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Los gobernadores de

Sinaloa ante la historia


(1831-2011)
Heriberto M. Galindo Quiñones
Coordinador general de la obra
y Presidente de la Fundación para Mover y Transformar a Sinaloa, A. C.

Nicolás Vidales Soto


Coordinador del proyecto historiográfico

Héctor Alfonso Torres Galicia


Director general de la Fundación para Mover
y Transformar a Sinaloa, A. C.

Ronaldo González Valdés: Primeros gobernadores en Sinaloa, 1831-1855


Nicolás Vidales Soto: Los gobiernos liberales en Sinaloa, 1855-1911
Gilberto J. López Alanís: Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968
Roberto Soltero Acuña: Los gobernadores de la modernidad, 1969-2011
coordinadores de bloques temáticos

Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Tomo II. Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968

Primera edición, octubre de 2015

Producción: Fundación para Mover y Transformar a Sinaloa, A. C.

D. R. © Heriberto M. Galindo Quiñones


D. R. © Andraval Ediciones, S. A. de C. V.
Juan de la Barrera, 1927 Nte.
Tierra Blanca, 80030,
Culiacán (Sinaloa).

Maritza López, editora

Portada e interiores: Fabiola Vázquez


Archivos fotográficos: ahges, INEHRM, INAH, Archivo Miguel Tamayo Espinosa de los
Monteros, Andraval Ediciones y archivos particulares de Adrián García Grimaldo,
Jesús García Rodríguez, Armando Nava y Jaime Sánchez Duarte.
Videograbación de entrevistas y promoción audiovisual: Jorge Aragón Campos
Revisión final: Jaime Sinagawa Montoya

ISBN: 978-607-7860-54-9 (Obra completa)


ISBN: 978-607-7860-57-0 (Tomo Ii. Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968)

Impreso en México / Printed in Mexico

Prohibida la reproducción parcial o total de la presente publicación por cualquier medio


sin la previa autorización por escrito de los propietarios de los derechos reservados.
Los
gobernadores
de Sinaloa
ante la historia
(1831-2011)
Coordinador general
Heriberto M. Galindo Quiñones

Tomo ii

Los gobernadores de la
Revolución mexicana, 1911-1968

Coordinador
Gilberto J. López Alanís
Preámbulo

Visualizados en su conjunto, quienes gobernaron Sinaloa de 1911 a


1968 son muestra de un ejercicio del poder marcado por las luces y
sombras de cada uno de ellos, pero a la vez diverso, atractivo y plural.
Los gobiernos que procedieron de la lucha armada de lo que co-
nocemos como Revolución mexicana en Sinaloa no pudieron ser
ajenos a las estructuras sociales, económicas y culturales del régimen
anterior, conocido como porfiriato a nivel nacional y en nuestro es-
tado como cañedismo.
A partir del 25 de mayo de 1911, cuando el presidente Porfirio
Díaz renuncia a su alta investidura y la ciudad de Culiacán es toma-
da por las fuerzas revolucionarias, se perfila una nueva estructura de
poder en la que los actores políticos del antiguo régimen y los caudi-
llos triunfadores se enfrentaron a nuevas perspectivas; así, centralis-
mo y regionalismo fueron las tendencias políticas que se dirimieron
en la conformación del nuevo estatus.
¿Cómo darle continuidad al ejercicio del poder en Sinaloa? ¿Cómo
hacerlo atractivo a una población harta de los abusos de un grupo pri-
vilegiado? A esa disyuntiva se enfrentaron los grupos triunfadores para
dar institucionalidad a lo conquistado por medio de la lucha armada
contra los representantes militares de la dictadura. El fallecimiento

5
del gobernador Francisco Cañedo en junio de 1909 dejó un interreg-
no que quiso cubrirse con la elección de Diego Redo de la Vega en
ese mismo año, para terminar el período en 1912; sin embargo, el es-
tallido revolucionario interrumpió aquella perspectiva neocañedis-
ta y en 1911 se convocó a nuevas elecciones, de las cuales emergió
como triunfador el viejo liberal José Rentería Félix. Aquí encontra-
mos una de las originalidades de la continuidad institucional en Si-
naloa: el caudillaje y dominio de los grupos armados en la geograf ía
de la entidad reclamaron para sí la conducción política en medio de
un poder Legislativo que permaneció incólume.
Por su parte, Juan M. Banderas se mantuvo fiel a su condición de
catalizador de la inconformidad de la población y se propuso convo-
car a elecciones desoyendo las indicaciones centralistas que preten-
dían dejar el poder en manos de un allegado a Manuel Bonilla, inte-
grante del gabinete del presidente Francisco I. Madero.
Las primeras elecciones de la Revolución mexicana en Sinaloa,
suficientemente documentadas en los archivos del Congreso del Es-
tado de Sinaloa, marcaron los comportamientos de los gobiernos
posteriores, con diferentes modalidades hasta sucumbir al centralis-
mo, pero con un alto índice de «libertad» regional.
Es pertinente advertir al lector que en su lectura encontrará que
la diversidad de los estilos de los autores que abordan este período es
un valor agregado en el presente tomo: en algunos casos los autores
son tan lejanos generacionalmente a los acontecimientos que tienen
que centrarse exclusivamente en lo documental, pero en otros —qui-
zá desde el general Gabriel Leyva Velázquez hasta Leopoldo Sánchez
Celis— su experiencia vital y su conciencia de la memoria colectiva
los acerca a la época o al personaje de manera casi natural, aunque
siempre es necesario el proceso de búsqueda de documentación que
certifique lo expresado.
Ya Hobsbawm (1995) nos advierte sobre la muerte de la memoria
histórica y de la importancia de los historiadores en su recuperación.
Quizá estamos construyendo un puente historiográfico hacia genera-
ciones alejadas de la lectura de libros en papel y más ligadas a las pro-

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puestas electrónicas; sin embargo, aun mantener en archivos electró-
nicos estos acercamientos al ejercicio del poder público en Sinaloa
requiere de un esfuerzo colectivo.

Preámbulo | 7
Celso Gaxiola Rojo
Gobernador interino en 1911

Miriam Faviola Soto Quintero

En mayo de 1911 la ciudad de Culiacán, capital del estado de Sinaloa


y sede de los poderes estatales, cayó en poder de los grupos revolu-
cionarios comandados por los caudillos Juan M. Banderas y Ramón
F. Iturbe; en los mismos días, Mazatlán fue ocupado por Justo Tira-
do. Antes de la toma de la ciudad, Francisco I. Madero había enviado
a Manuel Bonilla para encabezar la revolución en estas tierras, pero
los grupos guerrilleros ya habían elegido por jefe a Juan M. Banderas,
oriundo de Tepuche, distrito de Culiacán, lo cual marcó la primera
gran diferencia entre estos dos personajes.
Saúl Armando Alarcón Amézquita explica cómo se dio el trasla-
do del poder Ejecutivo de Sinaloa a las fuerzas insurrectas:

El día 2 de junio, después de la rendición del coronel Morelos,


el ingeniero Bonilla propuso la organización de la Junta Militar
del Estado de Sinaloa; para ello, se reunieron los jefes revolu-
cionarios que se encontraban en Culiacán, los cuales nombraron
a los siete miembros de la Junta Militar: «habiendo sido electo
presidente de ella el jefe de las armas, Sr. Juan M. Banderas, vice-
presidente el jefe Ramón F. Iturbe, Gregorio L. Cuevas, Zeferino
Conde y Aurelio Acosta; además, fueron nombrados como auxi-
liares de la Junta Militar, como secretario, Carlos S. Vega y como

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tesorero Amado A. Zazueta. Algún tiempo después el mazatleco
Teodoro Lemmen Meyer, ocupó también el cargo de secretario».
(Alarcón, 2013: 107)

Según Manuel Bonilla, la Junta Militar «quedó formada por los


jefes más caracterizados del norte, centro y sur de Sinaloa, así como
de dos miembros del partido antirrreeleccionista que creí indispen-
sables como elemento moderador de los acuerdos de dicha Junta».
(Ídem)
Continúa Alarcón Amézquita diciendo:

En cuanto se eligió la Junta Militar, el ingeniero Bonilla se dirigió


en una circular «A los jefes, oficiales y soldados del Ejército Li-
bertador de Sinaloa»: «He recomendado especialmente a dicha
Junta, por encargo del señor Madero, que proteja la reparación
de ferrocarriles y telégrafos, la seguridad personal y los intereses
del pueblo y habitantes; que forme las hojas de servicios bien de-
talladas y comprobadas de los jefes, oficiales y soldados; que pro-
curen trabajo a los que quieran dejar el servicio y que en todos los
actos continúe dando el Ejército el ejemplo más alto de orden y
moralidad.»
Para sustituir a Redo en la gubernatura del estado, desde
que llegó Bonilla a Sinaloa, el 22 de mayo, propuso a los doctores
Martiniano Carbajal y Enrique González Martínez, siendo este
último el secretario general de gobierno del Estado. Madero, para
atraerse el apoyo de los ricos hacendados, industriales, mineros
y comerciantes porfiristas, aprobó a González Martínez para go-
bernador interino y se lo propuso a su vez, el 27 de mayo, al pre-
sidente interino Francisco León de la Barra. Al día siguiente, por
telegrama, León de la Barra, a través de Madero, desde Ciudad
Juárez, le indica a Redo la conveniencia de que a su renuncia lo
sustituya González Martínez.
Durante las negociaciones, antes de la toma de Culiacán,
Bonilla y Banderas le propusieron a Redo que González Martínez
lo sustituyera en la gubernatura. Cuando finalmente Culiacán fue

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tomada por las fuerzas revolucionarias, Madero ya no creyó ne-
cesario que el gobernador interino fuera González Martínez, te-
legrafiándole a Bonilla, el primero de junio, a través de Martín
Espinosa, desde Tepic, lo siguiente: «Celebro capitulación Culia-
cán. Que Legislatura nombre gobernador usted indique, el cual
ocupárose pacificar y reorganizar estado. Usted marche México
lo más pronto posible».
Con el aval de Madero, Bonilla se decide por su cuñado, Celso
Gaxiola Rojo; luego de lograr el apoyo de la Junta Militar, Bonilla
instruye a los diputados de la XXV Legislatura local, para que en
sesión del 3 de junio nombren gobernador interino a Celso Gaxiola
Rojo, de acuerdo al artículo 40 de la Constitución de Sinaloa.
La Legislatura estaba constituida por porfiristas nombrados
por Redo, que durante el resto de su gestión se dedicaron a legiti-
mar los actos del poder imperante. Más allá de lo que se firmó en
el Convenio de Ciudad Juárez, hubo acuerdos no suscritos entre
Madero y Carbajal, como lo deja claro Madero el 26 de mayo de
ese año en su manifiesto a la nación dando a conocer el triunfo
de la Revolución: «he aceptado en nombre de la Revolución que
sigan funcionando las Cámaras de la Unión y las Legislaturas de
los Estados [...] Siempre que [...] Acepten esas cámaras al nuevo
régimen». Los diputados naturalmente aceptaron todo.
Conociendo Bonilla la visión estratégica de Madero y para
estar a tono, establece una alianza con los oligarcas regionales al
nombrar a Gaxiola Rojo, quien se desempeñaba como tercer ma-
gistrado propietario del Supremo Tribunal de Justicia; no perte-
necía, pues, al bando de la revolución. Bonilla se convirtió en el
nuevo líder que la oligarquía sinaloense necesitaba para la nueva
época. (Alarcón, 2013 : 107-110)

Félix Brito sostiene que Celso Gaxiola Rojo era un respetable


miembro de las viejas familias sinaloenses:

Nació en la Villa de Sinaloa en 1865, avecindándose en Culia-


cán desde 1885; casó con Beatriz Andrade, hija de Francisco M.

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Andrade; diputado al Congreso de la Unión en 1887; juez de Se-
gunda Instancia en Culiacán en 1888, notario público de Culia-
cán, magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado en
1908-1909 y en 1910-1911. (Alarcón, 2013: 109)

Por su parte, Víctor Hugo Aguilar Gaxiola lo ubica como orador


oficial en la ceremonia del 5 de mayo de 1886 y en la Junta Patriótica en
1892 (Aguilar, 2004: 270). El tránsito de Gaxiola Rojo por el poder fue
ef ímero, pero sus acciones revistieron una importancia sin igual para
el desarrollo de los sucesos protagonizados en esos días en Sinaloa.
El 3 de junio de 1911 el Congreso del Estado asumió como un he-
cho la renuncia de Diego Redo de la Vega y nombró a Celso Gaxio-
la Rojo gobernador interino de Sinaloa; el 4 llamó a elecciones para
concluir el período iniciado por Francisco Cañedo en 1909 y conti-
nuado por Eriberto Zazueta y Diego Redo de la Vega, que finalizaría
en 1912. Las elecciones se realizarían el 3 de septiembre inmediato.
El gobernador Gaxiola enfrentó varios problemas de mayúsculas
proporciones, a saber:
1. Las elecciones para gobernador;
2. la demanda de los grupos tamazuleños para ajusticiar al coronel
Luis G. Morelos, acusado de cometer actos vandálicos en aque-
lla región;
3. el desarme de las fuerzas revolucionarias; y
4. el desorden económico que empezó a mostrarse sobre todo por el
ocultamiento de los productos de primera necesidad para la po-
blación, como eran el maíz, frijol, café y azúcar.

En lo que concierne al segundo asunto, Alarcón Amézquita


(2013: 112) sostiene que: «A las 8:00 de la noche del 6 de junio, se
presentaron en el cuarto de Chico Quintero los jefes Agustín Bel-
trán, Mariano Quiñónez y Mateo de la Rocha con una fuerte escolta,
recogieron a Morelos y al mayor Agustín del Corral y los condujeron
al panteón municipal». El coronel Morelos fue fusilado por los revo-
lucionarios de Tamazula, cobrándose por su mano la justicia que em-
pezaba a desfigurarse en esos primeros días de la revolución.

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Ante la presencia de estos acontecimientos, Diego Redo de la Vega
sintió que la inseguridad rodeaba su persona y solicitó salir del estado,
obteniendo el salvoconducto y la protección de Juan Banderas, quien
designó un tren especial con 25 hombres armados al mando de su
hermano Emilio para que lo escoltaran hasta la frontera con Nogales
y, a partir de ahí, dispusiera el camino que lo llevó a París, donde se
convirtió en secretario particular del general Porfirio Díaz. El general
Higinio Aguilar, quien comandaba las tropas federales en Culiacán,
fue llevado a Altata para que se trasladara a Guaymas, donde se pre-
sentó al comandante federal de ese puerto.
Respecto al tercer asunto, el 14 de junio, Gaxiola le comunicó a
la Junta Militar la orden emitida por Emilio Vázquez Gómez, secre-
tario de Gobernación, donde le indicaba proceder inmediatamente
al licenciamiento de las tropas revolucionarias, anexando las órdenes
para que los bancos regionales le entregaran 80 000 pesos para sufra-
gar los haberes y costos de viaje. Banderas, sabedor de que la entre-
ga de las armas dejaría a los revolucionarios a merced de sus antiguos
enemigos, «Inconforme [...] con el licenciamiento, lo retardó esperan-
do que la mayor parte de sus hombres se integraran a los cuerpos de
seguridad pública» (Ibíd.: 116). El día 19 el secretario de Gobernación
apresuró el licenciamiento, pero Banderas lo retardó y el 30 contestó
que a pesar de contar con el dinero necesario ya no licenciaría más
tropas, quedando en consecuencia muchos elementos con armas en
la mano —argumentando que eran de su propiedad— y tropas revo-
lucionarias que, bajo el nombre de «fuerza rural» y a las órdenes de
la Junta Militar, se oponían terminantemente al regreso del Ejército
federal a Sinaloa.
Celso Gaxiola Rojo fungió como gobernador interino del 3 de ju-
nio al 7 de agosto de 1911, fecha en que entregó el Ejecutivo a Juan
Banderas. Los grupos revolucionarios integrados en la Junta Militar,
desconfiaron de Gaxiola desde un principio porque mantenía rela-
ciones familiares con Manuel Bonilla, antiguo gerente de la Sinaloa
Land Co. y funcionario del gobierno cañedista, lazos que lo ligaban a
los grupos terratenientes de la entidad; a pesar de ello, Manuel Bonilla
había sido electo presidente del Club Antirreeleccionista de Culiacán

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en la gira proselitista que inició Madero en 1910; esa identificación en
la campaña y su capacidad profesional le permitieron que posterior-
mente el presidente Francisco I. Madero lo integrara a su gabinete.
En su breve gestión, Gaxiola convocó a elecciones, la cuales se
efectuaron el 3 de septiembre de 1911 bajo el gobierno de Juan Ban-
deras. Compitieron dos candidatos: José A. Meza, impulsado por los
maderistas moderados y quien contó con el apoyo del gobierno fe-
deral, y el profesor José Rentería, respetado liberal chinaco que par-
ticipó en la guerra de Intervención francesa como instructor del con-
tingente que comandó Rosales en la batalla de San Pedro, quien era
respaldado por los maderistas inconformes con los Tratados de Ciu-
dad Juárez. Durante el proceso, los partidarios de Rentería realizaron
manifestaciones y marcharon desde el 5 de junio por las ciudades y
villas del estado exigiendo la renuncia de los diputados y magistrados
del viejo régimen.
Por su parte, el gobernador Gaxiola Rojo, siguiendo la tradición
del viejo régimen, convirtió a Meza en el candidato oficial y dispuso
la estructura gubernamental a su servicio. Los renteristas, temiendo
que el gobernador efectuara un fraude electoral, se radicalizaron y a
partir del 20 de julio también exigieron la renuncia del gobernador.
En la propaganda distribuida durante las manifestaciones simultá-
neas en las principales ciudades del estado, explicaron sus demandas,
entre ellas celebrar una solemne manifestación de protesta, pacífica y
ordenada, con el objeto de conseguir la renuncia de los representan-
tes de los poderes gubernamentales en Sinaloa —es decir, del goberna-
dor interino, los diputados y los magistrados—, uno por no llenar las
aspiraciones populares y los otros por haber pertenecido a la tiráni-
ca administración anterior, de quienes evidentemente había que des-
confiar para hacer, en su oportunidad, las debidas sustituciones por
elección popular.
Gaxiola Rojo no soportó la presión popular y renunció el 7 de
agosto; en consecuencia, el Congreso local, acatando la voluntad del
pueblo ya levantado en armas y por indicaciones de la Junta Militar,
nombró gobernador interino al general Juan M. Banderas. Así termi-

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naron los 64 días del gobierno de Gaxiola, tiempo en el que atendió
los más graves problemas que se habían presentado en Sinaloa.
El otorgamiento del poder Ejecutivo —conquistado mediante
una revolución— a un miembro de la oligarquía perdedora y con el
pleno consentimiento de los triunfadores, a fin de que se convocara
inmediatamente a las primeras elecciones para nombrar gobernador
mientras se ordenaba el licenciamiento de la tropa revolucionaria,
era una situación inédita en Sinaloa; sin embargo, se puede afirmar
que Celso Gaxiola Rojo cumplió con la responsabilidad que el presi-
dente Madero le encomendó: contener durante dos meses a los gru-
pos y las demandas revolucionarias.

r
Bibliografía

ΕΕ Aguilar Gaxiola, Víctor Hugo (2004). Las familias poderosas del


cabildo Culiacán 1872-1910. Culiacán: uas/Ayuntamiento de Culiacán.
ΕΕ Alarcón Amézquita, Saúl Armando (2013). En la línea de fuego.
Juan M. Banderas en la Revolución. Culiacán: H. Ayuntamiento de Cu-
liacán.

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Juan M. Banderas
Se forjó al calor de la batalla

Carlos Enrique Rubio Juárez

De cuna humilde, creció viendo y sintiendo las injusticias del régi-


men porfiriano, al cual combatió hasta su muerte, defendiendo al
pueblo con las armas y a mano limpia, como sus ideales. Estaba cons-
ciente de que para lograr su objetivo, ocupaba el apoyo militar y po-
lítico, mismo que poco a poco obtuvo gracias a su liderazgo popular
y de su astucia.
No se perdió en el tentador laberinto político, que fue un largo y si-
nuoso camino, pero tomó decisiones algo maquiavélicas para el efecto.
Lo cual le acarreó problemas con sus detractores locales como Ramón
F. Iturbe y Manuel Bonilla, y a nivel nacional con Francisco León de la
Barra y el mismo Francisco I. Madero, a pesar de que Banderas se ini-
ció como revolucionario apoyando el Plan de San Luis. Gracias al apo-
yo popular, su liderazgo, sus triunfos y como gestor en la presidencia
de la Junta Militar del Estado, logró la gubernatura interina sinaloense
Único gobernador sinaloense que defendió con éxito la soberanía
del Estado, en contra del gobierno federal; logró la efectividad del su-
fragio, cuando se realizaron elecciones para gobernador, apoyó al can-
didato ganador, José Rentería, derrotando al grupo porfirista-redista.
No se dedicó a satisfacer ambiciones personales, no entró en con-
tubernio con los Científicos (porfiristas) y caciques. Encaró a los de
ideología convenenciera.

17
Oriundo de Tepuche, municipio de Culiacán, nació un 24 de ju-
nio de 18721 Juan Manuel Banderas Araiza, conocido como el Aga-
chado, esto por un defecto f ísico que lo obligaba a caminar encorva-
do, fue un hombre corpulento y fuerte que medía 1.90 m de altura.
Sus padres fueron Francisco Banderas Valenzuela y María Jesús Arai-
za Castañeda. (Alarcón, 2013: 39)
Su padre lo reconoció legalmente a la edad de 19 años, se le regis-
tró como Juan, pero Banderas se anexaba Manuel. Cabe mencionar
que recibió educación primaria.
Antes de abanderar la causa revolucionaria, Banderas laboró en
una empresa minera explotada por norteamericanos. Menciona el
historiador Antonio Nakayama que el valor personal, la reciedum-
bre de su carácter y el odio a la injusticia, hicieron que la juventud
del nacido en Tepuche fuera azarosa. Claro ejemplo de esto es cuan-
do en cierta ocasión miró a un minero (capataz) estadounidense que
golpeaba a un trabajador, intervino y a fuerza de puñetazos impidió
que continuara castigándolo. Incluso Juan Manuel ya tenía noticias
de que trataba a los trabajadores como a bestias y ya había asesina-
do a varios de ellos. Entonces el yanqui enfurecido sacó la pistola y
Banderas se vio obligado a desenfundar la suya y lo mató, motivo por
el cual fue perseguido por las autoridades hasta el estado de Duran-
go; por su valentía y capacidad no lo aprendieron, así llegó al mineral
llamado San Fernando, donde nuevamente escapó de sus persegui-
dores en forma peliculesca y sin apoyo alguno hizo frente a 25 rurales,
dándose a la fuga a punta de balas (Nakayama, 1977: 23). Era un hom-
bre arrojado que le hacía honores a los pantalones que traía puestos,
ahora sí que éste era un Juan sin miedo, tirando balas y a mano limpia
defendió al pueblo y sobre la marcha tuvo tintes políticos.
Para ubicarnos geográficamente es conveniente mencionar que el
mineral de San Fernando, enclavado en la sierra duranguense, en los
límites con Sinaloa y Chihuahua, se encontraba a 146 km de Culiacán
(Alarcón, op. cit.: 40). Posteriormente se escapa a la sierra de Badira-

1  Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa, Fondo del Registro Ci-
vil, Culiacán, 1891, Libro 76, Acta 75, Foja 208.

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guato y se escondió próximo a Santiago de los Caballeros, en un lugar
conocido como Los Placeres.
Para 1905 Banderas regresa a Culiacán, y Fortunato de la Vega, ca-
cique de una extensa zona de los altos de Culiacán y quien se signifi-
có como un decisivo protector de los habitantes de la región, arregló
todo para que ya no se molestara a Banderas, lo tomó bajo su cuida-
do y lo comisionó como guardián de sus fundos mineros. (Nakaya-
ma, op. cit.: 40)
Se fue a vivir a Eldorado, acompañado de su familia, mantuvo una
relación amistosa con la familia Redo, aunque posteriormente tuvieran
diferencias políticas. Cuando Diego, sobrino de Fortunato, se convirtió
en gobernador del estado, Banderas se incorporó al Cuerpo de Policía
Rural de la Federación. Como jefe de un destacamento de rurales, con
el grado de cabo, se encontraba en Mazatlán, cuando sucedieron el
enfrentamiento de Cabrera de Inzunza y el asesinato de Gabriel Le-
yva Solano (13 de junio de 1910) y días después recibió orden de mo-
vilizarse con su destacamento a la villa de Sinaloa para resguardarla,
pero afortunadamente tomó la decisión de unirse a la causa revolu-
cionaria con los rurales que mandaba, la cual había iniciado el 20 de
noviembre de 1910, con el Plan de San Luis Potosí, encabezado por
Madero, en contra de la dictadura de Porfirio Díaz.
Es conveniente mencionar la acusación que la esposa del finado
Leyva Solano, doña Anastacia Velásquez, presenta a la Junta Militar,
siendo esta Junta un órgano emanado del proceso revolucionario a
la huida del gobernador Diego Redo, en la primera toma militar de
Culiacán. La viuda de Leyva manifiesta que su esposo fue fusilado,
sin formación de causa, por delito de rebelión, siendo para ella Redo
quien dio orden de fusilarlo, teniendo como cómplice a Ignacio M.
Gastélum y Antonio Barreda, Juez de Primera Instancia y Prefecto
del Distrito de Sinaloa, respectivamente.
El 20 de septiembre de 1911 se estableció, en el Congreso del Es-
tado, la Comisión del Jurado, para estudiar la mencionada denuncia.
Estando como gobernador interino Banderas, quien días después en-
tregó la gubernatura a José M. Rentería, a pesar de Manuel Bonilla y
del propio Francisco I. Madero.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 19


Ignacio M. Gastélum, en 1912, publicó el dictamen de la Comi-
sión de Jurado del H. Congreso del Estado de Sinaloa, para con ello
hacer una justificación de carácter personal, ya que no aparece como
culpable, pero con el afán de lavar su nombre hundió a Redo y Barre-
da (López, 2010: 5-26), ya que a través de telegramas cifrados en clave
secreta, entre ambos, se puede deducir que Redo insinuó a Barreda
tal ejecución: «Recomiendo a usted que al ser aprehendido Leyva y
después de ver si es posible que confiese los móviles que le han obli-
gado a provocar estos desórdenes, no vaya a fugársele en el camino a
la llegada a Sinaloa. Por tren de hoy (9 de junio) le envío doce rurales
más». Obviamente era aplicarle la famosa ley fuga.
El historiador Gilberto López Alanís comenta que doña Anastasia
Velázquez, quien sufrió en carne propia el embate de la represión del
régimen porfirista, es una mujer que merece una atención especial por
los historiadores y cronistas regionales, por su destacado desempeño
en los prolegómenos de la Revolución mexicana en Sinaloa y en el de-
sarrollo de la misma, ya que su esposo e hijo participaron directamen-
te; ella tuvo el valor de combatir con las armas de la legalidad en torno
al asesinato del protomártir de la Revolución en Sinaloa.
Enfrentar al gobierno, hechura de la dictadura porfiriana, no fue
cosa fácil para esta mujer de batalla, se requiere de gran valor, como
en aquel entonces demostró Banderas. Creo que en ambos, la huella
de su canto echó raíces.
Amado A. Zazueta, apasionado maderista, avecindado en Culia-
cán, originario de Sataya, llamó a Banderas para que fuera el jefe su-
premo del movimiento maderista en Sinaloa, quien aceptó el cargo.
El 9 de enero de 1911 el intento de Banderas para secuestrar al go-
bernador se vino abajo porque los conspiradores fueron delatados
por Joaquín Valdez.
Banderas se fue al monte y organizó las primeras guerrillas, así los
revolucionarios, entre ellos Francisco Ramos Esquer, lo nombraron
jefe de guerrillas. Con 96 hombres decidió atacar Tamazula, Duran-
go, iniciando las operaciones militares de estos maderistas sinaloenses.
Le pide al director político, Ruperto Rodríguez, que entregue la plaza,
pero no tuvo respuesta. Iturbe se incorpora con 13 hombres a los ma-

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deristas; en breve y reñido tiroteo Tamazula quedó en poder de los re-
volucionarios el 12 de enero. Antes del ataque, el Agachado ordenó a
sus hombres que si tomaban Tamazula, no se embriagaran, respetaran
familias y hogares, evitaran saqueos y quien desobedeciera recibiría un
castigo ejemplar. En las poblaciones donde triunfaron, los maderistas
nombraron autoridades y en los préstamos forzosos que hacían entre-
gaban vales firmados por los jefes, prometiendo pagarlos al triunfar el
movimiento. (Alarcón, op. cit.: 50-51.)
Es conveniente plasmar parte de la entrevista que el investiga-
dor Saúl Alarcón Amézquita, entre otros, realizaron a Francisco Ra-
mos Esquer, veterano de la Revolución. Al salir de Tamazula, el 14 de
enero, con la intención de atacar Topia, Durango, Agustín Beltrán se
acercó a Banderas diciéndole que Iturbe llevaba la silla muy canteada
por el lado donde cuelga un morral, entonces, Banderas le grita a éste
que se detenga y al salir del río Tamazula le quitó el morral que estaba
repleto de monedas de oro y plata, regañando a Iturbe. Iniciando así
la rivalidad entre estos dos maderistas.
Después de la acalorada discusión, los jefes revolucionarios deci-
den dividirse en dos columnas, una al oriente, hacia la región de To-
pia, dirigida por Iturbe y Antuna, entre otros; y la otra marcharía al
sureste, por la sierra de Durango, para acercarse a la Villa de Cosalá,
Sinaloa, comandada por Banderas, Francisco Ramos Obeso y Ramos
Esquer, entre otros.
Salió de Tamazula con 150 hombres, iniciando una relampaguean-
te campaña guerrillera, tomando varias poblaciones en la sierra que
Sinaloa comparte con Durango y Chihuahua. Cuando se dirigió al
noroeste, llegó a Santiago de los Caballeros, distrito de Badiraguato.
Tanto él como Iturbe eran muy famosos por sus hazañas.
Para ilustrar el inicio del panorama revolucionario, López Alanís,
en su trabajo de investigación La Revolución en Sinaloa comenta que
la lucha armada en Sinaloa no empezó en las ciudades, como en Pue-
bla con los hermanos Serdán, sino al estructurarse la guerrilla minero-
gambusina, la guerrilla ranchero-vaquera y la guerrilla campesino-
labradora, que encontraron sus bases en la población rural y que, por

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 21


consiguiente, la Revolución en sus orígenes incluyó y representó a los
productores directos de la riqueza sinaloense, los trabajadores.
El 27 de febrero, los bandos maderistas suman fuerzas, 400 hom-
bres atacan el mineral de Topia, defendido por 300 porfiristas, en-
cabezados por Ruperto Rodríguez, derrotado anteriormente en Ta-
mazula. Los jefes revolucionarios dejaron una parte de su tropa
manteniendo el cerco y se retiran a Canelas, mientras que Banderas
regresó al sur a desplegar su campaña guerrillera, ocupando el Tomi-
nil. Por órdenes de éste, Antonio M. Franco tomó el mineral de Gua-
dalupe de los Reyes, el 2 de marzo y el 7 de marzo entran por segun-
da vez a Guadalupe de los Reyes, ahora encabezados por Banderas.
Los maderistas atacan nuevamente Topia el 9 de marzo y des-
pués de dos días de combate se rinden los gobiernistas. Los revo-
lucionarios se apoderaron de un rico botín de armas y capturaron
300 prisioneros. Con su columna revolucionaria se movió al sures-
te, al distrito de San Ignacio y se apoderó del mineral de Ajoya y sin
detenerse mucho llega el 14 de marzo a las afueras de San Ignacio y a
punta de bala se apoderan del lugar.
Las tropas federales que venían en auxilio de San Ignacio esta-
ban comandadas por el coronel Morelos, Banderas tuvo dos tiroteos
con éste, antes de romper el cerco que pretendía tenderle y aunque
fue herido en una pierna, continuó su retirada hacia el Tominil, pero
Morelos no se atrevió a seguirlos a la sierra de Durango y se regresó
a Culiacán. (Ibíd.: 59-63.)
Nakayama menciona que el combate más importante que sostuvo
contra Luis G. Morelos, fue en El Aguajito, donde ninguno resultó vic-
torioso. Sin embargo, el historiador Sinagawa, sostiene lo contrario a
favor de Banderas.
Posteriormente se dirigió a Culiacán, donde se reunieron los de-
más grupos maderistas para poner sitio a la plaza, que fue tomada
por ellos al poner en práctica unas tácticas con las que contrarres-
taron la efectividad de las armas de los federales, muy superior a las
que ellos traían. Recibió de Francisco I. Madero el grado de general
y el nombramiento de jefe de la Junta Revolucionaria de Sinaloa, y
poco después, por renuncia del gobernador interino, Celso Gaxiola

22 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Rojo, se hizo cargo del gobierno hasta que lo entregó a don José Ren-
tería, electo Gobernador Constitucional.
Fue acusado por sus enemigos políticos ante el gobierno federal
como responsable del fusilamiento de Luis G. Morelos, pero la ver-
sión del pueblo es que fue justo el fusilamiento.
Héctor R. Olea manifiesta que Morelos, en su pasión por el ré-
gimen porfirista, fue inhumano y cruel ejerciendo el derecho de los
fuertes, los días 12 y 13 de abril, permitió el saqueo general de Ta-
mazula, la soldadesca cometió atropellos, violaron mujeres, robaron,
incluso Morelos mandó fusilar a dos maderistas y hasta dos ciegos,
además ordenó fusilar a todos los vestidos de amarillo (kaki) por si
eran revolucionarios. (Olea, 1993: 37)
Banderas fue a la ciudad de México a defenderse del cargo (fusila-
miento), pero al llegar lo apresaron. Provocando esto una ruptura total
con los maderistas y aunque Banderas estuviera en México no fue un
impedimento para que tuviera contacto con los sinaloenses, que ahora
serían zapatistas, ya que banderas sumó fuerzas con Emiliano Zapata,
quien había enarbolado el Plan de Ayala en contra del presidente Ma-
dero. Cabe mencionar que años más tarde Banderas es comisionado
por Zapata, como observador a la Convención de Aguascalientes.
El mencionado Plan de Ayala acusaba al presidente de haberse
dedicado a satisfacer sus ambiciones personales, violando la sobera-
nía de los estados, burlando el sufragio efectivo, entrando en contu-
bernio con algunos científicos (porfiristas) y caciques. Así los leales
a Banderas, se levantan en armas, en Navolato un 13 febrero de 1912,
figurando entre ellos Manuel Vega, Antonio M. Franco y Francisco
Chico Quintero, teniendo como pretexto reunirse para una fiesta,
pasando lo mismo en Eldorado.
Aunque la rebelión se miró bien en la toma de Concordia, Cosalá,
y Culiacán, no fue lo suficiente, ya que sus discordias, división y dis-
persión, fueron factores que aprovecharon los maderistas como Itur-
be y Ojeda, ambos generales, y el coronel Pereyra, para derrotarlos a
mediados de julio de 1912.
El 23 de abril de 1914 Banderas sale de la cárcel, y de inmediato se
comunicó con familiares y amigos para que se le reunieran en el cuartel

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 23


general de Zapata, en Morelia. A fines de abril inició el reclutamien-
to y la organización de la brigada de la Caballería Banderas, pasan-
do a formar parte del Ejército Libertador Zapatista. De esta forma se
arranca atacando, con su brigada, las guarniciones federales de la es-
tación y hacienda de San Miguel Treinta, a seis km; al norte de Zaca-
tepec, en Morelos.
Cabe mencionar el llamado de Alarcón Amézquita, historiador
regional, sobre la necesidad de investigar sobre la acción revolucio-
naria de Banderas fuera de Sinaloa.
Después tomó la causa villista y pasó a Sinaloa a operar contra los
constitucionalistas. Así, dirigidos por Banderas y Orestes Pereyra, en-
tre otros generales, entran por la parte norte del estado, donde tu-
vieron refuerzos de la gente que seguía al indígena cabecilla Felipe
Bachomo, ya que el general Enrique Estrada, jefe de la división de
caballería del Noroeste, concentró sus tropas en la Villa de El Fuerte
para esperar la acometida, que tuvo lugar el 5 de noviembre de 1915,
dos mil hombres atacaron la población que, aparte de las fuerzas de
Estrada, estaba defendida por las de los generales Mateo Muñoz y Je-
sús Madrigal. La lucha fue enconada durante tres horas, los villistas
que resintieron fuertes pérdidas, se retiraron y en la misma noche del
mismo día intentaron nuevamente la toma en cuatro ocasiones, pero
al no lograr los objetivos se retiraron, dirigiéndose a Jahuara, donde
fueron derrotados por los soldados de Muñoz y Sepúlveda, cayendo
prisioneros los generales Pereyra y Jiménez, quienes fueron fusilados
junto con 50 jefes y oficiales.
Los villistas se dispersaron por la región y no les quedó más que
rendirse, y el 5 de diciembre en Movas, Sonora, Banderas depuso las
armas ante el general Madrigal, siendo llevado a México en calidad
de prisionero.
A lo largo de su trayectoria revolucionaria fue prisionero en Gua-
dalajara y en Lecumberri.
En esos lugares conoció a zapatistas y villistas, incluso al mismo
Francisco Villa, y en ambos bandos se desempeñó como general, en
ocasiones de Brigada o de División.

24 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Al separarse de Villa, y en la cárcel, le pide a Carranza lo incorpore
a su ejército reconociéndole su grado militar. Así, desde octubre de
1917, hasta su muerte, comandó una columna del Ejército Nacional
El coronel Miguel A. Peralta que a la sazón era diputado federal,
no se sabe por qué motivos lanzó graves injurias al revolucionario
sinaloense desde la tribuna del Congreso, y el 10 de febrero de 1918,
encontrándose Juan en la pastelería El Globo, entró Peralta al esta-
blecimiento, lo que hizo que aquél exclamara: «¡Aquí viene este dipu-
tado... que me insultó en la Cámara». La reacción del coronel fue la
típica de los que zahieren o insultan en ausencia a una persona, pero
que al enfrentársele más todavía si el ofendido es hombre de la serie-
dad y reciedumbre que caracterizaban a Banderas se achican y no tie-
nen más recursos que «rajarse», o bien «madrugarle» al adversario,
ya que el miedo inhibe para encarar la situación en forma decidida;
así que, presa de pánico, sin esperar a que su enemigo hiciera ademán
de empuñar arma, que no traía, sacó la pistola y la descargó sobre el
sinaloense, quien quedó muerto en el sitio. En la pastelería El Globo,
el miedo de un hombre epilogó la vida batalladora de Juan Banderas;
nueve años más tarde, en Huitzilac, finalizó la de su victimario.

Diferencias político-ideológicas

Banderas desde el inicio fue muy claro en sus ideales revolucionarios,


por ejemplo antes de tomar Tamazula, le dijo a sus hombres que él no
se había lanzado a la lucha para robar ni cometer actos vandálicos y
que la realización de cualquiera de esos comportamientos despresti-
giaría a la causa, echándose de inmediato la persecución del gobierno
y la del pueblo. Así pues, él no solaparía ningún acto de ésos. Prueba
de ello es el caso, ya comentado de Iturbe, al quitarle el morral le gri-
ta a su cara: «ya dijimos que no andábamos robando, que respetare-
mos los hogares y las familias y tú te acabas de sacar este morral de
dinero, no importa quién sea la víctima, lo malo es que lo hayas qui-
tado». La discusión que surgió de este enfrentamiento, lo más seguro
hubiera terminado con balas, afortunadamente intervinieron Conrado

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 25


Antuna y Agustín Beltrán. Desde este momento surge la rencilla en-
tre ambos revolucionarios. Y desde luego era de esperarse, Juan no
amasó fortuna, pero Iturbe terminó convertido en empresario y for-
mó parte del grupo de generales revolucionarios constitucionalistas
sinaloenses que se enriqueció a través del peculado y la corrupción.
Por otra parte, con quien también tuvo problemas Juan, fue con
el ingeniero Manuel Bonilla. Estas dificultades empiezan cuando Bo-
nilla llegó a Sinaloa como representante de Francisco I. Madero. El
ingeniero pretendió se le reconociera como cabeza del movimiento,
pero los jefes de las guerrillas preferían a Banderas para el efecto, esto
se tornó más fuerte cuando al rendirse el coronel Morelos, no quiso
entregar su espada a otro jefe que no fuera Banderas. Además la or-
den de fusilar a Morelos tuvo tintes políticos en contra de Juan, au-
nado a esto el problema generado con Iturbe.
A pesar de las intrigas contra Banderas, éste logró obtener el nom-
bramiento de gobernador interino, lo cual molestó más a Bonilla.
Alberto García Granados, se hizo cargo del ministerio de gober-
nación, recibió informes proporcionados por los enemigos del go-
bernador Banderas, quienes estaban encabezados por Bonilla, para
que Juan renunciara a fin de que la Legislatura nombrara en su lugar
al doctor Maxemín, vecino de Mazatlán, a cuya candidatura Bonilla
había palomeado; desde luego la indignación de Banderas fue muy
grande.
En este momento histórico, inolvidable de lucha soberana y valor
cívico, surgió una respuesta firme, temeraria y pública del entonces
gobernador maderista, a través de un trascendente manifiesto que
hizo época y aquilató la verdadera conciencia y valor de Banderas
como ciudadano revolucionario y gobernante:

Mi gobierno ha creído de su deber no acceder a los caprichos an-


tipatrióticos del señor ministro de gobernación, y creo que tam-
poco accedería la H. Legislatura, ni mucho menos el patriota
pueblo sinaloense, porque según los artículos 39 y 40 de la Cons-
titución Federal, la soberanía reside esencial y originalmente en
el pueblo y los estados de nuestra entidad federativa son libres y

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soberanos en su régimen interior, de donde se deduce que el go-
bierno federal no puede legalmente inmiscuirse en los asuntos in-
teriores de Sinaloa, sino en los casos previstos por el mismo pacto
federal. (Figueroa, 1981: 36-37)

Admitir, pues, que el Ministerio de Gobernación, quite y ponga


gobernadores en el estado, cosa que sólo puede hacer el pueblo
sinaloense, por medio del voto público o del Congreso, que es su
representante, sería dar el primer paso en el camino espinoso de
una nueva dictadura, como la del expresidente Díaz, que tantos
males causó a la nación, y por la cual se acaba de derramar la san-
gre de nuestros hermanos en los campos de batalla. (Nakayama,
op. cit.: 25)

Banderas le advierte al Ministro de Gobernación que el pueblo si-


naloense no está dispuesto a someterse a su veleidosa voluntad y que
defenderían con las armas la soberanía del estado.
A los días de publicado el manifiesto (25 de agosto de 1911), un
convoy con tropas federales llegó a Culiacán. Pero en la estación fe-
rroviaria ya estaba Banderas y su secretario de gobierno, acompaña-
dos de sus tropas leales bien fortificadas. (Figueroa, op. cit.: 37)
Ante el panorama, los federales se siguieron de largo rumbo a So-
nora, y desde ese instante el de Tepuche quedó significado como el
único gobernador que impidió se violara la soberanía sinaloense.
Cuando por segunda vez los maderistas entran a Guadalupe de
los Reyes, encabezados por Banderas, tres de sus hombres se entre-
garon al pillaje, estos fueron fusilados por orden de el Agachado; los
jefes de la revuelta apoyaron la acción, y declararon que estaban dis-
puestos a continuar con estos actos de justicia mayor en su gente,
pues no querían ladrones a sus órdenes.
Este tipo de ejecuciones fueron aprovechadas por sus detractores
locales, escritores y políticos capitalinos de la época que lo descri-
bían como un matón vulgar, ignorante y arbitrario, incluso lo califi-
caron como una amenaza para el mundo.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 27


La frase «A río revuelto ganancia de pescador», no era uno de sus
objetivos, pero sus órdenes tipo Maquiavelo: «El fin justifica los me-
dios», le causaron muchos problemas a Juan M. Banderas. Y entre
otras, él no era un «agachado mental» sino un revolucionario cons-
ciente y autoconsciente de su objetivo, que encaró a políticos y mili-
tares que tenían una «ideología convenenciera».

r
Bibliografía

ΕΕ Alarcón Amézquita, Saúl Armando (2013). En la línea de fuego,


Juan M. Banderas en la Revolución. Culiacán: H. Ayuntamiento de Cu-
liacán.
ΕΕ Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa, Fondo del
Registro Civil, Culiacán, 1891, libro 76, acta 75, foja 208.
ΕΕ Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional,
Archivo de Cancelados, Exp. Gral. Juan M. Banderas, XI/III/3-545, f. 56.
ΕΕ Figueroa Díaz, José María (1981). «Juan M. Banderas: ¿ángel o de-
monio?», en Presagio, noviembre, núm. 53, año 5, Culiacán.
ΕΕ López Alanís, Gilberto J. (2010). La flamígera acusación de doña
Anastasia Velázquez Vda. de Leyva, 1ra. edición, junio. Culiacán: Ar-
chivo Histórico General del Estado de Sinaloa.
ΕΕ Nakayama Arce, Antonio (1977). «Juan M. Banderas, la leyenda ne-
gra y la realidad», en Presagio, noviembre, núm. 5, época 1, Culiacán.
ΕΕ Olea, Héctor R. (1993). La Revolución en Sinaloa. Culiacán: Centro
de Estudios Históricos del Noroeste, A. C. Campus Culiacán.

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Juan M. Banderas
Gobernador revolucionario de Sinaloa

Nicolás Vidales Soto

Antonio Nakayama escribió las semblanzas biográficas de signifi-


cativos personajes sinaloenses, que fueron publicadas en una pri-
mera edición bajo el sello del Instituto Nacional de Antropología
e Historia: Sinaloa, el drama y sus actores. Uno de los biografiados
por la pluma de quien ha sido reconocido como el padre de la his-
toria moderna de Sinaloa fue el general Juan M. Banderas. En él
sostiene que:

De vez en vez aparecen artículos sobre Juan M. Banderas, el jefe


maderista más destacado de Sinaloa, pero siempre se insiste en
que este notable revolucionario fue un vulgar matón, un tipo
ignorante, arbitrario, en fin, una amenaza para todo el mundo.
¿Cómo y por qué nació esa siniestra leyenda que ha llenado de
vilipendio al hombre que hizo posible el triunfo del maderismo
en Sinaloa? Los que han escrito sobre su personalidad han veni-
do repitiendo lo que se dijo desde los días en que Banderas tuvo
que dejar la entidad sinaloense para ir a la ciudad de México para
defenderse de los cargos que se le hicieron por el fusilamiento del
coronel Luis G. Morelos, pero nunca se han preocupado por in-
vestigar la verdad histórica. Juan M. Banderas nació en Tepuche,
municipio de Culiacán, Sinaloa, alrededor del año 1875. Su valor
personal, la reciedumbre de su carácter y su odio a la injusticia hi-
cieron que su juventud fuera azarosa.
En cierta ocasión en que vio que un minero norteamericano
—que trataba a los peones como a bestias y ya había asesinado a

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 29


varios de ellos— golpeaba a un trabajador, intervino y a fuerza de
puñetazos impidió que siguiera castigándolo. Enfurecido, el yan-
qui sacó la pistola y Banderas se vio obligado a desenfundar la
suya y lo mató. Por tal motivo las autoridades se lanzaron en su
persecución y fueron en su busca hasta el estado de Durango. En
esta ciudad escapó de ser aprehendido y fue a parar al mineral de
San Fernando, donde nuevamente eludió a sus perseguidores en
una forma peliculesca, ya que sin ningún auxilio hizo frente a 25
rurales y a punta de bala pudo darse a la fuga. Don Fortunato de
la Vega, cacique de una extensa zona de los altos de Culiacán y
quien se significó como un decisivo protector de los habitantes de
la región, arregló todo para que ya no se molestara a Banderas; lo
tomó bajo su cuidado, lo comisionó como guardián de sus fundos
mineros y cuando su sobrino Diego Redo tomó posesión del go-
bierno del estado se lo impuso como guardaespaldas. Se ha dicho
que fue caballerango de don Diego, pero esta versión nos parece
completamente falsa, ya que Banderas no era hombre de caba-
llo, ni conocía de equinos, y tal vez empezó a montar en el cor-
to tiempo en que sirvió en el Cuerpo de Rurales. Al iniciarse la
campaña de Madero, Juan hizo suyas las ideas maderistas, y el 20
de noviembre de 1910 salió de Culiacán en compañía de algunos
conjurados y se fue al monte, donde pronto reclutó gran cantidad
de hombres y se convirtió en el cabecilla que más contingente
pudo presentar en la lucha contra Porfirio Díaz.
Tras de librar algunos combates, de los cuales el más impor-
tante fue el que sostuvo contra el teniente coronel Luis G. Morelos
en El Aguajito, en el que ninguno de los dos bandos resultó vic-
torioso, marchó sobre la ciudad de Culiacán, donde se reunieron
los demás grupos maderistas para poner sitio a la plaza, que fue
tomada por ellos al poner en práctica algunas tácticas con las que
contrarrestaron la efectividad de las armas de los federales, muy
superior a la que ellos tenían. Banderas recibió de Madero el gra-
do de general y el nombramiento de jefe de la Junta Revolucio-
naria de Sinaloa, y poco después, por renuncia del gobernador
interino, Lic. Celso Gaxiola Rojo, se hizo cargo del gobierno has-

30 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


ta que lo entregó a don José Rentería, electo gobernador consti-
tucional.
Acusado ante el gobierno federal como el responsable del fu-
silamiento de Morelos, pasó a la ciudad de México a defenderse
del cargo, mas cuando llegó al lugar de su destino fue aprisionado,
permaneciendo en la cárcel hasta los días de la Decena Trágica
en que pudo huir de la capital y refugiarse con Emiliano Zapata,
quien más tarde lo comisionó para que fuera como observador a
la Convención de Aguascalientes. Después tomó la causa de Fran-
cisco Villa y pasó a Sinaloa a operar contra los constitucionalis-
tas. Jefaturadas por Banderas, Orestes Pereyra y otros generales,
las fuerzas villistas invadieron la entidad sinaloense por la región
norte, donde recibieron el refuerzo de las chusmas que seguían al
cabecilla indígena Felipe Bachomo, por lo que el general Enrique
Estrada, jefe de la División de Caballería del Noroeste, concentró
sus tropas en la villa de El Fuerte para esperar la acometida, que
tuvo lugar el día 5 de noviembre de 1915; 2 000 hombres atacaron
la población, que aparte las fuerzas de Estrada, estaba defendida
por las de los generales Mateo Muñoz y Jesús Madrigal.
La lucha fue enconada, mas al cabo de tres horas los villistas,
que resintieron fuertes pérdidas, se retiraron a un lugar cercano,
pero en la noche del mismo día nuevamente intentaron la toma de
la plaza, lanzándose al asalto en cuatro ocasiones, mas al no lograr
su objetivo se retiraron definitivamente y se dirigieron a Jaguara,
donde sufrieron una fuerte derrota que les propinaron los soldados
de Muñoz y Sepúlveda, cayendo prisioneros los generales Pereyra y
Jiménez, quienes fueron fusilados junto con 50 jefes y oficiales. Los
villistas se dispersaron por la región, pero acosados y ante la inuti-
lidad de sus esfuerzos, no les quedó otro camino que el de la ren-
dición, y el 5 de diciembre siguiente, en Movas, Sonora, Banderas
depuso las armas ante el general Madrigal, siendo llevado a México
en calidad de prisionero.
Es indiscutible que todo lo que se ha dicho contra Banderas
nació, por una parte, de su enemistad con el Ing. Manuel Boni-
lla y, por otra parte, de los celos de más de un jefe revolucionario.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 31


Bonilla, al igual que tantas personas que siguieron a Madero, ha-
bía sido porfirista, pero cuando el país mostró su repudio hacia el
viejo dictador, siguió el camino señalado por el apóstol y se ad-
hirió al centro antirreeleccionista de Culiacán, culminando su ac-
tuación como ministro de Comunicaciones del gabinete del Pre-
sidente mártir.
Las dificultades entre Banderas y Bonilla se iniciaron cuando
este último estuvo en Sinaloa como representante de Madero. Tal
vez su pretensión era que se le reconociera como cabeza del mo-
vimiento maderista, pero se encontró con que los jefes de las
guerrillas miraban como tal al propio Banderas, y esto se robus-
teció con el hecho de que al rendirse el coronel Luis G. More-
los no quiso entregar su espada a otro jefe que no fuera Juan. De
cualquier manera, su influencia era grande y pudo conseguir el
nombramiento de gobernador interino para el Lic. Celso Gaxio-
la Rojo, de quien era cuñado [...] El antecedente ya expuesto y la
renuncia de Celso a la gubernatura al no poder controlar a las fuer-
zas revolucionarias debido a la pugna que inició con Banderas, hi-
cieron que Bonilla tomara animadversión contra éste.
La designación del Gral. Banderas como gobernador en susti-
tución de Gaxiola Rojo —que fue bien recibida— empeoró el es-
tado de cosas, ya que Bonilla, dolido por la renuncia de su cuña-
do, hizo lo que pudo para que se nombrara a otra persona que no
fuera el revolucionario, y llegó a sugerir la persona de Francisco
M. Andrade, Papá Quico, suegro de Gaxiola y uno de los peores
caciques porfirianos, con la intención de que gobernara con mano
de hierro a los sinaloenses, pues de acuerdo con lo que el mismo
Bonilla estampó al respecto en una carta, «el que no quiera buen
padre, que tenga mal padrastro». (Ibíd.: 156-158)

Por su parte, Saúl Armando Alarcón Amézquita, en la más com-


pleta y documentada investigación escrita hasta a la fecha sobre la
personalidad, actuación política y militar del general de Tepuche, lle-
gó a las siguientes conclusiones:

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Juan Manuel Banderas fue formado en la escuela del nacionalis-
mo liberal por el profesor Tito Flores, de quien recibió sus clases
de Historia Patria. En la Revolución asumió actitudes patrióticas
y nacionalistas, destacando más como político y militar que como
agrarista; se caracterizó por ser el jefe militar más importante en
Sinaloa durante la revolución contra Porfirio Díaz y el sinaloense
más destacado de los que lucharon junto a Villa y Zapata.
El liderazgo de Juan Banderas en la lucha armada de 1911 y su
gestión como presidente de la Junta Militar del Estado le permi-
tieron obtener el apoyo del pueblo para ocupar el cargo de gober-
nador interino luego de la renuncia de Celso Gaxiola, pese a la
oposición de Francisco I. Madero y del gobierno federal.
Banderas se opuso al licenciamiento de las tropas revolucio-
narias ordenado por el secretario de Gobernación, don Emilio
Vázquez Gómez, al gobernador Gaxiola Rojo, y si bien es cierto
que se licenció una parte de las fuerzas revolucionarias, también
lo es que muchos de ellos volvieron a sus hogares con las armas
argumentando que eran de su propiedad; otros contingentes se
incorporaron a la fuerza rural, que siguió las órdenes de la Junta
Militar. Banderas se opuso terminantemente al regreso del Ejér-
cito federal a tierras sinaloenses.
Banderas ha sido el único gobernador sinaloense que ha de-
fendido, y con éxito, la soberanía de Sinaloa, resistiendo la intro-
misión en los asuntos estatales del gobierno federal, del presiden-
te interino Francisco León de la Barra y sus ministros. Tampoco
aceptó, de ningún modo, las «órdenes injerencistas, impositivas
antidemocráticas de Madero».
Su breve, pero sobresaliente gestión gubernamental, logran-
do la efectividad del sufragio, garantizando el desarrollo tranqui-
lo y legal de las primeras elecciones tanto para gobernador como
para los magistrados del Supremo Tribunal de Justicia del Estado,
después de la caída de la dictadura, llevaría a destacados líderes
políticos maderistas a ofrecerle la candidatura a gobernador para
el período 1912-1916.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 33


Durante su gestión, la Sra. Anastasia Velázquez, viuda de Ga-
briel Leyva Solano, presentó a la Junta Militar su reclamo de jus-
ticia por el asesinato de su esposo, el protomártir de la Revolu-
ción en Sinaloa, acusando de este crimen al exgobernador Diego
Redo; al prefecto político del distrito de Sinaloa, Sr. Antonio Ba-
rreda; al Lic. Ignacio M. Gastélum, juez de Primera Instancia; y al
coronel Ignacio Herrera y Cairo, jefe de los rurales y al mando de
la fuerza ejecutora. El 20 de septiembre se estableció en el Con-
greso del Estado la comisión que conocería el caso, hundiendo
Gastélum a Redo y Barreda.
El triunfo de la candidatura a gobernador de José Rentería,
apoyado por los clubes políticos que pidieron la renovación de
los poderes del Estado, constituyó la derrota electoral de la oli-
garquía porfirista-redista, aliada del sector moderado de los ma-
deristas sinaloenses encabezados por el Ing. Manuel Bonilla.
Las diferencias políticas de Banderas con Madero, su des-
acuerdo con los Tratados de Ciudad Juárez, haberse opuesto a la
injerencia de Madero en la política local y el respaldo popular con
que contaba, que lo convertía en el más fuerte candidato a suce-
der a Rentería en la gubernatura, motivaron que Madero, ya en la
presidencia de la República, en diciembre de 1911, encarcelara al
general de Tepuche.
En febrero de 1912 la reclusión de Banderas fue determinante,
junto con otras motivaciones, para que sus más fieles subordina-
dos y amigos proclamaran el Plan de Ayala en Sinaloa.
En 1914 y 1915 la destacada actividad militar de Banderas hizo
que el general Emiliano Zapata le extendiera nombramiento de
jefe de operaciones militares del Ejército Libertador en el Distrito
Federal y en el estado de Puebla, con el grado de general de bri-
gada y en el estado de Hidalgo, habiéndolo ascendido a general
de división.
Banderas se incorporó al Cuerpo del Ejército del Norte, del
Ejército Convencionista, a las órdenes del general Francisco Vi-
lla, porque concebía una estrategia diferente de la visión militar
del zapatismo para el desarrollo de la guerra contra los constitu-

34 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


cionalistas, pero fue determinante en su decisión de separarse del
Ejército Libertador que Zapata y sus generales no hicieran su ma-
yor esfuerzo por concentrar el grueso de sus fuerzas para cortar
las líneas ferroviarias que abastecían a Obregón de los hombres y
pertrechos militares enviados de Veracruz, con los que el sonoren-
se logró vencer a Villa en las batallas del Bajío.
Banderas fue el único sinaloense que alcanzó el grado más
alto del escalafón del Ejército Convencionista, el de general de di-
visión. En reconocimiento a su liderazgo militar, las fuerzas con-
vencionistas sinaloenses de los generales Gaxiola y Riveros se pu-
sieron a sus órdenes en agosto de 1915, sumándose a la División
Banderas.
Por sus méritos militares, el general Francisco Villa le dio a
Banderas el mando de varias brigadas de su ejército, incorporán-
dolas a su División, para que comandara el ataque a los constitu-
cionalistas en Sinaloa, simultáneamente al ataque que encabezó
en Sonora, en la que fue la última ofensiva del ejército regular vi-
llista antes de pasar a desarrollar una campaña guerrillera en 1916.
Entre los revolucionarios sinaloenses que apoyaron al gobier-
no de la Convención coexistieron dos sectores: uno relativamen-
te conservador, cercano al sonorense José María Maytorena, con
objetivos fundamentalmente políticos y al que pertenecían Fe-
lipe Riveros, Macario Gaxiola y Rafael Buelna; y otro sector re-
volucionario radical cercano a Villa y a Zapata, encabezado por
los generales Banderas y Bachomo, que tenían objetivos políticos,
pero también sociales y agrarios.
La participación de los yoremes al mando del general Felipe
Bachomo le dio al villismo sinaloense una faceta eminentemen-
te agrarista.
Su personalidad fue tal que siempre llevó una relación entra-
ñable con su familia: con sus hermanos, que lo acompañaron en
la guerra, con su padre, con su esposa e hijos, pero sobre todo
con su madre. Estableció fidelísimas amistades con hombres pro-
venientes de todas las clases sociales, amistad que mantuvo más
allá de los bandos políticos, como fueron Amado A. Zazueta,

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 35


Francisco Chico Quintero, Antonio M. Franco, Manuel F. Vega,
Rosendo R. Rodríguez, Francisco Villa, Roque González Garza,
Miguel V. Laveaga, Roque Estrada y la familia Redo de la Vega.
(Alarcón, 2013: 471-474)

Banderas, en su defensa de la soberanía del estado, publicó un


manifiesto al pueblo sinaloense que firmó el 25 de agosto de 1911 jun-
to con su secretario de Gobierno, Rosendo R. Rodríguez, y que fue
publicado en el Periódico Oficial del Estado de Sinaloa y en El Heral-
do, órgano del Partido Democrático Durangueño, provocando un es-
cándalo nacional:

«Conciudadanos:

»A todos nos consta que por Decreto No. 25, expedido por el Con-
greso, fui nombrado gobernador interino del estado de Sinaloa.
»No obstante de que dicho nombramiento mereció la apro-
bación tanto del Presidente de la República, señor De la Barra,
como del ministro de Gobernación, Sr. Lic. don Emilio Vázquez
Gómez [...] Posteriormente el nuevo ministro de Gobernación,
señor García Granados, engañado por los falsos informes que
respecto a la situación de Sinaloa ha estado recibiendo de la ca-
marilla científica que, huyendo del estado, ha ido a refugiarse a
la capital de la República, me ha pedido que renuncie a mi cargo
y se nombre gobernador por la Legislatura a un señor Maxemín.
»Este gobierno ha creído de su deber no acceder a los deseos
del señor ministro de Gobernación [...] porque según los artícu-
los 39 y 40 de la Constitución federal, la soberanía reside esencial
y y originalmente en el pueblo, y los estados de nuestra entidad
federativa son libres y soberanos en su régimen interior, de don-
de se deduce que el gobierno federal no puede legalmente inmis-
cuirse en los asuntos interiores del estado de Sinaloa, sólo en los
casos previstos por el mismo pacto federal.
»Admitir, pues, que el ministerio de Gobernación quite y
ponga gobernadores en el estado [...] Sería admitir la violación de

36 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


la soberanía del estado, sería dar el primer paso en el espinoso ca-
mino de una nueva dictadura, como la del expresidente Díaz, que
tantos males causó a la nación y por la cual se acaba de derramar
la sangre de nuestros hermanos en el campo de batalla.
»[...] la soberanía de los estados es un principio fundamental
en una república democrática como la nuestra, y sin él no puede
haber democracia; esto es, no puede implantarse el gobierno del
pueblo por el pueblo [...]
»Sinaloenses: si he aceptado el gobierno de Sinaloa ha sido
porque como sinaloense que soy, tanto de nacimiento como de
corazón, he querido hacer un bien al estado, procurando el res-
peto de nuestros principios constitucionales [...] he querido tam-
bién que el sufragio sea efectivo, haciendo cuanto estuviera de
parte del gobierno para impedir todo fraude en las elecciones.
»No me han guiado, pues, ambiciones de lucro personal, toda
vez que sólo debía estar en el poder muy pocos días, debiendo,
como debo, entregarlo a la persona que resulte electa en los comi-
cios del día tres del próximo septiembre. Si, pues, no considerara
no sólo como una falta al deber, sino como una mancha para el
gobierno de mi cargo, admitir nuevamente el sistema porfiriano
de imposiciones, con gusto accedería a los deseos del ministro de
Gobernación, pero puesto que lo contrario sucede, debo declarar
que sólo me separaré del poder voluntariamente, cuando tome
posesión el gobernante que resulte electo en los próximos comi-
cios, o cuando así lo ordene la voluntad del pueblo sinaloense,
manifestada en cualquier otra forma.» (Ibíd.: 164-165)

El 2 de septiembre, Banderas presentó al Congreso del Esta-


do una iniciativa de ley para la creación de la gendarmería del es-
tado, no existiendo el Cuerpo de Rurales del Estado y siendo in-
dispensable proceder a su organización, aumentando el personal
y dotación del mismo. (Ibíd.: 171)

En la sesión del Congreso del 7 de septiembre, «se da cuenta del


oficio del Ejecutivo del estado pasándose a la Comisión de Guerra

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 37


y Guardia Nacional, recomendándole que dictamine desde luego».
Más tarde, en el pleno del Congreso, se presenta el dictamen de dicha
comisión, en el que «termina suplicando a la Cámara se sirva aprobar
con dispensa de trámites el proyecto de ley». (Ídem)
El proceso electoral siguió su curso, registrándose dos candida-
tos al gobierno sinaloense: José Rentería, viejo liberal con asiento en
El Fuerte, y José A. Meza. El cómputo de las primeras elecciones re-
volucionarias en Sinaloa, celebradas el 3 de septiembre de 1911, dio el
siguiente resultado:

José Rentería 25 377 votos


José Meza 3 929
Juan Banderas      150

Los partidarios de Meza trataron de impugnar el resultado argu-


mentando diversos motivos, mas el acuerdo del Congreso del Estado
fue contundente y Rentería tomó posesión del Ejecutivo estatal el día
27 de septiembre de 1911.
Banderas cumplió su palabra y entregó el gobierno a la persona
que había recibido el 86 % de la votación, demostrando una vez más
su inflexibilidad en la defensa de la soberanía del pueblo sinaloense,
tanto en materia electoral, como en lo político y lo militar.
Juan Banderas murió el 10 de febrero de 1918 en la pastelería El
Globo, en la ciudad de México, a manos del coronel Miguel A. Peral-
ta, diputado en funciones, quien le había lanzado graves injurias des-
de la más alta tribuna del país, y ante el reclamo del ofendido, optó
por sacar el arma y, en un acto alevoso, dispararla contra él. Banderas
murió en el acto, sin poder defenderse.

38 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


r
Bibliografía

ΕΕ Alarcón Amézquita, Saúl Armando (2013). En la línea de fuego.


Juan M. Banderas en la Revolución. Culiacán: H. Ayuntamiento de Cu-
liacán.
ΕΕ Nakayama Arce, Antonio (2014). Sinaloa, el drama y sus actores,
2da. edición. Culiacán: Creativos7editorial.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 39


José Rentería
y las primeras elecciones de la Revolución

Gilberto J. López Alanís

Antes de haberle visto le conocía y me figuraba que era su amigo. Me


simpatizaba aquel hombre, digo aquel estilo tan viril y tan franco, tan
valiente y tan honrado, tan sincero y tan sencillo, en el que los defectos
mismos tienen el toque de la luz y la virtud a la cual le sirven de fondo.
«José Rentería», por José Ferrel Félix, 1899

La primera contienda electoral de la Revolución mexicana en Sina-


loa se llevó a cabo el 3 de septiembre de 1911. Era un proceso extraor-
dinario, pues se buscaba al ciudadano que completaría el período de
gobierno que empezó el 27 de septiembre de 1908 y terminaría el 26
de septiembre de 1912, lapso interrumpido por la muerte del general
Francisco Cañedo en 1909, quien fue sucedido por Eriberto Zazueta
para convocar a las elecciones donde triunfó Diego Redo de la Vega,
después de una contienda electoral agitadísima entre los votantes
que se agrupaban en torno a él y José Ferrel.
La lucha electoral de 1909 despertó pasiones electorales premoni-
torias para el régimen porfirista en Sinaloa. No está por demás apun-
tar que la nominación interna de los grupos opositores a los científi-
cos comandados por José Ives Limantour la obtuvo José Ferrel sobre
José Rentería. Ferrel, apoyado económica y publicitariamente por los
grupos del sur del estado, se enfrentó a Diego Redo, nominado por

41
los científicos. Redo ganó las elecciones pero el régimen porfirista en
Sinaloa se enfrentó a una derrota política; por eso, cuando Francisco
I. Madero se presentó en Sinaloa, al iniciar en 1910 la segunda fase de
su gira por el país, encontró signos de una violencia larvada y el ren-
cor político de las tendencias antirreeleccionistas, que se integraron
en clubes y desarrollaron una eficaz propaganda contra el régimen y
que encontraron en el estallido revolucionario su cauce y su represa.
Por diversas circunstancias, José Ferrel no quedó en el ánimo de
los grupos revolucionarios a la derrota del porfirismo en Sinaloa.
El campo político propiciado por los primeros acontecimientos fue
ocupado por los jefes de guerrillas que aparecieron en toda la geogra-
f ía sinaloense, que además representaban fielmente al sector mayori-
tario de la población y sus actividades productivas.
En Sinaloa, la guerrilla de la Revolución mexicana fue minero
gambusina, ranchero vaquera y campesina labradora; sin embargo, a
la hora de elegir un jefe político, se pronunciaron por Enrique More-
no Leyva, minimizando a Manuel Bonilla, el cual se integró al gabine-
te del presidente Madero como ministro de Comunicaciones. Bonilla
había sido electo presidente del Club Antirreeleccionista en Culia-
cán durante la visita de Madero en enero de 1910 y, antes, se había
destacado como hombre de las confianzas de Cañedo, por lo que los
grupos guerrilleros no le tenían estimación ni confianza. Después, la
reciedumbre y el valor de Juan M. Banderas lo hacen de facto el hom-
bre fuerte del estado y es en su interinato cuando se desarrollaron las
elecciones extraordinarias para completar el período que dejaron in-
concluso Francisco Cañedo y Diego Redo.
Banderas, en lugar de entregar el poder a otro destacado porfiris-
ta como le urgían desde la ciudad de México, impulsó a Celso Gaxiola
Rojo, gobernador interino designado por el Congreso del Estado el 3
de junio de 1911, a lanzar la convocatoria a elecciones extraordinarias,
desobedeciendo las indicaciones que a través de Manuel Bonilla le
hizo el ministro de Gobernación. Banderas se impuso y después de
lanzada la convocatoria se registraron dos candidatos: José Rentería
y José A. Meza.

42 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


José Rentería había combatido a los franceses durante la guerra
de Intervención, fundó un colegio en El Fuerte; su desempeño como
prefecto de dicho distrito fue satisfactorio, y como agente de minería
tuvo contacto con empresas y gambusinos. Para esta contienda es-
taba avalado por José María Ochoa y los grupos del norte; también
recibió el apoyo de los grupos maderistas encabezados por Enrique
Moreno Pérez y Tomás Alvarado, de Culiacán, aparte de Heriberto
Frías, desde Mazatlán. José María Meza se desempeñaba como se-
cretario del Ayuntamiento de Culiacán, lo que lo ligaba a los grupos
del centro del estado y a las familias más renombradas.
Los diez distritos organizaron las votaciones y fueron los cabil-
dos, erigidos en colegios electorales, los que primeramente sancio-
naron el resultado de tal acontecimiento.
Al parecer, las elecciones tuvieron el signo de una tranquilidad no-
table en relación a los momentos agitados de aquellos tiempos y, re-
unidos los expedientes en el Congreso del Estado, se conformó una
comisión escrutadora de la XXV Legislatura que se abocó a la revi-
sión respectiva; la comisión se integró por los diputados Faustino Díaz,
Fortunato Escobar y Ramón Ponce de León, personalidades de una ex-
periencia política innegable y que ya habían sorteado innumerables
acontecimientos y desempeñado destacados puestos administrativos y
de elección bajo los regímenes de Francisco Cañedo y Diego Redo. Así,
estos destacados políticos del antiguo régimen se asomaban al perío-
do revolucionario en el marco de una institucionalidad sostenida con
pinzas, ya que el poder Legislativo se mantuvo incólume en el marco
revolucionario y fue ese poder el que sancionó el nuevo orden cons-
titucional, cuando menos en su inicio, ya que estas elecciones fueron
de suma importancia para el futuro de la democracia sinaloense. Estas
elecciones eran las primeras auténticamente democráticas realizadas
en muchos años en el estado, de ahí que votar en el contexto revolucio-
nario fue cumplir un compromiso socialmente demandado, además de
poner las bases de una nueva estructura política, que no era de ruptura
total con el régimen anterior sino de transición democrática.
La Revolución mexicana en Sinaloa no barrió con los cuadros po-
líticos del porfirismo regional, sino que los superó con el concurso

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 43


democrático del pueblo dentro de los procesos electorales. Destaca-
mos lo anterior por su significado en la idiosincrasia del sinaloense
en la conformación de su cultura política, ya que la Revolución mexi-
cana en Sinaloa también ganó en las urnas la representación políti-
ca que le habían arrebatado al pueblo en la contienda Ferrel-Redo en
1909.
Las votaciones de 1911 favorecieron a José Rentería con 25 377 su-
fragios, José A. Meza obtuvo 3 929, Juan M. Banderas 150 y los otros
alcanzaron una votación menor. A nivel distrital, que era la división
política de aquellos años, los resultados se muestran en el cuadro 1.

Cuadro 1
Sinaloa: elecciones para gobernador en 1911
Distrito Rentería Meza Banderas Otros
Culiacán 2 060 1 433 - 1
Cosalá 1 977 254 - -
San Ignacio 1 533 90 1 1
Concordia 1 853 22 2 4
Rosario 3 359 - 140 1
Mazatlán 5 410 74 6 5
Mocorito 2 084 30 - 2
Sinaloa 2 601 144 - -
Badiraguato 677 432 1 2
El Fuerte 3 823 1 450 - -
TOTAL: 25 377 3 929 150 20
Fuente: Elecciones de gobernadores de Sinaloa, 1911, M.S., tres tomos, Congreso del
Estado de Sinaloa.

Tomando los datos censales de 1910 tenemos que en el estado


de Sinaloa existía una población de 323 640 habitantes, de los cuales
159 707 eran hombres —las mujeres no votaban— y 49 908 menores

44 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


de edad, por lo que quedan 109 799; si a éstos les restamos los hom-
bres de doce años en adelante que no sabían leer ni escribir, que eran
73 596, nos quedan 36 203 votantes reales. Por consiguiente, al regis-
trarse 29 476 votos, estamos ante un electorado que participa en un
81.4 % de los votantes reales, lo que representó una votación acepta-
ble en el contexto de tales acontecimientos.
Por las circunstancias de las citadas elecciones y el esfuerzo de los
grupos en pugna, llama la atención las solicitudes de nulidad y de vali-
dez que hicieron llegar diversos miembros a la comisión escrutadora,
lo que permitió a la comisión emitir un fallo basado en preceptos cons-
titucionales, además de alegatos con base documental.
Por la parte opositora aparece el nombre de Ramón J. Corona y So-
cios; en el expediente no aparecen los nombres de los socios de Coro-
na, lo que sería interesante obtener para ubicar en la historia política
de Sinaloa a tales grupos. En cambio, en el alegato de validez, promo-
vido fundamentalmente por José G. Heredia, aparece J. M. Almada,
Becerra, Juan Francisco Vidales, Manuel J. Tavizón, J. M. Burgos, Ma-
nuel C. Prieto, Francisco Moncayo, P. Güémez, Jesús M. Montene-
gro, Esteban Zavala, Benigno A. Zazueta, Alfredo Castaños, Jesús
Labrada, Anacleto Pérez, Pedro V. Duarte, Jesús E. Aldama, Juan Ca-
ballero y muchos más de Culiacán, entre los que encontramos miem-
bros del Club Antirreeleccionista de Culiacán fundado por Madero
en 1910. De Mazatlán aparecen Santiago D. Rodríguez, Isauro Ibá-
ñez, José María Velázquez, Gonzalo Arellano, Francisco Patiño Uzá-
rraga, José Siordia y muchos más.
La comisión escrutadora dio su fallo el 21 de septiembre de 1911,
declarando como gobernador a José Rentería, el cual tomó posesión el
27 del mismo mes, convirtiéndose así en el primer Gobernador Cons-
titucional por elección de la Revolución mexicana en Sinaloa, en el
marco de una intranquilidad política que invadió a los principales je-
fes guerrilleros, que no estaban dispuestos a dejar las armas, como lo
estableció Madero. Posteriormente, Rentería fue apresado en Maza-
tlán y llevado a México para dialogar con el presidente Madero para
dar fin a un suceso que excedió las posibilidades democráticas y de
participación popular.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 45


El tránsito de Rentería por el gobierno fue accidentado: la cons-
tante intervención de las autoridades federales no lo dejaron gober-
nar insistiéndole que se presentara en la ciudad de México, a lo cual
se negó constantemente; por fin accedió, y el 9 de febrero de 1912 pi-
dió licencia al Congreso del Estado para presentar ante el presiden-
te Madero un informe de la situación imperante en Sinaloa, siendo
sustituido desde esa fecha hasta el 15 de marzo por Ruperto L. Paliza.
En ese contexto se aviva el movimiento zapatista en Sinaloa con
el apoyo del general Juan M. Banderas, quien no quiso licenciar sus
tropas ni entregar las armas, por lo que fue combatido por el general
Ramón F. Iturbe.
Rentería regresó de la ciudad de México y trasladó los poderes a
Mazatlán por motivos de seguridad. En el puerto lo aprehendieron
de nuevo los maderistas y ya no regresó al Palacio de Gobierno.

Conclusiones

• Las elecciones para gobernador en 1911 expresaron el reclamo del


pueblo sinaloense por el fraude electoral de 1909, perpetrado por
el aparato político porfirista sinaloense.
• El movimiento armado, con sus múltiples expresiones, garantizó
al sinaloense de ese tiempo el libre ejercicio del voto.
• Este acontecimiento reflejó algunas de las características polí-
ticas de la transición del porfiriato al régimen de la Revolución
mexicana en Sinaloa.
• Los clubes, primero ferrelistas y después antirreeleccionistas,
formados para apoyar a Madero en las elecciones nacionales, tu-
vieron un papel relevante por medio de su inserción en cada uno
de los distritos que componían el espacio social sinaloense.
• Esta transición no eliminó radicalmente a los cuadros políticos
y económicos del antiguo régimen, sino que los venció política-
mente en las urnas.
• El gobernador José Rentería, para permanecer en el poder, se
apoyó en los líderes de las guerrillas regionales que se negaron

46 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


a dejar las armas, mas su irreconciliable relación con el gabinete
del presidente Madero lo llevó al rompimiento político y posterior
desafuero, truncándose el ejercicio de la democracia en Sinaloa
por el mismo promotor de la revolución antidictatorial: Francis-
co I. Madero.

r
Bibliografía

ΕΕ Archivo del Ayuntamiento de Culiacán, actas de cabildo de


1909, 1910 y 1911.
ΕΕ Archivo personal del Dr. Ramón Ponce de León, documentos núm. 30,
17, 67 y 203. Rescate y ordenación de Gilberto J. López Alanís, 1980.
ΕΕ Diario Oficial de Sinaloa 1910 y 1911, Culiacán: Congreso del Estado
de Sinaloa.
ΕΕ Elecciones de gobernadores en Sinaloa en 1911, en El Monitor Sinaloen-
se, tres tomos. Culiacán: Congreso del Estado de Sinaloa.
ΕΕ El Monitor Sinaloense, diario de la tarde, varios números de 1910, He-
meroteca del Archivo General de la Nación, Culiacán.
ΕΕ Informe de la Comisión Escrutadora de las Elecciones para Gobernador
de Sinaloa en 1911, en El Monitor Sinaloense. Culiacán: Congreso del
Estado de Sinaloa.
ΕΕ Presagio, revista dirigida por José María Figueroa Díaz, núm. 53, no-
viembre de 1984, Culiacán.
ΕΕ Ramos Esquer, Francisco (1985). «Entrevista al teniente coronel de
la Revolución mexicana en Sinaloa», versión magnetofónica del área de
Historia del IIES/ UAS.
ΕΕ Rentería, José (1903). Estudios y Recuerdos. Mazatlán: Imprenta Retes.
ΕΕ Rivera, Aureliano A. Sinaloa 1910-1940 (C. Gral. José María Ochoa).
Sucesos ocurridos en el estado de Sinaloa (edición del autor), s/f, s/l.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 47


José Rentería
Primer Gobernador Constitucional
de la Revolución mexicana en Sinaloa
Humberto Ruiz Sánchez1

Un hombre de tres tiempos históricos

Hay un personaje desconocido, o al menos olvidado, que tuvo una


destacada actuación en tres diferentes etapas de la historia de Sina-
loa: la época juarista, la guerra de Reforma y la Intervención france-
sa y el Imperio; la larga dictadura porfirista, que duró más de treinta
años, y la Revolución mexicana y su cambio social.
José Rentería, el personaje al que nos referimos, nació en Hueta-
mo, Michoacán, en el año de 1835; estudió en Guadalajara la carrera de
maestro normalista; ingresó al Colegio Militar en la ciudad de Méxi-
co, pero por razones que desconocemos truncó sus estudios. En 1856,
contando con 21 años de edad, trabajó en la capital del país en el bu-
fete de un notable abogado; ahí aprendió bastante de leyes y estudió
idiomas, llegando a dominar el inglés y el francés a la perfección.
Posteriormente se estableció un poco de tiempo en Morelia, capi-
tal de su estado natal, donde, debido a sus ideas liberales, ya muy de-
finidas, tuvo fuertes polémicas en un periódico local nada menos que
con el propio obispo de Michoacán, Clemente de Jesús Munguía, lo
que le acarreó grandes problemas en una ciudad tan religiosa como
Morelia.

1  Texto publicado en la revista Crónicas del Zuaque, núm. 24, Culiacán,


1995.

48 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Por las consecuencias de estas discusiones públicas, el joven Ren-
tería tuvo que incursionar en el noroeste buscando un ambiente pro-
picio, y así llegó a Sinaloa a mediados de 1858, con apenas 23 años de
edad, casi en condición de excomulgado. No sabemos por qué cir-
cunstancias Rentería fue hacia el norte, llegando a la villa de El Fuer-
te, donde al ponerse de manifiesto su preparación intelectual el pre-
fecto del distrito, Ramón Félix y Buelna, le encargó la dirección del
Instituto Municipal Benito Juárez, la escuela primaria del lugar.
Sinaloa era en ese tiempo terreno propicio para el desarrollo de la
causa liberal; por ello, un joven inquieto con ideas similares a las de
Rentería se pronunció en El Fuerte el día 19 de agosto de 1858 levan-
tándose en armas a favor de la Constitución de 1857. Rentería se unió
sin titubeos a ese movimiento, que por principio de cuentas tomó la vi-
lla de El Fuerte para la causa; ese otro joven se llamó Plácido Vega, y en
ese primer brote de rebeldía le siguieron Adolfo Ibarra, Camilo y Ma-
nuel Vega, Mariano Delgado, Jesús Vega Pacheco y varios más. A los
dos o tres días el levantamiento llegó a Culiacán, desatando la guerra
civil en Sinaloa.
En 1860, ya convertido en militar, Rentería contrajo matrimonio
en El Fuerte con Refugio Rivera Vega, pero al parecer no tuvieron
descendencia. Para esa época, Plácido Vega, ya general, había llega-
do a la gubernatura del estado y habían arribado a Sinaloa Antonio
Rosales y Ramón Corona: Rentería quedó a las órdenes del primero,
aunque desde el principio mantuvo sus recelos debido a las ambicio-
nes que creyó ver en el zacatecano.
La desconfianza de Rentería hacia Rosales tenía fundamento,
como se verá más adelante. En enero de 1863 el gobernador Plácido
Vega tuvo la necesidad de dejar su delicado y peligroso puesto en ma-
nos del general Jesús García Morales y trasladarse a una importan-
te comisión encomendada por el presidente Juárez. Cuando García
Morales asumió el poder, nombró prefecto del distrito a Rentería. La
fecha exacta fue el 4 de julio de 1864, y Rentería ya ostentaba el grado
de coronel; como se puede entender, era hombre de confianza del in-
mortal sonorense, cuya estatua engalana hoy el Paseo de la Reforma
en la ciudad de México.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 49


Rosales siempre le tuvo respeto y hasta temor a Plácido Vega; la
prueba está en que mientras él estuvo presente no movió un dedo en
su contra, pero cuando García Morales asumió el cargo de goberna-
dor, Ramón Corona y él llevaron a cabo un golpe de Estado. García
Morales no quiso ocasionar un derramamiento de sangre y no opu-
so resistencia; Rosales se autonombró gobernador pasando sobre la
Constitución, pues la gubernatura debió haber sido asumida por Je-
sús María Gaxiola, presidente del Supremo Tribunal de Justicia. En
cambio, Rosales tomó preso a Gaxiola y le colocó el uniforme kaki de
los soldados castigados por corrección a la limpieza.
El derrocamiento de García Morales ocasionó que el coronel
Rentería no sólo no reconociera como legítima aquella acción de su
antiguo jefe, sino que, disgustado por la situación, saliera de El Fuer-
te a combatirlo con un contingente compuesto por 300 elementos.
Por esos días, el exgobernador Francisco de la Vega y Rábago ha-
bía sido derrotado en Culiacán por García Morales y hecho huir con
su ejército a los límites de Durango. Ahí se reorganizó y cuando volvía
a tratar de reconquistar Culiacán, sorprendió a las fuerzas del coronel
Rentería, a las cuales tomó desprevenidas en un lugar llamado Mira-
soles, localizado a 15 kilómetros de la capital, en la madrugada del 28
de octubre de 1864. Los fuertenses que en ese momento acompaña-
ban al coronel Rentería con distintos grados eran Narciso Félix, Juan
B. Amarillas, Carlos y Pacífico Meneses, Paulino Soto, Tiburcio Vega,
Patricio Robles, Jesús Vega Pacheco, Guillermo Vega y los hermanos
Ramón y Cecilio Rivera Vega —cuñados de De la Vega—, este último
de sólo 18 años de edad.
En la batalla el contingente de Rentería perdió armamento y per-
trechos de guerra; el coronel Rentería resultó herido y fue conduci-
do a la villa de Sinaloa, donde quedó prisionero unos días, pues al
reconocerse en Culiacán la gubernatura de Rosales fue dejado en li-
bertad, regresando a El Fuerte nuevamente. De este combate se dice
que fue el único que ganó el coronel Francisco de la Vega. A los po-
cos días Rentería presenció cómo en la plazuela de El Fuerte era fu-
silado y colgado su victimario, el coronel don Francisco de la Vega y

50 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Rábago, quien se despidió de este mundo portando la etiqueta de im-
perialista.
Rentería tuvo muchos hechos de armas en el lapso que abarcaron
la Reforma, la Intervención francesa y el imperio de Maximiliano;
por sus logros, Benito Juárez le otorgó el grado de coronel. Entre es-
tos hechos están: Batalla de La Noria, entre Mocorito y Culiacán,
en octubre de 1858; Batalla de Los Mimbres, en Cosalá, en marzo de
1859; Toma de Mazatlán en abril de 1859; Batalla del Salitral, Álamos,
Sonora, en agosto de 1861, y otros más.
Al triunfo de las fuerzas liberales contra el invasor francés y la
caída y muerte del emperador Maximiliano, ocurrida el 19 de junio
de 1867, el profesor y coronel José Rentería se estableció en Álamos,
donde fundó una escuela que fue de gran prestigio y a la que asistieron
jóvenes del lugar y los alrededores. Rentería tenía entonces 32 años.
No se sabe con precisión cuántos años permaneció ahí, pero es po-
sible afirmar que para cuando Porfirio Díaz asumió el poder por pri-
mera vez en 1877, Rentería ya estaba radicado en El Fuerte.
Rentería admiraba mucho al Porfirio Díaz liberal, defensor de la
causa juarista y de la República hasta la caída de Maximiliano, pero
cuando el oaxaqueño se convirtió en dictador cayó de la gracia del
profesor, quien se identificó como antiporfirista, lo que le cerró mu-
chas puertas en lo militar y en lo político, por lo que se dedicó por
completo a la carrera magisterial.
Gracias a su grado de coronel fundó en El Fuerte una escuela mi-
litarizada donde se impartía primaria y secundaria, además de contar
con un internado que alojaba a alrededor de sesenta jóvenes prove-
nientes de distintas partes como la Villa de Sinaloa, Culiacán, Ma-
zatlán, Álamos y Hermosillo. El Colegio Civil Rosales había iniciado
poco antes, por eso a su escuela se le reconocía como el mejor centro
educativo del noroeste. Para estimular a los alumnos, el maestro Ren-
tería les otorgaba grados militares: así, el jefe de los alumnos era sub-
teniente y a los más destacados les daba el grado de sargento y cabo;
los novatos recibían un bautizo de ingreso a la usanza castrense de
aquellos años. Algunos de esos alumnos, que después destacaron en
diferentes actividades, fueron, entre otros:

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 51


• Brígido Caro, periodista y político nacido en Álamos; actuó en
Durango, Zacatecas y Guadalajara; en esta última sufrió prisión
por varios meses por sus escritos en contra de la dictadura por-
firista.
• Ricardo Topete Almada, general de división nacido en Álamos;
como diputado federal contestó un informe presidencial de Plu-
tarco Elías Calles.
• Fausto Topete Almada, alamense, llegó a general de división y fue
gobernador de Sonora.
• Pablo Erasmo Macías Valenzuela, general de división, goberna-
dor de Sinaloa y secretario de la Defensa Nacional.
• Alfredo Delgado Ibarra, general de división y gobernador de Si-
naloa.
• Francisco A. Rivera, coronel, jefe del Estado Mayor del presiden-
te Álvaro Obregón.
• Francisco R. Serrano, general de división, gobernador del Distrito
Federal, secretario de Guerra y Marina y candidato presidencial.
• Antonio A. Guerrero, general, jefe de Operaciones Militares en
Sonora, Coahuila y Chihuahua.
• Manuel Lugo, general, jefe de las guardias presidenciales de Plu-
tarco Elías Calles.
• Manuel Ortega, general revolucionario con comisiones en la ciu-
dad de México.
• Aureliano A. Rivera, presidente municipal de Ahome.

Cabe mencionar que el propio Liceo Rosales impartió la instruc-


ción secundaria y profesional con base en el entonces llamado mo-
vimiento magisterial positivista, corriente educativa introducida a
Sinaloa por el propio José Rentería siguiendo los lineamientos del
maestro Gabino Barreda.
José Rentería se había acostumbrado a la intensa actividad de sus
años de combatiente, por eso dejó El Fuerte y se aposentó en Mochi-
cahui, donde fundó también una escuela, y se inició como agricultor.
Por esa época cortejó a una dama con compromiso; cuando el ofen-
dido le reclamó su proceder se hicieron de palabras, pero Rentería

52 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


estaba armado y le disparó un balazo en la cabeza a su oponente, el
cual era hermano de Filiberto R. Quintero —y tío de Filiberto Leandro
Quintero Vega, quien habría de convertirse en un insigne historiador
regional. Se desconoce cuánto tiempo permaneció detenido Rentería
por el crimen, pero cuando se desembarazó del penoso incidente re-
abrió su escuela en El Fuerte.
Su instrucción académica despertó también en el profesor la in-
quietud de escribir. Se convirtió en asiduo colaborador de periódicos y
revistas de la época, y en 1892 publicó un libro que tituló Estudios y re-
cuerdos, en el que da su opinión de la época juarista y habla muy bien
del general Ramón Corona, pero pone los puntos sobre las íes cuan-
do aborda el comportamiento del general Antonio Rosales.
Así, en el ambiente tranquilo de la pintoresca villa, transcurrió la
vida de Rentería hasta llegar el nuevo siglo. Sin embargo, en 1901 el
célebre maestro no vio con buenos ojos que Porfirio Díaz se hubiera
apoderado del mando del país hasta convertirlo en dictadura, aunque
el veterano de las tres guerras —Reforma, Intervención e Imperio—,
ya con 65 años a cuestas, no tenía mucha oportunidad de protestar.
Por esos años se construyó una vía férrea a la que sus dueños
—un grupo de norteamericanos encabezados por Albert Kimsey
Owen— bautizaron como Ferrocarril Kansas City México y Oriente.
Dicha construcción se desprendió del incipiente puerto de Topolo-
bampo y en un dif ícil y casi milagroso avance trató de llegar en una
primera etapa de su proyecto al estado de Chihuahua, siendo así que
a finales de 1903 la punta de fierro —o sea el tendido de rieles— llegó
al rancho de Joyanco, convirtiéndola en estación.
El 9 de enero de 1904 fue un día histórico: procedente de Topolo-
bampo, el primer tren de pasajeros llegó a Estación Joyanco. La gen-
te de El Fuerte se volcó en la estación, distante siete kilómetros, para
presenciar el milagro realizado: cien kilómetros de vía en forma par-
ticular que culminaban frente a sus ojos, y eso era una pequeña parte
del descomunal sueño de Albert K. Owen. Con este motivo, el pro-
fesor Rentería, desde una improvisada tribuna de madera, lanzó un
elocuente discurso ante personalidades como el prefecto del distri-
to, Rafael J. Almada y Benjamin Francis Johnston. Pero tendrían que

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 53


transcurrir sesenta años para que el gobierno mexicano terminara el
proyecto con el llamado Ferrocarril Chihuahua-Pacífico.
En 1908 murió Dolores Rivera y Vega, cuñada de Rentería, y éste,
al hacer la presentación del cadáver y asentar el acta respectiva en el
Registro Civil, declaró ser originario de Huetamo, Michoacán, tener
73 años y dedicarse a la enseñanza y la agricultura.
En 1909, Porfirio Díaz llevaba casi treinta años de dictadura y, a
la par con el oaxaqueño, en Sinaloa Francisco Cañedo había hecho
lo mismo como gobernador del estado, sólo que la muerte vino por
el nayarita ese año. Los sinaloenses, cansados de aquel yugo, al ver
muerto a Cañedo se aprestaron a llevar al poder a un hombre por
la vía electoral; se vino entonces la lucha entre el periodista José Fe-
rrel y el acaudalado Diego Redo de la Vega. El Fuerte era en ese tiem-
po un importante bastión político; don José Rentería, a pesar de su
edad, escribía con gran fogosidad y elocuencia a favor de Ferrel en El
Correo de la Tarde, periódico que dirigía el ultraferrelista Heriberto
Frías. Todo Sinaloa —menos la clase alta— votaron por Ferrel, pero
en un milagro de alquimia electoral, y con el apoyo del Presidente,
ganó Diego Redo. Sinaloa quedó profundamente lastimado con aquel
fraude.
Al empezar 1910, Francisco I. Madero luchaba contra la dictadura;
mientras tanto, en El Fuerte, el recluso José María Ochoa, en un golpe
de audacia, tomó por asalto la prisión, liberó a los presos y con un pe-
queño contingente se apoderó de la prefectura. El primero en apoyarlo
fue José Rentería, y ambos tomaron la plaza en nombre de la revolu-
ción. Cayó el prefecto político, Gonzalo Martínez, y José Rentería fue
designado inmediatamente por Ochoa como nuevo prefecto.
La arenga que el viejo maestro dirigió a la multitud reunida en el
pórtico del palacio municipal fue única. Nunca antes nadie se había
dirigido a los fuertenses con tal elocuencia, retándolos, incitándolos
a rebelarse contra el régimen sin importar la vida; era diciembre de
1910, y como es sabido, en mayo del siguiente año cayó lo que se veía
imposible: el régimen dictatorial del general Porfirio Díaz.
¿Cuántos años guardó José Rentería el odio hacia el porfirismo,
pues él había sido un liberal incondicional a Juárez y durante la dic-

54 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


tadura prácticamente había sido relegado por no comulgar con el sis-
tema?
A la caída de Díaz, en Sinaloa el gobernador Redo salió al exi-
lio y el general Juan M. Banderas asumió el Ejecutivo de forma pro-
visional mientras se celebraban las elecciones constitucionales. En
ese momento, El Fuerte era el centro político del estado y lo prueba
el hecho de que de su seno salieron los dos candidatos que conten-
dieron por la gubernatura: el abogado José A. Meza y, por supuesto,
José Rentería, quien se encontraba en funciones de prefecto político
cuando hasta El Fuerte llegó una comitiva proveniente de Culiacán y
Mazatlán para proponerle la candidatura a gobernador. Por Culiacán
fueron el prestigioso licenciado Enrique Moreno y el destacado polí-
tico Tomás Alvarado, padre del general Salvador Alvarado; por Ma-
zatlán lo hizo nada menos que el periodista Heriberto Frías. Rentería
aceptó, no obstante sus 76 años cumplidos, y en septiembre, en unas
elecciones limpias y tranquilas, el viejo maestro triunfó en la vota-
ción general de la primera contienda electoral en Sinaloa emanada
de la Revolución.
Con el triunfo en sus alforjas, Rentería partió de El Fuerte en el
ferrocarril con su comitiva y sus acompañantes rumbo a la capital del
estado. A su llegada, lo aguardaban en la estación música y gente de
todos los niveles sociales; ahí lo recibió el general Banderas, en su ca-
lidad de gobernador provisional revolucionario.
Dicen las crónicas de entonces que Rentería descendió del tren
pero se negó a subir al carruaje que se le había preparado. Se fue a
pie, rodeado del pueblo, desde la estación hasta la plaza Rosales. En
este lugar, justo bajo la estatua del general, se instaló el presídium y,
con su antiguo jefe como mudo testigo, Rentería habló como el exce-
lente orador que era. Entre otras cosas, dijo que le sobraban fuerzas
para borrar por completo todo vestigio del régimen anterior. A con-
tinuación veremos lo que le costó intentar cumplir al pie de la letra
lo antes dicho.
En el salón rojo del Palacio de Gobierno, Ignacio M. Gastélum
—diputado por El Fuerte—, en su calidad de presidente del H. Con-
greso del Estado, tomó la protesta del nuevo gobernador. Presentes

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 55


en el trascendental acto estaban el gobernador provisional Banderas,
que hizo entrega del cargo; los generales Ramón F. Iturbe y Juan Ca-
rrasco; los coroneles Maximiano Gámez, Rafael Buelna, Gregorio L.
Cuevas, y también el hombre a quien Rentería debía gran parte de esa
gubernatura: el coronel José María Ochoa.
De Culiacán, Rentería siguió también en tren rumbo a Mazatlán,
y ahí tuvo otro gran recibimiento. Allí, en la tierra donde el coronel
Rosales derrocó 47 años atrás al gobernador Jesús García Morales,
motivo por el cual se hicieron enemigos para siempre, fue cargado en
hombros por los estibadores.
Rentería tomó posesión de la gubernatura el 27 de septiembre de
1911, previemante, el día 21 fue cuando los integrantes de la XXV Le-
gislatura del estado lo declararon gobernador electo. No obstante, a
los pocos días de recibir el cargo, empezó a discrepar con la política
impuesta por Francisco I. Madero. Por principio de cuentas, no estu-
vo de acuerdo con que el gabinete de Francisco León de la Barra estu-
viera formado por porfiristas como Alberto García Granados, quien
desempeñaba el ministerio de Gobernación. Por este motivo Rentería
y García Granados se hicieron enemigos, y Madero le tomó tal ani-
madversión al viejo liberal juarista que se propuso hacerlo a un lado
a como diera lugar.
Cuando salió León de la Barra y asumió la presidencia, en no-
viembre de 1911, Rentería reafirmó su inconformidad con las deci-
siones de éste; entonces Madero le envió a Culiacán a su ministro de
Comunicaciones, Manuel Bonilla, a que lo presionara con el claro fin
de hacerlo renunciar por los disturbios de los zapatistas y otros gru-
pos aún indefinidos que ocasionaban dificultades en la parte sur del
estado.
Ante esta delicada situación, el gobernador Rentería marchó a
la ciudad de México y se enfrentó al propio presidente Madero, con
quien entabló una airada discusión; pero Madero, al no poder hacer-
lo renunciar y atribuyéndole todos los males que en Sinaloa ocurrían,
le ordenó permanecer en la ciudad y presentarse todos los días ante
el ministro de Gobernación, es decir, el Gobernador Constitucional
de Sinaloa tenía a la ciudad por cárcel. Pero Rentería era un hombre

56 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


valiente y, tomando el ferrocarril, regresó a Sinaloa, donde la situa-
ción se había complicado debido a la muerte del coronel Néstor Pino
Suárez (muerto en combate contra los zapatistas), hermano del vi-
cepresidente, añadiendo otra culpa más a las alforjas del gobernador
Rentería.
Por esos días se desató en Sinaloa una rebelión contra el gobier-
no estatal acaudillada por Justo Tirado, y no fueron pocos los que
afirmaron que fue auspiciada por el propio gobierno central. Por su se-
guridad, Rentería se refugió en un barco de guerra en Mazatlán, pero el
capitán del mismo lo hizo prisionero y lo envió a Manzanillo, para de
ahí llevarlo de regreso a la ciudad de México. Mientras tanto, en Culia-
cán, siguiendo indicaciones presidenciales, se le desaforó y en su lugar,
el día 2 de mayo de 1912, se nombró a Carlos Cruz Echeverría como
gobernador interino; el viejo liberal, ahora antimaderista, duró ocho
meses de gobernador.
En la ciudad de México, José Rentería paseó su cólera, su desen-
canto y su tristeza hasta que en 1917, al ser designado como gober-
nador de Sinaloa el general Ramón F. Iturbe invitó a Rentería a co-
laborar como consejero de su gobierno. En principio, el maestro se
rehusó, pero finalmente Iturbe terminó por convencerlo.
José Rentería en apuntes de sus experiencias, publicadas en 1903
por la Imprenta Retes en Mazatlán transcribe lo siguiente:

Tan viejo como soy, he podido ser testigo de muchos episodios


referentes a la guerra de Reforma, a la Intervención, al Imperio y
también, un poco atrás, a la última administración de Santa Anna;
todo lo he plasmado en apuntes, los cuales alguna vez he querido
publicar como complemento histórico para que se juzgue mejor
de nuestros hombres públicos y se conozcan rasgos y personas que
aún se hayan ignorados, pero como por desgracia la crítica entre
nosotros no es a menudo más que procacidad insultante, consul-
tando la paz del espíritu he dejado arrumbados mis apuntes.

Al final de su vida hay desencanto y tristeza, y no es para menos:


vio ensuciar en forma infamante la reputación de Plácido Vega, vio a

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 57


los que traicionaron a Juárez, vio la transformación de héroe en villa-
no de Porfirio Díaz, vio la inocencia de Madero y por último vio los
desvíos de la revolución.
Iturbe invitó a Rentería a Sinaloa, pero sólo regresó a morir: a las
9:30 de la noche del 8 de marzo de 1919 rindió su tributo a la madre tie-
rra. Su sepelio fue solemne, mas no tumultuoso; la oración fúnebre fue
pronunciada por el profesor Arnulfo N. García y el cortejo fue encabe-
zado por el presidente de la Cámara de Diputados; ahí estuvieron Mi-
guel L. Ceceña, Epitacio Osuna y Andrés Magallón, entre otras perso-
nalidades. Fue sepultado en el panteón San Juan en Culiacán.

58 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Felipe Riveros
Gobernador de Sinaloa, 1912-1916

Juan Salvador Avilés Ochoa


Gilberto J. López Alanís
Francisco Tavizón López

Felipe Riveros fue miembro de una numerosa familia asentada en el


valle del Évora. Su padre, Jesús Riveros de la Rocha, estuvo casado
en primeras nupcias con Basilia Pérez, con quien engendró a Teófila,
Emiliana, Macario y Gasparita. Al nacer esta última la madre murió,
por lo que Jesús se casó con Gerónima, su cuñada, con quien procreó
a Ramón, Pedro, Jesús, Cristino y Felipe Riveros Pérez.
Riveros nació en Mocorito el 5 de febrero de 1880 y murió en su
hacienda «La Providencia» el 5 de mayo de 1945. Participó activa-
mente en la causa ferrelista, después mantuvo su oposición y se in-
tegró al maderismo, siendo designado presidente del Club Antirree-
leccionista de Angostura constituido el 6 de enero de 1910 ante la
presencia de Francisco I. Madero.
José María Figueroa (1986: 62) lo retrata de tez blanca, aficionado
a la buena vida y con gran optimismo. Habilidoso, militó en todas las
corrientes menos en el zapatismo: fue maderista, huertista, obrego-
nista, carrancista y, por último, villista. Se mantuvo fiel a la adminis-
tración del presidente Madero y en el año de 1912, después de la fallida
gubernatura de José Rentería, se presentó a la contienda electoral para
ser nominado gobernador constitucional de Sinaloa. Tuvo como fuer-
te adversario a su paisano Enrique Moreno Pérez, veterano opositor

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al régimen porfirista y compañero de lucha de Gabriel Leyva Solano;
el otro candidato fue el choicense Alejandro Ross Vega.
Felipe Riveros fue electo gobernador para el período que empezó
el 27 de septiembre de 1912 y concluiría en igual fecha en 1916. De-
signó como secretario general de Gobierno a Joaquín Noris y a José
G. Heredia como magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del
Estado.
Durante su gestión combatió la lucha zapatista y trató de apa-
gar los levantamientos por el asesinato del presidente Madero. Des-
aprovechó la oportunidad política de trascender tras el proditorio y
deleznable acto del general Victoriano Huerta, al ser invitado por su
paisano Rafael Buelna para desconocer al usurpador; incluso emitió
declaraciones de preservar la paz social, creyendo en la palabra del
golpista y manteniéndose en el poder de manera endeble ante la críti-
ca de grupos maderistas que se levantaron en armas en varios puntos
de la geograf ía sinaloense. A la postre fue traicionado por el mismo
Victoriano Huerta, que no creyó en la adhesión de Riveros y lo detu-
vo en la ciudad de México.
Durante su gobierno, Felipe Riveros careció de recursos econó-
micos suficientes para cubrir con regularidad los sueldos a los maes-
tros, a tal grado que se vio en la necesidad de presentar una iniciativa
al Congreso para cerrar temporalmente el Colegio Rosales, argumen-
tando que el deber primordial de su gobierno era atender la enseñan-
za primaria.
Con tal objeto se nombró una comisión para estudiar el proble-
ma, integrada en su gran mayoría por catedráticos de la citada insti-
tución, misma que presentó una solución que contempló descontar
un 5 % de sus sueldos a todos los funcionarios y empleados estatales,
con excepción de los que ganaran menos de 50 pesos mensuales.
La Cámara de Diputados aprobó el dictamen de la comisión y los
burócratas fueron sangrados en sus percepciones a partir del mes de
diciembre de 1912 hasta el 28 de febrero de 1913. Así es como Riveros
logró, en parte, resolver el problema de pago al magisterio sinaloense.
Saúl Armando Alarcón Amézquita (2011: 95) anota que en diciem-
bre de este mismo año, el grupo político de Riveros, a través del dipu-

60 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


tado Cándido Avilés, aprobó la iniciativa para establecer la Ley Regla-
mentaria de la Creación de Municipalidades, demanda muy sentida
entre los grupos revolucionarios.
El gobernador Riveros, el 5 de diciembre, pidió licencia al Con-
greso del Estado y abordó el Sud-Pacífico con destino a la ciudad
de México, previa concertación de una audiencia con el presiden-
te Francisco I. Madero. Hasta su regreso el 3 de febrero de 1913 fue
sustituido por el nuevo secretario general de Gobierno, Maximiliano
López Portillo.
Riveros reasumió la gubernatura el 3 de febrero y el 9 se inició lo
que se conoce como Decena Trágica: el «cuartelazo», la rebelión mi-
litar que incubó el traidor Victoriano Huerta, azuzado por el emba-
jador norteamericano Henry Lane Wilson. Unos días después, el 22
del mismo mes, fueron arteramente asesinados Francisco I. Madero
y José María Pino Suárez.
En Sinaloa, al día siguiente, en el salón La Perla, los mazatlecos
organizaron un mitin de protesta por los dos crímenes, culminando
con una manifestación que recorrió las calles del puerto. Estos actos
de repudio fueron encabezados por Aurelio Fragoso, Santiago D. Ro-
dríguez, Genaro M. Velázquez, Manuel Pérez Castro, Carlos López,
Andrés Magallón, Emilio R. Aguilar, Federico Benítez, Agustín Ló-
pez, Ernesto Damy Jr. y Carlos Félix Díaz.
Indignados, los sinaloenses recibieron la noticia de la muerte de
Madero y los grupos leales a su nombre y causa, que apenas hacía
unos meses habían depuesto las armas, se acercaron al gobernador
Riveros para exigirle el desconocimiento del gobierno huertista y que
los encabezara para lanzarse a la lucha en contra del sanguinario dip-
sómano. Rafael Buelna, paisano de Riveros, lo instó también a rebe-
larse contra Victoriano Huerta, pero al no recibir respuesta, el Gra-
nito de Oro volvió al combate, uniéndose a las fuerzas del general
Martín Espinosa.
Riveros se enfrentó a un gran dilema: no tenía las suficientes
fuerzas ni armamento para el enfrentamiento con el ejército regu-
lar de Huerta, por lo cual dialogó con los exaltados y los convenció
de que esperaran un poco de tiempo. Sin embargo el 5 de marzo de

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 61


1913 reconoció, en su carácter de Gobernador Constitucional de Si-
naloa, al gobierno ilegal de Huerta y presionando en igual forma a
la Cámara de Diputados y el Supremo Tribunal de Justicia, manchó la
dignidad de la soberanía sinaloense.
En la misma fecha los maderistas de Culiacán, realizaron una
junta y desconocieron al régimen huertista publicando un manifies-
to que firmaron Teodoro Piczán, Francisco Ramos Obeso, José L.
Osuna, Enrique Moreno Pérez y Francisco Rojas.
Diversos combates contra la usurpación de Victoriano Huerta se
sucedieron en el ámbito sinaloense: en Piedras Chinas, Cosalá, se es-
cenificó el primer combate entre la legalidad constitucionalista y la
usurpación de Huerta, con la participación del coronel Claro G. Mo-
lina, Isauro Ibáñez y el mayor Matías Lazcano, que derrotaron a los
soldados huertistas comandados por el subteniente Crispiniano An-
zaldo. Por su parte, en marzo 17, un grupo de maderistas mazatlecos
empuñaron las armas y fueron perseguidos por las fuerzas de Riveros;
Claro G. Molina, junto con Miguel Armienta, lanzaron un manifiesto
al pueblo de Sinaloa el 16 de abril de 1913 en el que acusaron a la funesta
camarilla de los científicos de asesinar a Madero y Pino Suárez y advir-
tieron de los que se aprovechaban de la situación imperante, llamando
al patriotismo y la honradez y sobre todo a mantener el imperio de la
ley. (López, 2004: 46)
Riveros mantuvo comunicación y acuerdos con el gobernador de
Sonora, José María Maytorena, dejando un puente tendido con fuer-
zas emergentes de carácter regional. Los poderes del Estado fueron
trasladados al puerto de Mazatlán, y en el decreto de autorización
del Congreso se asentó que «es para acercarse y comunicarse más
fácilmente con el gobierno del centro». Riveros nombró prefecto de
Mazatlán a Cándido Avilés Inzunza, simpatizante y amigo de Huer-
ta, con el visible propósito de quedar bien con él, pero el huertismo
nunca le tuvo confianza a Riveros y los maderistas menos. El gober-
nador aseguraba en sus informes que Sinaloa estaba en orden y en
paz, sin embargo El Monitor Sinaloense y El Mefistófeles, periódicos
de Culiacán, daban la noticia de que se habían levantado en armas

62 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Enrique Moreno Pérez, Francisco Ramos Obeso y Lázaro y Francis-
co Ramos Esquer.
Riveros jugó audazmente sus cartas usando los medios de comu-
nicación del momento, tal es el caso del telegrama enviado el 20 de
marzo a Ignacio Noris, representante del Gobierno de Sinaloa ante
los usurpadores, en el que dijo:

Suplico a usted hacer público en la prensa de esa capital que es


enteramente inexacto que en Pericos, distrito de Mocorito, haya
habido manifestación hostil al gobierno federal. Desmienta us-
ted toda noticia relativa a que mis hermanos (Jesús, Manuel y
Macario) tengan intenciones de levantarse en armas, porque tan-
to ellos como yo, nos hemos trazado definitivamente una línea
de conducta que tiende a cooperar con el gobierno federal para la
conservación del orden. Mis enemigos políticos dan en propalar
las especies calumniosas en mi contra para lograr mejor su inten-
to. Estoy satisfecho de cumplir con mi deber y, a pesar de tantas
intrigas que se han desarrollado en mi contra, no variaré de con-
ducta. (Alarcón, 2011: 97)

Riveros nunca pensó que su defección se le revertiría. A bordo


de un vapor de la Armada Nacional, el día 18 de marzo los huertis-
tas ofrecieron un banquete al general Reynaldo Díaz para celebrar su
ascenso militar. A este ágape asistió el gobernador, acompañado de
algunos diputados y de sus más cercanos colaboradores. Terminada
la reunión y después de los brindis de rigor, el gobernador Felipe Ri-
veros y su comitiva bajaban por la escalerilla del barco con la idea de
retirarse, pero sorpresivamente la escolta del propio general Díaz les
impidió el paso, conminándolos a darse presos en nombre del Go-
bierno de la República.
Custodiados, fueron enviados a la ciudad de México acusados del
delito de rebelión el gobernador Riveros, Cándido Avilés, Genaro M.
Velázquez, Fidencio Smith, Antonio Espinoza de los Monteros, Carlos
C. Echeverría, Lázaro Rodelo y Santiago D. Rodríguez; se les confinó
en el cuartel de San Pedro y San Pablo, pero duraron prisioneros poco

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 63


tiempo, pues después de interrogatorios, les otorgaron la libertad al
mes siguiente.
El general Felipe Riveros salió de la prisión en México, se trasladó
a los Estados Unidos y, maquinando el peso de su condición legal, se
trasladó a Piedras Negras, Coahuila, para entrevistarse con Venustia-
no Carranza, jefe del naciente Ejército Constitucionalista bajo el Plan
de Guadalupe, y ahí obtuvo el primer reconocimiento de Carranza a
su gobierno. Después llegó a Sinaloa en junio de 1913, se refugió en
San Blas —plaza dominada por la revolución y comandada por su
sobrino Manuel Riveros—, se integró a las fuerzas constitucionalis-
tas, participó en varios combates en el norte de la entidad y cobró
notoriedad en la estructura militar naciente.
Al llegar a Estación San Blas, lanzó un manifiesto a los sinaloen-
ses donde expresó:

La traición y el crimen se ha entronizado en nuestra querida pa-


tria, cometiendo los usurpadores los más horripilantes crímenes.
Todos mis compatriotas saben que, violando el fuero constitucio-
nal con que me ungió el voto popular, el llamado general Reynaldo
Díaz, de acuerdo con el usurpador Legorreta, y haciendo uso de
la fuerza bruta, se me transportó en calidad de prisionero a la ca-
pital de la República, donde fui víctima, en un calabozo inmundo,
de atropellos y vejaciones, obligándome bajo amenaza de muerte
a firmar una pretendida renuncia al puesto de Gobernador Cons-
titucional del Estado. Por fortuna de la legalidad que represento
pude evadirme de la ciudad de México, donde se me había deja-
do con la capital por prisión; y vuelvo al suelo de mis antepasados
para asumir el mando supremo de jefe del Ejército Constitucio-
nalista del estado de Sinaloa.
[Al final pronunció:]
En todos los estados de la República mexicana hay miles de pa-
triotas que, desafiando el peligro, luchan denodados hasta conse-
guir el justo castigo de los asesinos del 23 de febrero. Dentro de
poco tiempo habremos triunfado y el imperio del gobierno del
pueblo quedará para siempre consolidado. Animados por la san-

64 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


tidad de nuestra causa, esperemos pronto triunfo y aniquilemos
a los enemigos del pueblo y de la democracia. (Avilés, 2010: 26)

Es preciso anotar que al quedar acéfala la gubernatura por la pri-


sión del gobernador Riveros, inmediatamente fue designado en forma
interina el general José L. Legorreta por acuerdo de Victoriano Huerta,
permaneciendo en el cargo del 21 de marzo al 1 de octubre de 1913. Lo
sustituyó el general Alberto T. Rasgado, del 1 de octubre al 1 de febrero
de 1914. Sinaloa vivió once meses prácticamente en estado de sitio.
El 15 de septiembre de 1913, en San Blas, el primer jefe del Ejérci-
to Constitucionalista, Venustiano Carranza, dio el Grito de Indepen-
dencia desde el balcón del Hotel Pérez, en compañía del gobernador
Riveros y de sus principales colaboradores. La noche anterior se ha-
bía hospedado en la casa de Eduardo Tays.
El 5 de julio, por acuerdo de Venustiano Carranza, Riveros fue re-
conocido públicamente como gobernador legítimo de Sinaloa y duró
en el poder hasta el 25 de noviembre de 1914, no sin algunos reclamos
y desconfianzas de la oficialidad; la toma de posesión se efectuó en San
Blas, donde se encontraba la sede del gobierno carrancista.
Riveros fue la opción de Venustiano Carranza para acercarse a los
grandes propietarios sinaloenses, que no dejaban de presionar para
seguir gozando de sus privilegios. Riveros había conseguido la gracia
y el perdón, por encima de la voluntad de otros militares sinaloenses
como Iturbe, Flores y Carrasco, que estaban cumpliendo tareas de
trascendencia.
Ya instalado en el Palacio de Gobierno, diseñado por el ingeniero
Luis F. Molina para los gobiernos porfiristas y hoy sede del Archivo
Histórico General del Estado de Sinaloa, Felipe Riveros empezó su
nueva gestión con decretos por delante y proclamó seis acciones de
gobierno:
1. Establecimiento de nuevos impuestos a las mercancías que salieran
del estado y castigo a los contrabandistas.
2. Conminó a la población a entregar a la autoridad las armas, mu-
niciones y explosivos que tuvieran en su poder.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 65


3. Emisión de 100 000 pesos en papel moneda por el Gobierno del
Estado.
4. Libertad de comercio nacional e internacional a través del puerto
de Topolobampo.
5. Exentar por tres meses el pago de impuestos aduanales a algunos
artículos alimenticios, abonos químicos, maquinaria, refacciones
y toda clase de implementos para usarse en la agricultura.
6. Los fondos que se recabaran por impuestos federales del timbre
en el estado se usarían para el sostenimiento de la guerra. (López,
1992: 308)

Riveros gobernó y combatió al unísono al ejército de Victoriano


Huerta, encabezó acciones militares y apoyó a los generales comba-
tientes.
En el ámbito económico, intervino las empresas abandonadas para
ponerlas a producir y el 13 de agosto creó la Dirección de Bienes Inter-
venidos de Ausentes. Asimismo, combatió la escasez de artículos de
primera necesidad, derivada de las actividades especulativas de los co-
merciantes que subieron los precios y ocultaron mercancías de consu-
mo obligado: por decreto del 11 de septiembre de 1913, obligó al comer-
cio a vender al menudeo las mercancías almacenadas, no excediendo
su precio del 20 % de los precios corrientes, según lo consignan Carri-
llo Rojas (1994: 298-299) y Vidales Quintero (2003: 68).
Riveros participó como general y gobernador constitucionalista;
con Álvaro Obregón a la cabeza del Cuerpo del Ejército del Noroes-
te y la oficialidad correspondiente, tomó Culiacán el 14 de noviembre
y una vez evacuados los federales, Riveros declaró a Culiacán capi-
tal del estado con el gobierno constitucionalista. Invitó al jefe Venus-
tiano Carranza a Culiacán, y éste arribó a la capital el 22 de enero
de 1914; después de algunas fiestas, bodas, padrinazgos y adhesio-
nes, Riveros fue cuestionado ante Carranza por su conducta huer-
tista, mas al advertir la lealtad de los más combativos generales ha-
cia Riveros, y ante posibles fracturas en la élite militar, Carranza lo
mantuvo, no sin antes advertir que dejaba el caso para después del

66 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


triunfo de la Revolución. Para el 9 de agosto de 1914, ya desocupado
Mazatlán, Sinaloa fue totalmente constitucionalista.
El cálculo político fue uno de los atributos de Riveros. Al ser de-
rrotadas las fuerzas del general Victoriano Huerta, con la renun-
cia presentada el 15 de julio de 1914, Venustiano Carranza asumió
el gobierno del país, convocando a una convención revolucionaria
para limar asperezas entre los caudillos y definir el rumbo de la na-
ción; sin embargo, tal convención, iniciada el 1 de octubre en la ciu-
dad de México, no tuvo el consenso necesario, por lo que se trasladó
a Aguascalientes, desarrollándose del 10 al 31 del mismo mes; se de-
claró soberana el 14 y el 28 adoptó el Plan de Ayala.
La convención resultó un estrepitoso fracaso. En ella, Carranza
fue desconocido como presidente interino y se nombró al general
Roque González Garza, presidente provisional de la República. Así
se abrió una grieta enorme entre los revolucionarios formándose dos
bandos irreconciliables: Villa y Zapata contra Carranza y Obregón,
escisión que desembocó en otro conflicto armado que convulsionó
nuevamente a México.
Riveros se sumó a los convencionistas que rechazaron a Carranza
y en telegrama dirigido el 7 de noviembre de 1914 al presidente de la
convención soberana, se solidarizó con el acuerdo tomado en el que
se privaba a Carranza del mando político de la nación:

Núm. 76.- De Culiacán, Sinaloa, el 7 de noviembre de 1914. Reci-


bido en Aguascalientes, Off. D. 8 P.M.- H:R. 6-30.

En respuesta a extenso mensaje que hoy recibí del general Fran-


cisco Coss y demás signatarios, hoy mismo dígoles lo siguiente:
Acuso a usted recibo de su telegrama circular fecha de ayer, y
enterado con detenimiento de su contenido, en respuesta mani-
fiesto a usted:
1° Que considerando, como usted atinadamente cita, que la
soberanía nacional reside original y esencialmente en el pueblo,
y que éste, hoy victorioso, está representado en la convención de
Aguascalientes, es esta H. Asamblea la que con más razón y con

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 67


mayor justicia puede, si así lo estima necesario para la salvación
de la patria, declararse soberana, como lo ha hecho con bene-
plácito de todos y aprobación de los más distinguidos ciudada-
nos que empuñaron las armas para derrocar a Huerta, restable-
cer el orden constitucional y realizar los ideales de la revolución
de 1910.
2° Que si usted estima que la voluntad nacional quedó expre-
sada en la cláusula quinta del llamado Plan de Guadalupe, sólo
porque está firmado por los ilustres desconocidos que lo suscri-
ben y antes de disparar un cartucho, con mayor razón debe usted
estimar que el acuerdo de la convención en que se priva a Carran-
za en bien de la causa de la presidencia interina, es igualmente la
expresión de la voluntad nacional. Tanto más cuanto que los sig-
natarios de ese acuerdo son los genuinos y legítimos representan-
tes del pueblo armado y victorioso.
3° Que teniendo el gobierno de mi cargo representante acredi-
tado en la Gran Convención, que habiendo éste jurado respetar las
decisiones de la H. Asamblea, yo no puedo ni debo desautorizarlo,
so pena de incurrir en perjurio o disculparme alegando ligereza
al designar representante, y le di instrucciones para que hiciera la
declaración correspondiente en el seno de la Gran Convención, a
quien desde este momento mi gobierno reconocía soberana. Por
lo expuesto, secundaré su actitud y persistiré en la línea de con-
ducta ya adoptada, procurando el bien de mi patria, la realización
de los ideales de la revolución de 1910 y el triunfo de los princi-
pios, aun cuando perezcan las personas. Entre la convención, úl-
tima esperanza de la patria, y Carranza, ávido de mando y de po-
der, no vacilo, con la Convención hasta morir. Lo que tengo el
honor de poner en el superior conocimiento de la muy H. Con-
vención Soberana por el digno conducto de usted, para los efectos
consiguientes. Renuevo a usted mis protestas de alta consideración
y aprecio.

El desconocimiento que hizo la convención de Aguascalientes al


Jefe Carranza tuvo hondas repercusiones en Sinaloa. Los generales

68 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Ramón F. Iturbe, Ángel Flores y Juan Carrasco se mantuvieron leales
a Carranza y le pidieron a Riveros abandonar la jefatura del gobierno;
Riveros trató de llegar a acuerdos y propuso romper relaciones con
Carranza mientras se llegaba a una conciliación, así como nombrar a
Iturbe como jefe militar respetando su gobierno, pero los jefes nor-
teños del constitucionalismo en Sinaloa objetaron tal propuesta e in-
cluso propusieron llevar a Riveros a un tribunal militar. Iturbe rom-
pió con él y organizó una avanzada en su contra para tomar Culiacán.
El 20 de noviembre de 1914, Riveros abandonó la capital del es-
tado y se pronunció contra Carranza; se colocó otra vez al frente de
batalla y salió rumbo a Cosalá y fue ratificado como gobernador por
el presidente de la convención el 5 de diciembre. Después se trasladó
a la ciudad de México, para entrevistarse con el presidente provisio-
nal, Eulalio Gutiérrez, y el general Francisco Villa, logrando que se le
nombrara comandante militar del estado de Sinaloa, con autoriza-
ción de 300 000 pesos para haberes militares y capacidad de emitir
papel moneda. En entrevista en la ciudad de México, prometió que
«todas las tierras que la rapacidad de los poderosos quitó al indefen-
so, serán devueltas». También propuso respetar la propiedad, levan-
tar las confiscaciones de bienes y devolverlas a sus propietarios.
Sobre su participación en la causa del legendario Pancho Villa, la
historiografía da cuenta de que, acompañado por su paisano Macario
Gaxiola y su hermano Jesús, abandonaron la causa de la División del
Norte, y en la huida a bordo de un tren que los transportaría a la fron-
tera norte, fueron interceptados por las tropas de Villa, quienes lleva-
ban la orden de fusilarlo; su hermano Jesús, al hacerse pasar por él, fue
hecho prisionero y trasladado al panteón civil de Chihuahua, donde
fue pasado por las armas, salvando con su vida a su hermano, el gober-
nador de Sinaloa.
Sin embargo, la existencia de dos cartas en relación a este suceso
encontradas en el archivo de la familia Riveros que el general Fran-
cisco Villa le envió al general Felipe Riveros, rectifican lo consigna-
do hasta ahora por algunos historiadores. Ambas cartas de la corres-
pondencia particular de Francisco Villa tienen en la parte superior
izquierda el sello oficial del general en jefe del Ejército del Norte y

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 69


están firmadas a puño y letra por el Centauro del Norte. El texto de
la primera, fechada en Chihuahua el 3 de octubre de 1915 y dirigida al
general sinaloense, que se encontraba hospedado en el Hotel Francia
de la misma ciudad, expresa:

Muy estimado y fino amigo.


Ayer tuvo Ud. la bondad de remitirme un mensaje a Camargo,
pero lo recibí hasta hoy que llegué a esta ciudad, en donde me tie-
ne a sus órdenes.
Con verdadero desagrado me impuse que un individuo de
la escolta del general José Rodríguez asesinó alevosamente a su
apreciable hermano Jesús.
Por medio de estas líneas, suplico a Ud. muy atentamente ten-
ga la bondad de aceptar mis sentimientos de sincera condolencia;
y espero con todo fundamento que tenga Ud. entereza y la fuerza
de voluntad necesarias para hacerse superior a esta nueva calami-
dad, en que se ponen a prueba el temple y la firmeza de Ud. como
hombre de carácter. Por mi parte, aseguro a Ud. con toda sinceri-
dad que voy a estar muy pendiente de lo que se sirva comunicar-
me, y que en cuanto pueda llegar al lugar en que se encuentran los
causantes del desorden en que perdió la vida el señor hermano de
usted, serán castigados con toda severidad, y muy especialmen-
te el individuo apodado «El Chiquirrín», quién deberá ser pasado
por las armas.
Con mis muestras de especial aprecio y consideración, me
repito de Ud. atentamente, afectísimo amigo y seguro servidor.
(Avilés, op. cit.: 27-28)

La segunda misiva, fechada en Ciudad Juárez el 8 de octubre de


1915 y dirigida a El Paso, Texas, en donde se encontraba el general Ri-
veros, dice:

Muy estimado y fino amigo:


Por medio de un propio, le remito original de la carta inclusa que
desde hace varios días le puse en Chihuahua, dirigida al Hotel

70 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Francia, donde creía que estaba su alojamiento. El empleado de
correos buscó a Ud. inútilmente en el referido hotel, y al no en-
contrarlo, devolvió la carta a mi oficina porque se le dijo que Ud.
ya había salido para Ciudad Juárez, acompañando al general Gar-
za Cárdenas.
Como ya estaba próxima mi salida para esta ciudad, deter-
miné traerme la consabida carta y entregarla aquí personalmen-
te, así como darle de palabra las explicaciones en ella conteni-
das; pero hoy en la mañana me dijo mi amigo Garza Cárdenas
que Ud. había salido ya desde ayer, para internarse en los Estados
Unidos, y como acabo de saber que todavía no ha salido de la ciu-
dad vecina, me doy el gusto de dirigirle a usted la carta tantas ve-
ces mencionada, para que se imponga de la resolución formal que
he tomado de hacer un escarmiento con el asesino de su aprecia-
ble hermano don Jesús y de dar la justicia a quien corresponda.
Espero que estando convencido de la sinceridad de mis ideas
y procedimientos, se servirá aceptar mis explicaciones y venir a
esta ciudad lo más pronto posible para tener el gusto de darle un
abrazo y de que hablemos un momento, antes de salir a la campa-
ña, lo que será a la mayor brevedad.
Saludándolo con el cariño de siempre, quedo de usted servi-
dor y amigo que le deseo todo bien. (Ibíd.: 28-29)

Después de varios intentos por recuperar Sinaloa para los con-


vencionistas, Riveros fue derrotado junto con sus generales, entre los
que se encontró Rafael Buelna. No concluyó el período para el que
fue electo y se exilió en los Estados Unidos, pero regresó al triunfo del
Plan de Agua Prieta contra Carranza y se dedicó a sus negocios, falle-
ciendo el 5 de mayo de 1945. Sus restos reposaron hasta el año 2014
en el panteón de Alhuey, Angostura, para después ser exhumados en
2015 y trasladados al panteón Reforma de Mocorito, Sinaloa.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 71


r
Bibliografía

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tal para las Conmemoración del Bicentenario de la Independencia y el
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72 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Manuel Rodríguez Gutiérrez

Nicolás Vidales Soto

La investigadora Mercedes Verdugo López (2010) sostiene que Ma-


nuel Rodríguez fue designado gobernador de Sinaloa por el Primer
Jefe Venustiano Carranza en la etapa preconstitucionalista y que,
previo acuerdo del Congreso del Estado, tomó posesión el mes de
noviembre de 1915. Al terminar su período, Rodríguez Gutiérrez via-
jó a la ciudad de México para incorporarse al gabinete carrancista en
la Secretaría de Comunicaciones. En Culiacán se casó con María Lui-
sa Aguilar, con quien procreó a Manuel Rodríguez Aguilar, a la pos-
tre ingeniero petrolero.
En su gestión administrativa, sustanciosa por sus resultados, operó
de nueva cuenta la actividad del catastro sobre la propiedad raíz, con
lo cual la hacienda pública centralizó fiscalmente el predial, garanti-
zándose un importante ingreso a sus arcas.

Para abastecer el consumo interno de productos básicos en la en-


tidad, ordenó a las fuerzas militares que actuaran contra los aca-
paradores y fijó el precio de venta del azúcar, el frijol y el maíz,
destinando recursos estatales para la adquisición de productos de
primera necesidad con el fin de evitar las especulaciones. En enero
de 1916 fijó el monto del salario mínimo y en marzo suprimió las
tiendas de raya. (Verdugo, 2010: 32)

73
El 25 de mayo de 1915 entró en vigor la ley del 6 de enero de 1915
(de entrega de tierras a los pueblos, publicada en esa fecha), para lo
cual integró la comisión estatal correspondiente, proponiendo a la
homóloga nacional la organización de un «centro liberal nacional que
se encargara de unificar el criterio de la operación» en los estados.

En acatamiento a lo dispuesto por la Comisión Nacional Agraria, el


gobernador Manuel Rodríguez Gutiérrez y el entonces secretario
de Gobierno, Rosendo Olea, con asistencia del ministro Ignacio
Bonillas, efectuaron el primer reparto agrario en Sinaloa al poner
en posesión de sus tierras a los indígenas del pueblo de Tepuche,
municipalidad de Culiacán, el 20 de julio de 1915. (Ibíd.: 38)

Al gobernador Rodríguez Gutiérrez le correspondió oficializar la


supresión de las prefecturas de distrito para dar paso a la erección
jurídica de los municipios en la entidad, para lo cual publicó los de-
cretos 14 y 15 de su gestión. En el primero se dispuso, en un artículo
único, que

Se reforma el Art. 109 de la Constitución Federal de los Estados


Unidos Mexicanos de 5 de febrero de 1857, en los términos si-
guientes:
Los estados adoptarán para su régimen interior la forma de
gobierno republicano, representativo y popular, teniendo como
base para su división territorial y de su organización política el
municipio libre, administrado por un ayuntamiento de elección
popular directa y sin que haya autoridades intermedias entre és-
tas y el gobierno del estado.
El Ejecutivo federal y los gobernadores de los estados tendrán
el mando de la fuerza pública de los municipios donde residieren
habitual o transitoriamente.
Los gobernadores no podrán ser reelectos, ni durar en su car-
go por un período mayor de seis años. (Ibíd.: 39-40)
[Además, en el Decreto No. 15 dispuso:]

74 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Primero.- De acuerdo con lo mandado por el C. primer jefe de
la Revolución y encargado del poder Ejecutivo de la nación mexi-
cana, desde hoy quedan suprimidas en todo el estado las prefec-
turas de los distritos.
Segundo.- Los presidentes municipales de los distritos asumirán
el mando político nombrando al efecto los empleados necesarios
para el despacho de sus oficinas.
Tercero.- Como las fuerzas municipales estarán bajo las órde-
nes del Ejecutivo del estado, los ayuntamientos nombrarán su po-
licía y un inspector general de la misma. (Ibíd.: 40)
[Tal y como lo sostiene Verdugo López:]
La derogación de las prefecturas de distrito constituyó un ante-
cedente fundamental para elevar a régimen constitucional al mu-
nicipio libre en 1917. Esta condición no representó conflicto para
los intereses propios de los jefes revolucionarios, sin embargo,
el reparto contemplado por la Ley de Ejidos de 1915, así como su
observancia y acatamiento sí ocasionó un grave desacuerdo por
parte de los adversarios de esa política agrarista. En este momen-
to, la figura del Gral. Ángel Flores se hizo visible en Sinaloa como
representante de este sector.
Al igual que la mayoría de los jefes revolucionarios que tu-
vieron acceso al poder civil, Ángel Flores ostentaba como con-
dición previa un poder militar —en su caso, una jefatura en el
Ejército del Noroeste—. Desde esta posición estrechó vínculos
con los hombres fuertes del campo sinaloense, así como con los
poderosos sonorenses Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.
Las razones por las cuales Carranza optó por designar a Flores
en el cargo parecen estar dadas por las complicaciones que el Eje-
cutivo de la nación estaba enfrentando como resultado de la Ley de
Ejidos, lo cual le restaba apoyo en su difícil gestión, por lo que se
mostró aquiescente a los reclamos de los hacendados y comercian-
tes de la región para expulsar a Rodríguez Gutiérrez. (Ibíd.: 41-42)

En este mar de intrigas, Ángel Flores, representando los intere-


ses de los latifundistas regionales, propuso la salida de Rodríguez

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 75


Gutiérrez del gobierno del estado y la designación de Isauro Ibáñez
para operar las condiciones políticas a su favor y encumbrarse en
el Ejecutivo estatal, cargo al que llegó dos veces en forma provisio-
nal, ejerciendo en una de ellas también la comandancia militar en
el estado.

r
Bibliografía

ΕΕ Verdugo López, Mercedes (2010). Gobiernos de la revolución en Si-


naloa. Administración, partidos y elecciones. El municipio libre. Culia-
cán: UAS/Instituto Sinaloense de la Cultura.

76 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Ramón F. Iturbe
Primer Gobernador Constitucional de Sinaloa

Gilberto J. López Alanís

Joven emprendedor, luchó denodadamente por acrecentar su acer-


vo cultural: aunque estudió en el Seminario de Culiacán, debió in-
terrumpir su formación por carecer de los recursos necesarios. Es-
tableció un comercio en los alrededores del pueblo de Alcoyonqui
y viajó por las estribaciones de la sierra practicando el magnetismo y
la medicina natural.
Por su origen mazatleco, visitaba el puerto y se integró a la socie-
dad de estudios La Aurora, donde coincidió con personajes de la ta-
lla de Manuel Bonilla, Esteban Flores, José Berumen, Amado Nervo,
Martiniano Carvajal, Vicente González, Ángel Beltrán, Juan Sarabia,
Jesús Gómez, Manuel Manzo, José Ferrel Félix y Juan y Francisco Va-
ladés; ahí conoció el ideario de Francisco I. Madero y sus inclinacio-
nes espiritistas.
A la muerte del general Francisco Cañedo, Iturbe se definió par-
tidario del periodista José Ferrel, en contra de la candidatura del po-
deroso empresario Diego Redo de la Vega.
Con sus apenas 20 años —había nacido el 7 de noviembre de
1889—, el joven Ramón F. Iturbe impactó al periodista Heriberto
Frías al integrarse a las filas ferrelistas que marcharon por las princi-
pales calles de Mazatlán con un contingente de rancheros montados
en sus briosos corceles.

77
La derrota ferrelista, donde se sintió la intimidación, la coerción
a la clase trabajadora y el manejo de la milicia rural por parte del gru-
po redista, dejó sembrado de cuadros combativos el mapa político de
Sinaloa, así que cuando Diego Redo de la Vega asumió el poder, mu-
chos de ellos se apegaron a la propuesta maderista señalada en La su-
cesión presidencial de 1910, libro con el cual Francisco I. Madero se
presentó como candidato a la presidencia de la República.
La propuesta de estallar la revolución el 20 de noviembre de 1910
lanzada por Madero a través del Plan de San Luis, entusiasmó a un
grupo de luchadores sociales en el cual se encontraba Ramón F. Itur-
be y que al ser descubiertos se remontaron a la sierra de Sinaloa for-
mando guerrillas ligadas a los sectores productivos. Iturbe logró
consolidar su liderazgo y junto con otras facciones revolucionarias
participó en la toma de Culiacán en 1911.
Junto con Juan M. Banderas y otros revolucionarios trabajó
por la victoria electoral de 1911, donde salió electo el profesor José
Rentería, que hizo grandes esfuerzos para no ser arrollado por los
cuadros maderistas encabezados por Manuel Bonilla, hasta que,
obligado por Madero y depuesto por el Congreso estatal, dejó el
gobierno de Sinaloa.
La controvertida permanencia de Francisco I. Madero como pre-
sidente de la República desembocó en su asesinato en el año 1913, en
lo que conocemos como la Decena Trágica, provocando una defini-
ción norteña por el regreso a la legalidad, constituyéndose una opo-
sición constitucionalista encabezada por el gobernador de Coahuila,
Venustiano Carranza.
Iturbe se mantuvo fiel al maderismo y asumió su responsabilidad
constitucionalista con Venustiano Carranza; logró importantes vic-
torias militares entre Sonora y Sinaloa. Carranza reconoció el grado
de brigadier a Iturbe y lo ascendió a general de brigada el 28 de oc-
tubre de 1913. Bajo el mando del general Obregón atacó Mazatlán en
enero de 1914; colocado el puerto en estado de sitio, Obregón siguió
su tránsito hacia la ciudad de México para recibirla de manos del
Ejército Constitucionalista en agosto de 1914.

78 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Precisamente en este año, Iturbe contrajo matrimonio con la cosal-
teca Mercedes Acosta Ferreiro; tuvo como padrinos a Venustiano Ca-
rranza, Felipe Riveros, Álvaro Obregón, Eduardo Hay y Crisanto Arre-
dondo, la crema y nata del constitucionalismo en ese tiempo, según
consta en el libro del Registro Civil depositado en el Archivo Histórico
General del Estado de Sinaloa.
En 1916 Iturbe fue comisionado por el presidente Carranza en una
misión diplomática y viajó a Japón, Rusia y algunos países europeos,
mientras el primer jefe convocó al Congreso Constituyente que se
realizó en Querétaro. Iturbe regresó al país en junio de 1916 para pos-
tularse como candidato a gobernador, contando con la oposición del
mismo Carranza que en un primer momento apoyó a Ángel Flores,
sin embargo participó en la contienda electoral y obtuvo la victoria
para ser declarado gobernador de Sinaloa para el período 1917-1920.
La obra de Iturbe como gobernador en el año de 1917 tuvo sus al-
tas y bajas, las cuales fueron informadas a la XXVII Legislatura del
Congreso del Estado. Iturbe expresó que su informe sería breve por-
que breve también había sido el tiempo transcurrido desde que re-
cibió el gobierno del estado de manos del gobernador provisional,
Ignacio L. Pesqueira. Enmarcó su triunfo como candidato a goberna-
dor de la siguiente manera:

La lucha política fue intensa en Sinaloa. Seis candidatos sosteni-


dos por grupos bien definidos se presentaron en el estadio elec-
toral y tocó en suerte al Partido Liberal Progresista, que sostenía
mi candidatura, salir triunfante en los comicios; y no podría ha-
ber sido de otra manera, ya que el Partido Liberal Progresista no
tenía ligas con capitalistas ni concesionarios de pasados regíme-
nes, ni llevaba las tendencias neo-militaristas de los grupos que
sostenían a los candidatos vencidos. (Iturbe, 1918: 2)

Fue más explícito al señalar que los enemigos del pueblo se en-
contraban en el mismo Congreso, y el encargado de encabezar tal
oposición fue el diputado por el 14° distrito electoral de El Fuerte,
Miguel L. Ceceña, quien argumentó que a Iturbe no le alcanzaba la

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 79


edad para desempeñar el cargo de gobernador, aunque reconoció
que la ciudadanía lo había elegido a través del voto; luego argumen-
tó que se violaba la Constitución del 21 de septiembre de 1894. Tal
propuesta fue avalada por el presidente del H. Ayuntamiento de El
Fuerte, Bruno Félix.
Los iturbistas alegaron la no vigencia de tal orden constitucional,
y se mantuvieron firmes con la victoria obtenida en las urnas. Por vía
telegráfica se hizo notar a los ayuntamientos que la Constitución lo-
cal no se encontraba en vigor ni lo había estado desde febrero de 1913,
cuando quedó interrumpido el orden constitucional en toda la Repú-
blica por el golpe militar de Victoriano Huerta.
Restañar el tejido social después de la lucha armada en Sinaloa
fue una tarea dif ícil que enfrentaron estos primeros gobiernos, así
que se procedió a devolver a sus dueños la Empresa de Agua de Si-
naloa, S. A., que por algún tiempo estuvo administrada e intervenida
por el gobierno del estado.
Por otra parte, Iturbe buscó la diversificación de cultivos para
aprovechar la capacidad de trabajo de los sinaloenses y se hicieron
gestiones para que la Secretaría de Fomento remitiera 5 000 sarmien-
tos de uva y plantas de yuca o guacamote para repartirlos entre los
agricultores del estado; por conducto de la misma secretaría, se so-
licitó al gobierno federal el usufructo de 15 000 hectáreas del terre-
no baldío en la Mesa de Cacaxtla, distrito de San Ignacio, para crear
un fondo de apoyo a las escuelas; los caminos vecinales continuaron
abandonados; el Palacio de Gobierno, actual edificio del Archivo His-
tórico General del Estado de Sinaloa, fue intervenido con trabajos de
adaptación para convertir los corredores en oficinas; la red telefóni-
ca del estado estaba en franco deterioro, así que se procedió a reparar
la línea de Concordia a Pánuco y utilizar el alambre de una línea que
se encontraba abandonada en Elota en las líneas que unían a Pericos-
Badiraguato y Santiago de los Caballeros-Copalquín; en la comisión
local agraria se remitieron a la comisión nacional agraria los expe-
dientes de Mocorito, Bachigualato, Ajoya y Tepuche; en la capital se
instaló a un delegado de la Comisión Nacional Agraria de México y

80 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


se reorganizó la Comisión Local Agraria con el personal necesario y
competente para tramitar los asuntos de su incumbencia.
En lo que concierne al ramo de instrucción pública, éste estaba
hecho un desastre: el gobernador provisional Ignacio L. Pesqueira no
había hecho algo al respecto y esta importante actividad social con-
tinuó bajo la administración directa de los ayuntamientos. Iturbe lle-
gó a la conclusión de que no estaban capacitados para sostener las
escuelas que la población necesitaba para educar a la niñez y en re-
petidas ocasiones se vio obligado a suministrarles fondos para impe-
dir que los profesores emigrasen a otros estados por la falta del pago
oportuno de sus sueldos. Todo esto fue consecuencia de que, desde
febrero de 1916, el gobernador provisional Manuel Rodríguez Gutié-
rrez expidió el Decreto No. 43, reconociendo a los ayuntamientos
completa independencia en materia de instrucción pública. En vir-
tud de este decreto, los ayuntamientos administraban y sostenían,
hasta donde les alcanzaban sus recursos, los planteles educativos en
su respectiva demarcación, quedando para el gobierno del estado la
facultad de vigilar el cumplimiento de los programas y la obligación
de hacer la dotación de útiles, muebles y enseres a los planteles edu-
cativos. En consecuencia, la instrucción pública no dio los resultados
esperados. Los planteles permanecieron abandonados a sus propios
esfuerzos, y el profesorado tenía que luchar con el pobre criterio pe-
dagógico de algunos regidores y con la inseguridad en el pago de sus
sueldos. La única solución, a juicio del gobernador Iturbe, fue centra-
lizar la educación.
En el mes de julio se verificaron los exámenes en todas las escuelas
oficiales y particulares con un resultado de 70 %. Las escuelas de Cu-
liacán presentaron muy buenos trabajos. En ese distrito funcionaron
42 escuelas, de la cuales 40 presentaron examen con resultado satis-
factorio. Sin embargo había carencia de útiles, especialmente de los
libros de lectura empleados en los diferentes cursos, debido a que el
estado no tenía fondos para comprarlos
Iturbe tuvo en gran aprecio al Colegio Civil Rosales: ahí conoció
a muchos de sus mejores amigos y correligionarios en las luchas cívi-
cas y militares, así que el 24 de agosto de 1917 invitó a una reunión a

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 81


un grupo de profesores, la mayoría de ellos en servicio activo en las
escuelas oficiales, para tratar y discutir un proyecto de ley orgánica
de educación primaria. Las reuniones de la junta consultiva y de la
junta pedagógica se efectuaron el día 11 de septiembre y sus miem-
bros mostraron verdadero entusiasmo en cooperar con su gobierno
para mejorar la actividad educativa. De estas reuniones se generó un
proyecto de ley orgánica de educación primaria que se entregó a la
junta consultiva pedagógica como resultado de sus trabajos.
La captación de los recursos públicos y su manejo fue y es el talón
de Aquiles de los gobernadores, y para Iturbe la cuestión hacendaria
fue una verdadera dificultad, ya que hizo frente a todas las exigencias
del servicio público que se acentuaron con la reorganización de los
poderes constitucionales, así como a los compromisos contraídos y
las necesidades imprevistas que fueron motivadas por los aconteci-
mientos políticos a que se enfrentó durante su gestión.
Iturbe se movió en el contexto de una crisis económica generada
por el decrecimiento de las fuentes de riqueza en el estado y la dismi-
nución en los ingresos; la completa paralización de varias empresas,
tanto agrícolas como industriales y mineras, que producían buenos
ingresos a las rentas del estado, habían menguado o casi desapareci-
do, y los pequeños negocios de reciente creación no pudieron igualar
los montos anteriores. Para complicar las cosas, no se cobraban las
contribuciones a grandes propiedades y otras seguían intervenidas
por el gobierno federal, con lo que se calculó que el fisco estatal per-
día la cantidad de 100 000 pesos anualmente.
El gobierno revolucionario recibió una estructura hacendaria de
corte cañedista, totalmente entregada a los grandes propietarios y te-
rratenientes agroindustriales. El valor fiscal que tenían algunas pro-
piedades era irrisorio y el esfuerzo por actualizar los valores catastra-
les implicó negociaciones nada fáciles.
Otro aspecto es el combate a la corrupción heredada del cañedis-
mo, que fue primordial: en su gestión se cancelaron las propiedades
y negocios cuya existencia no podía comprobarse, modificando las
inscripciones en los padrones que por error o falsos informes por los
agentes del fisco o por los denunciantes se habían hecho.

82 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Además, se revaluó la propiedad, aumentando el valor fiscal en
813 737 pesos, dando en 1918 un aumento de contribuciones por un
monto de 12 500 pesos aproximadamente. La existencia que había
en las oficinas públicas al recibir el gobierno del estado ascendía a
83 498.08 pesos, de los cuales la Tesorería General tenía en caja 53 047
y en las recaudaciones de rentas la cantidad de 30 451 pesos.
Iturbe se mostró respetuoso de la independencia de los poderes
Legislativo y Judicial, afirmando que:

Si una de las causas de la pasada revolución social fue la falta de


justicia, debe el gobierno poner cuanto esté de su parte para que
no reviva un hábito pernicioso que, originado por la ignorancia
o por la mala fe, pueda producir fatales consecuencias, criticó el
sistema penitenciario y la forma de la rehabilitación de los reclu-
sos y urgió para hacer más expedita la procuración de justicia.
(Iturbe, 1918: 19)

Contrariamente al primer informe, en el segundo Iturbe se mos-


tró más optimista con respecto a la producción agrícola, calificando
a Sinaloa como «un verdadero granero para la República, por sus co-
sechas más abundantes que nunca». (Ídem)
Uno de los principales problemas que afrontó el gobierno de Itur-
be fue el vicio del juego y de alcohol, males que azotaban a la sociedad
sinaloense desde mucho tiempo atrás; Iturbe no confiaba en las dispo-
siciones prohibitivas y sí en su combate a través de la educación y la
cultura. Al respecto se dictaron disposiciones para cesar a empleados
y maestros que se presentaran a trabajar en estado de ebriedad.
Con respecto a la educación apuntó que todavía se encontraba en
crisis y presentó un proyecto de instrucción pública elaborado por
la Junta Pedagógica y con fecha del 29 de diciembre de 1917 quedó
promulgada como Ley Orgánica de Educación Primaria, donde se-
ñaló que la educación dependería del Gobierno del Estado y no de
los ayuntamientos; para regularla, creó la Dirección General de Edu-
cación, que entró en funciones el 1 de enero de 1918.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 83


Impulsó el establecimiento del Hospicio Francisco I. Madero en
el edificio que ocupó el Seminario Conciliar y Tridentino de Sonora y
Sinaloa, destinándolo a niños pobres y huérfanos de la Revolución.
Finalmente, apoyó la educación en todos los niveles existentes en el
estado, en el que funcionaban 186 escuelas elementales con 17 531
alumnos, y para aumentar la infraestructura adquirió la finca deno-
minada La Gran Duquesa, que entonces ocupaba la Escuela Morelos
de Mazatlán.
A propuesta del Congreso del Estado, Iturbe publicó el decreto 47,
que organizó la Universidad de Occidente y le concedió la autonomía
en la ley publicada el 15 de mayo de 1918. Por esta disposición, la Univer-
sidad tuvo los mismos derechos de los que gozó el Colegio Civil Rosa-
les, pero también otras responsabilidades para con la sociedad a través
del Estado. Todo el articulado de la ley reflejó un proyecto de grandes
alcances para la educación y la cultura de Sinaloa; desde entonces se
pensaba en el cogobierno y la proyección de la Universidad como insti-
tución trascendente en la transformación social de su entorno.
Bernardo J. Gastélum, rector de la naciente institución educati-
va, tenía claro que «[...] la instrucción pública es un poder que obra
sobre la existencia moral y política de los pueblos, que subordinar-
la a intereses particulares es turbar el orden, alterar la moral de mu-
chas generaciones y organizar la estupidez y el despotismo, en vez de
la inteligencia y la libertad» (Berrelleza, 1998: 292). Esta visión sobre
la educación impactó a los caudillos de la Revolución y Bernardo J.
Gastélum pocos años después fue designado subsecretario para regir
los destinos de la educación a nivel nacional.
Lograr el voto de los ciudadanos en el marco de los nuevos pará-
metros constitucionales y contar con el apoyo federal para su man-
dato fue de un valor extraordinario para su tiempo y circunstancia.
Conceder la autonomía a una institución de educación superior
en el año de 1918 fue un hito en la educación de México y América
Latina. Nueve años después la Universidad de México, con el proyec-
to de Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México,
formulado por el presidente Emilio Portes Gil y aprobado el 22 de ju-

84 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


lio de 1929, lo lograría, pero la Universidad de Occidente fue pionera
en esta propuesta educativa.
En 1918 se eligió a la XXVIII Legislatura del Congreso del Esta-
do de Sinaloa para desempeñar sus funciones del 15 de septiembre de
ese año al 14 de septiembre de 1920. Ante ésta, Iturbe rindió otro in-
forme, que comprendió sus actividades del 15 de marzo al 16 de sep-
tiembre de 1918.
En el mes de junio, Iturbe sufrió la pérdida de su tercer hijo, Car-
los Ramón Iturbe Acosta, el cual nació muerto según consta en el
acta de defunción.
Otro problema fue la campaña antichina que se venía gestando
años antes. En 1919 la colonia china en Culiacán se quejó ante las au-
toridades de Relaciones Exteriores de que algunos restaurantes ha-
bían sido clausurados y señoritas chinas habían sido apresadas como
resultado de la propaganda antichina iniciada en el estado vecino de
Sonora, lo que el gobernador Iturbe negó en abril de 1919.
Luego el gobernador solicitó permiso al Congreso para viajar a la
capital de la República y ese órgano designó al mayor Eliseo Quintero
para cubrir su ausencia; Iturbe regresó a Sinaloa y asumió el poder
hasta el 31 de diciembre de 1919, día en que pidió permiso para se-
pararse del gobierno por tiempo indefinido para atender la comisión
militar ordenada por el presidente Carranza para combatir a los re-
beldes promulgadores del Plan de Agua Prieta; ya no retornó y el di-
putado Miguel L. Ceceña cubrió el período del 31 de diciembre al 20
de abril de 1920.

El gobierno de Iturbe

• Juró la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en


1917.
• Creó la Contaduría Mayor de Hacienda.
• Creó los departamentos gubernamentales y sus ramos y la Direc-
ción de Educación y la ley reglamentaria.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 85


• Estableció la Comisión Codificadora de Estudios Administrati-
vos con el propósito de realizar la adaptación de los códigos del
Estado a la nueva Constitución General de la República (1917).
• Creó la Junta Central de Conciliación y Arbitraje (1918).
• Instituyó el Departamento de Justicia, expidiendo las leyes de De-
fensoría de Oficio y del Ministerio Público.
• Decretó la fundación de la Universidad de Occidente (1918).
• Ley para la creación de nuevas municipalidades (1918) y la Ley del
Trabajo y de la Previsión Social (1920).
• Instituyó el Hospicio Francisco I. Madero en beneficio de los
huérfanos de la Revolución.

r
Bibliografía

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naloa. Administración, partidos, elecciones. El municipio libre. Culia-
cán: UAS/ISIC.

Ramón F. Iturbe
Nicolás Vidales Soto

Mercedes Verdugo López sostiene que:

Después de promulgada la nueva Constitución Política de los Es-


tados Unidos Mexicanos el 5 de febrero de 1917, la lucha por el
poder se trasladaría al terreno de la política: por primera vez des-
pués del movimiento armado, se disputaría la gubernatura del es-
tado por la vía electoral. El candidato triunfador sería el primer
gobernador constitucional de Sinaloa, mientras que la legislatura
electa, además del carácter constitucional, tendría el de constitu-
yente. (Verdugo, 2010: 61)

Al emitirse la convocatoria se presentaron los generales Ángel


Flores, Ramón F. Iturbe, Manuel M. Mesta, Manuel Salazar y el ciu-
dadano Fortunato de la Vega. Los cuatro primeros participaron en la
lucha armada y se sentían con la fuerza y simpatía popular para llegar
al cargo; sin embargo, la opinión de Carranza era adversa a Iturbe,
quien se negó a retirarse de la contienda, por lo que el presidente

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 87


decidió posponer el proceso y la nueva convocatoria fue publicada en
el Periódico Oficial del Estado de Sinaloa el 19 de abril de 1917.

La contienda electoral resultó altamente disputada; los candida-


tos y sus patrocinadores se encontraban muy divididos. Final-
mente el Presidente se decidió a respaldar la candidatura de Itur-
be, quien ya tenía algunas apariciones en actos políticos a nivel
nacional, por lo que era conocido y respetado entre sus correli-
gionarios. Los restantes cuatro candidatos se consideraban alia-
dos de Álvaro Obregón, sin embargo el sonorense favorecía las
candidaturas de los civiles Manuel Salazar y Fortunato de la Vega,
quienes no llegaron a un acuerdo de unidad. Esta diferencia in-
clinó la balanza a favor de Ángel Flores. Iturbe también era apo-
yado por el Partido Liberal Sinaloense y aglutinaba gran fuerza
en el sur de la entidad, dadas las bases sociales del carrancismo,
apoyadas en la Liga Nacional Socialista que había nombrado al
presidente socio honorario para incidir en el rumbo de la política
nacional y regional. Dadas estas condiciones, no fueron sorpren-
dentes los resultados de la contienda, que le favorecieron amplia-
mente con un total de 12 000 votos contra 955 que alcanzó el ge-
neral Flores. (Ibíd.: 63-64)

Los conflictos jurídicos no se hicieron esperar y en la Legislatura


local Iturbe fue impugnado por incumplimiento de lo dispuesto en
la Constitución local de 1894 que establecía el mínimo de 30 años de
edad para ejercer el cargo, generándose un fuerte movimiento que
dividió a los diputados y alcanzó hasta los presidentes municipales
de la entidad.
Esta situación dio oportunidad al Gral. Álvaro Obregón para diri-
girse a los jefes militares y viajar a Mazatlán para intervenir en el con-
flicto, proponiendo una solución inmediata favorable al triunfo de Itur-
be y un futuro halagüeño para Flores, poniéndolo de su lado al tiempo
que dejaba un fuerte resentimiento entre estos dos caudillos de la Re-
volución que protagonizarían la siguiente etapa de la historia regional

88 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


y nacional: Iturbe quedó comprometido con Carranza y Flores selló su
destino con Obregón.
En medio de la armonía negociada, la Legislatura local refrendó
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos aproba-
da el 5 de febrero de 1917 en la sesión solemne desarrollada el 25 de
agosto, con lo cual el gobierno de Iturbe se distinguió por su apego a
la legalidad.

El trabajo que esperaba a Iturbe en el gobierno era bastante duro,


ya que Sinaloa, al igual que el resto del país, se encontraba en
circunstancias muy dif íciles como resultado de una larga gue-
rra civil. Sus esfuerzos se encaminaron a restablecer la maltrecha
economía. Gobernar cuando apenas se acababa de salir de una
cruenta etapa y cuando por doquier se levantaban las ambiciones
de los jefes revolucionarios resultó una tarea dif ícil para el joven
Ejecutivo.
Una de las grandes preocupaciones del gobernador fue la edu-
cación popular. El 20 de septiembre presentó un proyecto de ley de
instrucción pública, misma que fue promulgada el 29 de diciem-
bre. La ley planteaba que la educación dependería del Gobierno
del Estado y no de los ayuntamientos. Transitoriamente, el soste-
nimiento de las escuelas continuaría en manos de los municipios y
la dirección técnica sería función del gobierno. Para instituciona-
lizar este proyecto, creó la Dirección de Educación Pública el 10
de enero de 1918, a cuyo frente puso a un competente educador
llamado Julio E. Ramírez.
[...]
Como parte de la política asistencialista vinculada a la forma-
ción cívica y educativa, abrió el Hospicio Francisco I. Madero para
niños huérfanos o hijos de padres de muy baja condición económi-
ca; para ello se acondicionó el edificio del Seminario Conciliar y le
otorgó una subvención anual.
[...]
Durante esta administración se sancionó y publicó el Decre-
to No. 47 para la creación de la Universidad de Occidente, que

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 89


estuvo bajo la dirección del Dr. Bernardo J. Gastélum y de Gus-
tavo Couret como secretario. La inauguración se realizó el 29 de
agosto de 1918. Como es visible, Iturbe buscó en los integran-
tes de su gobierno y de las representaciones políticas un proba-
do perfil civil y profesional. Su administración estuvo dictando
medidas para el mejoramiento de los sinaloenses, votando leyes
acordes a los nuevos tiempos, como la Ley Reglamentaria del
Registro Público de la Propiedad, a partir de la cual pudo gravar
la propiedad raíz y elevar significativamente los ingresos propios
de la Hacienda del estado. (Ibíd.: 70-72)
[En cuanto a su obra material puede destacarse que]
Amplió el local de la Escuela Industrial y Militar, mejoró las líneas
telefónicas del estado, restauró el Palacio de Gobierno y compró
la propiedad donde tomó asiento el edificio que albergaría el Le-
gislativo local. Reparó el puente Cañedo para resistir las inundacio-
nes del río Tamazula, arregló el camino de terracería Culiacán-Ta-
mazula, reparó caminos y puentes y reconstruyó varios planteles
escolares. Una de sus más célebres obras fue la construcción de la
escalinata del templo de La Lomita. (Ibíd.: 72)
[...]
El gobierno de Ramón F. Iturbe enfrentó el difícil proceso de
pacificación y manejo de la crisis fiscal. Al no existir unidad mone-
taria, era difícil el pago de impuestos. Se preocupó por reactivar la
base productiva. Se lograron obtener cosechas suficientes para sa-
tisfacer las necesidades de la población e inclusive enviar parte de
la producción al interior de la República y el extranjero. (Ibíd.: 74)
Durante el ejercicio de la 27ª Legislatura, fue aprobada la Ley
Orgánica Electoral de Sinaloa, promulgada el 14 de noviembre de
1917. Esta ley ratificaba la competencia de los ayuntamientos en
materia electoral. El empadronamiento correspondería a los mis-
mos a través de un empadronador, el registro de los partidos o
clubes políticos debería hacerse en la autoridad municipal cuan-
do menos diez días antes de la elección. El 16 de diciembre se rea-
lizaron los comicios municipales. La situación no fue nada fácil:
la atmósfera política de las elecciones para gobernador aún esta-

90 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


ba en el ambiente, por lo que hubo peticiones de nulidad, lo que
obligó a que se nombraran ayuntamientos provisionales; entre los
que se impugnaron estaban Ahome, Culiacán, Guasave, Maza-
tlán, El Rosario y Sinaloa. El 5 de octubre de 1918 la ley electoral
fue reformada. En el apartado de los períodos de elección, que es-
tablecía en el artículo 3° que los comicios para gobernador se veri-
ficarían cada cuatro años; cada dos para diputados y anualmente
para munícipes, síndicos y comisarios, pudiendo ser reelectos los
representantes municipales. Un dispositivo agregado fortaleció
las limitantes a los grupos militares. Éste fue estipulado en el ar-
tículo 7°, que a la letra dice: «No podrán ser regidores los milita-
res en servicio activo, quienes para ser electos deberán separar-
se del Ejército lo menos seis meses antes del día de la elección».
(Ibíd.: 80-82)

En Sinaloa, desde el mes de mayo de 1919, dieron inicio las acti-


vidades proselitistas para la elección en los tres órdenes (presidente
de la República, gobernador del estado y presidentes municipales).
El Partido Democrático Sinaloense fue organizado para impulsar las
candidaturas de los generales Álvaro Obregón y Ángel Flores a la
presidencia y al gobierno de Sinaloa respectivamente. El Partido Li-
beral Progresista también apoyó a Obregón, mas al gobierno de la
entidad llevó por candidato a Juan Carrasco, lo que provocó el enco-
no entre Flores y el Calero, abriéndose aún más la brecha entre ca-
rrancistas y obregonistas y despejando el camino al gobierno sina-
loense para Ángel Flores.
Una vez que el Congreso del Estado convocó a la elección de go-
bernador, se postularon dos candidatos: el general Ángel Flores, que
dejó la jefatura de armas en julio, y el también general Juan Carrasco;
el primero era apoyado por el Partido Democrático Sinaloense y el
segundo por el Partido Liberal Progresista.
La elección del presidente de la República fue otro factor para de-
cidir el rumbo del gobierno sinaloense. Obregón, dispuesto a llegar
al poder, se enfrentó a los intereses del presidente Carranza, quien
llevó como candidato a Ignacio Bonillas. Iturbe, personificación de

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 91


la institucionalidad, no apoyó las ambiciones de Obregón, y acató la
voluntad de Carranza.
Iturbe no terminó su mandato. Depuesto por el Plan de Agua
Prieta, retiró el gobierno a Mazatlán, pero le fue imposible detener la
máquina guerrera de Obregón y los ímpetus de venganza de Flores.
Nombrado por el presidente Carranza jefe de operaciones para com-
batir a los alzados, el Congreso del Estado designó al diputado Mi-
guel L. Ceceña para ocupar el Ejecutivo estatal.
El asesinato del presidente Carranza el 20 de mayo de 1920 en
Tlaxcalantongo también selló la suerte del gobierno de Ramón F.
Iturbe. De ahí en adelante, la mano de Obregón, con Flores en el ín-
dice, dirigiría los destinos de Sinaloa.
Iturbe, electo democráticamente, fue depuesto por la fuerza mili-
tar de los sonorenses; el 10 de junio, gracias al apoyo tardío a los gol-
pistas del Plan de Agua Prieta, se le permitió conservar la vida, mas
fue obligado a entregar el poder a su más enconado enemigo, Ángel
Flores, quien con la anuencia de Obregón se encumbró en el gobier-
no de la entidad sin rival al frente.
A su vez, Flores, con el visto bueno de Obregón y Adolfo de la
Huerta —encargado de la presidencia de la República al triunfo del
golpe militar contra Carranza—, le encomendó al choicense Alejan-
dro Ross Vega el Ejecutivo estatal con el título de agente de gobierno,
pero el 15 de junio las autoridades sinaloenses fueron comunicadas
por los nuevos gobernantes del país que Iturbe ya no desempeñaría la
responsabilidad para la que fue electo, arreciando a partir de ahí las
acusaciones por malversación de fondos y otras consignas «tendien-
tes a degastar su imagen y denostar su gestión».
La primera experiencia electoral sinaloense quedó derrotada por
la fuerza de las armas, pues en la lucha por el poder, «a falta de argu-
mentos ideológicos, la fuerza de las armas empleaba denostaciones
como táctica proselitista y búsqueda de consensos». (Ibíd.: 103)
En esta nueva etapa, el destino de Sinaloa cambió de rumbo. Las
ambiciones desatadas entre las facciones militaristas dejaron incon-
clusa la primera lección de democracia posrevolucionaria sobre la
cual se pretendió construir el futuro de los sinaloenses.

92 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


r
Bibliografía

ΕΕ Verdugo López, Mercedes (2010). Gobiernos de la Revolución en Si-


naloa. Administración, partidos, elecciones. El municipio libre. Culia-
cán: UAS/ISIC.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 93


Eliseo Quintero Quintero

Óscar Lara Salazar

El porvenir del pueblo de Sinaloa depende de la acción de sus hijos,


y si el pueblo sinaloense emprende con juicio y patriotismo la senda
que a aquella finalidad lleva, por asegurado debemos tener el éxi-
to de una obra, bajo tan buenos auspicios iniciada y con tan nobles
sentimientos seguida. A nosotros, los gobernantes, cábenos la mayor
responsabilidad en el logro o el fracaso de estos ideales, porque somos
los mandatarios del pueblo para ayudar eficazmente a realizarlos, y él
podrá pedirnos cuentas, en razón oportuna, del uso que de sus poderes
hayamos hecho.1
Eliseo Quintero

Salido de la matriz del movimiento maderista, Eliseo Quintero se in-


corporó a la revuelta el 3 de mayo de 1911, cuando Juan Banderas, el
Agachado, llegó al frente de 300 hombres a Santiago de Los Caballe-
ros y convocó a la población a tomar las armas para apoyar a la revo-
lución maderista. Dio lectura al Plan de San Luis, que levantaba como
bandera Sufragio efectivo, no reelección. Todos al mismo tiempo vi-
torearon al caudillo, y se incorporaron a las filas aquellos que tuvieron

1  Informe de Gobierno rendido ante la XXVIII Legislatura de Sinaloa.

95
fuerza para levantar la carabina, junto con muchos otros de la región
del viejo mineral.
Fue en el pueblo de Bamopa, municipio de Badiraguato, don-
de Eliseo vio la primera luz, el 24 de mayo de 1885; fue hijo de Pe-
dro Quintero y de doña Rafaela Quintero, quienes cuando el niño
cumplió dos años lo sacaron de este pueblo y lo entregaron a una tía
materna que no tuvo hijos pero que tenía mejor manera de vivir. La
nueva familia salió de aquellas escarpadas montañas a buscar me-
jor suerte y se trasladó a vivir a la cabecera municipal de Badiragua-
to, en donde inició la primaria a la edad de seis años. Era septiembre
de 1891. Posteriormente, buscando otros horizontes, se trasladaron a
Culiacán, gracias a lo cual Eliseo se inscribió en el Colegio Rosales,
quedando formalmente matriculado en octubre de 1900.
Pero la suerte cambió de rumbo. Su padre adoptivo fracasó en al-
gunos negocios y además enfermó. Eliseo tuvo que abandonar los es-
tudios y trabajar. Logró que lo contrataran en el comercio La Torre
de Babel. Muy pronto don Pedro, su padre biológico, enfermó grave-
mente en Bamopa, y casi al mismo tiempo falleció también su padre
adoptivo, por lo que juntó a las dos viudas y se replegó a Bamopa a
hacerse cargo del escaso capital que aún les quedaba allá.
Ya como residente en la sierra, y como ya había alcanzado un ni-
vel de estudios destacado para la época y su medio, le extendieron un
nombramiento de juez menor, colector de rentas del Estado y del
Municipio, en Santiago de los Caballeros. Pero esta actividad no le
redituaba para cubrir las exigencias económicas, por lo que en 1910
presentó su renuncia. Emprendió entonces la compra de ganado para
venderlo en las plazas de Culiacán. Pasarían dos meses cuando en
el Mineral de Santiago dieron muerte en un asalto a un empresario
minero, el estadounidense Alejandro K. Como el juzgado permane-
cía acéfalo, consideró su deber trasladarse a Santiago a integrar el
expediente, por considerar la trascendencia internacional del caso.
Como lo suponía, sucedió: las consecuencias no se hicieron esperar
y el caso provocó remolinos de presiones. Las autoridades superiores
le fincaron responsabilidades a quien sin recibir remuneración algu-
na había servido en la función pública,

96 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


...y el respaldo que recibí —se quejó Quintero— fue una comisión
armada que me cogió preso como si hubiera sido el asesino del
extranjero. Fui entregado a mis verdugos y envuelto en un pro-
ceso, sin tomar en cuenta la ley que me favorecía ni las múltiples
atenuantes que hablaban elocuentemente en mi defensa. (Quin-
tero, 1975: 38)

Esto transcurrió en aquel emblemático 1910, cuando la eferves-


cencia revolucionaria brotaba por todas partes y partidas de rebel-
des abrían las prisiones y dejaban en libertad a los presos por donde
pasaban. En una de esas revueltas quedó en libertad Eliseo Quintero,
quien no era un delincuente común, sino una víctima del gobierno
arbitrario. En esas condiciones se retrajo a la serranía de donde era
oriundo, y poco después se dio la travesía del cabecilla Juan M. Ban-
deras por Santiago de los Caballeros, donde se le incorporaron los
principales de toda aquella comarca.

Yo formaba parte de aquel grupo de incautos —confesó Eliseo


muchos años después— quien con más justos motivos odiaba el
régimen porfiriano al estar sintiendo en carne propia su tiranía y
haber recibido en pago de varios años de servicio en su adminis-
tración la recompensa de inmerecidos ultrajes que nuestras leyes
no autorizaban. Así pues, juntos cometimos el crimen de nuestra
vida, al igual que todos los hombres del Mineral de Santiago, que
todos, como una sola voluntad, abandonamos nuestros más caros
deberes para ir a la conquista de la muerte o, cuando menos, de
los más amargos desengaños. (Ibíd.: 42 y 44)

Muy pronto, la posición de los revolucionarios de Santiago se de-


finió al lado de Ramón F. Iturbe, ya que Martín Elenes, a la postre,
con el grado de mayor, al igual que Eliseo, mantenía una relación
muy cercana con el caudillo. La prueba la dio Elenes cuando a inicios
del movimiento le tendieron una emboscada a Iturbe al pasar por El
Alcoyonqui. En medio del fuego cruzado, el caballo del cabecilla se
encabritó y con un movimiento brusco Iturbe cayó casi desmayado

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 97


por un fuerte golpe en los testículos. Entonces Elenes, con la ayuda
de Eliseo Quintero y Agustín Beltrán, otro cabecilla de Tamazula, lo
levantaron y lo volvieron al caballo. Desde ese momento Elenes se
incorporó a la escolta de Iturbe y no pasó mucho tiempo cuando lo
convirtió en el jefe de la misma.
Los guerrilleros de Santiago se mantenían unidos. Una tarde,
Eduardo Fernández los reunió a todos y les dijo:

—He sido comisionado por mi general Iturbe para formar un cuer-


po de rurales auxiliar montado que se llamará Los Carabineros de
Santiago; yo estaré al frente y mi segundo será mi compadre Mar-
tín Elenes. (Aguirre, 1992: 57)

Era de sobra conocida la fama de estos alzados por su precisa pun-


tería con las carabinas. «Siendo de Santiago de los Caballeros —decía
Iturbe—, al que le caiga el lazo revienta la reata». Se convirtieron en
una especie de guardia especial al servicio de Iturbe. La suerte de los
hombres del regimiento de los Carabineros de Santiago de los Caba-
lleros correría al parejo de los laureados triunfos de quien se le reco-
nociera como el jefe de la Revolución en Sinaloa.
En 1914 Eliseo Quintero fue designado jefe de las armas del distri-
to de Badiraguato y en este territorio el general villista Macario Gaxio-
la no le quiso presentar nunca combate, pero Quintero lo persiguió
tenazmente; tomó prisionero en el Cerro del Macho al rebelde Atila-
no Camacho, originario de Capirato y acusado de asaltante del mayor
García, y a quien se le confiscó el archivo de Felipe Riveros y cinco má-
quinas de escribir. El 9 de octubre, el mayor Eliseo Quintero se hizo
cargo de la plaza de Culiacán con carácter de comandante militar in-
terino.
Así llegaría el triunfo de la revolución, y una vez firmada la Carta
Magna en el Congreso de Querétaro el 5 de febrero de 1917, el primer
jefe, Venustiano Carranza, en el mes de marzo de ese año, autorizó
a las entidades federativas a que se celebraran elecciones en los esta-
dos para que éstos entraran a la vida institucional bajo el nuevo or-
den constitucional. La convocatoria a elecciones para gobernador en

98 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Sinaloa apareció en el mismo abril de 1917. Se postularon para com-
petir por la gubernatura los generales Manuel Mesta, Manuel Sala-
zar, Ángel Flores, Ramón F. Iturbe y Fortunato de la Vega. Sólo este
último era civil, pero en realidad la gran batalla se dio entre los dos
colosos de la Revolución en Sinaloa: Ángel Flores y Ramón F. Iturbe.
Fue una lucha muy pareja en la que resultó triunfador Iturbe,
pero alegando cuestiones legales de edad, pretendieron escamotear-
le el triunfo. Sin embargo, después de importantes batallas legales,
se le reconoció su victoria. Una vez consolidado en la gubernatura,
Iturbe buscó impulsar como candidatos a diputados a gente muy leal
a su proyecto, y se decidió por Eliseo Quintero, quien tomó protesta
como integrante de la XXVIII Legislatura el 18 de septiembre de 1917.
En el Congreso, Quintero se conducía con su habitual forma de
ser, sin dobleces, con la autenticidad del sinaloense de la serranía:
«nunca me perdonaría, ni a título de eufemismo, venir a oscurecer lo
que debe ser claro y nítido para el pueblo de Sinaloa».
El gobernador Iturbe se vio en la necesidad de realizar un viaje
de gestión a la ciudad de México, toda vez que desde el año de 1910,
con motivo de los movimientos revolucionarios, el gobierno del es-
tado empezó a hacer erogaciones con autorización y por cuenta del
gobierno federal. Esas erogaciones fueron, de modo especial, el pago
de fuerzas federales. La suma de aquellos egresos sumaba 200 632.14
pesos. Estas aportaciones a la causa fueron debidamente reconocidas
al gobierno constitucional de José Rentería en el estado por la admi-
nistración legítima de la nación, presidida por Francisco I. Madero.
El gobernador Iturbe les explicó a los integrantes de la XXVIII Le-
gislatura que gastos de la misma especie se hicieron posteriormente
en la época en que el bandolerismo azotó a Sinaloa, y en la que siguió
al cuartelazo de febrero de 1913, alcanzando en tal virtud el saldo, en
contra del gobierno federal, de 337 102.85 pesos, por lo que el gobier-
no del estado no había dejado de realizar gestiones para el reconoci-
miento total del adeudo, obteniendo del centro algunos abonos, que
fueron una excelente ayuda en la carga de los gastos generales de la
administración local en los últimos años, por lo que el propósito de su
gestión ante las autoridades hacendarias del gobierno de la República

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 99


era activar el reconocimiento definitivo y el correspondiente pago,
que al lograrse haría un bien a la mermada Hacienda del estado.
Así, por medio del Decreto No. 64, expedido por la comisión per-
manente del Congreso del Estado, el 15 de marzo de 1919 le concedió
licencia al gobernador Ramón F. Iturbe para separarse de su puesto
y nombrar gobernador interino a Eliseo Quintero hasta el 15 de sep-
tiembre. Luego se concedería otra licencia, que prolongó su mandato
hasta el día ultimo de diciembre de ese 1919. Dado los dif íciles tiem-
pos que se vivían, Iturbe requería de alguien de probada lealtad, y
quién mejor que Eliseo Quintero, integrante de aquel regimiento que
nació y creció de la misma forma que crecía su carrera militar y po-
lítica. Al asumir la encomienda, Quintero se dirigió a los diputados,
diciéndoles:

Mientras esté en este puesto, no debo dejar de trabajar como mi


conciencia me lo impone, y es en estos trabajos, en donde solici-
to de vosotros la ayuda de vuestras luces y buena voluntad, pues
tengo entendido que, sin una leal inteligencia entre los poderes
Legislativo y Ejecutivo, y una colaboración honrada del poder Ju-
dicial, nada puede hacerse, con carácter duradero y firme, en pro
del pueblo que a su dirección nos ha llamado. Es contando con
esta inteligencia y colaboración, como me he decidido a echar so-
bre mis hombros la pesada carga que llevo, y es en ellas en lo que
conf ío para dar feliz término a mi transitoria administración.2

Unos de los principales problemas que enfrentó Eliseo Quintero


—o quizá el mayor de todos— ya como gobernador, fue la crisis del
municipio de Guasave. En Estación Bamoa asaltaron el tren, robándo-
se 50 000 pesos de la recaudación de los municipios del norte del esta-
do, mismos que eran trasladados a Culiacán. En el mismo tren, unos
chinos traían más de cien cabezas de ganado que también fueron ro-
badas por los salteadores. El famoso robo despertaba dudas sobre la

2  Informe de Gobierno ante la XXVIII Legislatura de Sinaloa.

100 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


conducta del presidente municipal Nicolás Pinto. Ante el escándalo,
el gobernador declaró:

El Ejecutivo del estado ha tenido noticias, más bien por quejas


particulares que por denuncia oficial, de que algunos presidentes
municipales, lejos de cumplir con su encargo, no dan a los habi-
tantes del territorio de su jurisdicción todas las garantías a que
tienen derecho, erigiéndose de tal manera desconfianza y malas
voluntades que redundan, a la postre, en descrédito del mismo
estado.3

El tema levantó mucha efervescencia y distintos sectores exigían


la intervención del gobierno para que procediera con gran energía.
Ante estas protestas, volvió a declarar Eliseo Quintero:

El Ejecutivo ha excusado su intervención por respeto a la liber-


tad municipal, sólo en forma indirecta se podrá poner el oportu-
no remedio; pero al sucederse las faltas, y, sobre todo, al parecer
ellas de cierta consideración, el mismo Ejecutivo está dispuesto a
obrar con la necesaria energía, siempre dentro del límite de sus
atribuciones legales, para corregirlas como se debe, sin compla-
cencias de ningún género; que un funcionario público no puede
tenerlos en los casos que perentoriamente exige el cumplimiento
del deber.4

Nicolás Pinto Inzunza nació en el pueblo que en aquel tiempo se


le conocía como El Naranjal, en el municipio de Guasave. No hay mu-
chos datos sobre él, pero se sabe que peleó al lado de Ramón F. Iturbe,
alcanzando el grado de teniente, pero al darse la disputa por la guber-
natura entre Iturbe y Ángel Flores, tomó partido por este último. Esto,
por supuesto, no le gustó a Iturbe. Ante los convulsos tiempos de la
época, por la ruda confrontación electoral, Pinto logró convertirse en

3  Ídem.
4  Ídem.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 101


presidente municipal de Guasave, puesto en el que apenas llevaba un
año cuando se dio aquel suceso.
En una gira que el gobernador realizó por el norte de la entidad,
a pregunta de un reportero sobre el caso del robo del tren, Quintero
respondió: «El Ejecutivo se preocupa ya, en este sentido, para allegar
datos concretos del caso denunciado, y al tenerlos en su poder, pro-
cederá este gobierno como corresponda, en contra de quien de aque-
llos actos ilegales aparezca responsable».5
Pero la investigación no continuó: el 26 de diciembre de 1919,
cuando apenas caía la noche, mataron a Pinto Inzunza. Por lo que se
sabe, se encontraba en su casa aprestándose a cenar cuando llegaron
unos amigos comandados por el teniente coronel Manuel Mejía y lo
invitaron a beber una cerveza en el reservado de una cantina en el
centro de Guasave. Alrededor de las 10:30 de la noche, cuando regre-
saban, Mejía comenzó una falsa riña con Pinto que sirvió de pretexto
para que uno de los compañeros del teniente coronel le disparara a
quemarropa la carga completa de su pistola.
Eliseo Quintero impulsó un proyecto completo de Ley de Admi-
nistración Municipal y su reglamento. En este período, se extendió en
Sinaloa una epidemia de viruela de manera alarmante, que el gobier-
no enfrentó con medicinas, recursos y elementos de desinfección. La
campaña tuvo completo éxito, lográndose la extinción de la epidemia.
Durante su gobierno sostuvo que siendo la justicia un alto ideal y
uno de los motivos que fundaron la revolución, era deber de los go-
biernos emanados de ella poner cuanto de su parte estaba para la sa-
tisfacción de tan noble exigencia. Por eso le planteó a la Cámara de
Diputados que ejerciera vigilancia y le diera seguimiento a los admi-
nistradores de la justicia, a fin de moralizar su personal, de hacerlo
más activo en su despacho, de referenciarlo en su procesamiento y de
que, en una palabra, dejaran de quedar impunes muchas faltas de di-
versa índole.
En educación, no omitió esfuerzo alguno, no sólo en cuanto a la
cantidad de escuelas, sino también respecto a la calidad de las 247

5  Ídem.

102 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


primarias que había en el estado, además del Hospicio Francisco
I. Madero y la Escuela Industrial Militar Francisco Cañedo, donde
aparte de la enseñanza de artes y oficios se impartió también educa-
ción primaria elemental. En este período, Eliseo impulsó la reconver-
sión de 26 escuelas municipales a oficiales del estado.
Siendo presidente del Congreso del Estado, Eliseo Quintero fir-
mó el acuerdo número 47 por el que se creó la Universidad de Oc-
cidente el día 15 de mayo de 1918, expresando que «proyectará la
Universidad una amplia acción de propaganda en el estado, y en los
vecinos estados de Sonora y Nayarit y en el territorio de la Baja Cali-
fornia, tendiendo a constituirse así en un foco de ilustración y de cul-
tura, cuyas luces se extiendan a toda esta región occidental del país».6
A la Universidad de Occidente, de carácter autónomo, que pro-
porcionaba educación comercial, preparatoria y profesional, se le
apoyó en los gabinetes de Física, Química y Bacteriología. Para dar-
nos una idea, ese año en la Universidad se inscribieron 138 alumnos
con 50 000 pesos de subsidio del Estado.
También apoyó con 1 000 pesos la reparación del malecón de Olas
Altas en Mazatlán, logrando con esto que la federación apoyara con
3 000 pesos y en aportación de particulares se juntaran 1 000 pesos
más; también impulsó el remozamiento del Paseo del Centenario e ini-
ció la construcción de los edificios de las estaciones sobre la vía de los
ferrocarriles Sud-Pacífico y Kansas City México y Oriente; además, se
construyeron 10 kilómetros más de línea para el sistema de telefonía.
Obvio resulta comentar que en tan corto período de gobierno no
es mucho lo que pudo hacerse en el terreno material, sin embargo
este pequeño ciclo significó un esfuerzo importante en la vida de Si-
naloa, como él mismo lo expresó en el informe que rindió a la Legis-
latura el 15 de septiembre de 1919:

Cábenos sin embargo la satisfacción de que Sinaloa no se ha que-


dado atrás, como lo habéis visto, en el movimiento de reorgani-
zación y progreso que empuja actualmente, y que, en medio de

6  Ídem..

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 103


continuadas dificultades y sorteando frecuentes peligros, la nave
ha seguido su camino en el derrotero que le marcan sus destinos.7

r
Bibliografía

ΕΕ Aguirre, Carlos Manuel (1992). Los Carabineros de Santiago. Cu-


liacán: Sociedad Cooperativa El Diario de Culiacán.
ΕΕ Informe rendido ante la XXVIII Legislatura de Sinaloa.
ΕΕ Quintero Quintero, Eliseo (1975). Pasajes de la Revolucion Mexi-
cana, Culiacán.

7  Ídem.

104 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Miguel Ladislao Ceceña Soto
Maestro de escuela, juez civil, político,
diputado y gobernador

Humberto Ruiz Sánchez

Miguel Ladislao Ceceña Soto nació en El Fuerte en 1861. Ahí realizó


sus estudios primarios, y a la edad de 14 años fue enviado a Álamos,
donde había una escuela de gran prestigio; en esa minera y rica villa
estudió contabilidad entre los años de 1875 a 1878. De regreso en El
Fuerte, se unió en matrimonio en 1883 a la señorita Evaristo Peraza
Ceceña, bella dama originaria del mineral de Morelos, Chihuahua,
y con ella procreó 12 hijos: María del Refugio, María Dolores, Ana
Catalina, Socorro, Benjamín, José Miguel, Mariano Ramón, Carlota,
Evaristo, Fernando, Jesús Alfonso y Margarita.
El primer trabajo importante que Miguel Ceceña desempeñó fue
el de maestro de escuela primaria: en 1892 era director de la escuela
de Chinobampo y en seguida ocupó ahí mismo el puesto de juez. Fue
un político de la vieja guardia. Comenzó su carrera a fines del siglo
xix, y cuando llegó el año de 1910 contaba con 49 años de edad; así,
cuando Madero proclamó el fin de la dictadura porfirista, simpatizó
con el movimiento y se adhirió a las proclamas de un cambio social
sustancial en el país.
Cuando en noviembre de 1910 estalló la revolución maderista, Ce-
ceña, por seguridad, salió de El Fuerte rumbo a la villa de Sinaloa, y en
la hacienda de Temuchina trabajó como administrador y encargado de

105
la tienda de raya, donde duró dos años, optando por regresar a su tie-
rra cuando finalizó 1912.
La posición de Miguel Ceceña, como hombre político emanado
del porfirismo pero abiertamente simpatizante de Madero, hizo que
él siguiera ocupando puestos en el gobierno; así transcurrieron esos
aciagos años en que el país se desangró.
Cuando entró el año de 1915, precisamente el día 1 de enero, Mi-
guel asumió el cargo de juez civil, puesto en el que duró cuatro me-
ses; después buscó un puesto político más importante, y entregó la
oficina a Anacleto Hernández; en noviembre de ese año tuvo lugar
la sangrienta batalla de El Fuerte entre carrancistas y villistas, con de-
sastrosa derrota para estos últimos; eran los estertores de la famosa
División del Norte, que en El Fuerte realizó su último intento por de-
rrotar al carrancismo.
Con los ánimos un poco más calmados, en 1916 se lanzó en busca
de una diputación local, cargo que consiguió e inmediatamente cam-
bió su residencia a Culiacán. Comenzó esta etapa política en 1917,
formando parte de la XXVII Legislatura con tan buena actuación
que fue reelecto para el siguiente período, que abarcó de 1918 a 1919,
años en que el país ardía políticamente; precisamente en el cuatrie-
nio 1917-1920 tienen lugar los siguientes sucesos: Carranza asumió
la presidencia de la República, se promulgó la nueva Constitución
federal, asesinaron a Emiliano Zapata, fusilaron a Felipe Ángeles, se
proclamó el Plan de Agua Prieta, asesinaron al presidente Carranza,
Villa se rindió al gobierno de Adolfo de la Huerta y Obregón protes-
tó como Presidente.
Cuando se pronunció el movimiento contra el presidente Carran-
za, en el llamado Plan de Agua Prieta, Sinaloa era gobernado por Ra-
món F. Iturbe que, fiel a Carranza, se dispuso a combatir a los obre-
gonistas, para lo cual se retiró de la gubernatura, que por ministerio
de ley asumió Miguel Ceceña el día 31 de diciembre de 1919 en el puer-
to de Mazatlán, donde en ese momento se encontraban los poderes
del estado, desplazados precisamente por los sonorenses, que al apo-
derarse de la capital en Culiacán eligieron su propio gobernador en
la persona de Alejandro Ross Vega, nombrado por Ángel Flores; este

106 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


movimiento político culminó cuando los obregonistas hicieron huir
al presidente Carranza rumbo a Veracruz; entonces Miguel Ladislao
Ceceña fue obligado a dejar la gubernatura el 14 de mayo de 1920 y
seis días después Carranza fue asesinado en Tlaxcalantongo, un in-
trincado lugar de la sierra de Puebla.
El período exacto en que Ceceña fungió como gobernador de Si-
naloa fue del 31 de diciembre de 1919 al 14 de mayo de 1920; ejerció su
mandato en Mazatlán, mientras en Culiacán gobernaba el choiceño
Alejandro Ross Vega.
De cualquier manera, en su corto mandato y pese a la situación
descrita, le tocó inaugurar como recinto legislativo el viejo y colonial
edificio de la Cámara de Diputados en la esquina de Antonio Rosales
y Donato Guerra, lugar donde funcionó por espacio de 70 años; con
ese sólo hecho, Ceceña tiene motivo para ser recordado en la historia
de Sinaloa. Lo sustituyó en la diputación Francisco de Paula Álvarez,
otro fuertense, y en la gubernatura el choiceño Ross Vega. Después
de estos momentos, Ceceña regresó a su ciudad natal y se ocupó en
modestos empleos el resto de 1920 y todo 1921.
En 1922 Miguel Ladislao se fue con su familia a radicar a la ciu-
dad de Los Mochis; ahí se empleó como contador de las cooperativas
pesqueras de Topolobampo, y en ese puesto se encontraba cuando en
El Fuerte se concertó un pronunciamiento de inconformidad contra
el gobierno capitaneado por Mariano Ceceña, su hijo. Ángel Flores
arremetió con toda su fuerza y no sólo aplastó la rebelión, sino que
pasó por las armas a la mayoría de los pronunciados, entre ellos al jo-
ven Mariano, de 26 años de edad.
Nuestro personaje, después de la lamentable muerte de su hijo,
continuó en Los Mochis, y entre los años de 1924 y 1931 trabajó como
contador para le empresa Matco-Boy; eran los tiempos de auge de las
grandes exportaciones agrícolas que tanto beneficiaron a la región.
Miguel Ladislao Ceceña Soto murió el 12 de diciembre de 1931, a
los 70 años, siendo aún empleado administrativo de la empresa ex-
portadora donde demostró sus conocimientos en el área de la conta-
bilidad e hizo gala de su calidad humana con todas las personas con
quienes mantuvo trato.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 107


r
Bibliografía

ΕΕ Vidales Soto, Nicolás (2007). El Fuerte: nuestra historia. Culiacán:


H. Ayuntamiento de El Fuerte/Creativos7editorial.

Miguel L. Ceceña
Nicolás Vidales Soto

Miguel Ladislao Ceceña Soto fue diputado del Congreso Constitu-


yente de 1917 por el distrito de El Fuerte. Por instrucciones de Án-
gel Flores, encabezó la impugnación al triunfo electoral de Ramón F.
Iturbe, argumentando la violación a la Constitución Política de 1894
por incumplimiento del artículo 37, donde se exigía un mínimo de 30
años de edad al próximo gobernador. Siendo rechazada en la Cámara,
el problema se llevó a los ayuntamientos y los de El Fuerte, Mocorito,
Guasave, Ahome y Mazatlán se pronunciaron contra Iturbe, con lo que
el Congreso y la sociedad se dividieron entre floristas e iturbistas.
El asunto encontró solución con la oficiosa mediación del general
Álvaro Obregón, quien, dirigiéndose a los jefes militares y a los cuer-
pos municipales, destrabó el conflicto en beneficio del gobernador
electo. Los diputados que apoyaron a Iturbe fueron Emiliano Z. López,
Pedro I. Gavica, Arnulfo Uriarte, Diego Peregrina, Genaro Noris, Se-
rapio López, Félix Mendoza, Leopoldo Dorado, Susano Tiznado, Ma-
nuel Sainz y Alfonso Leyzaola, abriéndose a partir de esa fecha una
amplia brecha en el contingente revolucionario de Sinaloa.

108 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


La lucha por la presidencia de la República representada en el
Plan de Agua Prieta influyó en el ejercicio del poder Ejecutivo en Si-
naloa: Iturbe se declaró partidario de Ignacio Bonillas, candidato de
Carranza y quien para repeler al contingente obregonista designó al
gobernador Iturbe jefe de operaciones militares para combatir a los
pronunciados, por lo cual el Congreso del Estado le concedió la li-
cencia solicitada y nombró al diputado Miguel Ceceña gobernador
interino a partir del mes de mayo de 1920.
El 15 de abril, Iturbe, con facultades extraordinarias por parte
del Congreso, llevó su gobierno a Mazatlán, volvió a Culiacán y ante
el golpe de Agua Prieta regresó al puerto, donde las fuerzas de Án-
gel Flores le obligaron a la rendición el 8 de junio; conferenció con
Adolfo de la Huerta solicitando garantías y respeto a sus elementos,
sin embargo, el 15 de junio las autoridades sinaloenses recibieron un
telegrama de Gilberto Valenzuela, subsecretario de Gobernación, ce-
sando en sus funciones a Ramón F. Iturbe «por haber combatido al
Plan de Agua Prieta y haber abandonado el territorio de esa entidad
sin la autorización correspondiente».
Una vez que Iturbe entregó sus fuerzas al general Francisco de San-
tiago y abordó un barco que lo llevó a California, quedó fuera de la gu-
bernatura, y por instrucciones de Ángel Flores el Congreso designó a
Alejandro Ross Vega como gobernador interino.
Si la muerte del presidente Carranza no había sido suficiente para
que los aguaprietistas se alzaran con la presidencia de la República,
con el autoexilio de Iturbe el carrancismo cavó su tumba en Sinaloa.

n. a. El autor agradece a Ernesto Gatica Moreno y Benito Guerra sus apor-
taciones para la realización del presente texto.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 109


Alejandro Ross Vega

Nicolás Vidales Soto

En una primera oportunidad, al inicio del movimiento de Agua Prie-


ta, Alejandro Ross Vega fue designado agente de gobierno y a la re-
nuncia de Ramón F. Iturbe, y por recomendación de Ángel Flores
ante el presidente interino Adolfo de la Huerta, el Congreso del Esta-
do lo designó gobernador interino, reafirmándose con ello la supre-
macía de este caudillo en los destinos de Sinaloa.
Ross Vega, choicense radicado en tierras sonorenses, fue enviado
a Sinaloa por los obregonistas para resolver el desastre administrativo
en que se encontraban la economía estatal y la hacienda pública. En
esta tarea le acompañaron los señores N. Herrera y Rosendo Galaz,
enviados directamente por el general Flores, ejecutando las acciones
necesarias para restablecer la situación financiera de la entidad, como
fueron las corridas de trenes al norte y sur, facilitando la comercializa-
ción de los productos regionales y brindando las garantías suficientes
de tranquilidad y confianza a los grandes productores.
En lo correspondiente a los municipios, se abocó a su reorgani-
zación administrativa y al saneamiento de sus finanzas, nombrando
nuevas autoridades municipales en Mazatlán, porque las existentes
habían sido nombradas por el gobernador Iturbe.
El 21 de septiembre se realizaron las elecciones para gobernador
del estado, cuyos resultados fueron notariados por José Tamés, quien

111
reportó 25 522 votos a favor de Ángel Flores contra 76 de Juan Ca-
rrasco. El 24 fue declarado Gobernador Constitucional de Sinaloa
por el Congreso del Estado y recibió el mando el día 27 por parte de
Enrique Pardo, presidente del Supremo Tribunal de Justicia, en au-
sencia de Alejandro Ross Vega.

112 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Ángel Flores
De gobernador y militar a candidato presidencial

Modesto Aguilar Alvarado

Antecedentes

Ángel Flores nació el 2 de octubre de 1883 en el poblado de San Pedro,


del hoy municipio de Navolato. Su madre fue Juana Flores y su padre
el agricultor Bruno Camacho Ibarra. Fue registrado en Mocorito, en la
sindicatura de Capirato, donde su madre consideraba estar a salvo de
las críticas a su situación que eran tan comunes en ese entonces.
El futuro militar era observador y pronto se percató de lo dif ícil
que resultaba vivir en una condición como la que tenían él y su ma-
dre y en cuanto pudo, se enroló como marino en el vapor Altata en
el puerto de Mazatlán, al mando de Joaquín Amaro quien también
llegaría a sobresalir por su gallardía, cuando tuvo oportunidad de ha-
cerlo en las batallas en las que tomó parte, como integrante de las
fuerzas revolucionarias.
Al sumarse los años Flores llegó a ser considerado un self ma-
deman, reconociendo sus méritos para forjarse a sí mismo, en cuyo
proceso adquirió atributos que a la vuelta de los años definirían su
personalidad. (López, 2005: 21)
Flores, decía el poeta Alejandro Hernández Tyler, secretario par-
ticular del revolucionario, fue «levantando él mismo el andamiaje de
su propio destino». Con ello quería decir que Flores, ya fuera como

113
grumete, cargador de muelle o capataz de cuadrilla, se había forjado
como hombre de temple y conocedor de que el destino era capricho-
so y nada era gratis en esta vida. Sus biógrafos no se ponen de acuer-
do acerca de su instrucción, pues mientras unos aseguran que era un
hombre autodidacta y aficionado a la lectura, otros lo presentan con
escasa preparación, y con profundas limitaciones para enhebrar una
frase coherente.
Era, en todo caso, un hombre forjado en la universidad de la vida. Y
lo más importante, conocedor del mundo, pues como grumete realizó
innumerables viajes durante su juventud. Esta experiencia templó su
carácter. Vivió un tiempo en San Francisco, California, y durante su es-
tancia en esta ciudad adquirió más seguridad, convicción y firmeza en
sus decisiones. Estas cualidades resultarían de enorme valía en su des-
empeño como marino, donde las labores no eran nada fáciles y cuando
se decidió a tomar las armas lo hizo porque no hubo otra salida.
Ángel Flores, nos dice Jesús María Figueroa Díaz, era

un hombre de ademanes bruscos, tipo ranchero, alto, semicorpu-


lento, siempre con su bigote recortado, y con su inseparable gran
pipa en los labios, que semejaba una cachimba y que alimentaba
con tabaco macuche del monte. Fue un individuo decente, pro-
bo, sin vicios, excepto el de fumar como chacuaco y que le valió
el bien puesto remoquete de «El Cachimbas». (Figueroa, 1986: 77)

Fue considerado por el general Álvaro Obregón el sinaloense más


destacado de la revolución, equiparándolo con otros revolucionarios
sobresalientes como Ramón F. Iturbe y Salvador Alvarado, refren-
dando con ello la cercanía que llegaron a tener en el tiempo que mi-
litaron en las filas de la revolución.

Ángel Flores como protagonista en la Revolución

Nuestro hombre manifestó inquietudes políticas al involucrarse en


1909 al movimiento ferrelista, incorporándose a las filas del llamado

114 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Partido Independiente, agrupación política que se formó exclusiva-
mente, para impulsar al abogado y periodista José Ferrel contra el ha-
cendado porfirista Diego Redo; ambos buscaban el puesto a gober-
nador, vacante desde la muerte de Francisco Cañedo en Culiacán, el
día 5 de junio de 1909. (Verdugo, 1998: 26)
Pero fue la decisión de don Francisco I. Madero, en octubre de
1910 de abanderar el Plan de San Luis Potosí y los postulados de Su-
fragio efectivo, no Reelección, luego de perder las elecciones presi-
denciales frente a Porfirio Díaz, debido a un fraude descarado, que
Ángel Flores manifestó una clara inconformidad con lo que estaba
ocurriendo, decidiendo atender el llamado a levantarse en armas rea-
lizado por el apóstol; fue así como se insurreccionó en la zona sur del
estado y participó, como soldado raso, en la toma de Mazatlán el 25
de abril de 1911 bajo las órdenes de Juan Carrasco, al lado de otros ele-
mentos inconformes con el régimen como Pomposo Acosta, Manuel
A. Salazar y Juan Osuna (Herrera, 2010: 68; Ortega y López, 1987: 73,
y Ortega, 2005: 270). Al dimitir Porfirio Díaz, como lo hicieron mu-
chos, Flores dejó a un lado las armas y se reincorporó a sus ocupacio-
nes cotidianas en los muelles de Mazatlán.
No pasaría mucho tiempo para volver a empuñarlas, en rechazo al
trágico golpe asestado por el usurpador Victoriano Huerta, que cobró
las vidas del presidente Francisco I. Madero y el vicepresidente José
María Pino Suárez en la llamada Decena Trágica. Ángel Flores volvió a
ponerse a disposición de Juan Carrasco, quien advirtió en él capacidad
militar y aptitud para el mando, designándolo lugarteniente; durante
este tiempo ambos, Juan Carrasco y Ángel Flores, reconocían como
jefe a Ramón F. Iturbe, quien ostentaba el cargo de Jefe de las Opera-
ciones Militares en el estado de Sinaloa. En calidad de subordinado a
Carrasco participó en la toma de Bamoa, en las batallas de Badiragua-
to y Mocorito y en los lances de Coyonqui y Comedero; las relaciones
entre ellos comenzaron a agriarse porque Flores aspiraba a conducir
su propio grupo durante el movimiento y Carrasco parecía no estar
dispuesto a ello; para evitar mayores roces entre ellos, el general Iturbe
decidió poner a Flores bajo su jerarquía y aprovechar sus dotes natura-
les para encomendarle tareas que significaban mayor movilidad para

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 115


el ansioso Ángel Flores. Este hecho le permitiría conocer a Obregón y
Carranza el 14 de septiembre de 1913. Cuando el movimiento revolu-
cionario se fijó como objetivo la toma de Culiacán, tuvieron antes que
poner bajo control a Topolobampo, Navolato y San Pedro participan-
do 300 hombres encabezados por Iturbe; el arrojo y valentía de Ángel
Flores, serían méritos reconocidos por Obregón, quien como Jefe del
Cuerpo del Ejército del Noroeste lo designó coronel, consiguiendo así
su objetivo de ser jefe con independencia de mando; posteriormente,
ya con atribuciones y mando propios, a cargo del Sexto Batallón —su
ejército constaba de 628 soldados que tenían a su cargo dos cañones:
uno de fierro fundido y el otro de bronce—, participó en el sitio a Ma-
zatlán, durante los meses de abril a agosto de 1914, logrando arrebatar
el puerto a los federalistas e imponiendo el dominio de los constitucio-
nalistas en Sinaloa. El temple que mostró en varias batallas y acciones
que fueron definitivas para lograr el control de la zona sur, le valdrían
para recibir el nombramiento de General Brigadier. (Herrera, op. cit.:
125; Verdugo, op. cit.: 35-42; Ortega, 2005: 274; López, op. cit.: 24)
Estas prendas y otras que revelaría posteriormente, le ganarían
ser considerado por Antonio Nakayama el «mejor soldado de la Re-
volución». La Convención de Aguascalientes efectuada a partir de
octubre de 1914, produjo la división del grupo revolucionario triun-
fante y ubicó a Flores en el bando constitucionalista, identificado con
el liderazgo de Álvaro Obregón. Ungido con las siglas de esta frac-
ción tuvo jornadas épicas contra elementos y destacamentos villistas
en Navojoa, Mazatlán, El Fuerte, Topolobampo, Hermosillo, La Paz,
Álamos y Guaymas a la cabeza de lo que se llamó Columna Expedi-
cionaria de Sinaloa, integrada por los batallones 2º, 3º, 4º y 6º y el pri-
mer y segundo regimientos de caballería. Los méritos alcanzados en
las refriegas con los villistas le valieron para ser nombrado coman-
dante militar de una gran zona que abarcaba los estados de Sinaloa,
Sonora, Nayarit y territorio de Baja California, contando ya con el
grado de general de división. (Verdugo, op. cit.: 45-53; Mimiaga, 2013:
109-110; Ortega, 2005: 275; José, 1998: 236)

116 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Los factores que lo impulsaron a llegar a
la gubernatura

Después de su participación en el conflicto armado, y ya atrapado su


interés por la arena política, fue dos veces gobernador provisional: del
1 de mayo al 22 de octubre de 1916 y del 7 de enero al 24 de abril de
1917. También había influido para el nombramiento de gobernador
interino en la persona de Isauro Ibáñez el 21 de marzo de 1916, en
sustitución de Manuel Rodríguez Gutiérrez, quien fue presa de las
maquinaciones políticas y fue destituido, cuando resolvió en positivo
el primer reparto agrario en Tepuche, basado en la Ley de Ejidos. Lo
complejo del entramado político, combinado con los reclamos por la
entrega de la tierra de los agricultores, le abrieron la puerta para lle-
gar por primera vez al poder estatal, mismo que también buscaría en
las elecciones constitucionales de 1917, cuando enfrentó además del
general Ramón F. Iturbe, a Manuel M. Mesta, Manuel Salazar y a For-
tunato de la Vega. (Verdugo, op. cit.: 63)
En marzo de 1920, como candidato a la gubernatura de Sinaloa,
apareció entre los primeros firmantes de la rebelión de Agua Prieta
con el cargo de Jefe de la Primera División de Cuerpo del Ejército del
Noroeste, ubicándose muy cerca de los afectos del grupo sonorense,
con quienes se identificaba desde 1913 a lo que contribuyó una larga
estadía en Navojoa, a raíz de su derrota electoral por la gubernatura
en 1917. Esta situación sería definitiva en su carrera política, pues a
partir de aquí su papel como hombre fuerte del estado de Sinaloa se
consolidó. A ello contribuyó el desempeño militar eficaz que tuvo en
el triunfo de la rebelión de Agua Prieta como responsable de la zona
del Pacífico, considerada estratégica, porque era la cuna del movi-
miento. El proceso electoral que se efectuó en septiembre de 1920
ratificó el peso político que tenía, ascendiendo al cargo de goberna-
dor constitucional para el período de 1920-1924.
Para concretar sus aspiraciones había fundado en 1919 el Partido
Demócrata Sinaloense bajo el lema «Reconstrucción Nacional y Pro-
greso», y el periódico El Eco Sinaloense procurando además, el apoyo
de agrupaciones como el Club Liberal Sinaloense. Su contrincante

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 117


sería el respetado general Juan Carrasco, quien contaría con el res-
paldo del presidente Carranza y del gobernador Ramón F. Iturbe.
(José, op. cit.: 237)
Las elecciones efectuadas el 21 de septiembre de 1920 en don-
de obtuvo 25 522 votos contra 76 de Carrasco, legitimaron su papel
como el político más importante del estado. (Ibíd.: 98)

Acciones de gobierno

En el ejercicio como gobernador del estado combinó las ideas pro-


pias en torno a la agricultura empresarial con la estrecha relación
personal que le dispensaba el presidente Obregón, con quien se ha-
bía asociado para producir garbanzo durante su exilio en el vecino
estado en 1917. Ello le permitió, ya en el cargo de Gobernador Cons-
titucional, emprender una febril tarea modernizadora que tenía en-
tre otros resortes la irrigación como uno de los ejes para alcanzar su
objetivo. Por eso promovió la construcción del Canal Rosales en 1921.
Este proyecto le atrajo la simpatía del antiguo grupo privilegiado de
porfiristas que, en conjunto, daban a conocer en reuniones citadas
con ese propósito, que el gobernador estaba trabajando para lograr el
desarrollo económico de Sinaloa. Como afirma Mercedes Verdugo:

las tareas públicas que promovió hablarían por él. Tales estuvieron
dirigidas, principalmente, a impedir el reparto agrario por lo que
obstaculizó sistemáticamente las labores de la CNA en la entidad.
También se preocupó por poner al día los esquemas de cacicaz-
gos locales a través del recurso administrativo de la redistritación
lo que permitió actualizar los perímetros de operación y capacidad
de maniobra de los mismos. También evitó, en alguna medida, que
algunos territorios fueran sujetos de reparto, al otorgarles cate-
goría urbana. (Ibíd.: 66-67)

Esta simpatía creciente de los poderosos por el nativo de San Pe-


dro se multiplicó, cuando respondió negativamente a una resolución

118 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


presidencial que otorgaba una restitución de tierras a campesinos de
Tacuichamona en 1921.
Antes, en 1917, en calidad de gobernador provisional, había presta-
do oídos sordos a los dictámenes de resolución realizados por la Comi-
sión Agraria local, quedando en situación de indefinición comunidades
que estaban solicitando tierras a lo largo y ancho del estado. (Ibíd.: 74)
Durante su primer período como gobernador provisional la legis-
latura local expidió el Acuerdo sobre Municipalización por Decreto
del 11 de septiembre de 1916: se erigieron los municipios de Guasave,
Angostura, Choix, Ahome y Elota. Esta reforma consiguió dos impor-
tantes objetivos: combatir el caciquismo que, en palabras de Flores,
estaba muy arraigado y, por otro, proteger la tierra de afectaciones
agrarias al otorgarle la categoría de tierras urbanas. (Ibíd.: 75-76 y
Aguilar, 2003)
En realidad el general Flores manifestó en diversas oportunidades
su inclinación por la actividad empresarial y sus protagonistas, como
lo demostró en Culiacán a raíz de que esta ciudad fue tomada por los
rebeldes aguaprietistas y en donde Flores, en calidad de Jefe Militar
de la Primera División del Noroeste, aseguró a los hombres de nego-
cios que contarían con todas las garantías para que reactivaran sus
empresas, así fue como a los agricultores les facilitó trenes especia-
les para el traslado de tomate y garbanzo y los comerciantes e indus-
triales reanudaron sus actividades, que habían suspendido desde el
comienzo de las hostilidades (Verdugo, op. cit.: 118). Estas cualidades
como gobernante no pasaron desapercibidas, pues un periódico de
Jalisco, El Informador, difundía los cambios que Sinaloa había logra-
do bajo su mandato, como era el de haber impuesto el orden, impulsar
las riquezas del estado y dar garantías a inversiones de agricultores y
hombres de empresa. (López, op. cit.: 38)
Flores era un convencido de impulsar una vigorosa política de
irrigación, porque la consideraba la punta de lanza para modernizar
al estado, su iniciativa para la construcción del Canal Rosales, se eng-
loba en esta concepción aunque, como tendremos oportunidad de
ver, su resultado dependería de la batalla presidencial de 1924 (José,
op. cit.: 237). Este sería su legado más trascendente.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 119


La historia de este proyecto inició cuando un importante grupo de
agricultores (83 en total) entusiasmados por el proyecto, impulsaron la
creación de la Compañía Irrigadora del Humaya para conseguir fuer-
za jurídica a la petición de una concesión de aguas ante el gobierno
federal y eliminar cualquier impedimento para la construcción de la
ambiciosa obra.
Con este fin se promovió la formación de una Junta Directiva, en
junio 23 de 1921, que quedaría integrada por empresarios, agricultores y
dirigentes revolucionarios, quienes se repartirían los cargos de la com-
pañía irrigadora, apareciendo el general revolucionario Juan José Ríos
como presidente, el notario público José María Tellaeche como vice-
presidente, los empresarios Eduardo Victoria en calidad de secretario,
y William S. Hunt, Alfonso de la Vega y Jesús Tamayo en las vocalías.
La primera tarea de estos representantes consistiría en sentar las ba-
ses del ambicioso proyecto y fijar reglas de control para la administra-
ción de un millón y medio de pesos que el gobierno federal destinó, en
calidad de inversión inicial.1 Nótese aquí que la coincidencia de visión
con el presidente Obregón, hacía fluir los recursos hacia el gobierno de
Flores con generosidad.
Lo anterior es significativo porque cuando se fija el año de 1921,
como la creación del Canal Rosales, en realidad se está hablando de
la formación de los andamiajes administrativos y jurídicos para su
implementación. El hecho cierto es que tan pronto salió a la luz esta
información, propietarios y usuarios de la corriente hidráulica como
los Almada, que tenían una concesión desde 1902, opusieron una te-
naz resistencia a las aspiraciones del grupo impulsor de la Compañía.
El proyecto en sí puso al descubierto otras áreas para hacer ne-
gocios. Hombres con mentalidad emprendedora, como Cristóbal Bon
Bustamante, Manuel Clouthier, Rodolfo Ramos, Miguel Gaxiola, José
María Pablos, María Trinidad Cárdenas, Salomé Apodaca y Bruno Ca-
macho, se dispusieron a aprovechar semejante oportunidad, con la

1  El Demócrata, 20 de noviembre de 1920. Comisión Nacional del Agua,


Archivo Histórico del Agua, Fondo Consultivo Técnico, s/f, exp. 07324, caja
759, ff. 5-15.

120 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


apertura de tierras y la irrigación.2 Quien no pudo ocultar la alegría
que este dinamismo le provocaba fue el general Flores, y atrapado por
la euforia llegó a estimar hasta en 200 mil las hectáreas que podrían ser
irrigables y así lo dio a conocer al Presidente de México.3
De manera destacada apareció un fenómeno especulativo que in-
volucró los terrenos aledaños a la traza del proyecto. Los precios por
hectárea crecieron de 20 pesos hasta 350 en mayo de 1921, antes de
que principiaran los trabajos de excavación.4
En octubre de 1922, la Compañía Irrigadora del Humaya, sería
constituida como sociedad civil, con facultades para administrar las
obras de irrigación del canal Rosales, y ejercer otras atribuciones
igual de relevantes, como las de comprar tierras, realizar también el
estudio de los terrenos abiertos a la irrigación y la apertura de cana-
les menores, con lo cual se planteaba eliminar el acaparamiento de
las aguas del mismo canal, realizar una buena distribución y facilitar
el aumento de la riqueza agrícola de esta región.5
La propuesta de crear el Canal enfrentó varios obstáculos. El
frente levantado por los Almada fue uno. Otros más serían de carác-
ter técnico y legal, causando el retraso de los trabajos y la elevación
consiguiente de los costos de operación.6
Por una coincidencia que aporta mucha tela para especular a
principios de 1924, cuando estaba al máximo la rebelión delahuertista,
no faltarían acusaciones sobre prácticas de acaparamiento y de co-
rrupción a los administradores del canal, que nunca fueron aclaradas

2  El Demócrata, 27 de mayo de 1921. AHA-APS, diciembre 5 de 1925, exp.


58496, caja 4434, f. 13.
3  AGN, Galería 3, Fondo Obregón-Calles, 26 de mayo de 1922, exp. 816-R-
16, f. 190.
4  El Demócrata, 16 de mayo y 9 de junio de 1921.
5  AHA-APS, enero 8 de 1923, exp. 9611, caja 662, ff. 4-5; Archivo Plutarco
Elías Calles-Fernando Torreblanca, fondo Álvaro Obregón, junio 2 de 1921,
Exp. 81, Inv. 4618; Prontuario de Decretos del Congreso del Estado de Sina-
loa, septiembre 20 de 1922.
6  AGN, Galería 3, Fondo Obregón-Calles, abril 28 de 1923 y 17 de octubre
de 1923, exp. 816-R-16, f. 156.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 121


de manera convincente. Los críticos de ese tiempo no paraban de ha-
cer comentarios negativos, aduciendo un fondo político que siempre
le atribuyeron al Canal. Con este trasfondo Juan José Ríos agregaba:
«no concibo cómo puede darse esto, pues la Compañía Irrigadora es
una sociedad civil en la que cada socio es dueño por separado de lo-
tes chicos o grandes en la zona irrigada».7 Sin embargo, como en su
momento veremos, el factor político sí tuvo que ver y mucho.
En 1925, ya superadas las peleadas elecciones presidenciales, se
intentó hacer realidad una idea del expresidente Obregón, orientada
a traspasar el proyecto a la federación, pensando que con ello el ca-
nal podría adquirir fortaleza financiera. La deuda total era de cuatro
millones de pesos, a todas luces impagable, considerando la situación
crítica que enfrentaba la administración de la Compañía Irrigadora.8
A mediados de 1927, los socios de la Compañía irrigadora clama-
ban por ser rescatados y traspasar el sistema de irrigación Rosales al
gobierno federal. Sin embargo, la decisión se pospuso, por la pésima
situación económica nacional.
En estas fechas las obras que formaban el proyecto se podrían
describir de manera aproximada, pues ya aparecían como un avan-
ce importante un canal troncal, un canal del norte, un ramal del sur
y un canal auxiliar.9
Para 1930 se afirmaba que el sistema de irrigación en construc-
ción estaba por alcanzar las 100 mil hectáreas de «magnífica calidad
para la agricultura»; parecía obvio que se buscaba preservar un nivel
aceptable de optimismo sobre el futuro promisorio del sistema. Sin
embargo, el fenómeno principal seguía siendo una creciente oleada
especulativa con la tierra, que disparó espectacularmente los precios
de la hectárea de segunda —temporal de cultivo— de 5 pesos a 300 y
hasta 400 pesos.10

7  APEC-FT, Fondo Álvaro Obregón. enero 16 de 1924, exp. 202, inv. 4737.
8  AHA-APS, noviembre 4 de 1925, exp. 8064, caja 522, ff. 636-646.
9  AHA-APS, junio 1o de 1927, exp. 8064, caja 522, ff. 231-232 y 262.
10  AHA-APS, abril de 1927, exp. 8064, caja 522, f. 235, en Paliza, Juan L.
(1928: 32-37). En AGN, Galería 3, Fondo Lázaro Cárdenas, septiembre 3 de
1937, exp. 151.3/846.

122 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Finalmente, el primero de enero de 1933, la Comisión Nacional
de Irrigación, como parte de una política nacional de Estado, de uni-
formar su control sobre las aguas nacionales, recibió, por fin, la ad-
ministración del Humaya. Esta acción marcó la aparición de sucesos
importantes. El primero fue la instauración del distrito de irrigación
número 10, que quedó integrado por 80 mil hectáreas irrigadas y el co-
mienzo de la investigación para la construcción de una presa de alma-
cenamiento: la Sanalona, con una capacidad estimada de 750 millo-
nes de metros cúbicos.
La formación del distrito de irrigación número 10, también lla-
mado Sistema Nacional de Riego Rosales, no evitó los roces de los
Almada con los administradores del nuevo complejo, ni tampoco le
garantizó la ansiada certidumbre legal al sistema, que sólo se alcan-
zaría hasta 1946, cuando el gobierno federal regularizó su situación.11
Nada de esto habría pasado, de no haber sido por la visión empren-
dedora del reservado general Ángel Flores.

Un gobernador de claroscuros

La cercanía de Flores con Obregón le facilitó en los primeros años de


su mandato construirse una imagen de gobernador eficaz, mezclando
con presteza la doble función que tenía como gobernante y militar,
logrando imprimir un sello a su gobierno de respetabilidad, autori-
dad moral y prestigio, que el propio Obregón llegó a alabar.12 To-
das estas circunstancias produjeron un profundo impacto en Flores
quien, sin elementos para moderar un juicio, llegó a solicitarle al pre-
sidente facultades de secretario de Estado, «bien como de Comuni-
caciones, o bien como de Fomento, o de Hacienda» para hacer uso de
ellas «en casos fortuitos y necesarios».13

11  AHA-APS, mayo 11 de 1933, exp. 8237, caja 557, ff. 10-11.
12  AGN, Galería 3, Fondo Obregón-Calles, diciembre 24 y 26 de 1920, exp.
816-R-16.
13  Ibíd., abril 2 de 1922, exp. 101-M-37, ff. 1-3.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 123


Su aura de hombre fuerte le alcanzaba para influir en las decisiones
del poder Legislativo, logrando realizar reformas conservadoras que se
tradujeron en la aprobación de una nueva Constitución Política del
Estado de Sinaloa en 1922, que por cierto duró hasta 1985, cuando fi-
nalmente fue actualizada. (Olea, 1985: 301-349)
Como gobernante se rodeó de un importante grupo que decían
perseguir el desarrollo de Sinaloa, fincado en un programa conserva-
dor que atrajo la atención de los mexicanos residentes en Estados Uni-
dos por la moderación y el respeto que implicaba a las propiedades de
los sectores productores agrícolas a lo largo del estado. Así fue como
comenzó a divulgarse su obra como fruto de un gobernante modelo.14
En Sinaloa, la política agraria de Álvaro Obregón de hecho fue
boicoteada por Ángel Flores, que como gobernante y jefe militar, se
constituyó en un obstáculo mayúsculo para las operaciones de la Co-
misión Nacional Agraria. En diferentes momentos bloqueó los traba-
jos de la Comisión Local Agraria, logrando el respaldo de los terrate-
nientes, acotando las facultades de la cla, e impidiendo la aplicación
de la Ley del 6 de enero de 1915, pero confrontándose con el general
Obregón, quien sostenía una visión política sobre este tema. Y es que
el saldo era contundente: de siete solicitudes presentadas por peticio-
narios de tierras hasta 1923, todas fueron suspendidas o negadas, in-
cluso «sin importar que hubieran sido disposiciones presidenciales».
(Verdugo, op. cit.: 140, 149)
Su labor de gobernante pudo ser más notoria, pero la dualidad
de funciones que tenía, como titular del poder Ejecutivo y responsa-
ble militar de la región noroeste, causaron que su tiempo efectivo al
frente del gobierno fuera poco, y le impidieran fiscalizar y supervisar
los avances de obras y proyectos emprendidos (López, op. cit.: 39). A
esto debe sumarse su salud precaria y su interés personal por el éxito
del programa hidráulico que impulsó en la entidad. Sus separaciones
como titular del poder Ejecutivo fueron cubiertas por José Aguilar Ba-
rraza, Manuel Rivas, José María Tellaeche y Victoriano Díaz Angulo.
(Verdugo, op. cit.: 126)

14  El Demócrata, 14 de diciembre de 1922, exp. 101-f-2, ff. 1-40.

124 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Flores, primer sinaloense candidato a la
presidencia

Aunque Flores no había alcanzado una dimensión nacional, como sí


lo habían hecho los caudillos sonorenses, sí tenía aceptación entre
los grupos de propietarios más conservadores de diversas entidades,
quienes habían seguido con interés el trato respetuoso que había ve-
nido dispensando a los hacendados, al evitar o retrasar la aplicación
de la Ley Agraria.15
Estos antecedentes fueron para las fuerzas pertrechadas tras el Sin-
dicato Nacional de Agricultores, un argumento poderoso para conven-
cerlo a participar como candidato presidencial, en la controversial elec-
ción de 1924; aunque el sinaloense negaba sus aspiraciones, la opinión
pública tuvo un indicio de sus inclinaciones, cuando el día 21 de agosto
de 1923 solicitó licencia para separarse de su carrera militar. Y seis días
más tarde esta misma agrupación, y una vez que el general Flores ha-
bía obtenido la anuencia de la Secretaría de Guerra, hacía público su
interés por impulsar a Flores como candidato a la Presidencia de la Re-
pública (Verdugo, op. cit.: 10). Otros nombres que circularon en aque-
llos momentos eran: Raúl Madero, Roque Estrada, Antonio I. Villarreal,
Pascual Ortiz Rubio y Salvador Alvarado. (López, op. cit.: 50-51)
Aunque el respaldo de estos sectores pudientes era importante,
no sería suficiente para calar en la opinión pública, que tenía puesta
su mirada en Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta, que tenían
numerosos diputados adeptos en el Congreso Nacional, mientras a
Flores sólo lo apoyaban los empresarios agrupados en la Liga Política
Nacional, bajo el lema «el respeto al derecho ajeno es la paz» y «liber-
tad y garantías». El general Flores, ya en campaña por la presidencia,
sólo recibiría el apoyo de 10 diputados, integrantes del llamado Blo-
que Cooperatista que jefaturaba el aguerrido Jorge Prieto Laurens.
(José, op. cit.: 219)
Las expectativas de los floristas se fincaban en el abanico de po-
sibilidades atribuidas al divisionario ya fuera como candidato a la

15  El Demócrata, 24 de mayo de 1923.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 125


presidencia, como secretario de Gobernación o como titular de la
Secretaría de Guerra y Marina. La primera opción se consideró via-
ble cuando el general Calles manifestó públicamente sus deseos de
ser el próximo Presidente. La segunda, cuando se difundió que el ge-
neral Francisco Serrano, secretario de Guerra, podía desplazarse a
Gobernación cuando Calles emprendiera su campaña.16
Lo primero a destacar es la amplia aceptación que tenía el ge-
neral Flores entre los grupos de propietarios agrupados en el Sindi-
cato Nacional de Agricultores, miembros de la banca, el comercio y
la industria en los estados de Jalisco, San Luis Potosí, Veracruz y Dis-
trito Federal. El conocimiento de su gestión por los sectores propie-
tarios se fortaleció cuando la prensa nacional comenzó a catalogarlo
como el revolucionario de la moderación, lo cual quería decir, el per-
sonaje que por las relaciones que tenía, garantizaba la mejor opción
para consolidar el proceso de conservación de las propiedades de te-
rratenientes y hacendados.17 Al llegar a septiembre de 1923 sus sim-
patizantes continuaban aumentando, formándose una organización
nueva de propietarios, la Liga Política Nacional, que se distinguía por
acunar en su seno a propietarios «no reaccionarios», quienes admi-
tían la repartición de las tierras «con estricto apego a la ley»,18 respal-
dados en las afirmaciones de Flores en torno a que no era el sistema
radical la solución para el problema agrario. Otras organizaciones,
como el Partido Democrático Nacional, que llegó a tener un gran
peso en tiempos anteriores, se unió a la Convención Unificadora de
Partidos Independientes, que impulsaba el lema «Patria, Orden y
Progreso». (López, op. cit.: 57)
Los partidarios de Flores trabajaron a conciencia para empujar
entre la opinión pública al hombre que les daba garantías de seguir
conservando su condición de privilegio. Aprovecharon los espacios
que controlaban en la prensa para denostar a Calles, que ya se men-
cionaba como el candidato oficial, con frases como:

16  El Demócrata, 4 de julio de 1923.


17  Ibíd., 27 y 29 de agosto de 1923.
18  Ibíd., 10 de septiembre de 1923 y 27 de marzo de 1924.

126 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Calles se valió del alto puesto que ocupaba para preparar su im-
posición prodigando empleos innecesarios [...] ha encontrado
la horma de su zapato: el señor Ángel Flores. [...] Cuando supo de la
candidatura de Flores, la noticia llenó de pánico a la legión de polí-
ticos [...]y Calles, el Bismarck de Agua Prieta [...]ha temblado por
primera vez[...Flores es el único «gallo» para Calles[...] Calles ca-
mina hacia el más redondo fracaso.19

Conforme la fuerza de Flores se fue haciendo mayor, los corre-


ligionarios de Calles comenzaron una campaña sistemática de nuli-
ficación que comenzó con el nombramiento del general Pablo Ma-
cías Valenzuela en la Jefatura de Operaciones Militares de la entidad,
quien se encargaría de vigilar los pasos del gobernante y su grupo
cercano de amigos.20
A estas alturas los enemigos de Flores enquistados en áreas del
gobierno federal, habían logrado sembrar incertidumbre en el presi-
dente Obregón sobre la lealtad del sinaloense. El general Flores, con
bastante buena intuición trató de mantenerse cerca en el afecto del
jefe del Ejecutivo, procurando eliminar la idea que se había ganado a
pulso de antiagrarista en los más altos círculos nacionales, por haber-
se atrevido a suspender y negar solicitudes de dotaciones de tierras
aprobadas por el mismo presidente. Con el propósito de borrar este
pasaje de su expediente, se esmeraba en presentarse como decidido
partidario de los planes que Obregón enarbolaba para conseguir la
prosperidad de la República. Cuando quedó convencido de lo poco
que lograba por esta vía, acudió al auxilio de amigos comunes para
acercarse al militar sonorense, aunque los documentos de gobierno
oficiales firmados por él seguían encabezados con el «querido jefe y
fino amigo», parecía clara la invisible frialdad entre ambos.21

19  El Demócrata, 10 de septiembre de 1923.


20  Ibíd., 1o de agosto de 1923.
21  agn, Galería 3, Fondo Obregón-Calles, 5 de octubre de 1923, exp. 816-R-
16, f. 197. Uno de los que desempeñó este papel fue Juan José Ríos a quien
encargaba tratar temas de su estricta incumbencia anterior como la gestión

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 127


Los acontecimientos nacionales se desgranaron con alucinante
rapidez, envolviendo en su dinámica a los contendientes. La deci-
sión de Obregón de apoyar a Calles alejó a De la Huerta, entonces
secretario de Hacienda, del grupo sonorense y acercó a Flores con
este último. Los partidarios de De la Huerta criticaron fuertemente
al presidente Obregón, acusándolo de imponer una candidatura que
propiciaría la disolución de la unidad de los grupos revolucionarios,
demandando su renuncia por fallar a la promesa de lograr la tran-
quilidad política de México como lo había venido prometiendo. Este
episodio produjo un enfriamiento de las relaciones entre Obregón y
Flores, agravado por la rispidez que adquirió la pugna entre los sim-
patizantes de los dos personajes.22
Acusaciones como las anteriores fueron de uso frecuente entre
los partidarios de Flores, mientras destacaban como argumento cen-
tral de la personalidad de su líder su acendrado apego al orden, pues
a pesar de lo pesado de las jornadas pre-electorales se daba tiem-
po para retornar a sus deberes como gobernante. Sin embargo, todo
apunta a que no era precisamente este aspecto del carácter de Flores
lo que a él en particular interesaba destacar con su retorno, sino la in-
certidumbre que lo mortificaba por el alejamiento de su antiguo ami-
go. En diciembre de 1923 a punto de agotarse el plazo de un permiso
que el sinaloense había utilizado para promocionar su candidatura,
retornó a su cargo en el gobierno y pretendió suavizar las relacio-
nes con el Presidente, solicitándole al mismo tiempo hiciera algunos
cambios y remociones en el sector militar.23
En un último intento por recomponer lo que estaba por desmoro-
narse, pretendió mantenerse en la imparcialidad, estimando que toda-
vía quedaba una pequeña posibilidad de recomponer las cosas entre

ante los secretarios de Fomento, Guerra y Marina; sobre la decisión de Flores


de negar la aplicación de la política agraria del presidente y la coincidencia de
su credo con la del héroe de Celaya, véase José (op. cit.: 209 y 218).
22  El Demócrata, 10 de noviembre, 3 y 5 de diciembre de 1923.
23  El Demócrata, 10 de diciembre de 1923 y apec-ft, Fondo Álvaro Obre-
gón, junio 2 de 1921, exp 81, inv. 4618.

128 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


ambos, escribió una larga carta al Presidente en la cual, sin acusarlo
directamente de los desbordamientos ocurridos entre los partidarios
de Calles, aprovechó para hacer una crítica punzante hacia los genera-
les y ministros al servicio del mandatario, quienes, según él, contra-
decían con sus actos los verdaderos intereses del Presidente. Sin em-
bargo, su mención al descontento nacional y la aparición de la duda
colectiva en torno a la libertad electoral y al desconcierto nacional
que por causa de ello imperaba en ese momento, que para el gober-
nador podía incluso desembocar en otra «verdadera revolución», de-
bió abrir nuevas heridas. Aunque de entrada subrayaba que «todavía
quedaban hombres en México que respetaban la amistad», conforme
avanzó en su digresión, mencionó como causa del malestar del pue-
blo la participación del Ejecutivo en el proceso, pues según él, éstos
«deseaban tener un Presidente que no se constituyera en el jefe de un
Partido, ni en el líder de una candidatura..[pues] primero estaban los
destinos de la República que la suerte de un candidato...[primero es-
taban] los compromisos con la patria, con el pueblo y con la historia,
que los compromisos con un amigo...»24
El escrito anterior fue el preámbulo de un rompimiento defini-
tivo y con la rebelión de De la Huerta, de diciembre de 1923 a mar-
zo de 1924, Flores se alejó finalmente del grupo sonorense, a raíz de
las suspicacias que despertó su comportamiento.25 Aunque los datos
históricos no son concluyentes, el comportamiento de Flores fue, du-
rante esta etapa, ambiguo y sospechoso, provocando un enfriamiento
de sus relaciones con Obregón y Calles. La adhesión de Flores, en es-
tos momentos críticos, no fue inmediata como la de otros, y al final
eso contó en el distanciamiento con el caudillo. De hecho tuvo que
enviar a un delegado especial, José Tamés, procurador general del
Estado, con la encomienda de convencer a Obregón de su adhesión

24  apec-ft, Fondo Álvaro Obregón, Carta de Flores a Obregón, diciembre


31 de 1923, exp 81, inv. 4618. José, op. cit.: 240.
25  El Demócrata, 7 de enero de 1924. Los diarios estadounidenses El Exa-
miner y el Times de Los Ángeles y Nogales Herald y Gateway News de Ari-
zona, se desbordaron en alabanzas a la moderación del general.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 129


(José, op. cit.: 240). Cuando la rebelión fue vencida Flores quedó en
una situación delicada y expuesto a los dardos de Calles y los alia-
dos de éste.
Al reanudarse la campaña por la presidencia, a finales de marzo,
no mostró capacidades para generar lealtades ni articuló un progra-
ma alternativo al de Calles, ni tampoco parecía inmutarle los tiempos
electorales, pues perdió todo abril y sólo reanudaría su campaña a
partir del primero de mayo; además, sus dotes no eran las más adecua-
das para comunicarse con las multitudes de los mítines, pues carecía
de información política y su fraseo era rudimentario, fue motejado
como «el candidato mudo» por la prensa; Calles, además de su dina-
mismo, hacía gala de una riqueza conceptual sobre temas agrícolas,
trabajo y educación; además, este último contaría con el respaldo de
periódicos como El Universal y Excelsior y el apoyo de dependencias
oficiales como la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. (José,
op. cit.: 180, 242)
Por si lo anterior fuera poco, en los contados actos de campaña pre-
sidencial en los que participó se dieron roces peligrosos con las sim-
patizantes de Calles, quienes no lo bajaban de «revolucionario clau-
dicante y vergonzante». En los actos realizados en las ciudades de
Guadalajara y Querétaro hubo balazos y muertos y su propia vida
estuvo en peligro, por el estallido de una bomba, en un evento que
tuvo lugar en Colima (Verdugo, op. cit.: 161). Todo este clima de agi-
tación y violencia era producto del momento político que se vivía y
la polarización de las proclamas de los candidatos; mientras Flores
se declaraba antiagrarista, Calles veía con cierta simpatía al ejido y lo
consideraba un paso necesario para contar con pequeños propietarios;
además, sus promesas de campaña lo hacían parecer radical, a diferen-
cia del sinaloense que hablaba de implantar un gobierno nacional, sin
aclarar su significado. (José, op. cit.: 184, 210)
Aunque, como ya dijimos, no presentó un programa formal por-
que, según él, no quería comprometerse por escrito con algo que aca-
so podría cumplir, en algunas de sus proclamas se alcanza a esbozar
propuestas interesantes, como la reglamentación del servicio civil y

130 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


la incorporación de los aborígenes en la cultura moral e intelectual
y pugnar por que alcanzaran «suficiencia económica». (Ibíd.: 243)
Hubo muchas y variadas acusaciones entre los simpatizantes de
ambos contendientes. Una de las voces más rotundas y contrarias
a Flores era la de Luis N. Morones, que hablaba de latifundistas por-
firistas, que llegó a acusar al grupo florista de empujar un movimien-
to para oponerse al triunfo de la revolución. En no pocas editoriales
se sostenía que Flores estaba impulsando un nuevo levantamiento.
(Ibíd.: 228, 244)
Como es sabido las votaciones efectuadas no le fueron favorables.
Calles obtuvo 1 340 634 votos a favor, y el sinaloense 252 599, según
los cómputos oficiales.26
Se ha afirmado que desilusionado por estos resultados y de la po-
lítica, Ángel Flores se retiró a la vida privada. Existen indicios, sin em-
bargo, de motivos poderosos que lo influenciaron. En un documento
del AGN se afirma que el general Flores conocía muy bien los peligros
que corría, luego de la tórrida contienda electoral, prefiriendo mejor
asumir una actitud moderada y no que le pasara lo que a Villa, que en
palabras del militar sinaloense lo habían «engordado para el cuchillo»,
en clara referencia al atentado que le había costado la muerte al gene-
ral duranguense y del cual la voz pública acusaba a Obregón y Calles.27
Los empresarios pertenecientes al bloque derrotados en la elec-
ción, buscaron una confrontación de Flores con el presidente Obre-
gón, pero ésta no prosperó porque el general sinaloense estaba muy
consciente de su desventaja ante el caudillo sonorense y porque al
exgobernador lo aquejaban serios quebrantos de su salud. Pobre y
sólo, murió el 31 de marzo de 1926, en una habitación del hotel Gra-
nada, en Culiacán.
La XXXI Legislatura local lo declaró «Benemérito de Sinaloa»,
mediante el decreto correspondiente. Descansa en la Rotonda de

26  El Demócrata, 22 y 24 de julio de 1924.


27  agn, Galería 3, Fondo Obregón-Calles, 1o. de noviembre de de 1924,
exp. 104-p-106, f.44-47. Sobre la muerte de Villa, véase Friedrich Katz Pan-
cho Villa, op. cit., dos tomos.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 131


Sinaloenses Ilustres y su nombre está inscrito en la sala de sesiones
del Congreso del Estado. (Verdugo, op. cit.: 166-171)

Epílogo

Entre los historiadores es común afirmar que el general Ángel Flores


fue un antiagrarista, si se entiende por ello una persona inclinada a
negar los postulados de la política agraria de los gobiernos revolucio-
narios, emanados de la gesta armada de 1910. Se pretende así negar la
participación destacada que tuvo este hombre en esta manifestación
social, aludiendo que cuando estuvo en sus manos hacer algo por los
campesinos, los pobres más pobres de aquellos tiempos, se negó a
hacerlo e incluso tomó decisiones en su contra.
La pregunta que surge de inmediato es ¿cómo puede alguien ser
antiagrarista y haber participado en una revolución como la mexi-
cana que es, por definición y así reconocida por los estudiosos, la
primera revolución social del siglo XX? La pregunta no carece de
sentido, pues la definición clásica de revolución social involucra la in-
tervención masiva de campesinos y obreros, impelidos por la esperan-
za de un cambio en su status social.
Para los campesinos participantes en el movimiento armado un
cambio era posible, siempre y cuando pudieran acceder a la tierra,
pues con este medio en su poder, podrían desafiar de otra manera los
escollos que la misma vida les ponía enfrente, pero uno de los suyos,
aducen sus detractores, cuando estuvo en situación de otorgársela se
las negó. Una pregunta más elaborada abarcaría a detalle si, en efec-
to, el general Ángel Flores obraba como antirrevolucionario, o bien,
lo que estaba haciendo era evitar la conversión de estos peticionarios
a la tierra en personas inútiles.
Estas soluciones a peticiones tan sentidas para campesinos que
se sentían despojados, hizo del gobernador un hombre admirado por
los dueños del dinero. Sin embargo, como hemos tenido oportunidad
de constatar, Flores no actuaba de esta manera, porque tuviera clari-
dad ideológica sobre sus fines. Lo hacía en realidad, porque existía en

132 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


él el convencimiento de que el hombre para merecer algo debía an-
tes ganárselo.
Él respondía a su trayectoria personal. Era un convencido de que
nada en esta vida es gratis. Durante las escaramuzas de la Revolución
tuvo oportunidad de conocer a todos aquellos que se involucraron en
el movimiento. Muchos campesinos, contra la opinión común, per-
manecieron al margen de éste. Conocerlos como solicitantes de tie-
rras lo consideró simple y llanamente oportunismo. ¿Cómo iba él a
consentir que aquellos que sólo observaron de lejos la Revolución
ganaran un pedazo de tierra? Eso era inadmisible. Pero no hay aquí
antiagrarismo. Hay un sentido de respeto a lo ganado por otros y
convicción de principios. No sería él quien diera su brazo a torcer
y entregara un bien tan preciado como la tierra a quien, desde su
punto de vista, no se la merecía.
A la postre, la forma en cómo evolucionó la política agraria de los
gobiernos que le sucedieron le dieron la razón. La destrucción de
unidades productivas rentables que sumieron en la desesperación a
sus antiguos dueños y propiciaron escasez de bienes básicos para el
pueblo, lo hacen ver como un hombre que se adelantó a su tiempo.
La historia de México está plagada de ejemplos en donde la entrega
de tierras resultó contraproducente: afectó los procesos productivos
e hizo indolentes a sus beneficiarios. Esto lo sabía bien Ángel Flores.
Su visión como persona de trabajo y forjado a sí mismo, le decía que
ése no era el camino. Su experiencia le dictaba que el hombre sólo va-
loraba aquello que contribuía a crear. Lo demás, si le es dado, lo des-
precia y lo despilfarra. ¿Visionario? Parece que sí.
Cerremos este recuerdo sobre el general Ángel Flores con una cita
que el revolucionario de San Pedro debe haber tomado muy en cuen-
ta, cuya autoría se atribuye a don Luis Cabrera: «El acaparamiento de
la propiedad privada es causa de esclavitud de las clases proletarias,
pero no creo que la solución consista en que la propiedad privada, en
vez de estar acaparada por individuos, esté acaparada por el Estado».
En la balanza de la historia también deben ponerse los rasgos
que caracterizaron a su administración: intolerancia política, pro-
pensión a modernizar la agroindustria del estado, su antiagrarismo,

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 133


el hostigamiento y la persecución militar, de esto último podrían dar
fe Ramón F. Iturbe y el general Juan Carrasco. (Verdugo, op. cit.: 127)
O bien, como lo resume Ortega Noriega: «Flores impulsó las
obras de irrigación en el valle de Culiacán, pero no respondió a los si-
naloenses pobres, pues no permitió el reparto de tierras e impidió la
formación de organizaciones obreras». (Ortega, op. cit.: 280)
Finalmente, podemos enumerar las causas que hicieron concebir
en Flores que tenía posibilidades de escalar a la presidencia de la Re-
pública, a pesar de que de él sólo se tenía un conocimiento regional.
Primero. La relación del general Ángel Flores con el presidente
Álvaro Obregón, que se remontaba a 1913, desde el punto de vista mi-
litar, y que se afianzó por el afán que compartían ambos, del impulso
al sector agrícola modernizador.
En segundo lugar. Tenía que ver con el convencimiento de Flores
sobre asuntos fundamentales ventilados durante la Revolución: el pro-
blema de la tierra que lo veía más bien como un asunto de falta de pro-
ducción. Este problema, el de la producción, sería resuelto cuando se
«protegiera al pequeño productor sin destruir al grande».
En tercer lugar. Había que dar por concluidas las causas que dieron
origen a la Revolución, revisar las demandas sociales, hacer a un lado
las nocivas e impulsar sólo aquellas que no perjudicaran los derechos
adquiridos ni a las buenas conciencias. (José, op. cit.: 249)

r
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Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 135


José Aguilar Barraza
Gobernador de Sinaloa, 1920-1922

Miriam Faviola Soto Quintero

Hijo de los señores Alberto Aguilar Barraza y Laura Barraza Yuriar,


José Aguilar Barraza, nacido en Tecuyo el 28 de marzo de 1883, asu-
mió la gubernatura de Sinaloa a los 37 años de edad. Fue el segundo
de los ocho hijos que procreó el matrimonio: Claudio, José, María,
Jesús, Alberto, Leoncio, Laura y Liberato; se cuenta que al ser llevado
a la pila bautismal, como padrino tuvo al legendario guerrillero Hera-
clio Bernal Zazueta, oriundo de El Chaco, San Ignacio.
Su genealogía es muy extensa y deviene de terratenientes, posee-
dores de grandes extensiones medidas en caballerías o haciendas;
descendía del español Cayetano Salazar, quien radicó en San José de
Conitaca, del departamento de Cosalá; por la vía materna, del tam-
bién español Andrés Barraza, vecino de San Javier, municipio de San
Ignacio, quien contrajo matrimonio con Antonia Tostado, mestiza
originaria del mismo lugar.
Cursó los estudios elementales en la escuela oficial de Elota, anti-
gua directoría política que pertenecía el distrito de Cosalá. Cumplidos
los 20 años —el 20 de abril de 1903— se unió en matrimonio con Na-
tividad Pico Mancillas, cuya familia procedía de Ixpalino, San Ignacio.
De esta unión nacieron Rigoberto, Saúl, Héctor, María Celina y
José. Al igual que su padre, los dos primeros llegaron a despachar
como gobernadores de Sinaloa, caso único en la historia política del

137
estado. Rigoberto fue un pediatra de fama mundial que llegó a la gu-
bernatura en sustitución del Lic. Enrique Pérez Arce; Saúl, abogado
de profesión, relevó por unos cuantos días al gobernador Pablo Ma-
cías Valenzuela, a raíz de que fue intervenido quirúrgicamente; tam-
bién fue magistrado y presidente del Supremo Tribunal de Justicia
del Estado.
José Aguilar Barraza se levantó en armas el 20 de marzo de 1913
en la región del río Elota, al frente de una guerrilla, desconociendo
al gobierno del usurpador Victoriano Huerta. Según la información
proporcionada por el profesor Reynaldo López Zamora, cronista ofi-
cioso de Elota, el tecuyense tuvo de compañero en esta aventura re-
volucionaria a su primo Óscar Aguilar —a quien Álvaro Obregón
mandaría fusilar en Monterrey años después—, Doroteo y Adolfo
Urrea, Martín Cepeda, Basilio Torres, Telésforo Aguilar, José Sara-
bia, Ángel Escalante, Refugio Macías, Agustín Millán, Simón Velar-
de y Juan Nassen. En el rancho Los Naranjos, próximo a La Cruz, se
le incorporaron el director político de Elota, Genaro M. Velázquez, y
los policías Emiliano Sáinz y Francisco Celis.
El bautizo de fuego para el grupo rebelde sobrevino al día siguien-
te en el pueblo de Elota, al sostener un combate con las fuerzas gu-
bernamentales. Ocho días después, Aguilar Barraza se incorporó con
su raquítica fuerza a una fracción del 2° Cuerpo Rural que comanda-
ba el mayor Claro C. Molina, en Cosalá, quien le otorgó el grado de
teniente. Con este revolucionario se mantuvo hasta el 15 de julio, y
luego ingresó al 2° Batallón Regular de Sinaloa; por sus méritos, se
convirtió en el jefe de dicho cuerpo, del que se separó cuando asumió
la comandancia militar en la plaza de Culiacán, en la que permaneció
hasta el 30 de septiembre.
Su hoja de servicios es extensa. Tuvo participación en batallas
tanto en Sinaloa como en Sonora, que le valieron merecidos ascen-
sos: el 8 de julio de 1913, el gobernador Felipe Riveros le otorgó el gra-
do de capitán 1° de las fuerzas constitucionalistas, reconocido por
Venustiano Carranza, el 20 de febrero de 1914 en Hermosillo; el 1 de
noviembre de ese año, el general Ramón F. Iturbe, jefe de la Brigada
de Sinaloa, lo ascendió a mayor de infantería y dos meses después a

138 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


teniente coronel. El nombramiento de coronel lo recibió un año más
tarde de manos del Gral. Manuel M. Diéguez, jefe de la División de
Occidente, grado que le ratificó el presidente Carranza y le recono-
ció la Secretaría de Guerra y Marina. Ascendió al generalato el 3 de
diciembre de 1925 por acuerdo presidencial, sin embargo fue hasta
1930 cuando el Senado de la República le ratificó el grado de coronel
ganado en la etapa revolucionaria y 11 años después —en 1941— el de
general brigadier.
Durante su desempeño como militar, Aguilar Barraza ocupó múl-
tiples cargos: jefe del 2° Batallón de Sinaloa y de la comandancia mili-
tar de los distritos de Mazatlán, San Ignacio, Concordia y Rosario, del
1 de octubre de 1916 al 26 de enero de 1917; jefe del Estado Mayor de
la 3ª División del Noroeste, a las órdenes del general Ángel Flores, del
27 de enero al 21 de mayo de 1917; agente del Ministerio Público Mili-
tar en el estado de Sinaloa, de donde pasó al Cuerpo de Operaciones
de Sinaloa del 10 de septiembre de 1917 al 28 de febrero de 1918. Otras
responsabilidades conferidas fueron: jefe del Estado Mayor de la 14ª
Jefatura de Operaciones Militares con cuartel general en Mérida, del
1 de abril de 1925 al 20 de septiembre de 1926; jefe de la Sección Pro-
veedora del Departamento de Establecimientos Fabriles y Aprove-
chamientos Militares del 1 de mayo de 1929 al 30 de septiembre de
1930. Del 1 de junio de 1934 al 30 de abril de 1935 fue presidente su-
plente del Consejo de Guerra de la plaza de Mazatlán; en la misma
ciudad fue jefe del Estado Mayor de la 7ª Zona Militar y después de
la 9ª Zona, del 16 de julio al 30 de septiembre de 1935, siendo coman-
dante el general Pablo Macías Valenzuela. Todavía en 1936 y 1937 fue
jefe del Estado Mayor de la 22ª Zona Militar con cuartel general en
Toluca, al mando del Gral. Juan José Ríos. De ahí pasó con el mismo
cargo a la 11ª Zona Militar, en Zacatecas.

Actuación como gobernador

Contando con el respaldo del general Ángel Flores, fue gobernador in-
terino del 9 de octubre de 1920 al 21 de marzo de 1923, o sea, casi todo

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 139


el período. El arribo del elotense a la gubernatura se produjo a raíz de
que Ángel Flores fue designado jefe de la 1ª División del Noroeste por
el presidente Álvaro Obregón.
Al ser llamado para asumir las riendas del gobierno estatal, era
diputado local por el distrito de Cosalá y Elota, pues fue electo para
integrar la XXIX Legislatura que fungió del 13 de septiembre de 1919
al 14 de septiembre de 1922.
Al término del período de Iturbe contienden para sucederlo
Juan Carrasco y nuevamente Ángel Flores, resultando electo este
último para gobernar el cuatrienio 1920-1924, pero convocado por
Álvaro Obregón para participar con él, pidió licencia y el Congreso
nombró gobernador interino al general José Aguilar Barraza, acom-
pañado por el jefe del Departamento de Gobernación, Manuel A.
Barrantes.
Entre sus acciones más sobresalientes figura la promulgación —el
22 de junio de 1922— de la octava Constitución Política del Estado de
Sinaloa, según plebiscito derivado del Decreto No. 83 del 20 de octu-
bre de 1921, en cuyos artículos 58 y 59 se establecen las categorías de
gobernadores interinos, provisionales y sustitutos.
De las acciones del gobernador Aguilar Barraza se desprende la
apertura de la Universidad de Occidente, un decreto que hacía obliga-
toria la enseñanza ecológica en las escuelas primarias, la introducción
del servicio telefónico, la creación de escuelas y, sobre todo, el impulso
decidido a la modernización agrícola mediante la construcción de los
primeros canales y la aplicación de nuevas técnicas. Aunque en este
último campo la historia concede todos los méritos a Ángel Flores, la
verdad es que Aguilar Barraza fue el ejecutor de varios proyectos que
se visualizaron desde los tiempos de Francisco I. Madero.
De 1908 a 1910 se construyó el puente ferroviario sobre el río Elo-
ta que originó la afluencia de campesinos y exmineros de Elota, Co-
nitaca, Soquititán y Guadalupe de los Reyes, que fueron alojados en
un campamento provisional que la empresa instaló a orillas del río
Elota, y concluidas las obras muchos de esos improvisados peones
del riel se aposentaron en la naciente aldea.

140 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


El general José Aguilar Barraza provenía de una familia trabaja-
dora. Antes de que se erigiera Elota como municipio, José María Cal-
derón fundó un rancho para cría de ganado y agricultura al que de-
nominó La Cruz, porque en dicho sitio, antes de la fundación del
pueblo actual, existió una mojonera rematada por una cruz grande
que servía de límite a los leñeros de Chicayota y Naranjos, propiedad
de María Engracia Yuriar viuda de Barraza, y los leñeros de Ceuta
propiedad de los hermanos Romero.
En 1912 encabezó ante el gobierno la gestión para la expropiación
de los terrenos para la formación de un nuevo pueblo, pero esta pe-
tición no prosperó; habrían de pasar seis años para que mediante el
sistema de cesión a título oneroso hecha a favor del estado de Sinaloa,
representado por el gobernador Ramón F. Iturbe, la empresa Romero
Hermanos y Cía. cediera los terrenos en litigio, levantándose el acta
respectiva ante Pedro F. Zazueta, juez de primera instancia de Elota
en funciones de notario público, fechada el 18 de febrero de 1918.
Mariano Romero disponía de más de diez mil hectáreas de buena
tierra cerca de las salinas de Ceuta, mismas que se fueron repartiendo
entre la gente que quería trabajar, y así fue que muchas de las personas
que habían sido mineros pasaron a ser agricultores y pronto se convir-
tió en la principal actividad económica de la región, pues se disponía
de agua abundante del río Elota y de tierras de excelente calidad.
Conforme a datos testimoniales que constan en acta levantada en
el Ayuntamiento en el año 1942, se establece que José María Calderón
construyó en el rancho una casa de ladrillo y techo de tejas compues-
tas por dos piezas y dos portales para vivienda del vaquero, siendo el
primero en ocuparlas Librado Ruvalcaba con su esposa María de Ru-
valcaba e hijas. Asimismo, se asienta que

Además fincaron en el mismo lugar sus jacales Cipriano Guarda-


do e hijos, Francisco Franco y familia, Eduardo López y familia. El
general José Aguilar Barraza, nieto de María Engracia Yuriar viu-
da de Barraza, que testimonió lo anterior, apuntó que «En 1908 se
construyó la vía férrea Sud-Pacífico de México y con tal motivo se
levantó una estación llamada Guadalupe, por servir de embarque

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 141


al tráfico de minerales de la mina de Guadalupe de los Reyes de
Cosalá».

El asesinato de Ángel Flores y de otros renombrados militares sina-


loenses —atribuidos al sonorense Álvaro Obregón— obligó al general
elotense a replegarse, dedicando su mayor esfuerzo a servir a su muni-
cipio; en ese tiempo se promovió el cambio de la cabecera municipal
de Elota a La Cruz, donde mostró activa participación. Tuvo en alta es-
tima su región, participó en proyectos de desarrollo y donó terrenos
y dinero para obras de interés colectivo como la plazuela, la cárcel
pública, el panteón y escuelas en La Cruz y Elota. José Aguilar Barra-
za murió en la ciudad de México el 18 de agosto de 1947.

Numeralia

Obras y hechos sobresalientes en el informe de gobierno presentado


a la XXX Legislatura del estado el 15 de septiembre de 1922:
• Seguridad pública. Se combatió el levantamiento del general Juan
Carrasco hasta su liquidación. La mafia china actuó contra sus
coterráneos, pasmando a la sociedad por sus crímenes; el presi-
dente de la República ordenó la expulsión de 186 asiáticos.
• Salubridad pública. Se emprendió la campaña contra el paludis-
mo en las zonas de los ingenios cañeros dirigida honoríficamente
por el Dr. Nicolás G. Alonso.
• Estadística y Registro Civil. Operaron 41 oficinas del Registro Ci-
vil convenientemente distribuidas en el territorio del estado.
• Comisión Local Agraria. No ha funcionado porque los nombra-
mientos fueron expedidos ad honorem y no han aceptado desem-
peñar sus funciones.
• Teléfonos del Estado. Se consiguió el establecimiento de nuevas
comunicaciones en el norte y sur del estado.
• Caminos. Se construyeron los caminos Mazatlán a Villa Unión y
se terminó la reparación total del camino de Estación La Cruz a

142 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Cosalá, habiéndose abierto al tráfico el día 23 de junio próximo
pasado.
• Canal Rosales. Las obras del canal Antonio Rosales están por ter-
minarse; se han gastado 2 200 000 pesos prestados por el gobier-
no federal.
• Escuelas. Funcionaron 358, 10 de ellas suplementarias nocturnas
para obreros y 12 particulares; quedaron sin establecerse 119 por
falta de maestros y locales donde instalarlas.
• Alumnos. Concurrieron 28 144 alumnos y 280 adultos.

Talleres:
• Carpintería. Se repararon 47 mesabancos y elaboraron 45 cama-
rotes, puertas y ventanas para la escuela de Ixpalino y la recons-
trucción de la casa del vivero forestal.
• Talabartería. Funcionó regularmente, trabajándose además en
pequeñas obras ordenadas por este Ejecutivo.
• Sastrería. Trabajó todo el año elaborando ropa que usan los alum-
nos, que se repartió en el mes de mayo.
• Zapatería. El calzado elaborado resultó muy fuerte, aunque no
vistoso y a un costo aproximado de 40 pesos el par.
• Música. Se entregaron 20 tambores, 20 cornetas para la banda de
guerra y 6 instrumentos para la banda de música.

r
Bibliografía

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bernadores: 1831-1986, diciembre. Culiacán: El Diario de Sinaloa.
ΕΕ ________ (1996). Los gobernadores de Sinaloa 1831-1996, 3ra. ed. Culia-
cán: Once Ríos Editores.

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ΕΕ Grande, Carlos (1998). Biograf ías sinaloenses (Prontuario 1530-
1998), 2da. edición. Culiacán: Editorial Caryalci.
ΕΕ Informe de Gobierno del Lic. Victoriano Díaz Angulo, 1922.
ΕΕ Ojeda Rochín, Isaías (2002). «General José Aguilar Barraza», en
José María Figueroa y Gilberto López Alanís (coords.) 18 Encuentros
con la Historia, 1ra. edición. Culiacán: Gobierno del Estado de Sinaloa/
Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa.
ΕΕ Saúl Antonio Aguilar Bernal (Entrevista y consulta de diversos
documentos del archivo familiar).
ΕΕ Sinagawa Montoya, Herberto (1986). Sinaloa, historia y destino,
Culiacán: Editorial Cahita.
ΕΕ Uriarte Zazueta, Álger (2010). Las instituciones públicas en Méxi-
co y en Sinaloa. Culiacán: Andraval Ediciones.

144 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Manuel Rivas Mejía
Gobernador del Estado de Sinaloa, 1923

Nicolás Vidales Soto

Manuel Rivas debió haber nacido en la ciudad de Culiacán en los


tiempos en que era gobernador el general Francisco Cañedo, espe-
cíficamente, en el año de 1889. Sus padres debieron ser parte de las
clases acomodadas de Sinaloa, pues tuvieron la capacidad económica
para costear la educación de su hijo, quien llegó a ser ingeniero. Se-
guramente fue amigo cercano del general Ángel Flores y fue esa re-
lación la que le abrió las puertas para su participación política en Si-
naloa, ocupando el cargo de gobernador interino en 1923. (Aguilar y
López, 2005: 164)
Por su parte, Gilberto López Alanís, Faustino López Osuna y José
Hernández Cárdenas, afirman que Manuel Rivas, junto con Juan B.
Ruiz, José G. Heredia, Veneranda Bátiz, Matías Ayala, Genaro Estra-
da, Juan L. Paliza, Concepción Ocaranza y otros más, fueron con-
discípulos de Manuel Rivas en el ciclo escolar 1903-1904 en el Co-
legio Civil Rosales (López, 2015) coligiéndose por nuestra parte que
en esta casa de estudios hubiese concluido sus estudios de ingeniero
geodesta en los años próximos al estallido revolucionario.
El Gral. Ángel Flores solicitó permiso al Congreso del Estado
para ausentarse del ejercicio del poder Ejecutivo cubriendo su au-
sencia el coronel José Aguilar Barraza, quien dejó el cargo el 21 de
marzo de 1923, fecha en que por acuerdo del Legislativo asumió la

145
responsabilidad del Ejecutivo estatal Manuel Rivas Mejía hasta el día
31 de octubre del mismo año, sustituyéndolo Victoriano Díaz Angu-
lo, diputado por la región del Évora. En los siete meses de ejercicio
como gobernador interino impulsó algunas actividades que se rese-
ñan en el informe que leyó el 15 de septiembre a la Cámara de Dipu-
tados, texto del cual se han sintetizado las que más contribuyeron al
desarrollo de nuestra entidad.
José María Figueroa apunta que posteriormente a esta experien-
cia gubernamental, Rivas Mejía se ausentó de la política, reapare-
ciendo en el comité de campaña del candidato Enrique Pérez Arce
cuando empezó su gira de proselitismo por la gubernatura en 1950.
(Figueroa, 1989: 128-129)
Aguilar y López (2005, 165-169) refieren que en el mismo año, su
reaparición en la vida política regional lo condujo a la candidatura
—por el PRI— a la alcaldía de Culiacán y después del proceso elec-
toral se desempeñó en el cargo de presidente municipal durante el
trienio 1951-1953, impulsando la urbanización del primer cuadro de
la capital sinaloense a pesar de la oposición de algunas familias que
se ampararon por la decisión del munícipe.
Sin embargo, el principal campo de actividad de Manuel Rivas no
era la política, sino la economía. Sostienen los académicos universi-
tarios Aguilar Aguilar y López que

El Ingeniero Manuel Rivas y su familia —principalmente su espo-


sa— tuvieron una activa participación en la fundación de diver-
sas empresas, la compra de una gran cantidad de fincas y terrenos
urbanos en la ciudad de Culiacán y la práctica crediticia paraban-
caria, tanto a particulares como a ciertas empresas, que lo ubican
entre los principales hombres de negocios de Sinaloa en los años
comprendidos entre 1943 y 1964. (Aguilar y López, op. cit.: 169)

Entre las empresas que coadyuvaron a formar se encuentran: Dis-


tribuidores del Pacífico, S. de R. L.; Compañía Agrícola del Potrero,
la Unión de Crédito Agrícola e Industrial de Sinaloa, S. A. de C. V.;
Fraccionamiento del Pacífico, S. A. de C. V.; Rivas Automotriz, S. A.

146 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


de C. V.; Industrias de Agricultores, S. A. de C. V.; Banco Mexicano de
Occidente, S. A, Institución de Depósito, Ahorro y Fiduciaria; Elec-
tro Diesel del Noroeste, S. A.; Granjas y Ranchos, S. A.; Productores
Sinaloenses de Semillas para Siembra, A. C.; e Inmobiliaria de Culia-
cán, S. A., entre otras, participando Manuel Rivas Mejía en todos los
consejos de administración. (Ibíd.: 170-183)
A la fecha, la fortaleza patrimonial de sus herederos sigue siendo
un factor importante en la actividad económica regional.
La aportación al desarrollo de la capital sinaloense se reflejó, en-
tre otras decisiones, en la donación del terreno donde se levantó el
Parque Revolución, condicionando su destino como sitio de recreo
público, principalmente para uso deportivo, desautorizando cuales-
quier otro uso que quisiere darle la autoridad municipal, ya que en
caso de infringirse esta disposición la donación perdería su efecto y
los herederos del Ing. Rivas recuperarían esta céntrica superficie en
su legítimo beneficio.
El nombre del Ing. Manuel Rivas Mejía se ha perpetuado al impo-
nérsele a la escuela primaria estatal ubicada en la colonia 5 de Mayo
de la capital sinaloense, construyéndose un edificio amplio y moder-
no que atiende la demanda educativa de esa población escolar.
Esta decisión debe ser entendida como un gesto social, de perma-
nente sinceridad, que lleva implícito el reconocimiento a un hombre
que participó, a través de sus empresas, en el mejoramiento de las
condiciones de vida de los sinaloenses, especialmente de los habitan-
tes de su capital.

r
Bibliografía

ΕΕ Aguilar Aguilar, Gustavo y María de Jesús López (2005). En-


tre la política y los negocios: la familia Rivas en Culiacán (siglo XX)

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 147


en Historia de familia, riqueza y poder. Memoria del XVIII Congre-
so Nacional de Historia Regional. Universidad Autónoma de Sinaloa,
Culiacán.
ΕΕ Figueroa Díaz, José María (1989). Sinaloa, poder y ocaso de sus go-
bernadores. Culiacán: Imprenta Minerva.
ΕΕ López Alanís, Gilberto, Faustino López Osuna y José Hernández
Cárdenas. «Juan de Dios Bátiz. Gobernador de Sinaloa de 1926 a 1927».
Ensayo presentado a esta obra (en poceso de edición).

148 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Victoriano Díaz Angulo
Gobernador del Estado de Sinaloa
31 de octubre al 14 de diciembre de 1923
23 de marzo al 29 de mayo de 1924

Miriam Faviola Soto Quintero

Arturo Avendaño Gutiérrez escribió en su libro Forjadores de Gua-


múchil que Victoriano Díaz Angulo fue hijo de Manuel M. Díaz y
Dolores Angulo Sánchez. Vio la primera luz en Alhuey, Angostura,
avecindándose su familia en Guamúchil en 1915. Hizo sus estudios
primarios en Mocorito, donde fue condiscípulo de Rafael Buelna Te-
norio, y posteriormente se trasladó a Culiacán para continuarlos en
el Colegio Civil Rosales, donde obtuvo el título de abogado. Fue elec-
to diputado por el 5° distrito electoral, que comprendía Angostura y
Mocorito, en la XXIX Legislatura y ocupó la gubernatura del estado.

Al pedir licencia para separarse del cargo de gobernador el Gral.


Ángel Flores, lo sustituyó José Aguilar Barraza, quien a su vez
fue relevado por Manuel Rivas, y a quien suple Victoriano Díaz
Angulo del 31 de octubre al 14 de diciembre de 1923, fecha en que
vuelve Ángel Flores. En la XXX Legislatura, que abarcó del período
del 15 de septiembre de 1922 al 14 de septiembre de 1924, vuelve a
ocupar la curul, y por retiro del Gral. Ángel Flores, el 23 de mar-
zo lo suple por dos meses, ya que el 29 de mayo del mismo año le
entrega el poder a José María Tellaeche.
Victoriano Díaz Angulo fue el primer guamuchilense en lle-
gar, aunque por breve tiempo, en dos ocasiones, a la gubernatura

149
del estado. Otras de sus ocupaciones habituales fueron la agricul-
tura y la avicultura. Murió en Guadalajara, Jalisco.

En su informe de gobierno, Victoriano Díaz Angulo manifestó


que Sinaloa se consolidó con prestigio por varios factores:

En primer lugar las clases humildes que forman la mayoría de su


población, y las cuales son respetuosas de las leyes, celosas de
su honor y que se ejercitan en edificantes disciplinas de mora-
lidad individual y colectiva. En segundo lugar, favorece nuestro
adelanto económico y nuestro bienestar común, la excelencia de
nuestro suelo.
Luego, es justo recordar en este instante, para rendirle el mere-
cido homenaje de gratitud, la acción enérgica, levantada, sabia
y bienhechora, del ciudadano cuyo mandato constitucional termi-
nará el día 27 del presente mes: me refiero al señor general Ángel
Flores, cuya labor personal en favor del mejoramiento del estado
le ha dado relieves de benemérito, y cuyo recuerdo será evocado
siempre por los sinaloenses con veneración y simpatía.
Y asociada a los generosos empeños de nuestro gobernador
constitucional, es justo tener presente la buena voluntad y la ayu-
da efectiva que nos ha dispensado el señor presidente de la Re-
pública, Sr. Gral. Álvaro Obregón, cuyo gobierno ha cooperado
con entusiasmo en nuestras mejoras materiales más importantes,
desde la construcción del canal Rosales hasta las obras del puer-
to de Mazatlán, las cuales, ¡tengo mucho gusto al anunciarlo ante
vosotros!, ya se han iniciado.
[...] fue tan tormentoso el año administrativo que gobernó;
soplaron tan fuertes rachas de tragedia y tan recios vientos de ex-
terminio, que al hacer este informe se siente feliz, con una emo-
ción como el capitán que entrega ileso su navío, y salvo su pasaje,
en un puerto abrigado, después de una noche de violenta tem-
pestad. El huracán fue el movimiento rebelde que encabezó don
Adolfo de la Huerta contra el gobierno legítimo que preside dig-
namente el Sr. Gral. Obregón. Nunca como en esta guerra civil,

150 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


se desataron tan implacablemente los odios; jamás se peleó con
tanto coraje, no hay recuerdo de que en campañas anteriores se
haya derramado tanta sangre y hayan perecido tantos jefes. Rá-
pida pero enconada, esta conflagración política terminó con la
completa derrota de los infidentes, militares en su totalidad; pues
es justo consignar el hecho meritorio de que las clases civiles y el
pueblo mexicano en general, cansados ya de asonadas y tumultos,
y con vivo y ostensible deseo de tranquilidad, no hicieron causa
común con los rebeldes.
Fue ansiada la tranquilidad pública, la paz se conservó inal-
terable en el estado, y aunque llegaban marejadas de pasión y de
odios, capaces de hacer zozobrar su gobierno si éste no hubiese
contado con la serena y experta dirección de su Ejecutivo; a pe-
sar de que no faltaron intrigas y pérfidas maquinaciones desarro-
lladas con el fin de arrastrarnos a la fratricida contienda, Sinaloa
pudo izar bandera blanca durante los seis meses de insurrección,
dedicado honestamente a sus labores comerciales e industriales,
agrícolas y mineras, dando así un ejemplo de alto civismo que va-
lió alabanzas de propios y extraños.
Fue al general Ángel Flores a quien correspondió estar al fren-
te del gobierno mientras se desató ese torbellino revolucionario,
y a él personalmente concierne el honor de haber salvado al es-
tado de los riesgos de dicho huracán político. El acontecimiento
de mayor importancia que se registró durante mi actuación como
Ejecutivo lo constituyeron las elecciones para renovación de po-
deres federales y locales, las que se efectuaron el día 6 de julio del
corriente año, en forma que habla muy alto de nuestra cultura y
de nuestra democracia, pues estoy seguro que nunca se han lleva-
do a cabo dentro de la República mexicana, elecciones más pacífi-
cas y más libres, más ordenadas y más legales como las que acabo
de mencionar. El gobierno local asumió una actitud de absoluta
imparcialidad, otorgando garantías a todos los partidos; los altos
jefes militares en el estado observaron una conducta que honra a
sus espadas y dignifica al Ejército y el poder federal respetó hasta
tal punto nuestra soberanía, que de los comicios acá, las relaciones

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 151


del estado con el centro, se han afianzado con firmes vínculos de
recíproca confianza y especial consideración. (Díaz, 1924)

Al terminar su período de gobierno se sintió con la conciencia de


haber contribuido, hasta donde le fue posible, en la afirmación im-
perativa y categórica de los ideales de Sufragio efectivo que animan al
pueblo mexicano desde 1910,

y aunque algunos espíritus descontentos y ciertos candidatos de-


rrotados me imputan actos reprobables de consigna y de impo-
sición, el tribunal de la opinión pública ha dictado su fallo ina-
pelable sobre el particular absolviéndome de esas acusaciones
infamantes, y estoy seguro de que la historia de Sinaloa hará jus-
ticia a mi labor, consignando en sus páginas desapasionadas la in-
mutable verdad.

En este informe se encuentran algunos datos importantes que re-


flejan la actuación en el Ejecutivo de Victoriano Díaz Angulo, desta-
cando en el Departamento de Gobernación los siguientes:

Sección Administrativa
Como asuntos importantes de los que conoció inmediatamente
esta sección, debo referirme a las elecciones de poderes federales
y locales, efectuadas el día 6 de julio del corriente año.
Deseando el Ejecutivo del estado que con la oportunidad de-
bida se hicieran los preparativos para estas elecciones, con fecha
6 de octubre del año próximo pasado expidió un decreto divi-
diendo el territorio de esta entidad en seis distritos electorales, de
conformidad con lo dispuesto por los artículos 1° y 14 de la Ley
Electoral, y tomando como base el censo de 1910.
[...]
Respecto de las elecciones locales informó que en su oportuni-
dad se giraron las instrucciones necesarias a los ayuntamientos. En
virtud de que la Ley Electoral del Estado contenía preceptos que
estaban en desacuerdo con la Constitución local, el Ejecutivo so-

152 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


licitó de ese H. Congreso, el 24 de octubre de 1923, que decretara
las reformas necesarias para que dicha Ley se ajustara en lo condu-
cente al texto relativo de la referida Constitución. Promulgadas que
fueron estas reformas, el propio Congreso, el 13 de mayo último,
por medio del Decreto No. 222, convocó al pueblo sinaloense para
elecciones de gobernador del estado y diputados a la XXXI Legis-
latura local, concretándose las elecciones de representantes popu-
lares a los distritos electorales de cifra impar. Este mismo Congre-
so creó la fracción 1790 bis, de la Partida 44ª, y con autorización de
20 000 pesos para los gastos electorales, efectuadas las elecciones,
éstas dieron el siguiente resultado, según informes rendidos por los
ayuntamientos, que obran en la sección administrativa:
En las elecciones para gobernador del estado, el C. Alejandro
R. Vega, obtuvo el triunfo sobre el C. Gral. Guillermo Nelson.
En el mes de diciembre de 1923, atendiendo a las necesidades
circunstanciales del movimiento delahuertista, previa autoriza-
ción del presidente Álvaro Obregón, se organizó el Cuerpo Irre-
gular del Estado, siendo licenciado en mayo del presente año.
Otro de los gastos extraordinarios de consideración que tuvo
que erogar el gobierno durante el presente año, fue originado por
la visita que en el mes de junio hizo al estado el C. Presidente de la
República, Gral. Álvaro Obregón. Esta visita presidencial fue pro-
vechosa para el estado, porque desde luego motivó la iniciación
de las importantes obras del puerto de Mazatlán, y estrechó las
relaciones amistosas del gobierno del estado con el gobierno fe-
deral. El Sr. Presidente de la República se fue gratamente impre-
sionado de Sinaloa, al grado de que ha hecho inversiones privadas
en negocios que empieza a fincar en nuestro suelo.
Victoriano Díaz acompañó al presidente de la República has-
ta los límites del estado con el de Nayarit, y con este motivo visitó
las municipalidades de Mazatlán, Rosario, Concordia y Escuinapa.
En la ciudad de El Rosario se inauguró una biblioteca pública,
se amplió el camino carretero a Cacalotán y se construyó otro al
pueblo de Matatán, a donde antiguamente sólo conducían cami-
nos de herradura.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 153


En Escuinapa se reparó el edificio de la escuela Josefa Ortiz
de Domínguez, se construyó un magnífico palacio municipal en
cuya torre se instaló un reloj público y se amplió el rastro.
En Concordia se llevó a feliz término una carretera que une
la cabecera de la municipalidad con el pueblo de Aguacaliente, y
puesto que me estoy refiriendo al adelanto material de las muni-
cipalidades del estado, sin olvidar los esfuerzos del Ayuntamien-
to de Angostura durante el año que corre, en el que se construyó
el puente llamado El Zopilote sobre el camino de dicha población
a la estación de Guamúchil y en el que se terminó el gran edificio
construido por la Sociedad Luz para una escuela moderna en di-
cho lugar.
En la municipalidad de San Ignacio se está construyendo un
moderno camino de automóviles que conducirá desde estación
Dimas a la cabecera de la municipalidad.
En Elota se repararon el edificio escolar y la plaza de armas, así
como el camino de Elota a Estación La Cruz. En Guasave se cons-
truyó un palacio municipal; y en Culiacán se terminó el camino a
La Loma, se mejoraron las calzadas Madero, Pino Suárez y 20 de
Noviembre, y se está reparando el puente Francisco Cañedo.
Respecto de esta última municipalidad, debo mencionar
como proyecto de importancia el de la urbanización de los te-
rrenos ubicados frente a la ciudad, en la margen derecha del río
Tamazula, conocidos bajo el nombre de Chapultepec. Habiendo
adquirido el gobierno del estado dichos terrenos por compra que
hizo de ellos a Blas Valenzuela, el Gobierno fue autorizado por el
Congreso para cederlos al H. Ayuntamiento de esta ciudad, para
que éste los fraccionara y urbanizara como en la actualidad lo
está haciendo, de acuerdo con el decreto relativo. Esta ampliación
de la ciudad de Culiacán contribuirá al embellecimiento de la ca-
pital y dará oportunidad a muchos de sus habitantes para que fin-
quen su hogar en terreno propio y en condiciones fáciles.

154 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Educación
Se consiguió que los vecinos y autoridades municipales propor-
cionaran casa para las escuelas rurales, habiéndose construido en
algunos lugares pequeños edificios para el objeto con fondos de
la comunidad.
El señor Lic. José G. Heredia, senador por esta entidad, ha to-
mado especial empeño para que se haga una nueva edición de la
historia de Sinaloa escrita por el Lic. Eustaquio Buelna, para cuyo
objeto este gobierno contribuyó con la cantidad de un mil quinien-
tos pesos. El mismo señor Lic. Heredia se ha dedicado a buscar en
los Archivos de la Nación datos históricos sobre Sinaloa en la épo-
ca colonial, y al efecto ha logrado localizar algunos documentos
cuyo material es auténtico en gran parte e inédito en su totalidad,
pues son memorias interesantes de la Compañía de Jesús y un re-
sumen de la historia colonial de Sinaloa por Andrés Pérez de Ribas.
Dentro de poco tiempo Sinaloa contará con dos libros de im-
portancia como son la geograf ía y la historia del estado, y en no
muy lejano término con la reseña histórica de la época virreinal.
El Colegio Civil Rosales de esta ciudad solicitó del Ejecutivo la
ayuda necesaria para la encuadernación de varios volúmenes de
la biblioteca pública anexa a la citada Institución, para lo cual se
ministró la cantidad de 300 pesos.

Inspección escolar
Sintiéndose la necesidad de un cuerpo de maestros que llevara las
orientaciones técnico-administrativas a los distintos lugares don-
de existe un plantel educativo, el H. Congreso apoyó la iniciati-
va del Ejecutivo autorizando en el nuevo presupuesto de egresos
la planta de inspectores que dos años atrás había sido suprimida.
Funcionaron regularmente cuatro inspectores, habiéndose di-
vidido el estado en igual número de zonas: dos al norte y dos al sur.
Últimamente se nombró el quinto inspector que marca el pre-
supuesto de egresos vigente para Mazatlán y Culiacán, y sus servi-
cios se aprovecharon para visitar las escuelas de Ahome y Los Mo-
chis, con motivo de la celebración de los reconocimientos finales.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 155


Las juntas locales de educación que se establecieron en este
período y que no habían funcionado en años anteriores prestaron
una ayuda eficaz, siendo algunas la fuente informativa que cola-
boró con la oficina del ramo especial. Mención se debe hacer de
la establecida en Los Mochis, que a costa de grandes esfuerzos y
trabajando sin descanso, reunió una regular suma de dinero, y el
material para la construcción de un local, existiendo actualmente
en fondo 5140.18 pesos.

Sección de Fomento
Del informe particular de esta sección aparece que el servicio me-
teorológico establecido en esta capital ha funcionado normalmen-
te, rindiendo su informe telegráfico diario al Observatorio de Ta-
cubaya para la formación de la carta del tiempo de la República.
Por medio de esta sección, que tiene a su cargo inmediato el
cuidado de la salubridad pública en el estado, se combatió enérgi-
camente y con éxito la epidemia de viruela que empezó a desarro-
llarse en algunos municipios, principalmente en el de Mazatlán.
Como el desarrollo de esta epidemia hizo comprender al Eje-
cutivo la necesidad de que el estado contase con un médico es-
pecializado en estudios de salubridad, se aceptó la invitación que
el Departamento de Salubridad Pública de México nos hizo para
que enviásemos un médico a la Escuela de Salubridad establecida
en la capital de la República con el fin de formar expertos en esta
materia. Previa la autorización respectiva de esta H. Cámara de
Diputados, fue enviado a la capital para el objeto indicado el C.
Dr. Antonio Díaz Angulo.
Por ser los conflictos del trabajo materia correspondiente a
Fomento, se hace mención en este capítulo de la huelga iniciada
en los ingenios de Los Mochis y San Lorenzo el día 8 de marzo del
corriente año, y cuyo movimiento obrero revistió extraordinaria
gravedad. Algunos agitadores, con fines especulativos e inmora-
les, como llegó a comprobarse, provocaron este conflicto que es-
tuvo a punto de resolverse de manera sangrienta, a no ser por la
prudente intervención del gobierno, que envió como su represen-

156 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


tante a los lugares de la huelga al C. Ing. Manuel Rivas, quien ha-
ciendo uso de las facultades que se le delegaron, logró terminar
el movimiento el día 25 del citado mes de marzo de una manera
satisfactoria.
A pesar de que, como lo expreso en el preámbulo de este in-
forme, la época no ha sido propicia para el desarrollo de las obras
materiales en el estado, el gobierno no ha economizado ningún sa-
crificio para impulsarlas, y de esta manera ha sido posible seguir
fomentando la construcción de caminos y llevar a cabo reparacio-
nes de edificios públicos, pues mediante la autorización de este H.
Congreso se han hecho mejoras en las escuelas de Escuinapa, de
la Concepción, de Cacalotán, de Potrerillos, de Navolato, de Cu-
liacancito, de Estación Guamúchil, de Copala, de Ixpalino de Aho-
me, de Mocorito, de Ocoroni, de Angostura y de Teacapán; así
como en los panteones de Los Mochis, del Rosario, de Escuinapa,
de San Ignacio, de San Javier, de Concordia y de Mazatlán.
El erario del estado ha contribuido también para el ornato de
las plazuelas de Siqueros y de Alhuey y ha hecho composturas
de importancia a la Casa de Gobierno en Mazatlán y al edificio
que ocupará el Supremo Tribunal de Justicia del Estado.

Periódico Oficial e imprenta del gobierno


El Periódico Oficial del Estado, como el Diario de los Debates, que
es órgano del H. Congreso, se han publicado con regularidad, su-
friendo en ocasiones forzosos retrasos debido a que los talleres de
la imprenta son insuficientes para desahogar el trabajo pendiente;
por esta consideración el Ejecutivo tiene hecho un pedido de ma-
terial de imprenta, que está por llegar, cuyo valor asciende a 5 000
pesos aproximadamente, el cual servirá para ensanchar conve-
nientemente dichos talleres, acondicionándolos de tal manera que
se pueda imprimir un periódico de formato moderno, que consti-
tuya una publicación interesante para sus lectores y pueda ser un
verdadero órgano de propaganda para el estado de Sinaloa.
En enero del presente año se remitió a la jefatura del depar-
tamento el Índice que se formó del Periódico Oficial del Estado,

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 157


correspondiente al año de 1923, habiéndose ordenado su impre-
sión, con objeto de que fuera agregado a las colecciones.
Se tienen coleccionadas las siguientes publicaciones oficiales,
correspondientes a 1923 y 1924:
• Periódico Oficial del Estado de Sinaloa, 10 colecciones.
• Diario de los Debates del Congreso local, 3 de cada año.
• Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Con-
greso de la Unión, 2.
• Diario de los Debates de la Cámara de Senadores, 2.
• Diario Oficial de México, 4.
• Periódico Oficial de cada uno de los estados de la Repú-
blica, 1.
• La distribución del Periódico Oficial del Estado se hizo en
esta sección hasta el mes de diciembre último.

Comisión Local Agraria


Esta comisión, del 16 de septiembre de 1923 a la fecha, ha conclui-
do los siguientes expedientes: Tamazula, de la municipalidad de
Guasave; Humaya, de la municipalidad de Culiacán; Palmarito,
de la municipalidad de Mocorito; Maloya, de la municipalidad de
Rosario; Huitis, de la municipalidad de Choix; San Francisco de
Humaya, de la municipalidad de Ahome; San José del Favor, de la
municipalidad de Concordia.
Recibió y tramitó conforme a la Ley las nuevas solicitudes si-
guientes: Coacoyol, de la municipalidad de Concordia; Llano de
los Soto, de la municipalidad de Ahome; Las Lajas, de la muni-
cipalidad de Rosario; Ponce, de la municipalidad de Escuinapa;
Aguaverde, de la municipalidad de Rosario.
Para dar término a la tramitación de algunos expedientes, se
han solicitado datos para los siguientes: Bamoa, de la municipa-
lidad de Guasave; Alicama, de la municipalidad de Badiraguato;
Bachigualato, de la municipalidad de Culiacán; Santa María de
Cacalotán, de la municipalidad de Rosario; Vinapa, de la muni-
cipalidad de Culiacán. San Marcos de Otatitán, de la municipali-
dad de Rosario.

158 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Expedientes turnados a los miembros de esta Comisión, para
estudio y dictamen: Veranos, Vinapa, Aramoapa, Baimena, Las
Higueras y San Pedro de Chametla.
Expedientes fallados por el C. Presidente de la República y
pendientes de ejecución: Zorrillos, Apacha y Aguajes, Elota; Ajo-
ya, San Ignacio; y Abuya, Culiacán.
Resueltos por el C. gobernador del estado: San Francisco de
Auyaya, Ahome; Temuchina, Sinaloa; Huitis, Choix; Maloya, Ro-
sario.
Los afectados con sentencias presidenciales han solicitado
amparo de la justicia federal en los expedientes que siguen: Es-
cuinapa, San Pedro Camalote y Ajoya.

Departamento de Hacienda
La tesorería ha dedicado especial empeño a la formación de la es-
tadística fiscal del estado, cuyas labores se iniciaron por acuerdo
del Ejecutivo tomando de los libros de las estaciones ferrocarri-
leras por conducto de comisiones especiales los datos relativos a
la exportación de productos agrícolas e industriales de Sinaloa,
contando en la actualidad con gran acopio de datos que en su ma-
yor parte han sido puestos en limpio y pasados a un libro especial
que al efecto se mandó imprimir.
Durante esta gestión la agricultura ha cobrado un auge ex-
traordinario y día a día crecen las extensiones de terreno sembra-
do de caña de azúcar, garbanzo, tomate y otras legumbres. El se-
ñor Gral. Obregón, en la zona del canal Rosales, experimentará
el cultivo de la piña y del plátano roatan. En Villa Unión se están
plantando viñedos de importancia, y en diversas municipalidades
se intensifican las siembras de algodón.

Numeralia

• En la elección para gobernador, Alejandro R. Vega obtuvo 22 720


votos y Guillermo Nelson 15 718.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 159


• En la formación del Cuerpo Irregular del Estado, se gastaron 140
161.54 pesos; este cuerpo, organizado en diciembre de 1923, fue li-
cenciado en mayo de 1924.
• De 557 escuelas autorizadas, funcionaron 414.
• Se inscribieron 34 868 alumnos, desertaron 8782, se mantuvieron
26 086, aprobaron 19 229 y reprobaron 6 857.
• El aprovechamiento escolar fue del 74 %.
• Las escuelas fueron atendidas por 848 maestros (165 hombres y
683 mujeres) y las nocturnas para adultos por 19 (16 hombres y 3
mujeres).
• El Periódico Oficial y el Diario de los Debates publicaron el nú-
mero 97 del primero y el 50 del segundo.
• La red telefónica del estado posee en servicio propio 1 686 kiló-
metros de líneas aproximadamente, ramificadas en 92 oficinas.
• La Dirección General de Teléfonos entroncó la Red a las prin-
cipales líneas de particulares, obteniéndose un radio de más de
2 000 kilómetros de comunicaciones con más de 150 oficinas.
• El derecho de ventas agrícola abolido al entrar en vigor la Ley de
Hacienda produjo, en el primer semestre de 1923, 9003.75 pesos,
cantidad que pudo haberse obtenido en el mismo período del año
actual y que no ha producido el impuesto sobre ventas accidenta-
les que lo sustituyó.

r
Bibliografía

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Díaz Angulo», en José María Figueroa y Gilberto López Alanís (coords.)
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Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 161


José María Guerrero
Informe del C. Gobernador Provisional del Estado
16 de septiembre de 1925 al 15 de septiembre de 1926

Miriam Faviola Soto Quintero

Ante la necesaria presencia del C. gobernador constitucional del es-


tado, Alejandro Ross Vega, en la ciudad de México para la solución
de asuntos oficiales íntimamente ligados con el progreso de Sinaloa, el
H. Congreso del Estado le concedió licencia de dos meses con derecho
a renunciar el tiempo que no le fuere necesario para estar separado
del ejercicio de su cargo. La licencia le fue cedida por la H. Cámara de
Diputados y se designó a José María Guerrero para sustituirlo duran-
te su ausencia, asumiendo el cargo el día 6 de agosto previos los re-
quisitos legales.

Elecciones de diputados al Congreso local


De conformidad con lo prevenido por la ley, esta H. Cámara, me-
diante el Decreto No. 177, expidió la convocatoria para elecciones
de diputados a ella por los distritos electorales de cifra par, cele-
brándose las mismas el 4 de julio. Se proveyó a los ayuntamien-
tos de los modelos o esqueletos suficientes, así como de la ley
respectiva, de la que se hizo nueva edición por haberse agotado
la primera. Del resultado de la elección nada os dirá el Ejecutivo,
puesto que ésta H. Asamblea ha dictado su inatacable fallo, en
ejercicio de la facultad que le está conferida por la ley.

163
Justicia
La Secretaría de Relaciones Exteriores acreditó en el estado re-
presentantes consulares de Japón, China, Bélgica y Países Bajos, a
quienes el Ejecutivo prestará la cooperación necesaria en el des-
empeño de sus funciones.
Por asuntos de carácter particular, el C. Alejandro R. Vega so-
licitó licencia de ésta H. Cámara para estar separado del ejercicio
del poder Ejecutivo, la cual le fue concedida y usó de ella del 18 al
23 de febrero último, siendo sustituido por el Dr. Benjamín Sal-
món, designado por la propia Cámara.
De conformidad con la facultad que le está conferida por la
Constitución del estado, el Ejecutivo expidió títulos de abogado
en favor de Teodoro Cruz, Juan C. Trucíos y Dagoberto Castillón,
quienes fueron aprobados en los correspondientes exámenes que
sustentaron en el Colegio Civil Rosales.
Por razones que se ignoran por el gobierno, los superiores de
la Iglesia católica suspendieron los actos en los templos a partir
de la fecha en que comenzó a regir el decreto, por lo que la Se-
cretaría de Gobernación giró instrucciones para que por conduc-
to de las presidencias municipales y con sujeción al artículo 130
constitucional, se recibieran los citados templos y se entregaran
a las juntas vecinales que en cada caso se nombrarán. Tales actos
se ejecutaron y de ellos se han rendido los informes respectivos.

Sección de Fomento
Se ha seguido la construcción del camino de Zacatecas-Bajada del
Río, que es la prolongación de camino Estación Dimas-Zacate-
cas, municipio de San Ignacio. Se ha hecho la planificación deta-
llada del primer cuadro de la cabecera municipal, que comprende
las calles de Libertad a la Madero-Pino Suárez, y las trasversales
entre la de 22 de Diciembre e Independencia.

Sección de Estadística y Registro Civil


Se terminaron y remitieron al mismo departamento las concen-
traciones de los nacimientos, matrimonios y defunciones ocurri-

164 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


dos en el estado durante los años de 1922, 1923, y 1924, cuyos da-
tos estaba adeudando el gobierno. Asimismo se han remitido las
concentraciones de los años siguientes, hasta las correspondien-
tes al mes de mayo del presente año. Las concentraciones de los
matrimonios y bautizos eclesiásticos se ha rendido también, has-
ta las correspondientes al mes de junio, estando en la actualidad
la sección mencionada al corriente en todos sus trabajos.
Del mes de septiembre de 1925 a agosto último, el gobierno
pagó por la apertura de fosas para personas insolventes en Ma-
zatlán 636.50 pesos y en esta capital 788 pesos.
Se concedieron 36 dispensas de publicaciones matrimoniales
y 11 permisos a extranjeros para contraer matrimonio con mexi-
canas.
Para prevenir la propagación de la epidemia de viruela, se dis-
tribuyeron en el estado 2695 tubos de linfa antivariolosa, conte-
niendo diez dosis cada uno. Con este procedimiento se cumplió
con las prevenciones del reglamento federal de vacunación y re-
vacunación.

Demograf ía
Según los registros correspondientes a agosto de 1925 se observó
el siguiente movimiento en la población del estado:
Nacimientos....................................7 806
Matrimonios....................................1 226
Defunciones....................................5 700

Archivo General de Notarías


Actualmente están en ejercicio 29 notarios. El 5 de enero último,
y por haber cumplido los requisitos legales, se extendió nombra-
miento de notario en favor del C. licenciado Teodoro Cruz

Líneas Telefónicas del Estado


En el período que corresponde este informe, se extendió la red con
cincuenta y un kilómetros, que unidos a 1791 con que contaba en
septiembre de 1925, hacen un total de 1 842 kilómetros. Funcionan

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 165


actualmente 106 oficinas, de las que parte están servidas por per-
sonal presupuestado y el resto por encargados que tienen por re-
muneración el producto del servicio particular que reciben.

Reparación de líneas
Más que reparación puede decirse que fue reconstrucción la que
se hizo a la que une la municipalidad de Sinaloa con la de Gua-
save, de julio a octubre de 1925, siendo los puntos extremos de
dicha reconstrucción la ciudad de Sinaloa hasta Bacatuquira.
Fue reparada la línea entre El Fuerte-Choix, cuya extensión es
de 62 kilómetros 400 metros; igualmente las líneas de Estación
San Blas-Ocoroni-Estación Naranjo, Estación San Blas-El Fuerte,
Mochicahui-Los Mochis, de Culiacán-Oso, El Cuichi-El Carmen
y Villa Unión-Rosario.

Líneas construidas
Mocorito-Estación Guamúchil, Guasave-Burrioncito y al ingenio
del propio nombre, del Pueblo de Bamoa-Estación Verdura, La
Choyita-Estación Verdura, Estación Dimas- Coyotitán y San Ja-
vier-San Agustín-Guaracha, en la municipalidad de San Ignacio.

Junta Central de Conciliación y Arbitraje


Los paros de trabajos ocurrieron en cuatro negociaciones, afectan-
do aproximadamente a doscientos noventa trabajadores. Los más
importantes se verificaron en la Compañía Minera de Pánuco; en
la del Tajo, del Rosario y en la Minera de Palmarito, que tuvieron
por causa el encarecimiento y agotamiento de metales y cuya lici-
tud, comprobada previamente, fue declarada por la Junta.
Se registraron cuatro huelgas, de las que tres se solucionaron
brevemente en forma amistosa y conciliatoria, y solo la última,
que se llevó a cabo por el Sindicato de Obreros Mineros del Ro-
sario, se declaró ilícita por la Junta, en razón de que algunas de
las peticiones de los huelguistas carecían de fundamentos legales.
En cumplimiento de lo prevenido por la Ley del Trabajo y
de la Previsión Social, la Junta de referencia anotó en el regis-

166 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


tro respectivo las agrupaciones siguientes: Unión de Obreros de
Pánuco, con domicilio en el lugar del mismo nombre; Sindicato
de Obreros Zapateros del Estado de Sinaloa, con residencia en
Mazatlán; Choferes Unidos de Sinaloa, de Mazatlán; Sindicato de
Obreros Mineros del Rosario; Alianza de Ferrocarrileros y Sindi-
cato de Obreros de las Empresas de Luz y Agua de esta capital.
Conforme lo prevenido por la ley, se aprobaron por la Junta
los reglamentos para el régimen interior de Minas del Tajo, S. A.,
del Rosario; Compañía Minera de Pánuco y Fábrica de Cigarros
El Vapor, de Mazatlán.

Comisión Local Agraria


De las solicitudes de ejidos a que se hace referencia en el infor-
me anual anterior, durante el período a que corresponde esta
memoria fueron resueltos los expedientes de Mazocari, Puebli-
to, Maripa, Zapote, Las Lajas, Chicuras, San Francisquito, Villa
Unión, Santiago de Comanito, Higueras Achota, San Gerónimo
del Mochicahui, Los Morenos o Sierra de Germán, Guasave, Po-
trero de Bernal, San José del Favor y San Pedro de Chametla, cu-
yos expedientes continúan su tramitación legal.

Departamento de Educación
Se reunió a los maestros para darles conferencias pedagógicas
con duración de una semana y se estableció una Academia en el lo-
cal de la Escuela Núm. 6, con el objeto de dar a los maestros rura-
les y a los de 1° y 2° años de las escuelas elementales, durante un
mes de período de vacaciones, la enseñanza teórica y práctica so-
bre metodología aplicada, desarrollándose en forma enteramen-
te accesible y haciendo uso de los más modernos métodos de en-
señanza los programas detallados que deben regir en el próximo
período de labores en todas las escuelas rurales del estado que
han obtenido.
Al mismo tiempo, el Colegio Civil Rosales inauguró unos cur-
sos de verano consagrados también al perfeccionamiento de los
maestros de todas categorías que laboran en nuestras escuelas y

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 167


en las federales establecidas en el estado. De desearse es que los
referidos cursos de verano se den año por año en beneficio del
magisterio sinaloense, de la misma manera que la Academia para
los Maestros Rurales seguirá impartiendo sus beneficios en lo su-
cesivo durante los períodos de vacaciones, mientras se logra el
establecimiento de una Escuela Especial para la preparación pe-
dagógica de las personas que aspiren a la dirección de las escue-
las rurales.
Por lo que se refiere a rentas de locales en los lugares donde el
gobierno no tiene edificios propios, se pagaron durante el año es-
colar 34 476 pesos por las del estado y 4 740 pesos por algunos de
los locales de las escuelas que tiene aquí establecidas la federación.
Por los decretos respectivos se cuenta con 551 escuelas, de estas
funcionaron: elementales superiores, 30; elementales, 103, y rura-
les 347, o sea un total de 480; habiéndose clausurado en el curso
del año y por diversas causas 51. Funcionaron hasta el fin y pre-
sentaron examen 429, con una inscripción de 15 483 hombres y
de 19 160 mujeres, que hacen un conjunto de 34 643 educandos.
De estos presentaron examen 26 767 habiendo sido aprobados
20 319. El aprovechamiento fue de 76 %.
Las escuelas suplementarias y complementarias que funcio-
naron fueron 21, distribuidas en las diversas municipalidades del
estado. Presentaron examen 19 con asistencia de 782 alumnos, ha-
biéndose obtenido un aprovechamiento de 83 %. La inscripción to-
tal en estas escuelas fue de 1 568, cifra que demuestra que la clase
social para cuyo beneficio se han instituido estos centros de edu-
cación no responde con entusiasmo al llamamiento que se le hace.
De las escuelas particulares establecidas en el estado fun-
cionaron 26: 5 en el municipio de Ahome, 2 en el de Guasave, 4
en Mocorito, 7 en Culiacán, 2 en San Ignacio, 5 en Mazatlán y 1 en
Concordia. De estas enviaron al departamento documentación de
examen sólo 16, las cuales acusan una inscripción de 1 663 alumnos
de ambos sexos con un aprovechamiento de 83 %.

168 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Juan de Dios Bátiz Paredes
Gobernador de Sinaloa de 1926 a 1927

Gilberto J. López Alanís


Faustino López Osuna
José Hernández Cárdenas

Por el recorrido genealógico de los Bátiz en Sinaloa, sabemos que son


de origen vasco, que llegaron a Tamazula, Durango, para de ahí tras-
ladarse a Cosalá y dedicarse a las actividades mineras y el comercio,
aparte de representar a la Corona española en la región. Nos refirimos
a la etapa de la consolidación de las haciendas ganaderas y agrícolas,
fundos mineros y el comercio en Sinaloa.
De la unión del Bátiz que se desempeñaba como justicia mayor
y la duranguense Juana Luz de la Vega surgió Juan Bátiz de la Vega,
sexto descendiente, quien se casó con Eva Luz Rojo, de donde nació
Veneranda Bátiz Rojo en 1831, la cual a su vez se unió a Conrado Bá-
tiz Echavarría en 1849. De esta pareja desciende Juan de Dios Bátiz y
Bátiz (1854-1896) quien contrajo matrimonio con Isabel Paredes, pa-
dres de Juan de Dios Bátiz Paredes, quien nació en 1890.
Esta breve nota genealógica tiene sentido porque nos permite co-
nocer que Juan de Dios Bátiz y Bátiz, padre del personaje de esta
semblanza, tuvo cinco hermanos; uno de ellos fue Francisca Bátiz y
Bátiz, esposa del general Francisco Cañedo, quien gobernó Sinaloa
por más de treinta años, en una época que los historiadores han de-
nominado como la era de Cañedo, auténtico reflejo del porfiriato en
Sinaloa. El general murió en 1909, con testamento a favor de doña
Francisca levantado por el abogado Alejandro Buelna, y en el cual

169
asentaron sus firmas como testigos Diego Redo y Manuel Clouthier.
Otra tía de Juan de Dios Bátiz, Guadalupe, era esposa de Eriberto Za-
zueta, quien se desempeñó como secretario general de Gobierno con
Cañedo y hombre de confianza del general.
La tercera tía de Bátiz Paredes llevó por nombre Luz y fue esposa
del general Luis Torres, quien gobernó el estado de Sonora y firmó el
tratado de paz con el pueblo yaqui en 1897.
Por consiguiente, la primera dama del porfiriato sinaloense, ya
viuda del general Cañedo, vio transitar la vida revolucionaria de Juan
de Dios, su sobrino; discutió con él en 1920 por las afectaciones que
el Ayuntamiento de Culiacán provocó en sus propiedades para en-
tregarlas a la Universidad de Occidente —así se llamó el anterior Co-
legio Civil Rosales en ese tiempo—, hoy Universidad Autónoma de
Sinaloa, terrenos donde están la Preparatoria Central y el Estadio
Universitario; y, sobre todo, lo vio gobernar en los años 1926 y 1927.
Doña Francisca Bátiz y Bátiz falleció en 1929.
Por lo anterior, podemos apuntar que Juan de Dios Bátiz Pare-
des sintió la opulencia cruel y el esplendor opresivo del porfiriato,
así como el estallido violento de la Revolución, y participó de una
modernidad que supuso la instauración de una paz institucional que
conllevó profundos cambios sociales en México. Bátiz actuó de ma-
nera decisiva en el modelo educativo que la Revolución propuso al
país, al organizar junto con otros destacados mexicanos el Instituto
Politécnico Nacional.

1890, los primeros años

Sinaloa era el imperio de los latifundios y las haciendas usufructua-


das por unas cuantas familias; en el valle de Culiacán sentaban sus
reales los Redo y los De la Vega, los Almada, los Clouthier Andrade,
los Verdugo y otras poderosas familias beneficiarias del porfiriato.
El comercio estaba dominado por las grandes firmas comerciales
de alemanes, españoles y, en menor grado, italianos y chinos; la indus-
tria por ingleses y norteamericanos. Las manifestaciones culturales no

170 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


daban paso a las expresiones autóctonas y sí a lo extranjero; ante una
élite afrancesada, lo popular se expresaba mediante el periodismo y
la música en bailes de ranchos y poblados. Las ciudades del porfiriato,
como Culiacán, El Rosario, Mazatlán, Mocorito, Sinaloa y El Fuerte,
estaban al servicio de las familias de hacendados, los grandes comer-
ciantes, una reducida burocracia de origen patriarcal y una pléyade
de representantes de las compañías mineras de origen extranjero; el
mando político era ejercido por los prefectos, reclutados entre los
miembros de las familias de raigambre económica y social, quienes
por lo regular tenían ligas con el gobernador Cañedo por medio del
compadrazgo; lo mismo sucedía con los diputados.
Cuando nació Juan de Dios, en Sataya, el 2 de abril de 1890, go-
bernaba Sinaloa Mariano Martínez de Castro, relevo que Francisco
Cañedo utilizó dos veces para aparentar cambio de poderes en la en-
tidad. Meses antes de que naciera Juan de Dios, justo el 5 de febrero,
el gobernador Martínez de Castro había colocado la primera piedra
del puente sobre el río Tamazula, en Culiacán, que posteriormente
llevaría el nombre de Francisco Cañedo (por cierto, dicho nombre,
fue sometido a consulta popular en el periódico El Monitor en 1910).
Bátiz, que a los seis años habría de quedar huérfano de padre, na-
ció a la mitad de la dictadura patriarcal cañedista, que abarcó de 1877
a 1909. A fines del siglo XIX Culiacán empezaba una etapa fructífera
en su desarrollo urbano: había arribado a la ciudad el arquitecto Luis
F. Molina, quien comenzó a transformarla, habiendo recibido para
ello el puesto de ingeniero de la ciudad: se proyectaron plazuelas, pa-
seos, avenidas, alineamientos y nuevos edificios para Culiacán; era
el esplendor del porfiriato en Sinaloa, del cual, desafortunadamente,
queda muy poco.
Al mismo tiempo, al norte del estado, exactamente en la bahía
de Ohuira, donde se afincó el puerto de Topolobampo, se estableció
una colonia de migrantes norteamericanos bajo la égida de Albert K.
Owen, quien propugnaba por el sistema de cooperación integral y que
algunos llamaban socialista. Según el Diario Oficial esta colonia lle-
vó el nombre de La Logia; se integró con 160 personas de ambos se-
xos y tuvo una escuela que a tres años de fundada impartía educación

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 171


elemental, tenían una orquesta y editaban un periódico en inglés
para difundir la riqueza del norte sinaloense.
Pero fue la tranquila vida de Sataya y el contacto con el campo sina-
loense lo que conformó en Juan de Dios Bátiz un espíritu de apertura
y de búsqueda. Muy pronto viajó al mineral de San José de Gracia, dis-
trito de Sinaloa, por necesidades familiares de sustento y trabajo, ex-
perimentando un contraste definitorio en su vida, ya que a muy corta
edad conoce el mar, el llano y las montañas y, sobre todo, a campesi-
nos, pescadores, rancheros y mineros. Bátiz bebió el paisaje sinaloen-
se, del cual nunca pudo desprenderse.

Su formación rosalina

El Colegio Civil Rosales gozaba de un merecido prestigio y se pre-


ciaba de ser la institución educativa y cultural más desarrollada del
noroeste. En sus aulas impartían cátedra los doctores Ramón Ponce
de León, Ruperto L. Paliza, el licenciado Ignacio M. Gastélum, los in-
genieros Luis F. Molina, Enrique Peña Alcalde y un destacado con-
junto de profesionistas que con la rigurosidad de la época mantenían
una férrea disciplina en el alumnado.
Para el año escolar 1903-1904, Juan de Dios Bátiz destaca en la cá-
tedra de Geometría Plana y del Espacio y Trigonometría Rectilínea.
En este ciclo educativo tuvo como compañeros a Juan B. Ruiz, José
G. Heredia, su hermana Veneranda Bátiz y varios primos, además de
Matías Ayala, Genaro Estrada, Juan L. Paliza, Manuel Rivas, Concep-
ción Ocaranza y otros. En el siguiente ciclo, cursó la cátedra de Cos-
mograf ía y Matemáticas.
El año de 1906 trae noticias inquietantes: la huelga de Cananea
deja una profunda huella en la juventud del noroeste, los panfletos
revolucionarios de los hermanos Flores Magón circulan clandesti-
namente y Culiacán define su fisonomía urbana. Para ese año ya se
tenía idea cabal de cómo sería el puente sobre el río Tamazula y su
costo (120 000 pesos); su constructor, el ingeniero George Stranahan,

172 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


firmó el contrato donde se especificaban detalles y la fecha de entre-
ga de la obra para el 18 de julio de 1908.
En este 1906 el joven Bátiz cursó Física y Nociones de Mecánica.
Esta generación rosalina la integraban, entre otros, Lázaro Ramos,
Hilario Millán, Enrique Coppel, Celso Gaxiola, Emilio Cuén, Fausto
Marín, Eliseo Leyzaola, José G. Heredia, Severiano Tamayo, Rosen-
do Verdugo, Juan B. Rojo, Veneranda Bátiz, Concepción Ocaranza,
José María Tellaeche y Genaro Estrada. Cuántos recuerdos asaltaron
al futuro revolucionario al dejar el Colegio Rosales para ingresar al
Colegio Militar de la ciudad de México el 30 de diciembre de 1908.
Antes, en 1907, en el mismo Colegio Civil Rosales, Juan de Dios Bátiz
Paredes había conocido al mocoritense Rafael Buelna Tenorio, con
quien logró una amistad fructífera y azarosa.
Su arribo a la gran urbe debe haberlo impactado, pues toda ella
se preparaba para las fiestas del Centenario y seguramente el joven
Bátiz asistió a no pocas inauguraciones fastuosas que el viejo dicta-
dor programó para los cien años de nuestra Independencia. El país
se agitaba y qué de sorpresas le deparaba la vida. Buelna ya estaba en
México y comentaba sus incursiones en el ferrelismo sinaloense. Sin
embargo los seguidores del general Bernardo Reyes, el reyismo re-
gional, quedaron con cuadros probados en la tribuna y el periodis-
mo. Vino después el maderismo con su civilidad a mostrarse como
alternativa; así, el 9 de junio de 1911, Juan de Dios Bátiz solicitó su in-
greso al Ejército como teniente de caballería, para formar el cuerpo
irregular auxiliar que, a las órdenes del mayor Juan S. Blake, del Esta-
do Mayor especial, combatió la insubordinación de Pascual Orozco.
Ésa era la oportunidad. Bátiz Paredes había vivido la primera eta-
pa revolucionaria civilista desde el claustro del Colegio Militar y la
posibilidad de entrar en combate lo seducía, pero es hasta marzo de
1912 cuando el coronel técnico de artillería Felipe Ángeles, director
del Colegio, autorizó su salida, advirtiéndole que ya no regresaría a
completar sus estudios. El teniente Bátiz tenía casi 22 años y fue el
14 de marzo de ese año cuando salió del Colegio para formar par-
te de una unidad de combate. En Sinaloa gobernaba José Rentería,
que había alcanzado el poder mediante las primeras elecciones de

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 173


la Revolución mexicana para completar el período de Cañedo que
Redo había cubierto parcialmente. Rentería fue apoyado por los gru-
pos revolucionarios del norte del estado comandados por José María
Ochoa.
En 1913 Manuel Bonilla, secretario de Comunicaciones y Obras
Públicas en el gabinete del presidente Francisco I. Madero, recomen-
dó a su paisano y amigo Bátiz para ingresar como teniente al primer
regimiento de artillería en la batería del capitán Cejudo en la campa-
ña del norte. En estos años, cuando Rafael Buelna regresó a Culiacán
y se desempeñaba como secretario del Colegio Civil Rosales, ocurrió
la Decena Trágica y la desdichada muerte del presidente Madero.

Su incorporación a la Revolución mexicana

Buelna se levantó en armas y reclutó un cuerpo de combatientes; Bá-


tiz se le unió como jefe de su Estado Mayor. La participación de am-
bos en el sur de Sinaloa y norte de Nayarit se enmarcó en el Ejército
Constitucionalista, logrando dominar la zona.
En 1915, durante la ocupación de Tepic, ambos contrajeron ma-
trimonio con agraciadas mujeres nayaritas: Buelna con Luisa Sarría
y Bátiz con Laura Pérez. Pese a la dureza de la guerra, Juan de Dios
Bátiz recordará con nostalgia y platicará toda su vida de las correrías
amorosas de Rafael Buelna aquellos días, quien, joven, impulsivo y
enamorado, gustaba de llevarle serenata con la banda concordense
a su amada Luisa, que vivía en la parte de la ciudad tomada por los
contrarios; cuando el vigilante daba el parte a sus superiores decía:
«Con la novedad, mi jefe, que el Granito de Oro le está dando gallo a
su novia», a lo que le contestaban: «Déjenlo, pero en cuanto termine
tírenle balazos».
El año de 1915 fue propicio a las fuerzas del villismo en Sinaloa, y
Buelna, en su afán de entrevistarse con Villa, inició una larga jornada
militar por la sierra, derrotando a Juan Carrasco. Bátiz estaba ahí; al
llegar a Chihuahua, Villa los recibió. El propio Bátiz refiere este pasaje:

174 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Llegamos y nos invitó a desayunar. Las mujeres con algunos ofi-
ciales y 150 hombres de tropa se quedaron arriba del tren —era un
tren militar—, mientras nosotros conversábamos con el Centauro.
Le hizo saber Rafael que nos dirigíamos a la frontera de Ciu-
dad Juárez para que nuestras mujeres pasaran al otro lado, que
luego regresaríamos, aunque todo, desde luego, era un engaño,
pues ya teníamos planeado internarnos en los EE. UU. ante la cer-
tera negativa de Villa para poner término a la guerra.

Ya en el exilio norteamericano, Bátiz y Buelna se separaron. En


1918 Bátiz regresó al país y fue secretario y profesor de la Universidad
de Occidente. Retornó a su querido Colegio Rosales donde tan bue-
nas amistades había cultivado y, sobre todo, enseñanzas valiosas de
juventud. El rector Bernardo J. Gastélum y el secretario Juan de Dios
Bátiz (primos hermanos) recibieron la avalancha estudiantil de una
generación que heredaba de la Revolución la posibilidad educativa
que seis años antes parecía imposible. Bernardo J. Gastélum y Juan
de Dios Bátiz en Culiacán ensayaron un modelo académico que pos-
teriormente les sirvió en sus responsabilidades como constructores
del proceso educativo institucional de la Revolución mexicana.

Regidor, diputado, gobernador

En 1920, Juan de Dios Bátiz fue electo regidor del H. Ayuntamien-


to de Culiacán que presidía Francisco Orrantia y Rocha. El Ayun-
tamiento se instaló el 6 de mayo, con sus regidores Federico Bobel,
Francisco L. Sotomayor, Santiago Rivas, Mariano Romero, Donacia-
no Martínez y Juan B. Arellano.
Bátiz presidió las comisiones de Hacienda e Instrucción Pública.
En la misma sesión donde se instaló el Ayuntamiento, Bátiz apoyó
la propuesta del regidor Donaciano Martínez para que los ediles re-
nunciaran a sus haberes en el presupuesto de egresos vigente y que
el monto lo invirtiera el Ayuntamiento en obra de beneficio social.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 175


La presencia de Bátiz como regidor fue combativa y frecuente-
mente participó en polémicas de ediles: la de no cobrar por la regi-
duría fue una de ellas. También como regidor condujo la iniciativa
para mejorar las condiciones higiénicas y de distribución de puestos
en el Mercado Municipal Coronel Gustavo Garmendia y propuso la
pavimentación de los pasillos y la instalación de unidades sanitarias
más acordes a un mercado que reflejara la creciente importancia de
una ciudad que participaba del desarrollo agrícola del valle de Culia-
cán, que incorporaba nuevos cultivos al comercio y abría importan-
tes vías hidráulicas como el canal Rosales.
Juan de Dios Bátiz fue regidor de un municipio y una ciudad que
sentía las transformaciones productivas de un país que buscaba nue-
vas perspectivas a una creciente migración del campo a la ciudad.
Se puede decir que estaba en el umbral de la formación de las clases
medias como conglomerados que tomarían el reto cultural y político
de crear la institucionalidad necesaria al proceso revolucionario. Este
mismo año Bátiz pidió licencia ilimitada para separarse como regi-
dor, aprestándose a participar combativamente en las urnas por el
VIII Distrito Electoral al Congreso local, que comprendía a Culiacán:
según las actas levantadas por la comisión revisora, Juan de Dios Bá-
tiz alcanzó 1 428 votos, Ponciano Almada 373 y Rosendo Vega 1. Los
suplentes Gilberto Roe y Melesio Arce, 1 429 y 373, respectivamente.
Instalado como diputado, Juan de Dios Bátiz Paredes fue comi-
sionado por el Congreso para entrevistarse con el cuerpo de ediles y
acordar el establecimiento del hospital civil del estado, que tanta fal-
ta hacía en Sinaloa. Esto era particularmente importante, ya que el
crecimiento poblacional había generado el surgimiento de endemias
y también porque las instituciones caritativas que se dedicaban a la
asistencia no podían suplir esta importante función: se requería de
un sistema de salud para Sinaloa y éste podía surgir a partir del es-
tablecimiento de un hospital civil; con esa idea se presentó Juan de
Dios Bátiz el 19 de noviembre ante el cuerpo de ediles del munici-
pio de Culiacán, solicitando la cesión de la casa de beneficencia para
transformarla en el hospital que urgentemente se necesitaba.

176 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


La tarea no fue fácil: las sociedades pías como la de San Vicente
de Paúl y otras, tenían en la casa de beneficencia el local adecuado a
sus funciones y no estaban dispuestas a cederla. También el Hospital
del Carmen cumplía esta importante función, pero las limitaciones
financieras de las asociaciones piadosas y sus métodos de funciona-
miento no podían subsanar el grave problema de salud pública; los
regidores discutieron acaloradamente con el diputado Bátiz al respec-
to, y el regidor Reynaldo Villalobos, comisionado de Higiene, propu-
so la posibilidad de firmar un convenio. También intervinieron otros
regidores, sosteniendo la idea de que el Ayuntamiento debía cederles
las partidas necesarias para el sostenimiento, y Bátiz no pudo en esta
ocasión sacar adelante la propuesta. Incluso los regidores acordaron
solicitar al Congreso un aumento en la partida para el sostenimiento
de la casa de beneficencia; para que el hospital fuera posible fue ne-
cesario que pasaran seis años.
En 1922, Juan de Dios Bátiz fue diputado en el Congreso de la
Unión y también se desempeñó como jefe del Departamento de En-
señanza Técnica de la Secretaría de Educación Pública, colaboran-
do con José Vasconcelos y Bernardo J. Gastélum, quien entró al re-
levo del primero cuando se lanzó a la gubernatura de Oaxaca. Así se
estableció de nuevo la fructífera relación de Bátiz y Gastélum en el
área educativa. Asimismo le tocó participar en el centro político del
país, junto con Genaro Estrada, Enrique González Martínez y Gil-
berto Owen, glorias de la cultura de México.
En 1926 fue nombrado primer ingeniero de la Comisión Nacional
Agraria, confiriéndosele comisión a Culiacán y Hermosillo y presen-
tando un proyecto para construir una presa con el fin de instalar una
planta hidroeléctrica en nuestro estado. El ingeniero Bátiz regresó a
un medio que conocía perfectamente, y su experiencia política y su
origen familiar lo hacían el elemento ideal para los trabajos de la Co-
misión Nacional Agraria. Logró concertaciones políticas exitosas, en
un medio que comenzaba a sentir las inquietudes agrarias por el re-
zago en la aplicación de la reforma agraria en México.
Héctor R. Olea retrata la sociedad sinaloense de esos años de la
siguiente manera:

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 177


Nuestras ciudades generalmente componen su demografía de fa-
milias antiguas que conservan una pseudoaristocracia tradicional,
rango social que no ha desaparecido ni con los esfuerzos de reno-
vación, y que es la máscara ridícula que cubre la labor nefasta de un
audaz clericalismo que labora por oscurecer las conciencias.
La juventud y la niñez, recibiendo la cátedra burocrática y
clerical; y el pueblo adormeciendo sus ímpetus de libertad eco-
nómica por temor al mito católico, forman nuestros pueblos de-
cadentes y llenos de presunciones sociales.

Esto era Sinaloa cuando Juan de Dios Bátiz se hizo cargo del ré-
gimen. Cruda la expresión de Olea y dif ícil la tarea para quien, el
15 de septiembre de 1926, por Decreto No.1 de la XXXII Legislatura
que representaba al H. Congreso del Estado, fue designado como Go-
bernador Constitucional interino del estado por licencia concedida a
José María Guerrero. El Decreto No. 2 de la misma Legislatura desig-
nó a Bátiz como Gobernador Constitucional interino en sustitución
de Alejandro Ross Vega.
Uno de los primeros problemas que Bátiz enfrentó fue la petición
de restitución de tierras que formularon los comuneros del pueblo de
Navito, que alegaban que les habían sido arrebatadas para levantar
la finca denominada Eldorado, propiedad de Redo y Cía. Se estable-
cieron los alegatos: Redo y Cía. declaró que poseía 3 282 hectáreas, la
viuda de Izábal 440 hectáreas, Crisanto Rojo 285 y Francisco Arre-
dondo 851. Los Redo cedieron 300 en un lugar llamado Canachi, su-
ministrando los enseres agrícolas; los de Navito no aceptaron y ahí
terminó el litigio.
Un pleito que sí ganó el gobierno fue el de la comunidad de El
Roble, de la directoría política de Villa Unión, en el que fue afectada
la negociación azucarera de los señores Haas, con 1 108 hectáreas para
277 jefes de familia por resolución presidencial, mandamiento que se
hizo público el 25 de septiembre de 1926, diez días después de que Bá-
tiz tomó posesión como gobernador. Los vecinos de Huites del nor-
te del estado también solicitaron restitución de tierras, pero ésta no
prosperó.

178 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


La campaña antichina arreciaba en el noroeste y Bátiz, acorde
con su filiación callista, que había impulsado tal campaña, aprobó
el Decreto No. 17 de la XXXIII Legislatura, por el cual se manifestó
que el impedimento para contraer matrimonio a los extranjeros era
no acreditar ante el oficial del Registro Civil su condición de célibes.
Había razón: las mujeres mexicanas al emigrar a Asia con sus espo-
sos engrosaban las filas de las marginadas al ser mantenidas como se-
gundas mujeres, después de haber sido acá las principales. Los repor-
tes de los empleados de las embajadas así lo certificaban.
Bátiz quería pacificar y concretar, pero sobre todo agilizar la im-
partición de la justicia, para ello el 8 de octubre de este 1926, por De-
creto No. 19, se concedió el indulto general a los reos de todo el esta-
do en los casos siguientes:
i. Los que al día 30 de septiembre se encuentren cumpliendo una
pena menor de noventa días.
ii. Los que en la misma fecha hayan extinguido la tercera parte de
la pena a que fueron condenados y hayan observado buena con-
ducta en la prisión, siempre que la pena impuesta no exceda de
cinco años.
iii. Los reos del delito de culpa, cualquiera que sea la pena impuesta
y el tiempo extinguido.

No cabe duda de que esta iniciativa causó muchas simpatías ha-


cia el gobernador.
Siguiendo con su trayectoria en bien de la educación, Juan de
Dios Bátiz, por el Decreto No. 3, apoyó la iniciativa que creó la Es-
cuela Preparatoria en Mazatlán, dependiente del Departamento de
Educación Pública del estado bajo los lineamientos que tenía el Co-
legio Civil Rosales, funcionando en el local de la escuela José María
Morelos y autorizándoseles 800 pesos para su funcionamiento. Se
cobraron 2 pesos por la matrícula y 2 pesos mensuales a los alumnos.
La escuela preparatoria fue una demanda muy sentida por la ju-
ventud del puerto y su primer director fue Miguel Ángel Beltrán,
magnífico poeta y editor. La planta inicial de profesores la integraron
Ciro G. Covantes, en Matemáticas; Antonio M. Treviño, en Español;

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 179


Herminio Cruz, en Geograf ía y Dibujo Lineal; Enrique Segura, en
Cultura Física y Francés y Porfirio Rocha en Solfeo. El representante
oficial del Colegio Civil Rosales y presidente de los jurados examina-
dores fue Luis Alfonso Gastélum, registrándose en el ciclo 1926-1927
una matrícula de 44 alumnos.
En este mismo año —1926— el gobernador Bátiz estableció una
partida especial para edificar el Hospital Civil por 400 000 pesos y por
el Decreto No. 40 se les descontó, para ese fin, un día de salario con
carácter reintegrable a los funcionarios y empleados del gobierno. Per-
sona de firmes idearios institucionales, su insistencia en el Hospital
Civil se palpó en esas disposiciones. Para terminar el año, en diciem-
bre la Legislatura le otorgó un voto de confianza por su actitud patrió-
tica y enérgica para solventar el crédito público y la labor depuradora
en el engranaje administrativo de todo el estado. Habían transcurrido
cuatro meses de gubernatura y Bátiz se había ganado el favor popular.
Empezando el año de 1927, el gobernador recibió el apoyo de los
legisladores locales al autorizar ellos mismos que se les descontara el
10 % de su sueldo para ayudar a la reparación y construcción de loca-
les escolares en las municipalidades del estado. En los fermentos de
la revolución agrícola del noroeste era menester escolarizar el mayor
número posible de niños para generar los cuadros educativos que
tal despegue propiciaría; los educandos arribarían a la década de los
treinta y los cuarenta con mejores avances para enfrentarse a una ex-
pansión de las actividades productivas y, desde entonces, la norma-
tividad en el uso del agua como recurso valioso exigió disposiciones
claras al respecto. Bátiz, a tono con ello, el 3 de enero, y por el Decre-
to No. 61, normó el uso del agua en la jurisdicción estrictamente esta-
tal; esta ley marcó el orden de preferencia para el otorgamiento de las
concesiones y, con visión, Bátiz apoyó a los pequeños propietarios.
Se declaró de utilidad pública la ejecución de obras hidráulicas, ex-
propiándose aquellos terrenos que fuesen necesarios para ejecutar-
las, y para el 25 de marzo, por el Decreto No. 86, la Legislatura facultó
al Ejecutivo para que, previo estudio y planificación, procediera a la
mayor brevedad posible al deslinde y expropiación por causa de uti-
lidad pública del terreno necesario —hasta cien hectáreas— para la

180 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


urbanización de Estación Verdura, de la municipalidad de Guasave, a
ambos lados de la vía del Ferrocarril Sud-Pacífico de México, deriva-
do del impacto de la creciente producción agrícola.
Culiacán también estuvo en los afanes urbanistas del gobernador
Bátiz. El 7 de abril se expidió el Decreto No. 93, donde se declaró de
utilidad pública la pavimentación y drenaje de Culiacán, correspon-
diendo al ingeniero Salvador Casillas Cruz llevar a cabo la obra con
un valor aproximado de 1 240 278 pesos, creándose un impuesto es-
pecial para pagar dicha urbanización, en la que se colocaron tubos
de 15 centímetros de diámetro para el drenaje. Para ese año Culiacán
contaba con una población de 16 017 habitantes y la obra se proyectó
para 40 000.
En mayo de 1927 los poderes municipales de Elota fueron tras-
ladados a La Cruz por el Decreto No. 103. El año fue especialmen-
te fructífero, tomando en cuenta las condiciones del país y el escaso
tiempo que Bátiz tenía en el poder, y con el propósito de normar una
actividad especialmente importante, como fue la laboral, por el De-
creto No. 154, el 10 de noviembre se estableció en Sinaloa la jorna-
da de 8 horas como máximo en el trabajo para obreros, campesinos,
empleados particulares y de comercio, industrias diversas y negocia-
ciones agrícolas.
El 14 de noviembre Juan de Dios Bátiz renunció a la gubernatura
interina, recibiendo de la Cámara felicitaciones y agradecimientos
por su honrada y justa labor. Los partidos agraristas del norte de Si-
naloa le otorgaron una medalla de oro al mérito de su eficiente labor
administrativa. Por ahí se gestaba una lucha que definiría con mu-
cho la suerte de la clase obrera y campesina del norte sinaloense, que
fructificaría en la Sociedad de Interés Agrícola y Ejidal Emancipación
Proletaria (sicae).
Como despedida, por su apoyo, la Legislatura integrada por los
diputados Rafael Márquez, Jesús M. Güémez, J. Trinidad Rodríguez,
Francisco B. Gutiérrez, José María Guerrero, Justino Rubí, Ramón
Castro Inzunza, Emeterio Carlón, Emilio Cuén, José Palomares y
Santiago Paredes, otorgaron a Juan de Dios Bátiz un voto de gracia el
16 de noviembre.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 181


Juan de Dios Bátiz Paredes fue un hombre moderno. Supo avizorar
los reflejos terribles de nuestro rezago educativo y cultural y, con un
pensamiento fijo en la superación de la juventud, recorrió el difícil ca-
mino de la transición revolucionaria, legándonos de manera inmar-
cesible el valor de su ejemplo.

r
Bibliografía

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Actas (folios 522, 523, 547, 565, 627 y 628), Archivo del Ayuntamiento
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ción disciplinar, serie Asociaciones, caja 1, libros 5 y 9, folio del 148 al 191.
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2da. ed. Culiacán: Editorial Cahita.
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genealógico a partir de la 9na. Datos recopilados por Veneranda Bátiz
Peña, Emma Zazueta Bátiz, Jorge Bátiz Echavarría, Concepción Zazue-
ta Bátiz de Tamayo y otros familiares. Diciembre de 1988 (fotocopia).

Juan de Dios Bátiz Paredes


Rafael Borbón Ramos

Juan de Dios Bátiz Paredes es un personaje sobresaliente en la vida


nacional. En el recuento de su actividad política encontramos que fue
gobernador de los estados de Sinaloa y Nayarit, diputado local y fe-
deral en tres legislaturas y senador de la República por su tierra natal.
También fue un destacado funcionario de la administración pú-
blica federal, que colaboró en el Departamento del Distrito Federal
y en las secretarías de Gobernación, del Trabajo, Hacienda y Educa-
ción Pública.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 183


Era un auténtico humanista con un comportamiento y una acti-
tud que exaltaba al género humano para quien los valores universa-
les del arte, la cultura, el deporte, las actividades relacionadas con la
educación, la capacitación para el trabajo y la investigación científi-
ca, eran de la mayor trascendencia, por lo cual desde el momento de
su arribo a la Secretaría de Educación Pública impulsó la prepara-
ción de los jóvenes mexicanos tomando como base los principios de
la educación técnica profesional.
Tomó la decisión de incorporarse a la corriente científica, en la
que también participaron académicos de otras regiones del país, im-
pulsando conjuntamente la creación de una institución novedosa y
moderna que concretara el gran proyecto educativo mexicano que
tenía por objetivo preparar profesionistas capaces de vencer técni-
camente cualquier dificultad y con aptitud para crear nuevas fuen-
tes de empleo resolviendo los problemas que cada región registraba.
Ese gran proyecto transformado en pasión fue el Instituto Politécni-
co Nacional.
Se trataba de preparar los mejores cuadros técnicos, siguiendo
los modelos educativos inmersos en los principios de la ciencia y la
tecnología que se estaban experimentando en esos años en los países
más desarrollados del mundo, que fueran capaces de aportar el ca-
pital humano que requerían las empresas, para que juntos, técnicos
y empresarios, participaran en el desarrollo nacional, dándole mayor
impulso al proyecto del presidente Lázaro Cárdenas: Industrializar a
México con una fuerza humana altamente preparada y técnicamen-
te propia.
Y fueron las brillantes ideas de Juan de Dios Bátiz, Luis Enrique
Erro y Wilfrido Massieu, entre otros apasionados de la educación, las
que llevaron a la concepción del sistema de enseñanza tecnológica y
del Instituto Politécnico Nacional, que sigue siendo una de las deci-
siones más importantes que el Gobierno de la República ha tomado
para sustentar y garantizar el desarrollo de este gran país.
Juan de Dios Bátiz es la gran figura en el referente obligado de la
educación técnica mexicana, es él quien la organiza, y es él quien for-
ja el espíritu y construye el cuerpo del Instituto Politécnico Nacional

184 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


que abrió sus puertas en 1936, y se abrieron así mismo, los nuevos
horizontes para todos los jóvenes, preferentemente de las clases so-
ciales menos favorecidas en condiciones de competencia, que a par-
tir de ese año ingresaron a las escuelas prevocacionales para formarse
como técnicos y obreros especializados, continuando su formación
académica en las escuelas vocacionales y de industrias textiles, re-
quisito indispensable para inscribirse en las escuelas de Ingeniería
Mecánica, Eléctrica, Electrónica, Ingeniería Civil, Hidráulica, Arqui-
tectura, Ingeniería Química, Ciencias Biológicas, Medicina General,
Medicina Homeopática, Contabilidad, Administración y Relaciones
Comerciales, así como en las facultades de Ciencias Físico Matemá-
ticas, de Informática y Tecnologías de la Información, de Biotecno-
logía, Energías Renovables, Sistemas de Protección al Ambiente, de
Robótica y Telecomunicaciones, descentralizando años después esta
función, en su inevitable desarrollo institucional, hacia los institutos
tecnológicos que se formaron en todas las regiones del país para que
los jóvenes tuvieran mejores condiciones de ingreso, y de esa manera
pudieran estudiar y prepararse en los diferentes campos especializa-
dos de la educación técnica.
Don Juan de Dios Bátiz fue un apóstol de la educación técnica
nacional y hasta los últimos días de su vida el padre exigente, y mu-
chas veces gruñón, para los jóvenes sinaloenses que a partir de la dé-
cada de 1950 comenzamos a llegar, por cientos hasta constituir miles,
a la ciudad de México, buscando ingresar a las escuelas del Instituto
Politécnico Nacional. Bátiz era la llave de acceso al nuevo mundo de
oportunidades que implicaba estudiar en el Poli: gestor de becas para
nuestra manutención, orientador vocacional en algunos casos impo-
sitivo a favor de la ingeniería, siempre atento al avance de sus mucha-
chos, era también el jefe de la oficina enclavada en pleno Paseo de la
Reforma que nos ayudaba a vencer toda clase de obstáculos que se
presentaban en el camino.

Han llegado a una ciudad llena de desafíos pero también de gran-


des oportunidades [...] Han tomado la mejor decisión al ingresar
a la educación superior, no permitan que nadie les robe su gozo,

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 185


aléjense de los vicios, hagan equipo con los mejores, practiquen al-
gún deporte y participen en toda clase de actividades políticas y so-
ciales. [...] La escuela politécnica les cambiará su perspectiva de
vida, les dará capacidad y conocimientos para resolver los pro-
blemas, para volar muy alto y mejorar en la vida, pero recuerden
que nuestras raíces están en Sinaloa, y que nunca se debe olvidar
la tierra [...]

Éstas eran algunas de las sentencias que Juan de Dios Bátiz repi-
tió a lo largo de 50 años en los cientos de encuentros que tuvo con es-
tudiantes de todas las ciudades y comunidades de Sinaloa y de otras
entidades del país.
En 1936, Juan de Dios Bátiz expresó: «Los alumnos son nuestro
punto de partida, y nuestro destino es poner ¡La técnica al servicio
de la Patria!», con esa frase, que grabó en el espíritu de los jóvenes de
todo el país, Bátiz incorporó a ésa y a las siguientes generaciones, a su
sueño visionario que pugnaba por hacer de México una potencia sus-
tentada en la capacidad técnica, primero de los estudiantes del Poli-
técnico y después en el ejercicio de los trabajadores.
Juan de Dios Bátiz Paredes es hoy en día el ícono más representa-
tivo de la historia de la educación técnica en México, tanto en el ám-
bito nacional como internacional.
En este 2015, año en que se publica este libro, existimos más de
2 millones 300 mil egresados de las instituciones de educación su-
perior técnica, consecuencia del desarrollo del Instituto Politécnico
Nacional, de los cuales 280 mil somos sinaloenses. Poco más de 150
ciudades mexicanas han puesto el nombre de Juan de Dios Bátiz a
alguna de sus calles o avenidas, y existen decenas de escuelas, aulas,
laboratorios, bibliotecas, auditorios, preseas, galardones y colegios y
asociaciones de profesionistas, que llevan su nombre.

186 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Macario Gaxiola Urías
Gobernador de Sinaloa, 1929-1932

Carlos Enrique Rubio Juárez

Mientras Herberto Sinagawa Montoya situó su nacimiento en el año


de 1887 y José María Figueroa lo ubicó el 22 de febrero de 1889, la en-
ciclopedia Así fue la Revolución mexicana asienta que nació en 1890,
sin embargo todos están de acuerdo en que vio su primera luz en
Angostura, en una comunidad llamada El Burro, que hoy lleva por
nombre La Primavera. En búsqueda de mejores oportunidades via-
jó a Santa Rosalía, Baja California, donde, sin grandes dotes de voz,
se buscó la vida como guitarrero. Volvió a Angostura y poco después
fue nombrado director político; combatió a las guerrillas zapatistas,
que lo hicieron prisionero junto con Elías Mascareño Castro, salván-
dose de milagro. Cuando Felipe Riveros fue gobernador del estado, lo
nombró jefe de su escolta y cuando Riveros fue detenido y enviado a
México, Gaxiola regresó a Angostura para organizar un contingente
con el cual participó en los combates contra los federales.
Sinagawa Montoya (2004: 258-239) escribe que

sus padres fueron Vicente Gaxiola y María de Jesús Urías. Tuvo


una formación escolar muy deficiente. Muy joven se incorporó
a la revolución maderista. A la muerte de Madero combatió a
Huerta. Al mando de fuerzas maderistas participó en el comba-
te de Topolobampo y tomó la plaza de Los Mochis el 5 de abril

187
de 1913. Se unió a Obregón, figurando como jefe del Primer Bata-
llón de la brigada del Ejército del Noroeste. Participó, siendo coro-
nel, en la toma de Culiacán por el Ejército Constitucionalista, tras
cuatro días de combate contra tropas federales el 14 de noviem-
bre de 1913.
Al instalar Carranza su gobierno en Veracruz prácticamente
se desencadenó la guerra civil. En Sinaloa los antihuertistas se di-
vidieron; él tomó partido por Villa, junto con Buelna y Riveros, y
por Carranza, Iturbe, Hay y Carrasco. Carranza desconoció a Fe-
lipe Riveros como gobernador de Sinaloa y en su lugar nombró a
Manuel Rodríguez Gutiérrez y se profundizó más el odio, lanzán-
dose de lleno contra Carranza. Fue derrotado por una columna
constitucionalista al mando de Marcelino Mascareño en las cer-
canías de Choix el 5 de junio de 1915, y el 20 del mismo mes y año
tomó junto con Riveros El Fuerte y más tarde la villa de Sinaloa.
Iturbe, con tropas constitucionalistas bajo el mando del mayor
Gregorio Cuevas, lo derrotó en Bacamari, y finalmente los restos
del villismo fueron aniquilados en Sinaloa.

Por su parte, Figueroa Díaz (1986: 132) asegura que

al desarticularse las fuerzas del Centauro del Norte, Macario, en


unión de sus hombres, la mayoría angosturenses, se internaron en
los Estados Unidos. Retornaron y se reintegraron a mediados de
1915 a sus labores agrícolas en Nacozari, Sonora. Volvió a vestir el
atuendo militar en 1920 bajo el mando del Gral. Ángel Flores, fir-
mando y apoyando el Plan de Agua Prieta. Abandonó el Ejército
y volvió a Nacozari a plantar árboles frutales y sembrar garban-
zo y maíz.

Sinagawa Montoya afirma también que «vivió en paz los años de la


pugna entre Iturbe y Ángel Flores», y Figueroa Díaz escribió que

fue uno de los impulsores de la Confederación de Asociaciones


Agrícolas del Estado de Sinaloa (CAADES), presidente de la Aso-

188 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


ciación de Agricultores del Río Culiacán y director del penal de
las Islas Marías, donde suprimió el acarreo de madera por los
presos, sustituyéndolos por mulas.

Su desempeño como gobernador

Durante su gestión administrativa, denominada Programa de Revo-


lución Constructiva, no descuidó los servicios públicos: puso aten-
ción a la construcción de caminos, creación de escuelas y perfec-
cionamiento de la enseñanza; concluyó las obras del Hospital Civil,
fomentó la agricultura, reorganizó la hacienda pública y apoyó la re-
solución de problemas agrarios y el mejoramiento de la clase obrera,
entre otras relevantes acciones.
Su afinidad ideológica revolucionaria, su espíritu comprensivo,
la honradez juiciosa con que selló sus actos y su conducta enérgica
al saber mantener el equilibrio de los presupuestos en momentos de
crisis mundial en que parecían haberse desquiciado las principales
fuentes de producción, fueron instrumentos que le permitieron al-
canzar tan atinado objetivo a favor del pueblo. Incluso su inquebran-
table lealtad al gobierno de la República quedó demostrada cuando
se dio la asonada escobarista.
En la construcción de vías de comunicación, adquirió maquinaria
e implementos para el efecto a través de la México-Arizona Trading
Company. Con los equipos se hicieron las reparaciones y construc-
ciones de los principales caminos en las municipalidades de Mazat-
lán, Culiacán, Angostura, Mocorito, Guasave, Sinaloa y Ahome; así
también, con otros procedimientos fueron reparados los de Con-
cordia, Rosario, San Ignacio, Cosalá y La Cruz. Además, los grupos
agraristas de Choix, al mando de su presidente municipal Hernando
Ramos cooperaron con trabajo y alimentos para construir parte del
camino de El Fuerte a Choix, y de este último punto a Baca, logrando
un nuevo florecimiento de dicho pueblo.
Ante el aumento de población junto a las vías del ferrocarril, dic-
tó las medidas necesarias para el establecimiento de las comunidades

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 189


de Estación Verdura, Estación Dimas, La Cruz, Estación Bamoa, El
Naranjo y Guasave. También se fraccionó el terreno contiguo a Tie-
rra Blanca, en Culiacán, propiedad del gobierno estatal, para que gra-
tuitamente los campesinos y obreros de escasos recursos construyeran
sus casas; también se lotificaron los terrenos anexos al Hospital Civil y
fueron puestos a la venta.
En ayuda a las comunidades agrarias se proporcionaron présta-
mos refaccionarios para que hicieran sus siembras, y con el fin de co-
nocer el área cultivada de las comunidades agrícolas se emprendió
una estadística agraria.
En colaboración con el gobierno de Sonora, se realizaron gestiones
ante el Ferrocarril Sud-Pacífico de México para obtener tarifas favora-
bles a los productos agropecuarios con el propósito de introducirlos a
los mercados del interior de la República, concediéndose la reducción
para el garbanzo, ganado, sal, camarón, frijol, ajonjolí y maíz.
Gaxiola aceptó la invitación del gobierno de Sonora y designó
una comisión de representantes del gobierno y de los agricultores so-
norenses para estudiar el proyecto de ley para el fomento de asocia-
ciones agrícolas; ambas comisiones acordaron favorecer la industria
legumbrera organizando tres convenciones agrarias —en San Blas, El
Fuerte y Culiacán—, cuyo resultado fueron las ligas de comunidades
agrarias Gabriel Leyva y Emiliano Zapata.
En cuanto al desarrollo de la agricultura, estimuló la exportación
de sus productos, para lo cual dictó medidas de carácter fiscal y ad-
ministrativo, sosteniendo que las fuertes pérdidas sufridas por los ex-
portadores de legumbres, desde años pasados, radicaba en la falta de
organización de los productores, quienes sembraban y vendían sus
productos, principalmente legumbres, en forma absolutamente li-
bres, dando por resultado la competencia desastrosa en los mercados.
Para el caso de fomento de cooperativas, el gobierno ayudó en los
gastos indispensables de su integración, fundándose una cooperativa
de consumo denominada La Casa del Empleado S. C. L., con una caja
de ahorros obligatorios anexa. También un grupo de choferes y pro-
pietarios de automóviles en Culiacán constituyeron la Sociedad Coo-
perativa de Consumo e Industrial S. C. L y, por último, un grupo de

190 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


ochenta jefes de familia repatriados fundaron una cooperativa bajo
la razón social Asociación Mexicana de Agricultores Unidos S. C. L;
las dos primeras eran cooperativas de consumo y la última agrícola.
Ante los frecuentes conflictos obreros, se creó la Sección de Tra-
bajo y Previsión Social, y siguiendo los lineamientos de la Secretaría
del Trabajo se facilitó dicho trámite en las juntas o tribunales de tra-
bajo. La finalidad era mejorar la condición social del obrero, porque
en algunas haciendas azucareras su situación era deplorable; cabe
destacar que Sinaloa ocupaba el segundo lugar como productor de
azúcar en la República.
El canal Antonio Rosales, situado al poniente de la capital, dio gran-
des utilidades al valle de Culiacán: convirtió terrenos áridos y enmon-
tados en cultivables. El Ejecutivo aumentó su red de irrigación con dos
nuevos canales y se realizaron trabajos de ampliación de los ya cons-
truidos. En 1932 la superficie que se desmontó y se arregló para el cul-
tivo fue de 2 000 hectáreas. Los propietarios de terrenos situados sobre
los márgenes del canal celebraron un convenio con la compañía pro-
pietaria para lotear sus propiedades y venderlas en abonos con plazos
hasta de ocho años, colocando predios que llegaron a 3 000 hectáreas.
Con respecto al Hospital Civil, la administración de Macario
Gaxiola encontró esta obra en cimientos. Con el doctor Benjamín
Salmón como director, se presentó un considerable aumento de en-
fermos, incluidos los que llegaban procedentes de las haciendas azu-
careras; se aplicaron vacunas contra la viruela, que en años anteriores
había azotado la población. El gobierno ayudó a la junta construc-
tora del hospital con un subsidio mensual de 2 000 pesos. Además,
Gaxiola tuvo especial empeño en colocar los billetes de la lotería, que
a beneficio de tal obra se estaba haciendo del antiguo edificio, ocupa-
do por la beneficencia pública.

Educación

En Culiacán se llevó a cabo una junta de directores de escuelas, inte-


grada por elementos estatales, federales y particulares, con objeto de

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 191


preparar al personal docente en asuntos como la escuela activa, la ac-
ción social del maestro, cómo mejorar la preparación profesional del
magisterio y cómo enseñar a leer y el programa de escuelas rurales.
El jefe del Departamento de Educación, en representación del Go-
bierno del Estado, asistió a la Asamblea Nacional de Educación rea-
lizada en la capital de la República que tuvo por objeto estudiar pun-
tos de carácter técnico, unificar el criterio pedagógico y coordinar la
acción educativa federal y estatal.
La enseñanza rural comprendía sólo dos años de estudio, con los
cuales el educando recibía una preparación deficiente, por eso la Se-
cretaría de Educación juzgó necesario ampliarla a tres años y pidió a
los gobiernos estatales sumarse a este programa. El gobernador Ma-
cario Gaxiola encontró justa y razonable la propuesta y, para implan-
tarla, se estudió la manera de combinar eficazmente programas y
horarios. En algunos casos, por la gran cantidad de alumnos, fue ne-
cesario elevar de categoría el plantel.
El pueblo sinaloense atendió el exhorto del Departamento de Edu-
cación para organizarse y trabajar en la construcción de casas-es-
cuelas que presentaran condiciones higiénico-pedagógicas y anexos
que la enseñanza moderna reclama, como huertos, gallineros, cam-
pos deportivos y teatro al aire libre; y, tomando en cuenta que la es-
cuela debe contar con apoyo de los padres de familia, se giró la circu-
lar núm. 24, instruyendo a cada director en la obligación de formar la
liga de padres de familia y trazar el plan de trabajo.

caades

Para entender el gobierno de Macario Gaxiola con respecto a la agri-


cultura comercial, es conveniente tratar el tema de caades desde sus
inicios.
En 1926, durante el gobierno de Plutarco Elías Calles, se creó
la Comisión Nacional de Irrigación, dependiente del Ministerio de
Agricultura, incluso se publicó la Ley de Irrigación, concediendo al
Estado la soberanía de todos los recursos hidráulicos del país, reser-

192 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


vándose el derecho de crear, desarrollar y rehabilitar distritos de rie-
go. Así, se inició a nivel nacional una política del uso de los recursos
hidráulicos que definió a la agricultura como un asunto de Estado. El
H. Congreso del Estado de Sinaloa, en 1928, fue el foro donde se dis-
cutieron, por ejemplo, las condiciones de impuestos en caso de sufrir
un desastre, como en el caso de Haas Hermanos y Cía, cuya produc-
ción de caña se incendió; o haber sufrido pérdidas en las cosechas
como Blas Valenzuela, con las reservas del caso; incluso lo externado
por el diputado Jesús María Tarriba, al referirse a cuestiones de eco-
nomía política sobre la tributación que castiga la producción en vez
de castigar la utilidad. Junto a lo citado, se gestó la organización del
sector agrícola a partir de la Ley Nacional de Organizaciones Agrícolas
de 1932, de la cual se desprendió la Ley de Asociaciones Agrícolas de
Sinaloa y el mismo año, con sus respectivas asociaciones de legum-
breros y productores agrícolas de los principales ríos de la entidad.
La Ley de caades de 1932 fue producto de la preocupación de
los productores y el sector público por mantener una dinámica pro-
ductiva en el agro sinaloense y por su impacto debido a la cercanía
del mercado estadounidense, que mostró grandes riesgos con la de-
presión de 1929. En 1927, la crisis de mercado se había manifestado
en las exportaciones hortícolas sinaloenses, aparte de la producción
del mercado interno. Esta crisis se inició como consecuencia de una
importante sobreproducción hortícola, de la disparidad en los nive-
les de calidad de los productos y la baja de precios en los mercados
internacionales. Esto se complicó por la inconformidad de los pro-
ductores de tomate de California, Texas y Florida ante un supuesto
incumplimiento de los productores sinaloenses en normas de calidad
y comercialización de los productos.
El gobierno de Estados Unidos aplicó la Ley de Comercio Hawley
Smoot; esto incrementó los aranceles de libra importada de tomate
y garbanzo, entre otros productos, provocando la declinación de las
exportaciones mexicanas y en especial las de Sinaloa; por ejemplo,
la exportación de tomate disminuyó 67 % en 1929 y el garbanzo 55 %
en 1931, respecto a las ventas promedio entre 1925 y 1929. El optimis-
mo de los empresarios sinaloenses se mantuvo gracias a que tanto el

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 193


tomate como el garbanzo presentaron incrementos en sus precios, de
32 a 34 centavos y de 21 a 53 centavos el kilogramo, respectivamente,
mientras que la exportación de productos ganaderos presentó una
caída de 13 % en 1931 con respecto a 1930. (López, 2012: 20)
Al disminuir la demanda de azúcar se paró la producción en los
ingenios de Eldorado, Navolato y Los Mochis, que eran los de mayor
producción en Sinaloa. Esto provocó la pérdida de más de 12 000 em-
pleos en dichas empresas, por lo que los gobiernos estatal y federal
intervinieron reduciendo la carga fiscal al sector y estableciendo el
control de precios y medidas arancelarías para detener las importa-
ciones del azúcar. El resultado fue la reducción de la aportación de
la agricultura a la economía nacional de 19 400 000 pesos en 1929 a
14 100 000 en 1933, el año más duro para los productores sinaloenses.
El gobierno de Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) enfrentó la cri-
sis económica de 1929 aplicando medidas dictadas en la Ley de Pla-
neación General de la República, publicada el 12 de julio de 1930 con
el objetivo de identificar la problemática económica y social, nor-
mando y coordinando los quehaceres económicos y armonizando
los sectores productivos, marco en el cual destacaron las políticas
orientadas al campo. Al publicarse la Ley de Asociaciones Agrícolas,
se permitió a los hombres de campo la integración de organismos
de defensa y comercialización de sus productos; así, un mes antes de
terminar su mandato, Macario Gaxiola promulgó la Ley de Organi-
zaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa.
Para el régimen y los empresarios agrícolas era claro que la recu-
peración económica demandaba medidas de planeación regional y na-
cional, así como reformas al modelo económico primario exporta-
dor dominante. La estrategia a seguir para enfrentar la crisis agraria
requería promover fuentes de crédito. Así, se crearon los bancos re-
faccionarios agrícolas y en 1931 se promulgó la Ley de Crédito Agríco-
la para ejidatarios y agricultores, buscando orientar el crédito hacia los
pequeños y medianos agricultores y ejidatarios organizados en coo-
perativas. Se crearon los bancos regionales en sustitución de los eji-
dales y en su interior se formaron los almacenes de depósito. Ade-

194 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


más, los empresarios sinaloenses crearon el Banco de Sinaloa (1933),
contribuyendo con financiamiento a la producción agrícola.
Algunas acciones tenían como objetivo la planificación económi-
ca con la participación coordinada de los gobiernos federal y estatal y
la iniciativa privada para brindar certidumbre a las actividades empre-
sariales. Estas orientaciones dieron vida, en junio de 1933, al Consejo
Nacional de Economía, que se constituyó como un organismo de apo-
yo al poder Ejecutivo en materia económica y de generación de políti-
cas públicas.
El proyecto de Ley de Organizaciones Agrícolas aplicado por
Gaxiola no fue bien visto por el presidente de la República, Abelar-
do L. Rodríguez, en 1932, porque en lugar de afiliar libremente a los
agricultores en organizaciones especializadas por producto, que era
la idea propuesta por él, Gaxiola planteaba la afiliación obligatoria
de todos los agricultores por región. Sin embargo, el mandatario si-
naloense tenía dos razones para proponer la incorporación obligada:
primero, que el papel esencial de las asociaciones era servir de pool
de venta para todos los productos agrícolas, eliminando a los inter-
mediarios, con el antecedente del caso de los horticultores y garban-
ceros que se vieron despojados de gran parte de sus ganancias; y el
segundo punto era que la CAADES debía de servir de organismo in-
termedio para crear un banco refaccionario estatal, resolviendo la
falta de crédito.
Años más tarde, Gaxiola fungió como presidente de la Asocia-
ción de Agricultores del Río Culiacán y durante su gestión se crista-
lizó uno de sus anhelos: el beneficio de los agricultores. Así, en mayo
de 1940, y en atención a la propuesta de éste, la CAADES avalaría to-
dos los créditos que el Banco Provincial de Sinaloa otorgaría a favor
de sus socios, sin perjuicio de la garantía otorgada al Banco de Sina-
loa con el mismo fin; además se estableció el primer pool de garban-
zo de las cosechas de 1938 y 1939, pignoradas por parte de la Secretaría
de Hacienda en la cosecha de 1940.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 195


Honrado a carta cabal

José María Figueroa (1996: 132-133) apunta que el general Macario


Gaxiola Urías

hizo un gobierno constructivo y respetuoso de la vida de sus gober-


nados. A cada quien le dio el lugar que le correspondía. El poder lo
utilizó para servir y no para servirse de él. Pobre entró y pobre sa-
lió. Relatan que le daban determinada cantidad para viáticos, ren-
día cuentas de los gastos y el sobrante lo regresaba a la caja de la
Tesorería. Fue, pues, una rara avis. En lo social y material se conoce
que cumplió de acuerdo con el exiguo presupuesto de aquel enton-
ces. No hay quejas que registre la historia.
En el tiempo de reparto de tierras por Lázaro Cárdenas, no
sólo no se opuso a la afectación de sus pequeñas propiedades,
sino que dio facilidades para ello y aconsejó a sus amigos que
transigieran en esta acción. Él mismo afectó sus propiedades en
El Limoncito para cubrir las necesidades del propio ejido.
Entre las pocas veces que pidió licencia fue sustituido por el
guasavense diputado Emeterio Carlón y por los también diputa-
dos Jesús María Tarriba y Antonio Amézquita.

Fue electo senador de la República, protestó el cargo el 15 de sep-


tiembre de 1952 y murió apenas cuatro meses después, el 21 enero de
1953, en la ciudad de México.

Revolucionario ejemplar, gobernador honesto, funcionario público


y privado responsable y senador de la República sin tacha ni man-
cha, Macario Gaxiola descansa para siempre en el sitio de honor
que le corresponde. A propuesta del H. Ayuntamiento de Culiacán,
por acuerdo del Congreso del Estado, el 22 de febrero de 1984, en
ocasión de celebrarse el 97 aniversario de su natalicio, fueron inhu-
mados sus despojos mortales en el mausoleo que alberga a los sina-
loenses que en vida se distinguieron por sus hechos meritorios. En
su testamento pidió que se le sepultara al lado de su entrañable

196 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


amigo y compañero de armas, el general Ángel Flores. Su última
voluntad fue cumplida. (Ibíd.: 135)

r
Bibliografía

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bernadores 1831-1986, 4ta. ed. Culiacán: Once Ríos Editores.
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limpio», en Presagio. Mocorito.
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do de Sinaloa, comprendido del 16 de septiembre de 1929 al 15 de sep-
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comprendido del 16 de septiembre de 1931 al 15 de septiembre de 1932.
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Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 197


Manuel Páez
1933-1936

José María Figueroa Díaz1

Político. Nació en Culiacán. Gobernador interino en 1927-1928,


proveedor de los establecimientos fabriles de la ciudad de México,
director de los Laboratorios Nacionales de Medicina, gobernador
constitucional del estado del 1 de enero de 1933 al 31 de diciembre
de 1936, su gobierno se vio mermado por la persecución religiosa.
Herberto Sinagawa Montoya

Nació en Bachigualato, población aledaña a la ciudad de Culiacán, el


18 de marzo de 1896, en el seno de una familia acomodada; su padre,
el Sr. Cecilio Páez, fue propietario de algunos inmuebles en la capital
sinaloense, así como de un lote aproximado a mil hectáreas en el pre-
dio de El Quemadito, en la misma comunidad, de las cuales su hijo
era único heredero.
Estudió en el Colegio Civil Rosales y una vez obtenido el título
de profesor químico farmacéutico abrió la botica Continental, que
después vendió a la señora Veneranda Bátiz de Peña, primera mu-
jer egresada de las aulas rosalinas; en estos años dictó cátedra en su
alma mater.

1  Texto tomado del libro Sinaloa, poder y ocaso de sus gobernadores, 1831-
1986, de José María Figueroa Díaz, pp. 91-98. Culiacán: Edición de autor.

199
Hombre de gran estatura, robusto, de piel y pelo color blanco,
bien plantado —dice José María Figueroa que lo conoció en los años
cincuenta—, era amante de la bohemia y la baraja, aunque en el pó-
ker no le favorecía la suerte.
En su juventud hizo amistad con Álvaro Obregón y después con
Plutarco Elías Calles, quien lo impulsó a la política al designarlo can-
didato al gobierno de Sinaloa representando al Partido Nacional Re-
volucionario, de quien fue el primer candidato en estas tierras. Páez
había ocupado el gobierno de Sinaloa en cuatro ocasiones cubriendo
breves licencias durante el gobierno de Alejandro R. Vega.
Sin opositor al frente, triunfó con todo el apoyo y la fuerza políti-
ca del Jefe Máximo de la Revolución, confiando en su omnipotencia
y halagando a su amigo y protector; descuidó su alta investidura y se
convirtió en un asiduo a las jugadas de póker que se organizaban en
la casa de descanso que tenía el general Calles en El Tambor, donde
acudían Jorge Almada Salido, yerno del presidente sonorense; Abe-
lino Morales, el general Juan José Ríos, el general y licenciado Aarón
Sáenz, el diputado federal Carlos Careaga, Manuel Llantada —eter-
no compañero en las giras de Calles—, los hermanos Luis y Tomás
Benvenutti, técnicos del ingenio de Navolato; Carlos de Doig Alvear
y el ingeniero Francisco Buterfield, en cuya mesa se apostaban altas
cifras de dinero, tenidas de baraja donde el gobernador perdió gran
parte de su fortuna, así como recursos del erario estatal.
Durante su mandato se enchapopotaron, por primera vez, las ca-
lles del centro de Culiacán. Inició la construcción del centro escolar
que llevó el nombre del presidente Álvaro Obregón, se enfrentó a los
embates de la cristiada, prohibió los cultos y cerró los templos reli-
giosos, alimentando un problema social de grandes dimensiones. Sus
principales colaboradores fueron Roberto Avendaño en la Secretaría
de Gobierno y Cristóbal Bon Bustamante, quien cubrió la Tesorería
General del estado al final de su administración.
A nivel nacional, el presidente Lázaro Cárdenas puso en marcha su
plan sexenal de gobierno atendiendo las demandas del pueblo mexi-
cano, que se habían quedado rezagadas en los gobiernos anteriores,
sobre todo la entrega de las tierras a los campesinos, la creación de

200 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


escuelas y la organización política de los ciudadanos, objetivos socia-
les que fueron acremente criticados por el general Calles, generando
con sus declaraciones un clima de desestabilización que solucionó el
presidente enviando al exilio al Jefe Máximo de la Revolución, apro-
vechando el momento para invalidar a sus seguidores desaparecien-
do los poderes de los estados afines a Calles y desaforando a los dipu-
tados y senadores identificados con esa corriente.
En este clima político el Senado de la República, en la sesión cele-
brada el 16 de diciembre de 1936, aprobó la desaparición de los poderes
Ejecutivo y Judicial del estado de Sinaloa, cesando en sus funciones al
profesor Páez como Gobernador Constitucional, al licenciado Manuel
A. Barrantes, a otros magistrados del Supremo Tribunal de Justicia y
algunos alcaldes de la entidad. La Legislatura local, en primera instan-
cia, se vio afectada por la determinación presidencial, sin embargo re-
anudó sus funciones y concluyó su encargo el 15 de septiembre de 1936.
Continuando con lo dispuesto en el acuerdo del Senado, con fun-
damento en la fracción V del artículo 76, se solicitó al presidente Cár-
denas la terna respectiva para el nombramiento del gobernador pro-
visional del estado de Sinaloa, recayendo esta responsabilidad en el
coronel Gabriel Leyva Velázquez, por recomendación del coronel
Rodolfo T. Loaiza, cabeza de la corriente cardenista en Sinaloa.
Leyva Velázquez tomó posesión del cargo el 16 de diciembre de
1935 y, actuando con apego a su nueva responsabilidad, designó a sus
colaboradores, entre ellos a Teodoro Cruz Lemmen Meyer como
procurador de justicia, a Eligio Samaniego Loera como jefe de la po-
licía judicial y a Miguel Gaxiola Verdugo como secretario de Gobier-
no, a quien Loaiza, en breve, ordenó despedir, encontrándose con
la firme negativa del gobernador que generó una seria ruptura en-
tre ellos, razón por la cual Loaiza obtuvo del presidente Cárdenas el
acuerdo para la sustitución de Leyva.
Acatando el fallo, el Congreso del Estado le comunicó al gober-
nador la decisión y éste, desafiando su autoridad, le contestó que ha-
bía sido designado por el Senado de la República y no por la Legisla-
tura local. Al final, la indicación del Presidente se había dado y Leyva
Velázquez salió del cargo, siendo sustituido por Guillermo Vidales,

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 201


quien cumplió las indicaciones loaicistas y se dedicó a organizar las
elecciones que se celebrarían en el mes de julio para votar por el go-
bernador, presidentes municipales y diputados al Congreso del Esta-
do Libre y Soberano de Sinaloa.
Guillermo Vidales Martín del Campo, en ceremonia protocolaria-
mente convocada por el Congreso del Estado, el 31 de diciembre de
1936 entregó el poder Ejecutivo al coronel Alfredo Delgado Ibarra,
electo para cubrir el cuatrienio 1937-1940.

202 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Alfredo Delgado Ibarra
1937-1940

Félix Brito Rodríguez

Prolegómenos de un gobernante

La expulsión del país del caudillo Plutarco Elías Calles y la elimina-


ción de algunos legisladores nacionales y estatales de filiación callista
por órdenes del presidente Lázaro Cárdenas, señaló la emancipación
del naciente cardenismo con respecto al último caudillo sonorense.
Esta acción política de relieve nacional tuvo sus consecuencias inme-
diatas en la esfera de la política sinaloense.
Las más trascendentales repercusiones fueron la desaparición de
poderes en el estado de Sinaloa; por decreto, el Senado de la Repúbli-
ca desconoció los poderes Ejecutivo y Judicial en el estado, acusán-
dolos del delito de sedición en favor de Calles. Así lo comunicó el 16
de diciembre de 1935:

Nos permitimos comunicar a ustedes que en sesión celebrada hoy,


con fundamento en la fracción V del artículo 76 de la Constitución,
y por haber sido declarada la desaparición de los poderes del esta-
do de Sinaloa, que de la terna enviada por el Ejecutivo resultó elec-
to por unanimidad de 42 votos para asumir el gobierno provisional

203
de aquella entidad, el C. Coronel Gabriel Leyva Velázquez, en sus-
titución del C. Profesor Manuel Páez.1

Además de la desaparición de poderes, el Senado de la República


decretó la pérdida de su condición de senador por el estado de Sina-
loa a Cristóbal Bon Bustamante y designó para tal cargo a su suplen-
te, Agustín G. del Castillo.
Leyva tomó protesta como Ejecutivo del estado el 21 de diciem-
bre de 1935, en la ciudad de Culiacán. En su discurso se comprometió
a administrar un gobierno honrado y secundar la política constructi-
va propuesta por el presidente Cárdenas, además de solicitar al mis-
mo tiempo la ayuda de todos los revolucionarios para lograr la re-
construcción de Sinaloa.
La primera acción política ejecutada por el gobernador Leyva fue
realizada el mismo día de su toma de protesta y consistió en desig-
nar nuevos magistrados integrantes del Supremo Tribunal de Justicia
del Estado. Posteriormente a estos nombramientos, se desató en las
distintas dependencias estatales y municipales una serie de cambios.
La prensa de la época registró el temor que por los ceses existía entre
los funcionarios de dichas dependencias: «El pánico sigue cundiendo
en todas las oficinas que dependen del municipio y del estado, pues
los ceses están a la orden del día y allí no valen méritos ni antigüedad
sino que indistintamente se están cambiando a los jefes como a los
simples empleados».
Como consecuencia del cambio de gobierno la mayoría de los
presidentes municipales y regidores renunciaron, nombrándose en
su lugar consejos municipales. Sin embargo se dio el caso de que el
gobernador Leyva se vio en la necesidad de deponer algunos ayun-
tamientos, cuyas autoridades se resistían a abandonar sus funciones.
A principios del mes de enero de 1936, el gobernador Leyva desig-
nó al procurador de justicia en el estado, Teodoro Cruz, para que, en

1  Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de los Es-


tados Unidos Mexicanos. Viernes 20 de diciembre de 1935. Ciudad de Mé-
xico, año II, período ordinario XXXVI Legislatura, t. II, núm. 22.

204 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


compañía del nuevo comandante de la Policía Judicial en el Estado,
Eligio Samaniego Loera, depusieran a los integrantes de los ayunta-
mientos de Escuinapa, Rosario y Concordia, encontrando resistencia
en los dos primeros. El procurador Cruz llegó a la cabecera munici-
pal de Escuinapa acompañado de un grupo de judiciales a quienes or-
denó desarmar a la policía y empleados de dicho ayuntamiento, para
posteriormente citar a todos los regidores constitucionales y conmi-
narlos a renunciar.
A los pocos meses de asumir su mandato, Leyva tuvo que hacer
frente a una serie de vicisitudes de orden económico y político, ta-
les como la insolvencia de su gobierno para pagar a los maestros tres
meses de sueldos, lo cual conllevó a que éstos se declararan en huel-
ga con el apoyo de campesinos y obreros. El problema de la situación
financiera al que tuvo que hacer frente la administración leyvista era
una herencia de la destituida administración del gobernador Páez,
quien dejó al erario un déficit de cerca de medio millón de pesos, se-
gún lo divulgó El Informador.2
Otro problema, sólo que de índole político, fueron las constan-
tes protestas que la Comisión de Quejas del Senado de la Repúbli-
ca comenzó a recibir de parte de numerosas agrupaciones sindicales
obreras y campesinas, y aun del jefe de la zona militar en el estado de
Durango, general Pablo Macías Valenzuela, en el sentido de que tra-
taba de imponer al coronel Rodolfo T. Loaiza como candidato a go-
bernador. La inquina y suspicacia surgió entre las dos grandes fuer-
zas políticas que aspiraban a ocupar el poder Ejecutivo en el estado,
representadas por los coroneles Pablo Macías Valenzuela y Rodolfo
Tostado Loaiza.
Para entender los posteriores acontecimientos habrá que hacer
mención de que antes de que el Senado depusiera al profesor Manuel
Páez, el coronel Leyva Velásquez ya figuraba como candidato a sena-
dor, al lado de la candidatura por la gubernatura del coronel Loaiza.
Ambos coroneles se encontraban vinculados por sus ideales y por

2  Domingo 14 de febrero de 1937, Guadalajara, núm. 6998, p. 1, año XX,


tomo LXXIV.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 205


una antigua amistad, lo cual presuponía que al momento de ser de-
signado como gobernador interino, el coronel Leyva Velásquez tenía
la consigna de imponer a Loaiza.
Pablo Macías Valenzuela fue el tercero en discordia por la guber-
natura del estado. Al igual que Loaiza y Delgado, aspiró a convertirse
en el candidato del PNR por la primera magistratura estatal.
El partido pro-Macías declaró enfáticamente en un manifiesto
dirigido al pueblo sinaloense que su candidato se retiraba de la con-
tienda electoral por no llevar a sus partidarios a una lucha estéril, en
virtud de que los actuales funcionarios de Sinaloa tenían el propósi-
to de hacer presión en pro de la candidatura del coronel Loaiza.
Macías había solicitado a la Secretaría de la Defensa Nacional
una licencia para separarse del cargo de comandante de la zona mi-
litar que comprendía el estado de Sonora, con el propósito de con-
tender como candidato al gobierno de Sinaloa, sin embargo, al perca-
tarse de que no contaba con el completo apoyo del Ejecutivo federal,
decidió retirar su postulación, dejando así sin efecto la licencia au-
torizada y reingresando al servicio de las armas. Posteriormente, en
la ciudad de Los Mochis, circularon hojas sueltas que se esparcieron
por los cuatro puntos cardinales y que contenían ataques contra el
gobernador Leyva Velásquez, tachándolo de parcial y de no observar
el principio revolucionario que consagra la efectividad del sufragio
Por su parte, el coronel Loaiza, a quien algunos de sus adversarios
políticos acusaban de promover su arribo al poder Ejecutivo a través
de la imposición de candidatos a los comités estatal y municipales
del Partido Nacional Revolucionario en coalición con el gobernador
Leyva, resolvió de momento, y por las mismas causas que Macías,
no registrarse como candidato a la primera magistratura del estado,
«para que otros elementos revolucionarios como él, con arraigo en-
tre las masas y suficientemente capacitados, entraran como aspiran-
tes al gobierno local en los comicios del mes de julio».
Algo hubo de fondo con respecto a las acusaciones de parcialidad
en el asunto, puesto que el coronel Leyva Velásquez hizo declaracio-
nes que se publicaron en la prensa local, en las cuales repelía los car-
gos que le enderezaban a su gobierno de intentar imponer a un suce-

206 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


sor, expresando de una manera categórica su firme e inquebrantable
resolución de mantenerse en un plano de absoluta neutralidad duran-
te los próximos comicios y dejar al pueblo elegir libremente a su man-
datario:

No hace apenas un mes que pisé tierra sinaloense para hacerme


cargo provisionalmente del gobierno de mi estado, cuando ya las
suspicacias principian a dudar de mi actuación, atribuyendo al
gobierno que presido falta de imparcialidad en la actual contien-
da política.
La circunstancia anterior me obliga a dirigirme a mis coterrá-
neos para expresarles de la manera más terminante el propósito
de observar absoluta neutralidad en las próximas elecciones, pu-
diendo tener la seguridad el pueblo de mi estado de que sabré ha-
cer honor a mis antecedentes y a la confianza que el gobierno de
la Revolución ha depositado en mis manos.
Para lograr dicha finalidad, yo me dirijo a mis colaboradores
para que se abstengan de tomar participación directa en la lucha
electoral.
Ratifico en todas sus partes el Manifiesto al Pueblo Sinaloense
que lancé desde este puerto con fecha 30 de diciembre último, en
el que explico mi resolución de secundar la política constructiva
del Sr. general Cárdenas, tendiendo al mejoramiento efectivo del
pueblo mexicano.

La situación por la contienda política electoral se tornó candente,


motivo por el cual el día 5 de febrero de 1936 Leyva solicitó al Senado
su autorización para marchar a la capital de la República con el obje-
to de tratar «importantes asuntos» con el Presidente.
Tras su regreso al estado, a principios de marzo, y mediante una
circular dirigida a todos los ayuntamientos, el gobernador Leyva or-
denó la reapertura y entrega a las juntas vecinales de los templos ca-
tólicos, los cuales se mantenían cerrados hacía aproximadamente dos
años, desde que lo ordenó el gobernador Páez. La circular establecía
además que los sacerdotes podían ejercer cultos ceremoniales siempre

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 207


y cuando se registrasen conforme a la ley en la materia. La apertura se
realizó primero y con gran júbilo por la feligresía en la ciudad de Culia-
cán, donde echaron al vuelo las campanas de los templos, según la de-
claración publicada en El Informador el 7 de marzo de 1936.
El 3 de marzo de 1936, Loaiza —quien se encontraba en la ciu-
dad de México— hizo público su desistimiento para postularse por el
cargo de gobernador: «razones poderosas motivadas por la estrecha
amistad que me liga con el señor presidente, me obligaron principal-
mente a tomar la determinación de dirigirme a todos mis partidarios
de Sinaloa, pidiéndoles que me permitan retirarme de la lucha».
Dos días después de su desistimiento, Loaiza y Delgado partieron
juntos en ferrocarril desde la ciudad de México con destino a Sina-
loa, deteniéndose en el trayecto entre Guadalajara y Colima con el
propósito de entrevistarse con Lázaro Cárdenas y el presidente del
PNR, Emilio Portes Gil. Posteriormente a las conversaciones, el coro-
nel Loaiza aceptó postularse como contendiente por el PNR para el
Senado de la República.
El 8 de marzo de 1936, Delgado y Loaiza arribaron al puerto de
Mazatlán. La fuerza política y social que Loaiza había conformado
en años anteriores fue puesta al servicio de la fórmula política con-
formada por ambos coroneles, quienes unificaron gran parte de las
fuerzas vivas integrantes de la corriente cardenista en Sinaloa. Éstas
se constituyeron en variadas agrupaciones políticas de formación y
ascendencia loaicista y delgadistas, con el objetivo de soportar y pro-
yectar las candidaturas que para ocupar los cargos de senador y go-
bernador anhelaban respectivamente Rodolfo Tostado Loaiza y Al-
fredo Delgado Ibarra. Cinco de esas diversas agrupaciones fueron el
Grupo Acción Revolucionaria Sinaloense (GARS), el Grupo Acción
Orientador Socialista (GAOS), el Partido Socialista de Clase (PSC), la
Unión de Marineros y Fogoneros del Pacífico y el Grupo Número
Dos Protomártir Gabriel Leyva.
El general J. Félix Lara Medrano, apoyado por diversas ligas de
comunidades agrarias y obreras afiliadas al PNR, compitió con Delga-
do por la candidatura de dicho partido a la gubernatura. La contien-
da se tornó sangrienta, pues entre los partidarios de los candidatos se

208 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


desarrollaron vehementes confrontaciones, como la que se suscitó el
14 de abril en el poblado de La Cruz, municipio de Elota, donde par-
tidarios delgadistas y laristas entablaron un zafarrancho con pistolas
de por medio, con un saldo de cuatro muertos y cuatro lesionados.
El domingo 3 de abril de 1936, el Comité Ejecutivo del PNR en el
estado realizó las convenciones municipales y distritales para elegir
candidatos a gobernador y diputados locales mediante un plebisci-
to interno. La contienda por la gubernatura se concentró únicamen-
te entre las figuras del coronel Alfredo Delgado Ibarra y del general
J. Félix Lara Medrano, resultando triunfante el primero. Sin embar-
go, Lara impugnó el proceso argumentando irregularidades de cre-
dencialización en el proceso y de la imposición de delegados iden-
tificados con la precandidatura de Delgado. La resolución de dicha
impugnación fue finalmente resuelta a fines de mayo por el Comité
Ejecutivo Nacional presidido por Emilio Portes Gil, quien previo es-
tudio de la documentación correspondiente a las elecciones internas
del partido reconoció como candidato a gobernador al coronel Al-
fredo Delgado.
El domingo 5 de julio se llevaron en completo orden las eleccio-
nes para gobernador y legisladores locales, resultando un aplastan-
te triunfo para el coronel Delgado, quien no contó con contendiente
alguno que le disputara su designación. «Como no hubo enemigo al
frente, los choques y disputas que generalmente surgen en toda elec-
ción reñida brillaron por su ausencia, pues pacíficamente todos emi-
tieron sus sufragios en las ánforas».3
En su trayecto a la gubernatura, los contendientes a la candidatura
de Delgado fueron abandonando, uno a uno, sus aspiraciones, no sin
antes generarse entre los diversos grupos oposicionistas el resenti-
miento en contra de la alianza Delgado-Loaiza, por tal motivo ambos
firmaron un manifiesto a los habitantes del estado señalando que se
sujetarían a la plataforma de gobierno publicitada durante su campa-
ña; comprometiéndose a desarrollarla durante su futura gestión pú-
blica, haciendo notar que para mejorar la situación socioeconómica

3  El Demócrata Sinaloense, lunes 6 de julio de 1936, Mazatlán, Sinaloa.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 209


y política del estado las buenas intenciones y categóricos impulsos
plasmados en dicha plataforma eran insuficientes si no se contaba
con la buena voluntad y el impulso generoso de todos los sinaloenses,
haciendo un llamado a la reconciliación y unión de esfuerzos de las
personas y agrupaciones que vieron frustradas sus aspiraciones polí-
ticas, invitándolos a cerrar cicatrices en el ánimo de sacar adelante la
economía y sociedad de Sinaloa, tal y como lo plasmaron en el texto
difundido el 1 de agosto de 1936:

En esa virtud, formulamos un sincero llamado a todos los habi-


tantes del estado para que olvidando diferencias de apreciación, o
leves distanciamientos originados por la lucha cívica, nos ponga-
mos de acuerdo a efecto de elaborar entre gobernantes y gober-
nados los programas a seguir en la lucha futura, pues aun cuando
la parte de ella dedicada a la renovación de poderes locales ter-
minó ya, ahora prosigue la parte económica y social, por lo que
concierne a los grupos que siguieron a los líderes en momentos
de desconcierto pueden confiar que se respetará su estructura so-
cial y los que ya pertenecen al Partido Nacional Revolucionario
vengan a integrar Acción Revolucionaria Sinaloense y se afilien a
aquél los que por ideología le sean afines.

El 26 de septiembre de 1936 se suscitó un conflicto político entre


el Ejecutivo del estado y la cámara local, esta última presidida por el
diputado Miguel Ceceña, quien con las galerías concurridas por re-
presentaciones obreras y campesinas, destituyó al gobernador Ga-
briel Leyva y nombró como gobernador interino a Guillermo Vida-
les, quién rindió la protesta el mismo día.
Leyva perdió el apoyo de su partido, el PNR, y de la mayoría de los
integrantes de la legislatura estatal, donde contaba con el apoyo de
solamente cuatro diputados —Cuauhtémoc Ríos, Francisco Ramos
Esquer, Roberto Lizárraga y José A. Forbes— contra siete de oposi-
ción —Miguel Ceceña, Justino Rubí, Alfredo O. González, Jesús Ro-
dríguez Verdugo, José Simental, Alfonso Delgado y Florentino Es-
querra. El desconocimiento de Leyva como Ejecutivo se debió a la

210 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


actuación antiobrerista de su secretario de Gobierno, Miguel Gaxio-
la Verdugo.
Tras una manifestación pública de los obreros del ingenio de El-
dorado con respecto a lo que consideraban un indebido proceder de
algunas autoridades, el gobernador Leyva sostuvo una conversación
ofreciéndoles estudiar y atender sus quejas para buscar resolverlas
dentro de la ley, invitándolos a que por escrito formularan sus cargos
concretos contra las autoridades que intervenían en sus dificultades
con el ingenio azucarero.
Como protesta por la falta de justicia para los trabajadores del
ingenio de Eldorado y como medida de presión, las organizaciones
obreras convocaron a un paro general de labores a partir de las 8 horas
del 26 de septiembre, pero además realizaron una manifestación por
las calles, donde desfilaron lanzando mueras en contra del secretario
de Gobierno y vítores a favor de los coroneles Loaiza y Delgado y la
Junta Central de Conciliación. La manifestación se detuvo frente al
recinto legislativo, donde los diputados de oposición ofrecieron su
solidaridad con el movimiento obrero.
Fue así como la Legislatura destituyó al gobernador Leyva y desig-
nó como sustituto a Guillermo Vidales. Leyva envió mensajes a algu-
nos senadores y al propio Ejecutivo federal negándose a ser relevado
del cargo, argumentando que en todo caso el Senado sería el indicado
para resolver sobre su destitución y solicitó el apoyo de las fuerzas fe-
derales en Culiacán. La Legislatura estatal, por su parte, envió un men-
saje al Senado dando cuenta de haber desaforado al gobernador Leyva.
El 1 de enero de 1937 el coronel Alfredo Delgado asumió la gu-
bernatura, llevando como lema «Honestidad y trabajo».4 Sus inicios
como gobernante no fueron fáciles: el estado vivía un agitado clima
político y social ocasionado por manifestaciones de grupos organiza-
dos como el de los maestros, a quienes el gobierno del estado adeudaba
el pago de sus sueldos por cerca de 60 000 pesos, acumulados desde la
administración de Manuel Páez.5

4  El Demócrata Sinaloense, domingo 8 de noviembre de 1936.


5  El Demócrata Sinaloense, viernes 22 enero de 1937.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 211


Alfredo Ibarra Jr., a quien el gobernador Delgado designó como
director general de Educación, se comprometió a solicitar un em-
préstito que le permitiera al gobierno estatal buscar cubrir de for-
ma puntual los adeudos a los mentores. Antes de asumir el mando
estatal, Delgado sostuvo una reunión con Miguel Cristo Ontiveros
Verne, secretario general de la Federación de Maestros Socialistas de
Sinaloa, donde se comprometió a que en el mes de enero todos los
sueldos atrasados de los docentes serían cubiertos. Sin embargo el
mes transcurrió sin que se cumpliera con lo prometido, y en la Ter-
cera Gran Convención de Maestros Socialistas de Sinaloa, celebrada
en Culiacán del 1 al 5 de febrero, una comisión acudió con el gober-
nador para notificarle que pararían labores el día 5 de febrero si antes
de dicho día no se cubrían los sueldos devengados, por lo cual Del-
gado solicitó un plazo de diez días a efecto de cumplir lo prometido.
Transcurrió el plazo sin que el Estado pudiera recabar el dinero para
cubrir los adeudos con los maestros, ante lo cual los maestros deci-
dieron estallar la huelga el viernes 12 de febrero de 1937.
El 22 de febrero de 1937 El Informador publicó que los maestros
le entregaron un pliego petitorio al gobernador exigiéndole la reso-
lución de las demandas que dieron origen a la huelga y advirtiéndo-
le que de lo contrario se iría al paro general en todo el estado dentro
de un plazo de 48 horas. El movimiento huelguístico magisterial se
mantuvo por 45 días, hasta que finalmente el gobernador cedió a las
demandas de los maestros.
A fines de marzo el gobernador viajó a la ciudad de México para
entrevistarse con el presidente Cárdenas, a quien acompañó en una
gira por Oaxaca; Cárdenas se comprometió a visitar Sinaloa duran-
te el próximo mes de mayo. A fines de julio, el gobernador Delgado
volvió a ausentarse del estado para viajar de nuevo a la capital de la
República.
Durante su primer año de gestión Delgado tuvo que hacer frente
a un gran número de movimientos huelguísticos y emplazamientos
que agitaron la entidad. Algunos de éstos fueron por ejemplo el en-
cabezado por los campesinos de El Cubilete, Guasave, en contra de la
Casa Valenzuela y el del Sindicato de Obreros Unidos del Rastro y Si-

212 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


milares contra la Sociedad Cooperativa del Ramo de Abasto, S. C. P.,
en el puerto de Mazatlán. Las autoridades locales tuvieron que salir a
la búsqueda de soluciones.
El gobernador Delgado, con el aval político del centro de la Re-
pública, trabajó en crear las condiciones para llevar a Sinaloa hacia el
rumbo de la estabilidad sociopolítica. Para ello regularizó el pago de los
maestros y burócratas, reorganizó la administración pública, reanudó
la política del reparto agrario, permitió la organización de los sectores
obrero y campesino, elaboró planes de obra pública de infraestructura
e instrumentó estrategias para controlar a grupos de rebeldes y ban-
didos que todavía asolaban la parte sur del estado. Desarrolló además
una estrategia de mano dura, con tal de que el estado mantuviera la es-
tabilidad requerida como una necesidad fundamental.
El populismo cardenista en Sinaloa se manifestó mediante la
constante movilización de los sectores campesinos a través de las ligas
agrarias de la CNC, demandando tierras y reparto de ejidos colectivos;
obreros, mediante la conformación de la Federación de Trabajadores
de Sinaloa, que aglutinó a varios sindicatos, demandando mejoras sa-
lariales y jornadas de ocho horas; y magisteriales, mediante el sindica-
to de maestros, que se manifestaba a favor de la educación socialista,
mejores condiciones de trabajo y construcción de escuelas.
La efervescencia social fue la respuesta a la contención de que ha-
bía sido objeto la sociedad regional durante los períodos anteriores.
El cuatrienio fue representativo de la lucha que enfrentó a los sina-
loenses entre el tradicionalismo provincial y oligárquico y el moder-
nismo político de la posrevolución. En este proceso se impuso, indis-
cutiblemente, la intervención del centro sobre la región como efecto
de la caída de Calles, que desestructuró el poder regional configuran-
do uno nuevo que introdujo de lleno a Sinaloa a la mecánica del nue-
vo orden nacional.
Sinaloa se caracterizó en este período, en lo político, por el apego
del grupo cardenista local a las políticas del centro como parte de la
inserción de la región en la vida nacional; en lo económico, Sinaloa se
caracterizó por la implementación de estrategias de modernización en
materia de infraestructura, agroindustria, comunicaciones y comercio,

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 213


que permitieron que los grupos oligárquicos tradicionales se convir-
tieran en empresarios y comerciantes, constituyéndose en los sectores
más poderosos y en los actores de la modernización económica regio-
nal; en lo social, por una movilidad de los distintos sectores, con una
prominencia de los grupos oligárquicos en la cúpula del poder social y
con un ensanchamiento de la población que se concentró en Mazatlán,
Culiacán y Ahome como centros urbanos de primer orden.
La intervención del centro fue posible en virtud a la relación po-
lítica y de amistad que mantuvieron Delgado y Loaiza con Cárdenas,
lo que permitió cierto grado de estabilidad y control de la vida socio-
política sinaloense, ante todo para lograr la tranquilidad estatal que
permitiera la reorganización gubernamental, el estímulo al desarro-
llo económico y los acuerdos indispensables con los grupos sociales
que conformaban la oposición al gobierno estatal. En ese sentido, la
acción del pnr era fundamental para los sinaloenses mediante su po-
der de organización, vía la corporativización de los intereses y de-
mandas. Delgado y Loaiza se convirtieron en los principales actores
políticos de esta circunstancia histórica regional.

Administración del gobernador Alfredo


Delgado Ibarra

El coronel Alfredo Delgado Ibarra ejerció cuatro años al frente del


poder Ejecutivo: de 1937 a 1940, años correspondientes a los últimos
del régimen presidencial encabezado por Lázaro Cárdenas del Río.
En el transcurso de todos y cada uno de esos años, Delgado rindió
anualmente sus respectivos informes de actividades. Los cinco te-
mas principales que se destacan en los discursos de su administra-
ción fueron lo agrario, educativo, laboral y el poder Ejecutivo.
La mayor prioridad la tuvo la cuestión agraria. Lo anterior no re-
sulta del todo fortuito si tomamos en cuenta que la administración de
Delgado se desarrolló en torno a la política pública de reparto agrario,
que desde el centro del país ordenó el presidente Lázaro Cárdenas. Las
referencias se relacionaron con dotaciones, repartos, etcétera.

214 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


En su discurso correspondiente al primer informe de labores,
Delgado enfatizó haber puesto especial atención al problema agrario,
señalando que al inicio de su administración Sinaloa se encontraba
entre los últimos lugares en relación a la política agraria nacional de-
bido al retardo que existía en la distribución de las tierras y la protec-
ción que se daba a grandes latifundistas y monopolios industriales.
La educación significó la segunda materia de importancia en la
administración del gobernador Alfredo Delgado; al finalizar su ad-
ministración señaló la relevancia de la educación para la superación
de la ciudadanía sinaloense:

Siempre he creído que el pueblo tiene tanta necesidad del pan


como de la educación, y que sólo mediante esta última podrá in-
tegrarse de manera definitiva la nacionalidad mexicana.
Con este criterio, mi gobierno levantó una escuela para cada
núcleo de población por lejano que se encontrara de la capital, y
llevó la voz orientadora del maestro a los lugares más apartados
que padecían hambre de saber.
Me es grato expresar a ustedes que durante el tiempo que lle-
vo al frente del poder Ejecutivo, tanto en las poblaciones de im-
portancia como en los lugares humildes, se fundaron 138 escue-
las. (Delgado, 1940)

El monto total del presupuesto ejercido en materia de educación


durante los años de 1936 a 1940 ascendió a la suma de 6 780 714 pesos.
Esta cifra significó un crecimiento importante en la inversión educa-
tiva del 55.33 % con respecto a los años anteriores (1930-1934), en los
cuales el gobierno ejerció un presupuesto de 3 752 186 pesos.
El contenido del discurso que versó sobre agricultura nos habla de
la existencia de una práctica organizada y avanzada, al utilizar herra-
mientas tecnológicas desarrolladas, como el servicio meteorológico
y la organización de los productores a través de la Confederación de
Asociaciones Agrícolas del Estado, sin descuidar a los pequeños y me-
dianos agricultores que operaban al amparo del Decreto No. 117 del
29 de enero del año próximo pasado aprobado por la Legislatura local.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 215


En el campo de lo laboral, las demandas obreras fueron funda-
mentales para el régimen posrevolucionario: durante el gobierno de
Alfredo Delgado se atendió a la agrupación del bloque obrero me-
diante la creación de la Confederación de Trabajadores de México
(CTM); la sociedad vivía una efervescencia laboral importante debida
al inicio de 250 expedientes, de los cuales se resolvieron 179. Por es-
tos datos se observa que el número de movimientos huelguísticos y
de conflictos obrero-patronales que se presentaron sin llegar a cons-
tituir una huelga sí agitaron el estado durante el gobierno del coro-
nel Delgado.
Las referencias al poder Ejecutivo son un indicador de la relevan-
cia social que mantuvo la figura del gobernador y además demuestra
el grado de centralización del poder que éste tenía en la toma de de-
cisiones.
El gobernador Alfredo Delgado decretó el cambio de nombre del
Colegio Civil Rosales por el de Universidad Socialista del Noroeste y
designó a Solón Zabre y Enrique Félix Castro, el Guacho, como rec-
tor y secretario general de la institución.
En 1938 hizo frente a la segunda huelga magisterial que se prolongó
hasta mediados de abril y se solucionó con la participación económica
del gobierno del presidente Lázaro Cárdenas; al firmarse el convenio
se reconoció la personalidad jurídica del sindicato magisterial, vigen-
te a la fecha.
Durante esta administración se produjo el período más dinámi-
co de la reforma agraria en el estado, acontecimiento que respondió
a la necesidad de reordenar la propiedad de la tierra, lográndose el
reparto de los mayores latifundios en los valles de los ríos El Fuerte y
Culiacán, acción que benefició a los obreros-campesinos de los prin-
cipales ingenios azucareros de Sinaloa. El 9 de diciembre de 1939 se
ejecutó la resolución presidencial que entregó a los ejidatarios las tie-
rras controladas por Benjamin F. Johnston en el valle de Los Mochis,
con lo cual sentó las bases de la explotación colectiva y puso en mar-
cha su poder en la determinación de la política regional a través de la
organización de los trabajadores.

216 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Numeralia

• El Gobierno del Estado adeudaba el pago de sueldos a los maes-


tros por cerca de 60 000 pesos, acumulados desde la administra-
ción de Manuel Páez.
• La inversión en educación pública alcanzó el 39 % del presupues-
to de egresos.
• El movimiento huelguístico magisterial se mantuvo por 45 días.
• Se registraron 48 emplazamientos a huelga.
• 57 790 hectáreas se repartieron durante los veinte años compren-
didos entre 1915 y 1935.
• El promedio anual de reparto de tierras entre 1915-1935 fue de
2 889.50 hectáreas.
• De 1936 a 1940 se repartieron en el estado 55 032 hectáreas de riego
y 119 454 de temporal, que en conjunto arrojó una suma de 174 486.
• En estos cuatros años el promedio de reparto fue de 43 621.5 hec-
táreas anuales.
• En 1928, Sinaloa contaba con 504 escuelas, de las cuales 124 eran
federales y 380 sostenidas por el estado.
• En 1940, al finalizar el gobierno de Alfredo Delgado, Sinaloa con-
taba con 1 079 escuelas, de las cuales 487 eran sostenidas por el
Estado y 592 por la Federación.

Cuadro 1
Distribución de tierra agrícola en Sinaloa, 1936-1940.
riego temporal total promedio
55 032 119 454 174 486 43 621.50
Cuadro 2
Distribución de tierra agrícola en Sinaloa, 1915-1935.
riego temporal total promedio
8 325 49 465 57 790 2 889.50

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 217


Cuadro 3
Distribución del egreso público ejercido en el concepto
de educación en Sinaloa, 1930-1935.
1930 1931 1932 1933 1934 1935
930 786 876 975 789 376 847 495 307 572 Se desconoce
Fuente: Estadísticas históricas de finanzas públicas y producto estatal bruto.

Cuadro 4
Distribución del egreso público ejercido en el concepto
de educación en Sinaloa, 1936-1940.
1936 1937 1938 1939 1940
1 202 650 1 386 216 1 304 209 1 355 273 1 532 366
Fuente: Estadísticas históricas de finanzas públicas y producto estatal bruto.

r
Bibliografía

ΕΕ Delgado, Alfredo (1940). Informe de gobierno.


ΕΕ El Demócrata Sinaloense, 1936 y 1937. Mazatlán.
ΕΕ El Informador (1937). Núm. 6998, año XX, tomo LXXIV. Guadalajara.
ΕΕ Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de los Es-
tados Unidos Mexicanos (1935). Período ordinario XXXVI Legislatura,
año II, t. II, núm. 22. Ciudad de México.

218 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Rodolfo T. Loaiza
Gobernador cardenista en Sinaloa

Nicolás Vidales Soto*

San Javier de Cabazán es la cabecera de una cálida región del sur de


Sinaloa localizada ligeramente abajo del trópico de Cáncer, donde la
naturaleza prodigó sus encantos: situada a la izquierda del río Piaxtla
y regada por arroyuelos, en ella los árboles crecen majestuosamente y
la vegetación enciende los espectros cromáticos del verde y el amari-
llo, dejando que el azul se enseñoree en el cielo. El rojo, cual rubí en-
garzado en oro y plata, aparece en las flores del árbol de fuego y en
los borbotones de la sangre que, cual carísima moneda, derraman los
hombres en la lucha por sus anhelos. Cabazán es un poblado con una
larga historia, tan larga como el recuerdo de los abuelos que de tar-
de en tarde se reunían a rememorar las leyendas que a su vez fueron
contadas y escucharon de sus padres, en una interminable jornada
que se repetía generacionalmente.
En este marco nació Rodolfo Tostado Loaiza en el año de 1894, dos
años después que Ignacio Millán Maldonado, un hombre eminente
en el campo de la ciencia, y dos antes que Gabriel Leyva Velázquez, el

*  Este ensayo se basó en los libros Loaiza y El Gitano; Sinaloa: poder y oca-
so de sus gobernadores de José María Figueroa Díaz así como en la novela
histórica Loaiza, ¿un crimen de Estado? De la autoría de Nicolás Vidales
Soto.

219
otro sanignacense que alcanzó el generalato y también habría de ser
electo gobernador del Estado Libre y Soberano de Sinaloa. Cuando
nació Rodolfo hacía diez años que habían matado a Heraclio Bernal,
pero su corrido y sus hazañas se cantaban y contaban con especial de-
leite entre la población. En este ambiente, su infancia y adolescencia
transcurrieron sin mayor dificultad. Aprendió a leer y escribir, hacer
cuentas entendiendo cómo funcionaba el mundo en que había nacido.
Ese mundo no lo inventó él, pero tendría que conocerlo, sin saber aún
que un día intentaría transformarlo.
En 1909, a los quince años, lo sorprendió la muerte del general
Francisco Cañedo y la consecuente campaña electoral que dividió al
pueblo sinaloense en dos grandes bandos: uno, el de los partidarios de
la renovación política, encabezados por José Ferrel, periodista de com-
bate, director de El Correo de la Tarde y decano de la prensa nacio-
nal; y otros que se atrincheraban con el joven Diego Redo de la Vega,
prominente miembro de la oligarquía regional, representante de la fa-
milia más poderosa en la tierra de los once ríos y apadrinado por Por-
firio Díaz y el afrancesado José Ives Limantour, ministro de Hacienda
y asesor del mismísimo Presidente de la República. Redo pertenecía
a los científicos, naciente grupo de políticos mexicanos preparados en
Francia, quienes, ante la chochez del dictador, se sentían los legítimos
herederos del poder nacional y empezaban a mostrar sus dotes y ha-
bilidades para administrar en su beneficio los dones que la naturaleza
había depositado en el famoso cuerno de la abundancia.
Rodolfo T. Loaiza nació del matrimonio formado por José María
Loaiza y Soledad Tostado; la costumbre observada en aquellos años
indicaba imponer el apellido de la madre abreviándolo después del
apelativo de la persona, dejando que el del padre luciera en toda su
extensión, pero en segundo lugar. La pareja procreó cuatro hijos: Ro-
dolfo, María, Alberto y Santiago, que cursaron la educación primaria
elemental en el pueblo que los vio nacer.
Rodolfo fue descrito por quienes le conocieron como un hombre
de buen carácter, sincero, franco y de una palabra, leal a toda prue-
ba, capaz de construir futuros, amigable, hábil para mantener rela-
ciones con las personas haciendo amistades para siempre; cantaba

220 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


por gusto, lo que hacía de él un amante de la música; era poseedor de
cierta intuición que le permitía avizorar acontecimientos; era ama-
ble, buen conversador y valiente para expresar sus opiniones; gustaba
de la poesía y la recitación y era sociable en extremo, con una fuerte
disposición para participar en fiestas, tertulias, bohemias y carnava-
les. Su canción predilecta era «El Quelite», una composición regional
cuya letra describe con maestría el paisaje típico del sur de Sinaloa.
El joven Rodolfo T. Loaiza gozó del Mazatlán del naciente siglo
xx. Una vez ambientado en el puerto, después de cumplir con sus
obligaciones laborales y educativas, empezó a frecuentar boticas, ca-
fés, cantinas y reuniones donde se hablaba de los acontecimientos
políticos, poniendo atención a los comentarios que criticaban los ex-
cesos del ejercicio del poder, tanto a nivel nacional como regional. La
semilla de la inconformidad y el espíritu de lucha contra la injusticia
fue anidando en su pecho hasta subírsele a la cabeza, apoderándo-
se del cerebro hasta conformar la conciencia ciudadana que habría
de enviarlo a la lucha armada. Leía El Correo de la Tarde, el perió-
dico mazatleco que habría de formar opinión revolucionaria no sólo
en la comunidad reflexiva del puerto sinaloense, sino de la costa del
Pacífico y que, comprado por Andrés Avendaño, se convirtió en un
poderoso imán que atrajo las plumas más prestigiadas del momen-
to: Amado Nervo, Heriberto Frías, Martiniano Carvajal y José Ferrel
(abogado hecho y derecho, conocedor de los recovecos de los códi-
gos, decretos, leyes y suplementos jurídicos, quien ante el clamor del
pueblo se postuló al gobierno sinaloense compitiendo contra Diego
Redo de la Vega, delfín de la camarilla limantourista que detentaba el
poder en Sinaloa), Enrique González Martínez, José Valadés (perio-
dista valiente, con buena carga de pólvora en su pluma, siempre dis-
puesto a defender las causas donde tenía la justicia la obligación de
imperar), Rafael Zamorategui, Manuel Estrada Rousseau (impulsor
del famoso cuarto poder), los poetas Sixto Osuna y Esteban Flores
(de Villa Unión y Chametla, respectivamente); Luis Zúñiga, Mario
Rojas Avendaño, Rodolfo G. Robles, Francisco Villarreal, Celso N. Ti-
rado, Liborio Giles, Enrique Pérez Arce (antes de encumbrarse en la
judicatura), Alejandro McDouglas y Roberto Tirado, en fin, la carga

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 221


ideológica del vespertino no dejaba duda alguna acerca del posicio-
namiento en la lucha política que, hacía varios años, Heraclio Bernal
había impulsado en los planes antirreeleccionistas contra la dictadura
enarbolados a costa de su vida.
En esta nueva etapa de su existencia el periódico se enfrentó a los
esbirros de la dictadura, siguió paso a paso el enfrentamiento popu-
lar que obligó a la renuncia de Porfirio Díaz, el proceso electoral que
llevó a la presidencia a Madero y dejó huella impresa de la conjura
contrarrevolucionaria que condujo al asesinato de Francisco I. Ma-
dero y José María Pino Suárez. Ante la indignación provocada por
estos crímenes, el camino de las armas fue el único recurso que pudo
tomar el pueblo mexicano para defender su dignidad, sin embargo
no estaban solos: el viejo mando militar seguía operando en algunas
regiones, entre las cuales destacaba Mazatlán, puerto de extrema im-
portancia por los ingresos que recibía la Aduana Marítima y con ello
la hacienda federal, razón por la cual el general Razgado había im-
puesto el sitio y se había apoderado de la ciudad y puerto, estable-
ciendo una leva forzosa para incrementar el número de efectivos bajo
su mando. En esta ronda fue enganchado el joven Rodolfo T. Loai-
za. Al mediodía, saliendo del almacén donde trabajaba, fue detenido
y puesto en la fila de los recién capturados que marchaban rumbo al
cuartel militar.
Rodolfo, consternado por el brusco viraje que había dado su
vida, prometió fugarse en la primera oportunidad que el destino le
deparara. Cuatro meses duró esta terrible experiencia, que en algu-
nas ocasiones estuvo a punto de costarle la vida al sentir repugnancia
y oponer resistencia a las órdenes por cumplir. Por fin, en diciembre
escapó rumbo a la sierra, hacia el punto donde se encontraban las
fuerzas rebeldes comandadas por Juan Carrasco y Justo Tirado que
se preparaban en El Potrero para poner por segunda ocasión sitio al
puerto; el destino lanzó sus fueros para marcar un nuevo rumbo en
la vida de Rodolfo.
Así, en plena toma de Mazatlán, en el año de 1914, Loaiza hizo ar-
mas por la Revolución. Nunca se imaginó que a sus escasos veinte años
ostentaría el grado de capitán primero, obtenido por su merecido

222 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


arrojo en la histórica batalla de la Loma Atravesada, que costó cien-
tos de vidas. Hizo una férrea amistad con el joven Guillermo Nelson
y cuando éste fue designado comandante militar en Tamaulipas, lo
nombró jefe de ayudantes, con la confianza bien ganada que se tiene al
amigo y subordinado leal.
En este viaje, Loaiza cambió su rumbo y con él orientó su desti-
no. Los aires y el silbido de las balas lo llevaron a Ciudad Victoria, Ta-
maulipas, donde la explotación del petróleo había fincado un imperio
dominado por las compañías inglesas, holandesas y norteamericanas
enfrascadas en pleitos permanentes para ensanchar el territorio don-
de brotaban las chapopoteras de las infértiles tierras que se habían
convertido en la fuente de las ambiciones de los magnates petroleros
norteamericanos. En ese ambiente, y propuesto por el general Gui-
llermo Nelson, alcanzó el grado de teniente coronel. En el ejercicio
de sus funciones militares, donde el espionaje era parte cotidiana de
su rutina y el conocimiento de los secretos que anidaban en el alma
de los trabajadores era una obligación para medir el pulso de sus in-
conformidades, se deslizó un rumor que poco a poco se fue concreti-
zando, tomó cuerpo y una vez que fue verazmente confirmado, Nel-
son y Loaiza exterminaron la red de un tenebroso complot tendiente
a acabar con la vida de Emilio Portes Gil, a quien en 1923 los magna-
tes del petróleo mandaron matar para impedir la presentación de las
demandas laborales.
En el mismo año Nelson regresó a Sinaloa para participar en la
campaña electoral como candidato a gobernador, perdiendo abru-
madoramente en los comicios contra Alejandro Ross Vega, quien
contó con el apoyo de los generales Álvaro Obregón y Ángel Flores,
obligándolo a abortar cualquier intento de volver a la política mien-
tras el brazo del Caudillo del Nainari decidiera el rumbo de los nego-
cios públicos. Nelson, hombre del sur, se había incorporado a la lucha
revolucionaria bajo el mando de Juan Carrasco, origen imperdonable
entre los jefes de la Revolución que marcó huella en su destino.
Por otra parte, el gobernador tamaulipeco llegó a tomarle tanta
confianza a Loaiza que, en agradecimiento, lo convirtió no sólo en el
responsable de su seguridad personal, sino en un aventajado alumno

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 223


en el dif ícil arte de la política. A partir de ahí el destino les uniría en
simbiótica pareja, ya que después del proditorio asesinato del general
Álvaro Obregón, presidente electo de México para el cuatrienio 1929-
1932, Portes Gil llegaría a la presidencia de la República en una deci-
sión tomada por el Congreso de la Unión hábilmente dirigida por el
general Plutarco Elías Calles, quien estrenaba en ese acto el título de
Jefe Máximo de la Revolución.
Conocedor del poder que ejerce el individuo que tiene a su car-
go la seguridad personal del Presidente de la República, su influen-
cia empezó a sentirse en las otras esferas del trajinar de la burocracia,
integrando el grupo político sinaloense más influyente de aquellos
años, ya que la opinión de Rodolfo T. Loaiza logró reunir en un solo
bloque a los hombres que se lanzaban a la búsqueda de las posicio-
nes políticas por menos importantes que parecieran: diputaciones
locales, presidencias municipales, regidurías, puestos en la adminis-
tración pública, sobre todo las oficinas subalternas de Hacienda, em-
pezaron a requerir del visto bueno del coronel Loaiza. La experiencia
obtenida con Portes Gil era equivalente a un doctorado en políti-
ca. Rodolfo T. Loaiza se convirtió en un auténtico lobo de la política
mexicana y, desde luego, en el jefe indiscutible del grupo sinaloense
más cercano al ejercicio del poder presidencial.
Sabedor de que no podía mantenerse en el Ejército, solicitó el
permiso ante la Jefatura de Operaciones de Tamaulipas, retirándo-
se para buscar su postulación a un puesto de elección federal, mis-
mo que consiguió sin mayores apuros, ya que su padrino Portes Gil
fue pieza clave en la selección y palomeo de los candidatos. Sinaloa
era gobernado por un hombre que mantenía una trayectoria revolu-
cionaria tan respetable como respetada: el general Macario Gaxiola
Urías, oriundo de Angostura, cabecera de una región convertida en
municipio por los avances de la Revolución hecha gobierno. Gaxiola
Urías, de extracción campesina, era pieza clave en el proceso electoral
que habría de conformar la nueva Cámara de Diputados.
Sin embargo, los deseos de Loaiza no eran los únicos que reco-
rrían el paisaje sinaloense. Si bien es cierto que buscaba una diputa-
ción federal, haciendo expresa manifestación de ello en la prensa ca-

224 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


pitalina, el partido lo postuló como senador. El fuego amigo contra
Loaiza hizo que éste buscara el apoyo de sus aliados, entre ellos Juan
de Dios Bátiz, organizando el Partido Liberal Revolucionario de Si-
naloa y estableciendo así una firme alianza que habría de llevarlos al
triunfo. Para abril de 1930, Loaiza y Bátiz fueron postulados por el
Partido Liberal Revolucionario de Sinaloa como candidatos a la se-
naduría. Con esta plataforma compraron su pase de entrada a la con-
tienda electoral. El 11 de junio, en una precampaña de escasos tres
meses, las convenciones del Partido Nacional Revolucionario regis-
traron a Loaiza como candidato a senador; tres días después, el Par-
tido Democrático Sinaloense registró a Loaiza como candidato a se-
nador propietario y a Manuel Montoya como suplente.
El año de 1934 lo devolvió al campo de la política sinaloense, y
después de una campaña electoral sin mayores tropiezos, el 1 de oc-
tubre se celebraron los comicios federales, en los que fue electo dipu-
tado federal para el trienio que concluyó en 1937, compitiendo bajo
las banderas del pnr en compañía de Carlos S. Vega, Guillermo Liera
Berrelleza y Carlos Careaga, en la fórmula del pnr en Sinaloa que lle-
vaba como candidato presidencial a su amigo Lázaro Cárdenas, res-
ponsabilidad que no terminó porque fue postulado nuevamente al
Senado de la República.
En medio del conflicto Cárdenas-Calles, el 16 de diciembre de
1935 el Congreso de la Unión emitió el desafuero al gobernador Ma-
nuel Páez; Juan de Dios Bátiz firmó el dictamen como senador por
Sinaloa afectando también la XXXV Legislatura estatal. El coronel
Loaiza llevó como sustituto de Páez al coronel Gabriel Leyva Ve-
lázquez, tomando posesión ese día del cargo al que renunció poco
después por las desavenencias que tuvo con Loaiza. Al salir Leyva
del gobierno, la Cámara de Diputados designó a Guillermo Vidales
como gobernador sustituto, organizando el proceso electoral que lle-
vó como candidato al Ejecutivo sinaloense al coronel Alfredo Delga-
do, recomendado de Loaiza. Vidales Martín del Campo concluyó el
encargo el 31 de diciembre de 1936; a partir del día siguiente, Delgado
le respondería a Loaiza de lo que sucediera en Sinaloa.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 225


En 1936, ungido por la voluntad del pueblo y la recomendación
del general Cárdenas como senador, contando con la confianza del
presidente y ejerciendo con todo derecho el título político de hombre
del Presidente, en su calidad de integrante del Bloque Nacional Re-
volucionario en la Cámara de Senadores formó parte de la Comisión
de Salubridad Pública. Conociendo los intríngulis del ejercicio del
poder, ocupó en dos ocasiones el escaño de senador de la República
y una vez la diputación federal en representación de los ciudadanos
del estado de Sinaloa. Su lealtad a toda prueba, la incondicionalidad
a los hombres del poder, el encanto de su voz y sus canciones, la plá-
tica amena, su gusto por la bohemia, se fueron conjugando para que
los hados de la fortuna le sonrieran y sus ambiciones se fuesen cum-
pliendo puntualmente.
Impuesto Delgado en la gubernatura sinaloense, éste empezó a
empedrar el camino que llevaría a Loaiza al poder estatal. Compro-
metido con su creador, los movimientos de los hilos que sostenían
sus acciones pronto dieron muestra de su efectividad. Loaiza, buen
conversador, carismático, bohemio, recitador, sin descuidar el terre-
no que pisaba en el Distrito Federal, lugar donde se generaban las
más importantes decisiones políticas, se dio tiempo y modo para ha-
cerse de un compartimiento en el ferrocarril y visitar más seguido la
tierra sinaloense, fortaleciendo sus lazos con los personajes más im-
portantes de la vida regional, apareciendo como el gran otorgador de
favores, con lo que amarraba a los beneficiados a su cauda política.
Loaiza fue a la contienda electoral sin el apoyo y en contra de la
organización oficial, el Partido de la Revolución Mexicana, ya que
no era santo de la devoción del general Manuel Ávila Camacho, can-
didato presidencial de la organización aparentemente invencible y
paridora de gobernantes. La negativa del prm de postularlo como su
abanderado no le afectó, antes bien, contando con el apoyo del presi-
dente Cárdenas, su amigo y protector, insufló ánimos contestatarios,
y sabiendo de antemano que tenía fuertemente amarrados los com-
promisos con sus seguidores en una cadena larga y pacientemente
eslabonada, en compañía de Miguel Leyson Pérez, Leopoldo Sánchez
Celis y otros jóvenes más, decidió darle vida al partido Acción Revo-

226 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


lucionaria Sinaloense, alimentando la consigna de que «los sinaloen-
ses tenemos madurez y capacidad para gobernarnos, poniéndole un
freno efectivo a la imposición de los reaccionarios encumbrados en
el poder nacional».
La campaña electoral se convirtió en una de las más movidas de
esta historia, ya que participaron tres candidatos: Guillermo Liera
Berrelleza, llamado el Apóstol del Olivo por su dedicación a la siem-
bra y proliferación de esta planta en otros estados del país, encabezó
el Partido de la Revolución Mexicana; Ramón F. Iturbe volvió por sus
fueros para darse cuenta de que sus años de gloria habían pasado y
que el electorado sinaloense lo mantenía relegado en sus predileccio-
nes, y Rodolfo T. Loaiza, un político dispuesto a dar la batalla contra
los enemigos de la Revolución, aunque fuesen postulados por el par-
tido oficial, su antiguo y querido partido cardenista.
Ávila Camacho no toleraba a Loaiza porque lo consideraba mario-
neta de Cárdenas, mientras que Loaiza sentía lo mismo por Ávila Ca-
macho porque lo tenía conceptualizado como un perfecto reaccio-
nario. Entre ambos, pues, había una rivalidad abierta y descarnada.
La elección fue una contienda campal donde Loaiza se quedó con el
gobierno estatal y los avilacamachistas con las posiciones en las cá-
maras federales.

¿Qué hizo Loaiza en su mandato?

Con pocos pesos en el erario local y la permanente negativa de apoyo


presidencial, el gobernante atendía a duras penas los problemas so-
ciales, sin embargo —y a pesar de todos los obstáculos— construyó
escuelas, impulsó la apertura de caminos, atendió los problemas de sa-
lud más sentidos por la población, se enfrentó a los desastres naturales
causados por un ciclón en la región de Guasave, alentó la formación
de expedientes de solicitantes de tierra que afectaban los latifundios
simulados en el sur de Sinaloa, combatió la siembra de amapola aun-
que redujo la presión sobre los traficantes de goma de opio que bajo
el acuerdo internacional con los Estados Unidos era vendida en la

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 227


frontera para ser utilizada como materia prima en la elaboración de
morfina y heroína. También permitió la tala de bosques, enrique-
ciendo a una camarilla que alentó su muerte, más todo ello no redu-
jo el descontento de los caciques regionales, dueños de las haciendas
productoras de mezcal que habían aspirado a controlar el poder po-
lítico por medio de un representante que había dado muestras de lo
que es hacer un buen gobierno en la alcaldía de Mazatlán: el joven
Alfonso Tirado.
Para Loaiza, la muerte de Tirado —ocurrida durante el gobierno
de Delgado el 10 de junio de 1939 a manos de Alfonso Leyzaola— se
convirtió en una pesada herencia que le impidió tener a su lado a los
caciques sureños, quienes abiertamente llegaron a acusarlo de la res-
ponsabilidad del asesinato de su hijo predilecto, argumentando que
se le hubiera enfrentado como candidato al gobierno estatal propi-
nándole una pela de vuelta y media en las urnas, «para hacer realidad
la hora del sur».

El carnaval de 1944

Las fiestas carnestolendas marcaron el final de la vida del coronel Ro-


dolfo T. Loaiza. En el hotel Belmar, lugar que tanto disfrutó, exhaló
los últimos alientos de vida cuando disfrutaba de sus placeres predi-
lectos.
Cuando un gobernador no es de las simpatías del Presidente de la
República en turno, como fue el caso del coronel Rodolfo T. Loaiza,
se ve maniatado y presionado para trabajar y desarrollar sus progra-
mas de gobierno.
El problema de las gentes del monte —armados por los terrate-
nientes del sur de Sinaloa en contra del reparto de tierras— que tan-
tas cruces sembró en la región, fue un constante dolor de cabeza para
el gobernador. El narcotráfico también asomó su horrible cara. Fueron
los principios de esa lacra social que desde entonces hiere y mancha
el buen nombre de esta entidad.

228 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Educación y obras públicas fueron renglones destacados de la in-
conclusa administración del gobernador Rodolfo T. Loaiza. En todos
los rumbos de la entidad surgieron nuevas escuelas o se ampliaron o
repararon muchas de las existentes; se aumentó el personal docen-
te y el presupuesto educativo se elevó de 1 448 775 pesos en 1940 a
1 960 113 pesos en 1944. Esa diferencia de poco más de medio millón
significó casi el 25 % del presupuesto de egresos de 1944, que fue de
2 448 283 pesos. En su tercer informe (1943) Loaiza dio a conocer la
construcción de 50 nuevos planteles, y en proceso de construcción
otros 76; su sucesor, Teodoro Cruz, mencionó en el cuarto informe
que el gobierno loaicista construyó, amplió y reparó 154 edificios es-
colares con una inversión de 431 258 pesos, entre ellos seis escuelas
nocturnas para obreros y campesinos.
Entre las escuelas establecidas hubo una singular: la Escuela de
Aviación, creada en octubre de 1942 para preparar pilotos aptos para
el servicio civil. Un año antes había estallado la Segunda Guerra
Mundial y México se declaró en contra de los países del Eje y a fa-
vor de la causa aliada. De dicho plantel, hasta el 31 de diciembre de
1943, egresaron 18 aviadores que realizaron 1 043 horas de prácticas
de vuelo en dos aparatos adquiridos en Estados Unidos.
La Universidad Socialista del Noroeste recibió el más amplio
apoyo del gobierno. Fueron techados los laboratorios de Química, se
construyeron dos aulas y dos talleres y se dotó de piso de concreto
a otras más, además de equipo y mobiliario; se adquirieron los edi-
ficios de la Escuela Industrial y el Internado del Estado, en cuyo se-
gundo piso se estableció la Casa del Estudiante; se amplió el número
y monto de becas; se creó la Ley de Becas para la carrera de profesor
normalista y la ley del 2 % adicional en los impuestos para el sosteni-
miento de la institución.
Asimismo, el gobierno donó terrenos y apoyos económicos para
la construcción de los edificios que hoy ocupan la Sección 53 del
snte y el stase, creando la Ley de Pensión —por retiro o muerte—
de los funcionarios, empleados y trabajadores al servicio del gobier-
no estatal. A la biblioteca pública Lic. Abelardo Medina se le dotó
una sala de conferencias con 150 butacas y un piano.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 229


El régimen loaicista realizó la petrolización de la carretera Culia-
cán-Navolato y el revestimiento de la Navolato-El Limoncito-Altata
y del camino Guamúchil-Guasave; además realizó el trazo definitivo
de 37 kilómetros con su revestimiento, mejorando con terracería Ro-
sario-Agua Verde, Guasave-Boca del Río; Guasave-Estación Verdura,
Los Mochis-Topolobampo y El Fuerte-Choix; y construyó, además,
el puente de Ocoroni. En esta administración se emprendió la cons-
trucción del Canal del Norte y el de Bamoa y se continuaron los tra-
bajos de la presa Sanalona. Fueron abiertas al cultivo 5 000 hectáreas
en Culiacán, 3 000 en Guasave, 4 000 en Ahome y 3 000 en otros mu-
nicipios.
En presencia del presidente Manuel Ávila Camacho, el 16 de ju-
lio de 1941, el coronel Loaiza entregó certificados de propiedad de-
finitiva a parcelarios de El Walamo y Porras en el municipio de Ma-
zatlán, siendo éste el primer acto de este tipo que se escenificó en la
República, y luego adquirió equipos de bombeo que distribuyó a eji-
datarios de varios lugares de la entidad. En el serio problema agrario
de la época mantenía la política de garantizar la existencia de la pe-
queña propiedad, sin desatender la política ejidal. En Guasave, donde
se integró un comité de usuarios para costear obras del Gran Canal,
los contribuyentes quedaron garantizados con certificados de inafec-
tabilidad agrícola y ganadera; al mismo tiempo, el gobierno loaicista
emprendió una campaña contra el cultivo y comercio de la adormi-
dera en los municipios de Culiacán, Badiraguato, Mocorito y Sinaloa.
Loaiza creó la Dirección de Fomento y Obras Públicas del Go-
bierno del Estado, que inició diversas obras en las ciudades sinaloen-
ses. En Culiacán se construyeron la Casa Hogar, el Hospital del Niño,
dos pabellones en el Hospital Civil, fue prolongado el Paseo Huma-
ya (Malecón) y se remodeló el boulevard Madero; se pavimentó la
calle Ángel Flores al oriente y dejó empezados trabajos similares en
las calles Zaragoza, Carrasco, Morelos y Donato Guerra. En Maza-
tlán principió la pavimentación de calles luego de concluidas algunas
obras de drenaje, terminó el edificio oficial del gobierno estatal y las
oficinas municipales, dejó empezada la construcción del hospital y
proporcionó apoyo para la edificación del estadio de beisbol.

230 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Asimismo introdujo la luz eléctrica en Concordia y el agua po-
table en Escuinapa y Guasave, así como en Mazatlán, Navolato, To-
polobampo, La Cruz y El Roble. Además de la creación de la Escuela
de Aviación, el régimen loaicista concentró en la ciudad de México a
italianos, nipones y alemanes radicados en Sinaloa, creando a la vez
comités de defensa civil, todo ello a consecuencia de la conflagración
mundial.
En 1943, en su último informe, el coronel Loaiza dijo:

De dos cosas tengo una profunda convicción: de que se conser-


vo la confianza del pueblo para seguir guiando sus destinos y de
que para mantener esa confianza, los mejores títulos han sido los
propósitos hasta hoy realizados y los que me propongo realizar
hasta el término de un mandato que el pueblo me ha conferido.
(Figueroa, 1996: 162)

Su asesinato truncó este último deseo.

Alejandro Oláis, al escribir sobre el coronel Rodolfo T. Loaiza


rescató la entrevista que Antonio Toñico Pineda le hiciera a Rodolfo
Valdez el Gitano durante su estadía en Lecumberri, misma que años
después Toñico publicó en su libro Trozos de vida. Reveladora de una
verdad que interesadamente se ha pretendido mantener oculta, en
ella se lee lo siguiente:

Yo no maté al coronel Loaiza; quienes me han achacado su muer-


te lo han hecho porque me tienen mala voluntad. Loaiza era mi
amigo y cuantas veces yo andaba en apuros, él me tendía la mano;
puedo tener mil defectos, los tengo, pero lo ingrato no va conmigo.
Pineda lo visualizó, alto, de ojos verdes, mirada penetrante,
aguda, parco en el hablar, silencioso, matizando, más bien, la pre-
sencia de El Gitano imponía respeto y si mucho me exigen, les diré
que hasta miedo; le gustaba beber y siempre, e invariablemente,
tenía al lado una mujer, y no obstante su peligrosidad, las féminas
le coqueteaban abiertamente, agregando el entrevistador, ese día

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 231


en Lecumberri estaba de buen humor, y sonreía cuando comen-
zaron a hablar, modificando poco a poco el estado de ánimo hasta
llegar a la indignación y vociferar:
—Cómo quisiera que me dejaran salir siquiera una media
hora y que Dios me pusiera en el camino al trompudo Lázaro
Cárdenas; te juro que lo mataría sin pensarlo dos veces.
—¿Por qué, Rodolfo?, le pregunté.
—Porque me engañó. Él me hizo pendejo. Él me mandó decir
que si me entregaba al Ejército, nos iban a amnistiar a mí y a todos
los míos y a dar un pedazo de tierra para sembrar y ya vivir tran-
quilos. Puras mentiras. Si lo pudiera matar, qué me importaría ya
no salir vivo de aquí.
Previo al arrebato, habló ampliamente del fin de Loaiza, aquel
lunes carnavalesco, emplazándolo Pineda: «Yo estaba ahí y cuan-
do volví la cara hacia donde sonaron los primeros disparos, te vi
con una pistola en la mano y haciendo fuego. Eran tres o cuatro
los que iban contigo».
—No, no fue así, refutó iracundo El Gitano, y externó el pun-
to de vista personal, Manuel Echegaray, Felipe Gil, El Güerillo
Salcido y yo fuimos los que nos acomodamos detrás del gober-
nador. Como si fuera una travesura. Iban también con nosotros
tres encapuchados pero a ésos ni los vieron ustedes. Loaiza esta-
ba cantando, muy entretenido con sus amigos y ni cuenta se dio
de nada. El que lo mató casi le puso la pistola en la cabeza. Fue un
balazo nomás y con él tuvo mi coronel. Se fue de bruces sobre la
mesa y luego se quedó de ladito, con un ojo de fuera.
—Pero, ¿quién lo mató?
—Eso no se dice, compa. Además, ¿ya pa’ qué? Si ya me tienen
aquí, pues a mí que me jodan, y al insistir Pineda en haberlo visto
disparar, Valdez reseñó:
—Todos le jalamos a las 38 para que se hiciera grande el es-
cándalo y salir rápidamente, porque afuera del hotel había judi-
ciales y soldados y se iba a poner fea la cosa. Fue una tracatera
grande y ahí se jodió también Echegaray. Le tocó la de malas y
ese mismo día tuvo que morir. Pero, como te decía, yo no disparé

232 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


contra Loaiza. Al que sí maté fue a un gringuito —Walter Víctor
Cotchel, el nombre—, que me quiso detener a la salida del hotel.
Él tuvo la culpa. Se me atravesó y le tuve que meter el plomazo en
la cabeza. ¿Qué más quedaba? (Oláis, inédito, 2015)

Teodoro Cruz, gobernador sustituto

Poco o nada puede realizar un gobernante sustituto en el tiempo que


le es conferido para concluir un mandato constitucional. Tal fue el
caso de Teodoro Cruz, relevo del coronel Loaiza en el gobierno de Si-
naloa de febrero a diciembre de 1944, quien se concretó a continuar
las obras emprendidas por su antecesor y a rendir el informe corres-
pondiente, entregando la estafeta al general Pablo Macías Valenzue-
la el 1 de enero de 1945. En su informe, denunció haber encontrado
un desnivel considerable entre las erogaciones y los ingresos, por lo
que, para balancear un poco el estado financiero, llevó a cabo ajustes
como la supresión de gastos no indispensables, la remoción de em-
pleados de confianza y la paralización de obras en desarrollo. Ade-
más, informó que con motivo del cambio de administración, al reci-
bir la oficina el nuevo tesorero general de gobierno encontró serias
irregularidades en el estado de cuenta «que motivaron la consigna-
ción de los hechos a las autoridades correspondientes para que éstas
resuelvan lo que sea procedente». (Ídem)
Recto, implacable, el Mayo Cruz hizo renunciar a los presidentes
municipales de Escuinapa, Badiraguato, Sinaloa, Rosario, Concordia
y San Ignacio y, por último, de nueva cuenta, al del municipio de Si-
naloa.

Conclusiones

El gobierno loaicista había cubierto su última página, pero el ejem-


plo de que un candidato independiente podía enfrentar la voluntad
del máximo círculo gobernante y triunfar en las elecciones estatales

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 233


había demostrado la viabilidad de romper la disciplina partidaria,
entregando un inolvidable y valioso legado de rebeldía a la historia
del pueblo sinaloense.
Valor, decisión y fortaleza en los principios fueron las principales
armas que utilizó Loaiza para alcanzar el propósito fundamental de
su vida: gobernar Sinaloa.
Su apego a los postulados cardenistas y el afán de reconquistar el
poder para esta corriente política nacional lo impulsaron a desafiar a
la fuerza presidencial avilacamachista, perdiendo la vida en una cela-
da donde los aparentes asesinos cubrieron nebulosamente el origen
de la orden que segó su vida.

r
Bibliografía

ΕΕ Figueroa Díaz, José María (1996). Los gobernadores de Sinaloa,


1831-1996, 4ta. ed. Culiacán: Once Ríos Editores.
ΕΕ Sinagawa Montoya, Herberto (1986). Sinaloa: historia y destino.
Culiacán: Editorial Cahita.
ΕΕ Periódico Oficial del Estado de Sinaloa.
ΕΕ Vidales Soto, Nicolás (2008). Leopoldo Sánchez Celis, el hombre
del paliacate, 3ra. edición. Culiacán: Creativos7editorial.

234 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Pablo E. Macías Valenzuela

Teodoso Navidad Salazar

El joven Pablo Macías Valenzuela entra


a la Revolución

En Sonora, el gobernador José María Maytorena, al observar los


acontecimientos revolucionarios en su estado, reclutó hombres para
atacar a Pascual Orozco, rebelado contra el presidente Francisco I.
Madero, de quien Maytorena era simpatizante. Álvaro Obregón, a
quien no pareció importarle el estallido de la revolución en 1910,1 en
esta ocasión se puso al frente de un fuerte grupo de hombres a los
que armó y capacitó y, presentándose ante Benjamín Hill, se sumó a
los contingentes que combatían a las fuerzas orozquistas.
El 14 de abril de 1912 se creó el 4° Batallón de Infantería, com-
puesto por poco más de quinientos soldados, entre ellos Pablo Ma-
cías Valenzuela, Esteban Baca Calderón, Arnulfo R. Gómez y Manuel
M. Diéguez, por mencionar algunos, a cuyo mando fue designado
Álvaro Obregón Salido, que a su vez, quedó bajo las órdenes del jefe

1  Entonces era presidente municipal de Huatabampo, cargo en el que ganó


las elecciones por un ajustado margen; había sucedido a su hermano José,
que cubría un interinato como alcalde, cuando Porfirio Díaz renunció para
irse al exilio.

235
militar Sanguinés, ordenándole de inmediato atacar a los orozquistas
que se dirigían al estratégico puerto de Guaymas con el objetivo de
tomarlo. No obstante que su fuerza de ataque era menor a la del ene-
migo, el éxito de Obregón fue tal que, al rendir su parte al jefe San-
guinés, también le entregó gran número de armas y pertrechos. (Cer-
vantes, 2012: 78-79)
Tras este triunfo, Álvaro Obregón recibió nuevas instrucciones y
marchó a Hermosillo, para luego llegar hasta Agua Prieta, donde lo-
gró detener una vez más a Orozco en sus pretensiones de apoderarse
de la frontera. En ese lugar conoció al profesor Plutarco Elías Calles,
con quien estuvo ligado para siempre en la guerra, en la política y en
la muerte.
Derrotado Pascual Orozco, Obregón decidió renunciar al man-
do de las tropas federales y regresó a su hacienda de Huatabampo en
septiembre de 1912.
En cuanto a Pablo Macías Valenzuela, es importante destacar
que al asumir Álvaro Obregón el mando del Cuerpo del Ejército del
Noroeste, el joven fuertense lo acompañó en los combates de Topo-
lobampo y la toma de Guadalajara, así como en las batallas de Cela-
ya, La Trinidad, León, Silao y Santa Ana del Conde, en el estado de
Guanajuato, entre otras, ganando la confianza del Manco de Celaya
por su lealtad y bravura.
Macías Valenzuela ascendió por méritos propios. Sus responsabi-
lidades castrenses fueron muchas y de suma importancia y entre ellas
destacaremos que se desempeñó como jefe de las operaciones mili-
tares en Nayarit, distrito norte de Baja California y el estado de Sina-
loa; jefe de las 4ª, 7ª, 9ª, 10ª y 24ª jefaturas de operaciones militares, jefe
de las 9ª y 17ª zonas militares y comandante de las 15ª y 29ª.
Una de sus más altas responsabilidades fue la de secretario de la
Defensa Nacional, en el período comprendido entre el 1 de diciembre
de 1940 y el 1 de septiembre de 1942, bajo la presidencia de Manuel
Ávila Camacho; también fue comandante en jefe de la Región Mili-
tar del Pacífico, comandante de la Primera Región Militar y director
de Pensiones Militares desde el 1 de diciembre de 1957 hasta los pri-

236 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


meros meses de 1975. Participó en más de 86 hechos de armas. (Ro-
sas, 2001: 194)
Macías Valenzuela alcanzó el generalato muy joven. Si bien es
cierto que militó bajo las órdenes de Álvaro Obregón Salido, tam-
bién fue subalterno de Ángel Flores. Enfrentó y derrotó al villismo en
Sonora. Durante el año del hambre (1915), Macías se distinguió en los
hechos militares de Hermosillo, Navojoa, Álamos, Estación Zamora
y Alamitos. En 1924 fue ascendido a general de brigada, y luego como
general de división asumió la Secretaría de Guerra y Marina.
En cuanto a su trayectoria al lado de Ángel Flores, existe un acon-
tecimiento que se dio en la defensa de Navojoa, narrado por Rodolfo
G. Robles, capitán de Estado Mayor del general Flores, donde dice:

Noticias de falsos partidarios precipitaron la salida de 500 hom-


bres del regimiento de caballería y fracciones de los batallones 3°,
4° y 6° a las órdenes del general Manuel Mesta, hacia la hacienda
de Santa Rosa, distante a seis leguas de la plaza y en la que, según
los informes, estaba el grueso del enemigo, saqueando los depósi-
tos de semillas. La expedición referida salió el 18 de abril a las 9 de
la noche, con el objeto de dar una sorpresa. Aquella noche pasó
con toda calma en la plaza, y reinando la misma tranquilidad, los
clarines y tambores saludaron el nuevo día. Apenas terminadas
las dianas de ordenanza, se escuchó un nutrido tiroteo hacia las
posiciones en que estaba emplazada la artillería. Los maytorenis-
tas que habían atacado por aquel rumbo y sorprendido el pues-
to avanzado, lograron apoderarse de la artillería, consistente en
un cañón de 80 mm, otro de 57 y dos ametralladoras. El personal
de dichas piezas fue hecho prisionero una parte, muerta otra, y el
resto escapó hacia la vía férrea favorecido por ligeros accidentes
del terreno.
Con tal éxito, el enemigo quedó perplejo, y el tiempo que de-
bió de haber aprovechado para completar su triunfo, lo pasó dis-
cutiendo el fusilamiento de los prisioneros y cuál uso debía de
hacer de la artillería quitada. Entre tanto el general Flores, que
comprendió lo comprometido de la situación, organizó con toda

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 237


violencia 25 hombres y los puso a disposición del teniente coronel
Pablo E. Macías, a cuyo jefe dio órdenes de recuperar a toda costa
la artillería perdida. El fuego iba generalizándose desde su lugar
inicial hasta el camino que conduce a Huatabampo. El teniente
coronel Macías, cumpliendo con la orden de su jefe, emprendió
un ataque violento y tenaz sobre las posiciones perdidas. La parte
del personal que se había escapado emprendió de por sí un ata-
que auxiliar por el flanco derecho, y en 15 minutos la artillería y
prisioneros estaban recuperados y capturados 21 maytorenistas,
los cuales fueron fusilados incontinenti.2

Sus campañas por la gubernatura

Pablo Macías gobernó Sinaloa contra todos los pronósticos del grupo
afín a Rodolfo Tostado Loaiza. Tanto en la primera como en la segun-
da ocasión en que aspiró a la gubernatura, aparentemente fue Cárde-
nas del Río quien trató de aplacarlo.3
Desde Sinaloa llegaron intrigas al centro del país en su contra,
sin embargo logró su deseo y finalmente entró al Palacio de Gobier-
no por la vieja puerta de gruesos barrotes, ubicado en Antonio Rosa-
les 265 poniente,4 iniciando en Sinaloa el período de seis años, igual
que Cárdenas del Río lo había hecho a nivel federal en 1934. (Macías,
1945)
Otros aspirantes quedaron en el camino, como el agricultor José
Mariano Romero, Jesús Celis Campos y José María Dávila, exsenador
de la República que se consideraba con méritos suficientes para rele-
var al gobernador Loaiza.

2  Folleto histórico Sinaloenses en campaña.


3  La primera ocasión en que aspiró a la gubernatura de Sinaloa fue en 1935;
finalmente en 1944 se convirtió en candidato.
4  Edificio donde después funcionó la Procuraduría General de Justicia del
Estado y que actualmente abriga las oficinas del Archivo Histórico General
del Estado de Sinaloa.

238 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


El asesinato del gobernador Rodolfo T. Loaiza el 22 de febrero de
1944, en el patio Andaluz del hotel Belmar en plenas festividades del
carnaval de Mazatlán, sorprendió a Pablo Macías Valenzuela en el
inicio de su campaña preelectoral para sucederlo. Con la muerte del
gobernante, terminaron las posibilidades de José María Dávila, pero
no las intrigas en contra de Macías. (Figueroa, 1996: 171)
La tragedia desbordó los ánimos del grupo político af ín a Loai-
za, que intentó a toda costa implicar a Macías en el asesinato, enrare-
ciendo el ambiente en la capital del país con la intención de que uno
de los ya mencionados aspirantes sustituyera a Macías como candi-
dato. Ya siendo este último gobernador, el grupo volvió a la carga, in-
tentando defenestrarlo a través de artimañas.

Campaña electoral

Pablo Macías Valenzuela era un militar conocido y reconocido por


los sinaloenses. Su campaña política por la gubernatura de Sinaloa
sin duda fue para cumplir con el requisito que la ley le imponía; ade-
más, con la muerte del coronel Loaiza ya no tuvo oponente.
Macías arrancó su campaña en Estación Sufragio, en San Blas, sin-
dicatura de El Fuerte, municipio que lo vio nacer. Tuvo dos oradores de
lujo en su equipo: el profesor Enrique Félix Castro y el joven Manuel
Lazcano Ochoa. Era candidato único al gobierno del estado y des-
pués de una campaña popular protestó y tomó posesión del cargo de
Gobernador Constitucional de Sinaloa, que le entregó el gobernador
sustituto, Teodoro el Mayo Cruz, el 1 de enero de 1945. Con su arribo
llegó a la primera magistratura estatal un auténtico hijo de campesinos
que lucía con dignidad y gallardía el águila y los laureles de general de
división del Ejército mexicano. (Lazcano, 1992: 201)
Pablo E. Macías Valenzuela fue el último gobernador electo por la
antigua ley electoral de 1918 que, de acuerdo con Rigoberto Ocampo
Alcántar en El sistema político mexicano, mientras dejaba en manos
de las autoridades municipales y estatales la organización y vigilancia

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 239


de las elecciones, la de enero de 1946 colocaba todo el proceso elec-
toral en manos de la autoridad federal. (Higuera, 2011: 174)

Obra de gobierno

Don Pablo Macías Valenzuela fue un militar valiente, de carácter


fuerte y de gran utilidad en las responsabilidades y comisiones que
recibió; fue sensible a los problemas de sus subalternos y a los de su
estado, al que gobernó asesorado por hombres preparados y com-
prometidos con el desarrollo político y social.
Si como soldado se distinguió por su valor personal, su disciplina
y su lealtad a sus jefes y a las instituciones, como gobernador sus ideas
políticas fueron acciones prácticas y sus metas cumplidas: honradez
en el manejo de la tesorería, tranquilidad pública, más educación,
mejor ocupación y vida digna. Manejó de manera honesta el erario
estatal.
Había gobernado a la tierra que lo vio nacer entre 1945 y 1950 con
mano dura, pero jamás dejó de cumplir su responsabilidad; fue un
hombre honesto y su fino humor lo acompañó hasta el final de sus
días. Llevó a cabo un buen gobierno, destacando el énfasis en el ám-
bito educativo, donde su impronta quedó en las escuelas que se cons-
truyeron para bien de la niñez y de la juventud sinaloense, récord ja-
más superado por ningún gobierno.

El sembrador de escuelas

Enrique Félix Castro, director de Educación en la administración de


Macías, al presentarlo en una de las concentraciones populares lo ca-
lificó como el Sembrador de Escuelas, refiriéndose a la orden que le
giró al empezar su gobierno: «Impulsar la educación en todos los lu-
gares donde hiciera falta y la gente lo reclamara». (Macías, 1945)
Al rendir su primer informe de gobierno, el gobernador Macías
expresó en esta materia:

240 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Al hacerme cargo del poder Ejecutivo, el sistema educativo de
nuestra entidad estaba sujeto a normas que se significaban por una
nota dominante de empirismo y a procedimientos rechazados des-
de el punto de vista de la ciencia de la educación. En esa virtud, el
primer esfuerzo de la actual administración consistió en formular
una Ley Orgánica que tiene por mira principal asegurar las bases
científicas del proceso educativo de Sinaloa. La Ley Orgánica fue
votada por esta honorable Cámara el 12 de enero del presente año
y puesta en vigor el 18 del mismo mes. (Macías, 1945)

El mencionado ordenamiento comprende disposiciones genera-


les que estipulan la función social que corresponde al Estado en el
sentido de impartir la educación como servicio público en todos sus
tipos y grados; determina también que será socialista en los térmi-
nos especificados en el artículo 3° de la Constitución General de la
República y en el artículo 90° de la Constitución Política local, es-
pecificando la facultad del Estado para controlar todos los tipos de
enseñanza y asegurando el derecho que tienen todos los habitantes
de Sinaloa en materia de educación. Comprende igualmente obli-
gaciones y atribuciones del Estado, finalidades de la educación, re-
ferencias sobre la enseñanza en cuanto es obligatoria y gratuita, cla-
sificación de establecimientos educativos, características del sistema
educativo estatal, señales y funcionamiento de la educación preescolar,
de primaria, secundaria, vocacional o de bachilleres, extra-escolar, de
la investigación científica, de las escuelas de preparación especial, de
cooperativas escolares, de cooperación de ayuntamientos, del con-
trol, administración y vigilancia de la educación, del personal docen-
te y garantías, recompensas y sanciones. (Macías, 1945)
La educación del pueblo sinaloense fue una de sus prioridades.
Mejoró los salarios y otras percepciones de los maestros, se preocupó
por que estos tuvieran un seguro de vida y creó nuevas plazas; abun-
daron las carpinterías para la construcción de mobiliario, se compra-
ron miles de libros para apoyar la labor de los maestros e impulsó la
obra alfabetizadora emprendida por el secretario de Educación Pú-
blica federal, Jaime Torres Bodet; en 1946 ordenó que lo recaudado

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 241


en el carnaval de Mazatlán fuera destinado para apoyar la campaña
de alfabetización; dignificó el trato a los maestros y no hubo un solo
municipio donde no construyera o rehabilitara escuelas o se crearan
nuevas plazas y se adjudicaran parcelas escolares.

Siempre al filo de la navaja

Muchas fueron las vicisitudes que tuvo que enfrentar Pablo Macías,
primero como aspirante al gobierno de Sinaloa, en más de una oca-
sión con la oposición del propio gobernador Rodolfo T. Loaiza y des-
pués con el proditorio asesinato de éste. Tanto el Correo de Occiden-
te de José C. Valadés, editado en el puerto, como El Regional, de Luis
G. Rico, en Culiacán, lo señalaron insistentemente como su autor in-
telectual, acusaciones que tuvieron eco en la capital del país. (Paliza,
1990: 203)
Para defenderse, fueron determinantes la sapiencia y la honesti-
dad de los jueces de Primera Instancia de los distritos judiciales de
Mazatlán y Concordia, Francisco Astorga Berumen y Alberto Sán-
chez González, quienes reclamaron la competencia del fuero común
ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, entablando una con-
troversia técnico-jurídica con el juez cuarto militar de la ciudad de
México, que terminó con el fallo del más alto tribunal del país to-
mado en pleno y por unanimidad de votos, reconociendo en primer
término la competencia reclamada por Alberto Sánchez González
(Lazcano, 1992), quien llegó a magistrado y magistrado presidente
del Supremo Tribunal del Justicia del Estado de Sinaloa.
En lo álgido de esta campaña, hizo espectacular arribo a Culiacán
el procurador general de justicia de la República, Francisco González
de la Vega, acompañado de personal de la Procuraduría y de numero-
sos agentes. Un hecho que quedó para la historia fue que Macías ni
fue a recibirlo al aeropuerto ni envió representantes, y cuando se le
informó que el procurador lo esperaba en el hotel El Mayo, donde se
hospedaba, contestó: «¡El gobernador de Sinaloa está en su despacho
de Palacio de Gobierno para atenderlo!» Y ahí acudió el procurador

242 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


(Figueroa, 1996: 174). Esa actitud da cuenta de la valentía de Macías
Valenzuela, quien sustentaba en el derecho el respeto no sólo para él,
sino para la soberanía del estado que gobernaba.
En referencia a estos penosos acontecimientos, Manuel Lazcano
Ochoa señaló que:

José María Dávila, que a la sazón se encontraba como embajador


de México en Brasil, había sido el delfín de Loaiza para relevar-
lo, pero don Pablo fue el elegido por Ávila Camacho, y Rodolfo
y Dávila creyeron en vano que podrían contra la decisión presi-
dencial. Sin embargo, después de la toma de protesta del nuevo
gobernador, la campaña de ataques no amainó de parte de los
periódicos en mención, azuzados por el grupo del exgobernador
Loaiza, tercos en su afán de llevar al poder del estado a don José
María Dávila.
Los directivos y reporteros que firmaban las notas en contra
de don Pablo, de manera recurrente eran encarcelados, pero li-
bres de nuevo volvían a las andadas. Pero todo tiene un principio
y un fin, en una fecha inolvidable para el periodista Antonio Pine-
da —Toñico—, firmó una nota en la que decía que a Sinaloa lo go-
bernaba un asesino y al lado de la misma, en primera plana, una
foto trucada, donde aparecía Macías Valenzuela asido a la reja de
una celda. (Figueroa, 1996: 178)

El reportero fue llevado a la presencia del gobernador, quien ya


lo esperaba:

—¡Ya basta, pendejo! —le dijo enfurecido—. ¿Qué no se da cuen-


ta de que usted es un instrumento de esos políticos cabrones?
¡Pero esto ya llegó a su fin! ¡Se va del estado! ¿Para dónde quieres
viajar, cabrón? ¿Para el norte, para el sur o para abajo? —advirtió
el gobernador al azorado cuanto intimidado reportero, a quien le
cargaron la autoría de tanta información escandalosa, considera-
da como calumniosa. (Paliza, 1990: 204)

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 243


De ahí salió Toñico convencido de que lo mejor que podría hacer
era poner tierra de por medio y no estar debajo de la misma, por lo
que era aconsejable aceptar la amable sugerencia de Macías Valen-
zuela. (Figueroa, 1996: 178)
Al salir del despacho del gobernador, Antonio Pineda Gutiérrez
informó a Luis G. Rico, director del periódico, lo que había sucedido.
Éste a su vez le contestó que no pasaría nada, que no tuviera miedo.
Pero Pineda esa noche abordó el Ferrocarril Sud-Pacífico, escolta-
do por la judicial hasta los límites con Nayarit, rumbo a la capital del
país, donde encontró a su exjefe, Luis G. Rico, quien vía aérea había
llegado a solicitud del gobernador Pablo Macías Valenzuela.
Cansado de tanta infamia revestida de libertad de prensa desple-
gada en los periódicos mencionados, el gobernador maniobró para ce-
rrar El Regional, en Culiacán y El Correo de Occidente, en Mazatlán, a
través de huelgas prefabricadas por el Sindicato de Artes Gráficas de
Sinaloa, con el pretexto de la negativa de aumento a los obreros y ma-
yores prestaciones. Había sido una campaña despiadada para tumbar
a Macías Valenzuela. Desde su contienda electoral y después al princi-
pio de su administración, diariamente aparecieron a grandes titulares
incisivos artículos y notas contra el militar fuertense (Figueroa, 1996:
178). Justamente cuando las cosas se pusieron candentes para el jefe del
Ejecutivo de Sinaloa, la policía militar arribó a Sinaloa con intención
de intimidarlo y llevarlo preso a México, pero cejaron en su intento al
ver que el gobernador Macías gozaba de simpatías en amplios sectores
sociales de Sinaloa que lo protegieron con las armas. Sin embargo, el
que sí fue aprehendido fue su jefe de ayudantes, Jesús Vázquez Cas-
tillo, quien fue consignado al Juzgado Cuarto del Fuero Militar en la
ciudad de México. Macías Valenzuela fue citado de manera por de-
más arbitraria para rendir su testimonio, pasando por encima de su
fuero constitucional como gobernador, pero bien asesorado por Ma-
nuel Lazcano Ochoa, quien fungía como procurador general de Jus-
ticia en su gobierno, no se presentó a la cita.
Ante este estado de cosas, con fino olfato se dio cuenta por dón-
de iba el asunto y reaccionó defendiéndose de aquello en lo que se
le quiso involucrar. Asesorado por sus más cercanos colaboradores

244 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


solicitó una audiencia al Presidente y protegido por un fuerte grupo
de obreros de Culiacán, Eldorado y Los Mochis, armados de rifles y
pistolas, salió a México a bordo del ferrocarril para entrevistarse con
Manuel Ávila Camacho.
En el trayecto, Macías Valenzuela fue informado por el gobernador
de Jalisco, Jesús González Gallo, que se había dispuesto una partida
militar en la estación de Guadalajara con la intención de aprehenderlo,
por lo que el gobernador de Sinaloa bajó del tren en Tequila y siguió su
camino a la capital del país en automóvil. (Figueroa, 1996: 178)
La idea era mostrarle al presidente de la República de manera
personal las evidencias de la bajeza con que se manejaba el grupo se-
guidor del desaparecido Loaiza. Ávila Camacho quedó plenamente
convencido de que el gobernador había sido ajeno al artero asesinato
del coronel, por lo que dio órdenes tajantes al secretario de Goberna-
ción —Miguel Alemán— para que interviniera, cesara la campaña de
desprestigio y lo dejaran gobernar.
Días previos a la visita del gobernador Macías al presidente Ávila
Camacho se había convocado a una conferencia de prensa en la ca-
pital del país, preparando todo un escenario de escándalo nacional
para que Ávila Camacho actuara en contra de Pablo Macías. Allí es-
tarían los directores de El Correo de Occidente y El Regional, amén
de la prensa nacional; todos estos medios se prestaron para mon-
tar aquella farsa para denunciar la supuesta autoría intelectual de la
muerte del coronel Loaiza.
Fue público y notorio que los enemigos de Macías no perdieron
oportunidad para denostarlo, pues luego lo culparon de ser el jefe
del narcotráfico en Sinaloa, vileza que tampoco prosperó. (Figueroa,
1996: 174)

Conclusiones

Por decreto del Ejecutivo estatal, el 18 de abril de 1947, después de una


inteligente intervención del equipo de trabajo liderado por Enrique
Félix Castro, se fundó la Escuela Normal de Sinaloa, valiosa aportación

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 245


al desarrollo educativo de nuestra entidad, con una fuerte influencia en
los campos de la cultura, la economía y la política del estado.
Después de un exhaustivo programa de trabajo, se concluyó la
construcción de la presa Sanalona, que fue inaugurada el 1 de abril
por el presidente Miguel Alemán, iniciando el despegue de la agricul-
tura moderna en el valle de Culiacán con la irrigación de una exten-
sión cercana a las cien mil hectáreas en dos ciclos agrícolas por año.
Dada su responsabilidad en el desempeño de sus comisiones, Ma-
cías ocupó la comandancia de la Región Militar del Pacífico y, poco
después de concluir su mandato como gobernador, fue designado co-
mandante de la Primera Zona Militar en la capital del país; también
fue director de Pensiones Militares y dirigió el Banco del Ejército. Ya
retirado de la vida pública, el Senado de la República le entregó la
Medalla al Mérito Cívico y Revolucionario «Belisario Domínguez»,
honor que sólo comparte con dos sinaloenses: el general Ramón F.
Iturbe y el ingeniero Juan de Dios Bátiz Paredes.

Numeralia

• Durante su gobierno se crearon 268 escuelas.


• Entregó con un superávit de 1 411 147.56 pesos, que contrasta con
los 7 090.89 pesos que encontró como existencia en la caja de la
Tesorería General del gobierno. (Figueroa, 1996: 75)

r
Bibliografía

ΕΕ Cervantes Leyva, Miguel Ángel (2012). 250 semblanzas, 2da. edi-


ción. Culiacán: Creativos 7Editorial.

246 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


ΕΕ Figueroa Díaz, José María (1996). Los gobernadores de Sinaloa,
1831-1996, 4ta. edición. Culiacán: Once Ríos.
ΕΕ Folleto histórico Sinaloenses en campaña.
ΕΕ Higuera López, Francisco (2011). La historia del PRI en Sinaloa
(1920-2000). Culiacán: Once Ríos.
ΕΕ Lazcano Ochoa, Manuel. «El Fuerte», en Presagio, núm. 3, Culiacán.
ΕΕ ________ (1992). Una vida en la vida sinaloense. Culiacán: Universidad
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ΕΕ Macías Valenzuela, Pablo. Primer Informe de Gobierno, Congre-
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ΕΕ Paliza Félix, Alfonso L. (1990). Postales amarillentas. Culiacán:
Colegio de Bachilleres de Sinaloa.
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zuela, un soldado de la patria», en 18 Encuentros con la Historia, t. i. El
Fuerte: Once Ríos.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 247


Saúl Aguilar Pico
La ética ante todo

Saúl Aguilar Bernal

Saúl Aguilar Pico, hijo del general José Aguilar Barraza y Natividad
Pico, nació circunstancialmente en Mazatlán en el año de 1907. Ter-
minó sus estudios de licenciado en Derecho en la Facultad de Dere-
cho en la Universidad Nacional Autónoma de México, presentando
su tesis de licenciatura con el tema «El certificado prenupcial» en
1933, y ese mismo año, ubicado en Sinaloa —específicamente en Co-
salá—, empezó su carrera en el poder judicial como juez de Primera
Instancia el 13 de diciembre a los 26 años de edad. Por diversas cir-
cunstancias emigró a La Paz, Baja California, para habilitarse como
representante social el 13 de julio de 1937.
Impartir justicia según los cánones de ética y de la enseñanza reci-
bida en las aulas universitarias definieron su formación como funcio-
nario del Poder Judicial: así protegió a campesinos de los abusos de los
grandes propietarios y de las irracionales conductas de funcionarios mu-
nicipales contra sus subalternos. Otros casos de pretendidos sobornos
y conductas inapropiadas de residentes extranjeros lo hicieron respon-
der con entereza y dignidad, según muestran las anécdotas documen-
tadas por Enrique Ruiz Alba en entrevistas del año de 1977.
En 1941, en compañía del general Francisco J. Mújica, gobernador
de Baja California, escuchó la declaratoria de guerra de México pro-
nunciada por el presidente de la República, Manuel Ávila Camacho,

249
contra los países que formaron el Eje Berlín-Roma-Tokio. Al término
de la alocución presidencial, el licenciado Aguilar Pico se levantó y
espontáneamente expresó:
«Como mexicano estoy a las órdenes de mi patria y le ofrezco mis
servicios desde este momento.»
Este suceso de espontaneidad patriótica fue resaltado por Mújica
ante la Secretaría de la Defensa Nacional, y a partir de ahí fue coman-
dante de la Primera Compañía de Conscriptos Voluntarios y asesor
jurídico de la autoridad militar de ese territorio.
Derivado también de aquella espontánea manifestación recibió
una presea y un diploma en 1942, en La Paz, B. C., firmado por el co-
mandante de la Tercera Zona Militar, general Francisco J. Mújica,
por ser el primer ciudadano en ofrecer sus servicios para combatir en
el frente de guerra y capacitarse para ello.
Permaneció en Baja California Sur hasta el 31 de diciembre de
1943, cuando fue llamado por Pablo Macías Valenzuela para encar-
garse de su campaña política y participar como candidato a diputado
local por Cosalá y Elota. Logrado el triunfo, Macías Valenzuela asu-
mió al poder el 15 de septiembre de 1944 y Saúl Aguilar Pico, como
presidente del Congreso, le tomó la protesta de ley.
En esta gestión propuso la instauración de la pena de muerte, de
lo cual se derivó una encendida discusión, y al pronunciarse el dic-
tamen de dicho proyecto el titular de la Comisión de Puntos Consti-
tucionales y Gobernación, Clemente Vizcarra Franco, sufrió una re-
pentina indisposición, por lo que a él, como vicepresidente, le tocó
darlo a conocer. Se anotaron para argumentar en contra de dicho
proyecto los diputados Francisco Rivera, Miguel Navarro Franco,
Adelaido Medina y Guillermo Ruiz Gómez. (Ruiz, 1977)
Los argumentos de los diputados se fueron sucediendo uno a uno
y fue Francisco Rivera el que se opuso con más denuedo, hasta que en
supuesta posición de vengar una violación en una de sus hijas, rindió
sus armas ante el argumento de que el Estado haría justicia en este
sentido. La iniciativa fue aprobada con los votos en contra de los di-
putados que se anotaron para objetarla.

250 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Aguilar Pico destacó que en la gestión del general Pablo Macías
Valenzuela, se aplicó un Plan Campesino, consistente en una intensa
gestión de los representantes populares ante las instancias del Ejecu-
tivo y las empresas para lograr la construcción de obras demandadas
por la comunidad. Así se construyeron las escuelas que tanto impac-
to causaron en su tiempo, y por esta disposición el gobernador fue
llamado El Sembrador de Escuelas. Fue la gestión de los representan-
tes populares la que abonó en este sentido. «El diputado trabajaba y
creaba confianza entre los habitantes, de ahí que siempre hubiera res-
puesta a las promociones», expresó Aguilar Pico en 1977. (Ruiz, 1977)
Concluida su gestión como diputado el 14 de septiembre de 1947,
al día siguiente protestó como magistrado segundo del Supremo Tri-
bunal de Justicia del Estado de Sinaloa; con dos meses y quince días
en funciones de magistrado fue nombrado secretario general de Go-
bierno, donde se desempeñó por espacio de casi tres años, y cuando
Macías Valenzuela pidió permiso para ausentarse por una operación
en la vesícula en Santa Bárbara, California, EE. UU., el Congreso lo
nombró gobernador provisional por 16 días. En ese fugaz lapso, ha-
bilitó la alberca del entonces llamado Parque Revolución, al que dotó
de juegos mecánicos junto con el parque de la colonia Tierra Blanca,
además de establecer contacto directo con los campesinos.
En 1950 regresó al Supremo Tribunal de Justicia como magistra-
do tercero, y cuando su hermano, el Dr. Rigoberto Aguilar Pico, lle-
gó a la gubernatura como sustituto de Enrique Pérez Arce, renunció
como presidente del Supremo Tribunal de Justicia para evitar que la
jefatura de dos poderes estuvieran en poder de dos hermanos. Des-
pués tuvo varias oportunidades de escalar puestos políticos, los cua-
les rechazó hasta que se retiró de la judicatura en 1977.
Se sintió orgulloso de haber aplicado su tesis de «No hay mejor
apelación que la que no se interpone, ni mejor agravio que el que no
se expresa, cuando se trata de la condena o de la libertad de un proce-
sado», tesis aplicada en dos casos antes de retirarse y que ya es parte
del Supremo Tribunal de Justicia de la Nación. (Ibíd.)

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 251


r
Bibliografía

ΕΕ Ruiz Alba, Enrique (1977). Entrevista a Saúl Aguilar Pico, publicada


en El Sol de Sinaloa, Culiacán.

252 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Enrique Pérez Arce Santos
El poeta que gobernó Sinaloa

Alicia Montaño Villalobos

Gobernador de Sinaloa electo para el sexenio 1951-1956, Enrique Pérez


Arce fue originario de El Rosario, ciudad en la que vio la luz primera
el 18 de enero de 1889.
Durante muchos años El Rosario fue venero de plata y oro, de
donde salieron familias de gran fortuna que el destino destrozó o
alumbró con la brillantez de su cultura; sólo el carácter festivo, amis-
toso, dicharachero y alegre de sus habitantes se quedó para siempre.
Vicente Valadés, el oficial del registro civil de esta ciudad de ori-
gen virreinal, única en el noroeste de México por su trazo y por el
templo de Nuestra Señora del Rosario con su retablo sin par, registró
a este niño el 18 de enero del 89 del siglo XIX, el cual fue presentado por
su padres —Daniel Pérez Arce, originario de Guadalajara, y Laura San-
tos, nacida en la ciudad de Culiacán—, firmando como testigos los
señores Bonifacio Ocaranza y Juan Balcázar; sus padres procrearon
además a Carlos y María, gran benefactora de las personas humildes.
Su padre se avecindó en El Rosario para ejercer su profesión.
Contaba con una formación humanista, aparte de tener inclinacio-
nes de bardo, facultad que heredó a su hijo. Daniel llegó a querer tan-
to a su pueblo adoptivo que le dedicó sentidos y hermosos poemas.
Enrique Pérez Arce, jurista, poeta, tribuno, educador, político,
periodista y escritor, sumó los atributos suficientes para ser uno de

253
las mentes más consistentes que dio El Rosario en beneficio de la cul-
tura de Sinaloa y de México. En plenitud de sus facultades, fue consi-
derado un verdadero intelectual por su vasta preparación; eso le valió
para encontrar un espacio en la historia de su pueblo.
Vivió muchos años en Guadalajara, tierra de su padre, donde es-
tudió la secundaria y la preparatoria; la carrera de licenciado en Dere-
cho la realizó en la Universidad Nacional Autónoma de México; en su
juventud se adhirió a la Revolución mexicana, después fue rector del
Colegio Civil Rosales y diputado local y en la tarea de impartición de
justicia fue magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de
Sinaloa y magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La inspiración de Pérez Arce como escritor hizo que su obra lle-
gara a los sentimientos de quienes lo leían, pues en sus escritos y poe-
mas dibujaba los grandes recuerdos del México de antaño, de sus pai-
sajes, de sus costumbres, de las historias de hombres y mujeres que
permitieron comprender a su tierra y adivinar su futuro.
Su obra poética quedó plasmada en su libro Colores de México,
editado en la ciudad de México en diciembre de 1945 y que recoge 30
poemas. En abril del 2008 se realizó la segunda edición, con un tiraje
de 750 ejemplares. En ese libro sobresale «La Tambora», considerado
patrimonio cultural de los sinaloenses. El propio Pérez Arce (2008:
11) escribió:

Me apresuro a publicar este libro temiendo que la segunda mitad


del siglo lo recoja como una colección de curiosidades espiritua-
les mexicanas de antes de la guerra, yo bendigo el progreso que
es movimiento constante y transformación continua, pero creo
que su marcha destruye irreparablemente muchas cosas amadas
y bellas cuyo valor no apreciamos hasta que las perdemos para
siempre. Minuto a minuto las almas y las ideas, las costumbres y
los paisajes van cambiando, y lo que ahora es espléndida realidad,
mañana será sólo recuerdo.

Enrique Pérez Arce regresó a gobernar su estado ya casado con


Lolita Jiménez y con sus hijos Daniel y Enrique, inspirado en la cul-

254 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


tura que le inculcó el trato con los intelectuales de la época. Los sina-
loenses lo admiraron, quisieron y recibieron con gran regocijo al son
de la tambora.
Conocí a Enrique Pérez Arce en casa de mi abuelo en Culiacán,
por la calle Hidalgo 59 poniente. Esta casa, situada entre las avenidas
Rubí y Morelos, era propiedad de las hermanas Ernestina y Aurelia
García Penne, y ahí se ubicaba la Botica Continental de su propiedad.
A esa casa llegaban de visita los políticos de la época amigos de mi
abuelo, entre ellos Pérez Arce.
Mi abuelo me enseñó el poema «La tambora» y me subía en una
silla a que lo declamara para que me escuchara el autor. Fuera de cir-
cunstancias como ésa, en esas reuniones los niños no estábamos pre-
sentes, pero de alguna manera oíamos que era el término del man-
dato del gobernador Pablo Macías Valenzuela, pláticas que en ese
tiempo no alcanzaba a comprender pero que al paso de los años en-
tendí y pude darme cuenta que en Sinaloa había dos corrientes polí-
ticas de donde podría salir el próximo gobernador: una que lideraba
Enrique Riveros y la otra que simpatizaba con Fausto Antonio Marín.
Cuentan los que han investigado estas historias que el general Pa-
blo Macías Valenzuela fue citado en la Secretaría de Gobernación, en
donde se presentó con una lista de prospectos para la gubernatura de
Sinaloa, entre los que figuraban Enrique Riveros, Fausto A. Marín,
José María Dávila, Raúl Cervantes Ahumada, Francisco Rivera Rojo
y Arturo Acuña, entre otros. Ese mismo día fue recibido en Los Pi-
nos por el Presidente de la República y después de los saludos de ri-
gor se trató el tema de la sucesión, mostrándole la lista que llevaba,
diciéndole:
—Éstos son, señor Presidente, los sinaloenses más destacados
que aspiran al gobierno de Sinaloa. Usted ordene.
La hoja fue leída con rapidez por Alemán y le dijo:
—Son muy buenos todos, señor gobernador, pero lamentablemen-
te no veo a otro distinguido sinaloense, el licenciado Enrique Pérez
Arce. (Figueroa, 1996: 180)
Y le pidió que fuera a la casa de éste, lo saludara en su nombre y
dijera que sus paisanos también deseaban que figurara en la lista.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 255


El gobernador de Sinaloa salió de Los Pinos directamente a casa
de Pérez Arce, convencido de que el poeta rosarense era el elegido,
acompañado de Fausto A. Marín, Armando Molina Trujillo, Samuel
C. Castro, Antonio Wadgymar, Manuel Sarmiento y Othón Herrera
y Cairo, pero en esos momentos Pérez Arce no estaba en su domici-
lio, pues se había trasladado a Guadalajara; a los pocos días Macías lo
buscó y lo encontró atareado escribiendo un poema dedicado a Tla-
quepaque, su segunda tierra.
El militar fuertense le transmitió el saludo del Presidente y las
pretensiones de varios sinaloenses que podían aspirar a sucederlo,
entre los que se encontraba el propio Pérez Arce, lo que era una men-
tira, pues su nombre nunca figuró en los planes de Macías Valenzue-
la. Pérez Arce le agradeció la visita diciéndole que era un honor muy
grande el que sus paisanos pensaran en él para la gubernatura, que
tenía tiempo sin recorrer Sinaloa, pero que de ninguna manera se
sentía desligado, porque cada vez que podía visitaba su pueblo natal:
la hermosa ciudad asilo de El Rosario.
En el mes de diciembre de 1949 se dio a conocer la candidatura
de Enrique Pérez Arce. La campaña se inició en los primeros días
del mes de enero de 1950 en su natal El Rosario, y en el recorrido lo
acompañaron Carlos Careaga, Manuel Páez y Antonio Pérez Ortega;
representantes de dependencias federales de ese tiempo, como Ar-
turo Acuña y Manuel Herrera y Cairo, así como el hermano de éste,
Othón Herrera y Cairo, diputado federal que coordinó la campaña
en el sur del estado; además de Gonzalo Armienta Calderón, quien
fungía como encargado de egresos de la gira, y el mayor Renato Vega
Amador, responsable de la seguridad personal del candidato.
La campaña se enriqueció con oradores como el rosarense Joa-
quín Noris Saldaña, J. Concepción Chón Carrillo y Reynaldo Villa-
lobos, mi abuelo. Los periodistas que cubrieron los pormenores de
la gira fueron Gustavo D. Cañedo, Manuel Ferreiro y Ferreiro, Ra-
fael Rodríguez Rábago, Porfirio C. Avena, Ramón Martínez Montes,
Carlos Hubbard y José María Figueroa, quien fungía como secretario
taquígrafo de Pérez Arce. En esta campaña hizo sus pininos como

256 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


cantante Lola Beltrán, convertida después en la reina de la canción
ranchera y orgullo de Sinaloa.

Primer desencanto

El día que protestó como candidato a gobernador, Pérez Arce dio


muestras claras de que estaba perdiendo lucidez. En esa ocasión no
pudo recordar el nombre del presidente del Comité Ejecutivo Nacio-
nal del PRI, Rodolfo Sánchez Taboada, y en esa incómoda situación
fue su amigo Manuel Aguilar quien lo sacó del atolladero. Muy mal
le fue en su debut, y sus momentos de amnesia siguieron siendo no-
torios en la campaña.
Enrique Pérez Arce, sin ningún contrincante al frente, fue elec-
to Gobernador Constitucional de Sinaloa para el sexenio 1951-1956
ya en el crepúsculo de su vida: la tarde se había vuelto noche para
el que en otro tiempo fuese una de las inteligencias más lúcidas de
nuestro estado.
Su claridad mental tantas veces demostrada en su obra poética,
en las tribunas oratorias y en los foros jurídicos, era un triste esque-
leto de su brillante pasado. La terrible amnesia, aunada a su visible
senilidad eran pesados fardos que cargaba sobre la espalda el bardo
rosarense. En la ceremonia de cambio de poderes, el público —y so-
bre todo los más allegados— se quedó atónito porque el nuevo go-
bernante sufrió un lapsus mental al olvidar el nombre de quien en
ese entonces fungía como secretario de Recursos Hidráulicos, Adolfo
Oribe de Alba, que asistía en calidad de representante del Ejecutivo
federal. Uno de los miembros de su gabinete —estaban presentes, en-
tre otros, el secretario general de Gobierno, Alberto Sánchez Gonzá-
lez; el oficial mayor, Clemente Vizcarra; el oficial primero, Julio An-
drade y Canto, y el procurador y subprocurador de Justicia, Román
R. Millán y Gonzalo Armienta Calderón— le sopló el nombre y logró
salir de la vergonzosa situación.
La designación del tesorero general, Filiberto Leandro Quintero,
fue muy comentada: fue una propuesta de la Cámara de Comercio de

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 257


Los Mochis, y al presentarlo Pérez Arce expresó: «Quiero informar-
les que he nombrado tesorero al ingeniero Filiberto Leandro Quintero,
a quien apenas tengo el gusto de conocer». (Ibíd., 186)
Los sinaloenses supieron que años atrás Pérez Arce había sufrido
un accidente automovilístico que estuvo a punto de costarle la vida,
que fue sometido a una delicada operación en la cabeza cuyas huellas
eran notorias entre su pelo completamente blanco y que esto originó
sus posteriores y frecuentes pérdidas de la memoria.
En sus únicos dos informes ante la XL Legislatura del Congreso
del Estado de Sinaloa en 1951 y 1952, habló de la responsabilidad ad-
quirida, el optimismo de dirigir la administración de un pueblo con-
solidado en la cultura del trabajo, de la colaboración con su gobier-
no en el momento histórico que vivía y del orgullo de participar en la
construcción y el desarrollo económico de los sinaloenses.
Inició su informe hablando de la situación que guardaba en ese
tiempo el Departamento de Gobernación, considerando como deber
primordial hacer efectivo el orden legal sobre el que descansa la se-
guridad de la vida, velando por que sus actos y los de sus subalternos
emanaran de las leyes vigentes y del espíritu jurídico de la legislación
de la vida colectiva, afirmando que su gobierno tributaba obediencia
plena a la Constitución general de la República y en particular a la
del estado de Sinaloa, garantizando todos los derechos individuales
de que gozaban los ciudadanos. Informó de las cordiales relaciones
con los tres poderes, destacando la visita que hiciera a Sinaloa el pre-
sidente de la República, Miguel Alemán Valdez, acompañado de la
mayor parte de su gabinete; en esta memorable visita inauguró obras
portuarias muy importantes en Mazatlán, el aeropuerto y, simbólica-
mente, el camino ferroviario Mazatlán-Durango. En Culiacán inau-
guró las obras de la presa derivadora y el sistema de canales que rie-
gan el valle en la margen izquierda del río Culiacán. En esa ocasión,
el presidente hizo en Los Mochis la promesa formal de construir la
maravillosa presa de El Mahone.
En ambos informes declaró que su gobierno veló por la correcta
aplicación de las distintas leyes federales como la forestal, la de salu-
bridad y asistencia y la que rige la campaña contra los estupefacientes

258 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


y demás delitos derivados de éstos. Habló también sobre la reunión
de presidentes municipales con el objeto de tomar medidas para evi-
tar el alza inmoderada de precios de los artículos de primera necesi-
dad, nombrándose en cada municipio comités de vigilancia y en Cu-
liacán una junta de control de precios.
El mantenimiento del puente de El Limoncito, el reglamento de
la Escuela Normal de Sinaloa, la creación de la Asociación Sinaloen-
se Pro-Infancia, la Ley Orgánica del Tribunal para Menores, la lucha
contra la producción y el tráfico de enervantes, la disminución de los
delitos cometidos en todo el estado y del trabajo desempeñado por
el consejo de notarios, fueron expuestos a la opinión de la soberanía
sinaloense.
En cuanto a las labores del Departamento de Promoción Social, se
promovió el incremento económico de Sinaloa, impulsando a la ini-
ciativa privada para que canalizara sus energías en la explotación de
los recursos naturales; se pugnó por que el maíz no saliera de nuestra
frontera y el excedente se distribuyera en los municipios que tenían
escasez de este cereal, y dio a conocer la apertura en Culiacán de la
tienda popular en la que se expendieron maíz y otros alimentos bá-
sicos a precios bajos, dentro del programa de trabajo de la Dirección
de Alimentación Popular.
En la Penitenciaría del estado se aplicó un trato humano, aunque
sin olvidar la severidad necesaria, y se trabajó en programas de pre-
vención de la criminalidad y de regeneración y adaptación a la vida
social de los internos. Se llevó a cabo además un programa de sanea-
miento, desinfección y reparación de las instalaciones de los servi-
cios de agua, sanitarios y líneas de energía eléctrica, atención médica,
medicamentos y alimentación diaria.
Pérez Arce destacó el incremento de visitantes del interior de la
República y de Estados Unidos, sobre todo a las playas de Mazatlán,
cuyos hoteles y casas de huéspedes eran insuficientes para atender la
demanda, por lo que convocó a los hombres de empresa a la cons-
trucción de más hoteles en el puerto.
Sobre el tema de los problemas de los pescadores de camarón,
gestionó una audiencia con el Presidente de la República, a quien le

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 259


planteó la situación que enfrentaban las cooperativas formadas por
los pescadores ribereños del sur de Sinaloa, gracias a lo cual se esta-
bleció una sucursal del Banco Nacional de Fomento Cooperativo en
Escuinapa.
El principal esfuerzo del Departamento de Agricultura fue un em-
préstito de dos millones con Nacional Financiera S. A., destinados a
habilitar y refaccionar a los campesinos que sembraban maíz, inte-
grando el Consejo de Crédito Agrícola del gobierno del estado. Estos
créditos favorecieron a un gran número de pequeños agricultores que
hasta esos días no habían visto llegar el apoyo a sus campos, cul-
tivándose así 65 000 hectáreas de maíz que dieron un rendimiento
de 78 000 toneladas de maíz y 60 000 de algodón. Asimismo, en el
Departamento Agrario se tramitaron 10 expedientes instaurados, 14
dictámenes emitidos y 5 mandamientos de dotación de ejidos, que-
dando pendientes 6.
El ramo de educación tuvo una atención preferente, asignándose-
le un presupuesto de 8 725 781 pesos, de los cuales un millón se destinó
a la construcción y reparación de escuelas (Pérez, 1954). Entre los lo-
gros más importantes del gobierno de Pérez Arce en este ámbito pue-
de destacarse que se elevó el sueldo a maestros por la cantidad de 30
pesos mensuales; se realizó una labor cívica y cultural que despertaba
en los niños el sentimiento de amor a la patria y el respeto a sus héroes,
creando un vigoroso concepto de nacionalidad; se fomentó el deporte,
proporcionando ayuda económica al Club Ciclista de Culiacán, la Liga
Municipal de Softbol, la Asociación Estatal de Softbol y la Liga Muni-
cipal de Basquetbol, además de remodelarse las instalaciones del Par-
que Revolución; la Escuela Normal anexa a la Escuela Preparatoria de
Mazatlán se destinó a la capacitación de los maestros de las escuelas
primarias de esa ciudad y el Instituto Federal de Capacitación del Ma-
gisterio continuó impartiendo cursos a maestros que carecían de títu-
lo, los cuales fueron pagados por el gobierno del estado.

En estos informes, Pérez Arce dijo:


Para estimular a los maestros que se preocupan por mejorarse
técnicamente, mi gobierno ha seguido pagando a los que estu-

260 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


dian en las Normales de Culiacán y Mazatlán un sueldo adicional
equivalente a una sexta parte del sueldo y el que corresponde a la
categoría de maestro titulado por cada año de estudio, erogándo-
se la cantidad de 44 245.68 pesos. (Ídem)

Además se siguió proporcionando a los maestros ayuda econó-


mica del patronato de servicio médico.
Pérez Arce reconoció ante el público asistente que uno de los pro-
blemas más apremiantes en el estado era la falta de locales en condi-
ciones favorables para impartir la educación, por lo que ese día hizo
un llamado a la iniciativa privada para que aportara recursos a fin de
llevar a cabo la patriótica cruzada de construir escuelas, aclarando
que «los recursos del gobierno nunca serían suficientes para la solu-
ción de ese problema». (Ídem)
Destacó la colaboración de las comunidades rurales para la cons-
trucción de escuelas como Copales, de Escuinapa, y Escamillas y El
Walamo, de Mazatlán, distinguiendo a sus habitantes por su alta
muestra de civismo.
El Departamento de Comunicaciones y Obras Públicas fue crea-
do el 8 de enero del primer año de gobierno, distribuyendo sus ser-
vicios en tres secciones: planeación y ejecución de obras; planeación
y urbanización y construcción, y conservación de edificios escolares,
con los reglamentos respectivos para su funcionamiento; se ordenó
el fundo legal del puerto de Altata y se diseñó el fraccionamiento de
terrenos colindantes con Aguaruto, a fin de atender las solicitudes
de compra de lotes. También se realizó una revisión de las concesio-
nes de rutas de autotransporte y se concedió un plazo razonable para
que los concesionarios procedieran a arreglar sus documentos.
El departamento, junto al Consejo Municipal de Urbanización, re-
visó y estudió planos y presupuestos presentados y las solicitudes para
acogerse a los beneficios de la Ley de Protección de Fincas Urbanas en
el estado con un valor hasta de 25 000 pesos, además de instruir a los
ayuntamientos a fin de que procedieran a constituir los consejos mu-
nicipales de urbanización.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 261


En el rubro de caminos vecinales, informó del proyecto de activar
su construcción, cumpliendo así con el programa «Ningún Pueblo
sin Agua, sin Caminos, sin Escuela». En este período se arreglaron
los siguientes caminos: Culiacán-Guamúchil-Mocorito, Mocorito-
Cerro Agudo y Agua Verde-Rosario. Paralela a la carretera Rosario-
Estación Agua Verde, se construyó una pista de aterrizaje de mil me-
tros de largo por veinte de ancho.
El Ejecutivo del estado, en cooperación con el gobierno federal,
aportó 134 550 pesos para las líneas telefónicas nacionales de Escui-
napa, Rosario, Mazatlán y Culiacán y se repararon las líneas tendidas
desde Quilá y Oso hasta Choix.
Fue necesario reformar las leyes fiscales vigentes, con el propósi-
to de que la aplicación de los impuestos permitiera captar una mayor
recaudación; se aumentaron los gravámenes sobre la producción de
azúcar y alcohol, sobre bebidas embriagantes, portación de armas
de fuego y un aumento general del 20 % a los demás tributos.
El gobierno estatal y los propietarios de plantas despepitadoras
y molinos de algodón firmaron un convenio por el cual se retiró a
los inspectores de Hacienda de las puertas de los almacenes, com-
prometiéndose los propietarios de dichas empresas a cubrir el im-
puesto que causara el algodón, habiéndose logrado con esa medida
un éxito completo, pues hasta el 31 de julio se logró un control sobre
29 291 274 kilogramos de algodón en hueso y un ingreso de 1 906 964
pesos, esperando recaudar para la siguiente temporada más de tres
millones de pesos, cantidad superior a 1 950 por este concepto.
Por otra parte, se firmó un convenio con la Secretaría de Hacien-
da y Crédito Público, con el fin de coordinar con la federación el co-
bro del impuesto causado por operaciones mercantiles e industriales.
El ingreso registrado del 1 de abril a la fecha arrojó un aumento
de 1 277 419 pesos; también se informó que la Tesorería adquirió un
equipo adresográfico y una máquina contabilizadora y de análisis de
dólares por medio de los cuales se obtendría información oportuna
de las finanzas del estado.
En su período gubernamental se expidió una nueva Ley Catastral,
a propósito de lo cual enfatizó que «Es de hacerse notar que se ha lo-

262 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


grado mantener un sano equilibrio en las relaciones con el contri-
buyente del estado, y los naturales problemas que se han presentado
fueron resueltos con ánimo conciliatorio y con apoyo en la equidad y
la justicia». (Ídem)
En estos años se organizó el laboratorio de criminalística en todo el
estado, aplicando métodos científicos modernos, necesarios para el
archivo de identificación; se creó también el Tribunal para Menores
y destacó la intervención de la Procuraduría en defensa de los intere-
ses legítimos de la colectividad, que ordenó el juicio sucesorio del Dr.
Walterio D. Langford, declarando como heredera de sus bienes a la
beneficencia pública del estado.
El gobernador informó también de la importancia que su gobier-
no le dio a la salud pública, coordinando sus esfuerzos con los del go-
bierno federal por medio de los Servicios Coordinados de Salubridad
y Asistencia, con un programa en los barrios de las ciudades de Ma-
zatlán y Culiacán, proyectando películas encaminadas a orientar al
pueblo en el aspecto sanitario, además de exigir la cloración del agua
que se utilizaba en la fabricación de refrescos y paletas, así como el
agua en garrafones que se vendían en Culiacán, Mazatlán y Los Mo-
chis. En la visita realizada a Sinaloa por el presidente Miguel Alemán,
dotó de equipo e instrumental quirúrgico al Hospital de Mazatlán
con valor de 14 600 pesos. Por sugerencia del gobierno de Pérez Arce
se creó el lactario infantil en Culiacán, a cargo de un comité volun-
tario de asistencia donde se proporcionaron diariamente alimentos a
más de 50 niños; se incrementó el trabajo de las clínicas del campo y
la vacunación contra la viruela, la tosferina y la tifoidea; y se implantó
el rociado de ddt en el interior de las habitaciones con el fin de com-
batir al mosquito Anopheles, vector del paludismo.
Finalmente, destacó la labor del doctor Genaro Salazar Cuéllar,
que desde los años cuarenta venía realizando una investigación cien-
tífica sobre la tuberculosis y la lepra y del aporte que este trabajo
ofreció para la cura de estos padecimientos, partiendo de hemoculti-
vos practicados a enfermos correctamente diagnosticados, en lo cual
colaboraron los doctores Emigdio Flores Sarmiento y Enrique Peña
Gutiérrez.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 263


Conclusiones

Desde la lectura del primer informe, Sinaloa continuó gobernada por


el hombre probo y bueno, pero que debido a sus lagunas de entendi-
miento fue presa fácil de quienes se aprovecharon de su mal y de su
bondad. Su viejo amigo Carlos Careaga se convirtió en el poder tras
el trono.
El 25 de marzo de 1953, Pérez Arce solicitó licencia para separarse
de su cargo; llevaba como gobernante dos años, dos meses y 24 días.
Dos distinguidos políticos —con el tiempo gobernadores del es-
tado— que fungían como diputados, Leopoldo Sánchez Celis y An-
tonio Toledo Corro, secundados por un grupo de diputados locales,
ya tenían tiempo reuniéndose para tratar de terminar con la desqui-
ciante situación que imperaba debido a los olvidos del gobernante.
No fue fácil la empresa, pero ellos luchaban por que la institucionali-
dad volviese al gobierno de la entidad.
La Cámara estaba dividida en los fervientes admiradores del olvi-
dadizo Pérez Arce y los que agitaban la bandera del descontento por
el deplorable estado de cosas, pero que sin mayoría nada podían ha-
cer para llevar a cabo sus propuestas de cambio en el mundo político
del estado.
Sánchez Celis y Toledo Corro atrajeron a los que comulgaron con
la idea de destituir del gobierno a Pérez Arce. Les faltaba un voto para
hacer mayoría. Al fin lograron el apoyo y, en una tormentosa asam-
blea, obtuvieron el acuerdo de deponer a Enrique Pérez Arce. Claro
que para ello contaron con el consentimiento del presidente Adolfo
Ruiz Cortines y de la Secretaría de Gobernación, a quienes ya se les
habían expuesto las irregularidades que se registraban en la conduc-
ción del régimen perezarcista.
Así terminó el gobernador rosarense, el poeta enamorado de su
tierra que nunca dejó de escribir. Se cuenta que cuando llegaron a
notificarle que se le había otorgado la licencia para separarse del car-
go les manifestó que para atenderlos lo esperaran a que terminara
un poema que estaba escribiendo. Al recibir la notificación, se retiró

264 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


a vivir a la ciudad de Tlaquepaque, cuna de sus antepasados, donde
murió en 1963.
Enrique Pérez Arce dejó un legado de gran valía donde resaltan la
honradez de sus actos de gobierno, su irrestricto apego a la ley y la de-
mocracia, la transparencia de sus informes mensuales sobre los gastos
de administración, los recuerdos de su niñez plasmados en poemas
como los dedicados a la vieja parroquia de El Rosario y a la motivante
música de la tambora que, integrados en su exquisita producción poé-
tica, forman parte del patrimonio cultural de los sinaloenses.

Numeralia

• La exportación agrícola implicó una venta de 9 308 821.54 dólares.


• Los préstamos de avío del Banco de Sinaloa alcanzaron la canti-
dad de 806 416.37 pesos.
• El Banco de Sinaloa concedió préstamos directos a agricultores
por la cantidad de 3 318 494.34 pesos.
• La Unión de Crédito Agrícola e Industrial del Río Culiacán se
constituyó con un capital variable de 500 000 pesos.
• La Tesorería del Estado recibió impuestos de producción agrícola
por la cantidad de 875 053.57 pesos.
• Se recaudaron 754 366 pesos, más del 50 % de lo ingresado en 1950
por el embarque de chile y tomate para exportación.
• Se contrataron empréstitos ante el Banco Nacional Hipotecario
Urbano y de Obras Públicas S. A., con un valor de 8 075 000 pesos.
• En educación se crearon 121 plazas.
• En octubre de 1955 inició sus cursos la Escuela Normal de Sina-
loa, impartiéndose en ella 86 asignaturas atendidas por 40 cate-
dráticos.
• Se inscribieron 224 alumnos en la Escuela Normal de Sinaloa.
• El Departamento de Educación y Bellas Artes recibió un subsidio
de 36 000 pesos anuales.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 265


• En la séptima campaña de alfabetización funcionaron 87 cen-
tros colectivos y 11 escuelas alfabetizantes, con una inscripción
de 4 500 alumnos.
• Se construyeron, terminaron y ampliaron edificios escolares con
una inversión de 827 288.08 pesos.
• El gobierno aportó 552 288 pesos para la construcción de escuelas.
• La iniciativa privada aportó 275 000 pesos para la construcción
de escuelas. (Ídem)

r
Bibliografía

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ΕΕ Archivo del Congreso del Estado.
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sinaloense», en 18 Encuentros con la Historia, t. iv, El Rosario. Culia-
cán: Once Ríos.
ΕΕ Figueroa Díaz, José María (1996). Los gobernadores de Sinaloa 1831-
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ΕΕ ________ (2000). «Enrique Pérez Arce: abogado, poeta y gobernador »,
en 18 Encuentros con la Historia, t. iv, El Rosario. Culiacán: Once Ríos.
ΕΕ Pérez Arce Enrique (2008). Colores de México, 2da. edición. Culia-
cán: Once Ríos.
ΕΕ ________ (1954). Segundo Informe de Gobierno. Archivo Histórico Ge-
neral del Estado de Sinaloa.
ΕΕ Ramírez Patiño, Eduardo (2000). «Enrique Pérez Arce, intelectual
universal», en 18 Encuentros con la Historia, t. iv, El Rosario. Culiacán:
Once Ríos.

266 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Rigoberto Aguilar Pico
El pediatra que gobernó Sinaloa

Margarita Armenta Pico


Ricardo Tapia Taborga

Rigoberto Aguilar Pico, gobernador constitucional sustituto de Si-


naloa entre los años 1953 y 1956, permanece en la memoria de los si-
naloenses. Siempre que pasemos frente al Hospital Pediátrico en la
ciudad de Culiacán y leamos su nombre en la fachada del edificio,
debemos recordar que hubo un médico que gobernó el estado y que
por su vocación y preocupación hacia la infancia ese establecimiento
lleva su nombre.
No obstante los vaivenes de un estado en constante transforma-
ción, este hombre demostró que no sólo era capaz de velar por la sa-
lud de los niños, sino de buscar solución a los graves padecimientos
de la sociedad en su conjunto.

Médico gobernador

Rigoberto Aguilar Pico estudió Medicina en la Universidad Nacional


Autónoma de México, rindió su examen profesional el 7 de octubre
de 1930 y entre 1931 y 1932 obtuvo el grado de médico puericultor por
la Facultad de Medicina de la Universidad de París, Francia. La voz
del pueblo dice que Rigoberto Aguilar fue un gobernador responsa-
ble al momento de ejercer el poder, con una dedicación al servicio

267
público que lo llevó hacia la búsqueda del bienestar social y el forta-
lecimiento de los instrumentos para impartir justicia y vigilar el cui-
dado de los menores —sobre todo los que se encontraban en riesgo
social—, sin descuidar la educación y la salud, principalmente en ni-
ños, en total concordancia con su formación profesional de médico
pediatra, demostrado en los actos de gobierno que realizó durante su
mandato.
Sin embargo, consciente de la realidad sinaloense, puso énfasis en
el desarrollo agrícola del estado, pues sabía bien que la fortaleza eco-
nómica de la entidad radicaba en la tierra como medio de producción
y también en la gente que la trabajaba, como su capital, dándole se-
guimiento al proceso de reestructuración proveniente de la reforma
agraria, que habría de marcar el desarrollo del estado en materia eco-
nómica, política y social. (Ortega, 2005: 293)
El proceso transformador que vivía Sinaloa en el período de Agui-
lar Pico venía de la década de los cuarenta con un aire restaurador
por los principios modernizadores y de justicia social nacidos de la
Revolución mexicana. Las innovaciones realizadas afectaron directa-
mente al sector agrícola; en consecuencia, se iniciaron trascendentes
transformaciones como la llamada revolución verde que, como tal,
aumentó la productividad especialmente en el trigo. Otros cambios
positivos fueron el mejoramiento de las técnicas para el cultivo del
algodón, la introducción de nuevos cultivos como el sorgo, el cárta-
mo y el tomate de vara, y en otro sentido la construcción de la carre-
tera Guadalajara-Nogales, terminada en 1952, que permitió comuni-
caciones más rápidas hacia los Estados Unidos y el centro del país.
(Ibíd.: 297)
Esto puso al estado de Sinaloa en un contexto totalmente distinto
a los años anteriores, rompiendo las barreras y el encierro comercial
de sus agricultores, sin embargo este desarrollo no tuvo una repercu-
sión inmediata: no eran tiempos sencillos, e incluso la forma en la que
Aguilar Pico llegó al gobierno sinaloense es señal inequívoca de ello.
A la administración de Rigoberto Aguilar Pico se le puede con-
siderar un proceso que comenzó por la transformación de sí mismo,
pues el galeno nunca había ejercido el poder desde un puesto emi-

268 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


nentemente político, pese a la intensa vida pública que llevaba debido
a su carrera profesional, que lo acercaba a las altas esferas del poder
de México. Era, pues, nuevo en estas lides, mas cuando un médico
llega a ejercer un cargo público se convierte en un ejercicio de civis-
mo para la entidad donde ejerce su potestad, pues el público siem-
pre mantiene altas expectativas de quien ha sido formado para salvar
vidas, ya que puede ser más consecuente con principios elementales
como el respeto a la vida humana.

Manos limpias, arcas vacías

El doctor Rigoberto Aguilar fue un hombre de amplia formación aca-


démica y de elevada cultura, y actuó conforme a sus principios, dan-
do relevancia a la salud y a la educación, aunque también impulsó la
economía del estado, sumida en una grave crisis financiera a su llega-
da; llevó una labor generadora y creativa a los poderes Legislativo y
Ejecutivo, y pese a que llegó al cargo de manera poco ortodoxa, reco-
noció en su primer informe que una labor fecunda entre ambos po-
deres siempre será positiva para el desarrollo del estado. Ramírez Mi-
llán exaltó esa virtud, e incluso quedó corto cuando resaltó el número
de propuestas legislativas de Aguilar Pico, entre las que se destacan
las leyes de la Asociación Sinaloense Pro-Infancia, Orgánica del Tra-
bajo para Menores, de Planeación y Urbanización, así como la de las
Asociaciones Agrícolas CAADES (Ramírez, 2000: 210), y con especial
relevancia la Ley Orgánica de la Tesorería General del Estado.
De acuerdo con José María Figueroa, la condición de la hacien-
da estatal cuando asumió la gubernatura el doctor Rigoberto Aguilar
Pico era por demás crítica: había en caja 5 455.70 pesos y un pasivo de
21 051 608.97 pesos, configurado por vencimientos diversos que alcan-
zaban la suma de ocho millones; adeudos al banco por ocho millones y
medio de pesos y sueldos pendientes de cubrir a los empleados y maes-
tros por 4 500 000 pesos correspondientes a la segunda quincena de fe-
brero de 1953. Durante ese mismo año Aguilar redujo el pasivo en for-
ma considerable al cubrir los emolumentos de la burocracia, abonar al

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 269


banco y devolver el equipo y maquinaria adquirida por el gobernador
saliente, Enrique Pérez Arce. (Figueroa, 1986: 136)
La labor de reordenamiento en las arcas fiscales fue reconocida
públicamente por la XLI Legislatura de Sinaloa, que en su momento
señaló haber hecho uso de la potestad de vigilar la recaudación y ma-
nejo de los dineros del pueblo, tras lo cual declaró: «Ha habido ma-
nos limpias en el manejo de los fondos públicos». (Aguilar, 1953: 51)

Equilibrio político y valores humanos

El primer informe reveló diversas prioridades del gobernador, pues


no sólo llegó a salvar una economía en problemas, sino a dejar su
aporte como sinaloense. Tan importante era para el doctor Rigoberto
Aguilar una economía sana, como el avance de la entidad en su desa-
rrollo cultural; verbigracia, una vez destacada la Ley de la Tesorería en
dicho informe, se puntualizó la aprobación del Reglamento de la Es-
cuela Normal de Sinaloa, que tal como señaló, «vino a satisfacer los
anhelos de los alumnos y maestros de esta Institución de cultura su-
perior, estructurándola jurídicamente, de acuerdo con los más avan-
zados principios que la experiencia y el estudio han hecho valederos»
(Ibíd.: 4). Aguilar Pico expresó en el documento que de esta manera
estaba respondiendo, en éste como en otros casos, al anhelo de la Re-
volución mexicana de llevar a las grandes masas del pueblo los bene-
ficios de la cultura. (Ibíd.: 12)
En las palabras preliminares de su primer informe de gobierno,
se encuentran las bases de su concepción del momento que estaba
viviendo:

Las realizaciones son las resultantes de factores varios que pu-


dieron no haberse presentado favorables durante los primeros me-
ses de mi administración, pero que no han logrado ni lograrán
nunca, aun siendo más adversos, quebrantar mi fe en el glorioso
destino de Sinaloa. (Ibíd.: 1)
[...]

270 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Dada la naturaleza del cargo y por la forma de llegar a él, este
informe de gobierno sólo comprenderá una temporalidad de seis
meses; preciso que la preparación de las nuevas generaciones re-
quiere de la solución integral de los problemas que afectan a la in-
fancia, desde que surge la posibilidad de la procreación hasta que
el menor se encuentra capacitado para proveer por él mismo a su
mantenimiento y formación cultural. (Ibíd.: 5)

Con esa convicción envió al Congreso la iniciativa de la ley que


creó la Asociación Sinaloense Pro-Infancia, organismo que debía
coordinar la acción del estado, de las instituciones privadas y de la
sociedad en general «con el fin inmediato de orientar dicha acción,
estimularla y realizar la más efectiva protección a la niñez sinaloen-
se».

Sinaloa debe conservar vigoroso y sano su más preciado tesoro:


la infancia. Las condiciones que imponen el clima y la geograf ía
determinan, juntamente con la pobreza de la alimentación, la in-
adecuada educación médica y otros factores, un alto índice de
mortalidad infantil que estamos combatiendo incansablemente a
través de los servicios asistenciales y de los organismos destina-
dos a salvaguardar la salud del niño sinaloense. (Ibíd.: 37)

Orden y justicia

De forma complementaria, se aprobó la Ley Orgánica del Tribunal


para Menores, que tenía como fin resguardar los derechos de los me-
nores colocándolos bajo el amparo de instituciones especializadas
como las casas de observación y corrección. (Ídem)
Entre cambios y continuidades, medidas como éstas obedecían
a la naturaleza de las condiciones a las que se vio enfrentada la so-
ciedad sinaloense. En una tierra indómita, en Sinaloa convivían los
intentos de modernización con el carácter violento de parte de sus
habitantes, de ahí que el gobernador Aguilar Pico declaró que la nor-

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 271


ma fundamental que regía sus actos era la más estricta observancia
de las leyes y el más absoluto respeto a la vida humana. Inspirado en
estos principios, y con la colaboración de las autoridades militares,
emprendió una campaña de despistolización para combatir indirec-
tamente los delitos contra la vida y la integridad corporal, «en un es-
fuerzo sin precedente para reducir al mínimo posible el alto índice de
lesiones y homicidios, que tanto daño ha causado al buen nombre de
Sinaloa». (Ídem)
Esta campaña, complementada con la que se emprendió contra
el abigeato, crearon el deseado clima de tranquilidad en el campo,
«condición indispensable para que nuestros campesinos, pequeños
propietarios rurales y ganaderos puedan confiadamente dedicar sus
esfuerzos a las tareas productivas, en beneficio de nuestra economía
regional» (Ídem). En el mismo informe agregó que en la campaña
emprendida contra el abigeato contó con la cooperación de la Co-
mandancia de la 9ª Zona Militar, y que dicha participación «hizo sen-
tir efectos y beneficios palpables». (Ibíd.: 28)
Sin embargo, la lucha contra los focos de violencia no acabaron
ahí: el gobernador señaló que su administración prestó toda la cola-
boración necesaria a las autoridades federales en su lucha contra la
producción y tráfico de enervantes. Tales actos los consideraba, una
vez más sin abundar en datos precisos de esos logros, como resulta-
dos halagadores. (Ibíd.: 6)
También destacó que en el desarrollo de estas campañas, que de-
finía como «tendientes a lograr que el orden y la justicia imperen en
Sinaloa» (Ídem), recibieron la más amplia cooperación del Honora-
ble Supremo Tribunal de Justicia del Estado, y mencionó que las re-
laciones fueron del todo cordiales, basadas en el respeto mutuo entre
los poderes. Resaltó el esfuerzo desarrollado por los miembros del
Tribunal, que «trabajan aun fuera de sus horas reglamentarias. Caso
digno de toda alabanza, acabar con el rezago de expedientes, ponién-
dose al día en la tramitación de todas las apelaciones y haciendo así
más rápida y expedita la aplicación de la justicia». (Ídem)

272 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Criminalidad en aumento

No menos importante fue para el doctor Aguilar la participación de la


Procuraduría General de Justicia que, según señaló, fue capaz de co-
laborar de forma muy eficaz en todas las campañas contra las diver-
sas formas de criminalidad en el estado, ejercitando la acción penal
en todos los casos que lo ameritaron, velando por el cumplimiento de
las sentencias dictadas por los tribunales competentes y persiguien-
do a los prófugos de la justicia dentro y fuera del territorio sinaloense.
(Ibíd.: 6-7)
Para combatir las cifras que mostraban una criminalidad en as-
censo, especialmente en el municipio de Culiacán, nombró a dos
nuevos agentes del Ministerio Público en las agencias 1ª y 2ª de la ca-
pital y se establecieron el archivo de identificación de delincuentes y
el laboratorio de fotograf ías para la identificación y clasificación de
los mismos, medio científico que facilitaba la localización de los au-
tores del delito. (Ídem)
Asimismo, se reorganizó la Policía Judicial, cuerpo al que se inte-
graron la Policía Ganadera y las antiguas guardias del estado, previa
selección escrupulosa, escogiéndose aquellos miembros que consti-
tuían una garantía para los intereses sociales; la Policía Judicial probó
su eficacia aprehendiendo 136 prófugos y practicando 199 investiga-
ciones de marzo a septiembre de 1953. (Ídem)
Los menores recibieron un trato especial, en un intento de las au-
toridades por detectar sus problemas reales utilizando herramientas
técnicas para encontrar la razón de su condición:

Con riguroso orden se le ha abierto una ficha individual en la


que constan sus antecedentes delictivos, nombre de los padres,
grado de escolaridad, examen somático y psicológico y ambiente
hogareño y social, comprobándose con esos datos que un consi-
derable porcentaje de los menores ha delinquido por ignorancia,
miseria y falta de estímulos morales. (Ibíd.: 21)

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 273


La lucha contra la delincuencia

No hubo contemplaciones con los delincuentes, afirmó el goberna-


dor en su segundo informe de labores: «Esta persecución se extiende
hasta los más pequeños poblados y rancherías del estado, y respec-
to a los prófugos, hasta cualquier punto de la República y aún del ex-
tranjero, contando con la cooperación de los cuerpos policiacos de
todas las entidades federativas». (Aguilar, 1954: 5)
Rigoberto Aguilar afirmó que fueron llevadas a cabo importantes
capturas de delincuentes, principalmente homicidas, en otras enti-
dades mexicanas e incluso fuera del país: «Los delincuentes aprehen-
didos en estos lugares son en su gran mayoría sujetos que cometieron
los hechos desde hacía muchos años y con su falta de captura habían
creado en nuestro pueblo una impresión de impunidad». (Ibíd.: 5-6)
El discurso puso énfasis en la intensificación de la lucha contra el
pistolerismo, pues confesó que no estaba satisfecho aún con los re-
sultados obtenidos:

La costumbre de usar armas de fuego está hondamente arraigada


entre nosotros, y para combatirla continuaremos la campaña de
convencimiento que tenemos emprendida, combinando nuestra
acción con la de las autoridades militares hasta lograr que no las
usen las personas que conforme a la Ley no tengan derecho de
portarlas. (Ibíd.: 6)

Los últimos esfuerzos por la justicia

Detalles muy precisos caracterizan el discurso de Aguilar, tratando


siempre de humanizar los fríos datos de las acciones positivas. Por
ejemplo, dice que en la Penitenciaría del Estado se encontraban re-
cluidos reos ejecutoriados, procesados y correccionales, constituyen-
do un serio problema administrativo. Para remediarlo, se adquirió la
casa colindante con el costado oriente de este establecimiento para

274 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


ponerla en servicio y alojar a los correccionales, la cárcel de mujeres y
cuatro dependencias del Ejecutivo que se encontraban ocupando lo-
cales en el Palacio Municipal: «En las demás cárceles del estado pur-
gan su condena 66 reos, para hacer un total de 178 individuos segre-
gados de la sociedad por sentencia judicial». (Aguilar, 1955: 5)
La visión de un estado en orden no terminó ahí: los talleres de
carpintería, zapatería, sastrería y pequeñas industrias continuaron
funcionando normalmente dentro del penal de Culiacán, ayudando
a los reclusos con pequeñas ganancias y constituyendo un estímulo
para su regeneración. (Ídem)

Invasiones de tierras

De acuerdo con Rigoberto Aguilar el programa de seguridad y tran-


quilidad en el campo y en las ciudades, villas, pueblos y rancherías
llevó a intervenir en los problemas creados por el llamado paracaidis-
mo en predios rústicos, urbanos y semiurbanos. El médico-goberna-
dor habló de que el respeto al derecho ajeno debe imponerse, pero a
la vez sin desconocer las causas profundas de estos movimientos que
«Tienen su origen en el desigual reparto de la riqueza y en un deseo
natural de obtener acceso al derecho de propiedad para mejorar las
condiciones de vida; sólo lamentamos que estas circunstancias sean
aprovechadas por agitadores profesionales» (Aguilar, 1954: 7)
La solución de estos problemas se alcanzó en dos direcciones:

Por una parte, obteniendo la desocupación inmediata de los pre-


dios invadidos; y por la otra, poniendo los medios adecuados para
que las necesidades manifestadas fueran satisfechas, depurando
al mismo tiempo a los invasores, para atender solamente a aque-
llos que realmente tuvieran necesidad imperiosa de casa para vi-
vir y tierra para cultivar y producir. (Ídem)

Las medidas más extremas se aplicaron en Mazatlán con la des-


ocupación de los predios invadidos y construyéndose la Colonia

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 275


Popular Benito Juárez en un terreno que fue lotificado y urbaniza-
do debidamente:

En dichos lotes se han colocado alrededor de seiscientas familias


y el gobierno está construyendo veintiocho casas con costo de
7 950.00 pesos cada una, que se distribuirán conforme al plan del
patronato de la vivienda popular, dándose un plazo de diez años
para su pago. Hasta el momento de este informe se llevan gasta-
dos en esta obra 209 772.88 pesos y el Honorable Ayuntamien-
to de Mazatlán cooperará además con la cantidad de 50 000.00
pesos. [...] En la misma ciudad de Mazatlán el gobierno del esta-
do adquirió en la cantidad de 200 000 pesos un lote de cien mil
metros cuadrados para construir en él la colonia popular Juan
Carrasco. Los particulares han cooperado para este fin con una
cantidad mayor de 100 000 pesos. En la ciudad de Culiacán ya se
cuenta con 300 hectáreas que se adquirieron por permuta del eji-
do El Barrio, que con otro lote de 19 hectáreas o sea 190 000 me-
tros cuadrados en terrenos próximos al estadio, serán destinados
a la construcción de colonias populares. (Ibíd.: 7-8)

El campo sinaloense, presente y futuro

Hijo de agricultor, Rigoberto Aguilar Pico sabía del valor del buen
uso de la tierra para el estado. Una destacada labor había llevado a su
familia a ser una de las más importantes en esa materia. De este co-
nocimiento derivó la plena comprensión de la existencia de proble-
mas para un campo, pese a su riqueza, en ciernes.
El gobernador Aguilar reconoció la existencia de:

grandes regiones de Sinaloa que reclaman desde hace tiempo


un cultivo adecuado al suelo y a las condiciones climáticas, ob-
servándose que en tanto las zonas vecinas al litoral del Pacífico
cuentan para su desenvolvimiento agrícola con el inestimable re-
curso de las corrientes fluviales; otras, menos afortunadas, han

276 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


visto languidecer su economía originándose fuertes corrientes
humanas migratorias que han despoblado en una década munici-
pios en otra hora prósperos. (Aguilar, 1953: 24-25)

Entre las soluciones para mejorar la economía del estado de Sina-


loa propuso la fundación de la Escuela Práctica de Agricultura y Ga-
nadería, en la que se capacitasen debidamente los elementos técnicos
que después habrían de dirigir, racional y científicamente, las activi-
dades agrícolas y ganaderas de la entidad. (Ibíd.: 26)
Además, en este esfuerzo por potenciar aún más las capacidades
del campo sinaloense, en materia de ganadería se realizó un estudio
de los centros ganaderos del estado, orientando a quienes se dedica-
ban a esas tareas con el conocimiento de los sistemas y técnicas en
uso para lograr su perfeccionamiento, contándose con la valiosa coo-
peración de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, que donó 14 se-
mentales de bovinos destinados a crías de carne y leche de las razas
Holstein, Jersey, Suizo y Cebú. (Ibíd.: 27-28)

Con este magnífico pie de cría quedó establecido el Centro de


Inseminación Artificial el 23 de agosto último en Bachigualato, en-
contrándose actualmente en estudio los planos para la edificación de
la planta inseminadora, cuya construcción y el sostenimiento de la-
boratorios y del personal especializado causarán fuertes erogaciones
que serán cubiertas por el Gobierno del Estado y por las asociaciones
de ganaderos. (Ídem)
 

La crisis de los ingenios

Una y otra vez las más diversas razones siguen justificando las accio-
nes de Aguilar Pico:

En el campo de la economía sinaloense, la industria azucarera es una


de las más importantes, tanto por la cuantía de sus inversiones como
por el número de familias que de ella dependen. (Aguilar, 1955: 6)

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 277


[...]
Lamentablemente, las inversiones realizadas en esta rama de
la producción no siempre obedecieron a una adecuada planea-
ción técnica y los resultados de esa falta de coordinación econó-
mica se experimentaron en los desajustes y problemas que se pre-
sentaron en algunas de dichas industrias, tanto en el norte como
en el centro y sur de la entidad. (Ídem)

De esta manera informó cómo el Gobierno del Estado, por con-


ducto de un representante autorizado y conocedor de la materia, inter-
vino en los conflictos suscitados en los ingenios de El Roble, Eldorado,
Navolato y Los Mochis, que estuvieron a punto de suspender sus ac-
tividades con los consiguientes trastornos para la economía estatal:

Afortunadamente, la mayor parte de los problemas a que me re-


fiero han sido resueltos satisfactoriamente, gracias al empeño es-
pecial puesto por el Gobierno del Estado y por la valiosa coopera-
ción de las autoridades federales competentes, habiéndose fijado
de común acuerdo las soluciones que conciliaron los intereses de
los trabajadores y de las empresas. (Ídem)

Impresiones para un comienzo y un final

Su pequeña prima, ahora la señora Beatriz Eugenia Pico de Armen-


ta, recibió un trato especial por parte de Rigo, como ella lo llamaba:
«Era mi médico de cabecera, y mi mamá nos decía que era nuestro
hermano mayor».
La misma Beatriz cuenta que en su casa se reunían a jugar el jue-
go de la malilla con la baraja española:

Mi mamá le preparaba capirotada, toda la comida sinaloense se la


preparaba. [...] Era un hombre serio, pero muy alegre, muy baila-
dor. Decían: «Que baile con la esposa del doctor Cejudo», quien

278 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


también era médico del Hospital Infantil de México. Y bailaban
tango que qué bárbaro.
Era uno de los sobrinos preferidos de mis papás, para cual-
quier enfermedad Rigo era la última palabra. Nunca se desligó de
la familia. Aunque estuvo allá [en el D. F.] todo el tiempo, venía
siempre a La Cruz.
Como médico era una maravilla, a mí me sacó de la difteria y
me sacó de la meningitis. Siempre conmigo; él por un lado de la
cama y mi mamá por el otro. Él se iba a consultar y volvía.
Era muy comprometido con sus pacientes. Fue un hombre ín-
tegro, muy derecho. (Pico de Armenta, 2015)

Para Alejandro Armenta Soto, esposo de la señora Beatriz, Rigo-


berto Aguilar Pico era un hombre de ciencia, un médico con un gran
prestigio:

Siempre que volvía después de ser gobernador lo buscaban, lo


agasajaban gran parte de las fuerzas vivas de aquí. No era el polí-
tico, era un hombre muy culto, de acrisolada honradez. Honesto
a carta cabal. Fue un hombre muy querido, muy respetado, muy
propio para hablar. (Armenta, 2015)

El comentario era que su llegada a la gubernatura se debió a que


él era el médico de los hijos del secretario de Gobernación, Ángel
Carvajal Bernal. Pero indudablemente era un hombre fuera de serie.

Antes de irse a su trabajo como gobernador pasaba al hospital a


ver a los niños enfermos más graves. Además, nunca vivió en la
Casa de Gobierno.
Fue un gobernador de excepción. El único problema que tuvo
fueron las invasiones de tierra, pero el general Jesús Arias Sán-
chez fue el que pacificó el sur. Hubo muchos muertos. (Ídem.)

Estas aproximaciones bien pueden considerarse como elementos


subjetivos, pero lo que hasta este momento hemos recopilado nos

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 279


guía hacia conclusiones loables, sin matices, pese a la complejidad de
los temas. También hemos rescatado de las cartas personales opinio-
nes que pueden considerarse material histórico, aunque no dejen de
ser subjetivas:

En mis recorridos por diversas partes de la propia entidad (Sina-


loa), pude constatar el cariño y respeto con que su pueblo lo mira
a usted y la admiración y simpatía que despierta su digna esposa
por la brillante actuación que tiene al intervenir conjuntamente
con usted en la solución de la madre y del niño. (Márquez, 1956)

Hace algunos días el periódico Aquí de esta localidad, publicó


con grandes caracteres que el presupuesto gastado en obras por
el gobierno de Sinaloa en el último año había sido de 55 000 000
de pesos y días antes la prensa en general había comentado con
grandes elogios la labor de Sánchez Colín con un presupuesto de
30 000 000 de pesos como hecho inusitado; con esos anteceden-
tes ya puedes imaginarte cómo he gozado con las noticias que so-
bre las grandes realidades que tú has logrado en tu bello y magní-
fico estado se dan a conocer no con el tono y la frecuencia que las
mismas merecen, pero que en la conciencia de tus paisanos y en
el espíritu de todos tus amigos y admiradores se encuentra per-
fectamente definido. (Dubón, 1956)

El grupo de médicos y señoras que asistimos a las Primeras Jorna-


das Médicas de Sinaloa, tuvimos la oportunidad de darnos cuen-
ta de tu fecunda y generosa labor constructiva y hemos regresado
satisfechos y orgullosos de que un médico del Hospital Infantil
haya demostrado tal capacidad política, administrativa y humana
como la que has hecho tú. (Gómez, 1956)

Un elemento que representa este interés en la personalidad y el modo


de trabajo del doctor Rigoberto Aguilar Pico es un corrido escrito por
José Rosendo Llamas. Sus versos tienen una carga de interés que en la
carta de presentación de la obra lírica queda plenamente precisado:

280 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Anexo al presente encontrará unos sencillos versos que le dedi-
co con todo afecto, esperando sean de su completo agrado, y los
cuales, al ser puestos a su consideración, conf ío que sabrá usted
apreciar la humildad del trabajo, retribuyéndola en la forma en
que usted juzgue conveniente, ya que el suscrito tuvo un serio ac-
cidente económico, que le ha impedido trasladarse a su lugar de
origen, Mazatlán, girón de la tierra sinaloense. (Llamas, 1956)

Llamas hace una dedicatoria de reconocimiento ad hoc a sus objeti-


vos; no obstante sus aseveraciones coinciden con distintas fuentes:

Corrido dedicado al progresista y honrado


gobernador de Sinaloa, Dr. Rigoberto Aguilar Pico

Estrofa inicial: I (Reconoce su cuidada conducta en términos de los


bienes del Estado y su aplicación en propuestas para el progreso de
la entidad).

Voy a cantar el corrido


de un gobernador honrado
trabajador y progresista
que transformó el estado.

Estrofa intermedia: IV (Acentúa otra vez la condición de gobernador


capaz y de ordenado y probo con las finanzas).

Muchas mejoras va a dejar


en nuestro querido estado
porque supo bien gobernar
administrando con cuidado.

Estrofa de las finales: X (Ensalza el valor que el gobernador le da a la


educación como forma central de lograr el progreso del estado):

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 281


Escuelas por donde quiera
construyó el señor gobernador;
esto nadie lo podrá negar:
que trabajó con mucho amor.

Estrofa de las finales: XI (Probablemente, como muchos lo han men-


cionado, este es el punto menos rebatible del médico-gobernador
que, como tal, supo llevar adelante sus obligaciones y su vocación
como médico a pesar de las importantes responsabilidades políticas).

A los niños desvalidos


ha prestado su atención
ayudándole con alimentos
sin ninguna dilación.

r
Bibliografía

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Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 283


A Rigoberto Aguilar Pico
In memoriam1

Jorge Muñoz Turnbull

Por encargo de la directiva de la Academia Nacional de Medicina, me


corresponde leer unas páginas de homenaje póstumo dirigidas a la
memoria de un distinguido académico.
Escribir sobre un miembro de nuestra Academia es siempre un
destacado honor, pero ahora el sentimiento es aún mayor, tanto por
el relevante lugar que el doctor Aguilar Pico tuvo en esta Academia,
como por la amistad que nos unió siempre. Son estas dos circunstan-
cias las que me hacen agradecer a la mesa directiva mi designación
para disertar sobre la memoria del académico desaparecido.
Escribo estas líneas con verdadero afecto y ahora con dolor por
su ausencia, pena que comparte vivamente la Academia Nacional de
Medicina con todos sus familiares.
Hablar de la fecunda y dinámica vida de Rigoberto Aguilar Pico es
fácil, pero implica al mismo tiempo ciertas dificultades. La facilidad
estriba en que tenía tantos aspectos positivos que cada uno de los ac-
tos de su vida profesional eran fácilmente captables por ser buenos,
sólidos, sinceros y fecundos; la dificultad es hacer una síntesis de su
trayectoria, con tan variadas actividades, pues, como bien sabemos,
dedicó su vida tanto a su profesión como a actividades de índole so-
cial y política, con una gran entrega a su estado natal.

1  Documento cuya lectura se llevó a cabo en el homenaje póstumo a Rigo-


berto Aguilar Pico en la Academia Nacional de Medicina. Publicado en la
Gaceta Médica de México, vol. 108, núm. 6, diciembre de 1974.

284 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Recién recibido de médico en la Universidad Nacional, viajó a
Europa en el año de 1931 para inscribirse en la Universidad de París,
casa de estudios que por aquellos años constituía la máxima aspira-
ción de todo médico. Este ideal tenía plena justificación: la mayoría
de los autores de nuestros textos médicos eran franceses, las revistas
de especialización y las de medicina general también eran francesas
y naturalmente firmadas por autores de ese gran país. Además, el
idioma científico y literario con más influencia en aquellos años era
el francés.
El doctor Aguilar permaneció en Europa durante 1931 y 1932, cuan-
do obtuvo el grado de médico puericultor en la Universidad de París,
al tiempo que efectuó cursos pediátricos en las ciudades de Burdeos,
Hamburgo y Berlín. En este viaje ya iban bien definidas sus tendencias
a la especialización en pediatría, por lo que fue discípulo de los gran-
des profesores parisienses de esos años, principalmente Marfan, No-
becourt, Lereboulet y Delille.
Posteriormente, al darse cuenta del auge de las disciplinas avan-
zadas en todas las ciencias médicas, y muy especialmente en su espe-
cialidad, que surgían con vigor en los Estados Unidos, visitó, ya como
pediatra, las clínicas de Chicago, Cleveland, Detroit y St. Louis.
Con dicha preparación desempeñó en México cargos en servi-
cios pediátricos que fueron desde médico adjunto en el servicio de
infectocontagiosos del Hospital General y médico puericultor de la
casa de cuna, hasta alcanzar el puesto de director del Hospital Infantil
de México, puesto que desempeñó durante ocho años consecutivos,
de 1963 a 1971. Antes de esto, había sido jefe de servicio en el propio
Hospital Infantil, desde su fundación hasta 1953.
Es indispensable resaltar una de las labores que él vio toda su vida
con el más grande cariño: fue fundador y director del Hospital Infantil
«Dolores Sanz» de 1937 hasta 1963, el cual le dio gran prestigio como
profesor de clínica pediátrica, como guía de muchas generaciones de
médicos y, sobre todo, como humanista, al desempeñar con tanta pa-
sión una dirección médica que sólo le daba satisfacciones espiritua-
les y pedagógicas. Desempeñó muchos otros cargos durante su fruc-
tífera vida, los cuales no es posible detallar aquí porque hay todavía

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 285


que mencionar variados aspectos de sus actividades en terrenos de
otra índole.
En cuanto a su producción científica, ésta fue muy fecunda. En
su currículum vitae se conocen sesenta trabajos presentados a socie-
dades e instituciones científicas, todos cuidadosamente elaborados y
publicados en revistas pediátricas de primera calidad, así como en la
Gaceta Médica de nuestra Academia.
Sus estudios más notables fueron enfocados a la desnutrición in-
fantil, que fue para él una constante preocupación. Dentro de sus tra-
bajos sobre el tema, podemos decir que sin lugar a duda fue un dis-
tinguido pionero: fue el primero en hacer notar la disminución de
talla en nuestros niños desnutridos y habló también, muchos años
antes de los estudios contemporáneos, del retraso escolar que tales
pequeños mostraban. Estos trascendentales hallazgos en la nutriolo-
gía moderna han sido ahora perfectamente comprobados, por lo que
sin duda el doctor Aguilar puso firmes cimientos a tan importantes
estudios.
Aguilar Pico fue un clínico de primera categoría, con una aguza-
da lógica, facultad que le llevó a realizar otro de sus más encomiables
trabajos. Por aquellos tiempos en que se inició la quimioterapia de
padecimientos respiratorios o infecciosos generales con sulfamidas,
ideó emplear estos productos en las infecciones del aparato digestivo,
cosa que hasta entonces no se había hecho. Así, usó por primera vez
la sulfapiridina en las colitis mucohemorrágicas de los niños, causan-
tes de alta mortalidad. La respuesta a este medicamento fue tan bri-
llante que pronto se generalizó su empleo como el mejor tratamiento
hasta entonces usado.
No es posible extenderme más sobre todos su aportes científicos,
pues esto ameritaría muchas páginas más; pero es muy importante
insistir en sus prolongadas actividades en el magisterio de la pedia-
tría, de la cual fue profesor durante muchos años, tanto ante estu-
diantes de pregrado como en la Escuela de Graduados. Su iniciación
en las actividades docentes ocurrió en la ciudad de México al lado del
ilustre académico Mario A. Torroella.

286 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Pero también realizó una labor cívica de primera categoría. De 1953
a 1956 fue nombrado gobernador de Sinaloa, su estado natal, puesto en
donde volcó todas sus energías buscando las soluciones de los proble-
mas inherentes de aquella entidad. Muchos fueron sus esfuerzos, mas,
como era natural, dentro de sus funciones como gobernante surgió su
formación de médico, tanto así que una de las principales obras que
realizó fue la construcción del primer Hospital Infantil en la ciudad
de Culiacán, así como varias guarderías y jardines de niños, centros de
bienestar social rural y centros antituberculosos, creando además la
Asociación Sinaloense de Protección a la Infancia.
Para terminar este breve bosquejo de Rigoberto Aguilar, en el
que, a pesar de estar muy incompleto, he tratado de insistir en sus
más sobresalientes características, debo mencionar que este eminen-
te pediatra dejó un hogar firmemente formado por su distinguida es-
posa —la gentil Coty Bernal de Aguilar, inseparable compañera— y
cuatro hijos: un varón ya bien formado que lleva su mismo nombre
y tres damitas, todos personas muy estimables y de gran distinción.
En lo que a mí respecta, soy uno de sus tantos amigos embarga-
dos por la pena de su pérdida, tuve la satisfacción de conocer su es-
tado anímico veinticuatro horas antes de su fin por una fortuita con-
versación en la que me dijo:

He estado mal últimamente, pero estoy contento y satisfecho de


lo que he realizado durante mi vida, pues he podido llegar a lo
que un médico puede aspirar dentro de sus condiciones de hom-
bre y de profesionista. Mis mayores satisfacciones han sido ense-
ñar la pediatría, hacer bien a los niños enfermos y servir a mi es-
tado natal.

Éstas, algunas de sus últimas palabras, hacen sin duda menos pe-
nosa su ausencia, pues dan una idea clara de la conciencia que él te-
nía de sí mismo, como espíritu satisfecho que, con toda razón, sin
jactancia de ninguna especie, concretaba en la idea precisa de haber
sido útil a sus semejantes. Ojalá y todos los médicos pudiéramos te-
ner estas convicciones antes de llegar al final de nuestras vidas.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 287


Rigoberto Aguilar Pico
Carmen Boone de Aguilar
Nicolás Vidales Soto

En un documento suscrito por la historiadora Carmen Boone de Agui-


lar, nuera del doctor Aguilar Pico, encontramos que el 22 de agosto de
1973 el Ayuntamiento de Mazatlán, acatando el decreto municipal No.
27, le rindió un caluroso homenaje, imponiéndole la Medalla al Mérito
Científico en una ceremonia que resultó muy significativa porque fue
la última vez que sus paisanos lo reconocieron en vida y la última que
pisó el suelo que lo vio nacer, pues falleció el 27 de junio de 1974, afli-
gido los tres últimos años por los estragos del mal de Parkinson. Sus
restos descansan en el panteón Jardines del Recuerdo, en Tlalnepant-
la, Estado de México; su esposa Cotita lo alcanzó exactamente ocho
años después.
En homenaje póstumo, la Academia Nacional de Pediatría le rin-
dió un tributo de admiración y cariño en las palabras pronunciadas
por el doctor Jorge Muñoz Turnbull, el amigo más cercano a su afecto,
que se publicaron en la Gaceta Médica de México, volumen 108, nú-
mero 6 del mes de diciembre de 1974, insertas en el apartado anterior.
Pocos años después de su deceso, la Asociación de Médicos del
Hospital Infantil de Culiacán promovió el cambio de nombre de esta
noble institución, que desde entonces lleva el de Hospital Pediátrico
de Sinaloa Dr. Rigoberto Aguilar Pico, su fundador.
Dada la importancia de la actuación de nuestro pediatra-gober-
nador, su archivo fue entregado a El Colegio de Sinaloa para que fue-
se catalogado y puesto a disposición de las personas interesadas en
conocer la obra de gobierno de este eminente médico que dirigió los
destinos de la entidad entre 1953 y 1956.

288 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Aguilar Pico atendió con mucho énfasis la construcción de escue-
las primarias y puso especial atención a los jardines de niños; ade-
más, apoyó sin reservas a la Universidad de Sinaloa y a la Escuela
Normal y gestionó con el gobierno federal los recursos necesarios
para impulsar una incipiente red de caminos interestatales y obras de
irrigación, fomento agrícola y ganadero.
Seguro de la imperiosa necesidad que implicaba la moderniza-
ción urbanística de las principales ciudades, entre ellas Mazatlán,
dispuso los recursos presupuestales para embellecer el puerto con la
construcción del Paseo Claussen, la Calzada del Camarón y el Mo-
numento al Pescador, los cuales fueron determinantes para iniciar el
despegue de La Perla del Pacífico como destino de playa.
Aguilar Pico y su esposa le dieron a Sinaloa un toque personal a
su gobierno, que se reflejó en la naciente red de clínicas, jardines de
niños y servicios asistenciales a la niñez, que hoy se han multiplicado
para beneficio de la población.
Aguilar Pico, descendiente del general José Aguilar Barraza, en-
tendió el valor de la gesta histórica iniciada en 1910, así como la indis-
pensable gratitud de las siguientes generaciones hacia aquellos hom-
bres y mujeres que, en muchos casos, dieron su vida en la búsqueda
de un México mejor, razón por la cual, pugnando por que la pátina
del tiempo no los borre de la memoria, dispuso la construcción de la
Rotonda de los Sinaloenses Ilustres, para que ahí descansen los res-
tos de los personajes más distinguidos. Gabriel Leyva Solano, el pri-
mero en la lucha y el primero en morir, fue el primero en recibir el
homenaje por su sacrificio.
Sinaloa recoge un caso único en su historia: el padre y dos hijos,
en menos de 50 años, ocuparon el Ejecutivo estatal: el general José
Aguilar Barraza entre 1921-1923, cubriendo la ausencia del general
Ángel Flores; Saúl Aguilar Pico en 1947, cubriendo una licencia por
enfermedad del general Pablo Macías Valenzuela, y Rigoberto Agui-
lar Pico, sustituyendo a Enrique Pérez Arce entre 1953 y 1956. Al asu-
mir este último la gubernatura, su hermano Saúl renunció a la presi-
dencia del Supremo Tribunal de Justicia para evitar la conjunción de
poderes en las manos de los miembros de la misma familia.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 289


La obra de gobierno de Rigoberto Aguilar Pico, eminente pedia-
tra, se manifestó, entre otras, en las siguientes acciones:
• La sujeción personal y el encauzamiento de la vida política del es-
tado con base en las disposiciones jurídicas estatales y federales.
• La estabilización de la situación económica del gobierno, liqui-
dando empréstitos y cubriendo los sueldos de los maestros y em-
pleados de la administración estatal.
• La fundación del Hospital del Niño en Culiacán, inaugurado por
Adolfo Ruiz Cortines, presidente de México, que después fue deno-
minado Hospital Pediátrico de Sinaloa Dr. Rigoberto Aguilar Pico.
• El embellecimiento del puerto de Mazatlán para convertirlo en
destino turístico de playa.
• La fundación del Centro Dermatológico de Culiacán y de los dis-
pensarios antituberculosos de Los Mochis y Culiacán.
• En su mandato se inauguraron los servicios del Instituto Mexica-
no del Seguro Social en Culiacán y Navolato con 4 000 derecho-
habientes.
• Organizó la Asociación Sinaloense Pro-Infancia que dirigió su
esposa, Cleotilde Bernal de Aguilar, desarrollando una meritoria
labor en beneficio de la infancia estatal.
• Ordenó la construcción de la Rotonda de los Sinaloenses Ilustres,
inaugurada en noviembre de 1954.
• Gestionó la aplicación de 150 millones de pesos por la Comisión
Federal de Electricidad en obras en el estado.
• Obras de introducción de agua potable en Navolato, Concordia y
La Noria, en Mazatlán.
• Se empeñó en evitar las invasiones de terrenos urbanos, promo-
viendo la construcción de casas habitación en colonias ordenadas
por parte del gobierno.
• La construcción del puente El Limoncito sobre el río Culiacán, en
las afueras de Navolato, uniendo a la costa y al valle de Navolato
con la capital sinaloense.

Como puede observarse con facilidad, hay obras, como el Hospi-


tal Infantil, cuyo desarrollo ha continuado en beneficio del pueblo si-

290 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


naloense, y la Rotonda nos sigue indicando que es necesario mante-
ner vivo el reconocimiento de nuestros héroes y seguir aprendiendo
en las páginas de nuestra gran historia.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 291


Gral. Gabriel Leyva Velázquez
Maestro y militar; impulsor
de la cultura en Sinaloa

Gilberto J. López Alanís

Formado en las entrañas de la Revolución mexicana, vio sus primeras


luces en el pueblo de Los Humayes, distrito de San Ignacio, el 30 de
junio de 1896; a los 14 años quedó huérfano por el asesinato de su pa-
dre, Gabriel Leyva Solano.
Este último fue un exaltado defensor de la democracia en el con-
texto del régimen porfirista y, más específicamente, en el gobierno de
Diego Redo de la Vega. Antirreeleccionista y activo ferrelista en 1909,
para 1910 Leyva Solano se encontraba organizando clubes maderis-
tas y viviendo la represión ordenada por Diego Redo y Porfirio Díaz.
En esa actividad radicalizó su concepción sobre el cambio revolucio-
nario en el país y, de acuerdo con los pronunciamientos de Francis-
co I. Madero, se levantó en armas en la sierra sinaloense en los pri-
meros días de junio.
Tras una breve campaña donde presentó combate, fue hecho pri-
sionero por las fuerzas rurales al mando del teniente Ignacio Herrera y
Cairo, y siguiendo indicaciones del gobernador y del prefecto del dis-
trito, le aplicaron la ley fuga el 13 de junio de 1910 en las cercanías de
Cabrera de Inzunza, distrito de Sinaloa.
Al caer Culiacán en manos de los revolucionarios el mes de mayo
de 1911, Redo de la Vega renunció a la gubernatura y abandonó el te-
rritorio nacional. En estas condiciones, la viuda de Leyva Solano, doña

293
Anastasia Velázquez, levantó una flamígera acusación que el general
Juan M. Banderas turnó al Congreso del Estado de Sinaloa, donde se
formó una comisión de jurado al respecto (López, 2010). Entre los acu-
sados figuraron Ignacio M. Gastélum, el capitán Antonio Barreda y el
gobernador Diego Redo de la Vega. La acusación se concretó en lo si-
guiente:
1. Que al señor Redo le hacía el cargo de que ella cree, que él fue el
que dio la orden de fusilar a su marido.
2. Al señor Barreda le hace el cargo de ser cómplice en el asesinato
de su esposo, por ser prefecto del distrito de Sinaloa.
3. Al señor Gastélum le hace el cargo de creerlo también cómplice
en el referido asesinato, puesto que era juez de Primera Instancia
de Sinaloa.

Después de hacer algunas diligencias al respecto, la comisión de


jurado desechó la acusación de doña Anastasia; sin embargo, vistos
los argumentos y las pruebas textuales, se llega a la conclusión de que
Gabriel Leyva Solano fue asesinado.
El trauma familiar originado por aquella tragedia sirvió de acica-
te para que el jovencito Gabriel Leyva Velázquez buscara superarlo
por el estudio y, mediante una beca otorgada por el gobierno federal,
se inscribió en la Escuela Normal de la ciudad de México, en don-
de recibió cátedra del distinguido mazatleco Alejandro Quijano, con
quien conservó lazos de amistad muchos años después.

La formación militar y la Revolución

Cursando el segundo año de estudios y con menos de 18 años, des-


pués del asesinato de Francisco I. Madero abandonó la escuela y se
incorporó a la revolución, dándose de alta en Mazatlán en el mes de
mayo de 1914 bajo las órdenes del general Ramón F. Iturbe, quien lo
adscribió a su Estado Mayor; después se incorporó a las filas del 3er.
Batallón Regular de Sinaloa.

294 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Su participación revolucionaria fue exitosa y obtuvo sus ascensos
por su participación en la línea de fuego y la determinación de honrar
a su padre. Al observar su trayectoria militar se destaca el alto grado
de profesionalismo en el ejercicio de las órdenes recibidas. Para tener
una idea de su carácter militar, veamos con detenimiento el siguiente
informe sobre su comportamiento:

Este jefe tiene un criterio vasto para desarrollar con buen éxito
los asuntos que, dado su puesto, se le encomiendan; tiene deci-
dido interés en cumplir con sus obligaciones, haciendo que los
jefes, oficiales y tropa de la brigada estén a la altura de su de-
ber. Nunca manifiesta repugnancia para cumplir las órdenes su-
periores ni permite que sus inferiores lo hagan, no rehúye el ser-
vicio que implique aumento de fatigas, es un jefe que se ha hecho
acreedor al aprecio de sus superiores y nunca ha dado lugar a que
se le haga observación alguna. (hoja de servicios en la sedena)

En su desempeño militar viajó por todo el territorio nacional, sa-


liendo avante por su fidelidad a la institución y encontrando siempre
la aceptación de sus superiores. Muchas veces, por sus conocimientos
dentro de la corporación de jefes y oficiales de armas de infantería, fue
designado profesor de Instrucción Primaria Militar.
Con el grado de teniente coronel, combatió por órdenes superiores
a los cristeros en el estado de Jalisco entre 1927 y 1928, por lo que reci-
bió felicitaciones del general Joaquín Amaro y el presidente de la Repú-
blica, Plutarco Elías Calles, logrando el ascenso a coronel de infantería.
En 1935 fue designado como gobernador provisional del estado de
Sinaloa por acuerdo del presidente Lázaro Cárdenas, el cual lo conde-
coró con la Medalla de Perseverancia de Cuarta Clase en pleno ejerci-
cio de su mandato en el estado. Duró en el encargo nueve meses y fue
desconocido mediante un decreto del Congreso del Estado de Sinaloa.
Después de dejar la gubernatura en 1937 fue electo diputado fe-
deral por el segundo distrito electoral del estado de Sinaloa y en 1939
la Legión de Honor Mexicana, comandada por el general Francisco

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 295


L. Urquizo, lo designó Veterano de la Revolución, con la condecora-
ción al Mérito Revolucionario correspondiente al segundo período.
Participó en el apoyo al general Lázaro Cárdenas en el contexto de
la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938 como miembro de la
XXXVI Legislatura de la Cámara de Diputados, acompañando al pre-
sidente en su mensaje al pueblo.
En 1943, en premio a su perseverancia, el presidente Manuel Ávi-
la Camacho lo ascendió a general brigadier. Por su parte, Miguel Ale-
mán Valdés lo ascendió a general de brigada en 1946, para después, en
marzo de 1948, nombrarlo oficial mayor de la Secretaría de la Defen-
sa Nacional. En esa actividad fue nombrado presidente de la Comisión
Revisora de Leyes y Reglamentos Militares. Este año fue fructífero en
reconocimientos y responsabilidades para el general Leyva Velázquez,
pues se le concedió la condecoración al Mérito Deportivo Militar y lo
acreditaron para usar la condecoración Cruz y Placa de la República;
otra distinción por sus servicios le fue otorgada por el municipio de
Toluca. Terminada su responsabilidad como oficial mayor de la sede-
na, fue nombrado comandante de la 25ª Zona Militar.
Tres años más tarde, en 1951, lo designaron comandante de la 1ª
Zona Militar, donde recibió la condecoración de la Cruz de Guerra
de Primera Clase y el 18 de marzo de 1952 fue el orador oficial en los
funerales del general Joaquín Amaro Domínguez, reconocido como
el transformador del Ejército mexicano. En este mismo año el Presi-
dente de la República lo ascendió a general de división, previa conde-
coración de la Legión de Honor Mexicana, y más tarde Adolfo Ruiz
Cortines le impuso la condecoración al Mérito Militar de Primera
Clase, uno de los más altos reconocimientos del Ejército.
En 1954 se le admitió como miembro honorario de la Academia
Nacional de Estudios Militares y a la vez miembro de honor de dicho
instituto, terminando su trayectoria militar.

296 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Su trayectoria política

Durante la primera etapa de la formación de Gabriel Leyva Veláz-


quez —hasta 1954— concibió la política desde la perspectiva que le
brindaron las ideas, valores y experiencias de la Revolución mexica-
na. Diputado de la XXXVII Legislatura del Congreso de la Unión,
militando en el Partido Nacional Revolucionario (pnr), se integró a
sus primeros cuadros políticos; su trayectoria en esa Legislatura, al dis-
cutir y aprobar iniciativas de carácter revolucionario y nacionalista que
estaban estructurando al nuevo Estado mexicano, lo prepararon para
participar, en 1940, en el comité de la candidatura presidencial del ge-
neral Manuel Ávila Camacho, junto a políticos también de una gran
experiencia como Gonzalo N. Santos, Margarito Ramírez López, Ma-
nuel González Gallo y Adolfo Ruiz Cortines, formándose como un
dirigente de alcances nacionales.
El candidato opositor, general Juan Andreu Almazán, hombre
con grandes simpatías en las filas revolucionarias y claras ligas con
los grupos empresariales del país, tornó la campaña presidencial en
«una lucha electoral de pasiones y desenfrenos», según lo expresó
posteriormente Carlos McGregor Giacinti (1963: 84). A la vez que
participó en la campaña del candidato del prm, Leyva Velázquez tra-
bajó en la suya para alcanzar un escaño en el Senado de la República
por el estado de Sinaloa. El contexto de estos trabajos políticos fue el
escenario internacional de la Segunda Guerra Mundial. La declara-
ción de guerra de nuestro país a las naciones del eje provocó un posi-
cionamiento del senador Gabriel Leyva Velázquez, quien en una con-
centración en el Parque Revolución en la capital sinaloense expresó:
«[...] pesa sobre México en esta hora suprema de responsabilidad tre-
menda de hacer triunfar, en unión de los pueblos libres de la tierra,
la bandera de la democracia universal que ha enarbolado». (Ibíd.: 85)
Recursos oratorios no le faltaban, menos experiencia organizati-
va en la lucha armada, sin embargo demostró también conocimientos
de estrategia internacional en la defensa territorial, por lo cual enca-
bezó la iniciativa de establecer el centro directo de oscurecimientos,

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 297


para defender la ciudad de México en caso de ataques aéreos, inicia-
tiva que fue aprobada por el Comité Central de la Defensa Civil.
Ante peligros mayores en ese contexto de guerra, propuso dis-
cutir a fondo la posibilidad de establecer la pena de muerte, provo-
cando una encendida polémica entre los teóricos del derecho penal
mexicano, los cuales a la postre salieron victoriosos, pero quedó de-
mostrado que en el Senado había representantes con las agallas sufi-
cientes para plantear problemas tan dif íciles y que implicaban aspec-
tos de política internacional.
En diciembre de ese mismo 1942, el general Leyva fue electo se-
cretario general de la Confederación Nacional Campesina (cnc),
relevando a Graciano Sánchez, fundador de dicha organización y
primer presidente de la misma. La cnc fue uno de los pilares organi-
zativos del prm hecho gobierno, y en la selección de sus cuadros po-
líticos en el contexto de la Segunda Guerra Mundial fue de vital im-
portancia la designación del senador por Sinaloa como su dirigente.
Su discurso de toma de posesión fue significativo:

la patria tiene problemas y contribuir a resolverlos es labrar la fe-


licidad de todos los que saben que a las empresas de redención
social y de dignidad colectiva no sólo debe irse con el recio brazo
pronto a la acción, sino henchido el pecho de propósitos de sa-
crificio para ser dignos del mejoramiento por la justicia y caldea-
da la conciencia con la lumbre santa de ese ideal que enseña que
la Nación sólo será fuerte y próspera por la armonía, por la ab-
negación, por la laboriosidad y por la rectitud de todos sus hijos.
(Ibíd.: 92)

Centrado en el contexto internacional, afirmó: «La guerra que li-


bran las naciones unidas contra las potencias del Eje es un combate
de la justicia contra la esclavitud nazifascista; es una guerra esencial-
mente democrática y antiimperialista». (Ibíd.: 93)
Se refirió a las tareas que se necesitaban para afrontar esta gue-
rra en el ámbito nacional ejemplificadas en tres puntos: preparación
militar del país, organización de la defensa civil y aumento de la pro-

298 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


ducción nacional para poder ayudar a ganar la guerra con materias
primas, productos agrícolas y manufacturados, sin menoscabo, o con
el menor quebranto posible, de la economía del país.
La problemática de la Segunda Guerra Mundial no inhibió la lu-
cha interna por el poder político en el seno del escenario mexicano;
al contrario, lo radicalizó: incluso este pronunciamiento de Leyva Ve-
lázquez fue manejado por la prensa como un «programa campesino
en defensa de la patria», cuyo punto central era la «titulación de la
parcela al campesino que la trabaja». (Ibíd.: 138)
En septiembre de 1944, en el Palacio de las Bellas Artes, al inau-
gurarse la asamblea de los sectores revolucionarios a nombre de la
cnc, la cnop y la ctm, pronunció un discurso donde remarcó que
«el programa del campesinado es el ideario de la Revolución» (Ibíd.:
120). Con este ideario recorrió el país visitando los pueblos de los es-
tados de Morelos, Durango, Querétaro, Puebla, Baja California, Gua-
najuato, Tamaulipas, México, Sonora, Nayarit, Nuevo León y el Dis-
trito Federal.
Pero no solamente ante los grupos campesinos y de ejidatarios
disertó el líder de la cnc: en julio de 1943 pronunció un brillante dis-
curso en el seno de la Sociedad Agronómica Mexicana que impactó
nacionalmente en la unificación de las fuerzas agronómicas para de-
rrotar al hitlerismo. Ahí expresó que al cumplir ocho puntos prácti-
cos y posibles sería posible elevar el nivel de vida del campesinado
mexicano:
1. Sostener el ritmo de la reforma agraria.
2. Liquidación a corto plazo de todos los latifundios.
3. Explotación extensiva e intensiva del campo.
4. Nuevos sistemas de irrigación y prioridad en el uso del agua a los
campesinos.
5. Aumento del crédito público y privado al campo.
6. Mejoramiento de la tierra por medios de experimentación tec-
nológica.
7. Racionalizar la explotación de los bosques.
8. Reforma a la Ley de Irrigación para beneficiar al sistema ejidal.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 299


En su participación en diversos actos públicos y culturales, el se-
nador sinaloense dio muestras de su nivel cultural y condición de es-
tadista. Fue él mismo, en un acto de disciplina partidaria, en la plaza
de toros El Toreo, quien dio todo el respaldo del campesinado a Mi-
guel Alemán Valdés para ser el candidato a la presidencia de la Repú-
blica. Despejada la incógnita de la sucesión presidencial se despidió
de la CNC el 30 de mayo de 1947 con un emotivo discurso, haciendo
profesión de fe en los ideales de la Revolución mexicana.
Sin embargo, la administración alemanista no le confirió respon-
sabilidades administrativas ni políticas, por lo que se puso a la dis-
posición del Ejército y en la siguiente administración, encabezada por
Adolfo Ruiz Cortines, regresó a la actividad política; el 4 de diciem-
bre de 1952, tres días después de la toma de posesión presidencial, fue
nombrado presidente del Comité Ejecutivo del Partido Revolucionario
Institucional (PRI). Quince dirigentes nacionales anteriores en el PRI,
desde Plutarco Elías Calles en 1929 hasta Rodolfo Sánchez Taboada
en 1952, respaldaron este acto enmarcando una herencia política.
Fue en enero de 1955, después de haberse aprobado el voto feme-
nino, cuando Leyva Velázquez convocó como presidente del PRI a las
mujeres a que se empadronaran y ejercieran su derecho a votar y par-
ticipar en las oportunidades políticas que se les presentaban. En estas
elecciones participaron mujeres de los estados de Campeche, Queré-
taro, Sonora, San Luis Potosí, Guanajuato, Nuevo León y Colima. La
contienda política fue álgida y desde entonces advirtió la crisis que
enfrentaba el partido ante una creciente beligerancia de la oposición
tanto de derecha como de izquierda.
Su trayectoria militar y política, aparte de su calidad moral en los
ideales de la Revolución mexicana, lo hicieron el candidato ideal para
gobernar a su estado natal, Sinaloa; así, el 30 de julio de 1956, inició la
campaña dentro del PRI.
En verdad no tuvo rivales: su campaña fue austera, sin grandes
concentraciones, pero muy efectiva, acudiendo a foros y mesas re-
dondas recorriendo los entonces 16 municipios del estado. Su oposi-
tor por el Partido Popular, Lázaro Rubio Félix, obtuvo 821, contra los
más de 200 000 de Leyva Velázquez.

300 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Gobernador de Sinaloa

Después de veinte años de haber sido depuesto por la Cámara de


Diputados local en 1936, volvió por sus fueros el 31 de diciembre de
1956. En su gestión recibió seis visitas presidenciales: una de Adolfo
Ruiz Cortines —con motivo del ciclón que azotó las costas mazatle-
cas en octubre de 1957— y cinco de Adolfo López Mateos, con el que
mantuvo excelentes relaciones.
A pesar de que formalmente existe la separación de los poderes
Ejecutivo y Legislativo, las XLII y XLIII legislaturas del Congreso del
Estado trabajaron en consonancia para formular proyectos de leyes,
decretos y reglamentos en los más diversos rubros de la administra-
ción pública, tales como:
1. Decretos para los aumentos de sueldos a los maestros.
2. Decreto para ceder 1 508 metros para construir el edificio del Sin-
dicato Nacional de Trabajadores de la Educación Sección 27.
3. Decretos para la construcción de escuelas entre el Ejecutivo esta-
tal y el CAPFCE.
4. El que implantó la carrera de educadoras de párvulos dependien-
tes de la Escuela Normal de Sinaloa.
5. Ley de Educación del Estado de Sinaloa.
6. Ley de Planeación Integral del Estado de Sinaloa con sus regla-
mentos, que beneficiaron a las ciudades de Los Mochis, Culiacán
y Mazatlán con pavimentación y electrificación.
7. Proyecto de ley para el fomento de la vivienda popular y el decre-
to sobre congelación de rentas.
8. Ley de Hacienda del estado, la cual operó mediante convenios en-
tre las partes interesadas.
9. Ley que estableció el seguro de vida y de retiro de los trabajadores
al servicio del estado de Sinaloa.
10. Ley de pensiones, seguro de vida y otros beneficios para los ve-
teranos de la Revolución mexicana.
11. Decretos para enajenar en la Liga de Comunidades Agrarias y Sin-
dicatos Campesinos del Estado terrenos en la ciudad de Culiacán.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 301


También para donar a los periodistas lotes urbanos en la ciudad de
Mazatlán y donaciones de particulares.
12. Se reconoció la personalidad jurídica de las comunidades agrarias
y núcleos de población campesina para los efectos de la Ley de Ex-
propiación en el estado.
13. Estatuto de Protección a la Infancia y su Ley Orgánica.
14. Decreto para establecer el escudo oficial del estado de Sinaloa.
15. Se creó la municipalidad 17 con el nombre de Salvador Alvarado,
después de una lucha ciudadana que culminó con éxito; el nom-
bre fue iniciativa del presidente Adolfo López Mateos.
16. Se declaró benemérito del estado de Sinaloa al liberal y luchador
en la independencia iniciada en 1810, el rosarense Pablo de Villa-
vicencio.

Cada disposición legislativa avalada por el Ejecutivo tuvo muy


significativas repercusiones en la vida social sinaloense. Por ejem-
plo, con el Decreto No. 241 del 17 de noviembre de 1958, se aprobó
el escudo oficial del estado de Sinaloa a propuesta del artista plásti-
co Rolando Arjona Amábilis. Sinaloa encontró así un signo de iden-
tidad. La trascendencia de esta propuesta es un legado imperece-
dero a nuestra cultura. Hoy el escudo de Sinaloa ha sido valorado
por los historiadores y cronistas de la entidad como un patrimonio
cultural tangible e intangible por su permanencia y significado en
el imaginario colectivo popular.
La iniciativa de declarar benemérito del estado de Sinaloa a Pablo
de Villavicencio posicionó al rosarense en la mentalidad oficial y edu-
cativa como un luchador social y cultural de la mayor trascendencia
en la conformación liberal de la cultura sinaloense.
Carlos McGregor Giacinti (1963) reseñó los seis años de gobier-
no de Leyva Velázquez, de la cual se ofrece el siguiente resumen para
ilustrar su gestión.

302 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Trabajo y acción social

La actividad de esta dirección fue intensa: organizó 174 juntas de me-


joramiento moral, cívico y material en los 16 municipios de la enti-
dad, junto con las cuales se conmemoró el cincuenta aniversario de la
Revolución mexicana y el 150 de la Independencia con la develación
de bustos en bronce de Miguel Hidalgo y Costilla, Francisco I. Ma-
dero, Venustiano Carranza y Gabriel Leyva Solano en sus respectivas
fechas de conmemoración.
El 14 de febrero de 1961 se inauguró el monumento a Agustina Ra-
mírez, la mujer sinaloense que se distinguió en la lucha contra la In-
tervención francesa; desde 1979, con la nominación de Alejandra Re-
tamoza, cada 14 de febrero se otorga, ante la escultura diseñada por el
maestro Becerra, la Medalla al Mérito Social Agustina Ramírez a una
mujer distinguida por sus méritos cívicos.
Muy cerca del monumento a Agustina Ramírez se inauguró el
monumento a Cuauhtémoc, obra del maestro Rolando Arjona. Cada
obra escultórica significó la propuesta de un proyecto urbanístico
para la ciudad de Culiacán.
Ya existía la Rotonda de los Sinaloenses Ilustres, y en esa gestión
se trasladaron los restos del general Juan Carrasco a este recinto el 20
de noviembre de 1961.
En 1959 se fundó la Casa de Observación de Menores para dar un
trato especial a los niños de bajos recursos y reintegrarlos a la socie-
dad con mejores elementos para su supervivencia.
En materia de fomento deportivo, se patrocinaron los campeona-
tos de beisbol en los V y VI juegos juveniles de los años 1960 y 1961,
en las cuales se conquistaron medallas en atletismo.
Se atendieron las emergencias sanitarias en Guasave, Ahome
y Mazatlán —en este último municipio por un ciclón que azotó el
puerto. Fue notable también la implementación de programas sani-
tarios enfocados al medio rural y la construcción de centros de sa-
lud con campañas de saneamiento y educación en la radio y el cine,
contando con el apoyo de los maestros rurales. Al terminar dejó en

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 303


construcción varias obras destinadas al ámbito de la salud tanto en el
campo como en la ciudad. (Ibíd.: 247-250)

Agricultura y ganadería

Al iniciar su gobierno instaló el vivero forestal de la ciudad de Cu-


liacán con el nombre del ingeniero Miguel Ángel Quevedo para la
producción de árboles forestales y de ornato y la reproducción de
plantas forrajeras de riego y temporal. El vivero prestó innumerables
servicios a hospitales, establecimientos de beneficencia pública y re-
clusorios, así como para producción de huevo, pastos y alfalfa para el
jardín zoológico.
Según McGregor Giacinti (1963), la diversidad de productos agrí-
colas que se produjeron en esta gestión fue frijol, maíz, milo maíz,
ajonjolí, cacahuate, chícharo, cebolla, ejote, pepino, berenjena, cala-
baza, tomate, chile, elote, melón y sandía para el consumo nacional y
la exportación.
En CAADES, los productores agrícolas se organizaron por su es-
pecialización productiva y participaron en el plan de construcción
de escuelas rurales. Las presiones a CEIMSA y CONASUPO para cubrir
los precios de garantía a tiempo encontraron eco en las gestiones del
gobernador Leyva.
Asimismo, se apoyó el patronato de la Escuela de Agricultura de
la Universidad de Sinaloa y en este año se estableció el primer conve-
nio para el seguro social obligatorio para los trabajadores del campo.
Jacinto López, el legendario líder campesino de origen sonoren-
se, hizo actos de proselitismo político en el valle de Culiacán solici-
tando nuevos centros de población; se anunció la dotación de ejidos
de carácter ganadero en primera instancia, generándose apoyos ma-
sivos al gobernador. (Ibíd.: 257-259)

304 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Agua potable

Su mayor obra y la de mayor importancia fue la realizada en Culia-


cán, sin embargo Mazatlán, Navolato, Angostura, Cosalá, Mocorito,
San Ignacio, Villa Unión, Aguacaliente, Guamúchil, Coyotitán, Elo-
ta, Guasave y Topolobampo mejoraron sus sistema de agua potable,
y fueron inaugurados los sistemas de Los Mochis y La Montuosa de
Mazatlán por el presidente de la República, Adolfo López Mateos.
(Ibíd.: 263-265)

Electrificación, urbanismo y vivienda popular

De Ahome a Higuera de Zaragoza, de Los Mochis a Topolobampo,


de Culiacán a Navolato, de Guamúchil a Mocorito, de los ejidos Juan
José Ríos a Adolfo Ruiz Cortines, se electrificaron las poblaciones in-
terconectándolas al sistema Sonora-Sinaloa y Nayarit-Sinaloa.
En esta gestión se construyó la planta hidroeléctrica 27 de Sep-
tiembre, con lo cual se solucionaron los problemas de abastecimien-
to de energía eléctrica de Choix, El Fuerte, Ahome, Guasave, Angos-
tura, Mocorito y Culiacán.
Además se pavimentaron los centros urbanos del primer cuadro
de las principales ciudades sinaloenses y se les dotó de alumbrado pú-
blico, banquetas, alineamientos, drenajes, alcantarillas y colectores, vi-
sualizando una imagen moderna de Los Mochis, Culiacán y Mazatlán.
Se recibió una propiedad raíz tanto urbana como rural con un va-
lor de 870 millones de pesos y se entregó con una cifra mayor a los
1 150 millones de pesos. (Ibíd.: 265-272)

Comunicaciones y obras públicas

Se repararon escuelas, la Casa del Pueblo, el Internado del Estado, el


Internado de la Casa del Estudiante Normalista, el edificio de la Aso-
ciación Pro-Infancia y el Hospicio Francisco I. Madero fue convertido

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 305


en Palacio de Gobierno, rompiendo con la tradición de despachar en el
antiguo palacio cañedista diseñado por Luis F. Molina. (Ibíd.: 277-278)

Pensiones

Promulgada la Ley de Pensiones, seguro de vida y retiro de los traba-


jadores, se hizo necesario ejercerla, por lo que se estableció la Direc-
ción de Pensiones del Estado de Sinaloa, la cual empezó sus funciones
en el año de 1960. También se donó en propiedad el edificio ubicado en
la calle Gral. Ignacio Zaragoza No. 333 de la ciudad de Culiacán para
el edificio de la Dirección de Pensiones del Estado y para que se cons-
truyera el centro social de los servidores del estado como patrimonio
de dicha dirección. Se construyeron el casino de los burócratas y otras
edificaciones en beneficio de los trabajadores del estado en El Rosario
y se apoyó a los periodistas de Mazatlán.
En concordancia con la federación, se creó el Instituto de Protec-
ción a Infantes y Menores con patrimonio propio y se construyó el
hospital infantil de la colonia Juárez de Mazatlán; finalmente, se forta-
leció el programa de desayunos escolares que aumentaron considera-
blemente. (Ibíd.: 283-285)

Archivos

Funcionó la Sección de Estadística, Economía y Fomento Cooperati-


vo del Estado a base de reportes de las diversas actividades que me-
recieran un registro, sumando 45 000 de ellos; aparte, se hicieron pu-
blicaciones alusivas a la obra de gobierno con gráficas que mostraron
el incremento de sus actividades en formatos tamaño oficio e ilustra-
ciones a color. (Ibíd.: 247-250)

306 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Proveeduría e Intendencia

Se creó el Departamento de Proveeduría e Intendencia desde 1958


para llevar un control del mobiliario y a la vez se contó con talleres
gráficos para imprimir toda la papelería y folletos que se necesitaron
de 1957 a 1962. (Ibíd.: 297-299)

Tesorería

A través de esta dependencia se canalizaron los apoyos a los damni-


ficados por el ciclón que azotó las costas sinaloenses; las mayores su-
mas correspondieron a Mazatlán, Los Mochis y Empalme, del vecino
estado de Sonora; en otro sentido, se cooperó con los maratones ra-
diofónicos pro-escuelas de Los Mochis, Guasave y Escuinapa.
Se reestructuró la deuda pública ante la Secretaría de Hacienda,
amortizando bonos emitidos en el año de 1952. Los terrenos ganados
al mar en el puerto de Mazatlán fueron incorporados al estado de Si-
naloa y se administró la reparación del puente Cañedo construido en
1910 y que hoy lleva el nombre de Miguel Hidalgo. (Ibíd.: 298-299)

Infraestructura hidráulica

Se gestionó ante la presidencia de la República, a través de la Secre-


taría de Recursos Hidráulicos, la aprobación para la construcción de
la presa del Humaya que lleva el nombre de Adolfo López Mateos, y
se terminó la presa derivadora La Guamuchilera, en el municipio de
Culiacán; se terminaron la presa derivadora en el río Baluarte, en el
arroyo la Catarina de Concordia, y otras en El Fuerte, aparte de bor-
dos de almacenamiento. (Ibíd.: 303-304)

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 307


Comisión Agraria Mixta

En este tema se estudiaron 781 expedientes por concepto de restitución,


ampliación y dotación de tierras. Leyva Velázquez fue revolucionario al
propiciar el desarrollo de las fuerzas productivas, fue nacionalista y po-
pular al integrar a todos los sectores en una dinámica productiva acorde
con el papel desempeñado por el país en el modelo productivo de de-
pendencia al mercado de Estados Unidos, pero su marca de origen de la
Revolución mexicana siempre estuvo presente. (Ibíd.: 305-306)

Educación y la Universidad de Sinaloa

Para iniciar su mandato en este rubro, el gobernador firmó un con-


venio con el Comité Administrador del Programa Federal para
Construcción de Escuelas; el gobierno de Gabriel Leyva Velázquez
puso en este renglón lo mejor de sus esfuerzos, alcanzando un au-
mento del presupuesto del 156.25 %.
En la Universidad de Sinaloa, Gabriel Leyva Velázquez encontró
su más firme aliado para la elevación cultural de los sinaloenses:

Desde 1960, en el gobierno del general Gabriel Leyva Velásquez,


con 2 007 alumnos inscritos, se inicia una cruzada económica en
pro de la Universidad de Sinaloa; se hablaba de un ambicioso pro-
yecto y de la solución de problemas inaplazables, a saber: crea-
ción de centros de capacitación agrícola en Los Mochis, Guasave
y Guamúchil; creación de bibliotecas en cada una de las escuelas,
establecimiento de modernos laboratorios, acondicionamiento
del edificio universitario, mejoramiento de las condiciones de los
estudiantes internos de escasos recursos y establecimiento de la
librería universitaria.
Esta cruzada económica en pro de la Universidad de Sinaloa
contó con un comité central presidido de forma honoraria por
Gabriel Leyva Velásquez, gobernador del estado de Sinaloa, y con
vicepresidentes entre los que se incluyó a los presidentes muni-

308 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


cipales y al jefe de la 9ª Zona Militar general Leandro Sánchez
Salazar; los presidentes municipales estuvieron coordinados por
el licenciado Amado Estrada Rodríguez. El presidente del comi-
té fue el doctor Fernando Uriarte, rector de la Universidad de Si-
naloa, con un presidente auxiliar, el licenciado Guillermo Cuén
Blancarte.
El cuadro completo de este comité reflejó lo más granado de
las fuerzas vivas del estado de Sinaloa; el coordinador docente fue
el doctor Jesús Rodolfo Acedo Cárdenas, presidente de la Socie-
dad General de Profesores de la Universidad de Sinaloa; por los
estudiantes figuraron Rafael Guerra Miguel como presidente de
la Federación de Estudiantes de la Universidad de Sinaloa, jun-
to con Efraín Briones, Arturo Romo y Rigoberto Almaral Velar-
de; incluso se contó con un coordinador obrero representado por
Agustín Torres Quiñones. El secretario ejecutivo fue el licencia-
do Manuel Pallares Ramírez, director del Instituto de Investiga-
ciones Económicas de la misma Universidad.
Los tres millones de pesos, que fueron la meta del comité cen-
tral de la cruzada económica, se planeó invertirlos de la siguien-
te manera:
• Centro de capacitación agrícola.
• Concluir las instalaciones de la escuela preparatoria.
• Mobiliario de la escuela preparatoria.
• Adquisición de equipo para los laboratorios de f ísica, quími-
ca, ingeniería y enfermería.
• Compra de libros para las bibliotecas especializadas de dere-
cho, comercio, economía, química, ingeniería, enfermería,
preparatoria y secundaria.
• Adaptación del taller de artes plásticas.
• Adquirir equipo para el taller de imprenta.
• Establecimiento de la librería universitaria.
• Acondicionamiento del Estadio Universitario.
• Adquisición de un autobús para las misiones culturales, prác-
ticas de estudio de las diversas escuelas y prestación de ser-
vicio social.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 309


• Construcción de un edificio, en secciones especiales para la
casa de la estudiante, escuela de danza y oficinas del Instituto
de Investigaciones Económicas.
• Instalación del comedor universitario.
• Fondo para las promociones culturales, científicas, artísticas
y técnicas.
• Fondo para el Instituto de Investigaciones Económicas para
realizar investigaciones sobre promoción agrícola, ganadera
e industrial. (Ibíd.: 317-319)

Toda esta lista de objetivos obedecía al crecimiento de la matrícula


universitaria, a las potencialidades productivas del estado, que nece-
sitaba una universidad más dinámica, y a que las instalaciones mos-
traban un atraso que la confinaba a un deterioro creciente.
El doctor Fernando Uriarte, a tono con el impulso que le imbuía a
la Universidad, recibió en la ciudad de Los Mochis al presidente de la
República, Adolfo López Mateos, y en ceremonia especial le impuso
la Medalla Eustaquio Buelna al Mérito Universitario.
Al terminar su gestión como rector, el doctor Fernando Uriar-
te, en el tercer y último informe rectoral de septiembre de 1962, dejó
bien claras las cuentas de lo captado por la cruzada económica en
pro de la Universidad y reafirmó su convicción de la importante mi-
sión de la universidad pública ligada a las demandas populares y con
un concepto preciso de la función de la ciencia y la tecnología en su
relación con las universidades.
En este mismo año, en el contexto de la candidatura de Leopoldo
Sánchez Celis para gobernador del estado, un grupo de jóvenes pu-
blicó un manifiesto denominado La voz de los estudiantes. En tal do-
cumento se adherían a la personalidad del candidato del Partido Re-
volucionario Institucional (PRI), y en lo que respecta a la educación
superior anotaron lo siguiente:

proponemos al próximo gobierno que adopte las medidas nece-


sarias tendientes a elevar los subsidios que el gobierno del esta-
do concede a las escuelas de enseñanza superior existentes en Si-

310 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


naloa y en particular a la universidad, cuya población estudiantil
tiende a crecer considerablemente y, como es lógico, con ello cre-
cen las necesidades de la propia institución. También es necesi-
dad primordial para Sinaloa el establecimiento de un tecnológico
regional que dependa de la Secretaría de Educación Pública y del
gobierno del estado o en su defecto de la Universidad de Sinaloa,
y con ello evitar la fluidez del estudiantado a las escuelas técni-
cas de la ciudad de México. Que se impulse la educación nor-
mal a fin de resolver el problema que origina la falta de maestros
titulados con conocimientos pedagógicos y capacidad suficiente
para impartir una educación adecuada a las necesidades de nues-
tro estado. (López, 2004)

Labor cultural

En este punto es menester recoger el texto del gobernador en su últi-


mo informe por la importancia de su contenido:

Al rendir este último informe cumple a nuestro deber hacer una


breve relación de aquella brillante pléyade de intelectuales que
dieron gran prestigio a Sinaloa. Tal fue el contenido de la publica-
ción denominada Antología Sinaloense, que por fortuna pronto
alcanzó una clamorosa victoria al hacer figurar en sus páginas a
54 escritores que cultivaron la historia, la arqueología, el ensayo
filosófico, la crítica, la biograf ía, el teatro, la novela y el cuento.
Este esfuerzo editorial del gobierno pronto se vio estimulado con
las más generosas palabras de aprobación y aliento.
Otra publicación en la que pusimos nuestro mayor empeño
fue el libro consagrado al egregio estadista don Venustiano Ca-
rranza como homenaje al que fuera una de las más fuertes colum-
nas del progreso social de la nación; y por ello nos pareció indi-
cado consagrar un recuerdo más, erigiendo un mural de mosaico
en nuestro gran parque deportivo Constitución en el que aparece

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 311


una serie de semblanzas de nuestros grandes patricios consagra-
dos en aquella gesta heroica.
El propio parque, que debe tenerse como expresión de la cul-
tura sinaloense, alberga dentro de sus muros una biblioteca, un
museo y un teatro al aire libre; y podemos expresar con profunda
satisfacción que dicho museo, no obstante el poco tiempo que lleva
de haber sido fundado, se ha convertido en uno de los mejores del
noroeste y norte del país por sus bellos ejemplares arqueológicos;
por su cerámica representativa de las principales culturas aborí-
genes de la República; por su historia gráfica de la Revolución;
sus cartas geográficas; su sección de historia natural con animales
representativos de la fauna sinaloense, así como su interesante y
meritoria colección de armas que quizás no se haya podido lograr
reunir en alguna otra entidad de nuestra República. No podríamos
pasar en silencio aquel fantástico ejemplar del aerolito encontra-
do en la zona de Bacubirito, que por su enorme peso de cincuenta
toneladas ha sido considerado como la masa mineral segunda del
mundo.
Entre las bellas artes por cuyo desarrollo se ha preocupado
nuestro gobierno las han formado la música, la pintura, la escul-
tura y la danza, que a nuestro juicio son unos de los mejores me-
dios para educar los sentimientos de nuestro pueblo.
Cabe mencionar, siendo para nosotros un legítimo timbre de
orgullo, el haber concurrido al evento cultural en la octava feria
del libro que tuvo lugar en la ciudad de México.
En esta ocasión pudimos exhibir en las vitrinas en forma des-
tacada los 54 autores que integran la antología de prosistas, con
un procedimiento que causó impresión a los numerosos visitan-
tes de nuestro pabellón. Pudimos exhibir también colecciones
completas de nuestra revista ilustrada Rumbos Nuevos, esfuerzo
que por fortuna fue recompensado con opiniones altamente lau-
datorias publicadas en el boletín bibliográfico de la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público.
En el tercer volumen de las ediciones culturales del Gobierno
del Estado se pudo reproducir lo que logró salvarse de la colec-

312 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


ción Lafragua, existente en la Biblioteca Nacional de México, en
los folletos publicados por el Payo del Rosario en las etapas más
intensas y dramáticas de la integración de nuestras instituciones
políticas. La producción de este excepcional hombre de letras,
del que con justicia nos enorgullecemos los sinaloenses, se en-
cuentra diseminada en las bibliotecas de las universidades nor-
teamericanas, motivo por el cual la obra de este insigne luchador
intelectual solamente había sido conocida por unos cuantos eru-
ditos sin que hubiese llegado su influencia de gran luchador polí-
tico a la conciencia del pueblo.
En el volumen cuarto de las ediciones culturales salió a la luz
pública la obra elaborada por Fray Antonio García de los Reyes,
primer obispo de Sinaloa, Sonora y las Californias, en donde se
encuentran datos pormenorizados de todas las misiones estable-
cidas en las diócesis de Sonora y Sinaloa, constituyendo este im-
portante documento que permanecía inédito en los archivos de
la Biblioteca Nacional una información valiosísima respecto a
nuestros pueblos de indios, hábitos y costumbres e instituciones
que mucho los eleva en nuestra todavía oscura historia relativa a
nuestros aborígenes.
No menos valioso es el quinto volumen que quisimos dedicar
con el carácter de justo homenaje a la celebración del primer cen-
tenario de la Carta Magna y del pensamiento liberal mexicano.
Digno de especial mención es el volumen sexto en el que apare-
ce la interesante biograf ía del eximio general sinaloense don Sal-
vador Alvarado, publicación que mereció un elevado concepto
expresado por el ciudadano presidente de la República, licencia-
do Adolfo López Mateos, quien al serle mostrado el volumen res-
pectivo manifestó emocionado que sus primeras inquietudes re-
volucionarias las había obtenido a través de las obras de este gran
ciudadano, expresando también con categórica y meridiana clari-
dad que Sinaloa debía de honrar a uno de sus muy esclarecidos
pensadores, cuyas elevadas enseñanzas habían transformado al
viejo Yucatán en alguno nuevo en el plano de las libertades públi-
cas y dentro del moderno sentido de la convivencia social.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 313


Por fortuna, con satisfacción podemos informar a ustedes
que la idea justa y noble de nuestro primer magistrado cristali-
zó en la publicación de este libro debido a la luminosa pluma de
Antonio Médiz Bolio, destacado impulsor de la obra de Alvara-
do en Yucatán.
Grato y honroso es para nosotros haber prohijado la creación
de una entidad política en nuestro estado para conservar la me-
moria de tan eminente ciudadano, general Salvador Alvarado.
Lo expuesto sobre la obra cultural realizada por el régimen que
hemos tenido el honor de presidir sería bastante para absolvernos
de cualquiera omisión en que hubiésemos incurrido, no precisa-
mente por habernos faltado voluntad y entusiasmo para elevar el
rango de nuestra cultura a los niveles que corresponde, sino por-
que quizá la circunstancias, muchas veces apremiantes en que es-
tuvimos colocados, nos restaron elementos para cumplir mejor
con lo que siempre hemos considerado como un deber que com-
pete realizar a todo ciudadano.
Al conmemorarse el quincuagésimo segundo aniversario de la
Revolución mexicana, el 20 de noviembre último, mi gobierno in-
auguró en esta ciudad el Monumento al Soldado Desconocido. En
esa ocasión el pueblo sinaloense rindió un fervoroso homenaje de
admiración y de respeto a los restos de un soldado anónimo que
murió por legarnos una herencia de libertad, de justicia y de paz,
los que fueron inhumados con honores militares, para que allí es-
tén simbólicamente representados el heroísmo y el sacrificio de
esos luchadores humildes que han ido cayendo a lo largo de la his-
toria de México para consolidar las instituciones de la República
en los tres grandes movimientos sociales de nuestra patria, que
subrayan la Independencia, la Reforma y la Revolución.
Nos enorgullece saber que esos soldados nunca dispararon sus
armas movidos por impulsos de conquista o de agresión, sino que
supieron morir como guardianes de la integridad del territorio na-
cional o como defensores de los derechos del pueblo mexicano,
que en la hora presente tienen en el primer magistrado de la Re-
pública, señor licenciado Adolfo López Mateos, a su más alto re-

314 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


presentante, que pugna gallardamente por la convivencia pacífica
de las naciones, por el abandono de la fuerza como recurso para el
arreglo de las diferencias entre los países y por el respeto al derecho
de autodeterminación de todos los pueblos.
Los despojos de nuestros soldados anónimos, dispersos como
están en donde les tocó morir, hasta ahora no habían podido reci-
bir el tributo que merecen por haber sucumbido defendiendo un
ideal democrático y enalteciendo a la patria en sus aspiraciones
de independencia y justicia social, económica y política.
Nos hacía falta un monumento a estos héroes anónimos, que
de hoy en adelante recibirán en Sinaloa justo homenaje por la
voz de nuestros oradores y de nuestros poetas, al celebrarse las
fiestas cívicas de este México, del cual ellos fueron artífices por-
que lo modelaron con los golpes viriles de su inmolación, con las
galas esplendorosas de su sacrificio.
Ese monumento constituirá un homenaje pleno de fervor
patriótico, porque representa la materialización del culto por
los héroes sin nombre que siguieron las banderas de Hidalgo,
de Juárez y de Madero. Allí las fiestas cívicas tendrán un sentido
más profundo en el reparto de las jornadas de gloria, porque re-
cordarán simbólicamente al pueblo que con el bronce heroico de
sus corazones se fundieron las campanas de nuestra libertad, se
forjaron los pilares eternos de nuestra nacionalidad y se afinaron
los recios perfiles de nuestra historia. (Leyval, 1962)

La gestión de Leyva Velázquez estuvo en el centro de una polémi-


ca que se dirimió en la prensa y la radio, abonando el clima de libertad
de expresión que se vivió en Sinaloa. En su gobierno ningún periodista
sufrió agresiones o fue expulsado del estado.

Último comentario

En el sexenio de Leyva Velázquez alcanzó el tiempo para construir pre-


sas y obras menores de irrigación, hacer entrega de tierras y construir

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 315


escuelas, además de asumir la alegría popular en sus manifestaciones
más cercanas al pueblo. En la XEBL de finales de los cincuenta se en-
cuentra gran parte del detonador cultural de Gabriel Leyva: el comer-
cio y la cultura popular de las nacientes barriadas fueron conforman-
do un proyecto que entusiasmó a maestros, intelectuales, burócratas y
gente del pueblo. La XEBL, la XESA y la XECQ dialogaban en las ondas
hertzianas con un público expectante, pendiente de los anuncios de los
cines Humaya, Avenida o Lírico.
Gabriel Leyva asumió el reto y el rito de la maquinización agríco-
la del estado, tal como lo vaticinó Enrique el Guacho Félix Castro en
1957, y con ello inició una nueva era de la sociedad sinaloense. Leyva
rebasó la ideología para hacerse hombre de la gestión federal de los
recursos que Sinaloa necesitaba. Exoficial mayor de la Defensa Na-
cional, exdirigente de la CNC y exdirigente del PRI, tuvo los hilos de la
gestión social en la mano, por ello el Guacho Félix lo llamó «estadista
modesto de Sinaloa» antes de comenzar su gestión.
Su gubernatura es interesante porque en ella la imagen de la mo-
dernidad sinaloense alcanzó altura; antes, Rigoberto Aguilar Pico
puso lo mejor de su parte para contemporizar con Adolfo Ruiz Cor-
tines en su propuesta civilista que buscó hacer del poder Ejecutivo
federal un detonante de nuevos símbolos nacionales. Gracias a eso,
la agricultura moderna de Sinaloa estuvo a tono con la tendencia im-
puesta desde la presidencia de la República.
Sin embargo la actividad sustantiva de nuestra economía sinaloen-
se, la agricultura, inmersa en el ámbito del mercado capitalista, tuvo
que adecuarse al carácter oligopólico de las leyes del mercado. Los es-
fuerzos por atemperar esta tendencia mundial que impactó a la agri-
cultura sinaloense, de trato desigual para los productores en beneficio
de los intermediarios y grandes comercializadores, obligaron al gober-
nante a mantener el fiel de la balanza en un proyecto de justicia social
que cada día estaba más alejado de los ideales revolucionarios.

316 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Numeralia

• De 23 773 averiguaciones previas, la Procuraduría General de Jus-


ticia del Estado resolvió 10 740 y se consignaron 10 800 casos.
• Se trasladaron 2 200 expedientes al Supremo Tribunal de Justicia
para su resolución.
• Se presentaron 445 emplazamientos a huelga, se avinieron 437 y
se declararon 8 en todo el sexenio, con 3 600 000 pesos de bene-
ficios para los trabajadores.
• Se agregaron 17 a las 35 instituciones de salud, totalizando en 52
en el sexenio.
• De 1957 a 1962 se electrificaron 51 pueblos con servicio completo,
incluyendo las consiguientes líneas de transmisión.
• Se instaló la Ciudad Deportiva de Mazatlán con un estadio de
beisbol.
• Se ampliaron las redes telefónicas a 38 comunidades, prestando
el servicio de larga distancia entre Guamúchil, Mocorito, Angos-
tura, Los Mochis y Ahome.
• Funcionaron en esta administración 73 notarios y se habilitaron
a otros 8.
• Se organizaron 22 oficinas del Registro Civil, que se sumaron a
las 98 existentes.
• En los talleres del estado se procesaron 9 millones de impresos,
entre los que se contó el Periódico Oficial del Estado de Sinaloa.
• Al iniciar su gestión esta administración manejó un presupues-
to anual de 43 millones de pesos, terminando con 76 millones en
1962.
• Se perforaron 42 pozos profundos con la instalación de sus plan-
tas de bombeo, mayoritariamente en ejidos.
• En 1959 la Universidad de Sinaloa tenía un presupuesto de 1 294
519.75 pesos; en 1962 ascendió a más de cuatro millones.
• Entre 1959 y 1962 se repartieron 1 001 865 hectáreas, beneficiando
a 9 000 familias.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 317


r
Bibliografía

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318 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Leopoldo Sánchez Celis
El último gobernador de la Revolución mexicana

Nicolás Vidales Soto*1

El paliacate es el pañuelo de los campesinos sinaloenses: es un cua-


dro de manta algodonada de unos cuarenta centímetros por lado con
figuras originalmente estampadas en blanco y rojo. Tiene múltiples
usos, tantos como los hombres del campo pueden darle en la vida;
Sánchez Celis lo usó cotidianamente como parte de su indumentaria
y llegó a distinguirle en todos los círculos sociales donde participó,
en los cuales fue conocido como el Hombre del Paliacate.
Leopoldo Sánchez Celis nació en el Real de Minas de las Once
Mil Vírgenes de Cosalá el 14 de febrero de 1916. Sus padres fueron
Epifanio Sánchez Rodríguez y Celsa Celis Castellón, él cosalteco de
pura cepa y ella de Talpa, Jalisco. Fue el quinto de doce hermanos y
al nacer la comadrona que asistió el parto le rezó su buenaventura:
«Traes el signo de acuario, eres hombre, apuesto y de firmes senti-
mientos; serás amable, amigable y justiciero; decidido y obstinado,
pero razonable; pateas con fuerza, vas a tumbar muchas puertas en
tu camino y serás un gran hombre». (Vidales, 2008: 13)

*  Con el agradecimiento a los hijos de Leopoldo Sánchez Celis, Jaime y


Leopoldo Sánchez Duarte, por las precisiones históricas y familiares al pre-
sente texto.

319
Sus primeros años los vivió en esa villa donde aprendió a leer y
escribir; después la familia se trasladó al puerto de Mazatlán, donde
culminó sus estudios elementales; siguiendo los impulsos de la vida,
posteriormente viajó a Culiacán para inscribirse en la escuela secun-
daria del Colegio Civil Rosales, donde aprendió a cultivar la amistad,
uno de los dones característicos de su personalidad.
Conoció la zozobra social causada por el movimiento de los re-
novadores, que por medio de las armas en 1929 se opusieron a la im-
posición callista en la persona de Emilio Portes Gil a la presidencia
de la República y entendió que sólo el respeto a la voluntad popular
expresada en las urnas electorales era el camino firme y seguro para
garantizar el desarrollo de la sociedad.
Las condiciones económicas le obligaron a abandonar los estu-
dios secundarios, pero entendió que los libros eran portadores de
importantes conocimientos; se convirtió así en un autodidacta ávido
de aprender, abrevando sobre todo en los temas de historia, materia
que concibió como «la gran maestra de la humanidad».
Vivió los momentos propios de la juventud culiacanense, partici-
pó en los festejos de una sociedad en formación y amplió su círculo
de amigos, oportunidad que nunca despreció. Su destacado lideraz-
go entre los miembros de su generación lo llevó a la ciudad de Méxi-
co, donde participó en la formación de la Confederación de Jóvenes
Mexicanos. Volvió a Sinaloa y a finales de los años treinta se identifi-
có plenamente con la política, ser y razón de su vida, encontrando en
el loaicismo los postulados del discurso cardenista que desde la pre-
sidencia de la República llamaba a reorganizar al país para cumplirle
a las masas campesinas su demanda de tierras, escuelas para la niñez,
sindicalización de los trabajadores y, desde luego, la recuperación de
los recursos naturales para beneficio de la nación. La expropiación
del petróleo en 1938 fue un acto inolvidable durante el resto de su
vida porque en ella reconoció la voluntad del presidente para defen-
der los recursos naturales e impulsar el desarrollo nacional.
En 1940 ingresó a la campaña del coronel Rodolfo T. Loaiza,
quien por segunda ocasión pretendía la gubernatura del estado. Su
responsabilidad fue la organización de los jóvenes campesinos, inte-

320 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


grando su primer bastión político: el Club Juvenil Loaicista. Para ello
recorrió la geograf ía sinaloense, conoció las necesidades de sus ha-
bitantes y amplió el círculo de amistades que fueron engrosando su
agenda política.
En 1942 coordinó los trabajos que llevaron a la formación de la
Federación de Organizaciones Populares de Sinaloa, filial de la CNOP,
en la cual incorporó a los hombres y mujeres que carecían de una
fuerza social que defendiera sus intereses. Esta experiencia no fue
suficiente para que el gobernador le reconociera su esfuerzo, por lo
cual su nominación a una diputación a la Cámara local se esfumó,
aunque a pesar de ello continuó participando con entusiasmo y efi-
ciencia en las tareas de su responsabilidad.
El asesinato del gobernador Loaiza en el carnaval, en febrero de
1944, se convirtió en un duro golpe a las aspiraciones del cosalteco,
ya que tanto el sustituto Teodoro Cruz como el sucesor Pablo Macías
Valenzuela lanzaron un ataque frontal contra los loaicistas en res-
puesta a las acusaciones que les hacían de haber sido los autores in-
telectuales del asesinato del coronel, ya que nunca contaron con sus
simpatías para sucederlo en la gubernatura, perdiendo momentánea-
mente todas las posibilidades de ascenso político en la entidad.
La mano del general marcó el camino al joven cosalteco, y en un
salto pleno de audacia se encaminó nuevamente a la ciudad de Mé-
xico, buscando mejores oportunidades para vivir. En la capital de la
República se integró al equipo de trabajo del Gral. Rodolfo Sánchez
Taboada, presidente del Partido de la Revolución Mexicana, identi-
ficándose con otros jóvenes que iniciaban una insospechada carrera
política: Milton Castellanos, Francisco Galindo Ochoa, Manuel Ji-
ménez San Pedro y Luis Echeverría Álvarez, con quienes compartió
el exilio maciista.
En la capital se le abrió la posibilidad de conocer otros países. En
su calidad de secretario de Relaciones Internacionales de la Confe-
deración de Jóvenes Mexicanos, viajó a Londres, París y Praga para
asistir a los congresos de la Organización Mundial de la Juventud,
ampliando su visión del mundo y conociendo los estragos de la Se-
gunda Guerra Mundial.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 321


Se casó con Blanca Rosa Duarte Otáñez, con quien procreó a
Leopoldo, Celsa Patricia, Jaime Antonio, María de Lourdes, Blanca
Cecilia y Rodolfo, este último llamado así en honor del general Ro-
dolfo Sánchez Taboada.
En 1950, los cambios en la política estatal brindaron nuevas posi-
bilidades a sus actores. Por decisión del presidente Miguel Alemán,
el PRI designó a Enrique Pérez Arce como candidato a la guberna-
tura del estado, que si bien no fue del total agrado de Macías Valen-
zuela, tampoco encontró la menor oposición por parte del goberna-
dor, abriéndose la posibilidad para que Leopoldo Sánchez Celis, con
el apoyo de Sánchez Taboada, contendiera por la diputación del XI
distrito sinaloense (el de Mazatlán), en la próxima Legislatura local,
oportunidad que le permitió reencontrarse con los integrantes de los
comités campesinos y de las organizaciones populares a quienes ha-
bía servido pocos años atrás y poner en marcha lo más valioso de su
capital político.
Primero en llegar al Congreso del Estado con el acta que recono-
cía su triunfo electoral, por derecho se convirtió en presidente de la
Junta Electoral de la XL Legislatura, llevando como secretario a Gui-
llermo Ruiz Gómez y como compañeros de escaño a Felipe Espino-
za Bachomo, José Ángel Burgueño, Emiliano Ceceña Gámez, Joaquín
Duarte López, Gonzalo Padilla Martínez, Ricardo Riveros, Ramón
Rodríguez, Eduardo Solorio Gámez, Manuel Sosa Campaña y An-
tonio Toledo Corro. Al reponer el proceso electoral en el distrito de
Badiraguato se eligió (sin suplente) a Armando Morga Vega, comple-
tando el trece cabalístico de Sinaloa, como definió Clemente Vizcarra
Franco a los integrantes de esa Legislatura, quienes se encuadraron
en dos grupos: los maciístas, dirigidos por Guillermo Ruiz Gómez y
Ricardo Riveros, partidarios del gobernador que dejaba el poder; y
los renovadores, encabezados por Leopoldo Sánchez Celis y Antonio
Toledo Corro, partidarios de Adolfo Ruiz Cortines, candidato más
visible a la presidencia de la República.
A medio sexenio, Enrique Pérez Arce, obligado por las secuelas
de su enfermedad, solicitó licencia para separarse del gobierno de Si-
naloa. Don Adolfo Ruiz Cortines, una vez hechas las consultas que

322 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


el caso ameritaba, propuso a la XL Legislatura el nombramiento de
Rigoberto Aguilar Pico, distinguido pediatra mazatleco quien, por
acuerdo del Congreso, el 26 de febrero de 1953, fue designado gober-
nador provisional del estado hasta el 18 de marzo en que, por renun-
cia del titular, fue declarado gobernador interino para concluir el car-
go en 1956.
Conocedor de las reglas de la política, la relación de Sánchez Ce-
lis con el gobernador se mantuvo en los mejores planos, conducien-
do el trabajo de la Cámara de Diputados sin contratiempo alguno.
Al concluir en su cargo, fue designado presidente del Comité Esta-
tal del Partido Revolucionario Institucional, dedicándose a organizar
el proceso para elegir la XLI Legislatura sinaloense, correspondiente
a 1953-1956, y la relativa a la federal 1955-1958, que participaría en la
elección del próximo presidente de la República.
Abiertas las posibilidades, expresó sus deseos de gobernar el muni-
cipio de Mazatlán, mas sus aspiraciones fueron cambiadas por la can-
didatura a la diputación federal por el distrito de Mazatlán, ante lo cual
no sólo esperó el tiempo que el calendario político marcaba, sino que
se dedicó a organizar el proceso electoral; triunfó sin obstáculo al fren-
te y obtuvo su escaño en la Cámara Baja del Congreso de la Unión,
donde estrechó relaciones de amistad con dos personajes que ha-
brían de influir en la vida nacional: Carlos Hank González y Carlos
Alberto Madrazo.
En 1955, el nombre del general Gabriel Leyva Velázquez se pro-
nunciaba con fuerza a la candidatura del gobierno sinaloense, quien
como buen conocedor de las condiciones políticas locales, buscó el
apoyo de las corrientes que hacían opinión entre los habitantes de los
once ríos, y una de ellas era la dirigida por Leopoldo Sánchez Celis.
Con el compromiso sellado, el hijo del protomártir de la Revolución
afianzó su triunfo y arribó a la gubernatura para el sexenio 1957-1962.
En la Cámara de Diputados, Leopoldo Sánchez Celis fue electo
coordinador del sector campesino, cuando éste constituía la mayoría
relativa en su composición, por lo cual se convirtió en una figura po-
lítica destacada que cumplió las comisiones que le confirieron tanto
en el sector campesino como en el popular en otros estados del país.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 323


Su filiación campesina lo llevó a simpatizar con la precandidatura del
secretario de Agricultura, Gilberto Flores Muñoz, pero los designios
de la cúpula política nacional presentaron a Adolfo López Mateos,
secretario del Trabajo, como candidato del PRI al gobierno de la Re-
pública. Sintiendo que su derrumbe político era inminente, grande
fue su sorpresa al recibir la invitación del candidato para que se in-
corporara a su campaña organizando al sector campesino, comisión
que cumplió de tal forma que lo llevó a la candidatura como senador
de la República por el estado de Sinaloa, elección que ganó en for-
ma absoluta, ocupando su escaño en la Cámara Alta a partir de 1959,
donde se consolidó al designársele secretario de Acción Política del
Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
Sus actividades de gestoría social se hicieron más sentidas en Sina-
loa al participar en la construcción y funcionamiento del Hospital de
Cosalá: moderno, amplio y seguro, para atender las necesidades de la
población de escasos recursos de su pueblo natal. Ante la negligencia
y la negativa del secretario de Salud para recibirlo en audiencia soli-
citada con toda oportunidad cuando gestionaba el envío de vacunas
que cubrieran la demanda reclamada por la población infantil sina-
loense, abrió la puerta del despacho a patadas para reclamarle la falta
de atención y cumplimiento de sus obligaciones, dando pie a que los
columnistas lo tipificaran como un político bronco y altanero.
El presidente López Mateos, conocedor del carácter y el valor po-
lítico del senador, le recomendó que guardara la mesura necesaria y
poco después lo propuso como candidato al gobierno de Sinaloa para
sustituir a Gabriel Leyva Velázquez, quien llevaba varias cartas en la
mano para comentarlas con el Presidente, mas no pudo convencer-
lo de las bondades de sus precandidatos, quedando en el camino a la
gubernatura otros distinguidos sinaloenses como Fernando Uriarte,
rector de la Universidad de Sinaloa; José María González Urtusuás-
tegui, director de la Lotería Nacional, y el propio Antonio Toledo Co-
rro, amigo del coronel José García Valseca, propietario de la más in-
fluyente cadena periodística a nivel nacional.
No había la menor duda: el hombre que gobernaría Sinaloa duran-
te el sexenio 1963-1968 llevaba por nombre Leopoldo Sánchez Celis, y

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el 19 de agosto de 1962 lo recibió en Culiacán una apoteótica manifes-
tación de simpatizantes. A partir de ahí su campaña electoral fue un
paseo por los valles y la serranía, donde recogió el capital político que
formó poco a poco durante treinta años, tiempo en el cual se preparó
para dirigir su estado natal, acumulando la experiencia propia de un
autodidacta que se fortaleció en la vida misma, yendo en esta nueva
oportunidad al encuentro de sus amigos, construyendo, junto con ellos
y los compañeros de todas las luchas libradas, la decisión de avanzar
hasta alcanzar sus objetivos y conociendo de viva voz los problemas
más sentidos en todas las regiones de la entidad, teniendo siempre bien
puestos los pies sobre la tierra y sin dejar de soñar en un mejor mañana
para los sinaloenses.
Sin oponente al frente, la elección se desarrolló el 4 de noviembre
respetando las normas que regulaban el proceso, y después de cum-
plir los requisitos reglamentarios, el 17 de noviembre el Congreso del
Estado lo declaró Gobernador Constitucional del Estado de Sinaloa
para el período 1963-1968.
El ansiado día llegó y el 1 de enero de 1963, en el auditorio del par-
que Revolución, previamente declarado recinto oficial por el Con-
greso del Estado, Leopoldo Sánchez Celis tomó protesta ante la pre-
sencia de Jesús Osuna Urtusuástegui, presidente del Congreso del
Estado; del general Gabriel Leyva Velázquez, gobernador saliente; y
de Raúl Salinas Lozano, secretario de Industria y Comercio y repre-
sentante del presidente Adolfo López Mateos. Dentro y fuera de la
cancha deportiva, que era el espacio más amplio en aquel momen-
to, miles de campesinos y miembros de las organizaciones populares
coreaban el nombre de quien encarnaba la esperanza de mejorar sus
condiciones de vida. Este fue el primer acto político transmitido por
una estación de radio sinaloense: la XEBL de Enrique Maximiliano
Gómez Blanco y Angelina Viedas. En su discurso expresó:

Mandatario no es el que manda, sino el que obedece el mandato


del pueblo. Tierra y libertad son condiciones de vida para los mexi-
canos: tierra sin libertad significa explotación y esclavitud; liber-
tad sin tierra significa miseria y carencias constantes. Dentro de

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 325


nuestras atribuciones, combatiendo el latifundio, continuaremos
con el reparto de tierras. Convencidos de que comunicar es unir
y progresar, hicimos con nuestro pueblo el solemne compromi-
so de que en esta fecha se iniciarían los caminos para integrar a
Sinaloa. En este instante nos complace informarles que hemos
cumplido con nuestra palabra y en estos momentos los bulldozer,
palas y aplanadoras inician una nueva etapa en el progreso de Si-
naloa, abriendo los caminos de Los Mochis-San Blas, San Blas-El
Fuerte y Carretera Internacional-Cosalá. Rehusamos categórica-
mente ese primer lugar que se nos ha conferido como consumi-
dores de cerveza en la República. En ninguna zona o lugar adya-
cente a una cooperativa, a un centro de trabajo, a una escuela o
a un ejido, permitiremos que existan centros de degradación o
de vicio, simulados o abiertos. A partir de hoy hemos ordenado
la despistolización en todo el territorio de nuestra entidad. Por
razones de elemental humanidad, nuestro gobierno ha de apor-
tar todos los recursos a su alcance para combatir la siembra de la
adormidera y el tráfico de sus derivados. (Ibíd.: 180-181)

En el primer año de gobierno, su esposa, doña Blanca Duarte de


Sánchez Celis, siguiendo el ejemplo de doña Eva Sámano de López
Mateos, dedicó todo su empeño en la organización y funcionamiento
del Instituto de Protección a la Infancia Sinaloense, filial del INPI, po-
niendo a disposición de la niñez «con un pequeño costo de recupera-
ción» un complemento nutritivo que en muchas ocasiones fue todo
el alimento que llegó al estómago de los escolares más desvalidos.
En cuanto a las acciones en educación, nombró en la Dirección
de Educación al profesor Jesús Lazcano Ochoa, reconocido militante
del Partido Comunista Mexicano, quien coordinó las acciones para
la entrega de los libros de texto gratuitos en todos los grados de edu-
cación primaria, primera edición del programa educativo del gobier-
no federal que unificó el contenido académico en la República y for-
taleció el espíritu nacionalista en las nuevas generaciones; amplió la
atención de educación básica a la niñez, abriendo más escuelas a lo
largo y ancho de la geograf ía sinaloense; impulsó la alfabetización de

326 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


los adultos; auspició el funcionamiento de escuelas secundarias par-
ticulares y por cooperación SNTE-Sección 53 y realizó los estudios
técnico-administrativos que permitieron la fundación del Instituto
Tecnológico Regional No. 17 en la capital del estado.
En otro campo de acción, atendió las demandas de los núcleos
campesinos en audiencias públicas, imponiendo una nueva forma
para escuchar al pueblo; se constituyó el Sindicato de Trabajadores al
Servicio del Gobierno del Estado y promovió el programa de vivien-
da para los burócratas.
En 1967 solicitó una licencia al Congreso del Estado para atender-
se de una enfermedad que lo obligó a viajar al extranjero; en su au-
sencia fue cubierto por Fortunato Álvarez Castro en calidad de go-
bernador interino, pero poco tiempo después volvió recuperado para
integrarse con mayor ahínco a las tareas del gobierno sinaloense.
A continuación se muestran algunos extractos del informe de la-
bores que comprendía los actos de su sexenio:

Campañas contra el vicio, despistolización y siembra


de enervantes
Durante mi administración, en las agencias del Ministerio Públi-
co se iniciaron e integraron 20 877 expedientes de averiguación
previa, lo que revela una disminución de 10 684 averiguaciones
previas en relación al sexenio anterior. Esto es resultado directo
de las reformas a nuestra legislación penal y de las campañas con-
tra el vicio y el pistolerismo.
Sin falsas posturas, con el conocimiento real de la estructura
humana y social de Sinaloa, nos empeñamos en combatir el vicio
para proteger el patrimonio de nuestro pueblo. Esta lucha ha pre-
sentado diversos frentes y, entre ellos, la incomprensión de mu-
chos sinaloenses que no han entendido que buscamos dignificar
al hombre; dignificar y rescatar al hogar sinaloense, salvaguardar
los más altos valores morales y fortalecer la economía de la fami-
lia, para que ésta goce de mejor habitación, educación, alimentos,
vestidos y medicinas, con los dineros que el jefe de la familia deja
en la cantina.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 327


Trabajo y acción social
En el área del trabajo, los órganos laborales conciliaron los movi-
mientos de huelga.
En el campo de la acción social, el 20 de noviembre de 1963 se
pensionaron a los veteranos de la Revolución, en homenaje a los
hombres que contribuyeron al triunfo del movimiento de 1910.
Con la nueva penitenciaría clausuramos una época que
abarca siglos de corrupción carcelaria. Ahora el recluso encon-
trará auténticos medios de readaptación social por la vía del tra-
bajo, la educación, el estudio de su personalidad, el cuidado de
su salud, el sano esparcimiento y un trato humano digno. Pro-
movimos ante el Honorable Congreso la expedición de la Ley
del Consejo Tutelar para Menores. Este año quedó terminado y
readaptado el edificio que albergará el Centro de Observación
y el Consejo Tutelar.
Se construye en esta capital una central camionera que se in-
tegrará al patrimonio de la Dirección de Pensiones y permitirá
que ésta amplíe los servicios a los trabajadores del Estado.

En reconocimiento a la labor desarrollada por su esposa al frente


del Instituto de Protección a la Infancia Sinaloense, sostuvo que se re-
partió un promedio de 35 000 desayunos diariamente durante seis años.
En lo referente al servicio educativo se amplió la cobertura estatal
en todos los niveles y por primera vez en la historia sinaloense, se en-
tregaron los libros de texto gratuito a todos los niños que cursaban la
educación primaria; se puso especial atención al funcionamiento de
los centros de alfabetización, se apoyó la apertura de escuelas secun-
darias por cooperación y se apoyaron los esfuerzos de capacitación y
preparación profesional del magisterio a fin de que en 1980 todos los
maestros de primaria estuvieran titulados.

Plan Sinaloa de Superación Campesina


A través del Plan Sinaloa de Superación Campesina y el Comité
Administrador del Programa Federal de Construcción de Escue-

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las, edificamos, reconstruimos y amueblamos aulas escolares en
más de 5 000 acciones; esta cifra supera toda la inversión realiza-
da en construcción de aulas en los 50 años anteriores.

Universidad Autónoma de Sinaloa


Dos etapas se definen en la vida institucional de la Universidad
durante este sexenio. Una corresponde a los tres primeros años,
cuando no era autónoma, y la otra cuando a nuestra iniciativa se
le otorgó su autonomía plena. Durante la primera etapa [...] se
crearon nuevas carreras: Ingeniero Químico, Trabajo Social e In-
geniero Agrónomo Especializado en Empresas Agrícolas. Se cons-
truyó y equipó el Centro de Adiestramiento para Operadores de
Maquinaria Agrícola, se propiciaron el desarrollo del Teatro Uni-
versitario y del Teatro Guiñol, se creó el Instituto de Idiomas Ex-
tranjeros, el Centro de Estudios Musicales y el Taller de Artes
Plásticas, la Librería Universitaria y el Departamento Editorial.
Se formó el Centro de Cálculo.
Concedida la autonomía como decisión del régimen, hay quie-
nes, con criterios tendenciosos, afirman que entre la institución y el
poder público no existe ni un solo vínculo, como no sea aquel que
continúa obligando al régimen a la entrega de subsidios y aportacio-
nes económicas. Pretenden quienes así piensan hacer de la Univer-
sidad Autónoma de Sinaloa una entidad ajena a la administración
pública, libre de compromisos con el pueblo sinaloense. Pretenden
que las funciones autónomas deban desenvolverse bajo un orden
jurídico extraño y alérgico al Estado, lo que no puede ser porque la
Universidad es una prolongación descentralizada del Estado.

Obras públicas
Hemos realizado en construcción de carreteras una inversión que
no tiene precedentes de 175 millones; durante el sexenio, la Jun-
ta Local de Electrificación, el Gobierno del Estado y los pueblos
invirtieron 46 732 000 pesos en 800 kilómetros de líneas transmi-

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 329


soras, que beneficiaron a 246 000 sinaloenses que reciben ener-
gía eléctrica en 251 poblados. Con esta obra, en relación con otras
entidades de la República, Sinaloa obtuvo el primer lugar nacio-
nal por el mayor número de poblados electrificados.…

Acción agraria
El viernes de cada semana, durante seis años, acompañado de los
funcionarios federales y estatales que manejan los programas de
los campesinos, en el local de la Liga de Comunidades Agrarias,
recibí en audiencia pública a comisiones de ejidatarios. Obtuvi-
mos magníficos resultados, muchos problemas se resolvieron de
inmediato y otros se tramitaron ágil y oportunamente.

Combate contra el latifundio


La reacción se disfraza de agrarista [...] Deliberadamente eluden
plantear las cuestiones políticas, de justicia social, que son la cau-
sa de la esencia agraria.
La Corte comprende y protege a los propietarios afectados,
pero olvida y menosprecia la garantía social agraria que asiste a la
clase campesina [...] La Corte vela por la tranquilidad de los terra-
tenientes, pero no le preocupa la intranquilidad y el desamparo
de los campesinos sin tierras. [...] No hemos acabado de crear el
derecho que corresponde a la reforma agraria integral.
La entrega de la tierra es la primera etapa de la Reforma Agraria
Integral. La segunda es la organización económica, social y política
del ejido. Junto con el Banco Nacional Agropecuario ya organiza-
mos el primer ejido cooperativo, el ejido Culiacancito, que cuenta
con 1 500 hectáreas de riego que se explotan colectivamente.

Industrialización
En el mes de abril de 1967, celebramos el primer Congreso para
el Desarrollo Industrial de Sinaloa, cuya memoria concentra to-

330 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


dos los estudios efectuados, las conclusiones que se lograron y
que servirá a los inversionistas para aprovechar las oportunida-
des que les brinda Sinaloa y contribuir eficazmente a la transfor-
mación de la economía del estado.

Materia fiscal
La obra de seis años destaca el crecimiento de un pueblo en todos
los órdenes, en todos los niveles, y reafirma sus valores morales,
políticos y sociales. Sinaloa se ha transformado y seguirá trans-
formándose positivamente por la voluntad de su pueblo.
La responsabilidad del gobernante es cada día más compleja
y de mayor magnitud. Gobernar es luchar, trabajar sin límite de
tiempo, conocer hombres y problemas, estructuras y potencia-
les económicos; de la capacidad y de las decisiones de los grupos
sociales; ser su promotor y guía en su dinámica creadora; vigilar
y salvaguardar su patrimonio, su libertad, su dignidad y su vida.

Su legado al desarrollo de Sinaloa

La autonomía universitaria es la decisión de gobierno más valiosa


que un Ejecutivo estatal haya tomado en toda la historia sinaloense.
Sin ella no es posible entender nuestro acontecer de 1965 a la fecha.
En el medio siglo transcurrido, el desarrollo de nuestra institución
educativa, a través de la preparación académica de su planta laboral y
la formación profesional de sus egresados, ha influido en forma pre-
ponderante en la vida estatal en todos los campos sociales, regiones y
niveles económicos; las opciones de estudio se han diversificado am-
pliamente en todos los campos de la ciencia y la tecnología, consoli-
dando las escuelas preparatorias a través de la certificación académica
de acuerdo al protocolo de la Secretaría de Educación Pública federal;
se han abierto opciones técnicas en las áreas de informática, ciencias
de la salud y bachilleratos tecnológicos; se han creado nuevas licencia-
turas hasta completar un amplio catálogo de carreras profesionales;

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 331


en el nivel superior se ofrecen especializaciones, maestrías y doctora-
dos, facilitando la investigación científica e integrando a su planta do-
cente en el Sistema Nacional de Investigadores; en el área de la inves-
tigación científica el sello universitario brilla a través de la aplicación
del conocimiento de sus egresados y su planta docente, y en el campo
de la difusión de la cultura la presencia universitaria es cada vez más
notoria a través de la publicación de libros, grupos artísticos galardo-
nados en el país y el extranjero, así como a través de ferias y festivales
organizados por diversos motivos.
Pero Sánchez Celis no sólo le otorgó la autonomía a la máxima
casa de estudios sinaloense: consciente de que esta situación jurídica
requería otros elementos que garantizaran su desarrollo institucio-
nal, durante su gobierno casi cuadruplicó su presupuesto para que
atendiera las necesidades inherentes a su nueva vida académica.
Es indudable que la influencia universitaria en la vida social es
notoria y relevante. Sus egresados participan profesional, académica,
económica y políticamente en todos los campos de la sociedad sina-
loense, extendiéndose hacia otros estados; sin el ejercicio de la auto-
nomía esta institución hubiera permanecido atada a las posibilidades
del apoyo gubernamental y su subdesarrollo hubiera limitado el fu-
turo del estado mismo.
Esta es, repetimos, la aportación más importante a la vida de la
entidad. El Decreto No. 10, reglamento de la Universidad Autónoma
de Sinaloa publicado en el Periódico Oficial del Estado de Sinaloa el
14 de diciembre de 1965 sigue siendo la base más firme para impulsar
el desarrollo de la sociedad sinaloense.
Por otra parte, el reparto de los latifundios, sobre todo el del pre-
dio de Eldorado, es otra de las distinciones más significativas del go-
bierno sanchezcelista. Durante su sexenio se afectaron los latifun-
dios, simulados o no, repartiéndose 1 698 039 hectáreas en beneficio
de 33 532 jefes de familia que viven en los nuevos centros de pobla-
ción fundados a lo largo y ancho de la geograf ía sinaloense. En este
aspecto resaltan la afectación de los latifundios de La Campana, en
el municipio de Escuinapa, propiedad de los herederos de Natividad
Toledo, y el de Eldorado, municipio de Culiacán, regenteado por la

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familia Redo, cuya afectación fue autorizada por la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, generando una fuerte tensión en las relaciones
del presidente Gustavo Díaz Ordaz —que apoyaba a los Redo— y el
gobernador Sánchez Celis.
Al caducar el permiso que el gobierno federal le otorgó a la com-
pañía minera American Smelting (Asarco) para la explotación de
las tierras concesionadas a su favor, el Gobierno del Estado entre-
gó a la Universidad Autónoma de Sinaloa las instalaciones existen-
tes en el Mineral de Nuestra Señora, así como las miles de hectáreas
que integraban el terreno correspondiente, dotándola de un campo
propio para el desarrollo de sus actividades académicas en las áreas
biológicas y minerales. Hoy ese proyecto de reserva ecológica es una
realidad ampliamente reconocida por el rescate de las especies regio-
nales, constituyéndose en un campo de esparcimiento que atrae un
turismo interesado en el estudio de la flora y la fauna locales, que es
recibido por un hermoso monumento erigido en honor de Heraclio
Bernal, figura prominente del antirreeleccionismo sinaloense.
Después de cumplir con los requisitos establecidos por la Secre-
taría de Educación Pública del gobierno federal y encabezar local-
mente las gestiones para su construcción, el 1 de septiembre de 1968
inició actividades el Instituto Tecnológico Regional de Culiacán, cum-
pliéndose con la orden del titular del Ejecutivo estatal para implantar
una institución educativa moderna y eficiente que permitiera aten-
der la formación de profesionistas requeridos por el programa de in-
dustrialización en Sinaloa, ofreciéndose a la juventud un bachillerato
técnico y las carreras profesionales de Ingeniería Eléctrica y después
Bioquímica en Alimentos, Ingeniería Industrial y Sistemas Compu-
tacionales. La participación de los egresados del Tecnológico ha sido
notoria en el proceso de electrificación de las comunidades rurales.
La electrificación del campo también influyó en el mejoramiento del
nivel de vida de las familias sinaloenses: el refrigerador, la lavadora,
la licuadora, el radio y la televisión transformaron la vida familiar,
mientras los industriales e inversionistas dispusieron de la energía
eléctrica de acuerdo con sus necesidades.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 333


La electrificación de las poblaciones rurales se expandió en for-
ma acelerada gracias al apoyo extraordinario que brindaron los pre-
sidentes Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, así como a la
magnífica disposición de Guillermo Martínez Domínguez, director
de la Comisión Federal de Electricidad, quien entendió la importan-
cia de este programa prioritario para impulsar el desarrollo regional.
El Premio Mazatlán de Literatura, nacido en la imaginación del
periodista Antonio Haas y apoyado por Raúl Rico y Francisco Rodol-
fo Álvarez Fárber, fue propuesto al gobernador Leopoldo Sánchez
Celis. Una vez concertado con los organizadores de esta gran fiesta
sinaloense se constituyó en la mejor oportunidad para darle al carna-
val un aspecto cultural que atrajera la atención de la intelectualidad
mexicana e internacional. Año tras año desde 1965 se ha cumplido
con este compromiso literario, cuyo monto económico ha sido cu-
bierto históricamente por la UAS, entregándose el premio al mejor
libro publicado el año anterior en el territorio nacional. Lo han reci-
bido escritores de la talla de José Gorostiza, Ricardo Garibay, Marco
Antonio Montes de Oca, Jaime Torres Bodet, Gastón García Cantú,
Fernando Benítez y Elena Poniatowska. En 1972 Carlos Fuentes lo re-
chazó en protesta por la represión al movimiento estudiantil en Sina-
loa, suspendiéndose la entrega hasta 1984, cuando lo recibió Luis Spo-
ta, a quien siguieron Octavio Paz, Ángeles Mastreta, Vicente Leñero,
Carlos Monsiváis y muchos autores más que consolidaron este reco-
nocimiento a los creadores más distinguidos de la literatura nacional.
El Plan Sinaloa de Superación Campesina fue concebido como un
programa innovador para resolver las necesidades de las familias si-
naloenses que vivían en las comunidades rurales. Sustentado en los
principios del trabajo comunitario y voluntario y en la planeación ad-
ministrativa, se convirtió en un poderoso instrumento que impulsó el
desarrollo de las comunidades sinaloenses, traduciéndose en la aper-
tura, dignificación y consolidación de escuelas; en la construcción de
casas habitación, plazuelas, caminos y puentes; la electrificación de las
comunidades, la instalación de oficinas de correos y telégrafos, el apo-
yo técnico para las actividades agrícolas, la asesoría familiar, en fin,
una opción de desarrollo que motivó a los campesinos a todo lo largo

334 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


y ancho del territorio sinaloense a organizarse para mejorar su nivel
de vida.
Elevar a Sinaloa de entidad eminentemente agrícola a la condición
de transformadora de sus productos primarios, requería de una acer-
tada planeación del proceso de industrialización, para lo cual en 1967
se convocó a la realización del Primer Congreso de Industrialización
con el propósito de encontrar los caminos y las áreas de interés de los
capitalistas interesados en la inversión productiva en Sinaloa. El con-
greso se desarrolló bajo la dirección de Alfredo Valdés Montoya apo-
yado por un equipo de trabajo integrado entre otros por el ingeniero
Manuel Puebla y tuvo como primera consecuencia la organización de
las primeras industrias alimentarias en el norte de la entidad.
Al iniciar el año de 1963, el estado todavía contaba con cabeceras
municipales relativamente aisladas de la carretera federal México 15
y comunicadas por caminos de terracería que se volvían intransita-
bles en la época de lluvias. En el sexenio se cumplió con el compro-
miso de integrar —vía carretera asfaltada— al resto de las cabeceras
municipales de la entidad, facilitando la comunicación de las familias
y el movimiento de los productos del campo sinaloense para trasla-
darlos a mejores mercados, ampliándose las posibilidades de supera-
ción académica y económica de la población. Con recursos estatales
se construyeron poco más de 300 kilómetros de carreteras asfaltadas
durante este gobierno.
Conocedor de primera mano de las deprimentes condiciones de
vida de las familias sujetas al funcionamiento de las haciendas mez-
caleras del sur de Sinaloa, generadoras del vicio y fuentes de degra-
dación social, el gobierno dispuso la revisión sanitaria, hacendaria y
laboral de las mismas, y ante las irregularidades encontradas deter-
minó la clausura de las mismas a pesar de la animadversión de sus
propietarios, eliminando un foco de infección social que lastimaba
profundamente la dignidad de las familias.
La campaña de despistolización y el combate a la siembra de estu-
pefacientes nunca dejaron de ser programas prioritarios en este sexe-
nio, y fueron atendidos, en apoyo al gobierno federal, acorde con las
posibilidades del erario estatal. Durante este gobierno se destruyeron

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 335


14 040 armas de fuego, se incineraron en los campos militares 35 tone-
ladas de mariguana y se incautaron importantes cantidades de goma
de opio, disminuyendo notablemente los asesinatos, robos y asaltos,
así como los índices de violencia, para mejorar la tranquilidad y las
condiciones de vida de los sinaloenses.
Después de gobernar Tabasco, Carlos Alberto Madrazo arribó a la
dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional y se pro-
puso oxigenar la democracia reformando la vida interna de ese parti-
do, instrumentando para ello un sistema inédito de consulta directa a
las bases para seleccionar a los candidatos a los puestos de elección po-
pular. Su aspiración era que en su momento se aplicara en el caso de la
presidencia de la República.
Sin embargo esta novedosa y atractiva propuesta no fue acepta-
da por el gobernador Sánchez Celis, quien con su experiencia política
preveía grandes riesgos para la vida interna del partido, que más tem-
prano que tarde conducirían a una ruptura de la unidad de sus mili-
tantes, con la consecuente formación de las corrientes internas, porta-
doras de intereses opuestos. En otro campo de ideas, con la aplicación
de esta forma de consultar a las bases, el Presidente de la República
perdería automáticamente su facultad extrajurídica para designar a los
candidatos a los gobiernos estatales y a los líderes de las cámaras de
diputados y senadores, así como a algunos presidentes municipales,
miembros de lo que puede llamarse el «gabinete ampliado».
La aplicación de esta reforma se hizo en Sinaloa en el proceso elec-
toral de 1965 en los municipios de Culiacán, Rosario y Salvador Alvara-
do. La elección de Culiacán alcanzó mayor notoriedad, tanto por ser la
capital del estado como por la preeminencia de los participantes, con-
tendiendo la Asociación Política Francisco I. Madero auspiciada por
Madrazo con el candidato Ernesto Higuera López, quien se enfrentó a
Alejandro Barrantes Gallardo, evidente candidato del gobernador. La
primera elección fue jurídicamente anulada y en la segunda Barran-
tes Gallardo, candidato de un partido local, alcanzó la mayoría y fue
declarado presidente municipal de Culiacán. En Salvador Alvarado, la
ciudadanía perdió la monolítica unidad que los llevó a lograr la muni-

336 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


cipalización y la consulta a las bases convirtió a los guamuchilenses en
dos grandes bandos mismos que a la fecha continúan manifestándose.
Sin dejar de sentirlo como una limitante a su aspiración de influir
en la designación de su sucesor, Leopoldo Sánchez Celis consideraba
seriamente la posibilidad de llevar a cabo un proceso de consulta a
las bases, más que todo a las fuerzas política y económicamente acti-
vas, que no dividieran al electorado y en lugar de provocar rupturas
sociales de graves consecuencias partidarias fomentaran la unidad
de sus militantes. Atento a los postulados cardenistas, Sánchez Ce-
lis sostenía que el objetivo de todo gobierno era alcanzar más justi-
cia social para sus representados, sobre todo para los grupos sociales
más desvalidos.
En ese momento político la gran tarea era consultar sin dividir,
fortaleciendo la unidad en el partido, de ahí que las diferencias entre
Carlos Alberto Madrazo y Leopoldo Sánchez Celis alcanzaran gran-
des dimensiones y se convirtieran en materia de opinión de los co-
mentaristas políticos del centro del país, hasta llegar a las más altas
esferas del poder. De aplicarse la reforma madracista habría que res-
ponder a la siguiente pregunta: ¿quién mandaría en la designación de
las candidaturas a los puestos políticos de mayor importancia nacio-
nal: el presidente de la República o el presidente del partido? ¿Con
quién harían compromiso los aspirantes? ¿Aceptaría el presidente de
la nación la imposición de los candidatos que resultaren de la con-
sulta a las bases desarrollada por el presidente del PRI? Medio siglo
después, la oxigenación de la democracia mexicana sigue esperando
la madurez ciudadana indispensable para avanzar en este largo pro-
ceso de la vida social.
Con la intención de mostrar la madurez cívica y política de la ciu-
dadanía sinaloense en el proceso para la selección del candidato a
la gubernatura estatal, Sánchez Celis acordó con el presidente Díaz
Ordaz —quien sugería la nominación del general Renato Vega Ama-
dor—, la celebración de un recorrido de auscultación de la opinión
popular para integrar una terna propuesta por las fuerzas vivas de
la entidad, que sería entregada a la consideración del presidente de

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 337


la República, participando como testigo de calidad, designado por el
mismo presidente del partido, Alfonso Martínez Domínguez.
El recorrido por la entidad se llevó a cabo con la regularidad pla-
neada y el resultado fue la terna integrada por Miguel Leyson Pérez,
distinguido político guasavense, el senador Amado Estrada Rodríguez
y Alfredo Valdés Montoya, tesorero general del Estado de Sinaloa.
En su momento los tres nombres fueron puestos ante los ojos del pre-
sidente, quien prefirió la opinión de Luis Echeverría Álvarez, secreta-
rio de Gobernación, quien escogió a Valdés Montoya, «el menos san-
chezcelista», según su entendimiento. Así se resolvió la candidatura de
su sucesor, favoreciendo con ello la continuidad del proceso de planea-
ción y desarrollo económico generado en el sexenio 1963-1968, obra
del tesorero general, ahora candidato al gobierno sinaloense. El nom-
bre de Vega Amador no figuró en la terna, evitándose la imposición
del presidente de la República y la entrega de esta posición al Ejército.
La consecuencia de esta decisión se convirtió en un nuevo tema
de interés para los comentaristas políticos, quienes, atentos a la no-
vedad del proceso de auscultación —que permitió la unidad en torno
al candidato egresado de la terna— expresaron variadas opiniones,
sobresaliendo por su brevedad y contundencia la emitida por don
Luis, consumado epigramista del periódico Novedades, quien resu-
mió esta gran batalla política en la siguiente cuarteta:

Y dijo el gran bigotón,


que no habría continuismo,
mira nomás qué cabrón,
por poco se queda él mismo.

Sánchez Celis logró su objetivo: demostró que la ciudadanía sina-


loense tenía el valor y la calidad suficiente para determinar su futuro
participando con madurez y visión en la selección de sus gobernan-
tes, de preferencia civiles, para que los militares dejaran de tener en
el gobierno sinaloense un refugio previo a su retiro.
Antes de concluir su mandato, Sánchez Celis vivió el movimien-
to estudiantil popular de 1968. No pudo evitar que sus hijos parti-

338 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


ciparan en él ni que los agentes del servicio de información políti-
ca federal los identificaran, llevando el consiguiente reporte a las
más altas esferas del poder. Ello tampoco impidió que durante la re-
presión de octubre desatada abiertamente contra los integrantes del
Consejo Nacional de Huelga, dispusiera sus mejores medios para
evitar que muchos estudiantes cayeran en manos de sus buscadores.
Solidariamente, tratando de salvaguardar sus vidas, algunos encon-
traron la protección y alojamiento que los mantuvo lejos de las ma-
nos que ansiaban su aprehensión; durante su gobierno no se dio un
solo caso de desaparición de líderes estudiantiles.
Al concluir su encargo volvió a la ciudad de México permanente-
mente, sin intentar manipular a sus simpatizantes, dejando en plena
libertad al nuevo gobernante para que atendiera y resolviera la mar-
cha de su administración.
Los atributos más importantes de la personalidad de Leopoldo
Sánchez Celis fueron el cultivo de la amistad y el cumplimiento de
sus obligaciones familiares, cívicas y sociales. Para sus oponentes, fue
un rival abierto, frontal, sincero, que no abusó del poder del Estado
para combatirlos.
Al concluir la responsabilidad política más elevada de su vida,
pasó a la tranquilidad ciudadana, mas por indicaciones del presiden-
te Díaz Ordaz salió del país; en Portugal se enteró de la muerte de
Carlos Alberto Madrazo, con quien no volvió a conversar después
de su paso por la presidencia nacional del PRI; al regresar al país,
con Luis Echeverría en la presidencia, se integró a las comisiones de
trabajo que le encomendó su amigo Carlos Hank González durante
las distintas responsabilidades públicas que cumplió. A invitación de
José López Portillo y Francisco Labastida Ochoa, candidatos en dis-
tintos tiempos a la presidencia de la República y al gobierno de la en-
tidad respectivamente, visitó Sinaloa apoyándolos en sus campañas y
organizando el Movimiento Progresista Sinaloense.
Leopoldo Sánchez Celis murió rodeado por su familia en Cuerna-
vaca, Morelos, el 7 de agosto de 1989. El gobierno de Sinaloa comunicó
a la sociedad el deceso de tan extraordinario personaje, guardando el
luto correspondiente.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 339


El legado del gobierno de Leopoldo Sánchez Celis no sólo se man-
tiene, sino que diariamente acrecienta su presencia en el desarrollo
de los sinaloenses. La autonomía universitaria por sí sola dignifica su
sexenio, convirtiéndose en la herencia más importante de un gober-
nador a lo largo de nuestra historia.
Con respecto a las causas que motivaron el otorgamiento de la
autonomía a la Universidad de Sinaloa, el periodista José María Fi-
gueroa Díaz, quien fuera secretario particular del gobernador Sán-
chez Celis, pocos años después de haberse publicado la decisión del
diez de diciembre de 1965 en el periódico oficial, en momentos que la
institución rosalina atravesaba el conflicto social generado por la te-
sis de la universidad-fábrica, escribió lo siguiente:

Leopoldo: ¿por qué le concediste la autonomía a la Universidad


de Sinaloa, cuando nadie hacía presión para ello? ¿Fue una deci-
sión de tipo político? ¿Cuál es la verdad?
Se lo pregunté al exgobernador Leopoldo Sánchez Celis duran-
te su reciente y última visita a Sinaloa. Contra su costumbre, no dio
una respuesta rápida. Sonrió ligeramente primero, su rostro se tor-
nó serio después y, tras entrecerrar sus ojos por un instante, habló
por fin:
—Voy a explicarte todo desde el principio.
Estábamos en el restaurant El Tabachín del hotel Executivo.
Pedimos un poco de café; nos acomodamos de tal manera que na-
die se entrometiera y yo me dediqué a escuchar:
—Para empezar nadie me presionó. Yo le concedí la autono-
mía a la Universidad porque consideré que ya había adquirido la
mayoría de edad, que podía gobernarse por sí misma. Además,
yo siempre tuve presente y lo sigo teniendo, mi origen rosalino.
Yo tengo a orgullo haber sido estudiante del Colegio Civil Rosales
y eso influyó en mi decisión. Ahora que lo pienso más, hasta me
atrevo a decir que pudo haber sido definitivo. (López, 2000: 18)
En la casa de Cuernavaca, donde el exgobernador de Sinaloa
vivió sus últimos días, su hijo Leopoldo, entre la aplicación de me-
dicinas y las atenciones propias a un enfermo, recogió las expre-

340 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


siones finales de su padre. «...si bien disminuido físicamente por
la enfermedad, don Leopoldo, con su espesa, abundante cabellera
gris azulada, sus penetrantes ojos de moro, ceja y bigote poblados,
conservando todavía una fuerte presencia y personalidad» comen-
tó lo siguiente:
«Una vez que entregué el gobierno a Alfredo Valdés Monto-
ya quien, para desencanto de mis paisanos y del equipo político
que le cobijó, resultó un sucesor blando, manejable, de poquísi-
mo carácter, muy a modo del Presidente, este último me mandó
decir con Emilio Martínez Manatou, entonces Secretario de la
Presidencia y aspirante a sucederlo, que no me quería en México
mientras no hubiera candidato a la presidencia; en otras palabras:
Díaz Ordaz, a quien tampoco obedecí cuando quiso imponerme
como sucesor al Gral. Renato Vega Amador, en una época en la
que el poder del presidente era intocable, absoluto, estaba enca-
bronado, muy molesto conmigo y por ningún motivo permitiría
que participara en el proceso de sucesión, así que tuve que irme,
lo que costó un exilio por más de seis meses en Europa».
Respecto a su relación con Carlos Alberto Madrazo, quien
fuera presidente del Comité Nacional del PRI, autor de la consul-
ta a las bases e impulsor del grupo Francisco I. Madero que con
Ernesto Higuera primero y después con Alberto Zazueta Duarte
disputó la presidencia municipal en 1965 a Alejandro Barrantes,
candidato del gobernador, expresó:
«Mis diferencias con Carlos fueron de carácter político, nun-
ca personales. Él tenía una manera de ver las cosas y yo la mía.
Cuando estas diferencias provocaron un distanciamiento y un
conflicto entre nosotros, yo gané la partida y nada más. Nunca
sentí el menor resentimiento o animadversión hacia él y pienso
que él tampoco los tuvo conmigo.
»Carlos y yo nunca nos vimos, pero estoy seguro que de ha-
bernos encontrado nos hubiéramos mentado la madre o nos hu-
biéramos dado un fuerte abrazo. Pienso que hubiera ocurrido lo
segundo. Desde que nos conocimos caminamos juntos y nos apo-
yamos en todo y para todo. Madrazo y yo fuimos grandes amigos.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 341


Era hombre de una sola pieza, muy recio, valeroso, terriblemente
inteligente y leal a sus principios y a sus amigos».
Finalmente, con motivo de su candidatura independiente,
dijo:
«Cuando el Gral. Pablo Macías tomó posesión como nuevo
gobernador de Sinaloa, tuve la osadía de postularme como can-
didato independiente a diputado federal por Mazatlán respalda-
do por el Bloque Político Universitario Sinaloense, organización
precursora de los partidos regionales, hoy en día tan importantes,
lo que provocó el disgusto de Macías, quien veía con muy malos
ojos mi filiación Loaicista y Cardenista.
»Además de robarme la elección, fui amenazado de muerte
de manera que me tuve que salir, no había de otra. Loaiza había
muerto, el Gitano estaba en la cárcel, sus hombres se encontra-
ban dispersos y en fuga y Macías no se andaba con cuentos, no
me quería en Sinaloa». (Sánchez, 2015: 13,14 y 18)

Numeralia

• Se entregaron 425 736 hectáreas en resolución definitiva, para be-


neficio de 8 581 campesinos.
• Se enviaron al Departamento de Asuntos Agrarios y Coloniza-
ción en segunda instancia 56 expedientes que amparan una su-
perficie de 613 526 hectáreas en posesión.
• En dotación provisional se entregaron a los campesinos sinaloen-
ses 658 777 hectáreas.
• Se entregaron 1 698 039 hectáreas a los núcleos campesinos, de
las cuales 105 080 fueron de riego por gravedad.
• En 1966, por primera vez, se programaron las actividades agríco-
las en una superficie de 640 000 hectáreas. Los programas para
el ciclo 1968-1969 abarcaron una superficie de 734 000 hectáreas,
cuya cosecha tuvo un valor superior a 2 200 millones de pesos.
• Se clausuraron 2 536 centros de vicio.
• Se destruyeron 14 040 armas de fuego y 14 180 armas blancas.

342 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


• Se decomisaron 34.5 toneladas de mariguana y 13 de opio crudo.
• Se consignaron a 487 personas por delitos contra la salud.
• De 331 emplazamientos a huelga, estallaron sólo 15.
• Se firmaron 508 contratos colectivos con beneficio de 65 millo-
nes de pesos.
• Se pensionó a 56 veteranos de la Revolución, para llegar a 158.
• Se invirtieron 11.5 millones de pesos en la construcción de una
central camionera que se integró al patrimonio de la Dirección
de Pensiones.
• Se repartió un promedio de 35 000 desayunos diariamente duran-
te seis años.
• En 1962 impartieron clases 3 267 maestros de educación primaria,
que atendieron 203 908 niños.
• En 1968 había 5 804 maestros que impartían clases en 1 559 escue-
las a 256 314 educandos.
• Se entregaron 7 657 000 ejemplares, como una aportación más
del gobierno federal a la educación sinaloense.
• Se organizaron 1 492 centros alfabetizantes.
• En 1962 existían siete escuelas secundarias con una población de
2 177 alumnos.
• En 1968 funcionaron 96 secundarias, 22 escuelas técnico-comer-
ciales, un instituto tecnológico y un instituto de idiomas, con una
población de 18 826 estudiantes.
• Los ingresos de la Universidad Autónoma de Sinaloa aumentaron
de 4 a 14 millones de pesos, se iniciaron los sorteos anuales y se
liberó a la Universidad de la enseñanza secundaria.
• Se establecieron dos casas de estudiantes sinaloenses en la capi-
tal de la República.
• Se expropiaron 29 hectáreas para la construcción de la Ciudad
Universitaria.
• La inversión en construcción, reparación y amueblado de aulas
ascendió a 135 672 000 pesos.
• De 229 kilómetros que existían pavimentados en 1962, se entre-
garon 400 más.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 343


• Los impuestos, de 1962 a 1968, se elevaron en su recaudación en
237 %; los derechos en 220 % y los productos en 967 %.
• Los aprovechamientos aumentaron en 333 % y las participaciones
en impuestos federales, en las que el gobierno no tiene ningún
control, únicamente en 50 %.

r
Bibliografía

ΕΕ López Alanís, Gilberto (2000). Daba todo por sus amigos. (Testimo-
nio de Manuel Moreno Rivas sobre Leopoldo Sánchez Celis), Academia
Cultural Roberto Hernández Rodríguez, Archivo Histórico General del
Estado de Sinaloa, colección Nuestro Tiempo, núm. 1. Culiacán.
ΕΕ Sánchez Duarte, Leopoldo (2015). Inédito. Fotocopia.

344 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Fortunato Álvarez Castro
Gobernador provisional del estado de Sinaloa, 1967

Teodoso Navidad Salazar


Jesús Manuel Viedas Esquerra

El nacimiento de Fortunato Álvarez Castro tuvo lugar en Guasave,


Sinaloa, el 23 de mayo de 1933, en un México que aspiraba a vivir en
paz al término de la Revolución. Cuatro años antes, Plutarco Elías Ca-
lles había impulsado la creación del Partido Nacional Revolucionario,
que después cambiaría a Partido de la Revolución Mexicana. El gran
mérito del antiguo maestro de Guaymas, Sonora, apodado el Turco
(o el Jefe Máximo de la Revolución mexicana), había sido aglutinar a
la gran mayoría de facciones y grupos políticos en ese organismo que
finalmente se convertiría en el Partido Revolucionario Institucional.
México era entonces un país eminentemente rural, había pasado
la etapa armada que diezmó a la población (las carabinas aún olían a
pólvora) y algunos grupos se resistían a la reconstrucción de una na-
ción desgarrada por la guerra y urgida de nuevas instituciones que
dieran cauce y atención a las demandas más sentidas de quienes ha-
bían hecho la Revolución.
Por otra parte, Guasave era municipio joven, que contaba apenas
con 17 años.1 Al suprimirse las directorías, se integró como sindicatura

1  Según decreto de fecha 5 de diciembre de 1916, emitido por el Congreso


local y sancionado por el gobernador Ángel Flores, se erigió en municipio
separándose de la municipalidad de Sinaloa.

345
al municipio de Sinaloa (Navidad, 2013: 126), pero luego se separó de
aquella municipalidad durante el gobierno del general Ángel Flores.
Este municipio, que al paso de los años se convertiría en el emporio
agrícola de México, dio la bienvenida a un joven de nombre Fortuna-
to Álvarez Gaxiola, quien llegó a ejercer la teneduría de libros y quien
más tarde se casaría con la maestra Ciria René Castro Soto, el 30 de
diciembre de 1928; de este matrimonio nacieron Graciela, Mario y
Fortunato.
Álvarez Gaxiola ingresó al círculo político de Guasave, donde fue
bien aceptado, y pronto fue electo presidente municipal (1945-1946),
dejando inconcluso el período para contender por una diputación al
Congreso del Estado; lo sustituyó Andrés F. Meyer, quien cubrió el año
de 1947 (Ídem). Debido a sus ocupaciones legislativas, fue necesario
que Álvarez Gaxiola se trasladara en 1947 a Culiacán con su familia,
donde Fortunato, de tan sólo 14 años, ingresó a la Universidad de Si-
naloa para concluir la secundaria que había iniciado en Magdalena,
Sonora (Noroeste, 2011); más tarde se tituló como licenciado en Dere-
cho por la Universidad Nacional Autónoma de México. Para entonces
Guasave había alcanzado el rango de ciudad, en agosto de 1954.2

La entrada a la política

Álvarez Castro es un hombre orgulloso de sus padres. Su madre,


maestra de profesión, le enseñó a leer y escribir a temprana edad, por
lo que al ingresar a la primaria fue el asombro de niños y maestros.
De su padre heredó los anhelos de servir a la comunidad a través de
la política —su casa era punto de reunión de los políticos de la época,
que llegaban a dialogar con su padre.
En su estancia en el Distrito Federal, en 1961, conoció al enton-
ces senador de la República, Leopoldo Sánchez Celis, quien lo invitó
a trabajar en su oficina donde despachaba los asuntos propios de su
investidura como senador por el estado de Sinaloa. Al año siguiente,

2  Decreto No. 18, emitido por el Congreso del Estado.

346 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Sánchez Celis fue seleccionado por el Comité Ejecutivo Nacional del
Partido Revolucionario Institucional para contender por la candida-
tura al gobierno de Sinaloa, y entre los políticos invitados a sumar-
se a su campaña apareció el joven Fortunato Álvarez Castro, quien al
iniciarse el nuevo régimen de gobierno fue nombrado oficial mayor
de gobierno.

Fortunato gobernador

Al llegar las elecciones para la presidencia municipal en el segundo


período del gobierno de Leopoldo Sánchez Celis, Alejandro Barran-
tes —secretario general del Gobierno del Estado— renunció para
contender por la candidatura a la presidencia municipal de Culiacán,
por lo que el gobernador se decidió por el joven Álvarez Castro para
ocupar la vacante.
En 1967, penúltimo año de gobierno de Sánchez Celis, el manda-
tario estatal tuvo serios problemas de salud y requirió de manera ur-
gente ponerse en manos de médicos expertos, por lo que se vio obli-
gado a solicitar ante el H. Congreso del Estado licencia a su cargo para
atenderse en los Estados Unidos. Por ministerio de Ley, el joven secre-
tario general de Gobierno, Fortunato Álvarez Castro, se hizo cargo del
Despacho del Poder Ejecutivo. Tan sólo tenía 33 años y tenía ante sí tal
vez la más alta y honrosa responsabilidad a la que cualquier sinaloen-
se puede aspirar: servir a su estado. El día de su toma de protesta ante
el Congreso local señaló: «Como hasta hoy, seguiré trabajando igual, y
confiando en que muy pronto el Sr. Leopoldo Sánchez Celis recupere
su salud y regrese a Sinaloa a tomar posesión de su cargo».3
El día jueves 2 de marzo de 1967, apareció publicado en el Perió-
dico Oficial El Estado de Sinaloa, el Decreto No. 120, expedido por
el Honorable Congreso local, el día 1 de marzo, del año en curso,
que a la letra dice: Artículo 1º- Con fundamento en la fracción VIII,

3  Fragmento del discurso pronunciado por Fortunato Álvarez Castro el


día de su toma de protesta en el nuevo encargo.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 347


artículo 50, de la Constitución Política local, se concede al C. Leopol-
do Sánchez Celis, una licencia de 60 días, con derecho a renunciar
el tiempo que no le sea necesario, para estar separado del cargo de
Gobernador Constitucional del Estado, cuya licencia empieza a con-
tarse a partir del 4 de del presente mes.

Artículo 2.- Con apoyo en la fracción VI, del mismo artículo, se


designa Gobernador Provisional del Estado al C. Lic. Fortunato
Álvarez Castro, quien asumirá sus funciones a partir de la fecha y
hora en que el C. Leopoldo Sánchez Celis haga uso de la licencia
que se le concede.4

El mencionado decreto, incluye un transitorio, que señala: El pre-


sente Decreto surte efectos legales a partir del día cuatro de marzo
de 1967, dicho decreto aparece firmado por el diputado presidente,
Manuel Lazcano y Ochoa, así como por el diputado Secretario, Ma-
nuel Ferreiro y Ferreiro.
El Lic. Alejandro Ríos Espinoza, a la sazón, Oficial Mayor, pasaba
a ejecutar las funciones del Secretario General de Gobierno. Con esta
designación el Lic. Fortunato Álvarez Castro, asumía una de sus más
grandes responsabilidades en su vida política: gobernar su estado.
Es necesario destacar que en el Decreto No. 120 se establece la fi-
gura jurídica de Gobernador Provisional de Estado; sin embargo, en
algunos decretos aparece la figura de secretario general de Gobier-
no, encargado del Despacho del Poder Ejecutivo del Estado Libre y
Soberano de Sinaloa. Asimismo, en el Decreto No. 117 Bis aparece
como gobernador provisional del Estado Libre y Soberano, y lo mis-
mo en el No. 119.
A continuación se anota una relación de los decretos, para desta-
car la figura jurídica con la que firma:
• En el Diario Oficial del 11 de marzo: Secretario General de Go-
bierno, encargado del Despacho del Poder Ejecutivo.

4  Periódico Oficial El Estado de Sinaloa.

348 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


• 14 de marzo: Secretario General de Gobierno, encargado del Des-
pacho del Poder Ejecutivo.
• 16 de marzo: Secretario General de Gobierno, encargado del Des-
pacho del Poder Ejecutivo.
• 8 y del 12 de abril aparece como Secretario General de Gobierno,
encargado del Despacho del Poder Ejecutivo del Estado Libre y
Soberano de Sinaloa.
• 13 y 15 de abril, Gobernador Provisional del Estado Libre y So-
berano.
• 18 de abril, Secretario General de Gobierno, encargado del Des-
pacho del Poder Ejecutivo.
• 20 de abril, Gobernador Provisional del Estado Libre y Soberano.

En la publicación del Diario Oficial con fecha del 2 de mayo, ya


aparece la firma del gobernador Leopoldo Sánchez Celis, pero dos
días después el Diario Oficial regresa la figura de Fortunato Álvarez
Castro como gobernador provisional del estado; sin embargo, en el
Diario Oficial del 6 de mayo, vuelve a parecer la figura de Leopoldo
Sánchez Celis como gobernador, e igual sucede en las fechas 11 de
mayo, 13 de mayo y 10 de junio. En los decretos firmados los días 24 y
29 de de junio desaparece de la escena Leopoldo Sánchez Celis y re-
gresa Fortunato como secretario general de Gobierno, encargado del
Despacho del Poder Ejecutivo, firmando todavía el decreto del día 11
de julio como secretario general de Gobierno, encargado del Despa-
cho del Poder Ejecutivo.
El 29 de julio Leopoldo Sánchez Celis regresó a retomar la guber-
natura, y de ahí en adelante los decretos del 1 de agosto, 8 de agosto,
10 de agosto, 12 de agosto, 15 de agosto, 17 de agosto, 22 agosto, 29 de
agosto, 31 agosto, etcétera, aparecerán con su nombre, hasta concluir
su mandato constitucional.
Estas firmas de uno y de otro indican que después de vencida la
licencia por espacio de tres meses concedida por el H. Congreso del
Estado, debido a su convalecencia y a algunas complicaciones tuvo
necesidad de salir a chequeos médicos, por lo que, como ha quedado

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 349


dicho, Fortunato estuvo en varias ocasiones encargado del despacho
por ministerio de ley.
Ya como gobernante provisional, y de acuerdo con la ley políti-
ca del estado de Sinaloa y sus atribuciones, Fortunato Álvarez Castro
dio continuidad a los compromisos institucionales establecidos con
la sociedad sinaloense por el gobernador, ahora con licencia, Leopol-
do Sánchez Celis.
En el contenido de esos decretos destacan, entre otras cosas, una
autorización de aumentos y ampliaciones de rutas del transporte urba-
no y foráneo, así como otorgamiento de nuevas concesiones de trans-
porte de ambas categorías descritas; recepción de solicitudes de do-
tación de tierras, ejidales; otorgamientos de nuevos fíat a notarios
públicos, como fueron los casos de Fernando A. Orrantia Arellano y
Jorge Cárdenas García.5

La familia de Fortunato

Álvarez Castro contrajo matrimonio con la señorita María de Lour-


des Zaragoza Moreno, con quien procreó tres hijos: Fortunato Álva-
rez Zaragoza, destacado profesionista y empresario; María de Lour-
des y Ciria Susana, quienes radican con sus familias fuera del estado
de Sinaloa.

Reconocimientos y responsabilidades: edificio


del PRI

Como ya ha quedado descrito, Fortunato Álvarez Castro hizo su de-


but en el gobierno de Leopoldo Sánchez Celis como oficial mayor de
Gobierno (1963). Al dejar la Secretaría General de Gobierno, el go-
bernador nombró en su lugar a Alejandro Barrantes (1965). Al enfer-

5  Periódico Oficial El Estado de Sinaloa.

350 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


mar Sánchez Celis, pide licencia y Fortunato es designado encargado
del Despacho del Poder Ejecutivo (1967).
Otras responsabilidades de Fortunato Álvarez Castro fueron la
de presidente del CDE del PRI (1970-1974), así como la de secretario
técnico del mismo organismo político en Sinaloa; presidente munici-
pal de Culiacán (1975-1977), durante el primer trienio del gobernador
Alfonso Genaro Calderón Velarde; delegado del CEN del PRI en varios
estados de la República y delegado de la Secretaría de Desarrollo So-
cial en Sinaloa. Fue abogado de la Confederación de Asociaciones
Agrícolas del Estado de Sinaloa (CAADES), también ejerció su carrera
como abogado postulante, montando su propio despacho. Durante
el gobierno de Antonio Toledo Corro fue designado coordinador eje-
cutivo de Desarrollo Político y Electoral, del estado de Sinaloa. Con el
gobernador Francisco Labastida Ochoa fungió como director general
de Tránsito y Transportes, y durante el gobierno de Renato Vega Al-
varado fue delegado de la Procuraduría Federal de Protección al Am-
biente; actualmente es Consejero Político del PRI, en Sinaloa.
A Fortunato Álvarez Castro se le reconoce como un promotor e
impulsor de una nueva generación de políticos coordinado con los
gobernadores Leopoldo Sánchez Celis y Alfredo Valdés Montoya;
también realizó un verdadero trabajo para fortalecer las estructuras
políticas del Partido Revolucionario Institucional en beneficio de la
sociedad sinaloense. Ha sido ejemplo de ética política para las nuevas
generaciones: la honestidad, la vocación de servicio y la lealtad polí-
tica han sido valores en su vida diaria; por ello es considerado un po-
lítico profesional ajeno a los intereses de grupos, comprometido con
la rendición de cuentas y contra los actos de corrupción, que son una
vergüenza y una ofensa para la sociedad, y es uno de los políticos más
respetados en la sociedad sinaloense.
El 11 de noviembre de 2013, la clase política sinaloense ofreció a
Fortunato Álvarez Castro un sentido homenaje y en el mismo even-
to se le impuso su nombre al edificio del Comité Directivo Estatal
en Sinaloa como reconocimiento a su labor política y a la atinada
propuesta del proyecto y ejecución para que el PRI tuviera un edifi-
cio propio. Con empeño, coordinó esfuerzos con la militancia priista

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 351


para obtener recursos suficientes a fin de concluir la construcción y
equipamiento del moderno edificio antes mencionado.
Lejos quedaron los tiempos en que la «Casa del pueblo», antigua
instalación del partido, hasta 1971, fuera el punto de encuentro de la
sociedad sinaloense para solicitar a los dirigentes partidistas inter-
viniesen en la solución de las demandas por ellos planteadas. La ne-
cesidad de contar con un nuevo edificio con espacios dignos para la
atención de la militancia fue la gran visión de este ilustre político.

r
Bibliografía

ΕΕ Periódico Oficial El Estado de Sinaloa.


ΕΕ Navidad Salazar, Teodoso (2013). Toponimia y Geograf ía de Sina-
loa, t. vi. Culiacán: Once Ríos Editores.
ΕΕ Noroeste, entrevista realizada el 11 de octubre de 2011, Culiacán, Sinaloa.

352 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Conclusiones del período

El Sinaloa de la Revolución mexicana se puede estudiar a partir de


dos momentos:
A partir de 1911, desde el momento en que Diego Redo de la Vega
presenta su renuncia al gobierno, hasta 1929, año en que se organiza el
Partido Nacional Revolucionario como órgano director de la política
a nivel nacional como en las entidades federativas, ejerciendo el privi-
legio de designar candidatos a los puestos de elección estatal y federal.
El otro momento es de 1929 a 1968, que podemos sintetizar de la
siguiente manera:
1. En el primer momento, los gobiernos emanados del movimien-
to revolucionario no desmantelaron el aparato administrativo ni
destruyeron la maquinaria opresora, ya que a pesar de haber ob-
tenido la renuncia de Porfirio Díaz, el mando federal y el revolu-
cionario convivieron hasta la liquidación del cuerpo militar por-
firista en 1914.
2. Desde la caída de Redo de la Vega, los líderes triunfantes acep-
taron las primeras recomendaciones de Francisco I. Madero que
en Sinaloa fueron transmitidas por Manuel Bonilla, quien dele-
gó su representación en su cuñado, Celso Gaxiola, ante lo cual
Juan Banderas decidió imponer el peso de la Junta Militar Revo-
lucionaria y recuperar la gubernatura para convocar a un proceso

353
electoral donde la población eligiera al gobernador del estado,
evitando que los grupos derrotados recuperaran el poder.
3. La elección de José Rentería fue la demostración de la fuerza del
poder popular, ya que ganó abrumadoramente en la elección de
1911, conquistando al mismo tiempo la animadversión de los por-
firistas y la del mismo presidente Madero, que no tardó mucho
tiempo en solicitarle la renuncia. Esta transición se realizó con el
apoyo popular, pero fue rechazada por el gobierno federal hasta
lograr la aprehensión y renuncia de Rentería, ante la incapacidad
de las fuerzas locales para hacer respetar su decisión.
4. El aparato administrativo siguió operando con la misma estruc-
tura hasta que se erigieron los municipios, sin que se mostraran
grandes cambios y actitudes de mando en los personajes que asu-
mían el poder; un dato significativo es que la Cámara de Diputa-
dos continuó reeligiendo personajes ligados al cañedismo.
5. Esta etapa quedó marcada por la guerra: el Ejército federal, en-
viado por Madero y después por Carranza, salió a combatir a los
orozquistas, zapatistas y villistas, y una vez que la División del Nor-
te derrotó a la maquinaria militar en Zacatecas, se sucedieron los
enfrentamientos entre los caudillos de la Revolución —Villa con-
tra Carranza— hasta combatir la imposición de la candidatura
del general Álvaro Obregón en 1927. La guerra fue el común de-
nominador en este tiempo y con ella se enseñorearon la incer-
tidumbre, la anarquía, el desorden económico y la inestabilidad
política y social.
6. En Sinaloa, los caudillos —Flores e Iturbe­— principalmente lle-
garon al gobierno del estado más por la fuerza de las armas y el
apoyo de los hombres fuertes del país que por la decisión de los
ciudadanos. La incertidumbre de su permanencia les impidió la
realización de un plan rector de gobierno, ya que la máxima ur-
gencia era atender las necesidades del Ejército, casi siempre al
mando del gobernador.
7. La improvisación era la norma pública en la actuación de los go-
bernadores, ya que la atención de las inmediateces requería toda
su atención. Las acciones que brillaron en estos gobiernos, como

354 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


fueron la creación de la Dirección de Educación y el inicio de la
apertura del canal Culiacán-La Palma —el primero por Iturbe y
el segundo por Flores—, fueron auténticos milagros si considera-
mos las condiciones en que se vivía en aquellos años.
8. Sin autoridad reconocida no hay Estado que funcione. Las de-
mandas populares más sentidas, como la entrega de tierras y la
apertura de escuelas, avanzaron de acuerdo con las conviccio-
nes del gobernador en turno: Flores contuvo la restitución de la
tierra a las comunidades demandantes, mientras que la apertura
de escuelas elementales avanzó primero en los municipios y des-
pués con la autorización del gobierno del estado, acorde con la
disposición presupuestal; parecía que la apertura de otra escuela
no tenía mayor problema económico en la magnitud del presu-
puesto estatal.
9. Después de la elección de José Rentería, la sucesión gubernamen-
tal en Sinaloa siempre estuvo sujeta a la decisión presidencial;
Iturbe mismo obtuvo al final la aprobación del presidente Ca-
rranza; Obregón, el hombre fuerte, el caudillo de la Revolución,
antes de ser presidente impuso al general Ángel Flores, y por la
misma razón llegaron al gobierno del estado sus interinos; Calles
decidió la candidatura de Manuel Páez, pero su influencia con-
cluyó al ser expulsado del país por el presidente Cárdenas.
10. El interés por el desarrollo de la agricultura se convirtió en la
constante de los gobernadores, por ello se impulsó la construc-
ción de obras de riego, se realizaron préstamos de las arcas esta-
tales a los agricultores, se mejoraron las comunicaciones vía fe-
rrocarril hacia la frontera norte y se frenó el reparto agrario.
11. La caída del régimen callista y el advenimiento del cardenismo
favorecieron la recomposición de las fuerzas políticas sinaloen-
ses, entrando al escenario nuevos grupos, como los encabezados
por los coroneles Loaiza y Macías Valenzuela, principalmente; el
primero marcó su impronta durante diez años con el Grupo Ac-
ción Revolucionaria Sinaloense, pero perdió la vida en 1944, im-
poniéndose Macías Valenzuela diez años más hasta el arribo de
Leopoldo Sánchez Celis.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 355


12. Durante esta segunda etapa, el reparto de tierras se incrementó,
sobre todo por el interés presidencial, afectando a los propietarios
del sur de Sinaloa, lo cual abrió un frente de guerra que durante
diez años mantuvo al estado en permanente tensión por la violen-
cia desatada, cobijando el nacimiento del narcotráfico que pronto
extendería sus ramas hacia otros rumbos de la entidad; en el norte
se repartieron las posesiones de la United Sugar Co., posibilitando
la organización colectiva de los trabajadores en un proceso pro-
ductivo que les dio poder político y económico que no supieron
encauzar a buen puerto.
13. Mientras el gobierno federal tranquilizaba las tensiones entre los
grupos políticos locales, el servicio educativo avanzaba poco a
poco, mostrando su importancia en las partidas presupuestales;
cada vez que se autorizaba la apertura de otra escuela, se inscribía
en el renglón correspondiente al manejo de las finanzas estatales,
de tal manera que en 1968 se registró la existencia de mil estable-
cimientos educativos elementales.
14. De la creación de la Dirección de Educación en 1918, pasando
por la fundación de la Escuela Normal de Sinaloa en 1947, y hasta
1968, en Sinaloa las secundarias se contaban con los dedos de una
mano, pero hoy, casi medio siglo después, son más de mil.
15. El permanente interés por la agricultura, tanto del gobierno fe-
deral como de las fuerzas locales, impulsó la construcción de
grandes obras de riego, como fueron las presas de Sanalona, El
Mahone, Josefa Ortiz de Domínguez, Eustaquio Buelna y Adolfo
López Mateos en El Varejonal, incrementando sustantivamente
las tierras de riego y la generación de energía eléctrica, con su
correspondiente influencia en el nivel de vida de los sinaloenses.
16. La democracia avanzó a pasos lentos, pero avanzó: de 1929 —año
de total sumisión a los dictados de los jerarcas del PNR— a 1940
hay una notable diferencia. Los sinaloenses encabezados por el
coronel Rodolfo T. Loaiza se opusieron al candidato oficial y por
primera vez eligieron un gobernador que no contaba con el apoyo
del siguiente presidente de la República. Esta actitud del electorado
dejó una imborrable huella política en el ánimo de los sinaloen-

356 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


ses, que un cuarto de siglo después el gobernador buscó rescatar
mediante una consulta a la base para influir en el ánimo del pre-
sidente de la República. Finalmente, de la terna presentada se es-
cogió al candidato oficial al gobierno de Sinaloa.
17. En esta etapa se avanzó en la solución de los grandes problemas,
pero sin que se llegara a su completa definición. Se pusieron en
funcionamiento algunos hospitales y centros de salud, se constru-
yeron carreteras y se abrieron caminos hacia las comunidades más
alejadas, se atendió a la población infantil con vacunas y comple-
mentos alimenticios, se incrementó la producción agrícola para la
exportación y el consumo nacional, se canalizaron créditos a los
productores, se mejoró la captación de impuestos incrementándo-
se sustancialmente el gasto público, en fin: cincuenta años después
la Revolución empezó a cumplir las grandes demandas.
18. El poder, la influencia y el respeto hacia el gobernador del estado
se consolidaron a partir de la campaña de Macías Valenzuela, en
la que se tuvo que negociar con los del monte el ingreso del candi-
dato a su territorio —que empezaba en Elota y llegaba a La Con-
cha, Escuinapa. Existe un proceso que partió del desgaste —con
el asesinato del gobernador Loaiza—, hasta llegar —con Sánchez
Celis— a la plena confirmación de la autoridad estatal.
19. Cada gobernante de Sinaloa fue heredando obras y ejemplos para
el desarrollo estatal, pero el principal de ellos —por la trascenden-
cia que tendría en el destino de Sinaloa— fue la concesión de la
autonomía, en diciembre de 1965, a la Universidad de Sinaloa, en
una visionaria decisión del gobernador Leopoldo Sánchez Celis.
Era inimaginable que este decreto llegaría a transformar sustan-
cialmente el estado en que vivíamos; en el presente y el futuro de
Sinaloa, esta importante condición de la Universidad es uno de los
principales elementos, combinado con el resto de las fuerzas socia-
les, para acelerar y mantener el desarrollo de los sinaloenses.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 357


Sobre los autores

Modesto Aguilar Alvarado


(Otáez, Durango, 1955). Doctor en Economía y Ciencias Sociales por la
Universidad Autónoma de Sinaloa. Maestro e investigador de la Facultad
de Historia de la UAS. Es autor de Las reformas borbónicas y la minería en
Sinaloa 1750-1780. Coautor de Historia de Sinaloa; Historia y región, así
también es co-coordinador general de la obra en seis volúmenes Historia
Temática de Sinaloa, del Gobierno del Estado de Sinaloa.

Saúl Aguilar Bernal


(La Cruz, Elota, 1949). Realizó estudios de licenciatura en Derecho en
la Universidad Autónoma de Sinaloa y en la Escuela Libre de Derecho.

Margarita L. Armenta Pico


(Culiacán). Historiadora. Cursó la licenciatura y maestría en Historia, en la
Universidad Autónoma de Sinaloa. Participó como coordinadora de la pu-
blicación Historia de la Educación en Sinaloa 1900-2000. Publicó los relatos
históricos: «Brumas del Pasado» y «Eliseo Leyzaola: Maestro inolvidable»,
publicados en 18 Encuentros con la Historia, colección Presagio, y la entre-
vista a Fernando Bátiz Castro, incluida en Mi abuelo Juan de Dios Bátiz, pu-
blicado por la Asociación de Egresados del Instituto Politécnico Nacional
«Ing. Juan de Dios Bátiz Paredes» A. C y reproducida por el periódico El Sol
de Sinaloa. En la actualidad se desempeña como Directora Académica de la
Universidad Católica de Culiacán.

359
Juan Salvador Avilés Ochoa
(Mocorito, 1959). Cronista oficial. Ingeniero civil por la Universidad Autó-
noma de Sinaloa, maestro en Aprovechamientos Hidráulicos por la Univer-
sidad Nacional Autónoma de México y doctor en Administración Pública
por la Pacific Western University. Doctor en Ciencia Política por el Centro
de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos. Es au-
tor de Mocorito 400: Microhistoria, Voz del Norte. Espejo del Mocorito por-
firista y Gobernantes de Mocorito. Fundador de La Crónica de Sinaloa, A. C.
Presidente Municipal de Mocorito (2002-2004), Coordinador General de
Extensión de la Cultura y los Servicios de la UAS. Director del Instituto Mu-
nicipal de Cultura Culiacán, a partir de 2014.

María del Carmen Boone Canovas


(Xalapa, Veracruz). Investigadora independiente en el campo de la historia.
Miembro permanente del Seminario la Religión y los Jesuitas en el Noroes-
te Novohispano, convocado por El Colegio de Sinaloa.

Rafael Borbón Ramos


(Culiacán, 1948). Ingeniero industrial egresado del Instituto Tecnológico de
Culiacán. Cuenta con posgrado en Administración Pública por el Centro
de Educación de la Secretaría de la Presidencia de la República; posgrado
en Planeación Financiera por el ILPES. Autor de Crisis mundial y medios de
comunicación; la radio, la televisión y el próximo presidente y Juglares 2002,
noticiarios de México. Presidente Nacional del Consejo Consultivo de la
Cámara Nacional de la Radio y la Televisión.

Félix Brito Rodríguez


(Concordia, 1968). Es doctor en Ciencias Sociales con especialidad en His-
toria. Profesor e0 investigador en la Facultad de Historia de la UAS. Autor
de los libros La política en Sinaloa durante el porfiriato y Tres vidas parale-
las, autobiograf ía de los generales sinaloenses Manuel Salazar, Martín Es-
pinoza y Miguel Laveaga.

360 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


José María Figueroa Díaz
(San Ignacio, 1932-2003). Escritor y periodista. Fundador y director de la
revista cultural Presagio. Premio Sinaloa de Periodismo en dos ocasiones.
Fundador de la Academia Cultural Alejandro Hernández Tyler, después Ro-
berto Hernández Rodríguez. Secretario particular y jefe de prensa del go-
bernador Leopoldo Sánchez Celis. Diputado local por el distrito de San Ig-
nacio. Es autor de Sinaloa, poder y ocaso de sus gobernadores, 1831-1992; El
Negrumo, partitura de un músico de peso completo; Los susurros del tejaván;
La muerte de Lamberto Quintero; Loaiza y el Gitano; Los gobernadores de
Sinaloa 1831-1986, y Periodismo Sinaloense; además de director de la colec-
ción Presagio, 18 Encuentros con la Historia.

José Luis Cárdenas Hernández


(Costa Rica, Culiacán). Se tituló como ingeniero electricista en la Escuela
Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica del IPN. Ha trabajado en la
CFE, en el ISSSTE y en el CBTIS, además de desempeñarse en el área de
Vinculación con el Sector Productivo de la Coordinación 025-Sinaloa;
director del Centro de Educación Continua del IPN en Mazatlán y en
Culiacán, Sinaloa; y asesor de la Subdirección de Enlace Operativo de la
dgeti en Sinaloa.
Ha participado en la organización de actividades como la Semana Na-
cional de Ciencia y Tecnología, la Muestra Nacional de Software Educati-
vo, la Olimpiada Estatal de Física y la Olimpiada Estatal de Matemáticas;
así como en la Reunión Nacional de Evaluación de la Vinculación de dgeti
con los sectores productivos.

Óscar Lara Salazar


(Batopito, Badiraguato, 1962). Ensayista, licenciado en Derecho por la Facul-
tad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Fue director general de cobaes, diputado federal a la LXI Legislatura. Es
autor de Sangre caliente; Obispo José María de Jesús Uriarte y Pérez, vida
y pasión de un prelado. Actualmente es presidente de La Crónica de Sina-
loa, A. C.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 361


Gilberto J. López Alanís
(Guamúchil, 1944). Licenciado en Economía por la Escuela Superior de Eco-
nomía del Instituto Politécnico Nacional. Estudió la maestría en Historia
Regional en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Investigador del Instituto
de Investigaciones de Ciencias y Humanidades de la UAS. Director de la re-
vista Universidad y Sociedad. Coordinador editorial de la colección Rescate
de la UAS. Coordinador del volumen Sinaloa del Diccionario de la Revolu-
ción Mexicana del Instituto de Estudios Históricos de la Revolución Mexi-
cana. Director del Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa.

Faustino López Osuna


(Agua Caliente de Gárate, Concordia, 1943). Licenciado en Economía por
la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional. Poeta,
compositor y cantautor. Dirigió el Festival Cultural de Sinaloa en 1993. Au-
tor del Himno a Sinaloa. Recibió el Premio Sinaloa de las Artes 2012.

Alicia Montaño Villalobos


(Culiacán, 1938). Bailarina, maestra, coreógrafa e investigadora de la danza.
Estudió en la Academia Mexicana de la Danza. Promotora cultural. Diputa-
da local y federal. Recipiendaria de la medalla Agustina Ramírez. Es autora
de Diccionario de la danza; Sinaloa, danza y tradición; La danza, tesoro de
México y Voces danzantes de Sinaloa.

Jorge Mario Muñoz Turnbull


(México, D. F., 1906-1990). Médico. Participó en las Jornadas Pediátricas
del Hospital Infantil de México, 1965. Fue colaborador de la revista Gace-
ta Médica de México, de la Academia Nacional de Medicina. Académico
constituyente de la Academia Mexicana de Pediatría.

362 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Carlos Enrique Rubio Juárez
(Pericos, Mocorito, 21 de febrero de 1969). Estudió en la Facultad de Historia
de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Actualmente es investigador en el
Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa y docente en la Escuela Pre-
paratoria Gral. Emiliano Zapata de la UAS.
Fundó el Museo Comunitario de Pericos, en 1997, el cual se incorporó al
Centro de Desarrollo Cultural Casa Peiro del Instituto Sinaloense de Cultura,
en 2007. Se ha desempeñado como docente en escuelas particulares, INEA
y COBAES. Es socio fundador de la Asociación de Cronistas Sinaloenses, La
Crónica de Sinaloa A. C. y primer cronista oficial de la sindicatura de Pericos,
Mocorito. Sus publicaciones se encuentran en diversos volúmenes de la co-
lección 18 Encuentros con la Historia, de la revista Presagio, entre otras.

Humberto Ruiz Sánchez


(El Fuerte, Sinaloa, 1934). Director de la revista mensual Crónicas del Zua-
que (1991-2015). Autor de los libros El Patriarca, El Fuerte de Montesclaros
y sus familias antiguas; Sucesos y anécdotas del viejo Fuerte. Recipiendario
de las medallas «Renán Irigoyén», otorgada por la Asociación Nacional de
Cronistas de Ciudades Mexicanas, y «Miguel Castillo Cruz», por la Asocia-
ción de Fuertenses radicados en Culiacán.

Teodoso Navidad Salazar


(Costa Rica, Culiacán, 1959). Profesor de educación primaria por la Es-
cuela Normal de Sinaloa, licenciado y maestro en Historia por la Univer-
sidad Autónoma de Sinaloa. Locutor, escritor e historiador. Es autor de
Toponimia, geograf ía e historia de Sinaloa. Miembro de la Academia Cul-
tural Roberto Hernández Rodríguez; de la Academia de Historia de Sina-
loa y de La Crónica de Sinaloa, A. C. Promotor cultural y participante ac-
tivo en las tareas culturales de Sinaloa.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 363


Miriam Faviola Soto Quintero
(Badiraguato, 1974). Licenciada en Historia por la Universidad Autóno-
ma de Sinaloa. Autora de Badiraguato, monograf ía municipal. Cronista de
Badiraguato. Miembro de La Crónica de Sinaloa A. C. Investigadora de la
SEPyC.

Ricardo Tapia Taborga


(Ovalle, IV Región, Chile). Licenciado en Sociología y maestro en Historia
por la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Actualmente cursa el doc-
torado en Ciencias de la Educación, en la Universidad Católica de Culia-
cán, donde se desempeña como responsable del área de Investigación. Ha
ejercido la docencia en diferentes niveles dentro de la Universidad. Ha sido
editor en las revistas Crucial y Entuobra y colaborador de El Debate. De sus
publicaciones destaca la coautoría en Obra Completa. Rosario Orrego 1831-
1879 y el poemario Un mensaje Oscuro. Participó en la III Jornada Anual
de Historia Sociocultural, con la ponencia: «Lecturas sobre la muerte de
Salvador Allende en el Diario de Culiacán», organizado por la Facultad de
Historia de la UAS.

Carlos Francisco Tavizón López


(Guamúchil, 1956). Licenciado en Economía por la Facultad de Economía
de la Universidad Nacional Autónoma de México. Maestro en Desarrollo
Humano, Economía Agrícola (Universidad Autónoma de Chapingo) y Ar-
queología (Instituto Nacional de Antropología e Historia). Subdirector de
planeación y presupuesto de la SEP. Cronista de Guamúchil. Miembro de la
Academia Cultural Roberto Hernández Rodríguez. Presidente de La Cróni-
ca de Sinaloa A. C., Tesorero de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciu-
dades Mexicanas. Especialista en la vida y obra del Gral. Salvador Alvarado.
Promotor cultural. Presidente del Consejo Ciudadano para el Desarrollo
Cultural del Municipio Salvador Alvarado.

364 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Jorge Luis Telles Salazar
(Costa Rica, Sinaloa). Periodista. Licenciado en Contaduría Pública, por la
Facultad de Contabilidad y Administración de la uas. Ha sido director ge-
neral de El Sol de Sinaloa y El Sol de Culiacán, así como de El Fronterizo y
El Mexicano, en Ciudad Juárez, Chihuahua. Fue parte del equipo fundador
de Noroeste y dirigió el ya desaparecido Diario de Culiacán.
Fue cronista deportivo y pionero de las transmisiones de beisbol en di-
recto y en la cobertura de las Series del Caribe: Hermosillo, 1974; Santo Do-
mingo, 1976; Caracas, 1977; Mazatlán, 1978; San Juan, 1979 y Santo Domin-
go, 1980; la primera pelea de campeonato mundial en Culiacán y la primera
edición de la carrera ciclista Transpeninsular.
Es comentarista en el noticiero radiofónico de Víctor Torres y titular de
Agenda Radio, en Radio UAS. Su columna se difunde en la red a través de
jorgeluistelles.com.

nicolás Vidales Soto


(Culiacán, 1950). Egresó de la Escuela Normal de Sinaloa en 1968, de la li-
cenciatura en Economía de la Universidad Autónoma de Sinaloa en 1978
y de la maestría en Economía por la División de Estudios Superiores de la
Facultad de Economía de la UNAM en 1982. Se ha desempeñado como Se-
cretario Académico de la División de Estudios Superiores de la Facultad de
Economía de la UNAM, Director de Administración y Finanzas de Cobaes,
Secretario Académico de la División de Estudios Superiores de la UAS, y
Director del Centro de Estudios Sindicales de la Confederación de Traba-
jadores de México en Cuernavaca, Morelos. Autor de La Esperanza, visión
profética del Gral. Juan José Ríos; El hombre del paliacate, Rodolfo T. Loaiza
¿un crimen de Estado?; Sinaloa, un estado con historia y Sinaloa 1810-2010.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 365


Álbum fotográfico
Celso Gaxiola Rojo.
Juan M. Banderas.
Juan M. Banderas, el
 
primero de izquierda a
derecha.

 Al centro, Ing. Manuel Bonilla y


Gral. Juan M. Banderas, en la toma
de Culiacán. El Gral. Juan M. Banderas.
 
José Rentería.
Carlos Cruz Echeverría, gobernador interino.
Felipe Riveros.
Gobernador Felipe Riveros y amigos.
 

Toma de protesta de Felipe Riveros como Gobernador del Estado de Sinaloa.


 
Isauro Ibáñez, gobernador interino.
Ramón F. Iturbe.
Gral. Ramón F. Iturbe y coronel Luis G. Morelos. 6 de junio de 1911.
 

Álbum fotográfico | 377


Jefes revolucionarios. Al centro, Ramón F. Iturbe.
 

Llegada de las fuerzas federales al mando del gral. Iturbe.


 

378 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Gral. Ramón F. Iturbe, Gobernador Constitucional del Estado de Sinaloa.
 

Álbum fotográfico | 379


 Boda de Ramón F. Iturbe con Mercedes Acosta Ferreiro. Enlace
apadrinado por Venustiano Carranza. A su izquierda, Felipe Riveros.

Al centro Ramón F. Iturbe, entre amigos y familiares.


 

380 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


 General de División
Ramón F. Iturbe.

 Los restos del general Ramón F. Iturbe, rumbo a su última morada en el


Panteón Jardín de la ciudad de México (1970).
Eliseo Quintero.
 

382 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Miguel L. Ceceña.
384 | Los
Alejandro Ross Vega.
gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)
Álbum fotográfico | Flores.
Gral. Ángel 385
General Ángel Flores.
 

386 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Toma de protesta del Gral. Ángel Flores como Gobernador Constitucional
del Estado de Sinaloa.

Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968 | 387


José Aguilar Barraza.
José Aguilar Barraza.

Álbum fotográfico | 389


Manuel Rivas.
Victoriano Díaz Angulo.
Juan de Dios Bátiz Paredes.
392 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)
 Juan de Dios Bátiz , segundo de izquierda a derecha. Al centro, el
Presidente de la República Gral. Lázaro Cárdenas.

 Juan de Dios Bátiz, en la sobriedad de su despacho. Atrás, colgadas en la pared, se


aprecian las fotograf ías, de izquierda a derecha, del Gral. Plutarco Elías Calles, Lic.
Emilio Portes Gil y Manuel Puig Casauranc.

Álbum fotográfico | 393


 Juan de Dios Bátiz
recibe la Medalla
Belisario Domínguez de
manos del Presidente
de la República José
López Portillo.

  El licenciado Fernando
Solana, secretario de Edu-
cación Pública (primero a
la izquierda) hace guardia
de honor en los funerales
del ingeniero Juan de Dios
Bátiz Paredes.
Macario Gaxiola.
Manuel Páez.
Coronel Alfredo Delgado.
Coronel Rodolfo T. Loaiza.
Rodolfo T. Loaiza rindiendo un informe de gobierno.
 

 Rodolfo T. Loaiza saliendo del Santuario del Sagrado Corazón de Jesús en


Culiacán.
Teodoro Cruz, gobernador sustituto.
Gral. Pablo Macías Valenzuela.
Campaña a la gubernatura de Enrique Pérez Arce, en el año de 1950, en Cosalá.
 

402 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Enrique Pérez Arce.
El doctor Rigoberto Aguilar Pico en una gira por el municipio de Cosalá.
 

 El doctor Rigoberto Aguilar Pico en el Mineral de Nuestra Señora, municipio


de Cosalá.
Dr. Rigoberto Aguilar Pico.
Gral. | Los gobernadores
406Gabriel Leyva Velázquez. de Sinaloa ante la historia (1831-2011)
  Gabriel Leyva Solano, protomártir de   General Gabriel Leyva Velázquez,
la Revolución mexicana. secretario general de la Confederación
Nacional Campesina. A su derecha
el licenciado Miguel Alemán.

 El presidente Adolfo López Mateos devela la placa del estadio municipal
de Mazatlán junto a él Gabriel Leyva Velázquez y Antonio Toledo Corro.
 El Gral. Gabriel Leyva Velázquez, a su izquierda Fidel Velázquez
y Vicente Lombardo Toledano.

El Gral. Gabriel Leyva Velázquez pasando revista a la tropa a su


 
mando.
ÁlbumLeopoldo | 409
Sánchez
fotográfico Celis.
En las oficinas del Partido de la Revolución Mexicana en Sinaloa, Leopoldo
 
Sánchez Celis y la señorita Blanca Duarte López (su futura esposa).

El gobernador
 
Leopoldo Sánchez
Celis y su señora
esposa Blanca Duarte
López.
Como candidato a la gubernatura le acompañan Alfredo Valdés Montoya y Miguel
 
Leyson Pérez.

En Mocorito, lo acompaña el doctor Enrique Peña Gutiérrez.


 
En la librería de la Universidad Autónoma de Sinaloa el gobernador Leopoldo
 
Sánchez Celis está acompañado por Francisco Gil Leyva, Alberto Sánchez González
y el rector Julio Ibarra Urrea.

Don Leopoldo Sánchez Celis con sus hijos Rodolfo y Leopoldo, en


 
segundo plano Manuel J. Clouthier del Rincón.

412 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Fortunato 1911-1968
Los gobernadores de la Revolución mexicana, | 413
Ávarez Castro.
Fortunato Álvarez Castro saludando al gobernador Leopoldo Sánchez Celis.
 

 Fortunato Álvarez Castro rinde protesta como gobernador interino del Estado
de Sinaloa.

414 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Índice

Preámbulo......................................................................................5

Celso Gaxiola Rojo. Gobernador interino en 1911


| Miriam Faviola Soto Quintero......................................................... 9

Juan M. Banderas. Se forjó al calor de la batalla


| Carlos Enrique Rubio Juárez. . .......................................................... 17
Diferencias político-ideológicas.................................................... 25
Juan M. Banderas. Gobernador revolucionario de Sinaloa
| Nicolás Vidales Soto. . .................................................................29

José Rentería y las primeras elecciones


de la Revolución | Gilberto J. López Alanís................................ 41
Conclusiones................................................................................. 46
José Rentería. Primer Gobernador Constitucional de la
Revolución mexicana en Sinaloa | Humberto Ruiz Sánchez........48
Un hombre de tres tiempos históricos......................................48

Felipe Riveros. Gobernador de Sinaloa, 1912-1916


| Juan Salvador Avilés Ochoa | Gilberto J. López Alanís
| Francisco Tavizón López................................................................. 59

Manuel Rodríguez Gutiérrez | Nicolás Vidales Soto.............73

Ramón F. Iturbe. Primer Gobernador Constitucional


de Sinaloa | Gilberto J. López Alanís............................................77

415
El gobierno de Iturbe..................................................................... 85
Ramón F. Iturbe | Nicolás Vidales Soto.......................................87

Eliseo Quintero Quintero | Óscar Lara Salazar....................95

Miguel Ladislao Ceceña Soto. Maestro de escuela,


juez civil, político, diputado y gobernador
| Humberto Ruiz Sánchez............................................................. 105
Miguel L. Ceceña | Nicolás Vidales Soto................................... 108

Alejandro Ross Vega | Nicolás Vidales Soto............................ 111

Ángel Flores. De gobernador y militar a


candidato presidencial | Modesto Aguilar Alvarado............113
Antecedentes................................................................................113
Ángel Flores como protagonista en la Revolución..................... 114
Los factores que lo impulsaron a llegar a la gubernatura............117
Acciones de gobierno...................................................................118
Un gobernador de claroscuros.................................................... 123
Flores, primer sinaloense candidato a la presidencia ................ 125
Epílogo......................................................................................... 132

José Aguilar Barraza. Gobernador de


Sinaloa, 1920-1922 | Miriam Faviola Soto Quintero.................. 137
Actuación como gobernador....................................................... 139

Manuel Rivas Mejía. Gobernador del Estado


de Sinaloa, 1923 | Nicolás Vidales Soto..................................... 145

Victoriano Díaz Angulo. Gobernador del


Estado de Sinaloa, 31 de octubre al 14 de
diciembre de 1923; 23 de marzo al 29 de mayo de 1924
| Miriam Faviola Soto Quintero..................................................... 149

416 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


José María Guerrero. Informe del C. Gobernador
Provisional del Estado, 16 de septiembre de 1925
al 15 de septiembre de 1926
| Miriam Faviola Soto Quintero..................................................... 163

Juan de Dios Bátiz Paredes Gobernador


de Sinaloa de 1926 a 1927 | Gilberto J. López Alanís
| Faustino López Osuna | José Hernández Cárdenas...................... 169
1890, los primeros años............................................................... 170
Su formación rosalina.................................................................. 172
Su incorporación a la Revolución mexicana............................... 174
Regidor, diputado, gobernador....................................................175
Juan de Dios Bátiz Paredes | Rafael Borbón Ramos.................. 183

Macario Gaxiola Urías. Gobernador


de Sinaloa, 1929-1932 | Carlos Enrique Rubio Juárez................. 187
Su desempeño como gobernador................................................ 189
Educación.....................................................................................191
caades........................................................................................ 192
Honrado a carta cabal.................................................................. 196

Manuel Páez. 1933-1936 | José María Figueroa Díaz.................. 199

Alfredo Delgado Ibarra. 1937-1940


| Félix Brito Rodríguez. . ..................................................................203
Prolegómenos de un gobernante................................................203
Administración del gobernador Alfredo Delgado Ibarra........... 214

Rodolfo T. Loaiza. Gobernador cardenista


en Sinaloa | Nicolás Vidales Soto.............................................. 219
¿Qué hizo Loaiza en su mandato?............................................... 227
El carnaval de 1944......................................................................228
Teodoro Cruz, gobernador sustituto.......................................... 233
Conclusiones................................................................................ 233

Índice | 417
Pablo E. Macías Valenzuela | Teodoso Navidad Salazar...... 235
El joven Pablo Macías Valenzuela entra a la Revolución............ 235
Sus campañas por la gubernatura............................................... 238
Campaña electoral....................................................................... 239
Obra de gobierno........................................................................ 240
Siempre al filo de la navaja..........................................................242
Conclusiones................................................................................245

Saúl Aguilar Pico. La ética ante todo


| Saúl Aguilar Bernal. . ....................................................................249

Enrique Pérez Arce Santos. El poeta que gobernó


Sinaloa | Alicia Montaño Villalobos......................................... 253
Primer desencanto....................................................................... 257
Conclusiones................................................................................264

Rigoberto Aguilar Pico. El pediatra que gobernó


Sinaloa | Margarita Armenta Pico | Ricardo Tapia Taborga....267
Médico gobernador.....................................................................267
Manos limpias, arcas vacías........................................................269
Equilibrio político y valores humanos........................................270
Orden y justicia............................................................................ 271
Criminalidad en aumento........................................................... 273
La lucha contra la delincuencia................................................... 274
Los últimos esfuerzos por la justicia........................................... 274
El campo sinaloense, presente y futuro......................................276
La crisis de los ingenios............................................................... 277
Impresiones para un comienzo y un final................................... 278
A Rigoberto Aguilar Pico. In memoriam
| Jorge Muñoz Turnbull.. .............................................................284
Rigoberto Aguilar Pico | Carmen Boone de Aguilar
| Nicolás Vidales Soto. . ...............................................................288

418 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


Gral. Gabriel Leyva Velázquez. Maestro y militar;
impulsor de la cultura en Sinaloa
| Gilberto J. López Alanís................................................................ 293
La formación militar y la Revolución..........................................294
Su trayectoria política..................................................................297
Gobernador de Sinaloa................................................................ 301
Trabajo y acción social................................................................303
Agricultura y ganadería...............................................................304
Agua potable................................................................................305
Electrificación, urbanismo y vivienda popular...........................305
Comunicaciones y obras públicas...............................................305
Pensiones.................................................................................... 306
Archivos...................................................................................... 306
Proveeduría e Intendencia..........................................................307
Tesorería......................................................................................307
Infraestructura hidráulica...........................................................307
Comisión Agraria Mixta..............................................................308
Educación y la Universidad de Sinaloa.......................................308
Labor cultural...............................................................................311
Último comentario.......................................................................315

Leopoldo Sánchez Celis. El último gobernador


de la Revolución mexicana | Nicolás Vidales Soto............... 319
Su legado al desarrollo de Sinaloa............................................... 331

Fortunato Álvarez Castro. Gobernador


provisional del estado de Sinaloa, 1967
| Teodoso Navidad Salazar | Jesús Manuel Viedas Esquerra.........345
La entrada a la política................................................................346
Fortunato gobernador................................................................. 347
La familia de Fortunato............................................................... 350
Reconocimientos y responsabilidades: edificio del PRI.............. 350

Índice | 419
Conclusiones del período.................................................. 353

Sobre los autores................................................................... 359

Álbum fotográfico......................................................................367

420 | Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011)


El tomo Ii, Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968,
de Los gobernadores de Sinaloa ante la historia (1831-2011),
de la Fundación para Mover y Transformar a Sinaloa, A. C.,
se terminó de imprimir en los talleres de
Litográfica Ingramex, S. A. de C. V.,
Centeno 162-1, Col. Granjas Esmeralda,
C. P. 09810, México, D. F.,
en el mes de octubre del año 2015.

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