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La conciencia moral es esa voz interior que nos obliga a actuar de una forma y también nos
dice si son correctas o no nuestras acciones.
Solo el ser humano es sujeto de actos morales o inmorales; por lo tanto, podemos decir que
la conciencia moral es una función de la persona. La conciencia moral es la que orienta la
conducta en la dirección que la persona, de acuerdo a sus principios, considera correcta.
Para juzgar y dirigir las acciones la conciencia se sirve de principios, es decir, de la moral
con la que cada persona rige su vida. Estos principios que forman la moral son los que trajo de su
hogar, y los que fueron adquiriendo e imponiéndose racional y libremente.
Sabemos que algunas personas tienen una conducta moral y que otras no; por lo tanto,
podemos decir que la misma persona es el sujeto de la conducta moral, porque la conciencia
moral es la que capacita al ser humano para captar y vivir los valores morales. Su desarrollo y
perfección dependen de la personalidad de cada uno, pero una vez que esto se logra, la
conciencia moral es indeleble; es decir, sabe distinguir entre el bien y el mal.
La conciencia juzga el hecho antes y después del acto moral. Los juicios previos establecen
los principios; por ejemplo, sabemos que hay que hacer el bien y evitar el mal; es decir se juzga
que, si un acto es bueno, debe ser realizado; si es malo, debe ser evitado. Después del acto, la
conciencia acepta el hecho si fue bueno, pero si fue malo, lo rechaza; juzga también si el acto fue
digno de recompensa o de castigo. Si fue malo sabe que tiene la obligación de reparar los males
causados.
El ser humano elige hacer el bien o el mal; es decir, su voluntad depende de su conciencia.
Por ejemplo, dos personas observan que un bombero entra a un edificio en llamas para salvar la
vida de un niño. Una de ellas valora el riesgo y la bondad del bombero, cuyo objetivo en este
caso es arriesgar su propia vida por el prójimo. La otra persona juzga que es una locura
exponerse al gran peligro de perder la vida para salvar la de otro. Cada uno juzgó de acuerdo con
sus principios. Eso es conciencia moral.
La Biblia y la moral
En las Sagradas Escrituras se establecen y desarrollan los principios éticos y morales que
inspiran gran parte de la legislación y las normas de convivencia de las sociedades modernas.
Los cristianos creemos que estos conceptos inspirados se originaron en el pensamiento infinito
de un Dios inmanente y todopoderoso. Fueron revelados al ser humano en el principio de los
tiempos, pero tras la entrada del pecado, Dios envió a sus profetas como restauradores de las
verdades eternas (Amós 3:7) con la misión de transmitir el mensaje divino a las naciones. La
Palabra de Dios resuena por los siglos de los siglos como un recordatorio de su voluntad para sus
hijos, como regla perpetua de cómo deben desenvolverse mientras caminan en este mundo. Por
tal motivo, los Diez Mandamientos” (Éxodo 20), vienen a ser el reflejo del carácter del Creador,
y la ley que Jesús vino a honrar y cumplir, para darnos ejemplo.
La Ley de Dios es perfecta y, cual espejo, nos muestra objetivamente lo que es bueno y
malo. No podemos ser jueces imparciales o justos, ni para nosotros ni para otros. Sin embargo,
existen distintas teorías –entre ellas, el evolucionismo– que proponen todo lo contrario. Si la vida
se originó por sí sola, y evolucionó por un proceso trágico de muerte y violencia durante miles y
millones de años, ¿qué clase de ética puede construirse en un estado de inconsciencia moral, que
únicamente se rige por la violencia y la supervivencia del más apto? Esa es la ley que pareciera
imponer La evolución del ser humano: la ley del más fuerte.
Si esa ley fuese cierta, ¿a quién culpar por las vidas arrebatadas a tantos seres que en
igualdad de condiciones también luchaban por sobrevivir? ¿Dónde queda la ética y la moral en
este panorama? Si la ley del más fuerte fuese perfecta, entonces el asesinato podría justificarse
bajo la necesidad de supervivencia. Y así se abren las puertas para justificar todo lo que hoy
consideramos inaceptable, amoral o falto de ética. Si se tratase simplemente de satisfacer
nuestras necesidades, todo sería válido. Pero la Ley perfecta de Dios demanda una observancia
perfecta, completa (Santiago 2:10). Y el verdadero cumplimiento de la ley es el amor (Mateo
22.39). Jesús no quebrantó la Ley moral y los cristianos pueden alcanzar la victoria contra el mal
si mantienen a Jesús presente en todo momento, si cultivan esa relación personal que el Creador
quiso tener con sus criaturas desde el principio.
Dilema Moral
Un dilema es una situación que obliga a un individuo a escoger entre dos alternativas. La
moral, por otro lado, es aquello que se adapta o ajusta a lo que se considera positivo o bueno, en
oposición a lo condenable o malo.
La idea de dilema moral, en este marco, aparece cuando una persona debe optar entre
distintas posibilidades que, de una u otra forma, pueden producir una situación censurable desde
el punto de vista ético. En ocasiones, el dilema moral se produce cuando es necesario elegir el
mal menor o cuando se trata de un medio punible a nivel ético pero que persigue un objetivo
altruista o bondadoso.
Un ejemplo de dilema moral aparece cuando, en una escuela secundaria, un joven decide
prender fuego un pupitre. Los directivos, al advertir la situación, informan a los alumnos que, si
no aparece el responsable del hecho, todos los estudiantes serán castigados. Así se produce un
dilema moral entre los amigos del culpable, que saben qué ocurrió: ¿deberían traicionar y delatar
a su amigo para evitar que todos sean sancionados, o tendrían que privilegiar la confianza y la
amistad y permitir un castigo masivo e injusto?
EVALUACIÓN
- redacción y
- ortografía correcta,
https://.mx/como-hacer-un-ensayo-bien-estructurado/