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MAESTRIA EN PSICOINMUNONEUROENDOCRINOLOGIA
2007-2008
-
ALUMNA:
LIC. MARÍA ROSA NICO
TUTOR TESIS:
Prof. Dr. HORACIO FERBER
Al tutor de esta tesis, Prof. Dr. Horacio Ferber por su continuo acompañamiento.
A todos los compañeros de la Maestría, que hicieron de ésta una experiencia tan
enriquecedora y de crecimiento a todo nivel. Un grupo humano maravilloso y vibrante!
A mis hijos León Agustín y Catalina, que prescindieron de mi presencia muchos fines de
semana por su paciencia y confianza en que podría…
Los resultados obtenidos evidencian que estos trastornos son muy prevalentes en el autismo.
En el procesamiento sensorial, el 82 % de los niños de esta muestra presentaron dificultades en
el Perfil Sensorial: en la modulación sensorial, filtro auditivo, sensibilidad táctil y sensibilidad
gustativa/olfativa.
Respecto al sueño se halló una alta prevalencia de problemas en el 82 % de la muestra con
dificultades en conciliar el sueño y despertares nocturnos frecuentes.
En la alimentación el 88 % de la muestra evidenció trastornos caracterizados por una ingesta
selectiva y restrictiva y escaso consumo de vegetales de hojas y frutas.
Además el 50% de la muestra experimentó problemas en la evacuación tales como constipación,
retención o heces blandas, junto con un retraso en la adquisición del control de esfínteres.
Los hallazgos de este trabajo sugieren que los niños con autismo y del espectro autista exhiben
numerosos trastornos bio-médicos que podrían ser abordados y aliviados. Sería importante
continuar investigando acerca de cómo estos trastornos de procesamiento sensorial, sueño,
alimentación y evacuación, pensados como marcadores de la organización PINE, contribuyen a
los síntomas experimentados en el autismo, para poder diseñar protocolos terapéuticos eficaces y
mejorar la calidad de vida de los niños afectados y sus familias.
Por definición el autismo tiene una aparición temprana y anterior a los 30 meses de edad, que ha
sido extendida a los 36 meses de edad de acuerdo a las últimas modificaciones del DSM-IV. El
autismo es esencialmente diagnosticado por las características conductuales del niño, en cuanto a
presencia o ausencia de los síntomas descriptos anteriormente y valorados subjetivamente por el
médico evaluador (DSM-IV, 1994 y Asociación Americana de Pediatría, 2001).
El término “autismo infantil” apareció como rótulo diagnóstico por primera vez, en el Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-III (1980). Con los años el concepto
diagnóstico de autismo ha sido revisado y ampliado incluyendo formas más leves y comunes del
mismo. Este proceso de redefinición y comprensión del autismo como entidad diagnóstica,
continúa siendo activo y vigente, pero su causa, según la Academia Americana de Pediatría, es
para la mayoría de los niños afectados, desconocida (DSM-IV, 1994 y Asociación Americana de
Pediatría, 2001).
El Dr. Jepson (2006) postula que “el autismo es un complejo desorden metabólico, involucrando
múltiples sistemas de órganos, primariamente los sistemas toxicológicos, inmunológicos,
gastrointestinales y neurológicos”. “Estos sistemas de órganos son probablemente los más
pobremente entendidos y los más complejos de nuestro cuerpo, y son también los más
estrechamente integrados…” y continúa “así el 70% de nuestro sistema inmune está albergado
en el sistema gastrointestinal, por lo que no podemos tener un problema en uno y no en el otro”;
señalando que los niños con autismo tienen una predisposición a la toxicidad ambiental debido a
anormalidades metabólicas subyacentes. También se ha reportado que los niños con autismo
tienen una disminuida capacidad de detoxificación, evidenciando una disminución significativa
de los niveles de glutatión (Wakefield, A., 1998; Stoller, K., 2006).
Goldberg y colaboradores (1999) señalan que el síndrome autista sería probablemente “un estado
de disfunción del cerebro inducido por un sistema inmune desregulado” y agrega que es posible
que ocurra en individuos que tienen un predisposición genética, disparada por múltiples
estresores sobre el sistema inmune del niño. Ya sea por un virus, disposición genética, estresores
o trauma intrauterino, prenatal, neonatal, etc. (NIDS proposal, 1999). El grado de severidad
variaría de acuerdo a diferencias individuales y edad del incidente (Goldberg y col., 1999)
Bradstreet y colaboradores (2006) señalan que “el autismo está médicamente caracterizado al
menos en parte, por manifestaciones de desregulación inmunológica, que incluye evidencias de
activación de la neuroglia e inflamación gastrointestinal”, reconociendo al menos un sub-grupo
de niños que exhibe niveles de andrógenos más alto que el nivel promedio de acuerdo a su edad,
También se han reportado evidencias del autismo como un desorden auto-inmune al menos en
un subtipo de pacientes (NIDS proposal, 1999; Hollander, E y col., 1999), dado por una
susceptibilidad genética asociada con infección viral y disfunción inmunológica e indicadores de
anticuerpos antimielina y auto anticuerpos, por ejemplo al endotelio cerebral, presentes con alta
frecuencia en las muestras de suero sanguíneo de los niños con autismo (NIDS proposal, 1999;
Hollander, E y col., 1999; Bradstreet, J., 2006).
También han sido investigadas las infecciones crónicas intestinales con Cándida u otros
microorganismos bacterianos comúnmente alojados en el colon (Blaylock y col., 2007) y la
inflamación gastrointestinal lo que implicaría una permeabilidad intestinal anormal (Blaylock y
col., 2007; Jepson, B., 2006).
Un importante estudio de los últimos años por Vargas y colaboradores observó esta inflamación
cerebral, en biopsias de tejido cerebral de niños y adultos con autismo (Vargas, D.L, 2005) con
marcada activación de microglia y astroglia. Ya que esta activación de la neuroglia y
neuroinflamación no es detectada en estudios de neuroimágenes, ni en Resonancia Magnética
(MRI) como tampoco en Tomografía Axial Computarizada (CAT scans) se piensa que es un
proceso cerebral inflamatorio mediado por el sistema inmune (Jepson, B. 2006; Vargas, D.L,
2005). También se reportó un perfil pro inflamatorio de citoquinas incluyendo un marcado
incremento de MCP-1 e interferón gamma en el fluído cerebro espinal (Bradstreet, J., 2006;
Vargas, D.L, 2005) y exceso de glutamato (Blaylock y col., 2007). Así elevados niveles de
citoquinas inflamatorias y glutamato han sido reportados en varios estudios de niños con autismo
e implicados en la disrupción de la neurogénesis y del neurodesarrollo (Blaylock y col., 2007).
Interesa estudiar la prevalencia de estos fenómenos para entender y evidenciar desde una
perspectiva psico-inmune-neuro-endocrinológica, algunas de las necesidades y desafíos que los
niños con este diagnóstico evidencian, con el objetivo de:
1- Mostrar como los diferentes sistemas interconectados asi como diferentes áreas del
cuerpo y del cerebro estan relacionadas y coordinados entre si.
2- Evidenciar que la ingesta de alimentos propuestas en la pirámide alimentaria, puede
representar un riesgo a la salud de estos niños cuando el metabolismo está alterado o
ciertas proteínas alimentarias son reconocidas por nuestro sistema inmune como
3. OBJETIVO GENERAL
4. MARCO TEÓRICO
A. un total de seis (o más) elementos de (1), (2) y (3), con al menos dos formas de (1), y uno de
(2) y (3).
1. Alteración cualitativa de la interacción social, manifestada como al menos dos de las
siguientes:
a. alteración importante para utilizar múltiples conductas no-verbales tales como contacto
visual, expresión facial, postura corporal, gestos y dificultad para regular la interacción social.
Tesis Maestria PINE, Lic. María Rosa Nico, 2011 11
b. Falla en el desarrollo de las relaciones con otros apropiadas al nivel de desarrollo.
c. Falta de buscar y compartir el gozo, intereses o logros con otras personas. Por ejemplo, no
se muestra, trae o señala a los objetos de interés.
d. Falta de reciprocidad social o emocional.
B. retrasos o funcionamiento anormal de al menos una de las siguientes áreas con una aparición
previa a los 3 años de edad:
1. interacción social
2. lenguaje utilizado para la comunicación social
3. juego simbólico e imaginativo
En la actualidad el diagnóstico de autismo y del espectro es uno de los trastornos del desarrollo
que está creciendo con mayor celeridad tanto en Estados Unidos, (desde donde se toman la
mayoría de las estadísticas), como en otras partes del mundo (Jepson, B. 2006; Rimland, B.,
1985 y 1995; MIND, 2002 y MSNBC, 2005). Si bien, históricamente se estimaba que la
prevalencia del autismo era de 1 a 3 en 10.000 niños, ya estudios conducidos hasta 1998
indicaban que su incidencia había crecido a 1 en 1000 (American Academy of Pediatrics, 2001).
Actualmente se estima que de 20 a 40 niños por 10.000 tienen este diagnóstico, siendo su
prevalencia tan alta como de 1 al 5% de la población (NIDS proposal, 1999). Otros autores
señalan que sería del 1 al 2% de los varones (Bradstreet y col., 2006).
La Asociación de Autismo de Estados Unidos (Autism Society of América) reportó en el año
2006, que existían 1.5 millones de individuos diagnosticados con autismo, siendo éste un
aumento del 170% en la prevalencia de este diagnóstico desde 1990. Por ejemplo en el estado
de California solamente, el diagnóstico de autismo es la discapacidad número uno por encima de
retardo mental y parálisis cerebral.
Las estadísticas reportadas por el Centro de Control de la Enfermedad de Estados Unidos
(Center for Disease Control, 2004) indican que de 1 en 150, de los nacimientos vivos
corresponden a niños diagnosticados con autismo
Luego de ser inicialmente descripto por el Dr. Leo Kanner en 1943, en un pequeño grupo de
niños que demostraban indiferencia y desconexión extrema. Bettelheim, (1959) lo caracterizó
como un disturbio psiquiátrico, producto de lo que incorrectamente postuló como inadecuado
estilo parental, frío y desamorado, planteando la teoría de la “madre refrigerador” (American
Academy of Pediatrics, 2001).
Bernard Rimland (1985) entre otros, fue de los primeros en desmitificar esta teoría de la “madre
refrigerador” que fue la prevalente por décadas e hipotetizar que la falta de respuesta a estímulos
del ambiente y personas descripta por Kanner, se podría deber a déficits en las capacidades
perceptuales del niño, secundario a disfunción en el tronco cerebral, específicamente en la
formación reticular. Esta capacidad perceptual deficitaria resultaría en la falta de “prepararse
para responder”, tan comúnmente observada en el autismo. Así el autismo empezó a ser
enmarcado como trastorno o desorden del desarrollo, como aún hoy se lo describe.
Desde otra perspectiva Herbert, M. (2005) plantea que el autismo es un patrón de retraso del
desarrollo de aspecto biológico y etiológico diverso, que también involucraría diferencias en el
sistema inmune, gastrointestinal y de las funciones sensoriales (Greenspan, 2006; Herbert,
2005).
A continuación se citan varios de los trabajos de investigación que consideran al autismo como
enfermedad inmunológicamente mediada afectando al sistema nervioso central, y otros sistemas.
Jepson (2006) y Hollander y col. (1999) entre otros, describen anormalidades de la función de
los linfocitos T y B, imbalance TH1 - TH2, disminuido funcionamiento de las células natural
killers (NK) así como imbalances de varias clases y subclases de inmunoglobulinas asociadas
con los sistemas de complemento y complejo mayor de histocompatibilidad de expresión
genética.
En cuanto al rol del ambiente y toxinas ambientales como factores contribuyentes de este
síndrome, Jepson (2006) y otros, reportan que los niños con autismo tienen una predisposición a
la toxicidad ambiental debido a anormalidades metabólicas subyacentes (Rimland, B. 1985;
Shaw, W, 1998; MIND, 2002; Blaylock, R. 2007). Se ha indicado que los niños con autismo
tienen una disminuida capacidad de detoxificación evidenciando una disminución significativa
de los niveles de glutatión (Wakefield, A., 1998; Stoller, K., 2006). Las deficiencias en el ciclo
de metilación están implicadas en un incremento de estrés oxidativo (Jepson, B., 2006). Esto
hace a los niños con autismo particularmente vulnerables a toxicidad ambiental, aún por toxinas
que son relativamente seguras para otras personas. El glutatión estaría implicado en numerosos
mecanismos de prevención oxidativo, como mantener la integridad mitocondrial y producción de
ATP; mantener integridad de los epitelios viscerales; mantener células T normales y función
inmune; detoxificación de metales pesados y otros químicos; mantener vitamina C y E en su
forma activa, etc.
Para estos investigadores las toxinas ambientales, serían al menos uno de los componentes del
daño neurológico observado (Shaw, W, 1998; Jepson, B., 2006; Stoller, K., 2006; Blaylock, R.
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2007). Es probable que múltiples incidentes tóxicos combinados por efecto acumulativo o
trabajando sinergísticamente estén implicados, más que deberse a un sólo evento tóxico. (Jepson,
B., 2006). Es sabido que los metales pesados (mercurio, aluminio, arsénico, plomo, etc.) tienen
efectos neurotóxicos, Y pueden tener efectos combinados de modo que múltiples metales
pesados a bajos niveles pueden ser tan tóxicos como la exposición a un alto nivel de un sólo
metal (Shaw, W, 1998; Blaylock, R. 2007). Así si bien seguramente el mercurio no sea el único
de los tóxicos implicados en el autismo es uno muy frecuentemente reportado en la literatura y
que merece mención.
El mercurio es para muchos la más tóxica de las substancias no radioactivas (Jepson, B., 2006).
La exposición a mercurio proviene de muchas y diferentes fuentes: atmosféricas, industriales,
amalgamas dentales, ingesta de alimentos como pescado y agua con alto nivel de mercurio por
polución, pesticidas y herbicidas, vacunas conteniendo thimerosal (ethyl mercurio) como
conservante y pobremente espaciadas o en excesivo número. Estas vacunas pueden haber sido
recibidas durante el embarazo o inmediatamente antes de la concepción, aunque también debido
a que el cerebro humano tiene un extenso desarrollo post-natal, la exposición a mercurio después
del nacimiento es preocupante (Shaw, W, 1998; Stoller, K., 2006; Blaylock, R. 2007). Se ha
reportado que el mercurio cruza la placenta con facilidad entrando al sistema circulatorio del feto
y a su cerebro. Así por ejemplo se ha evidenciado en la literatura la conección entre la
sintomatología del espectro autista y la neurotoxicidad con mercurio, evidenciada en un
incremento de casos de autismo relativo al incremento en el número de vacunas conservadas con
thimerosal, y agregadas al programa de inmunización (Autism Society of América; US Autism
& Asperger Association; Shaw, W, 1998; MIND, 2002; Stoller, K., 2006; Blaylock, R. 2007).
Dos estudios han medido el dosaje de mercurio recibido por los niños de acuerdo al programa de
vacunación vigente, reportando que al nacer el infante recibe 12.5 ug de mercurio, 62.5 ug a los
2 meses, 50 ug a los 4 meses, 62,5 ug a los 6 meses, y 50 ug a los 18 meses por un total de 237.5
ug de ethylmercurio durante los primeros 18 meses de vida que ampliamente excede las guías
dadas por la agencia de protección ambiental de Estados Unidos para un adulto (US Autism &
Asperger Association; Shaw, W, 1998; Redwood y col., 2001; MIND, 2002; Blaylock, R. 2007).
Para Blaylock y otros, subsecuentes estimulaciones del sistema inmune pueden llevar a un
estado crónico de activación de la microglia.
En el caso de niños con autismo, esto podría producirse por infecciones sistémicas, por ejemplo
dado por una tendencia a tempranas y repetidas infecciones del oído medio. Otra situación
podría darse por la inoculación de vacunas con virus “vivos”, como ya se señaló anteriormente.
Por ejemplo la vacuna contra sarampión, paperas y rubeola (MMR), han sido varias veces
implicadas en los trastornos del espectro (US Autism & Asperger Association; Redwood y col.,
2001). Así como asociada a algunas de las anomalías gastrointestinales comúnmente observadas
en los niños con autismo (Redwood y col., 2001; Blaylock, R., 2007). Estos eventos, según
Blaylock y otros podrían disparar una respuesta inmune cerebral exagerada o magnificada de la
microglia previamente activada o “preparada” de esta forma, interfiriendo significativamente con
el desarrollo y función cerebral.
No hay estudios que reporten la concentración total acumulada de mercurio desde varias fuentes
de entrada (atmosférico, amalgamas, alimentos, vacunas conteniendo thimerosal, pesticidas, etc.)
y el impacto que este efecto cumulativo podría tener en el autismo (Blaylock, R. 2007).
Además hay otras substancias neurotóxicas en el ambiente que podrían ser de preocupación para
niños con autismo, tales como aluminio, cadmio, plomo, flúor, uranio, arsénico y otras (Shaw,
W., 1998; Blaylock, R. 2007).
Con respecto al aluminio, puede ser ingerido en una serie de alimentos horneados (panqueques,
biscochos, te y quesos procesados) y agua potable. Algunos trabajos señalan que habría mayor
concentración de aluminio en muchos alimentos que en el agua para beber. También se lo
encuentra en soluciones intravenosas y sueros usados en pediatría, etc. Su efecto al igual que el
mercurio, está asociado a exitotoxicidad, inflamación e interferencia de la función tubular
neuronal.
Los estudios de autopsias por Bauman, (1991), Barman y Kemper, (1994) y Kemper y Bauman,
(1993), han aportado importantes datos acerca de anormalidades anatómicas por ejemplo en el
número y tamaño de las células del sistema límbico especialmente de amígdala e hipocampo. La
Estudios de autopsia (post-mortem Bauman & Kemper, 1994) y resonancia magnética MRI y
PET (Courchesne, 1987, 1989, 1991) han demostrado la presencia de anormalidades en el
cerebelo en individuos con autismo, con diferencias entre lo reportado y encontrado en uno y
otro tipo de estudio. Courchesne y colegas, sugirieron que las anormalidades cerebelosas en el
autismo interfieren con la habilidad de transferir y trasladar la atención de un evento a otro, de
una manera eficiente. Y contribuiría a diferencias en la actividad motora, ataxia, etc.
También Damasio y Maurer (1978) alertaron que el patrón de marcha de los niños con autismo
entre las edades de 3 a 10 años se parecía al de los adultos con Parkinson, siendo una marcha de
pasos más cortos y más lenta, y esto podría corresponderse a las anormalidades detectadas en
estructuras cerebrales como el vermis cerebeloso.
Además se han reportado menor cantidad de células de Purkinje, ricas en serotonina que
contribuirían a la menor transmisión de mensajes inhibitorios a la corteza (pensamiento y juicio).
Bauman & Kemper, 1994 postularon que las anormalidades cerebelosas, juegan un rol de
importancia en la modulación de las emociones, imaginería mental, planeamiento anticipatorio,
aspectos de la atención y algunos aspectos del procesamiento del lenguaje. Sus trabajos de
investigación revelan daño específico de la región posterior inferior del cerebelo que tiene
conexiones directas con el sistema vestibular, aunque no implicaron directamente al sistema
vestibular. Esto es especialmente relevante para entender el rol del cerebelo en proveer input
inhibitorio al las estructuras del tronco cerebral (Kandel, Schwartz, & Jesell, 1991). Esta
inhibición atípica o ineficiente podría estar involucrada en la sobre responsividad a ciertos inputs
sensoriales, tal como la estimulación de receptores de la gravedad. Si bien estos autores no
implicaron directamente al sistema vestibular desde la teoría de Integración Sensorial (Ayres,
1972), la estrecha relación cerebelo-vestibular es altamente remarcada, en todos los trabajos de
investigación realizados.
Evidencia derivada de estudios que emplean resonancia magnética funcional (fMRI) y los
potenciales neuropsicológicos, de evento relacionado (ERP) han revelado resultados similares
con patrones de activación reducidos en la región temporo parietal y frontal conocidas por su rol
en cambios atencionales y en la distribución de los recursos de atención en relación a eventos
novedosos (Gomot y col., 2006). En el área frontal aparece hipoactivación en áreas conectadas al
límbico (cognición social, pensar en otros), daño en el área de Brodman y pre-frontal
produciendo déficits en tareas relacionadas a teoría de la mente, y diferencias en neuronas en
espejo en área de Brodman y área parietal. Similarmente, evidencia relacionada a la percepción
visual parecen apuntar a dificultades en el procesamiento sensorial. Por ejemplo el
Los estudios de actividad electrodérmica miden las respuestas a input sensorial a través de la
conducción a nivel de la piel en respuesta a actividad del sistema nervioso simpático. Estas
mediciones se llevan a cabo dentro de un ambiente controlado. Dentro de estos estudios se
encuentran los recientes trabajos de Miller y colaboradores quienes desarrollaron un protocolo
de desafió sensorial (Sensory Challenge Protocol) para medir respuestas del sistema simpático y
parasimpático al input sensorial (Miller y col., 1999; Miller y col., 2001). Los resultados
preliminares muestran déficit sensoriales en los niños con autismo
Finalmente son de mención lo estudios que han encontrado anormalidades en los sistemas de
transporte de neurotransmisores tales como serotonina, dopamina, opioides y recientemente
ácido amino butírico (Cook, E.H y col., 1996; Cook E.H. y col., 1997 y Blatt, G.J. y col., 1999).
Así se registró aumento de Dopamina siendo esto responsables del aumento de la actividad
motora y de las estereotipias. Alteraciones en la producción de serotonina responsable de la
disfunciones sensoriales y perceptuales y de la melatonina que se describirán especialmente en el
capítulo de sueño. Aumento de adrenalina y noradrenalina. Y disminución de secretina,
responsable de mecanismos de digestión.
O’Neil y Jones, (1997) han indicado que la mayoría de los niños y adultos con autismo exhiben
respuestas inusuales al input sensorial y que la aparición de síntomas sensoriales puede predecir
por tanto como dos años al actual diagnóstico (Adrien y col., 1993; Baranek, G.T, 1999) por lo
que seria importante su inclusión en el DSM-IV ya que ayudaría a alcanzar un diagnóstico e
intervención mas temprana.
Ya sea como consecuencia de los problemas inmunológicos y neuro-metabólicos citados o por si
solos estos trastornos del procesamiento sensorial están ampliamente implicados en las
conductas del individuo con autismo.
“A pesar de que los desórdenes de procesamiento sensorial no son considerados como una
característica que califica para el diagnóstico de autismo, yo estoy todavía por conocer una
persona que esté el espectro autista que no tengo desafíos y problemas en esta área. Al
entrevistar adultos y jóvenes de diferentes niveles de habilidad en mi libro Autism Life Skills
(Penguin 2008) la mayoría de ellos refirió a los problemas de procesamiento sensorial como la
dificultad número uno para ellos sin importar el grado de severidad de su diagnóstico”
La descripción de déficits sensoriales en el niño con autismo también incluye reportes clínicos y
numerosas descripciones cualitativas de carácter biográfico (Bemporad, 1979; Cesaroni and
Garber, 1991; Temple Grandin & Scariano, B., 1986; Donna Williams, 1994, Temple Grandin,
1995).
Los signos de deficiente procesamiento sensorial en autismo han sido descriptos tempranamente
en la literatura. El mismo Kanner (1943) describió no solo la fascinación y el placer que los
niños con diagnóstico de autismo experimentan en relación a ciertos estímulos sensoriales como
el reflejo de la luz en los espejos sino también signos asociados con estrés como por ejemplo el
cubrirse los oídos en presencia de ciertos sonidos.
Temple Grandin, (1995) en su libro “Thinking in Pictures” refiere que los profesionales en el
campo de la educación de niños con autismo, han largamente ignorado los problemas sensoriales
de éstos niños a favor de teorías conductuales.
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Así Edgard Ornitz y Peter Tanguay de UCLA documentaron anormalidades en el tronco cerebral
más de 20 años atrás. El Dr. Ornitz escribió ya en 1985 una revisión de la literatura científica en
los problemas sensoriales en el autismo, en el Journal of the American Academy of Child
Psychiatry, afirmando que las personas con autismo responden con hiper o hipo reacción a
diferentes estímulos sensoriales.
Ayres (1979) postuló que los niños con autismo a menudo parecen tener disfunciones en la
percepción sensorial y en adjudicar significado a sus experiencias. Algunos tienen pobre iniciación
de acciones con propósito, tienen ideación limitada y déficits en el planeamiento de nuevas
acciones, y un rango de reacción diferente a los estímulos sensoriales.
En estudios retrospectivos de videos de niños que fueron más tarde diagnosticados como del
espectro autista, Baranek (1999) ha encontrado signos tempranos de disfunción en la orientación
visual, y atención, en la respuesta a ser llamados por el nombre, llevarse objetos a la boca y
aversión al tacto social. Estos estudios sugieren que hay indicadores tempranos de procesamiento
social atípico (hipo e hiper respuesta) y responsividad social, dados por estos síntomas de
procesamiento sensorial atípicos y han remarcado la importancia de evaluar y usar estos
síntomas sensoriales para ayudar a una detección e intervención más precoz. (Adrien et al., 1993;
Baranek 1999).
Hasta el momento no es claro si la edad cronológica está relacionada al comienzo de las
disfunciones sensoriales presentes en el individuo con autismo o si estas características se
modifican como resultado de los procesos de maduración y desarrollo (Baranek, 1999; Stone &
Hogan, 1993).
Entre los estudios que usan cuestionarios sensoriales para recabar información y demostrar la
naturaleza de los patrones sensoriales de estos niños, se encuentra los estudios de Kientz and
Dunn (1997) que compararon a niños con y sin autismo en las respuestas dadas por los padres al
En general, estos estudios demuestran que niños con autismo tienen déficit sensoriales y que el
déficit sensorial puede aparecer en todos los sistemas incluyendo los sistemas
vestíbulo/proprioceptivo pues dentro de los ítems de hipo respuesta/busca sensaciones en el
Perfil Sensorial, existen ítems de tipo vestibular/proprioceptivo. Además, los patrones de
respuesta sensorial de niños con autismo distinguen a este grupo de otros diagnósticos siendo la
prevalencia de disfunción sensorial mucho mas alta en niños con autismo que en otros niños con
desordenes o retraso en el desarrollo (Leekam et al, 2006).
Entre los estudios biográficos de personas con autismo el mas importante es el de Temple
Grandin (Grandin & Scariano, 1986) quien describe los problemas sensoriales que sentía desde
pequeña. En este recuento, ella también describe su necesidad por tacto con presión e input
vestibular.
Los trabajos de investigación que exploran los déficits de imitación, activación (arousal) y
atención en relación a los problemas en interacción social y comunicación también han
contribuido al entendimiento del desorden de autismo y procesamiento sensorial deficitario.
4.2.3 Conclusiones:
El déficit sensorial en individuos con autismo está presente en la mayoria de los casos e incluye
múltiples sistemas sensoriales y muchas veces lleva a los padres a iniciar la búsqueda de una
consulta profesional (Blanche y Reinoso, 2006). Actualmente los déficits sensoriales no son
necesarios para el diagnóstico de autismo y generalmente son explicados como características
asociadas. Estos déficits parecerían ser centrales al diagnóstico y deberían ser identificado y
tratados en el proceso de intervención.
La mayoria de los estudios se centran en los sistemas auditivos y táctiles (Dahlgren y Gillberg,
1989; Baranek, 1999) y en disfunciones de hiper o hipo respuesta más que en disfunciones de
Sin embargo este problema no se limita a los adultos sino que también afecta a los niños. Según
el National Sleep Foundation, dormir es “la actividad primaria del cerebro durante el desarrollo
temprano” y agrega que es especialmente importante en niños ya que “directamente impacta en
el desarrollo mental y físico”.
Los trastornos del sueño más frecuentes citados en la infancia son:
somniloquia (32 %)
pesadillas (31 %)
sonambulismo (28 %)
insomnio (23 %)
enuresis (17 %)
bruxismo (10 %)
ronquido (7 %)
terrores nocturnos (7 %)
síndrome de apnea obstructiva (1-3 %)
(Cardinali, D.P, 2008)
Según Richdale, la incidencia global de alteraciones de sueño de los niños es del 58.6%
(Richdale y col., 2000, citado por Cardinali, D., 2008). Esto se debe en parte a que la
consolidación del sueño sigue un proceso de desarrollo, que experimenta modificaciones durante
los primeros años de vida. Los ritmos circadianos que regulan los ciclos del sueño y despertar,
influenciados por la luz y oscuridad toman tiempo en desarrollarse, y resultan en los
cronogramas de sueño irregulares de los recién nacidos. Recién alrededor de las seis semanas de
vida el bebe establece sus propios ritmos circadianos y hacia los 3 a 6 meses logra alcanzar
ciclos de dormir-despertar regulares (Cardinali, D., 2008)
Además el sueño no es un proceso homogéneo, hay variaciones o diferentes estadíos durante el
dormir, posibles de ser afectados.
Los estadíos del sueño comienzan a desarrollarse antes del nacimiento, en la etapa fetal. El sueño
REM comienza en el feto alrededor de los 6-7 meses de gestación y el sueño no-REM entre los
7-8 meses de gestación. Es interesante que el sueño REM aparezca antes que el no-REM
Según Cardinali es un error común ver al sueño como un fenómeno del Sistema Nervioso
Central, ya que en realidad es un programa fisiológico completo diferente al de la vigilia y señala
la importancia de comprender y diferenciar estos tres estados: vigilia, sueño no-Rem y sueño
Rem, ya que implican un funcionamiento esencialmente diferente con diferentes finalidades.
También Cardinali alerta sobre la necesidad que éstos tres estados se sucedan en forma armónica
para asegurar la salud y el desarrollo (Cardinali, D.P, 2007).
Según Valdizán (2005) el sueño lento está implicado en la renovación de los tejidos y la
eliminación de productos secundarios del metabolismo muscular junto con promover el
Según Valdizán (2005) la función del sueño REM es primordial sobre la memoria y aprendizaje,
su privación disminuye la consolidación de la tarea aprendida. En esta fase tienen lugar procesos
neuroendocrinológicos y de transmisión neuronal, así como de síntesis proteica, que pueden ser
significativos en la correcta integración de los diferentes sistemas que operan en el sistema
nervioso central.
Además consolida las conexiones cerebrales o corticales al tener una actividad
electroencefalográfica (EEG) semejante a la vigilia. También discrimina lo relevante para su
mantenimiento y conservación cargándolo en los códigos genéticos y a ese respecto favorece la
consolidación de conductas para la adaptación de la especie: tanto el estrés como la ingesta
aumentan el porcentaje de sueño REM. Además es posible que tenga implicancia en consolidar
la relación social (Valdizán, 2005).
Por último y en base a todo lo reportado seria importante consignar la cantidad de horas de sueño
que infantes, niños y adolescentes deberían mantener para un adecuado desarrollo y salud. Los
siguientes son datos que servirían para orientarnos:
-En el recién nacido: el tiempo total de horas de sueño es de 16 a 20 horas, en forma de períodos
de sueño de 3 a 4 horas. La cantidad de sueño diurno es igual a la de sueño nocturno. La
lactancia materna acorta los intervalos de sueño. Y el neonato demuestra una higiene inicial de
sueño.
4.3.2 El sueño en los niños con autismo y trastornos del espectro autista. Características y
Alteraciones del sueño frecuentemente halladas.
En niños con autismo y trastornos del espectro autista las alteraciones del sueño son una
preocupación muy frecuentemente reportada por los padres, con un rango de prevalencia según
datos de un estudio de Johnson, K.P y Malow, B.A, (2006), del 44 al 83%. Sin embargo estos
El análisis del sueño nocturno en el autismo infantil se ha presentado en diversos trabajos, pero
sin una sistematización que englobe las distintas alteraciones tanto estructurales como
paroxísticas, y que, a su vez, permita elaborar una teoría general de la repercusión del sueño en
el pronóstico y tratamiento, particularmente en un espectro que en la actualidad carece de
solución definitiva (Valdizán, J. R, 2005)
Los trastornos del sueño en el autismo infantil se han clasificado en tres tipos: inmadurez del
sueño, evidenciada por un registro polisomnográfico desestructurado y que demuestra una
correlación negativa con el nivel de desarrollo; alteraciones funcionales del sueño, donde el
despertar precoz y la dificultad para dormirse son los trastornos más observados, y alteraciones
paroxísticas, entre las cuales las descargas epileptiformes son las más frecuentes, sin que
necesariamente vayan unidas a episodios críticos.
Se observa cierta discordancia en las opiniones acerca de la información brindada por
cuestionarios completados por los padres y aquellos recabados vía un registro polisomnográfico
y se recomienda éste por sobre otras formas de registro.
Valdizán (2005) afirma que siguiendo la teoría de Crick-Mitchison sobre la fisiología del sueño
REM, “algunos aspectos clínicos del autismo podrían explicarse por las alteraciones que
presentan los afectados durante la fase REM”, ya que en ésta residen procesos fundamentales del
aprendizaje en el feto y en el niño.
Como se haya reportado en el recién nacido normal, con fases de sueño REM que superan el
50% del tiempo total de sueño (porcentaje que disminuye según avanza el desarrollo)
alteraciones de cualquier tipo a este nivel podrían interferir en la modulación cerebral.
Respecto a las alteraciones del EEG en niños con autismo se reportó actividad epileptiforme en
el 82% de los pacientes con una implicancia similar (en cuanto a las áreas afectadas) a las
reportadas para el síndrome de Landau-Kleffner, que se cree es esencialmente un cuadro
secundario a esta actividad epileptiforme. Comparativamente entonces, ambos cuadros
mostraron similar patrón epileptiforme con la salvedad de que en un 75% de los niños autistas se
observaron zonas de actividad no silvianas (Valdizán, 2005).
Patzold LM, Richdale AL, Tonge BJ (1998) analizan las características del sueño de niños con
autismo y Asperger, y reportan que estos niños exhiben diferencias cualitativas y cuantitativas en
sus patrones de sueño comparados con un grupo control de desarrollo típico, relacionando la
disfunción circadiana y dificultades sociales a niveles anormales de melatonina en autismo.
Melke, J., Goubran Botros, H., Chaste, P., y col. (2008) reportaron que el nivel bajo de
melatonina encontrado en estos individuos, estaría relacionado a un gen (ASMT) o causado por
un déficit primario en la actividad de éste gen, siendo un factor de riesgo en niños con autismo y
trastornos del espectro. En este mismo estudio se presenta el rol crucial de la melatonina en la
cognición y la conducta.
Relacionado a éste punto, en otro estudio, se demuestra que los niños y adolescentes con autismo
tienen menor excreción nocturna de 6-sulfatoxymelatonina, lo cual indica que la producción
nocturna de melatonina está reducida en estos niños. Además se recomienda seguir investigando
acerca del impacto de la alterada producción de melatonina en la patofisiología y expresión
conductual del autismo (Tordjman S, Anderson GM, Pichard N, Charbuy H, Touitou Y., 2005)
Ishizaki y col. (1999) en un estudio hecho en 50 pacientes con desórdenes del desarrollo y
trastornos del sueño, reportó que el uso de melatonina fue eficaz en 42 de los 50 pacientes.
Andersen IM, Kaczmarska J, McGrew SG, Malow BA. (2008) describen su experiencia en el
uso de melatonina para el tratamiento de insomnia en niños con autismo y trastornos del espectro
en 107 pacientes de 2 a 18 años. Todos recibieron melatonina y además los padres fueron
aconsejados en técnicas de higiene del dormir. Estos investigadores hallaron que en un 25 % de
los pacientes desaparecieron los problemas de sueño para el momento de la consulta de
seguimiento, mientras que en un 60% se reportaron mejorías aunque todavía persistía la
preocupación por el dormir, y en un 13% los trastornos se mantuvieron sin cambios.
Por último en un estudio de caso único, de un adolescente con autismo y retardo mental de 14
años se investigó la implicancia de un dosaje de melatonina de 6 mg administrados de dos formas,
4.3.4. Conclusiones
• Estrés ya sea dado por problemas inmunológicos, ambientales, problemas de desarrollo y/o
sensoriales. Por ejemplo los niños con retrasos madurativos y dificultades sensoriales tienen mas
estrés que los niños típicos.
Los niños con hipersensibilidad sensorial, son niños más reactivos y por lo tanto con un
incrementado estrés, que afectan sus curvas de sueño. En al menos un estudio se relaciona los
problemas de sueño en niños con autismo y su respuesta a estímulos sensoriales, evidenciando
que la sensitividad incrementada es un factor contribuyente a la dificultad de conciliar el sueño o
los despertares nocturnos frecuentes (Reynolds, S. Y Lane, S., 2011)
Los niños con un sistema inmune hiper-reactivo, como en el caso de niños con sensibilidades o
alergias alimentarias, pueden también ver afectado su dormir.
• Los niños con diferencias en el humor, con mayor evidencia de berrinches y rabietas, van a
exhibir una tendencia mayor a trastornos del sueño. Cuando comer en la mesa, irse a bañar o
juntar los juguetes es problemático y se dan situaciones de rabietas hacia la hora del dormir, el
sueño va a ser afectado.
Sin embargo conjuntamente con todos estos aspectos ya estudiados, sería importante consignar e
incluir una perspectiva que ligue los problemas alimentarios y el estado nutricional del niño con
autismo, a su función metabólica y gastro-intestinal, ya que “la mantención de dificultades para
digerir y asimilar alimentos, se acompaña a menudo de resistencia a comer, disminuido apetito o falta
de motivación para alimentarse” (Higuera, 2010).
Es poca la bibliografía que analiza el impacto y significación biológica de estos problemas en el
autismo, y todavía no se ha alcanzado una aceptación por parte de la comunidad médica, aunque en
los últimos años diferentes investigadores han venido relacionando la alimentación a trastornos que
van desde las alergias, a las intolerancias alimentarias y los efectos opiáceos de algunos componentes
del trigo y la leche (Jepson, 2006, Shaw W. 1998, Rimland, B. 1985 y 1978).
! “mi hijo come muy pocas cosas… su comida se reduce a purés, fideos y lácteos”
! “la lactancia no fue fácil…., era un bebe muy silencioso, no lloraba cuando tenía hambre…
incorporar alimentos sólidos fue todo un tema! algunas cosas le producían alergias cutáneas y
muchas no las quería ni probar!
! “es sumamente sensible a los olores, reacciona a personas y comidas por el olor”
! “mi hijo no come carne, ni vegetales ni frutas… su problema no es sólo acerca de la textura
de la comida sino también de su inflexibilidad…”
! “muestra un deseo desmedido por comer sal, y por comer cosas no comestibles como arena”
! “nunca probó ninguna clase de carnes, sólo come leche, yogurt, queso y pan.
! “mi hijo de 5 años es muy difícil y particular con la comida y no come ni en casa y menos en
la escuela o cuando sale! El hace arcadas cuando ve a otros niños comer y es extremadamente
difícil encontrar que mandar en su vianda a la escuela.
! “parecería tener un repertorio de comidas “seguras”. Todo aquello que tiene que ver con su
alimentación tiene que estar hecho de cierta manera para que lo acepte…”
! “es sensible a la temperatura de los alimentos… solo come comidas tibias”
! “tiene un deseo desmedido por el azúcar…”
Hay evidencias de que los niños con autismo y del espectro, comienzan a comer sólidos mucho
mas tarde que sus pares que no tienen autismo, y que son mas comúnmente descriptos por sus
madres como “tardíos en el comer” con una edad de comienzo de estos trastornos de alrededor
de los 6 meses de edad (Martin, L., 2010).
Por otro parte es interesante lo hallado por investigadores de la Universidad de Bath, Inglaterra,
quienes encontraron que los escolares que presentan signos de trastornos alimentarios también
La malnutrición es a menudo asociada a imágenes de niños delgados con panzas distendidas que
sufren de la deprivación en la ingesta de alimentos. Según Kelly Dorfman, (2003) otra clase de
malnutrición es la de dietas de alto nivel calórico pero vacías de nutrientes esenciales que
prevalece entre los niños del mundo occidental de hoy, con la consecuente tendencia a la
obesidad. Los niños con autismo y trastornos generalizados del desarrollo son especialmente
susceptibles a este tipo de malnutrición ya que tienden a ser muy selectivos en su ingesta. Una
persona puede ganar peso comiendo excesivas calorías consistentes fundamentalmente de pan,
pastas y papas fritas, y por lo tanto faltándole nutrientes esenciales necesarios para el desarrollo
neurológico óptimo, que si se mantiene durante períodos críticos del desarrollo puede causar
daños permanentes debido a la falta de las necesarias vitaminas y minerales para la formación
de tejido nervioso.
También se alerta que la insuficiente ingesta de zinc, vitamina B1 y otros nutrientes encontrados en
alimentos raramente ingeridos por niños con autismo podría profundizar la disminución de la
agudeza gustativa y la selectividad (Dorfman, K., 2003).
Los niños con autismo en general tienden a una dieta consistente en alto consumo de carbohidratos
simples (azúcares), pobre consumo de vegetales con la consecuente disminución de minerales y
vitaminas, alto consumo de grasas hidrogenadas, alto nivel de químicos como colorantes, aditivos y
según estos autores menor consumo de agua (Dorfman, K., 2003; Higuera, M.A., 2010).
Jepson, B., 2006; Shaw, W., 1998, Lewis, L., 1998, Rimland, B., 1985/1978 han similarmente
marcado la presencia de substancias opiodes ligados al metabolismo del gluten y la leche, así
como una alta incidencia de constipación o diarrea en la población de niños autistas.
Shattock y Savery (1997) en su libro “El autismo como desorden metabólico” presentan una
perspectiva similar del autismo en donde la acción de péptidos exógenos podrían afectar la
neurotrasmisión en el sistema nervioso central y señalan a los péptidos que se derivan de un
desdoblamiento incompleto de ciertos alimentos, en particular del gluten y de la caseína como
dos altamente implicados. Ellos señalan que “esta alta actividad opiácea daría como resultado la
alteración de un gran número de sistemas del sistema nervioso central”, afectando la percepción,
cognición , emociones estados de ánimo y conducta.
Fortaleciendo esta perspectiva, un estudio del 2004 por Aschwood, Anthony, Torrente y
Wakefield publicado en el Journal of Clinical Immunology, ha encontrado que los niños con
autismo que se encuentran en una dieta libre de gluten y caseína, (usada en forma empírica por
muchos padres de niños afectados) muestran niveles de moléculas pro-inflamatorias TNF-a
significativamente menores que aquellos que no se encuentran en una dieta de eliminación.
Por último han sido investigadas las infecciones crónicas intestinales con Cándida u otros
microorganismos bacterianos comúnmente alojados en el colon (Blaylock y col., 2007) así
como la inflamación gastrointestinal en el autismo, que resultaría en una permeabilidad intestinal
anormal (Blaylock y col., 2007; Jepson, B., 2006) indicando una reacción autoinmune
gastrointestinal. Se piensa que este proceso inflamatorio intestinal (diferente al de la enfermedad
de Chrohn’s o la colitis ulcerosa) podría resultar en una inflamación secundaria del cerebro
A ese respecto, Susan Owens (2006) comenta que la revisión de la literatura sobre permeabilidad
intestinal, provee de información útil para unificar los criterios acerca de cómo usar “dietas de
eliminación” en el autismo para abordar las mismos cuestiones que ya han sido estudiadas con
mayor detalle en la enfermedad celíaca.
La evaluación del desarrollo psicomotor del niño en los primeros años de vida forma parte
esencial del seguimiento pediátrico (Lejarraga, Krupitzky, Kelmansky y col.,1997). Poco
sabemos acerca del desarrollo psicomotor del niño con autismo, específicamente acerca del
control de esfínteres.
Lejarraga, Krupitzky, Kelmansky y col., 1997 reportaron las edades de cumplimiento de pautas
del desarrollo para niños argentinos sanos menores de seis años y consignaron, que para el
control de esfínteres diurno, el centilo 90 corresponde a los niños de 2,71 años de edad indicando
un intervalo de confianza, entre 2,62 y 2, 82 años.
Estudios de investigación usando el Perfil Sensorial en niños con y sin autismo, pusieron en
evidencia una similitud en la adquisición de hitos motores en ambos grupos, pero una diferencia
substancial en el control de esfínteres (Watling, Deitz, White, 2001; Kientz & Dunn, 1997).
Mientras que para la edad de 3 a 6 años el 90 % de los niños típicos ya había logrado uso
independiente del inodoro, sólo el 50 % de los niños con autismo tenía el control de esfínteres
adquirido mostrando una significativa diferencia entre los dos grupos (Watling, Deitz, White,
2001).
Es probable que como en los trastornos alimentarios, este sea un problema multidimensional que
involucre diferencias en el procesamiento sensorial, metabólico y gastro-intestinal y estos
investigadores advierten acerca de la importancia de empezar tempranamente a abordar el
control de esfínteres dentro de los programas terapéuticos ofrecidos a estos niños.
Muchos niños con autismo tienen problemas gastrointestinales que pueden complicar el manejo
clínico y contribuir a trastornos conductuales relacionados a la evacuación y al control de
esfínteres. Los papás en la clínica comentan a diario sus preocupaciones y falta de orientación
respecto a como responder a la conducta de sus hijos. Si pensamos en un niño con dificultades
de comunicación que siente dolores (cólicos, picazón, cefalea) o molestias que no puede
comprender o explicar a nadie, podemos hacernos una idea de que, muchas veces, la única forma
de expresar tales molestias la constituye el llanto, la agresión , la autoagresión o la necesidad de
aislamiento.
Algunos de los comentarios de papas de niños con autismo evidencian estos trastornos (ver
Bibliografía, Foro de Padres…):
! “el control de esfínteres sinceramente es uno de los aspectos donde me siento más
impotente… mi hijo resiste agacharse a la hora de hacer caca, parece que contuviera
las ganas de hacer y no quiere sentarse en el inodoro por nada del mundo!”
! “mi hijo es constipado y pasan muchos días sin hacer caca…. tiene mucho miedo a
hacer caca ya que cuando finalmente hace tiene dolores de panza intensos, traspira
profusamente y es una situación por lo demás estresante”
! “mi hijo tiene heces blandas, con un olor intenso y una textura pastosa
arenosa…siempre fue así nunca tuvieron forma, no importa que comiera”
! “costó que se diera cuenta que tenía que hacer caca o pis, retenía el pis y la caca por
muchísimo tiempo”
Según Higuera (2010), Krigsman (2007), Shaw (1998) y otros, los niños con autismo presentan
con frecuencia síntomas gastro-intestinales que incluyen dolor abdominal, pirosis, diarrea
crónica, flatulencia, sialorrea, vómitos, regurgitaciones, rumiación, bruxismo, irritabilidad,
disentería, estreñimiento e impactación fecal, a menudo estos síntomas se encuentran
acompañados de períodos de irritabilidad, insomnio y conductas autoagresivas. Estas últimas
reacciones descriptas se han interpretado como parte de las alteraciones del neurodesarrollo y no
como manifestación clínica de enfermedad gastrointestinal. También hay alteraciones en la
presentación de las heces tanto en la consistencia, como color, olor, presencia de moco o sangre,
restos alimentarios y grasa visible (Higuera, M., 2010; Krigsman 2007; Shaw, W., 1998).
Se señala que una gran cantidad de niños dentro del espectro autista, sufren frecuentes
infecciones respiratorias o del oído, siendo tratados con antibióticos orales, muchas veces de
manera recurrente. Esto podría contribuir a una disminución de la flora bacteriana intestinal (por
la acción no selectiva de los medicamentos) y al incremento de las infecciones descriptas. Un
aspecto que se asocia frecuentemente a estas alteraciones, es la presencia de heces blandas, con
rastros de comida sin digerir. También es posible apreciar heces de color, lo que se asocia a
reacciones alérgicas frente a colorantes (Higuera, M., 2010; Shaw, W., 1998).
Un prometedor estudio de investigación del Imperial College of London y la Universidad del Sur
de Australia (Yap et. al., 2010) también da cuenta de que podríamos inspeccionar los productos
secundarios de los procesos metabólicos tanto en heces como en la orina de los niños con
autismo como indicadores válidos para identificarlos. En este estudio se ha hallado que la orina
de los niños autistas tiene un huella distintiva y diferente a la de los niños sin autismo lo que
podría además a futuro brindarnos una herramienta diagnóstica de este síndrome, sencilla de
administrar vía un simple test de orina. En este estudio también se reporta en los niños con
autismo desórdenes gastrointestinales, con evidencia de bacterias viscerales específicas y
diferentes a los de los niños sin autismo.
Se comenta que el autismo es una condición que afecta las habilidades sociales de una persona
por lo que a veces resulta extraño considerar que haya una relación entre el autismo y lo que
pasa a nivel visceral. Sin embargo se asevera que tanto nuestro metabolismo como el tipo de
bacterias que están alojadas en nuestras vísceras reflejan nuestro estilo de vida, así como nuestro
perfil genético (Yap et. al., 2010).
El autismo afectaría muchos sistemas diferentes de una persona y en este estudio se muestra la
disrupción en el metabolismo y las bacterias viscerales. El significado biológico e implicancia de
estos hallazgos no es aún claro, aunque si su implicancia, que permitiría un diagnóstico de
autismo más temprano así como movilizar recursos terapéuticos e intervenir antes, en la vida del
niño y desarrollando tratamientos médicos específicos y sensibles a estas problemáticas.
Por otra parte, Aschwood, Anthony, Torrente y Wakefield (2004) plantean que: las citoquinas
producidas por el sistema inmune en el intestino de niños con autismo tienen características
anormales y diferentes a las de niños sin autismo y que también es diferente a otras formas de
inflamación intestinal. Ellos establecen semejanzas con las inflamaciones producidas por
enfermedades virales vistas en pacientes que exhiben estos problemas secundarios a infección
por SIDA. También agregan que estas se han encontrado en un alto número siendo un posible
blanco de tratamiento.
Así mismo señalan, que drogas que bloquean estas moléculas han sido beneficiosas en el
tratamiento de pacientes con enfermedad de Crohn’s y artritis reumatoidea. Esta alteración de la
flora intestinal planteada, se conoce con el nombre de disbiosis y se reconoce como una de las
causas del intestino permeable y de la proliferación de determinadas bacterias patógenas.
5. HIPOTESIS
Los niños con Autismo y Trastornos del Espectro Autista (TEA) poseen trastornos en el
procesamiento sensorial, sueño, alimentación y evacuación.
6. VARIABLES
V 1: Procesamiento Sensorial
V 2: Sueño
V 3: Alimentación
V4: Evacuación/Control de Esfínteres
Poco sensible/Busca sensación: estos niños pueden ser hipo o hiper reactivos. Ambas
situaciones son expresiones de pobre modulación sensorial e interfieren con el compromiso del
niño en actividades de la vida diaria. (4)
Indicadores: ítems número 15 al 21, del Perfil Sensorial Forma Corta
Valores: Nunca o sea 0 % del tiempo = 5 puntos; Casi nunca o sea 25% del tiempo = 4
puntos; A veces o sea 50% del tiempo = 3 puntos; Frecuentemente o sea 75% del tiempo = 2
puntos; Siempre o sea 100% del tiempo =1 punto.
Filtro auditivo: este niño/niña puede ser hiper-reactivo (por ejemplo: sensible a los
sonidos) o hipo-reactivo (imperceptible o inmutable ante el sonido) y a menudo no puede
modular este input de manera de notar input importante (por ejemplo ser llamado por su nombre)
o poder focalizarse para lidiar con sonidos ambientales de la vida diaria sin ser distraído (por
ejemplo: teléfono, ventilador, electrodomésticos, etc.) (5)
Indicadores: ítems número 22 al 27, del Perfil Sensorial Forma Corta
Valores: Nunca o sea 0 % del tiempo = 5 puntos; Casi nunca o sea 25% del tiempo = 4
puntos; A veces o sea 50% del tiempo = 3 puntos; Frecuentemente o sea 75% del tiempo = 2
puntos; Siempre o sea 100% del tiempo =1 punto.
Baja energía/débil: niños con pobre desarrollo muscular e ineficiente tono van a
evidenciar dificultades en este área ya que no podrán persistir en el juego y en las actividades de
la vida diaria (Ej.: hacer la tarea, esperar en fila) porque experimentan cansancio rápidamente.
(6)
Indicadores: ítems número 28 al 33, del Perfil Sensorial Forma Corta
Valores: Nunca o sea 0 % del tiempo = 5 puntos; Casi nunca o sea 25% del tiempo = 4
puntos; A veces o sea 50% del tiempo = 3 puntos; Frecuentemente o sea 75% del tiempo = 2
puntos; Siempre o sea 100% del tiempo = 1 punto.
(1,2,3,4,5,6,7) W. Dunn Ph.D., OTR, FAOTA Sensory Profile, User’s Manual Ed. Psychological
Corporation, 1999.
V 2: Sueño
Indicadores:
-Dificultad para dormirse
-Despertar nocturno, 1 a 3 noches/ semana
-Despertar nocturno, 2 a 4 noches/ semana
-Somnolencia Diurna
Valores:
- Presencia = SI
- Ausencia = NO
V 3: Alimentación
Indicadores:
-Ingesta Selectiva
-Ingesta Variada
V4: Evacuación
Indicadores:
-Control de esfínteres alcanzado
-Control de esfínteres no alcanzado
-Evacuación:
-Constipado
-Retiene
-Heces Blandas
-Diarrea
Valores:
- Presencia = SI
- Ausencia = NO
7. MARCO METODOLOGICO
Cuanti-cualitativo
7.3 Muestra
Inclusión
a. Ser un niño o niña con una edad de entre 3 y 11 años y un diagnóstico según DSM-IV
de autismo o trastornos del espectro autista (TEA).
b. Estar recibiendo una evaluación inicial de terapia ocupacional por una Terapista
Ocupacional con entrenamiento y competencia en el campo pediátrico y abordajes afines
(por ejemplo: Integración Sensorial de acuerdo a los lineamientos de AISA: Asociación de
Integración Sensorial Argentina).
c. Haber completado el Perfil Sensorial de Niños, Forma Breve, versión en español.
d. Haber completado la entrevista semi-estructurada sobre sueño, alimentación y
evacuación/control de esfínteres.
e. Contar con el consentimiento informado del padre o tutor.
Exclusión
El Perfil Sensorial de Winnie Duna, Phd, OTR, FAOTA (1999, Editorial Pshycorp.- Pearson
Assesments) es una familia de instrumentos estandardizados y normatizados en la población de
Estados Unidos (n = 1037), que miden las habilidades del procesamiento sensorial de infantes,
niños, adolescentes y adultos, valorados conductualmente y su implicancia en el desempeño
funcional de la vida diaria.
Las preguntas en cada una de estas secciones son respondidas de acuerdo a la frecuencia con la
que se observa esta conducta o comportamiento del niño en una escala de Likert:
Siempre: el niño responde de esta manera el 100% del tiempo
Frecuentemente: el niño responde de esta manera, un 75% del tiempo.
A veces: el niño responde de esta manera, un 50% del tiempo
Casi nunca: el niño responde de esta manera, un 25% del tiempo
Nunca: el niño nunca responde de esta manera, o sea el 0% del tiempo.
Los resultados están reportados en cada una de las secciones mencionadas mas arriba, así como
en el total de áreas o secciones, denominado Resumen Total de Resultados de la siguiente forma
(ver Anexo Perfil Sensorial):
Funcionamiento típico: los resultados están en o por encima de una desviación estándar
por debajo de la media (0 a –1 desviación estándar por debajo de la media). Esto indica
habilidades de procesamiento sensorial típicas y que por lo tanto el niño se desempeña como el
84% de la muestra de estandardización (n = 1037).
Diferencia Probable: los resultados están en o por encima de dos desviaciones estándar por
debajo de la media (-1 a –2 desviaciones estándar por debajo de la media) pero son más bajos
que una desviación estándar por debajo de la media. Esto indica que sus habilidades de
procesamiento sensoriales son cuestionables y por lo tanto el desempeño del niño es comparable
al del 14% de la muestra de estandardización.
A los efectos de recolectar información sobre el sueño, alimentación y evacuación de los niños
con autismo y del espectro autista, se confeccionó un cuestionario con preguntas guía para
indagar a los padres de los niños de la muestra durante la entrevista inicial como parte de la
evaluación del niño desde el área de Terapia Ocupacional.
Las preguntas se desarrollaron en base a la revisión de la literatura descripta en el marco teórico,
en la que se identificaron las diferencias más frecuentemente enunciadas.
Hoy en día está bien aceptado que las entrevistas semi-estructuradas son un instrumento de
recolección de datos válido en el marco del paradigma cualitativo de la investigación (Troncoso y
Daniele, 2003). Las entrevistas constituyen uno de los procedimientos más frecuentemente
utilizados en los estudios de carácter cualitativo, donde el investigador no solamente hace
preguntas sobre los aspectos que le interesa estudiar sino que debe comprender el lenguaje de los
participantes y apropiarse del significado que éstos le otorgan en el ambiente natural donde
desarrollan sus actividades.
Respecto al sueño se indagó acerca de la dificultad reportada en el sueño del niño y
específicamente se caracterizó la información recabada de acuerdo al tipo de dificultad en:
problemas de conciliación del sueño, despertares nocturnos y somnolencia diurna, replicando así
El Perfil Sensorial Forma Breve, versión en español, fue enviado por correo electrónico a los
padres o tutores de los niños seleccionados para esta muestra, junto con otros cuestionarios a fin
de ser completados por los mismos antes de la evaluación inicial del niño en Terapia
Ocupacional.
Durante la entrevista inicial y primera sesión de evaluación, el padre o tutor del niño contestó a
las preguntas de la entrevista semi-estructurada dentro del proceso de anamnesis empleado para
recabar información en la historia clínica y conjuntamente se obtuvo el consentimiento
informado para esta investigación.
El punteo y clasificación de los grupos de acuerdo al Perfil Sensorial Forma Breve, versión en
español, y tabulación de los datos de la entrevista semi-estructurada fueron realizados
posteriormente a la administración de los instrumentos, por esta tesista, quien cuenta con
entrenamiento especifico en la administración e interpretación del Perfil Sensorial.
Los datos relacionados con las variables de estudio se volcaron en una base de datos tipo Excel y
posteriormente fueron tabulados, procesados y analizados.
Diferentes métodos de análisis fueron conducidos en la muestra de niños con autismo y TEA
para caracterizar los hallazgos en el procesamiento sensorial, sueño, alimentación y
evacuación/control de esfínteres.
La variable de Procesamiento Sensorial fue punteada y los datos analizados de acuerdo a lo
establecido en el Manual del Perfil Sensorial, que es un instrumento normativo.
Respecto a los datos de la entrevista semi-estructurada primero se usó análisis descriptivo, y se
inspeccionaron los indicadores cualitativos de las variables comparándolos con lo reportado en
el marco teórico. Además se adjudicaron valores numéricos a las variables lo que permitió que
se calcularan los porcentajes de resultados de la muestra.
A continuación se presentan los datos en gráficos separados y se analizan los mismos.
Datos Demográficos
La muestra de este estudio estuvo constituida por 50 niños con autismo y del espectro
autista, divididos en los siguientes grupos diagnósticos:
En cuanto al género, 9 de los casos de esta muestra fueron del sexo femenino y 41 del
masculino. Y su edad promedio fue de 4 años y 6 meses.
Así en el resultado total de secciones de esta herramienta, el 58 % de los niños con autismo y del
espectro (n: 39) obtuvo resultados en “diferencia definitiva” en el procesamiento sensorial,
mientras que el 24% de niños (n: 12) obtuvo resultados en “diferencia probable”.
Es de notar que cuando se suman los resultados obtenidos en “diferencia definitiva” y los de
“diferencia probable” del cuadro 1, como indicadores de los diferentes grados de dificultad en el
procesamiento sensorial, el 82 % de los niños de esta muestra presentan déficits en el total de
secciones del Perfil Sensorial, forma breve (n: 41), con sólo un 18% obteniendo valores de
procesamiento sensorial típico (n: 9).
-poco sensible/ busca sensación: 86% (n: 43) de niños de la muestra, obtuvieron diferencia
probable o diferencia definitiva.
-filtro auditivo: 78% (n: 39) de niños de la muestra, obtuvieron diferencia probable o
diferencia definitiva.
-sensibilidad táctil: 68% (n: 34) de niños de la muestra, obtuvieron diferencia probable o
diferencia definitiva.
En la otras secciones del Perfil Sensorial, forma corta, se obtuvieron resultados menos marcados
de diferencia pero aún así indicativos de dificultades en el procesamiento sensorial para los niños
con autismo y del espectro.
A las categorías de la variable: si o no, se les adjudicó un valor numérico que permitió
cuantificar los resultados y obtener porcentajes.
Se halló una alta prevalencia de problemas de sueño en 41 de los 50 niños, lo que representa el
82 % de la muestra (cuadro 2 a). Adicionalmente se examinó en cada niño el tipo de
problemática de sueño experimentada con mayor asiduidad, en base al trabajo de Luke y Tsai
(1998) de alteraciones de sueño en el autismo y espectro autista, mostradas en el cuadro 2 b.
Respecto a los problemas de sueño hallados, un 58 % de los niños con autismo y TEA
experimentaron dificultades para dormir y conciliar el sueño, un 44% reportó despertares
nocturnos frecuentes, de 1 a 3 veces por semana, y en un 16 % de los casos los indicó ocurriendo
de 2 a 4 veces por semana.
Esto podría deberse a que la respuesta afirmativa a esta pregunta haya sido, en parte,
enmascarada o desdibujada, por una multiplicidad de otros síntomas exhibidos por estos niños,
tales como distractibilidad, ausencias, desconexión, pobre lenguaje y/o pobre desempeño
funcional.
8.3 Alimentación
Los padres indicaron con mayor frecuencia que la alimentación de sus hijos era restringida, que
eran muy exigentes en cuanto a lo que comían siendo difícil alimentarlos, que a menudo
limitaban el tipo de alimentos por su textura, temperatura, color, o sabor y que aceptaban solo
algunos de los alimentos incluidos en la pirámide alimentaria.
Se halló entonces una alta prevalencia de alimentación selectiva, en 44 de los 50 niños, lo que
representa el 88 % de la muestra.
Además se encontró que sólo un 8% de los niños de esta muestra ingerían verduras de hoja y
sólo un 22 % comía frutas.
En cuanto a la categoría carnes se observó que en muchos de los casos lo consumido eran en
realidad embutidos (salchichas) y carnes rebozadas (patitas de pollo) altamente procesadas,
incluso limitadas a un producto y marca particular, lo que agregaba un alto consumo de aditivos,
colorantes y conservantes.
Esto indica que el consumo proteico es mucho mas restringido y deficitario que la esperable en
una dieta balanceada y saludable, que integraría tanto carnes rojas como blancas en una variedad
de estilos de cocción y podría contribuir a un problema de malnutrición en el autismo.
Para esta última variable de estudio, interesó primero preguntarles a los padres acerca de la
adquisición del control de esfínteres de los niños con autismo y TEA y analizar si este proceso se
daba en una edad y siguiendo parámetros similares a los de niños típicos.
Además se analizó si la evacuación era considerada normal por sus padres y que tipo de
problemas de evacuación eran los más frecuentemente observados en esta población. Estos datos
se detallan en los cuadros 4 a, 4 b y 4 c respectivamente.
Así mientras que Lejarraga y col., (1997) establece una edad de corte de 2.71 años (intervalo de
confianza de 2,62 y 2, 82 años) para la adquisición del control de esfínteres diurno en niños
sanos menores de 6 años (percentilo 90), en el sub-grupo de niños con autismo y TEA, de 3 a 6
Por último, la evacuación en estos niños se caracterizó por un alto porcentaje de trastornos, con
25 niños (50%) o sea la mitad de la muestra, experimentando problemas relativos a la retención
(30%), constipación (22%) y heces blandas (14%). En el indicador “diarrea” no se halló un
número significativo de casos en esta muestra (2%) si bien este problema ha sido descripto en la
bibliografía de autismo y trastornos del espectro.
9. DISCUSIÓN
Los resultados de este estudio descriptivo confirman que los niños con autismo tienen una alta
prevalencia de respuestas atípicas al estímulo sensorial y diferencias en el procesamiento
sensorial, disturbios en el sueño y el dormir, una alimentación muy selectiva, un control de
esfínteres tardío, y una evacuación dificultosa, en al menos tres de los cuatro parámetros
analizados, confirmándose la hipótesis planteada.
Ninguno de estos trastornos son considerados hoy en día déficits centrales al autismo ni listados
como características esenciales a este diagnóstico, sin embargo las respuestas atípicas en las
variables del presente trabajo, han sido reportadas tanto en foros de padres como en la
bibliografía que fue recabada y presentada en el marco teórico de esta tesis.
Similarmente a lo reportado por Tomchek y Dunn, (2007), usando también el Perfil Sensorial,
forma breve, se encontraron las diferencias más marcadas en las secciones de: poco
sensible/busca sensación, filtro auditivo, sensibilidad táctil y sensibilidad gustativa/ olfativa,
sugiriendo que componentes de procesamiento sensorial oral (gustativo/olfativo), táctil y
auditivo estarían involucrados en el autismo y esto podría también estar contribuyendo a las
dificultades halladas en otras actividades del diario vivir como el sueño o la alimentación. Así
Reynolds y Lane (2011) sugieren que individuos con exageradas respuestas al estímulo sensorial
o hipersensibilidad, encontrarían mayor dificultad para conciliar el sueño posiblemente debido a
imposibilidad de ignorar estímulos sensoriales desde el ambiente y también esta ha sido
implicada en la pobre calidad del dormir de niños con autismo. Y Schmitt, L., Heiss, C. y col.,
Tesis Maestria PINE, Lic. María Rosa Nico, 2011 67
(2008) reportan que la elección más peculiar de comidas es a menudo basada en factores como la
textura de los alimentos.
La sección llamada poco sensible/ busca sensación de esta herramienta, registró un 86% de
prevalencia. En el Manual del Perfil Sensorial, se define a esta sección como exponente de
dificultad en la “modulación sensorial” o adecuado ajuste de la respuesta del niño en
concordancia con el estímulo sensorial presentado. Dificultades en esta sección evidencian
problemas en regular el grado y organizar la naturaleza de la respuesta al estimulo sensorial
entrante. El niño aparece poco predecible en su conducta, algunas veces sobre-respondiendo y en
otras situaciones no respondiendo o haciéndolo pobremente. Estas dificultades podrían contribuir
a problemas en la atención, focalización y disponibilidad del niño para la tarea, implicadas en la
interacción social y posibilidad de aprender.
Respecto al sueño, este trabajo ampliamente evidenció las dificultades de los niños con autismo
y del espectro, en el sueño y el dormir, especialmente respecto a dificultades para conciliar el
sueño y frecuentes despertares nocturnos en concordancia con lo reportado por Valdizán, J. R,
2005 y Malow, B.A; Marzec, M.L; McGrew, S.G; et.al., 2006.
Al decir de Valdizán “algunos aspectos clínicos del autismo podrían explicarse por las
alteraciones presentadas por los niños con autismo durante la fase REM” ya que en estos residen
procesos fundamentales del aprendizaje en el niño.
Así mismo, las diferencias en el sueño también tienen implicancia sobre el sistema inmune,
contribuyendo a la cascada de eventos metabólicos que estos trastornos desencadenan.
Los problemas alimentarios de los niños con autismo y del espectro resultaron muy
significativos en un 88% de los niños de la muestra, siendo la selectividad en la ingesta uno de
los problemas esenciales a esta población.
Excede las posibilidades de este trabajo analizar el impacto y significación biológica de estos
hallazgos, y por otra parte aún no se ha alcanzado aceptación y consenso en la comunidad
médica, respecto a la implicancia de la alimentación en el autismo para explicar trastornos que
van desde las alergias, a las intolerancias alimentarias, la permeabilidad intestinal anormal y los
efectos opiáceos de algunos componentes del trigo y la leche. Pero interesa a este trabajo
subrayar que abordar estos problemas alimentarios tendría un rol primario en la salud de niños
con autismo y del espectro, por su implicancia en la mal absorción de nutrientes y malnutrición.
Así mismo sería necesario educar a padres y profesionales acerca de que constituiría un comer
saludable para estos niños. Teniendo en cuenta que si el metabolismo está alterado o ciertas
proteínas alimentarias son reconocidas por nuestro sistema inmune como perjudiciales la
pirámide alimentaria, puede no ser el mejor parámetro a seguir.
Se considera importante abordar estos problemas con una mirada integradora a la luz de las otras
variables de estudio, (procesamiento sensorial, alimentación, sueño, sistema inmune), ya que
diferentes sistemas interconectados así como diferentes áreas del cuerpo y del cerebro actúan en
forma coordinados entre si, pueden manifestarse en los notorios problemas cognitivos y
conductuales del autismo.
Asociadamente a este análisis, se encontró una adquisición del control de esfínteres tardía con
sólo el 53 % de los niños de 3 a 6 años de esta muestra, alcanzando independencia en la micción
y defecación. Esto es comparativo a los hallado por Watling, Deitz & White, 2001, y Kientz &
En conclusión, en la bibliografía de los últimos años algunos trabajos han reflejado una
evidencia preliminar sobre los problemas descriptos, pero aún estos no han sido consignados en
los manuales diagnósticos, por lo que raramente se destinan recursos o comprenden a estas
trastornos y las conductas que conllevan, como parte constituyente del problema que se está
tratando.
El presente trabajo brinda evidencia respecto a que los niños con autismo y del espectro autista
presentan una alta prevalencia de trastornos en el procesamiento sensorial, sueño, alimentación y
evacuación y que estos problemas pueden ser mejor entendidos y abordados desde una mirada
psico-inmune-neuro-endocrinológica.
Sería importante continuar investigando acerca de cómo estos trastornos de procesamiento
sensorial, sueño, alimentación y evacuación, pensados como marcadores de la organización
PINE, contribuyen y/o explican los síntomas experimentados en el autismo.
Para ello resultaría útil replicar este trabajo con un mayor número de casos y también analizar
otras características de la variables ya estudiadas. Por ejemplo en la variable de alimentación,
corroborar si la alimentación sólida aparece tardíamente, o si estos niños como bebes fueron
difíciles de alimentar, datos hallados interesantes en el marco teórico y que no fueron
contemplados en este trabajo.
También seria de interés estudiar cual es el impacto que una de las variables de estudio podría
tener sobre la otras planteadas y así poder sugerir relaciones causales. Por ejemplo, analizar los
cambios en el procesamiento sensorial medidos por el Perfil Sensorial, luego de abordar
terapéuticamente los problemas de sueño.
Esto permitiría diseñar protocolos terapéuticos eficaces e intervenciones más sensibles a las
necesidades halladas, que pudieran contribuir a un tratamiento mas óptimo y a una mejor calidad
de vida de estos niños y sus familias.
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PERFIL SENSORIAL, forma breve, versión en español de McIntosh, Miller, Shyu y Dunn,
(1999) Hoja de Volcado de Resultados.
4- Somnolencia Diurna ?
SI
NO
Comentarios:
Se define como ingesta variada aquella que incorpora en la dieta diaria alimentos de todas las
categorías de la pirámide nutricional.
1- Ud. Considera que su hija/o tiene una ingesta variada?
SI
NO
3-Comentarios:
3- Es constipado? Retiene?
SI
NO
Comentarios:
Poco
Sens/ Filtro Baja
NOMBR SEX Sensib Sens. Sensib Busca Auditiv Energía Sensib. TOT
E EDAD O DIAG. Tactil Gust/Olf Mov. Sens. o /Débil Visual/Aud. AL
Guada 4 F A DP FT FT DP DD FT DP DP
Manuel 6,3 M A DD FT DP DD DD DD FT DD
Constanza 7,3 F A DD DD DD DD DD FT FT DD
Juliana 3,4 F A DP DP FT DP DP FT FT DP
Valentín, 4,3 M A DP FT FT DD DD DD FT DD
JuanCruz, 9,9 M TEA DD DD DP DD DD DD DD DD
Naza 4,1 M TEA DD DP FT DD DP FT FT DP
Anton 5,2 M TEA FT FT FT DD DP FT FT FT
Camila, 4, 10 F TEA DP FT FT FT DP FT FT FT
German 5,4 M TEA DP FT DP DP DD FT FT DP
Tomás 8,8 M TEA DP DP FT DP FT DP FT DP
Ornella 11 F TEA DD FT DD DD DD FT FT DD
Juance 4,6 M TEA FT FT FT DD DP FT DP DP
Tobías 4 M TEA FT DD FT DD DP FT FT DD
Juan 4,8 M TEA DD DD FT DD DD FT FT DD
Santiago 6,2 M TEA DP DD FT DD DD FT FT DD
Ignacio 6,11 M TEA DP FT FT DD FT FT FT FT
Tiago 4,7 M TEA FT DD FT DD DP FT FT DD
Celeste 7, 10 F TEA DD FT FT DP DD DD FT DD
3,11 TGD-
Bautista M NE FT DD DP DD DD FT FT DD
5,2 TGD-
Iván M NE DD DD DP DD DD FT DP DD
5,11 TGD-
Lucas M NE FT DD FT DP DP DP FT DP
6 TGD-
Máximo M NE DP DD FT FT FT FT FT FT
5,1 TGD-
Francisco M NE DP DD FT DD DD FT FT DD
3,3 TGD-
Alejandro M NE FT DD FT DP DP DD FT DD
4,3 TGD-
Emanuel M NE DD DD FT DP DD DD DD DD
5,5 TGD-
Valentín M NE DD DD DD DD DD DD FT DD
5,6 TGD-
Joaquín M NE DD DP FT DD DD DD DD DD
6,4 TGD-
Sebastián M NE FT DD FT DD DD DD DD DD
3,3 TGD-
Valentín M NE FT DD DP DD FT FT DD DD
11,3 TGD-
Rodrigo M NE DD DD DD DD FT DD DP DD
4 TGD-
Gonzalo M NE DD FT FT DD DD FT DD DD
7 TGD-
Lucrecia F NE DD FT DD DD DD FT DD DD
4 TGD-
Dante M NE DP DD FT DP FT FT FT DP
DESPERT DESPERT
AR AR
NOCTUR NOCTUR
DIFIC. P/ NO 1- NO 2-
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NOMBRE D O . SE /SEMANA /SEMANA CIA DIURNA OS
Guada 4 F A SI SI NO NO
Manuel 6,3 M A SI SI NO NO
Constanza 7,3 F A SI NO SI NO
Juliana 3,4 F A SI NO SI NO
Nivel de act.
Alto;
Valentín 4,3 M A SI NO NO NO asustadizo.
Alto nivel
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punta de pie- usa
Juan Cruz 9,9 M TEA SI NO NO NO corticoides
Naza 4,1 M TEA SI NO NO NO
Anton, 5,2 M TEA SI SI NO NO
Camila 4, 10 F TEA SI SI NO NO
German 5,4 M TEA SI SI NO NO
No duerme hasta
que todos se van
Tomás 8,8 M TEA SI NO NO NO a dormir
No pasa por
estadíos sueño.
Ornella 11 F TEA SI SI NO SI Varias siestas
Juance 4,6 M TEA NO NO NO SI
Tobías 4 M TEA NO NO NO NO
Juan 4,8 M TEA SI NO SI NO
Santiago 6,2 M TEA SI NO NO NO Muy activo
Ignacio 6,11 M TEA NO SI NO NO
Tiago 4,7 M TEA NO SI NO NO
Celeste 7, 10 F TEA SI NO SI NO
TGD-
Bautista 3,11 M NE NO NO NO NO
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Iván 5,2 M NE SI SI NO NO
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Lucas 5,11 M NE NO NO NO NO
TGD-
Máximo 6 M NE NO NO NO SI
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Francisco 5,1 M NE SI NO SI NO y escaso
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Alejandro 3,3 M NE SI SI NO NO Duerme poco
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Valentín 5,5 M NE NO SI NO NO
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Joaquín 5,6 M NE SI SI NO NO conciliar
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Ignacio 6,11 M TEA SI - 4a. NO NO NO SI SI
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Guada 4 F A SI - 3a.6m.
Juliana 3,4 F A SI
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Anton 5,2 M TEA NO
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Juance 4,6 M TEA SI
Tobías 4 M TEA SI
Juan 4,8 M TEA NO
Tiago 4,7 M TEA NO
Bautista 3,11 M TGD-NE SI
Iván 5,2 M TGD-NE SI 1 vez por día; casi solo en casa
Lucas 5,11 M TGD-NE SI Se aguanta hasta llegar a casa
Máximo 6 M TGD-NE SI
Francisco 5,1 M TGD-NE SI
Se mete el dedo en la cola
Alejandro 3,3 M TGD-NE NO como si le picara
Emanuel 4,3 M TGD-NE SI
Valentín 5,5 M TGD-NE SI
No quiere ir al baño; pasa hs.
Joaquín 5,6 M TGD-NE NO (en proceso) Sin ir
Valentín 3,3 M TGD-NE NO
Gonzalo 4 M TGD-NE NO (en proceso
Dante 4 M TGD-NE SI No quiere hacer.
Joaquín 3,3 M TGD-NE NO
Santiago 3,5 M TGD-NE NO (en proceso)
A veces está 1 semana sin
Marcos 3 M TGD-NE NO hacer.
Giuliano 3, 10 M TGD-NE NO
Reciente control; usa pañal
Matías 4 M TGD-NE SI noche
Valentín 4,6 M TGD-NE SI
Tardó en controlar. Usa pañal
Enrique 3,9 M TGD-NE SI noche.
Pedro 3,6 M TGD-NE NO
Sofía 4, 10 F TGD-NE SI
Estanis 3,8 M TGD-NE NO
Guido 4,1 M TGD-NE NO
Mateo 4,7 M TGD-NE NO
Nahuel 4 M TGD-NE SI