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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA - SALA DE CASACION CIVIL

Magistrado Ponente - JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR


Bogotá, D.C., veintiuno (21) de enero de dos mil cinco (2005)
Referencia: Expediente No. 54001310300419950160-01
-Decide la Corte el recurso de casación propuesto por la sociedad demandada,
EMPRESA CORTA DISTANCIA LIMITADA, contra la sentencia dictada el 29 de marzo de 2001 por
la Sala Civil -Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cúcuta, en el proceso iniciado por
REYES PEÑA JAIMES y ALBA MARINA FUENTE PARADA, quienes actúan en su propio nombre
y como representantes de los menores HENDER YAIR, RONALD ALEXANDER, SHIRLEY
KATHERINE y ALBA CRISTINA PEÑA FUENTES, Y por MARIA SILVIA PEÑA CASTAÑO,
representada por el primero, contra JOSE ROLANDO BATECA NOCUA y la recurrente.
ANTECEDENTES
1. En demanda cuyo conocimiento asumió el Juez Cuarto Civil del
Circuito de Cúcuta, las personas inicialmente citadas solicitaron que se declarara que JOSÉ ROLANDO
BATECA NOCUA y la sociedad EMPRESA CORTA DISTANCIA LIMITADA, son civil y
solidariamente responsables de todos los perjuicios que sufrieron los demandantes con ocasión del
accidente de tránsito que la demanda describe, y que se les condenara a pagar su valor, en los montos y
por los conceptos que discriminan, con indexación e intereses corrientes, desde la fecha del accidente, y
hasta que la indemnización se cancele.
2. Las pretensiones se fundamentan en los hechos que a continuación se
compendian:
2.1. EI 12 de octubre de 1993, entre las 12 y las 12:30 del día, el bus de
placas URA-635, de propiedad de JOSÉ ROLANDO BATECA NOCUA, afiliado a la EMPRESA
CORTA DISTANCIA LIMITADA Y conducido por MARCELINO SILVA RINCÓN, atropelló con
las llantas traseras de su costado izquierdo a la entonces menor MARíA SILVIA PEÑA CASTAÑO, a la
altura de la carrera 89, frente al inmueble demarcado con el número 13-13 del Municipio de Villa del
Rosario.
2.2. Para tal fecha, MARIA SILVIA PEÑA CASTAÑO, hija de REYES PEÑA
JAIMES y BLANCA CECILIA CASTAÑO CASTAÑO, contaba con casi trece años de edad, y a raíz
del accidente sufrió los daños corporales especificados en los reconocimientos médico legales que se le
han practicado, cuyos resultados se transcriben.
2.3. Por causa de ellos, ha debido someterse a resonancias magnéticas nucleares,
tratamiento integral para la rehabilitación física y psicológica, cateterismo intermitente cada cuatro horas,
y según evolución, eventual urodinamia. Además, ha tenido que utilizar silla de ruedas en forma
permanente.
2.4. Ha experimentado y experimentará, por añadidura, los siguientes perjuicios:
daño emergente futuro, porque deberá cubrir los gastos que demanden el tratamiento urológico que
tendrá que recibir, y el manejo integral de sus lesiones, hasta la recuperación total. Lucro cesante, ya que
el daño sufrido le generó una incapacidad permanente parcial, que prácticamente la ha dejado
imposibilitada para laborar. Perjuicios morales subjetivos, por el dolor que le ha ocasionado el trauma
padecido, y perjuicios fisiologicos, por la imposibilidad de disfrutar de los placeres normales de la vida,
dado el carácter permanente del daño sufrido.
2.5. REYES PEÑA JAIMES, su progenitor, se vio obligado a sufragar los gastos
que se discriminan, y ha sufrido perjuicios morales subjetivos por el dolor y la angustia que ha sentido y
siente por el estado tísico y psíquico de su hija, al igual que ALBA MARINA FUENTES PARADA Y los
menores HENDER Y AIR, RONALD ALEXANDER, SHIRLEY KA THERINE Y ALBA
CRISTINA PEÑA FUENTES, madrastra y hermanos medios de Maria Silvia.
2.6. En el Juzgado Primero Promiscuo Municipal de Villa del Rosario se está
tramitando el proceso penal seguido contra MARCELINO SILVA RINCÓN por el delito de lesiones
personales, persona contra la cual se profirió medida de aseguramiento, confirmada por el Juez Segundo
Penal del Circuito de Cúcuta.
3. En su respuesta a la demanda, la EMPRESA CORTA DISTANClA
LIMITADA rechazó las pretensiones deducidas en su contra, dijo desconocer la mayoría de los hechos
que las fundamentan, y solicitó la prueba de otros. Propuso las excepciones tituladas "falta de legitimación
en la causa de ALBA MARINA FUENTES PARADA", Y "caso fortuito".
JOSÉ ROLANDO BATECA NOCUA rechazó tanto las pretensiones como los
supuestos tácticos que las edifican, y propuso las excepciones que nominó "caso fortuito o fuerza mayor”,
"enriquecimiento sin causa" , y "limitación de sumas a indemnizar'. Llamó en garantía a SEGUROS CARIBE
S.A., hoy SEGUROS MAPFRE S.A., Y a LA PREVISORA S.A., convocatoria que también efectuó la
empresa demandada frente a la primera de las compañías mencionadas, y MARCELINO SILVA
RINCÓN.
4. Tramitado el proceso, en sentencia de 15 de junio de 2000 se desestimaron las
excepciones propuestas por los demandados, se les declaró civil y solidariamente responsables del
accidente antes descrito, condenándolos a pagarle a "... REYES PEÑA JAIMES , a título personal y en
representación de su hija MARIA SILVIA PEÑA GASTAÑO", la suma de $115.760.802.00, por concepto
de perjuicios materiales, en la modalidad de lucro cesante; por perjuicios morales subjetivados,
$2.000.000.00 a REYES PEÑA JAIMES, y $500.000.00 a cada uno de los menores demandantes;' se
exoneró de responsabilidad a la compañía de seguros LA PREVISORA S.A; se declaró la existencia del
contrato de seguro celebrado entre la sociedad demandada y MAPFRE SEGUROS GENERALES DE
COLOMBIA S.A., condenando a ésta a pagarle a aquélla $4.000.000.00, como "...monto indemnizable
derivado de la póliza de seguro No. 21026". Se declaró, por último, que MARCELINO SILVA RINCÓN, por
su dependencia laboral con la EMPRESA CORTA DISTANClA LIMITADA, está solidariamente
obligado al pago de la suma de $115.760.802.00., "...derivado del llamamiento en garantía".
Apelada por los demandados y por MARCELINO SILVA RINCÓN, el
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cúcuta, Sala Civil Familia, la confirmó en su integridad,
determinación contra la cual la EMPRESA CORTA DISTANCIA LIMITADA interpuso el recurso de
casación que decide la Corte en esta ocasión.
LA SENTENCIA IMPUGNADA
Compendiados los antecedentes del litigio y verificada la legitimación de las
partes, precisa el ad-quem que no se discute que el accidente en el cual resultó herida MARIA SILVIA
PEÑA CASTAÑO, fue ocasionado por MARCELINO SILVA RINCÓN, cuando conducía un bus
afiliado a la EMPRESA CORTA DISTANClA LIMITADA.
Previa descripción del lugar de los hechos y del daño físico padecido por la
víctima, subraya que, según lo definido por el a-quo, la acción se situó en el ámbito de la responsabilidad
civil extracontractual, por el ejercicio de una actividad peligrosa, acción cuyos presupuestos enuncia,
infiriendo su concurrencia en el caso.
Al ocuparse de la excepción de caso fortuito, aducida por los demandados con
base en que la menor damnificada actuó imprudentemente, porque antes de cruzar la calle no constató
si el bus ya había pasado, observa que efectivamente aquélla".. .fue víctima del accidente cuando las ruedas
traseras le pasaron por la cadera", sufriendo los daños ya mencionados, pero concuerda con el a-quo en que
la declaración que rindió en el proceso penal seguido contra el conductor del bus, carece de eficacia en
éste, porque Ios demandados no fueron vinculados a dicho juicio, ni se recepcionó a ruego suyo,
razón por la cual"... no satisface las exigencias del artículo 185 del C. de P, C, ".
Añade que el acervo probatorio solo demuestra que la empresa demandada
instruye a sus conductores sobre la conducta que deben asumir en caso de accidentes, y los capacita para
mejorar la prestación del servicio, amén de dar cuenta de la existencia del seguro de vehículos. En esas
condiciones, dice, "... no existe soporte jurídico para la prosperidad de la excepción".
Descarta la falta de legitimación de ALBA MARINA FUENTES PARADA,
alegada por la EMPRESA CORTA DISTANClA LIMITADA, y considera pertinente decidir sobre los
llamamientos en garantía formulados por los demandados, antes de resolver sobre las excepciones de
"...ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA" Y "LIMITACION DE SUMAS A INDEMNIZAR'.
Sobre la convocatoria de MARCELINO SILVA RINCÓN, concluye “”...que no
presenta grado alguno de dificultad, pues la decisión al prosperar le 'cobija de igual manera”.
En cuanto a la compañía LA PREVISORA S.A., observa que de acuerdo con la
póliza aportada, el monto asegurado para eventos como el acaecido ascendió a $1.358.500.00, y como tal
entidad “…pagó más de lo pactado", no puede ser condenada a pagar suma alguna, circunstancia de la cual
infiere la procedencia de la excepción de pago por ella, esgrimida.
Respecto del llamamiento efectuado por la EMPRESA CORTA DISTANCIA
LIMITADA a SEGUROS CARIBE, al cual se opuso ésta, alegando la pérdida del derecho a la
prestación asegurada, por no habérsele dado aviso del siniestro, señala que si bien el asegurado soporta
tal obligación, y que su inobservancia apareja la consecuencia anotada, para imponerla ".. .es requisito
indispensable que se tramite el respectivo proceso contra el asegurado", como concluyó el a-quo, razón por la cual
comparte su decisión de descontar el 20% del valor asegurado, para fijar en $4.000.000.00 el monto que
dicha sociedad debe cancelar.
Refiriéndose al dictamen pericial y a las críticas que frente a él se expresaron,
sostiene que los peritos no fueron recusados y que al ser sometido a contradicción, "...quedó en firme sin
haber sido atacado para los fines señalados anteriormente motivo por el cual se le debe dar la valoración que establece el
propio procedimiento".
Sobre esa base, destaca que los peritos calcularon tanto el daño emergente como
el' lucro cesante, concretando el último "... en los dineros que hubiera podido percibir la menor, tasándolos por su
probabilidad 'de vida, con el criterio del señalamiento del salario mínimo legal vigente a la fecha de la experticia", y que
atinadamente se abstuvieron de tasar el daño moral, por ser del resorte del juzgador. Así, concluye que
debe otorgársele pleno valor, prohijando lo que sobre el punto resolvió el a-quo.
Coincide también con el fallador de primer grado, en que los perjuicios morales
de los hermanos de la víctima son de monto inferior a los de ésta, explicando que debido a su juventud,
ven las cosas de modo distinto a como las perciben otras personas, incluso la propia perjudicada.
DEMANDA DE CASACIÓN
Tres cargos se proponen contra la sentencia impugnada. Los dos primeros, con
base en la causal primera, y el último en la segunda. Sobre ellos decidirá la Corte en el siguiente orden:
primero sobre el cargo segundo, porque plantea un ataque total, al combatir la responsabilidad deducida a
la impugnante Luego sobre los cargos tercero y primero, atendido su alcance parcial, en cuanto
confrontan el monto de la obligación indemnizatoria que le fue impuesta, comenzando por el tercero, en
el cual se denuncia un error in procedendo.
SEGUNDO CARGO
Con fundamento en la causal primera de casación, se impugna el fallo del tribunal
por violar indirectamente los artículos 2341, 2356 Y 2357 del Código Civil, el primero y el tercero por
falta de aplicación, y el segundo por aplicación indebida, como consecuencia de los errores de hecho y de
derecho cometidos en la apreciación probatoria.
Concretando la acusación, expresa el recurrente que el fallador incurrió en error
de hecho al dejar de apreciar el plano que recoge la versión de MARCELINO SILVA RINCÓN,
conductor del vehículo ocasionante del daño, así como las secuencias fotográficas del trayecto que
recorrió al presentarse el accidente, pues conforme a tales probanzas éste se produjo en el momento en
que el bus reiniciaba la marcha, luego de detenerse para dejar pasajeros, y por lo tanto su velocidad era
mínima.
Agrega que en lugar de limitarse a describir las condiciones de la vía, el fallador
debió evaluar las antedichas pruebas, junto con el informe y el croquis elaborado por el agente que
conoció del suceso, con miras a establecer la velocidad del automotor, el grado de culpabilidad de su
conductor, y si hubo imprudencia de la víctima, "...supuesto de destrucción de la culpa" de aquél, ya que si el
incidente se produjo con las llantas traseras del bus, a cierta distancia de la acera, es obvio inferir que la
lesionada no estaba frente a él y por lo mismo, que su presencia en la vía no podía ser advertida por el
chofer.
Sostiene que no se demostró la infracción de normas de tránsito por el
conductor, y que si bien la aplicación del artículo 2356 del Código Civil presupone el ejercicio de una
actividad peligrosa, "...si en el insuceso se da la culpa de la misma víctima, deberá haber atenuación de la condena,
porque se rompe el vínculo de causalIdad, y así las cosas, aún puede darse el caso de absolución, dependiendo de la manera
como se escrute el nexo causar', análisis que a su juicio se omitió en el caso, por los desaciertos probatorios
cometidos por el ad-quem.
En relación con el error de derecho, argumenta que el Tribunal incurrió en yerro
de esa naturaleza al descartar la declaración rendida por MARIA SILVIA PEÑA CASTAÑO en el
proceso penal que se adelanta contra el conductor del automotor, explicando que si bien el artículo 185
del Código de Procedimiento Civil exige la ratificación, como instrumento tuitivo de la parte que no
intervino en el proceso del cual se traslada la prueba, en cuanto le brinda la oportunidad de
controvertirla, "...si esa parte, a quien la norma busca garantizar sus derechos, fue la que pidió que se le tenga como
prueba, tal acto implica que la está aceptando, que se acoge a ella, se presume su conocimiento y se somete a sus
consecuencias".
Tras destacar los pasajes del testimonio que en su criterio permiten inferir que la
víctima imprudentemente se expuso al peligro, concluye que al negarle mérito probatorio; el fallador
quebrantó indirectamente el artículo 2357 del Código Civil, porque se limitó a registrar la ocurrencia del
suceso sin analizar el comportamiento de sus agentes, omitiendo considerar que "...al haber influido en el
accidente la propia culpa de la víctima, en el análisis del insuceso y su' tratamiento, ha debido tener prevalencia el arto 2341
en lugar del 2356 o decidirse la controversia con aplicación del arto 2357, esto es, mediante reducción de la condena e
inclusive con exclusión de la responsabilidad" .
CONSIDERACIONES
1. Como se deduce de la síntesis de la acusación, el recurrente pretende que se le exonere de
responsabilidad, o por lo menos, que se reduzca el monto de la indemnización a su cargo, teniendo en
cuenta la incidencia que en la producción del daño tuvo el comportamiento reprochable de la víctima.
2. El ad-quem desechó la excepción que con tal argumentación propusieron tanto la recurrente como el
codemandado JOSÉ ROLANDO BATECA NOCUA, bajo el título de "caso fortuito", porque consideró
que la declaración rendida por MARIA SILVIA PEÑA CASTAÑO en el proceso penal que se sigue
contra el conductor del vehículo causante del daño, carece de eficacia en éste, por cuanto los
demandados no fueron vinculados a dicho proceso, y la prueba no gozó, por tanto, ".. .de la audiencia de la
parte demandada en este proceso, ni menos aún, se recaudó a petición de ellos".
No halló, por otro lado, ningún elemento corroborante de los hechos sobre los
cuales fue estructurada tal defensa, en las demás piezas integrantes del "caudal probatorio".
3. El artículo 185 del Código de Procedimiento Civil consagra el mecanismo de las pruebas trasladadas,
por el cual es posible aducir a un proceso, pruebas válidamente practicadas en un litigio anterior, piezas
que deben ser llevadas a la nueva actuación en copia debidamente autenticada, y gozan en ella de pleno
poder de convicción, si la parte contra la cual se presentan, tuvo en la anterior la posibilidad de
conocerlas y discutirlas, es decir, si por haberse dejado a salvo en el primitivo litigio, los principios de
publicidad y contradicción de la prueba, su derecho de defensa no ha sido menguado.
Si no se dan esas circunstancias, porque dicha parte estuvo ausente del proceso
original, y la prueba que procura hacerse valer en el nuevo, es testimonial, para que pueda ser apreciada
en él, es necesario "...obtener su ratificación, precisamente para darle la oportunidad de contradicción a la parte que no
intervino en su producción, en guarda de la señalada regla informadora de la prueba judicial'. (Cas. Civ. del 10 de
diciembre de 1999).
4. La declaración en la cual se finca la acusación, como ya se anotó, se rindió por
la entonces menor, MARIA SILVIA PEÑA CASTAÑO, dentro del proceso penal que por el delito de
lesiones personales se sigue contra MARCELINO SILVA RINCÓN, conductor del vehículo
involucrado en el percance, y su adjunción a éste fue solicitada por el demandado JOSÉ ROLANDO
BATECA NOCUA, propietario del citado automotor, con el fin de demostrar la excepción propuesta.
Por consiguiente, si tal declaración se opuso a la parte demandante en este
proceso, su eficacia probatoria estaba sujeta, no a que hubiere sido conocida y debatida por los
demandados, como erróneamente argumentó el ad-quem, sino a que los integrantes de la parte actora
hubieren gozado de las prerrogativas antedichas, que es lo que legalmente se exige para dotarla de mérito
persuasivo, ya que en fin de cuentas si quien solicita el traslado de la prueba no intervino en el proceso en
el cual se practicó, al acogerse a ella, obviamente la acepta y se somete a sus resultados, amén de que, su
ausencia en tal litigio no coarta, de ningún modo, el derecho de controvertirla que allí debió tener la parte
contra la cual se aduce, que se itera, es la condición legalmente requerida para revestirla de tal vigor.
Es innegable, entonces, que el sentenciador se equivocó al despojarla de fuerza
demostrativa por la apuntada razón. Empero, tal desacierto a la postre resulta inocuo, porque como se
verá, aún sin haberse cometido, el sentido de la decisión tendría que ser el mismo.
Por supuesto que si los demandantes REYES PEÑA JAIMES, ALBA MARINA
FUENTES PARADA, HENDER FAIR, RONALD ALEXANDER, SHIRLEY KATHERINE y
ALBA CRISTINA PEÑA FUENTES, no intervinieron en el proceso en el cual se recepcionó -no existe
prueba que así lo indique-, y no tuvieron por tanto oportunidad de contradecirla, como tampoco se
procuró su ratificación en éste, la susodicha declaración les es inoponible.
Y aunque fuera posible apreciarla con respecto a MARIA SILVIA PEÑA
CASTAÑO, integrante también de la parte activa, por tratarse del órgano de la citada prueba, y merced a
la autonomía de la pretensión por ella incoada, en su condición de litisconsorte facultativa de dicha parte,
la confesión que de allí podría deducirse, sobre la imprudencia con la que obró al cruzar la vía en la que
fue arrollada, a la sazón carece de validez, ya que al emitirla la declarante no gozaba de capacidad jurídica.
La confesión, tiene dicho la Corte, comporta "...el reconocimiento voluntario del derecho
ajeno por quien es capaz de obligarse" (G.J. 1. LX, pág. 422), luego su validez como medio de prueba reclama,
entre otras condiciones, que emane de persona que goce de capacidad, es decir, que no se encuentre en
situación que la prive de tal atributo, absoluta o relativamente, pues al exigir tal condición en el
confesante, el artículo 195 del Código de Procedimiento Civil, no hace ninguna reserva a ese respecto. Lo
anterior, sin perjuicio de que pueda emanar de su representante legal, es decir, de la persona que por
ministerio de la ley tiene su representación de manera general y permanente.
Por consiguiente, como para la fecha en que rindió tal declaración (21 de
diciembre de 1993), MARíA SILVIA PEÑA CASTAÑO contaba con algo más de trece años, puesto que
de acuerdo con el certificado expedido por el Notario Segundo del Círculo de Pamplona que obra al fI. 8
c. 1, nació el 27 de noviembre de 1980, y por tanto era persona relativamente incapaz, la confesión que
pudiera emerger de sus dichos, como se dijo, no tendría validez, por ausencia del requisito examinado,
razón por la cual la exclusión de responsabilidad, o la disminución del quantum de la indemnización, por
las cuales se aboga, no podrían fundamentarse en ella.
Agrégase que el fallador no vislumbró en los otros elementos probatorios que
consideró, el comportamiento culposo que se le enrostra apreciación que el recurrente no discute, y
tampoco resulta dable verificar tal proceder en la prueba documental cuya preterición se denuncia, ya que
toda ella se incorporó al proceso en fotocopia simple, desprovista, por ende, de fuerza persuasiva, dado
que no se procedió como lo ordena el artículo 254 del Código de Procedimiento Civil para dotarla de
autenticidad, y revestirla del mismo poder demostrativo inherente al documento original, condiciones en
las cuales, así el juzgador la hubiera ignorado, su inadvertencia carecería de influjo en la decisión del
litigio, puesto que aún viéndola en su realidad objetiva, ningún mérito le podía otorgar para la
comprobación de los hechos fundantes de la excepción aducida, de modo que su equivocación en el
punto sería a la postre intrascendente, característica que de suyo descarta el error facti in judicando por el
cual se le enjuicia. Así lo dejó sentado la Corte en su fallo del 14 de mayo de 2002, refiriéndose a un
evento semejante.
Es bueno destacar, por último, la irrelevancia de los cuestionamientos que se proponen por
los supuestos yerros resultantes de no apreciar la ausencia de culpa del conductor del bus en la causación
del daño, puesto que en tratándose de perjuicios irrogados en ejercicio de actividad peligrosa, el
responsable de tal actividad sólo se exime de responsabilidad mediante la prueba de una causa extraña, es
decir, de fuerza mayor o caso fortuito, del hecho de un tercero o de la víctima, de modo que todo intento
por demostrar la ausencia de culpa de aquél en la producción de tal suceso, con miras a lograr la
exoneración de responsabilidad reclamada, resulta vacua.
4. No prospera, en consecuencia, el cargo.
TERCER CARGO
Al amparo de la causal segunda de casación, se tilda de incongruente la sentencia
combatida, por no haberse decidido en ella sobre todos los extremos de la litis.
Para justificar tal imputación, expresa el recurrente que al dar respuesta a la
demanda, los demandados propusieron excepciones perentorias, y que no obstante advertir el ad-quem
que "...Otras excepciones propuestas en el plenario, hacen relación a el (sic) enriquecimiento sin causa, la limitación de
sumas a indemnizar', ningún pronunciamiento hizo sobre ellas, profiriendo así "... un fallo mínima petita o cifra
petita" , atacable por el motivo alegado, puesto que era su deber proveer sobre los medios defensivos
aducidos por los demandados, ya que, "indudablemente a ello se dirigía la impugnación de la adversa sentencia".
CONSIDERACIONES
1. Según lo que plantea el cargo, el fallo impugnado no se conforma con el
principio de congruencia de la sentencia, consagrado por el artículo 305 del Código de Procedimiento
Civil, puesto que en él se omitió resolver sobre las excepciones de "enriquecimiento sin causa" y "limitación de
sumas a indemnizar', oportunamente aducidas por los demandados.
2. Por mandato legal, cuando un delito o culpa es cometido por dos o más
personas, cada uno de sus autores responde solidariamente por los perjuicios causados artículo 2344 del
Código Civil-, regla cuya aplicación comporta que, tratándose de daños irrogados en ejercicio de una
actividad peligrosa, todos los intervinientes en dicha actividad queden solidariamente obligados, fren1e a
-la víctima, a la reparación de tales perjuicios.
En tal hipótesis se suscita un evento de solidaridad pasiva, de origen legal, cuya
primordial característica radica en que cada uno de los deudores responde frente al acreedor por la
totalidad de la deuda, queda obligado a su pago íntegro, como si se tratara de un solo deudor, y por lo
mismo, el acreedor puede reclamar de todos, o de cualquiera de ellos, la satisfacción de la prestación
debida.
De verificarse el pago total o parcial, por uno de los deudores solidarios, la
obligación se extingue en todo, o en la parte satisfecha, respecto de todos ellos, subrogándose el solvens en
los derechos del acreedor frente a los restantes codeudores, con sus privilegios, accesorios, y acciones,
pero circunscritos a la parte o al interés que a cada uno de los codeudores corresponda en la deuda, entre
quienes ésta se divide consiguientemente a prorrata de la cuota o interés que en ella tengan, porque la
garantía de la solidaridad no se traspasa al codeudor subrogatario.
3. Los demandados en este proceso, EMPRESA CORTA DISTANCIA
LIMITADA Y JOSÉ ROLANDO BATECA NOCUA, como se consignó al reseñar los antecedentes del
litigio, asumieron una posición uniforme de oposición a lo pretendido, para lo cual la primera adujo las
excepciones que nominó "falta de legitimación en /a causa de ALBA MARINA FUENTES PARADA", Y
"caso fortuito", mientras "que el segundo propuso la última y las tituladas "enriquecimiento sin causa", y
"limitación de sumas a indemnizar".
Como se verifica, la disonancia de la sentencia por la cual protesta la recurrente,
EMPRESA CORTA DISTANCIA LIMITADA, proviene de la falta de decisión sobre algunos de los
medios exceptivos opuestos por el codemandado Bateca Nocua, puesto que su queja radica, en concreto,
en que nada se dijo sobre las excepciones de "enriquecimiento sin causa" y "limitación de sumas a indemnizar',
que como quedó dicho, forman parte de los argumentos defensivos esgrimidos por dicho demandado,
circunstancia que la despojaría, en principio, de interés para cuestionar el fallo por tal motivo.
Con todo, de admitirse que por edificarse la primera de las citadas defensas, en los
pagos que JOSÉ ROLANDO BATECA NOCUA dice haber efectuado, su resolución también interesa a
la recurrente, en su condición de codeudora solidaria del solvens, habida cuenta que si la obligación
indemnizatoria fue satisfecha parcialmente por el excepcionante, la deuda se habría extinguido, hasta el
monto de lo pagado, respecto de todos los deudores solidarios, así aquél se subrogue en los derechos del
acreedor frente a los restantes codeudores, puesto que en esa parte la responsabilidad de la impugnante
estaría limitada a la cuota que en ella le corresponda, división que asimismo redundaría en provecho suyo
y explicaría su interés por la definición de la mentada defensa, como la sinrazón de su alegación es
manifiesta, la ineficacia del ataque se impondría en todo caso, conclusión en pro de la cual sería suficiente
observar que aunque el ad-quem no haya emitido un pronunciamiento explícito sobre la excepción que se
comenta, al confirmar en su integridad el fallo apelado, prohijó lo que sobre ella decidió el a-quo, quien a
ese respecto discurrió en los siguientes términos:
“.. Examinado el derecho de defensa propuesto por los integrantes de la parte demandada,
concretamente las excepciones' denominadas CASO FORTUITO, ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA,
LIMITACIÓN DE SUMAS A INDEMNIZAR, pues LA FALTA DE LEGIMTIMACIÓN EN LA
CAUSA ACTIVA FUE MATERIA DE ESTUDIO, se constata que tanto el enriquecimiento sin causa y la
limitación de sumas a indemnizar están fincadas en los pagos efectuados en primer término por el señor JOSÉ
ROLANDO BATECA NOCUA y en segundo plano las compañías aseguradoras aclarándose que respecto a éstas
últimas es objeto de análisis en el estudio del llamamiento en garantía, especialmente en cuanto a la Compañía de Seguros
La Previsora S.A".
"...Sobre este tópico de deducción de la condena, se tiene en mientes si se encuentra demostrado
en el contexto del dictamen pericial al tasar los denominados perjuicios morales en el rubro del daño emergente pasado, pues
se le toma dicho pago para disminuir el monto de tales perjuicios".
"…Por consiguiente, esos fundamentos de hecho hacen notar que el fin no está dirigido a
extinguir las pretensiones de los actores, sino que se relacionan directa y exclusivamente con el desarrollo de la citada
experticia", prueba en punto de la cual infirió que las partes se conformaron con su resultado, puesto que
no expresaron ningún reparo dentro del término legalmente otorgado para el efecto.
Así las cosas, con prescindencia del acierto de tal raciocinio, como él lleva ínsita la
decisión que se echa de menos, la falta de fundamento de tal reproche, como se dijo, sería patente,
circunstancia que indefectiblemente lo frustraría.
El apuntado interés, en todo caso, no podría hacerse extensivo al juzgamiento del
otro medio exceptivo, en el cual se abogó porque el valor de la indemnización se rebaje por los pagos que
deben realizar las aseguradoras llamadas en garantía, pues de resultar viables los reclamos del llamante, las
sumas a cancelar por las compañías objeto de tales citaciones no estarían dirigidas a solventar la
obligación indemnizatoria a cargo de los demandados, sino a reembolsarle, en todo o parte, al
convocante, el "... pago que tuviere que hacer como resultado de la sentencia" -artículo 57 del Código de
Procedimiento Civil-, en cumplimiento de las obligaciones derivadas de la relación negocial entre ellos
existente, asunto cuyo esclarecimiento importa exclusivamente a los partícipes de tales relaciones,
situación que vendría a reafirmar la falta de vocación de la impugnante para recurrir el fallo por esa causa,
puesto que"... si las disposiciones de la sentencia no son determinantes de ningún perjuicio en contra del impugnante, así
sean disonantes, éste no tendría interés para solicitar la enmienda de los errores al respecto cometidos" (Cas. Civ. 2 de
junio de 2000).
4.Dedúcese de lo expuesto, que el ataque resulta impróspero.
PRIMER CARGO
Se acusa en este cargo la sentencia del ad-quem por ser violatoria, en forma
indirecta, de los artículos 2341, 2349,2356, 1613 Y 1614 del Código Civil, 174, 177, 187,237-6 Y 241 del
Código de Procedimiento Civil, debido a los errores cometidos por el fallador en la ponderación de las
pruebas que se especifican.
Al desarrollar el cargo expresa el impugnador que el fallador incurrió en error de
derecho al valorar el dictamen en el cual se apoyó para cuantificar los daños a cuyo pago fue condenada
la sociedad demandada, yerro que, en síntesis, concreta en los siguientes cuestionamientos:
1) En el auto en el cual se decretó la pericia, claramente se dijo que tenía por
objeto avaluar “...los perjuicios patrimoniales y materiales sufridos por el señor Reyes Peña Jaimes'" encargo que fue
rebasado por los expertos, quienes "... concentraron su trabajo en la determinación de los perjuicios materiales de la
menor lesionada, especialmente los relacionados con el lucro cesante, para lo cual no habían sido designados".
Explica el censor que el Tribunal no se percató de “… esta desarmonía entre la misión
encomendada a los peritos y el trabajo por ellos realizado", y que con esa irregularidad fue incorporado al proceso
y se erigió en "... base esencial de la condena", proceder con el cual se infringió el artículo 174 del Código de
Procedimiento Civil que consagra, como principio, que toda decisión judicial debe fundarse en las
pruebas regular y oportunamente allegadas al litigio.
2) No se apreció a la luz de la sana crítica, ni se tuvieron en cuenta las reglas
consignadas en los artículos 237-6 Y 241 ejúsdem, pues objetivamente considerado, y al margen de "…
que los peritos se designaron para una concreta misión y realizaron otra, es ostensible la inconsistencia, carencia de lógica,
superficialidad y falta de investigación que se desprende del trabajo realizado".
Según el impugnador, si el sentenciador lo hubiese analizado a fondo, habría
observado que los peritos no realizaron ninguna investigación para calcular el daño emergente, pues se
limitaron a transcribir "... las páginas 4 y 5 de la demanda"; que pese a solicitárseles dictaminar sobre los
perjuicios patrimoniales sufridos. por el señor Reyes Peña, excedieron su misión, por la razón ya dicha,
desviación suficiente para que el Tribunal inadmitiera la prueba; que su falta de fundamento es evidente,
pues el lucro cesante se calculó desde la fecha del accidente, "".cuando aún la menor carecía de absoluta
capacidad productiva", y sobre la base de una incapacidad total, pese a que aquélla ha tenido un desempeño
académico satisfactorio, "...formación académica que seguramente la habilitará para desempeñarse productivamente".
Concluye que el desacierto del Tribunal indiscutiblemente influyó en la decisión
impugnada, pues al confirmar el fallo de primer grado dejó en firme la condena al pago de perjuicios
materiales "...en la misma cuantía en que fue determinada en la experticia que he dejado analizada".
Sostiene, por otro lado, que el ad-quem incurrió en error de hecho al dejar de
apreciar los conceptos forenses 1012-1 Y 1012-2, y el dictamen emitido por el Ministerio del Trabajo
sobre la disminución de la capacidad laboral de la menor lesionada.
Explica que mientras los primeros dictaminan que MARIA SILVIA PEÑA
CASTAÑO ha tenido un rendimiento académico satisfactorio, conforme al último, su incapacidad
laboral es del 79.05%.
En consecuencia, dice, "...la ignorancia en relación con la prueba del concepto médico que
fijó un límite en la incapacidad de la menor, tuvo incidencia en la sentencia, porque determina fallas en el cálculo del lucro
cesante, que partió de una incapacidad total. (...) Similar trascendencia tienen las pruebas de los peritos médicos, pues ellas,
si no hubieran sido ignoradas, habrían servido para auxiliar un examen racional en el cálculo de un presunto lucro cesante,
teniendo en cuenta que el buen estado anímico de la menor, después del insuceso y su rendimiento académico, estaban
significando que esa preparación, una vez terminada, le permitirá la generación de ingresos”.
CONSIDERACIONES
1. Se combate en el cargo la resolución del Tribunal por la cual confirmó la
condena impuesta por al a-quo a José Rolando Bateca Nocua y la empresa CORTA DISTANCIA
LIMITADA, a pagar a “...REYES PENA JAIMES, El título personal y en representación de su hija MARIA
SIL VIA PENA CASTAÑO, la suma de ciento quince millones setecientos sesenta mil ochocientos dos pesos
($115.760.802), por concepto de perjuicios materiales, incluyéndose en este rubro el monto de los perjuicios fisiológicos,
ubicándose en el rubro del lucro cesante".
2. El primer segmento del ataque, como queda visto, se destinó a controvertir la
apreciación del dictamen pericial que fundamenta tal condena, prueba respecto de la cual se denuncia la
comisión de un error de derecho.
Empero, un análisis elemental de tal cuestionamiento, al rompe devela una serie
de deficiencias de carácter técnico que le impiden a la Corte abordar su escrutinio de fondo.
Obsérvese en primer término, que para fundamentar el pretendido error, se
esgrimen comportamientos propios del error de hecho, pues si el sentenciador se equivocó al conferirle
pleno mérito demostrativo, porque no se percató de la". . . carencia de fundamentación que se observa en el
peritaje”, puesto que “... el lucro cesante está calculado desde la ocurrencia del insuceso, cuando aún la menor carecía de
absoluta capacidad productiva”, es decir, por admitir su resultado a ese respecto, sin reparar en la 11... ausencia
de productividad de la menor, que por su edad estaba dedicada a sus estudios y carecía de fuente de trabajo que le estuviere
produciendo ingresos", su inadvertencia en el punto no sería constitutiva del error probatorio denunciado,
porque en definitiva lo que estaría subvirtiendo es su contenido objetivo, al hacerle decir lo que no
expresa, y atribuirle cualidades de las cuales no está provisto, equivocación que por entroncarse con la
materialidad misma de la experticia engendraría un error de hecho, como se dijo, y no de derecho, como
se propuso.
Pero aparte de derivar el apuntado error de conductas que le son extrañas, a la
sazón el recurrente terminó cuestionando un mismo aspecto de la prueba, como es el cuestionando un
mismo aspecto de la prueba, como es el referente a la valoración del daño material experimentado por
MARIA SILVIA PENA CASTAÑO, por errores de una y otra índole. Por error de derecho, cuando
denuncia la infracción del principio de la formalidad de la prueba, consagrado en el artículo 174 del
Código de Procedimiento Civil, porque se le reconoció eficacia probatoria, pese a que se produjo
anómalamente en ese aspecto, ya que la cuantificación del daño padecido por la señorita Peña Castaño
era un tema ajeno a la pericia. Y por error de hecho, al protestar por su falta de fundamentación en ese
mismo terreno, por la razón ya dicha, postura que sin lugar a dudas riñe con la técnica del recurso, que de
suyo proscribe " . . . proponerlos simultáneamente en el mismo cargo y con relación con idéntico punto
del medio probatorio, '0 hacer de los dos errores un compuesto híbrido para derivar el uno de la
comisión del otro" (auto de 30 de julio de 1974, ordinario de Ciro Alberto Montañez contra Antonio
Angarita".
3. El otro error facti in judicando que se denuncia, por el contrario, se verifica sin
dubitación, por lo menos en lo que tiene que ver con el dictamen emitido por el Dr. Alberto Aristides
Moreno Castellanos, médico laboral del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
El citado profesional, vinculado a la institución encargada de dictaminar sobre tal
materia, previo examen de la víctima y teniendo en cuenta las discapacidades y minusvalías generadas por
las lesiones recibidas, concluyó que 11... presenta una disminución en su capacidad laboral del setenta y nueve punto
cero cinco por ciento (79.050/0)", concepto que como se ve, modifica en buena medida el porcentaje de
disminución de tal potencial que sirvió de base para la tasación del lucro cesante pasado y futuro de
Maria Silvia en el dictamen antes considerado, trabajo en el cual se fijó en un 100% al considerar sus
autores que “...por las lesiones sufridas, la menor queda imposibilitada de por vida para el desempeño de labor alguna”.
Como pese a lo expuesto, el citado concepto fue dejado de lado por el juzgador,
el error que por tal motivo se le imputa, además de percibirse a simple vista, indiscutiblemente repercutió
en la resolución impugnada, pues debido a él la condena por el concepto anotado no guarda
correspondencia con su real dimensión, acusación que por lo mismo resulta atendible y conduce a la
casación del fallo por ese aspecto.
No ocurre lo mismo con los otros conceptos cuya ponderación se echa de
menos, pues así hubieren sido considerados por el fallador, el sentido de la decisión sería el mismo, como
quiera que, por un lado, el reconocimiento clínico efectuado a MARIA SILVIA PEÑA CASTAÑO,
confirma el daño corporal, de carácter definitivo, generado por las lesiones recibidas en el accidente, y
por lo mismo, ninguna modificación podría acarrear en la condena objetada.
Por otro lado, aunque en el concepto siquiátrico se consigna su buen desempeño
académico luego de tal suceso, de esa circunstancia no se sigue, por sí, que su capacidad laboral no se
haya visto disminuida, conclusión que confirma el hecho de que al fijarse en un 79.05% la reducción de
tal potencial, se tuvo en cuenta, entre otros factores, que la víctima no presenta discapacidades en la
adquisición del conocimiento, es decir, que así no se haya afectado esta facultad, y pueda por lo mismo
adquirir la capacitación profesional que se alega, de todas maneras su fuerza de trabajo se redujo en el
porcentaje indicado, condiciones en las cuales, como se dijo, el error alegado no se estructura, porque
como lo tiene dicho la Corte 1I...No citar en el fallo una prueba o parte de ella solo configura error de hecho cuando
de haber sido apreciada el fallo hubiese sido distinto” (Cas. Civ. de 16 de diciembre de 1978), modificación
decisoria que, se insiste,. no podría devenir de lo dictaminado sobre su desempeño académico.
4. Como la prosperidad del cargo por el aspecto antes indicado, conduce a la
casación del fallo, corresponde a la Corte proferir, en sede de instancia, la sentencia que lo reemplace.
SENTENCIA SUSTITUTIVA
1. Los presupuesto procesales están satisfechos, y la validez formal del proceso no
admite ningún reproche.
2. Como la sentencia del tribunal se infirmó por la prosperidad parcial del recurso,
las motivaciones no atacadas o que salieron ilesas de la acusación se mantienen incólumes y en aras de la
brevedad, se dan por reproducidas en este fallo.
De acuerdo con ellas, concurren en el caso los elementos estructurales de la
responsabilidad aquiliana, y las excepciones de mérito propuestas por los demandados, no están llamadas
a prosperar.
Los daños materiales experimentados por los demandantes se cuantificaron en la
experticia que obra a fls. 1 a 3 c. pruebas de oficio, en la suma de $115.760.802.00, cifra de la cual
$2.270.562.00 corresponden al daño emergente pasado de REYES PEÑA JAIMES, y $113.490.240.00 al
lucro cesante pasado y futuro de MARÍA SILVIA PEÑA CASTAÑO.
Empero, como el lucro cesante de la última se tasó en la suma mencionada
($113.490.240.00), teniendo en cuenta, entre otros factores, una disminución total de su capacidad
laboral, cuando ésta es del orden del 79.05%, como se dejó verificado en el cargo que resultó exitoso, la
suma a pagar por tal concepto asciende a $89.714.034.72, que corresponde al 79.05% del monto
estimado, aspecto en el cual el fallo apelado debe ser modificado.
DECISION
En armonía con lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, en Sala de Casación
Civil, administrando justicia en nombre de la República, CASA la sentencia pronunciada el 29 de marzo
de 2001 por la Sala Civil - Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cúcuta, en el proceso
ordinario promovido por REYES PEÑA JAIMES y ALBA MARINA FUENTES PARADA, quienes
actúan en su propio nombre y como representantes de los menores HENDER YAIR, RONALD
ALEXANDER, SHIRLEY KATHERINE y ALBA CRISTINA PEÑA FUENTES, Y por MARIA
SILVIA PEÑA CASTAÑO, representada por el primero, contra JOSÉ ROLANDO BATECA NOCUA
y la EMPRESA CORTA DISTANClA LIMITADA, Y actuando en sede de instancia, RESUEL VE:
1°. CONFIRMAR la sentencia apelada, modificándola en lo referente al monto
de los perjuicios materiales a cuyo pago fueron condenados los demandados, condena cuyo monto queda
reducido a la suma total de $91.984.596.72de de acuerdo con lo expresado en la parte motiva.
2°. Condénase a los apelantes a pagar el 90% de las costas del recurso, dada su
prosperidad parcial.
3°. Sin costas en casación, por la prosperidad del recurso.
4°. Cópiese, notifíquese y devuélvase el expediente al Tribunal de origen.
PEDRO OCTAVIO MUNAR CADENA, MANUEL ISIDRO ARDILA VELASQUEZ, JAIME
ALBERTO ARRUBLA PAUCAR, CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO, SILVIO
FERNANDO TREJOS BUENO En permiso, CESAR JULIO VALENCIA COPETE, EDGARDO
VILLAMIL PORTILLA
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA - SALA DE CASACION CIVIL
Magistrado Ponente: SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO
Bogotá D. C., veintitrés (23) de marzo de dos mil cuatro (2004).
Referencia: Expediente No. 14576
Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por la parte demandada contra la sentencia adiada el
23 de junio de 1999, proferida por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá en
el proceso ordinario adelantado por Víctor Omar Hernández Mahecha contra la Compañía
Suramericana de Seguros de Vida S.A.
I. EL LITIGIO
1. Reclama el demandante el pago del seguro de vida que solicitó Eleuterio Hernández, quien falleció en
esta ciudad el 19 de abril de 1993, expedido mediante póliza de seguro de vida grupo deudores número
77030 por la compañía demandada; en tal virtud, solicita que se condene a la nombrada aseguradora a
pagarle el valor del mismo, más intereses de mora a partir del 13 de junio de 1993 y hasta cuando se
verifique el pago.
2. Para sustentar la pretensión referida, se adujeron los siguientes hechos:
a) Eleuterio Hernández y el demandante, padre e hijo respectivamente, suscribieron como deudores
solidarios del Banco Industrial Colombiano un contrato de mutuo; en tal virtud, el primero adhirió al
seguro de vida colectivo contratado con la Compañía Suramericana de Seguros Vida S. A., en el cual la
entidad crediticia figuraba a la vez como tomadora y beneficiaria.
b) El asegurado se sometió a los trámites previstos para la adquisición del mencionado seguro y pagó las
respectivas primas mensuales hasta cuando falleció, momento en el cual el banco reclamó el monto del
seguro para cubrir la deuda insoluta, pero como el pago referido fue objetado, el demandante en su
condición de codeudor solidario siguió pagándola, con lo cual pasó a ser beneficiario del seguro.
c) La compañía aseguradora le negó al banco el pago del seguro prevalida de que el asegurado “no había
sido claro al manifestar su estado de salud al solicitar el crédito y diligenciar la solicitud de seguro, pues
había omitido indicar que padecía hipertensión arterial alta, enfisema pulmonar obstructivo coronario y
que era diabético”.
3. La compañía demandada se opuso a las pretensiones; negó la calidad de beneficiario del demandante
respecto del seguro de vida; adujo que el asegurado obró con reticencia por no haber sido veraz en el
informe dado en relación con su estado de salud al momento de contratar el seguro; planteó como
excepciones de fondo las que denominó, “falta de legitimación en la causa por activa” por ser el Banco
Industrial Colombiano el único beneficiario del mismo; “nulidad relativa del contrato de seguro” porque
el asegurado no contestó las preguntas relacionadas con su estado de salud, lo que equivale “a contestar
no, y esto constituye claramente una respuesta reticente”; “cobro de lo no debido”; “límite máximo del
valor asegurado”; y, “la genérica”.
4. El juzgado de conocimiento encontró probada la excepción de falta de legitimación en la causa por
activa y subsecuentemente profirió sentencia desestimatoria que la parte demandante recurrió en
apelación con éxito, toda vez que el tribunal la revocó para, en su lugar, condenar a la compañía
demandada a pagar el valor del seguro más intereses moratorios “vigentes en el momento del pago
efectivo”, liquidados desde el 14 de junio de 1993.
II. FUNDAMENTOS DEL FALLO MPUGNADO
1. Inicialmente el tribunal se ocupó de verificar la legitimación en la causa por activa, puesto que por su
ausencia el a quo dictó sentencia absolutoria; en ese sentido hace ver que el concepto referido a la
relatividad del contrato de seguro orienta la definición de beneficiario del mismo “hacia aquel que
naturalmente se beneficia de su contratación” y especialmente hacia quien fue calificado como tal en el
referido vínculo, pero paralelamente deja abierta la posibilidad de que sean otras personas, no
especificadas en el contrato, las que finalmente se beneficien del seguro, como ocurre en el presente
caso.
Rememora, entonces, que para la época del fallecimiento del deudor asegurado, existía un saldo
pendiente de la deuda de $19’138.412 “significándose con esto que el valor total del seguro estaba
destinado a cubrir la parte respectiva de ese saldo”; por consiguiente, fue el banco acreedor a quien
contractualmente se le asignó el carácter de beneficiario, pero dicho pago además le reporta beneficio al
codeudor cuanto que lo libera de la misma obligación. En este caso el codeudor pagó la totalidad de la
deuda mediante cuotas que siguió cubriendo luego de la muerte del tomador del seguro, lo que hace que
el banco haya perdido interés en cobrar el seguro, derecho en el que se subroga el codeudor pagador
quien, por ende, se halla legitimado para deducir en su favor el seguro pues pasó a ser beneficiario del
mismo.
Hace, entonces, especial énfasis en el interés que le asiste al deudor solidario para que se le pague el
seguro de vida en cuestión, “porque como codeudor tiene derecho a lograr que el valor de esa prestación
se le aplique al ‘monto no pagado de la deuda’ amparada de tal manera”, destacando, además, que la
absoluta pasividad del banco para reclamar por el no pago del seguro, “no puede lesionar el derecho del
codeudor, pues su condición de tal no lo puede convertir en solo un ente sin más capacidad jurídica que
la de solucionar el crédito, porque ello iría contra todo derecho fundamental de la persona como sujeto
de derechos”.
2. En cuanto a la reticencia por parte del tomador, -argumento en el que apoya la defensa la nulidad
relativa del contrato-, afirma el sentenciador que no se dio en este caso porque al momento de suscribir
la respectiva póliza al deudor no se le exigió suministrar información sobre la totalidad de los aspectos
del estado de salud que ahora echa de menos la parte demandada; tampoco ésta probó que dentro de los
cinco años atrás, “el peticionario del seguro padecía o había sido tratado por cuestiones cardíacas,
derrame cerebral, hipertensión, cáncer o epilepsia”, y aunque alega que la diabetes, a la cual se refiere el
dictamen médico aportado a los autos, la sufría el tomador para el momento en que empezó a padecer la
enfermedad que ocasionó su fallecimiento, no demostró cuál fue esa época, “pues los conceptos crónico
y antecedentes no traduce un lapso determinado de tiempo; tampoco es indicativo de muchos años
atrás”; todo para concluir que “no probó la demandada que si hubiera conocido que el peticionario del
seguro padecía alguna de aquellas dolencias o que se encontraba en circunstancias semejantes, hubiera
desistido de contratar o impuesto más onerosas condiciones”.
3. En relación con las restantes excepciones, aduce que la legitimación que encontró probada por parte
del demandante, excluye los argumentos en que dichos medios se sustentan, pasando enseguida a
referirse a los montos reclamados por el actor se ajustan a la ley.
III. DEMANDA DE CASACIÓN
Cuatro cargos plantea la censura en contra de la sentencia impugnada, todos con fundamento en la
causal primera de casación, de los cuales se despachará únicamente el primero por estar llamado a
prosperar.
CARGO PRIMERO:
1. Con fundamento en la causal primera del recurso de casación, por la vía directa, se acusa la sentencia
de haber quebrantado los artículos 1666, 1667 e inciso 3° del 1668 del Código Civil y 1080 del Código
de Comercio, por indebida aplicación, y los artículos 1506 y 1602 del Código Civil y 822, 1141, 1142,
1144, 1146 y 1147 del Código de Comercio, por falta de aplicación.
2. El error jurídico que endilga la censura al tribunal consiste en haber admitido como beneficiario del
seguro al demandante por el simple hecho de ser codeudor del crédito que dio origen al seguro de vida,
porque con dicho proceder omitió tener en cuenta que son partes en el contrato de seguro “tan solo el
asegurador y el tomador” y, además, dejó de considerar que un contrato no aprovecha ni perjudica “sino
a las personas que han participado en él”, creando derechos en favor de terceros únicamente en el
evento previsto en el artículo 1506 del Código Civil.
Anota que un tercero puede verse favorecido por el contrato de seguro únicamente cuando ha sido
designado por el tomador como beneficiario del mismo, y que si éste ha guardado silencio sobre el
punto, los beneficiarios serán su cónyuge y sus herederos; que el acreedor sólo tiene derecho a recibir la
parte del seguro de vida “igual al monto no pagado de la deuda”, toda vez que en este caso el saldo será
entregado a sus restantes beneficiarios.
3. Anota el recurrente que la subrogación que encontró configurada el Tribunal no es dable en este
evento porque las normas aplicadas con tal fin no corresponden al supuesto fáctico deducido por el
sentenciador, toda vez que ellas “se refieren a la subrogación en los derechos del acreedor del deudor
principal de dicho crédito (...), y en ningún caso a la subrogación en los derechos del acreedor como
beneficiario a título oneroso del seguro contratado a favor de este acreedor para garantizarle con su valor
el pago de la deuda contraída en su favor”.
4. Adicionalmente, no es factible, a juicio del censor, configurar mora en el pago del seguro por parte de
la aseguradora, “toda vez que quien ahora reclama el pago del seguro no es el verdadero acreedor de la
compañía aseguradora”.
IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE:
1. El reconocimiento de legitimación en la causa por activa para efectos de reclamar como beneficiario el
seguro de vida de que trata el presente litigio, lo sustenta el tribunal en dos argumentos sucesivos:
El primero, estriba en que el demandante participó como deudor solidario de la obligación respecto de
la cual el otro codeudor se adhirió al seguro de vida de grupo en el que se incluyó como beneficiario a la
entidad acreedora, a su vez tomadora y aquí demandada, por el saldo de la deuda a su cargo, y siendo
inferior éste o no habiéndolo en favor de los beneficiarios legales en forma total o parcial, según fuere el
caso; y el segundo, se finca en que como en tal condición el actor fue quien en últimas pagó la obligación
solidaria, se subroga en los derechos de la acreedora inicial, por cuyo efecto se le transmite la posición de
beneficiario del mencionado seguro quedando habilitado para exigir a la aseguradora el monto del
mismo ante el fallecimiento del deudor asegurado.
2. Esa calidad de subrogatario que el sentenciador reconoce en cabeza del actor, es lo que precisamente
cuestiona la censura porque a su juicio esa figura jurídica no es aplicable al seguro de vida para efectos de
transferir la condición de beneficiario, toda vez que de permitirse, asevera, se extenderían los efectos del
contrato de seguro celebrado entre ciertas y determinadas personas, a quien no tuvo ninguna injerencia
en el mismo.
3. A fin de desatar tal enfrentamiento de tesis en el plano estrictamente jurídico, precisa dejar sentadas las
siguientes premisas:
1º) El artículo 1579 del C. Civil ciertamente consagra que el deudor solidario que ha pagado la deuda
“queda subrogado en la acción del acreedor con todos sus privilegios y seguridades, pero limitada
respecto de cada uno de los codeudores a la parte o cuota que tenga este codeudor en la deuda”, y si el
negocio para el cual ha sido contraída la obligación solidaria, concernía solamente alguno o algunos de
los otros deudores solidarios, serán estos responsables entre sí, según las partes o cuotas que le
correspondan en la deuda, y los otros codeudores serán considerados como fiadores.
2º) En esa misma dirección apunta el artículo 1668 del C. Civil cuando consagra la subrogación por
ministerio de la ley, entre otros casos, “del que paga una deuda a que se halla obligado solidaria o
subsidiariamente”, caso en el cual al solvens, quien pasa a ser nuevo acreedor, se le traspasan “todos los
derechos, acciones y privilegios, prendas e hipotecas del antiguo, así contra el deudor principal como
contra cualquiera terceros, obligados solidaria y subsidiariamente a la deuda”. (subrayas fuera de texto)
3º) Traducen las normas citadas la presencia del fenómeno de la subrogación, o sea la transmisión de los
derechos del acreedor, en favor de el codeudor solidario que paga, pero siempre y cuando los mismos
sean inherentes a la obligación: ya contra los demás codeudores bajo las previsiones del artículo 1579
citado, o ya contra terceros, pero a condición de que unos u otros sean garantes de la obligación
satisfecha al acreedor antiguo, o sea por estar vinculados a ellas por medio de la solidaridad o de la
fianza. Esa limitación del alcance de la subrogación excluye por consiguiente que, por efectos de la
subrogación legal, el deudor solidario pueda hacer valer otros derechos que el acreedor originario
pudiera ejercer o haber ejercido en contra de terceros cuyas propias obligaciones no dimanan de su
participación como garantes del pago de la deuda satisfecha por él.
Vale decir que teniendo derechos el acreedor inicial contra terceros derivados de relaciones
contractuales autónomas que, por serlo, no son inherentes al crédito, o que aun relacionadas con estos
no suponen una garantía de pago de los mismos, a ellos no se extienden los efectos de la subrogación.
4. Sirven las precedentes conclusiones de orden jurídico para verificar, en contra de la tesis del tribunal,
que por el pago que realizó el demandante en su condición de codeudor solidario, los efectos de la
subrogación en los derechos del acreedor antiguo no alcanzan para otorgarle la calidad de beneficiario
del seguro de vida de deudores tomado por el acreedor inicial.
Ciertamente hay un deudor que paga y por esa razón se da la subrogación en los derechos del acreedor
satisfecho, pero no alcanza la misma para que se le trasmitan los derechos como beneficiario del seguro
de vida deudores contra la aseguradora – tercero para el caso -, pues no solo se trata de una relación
autónoma en la que identifica plenamente los sujetos vinculados que no incluyen al actor, sino que
aunque de algún modo haya estado conectada con el crédito satisfecho, no supone la presencia de la
aseguradora como garante del pago de la obligación, esto es, cuanto que no se le puede calificar de
tercero que se haya obligado solidaria o subsidiariamente como lo exige el artículo 1670 del C. Civil; en
otros términos, la aseguradora no se comprometió a pagar la deuda como si fuera deudor en igual grado
o en el caso de que el deudor asegurado no lo hiciera.
5. En esas circunstancias, el contrato sobre el que versa el presente litigio corresponde a un seguro de
vida grupo deudores, en lugar de un seguro de crédito; y siendo así, el acreedor beneficiario del mismo
queda habilitado para hacerlo efectivo, pero en principio sin menoscabo del derecho que también le
asiste de solicitar o exigir el pago de la deuda, el cual se vincula dicho seguro, contra los otros codeudores
solidarios si los hay, dándose margen para que en caso de que uno de estos efectúe el pago pueda hacer
las exigencias pertinentes frente a los herederos del deudor solidario fallecido y asegurado, antes que
sustituir al acreedor mismo en el contrato.
6. Por consiguiente, en las circunstancias especiales que ofrece este caso, en el que se verifica que el
acreedor beneficiario del seguro quiso hacer efectivo éste para aplicarlo a la deuda, mas no obtuvo el
resultado positivo por causas ajenas a su voluntad, cuanto fue la aseguradora quien propuso una objeción
que determinó en últimas que el otro deudor solidario procediera a efectuar el pago de la deuda; y en el
que, además, median las relaciones internas de la solidaridad entre quien hizo ese pago y los herederos
del otro codeudor, los que por causa de la extinción de la obligación pasaban a ser beneficiarios del
seguro; debe concluirse que no hay lugar a que el demandante pueda tomar para sí igual título,
beneficiario, por vía de la subrogación.
Y tanto más se reafirma lo anterior, para este caso concreto, si se tiene en cuenta que precisamente por
efectos de la solidaridad pasiva, bien podía el banco aun haber exigido el pago al codeudor sobreviviente
– ante la dificultad de cobro del seguro -, y efectuándolo el requerido quedaba extinguida la deuda para
todos los deudores solidarios, sin más, con la consecuencia de que se afirmaba el derecho de los
beneficiarios adicionales respecto del seguro de vida y sin perjuicio de los efectos de la subrogación
contra ellos como herederos del deudor fallecido, quien era, según las evidencias, el interesado en la
deuda.
7. Puesto que de acuerdo con lo discurrido se descubre el yerro jurídico en que incurrió el sentenciador
por haber otorgado al demandante la condición de beneficiario como efecto del pago con subrogación,
basta ello para casar el fallo recurrido, en cuyo lugar, en la sentencia sustitutiva que a continuación se
profiere con fundamento en las mismas consideraciones precedentes, se confirmará la sentencia
absolutoria dictada por el a quo, con fundamento en la ausencia de legitimación en la causa por activa,
puesto que el demandante no ostenta el carácter de beneficiario del seguro de vida como lo alegó desde
la demanda.
V. DECISIÓN:
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la ley, CASA la sentencia proferida por la Sala Civil del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá el 23 de junio de 1999, dentro del proceso de la
referencia, y en sede de instancia RESUELVE:
PRIMERO: CONFIRMAR la sentencia proferida por el Juzgado 28 Civil del Circuito de esta ciudad, el
22 de mayo de 1997, por la cual declaró probada la excepción de falta de legitimación en la causa por
activa y negó las pretensiones de la demanda.
SEGUNDO: CONDENAR en costas de segunda instancia al demandante, las cuales se tasarán en su
oportunidad.
No hay lugar a costas en el recurso de casación dada su prosperidad.
Cópiese, notifíquese y devuélvase
MANUEL ISIDRO ARDILA VELÁSQUEZ, CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO,
PEDRO OCTAVIO MUNAR CADENA, JOSE FERNANDO RAMÍREZ GÓMEZ, SILVIO
FERNANDO TREJOS BUENO, CESAR JULIO VALENCIA COPETE, EDGARDO VILLAMIL
PORTILLA

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