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TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD

Al pasar el tiempo los temas relacionados al estudio de la salud mental parecen importar
más a la población, debido a que es más común relacionarse con personas que sufran de
algún trastorno mental yendo acordes y de la mano a la época actual. Así es que,
progresivamente, la tolerancia ante estas va incrementando llegando al punto en que
muchos tienen como prioridad la salud mental. Tal vez porque van comprendiendo que el
poder que ejerce la mente en el cuerpo, es por mucho superior; ya que la mente,
refiriéndonos exactamente a los procesos cognitivos, pueden llevarte hasta la cumbre de tus
metas, pero también ser la principal causa de tu defunción.

Refiriéndonos a los trastornos de personalidad, especialmente del grupo B, encontramos al


trastorno límite de personalidad (TLP), considerada una de las más graves y crónicas. Las
personas con TLP pueden vivenciar los eventos adversos con desbordamiento emocional y
generar disfunción psicosocial de días a semanas de duración. Estas situaciones de crisis
son un motivo frecuente de atención en los servicios de urgencias y se presentan con una
serie de síntomas y conductas alteradas, entre los que destaca la conducta suicida.

La historia del término comienza el año 1884. En aquel momento, el psiquiatra británico C.
Hughes hablaba de un campo fronterizo en las enfermedades psicológicas. Este término se
popularizó en un breve plazo como «borderline», que en aquel momento describía a
pacientes con diferentes cuadros sintomáticos, que no podían ser asignados con seguridad
dentro de las tablas de neurosis ni en el espectro psicótico. Así fue que en el año 1938 se
utilizó por primera vez el término «borderline» por Adolf Stern dentro del mundo
profesional para describir un grupo de pacientes externos que no obtenían provecho del
psicoanálisis clásico y que no encajaban en las categorías estándar de neurótico o psicótico.
(Esquivias, 2018)

El trastorno de personalidad límite es una condición psiquiátrica seria y compleja,


caracterizada por alteraciones en distintos aspectos psicológicos: desregulación crónica de
los afectos, inestabilidad de la auto-imagen y de la identidad, inestabilidad en las relaciones
interpersonales y pobre control de los impulsos.
En el DSM-V (APA, 2013), el TLP es caracterizado por la inestabilidad de las conductas
interpersonales, de la imagen de uno mismo y de los afectos y por una notable
impulsividad. Para que se pueda diagnosticar el trastorno se han de cumplir al menos cinco
de nueve criterios: a) esfuerzos titánicos para evitar un abandono real o imaginario, b)
patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas, c) amenazas, gestos o conductas
suicidas recurrentes o comportamientos automutilantes, d) impulsividad en al menos dos
áreas, que puede ser potencialmente peligrosa para el sujeto, e) ira inapropiada e intensa o
dificultades para controlarla, f) inestabilidad afectiva, g) sensaciones crónicas de vacío, h)
trastorno de la identidad o imagen inestable de sí mismo, e i) ideas paranoides transitorias o
síntomas disociativos graves. Los únicos requisitos que refleja el DSM, además de reunir
como mínimo 5 de los criterios diagnósticos reflejados en la lista, es que las características
sean de larga duración (años), persistentes e intensas y que interfieran de manera
importante en la calidad de vida de la persona.

En lo que respecta la CIE-10 (OMS, 1992), incluye un trastorno similar al límite, pero
denominado «trastorno emocionalmente inestable de la personalidad». En este caso, la
categoría es dividida en dos tipos que comparten un patrón general de impulsividad y
descontrol, la existencia de inestabilidad afectiva, poca capacidad para planificar las cosas y
episodios de ira intensa y comportamientos explosivos. Las dos variedades se denominan:
a) tipo impulsivo, donde se manifiesta inestabilidad emocional y falta de control de los
impulsos, comportamientos amenazadores y explosiones violentas, y b) tipo límite, que
presenta una imagen de sí mismo alterada y poco definida, sentimientos crónicos de vacío,
implicación en relaciones intensas e inestables que desencadenan crisis emocionales
frecuentes, miedo al abandono y comportamientos autolesivos o amenazas suicidas.

En los últimos años se ha venido realizando un gran número de estudios con el fin de
identificar marcadores de riesgo o de vulnerabilidad en el desarrollo del trastorno límite de
la personalidad, es decir, la etiología del trastorno. De los factores etiológicos propuestos,
tres corresponderían a una naturaleza medioambiental: 1) separaciones en la infancia, 2)
compromiso o implicaciones parentales alteradas, y 3) experiencias de abuso infantil; y los
otros tres tendrían que ver más con una naturaleza constitucional: 1) temperamento
vulnerable, 2) tendencia familiar a padecer ciertos trastornos psiquiátricos, y 3) formas
sutiles de disfunción neurológica/bioquímica (Zanarini et al., 1997).

Por otro lado, la GPC del (NICE, 2009), describe distintos factores que pueden estar
implicados en su etiología: 1) vulnerabilidad genética, 2) alteración de los
neurotransmisores, 3) disfunción neurobiológica de la regulación emocional y el estrés, 4)
factores psicosociales y 5) desorganización de aspectos del sistema conductual afiliativo,
concretamente, del proceso de apego.

En el caso de la intervención en crisis, se considera el primer objetivo de los especialistas


profesionales para el manejo de pacientes con TLP, que debe centrarse en ayudar a la
persona a recuperar un nivel más estable de funcionamiento mental, disminuir los síntomas
y prevenir el suicidio y las autolesiones. Siempre que sea posible se debe mantener la
autonomía de la persona y garantizar la seguridad de esta y de los demás, reduciendo sus
emociones, impulsos y comportamiento hasta un nivel que pueda ser aceptable. Se debe
evaluar el tratamiento que el paciente requiere, valorando la gravedad de la sintomatología
y considerando la opinión del paciente, además del apoyo de su entorno. El establecimiento
de una actitud empática por parte de los clínicos permitirá un mejor manejo de las crisis
para luego poder decidir el tratamiento. Por el contrario, una actitud negativa, ya sea por el
estigma que pesa sobre este diagnóstico, el pesimismo sobre la recuperación, la frecuente
presión asistencial o el déficit en habilidades comunicacionales, puede ser perjudicial tanto
en el manejo de la crisis como para decidir un tratamiento al alta, lo que se reflejaría en
hospitalizaciones y el uso de medicación innecesaria y aumento de medidas coercitiva
(Shaikh, 2017).

Este trastorno es un diagnóstico que, si bien es conocido desde hace años, está cobrando un
progresivo interés entre los profesionales en la última década, pues si buscamos hay
muchas páginas en internet que divulgan información tanto especializada como general, la
cual hace años no tenía mayor importancia. Como se dio a conocer en el siguiente ensayo,
al hablar de TLP, nos referimos a un trastorno que, sin tratamiento, puede llegar a casos
extremos y terminar la vida de una persona. Las causas son diversas, pero ante mínimas
características presentadas, guiándonos de los criterios de los manuales de psiquiatría, sería
de vital importancia el diagnóstico por profesionales y al mismo tiempo, que el trato de
ellos hacia estos pacientes, sea especialmente adecuado en el proceso del tratamiento.

BIBLIOGRAFÍA:

1. Esquivias, J. (2018) Historia Del TLP. Website:


https://www.es.scribd.com/document/381448079/HISTORIA-DEL-TLP-docx.
2. Guendelman, S. (2014). Neurobiology of borderline personality disorder. Revista
Medica de Chile, 142(2), 204–210.
Website: https://doi.org/10.4067/S0034-98872014000200009
3. ZANARINI, M.C. y FRANKENBURG, F. R. (1997). Pathways to the development
of borderline personality disorder. Journal of Personality Disorders, 11, 93-104.
4. National Collaborating Centre for Mental Health (2009) Borderline Personality
Disorder: treatment and management. London, National Institute for Health and
Clinical Excellence (NICE). Website:
https://www.nice.org.uk/guidance/cg78/evidence/bpd-full-guideline-242147197
5. Shaikh U, et al. (2017) Patients with borderline personality disorder in emergency
departments. Website:
https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyt.2017.00136/full.
6. Millon, Theodore, et al. Contemporary DireCtions in Psychopathology, Scientific
Foundations of the Dsm-V and ICD-11. Guilford Publications, Inc. ed., 2010.
7. Amparo Belloch & Héctor Fernández-Álvarez, Trastornos de la Personalidad.
Madrid: Editorial, 2002.

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