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Hay varias formas de definir el concepto anormal. Una def sencilla podría ser que cualquier
cosa diferente de lo normal (distribución normal) es anormal. Ésta sería una definición
estadística (lo infrecuente), indicaría con cuánta frecuencia ocurre algo y, si es raro, se
considera anormal (p. ej., el daltonismo). Otra definición de anormal es una definición
social (lo inaceptable) basada en lo que la sociedad tolera. Si definimos el término en este
sentido, los comportamientos que la sociedad juzga inaceptables son etiquetados como
anormales. En este sentido, el incesto y el abuso de niños son considerados anormales.
Tanto la definición estadística como la social de anormalidad pueden variar según las
épocas y las normas sociales o culturales. Los comportamientos considerados inapropiados
o anormales desde el punto de vista social hace 50 años podrían ser aceptables hoy. p. ej.,
la homosexualidad era considerada rara y socialmente inaceptable, una forma de
comportamiento anormal o incluso una enfermedad mental.
Los teóricos modernos defienden más una perspectiva dimensional de los trast. de pers.
Este enfoque alternativo considera que los trast. de pers representan variantes
desadaptativas de los rasgos de personalidad normal, y por ello, se entrelazan
imperceptiblemente con la normalidad y entre ellos mismos. Incluso esta última versión del
DSM, aunque mantiene intacto su modelo categorial con los mismos TTPP y criterios
diagnósticos, también presenta adicionalmente en la Sección III (Medidas y modelos
emergentes) un modelo alternativo del DSM 5 para el diagnóstico de los TTPP basado en 2
dimensiones: el daño causado por el funcionamiento de la personalidad y en los rasgos de
personalidad patológicos. Este enfoque agrupa un número de TTPP más restrictivo que en el
enfoque categorial, solo 5 trastornos (antisocial, evitativo, límite, narcisista, obsesivo-
compulsivo y esquizotípico), así como un trast. de personalidad-rasgo, referido a la
presencia de un TP que no encaja en los criterios diagnósticos para los trastornos
específicos y que sustituye al trastorno de la personalidad no especificado del DSM-5. Por
tanto, el DSM-5 presenta un modelo híbrido que trata de combinar los dos modelos, el
tradicional en tipos y el dimensional, pretendiendo mantener la continuidad con la práctica
clínica actual pero introduciendo, al mismo tiempo, una nueva aproximación dimensional a
los TTPP.
Para este autor se puede decir que las personas poseen una personalidad normal, sana,
cuando son capaces de afrontar su ambiente de un modo flexible, adaptándose a las
diferentes circunstancias y cuando sus percepciones y conductas habituales fomentan la
satisfacción personal. Autónoma, competente… Por el contrario, una persona muestra un
patrón de personalidad anormal y no saludable cuando las estrategias que emplea para
relacionarse con los demás, para alcanzar sus objetivos y para afrontar los problemas no
sólo son escasas sino que las lleva a cabo de forma inflexible, mostrándose incapaz de
adaptarse de forma eficaz a las circunstancias de su vida. Los fracasos repetidos, los
conflictos no resueltos que tienden reaparecer y su incapacidad para adquirir nuevas
estrategias adaptativas contribuyen a crear en la persona una percepción de sí misma y del
entorno básicamente frustrante e insatisfactoria y todo ello puede conducirla hacia la
utilización de formas patológicas de afrontamiento, un control menos adecuado sobre sus
emociones y un aumento de las percepciones distorsionadas de la realidad.
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P. Normal Disfunción leve Disfunción moderada Disfunción grave
Dado que para Millon los trastornos de personalidad no son simplemente un producto del
estrés psíquico sino que representan deficiencias en la personalidad para afrontar
determinados ambientes psicosociales, concluye que cada uno de esos estilos de
personalidad predispone a desarrollar un tipo particular de trastorno. Además, considera los
trastornos límite, paranoide y esquizotípico especialmente graves, una evolución
degenerativa de otros trastornos de la personalidad (tabla 1).
Si los rasgos de personalidad describen consistencias en el comportamiento, pensamiento y
acción, y representan diferencias significativas entre las personas, los síntomas de los
trastornos de personalidad pueden verse como variaciones desadaptativas de esos mismos
rasgos, de las emociones, las cogniciones, los motivos y el autoconcepto. Profundizando en
esta idea Widiger y sus colegas defienden la idea de que modelo de los Cinco Grandes
proporcionan un marco útil para entender los trastornos (Widiger et al., 2002).
-Así, una persona con niveles de confianza bajos en extremo y de hostilidad altos
en extremo puede estar predispuesta a un trastorno de personalidad paranoide.
- La introversión extrema acompañada por neuroticismo alto en extremo, por otra
parte, produce un trastorno de personalidad evitativa.
-Un sujeto con la combinación opuesta, alta en extremo en sociabilidad y baja en
ansiedad, podría ser propensa al trastorno de personalidad histriónica.
-El trastorno esquizoide es introversión extrema acompañada de neuroticismo
bajo (estabilidad emocional).
-El trastorno obsesivo- compulsivo es una forma desadaptativa de escrupulosidad
extrema.
La cognición also suele estar alterada en los trast. de pers. Los trast. de pers generalmente
implican un deterioro del juicio social, una mala interpretación de las intenciones de los
demás como cuando el paranoide piensa que otros desean hacerle daño o humillarle, o
cuando la persona histriónica piensa que a todos les gusta estar con ella o cuando la
persona límite interpretar los comentarios inocentes como signos de abandono, crítica o
rechazo.
La emoción es otra área importante para entender los trastornos de personalidad. Algunos
trastornos implican labilidad extrema en las emociones (p. ej.,, PT límite) mientras otros
trastornos implican extremos de emociones específicas, como la ansiedad (TP por
evitación), el miedo (trastorno de personalidad paranoide) o la ira (TP narcisista).
Todas las formas de trastorno de personalidad implican relaciones sociales, en especial las
interpersonales, deterioradas debido a conductas alteradas o patrones de conducta
desadaptativos. Muchos trastornos incluyen lo que podría llamarse habilidades sociales
deficientes, como la persona esquizoide que mira fijamente a la gente sin empezar una
conversación, o la histriónica que se comporta en una manera de seducción impropia.
→ Ego sintónico: Antisocial, piensa q los problemas los tienen los demás por su manera de ser.
→ Ego histriónico: no estás satisfecho ni contento, y sufres por ello
Estos criterios coinciden en líneas generales con los Criterios Diagnósticos de Investigación
de la Clasificación Internacional de Enfermedades, décima revisión (CIE-10) de la
Organización Mundial de la Salud (OMS).
Grupo A
Paranoide: patrón de desconfianza y suspicacia que hace que se interpreten
maliciosamente las intenciones de los demás
Grupo B:
Antisocial: patrón de desprecio y violación de los derechos de los demás
Grupo C:
Por evitación: patrón de inhibición social y sentimientos de incompetencia o
hipersensibilidad a la evaluación negativa
Además define otra nueva categoría, el Cambio de la personalidad debido a otra afección
médica que es un tp persistente que se sospecha que es debido a los efectos fisiológicos
directos de una afección médica (p. ej., una afección en el lóbulo frontal).
Evolución
Diagnóstico diferencial
Para los 3 trast. de pers. que pueden estar rel w los trastornos psicóticos (paranoide,
esquizoide y esquizotípico), hay un criterio de exclusión que señala que el patrón de
comportamiento no debe haber aparecido exclusivamente en el transcurso de una
esquizofrenia, un trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos u otro trastorno
psicótico.
Cuando los cambios de personalidad surgen y persisten después de que el sujeto haya
estado expuesto a un estrés extremo, hay que tomar en consideración el diagnóstico de un
trastorno por estrés postraumático.
Cuando una persona tiene un trastorno relacionado con sustancias, es importante que
no se realice un diagnóstico de trastorno de la personalidad que se base únicamente en
comportamientos que son consecuencia de la intoxicación o la abstinencia de la sustancia, o
que estén asociadas a las act destinadas a mantener la dependencia (ex: el comportam
antisocial).
Cuando los cambios persistentes de la personalidad aparecen como resultado de los
efectos fisiológicos directos de una enfermedad médica (p, ej., un tumor cerebral),
hay que tener en cuenta el diagnóstico de un cambio de personalidad debido a enfermedad
médica.
ETILOGÍA
La psicología de lo anormal es una ciencia muy descriptiva y sus esfuerzos están
encaminados sobre todo a la elaboración de sistemas de clasificación y taxonomías de los
trastornos. Esto no significa, sin embargo, que no haya intentos por entender la forma en
que se desarrollan los trastornos de personalidad o qué causa que una persona tenga un
trastorno particular.
Así, en relación con los factores de tipo genético, se ha constatado que entre los gemelos
homocigóticos la coincidencia en el trastorno de personalidad es varias veces superior que
entre los gemelos dicigóticos. La cuestión estriba en determina qué es lo que se hereda
específicamente, tal vez un tipo de funcionamiento neurológico, bioquímico o metabólico
que determina a su vez una predisposición del temperamento o personalidad base. Por otro
lado, la predisposición constitucional también parece estar implicada en el origen de los
trastornos. Un dato interesante en este sentido es que todas las formas de lesión
neurológica aumentan la incidencia y gravedad de los mismos. Mayores evidencias en los
TTPP del grupo A.
Analizando, más en concreto, los factores tanto biológicos como ambientales que
contribuyen al desarrollo de trastornos de personalidad se constata p. ej.,, que las algunas
personas con el trastorno de personalidad límite sufrieron de relaciones de apego
deficientes en la infancia (Nigg et al., 1994) y fueron objeto de abuso sexual en la infancia
(Westen er al., 1990). También hay evidencias de que muchas personas con trastorno de
personalidad límite crecieron en hogares caóticos, con una gran exposición al
comportamiento impulsivo de los adultos (Millon, 2000).
Las explicaciones de los otros trastornos de personalidad también siguen este patrón. Hay
explicaciones biológicas y de aprendizaje. Lo lógico, por tanto, es pensar que los trastornos
de personalidad, como las variables de personalidad de rango normal, tengan etiología
múltiple. Es más, es muy difícil separar la biología del aprendizaje, separar la naturaleza de
la crianza. p. ej., las primeras experiencias de un individuo, como con un padre abusivo,
pueden conducir a cambios neurológicos en ciertos centros cerebrales, como anormalidades
en el funcionamiento del hipotálamo y la pituitaria (Mason et al., 1994). En consecuencia,
no tiene sentido hablar del abuso infantil como un factor de experiencia o aprendizaje
estricto cuando pueden resultar cambios biológicos de dichas experiencias de abuso. Es
claro que la biología y la experiencia están entrelazadas en forma estrecha, lo que dificulta
atribuir un trastorno a un solo tipo de causa. Es probable que los esfuerzos para reducir la
causa de los trastornos de personalidad a un factor, digamos, genético, sean una
simplificación excesiva. Como tal, tenemos que conformarnos con la noción de que algo tan
complicado como la personalidad humana, y sus trastornos, tienen múltiples causas.
Tratamientos
Hay pocos datos sobre la eficacia de los tratamientos farmacológicos de los tras t. de pers.
No obstante, si desde hace décadas los resultados de investigación confirman la
importancia de los determinantes biológicos en la génesis de la personalidad básica, es
razonable suponer que los trastornos de la misma puedan beneficiarse de tratamientos
biológicos.
En el grupo A, los pacientes con trastorno esquizotípico parece que responden bien a
pequeñas dosis de medicación neuroléptica para mejorar sus síntomas psicóticos. Tanto en
el trastorno esquizoide como en el paranoide se han utilizado drogas antipsicóticas
administradas en dosis bajas que, en este último caso, parecen reducir la agitación y las
ideas paranoides cuasidelirantes.
El tratamiento farmacológico en los pacientes dramático/impulsivos del grupo B suele
producir una elevada tasa de efectos secundarios y de abandonos, es por esto que los
trastornos narcisista, histriónico y antisocial acostumbran a tratarse únicamente mediante
terapias psicosociales. En el trastorno límite suelen utilizarse fármacos en pequeñas dosis
sólo cuando se prevé que el paciente no se beneficiará de la psicoterapia, ya que puede
resultar bastante arriesgado debido al historial de abuso de drogas psicoactivas y de
intentos de suicidio que tiene, en general, este tipo de pacientes. En concreto se les suelen
administrar antidepresivos, anticonvulsionantes y psicoestimulantes.
En cuanto a la terapia psicológica, los pacientes del grupo A no suelen responder bien
debido a sus severas dificultades para la conexión interpersonal y para la introspección.
Normalmente acuden a tratamiento acuciados por síntomas agudos o sit estresantes que
quieren superar, pero no para conocerse mejor a sí mismos o mejorar sus rel personales.
No obstante, mediante una terapia sistemática y de apoyo pueden mejorar su contacto w la
realidad y sus interacc pers.
Se han desarrollado varios modelos cognitivos y conductuales para el tratamiento del grupo
B. En el trastorno límite se han orientado especialmente a la extinción de la conducta
suicida o automutilante aunque también a tratar otros aspectos como la modulación de los
afectos, el mantenimiento del estado de ánimo y el control de la conducta para limitar el
efecto de las vivencias de abandono e incompetencia que perturban a estos pacientes.
En los pacientes con trastorno narcisista parece que la terapia de pareja y de grupo
mediante el juego de roles ayuda a desarrollar un autoconcepto menos grandioso pero más
adaptativo, a atenuar su hipersensibilidad a las críticas y a incrementar la empatía.
Los objetivos del tratamiento cognitivo-conductual en el trastorno histriónico serían
moderar y adecuar la expresión emocional, controlar las conductas seductoras o
manipuladoras, e incrementar la empatía, la autenticidad y la profundidad en las relaciones
personales a través de la identificación y reestructuración de los patrones cognitivos y de
relación maladaptativos.