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Élites, Poder Económico y Poder Político

Phillip E. Chicola

2022
I
Durante la última década del siglo XX, Sussane Jones1 y Rachel McLeary2 publicaron
investigaciones histórico-políticas sobre la génesis de la democracia guatemalteca, el rol de
los actores políticamente relevantes del momento, y las dinámicas de poder real existentes en
el país.

Tanto Jones como McLeary dedicaron extensos apartados a ofrecer interpretaciones


sobre la relación entre las élites económicas guatemaltecas, el poder político, el Ejército de
Guatemala y la oficialidad militar y la naciente sociedad civil, en el contexto de la primera
década democrática. Guardando las distancias, ambas concluían que existía una evidente
ascendencia de las élites sobre los diferentes espacios del poder. La relación simbiótica entre
medios y élites, la concentración del financiamiento partidario en unas pocas chequeras
privadas, junto al poder de veto de la patronal respecto a legislación y políticas públicas,
constituían las pruebas más evidentes de dicho supuesto.

Sin embargo, con la llegada del FRG (2000), esta dinámica empezó a cambiar.
Lentamente. El perfeccionamiento del sistema patrimonialista (que institucionaliza la
corrupción y el tráfico de influencias) generó un ciclo autosostenible de financiamiento
electoral – corrupción. La receta es sencilla: aportar recursos (financieros u horas-hombre) a
una campaña política, constituye el ticket para acceder a la repartición de negocios, licencias,
contratos, sueldos, puntos, etc.

En estos veinte años (2000-2020), el patrimonialismo de Estado ha provocado: 1) el


surgimiento de una élite emergente vinculada a la proveeduría del Estado (siendo Gustavo
Alejos y Manuel Baldizón dos ejemplos paradigmáticos); y 2) mayor autonomía de los políticos
respecto del poder económico tradicional, dado que los partidos aprendieron que era más
eficiente -y menos laborioso- financiar campañas con dinero de dudosa procedencia, que
“pasar el sombrero entre los muchachos”. Mientras los primeros aspiran a más obtener
negocios o impunidad; los segundos piden leyes, reglamentos, políticas, ministros, directores,
etc.

Esa dinámica provocó que, a partir de 2010, la relación de las élites sobre el sistema ya
no fuese de completa ascendencia, sino más una especie de primus inter pares. Al final, valores
subjetivos como la legitimidad discursiva, el organicismo, el tradicionalismo, la ascendencia
social, la capacidad de organización institucional o la misma hegemonía socio-cultural se
convirtieron en las herramientas de poder blando que permitían compensar la pérdida del
monopolio sobre el poder económico.

Para muestra, a lo interno de los proyectos políticos de la UNE, Partido Patriota, FCN-
Nación y VAMOS, la participación de las élites ha sido cada vez menos protagónica. Incluso,
en ciertos momentos, ha resultado evidente que son meros agregados tangenciales o aliados
coyunturales de proyectos que verdaderamente responden a los intereses de alguien más.

1
Jones, S. (1992). The Battle for Guatemala: Rebels, Death Squads, and U.S. Power. Taylor & Francis..
2
McCleary, R. (1999). Dictating Democracy: Guatemala and the End of Violent Revolution . University
Press of Florida, 1999–English; Artemis-Edinter 1999–Spanish.
Antes de 2017, había conciencia sobre la importancia de salvaguardar algunas de las
herramientas de poder blando, como la legitimidad discursiva. De ahí que todavía había
pronunciamientos sobre transparencia y corrupción, la decadencia del sistema de justicia o la
disfuncionalidad del aparato estatal. Eso sí, en más de alguna ocasión tuvieron que pedir
permiso al entonces Presidente de la República antes de publicar (en una clara muestra sobre
las verdaderas dimensiones de la ascendencia de poder, allende 2014).

II
La semana pasada, quise reseñar la evolución del poder de las élites durante los primeros
años de democracia y la forma como gradualmente la consolidación del patrimonialismo de
Estado ha provocado el surgimiento de una élite emergente y el desplazamiento del poder
central de las élites dentro del sistema político. En esa trama, el 2015 fue un año atípico.

Para entonces, el teorema del “que le toca” constituía la regla sobre la que se analizaban
los escenarios políticos de corto plazo. Bajo ese precepto, parecía casi una certeza que Manuel
Baldizón ganaría la presidencia. En ese esquema, el petenero representaba a esa élite
emergente, vinculada al patrimonialismo de Estado, que con el paso del tiempo se volvió
autónoma frente a la tradicional.

Para entonces, la posición desde la élite ante el escenario de la victoria de Líder era
ambivalente y poco granítica. Una facción fundamentalista apostaba por enfrentar a Baldizón,
mediante los trucos y bromas propios de la política criolla, además de apuntalar a candidatos
alternos. De ahí surgieron campañas como el “No te toca”. Algunos recurrieron al apoyo
directo. Una rápida revisión de los documentos públicos del caso Construcción-Corrupción
revela que no sólo hubo dinero de constructoras fluyendo a las sociedades vinculadas con
Sinibaldi.3 Otros iluminados -incluso- consideraron acompañar como compañero de fórmula
al entonces delfín (en el multiverso, esa realidad alterna hubiera estado muy chistosa). O qué
decir del apoyo brindado a FCN-Nación, un hecho documentado y reconocido,
indistintamente de los barrocos debates legales que siguieron.

En cambio, la facción utilitarista apostaba por la receta que se convertiría en norma: “es
mejor estar cerca del poder, independientemente de quién lo ejerce y aún si hay que
ensuciarse las manos.” Y por ahí estaban los menos, a quienes Baldizón encantaba con su
libertaria idea del flat tax.

En medio del debate sobre si Baldizón representaba o no una amenaza y cómo


atenderla, cuando nadie lo esperaba, el 16 de abril de 2015 se sobrevino el escenario cisne
negro. Y todo cambió.

3
https://www.cicig.org/casos/caso-corrupcion-y-construccion/
Durante años, la demanda primordial del sector privado en materia tributaria había sido
precisamente el combate a la defraudación y el contrabando aduanero. Por ello, con el mismo
desagrado que el resto del país, aplaudieron la investigación y pidieron se profundizara.4

“Careful what you wish for” -dirían los americanos- ya que, en las siguientes temporadas
de El Mecanismo,5 nos enteraríamos que de La Línea se desprenderían dos de los casos más
incómodos para la élite: “Impunidad y Defraudación” y “Traficantes de Influencias”. Aunque
de este último también surgió el caso por el que Sandra Torres enfrentaría proceso,6 así que
en términos futboleros, digamos que fue un empate, aunque encajaron gol en casa.

El balance de fuerzas interno no era muy distinto al de 2022. Quien hoy marca distancia
de la patronal,7 en 2015 entendía los vientos de cambio y apostaba por la depuración. En
cambio, quien hoy muestra complejo de filarmónico en pleno Titanic, también en 2015 se
resistió hasta el último minuto a pedir la renuncia de Otto Pérez. Aún así el espíritu del tiempo
se hizo presente. Las demandas de combatir la corrupción, depurar el sistema e impulsar
reformas en materia electoral, de justicia, servicio civil y contrataciones públicas eran la agenda
del empresariado. ¡Vaya agenda más chaira por amor de Dios!

III
En semanas recientes, he querido esbozar un marco explicativo sobre la evolución del
poder económico y el rol de las élites tradicionales dentro del sistema político. Una premisa
básica es que desde el cambio de milenio y conforme se ha consolidado el sistema
patrimonialista y el ciclo autosostenible de “financiamiento de campañas – acceso a
oportunidad de riqueza”, ha surgido una élite emergente, cuyo capital estaría vinculado con
negocios públicos, dígase construcción de infraestructura, proveeduría del Estado, tráfico de
influencias judicial y un largo etcétera.

Para 2015, era evidente el asalto de esa élite emergente sobre el sistema político.
Gustavo Alejos,8 Manuel Baldizón, Roberto López Villatoro -el Rey del Tenis-,9 ex oficiales del
círculo de Otto Pérez, Baldetti y su rosca, diputados, decenas de constructoras de reciente
creación y dudosa procedencia, centenares de nuevos proveedores del Estado, etc. Para
entonces, algunos visionarios dentro de las élites reconocían el riesgo que este capital
emergente representaba para su propio poder político. Veamos algunos ejemplos concretos,
válidos en ese entonces:

4
https://twitter.com/soy_502/status/597066681375162369
5
https://www.netflix.com/gt/title/80120485
6
https://elperiodico.com.gt/opiniones-ep/2019/02/12/del-caso-la-linea-al-financiamiento-ilicito-de-la-une/
7
https://www.prensalibre.com/economia/la-camara-de-comercio-de-guatemala-ccg-se-separo-del-
cacif-y-explica-por-que/
8
https://www.cicig.org/casos/desarticulan-red-de-corrupcion-en-el-igss-negociantes-de-la-salud/
9
https://www.cicig.org/comunicados-2018-c/com_023_20180227/
A inicios de 2015, un Congreso controlado por una alianza de diputados de Patriota y
Líder, aprobó de forma inconsulta impuestos a la telefonía, al cemento y a la actividad minera,
pasando por encima del documentado y habitual veto empresarial sobre la política fiscal.
Meses después, el aumento impositivo sería suspendido por la VI Magistratura de la Corte de
Constitucionalidad -2011-2016- (vamos a ver un patrón aquí). A nivel legislativo la realidad era
peor: mientras el aumento tributario y el presupuesto para el saqueo se aprobaba con toda
celeridad, las iniciativas provenientes de la élite dormían el sueño de los justos.

A nivel del sector justicia, la pérdida de poder era evidente. Previo al cambio de milenio,
los principales espacios del sistema judicial y de la gremialidad jurídica estaban en manos de
una élite tradicional de abogados, muy vinculada a bufetes corporativos y a universidades
privadas, a quienes se les denominaba “las vacas sagradas”. No obstante, desde el FRG, el Rey
del Tenis, el Gato Herrera10 y otros más desarrollaron redes encaminadas a permitir que otros
personajes -no vinculados a la élite- llegaran a la cúspide del poder judicial.

Podemos hacer el ejercicio de ver cómo en la integración de la CSJ de 1999, por lo


menos 9 de los 13 magistrados eran personajes vinculados a la élite tradicional; en cambio,
en la CSJ del 2014, absolutamente ninguno de los magistrados electos provino de la “short
list” empresarial. Lo interesante es que el mismo fenómeno ocurría de forma sistemática en
casi todos los espacios de poder: SAT, contraloría, alcaldías, diputaciones, el sistema de
consejos de desarrollo, etc.

Durante los primeros meses de la ofensiva de 2015, la postura de las élites tradicionales
era de un respaldo absoluto al proceso. Al final del día, los actores que les competían espacios
de poder, tenían precisamente en la corrupción la fuente primigenia de su poder y su
autonomía. Por eso, mientras el foco de la persecución fuesen actores políticos, personajes de
grupos emergentes o actores judiciales no vinculados a las élites, no había problema. Es más,
incluso cuando un expresidente del Congreso proveniente del seno de las élites se vio
involucrado en un caso de corrupción, el abandono de sus pares fue evidente.

“Que cada quien pague los elotes que se comió” era la frase que más se repetía en
directivas y comités, dando a entender que el corporativismo y el tribalismo -aparentemente-
estaban dando paso a un sentido de modernidad y un muy necesario individualismo liberal.
Incluso, ofrecían expulsar a los empresarios implicados en “La Línea”.11

Obviamente esta promesa caería en saco roto, puesto que meses después -en la
segunda temporada de El Mecanismo- se revelaría que uno de los operadores centrales de la
Línea era también un codiciado tramitador, contratado por diversas empresas tradicionales
para agilizar la devolución de crédito fiscal. Bueno, en su conocido estilo de apelar a lo barroco
y al formalismo para defender lo indefendible, hay quien dirá que el ofrecimiento se
circunscribía a expulsar a implicados en La Línea, no así a los implicados en “Impunidad y
Defraudación”12 o “Traficantes de Influencias”,13 aún si la raíz de los casos era la misma.

10
https://www.cicig.org/case-information/fenix-case-money-laundering-with-igss-funds/?lang=en
11
https://twitter.com/lahoragt/status/652959409883205635
12
https://www.cicig.org/casos/caso-impunidad-y-defraudacion-una-red-de-corrupcion-en-la-sat/
13
https://www.cicig.org/comunicados-2018-c/com-009-caso-traficantes-de-influencias/
IV
En las entregas anteriores, reseñé la evolución del rol de las élites económicas dentro del
sistema político nacional y la amenaza en términos de poder que para ellos representaba el
advenimiento de una élite emergente, cuyo capital estaría vinculado al patrimonialismo de
Estado. En esta trama, también hemos hablado cómo el 2015 representó un parteaguas en la
historia. La ofensiva judicial abría las puertas para combatir precisamente el modelo de
acumulación basado en la corrupción, al tiempo en que quitaba del camino las aspiraciones
presidenciales de Manuel Baldizón, un referente de esa élite emergente.

Hemos reseñado también cómo la lectura de las élites sobre los acontecimientos del
2015 era ambivalente y tardía, pero aún así, se alineaba con el zeitgeist14 del momento.
Aunque muy tarde y a regañadientes, la dirigencia empresarial se sumó a pedir la renuncia de
Pérez Molina, demandó la profundización de las investigaciones judiciales mientras mostraban
su lado chairo, acompañando las demandas de reforma institucional en materia electoral,
justicia, servicio civil y contrataciones públicas. Sin embargo, la realidad es que las élites
reaccionaban a un evento que no entendían y les superaba en alcance y magnitud.

Quizá la muestra más fehaciente de lo anterior se manifestó el 27 de agosto de 2015, día


que pasó a la historia como el “Paro Nacional”. Originalmente, la cúpula empresarial decidió
no acuerpar el movimiento ciudadano, bajo la teoría que dicha convocatoria provenía de
organizaciones civiles “de izquierda” (por cierto, esta es la primera vez que el supuesto
discurso ideológico aparece en esta trama).

No obstante, el día del paro, se sucedieron varios acontecimientos que literalmente


obligaron a la patronal a sumarse al movimiento. Primero, fue la rebelión interna: a pesar de
que el mensaje era que las Cámaras no apoyarían el paro, decenas de empresas en lo
individual decidieron suspender actividades. Segundo, cuando las masivas columnas de
estudiantes pasaron frente a la ruta seis, las élites entendieron que ese tren había partido sin
ellos a bordo. Y, dado que aún en ese momento importaba mantener la legitimidad discursiva
como herramienta de poder blando, pues no les quedó más que sumarse -a medio día- al
paro.

Paralelo a lo anterior, justamente en esos días se gestaban los acontecimientos que en


2018 terminarían por enfrentar a la élite con el proceso anti-corrupción. “En guerra anunciada
no muere soldado”, reza aquel viejo adagio. Sin embargo, a la luz de los acontecimientos,
dicha frase no aplica en esta tragicomedia.

Un mes antes, el 16 de julio de 2015, se había publicado el informe sobre el


Financiamiento de la Política, el cual cuantificaba el secreto a soto voce: el 50% de las
campañas en Guatemala se financian con recursos de la corrupción, 25% con dinero vinculado
al crimen organizado, y tan sólo un 25% con recursos legítimos provenientes de simpatizantes,
afiliados, donantes individuales o financistas privados.15 Eso sí, ese último 25% de dinero
legítimo no estaba libre de culpa. La opacidad y el incumplimiento sistemático a las normas

14
https://en.wikipedia.org/wiki/Zeitgeist
15
https://www.cicig.org/uploads/documents/2015/informe_financiamiento_politicagt.pdf
sobre financiamiento electoral, vigentes desde 2004 (y tipificadas como delito desde 2010),
eran la norma.

Muy al estilo de la política inaugurada por Teddy Roosevelt16 de combinar garrote con
zanahoria, el regaño venía acompañado de un chocolate. El citado informe se publicó
exactamente un día después de la presentación de un antejuicio contra del entonces
compañero de fórmula de Manuel Baldizón, en un caso precisamente de financiamiento
electoral ilícito de Chico Dólar. Por cierto, ese antejuicio y las subsiguientes reacciones del
petenero, probarían ser determinantes en la implosión de su candidatura.

Y aún a pesar de las alertas, y de que en el país se respiraban vientos de cambio y de


hacer las cosas de forma distinta a como se habían hecho siempre, entre el 19 de agosto y el
3 de septiembre tuvieron lugar los eventos que más adelante darían lugar al caso de
financiamiento electoral ilícito de FCN.17

V
El 3 de septiembre de 2015, Guatemala despertó con la noticia de la renuncia del
Presidente, Otto Pérez Molina, quien para las 17:00 horas de ese día, sería enviado a Mariscal
Zavala. Por cierto, existen menos de diez casos documentados de dignatarios que pasaron del
palacio a la prisión en menos de 24 horas.

La caída del Patriota marcaba el culmen de un proceso de varios meses de casos


judiciales, que uno a uno, desnudaron al sistema. La Línea mostró que a cambio de un soborno
se puede reducir el pago de tributos. El bufete de la impunidad evidenció cómo defensores,
intermediarios y jueces acuerdan resoluciones judiciales; los casos IGSS evidenciaron que la
proveeduría de la salud tiene como lubricante el soborno; el caso Patrullas hizo pensar que -
como sucede en países civilizados- de investigaciones periodísticas puedan surgir casos
penales. En tanto, Guatemala se convirtió en referente global por las semanas consecutivas de
protestas contra la corrupción, particularmente, la manifestación de centenares de miles de
personas el 27 de agosto, evento que la patronal consideró hasta medio día como “una
movilización de izquierda”.

El resultado de todo ello hacía pensar en un renacer. Las investigaciones judiciales y el


zeitgeist imperante hicieron implosionar la candidatura de Baldizón. Por efecto dominó y anti-
voto, lo mismo ocurrió con Sandra. En elecciones locales, clientelas como los Paniagua en
Xela, Pérez-Leal en Mixco o los Vivar en Antigua sucumbían ante opciones que parecían
representar versiones de la anti-política o de lo outsider.

En la legislatura, hasta los diputados del PP y Líder (mayoritarios en 2015 y 2016) se


montaban en la ola y aprobaban reformas a la Ley Electoral, a la Ley de la SAT, del MP, de la
Carrera Judicial y Contrataciones. Cual condicionamiento de Pavlov -o más bien Little Albert-

16
https://education.nationalgeographic.org/resource/big-stick-diplomacy
17
https://www.cicig.org/casos/caso-financiamiento-electoral-ilicito-fcn-c/
aprendimos que, ante los fantasmas de las navidades pasadas, hasta el Congreso con la tasa
18

más alta de procesados per cápita se vuelve reformista.

Y la elite, mal que bien, hacía lo suyo. Cual Grecia en la Eurocopa de 2004,19 se sentía
victoriosa aunque ni entendía cómo había llegado a la final. Apoyaba las reformas, organizaba
encuentros lúdicos para celebrar la ofensiva anti-corrupción, reconocía a los jóvenes
protagonistas de las jornadas de agosto que para entonces ya no eran de izquierda, reconocía
a fiscales y jueces, etc. Era tal compromiso por mantener la legitimidad discursiva, que en
marzo 2016 estuvieron dispuestos -quizá por última vez- a sacarle tarjeta amarilla al Presidente,
cuando este insinuó que vetaría las reformas electorales del Decreto 26-2016.

Es más, en una muestra muy poética que, aunque los valores y las lealtades cambian, los
medios siguen siendo los mismos, en septiembre 2016, John Maxwell reconocía la labor de
Thelma Aldana y le promovía incluso como Premio Nóbel.20

Hasta entonces, el Macarthismo21 a la tortrix no se asomaba. No había tales de


“persecuciones selectivas”, ni “captura de la judicatura por agentes del globalismo”, ni “golpes
a la institucionalidad”, ni injerencia extranjera. Ni siquiera cuando una representación
corporativista se vio involucrada en un caso judicial o cuando una empresa significativa
apareció como sujeto central en “Impunidad y Defraudación”, los fantasmas de la ideología
aún brillaban por su ausencia. Por el contrario, la frase “que cada quien pague los elotes que
se comió” -reseñada en la entrega III de esta serie- parecía constituir la norma a aplicar en
casos complejos. Los eruditos tampoco habían reencontrado los textos de Jean Bodino22 y su
amor por la soberanía, dado que no molestaba cuando legaciones internacionales aparecían
públicamente respaldando a funcionarios -desde políticos hasta judiciales-. Eran otros
tiempos. Eran otros intereses.

Hasta que llegó el 2 de junio de 2016. Una pequeña tangente del caso Cooptación del
Estado desató los miedos y liberó los fantasmas de las navidades pasadas23: realizar
donaciones electorales con dinero legítimo, pero sin cumplir con los requisitos vigentes desde
2004 y tipificados desde 2010, podía ser constitutivo de delito y por ende, podía ser
procesado penalmente. Ese día, todo cambió.

VI
Hoy -y las siguientes semanas- retomaré el ejercicio de esbozar un marco explicativo
sobre el papel que han jugado las élites tradicionales en la arena política durante la última

18
https://www.verywellmind.com/the-little-albert-experiment-2794994
19
https://www.trescuatrotres.com/sorpresas-historia-futbol/
20
https://twitter.com/Maxwell_Leaders/status/771489744207372288
21
https://millercenter.org/the-presidency/educational-resources/age-of-eisenhower/mcarthyism-red-
scare
22
Bodin, J. (1992). On Sovereignity. Cambridge University Press.
2323
https://www.youtube.com/watch?v=4zxp5uySmAU
década, particularmente, en su relación con el patrimonialismo, la lucha contra la corrupción
y -recientemente- la debacle institucional.

Hemos hablado como la consolidación del patrimonialismo (que institucionaliza la


corrupción y el tráfico de influencias) generó el surgimiento de una élite emergente, con
autonomía y -en algunos casos- con mayor poder político y económico que la tradicional. Y
aunque no todos lo veían, esa autonomía era la gran amenaza para el poder tradicional. De
ahí el miedo hacia Baldizón. Hemos hablado también cómo los eventos ocurridos a partir de
abril 2015 constituyeron el esfuerzo más importante por romper ese aparato corrupto, y cómo,
aunque de forma timorata, a destiempo y con interpretaciones de iletrados conspiranóicos, las
élites se alineaban con el espíritu del tiempo, apoyando la depuración (o justicia selectiva),
impulsando reformas normativas (chairas) y solicitando “ampliar las investigaciones” (ouch!!!).

En esta trama, el primer punto de quiebre ocurrió el 2 de junio de 2016. En el estreno de


la segunda temporada de El Mecanismo, y gracias a la ampliación de la investigación de La
Línea (careful what you wish for) se reveló que existía una compleja red erigida para tomar
control de instituciones, asegurar eficiencia en el cobro de sobornos y facilitar el lavado de
activos. A este caso se le conoció como “Cooptación del Estado”. Si bien el foco de este giraba
en relación con la ex-pareja presidencial y sus allegados, una línea tangencial del mismo abrió
lo que probaría ser la verdadera caja de pandora.

El análisis financiero del Grupo Estrella (sociedades utilizadas por la expareja


presidencial para captar sobornos),24 revelaba la existencia de pagos provenientes de
empresarios tradicionales, sin una lógica comercial. El testimonio de Monzón y documentos
ubicados en los allanamientos del 16 de abril indicaban que esos pagos constituían
donaciones para la campaña 2011, que si bien se realizaron con dinero lícito, se hicieron sin
cumplir con los requisitos de la Ley, particularmente, la transparencia y el debido registro.

A nivel nacional, el caso generó un shock puesto que por primera vez se mostró una
fotografía panorámica del sistema patrimonialista: financiar campañas compra acceso a
negocios; los negocios públicos tienen como aceite el soborno; y el ejercicio del poder en el
país no es más que la búsqueda de rentas ilegales.

A partir de ese día, los semblantes y las actitudes cambiaron. El nerviosismo, la tensión y
la conspiranoia aparecieron. Algunos muchachos, que justamente se encontraban
cabildeando en Ginebra y Bruselas, aceleraron su retorno a Guatemala. Desde entonces se
rompió la regla “que cada quien pague los elotes que se comió” y empezó a ganar la lógica
tribal de desprestigiar a quien gritaba -con análisis financiero en mano- que el rey caminaba
desnudo. Otros, incluso, con las de cocodrilo en las mejillas, pedían clemencia. Eso sí, todo
sucedía hasta que alguna línea de investigación empezaba a inquietarles. ¡Nunca antes!

La informal cúpula de cúpulas, de la cual no hay consenso sobre número exacto, buscó
una salida directa. En septiembre, en un coctel privado -como se diría en buen chapín-
pidieron cacao y ofrecieron un quid pro quo: Arrepentimiento, promesa de no volver a hacerlo
y apoyo a la reforma al sector justicia, a cambio de la absolución. Mientras eso ocurría, en

24
https://www.cicig.org/casos/caso-cooptacion-del-estado-de-guatemala/
juntas y comités se engendraban aquellos argumentos barrocos que imperarían en años por
venir: “Que la lucha contra la corrupción ahuyentaba la inversión.” “Que los casos de alto
impacto afectaban la certeza jurídica y la economía.” “Que los comunistas aquí y allá…”

Era la oportunidad para un viraje trascendental en la vida del país. Un compromiso por
romper el aparato patrimonialista que si bien, genera beneficios, en el largo plazo amenaza
con suplantar a los tradicionales por los emergentes. Se abría la oportunidad para Pacto de
Élites para refundar la institucionalidad pública. Pero no. Porque implicaba reconocer las
culpas de las navidades pasadas. Y si bien, en algunos espacios “no se hacía nada ilegal”, pues
eso tampoco implica que hicieran las cosas correctas…

VII
El 2 de junio de 2016, salió a la luz Cooptación del Estado, el caso que retrató la realidad
de un Estado capturado, donde el ejercicio del poder sirve -casi de forma exclusiva- como
medio para acceder a rentas ilícitas. En este sistema, el soborno constituye el combustible que
propulsa la mayoría de los procesos públicos, algo así como hace el trifosfato de adenosina -
ATP-25 en el metabolismo celular. Mientras que el financiamiento político se entiende como la
necesaria inversión para acceder a la fiesta de los negocios.

Aún sin que el polvo se hubiese terminado de asentar, una semana después, dio inicio el
Diálogo para la Reforma al Sector Justicia, un esfuerzo que pretendía construir sobre el
momentum de la depuración. Y al igual que en otros procesos de reforma, existía consenso
sobre las falencias del sistema que requerían atención: 1) el agotamiento del modelo
corporativista de Comisiones de Postulación; 2) reducir la politización mediante recetas que
privilegien la carrera judicial; y 3) revisar la integración, plazos y funciones de las autoridades
judiciales. Sin embargo, tal y como ha ocurrido en actos anteriores de esta tragicomedia, la
necedad de los unos probaría ser el aliado ideal para el inmovilismo de los otros.

Desde un inicio, era evidente la incomodidad de las élites con la mera idea de una
reforma constitucional. En 2012, su asimétrica relación de manita sudada con Pérez Molina
sufrió una leve escaldadura cuando este último intentó promover su propia reforma judicial.
Pero, en junio 2016, ante el poder que entonces ejercía Batman26 sobre Gotham, y la
legitimidad generalizada del proceso anticorrupción, la élite no sólo se sumó al esfuerzo, sino
también, asumió un rol propositivo. No obstante, la propuesta de reforma sobre “justicia
indígena” abrió los flancos para que el McCarthismo y el statu quo se hicieran presentes.

Si bien San Friedrich von Hayek, en su Epístola “Derecho, Legislación y Libertad”,27


enfatiza la tautología liberal de reconocer múltiples fuentes de derecho, en nuestras latitudes,
el pluralismo jurídico se entendía como comunismo. De la influencia del austriaco sobre la élite
podemos decir lo siguiente: encontramos a quienes dicen haber leído a Hayek pero que

25
https://www.youtube.com/watch?v=NN5Y57NbnrU
26
https://elperiodico.com.gt/opiniones-ep/2017/10/10/batman-y-la-justicia/
27
Hayek, F. (1973). Derecho, Legislación y Libertad. Fondo de Cultura Económica (2.ed).
evidentemente no lo entendieron; a un segundo grupo que citan sus frases cuando conviene
(fiscal o regulatoriamente) pero olvidan el resto cuando no conviene; y, por último, a un
pequeño grupo (de chairos) que por adoptar un hayekianismo más holístico,28 terminan
convirtiéndose en voces disonantes dentro del autoritario -e iliberal- mundo del liberalismo
ala tortrix.

Lo cierto es que entre la incapacidad (y mucha soberbia) de los promotores de si quiera


explicar los límites y alcances de la propuesta, y los miedos al avance de la agenda indígena
en Guatemala, la élite cerró filas y retiró su apoyo al esfuerzo de reforma. Hay quienes dicen
que la obnubilada necedad por introducir la justicia indígena fue el inicio del fin.
Probablemente. Pero lo cierto es que aún sin ese tema, me resulta difícil pensar que la élite
acompañaría -hasta el final- una reforma constitucional.

Sin ir tan lejos, atrás de los miedos por el pluralismo jurídico, ya se escuchaban ideas que
buscaban traer al suelo otras propuestas. Por ejemplo, ante la creación de un Consejo de la
Judicatura (necesario para todo sistema de carrera judicial), algunos eruditos del
republicanismo esbozaban barrocas incoherencias como que “una República consta de tres
poderes por lo que un Consejo de Justicia rompería ese arreglo”. De ahí que, como ocurrió
con las Reformas de 1999 o con el mismo Pacto Fiscal del 2000, seguramente -tarde o
temprano, con o sin derecho indígena de por medio- la élite se hubiese bajado del barco.

Lo peor de la trama es que la élite terminó defendiendo un sistema donde su influencia


es cada vez menor. De aquella generación de las vacas sagradas, hoy no son ni tres los altos
togados vinculados a la élite. Por el contrario, la universidad pública, las privadas de reciente
creación y el Colegio profesional son espacios donde no sólo carecen de influencia directa,
sino además, existe una aura anti-elitista. No olvidemos que las redes de los reyes del tenis et
al surgieron como respuesta a que en el sistema “ya estaban cabales”.

Justamente por esos días empezaba a escucharse la frase de “nos van a convertir en
Nicaragua”, que cual profecía auto-cumplida, pareciera bien explicar el proceso de debacle
institucional -y judicial- que ha vivido el país desde 2020. Porque así como José Adán Aguerri,
entonces Presidente del COSEP29 defendía a ultranza el orteguismo allende 2013, hoy, en
Guatemala pasa exactamente lo mismo…

VIII
A partir de junio 2016, -lenta y gradualmente- se fue gestando el quiebre de la élite con
el proceso de depuración iniciado en abril del año anterior. El caso Cooptación del Estado, y
la línea tangencial sobre el financiamiento electoral al Patriota, exhibió parte de los viejos
esqueletos en el clóset y desató todos los miedos y temores. La discusión de una reforma
constitucional, con la obnubilada necedad de promover el pluralismo jurídico, dio las

28
https://cees.org.gt/articulos/hayek-y-el-pluralismo-juridico
29
Cúpula empresarial de Nicaragua. Equivalente a CACIF.
herramientas discursivas para la contraofensiva. Desde entonces, la vieja confiable del
macartismo ala tortrix y las apologías de guerra fría desplazaron del debate al combate a la
corrupción y la construcción de Estado. Mientras eso ocurría, otros procesos coyunturales
contribuían a generar una mayor repulsión iónica entre la élite y el zeitgeist anti-corrupción
que imperaba en el país.

Por un lado, tras el doblete de “La Línea” e “Impunidad y Defraudación”, casos que
desnudaron la corrupción en la administración tributaria, tuvo lugar un proceso de depuración
y reforma en la SAT. No obstante, las nuevas autoridades que -cual trabalenguas lingüístico y
conceptual- eran exfiscales con escaso conocimiento fiscal, adoptaron una política de
judicialización masiva de casos tributarios, quizá bajo la lógica que resultaba más sencillo
cobrar cuando los fantasmas judiciales rondaban en el vecindario.

Por otro lado, en marzo 2016, fue integrada la VII Magistratura Constitucional con un
balance de fuerzas donde ni la élite, ni los emergentes, ni los actores de poder tradicional,
tenían mayorías. ¡Vaya accidente! Pequeño paréntesis teórico: un derivado de las tesis de
Samuel Huntington30 es que en aquellas sociedades donde la institucionalidad política es
débil, las cortes terminan jugando el rol de “árbitros políticos de última instancia” (un rol
pretoriano que jugaron los ejércitos durante el siglo XX). Guatemala es un digno caso de
estudio. Desde 1993 a la fecha, prácticamente todos los conflictos políticos han sido resueltos
mediante sentencias de la CC. Y ciertamente, desde 1993 al 2016, las magistraturas
constitucionales mantuvieron una línea “pro-poder”, es decir, cercana a intereses
empresariales, políticos y militares.

De tal manera, el verdadero pecado de la VII Magistratura sería su línea “contra-poder”;


es decir, por primera vez, la mayoría de sus resoluciones no favorecieron los intereses de los
actores antes enlistados. En términos futboleros pongámoslo así: el árbitro que siempre pitaba
los penales a favor del Madrid, a partir de 2016 resultó pitándolos a favor del Barca (o
viceversa, lo que menos se pretende aquí es ofender aficiones). De ahí el odio generalizado
de los actores de poder -incluida la élite- a la citada magistratura. Y como ya hemos visto,
aquellos jugadores que no se acoplan al esquema táctico imperante, se ganan el calificativo
de comunista (o su versión globalista de chairo). Eso sí, al igual que los textos de Hayek, que
se citan cuando conviene y se olvidan cuando no, lo mismo ocurre con las teorías de la
conspiración. No olvidemos que en 2018, dicha magistratura instó al Congreso a reformar el
artículo penal sobre el delito de financiamiento electoral ilícito (ahí la CC no se “extralimitaba”).
Y en 2019, resolvió “que no era viable la aplicación retroactiva de los tipos penales” creados
tras la reforma. Dicho en términos menos barrocos, la CC comunista dio la salida legal para los
emproblemados por financiamiento electoral.

Lo cierto del caso es que entre el avance de la ofensiva anti-corrupción y los temores por
los fantasmas de las navidades pasadas, la persecución fiscal de la SAT y la línea contra-poder
de la CC, la élite percibió la autonomía del aparato estatal respecto de sus intereses. Esa
autonomía -en parte- era posible gracias al respaldo que La Embajada ofrecía a los tres

30
Huntington. S. (1968). Political order in changing societies. Harvard University Press. 1992.
procesos, bajo las directrices del Plan de la Prosperidad31 de combatir la corrupción y
promover la independencia judicial. Desde entonces, el State Department pasó a engrosar las
filas de los actores que integran “la gran conspiración comunista en Guatemala.” Y a pesar de
que lo anterior pareciera sacado del puro realismo mágico literario, un efecto concreto sí
empezó a sentirse en Washington. A partir del segundo semestre 2016, se multiplicó el flujo
de recursos provenientes de Guatemala que encontraron su destino en la política
norteamericana. Empresas en lo individual, fundaciones y asociaciones, organizaciones
empresariales y grupos de diputados empezaron a contratar agencias de cabildeo en DC. El
problema de cuando hay muchos sacerdotes en una misa -como dirían las abuelitas- es que
resulta muy difícil diferenciar quién hace qué exactamente.

IX
Como he venido reseñando, en los últimos meses del 2016 y los primeros del 2017,
encontramos la génesis de muchas de las posiciones que, hasta hoy, sostienen gran parte de
la decadente agenda política de la élite local. A partir del día que el financiamiento de
campañas entró en la mira de fiscales e investigadores, el proceso anti-corrupción empezó a
juzgarse en términos ideológicos. Con ello, se rompió el consenso sobre la necesidad de
continuar con la depuración del sistema y avanzar la reforma del Estado.

La votación del 2 de diciembre de 2016, en la que el Congreso rechazó el artículo sobre


pluralismo jurídico, marcó el final del hiato reformista. Desde ese día, la discusión de otras
reformas (como servicio civil o contrataciones públicas) pasó a segundo plano. Incluso,
quienes intentaban rescatar la reforma constitucional para el sector justicia se hacían
acreedores del oprobio favorito de los muchachos: “chairo”.

Así como en 1942 Midway32 marcó el inicio de la imperfecta contraofensiva en el Pacífico,


esa votación marcaría el inicio de una serie de eventos y procesos de una imperfecta
remontada, pero que ha dejado como resultado ulterior un sistema patrimonialista más rapaz,
con mayores niveles de impunidad, sin frenos ni contrapesos, y mayor autoritarismo. Y al igual
que en 2015, la élite acomodó sus posturas para alinearse con la agenda anti-corrupción y
reformista, a partir de 2017, la élite se ha reacomodado para alinearse con el zeitgeist -hoy
imperante- de patrimonialismo rapaz, impunidad y autoritarismo.

Veamos algunos casos. En 2014, aún después de pedir permiso, la élite cuestionaba la
opacidad y falta de transparencia de la administración PP. Un sentimiento generado a raíz de
publicaciones periodísticas e información vox populi sobre actos de corrupción. Hoy, en
cambio, resulta impensable que la élite salga a denunciar -o si quiera acompañe- demandas
de transparencia o denuncias periodísticas sobre corrupción gubernamental. Cual aplicación

31
https://www.state.gov/wp-content/uploads/2018/12/U.S.-Programs-and-Engagement-Promote-a-Prosperous-
Secure-and-Well-Governed-Central-America.pdf
32
https://www.youtube.com/watch?v=WEkYwUWOFuo
moderna del modelo sociológico sobre las élites de Wilfredo Pareto (1916),33 este sentido
tribal de acuerparse con otros actores con quienes comparte batallas e intereses, mas no
necesariamente fuentes de capital ni formas de actuación, es una clara muestra de decadencia.

Asimismo, a partir de 2017, las formas y la legitimidad discursiva también han dejado de
importar. El caso paradigmático ocurrió hace un par de meses, cuando la élite -sin reparo
alguno- abanderó la lucha por la soberanía y cuestionó el apoyo internacional a una togada,
en cuyo juzgado se conocían casos complejos de corrupción o cooptación judicial (incluyendo
de varios Engels), casos contra personajes vinculados a los Huistas (cuya designación OFAC
fue producto de la Operación Guerrilla Unit, la mayor investigación federal sobre operaciones
de droga en Guatemala),34 o casos de financiamiento ilícito de campañas. Eso sí, al igual que
con Hayek y las teorías de la conspiración, a Jean Bodino se le recuerda cuando conviene y se
le olvida cuando no, puesto que el padre del concepto de la soberanía también decía que
para construir un Estado moderno soberano, había que empezar por someter a la nobleza al
poder del monarca (ouch!).

De la misma forma, el emplazado respeto por la soberanía tampoco ha sido bilateral,


dado que, desde el mismo período, se incrementó el flujo de recursos provenientes de
empresas, entidades empresariales, asociaciones y fundaciones locales que encontraron su
destino en la política interna norteamericana. Hasta ese momento, la mayor parte del contacto
con DC ocurría a través de tanques de pensamiento y organizaciones como el Inter-American
Dialogue o el Council of the Americas.

Pero a partir de entonces, aumentó la contratación directa de agencias de lobistas. El


cambio de táctica respondía a la idea que “al pagar tus propios mariachis, es más fácil pedir
tus canciones”. Algunas de ellas, con fines tan simples como gestionar procesos en el marco
de CAFTA o contrapesar a las voces en The Hill que apoyan la lucha contra la corrupción o la
agenda pro-Derechos Humanos en Guatemala. Así se explica la cercanía de la élite con un ala
muy particular -y familiar diría Netflix-35 del Grand Ol’ Party. Otras canciones han tenido
dedicatorias más al estilo de los viejos trucos y bromas: asediar desde DC el trabajo de la
Embajada o intentar bloquear designaciones ejecutivas.36 Y en algunos casos más extremos,
encontramos valientes kamikazes que recurrieron al apoyo directo a candidatos alternos en
ciertos distritos (CA-35).37

33
Paretto, W. (1916). Compendium of General Sociology, University of Minnesota Press, 1980.
34
https://www.justice.gov/usao-sdca/pr/alleged-guatemalan-drug-kingpin-indicted-san-diego-10-
million-dollar-reward-offered-us
35
https://www.netflix.com/gt/title/80063867
36
https://www.plazapublica.com.gt/content/los-q24-millones-que-el-cacif-gasto-para-acercarse-
washington-en-los-ultimos-cuatro-anos
37
https://www.govtrack.us/congress/members/CA/35
X
En semanas anteriores, he reseñado los sucesos que, a finales de 2016 y principios de
2017, engendraron muchas de las decadentes posiciones de la élite. Los temores por los
fantasmas de las navidades pasadas mantenían a propios y extraños con insomnio. Junto a
ello, el avance de la reforma judicial, la línea contrapoder de la CC y la política de SAT de
disparar primero y averiguar después —diría Bethancourt— tenía a la élite en actitud de
sumisión. Acompañaba la reforma institucional, apoyaba el avance de casos, incluso, estaba
dispuesta a cumplirle al mundo occidental con aceptar la aprobación de una Ley de
Competencia.

No obstante, la incapacidad de alcanzar una certeza de absolución luego de pedir cacao


ante el vigilante provocó que los temores (o la búsqueda de impunidad) gobernara las
actuaciones venideras. Así la historia de cómo se generó el discurso de que “la lucha contra la
corrupción era de izquierdas”, que la agenda reformista era de chairos, “que jueces y fiscales
eran parte de una agenda comunista” o que la comunidad internacional atentaba contra la
soberanía. Ahí empezó la contratación del lobby en DC y el hostigamiento por la espalda a los
Embajadores. Incluso, desde el primer semestre 2017, en los círculos de la élite ya se hablaba
sobre la necesidad de desterrar a Draco —el vigilante— ante su negación de otorgarles el
indulto.

Entretanto, los avances de la ofensiva judicial tocaban intereses cada vez más poderosos.
Cooptación judicial, corrupción legislativa de alto nivel y administrativa en varias instituciones,
saqueo en alcaldías, bancos público-privados administrados con la misma perversidad como
se administra Covial, etc. No obstante, uno de los casos de corrupción administrativa más
insignificantes habría de llevar al hallazgo fortuito más trascendental —y más estúpido— de esta
tragicomedia: el hijo y hermano del Presidente —el gran beneficiario del zeitgeist antipolítico
del 2015— aparecían vinculados en un fraude de US$15 mil. Las decisiones judiciales del 18
de enero de 2017 condenarían a que el Presidente se transformara de un inepto observador
pasivo a un activo operador de quienes buscaban detener el avance anticorrupción.

Luego, el 14 de julio de 2017, dio inicio la tercera temporada de El mecanismo, pero al


igual que Game of Thrones, desde aquí, la historia se pone complicada. Una investigación
sobre corrupción en infraestructura pública abriría diversas líneas tangenciales que daría luz
a: 1) un caso de compra de voluntades legislativas para la aprobación leyes a la medida; 2) un
caso de captación de sobornos y blanqueo de activos a nivel internacional; 3) un caso que
reveló cómo un desarrollador prestaba el servicio de intermediación para el pago de sobornos
a políticos y funcionarios de diversos gobiernos; y finalmente 4) un caso por financiamiento
electoral en el marco de la campaña 2015, cuyos eventos habían ocurrido justo en los días
cuando en el país se respiraban vientos de cambio y se pedía la renuncia de Pérez Molina, y
aún después de la publicación de un informe donde se reseñaba cómo el financiamiento de
campañas con dinero lícito no estaba libre de pecado, puesto que históricamente se había
realizado sin cumplir los requisitos de ley.
Por cierto, uno de los implicados en la fase I era un constructor, homónimo del
comisionado Gordon38 de esta trama, quien había sido designado años atrás como delegado
suplente de la patronal ante el IGSS. Estando ahí, utilizó su posición para obtener contratos,
vincularse con las autoridades del feudo de la obra gris, y pasar de mero usuario a operador
del sistema. Ahí otro argumento sobre la inutilidad del modelo corporativista. Ni la élite ni sus
instituciones tienen la capacidad de filtrar a los designados para sus 58 butacas, o siquiera,
garantizar que dichos asientos no se utilicen para beneficio patrimonialista directo.

A partir de julio 2017, las decadentes ideas y acciones —cual mitosis celular— se
reprodujeron a velocidad de vértigo y dieron vida a actuaciones y posturas aún peores. Así se
fue gestando la simbiosis —todavía persistente— entre los intereses de la élite con los intereses
de actores políticos cuyo modus vivendi estaba siendo desbaratado, grupos emergentes cuya
acumulación era producto del patrimonialismo, procesados por corrupción, grupos del
crimen organizado, además de miles de particulares con algún esqueleto oculto. A partir de
entonces, dejó de importar la legitimidad discursiva, puesto que —sin mayor empacho— la élite
empezó a compartir banqueta con el lumpen de la clase política y con actores emergentes
corruptos o criminales, que unos meses atrás aún le generaban disgusto y desconfianza. El
silencio cómplice y los textos barrocos para defender lo indefendible también se volvieron
norma.

XI
El 14 de julio de 2017, con la presentación del caso Construcción y Corrupción, dio inicio
la tercera temporada de El Mecanismo. Cual ejemplo de la teoría del caos y el efecto mariposa,
lo que empezó como una investigación sobre cobro de sobornos para la gestión de pagos y
contratos de obra gris, terminaría apuntando el camino hacia el Santo Grial.39 El Grial, en esta
trama, era una oficina de activismo político que funcionaba como un centro operativo para
trucos y bromas. Entre ellos estaba la campaña No te toca: un esfuerzo por boicotear la
candidatura de Manuel Baldizón, un referente de esos actores emergentes corruptos, quien
para entonces, le generaba desconfianza, temor y un poco de repugnancia a la élite.

Uno de los hallazgos del caso fue que el entonces señor feudal del MICIVI había
contribuido a sufragar el No te toca, solicitando que parte de los tributos del señorío se
trasladaran al CEO de la Orden del Santo Grial. Por cierto, dicho señor feudal había encontrado
en El Mecanismo la receta más expedita para equiparar el alicaído estatus económico de su
linaje, con el otrora valor social de su escudo de armas. Una historia que se repite a menudo
entre muchachos de buenas costumbres, sobre todo, aquellos que ya no cacharon herencia.
Justo en el día que un constructor reconocía ante juez lo anterior, los fiscales allanaban la
Orden del Grial. Este episodio selló para siempre la ruptura de la élite con la lucha contra la
corrupción.

38
https://elperiodico.com.gt/opiniones-ep/2017/10/10/batman-y-la-justicia/
39
Autor anónimo. Ed. Mataraso, P. (1969). The Quest for the Holy Grail. Penguin Books.
La razón era sencilla. En el Grial también se encontraba información sobre el apoyo
financiero que, en 2015, la élite había dado a FCN-Nación, ante el temor que les generaba
candidatos como Baldizón y Sandra Torres. Como si habláramos de la misma piedra de aquel
hombre del refrán, tal y como se ha hecho siempre -y se sigue haciendo-, ya sea para financiar
campañas en señoríos locales o distritos californianos, y aunque el origen de los fondos era
lícito, dicho apoyo se hizo sin cumplir con las normas de registro y transparencia, vigentes en
la Ley Electoral desde 2004 y tipificadas como delito desde 2010. ¡Cachados!

Desde ese momento, la élite entró en modo impunidad y empezó a alinear sus intereses
en materia judicial e institucional con los de actores involucrados en corrupción, el lumpen de
la clase política, e incluso, con actores del crimen organizado. Todavía entre 2017 y 2018
importaban las formas y la legitimidad discursiva, por lo que cuidaba frase a frase de no
mostrar una postura clara. No obstante, la línea del tiempo delata su verdadera actitud frente
al proceso. En agosto 2017, argumentaba que el problema era la persona y no la institución;
para 2018-19, la institución internacional ya era problema, por lo que igualmente debía irse.
Para 2020-21, el fiscal a cargo de la contraparte nacional también era incómodo; y en 2022,
resulta que también son problema los jueces.

Pero para 2022, la élite abandera batallas que benefician a todo el equipo, sin distinción
de raza, género o suciedad del dinero. Por ejemplo, en su gana de bajarse a la togada del D
que conocía el caso de financiamiento, contribuyó a generar impunidad en favor de Los
Huistas, grupo designado por constituir una amenaza a la seguridad de Estados Unidos, y
cuyos casos se conocían en ese mismo juzgado. Como dice el dicho, de buenas intenciones…

También ha sido parte activa de los retrocesos democráticos. Desde 2018, se sumó al
boicot (financiero y de hostigamiento sutil) contra medios y periodistas que encauzan una
agenda anti-corrupción. Apela con más rigor a la unidad discursiva, a la presión social y la
disciplina económica. Asimismo, conforme las elecciones institucionales han ocurrido, se ha
decantado por candidatos comprometidos con intereses políticos, corruptos o criminales. En
algunos casos, sin importar que dichos personajes estuviesen bajo la mira de agencias
federales.

Pero los pecados no sólo han sido de pensamiento, palabra u obra. Desde 2017, asumió
el ethos del equipo: suprimió de su agenda la transparencia, el combate a corrupción y el
fortalecimiento institucional. Guarda silencio frente a la opacidad y la rampante corrupción
pública; incluso, al punto de argumentar que “la corrupción siempre ha estado y que el país
funciona”. Y conforme la contraofensiva 2017-2021 ha desbaratado las instituciones que
hicieron posible la lucha contra la corrupción, la élite ha optado por consolidar aún más su
endogámica coalición con el lumpen del patrimonialismo local. Se sienten victoriosos en el
estiércol. Sin embargo, el problema radica en que ni siquiera reconocen que tan solo son
accionistas minoritarios de este modelo, genialmente bautizado por la oficialidad militar
americana de Kabul como VICE (A Vertically Integrated Criminal Enterprise).40

40
https://www.netflix.com/gt/title/81315804

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