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Es necesario comprender -nos dice el arqueólogo Luis Jaime Castillo Butters- cuál es la posición y
función de las mujeres en la sociedad Mochica. Esto es posible a través del estudio de las
representaciones iconográficas de sus creencias y rituales en sus detallados dibujos y esculturas las
cuales aparecen en la finamente pintada cerámica Mochica. Esta información se debe
complementar con el estudio de los contextos arqueológicos donde aparecen mujeres.
Mujeres aparecen con cierta frecuencia en el arte Mochica ejecutando una serie de acciones
rituales y otras que podrían ser más bien de carácter doméstico. En base a un análisis de atributos
(vestidos, adornos, características faciales y corporales) y de los contextos en los que se
desenvuelven las mujeres, podemos distinguir las representaciones de mujeres naturales de
aquellas que corresponden a "Mujeres con Rasgos Sobrenaturales" (Holmquist 1992)
Mujeres Naturales: son mujeres con apariencia natural, usualmente representadas con una falda
larga de color oscuro, un cinturón atado a la cintura y el pelo suelto o dividido en dos partes y
trenzado. Aparecen en escenas de sacrificio, asistiendo en las actividades rituales; en
representaciones de partos, pariendo o como matronas; en escenas del llamado arte erótico;
como curanderas; como tejedoras; sujetando al Aia Paec, etc. Por las características con que se
representa a las mujeres naturales parecería que pertenecen a las clases bajas de la jerarquizada
sociedad Mochica, ya que no presentan ninguno de los atributos u ornamentos que caracterizan a
la élite y que luego veremos en las Mujeres con Rasgos Sobrenaturales.
Mujeres con Rasgos Sobrenaturales: constituyen un grupo claramente diferenciable del anterior.
Estas, si bien básicamente antropomorfas, son representadas con grandes colmillos típicos de las
divinidades de más alto rango en el panteón Mochica, pintura facial generalmente de un solo
color, tocados elaborados compuestos por piezas trapezoidales que terminan en extremos
aserrados o por múltiples elementos, orejeras adornadas con mosaicos de turquesa, faldas largas
que cubren las rodillas, capas tachonadas con discos de metal, cinturones adornados con cabezas
de serpiente, sandalias, collares y brazaletes de cuentas de piedra, concha y metal. Su tocado, a
diferencia de los que adornan a los hombres, no oculta el cabello, que aparece dividido en dos
partes y trenzado, las trenzas terminando en cabezas de serpiente. Bajo la elaborada
representación de las Mujeres con Rasgos Sobrenaturales se esconde el mismo esquema con el
que se representa a las mujeres naturales, es decir, falda larga, cinturón y pelo trenzado; pero en
ellas todos los elementos son de mayor calidad, lo que indudablemente refleja una posición social
privilegiada.
Las Mujeres con Rasgos Sobrenaturales aparecen representadas en sólo cuatro escenas principales
sde la iconografía Mochica:
La escena del Transporte Marítimo, presenta un viaje ritual que una serie de seres sobrenaturales
transportan prisioneros humanos para sacrificarlos. El sacrificio aparentemente ocurriría en las
pequeñas islas cercanas al litoral. En estas islas se han descubierto algunas evidencias der los
sacrificios. En ellas aparecen, sobre grandes balsas de totora, la Mujer con Rasgos Sobrenaturales,
un personaje de Cinturón de Serpientes y otros animales antropomorfizados. Cada uno de estos
personajes comanda su propia nave, la que suele ser lo suficientemente amplia como para estar
compuestas de dos cubiertas donde se acomodan personajes auxiliares, múltiples ofrendas de
cerámica y numerosos prisioneros desnudos y atados con gruesas sogas.
No sabemos a ciencia cierta qué es lo que ocurre en las islas, o cuál es exactamente el
procedimiento de sacrificio, lo cierto es que cuando las naves regresan a la costa los prisioneros ya
no están presentes. En algunas de las representaciones del Transporte Marítimo la Mujer con
Rasgos Sobrenaturales fue representada bebiendo de una copa, que como veremos más adelante,
corresponde a la copa usada para beber la sangre de los prisioneros sacrificados. La
representación de la Mujer en la balsa de totora, tanto la versión completa como la simplificada,
es la imagen más recurrente en las tumbas excavadas de San José de Moro. Como veremos más
adelante, la Mujer que aparece en las escenas de Transporte Marítimo, no es otra que la
sacerdotisa de san José de Moro.
La segunda escena mayor en la que aparece la Mujer con Rasgos Sobrenaturales es la Rebelión de
los Objetos. En esta escena la Mujer, parece dirigir una revuelta de implementos y artefactos, que
antrpoformizados, atacan al hombre, toman prisioneros y proceden a sacrificarlos (Lyon 1981,
Quilter 1990). Los artefactos capturan a seres humanos y los dirigen hacia la Mujer con Rasgos
Sobrenaturales lo que deja entrever que ésta comanda la rebelión. Este enfrentamiento finaliza
cuando guerreros zoomorfos capturan a los objetos animados, y los dirigen hacia un personaje
central con apéndices "radiantes". La Mujer con Rasgos Sobrenaturales también se dirige hacia
este personaje principal, probablemente poniéndose fin a la "Rebelión".
La tercera representación es la llamada Escena del Entierro, una de las más complejas imágenes
del arte Mochica por la gran cantidad de personajes involucrados y la presencia de numerosas
actividades (Donnan y McClelland 1979). Esta imagen narra la ceremonia funeraria de un
personaje principal, quizá un gobernante o una divinidad, que es enterrada dentro de un ataúd
rectangular adornado con una máscara funeraria en una gran tumba subterránea. Entre los
asistentes al entierro vemos a algunas de las divinidades Mochicas más importantes,
particularmente la Mujer con Rasgos Sobrenaturales. Dado que la imagen cuenta la ceremonia no
se restringe el entierro, nos presenta información de las ofrendas y sacrificios que ocurren en
conjunción con la inhumación. Una peculiaridad de esta representación es que se puede ver a una
mujer desnuda y probablemente con la cara desollada que está siendo picoteada por gallinazos.
Casi todas las 14 imágenes conocidas de la Escena del Entierro provienen de San José de Moro.
Una de ellas, a decir verdad fue encontrada en un lugar prominente de la tumba de una de las
Sacerdotisas.
Finalmente, es la Escena del sacrificio en donde vemos a la Mujer con Rasgos Sobrenaturales
representada de manera más detallada. Esta ceremonia consistía en un complejo ceremonial de
sacrificios humanos de guerreros Mochicas derrotados en combates rituales y la posterior ofrenda
de su sangre a un Dios Supremo. En esta escena la Mujer de Rasgos sobrenaturales aparece
ataviada con los atributos distintivos anteriormente descritos.
Estas escenas, y por tanto los rituales que ellas representan, están entre las más complejas del
arte Mochica y en ellas las mujeres ejecutan papeles protagónicos: conducir una balsa de totora
cargada de prisioneros hacia los lugares de sacrificio, restaurar el orden y aplacar la rebelión de los
objetos, y sacrificar prisioneros y presentar la copa con sangre a la divinidad suprema. Es decir que
los papeles que las Mujeres con rasgos Sobrenaturales ejecutan adquiere mayor preponderancia.
Las representaciones de la mujer nos llevan a preguntarnos si a medida que pasa el tiempo la
posición y funciones de las mujeres de la élite Mochica van aumentando de importancia y de
jerarquía. Las tumbas de mujeres de élite, casi inexistentes en la fase Temprana y Media,
comienzan a aparecer con gran frecuencia en la fase Tardía. En este caso no se trata sólo de
tumbas de élite, sino de algunas de las tumbas más ricas encontradas. Es decir que sí parece ser
cierto que la posición de la mujer va en aumento en la sociedad Mochica. Todo parece indicar que
los cambios no se producen en las funciones, es decir, en lo que hacen las mujeres, sino en los
prestigios relativos de estas funciones".
EL PERIODO LITICO
Las primeras bandas de cazadores y recolectores nómadas llegaron a los Andes peruanos unos 13
mil años a.C., ósea en los últimos tiempos del gélido periodo llamado Pleistoceno Tardío. Grandes
áreas andinas estaban cubiertas por el hielo y el litoral peruano era más ancho que en la
actualidad. Vivían grandes mamíferos adaptados a los fríos climas de la “era del hielo”, como los
mastodontes, megaterios, gliptodontes, smilodontes y paleo llamas.
En esta etapa surgen importantes talleres donde se fabricaban armas y utensilios para diferentes
actividades. La propagación de los cérvidos (tarucas) y los camélidos andinos (llamas, vicuñas y
guanacos) incentivó la cacería de estos veloces animales. Para esto se requería instrumentos líticos
de mejor calidad (puntas de lanza) que se fabricaban en talleres especiales; era la época de los
“cazadores especializados”, donde destacan las tradiciones líticas de Paiján (en la costa norte) y
Lauricocha (en la sierra central).
Las estrategias de supervivencia variaban según la geografía. Por ejemplo, en las mesetas alto
andinas existían “campamentos estacionales” en áreas y temporadas de abundantes camélidos.
Arqueólogos como Ramiro Matos y John Rick sostienen incluso que en las zonas alto andinas de
Junín existieron, en pleno Periodo Lítico, “cazadores sedentarios” que vivían en “campamentos
permanentes” por muchos años, aprovechando la abundancia de camélidos de la zona.
Mientras tanto, en la costa era muy importante la recolección de mariscos junto a la caza de
venados. Diversos grupos humanos aprovechaban los abundantes recursos de las lomas en las
temporadas de fuerte nubosidad costeña. El arqueólogo Edward Lanning propone que estos
mismos grupos ascendían a los pisos ecológicos serranos para cazar y recolectar en los periodos de
lluvia. Estos cazadores tenían sus itinerarios y seguían lo que Lanning denomina un modelo de
“Trashumancia Estacional”.
Pintura rupestre del hombre de Lauricocha (Huánuco). Ilustración del Museo de Arqueología,
Antropología e Historia del Perú. Foto: Arturo Gómez Alarcón.
Merece mención aparte el arqueólogo Michael Moseley quien sostiene que los pescadores y
cazadores costeños del Periodo Lítico no tenían la necesidad de seguir un patrón nómada pues la
riqueza hidrobiológica de nuestro mar contribuyó a una temprana “sedentarización pre-agrícola”.
Sobre la organización social en el Periodo Lítico, se acepta generalmente que la unidad básica era
la banda. Esta era conformada por un grupo variable de personas que convivía en una cueva o en
un campamento. El promedio de personas por banda sería de 30 individuos; donde predominaban
las mujeres y los niños. Es lógico suponer que en zonas o temporadas difíciles para la
supervivencia el grupo disminuía en número, pero en tiempos de paz y abundancia, el mismo se
incrementaba fuertemente.
Se considera que en las bandas paleolíticas era común que los varones se dedicaran a la caza,
mientras las mujeres aportaban con la recolección de vegetales silvestres. A esto se denomina
“división sexual del trabajo”. Los hombres jóvenes y fuertes se encargaban de cazar a las bestias,
para conseguir carne, lana y huesos. La gran tarea de cuidar directamente de los bebes y niños
estuvo en manos de las mujeres, quienes muchas veces salían a buscar los frutos acompañados de
los menores.
EL HOMBRE DE LAURICOCHA
El hombre de Lauricocha
El hombre de Lauricocha vivió en varias cuevas de la sierra de Huánuco, que fueron descubiertas y
estudiadas por el arqueólogo peruano Augusto Cardich entre 1958 y 1960. Estos antiguos
cazadores de camélidos y cérvidos andinos nos dejaron muchos proyectiles líticos parecidos a los
del hombre de Ayampitín (Argentina), lo que sugiere que formaron parte de una gran tradición
lítica de cazadores avanzados de la cordillera andina.
Es de suponer que las bandas eran endogámicas; es decir, que la reproducción se daba solamente
entre los integrantes de una; sin embargo, esto sólo debió cumplirse en los grupos menores,
típicamente nómades y más remotos. En el caso de los grupos cazadores y pescadores sedentarios
y de creciente población (estudiados por Rick y Moseley, respectivamente) es probable que se
haya practicado la exogamia, sobre todo entre las poblaciones que necesitaban complementar sus
recursos a través del intercambio y protegerlo EL HOMBRE DE CHIVATEROS
Los habitantes del Río Chillón vivieron en los inicios del Periodo Holoceno caracterizado por el
retroceso de los hielos, la extinción de la mega fauna y la abundancia de camélidos, zorros y
venados veloces que abundaban en las lomas cercanas. Las puntas de lanza bifaciales de la fase
Chivateros II fueron eficaces en la cacería de estos animales. La dieta de estos habitantes se
complementaba con la recolección de vegetales y animales marinos, sobre todo peces y mariscos
mediante alianzas.
EL HOMBRE DE PAIJÁN
En la Pampa de los Fósiles (Pacasmayo-La Libertad), Rafael Larco Hoyle descubrió en 1948 un
complejo lítico donde destacan las puntas de proyectil delgadas con pedúnculo. Estos
instrumentos de 12 a 15 cms. de largo fueron utilizados por pescadores y cazadores del Holoceno
Temprano.
El arqueólogo Luis G. Lumbreras sostiene que este complejo forma parte de una gran tradición
lítica que es llamada “Paijanense”. Forman parte de esta tradición sitios arqueológicos como: El
Inga (Ecuador), La Luz-Ancón (Lima), y Paiján (La Libertad). En el Paijanense predominaron puntas
pedunculadas bifaciales de alta calidad así como cuchillos y raederas unifaciales.
En 1975 Claude Chauchat descubrió en la zona dos entierros de suma importancia. Un adolescente
y una mujer adulta fueron inhumados, hace diez mil años, con las extremidades flexionadas y
recostadas sobre una capa de ceniza. Estos entierros son considerados los más antiguos del Perú,
pues sus fechados alcanzan hasta 8 000 años a.n.e. Los grupos humanos de Paiján se alimentaban,
principalmente, de peces y mariscos del litoral liberteño. También de cérvidos, aves, cañanes y
vegetales silvestres del valle de Chicama. EL HOMBRE DE LA CUMBRE
EL HOMBRE DE SICHES
Al norte del río Chira en Piura, el arqueólogo James Richardson descubrió y estudió diversos sitios
líticos que se agrupan con el nombre de Complejo Siches y que datan del octavo milenio antes de
nuestra era. En este yacimiento arqueológico destacan los cuchillos unifaciales y las hachas
pulidas.
EL HOMBRE DE GUITARRERO
Hombres de Guitarrero I.
Guitarrero es una famosa cueva en Yungay (Callejón de Huaylas, región Ancash) donde el
arqueólogo estadounidense Thomas Lynch descubrió dos estratos de presencia humana de la
etapa pre cerámica peruana.
Guitarrero I
El estrato más profundo es denominado Guitarrero I y sus restos arqueológicos tienen una
antigüedad 13000 años a.C. aproximadamente (Periodo Lítico o Pre-agrícola). Aquí se descubrió
evidencias de fogatas e instrumentos líticos como chancadoras, martillos de piedra, una punta
lanceolada y un pequeño cuchillo bifacial. El fechado obtenido mediante el Carbono 14 convierte
al "Hombre de Guitarrero I" en "el habitante más antiguo del Perú" hasta hoy conocido y
confirmado.
El hombre de Telarmachay
EL HOMBRE DE JAYHUAMACHAY
Os remotos habitantes piuranos predominaron los recursos marinos y los vegetales silvestres que
recolectaban de los manglares La caverna de Tres Ventanas fue ubicada y estudiada por el
arqueólogo Federico Éngel en Huarochirí, sierra de Lima. Aquí, Éngel encontró abundantes
utensilios líticos y algunos esqueletos humanos. Sin embargo, la importancia de este lugar se debe
más al descubrimiento de camotes, ollucos y calabazas domesticadas. En el Arcaico Temprano, los
habitantes de las alturas de Lima eran horticultores que abandonaban lenta La caverna de Tres
Ventanas fue ubicada y estudiada por el arqueólogo Federico Éngel en Huarochirí, sierra de Lima.
Aquí, Éngel encontró abundantes utensilios líticos y algunos esqueletos humanos. Sin embargo, la
importancia de este lugar se debe más al descubrimiento de camotes, ollucos y calabazas
domesticadas. En el Arcaico Temprano, los habitantes de las alturas de Lima eran horticultores que
abandonaban lentamente sus antiguas prácticas de subsistencia parasitaria. Mente sus antiguas
prácticas de subsistencia parase HOMBRE DE JAYHUAMACHAY
EL HOMBRE DE PIQUIMACHAY
Piquimachay es una famosa cueva ubicada a 12 kilómetros al norte de la ciudad de Ayacucho, que
según Richard Mac Neish sirvió de criadero de cuyes unos 5000 años a.C. Así lo evidenciarían los
coprolitos, huesos y restos de corralillos con fogones que encontraron en su interior. El hombre de
Piquimachay también habría sido un horticultor que practicaba el cultivo de la quinua y la
calabaza. A los museos locales; investigación bibliográfica e investigación en páginas web.
LA CULTURA MOCHICA
La cultura Mochica tuvo como escenario geográfico inicial a los valles de Chicama, Moche y Virú,
en la
Por el sur ocupó la costa de Ancash (valles de Santa, Nepeña y Huarmey), República del Perú, en
Su apogeo se extiende desde los 100 años a. c. hasta los 700 años d. c. y es considerada una
Dentro de sus actividades económicas están la pesca en balsas de totora, a manera de canoas
Pulpo, lenguado, tollo, corvina, róbalo, chinchorro, rayas, machetes, caballas, crustáceos
Sembrando ají, yuca, camote, maíz, fréjol, paliar, mate, calabaza, algodón, maní, chirimoya,
Palta, lúcuma, guayaba, pacae, pepino. Otra actividad fue la ganadería criando grandes
Rebaños de patos, pavos, cuyes, llamas y alpacas. En la caza la especie preferida era la taruca
O el pequeño ciervo salvaje, también consumieron lobos marinos y algunas variedades de aves.
Sus expresiones artísticas están demostradas con dos principales: la cerámica que es
Bicromía; es decir predominan los colores rojo indio sobre crema, siendo los ceramios
Escultóricos son los más excepcionales por su realismo y proporciones; y la metalurgia que
le seguían los gobernantes de cada valle, llamados Alaec, luego los sacerdotes y
Es muy probable que el fin de Moche fuera producto de la intromisión del imperio Wari, aunque
también se supone que largos periodos de inundaciones producto del fenómeno de "El Niño",
Existen dos hallazgos importantes que han cambiado la opinión que se tenía acerca del rol de
la mujer en la cultura Mochica. Con el hallazgo de la "Sacerdotisa de San José de Moro" (La
varones.
mujer joven (25 años aproximadamente) que los arqueólogos han llamado "Señora de Cao".
Fue encontrada con 18 collares de oro, plata, lapislázuli, cuarzo y turquesa; 30 adornos de
nariz, o narigueras, de oro y plata; diademas y coronas de cobre dorado; diversas placas
sueltas de metal que cubrían la mortaja de algodón natural; ceramios, lanzas, agujas de coser
de oro, enseres para el tejido, algodón crudo y unos enormes báculos o cetros de madera
forrados de cobre, que según la costumbre mochica, eran utilizados en las ceremonias como
símbolos de poder y hegemonía. La piel de la Señora de Cao está adornada con tatuajes de
serpientes y arañas en los antebrazos, los tobillos y los dedos de los pies. La serpiente y la
significativos, que realzan su majestad. El poder que ella mantuvo hace 1700 años atrás está
tres poderes concentrados en una sola figura", nos manifestó el arqueólogo Juan Villela.
"El hecho de que ella haya sido enterrada en un mausoleo dentro del templo, como no lo fue en
el caso del Señor de Sipán o en el caso de la Sacerdotisa de San José de Moro, le da una
significación especial y sobre todo es indicador de una alta jerarquía", sostiene Franco Jordán,
en la Revista ARKEOS (2006).
CONCLUSIONES
1. La gran mayoría de mujeres mochicas se dedicó a las labores domésticas, así como a la
crianza y educación de los hijos, entendida ésta última como su preparación para las labores
2. Las mujeres mochicas participaron como parteras, ayudando a otras mujeres a alumbrar, así
3. La mujer mochica fue considerada como un elemento importante en el acto sexual, símbolo
de la fertilidad.
4. Las mujeres mochicas se caracterizaron por su trabajo altamente especializado en textil ería.
5. Las mujeres mochicas participaron como concubinas, o mujeres secundarias, de los altos
dignatarios mochicas, como lo evidencia el hallazgo del Señor de Sipán, quien fue enterrado
Moro".
mochicas, como lo demuestran los símbolos de poder encontrados con la "Señora de Cao".
llamados corredores, en escenas de pesca o caza, en escenas de danza, etc. por lo que no
PROPUESTAS
Continuar esta investigación siguiendo de cerca los estudios que se están haciendo a
la Señora de Cao.
Investigar otras manifestaciones del rol de la mujer, desde la cerámica existente. en
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
ALVA, Walter
,,
2005 "El Brujo. El Mundo Mágico Religioso Mochica y el Calendario Ceremonial". MINKAPERU.
Trujillo.
WATANABE, Luis
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1994 "La ocupación Moche de San José de Moro, Jequetepeque". En: Moche. Propuestas y
perspectivas (Santiago Uceda y Elías Mujica, editores). Universidad Nacional de Trujillo. IFEA y
APFCS. Lima.
1987 "Iconografía Mochica". Fondo Editorial de la Pontifica Universidad Católica del Perú. Lima.
HORKHEIMER, Hans
1961 "La Cultura Mochica. Las grandes civilizaciones del antiguo Perú". Vol. I. Cía. de Seguros
UCEDA, Santiago
2000 "El Templo Mochica: rituales y ceremoniales". En: Los Dioses del Antiguo Perú. Colección
la Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo. martes, 7 de septiembre de 2010La mujer Pre Inca y la
mujer en el Incanato
a) Mujeres naturales.- estas son usualmente representadas con una falda larga de color oscuro,
un cinturón atado a la cintura y el pelo suelto o divido en 2 partes y trenzado. Además, estas
mujeres aparecen asistiendo en las actividades rituales (escenas de sacrificios), como matronas
que asisten en los partos, amamantando a un bebe, como curanderas tratando algún enfermo o
como tejedoras. [3]
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Ni en sus mejores sueños, el arqueólogo Régulo Franco Jordán podía imaginar que sus pacientes
excavaciones en la huaca de El Brujo le iban a deparar una sorpresa como ésta.
Meses después, un bellísimo patio decorado con pinturas policromadas de diseños geométricos y
representaciones de las más importantes deidades del panteón mochica veía la luz. Sobre su piso
reposaban cinco tumbas. Y en la mayor de ellas, un fardo funerario de unos cien kilos de peso.
Salvo en raras ocasiones, como en el enterramiento del Señor de Sipán, en el que se empleó un
féretro, lo usual en la cultura mochica era enfardar con palios funerarios los cadáveres y alojar
entre las telas los objetos rituales que acompañarían al difunto en su viaje hasta la casa de Ai-
Apaec, su dios supremo.
A medida que las telas del fardo se retiraban, las caras de los arqueólogos iban pasando de la
sorpresa al estupor más absoluto: en el interior había una momia, era de mujer, y tenía todos los
atributos con los que los mochicas enterraban a sus gobernantes.
Nunca antes se había tenido el menor indicio de que mujer alguna hubiera alcanzado la cúspide de
esta antigua sociedad precolombina. En la cultura mochica, que se extendió por la costa norte de
Perú entre el siglo I antes de Cristo y el VII de nuestra era, los guerreros ostentaban el nivel más
alto de la sociedad, sólo por debajo del gobernante, que también era la máxima dignidad religiosa.
Los arqueólogos ya sabían, por las tumbas encontradas con anterioridad, que algunas mujeres
mochica habían alcanzado importantes cargos religiosos. Pero que una mujer hubiera alcanzado el
máximo poder era algo que no entraba dentro de sus previsiones.
Los restos momificados, que corresponden a una joven de unos 25 años de edad, estaban
cubiertos con 18 collares de oro, plata, lapislázuli, cuarzo y turquesa; 30 adornos de oro y plata
protegían su nariz, y diademas y coronas de cobre dorado resguardaban su pelo, símbolos que
caracterizaban a los gobernantes. Pero en el túmulo también se hallaron mazas de combate,
escudos y cuchillos, los atributos de un guerrero. Y junto a ella fueron sepultadas otras cinco
personas, seguramente criados y su guía espiritual, encargados de custodiar a su ama en su
camino hacia el más allá. Ése es otro dato que denota la importancia del personaje enterrado.
En sus brazos y piernas se aprecian sin dificultad unos curiosos tatuajes rituales. Son dibujos de
serpientes y arañas, animales que para los mochicas representaban la fertilidad de la tierra. Y que,
según Jordán, también darían una pista sobre sus dotes como adivina.
¿Pero cómo ha podido sobrevivir este cuerpo de 1.700 años de antigüedad en este estado tan
perfecto si los mochicas no usaban técnicas de momificación? La respuesta está en un pigmento y
en el peculiar clima de la región. Los mochicas cubrían los cadáveres con una pasta granate
elaborado con cinabrio, una mezcla de mercurio y azufre que impedía la proliferación de bacterias.
Después, el ambiente seco hacía el resto y los cuerpos quedaban momificados.
La Señora de Cao llevó en su último viaje más y mayores ornamentos fúnebres que el propio Señor
de Sipán, hasta ahora el más importante enterramiento mochica conocido, descubierto por el
arqueólogo Walter Alva en 1987.
El análisis forense y el estudio minucioso de los elementos que componen el fardo funerario, que
continuarán durante meses, sacará a la luz parte de la historia de esta enigmática mujer. Con ellos
sabremos si murió, fue asesinada o fue víctima de un sacrificio ritual. Pero lo más importante sería
hallar indicios de que no fue la única mujer que llegó a lo más alto en la jerarquía mochica. Eso sí
supondría un cambio radical en la historia peruana de los últimos 20 siglos.