Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
A escala planetaria, el ser humano está poniendo en peligro su vida a causa del modo en que se
desarrollan sus relaciones con el medio ambiente. De acuerdo a Martínez Castillo (2010), el modelo
de desarrollo actual manifiesta síntomas de degradación y ha alcanzado tal magnitud, que escapa
del control humano; así, por primera vez en la historia de la humanidad, se pone en peligro la vida
en el planeta, debido a:
− El estilo de vida humano es muy destructivo de las relaciones sociedad-biosfera.
− La idea aristotélica de lo humano y sus actividades separadas de lo natural, es decir, el
concepto antropocéntrico predominante en la relación especie humana-naturaleza.
− El enfoque mercado-céntrico, su forma de dar valor a las cosas y su énfasis en la ganancia.
− Crecimiento continuo e ilimitado, basado en una economía de libre mercado
(desregularizada), que abusa de los ecosistemas y seres humanos.
− Estilo de vida irracional (superproducción, sobreconsumo y derroche) para pocas(os) y
relaciones sociales injustas para las mayorías (limitación productiva, carencias en el
consumo, abstención).
− Individualidad e inviolabilidad de los derechos de propiedad privada, en detrimento de la
colectividad social y lo ambiental.
− Inconsciencia de la unidad del ecosistema planetario que niega la interdependencia
ecológica y económica en el mundo.
− Deterioro de las fuentes de energías fósiles, no renovables cuyos impactos económicos
obliga no sólo a ahorrar los, sino a la búsqueda de alternativas limpias y renovables.
− Desarrollo tecnológico y social abre una brecha entre dos sectores: el mundo desarrollado
(rico) y el mundo en desarrollo (pobre), mediante relaciones asimétricas, intercambios
desiguales e injustos en lo económico y lo tecnológico, en las que el desequilibrio repercute
en el ambiente y la sociedad
Ante esta problemática, la educación tiene un importante papel que jugar, ya que es necesario un
aprendizaje innovador caracterizado por la anticipación y la participación que permita no sólo
comprender, sino, también, implicarse en el cuidado y protección ambiental, entendiendo por
educación al proceso de desarrollo socio-cultural continuo de las capacidades que las personas en
sociedad deben generar y que se realiza tanto dentro como fuera de su entorno, a lo largo de toda
la vida. La educación implica impulsar las destrezas y las estructuras cognitivas, que permiten que
los estímulos sensoriales y la percepción del mundo-realidad se conviertan de información
significativa, en conocimientos de su construcción y reconstrucción, así como en valores,
costumbres, que determinan nuestros comportamientos o formas de actuar (Álvarez, 2003).
Por otra parte, la educación ambiental es un proceso que pretende formar y crear conciencia a todos
los seres humanos con su entorno, siendo responsables de su uso y mantenimiento. La educación
ambiental debe impartirse hacia la infinidad de sectores y utilizando gran variedad de recursos
didácticos. Se debe fundamentar en un cambio de conocimientos y comportamientos de los
miembros de la sociedad, en sus relaciones con el medio ambiente lo cual genere una nueva
conciencia que provoque una acción cotidiana de protección ambiental (Rengifo Rengifo et al.,
2012).
El término Educación Ambiental (EA) fue usado por primera vez en diciembre de 1972 cuando fue
creado por mandato de la Asamblea General de Naciones Unidas el Programa Internacional
de Educación Ambiental (PIEA), por decisión de la Conferencia de Naciones Unidas para el
Medio Humano, celebrada en Estocolmo, Suecia, durante el mes de junio de 1972 que en la
Resolución 19 dice así “Es indispensable una educación en labores ambientales, dirigida tanto a las
generaciones jóvenes como a los adultos, y que preste la debida atención al sector de la población
menos privilegiada, para ensanchar las bases de una opinión pública bien informada y de una
conducta de los individuos, de las empresas y de las colectividades, inspirada en el sentido de su
responsabilidad en cuanto a la protección y mejoramiento del medio en toda su dimensión humana”.
El mandato fue otorgado a la UNESCO y al entonces recién creado Programa de Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA), aunque inició sus operaciones formales en 1975 con la puesta
en marcha del Seminario de Belgrado (González Gaudiano, 2014).
Más tarde en Belgrado (Yugoslavia) se definieron las metas, objetivos y principios de la educación
ambiental en la Carta de Belgrado en la que se señala la necesidad de replantear el concepto
de Desarrollo y a un reajuste del estar e interactuar con la realidad, por parte de los individuos (Carta
de Belgrado/UNESCO, 1975). En este sentido se concibe a la educación ambiental como herramienta
que contribuya a la formación de una nueva ética universal que reconozca las relaciones del hombre
con el hombre y con la naturaleza; la necesidad de transformaciones en las políticas nacionales,
hacia una repartición equitativa de las reservas mundiales y la satisfacción de las necesidades de
todos los países.
Después de esta reunión el término fue usado con mayor frecuencia y cobró gran interés. En México,
el proceso de institucionalización de la EA se inició a la mitad de la década de los ochenta, con la
creación de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE) la cual formalizó las acciones de
EA. Para 1985, entidades federativas como Jalisco, Veracruz, Chiapas, Michoacán y el Distrito
Federal entre otras, contaban con programas que hoy aún permanecen.
Más tarde, la década de los noventa se caracterizó por la necesidad de Institución de los educadores
ambientales y el desarrollo de eventos académicos que promovían el intercambio de experiencias y
ofrecían capacitación en el campo. Fue entonces que el surgimiento de la EA generó la identidad de
actores en este ámbito: grupos ecologistas, académicos, ambientalistas y de adscripción
gubernamental.
En 2005 el Foro Nacional: “10 años para cambiar al mundo” celebrado en Aguascalientes, abrió una
oportunidad para discutirla forma de involucramiento en la Década de las Naciones Unidas de la
Educación para el Desarrollo Sustentable, a partir de lo cual se suscribió el compromiso nacional en
el que gobierno, empresas, universidades, organismos sociales, todos, trabajaríamos para
una construcción colectiva de la EA para el país. Con ello, se inició el proceso, aún en marcha, para
construir la estrategia de EA para la sustentabilidad en México.
En el Estado de Puebla, la Benemérita Universidad Autónoma del Estado de Puebla (BUAP) realizó
varias investigaciones en el periodo de 1994 al 2005 en colaboración con distintas instituciones para
evaluar el estado de la EA en Puebla (Ruíz Pérez & Fernández Crispín, 2006; Tenorio &
Fernández Crispín, 2006; Espejel et al., 2012), observando en el caso de preescolares públicos y
privados que los niños usan materiales estéticos para los trabajos que realizan, aunque son los
menos amigables con el ambiente, esto guiados por sus padres y/o maestros. La mayoría de los
niños de esta edad no saben clasificar a los animales de acuerdo a su hábitat, la clasificación que
conoce se debe principalmente a la influencia de los padres y/o a la educación recibida en la escuela,
así mismo, el 90% de los niños urbanos del tercer año de preescolar no ubica a los humanos como
parte de la naturaleza.
Hasta este momento se ha usado el término Educación Ambiental en los antecedentes, sin
embargo, el término Educación para el Desarrollo Sostenible sería un término más
comprensible (http://www.jmarcano.com/educa/njsmith.html), ya que indica claramente el
propósito del esfuerzo educativo: educación sobre el desarrollo sostenible, el cual es en realidad la
meta de la EA. De hecho, el Consejo sobre Desarrollo Sostenible sugirió que la EA está evolucionando
hacia educación para la sostenibilidad, que tiene un "gran potencial para aumentar la toma de
conciencia en los ciudadanos y la capacidad para que ellos se comprometan con decisiones que
afectan sus vidas."
Referencias bibliográficas
Álvarez, A. R. D. B. J. (2003). III Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental.
Luna Tenorio, K., & Fernández Crispín, A. (2006). EDUCACIÓN AMBIENTAL EN LA EDUCACIÓN
BÁSICA DEL MUNICIPIO DE PUEBLA, PUEBLA. Memoria Del V Congreso Internacional y XI
Nacional de Ciencias Ambientales, 1–5.
Martínez-Fernández, C. N., & González Gaudiano, E. J. (2015). Las políticas para la sustentabilidad
de las Instituciones de Educación Superior en México: entre el debate y la acción*. Revista de
La Educación Superior, XLIV (2)(174), 61–74.
OCDE. (2009). Green at Fifteen? Green at Fifteen? How 15-Year-Olds Perform in Environmental
Science and Geoscience in PISA.
https://www.oecd.org/centrodemexico/648delaeducacionambientalenmexicoseimparteenes
cuelas.htm
Rengifo Rengifo, B. A., Quitiaquez Segura, L., & Mora Córdoba, F. J. (2012). LA EDUCACION
AMBIENTAL UNA ESTRATEGIA PEDAGÓGICA QUE CONTRIBUYE A LA SOLUCION DE LA
PROBLEMÁTICA AMBIENTAL EN COLOMBIA Segundo…. In XII Coloqui Internacional de
Geocrítica.
Ruíz Pérez, V., & Fernández Crispín, A. (2006). EVALUACIÓN DE LA EDUCACIÓN AMBIENTAL EN EL
NIVEL PREESCOLAR DEL MUNICIPIO DE PUEBLA. In Memoria del V Congreso Internacional y
XI Nacional de Ciencias Ambientales.