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El lenguaje hace la comunicación humana, y esta a su vez posibilita la solución de

problemas, intercambio de ideas, obtener conocimiento, entre otras cosas. Parte de la


semántica, es decir, el valor que tiene una palabra en cuanto a significado, el cómo una
palabra no es sólo sonidos y puede expresar ideas. También se compone de fonemas, es decir,
los sonidos que cambian el significado de una u otra palabra; de sintaxis y gramática que
rigen el orden estructural del conjunto de palabras, o sea, oraciones.

El lenguaje humano se diferencia del animal en que el ser humano es capaz de


modificar y desarrollar un lenguaje más complejo, valiéndose de sonidos, estructuras y
gestos, gracias al proceso psíquico propio del ser humano, por ejemplo, el lenguaje está
basado en conceptos ligados a imágenes mentales que permiten la interpretación de sonidos,
de un individuo a otro, para ser internalizados, comprendidos y finalmente generar una
respuesta verbal que continúe la idea que se recibió.

Según Chomsky, citado por Morris y Maisto (2005), el lenguaje se desarrolla de


manera altibaja y en un orden comprendido por parte de un hablante o emisor, primeramente
un pensamiento (significado), luego esa idea o pensamiento es convertido a palabras y frases
(morfemas y oraciones) para resultar en la verbalización (fonemas). En cuanto al proceso del
receptor u oyente se desarrolla a la inversa del proceso del hablante o emisor. Por lo que no
es solamente una reproducción en cadena exacta o limitada de los mismos sonidos.

Los animales también son capaces de comunicarse entre sí, sin embargo, esta
comunicación no es compleja con la del ser humano y en cambio esta se ve limitada a solo
sonidos y tonos que cumplen la función de alarmas en algunas situaciones, como ejemplo, si
un animal emite un sonido a modo de señal al ver una presa, otro responde accionalmente de
manera inadecuada pero inmediata a la y por la señal, y no por la razón que llevó al primer
animal a emitir el sonido señal.

Juega un papel importante en el desarrollo mental del ser humano debido a lo que
Hurtado et al. (1995) mencionan como lenguaje interno, es el que, por lo general, no se
verbaliza y es exclusivamente una comunicación entre un mismo individuo consigo mismo.
Este lenguaje interno no es riguroso en cuanto a reglas gramaticales como el verbalizado,
sino que puede llegar a ser desestructurado e incontinuo, pero igual de eficaz.

En el sistema de relaciones sociales, el lenguaje se convierte en agente formador de la


personalidad, no es el único pero sí posee una influencia. Gracias a esto es posible el
desarrollo de las actividades voluntarias, en la organización de las respuestas motrices,
contribuye al aumento de sus conocimientos y a un mejor autocontrol. Puesto que, “Tanto el
lenguaje externo como el lenguaje interno, son condiciones fundamentales en la formación no
sólo de cualidades psíquicas específicas, sino de la psiquis en su concepción más general”
(Hurtado, et al., 1995).

El lenguaje puede regular el comportamiento del ser humano individual (a través del
lenguaje interno) y colectivamente (a través de la comunicación verbal). Sin embargo, esta
capacidad no es desarrollada en todas las etapas del desarrollo del individuo, sobre todo en la
forma individual, en donde a menudo se acompaña de un autoanálisis del individuo.

Ejemplo, los adultos y adolescentes pueden autopercibirse física y psicológicamente,


son conscientes de sí mismos; en cambio, los niños no poseen esta autoconciencia y
autoconcepción a pesar de ser capaces de describir el entorno que ven con sus ojos. La
particularidad de la conciencia consiste en que este reflejo se efectúa por medio del lenguaje.

El lenguaje es un agente en la formación de la personalidad, pero a la vez también una


forma de expresión de la misma; existen estilos de expresión en los cuales se manifiestan
características de la personalidad. Por ejemplo, el comportamiento de un individuo tímido no
es el mismo de alguien extrovertido, ambos individuos se expresan verbal y corporalmente de
manera distinta.

Las bases fisiológicas del lenguaje se pueden clasificar en dos partes, la parte que
procesa las ideas, todo lo mental y subjetivo, y la parte que ejecuta como resultado final la
externalización de forma verbal de lo mental. En el proceso de verbalización intervienen los
órganos como la boca, la faringe, las cuerdas vocales, la tráquea y los pulmones; mientra que
en el área psíquica, la mental, se ven relacionados otras procesos como la memoria,
aprendizaje, pensamiento e incluso la sensopercepción.

El recorrido del proceso en la parte de verbalización externa es el siguiente: el sonido


nace por corrientes de aire provenientes de los pulmones, dichas corrientes de aire al pasar
por las cuerdas vocales genera que estas se muevan, vibre y generen sonido, luego el sonido
es modulado a través de las gesticulaciones de la boca, la cual junto con la faringe actúan
también como una especie de bocina potenciando el sonido y modifican las pronunciaciones
de los fonemas.
El oído regula el funcionamiento coordinado de los resonadores bucal y faríngeo, y a
cualquier nivel de pérdida de este se ve alterado el funcionamiento coordinado. Además, en la
corteza cerebral hay ciertas áreas que tienen una notable en la regulación de la comunicación
verbal. Las áreas de Wernicke y la de Broca captan y a la vez regulan y ejecutan el lenguaje,
y ante cualquier daño a estas áreas se ve una incomprensión del lenguaje o un déficit en el
habla y estructuración del lenguaje.

El lenguaje al tomar base fundamentalmente de lo psíquico y fisiológico no es algo


que esté desarrollado antes o desde el nacimiento, sino que se va formando juntos a los demás
procesos psíquicos.

Ejemplo es lo expresado por Hurtado, et al. (1995), “Aunque las reacciones vocales
existen en los niños desde el día de su nacimiento, el lenguaje del niño se forma bajo la
influencia de las relaciones con el adulto (en sus relaciones directas con él, en los juegos,
etcétera)”. El desarrollo del habla a medida que el bebé crece es evidente. En el primer año de
vida se da el desarrollo previo anatómico, fisiológico y psicológico para el complejo
desarrollo del lenguaje. Recién a los cuatro años el niño es capaz de gesticular para la
articulación de sonidos de manera óptima y diferenciada.

Según Pavlov citado por Hurtado, et al. (1995) “la palabra es la señal de señales, ya
que ella puede denominar aquellos estímulos que a su vez son señal de influencia exteriores
para la vida. La palabra puede, por tanto, activar como estímulo condicionado”. Debido a esta
explicación, se puede ver el lenguaje como una cadena jerárquica de señales; cobrando
sentido que el lenguaje se denomine como un segundo sistema de señales.

CONCLUSIÓN

Concluyendo, si bien el lenguaje puede desarrollarse de manera natural gracias a la


evolución, es gracias al trabajo en conjunto con los otros procesos psíquicos que este alcanza
su máximo desarrollo pues este aporta y requiere de estos procesos para definirse,
modificarse, desarrollarse y acoplarse al entorno del individuo y cualquier deficiencia en el
proceso de desarrollo puede influir impidiendo, desmejorando o simplemente limitando el
lenguaje del ser humano.
(Hadith Sánchez)
REFERENCIAS

Morris, C. G. y Maisto, A. A. (2005). Introducción a la psicología (12ª ed.). Pearson


Education de México S.A. de C.V.

A. A. Smirnov, A. N. Leontiev, S. L. Rubinshtein y B. M. Tieplov. (1978). Psicología (4ª


ed.). Editorial Grijalbo, S. A.

J. L. Hurtado, G. A. Beaton, G. P. Chavez, A. C. Ortiz, G. F. Leon, A. D. Gondar, A. L.


Sarduy y M. A. Roses Garces. (1995). Psicología general. Universidad Autónoma de
Nicaragua.

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