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PRESENTACIÓN
Cada día se hace más común, leer en libros, artículos de revistas, de periódicos, en la Internet,
o escuchar en diferentes foros, conferencias, seminarios y demás espacios de debate,
discusión, análisis o comunicación, acerca del “desarrollo” y sus calificativos: “sostenido”,
“eco”, “sostenible”, “sustentable”, “local”, “global” que provoca casi inmediatamente en las
personas que leen o escuchan, la siguiente pregunta - ¿es sustentable, sostenible, sostenido…?
Más recientemente aparece otra forma de enfocarlo, el holodesarrollo.
Intentar explicar que entender por un holodesarrollo hacia la sustentabilidad de la vida, junto a
la confusión que suscitan los términos desarrollo sostenido, sostenible o sustentable es el
propósito de este escrito. Para abordar y comprender las diferencias y aproximaciones de estos
conceptos, es de suma valía tomar en cuenta los diferentes antecedentes, para contribuir a
continuar con su análisis, esclarecer y a la vez fomentar aún más el debate respecto del tema
en cuestión.
Señala Romero (1991) que la expresión "desarrollo sostenible" es de acuñación muy reciente,
sin embargo su "ingrediente activo" es el viejo concepto de "desarrollo sostenido de recursos"
que, a su vez, se apoya en una noción muy familiar de las y los profesionales forestales y, en
general, de las y los administradores de recursos naturales renovables: la de "rendimiento
sostenido".
1El tema forma parte de la investigación actualmente en curso para optar por el titulo del Doctorado en
Educación con Énfasis de Mediación Pedagógica en la Universidad La Salle, Costa Rica.
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Para compatibilizar ambos conceptos (desarrollo y conservación) nos explica Romero, se les
atribuyó un denominador común: la finalidad de lograr la solidaridad diacrónica entre
generaciones y se descarta la idea de que la conservación sea abstención del uso (crecimiento
0, propuesto en el informe denominado “Los límites del Crecimiento” en 1972) y,
simultáneamente, se señala como metas del desarrollo la satisfacción de necesidades humanas
y el mejoramiento de la calidad de vida. Relacionar el desarrollo con la satisfacción de
necesidades humanas y el mejoramiento de la calidad de vida equivale a negar que la actividad
económica tenga un sólo y único fin: la obtención del máximo beneficio, e implica, al mismo
tiempo, aceptar la existencia de otros fines que entran en concurrencia con la tendencia de
aumentar al máximo el beneficio (racionalidad económica capitalista) (Romero, R. 1991:5).
Nos recuerda Romero, que ante tal constatación y al no existir la voluntad o la posibilidad de
cuestionar el capitalismo desde un marco de referencia alternativo, los críticos del desarrollo
insostenible apelan a la utopía "porque en su opinión- no sólo lo racional es la vía para
conocer y transformar la realidad (Ovalles, 1985, citado por Romero R. 1991). De esa manera,
se intenta reformar la realidad a partir del concepto de desarrollo sostenible y con ese
propósito, se introduce el concepto de estrategia de conservación para el desarrollo sostenible.
A este último concepto se le describe como "un proceso amplio y continuo de definición de
objetivos y políticas necesarios para alcanzar un estilo de sobrevivencia económica y social
compatible con el patrimonio natural que la sustenta, y a la vez, que sea perdurable, y que no
destruya el potencial que aportan los recursos ecológicos" (Quesada, 1990, citado por Romero
R. 1991).
naturales y del combate a la pobreza. A quienes abogan por esta última concepción se les
descalifica o encasilla en posiciones ideológicas (comunistas, radicales, extremistas,
izquierdistas, entre otros calificativos), no comprendiendo e ignorando a conveniencia la
verdadera esencia del concepto que se intenta expresar, cuyas implicaciones analizaremos en
los siguientes apartados.
Mediante el uso eficiente y el reciclaje extensivo se puede prolongar la existencia de este tipo
de recursos, pero no se puede prevenir su agotamiento. En cuanto a los recursos naturales
renovables que podrían aprovecharse sosteniblemente pese a que Romero expresa que en
muchas ocasiones resulta antieconómico intentar conseguir un rendimiento “sostenido”, creo
que si logramos respetar las leyes de la ecología y si establecemos limites al uso de esos
recursos si podremos garantizar su uso y regeneración por medio del establecimiento de
ecoregiones (Capra, 1998 y Kaku, 1997). Parece ser que el rendimiento sostenido es
físicamente imposible en el caso de los recursos naturales no renovables y con frecuencia,
económicamente incosteable en el caso de los recursos naturales renovables, si optáramos por
relativizar la definición inicial y sustituyéramos, por ejemplo, la pretensión de uso indefinido
de los recursos por la de la prolongación de su uso hasta que puedan generar sustitutos
renovables de los mismos. En cuanto a los recursos naturales renovables, se reconoce que la
"producción siempre es una intervención crítica de la naturaleza, y dado nuestro carácter
biológico de depredadores, estamos condenados a vivir de otros seres vivos. Sin embargo -
acota-, nuestra supervivencia también depende de un manejo racional e inteligente de los
ecosistemas para no alterar permanentemente su capacidad de brindarnos servicios en el
futuro" (Quesada, 1990, citado Romero, 1991:4).
Puede ser que los economistas estén hablando en términos vagos y metafóricos cuando
afirman que el capital es un sustituto casi perfecto para los recursos naturales. Tal vez estén
contando como "capital" a todos los avances en conocimiento, tecnología, habilidad
administrativa y otros; en suma, cualquier cosa que aumente la eficiencia con la cual se
utilizan los recursos. Si éste es el uso, entonces "capital" y recursos serían por definición
sustitutos en el mismo sentido de que el uso más eficiente de un recurso es un sustituto para
usar más cantidad del recurso. Pero definir el capital como eficiencia haría burla de la teoría
neoclásica de la producción, donde la eficiencia es una razón entre producto e insumo, y el
capital es una cantidad del producto.
La productividad del capital hecho por el ser humano está más y más limitada por la oferta
decreciente de capital natural complementario. Por supuesto, en el pasado, cuando la escala de
la presencia humana en la biosfera era baja, el capital hecho por el ser humano desempeñaba el
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papel limitante. El cambio desde capital hecho por el ser humano a capital natural como el
factor limitante es, por tanto, una función de la escala creciente de la presencia humana. En fin
lo ideal será que el desarrollo de la ciencia y la tecnología produzcan nuevos artículos para
proporcionar los servicios, no solo usando menos recursos naturales, o aumentando la
eficiencia, con menos trabajo o menos capital, sino que estos productos lo sean a base de
recursos renovables, con tecnologías limpias (sustituir las materias primas no renovables por
renovables).
El crecimiento sostenible o utilización sostenible es, según ellos, un concepto técnico regido
por reglas de eficiencia y administración. El desarrollo sostenible (o la sostenibilidad), en
cambio, es un fenómeno mucho más amplio: abarca las normas éticas relativas a la
sobrevivencia de los componentes bióticos de un ecosistema, así como los derechos de las
futuras generaciones y las instituciones responsables de garantizar que tales derechos serán
debidamente considerados en las políticas y acciones económicas y ambientales.
Algunas personas creen que hay posibilidades enormes para el desarrollo sin crecimiento.
Argumentan que la eficiencia del uso de la energía puede elevarse mucho (Lovins 1977;
Lovins y Lovins 1987). Y lo mismo se piensa del uso del agua. En lo tocante a otros
materiales las cosas no están tan claras. Otros autores (Cleveland y Cols. 1984; Costanza
1980; Gever y Cols. 1986; Hall, Cleveland y Kaufman 1986) creen que el vínculo entre
crecimiento y uso de la energía no es tan vago. Este tema surgió en el Informe de la Comisión
Brundtland (WCED 1987) en donde por un lado hay un reconocimiento de que la escala de la
economía humana ya no es sustentable en el sentido de que requiere el consumo de capital
natural y sin embargo en el otro lado hay una necesidad de mayor expansión económica por un
factor de 5 a 10, a fin de mejorar la situación de los pobres sin tener que recurrir demasiado a
las alternativas "políticamente imposibles" de un estricto control de la población y la redistri-
bución de la riqueza.
Una opción parece ser el ecodesarrallo que es “un estilo de desarrollo que, en cada región,
insiste sobre las soluciones específicas a sus problemas particulares; teniendo en cuenta los
datos ecológicos, pero también los culturales; las necesidades inmediatas de la población,
pero también el largo plazo” (Romanini, 1976 citado por Romero, R. Ibid). Indica Romero
que el concepto de Ecodesarrollo fue elaborado en 1973 por Maurice F. Strong, Director
Ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el Ambiente. Este concepto fue adoptado y
ampliamente publicitado por la UICN hasta que la irrupción del concepto de desarrollo
sostenible, promovido también por esta organización, terminó por sacarlo de circulación.
El activo papel que en ambos casos jugó la UICN, sumado a la existencia de un común
denominador: la conciliación entre conservación y desarrollo, explica la tendencia de muchos
autores a borrar las diferencias entre desarrollo sostenible y ecodesarrollo, y a exagerar sus
similitudes hasta el punto de sugerir su sinonimia”.En estricto rigor no se debe aceptar una
relación de filiación del concepto de ecodesarrollo respecto al de desarrollo sostenible ni
mucho menos la identidad entre ambos, primero porque históricamente el concepto de
ecodesarrollo había sido detallado y precisamente definido cuando todavía la expresión
"desarrollo sostenido" (aún no se usaba el término sostenible) era una noción vaga y
controvertida. Segundo, porque geográficamente el ecodesarrollo está orientado hacia un
espacio social y cultural menor que el desarrollo sostenible, toda vez que está centrado sobre
la "comunidad local" y no sobre la nacional.
proyectos utópicos, al orientarse hacia una economía autárquica centrada sobre un estrecho
mercado local; el desarrollo sostenible, por el contrario, está tan abierto al mercado externo
que, según algunos de sus más enconados detractores, el "concepto debe vender al gobierno y
negociantes la conservación, mientras vende a los ciudadanos del planeta una tecnología del
desarrollo" (Souza, 6., 1990).
El resultado práctico de las diferencias que separan a estos dos conceptos ineludibles por el
carácter normativo que ambos tienen-, consiste en que los interrogantes sobre qué, para
quiénes y cómo producir los bienes y servicios, recibirán una clase de respuestas, si quienes
preguntan adhieren a la concepción del desarrollo sostenible; y otra muy distinta, si hacen
suya la idea del ecodesarrollo. Señala Romero, que según sea el concepto que se invoque, se
optará entre dos estilos de desarrollo diferentes; o, para ser más precisos, puesto que en su
formulación más rigurosa el ecodesarrollo resulta incompatible con formas económicas que no
sean precapitalistas y campesinas, habrá una opción entre un estilo de desarrollo y un estilo de
vida o de sobrevivencia.
Nos recuerda Romero, que en años recientes -después de una conferencia de la UICN en
Ottawa- se abrieron nuevas posibilidades para establecer nexos entre estos dos conceptos. A
raíz de las críticas a la Estrategia Mundial por el peso que dentro de ella se asignaba
unilateralmente al concepto de "utilización sostenible" o sea, a la preocupación técnica por
equilibrar las tasas de uso con las de regeneración de los recursos-, se ha propuesto y aceptado
que el desarrollo sostenible se apoye en la tríada siguiente: necesidades básicas-ecodesarrollo-
utilización sostenible. La UICN ha aceptado ampliar el concepto de desarrollo sostenible más
allá de las fronteras del concepto de utilización sostenible. La incorporación del segundo
miembro de la tríada el ecodesarrollo aporta al concepto ampliado la noción de especificidad
geográfica y cultural. Pero es la introducción del primero -la satisfacción de las necesidades
básicas- la que marca el giro decisivo que ahora se desea imprimir al desarrollo sostenible.
En esa misma perspectiva, R. Chambers, autor de un conjunto de tesis estrechamente
emparentadas con las aprobadas en 1986 en Ottawa (Chambers, R. 1986), enfatiza sobre la
necesidad de permitir que los sectores más desposeídos de la sociedad puedan superar sus
condiciones de pobreza, utilizando para ello los medios adecuados a su cultura y aspiraciones;
y, además profundiza alrededor del enfoque triádico del desarrollo sostenible. Según él, es
posible distinguir tres dimensiones dentro de la intención de este concepto.
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En primer lugar, una dimensión ambiental, análoga al significado que originalmente atribuyó
la UICN a la "utilización sostenible". En segundo lugar, una dimensión del desarrollo,
semejante a los puntos que en esta materia sostuvieron importantes líderes tercermundistas, en
1972, durante la Conferencia sobre el Medio Ambiente de las NU y en tercer lugar, una
dimensión del sustento o de los medios de subsistencia (livelohood-oriented), relacionada
con la satisfacción de las necesidades básicas de la población. Propone Chambers, fusionar las
tres dimensiones descritas en un único concepto: "sustainable livelihood development"
(Desarrollo Humano Sustentable). O' Riordan sostiene que esta expresión inglesa sirve para
designar un concepto parecido al de ecodesarrollo, tal como éste es definido últimamente (O'
Riordan, T., 1988)
De acuerdo con Romero, todo parece indicar que el concepto de desarrollo sostenible sufrió
efectivamente una transformación después de 1986. La sustitución del vocablo "sostenible"
por "sustentable" en los textos en español, “más que obedecer a preferencias terminológicas
de los traductores, está determinada, por el deseo de resaltar los cambios ocurridos en el
plano conceptual.” De una parte, se quiere hacer notar que se ha agregado nuevas propiedades
a la intención atribuida anteriormente al concepto de desarrollo sostenible. De otra, se desea
vincular esa nueva connotación de manera psicológica -no lógica- con la "dimensión del
sustento" postulada por Chambers.
Las soluciones para los problemas de sustentabilidad únicamente serán poderosas y efectivas
si son justas y equitativas. El filósofo John Rawls (1987) ha argumentado que las políticas que
representan un consenso superpuesto de los grupos interesados implicados en un problema
serán con toda probabilidad justas, efectivas y flexibles. El proceso político normal tiende a
acentuar el conflicto y el voto de la mayoría a menudo pasa por alto los esfuerzos para
encontrar consenso superpuesto. Las políticas resultantes del voto de la mayoría a menudo son
injustas para la minoría y no son resilientes, ya que la minoría dedica todo su tiempo a
combatir la decisión y a tratar de integrar una nueva mayoría para derrotar a la mayoría
anterior. Además, los grupos de interés importantes para las decisiones globales y a largo
plazo (como las generaciones futuras y otras especies) reciben poca o ninguna representación
en el proceso.
Sin embargo, hay un consenso creciente, global y superpuesto que intenta reconocer los
intereses de las generaciones futuras y otras especies. El consenso es que la meta social
apropiada a largo plazo es la sustentabilidad (AGENDA 21,1992; WCED 1987). El consenso
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acerca de exactamente qué significa la sustentabilidad todavía está en proceso (Costanza 1991;
Goodland y Daly 1996; WCED 1987), pero interpretamos esto como un desacuerdo sano
acerca de los medios, no acerca de los fines. La meta es un sistema que sobreviva indefini-
damente y en buenas condiciones, y sólo podemos estar seguros de haber alcanzado esa meta
en retrospectiva. A la vista, hay desacuerdo acerca de cuáles políticas actuales lograrán la meta
y como se decía antes, necesitamos especialmente estar bien informados de la incertidumbre
inherente en nuestra capacidad para vaticinar el futuro.
El flujo sustentable es "ingreso natural", el stock que produce el flujo sustentable es "capital
natural". El capital natural también puede proporcionar servicios como reciclaje de material de
desperdicio o captación de agua y control de la erosión, que también se cuentan como ingreso
natural. Como el flujo de servicios de los ecosistemas requiere que funcionen esencialmente
como sistemas completos, la estructura y la biodiversidad del ecosistema es un componente
crítico en el capital natural. Para alcanzar la sustentabilidad, debemos por tanto incorporar ca-
pital natural, y los bienes y servicios de ecosistema que proporciona, dentro de nuestra
contabilidad económica, social y nuestros sistemas de elección social. Al estimar estos valores
debemos considerar qué tanto de nuestros sistemas ecológicos sustentadores de la vida pode-
mos costear perder. ¿Hasta qué punto podemos sustituir capital manufacturado por capital
natural, y qué tanto de nuestro capital natural es irremplazable? Por ejemplo, ¿podríamos
reemplazar los servicios de tamizaje de radiación de la capa de ozono si esta quedara
destruida?
La noción de sustentabilidad incluye cuestiones acerca del equilibrio dinámico, no sólo del
ambiente físico-químico natural, de sus recursos y ecosistemas (sostenibilidad), sino también,
de aspectos como la pobreza, la población, salud, seguridad alimentaria y de vivienda,
democracia, derechos humanos, la espiritualidad y paz, en fin, aspectos todos para una mejor
calidad de vida (sustentabilidad).
Se debe tener claro que la sustentabilidad de la vida como aspiración de las sociedades
actuales, es un debate que también tiene que darse al interior de los nuevos procesos
educativos con carácter ambiental, ya que sus planteamientos teóricos distan mucho de ser una
realidad; por lo que se deben propiciar condiciones sociales, económicas, culturales,
espirituales, éticas y naturales, realmente equilibradas para que se pueda hablar de un
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Por lo tanto, si una de esas esferas está en desventaja respecto al resto, o no guarda la noción
de equilibrio básico, puede argumentarse que lo que tenemos es un “desarrollo insostenible”.
Con estos planteamientos básicos, puede irse despejando la ambigüedad, lo reiterativo, trillado
y acrítico que suelen ser las definiciones discursivas de proclamas de jerarcas de gobierno y de
muchos eventos internacionales cuando se refieren al desarrollo sostenible. Hay que
desmitificar este concepto con los actores sociales en un constante contraste con la realidad.
La sustentabilidad es el objetivo de largo plazo que deben alcanzar las comunidades alrededor
del mundo, mientras que el desarrollo sustentable es el medio para lograr ese objetivo.
(Agenda Local 21).
De acuerdo con Constanza, Cumberland, Daly, Goodland, Norgaard (1999) "un sistema sus-
tentable es aquel que sobrevive o persiste" (p. 194). Biológicamente, esto significa evitar la
extinción, y vivir para subsistir y reproducirse. Económicamente, significa evitar grandes
trastornos y colapsos, protegerse en contra de inestabilidades y discontinuidades. La
sustentabilidad, en su fundamento, siempre se relaciona con la temporalidad y en particular,
con la longevidad. La evaluación de la sustentabilidad también debe esperar hasta después del
hecho. Por lo tanto, la mayoría de las definiciones de la sustentabilidad suelen ser pronósticos
de acciones emprendidas el día de hoy que esperamos conduzcan a la sustentabilidad. Por
ejemplo, cabría argumentar que mantener las tasas de cosecha de un sistema de recursos por
debajo de las tasas de renovación natural debería conducir a un sistema de extracción
sustentable; pero esto es un pronóstico, no es una definición. Es, de hecho, el fundamento de la
teoría MSY (producto máximo sustentable), la base durante muchos años para la ad-
ministración de poblaciones explotadas de vida silvestre y pesquera (Roedel, 1975). Como se
aprendió en estos campos, un sistema sólo puede ser sustentable después de que haya habido
tiempo para observar si el pronóstico resulta verdadero. Usualmente hay tanta incertidumbre al
estimar las tasas naturales de renovación, y al observar y regular las tasas de cosecha, que una
predicción simple como ésta, como observan correctamente Ludwig, Hilborn y Walters
(1993), siempre es sumamente sospechosa, en especial si se le considera erróneamente como
una definición.
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Los seres humanos individuales son sustentables en este contexto si alcanzan su duración
máxima de vida "normal." Al nivel de la población, la expectativa de vida promedio suele
usarse como un indicador de la salud y el bienestar de la población, pero se espera que la
población misma tenga una duración de vida mucho más larga que cualquier individuo, y no
se consideraría sustentable si fuera a quebrarse prematuramente, incluso si todos los
individuos en la población vivieran su duración de vida "sustentable" completa.
C. REFLEXIONES FINALES
Pero de igual forma deben de abandonar esa tendencia a imitar o reproducir modelos de
desarrollo, estilos de vida y valores de algunos de los países desarrollados, que en esencia
fomentan el desequilibrio ambiental (en sus dimisiones, social, económica, cultural, política,
espiritual, legal, educativa, ética y natural).
Por otra parte, en la búsqueda de mecanismos por los cuales se llevaría a cabo la
concienciación, comenzando por el individuo y posteriormente por la comunidad, no
únicamente el o la estudiante tiene que recibir una educación ambiental que genere
aprendizajes hacia la sustentabilidad de la vida, todo ser humano en este planeta debería contar
con elementos necesarios para recuperar, proteger y conservar los ecosistemas en su propio
ámbito regional, local, comunitario, por medio de la educación no formal, con la ayuda de los
medios de comunicación (radio, T.V, periódico), que de forma directa e indirecta tienen una
cobertura masiva. Se hace necesaria la implementación de campañas ambientales adecuadas al
lugar geográfico. Realizar una evaluación de acuerdo a los resultados obtenidos; el grado de
compromiso que adquiere la comunidad, ciudad, barrio para cuidar su ambiente y por medio
de diferentes programas se puede contribuir significativamente promoviendo una educación y
gestión ambiental más contextualizada y trabajando tanto en el nivel formal como en el no
formal.