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Los animales también son capaces de comunicarse entre sí, sin embargo, esta
comunicación no es compleja con la del ser humano y en cambio esta se ve limitada a solo
sonidos y tonos que cumplen la función de alarmas en algunas situaciones, como ejemplo, si
un animal emite un sonido a modo de señal al ver una presa, otro responde accionalmente de
manera inadecuada pero inmediata a la y por la señal, y no por la razón que llevó al primer
animal a emitir el sonido señal.
Juega un papel importante en el desarrollo mental del ser humano debido a lo que
Hurtado et al. (1995) mencionan como lenguaje interno, es el que, por lo general, no se
verbaliza y es exclusivamente una comunicación entre un mismo individuo consigo mismo.
Este lenguaje interno no es riguroso en cuanto a reglas gramaticales como el verbalizado,
sino que puede llegar a ser desestructurado e incontinuo, pero igual de eficaz.
El lenguaje puede regular el comportamiento del ser humano individual (a través del
lenguaje interno) y colectivamente (a través de la comunicación verbal). Sin embargo, esta
capacidad no es desarrollada en todas las etapas del desarrollo del individuo, sobre todo en la
forma individual, en donde a menudo se acompaña de un autoanálisis del individuo.
Las bases fisiológicas del lenguaje se pueden clasificar en dos partes, la parte que
procesa las ideas, todo lo mental y subjetivo, y la parte que ejecuta como resultado final la
externalización de forma verbal de lo mental. En el proceso de verbalización intervienen los
órganos como la boca, la faringe, las cuerdas vocales, la tráquea y los pulmones; mientra que
en el área psíquica, la mental, se ven relacionados otras procesos como la memoria,
aprendizaje, pensamiento e incluso la sensopercepción.
Ejemplo es lo expresado por Hurtado, et al. (1995), “Aunque las reacciones vocales
existen en los niños desde el día de su nacimiento, el lenguaje del niño se forma bajo la
influencia de las relaciones con el adulto (en sus relaciones directas con él, en los juegos,
etcétera)”. El desarrollo del habla a medida que el bebé crece es evidente. En el primer año de
vida se da el desarrollo previo anatómico, fisiológico y psicológico para el complejo
desarrollo del lenguaje. Recién a los cuatro años el niño es capaz de gesticular para la
articulación de sonidos de manera óptima y diferenciada.
Según Pavlov citado por Hurtado, et al. (1995) “la palabra es la señal de señales, ya
que ella puede denominar aquellos estímulos que a su vez son señal de influencia exteriores
para la vida. La palabra puede, por tanto, activar como estímulo condicionado”. Debido a esta
explicación, se puede ver el lenguaje como una cadena jerárquica de señales; cobrando
sentido que el lenguaje se denomine como un segundo sistema de señales.
CONCLUSIÓN