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La Guerra Fría

en América Latina
Historia mínima de la Guerra Fría en América Latina
Vanni Pettinà

VANNI PETTINÀ
Imag
EL COLEGIO DE MÉXICO 1962
SEGUNDA PARTE. AMÉRICA LATINA Y LA GUERRA FRÍA
TEMPRANA, 1946-1954: LAS TENSIONES POLÍTICO-
ECONÓMICAS Y SUS RESULTADOS

LA CONCLUSIÓN DE LA “PRIMAVERA” DEMOCRÁTICA

La conclusión de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo del con-


flicto bipolar encontraron a uropa en su a o cero y, en cambio, a
América atina inmersa en un clima de optimismo y fuertes expecta-
tivas con respecto a su futuro. ntre 44 y 4 , como han recons-
truido eslie ethell e Ian oxborough, la regi n parecía haber em-
prendido un camino de esperan adora consolidaci n democrática. A
escala hemisférica se registraba el progreso de coaliciones y agendas
sociales que promovían la ampliaci n de los derechos sociales, y el
proceso de industriali aci n, como ha destacado alperín onghi,
avan aba envuelto en un clima de confian a.
a oleada democrati adora de 44- 4 , aunque breve, repre-
sent la culminaci n de un periodo de cambios políticos y socia-
les que el subcontinente había experimentado de forma sostenida
a partir de la década de los a os treinta y que, como hemos visto, se
había apoyado en premisas tanto de orden interno como de carácter
externo.
ethell y oxborough han distinguido tres fases distintas en esa
oleada democrati adora. n primer lugar, a partir de 44 la demo-
cracia se refor en contextos políticos donde ya existían rasgos de
competencia electoral libre. entro de este marco, destacaron la vic-
toria de Teodoro Picado en osta ica en 44, la de ariano spina
Pére en olombia en 4 y, finalmente, en el mismo a o, la victo-
ria en hile del tercer candidato consecutivo elegido con los votos
del Frente Popular, Gabriel Gon ále idela.
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n segundo lugar, la oleada democrati adora impact en contex-


tos políticos formalmente democráticos y que, sin embargo, se habían
caracteri ado por la presencia de gobiernos oligárquicos o social-
mente represivos. n cuador, en la primavera de 44, la Alian a
emocrática cuatoriana ade , integrada por socialistas, comunis-
tas, conservadores y disidentes liberales, derroc mediante un golpe
al gobierno de arlos Arroyo del ío y dio comien o a un proceso
constituyente que culmin con la elecci n de osé aría elasco
Ibarra. n uba, la victoria del Partido evolucionario ubano Au-
téntico Prca de am n Grau San artín, en 44, inaugur un
proceso de consolidaci n democrática y ampliaci n de derechos so-
ciales que se prolong hasta el golpe de Fulgencio atista, en 5 .
n ene uela, la i quierda nacionalista no comunista de Acci n e-
mocrática ad , liderada por mulo etancourt, derroc en el oto o
de 45 al gobierno de Isaías edina Angarita, propiciando tres
a os de intensas reformas sociales. n Per , en el verano de 45,
osé uis ustamante y ivero gan las elecciones con el apoyo de
Alian a Popular evolucionaria Americana aPra , partido con una
fuerte base popular que había vivido en la ilegalidad durante una dé-
cada. n éxico también, como ha se alado Soledad oae a, encon-
tramos huellas de este proceso durante la presidencia de anuel vila
amacho. a separaci n de los militares de la participaci n política
directa, la aprobaci n de la reforma electoral de 4 y la creaci n del
Partido evolucionario Institucional Pri) parecían colocar a éxico
en la misma senda de consolidaci n democrática.
n tercer lugar, el ciclo democrático arras con regímenes genui-
namente autoritarios, como lo atestiguan las victorias de uan osé
Arévalo en Guatemala, en 44, que ponía fin a la dictadura de
a os de orge bico el triunfo del Frente emocrático Antifascista
en olivia y la progresiva democrati aci n del Estado novo de Get lio
argas en rasil. n Argentina, la victoria de uan omingo Per n, en
4 , aconteci en el marco de una pugna electoral que interrumpía
una década de autoritarismo inaugurada en por el golpe de s-
tado del general osé Félix riburu.
a presencia de un entorno internacional particularmente favo-
rable, generado por el clima ideol gico de la Segunda Guerra un-
dial y por las políticas de buena vecindad, coadyuv a la consolida-
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ci n e, incluso, ampliaci n del proceso de cambio social y político


iniciado en América atina después de . urante la Segunda
Guerra undial, la democracia como arma ideol gica había servido
para cohesionar el bloque liderado por stados nidos frente al to-
talitarismo na i-fascista. o anterior, junto a las políticas de buena
vecindad ya se aladas, facilit en América atina un cambio de las
relaciones de fuer a en favor de los actores más comprometidos con
el cambio social y político en los respectivos países.
Finalmente, el proceso de consolidaci n democrática se acom-
pa del optimismo econ mico que caracteri el escenario latinoa-
mericano de la inmediata posguerra. ste optimismo se debía al hecho
de que, en un primer momento, la aprobaci n de un nuevo sistema
econ mico internacional, en el verano de 44 en retton oods,
que iba a sustituir al que se había articulado a partir del patr n oro,
parecía favorecer la posici n relativa del subcontinente latinoameri-
cano. n retton oods, ashington suscribi su compromiso con la
construcci n de una arquitectura financiera internacional cimentada
sobre instituciones multilaterales, como el Fondo onetario Inter-
nacional y el anco Internacional de econstrucci n y esarrollo, con
tareas tanto de reglamentaci n de los flujos financieros como de apo-
yo a los procesos de desarrollo periféricos. on la contribuci n de-
cisiva de los países latinoamericanos, stados nidos había intentado
conciliar, en palabras de aniel . Sargent, la libertad y expansi n
del comercio internacional con el mantenimiento del stado de bienes-
tar en el centro y su construcci n en las periferias.
omo han subrayado ric elleiner y arlos arichal, habían
sido justamente el protagonismo y las aportaciones de los países
latinoamericanos al debate los que, en retton oods, llevaron a la
inclusi n del problema del desarrollo econ mico de las periferias del
mundo en la agenda multilateral internacional. os países lati-
noamericanos, cuyas delegaciones representaban casi la mitad de los
gobiernos asistentes a la conferencia, apoyados por los new dealers,
lograron que el modelo de cooperaci n econ mico-financiero inte-
ramericano, fraguado durante la etapa de las políticas de buena
vecindad, fuera integrado en los mecanismos y en las instituciones
creadas en 44. n retton oods emergi un nuevo orden eco-
n mico internacional que, en teoría, se mostraba más sensible al
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problema del desarrollo periférico y de los posibles instrumentos y


mecanismos para fomentarlo.

DESARROLLISMO VERSUS GUERRA FRÍA

Al final de la década, sin embargo, el optimismo del periodo posbé-


lico dio lugar, de forma muy rápida, a un pesimismo que, en América
atina, caracteri aría con pocas excepciones el lapso que conocemos
como Guerra Fría.
a primera línea de conflicto que se gener en América atina, a
raí del comien o del antagonismo entre stados nidos y la SS,
se manifest en el marco del debate entre Norte y Sur del continente
sobre cooperaci n econ mica interamericana. Para proseguir con el
proceso de industriali aci n, en un contexto posbélico marcado por
un aumento de la competencia internacional, los países latinoamerica-
nos necesitaban aumentar su productividad por medio de estrategias
de moderni aci n tecnol gica y de mejoras de las infraestructuras.
Puentes, carreteras y puertos servían de complemento a unas fá-
bricas que, a su ve , necesitaban renovar las maquinarias vetustas
y tecnol gicamente obsoletas.
Sin embargo, llevar a cabo una moderni aci n rápida de las plan-
tas se torn particularmente difícil en un contexto en el que la recons-
trucci n de uropa absorbía incesantemente los capitales, principal-
mente británicos y estadounidenses, necesarios para aumentar la
productividad industrial. Además, el enorme aumento del flujo de
importaciones hacia América atina, que sigui a la reactivaci n eco-
n mica posbélica a nivel internacional, erosion las reservas mone-
tarias, indispensables para importar capitales, y produjo presiones
inflacionarias. a falta de capitales y la erosi n de las reservas dificul-
taron la acumulaci n de recursos para la puesta en marcha de un plan
de fortalecimiento estructural, un problema que también se amplific
por la falta de capacidades técnicas.
as respuestas que emergieron, tanto dentro de los países como
por parte de la recientemente creada omisi n con mica para Amé-
rica atina cePal , liderada por a l Prebisch y moldeada sobre las
omisiones con micas de Naciones nidas para uropa, Asia y
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riente ejano, implicaban, entre otras, la introducci n de medidas


proteccionistas y el aumento de las inversiones estatales. Además,
se planteaba la necesidad de atraer más capital extranjero y présta-
mos internacionales para apoyar el proceso de desarrollo de indus-
trias sider rgicas, automovilísticas, eléctrica y petroquímica. Asimis-
mo, la cePal recomendaba el mejoramiento de las infraestructuras
nacionales para aumentar la competitividad de la economía y estimu-
lar la creaci n del mercado interno. omo recuerda íctor . rquidi,
economista mexicano muy cercano a Prebisch, debido a que el con-
cepto de plani caci n sonaba demasiado cercano a planificaci n so-
cialista , la cePal recurrió al de programaci n del desarrollo que, de
todas formas, suponía una fuerte implicaci n del stado en orientar
los recursos para el desarrollo .
n el plano internacional, los gobiernos latinoamericanos solici-
taron un mayor compromiso estadounidense con los proyectos de
desarrollo econ mico, sobre todo por medio de préstamos de insti-
tuciones multilaterales como el recién creado anco de esarrollo y
econstrucci n Internacional o el xport Import an , una instituci n
que, como se ha visto, durante la Segunda Guerra undial había
aumentado significativamente su presencia en América atina. Algu-
nos líderes e intelectuales latinoamericanos llegaron a solicitar un Plan
arshall para el subcontinente, justificado en el apoyo político y eco-
n mico que los países latinoamericanos habían brindado a stados
nidos y a los Aliados en su esfuer o bélico en contra de las Potencias
del je. Además, considerada su dependencia de las exportaciones de
productos primarios, una parte importante de países latinoamericanos
pedían la puesta en marcha de mecanismos continentales de estabi-
li aci n de los precios de las commodities. n el fondo, estas peticio-
nes resultaban coherentes con el clima de cooperaci n y entendimien-
to que se había creado entre el Norte y el Sur del continente durante
los a os treinta y cuarenta y que el nuevo orden econ mico interna-
cional creado en retton oods parecía haber incorporado. esde
un punto de vista econ mico, las medidas tomadas y las solicitudes
de ayuda externa tenían el objetivo de corregir los desequilibrios entre
exportaciones de productos primarios e importaciones de capitales
que empe aban a marcar de manera peligrosa el desempe o de las eco-
nomías latinoamericanas en la etapa de posguerra.
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l problema era que, en muchos de sus puntos centrales, la


agenda desarrollista latinoamericana chocaba con las posiciones es-
tadounidenses dictadas por la Guerra Fría y que rápidamente vacia-
ron de contenidos los compromisos que, en retton oods, ash-
ington había suscrito con la regi n.
os primeros atisbos de que la posici n de la regi n latinoame-
ricana, dentro del nuevo sistema internacional dise ado por la Guerra
Fría, no sería tan propicia como se había imaginado en un primer
momento se manifestaron durante las onferencias Interamericanas
que sucedieron entre 45 y 4 hapultepec en 45, ío en
4 y ogotá en 4 . os encuentros entre los delegados de Amé-
rica atina y de stados nidos se transformaron en foros de conflicto
abierto y profundo, donde chocaron de modo frontal las nuevas
prioridades norteamericanas y las de la mayoría de los países lati-
noamericanos.
n la conferencia de hapultepec de 45 emergieron fuertes
discrepancias sobre la reorgani aci n del espacio econ mico lati-
noamericano posbélico. illiam layton, secretario adjunto de omer-
cio de stados nidos, recha la posibilidad de crear mecanismos
para estabili ar los precios de las materias primas latinoamericanas
que estaban en caída. Además, layton se al que los recursos p -
blicos estadounidenses estaban comprometidos en la reconstrucci n
europea y que América atina tenía que utili ar las fuer as del mer-
cado y de la competencia para apuntalar sus economías.
as presiones norteamericanas para postergar las decisiones en
el ámbito econ mico se acompa aron de avances en la cooperaci n
político-militar. s decir, ashington se negaba a discutir posibles
formas de robustecer la cooperaci n econ mica Norte-Sur, pero
deseaba refor ar los vínculos de alian a política y militar regional
ante una posible amena a soviética. a derrota de la Tercera Posici n a
principios de los a os cincuenta, un intento de la Argentina peronista
de resistir a las l gicas bipolares construyendo un bloque continen-
tal independiente, mostr claramente el acotamiento de la autono-
mía regional frente a los procesos desencadenados por la Guerra Fría
que refor aban el proyecto hegem nico estadounidense. oris anatta
y ariano Aguas han indicado que el fracaso de la iniciativa estraté-
gica peronista se debi , en parte, a los propios límites del tercerismo
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que, a pesar de la propaganda peronista, result ser un intento ana-


cr nico de contraponer la hegemonía regional argentina al poder
global de stados nidos. Sin embargo, la derrota fue, en parte, con-
secuencia directa de la forma en que ashington accion para elimi-
nar cualquier espacio político regional que no estuviera completa-
mente alineado con la política exterior estadounidense y sus objetivos
en el marco de lucha en contra de la SS.
as negociaciones en el rubro de la cooperaci n militar culmina-
ron en la conferencia de ío de 4 con la aprobaci n del Tratado
Interamericano de Asistencia ecíproca tiar). El tiar establecía que
un ataque en contra de un país de la regi n constituía un ataque con-
tra todos los otros, poniendo en marcha un mecanismo de defensa
colectiva. urante la reuni n, aul Fernandes, ministro brasile o de
elaciones xteriores, reivindic con fuer a la necesidad de afrontar
los graves problemas socioecon micos que vivía el continente en la
etapa posbélica. Sin embargo, a pesar de los intentos estadounidenses
de tranquili ar a las delegaciones latinoamericanas, la tarea nueva-
mente fue pospuesta, encargando al onsejo Interamericano con -
mico-Social ia- cosoc la reali aci n de estudios profundos sobre la
cuesti n. a elecci n del ia- cosoc como agencia interamericana
encargada de discutir las formas en que Norte y Sur podían aumen-
tar su cooperaci n en pos del desarrollo regional simboli aba una
meditada decisi n política, tomada con el objetivo de debilitar las
posiciones más militantes de la cePal. sta representaba una institu-
ci n con una orientaci n muy alineada con la agenda desarrollista
latinoamericana en cambio, el ia- cosoc tenía una posici n menos
aguerrida y comprometida con la industriali aci n continental. Fi-
nalmente, por su funcionamiento y ubicaci n, ya que su sede se
encontraba en ashington, stados nidos tenía sobre la ia-Ecosoc
una capacidad de influencia mucho mayor que sobre la cePal, cuyos
cuarteles generales estaban en Santiago de hile.
as tensiones alcan aron su clímax en la IX onferencia Intera-
mericana celebrada en ogotá en 4 . n la capital del país andino,
stados nidos y los países latinoamericanos acordaron la creaci n
de la rgani aci n de stados Americanos oea y la aprobaci n de
una declaraci n anticomunista conjunta en clave antisoviética. Sin
embargo, como había acontecido en hapultepec y en ío, en ogotá
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tampoco se logr la ratificaci n de una carta econ mica regional a


causa de las fuertes divergencias que ocurrieron alrededor del modelo
econ mico interamericano. n un célebre discurso, George arshall,
secretario de stado norteamericano y uno de los autores del plan de
reconstrucci n europeo, record a los países latinoamericanos que
los compromisos militares, econ micos y financieros de su país con
uropa ccidental, Alemania, Austria, Grecia, Turquía, edio rien-
te, hina, ap n y orea imposibilitaban un mayor flujo de recursos
p blicos estadounidenses hacia América atina. Se record de nuevo
a los delegados latinoamericanos que el mercado, las inversiones ex-
tranjeras y el libre comercio representaban la clave para resolver los
problemas y los desequilibrios econ micos continentales.
e alguna forma, los conflictos que se generaron en las reunio-
nes interamericanas entre Norte y Sur del continente mostraron que,
coincidiendo con el comien o de la Guerra Fría, se había activado
una rápida inversi n de los planteamientos sobre desarrollo discuti-
dos e incorporados en retton oods. l comien o de la Guerra Fría
y la reorientaci n de las prioridades estratégicas estadounidenses de-
terminaron, por lo menos en América atina, una evoluci n más rí-
gida de los planteamientos estadounidenses sobre la economía inter-
nacional. uy pronto, stados nidos reneg de sus compromisos con
el desarrollo regional, apuntando en lo econ mico a la introducci n
de un paradigma más radicalmente librecambista. ste patr n se opo-
nía al proteccionismo y al estatismo nacionalista incluyente latinoame-
ricano y acab por alinear a ashington con el modelo econ mico
basado en las exportaciones primarias defendido por diversos sectores
conservadores de los países latinoamericanos.
a radicali aci n de los planteamientos librecambistas estadouni-
denses en América atina no s lo respondi a un giro ideol gico.
urante los a os treinta y cuarenta, ashington había tolerado e
incluso empati ado con nacionali aciones, proteccionismo y refor-
mas agrarias en países tan importantes como éxico y rasil entre
otros, y había apoyado, por medio de préstamos del xport Import
an y de otras instituciones, los procesos de desarrollo industrial
local. Al escalar el conflicto bipolar en uropa y a partir del triunfo
de la evoluci n china en octubre de 4 , con su extensi n a Asia,
las prioridades estadounidenses cambiaron radicalmente, relegando
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a América atina a una posici n periférica en la agenda de política


exterior norteamericana. ashington empe a invertir ingentes re-
cursos econ micos y financieros en regiones donde la amena a so-
viética era percibida como real e inminente. n uropa, con el Plan
arshall, o en India y Filipinas en el marco del Point I Program y
de ayudas bilaterales, la administraci n Truman intervino con abun-
dante apoyo econ mico directo y apuntal sin recelos proyectos es-
estatistas que, en su afán proteccionista o industriali ador, no dista-
ban mucho de la agenda desarrollista latinoamericana.
n cambio ashington, que temía profundamente un desborda-
miento de sus capacidades econ mico-financieras a raí de sus nuevos
compromisos globales, se mostr reacio en extremo a invertir dinero
p blico en América atina para favorecer los proyectos de industria-
li aci n y desarrollo. as menores posibilidades de una expansi n
soviética en el hemisferio occidental asignaron a esta regi n una prio-
ridad política inferior durante los primeros a os de la Guerra Fría,
determinando un flujo reducido de recursos estadounidenses. a receta
norteamericana para el desarrollo latinoamericano en la etapa pos-
bélica, basada en liberali aciones y atracci n de inversi n privada,
represent un acercamiento de bajo costo a los problemas regiona-
les, en un momento en que ashington estaba involucrado en otras
áreas del planeta. a baja centralidad política del continente dentro de
la agenda estratégica estadounidense aument indiscutiblemente la
capacidad de algunos grupos econ micos norteamericanos, intere-
sados en frenar la industriali aci n latinoamericana, de condicionar
a su favor la toma de decisiones en ashington. Sin embargo, fue
el contexto geopolítico de la segunda mitad de los a os cuarenta el
factor que desempe un papel determinante en orientar las decisio-
nes de política econ mica estadounidense en un sentido negativo
para la regi n latinoamericana.
n contraposici n a los proyectos desarrollistas latinoamerica-
nos, stados nidos adopt una postura antag nica con respecto
al proceso de cambio que el subcontinente había emprendido dos
décadas antes. Al chocar con los industrialistas y los nacionalistas
dentro del marco de las nuevas prioridades establecidas por la Gue-
rra Fría, stados nidos favoreci , en diversos casos, a los exporta-
dores y sus posiciones políticas, interfiriendo negativamente con el
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proceso de democrati aci n política y social de la regi n. ado el peso


econ mico y político de ashington a nivel hemisférico y global, el
cambio en el continente se enfrentaba ahora a un obstáculo nuevo y
poderoso.

COMUNISMO Y ANTICOMUNISMO

na segunda línea de fractura que se manifest en las sociedades


latinoamericanas a raí del comien o del conflicto bipolar fue la
rápida puesta en marcha entre 4 y 5 de medidas anticomu-
nistas. a línea anticomunista asumida por muchos gobiernos de la
regi n hundía sus raíces en un sustrato local genuinamente anti-
marxista. Sin embargo, no sería posible entender la rapide con
que fueron puestas en marcha determinadas políticas sin conside-
rar el aumento exponencial de las presiones estadounidenses para
que, a partir del invierno de 4 , los partidos comunistas latino-
americanos fueran ilegali ados y para que los líderes sindicales co-
munistas fueran purgados de las centrales de trabajadores latinoa-
mericanas.
omo han subrayado oxborough y ethell, durante la década
de los a os cuarenta los partidos comunistas latinoamericanos y sus
derivaciones sindicales habían adquirido un papel de progresiva im-
portancia en la vida política del continente. urante los a os treinta,
los partidos comunistas latinoamericanos habían sido en su mayoría
víctimas de la esqui ofrenia del omintern. n el I ongreso
del omintern, con la enunciaci n de la doctrina del socialfascismo,
había decretado la oposici n a cualquier tipo de alian a con fuer as
socialistas o progresistas no comunistas. n 5, el II ongreso
había revisado sus posiciones adoptando la estrategia del Frente Po-
pular, permitiendo a las fuer as comunistas participar en alian as
con otros actores progresistas de sus respectivos países. Sin embargo,
la alian a entre la Alemania na i y la SS de Stalin, sancionada por
el pacto ibbentrop- olotov del verano de , había vuelto a aislar
a los partidos comunistas latinoamericanos. Finalmente, después de
la invasi n alemana de la SS, iniciada en junio de 4 , y el esta-
blecimiento de alian as entre osc y los otros países en guerra
contra itler, Stalin había vuelto a flexibili ar su estrategia, alentando
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la cooperaci n entre comunistas y las otras fuer as progresistas no


marxistas.
entro de este contexto, a partir de 4 , los comunistas lati-
noamericanos y sus distintas ramificaciones sindicales habían adqui-
rido una importancia creciente apoyando agendas políticas de amplia-
ci n de derechos sociales y, en algunos casos, también de consolidaci n
de los procesos de democrati aci n. a mayor importancia readqui-
rida a lo largo de los a os cuarenta se tradujo en un fuerte crecimien-
to de los militantes comunistas que en la regi n se quintuplicaron,
pasando de un total de en a5 en 4 .
l caso chileno es probablemente uno de los más representativos
de este fen meno. A partir de , con las pausas dictadas por las
políticas erráticas del omintern, el Frente Popular vio a comunistas
y socialistas apoyando juntos a candidatos presidenciales victoriosos
como Pedro Aguirre erda - 4 y uan Antonio íos 4 -
4 . n 4 , después del ínterin conservador de unos pocos
meses de Alfredo uhalde ásque , el candidato radical Gabriel Gon-
ále idela fue elegido presidente con el apoyo de comunistas y so-
cialistas. n cuador, también participaron comunistas y socialistas
en la Alian a emocrática cuatoriana que, en 44, llev al poder
a osé aría elasco Ibarra. n osta ica, los comunistas, conoci-
dos como Partido anguardia Popular, caracteri ados por una fuerte
independencia del omintern, participaron entre 4 y 4 en
la contienda electoral del lado de los candidatos ganadores, afael al-
der n Guardia 4 - 44 y Teodoro Picado 44- 4 , logrando
que se adoptaran importantes reformas sociales en el país.
n rasil, los comunistas, a pesar de haber sido reprimidos en
los a os treinta, se acercaron a Get lio argas durante los a os cua-
renta, al considerar que su agenda de reformas sociales lo calificaba
como la fuer a menos reaccionaria del país. Al apoyar a argas,
las fuer as marxistas se habían decantado por la opci n más antide-
mocrática desde un punto de vista procedimental, pero socialmente
más progresista.
n todos estos casos, el denominador com n de la participaci n
comunista en alian as con partidos no marxistas había sido la pre-
sencia de una agenda de reformas sociales compartida y, con la evi-
dente excepci n de rasil, de apoyo al proceso democrati ador.
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n Argentina y olivia el tipo de dinámica política que guio estos


tipos de alineamientos se vio influido por la relaci n cercana que
Perón y el Mnr habían mantenido con el fascismo internacional. n
estos contextos, a pesar de sostener Per n y el Mnr agendas de refor-
ma social, los comunistas se decantaron por apoyar a actores distin-
tos, formando alian as más conservadoras en lo social, y en donde el
elemento de conexi n estaba representado por una posici n com n
de oposici n al totalitarismo na i-fascista.
enor fue el impacto de los partidos comunistas en realidades
como éxico, uba desde 44 , ene uela y Per , donde las agen-
das reformistas fueron hegemoni adas discursiva o fácticamente por
fuer as progresistas no marxistas, como el Pri, el Prca, Acción Demo-
crática ad) y el aPra, respectivamente. n estos países, encontramos
un nacionalismo de i quierda no marxista que se encarg de asu-
mir una agenda de reformas sociales de manera independiente o
aut noma de los partidos comunistas locales.
a ruptura de la Gran Alian a después de 45 y el anuncio de
la octrina Truman en mar o de 4 condujeron a una rápida
ilegali aci n y marginaci n de las fuer as comunistas en el conti-
nente. a secuencia del proceso de ilegali aci n de los partidos co-
munistas —mayo de 4 rasil, abril de 4 hile, julio de 4
osta ica, 5 olombia y uba—, la purga de elementos comu-
nistas de los movimientos sindicales y la exclusi n de su participa-
ci n en los gobiernos nacionales a lo largo del mismo periodo mues-
tran la rapide y la intensidad de la polari aci n política puesta en
marcha por el comien o del conflicto bipolar. l proceso de ilegali-
aci n y contenci n de las fuer as comunistas y de los sindicatos
debilit las alian as políticas interclasistas reformistas. n países
como uba, éxico, ene uela y Per , donde el nacionalismo de
i quierda había actuado con independencia de las fuer as marxis-
tas, el impacto sobre la articulaci n de agendas reformistas fue evi-
dentemente menor. Sin embargo, en estos países también la ilega-
li aci n de las fuer as marxistas contribuy a la polari aci n de las
sociedades locales, lo que produjo, con excepci n de éxico, im-
portantes efectos de desestabili aci n en el futuro inmediato. ene-
uela, por ejemplo, durante los a os sesenta se transform , con el
apoyo de los comunistas locales, en uno de los focos guerrilleros
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más importantes a nivel continental y uba, como se ha menciona-


do, después de 5 fue el epicentro de un proceso revolucionario
con participaci n comunista.
n Argentina y en olivia, donde el peronismo y el emennerismo
habían articulado proyectos de reforma social, no s lo independientes,
sino completamente antitéticos al marxismo, el impacto de la oleada
anticomunista fue, en cualquier caso, menos significativo. e hecho
en Argentina, en las décadas posteriores al comien o de la Guerra
Fría, el conflicto político y social se fragu alrededor del dualismo entre
el peronismo y un heterogéneo bloque antiperonista. n olivia, la
pugna política se bas en la contraposici n entre emennerismo y,
como en Argentina, una muy poco homogénea amalgama de distin-
tas fuer as políticas.

EL RETROCESO DEMOCRÁTICO-SOCIAL EN LA REGIÓN:


DINÁMICAS Y MATICES

ntre 4 y 54, se produjo en América atina una gradual in-


versi n de la Primavera emocrática y social vivida por el con-
tinente durante los a os cuarenta y, especialmente, entre 44 y
4 . A mitad de la década de los a os cincuenta, el continente se
enfrentaba a un panorama desolador los regímenes autoritarios esta-
ban en pleno auge y las políticas de reforma social habían registrado
una brusca interrupci n de su avance. l golpe de stado de 4
en ene uela contra el presidente de ad, Rómulo Gallegos, y el con-
secuente establecimiento de la dictadura de arcos Pére iméne ,
la instauraci n de la dictadura del general anuel dría en Per
en el mismo a o, el golpe de stado de Fulgencio atista en 5 en
uba y el de Gustavo ojas Pinilla en 5 en olombia son los
ejemplos más emblemáticos de la inversi n del ciclo democrático-
reformador que se había consolidado en la inmediata segunda pos-
guerra.
Incluso en países que mantuvieron una aparente democracia for-
mal se restringieron los derechos políticos en rasil, por ejemplo, la
caída de argas condujo hacia un proceso electoral más competitivo
que culmin con la elecci n de urico Gaspar utra. Sin embargo,
76 HISTORIA MÍNIMA DE LA GUERRA FRÍA EN AMÉRICA LATINA

ésta fue seguida por una reforma constitucional, aprobada en septiem-


bre de 4 , que excluía del voto a los analfabetos una porci n muy
significativa de la poblaci n brasile a en un claro intento de man-
tener el proceso de apertura dentro de un marco de democracia elitis-
ta. Además, el gobierno de utra ilegali el Partido omunista ra-
sile o Pcb y reprimi con fuer a los movimientos sindicales. n
Argentina, la victoria de Per n también había acontecido en el marco
de un proceso electoral competitivo y, sin embargo, la introducci n de
elementos corporativos, aun manteniendo su atenci n hacia las re-
formas sociales, supuso un recorte del pluralismo democrático en el
país. l derrocamiento de Per n en 55 y el lan amiento de la lla-
mada evoluci n libertadora empuj al país hacia un largo periodo
de inestabilidad, marcado por continuas intervenciones del ejército en
la vida civil.
n hile, durante el gobierno de Gon ále idela, se mantuvo
un aparente apego a las formas democráticas constitucionales. Sin
embargo, la aprobaci n de la ey de efensa Permanente de la
emocracia en septiembre de 4 , conocida como ey aldita ,
determin la ilegali aci n del Partido omunista, la despedida de
centenares de funcionarios comunistas de la administraci n p blica
chilena, la eliminaci n de votantes de este partido de los re-
gistros electorales y, finalmente, la puesta en marcha de una serie
de medidas antisindicales. a ley supuso un fuerte retroceso en la
calidad democrática del país y la ruptura de la alian a con los
comunistas debilit , como ha se alado uneeus, la puesta en
marcha de una agenda de reforma social efectiva, sobre todo en el
campo chileno, donde el peso de la vieja oligarquía seguía siendo
importante.
n éxico, el comien o del conflicto bipolar favoreci , junto
a los procesos políticos internos, el enfriamiento del tímido proceso
de democrati aci n del régimen político posrevolucionario empren-
dido por vila amacho por medio de reformas constitucionales a
partir de 4 .
n éxico y en Argentina hasta 55 el retroceso democrático
que sigui al comien o del conflicto bipolar no signific necesaria-
mente un abandono del proyecto desarrollista o de las políticas de
ampliaci n de los derechos sociales. Sin embargo, en rasil, hile,
SEGUNDA PARTE. AMÉRICA LATINA Y LA GUERRA FRÍA TEMPRANA, 1946-1954 77

olombia, uba, Per y ene uela la conclusi n de la Primavera


emocrática coincidi con una desaceleraci n tanto de la agenda
de moderni aci n econ mica desarrollista como de la puesta en mar-
cha de políticas sociales más atentas a los sectores menos favorecidos
de los países latinoamericanos.
l retroceso democrático y las dificultades para mantener una
agenda desarrollista representaron los elementos característicos de
la Guerra Fría latinoamericana en sus primeros a os de gestaci n.
Sin embargo, la historiografía más reciente, por el momento toda-
vía limitada a unos pocos casos de estudio regionales, ha subrayado
también la presencia de matices importantes que sería oportuno
introducir en este esquema interpretativo. l impacto de las dinámi-
cas estructurales de la Guerra Fría fue diverso y dio lugar a casos muy
distintos de adaptaci n al nuevo contexto. n un extremo, encon-
tramos el caso de osta ica capa de salvar, en plena tormenta, el
proceso de democrati aci n interna y de mantener una agenda de
desarrollo social incluyente. n un punto intermedio se colocaría
éxico, país que al comien o de la Guerra Fría alent la consoli-
daci n de una forma de gobernabilidad autoritaria. Sin embargo, el
país pudo mantener una agenda desarrollista, llevada a cabo a pesar
de la oposici n estadounidense hacia la adopci n de recetas eco-
n micas de este tipo. n el extremo opuesto se sit a Guatemala,
que concentr en su expresi n más dramática las dinámicas destruc-
tivas activadas por el enfrentamiento bipolar y se al la llegada de
una fase nueva del conflicto a tierras latinoamericanas. s decir, los
acontecimientos que condujeron al derrocamiento del gobierno
democrático y reformista de acobo rben en el país centroameri-
cano, en 54, mostraron las consecuencias dramáticas que las
fuer as centrípetas desatadas por el conflicto entre osc y ashing-
ton podían producir en América atina en casos extremos y en
determinadas condiciones. posici n al desarrollismo naciona-
lista y anticomunismo internacional propiciado por stados ni-
dos, acompa ados por la reactivaci n de fuer as locales conser-
vadoras, fueron los elementos que ayudan a explicar el trágico
desenlace que puso fin al proceso de democrati aci n y ampliaci n de
los derechos sociales que había emprendido el país centroamericano
después de 44.
78 HISTORIA MÍNIMA DE LA GUERRA FRÍA EN AMÉRICA LATINA

STA I A, XI G AT A A
LOS DISTINTOS COLORES DE LA GUERRA FRÍA
TEMPRANA LATINOAMERICANA

Costa Rica

urante la década de 4 , primero con la administraci n de afael


ngel alder n Guardia y posteriormente con la de Teodoro Picado,
osta ica consolid sus instituciones democráticas y puso en mar-
cha un proyecto de gradual expansi n de los derechos sociales. a
experiencia costarricense durante los a os cuarenta muestra la for-
ma en que la convergencia entre las políticas de buena vecindad y la
alian a entre el nacionalismo progresista y las fuer as marxistas pudo
articular una s lida base para los procesos de reforma en América a-
tina. l modelo costarricense de democracia incluyente fue posible
gracias a la convergencia entre el Partido epublicano Nacional Prn)
de alder n y Picado y los comunistas costarricenses, liderados por
anuel ora y anguardia Popular, sobre una agenda de reforma so-
cial gradual. Al mismo tiempo, el proceso de transformaci n recibi
entre 4 y 4 el apoyo político y econ mico de ashington, sin
que la alian a con los comunistas representara un problema. a alian-
a entre el Prn y anguardia Popular permiti , como ha se alado yle
ongley, que una agenda de reformas graduales se impusiera frente
a la oposici n representada por los terratenientes y sectores conser-
vadores de clase media.
omo en muchos otros países de América atina, las convergencias
que hicieron posible la primavera costarricense se disolvieron hacia
el final de la década con el comien o de la confrontaci n bipolar. a
alian a entre vanguardistas y nacional-republicanos enfrent una cre-
ciente oposici n, liderada por osé Figueres y el Partido Social e-
mocrático Psd . Figueres desconfiaba de los comunistas, cuya ideo-
logía reputaba autoritaria y antilibertaria. Sin embargo, su proyecto
político compartía con republicanos y vanguardistas una fuerte orien-
taci n social que habría de marcar su agenda en los siguientes a os.
Aunque ashington tard en asumir una posici n crítica hacia
la alian a entre vanguardistas y nacional-republicanos, a partir de
SEGUNDA PARTE. AMÉRICA LATINA Y LA GUERRA FRÍA TEMPRANA, 1946-1954 79

4 empe a mostrar cada ve más recelo hacia la participaci n


política de los comunistas en el gobierno del país. urante la breve
guerra civil que precedi a las elecciones presidenciales de 4 , en
las que se enfrentaron las fuer as que apoyaban Picado y alder n
candidato por la alian a a las de Figueres, ashington tom partido
por este ltimo, contribuyendo a su victoria final.
n el siguiente periodo, lo que permiti a Figueres resistir frente
a las fuer as destructivas, que a partir de ese momento y en unos
pocos a os a otaron Guatemala, fue la capacidad del líder costarri-
cense de utili ar su anticomunismo para reducir el nivel de las inje-
rencias estadounidenses sin renunciar a una política econ mica na-
cionalista y socialmente progresista. ientras Figueres nacionali aba
bancos, aumentaba los impuestos al capital e incrementaba las inter-
venciones del stado en la gesti n de la economía nacional, entre
mayo y junio de 4 , aprob también una serie de medidas antico-
munistas que incluyeron la ilegali aci n de organi aciones marxis-
tas, desactivando la suspicacia de stados nidos y garanti ando la
autonomía del proceso de reforma costarricense. sta autonomía se
mantuvo también en los a os siguientes, cuando la fuer a destructiva
de la Guerra Fría, a partir del golpe en Guatemala, mostr toda su
virulencia. a fundaci n del Partido iberaci n Nacional Pln) en 1951,
que Figueres orquest desde la sombra durante los cuatro a os de
gobierno de tilio late, junto con su vuelta al poder entre 5 y
5 , permiti la consolidaci n en el país centroamericano de un sis-
tema democrático y el mantenimiento de una agenda social inclusiva.
n ejemplo de la capacidad de osta ica para mantener una
agenda político-econ mica aut noma de las presiones estadouni-
denses fue la renegociaci n promovida por Figueres, durante su se-
gundo mandato, del estatus fiscal de la nited Fruit ompany uFco),
el coloso agroalimentario estadounidense que operaba en varios paí-
ses de América entral. a que la reforma intentaba modificar la
posici n fiscal de la uFco en términos favorables para el stado cos-
tarricense, desde un primer momento, el coloso bananero intent mos-
trar el peligroso i quierdismo de Figueres buscando conectar la de-
fensa de sus intereses econ micos con las prioridades anticomunistas
de la política exterior estadounidense. l objetivo de esta estrategia
era, evidentemente, provocar una intervenci n de ashington en
80 HISTORIA MÍNIMA DE LA GUERRA FRÍA EN AMÉRICA LATINA

el país, como la que se estaba preparando en Guatemala. Sin embar-


go, con habilidad, Figueres jug nuevamente sus credenciales an-
ticomunistas frente al epartamento de stado, evitando la posible
convergencia entre intereses privados y políticas globales anticomu-
nistas. Finalmente, en 54, la uFco se vio for ada a aceptar un aumen-
to de la carga fiscal sobre sus ganancias de 5 a y una subida
sustancial de los impuestos sobre sus vastas propiedades en el país.
a comparaci n con los eventos guatemaltecos nos permitirá apre-
ciar con más claridad el éxito del sistema político costarricense en
adaptarse a la agresividad de las dinámicas desencadenadas por la
Guerra Fría en la regi n.

México

éxico, como ha subrayado Soledad oae a, también experiment


hacia el final de los a os cuarenta un intento de consolidaci n de-
mocrática de las instituciones dise adas durante el periodo de insti-
tucionali aci n del régimen revolucionario en los a os veinte. n
4 , durante la presidencia de anuel vila amacho, en el país se
aprob una reforma constitucional que introdujo una nueva ley elec-
toral y se puso en marcha el proceso de renovaci n del Partido de la
evoluci n exicana PrM que culmin , en el mismo a o, con la crea-
ci n del Partido evolucionario Institucional. Además, se excluy a
las fuer as armadas de la participaci n en la vida política del país, re-
duciendo así su capacidad de injerencia en los asuntos civiles, y se
intent reintegrar a las fuer as de oposici n en el juego político del
cual habían sido excluidas durante la década de los a os veinte.
omo indica oae a, aprovechando una coyuntura internacio-
nal propicia, la intenci n de vila amacho era modificar el funciona-
miento del sistema político mexicano, volviéndolo más democrático
y liberal. Sin embargo, el comien o de la Guerra Fría y el despla a-
miento del énfasis prodemocracia como eje de la política exterior
estadounidense hacia el anticomunismo distorsion el conjunto de
reformas puestas en marcha por el presidente mexicano. n particu-
lar, las nuevas dinámicas internacionales hicieron que la centrali a-
ci n, que vila amacho interpretaba como instrumento para refor ar
una democracia política y electoral más efectiva e incluyente, fuera
SEGUNDA PARTE. AMÉRICA LATINA Y LA GUERRA FRÍA TEMPRANA, 1946-1954 81

aprovechada por fuer as internas menos propensas al pluralismo,


para consolidar, en cambio, un modelo de stado más autoritario.
entro de la propia clase dirigente revolucionaria, no todos habían
visto con buenos ojos la apertura de vila amacho. e hecho, Sole-
dad oae a y oren o eyer se alan que el corporativismo autori-
tario que había caracteri ado el funcionamiento del sistema político
mexicano era preferido a una evoluci n democrática del régimen, tan-
to por la derecha como por la i quierda de la familia revolucionaria
mexicana. Además, como recuerda eyer, la centrali aci n autoritario-
corporativa, que garanti aba estabilidad interna y un discreto antico-
munismo, recibi apoyo firme de ashington, que la interpretaba
como un mecanismo de defensa frente a posibles infiltraciones del
comunismo internacional o un aumento de la influencia de la SS
sobre el país.
Si la convergencia de intereses entre actores internos y mutacio-
nes internacionales conectadas con la Guerra Fría favorecieron en
éxico una inversi n de los procesos de apertura democrática, fue
mucho más cohesionada y firme la reacci n de la clase política del
país en defensa de un modelo de moderni aci n econ mico de tipo
desarrollista. Fueron varios los factores que permitieron a éxico man-
tener una mayor capacidad de autonomía en la elecci n de su siste-
ma econ mico frente a un escenario internacional potencialmente
adverso.
n primer lugar, la evoluci n de había debilitado interna-
mente a los sectores que, en otros países de América atina, se opo-
nían tajantemente a la adopci n de un modelo econ mico desarro-
llista basado sobre la expansi n del sector industrial. a violencia del
propio proceso revolucionario y sucesivamente la progresiva aplica-
ci n de la reforma agraria, aun con sus limitaciones, habían socavado
el poder de la oligarquía terrateniente del país. Aunque el lan a-
miento del proyecto industriali ador durante la administraci n de
iguel Alemán 4 - 5 supuso un cambio radical en la rela-
ci n entre el gobierno federal y el problema de la redistribuci n de
la tierra, sobre todo en comparaci n con la era cardenista, esto aconte-
ci más por el intento de construir un sector agroindustrial en apoyo
de la industria, que por presiones de la vieja oligarquía latifundista.
s decir, la concentraci n de tierras en algunas regiones del país,
82 HISTORIA MÍNIMA DE LA GUERRA FRÍA EN AMÉRICA LATINA

después de 45, represent un fen meno nuevo relacionado con la


industriali aci n y no un repunte de poder de las viejas clases terra-
tenientes prerrevolucionarias. abría que precisar que, en términos
de relaciones sociales, la creaci n de un sistema agrícola moderno
volcado a la exportaci n no evit la creaci n de fuertes tensiones
con otras formas de propiedad como, por ejemplo, el ejido. a meca-
ni aci n y la concentraci n de la tierra, elementos considerados por
la élite política posrevolucionaria como más adecuados para la crea-
ci n de un sector agrícola exportador, chocaron y muchas veces aplas-
taron las formas ejidales de producci n que tenían dimensiones re-
ducidas y encontraban fuertes dificultades para moderni arse. stos
conflictos emergieron con fuer a, por ejemplo, en la omarca agu-
nera, donde el choque entre moderni aci n agrícola y defensa de la
propiedad comunal fue particularmente intenso. icho esto, el fen -
meno de concentraci n de la propiedad de la tierra que ocurri des-
pués de los a os cuarenta aconteci como consecuencia de la industria-
li aci n y no represent , en este sentido, un obstáculo político para
la diversificaci n de la economía como ocurri en otros países de la
región.
n segundo lugar, la estabilidad que el sistema político mexica-
no había alcan ado paulatinamente a partir de los a os veinte, acom-
pa ada por el papel marginal que los comunistas mexicanos tuvieron
frente a la hegemonía ideol gica del nacionalismo-revolucionario,
permiti al país enfrentarse a las fuer as centrípetas, desencadenadas
por la Guerra Fría en su fase inicial, de forma más s lida. omo en el
caso de osta ica, las credenciales no-comunistas de la élite política
revolucionaria protegieron el régimen político de posibles injerencias
externas. Además, la legitimidad de la cual todavía go aba el régi-
men revolucionario durante las primeras fases del conflicto bipolar
le permiti desactivar el potencial desestabili ador que la Guerra
Fría tuvo en otros países de la regi n.
Finalmente, la élite política mexicana supo leer e interpretar las
dinámicas bipolares con cierta dosis de habilidad, llegando a utili ar-
las para fomentar el proyecto de desarrollo econ mico del país. a
política exterior mexicana, marcada por la b squeda de una autono-
mía relativa con respecto a las presiones del vecino todopoderoso, no
s lo sirvi como instrumento de legitimaci n interna del régimen,
SEGUNDA PARTE. AMÉRICA LATINA Y LA GUERRA FRÍA TEMPRANA, 1946-1954 83

sino que fue utili ada también como instrumento para refor ar el
proyecto de moderni aci n econ mica estatista del país. a autono-
mía relativa de la política exterior mexicana se manifest en la deci-
si n de mantener relaciones con la uba socialista, a pesar de las
fuertes presiones estadounidenses con los gui os al proyecto político
del Tercer undo a partir del comien o de los a os sesenta, que se
transformaron en posici n de lidera go durante los setenta y con el
acercamiento a la SS, iniciado durante el gobierno de Adolfo pe
ateos 5 - 4 y culminado durante la presidencia de uis
cheverría lvare - .
sta política fue posible gracias a la estabilidad política interna
mexicana y al consenso generado por el paradigma revolucionario-
nacionalista que increment de forma importante la capacidad de ne-
gociaci n del país frente a ashington, de modo que, hasta uno de
los más despiadados intérpretes de la política exterior estadounidense,
enry issinger, tuvo que reconocer, durante un encuentro con el
secretario de elaciones xteriores de cheverría, milio abasa, que
éxico, a diferencia de otros países del Tercer undo, sabía c mo
negociar y obtener lo que quería de ashington.
a me cla de estos factores otorg a éxico una estabilidad tal
que fue el nico país en eludir las peligrosas corrientes de la Guerra
Fría manteniendo, hasta el comien o de la década de los a os ochen-
ta, el mismo sistema político y el mismo modelo de desarrollo eco-
nómico.

Guatemala

n mar o de 45, uan osé Arévalo, procedente de la clase media


guatemalteca y exmaestro con formaci n universitaria en Argentina,
tom posesi n como presidente del país, después de haber ganado
las elecciones con 5 de los votos con una plataforma reformista. l
líder del recién creado Partido de enovaci n Nacional Prn) toma-
ba las riendas de un país extremadamente pobre, con una élite lati-
fundista muy poderosa y la presencia de fuertes intereses econ micos
extranjeros concentrados alrededor de las plantaciones bananeras de la
nited Fruit ompany uFco). Guatemala, marcado por fuertes divi-
siones entre la poblaci n ladina y las otras tres etnias la indígena, y
84 HISTORIA MÍNIMA DE LA GUERRA FRÍA EN AMÉRICA LATINA

las minorías china y negra , salía, además, de la dictadura de a os


del general orge bico asta eda. a capacidad de bico de mante-
nerse en el poder por un periodo tan largo se debi a la paulatina
militari aci n de la sociedad que el dictador había favorecido, a la alian-
a que había tejido con los poderosos terratenientes del país y a su
condescendencia con el capital extranjero y con la uFco en particular.
Frente a este escenario, como ha mostrado Piero Gleijeses, de for-
ma gradual el gobierno de Arévalo introdujo algunas importantes
reformas sociales en el país, como un nuevo digo del Trabajo, apro-
bado en 4 , que permitía la sindicali aci n de los trabajadores, la
prohibici n de desahucios arbitrarios en el campo, la instituci n de
mecanismos de conciliaci n, la regulaci n del trabajo de meno-
res y mujeres y la semana de trabajo de 4 horas. n 4 , el gobierno
cre el Instituto de Seguridad Social que, para 5 , tenía asegura-
dos a miles de trabajadores urbanos.
Sin embargo, el programa reformador del gobierno de Arévalo
encontr fuertes dificultades en el campo, donde los terratenientes loca-
les y la uFco mantenían un firme control y detenían la implementaci n
de la reforma agraria. a tarea de consolidar y expandir en las onas
rurales las reformas inauguradas por Arévalo recay en su ministro
de efensa, acobo rben , elegido presidente en 5 con el apoyo de
los principales partidos progresistas del país, incluidos el Partido
de Acci n evolucionaria Par), el Prn, el todavía ilegal Partido omu-
nista de Guatemala y las principales fuer as sindicales guatemalte-
cas. rben tenía como objetivo principal transformar la estructura
productiva guatemalteca, dependiente de las exportaciones bananeras
y controlada por empresas extranjeras, en una economía más mo-
derna. l pilar de esta estrategia era la implantaci n de un modelo de
industriali aci n por sustituci n de importaciones que para ser lle-
vado a cabo necesitaba una transformaci n radical del campo por
medio de la reforma agraria.
esde las primeras etapas de su carrera política, rben había
mostrado una fuerte voluntad para reformar las estructuras políticas
y sociales de su país, una actitud que se había radicali ado al darse
cuenta de la inefectividad de la acci n transformadora de los prin-
cipales partidos reformistas guatemaltecos durante el gobierno de
Arévalo. omo indica Gleijeses, desde finales de los a os cuarenta el
SEGUNDA PARTE. AMÉRICA LATINA Y LA GUERRA FRÍA TEMPRANA, 1946-1954 85

proceso de radicali aci n de rben lo condujo a un paulatino acer-


camiento con los comunistas guatemaltecos, proceso que se aceler
decididamente durante sus primeros dos a os de gobierno. omo ha-
bía ocurrido con alder n y Picado en osta ica, y como ocurriría en
uba con astro, también para el nacionalismo de rben el comu-
nismo represent un recurso ideol gico y político crucial para llevar
a cabo el proceso de reforma profunda del país cuya pie a central,
como hemos visto, era la reforma agraria. a ideología marxista
de moderni aci n proporcionaba a rben nociones importantes sobre
c mo acelerar el proceso de reforma del país, mientras que la alian-
a con los comunistas le ofrecía una estructura política más s lida
por medio de la cual llevar a cabo el proyecto de cambio.
as reformas de rben atrajeron en un primer momento un fuer-
te recha o por parte de las dictaduras que gobernaban los otros paí-
ses del istmo centroamericano. a en 5 , como han se alado, entre
otros, los trabajos de Aaron oy oulton, oberto García Ferreira y
Nicholas ullather, los líderes de los principales países de la regi n,
es decir, dictadores como uan anuel Gálve en onduras, arcos
Pére iméne en ene uela, Anastasio Somo a en Nicaragua y el
dictador dominicano afael Trujillo, habían empe ado a moverse
para derrocar al gobierno de rben . os líderes regionales recibie-
ron inicialmente apoyo de la cia para la reali aci n de sus planes, en
la que fue bauti ada como Operation Fortune PbFortune), una inicia-
tiva autori ada por ashington que preveía la organi aci n de una
invasi n de Guatemala por parte de fuer as paramilitares anticomu-
nistas. S lo fue por la intervenci n, en el ltimo minuto, del secretario
de stado ean Acheson, quien estaba en contra de revertir la política de
no-intervenci n inaugurada durante la época de buena vecindad, lo
que permiti que se abortara la operaci n.
a hostilidad de la élite política regional estaba a u ada por el
miedo a que las reformas implementadas por el militar guatemalteco
pudieran representar una inspiraci n para procesos análogos en
sus respectivos países. ás que el supuesto comunismo de rben ,
para los somo as y los trujillos de la regi n, el temor era que sus
sistemas de poder y privilegios cayeran frente a procesos de cam-
bio inspirados en la figura y en las reformas del líder político gua-
temalteco.
86 HISTORIA MÍNIMA DE LA GUERRA FRÍA EN AMÉRICA LATINA

Si rben sobrevivi al rdago de sus vecinos, el paso de la ad-


ministraci n dem crata de Truman a la republicana de ight isen-
ho er determin el futuro de su gobierno y de sus reformas. n el
verano de 5 , alarmado por las noticias que llegaban del país cen-
troamericano y que describían el ascenso de la influencia comunis-
ta, isenho er, con el conocimiento de un muy restringido círculo
de altos funcionarios de su gobierno, lan la peration Succes Pb-
success) cuyo objetivo ltimo era la organi aci n, por parte de la
cia, de un golpe de stado en contra del gobierno de rben . ada
la desorgani aci n de la oposici n interna a rben , la estrategia
de la cia apunt a involucrar a algunos sectores del ejército, lide-
rados por el coronel arlos astillo Armas, y a un contingente de
exiliados que, con el apoyo logístico de Anastasio Somo a y entre-
nados por la propia agencia, tenían que entrar en Guatemala desde
onduras para dar comien o a un golpe de stado. a operaci n
fue ejecutada con éxito en junio de 54 y, el 4 de ese mes, rben
se vio obligado a renunciar a la presidencia y buscar asilo político en
éxico.
a historiografía ha debatido largamente sobre las distintas in-
terpretaciones del golpe de stado que con el apoyo de la adminis-
traci n isenho er condujo al derrocamiento del gobierno refor-
mista de rben . n un primer momento, las interpretaciones se
han centrado en el peso de las presiones que la uFco ejerci sobre
ashington para derrocar a rben y frenar la transformaci n del
campo guatemalteco. a reforma agraria del gobierno de rben
constituía sin duda una amena a muy seria para la compa ía que,
en los a os cincuenta, poseía en Guatemala 5 hectáreas de
plantaciones y que, con 5 trabajadores, representaba la empresa
con más tierra y fuer a de trabajo del país. Aunque la actividad de
lobby de la uFco no puede ser desestimada, las investigaciones de
Gleijeses han puesto claramente de manifiesto c mo el elemento
crucial en determinar la animadversi n estadounidense hacia r-
ben fueron consideraciones relacionadas con el conflicto bipolar.
n particular, el protagonismo que los comunistas guatemaltecos
adquirieron en el marco del proceso de transformaci n del país, so-
bre todo, a partir del lan amiento de la reforma agraria en enero de
5 , activ una creciente hostilidad hacia el gobierno reformista
SEGUNDA PARTE. AMÉRICA LATINA Y LA GUERRA FRÍA TEMPRANA, 1946-1954 87

guatemalteco, primero, por parte de la administraci n Truman y,


después, por la de isenho er.
n realidad, aunque los nexos entre los comunistas guatemalte-
cos y el gobierno de rben eran reales y fuertes, mucho más borrosa
era la cuesti n de una posible presencia soviética en el país centroa-
mericano que, como asumía la diplomacia estadounidense, impli-
caba esta alian a. Sabemos que osc vio con simpatía el gobierno
de rben y hecoslovaquia lo apoy con una modesta entrega de
armas que habían sido incautadas por los soviéticos a los alemanes
durante de la Segunda Guerra undial. Sin embargo, el trabajo recien-
te de ichelle Getchell ha mostrado con claridad que fue s lo des-
pués del derrocamiento de rben , y justamente a raí del golpe que
involucraba a la cia, cuando la SS tom una posici n más beli-
gerante hacia la intervenci n estadounidense en el país centroamerica-
no y cuando su interés hacia América atina, de hecho, se hi o más
definido.
n factor que puede ayudar a comprender la exagerada reacci n
estadounidense frente a los eventos guatemaltecos procede de las po-
sibles conexiones globales que los diplomáticos estadounidenses tra-
aron entre éste y otros procesos similares que se estaban desarrollan-
do en las periferias del mundo en esos mismos a os. n agosto de
5 , por ejemplo, otra operaci n encubierta de la cia había derro-
cado en Irán al gobierno nacionalista de ohammad ossadegh. n
ese caso, seg n lo que ha sido reconstruido por la historiografía más
reciente, el factor que empuj a la administraci n isenho er hacia
la intervenci n fue la interacci n entre el gobierno de ossadegh y los
comunistas iraníes, que ashington interpret como un proceso que
podía favorecer la expansi n de la influencia soviética en la regi n y
en el país. s plausible pensar que en Irán, país con una larga fron-
tera con la SS y objeto de rivalidad entre las dos superpotencias
justo después de la Segunda Guerra undial, una expansi n de los
comunistas locales pudiera conducir a una sovieti aci n del país. Sin
embargo, otra cosa era Guatemala, un peque o país centroamerica-
no distante de la SS, de poca importancia geoestratégica y con un
partido comunista de dimensiones reducidas. os diplomáticos esta-
dounidenses, no obstante, parecieron medir los eventos guatemalte-
cos con la misma vara con que habían encarado los eventos en Irán
88 HISTORIA MÍNIMA DE LA GUERRA FRÍA EN AMÉRICA LATINA

pocos meses antes. e alguna forma, se había consolidado en el esta-


blishment político y diplomático estadounidense una percepci n glo-
bal de la amena a comunista en el mundo y, a partir de 5 , sobre
todo en las periferias, parecían borrarse los matices que la geografía,
la geopolítica y las características peculiares que los procesos políti-
cos de cada país tendrían que haber sugerido.
a lectura de los eventos guatemaltecos sin los matices que su
posici n geográfica y política planteaban respondía, de hecho, a la
mayor rigide que la estrategia estadounidense de contenci n de
la SS había adquirido a principio de los a os cincuenta. a histo-
riografía ha se alado que Paul Nit e, quien en 5 sucedi a George
ennan en la direcci n del Policy Planning Staff del epartamento de
stado, imprimi una mayor carga ideol gica y mayor rigide a la po-
lítica exterior estadounidense. n rasgo distintivo de las nuevas polí-
ticas, sinteti adas en el documento de planificaci n estratégico cono-
cido como National Security ouncil 5 y en cuya elaboraci n
Nit e tuvo gran influencia, fue justamente la eliminaci n de las áreas
de prioridad estratégica que ennan, en cambio, había dise ado para
la contenci n de la SS. Premisas estratégicas como ésta hacían
posible que los eventos en Guatemala tuvieran, a los ojos de los di-
plomáticos estadounidenses, la misma gravedad que acontecimien-
tos como los de Irán, país objetivamente más sensible estratégica-
mente para la superpotencia y más expuesto a la supuesta amena a
soviética.
elvyn effler ha afirmado que durante la Guerra Fría los funcio-
narios estadounidenses se mostraron, a veces prudentes y otras irre-
flexivos y precipitados en sus reacciones frente a los escenarios de
crisis internacional que se generaron después de 45. n relaci n
con Guatemala, es evidente que la segunda definici n describe mejor
la actitud de ashington, que estableci arbitrariamente conexiones
entre un proceso de cambio genuinamente local, aunque apoyado por
los comunistas, y la posibilidad de una intervenci n soviética.
n todo caso, los eventos guatemaltecos ofrecieron un dramáti-
co adelanto de la forma extrema en que la Guerra Fría, por medio de
una poderosa conjunci n de factores internos e internacionales, po-
día afectar, obstaculi ándolos o incluso pulveri ando, los procesos
de cambio social y político continentales.

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