisación era la norma pública en la actuación de los go-
bernadores, ya que la atención de las inmediateces requería toda
su atención. Las acciones que brillaron en estos gobiernos, como
359
Juan Salvador Avilés Ochoa
(Mocorito, 1959). Cronista oficial. Ingeniero civil por la Universidad Autó-
noma de Sinaloa, maestro en Aprovechamientos Hidráulicos por la Univer-
sidad Nacional Autónoma de México y doctor en Administración Pública
por la Pacific Western University. Doctor en Ciencia Política por el Centro
de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos. Es au-
tor de Mocorito 400: Microhistoria, Voz del Norte. Espejo del Mocorito por-
firista y Gobernantes de Mocorito. Fundador de La Crónica de Sinaloa, A. C.
Presidente Municipal de Mocorito (2002-2004), Coordinador General de
Extensión de la Cultura y los Servicios de la UAS. Director del Instituto Mu-
nicipal de Cultura Culiacán, a partir de 2014.
El licenciado Fernando
Solana, secretario de Edu-
cación Pública (primero a
la izquierda) hace guardia
de honor en los funerales
del ingeniero Juan de Dios
Bátiz Paredes.
Macario Gaxiola.
Manuel Páez.
Coronel Alfredo Delgado.
Coronel Rodolfo T. Loaiza.
Rodolfo T. Loaiza rindiendo un informe de gobierno.
El presidente Adolfo López Mateos devela la placa del estadio municipal
de Mazatlán junto a él Gabriel Leyva Velázquez y Antonio Toledo Corro.
El Gral. Gabriel Leyva Velázquez, a su izquierda Fidel Velázquez
y Vicente Lombardo Toledano.
El gobernador
Leopoldo Sánchez
Celis y su señora
esposa Blanca Duarte
López.
Como candidato a la gubernatura le acompañan Alfredo Valdés Montoya y Miguel
Leyson Pérez.
Fortunato Álvarez Castro rinde protesta como gobernador interino del Estado
de Sinaloa.
Preámbulo......................................................................................5
415
El gobierno de Iturbe..................................................................... 85
Ramón F. Iturbe | Nicolás Vidales Soto.......................................87
Índice | 417
Pablo E. Macías Valenzuela | Teodoso Navidad Salazar...... 235
El joven Pablo Macías Valenzuela entra a la Revolución............ 235
Sus campañas por la gubernatura............................................... 238
Campaña electoral....................................................................... 239
Obra de gobierno........................................................................ 240
Siempre al filo de la navaja..........................................................242
Conclusiones................................................................................245
Índice | 419
Conclusiones del período.................................................. 353
Álbum fotográfico......................................................................367