Está en la página 1de 5

Época del Virreinato

Mapa de que comprende todo el distrito de la Audiencia de Quito en 1779.


Hasta antes de 1717, el territorio americano del imperio español estaba dividido en
dos grandes dependencias: el Virreinato del Perú y el Virreinato de Nueva España.
En ese año, como parte de las reformas borbónicas del rey Felipe V en la ciudad de
Segovia, España, se escinde del Virreinato del Perú, uno nuevo, el Virreinato de
Nueva Granada, medida decretada el 27 de mayo de 1717 por una Real Cédula.

El Virreinato de Nueva Granada tuvo jurisdicción sobre la Real Audiencia de Santa


Fe de Bogotá, Real Audiencia de Panamá, Real Audiencia de Quito y la Capitanía
General de Venezuela. En tal sentido, las Reales Audiencias del Virreinato
comprendieron los territorios de las actuales Repúblicas de: Colombia, Ecuador,
Panamá y Venezuela, además de regiones del norte del Perú, norte y este de Brasil,
y el oeste de Guyana. Su capital se situó en Santa Fe de Bogotá.

El rey Felipe V el 5 de noviembre de 1723 emitió otra Real Cédula, con la que se
devuelve la Real Audiencia de Quito al Virreinato del Perú, en vista de haber
quedado suprimido temporalmente el Virreinato de Nueva Granada.

Por mandato Real, la Real Audiencia de Quito fue incorporada nuevamente al recreado
Virreinato de Nueva Granada el 20 de agosto de 1739. Para entonces, el Felipe V
firmó en San Ildelfonso, la Cédula de Reerección definitiva del Virreinato de Nueva
Granada con los mismos derechos y territorios de la Real Cédula de 1717.

Real Cédula de 1740


El rey de España habría expedido en 1740 una Real Cédula que fijaba los límites
definitivos entre la Real Audiencia de Quito y el Virreinato del Perú.1 Esta Cédula
nació en virtud que era necesario determinar con claridad y precisión la limitación
de la Audiencia de Quito, respecto de la Audiencia de Lima, para saber hasta qué
lugar tenían jurisdicción y autoridad los Virreyes de Nueva Granada y de Perú, y
evitar en lo posible futuras confusiones, quedando de este modo solucionada la
demarcación de ambas audiencias.

La Real Cédula de 1740 dice así:

Partiendo desde río Tumbes en la costa del Pacífico sigue la línea por las
serranías y demás cordilleras de los Andes por la jurisdicción de Paita y Piura,
hasta el Marañón a los 6º 30' de latitud Sur y la tierra adentro, dejando al Perú
la jurisdicción de Piura, Cajamarca, Moyobamba y Motilones y por la cordillera de
Jeveros atravesando el río Ucayali, a los 6º de latitud Sur hasta dar con el río
Javarí o Jauri en la confluencia del Carpi y las aguas de este al Solimaes o
Amazonas y las de este aguas abajo hasta la boca más occidental del Caquetá o
Yapura, en que comienzan los límites con el Brasil.
Dudas sobre la veracidad de la Real Cédula de 1740
De acuerdo con el historiador peruano Percy Cayo Córdova la Real Cédula de 1740
nunca existió, siendo esta una falsificación de la defensa ecuatoriana en el
litigio limítrofe contra el Perú.2 El también historiador Luis Ulloa, en relación a
esta real cédula señaló:3

Según ese falso, el rey de España demarcó con grados de latitud y longitud los
virreinatos del Perú y Nueva Granada, y esto con el objeto de que tal división
fuese eterna y no pudiese modificarla ninguna Real Cédula posterior, menos aun la
de 1802. Claro es que no existe tal Cédula de 1740: en vano la busqué varios años
en todos los archivos de España. Ni existe ni puede existir Cédula con tan absurdo
objeto. Por eso ni Mosquera ni los ecuatorianos nos han dado su texto ni su fecha
exacta: se contentan con referencias vagas á esto que constituye la sexta
falsificación del pérfido litigante contra el cual se estrella toda buena fé
Luis Ulloa
El Obispo de Ibarra Federico González Suárez no hace mención alguna de esta cédula
en su libro «Estudio histórico sobre la Real Cédula del 15 de Julio de 1802»,4
mientras que Julio Tobar Donoso en su «Derecho territorial ecuatoriano» toma con
cautela su existencia:

"La Defensa del Ecuador ha alegado, en diversas ocasiones, como prueba secundaria
de su derecho territorial, una Real Cédula de 1740, cuyo texto íntegro no se ha
encontrado hasta ahora. Por esta causa la aduciremos con cautela, pese a que la
existencia del documento parece indudable"
Julio Tobar Donoso
Real Cédula de 1802

Comandancia y Capitanía General de Maynas, (en mostaza), las zonas en litigio


españolas sobre la amazonia y que España consideraba dentro de la Comandancia de
Maynas, mientras que el Imperio Portugués lo reclamaba como suyo (en amarillo)
Dominios de Portugal (en azul claro) el resto del territorio español (en verde),
las líneas son las zonas reclamadas por otros imperios, las líneas azules,
(reclamaciones portuguesas), las líneas naranjas (reclamaciones británicas), las
líneas rojas (reclamaciones neerlandesas) y las líneas moradas (reclamaciones
francesas).
La Corona española bajo el reinado de Carlos IV, el 15 de julio de 1802, dictó una
Real Cédula, a inspiración de Francisco Requena, según la cual, el Gobierno de
Maynas y el Gobierno de Quijos, así como las misiones establecidas en los ríos que
desembocan en el Marañón, que pertenecían hasta entonces al territorio de la Real
Audiencia de Quito, pasaban a la jurisdicción política y eclesiástica del
Virreinato del Perú. Del contenido de esta Real Cédula se deduce claramente que su
objetivo principal era detener los avances portugueses a los territorios de la
corona española.

Es necesario analizar las razones y circunstancias que obligaron a la Corona


española a dictarla.

La política expansionista de los portugueses en la hoya amazónica, quienes


avanzaban incesantes hasta los territorios de la Corona española, especialmente
para dedicarse a la caza de indios a los que vendían como esclavos (bandeirantes).
Ya desde años atrás, España se había preocupado en delimitar las fronteras de sus
colonias sudamericanas con los dominios de Portugal. En octubre de 1777 se firmó el
Tratado de San Ildelfonso reconociendo a los ríos Yapurá y Yavari como el límite
con Portugal, quedando algunos sectores sin la delimitación exacta y se enviaron
sendas comunicaciones a la selva amazónica para que la delimitación se hiciera con
base en el conocimiento de la realidad geográfica. Por España se envía a Francisco
de Requena, ingeniero jefe de la comisión española de límites y gobernador de
Maynas (1779), quien por problemas de entendimiento con la comisión de Portugal,
tras nueve años tuvo que retirarse sin haber conseguido que se marcase la línea en
toda su extensión.5
El abandono de las misiones jesuitas de la selva amazónica, dependientes de Quito,
debido a la expulsión de los miembros de dicha orden religiosa de toda la América
española, según orden real dada en 1767. Los jesuitas habían realizado una obra muy
valiosa de civilización e integración de los nativos de dicha región, y su
expulsión marcó el inicio de un periodo de grave decadencia en Maynas, que la
corona española se interesó en revertir.6 Para sustituir a los jesuitas se pensó en
las congregaciones franciscanas del Colegio de Ocopa, que venían colonizando la
Región Oriental del Alto Ucayali, pero para ello era necesario unificar la labor de
estos operarios religiosos. Requena propuso al respecto la creación del Obispado de
Maynas.7
Requena remitió un informe escrito al Rey de España, donde sostuvo que lo más
conveniente para una buena defensa y administración de las misiones de Maynas que
permitiera su progreso, era que dejaran de ser parte del Virreinato de Nueva
Granada y se uniesen al del Perú. Años después, Requena ocupó un asiento en el
Consejo de Indias, en donde en sucesivas alegaciones, defendió verbalmente esta
misma posición. Su razón fundamental era que, desde el Virreinato del Perú, las
misiones de Maynas «podían ser más pronto auxiliadas, mejor defendidas, y
fomentarse algún comercio, por ser accesibles, todo el año, los caminos… a los
embarcaderos de Jaén, Moyobamba, Lamas, Plaza Grande y otros puestos, todos en
distintos ríos, que dan entrada a todas aquellas misiones». Requena exponía así con
la autoridad que le daba el hecho de conocer personalmente toda esa extensa región,
que recorriera durante más de diez años. Fueron sus convincentes razones las que
motivaron que la Corona le prestara atención y diera la Real Cédula de 1802.8
La Real Cédula de 1802 dice:
He resuelto que tenga por segregado del virreinato de Santa Fe y de la provincia de
Quito y agregado a ese virreinato el Gobierno y Comandancia General de Mainas con
los pueblos del Gobierno de Quijos, excepto el de Papallacta por estar todos ellos
a las orillas del río Napo o en sus inmediaciones, extendiéndose aquella
Comandancia General no sólo por el río Marañón abajo, hasta las fronteras de las
colonias portugueses, sino también por todos los demás ríos que entran al Marañón
por sus margines septentrional y meridional como son Morona, Huallaga, Paztaza,
Ucayali, Napo, Yavari, Putumayo, Yapurá y otros menos considerables, hasta el
paraje en que éstos mismos por sus altos y raudales dejan de ser navegables:
debiendo quedar también a la misma Comandancia General los pueblos de Lamas y
Moyobamba... A cuyo fin os mando que quedando como quedan agregados los gobiernos
de Mainas y Quijos a es virreinato auxiliés con cuantas providencias juzguéis
necesarias y os pidiere el Comandante General y que sirvan en ellos no sólo para el
adelantamiento y conservación de los pueblos, custodia de los misioneros sino
también para la seguridad de mis dominios impidiendo se adelanten por ellos los
vasallos de Corona de Portugal nombrando los cabos subalternos o Teniente de
Gobernador que os pareciere necesarios, para la defensa de esas fronteras y
administración de justicia...Así mismo he resuelto poner todos esos pueblos y
misiones reunidos a cargo del Colegio Apostólico de Santa Rosa de Ocopa de ese
Arzobispado...Igualmente he resuelto erigir un Obispado en dichas misiones...YO EL
REY
Ejecución y cumplimiento de la Real Cédula de 1802
Según la posición ecuatoriana, la Real Cédula de 1802 nunca fue cumplida ni
ejecutada, pues no recibió el pase del virrey de Nueva Granada y se opuso a su
cumplimiento el Presidente de Quito. Sin embargo ello no es cierto. El virrey de
Nueva Granada, Pedro Mendinueta, al momento de entregar el mando a su sucesor, dejó
claramente sentado en su memoria que la Comandancia de Maynas se había segregado de
su jurisdicción y agregado al Virreinato del Perú, justificando dicha medida por su
lejanía con la capital, Santa Fe. Se sabe también que el Presidente de Quito, Barón
de Carondelet, consultó al fiscal Iriarte sobre lo dispuesto por la Real Cédula;
dicho fiscal opinó que se guarde, cumple y ejecute la cédula, que se pasara a la
Real Audiencia una copia legalizada y se comunicara a los gobernadores de Maynas y
Quijos. Siguiendo dicha opinión, el Barón de Carondelet informó el 20 de febrero de
1803 al comandante general de Maynas sobre la orden de incorporarse al Virreinato
peruano.9

La posición ecuatoriana, también sostiene que el Perú, que desde el año de 1823
empezó negociaciones de límites con la Gran Colombia, nunca dio valor alguno para
la demarcación de límites a esta real cédula de 1802. Tanto en las negociaciones de
los Mosquera, en el convenio de Girón, en los protocolos del tratado de 1829 y en
las discusiones del Protocolo Pedemonte-Mosquera, en los cuales se hicieron
numerosas alusiones a la nombrada Cédula de 1802, nunca se trató de tomarla como
base de demarcaciones territoriales; pero Brasil en el año de 1851, firmó un
tratado con el Perú por medio del cual este último país entregaba a la jurisdicción
grandes extensiones territoriales, que antaño habían pertenecido, en parte, tanto
al Virreinato del Perú como al Virreinato de Nueva Granada. En cambio Brasil
reconocía al Perú como su colindante en toda la extensión del río Yavarí y por la
geodésica que parte de Tabatinga y va a dar al Río Caquetá en su confluencia con el
río Apaporis. Esta Cédula de 1802 era muy conocida, pero nunca se le dio valor
antes de 1851, en las demarcaciones territoriales. No fue encontrada en Moyobamba
en 1846, como lo afirman algunos. Para que se vea lo usada y movilizada que ha
sido, reproducimos a continuación lo que dice el doctor Antonio José Uribe al
respecto en su estudio sobre límites con el Brasil:

Respecto de esta Real Cédula de 1802 conviene observar que hemos tenido a la vista
tres ejemplares impresos, todas de fuente peruana y ninguno de ellos concuerda con
los otros, a saber: el que reproduce el doctor Galindo, el que se contiene en el
volumen publicado en Brasil y el presentado en el alegato de Perú ante el gobierno
de España en 1889 en la cuestión de límites con Ecuador.
Pedido de supresión del obispado de Maynas
Una vez obtenida la aprobación papal el 28 de mayo de 1803, el rey dictó otra Real
Cédula para efectivizar la erección del Obispado de Maynas y la toma de posesión
por parte del obispo Sánchez Rangel. El 28 de mayo de 1809 el obispo inauguró su
obispado.10

El 21 de septiembre de 1811, Sánchez Rangel pidió por carta al rey la supresión del
obispado. El obispo no estaba conforme con la extensión del obispado y se hallaba
enemistado con el gobernador y con los franciscanos de Ocopa. El Consejo de Indias
abrió un expediente y realizó consultas. El 28 de septiembre de 1812, el Consejo de
Regencia de España e Indias pidió el "Expediente sobre la erección del Obispado de
Maynas y las Cédulas que se expedieron en 1805 acerca de los límites".

El 13 de septiembre de 1813 se dictó una Real Cédula, que dice en su primer


artículo que manda a entregar al Ordinario las nuevas Reducciones y Doctrinas que
tuviesen más de 10 años de fundación, proveyéndose en eclesiásticos seculares,
conforme a las Leyes del Patronato. El 26 de septiembre de 1813, el obispo Sánchez
Rangel comunicó al Ministro de Ultramar que solo asistían los religiosos de Quito
en Maynas y dijo: es fuerza, pues, si se tratan de hacer justicia que se me ponga
en otro Obispado que sea menos penoso.

El 1 de mayo de 1814 el censo ejecutado por Sánchez Rangel11 dice: en 58 Pueblos de


los 90 de que se componía aquella Diócesis no habrá más que 8 sacerdotes
asistentes, que 3 existían en los extremos del Obispado: 3 en pequeños ríos: 1 en
el dilatado curso de los grandes ríos Guallaga y Marañon; y ninguno en el Napo,
Putumayo, Ucayale y Pastaza: esto es 60 Pueblos sin Párroco y abandonadas casi
todas las Misiones. El mismo obispo exclamaba en 1813: Desde que salieron los
jesuitas de estas tierras no ha habido quien se contraiga a su fomento espiritual
ni temporal; todos se han buscado a sí mismos. De esta proposición que es absoluta
y de una eterna verdad se ha seguido naturalmente lo que estamos viendo y tocando
con dolor, que ya no ha quedado cosa alguna de lo que aquellos padres establecieron
y solo hay lo que produce la madre naturaleza.12

El Consejo de Indias elevó un informe al rey el 19 de junio de 1818, proponiendo la


conservación del obispado y de la comandancia general.13

Oposición del presidente de Quito a la Real Cédula de 1802


El 22 de diciembre de 1814 el presidente de Quito, Toribio Montes, solicitó la
creación de una capitanía general en Quito, pidiendo que se incluyera en ella a
Maynas, creándose otro expediente en el Consejo de Indias para resolver sobre el
pedido.

El 7 de febrero de 1816 Montes informó acerca de las Misiones de Maynas diciendo:


"He manifesto a V.E. en informes anteriores, que las Misiones del Marañon se hallan
en un sensible atraso, faltándoles el número completamente Ministros evangélicos
(...)14

En vista del pedido, la Contaduría General de España elevó un informe el 23 de


diciembre de 1816:15
La Contaduría ha reconocido atentamente todos estos antecedentes, y halla que el
primer punto de que trata el Presidente de Quito relativo al Gobierno político y
militar y espiritual de las Provincias de Mainas está decidido por las Reales
Cédulas de 15 de Julio de 1802, en que se segregó del Virreynato de Santa Fe el
Gobierno y Comandancia General de ellas, agregándolo al del Perú y sus Misiones al
colegio de Santa Rosa de Ocopa, erigiendo en ellas un nuevo Obispado. Esta Real
resolución fue dictada en consequencia de un maduro y detenido examen, previo
informe del Señor Requena, con audiencia de los dos Señores Fiscales y á consulta
del Consejo, el Presidente de Quito representa que no ha correspondido á las justas
intenciones de Su Majestad y deseos de este Supremo Tribunal, antes, por el
contrario, es gravosa á la Real Hacienda y perjudicial á los naturales de Mainas,
que carecen absolutamente del pasto espiritual; mas esta exposición no está
comprovada qual correspondía y no presta mérito para que por ella sola se proceda á
alterar lo que se determinó con tanta reflección.

También podría gustarte