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ATRÉVETE A VIVIR UNA VIDA PLENA

A TRAVÉS DE LA ORACIÓN
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Pr. Eliud Cervantes

Creo que existen dos necesidades urgentes en la vida de la Iglesia: el alimento en la


palabra y la oración. A la verdad, todo lo que el Señor va hacer entre nosotros lo hará por
esos dos medios: la palabra y la oración. El encargo de nuestro corazón en estos días de ayuno
es por más oración en la vida de la iglesia.

Los evangelios nos dicen que el propio Señor Jesús, cuando vivió en este mundo, se
levantaba temprano para orar. Si Él necesitó orar, imagínate tú y yo. Necesitamos orar
continuamente porque vivimos en un mundo caído y estamos sujetos a los ataques del
enemigo.

La Palabra de Dios nos dice que el Señor no solo oró, sino oró con muchas lágrimas.
Aun siendo el Hijo de Dios, él clamó al Padre con lágrimas. Eso muestra el poder y la
necesidad de buscar al Señor de todo nuestro corazón.

“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y
lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente”
(Hebreos 5:7 RVR60)

La vida y el ministerio de Jesús se caracterizaron por mucha oración. Él sabía que


solo por la oración sería fortalecido para enfrentar la guerra que estaba delante de Él.

“Un día en que todos acudían a Juan para que los bautizara, Jesús fue bautizado
también. Y mientras oraba, se abrió el cielo” (Lucas 3:21 NVI)
En el momento en que fue bautizado, el Señor estaba orando porque sabía que en
seguida sería llevado al desierto, y mientras oraba, los cielos se abrieron.

La oración libera la acción del cielo y cumple su propósito

Por medio de la oración, el Señor nos dio el poder de restringir el cielo o liberarlo.
Nuestra falta de oración simplemente restringe la acción del cielo. El movimiento del cielo
está asociado al movimiento de nuestro corazón en oración.

El Señor está siempre buscando un intercesor que clame por la realización de sus
planes. Dios dio la revelación a Jeremías de que el cautiverio duraría 70 años; sin embargo,
solo después que el profeta Daniel oró es que el pueblo fue liberado para volver a Israel. Para
que el plan de Dios se cumpla, necesitamos orar.

“En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser
rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo Daniel miré
atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías,
que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Y volví mi rostro
a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza”
(Daniel 9:1-3 RVR60)

En su gracia, Dios nos estableció como sus compañeros de obra. Dios es soberano y
omnipotente, pero Él decidió que no actuará solo en la tierra, por eso somos llamados para el
ministerio de la oración. No podemos hacer nada sin Dios (Juan 15:5) y Él no hace nada sin
usarnos como instrumentos.

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva
mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5 RVR60)

Cuando la iglesia no ora, estamos permitiendo que el maligno cumpla sus planes; sin
embargo, cuando oramos, damos al Señor el canal para actuar. Y eso lo podemos ver
claramente en Éxodo 17, en la lucha de Israel contra Amalec.
“Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba
su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron
una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus
manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se
puso el sol” (Éxodo 17:11-12 RVR60)

Este es un cuadro de la oración. Es la razón por que necesitamos orar en concordancia


con los demás, porque somos débiles y no conseguimos sustentar la oración por el tiempo
necesario. Este pasaje nos muestra lo cuán difícil es sustentar una vida de oración.
Necesitamos orar más en estos días.

No te escondas de Su presencia

¿Por qué las personas no oran? Puede haber muchas causas, pero todo comenzó con
la caída del hombre en el Edén. Cuando Dios creó al hombre había comunión entre el hombre
y Dios, pero inmediatamente, después que cayó, el hombre se escondió del Señor entre los
árboles porque ahora tenían miedo de la comunión con Dios.

“El hombre y su mujer oyeron que Dios el Señor andaba por el jardín a la hora en que
sopla el viento de la tarde, y corrieron a esconderse de Dios entre los árboles del jardín”
(Génesis 3:8 DHH)

Las personas no oran porque simplemente evitan esa comunión. La acusación maligna
hace con que se sientan indignos o incapaces de buscar a Dios o piensen que Dios está
molesto con ellos. Pero oramos, nos podemos acercar, porque estamos debajo de la sangre
de Jesús.

El propio Señor Jesús nos muestra que cuando escogió a los doce, Él lo hizo en primer
lugar para que estén con Él, y luego serían enviados a predicar. La manera de estar con Él,
es a través de la oración.

“Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar”
(Marcos 3:14 RVR60)
Una consecuencia de la caída es la indisposición de orar, pero muchos no saben que
la falta de oración es también pecado, no estamos hablando que sea una perversidad, sino que
es pecado.

“En cuanto a mí, que el SEÑOR me libre de pecar contra él dejando de orar por ustedes.
Yo seguiré enseñándoles el camino bueno y recto” (1 Samuel 12:23 NVI)

Somos protegidos y guardados por la oración

“No hay ave rapaz que conozca ese escondrijo ni ojo de halcón que lo haya descubierto.
Ninguna bestia salvaje ha puesto allí su pie; tampoco merodean allí los leones”
(Job 28:7-8 NVI)

Existe un lugar que ningún demonio conoce, por eso la Palabra dice que el ave rapaz
no conoce, ni los ojos del halcón lo descubrieron. Hay un lugar que los espíritus malignos no
pueden contemplar: es la presencia de Dios en oración. Ese es el lugar donde el maligno no
entra y no nos encuentra. Creo que es sobre ese lugar que trata el Salmo 91: el abrigo (seter-
escondrijo, oculto) del Altísimo, el cual es encontrado en la oración. Es el escondrijo del
Altísimo.

En Proverbios 27:12, dice que “el avisado (prudente) ve el mal y se esconde…”, ¿qué
lugar es ese? En la presencia de Dios en oración, pero el imprudente no tiene ese lugar y
sufre.

La Biblia en Efesios 6 dice que Dios nos ha provisto con 7 piezas de armadura
espiritual, pero ellas se reciben a través de la oración.

“Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra (rhema) de


Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello
con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:17-18 RVR60)

¿Cómo recibes el yelmo de la salvación que te protege de todos los dardos de fuego?
Con toda oración y súplica, orando en todo tiempo en el Espíritu. La palabra “tiempo” en
griego es “kairos”, un “momento o tiempo favorable”. Cuando oramos en el Espíritu, hace
que nos coloquemos en el momento o tiempo favorable a pesar de lo que suceda a nuestro
alrededor.

Pero la Palabra de Dios nos dice también que debemos velar “con toda
perseverancia”, a veces, lo que estás buscando no se manifestará de inmediato, pero a medida
que continúas orando, experimentarás ese avance.

La característica del vencedor: vigila y ora

“Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el
Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo”
(Marcos 13:32-33 RVR60)

El Señor nos ordenó a vigilar y orar para escapar de la tribulación que vendrá y la
única condición colocada por el Señor fue vigilar y orar. El vencedor es aquel que ora. Qué
estos días demais despertados a una vida de oración, de permanecer en Él.

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