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MAESTRÍA EN

INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA

INFORME DE ANÁLISIS DE LAS


CONSECUENCIAS DEL INFARTO Y
HEMORRAGIA CEREBRAL EN TÉRMINOS DEL
FUNCIONAMIENTO COGNITIVO, LOS POSIBLES
TRASTORNOS DE CONDUCTA Y
ALTERACIONES EMOCIONALES

EXPERIENCIA CURRICULAR:
Neuropsicología Clínica

INTEGRANTES:
Aguinaga Santillán, Carmeli
Alayo Ramos, Rocío
Briones Caballero, Sebastián
Flores Villegas, Edwin André

DOCENTE:
Carmen Cristina Campos Maza

TRUJILLO – PERÚ
2022
INTRODUCCIÓN
Un accidente cerebrovascular isquémico sucede cuando el suministro de sangre al
cerebro se ve interrumpido. Si tu cerebro no recibe suficiente sangre que le provea el
oxígeno y los nutrientes que necesita, las células del cerebro se dañarán o morirán y
se produce un ACV isquémico o infarto cerebral isquémico. La mayoría de las
personas que tienen un ACV isquémico tienen más de 65 años de edad, pero muchos
son más jóvenes. Cualquiera puede tener un accidente cerebrovascular, incluyendo
bebés y niños.

Los síntomas de ACV isquémico o infarto cerebral varían según el tipo y la parte del
cerebro que se vea afectada. Los síntomas del accidente cerebrovascular
generalmente se presentan repentinamente, en cuestión de segundos o minutos.

Una buena forma de reconocer si alguien ha tenido un accidente cerebrovascular es


utilizar la prueba ‘cara-brazos-habla-tiempo para llamar al teléfono de emergencias’
(se abrevia a FAST, del inglés). Esto requiere verificar si hay alguno de los tres
síntomas principales de un ACV isquémico: debilidad facial, debilidad en el brazo o
problemas en el habla.

Un accidente cerebrovascular sucede cuando el suministro de sangre que llega al


cerebro se ve interrumpido. Esto puede deberse a un coágulo de sangre que obstruye
una arteria en el cerebro (ACV isquémico) o a un vaso sanguíneo que se revienta en el
cerebro (ACV hemorrágico). Un accidente cerebrovascular también puede producirse
después de una lesión en una arteria del cuello. A esto se le llama disección de la
arteria cervical.

 Los factores de riesgo del accidente cerebrovascular incluyen:

 edad avanzada

 fumar

 hipertensión arterial

 colesterol alto

 no mantenerse muy activo

 sobrepeso y obesidad

 diabetes

 antecedentes familiares de accidente cerebrovascular o enfermedad cardíaca

 ritmo cardíaco anormal (a menudo, una afección conocida como fibrilación


auricular)

 afecciones que aumentan la tendencia al sangrado (por ejemplo, hemofilia)

 beber en exceso con regularidad


 uso de drogas ilegales, como la cocaína

Una hemorragia cerebral consiste en la ruptura de un vaso sanguíneo (normalmente


una arteria) que provoca sangrado tanto dentro como alrededor del encéfalo. Las
hemorragias cerebrales se diferencian según su localización y según la gravedad del
daño; diferenciamos entre:
Hemorragia cerebral espontánea, relacionada con hipertensión arterial, problemas
de coagulación, plaquetopenia, tumores o formación de nuevos vasos sanguíneos
después de una isquemia, vasculitis, drogas o infecciones del sistema nervioso
central, entre otros. Puede tratarse de una hemorragia intraparenquimatosa o
intracerebral; suele afectar a las personas mayores. Este tipo de hemorragia cerebral
supone el 10-15% de todos los ictus.
Hemorragia intraventricular, cuando afecta a los ventrículos del cerebro que
contienen el líquido cefalorraquídeo. Afecta a niños prematuros, sobre todo a aquellos
que han tenido síndrome de distrés respiratorio, colapso pulmonar o presión alta. En el
70% de los casos esta hemorragia es secundaria, es decir, deriva de una hemorragia
intraparenquimatosa.
Hemorragia subaracnoidea, afectan a jóvenes de entre 20 y 40 años y se produce en
el espacio subaracnoideo, por fuera de la piamadre. Se trata de una patología grave
que suele estar causada por la rotura de un aneurisma (el riesgo de rotura es
proporcional a su tamaño), traumatismo craneal, uso de anticoagulantes, trastorno
hemorrágico, etc. Es común en personas mayores que han sufrido caídas o se han
golpeado en la cabeza y en los jóvenes que han sufrido un accidente automovilístico.
Hematoma subdural; localizado entre el aracnoide y la duramadre, es el sangrado
por traumatismo más común. Las personas que lo padecen suelen caer en coma
durante su hospitalización.
Hematoma epidural; localizado entre la duramadre y el cráneo, puede aparecer por
traumatismo cerebral. En la mayoría de los casos este tipo es la consecuencia de
fractura del cráneo en niños y adolescentes.
La hemorragia intracerebral (HIC) es la formación de una colección de sangre dentro
del parénquima cerebral, producida por una rotura vascular espontánea, no
traumática. Puede estar contenida totalmente en el interior del tejido cerebral, o abrirse
al sistema ventricular o al espacio subaracnoideo, pero el epicentro es siempre el
tejido nervioso, lo que la diferencia de la hemorragia subaracnoidea y de la hemorragia
intraventricular primaria.
CONSECUENCIAS DE LA LESIÓN CEREBRAL (INFARTO
CEREBRRAL)
ALTERACIONES EN EL FUNCIONAMIENTO COGNITIVO

Rigidez de pensamiento: hace referencia a la incapacidad para modificar planes


preconcebidos. Todo ello, a pesar de que las circunstancias varíen. Obedece a un
déficit en el sistema planificador de acciones. Los procesos cognitivos que subyacen a
esta conducta son diversos. Pueden ser desde una reducción de la capacidad de la
memoria de trabajo, cuya consecuencia podría ser la la imposibilidad para introducir
informaciones nuevas y generar cambios adaptativos a la acción ya diseñada.

Delirios: se refiere a una condición que presenta rápidos cambios en el estado mental,
que causa confusión y cambios en el comportamiento. Además de pasar de un estado
de lucidez a inconsciencia, y de perder contacto con la realidad, puede haber
problemas con la atención y la conciencia. Suelen traducirse en forma de ideas
extrañas, alucinaciones o pensamientos incoherentes.

Anosognosia: se refiere a la falta de conciencia sobre la discapacidad y sus


consecuencias. Puede tomar diversas formas de manera que, en ocasiones, la
indiferencia emocional pueda acompañar a la constatación de la discapacidad.

TRASTORNOS DE CONDUCTA

Egocentrismo: en este caso los pacientes acostumbran a tener dificultades a la hora


tener en cuenta al «otro». No hay un funcional reconocimiento de las emociones en los
demás. Así pues, se tiende a priorizar en todo momento las propias necesidades,
llegando incluso a imponerlas.

Apatía: suele caracterizarse por la incapacidad para programar y regular las


actividades de la vida cotidiana. Hay una desmotivación general para hacer cosas que
antes del ictus, resultaban gratificantes o placenteras. No son capaces de iniciar
acciones si no se les proponen.

Infantilismo: tendencia o estado de la persona a establecer y mantener en su


carácter y comportamiento una persistencia de características que podrían ser
consideradas propias de los niños. Aquí estaríamos hablando de la ingenuidad o la
irresponsabilidad.

Desinhibición: las dificultades emocionales y la irritabilidad pueden desembocar en


comportamientos que no son adecuados. Estaríamos hablando de comportamientos
alejados de las normas sociales establecidas en un determinado contextos social. Se
da un descontrol de los propios impulsos y actúa como si no importaran las
consecuencias de sus actos.

Dificultad para controlar su vejiga y evacuaciones (incontinencia), o estreñimiento.


dificultad para tragar
Cansancio extremo y problemas para dormir

Problemas con el habla, para leer y escribir

Problemas con la visión, por ejemplo, visión doble o ceguera parcial

ALTERACIONES EMOCIONALES

Irritabilidad y Agresividad: es una de las manifestaciones más comunes del ictus.


Se trata de una situación provoca mayor dificultad en la integración social de estas
personas. Las manifestaciones de irritabilidad pueden ser de tipo verbal, físicas hacia
objetos y/o hacia personas. Supone la pérdida de control ante frustraciones de la vida
cotidiana.

Baja tolerancia a la frustración o reacciones catastróficas: se refiere a reacciones


repentinas de llanto, enfado o temor ante la vivencia de fracaso al afrontar una tarea
determinada.

Ansiedad y/o depresión: puede aparecer sintomatología ansioso-depresiva,


(sentimientos de soledad, desesperanza, sentimientos de rechazo, etc), devenidos del
propio daño cerebral, pero también, por el duelo que supone la pérdida con respecto a
las capacidades previas al mismo. Las manifestaciones de depresión dependen de
cada persona. Es por ello que su diagnóstico y tratamiento es complejo.

Incontinencia emocional: se refiere a la dificultad para regular y expresar las propias


emociones. Pueden ser expresiones emocionales inadecuadas en frecuencia,
intensidad y duración. Pero también que la emoción no concuerde con el contexto en
el que se da, o se de una alternancia entre emociones diferentes ante un mismo
estímulo.

Fatiga: la fatiga primaria post-ictus puede aparecer en ausencia de otros síntomas


depresivos. Se caracteriza por un cansancio extremo o falta de energía y de
motivación. Todo ello como respuesta a mínimos esfuerzos físicos y mentales. Pero
también, como respuesta a procesos de estrés emocional ante determinadas
situaciones.

CONSECUENCIAS DE LA LESION CEREBRAL (HEMORRAGIA


CEREBRAL) EN EL FUNCIONAMIENTO COGNITIVO,
PROBELMAS DE CONDUCTA Y ALTERACIONES
EMOCIONALES
Se relacionan con las áreas afectadas y con el tipo de lesión. En las lesiones difusas
(daño axonal difuso) se presentan como secuelas: enlentecimiento en el
procesamiento de la información, déficits de atención y concentración, alteraciones en
la abstracción, alteraciones en el razonamiento superior, alteraciones en la memoria
dependiente de las funciones ejecutivas, memoria de trabajo, y cambios en la
personalidad. En las lesiones focales, las manifestaciones dependerán de las áreas y
circuitos neurales comprometidos por las lesiones. Así en las afecciones del lóbulo
frontal se presentan un síndrome disejecutivo con fallas en la planificación, toma de
decisiones, resolución de problemas, desorganización al afectarse el circuito frontal
dorsolateral; predomina la desinhibición, agitación, impulsividad por fallas en el control
inhibitorio cuando se afecta el circuito orbitofrontal y los cuadros de apatía, inercia,
desinterés predominan en las lesiones del circuito del cíngulo anterior. Como suele
producirse la afectación de más de un circuito es que se presentan combinaciones de
síntomas que dependen de vías neurales afectadas. Ahora bien, las manifestaciones
conductuales y emocionales no son fáciles de agrupar, ya que por lo general no se
presentan los cuadros psiquiátricos típicos clasificados según DSM IV o ICD 10 y
suelen superponerse síntomas inespecíficos que aparecen posinjuria cerebral con
características o patologías previas del paciente.
Asimismo, alteraciones como irritabilidad, insomnio, o fatiga, pueden ser
comorbilidades de cuadros psiquiátricos como por ejemplo la depresión, o ser
manifestaciones propias de la lesión en si misma muchos autores manifiestan
diferentes nominaciones a conjuntos de síntomas, según la localización de la lesión o
el punto de vista del examinador. Por ejemplo, la asociación de impulsividad,
agresividad, desinhibición, o déficits cognitivos aparecen como “síndromes frontal o
temporal” o como “cambios de personalidad” o “trastorno de agresividad” si se
considera presentación clínica; o bien si se considera el momento de aparición,
duración y dependencia funcional generada pueden ser nombradas como “delirium” o
“demencia”. Del mismo modo el llamado síndrome postcontusional o postconcusional
reúne síntomas que pueden aparecer en lesiones cerebrales en las que no hubo
contusión.
Tomaremos la siguiente clasificación de desórdenes neuropsiquiátricos:
1. Déficits cognitivos (20 a 80%)
2. Trastornos del ánimo:
a) Depresión mayor (6 a 77%)
b) Manía (3 a 9%)
3. Desórdenes de ansiedad (11 a 70%)
4. Apatía (10%)
5. Psicosis (2 a 20%)
6. Desorden de descontrol conductual:
a) Variante mayor (11 a 98%)
b) Variante menor (80 a 100%)
Son varias las cuestiones a considerar a la hora de diagnosticar trastornos del ánimo
en una persona que ha sufrido una lesión cerebral. La tristeza es una reacción común
de los pacientes que refieren sentirse de “duelo” por la pérdida de su anterior identidad
o rol social o familiar o bien por la pérdida de funcionamiento intelectual o motor o
ambos. Por este motivo es muy importante una evaluación psiquiátrica adecuada que
permita diferenciar, las reacciones normales de duelo, tristeza o desmoralización, o la
apatía o el llanto y risa patológicos antes de establecer un diagnóstico de depresión
mayor. Debe considerarse también que muchos síntomas somáticos que forman parte
del síndrome depresivo pueden ser manifestaciones de la lesión cerebral en sí misma.
Por otra parte, las escalas frecuentemente utilizadas pueden ser útiles para determinar
la severidad de un cuadro depresivo, pero no sustituyen el adecuado diagnóstico
clínico en manos del experto.
Los problemas afectivos esencialmente la depresión, cambio de personalidad,
desinhibición, desórdenes de ansiedad, agresividad, irritabilidad, trastornos del sueño,
psicosis frecuentemente asociada a epilepsia postraumática constituyen las
consecuencias neuropsiquiátricas más frecuentes. La severidad y frecuencia con que
se presentan estos cuadros, ya sea en forma aislada o combinada, depende de
múltiples factores, tanto previos a la injuria misma, como vinculados a factores propios
y posteriores a la misma. Los factores psicosociales no son despreciables como
condicionantes del proceso de recuperación. Los problemas psiquiátricos
preexistentes o bien problemas conductuales y emocionales previos, pueden
exacerbarse o interponerse en el proceso de rehabilitación. Del mismo modo el nivel
socioeconómico, las redes sociales, el nivel educativo previo son factores que de ser
satisfactorios previamente resultarán favorecedores del proceso recuperativo.
Como vemos son diversos los factores que inciden tanto en la causa como en el
impacto de las secuelas neuropsiquiátricas, por lo que el abordaje eficaz de las
mismas requiere un tratamiento interdisciplinario de rehabilitación adaptado tanto a las
características del cuadro clínico como a las características y condiciones socio-
culturales previas del paciente y familia. Estos tratamientos pueden implementarse en
cualquier momento después de la injuria una vez estabilizados los parámetros clínicos,
independientemente del tiempo transcurrido desde el evento, dado que los
mecanismos de plasticidad cerebral involucrados en la recuperación no caducan. El
tratamiento farmacológico de estos cuadros resulta un elemento más en el menú de
recursos terapéuticos a prescribir y requiere un conocimiento específico de los
mecanismos neurobiológicos involucrados en su etiopatogenia. En suma, las
manifestaciones neuropsiquiátricas constituyen una manifestación sumamente
frecuente y a veces la única causa relevante, aún más que las secuelas motoras, que
condiciona la calidad de vida no solamente de la persona afectada, sino de su entorno
familiar y social.

CONCLUSIONES
 Los síntomas del accidente cerebrovascular más frecuentes pueden incluir:
pérdida repentina de la visión en uno o ambos ojos, o visión borrosa, confusión
o dificultad para entender, pérdida del equilibrio o la coordinación y dolor de
cabeza intenso.
 Si bien los dolores de cabeza pueden ser un síntoma del ACV isquémico, es
importante darse cuenta que las cefaleas o dolores de cabeza son habituales y
con frecuencia no son provocados por un accidente cerebrovascular.
 Algunos accidentes cerebrovasculares pueden ser bastante leves y sus efectos
temporales, mientras que otros ACV isquémicos pueden ser más graves y
causar daños permanentes.
 Problemas tales como ansiedad, depresión y convulsiones pueden a menudo
mejorar a medida que te recuperas.
 Si notas que alguien tiene debilidad facial, debilidad en el brazo o problemas en
el habla, llama para pedir ayuda de emergencia de inmediato ya que podría
estar sufriendo un ACV isquémico.
 Los problemas afectivos esencialmente la depresión, cambio de personalidad,
desinhibición, desórdenes de ansiedad, agresividad, irritabilidad, trastornos del
sueño, psicosis frecuentemente asociada a epilepsia postraumática constituyen
las consecuencias neuropsiquiátricas más frecuentes.
 La severidad y frecuencia con que se presentan estos cuadros, ya sea en
forma aislada o combinada, depende de múltiples factores, tanto previos a la
injuria misma, como vinculados a factores propios y posteriores a la misma.

BIBLIOGRAFÍA
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https://www.bupasalud.com.mx/salud/acv-accidente-cerebrovascular-isquemico

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