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Elul es el sexto mes del año, conforme la cuenta que comienza con Nisán, al cual la
Toráh (Exodo 12:2) denomina el primer mes. Sin embargo, si basamos nuestro cálculo a
partir de Tishrei, Elul es el último mes del año. El nombre de Elul, como los de los demás
meses, fue utilizado por vez primera por los judíos que regresaron de Babilonia. Rosh
Jodesh Elul siempre se celebra durante dos días, ya que el mes anterior, Av, es siempre un
mes completo, de 30 días. El primer día de Rosh Jodesh Elul acaece en el trigésimo día de
Av, y el mes de Elul propiamente dicho consta siempre de 29 días.
TIEMPO DE RECONCILIACIÓN
Debido a que Elul es considerado el último mes del año y precede inmediatamente a Rosh
HaShaná —el Día de Juicio para todos los habitantes del mundo— fue fijado como tiempo
destinado al arrepentimiento. Tal es así, que en él recitamos Selijót (plegarias especiales
solicitando el perdón de Dios) y oraciones de penitencia.
Desde épocas muy antiguas, estos fueron días de reconciliación entre Dios e Israel. Cuando
el pueblo judío cometió el pecado del Becerro de Oro y las Tablas de la Ley fueron rotas,
Moshé ascendió nuevamente al Monte Sinaí y suplicó misericordia y perdón. Dios aceptó su
súplica, y le dijo (Exodo 34:1): Esculpe para ti dos Tablas como las primeras. Moshé
ascendió a la montaña en Rosh Jodesh Elul y Permaneció allí cuarenta días, hasta el 10 de
Tishrei. Ese día descendió con las segundas Tablas, aquellas que Dios le había entregado
con alegría y de buen grado. Este período de cuarenta días —desde Rosh Jodesh Elul
hasta el 10 de Tishrei— fue fijado para todas las generaciones como un tiempo de
reconciliación, un período de arrepentimiento y perdón.
A pesar de que el arrepentimiento genuino siempre es aceptado, los días de Elul son
especialmente apropiados para ello, pues durante este período se despierta la misericordia
Divina y la mano de Dios se extiende para recibir a aquellos que regresan a Él con
sinceridad.
SELIJOT
Al levantarse para Selijót—aunque todavía es antes del amanecer—, la persona debe lavar
ritualmente sus manos y recitar las bendiciones correspondientes [es decir, Al Netilat
Yadáim]. Luego de recitar las Selijót con la llegada del amanecer, las manos son lavadas
ritualmente una vez más, pero sin repetir la brajá. Antes de las Selijót, también deben
recitarse las bendiciones de la Toráh (Sidur, págs. 9-10).
En las comunidades sefardíes se acostumbra a recitar todas las Bendiciones Matutinas
[Birjot HaShájar] luego del lavado de las manos al levantarse.
1. Dios, (A-do-nai) — Yo soy Aquel que es compasivo antes de que el hombre peque,
aunque sé que al final pecará.
2. Dios, (A-do-nai) — Y Yo soy Quien es compasivo luego de que el hombre peca y retorna
al buen camino.
3. Señor... (E-l) — También éste es un atributo de misericordia, como está escrito: "E-H,
¿por qué me has abandonado?" Y no se puede decir al atributo de justicia severa: "¿Por
qué me has abandonado?"
9. Mantiene la bondad por dos mil generaciones, (Notzer Jésed la Alafím) — Atesora la
benevolencia que la persona hace frente a Él durante miles de generaciones;
10. perdonando iniquidad, (Nosé Avón) — Perdona las faltas que el hombre comete
premeditadamente;
11. transgresión... (Va Fésha) — Perdona las iniquidades que el hombre comete en un
espíritu de rebeldía;
13. Y El limpia (veNaké) — Absuelve a aquellos que se arrepienten, mas no a los que no se
arrepienten.
Los Trece Atributos sólo se recitan al orar junto con la congregación. Quien recita las Selijót
a solas, saltea los Trece Atributos (o los dice, según algunas autoridades, con la tonada
usada al leer un pasaje de la Toráh).
¿Qué significa "renuncia al pecado"? La persona que peca debe desistir de volver a
cometerlo, quitarlo de sus pensamientos y decidir no repetir nunca más la abominable
acción.
El arrepentimiento es eficaz sólo cuando se trata de pecados entre el hombre y Dios. Los
pecados entre el hombre y su semejante, tales como robar, causar daño o insultar, no son
disculpados hasta que la persona haga restitución. Y aun cuando compensa a su prójimo,
debe no obstante apaciguarlo y pedir su perdón.
Está prohibido ser duro de corazón y negarse a reconciliarse con quien le ha provocado
algún daño. Por el contrario, hay que ser rápido para perdonar y lento para enojarse.
Cuando alguien pide a su semejante perdón por algo malo que hizo en su contra, se debe
perdonarlo con gusto y de todo corazón. Y aunque haya sido el causante de mucha
angustia y muy injusto para con él, no debe ser vengativo ni guardar rencor.
Es de suma importancia considerar que si uno estuviera a punto de ser juzgado delante de
un rey mortal, estaría profundamente atemorizado. No se le ocurriría preocuparse en un
trance así de otra cosa más que de suplicar al rey misericordia y perdón. Tanto más cuando
la persona está por ser llevada delante del Rey de todos los reyes, el Santo, Bendito Sea,
que conoce los contenidos ocultos del corazón del hombre.
El Talmud (Avodá Zará 17a) cuenta el siguiente episodio que arroja luz sobre la fuerza del
arrepentimiento genuino:
Rabí [Rabí Iehudá HaNasí] lloró y dijo: "Están aquellos que, pueden ganarse su porción en
el Mundo Venidero en un instante". ¿A quién se refería? A Rabí Elazar ben Durdaia.
Rabí Elazar ben Durdaia vivió en medio del pecado durante muchos años. Cierta vez
sucedió que una mujer le dijo en el momento de su transgresión: "¡Elazar ben Durdaia no
será aceptado en su arrepentimiento!"
Fue Elazar y se sentó entre las colinas y las montañas, y les dijo: "¡Colinas y montañas!
¡Pedid misericordia por mí!" Ellas le respondieron: "Antes de pedir misericordia por ti, lo
haremos por nosotras, pues el versículo (Isaías 54:10) expresa: Ya que las montañas serán
removidas y las colinas se desmoronarán".
Dijo entonces Elazar: "¡Cielo y tierra! ¡Pedid misericordia por mí!" Ellos le respondieron:
"Antes de pedir misericordia por ti, lo haremos por nosotros, pues el versículo (ibíd. 51:6)
expresa: Ya que los cielos se desvanecerán como humo y la tierra se desgastará como una
prenda". Dijo entonces Elazar: "¡Sol y luna! ¡Pedid misericordia por mí!" Ellos les
respondieron: "Antes de pedir misericordia por ti, lo haremos por nosotros, pues el versículo
(ibíd. 24:23) expresa: Y la luna se avergonzará y el sol sentirá vergüenza".
Dijo entonces Elazar: ¡Estrellas y constelaciones! ¡Pedid misericordia por mí!" Ellas le
respondieron: "Antes de pedir misericordia por ti, lo haremos por nosotras, pues el versículo
(ibíd. 34:4) expresa: Y serán borradas todas las huestes del Cielo".
Entonces dijo: "La cuestión no depende de nadie más que de mí". Colocó su cabeza entre
las rodillas y lloró amargamente, hasta que su alma abandonó su cuerpo. Surgió en ese
momento una Voz Celestial que dijo: "Rabí Elazar ben Durdaia está destinado a la vida en
el Mundo Venidero".
Dijo Rabí: "¡No sólo que se acepta a los penitentes, sino que incluso son llamados 'Rabí'!"
¿Por qué lloró Rabí Iehudá? Vio que en un único instante la persona puede lograr lo que
los justos alcanzan en muchos años. Aprendemos de ello que los justos son considerados
como si no se esforzaron lo suficiente durante sus vidas.
¿Y por qué fue llamado Elazar ben Durdaia "Rabí" [es decir, por qué recibió el honor que se
confiere a un maestro]? ¡Porque a partir de él, todos pudieron aprender el poder de un único
instante!
Las promesas que la persona ha formulado sobre sí pueden ser anuladas, legalmente, por
un "tribunal" compuesto por tres personas. [Un simple erudito idóneo también tiene la
autoridad para anular promesas, pero hoy en día nadie es considerado idóneo en la
materia]. Quien hizo la promesa recita una declaración, expresando que formuló una
determinada promesa sobre sí pero que de haber sabido que no le sería posible cumplirla,
nunca lo hubiera hecho. La promesa también puede ser anulada si la persona ofrece una
razón de por qué se arrepiente de haberla hecho. Luego, el "tribunal" repite tres veces que
su promesa quedó anulada.
Se ha vuelto costumbre recitar la fórmula impresa en los sidurím (pág. 269), ya que describe
en detalle los distintos tipos de promesas y la manera en que pueden ser anuladas.
En las comunidades sefardíes es costumbre anular las promesas dos veces en el año:
cuarenta días antes de Rosh HaShaná [o sea el 19 de Av] y cuarenta días antes de Iom
Kipur [es decir, en Rosh Jodesh Elul].
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