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¿TIENE DIOS UN PLAN CONCRETO Y MARAVILLOSO PARA CADA

SER HUMANO DE ESTE PLANETA?

(2 Ts. 3: 2) “…porque no es de todos la fe”

Introducción

En este pequeño escrito queremos enfatizar la importancia de predicar el Evangelio de forma bíblica, ajustada
a la Palabra, y no según parámetros humanistas y racionalistas, fuera del verdadero orden de Dios.

Al principio a algunos les chocará lo que voy a decir, pero si tienen la suficiente paciencia para acabar de
leerlo, se darán cuenta de la bondad del mismo.

I. ¿Tiene Dios un “plan maravilloso” para cada ser humano aquí en la tierra?

En el santo afán de llegar a las gentes con el evangelio, hay un argumento que se ha estado usando por
tiempo y tiempo, y más o menos es este: “Dios te ama y tiene un plan para ti; un propósito para tu vida, y
que sólo depende de ti que lo aceptes. El quiere que tú seas feliz…etc. etc.”.

Como si eso fuera posible, en el sentido de buscar el convencer a las personas acerca del amor de Dios y de
Su bondad, no se han escatimado esfuerzos con tal de hacer a las gentes decidirse a ir a Dios para aceptar la
salvación. Cualquier argumento típico del mejor agente de ventas se ha esgrimido para buscar que las gentes
sean persuadidas a “aceptar a Cristo”.

Pero, para empezar, hagámonos preguntas.

¿Tiene Dios un plan maravilloso para cada hombre y mujer de esta tierra?... Si fuera así, este mundo sería
maravilloso. Si el supuesto plan maravilloso de Dios para cada ser humano se cumpliera, este mundo sería
así como el Cielo en la tierra…pero de todos es sabido que, y entre otras cosas, los niños mueren
prematuramente, por enfermedades, por conflictos bélicos, por hambrunas. Muchos ni siquiera logran nacer,
son abortados. Hombres y mujeres por doquier viven vidas indeseables, lastimosas, perdidas… todos
sabemos cómo está este mundo… ¿Entonces? ¿Es que Dios no puede cumplir con esas supuestas
expectativas hacia todos los hombres?, ¿Quizás porque los hombres no lo permiten?, entonces, ¿Los
hombres lograrían imponerse a una voluntad determinativa de Dios? Sabemos que no.

De vuelta a la cuestión anterior, ¿es cierto que Dios tiene un plan y propósito maravilloso para todos y cada
uno de los hombres y mujeres de este planeta, y que sólo depende de la decisión de cada quien para que se
llegue a cumplir ese plan divino, como algunos aseguran y predican?
De nuevo, si así fuera, los niños no deberían morir y los fetos no deberían ser abortados; deberían poder
crecer y ser adultos para tener la oportunidad de escoger.

Si nos atenemos a la realidad existencial, nos damos cuenta de que no depende de la decisión del ser
humano el que ese supuesto y maravilloso plan de Dios se realice en cada vida. Un niño que muere
prematuramente, ni ha podido decidir, ni podrá decidir. Un enfermo tetrapléjico en cama tampoco. Un enfermo
de cáncer terminal, tampoco… y así podría continuar.

¡No debemos ser ligeros a la hora de determinar cuál sea la voluntad de Dios para cada ser humano, ya que
no nos corresponde a nosotros eso! Sólo Dios conoce a cada ser humano y su destino.

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2. El sufrimiento implícito en la vida del creyente, y la ira de Dios hacia el impío

El profeta Habacuc fue muy elocuente cuando exclamó lo siguiente:

“¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por
qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y
contienda se levantan. Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío
asedia al justo, por eso sale torcida la justicia” (Habacuc 1: 2-4)

El profeta Habacuc se quejaba en amargo lamento de que Dios permitía destrucción sin paliativos hacia
Israel. No parecía que había un “plan maravilloso” al alcance de la vista, más bien todo lo contrario, pero esto
no sólo ocurría en términos de Israel en el A.T. La severidad existencial la pudo gustar, sin ir más lejos, el
propio apóstol Pablo: “que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no
desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4: 8, 9)

Pablo no disfrutó apenas de un “plan maravilloso” para su vida mientras anduvo en esta tierra: “porque yo le
mostrarécuánto le es necesario padecer por mi nombre” (Hchs. 9: 16)

Y si hablamos de los impíos impenitentes, pues la cosa aquí, sí que es grave y concluyente:

(S. 7: 11) “Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días”

(Santiago 4: 6) “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”

(Job 8: 20) “He aquí, Dios no aborrece al perfecto, Ni apoya la mano de los malignos.

(Salmos 11: 5) “Jehová prueba al justo; Pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece”

(Juan 9: 31) “Y sabemos que Dios no oye a los pecadores;…”

(2 Ts. 3: 2) “para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe”

Si Dios está siempre airado contra el impío; si Dios resiste a los soberbios; Si Dios no apoya a los malignos; si
el alma de Dios aborrece al malo y al que ama violencia; si Dios no oye a los pecadores; si no es de todos la
fe… ¿Cómo es posible que Dios tenga planes maravillosos y concretos para todos esos impíos impenitentes?
¿Da Dios lo santo a los perros?

3. Concluyendo

Para ir concluyendo, más preguntas:


¿Podríamos pensar que Dios se ha esmerado desde antes de la fundación del mundo en elaborar un plan
glorioso para un ser humano en concreto, al tiempo que le ha desestimado para ser salvo? Evidentemente no
podemos pensar eso. Es absolutamente contradictorio.

Por otro lado, ¿podríamos pensar que Dios ha hecho planes gloriosos para cada ser humano, y lo ha dejado
todo al inútil albedrío de cada uno? ¡Qué clase de Dios sería si así hubiera hecho, sabiendo que nadie por sí
mismo iba a beneficiarse de ese plan de gloria, ya que nadie por sí mismo iba a acercarse a Dios de veras!

Por lo tanto, no es justo, ni es de buen proceder el decir que Dios tiene planes maravillosos y gloriosos para
cada ser humano.

Hermanos, a la hora de predicar el Evangelio, no usemos de argumentos que, aún y pretendiendo ser
benévolos, no son a la postre más que estratagemas, palabras vacías de contenido que no servirán para
ningún propósito realmente bueno, agradable a Dios.

Si decimos que Dios tiene un plan maravilloso para cada uno de los seres humanos de este planeta en cuanto
a su vida aquí en la tierra, no estamos diciendo la verdad, y si no decimos la verdad, estamos mintiendo.

Si decimos que Dios tiene un plan maravilloso y una voluntad concreta para cada uno de los seres humanos
de este planeta en cuanto a salvación, tampoco estamos diciendo la verdad.

Dios a quien quiere salvar lo salva (Ef. 1: 3-7), como ha venido haciendo siempre, y hará hasta el final de los
tiempos. La salvación es Suya (S. 3: 8), y no depende del hombre en ningún sentido: “nos salvó, no por obras
de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por Su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y
por la renovación en el Espíritu Santo”(Tito 3: 5)

Sólo es en Su misericordia que el individuo que tenga que venir a salvación, venga. Ese sí tiene de parte de
Dios, no sólo un plan, sino un destino de gloria preparado desde antes de la fundación del mundo para él, y
que siendo la voluntad de Dios, sin duda alguna se cumplirá.

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