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Daniel Zimmerman
Durante esos dos años, se llevaron adelante 130 análisis, con una frecuencia
de tres o cuatro sesiones semanales, y más también en algunos casos graves.
El Informe se acompaña de diversos cuadros según duración y resultado de los
tratamientos; edad, ocupación, diagnóstico de los pacientes. Pretende
responder de esta manera a quienes reprochan a la investigación psicoanalítica
su falta de estadísticas.
El director, Max Eitingon refiere que el tiempo fue uno de los problemas
centrales que se presentaron en la experiencia. Aunque la intención original
fue reducir la duración de las sesiones a media hora, la idea fue muy pronto
descartada. Se ensayaron entonces alternativas para acelerar o acortar los
tratamientos que resultaron igualmente infructuosos. Eitingon se
disculpa: Aún no hemos encontrado la adecuada aleación para el oro del
análisis que Freud sugería en Budapest.
Uno de los puntos de mayor preocupación entre los propios colegas, fue el
manejo de los honorarios. El Policlínico se hizo cargo de los sueldos del
plantel de analistas. En lo concerniente a los pacientes, Eitingon invoca
nuevamente la conferencia de Budapest: allí Freud sostenía que en proyectos
de esta índole los tratamientos serían gratuitos. Sin embargo, tal idea no fue
adoptada como principio por el Instituto: "por motivos prácticos y educativos,
esperamos que nuestros pacientes paguen tanto como ellos piensan que
pueden pagar; cuando afirman que no pueden hacerlo, confiamos en su
palabra y no les negamos tratamiento. Así, análisis no remunerados y
análisis de honorarios considerablemente altos son conducidos a la par en el
Policlínico".
La curación en un análisis llega por añadidura. Claro está que ello no implica
desprecio o indiferencia del analista respecto de la mejoría del paciente. Por el
contrario, es un principio que lo resguarda del furor sanandi.(5) El psicoanálisis
cuestiona el concepto mismo de curación: no pretende restituir al paciente a
un estado primero, sino a mejorar su posición subjetiva.
¿Dónde situar, entonces, el límite donde el analista debe actuar? ¿a qué debe
responder? Debemos recordar en este punto la distinción, tan simple como
decisiva, entre la demanda y el deseo, la estructura de falla que existe entre
una y otro. Responder desde una posición diferente de aquella donde es
requerido: allí encontramos la originalidad de la intervención del analista.
El analizante encamina sus pasos al hospital para acudir a una cita ¿con
quién?; ¿a quién otorga su confianza cuando comienza a hablar? El se dirige,
formula su demanda, al Sujeto supuesto Saber.
Referencias