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¿Cómo manejar situaciones difíciles?

Introducción: Seguramente te ha sucedido esto. Al estar arreglando o reparando algo,


te has equivocado o cometes algún error y te enojas. Hasta podemos golpear el objeto
y acabamos de dañarlo. ¿Le ha sucedido?

Esto nos permite ver que cuando la situación es crítica y difícil de manejar, y hasta se
extiende en el tiempo, podemos cometer errores bajo presión. ¿Se le ha hecho difícil
responder de la mejor manera? ¿Quiénes somos cuando estamos bajo presión?

Nos dice la palabra de Dios en el libro de Números: “Llegaron los hijos de Israel, toda
la congregación, al desierto de Zin, en el mes primero, y acampó el pueblo en Cades:
y allí murió María, y allí también fue sepultada. Y porque no había agua para la
congregación, se juntaron contra Moisés y contra Aarón”, según Números 20:1-2.

a) En nuestra humanidad, la dificultad produce diversas reacciones.

Como podemos leer en este caso en particular, la palabra del Señor nos dice que “se
juntaron contra Moisés y Aarón”, esto nos habla de oposición, resistencia, rebelión,
actitudes que se han generado por el enojo en el corazón de los israelitas.

¿Cuál fue el motivo? La Biblia nos dice que: “no había agua en el desierto de Zin”, el
desierto y la escasez de agua en el lugar al cual llegaron, produjo aquel enojo,
disgusto, o ira. Como ocurre con frecuencia en nuestra vida, cuando enfrentamos
adversidades.

La palabra de Dios nos enseña en el versículo tres que: “Habló el pueblo contra
Moisés”, entonces surge a hora la murmuración, la calumnia, palabras en contra de
Moisés e incluso contra su propia vida, pues ellos dijeron: “Ojala hubiéramos
muerto”.

La Escritura misma nos enseña que la equivocación de sus padres fue precisamente la
murmuración, pero ellos no habían aprendido la lección lamentablemente. No
aprender las lecciones del pasado, es construir los errores del futuro, por eso dice la
misma Escritura: “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor”. Es
fundamental, aprender de los errores.
Ante las dificultades reaccionamos de diferentes maneras. La presión del desierto y la
ausencia de agua (o provisión) hace expresar un enojo o inconformidad del pasado en
el corazón de los israelitas, por eso dijeron: “¡Ojalá hubiéramos muerto cuando
perecieron nuestros hermanos delante de Jehová! (pues capítulos atrás habían muerto
Coré, Datán y Abiram, sus respectivas familias y otros más).

La palabra de Dios nos dice en Números 20:4-5 “¿Por qué hiciste venir la
congregación de Jehová a este desierto, para que muramos aquí nosotros y nuestras
bestias? ¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto, para traernos a este mal lugar? No
es lugar de sementera, de higueras, de viñas ni de granadas; ni aun de agua para
beber”.
Como podemos ver en estos versículos se expresan palabras de desánimo y
menosprecio (aunque el Señor es quien marcha delante de su pueblo, de día en la nube
y de noche el fuego). El enojo puede llevarnos fácilmente a murmurar contra la
voluntad del Señor, y esto empeora nuestro caminar.

Es muy importante, buscar el consejo del Señor, nos dice la Escritura en Números “Y
se fueron Moisés y Aarón de delante de la congregación a la puerta del tabernáculo de
reunión, y se postraron sobre sus rostros; y la gloria de Jehová apareció sobre ellos”,
según Números 20:6.

Es importante, tener en cuenta aquí que Moisés y Aarón son figura del servidor de
Dios. El servidor del Señor debe mantener su buena comunión con Dios, pues está
expuesto a las calumnias, incomprensión, oposición y murmuración, incluso de
aquellos a quienes ha servido. Todo esto, es parte del caminar del siervo de Dios.

Ser conscientes de esto es importante, quien considera que el servicio a Dios está
exento de dificultades, está equivocado; pero quien está seguro de la ayuda del Señor,
está confiado. La palabra de Dios nos dice que Moisés buscó el consejo del Señor, y
por supuesto no basta con buscar el consejo divino, es fundamental obedecer.

b) Una de las más intensas pasiones en el ser humano es la ira. Números 20: 7-11.

La verdad es que el enojo o la ira ciega al ser humano haciéndole actuar locamente.
La Biblia nos enseña que, según Números 20:7-11 que Dios le dijo a Moisés: “hablad
a la peña” pero él la golpeó dos veces, habiendo dicho además: “¡Oíd ahora,
rebeldes!”.

Es interesante tener en cuenta, que Moisés hasta ahora se había distinguido por
obedecer al Señor, siempre se sujetó a la palabra de Dios, pero en ésta ocasión el
enojo le hizo actuar apresuradamente, sus emociones lo impulsaron y se equivocó.

También la misma Escritura nos enseña que la ira o enojo impide glorificar a Dios,
podemos ver esto en el Libro de los Salmos 106:32-33

“También le irritaron en las aguas de Meriba; y le fue mal a Moisés por causa de
ellos, porque hicieron rebelar a su espíritu, y habló apresuradamente con sus labios”.

Como hemos leído el Señor le dijo a Moisés: “hablad a la peña” y Moisés lo que hizo
fue golpearla en dos ocasiones.

La Biblia nos dice que a este lugar lo llamaron: “Las aguas de Meriba”. El nombre
“Meriba” significa: altercado, rencilla, contienda, riña, pelea. Estas aguas representan
aquellos momentos o circunstancias que producen heridas, infectan el corazón, la
contienda siempre provoca heridas. Son “aguas” que no debemos beber, ni darla a
beber a otros. La ira nos lleva a herir a otros.
La palabra de Dios nos enseña que Moisés sufre las consecuencias, aunque ellos
fueron la causa. Las equivocaciones de otros, no nos dan licencia para desobedecer al
Señor. La rebelión de su espíritu se expresó a través de sus palabras.

¿Cómo reaccionamos cuando aparece el enojo? Quizá con venganza, con palabras que
lastiman, con desobediencia, con aislamiento, rechazando a otros, entre otras cosas.
Lo que debemos hacer es rendir todo enojo o ira al Señor.

c) Depender de Dios es nuestra vida es fundamental.

No siempre bendición es aprobación; es decir, los buenos resultados, no señalan


siempre la aprobación de Dios. Nos dice la Escritura en Números 20:11b “… y
salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias”.

A pesar de todo, la palabra de Dios nos enseña que “salieron muchas aguas”, esto nos
muestra la fidelidad del Señor con su pueblo, por encima de los errores y falencias del
ser humano.

Vemos, entonces que la provisión de Dios para su pueblo no se detendrá por las
falencias de los hombres. El que haya salido agua de la roca, no significó que Dios
había aprobado lo que Moisés había hecho; más bien, esto nos enseña la fidelidad y
cuidado de Dios hacia su pueblo, el cual padecía una gran necesidad de agua.

También, este suceso nos recuerda y enseña que el camino que hemos recorrido o las
metas alcanzadas no justifican la autosuficiencia del ser humano, debemos ser
dependientes de Dios en todo momento.

La palabra de Dios nos enseña en el libro de Números 20:12 “Y Jehová dijo a Moisés
y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de
Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado”.

El pueblo de Israel en aquel momento se encontraba en el último año de peregrinación


(año 40) a punto de ingresar a la tierra prometida. Moisés y Aarón llevaban sirviendo
a Dios durante cuarenta años. El tropiezo puede aparecer en el trayecto donde tú crees
que mejor caminas, por eso debemos depender del Señor siempre.

La palabra de Dios nos dice en el libro de Números 12:3 “Y aquel varón Moisés era
muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra”. La mansedumbre
era una fortaleza en él.

Lo que podemos ver es que Moisés precisamente falló en su punto más fuerte: la
mansedumbre. No importa el grado de crecimiento o revelación alcanzado, no somos
autosuficientes, necesitamos a Dios hasta el último día de nuestra vida, debemos
depender y reconocer la gracia del Señor siempre.

Reflexión final: La palabra de Dios nos enseña que el Espíritu Santo ha venido para
enseñarnos, para ayudarnos a caminar en su carácter, en su fruto. Con frecuencia, por
ira o enojos dañamos, herimos a otras personas. Por orgullo, queremos hacer las cosas
a nuestra manera, pero esto sólo genera tristezas. Por eso, debemos hacer las cosas
con el amor de Dios, con el carácter del Cristo que vive en nosotros. Por él podemos
vencer.

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