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La sucesión testamentaria o voluntaria

La sucesión testamentaria
La sucesión testamentaria o voluntaria: Es aquella en que la transmisión
patrimonial opera por voluntad del causante expresada en un testamento.
En esta clase de sucesión es la voluntad del testador la que prima para
determinar la forma en que debe distribuirse el patrimonio hereditario y
quienes deben ser los beneficiarios del mismo.
Cabe precisar sin embargo, que en nuestro sistema la voluntad
del testador no es irrestricta sino que su eficacia está condicionada al
cumplimiento de ciertas formalidades y limitaciones.
Para que se considere que hay sucesión testada, la voluntad del
causante debe estar expresada en un acto jurídico especial como es el
testamento, de tal modo que cuando éste exista nos encontraremos ante un
caso de sucesión testamentaria. Es por eso, que a la muerte del causante
debe investigarse primero si existe o no testamento que haya otorgado,
siendo requisito previo para iniciar un trámite de sucesión intestada el
certificado negativo de testamento de los Registros Públicos a nombre del
causante, y si en el curso de un proceso de esta naturaleza se ubicara un
testamento, daría lugar al corte del procedimiento respectivo.
La sucesión intestada
Es la establecida por la ley, cuando el causante no ha dejado
expresada su voluntad mediante un testamento o, de haberlo
hecho ha sido declarado nulo. Se caracteriza por ser a título
universal, pues en ella sólo existen herederos legales que reciben
todo o una parte alícuota de una herencia, no hay sucesores a
título particular o legatarios.
Mediante un conjunto de normas que regulan la
transmisión hereditaria, el legislador ha creado una voluntad
supletoria a la del causante, la ley, que rige la sucesión a falta
de testamento, la que se funda, en el deber de familia que
impide que una persona pueda dejar en el desamparo a
descendientes y parientes próximos. De tal modo que el sistema
tiende a la consolidación y fortificación de la familia que es la
base de la sociedad.
La sucesión mixta
Es la sucesión que en parte es testada y en parte
intestada; como ambas sucesiones no son incompatibles,
nada impide que en ciertos casos ambas coexistan, que
en parte sean reguladas por voluntad del causante
expresada en el testamento y en parte por disposición
de la ley, de tal modo que ambas fuentes del Derecho
Sucesorio concurran con sus disposiciones a regular el
destino de los bienes de una misma sucesión, por
ejemplo, cuando el testador que no tiene herederos
forzosos o voluntarios instituidos en testamento, no ha
dispuesto de todos sus bienes en legados sino
únicamente de algunos de ellos, para saber quienes son
las personas llamadas a recibir la herencia debe acudirse
al proceso no contencioso de sucesión intestada, para
que se declare a los herederos llamados a suceder al
causante.
La sucesión contractual
Si el titular del patrimonio aún no ha fallecido y por ende no
se ha abierto su sucesión hay prohibición para celebrar
pactos sobre esa sucesión futura
La sucesión contractual, se encuentra
expresamente prohibida en nuestra legislación a tenor de lo
prescrito en los artículos 678° y 1405°. Se refiere a tres
situaciones:
•Pacto de Constitución: Por el cual el causante pacta con un
tercero a fin de dejarle todo o parte de su patrimonio en
herencia.
•Pacto de Renuncia: Por el cual un heredero pacta con otro
renunciando a la herencia de una persona con vida,
comprometiéndose a abstenerse de ejercer los derechos
que le correspondan, beneficiando en esta forma al otro
heredero que recibirá la parte que a aquel le hubiere
correspondido.
La sucesión contractual
•Pacto de Disposición: Por el cual una persona pacta con un
tercero transfiriéndole los derechos respectivos que tendrá en
una determinada sucesión.
Estos pactos han sido negados en la mayoría de legislaciones y
por la doctrina, por fundamentaciones de índole moral y
jurídica. Se han reprochado este tipo de pactos por
considerarse que llevan implícitos un deseo de que fallezca el
titular del patrimonio para que el contrato pueda surtir sus
efectos, por lo que llegó a considerárseles como contratos de
aves de presa o de rapiña.
Por otro lado, éstos crearían incertidumbre jurídica, por cuanto
es al momento del fallecimiento de una persona que se configura
la condición de los herederos y lo que les corresponde recibir,
pudiendo variar sustancialmente ambas situaciones desde el
momento del pacto hasta el momento del fallecimiento del
causante.

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