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LIDER CONTINENTAL
Nuestro líder Simón Bolívar nace como conductor de la Independencia durante la
campaña de 1813, con 70 hombres y ahora contando con un ejército de oficiales
experimentados, entre los cuales ya no habían vacilantes ni traidores, lo seguían con
absoluta confianza y de cada uno de ellos se sabía muy bien lo que podía esperarse en
pericia y arrojo.
La propia población civil comenzaba a aprender lo que tendría que dar para la defensa
común, y de aquellas masas huidizas de la Primera República habría hecho soldados
que los mismos combatían en las ardientes llanuras, a nivel del mar, que en las
montañas, a mil seiscientos o cuatro mil metros de altura; a machete, a lanza o con el
fusil, que aprendían a manejar en el propio campo de batalla.
A partir de ese momento, y a pesar de las derrotas, de las traiciones y los desengaños,
tuvo grandes victorias, importantes adhesiones y la fe inquebrantable del triunfo de un
ideal: la independencia absoluta de América. Sin embargo, en esta etapa, la falta de
conciencia nacional y el carácter remoto de la ideología de la independencia,
desemboca en un regionalismo que es expresión del fenómeno del caudillo, que es otra
de las típicas expresiones de la guerra de la independencia y de la desintegración del
orden social, político y cultural estructurado a lo largo de la colonia.
Esta falta de unidad entre los patriotas, que desemboca en la anarquía que divide a los
republicanos y que les impidió unirse detrás de un líder, fue un problema que tuvo que
enfrentar Bolívar, inclusive hasta el último momento de sus existencia.
Los principales caudillos se despreciaban mutuamente, pues cada uno creía que su
versión de la causa patriota merecía el apoyo de todos los demás.
Lo que distinguió a Bolívar de todos los jefes patriotas fue la visión continental de
América, que trascendía los intereses locales, así como su disposición a sacrificar los
intereses de quien fuera, incluso los propios, con el fin de que dicha visión se hiciera
realidad.
El 11 de enero de 1821, en Bogotá, fue nombrado por Bolívar comandante del Ejército del Sur, en reemplazo
del general Manuel Valdés; era la fuerza que, desde 1820, operaba en Popayán y Pasto. No recibió Sucre el
cargo porque razones de Índole estratégica y política hicieron que Bolívar anulase tal designación y le diese
comisión para marchar a Guayaquil, donde reemplazaría al general José Mires y asumiría la misión que se le
había encomendado: la de hacer que la provincia (la cual se había independizado de los españoles en
octubre de 1820) se incorporase a la República de la Gran Colombia y tomar el mando de las tropas que
hubiese en Guayaquil, como pasos previos para la liberación de Quito, que era el propósito principal de las
operaciones que se ejecutasen. El 6 de abril llegó Sucre a Guayaquil y al presentarse ante la Junta de
Gobierno, expuso la razón de su presencia allí y de la idea de una unión de la provincia con Colombia. El 15
del mismo mes fue celebrado un tratado entre Sucre (por Colombia) y José Joaquín de Olmedo, Francisco
Roca y Rafael Jimena, miembros de la Junta. El tratado estipulaba que Guayaquil mantendría su soberanía,
pero bajo la protección de Colombia. En aquella oportunidad Sucre quedó facultado para abrir la campaña
contra los realistas, y con tal motivo, Guayaquil le ofreció todos los recursos disponibles.
La importancia de los documentos redactados por Sucre, en lo que significo su primera actuación
diplomática, fue la paralización temporal de las luchas entre los patriotas y los realistas, y el fin de la guerra
a muerte iniciada en 1813.El Armisticio de Santa Ana le permitió ganar tiempo a Bolívar para preparar la
estrategia de la Batalla de Carabobo, que aseguró la independencia venezolana. El documento, marcó un
hito en derecho internacional, pues Sucre, fijó mundialmente el trato humanitario que desde entonces
empezaron a recibir los vencidos por los vencedores en una guerra. De esta forma se convirtió en pionero de
los derechos humanos.
Bolívar envió al mejor de sus generales, Antonio José de Sucre, con cientos de soldados en
pro de la causa patriótica. El 24 de mayo de 1822, Sucre derrotó a los realistas en
la Pichincha y ocupó Quito el día siguiente. Quito y Cuenca se anexaron rápidamente a la
Gran Colombia. Mientras tanto, Simón Bolívar presiona automáticamente a Guayaquil, con el
fin de anexarla también.
Olmedo ratificó la decisión del pueblo guayaquileño de mantenerse independiente y se negó a
la integración colombiana, lo cual generó roces diplomáticos con el libertador Bolívar,3 y ante
una eminente invasión, envió cartas al libertador San Martín para que interceda en el conflicto.
En Guayaquil, también se consideraba fuertemente la opción de adherirse al Perú.
De lo otro lado, San Martín había convocado al Congreso Constituyente del Perú, el 27 de
diciembre de 1821, cinco meses después de haber declarado, simbólicamente,
la Independencia de Perú el 28 de julio de 1821. Se eligieron 79 diputados. Este congreso
fundador empezó a funcionar, majestuosamente, el 20 de septiembre de 1822. Luego de la
instalación y en la misma fecha, este Congreso ofreció al general José de San Martín
poderes dictatoriales, los cuales rehusó. Se varió el ofrecimiento al de Fundador de la Libertad
del Perú y Generalísimo de las Armas, título que fue aceptado por el general San Martín,
aunque de manera honorífica. El Congreso ya instalado eligió como su Presidente al
religioso Francisco Xavier de Luna Pizarro.
Legado
Fue una de las figuras más destacadas de la emancipación hispanoamericana
frente al Imperio español. Contribuyó a inspirar y concretar de manera decisiva la
independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela.
Nacimiento: 24 de julio de 1783; Casa Natal ...
Distinciones: Gran Cruz de la Orden El Sol del ...
Nombre en español: Simón José Antonio de la ...
Residencia: Casa del Vínculo y del Retorno e I...
A partir de esa fecha inician sus brillantes campañas militares, en las cuales
alternarán victorias y reveses hasta 1818, y a partir del año siguiente
predominarán los triunfos, a la cabeza de un pequeño ejército comprometido
con la causa patriota, el mismo ejército que le daría la libertad a Venezuela el
24 de junio de 1821 con la gloriosa Batalla de Carabobo.
El gran ideal del Libertador podría ser sintetizado por el poeta Pablo Neruda
de la siguiente manera «Libertador, un mundo de paz nació en tus brazos».
Pero Bolívar no sólo dejó como legado sus ideas y pensamientos bolivarianos,
sino que además dio cátedra de liderazgo y su capacidad de dirigir y de formar
lo corroboraron.
Y es que eso fue Bolívar, más que libertador de naciones, fue libertador de
hombres, además que su visión de integración y libertad estaba cargada de un
profundo contenido humano.
Dice igualmente Prieto Figueroa, que tal era el humanismo de Bolívar que se
multiplicó en millones, un hombre capaz de desprenderse de sus intereses
individuales para sufrir con sus hombres de lucha el parto de una Patria libre
“canta y baila con ellos, alienta sus alegrías, apacigua sus ímpetus, exalta sus
virtudes, reanima a los que decaen, ayuda a los que flaquean; es pañuelo para
las lágrimas de las madres que lloran a sus hijos muertos en los combates,
amparo de los desvalidos, lumbre para el pobre”.
Al cumplirse 238 años del natalicio del Libertador Simón Bolívar el tributo más
preciado es el sabernos en una Patria libre e independiente. El ser un pueblo
capaz de defender sus ideas, su nombre, su doctrina y su esfuerzo.
En torno a esta obra del Libertador, el Comandante Eterno Hugo Chávez,
retomó el sueño de Bolívar y fue la Revolución quien lo bajo de las estatuas
para convertirlo en millones y como también lo profetizaba Neruda en su
poema “Un canto para Bolívar”: “Despierto cada cien años cuando despierta el
pueblos”, o como lo describía el líder cubano José Martí: “Aquí está Bolívar en
el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en su roca de crear con el
Inca al lado y un haz de banderas a los pies”, así sigue Bolívar en medio de su
pueblo, firme calzando sus botas de campaña y empuñando su sable de
libertad.