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La enfermería abarca los cuidados, autónomos y en colaboración, que se prestan a las personas
de todas las edades, familias, grupos y comunidades en todos los contextos, e incluye la
promoción de la salud, la prevención de la enfermedad y los cuidados de los enfermos,
discapacitados y personas moribundas. Históricamente, las funciones esenciales de la
enfermería son la defensa de los enfermos, el fomento de un entorno seguro, la investigación, la
participación en la política de salud en la gestión de los cuidados y los sistemas de salud, así
como la formación.
Órdenes religiosas
La enfermería moderna comenzó a mediados del siglo XIX. Uno de los primeros programas
oficiales de formación para las enfermeras comenzó en 1836 en Alemania a cargo del pastor
protestante Theodor Fliedner. Por aquel tiempo, otras órdenes religiosas fueron
ofreciendo también formación de enfermería de manera reglada en Europa, pero la escuela de
Fliedner es digna de mención por haberse formado en ella la reformadora de la enfermería
británica Florence Nightingale. Su experiencia le brindó el ímpetu para organizar la
enfermería en los campos de batalla de la Guerra de Crimen, y, más tarde, establecer el
programa de formación de enfermería en el hospital Saint Thomas de Londres. La llegada de las
escuelas de enfermería de Nightingale y los heroicos esfuerzos y reputación de esta mujer,
transformaron la concepción de la enfermería en Europa y establecieron las bases de su carácter
moderno como profesión formalmente reconocida.
Una sola palabra “Cuidar”, puede definir hoy día a la enfermería, sencillo término pero lleno de
significado. Cuidar es una ciencia social y humana que necesita preparación, conocimientos,
investigación y sobre todo, experiencia de trabajo con los enfermos. Cuidar es poner
laboriosidad, diligencia, atención, disponibilidad y por supuesto, comunicación.
Desde la antigüedad, uno de los efectos generados como consecuencia de las terribles
pandemias extendidas por todo el mundo producto del fenómeno colonizador, ha sido la
necesidad de una demanda de cuidados que, por fortuna, han venido evolucionando a lo largo
de la historia. Comenzó como un período empírico de los cuidados iniciado con los cuidados
propios de los pueblos indígenas, pasando por una atención a los enfermos en el hogar,
acompañado de sentimientos cristianos, vocación, afecto, observación, conocimiento y
habilidades, hasta un período científico y técnico que permitió la creación de los primeros
programas de formación de enfermeras y el surgimiento de una educación formal y sistemática
hasta la actualidad.
A finales del siglo XIX, la enfermería en Venezuela estaba en manos de las religiosas que
atendían en centros de salud. En los años treinta era evidente que requería un nuevo modelo
para formar enfermeras profesionales que elevaran los estándares de la profesión. Sin embargo,
el precario nivel educativo con que llegaban las aspirantes y las exigencias de los servicios
hospitalarios, que buscaban una manera económica de llenar sus demandas con personal
adiestrado pero sin mejoras educativas, impidió que se cumpliera tal aspiración. La enfermería
se centró en la dimensión técnica y en la subordinación médica, aunados a la resistencia de la
medicina curativa de la época que impidió una visión integral de la salud.
Los estudios de enfermería se iniciaron entre 1837 y 1900 con la formación de enfermeras
obstétricas, y luego, de forma discontinua hasta 1937. En 1940 nace formalmente la Escuela
Nacional de Enfermeras (ENE), y entre los años 1944 y 1959, por decretos presidenciales
publicados en gacetas, se establecen reglamentos y parámetros a seguir por las distintas escuelas
de enfermería en Venezuela. Pero es sólo a mediados del año 1959 cuando se modifica el
currículo relacionado con la formación de enfermeras en base a dos pensa de estudios
otorgándose el título de Enfermera Profesional.
Período precolombino
El concepto de cuidado y ayuda a los demás está presente desde el inicio de las civilizaciones, lo
que se ha dado en llamar actualmente “cuidados de enfermería” ha estado presente de manera
intrínseca en los cuidados de la vida del hombre en su esencia, en su mundo, en fin, en su vida
cotidiana.
Es así como la mayor preocupación del indígena primitivo fue combatir las agresiones externas
y las enfermedades, así como cuidar sus necesidades y su entorno para sobrevivir. De su relación
con la naturaleza, nuestros indígenas no solamente observaron su ecosistema, los elementos
naturales y animales salvajes, que les proporcionaron alimentos, abrigo y medios para la
elaboración de objetos y herramientas, sino también el uso de plantas, raíces y hojas con
propiedades terapéuticas que les permitieron sobrevivir en un ambiente primitivo y hostil. Es
necesario señalar que las diferencias biológicas determinaron la participación y el reparto n el
seno de las diversas comunidades indígenas asignando a la mujer las actividades de protección,
promoción y mantenimiento de la vida frente a las condiciones adversas del medio y utilizando
para ello elementos naturales como el agua, las pieles, las plantas y los aceites. Los cuidados
básicos fueron dirigidos a la alimentación, la asistencia durante la gestación, el parto, la crianza
y el cuidado de los niños, ancianos y enfermos.
Esta época se basó en el animismo, por eso la magia, los ritos y las creencias primitivas
(exorcismos, utilización de hierbas, amuletos, cantos, uso de maracas y tabaco), aunado todo al
uso de baños en ríos (abluciones), el arropamiento húmedo (arcilla mojada) y la sangría, que
constituyeron asuntos íntimamente relacionados con los procesos de salud – enfermedad, tanto
en lo que concierne al propio concepto y a su evolución en el tiempo como a las prácticas de las
distintas civilizaciones no sólo para mantener la salud, sino también para curar las
enfermedades.
Período Colonial
La época colonial comienza con el descubrimiento o encuentro de las civilizaciones (1498 en
Venezuela) y la independencia en 1810. La primera parte de este período consistió básicamente
en lo que se podría llamar la conquista del nuevo territorio por parte de los españoles, es decir,
la época de guerra y colonización de los indígenas, la fundación de ciudades y el primer
poblamiento. Se desarrolló en gran parte del siglo XVI.
La segunda parte del período colonial corresponde al desarrollo y población del territorio por los
españoles, negros y mestizos.
En cuanto a la medicina de la época, al arribar los españoles e iniciar la colonización guiados por
la codicia, imbuidos por el misticismo cristiano y provistos de una “mejor tecnología”, trajeron
también su medicina, que no era otra cosa que una medicina medieval aún, galénica o
hipocrática, una medicina de examinar el pulso y la orina prescribiendo purgas y sangrías.
Es importante destacar que las diversas culturas prehispánicas se vieron afectadas por una serie
de enfermedades infecciosas endémicas de características regionales, pero con el arribo de los
colonizadores españoles surgieron nuevas enfermedades que produjeron estragos en la
población local, entre ellas el sarampión, la varicela, la tos convulsiva, la difteria, la malaria, la
fiebre amarilla, la peste bubónica, el tifus exantemático y la lepra, traídas de Europa y África
principalmente con los grupos de esclavos africanos o los navegantes españoles.
Los doctores en medicina eran los togados o facultativos (a partir de 1777 mediante el
Protomedicato de la capitanía General de Venezuela), los que se habían graduado en una
facultad o colegio de medicina, y eran españoles o descendientes “legítimos” por ambas ramas
paternas. Como en el siglo XVI aún no había ocurrido la fusión entre la medicina y la cirugía en
Europa, la parte manual la ejercían los cirujanos, quienes también tenían que haber cursado
estudios en un colegio o facultad y debido a su conocimiento del latín eran conocidos como
cirujanos latinos, a diferencia de los cirujanos romancistas, quienes habían cursado y rendido
exámenes en español.
Por su parte, los flebotomistas eran practicantes menores cuya principal labor era hacer sangrías
por orden de los doctores. La boticaria o farmacopea, era parte de la medicina en ese entonces, y
la labor de los boticarios consistía en preparar y expender las recetas ordenadas por los
doctores.
En esa época, las damas de la nobleza criolla contribuyeron a organizar los primeros servicios
elementales de asistencia pública en Caracas y Maracaibo utilizando sus conocimientos
domésticos. Se da la apertura del Hospital de San Pablo a cargo de practicantes de la escuela de
medicina y enfermeros empíricos (Jamieson, Sewall y Suhrie, 1968). Asimismo, la lepra vino a
constituir un problema en aquel momento (conocida como mal de Lázaro), por lo que fue
fundada, según Jamieson por Real Orden del 21 de marzo de 1752, el Hospital de Lazarinos
“Esquina de San Lázaro”. Posteriormente, los “leprosos” fueron enviados a las colonias de cabo
Blanco, Distrito Federal y Providencia en el estado Zulia.
No habiendo en Santiago de León de Caracas hospitales para la clase pudiente, eran mujeres las
que asistían a los enfermos a domicilio, entre quienes figuraron Francisca de
Torres, Margarita Díaz y Antonia de Becerra. En cuanto a la atención obstétrica figuran
como primeras parteras Isabel de Montes y Juana Henríquez.
Durante la Colonia hubo otro tipo de cuidados de la salud y medicina no tradicionales: las
prácticas curanderas tanto de indígenas como de africanos, quizás de mayor arraigo y extensión
que la misma medicina tradicional. Los curanderos, fieles a la tradición oral de sus antepasados,
siguieron haciendo uso del rico herbario medicinal, las prácticas curativas y los ritos míticos que
venían haciendo desde la época precolombina y que son aún parte de nuestra cultura.
La República
La Venezuela independiente, caracterizada por profundas transformaciones, entre ellas el
cambio generado en las condiciones demográficas y la introducción de nuevas enfermedades por
parte de los colonizadores (las desastrosas epidemias de fiebre amarilla y viruela), trajeron
graves consecuencias sobre la población. Consecuentemente se establecieron medidas
defensivas, y de este modo, mediante la lucha anti-epidémica, se inició el desarrollo del Sistema
de Salud en Venezuela (Archila 1956).
…la ley de Organización Política y de Régimen de las Provincias de 1830, estableció que los
Alcaldes Municipales velasen por la salubridad y ordenó la creación de Juntas Municipales de
Sanidad en las Capitales de Provincias y las Subalternas en las cabeceras de Cantones y
Parroquias …
Enfermedades como malaria, fiebre amarilla, peste bubónica, tifus y disentería constituyeron la
forma de vivir, enfermar y morir de la población. Las acciones del Estado fueron llevadas por las
juntas de sanidad u otros organismos, cuyo funcionamiento fue irregular e intermitente (García
1981).
Este período se caracterizó por una práctica empírica de la enfermería, cuya prestación de
cuidados se llevaba a cabo principalmente en el hogar, siendo su marco referencial el ejercicio
del cuidado a los enfermos. Este cuidado exigía un sentimiento cristiano, vocación y servicio, así
como observación, conocimiento y habilidades para curar.
En 1837, el Dr. José María Vargas autorizó al Dr. Santos Gásperi para dictar cursos a las mujeres
que quisieran dedicarse a la atención de partos.
Entre 1865 y 1889 aparecieron los primeros reglamentos, en los cuales se describieron las
funciones del personal de enfermería en instituciones sanitarias. Durante esta época, el grueso
de la población estaba ubicado en áreas rurales y los cuidados de enfermería eran llevados a
cabo en las distintas localidades por practicantes empíricos con escasa formación o por
asistentes médicos.
Los cuidados de salud relacionados con la enfermería fueron llevados a cabo sobre todo por
mujeres, y se caracterizaron por el uso de plantas en infusiones, cataplasmas, vigilancia de la
alimentación, abrigo, masajes, cuidado de los enfermos en el hogar y asistencia como parteras.
Por otro lado, los curanderos, “brujos o brujas”, eran personas a las que la población atribuía
poderes especiales, puesto que combinaban ritos mágicos con conocimientos propios de los
cuidados de la salud, uso de hierbas, rezos y amuletos.
Por resolución del 11 de febrero de 1889, el gobierno de entonces contrató a monjas francesas de
la orden Hermanas de la Caridad de San José de Tarbes (1a) y a dos capellanes para la dirección
económica y atención de pacientes en lo que es actualmente el Hospital vargas, fundado en
1888. Pese a su valiosa contribución, el control por parte de las congregaciones religiosas retrasó
el desarrollo de la enfermería (en 1907 se inicia la preparación del personal auxiliar de
enfermería en Ciudad Bolívar con un curso de dos años en el Hospital Ruiz Páez). No es sino
hasta el año 1912 cuando se crea la primera escuela de enfermería en el Hospital vargas. Es
importante señalar que las religiosas no permitieron a las estudiantes hacer su trabajo práctico,
aunado eso a su oposición a que ingresaran las primeras enfermeras graduadas. Restricciones
como estas ocasionaron el cierre de la escuela de enfermería.
Ahora bien, las cuidadoras religiosas tenían un modo de vida basado en la estricta disciplina, la
obediencia, la humildad y la sumisión. Las hermanas daban énfasis a la ayuda y asistencia al
enfermo, pero sus conocimientos empíricos no cubrían los requerimientos médicos de los
pacientes. La enfermería, desde esta perspectiva, no requería ningún tipo de formación
profesional especializada, a no ser su dedicación religiosa. Lo antes señalado se relaciona
significativamente con la influencia de la etapa vocacional descrita por algunos autores como
Martín Caro, para quien “…las actividades de cuidar se basan en el consuelo, con un enfoque
humanitario y en estrecha relación con la religión”.
Para 1916, se recibió en Venezuela la primera visita de una comisión de higienistas de los
Estados Unidos, de carácter cívico-militar, para asesorar la lucha contra la fiebre amarilla,
dirigida por el mayor general William C. Gorgas. Según la Fundación Rockefeller, la apertura del
Canal de Panamá podía favorecer que la fiebre amarilla se propagase al oriente, y considerando
que era posible extinguir totalmente los focos de endemicidad de las regiones en donde existían,
resolvió constituir, como en efecto hizo, una comisión destinada a erradicar dichos focos y a
cooperar con los gobiernos respectivos en su eliminación (Machado 1982).
Con la creación de los cursos de enfermería dirigidos por el Dr. Francisco Antonio Rísquez, se
mejora la asistencia técnica de los enfermos, ya que las egresadas de estos cursos comenzaron a
prestar sus servicios en instituciones públicas y privadas, así como también en el domicilio de
las familias adineradas (Jamieson 1968).
Las secuelas de la Segunda Guerra Mundial propiciada entre 1936 y 1945 aumentaron el flujo de
inmigrantes europeos, en su mayoría exiliados españoles, a quienes el Estado acogió y contrató
para aumentar la fuerza de trabajo capacitada.
En 1956 se creó el Ministerio de sanidad y Asistencia Social (MSAS), entre cuyas tareas estaban
la capacitación de recursos humanos, la contratación de peritos extranjeros y el otorgamiento de
becas a personas, entre ellas a estudiantes de enfermería, para formarse en el extranjero
mediante convenios con la Fundación Rockefeller, el Instituto de Asuntos Sanitarios y la Oficina
Sanitaria panamericana (Maldonado 1970).
Asimismo, durante los años que precedieron la década de 1940, los estudios y avances en
materia de pediatría y puericultura eran muy incipientes. No existían centros de salud
especializados en la atención del niño, que pudieran suplir las necesidades médicas de la
población infantil, hasta la fundación del Hospital Municipal de Niños “Dr. José Manuel de los
Ríos” (4). Ante la imperiosa necesidad de formar profesionales de la salud, esta institución
médica se convirtió en sede de otra Escuela de Enfermeras.
Otro centro de enseñanza de la época fue la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja “Dr.
Francisco Antonio Rísquez” (Actualmente Colegio Universitario de Enfermería de la Cruz Roja)
(5), que graduaba desde 1914 enfermeras en cursos de dos años. También desde 1914, la
formación de enfermeras por parte de la Cruz Roja se realizaba en otras ciudades fuera de la
capital como eran: Maracaibo, Puerto Cabello y San Cristóbal. En 1928, su director el Dr.
Rísquez, implementó un sistema de formación con cursos abreviados. Para 1937, la formación
fue una modalidad de internado de 2 años en un régimen semestral.
En 1937, el Ministerio de educación Dr. Rafael E. López, organiza una escuela de enfermería
adscrita a ese ministerio y conocida como la “Escuela Normal Profesional de
Enfermeras” (Boley 1954). Como se señaló anteriormente, las circunstancias de la época
permitieron al Gobierno venezolano la acogida de recursos humanos capacitados para aligerar el
desarrollo de un país que cimentaba las bases de un nuevo tiempo.
Así fue como dos exiliadas españolas fueron contratadas por el Gobierno por recomendación de
la Fundación Rockefeller. La primera se formó en Cataluña, poseía una experiencia profesional
de 18 años, había llevado a cabo estancias de especialización en Londres, Paris y Norteamérica,
así como ocupado la dirección de la Escuela de Enfermeras de la Generalitat catalana (7). La
segunda se formó en Madrid, en donde adquirió una experiencia de diez años. También se había
especializado en el extranjero y ocupado el puesto de directora del Instituto Infantil de Sevilla.
Ambas conocieron a fondo los principios de la enfermería anglosajona liderada por Florence
Nightingale y consideraron que la única vía de progreso de la enfermería como disciplina era su
profesionalización. La primera tomó el cargo de directora y a la segunda se le asignó el de
subdirectora. Sus tareas en Venezuela consistieron en organizar y dirigir la escuela de
enfermería pese al bajo presupuesto, la falta de equipos y los inadecuados salones de clase.
En 1950 ya había 23 hospitales, con 2.932 camas y en 1960 se contaban con 22.773 camas
oficiales (Archiva 1954).
El propósito primordial de la ENE fue preparar enfermeras para el ámbito de la Salud Pública
(Fernández 1942). Estas escuelas se crearon por todo el territorio venezolano, resaltando las
siguientes según su orden cronológico de creación:
1947, Valencia, Escuela Nacional de Enfermeras “Dr. Francisco Antonio Rísquez”, cuya primera
directora fue Aurora Vivas.
1948, Barquisimeteo, Escuela Nacional de Enfermeras “Dr. Juan Alberto Olivares”, y su
directora fue Ramona Contreras.
1949, Cumaná, Escuela Nacional de Enfermeras “Dr. Domingo Badaraco Bermúdez”, cuya
directora fue Lastenia Izaguirre.
1954, Maracaibo, Escuela Nacional de Enfermeras de Maracaibo, cuya directora fue Antonia
Campos.
1957 Caracas, Escuela Nacional de Enfermeras “María de Almenar”.
1963, Mérida, Escuela Nacional de Enfermeras, cuya primera directora fue Maruja Rivas
Belandria.
FOTO 007 Manual de la enfermera. Revista de la Escuela Nacional de Enfermeras (ENE) 1942
En Caracas se crearon también la Escuela de Enfermería de la Cruz Roja (1937), la Escuela del
“Trabajo y Estudio” (1959), la Escuela “Municipal de Enfermeras” (1960), la Escuela “Florence
Nightingale” (1963), la Escuela de Enfermería de las Fuerzas Armadas y la Escuela de
Enfermería del Hospital Coromoto en Maracaibo.
NOTAS
(1) Las Hermanas de San José de Tarbes vinieron desde Cantaous (Francia) a Venezuela en
1889. Las 18 primeras religiosas dirigidas por la Reverenda Madre Saint Simón, llegaron a La
Guaira, Venezuela, el 13 de junio de 1889, con el objeto de desempeñarse en centros
hospitalarios y educativos. A petición de las familias de Caracas, el 1 de marzo de 1891, se
abrió una casa particular contigua a la Iglesia de San Juan, el "Internado de San José de
Tarbes", con una matrícula inicial de 40 alumnas. En 1902 el colegio se traslada a su nueva sede
en “El Paraíso”, donde continúa su funcionamiento. Al transcurrir del tiempo, el Colegio ha
crecido hasta alcanzar una matrícula considerable, incorporando de nuevo la educación mixta.
En función de las exigencias pedagógicas, acorde con los nobles objetivos de la Institución y de
una Venezuela de avance, fue necesario ampliar sustancialmente la infraestructura del Plantel.
(2) Dentro de los cuidados médicos estaban el control de la temperatura, las inyecciones, los
vendajes, las sangrías y las ventosas, entre otros).
(3) Esta Escuela funcionó hasta 1919 y luego pasó a formar parte de la Escuela Normal de
Maestros.
(7) Aurora Mas Gaminde, enfermera visitadora madrileña que a sus 36 años fue becada
durante el gobierno de la IIa República para cursar sus estudios de Salud Pública en la
Fundación Rockefeller. En 1940 por sugerencia de Mary E Tennant fue a Venezuela junto con
Montserrat Ripol, y participó en la recién creada Escuela Nacional de Enfermeras (ENE).
Fue directora de la ENE de 1941 a 1943 durante los cuales creó la revista también llamada ENE
en la que publicó cuatro artículos. Carlos Álvarez Nebreda recoge esta revista en “Catálogo
Bibliográfico de Publicaciones Enfermeras - 1864 – 1977”. También trabajo con Manolita Ricart
en Maracaibo cuando abandonó la escuela ENE. En 1933 había participado en la nueva
revista La Visitadora Sanitaria. (Grupo de investigación, Cuidados Invisibles. Aurora Mas.
MUSEO
El primer Museo de Enfermería en Venezuela se encuentra en la Escuela de
Enfermería de la ULA
http://uvero.adm.ula.ve/prensa/index.php/el-primer-museo-de-enfermeria-en-
venezuela-se-encuentra-en-la-escuela-de-enfermeria-de-la-ula/
AGRADECIMIENTOS
Amadora Zavala
Domingo A. Socorro Sánchez
Quiero felicitar a las profesoras Alba Rosa Fernández y María Gregoria Vega, a los profesores
Asdrúbal Velasco cañas y Eduardo Sánchez Uzcátegui y al universitario José Noguera, por tan
valioso y oportuno aporte de información.
FOTOGRAFÍAS
Escaneadas del propio libro
Fotos enviadas por Eduardo J. Sánchez
Foto Jornada Científica, marzo 2006
BIBLIOGRAFÍA
La enfermería en Venezuela. Historia, organización y lucha colectiva. Eduardo J. Sánchez; María
G. Vega; Alba Rosa Fernández; Asdrúbal A. Velasco y José Gregorio Noguera. Universidad de los
Andes. Mérida. Venezuela. Consejo de Publicaciones 2011
COLABORADORES
Raúl Expósito González
Enfermero. Servicio de Anestesia y Reanimación. Hospital “Santa Bárbara” de Puertollano.
Ciudad Real. Experto en Barberos, Ministrantes y Sangradores
raexgon@hotmail.com