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RESUMEN FINAL
el Tíbet consigue resultados brillantes: a partir de mediados de! siglo XVIII! el im-
perio sino manchú cubre cerca de 12 millones de km2 y su influencia se extiende
ampliamente más allá de sus fronteras. China es en esta época el estado más rico
y más grande del mundo. Pero a medida que se prolonga este periodo de euforia excepcional aparecen
los signos precursores de una fase de decadencia. los conflictos se multiplican
en las fronteras y las sublevaciones proliferan entre las poblaciones colonizadas;
los vicios del sistema político, poco sensible.~ en período de prosperidad, se acen-
tuan y las primeras grandes insurrecciones campesinas estallan en la China del
norte en los primeros años del siglo XIX. Se pone en marcha un proceso que el
más allá de! Tíbet, Nepal y Bután, una centralización abusiva y el aumento de la
que parece haberse duplicado en un siglo, y una crisis de subsistencias que no hará mas que agravarse a lo
largo del siglo XIX. Más rica y más activa hasta
entonces que los países de Europa, China quedará atrapada entre una economía
La segunda fase de los tratados sobreviene desde la década de 1870 hasta la primera
guerra mundial, y se da en el contexto del desarrollo y la rivalidad imperialista de las
potencias occidentales ( EEUU,Gran Bretaña, Rusia, Francia y Alemania principalmente)
y Japón. En este período destacan las agresiones imperialistas contra China, como la
guerra chino francesa de 1884, la guerra sino japonesa de 1894 y la guerra emprendida
en 1900 por las fuerzas aliadas de las 8 potencias.Derrotando a China por la fuerza de
las armas, las potencias imperialistas se apoderaron de países vecinos que se
encontraban bajo la protección de China; además, arrebataron o tomaron "en arriendo"
parte del territorio chino, por ejemplo, el Japón ocupó Taiwán y las islas Pengju, y tomó
"en arriendo" Lüshun, Inglaterra se apoderó de Hongkong, y Francia tomó "en
arriendo" Kuangchouwan. Aparte de anexarse territorios, impusieron
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cuantiosas indemnizaciones.
Tras las primeras usurpaciones en la década de 1870 de las potencias occidentales y Japón
en los confines del imperio y en los países que formaban parte del área de influencia china, La
guerra sino japonesa de 1894 abre una nueva etapa en la desintegración
política, social y económica del mundo chino: las consecuencias de la derrota son
tan graves en todos los campos que se puede considerar que a partir de esta épo-
China deja de ser dueña de su destino. La flota de guerra que ésta había inten
tado formar en condiciones difíciles es aniquilada. Se le impone una indemniza-
ción de guerra de 200 millones de Iíang -tres veces los ingresos anuales del
conservar unos cuantos años más la península de Liaodong. Las ambiciones terri-
toriales del Japón que se anexiona Taiwan y las islas Penghu (Pescadores] y
occidentales a anexionarse a su vez partes del territorio chino por medio de “territorios
arrendados” y a repartirse Chi-
na en «esferas de influencia», especie de cotos de caza en que explotar las rique-
zas del viejo imperio. Alemania se apodera en 1897 de la región de Qingdao y Jiaozhou, en el
sures-
te del Shandong, Gran Bretaña de la de Weihai (Weihaiwei) y del extremo orien-
tal de la península del Shandong en 1898, Rusia de la parte meridional de la
interlocutores extranjeros, había intentado evitar a toda costa: las industrias ex-
tranjeras se instalan en la misma China en los puertos abiertos y en los nuevos
que poseen la mayoría de las sapecas de cobre, mientras sus impuestos, en cam-
bio, se calculan sobre la base de la moneda de plata.
Una de las funciones menos conocidas y, sin embargo, más interesantes de las
sociedades secretas, es la dé
contribuir, dentro del marco de la sociedad industrial china,
Al mismo tiempo,
estaban de acuerdo con las autoridades del Kuomintang, y
al propio Chiang Kai-shek se lo tenía por miembro de la
comunistas.
EN DEFINITIVA, las sociedades secretas son
una fuerza de oposición contra el orden establecido, pero que,
al mismo tiempo, forman parte integrante de éste.Pero más que una alternativa
histórica fun-
damental frente al Antiguo Régimen chino, constituyen una
A partir del reinado de Tongzhi ( 1862-75), la dinastía Qing intenta una suerte de restauración de su poder.
Fuerzas políticas: A partir de la caída de los Taiping, la corte china se dividió, por un lado, entre el núcleo que
comandaban los comandantes militares provinciales que organizaron la defensa del imperio ( Li Hongzhang-
Zeng Ghuofang-Zuo Zontang), cuyo poder radicaba en que eran los únicos que disponían de ejércitos
organizados, y por otro, los grandes dignatarios manchúes, que ven en el ascenso de estos comandantes el
desarollo de tendencias autonomistas en las provincias ( tendencias latentes que se afirmarían a fines de siglo).
Mientras los primeros son partidarios de un esfuerzo de modernización de los ejércitos y de la industria ( y por
tanto de una política de conciliación con los extranjeros para obtener los préstamos para encarar esa
modernización), los segundos revelan un patriotismo intransigente y lideran un movimiento de opinión contra la
modernización y contra los extranjeros. La emperatriz Cixi, desde 1875 hasta su muerte en 1908, sabrá sacar
partido de esta división, maniobrando entre modernistas y conservadores y manteniéndose en el poder
dividiendo a unos y otros y dejando sin solución los verdaderos problemas de la época. La corte devino un
espacio de intrigas fundamentalmente.
Reacción Ortodoxa: Sin embargo ambos sectores son partidarios de una reacción ortodoxa nacida de la crisis
Taiping: aquella rebelión fue signo de una degeneración de la tradición. Por tanto, la dinastía se abocó a
restaurar los valores de la devoción al emperador y de las jerarquías sociales y familiares. Para aquellos
dirigentes salidos de la represión contra los Taiping ( el primer grupo mencionado), la adopción de las técnicas
occidentales debía ir paralelamente con un retorno a la ortodoxia y la moral tradicional.
Asimismo, el
propio confucianismo parecía ser ahora el obstáculo más grande
para modernizarlo todo.
La idea de progreso volvía obsoleta la Antigüedad y la tradición
padecía ahora un
descrédito generalizado por haber dejado a China debilitada y
empobrecida de forma tan
evidente.
La riqueza y el poder probados de Occidente volvieron atractiva la
occidentalización, especialmente a ojos de los jóvenes
educados de las ciudades.
- LA DÉCADA DE
NANKÍN Y EL PC
( 1927-37)
La economía de Manchuria también alcanzó un auge a principios del siglo XX, aunque,
en este caso, fue sobre todo gracias a la inversión japonesa. El ejército japonés de Kwantung, que originalmente
se había establecido para defender
el arrendamiento de Liaodong ganado a Rusia en 1905, contaba con una fuerza total de
apenas 10.000 hombres al momento de aprovechar un incidente para invadir Manchuria en 1931, que fue
reorganizada como un estado-títere japonés, si bien nominalmente independiente y denominado Manchukuo.En
Manchukuo, los japoneses buscaron presentarse a sí mismos como los salvadores
de la gente común de los brutales y perturbadores caudillos, como los defensores de “una
manera ideal de reinar”, inspirada en la doctrina confuciana, y como los promotores de un
nuevo orden de armonía étnica entre los chinos, manchúes, mongoles, coreanos y
japoneses de la región.
Pese a las enormes inversiones de capital japonés, Manchukuo terminó siendo más una fuente de fugas netas
para la economía japonesa que el tan esperado salvavidas de la
misma. El bloque del yen integrado, que se suponía volvería económica y
estratégicamente autosuficiente al Imperio japonés, nunca llegó a concretarse.
En 1937 se inicia una invasión generalizada de Japón sobre China, lo que motivó un segundo Frente Unido del
PC y el KMT.Ambos librarían hasta 1945 un doble enfrentamiento: entre sí y ambos contra Japón.
Los japoneses capturaron con
rapidez la mayoría de las principales ciudades chinas y planicies agrícolas del este. Sin
embargo, la capital china fue simplemente retirándose cada vez más arriba por la línea del
río Yang-tse, hasta establecerse finalmente en la ciudad de Chongqing, en la provincia de
Sichuan (una vasta fortaleza natural protegida por las escarpadas montañas que la rodean). A pesar del
prolongado bombardeo aéreo japonés sobre Chongqing, los
nacionalistas chinos continuaron resistiendo y se negaron obstinadamente a sucumbir.
No obstante sus repetidas victorias en batalla, los japoneses fueron incapaces de infligir
una derrota decisiva a la China Nacionalista de Chiang Kaishek. Hasta el final de la
segunda Guerra Mundial, los japoneses siguieron considerando necesario destacar en
China a más de la mitad del total de sus fuerzas disponibles y ni siquiera eso bastaba para
alcanzar un triunfo final. Luego del ataque japonés a Pearl Harbour en 1942, los Estados Unidos declararon
la guerra a Japón. Estados Unidos comenzó a apoyar a China a través del envío de ayudas
aéreas sobre el Himalaya después de la derrota de los Aliados en Birmania, que cerró la
carretera de Birmania. En 1944 Japón lanzó una invasión masiva y conquistó Henan y
Changsha. Sin embargo, esto no fue suficiente para obtener la rendición de las fuerzas chinas.
A pesar de seguir ocupando territorio chino, Japón finalmente se rindió el 2 de septiembre de
1945 a las fuerzas aliadas después de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki y la
invasión soviética de Manchuria.
1954-58: Colectivización
de la agricultura e
industrialización de tipo
soviética
Cualquiera que hubiera sido la intención romántica de Mao, los Guardias Rojos se volcaron hacia actividades
destructivas que desembocaron en un brutal reino del terror, irrumpiendo en los hogares de las familias
acomodadas, de
los intelectuales y funcionarios, destruyendo libros y manuscritos, humillando, golpeando e incluso asesinando a
los
moradores, y sosteniendo continuamente estar llevando a cabo el ataque revolucionario contra los “Cuatro
Viejos”:
viejas ideas, vieja cultura, viejos derechos, viejos hábitos. Estos jóvenes estudiantes, muchachos y muchachas
por
igual, cuyas edades fluctuaban entre los nueve y los dieciocho años, deambulaban por las calles con sus
bandas rojas en
el brazo, acosando e impartiendo su propia justicia moral a cualquiera que demostrase el menor indicio de
extranjerismo o intelectualismo.
Hacia fines de 1966, el Grupo Central de la Revolución Cultural de Mao, que manejaba la situación, intensificó
los
ataques de los Guardias Rojos, que pasaron del mero acoso a todo aquel que fuera acusado de tener un tinte
“burgués” a
una fase más radicalizada: la de “sacar a la rastra” a funcionarios del partido y del gobierno para interrogarlos y
castigarlos. Pronto tuvieron en la mira al ex jefe de Estado Liu y al secretario general del partido, Deng, como los
principales traidores “que seguían la vía capitalista”. Ellos y muchos otros miles fueron denunciados, arrestados
y
públicamente humillados. A través de la movilización de un ataque masivo de la juventud urbana a la jerarquía
central
del Estado y del partido, Mao y sus seguidores lograron generar un caos que evidentemente esperaban
constituyese una
saludable revolución. En el verano de 1966, al verse enfrentados a los mal organizados Guardias Rojos, los
asediados
líderes del PCCh respondieron al fuego con fuego y desplegaron sus propios Guardias Rojos. La estructura del
círculo
dirigente del partido era muy firme y difícil de destruir, pero la esperanza estaba perdida. Mao movía los hilos del
poder, y al final reveló claramente su empeño de destruir el partido para reconstituirlo después.
-Ismael Maillo relata en “ La Literatura de las cicatrices” que desde los años 50, paralelo a las
campañas de movilización masiva que organizaba el PC ( la gente fue animada a denunciar y criticar a
sus
errores y los de sus propios familiares, para así repudiar los esque-
mas mentales del pasado.
También es de destacar “ La campaña antiderechista” de 1957: Su origen se remonta a la Campaña de
las 100 flores ( 1956-57), En el año 1956, el sucesor de Stalin, Nikita Khrushchev, en congreso
del Partido Comunista adoptó un nuevo discurso en el que criticaba
afirma que “Lin Biao hizo del Libro Rojo la Biblia secular de China,
la fuente de toda verdad14”. Hacia el año 1963 estas citas estaban
siendo estudiadas y debatidas por todo el Ejército de Liberación.
Des esta manera, y bajo un velo de inocente enseñanza y sin que la
mayoría de los líderes del Partido Comunista Chino lo advirtieran,
primero miles y luego millones de soldados empezaron a estudiar y
en 1961. Ahora, años más tarde, en 1965, Mao utilizó los textos pa-
sados de Wu Han, para sacarlos de contexto y hacer un paralelismo
histórica para todos los chinos. Mao entonces escribe una carta de
respuesta a los creadores del primer grupo de “Guardias Rojos” de
la escuela de secundaria de la Universidad de Tsinghua, en ella da
que “la gente joven competía en oponerse a los “cuatro viejos” (vie-
jos hábitos, costumbres, cultura e ideas). Los cuatro viejos abarcaban
Shihuang. Richard Kraus nos aclara que “los Guardias Rojos aco-
saban a conciudadanos cuyos peinados no fueran convencionales
los más comunes para describir las víctimas de los Guardias Ro-
jos durante la Revolución Cultural, el ensayista y antiguo guardia
Jian, Song y Zhou afirman que durante el Agosto Rojo: “1772 ino-
centes fueron asesinados o cometieron suicidio en Pekín, 33.695 do-
micilios fueron saqueados, 85.000 residentes fueron expulsados de
del partido que habían osado criticarlo tras el fiasco del Gran Salto
Adelante. Ahora el país estaba entrando de nuevo en una crisis en la
que mucha gente sufriría penurias y humillaciones a manos de los
eran los que durante los quince años anteriores habían sido maltra-
tados en casi todas las ocasiones en las que el movimiento de masas
creyeron que no había luz al final del túnel. Como menciona el pro-
pio Wang Xiaobo, lo que los intelectuales necesitan es que reine la
● Se eliminó el vocabulario de la Revolución Cultural como "revolución continua bajo la dictadura del
proletariado"
● Se excluyeron las descripciones de la organización del Partido Comunista de China
● La declaración de "el país está liderado por el Partido Comunista de China" fue eliminada
(revocada por Xi Jinping en 2018)29
● Se restablecieron los cargos de Presidente de China y Vicepresidente de China, con un límite de
dos períodos consecutivos y cinco años para cada período (los límites del período fueron
cancelados por Xi Jinping en 2018)
-La depuración de los militares fue también un trabajo lento, pero hacia 1985 el presupuesto y
el personal habían sido
significativamente reducidos, cuarenta oficiales del Estado Mayor General pasaron a retiro, y
el 10% del cuerpo de
oficiales comenzó a seguir sus pasos. En junio de 1985 se redujeron de 11 a 7 las regiones
militares del ELP, y éste
perdió la mitad de sus oficiales superiores. Asimismo se puso fin a la preeminencia de los
militares en el Comité
Central del PCCh.
- LAS 4 MODERNIZACIONES:
Las Cuatro Modernizaciones debían producirse en el ámbito de la agricultura, la
industria, la ciencia y la tecnología, y
la defensa. Con el fin de adelantarse al ánimo de reformas políticas y de ponerle
límites, según el
típico estilo chino de negociar, en marzo de 1979 Deng emitió los llamados Cuatro
Principios Cardinales: China debía
continuar en la senda de 1) la vía socialista, 2) la dictadura del proletariado, 3) el
Liderazgo del partido, y 4) el
marxismo-leninismo unido al pensamiento de Mao.
- Agricultura: Hasta 1978 la agricultura china seguía basada en la
colectivización introducida en la década de 1950. Durante veinte años el
crecimiento de la producción agrícola se había quedado atrás en relación a
las esperanzas y
expectativas forjadas.
Además, la sobreabundante mano de
obra femenina y masculina estaba poco calificada y un cuarto o quizá más
de la población era analfabeta. Mientras
tanto, los puestos de trabajo y la subsistencia garantizados habían impedido
un aumento de la productividad. El énfasis
en la industria pesada y la eliminación de las empresas dedicadas a
actividades secundarias en la zona rural provocaron
entre cuarenta a noventa millones de cesantes en áreas rurales y entre diez
a treinta millones en las ciudades. A pesar de
(o debido a la fuerte inversión en la industria, el nivel de vida en el ámbito
rural se estancó.
Al abordar la reforma agraria en 1978, los planificadores reconocieron que la
administración rural había sido
imperfecta, antes que nada en cuanto a la motivación de los agricultores. La
reforma fue ensayada por primera vez en
Sichuan, bajo el mando de Zhao Ziyang, y también en Anhui; a nivel
nacional se llevaría a cabo con muchas
variaciones de forma y coordinación. Una estrategia importante la constituyó
el fomento de los subproductos y la
producción secundaria en las granjas, además de la producción de grano. El
agricultor podía comerciar sus
subproductos en los mercados libres locales, y con ello redondeaba sus
ingresos.
Pero el principal cambio se centró en el “sistema de responsabilidad de
producción”, el que contemplaba media docena
o más de variaciones, pero todas basadas en contratos. Sería mejor
entenderlo como el “sistema de contratos”. Después
de varias etapas de experimentación, por lo general el contrato se efectuaba
entre el grupo de producción (parte de una
aldea) y la familia. Los administradores del grupo (los cuadros) trazaban un
plan global y entonces firmaban un
contrato con cada familia para que éstos dispusieran de determinadas
parcelas de tierra. Los contratos estipulaban las
metas de producción y la compensación que la familia debía recibir. Así, la
contabilidad quedaba fuera de las manos de
grandes organizaciones como las brigadas y era devuelta a los grupos de
producción, conformados por unas veinticinco
a cuarenta familias.
Entregar la responsabilidad de la producción a la familia campesina
proporcionaba un enorme estímulo, pues
significaba que mientras más trabajaran más producirían para sí mismos, y
no para verlo acumulado en un depósito
común. No se podía comprar la tierra, pero sí se la podía utilizar según estas
condiciones. En lugar de cumplir con los
pagos en grano a un Estado terrateniente, ahora las familias campesinas
cultivaban ciertas parcelas y devolvían al grupo
cantidades específicas de sus cosechas. Este fue el sistema de
“responsabilidad total de la familia” (baogari), que llegó
a ser casi universal. Previamente, el sistema maoísta de la Revolución
Cultural había utilizado la exhortación moral
como un estímulo, exigido sólo la producción de grano y prohibido la
producción secundaria considerándola
“capitalismo” incipiente: todo un triunfo de la ideología de la planificación
sobre la realidad.
Este cambio de sistema transformó notoriamente la situación: en lugar de
que las autoridades locales sólo se
concentraran en recaudar las obligatorias cuotas de grano, y de que los
campesinos se las ingeniaran por su cuenta
mediante ocupaciones secundarias como la venta de cerdos y gallinas,
ahora toda la comunidad podía planificar en
conjunto y así maximizar la producción y el ingreso. El resultado fue un
incremento masivo de ambos, un triunfo para
la reforma de Deng. Durante la década de los 80 la producción rural creció
aproximadamente dos veces y media,
superando con creces al aumento de la población. Ello se debió a las
nuevas motivaciones de provecho personal, los
nuevos recursos en la producción secundaria de aves de corral, pescado,
verduras, fruta para el mercado y otros, y a las
nuevas oportunidades de trabajo en las industrias locales de servicios.
. En cualquier caso, la
cuestión crucial no es si el pib crecía nominalmente, ya que según este
criterio la Unión Soviética todavía crecía en 1986, cuando Gorbachov lanzó
su perestroika, y tampoco podía decirse que se hallara inmersa en una crisis
realizar las tareas requeridas por su empleo oficial, para alcanzar la auto-
suficiencia y reducir la dependencia de los intercambios comerciales a
manera tan errática que a veces una escasez inesperada de ciertos pro-
ductos tenía que ser paliada por medio de una «campaña» de producción
para satisfacer la demanda real. Casos así incluían lavabos para zonas sin
agua corriente o tubos de chimenea antes de que llegara el invierno. La
descripción efectuada por Anderson del descorazonador panorama que
se presentó a los dirigentes soviéticos cuando Brezhnev finalmente expiró
podría aplicarse literalmente a los sectores industriales principales de
China cuando Mao falleció: «La productividad del trabajo se estancó, los
ratios capital-producto empeoraron, las plantas obsoletas quedaron sin
desguazar y se perdió el tren de la nueva tecnología de la información».
La mezcla de directrices centralizadas y autosuficiencia local a escala de
subsistencia propició una estructura tan incoherente como la que ningún
otro comunismo llegó a imaginar.
Aunque la economía creció rápidamente durante este período, los problemas económicos en el ineficiente sector
público aumentaron. Grandes pérdidas tuvieron que ser compensadas con ingresos del Estado y actuaron como
un drenaje de la economía.38 La inflación se volvió problemática en 1985, 1988 y 1992.37 La privatización
comenzó a acelerarse luego de 1992 y el sector privado superó al sector público en participación del PIB por
primera vez a mediados de los 1990s. El gobierno de China expandió lentamente el reconocimiento de la
economía privada, primero como un “complemento” del sector público (1988) y luego como un “importante
componente” (1999) del “mercado de la economía socialista.
Aunque la economía creció rápidamente durante este período, los problemas económicos en el
ineficiente sector público aumentaron. Grandes pérdidas tuvieron que ser compensadas con
ingresos del Estado y actuaron como un drenaje de la economía. 38 La inflación se volvió
problemática en 1985, 1988 y 1992.37 La privatización comenzó a acelerarse luego de 1992 y el
sector privado superó al sector público en participación del PIB por primera vez a mediados de
los 1990s. El gobierno de China expandió lentamente el reconocimiento de la economía privada,
primero como un “complemento” del sector público (1988) y luego como un “importante
componente” (1999) del “mercado de la economía socialista
. En cualquier caso, la
cuestión crucial no es si el pib crecía nominalmente, ya que según
este
criterio la Unión Soviética todavía crecía en 1986, cuando
Gorbachov lanzó
su perestroika, y tampoco podía decirse que se hallara inmersa en
una crisis
peleas con los ideólogos del viejo Partido. Para ellos, la reforma política
era un medio para allanar el camino de la reforma económica, que era
la auténtica prioridad. El suyo era una especie de «desarrollismo con
características chinas». No podían dedicar mucha atención a los temas
relacionados con los costes sociales.
de Deng a los debates sobre el Sr. S (el socialismo) y el Sr. C (el capita-
lismo). De la lectura de varias memorias personales se puede deducir
que los intelectuales y los cuadros con inclinaciones teóricas estaban lle-
gando a la desesperación a finales de la década de 1980, cuando la elite
estos últimos y los otros dos. Pero Anderson señala, que con el aplas-
tamiento de un levantamiento popular pacífico, Deng y sus asociados
la estabilidad» (weiwen bangongshi) por medio del aparato del Estado, con
presupuestos y personal muy aumentado, ahora revestido por programas
«antiterroristas» que apuntan a las regiones étnicas que no son han.
Esta ideología ha proporcionado la justificación más conveniente a la
«liberalización» durante los últimos veinticinco años. Cada vez que se
ha introducido una nueva política económica, cualesquiera que fueran
sus beneficios, los costes siempre han sido soportados por las masas
sin rostro y el medioambiente sin voz. Así ha ocurrido con las reformas
en vivienda, educación, atención sanitaria, legislación laboral, la bolsa y
muchas más.
El Milagro Económico: Anderson indica que hay 3 corrientes que intentan definir las razones del crecimiento
económico actual de China en el mercado global. La primera, normalmente más en boga entre los historiado-
res, atribuye esencialmente la elevada velocidad del crecimiento en la
los logros del periodo de Mao los que sentaron los profundos cimien-
tos para las proezas de la era de las reformas. La base de este legado se
tiempo tan corto, ni nunca había surgido tan rápidamente con ellas una
floreciente clase media. Nunca el orden jerárquico de las potencias había
sido alterado tan espectacularmente, con un orgullo popular tan natural.
Tampoco nunca, en los mismos años, la desigualdad se había disparado
allí donde una vez la probidad se daba por supuesta. Ni los trabajadores,
hasta ayer amos teóricos del Estado, han sido tratados tan despiadada-
mente: destrucción de empleos, salarios impagados, agravios burlados,
protestas sofocadas. Tampoco los campesinos, la médula de la Revolu-
ción, habían sido despojados en tales cantidades de sus tierras y de sus
de Internet que cualquier otro país de la tierra, sin terror y con mucha li-
bertad en la vida privada; con una maquinaria de vigilancia más raciona-
lizada y efectiva que nunca. Para las minorías, la acción afirmativa y la re-
presión cultural y política van de la mano; para los ricos, cualquier lujo y
propiedad estatal resultantes han sido vendidas a bajo precio a sus direc-
tores o a especuladores; si bien no de una manera tan escandalosa como
cuenta los costes sociales y sin ningún tipo de procedimientos que permi-
tan al público el seguimiento o la salvaguardia de activos que estuvieron
a su nombre un día, pero que ahora han sido apropiados por el Estado.
Existen aquí, por lo menos, tres cambios que requieren algún comen-
tario, aunque sea breve.
afectada por la crisis. El resultado fue que China experimentó una defla-
ción grave durante cinco años (1997-2001). Enfrentado a un mercado
doméstico dañado y un bajo consumo persistente, el gobierno podía haber
elegido una senda de crecimiento más lenta y más gradual, para ayudar a
los campesinos a nutrir una recuperación agrícola basada en los hogares y
desarrollar mercados más fuertes en el campo, aumentando los ingresos
de los campesinos. (También podía haber intentado ayudar a millones de
trabajadores despedidos a montar pequeños negocios en las ciudades). En
su lugar, aceleró la mercantilización de sus funciones sociales y empujó
al alza los costes de la producción agrícola, reduciendo el margen para el
desarrollo rural. Las empresas municipales cayeron en bloque; se redujo
el número de empresas de propiedad estatal bajo el eslogan de «mantener
las grandes y eliminar las pequeñas»; se promovió la venta de grandes
terrenos (comenzando también en 1997) para ingresar dinero en las arcas
del Estado; y se pusieron en marcha programas que mercantilizaban la
educación superior y la atención sanitaria. Esencialmente, el gobierno
China comenzó a reformar su economía política socialista de estado después de la muerte de Mao
Zedong en 1976. El pragmático programa de reformas de mercado de Deng Xiaoping fue
legitimado formalmente en la histórica sesión plenaria del Partido Comunista de 1978 para
reemplazar la ingeniería social maoísta utópica. Treinta años después, China es hoy la segunda
mayor economía del mundo, la tercera mayor en comercio y, con enormes reservas de divisas
extranjeras (1,4 billones de dólares o el 40 % del producto interno bruto en 2007) y enorme exceso
de capital, el tercer mayor exportador de capitales. Además, China es también el segundo mayor
consumidor de petróleo y es responsable por alrededor del 20 % del consumo de los recursos
minerales de la tierra, produciendo el 15 % de las emisiones mundiales en el proceso.
En el contexto más amplio del desarrollo chino y de los desarrollos nacionales en general, están
produciéndose cambios mayores en la política, la economía, las relaciones internacionales y la
geopolítica mundiales desde el final de la guerra fría, en particular desde el colapso del bloque
soviético y las transiciones poscomunistas por un lado, y la marcha progresiva transnacional de la
liberalización, la desregulación y la privatización, por otro. Estos cambios han alterado
profundamente los parámetros de la modernización en China con respecto a aquellos con los
cuales estaban comprometidos los reformadores imperiales de la segunda mitad del siglo XIX y
mucho más los revolucionarios republicanos y comunistas del siglo XX. Además, mientras más
profundamente un país es integrado a los mercados mundiales, más fuertes son la dependencia y
las restricciones que encuentra en sus opciones políticas y estratégicas.
La trayectoria de las reformas ha atravesado hasta ahora en China dos etapas distintas y está
entrando en una tercera, cuya naturaleza todavía está por definirse. La primera, comenzada en
1977, estuvo inspirada por las rupturas en el pensamiento nacional iniciadas por el partido,
expresadas en consignas tales como “reforma y apertura”, “economía socialista de mercado” y
“construir un socialismo altamente civilizado, altamente democrático”. La idea principal era
entonces que China “hiciera uso” de los mecanismos de mercado y de las avanzadas capacidades
de gestión y tecnología del mundo capitalista para sus propios propósitos socialistas. En efecto, la
primera década de la reforma contempló algunos magníficos logros: desde “liberar la mente” (un
movimiento autocrítico dentro del partido comunista) hasta la descentralización política y
económica, incluyendo esfuerzos para limitar los periodos de desempeño de los cuadros dirigentes
y separar al partido del gobierno, la administración y la gerencia empresarial; y desde el alivio de la
pobreza hasta la promoción de las empresas colectivas municipales y aldeanas (TVE, siglas de su
nombre en inglés) a fin de proveer de empleo, ingresos y prosperidad a las comunidades locales.
Uno de los rasgos indisputables fue la marcada mejora en el nivel general de vida para la amplia
mayoría de la población china: 400 millones de personas fueron sacadas de la pobreza, y el
dinamismo de los negocios se expandió a través de las áreas urbanas y rurales de China. Un
comprometido programa anti-pobreza, financiado por el estado central con amplia participación
desde abajo, ejemplificó los primeros métodos chinos del desarrollo.
Después de los disturbios de la protesta de Tiananmen de 1989 (contra el deterioro de los
servicios públicos y de la seguridad social y el aumento de la corrupción de los funcionarios) y su
violento final, el siguiente paso de China quedó en claro sin lugar a dudas en 1992, cuando se
relajaron las sanciones internacionales y Deng recorrió el sur para impulsar las zonas económicas
especiales anunciando que “el desarrollo es la regla de hierro”. Una trágica ironía de la historia: en
vez de refrenar los problemas iniciales que causaron los movimientos de estudiantes y ciudadanos
de 1989, resultó que estos movimientos allanaron el camino para cambios más radicales en la
década de 1990, bajo las fuerzas combinadas del ajuste del mercado y la violencia estatal. Recién
en 2002, en que los dirigentes de la “cuarta generación” asumieron el poder de manos de Jiang
Zemin (quien como secretario general del partido impulsó lejos la línea de Deng), ciertos errores
serios del desarrollismo comenzaron a ser adjudicados al nivel político, si bien sólo tímida e
ineficazmente. La necesitada reorientación que pudiera devolver a China a su senda reformista de
integración selectiva al mundo en la prosecución de una economía socialista de mercado y
democrática dependería de las correspondientes determinación política y presiones populares
organizadas. Ya que es completamente posible que una transformación esencialmente capitalista
sea irreversible, en tanto que ha confundido e institucionalizado muchos y poderosos intereses
creados, tales como la alianza de la elite -funcionarios, grandes empresarios y académicos/medios
de comunicación- formada en la temeraria segunda fase de acuerdo con un “capitalismo
casi invisibles.
La búsqueda de nuevos empleos para la clase trabajadora que ya
estaba
activa en las fábricas urbanas se produjo con el telón de fondo de
una
reestructuración mucho más radical: la llegada de un enorme
ejército de
rápida caída del empleo en la agricultura (del 77,2 por 100 en 1975
al
62,4 en 1985 y al 44,8 en 2005). Resulta sorprendente que,
después de un
aumento inicial del empleo industrial (del 13,5 al 23 por 100
entres1975 y
1985), la participación de este sector se ha estabilizado, llegando
solamente
al 23,8 en 2005. La expansión del sector servicios (el 9,3 por 100
en 1975
al 16,8 en 1985 y al 31,4 en 2005) sugiere que no hay base para
suponer
que casi todos los migrantes se incorporan al trabajo industrial2
. Mis pro-
pias observaciones muestran que esto también se aplica a los que
llegan a
estas clases y grupos con tal falta de ilusiones y con tanta claridad
y decisión que, a la luz de
lo que decía, el ”bloque de las cuatro clases”, la sumisión del
partido al Kuomintang y la idea
de una contención de la revolución dentro de límites burgueses
parecían otros tantos absurdos,
suicidas para el partido y para la revolución. No estaba volviendo la
mirada de la ciudad al
campo, como haría después, aunque ya se mostraba mucho más
sensible para lo que hacían y
sentían los campesinos que para el movimiento de los obreros.
Pero todavía insistía, en el
mejor estilo leninista, en la primacía de los obreros en la revolución,
y su énfasis en este punto
revela la relación real de trabajadores y campesinos en los
acontecimientos de ese período.
En el Estudio del movimiento
campesino de Hunan, escrito poco antes del golpe de estado de
Chiang Kai-shek, Mao hizo
pública su indignación ante los dirigentes del Kuomintang y ante
”los camaradas del Partido
Comunista” que tratan de apaciguar al campesinado y detener la
revolución agraria.
”Muy obviamente – les fustigaba – éste es un razonamiento propio
de la clase terrateniente.., un
razonamiento contrarrevolucionario. Ni un solo camarada debería
repetir este contrasentido. Si
La contradicción entre el imperialismo y la nación china y la contradicción entre el feudalismo y las grandes
masas populares, son las contradicciones principales de la sociedad china moderna. Existen, sin duda, otras
contradicciones, como las que hay entre la burguesía y el proletariado, y en el seno de las propias clases
dominantes reaccionarias. La contradicción entre el imperialismo y la nación china es, sin embargo, la principal.
Las luchas que surgen de estas condiciones y su intensificación engendran inevitablemente los movimientos
revolucionarios que se irán desarrollando cada día más. Las grandes revoluciones modernas y contemporáneas
de China han surgido y se han desarrollado sobre la base de estas contradicciones fundamentales.
Del análisis efectuado en la parte. 3 del capítulo I, sabemos ya que la presente sociedad china es colonial,
semicolonial y semifeudal. Sólo la clara comprensión de este hecho nos permitirá llegar a comprender contra
quién se dirige la revolución china, sus tareas, sus fuerzas motrices, su carácter y sus perspectivas y su
transformación ulterior. Una clara comprensión del carácter de la sociedad china, o sea, de la situación real de
China es la premisa fundamental para comprender todos los problemas de la revolución. Dado el carácter de la
sociedad china actual, ¿contra quién se dirige la revolución, o quiénes son los enemigos principales de la
revolución china en la etapa actual? No son otros sino el imperialismo y el feudalismo, es decir, la burguesía de
los países imperialistas y los terratenientes en el interior, porque en la etapa actual de la sociedad china son
ellos los principales agentes que oprimen a la sociedad china y dificultan su progreso. Conspiran para oprimir al
pueblo chino y, como la opresión nacional ejercida por el imperialismo es el yugo más pesado, el imperialismo
es el primero y el peor de los enemigos del pueblo chino. Desde la invasión armada de China por el Japón, los
principales enemigos de la revolución china han sido los imperialistas japoneses y todos sus cómplices, los
traidores y los reaccionarios chinos que han capitulado abiertamente o se disponen a capitular.
Ante tales enemigos, los medios, o la forma, principales de la revolución china tienen que ser armados y no
pacíficos; porque, al privar al pueblo chino de todas las libertades y derechos políticos, nuestros enemigos han
desechado toda posibilidad de que recurramos a acciones políticas pacíficas. «En China -dice Stalin-, la
revolución armada lucha contra la contrarrevolución armada. Esta es una de las particularidades y una de las
ventajas de la revolución china». 30 La formulación de Stalin es perfectamente correcta. Por eso es un error
menospreciar la lucha armada, la guerra revolucionaria, la guerra de guerrillas y la labor en el ejército. Ante tales
enemigos, la revolución china tiene también que afrontar la cuestión de las bases de apoyo revolucionarias.
Como los poderosos imperialistas y sus aliados, las fuerzas reaccionarias, seguirán ocupando durante un largo
tiempo las ciudades-clave de China, si las fuerzas revolucionarias no quieren llegar a un compromiso con ellos
sino que están determinadas a seguir la lucha, y si tratan de acumular sus fuerzas y de templarse, y de evitar las
batallas decisivas con su poderoso enemigo mientras no hayan reunido la potencia suficiente, deben hacerse de
las regiones rurales atrasadas una firme base de apoyo avanzada, un gran baluarte militar, político, económico y
cultural de la revolución, sobre el cual puedan apoyarse a fin de luchar contra el fiero enemigo que utiliza las
ciudades para atacar a las regiones rurales, y lograr, paso a paso, en una lucha prolongada, la victoria total de la
revolución. En estas circunstancias, debido al desigual. desarrollo económico de China, es decir, a la ausencia
de una economía capitalista única; a la enorme extensión de su territorio, que ofrece a las fuerzas
revolucionarias espacio suficiente para maniobrar; a la desunión y a las numerosas contradicciones existentes
en el campo contrarrevolucionario; y al hecho de que la lucha de los campesinos, la fuerza principal de la
revolución china, está dirigida por el partido del proletariado -por el Partido Comunista-; debido a todas estas
circunstancias, se produce una situación en la cual, por un lado, la revolución china puede triunfar primero en los
distritos rurales y, por el otro, la revolución se desenvuelve de una manera desigual en las diferentes regiones
del país, por lo que la lucha hasta obtener la victoria definitiva pasa a ser larga y penosa. Es evidente que la
prolongada lucha revolucionaria mantenida en dichas bases de apoyo revolucionarias es, sobre todo, una guerra
campesina de guerrillas dirigida por el Partido Comunista de China. Es, pues, un error descuidar la constitución
de bases de apoyo revolucionarias en los distritos rurales, descuidar la labor tenaz entre los campesinos,
descuidar la guerra de guerrillas.
La Nueva Democracia La característica histórica de la revolución china consiste en que se divide en dos etapas:
democracia y socialismo, y la primera ya no es la democracia corriente, sino una democracia de tipo chino, de
tipo particular y nuevo, o sea, la nueva democracia. Ahora bien, ¿cómo se ha formado esta característica
histórica? ¿Existe desde hace un siglo, o ha surgido más tarde?
Basta con estudiar un poco el desarrollo histórico de China y del mundo para comprender que esta
característica no existe desde la Guerra del Opio, sino que se ha formado más tarde, después de la Primera
Guerra Mundial imperialista y de la Revolución de Octubre en Rusia. Examinemos ahora el proceso de su
formación.
Es evidente que, dada la naturaleza colonial, semicolonial y semifeudal de la actual sociedad, la
revolución china ha de pasar por dos etapas. La primera consiste en transformar esa sociedad colonial,
semicolonial y semifeudal en una sociedad democrática independiente, y la segunda, en hacer avanzar la
revolución y construir una sociedad socialista. La revolución china se encuentra ahora en su primera etapa.
El período preparatorio de la primera etapa comenzó con la Guerra del Opio de 1840, esto es, cuando
la sociedad china empezó a transformarse de feudal en semicolonial y semifeudal. Luego se han sucedido el
Movimiento del Reino Celestial Taiping, la Guerra
pág. 357
Chino-Francesa, la Guerra Chino-Japonesa, el Movimiento Reformista de 1898, la Revolución de 1911, el
Movimiento del 4 de Mayo, la Expedición al Norte, la Guerra Revolucionaria Agraria y la actual Guerra de
Resistencia contra el Japón. Estas numerosas fases abarcan un siglo entero y, en cierto sentido, todas forman
parte de esta primera etapa; son luchas realizadas por el pueblo chino, en diferentes ocasiones y grados, contra
el imperialismo y las fuerzas feudales, a fin de construir una sociedad democrática independiente y llevar a cabo
la primera revolución. Sin embargo, es la Revolución de 1911 la que marca, en un sentido más completo, el
comienzo de dicha revolución. La primera revolución es, por su carácter social, democrático-burguesa, y no
socialista proletaria. Todavía no está consumada, y exige ingentes esfuerzos, porque sus enemigos siguen
siendo muy poderosos. Cuando el Dr. Sun Yat-sen decía: "No se ha consumado aún la revolución; todos mis
camaradas deben continuar luchando", se refería precisamente a esta revolución democrático-burguesa.
Sin embargo, la revolución democrático-burguesa de China experimentó un cambio con el estallido de
la Primera Guerra Mundial imperialista en 1919 y el establecimiento de un Estado socialista sobre una sexta
parte del globo a consecuencia de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia.
Antes de estos acontecimientos, la revolución democrático-burguesa china pertenecía a la vieja
categoría, a la de la revolución democrático-burguesa mundial, y formaba parte de esta revolución.
Después de dichos acontecimientos, la revolución democrático-burguesa china pasó a pertenecer a
una nueva categoría de la revolución democrático-burguesa, y el frente del que forma parte es el de la
revolución socialista proletaria mundial.
¿Por qué? Porque la Primera Guerra Mundial imperialista y la primera revolución socialista victoriosa, la
Revolución de Octubre, han cambiado totalmente el curso de la historia mundial, abriendo en ella una nueva era.
Es una era en que el frente capitalista mundial se ha derrumbado en un sector del globo (un sexto de
su superficie) y ha revelado plenamente su podredumbre en el resto; en que lo que queda del mundo capitalista
no puede sobrevivir sin depender más que nunca de las colonias y semicolonias; una era en que se ha fundado
un Estado socialista, dispuesto, como lo ha proclamado, a dar activo apoyo al movimiento de liberación de todas
las colonias y semicolonias, y en que el proletariado de los países capitalistas se libera cada día más.
de la influencia de los partidos socialdemócratas, social-imperialistas, y ha proclamado su apoyo al movimiento
de liberación de las colonias y semicolonias. En esta era, toda revolución emprendida por una colonia o
semicolonia contra el imperialismo, o sea, contra la burguesía o capitalismo internacional, ya no pertenece a la
vieja categoría, a la de la revolución democrático-burguesa mundial, sino a la nueva categoría; ya no forma parte
de la vieja revolución burguesa o capitalista mundial, sino de la nueva revolución mundial: la revolución mundial
socialista proletaria. Estas colonias o semicolonias en revolución no pueden ser consideradas como aliadas del
frente de la contrarrevolución capitalista mundial; se han convertido en aliadas del frente de la revolución
socialista mundial.
En su primera etapa o primer paso, tal revolución de un país colonial o semicolonial, aunque por su
carácter social sigue siendo fundamentalmente democrático-burguesa y sus reivindicaciones tienden
objetivamente a desbrozar el camino al desarrollo del capitalismo, ya no es una revolución de viejo tipo, dirigida
por la burguesía y destinada a establecer una sociedad capitalista y un Estado de dictadura burguesa, sino una
revolución de nuevo tipo, dirigida por el proletariado y destinada a establecer, en esa primera etapa, una
sociedad de nueva democracia y un Estado de dictadura conjunta de todas las clases revolucionarias. Por
consiguiente, esta revolución abre precisamente un camino aún más amplio al desarrollo del socialismo. Durante
su curso, atraviesa varias fases debido a los cambios en el campo contrario y entre sus propios aliados, pero su
carácter fundamental permanece inalterado.
Tal revolución combate consecuentemente al imperialismo, y por lo tanto este no la tolera y lucha
contra ella. En cambio, el socialismo la aprueba, y el Estado socialista y el proletariado internacional socialista la
ayudan.
Por eso, esta revolución no puede ser sino parte de la revolución mundial socialista proletaria.
"La revolución china es parte de la revolución mundial" -- esta correcta tesis fue planteada ya durante la
Primera Gran Revolución china de 1924-1927. Fue planteada por los comunistas chinos y aprobada por todos
cuantos participaban entonces en la lucha antiimperialista y antifeudal. Sin embargo, la significación de esta
tesis no fue esclarecida en aquellos días, de suerte que la gente sólo tenía una vaga idea al respecto
: Cuál es, pues, el carácter de la revolución china en la etapa presente? ¿Es una revolución democrático-
burguesa o una revolución socialista-proletaria? Sin duda que no es del segundo tipo sino del primero. Está ya
claro que la sociedad china es todavía colonial, semi colonial y semi feudal; que los enemigos principales de la
revolución china siguen siendo el imperialismo y las fuerzas feudales; que la tarea de la revolución china
consiste en una revolución nacional y en una revolución democrática para derrocar a esos dos enemigos
principales; que la burguesía toma parte a veces en esta revolución, y que aun cuando la gran burguesía
traiciona la revolución y se convierte en su enemiga, nuestra revolución sigue estando dirigida contra el
imperialismo y el feudalismo y no contra el capitalismo y la propiedad privada capitalista en general. En vista de
ello, el carácter de la revolución china, en la etapa presente, no es socialistaproletario sino democrático-burgués.
No obstante, la revolución democrático-burguesa en la China de hoy ya no es del viejo tipo corriente, hoy
anticuado, sino de un nuevo tipo especial. Este tipo de revolución se desarrolla en China y en todos los países
coloniales y semi-coloniales, y nosotros la denominamos revolución de la nueva democracia. La revolución de la
nueva democracia es parte de la revolución mundial socialistaproletaria, que lucha resueltamente contra el
imperialismo o capitalismo internacional. Políticamente significa la dictadura conjunta de varias clases
revolucionarias sobre los imperialistas, los colaboracionistas y los reaccionarios, y la lucha contra los intentos de
convertir a la sociedad china en una sociedad sometida a la dictadura burguesa. Económicamente significa la
nacionalización de todo el gran capital y todas las grandes empresas de los imperialistas, los colaboracionistas y
los reaccionarios; la distribución de la tierra de los terratenientes entre los campesinos, y, al mismo tiempo, la
conservación de las empresas del capital privado en generalsin eliminar la economía de los campesinos ricos.
Esta revolución democrática de nuevo tipo, a la vez que abre el camino al capitalismo, crea la premisa para el
socialismo. La etapa presente de la revolución china es una· etapa de transición, en la que se da fin a la
sociedad colonial, semicolonial y semifeudal y se establece la sociedad socialista, es el proceso de la revolución
de la nueva democracia. Este proceso, que no empezó hasta después de la Primera Guerra Mundial y de la
Revolución de Octubre de Rusia, se inició en China con el Movimiento del 4 de mayo de 1919: Antes del
Movimiento del 4 de Mayo, la lucha en el frente cultural de China fue la lucha entre la nueva cultura de la
burguesía y la vieja cultura de la clase feudal. Tal carácter tuvieron las luchas de esa época entre el "sistema
escolar moderno" y el sistema de exámenes imperiales[17], entre el saber nuevo y el antiguo, entre el saber
occidental y el tradicional. Por "sistema escolar moderno", saber nuevo o saber occidental se entendían
fundamentalmente (decimos fundamentalmente, porque todavía se mezclaban con muchos perniciosos vestigios
del feudalismo chino) las ciencias naturales imprescindibles para los representantes de la burguesía, y las
teorías socio-políticas burguesas. En ese tiempo, las ideas del saber nuevo desempeñaron un papel
revolucionario al luchar contra las ideas feudales chinas, y sirvieron a la revolución democrático-burguesa china
del antiguo período. Sin embargo, debido a la impotencia de la burguesía china y a la entrada del mundo en la
época del imperialismo, estas ideas burguesas fueron arrolladas en las primeras escaramuzas por la alianza
reaccionaria entre las ideas esclavizadoras del imperialismo extranjero y las del "retorno a los antiguos" del
feudalismo chino; bastaron los primeros contraataques de esta alianza ideológica reaccionaria para que el
llamado saber nuevo arriara banderas, silenciara tambores y tocara a retirada; perdida el alma, le quedó sólo el
pellejo. En la época del imperialismo, la vieja cultura democrático-burguesa ya estaba corrompida y no tenía
ninguna vitalidad: su derrota era inevitable.
Pero, a partir del Movimiento del 4 de Mayo, las cosas cambiaron. Surgió en China una fuerza cultural
fresca, totalmente nueva: la cultura e ideología comunistas, guiadas por los comunistas chinos, o sea, la
concepción comunista del mundo y la teoría de la revolución social. El Movimiento del 4 de Mayo tuvo lugar en
1919, y la fundación del Partido Comunista de China y el comienzo real del movimiento obrero se produjeron en
1921. Todo esto sucedió después de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución de Octubre, esto es, en una
época en que la cuestión nacional y el movimiento revolucionario de las colonias habían tomado en el mundo un
nuevo cariz. Aquí la conexión entre la revolución china y la revolución mundial es sumamente clara. Una fuerza
política fresca -- el proletariado y su Partido Comunista -- subió a la escena política china, y, como resultado, la
fuerza cultural fresca, con nuevo uniforme y nuevas armas, uniéndose con todos los aliados posibles y
desplegando sus filas en formación de combate, lanzó una heroica ofensiva contra las culturas imperialista y
feudal. Esta fuerza ha logrado un enorme desarrollo en el campo de las ciencias sociales y en el de las letras y
artes, o sea, en filosofía, ciencias económicas, ciencias políticas, ciencia militar, historia, literatura y arte (teatro,
cine, música, escultura y pintura). Durante los últimos veinte años, adondequiera que esta nueva Fuerza cultural
ha dirigido sus ataques, se ha producido una gran revolución tanto en el contenido ideológico como en la forma
(por ejemplo, en la lengua escrita). Es tan imponente y poderosa que resulta invencible allí donde llega. La
movilización que ha realizado tiene una amplitud sin paralelo en la historia de China. Y el más grande y valiente
abanderado de esta nueva fuerza cultural ha sido Lu Sin. Comandante en jefe de la revolución cultural de China,
no sólo fue un gran hombre de letras, sino también un gran pensador y un gran revolucionario. Lu Sin fue
hombre de integridad inflexible, sin sombra de servilismo ni obsequiosidad, cualidad ésta la más valiosa en los
pueblos coloniales y semicoloniales. En el frente cultural, Lu Sin, representante de la gran mayoría de la nación,
fue el más correcto, valiente, firme, leal y ardiente héroe nacional que haya jamás asaltado las posiciones
enemigas. El rumbo de Lu Sin es justamente el de la nueva cultura de la nación china.
Antes del Movimiento del 4 de Mayo, la nueva cultura de China era, por su carácter, la cultura de vieja
democracia y formaba parte de la revolución cultural capitalista de la burguesía mundial. A partir de dicho
Movimiento, ya es la cultura de nueva democracia y forma parte de la revolución cultural socialista del
proletariado mundial.
Antes del Movimiento del 4 de Mayo, el movimiento por la nueva cultura o revolución cultural de China
estaba dirigido por la burguesía, que aún desempeñaba el papel dirigente. Después del Movimiento del 4 de
Mayo, la cultura e ideología de la burguesía han quedado aún más atrasadas que su política, y ya no les
corresponde ningún papel dirigente; a lo sumo, pueden desempeñar, hasta cierto punto, el papel de aliado en
determinados períodos revolucionarios. El papel dirigente en esta alianza corresponde necesariamente a la
cultura e ideología del proletariado. Este es un hecho patente, irrefutable.
. Una revolución de la nueva democracia es una revolución de las masas populares dirigidas por el proletariado·
y orientada contra el imperialismo y el feudalismo. China sólo puede avanzar hacia la sociedad socialista
pasando por este tipo de revolución. Esta revolución de la nueva democracia se diferencia mucho de las
revoluciones democráticas que registra la historia de los países europeos y americanos; no conduce a la
dictadura de la burguesía, sino a la dictadura del frente unido de todas las. clases revolucionarias bajo la
dirección del proletariado. En la Guerra de Resistencia a la Agresión Japonesa, el poder político democrático
antijaponés establecido en las bases de apoyo anti japonesas bajo la dirección del Partido Comunista de China
representa el poder político del Frente Unido Nacional Antijaponés, que no es la dictadura de una sola clase, ni
de la burguesía ni del proletariado, sino una dictadura conjunta de varias clases revolucionarias bajo la dirección
del proletariado. Todos los que sean partidarios de la resistencia al Japón y de la democracia pueden participar
en este poder político, sea cual fuere su filiación política. Este tipo de revolución de la nueva democracia se
diferencia también de la revolución socialista en que trata tan sólo de derrocar en China el poder de los
imperialistas, los colaboracionistas y los reaccionarios, pero no de causar daño a ningún sector de la burguesía
que todavía pueda tomar parte en las luchas antiimperialistas y antifeudales. Esta revolución de la nueva
democracia concuerda, en lo esencial, con la revolución de los Tres Principios del Pueblo, tal como la
propugnaba Sun Yat-sen en 1924. En el Manifiesto del Primer Congreso Nacional del Koumintang, publicado en
aquel año, Sun Yat-sen declaraba:El llamado sistema democrático en las naciones modernas suele estar
monopolizado por la burguesía y ha llegado a ser un simple instrumento de opresión de las gentes sencillas. En
cuanto al Principio de la Democracia proclamado por el Kuomintang, significa que ésta debe ser gozada por
todas las gentes sencillas, y no monopolizada por unos cuantos.» y añadía luego: «Empresas tales como los
bancos, los ferrocarriles y las líneas aéreas, ya sean de propiedad china o extranjera, que tengan un carácter
monopolista o sean demasiado grandes para ser explotadas por particulares, deben ser dirigidas por el estado,
a fin de que el capital privado no controle la vida del pueblo: éste es el principio fundamental del control del
capital» Y también, en su testamento, Sun Yat-sen señalaba así el principio fundamental de la política interior y
exterior: «Debemos despertar a las masas populares y aliarnos, en una lucha común, con aquellas naciones del
mundo que nos traten de igual a igual.» Los Tres Principios del Pueblo de la vieja democracia adaptados a la
situación existente entonces en el interior y en el exterior fueron así transformados en los Tres Principios del
Pueblo de la Nueva Democracia, adaptados a la nueva situación existente ahora en el interior y en el extranjero.
El Partido Comunista de China se refirió a los Tres Principios del Pueblo de esta segunda forma, y no a otros
principios cualesquiera, cuando anunció, en su Manifiesto del 22 de septiembre de 1937, que «siendo los Tres
Principios del Pueblo lo que China necesita hoy, nuestro Partido se compromete a luchar por su realización
completa». Sobre estos Tres Principios del Pueblo se basan las tres orientaciones políticas cardinales de Sun
Yatsen: alianza con Rusia, cooperación con los comunistas, y ayuda a los campesinos y los obreros. En la
nueva situación creada en el interior y en el extranjero, si los Tres Principios del Pueblo se separan de las tres
orientaciones políticas cardinales no pueden ser Tres Principios del Pueblo revolucionario. (Aquí no vamos a
referirnos a la cuestión de que el comunismo y los Tres Principios del Pueblo coinciden tan sólo en sus
programas políticos fundamentales de la revolución democrática y difieren en todos los demás aspectos.Así
pues, en el transcurso de la revolución democrático-burguesa de China, la posición del proletariado, del
campesinado y de los otros sectores de la pequeña burguesía no debe ser pasada por alto, ya sea al agrupar
las fuerzas durante la lucha, es decir, en el frente unido, o al formar el gobierno. Aquel que trate de dejar al
margen al proletariado, al campesinado y a otros sectores de la pequeña burguesía será incapaz de decidir el
destino de la nación china y de resolver ninguno de los problemas que se le presentan. La república democrática
que trata de crear la revolución china en la etapa presente tiene que ser una república democrática en la cual los
obreros, los campesinos y los demás sectores de la pequeña burguesía tengan asignados puestos y papeles
determinados. En otras palabras, debe ser una república democrática de la alianza revolucionaria de los
obreros, los campesinos, la pequeña burguesía urbana y de todos los demás que luchan contra el imperialismo
y el feudalismo. Sólo bajo la dirección del proletariado puede realizarse definitivamente una república de esta
índole.