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13 Las Maldiciones que atraemos

1.- Versículo para Memorizar:

"Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta
en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás
condenado" (Mateo 12:36, 37)
2.- Enseñanza Bíblica:
Iba de viaje hacia el centro de la ciudad cuando la persona que iba conmigo, en el asiento
contiguo, miró el reloj, comprobó que llegaría tarde a su trabajo y exclamó: "¿Por qué tiene
que ocurrirme esto a mí? ¡Quisiera morirme!"
Un incidente en apariencia intrascendente pero que reviste mucha importancia porque frases
como la que expresó aquella señora, son las Maldiciones que –sin medir el alcance de nuestras
palabras—podemos atraer sobre nuestra existencia. Y recuerde que una vez que liberamos la
carga de significación que encierran las expresiones, las consecuencias negativas son como una
represa que se rompe: la fuerza del agua arrasa con todo.
El amado Señor Jesús hizo una advertencia muy importante cuando dijo: "Mas yo os digo que
de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado" (Mateo
12:36, 37)
Su exhortación arroja una tremenda enseñanza acerca del poder, positivo o negativo, que
encierra cada vocablo que pronunciamos. Desencadenan Bendición o Maldición y por lo que
decimos, responderemos ante el Padre celestial.
2.1.- Hablando sin pensar
Con más frecuencia de lo que imaginamos, hombres y mujeres hablan sin pensar,
desestimando que las palabras están rodeadas de un enorme poder. El rey Salomón advirtió
hace ya muchos siglos: "Te haz enlazado con las palabras de tu boca, y haz quedado preso
en los dichos de tus labios" (Proverbios 6:2)
Observe cuidadosamente que no son terceras personas sino cada uno de nosotros quienes nos
atamos con alguna Maldición. Un ejemplo claro son aquellos que dicen: "Para no ir a esa
reunión tan aburrida, voy a enfermarme", "Estos problemas diarios van a matarme", "Con estos
dolores que padezco y que el médico no me cura, creo que tengo es cáncer", "Soy un estúpido,
no sirvo para nada", "Nací fracasado y para morirme pobre"
Quienes se expresan así, están predisponiéndose para que les vaya tal como lo están
confesando y para afrontar las enfermedades que están declarando sobre su existencia. ¿Había
pensado acaso en todo lo que rodea las palabras dichas?
Algo curioso es que, quienes se acostumbran a pronunciar Maldiciones sobre sí, reinciden en la
misma práctica. Como no miden las consecuencias de su forma de hablar, no toman conciencia
de todo lo que pueden desencadenar.
Otro ejemplo tomado de las Escrituras lo hallamos en el momento en el que el Señor Jesús es
llevado delante de Pilato. Una turba estaba expectante (Mateo 27:20-26).
El Procurador romano les preguntó si liberaba a Barrabás o a Jesús. "Y respondiendo todo el
pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos".
Una lectura cuidadosa del pasaje le permitirá descubrir dos cosas. La primera, que los judíos
en aquél momento atrajeron sobre sí Maldición, y la segunda, que contaminaron con la misma
Maldición a sus familias por generaciones.
2.2.- Es hora de ser libres
El poder transformador de Jesucristo libera cuando vamos a Él. Es probable que al estudiar las
Lecciones acerca de las Bendiciones y Maldiciones que se derivan de la fidelidad o infidelidad a
Dios así como por las palabras que estamos expresando constantemente, descubra que usted
está bajo Condenación. El paso fundamental es reconocerlo, el segundo, disponernos a ser
libres con el poder del Hijo de Dios.
Hay tres pasos que debe seguir. El primero, arrepentirse de la insensatez por hablar sin
pensar. El segundo, revocar las palabras, es decir cancelarlas. El tercero, reemplazar las malas
confesiones por confesiones correctas, eliminando de nuestro vocabulario y expresiones, todas
aquellas palabras que desencadenan Maldición.
Reviste suma importancia que en adelante ejerza vigilancia y autocontrol de lo que dice y
recuerde que deberá responder ante Dios por cada palabra.
3.- Lecturas Devocionales:
Lunes: Salmo 28:1-9; Martes: Salmo 34:1-22; Miércoles: Proverbios 19:1-29; Jueves: Isaías
44:1-8
Viernes: Isaías 51:1-6; Sábado: Isaías 60:1-22; Domingo: Isaías 62:1-12.

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