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Jean Suret-Canale
En el curso del siglo XIX, el antiguo sistema colonial esclavista y mercantil desapareció
poco a poco para dar paso a la colonización moderna, la que reinó desde el último
cuarto del siglo XIX hasta mediado el siglo XX.
Francia, que a partir de 1830 se implica en la conquista de Argelia, completa sus "viejas
colonias" heredadas del Antiguo Régimen y restituidas en 1815, con nuevas
adquisiciones, bajo la Monarquía de julio y bajo el Segundo Imperio.
Pero era la Tercera República quien debía realizar, entre 1876 y 1903, la constitución de
un vasto imperio, cuyas piezas maestras, económicamente hablando, fueron el norte de
África e Indochina, pero cuya parte más extensa se situó en África tropical, con el
África occidental francesa, el África ecuatorial francesa, a las que se añadieron en 1918
la mayor parte de las antiguas colonias alemanas de Camerún y Togo. Conjunto que
enlazaba, por el Sáhara, con las posesiones francesas de África Norte, completado en el
océano Indico con Madagascar y el territorio de Djibuti.
La conquista colonial
Las resistencias de los jefes de Estado africanos, Lat Dior en Senegal, Ahmadou en
Sudán (actual Malí), Samory en Alta Guinea, Béhanzin en Dahomey (actual Benin),
etc., serán vencidas a causa de la superioridad de los conquistadores en armamento
(fusiles de tiro rápido, artillería); las resistencias de las poblaciones "sin Estado", que
vivían en comunidades tribales o en poblados autónomos, requerirán más tiempo para
ser vencidas, y se prolongarán hasta muy avanzado el siglo XX ("pacificación" de la
Costa de Marfil forestal de 1908 a 1916; insurrección de los Gbayas en África
ecuatorial, de 1928 a 1931). Los confines saharianos de Mauritania y Marruecos no
serán sometidos hasta 1936.
Los "tratados" concertados con los soberanos africanos, que fundamentaban los
"derechos" de Francia sobre sus competidores coloniales, serán sangrantemente con-
vertidos en papel mojado cuando a las autoridades coloniales les interese: así, en África
occidental francesa, un simple decreto del 23 de octubre de 1904 anexiona pura y
simplemente los territorios bajo protectorado.
Métodos de guerra
Los métodos de guerra son expeditivos e implacables. Como los efectivos europeos eran
forzosamente reducidos, se recurrirá al reclutamiento local, y son esencialmente
soldados africanos los que conquistarán África a cuenta de Francia.
Faidherbe, gobernador de Senegal bajo el Segundo Imperio, había creado las primeras
unidades de "tiradores senegaleses", que conservaron este nombre, aunque después
fueran reclutados principalmente fuera de Senegal.
Primas y salarios pueden atraer a los futuros soldados: pero, en la conquista de Sudán,
se procedía a menudo de otra manera. Cuando se hacía sentir la necesidad de efectivos
se abrían en los puestos (guarniciones) registros de "alistamiento voluntario".
Prevenidos, los mercaderes de esclavos llevaban sus "mercancías": el cautivo apto para
el servicio era comprado generalmente (en los años 1895-1900) por menos de 300
francos. Vendido contra recibo y firma de un "acta de liberación", el cautivo era
censado, y tras haber sido "liberado", era alistado "voluntariamente".
Otro autor precisa: "Las escenas que han seguido, el año pasado, a la toma de Sikasso,
no han sido más que la reproducción de las que siguieron al saqueo de Segou, de Nioro,
y de todas las ciudades conquistadas por nuestras armas. Nuestras columnas aumentan
de este modo incesantemente por cientos, por miles, el número de esclavos". [63]
Cuando, en la sesión de la Cámara de Diputados del 30 de noviembre de 1900, Vigné
d'Octon denuncia los horrores de la conquista de Sudán, Le Myre de Vilers, colono
convencido, le responde: "Nuestro honorable colega echa la culpa a los agentes
ejecutivos; yo por mi parte acuso a los gobiernos; ellos no pueden ignorar que enviando
tropas a varios miles de kilómetros de su base de operaciones, sin medios de transporte,
sin víveres, sin mercancías para intercambio, las t ropas están obligadas a vivir de los
vecinos, a militarizar innumerables porteadores, que siembran los caminos con sus
cadáveres". [64]
Las guerras africanas del siglo XIX estaban limitadas en sus efectos por la mediocridad
del armamento; no devastaron más que algunas regiones. Las guerras de conquista
colonial por el contrario hicieron estragos por doquier, no salvándose ni los pueblos
amigos, sustraídos a la destrucción pero arruinados casi por igual por las requisas de
granos, de ganado y de porteadores.
La cumbre del horror fue alcanzada en 1899 por la Misión Voulet-Chanoine (nombre de
los dos capitanes que la comandaban). Estos dos oficiales se habían hecho "célebres" ya
en el país Mossi (actual Burkina Faso) por sus métodos "prusianos".
Iniciado su periplo desde Sudán, deben juntarse en el lago Chad con las Misiones
Foureau-Lamy, que partieron de Argelia, y Gentil, del Congo, para asegurar la toma de
posesión francesa de la ribera norte del Chad, y realizar la continuidad de las posesiones
francesas en el continente africano. Demasiado pesada, teniendo que atravesar una
región sin recursos en víveres ni agua, la misión multiplicará las atrocidades, que
revelará en Francia un miembro de la misión, expulsado por disensiones. No citaremos
aquí más que un ejemplo: "Las patrullas deben aproximarse a los poblados, tomarlos al
arma blanca, matar a todo el que se resista, conducir los habitantes en cautividad,
apoderarse de los rebaños. El 9 por la mañana la exploración vuelve al campo con 250
bueyes, 500 ovejas, 28 caballos, 80 prisioneros. Algunos tiradores han resultado
heridos. Para 'dar un ejemplo', el capitán Voulet hace prender veinte madres, con niños
de baja edad y lactantes, y las mata con lanzas, a algunos cientos de metros del campo.
Los cuerpos fueron posteriormente encontrados por el comandante del puesto de Say".
[65]
Inquietos, menos por los procedimientos empleados y revelados por la prensa, que por
el retraso de la misión sobre el calendario previsto, las autoridades de Sudán envían al
teniente-coronel Klobb y al teniente Meynier en búsqueda de la misión para reanudarla.
Cincuenta años después, convertido Meynier en general, describe así los rastros de la
misión: "Amplias huellas en la hierba y en los senderos, objetos diversos abandonados,
etc. y, sobre todo, poblados incendiados y esqueletos humanos dispersos. En Birni
Nkoni pudimos leer en el suelo y entre las ruinas de la pequeña ciudad las diversas fases
del asalto, del incendio y de la masacre. Las zanjas habían sido rellenadas en algunas
partes para servir de fosas comunes y se veía surgir, aquí y allá, restos humanos sobre
los que se manifestaba el hambre de grandes perros enflaquecidos. Cuanto más
avanzaba la columna, más frecuentes y horribles se volvían estos espectáculos
macabros. Alrededor del gran poblado de Tibery, aparecieron los cadáveres de decenas
de mujeres ahorcadas en los bosques circundantes. O bien, en el cruce de dos pistas, se
descubría el cadáver de algún guía, sospechoso de haber querido extraviar la misión. La
impresión más penosa fue causada por el encuentro de dos cadáveres de chiquillas
(nueve y diez años) ahorcadas en una gruesa rama de árbol en el lindero del pequeño
poblado de Koran-Kalgo. En los poblados encontrados, los pozos están en casi todas
partes cegados o contaminados por montones de cadáveres que cuesta distinguir si son
de animales o de humanos". [67]
Cuando los dos oficiales alcanzan a Voulet y a Chanoine, éstos, furiosos por ser
desposeídos de su misión, mandan disparar sobre ellos: Klobb resulta muerto, Meynier
herido. Pero cuando Voulet y Chanoine informan a los tiradores que van a crear con
ellos un imperio independiente en los enclaves de sus conquistas, y que no volverán a su
casa con su botín, éstos se amotinan. Voulet y Chanoine son asesinados. El "incidente"
Será atribuido a una crisis de locura, y una vigilante censura velará durante medio siglo
para que no se hable más de este enojoso asunto.
El sistema colonial
Los colonizados son súbditos franceses, pero no ciudadanos; no votan; están sometidos
a la autoridad discrecional de los gobernadores generales, gobernadores,
administradores europeos. Decretos locales reglamentan el estatuto de estos súbditos,
conocido con el término de indigenismo. La administración local europea, puede, con
estos textos, infligir a los súbditos penas de prisión y multas, por simple decisión
administrativa, sin juicio, por motivos tan variados como la "negligencia en el pago de
impuestos", la "desobediencia a los jefes del poblado o del cantón", las denuncias
"infundadas", o incluso la "afrenta al respeto debido a la autoridad francesa". Los
gobernadores y gobernadores generales podrán por este concepto infligir penas de
deportación. El gobernador de Costa de Marfil, Angoulvant, en 1916, lamenta que la
pena capital no esté prevista, pero observa que a la vista de las estadísticas, la
deportación conducía a los mismos resultados. [68] En efecto, el envío de los
deportados de las regiones forestales a Port Etienne, en Mauritania, en pleno Sáhara, no
deja a los interesados más que una esperanza de vida reducida, e incluso se aconseja a
los notables alcanzados con esta medida que hagan su testamento antes de partir.
"La afrenta al respeto debido a la autoridad francesa" es, por ejemplo, por parte de un
nativo, el olvido de descubrirse o de hacer el saludo militar al paso de un jefe blanco (y
todos los blancos son, más o menos, ¡efes). Cuando el jefe es magnánimo, se contenta
con confiscar el sombrero del delincuente por un guardia de circunscripción, con orden
de venir a buscarlo a la oficina, donde le será restituido con algunos golpes de
manigolo, el látigo de cuero de hipopótamo, atributo obligado, aunque no previsto por
la legislación, del guardia.
Y lo es con mayor motivo, claro está, toda crítica, toda reclamación contra la autoridad.
Los súbditos están sometidos al impuesto llamado personal o de capitación, pagable por
todos, hombres y mujeres, de 16 a 60 años. La suma es global, la misma para el rico
(¡hay tan pocos!) que para el pobre, con una tarifa que varía según las regiones. En
revancha, los colonos (que hay que atraer con "ventajas") están dispensados de la mayor
parte de los impuestos exigidos en la metrópoli.
En 1929, Albert Londres evalúa el número de muertos (cuando quedaban todavía 300
kilómetros por construir) en 17.000. Observa no obstante una "mejoría", pues, según las
estadísticas oficiales, la mortalidad, de 45,20% en 1927, ¡se ha reducido a 17,34% en
1929! [70]
Otra gran obra responsable de hecatombes fue la Oficina del Níger. En su parte central,
en el actual Malí, el Níger ralentiza su curso y se extiende en múltiples brazos y lagos:
es el delta central del Níger. Se concibió la idea de habilitar esta zona en perímetros
irrigados, con el fin de crear un nuevo Egipto, dando a Francia un aprovisionamiento
nacional de algodón. La operación fue confiada a administradores y a ingenieros de
trabajos públicos, completamente ignorantes sobre suelos, sobre su reacción a la
irrigación, sobre los métodos de cultivo. En la práctica se percibió que la irrigación, tras
haber dado rendimientos inferiores a la media, acababa por esterilizar los suelos por
salinización. Se sustituyó el algodón por arroz.
Los cultivos de exportación son incentivados por diversos medios, siendo el más simple
la obligación de pagar impuestos. En regiones donde el uso de la moneda no está
generalizado, el único medio de conseguir el dinero del impuesto es el de producir y
vender productos demandados por las sociedades de comercio; productos de cultivo
como el cacahuete, el algodón, el café, o de recolección como el caucho de hierbas
(suministrado por una liana de las sabanas), muy solicitado a comienzos de siglo, el
aceite de palma, el miraguano. Los cultivadores están obligados a aprovisionar los
mercados, instalados bajo el control de la administración, y donde los comerciantes
europeos o sus agentes compran a los precios de la "cotización administrativa", precios
fijados muy frecuentemente muy por debajo del valor comercial real. Por lo demás, los
cultivadores son estafados a menudo (balances falsificados, mercancías no pagadas bajo
pretexto de mala calidad y, sin embargo, comercializadas a continuación). La exacción
es todavía más flagrante en las regiones (sobre todo en las del África ecuatorial) donde
el régimen es de "cultivos obligatorios". Es el caso del Ubangui-Chari (actual República
Centroafricana) y del Chad con el cultivo de algodón, a partir de 1929.
En las zonas algodoneras, cada contribuyente está obligado a cultivar una parcela de
algodón, de dimensión determinada y a librar los productos a compañías concesionarias
que han recibido el monopolio de la compra y del tratamiento del algodón. Bajo la
vigilancia de la administración y de los agentes de las compañías, y bajo pena de
sanciones, el campesino debe, llegado el momento, librar a los "compradores" de la
compañía el algodón requerido. El precio fijado es irrisorio. Permite, todo lo más, pagar
el impuesto. [71]
Pero este régimen no es nada en comparación al que estas mismas poblaciones fueron
sometidas a comienzos de siglo. El "Congo francés", convertido en 1910 en África
ecuatorial francesa fue, en 1899, repartido casi enteramente entre 40 compañías
concesionarias. Estas tienen, en su territorio, el monopolio de la explotación de los
recursos locales y, de facto, el del comercio. [72]
No harán casi ninguna inversión y buen número de ellas quebrarán rápidamente, tras
haber desplumado a algunos primos en Bolsa. Las que tienen alguna actividad explotan
el caucho de recolección, siendo el trabajo forzado retribuido únicamente como trabajo
de cosecha, al hacer valer las compañías que el caucho recolectado, producto de la
tierra, como concesionarios les pertenece.
El misionero explica que, los dos primeros años, las poblaciones pudieron subsistir
gracias a sus antiguas plantaciones de mandioca. Pero, poco a poco, los recursos se
agotan. Los recolectores deben trabajar cada vez más lejos de sus poblados, al escasear
las lianas de caucho en las cercanías de los poblados. "Hacia el fin de mes, se les
concedía dos o tres días para ir a abastecerse al poblado, pero las más de las veces,
volvían con las manos vacías, al no renovarse más las plantaciones... Los enfermos y los
niños pequeños (que se quedan en el poblado) morían de hambre. Yo he visitado varias
veces una región en la que los menos enfermos ultimaban a los más afectados para
comerlos; he visto tumbas abiertas donde los cadáveres habían sido sacados para ser
comidos. Niños esqueléticos rebuscaban en pilas de detritus para buscar hormigas y
otros insectos que comían crudos. Cráneos, tibias, rodaban en los accesos de los
pueblos". [73]
Las tareas del comandante de circunscripción son: el cobro del impuesto, el suministro
y la comercialización de los productos exigidos por las compañías de comercio, el
reclutamiento de los militarizados para el trabajo forzoso, y, a partir de la Primera
Guerra Mundial, el reclutamiento militar (leva de un contingente de reclutas para un
servicio militar de tres años).
El jefe de cantón, y con más razón los jefes de poblado que le están subordinados, no
goza de ninguna legitimidad, de ninguna estabilidad: "El jefe de cantón —escribe el
gobernador general Van Vollenhoven en una circular—, aunque fuera el descendiente
del rey con el cual habíamos tratado, no detenta ningún poder propio; nombrado por
nosotros, tras una elección en principio discrecional, es solamente un instrumento
nuestro". [74]
Para cobrar el impuesto, el jefe mantiene a cargo suyo un pequeño grupo de matones. Al
administrador y etnólogo Gilbert Vieillard, que reprochaba a sus notables por rodearse
de verdaderos canallas, éstos le respondían: "¿Quiere usted, responda sí o no, que
cobremos el impuesto, que suministremos individuos sujetos a prestaciones personales y
reclutas? Eso no lo conseguiremos nunca con dulzura y persuasión: si las gentes no
temen ser atacados y batidos, se burlan de nosotros". [75]
Vamos a mencionar aquí las otras dos obligaciones que tiene el jefe: suministrar los
reclutas para el trabajo forzoso; y, desde la guerra de 1914-1918, también para la quinta
(contingente fijado para cada cantón, servicio militar de tres años). La elección es
arbitraria: naturalmente, los parientes, amigos y protegidos de los ¡efes quedan exentos
en la medida de lo posible; el peso de las requisiciones y de los reclutamientos descansa
prioritariamente sobre los humildes, y en primer lugar en los antiguos esclavos.
Si los secuaces del jefe no consiguen cumplir estos objetivos, se recurre a la fuerza
armada de los guardias de circunscripción, y tanto el cobro del impuesto como el
reclutamiento de los sujetos a prestaciones como de los quintos se asemeja a la razia:
poblados cercados por sorpresa, bienes confiscados y vendidos a subasta, quintos atados
con cuerdas para ser llevados a los lugares de incorporación.
No hay más relaciones entre blancos y negros que las de patrón a subordinado.
Cualquier familiaridad, incluso con aquéllos denominados con una condescendencia
despreciativa los evolucionados, aquéllos que han ido a la escuela y se han convertido
en funcionarios, maestros, médicos, está mal vista, eventualmente sancionada.
Testimonia esta mención en el dossier de un funcionario europeo: "Frecuenta indígenas;
los recibe incluso a la mesa. No está hecho para la vida colonial".
A comienzos de siglo, la colonización había montado una red de vías férreas, quedando
inconclusa: la unión de algunas vías de penetración de la costa hacia el interior nunca
fue realizada. Estas vías férreas, de vía estrecha (separación de 1 metro en lugar del 1'44
de las vías férreas normales) eran de poca capacidad. En un principio se habían
concebido para el transporte de tropas, envío rápido de las fuerzas armadas allí donde su
necesidad se hiciera sentir. Con posterioridad, sir-vieron para enviar hacia los puertos
los productos de la tierra, y, en sentido inverso, llevar las mercancías importadas. Estas
vías férreas, como después las pistas transitables, fueron esencialmente realizadas y
luego mantenidas, mediante el trabajo forzado.
De esta forma, las tasas de mortalidad, la infantil especialmente, son muy elevadas. Es
únicamente a partir de los años veinte cuando las campañas de vacunación van a aportar
una contribución eficaz al retroceso de la mortalidad. Entre las enfermedades más
temibles, objeto de una profilaxis en masa, hay que mencionar la tripanosomiasis
(enfermedad del sueño).
Una última palabra sobre uno de los "objetivos" invocados por la colonización: la lucha
contra la esclavitud. Hemos visto como en un primer tiempo, el de la conquista, la
esclavitud, lejos de recular, conoció un nítido desarrollo. Más tarde, la prohibición del
comercio de esclavos (promulgada en África occidental francesa únicamente en 1905),
y luego la abolición de la esclavitud, no se hará realidad más que muy progresivamente.
Datos demográficos
La trata de esclavos, entre los siglos XVI al XIX, ya había debilitado demográficamente
el África. El traumatismo de la conquista le asestó un nuevo golpe, tal vez más brutal,
aunque más limitado en el tiempo. Los combates, más los excesos del transporte y de
las requisas de hombres, víveres, de rebaños, aumentan la mortalidad. Dejan
poblaciones debilitadas, más sensibles a las epidemias y a otros accidentes, sequías por
ejemplo. "El menor accidente (sequía excepcional, invasión de langosta) cobraba
dramatismo por la deducción colonial simultánea de víveres y de trabajo, sin que la
administración hubiera previsto los medios para la necesaria intervención".[79]
Ya despobladas, en las regiones del África ecuatorial francesa asoladas por los abusos
del sistema concesionario (Centro África) o por la explotación de los bosques (Gabón:
hombres adultos "militarizados" por contratos de dos años para trabajar en las
explotaciones forestales; poblados —donde no subsisten más que las mujeres, los
ancianos y los niños— "gravados" en mandioca para alimentar las explotaciones), la
caída fue todavía más masiva (del 30 al 50%). [82]
En las regiones del Sahel y Sudán, las grandes sequías de 1913-1914 y de 1930-1933,
cuyas consecuencias fueron agravadas por el contexto político-económico (guerra de
1914-1918, crisis y depresión de los años treinta) y por último la sequía de los años
1972 y siguientes, engendraron escasez y hambruna. No es hasta los años treinta cuando
se hicieron sentir los primeros efectos de la medicina de masas. El África de las
independencias ha pasado de la regresión demográfica a la explosión, pero las
consecuencias de un régimen económico heredado de la colonización ha mantenido
hasta hoy día la miseria y la desnutrición, agravadas por los conflictos internos. Pero
esto último es ya otra historia.
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[62] Citado por P. Vigné d'Octon, La gloire du sabre, París, Flammarion, 1900.
[63] Jean Rodes, "Un regard sur le Soudan", La revue blanche, 1.11.1899.
[64] Cámara de Diputados, sesión del 30.11.1900 (Annales de la Chambre des Deputés,
1900).
[70] R. Susset, La vérité sur le Cameroun et l'A.E.F., París, Éd. de la Nouvelle Revue
Critique, 1934.
[71] Ver lean Cabot, "La culture du coton au Tchad", Annales de Géographie, 1957.
[74] Citado por R. Cornevin, L'evolution des chefferies dans l'Afrique noire
d'éxpression française, Recueil Penent, n° 687, junio-agosto 1961. 200
[75] Gilbert Vieillard, "Notes sur les Peuls du Fouta-Djalon", Bulletin de l'Institut
Français d'Afrique Noire, Dakar, n° 1.
[77] Médico-coronel Farinaud: "Rapport médica 1945". Citado en Afrique noire: l'eres
coloniales, op. cit.
[80] Ibíd.