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Es así, que entre las diversas alternativas para abordar los múltiples problemas del cambio
climático, la educación ambiental viene a ser, sin duda, una vía útil en la formación y la
capacitación de la sociedad. Por ello, educar ambientalmente ha sido la tarea de millones de
educadores en la transformación de las conciencias, de la extensión de un conocimiento
crítico ecológico, del desarrollo de prácticas e iniciativas de desarrollo sostenible, y más
aún, su compromiso está anexado al destino de la colectividad humana (Novo, 2007).
En tal sentido, la E A es esencial para lograr una cultura ambiental en la población, “así
como para desarrollar y fortalecer las capacidades locales necesarias para el cumplimiento
de las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático impulsadas por las
instituciones gubernamentales y de la sociedad civil en la región” (Vergés y Antonio, 2014,
p. 115). Asimismo, esta “debe estar enfocada a promover cambios individuales y
colectivos, y no sólo a presentar el ambiente y sus problemas”, de modo que, la esencia de
la EA, sobre todo, es crear una ética ambiental (Meira, 2013, p. 46) sostenible con la tierra
y la comunidad, que vaya más allá de una visión instrumentalista de grupos legitimados
neoliberales, para dar cabida a procesos de construcción colectiva, en los que individuos
excluidos por fallas históricas, a partir de saberes y prácticas cotidianas, se sientan parte de
un problema global que requiere la intervención y la valorización de todos (Pinto y Ríos,
2018).
La tendencia de una renovada ecuación ecológica del “para todos con una sostenibilidad”
que asigna la Agenda 2030 alrededor del globo, implica para la humanidad, los Estados e
instituciones público-privadas a direccionar un papel distinto en la historia climática, de
formar alianzas que puedan afianzar una economía que sustancialmente encuentre en la
naturaleza y la sociedad civil marcos de sostenibilidad, y que desde las esferas
institucionales del gobierno se garanticen mediante políticas públicas inclusivas y modelos
de gobernanza ambiental, el bienestar de la población y de aquellos grupos sociales
infrarrepresentados. Esto es, asumir desde los espacios educativos nuevas orientaciones y
líneas que permitan recuperar la confianza entre quienes han quedado fuera de la cobertura
de avance y quienes han conservado la legitimidad de su condición en los focos de
desarrollo, así como también, en el intenso momento histórico climático, hacer modelos
económicos más eficientes y sostenibles. A esto, según el informe de la unesco (2016), la
educación y la nueva Agenda 2030 engloban “seis pilares fundamentales: el planeta, la
prosperidad, la gente, la paz, el lugar de residencia y las asociaciones”, reiterando que la
educación no hará realidad todo su potencial si el ds no actúa como marco de orientación en
la reforma de los sistemas educativos, así como de inyectar en las escuelas y centros de
formación ideas básicas compartidas de comunidad, cooperación, justicia, democracia,
bienestar y de preservación del medio ambiente.
En estos desafíos la educación ambiental tiene un papel fundamental a nivel del sistema
educativo como a nivel de la sociedad en general.
Así, el proceso educativo, con enfoque ambiental, de género e intercultural, se orienta hacia
la formación de un nuevo tipo de ciudadano o ciudadana con las siguientes
características:
La educación ambiental no es solo un enfoque ético y teórico, sino también una estrategia
de gestión operacional de todo el proceso educativo, como de revitalización cultural del
conjunto de la sociedad nacional.
Contexto Latinoamericano
El principal resultado del congreso fue: Desarrollar una hoja de ruta, 2015-2020,
que oriente el desarrollo de la Educación Ambiental Comunitaria en Iberoamérica
será remitido PNUMA, UNESCO y otros destinatarios adecuados, tales como
nuestros respectivos Gobiernos Nacionales, regionales y locales.
- Entre los años 1984 y 1987, a través de una alianza entre el Ministerio de
Educación y el Ministerio de Agricultura, se ejecutó el Programa de Educación
Forestal, dirigido principalmente a escuelas andinas.
recursos pedagógicos muy importantes que no fueron asumidos por los programas
tecnológicos del Ministerio de Educación.
- En el año 2003, la Oficina de Educación Rural del MINEDU formuló las Políticas
de Educación Rural, que involucra la dimensión ambiental vinculada a otras, en
una perspectiva de desarrollo sostenible.
- Con apoyo del Gobierno de Finlandia, se logró tres ediciones del libro estrella de
la educación ambiental formal “Perú País Maravilloso: Manual de educación
ambiental para docentes.”
- Diversos Gobiernos Regionales y Locales del país han aprobado sus Políticas
Regionales de Educación Ambiental, ejecutan actividades y proyectos de
educación ambiental y fortalecen las instancias de gestión para la educación
ambiental. Aparece la primera “Unidad de Educación Comunitaria y Ambiental” en
la estructura orgánica de la DRE del Cusco y una gran mayoría de DRE y UGEL
del país se cuenta con especialistas encargados de educación ambiental. Ÿ
UNICEF desarrolla desde el 2009, en alianza con la DIECA, un proyecto para el
fortalecimiento de la educación en gestión del riesgo y la cultura de prevención en
instituciones educativas del Callao, Apurímac, Ayacucho, Ucayali, Amazonas y
Cusco, y en esa misma línea, la UNESCO desarrolla un proyecto en La Libertad,
Lima provincias y Callao.
Políticas:
Leyes y Reglamentos:
Objetivo general
Objetivos específicos
Acciones Estratégicas: