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CHINA

RESUMEN FINAL

- EL MODO DE PRODUCCIÓN TRIBUTARIO: El Fengjian es un


ideograma chino de la época Zhou que se refiere a la división de
la organización social por oficios o tareas, en jerarquía, desde los eruditos y
militares (1), los artesanos (2), los campesinos (3) y finalmente los comerciantes
(4). Una mirada eurocéntrica ha definido al período Zhou hasta la dinastía Qin
como “ Feudal” en China, basada fundamentalmente en el hecho de la práctica
de los soberanos de dicha dinastía Zhou de otorgarle a guerreros y parientes ( “
vasallos”) dominios territoriales, de forma análoga a la práctica de los reyes del
feudalismo europeo posterior. La cátedra considera eurocéntrico y erróneo
considerar feudalismo a esta sociedad por la similitud con uno de los aspectos
del muy posterior feudalismo europeo. Asimismo la historiografía marxista en
China ve a la historia gobernada por leyes universales, de acuerdo con las cuales la
sociedad pasa por una serie de estadios impulsada por la lucha de clases ( esclavismo,
feudalismo, capitalismo, socialismo, comunismo), y presupone que China fue feudal
durante 3 mil años: La clase dirigente feudal, compuesta por los terratenientes, la nobleza y el
emperador, poseía la mayor parte de las tierras, mientras los campesinos tenían muy pocas o carecían
de ellas. Los campesinos cultivaban la tierra con sus propios aperos agrícolas, para los terratenientes,
la nobleza y la familia real; y les entregaban para su consumo, del 40 hasta el 80 por 100, y aún más,
de sus cosechas. Tales campesinos eran realmente siervos. 3. No sólo los terratenientes, la nobleza y
la familia real vivían de la renta extraída a los campesinos con su explotación, sino que el estado,
constituido por la clase terrateniente, extraía también tributos e impuestos de los campesinos y les
imponía trabajos forzados para sostener una horda de funcionarios gubernamentales y ejército que se
utilizaba sobre todo para oprimir a los campesinos. 4. El órgano de poder que protegía el sistema de
explotación feudal era el estado feudal de la clase de los terratenientes: En el período anterior a la
dinastía Chin, China era un estado feudal que comprendía cierto número de principados delimitados y
rivales. Después de la unificación de China por el Primer Emperador de la dinastía Chin, surgió un tipo
de estado feudal, centralizado y autocrático, aunque los feudos locales independientes sobrevivieron en
cierta medida. En aquel estado feudal, el emperador era todopoderoso: nombraba los funcionarios de
todas las localidades que se hacían cargo de las fuerzas armadas, de los tribunales, del tesoro y de los
graneros estatales, y se apoyaba en los terratenientes y en los señores feudales, base de su régimen.
Bajo este régimen feudal de explotación económica y opresión política, los campesinos chinos vivieron,
a través de las eras, como esclavos, una horrorosa vida de privaciones y sufrimientos.
Sin embargo, encontramos en la interpretación de Samir Amin una crítica a esta interpretación
eurocéntrica. Para el autor, la forma que llamamos tributaria es la forma general de todas las
sociedades precapitalistas avanzadas, de las que el feudalismo no es más que una especie particular.
El balance de la historia propuesto sólo considera tres estadios consecutivos de naturaleza universal: el
estadio comunitario, larga transición a partir del comunismo primitivo; el estadio tributario que
caracteriza al conjunto de las sociedades precapitalistas desarrolladas y finalmente el capitalismo,
convertido en sistema mundial. ^ El estadio tributario es la historia de todas las civilizaciones basadas
en: t) un importante desarrollo de las fuerzas productivas; una agricultura sedentaria que puede
asegurar más que la supervivencia, un excedente sustancial y garantizado, actividades no agrícolas
(artesanales) que emplean un equipo de conocimientos técnicos y un instrumental (con excepción de
maquinaria) variados; ií) actividades improductivas desarrolladas, correspondientes a la importancia de
ese excedente; iii) una división en clases sociales basada en esta base económica y iv) un Estado
acabado que supera la realidad aldeana.
Una lista exhaustiva de las condiciones del trabajo halladas en la historia de las sociedades de clase no
puede limitarse a los tres modos de trabajo dependientes que son ei esclavísima, la servidumbre y el
salariado. Por haberlo hecho, los marxistas eurocéntricos se han visto finalmente obligados a inventar
una cuarta condición, la de productor miembro de una comunidad ("asiática") sometida al Estado
("esclavitud generalizada"). Lo malo es que este cuarto modo no existe. Lo que sí existe, y además es
mucho más frecuente que la esclavitud o la servidumbre, es el trabajo del pequeño productor
(campesino) ni enteramente libre y comerciante, ni rigurosamente encerrado por la propiedad de la
comunidad, sino sometido a la sangría tributaria. Es preciso dar un nombre a esta condición y no
vemos ninguno más apropiado que el de modo tributario.
La primera de las características del modo de producción tributario es que la extracción del producto
excedentario a los productores tiene pues la naturaleza de un tributo en provecho de la clase
explotadora: ésta es precisamente la razón por la cual hemos propuesto llamarlo modo tributario.
La segunda característica del modo tributario es que la organización esencial de la producción se basa
en el valor de uso y no en el valor de cambio. El producto conservado por et productor es en sí mismo
directamente valor de uso destinado al consumo y, en lo esencial, el autoconsumo. Sin embargo el
producto extraído por la clase explotadora es también directamente para ella valor de uso. Es decir que
la esencia de este modo tributario es la de fundar una economía natural, sin cambios, si no es que sin
transferencias (el tributo es una de ellas) y sin redistribuciones.
En tercer lugar la extracción de un tributo jamás puede obtenerse sólo mediante el ejercicio de la
violencia: exige cierto consenso social. Ése es el sentido de la observación de Marx de que "la
ideología de la clase dominante es la ideología dominante de la sociedad". En el modo tributario, esta
ideología es expresada por las grandes religiones: el cristianismo, el islam, el hínduísmo, el budismo, el
confucianismo. Funciona aquí el servicio de la extracción del excedente, mientras que la ideo-1 logia
del parentesco en el modó comunitario, igualmente dominante, funciona al servicio de la reproducción
de relaciones de cooperación y de dominación, pero no de explotación. A los modos comunitarios y al
dominio del parentesco corresponden por supuesto las religiones regionales, por oposición a las
religiones de Estado del modo tributario. Qi" El predominio de la superestructura es la primera
consecuencia del predominio del valor de uso a nivel de la base económica, pero su funcionamiento
actúa a la véz sobre la lucha de clases del modo tributario. La clase explotada no lucha generalmente
por la supresión total de la explotación, sino sólo por su mantenimiento dentro de los límites
"razonables" que exige la reproducción de la vida económica a un nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas que implique usos colectivos del producto excedentario. Es el tema del emperador
investido por el cielo.
La cuarta característica del modo tributario es su apariencia de estabilidad, y hasta de inmovilismo, en
absoluto limitado, por supuesto a Asia. En realidad esta apariencia engañosa está inspirada por el
contraste con el capitalismo. Basada en el valor de cambio, la ley fundamental interna del capitalismo
se sitúa en el plano mismo de la base económica: la competencia entre capitalistas impone la
acumulación, es decir la revolución permanente de las fuerzas productivas. Basado en el valor de uso,
el modo tributario no conoce exigencia interna parecida en el plano de su base económica. % No
obstante, las sociedades tributarias no son inmóviles. Han realizado notables progresos en el desarrollo
de sus fuerzas productivas, ya sea Egipto, ya sea China, Japón, India y Asia del Sur, el Oriente árabe y
persa, Africa del Norte y Sudán;p la Europa mediterránea o feudal. Pero estos progresos no implican un
cambio cualitativo de las relaciones de producción. Del mismo modo, el Estados Unidos de 1980 y la
Inglaterra de 1780 corresponden a dos momentos extremos del desarrollo de las fuerzas productivas
sobre la base de las mismas relaciones capitalistas, Surgen nuevas relaciones de producción para
superar un bloqueo engendrado por la resistencia de las relaciones antiguas y permiten así un nuevo
desarrollo. La lucha de clases que opone a los productores campesinos a la clase de sus explotadores
tributarios ocupa toda la historia de las formaciones tributarias, tanto en Asia o en África como en
Europa. Sin embargo existe una diferencia esencial entre esta lucha y la que opone a proletarios y
burgueses en el capitalismo. La segunda debería poder terminar con la victoria del proletariado y la
instauración de una sociedad sin clases. La primera no podía concluir la victoria campesina. Cada
victoria arrancada por los campesinos debilitaba, en efecto, a La clase explotadora tributaria en
beneficio de una tercera clase naciente; la burguesía, la cual surgía -por una parte al lado del
campesino, a partir del capital mercantil y, por la otra, en el seno de ese campesinado, cuya liberación,
así fuera parcial, abría la vía hacia una diferenciación interna. No obstante, en el modo tributario la
lucha de clases no deja de ser el motor de la historia, puesto que constituye la contradicción gracias a
cuyo movimiento ese modo - debía ser rebasado. La búsqueda por parte de la clase tributaria de un
excedente mayor ciertamente no es una ley económica interna análoga a la de la búsqueda del
beneficio capitalista, pero bajo el impulso de la lucha campesina, obliga a la clase tributaria y a los
campesinos a mejorar los métodos de producción. Es también la lucha de clases la que explica, al
menos en parte, la política exterior de la clase tributaria. Ésta intenta compensar lo que pierde en la
sociedad que explota mediante un expansionismo que le permite subyugar a otros pueblos y
reemplazar a sus clases explotadoras. Las guerras feudales proceden de esta lógica. También ha
sucedido que una clase tributaria haya logrado movilizar al pueblo en este gé- . ñero de aventuras. El
paralelo se impone con la relación que en el capitalismo rige la dependencia de la política exterior con
respecto a la lucha de clases interna, aun cuando la ley de la acumulación capitalista sea diferente en
su naturaleza. Y este paralelo continúa con el imperialismo, alianza de la burguesía y el proletariado de
un país dirigida hacia el exterior, como Marx y Engels lo habían previsto en el caso de Inglaterra.

2- LOS MANCHÚES Y LA CRISIS DEL SIGLO XIX


La dinastía manchú, una nueva dinastía extranjera en la historia china, toma el poder en 1644 frente a la
debilitada dinastía Ming. En 1681 elimina la secesión de las provincias del sur y recupera Taiwán. Los manchúes
se adaptan a las instituciones centralizadas, reflejo de la dinámica de funcionamiento autónoma del estado
mandarinal desde el siglo xi El paternalismo autoritario se basaba en una alianza con las clases letradas, donde
se reabren los concursos a cambio de una reorientación del sistema intelectual a los valores de obediencia y
sumisión a la dinastía.
Una expansión sin precedentes de la producción agrícola y artesanal y del

tráfico comercial se traduce en e! siglo XVIII en una prosperidad general acompa-


ñada de un rápido crecimiento de la población. Al mismo tiempo. la política de

intervención diplomática y militar del nuevo imperio en Mongolia, Asia Central y

el Tíbet consigue resultados brillantes: a partir de mediados de! siglo XVIII! el im-
perio sino manchú cubre cerca de 12 millones de km2 y su influencia se extiende

ampliamente más allá de sus fronteras. China es en esta época el estado más rico
y más grande del mundo. Pero a medida que se prolonga este periodo de euforia excepcional aparecen
los signos precursores de una fase de decadencia. los conflictos se multiplican
en las fronteras y las sublevaciones proliferan entre las poblaciones colonizadas;

los vicios del sistema político, poco sensible.~ en período de prosperidad, se acen-
tuan y las primeras grandes insurrecciones campesinas estallan en la China del

norte en los primeros años del siglo XIX. Se pone en marcha un proceso que el

poder no conseguirá detener. La inmensidad del imperio que, en /759, englo-


baba territorios situados más allá de la actual Mongolia y del valle del Amun y.

más allá de! Tíbet, Nepal y Bután, una centralización abusiva y el aumento de la

corrupción a partir de 1770 iban a constituir graves problemas cuando se pro-


duzca una conjunción inquietante entre el rápido crecimiento de la población.

que parece haberse duplicado en un siglo, y una crisis de subsistencias que no hará mas que agravarse a lo
largo del siglo XIX. Más rica y más activa hasta
entonces que los países de Europa, China quedará atrapada entre una economía

basada en la sofisticación creciente de sus procedimientos artesanales y el exce-


dente de una mano de obra barata, en el mismo momento en que se afirman la

voluntad de poder y de conquistas coloniales de un occidente que inicia ahora su


desarrollo industrial y cientifico. Fue de este desfase que nació en el siglo XIX la
idea de una China inmóvil.

LOS TRATADOS DESIGUALES


El siglo de los tratados sobre China se inició en 1842 y concluyó formalmente en 1943, cuando EEUU y
Gran Bretaña renunciaron formalmente a la extraterritorialidad de los mismos.
Nos encontramos con una primer etapa que se extiende hasta la década de 1870, caracterizada por el
predominio del “imperialismo de libre comercio” británico.
En esta etapa se desarrollan una serie de conflictos bélicos entre China y las potencias occidentales
( Gran Bretaña y Francia): -Primer Guerra del Opio ( 1839-42)- China vs Gran Bretaña
- Segunda Guerra del Opio ( China vs Gran Bretaña-Francia- EEUU- Rusia).
De estos conflictos bélicos surgieron tratados ( Nankín en 1842- Tianjin en 1858-
Convenciones de Pekín en 1860-etc).
Consecuencia de los tratados: En primer lugar éstos se basaban en los puertos abiertos,
claves para abrir China al comercio exterior, y que además fueron importantes en el proceso
de penetración cultural y religiosa de Occidente. Cinco en un comienzo, que con el tiempo
llegaron a ser más de ochenta.
En segundo lugar, la cuestión de la extraterritorialidad, por la cual los extranjeros y sus
actividades en China respondían sólo ante la ley extranjera.
Un tercer factor a tener en cuenta tratados fue el escaso arancel establecido a los productos
extranjeros que ingresaban a China, que por medio de sus bajas tasas habría evitado que los
chinos protegiesen su industria nativa, en caso de que hubiesen reconocido la conveniencia
de hacerlo antes de la
década de 1890.
Un cuarto factor fué la creación de concesiones, auténticos enclaves en tierra china, y el
empleo de extranjeros en la administración china. Dirigidos por sir Robert Hart en calidad de
Inspector General, los occidentales que sirvieron como comisionados de la aduana marítima
china se convirtieron en
figuras sobresalientes en cada puerto, en guardianes tanto de una competencia leal (por
medio de la imposición de
reglas para el comercio internacional) como también del modesto ingreso fiscal chino,
aproximadamente el 5%. El
desarrollo del comercio internacional proporcionó a Pekín y a las provincias costeras nuevos e
importantes ingresos
fiscales que podían utilizarse para satisfacer necesidades de modernización. Esto a su vez los
dejaba en posición de apoderarse de los ingresos en caso de que China no pueda pagar sus
deudas, como ocurrió luego de la rebelión de los bóxer.
Un quinto factor fue la cláusula de nación más favorecida -una hábil estratagema diplomática-
todas las potencias externas
compartían cualquier privilegio que alguno de ellos pudiese obtener de China.

La segunda fase de los tratados sobreviene desde la década de 1870 hasta la primera
guerra mundial, y se da en el contexto del desarrollo y la rivalidad imperialista de las
potencias occidentales ( EEUU,Gran Bretaña, Rusia, Francia y Alemania principalmente)
y Japón. En este período destacan las agresiones imperialistas contra China, como la
guerra chino francesa de 1884, la guerra sino japonesa de 1894 y la guerra emprendida
en 1900 por las fuerzas aliadas de las 8 potencias.Derrotando a China por la fuerza de
las armas, las potencias imperialistas se apoderaron de países vecinos que se
encontraban bajo la protección de China; además, arrebataron o tomaron "en arriendo"
parte del territorio chino, por ejemplo, el Japón ocupó Taiwán y las islas Pengju, y tomó
"en arriendo" L&uumlshun, Inglaterra se apoderó de Hongkong, y Francia tomó "en
arriendo" Kuangchouwan. Aparte de anexarse territorios, impusieron
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cuantiosas indemnizaciones.

¿ Qué es el imperialismo? Lenin plantea en 1916 que el imperialismo representa la fase


superior del capitalismo. Aborda una serie de características fundamentales que definen al
fenómeno imperialista.
1- La concentración de la producción y los monopolios: El proceso notablemente rápido de
concentración de la producción en empresas cada vez más grandes conduce de lleno a los
monopolios. Estos monopolios suelen reunir las distintas etapas de elaboración de la producción
industrial, a la vez que establecen acuerdos entre sí en lo relativo a las condiciones de intercambio, los
precios, el nivel de producción, etc. Si el período comprendido entre 1860 y 1880 fue el punto
culminante del desarrollo de la libre concurrencia ( los monopolios no eran más que gérmenes), y aún
después de la crisis de 1873 pese a su crecimiento todavía representaban una excepción, los años
finales del siglo xix y el contexto de la crisis de 1900-03 llevó a que los cartels se conviertan en las
bases de toda la vida económica, controlando el acceso a las materias primas los mercados de mano
de obra mediante acuerdos con sindicatos, mediante acuerdo con compradores ( el caso chino e indio
a fines del siglo xix).
2- Los bancos y su nuevo papel: a medida que van desarrollándose los bancos se acentúa su
concentración en un número reducido de establecimientos que eliminan o absorben a los más
pequeños, y por tanto de intermediarios para los pagos que eran antes, se convierten en monopolistas
que disponen de casi todo el capital monetario de los capitalistas. De esta manera se estrecha la
relación entre los bancos y la industria, dando lugar al capital financiero, que aparece como la fusión
del capital bancario con el capital industrial.
Esto trae aparejado la conformación de una oligarquía financiera, que no es una oligarquía nacional, es
decir encerrada dentro de los límites estrictos de un determinado estado-nación.
3- La exportación de capitales deviene esencial, a diferencia de la etapa anterior basada en la
exportación de mercancías.
4- Estos países exportadores de capital ( principalmente EEUU, Gran Bretaña, Francia y Alemania) se
reparten el mundo. Procuran obtener colonias o semicolonias donde establecer empresas industriales o
establecer préstamos privados o públicos.Para el capital financiero la subordinación más beneficiosa es
aquella que trae aparejada la pérdida de la independencia política de los países y pueblos sometidos. Y
es precisamente en el marco del auge del capital financiero cuando las posesiones coloniales se
ensancharon en proporciones gigantescas después de 1876.
Si la particularidad fundamental del capitalismo moderno consiste en la dominación de las asociaciones
monopolistas de los grandes empresarios, la posesión de colonias es lo único que garantiza de una
manera completa el éxito del monopolio.

Tras las primeras usurpaciones en la década de 1870 de las potencias occidentales y Japón
en los confines del imperio y en los países que formaban parte del área de influencia china, La
guerra sino japonesa de 1894 abre una nueva etapa en la desintegración
política, social y económica del mundo chino: las consecuencias de la derrota son

tan graves en todos los campos que se puede considerar que a partir de esta épo-
China deja de ser dueña de su destino. La flota de guerra que ésta había inten
tado formar en condiciones difíciles es aniquilada. Se le impone una indemniza-
ción de guerra de 200 millones de Iíang -tres veces los ingresos anuales del

gobierno imperial-:-, y aún se le añaden 30 millones de liang que le permitirán

conservar unos cuantos años más la península de Liaodong. Las ambiciones terri-
toriales del Japón que se anexiona Taiwan y las islas Penghu (Pescadores] y

obtiene una posición dominante en el noreste (Manchuria), incitan a las potencias

occidentales a anexionarse a su vez partes del territorio chino por medio de “territorios
arrendados” y a repartirse Chi-
na en «esferas de influencia», especie de cotos de caza en que explotar las rique-
zas del viejo imperio. Alemania se apodera en 1897 de la región de Qingdao y Jiaozhou, en el
sures-
te del Shandong, Gran Bretaña de la de Weihai (Weihaiwei) y del extremo orien-
tal de la península del Shandong en 1898, Rusia de la parte meridional de la

península del Liaodong (región de Dalian -Dairén en pronunciaciónjaponesa-


y de Lishun, que los occidentales rebautizan con el nombre de Port Arthur). Fran-
cia, cuyas ambiciones se centran en la China del suroeste, sigue su ejemplo en

1899 arrancando la región de Zhanjiang (Gw:mgzhouwan) al Guangdong occi-


dental.
Pero además. en los años que siguen al tratado de Shimonoseki. es imposible
seguir impidiendo lo que Li Hongzhang, personalidad política respetada por sus

interlocutores extranjeros, había intentado evitar a toda costa: las industrias ex-
tranjeras se instalan en la misma China en los puertos abiertos y en los nuevos

«territorios arrendados». La sujeción económica de China a las naciones extran-


jeras aumenta bruscamente. La invasión de capitales extranjeros, el auge de las

empresas bancarias, fábricas, manufacturas y minas administradas por las com-


pañías occidentales y japonesas en las ciudades y regiones ocupadas se aprove-
chan de una mano de obra miserable a bajísimo precio. A su vez, se consolidó el control
extranjero de las aduanas, el comercio exterior y las comunicaciones ( marítimas, fluviales,
terrestres y aéreas). Y asimismo Por medio de la concesión de empréstitos a los gobiernos
chinos y del establecimiento de bancos, han monopolizado la banca y las finanzas del país.
De esta forma, no sólo han abrumado al capitalismo nacional chino en la competencia
mercantil, sino que además tienen atenazada a China en la esfera bancaria y financiera.
Consecuencias de la incorporación de China al mercado mundial: Como indica Davies,
Mientras su moneda se deprecia en el mercado mundial, la plata sigue aban-
donando China en grandes cantidades durante el siglo XIX.
Esta alza del precio de la plata perjudica gravemente a las clases más pobres,
que constituyen la inmensa mayoría de la población china, puesto que son las

que poseen la mayoría de las sapecas de cobre, mientras sus impuestos, en cam-
bio, se calculan sobre la base de la moneda de plata.

De estas indicaciones sumarias se desprende una conclusión general y provi-


sional: el bimetalismo plata-cobre agravó en China la condición de las clases más

desfavorecidas de la misma manera en que el bimetalismo mundial del oro y la

plata contribuía a arruinar la economía china durante el siglo XIX.


A su vez, las importaciones tienden a minar la agricultura y la artesanía tradicionales chinas
( las plantaciones de tabaco, algodón y opio se desarrollan a expensas de los cultivos
alimentarios tradicionales, y la artesanía se arruina por la competencia de los textiles
extranjeros exentos del Lijin).
Las hambrunas fueron causadas por fenómenos climáticos actuando al unísono con los
efectos de la incorporación a estructuras imperialistas formales o informales. En contraste con
el estereotipo de un gobierno chino pasivo, la dinastía Qing estaba involucrado en el siglo xviii
con programas de prevención de la hambruna a través del abastecimiento de los campesinos
en graneros estatales y programas de inversiones para mejorar la agricultura, la irrigación y el
transporte fluvial, pero esta situación cambia por las implicancias mencionadas de la
incorporación forzosa al mercado mundial como parte de estrategias imperialistas, que
debilitaba las condiciones de la población en momentos de dificultades climáticas concretas.

- REBELIONES INTERNAS ( 1850-1878)

- LA REBELIÓN TAIPING ( 1851-64):


. Las rebeliones campesinas en la historia china:
-Como indica Chesneaux, China es el país que dispone de la mayor tradición en
rebeliones campesinas en la historia, pese a que la historiografía china tradicional las
registraba tan sólo en tanto eran capaces, de acuerdo a la noción del mandato
celeste, de derrocar a dinastías corruptas o decadentes y restaurar dicho mandato.
- Pese a la multiplicidad de objetivos y alianzas con otros grupos sociales que estas
revueltas tuvieron a lo largo de la historia, se puede establecer que en líneas
generales se vinculaban a la situación de opresión del campesinado frente al medio
natural, a los ti-tzu ( terratenientes- a la vez que usureros, árbitros, intermediarios
ante el fisco,etc) y el Estado, representado en los funcionarios mandarinales, que
ejecutaban el monopolio de la educación y la recaudación de impuestos, del
comercio del hierro y la sal,etc.
- Lejos de ser desorganizadas, la acción de los campesinos solía encuadrarse en las
denominadas sociedades secretas.En el campo, su base social eran los campesinos
pobres e incluso aquellos no ocupados directamente en la labor agrícola ( pequeños
artesanos, barqueros, remeros, vendedores ambulantes), así como elementos
desclasados como vagabundos o gente sin hogar. En cuanto a sus funciones,
representaban una alternativa al inflexible orden establecido, cumpliendo en primer
lugar el de sociedades de ayuda mutua entre sus miembros, los cuales se unían
mediante lazos de juramento y fidelidad similar a los clanes.
En los períodos de desorden, las sociedades secretas ejecutaban la autodefensa
aldeana y solían asumir el control en distritos enteros frente a autoridades legales
corruptas o inoperantes.
También tuvieron un importante rol en la fase embrionaria del movimiento obrero. Los
obreros chinos —campesinos recién

transplantados a la ciudad— se encontraban especialmente des-


orientados v aislados en ese ambiente sociológico v tecnoló-
g l c o desconocido v hostil. Las sociedades secretad les brindaban

acogida, les daban la posibilidad de conocer a otros trabaja-


dores fuera del marco de la producción industrial. Los traba-
jadores de los grandes puertos, los estibadores, los marinos, los

mineros, los obreros de los arsenales, se afiliaban en gran nú-


mero a la Triada o a la Sociedad de los Mavores v de los

Ancianos, sobre todo en el centro y sur de China, a fines del


siglo xrx y principios del xx. Algunas sociedades secretas eran
específicamente obreras, por ejemplo entre los marinos o los
ferroviarios; actuaban como asociaciones de socorros mutuos.

Se conocen casos en que sociedades como esas bajo la influen-


cia de militantes comunistas, evolucionaron hasta llegar a

convertirse en sindicatos modernos. Así por ejemplo, los ferro-


viarios de Lonehai en China del norte agrupados primero en

una Sociedad del Lao-jun (nombre de una divinidad taoísta),


la transformaron hacia 1920 en un verdadero sindicato.

Una de las funciones menos conocidas y, sin embargo, más interesantes de las
sociedades secretas, es la dé
contribuir, dentro del marco de la sociedad industrial china,

que seguía impregnada de "feudalismo burocrático", a la acu-


mulación primitiva del capital. Esta acumulación de riquezas se

lleva a cabo de dos maneras: por un lado, los miembros pagan


cuotas frecuentemente elevadas, que .enriquecen a los dirigentes
(en principio en nombre de la secta, pero, de hecho, en forma
personal). Por otro lado, las actividades de bandolerismo de las socie-
dades secretas concentraban en sus manos sumas frecuente-
mente considerables. Por ejemplo, se ha visto que entre los

Nian se encontraban a menudo personas ricas, que aprove-


chaban esta oportunidad de aumentar todavía más su fortuna

con ayuda de los grupos de bandidos afiliados como ellos

a la organización. Las sociedades secretas eran verdaderas "so-


ciedades con fin de lucrar". Esto debe relacionarse con sus lazos

frecuentemente muy estrechos con el mundo del contraban-


do, otra forma ilegal de acumulación primitiva del capital.

Para tomar un punto de referencia en Occidente, baste re-


cordar la importancia de la guerra de corso para la forma-
ción del capitalismo inglés, o la importancia del contraban-
do en Piamonte y el Delfinado en el siglo xvm.

Estas actividades lucrativas degeneraban con frecuencia


en gangsterismo puro, y éste es el, último aspecto de la función
económico-social de las sociedades secretas chinas en la época
moderna. Si bien este aspecto, y con razón, no puede aislarse
completamente de los demás. E n el siglo xx, sobre todo en
los grandes centros de economía moderna como Shanghai o
Hong Kong, las sociedades secretas se han convertido en simpies asociaciones de
malhechores, de considerable poder, que
recuerdan a la maffia siciliana o las bandas de Chicago. E n

Shanghai, por ejemplo, en la década de 1930 y hasta el esta-


blecimiento de la República Popular de China en 1949, la

Banda Verde y la Banda Roja eran formidables potencias ocul-


tas, que practicaban "el tráfico de esclavos y de opio, el rapto,

el chantaje, el juego, el contrabando de armas, la 'protección'


y simple y sencillamente, el crimen..." 2 4

Al mismo tiempo,
estaban de acuerdo con las autoridades del Kuomintang, y
al propio Chiang Kai-shek se lo tenía por miembro de la

Banda Verde; ésta, en 1927, le había proporcionado los gru-


pos de gangsters necesarios para liquidar las milicias obreras

comunistas.
EN DEFINITIVA, las sociedades secretas son
una fuerza de oposición contra el orden establecido, pero que,
al mismo tiempo, forman parte integrante de éste.Pero más que una alternativa
histórica fun-
damental frente al Antiguo Régimen chino, constituyen una

modalidad de funcionamiento de éste. Como va hemos visto,

están ligadas por una serie de compromisos aí Antiguo Régi-


men y a la clase poseedora. Volvieron a la carga incansable-
mente durante innumerables rebeliones, pero siempre fueron

vencidas cuando actuaban solas. Los únicos movimientos his-


tóricos en que se encontraron del lado de los vencedores,

por lo menos en forma provisional, fueron aquellos en los

cuales no habían tenido la iniciativa ni la dirección: así su-


cedió en la revolución republicana de 1911, o en la resistencia

nacional contra la invasión japonesa en 1937-1945. En la China


moderna, ya no son más que una fuerza adicional.

- Orígenes de la sublevación Taiping: . Al lento deterioro en China de las


condiciones de vida desde fines del siglo viii y principios del siglo xix que
constituía también la base de las rebeliones campesinas de la primer mitad
del siglo (debido a la administración ineficaz y corrompida, el agotamiento
del tesoro público, la escasez de tierras y su concentración en pocas
manos), se le sumó la situación en las provincias del sur determinadas por la
actividad en torno al puerto de Cantón donde arrancó la rebelión, que
sufrían la ruina por el desvío del tráfico hacia Shanghai luego del Tratado de
Nankín y la depreciación de la moneda de cobre frente a la fuga de plata
que implicaba el comercio del opio).
-Características del Reino Celestial de la Gran Paz
- Fundado por Hong Xiuquan en 1851, creador previamente de la “ Sociedad
de los Adoradores de Dios”.
- Instauran un régimen comunitario en el que nadie poseé nada en
particular, donde el individuo está encuadrado estrictamente en divisiones
militares, y en el que se suprime el comercio privado ( las necesidades
individuales son cubiertas por la comunidad). A esto se suma elementos
puritanos y feministas.
- Reparto agrario en lotes iguales a hombres y mujeres en edad de cultivar
siguiendo la política agraria de la época de los Tang.
- Influencia de tradiciones utópicas de la tradición china, donde el recuerdo
de una edad de oro perdida se combinaba con una utopía por venir, donde
sobrevendrá una nueva era de justicia y pureza. El cristianismo es adoptado
sobre un molde típicamente chino, combinándose sincréticamente con
elementos del taoísmo y el budismo.
- Los Taiping fracasan a la hora de obtener el apoyo de las potencias
occidentales y en aplicar un programa de modernización elaborado por
Hong Renan basado en el desarrollo industrial y la adopción de instituciones
políticas modernas, pero también por la división entre sus dirigentes, que
fueron abandonando la pureza de conducta inicial y perdieron así gran parte
del apoyo campesino.
- En 1864 se da la caída de la capital Taiping, Nankín, frente a la defensa
imperial Qing a cargo de militares y funcionarios provinciales, con el apoyo
de tropas occidentales que finalmente se vuelcan a su favor.

3- LA RESOLUCIÓN DE LA CRISIS Y EL DEVENIR HASTA LA CAÍDA


DEL IMPERIO ( PODER CENTRAL Y PODERES REGIONALES)

A partir del reinado de Tongzhi ( 1862-75), la dinastía Qing intenta una suerte de restauración de su poder.
Fuerzas políticas: A partir de la caída de los Taiping, la corte china se dividió, por un lado, entre el núcleo que
comandaban los comandantes militares provinciales que organizaron la defensa del imperio ( Li Hongzhang-
Zeng Ghuofang-Zuo Zontang), cuyo poder radicaba en que eran los únicos que disponían de ejércitos
organizados, y por otro, los grandes dignatarios manchúes, que ven en el ascenso de estos comandantes el
desarollo de tendencias autonomistas en las provincias ( tendencias latentes que se afirmarían a fines de siglo).
Mientras los primeros son partidarios de un esfuerzo de modernización de los ejércitos y de la industria ( y por
tanto de una política de conciliación con los extranjeros para obtener los préstamos para encarar esa
modernización), los segundos revelan un patriotismo intransigente y lideran un movimiento de opinión contra la
modernización y contra los extranjeros. La emperatriz Cixi, desde 1875 hasta su muerte en 1908, sabrá sacar
partido de esta división, maniobrando entre modernistas y conservadores y manteniéndose en el poder
dividiendo a unos y otros y dejando sin solución los verdaderos problemas de la época. La corte devino un
espacio de intrigas fundamentalmente.
Reacción Ortodoxa: Sin embargo ambos sectores son partidarios de una reacción ortodoxa nacida de la crisis
Taiping: aquella rebelión fue signo de una degeneración de la tradición. Por tanto, la dinastía se abocó a
restaurar los valores de la devoción al emperador y de las jerarquías sociales y familiares. Para aquellos
dirigentes salidos de la represión contra los Taiping ( el primer grupo mencionado), la adopción de las técnicas
occidentales debía ir paralelamente con un retorno a la ortodoxia y la moral tradicional.

Economía: El fracaso de la modernización


El poder central endeble, la debilidad de la agricultura china, la falta dramática de capitales y el carácter
esencialmente militar de las nuevas industrias impidieron cualquier reforma exitosa vinculada a un proceso de
modernización. Asimismo los ataques extranjeros consolidan el movimiento de opinión que teme que la creación
de fábricas, minas y ferrocarriles facilite la penetración de los occidentales, extienda el paro y refuerce el poder
de los gobiernos regionales a expensas del poder central.
Plantea Gernet que China careció de las 2 condiciones que Japón tuvo en la Era Meiji para la expansión
industrial y militar: no tiene ni un poder central fuerte ni recursos regulares. Asimismo Japón tampoco sufrió ni
una terrible guerra civil ni las destrucciones y conmociones internas que sufrió China hasta 1875 ( Niam y los
chinos musulmanes) ni la presión constante de los extranjeros que en China no dejó de aumentar desde la
primeras importaciones masivas de opio en la década de 1830.
LUEGO DE LA DERROTA CON JAPÓN EN 1894, LA DINASTÍA MANCHÚ SE VIÓ PROFUNDAMENTE
DEBILITADA POR: - LA CONSOLIDACIÓN DEL DOMINIO OCCIDENTAL Y JAPONÉS, QUE SE REPARTEN
BUENA PARTE DEL TERRITORIO CHINO EN ÁREAS DE INFLUENCIA, E INVADEN CHINA CON CAPITALES
QUE IMPONEN LA DEPENDENCIA ECONÓMICA, QUE SE PROFUNDIZA AÚN MÁS POR LAS
APLASTANTES CARGAS DE GUERRAS QUE SUPONE NO SÓLO EL TRATADO DE SHIMONOSEKI SINO LA
DERROTA DE LOS BÓXER EN 1901 QUE FUERON APOYADOS POR LOS MANCHÚES FRENTE A LAS
POTENCIAS OCCIDENTALES.
- LA EMERGENCIA DE CORRIENTES INTELECTUALES , ESPECIALMENTE ESTUDIANTES CHINOS
QUE FUERON A JAPÓN A ESTUDIAR, QUE APOYAN TANTO LA INSTALACIÓN DE UNA
MONARQUÍA IMITADA DE JAPÓN COMO TAMBIÉN LAS IDEAS REPUBLICANAS PROVENIENTES
DE OCCIDENTE ( SUN YAT SEN FUNDA EN TOKIO LA LIGA REPUBLICANA EN 1905).
- LA TENSA RELACIÓN CON LOS PODERES PROVINCIALES, CUYA PRINCIPAL PREOCUPACIÓN
ERA PERMANECER AL MARGEN DE LA CRECIENTE DEBILIDAD DEL PODER CENTRAL. DE
HECHO HABÍAN ESTABLECIDO GABINETES PARA NEGOCIAR CON LOS EXTRANJEROS
PRÉSTAMOS A INVERSIONES.
SI BIEN EL PROGRAMA REFORMISTA DE LOS MANCHÚES POSTERIOR A 1901 SEGUÍA EL
MODELO JAPONÉS EN VARIOS ASPECTOS ( SISTEMA DE ESCUELA PÚBLICA, REFORMA
ADMINISTRATIVA DEL GOBIERNO CENTRAL- PROMESA DE UN PARLAMENTO Y UNA
CONSTITUCIÓN), UNO DE LOS OBJETIVOS DEL PODER CENTRAL ERA REFORZAR SU
ECONOMÍA MEDIANTE LA OBTENCIÓN DE MAYORES RECURSOS A COSTA DE LAS
PROVINCIAS ( SU ÚNICA POSIBILIDAD DE SOSTENERSE ECONÓMICAMENTE),
APODERÁNDOSE DE LAS EMPRESAS MÁS RENTABLES QUE ALLÍ SUBSISTÍAN.
EN 1911, EN SICHUAN, LA ELITE LOCAL RESISTIÓ EL INTENTO DEL PODER CENTRAL DE
APODERARSE DE LA CONSTRUCCIÓN DEL FERROCARRIL QUE ELLOS HABÍAN NEGOCIADO
CON INVERSIONISTAS EXTRANJEROS. LA REVUELTA DESENCADENÓ EN UN MOVIMIENTO
SECESIONISTA DE LA MAYORÍA DE LAS PROVINCIAS FRENTE A PEKÍN. ESTO FUE
APROVECHADO POR LOS REPUBLICANOS,QUE FUNDARON LA REPÚBLICA EL 1 DE ENERO DE
1912 NOMBRANDO A SUN YAT SEN COMO PRESIDENTE.

- LA REPÚBLICA CHINA ( 1912-1949)

- 1912-16: La dictadura de Yuan Shikai : Sun dejó el poder en manos


de Yuan Shikai, comandante militar de los Ejércitos de la Zona
Norte, el único en disponer de un ejército bien organizado y que
podía lograr el reconocimiento internacional del nuevo orden. Sin
embargo Yuan traslada el gobierno a Pekín, disuelve el Parlamento
( 1914), elabora una nueva Constitución (1914) que le otorga
amplios poderes, hasta restablecer la monarquía en 1916 en
provecho propio. Muere ese mismo año.
- 1916-27: Los Señores de la Guerra: Antes de morir, los antiguos
oficiales militares del ejército liderado por Yuan se proclaman jefes
militares independientes. En este período, hasta 1927-28, China
quedó fragmentada bajo el gobierno de estos caudillos militares
independientes agrupados en torno a complejas alianzas de
camarillas militares opuestas unas a las otras y que a su vez se
sostenían por el apoyo de las respectivas potencias extranjeras
según las zonas de influencia.
Los señores someten al campo a todas las formas posibles de
exacción y pillaje, a la vez que se expanden las plantaciones de
opio ( fuente de ingresos para los señores).
- El movimiento del 4 de mayo de 1919
Por un lado fue una reacción patriótica y antiimperialista provocada
por la decisión de los negociadores de la paz de Versalles de dejar
en manos de los japoneses las ex concesiones alemanas en
Shandong. ( Desde 1915 Japón pretendía deliberadamente
establecer un protectorado formal sobre China). La rebelión inicial
de los estudiantes de la Universidad de Pekín derivó en una huelga
en los principales centros urbanos y en un boicot a los productos
japoneses.
Tanto el PC como el KMT en la década del 20 continuaron el legado del movimiento a través de la lucha contra
los señores de la guerra y sus aliados imperialistas.

Por otro lado, el movimiento del 4 de mayo también representó un


movimiento cultural orientado a producir grandes transformaciones
en el pensamiento y la cultura chinas. Se llevó adelante en
diferentes ámbitos una crítica profunda a la tradición confuciana
predominante durante dos mil años, en un marco de creciente
diálogo sincrético con ideas occidentales vinculadas a campos
como la ciencia, la literatura y el progreso.
Así empezaron a denunciarse lo que ahora de repente parecían ser
las “malas
costumbres” de la vieja China, incluyendo cosas como el vendaje
de pies, la adicción al
opio, los matrimonios arreglados, la venta de mujeres como
siervas, la suciedad, el
escupir en público y la “superstición”. Esta superstición (mixin, otra
palabra nueva en
China) se refería a las religiones chinas tradicionales, a las que
muchos miembros de la
educada élite china, fueran cristianos o no, percibían ahora como
vergonzosos signos de
atraso. De aproximadamente un millón de templos que había en
China al principio del
siglo XX, más de la mitad habían sido cerrados para la década de
1930.

Asimismo, el
propio confucianismo parecía ser ahora el obstáculo más grande
para modernizarlo todo.
La idea de progreso volvía obsoleta la Antigüedad y la tradición
padecía ahora un
descrédito generalizado por haber dejado a China debilitada y
empobrecida de forma tan
evidente.
La riqueza y el poder probados de Occidente volvieron atractiva la
occidentalización, especialmente a ojos de los jóvenes
educados de las ciudades.

En el campo literario, se dió una revolución basada en la sustitución


de la lengua escrita por la lengua hablada. Lu Xun ( 1918) escribe “
Diario de un Loco” y crítica a la sociedad confuciana como una
sociedad de caníbales que devora a sus miembros.Esto
es, a diferencia del dinámico Occidente moderno, la historia
premoderna de China carecía
de progreso y toda la excelsa retórica sobre la virtud confuciana
simplemente escondía la
realidad oculta del canibalismo y la explotación. Diario de un loco
representa también el desarrollo de un nuevo tipo de novela
influenciada por occidente, donde se encuentran elementos como
la centralidad del individuo y la conciencia individual como motor de
cambio, la noción misma de cambio asociada a desarrollo y
progreso y continuidad como atraso.
- El movimiento aparece por su parte también asociado al
ascenso de ideologías políticas occidentales, tanto
democráticas-burguesas como marxistas, entendidas
como grandes líneas de acción para sacar a China del
atraso y ubicarla en el camino de la modernización y el
desarrollo.

- Primer Frente Unido PC-KMT

- Se desarrolló entre 1924 y 1927


- El KMT liderado por Sun Yat Sen hasta su muerte en 1925
basaba su ideología en el SANMIN o los “ Principios del
Pueblo”: 1-Nacionalismo- e refiere a la libertad del dominio
imperialista. Para lograr este objetivo, China debe
desarrollar un "nacionalismo cívico", Zhonghua minzu, al
contrario de un "nacionalismo étnico", para lograr unir a
las diferentes etnias de China, compuesta principalmente
por los cinco principales grupos: han, mongoles, tibetanos,
manchúes y musulmanes. 2- Democracia: Sun lo representa
como un gobierno constitucional occidental. Está dividido en dos
conjuntos de "poderes": el poder de la política (政權;
zhèngquán) que son los cuatro poderes del pueblo en que
expresan sus deseos políticos (elección, remoción,
iniciativa y referéndum), representados por la Asamblea
Nacional de la República de China; y el poder del gobierno
(治權; zhìquán) que son los poderes de administración,
constituidos en un gobierno de cinco órganos (cada uno
de los cuales es llamado yuàn o "corte"), combinando la
teoría constitucional occidental de la separación de
poderes con la tradición administrativa china: el Yuan
Ejecutivo, el Yuan Legislativo y el Yuan Judicial provienen
del pensamiento de Montesquieu, mientras que el Yuan de
Control y el Yuan de Examinación provienen de la
tradición china.
3- Principio de Prosperidad: El concepto puede ser
interpretado como el bienestar social o a las medidas
gubernamentales populistas ("para el pueblo"). Sun
consideró una economía industrial y la igualdad de las
tierras para los agricultores chinos. En este principio, Sun
fue influido por el pensador estadounidense Henry George
(georgismo); el impuesto de valor de tierra en Taiwán es
un legado de este principio. Sun dividió el sustento en
cuatro áreas: comida, vestuario, vivienda y transporte.
-La alianza de ambas fuerzas estaba promovida
por la URSS. El objetivo era promover la
revolución nacionalista dirigida por el Ejército
Nacionalista que unifique la China dividida por los
señores de la guerra, y combata el dominio
imperialista de las potencias en el territorio chino.
A su vez, El objetivo ulterior del Komintern,
además de colaborar con la revolución
nacionalista que barra con el imperialismo y
complete el tránsito al capitalismo, era desarrollar
el Partido
Comunista Chino y situarlo en una posición
estratégica al interior del Kuomintang que le
permitiera a la larga asumir el
control. Por acuerdo con el Kuomintang, los
miembros del Partido Comunista Chino eran
admitidos en aquél en calidad
de individuos, mientras que el Partido continuaba
su existencia en forma separada. Como plantea
Dustcher, Stalin y Bujarin reconocieron al
Kuomintang como diri-
gente legítimo de la revolución, cultivaron la
”amistad” de Chiang Kai-shek, proclamaron la

necesidad de un ”bloque de las cuatro clases” en


China, y dieron instrucciones al Partido

Chino para que entrara en el Kuomintang y se


sometiera a su orientación y disciplina. Ideo-
lógicamente, esta política se justificaba sobre la
base de que la revolución china era de

carácter burgués y había que mantenerse dentro


de los límites de una revolución burguesa. Por
consiguiente, la dictadura del proletariado no
estaba a la orden del día, sino solamente una
”dictadura democrática de los trabajadores y
campesinos”, slogan vago y contradictorio que

Lenín había avanzado en 1905, cuando todavía


sostenía que la revolución rusa sería única-
mente ”democrático-burguesa”.

Para seguir esta orientación los comunistas


chinos tenían que ceder en casi todos los princi-
pios que Moscú les había inculcado muy
recientemente. Tenían, como partido, que ceder
su

independencia y su libertad de movimientos.


Tenían que ceder, en hechos si no en palabras,
la
aspiración de la dirección proletaria y aceptar en
cambio la dirección burguesa. Tenían que
confiar en sus aliados burgueses. Para constituir
y mantener el ”bloque de las cuatro clases”,
tenían que refrenar la militancia de los obreros
urbanos y la rebeldía del campesinado, que
amenazaba constantemente hacer saltar el
bloque en pedazos. Tenían que abandonar la
idea
de revolución continua (o permanente), pues
habían de ”interrumpir” la revolución cuando
tendía a superar los márgenes de seguridad de
un orden burgués, y ello era constante. Tenían
que romper el impulso proletario-socialista del
movimiento, o bien Moscú les acusaría de ser
partidarios del trotskismo. El socialismo en un
solo país, en la URSS, significaba la negación
del socialismo en China.

- Tras la prematura muerte del doctor Sun


en marzo de 1925, sus seguidores
cosecharon entre 1926 y 1927 el éxito
de la
Expedición del Norte desde Cantón
hasta el valle del Yangtsé. En ese
contexto se gestó la división entre el ala
derecha del KMT y el ala izquierda junto
al comunismo, quienes lograron dominar
el nuevo gobierno en Wuhan. En 1927,
después de que la región de Shanghai-
Nankín estuvo bajo su dominio, logró
adelantarse a los comunistas y
consolidar su posición mediante la
fuerza militar. En abril de ese mismo
año, las tropas y
los barcos de guerra extranjeros se
enfrentaron en Shanghai a los sindicatos
obreros dirigidos por los comunistas,
quienes habían asumido el control de la
ciudad. Por órdenes del Komintern,
éstos esperaron a Chiang suponiéndolo
su
aliado, sólo para ser más tarde atacados
y diezmados por sus fuerzas en una
sangrienta traición, con la colaboración
de
los hampones de la Banda Verde de
Shanghai.
Chiang estableció su capital en Nankín;
poco tiempo después un general local
tomó el control en Wuhan y destituyó al
gobierno izquierdista; algunos de sus
líderes huyeron a Moscú. El nuevo
gobierno en Nankín expulsó a los
comunistas
chinos de sus filas e infundió el terror a
nivel nacional para suprimir a los
revolucionarios comunistas. Este
esfuerzo
resultó muy exitoso mientras duró.
Pequeños contingentes de tropas
dirigidas por comunistas se rebelaron y,
en
diciembre de 1927, los comunistas
intentaron un golpe de Estado en
Cantón. Pero, tras fallar en el intento por
asumir el
poder, se retiraron a las zonas rurales
montañosas, en especial a la provincia
de Jiangxi en China Central.

- LA DÉCADA DE
NANKÍN Y EL PC
( 1927-37)

Régimen Nacionalista desde 1927


presidido por Chang Kai Shek ( Nankín
capital). El reorganizado KMT bajo el
modelo soviético permitió una sólida
organización política, que controlaba el
ejército y los vínculos con el hampa. El “
Movimiento de la Nueva Vida”,
influenciado por el avance de los
fascismos y el militarismo japonés, se
basó en una simplificación de algunos
principios confucianos y cristianos que
se reunían en las 4 virtudes:
comportamiento, justicia, honestidad y
autorrespeto. Se pretendía instruir a la
gente bajo normas de puntualidad,
higiene y limpieza y se pregona la
militarización de la vida china y el
sacrificio conjunto por la nación ( modelo
japonés), así como el
antioccidentalismo.
Las camisas azules se crean como
grupos de jóvenes inspirados en las
organizaciones fascistas italiana y
alemanas, y son los encargados de
poner en práctica el Movimiento de la
Nueva Vida como colaborar con la
policía en la persecución de los
comunistas.
En términos económicos la alianza
financiera con los bancos chinos le
permite al gobierno asegurar las
finanzas y cubrir el déficit, y a los
bancos mayores facilidades de
especulación ( desarrollo de un
capitalismo de estado que permite el
apoyo del mundo de los negocios y el
control de los capitalistas demasiado
independientes).
PC: La persecución nacionalista llevó a que los principales líderes del partido se refugien en el campo. Allí se
desarrollaron aproximadamente una docena de bases territoriales dominadas por los comunistas, siendo la
principal la República Soviética de Jiangxi, con capital en Ruijin ( 1931-34). Son los inicios del liderazgo de Mao,
quien establece la guerra de guerrillas contra los ataques del ejército de Chang.
Luego del aniquilamiento de la experiencia de Jiangxi, 1934-35 es testigo de la Larga Marcha, que culminó en el
establecimiento de un nuevo poder: se desarrollaron las “ Áreas fronterizas” hasta 1946 controladas por el PC
en la periferia del poder nacionalista. La principal fue en Yan'an , donde se estableció el cuartel general del
Ejército Rojo.
- Políticas hacia la familia del KMT y en el PC en las áreas bajo su control en la China prerrevolucionaria:
Tanto el PC como el KMT nacieron fuertemente influidos por ideas igualitaristas, ya fueran de origen
comunista o democrático-burgués, y ambos, aunque con las limitaciones impuestas por las guerras
entre sí o contra Japón, tuvieron la oportunidad de aplicar sus proyectos políticos. Uno de esos
proyectos se vinculaba a establecer un cambio en la familia patriarcal tradicional china, basada en la
autoridad paterna, la subordinación de la mujer y de los jóvenes frente a los mayores. En cuanto el
KMT, el intento más serio por introducir cambios en las relaciones familiares fue el Código Civil de
1931. El Código Civil nacionalista intentó un ataque contra los excesos de la piedad filial ( se proclamó
la igualdad de los géneros, se le permitió a la mujer elegir su cónyuge y pedir el divorcio, así como
casarse en segundas nupcias y heredar propiedades, preveía la formación de Consejos de Familia
para evitar excesos de castigos paternos sobre menores, mayor reconocimiento a las concubinas que
vivían dentro del grupo familiar pero sin ser casadas).
Sin embargo, lo cierto es que el Código Civil no se aplicó realmente a la sociedad, y quedó
circunscripto a un sector urbano privilegiado.
El PC, en sus áreas de control rural también intentó políticas de transformación de la familia y la
situación de la mujer. En Jiangxin, los reglamentos de 1931 ( producto de teóricos urbanos imbuidos
del espíritu del Movimiento del 4 de mayo) se estableció la libertad de matrimonio, la prohibición de la
poligamia, así como el concubinato, el matrimonio por compra-venta y la institución de la Tongyangxi.
Se exigió el registro matrimonial ( omitido por el KMT), y se estableció la concesión automática del
divorcio al ser solicitado por una de las partes, y la igualdad de derechos de los hijos legítimos e
ilegítimos. El experimento de Jiangxi marca el momento más radical del PC frente al problema de la
transformación del sistema familiar y la emancipación de las mujeres. Sin embargo, muy pronto los
comunistas se enfrentaron con la realidad, ya que en el campo la familia era el último bastión del
conservadurismo, puesto que en su seno existía una complicada red de intereses económicos y de
relaciones de poder arraigados en una ideología milenaria: el paso del romanticismo revolucionario al
realismo se produjo luego de la larga marcha, que llevó al PC de Jiangxi a Yan´an.
En las áreas fronterizas los reglamentos contenían los principios generales del espíritu de las reformas
sobre la familia que emprendieron los comunistas, si bien el divorcio era más difícil de obtener, sin
embargo fueron difíciles de aplicar. El matrimonio arreglado desde antaño implicaba beneficios
económicos para la familia de la mujer que era cedida, y éstos se consideraban justos. El divorcio
representaba una pérdida de prestigio para la familia del marido. Sin embargo, el PC necesitaba la
lealtad campesina para luchar contra los nacionalistas y contra Japón.
Durante la ocupación japonesa,el discurso comunista era el salvar la unidad familiar y trabajar por la
armonía dentro de la familia, esto si bien durante los conflictos bélicos fue incorporada al trabajo y la
producción ( pág 150).Recién en 1950 la Ley de Matrimonio ayudaría a los jóvenes a sacudirse el yugo
familiar, pero la misma también debe entenderse como un resultado directo de las leyes y reglamentos
de las áreas liberadas.

- 1937-45: SEGUNDO FRENTE UNIDO Y GUERRA CONTRA JAPÓN


Ocupación japonesa de Manchuria en 1931 e invasión generalizada en 1937: En la década de 1930, el
mundo entero caía en lo que algunos historiadores japoneses han bautizado
apropiadamente como un “valle oscuro”. Como resultado de la Gran Depresión, en los
Estados Unidos, el producto interno bruto real había disminuido 35% para 1933, una
cuarta parte de los trabajadores estadunidenses estaban desempleados y se hacían
llamados para que el recién electo presidente Franklin D. Roosevelt asumiera poderes
dictatoriales. Ni siquiera el socialismo parecía ya del todo impensable en los Estados
Unidos. En Alemania, la República de Weimar dio paso a Adolfo Hitler. En China, la
República Nacionalista se convirtió en un Estado de partido único y autoritario con una
economía cada vez más nacionalizada. En Japón, la democracia Taishō fue hecha a un
lado por el ascenso del militarismo ultranacionalista.
como gran parte del resto
del mundo respondió a la Gran Depresión adoptando estrictas medidas proteccionistas —
como altos impuestos o cuotas directas a las importaciones, que amenazaban la capacidad
de Japón para seguir exportando—, el argumento que comenzó a resonar fue que lo que
Japón necesitaba en realidad era crear un bloque del yen económicamente autosuficiente,
independiente y bajo control japonés. Manchuria, en particular, llegó a ser vista como un
potencial “salvavidas” económico para Japón.

La economía de Manchuria también alcanzó un auge a principios del siglo XX, aunque,
en este caso, fue sobre todo gracias a la inversión japonesa. El ejército japonés de Kwantung, que originalmente
se había establecido para defender
el arrendamiento de Liaodong ganado a Rusia en 1905, contaba con una fuerza total de
apenas 10.000 hombres al momento de aprovechar un incidente para invadir Manchuria en 1931, que fue
reorganizada como un estado-títere japonés, si bien nominalmente independiente y denominado Manchukuo.En
Manchukuo, los japoneses buscaron presentarse a sí mismos como los salvadores
de la gente común de los brutales y perturbadores caudillos, como los defensores de “una
manera ideal de reinar”, inspirada en la doctrina confuciana, y como los promotores de un
nuevo orden de armonía étnica entre los chinos, manchúes, mongoles, coreanos y
japoneses de la región.
Pese a las enormes inversiones de capital japonés, Manchukuo terminó siendo más una fuente de fugas netas
para la economía japonesa que el tan esperado salvavidas de la
misma. El bloque del yen integrado, que se suponía volvería económica y
estratégicamente autosuficiente al Imperio japonés, nunca llegó a concretarse.

En 1937 se inicia una invasión generalizada de Japón sobre China, lo que motivó un segundo Frente Unido del
PC y el KMT.Ambos librarían hasta 1945 un doble enfrentamiento: entre sí y ambos contra Japón.
Los japoneses capturaron con
rapidez la mayoría de las principales ciudades chinas y planicies agrícolas del este. Sin
embargo, la capital china fue simplemente retirándose cada vez más arriba por la línea del
río Yang-tse, hasta establecerse finalmente en la ciudad de Chongqing, en la provincia de
Sichuan (una vasta fortaleza natural protegida por las escarpadas montañas que la rodean). A pesar del
prolongado bombardeo aéreo japonés sobre Chongqing, los
nacionalistas chinos continuaron resistiendo y se negaron obstinadamente a sucumbir.
No obstante sus repetidas victorias en batalla, los japoneses fueron incapaces de infligir
una derrota decisiva a la China Nacionalista de Chiang Kaishek. Hasta el final de la
segunda Guerra Mundial, los japoneses siguieron considerando necesario destacar en
China a más de la mitad del total de sus fuerzas disponibles y ni siquiera eso bastaba para
alcanzar un triunfo final. Luego del ataque japonés a Pearl Harbour en 1942, los Estados Unidos declararon
la guerra a Japón. Estados Unidos comenzó a apoyar a China a través del envío de ayudas
aéreas sobre el Himalaya después de la derrota de los Aliados en Birmania, que cerró la
carretera de Birmania. En 1944 Japón lanzó una invasión masiva y conquistó Henan y
Changsha. Sin embargo, esto no fue suficiente para obtener la rendición de las fuerzas chinas.
A pesar de seguir ocupando territorio chino, Japón finalmente se rindió el 2 de septiembre de
1945 a las fuerzas aliadas después de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki y la
invasión soviética de Manchuria.

- GUERRA CIVIL ( 1946-1949):


Luego del fin de la Segunda Guerra Mundial y la derrota y retirada japonesa de China, los enfrentamientos
existentes entre el PC y el KMT entraron en su etapa final por medio de una guerra civil abierta. En este marco
de inicios de la guerra fría, el Ejército Rojo aprovecharon la invasión soviética de Manchuria, y fueron
pertrechados por los soviéticos con armas, tanques y municiones desde la propia Manchuria, que se convirtió en
la plataforma de la reunificación militar comunista de China. Por su parte, luego de fracasar en la tentativa de
garantizar una paz entre las fuerzas en contienda y de que se celebren elecciones democráticas, los EEUU
apoyaron una ayuda muy
sustancial a los nacionalistas de Chiang Kai-shek.
Sin embargo el nacionalismo chino se debilitó fuertemente en este período por la catastrófica inflación, la
corrupción y el
mercado negro, que se habían iniciado durante la guerra mundial, continuaron e incluso
empeoraron, y porque a pesar de los ejércitos
nacionalistas eran más grandes y estaban mejor equipados que el Ejército Comunista
Rojo (conocido más adelante como el Ejército de Liberación Popular), los nacionalistas
pelearon una guerra de defensa estática y fueron superados y derrotados unidad por
unidad. En el proceso, los comunistas capturaron grandes cantidades de prisioneros y
materiales.
Beijing cayó en manos de los comunistas en enero de 1949 y, para abril, el Ejército Rojo
proveniente del norte dirigía ataques a través del río Yang-tse hacia el sur de China.
Chiang Kai-shek emprendió la retirada con cerca de dos millones de seguidores a la isla de
Taiwán (donde la República de China sobrevive al menos de forma nominal hasta
nuestros días) y, el 1° de octubre de 1949, Mao Zedong se plantó en Tiananmen —la
antigua Puerta de la Paz Celestial y no la nueva Plaza de Tiananmen, la cual no existía aún
— para proclamar la fundación de un nuevo país llamado la República Popular China
(RPC).

LA REPÚBLICA POPULAR CHINA

- 1949-57: CONSOLIDACIÓN DEL


CONTROL POLÍTICO Y
TRANSICIÓN ECONÓMICA HACIA
UNA INDUSTRIALIZACIÓN DE TIPO
SOVIÉTICO Y UNA AGRICULTURA
COLECTIVIZADA

. 1949-53: CONSOLIDACIÓN DEL


CONTROL POLÍTICO SOBRE LA
ECONOMÍA, EL APARATO
ESTATAL Y LA SOCIEDAD
- A fines de la década del 40 las tareas urgentes
se relacionaban con la estabilización del
circulante monetario5 –que había colapsado por
tercera vez consecutiva en el mes de agosto de
1948- probablemente la principal causa no militar
de la derrota del Partido Nacionalista; el
abastecimiento de alimentos e insumos básicos a
regiones enteras que habían quedado aisladas
total o parcialmente; la reconstrucción del
sistema ferroviario6 , seriamente dañado durante
los años de guerra; pacificar y tomar control
efectivo sobre todo el territorio; y sanear el
sistema financiero y tributario7 . Realizado esto
se debía iniciar la tarea de reconstrucción y
puesta en operaciones del complejo industrial
pesado, instalado por los japoneses en
Manchuria y desmantelado luego de la guerra por
las fuerzas soviéticas, y el rescate por parte del
estado, de las empresas privadas, tanto
industriales (la gran mayoría de ellas se
encontraban en las ciudades costeras,
principalmente en Shanghai, y el rubro más
desarrollado era el textil), como de distribución.
En Manchuria se aplicó un plan intensivo de
reconstrucción, que fue posible de llevar a cabo
gracias al financiamiento soviético, dando inicio a
una década de colaboración técnica y financiera
de la URSS en China. En cuanto a las empresas
privadas, consideradas todavía necesarias, el
mecanismo empleado fue muy interesante y
revela la fluidez táctica del partido por aquellos
años. La campaña emprendida en los primeros
momento, de redistribución nacional de
mercancías, merced a la instalación de agencias
comerciales del Estado en todas las localidades
de importancia, le otorgó al gobierno un virtual
monopolio. Valiéndose de éste, estableció
contratos con las empresas privadas para
abastecerlas de insumos o garantizar la
colocación de su producción. Por este medio y la
firma de contratos de provisión, en que las
industrias se convertían en proveedoras del
Estado y éste en su principal socio comercial, es
que el PCC fue atrayendo, por medios no
explícitamente coercitivos, al sector privado a la
órbita estatal . La resultante fue un progresivo
asociacionismo del capital privado con el Estado,
formando las llamadas empresas mixtas privado-
estatales. En los años subsiguientes el PCC
profundizó esta tendencia como herramienta para
incorporar a las empresas privadas al plan de
planificación estatal. Para 1956 se calculaba que
el 99% de las empresas privadas se habían
convertido a este tipo mixto y los antiguos
capitalistas habían dejado de tener una
participación en las ganancias de su empresa,
para pasar a cobrar una renta fija del 5% al
monto de capital.
Es interesante, antes de continuar, señalar un
elemento más de la política del PCC con relación
al empresariado privado. Desde un principio, el
partido valoró la necesidad de preservar la
formación que muchos empresarios tenían en
sus respectivas áreas, y utilizarlas en provecho
propio, así que a medida que fue dándose la
asimilación de la empresa privada al estado, los
antiguos empresarios, muchas veces, fueron
mantenidos en sus puestos al mando de la
empresa, y en otros casos, tras la renuncia de
éste a su clase (la burguesía) y al cobro de la
renta que le correspondía, se lo incorporó, tras un
proceso de reducción a las filas del proletariado y
es probable que alguno de ellos terminara
sirviendo dentro de las filas del Partido como un
cuadro técnico.
- A su vez el partido fue penetrando en la
sociedad a través de campañas
masivas.que se valían de la estructura
de las organizaciones de
masas. La clase obrera, la juventud, las
mujeres y las entidades profesionales
pasaron todas a formar parte de estas
organizaciones. La primera campaña de
movilización propiamente dicha se dio
en
1950, estaba destinada a galvanizar al
pueblo chino mediante un
sentimiento de solidaridad con el
comunismo Coreano, se la llamó
“Resistir a América y ayudar a Corea”
(Kang Mei yuan Chao).
En vista de los resultados positivos de
esta campaña el
Partido, en su continua búsqueda de
culpables de los problemas del

pueblo, comenzó una segunda


campaña, esta vez dedicada a “Su-
presión de los Contrarrevolucionarios”
(Zhenfan) de 1950 a 1952.

El término “revolucionario” se utilizaba


de manera indiscriminada
con bandidos o saboteadores que,
escondidos entre la gente normal
se dedicaban a socavar y hacer
oposición al avance del socialismo.
En esta campaña el foco de la atención
y de vigilancia se centró en
antiguos miembros del Kuomintang,
dado que sus antecedentes los
hacían sospechosos.
Una tercera campaña, conocida como la
de los “Tres Antis y los
Cinco Antis” (Sanfan Wufan) fue
implementada de 1951 a 1952.
Durante su primer año el objetivo fue
combatir la corrupción, la
obstrucción burocrática y el despilfarro,
se investigó muy de cerca
de los propios miembros del propio
Partido Comunista así como a
personas cercanas a prominentes
burócratas. No escaparon tampoco
de esta vigilancia las actividades y
movimientos de encargados y
administradores de fábricas. Pasados
doce meses, esta campaña que
en principio sólo era “de los Tres Antis”
mutó en la “Campaña de
los Cinco Antis”, en aquel momento, los
crímenes que se pretendía
atajar eran el soborno, el robo de
propiedad estatal, la evasión de
impuestos, el fraude en ejecución de
obras públicas y el robo de
información económica estatal. Fairbank
nos explica que “paralela
mente, la campaña de los Cinco Antis
atacó a la clase capitalista, a
la que en un comienzo había dejado
intacta”6
.

Una cuarta campaña, conocida como el


“Movimiento Sufan” (Sufan)

que duró de 1955 a 1956 se centró aún


más en purgar contrarrevolucio-
narios, buscándolos esta vez en los
estamentos militares. También se

cuestionó a cualquiera que hubiera


estado emparentado con familias
en el pasado acaudaladas o con
antiguos terratenientes, así como a
estudiantes y literatos. Durante la
implementación de estas cuatro
grandes campañas la gente fue animada
a denunciar y criticar a sus

jefes o a sus propios compañeros, y


también a escribir cartas de auto-
crítica. En esencia, se estaba
desarrollando una dinámica a nivel so-
cial en la que los individuos no podía
evitar sentimientos de constante

desconfianza, en un ambiente donde


cualquiera acusaba a cualquiera,
había un persistente miedo a ser
humillado o agredido, mientras el
partido gravitaba sobre todos los
aspectos de la vida diaria.
En 1954 el establecimiento de una
constitución del Estado, la que
reemplazó el Programa Común
y condujo la fase de la Nueva
Democracia del desarrollo chino a un
abrupto final. Dicha ley fundamental se
basaba
sustancialmente en la constitución
soviética que Stalin estableció en 1936.
El control era ejercido principalmente
por los
Comités del partido en todos los niveles
de gobierno a la vez que el
establecimiento de la presidencia del
Estado, en poder de Mao, como
reminiscencia de
los emperadores de antaño. De esta
manera tomaba forma el culto de Mao,
promovido por el Estado con el fin de
satisfacer la necesidad china de una
sola figura de autoridad.

1954-58: Colectivización
de la agricultura e
industrialización de tipo
soviética

Para pensar el camino a la


colectivización agrícola debemos
arrancar en 1949, con la Ley de
Reforma Agraria que estableció el PC.
Esta ley garantizaba el derecho de
propiedad campesina y normatizaba el
criterio de distribución de la tierra. En sí,
los contenidos fundamentales de ella
eran los siguientes: a) se estableció un
criterio para determinar el status de
clase (la elección del criterio era
fundamental, ya que de él dependía la
ubicación del individuo dentro de la
escala censal y se determinaba sí sus
tierras eran plausible de ser
redistribuidas, incrementadas o se
mantendrían inalteradas.), había cuatro
clases: terratenientes, campesinos ricos,
clase media, y campesinos pobres,
trabajadores y jornaleros; b) La tierra de
los terratenientes seria redistribuida en
su totalidad, siguiendo el criterio
inspirado en la abolición de las
relaciones feudal, a excepción de
aquella parte de la tierra que le
correspondía como parte en la
redistribución; c) se eximiría del reparto
las tierras pertenecientes a campesinos
ricos que las trabajasen con sus propias
manos o valiéndose de jornaleros, así
como la tierra arrendada a un tercero
que no excediera el monto de la
trabajada por él; d) se sanciono un
reglamento para el trabajo asalariado en
el campo; e) se creó en cada aldea una
agencia para redistribuir las tierras, esta
se llamaba “asociación campesina” y
debía ser integrada al menos en un
tercio por campesinos ricos; f) Una
asamblea democrática de campesinos
debía ser la encargada de establecer el
status de clase, pero su decisión debía
ser ratificada por las autoridades del
condado y en última instancia por el
Tribunal del Pueblo del condado.
Como es evidente, las medidas arriba
mencionadas, guardaron muy bien de
preservar la integridad del campesinado
rico y medio, propiciando de todas
formas una colosal redistribución de
tierras. Salta a la vista, en primer lugar,
que el criterio escogido no era
igualitarista, aunque sí brindó el acceso
a la tierra a todas las familias
campesinas desposeídas o pobres. En
segundo lugar, se priorizó el rendimiento
productivo de las unidades preexistentes
a una redistribución de mayor
profundidad, que de seguro hubiese
afectado los volúmenes totales de
producción al destruir en el proceso
muchos recursos.
Ahora bien, Siguiendo la voluntad del
PCC de conducir a China por la senda
de la industrialización socialista se
preparo la planificación, tanto en la
estructura de estado como en sus
aspectos técnicos. El Primer Plan
Quinquenal fue anunciado en 1953 y su
redacción final recién presentada a
principios del año 1955. Sus objetivos
estaban claramente centrados en el
desarrollo de la industria pesada y de
base en detrimento de otros sectores
como el agrícola y la industria de bienes
de consumo, que debían acompañar y
complementar a esta. Planteaba, a su
vez, la necesidad de que la
productividad del trabajo debía
aumentar en forma mayor que los
salarios, para no generar desequilibrios
e inflación.
Coincidente con el Primer Plan
Quinquenal, se da en el campo un
proceso de enorme significación que
alteraría radicalmente la forma de vida
de millones de campesinos. El 15 de
Febrero de 1952 el Consejo
Administrativo del Estado fija metas
definitivas para el proceso de
colectivización del campo y el 15 de
diciembre del mismo año se proclama
públicamente la intención del Partido de
colectivizar el agro. A principios de 1953
se inicia una campaña tendiente a
difundir las formas cooperativas en las
zonas rurales. Las razones no eran solo
ideológicas, China dependía de las
exportaciones agrícolas para asegurarse
las divisas necesarias para importar
bienes de capital.
El modelo en vista era la Granja
Colectiva Rusa. En todo el país se
desató una campaña que
propagandizaba las ventajas del
asociacionismo. La colectivización se
ideó introducir en tres faces sucesivas.
Los grupos temporarios de ayuda
mutua, los grupos permanentes y las
cooperativas de producción. Para arribar
a la forma superior que sería la
cooperativa totalmente socialista.
Los grupos temporarios de ayuda mutua
no diferían en gran medida de las
formas de cooperación que el
campesinado había practicado por
cientos de años. Aquellos se basaban
en la reciprocidad clánica o filial en
momentos determinados del calendario
agrícola. Mientras que las nuevas
formas introducían la particularidad de
transferir este principio de selección del
parentesco a la unidad de residencia, es
decir la aldea. Por lo demás, la unidad
básica de producción y consumo seguía
siendo la familia. En el caso de los
grupos permanentes de cooperación, las
tierras seguirían siendo trabajadas como
unidades separadas. Se introdujo un
mecanismo de puntos15 para calcular el
trabajo que cada integrante realizaba
para ser retribuido luego de la cosecha
en forma de especies, efectivo o trabajo.
A su vez se contempló el caso de que el
grupo fuese comprando equipamiento
de labranza. En ese caso, cada
miembro debía contribuir con una parte
en proporción al tamaño de sus tierras
calculada en puntos, luego se cobraría
una cuota fija para su uso. Las
cooperativas de producción
representaban un cambio más radical
que los grupos de ayuda mutua. Por
primera vez se descomponía la unidad
productiva, que había regulado la vida
económica del pueblo chino por más de
dos mil años: la tenencia familiar. En
esta organización las tierras se
mancomunaban, en una sola gran
unidad productiva. Se reservaba una
pequeña proporción de la tierra total
para uso privado de las familias en la
que podrían disponer libremente las
formas de cultivo que quisiesen
(generalmente estas tierras se
destinaban a huertas) Este sistema no
anulaba la propiedad privada
campesina, ya que la participación total
en el producto dependía del tamaño de
la tierra que se había aportado, y
además en teoría se le permitía a las
familias retirarse del sistema cuando
quisieran, aunque en la práctica, como
es de suponerse, esto era muy difícil. El
último escalón de la colectivización era
la cooperativa totalmente socialista. En
ella no se retribuía la propiedad, sino el
trabajo, y la totalidad de los medios de
producción importantes pasaban a ser
comunes a la cooperativa (aunque fue
compensado el aporte de animales y
herramientas).
La formación de cooperativas de
producción fue rápida. El gobierno
central sucesivamente hizo llamados a
apurar los plazos de la colectivización.
Para fines de 1956 el 96% de las
familias estaban incorporadas a ella, con
una utilización del 90% del total de las
tierras, entonces se decidió incorporar
también a los campesinos ricos que no
lo hubiesen hecho hasta el momento.
La estructura de la colectivización
agrícola fue coronada por la instauración
de las comunas en 1958. La gigantesca
magnitud de la operación, muy superior
a lo que la mayoría de los extranjeros
puede imaginar, demuestra una especial
capacidad, propia de los chinos.
Para coordinar los trabajos industriales y
agrícolas, en el marco de “El Gran Salto
Adelante” algunas cooperativas
comenzaron a agruparse. Este es el
origen de las comunas populares. Las
comunas tendrían el propósito de
concentrar los recursos materiales y
humanos de un área para facilitar su
administración.
Todos los productores, al igual que en
las cooperativas superiores, reciben una
remuneración no basada en criterios de
propiedad sino por el trabajo en forma
de salario. En las comunas, el salario
percibido se componía de dos partes
fundamentales: una retribución no
monetaria en forma de servicios sociales
(alojamiento, vestido, alimentos,
guarderías, escuelas, salud, etc.) y uno
monetario (salario, calculado en
jornadas de trabajo) que solía ser muy
bajo, más en los primeros momentos,
aunque esta tendencia se revirtió poco
tiempo después. El comercio minorista
quedaba bajo control comunal, así como
la distribución de los productos
racionados.

- EL GRAN SALTO ADELANTE ( 1958-1960)


OBJETIVOS: A un año de finalizar el Primer Plan Quinquenal el problema seguía siendo el mismo para
los planificadores chinos. Aunque los esfuerzos habían sido enormes y los resultados alcanzados
satisfactorios, China no dejaba de ser un país pobre y atrasado económicamente, con enormes
desequilibrios regionales, una gigantesca población en vertiginoso aumento y una producción agrícola
que no alcanzaba a satisfacer las demandas de la población y la industria, además de la creciente
deuda con la URSS, ya que sólo los préstamos soviéticos podían generar las inversiones industriales
necesarias. Mao Zedong se alarmó por los términos usados por Nikita Jrushchov en el Vigésimo
Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. Mao percibió que lejos de alcanzar y adelantar
a Occidente, la economía soviética se estaba quedando atrasada. Ante las sublevaciones ocurridas en
Alemania del Este, Polonia y Hungría, y la Unión Soviética buscando la coexistencia pacífica, que Mao
percibió como una capitulación soviética ante el poder imperialista de Occidente, preparó al PCCh para
avanzar solo en la construcción del comunismo en un breve período antes que cualquier otro país de la
tierra.
El desarrollo simultáneo de la producción agrícola e industrial mediante una masiva movilización de la
mano de obra rural basada en el incentivo moral y el fervor ideológico, estrechamente vinculado a la
concepción maoísta de la capacidad de transformar la realidad social objetiva mediante las fuerzas
subjetivas y la “ actividad consciente”, lo cual nos lleva al principio maoísta de la línea de masas: En
todo el trabajo práctico de nuestro Partido, toda dirección justa es
necesariamente de las masas, a las masas. Esto significa: recoger las
ideas (dispersas y no sistemáticas) de las masas y resumirlas
(transformarlas en ideas sintetizadas y sistematizadas mediante el
estudio) para luego llevarlas a las masas, propagarlas y explicarlas, de
moda que las masas se apropien de ellas, perseveren en ellas y las
traduzcan en acción; al mismo tiempo, comprobar en la acción la
justeza de esas ideas; luego, volver a resumir las ideas de las masas y
a llevarlas a las masas para que perseveren en ellas. Esto se repite
infinitamente, y las ideas se tornan coda vez más justas, más vivas y
más ricos de contenido. Tal es la teoría marxista del conocimiento.
El resultado, visible en 1958, fue un tremendo paroxismo de trabajo ininterrumpido. La construcción de
nuevos
caminos, industrias, ciudades, diques, represas y lagos, así como la forestación y el cultivo, cambiaron
la fisonomía del
país, involucrando a los 650 millones de chinos en un esfuerzo a nivel nacional de una intensidad y una
magnitud
incomparables. La hazaña que más repercusión obtuvo en el extranjero fue la campaña, iniciada en
julio de 1958, para
fabricar acero en pequeñas fundiciones “en el patio de casa”, sin asesoría ni equipamiento especiales.
Para coordinar los trabajos industriales y agrícolas, en el marco de “El Gran Salto Adelante” algunas
cooperativas comenzaron a agruparse. Este es el origen de las comunas populares. Las comunas
tendrían el propósito de concentrar los recursos materiales y humanos de un área para facilitar su
administración. Los hsiang que eran las unidades menores del gobierno local, fueron reemplazadas
por las comunas agrícolas quienes asumieron todas las tareas antes ejercidas por ellos y sustituyeron
completamente su estructura administrativa. De esta manera se pensaba sería más fácil coordinar la
nueva complejidad económica.
Para 1958 se fijaron las metas de un incremento del 33% para la producción industrial. Originariamente
este cálculo había sido inferior (un elevado 14%) pero resultó que la campaña, lanzada por el partido,
desató una vorágine. Los funcionarios locales y provinciales competían entre sí, para fijar las
expectativas más altas, elevando cada día los planes de producción. Rápidamente esta efervescencia
se trasladó al campo. El PCC confiaba en que sería posible elevar la producción, fundamentalmente la
siderúrgica y carbonífera, si se aprovechaban los yacimientos dispersos en la campiña, montando
pequeñas fábricas en las zonas rurales, donde los campesinos podrían realizar una producción que,
aunque individualmente ínfima sumada en todo el país ascendería a un volumen considerable. El
criterio era simple, utilizar el recurso más barato en el que China era más rico, la fuerza de trabajo
humana. En el término de pocos meses se contaba con 600 mil hornos de fundición nuevos y otros
tantos cientos de miles de talleres e industrias. La mayoría de estos nuevos emplazamientos
industriales eran diminutos e inviables para una economía que valorase el éxito a partir del rendimiento
competitivo, pero coherentes con la política de movilización moral que realizaba el PCC.
-La Gran Hambruna de 1959-60: Mientras 1958 había sido un buen año para la cosecha, 1959
sufrió las inclemencias de un clima no demasiado
favorable. Los agricultores que marchaban para ganar la revolución en el agro no lograron
cosechar todo lo que habían
sembrado; sin embargo, las estadísticas procedentes de las provincias y sus localidades
sumaban un enorme aumento en
la producción, más del doble en rendimiento. El resultado fue que el gobierno continuó
exigiendo altas requisiciones
incluso mientras la producción sufría una disminución real. Ello provocó una hambruna de
gran magnitud y causada
por el hombre.
Becker plantea que Mao, elevado en aquel momento a una categoría de personaje semi-
divino, creía firmemente que la ciencia moderna podía transformar la vida de los campesinos
sumidos en siglos de atraso feudal. Sin embargo lo que Mao puso en lugar de esas creencias
fue una
pseudociencia, una fantasía que no puede ser validada por la ciencia,
o llevada al examen racional, al igual que las supersticiones
campesinas que ridiculizaba el Partido. Mao fue muy influido por las teorías de Williams,
Lysenko y
Michurin. El lysenkoismo alcanzó su apogeo durante el Gran Salto Adelante
cuando, en 1958, Mao en persona estableció un plan de ocho puntos
lysenkismo para toda la agricultura china. Cada granjero en cada
comuna del país tenía que seguirlo. Los ocho elementos de esta
“constitución”, como fue llamada, eran:

1. La popularización de nuevas producciones y semillas


2. La siembra tupida
3. La labranza profunda
4. La fertilización incrementada
5. La innovación en herramientas agrícolas
6. El mejoramiento de la gestión agrícola
7. El control de las plagas
8. El incremento de la irrigación
Aún cuando había comenzado la hambruna, la confianza de Mao en
sus métodos agrícolas no parece haber sido modificada ni alumbrada
por su fracaso evidente. Por el contrario, en 1964, Mao estableció en
Dazhai en la provincia de Shanxi un modelo de trabajo de su
“constitución” de ocho puntos. Millones de visitantes, tanto
domésticos como extranjeros, serán llevados en torno a Dazhai y se
les hablará de las maravillas de sus asombrosos científicos
campesinos, con su bacteria fijadora de nitrógeno, sus espléndidas
nuevas variedades de plantas, diques caseros, y cosas por el estilo.
A esta ruina de la agricultura que el autor vincula con el apego a estas teorías “ científicas” se
le agregan políticas irracionales que impulsó Mao como En China, donde nunca había habido
suficiente comida para todos, la
gente comía tanto que para el invierno de 1958-59, los graneros
estaban vacíos. Algunos secretarios del Partido con cierta visión de
futuro salvaron a sus comunidades mediante la plantación de batatas,
pero en todas partes la gente confiaba en que, al igual que los
habitantes de las ciudades, bajo el comunismo serían provistos por
los graneros del estado. Además Mao rehusó aceptar que había
escasez y, desde el momento que él estaba convencido de que los
campesinos estaban ocultando su grano, rehusó abrir los graneros
estatales. Todavía peor, durante tres años a partir de 1958 China
duplicó sus exportaciones de granos y cortó sus importaciones de
alimentos. Las exportaciones a la Unión Soviética aumentaron en un
50 por ciento y China desvió granos gratis a sus amigos de Corea del
Norte, Vietnam del Norte y Albania. Esta generosidad envió a muchos
a la muerte en China.
A su vez Convencido de que China
había entrado en una era de abundancia sin precedentes, Mao
rechazó cualquier idea de limitar el crecimiento demográfico.
“somos los enemigos implacables de la
teoría neo-malthusiana” que él describía como “reaccionaria” y
“cobarde”.
Así, desde el comienzo del
Gran Salto Adelante, los campesinos chinos fueron animados a tener
tantos hijos como fuera posible porque, como le agradaba recordar a
Mao a sus oyentes, “con cada estómago viene otro par de manos”.
En una generación, la población de China se duplicará hasta los
1.200 millones.

-LA REVOLUCIÓN CULTURAL ( 1966-1976)


-Contexto: Mao abandonó en 1959 la jefatura de Estado, que pasó a manos de Liu
Shaoqi. Tras el fracaso del Gran Salto Adelante, eran Liu Shaoqi y Deng Xiaoping quienes se
ocupaban del día a día de las tareas de Gobierno, mientras que Mao, apartado del poder
político, había asumido un papel de mero referente ideológico. Sin embargo, Mao no parecía
haber aceptado de buen grado su paso a una posición simbólica, y ambicionaba retomar el
poder político. Este deseo de recuperar un papel central en el gobierno del país llegaría a
hacerse realidad gracias sobre todo al apoyo de dos grupos de dirigentes con ambiciones
propias. Por un lado se encontraba el Ejército Popular de Liberación, que tras la destitución de
Peng Dehuai había pasado a estar dirigido por el militar Lin Biao, leal seguidor de Mao. Por
otro lado, la propia esposa de Mao Jiang Qing, que había sido actriz de renombre en su
juventud, ejercía una gran influencia sobre la vida cultural de la República Popular, y contaba
con aliados en los círculos artísticos y periodísticos. El propio Lin se encargaría de recopilar
los discursos más importantes de Mao en un libro, las Citas del Presidente Mao, que se
convertiría en obra de referencia y de lectura obligada para la población en general y, muy en
especial, para el Ejército. Además, en el año 1966 los colaboradores de Jiang Qing en
Shanghái comenzaban una serie de críticas a miembros del Partido leales a Liu Shaoqi y
Deng Xiaoping. Estas críticas acabarían socavando la base de apoyos de estos hasta forzar
su salida del poder.
A su vez, como indica Raya Dunayevskaya, el origen de la Revolución Cultural también debe
buscarse en que en 1965, luego de la ruptura del eje Pekín- Yakarta ( tras la fallida intentona
golpista del comunismo indonesio), Mao pretendía consolidar la estrategia de China como el
centro y único líder de la “ revolución mundial”, frente al eje Moscú-Varsovia. A partir de
entonces, el “ revisionismo ruso” fue rechazado, al igual que todos los PC alrededor del mundo
que no reconocieran al PCCH como el único líder del comunismo mundial. Para la autora, la
revolución en realidad fue un proceso reaccionario que parte del error de que si como plantea
Mao si las clases y las luchas de clase continúan bajo el “socialismo”,
¿cuál es el sentido de derrocar al capitalismo? Ciertamente no ha habido

desviación más fatal proclamada como “principio del marxismo-


leninismo”. Esta no es una teoría de la revolución, es una teoría de la

regresión, tanto más grave cuanto que es proclamada no en nombre del


fascismo sino del marxismo-leninismo.
Mao siempre ha propuesto “la lucha prolongada”, elevándola al nivel
de teoría. Pero para las masas esto no es teoría, es el peso de la explotación
que han tenido que soportar en todas las sociedades clasistas, con la
diferencia de que no se le llamaba “socialismo”. Un documento básico de la Revolución
Cultural: “A elevar muy alto la
gran bandera del pensamiento de Mao Tse-tung y llevar a cabo la Gran
Revolución Cultural Proletaria hasta el final”, admite abiertamente: “sí no
se tomaran serias medidas para remodelarlos (a los intelectuales) estarían
destinados a convertirse en el futuro, en grupos semejantes al club Petofi
húngaro”. Las Guardias Rojas estaban encargadas de ser los agentes de dicha
“remodelación”. Habían sido formados fuera de la estructura del Partido
Comunista Chino, no tanto para luchar contra “la burocracia” como para
forzar a los de arriba y a los de abajo a enfrentar las realidades impuestas
por la posición de China en un mundo dividido entre dos naciones
industrialmente avanzadas. En tal mundo, un país atrasado
tecnológicamente como China que no tiene ninguna perspectiva de la
revolución mundial “en nuestra época” se siente obligado a conducir a las
masas con mucho más rigor y fuerza. Bajo el capitalismo privado esto se
conocía como la acumulación primitiva; bajo el capitalismo de Estado, que
se llama a sí mismo comunismo, se denomina “luchando contra el interés

personal” en el interior y, externamente, “el pensamiento de Mao Tse-


tung ilumina al mundo entero”. El país que ahora ilumina se halla

hundido ya en la barbarie y depravación de las ejecuciones públicas


televisadas. El “interés personal” al que ahora se opone no es tanto el de “la
persona de autoridad que está tomando el camino de retorno al capitalismo”
sino a los intereses de las masas chinas.
Al desatar esa lucha dejó al descubierto no sólo las divisiones en el seno del círculo
gobernante sino las divisiones de clase
entre los gobernantes y los gobernados. Mao se ve atrapado en las
condiciones objetivas de un mundo dividido entre dos y sólo dos potencias
industriales gigantes. Él no tiene la ventaja que tuvo Stalin: el uso de los
partidos comunistas del mundo como “embajadas” de su política exterior.
Él no tiene confianza en el proletariado mundial y el proletariado chino no
tiene confianza en él. Ya acabaron con los “Grandes Pasos Adelante” que
sólo los retrasaron. En esta situación, tomar los elementos desarraigados y
transformarlos en instrumentos de la camarilla gobernante es la única
respuesta, y no es ninguna. Mao, sus herederos y sus “revolucionarios
culturales” no pueden escapar a la no-viabilidad del sistema capitalista de
Estado que han creado, cuyo producto final es el “pensamiento de Mao”.

Objetivos: La Gran Revolución Cultural Proletaria implicó un amplio movimiento


contra el revisionismo y todos aquellos que estuviesen emprendiendo la “ vía
capitalista”. De esta forma el principio de la lucha de clases debía aplicarse a todos
los intelectuales, burócratas y miembros del partido. El movimiento de masas que
Mao levantó durante la Revolución Cultural estaba compuesto principalmente por una
juventud estudiantil adolescente, esto es, algo muy diferente al de las masas
campesinas que habían sido activadas en la
colectivización agrícola de mediados de la década de 1950 o en el Gran Salto
Adelante entre 1958 y 1960. En un
principio, la Revolución Cultural no afectó mucho al campesinado, salvo en comunas
cercanas a las ciudades. En su
calidad de movimiento esencialmente urbano, la Revolución Cultural tuvo como
protagonistas a los Guardias Rojos
desde mediados de 1966 hasta mediados de 1968, año en que fueron abolidos. Esta
juventud inexperta, que intentaba
“aprender la revolución haciendo la revolución”, resultó inmensamente destructiva.
Los funcionarios fueron expulsados de sus oficinas, sus archivos examinados y a menudo
destruidos; sus puestos fueron ocupados por jóvenes sin experiencia previa ni en administración ni en el
ejercicio del
mando. Estos ya empezaban a dividirse en facciones, que comenzaron a luchar entre sí después que Mao
ordenara a los Guardias Rojos encargarse de quienes en el ejército “emprendían la vía capitalista”,
pronto la situación se tornó violenta. China comenzaba a caer en una guerra civil en la cual las facciones de los
Guardias Rojos combatían entre sí y la fuerza militar regional se unía y tomaba partido. Si bien el ataque a los
comandantes de las fuerzas regionales disminuyó después de septiembre de 1967, el faccionalismo se expandió
como
una peste, y surgieron roces entre las unidades regionales y las fuerzas principales. Pekín manejó esta crisis
ordenando
al ELP poner fin a su apoyo a cualquiera de los bandos y someterse a un entrenamiento político. Sin embargo,
hacia
1968 las rivalidades facciosas comenzaban a hacerse evidentes incluso al interior de las unidades de las fuerzas
principales. Si este proceso hubiese seguido adelante, Mao, que ya había jugado su última carta, habría perdido
totalmente el control de la situación.
En julio de 1968, bajo esta presión, Mao disolvió finalmente los Guardias Rojos, de quienes dijo que habían
fracasado
en su misión.

Cualquiera que hubiera sido la intención romántica de Mao, los Guardias Rojos se volcaron hacia actividades
destructivas que desembocaron en un brutal reino del terror, irrumpiendo en los hogares de las familias
acomodadas, de
los intelectuales y funcionarios, destruyendo libros y manuscritos, humillando, golpeando e incluso asesinando a
los
moradores, y sosteniendo continuamente estar llevando a cabo el ataque revolucionario contra los “Cuatro
Viejos”:
viejas ideas, vieja cultura, viejos derechos, viejos hábitos. Estos jóvenes estudiantes, muchachos y muchachas
por
igual, cuyas edades fluctuaban entre los nueve y los dieciocho años, deambulaban por las calles con sus
bandas rojas en
el brazo, acosando e impartiendo su propia justicia moral a cualquiera que demostrase el menor indicio de
extranjerismo o intelectualismo.
Hacia fines de 1966, el Grupo Central de la Revolución Cultural de Mao, que manejaba la situación, intensificó
los
ataques de los Guardias Rojos, que pasaron del mero acoso a todo aquel que fuera acusado de tener un tinte
“burgués” a
una fase más radicalizada: la de “sacar a la rastra” a funcionarios del partido y del gobierno para interrogarlos y
castigarlos. Pronto tuvieron en la mira al ex jefe de Estado Liu y al secretario general del partido, Deng, como los
principales traidores “que seguían la vía capitalista”. Ellos y muchos otros miles fueron denunciados, arrestados
y
públicamente humillados. A través de la movilización de un ataque masivo de la juventud urbana a la jerarquía
central
del Estado y del partido, Mao y sus seguidores lograron generar un caos que evidentemente esperaban
constituyese una
saludable revolución. En el verano de 1966, al verse enfrentados a los mal organizados Guardias Rojos, los
asediados
líderes del PCCh respondieron al fuego con fuego y desplegaron sus propios Guardias Rojos. La estructura del
círculo
dirigente del partido era muy firme y difícil de destruir, pero la esperanza estaba perdida. Mao movía los hilos del
poder, y al final reveló claramente su empeño de destruir el partido para reconstituirlo después.

-Ismael Maillo relata en “ La Literatura de las cicatrices” que desde los años 50, paralelo a las
campañas de movilización masiva que organizaba el PC ( la gente fue animada a denunciar y criticar a
sus

jefes o a sus propios compañeros, y también a escribir cartas de auto-


crítica. En esencia, se estaba desarrollando una dinámica a nivel so-
cial en la que los individuos no podía evitar sentimientos de constante

desconfianza, en un ambiente donde cualquiera acusaba a cualquiera,


había un persistente miedo a ser humillado o agredido, mientras el
partido gravitaba sobre todos los aspectos de la vida diaria);
decenas de millares de intelectuales tuvieron que asistir a
cursos de reeducación, a lo largo de todo un año en algunos casos, en

una especie de campus revolucionarios destinados a hacerlos comul-


gar con la ideología reinante; Lifton nos lo describe como “una cam

paña de Reforma del Pensamiento dirigida hacia ellos como grupo –


el primer brote de exámenes de conciencia nacionales que habría en
China... Otras campañas igualmente espectaculares vendrían más

adelante, pero esta sentó precedente en la sucesión de manipulacio-


nes de arriba abajo, típica de todas las campañas nacionales”.
Dichos cursos se encargaban de hacer comprender a los alumnos
lo deleznable de su condición de clase privilegiada, al tiempo que

se analizaban los trabajos de los personajes más ilustres del comu-


nismo: Mao, Marx, Engels, Stalin, etc. o por medio de debates con

otros intelectuales, o con figuras políticas, aderezando todo esto con


sesiones de autocrítica. Como “deberes” tenían que escribir relatos
de sus propias vidas pasadas, narrando con todo lujo de detalles sus

errores y los de sus propios familiares, para así repudiar los esque-
mas mentales del pasado.
También es de destacar “ La campaña antiderechista” de 1957: Su origen se remonta a la Campaña de
las 100 flores ( 1956-57), En el año 1956, el sucesor de Stalin, Nikita Khrushchev, en congreso
del Partido Comunista adoptó un nuevo discurso en el que criticaba

a su antiguo líder, algo que se puede definir como campaña de “des-


estalinización”. A Mao no le pareció bien que se pudiera criticar al

un líder supremo, y aunque él apoyara en público todo lo que venía

de Rusia, en realidad se estaba sentando precedente para que el pro-


pio Mao fuera criticado. Aprovechando que en ese mismo año exis-
tía una percepción positiva de la situación económica, Mao empezó

a maniobrar para subirse al tren de la apertura que sus enemigos en

el partido empezaban a esgrimir contra él, escribió entonces un poe-


ma declarando una apertura social del cual los más conocidos versos

dicen: “dejar florecer cien flores en el mundo de la cultura y dejar


que contiendan cien escuelas de pensamiento en los campos de la
ciencia”, era el comienzo de la “Campaña de las 100 flores” (Baihua
Qifang) que tuvo lugar de 1956 a 1957.

A Principios de 1957 Mao advirtió a los líderes del partido que se


prepararan para recibir críticas e incluso que ellos mismos pusieran

de manifiesto dónde se habían cometido errores. En un primer mo-


mento hubo una lógica desconfianza a la hora de criticar sin reserva

al poder; pero poco a poco el entusiasmo hizo que el goteo continua-


do de críticas se convirtiera en un atrevido torrente de reproches a la

corrupción, al abuso de poder, a la ineficacia, a la incompetencia, al

despotismo y a la falta de realismo del liderazgo, al control ideológi-


co y partidista sobre los intelectuales, al servilismo ciego a la Unión

Soviética, a la dureza de las anteriores campañas, a las restricciones


y censura en todo el ámbito cultural. En poco más de un mes, la
crítica llegaba a mencionar al mismísimo Secretario Honorario y en
algunas ciudades hubo manifestaciones y linchamientos contra al
gunos oficiales del Partido. De acuerdo con lo que nos relata el gran
sinólogo Jacques Gernet, “estudiantes e intelectuales denuncian la
parodia de democracia a que se asiste a todos los niveles; todo el
poder está en manos de los seis miembros del comité permanente y
todo se decide en todas partes por anticipado... los que deciden en
última instancia son generalmente unos incapaces cuyo único mérito
consiste en haberse puesto en evidencia dando pruebas de docilidad7
.

Mao, sintiendo el peligro, se alineó en seguida con aquella facción


de línea dura que él había querido desarbolar y mandó dar el alto a la
campaña. El 8 de Junio de 1957 en el People’s Daily Mao respaldó

un artículo declarando que “malas hierbas venenosas” habían creci-


do entre las “fragantes flores”, se avecinaba la mano dura. Todo se
volvió del revés, lo que antes había sido libertad de expresión paso a

ser salvaje represión era el comienzo de la “Campaña Antiderechista-


ta” (Fanyou yundong), llevada a cabo entre los años 1957 y 1959.

Kathylyn Gay nos aclara que “aquellos que hablaron abiertamente

fueron tachados de “derechistas”, y la campaña Antiderechista co-


menzó a mediados de mayo de 1957. Miles de derechistas fueron

enviados a prisión o a campos de trabajo o fueron ejecutados. Una


victima, el reportero del ejército Dai Huang, observó que menos de

cien personas fueron señaladas al principio. “Pero la campaña se ex-


pandió para abarcar 552912 personas”, de acuerdo con documentos

del Partido Comunista8


.

La consecuencia más inmediata de la Campaña de las Cien Flores


es que sirvió de catalizador para esta Campaña Antiderechista, lo

cual significaba la vuelta a la ortodoxia maoísta, que fue restableci-


da como línea oficial de gobierno. Las consecuencias derivadas de

estas campañas pueden resumirse en tres palabras: terror, estrés y


paranoia. Esto sin duda nos ayudará a comprender el estado anímico
de aquellos que habían formado parte de la intelectualidad del país,

de la intelligentsia, de la clase pensante de la China. El camino esta-


ba allanado para las grandes hambrunas que ya se estaban empezan-
do a vislumbrar. Ya nadie más se atrevería a alzar la voz en favor de

los más débiles ni a escribir ninguna crítica que no fuera autocrítica.


Las consecuencias del Gran Salto Adelante fueron terribles, millo-
nes de muertos de hambre, familias rotas y diezmadas, despilfarro,

pérdida de capital cultural, ya que los centros educativos habían


sido cerrados, y un largo etc. Mao había quedado muy debilitado, y
mientras Liu Shaoqi se dedicaba a recomponer el país y deshacer la
colectivización, dedicó cuatro años a preparar un regreso catártico.
En el verano de 1964 Liu Shaoqi asumió oficialmente el mando de la
Campaña de Educación Socialista, la purga que siguió entonces fue

enorme, incluso para estándares de Mao. Los culpables fueron de-


nunciados públicamente, se les hizo desfilar por las calles, algunos

incluso fueron apaleados hasta la muerte. Se estima que alrededor de


cinco millones de cuadros del partido comunista fueron castigados y
más de setenta mil murieron13.

Mao desde la sombra y en apariencia fuera de la política no paraba


de urdir su contraofensiva para el regreso del maoísmo, ya a partir
del año 1960, y a través de su mano derecha, Lin Biao, se empieza a
fomentar la difusión del estudio del pensamiento de Mao Zedong a
todos los niveles, con el objetivo de reforzar la imagen de Mao como
gran líder. Esta tarea comienza con el adoctrinamiento del ejército,
pues Lin Biao era el ministro de defensa. El archiconocido “Libro
Rojo” fue en verdad una recopilación de citas de Mao hecha por el

propio Lin Biao a partir de un amplio cuerpo de escritos y discur-


sos que Mao había hecho durante los treinta años anteriores. Lynch

afirma que “Lin Biao hizo del Libro Rojo la Biblia secular de China,
la fuente de toda verdad14”. Hacia el año 1963 estas citas estaban
siendo estudiadas y debatidas por todo el Ejército de Liberación.
Des esta manera, y bajo un velo de inocente enseñanza y sin que la
mayoría de los líderes del Partido Comunista Chino lo advirtieran,
primero miles y luego millones de soldados empezaron a estudiar y

memorizar los dichos de Mao, reverenciándolo a un nivel que ro-


zaba la fe ciega. El papel de los trabajos de Mao fue acentuado en

detrimento de las colecciones de obras del jefe de estado Liu Shaoqi


y su jefe de política económica, Chen Yun, que fueron archivadas

y postergadas15. Lin Biao además incrementó el número de miem-


bros del partido leales a él entre los mandos del ejército, al mismo

tiempo que iba mezclando el estamento militar en la administración


civil, asignando militares a cargos políticos u organizando milicias
compuestas por civiles a todos los niveles, incluyendo a los pueblos,
militarizando de esta manera el país “para la defensa nacional”.

Todo este condicionamiento intelectual de las nuevas generaciones


fue creando cierto ímpetu político que permitiría, llegado el año
1965 lanzar una serie de ataques contra aquellos que habían mostrado
desacuerdo o descontento con las políticas del Gran Salto Adelante.

El acoso comenzó con los intelectuales, se incitó a grupos de estu-


diantes a denunciar “desviaciones ideológicas que se escondían en

la obra de diversos autores. Caso destacado fue el del historiador y


político Wu Han, autor del famoso drama “Hai Rui es destituido”.

Wu Han se caracterizaba por sacar ejemplos de la historia de la di-


nastía Ming para inspirar a sus lectores, algo que había hecho duran-
te la Segunda Guerra Mundial para criticar a Chiang Kai-shek y al

Kuomintang16. Más tarde, en 1959 durante el Gran Salto Adelante


fue el propio Mao el que le encargó publicar relatos sobre el citado
oficial de la dinastía Ming, Hai Rui, que luchaba tozudamente contra
los burócratas corruptos para salvaguardar los derechos del pueblo.
En su enaltecimiento de dicho oficial, Wu Han criticaba la figura
del emperador por su vanidad, egoísmo y desprecio a las críticas y

alababa a la del obcecado Hai Rui; En aquel entonces a Mao le con-


venía este tipo de discurso para la propaganda de aquel momento,

Wu incluso llegó a desarrollar el tema de Hai Rui en obra de teatro

en 1961. Ahora, años más tarde, en 1965, Mao utilizó los textos pa-
sados de Wu Han, para sacarlos de contexto y hacer un paralelismo

entre las figuras de Mao y del maligno emperador y también entre


Hai Rui y el caído en desgracia Peng Dehuai, crítico de las políti-
cas del Gran Salto Adelante. Para poder discutir sobre el asunto de
Wu Han se reunieron a principios de 1966 por un lado el conocido
como el “Grupo de los Cinco”, liderados por Peng Zhen, veterano
de la guerra, alcalde de Beijing y miembro del politburó. Este grupo
estaba formado por un grupo de intelectuales, periodistas, miembros
del partido moderados, en general afines a los líderes Liu Shaoqi
y Deng Xiaoping. Querían tratar el asunto como anecdótico y no
querían que el debate conllevara una alteración del orden cultural
reinante en el país.

El otro grupo, que se reunía en Shanghai era conocido como el “Gru-


po Radical”. Estaban liderados por la mujer de Mao, Jiang Qing y

entre ellos se encontraban artistas e intelectuales que abogaban por

purificar las artes, ponerlas al servicio de la política y erradicar aque-


llos valores que, según ellos, contaminaban la cultura con sus taras

“feudales”, “elitistas” o de “tintes Occidentales derivados del Cua-


tro de Mayo”. El Grupo Radical buscaba delatar y purgar las malas

hierbas antisocialistas de la cultura y destruir lo que ellos calificaban


como una fe ciega en la literatura clásica china y foránea. Acerca de
todo esto, el sinólogo Jonathan Spence nos traslada una cita de Lin
Biao: “si el proletariado no ocupa las posiciones en la literatura y el
arte, la burguesía ciertamente lo hará, la lucha es inevitable”17. La

esposa de Mao hizo que adláteres como el propagandista Yao Wen-


yuan lanzaran una campaña de duras críticas a la obra de Wu Han y

de paso a todos los intelectuales que desde su atalaya burguesa ser-


moneaban al partido, ignorando que la premisa del pensamiento de

Mao radicaba sobre todo en la importancia de las masas proletarias.


Esto sería el inicio de la Gran Revolución Cultural Proletaria.

El plan para recuperar el poder llegaba a su momento crítico: por un


lado la población estudiantil y el ejército estaban ya adoctrinados
gracias a las campañas de ensalzamiento de la figura de Mao; por
otro lado, Lin Biao había conseguido borrar la línea divisoria entre

ejército y el Partido Comunista, así como entre el ejército y la po-


blación civil, creando una jerarquía estatal paralela. Era el momento

de ejecutar el plan de la Revolución Cultural, Mao entonces urge la

purga de la burocracia cultural: Peng Zhen es destituido junto a múl-


tiples figuras del ministerio de cultura, las protestas y críticas se con-
tagiaron a la comunidad estudiantil, en especial en la Universidad

de Beijing. Los disturbios comenzaron cuando se extendieron las


protestas a las escuelas de educación secundaria. Se crea el llamado
Pequeño Grupo Central de la Revolución Cultural, con Chen Boda
como jefe del grupo, Madame Mao, Wang Renzhong, Liu Zhijian,
Zhang Chunqiao y Kang Sheng como miembros más destacados. En
la escuela secundaria de la Universidad de Tsinghua, hijos de altos
cargos del partido fundan la organización de los “Guardias Rojos”.
Días más tarde, el Diario del Pueblo publica un editorial de Chen
Boda, “Barred a los Monstruos con cabeza de vaca y a los espíritus

de serpientes”. En ese mismo día por la radio se da difusión al carte-


lón de grandes caracteres de Nie Yuanzi y empiezan las protestas de

estudiantes rebeldes en la capital.

En julio de 1966, Mao a fin de que nadie dudase de su idoneidad y


poderío físico, se dio un chapuzón en el río Yangtze; Esta muestra
de buena forma física, pintada de gesta, era una clara demostración

de intenciones y la cobertura mediática de la misma llegó a adop-


tar proporciones épicas; ese baño en el río era algo de importancia

histórica para todos los chinos. Mao entonces escribe una carta de
respuesta a los creadores del primer grupo de “Guardias Rojos” de
la escuela de secundaria de la Universidad de Tsinghua, en ella da

su apoyo al “espíritu revolucionario” mostrado por aquellos mucha-


chos, es en dicha carta donde aparece la frase que será esgrimida con

bastante frecuencia durante la Revolución Cultural: “Rebelarse está


justificado” (zaofanyouli). Así, miríadas de grupúsculos de guardias

rojos se crean a lo largo y a lo ancho del país. Se empezaron a dis-


tribuir brazaletes entre los jovenzuelos para nombrarlos “Guardias

Rojos”, que denunciaban todo autor u obra que se desviara o no se

ajustara al pensamiento de Mao Zedong. No pocos profesores fue-


ron acosados, vilipendiados, ridiculizados y apaleados con la excusa

de hacer la revolución, aunque sospechamos que en muchos casos


se trataba de estudiantes dando salida a sus frustraciones personales
vengándose de los profesores que simplemente eran muy estrictos.
El 12 de agosto de 1966 Liu Shaoqi es remplazado por Lin Biao como

segundo de abordo y sucesor. Mao se había librado por fin de su prin-


cipal obstáculo para retomar el poder absoluto; desde lo alto de la

entrada de la Ciudad Prohibida en la puerta de Tiananmen, pasaba


revista a gigantescas paradas de guardias rojos que, en un éxtasis cuasi
religioso, agitaban por encima de sus cabezas sus copias de bolsillo
del Libro Rojo y gritaban sus proclamas de larga vida al que ahora era
bautizado como “Gran Timonel”. El 19 de agosto los Guardias Rojos
declaran la guerra a los “cuatro viejos”. Richard Kraus nos explica

que “la gente joven competía en oponerse a los “cuatro viejos” (vie-
jos hábitos, costumbres, cultura e ideas). Los cuatro viejos abarcaban

símbolos de la sociedad premoderna de la China tradicional, como


obras de arte conmemorando el elitismo confucionista. Éstas eran
denunciadas rotundamente como “feudales” en un tiempo cuando la
sociedad antigua era todavía una memoria para muchos, y su herencia
visible incluía no sólo pinturas clásicas y libros atados con cordeles,
sino también las ancianas con pies vendados”18.
La destrucción de los “cuatro viejos” se llevó a cabo con extrema

rigurosidad y meticulosidad. Los lugares más obvios fueron los pri-


meros en caer: templos, monumentos, esculturas, residencias de al-
tos argos del partido, luego las de los antiguos capitalistas o terrate-
nientes (aunque se les hubieran confiscado en el pasado sus fábricas

o tierras, todavía muchos residían en sus enormes casas, si bien,


vacías), más tarde las residencias de aquellos que no llevaban un
régimen de vida ejemplar o que contuvieran cualquier simbología

reminiscente del pasado. En cuanto a los objetos que destruir, pri-


meramente se destrozaban muebles, porcelanas, pinturas, luego se

agujereaban paredes en busca de objetos escondidos: objetos jade,


joyas, libros prohibidos o de procedencia extranjera, oro y plata.
Rebecca Karl nos describe que “jardines flores, maceteros, incluso
aves de compañía en sus jaulas fueron destruidos como signos de
pensamiento y hábito burgueses; música clásica, pianos, libros en
lengua extranjera, y cualquier cosa que oliese a refinamiento o alta

cultura era arrastrado a la calle y destruido, o como mínimo confis-


cado. Ningún hogar estaba a salvo de las inspecciones y del pillaje

de los Guardias Rojos”19.

La destrucción de reliquias nacionales y de tesoros familiares e


imágenes religiosas fue en su mayor parte irreversible. En algunas

ocasiones Guardias Rojos arriesgando la ruina personal intercedie-


ron para proteger grandes monumentos. Gracias a las gestiones de

Zhou Enlai, tropas del ejército rodearon conjuntos históricos como


la Ciudad Prohibida para evitar su saqueo. En otras ocasiones, gente
anónima se movilizó para proteger o al menos conservar partes de
tesoros de valor histórico y en toda China familias ideaban maneras
para ocultar objetos preciosos, tal y como había sucedido dos mil
años atrás durante el reinado del primer emperador de China, Qing

Shihuang. Richard Kraus nos aclara que “los Guardias Rojos aco-
saban a conciudadanos cuyos peinados no fueran convencionales

y por ello considerados “burgueses”, a veces administrándoles un

corte de pelo no deseado en medio de la calle. Rechazaban el calza-


do puntiagudo, pantalones ajustados, perfumes, mascotas, apuestas,

joyas, chistes verdes y juegos de azar... cambiaron nombres de las


calles... Zhou Enlai tuvo que echar mano de sus dotes de diplomacia
para que el rojo de los semáforos no se convirtiera en una señal revo-
lucionaria que significara “adelante” en vez de stop. A los bebés se

les puso nombres plenos de virtud marcial y revolucionaria, “Héroe


Rojo” en vez de “Jade Precioso”20.

El Diario del Pueblo celebró tanto la campaña como el espíritu re-


volucionario de los Guardias Rojos, legitimándolos, son los 40 días
y 40 noches del llamado “Agosto rojo” durante los cuales, como

hemos dicho, infinidad de casas privadas fueron asaltadas y desvali-


jadas, sus propietarios apaleados y humillados, obras de arte robadas

y destruidas. Miles de edificios históricos, museos, templos, tumbas


y monumentos fueron asolados.

La pérdida de vidas humanas fue enorme durante la Revolución


Cultural, aunque palidece cuando la comparamos con la del Gran
Salto Adelante; la principal diferencia reside en la causa de dichas
pérdidas: Las muertes producidas durante la Revolución Cultural
fueron causadas no tanto por hambrunas, sino que en su mayor parte
fueron asesinatos intencionados: Sólo por tener la desgracia de tener
unos antecedentes familiares inadecuados la situación de cualquier
inocente dentro de su grupo social más inmediato podía cambiar de
la noche a la mañana; el insulto “hijo de perra” parece ser uno de

los más comunes para describir las víctimas de los Guardias Ro-
jos durante la Revolución Cultural, el ensayista y antiguo guardia

rojo, Wang Xiaobo nos pone un ejemplo de su propia infancia: “Un


día, de improviso, hubo un cambio sorprendente, una parte de los
compañeros de clase, de repente se habían convertido en miembros
de “las cinco categorías rojas”, mientras que la otra parte se había
transformado en miembros de “las cinco categorías negras”... Sin

que me diera tiempo para mostrar debidamente a cada uno mi ale-


gría o pesar, algunos compañeros rojos ya se habían rapado la cabe-
za, fajado en anchos cinturones de cuero y, emplazándose a la puerta

de la escuela, preguntaban a todo aquel que quería entrar: “¿Cuál


es tu origen social?” A los de su misma clase les preguntaban con
extrema minucia y, nada más oírlos declarar un mal origen, de entre
los huecos de los dientes brotaban tres palabras: “¡Hijo de perra!”21.

Jian, Song y Zhou afirman que durante el Agosto Rojo: “1772 ino-
centes fueron asesinados o cometieron suicidio en Pekín, 33.695 do-
micilios fueron saqueados, 85.000 residentes fueron expulsados de

la ciudad y 49222 sitios históricos fueron reducidos a escombros”22.


Mao había dedicado ya más de un lustro tramando un plan que
lo devolviera al primer plano de la política, y, lo que era más importan-
te, que le permitiera vengarse de Liu Shaoqi y todos aquellos líderes

del partido que habían osado criticarlo tras el fiasco del Gran Salto
Adelante. Ahora el país estaba entrando de nuevo en una crisis en la
que mucha gente sufriría penurias y humillaciones a manos de los

Guardias Rojos, la economía se resentiría otra vez y el hambre aso-


maría de nuevo. Mao era consciente de todo esto y no parecía impor-
tarle, de hecho, Macfarquhar y Schoenals (2006) nos trasladan que

“Mao y Jiang Qing celebraron su 73 cumpleaños e 26 de diciembre


de 1966, invitando seis de sus más íntimos –Chen Boda, Zhang
Chunqiao, Yao Wenyuan, Wang Li, Guan Feng y Qi Benyu- a cenar
en Zhongnanhai... Sorprendentemnte ni Zhou Enlai, ni Lin Biao ni
Kang Sheng habían sido invitados... Mao sintió que podía hablar
abiertamente, brindando por “la guerra que estaba desatándose por
todo el país y en todos los frentes”23.

No es de extrañar que a lo largo de diferentes ciudades se vinie-


ran sucediendo choques no ya entre los supuestos defensores de la

izquierda y los supuestos enemigos del socialismo, sino auténticas

batallas campales entre las distintas facciones o asociaciones de re-


volucionarios entre sí.

Como vemos la situación iba de mal en peor, la población empezaba

no sólo a transgredir las normas de lo socialmente aceptable, agre-


diendo a líderes y profesores, sino que ahora había libertad absoluta

para cebarse con cualquier pobre desgraciado que fuera caminando

por la calle, aunque fuera por no ser lo suficientemente revolucio-


nario. El hecho era que si la suerte no sonreía, el ser un ferviente

seguidor de las políticas y pensamientos de Mao empezaban a no ser


suficiente como para quedar libre de sospecha. No nos cuesta mucho
entender en qué estado de nervios se hallaban los intelectuales: éstos

eran los que durante los quince años anteriores habían sido maltra-
tados en casi todas las ocasiones en las que el movimiento de masas

de turno pedía “acabar con” u “oponerse a” un determinado enemi-


go. En el pasado muchos habían dejado por escrito confesiones en

las que se autoinculpaban, confesiones que podían ser utilizadas en


cualquier momento como prueba para una nueva vejación; muchos

creyeron que no había luz al final del túnel. Como menciona el pro-
pio Wang Xiaobo, lo que los intelectuales necesitan es que reine la

lógica; cuando no hay visos de que la situación vaya a terminar o


mejorar, es cuando se producen los suicidios.
En 1969 los jóvenes guardias rojos fueron destinados a comunas en
zonas rurales muy lejos de las ciudades, el objetivo era acabar de un
plumazo con su influencia sobre el poder central, aunque de manera
oficial debían aprender la revolución con los campesinos. Era el fin
oficial de la Revolución Cultural, aunque todavía habría que esperar hasta
el inicio de los años 70 para empezar a reabrir las principales universidades.

De 1973 a 1975, la conocida como “Banda de los Cuatro” (Jiang


Qing, Yao Wenyuan, Zhang Chunqiao y Wang Hongwen), había
tomado la riendas de los aparatos de poder del Partido Comunista
y habían ejercido una enorme influencia en toda clase de ámbitos
políticos, sociales, culturales, etc. Dicha influencia acabó nada más

morir Mao en 1976, pues en medio de enormes protestas en la capi-


tal, fueron arrestados y calificados como contrarrevolucionarios.. El

país quedaba en manos de Deng Xiaoping, el “Pequeño Timonel” y


se dirigía a una época marcada por la apertura y la recuperación eco-
nómica. Dicha voluntad por dejar atrás aquellos episodios negros

del Gran Salto Adelante y de la Revolución Cultural dieron lugar a


que la clase intelectual fuera recuperando la confianza para poder
publicar de nuevo pues existía un clima más distendido y tolerante

con los escritores. Este primer periodo de producción y publicación lite-


raria se conoce como la “Literatura de Cicatrices” (Shanghen wenxue).

- LAS REFORMAS DE DENG XIAOPING ( 1978-1988)


-Ascenso de un nuevo núcleo de poder: A comienzos de la década de 1970, aunque el
grupo de Shanghai encabezado por la Banda de los Cuatro continuaba
dominando los medios de comunicación y de cultura, no encontró la forma de apoderarse de la administración
del
gobierno y de la economía, aun con el respaldo de Mao. La jerarquía administrativa, que se hallaba dedicada al
desarrollo económico, poco a poco se fue coagulando en torno a Zhou Enlai, aunque Mao siguió ocupando el
primer
lugar en el partido. Cuando Zhou enfermó de cáncer después de 1973, tomó medidas para asegurarse de que
Deng
Xiaoping fuese su sucesor como Primer Ministro. Aunque Deng había sufrido persecución durante la Revolución
Cultural, era un veterano experimentado, con demasiados contactos, sobre todo con los militares, y en extremo
capaz y
dinámico como para ser descartado como le había ocurrido a Liu Shaoqi. Justo antes de la realización del
Congreso
Nacional del Pueblo de enero de 1975, Deng se convirtió en Vicepresidente del partido y en miembro del Comité
Permanente del Politburó, en el núcleo del poder. Posteriormente, el Congreso Nacional le adjudicó el cargo de
primer
Viceprimer Ministro, pasando a ocupar el lugar número tres en la jerarquía, tras Mao y Zhou; asimismo, se
convirtió en
el jefe del ejército.
Tras la muerte de Zhou Enlai en enero de 1976, la Banda de los Cuatro prohibió cualquier demostración de
duelo, pero
para el día de conmemoración de los muertos, en abril, no pudo evitar que una enorme multitud de cientos de
miles de
personas se reuniese en el Monumento a los Mártires de la plaza de Tiananmen para expresar su veneración al
Primer
Ministro fallecido. Ese día pasó a la historia como “el incidente del cinco de abril” (5-4), históricamente paralelo al
del
cuatro de mayo (4-5). Dirigido por los oponentes a la Banda de los Cuatro, éste reflejó la profunda desilusión
popular.
La manifestación fue reprimida y, conforme al espíritu de la Revolución Cultural, Deng Xiaoping fue por segunda
vez
retirado del poder.
Mao muere el 9 de septiembre de 1976.Dejó como sucesor a su doble, el perfectamente olvidable Hua Guofeng,
un jefe de
seguridad de Hunan. En octubre, la Banda de los Cuatro fue arrestada y sometida a juicio. A fines de 1978, y
mediante
una compleja maniobra, Deng Xiaoping se hizo con el poder.

- Boluan Fangzheng: El programa Boluan Fangzheng ( en chino “corregir el caos y volver a la


normalidad) fue lanzado por el gobierno de Deng, con el objetivo de establecer reformas sociopolíticas
destinada a desmantelar gradualmente las políticas maoístas asociadas a la Revolución Cultural y
restablecer la legitimidad del partido en la sociedad china.
En tal sentido, la Revolución Cultural fue presentada como un desastre en toda su extensión, tan
innecesario como destructivo, y si bien la acción política de Mao fue redefinida como 30% mala y 70%
buena, el Pensamiento de Mao, desde su fase temprana, aún podía constituir la guía para el futuro de
China, sobre todo si era interpretado por hábiles dialécticos.
-Como parte de esta nueva política se promulgó una campaña de rehabilitación en torno a más de 3
millones de víctimas de "casos injustos, falsos e incorrectos''
- En 1982, la nueva constitución de China fue aprobada por el Asamblea Popular Nacional, que eliminó
los elementos asociados con la Revolución Cultural y exige que todas las organizaciones, incluido el
Partido Comunista de China, deben obedecer la Constitución y la ley.262728 La mayor parte del contenido
de la "Constitución de 1982" sigue vigente en la actualidad. Dentro de la Constitución de 1982:

● Se eliminó el vocabulario de la Revolución Cultural como "revolución continua bajo la dictadura del
proletariado"
● Se excluyeron las descripciones de la organización del Partido Comunista de China
● La declaración de "el país está liderado por el Partido Comunista de China" fue eliminada
(revocada por Xi Jinping en 2018)29
● Se restablecieron los cargos de Presidente de China y Vicepresidente de China, con un límite de
dos períodos consecutivos y cinco años para cada período (los límites del período fueron
cancelados por Xi Jinping en 2018)

-La depuración de los militares fue también un trabajo lento, pero hacia 1985 el presupuesto y
el personal habían sido
significativamente reducidos, cuarenta oficiales del Estado Mayor General pasaron a retiro, y
el 10% del cuerpo de
oficiales comenzó a seguir sus pasos. En junio de 1985 se redujeron de 11 a 7 las regiones
militares del ELP, y éste
perdió la mitad de sus oficiales superiores. Asimismo se puso fin a la preeminencia de los
militares en el Comité
Central del PCCh.

- Deng restauró el Examen de ingreso a la universidad nacional (Gaokao), que se


interrumpió durante 10 años debido a la Revolución Cultural, cambiando la vida de
decenas de millones de personas.35 Se propuso un sistema de educación obligatoria
durante el período Boluan Fanzheng, y con el apoyo de Deng y otros, la educación
obligatoria se inscribió en la "Constitución de 1982" y la educación obligatoria de
nueve años de China finalmente se estableció en 1986 bajo la ley (Ley de Nueve -
Año Educación Obligatoria). A su vez, Al
mismo tiempo se realizó un esfuerzo por reclutar intelectuales y técnicos
experimentados para que pasaran a integrar el
partido.En 1978 la mayoría de
los funcionarios locales apenas había finalizado el primer ciclo de la enseñanza
secundaria. Para 1984, la mitad ya era
graduado universitario. Antes de 1981, a lo sumo un 25% de los funcionarios de
mayor rango del partido y del gobierno
eran graduados universitarios; en 1984 dos tercios o más lo eran.

- LAS 4 MODERNIZACIONES:
Las Cuatro Modernizaciones debían producirse en el ámbito de la agricultura, la
industria, la ciencia y la tecnología, y
la defensa. Con el fin de adelantarse al ánimo de reformas políticas y de ponerle
límites, según el
típico estilo chino de negociar, en marzo de 1979 Deng emitió los llamados Cuatro
Principios Cardinales: China debía
continuar en la senda de 1) la vía socialista, 2) la dictadura del proletariado, 3) el
Liderazgo del partido, y 4) el
marxismo-leninismo unido al pensamiento de Mao.
- Agricultura: Hasta 1978 la agricultura china seguía basada en la
colectivización introducida en la década de 1950. Durante veinte años el
crecimiento de la producción agrícola se había quedado atrás en relación a
las esperanzas y
expectativas forjadas.
Además, la sobreabundante mano de
obra femenina y masculina estaba poco calificada y un cuarto o quizá más
de la población era analfabeta. Mientras
tanto, los puestos de trabajo y la subsistencia garantizados habían impedido
un aumento de la productividad. El énfasis
en la industria pesada y la eliminación de las empresas dedicadas a
actividades secundarias en la zona rural provocaron
entre cuarenta a noventa millones de cesantes en áreas rurales y entre diez
a treinta millones en las ciudades. A pesar de
(o debido a la fuerte inversión en la industria, el nivel de vida en el ámbito
rural se estancó.
Al abordar la reforma agraria en 1978, los planificadores reconocieron que la
administración rural había sido
imperfecta, antes que nada en cuanto a la motivación de los agricultores. La
reforma fue ensayada por primera vez en
Sichuan, bajo el mando de Zhao Ziyang, y también en Anhui; a nivel
nacional se llevaría a cabo con muchas
variaciones de forma y coordinación. Una estrategia importante la constituyó
el fomento de los subproductos y la
producción secundaria en las granjas, además de la producción de grano. El
agricultor podía comerciar sus
subproductos en los mercados libres locales, y con ello redondeaba sus
ingresos.
Pero el principal cambio se centró en el “sistema de responsabilidad de
producción”, el que contemplaba media docena
o más de variaciones, pero todas basadas en contratos. Sería mejor
entenderlo como el “sistema de contratos”. Después
de varias etapas de experimentación, por lo general el contrato se efectuaba
entre el grupo de producción (parte de una
aldea) y la familia. Los administradores del grupo (los cuadros) trazaban un
plan global y entonces firmaban un
contrato con cada familia para que éstos dispusieran de determinadas
parcelas de tierra. Los contratos estipulaban las
metas de producción y la compensación que la familia debía recibir. Así, la
contabilidad quedaba fuera de las manos de
grandes organizaciones como las brigadas y era devuelta a los grupos de
producción, conformados por unas veinticinco
a cuarenta familias.
Entregar la responsabilidad de la producción a la familia campesina
proporcionaba un enorme estímulo, pues
significaba que mientras más trabajaran más producirían para sí mismos, y
no para verlo acumulado en un depósito
común. No se podía comprar la tierra, pero sí se la podía utilizar según estas
condiciones. En lugar de cumplir con los
pagos en grano a un Estado terrateniente, ahora las familias campesinas
cultivaban ciertas parcelas y devolvían al grupo
cantidades específicas de sus cosechas. Este fue el sistema de
“responsabilidad total de la familia” (baogari), que llegó
a ser casi universal. Previamente, el sistema maoísta de la Revolución
Cultural había utilizado la exhortación moral
como un estímulo, exigido sólo la producción de grano y prohibido la
producción secundaria considerándola
“capitalismo” incipiente: todo un triunfo de la ideología de la planificación
sobre la realidad.
Este cambio de sistema transformó notoriamente la situación: en lugar de
que las autoridades locales sólo se
concentraran en recaudar las obligatorias cuotas de grano, y de que los
campesinos se las ingeniaran por su cuenta
mediante ocupaciones secundarias como la venta de cerdos y gallinas,
ahora toda la comunidad podía planificar en
conjunto y así maximizar la producción y el ingreso. El resultado fue un
incremento masivo de ambos, un triunfo para
la reforma de Deng. Durante la década de los 80 la producción rural creció
aproximadamente dos veces y media,
superando con creces al aumento de la población. Ello se debió a las
nuevas motivaciones de provecho personal, los
nuevos recursos en la producción secundaria de aves de corral, pescado,
verduras, fruta para el mercado y otros, y a las
nuevas oportunidades de trabajo en las industrias locales de servicios.

-INDUSTRIA: La economía controlada de tipo soviético estaba altamente


centralizada. En cada aspecto de la producción los
productores locales y provinciales integraban una estructura vertical
encabezada por el correspondiente ministerio en
Pekín, que era supervisado por uno de los viceprimeros ministros. Para la
década de 1970, los intereses creados en la industria pesada, las provincias
del interior y la burocracia de Pekín
dominaban la política económica, a pesar de la enorme escasez en la
producción industrial y del desinterés por las
demandas de los consumidores que caracteriza las economías por decreto.
Tal como indica Wang Chaohua, que la agricultura renqueaba por
detrás de las necesidades de alimentos y la industria ligera se quedaba muy
por detrás de la industria pesada, que estaba orientada hacia proyectos de
infraestructuras y producción militar, en consonancia con la política de Mao
de «preparar la guerra» con una «tercera línea» de instalaciones defensivas
que se extendían a lo largo de las provincias interiores. En la década de la
Revolución Cultural, la población total de China creció casi el 30 por 100,
mientras que la producción de tejido de algodón creció únicamente el 20
por 100 (los tejidos artificiales eran todavía una rareza, incluso en Pekín);

y aunque la producción de grano aumentó a lo largo de estos años, el con-


sumo per cápita cayó por debajo del nivel de 19524

. En cualquier caso, la
cuestión crucial no es si el pib crecía nominalmente, ya que según este
criterio la Unión Soviética todavía crecía en 1986, cuando Gorbachov lanzó
su perestroika, y tampoco podía decirse que se hallara inmersa en una crisis

económica. La realidad de la rpch de aquel momento la constituía una eco-


nomía mantenida de forma artificial por debajo de su capacidad productiva

real, especialmente en la agricultura y los sectores de la industria ligera, por

la presión de la utopía originalmente concebida por Mao y por las priorida-


des de la defensa nacional.
Continúa la autora planteando que El sistema económico instalado por Mao
durante la Revolución Cultural

era una estructura muy diferente del sistema de planificación centrali-


zada de la Unión Soviética. Anderson destaca esta diferencia, pero su

interpretación de la misma es desacertada y exageradamente positiva.


Aunque, tal como señala Anderson, los planificadores centrales de
Pekín fijaban los precios de tan solo el 1 por 100 de los artículos sujetos
a las directivas del Gosplán en Moscú, esto no significa que existiera un
intercambio comercial más activo en China. De manera similar, cuando

Mao fomentó la descentralización económica, esto no dejó en la prác-


tica «a los gobiernos locales más espacio para tomar la iniciativa». La

realidad es que tras el periodo de caos inicial de la Revolución Cultural,


aproximadamente entre 1966 y 1969, la tendencia general de la política

económica china fue un intento prolongado de contener los intercam-


bios comerciales de todo tipo y reprimir todo lo posible cualquier tipo

de actividad comercial. Las protomilitares Escuelas de Cuadros 7 de Mayo


para empleados del Estado constituyeron la innovación típica de
la época. Provenían, en parte, de las Comunas del Pueblo del periodo
del Gran Salto Adelante, y fueron planeadas para encajar en un marco
general según el cual cada unidad de trabajo y cada provincia del país
alcanzaría una autosuficiencia local total y entregaría todo el excedente

de su producción a las autoridades centrales para destinarlos a proyec-


tos nacionales (en lugar de para su redistribución para el consumo en

todo el país, como en la urss y el Bloque del Este). Múltiples cupones


para cuotas de provisiones rutinarias eran distribuidos por los gobiernos
locales a los residentes urbanos, sin que circularan a través de los límites
provinciales o incluso de los límites de los municipios menores.
Incluso en los proyectos especiales a gran escala patrocinados por el

gobierno central, tales como los campos petrolíferos de reciente explora-


ción, se animaba (o se exigía) a los empleados a organizarse en unidades

de estilo militar para producir cosechas de grano y vegetales, además de

realizar las tareas requeridas por su empleo oficial, para alcanzar la auto-
suficiencia y reducir la dependencia de los intercambios comerciales a

través de las fronteras regionales. Lo mismo sucedía en el Ejército Popular

de Liberación. En sus regimientos, a los oficiales y los soldados se les soli-


citaba que montaran granjas o incluso pequeñas plantas industriales para

la autosuficiencia total respecto de las provisiones de la retaguardia. En


el campo, a los campesinos (que para entonces pertenecían ya todos a
las Comunas del Pueblo locales) se les permitía tener pequeñas parcelas
de «terreno personal» (ziliudi) en las que podían plantar vegetales o criar
algunos pollos, cabras o cerdos. Pero el producto cultivado o el ganado
criado en dichas parcelas se consideraba como un potencial «brote del
capitalismo» si sobrepasaba la cantidad necesaria para el consumo de
subsistencia y llegaba al mercado, un peligro contra el que había que

mantenerse vigilante. Los mercados rurales regulares, una actividad eco-


nómica local dinámica a lo largo de la historia de China, no pudieron ser

suprimidos por completo y siguieron funcionando en las provincias con


diferentes grados de actividad durante la Revolución Cultural, pero en
condiciones de recesión, debido a la falta de vida comercial en general y
también a la ausencia del comercio de larga distancia entre las provincias.
El control del gobierno central sobre este sistema económico tenía dos
vertientes. Desde el punto de vista burocrático, algunas instituciones
gubernamentales procedentes de la época anterior a la Revolución
Cultural continuaron llevando a cabo una planificación general, según la
cual las cuotas para los «excedentes» agrícolas y las ganancias industriales
se determinaban de manera arbitraria y así se obtenían. Los fondos para el
siguiente ciclo de producción se canalizaban de nuevo hacia los gobiernos

locales y las empresas industriales por medio de herramientas presu-


puestarias, pero la toma de decisiones estaba sujeta al mismo tiempo a

todo tipo de veleidades políticas e ideológicas. El sistema antiguo, aunque


todavía en vigor, se consideraba sospechoso y fue semiparalizado, dejando

la actividad económica a merced de la manipulación partidista, especial-


mente cuando no se trataba de productos para el consumo inmediato de

la industria pesada estratégica. Los objetivos de producción se fijaban de

manera tan errática que a veces una escasez inesperada de ciertos pro-
ductos tenía que ser paliada por medio de una «campaña» de producción

para satisfacer la demanda real. Casos así incluían lavabos para zonas sin
agua corriente o tubos de chimenea antes de que llegara el invierno. La
descripción efectuada por Anderson del descorazonador panorama que
se presentó a los dirigentes soviéticos cuando Brezhnev finalmente expiró
podría aplicarse literalmente a los sectores industriales principales de
China cuando Mao falleció: «La productividad del trabajo se estancó, los
ratios capital-producto empeoraron, las plantas obsoletas quedaron sin
desguazar y se perdió el tren de la nueva tecnología de la información».
La mezcla de directrices centralizadas y autosuficiencia local a escala de
subsistencia propició una estructura tan incoherente como la que ningún
otro comunismo llegó a imaginar.

Las reformas industriales no se pueden considerar un resurgimiento del


“capitalismo”, pues tanto el partido como el
Estado aún dominaban la escena y continuaban optando por el colectivismo,
es decir, el “socialismo”. No obstante,
bajo el sistema de responsabilidad en la industria, la autoridad estaba
representada por los administradores, no por los
comités del partido. Las empresas estatales, en lugar de devolver todas sus
utilidades (y
pérdidas) al gobierno, llevaban ahora sus propias cuentas y, aunque debían
pagar altos impuestos sobre sus utilidades,
conservaban el resto para reinvertirlo en maquinaria o para financiar
instalaciones de esparcimiento y servicios para los
empleados. Al igual que en el sistema de responsabilidad en la agricultura,
esta mayor autonomía de las empresas y un
mercado más abierto incentivaron notablemente la producción. Mientras una
rica economía campesina se consolidaba
en el campo, las empresas industriales avanzaban también a pasos
agigantados con el nuevo énfasis en la industria de bienes de consumo. Fue
presentado un sistema dual de precios, en el que a la industria estatal le era
permitido vender cualquier producción por encima de la cuota establecida y
las materias primas eran vendidas al precio establecido y a precio de
mercado, permitiendo a los ciudadanos evitar los racionamientos de la era
Maoísta. A las empresas privadas se les permitió operar por primera vez
desde la llegada del comunismo y gradualmente comenzaron a recuperar un
mayor porcentaje de la producción industrial.26 La flexibilidad en los precios
también fue incrementada ( en 1984 la fijación de precios terminó
parcialmente) expandiendo el sector de servicios. También debe destacarse
políticas como la libertad a los trabajadores urbanos para elegir el lugar de
trabajo y la posibilidad para las empresas estatales de distribuir sus
ganancias entre los trabajadores para aumentar los incentivos, mayor
autonomía a los directivos para fijar los salarios y en la contratación y
despido de los trabajadores, así como la creación de empresas privadas
( para 1986 había 12 millones). Después de 1984 Los controles sobre la
empresa privada y la intervención gubernamental continuaron en descenso,
hubo una privatización a pequeña escala de empresas del Estado. Un
notable desarrollo fue la descentralización del control estatal, dejando a los
líderes locales de provincia que experimentaran formas de incrementar el
crecimiento económico y privatizar el sector estatal.35 municipalidades y
zonas comerciales, firmas pertenecientes al gobierno local pero
efectivamente privadas, comenzaron a ganar participación de mercado a
expensas del sector público. La oposición conservadora, dirigida por Chen
Yun, evitó muchas grandes reformas que hubieran dañado los intereses de
grupos especiales en la burocracia del gobierno.36 La corrupción y
desmedida inflación aumentaron el descontento, contribuyendo a las
protestas de la Plaza de Tian'anmen de 1989 y una reacción conservadora,
lo que produjo la expulsión de varios reformistas clave y amenazara con
revertir muchas de las reformas de Deng.37 Sin embargo, Deng mantuvo sus
reformas y en 1992, afirmó la necesidad de continuarlas en su gira sureña.36
También reabrió la Bolsa de Shanghái, cerrada por Mao 40 años antes, así
como la Bolsa de Shenzhen.

Aunque la economía creció rápidamente durante este período, los problemas económicos en el ineficiente sector
público aumentaron. Grandes pérdidas tuvieron que ser compensadas con ingresos del Estado y actuaron como
un drenaje de la economía.38 La inflación se volvió problemática en 1985, 1988 y 1992.37 La privatización
comenzó a acelerarse luego de 1992 y el sector privado superó al sector público en participación del PIB por
primera vez a mediados de los 1990s. El gobierno de China expandió lentamente el reconocimiento de la
economía privada, primero como un “complemento” del sector público (1988) y luego como un “importante
componente” (1999) del “mercado de la economía socialista.

El cambio de rumbo más espectacular de Deng en política económica fue su


“apertura” al comercio, la tecnología y la
inversión extranjeros. La reapertura de China al comercio exterior después
de 1978 incluyó la apertura a la inversión extranjera,
especialmente en la forma de joint ventures entre firmas extranjeras y
agencias gubernamentales chinas.
Tres Zonas Económicas Especiales (ZEE) -es decir, áreas restringidas
donde firmas extranjeras podían instalar sus
plantas y mantener a su personal según las normas internacionales- fueron
instauradas, la primera de ellas Shenzhen,
cerca de Hong Kong. Hacia 1984 catorce puertos de la costa este se habían
abierto al comercio y a la inversión
provenientes del extranjero; la mayoría había sido antiguamente puerto
abierto por tratado, pero ahora bajo control
chino. Las joint ventures proliferaron por cientos, pero en general se vieron
enfrentadas a diversos problemas: la mano
de obra china, aun cuando era comparativamente más económica, a
menudo carecía de especialización y disciplina; los
certificados y permisos requeridos eran innumerables y, a pesar de los
términos establecidos en los contratos de Xas
joint ventures, a menudo resultaba difícil sacar del país las utilidades de los
inversionistas extranjeros.
La ley contractual era esencial para el comercio exterior, y ahora los
abogados chinos debían manejarse en las disputas
comerciales con el extranjero. La contabilidad, los contratos y los litigios
también llegaron a formar parte de esta nueva
etapa de las empresas gubernamentales. Se promulgaron nuevos códigos, y
se ampliaron los programas de estudios en
las Facultades de Derecho para integrar los nuevos conocimientos.

-Defensa Nacional: En febrero-marzo de 1979 China participó en


una breve guerra con Vietnam, en represalia por la intervención de
Vietnam en Camboya. La invasión china resultó ser un fracaso.
Esto impulsó un cambio en la política de defensa. Los líderes del
Partido se orientaron a crear unas FFAA más pequeñas,
profesionales y mejor equipadas. Los grados militares fueron
reintroducidos en 1984. La milicia perdió su independencia y fue
reducida a una reserva a la que el ejército podría acudir en caso de
guerra. Comenzó la importación de armas de EEUU.
Despolitización del ejército y reducción de su influencia dentro del
Partido.
Ciencia y Tecnología: La Academia China de Ciencias recibió una
inyección de renovado vigor, y lo mismo ocurrió con la Comisión de
Ciencia y Tecnología, que supuso un corte transversal de las
estructuras hasta entonces verticales de cada ministerio.
En 1983 los problemas de cooperación y comunicación entre entes
diversos, y especialmente con los militares,
originaron el establecimiento del Grupo Líder en Ciencia y
Tecnología, bajo la tutela directa del Consejo de Estado.
Así, la herencia de las estructuras compartimentalizadas verticales
de estilo soviético se vio inmersa en un proceso de
reformas que tendían hacia una comunidad más integrada, que
contemplaban la ruptura con el modelo europeo de
división entre la investigación únicamente en las academias y la
enseñanza de manera exclusiva en las universidades.
La necesidad de un nexo entre la investigación y la producción era
aún más imperiosa. En 1984, según el informe de
Tony Saich (1989), un estudio que cubrió 3.500 institutos científicos
de toda la nación demostró que menos del 10% de
los “logros científicos” se había aplicado a la producción. En 1985,
el Primer Ministro Zhao Ziyang hizo un llamado a
establecer “innumerables nexos orgánicos” entre investigación y
producción. Los congresos y las publicaciones
científicas de las 138 organizaciones profesionales combatieron la
antigua tendencia a que las unidades de
investigación acumularan talentos en forma competitiva y
duplicaran el trabajo ya realizado por otros.
El Iiderazgo central, sin mencionar el control, se vio constreñido por
el gigantesco tamaño del sector en China: además
de las academias, cerca de 5 mil institutos de investigación
dependían de los ministerios y las provincias, y otros más
estaban a cargo de las universidades. Los contratos entre institutos
y empresas aportaban al financiamiento, con la idea
de aprovechar el mercado para asegurar “un vínculo mediante las
estructuras verticales”. Ello contribuyó a que las
regiones fronterizas se integraran a la comunidad.
Como era habitual, los cuadros del partido tendían a aferrarse al
poder. El que las decisiones debieran competer
solamente a “la responsabilidad del director del instituto” o que las
debiera adoptar el director “bajo el Iiderazgo del
comité del Partido” continuó siendo materia de desavenencia entre
los revolucionarios y los expertos.
La aplicación de los conocimientos de ciencia y tecnología en la
salud pública fue uno de los mayores logros de la
República Popular. John R. Evans (en Bowers y otros, 1988)
señala que en 1984 el “perfil de enfermedades de las
principales áreas rurales y urbanas es ahora el típico de una nación
industrializada”. La esperanza de vida al nacer se
había elevado de 41 años en 1960 a 67 en 1975. La mortalidad
infantil por cada mil niños de uno a cuatro años se
redujo de 26 en 1960 a 7 en 1981.
En 1949, en China existían 56 Facultades de Medicina de diversos
tipos -misioneras, extranjeras, provinciales o
dependientes del gobierno central-; después de la recuperación
posterior a la Revolución Cultural, eran 116 las
facultades que impartían especialidades en medicina en 1982, con
30 mil nuevos estudiantes cada año. Un personal
compuesto por 2 millones de personas provenientes de los niveles
medio y básico ayudaba a un personal médico de alto
nivel que sumaba un millón. Los problemas eran los de esperarse:
clases con demasiados alumnos, carencias en el plan
de estudios y en el equipamiento, textos rigurosamente obligatorios
y una fijación en el examen final.
- PERIODIZACIÓN DE LAS REFORMAS

Reformas iniciales, 1979-84


Las primeras reformas de Deng comenzaron en la agricultura, un área olvidada durante largo
tiempo por el Partido Comunista. A finales de los años 70, los insumos y la producción de
alimentos se había vuelto tan deficiente que los funcionarios del gobierno fueron advertidos que
China estaba a punto de repetir el "desastre de 1959" -una referencia a la hambruna que había
matado a decenas de millones durante el Gran Salto Adelante.24 Deng respondió
descolectivizando la agricultura y enfatizando el sistema casero de responsabilidad, que dividía
la tierra de las comunas populares en lotes privados. Los granjeros fueron capaces de quedarse
con la producción de la tierra luego de pagar una porción al Estado. Esto incrementó
notablemente la producción agrícola y los niveles de vida de cientos de millones de granjeros y
estimuló la industria rural.25
Las reformas también fueron implementadas en la industria urbana para incrementar la
productividad. Fue presentado un sistema dual de precios, en el que a la industria estatal le era
permitido vender cualquier producción por encima de la cuota establecida y las materias primas
eran vendidas al precio establecido y a precio de mercado, permitiendo a los ciudadanos evitar
los racionamientos de la era Maoísta. A las empresas privadas se les permitió operar por
primera vez desde la llegada del comunismo y gradualmente comenzaron a recuperar un mayor
porcentaje de la producción industrial.26 La flexibilidad en los precios también fue incrementada,
expandiendo el sector de servicios.
Por otro lado, el país también fue abierto a la inversión extranjera por primera vez desde la era
Kuomintang. Deng creó una serie de zonas económicas especiales para la inversión extranjera,
que estaban relativamente exentas de regulaciones burocráticas e intervenciones que
dificultaran el crecimiento económico. Estas regiones se convirtieron en motores de crecimiento
para la economía nacional.27 El 31 de enero de 1979, se fundó la Zona Industrial Shekou de
Shenzhen, convirtiéndose en la primera área experimental en China en "abrirse". 29 Bajo el
liderazgo de Yuan Geng, el "modelo Shekou" de desarrollo se formó gradualmente, plasmado en su
famoso eslogan "El tiempo es dinero, la eficiencia es la vida (时间就是金钱, 效率就是生命)", que luego
se extendió ampliamente a otras partes de China.2830 En enero de 1984, Deng Xiaoping realizó su
primera gira de inspección a Shenzhen y Zhuhai, alabando la "Velocidad de Shenzhen" del
desarrollo, así como el éxito de las zonas económicas especiales.3132 Al mismo tiempo, Deng
Xiaoping propuso los "Cuatro Principios Fundamentales" en marzo de 1979, con el fin de
mantener el gobierno del Partido Comunista en China

Reformas industriales graduales, 1984-93


Durante este período, las políticas de Deng Xiaoping continuaron más allá de las reformas
iniciales. Los controles sobre la empresa privada y la intervención gubernamental continuaron en
descenso, hubo una privatización a pequeña escala de empresas del Estado. Un notable
desarrollo fue la descentralización del control estatal, dejando a los líderes locales de provincia
que experimentaran formas de incrementar el crecimiento económico y privatizar el sector
estatal.35 municipalidades y zonas comerciales, firmas pertenecientes al gobierno local pero
efectivamente privadas, comenzaron a ganar participación de mercado a expensas del sector
público. La oposición conservadora, dirigida por Chen Yun, evitó muchas grandes reformas que
hubieran dañado los intereses de grupos especiales en la burocracia del gobierno. 36 La
corrupción y desmedida inflación aumentaron el descontento, contribuyendo a las protestas de
la Plaza de Tian'anmen de 1989 y una reacción conservadora, lo que produjo la expulsión de
varios reformistas clave y amenazara con revertir muchas de las reformas de Deng. 37 Sin
embargo, Deng mantuvo sus reformas y en 1992, afirmó la necesidad de continuarlas en su gira
sureña.36 También reabrió la Bolsa de Shanghái, cerrada por Mao 40 años antes, así como la
Bolsa de Shenzhen.

Aunque la economía creció rápidamente durante este período, los problemas económicos en el
ineficiente sector público aumentaron. Grandes pérdidas tuvieron que ser compensadas con
ingresos del Estado y actuaron como un drenaje de la economía. 38 La inflación se volvió
problemática en 1985, 1988 y 1992.37 La privatización comenzó a acelerarse luego de 1992 y el
sector privado superó al sector público en participación del PIB por primera vez a mediados de
los 1990s. El gobierno de China expandió lentamente el reconocimiento de la economía privada,
primero como un “complemento” del sector público (1988) y luego como un “importante
componente” (1999) del “mercado de la economía socialista

Rápida privatización, 1993-05


En los 90, Deng obligó a muchos veteranos conservadores, como Chen Yun, a retirarse,
permitiendo el avance de las reformas culinarias.36 A pesar de la muerte de Deng en 1997, las
reformas continuaron bajo sus sucesores elegidos, Jiang Zemin y Zhu Rongji, quienes eran
fervientes reformistas. En 1997 y 1998, ocurrió una privatización a gran escala, en la que todas
las empresas del Estado, excepto algunos grandes monopolios, fueron liquidadas y sus activos
vendidos a inversores privados. Entre 2001 y 2004, el número de empresas propiedad del
Estado disminuyeron en un 48%. 40 Durante el mismo período, Jiang y Zhu también redujeron los
aranceles, barreras comerciales y regulaciones, reformaron el sistema bancario, desmantelaron
buena parte del sistema de asistencia social de la era de Mao, obligaron al PLA a deshacerse de
los negocios militares,41 redujeron la inflación y se unieron a la Organización Mundial del
Comercio. Estas decisiones generaron descontento en algunos grupos, especialmente en
trabajadores despedidos de las empresas del Estado que había sido privatizadas. 42
Para 2005, el sector público constituía solo el 30% del PIB, una presencia menor que en muchos
países occidentales.12 Sin embargo, algunos monopolios estatales aún permanecían, como en la
industria petrolera y la banca.
Otros aspectos: -El partido y la Gente: Las reformas posteriores a 1978
tuvieron por objeto hacer funcionar mejor la dictadura del partido; por
ejemplo,
intentando reducir la estructura administrativa y disciplinar a los cuadros.
Desde 1979 hasta 1982, las comisiones
partidarias de inspección respondieron a las quejas del pueblo, contestando
7,7 millones de cartas y recibiendo 2,6
millones de visitantes, lo que implicaba por lo menos un gesto amable. Otro
esfuerzo consistió en revitalizar el sistema
de elecciones al interior de las unidades de trabajo y residenciales, de modo
que los cuadros fueran formalmente
elegidos para servir en los comités de las industrias estatales, los sindicatos
y las áreas residenciales tanto urbanas como
rurales.
Otro sector que concentró la atención del equipo de gobierno fue la prensa,
puesto que el PCCh mantenía la
conformidad pública con la dictadura en parte a través de los medios de
comunicación. Para cuando comenzaron las
reformas de Deng en 1978, la propaganda política de la República Popular
había perdido gran parte de su eficacia. Por
ejemplo, después de que el “número dos” ungido por Mao resultara en dos
ocasiones un traidor (primero Liu Shaoqi en
1966, y más tarde Lin Piao, en 1971), ¿en qué se podía creer? Los nuevos
lectores eran por lo general más apáticos, y
muchos también cínicos. Por lo tanto, los reformistas de 1979-80
denunciaron la manipulación de la información por
parte de la Banda de los Cuatro, ampliaron el rango de materias que se
podía publicar e intentaron restablecer la
credibilidad del pueblo en la prensa.
Para el PCCh, los medios de comunicación debían cumplir tres funciones.
La primera era difundir las políticas del

partido. La segunda consistía en entregar -mediante informaciones de


prensa que podían o no ser publicadas-
información útil a los funcionarios en relación a actitudes y situaciones
populares. En conjunto, estas dos funciones

mantenían el contacto entre el partido y las masas en una especie de línea


de masas. Finalmente, como observa Andrew
Nathan (1985), la tercera labor de la prensa era “ayudar a los líderes y a la
gente a fiscalizar a la burocracia”. Esta
función se cumplía principalmente a través de dos medios -variaciones del
tema de la crítica y la autocrítica-: los
reportajes de investigación y las cartas de los ciudadanos a los editores.
Cuando se incorporaron la radio y la televisión, la interrelación entre el
gobierno y el pueblo adoptó mayores
proporciones, pero en un contexto para el cual no existe una contraparte
similar en Estados Unidos. El ánimo de la
opinión pública tendía a asumir una postura moral. La moralidad tenía
prioridad sobre la ley, y una publicidad
desfavorable podía destruir a cualquier supuesto malhechor. Al contrario de
lo que ocurre en Estados Unidos,
habitualmente las noticias no eran malas, sino buenas. Un importante factor
de equilibrio ante la constante propaganda
optimista lo constituyó la circulación de nueve millones de ejemplares del
Reference News, una recopilación diaria y
traducida del servicio cablegráfico de noticias y de diversos informes de
prensa extranjeros, el que llegaba a un gran
número de lectores.
El sistema de elecciones locales, ahora con nuevos bríos, fue otro de los
medios utilizados para estimular el apoyo
popular al régimen. Las elecciones tenían lugar en cuatro niveles: los 50 mil
municipios (las antiguas comunas de
Mao), los 2.750 condados (o partes equivalentes de las ciudades), las 29
provincias y el Congreso Nacional del Pueblo,
que sesionaba en Pekín. Antes de la Revolución Cultural (durante la cual se
suspendieron todas las elecciones), las
“elecciones” al estilo totalitario habían constituido más bien un ritual de
masas, las que “votaban” por una única lista de
candidatos. En esta forma minimalista de participación política, no había ni
necesidad de mirar la papeleta del voto,
simplemente había que insertarla por la ranura de la urna. Con la ley
electoral de 1979, los reformistas avanzaban ahora
un paso, acordando nominar a un número mayor de candidatos de los que
podían ser elegidos. En los condados se
organizaron para elegir delegados a las asambleas del condado, que en
promedio reunían cerca de 300 delegados cada
una. Posteriormente, todos los habitantes quedaban registrados como
electores y, con sus certificados de inscripción en
la mano, se reunían en grupos, como “amos del Estado”, para efectuar las
nominaciones. Las comisiones electorales
supervisadas por el partido iban recortando de manera informal la lista de
nominados de cada grupo hasta llegar a un
tamaño manejable. Al final, los votantes contaban con los cinco días que
duraba la campaña para hacerse alguna idea
de quiénes eran los nominados.
El día de la votación era una fiesta. En 1981, la concurrencia alcanzó el
96,56% a nivel nacional. Los delegados de los
congresos de los condados servían por tres años. Después de todo, uno
sólo podría concluir que el régimen de Deng
estaba enseñando a la gente cómo celebrar elecciones. Era lo que Sun
Yatsen y el Kuomintang denominaron “tutelaje”,
y no tenía demasiada relación con las políticas públicas ni con el poder.
Los líderes más ancianos se sintieron especialmente turbados por los
diversos gestos que aparecían como reformas.
¿Estaba la situación escapando al control del partido? Pero lo que más les
alteraba era la influencia de la cultura
popular del mundo exterior: estilos de vestuario y peinados, jazz y música
rock, relajamiento sexual, pornografía y
escritos subversivos. ¿Hasta dónde llegaría la decadencia de la moral? Los
conservadores realizaron campañas en
contra de la “liberación burguesa” (1981 y después) y luego contra la
“contaminación espiritual” (1983). Estas atacaron
sobre todo las tendencias de pensamiento y estilo de vida entre los
estudiantes, escritores y artistas, y entre los
intelectuales en general.
Las protestas ecologistas se iban situando en la vanguardia. En 1983-84,
científicos y renombrados escritores, a los que
después se les unirían muchos más, protestaron por la construcción de la
gigantesca represa de las Tres Cañadas, en el
Yangtsé. Este proyecto ha asumido gran importancia simbólica con el
tiempo: los grandes emperadores contaban con
imponentes monumentos; Mao tendría su represa. Sus sucesores, aunque
influidos por los diversos argumentos
planteados en contra, parecen inclinarse a seguir adelante.
Los asuntos relativos al medio ambiente, como el caso de la represa,
inevitablemente van situando a China en la esfera
internacional. Existen lobbies que han estado trabajando para convencer al
Banco Mundial de que no otorgue
financiamiento para el proyecto de la represa de las Tres Cañadas. Llevadas
por el temor a un calentamiento global de
la Tierra, otras naciones están presionando a China para que tome medidas
para combatir la alarmante contaminación
ambiental del país. Es muy probable que en el futuro a China le resulte
extremadamente difícil evadir esas presiones
para que coopere más allá de sus fronteras. Si bien los proyectos de
conservación existentes en China se suelen orientar
más que nada hacia las relaciones públicas internacionales -como el de
salvar al panda gigante-, algunos programas
para la conservación de ciertas especies, el hábitat y los bosques han
logrado echar raíces.
El Movimiento por la Democracia
Las innovaciones y el crecimiento de la economía durante la década de
1980 plantearon cada vez con más fuerza el
tema de la reforma política más allá de los límites de los Cuatro Principios
Cardinales (la vía socialista, la dictadura
proletaria, el Iiderazgo del Partido Comunista y el marxismo-leninismo más
el Pensamiento de Mao Zedong) a través
Deng en 1979 había intentado asegurar la permanencia del control del
PCCh. La reforma política parecía
inevitable tras la “apertura” de Deng, a raíz de la cual las ideas democráticas
comenzaban a inundar China. Como
demostraría en forma tan espectacular el colapso del comunismo del este
europeo en 1989, el estilo leninista de
industrialización bajo una economía colectivizada por decreto estaba
desapareciendo. No obstante, una economía de
mercado implicaba la libre circulación de todas las ideas. China tendría
problemas si aceptaba un hecho y no el otro.
El Movimiento por la Democracia surgió en octubre de 1978, cuando
comenzaron a aparecer en Pekín carteles
(entonces ya permitidos por ley) de grandes personajes difundiendo sus
opiniones acerca de la política. Durante el
invierno de 1978-79, el Muro de la Democracia destacaba cada día carteles
de todo tipo de gente, incluyendo
académicos cuyos mensajes eran ávidamente traducidos por los
corresponsales extranjeros como expresiones de un
descontento político que el PCCh no podía ignorar. Hacia abril de 1979, un
destacado miembro del Movimiento por la
Democracia, un electricista llamado Wei Jingsheng -que había defendido la
democracia como la “quinta
modernización”-, fue arrestado y posteriormente llevado a juicio bajo cargos
insustanciales; como advertencia para los
demás, fue sentenciado a quince años de prisión. Se prohibió el uso del
Muro de la Democracia.
Tras los infinitos matices de este movimiento yacía el hecho innegable de
que muchísimos chinos, no sólo los
estudiantes, se habían alejado intelectualmente del partido. La interpretación
leninista del marxismo para guiar la
revolución bajo el Iiderazgo del partido había quedado obsoleta con el
crecimiento y las transformaciones multiformes
del siglo XX. Ahora los intelectuales chinos vivían en el mundo sin fronteras
de la era electrónica. Las austeras
simplezas de Yan'an, aunque todavía sagradas en la mente de Deng
Xiaoping y de sus viejos colegas, ya no bastaban
para encarar los problemas de China.
La educación, en todo caso, siguió siendo una gran preocupación en todos
los niveles de la sociedad. En el sistema
universitario, y como un medio de reparación después que la Revolución
Cultural dejara de lado la educación superior,
en 1977 y 1978 volvieron a entrar en vigencia los exámenes de ingreso a la
universidad, a nivel nacional y ahora para
candidatos de hasta 30 años en lugar de hasta 21, como era usual. En
1977, un total de 5,7 millones de postulantes
compitieron por 278 mil cupos universitarios. En 1978, 6 millones
compitieron por 300 mil vacantes. Así, en 1980 ya
existía un millón 400 mil estudiantes inscrito en 675 universidades. Esta
pequeña élite que administraría el futuro de
China constituía menos de dos décimos del 1% de la población china,
aunque su potencial influencia política era
inversamente proporcional a su reducido tamaño.
La educación universitaria fue complementada con las especializaciones
técnicas impartidas por los institutos
dependientes de fábricas y ministerios, como también con programas de
alfabetización y programas especiales de
extensión en radio y televisión. En conjunto, estos canales
extrauniversitarios lograron captar una enorme audiencia. En
la ciudad y en el campo muchos millones de personas se convirtieron en
estudiantes de media jornada, aunque no
podían ostentar el prestigio de los graduados universitarios.
¿Cómo pudo el PCCh dejar que una élite tan estratégica se alejara?
Nuevamente en este caso la respuesta está en la
historia. Los nacionalistas habían intentado en vano propagar los Tres
Principios de Sun Yatsen como ideología del
Estado. La educación liberal de orientación occidental se había mantenido
incluso después de 1949. Mao fue incapaz
de infundir su politizado pensamiento a los intelectuales chinos a comienzos
de la década de 1950. No le quedó más
que reprimirlos por “derechistas” en 1957-58, y de ahí en adelante debió
depender de los cuadros semiinstruidos del
PCCh para incorporar a China a la vida moderna. En este esfuerzo no
tuvieron éxito. Así, una vez rehabilitados, los
intelectuales sobrevivientes nuevamente estaban liderando a los estudiantes
en el camino de la deslealtad hacia la
ideología de los gobernantes.
La masacre de Tiananmen, 4 de junio de 1989
La autocracia china, que había obtenido su fortaleza del leninismo, se las
había arreglado para permanecer fuera del
centro de atención. Cuando, en febrero y marzo de 1947, las tropas
nacionalistas pasaron varios días masacrando a
entre 8 mil y 10 mil manifestantes chinos taiwaneses en Taipei, no se
encontraban muchos occidentales que pudieran
después contarle al mundo lo que había pasado. A medida que la República
Popular consolidaba su control sobre el
continente entre 1949 y 1952, tenían lugar millones de ejecuciones, sólo que
poco a poco y sin ser denunciadas por la
prensa mundial. Otros cuarenta años pasaron antes de que la era
electrónica nos pusiera al corriente de esta atávica
tradición china de la eliminación física. Cuando así ocurrió el 4 de junio de
1989 en la plaza de Tiananmen, la
conmoción fue mundial.
La doctrina nacionalista de que cuanto ocurre dentro de China no concierne
a nadie más ya no era válida de hecho, aun
cuando patriotas de línea dura todavía la sostuvieran. Hacia fines de la
década de 1980, la televisión vía satélite
trasmitía a toda la aldea global, creando una audiencia mundial sin
precedentes para las noticias más relevantes.
Sucedió que el Secretario General de la URSS, Mijaíl Gorbachov, iría a
Pekín en mayo para asistir a una reunión
cumbre, y los conductores de programas noticiosos de las distintas
televisiones del mundo, con sus respectivos equipos,
vendrían a informar.
Se encontraron con la enorme plaza de Tiananmen convertida en un
colorido campamento, levantado por miles de
estudiantes y otros pacíficos manifestantes urbanos por la democracia.
Durante la mayor parte del mes de mayo, un
movimiento de masas iniciado por los estudiantes acampó en la plaza para
exigir una reforma política por la vía de la
participación más activa de los ciudadanos chinos en su gobierno. Ciertos
días los manifestantes sumaron un millón de
personas. Con el mundo observándolos, dos o tres mil estudiantes iniciaron
una huelga de hambre. Pero los viejos
líderes del PCCh se rehusaron a negociar. En lugar de ello hicieron entrar a
los tanques del Ejército de Liberación
Popular. El 4 de junio, y tras interminables vacilaciones, abrieron fuego y
mataron, según cifras oficiales, a 200
manifestantes desarmados, quizá muchos más, e hirieron a otros miles.
Al igual que la masacre de manifestantes desarmados ordenada por el zar
Romanov en 1905 -el Domingo Sangriento-,
ésta acabó con el apoyo de la élite urbana e intelectual al régimen del
PCCh. Pero los líderes del PCCh denunciaron el
Movimiento por la Democracia como una conspiración subversiva para
fomentar el caos y destruir el partido. Iniciaron
una persecución implacable de toda persona relacionada con los sucesos
que desembocaron en el 4 de junio. Los
interrogatorios, el encarcelamiento de líderes estudiantiles, la ejecución de
líderes sindicales y la obligada delación
sembraron una especie de terrorismo solapado entre los académicos. La
autocracia del PCCh se había sentido
amenazada por las exigencias de pluralismo en las decisiones políticas, y se
había salvado a costa de aquellos que
deseaban participación política. Una vez más, China sucumbió a su propio
retraso. La represión continuó durante los
dos años siguientes y la disensión abierta fue acallada. ¿Cómo lo hicieron?
En primer lugar, el potencial disidente carecía de propiedad privada, de
derechos humanos legales y de independencia
personal. La gente dependía de sus unidades de trabajo (danwei) para
obtener apoyo, abastecimientos, un lugar donde
vivir, contacto con otras personas, autorización para viajar y todo lo que
antiguamente proporcionaban sus familias.
Una vez que eran admitidos en establecimientos de educación superior,
también los estudiantes eran criaturas del
aparato compuesto por el partido y el Estado, forzadas a abrirse camino por
medio de la obediencia y los contactos. Su
propia aceptación innata de la autoridad formaba parte del problema.
Un segundo factor era inherente a su pensamiento. Durante siglos la
enseñanza clásica china había construido una fe en
lo absoluto, en los principios puros alejados de las sórdidas componendas,
en el bien público que no admitía intereses
egoístas. Thomas Metzger (1988) ha resumido algunas de las “metas
sublimes” expuestas en el pensamiento político
chino: “una economía libre de cualquier injusta e interesada apropiación de
riqueza, un sistema político en que los
intereses egoístas no afecten las decisiones clave de los líderes, un status
internacional idéntico al de las dos
superpotencias, una vida intelectual libre de contradicciones (fen-yun) y la
confluencia de todas las verdades, tanto
morales como factuales, en un solo sistema doctrinario unificado (hui-t'ung),
una civilización libre de toda opresión,
insinceridad y egoísmo, y una sociedad en la que el estatus de cada
individuo se base acertadamente y con objetividad
en sus logros”.
De acuerdo con estos elevados sentimientos, los observadores en
Tiananmen comentaron acerca del abismo existente
entre las necesidades personales de los estudiantes y sus declaraciones
públicas. De hecho precisaban de mejores
alimentos y vestuario, un espacio más amplio donde vivir, más libros para
leer y mayor posibilidad de expresarse en
forma oral y escrita. Pero éstas eran necesidades egoístas, innobles e
impropias como para exigirlas en público. Por lo
tanto, sus declaraciones se referían a puras abstracciones: democracia,
libertad, derechos, moralidad (contra la
corrupción), justicia (contra el favoritismo) e integridad nacional (contra las
ofensas del extranjero). Los estudiantes no
se sentían legitimados intelectualmente para plantear los hechos. Incluso
para negociaciones prácticas carecían de
exigencias concretas.
En realidad, y como sugieren J. W. EsherickyJ. N. Wasserstrom (en
Wasserstrom y Perry, 1992), las manifestaciones
de Tiananmen pueden ser entendidas en términos de una representación
tradicional china, teatralizada y ritualizada.
Ante una enorme audiencia, y a través de las marchas, los lemas, los gritos
de protesta y la solidaridad colectiva, los
manifestantes hacían valer su compromiso moral con la causa, mientras al
mismo tiempo reafirmaban su lealtad hacia
el orden establecido. En efecto, habían salido a la calle para hacer
peticiones a las autoridades, no para poner en duda
-en un principio- su autoridad.
Así, las manifestaciones se habían tornado ambivalentes. Tal como en las
campañas oficiales, estaban movilizando el
sentimiento público para atacar determinados males. La huelga de hambre
sostenida en la plaza de Tiananmen
demostró la completa entrega de los huelguistas, que se arriesgaron al
martirio en pro del interés público, creando un
poderoso símbolo de protesta. Como resultado, los viejos líderes del PCCh
consideraron el Movimiento por la
Democracia como un ataque a su monopolio del poder y decidieron que
debían destruirlo antes de que aquél los
destruyese a ellos. Su poder sólo podía ser absoluto.
Podemos observar aquí el quiebre generado por la herencia del
confucianismo imperial legado por el establishment
neoconfuciano. La autodisciplina confuciana podría continuar formando
hombres superiores para el servicio público o
para la vida pública mientras inhibía la teorización política acerca de la
fuente y la legitimación de la autocracia. El
modesto pluralismo requerido para formar una verdadera sociedad civil, que
podría haberse configurado enseguida, fue
evitado.
VER LA LITERATURA DE LAS CICATRICES

- Wang Chaohua - Debate con Anderson-


En respuesta al texto de Anderson “ Dos Revoluciones”, la autora
china se centra fundamentalmente en corregir su versión de la
entrada de
China en la era de reformas por medio de un análisis más detallado
de su trayectoria, defendiendo que no son las características
positivas
inconteniblemente arraigadas en la revolución, sino la indiferencia
del
Partido hacia ellas e incluso su eliminación total, de manera notoria
en
la represión de Tiananmén, lo que ha moldeado el camino
específico del
ascenso de China en la actual economía mundial.
Al considerar la situación histórica que llevó a las reformas tanto en
la rpch
como en la urss en la década de 1980, Anderson se centra en tres
temas:
el estancamiento económico o la parálisis política que propició el
empuje

reformista; la forma en que el legado del dictador revolucionario fue


ges-
tionado en cada país; y el carácter de los líderes que iniciaron las
reformas

respectivas. Es un enfoque que deja sin responder cuestiones


importantes

sobre el cambio radical en la economía de China. Consideremos en


pri-
mer lugar su comparación básica de los dos países.

Una dificultad obvia de la comparación de Anderson es que la


conexión
entre el dictador revolucionario y el liderazgo de la reforma fue muy
diferente en los dos países. Si las reformas chinas fueron, sin duda,
una
reacción rápida contra la Revolución Cultural tras la muerte de
Mao,
los desastres de la década de 1930 bajo Stalin no fueron un acicate

comparable para el programa de Gorbachov. De igual modo, es


proba-
blemente exagerado echar la culpa a Kruschev por no reformar a
tiempo

el Gosplán, dejando que se fosilizase durante los siguientes veinte


años.
El tratamiento de Anderson a las crisis que precedieron de forma
inme-
diata a las reformas en cada caso es también sesgado. Según su
punto

de vista, en la urss se debieron al estancamiento económico


agravado
por la burocratización política y el vaciado intelectual del pcus,
mientras
que en la rpch fue la Revolución Cultural, cuyos costes políticos
fueron
la desilusión popular creciente y el descontento social. Su análisis
dice
poco del impacto de la Revolución Cultural dentro del propio
Partido y

permanece casi completamente en silencio sobre los estragos que


pro-
dujo en la economía china.

Su explicación es totalmente opuesta a la justificación oficial del


pcch para
acometer las reformas en aquel momento, cuando el liderazgo
colectivo del
Partido sostuvo que la economía nacional estaba «al borde del
colapso total»
(como sucesor designado de Mao, Hua Guofeng lo declaró en
febrero de
1978)3
. La economía china registró un crecimiento año tras año durante la
década de 1966 a 1976. Sin embargo, su ritmo no solo fue más
lento que
en el periodo 1953-1966 o 1977-1982, sino que la agricultura
renqueaba por
detrás de las necesidades de alimentos y la industria ligera se
quedaba muy
por detrás de la industria pesada, que estaba orientada hacia
proyectos de
infraestructuras y producción militar, en consonancia con la política
de Mao
de «preparar la guerra» con una «tercera línea» de instalaciones
defensivas
que se extendían a lo largo de las provincias interiores. En la
década de la
Revolución Cultural, la población total de China creció casi el 30
por 100,
mientras que la producción de tejido de algodón creció únicamente
el 20
por 100 (los tejidos artificiales eran todavía una rareza, incluso en
Pekín);

y aunque la producción de grano aumentó a lo largo de estos años,


el con-
sumo per cápita cayó por debajo del nivel de 19524

. En cualquier caso, la
cuestión crucial no es si el pib crecía nominalmente, ya que según
este
criterio la Unión Soviética todavía crecía en 1986, cuando
Gorbachov lanzó
su perestroika, y tampoco podía decirse que se hallara inmersa en
una crisis

económica. La realidad de la rpch de aquel momento la constituía


una eco-
nomía mantenida de forma artificial por debajo de su capacidad
productiva

real, especialmente en la agricultura y los sectores de la industria


ligera, por

la presión de la utopía originalmente concebida por Mao y por las


priorida-
des de la defensa nacional.
El sistema económico instalado por Mao durante la Revolución
Cultural

era una estructura muy diferente del sistema de planificación


centrali-
zada de la Unión Soviética. Anderson destaca esta diferencia, pero
su

interpretación de la misma es desacertada y exageradamente


positiva.
Aunque, tal como señala Anderson, los planificadores centrales de
Pekín fijaban los precios de tan solo el 1 por 100 de los artículos
sujetos
a las directivas del Gosplán en Moscú, esto no significa que
existiera un
intercambio comercial más activo en China. De manera similar,
cuando

Mao fomentó la descentralización económica, esto no dejó en la


prác-
tica «a los gobiernos locales más espacio para tomar la iniciativa».
La

realidad es que tras el periodo de caos inicial de la Revolución


Cultural,
aproximadamente entre 1966 y 1969, la tendencia general de la
política

económica china fue un intento prolongado de contener los


intercam-
bios comerciales de todo tipo y reprimir todo lo posible cualquier
tipo

de actividad comercial. Las protomilitares Escuelas de Cuadros 7


de
Mayo para empleados del Estado constituyeron la innovación típica
de
la época. Provenían, en parte, de las Comunas del Pueblo del
periodo
del Gran Salto Adelante, y fueron planeadas para encajar en un
marco
general según el cual cada unidad de trabajo y cada provincia del
país
alcanzaría una autosuficiencia local total y entregaría todo el
excedente

de su producción a las autoridades centrales para destinarlos a


proyec-
tos nacionales (en lugar de para su redistribución para el consumo
en

todo el país, como en la urss y el Bloque del Este). Múltiples


cupones
para cuotas de provisiones rutinarias eran distribuidos por los
gobiernos
locales a los residentes urbanos, sin que circularan a través de los
límites
provinciales o incluso de los límites de los municipios menores.
Incluso en los proyectos especiales a gran escala patrocinados por
el

gobierno central, tales como los campos petrolíferos de reciente


explora-
ción, se animaba (o se exigía) a los empleados a organizarse en
unidades

de estilo militar para producir cosechas de grano y vegetales,


además de

realizar las tareas requeridas por su empleo oficial, para alcanzar la


auto-
suficiencia y reducir la dependencia de los intercambios
comerciales a

través de las fronteras regionales. Lo mismo sucedía en el Ejército


Popular

de Liberación. En sus regimientos, a los oficiales y los soldados se


les soli-
citaba que montaran granjas o incluso pequeñas plantas
industriales para

la autosuficiencia total respecto de las provisiones de la


retaguardia. En
el campo, a los campesinos (que para entonces pertenecían ya
todos a
las Comunas del Pueblo locales) se les permitía tener pequeñas
parcelas
de «terreno personal» (ziliudi) en las que podían plantar vegetales
o criar
algunos pollos, cabras o cerdos. Pero el producto cultivado o el
ganado
criado en dichas parcelas se consideraba como un potencial «brote
del
capitalismo» si sobrepasaba la cantidad necesaria para el consumo
de
subsistencia y llegaba al mercado, un peligro contra el que había
que
mantenerse vigilante. Los mercados rurales regulares, una
actividad eco-
nómica local dinámica a lo largo de la historia de China, no
pudieron ser

suprimidos por completo y siguieron funcionando en las provincias


con
diferentes grados de actividad durante la Revolución Cultural, pero
en
condiciones de recesión, debido a la falta de vida comercial en
general y
también a la ausencia del comercio de larga distancia entre las
provincias.
El control del gobierno central sobre este sistema económico tenía
dos
vertientes. Desde el punto de vista burocrático, algunas
instituciones
gubernamentales procedentes de la época anterior a la Revolución
Cultural continuaron llevando a cabo una planificación general,
según la
cual las cuotas para los «excedentes» agrícolas y las ganancias
industriales
se determinaban de manera arbitraria y así se obtenían. Los fondos
para el
siguiente ciclo de producción se canalizaban de nuevo hacia los
gobiernos

locales y las empresas industriales por medio de herramientas


presu-
puestarias, pero la toma de decisiones estaba sujeta al mismo
tiempo a

todo tipo de veleidades políticas e ideológicas. El sistema antiguo,


aunque
todavía en vigor, se consideraba sospechoso y fue semiparalizado,
dejando

la actividad económica a merced de la manipulación partidista,


especial-
mente cuando no se trataba de productos para el consumo
inmediato de

la industria pesada estratégica. Los objetivos de producción se


fijaban de

manera tan errática que a veces una escasez inesperada de ciertos


pro-
ductos tenía que ser paliada por medio de una «campaña» de
producción

para satisfacer la demanda real. Casos así incluían lavabos para


zonas sin
agua corriente o tubos de chimenea antes de que llegara el
invierno. La
descripción efectuada por Anderson del descorazonador panorama
que
se presentó a los dirigentes soviéticos cuando Brezhnev finalmente
expiró
podría aplicarse literalmente a los sectores industriales principales
de
China cuando Mao falleció: «La productividad del trabajo se
estancó, los
ratios capital-producto empeoraron, las plantas obsoletas quedaron
sin
desguazar y se perdió el tren de la nueva tecnología de la
información».
La mezcla de directrices centralizadas y autosuficiencia local a
escala de
subsistencia propició una estructura tan incoherente como la que
ningún
otro comunismo llegó a imaginar.
La Reforma: Juntando todas las piezas, es más acertado decir
que Deng y sus camara-
das llevaron a cabo una secuencia clásica de movimientos para
consolidar

su inicialmente precaria toma del poder recién recuperado:


alimentar la
repulsa popular contra las tiranías de los últimos años de la
Revolución
Cultural, para regresar al centro de la escena en 1976-1978; cortar
de raíz
los brotes peligrosos que pedían democracia auténtica, que
desafiaron

su propia legitimidad en 1978-1979; avivar el apoyo patriótico


inventán-
dose un peligro procedente de Vietnam en 1979; relegar a la
Revolución

Cultural y a Hua a un pasado desacreditado; y finalmente llamar al


país
a «mirar unidos hacia delante» (tuanjie yizhi xiang qian kan): un
eslogan
oficial expresamente utilizado contra los que pensaban que la
memoria
importaba, que fue más tarde objeto de burla popular con el juego
de
palabras «mirar por el dinero» (xiang qian kan).
Anderson da a entender que fue la visión clara y la voluntad firme
de la vieja guardia la que, para bien o para mal, estableció la
orientación
de la era de las reformas.
Retrospectivamente, el giro de Deng hacia el conservadurismo
político
en la década de 1980 es evidente. En su momento, sin embargo,
casi
cada medida de reforma económica fue acompañada de un
discurso de
liberalización. Como consecuencia, cuando el crecimiento se
aceleró, el
abandono del Partido de las reformas políticas iniciales quedó en
cierta
manera enmascarado. En otras palabras, mientras que la
economía fuera
bien, la tensión entre la liberalización económica y el estancamiento
polí-
tico quedaba oculta al público, pero se acentuó cuando la
economía fue

mal en 1988, contribuyendo directamente a las protestas de


Tiananmén
del año siguiente. La cuestión fundamental que subyacía a la
contradicción
entre las dos direcciones era el tema de los costes: ¿quién debía
soportar
la carga económica de la reforma y quién debía decidir dónde iba a
recaer
esa carga? Los costes sociales y medioambientales ya estaban allí
desde el
principio, aunque la gente no les prestara ninguna atención.
Cuando fue lanzada la reforma económica inicial, el Estado-partido
pro-
clamó un cambio desde la «lucha de clases» a la «construcción
económica

socialista» abanderando un relajamiento de los controles en el


campo que
concediera mayor libertad económica a los campesinos. Estas
medidas
fueron bien recibidas. Sin embargo, la idea básica que las
sustentaba no
suponía ninguna innovación. En los primeros días de la rpch,
adoptó la

forma de exenciones de impuestos y de renta, para ayudar al


campo a recu-
perarse de los estragos de la guerra. A principios de la década de
1960, se

tomaron medidas para restañar las heridas provocadas por el Gran


Salto

Adelante liberando hasta cierto punto a los campesinos del control


colec-
tivo de las Comunas del Pueblo. Cada una de las veces la
relajación de los

controles hizo maravillas y así sucedió también a principios de la


década
de 1980. El nuevo «sistema de responsabilidad de los hogares»
tenía por
objetivo la recuperación, no la modernización. Lo que la hacía
posible era

el bajo nivel de desarrollo de China y la liberación de la energía de


los cam-
pesinos enraizada en la sociedad agraria anterior a la revolución.
Como

señala Anderson, cuando empezó la era de las reformas, el 70 por


100
de la población era todavía rural, un contraste total con la urss de
1986.
Gorbachov no dispuso de ninguna opción remotamente parecida.
Sin embargo, la reforma rural de principios de la década de 1980
dañó
los lazos entre la revolución original y el campo, por la forma en
que
desmontó las Comunas del Pueblo. Es cierto que las Comunas
habían
asfixiado el trabajo y la vida del campesinado, pero al mismo
tiempo,
durante las dos décadas transcurridas desde finales de la de 1950,
se

habían convertido en una institución social integradora que


proporcio-
naba servicios públicos (educación básica por medio de los
maestros de

las aldeas y atención sanitaria por medio de los «médicos


descalzos»)

dentro de un marco de cooperación. Eran también las propietarias


nomi-
nales de los terrenos colectivos. El «sistema de responsabilidad de
los

hogares» eliminó la función de la Comuna como organizador de la


pro-
ducción agrícola, convirtiendo al hogar del campesino en la unidad
de

producción básica. El resultado económico fue tan prometedor que


se

permitió que la Comuna expirase discretamente en 1984-1985. Las


ofi-
cinas centrales de los colectivos a lo largo del país se
transformaron en

jefaturas locales que no disponían de fondos para gestionar


sistemas
escolares adecuados o redes de asistencia sanitaria en los pueblos
o en
las pequeñas ciudades. Desde esa época, los servicios públicos en
las
zonas rurales no han recuperado nunca los niveles relativos de
provisión
de los que disfrutaron entonces, en comparación con las ciudades.
El
cambio dejó también en el caos la propiedad de los terrenos
rurales. En
teoría, actualmente la tierra es todavía propiedad «colectiva» en
muchos
lugares, aunque no en todas partes. Aunque en realidad es
gestionada
por delegaciones del Estado en las pequeñas poblaciones o los
pueblos,
dejando a los campesinos a merced de los funcionarios locales cada vez
que surgen disputas por los terrenos con los promotores.
Los costes sociales de la reforma rural, en lo que atañe al empeoramiento

de los servicios públicos y la titularidad precaria de la tierra, no se hicie-


ron evidentes hasta algún tiempo después. Aun así, al mirar atrás, la

falta de atención dedicada a ellos es pasmosa, dada la participación activa


de muchos intelectuales en los procesos de diseño de las políticas de la
época. Estas personas formaban parte de una ola general de «liberación
del pensamiento» acontecida durante la década de 1980, pero tenían
poco interés en los debates sobre el humanismo o la alienación y en
su lugar estudiaban apasionadamente las teorías económicas y políticas
occidentales para su utilización en China. Ambiciosos y seguros de sí

mismos, promovían la mercantilización de la economía china, disfru-


tando en su mayoría del apoyo de Deng Xiaoping y Zhao Ziyang en sus

peleas con los ideólogos del viejo Partido. Para ellos, la reforma política
era un medio para allanar el camino de la reforma económica, que era
la auténtica prioridad. El suyo era una especie de «desarrollismo con
características chinas». No podían dedicar mucha atención a los temas
relacionados con los costes sociales.

Las mismas actitudes modelaron la reforma industrial urbana. Los expe-


rimentos dedicados a aumentar la productividad industrial comenzaron a

principios de la década de 1980. En las empresas de propiedad estatal los


directores recibieron mayor libertad para tomar decisiones de producción
una vez que las cuotas planificadas se cumplían, vendiendo la producción
extra a precio de mercado. Los ministerios ayudaron a crear un sistema
fiscal que sustituyó al de «extracción de beneficios» de las empresas en la
economía planificada. La producción industrial creció rápidamente, pero

también la corrupción, al explotar los directores y los funcionarios la dife-


rencia entre los precios fijados y los del mercado para los productos dentro

de la cuota y por encima de ella en los mercados recién desregulados. A lo


largo de estos experimentos, los residentes urbanos continuaron estando
protegidos por los precios bajos para los bienes de consumo del hogar. Para

Zhao Ziyang, que como primer ministro presidía el programa de refor-


mas, el objetivo era asegurar que las empresas industriales se convirtieran

en agentes económicos no sujetos a decisiones políticas en sus actividades

de producción diarias y, al mismo tiempo, agilizar la circulación de pro-


ductos industriales y mantener controlado un emergente mercado gris

dedicado a los mismos. El banco central aumentó la provisión de dinero


para facilitar el crecimiento de las actividades comerciales, pero los bancos
de propiedad estatal se quedaron descolocados, pillados en medio de la
corriente de los cambios.
En 1986, Zhao redactó, presumiblemente con la aprobación de Deng,
un proyecto de reforma política para acelerar la reforma económica.
Aunque Hu Yaobang era todavía el secretario general del Partido y había
sido una figura destacada en la defensa de la reforma política durante una
década entera, no fue invitado a participar en el proceso de redacción. La
propuesta no mencionaba los derechos de las masas de participar en
política y reiteraba solemnemente los «cuatro principios cardinales» de

Deng. La idea central del documento era doble: diferenciar la adminis-


tración política de la dirección económica de las empresas industriales;

y diferenciar las actividades políticas del Partido de la administración


civil en los niveles locales de gobierno11. La propuesta era creíble en sí
misma y muy necesaria. Pero su preocupación máxima era aumentar
la independencia de las empresas de propiedad estatal como empresas
solventes. La reforma política se reducía una vez más a un mero medio
con fines económicos: se dejaba de lado la situación de los trabajadores
en las empresas propiedad de un Estado socialista.
Bajo el nuevo liderazgo y su concepción burocráticamente minimalista
de la «reforma política», se dio prioridad a una ley de quiebra y una serie

de normativas para reducir la carga económica de las empresas de pro-


piedad estatal a base de cambiar la seguridad del empleo vitalicio en una

economía planificada por el empleo contratado en un mercado laboral.


La consiguiente sensación de inseguridad en los centros de población
urbanos se intensificó por la abolición de los controles del precio de una
gama de productos que, en una economía ya sobrecalentada, empujó
la tasa de inflación hasta casi el 20 por 100, provocando el pánico genera-
lizado y las retiradas de dinero de los bancos estatales. El gobierno de

Zhao quiso convencer al Partido y al público de que el ajuste de precios


de 1988 se necesitaba con urgencia. Pero al destacar los beneficios que
los cambios traerían, dedicó poca atención a los costes o a sobre quién
iba recaer la carga más pesada. Los residentes urbanos, que fueron los
más afectados de forma inmediata, tenían toda la razón en sentir que se
les había negado toda opinión política sobre el proceso de reforma. La
crisis económica de 1988 se convertiría en un factor fundamental en la
solidaridad popular hacia las protestas de Tiananmén un año más tarde.
Una vez que Deng hubo consolidado el poder colectivo de la vieja
guardia, no quedó prácticamente ningún medio de expresión para los
sentimientos populares. Cuando se anunció la segunda ronda de las
elecciones locales para 1987, se revisaron sus reglamentos y se emitió
una directiva especial para asegurar que solo los candidatos nominados

por el Partido aparecieran en la votación. Esta fue la alteración que pro-


vocó las manifestaciones de estudiantes de finales de 1986 que llevaron

a la destitución de Hu Yaobang por ser demasiado blando con ellas. A


pesar de todo, los estudiantes de la Universidad de Pekín consiguieron
que su candidato preferido fuera elegido en el distrito Haidian de Pekín
a finales de 1987, gracias a una recogida de firmas puerta a puerta y
enfrentándose a una presión mucho mayor por parte del régimen que la
de siete años antes. Esta fue una de las razones, raramente mencionada
por los analistas, de la fuerte reacción del campus cuando murió Hu.

Con el cambio de ambiente político, las elites partidarias de las refor-


mas todavía se resistían al cambio de dirección y una sociedad politizada

desde tiempo atrás se mantenía a la expectativa con inquietud. El punto


de vista de Deng seguía siendo esencialmente instrumental: mientras

que pudiera seguir su rumbo económico, prefería no tener que com-


partir el poder con las masas ni tampoco tener que discutir mucho con

los autoproclamados guardianes de la ortodoxia, reliquias de las décadas


anteriores del Partido. Se había plantado el germen del posterior rechazo

de Deng a los debates sobre el Sr. S (el socialismo) y el Sr. C (el capita-
lismo). De la lectura de varias memorias personales se puede deducir

que los intelectuales y los cuadros con inclinaciones teóricas estaban lle-
gando a la desesperación a finales de la década de 1980, cuando la elite

seguía aceptando solo unas mejoras poco sistemáticas. A principios de


1989, las masas urbanas en general y los estudiantes universitarios en
particular estaban perdiendo la paciencia con los autoengaños oficiales.
Estaban frustrados por una era de reformas que ya no parecía ofrecer un
futuro esperanzador, ni a ellos personalmente ni al país en su conjunto.
Y su voz fue sofocada de manera firme.

Veinticinco años después, la significación histórica de Tiananmén no ha

llegado a comprenderse todavía del todo. Anderson identifica tres fuer-


zas interconectadas cuando estalló la revuelta: el idealismo democrático

de los estudiantes, apoyado por la solidaridad popular de los ciudadanos


comunes; Zhao Ziyang, escorado hacia el liberalismo, y sus asesores
intelectuales, atraídos por los modelos occidentales; y la vieja guardia.
Según su versión, el choque se convirtió en un enfrentamiento entre

estos últimos y los otros dos. Pero Anderson señala, que con el aplas-
tamiento de un levantamiento popular pacífico, Deng y sus asociados

perdieron la legitimidad de la que habían disfrutado como fundadores


de la rpch y restauradores del orden tras la Revolución Cultural. A partir
de entonces, «agotadas las anteriores credenciales ideológicas» el único
sustituto del que podían echar mano era el crecimiento económico. En
realidad, como indica el análisis anterior, la represión de 1989 fue el
resultado lógico de la estrategia de Deng durante la década previa, que
es el hilo que une los puntos dispersos de la década de 1980. Yo diría
que la significación fundamental de Tiananmén radicó en que eximió a

Deng de la carga de la deuda que tenía contraída respecto al apoyo popu-


lar desde 1976. Ahora podía proceder con un programa de reforma que

no planteara ningún desafío a la autoridad del Partido, especialmente en


el terreno de los principios socialistas. Tiananmén, por lo tanto, allanó
el camino para la integración de China en el sistema capitalista global.
La supresión militar del levantamiento popular cerró un periodo caracteri-
zado por las reacciones a la Revolución Cultural. La elección democrática

de los representantes del pueblo desapareció completamente de la agenda


política. A partir de entonces, cualquiera que se atreviera a optar a un
escaño como candidato independiente en su Congreso del Pueblo local
era invariablemente acosado o perseguido. Deng y el Partido no pararon
de hablar sobre la «reforma política» después de 1989, pero al no tener ya
que aparentar un apoyo de boquilla a la democracia socialista o a la política
participativa, el eslogan se redujo a dos mensajes: elección a los comités
municipales y capacidad administrativa del gobierno, incluyendo a veces
la disciplina y la eficacia del Partido.
Pero Anderson se equivoca al pensar que después de 1989 el crecimiento
se convirtió en la única ideología que justificaba al pcch. El crecimiento
económico procuró solo la mitad de la necesidad de legitimidad del

Partido. La otra mitad llegó de una ampliación de la que se había conver-


tido en la consigna de Deng desde Tiananmén. El pcch no se cansaba

de explicar que el prerrequisito del desarrollo económico era la «estabi-


lidad» política contra una supuesta «agitación» al estilo de la Revolución

Cultural, manifestada en la protesta de Tiananmén. Aplastar las protestas


políticas era el precio necesario si se quería que el gobierno procurase
el crecimiento económico. «La clave es la estabilidad» se convirtió en el

estribillo oficial; las instrucciones permanentes eran: «Mantén la estabi-


lidad a toda costa» y «Desenmascara a los elementos de inestabilidad en

su etapa embrionaria». En el nuevo siglo, este imperativo se ha institucio-


nalizado con la consolidación de las «oficinas para el mantenimiento de

la estabilidad» (weiwen bangongshi) por medio del aparato del Estado, con
presupuestos y personal muy aumentado, ahora revestido por programas
«antiterroristas» que apuntan a las regiones étnicas que no son han.
Esta ideología ha proporcionado la justificación más conveniente a la
«liberalización» durante los últimos veinticinco años. Cada vez que se
ha introducido una nueva política económica, cualesquiera que fueran
sus beneficios, los costes siempre han sido soportados por las masas
sin rostro y el medioambiente sin voz. Así ha ocurrido con las reformas
en vivienda, educación, atención sanitaria, legislación laboral, la bolsa y
muchas más.

El Milagro Económico: Anderson indica que hay 3 corrientes que intentan definir las razones del crecimiento
económico actual de China en el mercado global. La primera, normalmente más en boga entre los historiado-
res, atribuye esencialmente la elevada velocidad del crecimiento en la

RPCh a legados milenarios del pasado imperial: al dinamismo comercial

basado en la agricultura intensiva; a la cada vez mayor división del tra-


bajo; al florecimiento de las redes urbanas y la expansión del comercio

interior; al crecimiento demográfico sin precedentes, y a una «revolución


industriosa». Para esta perspectiva, la economía china, durante mucho
tiempo la más grande y sofisticada del mundo, mostrando una senda
clásica de crecimiento smithiano, estaba tan plenamente desarrollada
como la de Europa occidental –si no más– hasta la Guerra del Opio.

Fuera de juego durante un más de un siglo por la penetración extranje-


ra y los desórdenes internos, ahora está regresando a su posición natu-
ral en el mundo.
Para una segunda escuela, más extendida entre los economistas, el pasa-
do imperial ofrece pocas pistas sobre el presente moderno, aunque sólo

sea –como enfatizó Adam Smith– porque la ausencia de comercio exte-


rior privaba a la economía tradicional de estímulos competitivos y la in-
suficiente seguridad de los derechos de propiedad impedía la iniciativa

empresarial, trabando el desarrollo chino dentro de límites cercanos al


modelo malthusiano. Para esta lectura, la elevada velocidad del creci-
miento contemporáneo es el producto de la tardía integración de China

en un mundo de economía capitalista, de cuya formación estuvo históri-


camente ausente. Con la apertura de sus mercados a la inversión extran-
jera y con el gradual fortalecimiento de los derechos de propiedad, los

factores de producción quedaron por fin liberados para un nuevo dina-


mismo. La combinación de un suministro abundante de mano de obra ba-
rata con abundante capital y tecnología exterior ha construido una máqui-
na exportadora sin precedentes en el pasado del país.
Para una tercera escuela, que se encuentra extendida, aunque no exclu-
sivamente, entre los sociólogos, la clave del ascenso económico chino

descansa, por el contrario, en la Revolución china. En esta versión, son

los logros del periodo de Mao los que sentaron los profundos cimien-
tos para las proezas de la era de las reformas. La base de este legado se

encontraba en la creación, por primera vez en la historia moderna del

país, de un Estado soberano fuerte, que puso fin a la servidumbre se-


micolonial; en la formación de una fuerza de trabajo educada y discipli-
nada, con elevados índices de alfabetización y esperanza de vida para

una sociedad todavía atrasada en otros aspectos, y en el establecimien-


to de poderosos mecanismos de control económico –planificación, sec-
tor público, balanza de pagos– dentro de un marco institucional relati-
vamente descentralizado, que permitió la autonomía de las provincias.
Solamente sobre estas condiciones transformadoras fue posible el perio-
do de puertas abiertas.
Para el autor Taxonómicamente, la RPCh del siglo XXI es un novum histórico-mun-
dial: la combinación de lo que es ahora, de acuerdo con cualquier medi-
da convencional, una economía predominantemente capitalista, con lo

que todavía es incuestionablemente, de acuerdo con cualquier medida


convencional, un Estado comunista, siendo ambos los más dinámicos de

su clase hasta la fecha.. Políticamente, los efectos de la contradicción en-


tre ambos se extienden por todos los intersticios de la sociedad, donde se

funden o entrelazan. Nunca tantos habían abandonado la pobreza abso-


luta tan rápidamente. Nunca se habían creado industrias modernas, e in-
fraestructuras ultramodernas, a una escala tan enorme en un espacio de

tiempo tan corto, ni nunca había surgido tan rápidamente con ellas una
floreciente clase media. Nunca el orden jerárquico de las potencias había
sido alterado tan espectacularmente, con un orgullo popular tan natural.
Tampoco nunca, en los mismos años, la desigualdad se había disparado

tan rápidamente hasta semejantes alturas de vértigo desde puntos de par-


tida tan bajos. Ni la corrupción se había extendido tan generalizadamente

allí donde una vez la probidad se daba por supuesta. Ni los trabajadores,

hasta ayer amos teóricos del Estado, han sido tratados tan despiadada-
mente: destrucción de empleos, salarios impagados, agravios burlados,
protestas sofocadas. Tampoco los campesinos, la médula de la Revolu-
ción, habían sido despojados en tales cantidades de sus tierras y de sus

medios de vida por promotores inmobiliarios y funcionarios, en expulsio-


nes como las de las highlands escocesas. Con mayor número de usuarios

de Internet que cualquier otro país de la tierra, sin terror y con mucha li-
bertad en la vida privada; con una maquinaria de vigilancia más raciona-
lizada y efectiva que nunca. Para las minorías, la acción afirmativa y la re-
presión cultural y política van de la mano; para los ricos, cualquier lujo y

privilegio que la explotación pueda comprar; para los débiles y desarrai-


gados, las migas o menos; para los disidentes, mordazas o mazmorras. En

medio de una conformidad ideológica formal, aunque no sea totalmente

irreal, una energía social y una vitalidad humana colosales. La emancipa-


ción y la regresión a menudo han estado unidas en el pasado, pero nun-
ca tan vertiginosamente como en la China que Mao ayudó a crear e in-
tentó evitar.

El plan y el formato en cuatro partes del artículo de Anderson hace que


la reforma económica de China parezca una historia de éxito continuo a
lo largo de las últimas tres décadas. Para la otra autora, lo que se glosa es el difícil periodo
iniciado tras 1989, en el que el capital extranjero se retiró de manera
masiva y el gobierno gastó enormes sumas de dinero cada año para
obtener influencias en el Congreso de Estados Unidos y así conseguir el

estatus comercial de «nación más favorecida». Una interpretación analí-


tica del ascenso económico de China en los últimos veinte años requiere

ir más allá de los parámetros del artículo de Anderson. A continuación


voy a esbozar algunas de las características principales del proceso de
reforma, tanto en el frente industrial urbano como en el campo.

Ante las continuas dificultades de la reforma urbana e industrial pre-


sentes después de 1989, los medios de comunicación oficiales del país

se pasaron casi una década entera denunciando el «tazón de arroz


de hierro» (empleo seguro y salario fijo) de los trabajadores en las
empresas propiedad del Estado como un obstáculo insuperable para la
mejora de la productividad. Durante los mandatos de Jiang Zemin y
Zhu Rongji el empleo vitalicio fue aniquilado en un sector tras otro (la
industria, la energía, la construcción) mediante los despidos en masa y
los contratos temporales, sin pensiones compensatorias, dejando solo
sin tocar a los cuadros del Partido y al personal gubernamental (cuyas
filas se multiplicaron). Una gran cantidad de personas del entorno
urbano perdió su empleo y su salario, sin que el Estado ni siquiera
empezara a pensar (no digamos proporcionar) en una mínima red de
seguridad social para ellas. Los despidos superaron los veinte millones
en la década de 1990. Durante treinta años, una generación entera (o
dos) de la clase obrera industrial de China fue víctima del proceso de
reformas. Para ella, el efecto neto no fue mejor que el de la «terapia de
choque» en Rusia.

¿Qué fue de las empresas de propiedad estatal? Originalmente se llama-


ban «empresas dirigidas por el Estado de propiedad pública» (quanmin

suoyouzhi guoying qiye, 全民所有制国营企业), a menudo abreviado a


«empresas dirigidas por el Estado» (guoying qiye). En teoría pertenecían
al colectivo abstracto de todos los ciudadanos de la República Popular y el
Estado solo las gestionaba en nombre del pueblo. Hoy en día se conocen
simplemente como empresas de propiedad estatal. Cualquier lazo con el
pueblo, aunque sea nominal, ha sido cortado. Muchas de las empresas de

propiedad estatal resultantes han sido vendidas a bajo precio a sus direc-
tores o a especuladores; si bien no de una manera tan escandalosa como

en la Rusia de Yeltsin, aún así, de forma indignante. Donde no ha habido


privatización, el resultado rara vez es mejor. Por todo el país se aprueban
megaproyectos (los embalses y la energía hidroeléctrica se han más que
duplicado desde 1999 y el trazado más largo del mundo de vías férreas
de alta velocidad se ha construido en menos de una década) sin tener en

cuenta los costes sociales y sin ningún tipo de procedimientos que permi-
tan al público el seguimiento o la salvaguardia de activos que estuvieron

a su nombre un día, pero que ahora han sido apropiados por el Estado.

Pero al margen de las cotas de la economía nacional que continúen ocu-


pando las empresas de propiedad estatal, el gobierno central siempre se

ha afanado por atraer la inversión extranjera para mantener la liquidez


de capital. Anderson señala que el comercio exterior de China supone
dos tercios de su pib, una proporción mucho más alta que la de Estados
Unidos o Japón. Lo que no dice es que las industrias exportadoras que
forman el sector más dinámico de la economía han sido en su inmensa
mayoría financiadas por capital privado, doméstico y extranjero. Pero
por medio del control de los tipos de cambio y la afluencia de dinero, el

gobierno puede bombear fondos del elevadísimo volumen de exporta-


ciones por medio de sus funciones protobancarias hacia otros proyectos favorecidos. A principios del siglo, el
ansia por obtener inversión extran-
jera directa ha desatado una ola frenética de emisión de títulos de las

compañías chinas, de Hong Kong a Nueva York. Tras un periodo en el que


los private equity funds emergentes proporcionaban servicios financieros
a las autoridades locales, todos los niveles de gobierno han aprendido las
mañas de moda. Actualmente hay en China más de trescientas sesenta

grandes empresas de inversión de propiedad estatal, todas ellas funda-


das en los últimos años, con una media de más de diez por provincia. El

correlato de este entorno de financiarización de los activos públicos es


una corrupción endémica. En medio de esta vorágine, tal como se puede
suponer, los grandes proyectos inmobiliarios y de infraestructuras han
sido el escenario de los dos mayores casos de corrupción que han salido
a la luz hasta ahora: la malversación de fondos de pensiones por parte

del jefe del Partido en Shanghái, Chen Liangyu, y un grupo de subordi-


nados en 2006; y el arresto del ministro de ferrocarriles Liu Zhijun en

2011 por un fraude gigantesco en la supervisión de los sistemas de trá-


fico ferroviario de alta velocidad del país. La campaña anticorrupción en
curso liderada por Xi Jingping ha puesto en su punto de mira a «tigres»
incluso más grandes del Partido. Todo el mundo sabe que la corrupción
está muy extendida en los rangos máximos.
Hoy en día, las empresas de propiedad estatal ya no soportan la carga
de la obligación de proporcionar empleo vitalicio a los trabajadores
ni ninguna otra prestación. Emplean trabajadores con contratos de
corta duración como cualquier empresa privada y no les pagan mejor.
Durante veinte años, los salarios reales de los trabajadores chinos no se
han movido, mientras el gobierno se mantenía al margen. Finalmente,
una nueva Ley del Contrato Laboral entró en vigor a principios de 2008.
Más tarde, ese mismo año, cuando el gobierno, ante la crisis financiera
global, invirtió inmensos fondos para proteger o levantar a grandes
empresas, las presiones de la fuerza laboral aumentaron y se decretó

un salario mínimo, cuya vigilancia de cumplimiento se dejó a las autori-


dades del gobierno local. Pero en ningún sitio ha seguido el ritmo de la

inflación subsiguiente. Con muchas de las mayores empresas de propie-


dad estatal compitiendo ahora en la adquisición de bienes inmuebles y

la construcción especulativa (en 2010 los terrenos más valiosos vendidos


por el gobierno municipal de Pekín fueron todos a empresas propiedad

de grandes conglomerados de propiedad estatal, cuyos negocios princi-


pales son la minería, el tabaco, las armas, etcétera), la externalización

de la fuerza de trabajo de las empresas de propiedad estatal se ha con-


vertido en mera rutina, subcontratando a los trabajadores por medio de
diversas capas de empresarios intermediarios para forzar la disminución
de costes. La conexión entre la industria nacionalizada y los programas

relativamente protectores de la clase obrera hace mucho tiempo que per-


tenece al pasado.
¿Les ha ido mejor a los campesinos que a los obreros? Anderson no

puede ser tachado de subestimar la importancia histórica del cam-


pesinado chino, al que describe como «el basamento central de la

nación» con perspectiva histórica y también como la base social prin-


cipal de la Revolución China y el máximo beneficiario de la era de

las reformas. Sin embargo, cuando pasa al periodo posterior a 1989,


sus reflexiones sobre el destino del campo se vuelven muy someras.

Existen aquí, por lo menos, tres cambios que requieren algún comen-
tario, aunque sea breve.

En primer lugar, si las empresas municipales tuvieron tanto éxito en la


década de 1980, ¿por qué fueron echadas por la borda a finales de la de

1990? ¿Fue debido solamente a la preponderancia creciente de la ideo-


logía neoliberal en la rpch? La realidad no es tan sencilla. Dos cambios

importantes zanjaron su destino. El primero fue un cambio crucial en


el sistema fiscal que eximió al gobierno central de financiar los gastos
administrativos de las autoridades de nivel inferior: se suponía que en
lo sucesivo los gobiernos locales gastarían dentro del límite de lo que
recaudaran a los residentes en su jurisdicción. Al mismo tiempo, los
gobiernos y los cuadros locales serían evaluados por su rendimiento
a la hora de llevar a cabo políticas determinadas por el poder central,

especialmente en los campos de la planificación familiar y el desarro-


llo económico: a partir de 1997, con criterios específicos para atraer

inversión externa (zhaosang yin zi). De forma reveladora, no había cri-


terios equivalentes ni para la educación ni para la atención sanitaria.

Sin supervisión democrática y con una falta total de transparencia,


estos cambios convirtieron a los órganos de la administración local

en monstruos de gestión semiempresarial que explotaban a los resi-


dentes con un número creciente de tasas y exacciones para alimentar

su continua expansión. Todas las oficinas encargadas de las semillas,

los fertilizantes, el suministro eléctrico, el control del riego y las inun-


daciones aumentaron el precio de sus servicios hasta el punto de que

en muchas provincias interiores la agricultura ya no proporcionaba


a los campesinos el rendimiento mínimo necesario para sostener la
plantación de cosechas, llevándose las ganancias previas del «sistema
de responsabilidad familiar» en el campo. Este deterioro supuso un
golpe importante para las empresas municipales desde mediados de la
década en adelante.

En general, además, con la excepción de los años iniciales de las refor-


mas, siempre que había una posible competencia por los mercados o los

recursos entre las empresas municipales y las empresas de propiedad


estatal, o conflictos entre el campo y las grandes ciudades, el gobierno

invariablemente actuaba contra las primeras para proteger a las segun-


das. De esta forma, las empresas municipales recibieron una presión

aguda y doble: de los gobiernos locales depredadores que intentaban


maximizar los ingresos y de las grandes empresas de propiedad estatal .
El culto neoliberal a la privatización se hizo el amo entonces, con esas

condiciones propicias, y la mayoría de las empresas municipales per-


dieron todo carácter colectivo, convirtiéndose en empresas privadas (a

menudo cada vez con menos éxito).


En segundo lugar, ¿qué estaba sucediendo en general a finales de la
década de 1990? La reforma fiscal de 1994 aumentó sustancialmente los
ingresos del gobierno central, proporcionándole, en principio, un punto

de apoyo mejor para equilibrar la economía. Sin embargo, la crisis finan-


ciera de Asia del Este de 1997-1998 redujo tremendamente la inversión

extranjera directa y el comercio exterior de China, ambos todavía muy


dependientes de los vecinos de Asia del Este y de una diáspora china muy

afectada por la crisis. El resultado fue que China experimentó una defla-
ción grave durante cinco años (1997-2001). Enfrentado a un mercado
doméstico dañado y un bajo consumo persistente, el gobierno podía haber
elegido una senda de crecimiento más lenta y más gradual, para ayudar a
los campesinos a nutrir una recuperación agrícola basada en los hogares y
desarrollar mercados más fuertes en el campo, aumentando los ingresos
de los campesinos. (También podía haber intentado ayudar a millones de
trabajadores despedidos a montar pequeños negocios en las ciudades). En
su lugar, aceleró la mercantilización de sus funciones sociales y empujó
al alza los costes de la producción agrícola, reduciendo el margen para el
desarrollo rural. Las empresas municipales cayeron en bloque; se redujo
el número de empresas de propiedad estatal bajo el eslogan de «mantener
las grandes y eliminar las pequeñas»; se promovió la venta de grandes
terrenos (comenzando también en 1997) para ingresar dinero en las arcas
del Estado; y se pusieron en marcha programas que mercantilizaban la
educación superior y la atención sanitaria. Esencialmente, el gobierno

optó por transferir la presión de la deflación a las espaldas del campe-


sinado, con un coste terrible para la estructura comunitaria rural. Las

condiciones desesperadas en el campo duraron casi una década, hasta que


(alarmado finalmente por las señales de descontento rural) el gobierno
abolió todos los impuestos y tasas agrícolas en 2005.
En tercer lugar, acompañando al empobrecimiento de los pueblos y por

su culpa, millones y millones de habitantes de las zonas rurales se trasla-


daron del campo a ciudades de la costa o del interior como «trabajadores

migrantes» para proporcionar la fuerza laboral necesitada por el sector


exportador, cuyo crecimiento se disparó tras la entrada de China en la
omc en 2002. Las estimaciones precisas varían, pero no hay ninguna
duda sobre la magnitud global de esta marea de huida de la tierra. De
acuerdo con los datos oficiales, publicados por la Oficina Nacional de
Estadística y el Ministerio de Recursos Humanos y Seguridad Social, en
2008 hubo 225 millones de trabajadores con empadronamiento rural
empleados en zonas urbanas, donde no disfrutan de los derechos de
vivienda, educación o ningún tipo de protección social, debido al infame
sistema hukou, que separa la población del campo de la de las ciudades.
Cinco años más tarde la cifra ha aumentado hasta más de 270 millones,
de los cuales más de la mitad son migrantes provenientes de lugares
lejanos, aunque los medios de comunicación están llenos de quejas
por la «escasez de trabajadores» en las empresas de exportación. Tales
migrantes no están reconocidos oficialmente como miembros de la clase
trabajadora, y están a merced de los empresarios, que pueden retener
sus salarios durante varios meses seguidos. El capital y el Estado se han
unido para explotar a una inmensa masa de personas, transformando a

cientos de millones de campesinos en un subproletariado, a una veloci-


dad y en una escala sin precedentes en la historia mundial.

- Chun Lin: “ 30 años de reformas económicas”

China comenzó a reformar su economía política socialista de estado después de la muerte de Mao
Zedong en 1976. El pragmático programa de reformas de mercado de Deng Xiaoping fue
legitimado formalmente en la histórica sesión plenaria del Partido Comunista de 1978 para
reemplazar la ingeniería social maoísta utópica. Treinta años después, China es hoy la segunda
mayor economía del mundo, la tercera mayor en comercio y, con enormes reservas de divisas
extranjeras (1,4 billones de dólares o el 40 % del producto interno bruto en 2007) y enorme exceso
de capital, el tercer mayor exportador de capitales. Además, China es también el segundo mayor
consumidor de petróleo y es responsable por alrededor del 20 % del consumo de los recursos
minerales de la tierra, produciendo el 15 % de las emisiones mundiales en el proceso.
En el contexto más amplio del desarrollo chino y de los desarrollos nacionales en general, están
produciéndose cambios mayores en la política, la economía, las relaciones internacionales y la
geopolítica mundiales desde el final de la guerra fría, en particular desde el colapso del bloque
soviético y las transiciones poscomunistas por un lado, y la marcha progresiva transnacional de la
liberalización, la desregulación y la privatización, por otro. Estos cambios han alterado
profundamente los parámetros de la modernización en China con respecto a aquellos con los
cuales estaban comprometidos los reformadores imperiales de la segunda mitad del siglo XIX y
mucho más los revolucionarios republicanos y comunistas del siglo XX. Además, mientras más
profundamente un país es integrado a los mercados mundiales, más fuertes son la dependencia y
las restricciones que encuentra en sus opciones políticas y estratégicas.
La trayectoria de las reformas ha atravesado hasta ahora en China dos etapas distintas y está
entrando en una tercera, cuya naturaleza todavía está por definirse. La primera, comenzada en
1977, estuvo inspirada por las rupturas en el pensamiento nacional iniciadas por el partido,
expresadas en consignas tales como “reforma y apertura”, “economía socialista de mercado” y
“construir un socialismo altamente civilizado, altamente democrático”. La idea principal era
entonces que China “hiciera uso” de los mecanismos de mercado y de las avanzadas capacidades
de gestión y tecnología del mundo capitalista para sus propios propósitos socialistas. En efecto, la
primera década de la reforma contempló algunos magníficos logros: desde “liberar la mente” (un
movimiento autocrítico dentro del partido comunista) hasta la descentralización política y
económica, incluyendo esfuerzos para limitar los periodos de desempeño de los cuadros dirigentes
y separar al partido del gobierno, la administración y la gerencia empresarial; y desde el alivio de la
pobreza hasta la promoción de las empresas colectivas municipales y aldeanas (TVE, siglas de su
nombre en inglés) a fin de proveer de empleo, ingresos y prosperidad a las comunidades locales.
Uno de los rasgos indisputables fue la marcada mejora en el nivel general de vida para la amplia
mayoría de la población china: 400 millones de personas fueron sacadas de la pobreza, y el
dinamismo de los negocios se expandió a través de las áreas urbanas y rurales de China. Un
comprometido programa anti-pobreza, financiado por el estado central con amplia participación
desde abajo, ejemplificó los primeros métodos chinos del desarrollo.
Después de los disturbios de la protesta de Tiananmen de 1989 (contra el deterioro de los
servicios públicos y de la seguridad social y el aumento de la corrupción de los funcionarios) y su
violento final, el siguiente paso de China quedó en claro sin lugar a dudas en 1992, cuando se
relajaron las sanciones internacionales y Deng recorrió el sur para impulsar las zonas económicas
especiales anunciando que “el desarrollo es la regla de hierro”. Una trágica ironía de la historia: en
vez de refrenar los problemas iniciales que causaron los movimientos de estudiantes y ciudadanos
de 1989, resultó que estos movimientos allanaron el camino para cambios más radicales en la
década de 1990, bajo las fuerzas combinadas del ajuste del mercado y la violencia estatal. Recién
en 2002, en que los dirigentes de la “cuarta generación” asumieron el poder de manos de Jiang
Zemin (quien como secretario general del partido impulsó lejos la línea de Deng), ciertos errores
serios del desarrollismo comenzaron a ser adjudicados al nivel político, si bien sólo tímida e
ineficazmente. La necesitada reorientación que pudiera devolver a China a su senda reformista de
integración selectiva al mundo en la prosecución de una economía socialista de mercado y
democrática dependería de las correspondientes determinación política y presiones populares
organizadas. Ya que es completamente posible que una transformación esencialmente capitalista
sea irreversible, en tanto que ha confundido e institucionalizado muchos y poderosos intereses
creados, tales como la alianza de la elite -funcionarios, grandes empresarios y académicos/medios
de comunicación- formada en la temeraria segunda fase de acuerdo con un “capitalismo

burocrático”. El acceso de China a la OMC en 2001 también le impuso al país un “auto-


fortalecimiento” artificial que resiste los cambios.

Estas “reformas” radicales significaron realmente una transformación revolucionaria en el carácter


del estado en China, en su estructura económica y relaciones sociales. La privatización
generalizada, en particular, fue sobre todo la encarnación de la corrupción. Aunque
eufemísticamente llamada “reestructuración”, fue aplicada por los gobiernos locales con una
explícita luz verde desde arriba. Involucrando a gerentes y otros elementos internos tanto como
adquisiciones y fusiones externas, transfirió a menudo la propiedad sin una adecuada
evaluación/monitoreo o consulta de la opinión de los trabajadores afectados. La estrategia original
era “mantener a las grandes y dejar irse a las pequeñas”, pero pronto cambió en un apresurado y
defectuoso proceso de privatización también de las empresas rentables de magnitud grande y
mediana. Las normas y regulaciones relevantes tales como la consulta obligatoria a los empleados
fueron ignoradas. Como tal, no sólo la privatización, de una manera general, fracasó en lograr sus
objetivos proclamados de eficiencia, productividad y mejoramiento tecnológico, sino que también
resultó en un extendido desmantelamiento del patrimonio público y un gran desequilibrio
macroeconómico.
La porción del PBI chino producido por el estado se había reducido a menos del 20 % para junio de
2007. Más del 80 % de las compañías chinas registradas en el país eran privadas o semi-privadas
a través de una variedad de sistemas de tenencia de acciones en la mayor parte de los cuales los
accionistas ordinarios no tienen voz en las decisiones sobre inversiones y dividendos. El sector
colectivo urbano también disminuyó en más de dos tercios. Las industrias cooperativas rurales
también han sido reestructuradas por compradores privados. El sector sobreviviente bajo control
del estado, altamente capitalizado y centralmente controlado, está ahora en gran medida confinado
a las empresas estratégicas en las industrias monopólicas (petróleo y refinerías, metalurgia,
electricidad, telecomunicaciones y militares) con las barreras de entrada bajadas.
Entretanto, la privatización llevó a una drástica reducción del tamaño de las empresas, con cerca
de 50 millones de trabajadores expulsados de sus empleos entre 1997 y 2002. Muchos puestos de
trabajo creados en el sector privado permitieron escandalosas condiciones de trabajo, como en el
caso de los talleres explotadores de obreros, manejados a bajo costo violando las leyes laborales y
ambientales. Al menos 20 millones de personas viven ahora en las ciudades chinas bajo el nivel de
la pobreza, más de medio siglo después de que la revolución comunista eliminara por primera vez la
pobreza urbana. Más allá de las preocupaciones de la economía moral concernientes a la
subsistencia y la seguridad, es aún más importante la herida a la dignidad de los trabajadores, y en
consecuencia a la legitimidad del régimen: la difícil condición de los trabajadores causa una crisis
fundamental de identidad a la República Popular, auto-percibida después de la revolución como un
estado de obreros y campesinos, lo cual, de forma inercial, todavía legitimiza altamente la
intensidad y la extensión de la “resistencia legal”. Toda violencia estatal local utilizada para aplastar
las protestas sólo profundiza esa crisis.
A la vez, millones de granjeros han sido expulsados de la tierra en las condiciones de decadencia
rural posteriores a las TVE, así como cada vez hay más incidentes de usurpación de tierras por
empresarios privados usualmente apoyados por los funcionarios locales. Gracias a todo esto
surgió la mayor “población flotante” (entre los 150 y los 200 millones) que el mundo haya visto
jamás. La mano de obra migrante estaba menos protegida aún, atrapada a menudo en formas de
exclusión social y privaciones físicas. Accidentes industriales, enfermedades relacionadas con las
actividades laborales, polución del aire, la tierra y las aguas, todo había empeorado. La tasa de
mortalidad en las minas privadas y privatizadas de China llegó a ser la mayor del mundo. La nueva
ley del trabajo está lejos de ser adecuada, incluso para el criterio de las multinacionales capitalistas
(por ejemplo, de acuerdo a Nike, que opera en China, el régimen existente de protección de los
trabajadores allí, “a pesar de haber sido mejorado por la implementación este año de una nueva ley
de contrato de trabajo, sigue por debajo de los estándares establecidos por la OIT, Financial
Times, 9 de marzo de 2008). Y con todo, estas estipulaciones moderadas han sido ferozmente
resistidas tanto por el capital interno como por el extranjero. Durante su debate público en 2006, el
proyecto de ley fue rechazado por el lobby corporativo (Nike fue una excepción), el cual amenazó
con retirar sus inversiones y trasladarse a otra parte en búsqueda de trabajadores más baratos y
menos exigentes. En consecuencia, la Asamblea Nacional Popular hizo notables concesiones en la
versión final antes de sancionarla para que tomara validez en enero de 2008.
Explicando el crecimiento y desarrollo
La economía china es alrededor de ocho veces mayor de lo que era en 1978, después de un
continuo crecimiento anual de alrededor de 8-10 % desde la década de los años 1980. Esto es
atribuible en gran medida al aumento cuantitativo en mano de obra, materias primas e inversiones
de capital, sin mejoras significativas en innovaciones organizativas y tecnológicas y en
productividad. No obstante, esta amplia y rápida acumulación de riqueza en términos reales
(descontando las enormes burbujas en los mercados de los bienes inmobiliarios y de acciones) no
tiene precedentes en la historia contemporánea china ni tampoco en el registro mundial, dado el
tamaño del país y su relativa escasez de recursos naturales. Sin embargo, el así llamado “milagro
chino” todavía tiene que ser explicado apropiadamente, ya que diferentes explicaciones suponen
diferentes implicancias políticas.
Basta aquí identificar una línea divisoria en el debate entre las descripciones “mundialistas”
dominantes que abrazan las doctrinas neoliberales, por un lado, y sus críticos “localistas” que se
centran en los factores internos, por el otro. Para los primeros, las inversiones y el comercio
exterior, las privatizaciones y otros elementos del “consenso de Washington” son lo que explica el
éxito económico chino, resaltando la mano de obra barata como su ventaja competitiva principal.
Hay ciertamente alguna verdad en esta argumentación. La integración de China en la OMC, por
ejemplo, ha incrementado rápidamente el volumen del comercio exterior del país. Pero también es
cierto que la dependencia del comercio exterior deprime el mercado interno y el poder de compra, y
amenaza la seguridad económica nacional en un juego que se rige por las reglas de las naciones
ricas, desde sus subsidios agrícolas hasta sus leyes y tarifas anti-dumping. Es de notar también
que el así llamado “comercio exterior” incluye una contribución significativa de las multinacionales
que operan en China, las cuales se apoderan de la mayor porción de las ganancias a través de
relaciones comerciales típicamente desiguales. En cuanto al mito de que la economía de mercado
requiere una total privatización, está demostrado ampliamente en los debates y experiencias
chinos, así como en Rusia y en muchos otros sitios, que es falso en teoría y desastroso en
realidades.
Rechazando las explicaciones globalistas, para la oposición “localista” no fue la “mano de obra
barata” – y en China se están acabando todas ventajas relacionadas con este tema; el mercado
laboral se deprimió aún antes de los recientes avances legales a favor de los trabajadores y del
viraje macroeconómico hacia la inflación – sino un conjunto de otros factores claves que explican el
desarrollo económico del país. Ellos incluyen las inversiones en infraestructura física y capital
humano en los años de Mao, que explican una fuerza de trabajo educada, saludable y disciplinada
en general. La abundancia de mano de obra calificada es una ventaja destacada que China tiene
por sobre la mayoría de los otros países en desarrollo. A pesar de los retrocesos antes indicados,
China sigue adelante en casi todos los índices de los informes sobre desarrollo humano del
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Además, fundamentos como la propiedad
pública de la tierra, el control público sobre las industrias estratégicas, la fuerte capacidad
organizativa y políticas del estado, la participación social organizada, la ideología de justicia social y
redistributiva y de equidad de género y étnica, y un buen régimen público de educación y
tratamiento médico universales con énfasis en la inmunización masiva y la medicina preventiva,
destacan importantes continuidades, reales o deseables, entre los logros anteriores y los
posteriores a las reformas. Juntos, estos factores contribuyen a un súper modelo de estado
socialista desarrollista que explica mejor los principales éxitos de la reforma.
Igualmente, el debilitamiento o la eliminación de estos factores explican las fallas de la segunda
fase de la reforma que fue parte de la característica ola neoliberal de la globalización. Los
globalistas ni siquiera reconocen la polarización de clase, la desigualdad del desarrollo o la
corrupción como problemas y males sociales que amenazan al crecimiento económico. Para ellos,
estos son precios necesarios a pagar por la transición al mercado, o resultados tolerables de esa
transición incompleta. La superstición acerca de un mercado libre “total” impregna todo el
pensamiento económico chino. Pero “mano de obra barata” no es un concepto inocente. Más bien
significa subordinación del trabajo al capital, y la clara desventaja de la posición de los trabajadores.
Peor aún, cuando la mano de obra barata es pintada como una “ventaja”, hasta los talleres
explotadores ilegales pueden ser legitimados; de aquí proviene la mancillada etiqueta de “made in
China”.
Aún hoy resuena aquello que ilustra el manifiesto comunista: el capitalismo subordina el campo a la
ciudad, el oriente al occidente, y revoluciona constantemente las industrias y polariza al planeta. Si
existe alguna posibilidad de liberarse de esta ley, esto debe comenzar a partir de las alternativas
locales. Se ha hablado del “Consenso de Beijing” (y del “Consenso de Nueva Delhi”, etc.), pero tal
modelo está aún pendiente de definición y clarificación. Una cuestión básica a destacar acerca de
China es que ya es tiempo de reelaborar el concepto de “competitividad” económica. Sólo a través
de la detección y construcción de ventajas genuinas, no falsas (por ejemplo la explotación de mano
de obra barata), China y otros países en desarrollo (en alianza mutua, como han venido intentando
desde Bandung y últimamente en Cancún y Doha) podrán cambiar las reglas de juego en una
causa común de desarrollo, como de mayor libertad. De aquí que la única respuesta sea la
solidaridad internacional, antes que una carrera global hacia abajo.
Dadas sus tradiciones revolucionarias y socialistas, dada la requerida determinación política y
apoyo institucional, China podría estar lista finalmente para forjar una visión alternativa de una
economía basada en lo doméstico, dirigida por las necesidades, energéticamente eficiente, con
baja utilización de carbón, y ecológica y socialmente no perjudicial, superior a los modelos privados
de sobreproducción y sobre-consumo. No obstante, la ironía es que el socialismo es un lenguaje
protestatario en la sociedad china actual, empleado de manera mucho más sugestiva por la
oposición que por el gobierno. Sin embargo el capitalismo, en constante proceso de destrucción
creativa, no puede resolver los problemas fundamentales de China ni del mundo, como está
históricamente probado. Para terminar con una nota optimista, existen fuerzas sociales
emergentes en China -trabajadores, mujeres, críticos sociales e intelectuales independientes,
jóvenes idealistas- para presionar por una tercera fase de reformas que, aprendiendo del pasado,
pueda en efecto llevar a China por un camino hacia la reconciliación entre el socialismo y el
mercado.

- Breman: “ LA MIGRACIÓN DE LA MANO DE OBRA DESDE


- LA CHINA RURAL A LA URBANA*

A PRINCIPIOS DE la década de 1980, los primeros pasos de China


para for-
jarse un lugar destacado en la economía global estuvieron
acompañados

por una nueva política económica. Esa política incluía la creación


de

Zonas Económicas Especiales (ZEE) como puntos centrales para


el desa-
rrollo industrial. Los centros urbanos alrededor de los que se
agrupaban

estas zonas se han expandido desde entonces para convertirse en


exten-
sas aglomeraciones y han experimentado un explosivo crecimiento
de la

población. La transformación económica que se produjo estuvo


basada
esencialmente en la transición hacia un modo de producción
neoliberal
financiado por el capital privado que en gran parte llegó del exterior.
Este
cambio radical puso fin a las intervenciones de largo alcance del
gobierno
en la economía. El cierre de empresas de propiedad estatal que
eran
ineficientes y poco productivas condujo a despidos masivos. El
cambio,
evidentemente, significaba que la población urbana ya no
disfrutaba del
derecho al empleo y por ello perdió la seguridad de un puesto de
trabajo
permanente que podía proporcionar un salario bajo pero que
ofrecía una

serie de provisiones sociales como asistencia médica, jubilación y


subven-
ciones para vivienda social.

Aunque la nueva política económica destruyó una parte importante


de la actividad económica existente también creó gran cantidad de
nuevo
trabajo, aunque organizado con criterios diferentes: no por el
gobierno
sino por empresarios privados o por gentes emprendedoras que
pasaban

a trabajar por su cuenta. Fue un cambio radical en el sistema de


rela-
ciones laborales que condujo a que muchos de los trabajadores de
más

edad perdieran su trabajo (con el apoyo y los beneficios


necesarios) y a la
recolocación del segmento más joven de la mano de obra. Un
elemento fundamental para esta operación fueron los centros
especiales de trabajo
que ayudaron a proporcionar formación, asesoramiento, mediación
y el

pago de subsidios durante un periodo de tres años. Los que no


conse-
guían reunir los requisitos para otro trabajo tenían derecho a un
subsidio

para cubrir el coste de una mínima supervivencia. En 2004, se


consideró
que las reformas habían terminado y aquellos que eran demasiado
viejos

o demasiado inflexibles para adaptarse a las exigencias de la


nueva eco-
nomía cristalizaron en una subclase de pobres urbanos que
permanecen

casi invisibles.
La búsqueda de nuevos empleos para la clase trabajadora que ya
estaba
activa en las fábricas urbanas se produjo con el telón de fondo de
una
reestructuración mucho más radical: la llegada de un enorme
ejército de

trabajadores procedente del campo. Este flujo fue en gran parte la


con-
secuencia de un éxodo masivo del sector agrícola. Cuando se
produjo la

descolectivización a finales de la década de 1970, la tierra


cultivable estaba
asignada a hogares campesinos para que la trabajaran ellos
mismos o la
arrendaran. La reforma dejó claro que una gran proporción de los
hogares
que dependían de la agricultura eran redundantes. Los intentos
iniciales de
trasladar este excedente a otros sectores de la economía rural,
creando las
Empresas de Pueblos y Aldeas, finalmente no tuvieron el éxito
esperado.
Esto se debió en parte a que la Organización Mundial del Comercio
se
negó a aceptar cualquier cosa que no significara la privatización de
toda
la actividad económica. La creciente interdependencia del sistema
global
significaba que era inevitable aceptar esta exigencia si el país
deseaba atraer
al capital extranjero.

La remodelación de la economía rural, y de la agricultura en par-


ticular, dio origen a una masiva oleada de migración. La
movilización

de este enorme ejército de reserva rompió la larga división entre


ciudad
y campo. El sistema hukou de control de los hogares, introducido
en

1950, institucionalizaba la política de compartimentalización que


prác-
prácticamente impedía la recolocación espacial. La inscripción se
basaba en

el lugar de nacimiento y era difícil obtener permiso para moverse a


otra

parte. La división de la población trabajadora en campesinos de los


pue-
blos y trabajadores de fábricas en las ciudades, con cualquier
transición

entre ambos totalmente bloqueada, se oponía a las necesidades


del nuevo
régimen económico. Ahora estaba a la orden del día el alentar a la
gente
para que abandonara el campo en vez de impedir que lo hiciera. El
crecimiento económico se caracteriza en gran parte por la informa-
lización del sistema laboral en su conjunto. La naturaleza del
empleo no

es muy diferente de la que he encontrado en India e Indonesia


durante mi
trabajo de campo en las décadas pasadas1

. He descrito estas características


en una serie de publicaciones: empleo sobre la base de un acuerdo
verbal en

vez de un contrato por escrito; trabajo ocasional más que trabajo


fijo (aun-
que esto no significa que la relación no se regularice en algún
momento),

subcontratación que puede tomar el carácter de trabajo por cuenta


propia;
prolongación de la jornada de trabajo (hasta doce horas o más) y
de la
semana laboral (con los días libres reducidos a uno o dos al mes),
con gran
cantidad de trabajo por turnos y horas de trabajo variables en vez
de fijas;
bajos salarios por trabajo a destajo en vez de por horas; falta de
garantías
sociales y de otros derechos y ausencia de acción colectiva,
algunas veces
impuesta por una prohibición oficial de afiliación a sindicatos. A
esto hay que agregar Los migrantes son indispensables en la
ciudad como mano de obra pero a la
mayoría de ellos se les niega la ciudadanía. Su estatus hukou sigue
vinculado
a su lugar de origen en el campo y significa que se les considera
forasteros y
que su residencia temporal no les proporciona ningún derecho.
Vistos como
una población flotante, no tienen acceso al trabajo en el sector
formal de la
economía, no se les permite emprender una acción colectiva para
mejorar las
condiciones de empleo y de trabajo y no pueden desempeñar
tareas para las

que hay suficientes trabajadores locales. Tampoco tienen derecho


a garan-
tías sociales que les permitan acceder a la asistencia sanitaria
gratuita y a las

prestaciones de jubilación. No tienen ningún derecho a los


alquileres sub-
vencionados de vivienda o a la educación pública, que solamente
es gratuita

para los que tienen un estatus hukou en la ciudad. En resumen,


son ciuda-
danos de segunda clase que han llegado a la ciudad para trabajar
durante un

periodo indeterminado y no se espera que se establezcan en ella


de forma
permanente.

El verdaderamente impresionante crecimiento de China se


manifiesta
en la multiplicación por siete de su producto interior bruto desde
1981.
Este gran salto adelante se ha producido principalmente en los
polos de
crecimiento urbano como Xiamen, y por ello es importante darse
cuenta
de que mi informe no se aplica a muchas zonas cuyos habitantes
han que-
dado olvidados. Aunque en parte sea un efecto colateral, el
contraste entre

la ciudad y el campo, y entre el oeste y el este se ha acentuado


más de lo
que estaba antes. La situación en la parte central del país es más
compleja
porque algunas provincias han experimentado el mismo
crecimiento que

las zonas costeras, mientras que en otras la gente está en gran


medida bus-
cando trabajo en otras partes. Las estadísticas a nivel general
sugieren una

rápida caída del empleo en la agricultura (del 77,2 por 100 en 1975
al
62,4 en 1985 y al 44,8 en 2005). Resulta sorprendente que,
después de un
aumento inicial del empleo industrial (del 13,5 al 23 por 100
entres1975 y
1985), la participación de este sector se ha estabilizado, llegando
solamente
al 23,8 en 2005. La expansión del sector servicios (el 9,3 por 100
en 1975
al 16,8 en 1985 y al 31,4 en 2005) sugiere que no hay base para
suponer
que casi todos los migrantes se incorporan al trabajo industrial2

. Mis pro-
pias observaciones muestran que esto también se aplica a los que
llegan a

Xiamen. La idea de que China se está convirtiendo en la fábrica del


mundo
no significa que otros sectores económicos no se vean afectados
por las
nuevas dinámicas.

El maoísmo: Siguiendo el texto de Duscher ( 1964), podemos


pensar una serie de etapas en el desarrollo del pensamiento de
Mao:
- una “ prehistoria” desde la fundación del PC chino en 1921
hasta la revolución de 1925-27.El maoísmo se basó en los
conceptos y tácticas generales del leninismo, que, a pesar
de ser recubiertas por otros elementos
ideológicos, entraron firmemente en su constitución política. El
leninismo ofreció a sus adeptos chinos unas pocas verdades
sencillas y grandes, más que
una estrategia perfectamente delimitada o unas precisas
instrucciones tácticas: la pequeña clase obrera
urbana de China, bajo el liderazgo del partido, era la única clase
consistentemente revolucionaria y, potencialmente, la
fuerza más dinámica de la sociedad, la única fuerza capaz de
asumir la dirección (la ”hege-
monía”) en la lucha nacional por la emancipación.

-Las siguientes influencias formadoras fueron la propia revolución y


el golpe traumático de la
derrota. Los años 1925-27 contemplaron la erupción de todas las
contradicciones nacionales e
internacionales que dividían a China, y esa erupción fue asombrosa
por su rapidez, magnitud
y fuerza. Todas las clases sociales – y todas las potencias
involucradas – se comportaron tal

como había predicho el leninismo. Pero la característica más


sobresaliente de los aconteci-
mientos – una característica que no se halla en la siguiente
revolución china y que, por tanto,

se olvida o ignora fácilmente – fue la revelación del extraordinario


dinamismo político de la
pequeña clase obrera china. Nunca se subrayará lo suficiente que
en 1924- 27 la clase obrera

china desplegó casi tanta energía, iniciativa política y capacidad de


dirección como la que
habían mostrado los obreros rusos en la revolución de 1905.
Si bien Para evitar disputas con las potencias occidentales y el

antagonismo de la burguesía china, Stalin y Bujarin reconocieron al


Kuomintang como diri-
gente legítimo de la revolución, cultivaron la ”amistad” de Chiang
Kai-shek, proclamaron la

necesidad de un ”bloque de las cuatro clases” en China, y dieron


instrucciones al Partido

Chino para que entrara en el Kuomintang y se sometiera a su


orientación y disciplina. Ideo-
lógicamente, esta política se justificaba sobre la base de que la
revolución china era de

carácter burgués y había que mantenerse dentro de los límites de


una revolución burguesa.
Fue en este momento, en el momento de la rendición al
Kuomintang, cuando Mao reveló su
disentimiento por vez primera. Su disentimiento se expresó sólo
indirectamente, pero, en estos
términos, fue firme y categórico. En la segunda mitad de 1925 y
comienzos de 1926 Mao
pasó mucho tiempo en su provincia natal de Hunan, organizando
revueltas campesinas, y
participó en la actividad comunista de Cantón y Shanghai,
representando al partido en algunos
organismos dirigentes del Kuomintang. Su experiencia le incitó a
analizar los alineamientos
sociales, especialmente la lucha de clases en el campo, en dos
ensayos (Las clases de la
sociedad china, escrito en marzo de 1926, y Un estudio del
movimiento campesino en la
provincia de Hunan, en marzo de 1927). No trató de analizar la
estructura social china
profundamente o de criticar la línea del partido en general, pero
hizo su descripción en unos
términos que estaban en conflicto implícita e irreductiblemente con
todas las premisas de la
política del partido y de la Comintern.
“...No ha habido una sola revolución en la historia – escribió en
marzo de 1926 – que no haya
encontrado la derrota cuando el partido que la guía ha seguido un
mal camino... hemos de cuidar de
unirnos a nuestros auténticos amigos y golpear a nuestros
auténticos enemigos... [hemos de ser
capaces] de distinguir a nuestros auténticos amigos y a nuestros
auténticos enemigos... ”

Los ”auténticos amigos” del proletariado revolucionario eran los


campesinos pobres y los ele-
mentos semiproletariados de las aldeas; los ”auténticos enemigos”,
los terratenientes, los cam-
pesinos ricos, la burguesía, el ala derecha del Kuomintang.
Caracterizó la conducta de todas

estas clases y grupos con tal falta de ilusiones y con tanta claridad
y decisión que, a la luz de
lo que decía, el ”bloque de las cuatro clases”, la sumisión del
partido al Kuomintang y la idea
de una contención de la revolución dentro de límites burgueses
parecían otros tantos absurdos,
suicidas para el partido y para la revolución. No estaba volviendo la
mirada de la ciudad al
campo, como haría después, aunque ya se mostraba mucho más
sensible para lo que hacían y
sentían los campesinos que para el movimiento de los obreros.
Pero todavía insistía, en el
mejor estilo leninista, en la primacía de los obreros en la revolución,
y su énfasis en este punto
revela la relación real de trabajadores y campesinos en los
acontecimientos de ese período.
En el Estudio del movimiento
campesino de Hunan, escrito poco antes del golpe de estado de
Chiang Kai-shek, Mao hizo
pública su indignación ante los dirigentes del Kuomintang y ante
”los camaradas del Partido
Comunista” que tratan de apaciguar al campesinado y detener la
revolución agraria.
”Muy obviamente – les fustigaba – éste es un razonamiento propio
de la clase terrateniente.., un
razonamiento contrarrevolucionario. Ni un solo camarada debería
repetir este contrasentido. Si

mantenéis opiniones claramente revolucionarias y permanecéis


algún tiempo en el campo, única-
mente podéis alegraros de ver cómo millones de campesinos
esclavizados están arreglando cuentas
con sus peores enemigos... Todos los camaradas deberían
comprender que nuestra revolución
nacional exige un gran levantamiento en el campo.., y deberían
apoyar este levantamiento; de otro
modo se encontrarán a sí mismos en el bando de la
contrarrevolución.”
Esta actitud le costó a Mao su puesto en el Comité Central.

- Sin embargo, fue a partir de la derrota de la


revolución cuando el maoísmo adquirió su origen
propio y aquellas características que habrían de
distinguirle de todas las demás corrientes del
comunismo y del leninismo.
Entretanto, la Comintern, negando que
la revolución china hubiera sido derrotada, incitaba al
partido chino a iniciar golpes
desesperados y levantamientos armados. Estas tácticas,
iniciadas con la insurrección armada
de Cantón en diciembre de 1927, se adaptaban bien a la
nueva ”línea general” de la
Comintern, que consistía en pronosticar la inminencia de
la revolución en Oriente y Occidente
a la vez, llamando a la ”lucha directa por el poder”,
rechazando en Europa todo frente único
de socialistas y comunistas, negándose a defender las
libertades democráticas, con slogans
sobre el socialfascismo, etc. En Alemania esta política
condujo al desastre en 1933. En China
los levantamientos desesperados, los golpes y otras
desventuras desmoralizaron y
desorganizaron lo que había quedado del movimiento
obrero chino tras la derrota de 1927.
Sobre este telón de fondo hizo su aparición el maoísmo.
Aunque los historiadores oficiales (y
el propio Mao) nunca lo han admitido, Mao compartía la
opinión de Chen Tu-hsiu de que la
revolución estaba en decadencia y que se avecinaba un
período de adormecimiento político.
Rechazaba la táctica ultraizquierdista de la Comintern,
desde el levantamiento de Cantón a las
diversas versiones de ”li-li-sanismo”. Sostenía, sin
embargo, que el comunismo, durante largo
tiempo, no tendría la posibilidad de volver a atrincherarse
en las ciudades ni de reconquistar
plazas fuertes entre la clase obrera, pues creía que la
derrota moral subsiguiente a las
rendiciones de 1925-27 era muy profunda. No albergaba
la esperanza de que el proletariado
urbano se levantara de nuevo eventualmente, pero volvía
la mirada hacia el campesinado, que
no había cesado de luchar y de alzarse en revueltas. Lo
que se suponía que era simplemente el
”acompañamiento” agrario de la revolución en las
ciudades continuaba oyéndose, fuerte y
estruendosamente, después de que las ciudades hubieran
sido reducidas al silencio.
En 1930 escribe “ Una pequeña chispa puede encender la
pradera”, donde indica que la ”Base Roja” que Chu Teh y
él habían formado en las montañas
Hunan-Kiangsi era solamente un ”refugio temporal” para
las fuerzas de la revolución.9
Pero
este recurso temporal y provisional apuntaba ya la
estrategia maoísta posterior.
Mao se hizo gradualmente consciente de las implicaciones
de su movimiento y al justificar la
”retirada de las ciudades” reconoció, cada vez más
explícitamente, al campesinado como la
única fuerza activa de la revolución, hasta que, para todos
sus propósitos e intenciones, volvió
la espalda a la clase obrera urbana. Trató su nueva ”vía al
socialismo” como un ”fenómeno
únicamente chino”, posible solamente en un país que no
era independiente ni siquiera
gobernado por una sola potencia imperialista, que era
objeto de una intensa rivalidad entre las
diversas potencias, cada una de las cuales tenía u propia
zona de influencia, sus propios
señores de la guerra, sus propios compradores y sus
títeres. Esta rivalidad, argüía, hacía
imposible que China realizara la integración nacional; el
Koumintang tampoco era capaz de
conseguirla y de crear una administración nacional más
coherente que los gobiernos
anteriores. Chiang Kai-shek podía aplastar con unos
pocos golpes militares la fuerza
concentrada de los obreros urbanos, pero no era capaz de
hacer lo mismo con el campesinado,
el cual, al estar extendido, era mucho menos vulnerable al
terror blanco y podía luchar durante
muchos años. Por consiguiente, en la China rural existirían
siempre “bolsas” en las que las
fuerzas de la revolución podrían sobrevivir, crecer y reunir
fuerzas. Renunciando a las
perspectivas de un revivir revolucionario en las ciudades,
el maoísmo se resguardó en la
permanencia de la revolución agraria.
En efecto, Mao daba por supuesto un prolongado empate
entre la derrotada revolución urbana
y una contrarrevolución paralítica, un prolongado e
inestable equilibrio entre los divididos
imperialismos, la impotente burguesía del Kuomintang y la
apática clase obrera. El empate
permitiría al campesinado el despliegue de sus energías
revolucionarias y apoyar a los
comunistas y a sus Bases Rojas como islotes dispersos
de un nuevo régimen. “ la existencia y el desarrollo del
Ejército Rojo y de los destacamentos
guerrilleros y, juntamente con ello, la existencia y el
desarrollo de pequeñas regiones rojas que han
crecido en medio del cerco del régimen blanco (una cosa
así, tan extraordinaria, no se observa sino en
China).... “ se comprenderá también que la creación y el
desarrollo del Ejército Rojo, de los
destacamentos guerrilleros y de las regiones rojas
representan la fase más alta de la lucha campesina, bajo
la dirección del proletariado, en la China semicolonial y el
resultado inevitable del desarrollo de la lucha
campesina en una semicolonia, y, sin duda alguna,
constituyen el factor más importante para acelerar el
ascenso revolucionario en todo el país.”... “ se
comprenderá asimismo que con una política
de simples acciones guerrilleras móviles no se puede
cumplir la tarea de acelerar el ascenso
revolucionario en escala nacional, en tanto que es
indudablemente correcta la política adoptada por Chu
Te y Mao Tse-tung y también por Fang Chi-min, que
consiste en crear bases de apoyo, establecer el Poder
de manera planificada, profundizar la revolución agraria,
engrosar las fuerzas armadas populares
siguiendo todo un proceso de formación, primero de
destacamentos de la Guardia Roja cantonal, luego
territorial, después distrital, posteriormente de fuerzas
locales del Ejército Rojo y, por último, de un
Ejército Rojo regular, y avanzar en oleadas en la
expansión del Poder rojo, etc. Sólo así se puede infundir
fe a las masas revolucionarias de todo el país, como lo ha
hecho la Unión Soviética con las del mundo
entero. Sólo así es posible crear inmensas dificultades a
las clases dominantes reaccionarias, hacer
tambalear sus cimientos y precipitar su desintegración
interna. Y sólo así se puede crear verdaderamente
un Ejército Rojo que nos servirá de instrumento principal
en la gran revolución venidera. En una palabra,
sólo así se puede acelerar el ascenso revolucionario”.
De este supuesto
infirió (en 1930) su amplia generalización sobre las
perspectivas internacionales del
comunismo:
”Si... las fuerzas subjetivas de la revolución china son
débiles actualmente, también lo son las
clases dominantes reaccionarias y su organización...
basada en un sistema socioeconómico atrasado

e inestable... En la Europa Occidental... las fuerzas


subjetivas de la evolución pueden ser actual-
mente más fuertes de lo que lo son en China, pero la
revolución no puede imponerse inmediata-
mente allí, pues en Europa las fuerzas de las clases
dominantes reaccionarias son mucho más

fuertes que en China... La revolución indudablemente


surgirá en China antes que en la Europa
Occidental”.

En la década del treinta lo que salvó al maoísmo y


contribuyó decisivamente a su evolución fueron, aparte de
su

propia decisión heroica de sobrevivir, dos grandes


acontecimientos o series de aconteci-
mientos: la invasión japonesa y la deliberada
desindustrialización de la China marítima por el

invasor. La conquista japonesa hizo más profundas las


contradicciones entre las potencias
imperialistas e interrumpió la unificación de China bajo la
égida del Kuomintang. Reprodujo
así aquella impotencia de las clases dominantes
reaccionarias en que Mao había basado sus
cálculos. El norte de China estaba en agitación; el
Kuomintang era incapaz de imponer allí su
control militar y de impedir la aparición y la consolidación
de los ”soviets” del norte. El
maoísmo sacó nuevas fuerzas de la incapacidad del
Kuomintang para garantizar la
independencia nacional, y también de su propio impulso
revolucionario, patriótico y
”jacobino” contra los japoneses. Por otra parte, con la
desindustrialización sistemática de la
China marítima, la pequeña clase obrera fue eliminada de
la escena. A medida que los
japoneses desmantelaban las plantas industriales de
Shanghai y otras ciudades los obreros
eran dispersados, se convertían en déclassés o se
desperdigaban en el campo.
De ello obtiene el maoísmo una especie de justificación
retroactiva. En lo sucesivo nadie
podría esperar el levantamiento de una nueva ”oleada
proletaria” en las ciudades. Los
alineamientos de clase de 1925-27 no podían reaparecer
en la siguiente revolución. El
esquema marxista-leninista de la lucha de clases se hacía
inaplicable en China. Los
campesinos eran la única fuerza que luchaba por acabar
con el antiguo orden, y el partido de
Mao centraba y potenciaba todas sus energías para la
rebelión.
Fue entonces, a finales de la
década de los treinta, cuando Mao formuló finalmente su principal y más original principio
estratégico: la revolución china, a diferencia de otras revoluciones, tendría que realizarse
desde el campo hacia la ciudad.
En “ Historia de la Revolución China ( 1939) Mao indica que el régimen feudal, iniciado con las dinastías Chou y
Chin, ha durado alrededor de tres mil años. En la China feudal, las características principales del sistema político
y económico eran las siguientes: l. La economía natural autárquica ocupaba la posición dominante. Los
campesinos producían tanto productos agrícolas como la mayor· parte de los artículos de artesanía que
necesitaban. La renta del suelo que los terratenientes y la nobleza extraían de los campesinos con su
explotación, era también utilizada principalmente para el propio consumo y no para el intercambio. Aunque el
intercambio se desarrolló en aquel tiempo, no desempeñó un papel decisivo en el conjunto de la economía. 2.
La clase dirigente feudal, compuesta por los terratenientes, la nobleza y el emperador, poseía la mayor parte de
las tierras, mientras los campesinos tenían muy pocas o carecían de ellas. Los campesinos cultivaban la tierra
con sus propios aperos agrícolas, para los terratenientes, la nobleza y la familia real; y les entregaban para su
consumo, del 40 hasta el 80 por 100, y aún más, de sus cosechas. Tales campesinos eran realmente siervos. 3.
No sólo los terratenientes, la nobleza y la familia real vivían de la renta extraída a los campesinos con su
explotación, sino que el estado, constituido por la clase terrateniente, extraía también tributos e impuestos de los
campesinos y les imponía trabajos forzados para sostener una horda de funcionarios gubernamentales y ejército
que se utilizaba sobre todo para oprimir a los campesinos. 4. El órgano de poder que protegía el sistema de
explotación feudal era el estado feudal de la clase de los terratenientes: En el período anterior a la dinastía Chin,
China era un estado feudal que comprendía cierto número de principados delimitados y rivales. Después de la
unificación de China por el Primer Emperador de la dinastía Chin, surgió un tipo de estado feudal, centralizado y
autocrático, aunque los feudos locales independientes sobrevivieron en cierta medida. En aquel estado feudal, el
emperador era todopoderoso: nombraba los funcionarios de todas las localidades que se hacían cargo de las
fuerzas armadas, de los tribunales, del tesoro y de los graneros estatales, y se apoyaba en los terratenientes y
en los señores feudales, base de su régimen. Bajo este régimen feudal de explotación económica y opresión
política, los campesinos chinos vivieron, a través de las eras, como esclavos, una horrorosa vida de privaciones
y sufrimientos. Sometidos al yugo del feudalismo, carecían de libertades personales. No gozaban de ningún
derecho político: los terratenientes podían, a su antojo, apalearles, insultarles e incluso matarles. La extrema
pobreza y el atraso de los campesinos, como consecuencia de la despiadada explotación y opresión de los
terratenientes, son la razón principal de que la economía y la vida· social de China hayan permanecido
estancadas durante miles de años. En la sociedad feudal, la contradicción principal era la existente entre los
campesinos y la clase terrateniente. En esta sociedad, los campesinos y los artesanos eran las dos clases
principales que creaban riqueza y cultura. Estas despiadadas explotación económica y opresión política forzaron
a los campesinos a· alzarse repetidamente en revueltas contra el dominio de la clase terrateniente.
Como se ha explicado antes, la sociedad china fue feudal durante tres mil años. ¿Pero es hoy completamente
feudal? No, China ha cambiado. Desde la Guerra del Opio de 1840, 15 China se ha transformado poco a poco
en una sociedad semicolonial y semifeudal. El surgimiento y el desarrollo del capitalismo constituyen, sin
embargo, sólo un aspecto del cambio que ha tenido lugar en China desde la penetración del imperialismo. Por
otro lado, el imperialismo, en connivencia con las fuerzas feudales, frena el desarrollo del capitalismo chino. Las
potencias imperialistas por cierto que no invaden nuestro país con el propósito de transformar a la China feudal
en una China capitalista. Su objetivo es precisamente el contrario: hacer de China su colonia o semicolonia.
Para ello las potencias imperialistas, a fin de convertir gradualmente a China en una semicolonia o en una
colonia, han utilizado las siguientes medidas de presión militar, política, económica y cultural: l. Las potencias
imperialistas emprendieron varias guerras de agresión contra China, como por ejemplo la Guerra del Opio,
iniciada por Inglaterra en 1840, la guerra desencadenada por el' ejército aliado anglo , -francés en 1857, 17 la
Guerra Chino-Francesa de 1884, 18 la Guerra Chino-Japonesa de 1894 19 y la guerra emprendida en 1900 por
el ejército aliado de las Ocho Potencias.Después de haber derrotado a China en la guerra, no sólo ocuparon
muchos países vecinos que hasta entonces se encontraban bajo el protectorado de ésta sino que además
ocuparon o «arrendaron» parte del territorio chino. Así por ejemplo, el Japón ocupó Taiwán y las islas de Pengju,
y «arrendó» Lüshun; Inglaterra se apoderó de Hong- kon; y Francia «arrendó» la Bahía de Cantón. Además de
anexionarse territorios, impusieron crecidísimas indemnizaciones. Por lo tanto, el inmenso imperio feudal de
China recibió golpes extraordinariamente duros. 2. Han obligado a China a firmar numerosos tratados
desiguales, de acuerdo con los cuales han adquirido el derecho a acantonar en China fuerzas de mar y tierra, y
a gozar de jurisdicción consular, 21 y han repartido a China en sus correspondientes zonas de influencia.22 3.
Por medio de estos tratados desiguales, han ganado el control de todos los puertos comerciales importantes de
China, y han acotado partes de muchos de ellos como concesiones sometidas a su administración directa.23
Controlan asimismo las aduanas de China, el mercio exterior de ésta, y sus comunicaciones marítimas,
terrestres, fluviales y aéreas. De esta manera, pueden inundar a China con sus mercancías, convertirla en un
mercado para sus productos industriales, y también poner la producción agrícola de China al servicio de sus
propias necesidades. 4. Han creado además en China numerosas industrias ligeras y pesadas, con objeto de
utilizar directamente las materias primas y la mano de obra barata de ésta, para ejercer presión económica
inmediata sobre sus industrias nacionales y frenar el desarrollo de las fuerzas productivas de China. 5. Por
medio de la concesión de empréstitos al gobierno chino y del establecimiento de bancos en China, han
monopolizado sus actividades bancarias y financieras. Así no sólo han desbordado al capitalista nacional chino,
en la competencia mercantil; sino que además han agarrotado sus actividades bancarias y financieras. 6. Con
objeto de facilitar la explotación de las grandes masas campesinas y de otros sectores de la población china,
han creado y puesto a su servicio la burguesía compradora, y una clase de comerciantes-usureros; y por medio
de estas clases, han establecido una red de explotación que se extiende desde los puertos comerciales hasta
las regiones rurales más remotas y atrasadas. 7. Además de la burguesía compradora, el imperialismo también
convierte a la clase feudal terrateniente china en un puntal de su dominación sobre China. «Se alía en primer
término con las clases dominantes de la vieja estructura social, con los terratenientes feudales y con la
burguesía comercial y usuaria, contra la mayoría del pueblo. El imperialismo se dedica por doquier, y
particularmente en las aldeas, a conservar y perpetuar todas esas formas de explotación precapitalistas, que
sirven de base a la existencia de sus aliados reaccionarios».24 «El imperialismo, con todo su poderío financiero
y militar en China, constituye la fuerza que apoya, estimula, fomenta y conserva las supervivencias feudales, con
toda su superestructura burocrático-caudillista».25 8. Las potencias imperialistas abastecen al gobierno
reaccionario chino de gran cantidad de armas y municiones, así como de multitud de consejeros militares, con
objeto de fomentar la lucha entre los caudillos militares y de oprimir al pueblo. 9. Además, nunca han
escatimado sus esfuerzos para envenenar las mentes de los chinos, es decir, para llevar a efecto una política de
agresión cultural. La difusión de la doctrina cristiana, el mantenimiento de hospitales y escuelas, la publicación
de periódicos y el inducir a los estudiantes chinos a estudiar en el extranjero, son algunas de las formas en que
se pone en práctica esta política. Su objetivo es el de preparar intelectuales para que sirvan a sus intereses y
engañen a las grandes masas populares de China. 10. Desde el 18 de septiembre de 1931, la ofensiva general
del imperialismo japonés ha convertido una amplia región del territorio chino, que ya era semicolonia, en su
colonia. Estos hechos constituyen el segundo aspecto de los nuevos cambios operados desde que comenzó la
penetración imperialista en China; presentan un cuadro sangriento de la China feudal al ser reducida a un país
semifeudal, semicolonial y colonial. Resulta claro, pues, que la agresión imperialista ha acelerado la
desintegración de la sociedad feudal china y ha impulsado el surgimiento de los elementos de capitalismo,
transformando así la sociedad feudal en semifeudal, imponiendo al mismo tiempo su dominio brutal y
convirtiendo a la China independiente en una China colonial y semicolonia.
Reuniendo los dos aspectos, se descubren las siguientes características de la sociedad china, colonial,
semicolonial y semifeudal:
).- La economía natural autárquica de los tiempos feudales ha sido quebrantada en sus cimientos; pero la base
de la explotación feudal, la explotación del campesinado por la clase de los terratenientes, no sólo permanente
intacta, sino que está ligada a la explotación del capital intermediario y usuario, jugando sin duda un papel
dominante en la vida social y económica de China. 2).- El capitalismo nacional se ha desarrollado en cierta
medida y ha desempeñado un papel considerable en la vida política y cultural de China. Pero como es bastante
débil y la mayor parte de sus representantes está más o menos ligada al imperialismo extranjero y al feudalismo
interior, no ha llegado a ser la principal forma económico- social de China. 3).- El poder autocrático de los
emperadores y la nobleza ha sido derrocado; en su lugar ha surgido primero el poder de la clase de los
terratenientes representada por caudillos militares y burócratas; y luego, la dictadura conjunta de la clase de los
terratenientes y de la gran burguesía. En las zonas ocupadas, existe el poder del imperialismo japonés y sus
títeres. 4).- El imperialismo controla las principales arterias financieras y económicas de China, así como
también su poder político y militar. En las zonas ocupadas, todo está en manos del imperialismo japonés. 5).- El
desarrollo económico, político y cultural de China es desigual en extremo, porque el país es grande y ha caído
bajo el dominio total o parcial de varias potencias imperialistas; y porque de hecho, estuvo desunido durante
largo tiempo. 6).- Bajo la doble opresión del imperialismo y el feudalismo y en especial como resultado de la
ofensiva general del imperialismo japonés, las grandes masas populares de China, particularmente los
campesinos, se han ido empobreciendo más y más, se han arruinado totalmente en gran número y viven en
medio del hambre y del frío, y todos carecen por completo de derechos políticos. Esta pobreza extrema y esta
completa falta de libertad encuentran pocos parangones en el mundo. Tales son las características de la
sociedad colonial, semicolonial y semifeudal de China.

La contradicción entre el imperialismo y la nación china y la contradicción entre el feudalismo y las grandes
masas populares, son las contradicciones principales de la sociedad china moderna. Existen, sin duda, otras
contradicciones, como las que hay entre la burguesía y el proletariado, y en el seno de las propias clases
dominantes reaccionarias. La contradicción entre el imperialismo y la nación china es, sin embargo, la principal.
Las luchas que surgen de estas condiciones y su intensificación engendran inevitablemente los movimientos
revolucionarios que se irán desarrollando cada día más. Las grandes revoluciones modernas y contemporáneas
de China han surgido y se han desarrollado sobre la base de estas contradicciones fundamentales.

Del análisis efectuado en la parte. 3 del capítulo I, sabemos ya que la presente sociedad china es colonial,
semicolonial y semifeudal. Sólo la clara comprensión de este hecho nos permitirá llegar a comprender contra
quién se dirige la revolución china, sus tareas, sus fuerzas motrices, su carácter y sus perspectivas y su
transformación ulterior. Una clara comprensión del carácter de la sociedad china, o sea, de la situación real de
China es la premisa fundamental para comprender todos los problemas de la revolución. Dado el carácter de la
sociedad china actual, ¿contra quién se dirige la revolución, o quiénes son los enemigos principales de la
revolución china en la etapa actual? No son otros sino el imperialismo y el feudalismo, es decir, la burguesía de
los países imperialistas y los terratenientes en el interior, porque en la etapa actual de la sociedad china son
ellos los principales agentes que oprimen a la sociedad china y dificultan su progreso. Conspiran para oprimir al
pueblo chino y, como la opresión nacional ejercida por el imperialismo es el yugo más pesado, el imperialismo
es el primero y el peor de los enemigos del pueblo chino. Desde la invasión armada de China por el Japón, los
principales enemigos de la revolución china han sido los imperialistas japoneses y todos sus cómplices, los
traidores y los reaccionarios chinos que han capitulado abiertamente o se disponen a capitular.
Ante tales enemigos, los medios, o la forma, principales de la revolución china tienen que ser armados y no
pacíficos; porque, al privar al pueblo chino de todas las libertades y derechos políticos, nuestros enemigos han
desechado toda posibilidad de que recurramos a acciones políticas pacíficas. «En China -dice Stalin-, la
revolución armada lucha contra la contrarrevolución armada. Esta es una de las particularidades y una de las
ventajas de la revolución china». 30 La formulación de Stalin es perfectamente correcta. Por eso es un error
menospreciar la lucha armada, la guerra revolucionaria, la guerra de guerrillas y la labor en el ejército. Ante tales
enemigos, la revolución china tiene también que afrontar la cuestión de las bases de apoyo revolucionarias.
Como los poderosos imperialistas y sus aliados, las fuerzas reaccionarias, seguirán ocupando durante un largo
tiempo las ciudades-clave de China, si las fuerzas revolucionarias no quieren llegar a un compromiso con ellos
sino que están determinadas a seguir la lucha, y si tratan de acumular sus fuerzas y de templarse, y de evitar las
batallas decisivas con su poderoso enemigo mientras no hayan reunido la potencia suficiente, deben hacerse de
las regiones rurales atrasadas una firme base de apoyo avanzada, un gran baluarte militar, político, económico y
cultural de la revolución, sobre el cual puedan apoyarse a fin de luchar contra el fiero enemigo que utiliza las
ciudades para atacar a las regiones rurales, y lograr, paso a paso, en una lucha prolongada, la victoria total de la
revolución. En estas circunstancias, debido al desigual. desarrollo económico de China, es decir, a la ausencia
de una economía capitalista única; a la enorme extensión de su territorio, que ofrece a las fuerzas
revolucionarias espacio suficiente para maniobrar; a la desunión y a las numerosas contradicciones existentes
en el campo contrarrevolucionario; y al hecho de que la lucha de los campesinos, la fuerza principal de la
revolución china, está dirigida por el partido del proletariado -por el Partido Comunista-; debido a todas estas
circunstancias, se produce una situación en la cual, por un lado, la revolución china puede triunfar primero en los
distritos rurales y, por el otro, la revolución se desenvuelve de una manera desigual en las diferentes regiones
del país, por lo que la lucha hasta obtener la victoria definitiva pasa a ser larga y penosa. Es evidente que la
prolongada lucha revolucionaria mantenida en dichas bases de apoyo revolucionarias es, sobre todo, una guerra
campesina de guerrillas dirigida por el Partido Comunista de China. Es, pues, un error descuidar la constitución
de bases de apoyo revolucionarias en los distritos rurales, descuidar la labor tenaz entre los campesinos,
descuidar la guerra de guerrillas.

Analicemos las características de las diferentes clases de la sociedad china:


-La clase de los terratenientes La clase terrateniente, principal base social del dominio imperialista sobre China,
utiliza el régimen feudal para explotar y oprimir al campesinado, obstaculiza el desarrollo político, económico y
cultural de la sociedad china y no juega ningún papel progresista. Como clase, los terratenientes son, pues, un
blanco y no una fuerza motriz de la revolución. En la Guerra de Resistencia a la Agresión Japonesa, una parte
de los grandes terratenientes, en pos de un sector de la gran burguesía (los capituladores), se ha entregado a
los invasores japoneses, volviéndose colaboracionistas mientras otra parte, en pos del sector de los
reaccionarios más recalcitrantes de la gran burguesía, permanecen en el campo antijaponés, pero es vacilante
en extremo. Como muchos de los señores feudales ilustrados -es decir, terratenientes de carácter más o menos
capitalista- originarios de los terratenientes medios y pequeños dan prueba de cierta actividad en la resistencia a
la agresión japonesa, todavía tenemos que unirnos con ellos en la lucha común. 2. La burguesía Dentro de la
burguesía hay que distinguir entre la gran burguesía con carácter de intermediaria del imperialismo y la
burguesía nacional. La gran burguesía con carácter de intermediaria es una clase sostenida por los capitalistas
de los países imperialistas, que sirve directamente a éstos y está estrechamente ligada por incontables lazos
con las fuerzas feudales del campo. Por eso, la gran burguesía con carácter de intermediario nunca ha sido una
fuerza motriz, sino un blanco siempre de la revolución china. Pero los diferentes sectores de la gran burguesía
china con carácter de intermediaria prestan obediencia a distintas potencias imperialistas; cuando las
contradicciones entre éstas se convierten en agudos antagonismos, y una de las potencias pasa a ser blanco
principal de la revolución, los sectores dependientes de otras potencias pueden incorporarse, en cierta medida y
durante cierto lapso, al frente antíimperialista existente. Pero en cuanto sus amos se enfrentan con la revolución
china, ellos hacen lo mismo. En la Guerra de Resistencia a la Agresión Japonesa, la gran burguesía
projaponesa, los capituladores, se han entregado ya o se disponen a hacerlo. Los grandes burgueses pro-
europeos o pro-norteamericanos, los reaccionarios recalcitrantes, aunque permanezcan en el campo
antijaponés, son extraordinariamente vacilantes, porque son gentes de dos caras, a la vez anti-japoneses y
antico-munistas. Nuestra política con respecto a los capituladores de la gran burguesía es la de tratarlos como a
enemigos y de combatirlos sin vacilar. En cuanto a los reaccionarios recalcitrantes de la gran burguesía,
mantenemos una doble política revolucionaria: por un lado, nos unimos con ellos puesto que aún son anti
japoneses y debemos utilizar todavía la contradicción entre ellos y el imperialismo japonés; y por otro lado, los
combatimos resueltamente porque realizan una arbitraria política anticomunista y antipopular que socava la
resistencia y la unidad, y sin esa lucha la resistencia y la unidad correrían peligro. La burguesía nacional es una
clase con doble carácter. Esta clase se encuentra oprimida por el imperialismo y encadenada por el feudalismo,
por lo cual está en contradicción con ambos. En este sentido, constituye una de las fuerzas revolucionarias. En
la historia de la revolución china, ha mostrado algún entusiasmo por luchar contra el imperialismo y el gobierno
de burócratas y caudillos militares. Por otra parte, le falta valor para oponerse a fondo al imperialismo y al
feudalismo porque es débil económica y políticamente y no ha roto por completo sus lazos económicos con el
imperialismo y el feudalismo. Esto se manifiesta con mayor claridad a medida que crece la fuerza revolucionaria
del pueblo. Debido a este doble carácter, la burguesía nacional puede, en determinados períodos y en cierta
medida, tomar parte en la lucha contra el imperialismo y contra el gobierno de los burócratas y los caudillos
militares, y llegar a ser una fuerza revolucionaria. En otras ocasiones existe el peligro de que pueda seguir a la
gran burguesía compradora y actuar como su cómplice contrarrevolucionaria. La burguesía nacional es en
China, principalmente, burguesía media. Aunque se opuso a la revolución durante el período comprendido entre
1927 y 1931, antes del Incidente del 18 de septiembre, en pos de la clase de los grandes terratenientes y de la
gran burguesía, nunca ha conseguido un control efectivo del poder político, sino que ha sufrido las restricciones
impuestas por la política reaccionaria de las dos clases dominantes, los grandes terratenientes y la gran
burguesía. Durante la Guerra de Resistencia a la Agresión Japonesa se diferencia no sólo de los capituladores
de la gran burguesía y de los grandes terratenientes sino también de los grandes burgueses recalcitrantes, y
hasta la fecha sigue siendo un aliado nuestro relativamente bueno. Por eso es de todo punto necesario adoptar
una política cautelosa con respecto a la burguesía nacional.3. Los distintos tipos de pequeña burguesía, aparte
del campesinado La pequeña burguesía, aparte de los campesinos, se compone del gran número de
intelectuales, pequeños comerciantes, artesanos y personas que ejercen las profesiones liberales. Todos estos
tipos de pequeños burgueses, con una situación un tanto similar a la de los campesinos medios, sufren la
opresión del imperialismo, del feudalismo y de la gran burguesía, y de más en más caminan hacia la bancarrota
y la ruina. Por eso, estos sectores de la pequeña burguesía constituyen una de las fuerzas motrices de la
revolución y un aliado fiel del proletariado. Sólo pueden conseguir su liberación bajo la dirección del proletariado.
Analicemos los distintos tipos de pequeña burguesía, aparte del campesinado. En primer lugar, los intelectuales
y la juventud estudiantil. No constituyen una clase o capa social. Pero, a juzgar por su extracción familiar, sus
condiciones de vida y sus posiciones políticas, la mayor parte de ellos, en la China de hoy, pueden ser
clasificados como pequeños burgueses. Durante los últimos decenios, surgió en China un gran grupo de
intelectuales y estudiantes. Aparte de los que están ligados al imperialismo y a la gran burguesía y sirven a
éstos en la lucha contra el pueblo, son, en general, víctimas de la opresión del imperialismo, del feudalismo y de
la gran burguesía; y corren el peligro de perder sus puestos o la posibilidad de estudiar. Por eso son muy
revolucionarios. Han asimilado, en mayor o menor medida, la ciencia capitalista; han adquirido un agudo sentido
político y, en la presente etapa de la revolución china, juegan con frecuencia papel de vanguardia o de puente.
La campaña anterior a la Revolución de 1911, encaminada a enviar estudiantes a estudiar al extranjero, el
Movimiento del 4 de mayo de 1919, el Movimiento del 30 de mayo de 1925 y el Movimiento del 9 de diciembre
de1935 (31) son pruebas fehacientes de ello. En particular, un gran número de intelectuales, más o menos
pobres, puede adherirse a la revolución o apoyarla, al lado de los obreros y los campesinos. Fue también entre
los intelectuales y la juventud estudiantil de China donde primero se difundió ampliamente y se aceptó la
ideología marxista-leninista. No se puede llegar a organizar las fuerzas revolucionarias y llevar a cabo una labor
revolucionaria sin la participación de los intelectuales revolucionarios. Pero, mientras no se hayan incorporado a
las luchas revolucionarias de las masas, ni se hayan decidido a servir los intereses de las masas y a
identificarse con ellas, los intelectuales tienden, con frecuencia, al subjetivismo y al individualismo, sus ideas
suelen ser estériles y se muestran vacilantes en la acción. Por consiguiente, aunque las grandes masas de los
intelectuales revolucionarios de China pueden desempeñar un papel de vanguardia o de puente, no todos serán
revolucionarios hasta el fin. Una parte de ellos abandonará las filas revolucionarias en los momentos críticos y
se hundirá en la pasividad; un pequeño número puede incluso convertirse en contrarrevolucionario. Los
intelectuales pueden superar estos defectos sólo después de haber pasado por un largo período de lucha de
masas. En segundo lugar, los pequeños comerciantes. Generalmente poseen pequeñas tiendas pero no tienen
dependientes o tienen pocos. Les amenaza la bancarrota, como consecuencia de la explotación del
imperialismo, de la gran burguesía y de los usureros. En tercer lugar, los campesinos pobres. Con los peones
agrícolas, representan alrededor del 70 por ciento de la población rural de China. Son las grandes masas
campesinas sin tierra o con tierra escasa, el semiproletariado del campo, la más antiimperialista y favorable a la
revolución agraria, pueden también aceptar el socialismo. Por eso, el conjunto del campesinado medio puede
llegar a ser un aliado fiel del proletariado, y contarse entre las importantes fuerzas motrices de la revolución. Su
actitud en pro o en contra de la revolución es un factor de su victoria o su derrota; y esto es particularmente
cierto cuando pasan a constituir la mayoría de la población rural, después de la revolución agraria. En cuarto
lugar, los artesanos. Son muy numerosos. Poseen sus medios de producción propios, no tienen obreros y sólo
uno o dos aprendices o ayudantes. Su situación es similar a la de los campesinos medios. En cuarto lugar, los
que ejercen las profesiones liberales. Comprenden a las gentes que practican diversas profesiones, como los
doctores; No explotan el trabajo ajeno, o sólo lo hacen levemente. Su situación es similar a la de los artesanos.
Los sectores arriba mencionados de la pequeña burguesía forman una vasta multitud de gentes que, en general,
pueden adherirse a la revolución y apoyarla; son, pues, buenos aliados. Por eso debemos ganárnoslos y
prestarles particular atención. Su debilidad reside en que algunos de ellos son fácilmente influenciables por la
burguesía; en consecuencia, debemos efectuar entre ellos propaganda revolucionaria y labor de organización. 4.
El campesinado El campesinado representa alrededor del 80 por ciento de la población total de China; en el
presente es la fuerza principal de la economía nacional. Entre los campesinos se está verificando un proceso de
diferenciación radical. En primer lugar, los campesinos ricos. Significan alrededor del 5 por ciento de la
población rural (junto con los terratenientes, alrededor del 10 por ciento), y se los denomina burguesía rural. La
mayor parte de los campesinos ricos de China tienen carácter semifeudal; arriendan una parte de sus tierras,
practican la usura y explotan con no poca violencia a los peones agrícolas. Pero, en general, participan en el
trabajo, y en este sentido forman parte del campesinado. Sus actividades productoras seguirán siendo útiles aún
por cierto tiempo. En general, pueden aportar cierta contribución a la lucha de masas anti imperialista, y pueden
permanecer neutrales en la revolución agraria contra los terratenientes. Por eso no debemos agruparlos con los
terratenientes, ni adoptar prematuramente con ellos una política de eliminarlos. En segundo lugar, los
campesinos medios. Representan alrededor del 20 por ciento de la población rural de China. Autárquicos
económicamente, pueden tener algún excedente de su cosecha cuando el año ha sido bueno; usan a veces
algunos peones o prestan al interés pequeñas cantidades de dinero; en general, no son explotadores sino que
sufren la explotación del imperialismo, de los terratenientes y de la burguesía. No gozan de derechos políticos.
Una parte de ellos no tiene tierras suficientes; y sólo los más acomodados disponen de un pequeño excedente
de tierras. No sólo pueden incorporarse a la revolución grande fuerza motriz de la revolución china; y, por su
naturaleza, el aliado más fiel del proletariado y el contingente mayor de las fuerzas revolucionarias de China.
Los campesinos pobres y los campesinos medios sólo pueden conseguir su liberación bajo la dirección del
proletariado; y el proletariado sólo puede conducir la revolución hasta la victoria si forma una alianza firme con
los campesinos pobres y con los campesinos medios, lo que de otra manera resultará imposible. La palabra
«campesinado» se refiere principalmente a los campesinos pobres y medios. 5. El proletariado Del proletariado
chino, los obreros de la industria moderna son de 2,5 a 3 millones; los trabajadores asalariados en las industrias
menores, en la artesanía y los dependientes de comercio suman en las ciudades alrededor de 12.000.000; y el
proletariado rural, es decir, los peones agrícolas, y otros proletarios urbanos y rurales son también muy
numerosos. Además de las cualidades fundamentales del proletariado en general, es decir, de su ligazón con la
forma de economía más avanzada, de su fuerte sentido de la organización y la disciplina, y de que carece de
medios de producción propios, el proletariado chino posee otras muchas cualidades destacadas. ¿Cuáles son
estas cualidades?
Primera: El proletariado chino es víctima de la triple opresión del imperialismo, de la burguesía y de las fuerzas
feudales, opresión casi sin paralelo con otras naciones del mundo por su rigurosidad y su crueldad; y, por lo
tanto, es más decidido y consecuente en la lucha revolucionaria que ninguna otra clase. Como en la China
colonial y semicolonial no existe, como en Europa, base económica para el social-reformismo, salvo unos pocos
esquiroles, todo el proletariado es muy revolucionario. Segunda: Desde que apareció en la escena
revolucionaria, el proletariado chino ha estado bajo la dirección de su propio partido político revolucionario -el
Partido Comunista de China- y ha llegado a ser la clase más consciente políticamente de la sociedad china.
Tercera: Como la inmensa mayoría de los proletarios chinos provienen del campesinado arruinado, mantienen
lazos naturales con las grandes masas campesinas, lo cual facilita la estrecha alianza entre las dos clases. Por
tanto, a pesar de ciertas debilidades inevitables, como por ejemplo su pequeño tamaño en comparación con el
campesinado, su juventud en comparación con el proletariado de los países capitalistas, y su bajo nivel cultural
en comparación con la burguesía, el proletariado chino ha llegado a ser la fuerza motriz fundamental de la
revolución china. Sin su dirección es seguro que la revolución china no alcanzará el triunfo. Para tomar un
ejemplo anterior, la Revolución de 1911 abortó porque el proletariado no participó en ella de manera consciente
y porque aún no existía el Partido Comunista. Más recientemente, la revolución de 1924-1927 obtuvo grandes
victorias durante. cierto tiempo debido a la participación consciente y a la dirección del proletariado, así como a
la existencia del Partido Comunista; pero luego sufrió la derrota porque la gran burguesía traicionó su alianza,
con el proletariado y abandonó el programa común revolucionario; y también porque el proletariado chino y su
partido político carecían todavía de una rica experiencia revolucionaria. Ahora, toda la nación se ha unido y la
gran Guerra de Resistencia a la Agresión Japonesa ha sido emprendida y llevada adelante de manera resuelta,
porque el proletariado y el Partido Comunista de China han asumido su dirección en el Frente Unido Nacional
Antijaponés.

La Nueva Democracia La característica histórica de la revolución china consiste en que se divide en dos etapas:
democracia y socialismo, y la primera ya no es la democracia corriente, sino una democracia de tipo chino, de
tipo particular y nuevo, o sea, la nueva democracia. Ahora bien, ¿cómo se ha formado esta característica
histórica? ¿Existe desde hace un siglo, o ha surgido más tarde?
Basta con estudiar un poco el desarrollo histórico de China y del mundo para comprender que esta
característica no existe desde la Guerra del Opio, sino que se ha formado más tarde, después de la Primera
Guerra Mundial imperialista y de la Revolución de Octubre en Rusia. Examinemos ahora el proceso de su
formación.
Es evidente que, dada la naturaleza colonial, semicolonial y semifeudal de la actual sociedad, la
revolución china ha de pasar por dos etapas. La primera consiste en transformar esa sociedad colonial,
semicolonial y semifeudal en una sociedad democrática independiente, y la segunda, en hacer avanzar la
revolución y construir una sociedad socialista. La revolución china se encuentra ahora en su primera etapa.
El período preparatorio de la primera etapa comenzó con la Guerra del Opio de 1840, esto es, cuando
la sociedad china empezó a transformarse de feudal en semicolonial y semifeudal. Luego se han sucedido el
Movimiento del Reino Celestial Taiping, la Guerra
pág. 357
Chino-Francesa, la Guerra Chino-Japonesa, el Movimiento Reformista de 1898, la Revolución de 1911, el
Movimiento del 4 de Mayo, la Expedición al Norte, la Guerra Revolucionaria Agraria y la actual Guerra de
Resistencia contra el Japón. Estas numerosas fases abarcan un siglo entero y, en cierto sentido, todas forman
parte de esta primera etapa; son luchas realizadas por el pueblo chino, en diferentes ocasiones y grados, contra
el imperialismo y las fuerzas feudales, a fin de construir una sociedad democrática independiente y llevar a cabo
la primera revolución. Sin embargo, es la Revolución de 1911 la que marca, en un sentido más completo, el
comienzo de dicha revolución. La primera revolución es, por su carácter social, democrático-burguesa, y no
socialista proletaria. Todavía no está consumada, y exige ingentes esfuerzos, porque sus enemigos siguen
siendo muy poderosos. Cuando el Dr. Sun Yat-sen decía: "No se ha consumado aún la revolución; todos mis
camaradas deben continuar luchando", se refería precisamente a esta revolución democrático-burguesa.
Sin embargo, la revolución democrático-burguesa de China experimentó un cambio con el estallido de
la Primera Guerra Mundial imperialista en 1919 y el establecimiento de un Estado socialista sobre una sexta
parte del globo a consecuencia de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia.
Antes de estos acontecimientos, la revolución democrático-burguesa china pertenecía a la vieja
categoría, a la de la revolución democrático-burguesa mundial, y formaba parte de esta revolución.
Después de dichos acontecimientos, la revolución democrático-burguesa china pasó a pertenecer a
una nueva categoría de la revolución democrático-burguesa, y el frente del que forma parte es el de la
revolución socialista proletaria mundial.
¿Por qué? Porque la Primera Guerra Mundial imperialista y la primera revolución socialista victoriosa, la
Revolución de Octubre, han cambiado totalmente el curso de la historia mundial, abriendo en ella una nueva era.
Es una era en que el frente capitalista mundial se ha derrumbado en un sector del globo (un sexto de
su superficie) y ha revelado plenamente su podredumbre en el resto; en que lo que queda del mundo capitalista
no puede sobrevivir sin depender más que nunca de las colonias y semicolonias; una era en que se ha fundado
un Estado socialista, dispuesto, como lo ha proclamado, a dar activo apoyo al movimiento de liberación de todas
las colonias y semicolonias, y en que el proletariado de los países capitalistas se libera cada día más.
de la influencia de los partidos socialdemócratas, social-imperialistas, y ha proclamado su apoyo al movimiento
de liberación de las colonias y semicolonias. En esta era, toda revolución emprendida por una colonia o
semicolonia contra el imperialismo, o sea, contra la burguesía o capitalismo internacional, ya no pertenece a la
vieja categoría, a la de la revolución democrático-burguesa mundial, sino a la nueva categoría; ya no forma parte
de la vieja revolución burguesa o capitalista mundial, sino de la nueva revolución mundial: la revolución mundial
socialista proletaria. Estas colonias o semicolonias en revolución no pueden ser consideradas como aliadas del
frente de la contrarrevolución capitalista mundial; se han convertido en aliadas del frente de la revolución
socialista mundial.
En su primera etapa o primer paso, tal revolución de un país colonial o semicolonial, aunque por su
carácter social sigue siendo fundamentalmente democrático-burguesa y sus reivindicaciones tienden
objetivamente a desbrozar el camino al desarrollo del capitalismo, ya no es una revolución de viejo tipo, dirigida
por la burguesía y destinada a establecer una sociedad capitalista y un Estado de dictadura burguesa, sino una
revolución de nuevo tipo, dirigida por el proletariado y destinada a establecer, en esa primera etapa, una
sociedad de nueva democracia y un Estado de dictadura conjunta de todas las clases revolucionarias. Por
consiguiente, esta revolución abre precisamente un camino aún más amplio al desarrollo del socialismo. Durante
su curso, atraviesa varias fases debido a los cambios en el campo contrario y entre sus propios aliados, pero su
carácter fundamental permanece inalterado.
Tal revolución combate consecuentemente al imperialismo, y por lo tanto este no la tolera y lucha
contra ella. En cambio, el socialismo la aprueba, y el Estado socialista y el proletariado internacional socialista la
ayudan.
Por eso, esta revolución no puede ser sino parte de la revolución mundial socialista proletaria.
"La revolución china es parte de la revolución mundial" -- esta correcta tesis fue planteada ya durante la
Primera Gran Revolución china de 1924-1927. Fue planteada por los comunistas chinos y aprobada por todos
cuantos participaban entonces en la lucha antiimperialista y antifeudal. Sin embargo, la significación de esta
tesis no fue esclarecida en aquellos días, de suerte que la gente sólo tenía una vaga idea al respecto

: Cuál es, pues, el carácter de la revolución china en la etapa presente? ¿Es una revolución democrático-
burguesa o una revolución socialista-proletaria? Sin duda que no es del segundo tipo sino del primero. Está ya
claro que la sociedad china es todavía colonial, semi colonial y semi feudal; que los enemigos principales de la
revolución china siguen siendo el imperialismo y las fuerzas feudales; que la tarea de la revolución china
consiste en una revolución nacional y en una revolución democrática para derrocar a esos dos enemigos
principales; que la burguesía toma parte a veces en esta revolución, y que aun cuando la gran burguesía
traiciona la revolución y se convierte en su enemiga, nuestra revolución sigue estando dirigida contra el
imperialismo y el feudalismo y no contra el capitalismo y la propiedad privada capitalista en general. En vista de
ello, el carácter de la revolución china, en la etapa presente, no es socialistaproletario sino democrático-burgués.
No obstante, la revolución democrático-burguesa en la China de hoy ya no es del viejo tipo corriente, hoy
anticuado, sino de un nuevo tipo especial. Este tipo de revolución se desarrolla en China y en todos los países
coloniales y semi-coloniales, y nosotros la denominamos revolución de la nueva democracia. La revolución de la
nueva democracia es parte de la revolución mundial socialistaproletaria, que lucha resueltamente contra el
imperialismo o capitalismo internacional. Políticamente significa la dictadura conjunta de varias clases
revolucionarias sobre los imperialistas, los colaboracionistas y los reaccionarios, y la lucha contra los intentos de
convertir a la sociedad china en una sociedad sometida a la dictadura burguesa. Económicamente significa la
nacionalización de todo el gran capital y todas las grandes empresas de los imperialistas, los colaboracionistas y
los reaccionarios; la distribución de la tierra de los terratenientes entre los campesinos, y, al mismo tiempo, la
conservación de las empresas del capital privado en generalsin eliminar la economía de los campesinos ricos.
Esta revolución democrática de nuevo tipo, a la vez que abre el camino al capitalismo, crea la premisa para el
socialismo. La etapa presente de la revolución china es una· etapa de transición, en la que se da fin a la
sociedad colonial, semicolonial y semifeudal y se establece la sociedad socialista, es el proceso de la revolución
de la nueva democracia. Este proceso, que no empezó hasta después de la Primera Guerra Mundial y de la
Revolución de Octubre de Rusia, se inició en China con el Movimiento del 4 de mayo de 1919: Antes del
Movimiento del 4 de Mayo, la lucha en el frente cultural de China fue la lucha entre la nueva cultura de la
burguesía y la vieja cultura de la clase feudal. Tal carácter tuvieron las luchas de esa época entre el "sistema
escolar moderno" y el sistema de exámenes imperiales[17], entre el saber nuevo y el antiguo, entre el saber
occidental y el tradicional. Por "sistema escolar moderno", saber nuevo o saber occidental se entendían
fundamentalmente (decimos fundamentalmente, porque todavía se mezclaban con muchos perniciosos vestigios
del feudalismo chino) las ciencias naturales imprescindibles para los representantes de la burguesía, y las
teorías socio-políticas burguesas. En ese tiempo, las ideas del saber nuevo desempeñaron un papel
revolucionario al luchar contra las ideas feudales chinas, y sirvieron a la revolución democrático-burguesa china
del antiguo período. Sin embargo, debido a la impotencia de la burguesía china y a la entrada del mundo en la
época del imperialismo, estas ideas burguesas fueron arrolladas en las primeras escaramuzas por la alianza
reaccionaria entre las ideas esclavizadoras del imperialismo extranjero y las del "retorno a los antiguos" del
feudalismo chino; bastaron los primeros contraataques de esta alianza ideológica reaccionaria para que el
llamado saber nuevo arriara banderas, silenciara tambores y tocara a retirada; perdida el alma, le quedó sólo el
pellejo. En la época del imperialismo, la vieja cultura democrático-burguesa ya estaba corrompida y no tenía
ninguna vitalidad: su derrota era inevitable.
Pero, a partir del Movimiento del 4 de Mayo, las cosas cambiaron. Surgió en China una fuerza cultural
fresca, totalmente nueva: la cultura e ideología comunistas, guiadas por los comunistas chinos, o sea, la
concepción comunista del mundo y la teoría de la revolución social. El Movimiento del 4 de Mayo tuvo lugar en
1919, y la fundación del Partido Comunista de China y el comienzo real del movimiento obrero se produjeron en
1921. Todo esto sucedió después de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución de Octubre, esto es, en una
época en que la cuestión nacional y el movimiento revolucionario de las colonias habían tomado en el mundo un
nuevo cariz. Aquí la conexión entre la revolución china y la revolución mundial es sumamente clara. Una fuerza
política fresca -- el proletariado y su Partido Comunista -- subió a la escena política china, y, como resultado, la
fuerza cultural fresca, con nuevo uniforme y nuevas armas, uniéndose con todos los aliados posibles y
desplegando sus filas en formación de combate, lanzó una heroica ofensiva contra las culturas imperialista y
feudal. Esta fuerza ha logrado un enorme desarrollo en el campo de las ciencias sociales y en el de las letras y
artes, o sea, en filosofía, ciencias económicas, ciencias políticas, ciencia militar, historia, literatura y arte (teatro,
cine, música, escultura y pintura). Durante los últimos veinte años, adondequiera que esta nueva Fuerza cultural
ha dirigido sus ataques, se ha producido una gran revolución tanto en el contenido ideológico como en la forma
(por ejemplo, en la lengua escrita). Es tan imponente y poderosa que resulta invencible allí donde llega. La
movilización que ha realizado tiene una amplitud sin paralelo en la historia de China. Y el más grande y valiente
abanderado de esta nueva fuerza cultural ha sido Lu Sin. Comandante en jefe de la revolución cultural de China,
no sólo fue un gran hombre de letras, sino también un gran pensador y un gran revolucionario. Lu Sin fue
hombre de integridad inflexible, sin sombra de servilismo ni obsequiosidad, cualidad ésta la más valiosa en los
pueblos coloniales y semicoloniales. En el frente cultural, Lu Sin, representante de la gran mayoría de la nación,
fue el más correcto, valiente, firme, leal y ardiente héroe nacional que haya jamás asaltado las posiciones
enemigas. El rumbo de Lu Sin es justamente el de la nueva cultura de la nación china.
Antes del Movimiento del 4 de Mayo, la nueva cultura de China era, por su carácter, la cultura de vieja
democracia y formaba parte de la revolución cultural capitalista de la burguesía mundial. A partir de dicho
Movimiento, ya es la cultura de nueva democracia y forma parte de la revolución cultural socialista del
proletariado mundial.
Antes del Movimiento del 4 de Mayo, el movimiento por la nueva cultura o revolución cultural de China
estaba dirigido por la burguesía, que aún desempeñaba el papel dirigente. Después del Movimiento del 4 de
Mayo, la cultura e ideología de la burguesía han quedado aún más atrasadas que su política, y ya no les
corresponde ningún papel dirigente; a lo sumo, pueden desempeñar, hasta cierto punto, el papel de aliado en
determinados períodos revolucionarios. El papel dirigente en esta alianza corresponde necesariamente a la
cultura e ideología del proletariado. Este es un hecho patente, irrefutable.

. Una revolución de la nueva democracia es una revolución de las masas populares dirigidas por el proletariado·
y orientada contra el imperialismo y el feudalismo. China sólo puede avanzar hacia la sociedad socialista
pasando por este tipo de revolución. Esta revolución de la nueva democracia se diferencia mucho de las
revoluciones democráticas que registra la historia de los países europeos y americanos; no conduce a la
dictadura de la burguesía, sino a la dictadura del frente unido de todas las. clases revolucionarias bajo la
dirección del proletariado. En la Guerra de Resistencia a la Agresión Japonesa, el poder político democrático
antijaponés establecido en las bases de apoyo anti japonesas bajo la dirección del Partido Comunista de China
representa el poder político del Frente Unido Nacional Antijaponés, que no es la dictadura de una sola clase, ni
de la burguesía ni del proletariado, sino una dictadura conjunta de varias clases revolucionarias bajo la dirección
del proletariado. Todos los que sean partidarios de la resistencia al Japón y de la democracia pueden participar
en este poder político, sea cual fuere su filiación política. Este tipo de revolución de la nueva democracia se
diferencia también de la revolución socialista en que trata tan sólo de derrocar en China el poder de los
imperialistas, los colaboracionistas y los reaccionarios, pero no de causar daño a ningún sector de la burguesía
que todavía pueda tomar parte en las luchas antiimperialistas y antifeudales. Esta revolución de la nueva
democracia concuerda, en lo esencial, con la revolución de los Tres Principios del Pueblo, tal como la
propugnaba Sun Yat-sen en 1924. En el Manifiesto del Primer Congreso Nacional del Koumintang, publicado en
aquel año, Sun Yat-sen declaraba:El llamado sistema democrático en las naciones modernas suele estar
monopolizado por la burguesía y ha llegado a ser un simple instrumento de opresión de las gentes sencillas. En
cuanto al Principio de la Democracia proclamado por el Kuomintang, significa que ésta debe ser gozada por
todas las gentes sencillas, y no monopolizada por unos cuantos.» y añadía luego: «Empresas tales como los
bancos, los ferrocarriles y las líneas aéreas, ya sean de propiedad china o extranjera, que tengan un carácter
monopolista o sean demasiado grandes para ser explotadas por particulares, deben ser dirigidas por el estado,
a fin de que el capital privado no controle la vida del pueblo: éste es el principio fundamental del control del
capital» Y también, en su testamento, Sun Yat-sen señalaba así el principio fundamental de la política interior y
exterior: «Debemos despertar a las masas populares y aliarnos, en una lucha común, con aquellas naciones del
mundo que nos traten de igual a igual.» Los Tres Principios del Pueblo de la vieja democracia adaptados a la
situación existente entonces en el interior y en el exterior fueron así transformados en los Tres Principios del
Pueblo de la Nueva Democracia, adaptados a la nueva situación existente ahora en el interior y en el extranjero.
El Partido Comunista de China se refirió a los Tres Principios del Pueblo de esta segunda forma, y no a otros
principios cualesquiera, cuando anunció, en su Manifiesto del 22 de septiembre de 1937, que «siendo los Tres
Principios del Pueblo lo que China necesita hoy, nuestro Partido se compromete a luchar por su realización
completa». Sobre estos Tres Principios del Pueblo se basan las tres orientaciones políticas cardinales de Sun
Yatsen: alianza con Rusia, cooperación con los comunistas, y ayuda a los campesinos y los obreros. En la
nueva situación creada en el interior y en el extranjero, si los Tres Principios del Pueblo se separan de las tres
orientaciones políticas cardinales no pueden ser Tres Principios del Pueblo revolucionario. (Aquí no vamos a
referirnos a la cuestión de que el comunismo y los Tres Principios del Pueblo coinciden tan sólo en sus
programas políticos fundamentales de la revolución democrática y difieren en todos los demás aspectos.Así
pues, en el transcurso de la revolución democrático-burguesa de China, la posición del proletariado, del
campesinado y de los otros sectores de la pequeña burguesía no debe ser pasada por alto, ya sea al agrupar
las fuerzas durante la lucha, es decir, en el frente unido, o al formar el gobierno. Aquel que trate de dejar al
margen al proletariado, al campesinado y a otros sectores de la pequeña burguesía será incapaz de decidir el
destino de la nación china y de resolver ninguno de los problemas que se le presentan. La república democrática
que trata de crear la revolución china en la etapa presente tiene que ser una república democrática en la cual los
obreros, los campesinos y los demás sectores de la pequeña burguesía tengan asignados puestos y papeles
determinados. En otras palabras, debe ser una república democrática de la alianza revolucionaria de los
obreros, los campesinos, la pequeña burguesía urbana y de todos los demás que luchan contra el imperialismo
y el feudalismo. Sólo bajo la dirección del proletariado puede realizarse definitivamente una república de esta
índole.

- Mao Tse Tung, aprendiendo de la


experiencia de la Revolución en
Rusia, y enriqueciendo el marxismo-
leninismo, encabezó desde el inicio
la lucha “contra los seguidores del
camino capitalista”, entendiendo que
durante todo el proceso de
construcción del socialismo, existe la
lucha de clases, las clases
derrotadas pretenden restaurar el
capitalismo.
Hasta 1956 el tono de Mao fue suave y
conciliador sobre la lucha de clases,
especialmente en el rol de los intelectuales de
origen burgués, además de técnicos y científicos,
y abierto a la incorporación al partido de
elementos no proletarios. El cambio de actitud
vino como consecuencia del movimiento de las
100 flores. El movimiento antiderechista fue una reacción
contra el “culatazo” derivado de la Campaña de las Cien Flores,
la cual había previamente promovido una fugaz libertad de
expresión y de críticas contra el gobierno. Nunca quedó del todo
claro si aquella fue una deliberada y maliciosa táctica de Mao
para detectar a eventuales individuos críticos y “derechistas” o si,
por el contrario, el inicialmente idealista líder chino había con el
tiempo decidido que las cosas habían ido demasiado lejos y que
se había tornado imperioso ponerles fin. La primera ola de
ataques comenzó en julio de 1957, inmediatamente después de
la finalización de la Campaña de las Cien Flores. Para fines de
ese año, unas 300.000 personas habían sido etiquetados o
caratulados de “derechistas”, incluyendo a la escritora Ding Ling.
El entonces futuro ministro Zhu Rongji, que para ese entonces
estaba trabajando en la Comisión Estatal de Planeamiento, fue
purgado en 1958. Las penas incluían la degradación de los
“desviacionistas”, su “re-educación” a través del trabajo (forzado)
y en algunos casos la sentencia a muerte. [cita requerida]
Uno de los principales objetivos fue el residualmente independiente sistema legal. Muchos
abogados y jueces fueron transferidos a otros trabajos y las tareas judiciales pasaron a ser
ejercidas por ideologizados cuadros políticos y por la policía.

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